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PRESENCIA APOSTÓLICA

Revista bimestral núm. 81 ENE-FEB 2017 Donativo: $15.00•$2.50 US

Reflexiones para el año nuevo 2017 7 701000 24 1037

Escucha a tu voz interior Renovarse


San Judas Tadeo Semblanza del apóstol y su devoción en el Templo de San Hipólito de la Ciudad de México

Un libro que ofrece una visión de la devoción a san Judas Tadeo,

fundamentada en el conocimiento de la identidad e importancia del santo apóstol.

Desde 1892, los Misioneros Cla­ retianos se encuentran a cargo del Templo de San Hipólito, un recinto ubicado en el corazón de la Ciudad de México que forma parte de su patrimonio históri­ co y cultural, y que actualmente se distingue por la veneración al apóstol san Judas Tadeo, cuya de­ voción se manifiesta visiblemente por toda la ciudad.

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Semblanza del apóstol y su devoción en el Templo de San Hipólito de la Ciudad de México Misioneros Claretianos de México

TEMPLO DE SAN HIPÓLITO MISIONEROS CLARETIANOS DE MÉXICO 4/4/14 7:50:34 AM


PRESENCIA APOSTÓLICA Director

Ramón Rivera Barriga, CMF

CONTENIDO 2. Editorial

Consejo Editorial

Alejandro Cerón Rossainz, CMF Adolfo Villaseñor Rangel, CMF Oscar Rodríguez Linares, CMF Humberto Rodríguez Pérez, CMF Fernando Pinto Barrientos, CMF Enrique Mascorro López, CMF José Juan Tapia, CMF Ernesto Bañuelos C. Editora

3. Vida cotidiana 4. Aventuras de un misionero 6. Renovarse

Arte y Diseño

Raúl Méndez

Ilustración: Leticia Asprón

Marisol Núñez Cruz

8. Escucha a tu voz interior

Colaboradores

Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR Jesús García Vázquez, CMF Juan Carlos Martos, CMF Enrique Marroquín Zaleta, CMF Distribución

10. El amor como experiencia curativa 12. Sin confianza no hay fe

Liga Nacional de San Judas Tadeo PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor respon­sable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Ca­siano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. Impresa en Carmona Impresores S.A. de C.V. Torreón, Coahuila. www.carmonaimpresores.com.mx • ventas@ carmonaimpresores.com.mx • Tel. (871) 707 42 00 con 30 líneas, lada sin costo 01 800 228 22 76. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmen­ te, citando la fuente y sin fines comerciales. ¡Te invitamos a suscribirte! mail: ligasanjudastadeo@gmail.com Tel: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89 Número suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US. Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US. (Incluye gastos de envío).

14. La acción del cristiano 16. Nuestra devoción 17. Reflexión 18. Historia para meditar 19. De la Palabra a la acción

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Editorial

2017 el año…

Al comenzar

E

l comienzo de un año nos recuerda que tenemos la oportunidad de vivir bien nuestra vida; nos recuerda que tenemos la oportunidad de amar a quienes nos acompañan en este viaje y que tenemos la oportunidad de encontrar a Dios en medio de las alegrías y de las tristezas que nos toca vivir. Nuestra existencia es tiempo de disfrutar la belleza de la creación y de crecer en fortaleza y esperanza para amar y agradecer la vida, así como para hacerla más amable para los demás. En este número ofrecemos artículos y reflexiones con el deseo de contribuir a una mejor comprensión de la fe y la vida, y de que sirvan de apoyo en los sucesos de cada día. Que nuestra fe nos de la capacidad para tener la mejor actitud frente a los acontecimientos que llegarán a nuestro camino y que sigamos aprendiendo a ver la vida con la mirada de Jesús que nos enseña a ver lo esencial y a actuar con amor y justicia. Deseamos a nuestros lectores un año 2017 lleno de bendiciones y de crecimiento espiritual.

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Vida cotidiana

Oración

de Año Nuevo

Sujeta mis responsabilidades a ti, fuente de amor, para que mis diarios esfuerzos surjan de un espíritu generoso. Sujeta mis relaciones a ti, amigo de mi corazón, para que tu profuso amor las nutra y sostenga.

Sujeta mi corazón a ti, amor de amores, para que todo lo que yo sea y haga encuentre su motivación en ti.

Sujeta mis noches a ti, preservador de los sueños, para que yo encuentre restauración en el abrazo de tu cuidado.

Sujeta mi mente a ti, paz interior, para que lo que esté en ella sea conducido a la tranquilidad.

Sujeta mis gozos a ti, deleite de mi alma, para que esos recuerdos me conforten en tiempos difíciles.

Sujeta mis días a ti, divina presencia, para que en cada suceso yo permanezca en unión contigo.

Sujeta mis preocupaciones a ti, confiable compañero, Hna. Joyce Rupp para que me libere de mis Traducción de A New Year Prayer of Fastening miedos y ansiedades.

Sujeta mi angustiado mundo a ti, mantenedor de la esperanza, para que mis sueños de paz puedan convertirse en realidad. Sujeta mi oración a ti, eterno misterio, para que yo pueda entregarme más completamente a ti.

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Aventuras de un misionero

A punto de Morir Jesús García Vázquez, CMF

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ola, mis queridísimos lectores y amigos. ¿Han escuchado alguna vez la expresión: “Cuando te toca, aunque te quites, cuando no te toca, aunque te pongas”? Quiero platicarles de una ocasión en que estuve cerca de morir y qué es lo que me dejó esa experiencia. ¿Recuerdan el gusto que nos daba salir de la escuela en viernes? Teníamos sábado y domingo para hacer otras cosas. ¿Recuerdan qué hacían ustedes? Me gustaría saber... A mí me gustaba hacer la tarea, luego luego, llegando a casa porque llevaba calientitas las ideas de lo que la maestra nos pedía que hiciéramos, y así, nunca se me dificultó hacerla y, modestia aparte, siempre saqué dieces. Bueno, pues era viernes, ya había terminado de hacer la tarea y había quedado con mi madre de 4

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salir a jugar por la tarde con mis amigos, después de comer. Mi padre, que tenía que llegar del campo ya casi en la noche, ya que era tiempo en que había que alimentar el tallo de las milpitas, que apenas alcanzaban unos cincuenta centímetros de altura, para que se desarrollaran y dieran buenos elotes, en esa ocasión llegó cuando yo aún no terminaba de comer. Y llegó con la buena noticia de que me tenía que ir a cuidar la parcela sábado y domingo, ya que andaban cerca unas cuantas reses y podían entrar a comerse la milpa. La noticia me cayó de perlas, porque mi mejor distracción siempre ha sido el campo. Mientras dejaba que la borrica que trajo mi papá, descansara y comiera maíz para que recuperara las fuerzas y regresara conmigo al campo, preparé mis armas favoritas: una resortera con la que, de vez en cuando Dios me

regalaba una güilotita para cenar sabroso en el cuamil (así se le llama al espacio de terreno sembrado de maíz); y una honda como la que usaba el Rey David cuando pastoreaba sus ovejas. Y, por supuesto, un machete bien afiladito para partir leña y hacer fogatas. Las fogatas las hacíamos por la noche y de vez en cuando había que alimentarlas con leña seca para que se mantuvieran encendidas y así ahuyentar víboras, lobos, jabalíes y a los coyotes que pueden ser peligrosos cuando tienen hambre. También preparé un buen itacate: taquitos de frijoles con requesón y mucha salsa, para la hora en que se presentara el apetito. Y, llegado el tiempo de salir, la burrita y yo empezamos nuestro ascenso a la montaña. ¡Cómo me encanta disfrutar de los pintorescos panoramas que Dios artísticamente adorna por las tardes!: un sol cayéndose de sueño —que mejor se va a dormir— y una que otra ranita vadeando las patas de mi burrita para que no las pisara. En el cielo, miríadas de pájaros negritos que les llamamos tordos o zanates; parvadas meciéndose por los aires formando gigantescas nubes con movimientos como jugando con los rayos del sol. En fin, un divino y auténtico espectáculo vespertino.

Primero el toro…

Llegamos al jacal, una menuda casita de paja construida por mi papá para resguardarnos del viento y de la lluvia. Enseguida me dispuse a dar un recorrido por el cuamil. Afortunadamente llegué a tiempo, antes de que una manada de reses, a punto de entrar al cuamil se comiera la milpa e hicieran estragos. "¡Honda! ¿Para qué te quiero?" Que la preparo y comienzo a lanzar proyectiles lastimeros —cuando daban en el blanco—.


Aventuras de un misionero

Y aun así, un toro tuvo la osadía de ponerse al brinco, me vio con ojos de: “¡No me voy de aquí y hazle como quieras!” y se dispuso a atacarme. Pero que le lanzo el proyectil con tan buena suerte para mí —y mala para él— que le pegó en la punta de un cuerno. Pobrecito, me dio mucha lástima, pero era él o yo. Cayó por tierra y se quedó un rato como muerto, y ¡claro que me espanté mucho creyendo que lo había matado! Y me le acerqué picándole la panza con un palo para que despertara. Afortunadamente, después de unos momentos, que se me hicieron eternos, abrió los ojos e hizo el esfuerzo por levantarse. Lo logró y al verme cerca de él, pensé que se me iba a echar encima y apenas empecé a darle vueltas a la honda, ya sin piedra —pues se me habían acabado— dio media vuelta y se echó a correr. Las demás reses, cuando vieron caer al toro, se habían echado a correr todas.

Y después algo peor…

Contento por el éxito, regresé al jacal donde me esperaban unas brillantes brasas para calentar mis taquitos. ¡Qué rica cena después de la trifulca con las reses! Bueno, después me dispuse a platicar un poco con la luna y una que otra estrella, pues es tan envidiosa que no las deja que se asomen cuando ella brilla en todo su esplendor. Y ¡a dormir se ha dicho! en una acogedora cama de varitas y colchón de zacate. No recuerdo haber despertado antes de la aurora y antes de que el sol saliera, que me encanta verlo bostezando al salir de entre los cerros, lo primero que hice, fue lanzar una mirada al lugar de los hechos del día anterior. Afortunadamente, todo tranquilo, pero al regresar a la cama para echarme otro sueñito, ¡cuál va siendo mi sorpresa! Una

tremenda víbora enrollada estaba ¡donde había dormido yo! Quedé paralizado admirando aquella belleza en mi cama. Daba como cinco vueltas el rollo. Se miraban los anillos que lucía en la cola; con ellos hacen un misterioso ruido. Unos dicen que es para decirle al enemigo: “Aquí estoy” y que no se le acerque; otros que para llamar a la hembra. Sea lo que sea, yo estaba tieso de pánico. También dicen que según los anillos son los años de vida… esa tenía como seis. Viendo a la víbora me preguntaba si habría dormido conmigo y por qué no me había mordido… Mi papá me decía que estos animalitos solo atacan cuando se sienten agredidos. Hay animales que atacan cuando tienen hambre, pero las víboras no comen gente, no tenía por qué atacarme. Y, además, se veía hermosa en mi cama a pesar de que yo sentía mucho miedo. ¿Qué hacer? Bien pude haberla agarrado a machetazos y hacerla pedazos en la cama. Pero me dije a mi mismo: “Si ella respetó tu vida, respeta la de ella y solo si te ataca, ni modo, defiéndete como puedas. Y bien, con el poco ruido que yo había hecho abrió los ojos, sacó unos pequeños flagelos de su boca, dicen que es su lengua

que también le sirve de antena, me miró muy tranquila y como dando las gracias, lentamente se fue desenrollando y deslizándose suavemente mientras me miraba como si agradecida se despidiera. Se fue alejando por entre la espesa maleza del monte. Queridos lectores, yo estoy seguro de que fue Dios quien no permitió que me atacara el toro ni que la víbora me mordiera. En cada momento de nuestra vida, Él está con nosotros. Y si la víbora me hubiera mordido o el toro me hubiera cornado, Dios hubiera estado conmigo de todas maneras. Eso ni lo duden. Solo hay que pensar y estar seguros de que Dios sabe por qué permite o evita que sucedan los acontecimientos. Él nunca nos abandona ni en las buenas ni en las malas. Por último, creo que la naturaleza nos respeta cuando nosotros la respetamos. La naturaleza no te necesita tanto a ti, como tú a ella. La naturaleza puede vivir sin ti, tú sin ella, no. Si la tratas bien te da lo que necesitas pero, si abusas de ella, ¡atente a las consecuencias! ¡Ama a la vida y la vida te amará a ti! ¡Hasta la próxima!

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Filosofía de vida

Renovarse Lourdes García Avendaño

“La renovación del espíritu no es un simple retorno a la misma figura; es una purificación y elaboración de sí mismo.” Friedrich Hegel

¿

Cuántas veces hemos utilizado esta palabra?, ¿en cuántas situaciones?... Estoy segura de que en muchísimas ocasiones. “Renovemos el vestuario”, “renovemos la tapicería de los muebles de la sala”, “Voy a renovar la suscripción a la compañía de televisión por cable” y así un sinfín de “renovaciones” que se nos ocurre hacer y pocas veces se nos ocurre hacer las que más necesitamos realmente.

¿Qué significa?

Pero… ¿qué es renovar?, ¿qué 6

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significa realmente esa palabra?, ¿solo se renuevan cosas materiales, tangibles?, ¿podemos las personas renovarnos?, ¿alguna vez lo he pensado? O, mejor aún, ¿alguna vez lo he hecho? Según el diccionario, “renovar”, Del lat. renovare. Significa: • Restablecer o reanudar una relación u otra cosa que se había interrumpido. • Poner de nuevo o reemplazar algo. • Sustituir una cosa vieja, o que ya ha servido, por otra nueva de la misma clase. • Dar nueva energía a algo, transformarlo. Solo leer estas definiciones nos permite darnos cuenta de que renovar es un poder muy interesante que tenemos y que muchas veces

nos olvidamos de que lo tenemos. Así podríamos decir del ejemplo inicial de renovar la tapicería de los muebles de la sala que se invertirá tiempo, dinero y esfuerzo en buscar a una persona que sepa del oficio, conciliar con él un precio justo por la mano de obra y el material, elegir el nuevo diseño, color, etc. Comprar el material, esperar a que el tapicero trabaje en los muebles, los termine y regrese. Todo eso implica una inversión para poder empezar a disfrutar del viejo mueble de sala, que volverá a ser útil cuando parecía que ya no serviría más. Ahora quedará renovado. El tapicero, nuestras decisiones, el “sacrificio” por el tiempo de estar en casa sin dichos muebles y los gastos hechos, darán como resultado poder volver a dis-


Filosofía de vida

frutar de los muebles, ahora más cómodos, más prácticos y más espaciosos y modernos. También, renovar significa, como describe el diccionario, deshacerse de algo viejo e inútil para dar paso a algo nuevo. En el caso del mueble de nuestro ejemplo, si, en opinión del experto, ya no fuera rentable re-tapizarlo, compraríamos un mueble de sala nuevo, renovaríamos el mobiliario. Nos damos cuenta de que la renovación de cualquier cosa siempre lleva implícito hacer cambios. No hay que tenerle miedo al cambio, pues además de ser un proceso constante e inevitable es el camino a la renovación. También se habla del concepto “renovación” en un plano, subjetivo y hasta en el plano espiritual, más trascendente. El plano subjetivo nos habla, por ejemplo, de cambios abstractos, en las formas de hacer, decir o concebir algo, por ejemplo en política, comercio, etc. Nosotros nos ocuparemos de la renovación como concepto espiritual o trascendente… de qué sería renovarnos como personas.

Cambiar para mejorar

Vuelvo a cuestionar: ¿Te lo has planteado? Ahora que hemos revisado los significados de esta palabra, recordado lo que el concepto significa y hasta descrito un ejemplo cotidiano… ¿Te renovarías? No se trata simplemente de formular, como todo principio de año, los típicos propósitos que suelen nunca cumplirse, como “comer sano”, “bajar de peso”, “hacer ejercicio”, y un largo etcétera, que nos duran, como dice el dicho…”el día y la víspera” y que para cuando termina el primer trimestre del año ya ni si quiera recordamos haberlos “prometido”. ¡No! Renovarse va mucho más allá. Renovarse implica, como

mencionamos, una serie de cambios, renovarse implica un compromiso con uno mismo. Despojarnos de lo viejo e inservible, para sustituirlo por elementos nuevos, positivos, constructivos, trascendentes. Para lograrlo, debemos primero cuestionarnos para descubrir qué es lo que debemos renovar. Detenernos, después de la época de celebraciones que acabamos de vivir, y auto cuestionarnos, auto confrontarnos, buscando para ello un momento de silencio y de reflexión auténticos en donde el ambiente favorezca los importantes descubrimientos que debemos hacer. ¿Qué descubriremos?, ¿habrá algo que debamos renovar?, ¿qué será? Será ¿una actitud?, ¿un estilo de lenguaje o comunicación?, ¿una manera de ser o comportarnos?, ¿un tipo de pensamiento?, ¿qué será?... El cuestionamiento consecuente es: ¿Estoy dispuesto a hacer las transformaciones, cambios, inversiones, gastos, esfuerzos y sacrificios que ello implicará?, ¿estoy dispuesto a dedicar tiempo a renovarme?, ¿puedo hacerlo solo? Todas estas interrogantes se responden con mayor facilidad, si antes de formulárnoslas, descubrimos la finalidad para hacerlo, el propósito para renovarnos. Esto es una cuestión personal. Lo descubrimos también deteniéndonos a reflexionar honesta y profundamente. Una vez hecho este proceso, solo hará falta voluntad para iniciar y terminar por realizarlo. Ninguna renovación que valga la pena es instantánea. Deben hacerse poco a poco, con paso firme. No se trata de renovarse rápidamente, como si fuera una carrera contra el tiempo. Se trata de irse renovando lenta, pero consistentemente. Renovarse solo dando

pequeños pasos a la vez, siempre hacia adelante, no detenernos ni dar pasos hacia atrás. Sustituyamos alguna vieja actitud o acción, que ya no nos sirva, por alguna otra, por alguna nueva. ¡Atrevámonos! Desde luego, a lo largo del camino, habrá dificultades que superar, momentos de desesperación o de flaqueza, pero si mantenemos en la mira la finalidad de nuestra renovación, los superaremos, terminaremos logrando la ansiada y necesaria renovación que finalmente nos hará gozar de una revitalizante energía para seguir adelante.

“Renovarse o morir”

Parece exagerada esta disyuntiva, pero muchas veces la vida nos pone ante ella y se vuelve una realidad. Por ejemplo cuando enfrentamos un problema de salud; muchas veces esto nos obliga a una renovación drástica e indispensable para continuar viviendo. A veces nos vemos en la necesidad de renovarnos hasta llegar al extremo de reinventarnos. Hay que aplicar toda nuestra creatividad a este proceso de vivir cada vez mejor, aprovechando nuestra vida y siendo útiles y solidarios con los demás.

El esfuerzo vale la pena

Dice otra expresión popular. Igualmente: “lo vale la pena, cuesta “, y renovarse, aunque a veces supone un “precio” muy alto, vale la pena hacerlo, vale la pena decidirse a intentarlo, vale la pena, luchar hasta lograrlo, porque todo aquello que sea para transformarnos en mejores personas, para servir a una causa o para amar verdaderamente a alguien, en una palabra para trascender, bien ¡vale la pena! La autora es licenciada en Terapia Física y Logoterapeuta. luluwatty1@yahoo.com Presencia Apostólica

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Desarrollo humano

Escucha a tu voz interior Gylda Valadez Lazcano

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ada día hay más disciplinas que tratan de acercarnos a nuestro interior. No obstante, muchas veces nos dejamos arrastrar por la acelerada corriente del mundo exterior. Ante esto, es necesario que aprendamos a escuchar a nuestra voz interior, a estar atentos a la sabiduría de nuestra alma para que nos guíe. Sin embargo, también tenemos que aprender a distinguir entre dos voces: la voz de nuestro ego y la voz de nuestro verdadero ser.

Ilustración: Leticia Asprón

Sintonizarnos con nuestra conciencia

Actuar de acuerdo con lo que nos dice nuestra voz interior —en sintonía con nuestra conciencia— nos da paz y nos hace sentir en armonía.

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A veces nos resulta difícil saber qué es lo que más nos conviene o cuál es la decisión que debemos tomar, ante una determinada circunstancia. Es fácil que nos dejemos influenciar por la voz de nuestro ego, por nuestros hábitos, por creencias muchas veces erróneas o por lealtades y alianzas inconscientes. Todo esto suele no ser lo más beneficioso para construir la vida que anhelamos ni para nuestro crecimiento espiritual. Nuestra voz interior siempre sabe lo que más nos conviene, ya que sale del alma. Sabe qué es lo que nos proporcionará la felicidad que tanto deseamos. Además de que actuar escuchando nuestra propia sabiduría nos da paz y armonía, mientras que actuar en contra de lo que nuestra intuición o sabiduría nos dice nos provoca desasosiego. Por otra parte, nuestra fe nos permite estar abiertos para escuchar la


Desarrollo humano

sabiduría divina, a través de la oración o de la meditación. Cuando recurrimos a esta guía interior, nuestras decisiones fluyen con mayor tranquilidad y eficacia. De la misma manera, podemos decir que todos hemos sufrido alguna vez las consecuencias de no haber escuchado a nuestra voz interior. Cuando vivimos el aquí y el ahora, sin dejarnos atrapar por la corriente de nuestros pensamientos o por preocupaciones obsesivas por el pasado y el futuro —simplemente sintiendo—, la conexión con nuestra voz interior se hace mucho más fácil. La podemos percibir como una voz, una sensación o un pensamiento, cuya aceptación nos da paz, nos conecta con nuestros más nobles sentimientos y hace surgir en nosotros una audacia que difícilmente experimentamos cuando escuchamos la voz del ego, porque este siempre habla a través de nues-

tros miedos y de nuestras creencias limitantes. Las dos voces —la de nuestro ego y la de nuestro auténtico yo— suelen debatir en nuestra conciencia tratando de convencernos de realizar una u otra acción. Lo importante es que aprendamos a sintonizarnos con nuestra conciencia y a buscar la armonía con la vida, así como el bien común. Si aprendes a escuchar la voz de tu conciencia, recibirás orientación inequívoca. Mahatma Gandhi dijo una vez: “El único tirano al que tolero en este mundo es a la suave vocecita interna”. Cuando le hacemos caso a esa “suave vocecita”, nos colocamos en una posición más armónica con el flujo de la vida y del universo, nos sintonizamos con las intenciones más elevadas. La autora es psicoterapeuta corporal y terapeuta sistémica de pareja y familia. coordinacion.centroometeotl@gmail.com

Para escuchar a tu voz interior 1. Busca el silencio. Cuando tengas una duda, relájate y permanece en silencio para poder escuchar tu propia sabiduría. Puede ser de mucha ayuda escribir lo que llegue a tu mente en esos momentos de relajación y después volver a lo que anotaste para analizarlo. 2. Ora. Desde luego tenemos el recurso de la oración que nos ayuda a entrar en nuestro interior para encontrarnos con Dios. La oración nos da paz y una perspectiva de trascendencia. 3. Consulta la Biblia o algún libro importante para ti Santa Teresa decía que ella consultaba la Biblia como quien va por agua a un pozo para regar el huerto de su alma. La Biblia es una fuente inagotable a la que siempre podemos recurrir. También, cada uno tiene los libros que le han aportado guía y crecimiento, y puede volver a ellos en busca de respuestas a sus necesidades y preguntas. 4. Presta atención a las señales. Observa la armonía de la naturaleza y sus dinámicas, observa ciclos naturales y comportamientos de diferentes animales. La creación guarda una sabiduría que tú puedes aprovechar. De esta manera la sabiduría que hay dentro de ti se refleja en el exterior y viceversa. Así un ave que se cruza en tu camino, un rayo de sol que se cuela entre las ramas de un árbol o una persona que te encuentras se convierten en respuestas a tus necesidades y preguntas. Esta práctica te llenará de paz y confianza.

Reflexión Escucha a tu voz interior

No importa donde estés, ni lo que te digan que debes hacer. Siempre que tengas una duda, descansa un momento y escucha lo que te dice tu voz interior. No te apresures en tu camino ni sigas los pasos de otros. Siéntate, descansa un momento y escucha tu voz interior. Esta es la voz que te busca y guía El mejor consejo que puedes escuchar. Trae pureza a tus sentimientos y te da la libertad de ser realmente la persona que quieres ser. Recuerda: Todas las respuestas que buscas las tienes encerradas en tu limpia y pura voz interior. Hacemos una vasija de un pedazo de arcilla: y es el espacio vacío en el interior de la vasija lo que la hace útil. Hacemos puertas y ventanas para una estancia; y son esos espacios vacíos los que la hacen habitable. Así, mientras que lo tangible posee cualidades, es lo intangible lo que lo hace útil. Lao-Tsé

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Tanatología

El amor como experiencia curativa Ana Laura Rosas Bucio

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abemos que perder es una experiencia dolorosa. Hemos hablado ya de la importancia de sanar esas heridas, dando tiempo, acompañamiento, expresando nuestras emociones y dejando que poco a poco se sanen. Y si bien es cierto que todo eso ayuda, hoy quisiera hablarles de uno de los mejores antídotos contra el dolor por perdidas que además al mismo tiempo nos ayuda a curar la soledad, el aislamiento, la depresión, la ansiedad y muchos otros males en el mundo. La mayoría de nosotros entendemos al amor como una necesidad humana que une a las personas y que utilizamos para llenar nuestros vacíos, para sentirnos “felices”. Ahora vamos a entender el amor como experiencia curativa. Necesidad y capacidad de amar Todos necesitamos ser amados y, potencialmente, todos tenemos la capacidad de amar. Pero, aunque tenemos esa capacidad también tenemos que desarrollarla, y eso lo aprendemos en el transcurso de la vida. Nuestras primeras experiencias con el amor determinan —aunque no definitivamente— nuestra capacidad de amar en la juventud o la adultez. Alguien que nunca ha sido amado no sabrá cómo hacerlo. Sin embargo, afortunadamente, podemos aprender. Hay historias penosas de algunas personas, quienes 10

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no nacieron ni crecieron en ámbitos amorosos, o al menos no tan expresivos, y que quizá por ello en el presente tienen dificultades para sentir o dar amor. Si fuimos amados, tendremos la posibilidad de expresar el amor. Las personas llenas de amor son capaces de amar porque así es su forma de ser, porque se sienten llenas de amor y tienen la necesidad compartirlo. Es un amor gratuito, nutriente y que no se acaba. A algunos de nosotros nos enseñaron a amar desde la necesidad, haciéndonos sentir que éramos dignos de ser amados, únicamente si satisfacíamos las necesidades de los demás, siempre condicionando el amor, siempre pensándolo y sintiéndolo como algo que se tiene, pero que se puede perder… que se puede acabar. Es un amor condicionado. Si amamos desde la necesidad, desde la carencia, siempre vamos a necesitar más. El amor nunca nos parecerá suficiente. La carencia de amor produce una sensación de aislamiento y de no pertenencia y un sentimiento de vacío difícil de llenar. Una persona incapaz de amar, probablemente es una persona que no ha superado sus dependencias, su necesidad de omnipotencia y su deseo de manipular para conseguir fines egoístas, que tiene miedo de darse y por lo tanto tiene miedo de amar. Entonces, cuando se relaciona con los demás, lo


Tanatología

hace desde su propia soledad e incapacidad o pide al otro que la ame buscando que llene su necesidad y cuando no lo haga se sentirá desolada y triste. El amor implica trabajo y esfuerzo Sentir amor y saberse amado no es una cuestión de suerte. El amor verdadero es una energía personal que requiere de esfuerzo, trabajo y mucha sabiduría. El amor mueve energía, nos lleva a trabajar, a crear, a desear y a buscar conseguir aquello que deseamos, a cuidar lo que amamos. La mayoría de las personas quiere ser amada, pero muchas veces orientamos todo nuestro esfuerzo a atraer a alguien que nos ame y que satisfaga nuestra necesidad de afecto, sin tener en cuenta nuestra propia capacidad para dar amor y para recibirlo. El amor verdadero, el incondicional, es un compromiso de crecimiento y de libertad. Amar de esta manera nos expande física y espiritualmente. Amar implica coraje y supone riesgos, implica asumir compromisos y cambia nuestro mapa de la realidad, para volverlo más pleno y más feliz. El amor nos hace crecer y cambiar. Y este amor solo es posible cuando la comunicación entre las personas no se realiza desde la superficialidad del ego, sino desde la esencia de cada uno. No es algo estático, es un desafío constante de dos o más libertades de personas que quieren crecer y estar juntas. Y la expresión más alta del amor es dar a los demás gratuitamente, solo por el gusto de hacerlo. El amor nace de un trabajo en común. No hay amor sin un trabajo, el trabajo de transformarse en mejores seres humanos. El amor tiene que ser un acto de entrega en el que dar sea igual de importante que recibir. Un acto en el que dar lo mejor de sí mismo no es un sacrificio, sino algo que nos hace felices. El amor entonces es un poder que produce más amor, siempre que ninguna de las personas sea tratada como un objeto de uso. El amor verdadero respeta la individualidad, permite a la persona amada ser como es. Amar exige cuidados, atenciones, responsabilidades, respeto y sabiduría. Se requiere un esfuerzo para hacer crecer el amor. La responsabilidad implica estar dispuesto a responder a las necesidades del otro y no significa un deber o algo impuesto desde el exterior. Respetar significa la capacidad de ver a la persona tal cual es, tener conciencia de su individualidad y de su unicidad, y preocuparse por que la otra persona crezca y se desarrolle tal como es. La compatibilidad entre las personas no es algo que tenemos, es algo que hacemos, es un proceso, una disposición y una actitud; una buena

voluntad de trabajar juntos interesándonos por lo que el otro hace, siente o piensa. Aprender a amar implica reconocer que no solamente podemos amar a nuestros hijos, pareja, familia y amigos, sino que nos permitimos sentir ese amor por toda la humanidad. Debemos llevar nuestra capacidad para amar a todos los ámbitos, a nuestro trabajo y a nuestras actividades cotidianas, para realizar todas nuestras interacciones con personas con respeto y sabiduría. Cuando hacemos todo esto el amor se convierte en un antídoto contra el dolor. Abrirse al amor En el caso de las pérdidas, el mismo amor que hace que nos duela es el que va a curarnos y a permitirnos seguir adelante. Ante el dolor de una pérdida, no podemos cerrarnos a la posibilidad de seguir amando, porque esto nos sumiría en el dolor. Si nos abrimos a la experiencia de amar a todos los que no rodean; si permitimos que los demás nos amen y cuiden, veremos cómo nos sentiremos más llenos, más plenos, menos solos, más completos. He escuchado a personas decir que ya no volverán a atreverse a la experiencia amorosa, porque duele mucho cuando esta se acaba o se pierde. Y creo que lo que pasa es que no hemos terminado de entender cómo la experiencia de amar puede expandirse y que siempre puede haber muchas personas y situaciones que nos permitirán seguir sintiéndonos acompañados y plenos, y que esto ayudará a que tarde o temprano se sane el dolor. Y no es que “un clavo saque a otro clavo”… no se trata de reemplazar a nadie, eso jamás podremos hacerlo. Se trata de ampliar nuestra red de relaciones amorosas para que nos nutra y nos haga crecer en la vida. Amar en un sentido profundo, amplio, gratuito y generoso. Amar incondicionalmente desde el respeto a la individualidad, desde el reconocimiento de la imperfección humana, desde la generosidad de dar y compartir con los otros. Amar no solo a la familia y a la pareja, sino, además de a ellos, amar a la humanidad, a todos los seres vivos, a nuestra actividad laboral, a la vida misma. Ese es el amor que cura, que nutre y que nos da la posibilidad de crecimiento; que nos va a dar la posibilidad de compartir con propios y extraños, nuestro respeto, nuestra ayuda, nuestro amor. Así que, como cantaban los Beatles: “Todo lo que necesitamos es amor”. La autora es psicóloga clínica, experta en intervención en crisis, tanatóloga, logoterapeuta y conferencista. Directora General del Centro de Capacitación Profesional Industrial y Personal S.C. CECAPIP. lrosasb@hotmail.com Presencia Apostólica

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Fe y vida

Sin confianza no hay fe

Román Ángel Moreno, CMF

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n edificio para no sucumbir, ante la inundación o ante el terremoto, necesita estar bien apoyado; un animal doméstico siente gozo cuando es acariciado o se le carga en brazos; un niño pequeño se regocija cuando es estrechado afectuosamente contra el pecho de su madre; un hombre que vive en sociedad no podría vivir si no confiara en los demás: en el chofer del autobús, en el piloto del avión, en el que le sirve los alimentos en el restaurante... Confianza en la vida, confianza en Dios, confianza en sí mismo En una encuesta que se hizo hace poco en la República Checa mucha gente, al ser cuestionada acerca de la fe que profesaba, respondió: “Yo 12

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no creo en nada, ni en nadie.” Los más grandes dramas de la existencia humana ocurren cuando no hay confianza en la vida o cuando alguien muy íntimo ha traicionado nuestra confianza. Qué impotencia he experimentado yo mismo al tratar de infundir confianza a alguien que fatídicamente la ha perdido. Una persona sin confianza parece un cadáver andante, cuando se intuye la proximidad de la desesperación extrema del dejarse morir o incluso del suicidio... Pero la confianza es algo tremendamente subjetivo, algo condicionado fuertemente por la situación actual y por las experiencias anteriores de la persona. Una persona que no cree me angustia menos

que una persona que ha perdido la confianza en todo; sé que el no creyente al final de cuentas siempre confía en algo, pero quien ya no confía en nada ¡está muerto! La confianza es el gran motor de la vida que es bella para quien ha experimentado la dulzura del amor, de la amistad y de sentirse protegido... Sin embargo, está también profundamente vinculada a ese seductor juego entre la seguridad y el riesgo. Quien más arriesga tiene finalmente una confianza en algo superior a sus propias fuerzas o recursos, en una persona, en una causa, en Dios… es como el que salta al vacío, ¡pero confía en la eficacia de su paracaídas! Y el que llega a arriesgar la vida por algo o por alguien, lo hace porque está


Fe y vida

profundamente convencido de que “Aunque tenga que morir contigo, algo le sostiene: “Yo sé en quien yo no te negaré”, ese fue precisame he confiado”, diría san Pablo. mente el que lo negó... Confianza en alguien “de fueGradualidad de la confianza ra” o confianza “en lo que llevo Creo que en el confiarse a los dedentro”: Ese amor recibido e in- más entra en juego la razón. No es teriorizado que lanza a la calle un confiarse simplemente “a cieal niño sin necesidad de que la gas” (“yo sé en quien me he conmamá lo lleve de la mano... fiado”, decía san Pablo). A alguien Cristo, en los más dramáticos que acaba de tomar la primera momentos de su existencia, vivió lección de manejo no le cederíaesa tensión entre la prueba supre- mos el volante para que manejase ma de la confianza: “¿Por qué me en la autopista. Los mismos padres has abandonado?” y la seguridad que confían en sus hijos les van ceante el riesgo: “En tus manos en- diendo responsabilidades gradualcomiendo mi espíritu.” mente; hasta la ballena que ensePor eso, el momento más trágico ña a sus crías a pescar cerca de las para Judas no fue el haber traicio- costas, les acompaña al principio nado a Jesús, sino el haber perdido para que en el entusiasmo por cola confianza en su misericordia. ger a su presa no vayan a quedar Confiar en los demás baradas en la playa. Lo que puede, ¡Cosa muy difícil! Al terminar una por tanto, parecer desconfianza, dinámica de grupo entre semina- no siempre lo es en el fondo, o ristas y religiosos, destinada a fo- dicho de otro modo, la confianza mentar el trabajo en equipo, uno es gradual: confianza fundamental de ellos, al comprobar que se ha- en la persona, pero “desconfianbía hecho trampa durante el jue- za” (o mejor dicho, prudencia) en go, concluyó: “Mi experiencia de relación con lo que lo que es cala dinámica ha sido: Si hemos he- paz de realizar ahora, al principio; cho trampa, aun entre como el padre que religiosos, he aprendiconfía en que su hijo La confianza do a no confiarme ¡ni en los otros me aprenderá a conducir, de mi propia madre!” pero que le entrega el enriquece a mí Esto puede parecer volante poco a poco. y hace crecer a Y creo que allí pueser duro, pero no es cosa rara oír semede estar la clave del los demás. jantes expresiones. asunto cuando se traNo hace mucho un amigo, al pre- ta de confiar en los demás (o en guntarle: “Y tú, ¿en quién confías nosotros mismos): a veces dejamos aquí en la tierra?”, me respondió: de confiar en ellos, porque en un “Yo no confío ni en mí mismo.” principio, nos han fallado, no han Esto podrá sonar a broma, pero llenado las expectativas que habíahay algo que está detrás de ello: mos puesto en ellos. la propia amarga experiencia. Esto, sin embargo, no quiere Cuando Jesús dijo a sus discípulos decir que la confianza deba esque uno de ellos lo iba a entre- tar tan unida a la prudencia y al gar, ellos empezaron a preguntar cálculo que no deje un espacio uno a uno: “¿Seré yo, Señor?” No al riesgo. Allí está lo fuerte de la confiaban ciertamente en sí mis- confianza, lo excepcional; gentes mos y el que parecía confiar en calculadoras existen en demasía. sí mismo, diciéndole muy seguro: Allí entra de manera muy clara

aquello de que “el que quiera ganar su vida, la perderá”. Conocí a una señora que al recibir en su casa a una nueva empleada le dijo: “Mis dos amigas con las cuales has trabajado antes me han dicho de ti: “Es una muchacha muy trabajadora, pero tiene el gran defecto de que nos ha robado en casa.” Y continuó: “Mira, en esta casa todos confiamos en todos, no hay llaves en roperos, ni cosas escondidas. Yo te acepto y no vamos a meter llaves para cerrarlo todo. De ti depende.” Aquella muchacha, al experimentar tan enorme confianza puesta en ella, dejó de robar. ¡Gran riesgo! Sí, pero funcionó e hizo crecer a las dos partes. Confianza a largo plazo Cristo sabía que le iban a fallar los hombres y se entrega a ellos de todos modos de tal manera que arriesga y pone su propia vida. ¿Por qué? Porque sabía que lo importante era la confianza auténtica, aquella a largo plazo, como si dijera: “Hoy pierdo la vida, pero sé que la voy a ganar; hoy me han fallado los hombres, pero confío en que el derramamiento de mi sangre, los hará algún día cambiar y los salvará. Confío en ellos no por lo que son ahora, sino por lo que pueden ser mañana.” Inmediata o a largo plazo... lo cierto es que la confianza en los otros me enriquece a mí y hace crecer a los demás. Pensemos en lo que ha sucedido, en lo que ha cambiado en nuestra propia vida, cuando alguien nos ha regalado una confianza ilimitada... Y, cuántas veces hemos visto a la gente que alcanza el éxito en un objetivo agradecer a aquellos que confiaron en ella. Antes de creer en el amigo es necesario haber confiado en él; sin confianza no hay verdadera vida, no hay amor. Sin confianza no hay fe. Presencia Apostólica

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Fe y vida

el interior, individual-personal y el exterior, social-comunitario.

Ámbito individual-personal

LA ACCION DEL CRISTIANO COMO RESPUESTA AL AMOR DE DIOS Alejandro Cerón Rossainz, CMF

E

l cristiano está en el mundo para transformarlo en acuerdo total con la voluntad de Dios que quiere que el hombre viva, el pobre viva y la naturaleza viva. Ahí se manifiesta su gloria. En la medi14

Presencia Apostólica

da que vive las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y el amor es capacitado por el Espíritu Santo para responder a los retos y oportunidades que el mundo le va presentando. La dimensión activa del hombre se expresa en dos ámbitos:

Incluimos aquí todo lo que el hombre hace para perfeccionar humana y cristianamente su propia persona, en la que también Dios quiere instaurar su Reino. Esto incluye, por lo tanto, todo lo que el hombre hace ayudado por la gracia divina, impulsado por el Espíritu para llegar a ser santo. Esta acción del hombre sobre sí mismo es lo que llamamos ascesis, entendida como el conjunto de esfuerzos mediante los cuales se quiere progresar en la vida moral y religiosa, coherente con la opción hecha por Jesucristo. En la vida cristiana es necesario el esfuerzo humano para cooperar con la gracia divina y disponerse a recibir un incremento de vida espiritual; y debido a que este esfuerzo de purificación y de cooperación no está completado jamás, es, en consecuencia, permanente. Con todo ello surgen dos preguntas: a nivel personal ¿cuál tiene que ser nuestra actitud ante nuestras limitaciones, fallos y pecados? Y ¿cuál sería el perfil de un “santo” hoy, cuáles son los rasgos que lo definirían?

Ámbito social-apostólico

Se extiende a la actividad del hombre que supone un bien para los otros —los hermanos— y para el mundo. Esta actividad se despliega en tres campos: a) El apostolado. Entran aquí todas las actividades que promueven directamente el Reino de Dios, que difunden su mensaje de salvación y comunican la vida divina. Todo apostolado participa y continúa la actividad redentora de Cristo en la Iglesia. En el apostolado la motivación y la estructura de la acción se puede decir que son directamente espirituales, en cuanto que prolongan directamente la misión salví-


Fe y vida

fica de Cristo: el apostolado es un te humano que no encuentre eco instrumento de Jesucristo. Es por en su corazón” (GS.1). esto por lo que podemos decir Con nuestras acciones podemos que toda acción apostólica es un construir o destruir, desvincularnos medio privilegiado para buscar y o comprometernos en la construcencontrar a Dios y, en consecuen- ción de una sociedad más justa y más humana. Los discípulos del cia, para santificarse. b) La actividad caritativa. Que Señor asumimos el plan salvífico se expresa en toda relación posi- de Dios sobre el mundo en la metiva con el prójimo y que implica dida en que nos comprometemos en la realización de el cumplimiento del Dios quiere su Reino en los espamandamiento nuevo. cios sociales o áreas El prójimo, es decir instaurar su las que desempeel hermano, es una Reino en la vida en ñamos nuestra activimediación privilegiade cada uno de dad. La actuación en da para el encuentro este terreno será para con Dios ya que es nosotros. el cristiano un ámbito imagen de Dios, y a la vez, Jesucristo se ha identificado estupendo para encontrarse con de modo misterioso con el pobre, Dios y para unirse a Él. Particiel que sufre, el sediento, el desnudo (cfr. Mt.25,31ss). Toda persona está llamada a tener la dignidad de los hijos de Dios cada vez con más profundidad. La verdadera caridad comporta un esfuerzo para valorar a cada persona bajo este aspecto. c) El compromiso en cuanto ciudadano del mundo. Entendemos la palabra “mundo” como la historia social contemporánea, que aparece como una historia global compleja, sujeta a rápidas mutaciones y en la que cada ser humano es sujeto paciente o participa de forma activa de los diferentes acontecimientos sociales, culturales, económicos, políticos… De todo esto los cristianos no se mantienen al margen. Lo afirmó contundente el Concilio Vaticano II por mediados de 1965 en la Constitución “Gaudium et Spes” (los gozos y las esperanzas). “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamen-

El cristiano responde a los retos y oportunidades que el mundo le presenta con fe, esperanza y amor. pando activamente en la historia social respondemos a la llamada de Dios a colaborar con Él en el desarrollo y en la perfección de la obra de la creación. Los espacios en los que estamos llamados a transformar son los espacios antropológico-cultural; socio-económico y socio-político. En otro momento hablaremos de ellos. Por lo pronto redescubre tu vocación cristiana en el mundo que te exige un compromiso social.

Sumérgete en la lectura

de Presencia

Apostólica y profundiza

fe.

Ilustración: Leticia Asprón

en tu

Presencia Apostólica

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Nuestra devoción

San Judas Tadeo

S

an Judas Tadeo fue uno de los doce apóstoles que Jesús escogió, como nos dice el Evangelio, «para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar». San Judas Tadeo formó parte de la que podemos identificar como la primera comunidad de discípulos del Señor, además de ser su pariente cercano, según los relatos genealógicos.

Evangelizar la devoción

El trabajo pastoral en el Templo de San Hipólito tiene siempre como objetivo transmitir que san Judas

Tadeo no se explica sin Jesucristo. Hay que recordar continuamente que san Judas Tadeo fue un apóstol de Jesús, un colaborador suyo, inmerso en la misma misión y, por supuesto, en la misma cultura y época. Por lo anterior, la autenticidad de la devoción por san Judas solo se mantendrá si se tiene presente cómo debe ser la espiritualidad cristiana: Vivir imitando y siguiendo a Jesús, nuestro camino para llegar al Padre, con la fuerza y el impulso del Espíritu Santo. Finalmente hay que recordar que la devoción a san Judas Tadeo, aparte de tener un fuerte sentido comunitario, pues se vive festivamente en comunidad, debe dar continuamente frutos que beneficien a los que más lo necesiten.

LOS COLORES Y LOS TIEMPOS LITÚRGICOS El ciclo del año litúrgico comprende diferentes tiempos: Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua, Pentecostés y Tiempo Ordinario. El año litúrgico es un camino de espiritualidad para ser recorrido personalmente y en comunidad. Uno de los lenguajes que funcionan entre los seres humanos es el de los colores, ya que estos tienen un significado universal y existe una correspondencia entre cada color y las emociones, pensamientos y sentimientos que provoca o expresa. Los colores que se utilizan en las celebraciones litúrgicas tienen un significado que nos ayuda a integrar mejor el sentido de cada celebración.

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Color

Tiempo

Significado

Verde

Ordinario

Esperanza y vida

Morado

Cuaresma Adviento Día de los fieles difuntos

Aflicción, penitencia, humildad y espera

Rojo

Domingo de Ramos Viernes Santo Pentecostés Día de la Santa Cruz Fiestas de los mártires

Amor y testimonio. Es el color más parecido a la sangre y al fuego; significa el sacrificio y el incendio de la caridad

Blanco

Pascua Navidad

Luz, pureza, alegría y fiesta

(otros) Azul

Fiestas y misas en honor a la Virgen María

Nos hace pensar en lo inmenso o infinito (es el color del cielo y el mar). Nos habla de armonía, lealtad y meditación.

Dorado y plateado

Pueden sustituir al blanco

Luz

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Reflexión

DECÁLOGO DIARIO DEL PAPA JUAN XXIII 1 2

Solo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver todos los problemas de mi vida de una sola vez. Solo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto; vestiré modestamente; no levantaré la voz; seré cortés en mis maneras; no criticaré a nadie y no pretenderé corregir a nadie sino a mí mismo. Solo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino también en este. Solo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que todas las circunstancias se adapten a mis deseos

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Solo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma. Solo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie. Solo por hoy haré por lo menos una sola cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere. Solo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré completamente, pero lo redactaré y me cuidaré de dos calamidades: de la prisa y de la indecisión. Solo por hoy creeré, aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mí, como si nadie más existiera en el mundo. Solo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.

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“Es más fácil pensar en hacer el bien durante doce horas. Me descorazonaría pensar en la dificultad de hacerlo durante toda mi vida."

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Ilustración: Leticia Asprón

Historia para meditar

Tu verdadero valor

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sto es algo que alguna vez sucedió... Un joven fue a ver a un sabio maestro y le dijo: — Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no hago nada bien, que soy torpe… Nadie me quiere. ¿Cómo puedo mejorar?, ¿qué puedo hacer para que me valoren más? El maestro le dijo: — Cuánto lo siento muchacho, pero no puedo ayudarte… debo resolver primero mi propio problema. Quizá después... Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y tal vez después pueda ayudar... — Encantado, maestro– respondió el joven, titubeando, pero sintió que otra vez era poco valorado y sus necesidades postergadas. — Bien —asintió el maestro, quien se quitó un anillo que lle18

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vaba puesto en el dedo pequeño de la mano izquierda y se lo dio al muchacho —. Toma el caballo que está ahí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo, porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le volteaban la cara, hasta que un viejito se tomó la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. Después de ofrecer su joya a todo el que se cruzaba en su camino, y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.

Entró a la habitación, donde estaba el maestro, y le dijo: —Maestro, lo siento pero no es posible conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que pueda engañar a nadie respecto al verdadero valor del anillo. — Qué importante es lo que dijiste, joven amigo — contestó sonriente el maestro —. Debemos primero saber el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. Quién mejor que él para saberlo. Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven llegó a la joyería. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó, y luego dijo: —Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que cincuenta y ocho monedas de oro por su anillo. —¿Cincuenta y ocho monedas de oro?— exclamó el joven. — Sí — replicó el joyero —. Yo sé que con el tiempo podríamos obtener por él cerca de setenta monedas de oro, pero no sé… si la venta es urgente… El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido. — Siéntate — dijo el maestro después de escucharlo —. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, solo puede conocer tu valor un verdadero experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda. www.motivador.galeon.com


Año de la misericordia Reseña

La

Palabra enero-febrero

Enero

1

Santa María, Madre de Dios Lc 2,16-21 (…) Los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño y, cuantos los oían quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado. Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido. Sería bueno que guardáramos en nuestro corazón, como lo hizo María, esta escena del nacimiento de Jesús. La sencillez del pesebre y el hecho de que sean los pastores —los pobres y

los sencillos del mundo— quienes lleguen alegres y corriendo al portal. María, como vemos en este evangelio, tenía la costumbre de meditar, a la luz de la Palabra de Dios, para ir profundizando en el significado de los sucesos. Este evangelio nos narra un suceso muy importante que ocurre a ocho días de la Navidad: “le pusieron por nombre Jesús”. El nombre de Jesús es el nombre que el ángel Gabriel dijo a María en la anunciación. Es un nombre que viene de Dios y que nos indica quién es Jesús: el Salvador. En esta fiesta de Santa María, madre de Dios pedimos por la paz del mundo, por esa paz que ha venido a traer el niño recién nacido. ¿Estoy dispuesto a tener muy presente en mi corazón el nombre de Jesús a lo largo de todo el año?

Enero

8

Epifanía del Señor Mt 2,1-12 Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de oriente llegaron entonces a Jerusalén y Presencia Apostólica

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Hoy celebramos la Epifanía del Señor. Epifanía significa manifestación. Como la estrella de Belén, el Señor resplandece sobre todas las naciones y sobre todos los hombres y mujeres; es salvación para todos los pueblos. Este evangelio nos muestra claramente dos actitudes ante el nacimiento de Jesús. La primera, la de Herodes y “toda Jerusalén”, de sobresalto, de miedo a que las cosas cambien, a perder el poder. La segunda, la de los sabios y los pobres —representados en los pastores— de alegría y fe. Tomemos el ejemplo de los magos de Oriente que con decisión siguen a la estrella y se llenan de inmensa alegría por el nacimiento de Jesús. «Señor, tú que en este día revelaste a tu Hijo unigénito a los pueblos gentiles por medio de una estrella, concede a los que ya te conocemos por la fe poder contemplar un día, cara a cara, la hermosura infinita de tu gloria.» Oración atribuida a san Gregorio Magno ¿Cuál será nuestra respuesta al nacimiento de Jesús? 20

Presencia Apostólica

Enero

Domingo

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Jn 1,29-34 (…) Vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y exclamó: “Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo he dicho: «El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo.» Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel.” Entonces Juan dio este testimonio: “Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: «Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ese es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo.» Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que este es el Hijo de Dios.” La exclamación de Juan el Bautista al ver venir a Jesús: “Este es el Cordero de Dios” es una declaración solemne sobre la esencia y misión de Jesús. Desde

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preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo.” Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel.” Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: “Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo.” Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.


luego, al hacer esta declaración, el mismo Juan está cumpliendo con su propia misión y lo hace con la autenticidad y honestidad que lo caracterizan. En este pasaje del evangelio Juan señala tres cosas: que Jesús es el Salvador, que es superior a él y que el Espíritu de Dios está sobre Jesús. No dejemos pasar la exclamación de Juan el Bautista “Este es el Cordero de Dios” sin detenernos a pensar en su significado: el que se sacrifica por amor; el que dio su vida para enseñarnos a dar, a amar y a perdonar. ¿Qué significa ser seguidores del Cordero de Dios?

Enero Domingo

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Mt 4,12-23 Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías: Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar; al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que yacía en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció. Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: “Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos.” Una vez que Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado después Pedro, y Andrés, los cuales estaban echando las redes al mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y los haré pescadores de hombres.” Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca, remendando las redes, y los llamó también. Ellos, dejando enseguida la barca y a su padre, lo siguieron. Andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia. La misión que reciben Pedro y Andrés, a quienes Jesús hace “pescadores de hombres” es la de invitar a las personas a ser parte del Reino de Dios. ¿Cómo?, haciendo suyos sus valores. Esto es lo que significa convertirse e implica un cambio de corazón que es

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De la Palabra a la acción

un largo proceso. La llamada de Jesús es a caminar con él, a ponerse en marcha con él en la realización de un proyecto. Y observemos que Jesús no busca a sus discípulos en los templos, sino en las circunstancias ordinarias y cotidianas como el trabajo de cada uno. Del mismo modo Jesús nos busca a cada uno de nosotros ahí donde estamos, en nuestras circunstancias cotidianas y tal como somos. ¿Qué respondes al llamado de Jesús?

Enero Domingo

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Mt 5,1-12 (…) Cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, y les dijo: “Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Presencia Apostólica

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La bienaventuranza es —en la Biblia— una forma literaria que se utiliza para felicitar a las personas por tener una cierta cualidad o por tener una conducta grata. Las bienaventuranzas están relacionadas con Dios y tienen la finalidad de exhortar a seguir los caminos que conducen a la verdadera felicidad. Como parte del conocido como “Sermón de la Montaña” Jesús nos presenta una serie de bienaventuranzas que nos dicen cómo ser cristianos y que constituyen una guía esencial para vivir en armonía con Dios, con los demás y con nosotros mismos. 22

Presencia Apostólica

Febrero Domingo

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Mt 5,13-16 (…) Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa. Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su padre, que está en los cielos”.

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Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos”.

Y como suele suceder con las enseñanzas de Jesús, estas bienaventuranzas nos sorprenden y rompen los esquemas de lo que nos enseña el mundo; nos invitan a reconsiderar lo que creemos, a verlo con la mirada de Jesús. ¿Entiendo cada vez un poco más las enseñanzas de Jesús?

Este domingo continuamos con el Sermón de la Montaña. En esta ocasión Jesús nos revela la razón de nuestra presencia en el mundo y lo hace a través de dos metáforas o comparaciones. Estamos aquí para ser sal y para ser luz; para hacer sentir y para hacer ver a otros el amor de Dios, a través de nuestras propias acciones. Y al hacerlo, también disfrutaremos del sabor de la vida y seremos capaces de apreciar la verdad. Esto quiere decir que estamos llamados a servir, a hacer más gustosa la vida del ser humano (sal) y a ser siempre defensores de la verdad (luz). ¿Estamos cumpliendo en este sentido nuestra misión como cristianos?


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vuelve luego a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último centavo.” (…)*

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Jesús siempre nos enseña a ver más allá de lo evidente. En esta ocasión nos invita a ir más allá del mero cumplimiento de la ley. Nos hace comprender que la verdadera plenitud de la ley es el amor y nos invita a tener esto muy presente, para así lograr tener un verdadero sentido de justicia. Por eso no matar no es suficiente: no podemos vivir enojados con nuestros hermanos ni insultándolos ni llenos de resentimiento. Solemos pensar que tenemos el derecho de vivir enojados o resentidos… Jesús nos dice que vayamos a reconciliarnos con nuestro hermano antes de poner una ofrenda sobre el altar. ¿Entiendo que quien ama va más allá del mero cumplimiento de la ley?

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Mt 5,38-48

Mt 5,17-37 (…) Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos. Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos. Han oído que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo. Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y

(…) Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente. Pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda. Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos. Porque, si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan solo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto.” Presencia Apostólica

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El cristiano está llamado a vencer el mal a fuerza de bien; a vencer el odio con amor. Por eso Jesús nos invita a amar a nuestros enemigos. Esto implica un verdadero reto; es algo que nos exige ser grandes en calidad humana. La dificultad de esto que nos pide Jesús nos lleva a dejarlo pasar… pocas veces lo tomamos en serio, porque hacerlo está totalmente fuera de nuestra zona de comodidad, porque nos exige superar nuestras limitaciones. Ahora tenemos la oportunidad de tomar en serio las palabras de Jesús. Hacerlo provocará una verdadera transformación en nuestra vida y nuestro entorno. ¿Estás dispuesto a romper, con amor, el círculo vicioso del odio?

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Mt 6,24-34

Ilustración: Cerezo Barredo • www.servicioskoinonia.org

(…) Jesús dijo a sus discípulos: “Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden servir ustedes a Dios y al dinero. Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con qué se vestirán. ¿Aca-

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Presencia Apostólica

so no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento? ¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe? No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas.” Esta lectura del evangelio nos ofrece una gran sabiduría. Jesús nos hace ver la inutilidad de preocuparnos en exceso por las cosas materiales. Se trata de una preocupación que se ha convertido, para muchos de nosotros, en el centro de nuestra vida, además de que en realidad vamos mucho más allá de preocuparnos por qué vestiremos o qué comeremos… Basta ver todo lo que nos ofrece la infinita publicidad al respecto: modas, marcas, lujos. Tenemos necesidades ¡cada vez más complejas y superficiales! Ante esto, Jesús nos invita a concentrarnos en lo esencial, a vivir con sencillez y profundidad, buscando el Reino de Dios y su justicia, permitiendo que Dios reine en nuestra vida y confiando en su misericordia. De la misma manera Jesús nos habla de la importancia de vivir el presente y nos hace ver la inutilidad de preocuparnos obsesivamente por el futuro. ¿Me doy cuenta del círculo vicioso de la preocupación y el consumo?

* Cuando no se reproduce el texto de la lectura (por razones de espacio), se invita a leerlo en la cita bíblica.




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