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PRESENCIA APOSTÓLICA

Revista bimestral núm. 67 SEP-OCT 2014 Donativo: $15.00•$2.50 US

Estar en duelo no es estar

deprimido

El cuerpo

habla lo que el

La

alma calla

oración y la

espiritualidad El Día de Muertos trasciende fronteras 7 701 000 241037

Presencia Apostólica

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Ven a vivir

la alegría de

servir,

realizando labores de

evangelización y promoción social.

Presencia en México y en más de 60 países

San Judas Tadeo Semblanza del apóstol y su devoción en el Templo de San Hipólito de la Ciudad de México

MISIONEROS CLARETIANOS

Un libro que ofrece una visión de la devoción a san Judas Tadeo, fundamentada en el conocimiento de la identidad e importancia del santo apóstol.

Desde 1892, los Misioneros Claretianos se encuentran a cargo del Templo de San Hipólito, un recinto ubicado en el corazón de la Ciudad de México que forma parte de su patrimonio histórico y cultural, y que actualmente se distingue por la veneración al apóstol san Judas Tadeo, cuya devoción se manifiesta visiblemente por toda la ciudad.

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Semblanza del apóstol y su devoción en el Templo de San Hipólito de la Ciudad de México Misioneros Claretianos de México

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A la ve mplo e en el T an de S

TEMPLO DE SAN HIPÓLITO MISIONEROS CLARETIANOS DE MÉXICO

Presencia Apostólica 4/4/14 7:50:34 AM

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Hipólit


PRESENCIA APOSTÓLICA

CONTENIDO

Director

Roger David Martínez Marín, CMF

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Editorial

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Vida cotidiana

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Aventuras de un misionero

6

La oración y nuestra espiritualidad

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Nuestra devoción

9

Los nombres de Dios

Consejo Editorial

Rogelio Carmona Núñez, CMF Alejandro Cerón Rossainz, CMF José Juan Tapia, CMF Alejandro Quezada Hermosillo, CMF Enrique Mascorro López, CMF Lourdu Jerome Joseph, CMF Óscar Linares Rodríguez, CMF Ernesto Bañuelos C. Editora

Marisol Núñez Cruz

Arte y Diseño

Mirta Valdés Bello Colaboradores

Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR Jesús García Vázquez, CMF Juan Carlos Martos, CMF Enrique Marroquín Zaleta, CMF Distribución

Liga Nacional de San Judas Tadeo

PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor respon­sable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Ca­siano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. Impresa en Carmona Impresores S.A. de C.V. Torreón, Coahuila. www.carmonaimpresores.com.mx • ventas@ carmonaimpresores.com.mx • Tel. (871) 707 42 00 con 30 líneas, lada sin costo 01 800 228 22 76. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmen­ te, citando la fuente y sin fines comerciales. ¡Te invitamos a suscribirte! mail: ligasanjudastadeo@gmail.com Tel: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89 Número suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US. Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US. (Incluye gastos de envío).

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14

El cuerpo habla lo que el alma calla Estar en duelo no es estar deprimido Una leyenda etrusca

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San Francisco de Asís

18

El Día de Muertos trasciende fronteras

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De la Palabra a la acción

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EDITORIAL

¿En qué nos

enfocamos?

U

na espiritualidad auténtica nos permitirá mantener el enfoque en lo que es importante; nos permite mantener nuestro rumbo, a pesar de la corriente, que muchas veces nos aleja de él. Todos debemos asumir la responsabilidad por la energía que aportamos a nosotros mismos, a nuestra familia y a la comunidad. Detengámonos a analizar qué es lo que estamos llevando con nosotros: amor alegría y esperanza o, por el contrario, odio, desconfianza y hostilidad. Si observamos nuestras actitudes, descubriremos lo que estamos realmente aportando. También podremos darnos cuenta del diferente impacto que tiene una buena o una mala actitud. Si lo que estamos aportando es negativo, entonces no estamos trabajando en bien de los demás y ni siquiera en bien de nosotros mismos. Para aportar al mundo cosas positivas, es necesario que cada uno busquemos hacer lo que nos gusta, aprovechar nuestros talentos, trabajar en lo que para cada uno es importante. Así serviremos mejor a los demás. Jesús nos dice que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, entonces no descuidemos amarnos a nosotros mismos. Una de las lecturas de este tiempo nos habla de cuáles son los mandamientos más grandes: primero amar a Dios y después amar al prójimo como a nosotros mismos; es decir, que nadie se puede quedar fuera del amor. En eso podemos enfocarnos. Si hay sufrimiento e injusticia, es porque estamos dejando a algunos fuera del amor.

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Vida cotidiana

La religión no consiste en mucho rezar

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ay un criterio para saber si Dios está cerca de nosotros o está lejos. Todo aquél que se preocupa del hambriento, del desnudo, del pobre, del desaparecido, del torturado, del prisionero, de toda esa carne que sufre, tiene cerca a Dios. «Llamarás al Señor y te escuchará.» La religión no consiste en mucho rezar. La religión consiste en esa garantía de tener a mi Dios cerca de mí, porque le hago el bien a mis hermanos. La garantía de mi oración no es el mucho decir palabras, la garantía de mi plegaria está muy fácil de conocer: ¿cómo me porto con el pobre? Porque allí está Dios (Homilía 5 de fe­ brero de 1978). Óscar A. Romero

Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre todo contigo mismo. San Francisco de Sales

El avaro

U

n avaro vendió todo lo que tenía para comprar un lingo­ te de oro que luego enterró en un hoyo, al lado de una vieja pa­ red. Cada día acudía al lugar para vigilar. Uno de sus trabajadores notó sus frecuentes visitas al lugar y de­ cidió espiarlo. Pronto, el empleado descubrió el secreto del tesoro escondido. Se puso a escarbar, encontró el lingote de oro y se lo robó. En su siguiente visita, el avaro encontró el hoyo vacío en la tierra. El hombre comenzó a jalarse de los cabellos y a lamentarse a gritos. Un vecino que lo observaba, al comprender la causa de su duelo, le dijo: “Hombre, no sufras tanto, ve y con­ sigue una piedra del tamaño de tu lingote, ponla en el hoyo, y haz de cuenta que el oro sigue ahí. Será exactamente lo mismo. Te dará el mismo ser­ vicio, porque cuando el oro estaba ahí, tú no lo te­ nías, dado que nunca hiciste ningún uso de él.”

Vivir la vida de tal suerte que viva quede en la muerte. Santa Teresa de Jesús

Anécdota

C

ierto día, un fraile pidió a Francis­ co de Asís permiso para tener como suyo un salterio. El santo le contestó: "Cuanto tengas el salterio, querrás un brevia­ rio. Y cuando tengas el breviario, te sentarás en tu sillón, como un gran prelado, y dirás a un hermano tuyo: "Oye, ¡tráeme el breviario!" El espíritu de dominio sobre las cosas lle­ va casi inevitablemente al deseo de dominio sobre las personas y, por tanto, a la falta de consideración y de respeto a los demás.

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Aventuras de un misionero

El “gato” Jesús García Vázquez, CMF

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no de tantos días, regresando a casa, después de ir a ver a un enfermo, mientras me acercaba, vi, desde lejos, un bulto tirado junto a la puerta. Mi asombro crecía cuanto más me aproximaba. Al llegar a la puerta, mi asombro se convirtió en angustia, al descubrir que lo que había ahí tirado era un joven sumido en la peor de las miserias. En lo que me acercaba, pasó una patrulla. Los policías lo vieron y siguieron de largo. ¡Claro!, era una persona que no les podía redituar ningún beneficio económico. ¿Cuántas personas pasarían junto a él y siguieron su camino, como quien ve tirado un objeto sin valor, es decir, una basura? No sé por qué no pensé en llamar a la Cruz Roja o en avisar a alguna autoridad; lo primero que pensé fue meterlo a la casa y bañarlo. Y, sin pensar en las posibles consecuencias, eso fue lo que hice. 6

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Después de comprobar que respiraba, lo llevé hacia la casa. Su fétido olor era una mezcla de mugre y tiner. Quién sabe qué drogas habría ingerido este pobre ser humano. Mis sentimientos hacia él eran confusos. Por un lado sentía coraje contra el culpable de esa situación. Pero, ¿quién sería?, ¿el mismo joven?, ¿otros jóvenes?, ¿la sociedad?, ¿sus padres?, ¿las autoridades? o ¿todos juntos? Por otra parte, sentía compasión de ver a aquél muchacho convertido en una piltrafa humana. Entrando a casa, como a veinte metros, que me parecieron veinte kilómetros, por lo pesado que estaba, había unas regaderas y sanitarios donde lo metí y lo recargué en la pared, de modo que pudiera respirar con facilidad. Fui corriendo a mi recámara y traje un cambio de ropa que le puse después de bañarlo. Le puse uno de mis perfumes, para ver si con eso se amortiguaba el fétido olor que ya

se había expandido bastante. Después del baño comenzó a reaccionar y preguntó: —¿On’ ta mi amá? ¿On’ tan mis hermanos? Un poco después dijo: —¡Tengo hambre! Pensé: “Yo soy tu amá y yo soy tu hermano”, pero también pensé: “mmm, si yo hubiera sido tu madre, te hubiera agarrado a palos para quitarte este vicio.” Aunque, seguramente no era eso lo que le había hecho falta. —Y, ¿cómo te llamas? –pregunté. —El “Gato” –me respondió aún balbuceando. —¿El “Gato”?, mmm, así como estás, ni a ratón llegas. —Pos así me dicen. —Espérame, voy a traerte algo de comer. Le traje comida que consumió, desesperadamente, con un buen vaso de leche. Comprobé que la leche es buena en estos casos, pues corta, casi inmediatamente, la in-


Aventuras de un misionero ¡Ya basta de corrupción! ¡Ya basta de mentiras y de ansias de poder mundano! ¡Ya basta de destruir a los jóvenes con drogas! ¡Ya basta de tanta muerte causada por quienes olvidan que somos hermanos! Construyamos el Reino de vida, verdad, justicia, paz, gracia y amor que Dios quiere. ¡Unamos nuestros esfuerzos para lograrlo! Esto lo podemos hacer, cada uno, desde nuestros hogares, desde nuestro trabajo, desde nuestra profesión; desde donde estemos. Yo lo hago perteneciendo a los Misioneros Claretianos. Nuestra congregación se llama así por san Antonio María Claret, nuestro fundador.

Los misioneros anunciamos la Palabra de Dios por todos los medios posibles, pero más que nada amando. Nos movemos a pie, en burro, a caballo, en bicicleta, en avión etc. Nada nos detiene y vamos a los lugares donde más se nos necesita, a trabajar con nuestros hermanos pobres, ricos, indígenas, enfermos, drogadictos, niños en situación de calle, etc. Nosotros, también buscamos el poder, pero el poder del amor de Dios que lo puede todo, y que nos enseñó Cristo, a través de los evangelios. La consigna es amar a Dios y al prójimo, que son los mandamientos más grandes que Jesús nos enseñó. Si eres un joven interesado en unirte a nosotros, contáctanos. ¡HASTA LA PRÓXIMA!

Sumérgete en la lectura

de Presencia

Apostólica y profundiza en tu

fe.

Ilustración: Leticia Asprón

toxicación. Su ropa sucia la eché al bote de la basura. Después de que se recuperó un poco, me pasé las horas con él, platicando hasta que amaneció. Se fue tan agradecido como si hubiera encontrado un oasis en su vida. Como cuando una persona que está muriéndose de sed, encuentra un poco de agua fresca. Con todo lo que me contó, concluí que su problema era por falta de amor de sus padres. No lo atendieron bien en las distintas etapas de su vida; siempre estuvo abandonado por sus papás, aunque vivía con ellos, hasta que cayó en las garras del vicio que lo llevó a esa situación. Quiero decirles a todos los que son padres y leen este artículo que no se les olvide que los hijos son un regalo muy grande de Dios y Él se los ha confiado para que les den mucho amor, y les enseñen a amar a Dios y a su prójimo, para que les enseñen a ser responsables y a respetar los derechos de los demás. Los hijos son como plantitas que hay que regar, abonar, y proteger, hasta que puedan defenderse por sí mismos. Y recuerden que no se trata de amar más, o únicamente, al hijo que nos da satisfacciones. Eso no tiene chiste ¡Eso lo hace cualquiera! Lo más coherente con las enseñanzas de Cristo es amar al hijo –o a la persona– que más nos necesita, aunque parezca que sólo nos da problemas. La falta de atención a los hijos es uno de los pecados más graves que existen, porque, además del perjuicio que ellos reciben, si ellos crecen dañados, tarde o temprano, y a veces más temprano que tarde, dañarán a los demás. ¡Ya basta! A partir de la experiencia que les acabo de contar, pensé en la urgencia de transmitir este mensaje: ¡Ya basta de violencia!

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Espiritualidad

La oración y

nuestra espiritualidad

E

s muy frecuente que las obligaciones y los traba­ jos de nuestra vida coti­ diana nos absorban, afectando nuestra calidad de vida. Cuando esto sucede, una de las áreas más afectadas es la espiritualidad. Orar queda fuera de nuestra ocupada agenda y, cuando por casualidad queda algún momento, no sabemos cómo hacerlo. ¿Qué es la oración? La oración es uno de los alimentos básicos de la vida cristiana. Es la comunicación sincera y amorosa del ser humano con Dios, en la que la persona, sintiéndose profundamente amada por su creador, eleva hacia él su corazón. Santa Teresa de Ávila nos dirá que la oración es “un hablar de amistad con aquel que sabemos que nos ama”. San Agustín define la oración como “aquel afecto del corazón que, desde el deseo, se eleva a Dios.” La oración nos ayuda a ver las cosas desde la perspectiva de Dios Contemplar los acontecimientos de nuestra vida, bajo la luz de Dios, con una perspectiva de eternidad y trascendencia, nos hace felices al estilo de las bienaventuranzas. En contraste, cuando nos limitamos a contemplar los acontecimientos desde una perspectiva humana, a veces, en nuestra interpretación predominan los matices tristes. ¿Cómo debemos orar? En la oración, el ser humano contempla su propio ser esencial de ser “mendigo ante Dios” y de saber que todo lo que posee y es, 8

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Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR

lo tiene no por sus propios méritos, sino por Dios mismo: “… porque separados de mí no pueden hacer nada” (cfr Jn 15,5). De aquí que san Agustín afirmara: “No importa que seas rico o que seas pobre, ante Dios siempre serás un mendigo.” Al orar, pidamos con sencillez la iluminación del Espíritu Santo para que nuestro corazón se eleve hasta las alturas de Dios y no olvidemos que “Dios da su gracia a los humildes” (cfr 1Pe 5,5). Con humildad Recordemos el ejemplo que nos pone el evangelio según san Lucas de la oración del fariseo y la del publicano. Lo que el fariseo hace, pretendiendo orar, no es más que un recuento de sus propios méritos e incluso desprecia en su interior a muchos de sus semejantes, incluyendo al publicano, que está orando cerca de él. El publicano, en cambio, consciente de su pequeñez, le pide a Dios perdón por sus faltas, diciendo: “Oh, Dios, ten piedad de este pecador” (cfr Lc 18,11). La conclusión del pasaje evangélico no puede ser más clara. El publicano salió del templo absuelto, mientras que el fariseo salió tal como había entrado. Ir hacia nuestro interior La oración debe ser un movimiento que nos lleve hacia nuestro interior, ya que solemos vivir, como la Marta del evangelio, dispersos y distraídos en muchas cosas. San Agustín, ese hombre que vivió disperso y alejado de Dios, durante muchos años, y que después descubrió su amor y su misericordia,

y se convirtió, decía: “No quieras salir fuera de ti mismo, entra en tu interior, dentro del hombre habita la verdad.” En nuestro interior habita Dios y para poder encontrarnos con él debemos primero “sosegar nuestra casa” como diría san Juan de la Cruz, esto quiere decir, lograr un momento de paz y sosiego en el que podamos comunicarnos con Dios que, como dice el evangelio según san Mateo, “ve en lo secreto” (cfr Mt 6,6). Unos cuantos minutos al día nos bastarán para que nuestra vida adquiera un nuevo sentido, pues la oración, entre otros frutos, trae consigo la paz. Escuchar a Dios A través de la oración dialogamos con Dios, en nuestro interior, manifestándole nuestras inquietudes y anhelos. Y si alguno se pregunta cómo haremos para escuchar nosotros a Dios, san Agustín le responde: “Cuando leemos la Biblia, es Dios quien habla, cuando oramos, somos nosotros los que le respondemos a Dios.” Santa Teresa de Ávila, mística y gran maestra de oración, solía acudir a la oración con la Biblia bajo el brazo. Ella decía que nuestra alma era como un huerto y que la oración era el agua que éste necesitaba para vivir y para florecer. Explicaba que esta agua, a veces, nos llega fácilmente en nuestra oración –como cae la lluvia– y que, otras veces, tenemos que ir por ella a un pozo, a través de la lectura de la Palabra de Dios, escuchando así, a través de la Escritura, la voz de Dios para descubrir su voluntad. ¿Qué pedimos? Hay que precisar que en la oración no se trata de que Dios haga nuestra voluntad y es precisamente en los momentos más difíciles de nuestra vida cuando nuestra oración debe asemejarse a la de


Espiritualidad

“Cuando leemos la Biblia, es Dios quien habla, cuando oramos, somos nosotros los que le respondemos a Dios.” San Agustín Jesús en el Huerto: “Padre, si es posible, que se aparte de mí esta copa. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26,39). Debemos orar con la convicción de que Dios es nuestro Padre y Pastor. Como dice el salmista: “El Señor es mi pastor, nada me falta (…) Aunque camine por lúgubres

cañadas, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu bastón me defienden” (Salmo 23). Entonces, debemos pedir que se haga la voluntad de Dios, sabiendo que él saca bienes de los mismos males. San Agustín lo dice así: “La voluntad de Dios es recta, la tuya, no. Tu voluntad debe ser encami-

nada a la de Dios, no torcer la suya hacia la tuya; así serás recto de corazón.“ Un ejemplo de esto lo tenemos en nuestra madre, María. Ella, sin saber cómo se iba a efectuar el plan de Dios, acepta su voluntad y asiente amorosamente a él. Volviendo a la oración de petición, debemos recordar también que pedirle algo a Dios no quiere decir que nosotros mismos nos dejemos de esforzar para conseguir lo que necesitamos y para transformar este mundo, según lo que nos enseña el evangelio. Como dice san Ignacio de Loyola: “Ora como si todo dependiese de Dios, esfuérzate y trabaja como si todo dependiera de ti.” O como se dice coloquialmente: “A Dios rogando y con el mazo dando.” Recordemos también que nuestra oración debe ser constante e insistente. El mismo Jesús lo ejemplifica con la parábola del juez inicuo que finalmente le hace caso a la viuda que pedía justicia, debido “a su molesta insistencia” y explica que si así actuó el juez injusto, con mayor razón Dios no hará esperar a quienes claman a él continuamente (cfr. Lc 18,1-8). Expresar nuestro amor y nuestra gratitud Por último, recordemos que la oración no es sólo para pedir, sino para alabar a Dios y darle gracias. Decía san Agustín que la alabanza es un asunto de los enamorados. Si nuestra alma ha descubierto a Dios y vive enamorada de él, haremos continuamente este tipo de oración. Jesús, quien expresamente nos enseñó a orar con el Padrenuestro, siempre encontró tiempo para la oración y los evangelios lo presentan, en muchas ocasiones, alejándose de las multitudes para poder hacer oración, abriendo su corazón hacia el Padre con total confianza y amor. Presencia Apostólica

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Nuestra devoción

Conoce más sobre san Judas Tadeo

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an Judas Tadeo fue uno de los doce apóstoles que Jesús escogió, como nos dice el Evangelio, «para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar». San Judas formó parte de la que podemos identificar como la primera comunidad de discípulos del Señor, además de ser su pariente cercano, según los relatos genealógicos. Los nombres del apóstol El nombre «Judas», un nombre común entre los judíos del tiempo de Jesús, viene del idioma hebreo y significa “alabanzas sean dadas a Dios”; el nombre «Tadeo» proviene del idioma arameo y significa valiente o magnánimo. También ha sido llamado «Lebbeo» que significa hombre de corazón tierno. En la lista de apóstoles del evangelio según san Lucas aparece con el nombre de «Judas» (6,16); en Mateo (10,3) y en Marco (3,18) se utiliza el nombre «Tadeo». Todos los nombres que hacen referencia a san Judas Tadeo son significativos, pues nos hablan de su actitud y cualidades, y todos concuerdan con su advocación de las “causas difíciles”. Imitemos las cualidades del apóstol, así como su actitud ante las dificultades. La imagen • Lo más significativo en las representaciones del apóstol es portar en el pecho la imagen de Jesucristo; simbolizando que Tadeo lleva a Cristo en su corazón y que es parte central de su persona. También significa que es portador del mensaje de Jesús, pues lo llevó a los pueblos paganos. • Se le representa con las armas o herramientas que la tradición ha asociado con su martirio: mazo, hacha o espada. • La llama del Espíritu Santo sobre la cabeza del apóstol simboliza su presencia en Pentecostés. San Judas Tadeo en la Biblia Además de ser mencionado en la lista de apóstoles, el evangelio según san Juan nos refiere que san Judas hace una pregunta a Jesús durante la última cena: “Le dice Judas –no el Iscariote–: –Señor, ¿por 10

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qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?” (Jn 14,22-23). Por otra parte, al apóstol se le atribuye la Epístola de Judas, una de las cartas del Nuevo Testamento que se suelen llamar “católicas”, porque no están dirigidas a determinada Iglesia local, sino a un círculo más amplio de destinatarios. Advocación y fiesta Ser el patrono de las “causas difíciles” o de los “casos desesperados o imposibles” ha convertido a san Judas Tadeo en uno de los santos más invocados popularmente. Su fiesta se celebra en la liturgia el 28 de octubre, aunque popularmente es recordado el día 28 de cada mes. Las actividades en torno de la fiesta del 28 de octubre comienzan desde nueve días antes de esa fecha con la novena dedicada al apóstol y durante los días que preceden al 28 van llegando al templo diversas peregrinaciones, procedentes de distintos puntos de la Ciudad de México, así como de diferentes estados del país. Desde la media noche del 27, y a lo largo de las primeras horas del 28, se escuchan las primeras Mañanitas con mariachi, de las muchas que los fieles le irán cantando al apóstol a lo largo de todo el día. Hay una gran diversidad tanto entre los asistentes a la fiesta, en la que se reúnen personas de todas las edades y clases sociales, como en las maneras de manifestar el cariño y la devoción al apóstol. Lo importante es que todos están ahí para agradecer a Dios y para celebrar a un santo a quien cotidianamente piden su intercesión. Aquí y ahora Llama la atención que en la actualidad, en un momento en que hay miles de opiniones y opciones, el apóstol tenga un impacto tan grande en la comunidad creyente. San Judas Tadeo continúa realizando su misión de llevar el mensaje de Jesús a todo el mundo, en especial a los más pobres y marginados.


Gotitas bíblicas

Los nombres de Dios Ernesto Bañuelos C.

H

emos leído o escuchado que en la tradición judía no se pronuncia, por respeto, el nombre de Dios. En el Antiguo Testamento, no obstante, hay dos nombres divinos para referirse al Dios de Israel: Elohim (2596 veces) –que significa Dios– y YHWH (6,809 veces) –que es el nombre propio del Dios de Israel–. En el hebreo antiguo sólo se escribían las consonantes (sin vocales), de modo que la pronunciación de YHVH no la conocemos, al menos no es segura. A veces se ha traducido con la forma Yahvé*; pero la tradición judía nunca la pronuncia, sino que la suple por Adonay –el Señor–. En la liturgia católica se suple Yahvé por Adonay (o Adonai) o por Kyrios (en griego) o Dominus (en latín), palabras todas que significan “el Señor”. También existe la palabra Saday (48 veces) que se traduce generalmente como “Omnipotente”. *Los testigos de Jehová (cuyo nombre anteriormente era “ruselistas”, por su fundador) adoptaron su nombre actual en 1931, basados en su versión propia de la Biblia

que en Isaías 43,10-12 dice: Ustedes son mis testigos… yo soy Jehová y fuera de mí no hay salvador. Babel y Pentecostés San Cirilo de Alejandría en el siglo IV relaciona la torre de Babel con el hecho de Pentecostés porque ambos relatos evocan la bajada de Dios entre los hombres. En el Génesis (cap. 11) se trata de una visita de castigo, en tanto que en los Hechos (cap. 2) es el don del Espíritu Santo que prolonga la bajada de Dios entre los hombres en la persona de Jesús. En Babel la confusión de lenguas es reparada por la destrucción de las diferencias. En Pentecostés la diversidad de cada pueblo subsiste, pero es posible la comunicación gracias al Espíritu de Cristo que llega a todas las culturas sin confundirlas. La variedad de lenguas en Babel fue signo de dispersión y separación de las naciones. En Cristo, el hecho de que “cada uno les oía hablar en su propia lengua” (He 2,6), es signo de la reunión en la unidad por el Espíritu, como dice San Cirilo. ebanuelosc@gmail.com

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Desarrollo humano

El cuerpo habla

lo que el alma calla Gylda Valadez Lazcano

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ad a ve z e s m á s fr e cuente escuchar que la salud del cuerpo tiene que ver con nuestros pensamientos y emociones. Algunas investigaciones reportan que hay personas que se 12

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curan de una enfermedad aparentemente incurable, y por el contrario, que otras personas con algún tipo de diagnóstico menos drástico pueden llegar a morirse. A partir de esto, vale la pena preguntarse: ¿qué relación tiene el cuerpo con

los pensamientos y las emociones? Cada día aumentan los estudios que comprueban que las funciones del cuerpo humano son afectadas por las emociones y por la forma de pensar. El estado mental impacta de forma importan­te en el sistema inmunológico, que es el que defiende al cuerpo de la invasión de cualquier virus o bacteria, evitando que la persona se enferme. Si el sistema inmunológico de una persona no funciona adecuadamente, dicha persona es más propensa a adquirir enfermedades o a que éstas se prolonguen, ya sea enfermedades simples como una gripe o graves como el cáncer. Podemos decir que el estado de salud de una persona es, en gran medida, resultado de la forma en que maneja sus pensamientos y sus emociones. Por eso, hoy por hoy la medicina alternativa atiende los síntomas de las personas enfermas desde la parte emocional y desde los pensamientos, además de tratar la parte fisiológica. Esto representa una visión diferente de la enfermedad, que consiste en considerarla como si ésta fuera el mensaje que el cuerpo nos manda para saber qué situaciones o pautas de conducta necesitamos cambiar en nuestra vida. El cuerpo habla lo que el alma calla Ejemplos distintos de los tipos de mensaje que nuestro cuerpo puede mandarnos, a través de las enfermedades, son los siguientes: el cuerpo puede querer decirnos que necesitamos descansar; o puede tratar de decirnos que necesitamos reconciliarnos con la vida; puede decirnos que necesitamos aprender a recibir el apoyo de los otros, o bien; que necesitamos soltar a alguna persona o situación que ya no requerimos en nuestra vida. En efecto, el cuerpo habla lo que el alma calla, por lo


Desarrollo humano que la enfermedad viene a ser la voz del cuerpo que grita lo que necesitamos cambiar en nuestra vida. Los constantes estados de tristeza, insatisfacción, inseguridad, agresividad, irritabilidad, resentimiento, vergüenza, temor, estrés, angustia, etc., pueden producir un desequilibrio biológico en el cuerpo y terminar provocando un padecimiento físico. Es importante validar nuestras emociones negativas, pero eso no quiere decir que convenga quedarnos en ellas indefinidamente, pues, además de mermar nuestra autoestima, impactan en nuestra salud. Afrontando los conflictos con la risa, la meditación, la terapia Es necesario ir resolviendo todos aquellos asuntos de nuestra vida que nos generan conflicto y nos roban la energía. Hay alternativas que nos permiten sentirnos mejor ante cualquier situación, por ejemplo, meditar, asistir a un proceso terapéutico, o practicar aquellos pasatiempos que nos gustan, ya que a nivel fisiológico generan sustancias que nos harán sentir mejor y elevan nuestro sistema inmunológico. La risa tiene un impacto positivo en nuestro cuerpo, pues su vibración nos permite eliminar los efectos negativos del estrés en las células del cuerpo. Practicada con regularidad, la risa nos va convirtiendo en personas más optimistas y pacientes. Se ha comprobado que la risa fortalece notablemente nuestro sistema inmunológico permitiendo que éste combata con mayor eficacia a los virus, bacterias y posibles mutaciones celulares del organismo que puedan dar lugar a tumores cancerígenos. La risa provoca la vibración de los músculos, tonificándolos, y ayuda a eliminar las toxinas y los ácidos grasos excesivos. Cuando

¿Qué es un "baño de bosque"?

S

e trata de una breve visita de placer y relajación a un bosque o parque. En japonés se llama shinrin-yoku y es una práctica terapéutica. Para esta práctica, se organizan visitas guia­ das al bosque, en las que se enseña a relacionarse con la naturaleza delibe­ radamente y de manera total, involucrando todos los sentidos. Hay que en­ focarse en lo que se ve; tocar diferentes texturas; oler los diferentes aromas de los árboles, las flores, la tierra; escuchar el soni­ do del viento, de las hojas que se pisan, del agua, etc. Se recomienda hacer esta práctica en silencio y con celulares y otros aparatos apagados. Está comprobado por diversos estudios que esta práctica mejora la salud. Se ha encontrado que esto se debe a que, por una parte, al dis­ minuir la secreción de cortisol u hormona del estrés, dismi­ nuye la presión arterial. También es muy importante que las sustancias que emiten los árboles y las plantas, llama­ das fitoncidas, proporcionan una aromaterapia natural con los efectos de contrarrestar el estrés y fortalecer el sis­ tema inmunológico.

nos reímos a carcajadas, se secretan sustancias bioquímicas como las endorfinas (hormona de la felicidad), que nos sirven para aliviar el dolor físico y para equilibrar nuestro estado de ánimo. Trabajando sobre la mente, nos convertimos en los arquitectos de nuestra salud Como consecuencia, es importante darnos cuenta de que nosotros somos los arquitectos de nuestra salud. Para lograrlo es necesario trabajar sobre las emociones y los pensamientos y recuperar así la

salud perdida o recuperar la chispa para vivir. Es necesario re-direccionar nuestra vida para darle un nuevo sentido. Es importante revisar no sólo nuestra salud física, sino la de nuestros pensamientos y nuestras emociones, haciendo frente a cada situación de nuestra vida con la mejor actitud, para poder tener una salud óptima y vivir con plenitud. La autora es psicoterapeuta corporal y terapeuta sistémica de pareja y familia. coordinacion.centroometeotl@gmail.com Presencia Apostólica

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Tanatología

Estar en duelo no es estar

deprimido Ana Laura Rosas Bucio

“No puedo evitar que las aves de la tristeza vuelen sobre mi cabeza, pero lo que sí puedo evitar es que aniden en mi pelo.” Proverbio chino

P

erder es una de las experiencias más comunes en la existencia humana. Nos guste o no, las pérdidas ocurrirán a lo largo de nuestra vida. La gran mayoría de estas pérdidas son manejables. Sin embargo, es necesario diferenciar cuándo una alteración del estado de ánimo es un duelo debido a una pérdida y cuándo es debido a una depresión. El duelo y la depresión comparten muchas características: 14

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tristeza, llanto, pérdida de apetito, trastornos del sueño y pérdida de interés por el mundo exterior. Sin embargo, tienen muchas diferencias también. Por este motivo tenemos que entenderlos como fenómenos diferentes. El duelo no es una enfermedad El duelo es una reacción natural, muy dolorosa y complicada, pero natural. El duelo no es una enfermedad. Es una condición normal, consecuencia de haber tenido una pérdida. La depresión es una enfer-

medad, con síntomas y signos, la cual difícilmente podemos superar solos. Si su origen es orgánico, se le llama depresión endógena. Si su origen es psicosocial, es decir, si es causada por un estresor –factor desencadenante de estrés–, como una pérdida, se le llama depresión exógena o reactiva. En cualquier caso es importante enfatizar que duelo no es depresión. Aunque puede suceder que un duelo desencadene una depresión. Eso sucede cuando un duelo no lleva una adecuada elaboración y no culmina en la aceptación. Es un duelo que se atora en algunas de sus fases, se queda estático y no llega a un término. Desafortunadamente, es común que la palabra depresión se utilice para referirse a situaciones que no cubren las características de esa enfermedad. Equivocadamente decimos que alguien tiene depresión cuando lo único que le sucede es que tiene un estado de ánimo bajo, mejor conocido como tristeza; o cuando pasa por un duelo si es que tuvo una pérdida. También sucede lo contrario, que cuando una persona está realmente deprimida, creemos que su estado de ánimo será transitorio y será una condición que mejorará "echándole ganas". Me explico mejor, cuando estamos tristes, nuestro estado de ánimo está bajo, no tenemos energía para hacer muchas cosas, tenemos ganas de estar solos, nos sentimos desanimados, sin embargo este estado no nos impide seguir funcionando. La depresión requiere atención médica y psicológica En el caso de la depresión, no sucederá esto, cada día será más complicado, las emociones permanecerán, y podrán incluso empeorar. Al principio de la depresión, tal vez podamos seguir


Tanatología En el duelo, el dolor que se experimenta es la ausencia de otra persona. En la depresión se experimenta la ausencia de uno mismo. con nuestra vida "lo más normal posible" pero mientras la condición empeore, será cada día más complicado, hasta que llegue el momento en que funcionar en la vida cotidiana no será posible. No podremos levantarnos, bañarnos, ir a trabajar, hacernos cargo de nuestras responsabilidades, aunque sean las más básicas. El estado de ánimo parece independiente de nuestra voluntad, las emociones son depresivas, los pensamientos son depresivos, las conductas son depresivas, la persona pierde el control de sí misma, de sus emociones. La depresión no es una condición pasajera, que pueda quitarse echándole ganas, "dándose un baño" o cosas así. La depresión es una enfermedad, que requiere atención médica y psicológica para ser curada. Sigmund Freud hacía una distinción entre el duelo y la depresión, afirmando que en el duelo las personas ven el mundo pobre y vacio, y en la depresión es la persona la que está pobre y vacía. En el duelo, el dolor que se experimenta es la ausencia de otra persona. En la depresión se experimenta la ausencia de uno mismo. Enumeraré las características de la depresión, ya que es importante aprender a identificarla y saber que no es una condición normal, y que necesitamos ayuda para salir de ella: 1. Aunque la enfermedad de la depresión puede ser generada por una pérdida, su origen no se debe exclusivamente a la pérdida. 2. Las emociones no son proporcionales a la situación generadora.

3. Hay pérdida de energía e interés, la persona muestra mucha apatía. 4. Hay sentimientos de vacío, enojo, resentimiento, vergüenza, culpa, afectos depresivos. 5. Se afecta la capacidad de concentración, hay ideas depresivas acerca del presente, y del futuro. 6. Hay ideación suicida. 7. Hay trastornos de sueño, de apetito, cambios de la bioquímica cerebral. 8. Incapacidad para sentir placer. 9. Hay incapacidad para sentirse consolado por el apoyo de los demás, hay pérdida de conexión con amigos y familiares; hay aislamiento social. 10. Hay incapacidad para enfrentar las tareas diarias. En el duelo: 1. La experiencia siempre es motivada por una pérdida, 2. Las emociones son claramente debidas a la pérdida y son proporcionales a lo sucedido. 3. Las personas a veces no tienen energía e interés y en otras ocasiones están muy inquietas. 4. Las emociones pueden ser las mismas que en la depresión, pero menos constantes y menos profundas. 5. La capacidad de concentración es variable. 6. Hay ideas de muerte, casi siempre recién sucedida la pérdida. 7. Hay cambios en los hábitos de sueño y alimenticios, pero son menos estables y duraderos. 8. A pesar de la pérdida, la persona puede sentir mo-

mentos de gozo y placer. 9. La persona responde con calidez al acercamiento de los demás y, a pesar de su tristeza, está conectada con sus familiares y amigos. La persona se siente cómoda con la presencia de los demás. 10. Es capaz de funcionar a pesar de la pérdida. La culpa está presente en ambas condiciones, aunque con sus diferencias. En el duelo, la culpa se siente porque creemos que algo hicimos mal, que nuestras acciones no fueron suficientemente buenas. En la depresión la culpa se experimenta por tener la certeza de que uno mismo es el que está mal, que nuestro ser como persona es lo que está equivocado. Aunque la desesperanza está presente tanto en el duelo como en la depresión. En el duelo suele presentarse al principio, pero conforme pasa el tiempo, la esperanza va recuperándose. En la depresión no sucede así, pues conforme avanza el tiempo, más se va perdiendo la esperanza. Un factor importante a considerar es que el duelo ocurre después de la pérdida o cuando se sabe que ocurrirá una pérdida. En cambio, uno puede estar deprimido antes de la pérdida. Si algún ser querido sufrió una pérdida y muestra signos y síntomas como los descritos, comprendamos que probablemente no es un duelo sino una depresión y si fuera el caso, podría no salir por sí solo. Busquemos ayuda. Los profesionales pueden determinar si la condición por la que alguien pasa es normal o es una enfermedad. La autora es psicóloga clínica, experta en intervención en crisis, tanatóloga, logoterapeuta y conferencista. Directora General del Centro de Capacitación Profesional Industrial y Personal S.C. CECAPIP. lrosasb@hotmail.com Presencia Apostólica

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Ilustración: Leticia Asprón

Ilustración: Leticia Asprón

Historia para meditar

Una leyenda etrusca

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os historiadores romanos cuentan una leyenda sobre los antiguos moradores de las tierras de la Toscana (Italia), los etruscos. Narran que en el siglo sexto antes de Cristo llegó, a una de las aldeas marítimas de los etruscos, una nave llena de personas fuertemente armadas provenientes del Oriente. Una vez que desembarcaron, se quedaron admirados ante la riqueza del pueblo, y decidieron atacar a los habitantes para apoderarse de sus más preciados tesoros. Los etruscos de esa población, gente más bien pacífica y trabajadora, como pudieron, se defendieron de los ataques de quienes los había invadido, sin embargo, muy pronto, al verse superados por el enemigo, se vieron obligados a capitular y rendirse ante ellos. Fueron muchas las bajas por parte de los etruscos, y también muchas las atrocidades que estos extraños hombres, venidos desde lejos, les habían infligido. No obstante, uno de los hombres más ancianos y sabios del pueblo logró hablar con el jefe de esta horda, y lo pudo convencer de que no hicieran más daño a la población, sino que se llevaran 16

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Enrique A. Eguiarte Bendimez, OAR

lo que quisieran, y que los dejaran vivir en paz. La propuesta fue aceptada, y el jefe de este grupo bárbaro pidió que les entregara todo el oro y las joyas que tenían en el pueblo. Los habitantes resignados, y con el deseo de que esos sangrientos invasores se fueran, les entregaron sus riquezas. Una vez que ya se había reunido todo el oro y comenzaban a trasportarlo a su nave delante de toda la población, que veía con tristeza y enfado cómo los despojaban esos bárbaros, apareció el sacerdote de uno de los templos de la ciudad. Y sin ningún preámbulo ni miedo le dijo a los invasores en lengua etrusca: —¡No es justo ni bueno aprovechar la fuerza para someter y sojuzgar al débil! En ninguna legislación de ninguna civilización se permite eso. Quien es más fuerte debe ser compasivo con el que no lo es, y quien tiene fuerza debe aprovecharla para remediar sus propias necesidades y las de aquellos que son menos fuertes que él. Por eso, hoy invoco a todas las potencias del universo, aéreas, celestes y terrestres, para hagan caer sobre ustedes un terrible castigo.


Historia para meditar ardiendo en llamas en medio del mar, y solo el jefe de aquel grupo vandálico se pudo salvar, metido en una gran caja de madera a modo de barca. Todo lo demás se hundió en lo más profundo del mar. Después de varios días de estar a la deriva, el jefe de este grupo pudo por fin llegar a tierra. Curiosamente las corrientes marinas lo habían llevado al mismo pueblo etrusco que había sido despojado y ultrajado por él y su grupo. Los pescadores etruscos lo reconocieron y se temieron lo peor, por lo que lo dejaron solo en la orilla y corrieron a dar aviso a la ciudad. Muy pronto salió de la ciudad, en donde ahora se edificaban unas murallas, un grupo fuertemente armado de tropas de la coalición etrusca, que había venido a dar seguridad a esta aldea. Pudieron comprobar que el jefe estaba solo, y fue entonces cuando éste les contó todo lo que nosotros ya sabemos, y cómo la maldición que había pronunciado sobre ellos el sacerdote, había sido eficaz. Haberles quitado la risa y la sonrisa les había privado a ellos de los frutos de sus pillajes y de sus robos, que habían pagado con el precio de su propia vida. Como los etruscos no eran un pueblo con espíritu de venganza, procuraron hacer todo para salvar la vida de su cruel enemigo. No obstante, todos los esfuerzos fueron en vano. Un poco antes de morir, el jefe enemigo pidió: —Por favor, devuélvanme la sonrisa, devuélvanme la capacidad de reír. La vida del hombre sin estas dos hermanas es una interminable trage­ dia, es como un mundo sin luz, como un paisaje sin color. Sin la iluminación de una sonrisa no se puede vivir, sin el fuego de la risa, no se pueden quemar las penas de la vida. Quisiera volver a reír o por lo menos a sonreír… Y aunque los etruscos hubieran querido devolverle esta capacidad, era ya muy tarde, pues lo que había dicho habían sido sus últimas palabras. Desde aquel día los etruscos no solo procuraron proteger más sus ciudades, sino que se dieron cuenta de lo importante que es la risa y la sonrisa en la vida de un ser humano. Lamentaron es cierto, la pérdida de vidas, y de las riquezas que les había robado esos bárbaros. Sin embargo, agradecieron por el don de la risa y la sonrisa, y así han querido pasar a la historia, pues en sus túmulos fúnebres se les puede ver riendo y sonriendo, como para decirle a las generaciones futuras, que se puede vivir sin muchas riquezas, pero sin la risa y la sonrisa, no.

—¡No es justo ni bueno aprovechar la fuerza para someter y sojuzgar al débil! Algunos historiadores narran que en esos momentos el cielo repentinamente se oscureció, y que se escucharon algunos terribles truenos. Lo cierto es que el sacerdote siguió diciendo: —Nosotros, los etruscos, nos distinguimos por ser un pueblo que siempre sonríe; somos el pueblo de la alegría de vivir. Hoy, por habernos hecho esta gran injuria, ¡los condenamos a no sonreír ni a reír nunca más en su vida! El jefe de esta horda se quedó impresionado ante el tono de las palabras del sacerdote, pero, cuando le tradujeron lo que había dicho, no le dio importancia a su significado. No obstante, se dio cuenta de que no podía reírse de esas palabras, algo se lo impedía, entonces pensó: —Si no podemos reír ni sonreír, eso dará a nuestros rostros una mayor dureza y fiereza, y podremos amedrentar más a nuestros enemigos. Y, condenando al olvido las palabras del sacerdote, se fueron de aquel lugar, a continuar su vida de robo y pillaje en diferentes zonas del Mediterráneo. Y si bien era cierto que el hecho de haber perdido la capacidad de reír y de sonreír, confería a sus rostros una fiereza particular, con el paso del tiempo, se fueron cansando de verse los unos a los otros, siempre con mala cara, como si estuvieran perpetuamente de mal humor. Cuando jugaban a los dados, ya no había risas y bromas, como pasaba anteriormente, sino sólo imprecaciones y gruñidos. Esto comenzó a despertar una gran agresividad entre ellos mismos, y sus juegos comenzaron a terminar siempre en riñas sangrientas, donde más de alguno terminaba perdiendo la partida y la vida. El cansancio y la tensión, que en otras ocasiones se rompía con una buena carcajada, o con una broma, ahora no tenía otra vía de escape que la violencia. Se comenzaron a formar partidos dentro del grupo, e incluso dentro de los mismos grupos, se comenzaron a dividir de tal forma que ya nadie confiaba en nadie, y lo que reinaba entre estas personas era la suspicacia y el deseo de poder. El jefe del grupo, preocupado, creyó que organizando una gran fiesta como las que se hacían antaño, podría restablecer la unidad en su grupo. No obstante el resultado fue fatal. Después del gran banquete, no vinieron los cantos y las risas, sino las riñas y las contiendas. Muy pronto el barco entero estaba

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Espiritualidad cristiana Francisco dando un sermón a las aves, fresco de Giotto en la basílica dedicada al santo.

abandonar el ejército. Desde entonces, adquirió una actitud meditativa. Cuando sus amigos le preguntaron sobre esto, él respondió: Pienso casarme, y la mujer con la que pienso comprometerme es tan noble, tan rica, tan buena, que ninguno de vosotros visteis otra igual. Luego descubrirían que se trataba de la pobreza. Conmovido desde antes por los leprosos, se dedicó a ayudarles. También se dedicó a reconstruir capillas, para lo cual, en un principio, remató posesiones de su padre, lo que lo llevó a entrar en conflicto con él. Entre las capillas, tenía especial estima por una llamada la Porciúncula, que después le sería cedida, a cambio de canastas de pescados, para fundar su orden. El conflicto con su padre se dirimió ante autoridades eclesiales, que finalmente le autorizarían fundar una orden, una hermandad de pobres.

Se dedicó a predicar el Evangelio y a la fundación de órdenes

San Francisco de Asís

S

an Francisco nació en Asís, Italia, en el año 1181 o 1182. Su padre fue un próspero comerciante de telas. En aquella época, el comercio aumentaba a gran velocidad, haciendo crecer las ciudades, mientras algunos se enriquecían y muchos se empobrecían. 18

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Un cambio radical En su juventud, Francisco se dedicó a divertirse con sus amigos, gastando el dinero en fiestas. Como muchos otros jóvenes, Francisco tuvo que formar parte del ejército papal para luchar contra los germanos. En un viaje hacia Apulia escuchó una voz que le indicaba regresar a Asís y

Una ocasión en que escuchaba el pasaje del Evangelio sobre la primera misión de Jesús a los apóstoles, donde dice: No lleven monede­ro, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos... (Lc 10), descubrió su misión definitiva. Dejando la reconstrucción de capillas se dedicó a predicar el Evangelio, para lo cual ya había logrado juntar once discípulos, a los cuales enviaba de dos en dos a predicar. Además de predicar, atendían leprosos, hacían trabajos humildes en casas y monasterios y pedían limosna. Además de fundar la orden de los hermanos menores franciscanos, fundó, con Clara de Asís, de quien fue modelo de conversión, la Segunda Orden Franciscana de


Espiritualidad cristiana las Hermanas Clarisas, a quienes dijo: “Yo, fray Francisco, pequeñuelo, quiero seguir la vida y pobreza de nuestro Altísimo Señor Jesucristo y de su santísima Madre, y perseverar en ella hasta el final; y os ruego, señoras mías, y os aconsejo, que viváis siempre en esta santísima vida y pobreza. Y estad alerta, para no apartaros jamás de ella por enseñanza o consejo de nadie.” Hacia 1215, la hermandad se había extendido por Italia, Francia y España. Cuando el cardenal Hugolino le pidió formar cardenales entre sus frailes, él se negó argumentando: “Eminencia: mis hermanos son llamados frailes menores, y ellos no intentan convertirse en mayores. Su vocación les enseña a permanecer siempre en condición humilde. Mantenedlos así, aún en contra de su voluntad, si Vuestra Eminencia los considera útiles para la Iglesia. Y nunca, os lo ruego, les permitáis convertirse en prelados.” Francisco quiso, imitando a los apóstoles, predicar el Evangelio en regiones consideradas paganas, como Egipto. Acompañando a los cruzados, que por esas épocas pretendían convertir a los musulmanes por la fuerza, él se propuso convertir por medio del buen ejemplo y la prudencia y no mediante las armas, en la que sería su primera regla, escrita en 1221. Como Francisco no era sacerdote, no impartía doctrina, sino

que predicaba alabando y honrando al Señor, invitando a la conversión y a vivir una vida evangélica.

Popularizó la escenificación de “nacimientos”

Si bien no fue el primero en escenificar el nacimiento de Jesús, montando pesebres en parajes apropiados, sus emotivas escenificaciones acabaron por popularizar los nacimientos en todo el mundo.

Francisco y la muerte

De por sí Francisco siempre fue delicado de salud, pero además se impuso una vida austera encerrándose en ermitas para meditar en Cristo. Además de que contrajo la malaria, en el viaje a Egipto contrajo una conjuntivitis que cada vez más le impedía ver. Cuando su amigo médico, Buongiovanni, le informó que sus enfermedades lo llevaban a una muerte pronta exclamó: ¡Bienvenida mi hermana muerte! Cuando le comunicó a uno de sus hermanos frailes su próxima muerte, le dijo que para él significaba un gozo infinito, el descanso de sus fatigas y la mayor de las riquezas, invitándolo a dar a todos ejemplo de serenidad y gozo. Francisco empleó los pocos días que le quedaban de vida en alabar a Dios, animando a los suyos a hacer lo mismo. Llamó a fray León y a fray Ángel y les pidió que cantaran con gozo y en voz alta el Cántico del hermano Sol, compuesto por él, al que añadió una nueva estrofa que decía: “Alabado seas, mi Señor, por

nuestra hermana muerte corporal, de la que ningún hombre vivo puede escapar. ¡Ay de los que morirán en pecado mortal! ¡Dichosos los que encontrará en tu santísima voluntad, pues la muerte segunda no le hará mal!” Luego entonó el salmo 142: “A voz en grito clamo al Señor, a voz en grito suplico al Señor; desahogo ante él mis afanes, expongo ante él mi angustia, mientras me va faltando el aliento...” A sus compañeros les había advertido: ”Cuando me veáis a punto de expirar, ponedme desnudo en el suelo, como anteayer, y dejadme yacer así, muerto, el tiempo que se tarda en recorrer una milla” (algo así como una hora). Francisco murió cantando y bendiciendo al Señor, el 3 de octubre de 1226, a la edad de 44 años. Debido a la voluntad de Francisco de reconciliar con todo a todos los hombres y seres de la naturaleza, el papa Clemente VI promulgó dos bulas: la «Gratias agimus» y la «Nuper carissimae», en las que encomendó a la Orden Franciscana la custodia de los Santos Lugares. En la historia de la cristiandad, Francisco es considerado como aquél que en su espíritu de pobreza y desprendimiento más se pareció a Jesús. El 13 de marzo de 2013, el actual Papa, Francisco, eligió su nombre en honor a san Francisco de Asís.

¡Terrible es la muerte!, pero ¡cuán apetecible es también la vida del otro mundo, a la que Dios nos llama! San Francisco de Asís

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Foto: David Gutiérrez Escudero, Museo de Arte Popolar

Tradiciones

El Día de Muertos

trasciende fronteras Molly P. Hynes

L

evi-Strauss, un célebre antropólogo francés del siglo XX, hizo que el mundo cambiara radicalmente su forma de entender a las comunidades indígenas, especialmente en torno a aquello 20

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que tiene que ver con lo ritual. Él sostenía que el rito, que sustenta la cultura, "rebaja el pensamiento para que éste cumpla con los requisitos de la vida" (entrevista a NPR de 2008). Los rituales, por lo tanto, sobrepasan el pensamiento y transforman nuestra experiencia

en algo vivible, basado en la cultura de la que somos parte. ¿Qué significado tiene eso al momento de hablar de un ritual que surge con unas ciertas raíces culturales, pero ahora se celebra de forma más amplia? La celebración combina rituales prehispánicos con la tradición católica La celebración del Día de los Muertos combina rituales indígenas prehispánicos con la tradición católica para rendirle honor a los difuntos. Algunas tradiciones religiosas indígenas creen que una vez que la persona muere, el espíritu sigue viviendo. De la misma forma, la Iglesia Católica "ha honrado con gran respeto la memoria de los difuntos" (Catecismo de la Iglesia Católica) y cree en la comunión de aquellos que viven en la tierra con aquellos que ya han muerto. Esto es básicamente lo que se recita en el credo (símbolo de los apóstoles): "creo en la comunión de los santos". Algunas veces los ritos pueden crecer y evolucionar cuando se mezclan con otras culturas. Esta forma de religiosidad popular ha crecido y cambiado y ahora se celebra fuera de México, su lugar de origen. Numerosos latinoamericanos en el mundo son parte de esta celebración y, para sorpresa de muchos, no son sólo los latinoamericanos los que celebran el Día de los Muertos. El Día de los muertos fuera de México En Texas, crecí familiarizada con esta tradición. En la escuela hacíamos nuestro altar de muertos. Veía a las personas que iban a los cementerios y recuerdo que un año en especial me conmovió que toda mi universidad, con todo y una mezcla de nacionalidades, se reunió para honrar a nuestros seres queridos difuntos y a quie-


Tradiciones nes habían formado parte de nuestra comunidad universitaria. Fue una celebración que abrió sus brazos no sólo a los que tenían raíces latinas; todos tienen algún ser querido que ha fallecido y, por lo mismo, todos pueden entender la importancia de honrar ese vínculo de amor que trasciende la raza o la sangre. En estos días, una amiga inglesa estuvo de visita en México y estuvo buscando algunas artesanías para usar en su propio altar del Día de los Muertos. Ella, una chica que no es mexicana ni vive actualmente en México, ha hecho suyo parte de este ritual. Me dijo que era algo con lo que se identificaba. Es una tradición que unifica a las personas porque todas, al mismo tiempo, el mismo día, y por todas partes del mundo honran a seres queridos difuntos. El sentido de la celebración Si bien es cierto que la tradición del Día de los Muertos es una celebración con profundas raíces culturales mexicanas, es una celebración que de hecho trasciende fronteras. Ya que el rito es una práctica que le da sentido y significado a las cosas, cualquier rito puede cruzar esas fronteras culturales si su sentido se ofrece a alguien más, y esto es precisamente lo que hace la celebración del Día de los Muertos. De esta forma, el rito tiene un significado para las personas que participan de él y, ya que esta celebración se ha extendido tanto, ya no es exclusivamente ni mexicana ni latinoamericana; ha adquirido matices muy diversos. Resulta curioso que, en una época en la que vivimos en un mundo cada vez más secularizado, exista una celebración como la del Día de los Muertos, que unifica a personas de orígenes étnicos tan diversos. En una época en donde tantas enseñanzas reli-

Elementos del altar de muertos

El altar de muertos se coloca en plataformas, por lo general sobre una mesa. En ellas se ponen alimentos, ofrendas florales y otros elementos, para honrar a los antepasados y a los seres queridos difuntos. Es una manifestación de cariño hacia ellos. Los elementos que se incluyen en un altar de muertos tradicional son: • Niveles. Los niveles del altar representan la cosmovisión y su significado varía según su número. Por ejemplo, si son dos, representan el cielo y la tierra; si son tres, representan la tierra, el cielo y el purgatorio, etc. • Flores y papel picado de colores. De las flores se utiliza especialmente el cempasúchil y la nube. El papel picado se hace con imágenes de calaveras y de flores. • Representaciones de los elementos. Las veladoras y los cirios representan el fuego, también se coloca un vaso con agua y, en representación de la tierra, semillas como maíz, frijol, arroz, etc. • Alimentos y bebidas. Se ponen platillos que fueron del agrado de los seres queridos difuntos. Así como los platillos más tradicionales, como el mole, el pozole y los tamales. También se colocan frutas como la calabaza, el tejocote y las naranjas. Pueden incluirse bebidas alcohólicas del agrado de los difuntos, como tequila, mezcal y cerveza. • Calaveras de dulce. La mayoría son de azúcar, pero también hay de chocolate y de amaranto. Llevan escritos en la frente nombres de personas vivas. • Imágenes religiosas. Se coloca una cruz al lado de la fotografía de la persona a la que se dedica el altar, así como una imagen del santo que era de su devoción. giosas son puestas en tela de juicio, llama la atención que muchas personas tengan tal fe en la comunión de los santos, que en sus altares coloquen los alimentos y bebidas propias de una fiesta familiar importante. En esta celebración se pone la mesa de forma generosa

con la plena convicción de que ese momento se va a compartir y que los seres queridos difuntos lo van a disfrutar y a agradecer. La autora obtuvo la licenciatura en Ciencias Religiosas por Our Lady of the Lake University en San Antonio, Texas y la maestría en Teología Bíblica por la Catholic Theological Union de Chicago. Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción

La

Palabra septiembre-octubre

Septiembre Domingo Mt 18,15-20

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(…) Jesús dijo a sus discípulos: “Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano. Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo. Yo les aseguro también, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos.” Esta lectura nos hace ver que nuestras relaciones entre cristianos deben ser fraternas. La palabra fraternidad implica que hay amistad o afecto entre hermanos o entre quienes se tratan como tales. Al hablar de cómo deben ser nuestras relaciones, el evangelio nos hace ver que el núcleo de su dinamismo debe ser el perdón. Continuamente necesitamos tanto perdonar, como ser perdonados. En cuanto a la corrección fraterna se nos hace ver, por un lado, su necesidad –no podemos ser indiferentes– y, por otro lado, se hace énfasis en que hay que ser respetuoso y considerado a la hora de corregir. También está implícito que cualquiera de nosotros se puede ver en el papel de tener que escuchar de otro una crítica o corrección. 22

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Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org


De la Palabra a la acción

Septiembre Domingo Mt 18,21-35

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(…) Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contestó: “No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete.” Entonces Jesús les dijo: “El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: «Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.» El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda. Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: «Págame lo que me debes.» El compañero se le arrodilló y le rogaba: «Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo.» Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.

Septiembre Domingo Mt 20,1-16

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(…) Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: «Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo.» Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo. Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía a otros que estaban en la plaza y les dijo: «¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?» Ellos le respondieron: «Porque nadie nos ha contratado.» Él les dijo: «Vayan también ustedes a mi viña.» Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: «Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros.» Se acercaron, pues, los

Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: «Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?» (…)* Ante la pregunta de Pedro de cuántas veces debemos perdonar al hermano, Jesús da una respuesta que significa que debemos perdonar hasta el infinito y lo explica con una parábola que además nos recuerda que debemos tratar a nuestros hermanos con misericordia, como Dios nos trata a nosotros. Perdonar a los demás no es una prerrogativa nuestra, algo que nosotros podamos dar o retener, si nos viene en gana. Perdonar a nuestros hermanos no es más que dar un poco de lo que hemos recibido de Dios. También nos lo recuerda cada día el Padrenuestro. Debemos tratar de que nuestro perdón sea generoso y sin límites, como el perdón de Dios.

¿Damos a los demás el perdón que pedimos para nosotros?

que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno. Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: «Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor.» Pero él respondió a uno de ellos: «Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?» De igual manera, los últimos serán los primeros y los primeros, los últimos.”

* Cuando no se reproduce el texto de la lectura (por razones de espacio), se invita a leerlo en la cita bíblica. Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción Nos cuesta comprender esta parábola porque nuestra lógica es diferente a la del Reino de los cielos. Esta historia nos ayuda a madurar y a evolucionar; nos enseña que no podemos estar continuamente comparándonos con los demás ni pidiéndole cuentas a Dios de lo que le da a otros. Por otra parte, los obreros que comenzaron a trabajar tarde lo hicieron así porque nadie los ha-

Septiembre Domingo Mt 21, 28-32

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(…) Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: «Hijo, ve a trabajar hoy en la viña.» Él le contestó: «Ya voy, señor», pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Éste le respondió: «No quiero ir», pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” Ellos le respondieron: «El segundo.» Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas, sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él.” En esta parábola, el primer hijo no hizo más que aparentar que cumplía, afirmando, a la ligera, algo que no iba a hacer. Esto es lo que hacemos muchas veces, cuando en teoría aceptamos los valores que tendríamos que tener como referencia al actuar, pero en la práctica hacemos lo contrario de lo que implicarían esos valores. El segundo hijo actuó con rebeldía al principio, pero en su interior algo ocurrió, porque la llamada de su padre le llegó al corazón y provocó en su conciencia un debate que lo llevó a actuar. Fue capaz de reflexionar y de cambiar de actitud. A veces quien está en el error es capaz de cambiar, convertirse y comenzar a dejarse mover por el amor de Dios.

¿Hay coherencia entre

nuestras palabras y nuestras acciones?

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bía contratado. Quizá el dueño de la viña sabía que estos trabajadores desempleados tenían las mismas necesidades que aquellos que habían sido empleados desde la primera hora. Con esta parábola, Jesús nos recuerda que la salvación es para todos y que cualquier tiempo de la vida es bueno para optar por el Reino de Dios; así como todo momento es bueno para comenzar a trabajar por él.

Octubre

Domingo Mt 21,33-43

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(…) Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: “Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero estos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo. Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: «A mi hijo lo respetarán.» Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: «Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia.» Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron. Ahora, díganme: cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?” Ellos le respondieron: “Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo.” Entonces Jesús les dijo: “¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable? Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos.” La parábola de la viña nos enseña que todos somos trabajadores del Reino de Dios y que cada uno de nosotros tenemos cualidades que nos capacitan para ofrecer buenos frutos. Podemos pensar, para nuestra reflexión, que la viña es este mundo y que nuestra


De la Palabra a la acción vida aquí es para producir frutos que sirvan a Dios y a nuestro prójimo. A menudo olvidamos esto y olvidamos también quién es el dueño de la viña. En la parábola, el dueño, que se había ausentado de la viña, al llegar el tiempo de la vendimia, envía primero a sus criados y luego a su propio hijo para pedir su parte de los frutos de la viña. Todos los emisarios, incluyendo al hijo del dueño de la viña son rechazados, abusados e incluso asesinados. Es la suerte de los profetas que, en su lucha por la justicia y la paz, muchas veces son rechazados, perseguidos y aniquilados, como fue el caso del mismo Jesucristo.

¿Somos conscientes de que Dios ha puesto su Reino en nuestras manos por lo que debemos promover el amor, la paz y la justicia?

Octubre Domingo Mt 22,1-14

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(…) Volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: “El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir. Envió de nuevo a otros criados que les dijeran: «Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda.» Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron. Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego les dijo a sus criados: «La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren.» Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados. Cuando el rey entró a saludar a los convidados vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le preguntó: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?» Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados: «Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»” Con esta parábola del banquete se nos hace comprender que todos los seres humanos somos invitados a construir el Reino de Dios, pero no todos aceptan la invitación. De una o de otra manera, todos tenemos la oportunidad de participar en la construcción del Reino de Dios. Las reacciones de las personas hacia quienes tienen la misión de invitarnos al Reino de Dios van desde la indiferencia, hasta el rechazo y la violencia. No obstante, también hay quienes gustosos aceptan la invitación . Todos somos invitados… pero para entrar también necesitamos el “traje de fiesta”, es decir, es necesario que nos convirtamos; que cambiemos nuestra manera de pensar y de actuar de modo que efectivamente sigamos a Jesús. El traje de fiesta simboliza la calidad de nuestra vida cristiana.

Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org

¿Creemos realmente que todos somos llamados a participar del Reino de Dios? Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción

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Domingo mundial de las misiones Mt 28,16-20 (…) Los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban. Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.” Esta lectura nos narra el primer encuentro de los apóstoles con Jesús resucitado que aparece en el

Octubre

Domingo Mt 22,34-40

¿Asumimos como nuestra la misión de Jesús?

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(…) Habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?” Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas.” La declaración de Jesús deja claro que el amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables. El amor es el centro y el fundamento de todo. El primer mandamiento es amar a Dios con la totalidad de nuestro ser y en la práctica, en la vida diaria el amor a Dios se manifiesta como amor a nosotros mismos y a nuestro prójimo. Recordemos que, para Jesús, la palabra prójimo no implica límites. Todos los hombres y mujeres del mundo son nuestros prójimos. El amor al prójimo debe ser incondicional, implica aceptar a los demás como son, respetarlos y desear y procurar el bien para ellos.

¿Es el amor el centro de 26

evangelio según san Mateo. En este encuentro Jesús les indica a los apóstoles cuál es su misión. Una vez que hemos escuchado el Evangelio –la buena noticia de la salvación– y creído en Jesús, él nos envía también a nosotros para que lo demos a conocer a los demás. La Iglesia existe para evangelizar, esa es su misión en el mundo. Esta tarea se realiza de distintos modos, ya sea a través de misioneros de tiempo completo, que ofrecen su vida entera para este servicio, o a través de misioneros que, en su lugar y ambiente de todos los días, son ejemplo de verdad y amor; justicia y paz.

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mi vida?

Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org

Octubre


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