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PRESENCIA APOSTÓLICA

Revista bimestral núm. 65 MAY-JUN 2014 Donativo: $15.00•$2.50 US

La presencia

transformadora del Espíritu

El arte de

enfocarse en lo bueno 7 701000 24103 7

Reseña de la encíclica Lumen fidei (La luz de la fe) del papa Francisco 1 Presencia Apostólica


San Judas Tadeo Semblanza del apóstol y su devoción en el Templo de San Hipólito de la Ciudad de México

Un libro que ofrece una visión de la devoción a san Judas Tadeo, fundamentada en el conocimiento de la identidad e importancia del santo apóstol.

Desde 1892, los Misioneros Claretianos se encuentran a cargo del Templo de San Hipólito, un recinto ubicado en el corazón de la Ciudad de México que forma parte de su patrimonio histórico y cultural, y que actualmente se distingue por la veneración al apóstol san Judas Tadeo, cuya devoción se manifiesta visiblemente por toda la ciudad.

Semblanza del apóstol y su devoción en el Templo de San Hipólito de la Ciudad de México Misioneros Claretianos de México

TEMPLO DE SAN HIPÓLITO MISIONEROS CLARETIANOS DE MÉXICO 4/4/14 7:50:34 AM

Ven a vivir

la alegría de

servir,

realizando labores de

evangelización y promoción social.

Presencia en México y en más de 60 países

MISIONEROS CLARETIANOS 2

Presencia Apostólica


PRESENCIA APOSTÓLICA

CONTENIDO

Director

Ernesto Mejía Mejía, CMF

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Editorial

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Vida cotidiana

Consejo Editorial

Rogelio Carmona Núñez, CMF Alejandro Cerón Rossainz, CMF José Juan Tapia, CMF Alejandro Quezada Hermosillo, CMF Enrique Mascorro López, CMF René Pérez Díaz, CMF Lourdu Jerome Joseph, CMF Óscar Linares Rodríguez, CMF Ernesto Bañuelos C. Editora

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El misionero intoxicado en el Cañón de Jimulco Reseña de la encíclica Lumen Fidei del papa Francisco

Marisol Núñez Cruz Arte y Diseño

Mirta Valdés Bello

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Los accidentes de la vida tienen una cara oculta: pueden dar sabiduría

Colaboradores

Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR Jesús García Vázquez, CMF Juan Carlos Martos, CMF Enrique Marroquín Zaleta, CMF Distribución

Liga Nacional de San Judas Tadeo

PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor respon­sable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Ca­siano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. Impresa en Carmona Impresores S.A. de C.V. Torreón, Coahuila. www.carmonaimpresores.com.mx • ventas@ carmonaimpresores.com.mx • Tel. (871) 707 42 00 con 30 líneas, lada sin costo 01 800 228 22 76. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmen­ te, citando la fuente y sin fines comerciales. ¡Te invitamos a suscribirte! mail: ligasanjudastadeo@gmail.com Tel: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89 Número suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US. Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US. (Incluye gastos de envío).

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El arte de enfocarse en lo bueno

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Pérdidas múltiples

La educación, ante todo

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La presencia transformadora del Espíritu

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Poesía

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La ley y los Profetas

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De la Palabra a la acción

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EDITORIAL

Una

fe que ilumina

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omencemos recordando que estamos en tiempo de Pascua. A través de las lecturas de este tiempo, la luz de Cristo resucitado ilumina el camino. Después de la Pascua vienen la celebración de Pentecostés, en la que celebramos la presencia transformadora del Espíritu y la de la Santísima Trinidad, en la que volvemos al punto de partida que es el amor del Padre. Es tiempo de integrar todos los acontecimientos y comprender que contamos con la protección amorosa del Padre, con las enseñanzas de Jesús y con la fuerza del Espíritu Santo. Por todo esto uno de los mensajes de la Pascua es: “No tengan miedo.” Si comprendemos todo esto, nuestra fe va a iluminar toda nuestra vida. En este número recurrimos a la encíclica Lumen fidei del papa Francisco que nos explica como una fe verdadera puede iluminar y enriquecer toda nuestra existencia. También compartimos experiencias y ofrecemos artículos y reflexiones para seguir creciendo juntos, y adquiriendo, tanto mayor conciencia, como herramientas para vivir mejor, personalmente y en comunidad.

La Resurrección, Carl Heinrich Bloch (1873)


Vida cotidiana

Evangelio es… Evangelio es decir amigo, es decir hermano, es darte mi mano y mirarte a los ojos, es reír contigo y compartir tu pena, es llevarte a Cristo. Evangelio es llevar la paz siempre contigo, es decir “te amo” a tu enemigo, es abandonar tu vida en manos de Cristo, es vivir como un pobre que todo lo espera, y mirar al cielo con ojos de niño, Es dar gracias al Padre al nacer el día y continuar cantando, al hacer camino. Evangelio es ver a Jesús en los empobrecidos, en los despreciados, en los marginados… Evangelio es vestir a Jesús en el desnudo, alimentarlo en el hambriento, curarlo en el enfermo, ayudarlo a liberarse de toda opresión… Evangelio es rebeldía ante toda injusticia, ante toda mentira, ante toda idolatría. Evangelio es sufrir con el que sufre, sembrar libertad, es vivir unidos, Evangelio es… llevar esperanza a un mundo que llora perdido, es romper cadenas, es abrir sepulcros. ¡No le busques muerto que está entre los vivos! Evangelio es amor de esposos, de padres, de hijos, de amigos, es consolar, animar ayudar a crecer, es experimentar la fuerza del Resucitado es dejar que Jesús actúe en nosotros, y ¡construir un mundo en el que reine la justicia!

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Aventuras de un misionero

EL MISIONERO

INTOXICADO

EN EL CAÑÓN DE JIMULCO Jesús García Vázquez, CMF

P

ara el misionero, ir a los ranchos a llevar buenas noticias de Dios es lo más importante en su vida. Dios lo llamó para ello y lo disfruta a pesar de las peripecias por las que tenga que pasar, como la que les contaré. Es un día de trabajo misionero, como todos los demás. Después de alimentarse con la oración y el pan de cada día, el misionero se dispone a disfrutar una aventura más. En su programa de visitas, le corresponde llegar a uno de los pueblitos más alejados de la parroquia, a dos horas de Torreón, Coahuila, a donde pertenecían, parroquialmente las comunidades que visitaba. Todo listo: agua, aceite, líquido de frenos para la poderosa máquina del vehículo bien lavadito, listo para polvearse en los terregosos caminos del Cañón de Jimulco y lo necesario para celebrar la Eucaristía. Solía llevar también algunos medicamentos, por lo que se ofreciera. En esta ocasión no le pareció necesario… sin saber lo que le esperaba. El misionero siempre decía: hombre prevenido, vale por dos, 4

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pero misionero prevenido, vale por muchos. Esta vez algo le falló. ¡Adelante! con los ánimos bien plantados en la camioneta que transportaba y acompañaba al mi­ sionero… y en el misionero que trataba con mucho cariño al “mueble”, su compañero de viaje, quien lo llevaría y lo regresaría a su casa. Por el camino, pasaba por muchos pueblitos que también tenían su día de visita. Había uno en el que uno de sus amigos, muy querido, que era carnicero, lo esperaba frecuentemente con unas deliciosas carnitas de puerco, ¡mmm qué delicia! Para el misionero, la parte más sabrosa era el buche, por lo que su amigo le dio un buen pedazo para llevar. Y, pues… estaba tan delicioso el buche que no paró, durante el camino, hasta terminar con él. Uno puede pensar que el misionero era muy glotón; bueno, tal vez por esta ocasión, un poco. Aún faltaba como media hora, cuando el misionero empezó a sentir que la vista se le nublaba y la cabeza le daba vueltas. No te-

nía dolor de estómago, pero sentía raro su cuerpo. Al llegar a la capilla del pueblito, dieron las llamadas para la santa misa. Mientras tanto, el misionero se recostó en una de las bancas del templo para ver si durmiendo un poco se le pasaba aquel malestar, en lo que llegaba la gente. Descansar lo hizo sentirse un poco mejor y, cuando llegó la hora, celebró la misa con mucha dificultad. Cuando terminó, volvía a empañársele la vista y a sentir fuertes mareos. Casi no podía hablar. Después de la celebración solían invitarlo a comer, pero ya no quiso probar alimento. Decidió mejor emprender el regreso. Por el camino empezó a sentir su cuerpo como una pelota inflada. Se miraba las manos y los pies normales, pero sentía sus piernas como gruesas patas de elefante, sus brazos como de King Kong y la cabeza como un globo que se va inflando. Al poco rato comenzó a ver dos carreteras, cuando era la misma para ir y venir. Y por si fuera poco, de repente como a medio kilómetro, se dejó


Aventuras de un misionero ¡Pronto, avisa a mi casa para que vengan por mí! Y aquel santo hombre, como inspirado por Dios, le dijo al misionero: —No te preocupes, padrecito, ahora te traigo un buen remedio. Corriendo fue y ordeñó una vaca y le trajo como un litro de leche calientita y se la empinó al misionero que, además, se moría de sed y le dijo: —Recuéstate, padrecito, duérmete un rato. Y, ¡oh milagro! En menos de media hora, el misionero despertó sintiéndose casi normal. Media hora más y, él y su camioneta amiga, continuaron su regreso a casa. ¡Gloria a Dios! Un poco más y no lo cuento, o mejor dicho, ya no cuentan conmigo.

Tres cositas que aprendí: • Siempre hay que caminar prevenidos y confiando en Dios. • La carne de puerco hay que comerla acompañada con un buen tequila o una cervecita o, en el caso de los niños, con agua de limón con bicarbonato para que no les haga daño. • Que la leche de vaca, y dije de vaca, es muy buena para desintoxicar, aunque de adultos, ya no debemos beberla cotidianamente. Si encuentras alguna otra cosita que hayas aprendido, me la comunicas. ¡Anímate a ser misionero o misionera! ¡Es padrísimo pasar todo tipo de aventuras por Cristo! jesusgv47@yahoo.com

Sumérgete en la lectura

de Presencia

Apostólica y profundiza en tu

fe.

Ilustración: Leticia Asprón

ver una espesa y negra nube que venía a su encuentro. Cuando la tenía como a veinte metros, el misionero vio como un gigantesco muro negro que se le vino encima y lo único que atinó a hacer fue a detener completamente el vehículo, ya que nada se veía, ni a un metro del carro, y rezar, ya que no sabía lo que pasaría. Pasó media hora de angustiosa espera, en medio de las más espantosas tinieblas, con ruidos macabros como de tormenta, pero no caía agua; era una tormenta de tierra. Mientras, la intoxicación seguía haciendo estragos en el misionero. Cuando terminó el ruido, el misionero activó los brazos que limpian el parabrisas. Delante de él, ya el sol brillaba con todo su esplendor, pero si volteaba hacia atrás del vehículo, se veía la colosal tormenta de tierra que parecía alejarse burlonamente por el susto que le hizo pasar al pobre misionero y por haber dejado la camioneta hecha un terrón gigante. —Continuemos– le dijo a su camioneta. Gracias a Dios, al llegar a un rancho llamado Flor de Mayo, al sentir que ya no podía seguir el camino porque las fuerzas le abandonaron y la vista también, entró a la casa de otro amigo adonde solía llegar a ayudar a ordeñar unas vaquitas lecheras que tenía y a llevarse a casa unos litritos de leche que le regalaba. En esta ocasión llegó y se dejó caer en el suelo, porque ya no podía más. —¿Pero, qué te pasa padrecito, estás borracho o qué?– le preguntó muy preocupado su amigo. Y casi balbuceando, pronunciando las palabras con mucha dificultad, el misionero le contestó: —No estoy borracho, sería mejor eso que lo que traigo. Comí carne de puerco y creo que estoy intoxicado. ¡Siento que me muero!

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Encíclica Lumen fidei

Reseña de la encíclica Lumen fidei (La luz de la fe) del papa Francisco

A

continuación presentamos brevemente lo que la encíclica Lumen fidei, que en español quiere decir La luz de la fe, nos dice sobre el tema de la fe. Es la primera encíclica del papa Francisco y fue presentada en Julio de 2013, dando continuidad a las encíclicas del papa Benedicto XVI sobre la esperanza y la caridad. En este documento el papa Francisco asumió el trabajo que había hecho el papa Benedicto XVI, agregando sus aportaciones.

sericordioso, que siempre acoge y perdona, que sostiene y orienta la existencia, que se manifiesta poderoso en su capacidad de enderezar lo torcido de nuestra historia.” Después de recorrer esas líneas del Antiguo Testamento, el documento señala que todas ellas convergen en Cristo y que “la historia de Jesús es la manifestación plena de la fiabilidad a Dios”. Jesús nos enseña a creer y a amar con un amor que vence a la muerte y hace resplandecer la vida.

La encíclica Lumen Fidei comienza haciendo alusión a las palabras de Jesucristo en el Evangelio de san Juan «Yo he venido al mundo como luz y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas» (Jn 12,46). Dice el Papa en este documento: “Quien cree ve; ve con una luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega a nosotros desde Cristo resucitado, estrella de la mañana que no conoce ocaso.” Antes de comenzar a ahondar en el tema, el Papa se detiene a considerar la crítica de la sociedad contemporánea de que la fe es una ilusión, y explica que la luz de la fe se ha visto como contraria a la luz de la razón. Por lo anterior, el papa Francisco señala la urgencia de recuperar el carácter luminoso propio de la fe, ya que es característica propia de la luz de la fe iluminar toda la existencia del hombre, y advierte que una luz así de potente tiene que venir de una fuente más primordial, tiene que venir de Dios. La encíclica se refiere a la fe verdadera, a la fe que es chispa y luz que ilumina y enriquece la existencia humana.

El papa Francisco nos explica que Jesús lleva la fe a su plenitud porque ahora ya no sólo creemos en Él ni sólo lo miramos a Él, sino que miramos la existencia desde su punto de vista, participamos de su modo de ver: “La vida de Cristo –su modo de conocer al Padre, de vivir totalmente en relación con él– abre un espacio nuevo a la experiencia humana, en el que podemos entrar.”

La luz y la fe

Historia de la fe

El documento nos dice que para comprender lo que es la fe, debemos conocer el recorrido de los hombres creyentes, cuyo testimonio se encuentra en el Antiguo Testamento. En esos testimonios la fe adquiere un carácter personal, pues Dios se presenta en ellos como el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob; como el Dios de Moisés, etc. Se presenta como un Dios que es capaz de llamar a cada uno por su nombre. El documento nos hace ver que esas son historias de hombres que confiaron en Dios y a quienes su fe los sostuvo sólidamente. De acuerdo con lo anterior, el papa Francisco nos dice: “Creer significa confiarse a un amor mi6

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Cristo: la plenitud de la fe

Creer a Jesús y creer en Jesús

La encíclica nos explica, con base en los usos que hace el Evangelio según san Juan del verbo creer, que creemos a Jesús cuando aceptamos su Palabra y su testimonio y que creemos en Jesús cuando lo acogemos personalmente en nuestra vida. Nos explica que tener fe es ser transformados por el amor; abrirse al amor; dejarse habitar por Cristo, y que en eso consiste la acción del Espíritu Santo.

La fe nos transforma

El papa Francisco toma una expresión de san Pablo que dice «con el corazón se cree» (Rm 10,10) para explicar que en la Biblia el corazón es el centro donde se entrelazan todas las dimensiones del hombre y es precisamente ahí donde nos abrimos a la verdad y al amor. Esto implica una transformación en la que surgen la comprensión y el conocimiento propios de la fe. La encíclica hace referencia a una cita de san Pablo que dice «la fe nace del mensaje que se escucha» (Rm 10,17) para señalar que la fe es un conocimiento vinculado al transcurrir del tiempo que se aprende sólo en un camino de seguimiento en el que participan tanto ver como escuchar: “La conexión entre el ver y el escuchar, como órganos de conocimiento de la fe, aparece con toda claridad en el Evangelio de san Juan. Para el cuarto Evangelio, creer es escuchar y, al mismo tiempo, ver.” Así la fe se presenta como


Encíclica Lumen fidei

un camino en el que se aprende, tanto a ver, como a escuchar, en un sentido profundo. Más adelante en la encíclica se dice que la luz del amor se enciende cuando somos tocados en el corazón, el papa Francisco nos explica que, a través de su encarnación y con los sacramentos, Jesús nos toca y nosotros, a través de la fe, también podemos tocarlo y recibir la fuerza de su gracia. Aquí, el Papa hace alusión a san Agustín quien dice: «Tocar con el corazón, esto es creer.»

La fe busca el bien común

Nos explica que, nacida de la verdad del amor, la fe busca el bien común, se vive dentro de la comunidad de la Iglesia: “quien cree nunca está solo porque la fe tiende a difundirse, a compartir su alegría con otros”, respeta al otro y no es intransigente. El papa Francisco nos dice en la encíclica que “la fe revela hasta qué punto pueden ser sólidos los vínculos humanos cuando Dios se hace presente en medio de ellos” ya que “ilumina también las relaciones humanas porque nace del amor y sigue la dinámica del amor de Dios.” Precisamente por eso, la fe se pone al servicio de la justicia y la paz. Explica que por eso la fe no nos aparta del mundo, sino que busca el bien de todas las personas. El documento habla de la fe en la familia y en todas las etapas de la vida y del modo como ilumina la vida en sociedad –promoviendo las relaciones fraternas–, además de que nos lleva a respetar más a la naturaleza como obra de Dios. La encíclica nos explica también como la fe es una fuerza que nos conforta en el sufrimiento: “La luz

de la fe no disipa todas nuestras tinieblas, sino que, como una lámpara, guía nuestros pasos en la noche y esto basta para caminar.”

María, modelo de fe

Finalmente, la encíclica nos presenta a la virgen María como modelo de fe, porque ella, siguiendo a su hijo, recorrió en su propia vida el camino de la fe y concluye con esta oración: ¡Madre, ayuda nuestra fe! Abre nuestro oído a la Palabra, para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada. Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos, saliendo de nuestra tierra y confiando en su promesa. Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor, para que podamos tocarlo en la fe. Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, a creer en su amor, sobre todo en los momentos de tribulación y de cruz, cuando nuestra fe es llamada a crecer y a madurar. Siembra en nuestra fe la alegría del Resucitado. Recuérdanos que quien cree no está nunca solo. Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz en nuestro camino. Y que esta luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor. Presencia Apostólica

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Crecimiento personal

Los accidentes de la vida tienen una cara oculta: pueden dar sabiduría Dinko Alfredo Trujillo Gutiérrez

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or nuestra pequeña visión de lo que debería ser la vida, esperamos que todo marche bien para nosotros. Cuando esto no ocurre pasamos por enojo: “¡cómo nos puede pasar algo negativo a nosotros, que merecemos siempre lo mejor!”; por culpa: “lo que nos pasa, nos lo merecemos porque seguramente hemos actuado mal”; por depresión: “no vale la pena esta vida” –lo cual encierra generalmente enojo y culpa a la vez– etc. El asunto es que no nos preguntamos ni le preguntamos a la vida qué es lo que ella nos quiere decir con tales eventos. Probablemente en dichas vivencias que interpretamos como negativas hay enseñanzas. A veces sucede que del tamaño del “daño” es la enseñanza. Entre más encerrados permanezcamos en nuestro mundo egocéntrico (el conocido yo-yo), donde lo único que nos importa es nuestra persona y nuestra imagen, más duro nos resulta el golpe con el que la vida 8

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rompe la gran coraza que recubre al corazón, ruptura que nos retorna a nuestro origen de unidad con todo. Pues sí, esencialmente somos seres en relación, seres abiertos a la vida y a los demás. Detrás del egoísmo hay miedo Seguramente, detrás de un gran orgulloso hay una persona muy vulnerable. Una persona egoísta encierra a una persona herida. Dentro de un tacaño se encuentra una persona que careció de lo esencial en casa. Detrás de una persona violenta está una persona que fue muy violentada. En general, atrás de quien solamente se puede ver a sí mismo, hay una persona que guarda mucho miedo de abrirse a los demás y que tiene miedo de volver a confiar. El miedo puede tener su causa en juramentos infantiles, por medio de los cuales se decidió que lo único que existía era el propio yo, excluyendo a todos los demás. Esto sucede cuando la persona no alcanzó a sentirse vista ni recono-

cida. La mayoría de los seres humanos hemos pasado por situaciones que nos invitan a encerrarnos en nosotros mismos y a ocultar la llave de nuestro corazón para no ser nuevamente lastimados. Pero la vida nos trae eventos que nos toman por sorpresa y nos obligan a transformarnos. De momento no lo entendemos y lo padecemos, pero siempre es posible descubrir, detrás, una sabiduría mayor: abrirnos a los demás. En este punto un buen ejemplo es lo que le pasó a Carlos, hombre joven, soltero y con grandes cualidades. Prometía mucho en la compañía en la que trabajaba. Era autosuficiente económicamente, vivía solo. A su familia la veía poco, a pesar de la demanda de ésta de verlo más. Había planes de casarse con Lorena, con quien llevaba un año de relación. Su vida social era muy intensa, pues tenía muchos amigos, o por lo menos él lo consideraba así, pues constantemente tenía fiestas, reuniones, etc. En ese momento, jus-


Crecimiento personal Las experiencias dolorosas pueden ayudarnos a corregir el rumbo de nuestra vida. to antes de aquel penoso accidente, había dos compañías interesadas en él, y ya pensaba seriamente en una de ellas. Él se sentía muy bien, ¿qué más podía pedirle a la vida? Una tarde de fin de semana, se dirigía a ver a unos amigos. El coche se le descompuso y tuvo que estacionarlo en un lugar aparentemente seguro. Aunque estaba en la parte baja de una pendiente, pensó que todo estaría bien, pues había bastante luz y había puesto señalamientos. Consiguió un mecánico y todo parecía que sería rápido. Sin embargo, el destino le tenía una enorme sorpresa. En un momento en que el mecánico le pido que encendiera el coche, apenas subió, fue envestido por un camión que venía sin frenos. El mecánico apenas se pudo hacer a un lado, pero Carlos ni alcanzó a ver el peligro. Fue tan brutal el choque que prácticamente fue destrozado el auto. Milagrosamente el lado del conductor fue donde menos daño hubo, lo cual si bien lo liberó de la muerte, no lo liberó de contusiones y fracturas. Fue tan aparatoso el accidente que tuvo que pasar por operaciones donde casi pierde un brazo y una pierna. La recuperación fue lenta y las distintas operaciones le llevaron a más de un año de penurias y aislamiento. Por supuesto que el desgaste no sólo fue físico, ya que laboralmente perdió las oportunidades que se le estaban ofreciendo y después de un desgastante proceso de negociaciones, la empresa donde trabajaba lo indemnizó. En lo emocional fueron subidas y bajadas en muchos aspectos. Terminó con Lorena, pues se dio cuenta de que el amor que decía profesarle no se vio reflejado en la convalecencia, además de que con el tiempo

se enteró de que empezó otra relación estando aún con él y a pesar del compromiso que tenían. En el terreno familiar tuvo sorpresas, ya que sus padres y hermanos, de los cuales se sentía lejano y creía que poco les interesaba, le mostraron lo contrario. Los padres se lo llevaron a vivir nuevamente con ellos, pues los primeros tres meses necesitaba prácticamente que le hicieran todo, mientras que los hermanos le mostraron mucha solidaridad y apoyo –su hermano mayor le ayudó legalmente–. Su vida había dado un giro de 180 grados, y su relación con la vida también. El largo proceso de recuperación le sirvió para replantearse quién era, qué quería y hacia dónde se dirigía. Tuvo que cambiar sus valores y prioridades. El control excesivo con que había manejado su vida empezó a cambiar, pues se dio cuenta de que no estaba todo en sus manos. Su manera de ver la realidad cambió, la vida empezó a tener otros colores, su vida emocional sanó en relación con la familia y cambió su manera de elegir pareja –entendió que elegía según la conciencia que tenía, por lo que ahora su elección fue totalmente diferente–. De su gran cantidad de “amigos” se quedó con un núme­ ro muy reducido, Tan sólo los que le acompañaron durante todo el proceso. Finalmente entendió que el accidente le hizo cambiar totalmente consigo mismo, con los demás y con el mundo en general. Este ejemplo ilustra el tema con el que estamos trabajando, pero cualquiera de nosotros sería también un buen ejemplo, ya que como seres humanos nos es inevitable pasar por momentos difíciles, dolorosos y frustrantes. Un primer principio del que te-

nemos que partir es que: en la vida, el dolor es inevitable. Nuestro ego nos impide ver esto, pues quiere estar siempre bien y sin problemas. Un segundo principio importante para enfrentar el dolor es considerar que: no sólo existe el dolor. Aunque quizás sea lo único que veamos, siempre hay un sentido mayor que descubrir. El tercer principio es: El pensamiento tiene que dejar lugar a la conciencia. Nuestro pequeño yo se queda atrapado en sus pensamientos: ante lo que considera negativo, convierte el dolor en sufrimiento, prolongando el padecer. Ante un evento desvirtúa su significado y lo magnifica, generando un significado desgarrador, con el que se queda mucho tiempo, a veces la vida entera. Esto nos lleva al siguiente princi­ pio: Lo que ocurre no es eterno, pero si no lo soltamos se repite. To­do pasa, todo lo que ocurre, “bueno” o “malo”, siempre pasa. Cuando algo se queda es porque no lo soltamos y nos quedamos atrapados. Nos volvemos nuestros propios carceleros. El último principio es: Todo tiene su opuesto. La vida está hecha de ciclos y ni la primavera es eterna ni el invierno es para siempre. Si bien el lado placentero de estar vivo es indispensable, también existen dificultades y dolores que son necesarios para aprender. La sabiduría no se adquiere únicamente en el gozo. El dolor es un indicador que nos permite corregir el rumbo Si partimos de que la vida es dada por Dios, entonces hemos de considerar que el dolor no está hecho para nuestro mal. Siempre será para nuestro bien, aunque tardemos en entenderlo. El autor es licenciado en psicología y filosofía con maestrías en terapia familiar y de pareja. Terapeuta, catedrático universitario y conferencista. dinkotrujillo@yahoo.com.mx Presencia Apostólica

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Desarrollo humano

El arte

de enfocarse en lo bueno

”H

ace mucho tiempo me detuve a pensar: ¿por qué la mayoría de las personas, en algún momento o cotidianamente, nos concentramos en lo que no tenemos?”, dice Suzanne Somers, una personalidad de la televisión norteamericana de los años setentas que actualmente es una escritora y motivadora muy conocida. Hace muchos años, Suzanne se encontraba en medio de una depresión por haber sido despedida de su trabajo como protagonista del programa de televisión más popular en esos momentos. Fue despedida porque pidió aumento de sueldo para ganar tanto como un hombre que protagonizaba un programa mucho menos popular que el que ella protagonizaba. Los productores no querían que una mujer ganara tanto como un hombre. No sólo fue despedida injustamente, sino que después de eso no 10

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Foto: Rodrigo Lara

Gylda Valadez Lazcano

podía conseguir trabajo. En medio de la depresión, Suzanne se preguntó precisamente sobre la causa de que las personas se centren en lo que no tienen. Entonces cambió su foco de atención desde "lo que no tengo" a "lo que tengo". El centrarse en lo que sí tenía, la motivó a ponerlo en juego y se atrevió a abrir por sí misma un show que la hizo finalmente mantener e incrementar su productividad. Esto es un ejemplo real de que cambiar el foco de nuestra energía nos permite ver un abanico de alternativas. Una mala costumbre muy generalizada Concentrarse en lo que no tenemos ¿es una actitud correcta? Yo creo que es parte de un mal aprendizaje: desde pequeños escuchamos que los adultos se quejan de la falta de dinero, de las inunda­ ciones, del tráfico, de la pareja, de los hijos y hasta de Dios. Enton­ces empezamos a construir un sistema de creencias en donde el que

más se queja puede llegar a ser el más popular. Todos hemos visto muchas veces cómo las personas se reúnen alrededor de una mesa para iniciar la eterna queja. Creo que hoy es tiempo de desaprender y reaprender nuevas formas de estar en la vida. Cuando cambiamos nuestro enfoque, aparecen nuevas alternativas Si nos centramos en nuestras defi­ ciencias personales, en lugar de centrarnos en las características positivas, nos volvemos personas inseguras. Todas las personas tenemos aspectos fuertes y aspectos débiles. Debemos conocer ambos, pero no concentrarnos solamente en lo negativo. Al conocer nuestras debilidades y fortalezas podemos compensar unas con otras, o de plano ver de qué manera podemos fortalecer nuestras áreas débiles. Concentrarnos en las áreas débiles nos lleva a desperdiciar nuestro potencial.


Desarrollo humano No es fácil ser tan felices como quisiéramos, pues la vida nos hace pasar por pruebas nada agradables. Muchas veces lograr mantener la calma y el buen humor no resulta nada fácil, pero justo en esas circunstancias es cuando necesitamos echar mano del sentido del humor, que es una característica de una buena autoestima. Hay guía para desarrollar el pensamiento positivo, he aquí algunas herramientas: Ver la parte positiva de cada situación Enfocarse en lo bueno de las cosas es toda una filosofía de vida que nos ayudará a ser cada día mejores personas y a sentirnos a gusto con

nosotros mismos, y por lo tanto, con los demás y con la vida. Agradecer Tener conciencia de todo lo que tenemos, empezando por la vida, siguiendo por el hogar, la familia, la salud, los alimentos, el empleo, la naturaleza, etc. Sea la situación que sea la que estés viviendo, enfócate en lo que tienes y agradécelo, pero con palabras, cada día y en voz alta. Así sentirás una gran alegría, te concentrarás en lo bueno de la vida y te darás cuenta de lo afortunado que eres. Sonreír siempre que puedas Esfuérzate por sonreír siempre que puedas. Es un gesto aparentemente insignificante, pero te colmará

Dos semillas

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os semillas reposaban –una al lado de la otra– en la tierra fértil. La primera semilla dijo: —¡Quiero crecer! Quiero lanzar mis raíces hacia lo profundo de la tierra que está debajo de mí… Quiero desenrollar mis tiernos botones como estandartes que anuncien la llegada de la primavera… Quiero sentir en mi cara el calor del sol y en mis pétalos la bendición del rocío del amanecer… Y así creció. La segunda semilla dijo: —Mmm, si envío mis raíces hacia la tierra debajo de mí, ¡quién sabe con qué me encontraré… Si me esfuerzo para atravesar el suelo duro que hay debajo, voy a dañar mis delicados retoños… Y si por dejar que mis botones se abran, viene un caracol y trata de comérselos… Y qué tal si cuando esté a punto de florecer viene un niño y me arranca de la tierra… No, creo que mejor esperaré a que haya condiciones más seguras… Y esperó… Hasta que una hambrienta gallina la encontró y se la comió. Kanika.Kapor1

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Traducido de: Community insights en www.citehr.com

de bienestar, por eso es una de las herramientas más usadas para desarrollar el pensamiento positivo. Es increíble ver cómo al sonreír a cualquier persona por la calle, esa persona te devolverá la sonrisa, y ya verás cómo te colman el día de alegría con muchas sonrisas. Recordemos lo que decía la historia que compartimos en el número anterior. “En el mundo todas las caras son espejos.” Dejar ir El tiempo pasa y hay personas que se van, sentimientos que mueren, objetos que se pierden o que pierden valor. Ante esto, lo mejor es aceptar el paso del tiempo y la pérdida. Es doloroso, pero aceptando las cosas tal y como vienen aprenderás a vivir el momento –el presente– y tu vida se llenará de personas, sentimientos y objetos nuevos adaptados al momento. Tienes que dejar ir para hacer hueco a lo nuevo. Comparte Más allá de la rutina del trabajo, casa y obligaciones, comparte con tus amigos y familiares, con tu pareja y con las personas que te quieren. Comparte tu tiempo, relaciónate, sonríe y vive experiencias nuevas junto a tus seres queridos. Esto hará que aumente tu estado de bienestar y de felicidad y que se desarrolle un pensamiento más positivo. Como en todo, se necesita disciplina para poder lograr nuestras metas. Ésta disciplina de aprender a tener un pensamiento positivo va a repercutir en muchos ámbitos de nuestra vida, especialmente en el tema de salud, ya que las personas positivas tienen menos riesgos de enfermarse y tienen más capacidad para enfrentar las situaciones adversas. La autora es psicoterapeuta corporal y terapeuta sistémica de pareja y familia. coordinacion.centroometeotl@gmail.com Presencia Apostólica

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Tanatología

Pérdidas

múltiples Ana Laura Rosas Bucio

"A los que tienen paciencia, las pérdidas se convierten en ganancias, los trabajos en merecimientos y las batallas en coronas." Fray Luis de Granada

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uatro niños de una misma familia murieron en su casa, e n u n in c e n d io causado por una vela." La nota que aparece bajo este encabezado relata cómo, por no haber tenido dinero para pagar la luz, la señora Ana sufrió la mayor tragedia de su vida. Cuatro de sus cinco hijos perdieron la vida en el incendio. "Chocó a 170 km por hora y murieron sus 3 hijas." Esta otra noticia refiere cómo un padre de familia, regresando de vacaciones junto con su familia, a exceso de velocidad, choca con un camión, ocasionando la muerte de sus tres hijas adolescentes. Su esposa permanece en terapia intensiva, con pronóstico reservado; él sufrió cortes en el brazo. Una pérdida múltiple es cuando al mismo tiempo se pierde a varios seres queridos o cuando esto sucede en un lapso de tiempo muy corto. Esta experiencia no debe ser considerada como normal, ya que sobrecarga la psique de quien la vive. Estas pérdidas se tienen que entender como un evento traumático. A la reacción se le conoce como duelo traumático por pérdida múltiple. 12

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El duelo por la pérdida de un ser querido nunca es fácil, pero el tiempo y el apoyo pueden hacer que el dolor disminuya y que el duelo se cierre. Sin embargo, en casos de pérdidas múltiples, el problema es mayor y existe la posibilidad de que surja una gran cantidad de complicaciones que pueden impedir que el duelo se elabore de manera correcta. Trauma La palabra trauma significa herida o laceración. Se origina cuando, por la intensidad de un evento, la persona no se halla en posibilidad de responder de una manera adecuada. Es un choque o impresión afectiva que deja una huella tan profunda y duradera que sobrepasa la capacidad habitual que tenemos de responder. Cuando perdemos a muchas personas, quienes llenaban espacios importantes en nuestra vida, porque nos ayudaban a cubrir necesidades físicas, emocionales y sociales, nos invade la sensación de que estamos muy solos ante el mundo, de que no tendremos quien nos ayude a sobrevivir. Se despierta una gran cantidad de temores que nos hacen sentirnos dema-

siado vulnerables. Tal indefensión dismi­nuye nuestras capacidades de afrontamiento, nos hace perder la confianza, nos lleva a pensar que ya no estamos seguros en ningún lado ni en ningún aspecto. El duelo traumático implica un estado básico en el cual el sujeto se siente impotente e indefenso para recuperar una relación que sentía como proveedora de un esta­do de bienestar. En el estado de duelo, la persona atraviesa por distintos momentos: tristeza, enojo contra sí mismo, contra Dios, contra los demás, sentimientos de desamparo, hay una necesidad de restitución de lo que se ha perdido mediante una fantasía que modifique lo sucedido, llanto como una petición de ayuda, autoreproches como una forma de autocastigo y culpa de sobrevivencia. Uno se siente incapaz de realizar las tareas más simples y prácticas. Se puede sentir que volver a empezar es imposible. En el inicio del duelo se desarrollan mecanismos disociativos, como negar lo sucedido, que reflejan un esfuerzo de nuestra mente por mantener a distancia el sufrimiento relacionado con la pérdida,


Tanatología para poder tener ratos "tranquilos". Algo que complica este tipo de duelos es que a veces a las personas alrededor les cuesta trabajo comprender la magnitud del pesar de quien sufrió la pérdida o la intensidad de sus sentimientos. Otra complicación es que la pérdida implica una crisis de la estructura familiar. Las etapas del duelo traumático Negación. Nos cuesta trabajo reconocer o creer lo sucedido. Esta reacción es un amortiguador momentáneo del dolor, nos ayuda a ganar tiempo para empezar a afrontar el duelo. En casos de pérdidas múltiples la negación suele durar más tiempo que en casos de duelo normal. Interrogatorios. Preguntamos ¿qué pasó? ¿cómo pasó?, queremos saber los detalles y aún así nos cuesta trabajo entender lo sucedido. Lo repasamos varias veces en nuestra mente y seguimos sin entenderlo. Rabia. Se despierta un enojo inmenso, contra los responsa­bles, contra los que se fueron, contra uno mismo, un enojo que en algunas personas puede llevar a pensar en la venganza como mecanismo compensador del dolor. La culpa y desesperación son comunes y son sentimientos absolutamente normales, después de haber vivido una pérdida múltiple: sentirse culpable por haber sobrevivido, por no haber estado ahí o por no haber podido hacer algo para evitar lo sucedido. Entumecimiento. Nos quedamos paralizados, no sabemos qué hacer ni hacia dónde movernos. Continuar no resulta fácil. Miedo. Nos da miedo el futuro y, en general, nos da miedo la vida. Depresión. La tristeza nos invade y no tenemos ganas de nada. Afrontamiento. Sin embargo, poco a poco podemos empezar a afrontar la vida y a reorgani-

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zarla. Podemos enfrentarnos con nuestra realidad y reacomodarla para continuar sin lo perdido. Aceptación. Con el paso del tiempo, la persona consigue aceptar la realidad de la pérdida y se reintegra a la vida. Las perdidas múltiples requieren más tiempo para superarse y requieren del apoyo de una comunidad amorosa de familia y amigos. En un duelo normal a veces necesitamos ayuda especializada y a veces no. A diferencia de los duelos sanos o normales, en un duelo traumático siempre se requiere ayuda profesional, ya que la magnitud e intensidad de las emociones es mucha y es más fácil aprender a manejarlas acompañados de un profesional. Cómo ayudar a quien está pasando por una pérdida múltiple Para aceptar la realidad de la muerte ayuda mucho tener información sobre lo sucedido, por lo tanto, es recomendable permitir a la persona que hable mucho de lo sucedido, conocer los detalles puede ser muy enriquecedor para poder integrarlo y asimilarlo. Hay que entender que las pérdidas van a traer grandes cambios en el estilo de vida. El doliente tendrá que desplegar una gran cantidad de recursos que probablemente no se había visto en la necesidad de sacar. El recomenzar puede implicar que hasta nos desconozcamos, pues nunca habíamos estado en esa situación, no conocíamos de nosotros mismos los recursos con los que tendremos que actuar. Hay que permitir que se experimenten las emociones vinculadas con la pérdida, con la intensidad que se requiera. Hay que ayudar a permitir que se exprese la profundidad del dolor. Si la persona necesita gritar, que lo haga, si necesita ofender también. Un profesional puede ayudar a que

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las emociones que se expresan no lastimen a nadie. Hay que entender que se tiene que reorganizar el sentido del ego. Es esencial enfocarse en uno mismo antes de poder avanzar en la elaboración del duelo, entender que tenemos un dolor inmanejable y que necesitamos ayuda. El doliente necesita llegar a recuperar la seguridad de sí mismo, para poder continuar. En los casos de pérdida múltiple, hay que afrontar las pérdidas una por una, paso por paso. Para dar un sentido de orden al caos ayuda hacer rituales de cierre, paso a paso, la persona no tiene que despedirse de todos al mismo tiempo. El despido de cada persona perdida necesita su tiempo y espacio. La persona que sufrió pérdidas múltiples necesita más ayuda que nadie, está muy sola y para poder salir adelante necesita construir nuevos vínculos. La pérdida no tiene que impedir que la persona se vuelva a vincular con otras personas. En cuanto a los vínculos existentes éstos han de ser reacomodados, para poder continuar. Es importante ayudar a las personas que sufren estas pérdidas. Si sabemos de alguien que esté pasan­ do por esta experiencia, ahora sabemos que podemos ayudar, y la ayuda más importante consiste en acompañarlos en su dolor y ayudarlos a reconocer la importancia de buscar ayuda profesional. De esta manera, el duelo que parece ser imposible de manejar se va a convertir en una experiencia dolorosa, pero de la cual se puede sobrevivir, aprender y seguir creciendo.

La autora es psicóloga clínica, experta en intervención en crisis, tanatóloga, logoterapeuta y conferencista. Directora General del Centro de Capacitación Profesional Industrial y Personal S.C. CECAPIP. lrosasb@hotmail.com Presencia Apostólica

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Historia para meditar

La educación,

ante todo

levaba poco en el Freyfriars College de Oxford. Después de haberse acomodado en la pequeña habitación del tercer piso, muy cerca del ático, tomó conciencia por una parte, de lo fría que era y, por otra, de la hermosa ventana estilo gótico que se abría hacia un cuidado jardín. Y pensó: “No está mal esta habitación.” Un fin de semana que estaba en su habitación, le pareció oír unos ligeros golpes. En un principio pensó que era alguno de sus compañeros… No obstante, al poner más atención, se dio cuenta de que el ruido provenía de su armario. Y siguió pensando qué podría causar esos golpecitos cadenciosos. Cinco golpes y después una breve pausa, y así, repetidamente. Iba a abrir la puerta para salir de dudas, cuando pensó que era mejor olvidar el asunto, y comenzó a hacer un trabajo. No obstante, los golpes proseguían. En un momento dado, cansado del ruido, se le ocurrió decir, un poco en broma: —¡Adelante! Para su sorpresa, la puerta del armario se abrió y salió un fantasma enanito, con lentes, vestido como los antiguos profesores y estudiantes de Oxford, con saco tweed gris, suéter, camisa blanca, corbata de moño azul y granate –la propia de los Colleges de Oxford– y pantalones gris oscuro. Ante esta visión no podía salir de su asombro. El fantasma cerró la puerta del armario y se acercó a nuestro personaje que pasaba del asombro al miedo, y que de éste, estaba a punto de pasar al pánico, y le dijo con elegante acento: —Buenas tardes, disculpe si lo he distraído. Permítame presentarme, yo soy el fantasma educado. Nuestro personaje no podía decir nada. El fantasma continuó: —Comprendo su sorpresa y le reitero mis disculpas. Y ahora quisiera hacerle una pregunta. —Sí… hágalo… El fantasma educado sonrió y dijo: —¿Me permite usted que lo moleste y lo asuste? —¿Cómo?–, respondió asombrado nuestro personaje. —Sí, que si usted sería tan amable de permitirme que lo asuste y lo moleste. Mire, llevo más de cien años en este colegio y durante ese tiempo me he dedi14

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Ilustración: Leticia Asprón

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Enrique A. Eguiarte, OAR

cado a asustar y a molestar a los estudiantes. Algunos, que eran mal educados –¡oh qué vicio tan grande es no tener educación!–, pues no han podido soportarlo y se han tenido que marchar; otros que eran educados, han aprendido a convivir conmigo. Nuestro personaje comprendió el mensaje y le dijo: —Mire, señor fantasma educado, me va usted a disculpar que por el momento no le permita que me asuste ni que me moleste, pues debo terminar un trabajo que es urgente. El fantasma se avergonzó y se disculpó diciendo con su tono elegante: —Ah, disculpe. Le deseo una buena tarde. Y sin decir más, se metió nuevamente en el armario. Nuestro personaje se quedó un momento sin saber qué hacer. No obstante, poco a poco, su trabajo lo absorbió y se olvidó del fantasma. Esa misma noche los golpecillos lo volvieron a despertar, pero procuró olvidarse del asunto y dormir. A la mañana siguiente no halló ningún rastro del fantasma. Pasó una semana y, cuando él ya pensaba que todo había sido fruto de su cansancio y de la presión de los estudios, los golpes volvieron a aparecer. Por un momento estuvo tentado de abrir violentamente la puerta del armario y echar de él al fantasma. Sin embargo, se sentó en la cama, encendió la lámpara y dijo, como en la primera ocasión: —¡Adelante! De nuevo salió del armario el fantasma educado. Después de cerrar cuidadosamente la puerta, se acercó a la cama y dijo: —Buenas noches. Me da mucho gusto volverlo a ver. Le puedo hacer una pegunta. Nuestro personaje contestó: —Buenas noches. Con gusto responderé a su pregunta.


Historia para meditar El fantasma sonrió y le espetó con ansias, pero con educación: —¿Me permite usted que lo moleste y lo asuste? —Mire, señor fantasma educado –dijo nuestro personaje–, no sabe usted lo que me gustaría decirle que sí, pero he dormido muy mal, por lo que le suplicaría que esta noche me deje descansar… El fantasma, con cara compungida, dijo: —Oh, sí claro, comprendo, no siempre se puede dormir bien. Usted me disculpará. Le deseo una buena noche. Y de nuevo se metió en el armario. Durante la noche no hubo más ruidos y nuestro personaje pudo dormir bien. El tiempo iba pasando, pero estaba preocupado por la cuestión del fantasma, ya que no se puede estudiar o dormir, sabiendo que en cualquier momento van a comenzar los golpecillos el armario. Por todo ello, decidió consultar a uno de los frailes más ancianos del Freyfriars College. Después de la cena, nuestro personaje abordó a Fray Thomas, un venerable capuchino de larga y blanca barba. —Disculpe, padre –le dijo nuestro personaje-, podría comentarle un asunto. El venerable padre no se sorprendió y le dijo con voz afable. —Claro que sí, ven conmigo. Y llevó a nuestro personaje a su despacho. Un lugar que era una mezcla de celda monacal y laboratorio medieval… Lo invitó a sentarse en un sillón y él se acomodó en otro. Entonces, nuestro personaje le refirió al fraile capuchino lo que le había sucedido. El fraile esbozó una ligera sonrisa y le dijo: —Así que este picaruelo del fantasma educado… Querido joven, ha tenido suerte. Es verdad que aquí nos visitan muchos fantasmas y entre ellos, posiblemente el menos peligroso sea él. No obstante, cuando no es tratado con respeto y educación se vuelve sumamente peligroso. Nuestro personaje abrió mucho los ojos ante estas palabras. El fraile siguió diciendo: —Sí, cuando se le maltrata, lo que hace es ir a llamar a otros dos fantasmas que viven en el ático del College. Estos dos son terribles y en poco tiempo hacen que quien ha tratado mal al fantasma educado tenga que marcharse. El fraile guardó silencio un momento y dijo a nuestro personaje: ¿Sabes cómo hay que hacer para que el fantasma educado se vaya y no te vuelva a molestar? Pues es muy sencillo. La siguiente vez que te pregunte si te puede molestar y asustar, le debes decir que sí. No tengas miedo. Recuerda que la clave con él es “politesse avant

tout”, que quiere decir, ante todo educación y refinamiento. Una vez que le permitas que te moleste y te asuste se marchará. Ten mucho cuidado de no cometer alguna falta de educación, pues, si lo haces, llamará a Doyle y Pembroke, y contra ellos no hay remedio. Pocos días después, mientras trabajaba, nuestro personaje volvió a oír los golpecillos. Y recordando lo que le había dicho el venerable fraile dijo: —¡Adelante! Se abrió lentamente la puerta del armario y salió el fantasma educado, quien, como de costumbre, saludó y preguntó: —¿Puedo molestarlo y asustarlo? Nuestro personaje respondió: —Será para mí un placer. El fantasma no cabía de alegría y de un salto se sentó en la mesa en la que trabajaba nuestro personaje y comenzó a decir: —Permítame que le cuente mis teorías acerca de cómo el optaridón del optadromón con la mezcla de glácnicos se puede transfomar en ácido ditirrínico. Y de pronto sacó del bolsillo interior de su saco un enorme legajo y, asumiendo el tono de una conferencia universitaria, comenzó una larga explicación sobre mezclas y transformaciones de extrañas sustancias químicas. Nuestro personaje lo escuchó durante cinco minutos. Parecía que su discurso no iba a terminar nunca. Cuando ya empezaba a impacientarse, recordó el consejo del fraile: “educación, ante todo”. Y entonces fingió estornudar. —¡Achú! Ante el estornudo, el fantasma educado se detuvo y dijo cortésmente: —Salud. Fue entonces cuando nuestro personaje aprovechó para cortar el discurso de una manera elegante y dijo: —Usted me disculpará, pero ya sabe que las personas de nuestro rango y categoría tomamos el té siempre a esta hora... El fantasma, volvió a asumir un rostro comprensivo y dijo: —Es cierto, disculpe si lo he entretenido más de la cuenta, le agradezco su atención. Que usted tenga buen provecho. Y volviendo a guardar sus papeles, se metió nuevamente al armario y no volvió a aparecer. El viejo fraile tenía razón. La clave es educación ante todo. Hay “fantasmas” que rondan nuestras vidas. Si queremos espantarlos, no lo hagamos combatiendo el mal con el mal, sino el mal con la fuerza del bien. A veces quienes nos “molestan” sólo necesitan ser escuchados y tratados con atención. Presencia Apostólica

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Pentecostés

La presencia transformadora del Espíritu Molly P. Hynes

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Como seguidores de Cristo, y bajo la guía del Espíritu Santo, estamos llamados a continuar el ministerio de Jesús.

l término "espíritu" es usado cientos de veces en la Biblia, y como tal, denota varios significados. La palabra hebrea ruah se traduce al español como respiración, aliento, viento y espíritu; esas mismas traducciones se utilizan para la palabra griega pneuma. Si bien el significado y la función del Espíritu son diferentes en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, es importante echar un vistazo rápido a nuestro primer encuentro con el Espíritu en la Biblia con el fin de entender mejor el concepto de "espíritu" que los primeros destinatarios del Nuevo Testamento habrían tenido.

El término “espíritu” en el Génesis La primera vez que aparece la palabra “espíritu” en la Biblia, se encuentra en el segundo versículo del libro del Génesis. Cuando Dios estaba creando el mundo, "el ruah se movía sobre la superficie sobre las aguas" (Gn 1,2). Luego tenemos que, otra vez, en el segundo relato de la creación, Dios sopla en el hombre "el ruah de la vida" (Gn 2,7). Si bien es cierto que ruah se utiliza varias veces después, es este primer encuentro 16

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el que marca el tono del significado y el papel del Espíritu como algo necesario para la creación y la vida. No es sólo una fuerza invisible, sino que es algo que se mueve alrededor y a través de nosotros, algo que nos llena, algo que da y mueve la vida de uno. Esto es lo que habría sido entendido por los primeros lectores del Nuevo Testamento.

El Espíritu en el Nuevo Testamento: Lucas y Hechos Espíritu, pneuma, en el Nuevo Testamento se utiliza con bastante frecuencia, pero su función se ve más claramente en la obra del evangelista san Lucas. Es una obra que se presenta en dos volúmenes: Evangelio de Lucas y Hechos de los Apóstoles. Entre ellos hay continuidad y esta continuidad se resalta por medio de historias paralelas. En Lucas Jesús es quien actúa con el Espíritu y este Espíritu se transmitió a sus apóstoles después de su muerte. Lucas intenta mostrar en paralelo a Jesús en el Evangelio y a los apóstoles en Hechos. Todo lo que Jesús hizo en su ministerio, los apóstoles lo harán en el suyo, bajo la guía del Espíritu. Para entender mejor esto, veamos en paralelo algunos de los pasajes:


Pentecostés Evangelio de San Lucas

Hechos de los Apóstoles

Antes del inicio del ministerio de Jesús «Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto» (Lc 4,1).

Antes del inicio del ministerio de los apóstoles «Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse» (Hch 2,4).

Jesús predica «Y enseñaba en sus sinagogas, siendo alabado por todos» (Lc 4,15).

Los apóstoles predican “Y enseguida, [Saulo] se puso a predicar a Jesús en las sinagogas, diciendo: Él es el Hijo de Dios. Y todos los que lo escuchaban quedaban asombrados” (Hch 9,20-21).

Jesús cura a un paralítico «Pues para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados: a ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Y al instante se levantó delante de ellos, tomó su camilla en que había estado acostado, y se fue a su casa glorificando a Dios» (Lc 5,24-25).

Los apóstoles curan a un paralítico «Pero Pedro dijo: No tengo plata ni oro, mas lo que tengo, te doy: en el nombre de Jesucristo el Nazareno, ¡anda! Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; al instante sus pies y tobillos cobraron fuerzas, y de un salto se puso en pie y andó» (Hch 3,6-8).

Jesús en el camino «Y sucedió que cuando se cumplían los días de su ascensión, Él, con determinación, tomó la decisión de ir a Jerusalén» (Lc 9,51). «Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, mientras proseguía camino a Jerusalén» (Lc 13,22).

Los apóstoles en el camino «Así que los que habían sido esparcidos iban predicando la palabra. Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo...Y mientras Pedro viajaba por todas aquellas regiones...Ellos, pues, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia y de allí se embarcaron para Chipre» (Hch 8:4-5, 9:32,13:4).

El arresto de Jesús «Habiéndole arrestado, se lo llevaron y le condujeron a la casa del sumo sacerdote» (Lc 22,54).

El arresto de los apóstoles «Y Esteban, lleno de gracia y poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo...Y alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y cayendo sobre él, lo arrebataron y lo trajeron en presencia del concilio» (Hch 6,8,12). «Por aquel tiempo el rey Herodes echó a mano a algunos que pertenecían a la iglesia para maltratarlos...Y viendo que esto agradaba a los judíos, hizo arrestar también a Pedro» (Hch 12,1,3). «Y dio órdenes al centurión de que guardara a Pablo bajo custodia» (Hch 24,23).

Jesús condenado a muerte «Cuando llegaron al lugar llamado “La calavera”, crucificaron allí a Jesús...Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen...Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,33-34.46).

Los apóstoles condenados a muerte «Y mientras apedreaban a Esteban, él invocaba al Señor y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y cayendo de rodillas, clamó en alta voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Habiendo dicho esto, se durmió» (Hch 7,59-60). «Y [Herodes] mandó ejecutar a Santiago, el hermano de Juan” (Hch 12,2).

Conclusión El Evangelio según Lucas termina con Jesús diciéndole a sus discípulos: «Y he aquí que yo enviaré sobre ustedes la promesa de mi Padre» (Lc 24,49) y después tiene lugar su ascensión. Así, el libro de los Hechos comienza con la ascensión de Jesús y la venida del Espíritu sobre los apóstoles (Hch 2,1-13). Es este Espíritu el que transforma a los apóstoles y hace posible que ellos prosigan la misión de Jesús. Como se puede ver gracias a estos pasajes paralelos, tanto

Jesús como los apóstoles fueron guiados por el Espíritu, predicaron, sanaron, viajaron por todas las tierras predicando, fueron detenidos y condenados. El mensaje de Lucas es, pues, sencillo y desafiante: Como seguidores de Cristo, y bajo la guía del Espíritu Santo, estamos llamados a continuar el ministerio de Jesús, ni más ni menos. La autora obtuvo la licenciatura en Ciencias Religiosas por Our Lady of the Lake University en San Antonio, Texas y la maestría en Teología Bíblica por la Catholic Theological Union de Chicago. Presencia Apostólica

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Poesía

NADA TE TURBE Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: Sólo Dios basta. Eleva tu pensamiento, al cielo sube, por nada te acongojes, nada te turbe. A Jesucristo sigue con pecho grande, y, venga lo que venga, nada te espante. ¿Ves la gloria del mundo? Es gloria vana; nada tiene de estable, todo se pasa. Aspira a lo celeste, que siempre dura; fiel y rico en promesas, Dios no se muda. Ámala cual merece bondad inmensa; pero no hay amor fino sin la paciencia. Confianza y fe viva mantenga el alma, que quien cree y espera todo lo alcanza. Del infierno acosado aunque se viere, burlará sus furores quien a Dios tiene. Vénganle desamparos, cruces, desgracias; siendo Dios tu tesoro nada te falta. Id, pues, bienes del mundo; id dichas vanas; aunque todo lo pierda, sólo Dios basta.

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EUCARISTÍA Para Arturo Paoli

Mis manos, esas manos y Tus manos hacemos este Gesto, compartida la mesa y el destino, como hermanos. Las vidas en Tu muerte y en Tu vida. Unidos en el pan los muchos granos, iremos aprendiendo a ser la unida Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos. Comiéndote sabremos ser comida. El vino de sus venas nos provoca. El pan que ellos no tienen nos convoca a ser Contigo el pan de cada día. Llamados por la luz de Tu memoria, marchamos hacia el Reino haciendo Historia, fraterna y subversiva Eucaristía. Pedro Casaldáliga, CMF

UNA CRUZ SENCILLA Hazme una cruz sencilla, carpintero... sin añadidos ni ornamentos... que se vean desnudos los maderos, desnudos y decididamente rectos: los brazos en abrazo hacia la tierra, el astil disparándose a los cielos. Que no haya un solo adorno que distraiga este gesto: este equilibrio humano de los dos mandamientos... sencilla, sencilla... hazme una cruz sencilla, carpintero. LEÓN FELIPE (1884-1968)


Gotitas bíblicas

La Ley y los Profetas Ernesto Bañuelos C.

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s posible que nos hayamos preguntado a qué se refiere nuestro Señor cuando dice: No piensen que he venido a abolir las enseñanzas de la ley y los profetas (Mt 5,12) y cuando dice: En estos dos mandamientos se basan toda la ley y los pro­ fetas (Mt 22,40); también en san Lucas (16,16) leemos: La ley y los profetas llegan hasta Juan… La respuesta es sencilla pues la tenemos en el prólogo del libro de Sirácida o Eclesiástico. Este libro fue compuesto en hebreo, pero el texto completo que se ha conservado es la traducción griega que realizó el nieto del autor. En el Prólogo nos dice el traductor: “La ley, los profetas y los escritos que le siguieron nos han transmitido muchas e importantes lecciones, que hacen a Israel digno de elogio.” La lista de libros reconocidos como inspirados por Dios se llama “canon” y contiene en el Antiguo Testamento 39 libros, lista que fijaron los judíos a finales del siglo I d.C. y forman la llamada “Biblia Hebrea”. Veamos cómo se compone ese canon. La Ley La Ley comprende los cinco libros de nuestro Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Los judíos lo llaman por su nombre en hebreo “la Torá”. El Génesis narra los orígenes de la tierra y la historia de los patriarcas Abraham, Isaac, Jacob y José. Los otros libros narran la salida de Egipto con Moisés, la travesía por el desierto y las leyes (decálogo) que Dios les dio en el Sinaí. Los Profetas Para los judíos los profetas comprenden los libros que narran la historia de Israel desde que entran al territorio de la Tierra prometida hasta la época del destierro: Josué, Jueces, Samuel y Reyes. También incluyen las palabras de los profetas y sus oráculos, a saber: los que denominamos profetas mayores (Isaías, Jeremías y Ezequiel) y el grupo de los que llamamos profetas menores.

Isaías, Jeremias, Ezequiel y Daniel, Catedral Metropolitana de São Paulo

Los Escritos Los Escritos son los Salmos y Lamentaciones, los libros sapienciales (Job, Proverbios, Cantar de los Cantares y Eclesiastés), así como los relatos históricos (Esdras, Nehemías, Crónicas) y los libros de Rut, Esther y Daniel. Podríamos mencionar también los libros que conocemos como deuterocanónicos, que son siete libros judíos conservados en griego y que se han mantenido en la Biblia cristiana pero están ausentes en las Escrituras judías, desde el siglo II en que fueron excluidos. A tales libros los denominamos deuterocanónicos por pertenecer al segundo canon de la lista griega; en la mayor parte de las biblias protestantes no se incluyen. ebanuelosc@gmail.com Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción

La

Palabra mayo–junio

Mayo

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3er domingo de Pascua Lc 24 13-35 El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: “¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?” Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: ¡Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén? Él les preguntó: “¿Qué cosa?” Ellos le respondieron: “Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron.” Entonces Jesús les dijo: “¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?” Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los 20

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profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él. Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer.” Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desa­ pareció. Y ellos se decían el uno al otro: “¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!” Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: “De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón.” Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Si leemos con atención y disposición esta lectura, la escena del encuentro de los dos discípulos con Jesús resucitado en el camino de Emaús nos llega de tal modo al corazón que puede hacerlo arder como el de los discípulos. Cuando los discípulos se alejaban de Jerusalén, ya sin esperanzas, en una situación de duelo y con el corazón frío, se da el encuentro transformador con Jesús resucitado a través de la Palabra de Dios, que hizo arder sus corazones, y al compartir el pan a la manera de Jesús. Jesús acompaña a sus discípulos y nos acompaña a nosotros.

¿Qué nos enseña el acontecimiento de Emaús respecto a dónde encontrar a Jesús?


De la Palabra a la acción

Mayo

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Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.”

4° domingo de Pascua Jn 10, 1-10 (…) Jesús dijo a los fariseos: “Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.” Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado.

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5° domingo de Pascua Jn 14, 1-12

Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org

Mayo

(…) Jesús dijo a sus discípulos: “No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy.” Entonces Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí. Si ustedes me conocen a mí, conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto.” Le dijo Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta.” Jesús le replicó: Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? Quien me ve a mí, ve al Padre. Entonces por qué dices: «Muéstranos al Padre»? ¿O no crees que yo estoy

Mientras los falsos pastores sólo se aprovechan de las ovejas, Jesús, “el buen pastor” aprecia y conoce a cada una de ellas y está dispuesto a darlo todo “para que tengan vida”. Reflexionemos en las palabras de Jesús “Yo soy la puerta.” Él es la puerta por la que podemos entrar a otra realidad en la que tendremos vida en abundancia. Esa realidad es el Reino de Dios, la posibilidad de vivir en el amor de Dios. Cada vez que en nuestras vidas nos encontremos en una situación en la que parezca no haber salida, recordemos las palabras de Jesús, él es la puerta.

Jesús es la puerta que nos conduce a la Vida. en el Padre y que el Padre está en mí. Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta. Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras. Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras. Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago yo, y las hará aún mayores, porque yo me voy al Padre.” Ahora Jesús nos dice “Yo soy el camino.” Él es el camino para llegar al Padre y al mismo tiempo es el primero en recorrer ese camino; pasando él primero por las dificultades y sufrimientos que hay que atravesar y enseñándonos que es posible recorrerlo sin perder la paz, fortalecidos por la confianza en Dios. El camino que nos propone Jesús no es un camino fácil, pero es un camino de amor y justicia, de crecimiento y, a fin de cuentas, de bienaventuranza y verdadera felicidad. Cada vez que nos encontremos con dudas acerca de por dónde seguir, recordemos que él es el camino.

Jesús es el camino a la verdadera felicidad. Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción

Mayo

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6° domingo de Pascua Jn 14,15-21 (…) Jesús dijo a sus discípulos: “Si me aman, cumplirán mis mandamientos; yo le rogaré al Padre y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; ustedes, en cambio, sí lo conocen, porque habita entre ustedes y estará en ustedes. No los dejaré desamparados, sino que volveré a ustedes. Dentro de poco, el mundo no me verá más, pero ustedes sí me verán, porque yo permanezco vivo y ustedes también vivirán. En aquel día entenderán que yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en ustedes.

Junio

El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él.” Dios establece con nosotros una relación de amor que se pone de manifiesto al cumplir con los mandamientos de amarlo a Él y a nuestro prójimo. La palabra Paráclito viene del griego y quiere decir abogado defensor; se refiere al Espíritu Santo. Dios quiere quedarse con nosotros y en nosotros, a través de su Espíritu que es el Espíritu de la verdad, el que nos transforma y nos enseña lo que debemos hacer, como lo hizo con los discípulos.

¿Aceptas el regalo del Espíritu Santo?

1

La Ascensión del Señor Mt 28,16-20

Celebrar la Ascensión de Jesús implica una invitación a comprometernos con Él en nuestra vida. En los últimos versos del evangelio según san Mateo Jesús señala la misión de los apóstoles, misión que compartimos todos los cristianos. Con el encargo de su misión Jesús nos muestra su amor y su confianza y nos promete estar con nosotros “todos los días, hasta el fin del mundo”. 22

Presencia Apostólica

La Ascensión de Cristo, Palazzo Barberini

(…) Los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban. Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: “Me ha sido dado todo el poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.”


De la Palabra a la acción

Junio

8

Domingo de Pentecostés Jn 20,19-23 Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes.” Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo.” Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo.” A los que les perdonen los pecados les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.” En el Evangelio según san Juan, la primera aparición de Jesús a sus discípulos sucede en la tarde del domingo de resurrección. Jesús se presenta en medio de esa comunidad para darles el regalo del Espíritu Santo y con él la paz y el poder de perdonar los pecados. La fuerza del Espíritu de Jesús puede transformarnos también a nosotros, como a los apóstoles, de débiles, temerosos y encerrados, a valientes, confiados y animosos para emprender la misión. En Pentecostés celebramos una vida nueva: la vida en y con el Espíritu Santo. Es el Espíritu de Pentecostés el que hace posible el verdadero seguimiento de Jesús en el que podemos llamar Padre a Dios y a todos los hombres, hermanos. La fiesta tiene también un sentido comunitario, pues celebra el nacimiento de la Iglesia.

¿Cómo actúa en tu

vida

la fuerza del

Espíritu Santo? Pentecostés, El Greco

Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción

Junio

15

La Santísima Trinidad Jn 3,16-18 “Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.”

Junio

22

Domingo Mt 10,26-33

(…) Jesús dijo a sus apóstoles: “No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas. No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo. ¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno sólo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen más que todos los pájaros del mundo. A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos.” Esta lectura es parte de las instrucciones de Jesús a los Doce, cuando los envía a realizar su misión. Sus palabras tienen el objetivo de lograr que sus enviados superen el miedo que sin duda sentirán al realizar su misión. La forma de evitar el miedo es comprender que contamos con la protección y el cariño de Dios y, por tanto, no debemos temer a los hombres. Jesús nos invita a no ser tan ansiosos, a concentrarnos en lo importante y a confiar en Dios.

«No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.» 24

Presencia Apostólica

Esta breve lectura del evangelio de Juan explica la misión de Jesús, enviado por Dios, motivado por su amor al mundo, a la humanidad, para intervenir en la historia humana. Hay que tener muy claro que el amor de Dios quiere la salvación del hombre; esa es su voluntad. La elección que cada persona hace, ante Jesucristo, es la elección entre la luz y la oscuridad; rechazar a Cristo es preferir la oscuridad.

¿Qué acciones concretas implica preferir la luz de Cristo en nuestras vidas?

Junio

29

Domingo Mt 16,13-19

(…) Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos le respondieron: Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros que Jeremías o alguno de los profetas.” Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.” Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.” El apóstol Pedro es un hombre que se entrega generosamente y que supo tener la mente y el corazón abiertos a la revelación de Dios; así lo refleja su respuesta directa: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.” Un enunciado que refleja la solidez de su fe. Pedro –el sobrenombre del apóstol Simón– quiere decir piedra y hace referencia a la característica de ser un cimiento sólido para la Iglesia de Jesús.

Y yo,

¿qué es lo que digo de Jesús?


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