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PRESENCIA APOSTÓLICA

Revista bimestral núm. 76 MAR-ABR 2016 Donativo: $15.00•$2.50 US

El don de la curiosidad ¿Puede el

enojo ser

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positivo?

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Cuaresma y Pascua 2/17/16 8:48 PM


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San Judas Tadeo Semblanza del apóstol y su devoción en el Templo de San Hipólito de la Ciudad de México

lito de la ación de los doce ón enco­

Un libro que ofrece una visión de la devoción a san Judas Tadeo,

fundamentada en el conocimiento de la identidad e importancia del santo apóstol.

Desde 1892, los Misioneros Cla­ retianos se encuentran a cargo del Templo de San Hipólito, un recinto ubicado en el corazón de la Ciudad de México que forma parte de su patrimonio históri­ co y cultural, y que actualmente se distingue por la veneración al apóstol san Judas Tadeo, cuya de­ voción se manifiesta visiblemente por toda la ciudad.

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Semblanza del apóstol y su devoción en el Templo de San Hipólito de la Ciudad de México Misioneros Claretianos de México

TEMPLO DE SAN HIPÓLITO MISIONEROS CLARETIANOS DE MÉXICO 4/4/14 7:50:34 AM

Ven a vivir

la alegría de

servir,

realizando labores de

evangelización y promoción social.

Presencia en México y en más de 60 países

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PRESENCIA APOSTÓLICA

CONTENIDO

Director

Antonio Rangel Torres, CMF Consejo Editorial

2 . Editorial

Alejandro Cerón Rossainz, CMF José Juan Tapia, CMF Alejandro Quezada Hermosillo, CMF Enrique Mascorro López, CMF Lourdu Jerome Joseph, CMF Óscar Linares Rodríguez, CMF Rogelio Carmona Núñez, CMF Ernesto Bañuelos C.

3 . Vida cotidiana

Editora

Marisol Núñez Cruz

4 . Ser padre

Arte y Diseño

Raúl Méndez Colaboradores

Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR Jesús García Vázquez, CMF Juan Carlos Martos, CMF Enrique Marroquín Zaleta, CMF

6 . El don de la curiosidad

8 . ¿Puede el enojo ser algo positivo?

Distribución

Liga Nacional de San Judas Tadeo

¡Te invitamos a suscribirte! mail: ligasanjudastadeo@gmail.com Tel: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89 Número suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US. Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US. (Incluye gastos de envío).

1 2 . Un misterioso regalo

ció tra Ilus

1 5 . Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma 2016

Ilustración: Cerezo Barredo www.servicioskoinonia.org

PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor respon­sable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Ca­siano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. Impresa en Carmona Impresores S.A. de C.V. Torreón, Coahuila. www.carmonaimpresores.com.mx • ventas@ carmonaimpresores.com.mx • Tel. (871) 707 42 00 con 30 líneas, lada sin costo 01 800 228 22 76. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmen­ te, citando la fuente y sin fines comerciales.

n: Let icia A sprón

1 0 . El vicio de posponer

1 8 . De la Palabra a la acción

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EDITORIAL

Cuaresma y

Pascua

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uchas veces hemos recorrido el camino de la Cuaresma y muchas veces hemos celebrado la Pascua, y probablemente lo hemos hecho con la actitud de revivir acontecimientos lejanos en el tiempo. El mensaje del papa Francisco para la Cuaresma de este año nos invita a experimentar la misericordia de Dios en primera persona para que nuestro corazón se transforme, haciéndose a su vez capaz de misericordia. Esto nos impulsa a amar al prójimo, a través de gestos cotidianos de ayuda y atención, despertando nuestra conciencia para “entrar (…) en el corazón del evangelio”, descubriendo siempre en el pobre la imagen de Cristo. La Pascua nos invita a estar siempre llenos de vida y a ser libres; dejemos que la Pascua de Resurrección nos convierta en portadores de esperanza cristiana que no es simple optimismo, sino auténtica alegría que se proyecta en nuestro sentido de fraternidad y solidaridad. Que la Cuaresma y la Pascua iluminen nuestra vida en el lugar donde vivimos; en nuestras relaciones familiares, en nuestro trabajo y en el sentido de nuestra existencia.

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Vida cotidiana

MOMENTOS DE

Pascua

¿Recuerdas los tiempos en que has sentido que no puedes soportar más el dolor o la pérdida? ¿Cuando te parecía demasiado para sobrellevar? Quizá te encuentres ahora en una situación así. En tiempos así es difícil creer que el sufrimiento y el duelo serán cambiados por alegría. Otros pueden asegurarnos que el dolor pasará con el tiempo, pero usualmente todo en nosotros lo duda. Por eso necesitamos celebrar la Pascua continuamente. Necesitamos recordarla y darle la bienvenida mucho más que una vez al año. Celebramos la Pascua cada vez que miramos de cerca a las pequeñas sorpresas que alegran nuestras vidas. Cada vez que anunciamos estas alegrías a nosotros mismos y a los demás, somos como los ángeles en la tumba vacía, anunciando la Resurrección.

Resurrección de Cristo y las mujeres en la tumba" de Fra Angelico

Conozco a una mujer quien, aunque vive continuamente con dolor, ha sido capaz de encontrar alegría más allá de su sufrimiento. Ella disfruta su relación con su esposo, se deleita en sus nietos y goza la belleza de cada estación que pasa. Ella es una persona pascual que cada día elige creer que no tiene que permanecer en la tumba del dolor y el desánimo. Cristo resucitado, condúceme a mis propios momentos pascuales; aclara mi mente y abre mi corazón para que sea capaz de ver las sorprendentes pequeñas alegrías que me esperan este día

Hna. Joyce Rupp Traducido de Inviting God In: Scriptural Reflections and Prayers Throughout the Year

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Aventuras de un misionero

SER PADRE Jesús García Vázquez, CMF

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ste artículo te lo dedico, especialmente, a ti, amigo, que has sabido atorarle al compromiso de ser padre

de familia. Más que nada te felicito por lo siguiente: •Porque te das cuenta de que a los hijos hay que formales bien, desde el vientre de su madre, para que enfrenten, vigorosos, la vida nueva, al nacer. •Porque te das cuenta de que hay que formarles para que conozcan y amen a Dios y así, sean capaces de amar y servir a su próximo. •Porque te das cuenta de que deben aprender a no confundir el bien con el mal; para que sepan optar siempre por el bien, hasta llegar a optar por el mayor bien que es Dios. •Porque sabes que la familia es el fuerte donde, unidos a Cristo, podemos ganar todas las batallas. 4

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Tengo un amigo que me ha enseñado que ser padre es duro, pero que es una de las experiencias más hermosas de la vida. Me ha enseñado que padre no es sólo el que procrea, sino el que cría, enseña y educa a sus hijos, y que hace todo lo que puede por proteger a su familia. Mi amigo es de Morelia, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Guerrero, Distrito Federal, etc. En todos esos lugares me he encontrado con amigos así. Y estoy seguro de que es el caso también de muchos de ustedes, lectores, cuya principal ocupación es ser padres responsables, además de ser grandes carpinteros, ingenieros, albañiles, panaderos, abogados, etcétera. A continuación reproduzco la historia de uno de mis amigos padres. Hace algunos años, cuando yo era adolescente, tuve un accidente. En casa teníamos un hermoso árbol. Cuando nos ofrecía sus riquísimos frutos, yo no soportaba

la tentación de subir a cortarlos. Era un hermoso árbol repleto de capulines, y ¡ahí voy! Para mí, subirlo era pan comido, pues lo había hecho muchas veces. Cuando ya estaba arriba, que se me van los ojos a un racimo que parecía decirme: “a ver, a que no me alcanzas y me comes”. Y cuando iba por él, cuál va siendo mi sorpresa que se rompe la rama en la que me apoyaba y voy para abajo, desde los cinco metros de altura en que me encontraba. Para mayor preocupación, mi madre, que estaba en la convalecencia del nacimiento de una de mis hermanas, me vio caer y se espantó muchísimo. Al llegar al suelo vi cómo el mundo me daba vueltas y en pocos segundos, ya no supe de mí. Serían como las once de la mañana. Entonces comencé a ver un puente muy angosto y largo, por debajo del cual pasaba un agua muy clarita y silenciosa; al terminar de cruzarlo,

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Aventuras de un misionero

encontré unos escalones que me condujeron a un templo donde entré muy contento y vi a una persona tan majestuosa, tierna, con una mirada dulce y un semblante tan lleno de amor que me pareció ver al Padre eterno. Entonces escuché el grito de mi madre: “¡Hijo de mi vida, despierta!” Cuando desperté, eran como las seis de la tarde. Siete horas había disfrutado de aquel sueño, pero a mí me parecieron sólo unos segundos. A la hora del accidente mi papá andaba escardando la milpa, como a tres kilómetros, pero cuando desperté, ya estaba conmigo. ¡Eso es ser un verdadero padre, dejar todo para estar con sus hijos cuando más lo necesitan! Esta ha sido una de las cosas más hermosas de mi vida: sentirme apoyado por mis padres y por mi Padre Dios. Gran lección para mí, ya que a mí también Dios me tenía destinado para ser padre de familia, por eso me regresó de su casa donde creo

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haber estado y donde, aunque fue por un ratito, me sentí tan feliz. Este sueño marcó intensamente mi vida y fue como el trampolín para lanzarme con responsabilidad a formar una familia. A los veinticinco años, Dios me mandó una gran y fiel compañera con quien me casé y tuve cuatro hijos muy buenos. A uno de ellos, Dios lo llamó para su servicio y ahora es un misionero Hijo del Inmaculado Corazón de María. Ahora caigo en la cuenta de por qué Dios me regresó de su casa. Por todo lo que aún tenía que hacer aquí. Actualmente me esfuerzo por ser un buen carpintero, por ser padre responsable, ministro extraordinario de la Eucaristía y, a veces, sacristán. No sé cómo agradecer tanta bondad de Dios para mi familia. También hemos tenido, como toda familia, nuestros contratiempos. Dice el papa Francisco, que no hay familia perfecta ni esposo ni esposa ni hijos perfectos, pero con los elementos de la comprensión, el perdón y el diálogo, nuestro amor a Dios y a la familia, va creciendo y hemos logrado ser felices, a pesar de los problemas. Ojalá que los padres que leen este artículo se den cuenta de la necesidad que tienen sus hijos de su presencia y apoyo. Todos los niños son como vasos vacíos esperando a ser llenados. Ellos ofrecerán aquello de lo que fueron llenados, si recibieron amor, ternura, apoyo, y respeto de sus padres, eso darán cuando sean grandes. ¡Mucho ánimo y hasta la próxima!

Nuestra devoción

ORACIÓN A SAN JUDAS TADEO Santo apóstol, amigo de Jesús, Me acerco a ti en estos momentos difíciles. Intercede por mí. Ayúdame a darme cuenta de que no estoy solo frente a mis dificultades. Por favor auxíliame en mi necesidad, pidiéndole a Dios que envíe consuelo a mi sufrimiento; valor a mi miedo y curación a mi dolor. Pídele también al Dios del amor que me llene de la gracia necesaria para aceptar mi futuro y el de mis seres queridos, y que fortalezca mi fe en su poder salvador. Gracias, san Juditas, por el ejemplo de esperanza que fue tu vida y misión. Quiero imitarte, transmitiendo a los demás este don de la esperanza que se me ha dado a mí. Amén.

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Filosofía de vida

siente que no todo está dicho o hecho? Podríamos seguir cuestionándonos interminablemente…

“Prefiero que mi mente se abra, movida por la curiosidad, a que se cierre, movida por la convicción”.

La curiosidad es un don

Gerry Spence

El don de la curiosidad Lourdes García Avendaño

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Qué es descubrir? Una definición de la palabra es hallar lo que estaba escondido o conocer lo que se ignoraba. Pero, ¿qué podría yo descubrir, si “no hay nada nuevo, bajo el sol”? ¿Cómo podría yo descubrir algo nuevo si eso está reservado para científicos y para estudiosos? Esa es la actitud que tenemos ante la posibilidad de descubrir algo y creo que nos equivocamos. 6

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Quien dedica su vida, digamos profesionalmente, al estudio y a la investigación tiene como finalidad descubrir algo nuevo; algo que mejore o complemente lo ya descubierto. Y de tanto trabajar y persistir, muchas veces se logra un resultado y se hacen aportaciones valiosas para el conocimiento humano, así como benéficas para la sociedad. Pero, ¿cómo ocurre eso?, ¿cómo alguien se da cuenta de que necesita conocer más? ¿Acaso

La actitud de búsqueda tiene un principio, un origen. Todo empezó por una capacidad humana que puede considerarse como un don: la curiosidad. La curiosidad es la fortaleza de carácter que nos permite explorar, interesarnos y poner atención en lo que nos rodea. Una persona curiosa no sólo hace preguntas, sino que emplea su capacidad de observación; es decir, mira con atención a las personas, al ambiente, y también, no menos importante, observa sus propias emociones y pensamientos, ilusiones, ambiciones, etc. Todd Kashdan, psicólogo positivo, es experto en la fortaleza de la curiosidad. ¿Fortaleza de la curiosidad?, nos preguntamos. Pues sí, todos tenemos esa habilidad de ser curiosos, pero quizá pocos —muy pocos— hayan logrado despertar en sí mismos esas ganas de descubrir, ese interés en ir más allá; en no quedarse detenidos en lo que ya es, en lo que ya existe, en lo que siempre se hace o en la manera en que todo mundo lo hace. Pocos fortalecen la propia curiosidad.

¿Qué podemos descubrir?

Es común pensar: ¿Yo qué puedo descubrir?, ¿qué posibilidades tendría de descubrir algo nuevo si soy simplemente un estudiante, una ama de casa, una secretaria, una vendedora, etc.? Simplemente encontrarnos con cualquier otra persona en una relación de trabajo, de amistad o de cualquier otro tipo, nos invita, nos mueve a descubrir ¿quién es esa persona? Y no se trata de tener una actitud invasiva, queriendo descubrir más de lo que esa persona desea revelar o compartir, sino de saber escuchar; de estar totalmente

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Filosofía de vida

“Seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé; sus nombres son cómo, cuándo, dónde, qué, quién y por qué.” Rudyard Kipling abiertos a la hora de relacionarnos para que, si hay afinidad y así lo desean ambas personas, se pueda profundizar en la relación. Mantener relaciones satisfactorias y significativas con las personas requiere una actitud de apertura, curiosidad e interés. Toda nueva amistad o todo romance comienza con descubrir al otro: ¿cuáles son sus intereses?, ¿de qué le gusta platicar?, ¿cuál es su comida favorita?, ¿cómo es su sentido del humor?, ¿a qué le gusta jugar o qué le gusta hacer?, ¿qué libros le gusta leer?, ¿qué clase de películas le entretienen?, ¿cómo es su familia?... Hay mucho por descubrir y eso da vida a las relaciones humanas. Esos mismos cuestionamientos, y quizá muchos más, se hará la otra persona sobre nosotros. Ir resolviendo todas esas interrogantes mutuas será el producto de la curiosidad que nos llevará a descubrir quién es ese “otro” y quiénes somos nosotros.

La curiosidad nos permite ir más lejos

Todas las actividades que llevamos a cabo pueden motivarnos a descubrir; a activar nuestra curiosidad para encontrar nuevas o diferentes formas y posibilidades de realizarlas. Es necesario desaprender las ideas represivas que quizá nos enseñaron con frases como: “la curiosidad es la madre de todos los vicios” o “la curiosidad mató al gato”… Pues, lejos de ser algo negativo, la curiosidad es la madre de la creatividad y del descubrimiento; es la maravillosa habilidad humana que nos motivará también a tratar de descubrirnos y de reinventarnos a nosotros mis-

mos, para transformarnos en todos sentidos, para darnos cuenta de lo que somos capaces. Nos ayudará a darnos cuenta de que estamos vivos y de que nuestra vitalidad nos hace seres cambiantes. La curiosidad nos lleva también, si nos auto cuestionamos, a descubrir quiénes somos en realidad. Y aquí se abre todo un tema que es conocernos a nosotros m ismos ; pre g unt a rnos s obre nuestros sentimientos, ideas y emociones: ¿por qué son como son?, ¿qué los ha causado?, ¿por qué tendemos a tener los comportamientos que tenemos? Esta auténtica actitud de cuestionamiento, y estas ganas de entender y conocer, nos llevan a evitar las etiquetas, las suposiciones y los prejuicios que actúan como comodines en la interacción social y personal —a falta de un verdadero conocimiento— y que son barreras para la cercanía y la intimidad con otros y con nosotros mismos. La curiosidad no se reduce a hacer preguntas para generar conversación con otros, sino, como explicaba antes, consiste en dar al interlocutor la mejor forma de aceptación que es la escucha y la observación atenta, sin juicios ni prejuicios. De esta forma,

pasamos de la etiqueta o prejuicio acerca de alguien a descubrir quién es realmente esa persona. No fomentar la curiosidad, la creatividad y, por lo tanto, el descubrimiento, podría parecer cómodo, seguro, fácil y hasta parecería disminuir la ansiedad y evitarnos sentir temor o sufrimiento. Por eso preferimos llegar a un destino siempre por la misma ruta; mantenernos en una relación afectiva que aunque sepamos no es la más sana, es la conocida, es la fácil. Todo esto y muchas implicaciones más de la falta de curiosidad, nos llevan a no vivir plenamente; nos hacen sólo sobrevivir Todo lo que está vivo está sujeto a evolución y cambio. Para mantenernos vivos realmente y vivir plenamente nuestras relaciones de pareja, de amistad y familiares; nuestras actividades de trabajo, de distracción, etc., necesitamos observar y observarnos nosotros mismos; escuchar al otro y escucharnos a nosotros mismos con interés genuino, sin juicios, dando la oportunidad de que cada uno se muestre de manera auténtica, lo que a todos nos permite crecer y avanzar. La curiosidad es una manera de mostrar aprecio e interés por las personas y por la vida. ¡Atrévete! ¡Sé curioso! ¡Descubre de lo que eres capaz y todo aquello que la vida te ofrece! La autora es licenciada en Terapia Física y Logoterapeuta. luluwatty@yahoo.com

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Desarrollo humano

¿PODEMOS CONVERTIR EL ENOJO EN ALGO POSITIVO? GYLDA VALADEZ LAZCANO

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eguramente todos nos hemos dado cuenta de la energía que gastamos cuando gritamos, agredimos o tratamos de convencer a alguien de algo o cuando alguna expectativa que teníamos no se cumple. También hemos experimentado el desgaste de energía que nos provoca habernos enojado por alguna situación y no haber podido expresar adecuadamente lo que sentimos.

Aprendimos a reprimir nuestro enojo

Desde pequeños escuchamos frases como “qué feo, o qué fea, te ves cuando te enojas” o “si te enojas te vas a tu cuarto”. Así que, 8

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con estas u otras frases muy parecidas, crecimos aprendiendo a reprimir nuestro enojo; interiorizando que es “malo” e “inadecuado”. Por eso, no es para sorprenderse que ya como adultos lo sigamos reprimiendo, enfermando nuestro cuerpo y provocando que no seamos capaces de poner límites o que si lo hacemos, nos sintamos muy incómodos. El enojo es una de nuestras emociones básicas, como lo son el miedo, la alegría, la tristeza y el amor. Es una emoción que no puede guardarse por mucho tiempo, ya que se acumula y nos bloquea, impidiéndonos tener interacciones sanas y auténticas.

Aprovechar la energía del enojo Hay numerosos ejemplos de personas que emprendieron una lucha al sentirse enojados por una injusticia. Personas que decidieron hacerse escuchar, por ejemplo en temas de discriminación, de destrucción del medio ambiente, de derechos humanos, etc. En muchos de esos casos exponer las razones del enojo, y señalar qué es lo que correspondía hacer, llevó a alcanzar soluciones que beneficiaron a mucha gente o al ambiente. Del mismo modo, en nuestros asuntos personales, podemos ser asertivos al expresar las causas de nuestro enojo y mantener una perspectiva de búsqueda de soluciones.

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Desarrollo humano Una fuerza de cambio Cuando nos sentimos enojados podemos preguntarnos ¿qué necesito o qué deseo cambiar?, y aprovechar toda esa fuerza y energía proveniente de nuestra emoción para emprender acciones, para buscar soluciones, para expresar nuestros deseos y necesidades. Esto en lugar de utilizar la energía de nuestro enojo para dañar a otros y a nosotros mismos. Podemos aprender que nuestro enojo es una fuerza que nos permite poner límites y nos enseña a ser asertivos. Necesitamos observar desde dónde viene ese enojo. Puede ser que una situación sólo sea un disparador de algo que no se ha resuelto; por ejemplo, si cuando era niña mi mamá no me apoyaba como yo necesitaba, cada que yo me enfrente a una situación similar, me moverá aquello que no está resuelto. Por eso es importante observarnos, conocernos y tratar de entendernos cada vez mejor para darle a cada evento su justo valor. También puede suceder que tener una gran expectativa en algo o en alguien y que ésta no se cumpla nos haga sentir frustración. Recordemos que los únicos que sabemos exactamente qué queremos y cómo lo queremos somos nosotros mismos. Así que no esperemos que los demás adivinen y satisfagan nuestros deseos y necesidades; porque, ¿cuántas veces estamos muy enojados con los demás porque no hacen lo que esperamos y ellos ni siquiera están enterados de nada? Otras veces nos enoja que no nos den la razón. En este caso es importante darnos cuenta de que cada persona tiene una percepción distinta respecto a un mismo tema. Será difícil convencer a todos de que nuestro punto de vista es el mejor. Podemos pasar tiempo interminable, gastando nuestra energía inútilmen-

te, defendiendo nuestra postura, sin darnos cuenta de que cada uno tenemos el mismo derecho a tener razones válidas para nosotros mismos. Es importante manejar sanamente nuestro enojo, ya que es una emoción que nos comunica que es necesario cambiar algo en nosotros mismos o en nuestra relación con los otros. Por ejemplo, si en una relación te sientes enojado constantemente, necesitas revisar si estas logrando expresar las cosas que no te gustan, por supuesto de manera respetuosa. Fingir que no estamos enojados cuando sí lo estamos es algo que nos desgasta, además de que muchas veces no logramos engañar a nadie. Necesitamos honestidad para validar nuestro enojo y valorar que puede ser una fuerza constructiva en nuestra vida, en lugar de un motivo de desgaste. Una solución puede ser buscar una forma “ecológica” de expresarlo; por ejemplo en terapia corporal hay técnicas terapéuticas para descargar nuestro enojo sin dañarnos

ni dañar a otros. Las personas que recurren a estas técnicas descubren que de pronto ya están poniendo límites en sus vidas y reconociendo el enojo como una fuerza. Y, paradójicamente, cuando lo asumimos y aprendemos a manejarlo, nuestro enojo se vuelve algo que pasa muy rápido, y cuando pasa podemos volver a estar tranquilos. Todo nuestro cuerpo nos agradecerá que aprendamos a respetar y a manejar adecuadamente nuestro enojo, ya que funcionará mucho mejor y hasta nuestro rostro se liberará de la tensión que provoca esa expresión en la frente que es característica de estar constantemente enojados. Asumir nuestro enojo es una forma de empezar a escombrar nuestro “clóset emocional” para validar cada una de las emociones que nos hacen humanos y así tener una vida más integrada y plena. La autora es psicoterapeuta corporal y terapeuta sistémica de pareja y familia. coordinacion.centroometeotl@gmail.com

La técnica del semáforo Esta técnica para el control de emociones nos permitirá manejar mejor nuestro enojo, aprovechando su energía para algo constructivo, en lugar de permitir que se utilice para acciones destructivas.

ROJO. Cuando no podemos controlar una emoción (tenemos mucho enojo, queremos insultar o agredir…) debemos detenernos para tomar conciencia. AMARILLO. Después de detenernos es el momento de pensar, reconocer el problema y los sentimientos que nos provoca. Si uno se da tiempo para pensar, pueden surgir alternativas o soluciones para el problema, así como para el manejo de nuestras emociones. Es el momento de considerar nuestros valores y también de ser creativos, prepararse y hacer un plan.

VERDE. Es el momento de actuar de acuerdo con nuestra decisión. Aquí es donde nuestro enojo nos puede llevar a terminar con una situación injusta o a mejorar nuestras relaciones con otras personas, gracias a que logramos ser asertivos y planteamos nuestra posición respetuosamente. Es el momento de actuar con decisión y con valor.

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Crecimiento personal

El vicio de posponer las cosas: La procrastinación “La disciplina es la mejor amiga del Ana Laura Rosas Bucio

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eguramente a todos nos ha pasado que algunas veces posponemos la realización o la terminación de algunas cosas. Nuestros motivos para hacerlo pueden ser muy diversos; desde cansancio, hasta que ya no sabemos cómo continuar o terminar algo. Sin embargo, hacerlo de vez en cuando no es un problema grave, a menos que aquello que pospusimos en esa ocasión sí provocara un problema, pero cuando posponer se convierte en un hábito, además de traer como consecuencia problemas en los ámbitos laborales, escolares y familiares, se ha demostrado que tiene un alto impacto en la salud de las personas. ¿Qué es la procrastinación? Procrastinación viene del latín procrastinare: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro; quiere decir aplazar o postergar. Es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más agradables, pero, con frecuencia menos relevantes. ¡Ups!, ¿eso nos ha pasado?, ¿no hacer lo importante por hacer algo poco o nada importante?… ¿Dónde lo he visto?... En muchos lados y muy frecuentemente. 10

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hombre, porque ella le lleva a realizar los anhelos más profundos de su corazón.” Teresa de Calculta

¿Por qué aplazamos lo que debemos hacer? La procrastinación es un trastorno del comportamiento que tiene su origen en la asociación de la acción que necesitamos realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad. Las causas pueden ser psicológicas (cuando nos genera mucha ansiedad o estrés), físicas (cuando estamos cansados) o intelectuales (cuando no estamos pensando adecuadamente). Cuando interpretamos una acción que necesitamos hacer como abrumadora, desafiante, inquietante, peligrosa, difícil, tediosa o aburrida; es decir, estresante, la posponemos a un futuro idealizado, en el que creemos que hacerlo va a resultar mejor y lo único que pasa es que, al dejarla pendiente nos estresa más. Por eso en broma se dice que procrastinar es un problema de exceso de optimismo, ya que básicamente creemos que mañana tendremos más ganas de hacerlo. La procrastinación puede también ser síntoma de trastornos psicológicos como la depresión o el déficit de atención. También puede ser que los procrastinadores sean personas perfeccionistas o con temor al fracaso.

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Crecimiento personal

Los procrastinadores, al posponer la tarea importante, se refugian en actividades sin valor alguno. Por ejemplo, pueden revisar su facebook, navegar en internet, salir, comer, descansar o dejarse absorber en exceso por la rutina y por otras ocupaciones, como pretexto para evadir alguna responsabilidad, acción o decisión. Tipos de procrastinación Todos hemos procrastinado alguna vez en nuestra vida y mientras esto no sea una constante, entonces somos procrastinadores eventuales; con una actitud evasiva que no se repite habitualmente y por lo tanto el impacto no es tan grave. Pero si esto es una forma de funcionamiento en la vida, entonces somos procrastinadores crónicos; en este caso la conducta evasiva es constante y repetida y va a tener importantes consecuencias en nuestra vida. En mi labor como docente veo constantemente la postergación de los trabajos hasta un día antes de la fecha de entrega, aunque la tarea haya sido asignada desde el inicio del ciclo escolar. En otros temas, como el pago de impuestos o en trámites administrativos, veo como casi todos dejamos hasta el final del plazo la realización de los mismos. En realidad, lo que sucede es que no sabemos organizar nuestro tiempo ni administrar nuestra energía y manejar nuestras emociones. Evadir al final sólo causará más problemas, el original que no quisimos enfrentar y todos los agregados que se acumularon por la decisión de postergarlo. De acuerdo con sus causas, se consideran tres tipos de procrastinación: 1) Por evasión, por miedo al fracaso. 2) Por activación, cuando postergamos una tarea hasta que ya no hay más remedio que realizarla, aunque sea cinco minutos antes del plazo. 3) Por indecisión, porque no sabemos tomar decisiones o no queremos comprometernos. Etapas de la procrastinación Primera: Ansiedad o incomodidad frente a eso que hay que llevar a cabo. Segunda: Buscamos aliviar esa sensación realizando otra tarea, por lo general menos relevante. Tercera: Nuestro cerebro guarda esa actividad que pospusimos en el apartado de lo desagradable, y se buscarán razones lógicas para no a llevarla a cabo. Pero al tener que retomarla hay más incomodidad, porque al estrés y al malestar que nos provocaba, ahora se agrega la culpa que nos provoca haberla postergado.

Consecuencias de procrastinar Posponer nos ocasiona además muchos problemas como: quedar mal con otras personas, no lograr nues-

tras metas, que nuestro trabajo o estudios se vean amenazados o hasta nuestra salud, al haber pospuesto cosas importantes como acciones de prevención y revisiones médicas. Todo esto nos lleva a una afectación de la autoestima y del estado de ánimo. Otras consecuencias de la procrastinación son: la construcción de creencias irracionales acerca de nosotros mismos, según las cuales podemos considerarnos como incompetentes e irresponsables, y que también nos llevan a ver al mundo como más exigente de lo que en realidad es. También aumentan nuestros niveles de ansiedad y los pensamientos catrastróficos, provocando enojo hacia nosotros mismos y hacia los demás. La procrastinación nos impide desarrollar nuestro potencial y nos pone en situaciones emocionalmente complicadas. Cómo evitar la procrastinación Regla de dos minutos: si la actividad que se debe realizar dura menos de dos minutos no debe ser planificada, sólo hay que realizarla, pudiendo extender el tiempo hasta veinte minutos. Si se teme una tarea, hay que realizarla por periodos de tiempo cortos y dejarla, para retomarla después por otro periodo de tiempo corto. Hay que tratar de convertir la tarea que se teme realizar en algo rutinario. Analizar por qué estamos posponiendo una acción o situación. Entender el origen del problema para poder atacarlo adecuadamente. Anotar las actividades realizadas en el día. Eso dará más conciencia respecto a cómo se está administrando el tiempo. Aprender a poner límites, a decir no, a no saturarse. Analizar si eso que se posterga realmente es algo que se debe hacer o que se desea hacer. Tal vez, en lugar de postergar, sólo haya que abandonar los proyectos porque realmente no queremos hacerlos. Renunciar o hacer esperar un proyecto porque tenemos razones para hacerlo no significa procrastinar. Evitar las distracciones. Cuantas más tentaciones tengamos para hacer otra cosa en vez de lo que tenemos que hacer, más fácil será procrastinar. Hay que mantener el celular y el acceso a internet desconectados cuando nos dispongamos a afrontar tareas complicadas. Si no estamos trabajando en esa tarea importante que estamos postergando, entonces no hay que hacer nada más, así no nos engañamos con la idea de que no podemos hacer lo importante porque tenemos otras cosas que hacer.

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Ilustración: Leticia Asprón

Historia para meditar

eran distintas. Su trabajo era sólo un medio de subsistencia, y la vida se le hacía más pesada cada día. Lo rodeaban personas y amigos con los que se había sentido muy unido en el pasado, pero que ahora, con el transcurso del tiempo y de los años, encontraba ajenos, lejanos y aburridos. Prefería quedarse en su oficina hasta altas horas de la noche, en lugar de volver a casa, pues temía encontrarse con la rutina y con su familia, de la cual cada día se sentía más distanciado. Desde hacía muchos años, había adquirido la costumbre de pararse en un puesto de periódicos a comprar la prensa del día. Cada mañana el anciano del quiosco de los periódicos lo saludaba amablemente y lo recibía con una amplia sonrisa, y con alguna palabra de aliento y alegría. En un principio, este gesto del anciano le había gustado y posiblemente ésta había sido la razón por la que él había preferido este puesto a otros muchos que había en la calle. No obstante, con el paso del tiempo, se había vuelto para él una rutina y el anciano amable y siempre alegre, era una más de las realidades cotidianas mudas que le rodeaban. Sin embargo, un día, después de muchos años, este anciano había hecho algo insólito. Recordaba el hombre que había llegado como todos los días al puesto de periódicos y que el anciano ya lo estaba esperando, pero en esta ocasión no tenía el periódico en la mano,

Un misterioso regalo Enrique A. Eguiarte, OAR

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uestra vida es un regalo de parte de Dios. Todo aquello que nos rodea nos habla de su amor, de su ternura y de su misericordia. No obstante, el tráfago de la vida, las preocupaciones, las tensiones y el trabajo cotidianos hacen que nos olvidemos de esta realidad y de cómo el mundo y la creación son el gran regalo que Dios nos da todos los días. Los rayos del sol y las iridiscencias que provocan en los árboles, en las flores y en los ojos de nuestros seres queridos, son un don de Dios. Por desgracia a veces dejamos que el mal humor, la rutina y el cansancio pesen más en nuestras 12

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vidas, y de esta manera nos olvidamos de que hay Alguien que nos ama y que nos llama a compartir su vida y su gozo en la eternidad. Nos podemos llegar a parecer a ese hombre del que cuentan que era la persona más pesimista del mundo. De niño había sido alegre y juguetón, como la mayoría de los niños. No obstante, según se fue haciendo mayor, sus esperanzas y sueños se desvanecieron o, más bien, él dejó que se desvanecieran. Había estudiado una carrera, pero al final se había dado cuenta de lo poco que le gustaba. Se había casado con una mujer que en algún momento le había gustado y de la que había estado enamorado; sin embargo ahora las cosas

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Historia para meditar

Estamos rodeados de señales del amor de Dios y no las vemos. Tal vez necesitamos lentes… dó de la caja. Al llegar al quiosco de los periódicos, ahí estaba el anciano que le recibió con una gran sonrisa y en ese momento el hombre volvió a pensar en la caja y se dijo a sí mismo: “En cuanto regrese a casa la abriré.” El anciano con su amabilidad de siempre le dio la prensa del día y no le dijo nada acerca de la caja. El hombre pasó el día en la oficina, como todos los días, haciendo lo que no le gustaba y luchando por vencer su hastío y cansancio, hasta altas horas de la noche. Al

Sumérgete en la lectura

de Presencia

Apostólica y profundiza en tu

fe.

Ilustración: Leticia Asprón

sino una pequeña caja negra. Después de saludarlo amablemente, con la enorme sonrisa de todos los días, le había dicho: —Como usted y yo nos conocemos hace ya muchos años, quiero hacerle hoy un regalo. Tenga. Y le había dado la pequeña caja negra rectangular, añadiendo: —Esta cajita tiene un pequeño secreto. No debe ser abierta, sino sólo en caso de necesidad. Usted sabe…, cuando llegue el momento. Se la entregó y después, como siempre, le dio el periódico y desapareció dentro de su quiosco. El hombre pensó que el abuelo se había vuelto loco o bien que estaba ya chocheando por la vejez. Mientras reanudaba su camino hacia su oficina, pensó en tirar la pequeña caja en el primer bote de basura que encontrara. Cuando estuvo cerca de uno, su mano se acercó a la boca del cubo, pero su curiosidad fue mayor que su deseo de deshacerse de la caja y pensó: —Lo guardaré y después lo abriré a solas. Es posible que sólo sea una broma o tal vez en su locura, el viejo ha colocado aquí algo de valor, quién sabe... Con este pensamiento retiró su mano del cubo de la basura y se guardó la cajita negra en el bolsillo interior de su saco. Durante toda la mañana no volvió a pensar en eso. Llegada la noche, bastante tarde como de costumbre, al volver a su casa se volvió a percatar de la presencia de la caja, al quitarse el saco. No obstante estaba muy cansado y pensó: “La abriré mañana.” Al día siguiente con la prisa de llegar temprano al trabajo se olvi-

volver a casa no se acordaba de la cajita negra ni se acordaría de ella durante algunos años más. Un buen día, al llegar al quiosco, lo encontró cerrado. Un joven llegó de pronto a informar que el anciano había muerto el día anterior y que por el funeral el quiosco iba a permanecer cerrado ese día. El hombre se marchó con tristeza, pues verdaderamente había llegado a apreciar a ese anciano que todos los días lo saludaba tan gentilmente. Ese día el trabajo le resultó más pesado y el día más cansado. Al caer la tarde, el hombre estaba vencido por el hastío y decidió volver a casa. Al llegar a su casa su esposa se sorprendió de verlo llegar tan temprano.

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—¡Hola!, qué sorpresa tan agradable, hoy vuelves temprano, como en los buenos tiempos. No le respondió nada, sino que siguió de frente hacia su habitación. La esposa sólo levantó los hombros y siguió haciendo su trabajo. Estaba ya acostumbrada a compartir su vida, desde hace algunos años, con ese fantasma en el que se había convertido su esposo, aunque en el fondo lo seguía amando. El hombre llegó a su habitación y al quitarse la corbata se puso a pensar por qué se sentía tan cansado y abatido. Mientras se servía un vaso de agua para tomar una aspirina, recordó lo mucho que le había dolido la noticia de la muerte del anciano del puesto de periódicos. Mientras bebía el agua con la pastilla, recordó de pronto la pequeña caja negra. ¡Sí, el anciano le había regalado hace muchos años una pequeña caja negra y él ni siquiera la había abierto! Hoy el viejo estaba muerto y era posiblemente el momento adecuado para abrirla. Estuvo revolviendo entre sus cajones, hasta que en el fondo de uno de ellos la encontró. Con avidez y curiosidad la abrió. La caja contenía unos lentes, una semilla y un papelito con un mensaje: “Las cosas no son como tú las ves; si siembras amor obtendrás amor.” Sin dudarlo se puso los lentes y de pronto 14

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su cuarto adquirió nuevas dimensiones y colores. Le parecía que era una habitación nueva y hermosa y no su vieja habitación de todos los días. Al bajar a la cocina vio a su esposa y vio lo hermosa que era, así como su constancia en el trabajo y el cariño que tenía a sus hijos. Se acercó a ella y la besó. —Oye, ¿estás enfermo o qué te pasa? No me besabas hace muchos años. Le dijo con una gran sonrisa de gozo su esposa. Y con esa sonrisa ella era todavía más bella. Sus hijos, merendando sentados a la mesa, reían y se dio cuenta de lo hermosos que eran y de lo mucho que habían crecido. ¿Cuánto tiempo llevaba mirándolos sin verlos? No encontró respuesta. Había perdido mucho tiempo y era preciso recuperarlo. Esa misma noche, habló con aquella hermosa mujer y le pidió perdón por los años de olvido y desamor, y prometió firmemente trabajar y esforzarse por hacerlos a todos muy felices, pues se lo merecían. Al día siguiente, con sus lentes puestos, salió hacia su trabajo y le parecía que las calles eran distintas y que la gente no era tan mala como siempre le había parecido. En su oficina se dio cuenta de que

sus compañeros no eran los monstruos que él había llegado a creer y se percató de que eran unas personas magníficas. Su trabajo mismo le resultó interesante y agradable y no comprendía por qué le había llegado a resultar algo tan fastidioso. Esa tarde decidió volver temprano a casa, pues debía empezar a cumplir su promesa. Al volver a su casa debía pasar frente al quiosco. Fue entonces cuando le pareció ver de lejos al anciano. Le pareció que su figura le sonreía como antaño y le hacía señas con la mano. No obstante cuando llegó al quiosco, el anciano había desaparecido. El quiosco estaba cerrado. Al darle la vuelta al puesto de periódicos, se dio cuenta de que había un papel tirado en la calle. Lo recogió y se percató de que estaba escrito con la misma letra y tinta que el papel que se había encontrado en la cajita negra. El papel decía: “Recuerda, siembra amor y cosecharás amor…” No sabemos si esta historia es verdadera, pero lo cierto es que nuestra vida podría cambiar mucho si nos ponemos los lentes de Dios, los lentes del amor, y vemos la cosas desde otro punto de vista; no como las suelen ver los seres humanos, sino como las ve Dios, desde la perspectiva de la eternidad.

Ilustraciones: Leticia Asprón

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Cuaresma

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Román Ángel Moreno, CMF

El pasado 26 de enero se dio a conocer el mensaje del papa Francisco para la Cuaresma de este año. A continuación reproducimos el texto completo.

María, icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17). Con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor» quise hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios. María, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales. La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la histo-

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2016 2 “Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13). Las obras de misericordia en el camino jubilar

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ria de la alianza entre Dios y su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad. Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempeña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel. Son justamente las imágenes familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)— las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo. Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus, 8). En efecto, como hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a todos los efectos. Y lo es hasta tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemá requiere a todo judío, y que todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5). El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella. Es éste el corazón del kerygma apostólico, en el cual la misericordia divina ocupa un lugar 16

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central y fundamental. Es «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (Exh. ap. Evangelii gaudium, 36), el primer anuncio que «siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis» (ibíd., 164). La Misericordia entonces «expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer» (Misericordiae vultus, 21), restableciendo de ese modo la relación con él. Y, en Jesús crucificado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí donde se perdió y se alejó de Él. Y esto lo hace con la esperanza de poder así, finalmente, enternecer el corazón endurecido de su Esposa. Las obras de misericordia La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre ha-

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ciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo. Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15). En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado» (ibíd.). Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5); más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe. Ante este amor fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6), el pobre más miserable es quien no acepta reco-

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nocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento. Llega hasta tal punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión. Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado. Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único

y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos. La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero

la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo. A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno. He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes palabras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29). Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa prometida, a la espera de su venida. No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf.Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38). Vaticano, 4 de octubre de 2015 Fiesta de San Francisco de Assis

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Reseña

La

Palabra marzo-abril

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4° Domingo de Cuaresma Lc 15,1-3.11-32 (…) Se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Éste recibe a los pecadores y come con ellos.” Jesús les dijo entonces esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: «Padre, dame la parte de la herencia que me toca.» Y él les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a pasar necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera. Se puso entonces a reflexionar y se dijo: «¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores.» 18

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Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.» Pero el padre les dijo a sus criados: «¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado.» Y empezó el banquete. El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: «Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo.» El hermano mayor se enojó y no quería entrar. Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: «¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo.» El padre repuso: «Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org

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La parábola del hijo pródigo nos habla del perdón: el que se pide, el que se da y el que se recibe. El hijo menor de la parábola es evidentemente rebelde y, después de cometer una larga serie de errores, vuelve a su padre y lo hace más por necesidad que por verdadero arrepentimiento. No obstante, su padre, quien desea perdonarlo y aguarda su regreso, le da una generosa bienvenida.

El otro hijo es aparentemente recto y justo, pero está lleno de resentimiento. Se complace en que otros sean castigados y su corazón está endurecido. No obstante, el padre es igualmente generoso con él. Lo vemos en sus palabras: “todo lo mío es tuyo”. Seguramente todos nos identificamos con las actitudes de uno de los dos hijos o incluso de los dos… se trata de que aprendamos a ser como el padre que hace del perdón una fiesta. Ya se trate de perdonar a otros o de perdonarnos a nosotros mismos.

“Me levantaré, volveré a mi

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5° Domingo de Cuaresma Jn 8,1-11 (…) Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba. Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?” Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra.” Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo. Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezan-

padre…”

do por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él. Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor.” Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y no vuelvas a pecar.” Aquellos escribas y fariseos le estaban tendiendo una trampa a Jesús: si el Maestro pedía clemencia para la mujer, se ponía en conflicto con la ley; si aprobaba su lapidación, contradecía su predicación, e igualmente podía entrar en conflicto con ciertas autoridades. Así que no era una simple discusión, sino un caso de vida o muerte y una decisión en la que estaba en juego la fidelidad al Dios de la vida y la misericordia. La respuesta de Jesús enfrenta a sus interlocutores consigo mismos. ¿Acaso había alguno de ellos que no hubiera pecado?, ¿quién podía tirar la primera piedra? Nadie. Y aquella mujer por fin tenía un encuentro con alguien que la comprendía, que no la condenaba y que, en cambio, la animaba a no volver a pecar. Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org

porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado.»”

¿Quién tiene derecho a juzgar a otro? Presencia Apostólica

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Domingo de Ramos Lc 22,14-23,56

Llegada la hora de cenar, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: “Cuánto he deseado celebrar esta Pascua con ustedes, antes de padecer, porque yo les aseguro que no la volveré a celebrar, hasta que tenga cabal cumplimiento en el Reino de Dios.” Luego tomó en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias y dijo: “Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios.” Tomando después un pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía.” Después de cenar hizo lo mismo con una copa de vino, diciendo: “Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes.” (…) Salió Jesús, como de costumbre, al monte de los Olivos y lo acompañaron los discípulos. Al llegar a ese sitio, les dijo: “Oren, para no caer en la tentación.” Luego se alejó de ellos a la distancia de un tiro de piedra y se puso a orar de rodillas, diciendo: “Padre, si quieres, aparta de mí esta amarga prueba; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (…)* Uno de los temas en que podemos reflexionar al leer el relato de la Pasión según san Lucas es la humildad de Jesús. Todo el relato pone de manifiesto el contraste entre los valores de este mundo y los valores del Reino de Dios. Predicar la humildad y el servicio provoca desconcierto en un mundo que tiene expectativas de líderes poderosos. La humildad y el servicio son el estilo de Jesús y este es un mensaje tan difícil de captar que todavía en la última cena los discípulos discutían cuál de ellos debía ser considerado el más importante. Jesús les enseña que es más importante 20

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servir que estar en la mesa. Y en el momento de la aprehensión los discípulos quisieron defender a Jesús con la espada, pero él no se lo permitió.

¿Comprendemos cómo es que la humildad de Jesús no es debilidad sino fortaleza y en qué sentido transforma al mundo?

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Jueves Santo Jn 13,1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido. Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: “¿Señor, me vas a lavar tú a mí los pies?” Jesús le replicó: “Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.” Pedro le dijo: “Tú no me lavarás los pies jamás.” Jesús le contestó: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo.” Entonces le dijo Simón Pedro: “En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.” Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org

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Tenemos una idea de la grandeza, la dignidad y el prestigio muy diferente a la que Jesús nos ense-

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Viernes Santo Jn 18,1-19,42

(…) Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: “Mujer, ahí está tu hijo.” Luego dijo al discípulo: “Ahí está tu madre.” Y desde aquella hora el discípulo se la llevó a vivir con él. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo “Tengo sed.” Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: “Todo está cumplido”, e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.*

ña en muchas ocasiones y muy significativamente cuando estaba a punto de dejar este mundo. La enseñanza de Jesús es que la mayor grandeza nos la da nuestra capacidad de servir a otros y así es como se manifiesta nuestro amor. Como siempre, Jesús nos enseña el camino recorriéndolo él mismo. Por eso la invitación es a seguirlo, en otras palabras a amar como él amó. Con esto nos enseña también que el ejemplo es más poderoso que las palabras. ¿Por qué será que olvidando las enseñanzas más esenciales de Jesús seguimos esperando recibir honores que nos hagan sentir grandes?

Los evangelios no nos dan una descripción física de Jesús. Sin embargo, continuamente nos lo describen a través de sus palabras, de sus actitudes, de sus acciones y de las decisiones que toma. El relato de la Pasión según san Juan nos ofrece una descripción de Jesús a través de todos esos rasgos y así nos muestra cómo es justo y congruente ante la injusticia, y siempre consciente de su misión. En esta ocasión tomamos para nuestra reflexión los fragmentos que nos relatan los últimos momentos en la cruz. En plena agonía, Jesús muestra su amor, cuidado y compasión por su madre y por el discípulo que tanto quería, y los encomienda el uno al otro. Jesús acepta el dolor y el sufrimiento todo el tiempo y hasta el último momento para dar cumplimiento a su misión. Por eso al final exclama: “Todo está cumplido.” Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org

limpios, aunque no todos.” Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: “No todos están limpios.” Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan.”

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Domingo de Pascua Lc 24,1-12

El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: «Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite.»” Y ellas recordaron sus palabras. Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María

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2° Domingo de Pascua Jn 20,19-31 Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes.” Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los en22

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(la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no les creían. Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido. Al llegar al sepulcro, el día de la resurrección, las mujeres encuentran con asombro que la piedra que lo cerraba había sido retirada y que el cuerpo del Señor no estaba ahí. También encuentran a unos ángeles que les preguntan: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?...” y que les recuerdan las palabras de Jesús acerca de la resurrección. La resurrección de Jesús viene a retirar la piedra que nos separa de la Vida. Pensemos en todo lo que representa esa piedra: nuestra falta de fe, nuestro miedo, nuestra dureza de corazón y nuestra falta de comprensión de los valores del Reino de Dios.´ La Resurrección nos llena de esperanza y renueva nuestra perspectiva para que sepamos dónde buscar a Jesús. ¡Felices pascuas de Resurrección! Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org

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vío yo. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.” Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor.” Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.” Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se

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De la Palabra a la acción

Al atardecer del mismo domingo de la Resurrección, a pesar de haber tenido ya la experiencia del sepulcro vacío, el miedo mantiene encerrados a los discípulos, que por otra parte tenían buenas razones para temer… En medio de ese miedo paralizante, Jesús aparece para traerles su Espíritu y su paz, para liberarlos y para recordarles su misión de llevar a otros el perdón y la liberación. A nosotros también el miedo nos mantiene encerrados. Tenemos miedo por razones económicas, por problemas familiares, por la inseguridad, por motivos de salud y por tantas otras razones. También nuestro miedo se puede disipar si descubrimos la presencia de Cristo, si nos llenamos de su Espíritu y de su paz.

¿En cuántos sentidos puede liberarnos la resurrección de Jesús?

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bién nosotros vamos contigo.” Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada. Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿han pescado algo?” Ellos contestaron: “No” Entonces él les dijo: “Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados. Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: “Es el Señor.” Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. (…) Después de almorzar le preguntó Jesús a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?” Él le contestó: “Sí Señor, tú sabes que te quiero.” Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos.” Por segunda vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Él le respondió: “Sí Señor, tú sabes que te quiero.” Jesús le dijo: “Pastorea mis ovejas.” Por tercera vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería y le contestó: “Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero.” Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas.” (…) Después le dijo: “Sígueme.” Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org

presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes.” Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree.” Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto.” (…)

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(…) Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: Estaban Juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar.” Ellos le respondieron: “Tam-

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3er. domingo de Pascua Jn 21,1-19

La historia que nos relata el evangelio según san Juan ocurre después de la resurrección de Jesús y nos habla de la tercera vez que Jesús se aparece a sus discípulos, cumpliendo su promesa de permanecer con ellos siempre. Los discípulos se encuentran reunidos, pero desanimados e intentando pescar inútilmente. Nuevamente la presencia de Jesús lo cambia todo, la pesca es exitosa y comparten el almuerzo con el Señor. El relato se centra en las actitudes de Pedro: él es quien Presencia Apostólica

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decide ir a pescar, él se tira al agua intentando acercarse a Jesús, una vez que lo reconocen, y él es quien es cuestionado por Jesús, después del almuerzo. Se trata de Pedro, quien hace poco había negado tres veces conocer a Jesús, al sentirse en

(…) Jesús dijo a los judíos: Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no pere4° Domingo de Pascua cerán jamás; nadie las arrebataJn 10,27-30 rá de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno.”

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peligro… Sin embargo Jesús sigue interesado en su amor, le encomienda una misión primordial y le reitera su invitación a seguirlo. Nuestro amor por Jesús es imperfecto como el de Pedro. No obstante él nos sigue invitando a seguirlo.

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En muy pocas palabras, esta lectura del evangelio según san Juan nos dice algo muy importante, determinante para la forma en que vivimos y para el sentido de nuestra vida. Nos habla de cómo es nuestra relación con Dios; nos habla de una relación de amor y aceptación; de un mutuo conocimiento y de una íntima conexión. Es una relación sencilla como la de una oveja con su pastor y que se construye en la vida cotidiana. Las ovejas de Jesús son sencillamente los que escuchan su voz y lo siguen; los que confían en él.

5° domingo de Pascua Jn 13,31-33.34-35

Jesús reservó para el momento de la despedida la mejor de las herencias. Nos dejó un mandamiento de amor destinado a ser el sello distintivo de los cristianos. Es un mandamiento muy poderoso porque el amor es el poder de Dios. El amor tiene el poder de transformar vidas y de transformar al mundo entero. El amor es un mandamiento, una condición sin la cual no podemos llamarnos cristianos, sin la cual no

* Cuando no se reproduce el texto de la lectura (por razones de espacio), se invita a leerlo en la cita bíblica. 24

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podemos decir que tenemos fe. Jesús nos pide amar como él amó. Para hacer esto necesitamos conocerlo a través de su Palabra y llenarnos de su Espíritu. Sólo así sabremos qué habría hecho él en tal o cual circunstancia para de ese modo hacerlo nosotros.

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Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará. Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por éste amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos.”

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