Presencia Apostolica 54

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Presencia Apost贸lica

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Ven a vivir la alegría de servir realizando labores de evangelización y promoción social en:

n Xochitepec, Montaña Alta de Guerrero n El Ciruelo y Lo de Soto, Costa Chica de Oaxaca n Ciudad Juárez n Nuevo Laredo n Torreón n León n Morelia n Guadalajara n D.F. n Toluca n Cuauhtenco, Estado de México n Y en más de 60 países

Presencia Apostólica de San Judas Tadeo en la Radio

Cápsula devocional Ahora los domingos a las 8:55 a.m.

ABC radio 760 AM 2

Presencia Apostólica

Ilustración: Leticia Asprón

MISIONEROS CLARETIANOS


CONTENIDO Director

Ernesto Mejía Mejía, CMF Consejo Editorial

Alejandro Cerón Rossainz, CMF José Juan Tapia, CMF Alejandro Quezada Hermosillo, CMF Enrique Mascorro López, CMF René Pérez Díaz, CMF Ernesto Bañuelos C. Editora

Marisol Núñez Cruz

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Editorial

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Vida cotidiana

4 Aventuras de un misionero 6 Conoce más sobre san Judas Tadeo

Corrección de estilo

Ernesto Bañuelos C. Colaboradores

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Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR Jesús García Vázquez, CMF Juan Carlos Martos, CMF Enrique Marroquín Zaleta, CMF

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Cuando no podemos dormir… quizá sea hora de despertar Secretos de familia y liberación

Arte y Diseño

Mirta Valdés Bello Distribución

Liga Nacional de San Judas Tadeo

PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor respon­sable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Ca­ siano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmen­te, citando la fuente y sin fines comerciales. Tel: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89 mail: liganacional_sanjudas@claret.org Número suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US. Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US. (Incluye gastos de envío).

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¿Qué es vivir tanatológicamente?

1 4 Sin salida 17

Reflexiones que viajan por la web

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Sociedad política y sociedad civil

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Nosotros esperábamos…

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De la Palabra a la acción

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EDITORIAL

aprendiendo a vivir

Siempre estamos

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odos sabemos que una constante en nuestra vida es el cambio; por eso nunca podemos considerar –mientras es­ temos vivos– que ya aprendimos lo que necesitamos sa­ ber… Una de las cosas que descubrimos cuando comen­ zamos a vivir con más conciencia es que siempre necesitamos apren­ der algo nuevo y que continuamente surgen situaciones a las que debemos adaptarnos. En este número ofrecemos artículos que pueden ayudarnos en este proceso, tanto de los cambios que debemos hacer para ser me­ jores personas, como de adaptarnos a los cambios que nos trae la vida: cada edad que nos toca vivir, los diferentes retos que enfren­ tamos personalmente y en comunidad; por ejemplo últimamente nos vimos en la necesidad de afrontar y asumir una posición en el panorama político que vivió y vive nuestro país. Se trata de que cada vez tengamos mejores recursos para salir adelante en nuestra vida y para ayudar a otros y de que aprenda­ mos a relacionar la fe y la vida, de modo que esa relación produzca frutos de amor y justicia.


Vida cotidiana

Buscar a Dios No le reces a Dios mirando al cielo, ¡mira hacia adentro! No busques a Dios lejos de ti, sino en ti mismo... No le pidas a Dios lo que te falta: ¡búscalo tú mismo!, y Dios lo buscará contigo, porque ya te lo dio como promesa y como meta para que tú lo alcances... No reproches a Dios por tu desgracia; ¡súfrela con Él! Y Él sufrirá contigo; y si hay dos para un dolor, se sufre menos... No le exijas a Dios que te gobierne, a golpe de milagros, desde afuera; ¡gobiérnate tú mismo! con responsable libertad, amando, y Dios te estará guiando ¡desde adentro y sin que sepas cómo! No le pidas a Dios que te responda cuando le hablas; ¡respóndele tú!, porque Él te habló primero; y si quieres seguir oyendo lo que falta escucha lo que ya te dijo. No le pidas a Dios que te libere, desconociendo la libertad que ya te dio. ¡Anímate a vivir tu libertad! y sabrás que sólo fue posible porque tu Dios te quiere libre.

No le pidas a Dios que te ame, mientras tengas miedo de amar y de saberte amado. ¡Ámalo tú! Y sabrás que si hay calor es porque hubo fuego y que si tú puedes amar es porque Él te amó primero. San Agustín

Nuestro correo

Queremos saber tu opinión sobre los artículos publicados en PRESENCIA APOSTÓLICA. Escríbenos a: contacto@claretianos.org.mx

Analizando los artículos de la revista núm. 53, todos son muy interesantes, pero me han llamado la atención el del niño que no conocemos y que siempre nos acompaña (“El niño interior…”) y el que nos hace reflexionar sobre compartir lo que puede ayudar a otro, más aún ahora que nos invade el egoísmo y que es causa de tanto desastre (“La importancia de compartir”). Creo que es importante relacionarlos y profundizarlos con el tema de los dones del Espíritu Santo. Ello nos da luz para obtener mejor fruto con acciones prácticas. Hna. Luisa

Muy interesantes todos los artículos de la revista núm. 53, en especial disfruté el artículo del P. Chucho, y me gustó también el artículo “El niño interior” escrito por Dinko Alfredo Trujillo Gutiérrez, creo que los dos pueden estar muy relacionados, ya que por un lado si perdemos al niño interior que todos llevamos dentro, perdemos nuestros sueños, nuestros valores, nos olvidamos de comer sano, de ser felices, de ser amados, de amar, de ser congruentes, de ser compartidos, de ser cariñosos, de ser amables, de ser seres humanos, perdemos la fe en Dios, en la humanidad y en la naturaleza. La reflexión sobre el Ave María, muy hermosa. Felicidades por la revista. María de los Ángeles Chávez Landeros Agradecemos a Albina Romero quien nos envió un extenso comentario valorativo acerca de cada una de las secciones de Presencia Apostólica Núm. 53. Los comentarios han sido editados por motivos de espacio. Presencia Apostólica

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Aventuras de un misionero

La unión

hace la fuerza Jesús García Vázquez, CMF

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e parece que una de las causas de que nuestro país esté tan lastimado es que nos hemos dejado dividir por nuestros caprichos y nuestro egoísmo o, mejor dicho, por nuestra falta de amor. La unión hace la fuerza o lo que es igual, el amor hace la unión y la fuerza. Nunca habrá verdadera unión si no hay amor, y si no hay amor nunca habrá fuerza. Les contaré una pequeña historia a propósito de esto. Cuando la luna se sacudía las lagañas para mirar los bostezos de los hombres, ya cansados por el duro trabajo del día; cuando la luna se limpiaba las orejas para escuchar la armoniosa melodía de las alimañas del campo y a uno que otro gallo coscolino y despistado que pe4

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gaba su último canto para dar las buenas noches a sus gallinas, llegó una mujer y me dijo: —¡Padre, padre! Ayúdeme, por favor. Mi esposo no ha regresado desde ayer que se fue a la siembra y no llevó itacate para poder comer dos días. Estoy preocupada y temo que algo malo le haya pasado. Era una señora joven bañada en lágrimas y la acompañaban tres niños mugrositos que querían ver a su papá. —Pues, avise a la autoridad– le respondí, creyendo dar un buen consejo. —Ya fui a avisar –me respondió desilusionada– y me dijo el Comisario que tal vez mi esposo anda de borracho o con otras mujeres en otro pueblo. Pero mi esposo no es así. Padrecito, por favor, ¡ayúdeme!

El Comisario era un hombre joven, muy fornido y, lo que tenía de fornido, lo tenía de prepotente, como la mayoría de los que se sienten con poder. Entonces me encen­dí de amor por la familia y de coraje contra el Comisario. Y les dije a los topiles (hombres que la misma autoridad pone al servicio de la comunidad en los quehaceres de la casa parroquial): —¡Por favor, llamen a todos los hombres que encuentren en el pueblo! –había unas 60 familias en la comunidad–, y al Comisario, que también lo quiero ver en el curato y que si no viene, todo el pueblo vamos por él. ¡Cómo que no iba a venir el Comisario! Se presentó a regañadientes, aunque haciendo el esfuerzo de ser amable. Entonces les dije: —Ya sé que esta es una emer-


Aventuras de un misionero gencia, pero primero voy explicar cómo es que la unión hace la fuerza. Ponte de pie, Fortín –así se llamaba el Comisario–. Yo le hablé con respeto y él se acercó con una actitud muy valentona. La comunidad le tenía mucho respeto, pero mezclado con miedo. Yo tenía preparadas como unas cien hebras de ixtle sacadas de un maguey. —Demuéstrales a todos tu fuerza. Rompe este ixtle –le dije al Comisario. Lo rompió sin ningún esfuerzo con una actitud fanfarrona y como diciendo: “Y, esto, ¿qué chiste tiene?” Le puse dos, tres, cuatro, cinco e igual, las rompió como si nada. Cuando le puse diez las rompió también, pero se le veía en la cara el esfuerzo que hacía y cuando llegamos a las 20 hebras, ya no pudo romperlas. Todos se echaron a reír. Entonces aproveché para decirles: —¡No se rían! Esto nos pasa a todos los que nos creemos superiores a los demás y no nos damos cuenta de que somos muy limitados y que sólo cuando unimos esfuerzos, somos más fuertes. Si unimos nuestro esfuerzo y nuestro amor, podemos, entre todos resolverle el problema a esta pobre señora y así haremos muchas cosas buenas a favor de la comunidad. El Comisario entendió también el mensaje y organizó a la gente para que, como a las diez de la noche saliéramos a buscar al perdido. Unos con lámparas de batería, otros con antorchas y otros con la luz de la luna, que también colaboró contenta, nos dimos a la búsqueda. Y afortunadamente encontramos al perdido, desbarrancado y más muerto que vivo, pero aún con vida. Con dos disparos al aire avisamos a los otros que ya lo habíamos encontrado. Y con el ingenio que esa gente tiene, hicieron una camilla con varejones; con mucho cui-

dado lo trasladamos al pueblo y, mientras le preparaban avena para alimentarlo, le comencé a dar con gotero, porque ni la boca podía abrir, agua endulzada con miel y polen y ¡oh maravilla! El hombre comenzó a recuperarse. Dicho sea de paso: La miel es el alimento más completo que tenemos. Es riquísima en propiedades. Es una lástima que casi no tenemos costumbre de consumirla. El pobre si no se murió de los golpes en el barranco, se hubiera muerto de hambre. No cabe duda que el mayor premio por hacer una buena obra, es haberla hecho. Y para estar seguro de que ya no se iba a morir, le pregunté; ¿Listo para la otra? Y moviendo la cabeza afirmativamente, me contestó con una sonrisa. Y le dije: con esa sonrisa, has agregado dos días más a lo que te queda de vida. Hasta mañana. Posteriormente, viendo que la unión hace la fuerza, comenza-

mos a construir un campo de aterrizaje donde tuvimos la oportunidad de bajar en avioneta y posteriormente comenzamos a construir una brecha por donde tuve la osadía de meter la primera camioneta que llegó a la montaña alta de Guerrero. Con esta experiencia aprendí: Que la vida es fascinante. Sólo hay que mirarla con las gafas correctas. Que  la unión hace la fuerza, pero, puede ser para bien o para mal. Que  el amor, hace la unión y la fuerza y siempre será para bien. Que cada vez que un hom bre ríe, añade un par de días a su vida. Que  los defectos son muchos cuando el amor es poco. Que cuando uno es amigo de sí mismo, se pueden tener muchos amigos más. ¡Hasta la próxima!

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Nuestra devoción

Conoce m LA FAMILIA DE SAN JUDAS TADEO La familia completa de san Judas Tadeo estaba inmersa en el propósito de Jesús. Por un lado, dentro del grupo de los doce apóstoles estaban san Judas Tadeo y dos de sus hermanos, el apóstol Santiago (el menor) y el apóstol Simón. Por otro lado, recordemos que además de los doce apóstoles, había en torno de Jesús un grupo de setenta discípulos que lo siguieron a lo largo de todo su peregrinar desde Galilea hasta Jerusalén. Resulta que dentro de este grupo más amplio de discípulos se encontraban la madre, el padre y al menos un tercer hermano de san Judas Tadeo. Así pues, tenemos que toda la familia, compuesta de seis personas (cuatro hijos, incluido san Judas Tadeo, mamá y papá), asistió a Jesús durante toda su misión. Cada uno de ellos estuvo presente de forma muy especial en ciertos momentos cruciales. La mamá de san Judas Tadeo fue santa María de Cleofás, ella fue una de las tres Marías que estuvo siempre al lado de Jesús, asistiéndolo en su peregrinaje, sufriendo durante la Pasión, y siendo una de las dos primeras mujeres en recibir del ángel la Buena Nueva de su Resurrección. El papá de san Judas Tadeo, fue san Cleofás y fue uno de los dos hombres ante quienes por primera vez se apareció Jesús Resucitado, mientras caminaban de regreso por el camino de Emaús, entristecidos por los recientes sucesos de la Pasión de Jesús. 6

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Nuestra devoción

ás sobre san Judas Tadeo LOS HERMANOS DE SAN JUDAS TADEO Los hermanos de san Judas Tadeo fueron el apóstol Santiago el Menor y el apóstol Simón –llamado el cananeo o zelotas– y José, llamado el Justo, que no fue de los doce apóstoles, pero sí de los setenta discípulos. Santiago el Menor fue el primer obispo de Jerusalén. Simón fue el segundo obispo de Jerusalén.

LA PRIMERA COMUNIDAD CRISTIANA Para conocer mejor a san Judas hay que verlo en el ambiente en que se desenvolvía en cada etapa de su vida. Siendo uno de los doce apóstoles fue lógicamente un miembro importante de la primera comunidad cristiana, así, lo que sucedía a esta comunidad incluía a san Judas Tadeo: la pasión y muerte de Cristo, la Resurrección, Pentecostés y, posteriormente la vida misionera. Se tiene noticia de que san Judas Tadeo recorrió varios países como misionero, especialmente Mesopotamia y Persia, donde murió como mártir de Jesucristo. La tradición une a san Judas y san Simón en su martirio en Persia y la liturgia los conmemora el mismo día −el 28 de octubre−. La noticia del martirio de ambos apóstoles la transmite san Jerónimo y algunos otros autores antiguos, como el hebreo Abdías.

4San Judas y san Simón.

Oración a san Judas Tadeo para el día de hoy Querido san Judas, mi devoción por ti es para mí una fuente de esperanza; tu ejemplo me da valor para enfrentar mis retos y alegría para celebrar mis éxitos con gracia. Sé que mis oraciones invocan el amor curativo de Dios. Ayúdame a vivir con amabilidad y compasión, honrando y santificando así mi existencia. Pido en mi oración que en este día yo sea capaz de compartir con el mundo los dones con que Dios creó mi persona. Dios vive en mí y sólo en Él encontraré satisfacción verdadera. Ayúdame, san Judas, a descubrir a través de esta devoción, las bendiciones que recibo de Dios. Y que mi experiencia de fe sea fortalecida por la oración que comparto contigo y por la misericordia de nuestro Dios amoroso. Amén Traducción de A Prayer to St Jude for Today www.shrineofstjude.claretians.org

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Crecimiento personal

Cuando no podemos dormir… quizá sea

hora de despertar Dinko Alfredo Trujillo Gutiérrez

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ra de madrugada e Iván no podía dormir. Trataba de no desper­ tar a su esposa que se veía agotada y el silen­­ cio de la noche le obligaba a no molestar a los durmientes de la casa. La luz de la luna entraba por su ventana y parecía que le invitaba a platicar o a meditar. Aunque el cansancio del día le pedía descansar, la noche y, quizás, la propia vida le llamaban a ver. Al principio no entendía, ya que no veía más que lo que permitía la penumbra nocturna. Sin embargo, quizás en el fondo era él mismo quién se estaba hablando, se daba cuenta de que hasta entonces había sido ciego y sordo, pues al ver no miraba y al oír no escuchaba; por eso tantos errores y equivocaciones… Tenía muchos motivos para recapitular 8

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puntos centrales en su vida; estaba casi por cumplir cincuenta años y noches como esa ya las había teni­ do en otros momentos. Era curioso que alrededor del cambio de década situaciones como ésta se repitieran. Parecía evidente que necesitaba un “corte de caja”, pero recapitular le implicaba un cambio... Quizás éste era el motivo por el cual él no quería más que seguir durmiendo en la vida, evitando las transformaciones, sobre todo las profundas. ¿Preferimos malo por conocido? En el fondo muchos somos como Iván. Nos negamos a ver en lo profundo de nuestra alma, por no aceptar cambiar nuestros apegos y seguridades, aunque estos, paradójicamente, sean fuentes de sufrimiento. En términos coloquiales podemos decir que preferimos “lo malo por conocido que lo bueno por conocer”,

como dice el refrán. Preferimos el sufrimiento, con el que ya estamos familiarizados y no quién sabe qué otra cosa desconocida. Al aceptar ver los aspectos frente a los que hemos sido ciegos, entrando a los aspectos oscuros de nuestro ser, se pondrán en evidencia los obstáculos inconscientes que no dejan que la vida misma fluya en nosotros y entonces podremos hacer los cambios que nuestro auténtico ser nos demande. Vinimos a aprender Vinimos a esta vida sin saber de ella ni de nosotros mismos, vinimos a aprender. Es lo que nos toca y lo hacemos a través de experimentar y de vivir. Nuestras tareas son: conocernos personalmente y como seres humanos, aprender la mejor manera de relacionarnos y, a fin de cuentas, conocer la vida


Crecimiento personal misma. De cuanto logremos comprender esto dependerá el resultado que obtengamos: ser felices y amar o, por el contrario, ser infelices y estar atrapados en emociones que nos esclavizan, convirtiendo nuestra existencia en un infierno. Muchos no se dan cuenta de que la existencia de sufrimiento y oscuridad que viven se debe a ellos mismos; es su propia creación. Generalmente el motivo de esta inconsciencia es que la respon­ sa­bi­li­dad de nuestra vida la ponemos en manos de los demás, pues en lugar de asumir que lo que nos ocurre es consecuencia de nuestras decisiones y acciones, resulta ser una constante que el culpable sea otro. Esta proyección de culpar a otro nos evita reconocer y cambiar patrones hondamente arraigados y cargados de creencias. Creemos evitar el sufrimiento negándonos a ver la realidad y a desapegarnos, y sólo nos instalamos en estados de sufrimiento mayores. Recordemos que la felicidad en la vida no es un estado permanente y sin altibajos, sino una manera de navegar por la existencia. A veces creemos haber encontrado el puerto de la felicidad y entonces no nos queremos alejar ni mover de donde estamos, de aquello que originalmente y en un primer momento nos dio una felicidad momentánea. No nos damos cuenta de que nos volvemos esclavos con grillete de lo que prometía ser el paraíso y termina convirtiéndose en un purgatorio permanente. La escuela de la vida Quizás tenemos que entender que la vida misma no es ni paraíso ni infierno… Se trata de una enorme escuela donde nos toca aprender, juntos –no somos seres solitarios–; la enseñanza se da en la convivencia y según como nos rela­cio­namos con los otros y, nece­sa­riamente, con nosotros mismos. En esta escuela el aprendizaje es necesariamente per-

sonalizado, nadie aprende por el otro: “nadie aprende en cabeza ajena” y nuestro aprendizaje no es transferible, sino comunicable. De esta manera les damos señales a los otros o, también, los otros nos las dan.

conectan. Estas drogas pueden ser medicamentos, pero también televisión, música, apego a personas, pleitos, alcohol, antros, etc. Cualquier cosa que adormezca la conciencia y no le permita ser auténti-

La felicidad en la vida no es un estado permanente y sin altibajos, sino una manera de navegar por la existencia. Sin embargo, la que más señales, experiencias y confrontaciones nos da es la maestra Vida. Muchas veces no nos damos cuenta de que los exámenes de lo aprendido, que nos capacitan y acreditan para el siguiente curso, son esos momentos de crisis, esas noches de no dormir, porque la conciencia no puede ni quiere desconectarse de lo que está tratando de ver y un grito que surge desde lo más profundo de nuestro ser nos impide el sueño. Nada más que en este caso nosotros somos los alumnos, los que presentamos el examen, y quienes, al mismo tiempo, lo calificamos. Nos autoevaluamos. Dependiendo de lo aprendido pasamos a lo siguiente –evolucionamos– o repetimos el curso. Y esta repetición se puede dar en un nuevo escenario o con personas distintas, pues el problema es el mismo, aunque se vista de color diferente. Al no entender lo que nos pasa, volvemos a buscar lo mismo y nos tropezamos con el mismo modelo; en otras palabras caemos en los mismos errores. Es como si algo en nosotros nos empujara a repetir y repetir hasta que un día “nos cae el veinte” y por fin aprendemos, aprobamos el examen y ¡al siguiente curso! Hora de despertar… En muchas ocasiones este desper­ tar nocturno es rechazado median­ te drogas que nos aturden y des-

ca, encontrando pretextos, o hasta motivos, como los propios hijos para posponer los cambios necesarios. Incluso una religiosidad mal entendida puede ser un obstáculo para el cambio, envolviéndonos en un halo de bondad que en realidad oculta la verdad que está en nuestro corazón. Recordemos que muchas veces, entre más severos somos con los demás y más dueños nos sentimos de la verdad, más lejos estamos de ella, más lejos estamos de nosotros mismos y de nuestro corazón; atrapados en un “deber” que nos aleja del ser y de su estado amoroso y verdadero que implica estar en nosotros mismos y en conexión con los demás. Si recordamos que Dios es amor y es la presencia profunda y absoluta que nos envuelve y penetra, podemos entender que en esas noches oscuras que nos llaman a despertar, más que a dormir, el primer convocante es Dios, bajo el seudónimo de nosotros mismos. Así que volviendo al caso de Iván, aquella noche en que no pudo finalmente dormir, despertó para dejar ataduras y agarrarse a la verdad. En su desvelo, a la luz de la luna pudo ver el misterio de sí mismo y de la vida, y entonces llegó a la conclusión de que ya no necesitaba entenderlo, sino vivirlo. El autor es licenciado en psicología y filosofía con maestrías en terapia familiar y de pareja. Terapeuta, catedrático universitario y conferencista. Presencia Apostólica

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Desarrollo humano Los secretos de familia

SECRETOS DE FAMILIA

Y LIBERACIÓN Gylda Valadez Lazcano

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uestro árbol genealógico no es pasado, sino que está vivo y actual en el interior de cada uno de nosotros. Cuando lo conocemos nos permitimos adentrarnos a nuestra historia familiar y, aunque desconozcamos nuestro pasado familiar, poco a poco, los datos que poseamos irán tejiéndose para darle sentido y claridad a las épocas y acontecimientos. Estamos determinados por toda una cascada de influencias provenientes de nuestra herencia tribal. Por ello nos encontraremos con que ciertas situaciones negativas o positivas se repiten generación tras generación. La historia familiar tiene una influencia en nuestro presente, haciéndonos repetir situaciones de manera inconsciente, a menos que decidamos romper los anclajes que van de una generación a otra. 10

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El inconsciente familiar Cuando vivimos en grupo tenemos lealtades invisibles e identificaciones inconscientes repetitivas que pueden ser alegres o trágicas. Se da una comunicación de inconsciente a inconsciente –lo que Moreno denominaba el inconsciente familiar o de grupo– y cuando el sentimiento de pertenencia a un grupo es claro, uno adopta el inconsciente del grupo, esto lo vemos claramente en el grupo primario que es la familia, pero también puede suceder con grupos no sanguíneos como son las bandas, el ejército, comunidades, partidos, asociaciones, etc., cuyos valores se conviertan en los nuestros. Repetir lo que vivieron nuestros antepasados se da como una “fidelidad” a ellos y cuando algo se ha vivido como injusto para el grupo y no se vive el proceso de duelo, la herida permanece abierta.

Cuando ocultamos hechos familiares negativos creamos una zona oscura y una necesidad de llenar el vacío y las lagunas, de modo que en algún miembro de la familia se tenderá a repetir el drama que han intentado ocultarle. Recordemos que los seres humanos nos comunicamos con el lenguaje, pero también con el cuerpo, los gestos, el tono de voz, la respiración, la actitud, el estilo de vestir, los silencios y las evasiones a diferentes temas. Como hemos visto, los secretos de familia pasan a través de una memoria transgeneracional y provocan la repetición de actos en la vida de un individuo. Aquí es donde entra la terapia para ayudar a revivir y superar los duelos no realizados de los dramas pasados. Para evitar la repetición es necesario tener conciencia de ella. Conocer los secretos de familia no implica una liberación inmedia­ ta de su carga, pero nos permite comprometernos con un proceso terapéutico con mucha más eficacia. Por el contrario, empezar una psicoterapia con un secreto de familia sobre nuestras espaldas, sin saberlo, es correr el riesgo de hacer un largo análisis sin avanzar. Según el enfoque sistémico, toda familia se define con dos ejes complementarios: un eje horizontal y un eje vertical. El eje horizontal lo componen todas las personas que, en un momento dado, pueden estar en contacto físico. Pero también toda familia se define por un eje vertical, representado por los ascendientes y la genealogía que integra a cada ser humano en una filiación. Todos descendemos de un hombre y una mujer, que también nacieron de un hombre y una mujer, y así sucesivamente. Es importante recordar que estos dos ejes son básicos para la construcción física del niño. Nadie se define únicamente a partir de sus


Desarrollo humano contemporáneos o de sus ascendientes. Todos necesitamos de ambos.

¿Qué podemos hacer?

La aspiración de pertenecer al grupo constituye en las capas más profundas del inconsciente, el principal motor de nuestros actos. La liberación de la persona pasa por el reconocimiento de sus lazos ancestrales. Por el contrario, negar y detestar el recuerdo de padres y antepasados sólo produce sentimientos negativos y culpa. El objetivo es darse cuenta de que todo eso es nuestra historia y de que tenemos que hacer algo con ella. En otras palabras, hay que asumirla. Y para hacerlo hay que cambiar de estado de espíritu. Cuando uno desenreda todos los hilos del argumento familiar, entiende todo lo que ha estado en juego en el pasado, explora sus relaciones con la familia, con los hermanos y hermanas, y se compromete a descubrir las zonas que están en la sombra, lo que no se ha dicho. De descubrimiento en descubrimiento, terminará por entender la disposición original de las cosas. Curarse es volver a estar en paz con uno mismo. La vida no es un río tranquilo pero, de todos modos, sigue siendo una invitación a la felicidad. A veces, cuando alguien ha sufrido, adopta la posición de víctima y se pasa la vida sufriendo y haciendo sufrir a los demás. Pero también es posible el caso contrario, dar un paso adelante y poner todos los sufrimientos de nuestro pasado al servicio de los demás, pero sin olvidarse de uno mismo. El conferencista y terapeuta Jesús Piña escribió ocho pistas que nos pueden ayudar a descifrar un secreto familiar. Las comparto a continuación: 1. La prueba de la independencia Cuando en una familia hay un secreto oculto se restringe la posibilidad de que sus miembros se independicen de ella. En cambio, cuando se

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posee una firme identidad propia y se reconoce la realidad de la familia, se puede hacer la propia vida sin sentir que se abandona a la familia. Es decir, puedes estar junto y separado al mismo tiempo: “Yo soy yo, tú eres tú, y para mí está bien así.” 2. Sentimientos heredados En la familia, las emociones se comparten, incluso de una generación a otra. Esto provoca que lo que se piensa sea una cosa muy distinta de lo que se siente. Cuando somos incapaces de se­ parar nuestros pensamientos de nuestras emociones, nos sumergi­mos en un remolino donde las emociones de los demás nos afectan, especialmente las de las personas que más queremos. Por ejemplo: cuando explotas en ira, te dejas llevar por el modo en que se acostumbraba el enojo en tu familia, llegando incluso a repetir los gestos y facciones del rostro enojado de algún familiar. 3. El desafío del desapego Hay hijos que se convierten en los receptores de los problemas no resueltos (o secretos ocultos) de los padres o de la familia. Se puede dar una identificación en la que el niño es, por ejemplo, incapaz de distinguir entre él mismo y su mamá, dificultándose el proceso de desapego natural. 4. Si un secreto no se habla, no hay forma de solucionarlo Entonces sucede que en muchas familias los problemas se repiten y se repiten, de generación en generación, como si fuera una maldición, pues los secretos forman parte del sistema emocional de la familia, y mientras no se oxigenen esos temas se mantendrá la misma tendencia. 5. Triángulos afectivos Es lo que sucede cuando la relación emocional de dos personas impacta a una tercera, generalmente una más vulnerable.

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Si los padres tienen conflictos no resueltos, uno de los hijos se vuelve susceptible de repetirlos en su propia vida; por ejemplo, los abuelos que llevan una mala relación, haciendo como que no pasa nada y los hijos de esos abuelos representan una historia parecida, quizá la tercera generación ya ni oportunidad se dé para estar en relación. 6. El lugar que ocupas en tu familia Saber qué número de hijo eres tú es una excelente pista que te ayuda a clarificar los secretos que hay en tu sistema familiar, ya que muchas veces te dan el lugar de primogénito, cuando en realidad tu mamá perdió otros bebés antes que tú, y entonces se altera el orden de la familia, y nadie está en su lugar y, por supuesto, no eres primogénito. 7. La desconexión emocional Hay familias donde está prohibido enfadarse o manifestar las emociones. Esta desconexión emocional es una estrategia cuando los miembros de una familia son incapaces de resolver un conflicto. Es como el avestruz que mete la cabeza en un agujero; aunque no quiera ver, la realidad sigue ahí. 8. La atracción de lo prohibido Si en tu familia hay temas prohibidos, tabúes, “de eso nunca se habla”, o hay familiares cuyo nombre nadie menciona, muy probablemente existe un secreto que se oculta. Sólo revisa quiénes son los innombrables en tu familia y comenzarás a mirar el otro lado de la historia. Un secreto nocivo guardado puede crecer y adquirir gran poder. Si los secretos que guardamos nos esclavizan, nos aíslan y nos hacen recurrir a la mentira, mejor analicemos si es tiempo de sacarlos de los armarios para liberarnos de su influencia y de su repetición, seguramente hacerlo nos ayudará a vivir una vida más libre y plena.

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La autora es psicoterapeuta. centro.ometeotl@gmail.com Presencia Apostólica

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Tanatología

¿Qué es vivir

tanatológicamente? Ana Laura Rosas Bucio

El hombre que ha empezado a vivir seriamente por dentro empieza a vivir más sencillamente por fuera.

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a primera vez que escuché que los seres humanos tenemos que aprender a morir pensé: “¿También para eso hay que estudiar?”... Me queda claro que en ese tiempo era yo muy joven y en la familia de la que vengo eso de la muerte no era un tema que se tratara mucho… Más adelante, ya como profesional de la salud mental, encontré una palabra que me llamó poderosamente la atención… esa palabra era “tanatología”. Y recordé aquella conversación en donde alguien dijo que había que aprender a morir. Me interesé y descubrí que esta disciplina –la tanatología– podía ayudarme a entender algunas problemáticas que vivían las personas con las que yo trabajaba. Ahora me río de aquella reflexión, según la 12

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Ernest Hemingway

cual sólo los demás lo necesitaban, ¡yo no! Ja, ja, ja. Y en el camino hice uno de los descubrimientos más grandes de mi vida. Hablando de la muerte, estudiando la muerte, yo creía que iba a aprender a morir y a acompañar a mis seres queridos en su momento final de vida… pero sucedió eso y algo aún mejor: Aprendí a vivir. Seguramente ustedes se preguntarán: ¿cómo una disciplina que estudia la muerte puede enseñar sobre la vida? ¿Qué es la tanatología? Déjenme platicarles, la tanatología es una disciplina humanista que estudia la muerte y las pérdidas. Etimológicamente proviene de las palabras griegas tánatos que signifi­ca muerte y logos que signi­ fi­­ca estudio o tratado. Entonces, por su etimología, la tanatología es

el estudio de la muerte. Pero en definiciones más modernas se considera como el estudio interdisciplinario de la muerte y el moribundo, especialmente de las medidas para disminuir el sufrimiento y el dolor de los enfermos terminales. También tiene otros objetivos como estudiar los sentimientos de culpa y pérdida de los familiares y amigos, así como evitar la frustración del personal médico. La tanatología aborda el fenómeno de la muerte desde varias perspectivas relacionadas con todo lo que significa e implica morir: humanista, religiosa, espiritual, social, psicológica, médica, legal, etc. El objeto formal de la tanatología es el proceso de morir y la muerte misma. Pero, como ya había dicho, actualmente su campo de trabajo se ha extendido a las pérdidas y sus consecuencias. La finalidad de la tanatología es “humanizar el proceso de la muerte y proporcionar al hombre una muerte digna”. Así como desmitificar la muerte y el hecho de morir, aprendiendo a convivir con esa realidad. Educar para la vida para que, partiendo del conocimiento personal, cultural, social y científico, podamos no sólo morir, sino también vivir con dignidad. Aprender a vivir Entonces me di cuenta de que aprender a morir me podía enseñar a vivir. Cuando yo comprendí que soy un ser mortal –no es que no lo supiera, pero como todos pensaba que la muerte sólo se da en personas mayores o en gente enferma y, por supuesto, eso no me iba a pasar a mi– me inundó un gran miedo. ¡Podía morirme en cualquier momento! Nada aseguraba que yo iba a llegar a ser mayor. Nada me aseguraba que no iba a enfermarme. Pero junto con ese miedo, también vino una gran certeza: Sólo tengo el día de hoy. Y decidí aprender a


Tanatología vivir sólo el día que tengo, no el siguiente –el futuro no existe–, no el anterior –el pasado ya pasó–. Aprendí a no posponer las cosas, a tomar las oportunidades que me da la vida, a no engancharme en resentimientos y a no dejar pendien­ tes para después. Aprendí a dis­ frutar los momentos, a capitalizar lo que tengo y a vivir feliz sin necesitar tanto. Sólo lo que existe es lo que tengo. Y descubrí que puedo ser feliz ¡con tan pocas cosas! Puedo ser feliz, porque respiro, porque camino, porque trabajo, porque amo y tengo gente que me ama. La tanatología me enseñó también a valorar a mis personas queridas, a disfrutarlas, a estar bien con ellos y ellas, porque no sé cuándo se pueden ir, porque no sé cuan­ do me puedo ir. Lo que ganamos cuando perdemos Me di cuenta de que en mi vida he perdido muchas cosas, muchas personas, muchos sueños y que cada una de esas pérdidas me ha generado un gran dolor. Unas más, otras menos, pero todas esas pérdidas también me regalaron un aprendizaje. He madurado, he crecido y, principalmente, he continuado mi vida. Ahora sé que se pierde a alguien o algo y se gana a otras personas u otras cosas, y que siempre hay sueños más adelante que poder realizar. Veo que la vida es cíclica: nacemos, crecemos, nos desarrollamos y morimos. Del mismo modo, un proyecto nuevo aparece, se realiza, se disfruta y, también, se acaba. Y que siempre que se cierra algo, siempre que una vida se acaba, empieza otra. Descubrí que partes de mí se han acabado. ¡He perdido tanto como esas personas que yo decía que iba a ayudar! Pero, aprendí, que cada que pierdo me convierto en una nueva persona, más madura, más libre y, a veces,

incluso más feliz. Y no quiere decir que las pérdidas ya no duelan, siempre dolerán, pero vivir tanato-

que reconozcas las ganancias que te han dejado las pérdidas, a que te contestes cuál es tu misión en esta

Vine a esta vida a ser feliz y a ser la mejor persona que puedo ser. lógicamente, me permite expresar mi dolor con más libertad, y dejar que fluya y que me enseñe lo que tengo que aprender de ese dolor. Y cuando la pérdida se supera, entonces soy una mejor persona. Y hablando de esto, la tanato­ logía me llevó a preguntarme: ¿cuál es el objetivo de mi vida?, ¿a qué vine a este mundo?, ¿qué huella voy a dejar en él?, ¿para qué va a servir mi vida?... Cuestionamientos que ya me había hecho en algún momento, pero sin llegar a ninguna respuesta. Tengo que confesar que aún no he podido responder del todo esas preguntas, pero ya tengo la respuesta más importante: Vine a esta vida a ser feliz y a ser la mejor persona que puedo ser. En cuanto a todo lo demás, ahora sé que llegará por añadidura. Vivir tanatológicamente Entonces, vivir tanatológicamente es, en primer lugar, vivir conscientes de que somos seres mortales y de que tenemos que aprovechar el poco o mucho tiempo que tenemos en esta vida. Te invito a que continúes con las lecturas de esta sección, pero principalmente te invito a que a partir del día de hoy te propongas vivir tanatológicamente; a que te hagas el propósito de disfrutar las pequeñas o grandes cosas que la vida te regale. Que a partir del día de hoy, les digas a tus seres amados lo que sientes por ellos, te esmeres en el cuidado de tu persona y después les regales un rato de ti a los demás. Te invito a que te cuestiones qué has aprendido de las experiencias malas o buenas que has vivido, a

vida. Te invito a que si descubres que hay dolor guardado en ti, que hay miedo, tristeza, enojo o culpa, te preguntes para qué te sirven, y si descubres que estos sentimientos no te sirven para nada, decidas alejarlos de tu vida. A veces uno puede solo, a veces necesitamos un empujoncito o una ayuda para que esas cosas se vayan de nuestra vida y empecemos entonces a vivir de verdad. En resumen, la perspectiva que le dará la tanatología a nuestra vida nos ayudará a aprovechar el tiempo que tenemos y a aprender a disfrutar lo que tenemos. Tener concien­ cia de la vida y la muerte implica que decidamos cuidarnos y cuidar a los demás, vivir más libres y plenos, gozar de nuestras relaciones con los demás, quitarnos los pendientes y aprender a hacer exactamente lo que tenemos que hacer. Tal vez no hemos aprendido a vivir así, pero, mientras estemos vivos, tenemos tiempo para hacerlo. Como puedes ver, la perspectiva de la tanatología puede enriquecer mucho tu vida, pues no sólo se trata de aprender a morir o a dejar ir a nuestros seres queridos, llegado el momento –cosas muy necesarias–, sino también y fundamentalmente de aprender a vivir. Vivir tanatológicamente no es difícil, sólo hay que entender que lo único que tenemos es el hoy, el aquí y el ahora, y estar convencidos de que no necesitamos más de lo que tenemos para ser felices. La autora es psicóloga clínica, experta en intervención en crisis, tanatóloga, logoterapeuta y conferencista. Directora académica del Instituto de Formación y Atención en Psicología IFAPS. lrosasb@hotmail.com Presencia Apostólica

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Historia para meditar

Sin salida (“HWALANG LUMBAS”) Enrique A. Eguiarte, OAR

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l título de esta historia puede confundir a más de alguno, creyendo que se trata de alguna fórmula mágica o de unas palabras arcanas usadas por los antiguos alquimistas para alcanzar la felicidad. Nada más lejos de lo que ellas significan. En realidad son dos palabras del tagalog que significan simplemente “sin salida”. Y os voy a explicar por qué he esco­ gido este título. Hay en Filipinas, en la isla de Luzón, muy cercana a la ciudad de Manila, una pequeña aldea que se distingue no sólo por el buen pescado que se puede encontrar en sus costas, sino también por las habilidades que tienen sus habitantes para pescar. En una ocasión, paseando junto a los muelles del puerto de esta aldea, vi a lo lejos a unos pescadores. Entre ellos había algunos que desempeñaban las labores que son clásicas de todos los pescadores del mundo, pues repasaban sus redes, limpiaban sus barcos, y otras faenas con las cuales todos estamos familiarizados. Pero lo que más me llamó la atención es que había un pescador que tenía a su lado un enorme pez y que a la vez limpiaba una red de forma cilíndrica. Esta red tendría más o menos un metro y medio de largo y la anchura de la misma sería de unos cuarenta centímetros. Me llamó la atención que con esta extraña red en forma de cilindro hubiera pescado un pez tan grande. Aparentemente al tener esta red una boca tan ancha, los peces podrían fácilmente escapar. Por ello lleno de curiosidad le pregunté al pescador con ayuda de un traductor: –Oiga ¿Cómo hace usted para pescar con esa red tan extraña y que los peces no se le escapen, pues la boca de la red es muy ancha? El pescador en un primer momento se limitó a sonreír. Permítanme que les diga que siempre me ha llamado mucho la atención que en muchos lugares del mundo donde las personas no son precisamente ricas ni tienen la vida asegurada, sino que deben luchar todos los días para sobrevivir, sean personas de sonrisa fácil y que irradian una especial alegría a pesar de las limitaciones a las que se ve sometida su vida. Una sencilla alegría de vivir que algunos podrían calificar de indolente conformidad, pero que 14

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yo denomino sentido festivo de la vida. Los habi­tantes de estos países, en su mayoría tienen caras alegres, muy distintas a las caras avinagradas que en ocasiones encontramos en las grandes ciudades, en los rostros de aquellos que lo tienen todo para ser felices y a los que no les falta nada, en un sentido material, pero que posiblemente la amargura del rostro refleja la profunda ansiedad interior y la insatisfacción que da el poner todo el corazón y todas las esperanzas en las cosas materiales… Así pues, el buen pescador, después de sonreírse con la mejor de sus sonrisas, le contestó divertido a mi traductor diciendo: –Es muy fácil. Esta red es para una especie particular de peces, no para todos los peces. Yo seguía consternado y al ver mi interés el pescador me dijo: –Mire, hay peces que son tan hábiles que es preciso pescarlos con redes enormes que los envuelvan totalmente y que les impidan escapar. Pero hay peces que sólo saben nadar en una dirección y que carecen de ingenio si se presenta alguna adversidad u obs­ táculo en su camino, pues tienen la convicción instintiva de que siempre tienen que nadar de frente y sólo de frente. Y este es el caso de este bello y sabroso pez, –y señaló al gran pez que tenía a su lado. Yo seguía asombrado por las palabras del pescador, pues pensaba que hay muchas personas en el mundo que se asemejan a estos grandes peces, pues carecen de ingenio e intentan equivocadamente suplir la falta de creatividad con soberbia y no hacen sino hundirse más en la red, en los elementos que les conducen a la perdición como es el caso de estos grandes peces del mar de Filipinas. Así pues, el pescador, viendo en mis ojos el interés por su trabajo y su relato, se animó y continuó comentando y el traductor me lo iba traduciendo: –Mire, nosotros les llamamos a estos peces los “soberbios”, pues siempre nadan de frente, no se mueven de su camino, y como le decía, si hay algún obstáculo, prefieren chocar con él que apartarse de su trayectoria, pues sólo saben nadar de frente. Por eso son muy fáciles de pescar. Yo lo único que tengo


Ilustración: Leticia Asprón

Historia para meditar

que hacer es, cuando estamos en alta mar, echar mi red en forma de cilindro al mar, y esperar a que alguno de estos peces entre en ella. Una vez que un pez soberbio entra en la red, aunque se percate de que sólo se puede salvar nadando en dirección contraria a la que llevaba, no lo hace, sino que intenta salir de la red rompiendo el extremo de la misma, pues no puede volver hacia atrás. Es entonces cuando yo percibo que la red se mueve y que el pez ha caído en la trampa, y entonces tiro de la red y saco a estos hermosos peces, que por su falta de imaginación y su testarudez son fáciles de atrapar. Sin dejar de contemplar al enorme pez, yo pensaba cómo en ocasiones carecemos e imaginación y de creatividad para afrontar los diversos retos que la vida nos plantea y, al no tener una visión imaginativa, corremos el riesgo de caer en muchas trampas y redes que nos pueden privar de lo que es más valioso, nuestra propia vida y la alegría. Y mientras yo meditaba estas cosas, el pescador que por entonces estaba ya muy animado con la narración de sus artes de pesca, me dijo: –Mire, nosotros aquí en la aldea desde hace muchas generaciones contamos un cuento; si usted me lo permite se lo voy a relatar. Yo asentí gustoso a escuchar el cuento del pescador. Así, con la cantarina y dulce cadencia tagala, contó:

–Nuestros antepasados nos platicaron que hace muchos siglos, cuando los antiguos dioses de nuestro pueblo estaban creando el mundo y estaban distri­bu­ yendo los pueblos y las gentes por la tierra, les rega­ laron a nuestros padres esta hermosa tierra, que es pródiga en frutos, animales y peces. Pero como los demás pueblos se habían quejado contra los dioses diciéndoles que por qué nos habían dado tanto, y a ellos no, los dioses nos mandaron un rey que era un tirano y oprimía a nuestro pueblo. Este hombre era un ignoran­te soberbio, que no sabía sino pensar en sí mismo; además creía que era perfecto, y pensaba que nunca se equi­ vocaba. Por ello, nunca se volvía atrás, sino que siempre caminaba de frente con la cabeza levantada. Cuentan nuestras antiguas tradiciones que a este rey soberbio nuestros dioses le enviaron un emisario celestial para que le comunicara un mensaje. Cuando el rey estaba durmiendo, el mensajero de los dioses entró en su aposento real y le dijo: –Ibigay ng puso mo. (Que quiere decir ‘Dame tu corazón’.) Ciertamente los dioses querían que les diera su corazón para transformarlo, para quitarle la soberbia y poner en él sabiduría y amor. No obstante, el rey –tras reponerse del susto de ver al mensajero celestial junto a su cama– se limitó a contestarle tajante: –Hindi. (Que quiere decir ‘No’.) Presencia Apostólica

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Historia para meditar Pues el rey soberbio pensó que los dioses tenían envidia de él, y que al darles su corazón los dioses serían mejores que él. En realidad no era que los dioses tuvieran envidia del rey, sino que sentían más bien lástima. Además no es que el rey fuera el mejor de los hombres. No dejaba de ser, como todos los soberbios, un hombre bastante mediocre, demasiado enamorado de sí mismo y al que le sucedía lo que le pasó a aquel enano, que cuando de noche vio su sombra a la luz de una hoguera, pensó que su tamaño correspondía a la larga sombra que se proyectaba sobre el suelo, y olvidó que no era algo real, sino que era sólo una sombra fugaz… Los dioses se enojaron cuando supieron que el rey se había negado a darles su corazón. Por ello permitieron que sus súbditos lo engañaran. Y sabiendo los súbditos que el rey nunca caminaba hacia atrás, desviaron los caminos que conducían hacia su palacio y los dirigieron hacia una alta y rocosa quebrada sobre el mar en donde el camino desembocaba irremediablemente en las aguas del océano. Al-

blo mezclaron secretamente en el jugo de coco que bebía este tirano todos los días, una pócima que lo convirtió irremediablemente en pez, en un pez que no nada hacia atrás, sino que siempre va hacia adelante, sin importarle perder la vida por ello. De este modo, estos peces son fáciles de pescar, pues ellos mismos, una vez que han entrado en la trampa, no pueden salir, pues intentan nadar de frente y es cuando los pescadores los capturan. Yo le dije al pescador: –Es verdaderamente una historia interesante esta que usted me cuenta, pues en ella veo reflejadas las actitudes y las formas de comportarse de muchas personas. A esto el pescador contestó: –Sí, es muy interesante, como usted dice, pero estaba olvidando un detalle que creo le va a interesar. Y ante mi sorpresa dijo, con un tono confidencial: –Mire estos peces no solamente son incapaces de nadar en dirección opuesta a la que llevan, sino que una vez que han hecho diversos intentos por sa­­lir de la red, nadando en contra del fondo de la misma, pierden la esperanza y ya no hacen más intentos por salir, ya no luchan, se dejan morir en el fondo de la red. Y yo pensé que estos peces soberbios nos dan una lección de cómo, para llegar a Dios, hace falta siempre la humildad. Se nos invita a tener la capacidad de corregir nuestros senderos y de escuchar la voz de Dios que nos llama a cambiar nuestro camino y regresar a él. Si una puerta se cierra no hay que romperse la cabeza contra ella pensando que no hay salida. Si una puerta se cierra, se abrirá una ventana. Para aquellos que tienen fe, esperanza y amor, siempre habrá una salida y una solución. Para quien no cree, no hay salidas, pues carece de la prontitud y el ingenio que dan la humildad y la fe. Siempre habrá una salida y una solución para quien confía en Dios, y es sencillo y flexible ante las circunstancias de su vida.

Hay peces que sólo saben nadar en una dirección y que carecen de ingenio si se presenta alguna adversidad u obstáculo en su camino. gunos cuentan que el tirano, a pesar de darse cuenta de que el camino llevaba al precipicio, prefirió caer en el mortal abismo marítimo, antes que regresar sobre sus propios pasos. Una vez que cayó en el mar se convirtió en el pez “soberbio”, que no sabe nadar hacia atrás. Otros dicen que los hechiceros del pue16

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Reflexiones

Reflexiones que viajan por la web

bici

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n cierta ocasión, durante un seminario para matrimonios, le preguntaron a un hombre: —¿Te hace feliz tu esposa?, ¿verdaderamente te hace feliz? En ese momento la esposa levantó ligeramente el cuello en señal de seguridad. Sabía que su esposo diría que sí, pues él jamás se había quejado durante su matrimonio. Sin embargo, el esposo respondió con un rotundo: —No... ella no me hace feliz.– Y, ante el asombro de la mujer, continuó –no me hace feliz... ¡Yo soy feliz! El que yo sea feliz o no, eso no depende de ella, sino de mí. Yo soy la única persona de quien depende mi felicidad. Yo determino ser feliz en cada situación y en cada momento de mi vida, pues si mi felicidad dependiera de alguna persona, cosa o circunstancia sobre la faz de esta tierra… yo estaría en serios problemas. Todo lo que existe en esta vida, cambia continuamente: el ser humano, las riquezas, nuestro cuerpo, el clima, los placeres, etc. Y así podría decir una lista interminable. A través de toda mi vida he aprendido algo: Decido ser feliz y lo demás lo llamo experiencias: amar, perdonar, ayudar, comprender, aceptar, escuchar, consolar… Hay gente que dice: “No puedo ser feliz porque estoy enfermo, porque no tengo dinero, porque ha­ce mucho calor, porque alguien me insultó, porque alguien ha dejado de amarme, porque alguien no me valoró...” Pero lo que no sabes es que puedes ser feliz aunque estés enfermo, aunque haga calor, aunque no tengas dinero, aunque alguien te haya insultado, aunque sientas que alguien no te ama o no te valora. Como dijo Albert Einstein: “La vida es como andar en bicicleta… para mantener el equilibrio hay que permanecer en movimiento.” Autor desconocido

Como andar en

10 ideas para mantener el buen humor

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NO TE PREOCUPES. Preocuparse es la menos productiva de las actividades humanas.

QUE NO TE VENZA EL MIEDO. La mayor parte de las cosas que tememos nunca suceden.

NO REVIVAS EL AYER. El pasado se ha ido para siempre. Concéntrate en el aquí y el ahora.

NO GUARDES RENCOR. El rencor es una de las cargas más pesadas de la vida.

SÉ UN BUEN OYENTE. Sólo cuando escuchas obtienes ideas diferentes a la que tienes.

ENFRENTA CADA PROBLEMA SEGÚN LLEGA. De todas maneras sólo puedes manejarlos de uno en uno. NO TE LLEVES LOS PROBLEMAS A LA CAMA. Son malos compañeros del sueño.

NO TOMES PRESTADOS LOS PROBLEMAS DE LOS DEMÁS. Ellos pueden manejarlos mejor que tú.

NO TE DEJES DERRIBAR POR LA FRUSTRACIÓN. La autocompasión sólo interfiere con las acciones positivas.

CUENTA TUS BENDICIONES. Y toma en cuenta que muchas bendiciones pequeñas hacen una grande.

Autor desconocido Presencia Apostólica

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k Fe y vida

SOCIEDAD POLÍTICA Y SOCIEDAD CIVIL Enrique Marroquín, CMF

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n la dinámica social de cualquier colectividad se forma una élite que la gobierne y conduce, así como grupos disi­ dentes que buscan romper la he­ gemonía de quienes detentan el poder y convertirse en un nuevo grupo que domine a dicha socie­ dad. Ambas posiciones constitu­ yen la sociedad política. Es ella la encargada del comando expresa­ do en el Estado y el gobierno, así como de conservar la dominación de la clase dominante, mediante la coerción de la ley o del ejército. También cumple la función de ga­ rantizar que los ciudadanos acep­ ten, consciente o inconsciente­ mente, su dominación. Sin embargo, en la dinámica entre los diversos grupos exis­ tentes, pertenecer a la sociedad política no es la única forma de interactuar. También existe, en contraposición, la sociedad ci­ vil. La ciencia política designa con este término a la diversidad 18

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de perso­nas con categoría de ciuda­danos que actúan general­ mente de manera colectiva para tomar decisiones en el ámbito público, fuera de las estructuras gubernamentales. La sociedad civil se identifica con el conjunto de organizaciones e instituciones cívicas voluntarias y sociales que fungen como mediadores entre los individuos y el Estado. Esta definición incluye tanto a las orga­ nizaciones no lucrativas u organi­ zaciones no gubernamentales (ONGs), como a las asociacio­ nes y fundaciones. Para algunos, la sociedad civil es el conjunto de ciudadanos organizados como tales para actuar en el campo de lo público en busca del bien co­ mún, sin tener un ánimo de lucro personal y sin buscar el poder político o la adhesión a un par­ tido determi­nado. La sociedad civil es gela­ tinosa y diversificada: incluye a movimientos cívicos, ONGs; pero también se incluyen en ella a los

empresarios organizados, las igle­ sias, los medios de comunica­ ción, etc. Es así que algunas asociaciones pueden ejercer funciones complementarias a las del gobierno en la salud, la educación, el deporte o el arte. Algunos de estos movimientos o asociaciones tienen gran poder ideológico para influir en la po­ blación. La parte de esta socie­ dad civil que se identifica con el grupo en el gobierno contribuye a sustentar al Estado, y actúa con la sociedad política como un solo bloque para mantener la unidad nacional. En México, existe hoy fuerte crítica generalizada hacia la so­ ciedad política. Se le cuestiona si ha convertido la política en negocio o si se trata de simples grupos de poder, puesto que ahora los partidos políticos han difuminado la ideología que les dio identidad en sus orígenes, quedando ahora sólo sus remi­ niscencias. Un indicador de esta inconformidad es la magnitud del abstencionismo o la de aquellos que nulifican su voto al momen­ to de votar. Por contraparte, en nuestro país la sociedad civil si­ gue siendo enclenque y desar­ ticulada. Los ciudadanos como ta­les solemos encerramos en nuestro pequeño mundillo, y con nuestra pasividad reforza­ mos el paternalismo de las auto­ ridades, de quienes esperamos la solución de todos los proble­ mas, en vez de organizarnos au­ tónomamente para remediar por nosotros mismos algunos pro­ blemas que nos aquejan.


Teléfono abierto

Recientemente hemos sido testigos de la emergencia de esta sociedad civil, que nos trajo un saludable aire nuevo. El movi­ miento más reciente de la socie­ dad civil es el de los universitarios. Los jóvenes demostraron formas poco usuales de convocatoria, a través de las redes sociales y muestran gran creatividad or­ ganizativa, evitando liderazgos formales. Su manifestación pú­ blica fue una reacción contra la manipulación televisiva para el proceso electoral. Otra de es­ tas manifestaciones recientes es la de Javier Sicilia y su Movi­ miento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD). Desde la Ca­ ravana de la Consolación, bus­ caron contactar a los familiares de las víctimas –muchas de ellas totalmente inocentes– de esta guerra contra los narcotrafican­ tes. Como es obvio, tales discre­ pancias dan origen a conflictos dentro de esta sociedad civil, que luchan, rompen o forman alianzas para imponer la direc­ ción hegemónica en la sociedad. Sería conveniente que aumenten estas formas espontáneas de or­ ganización de los ciudadanos, al margen de la sociedad política, para expresarnos y para hacer ver las prioridades entre los pro­ blemas que nos están afectando. La fe de los cristianos nos empu­ ja al trabajo social, como parte del amor al prójimo preocupado por los demás. A veces nos de­ cepcionamos, pensando en que somos apenas un “granito de mos­ taza”; pero esta semilla puede convertirse en un gran arbusto.

Nosotros esperábamos... Ernesto Bañuelos C.

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a muerte de Jesús dispersó a la comunidad que Él mismo había congregado. ¿Dónde quedó aquella fe que juraron defender hasta la muerte? ¡Todos huyeron! Los discípulos que iban a Emáus caminaban decepcionados y no lo ocultan ni en sus palabras: “Nosotros esperábamos que Él...” Quiere decir que ya no esperan. Todo apunta a que los discípulos no se quedaron en Jerusalén, sino que pronto volvieron a Galilea. ¿En qué momento entonces le dieron sentido a la muerte de Jesús? Cuando se percataron de que quien parecía haber sido abandonado por Dios, realmente lo tenía de su lado y para prueba estaba la Resurrección. Fue entonces cuando recuperaron la fe en el Señor y en todos se suscitó la esperanza de la resurrección de cada uno. Precisamente para resucitar construimos el Reino de Dios, que comienza aquí y se va edificando con su gracia y el esfuerzo humano. Parte de ese Reino es poseer el mínimo indispensable para una vida honesta, tener salud, acceso a la educación, fraternidad y solidaridad con todos los hombres, en especial con los humillados y ofendidos. Pero el Reino no es sólo eso, porque implica la relación con la vida de Dios, el perdón de los pecados y el anhelo de un futuro bienaventurado para todos los justos. Precisamente esto tiene que ser obra de los cristianos. Mas para que así actuemos debe existir un motor en cada uno que se llama vida interior o espiritualidad que nos impulse a evangelizar, que significa “llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad”. Esa vida debe tener fuerza para que con ella transforme “los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras que estén en contraste con la Palabra de Dios”. Esa espiritualidad solo nos la puede dar el Espíritu de Jesús, que si es verdadero y se posesiona de nosotros será: fuerza de profecía, de clamor de lucha contra los sistemas establecidos en la injusticia; fuerza de propuesta para establecer al menos los cimientos de un orden social nuevo (el Reino); fuerza de testimonio y entrega de sí y espíritu de libertad que rechace toda ideología y todo espíritu de sistema. ebanuelosc@gmail.com Presencia Apostólica

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La

Palab Julio

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Domingo 13o ordinario Mc 5,21-43 (…) Cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: “Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva.” Jesús se fue con él y mucha gente lo seguía y lo apretujaba. Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada. Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de él, se volvió hacia la gente y les preguntó: “¿Quién ha tocado mi manto?” Sus discípulos le contestaron: “Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: «¿Quién me ha tocado?»” Pero él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad.” 20

Presencia Apostólica

Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: “Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?” Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas. Basta que tengas fe.” No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: “¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida.” Y se reían de él. Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: “¡Talitá, kum!”, que significa: “¡Óyeme, niña, levántate!” La niña que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña. Esta lectura nos muestra la preocupación de Jesús por la salud, el bienestar y la vida de las personas. El evangelio nos muestra también las actitudes de quienes son curados. Se trata de personajes que se acercan, creen y confían, a tal grado que Jesús les dice que es su fe la que los cura. Tener fe es vivir abiertos a la acción de Dios. La fe supone, junto con la confianza en Jesús, el esfuerzo y la búsqueda del ser humano. ¿Por qué el miedo es un impedimento para acercarnos al Señor?


bra Julio

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Domingo 14o ordinario Mc 6,1-6 (…) Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: “¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabi­duría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?” Y estaban desconcertados. Pero Jesús les dijo: “Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa.” Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos.

Julio

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Domingo 15 ordinario Mc 6,7-13 o

(…) Llamó Jesús a los doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica. Y les dijo: “Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos.” Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.

julio-agosto

Las palabras de Jesús en este evangelio inspiraron un refrán que todos conocemos y que dice: “Nadie es profeta en su tierra.” Una idea que solemos aceptar y aplicar, incluso con resignación, cuando viene al caso. Pero Jesús al hablar al respecto de esa actitud estaba cuestionando la incredulidad y cerrazón ante las actitudes proféticas de un miembro de una comunidad o familia. El profeta anuncia, denuncia y da esperanza: actitudes siempre necesarias y de gran poder transformador para nuestras sociedades y para la humanidad en general. Valoremos esas actitudes y si encontramos que son auténticas, dejemos de ser obstáculos y más bien apoyemos los cambios favorables.

¿Valoramos adecuadamente

lo propio?

Todo bautizado se convierte en discípulo-misionero del Señor, por lo tanto somos llamados y enviados. Esta misión no es sólo para un grupo reducido, sino que el evangelista desea alentar a todos los miembros de las comunidades para que se sintieran llamados y enviados a proclamar la Buena Noticia del Señor. Por otro lado, las instrucciones de no llevar nada quieren remarcar la apertura para saberse dependiente de los hermanos y de Dios. La dependencia bien entendida provoca que el enviado se sienta, antes que bienhechor, hermano en igualdad de circunstancias que los otros. El enviado debe confiar en las personas y en Dios.

¿Qué tipo de enviado somos? Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción

Julio

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Domingo 16o ordinario Mc 6,30-34 (…) Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco.” Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer. Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor y se puso a enseñarles muchas cosas.

Julio

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Domingo 17o ordinario Jn 6,1-15

¿Qué hace Jesús al encontrarse con la multitud desorientada que andaba “como ovejas sin pastor”? Jesús se compadece, pero no se queda ahí, sino que de inmediato se pone a enseñarles. Es muy importante el ejemplo de Jesús para quienes por su preparación, aptitudes u otra característica que los coloque en ventaja, se ven en la situación de poder ayudar a quienes lo necesitan. Como cristianos deberíamos ser sensibles a las carencias y necesidades con las que nos encontramos y no limitarnos a decir: “pobre gente”, sino que, siguiendo el ejemplo de Jesús, hay que actuar para transformar lo que está mal.

¿Por qué es importante la doble solución que da Jesús?

¿A qué nos invita?

bían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien.” Los recogieron y con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos. (…)*

(…) Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o Lago de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto las señales milagrosas que hacía curando a los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí Jesús no ve con indiferencia con sus discípulos. el hambre de la multitud, sino Estaba cerca la Pascua, festique es sensible a sus necesividad de los judíos. Viendo Jedades. En la lectura anterior sús que mucha gente lo seguía, destacó la necesidad que tiele dijo a Felipe: “¿Cómo comne la multitud de enseñanzas, praremos pan para que coman ahora se preocupa por su neéstos?” Le hizo esta pregunta Ilustraciones: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org cesidad de comida. En ambos para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Ni casos Jesús se pone en acción para remediar las doscientos denarios bastarían para que a cada uno le necesidades. Nosotros, sus discípulos misioneros tocara un pedazo de pan.” Otro de sus discípulos, An- estamos llamados a continuar las acciones de Jesús drés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay en bien de la humanidad. ¿Este evangelio nos hace pensar en la necesidad un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?” Jesús le urgente de aprender a compartir? respondió: “Díganle a la gente que se siente.” En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron * Cuando no se reproduce el texto de la lectura ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil. (por razones de espacio), se invita a leerlo En seguida tomó Jesús los panes, y después de dar en la cita bíblica. gracias a Dios se los fue repartiendo a los que se ha22

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De la Palabra a la acción

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Domingo 18o ordinario Jn 6 24-35 (…) Cuando la gente vio que en aquella parte del lago no estaban Jesús ni sus discípulos, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm para buscar a Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: “Maestro, cuándo llegaste acá?” Jesús les contestó: “Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto signos, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse. No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el hijo del hombre; porque a éste, el Padre lo ha marcado con su sello.” Ellos le dijeron: “¿Qué necesitamos para llevar a cabo las obras de Dios?” Respondió Jesús: “La obra de Dios consiste en que crean en aquel a quien él ha enviado.” Entonces la gente le preguntó a Jesús: “Qué signo vas a realizar tú, para que lo veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres comieron el maná del

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Domingo 19o ordinario Jn 6,41-51

(…) Los judíos murmuraban contra Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”, y decían: “¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿Acaso no conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo nos dice ahora que ha bajado del cielo?” Jesús les respondió: “No murmuren. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ése yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al Padre y aprende de él, se acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ése sí ha visto al Padre. Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y, sin embargo, murieron. Este es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el

desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo.” Jesús les respondió: “Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo.” Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan.” Jesús les contestó: “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed.” En la multiplicación de los panes vimos como Jesús se preocupa por nuestras necesidades físicas, pero en esta ocasión nos invita a darnos cuenta de que somos mucho más que el cuerpo que tenemos y por lo tanto necesitamos otro tipo de alimento. Jesús nos dice: “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre…” La forma en que nos alimentamos de Cristo es a través de la Eucaristía, pero también a través de su Palabra, y del encuentro con las demás personas. ¿Quién o qué es lo que da sentido a mi vida?

que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida.” El alimento común y corriente nos ofrece fuerza para la vida sin embargo aunque comamos sabemos que algún día moriremos. Esto es natural, no obstante también sabemos que el ser humano tiene ansias de vivir para siempre. Todos, sin excepción, deseamos que la vida no termine. Hoy el evangelio nos enseña que la vida que dura para siempre se garantiza a partir de una relación profunda con Jesús, expresada a través de esta acción tan profunda y simbólica: alimentarse del Señor. Comulgamos no para sentirnos a gusto o tranquilos, sino porque deseamos identificarnos con Jesús dándole sentido a nuestra vida aquí y ahora y después de la muerte. ¿Es posible alimentarnos del Cuerpo de Cristo y permanecer indiferentes ante lo que le sucede a quienes nos rodean? Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción

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Domingo 20o ordinario Jn 6,51-58 (…) Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo, que ha bajado del cielo; el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida.” Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” Jesús les dijo: “Yo les aseguro: Si no comen la carne del hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí. (…)*

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Domingo 21o ordinario Jn 6,55.60-69 (…) Jesús dijo a los judíos: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.” Al oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron: “Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?” Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen.” (En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar.) Después añadió: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.” Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: “¿También ustedes quieren dejarme?” Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida

Jesucristo es la verdadera comida. Para este tipo de alimento debemos todos trabajar, ya que es la voluntad de su Padre y nuestro Padre que todos tengamos vida para siempre. Por esto, hoy el evangelio remarca que quien come el cuerpo y bebe la sangre del Señor tiene vida en el presente y vida en el futuro: siempre tiene vida. Además, la consecuencia de alimentarnos del Señor es asegurarnos su permanencia con y en nosotros; entrar en una relación profunda con Él. Jesús puede darse como verdadera comida porque entrega su vida por los demás. Pidámosle que nos ayude a darle cada vez más sentido a nuestra existencia a partir de nuestra relación con Él. ¿Mi comunión en la misa, qué frutos ofrece en el encuentro con mis prójimos?

eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.” Jesús termina este discurso del pan de vida, en este capítulo del evangelio de Juan, con tres reflexiones importantes. La primera nos recuerda que es necesario comer su cuerpo y sangre para tener vida y que esta se manifieste en nuestro compromiso con los demás. La segunda nos habla del espíritu y la carne. No significa que lo físico no sea valioso. Nuestro cuerpo no es inútil pero sí limitado. La comida física es importante pero insuficiente. La finalidad del ser humano no es sobrevivir físicamente, sino vivir la existencia con pleno sentido desde la entrega de la vida de Jesús y sus consecuencias. Finalmente, la profunda proclamación que manifiesta Pedro en nombre de todo seguidor del Maestro, desde lo profundo de su corazón y fe: ¿Señor, a quién iremos…? Invitándonos a renovar nuestra certeza y confianza en que Él es el Santo de Dios. Nuestro Salvador y Señor. ¿A qué nos compromete saber que Jesucristo es el Santo de Dios?

Comentarios elaborados por Alejandro Cerón Rossainz, CMF y Marisol Núñez Cruz. 24

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