Presencia Apostolica #56

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Presencia Apost贸lica

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201320132013

¡Ven por tu calendario

San Judas Tadeo deo San Judas TaSan Judas Tadeo

2013!

A la venta en el Templo de San Hipólito

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Félix de Nola Marcelo Fulgencio

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Hora Santa 18:00 h con capacidades Misa Hnos.Laura Vicuña diferentes 19:00 h

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Hipóli Templo de San Guerrero,17 16 12, Col. México 19, D.F. C.P. 06300, 18 Zarco

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Pedro Nolasco Celebración mensual Valeria San Judas Tadeo 18:00 h Hora Santa Tomás de Aquino Juan Bosco Fulgencio de Ruspe Martina

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Misa de Enfermo

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(55) 5518-7950

Hora Santa 18:00 h

Antonio, abad

Tel. Macario de Alejandría Juan de Rivera (55) 5521-3889 Mario 5394 Beatriz Fax: (55) 5512Faustina Priscila g.mx

Raquel h 18:00Mario Hora Santa

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Misa por los que prometen dejar algún vicio 12:00 h

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Raymundo de Peñafort Julián

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Epifanía del Señor Melchor, Gaspar, Baltazar Severino

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Santa María, Año Nuevo

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Entérate de las diferentes actividades que tenemos en nuestro templo.

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Este mes oremos por matrimonios. todos losTeodosio

Col. Guerrero, Zarco 12,Juan de Rivera D.F. México, C.P. 06300, Beatriz

Misa Hnos. con capacidades diferentes 19:00 h

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5518-7950 Tel. (55)Priscila (55) 5521-3889 Fax: (55) 5512-5394

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Conversión del Apóstol San Pablo Elvira

Tito Timoteo

www.claretianos.org.mx

h Francisco12:00 de Sales Misa de Enfermos

Tito Timoteo

Este mes oremos por todos los matrimonios.

Templo de San Hipólito Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Tel. (55) 5518-7950 (55) 5521-3889 Fax: (55) 5512-5394 www.claretianos.org.mx

Misa de Enfermos 12:00 h

31 Hora Santa 18:00 h eo.com

Fulgencio de www.a Ruspe guasanjudastad Juan Bosco 2828 Martina (722) 321

www.aguasanjudastadeo.com (722) 321 2828

www.aguasanjudastadeo.com (722) 321 2828

Ven a vivir la alegría de servir realizando labores de evangelización y promoción social en:

n Xochitepec, Montaña Alta de Guerrero n El Ciruelo y Lo de Soto, Costa Chica de Oaxaca n Ciudad Juárez n Nuevo Laredo n Torreón n León n Morelia n Guadalajara n D.F. n Toluca n Cuauhtenco, Estado de México n Y en más de 60 países

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MISIONEROS CLARETIANOS

Presencia Apostólica


CONTENIDO Director

Ernesto Mejía Mejía, CMF Consejo Editorial

Alejandro Cerón Rossainz, CMF José Juan Tapia, CMF Alejandro Quezada Hermosillo, CMF Enrique Mascorro López, CMF René Pérez Díaz, CMF Ernesto Bañuelos C.

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Editorial

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Vida cotidiana

4 Diálogo de Adviento

Editora

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Marisol Núñez Cruz

La fiesta de san Judas Tadeo

Corrección de estilo

Ernesto Bañuelos C. Colaboradores

Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR Jesús García Vázquez, CMF Juan Carlos Martos, CMF Enrique Marroquín Zaleta, CMF Arte y Diseño

Mirta Valdés Bello

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La persona que ayuda y se da a los otros es una persona total El poder de las palabras

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Distribución

Liga Nacional de San Judas Tadeo

PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor respon­sable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Ca­ siano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmen­te, citando la fuente y sin fines comerciales. Tel: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89 mail: liganacional_sanjudas@claret.org Número suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US. Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US. (Incluye gastos de envío).

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El proceso de duelo

1 4 El indio devoto de san Isidro 1 6 La suegra 1 7 Memorias del Concilio 19

De la Palabra a la acción

Presencia Apostólica

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Navidad esencial

EDITORIAL

Una

y permanente

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l llamado de los profetas a “preparar el camino del Señor” irrumpe en nuestra vida en esta época y no es fácil oírlo en medio de tantas voces que nos hablan de otros preparativos: de todo lo que “no puede faltar” para celebrar la Navidad. En este número hemos hecho énfasis en la voz de Juan el Bautista porque este personaje, recio y austero, nos ayuda a no perder de vista lo esencial de la Navidad, incluso en los símbolos que la sociedad de consumo ha desgastado. Busquemos el sentido original de todo lo que nos rodea en esta época y cuando nos sintamos apremiados para conseguir los lujos que “requiere” celebrarla, recordemos que celebramos el nacimiento de un niño, que ocurrió entre los pobres de su tiempo y que no tuvo siquiera un lugar “decente” para nacer. Recordemos que el nacimiento que celebramos es el de aquel que “pasó haciendo el bien”. Celebramos cómo es Jesús y que haya venido a enseñarnos a buscar la verdad, la justicia y la paz. Y todo esto lo podemos celebrar amando y compartiendo. El deseo de experimentar y hacer experimentar a otros la humilde grandeza del nacimiento de Jesús llevó a san Francisco de Asís a representarlo en una especie de maqueta que conocemos como “nacimiento”. Cada uno de los personajes que ahí contemplamos tiene mucho que enseñarnos para que se pueda llegar a lo esencial de la Navidad: José y María, los pastores y los magos de Oriente. Si logramos captar y experimentar la esencia de la Navidad, esta será para nosotros un acontecimiento transformador y permanente; vigente siempre y no sólo cuando llega la hora de desempolvar los adornos. ¡Feliz Navidad y próspero 2013!


Vida cotidiana Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra, La cual nos sustenta y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.

Altísimo, omnipotente, buen Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición. A ti sólo, Altísimo, corresponden y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.

Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor y soportan enfermedad y tribulación. Bienaventurados aquellos que las sufren en paz, pues por ti, Altísimo, coronados serán.

Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas, especialmente el señor hermano sol, el cual es día y por el cual nos alumbras. Y él es bello y radiante con gran esplendor: De ti, Altísimo, lleva significación. Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas: En el cielo las has formado luminosas y preciosas, y bellas. Loado seas, mi Señor, por el hermano viento, y por el aire, y el nublado, y el sereno, y todo tiempo, por el cual a tus criaturas das sustento.

Cántico de las criaturas

Loado seas mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar.

¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal! Bienaventurados aquellos a quienes encontrará en tu santísima voluntad, pues la muerte segunda no les hará mal. Load y bendecid a mi Señor Y dadle gracias y servidle con gran humildad.

Loado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil, y humilde, y preciosa, y casta.

San Francisco de Asís

Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual alumbras la noche: y él es bello, y alegre, y robusto, y fuerte.

1181/1182-1226 Versión castellana tomada de los Escritos de San Francisco publicados por la BAC (1985).

“Si en medio de las adversidades persevera el corazón con serenidad, con gozo y con paz, esto es amor.” “Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta.” “Vivir la vida de tal suerte que viva quede en la muerte.” Santa Teresa de Jesús 1515-1582

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Adviento

DIÁLOGO DE

ADVIENTO Enrique Marroquín, CMF

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Un personaje singular nos habla de cómo tener una Navidad profunda

n el tiempo de Adviento un personaje nos ayuda a prepararnos para la Navidad. ¿De dónde viene este personaje? —¡Pues seguramente del Polo Norte, tierra de trineos, renos y pinos! —¡No! Del norte nos han llegado otras cosas… El personaje al que me refiero viene del desierto, lugar de penitencia. —¿Y cómo es este personaje? ¿Cómo viste? ¿Qué come? —Como en la temporada navideña comemos pastelitos, galletas y dulces, se explica que el personaje sea un anciano gordo, rozagante y barbón, que usa una especie de pijama con un fastuoso 4

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abrigo rojo y carga un gran saco lleno de regalos. —¡No! El personaje al que nos referimos se dice que era fuerte y austero; se alimentaba de miel y de chapulines, como los oaxaqueños, y vestía de piel de camello, con un cinturón de cuero. —Y, ¿cuál es el mensaje que nos transmite este personaje? —Pues… para tener una feliz Navidad, ¡compre!, ¡coma y beba!, ¡regale!, ¡consuma!... —¡No! Su predicación se centraba en: “Conviértanse y hagan penitencia.” Compartan y preparen el camino del Señor, preparen su corazón para el nacimiento de quien ha de llegar. ¡Sólo así tendremos

una verdadera Navidad feliz! Nuestra Navidad será según el personaje que elijamos: La Navidad de Santa Claus es la Navidad de la sociedad de consumo, que para conmemorar el nacimiento de un niño pobre que no tuvo siquiera un lugar decente para nacer, realiza grandes ventas de fin de año, con regalos superfluos e inútiles, convirtiendo la Navidad en la época en que más contrasta la desigualdad social, pues es sabido que a Santa Claus no le alcanza la noche para visitar a los niños pobres que se conforman con ver los juguetes en los aparadores… Esa Navidad se parece a una esfera del arbolito: muy brillante por fuera, pero frágil y hueca por dentro. En contraste, la Navidad a la que nos invita san Juan Bautista


Adviento es una Navidad profunda y fuerte, que se basa en compartir lo poco o lo mucho que tenemos, como hicieron los pastorcitos, que compartieron con el Niño de la cueva sus escasas viandas y que a cambio se llenaron con el canto esperanzador del coro angélico, que, por cierto, no cantó el “Gingle Bells”. —Pero, y entonces, ¿quién inventó a Santa Claus? —Pues se trata nada menos que de san Nicolás, nacido en Turquía, hijo de padres muy ricos, de quienes heredó una gran fortuna que repartió entre los niños pobres. Al regresar de un viaje

por Tierra Santa, llegó a Mira (Turquía), justo cuando los sacerdotes no se ponían de acuerdo en elegir a su obispo y acordaron que nombrarían obispo al primer sacerdote que entrase al templo. De esa manera fue nombrado obispo. Lo pintan de ornamento rojo por haber muerto mártir y lo que terminó siendo un gorro rojo, originalmente era su mitra. Fue amigo de los niños y se dice que curó a tres a quienes un criminal había herido a cuchilladas. Cuando los mahometanos invadieron Turquía, unos marinos lo llevaron a Bari, por lo que se le conoce como san

LA CORONA DE ADVIENTO

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dviento es una palabra latina que quiere decir llegada. Es un tiempo que abarca desde el cuarto domingo anterior al 25 de diciembre, hasta esa misma fecha.

Nicolás de Bari. A san Nicolás, los sajones lo llaman Sant Colaus o simplemente Santa Claus. Su fiesta es el 6 de diciembre y en Alemania es ese día cuando los niños reciben sus regalos, después de que el enano Ruperto les castiga por sus travesuras. —Entonces, el verdadero Santa Claus no se opone a san Juan Bautista, pues ambos nos invitan a compartir. Hay que quebrar la dura corteza de nuestro egoísmo, como una piñata, para disfrutar de la gracia que es lo que simboliza la fruta que cae al romperse el barro.

Hacer una corona de Adviento puede ayudar para vivir en familia este tiempo, tanto por las lecturas bíblicas y oraciones propias de esta tradición, como por la acción simbólica de ir encendiendo una vela cada domingo, que nos ayuda a tomar conciencia de que el tiempo pasa, de que Cristo se acerca y de que la luz va aumentando conforme se aproxima su llegada. La tradición de la corona se originó en antiguos pueblos germánicos en los que, durante los días fríos y oscuros de diciembre, se hacían círculos con ramas de verde perenne que se encendían como signo de esperanza y ruego para que la primavera volviera, y con ella la luz y al calor. A través de los siglos, esta tradición se propagó en el mundo cristiano, convirtiéndose en un símbolo de esperanza en Cristo. La corona se hace con follaje verde y se colocan en ella tres velas moradas y una rosa o blanca que se van encendiendo progresivamente en cada uno de los domingos de adviento.  La forma circular representa la eternidad de Dios.  El verde del follaje representa la vida.  La corona se decora con un listón rojo que representa el amor entre Dios y la humanidad.  Los frutos con que se adorna representan los de la vida cristiana.  La luz de las velas tienen un rico simbolismo, pues alumbra el camino, aleja el miedo, da calor y es símbolo de Jesucristo. Presencia Apostólica

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Nuestra devoción

LA FIESTA DE SAN JUDAS TADEO Irving Santiago Patraca, CMF

canas populares, adaptadas para el apóstol. Afuera del templo se escuchan cohetes y se observan más peregrinaciones que continúan llegando a San Hipólito. A las 4:30 de la mañana se cantan nuevamente las mañanitas y casi se repetirá lo mismo en cada misa de este día. En la fiesta del 28 de octubre por lo general no falta el mariachi en la mayoría de las misas. El día de la fiesta de san Judas, como el día de la fiesta de la Virgen de Guadalupe, se hacen a un lado las diferencias sociales y se celebra la fe en comunidad, en torno de la figura del apóstol san Judas Tadeo. No importa la condición social de las personas ni de qué lugar hayan venido, lo que importa es ocupar un lugar en el templo y acompañar a san Judas en su día.

¿Quiénes acuden?

E

n las vísperas de los días 28 de cada mes, alrededor del templo de San Hipó­lito se vive un ambiente de preparación para una gran fiesta. Puestos de comida, así como de imágenes y recuerdos son colocados alrededor del templo que se ubica en la esquina de avenida Hidalgo y la calle de Zarco. Todos estos preparativos son para recibir, al día siguiente, a un gran número de devotos, provenientes de diferentes puntos de la ciu­dad y la república, quienes ca­da día 28 desde muy temprano están a la espera de que se abra el templo. En el caso del mes de octubre, la preparación es diferente, además de que se lleva a cabo la no6

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vena a san Judas (durante los nueve días anteriores a la fiesta), el día 27 comienzan a arribar peregrinaciones de algunas colonias de la Ciudad de México y del interior de la república. Hacia la medianoche, muchas personas aguardan en espera de que alguno de los muchos grupos de mariachis que se van turnando comience a entonar las mañanitas, que serán las primeras de muchas mañanitas que se habrán de escuchar durante todo el día. Estas primeras mañanitas se es­cuchan con toda la fuerza, pues, entre los presentes, casi no hay quien no se las cante a san Judas. Al concluir las mañanitas, el mariachi comienza con un popurrí de canciones mexi-

A la fiesta acuden personas de todo tipo, desde las que no saben leer ni escribir hasta profesionistas; niños, jóvenes y adultos; personas del barrio más popular, así como de las colonias más privilegiadas; todos ellos quieren acercarse lo más posible al altar para, desde ahí, elevar su oración y dar gracias a Dios por los beneficios que les ha concedido y a san Judas Tadeo por su intercesión. A través de los años, cada día 28 hemos observado en el templo el paso de familias enteras que transmiten esta devoción de generación en generación, creando una devoción familiar. Por otro lado no quedamos indiferentes ante las culturas urbanas que han adoptado esta devoción; por ejemplo los jóvenes pertenecientes a algunas bandas, con quienes tenemos el gran reto de acompañarlos y buscar la manera de orientarlos a una verdadera devoción a san Judas Tadeo, con sentido cristiano.

Diferentes expresiones

El día 28 observamos diferentes formas de expresar la devoción a


Nuestra devoción san Judas que pueden ser muy contrastantes. Desde quienes la manifiestan de una forma serena y en armonía, haciendo su oración con sencillez y en paz, hasta los grupos de jóvenes que pueden llegar a inquietar a los demás. Estos grupos presentan algunas actitudes negativas que cada día se intenta corregir y orientar, como parte de la labor social y pastoral que se realiza en el templo. Las personas que acuden al templo manifiestan su fe propa­gando espontáneamente la devo­ción, ya que agradecen la intercesión de san Judas, regalando a otras personas estampas, pulseras, imágenes, flores, veladoras, dulces, comida, etc. Los devotos también expresan su devoción presentando diferentes ofrendas:  Las flores. Gracias a estas ofrendas el altar está siempre vistoso y colorido.  Las veladoras que representan la petición u oración que se eleva a Dios con la intercesión de san Judas Tadeo. Los mismos fieles han ido asignando diferentes colores a las veladoras, según la petición que se hace.  Las imágenes de san Judas Tadeo grandes y pequeñas que, aun cuando ya hayan sido bendecidas anteriormente, cada día 28 son llevadas al templo para que reciban de nuevo la bendición. Se suelen escuchar expresiones como: “Llevo a mi san Juditas a misa” o “llevo a que bendigan a mi san Judas”. Como un dato relevante, algunas de estas imágenes han permanecido en una familia desde generaciones anteriores. Han sido de los padres, de los abuelos, etc.  La misa con mariachi no puede faltar en un día 28. Para la cultura mexicana llevar serenata es algo que sólo se hace para alguien especial: “Al santo que me ha sacado de mis apuros, debo de llevarle su

mariachi para que cante en la misa en su honor.” Comenta un devoto.  Agua bendita. Es uno de los elementos y símbolos importantes en san Hipólito. Al concluir la misa, después de la bendición con la reliquia, se hace la bendición de los objetos religiosos y se rocía agua sobre los fieles, recordándonos que somos bautizados y estamos incorporados a la misión de la Iglesia. Muchos de los devotos piden que se les rocíe con agua para que de esta forma la bendición alcance a sus familiares y trabajos. Un aspecto en el que hemos trabajado los Misioneros Claretianos respecto a la expresión de la fe de los devotos a san Judas Tadeo es promoviendo la solidaridad con los más necesitados. Se pide a los devotos que como ofrenda, en lugar de presentarle flores al santo, ofrezcan despensas que son distribuidas entre las personas que más lo necesitan. Un gran número de personas ha encontrado fortaleza y esperanza en la devoción a san Judas Tadeo. Es significativo, por ejemplo, ver frecuentemente a mujeres embarazadas pidiendo que nazca sano su bebé o, tras un embarazo de alto riesgo, parejas jóvenes con su hijo de pocos días de nacido, que van a dar gracias por el nuevo miembro de su familia. Cada devoto que acude a San Hipólito tiene una historia que contar, cada una de ellas es un testimonio de la presencia de Dios en sus vidas a través de san Judas Tadeo.

Una auténtica experiencia de fe

En la fiesta de San Judas Tadeo siempre habrá una gran diversidad tanto en relación con los asistentes, como en la manera de expresar y vivir la fe del pueblo de Dios. Creo que aquí es la parte que a los Misioneros Claretianos nos ha

toca­do acompañar, tratando de no quedarnos sólo en el aspecto externo de este fenómeno religioso, sino verlo y comprenderlo, tratando de corregir tanto los errores como la superstición, pero haciendo énfasis en la comprensión y no en juzgar. Por otra parte, afortunadamente son cada vez más los devotos que ven en san Judas al amigo fiel de Jesús, y por lo tanto el amigo de muchos de ellos. Otras personas viven su devoción a san Judas Tadeo, viendo en su vida un ejemplo de fidelidad al mensaje de Cristo, que vivió hasta sus últimas consecuencias el amor entrañable a Dios. De estos devotos han surgido diferentes iniciativas que dentro del templo se han ido fraguando, dando al igual que san Judas Tadeo un ejemplo de querer vivir el discipulado cristiano; una de estas iniciativas es el voluntariado abraszando. A lo largo de años de acompañamiento a esta devoción, se han alcanzado grandes logros en el tema de ir orientando la fe hacia un conocimiento auténtico de la persona de san Judas Tadeo, no sólo como un santo, sino como un ser humano que vivió de cerca con Jesús; uno de los Doce elegidos por el Maestro, cuyo ejemplo nos ayuda a ser nosotros también verdaderos discípulos de Cristo. Quienes han estado al frente del templo de San Hipólito han aportado herramientas para una mejor orientación como ha sido la hojita de cada 28 de mes titulada “Hoy es 28… San Judas nos habla”. También se publica la revista Presencia Apostólica, además de las orientaciones que se van dando día a día a través de la predicación de la Palabra de Dios. Una fe auténtica debe llevarnos a comprender el camino que Dios quiere para nosotros, dejando atrás las acciones que sabemos que nos alejan de él. Presencia Apostólica

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Crecimiento personal

La persona que ayuda y se da a los otros

es una persona total

Dinko Alfredo Trujillo Gutiérrez

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l ser humano tiene la invitación a ser lo que es: un verdadero ser hu­ mano. Esta afirmación parece extraña si partimos de que nacemos siéndolo, pero tal presupuesto se basa en el error de pensar y dar por hecho que nacemos completos y acabados. Tal aseveración está muy lejos de la verdad. El humano recién nacido, es el ser más vulnerable e inacabado de la naturaleza. No sabe si es hombre o mujer, quién es su madre, su padre o su familia. Si no sabe quién es él mismo, mucho menos sabe que algún día necesitará saberlo. Se aprende a ser en la relación con otros Nos volvemos seres humanos sólo en la relación con el otro. Sin otro ser no podemos ser y la inquietud de saber quiénes somos sólo se despierta a través del contacto y de la 8

Presencia Apostólica

relación con los otros. El pequeño que está aprendiendo a hablar dice: “yo ero”. Atrás de dicha expresión infantil, que suena cómica por ser una conjugación errónea característica de la temprana edad, está la demostración de que el niño sólo pudo llegar a esta afirmación gracias al “tú eres” que su mamá le dijo repetidas veces, lo cual le permitió comenzar a formar la mismidad (identidad o noción de ser uno mismo). Entonces el niño necesita del “tú eres” de mamá para formar su identidad. Sólo se aprende a ser alguien al convivir con alguien que sea significativo y básico en nuestra vida. Por tal motivo ocurre la muerte de menores al no relacionarse emocional y verbalmente con otros seres humanos. Así se les dé todo lo que biológicamente necesitan, no es suficiente. Un ejemplo histórico de esto lo encontramos

hace diez siglos en una zona cerca de los Balcanes, cuando un rey quería saber cuál era la lengua original de la humanidad, si sería griego, latín, hebreo, etc. Se le ocurrió que si se separaba a unos recién nacidos de sus madres y se les atendía en cuanto a cobijo, alimento y limpieza, pero sin involucramiento humano, hablarían el lenguaje original de la humanidad. El resultado fue contundente: todos los bebés murieron. Bien dice la sentencia evangélica: “No sólo de pan vive el hombre…” Para que la cría de la especie homo sapiens (especie humana) llegue a convertirse en un verdadero ser humano, con identidad, capaz de autonombrarse y de ser alguien, requiere de los demás, pero no de cualquiera, sino de otros significativos: como puede ser la mamá en el fundante vínculo materno. Así es que solamente en las relaciones humanas se genera el “yo soy”. En esto consiste la primera nutrición psicológica de la cual depende el buen desarrollo físico y biológico del niño. Nuestro yo no lo creamos, nos es dado por los otros Aparentemente lo más personal es lo que llamamos “yo”, nuestra identidad, y por ese yo somos capa­ ces de hacer las peores bajezas. Cuando alguien se atreve a tocar nuestro núcleo de orgullo, nuestro yo, lo defendemos cual tesoro más preciado y personal, que, creemos, hemos forjado y nos diferencia de los demás. Lo primero que habría que asentar es que lo que decimos que somos en realidad nos fue otorgado. Los otros, generalmente de inicio los padres, nos dicen primero quiénes somos y, luego, con ese barro empezamos a crear lo que será una empresa permanente: nuestra personalidad. Además, ya más tarde, no sólo nuestras manos intervienen, pues siempre hay ma­ nos ajenas que continúan moldeán-


Crecimiento personal donos. Esas manos son aquellas afirmaciones que otros hacen sobre nosotros; aunque luego las rechacemos o las aprobemos, esas referencias externas nos dan el material con que construimos nuestro interior. Esas opiniones de los otros acaban determinando hasta cómo nos vemos exteriormente. También, ellas influyen mucho en la manera como vemos al mundo externo, y lógicamente, a los otros congéneres. Así que no dejamos de ser seres sociales que nos hacemos en la relación. De hecho, al faltar ésta, al quedar en soledad, siempre algo de nosotros empieza a morir; nos anquilosamos. Tan somos seres en relación que, a pesar de que estamos convencidos de que somos un solo yo, en realidad tenemos muchas caras de lo que llamamos yo. Sucede que por creer que somos uno solo, por aferrarnos exclusivamente a ciertas versiones de nosotros mismos, terminamos sintiéndonos unos desconocidos ante nosotros mismos. Encontramos que nuestra persona presenta nuevas caras, pero éstas nos resultan extrañas. Las diferentes caras de nuestro yo necesitan aprender a relacionarse entre sí, pues parte de la madurez está en tener una armoniosa interacción con las distintas facetas de nuestra mismidad tan polifacética. Lo que decimos que somos no es algo real y concreto, se trata de una cuestión difícil de definir, se trata en realidad de una narración: lo que digo que soy no es lo que soy, es sólo lo que digo que soy. Es decir, entre lo que son las cosas y lo que decimos que son hay un abismo. Lo notable de esta narración es que siempre ofrece la posibilidad de crear nuevas narraciones. Lo que decimos siempre puede ser recreado. Lo que digo que soy siempre tiene posibilidades de cambio. Llegamos así a ver que la identidad es la historia que cada uno se

cuenta a sí mismo acerca de quién es y que en realidad está formada de distintos personajes. En tales narraciones los padres siempre, o generalmente siempre, son los primeros autores. El ser humano sólo crece al dar y al expandirse El hombre se constituye y comienza siendo siempre en relación, a tal grado, que si el otro no le da reconocimiento, no se podrá dar reco­ no­cimiento adecuado y real a sí mismo. Sin embargo, la misión de ser no se circunscribe a lo que se recibe de los demás, a ser amado, a ser visto. Quedarse en ese nivel es quedarse en un nivel muy egoísta e infantil. También es necesario dar. Quien no sabe dar y se justifi-

una individualidad que de forma permanente ahoga. Decía Einstein que el deber que tenemos cada uno es rebasarnos a nosotros mismos y a nuestro egoísmo y dirigir nuestra mirada a la totalidad a la que pertenecemos. Vivimos en una ilusión óptica de la conciencia al experimentarnos como algo separado de lo demás. El proceso que inicia con la individuación, únicamente se completa con la integración. Jung explicaba así el camino que el hombre está llamado a recorrer en esta vida: Después de que se logre el primer principio: la identidad o mismidad, se tiene que generar y permitir el segundo principio: la expansión. De hecho el hombre es el ser convocado a abrirse, a ir más allá de sí mismo.

Se trata de que se alcance la totalidad del ser de cada persona. ca y encierra en sí mismo se queda en un infierno, pues nadie se basta a sí mismo. El hombre que se queda solo consigo mismo, como manera habitual de vivir y estar, se queda con un enorme empobrecimiento de la esencia humana y, sin darse cuenta, se vuelve su propio castigo. El impulso de crecimiento va siempre hacia la expansión, hacia el salir de sí mismo. Tenemos dos manos, una recibe, pero es necesario dar con la otra. El que recibe pero no da, o el que únicamente da pero sin recibir, opera como una persona incompleta, en un sentido mucho más que físico. Se trata de que se alcance la totalidad del ser de cada persona. Liberarnos del yo De hecho es en ese girar hacia los demás, voltear a verlos, que empieza de manera significativa el camino de la liberación, pues de lo primero que tenemos que liberarnos es de nosotros mismos: nuestra tarea es liberarnos de eso que llamamos “yo” y que nos encierra en nosotros, en

La apertura por excelencia es el amor, sea cual sea su manera de concretizarse al expandirse, por eso el hombre que está sobrecargado por su propia subjetividad, más temprano que tarde entra en lo que algunos autores han explicado como angustia existencial, pues si la identidad, la subjetividad y la mismidad son constructos narrativos, al darles valor absoluto se hunden en la nada. Al final el hombre es consumido en sí mismo y en sus propias creaciones. Sólo cuando el hombre aprende a dar, a entregarse, a ser soli­da­rio con los otros es cuando realmente madura, crece y se expande. Por ello todos los actos de caridad, de amor, de amistad, son actos que no sólo ennoblecen al hombre, lo completan y dignifican en un crecimiento que lo integra y relaciona consigo y con los otros profundamente. El autor es licenciado en psicología y filosofía con maestrías en terapia familiar y de pareja. Terapeuta, catedrático universitario y conferencista. Presencia Apostólica

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Desarrollo humano

El poder

de las palabras

L

a palabra es un don precioso concedido al género humano; nos ha sido dada para comunicarnos y poder transmitir nuestros pensamientos y sentimientos a los demás seres humanos. Desde tiempos antiguos hasta nuestros días, la palabra ha sido utilizada para seducir, convocar, persuadir o disuadir las acciones de las personas. Cada persona puede utilizar las palabras para comunicarse consigo misma o con los demás con libre albedrío. Todos hemos escuchado la expresión “las palabras se las lleva el viento” que sin duda tendrá alguna aplicación, por ejemplo cuando lo que esperamos son acciones. Pero nuestra experiencia nos enseña que las palabras no se las lleva el viento; se quedan en nosotros, en muchas ocasiones, marcando nuestra vida. Todo lo que somos es el resultado de las cosas que pensamos o que decimos. Por otra parte, yo he constatado que cuando se utilizan de manera recurrente las palabras se vuelven una realidad. Cuando vivimos situaciones de tensión, nuestra mente suele cargar nuestro vocabulario de términos negativos. Del mismo modo, cuando estamos disfrutando de momentos agradables, los términos positivos inundan nuestras expresiones. Si somos conscientes de esta situación, podremos trabajar con nuestro vocabulario en busca de términos positivos. ¡Hagámoslo!, entonces re-direccionaremos la intención de nuestras palabras, y, así sea arreglar 10

Presencia Apostólica

Gylda Valadez Lazcano

un asunto o confrontar otro, tendremos un resultado mejor. Las palabras crean un ambiente De manera que el tipo de palabras que usamos hace la diferencia, ya que estas impactan no sólo en nosotros, sino también en nuestro entorno. Las palabras se contagian y se propagan. No es lo mismo estar en un espacio en donde lo que se escucha son palabras de bendición, de agradecimiento y que en general celebran la vida, que estar en otro, donde la intención de las palabras es muy diferente y lo que se escucha son quejas y maldiciones, así como palabras tristes y llenas de resentimiento. Es la conciencia la que nos permite utilizar las palabras adecuadas y “ecológicas” hacia los demás. Ya lo dice el escritor Miguel Ruíz: “Sé impecable con tus palabras.” Por supuesto que cuando usamos las palabras en contra de alguien o algo estamos dejando de ser impe­cables. Las palabras son poderosas Es una decisión personal utilizar las palabras para sanar y construir o para ofender y destruir. Para tomar esta decisión tenemos que estar muy conscientes del peso que pueden tener las palabras. Cuántas veces el hecho de que se le diga a un niño de manera recurrente “tú no puedes” provoca que ese niño vaya creciendo, hasta convertirse en un hombre programado para no poder. Por el contrario, sí un niño es formado escuchando continuamente expresiones tanto de reco-

nocimiento a sus habilidades, como de respeto y estímulo ante sus limitaciones, formará una identidad realista y tendrá más fuerza para avanzar en la vida. Si queremos lograr tener un control de calidad en las palabras que expresamos, es necesario hacernos cargo de nuestros pensamientos que después exteriorizaremos con palabras. Seguramente todos incluimos en nuestro vocabulario palabras “peligrosas” y lo hacemos, a veces, de forma automática, sin pensar en el poder que las palabras negativas tienen. Para lograr esto tenemos que observar, meditar y buscar los recursos disponibles. Por ejemplo la Programación Neurolinguística nos dice que la palabra “no” es una palabra abstracta que la mente no registra y por lo tanto la mente capta el mensaje contrario al que era nuestro objetivo. Por ejemplo si yo digo: “No quiero estar gorda”, en esa expresión puede estar pesando más la idea negativa y ni siquiera contiene algo positivo que me ayude a alcanzar el peso deseado. Sería mejor decir: “Quiero tener un peso saludable.” También está el “pero” que tantas veces usamos sin darnos cuenta de que estamos haciendo un auto-boicot: “Quiero leer, pero no tengo tiempo”, “quiero hacer tal cosa, pero es muy difícil”… De manera similar el “tengo que” denota algo que cuesta trabajo; sabemos que todo implica un esfuerzo, pero observemos si le estamos poniendo trabas a nuestras acciones con esa expresión, por ejemplo: “Tengo que trabajar.” Otras expresiones, como “un día de estos” o “mañana”, nos condicionan a no concretar nuestros proyectos. Como dice Chava Flores en la canción A qué le tiras cuando sueñas mexicano: “mañana si te pago”, “mañana voy a ir”…


Desarrollo humano

Con todos estos ejemplos quiero resaltar la necesidad que todos tenemos de ser cuidadosos en la forma en que nos comunicamos, ya que manejar nuestro lenguaje con mucho más conciencia puede mejorar nuestra vida en todos los aspectos. Imagínense cuántas cosas podemos lograr utilizando bien las palabras y ¡cuántos problemas podríamos evitar! Control de calidad Es importante que logremos establecer una especie de filtro que sólo permita la salida y la entrada de palabras que provoquen en nosotros alegría, conciencia, paz, crecimiento, trascendencia etc. Bueno, pero aquí hay que enfatizar dos cosas: las palabras que salen de nuestra boca, de las cuales hay que asumir plena responsabilidad y las palabras que entran a nuestros oídos, que aunque a veces no podemos evitar oír palabras negativas, sí podemos hacer lo que dice el dicho: “A palabras necias, oídos sordos.” En este sentido, también somos responsables de lo que dejamos entrar. Aparte de ser cuidadosos con las palabras que salen de nuestra boca y con las que entran por nuestros oídos, también tenemos

que ser cuidadosos con esas palabras que sólo se escuchan en nuestra mente. Nuestro subconsciente escucha todas las palabras que nos decimos a nosotros mismos y las interpreta como verdad. Así, cuando una persona tiende a decirse a sí misma, en su pensamiento, palabras que la devalúan y menosprecian, en muchas formas se está poniendo obstáculos para lograr el éxito. La palabra “gracias” tiene un poder infinito. Por ejemplo, se dice que el acto de agradecer por nuestro cuerpo maravilloso, fuerte y saludable, puede contribuir a que éste responda de maneras positivas, creando nuevas y saludables células. Y cuando damos gracias por la claridad y serenidad de nuestra mente, por nuestro cerebro que funciona con equilibrio y precisión, también hay una respuesta positiva en todo nuestro

cuerpo. Y en general, expresar nuestra gratitud bendiciendo nos per­mite funcionar a un nivel más elevado, en otras palabras, nos permite vivir mejor. Un ejemplo del poder de las palabras son los “mantras” que, como todos sabemos, son utilizados en algunas culturas para la sanación y el desarrollo espiritual. La palabra mantra proviene del sánscrito y quiere decir liberar la mente. El objetivo de un mantra es el sosiego de la mente y las emociones, y centrar la atención en el momento presente. En nuestra espiritualidad hay palabras que tienen esta misma función, como son las palabras del Ave María y el nombre de Jesús. Bendecir, agradecer, celebrar, compartir, perdonar son “mantras” poderosos que nos liberan de cargas innecesarias y se pueden traducir en salud en todos ámbitos.

“Las palabras no se las lleva el viento…”

La autora es psicoterapeuta. centro.ometeotl@gmail.com Presencia Apostólica

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Tanatología

“Sólo sanamos de un dolor cuando lo padecemos plenamente.” Marcel Proust

El proceso de duelo Ana Laura Rosas Bucio

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icen que la única certeza que tenemos en la vida es la muerte… Nada más cierto. Y desde que hay vida… también hay muerte. Es muy curioso darnos cuenta de que el ser humano tiene pocas certezas y muchas incertidumbres en la vida, y de que por lo general no estamos preparados para afrontarlas. Como que fantaseamos creyendo que todas nuestras incertidumbres serán certezas. Por ejemplo, mientras estemos vivos, vamos a ir envejeciendo… y nadie nos prepara para ello. Si estamos vivos, algún día vamos a morir... y tampoco nos preparamos para ese momento. Solemos creer que la juventud, la amistad, el amor, el trabajo y la salud durarán para siempre. Y aunque, en el caso de algunas de estas cosas, pudiera ser así, para que eso suceda necesitamos cuidarlas y alimentarlas. Por sí solas no durarán. Los seres humanos no estamos preparados para morir, para perder la salud, para perder la juventud; en general no estamos preparados para perder… Perder es un proceso muy doloroso. Eso todos lo sabemos. Pero, 12

Presencia Apostólica

¿qué es una pérdida? A partir de las experiencias que todos hemos vivido, podemos decir que es “algo valioso que tenía y que ya no tengo”. Pero también es: “algo que quise lograr y no pude”, y en este caso nos damos cuenta de que no necesitamos haber tenido algo para vivir su pérdida cómo una situación muy dolorosa. Ejemplo de esto puede verse en la mujer que desea tener hijos y no logra embarazarse.

¿Qué es el duelo?

El duelo es la reacción natural ante la pérdida de una persona, objeto o evento significativo. Se trata de una reacción emocional y personal que se da cuando el vínculo afectivo que manteníamos con lo que perdimos se rompe. Estar en duelo no significa estar enfermos o equivocados. Si para no­ sotros era importante lo que perdimos, entonces lo natural es expe­rimentar el duelo. Desafortunadamente algunas personas todavía creen que sentirse tristes después de una pérdida es algo malo, algo de personas inmaduras o enfermas. El duelo es normal y si bien puede complicarse, cuando las personas nos damos permiso de

expresar nuestro dolor, éste cesará. Curiosamente ¡esto es lo que menos creemos que pasará! Y no lo creemos porque aún no hemos entendido qué es el duelo. La palabra duelo proviene del latín dolus, que significa dolor, que a su vez proviene del verbo dolere, que significa sufrir, y consiste en un periodo doloroso que desaparece al cabo de cierto tiempo. El duelo ocurre tras cualquier clase de pérdida y tiene una duración aproximada de uno a dos años, pudiendo ser más corta. Es un proceso activo de adaptación ante la pérdida que implica llevar a cabo cambios que generan ansiedad, inseguridad y temor. El duelo implica un proceso de rea­ co­modo de nuestra vida.

¿Qué pasa cuando no expresamos nuestras emociones?

Si bien es cierto que un duelo se puede complicar o “enfermar”, esto casi siempre sucede como consecuencia de que no nos permitimos la expresión de nuestras emociones, bloqueándolas, evadiéndolas o negándolas, y esto genera que nuestro dolor se “guarde” y, como cualquier cosa viva que se queda encerrada, se “eche a perder”. Para entender mejor esto, les propongo hacer un experimento. Necesitamos un frasco vacío (limpio y seco) y un jitomate. ¡Sí! Un jitomate. Pongámoslo en el frasco y vamos a taparlo bien. ¿Qué va a suceder al paso de los días? Vamos a empezar a notar que el jitomate empieza a perder consistencia, le aparecen manchas obscuras, el frasco se “suda” por dentro, ya que el jitomate empieza a perder agua, proliferan los microorganismos y se forma como un hongo blanco que poco a poco va a invadirlo todo. El jitomate se va a ir llenando de gusanos que, en busca de sus nutrientes, se van a comer lo poco que queda de él. El jitomate va a cambiar de color y se va a ir se-


Tanatología cando poco a poco hasta que sólo quede la cascarita y algunas semillas secas. Pero ¿qué nos dice este ejemplo?, ¿qué tiene que ver con nosotros? Nosotros somos el frasco y el jitomate son nuestras emociones. Mientras estén guardadas van a irse enfermando y pudriendo. De ahí la importancia de expresar todas nuestras emociones, especialmente el dolor y la tristeza. Este experimento sirve para entender el proceso que ocurre dentro de nosotros, al no permitirnos la expresión de nuestras emociones.

El proceso de duelo

Las respuestas ante un duelo normal se pueden dividir en cuatro categorías generales: sentimientos, sensaciones físicas, cogniciones y conductas. Las emociones que se expresan cuando estamos en duelo son básicamente: la tristeza, el enojo y la culpa. También es normal que nos sintamos ansiosos, solos, muy cansados y sin energía. En algunas ocasiones también después de una pérdida nos podemos sentir aliviados. Aunque nos duela perder, a veces también puede haber una sensación de liberación; siendo esto una reacción muy común principalmente en casos de muertes de familiares enfermos o muy mayores. Todas estas emociones van a provocar que otras áreas en nuestra vida se vean afectadas. Podemos sentir un vacío en el estómago, opresión en el pecho y en la garganta, ganas de llorar, y en algunas ocasiones podemos llegar a sentirnos como si no fuéramos nosotros mismos. Nuestra cabeza también se llena de interrogantes, nos cuesta trabajo creer que hemos perdido, estamos preocupados, hay pensamientos de incertidumbre en relación con el futuro, y todas estas reacciones, tanto emocionales, como físicas y cognitivas, nos llevan a no poder dormir, a no querer comer, a estar distraí-

dos, a aislarnos de los demás, a soñar con lo que hemos perdido y a estar muy inquietos. Y, como hemos dicho, todas estas reacciones son normales y van a estar presentes durante algún tiempo, dependiendo de qué tan importante era para nosotros lo que perdimos. Muchos autores han hablado de lo que es el proceso de duelo. Yo voy a compartir aquí lo que la experiencia me ha enseñado acerca de cómo las personas vamos afrontando nuestras pérdidas. Pero primero quiero aclarar que el duelo que se da cuando perdemos a un ser querido, tiene algunas diferencias del duelo que vivimos cuando nosotros vamos a morir (que por cierto, será el siguiente tema del cual hablaré) y es diferente también cuando tenemos otro tipos de pérdidas, como divorcios, robos, pérdida de trabajo. Los procesos de duelo son diferentes según la causa. No es lo mismo perder por muerte, que por situaciones de violencia o desacuerdos. En esta ocasión hablaremos del duelo que se da cuando perdemos a un ser querido y podemos definirlo como el lapso del tiempo que nos va a llevar recuperarnos de la pérdida. En términos generales vamos a pasar por cuatro fases o etapas: 1. Fase de negación e insensibilidad: que sucede cuando apenas nos enteramos de la pérdida y nos cuesta mucho trabajo creer que es verdadera. A veces las emociones se mueven tanto que tendemos a bloquearlas, al grado de que parece que no sentimos. Es un periodo corto y la sensación es como si “no nos cayera el veinte”. 2. Fase de anhelo. Se anhela que la persona perdida vuelva y se tiende a negar la permanencia de la pérdida. Estamos enojados y tristes. Extrañamos mucho a nuestro ser querido. Quisiéramos que todo fuera un mal sueño del que pudiéramos despertar.

3. Fase de desorganización y desesperación. Aquí podemos encontrar difícil seguir funcionando, nos sentimos sin guía y sin senti­do. Entendemos que nuestro ser querido ya no va a volver, pero en este momento surgen todas esas otras pérdidas que acompañan la pérdida de un ser querido. Por ejemplo: no solamente perdemos a un esposo, perdemos el apoyo económico, el apoyo con los hijos, la persona con quien íbamos al cine, etc. Nos sentimos muy asustados, tristes y enojados en estos momentos. 4. Fase de conducta reorganizada. Después de no saber cómo continuar viviendo, nuestra vida empieza a tomar forma. Las cosas que antes parecían muy complicadas de volver a hacer ahora son más fáciles. Aún seguimos extrañando y estando tristes, pero ahora las cosas se ven más claras. Es el momento en el que empezamos a recuperar nuestras vidas. Pasar por estas fases significa elaborar el duelo. Ojalá que estas ideas te permitan ver que si te sientes mal por haber perdido a un ser querido, lo que te está pasando es normal. Si vives tu duelo como correspon­de, respetan­do tus emociones y expresan­do tu dolor, el tiempo curará las heridas. Si en algún momento sentimos que no podemos con el dolor, entonces es importante buscar ayuda. Termino recordando un aspecto muy importante. Es el aspecto de la fe. Para un católico la vida no termina, se transforma. En otras palabras, el ser humano trasciende, sus obras pueden ser perdurables. Además el mensaje cristiano afirma que todos somos hijos de un mismo Padre que es misericordioso. Estas consideraciones nos dan fuerza en todo el proceso del duelo. La autora es psicóloga clínica, experta en intervención en crisis, tanatóloga, logoterapeuta y conferencista. Directora académica del Instituto de Formación y Atención en Psicología IFAPS. lrosasb@hotmail.com Presencia Apostólica

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Ilustración: Leticia Asprón

Historia para meditar

El indio devoto de

san Isidro

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Enrique A. Eguiarte, OAR

uestra historia ocurrió hace algún tiempo en un lugar de la sierra donde una comunidad de frailes tenía una misión con unos sencillos indios, quienes en su mayoría hablaban náhuatl, y que tenían una fe firme en Dios. Y así sucedió que un indio acudía todos los días al templo a orar delante de una imagen de san Isidro. Una vez que empezaba a declinar el sol y el trabajo había concluido en la hacienda azucarera, recorría a pie muchos kilómetros para orar delante de la imagen. Después de orar por espacio de una media hora, se santiguaba, decía una frase en náhuatl y se iba. Los frailes que se hacían cargo de la iglesia, al principio, no le dieron importancia. Pero al ver que la escena se repetía todos los días, durante varios años, se empezaban a sorprender, pues el indio no faltaba nunca. Ni siquiera los días en los que las lluvias torrenciales llenaban los caminos de barro. El indito estaba siempre 14

Presencia Apostólica

ahí, fiel para hacer su oración de rodillas delante del santo. Y siempre al final, las palabras de despedida en náhuatl, después de santiguarse de cualquier manera. En su comunidad, los frailes, cuando sus normas les permitían hablar, intercambiaban opiniones sobre el indígena. Para un fraile joven recién llegado a la misión, se trataba simplemente de un idólatra, de una persona que todavía no se había acabado de convertir y decía: —No sé por qué le dan tanta importancia. Se trata de un idólatra. De seguro al final de su oración las palabras que dice son algún encantamiento de sus ancestros del mundo náhuatl. Tenemos que catequizar más para erradicar ese tipo de culto equivocado. Si yo fuera el superior de este convento, le prohibiría orar de esa manera, y lo llevaría a adorar sólo a Cristo. Otro fraile con más edad le dijo: —Perdona hermano, llevas poco tiempo aquí, y por eso no comprendes a estos indios. Además no podemos juzgar lo que ese buen hombre hace. Es verdad que hay que llevar a todos a Cristo, ese es el sentido de nuestra misión aquí. Pero tenemos que reconocer que como seres humanos, necesitamos medios para llegar a Dios, y los santos en muchas ocasiones nos ayudan como modelos para llegar a Dios. Imitando a los que son con nosotros, siervos de Dios, podemos llegar como ellos a alcanzar al mismo Dios. Muy posiblemente a ese sencillo hombre el ejemplo de san Isidro labrador le ayuda a ser santo, a dejarse moldear por Dios… —No hermano –le interrumpió el fraile joven con altanería–, le tenemos que llevar a Cristo. —Es verdad –le dijo el otro fraile con calma–, pero a este hombre su oración a san Isidro le lleva al encuentro con Cristo y así, por medio de la veneración de este santo, puede llegar a la adoración de Dios. Y es que este fraile joven todavía no conocía las costumbres de los indios de esa región. Su mente estaba llena de teorías y de postulados académicos, que posiblemente se podían muy bien aplicar en la filosofía, pero no en la vida de todos los días y menos en el misterio de la fe sencilla del pueblo. Así sucedió que una ocasión el fraile joven se quedó solo en el convento, pues sus hermanos habían salido a predicar por la región. Fue entonces cuando el fraile joven se decidió a hacer algo con el indito. De este modo, se plantó junto a la imagen de san Isidro labrador para esperarlo. En cuanto éste llegó, se le acercó. El indito devotamente besó la mano del padre y lo saludó. El fraile joven, estuvo a punto de retirar la mano pero no lo pudo hacer, pues el indio ya había plasmado en ella un piadoso beso. El fraile se limpió el dorso de la mano con el hábito, sin disimular su asco, mientras le decía:


Historia para meditar —Mira hermano, haces mal al venir todos los días a rezar ante esta imagen. Lo que tienes que hacer es rezarle a Cristo y adorarlo sólo a él. El indito, que lo escuchaba atento, le respondió: —Sí padrecito, sí. Sólo a Cristo. —Bueno, entonces ven conmigo –dijo el fraile joven–, y vamos a rezarle a Cristo, a adorarle solo a él. El indito le dijo: —Sí padrecito, a Cristo adorar, sólo a Cristo. Triunfante el fraile joven le dijo: —Sí, por eso ven, vamos a adorar sólo a Cristo. El indito le dijo: —Sí, padrecito, adorar Cristo, y después rezar a ‘siñor’ Isidro. El triunfo que había experimentado en su interior el fraile se le vino abajo de un golpe, y no pudo controlar su ira y gritó: —Nada de Señor Isidro, nada de san Isidro. ¡Sólo Cristo es Señor! Y creyendo que el indito había aplicado la categoría teológica paulina de Kyrios, Señor, a san Isidro, divinizándolo, poniéndolo al mismo nivel de Cristo, gritó todavía más fuerte, mientras agarraba al hombre de la ropa y lo arrastraba fuera de la Iglesia: —¡Fuera de aquí. No eres más que un idólatra. Adoras a tus dioses bajo las apariencias de nuestros santos. ¡Fuera de aquí! El indito, asustado y sin saber lo que pasaba, no dijo nada, sino que se dejó llevar por el fraile, y en la puerta de la Iglesia humildemente se santiguó a su manera, y se marchó. Al día siguiente el fraile joven se apostó en la puerta de la iglesia para impedir el paso del indio, si es que éste se atrevía a volver y quería entrar. Pero no apareció. Y lo mismo sucedió toda esa semana. El fraile joven se sentía triunfante. Había impedido el culto “idolátrico”, y así realmente sentía que estaba evangelizando a esta gente sencilla. Y se decía en su interior: Esto sí que es la nueva evangelización. Hay que comenzar corriendo de la iglesia a los idólatras, a los hechiceros... Por esos días regresaron los demás frailes de sus correrías apostólicas y, al reunirse en comunidad, uno de ellos dijo: Me extraña no haber visto en estos días al hombre que venía a rezar ante san Isidro, pues nunca faltaba. ¿Será posible que se haya muerto? Y otros frailes hicieron el mismo comentario. Cuando el fraile joven pensaba decir que había sido él quien había librado a la Iglesia de aquella amenaza, y contar lo que nosotros ya sabemos, otro fraile muy mayor que tenía una venerable barba blanca dijo: Sí, es verdad que ya no reza en la iglesia, ahora se queda afuera, exactamente en el lugar en donde se en-

cuentra la imagen de san Isidro, pero por fuera; y ahí sigue con su mismo rito. Se arrodilla, ora unos treinta minu­tos y al marcharse pronuncia dos frases en náhuatl. Unas mujeres que lo vieron me avisaron y, cuando fui a ver, lo reconocí. Es más –dijo el anciano fraile–, una tarde, al verlo me quedé a distancia, como es la costumbre entre estos indios cuando quieren manifestar respeto e interés, y al final, cuando ya se iba, hablé con él. Todos los frailes se quedaron sorprendidos. Al fraile joven se le puso el rostro rojo de cólera, pues pensaba que el “idólatra” había burlado su vigilancia. “Si lo tuviera delante en estos momentos, no sé lo que le haría…” Su pensamiento colérico se vio interrumpido por las sosegadas palabras del fraile viejo, quien siguió diciendo: Una vez que el indito terminó su oración, nos sentamos en dos piedras fuera de la Iglesia y charlamos en náhuatl. Me comentó que uno de ustedes lo había corrido y que él no sabía por qué, pues sólo venía a orar. No obstante me dijo que como se sentía tan necesitado de Dios, había seguido viniendo, y como el fraile no lo de­ja­ba entrar, seguía rezando afuera, pues Dios lo escuchaba en todas partes, también fuera de la iglesia. Aquí todos los frailes se quedaron sorprendidos y el fraile joven se daba cuenta del gran error que había cometido, y que nunca se puede juzgar por las apariencias ni aplicando categorías filosóficas o conceptos teológicos. Y mientras sentía dolor y profundo arrepentimiento en su corazón, el fraile viejo siguió diciendo: —Le he dicho al indígena que sentía mucho lo que había pasado y, en nombre de la comunidad, le pedí disculpas. Le dije también que podía seguir entrando a la iglesia para rezar y que nadie lo iba a molestar. También me dijo que era muy devoto de san Isidro, pues Él era también labrador y quería vivir una vida como la del santo, cultivando con sencillez la tierra por fuera, y dejando que Dios cultivara su corazón por dentro, para que en él floreciera el Reino de Dios. En esos momentos otro de los frailes le preguntó: —¿Y qué es lo que dice todos los días antes de marcharse? A esto respondió el fraile anciano: —La frase traducida es: “Señor, Dios mío, haz que trate a los demás como yo quiero ser tratado. Todo por tu amor.” El fraile mayor terminó diciendo con una sonrisa: —También me dijo el indio que ahora ya no decía una frase en náhuatl, sino dos, y la segunda frase traducida es: “San Isidro, que el padrecito joven deje de parecerse al animalito con el que aras, y se empiece a parecer a ti, por ser santito…” Presencia Apostólica

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Reflexiones que viajan por la web

La suegra

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ace mucho tiempo, una joven China, llamada Li, se casó y se fue a vivir con su marido y su suegra. Después de algunos días, la joven no se entendía con la madre de su esposo. Sus personalidades eran muy diferentes y Li fue irritándose con los hábitos de la suegra, quien frecuentemente la criticaba. Los meses pasaron y Li y su suegra cada vez discutían más y peleaban. De acuerdo con una antigua tradición china, la nuera tiene que cuidar a la suegra y obedecerla en todo. Li no soportaba más vivir con su suegra, por lo que tomó una decisión. La joven visitó a un amigo de su padre, quien, después de oírla, tomó un paquete de hierbas, se lo dio y le dijo: —No deberás usarlas de una sola vez para librarte de tu suegra, porque ello causaría sospechas. Deberás darle varias hierbas que irán envenenando lentamente a la señora. Cada dos días pondrás un poco de estas hierbas en su comida. Ahora, para tener certeza de que cuando ella muera nadie sospechará de ti, deberás tener mucho cuidado y actuar de manera muy amable. No discutas, ayúdala a resolver sus problemas. Recuerda, tienes que escucharme y seguir todas mis instrucciones. Li respondió: —Sí, Sr. Huang, haré todo lo que me pida. Li quedó muy contenta; agradeció al Sr. Huang, y volvió muy apurada para comenzar el proyecto de asesinar a su suegra. Pasaron las semanas y cada dos días Li servía una comida especialmente tratada a su suegra, siempre recordando lo que el Sr. Huang le había recomendado sobre evitar sospechas. Así, Li, controlando su temperamento, trataba a su suegra como si fuera su propia madre. Después de seis meses, la casa entera estaba completamente cambiada. Li había controlado su temperamento y casi nunca aborrecía a la madre de su esposo. En esos meses, no había tenido ni una discusión con su suegra, que ahora parecía mucho más amable y más fácil 16

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de tratar. Las actitudes de la suegra también cambiaron y ambas pasaron a tratarse como madre e hija. Un día Li fue nuevamente en busca del Sr. Huang, para pedirle ayuda, y le dijo: —Querido Sr. Huang, por favor ayúdeme a evitar que el veneno mate a mi suegra. Ella se ha transformado en una mujer agradable y la amo como si fuera mi madre. No quiero que ella muera por causa del veneno que le di. El Sr. Huang sonrió y señaló: —Li, no tienes por qué preocuparte. Tu suegra no ha cambiado tanto, la que cambió fuiste tú. Las hierbas que te di eran vitaminas para mejorar su salud. El veneno estaba en tu mente y en tu actitud, pero fue echado fuera y sustituido por el amor que pasaste a darle a ella. En China existe un adagio que dice: “La persona que ama a los otros, también será amada.” La mayor parte de las veces recibiremos de las otras personas lo que le damos. Acuérdate siempre de que “Plantar es opcional, pero la cosecha es obligatoria; por eso ten cuidado con lo que plantas.” Cuento chino


Los 50 años del Concilio Vaticano II

Memorias del Concilio Ernesto Bañuelos C.

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aturalmente es hermoso recordar, aunque estemos conscientes que lo más importante es conocer los documentos del Concilio Vaticano II y, sobre todo, poner en práctica sus conclusiones.

La plegaria por la unidad Pero vale la pena abrir las páginas de la historia para conocer lo que deseaban los Padres del Concilio y también algunos acontecimientos que ocurrieron por entonces. Por ejemplo, que hacia el final del Concilio el Papa Paulo VI dirigió, junto con los Padres conciliares y los observadores no católicos, una oración en común que respondía a la plegaria de nuestro Señor Jesucristo para que todos se unieran en un solo espíritu y un solo corazón. Esto ocurrió el 4 de diciembre de 1965 en la basílica de San Pablo Extramuros, el mismo sitio en que siete años antes el beato Juan XXIII anunciara su intención de convocar el Concilio. Las rosas blancas del Patriarca Otro acontecimiento impactante de esa época fue la declaración conjunta firmada por el Papa Paulo VI y por el Patriarca Atenágoras I, leída en la basílica de San Pedro de Roma en presencia del Papa y de los Padres conciliares, al mismo tiempo que se leía en la iglesia de San Jorge, en Estambul, en presencia del Patriarca Atenágoras I, los miembros de su sínodo, de su clero y del pueblo, declara-

ción de la pesadumbre por los errores pasados, y por el anhelo de la caridad y la esperanza de reconciliación para el futuro. Antes de su regreso a Estambul, el jefe de la delegación del Patriarca, el metropolitano Melitón, dejó nueve rosas blancas sobre la tumba del Papa Juan en memoria de los nueve siglos de la división que en ese momento empezaba a desaparecer. La primera etapa del Concilio Cuatro años después de que el Papa Juan anunciara su proyecto de convocar el vigésimo primer Concilio Ecuménico de la Iglesia (el Concilio Vaticano I ocurrió entre 1869 y 1870), se inauguró el Concilio Vaticano II el 11 de octubre de 1962. Imaginemos el maravilloso espectáculo de ver a más de 2000 obispos de todo el mundo congregarse alrededor del Sucesor de Pedro. El Papa Juan acababa de cumplir 80 años, pero su discurso fue optimista y lleno de ideas muy positivas, al tiempo que exponía la necesidad urgente que había en el mundo del remedio de la misericordia. De esta manera y antes de su muerte, el Santo Padre logró establecer el tono pastoral que privó en adelante en las deliberaciones del Concilio. Se sentía el aliento del Espíritu Santo. Segunda sesión La primera etapa concluyó el 8 de diciembre de 1962. El 29 de septiembre de 1963 fue declarada Presencia Apostólica

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Los 50 años del Concilio Vaticano II abierta la segunda sesión por el Papa Paulo VI. Este gran Pontífice delineó los varios temas del diálogo que la Iglesia y el Concilio debían entablar con el mundo. El 4 de diciembre de ese mismo año estaban listos para su promulgación dos grandes documentos: la Constitución sobre la Sagrada Liturgia y el Decreto sobre los Medios de Comunicación social. Por entonces el Papa visitó Tierra Santa y allí (el 5 de enero de 1964) Pablo VI, el Patriarca de Occidente, abrazó a Atenágoras I, el principal Patriarca ortodoxo de Oriente, y así comenzó a remediarse la triste separación que había durado mil años (a la que antes nos referimos).

Diario bíblico 2013

Para unir mejor la vida y la Biblia

Tercera sesión La tercera sesión del Concilio se abrió el 14 de septiembre de 1964 y duró hasta el 21 de noviembre de ese año. El fruto delicioso que nos ofreció el Concilio fue la Constitución Lumen Gentium, sobre la Iglesia, eje del Concilio. Aquí hallamos la naturaleza de la Iglesia como Pueblo de Dios y también la formulación de la doctrina sobre la Colegialidad de los obispos con el Obispo de Roma. Asimismo se promulgaron el Decreto sobre el Ecumenismo y el Decreto sobre las Iglesias orientales católicas, con lo que se favorecía el sueño apostólico del Papa Juan: la unidad de todos los cristianos. Última sesión Esta se abrió el 14 de septiembre de 1965 y se clausuró solemnemente el 8 de diciembre del mismo año. La producción conciliar fue de once documentos, promulgados en fechas distintas: sobre el oficio pastoral de los obispos, sobre la formación sacerdotal, sobre la renovación de la vida religiosa; las declaraciones sobre las relaciones con las religiones no cristianas, sobre la educación cristiana. Además: la Constitución sobre la Revelación Divina, el Decreto sobre el Apostolado de los Laicos; la maravillosa Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual, el Decreto sobre el Ministerio y Vida de los Sacerdotes, el de la Actividad Misionera de la Iglesia y la Declaración sobre la Libertad Religiosa. ebanuelosc@gmail.com 18

Presencia Apostólica

A la venta en el Templo de San Hipólito


La

Palabra noviembre-diciembre

Noviembre Domingo Mc 12, 28-34

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(…) Uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos.” El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y que amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios.”

Noviembre Domingo Mc 12,38-44

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(…) Enseñaba Jesús a la multitud y le decía: “¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles: buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Estos recibirán un castigo muy riguroso.” En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: “Yo les aseguro que

Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios.” Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Ante la pregunta del escriba “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús deja muy clara la primacía del amor. Amar es lo más importante y es imprescindible. Amar a Dios, amarnos a nosotros mismos y amar al prójimo es lo esencial que debemos hacer como seguidores de Jesús. A veces escatimamos el amor y tratamos de remplazarlo con actitudes externas y su­ perficiales. Este evangelio nos recuerda que “amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios.”

¿Estás dispuesto a abrirte, como este escriba, a la novedad del Reino de Dios?

esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir.” Una vez más Jesús nos enseña a distinguir cuáles son las actitudes que contribuyen a la construcción del Rei­ no de Dios y nos advierte contra la hipocresía que es un mal muy frecuente en nuestra sociedad. ¿A quién engañamos cuando fingimos ser buenos? Por lo general no logramos engañar a nadie, mucho menos a Dios. Tengamos cuidado de no vivir de las apariencias y tratando de alcanzar lo que esté de moda en nues­ tra sociedad. Esa viuda que Jesús alaba y pone como ejemplo ante sus discípulos ha donado toda su vida. Esto nos recuerda lo que Jesús vivió en la cruz: dar la vida para ganarla. Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción

Domingo Mc 13,24-32

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(…) Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando lleguen aquellos días, después de la gran tribulación, la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo las estrellas y el universo entero se conmoverá. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad. Y él enviará a sus ángeles a congregar a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales y desde lo más profundo de la tierra a lo más alto del cielo. Entiendan esto con el ejemplo de la higuera. Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así también, cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca, ya está a la puerta. En verdad que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla. Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse. Nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre.” Jesús ofrece este mensaje escatológico, es decir, re­ ferido a “las últimas cosas” para hacer reflexionar a sus discípulos sobre el sentido y significado de la vida, sobre el hecho de que todas las cosas dependen de Dios y sobre la esperanza que nunca debe fallar, espe­ cialmente en los tiempos y momentos más difíciles.

Noviembre

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Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo Jn 18,33-37 (…) Preguntó Pilato a Jesús: ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús le contestó: “¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?” Pilato le respondió: ¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?” Jesús le contestó: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí.” Pilato le dijo: “¿Conque tú eres rey?” Jesús le contestó: “Tú lo has dicho.” Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.” 20

Presencia Apostólica

Ilustraciones: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org

Noviembre

La llegada del “Hijo del hombre” que es Jesús es la que hace posible que todo tenga sentido, ante las si­ tuaciones de violencia, injusticia, sufrimiento y caos. Confiemos nuestros esfuerzos y compromiso diarios en las manos del Señor, dueño de la historia humana.

¿Cómo manifiestas tu confianza en Dios en tu vida cotidiana? Jesús es rey en un reino muy diferente de los reinos mundanos. Se trata de un Reino que no está fundado en la riqueza y el poder, sino en el amor y la justicia. A diferencia de los reinos mundanos, el Reino en el que Jesús es rey no está hecho para caducar, sino que está en su naturaleza trascender. Trasciende este mundo y tiene que ver con la verdad. Paradójica­ mente, quien reina en este Reino del que habla Jesús se distingue por sus actitudes de servicio, en especial hacia los más necesitados. Jesús es rey con un estilo muy diferente a nuestras concepciones. En su Reino no se habla de palacios, poder, riquezas ni de imposición de decisiones. Jesús es un rey que nos invita a que lo aceptemos si que­ remos. Un rey sin imposiciones, sin poder y riquezas materiales, sin violencia, que sólo se ofrece a quien desee aceptarlo. ¿Qué imaginas cuando escuchas la expresión: ¡Viva Cristo Rey!?


De la Palabra a la acción

Diciembre

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1er. Domingo de Adviento Lc 21,25-28.34-36 (…) Jesús dijo a sus discípulos: “Habrá señales prodigiosas en el sol, en la luna y en las estrellas. En la tierra, las naciones se llenarán de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar; la gente se morirá de terror y de angustiosa espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se bambolearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad. Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación. Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerá de repente como una

Diciembre

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2°. Domingo de Adviento Lc 3,1-6 En el año decimoquinto del reinado del César Tiberio, siendo Poncio Pilato procurador de Judea; Herodes, tetrarca de Galilea; su hermano Filipo, tetrarca de las regiones de Iturea y Traconítide; y Lisanias, tetrarca de Abilene; bajo el pontificado de los sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino la palabra de Dios en el desierto sobre Juan, hijo de Zacarías. Entonces comenzó a recorrer toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados, como está escrito en el libro de las predicciones del profeta Isaías: Ha resonado una voz en el desierto: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos. Todo valle será rellenado, Toda montaña y colina, rebajada; Lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados y todos los hombres verán la salvación de Dios.

trampa sobre todos los habitantes de la tierra. Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el hijo del hombre. La liturgia del Adviento despierta en nosotros dos ac­ titudes: la esperanza y la vigilancia. Es interesante observar que este evangelio pone las preocupaciones de la vida cotidiana al mismo ni­ vel que los vicios y la embriaguez, en el sentido de que son causas que entorpecen nuestra mente, ha­ ciéndonos olvidar lo que esperamos y haciéndonos olvidar el sentido de nuestra vida. Siempre estamos preocupados por algo y esto nos parece muy aceptable. Pero ¿nos hemos preguntado de qué nos sirve preocuparnos? Nos sirve ocuparnos, nos sirve tomar conciencia. Preocuparnos es sólo un vicio que nos entorpece.

El Adviento siempre nos presenta a san Juan Bau­ tista para invitarnos a pre­ parar nuestra vida para la próxima llegada del Señor en la Navidad, así como para su llegada al final de los tiempos. La mejor forma de hacerlo es en nuestro caminar cotidiano, con sus luces y sombras. La Palabra de este tiempo nos transmi­ te un mensaje de novedad en medio de lo ordinario de todos los días; un men­ saje de alegría y esperan­ za en medio de nuestras tristezas y angustias para seguir comprometiéndo­ nos con Aquel que nos vi­ sita aun en los contextos de dificultad y sufrimiento en que vivimos. El Adviento, con Juan Bautista, es una clara invi­ tación a no desmayar en nuestro compromiso por ser mejores, corrigiendo aquello que nos impide la cercanía y la paz con Dios, con el prójimo y con nosotros mismos.

¿Somos capaces de captar la presencia de Dios en nuestras vidas? Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción

Diciembre

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Nuestra Señora de Guadalupe Lc 1,39-48 (…) María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor.” Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.”

Diciembre

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3er. Domingo de Adviento Lc 3,10-18

(…) La gente le preguntaba a Juan el Bautista: “¿Qué debemos hacer?” Él contestó: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo.” También acudían a él los publicanos para que los bautizara, y le preguntaban: “Maestro, ¿qué tenemos que hacer nosotros?” Él les decía: “No cobren más de lo establecido.” Unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?” Él les dijo: No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario.” Como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en 22

Presencia Apostólica

Así como nuestra madre María salió presurosa a apo­ yar a Isabel en su necesidad, hoy celebramos tam­ bién esa actitud de cercanía, amor y servicio de la virgen María en su título de Nuestra Señora de Gua­ dalupe, para apoyar en su necesidad al pueblo de México que vivía en “tinieblas y sombras de muerte” ofreciendo a todos la “luz que no conoce ocaso”: Jesucristo, nuestro Señor. María de Guadalupe, fue reconocida como “el rostro materno de Dios” por nuestros Obispos de América Latina y han hecho bien porque su presen­ cia y acción evangelizadora, desde 1531, han cons­ truido caminos de reconciliación y paz, tan necesa­ rios para nuestro país. ¡Gracias Madre por tu mirada de amor y libertad!

¿Cómo podremos honrar a nuestra Señora de Guadalupe en nuestra vida cotidiana?

su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue.” Con estas y otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva. Ante la pregunta direc­­ ta y sencilla “¿Qué debe­ mos hacer?” Juan el Bau­ tista responde también de manera clara y simple, dándonos a entender que debemos compartir lo que tenemos y cumplir cada uno con nuestro pro­ pio papel con honestidad y justicia. Estos personajes que aparecen en el Evan­ gelio de hoy no han sido indiferentes ante el mensaje escuchado y desean dar un giro en sus vidas; por eso preguntan cómo. El Adviento es un tiempo que nos invita a pregun­ tarnos con toda claridad si cada uno de nosotros está haciendo lo que debe hacer. Si no lo estamos hacien­ do, se nos invita a enderezar el camino.

¿Y tú, qué debes hacer?


De la Palabra a la acción

Diciembre

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4º. Domingo de Adviento Lc 1,39-45

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor.” El Adviento también nos invita a de­ jarnos acompañar por María, ma­ dre del Salvador y madre nuestra. Lo hace porque como ella, nosotros podremos ser “dichosos” si cree­ mos en las promesas de Dios que se encarnan en Jesús, su hijo amado. María realiza su misión, como nosotros, en un ambiente históri­ co determinado, con luces y som­ bras como sucede en nuestros ambientes, pero con gran con­ fianza y fe en Dios. Isabel bendice a María. Bende­ cir significa “decir bien” acerca del otro y a la vez invocar la ben­ dición divina sobre él. Bendecir implica confianza en el otro y, de alguna forma un acto constructi­ vo, pues sentirnos bendecidos por parte de otro nos ayuda a vivir con más plenitud. Nosotros estamos llamados, al ser bendecidos por Dios en nues­ tro bautismo, a darle a la humani­ dad y la historia un significado al estilo de Jesús. ¿Crees que eres bendecido por Dios? Enumera las razones.

Diciembre

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La Natividad del Señor (misa de medianoche) Lc 2,1-14

(…) Mientras estaban ahí, le llegó a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en la posada. En aquella región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, vigilando por turno a sus rebaños. Un ángel del Señor se les apareció y la gloria de Dios los envolvió con su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: “No teman. Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre.” De pronto se le unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!” * ¡Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad! Hoy se cumplen las promesas del advenimiento del Salvador al mundo. Para ello nos preparamos durante el Adviento. Hoy debemos presentarnos con alegría y sin temor a adorar a Jesús, el mismo ayer, hoy y siempre. Él nos ofrece un proyecto para nuestras vidas. La presencia de Jesús-niño aleja la oscuridad de nues­ tro mundo y de nuestras vidas. En la fragilidad de un niño recién nacido, frágil como nuestras propias vidas ante un mundo injusto y violento, Jesús nos dice que podemos trabajar por otro mundo posible donde la justicia, la ver­ dad, el amor y la paz sean quienes rijan nuestras vidas. Pidámosle al Señor que nos conceda buena voluntad en estos días y durante todo el año, ya que sin ella no podremos conseguir la paz que tanto anhelamos.

¿Qué compromiso suscita en ti celebrar la llegada del Mesías a nuestro mundo?

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De la Palabra a la acción Diciembre 25 (misa del día) Jn 1, 1-18 (…) Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando: “A éste me refería cuando dije: «El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo.»” De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley le fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado. * El prólogo del evangelio de San Juan nos ayuda a celebrar cada año el día de Navidad. Este texto nos

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La Sagrada Familia Lc 2,41-52

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Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca. Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando, llenos de angustia.” Él les respondió: ¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?” Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Su madre conservaba en su corazón todas aquellas cosas. Jesús iba creciendo en saber, en estatura y en el favor de Dios y de los hombres.

presenta una verdad profunda para nuestra fe: Jesús es Dios. La Iglesia lo reconoce como su Dios y Señor. Este Dios que se ha hecho carne y ha puesto su mo­ rada entre nosotros, asumiendo todo lo que existe de alegría y tristeza, esperanza y angustia. La llegada de Jesús entre nosotros y con noso­ tros le da un significado de santidad a todo lo que existe, y a nosotros mismos, que debemos cultivar, defender y sostener en nuestro compromiso diario. El Señor ha sido bueno con nosotros y por ello es­ tamos alegres. La presencia de Jesús entre nosotros nos recuer­ da que él salió del Padre y a él volverá, pero con nosotros, con todo el que quiera aceptar y compro­ meterse con su proyecto de vida: el Reino de Dios.

¿Qué sentimientos de esperanza suscita en ti la presencia de Dios hecho hombre?

El tiempo de Navidad es muy propicio para celebrar que Jesús al hacerse hombre como nosotros lo hace dentro de una familia con María y José. Ellos, inser­ tos en su ambiente y costumbres, buscan transmitir a su hijo lo mejor de su religión y valores morales y por eso emprenden su peregrinación a Jerusalén para que Jesús aprenda lo valioso de reconocer a Dios como su Señor. Este episodio de Jesús extraviado nos enseña lo que los padres suelen vivir con sus hijos en las di­ ficultades de la vida y nos muestra a lo que están dispuestos con tal de ofrecer seguridad y confianza. También, este episodio, nos muestra algo impor­ tante en los valores familiares: el respeto entre pa­ dres e hijos, entre esposos y a la sociedad. Que la Sagrada Familia nos anime a fomentar también el respeto en la gran familia humana a la que pertenecemos.

¿Qué es lo que más necesita tu familia de ti en estos momentos? * Cuando no se reproduce el texto de la lectura (por razones de espacio), se invita a leerlo en la cita bíblica.

Comentarios elaborados por Alejandro Cerón Rossainz, CMF y Marisol Núñez Cruz. 24

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Manantial San Judas Tadeo

Agua del Nevado de Toluca 26

www. aguasanjudastadeo.com

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