Presencia Apostolica 51

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Presencia Apost贸lica

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Ven a vivir la alegría de servir realizando labores de evangelización y promoción social en:

n Xochitepec, Montaña Alta de Guerrero n El Ciruelo y Lo de Soto, Costa Chica de Oaxaca n Ciudad Juárez n Nuevo Laredo n Torreón n León n Morelia n Guadalajara n D.F. n Toluca n Cuauhtenco, Estado de México n Y en más de 60 países

Presencia Apostólica de San Judas Tadeo en la Radio

Cápsula devocional Ahora los domingos a las 8:55 a.m.

ABC radio 760 AM 2

Presencia Apostólica

Ilustración: Leticia Asprón

MISIONEROS CLARETIANOS


CONTENIDO Director

Ernesto Mejía Mejía, CMF Consejo Editorial

Alejandro Cerón Rossainz, CMF José Juan Tapia, CMF Alejandro Quezada Hermosillo, CMF Enrique Mascorro López, CMF René Pérez Díaz, CMF Marcos Garnica Fernández, CMF Ernesto Bañuelos C. Editora

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Editorial

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Vida cotidiana

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Aventuras de un misionero

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Nuestra devoción

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Testimonio

Marisol Núñez Cruz Corrección de estilo

Ernesto Bañuelos C. Colaboradores

Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR Jesús García Vázquez, CMF Juan Carlos Martos, CMF Enrique Marroquín Zaleta, CMF Héctor Núñez Gutiérrez, CMF

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El amor es un camino para aprender y crecer Cómo no amargarse la vida

Arte y Diseño

Mirta Valdés Bello Distribución

Liga Nacional de San Judas Tadeo

PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor responsable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Casiano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmente, citando la fuente y sin fines comerciales. Tel: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89 mail: liganacional_sanjudas@claret.org Número suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US. Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US. (Incluye gastos de envío).

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Nuestro misionero del mes Historia para meditar

Un camino mucho mejor

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Los cristianos y la política

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De la Palabra a la acción


EDITORIAL

Seguir con alegría y amor

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enovados por la Navidad, tenemos la necesidad de ser mejores, así como la fuerza y la esperanza para realizar y sostener nuestros propósitos. Deseamos continuar renovándonos para mejorar y este deseo abarca todos los aspectos de nuestra vida: trabajo, relaciones con los demás, salud, crecimiento espiritual, etc. Pero la pregunta ahora no es sólo qué es lo que vamos a hacer, sino cómo lo vamos a hacer. En este número ofrecemos artículos y reflexiones que nos pueden ayudar a realizar lo que nos proponemos con alegría, con amor, sensibles a la gracia de Dios y atentos para escuchar lo que la vida nos dice. Claro que puede ser que una vez que nos vamos alejando de las fiestas encontremos un tanto deprimente regresar a la realidad cotidiana, a la “cuesta de enero”, llena de cuentas que pagar y de responsabilidades que retomar. Intentemos mejorar en lo posible y cuando aparezcan las dificultades, mantengamos la paz y enfrentémoslas con lo mejor de nosotros, así estaremos desarrollando nuestro espíritu, nuestro potencial y nuestros talentos únicos, siempre con la visión de servicio a nuestros semejantes. Todo esto nos dará auténtica felicidad. ¡Feliz 2012!


Vida cotidiana

Reflexiones que nos dejan los Reyes Magos ¿Por qué seguimos la estrella?

El poeta inglés W.H. Auden en un poema sobre Navidad (Christmas Oratorio) presenta a los tres magos motivando su viaje. El primero dice: “Debo saber cómo ser verdadero hoy. Por eso sigo la estrella.” El segundo dice: “Quiero descubrir cómo vivir hoy. Por eso sigo la estrella.” Al final afirman los tres: “Debemos descubrir cómo ser hombres hoy. Por eso seguimos la estrella.” López-Melús, Justo y Rafael. El santo de cada día. Apostolado Mariano.

El cambio de camino Los Reyes volvieron a su tierra por otro camino después de haberse encontrado con Jesús y de haber sido advertidos en sueños de que no volvieran con Herodes, tal y como nos narra el evangelio según san Mateo. El cambio de camino representa, para san Agustín, el cambio de vida. No se puede seguir el mismo camino de pecado y de mediocridad después de haberse encontrado verdaderamente con Cristo. Si nuestro encuentro con Jesús esta Navidad ha sido auténtico, no podemos seguir transitando nuestros viejos caminos de frialdad y alejamiento de Dios. Que seamos como los Reyes Magos, que cambiemos de camino, pues hemos encontrado al Mesías y él nos ha invitado a ser mejores.

Citas para recordar este año “Sufrimos demasiado por lo poco que nos falta y gozamos poco de lo mucho que tenemos.” Shakespeare

“Si recibes, da; si aprendes, enseña.” Maya Angelou

“Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre todo contigo mismo.” San Francisco de Sales

“Ora como si todo dependiera de Dios; trabaja como si todo dependiera de ti.” San Agustín

Enrique A. Eguiarte, OAR Presencia Apostólica

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Aventuras de un misionero

El médico y yo Jesús García Vázquez, CMF

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n alguna ocasión les conté que cuando llegó la hermosa etapa de decidir cómo me quería realizar en la vida, entre otras cosas, pensé en ser médico y creo que no andaba tan equivocado, ya que en la primera etapa de mi vida sacerdotal fui destinado a las montañas altas de Guerrero, donde por varios años no tuvimos médico. Los misioneros nos las ingeniábamos para atender a los enfermos que nos llegaban. Echábamos mano de algunos medicamentos de patente, los más comunes como analgésicos, antidiarreicos, antibióticos y otros más. Ah pero también utilizábamos algunas plantas cura4

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tivas, como la hierbabuena, la albahaca, la hoja de guayaba y otras plantas como la “tapacola”; y a propósito de esta última, les contaré una historia. Por tres años viví en un pueblo llamado Santa María Zacatepec, Oaxaca. A su alrededor atendíamos más de veinte comunidades. Santa María es la cabecera de la parroquia. Sucede que en una ocasión nos llegó la famosa epidemia llamada cólera. ¿La recuerdan? Yo la recuerdo con tristeza porque se nos murieron muchos niños, aun cuando ahí ya había médico. Con el doctor hice buenas migas, una amistad que no duró mucho por lo que les voy a platicar.

Ahí tienen que ni yo me escapé de la famosa diarrea. Fue después de visitar una comunidad. Realmente no supe qué me hizo daño. Tal vez fueron unos frijolitos con gorgojos que me comí… pero si ya antes los había comido y no había pasado nada. Lo único que me causaban eran flatulencias, pero pues allá nadie se fija en esas cosas… Ah pero, ya recordé, en esa ocasión estaban un poco agrios los frijolitos o, como decimos aquí, medio acedos y yo, con hambre, me comía todo lo que me daban. Y ¡ándale! que cuando iba como a medio camino hacia la casa, sentía que dejaba mis tripitas como alimento para los puercos espines que merodean por allí.


Aventuras de un misionero Afortunadamente yo acostumbraba pasar a ver a un amigo que por ahí vivía y me surtía de jengibre (tubérculo buenísimo para desinflamar la garganta y curar ronqueras). El cuento es que me vio tan mal que me dijo: –Padrecito, pero ¿qué te pasa? ¡Vienes pálido, ojeroso y sin ilusiones! Entra, recuéstate, descansa y cuéntame. Yo ya casi no podía articular palabra de tan débil que me sentía, pero, como pude, le dije: traigo una diarrea como de tres en una, porque arrojo agua por los ojos, por la boca y por donde dijimos. Me está dejando seco por completo, creo que ya no alcanzo a llegar a mi casa y no traigo ninguna pastilla para la diarrea. –No te preocupes–, me dijo seguro de lo que hacía, –bebe agua mientras te preparo un tecito, ya verás como se te quita hasta el modito de andar y muy rápido. Yo no estaba para bromas, pero me hizo reír. Me dio primero una jícara de agua, que me bebí desesperado. Yo sentía muchísima sed pero, desgraciadamente, así como entró, salió. Como en cinco o diez minutos trajo el famoso té. Igual, me lo bebí desesperadamente y ni sabor le tomé y el primer efecto fue que ese ya no lo arrojé. Luego me dijo: –Descansa un ratito mientras te preparo algo de comer. –No te preocupes que no tengo nada de hambre. –Tú descansa y al ratito me dirás lo contrario. Gracias a Dios, me quedé un rato dormido mientras él picó dos guayabas y una manzana, les puso limón y miel, que luego me devoré, pues me desperté con un hambre increíble. Era mucha mi curiosidad de saber qué té me había dado, porque pensaba en los niños del pueblo que tenían diarrea. Me dijo: –Se llama “tapacola”.

Los misioneros nos las ingeniábamos para atender a los enfermos que nos llegaban. Le conté de los niños con diarrea en el pueblo. Me regaló un buen manojo de la hierba que me llevé como si hubiera encontrado un tesoro. Cuando llegué al pueblo, corrí con el doctor y le pregunté cómo iban los casos de diarrea y lo que me contestó no me gustó nada. Me dijo: –Esta diarrea es una bendición, pues estoy haciendo mi buena lanita. Yo le conté lo que me había pasado y le dije que traía la hierba para curar a los niños, a lo que me contestó que eso no servía para nada. Como que no dio crédito a lo que yo le conté. En esos momentos acababa de atender a un pacientito, un niño como de año y medio en brazos de su madre, quien lloraba muy acongojada porque el médico le dijo que su hijo ya no tenía remedio. Padrecito, bendice a mi hijo porque dice el médico que ya se me va a morir. Casi siempre el doctor me mandaba a los niños que ya se iban a morir, para que les rezara. Cuando eran enfermos de cólera normalmente se nos morían, pero cuando eran de “empacho” o “caída de mollera” yo los curaba porque él no sabía curar esas enfermedades. Bueno, creo que casi ningún médico sabe hacerlo. Inmediatamente me los llevé a casa y, mientras le rezaba, le preparé el té de “tapacola”. Apenas se lo medio enfriamos, lo endulzamos y se lo comenzamos a dar a cucharaditas. En menos de media hora, el niño empezó a reaccionar. Le preparamos atolito de maicena, hicimos puré de manzana con guayaba, como me lo dieron a mí, y lo alimentamos. La madre me dijo que llevaba dos días

sin comer o que si algo llegaba a comer, todo lo evacuaba. El problema fue que la señora divulgó el hecho con otros papás que tenían enfermos, de tal manera que ya no acudían al doctor, sino a mí. Oigan, no se imaginan el gozo que me dio compartir lo que yo apenas había recibido; en verdad que hay mucho más gozo en dar que en recibir. Yo recibí la salud por medio de aquel amigo y de la misma manera se la transmití al niño. La madre no podía creer que su hijo se recuperara después de que el médico le había dicho que ya se le iba a morir. Gracias a Dios que puso en mi camino aquel gran hombre que sabía de hierbas que curan. Y claro que perdí la amistad con el doctor, pero gané la salud de muchos niños. En el pueblo se acabó el cólera. Cabe aclarar que aquel doctor es muy buen médico en lo que sabe. Curó a muchos niños que llegaron a tiempo, porque muchos papás hacían desidia o vivían tan lejos que ya no alcanzaban a llegar, y los niños iban tan mal que ya el medicamento no les hacía provecho. Y por otro lado, muchos papás no podían pagar la consulta. No recuerdo cuánto les cobraba el médico, pero para los pobres de la montaña era demasiado. Siempre he pensado que un médico al igual que el sacerdote debe atender a la gente haya o no haya dinero. Bueno creo que todos debemos poner al servicio de los demás, nuestras capacidades, nuestras cualidades, nuestros dones y, además, el bien que hacemos, si lo hacemos con amor, es más gratificante que el dinero. ¡Hasta la próxima! Presencia Apostólica

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Nuestra devoción

Oración a SJT para pedir esperanza Dios de esperanza, ven a mí. Ayúdame a saber que tu esperanza está viva en mí, mientras yo ofrezco a otros bondad, perdón y ternura. Quiero tener la paz interior que viene de confiar en ti. Dame valor y la capacidad de estar consciente de tu presencia sanadora. Confío en que san Judas Tadeo camina a mi lado en los tiempos difíciles e intercede en mi beneficio. San Judas, llena mi corazón de esperanza. Amén Traducción de A Prayer to St Jude for Hope

www.shrineofstjude.claretians.org

Oración a San Judas Tadeo Santo apóstol, amigo de Jesús: Me acerco a ti en estos momentos difíciles. Intercede por mí. Ayúdame a darme cuenta de que no estoy solo frente a mis dificultades. Por favor auxíliame en mi necesidad, pidiéndole a Dios que envíe: consuelo a mi sufrimiento; valor a mi miedo y curación a mi dolor. Pídele también al Dios del amor que me llene de la gracia necesaria para aceptar mi futuro y el de mis seres queridos, y que fortalezca mi fe en su poder salvador. Gracias, San Juditas, por el ejemplo de esperanza que fue tu vida y misión. Quiero imitarte transmitiendo a los demás este don de la esperanza que se me ha dado a mí. Amén. 6

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Testimonio

Ilde

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ompartimos con nuestros lectores la carta enviada por uno de nuestros hermanos, misioneros claretianos, el pasado 2 de diciembre de 2011, a manera de testimonio.

Queridos hermanos: Después de enviar este mensaje a un amigo, que me preguntaba por la situación de Ilde, he pensado que podría enviároslo también a vosotros y quizás –con vuestra ayuda– hacerlo llegar a otras muchas personas que han mostrado un gran interés y afecto por nuestro joven hermano. No sé si todos estáis informados de que la enfermedad de Ilde se encuentra en su última fase y que en cualquier momento podría producirse el colapso de los pulmones, inundados de metástasis, o un dolor tan agudo y persistente que obligue a tenerlo sedado hasta que se produzca el desenlace final (¡nunca fatal para los que somos creyentes!). Lo que seguramente sí sabéis es que el pasado día 23 Ilde pudo hacer la profesión perpetua en la capilla del hospital, lleno de alegría y satisfacción por haber alcanzado esta meta tan deseada. Luego su estado mejoró un poco y pudo ser dado de alta para regresar a la comunidad. Pero, a los pocos días, la situación volvió a agravarse con fiebre alta, agudos dolores, vómitos continuos... No hubo más remedio que hospitalizarlo otra vez y así, desde el día 12 de noviembre, Ilde se halla en la Unidad de Cuidados Paliativos. Los médicos le pronostican poco tiempo de vida, quizás sólo unas horas o, a lo más, unos pocos días. El pasado miércoles por la mañana tuve que comunicarle la previsible inminencia de su muerte, y desde entonces Ilde ha estado despidiéndose personalmente de los familiares y amigos más allegados, mostrando en todo momento una gran serenidad, lucidez y entereza. Nuestro joven hermano tiene inmensa confianza en el Señor y desde que sintió el primer zarpazo del cáncer está viviendo en una permanente comunión con Él, experimentando toda la fuerza de su amor y su consuelo. Más de una vez en estos últimos días nos ha dicho que se siente feliz de morir abrazado a Jesús, su gran tesoro. Los que tenemos el privilegio de compartir esta profunda experiencia espiritual, así podemos verlo y palparlo en múltiples ocasiones y detalles. Sí, en medio del dolor y la debilidad, somos testigos de una verdadera obra maestra de la gracia, que a todos nos está impactando y edificando enormemente.

Y –aunque pueda parecer increíble– en más de una ocasión, incluso ayer mismo por la tarde, hemos estado riendo con él a carcajadas, contando chistes y anécdotas familiares. De verdad, en algunos momentos parecía que estábamos en la antesala del cielo. Esto no quita que estemos viviendo también otros momentos muy duros. Pensad, por ejemplo, en su familia. Anoche pudieron llegar a Granada sus padres, sobrecogidos por la perspectiva de tener que despedirse de su hijo... La providencia de Dios y el buen hacer de los médicos han permitido que puedan volver a encontrarse cuando Ilde todavía se halla plenamente lúcido y sereno. Esperamos que se mantenga en estas condiciones hasta que lleguen sus hermanos mayores, enrolados en el ejército, y los dos más pequeños, que llegarán esta tarde también en vuelo desde Tenerife. Así, Ilde podrá ver cumplidos sus últimos deseos y –cuando Dios le llame– entonar su Nunc dimittis. Entre tanto, todos seguimos muy unidos en torno a él, en una cadena de oración y afecto que alcanza hasta los extremos remotos de la tierra. Es la ventaja de formar parte de una congregación misionera, extendida por todo el mundo, y de una comunión más grande que no conoce fronteras de espacio o de tiempo. Tenemos una gran “nube de testigos” que nos ayudan a mirar a la muerte de cara, sabiendo que, ya vivamos o muramos, estamos siempre en las manos amorosas del Señor de la Vida. Un abrazo muy fuerte de vuestro hermano in C.M., Pepe Hernández, CMF

Nunc dimittis El Nunc dimittis es un cántico evangélico, como lo es el Magnificat, así llamado por sus primeras palabras en latín. También es llamado el Cántico de Simeón, un devoto judío a quien el Espíritu Santo le había prometido que no moriría hasta haber visto al Salvador. Cuando pudo tomar al niño Jesús en sus brazos en el templo de Jerusalén (Lc 2,29) recitó el siguiente cántico: Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Liturgia de las horas

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Crecimiento personal

El amor es un camino para aprender y crecer

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l contemplar a las aves volar, no deja de maravillarnos cómo, desde un pequeño colibrí hasta el enorme cóndor, tienen la maestría de volar con tal soltura, naturalidad y gracia que lo que hacen parece muy sencillo. La verdad es que, aun cuando su naturaleza las dota de esta capacidad, necesitan la enseñanza de sus padres y que se aventuren a iniciar tal ejercicio. No es raro que los propios progenitores sean quienes empujen a estos seres a obedecer a su naturaleza y a subsistir, a veces arriesgando la vida. El amor es un camino de crecimiento En un sentido profundo y sustancial, podemos decir que para el ser humano el amor es como las alas del alma. La capacidad de amar correspondería a la habilidad de volar por la vida. Sin embargo, no estamos 8

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Dinko Alfredo Trujillo Gutiérrez

hablando de una fantasía romántica que necesariamente lleve a “la felicidad”, pues paradójicamente el amor muchas veces conduce a la desdicha. Hablamos más bien de un camino de crecimiento. Como dice Thomas Moore, el amor es una de las causas principales de las noches oscuras del alma. Y es que éste es por naturaleza inconsistente y genera historias que no necesariamente terminan en finales felices. Pero sí corresponde a su naturaleza la invitación seductora al cambio de la persona. En otras palabras, nos invita a ser mejores. Y más específicamente invita al “yo” a llegar a su propia naturaleza, dejando el “andar por las ramas” y el cuidado excesivo de las apariencias. Cada quien decide, elige y aprende hasta dónde quiere y puede llegar, y esta elección muchas veces conlleva dolor que, o nos hace crecer, o nos instala en el sufrimiento inútil. El

sueño infantil que nos construye la imaginería popular es que el amor nos llevará a “casarnos y ser muy felices”, pero al no señalarnos el verdadero camino de crecimiento, este sueño puede conducirnos a la pesadilla, por lo que el sabor del amor es más bien agridulce; a veces más dulce y a veces más agrio. Y de hecho nos atrapa en emociones intensas que, a veces, nos despegan de la tierra, llevándonos a alturas de las que tarde o temprano caeremos. Dependiendo de cuán alto subamos, será el dolor de la caída. Ante esta realidad nos preguntamos: ¿Por qué quien ya ha experimentado que este estado lleva a dolores profundos espera nuevamente al amor? La razón está en el anhelo que tiene el alma, pues el encuentro con el amor le trae vida y si ésta permanece sin amor por tiempo prolongado empieza a anquilosarse y a morir. Del enamoramiento al amor profundo El amor superficial se sustenta en sentimientos pasajeros que llevan a la persona a cambiar de pareja en cuanto aparentemente no se siente nada, o se siente mal; conducta bastante adolescente. El amor profundo requiere de tiempos distintos a las meras emociones, pues no es sólo una experiencia sentimental, sino un proceso del alma que tiene su propio tiempo y su propia enseñanza. El alma tarda más tiempo que los sentimientos en adaptarse a iniciar o a cerrar una experiencia, pues lo que está en juego en el amor profundo es más que una relación externa con otro. El amor profundo nos relaciona con nosotros mismos, a través de la “puerta” del amor a otra persona. Esa puerta nos conduce a nosotros mismos y al amor propio –no en el sentido de orgullo–. El amor nos conduce a encontrar nuestra esencia más original.


Crecimiento personal En apariencia el viaje amoroso es distinto en cada uno, pero en el fondo es el mismo, ya que en lo profundo todos somos iguales y anhelamos lo mismo; aunque en lo superficial y aparente somos diferentes y buscamos cosas disímbolas. Por eso es que quien realmente experimenta el amor y recorre su camino sabe que tiene dos caras: una clara y otra oscura; una de buen sabor y otra de amargura. El ego trata de mantener el control, pero el variable flujo del amor está muchas veces fuera del alcance del entendimiento y escapa al control, quitando a la cabeza de su cetro y permitiendo que deambulemos por nuestras cavernas inconscientes, proyectando mucho de nuestra interioridad en la persona amada. La experiencia amorosa tendrá la enorme ganancia de que aprendamos de nosotros mismos. Quien sale de ella resentido y se queda sin entender qué fue lo que pasó en el amor y el desamor con alguien, tendrá la tendencia a repetir las mismas malas fórmulas y con los mismos resultados, experimentando una amarga repetición de historias, aunque sea con personas distintas, que lo llevará a la conocida queja de que “todos los hombres son iguales” o “todas las mujeres son iguales”, según el caso. Pero en el recuento de los daños siempre hay que enfocarse más en la propia responsabilidad que en la del otro, por más daño que sintamos que nos hizo. Por eso es que quien ama y se hace responsable y consciente de su experiencia, sabiendo que muchas veces requerirá recorrer nuevamente los mismos caminos, dejará que la vida fluya y tendrá la valentía de seguir amando. El amor nos renueva Tengamos presente que renunciar al amor, debido a las molestias que éste representa, implica dejar que la vida se escape, pues es

precisamente el amor lo que le da forma y propósito a ésta. Por otra parte, el amor nos renueva, pues quien lo experimenta hasta sus últimas consecuencias, siempre terminará siendo una persona distinta. Entre más se aprende, se toma la responsabilidad correspondiente y se acepta lo sucedido, la consecuencia será un mayor crecimiento y dignificación. Por el contrario, quien huye del dolor sin entenderlo o se instala ciegamente en él pierde dignidad y fuerza en la vida. Habría que aprender que si bien amar nos lleva a encontrar significados grandes y nuevos sobre nosotros mismos y sobre la

permite hacer los surcos en los que se sembrará el árbol de la vida. El amor empieza en la ceguera para, si nos atrevemos a navegar y transitar por las tormentas correspondientes, terminar en la recuperación de la vista profunda de sí mismo, del otro y de la misma vida. Por todo lo anterior, el amor no tiene que ver con la superficialidad económica de los regalos y festejos del 14 de febrero, ni con el “y se casaron y vivieron muy felices” de los cuentos, ni es la búsqueda de la media naranja. En realidad es la introducción a las profundidades del alma. El alma anhela el amor absoluto y su anhelo lo deposita en amores relativos. Mientras esto no cam-

...amar al otro tal como es, agridulce como el propio amor vida, una ganancia tan alta implica un costo en esfuerzo, conciencia, voluntad, etc. Ser una nueva persona, desde lo profundo, sólo se dará si se está dispuesto a pasar por la parte difícil de la experiencia amorosa, vaciándose de las creencias que uno sostenía antes, sobre sí mismo y sobre el mundo. El proceso de renovación que implica el verdadero amor nos llevará a llenarnos de nuevos conocimientos con más raíz. Cuando uno entiende que el amor está al servicio del alma y no al revés, se termina de entender por qué nos lleva a las regiones más profundas y, en ocasiones, olvidadas de nosotros mismos. En muchas historias el amor tiene más peso, fuerza, enseñanza y huella al final que al principio, porque la enseñanza difícilmente se da en el enamoramiento ilusorio del inicio. Es en los cierres dolorosos o en los grandes cambios que experimenta una pareja en su vida cuando el aprendizaje se dará con más fuerza. En esos momentos el amor penetra con mayor profundidad y

bie, el otro siempre fallará, pues ningún ser humano es perfecto, siempre hay algo que falta. Lo que no está nos recuerda que el otro es igual que nosotros: imperfecto. Al madurar aprendemos que el amor perfecto entre seres humanos es imposible; sólo las novelas donde los amantes mueren trágicamente en el culmen del amor cumplirían tal perspectiva, y es que son personajes de ficción y en esas historias la muerte prematura no deja ver que el otro no es el complemento perfecto. En la pareja es necesario trascender el enamoramiento para poder llegar al amor real y verdadero: amar al otro tal como es, agridulce como el propio amor. Por eso el amor tiene varias caras, como la vida misma, que si se evitan por miedo a lo que demandan pierden vitalidad, pero si se viven y se aprende de lo que nos muestran, nos conducen a la sabiduría. El autor es licenciado en psicología y filosofía con maestrías en terapia familiar y de pareja. Terapeuta, catedrático universitario y conferencista. datrujillo@hotmail.com Presencia Apostólica

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Desarrollo humano

Cómo

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o cabe duda que todo tiene su arte, hasta amargarse la vida. La palabra arte puede designar toda actividad humana realizada con esmero y dedicación, y es sinónimo de capacidad, habilidad y talento. Así, es relativamente frecuente que nos encontremos con personas instaladas perpetuamente en la amargura, en la tristeza, el pesimismo y el desinterés que parecen tener una destacada habilidad para amargarse la vida. La primera pregunta que nos asalta cuando nos encontramos con estas actitudes es, si son el resultado de una vida llena de disgustos, “mala suerte”, decepciones, desengaños y frustraciones, o más bien se trata de una opción voluntariamente elegida, una posición ante uno mismo y ante los demás que, a la vez, responde a un modo de percibir las cosas.

El arte de amargarse la vida En el libro El arte de amargarse la vida el psicólogo y comunicólogo austriaco Paul Watzlawick proporciona, en tono de broma, una guía que facilita a los lectores un “estilo propio” en el arte de amargarse la vida. Los principales lineamientos que propone son: = Sé fiel a ti mismo. Convéncete de que sólo hay una opinión correcta, la tuya, y comprueba que todo el mundo va de mal en peor. = Convierte al pasado en una fuente de amargura; aférrate a él de manera que no tengas tiempo de ocuparte del presente. 10

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Desarrollo humano

no amargarse la vida

Gylda Valadez Lazcano

= Convéncete de ser pura víctima de las circunstancias. Lo que te haya podido causar Dios, el mundo, el destino, la naturaleza, los cromosomas y las hormonas, la sociedad, los padres, los parientes y los amigos es tan grave que sólo insinuar que pudieras poner algún remedio a la situación ya sería una ofensa. = Asegúrate de que, por mucho que cambien las circunstancias, conviene seguir prefiriendo las soluciones que funcionaron en el pasado. = Rechaza o elude una situación peligrosa, aunque te intenten hacer ver que el peligro ya ha desaparecido. = Haz un pronóstico o déjate profetizar un hecho que temes. Considéralo después como algo seguro e independiente de ti, así podrás llegar a donde precisamente no querías. Estos lineamientos los podemos reforzar con dichos de la sabiduría popular como: “Piensa mal y acertarás” y “más vale malo por conocido que bueno por conocer”. Es como si cada persona trajéramos puestos lentes de diferentes colores que, por supuesto, tienen que ver con la historia de nuestras vidas. Cualquiera de nosotros tiene motivos, casi cada día, para preocuparse o entristecerse. Pero estropearse la vida a propósito, eligiendo verlo todo gris o negro, es una habilidad que se aprende, no es suficiente con sufrir experiencias negativas. Lo peor es que quienes se empeñan en ver el lado negativo de las co-

sas, además de convertirse en personas infelices, tienen una penosa facilidad para amargarle la vida a quienes tienen al lado, claro, si estos “se dejan”, especialmente por ser niños o jóvenes, o por depender emocionalmente de la persona insatisfecha. A veces sucede que hemos quedado atrapados en nuestras vivencias desagradables; el pasado nos amarra y nos aleja de un futuro diferente; nuestras experiencias negativas nos condicionan y atemorizan. Es como si nuestra mente hiciera carreteras que van siempre en un mismo sentido. Estar en la queja constante nos lleva invariablemente a desempeñar el tan socorrido –afortunadamente ahora menos que antes– papel de víctima; en donde se es incapaz de recurrir a la fuerza personal y crear un plan de vida diferente, asumiendo que se ha cedido a otros el papel protagónico de la propia vida, conservando únicamente el “poder” de quejarse. Debe haber una ganancia neurótica en este tema, una persona que deja su proyecto personal en manos de otra, puede hacerlo, por ejemplo por no querer tomar la responsabilidad de sus decisiones. Parece más fácil autocompadecerse, en lugar de arriesgarse y tomar el reto de crecer. La vida tiene una proclividad hacia el placer y la felicidad; sin embargo desarrollamos técnicas muy sofisticadas para amargarnos la vida, y ésta es muy corta para desgastarla en un asunto tan denso como la amargura.

Además de las citadas por Watzlawick en su libro, hay muchas más técnicas para lograr amargarse la vida. Una página de internet (www.islaperejil.com ) nos proporciona unas máximas para ser eficientes en la misma tarea. Las resumo a continuación. 1. CRÉATE PROBLEMAS. Si no tienes bastante con los tuyos, asume los de los demás. Llena tu vida de complicaciones reales o ficticias, y procura dar mucha importancia a los sucesos negativos. 2. TÚ TIENES LA RAZÓN. Piensa que todo es blanco o negro y que sólo existe una verdad absoluta: la tuya. Rechaza por norma todo lo que te digan los demás, incluso cuando te pueda aportar algo positivo. 3. VIVA LA OBSESIÓN. Elige algo que se te haya quedado marcado, y repítelo en tu mente una y otra vez, hasta que sólo vivas para pensar en eso. Es genial para esconder la cabeza ante las dificultades diarias. 4. PIENSA SÓLO EN EL FUTURO. Aplaza los placeres y la alegría pensando que en el futuro todo irá mejor. Por supuesto, hasta ese momento no deberás disfrutar en absoluto. Confórmate con lo malo conocido y no pruebes lo bueno por conocer. Tortúrate pensando en todo lo malo que te podría ocurrir dentro de unos años. 5. NUNCA TE PERDONES. Si es difícil perdonar a los demás, perdonarse a uno mismo es mucho más complicado, así que no te esfuerces en conseguirlo. Llegarás a un punto en el que tan sólo Presencia Apostólica

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Desarrollo humano sentirás autocompasión. Piensa que tú eres el único responsable de lo que te ocurre, y jamás creas que hay situaciones que escapan a tu control.

Más de lo mismo Creer que siempre se tiene la razón será suficiente motivo para pensar que el mundo está en mi contra. No poder resolver mis asuntos y querer “ayudar” a otros va a tener dos resultados: me quitará energía y seguro que si lo que le propongo no le sale bien al otro, se va a enojar conmigo. Quedarme instalada en algún asunto que ya pasó hace tiempo pero que sin embargo en mi mente sigue vivo, tan vivo que está presente; angustiarme por un futuro que ni siquiera sé si llegará; interiorizar un juez castigador y no perdonarme por algún error que cometí. Todo esto me proporcionará con seguridad suficientes dosis de angustia para enfermar mi cuerpo. Además, toda esta negatividad me llevará a atraer personas semejantes, o sea amargadas y quejumbrosas que después estaremos en una competencia para ver quién vive más amargado. Razones para acabar con la amargura La vida tiene amargo y dulce, pues, como todo, encierra sus dualidades. Yo misma elijo mi actitud al decidir dónde quedarme. La misma energía que se gasta en la queja y en ser víctima se puede invertir en saber que como decíamos en el último artículo, el éxito se construye sobre los fracasos. De manera que no son fracasos, son formas de llegar a una meta. Hoy existen muchas teorías en el sentido de que si una persona permanece en lo negativo, atrae más de lo mismo, así también la 12

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Parece más fácil autocompadecerse, en lugar de arriesgarse y tomar el reto de crecer. amargura y negatividad afectan la salud física de la persona. Un mundo sin alegría y optimismo sólo nos puede llevar hacia una debacle, sólo que antes de enfocarnos en el mundo, debemos enfocarnos en nuestro mundo interior que puede estar padeciendo descargas energéticas de tristeza, amargura y depresión que, con el tiempo, enfermarán a nuestro cuerpo. La amargura destruye la salud. De hecho, su poder negativo es tan fuerte que la medicina ha creado un nuevo diagnóstico llamado desorden de amargamiento postraumático (post-traumatic embitterment disorder), para describir a las personas que no pueden olvidar las ofensas de otros hacia ellos. “La amargura es un horrible solvente que corroe todas las cosas buenas”, dice el doctor Charles Raison, profesor de psiquiatría y experto en salud mental, y explica que sentir rencor interfiere con

los sistemas hormonales e inmunológicos del cuerpo. En numerosos estudios se ha encontrado que las personas amargadas y enojadas tienen una presión sanguínea y un ritmo cardiaco más alto y tienen más probabilidad de morir de una enfermedad del corazón que de otras enfermedades. Entonces lo que sigue es tomar conciencia de este tema, y decidir si es tiempo de incluir dosis de dulzura a nuestra vida, que por supuesto repercutirá en nuestra salud, o seguir insistiendo en ver la vida color gris y buscando “el negrito en el arroz”. El pensamiento es individual, así como la vida, sólo yo puedo cambiar el escenario, nadie lo puede hacer en mi lugar. El año nuevo es un buen momento para incluir el propósito de dejar de amargarnos la vida y, antes bien, de endulzarla. Ahora que respiramos y que podemos hacer cambios. La autora es psicoterapeuta. centro.ometeotl@gmail.com


Misioneros Claretianos

Nuestro misionero del mes

C

Enrique Mascorro López, CMF

uando he visitado algún centro comercial y otros lugares de trabajo he encontrado que el departamento de recursos humanos presenta con acierto y con orgullo al público visitante su “empleado del mes”. Inspirándome en esta iniciativa, como coordinador de la Pastoral en México, quiero presentarles al misionero del mes en nuestra provincia claretiana, se llama Hans Neuschwendtner. Hace más de 20 años Hans llegaba por vez primera a nuestras tierras mexicanas; en aquella ocasión tuve la oportunidad de conocerlo, a él y a sus acompañantes. Un hombre venido de Austria, robusto, con poco más de 50 años, con barba rubia o pelirroja, ojos azules y un rostro siempre alegre. Pocas veces trabé conversación con él por la dificultad del idioma; él habla alemán y yo español. Venía, promovido por el padre Román Ángel Moreno, a compartir su sabiduría con los indígenas que habitan la montaña alta de Guerrero, los llamados mephas, mejor conocidos como tlapanecos. Venía, en comunión con el equipo misionero, a enseñarles el oficio de la carpintería y con ello les ofrecía una herramienta muy importante para mejorar su vida. Quien conoce la pobreza extrema de estos indígenas entenderá por qué describo la carpintería como herramienta importante para ellos. Hace unos días, a principios de noviembre del 2011, volví a encontrar a Hans en nuestra casa claretiana de la colonia del Valle, en la Ciudad de México. Después de tantos años su rostro ha cambiado poco. Es cierto que ahora es un hombre con rostro y manos arrugadas; con canas en su pelo y en su barba pero su expresión sonriente, su ilusión por la vida y su alta motivación por el servicio siguen intactas. Es el mismo Hans, aunque ahora con más de 70 años. Nos encontramos en las escaleras de casa y con señas me dice que ha dedicado la mañana, acompañado por su esposa Thea y por el padre Román Ángel Moreno, a las compras. En su lista ha incluido la sierra, el martillo, pinzas, clavos y todo lo necesario para dar clases prácticas de carpintería durante un mes en la montaña.

Al mediodía del sábado 5 de noviembre Hans y el padre Román cargan la camioneta con los víveres y las herramientas. Es la vigésima vez que lo hace Hans, según testimonio del padre Román Ángel. Encienden el motor e inician su camino. Cuatro días después el padre Román, una vez que dejó trabajando al maestro carpintero, regresó a México y me comparte dos detalles sorprendentes sobre nuestro visitante. El primero es que Hans ha sacrificado 20 veces sus “Urlaub” o vacaciones personales para servir a los indígenas. Debemos entender que para el pueblo austriaco las vacaciones son del todo sagradas, es algo extraordinario y por lo tanto casi imposible de renunciar. El segundo detalle, cargado de nostalgia, comunicado por Hans al padre Román es que esta será la última visita a las tierras tlapanecas. La avanzada edad y las fuerzas minadas le indican que es tiempo de cerrar su acción entre nosotros. El balance final de su obra es admirable si sumamos las mesas, sillas, camas altares, nichos para santos, etc., la mayoría de estas piezas han sido elaboradas por los indígenas bajo la guía inspiradora de Hans. Aunque, a ciencia cierta, la riqueza principal de su trabajo ha sido el testimonio de servicio hoy agradecido por comunidades de la montaña como Tlacoapa, Yerba Santa, Apetzuca, Xochitepec, etc. La obra de nuestro carpintero ha sido acompañada y apoyada por un grupo de austriacos enamorados de la misión, desde hace más de veinte años. Varios claretianos hemos tenido la fortuna de conocer personalmente a Hans. Difícilmente pudimos pasar de largo ante él sin admirar su entrega radical y generosa. Preguntamos a Hans: ¿Por qué elegiste a este pueblo indígena, para ser parte de él con tu servicio? ¿Cómo lograste tener un corazón para amar sin fronteras? ¿Qué te ayudó a olvidarte de ti para pensar en los pobres? Las respuestas de Hans serán valiosas para nosotros claretianos y para todo cristiano, sólo que tendremos que esperar a que regrese de la misión para conocerlas, pues allá no hay internet ni es fácil establecer comunicación telefónica. ¡Gracias Hans por tu ejemplo de servicio, eres nuestro misionero del mes! Presencia Apostólica

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Historia para meditar

L

a noticia de que había llegado a la ciudad se corrió con velocidad. –¿Cómo es posible que el ladrón Moulinot hubiera podido pasar los controles de la frontera?–, se preguntaban azorados quienes se habían enterado de la noticia. –¿Acaso la policía no podía haberlo detenido?–, se preguntaba otro hombre de grueso y tupido bigote, mientras fumaba una pipa en una taberna local. Nadie sabía cómo, pero la realidad era que el famoso ladrón Moulinot había entrado al reino y la celebración de los cien años de vida del rey no se podía cancelar y el monarca había hecho la promesa de mostrar por primera vez en la historia del reino, con motivo de su onomástico, las joyas más valiosas que su familia –reinante por más de cinco siglos– había ido acumulando a lo largo del tiempo. Entre las míticas joyas que el rey había prometido mostrar se encontraba “el dragón de san Jorge”, una esmeralda de un tamaño excepcional, única en el mundo, que la familia real había recibido como regalo en una época lejana y que un conocido escultor había adornado, formando con ella el cuerpo de un dragón (aprovechando el color verde de la gigantesca esmeralda), cuya cabeza y extremidades había forjado en oro puro, y con el mismo material había esculpido la figura de san Jorge (cuya cara y manos eran de marfil), para hacer, de esta manera, una de las joyas más famosas del mundo que sólo pocos elegidos habían podido ver. Pues bien, Moulinot estaba ya en el reino de Panargyros y el peligro de mostrar las joyas era muy grande, pues se trataba del ladrón más famoso del mundo y sus robos eran legendarios. A todo esto debo recordarles a los lectores dos cosas que de seguro saben sobre Moulinot, pues son del dominio común. La primera, es que nadie sabía con certeza cuál era su apariencia física, pues Moulinot era el rey de los disfraces. Podía disfrazarse de mendigo o del mismísimo rey, sin que nadie pudiera notar ninguna dife-

rencia. Segunda: se decía de él que era uno de los hombres más ricos del mundo, que mantenía como una segunda identidad la de “Moulinot”, mientras que tenía una primera identidad como un distinguido y rico aristócrata, que siempre se dejaba ver en lugares públicos casi en el mismo momento en el que los robos ocurrían, de tal modo que nadie pudiera dudar de su integridad y honradez. Según se comentaba de él, robaba por pura afición, ya que además de ser un hombre rico, se decía que tenía una impresionante colección de las piezas más exóticas del mundo en un sótano secreto de Enrique A. Eguiarte, OAR su mansión. Y si lo que hemos dicho antes es verdad, alguno podría preguntarse, ¿cómo es que se sabía que Moulinot estaba ya en el reino de Panargyros si nadie conocía su cara? Por una sencilla razón. Moulinot se consideraba a sí mismo un artista del robo, por lo que le hacía saber a la policía que ya había llegado a la escena del crimen. ¿Era esto una locura o una extravagancia? A esta pregunta se pueden dar muchas respuestas, pero quedémonos con dos: o Moulinot avisaba a la policía para hacerles saber que los iba a burlar una vez más; o bien, con el aviso distraía a la policía, haciendo que perdieran muchas fuerzas y energías buscándolo con anticipación, y a la vez para saber qué plan de seguridad se iba a usar en la ocasión. O bien, una tercera alternativa: las dos posibilidades anteriormente mencionadas. En esta ocasión, el aviso se lo había dejado al superintendente del tesoro real, quien debía sacar de las arcas secretas del reino, 100 monedas de oro primitivo, que fueron mandadas a acuñar por el primer rey de la dinastía de Panargyros. Estas monedas serían el regalo del rey para los 100 invitados a su grandiosa fiesta de cumpleaños. Una vez que Moulinot supo esto, con habilidad y sin que nadie supiera cómo, robó las 100 monedas de oro.

El Robo

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Historia para meditar Cuando el superintendente del tesoro real abrió la última puerta del recinto acorazado y vigilado en donde había puesto las 100 monedas que se habían sacado del “Sancta Sanctorum”, el lugar en donde estaban las joyas más valiosas del reino, casi se muere de la sorpresa: Las monedas no estaban. En lugar de ellas, dentro de la caja fuerte en donde se encontraban y que estaba escrupulosamente cerrada, había simplemente una nota: “Moulinot adest” (que en latín quiere decir: “Moulinot está presente”). Cuando la policía supo la noticia se desplazó al lugar de los hechos, pero no halló pista alguna. El robo había sido perfecto. Sólo supieron que el ladrón ya había llegado al reino. A los pocos días, cuando el encargado del tesoro real, que estaba ya para estos momentos tan enfadado de que hubieran robado las monedas que parecía verdaderamente un cadáver, llegó a su despacho en los recintos amurallados del palacio real, se encontró una nota sobre su mesa de trabajo: “Nummi in loco suo sunt” (que quiere decir: “Las monedas están en su lugar”). El encargado del tesoro real no podía creer lo que veía y de inmediato dio aviso a la policía. Cuando llegó el jefe de la policía le mostró la nota y juntos, escoltados por un numeroso escuadrón de guardias, se dirigieron de nuevo al depósito acorazado. Una vez que cruzaron todas las puertas y vieron que los guardias estaban en sus puestos, el encargado abrió la caja fuerte y para su sorpresa, ¡las monedas estaban allí! Bueno todas menos una. En su lugar otra nota: “Quoque invitus sum” (que quiere decir: “Yo también estoy invitado”) Claro, Moulinot era también parte de los invitados y se había quedado con la moneda que como tal le correspondía. Así pues, Moulinot había llegado y nadie sabía cómo se había apoderado de las monedas y cómo las había devuelto. El terror de la policía no podía ser más grande. Si Moulinot había podido hacer lo que acababa de hacer, ¿qué no haría si las joyas más valiosas del reino se exponían? Dejaría al reino sin joyas y sin honor. Por todo ello, el encargado del tesoro real junto con el jefe de la policía fue a hablar con el rey. Había que pedirle que por ninguna razón sacara las joyas de su recinto secreto y seguro. Los robos de Moulinot no eran ninguna broma y las joyas de la corona no podía exponerse, sobre todo, el “dragón de san Jorge”, del que ya se comenzaba a hablar. El rey no quiso cambiar de opinión. –Las joyas se van a exponer– le dijo con decisión al superintendente del tesoro real y al jefe de la policía.

–Pero su majestad…–, dijo el superintendente del tesoro real. –Sin peros. Las joyas se van a exponer, pues soy un hombre de palabra y quiero que todos los pueblos sepan que la joya más grande que tenemos en este reino es mi palabra. En Panargyros la palabra es nuestro mayor tesoro. –Es cierto, su majestad–, dijo el jefe de la policía con serenidad, –pero considere el rey los graves peligros que esto implica. Si usted quiere, podemos exponer copias perfectas de las joyas. Nuestros orfebres son tan hábiles que nadie notaría la diferencia, además, fuera de los encargados reales, nadie ha visto esas joyas en siglos. El rey, a pesar de que no era un hombre empecinado, reiteró su negativa: –Todo eso es verdad, pero ordeno que las joyas originales se expongan–. Y sin enfado, con convencimiento y decisión, se levantó del trono y salió de la sala, dejando en ella consternados y angustiados al superintendente del tesoro real y al jefe de la policía. Ambos tenían poco tiempo para buscar la manera más segura de exponer las joyas y no sabían a ciencia cierta cuál sería la mejor solución. El rey había organizado una comida en la que repartiría las 100, o más bien, las 99 monedas de oro y terminada la comida, se inauguraría la exposición de las joyas del reino. Ellos, los 100 grandes del reino, serían los primeros no sólo en felicitar al rey, sino también en admirar las joyas de la corona que se iban a exponer en una de las salas del palacio real. Seguramente durante esa comida, Moulinot procuraría entrar para apoderarse de alguna de las joyas, muy posiblemente del “dragón de san Jorge”. Lo único que pudieron hacer el intendente del tesoro real y el jefe de la policía fue redoblar la vigilancia, apostar guardias en todos los puntos posibles y poner varios controles tanto para los invitados, como para los mismos empleados del palacio. ¡Moulinot podría disfrazarse de muchas maneras! Por su parte Moulinot estaba terminando de perfeccionar su plan. Había decido disfrazarse de sacerdote, concretamente tomaría el lugar de don Hermenegildo, el cura más longevo y conocido de Panargyros que era uno de los 100 invitados a la comida. Durante varios días, Moulinot, disfrazado de fiel devoto cristiano, estuvo Presencia Apostólica

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Historia para meditar asistiendo a la misa que don Hermenegildo piadosamente celebraba cotidianamente, para, de esta manera, aprender sus gestos, palabras, movimientos e incluso para ver cómo era su ropa. Notó varias cosas importantes. En primer lugar que don Hermenegildo, aunque era un santo, no se preocupaba mucho de su aspecto físico. De este modo notó que su sotana, aunque estaba limpia, no era ya precisamente nueva. Sus zapatos aunque no estaban rotos, estaban ya muy usados. Don Hermenegildo les solía decir a las devotas que le daban dinero para que se comprara unos zapatos nuevos: –Muchas gracias por su donativo y Dios premie su caridad, pero permítanme que les diga el dicho de la zona en donde nací, ahí decimos: “El zapato viejo sabe mejor el camino”, es decir, que cuando se camina con zapatos viejos, el camino, tiene un “mejor sabor”, o sea que se recorre con mayor comodidad. Después de mucho estudiar la figura de don Hermenegildo, llegó la hora de la verdad, Moulinot se disfrazó del sacerdote y, cuando éste dormía su acostumbrada siesta, salió a dar una vuelta por las calles cercanas a la parroquia. Nadie pudo notar la diferencia. Sólo faltaba una cosa: hacer que don Hermenegildo no fuera al banquete del rey. Espero que para este momento los lectores, que ya van conociendo al famoso ladrón, no vayan a pensar que Moulinot había planeado matar a don Hermenegildo. Moulinot podría ser un ladrón profesional, pero no era un asesino. Por ello la noche anterior al banquete, Moulinot se presentó en la casa de don Hermenegildo, disfrazado como el médico de cabecera del anciano cura, el doctor Astheneia, y le recetó unas pastillas diciéndole que con esa medicina no tendría ningún problema de salud al día siguiente en la fiesta del rey. En realidad las pastillas eran un fuerte somnífero que haría que don Hermenegildo durmiera un par de días, tiempo suficiente para la realización de sus planes. De este modo, Moulinot salió al día siguiente de la casa de don Hermenegildo, recibiendo los parabienes de todas las personas que se fue encontrando por el camino. Ninguno de ellos dudaba que fuera realmente don Hermenegildo; es más, ¡lo habían visto salir de su casa! Antes de llegar al palacio real. Había un primer control. Moulinot saludó con naturalidad y espontaneidad, como lo hacía el anciano sacerdote, al oficial del ejército real, a la vez que éste comprobaba la identidad de don Hermenegildo, aunque realmente no le hacía falta, pues la fama del cura era tan grande 16

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que todos en el reino lo conocían. De este modo, el oficial sin prestar demasiada atención, lo dejó pasar. Un poco más adelante, había un segundo control. Ahí sucedió lo mismo. La policía secreta del reino lo dejó pasar sin problema. Moulinot iba ya confiado en el éxito de su proyecto cuando vio que aún le faltaba pasar un último control antes de cruzar definitivamente la puerta del palacio. Vio que este último control estaba a cargo de un viejo guardia de palacio, tan viejo como don Hermenegildo. Al llegar Moulinot, ambos se saludaron como viejos amigos y el viejo guardia no se dejó convencer tan pronto. Miró con cuidado la identificación de don Hermenegildo y se volvió hacia él para mirarlo con atención. Moulinot pudo ver cómo el anciano guardián pasaba revista de su sotana y que aprobaba que era la de don Hermenegildo. Posteriormente se dio cuenta de que le miraba los zapatos: eran los de don Hermenegildo: gastados y viejos. Finalmente notó que el anciano fijaba su mirada en sus propios ojos y Moulinot, sacando lo mejor de su arte, sonrió. El viejo guardia guardó silencio un momento, bajó la mirada y con serenidad le dijo a Moulinot: –La voz es la de don Hermenegildo, la sotana es la de don Hermenegildo, los zapatos son de don Hermenegildo, pero los ojos… Y sin decir más, se llevó a los labios un silbato y lo hizo sonar con todas sus fuerzas. Al oír el sonido del silbato salieron muchos soldados del palacio corriendo hacia donde estaba Moulinot, en un instante lo rodearon y le pusieron grilletes en las manos. A pesar de todo algunos dudaban y pensaban que todo era una confusión. No obstante al llegar el jefe de la policía, con cuidado le arrancó la máscara y se pudo ver que en realidad no era don Hermenegildo, sino Moulinot. Todos se llenaron de asombro, no sólo al ver por primera vez el rostro del famoso ladrón Moulinot, sino de saber que un viejo y aparentemente insignificante guardia del palacio lo había descubierto. Finalmente el jefe de la policía le preguntó azorado a este viejo guardia: –¿Cómo es que usted lo pudo descubrir? El viejo guardia se limitó a decir con sencillez: –La voz era la de don Hermenegildo, la sotana era la de don Hermenegildo, los zapatos eran los de don Hermenegildo, pero los ojos no eran los de don Hermenegildo. Esos ojos, nunca habían contemplado a Dios en la oración ni en la serenidad de la meditación. Su mirada no reflejaba la paz que da el contemplar a Cristo y dejarse mirar por él en el encuentro íntimo de la oración. Sus ojos hablaban de otras cosas, pero sus ojos no habían visto a Dios…


Teléfono abierto

Un camino

mucho mejor Ernesto Bañuelos C.

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os nuevos cristianos de la comunidad del puerto de Corinto quedaban maravillados cuando alguno de los fieles empezaba a alabar a Dios con palabras que nadie comprendía. Mayor era la admiración si un profeta comunicaba un mensaje especial del Señor a otro miembro de la comunidad. Sin duda, todo esto infundía ánimos en la espiritualidad de los corintios, pero san Pablo insiste en el aspecto comunitario de los dones que allí se percibían; por eso la similitud con el cuerpo humano, con lo cual aclara que no hay comunidad auténtica si en ella no se ponen los talentos al servicio de todos (caps. 12 y 13 de la 1ª Carta a los Corintios). En la vida de cada día, cuando se compromete la vida cristiana, el Espíritu despierta nuevas capacidades. En otras palabras, si se pone atención a las riquezas propias de cada persona de la comunidad y se despierta la conciencia de su dignidad y responsabilidad, el fruto del Espíritu será la floración de multitud de iniciativas. Para la edificación de nuestra vida interior es significativo que san Pablo indique un orden de importancia entre los diversos dones, y que en primer lugar no figure lo más milagroso, sino lo que sirve para la construcción de la comunidad, de la Iglesia.

Y les advierte: Ustedes, sin embargo, aspiren a los dones más preciosos. Pero les voy a mostrar un camino mucho mejor (cap.12,31). ¿Cuál? Leamos el cap. 13. Si yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles (diríamos hoy: si yo fuera un líder de mi comunidad, si fuera simpático para todos, si mi palabra convenciera, si a mí acudieran quienes tienen necesidad de aliento...) y me faltara amor, no sería más que bronce que resuena y campana que toca. Si yo tuviera el don de profecía, conociendo las cosas secretas con toda clase de conocimientos, y tuviera tanta fe como para trasladar montes (algo así como si fuera yo muy inteligente, si mi palabra fuera escuchada con respeto y pudiera poner fin a las disputas entre las personas y entre las naciones), pero me falta amor, nada soy. Si reparto lo que poseo a los pobres y si entrego hasta mi propio cuerpo (por ejemplo: si a mí acuden los que necesitan porque nunca vuelven con las manos vacías, si me desvivo por los enfermos...) pero no por amor, sino para recibir alabanzas, de nada me sirve. La ley entera está en una sola frase: amarás a tu prójimo como a ti mismo (Gálatas 6,14; Marcos 12,31). ebanuelosc@gmail.com Presencia Apostólica

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k Fe y vida

LOS CRISTIANOS Y LA POLÍTICA Enrique Marroquín, CMF

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stamos ya en pleno tiempo político. Las elecciones presidenciales se realizarán en momentos en que el país está sacudido por la violencia, por la intensa presencia del crimen organizado, con una economía que no acaba de recuperarse de la crisis del 2009. Un país en el que campea la corrupción y la injusticia, en el que más de la mitad de la población vive por debajo de los umbrales de la pobreza, con cifras crecientes de desempleo y migración y con un sistema educativo muy deteriorado. Parte de estos males se agravan por la incuria de la clase política, al punto que muchos ciudadanos están dejando de confiar en las instituciones. Esto ha producido un amplio repudio hacia la política, que se identifica con la ineptitud y la corrupción. Esta desconfianza puede ser grave para el país, por lo que es preciso hacer una reflexión al respecto. “La política como vocación, es la más sublime; pero la política como negocio, es el más vil.” La política es el arte de gobernar una colectividad, atendiendo al bien común. Así entendida, la política es una actividad noble y necesaria. Lamentablemente, las clases políticas, en cambio, suelen ver los cargos públicos, no como servicio a la sociedad, sino como medio de lucrar o de obtener fama y prestigio: “Los que son tenidos por gobernantes dominan a las naciones 18

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como si fueran sus dueños y los poderosos imponen su autoridad. No será así entre ustedes; más bien quien quiera ser grande que se haga servidor de los demás” (Mc 10, 42-43). El cristianismo no es una religión intimista que se limite a la dimensión individual. No se conforma con rituales litúrgicos o con una relación exclusiva con la divinidad. La fe del cristiano se orienta hacia la caridad al prójimo, y esta virtud prefiere, más que ir remediando caso por caso las necesidades de las personas, organizar acciones e instituciones más generales, de beneficio para el bien común. Por lo tanto, la Iglesia impulsa a los cristianos a interesarse más por la política. Es a los laicos a quienes incumben principalmente estas tareas concretas, ya que los sacerdotes restringimos voluntaria y legalmente algunos derechos políticos en razón de nuestro ministerio: cuando el sacerdote habla desde el púlpito o desde el confesionario, habla en nombre de Cristo, y si actuara promoviendo algún partido político u oponiéndose a otros, dividiría la comunidad y utilizaría la religión para legitimar determinada opción, ya que ninguna se adecua plenamente a los ideales de la fe. No hay una única forma de concretizar el ideal evangélico, sino que se le presentan diversas opciones, todas las cuales son simples aproximaciones, mayores o menores. Históricamente hubo un Partido Católico, en

el que supuestamente estuvieran todos los cristianos juntos y que el partido se guiase por las directrices de la Jerarquía. Los resultados de este ensayo fueron más bien negativos. Ahora hay cristianos en todos los partidos, y desde alguno de estos tratarán de poner en práctica las exigencias de su fe. Vivimos en una democracia, régimen que hasta ahora es reconocido como el menos malo de los que han existido. Sin embargo, cada vez se evidencian más las imperfecciones de este tipo de régimen. La expresión de los ciudadanos se reduce, por lo general, a elegir a quienes lo representarán y decidirán por ellos. Tal vez los adelantos cibernéticos facilitarían más los plebiscitos y las consultas, para que así la participación de los gobernados sea mayor. Actualmente va creciendo la inconformidad con la clase política en general. Los “indignados” en varias partes del mundo presionan para modificar este régimen “democrático”. En México, todos los partidos han desdibujado las ideologías fundantes, suelen buscar intereses económicos personales o grupales y la militancia ha dejado de ser motivada por los ideales, para serlo por intereses: las actividades partidistas ahora son consideradas simplemente como un trabajo complementario más, que debe ser remunerado, y los puestos públicos tienden a corromperse y son vistos como oportunidad de enriquecimiento. Por


Fe y vida

esta razón, el “voto blanco” (la anulación de la boleta electoral) es una opción válida, siempre y cuando el abstencionismo no sea producto de la indiferencia hacia la colectividad. Tan sólo se objetaría que las críticas no fundadas al poder legislativo y a los partidos podrían favorecer a un gobierno dictatorial militarizado. Otro criterio es el referente a las políticas económicas. La economía no es una ciencia exacta. Es más bien el arte de organizar los recursos ciudadanos, que muchas veces son efecto de factores extraeconómicos. Los economistas pueden organizar un país, sea partiendo de los sectores menos favorecidos, tendiendo a que todos los ciudadanos satisfagan, al menos, sus necesidades básicas, sea, en contraparte, partiendo de las clases más poderosas

(los “poderes fácticos”), con vista a la maximalización de sus ganancias. Esta última opción es la que prevalece en muchos países, como el nuestro, con el proyecto calificado como “neoliberalismo”, que se escuda en una supuesta libertad. En cambio, son igualmente posibles los proyectos alternos que buscan mejor distribución de los recursos colectivos, corrigiendo abusos y disminuyendo injusticias. Este último régimen parece mejor mediación con el proyecto que Jesús denominó como “Reino de Dios” –sin que se identifique totalmente-, imposible de implementar plenamente en la historia; pero que puede ir adelantando, desde ahora, su construcción. Jesús soñaba con un tipo de sociedad, a nivel global, que considerara a toda persona como hermano o hermana y que promoviera los

ideales cristianos de justicia, paz, fraternidad, verdad y gracia. Cuando un cristiano opta por determinado partido, no implica estar ciento por ciento de acuerdo con todas y cada una de sus propuestas. En un estado laico, el gobierno, más que atender a las orientaciones de una iglesia o corriente determinada, tiene que encontrar puntos de convergencia y de consenso, dejando que cada iglesia norme más en concreto a su respectiva feligresía. Por último, tengamos presente que la coyuntura electoral es un momento importante en la marcha del país y una ocasión para reflexionar sobre las alternativas que se nos presenten, no dejándonos llevar por la publicidad del marketing, ni por actitudes viscerales, sino informándonos con la mayor objetividad. Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción

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Palabra enero-febrero

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Domingo • Santa María, Madre de Dios Lc 2,16-21 (…) Los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño y cuantos los oían quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado. Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le

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Domingo • Epifanía del Señor Mt 2,1-12 Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo.” Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta…” Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: “Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo.” Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima 20

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pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido. Como aquellos pastores que vuelven a sus campos renovados, alegres y llenos de esperanza por haber contemplado a Jesús en el pesebre, así nosotros comencemos el año con el corazón lleno de esos sentimientos –como la virgen María– y llevando por donde vayamos la paz que Jesús ha traído al mundo. Recordemos que un signo evidente de nuestra fe es fomentar la paz a través de la justicia y la integridad de la creación.

¿Cómo muestro en acciones la paz de Dios que habita en mí?

de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.* Esta fiesta de la epifanía o manifestación divina nos invita a dos cosas: la primera, agradecer a Dios su presencia entre nosotros. El quiere compartir nuestra vida en sus angustias y tristezas, en sus esperanzas y alegrías. La segunda, tener los mismos sentimientos de nuestro Salvador que vino a todos y por todos. Que seamos abiertos a todos los que se acerquen a nosotros, ofreciendo lo mejor de nosotros como los magos de Oriente lo hicieron con Cristo.

¿Cómo manifiesto mi fe en Jesús Salvador sobre todo a quienes menos me comprenden? * Cuando no se reproduce el texto de la lectura (por razones de espacio), se invita a leerlo en la cita bíblica.


De la Palabra a la acción

Enero

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Domingo Jn 1,35-42

(…) Estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: “Éste es el Cordero de Dios.” Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?” Ellos le contestaron: “¿Dónde vives, Rabí?” (Rabí significa ‘maestro’). Él les dijo: “Vengan a ver.” Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés fue a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (que quiere decir ‘el Ungido’). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste, fijando en él la mirada, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás (que significa Pedro, es decir, ‘roca’). El evangelio de Juan nos narra el encuentro de Jesús con los primeros discípulos. La conversación entre ellos nos enseña de qué se trata el seguimiento o el “ser discípulo”: En este caso “venir” “ver” y “quedarse” alcanzan su máximo significado. Venir implica más que una simple visita, es llegar al hogar; ver conlleva conocer y reconocer; quedarse implica comprometerse, permanecer con Jesús y ser transformados por Él.

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Domingo Mc 1,14-20

Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio.” Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres.” Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús.

¿Cómo permito que Jesús me transforme en mi vida cotidiana? La vocación, el llamado, que hemos recibido por nuestro bautismo nos invita, como a los discípulos, a dejarlo todo. Esto significa hacer a un lado aquello que me impide relacionarme mejor con Dios, con los demás y conmigo mismo. Dejar aquellas “redes” que me quitan confianza, ánimo y amor en mi vida diaria, como pueden ser los vicios, adicciones, rencores, pero sobre todo seguir a Jesús como, discípulos-misioneros y continuar anunciando el Reino de Dios con nuestro compromiso por la promoción de la vida.

¿Cómo vivo mi conversión y mi fe en el Evangelio de Cristo, Buena Noticia para el mundo?

Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción

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Domingo Mc 1,21-28

(…) Llegó Jesús a Cafarnaúm y el sábado siguiente fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: “¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quien eres: El Santo de Dios.” Jesús le ordenó: “¡Cállate y sal de él!” El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: “¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctri-

Febrero

Domingo Mc 1,29-39

La multitud queda estupefacta ante la autoridad de Jesús y ante la fuerza de sus enseñanzas. En el mismo contexto, Jesús expulsa a un espíritu inmundo que atormentaba a un hombre. Jesús enseña con verdad y autoridad porque sus hechos corresponden a sus palabras y porque actúa en nombre de su Padre y en beneficio de sus hermanos. Esto nos enseña a unir nuestras palabras con nuestras obras.

¿Mis acciones son coherentes con lo que digo, creo y espero?

5

(…) Al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y en seguida le avisaron a Jesús. Él se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles. Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él. De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: “Todos te andan buscando.” Él les dijo: “Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido.” Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios. Jesús nuevamente nos enseña, no sólo con palabras sino con obras, la importancia de una vida dedicada al servicio generoso a los demás. Así también lo entendió la suegra de Pedro que al sentirse sana aprovechó su energía y salud para servir a los demás. Ya lo dice un sabio dicho: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir.” 22

na es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen.” Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea.

Presencia Apostólica

Ilustraciones: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org

Enero

Por otra parte, el servicio suele estar acompañado de cansancio, sufrimiento, incomprensión, pero para ello está el Espíritu que nos fortalece, nos anima y consuela. Su fuerza la encontramos a través de la oración. Jesús nos enseña y anima a orar constantemente para no caer en la tentación.

¿Cómo alimento mi espíritu para poder cumplir mi vocación de servicio?


De la Palabra a la acción

Febrero

Domingo Mc 1,40-45

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(…) Se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si tú quieres puedes curarme.” Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: “¡Sí quiero: Sana!” Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio. Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: “No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés.” Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes.

Febrero Domingo Mc 2,1-12

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Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras él enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te quedan perdonados.” Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar: “¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?” Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: “Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: «Tus pecados te son perdonados» o decirle: «Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa»? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados –le dijo al paralítico–: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa.”

Comencemos esta reflexión preguntándonos quienes son los “leprosos” en nuestro mundo actual y si nosotros luchamos –como Jesús– por integrarlos a la comunidad o si, por el contrario, los marginamos, debido a nuestros prejuicios. Si nuestra respuesta es el rechazo y la marginación, entonces todavía no hemos comprendido lo que es el Reino de Dios. Tal vez pensamos que la realidad nos supera y es cierto, no podemos solucionarlo todo. Nuestra tarea es más modesta y profunda: que las personas que entren en contacto con nosotros, discípulos-misioneros de Jesucristo, se sientan dignamente tratadas y acogidas.

¿Cuál es mi compromiso social como

cristiano en el mundo?

El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: “¡Nunca habíamos visto cosa igual!” El evangelio de hoy nos advierte contra la hipocresía. No basta con aparentar que somos muy buenos. Para ser auténtica, nuestra transformación debe darse en lo profundo de nuestro ser y esto implica mayor conciencia. El resultado será una vida más feliz y plena que compartiremos con quienes nos rodean. El ser humano no puede vivir sin perdón, sin reconciliación. Reconciliarse con Dios, consigo mismo y con los demás es algo indispensable en la vida de toda persona que desea vivir sana. No es suficiente curar lo físico. El perdón de los pecados nos abre a otra dimensión de las relaciones, a otra manera de ver la vida y de experimentar a Dios. Pedir y recibir el perdón nos hace crecer. Con qué razón el evangelio no se conforma con decir que Jesús sana al hombre de su enfermedad, también lo sana del corazón.

¿Cómo mejorar nuestra capacidad de ofrecer y pedir perdón? Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción

Febrero

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Miércoles de Ceniza Mt 6,1-6.16-18

(…) Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.” Iniciamos la cuaresma con la imposición de la ceniza. Iniciamos un tiempo especial de gracia en el que se nos invita a la conversión. Una conversión que debe estar presente en todos los ámbitos de nuestra vida y que por ello se fomentan tres prácticas: oración (relación con Dios), limosna (relación con tu prójimo) y ayuno (relación contigo mismo). La cuaresma te invita a ofrecer, por tu conversión, resultados aquí y ahora, y no se consigue mediante un culto externo y llamativo, sino desde lo escondido, lo secreto, lo profundo del corazón. La intención última de este tiempo es poder resucitar en la Pascua con Cristo nuestro Señor a quien seguimos y deseamos imitar.

¿Cómo estás dispuesto a vivir este tiempo de gracia? 24

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Febrero

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Domingo 1º de Cuaresma Mc 1,12-15

(…) El Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían. Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el evangelio de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio.” En este primer domingo de cuaresma recordamos las tentaciones que Jesús sufrió y cómo las venció. Ser tentado o puesto a prueba es parte de nuestras vidas. Lo malo no es tener tentación de algo, sino hacerlo. Las tentaciones no son buenas ni malas en sí mismas, todo depende de si caemos o no pues así como el pecado cuando lo cometemos nos debilita, también cada tentación superada nos fortalece. En Jesús recuperamos la confianza de que estamos llamados a vencer las tentaciones y a hacer el bien. Desde esta perspectiva las tentaciones en este evangelio son un signo de esperanza. Nos recuerdan que si Jesús logró vencerlas, nosotros también, con la gracia de Dios podemos vencerlas y vivir en armonía.

¿Qué debemos hacer para no caer

en las tentaciones?


MISIONEROS CLARETIANOS

abraszando

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¿Con qué estás

Ilustración: Leticia Asprón

alimentando a tu espíritu?

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