Presencia apostólica 60

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PRESENCIA APOSTĂ“LICA

Revista bimestral nĂşm. 60 JUL-AGO 2013 Donativo: t 64

El poder de la

actitud

Dejarse guiar

por el corazĂłn

Celebramos

10 aĂąos creciendo 1juntos

Presencia ApostĂłlica


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MISIONEROS CLARETIANOS 2

Presencia Apostólica


PRESENCIA APOSTÓLICA

CONTENIDO

Director

Ernesto Mejía Mejía, CMF Consejo Editorial

Alejandro Cerón Rossainz, CMF José Juan Tapia, CMF Alejandro Quezada Hermosillo, CMF Enrique Mascorro López, CMF René Pérez Díaz, CMF Lourdu Jerome Joseph, CMF Óscar Linares Rodríguez, CMF Ernesto Bañuelos C.

Editorial

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Vida cotidiana

4 Un nuevo amanecer 6 San Judas Tadeo

Editora

Marisol Núñez Cruz

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Dejarse guiar por el corazón

Arte y Diseño

Mirta Valdés Bello Colaboradores

Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR Jesús García Vázquez, CMF Juan Carlos Martos, CMF Enrique Marroquín Zaleta, CMF Distribución

El poder de la actitud

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La pérdida de la pareja, uno de los duelos más difíciles de superar

Liga Nacional de San Judas Tadeo

1 4 Una historia para meditar 1 6 Ciudad Juárez, un anhelo de paz PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor respon­sable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Ca­ siano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmen­te, citando la fuente y sin fines comerciales. ¡Te invitamos a suscribirte! mail: ligasanjudastadeo@gmail.com Tel: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89 Número suelto: $10.00 M.N. Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US. (Incluye gastos de envío).

1 8 Memorias del concilio 1 9 Tener fe 20 21

Diez años de Presencia Apostólica De la Palabra a la acción

Presencia Apostólica

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EDITORIAL

Diez años

E

sta revista surgió hace diez años, como respuesta a una ne­ cesidad de comunicación social y pastoral entre los misioneros claretianos, los devotos de san Judas Tadeo, la comunidad cristiana y el público en general. Tratando de responder a las necesidades de los lectores, la revista ha ido tomando la forma que tiene actualmente, tratando de profundizar en la fe, de promover el desarro­ llo humano y de contribuir al creci­miento espiritual; proporcionando información que sea útil a los lectores para mejorar su vida personal y familiar. Atendien­do al as­ pecto comunitario, también hemos man­ tenido el objetivo de analizar temas de ac­ tualidad, desde una óptica de compromiso cristiano y con los objetivos de justicia paz e integridad de la creación. La experiencia de realizar y compartir esta publicación nos ha enseñado que culti­ var nuestra espiritualidad nos permite rela­ cionarnos mejor con los otros y con toda la creación, así como crecer como personas y expresarnos creativamente. Celebramos este aniversario con el de­ seo de seguir cultivando una espiritualidad que nos permita encontrar a Dios en nues­ tra vida cotidiana y tomar cada vez mayor conciencia de que estamos en este mun­ do con otros y que lo que hagamos por ellos lo hacemos por nosotros mismos. Te­ nemos el ejemplo de Cristo que nos enseña una solidaridad que llega hasta la identifi­ cación total con los que sufren. En esta ocasión especial, agradecemos el apoyo de nuestros lectores y espera­ mos poder llegar a más personas.

Bendíceme

Señor

Señor, bendice mis manos para que sean delicadas y sepan tomar sin jamás aprisionar, que sepan dar sin calcular y tengan la fuerza de bendecir y consolar. Señor, bendice mis ojos para que sepan ver la necesidad y no olviden nunca lo que a nadie deslumbra; que vean detrás de la superficie para que los demás se sientan felices por mi modo de mirarles. Señor, bendice mis oídos para que sepan oír tu voz y perciban muy claramente el grito de los afligidos; que sepan quedarse sordos al ruido inútil y a la palabrería, pero no a las voces que llaman y piden que las oigan y comprendan, aunque turben mi comodidad. Señor, bendice mi boca para que dé testimonio de Ti y no diga nada que hiera o destruya; que sólo pronuncie palabras que alivian, que nunca traicione confidencias y secretos, que consiga despertar sonrisas. Señor, bendice mi corazón para que sea templo vivo de tu Espíritu y sepa dar calor y refugio; que sea generoso en perdonar y comprender y aprenda a compartir dolor y alegría con un gran amor. Dios mío, que puedas disponer de mí con todo lo que soy, con todo lo que tengo. Sabine Naegeli


Vida cotidiana

BIENVENIDO ESPÍRITU Bienvenido, Espíritu. ¡Eres tú! Pasa, no te quedes a la puerta. Pasa hasta la sala de estar. Toma asiento, vamos, con toda confianza.

¡Ojalá te quedes mucho rato! Tenemos tanto que hablar Puedes quedarte todo el día, y mañana, y pasado mañana,

No sabía si vendrías. Lo esperaba, bueno, lo deseaba, pero dudaba: pensaba si serías sólo para los importantes, los sabios, los santos, los perfectos...

¡Ojalá no te vayas nunca! ¡Ojalá no te eche nunca! No te vayas aunque te eche, te lo suplico.

Veo que vienes a todas las casas, las grandes y las pequeñas. Tenía esperanza, pero a veces me asaltaba la duda. ¿Vendrá también a mi casa, tan pobre, tan pequeña? No sabes cuánto me alegro. Has venido, ya estás aquí. No eres un lujo ni un regalo caro. Has venido y estamos aquí juntos. ¡Casi no me lo puedo creer! Me emociona que estés aquí, los dos juntos, mano a mano. Te enseñaré mi casa, ¿quieres? Está un poco abandonada, ya lo ves. Quiero renovarla, de arriba a abajo. Contigo lo haré perfectamente. ¿Para cuánto tiempo vienes?

Dicen que Tú haces profetas. No sé bien lo que puede ser eso, pero lo intuyo. Hombres que nunca están quietos. Mujeres que rompen moldes y no repiten la historia. Siempre andando en busca de lo nuevo más allá de los senderos trillados. Dejarlo todo, superarlo todo, darlo todo y abrir caminos. Estoy un poco lejos de esas maravillas con esta casa tan abandonada. Pero si Tú has venido pensarás que ha llegado el momento. Me gustaría. De verdad que me gustaría, ¡te lo juro! Loidi, P. www.ciudadredonda.org

Envíanos locos ¡Oh, Dios! Envíanos locos, de los que se comprometen a fondo, de los que se olvidan de sí mismos, de los que aman con algo más que con palabras, de los que entregan su vida de verdad y hasta el fin. Danos locos, chiflados, apasionados, hombres capaces de dar el salto hacia la inseguridad, hacia la incertidumbre sorprendente de la pobreza; danos locos, que acepten diluirse en la masa sin pretensiones de erigirse un pedestal,

que no utilicen su superioridad en su provecho. Danos locos, locos del presente, enamorados de una forma de vida sencilla, liberadores eficientes del proletariado, amantes de la paz, puros de conciencia, resueltos a nunca traicionar, capaces de aceptar cualquier tarea, de acudir donde sea, libres y obedientes, espontáneos y tenaces, dulces y fuertes. Danos locos, Señor, danos locos. L.J. Lebret Presencia Apostólica

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Aventuras de un misionero

Un nuevo

amanecer Jesús García Vázquez, CMF

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i estimado lector, ¿qué harías en una montaña como a las seis de la tarde, pero que parece media noche? Mira, el cielo está encapotado con nubarrones que presagian, no lluvia, no tormenta, sino tempestad. No hay luz eléctrica, pero hay un quinqué en la cocina y otro en el cuarto de cada misionero —también cada uno tenemos lámparas de pilas por aquello de ¡no te entumas!— El Botas, el perro más hermoso de la montaña —¡claro!, pues lo cuidábamos entre todos—, echado a los pies de su amo, o sea yo. Todo él, color miel con motitas blancas en las patas —de ahí su nombre—, manchas blancas en la punta de las orejas, la trompa y la cola; como que Dios lo dibujó así a propósito. Las gallinas ricachonas estaban bien resguardadas, pues viendo la tempestad que se avecinaba, más temprano que de costumbre, se metieron a su casita de adobe techada con tejas. Por cierto, muy agradecidas, porque cada día nos ofrecían 4

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de 15 a 20 huevitos. De verdad que nos daban la energía, junto con la miel, para subir y bajar las montañas. Pero ¡pobres de las gallinas pobres!, ellas tuvieron que soportar la tempestad en los árboles. En esas circunstancias, de lo único que dan ganas es de ir a comer unos taquitos de frijoles de la olla con chile, jitomate y cebolla y un huevito frito, para luego sentarse a leer un rato un buen libro a la luz del quinqué, después de compartir, con los otros misioneros, nuestras experiencias en las comunidades, para luego ir a planchar oreja, arrullados por el canto de los grillos y los silbidos del viento tempestuoso que estaba por llegar. En esas estábamos, cuando llega un mensajero que de viva voz nos comunica que el padre José Vargas estaba en la montaña, esperando una remesa de maíz, y que tenía hambre y frío. Sin pensarlo mucho, me levanté de la mesa y preparé un buen itacate con tortillas, frijoles y huevos cocidos. Ensillé la mula para lanzarme en busca de mi hermano. Me em-

broqué un capote, me trepé a mi vehículo —la mula— y comenzamos a escalar la montaña. La tirada era caminar tres horas, pero se convirtieron en cinco, porque a la mitad del camino comenzó la tempestad. Estaba todo oscuro y con el viento tan fuerte que el capote parecía tener alas que volaban de un lado para otro, dejándome al amparo del chubasco. La lámpara solo me permitía ver dos pasos adelante. Los relámpagos y los rayos se veían a derecha, izquierda, atrás y adelante. Con la luz de cada rayo veía las orejitas paradas de la mula identificando el camino a seguir. Con dificultad lográbamos dar paso adelante por la fuerza del viento que ya no sabíamos ni de dónde venía ni a dónde iba. Yo, mientras oraba, sintiendo miedo y gozo a la vez. Miedo de equivocar el camino y no llegar con mi hermano, después de tanta peripecia, y gozo de estar disfrutando de un fenómeno tan hermoso que jamás he vuelto a disfrutar en la vida. Siempre me ha gustado la lluvia. De niño, me salía de mi casa a mojar-


Aventuras de un misionero Gracias a Dios las cobijas llegaron secas, pues las había metido en una bolsa de plástico. Después de cenar, nos tiramos cada quién en un rincón para recuperar las fuerzas. La tempestad iba menguando y después de una hora más, se calmó y se transformó en una melodiosa lluvia que nos arrulló y nos dejó dormir. El Padre José preparó una fogata para calentar los tacos. Cuando compartimos con alguien que tiene hambre, sabe más rica la comida, aunque sean frijolitos. Un nuevo amanecer El día siguiente, me parecía el más hermoso de todos. Las nubes se

habían despedido para dar paso a los rayos del astro rey que a carcajadas se burlaba de mí, porque una de mis botas que puse cerca del fuego para secarse, estaba achicharrada. Alguna rata traviesa debió haberla tirado al fuego. Pero estábamos felices porque, con el maíz que había llegado, no sólo les daríamos a los indígenas el alimento del alma, sino también el del cuerpo. Mis queridos lectores, nunca olviden que después de una tormenta, siempre hay un nuevo amanecer y que Dios nunca nos abandona. ¡HASTA LA PRÓXIMA!

Sumérgete en la lectura

de Presencia

Apostólica y profundiza en tu

fe.

Ilustración: Leticia Asprón

me y a chapotear en los charcos y eso que estaba experimentando era algo grandioso para mí. Ahora de grande, en medio de la tempestad, le decía a Dios en mi oración: ¡Señor, pero qué poderoso eres!, ¡cómo mueves el viento, los rayos y las nubes! En verdad que es hermoso ver el chubasco con la luz de los rayos. ¡Gracias Señor! Te pido por aquellos que, teniendo un poco de poder, se creen con más poder que el que tú tienes y lo utilizan para dañar a sus hermanos. Como dice la canción: “¡Pobrecito del patrón, piensa que el pobre soy yo!” En esos pensamientos estaba cuando llegó un momento en el que la mula ya no quería caminar; no sé si por el miedo —no le pregunté— o porque no podía ver por el agua que se le metía a los ojos, ya que no usaba sombrero. Yo sí podía ver mejor, porque yo sí traía sombrero que no me pudo quitar el viento, ya que lo traía bien atorado de mi mentón con el barbiquejo, aun así, varias veces estuvo a punto de zafarse de mi cabeza. Me bajé de la mula para jalarla con la rienda. Creo que con eso se sintió más segura, porque me siguió y ya no fue necesario jalarla. Después de cinco horas de dialogar con Dios y de navegar con el meteoro, llegamos con mi hermano José que, paciente y casi muerto de frío, más que de hambre, porque era muy aguantador —a veces se quitaba el pan de la boca para dárselo a los indígenas—, al vernos llegar, más o menos como a la una de la mañana, me expresó su alegría con un fuerte abrazo, a pesar de que estaba yo todo empapado. La mula nomás se nos quedaba mirando, como diciendo: “¿y yo qué?” Pues también a la mula fue y le dio su abrazo, y más contenta se puso cuando, en agradecimiento, recibió cinco litros de maíz, mismos que devoró como si tuviera hambre.

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Nuestra devoción

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San Judas Tadeo

an Judas Tadeo fue uno de los doce apóstoles que Jesús escogió, como nos dice el Evangelio, «para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar». San Judas Tadeo formó parte de la que podemos identificar como la primera comunidad de discípulos del Señor, además de ser su pariente cercano, según los relatos genealógicos.

Los nombres del apóstol

El nombre «Judas», un nombre común entre los judíos del tiempo de Jesús, viene del idioma hebreo y significa “alabanzas sean dadas a Dios”; el nombre «Tadeo» proviene del idioma arameo y significa valiente o magnánimo. También ha sido llamado «Lebbeo» que significa hombre de corazón tierno. En la lista de apóstoles del evangelio según san Lucas aparece con el nombre de «Judas» (6,16); en Mateo (10,3) y en Marco (3,18) se utiliza el nombre «Tadeo». Todos los nombres que hacen referencia a san Judas Tadeo son significativos, pues nos hablan de su actitud y cualidades, y todos concuerdan con su advocación de las “causas difíciles”. Imitemos las cualidades del apóstol, así como su actitud ante las dificultades.

La imagen

 Lo más significativo en las representaciones del apóstol es portar en el pecho la imagen de Jesucristo; simbolizando q u e Ta d e o l l e va a Cristo en su corazón y que es parte central de su persona. También significa que es portador del mensaje de Jesús, pues lo llevó a los pueblos paganos. Se le represen­ ta con las armas o 6

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herramientas que la tradición ha asociado con su martirio: mazo, hacha o espada. La llama del Espíritu Santo sobre la cabeza del apóstol simboliza su presencia en Pentecostés.

En la Biblia

Además de ser mencionado en la lista de apóstoles, el evangelio según san Juan nos refiere que san Judas hace una pregunta a Jesús durante la última cena: “Le dice Judas –no el Iscariote–: –Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?” (Jn 14,22-23). Por otra parte, al apóstol se le atribuye la Epístola de Judas, una de las cartas del Nuevo Testamento que se suelen llamar “católicas”, porque no están dirigidas a determinada Iglesia local, sino a un círculo más amplio de destinatarios.

Advocación y fiesta

Ser el patrono de las “causas difíciles” o de los “casos desesperados o imposibles” ha convertido a san Judas Tadeo en uno de los santos más invocados popularmente. Su fiesta se celebra en la liturgia el 28 de octubre, aunque popularmente es recordado el día 28 de cada mes.

Aquí y ahora

Llama la atención que en la actualidad, en un momento en que hay miles de opiniones y opciones, el apóstol tenga un impacto tan grande en la comunidad creyente. San Judas Tadeo continúa realizan-


Nuestra devoción do su misión de llevar el mensaje de Jesús a todo el mundo, en especial a los más pobres y marginados.

“El santo de la esperanza”

San Judas Tadeo es “el santo de la esperanza” en el mismo sentido en que todas las santas y todos los santos lo son, pues ¿cómo se podría alcanzar la santidad sin esa virtud? En realidad todos los cristianos debemos distinguirnos por tener esperanza y esto significa:  Persistir en la lucha, incluso cuando todo parezca indicar que no tendremos éxito  Poner todo lo que esté de nuestra parte para que las cosas se resuelvan lo mejor posible  No perder la paz  No dejarnos vencer por el miedo  Saber que nuestra fuerza es la fe, la confianza en Dios

El tem

“Los casos difíciles”

La advocación de san Judas Tadeo como intercesor en “los casos difíciles” provoca simpatía y empatía –que quiere decir sentirnos comprendidos, sentir que el otro se pone en el lugar de uno– porque implica un “no darse por vencido” y un “estar ahí cuando más se le necesita”. La persistencia y la audacia fueron parte de la actitud que caracterizó a los apóstoles en su misión, guiados por el Espíritu y por las enseñanzas de Jesús.

Oración a san Judas Tadeo San Judas Tadeo, apóstol de Jesucristo, que diste la vida para dar testimonio de la fe cristiana y que ahora, junto a tu Maestro, el Señor Jesús resucitado, gozas plenamente de la vida de Dios, intercede por nosotros, los que todavía caminamos hacia el Padre; bendice nuestros hogares, que haya en ellos paz y alegría; protege a los que trabajamos en el campo o en la ciudad, que construyamos unidos en la justicia una patria libre y próspera para todos los habitantes de esta tierra. Fortalece nuestra fe en el Señor Jesús, aumenta nuestra esperanza en la venida de su Reino y haz que junto con María, la Madre de Jesús, nos amemos todos como hermanos. Amén Santuario Nacional de San Judas Tadeo, Santiago de Chile. www.sanjudas.cl

El templo de San Hipólito

Ubicado en el corazón de la ciudad de México, el Templo de San Hipólito y San Casiano forma parte del patrimonio histórico y cultural de la ciudad y, aunque actualmente se distingue por la veneración a san Judas Tadeo, originalmente fue dedicado a los santos Hipólito y Casiano, a los cuales, desde la terminación del templo se les nombró: “Patronos de la muy noble, insigne y muy leal, Ciudad de México”. La construcción del templo se inició en 1599, sobre los cimientos de la antigua Ermita de los mártires. El templo fue construido desde finales del siglo XVI e inaugurado en junio de 1740. Presencia Apostólica

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Crecimiento personal

El camino a la paz interior III: Dejarse guiar por el corazón Dinko Alfredo Trujillo Gutiérrez

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e llegó un correo de Rodrigo, un amigo lector que ha venido leyendo los artículos que se publican en esta revista. Me decía, en relación con los dos artículos anteriores, que el tema le interesaba profundamente, pero –escribía– que era difícil en estos tiempos y tal como van las cosas en el país que se alcanzara la paz interior. Ciertamente no es fácil, sin embargo, la intención es poder alcanzarla y entender que en un sentido es un esfuerzo diario, y, en otro, es aprender a confiar y, por lo tanto, a fluir con la vida; así como aprender a escuchar nuestra voz más profunda y esencial, a la que me refiero como la voz del corazón. Recapitulando, decíamos en el primer artículo de este tema que hay que aprender a disfrutar cada 8

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momento, perder el interés en juzgar a los otros y a uno mismo y, también, perder el interés en interpretar las acciones de los demás. Mientras que en el segundo artículo apuntábamos a la pérdida de interés en los conflictos y en preocuparse, así como a aprender a revalorarse gozosamente. Si has intentado dar estos pasos, podrás ver que los que ahora se expondrán implican, paradójicamente, un trabajo mayor: dejar de hacer esfuerzo por lograr y permitir que la paz llegue por sí misma. La paz no es un trofeo ni está supeditada a nuestro control, muy por el contrario, necesita que aprendamos a soltarnos, permitiendo así que los frutos se den por sí mismos: la dicha que resulta de la conexión auténtica con los otros y con la naturaleza, la sonrisa que proviene del corazón y la tendencia a dejar

que las cosas sucedan en lugar de hacer que sucedan. Veamos ahora cada una en particular pero, no olvidemos que todas se implican y necesitan entre sí. LA DICHA DE CONECTARSE CON LOS OTROS Y CON LA NATURALEZA Mucho del problema de las guerras, la intranquilidad y la desconfianza, tiene que ver con la ruptura que hemos hecho los seres humanos los unos con los otros. Por otro lado, la contaminación y el cambio climático conllevan una ruptura con la naturaleza, ya que nos hemos sentido sus dueños y señores, en lugar de asumir la misión de cuidarla y respetarla. Y en el fondo de estas desconexiones está la desconexión que tenemos con nosotros mismos. Somos parte del todo y el llamado otro no es más que un reflejo de nosotros mismos. De hecho el auténtico amor a uno


Crecimiento personal mismo viene de saber estar en conexión con lo más profundo de sí, sólo desde este sitio viene la verdadera dignidad propia y no del malogrado orgullo que defiende imágenes falsas de nosotros y no lo que realmente somos. Únicamente desde este sitio se valorará la dignidad de los demás y de la misma naturaleza. Pero el asunto no es en solitario; no es en la individualidad y al margen de lo que pase con el entorno. Precisamente la profun­ da conexión con uno mismo nos lleva a descubrir la conexión que tenemos todos y a establecer una relación distinta con el todo. Para establecer estas conexiones no basta con quedarnos con explicaciones a nivel mental; es necesario un contacto con nuestra propia alma que es lo que en este caso llamamos nivel del corazón. Pues el amor es finalmente una actitud, como nos diría Fromm, es un poder de la propia alma. Reflejo y continuidad de los llamados otros y siempre parte de uno mismo, por lo que una profunda conexión con uno y con todo es lo propio del amor, en cualquiera de sus presen­ taciones. Sólo desde este lugar podrán aparecer sentimientos dichosos provenientes de los tres niveles de relaciones –con uno mismo, con los otros y con lo que nos rodea–. Esta es la razón por la que un paseo en el bosque o al mar nos genera tanto bienestar, sin darnos cuenta nuestra alma resuena con tales sitios; la grandiosidad de lo que percibimos nos habla de la grandiosidad de nuestro propio espíritu. LA SONRISA QUE PROVIENE DEL CORAZÓN Distintos sabios han afirmado que un propósito esencial de la vida es procurar la felicidad para uno mismo y para los otros. Esta es una gran verdad, pero habría que preguntarse en qué consiste la verdadera felicidad. Sabemos que la tenden-

cia de los seres vivos en general es a experimentar placer y a evitar el dolor, y cada especie lo hace según su naturaleza. Desde el microbio hasta el ser humano, la diferencia está en la complejidad del individuo, según su especie. La nuestra es la más compleja y la que más se complica para encontrar la felicidad. No es raro que algunas personas, persiguiendo la felicidad, terminen en la desdicha. Si bien, en los animales y las plantas la búsqueda del bienestar está determinada por su propia naturaleza, en el caso del ser humano el asunto es muy distinto, pues éste no está determinado de esta forma y sus posibilidades y rumbos son ilimitados; sin embargo no todos los caminos le conducen a tan apreciado objetivo, pues en los diferentes caminos se generan espejismos que nos desvían de la verdadera felicidad: drogas que prometen diversión y placer terminan en enfermedades y existencias destruidas; sexo desbordante y sin amor termina en vidas vacías; imágenes comerciales llevan a muchas jóvenes a desórdenes alimenticios y a más de uno a la muerte. Por eso no todo camino que parece llevar a la felicidad termina realmente en ella. Habría que plantear que la principal felicidad que otorga la vida es llegar a uno mismo, pues en el camino hacia lo esencial que somos es donde aparece la felicidad verdadera, por lo que el verdadero placer tiene que ver con la autenticidad y no con una máscara impuesta y construida. Por otro lado, creo que ya quedó muy claro que cuando hablamos del corazón no nos estamos refiriendo al órgano que late y permite que circule la sangre, sino que es la metáfora del alma misma y de la luz que emana de ella. La conexión con el alma es el amor al que sólo se llega cuando

nos abrimos a él, y este estado es la imagen perfecta de la paz interior; un estado de felicidad distinto a lo que los medios, con sus placeres pasajeros, nos ofrecen. Quien ha sabido llegar a ese nivel de contacto sabe que la sonrisa más auténtica viene del corazón mismo y que se nos ofrece también desde los demás y desde el todo. TENDENCIA A DEJAR QUE LAS COSAS SUCEDAN EN LUGAR DE HACER QUE SUCEDAN En tal nivel de conexión y gozo se genera un estado de confianza en el que somos capaces de aceptar la voluntad de Dios y amar las cosas como son. Para esto es necesario que dejemos de pretender contro­ larlo todo y que dejemos de buscar que forzosamente sucedan las cosas que cada uno quiere en lo individual. El problema de muchas personas es que no se dan cuenta cuándo es necesario dejarse llevar por la corriente de la vida y, queriendo llevar en todo momento el timón, terminan por destruirlo y hundir la nave. Circular por los mares de la vida dejando que ésta actué requiere fe y saber cuándo soltar controles. Es difícil llegar a este conocimiento, como bien señala Rodrigo, pues estamos entrenados para controlar y pelear para que las cosas sean como queremos, sin importar que al final no sea lo que realmente es mejor para todos. Pero de hecho sólo en contacto con el alma y en paz es desde donde la vida actúa sabia y protectoramente, pues no estamos peleando con ella. Sólo desde el alma se entiende lo sagrado y sólo desde ella se encuentra la confianza y la sabiduría para entender que lo que permitimos que suceda traerá mucho más regalos que lo que busquemos controlar. El autor es licenciado en psicología y filosofía con maestrías en terapia familiar y de pareja. Terapeuta, catedrático universitario y conferencista. Presencia Apostólica

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Desarrollo humano

El poder de

la actitud Gylda Valadez Lazcano

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uchas de las cosas que nos suceden no las podemos elegir y, a lo largo de nuestras vidas, todos lidiamos con circunstancias que nunca elegiríamos; lo único que siempre podemos elegir es nuestra actitud y definitivamente hay circunstancias que nos obligan a sacar lo mejor de nosotros mismos. Por experiencia sabemos que la actitud que tenemos ante la vi­ da influye más que cualquier otra cosa respecto al resultado. Actitud se define como: “Disposición de ánimo, manifestado de algún modo.” 10

Presencia Apostólica

Esto suena muy amplio e incluye una larga lista de actitudes. Por ejemplo optimista o pesimista; alegre o triste; generoso o egoísta, etc. Lo importante es que cada una de estas actitudes implica una elección, aunque muchas veces no somos conscientes de nuestras elecciones. Nuestra actitud hacia los demás determina la actitud de ellos hacia nosotros, pero nuestra actitud también repercute en nosotros mismos y una regla de oro sería que la actitud hacia tu persona se reflejará en la actitud que proyectes hacia los demás.

“No podemos cambiar nuestro pasado; no podemos cambiar el hecho de que la gente actúe en determinada forma; no podemos cambiar lo inevitable. Lo único que podemos hacer es tocar la única cuerda que tenemos, y esta cuerda es la actitud (…) Soy un convencido de que la vida es diez por ciento lo que me sucede y noventa por ciento cómo reacciono a lo que me sucede.” Dice Charles Swindoll, para quien la actitud es más impor­tante que los hechos; más importante que el pasado, que el éxito, que el dinero, etc. Reconocer la importancia de nuestra actitud nos permite tomar conciencia de nuestro propio poder ante la vida. Enfocarse en lo bueno El optimismo es la tendencia a ver y a juzgar las cosas y los sucesos bajo su aspecto más favorable. Esto va muy de la mano con el tema de la inteligencia emocional que tratábamos en un artículo anterior. Aquí viene al caso el conocido ejemplo de ver el vaso medio lleno o el vaso medio vacío. Significa mirar lo que sí hay; contar con lo que sí tenemos. Esta misma perspectiva, aplicada a nuestro trato con los demás, implica enfocarnos más en las cualidades de la gente que en sus defectos, lo que será de gran ayuda para aceptarla y amarla tal cual es. Que conste que el verdadero optimismo o una buena actitud es consciente de la adversidad, pero reconoce que hay alternativas de solución; sabe de los impedimentos que existen, pero cree que pueden ser superados; ve lo negativo, pero también reconoce que hay algo de positivo, y decide ponerle buena cara al mal tiempo. Una actitud constructiva El optimismo bien entendido no es la ausencia de una actitud crítica hacia la realidad, sino una actitud constructiva. Edward de Bono lo


Desarrollo humano define así: “Ser constructivo significa tener expectativas positivas, no simplemente sobre lo que pueda ocurrir, sino sobre lo que uno puede hacer.” Esto nos explica por qué algunas personas logran reinventarse ante la adversidad y son capaces de ver áreas de oportunidad en cada evento que implica un reto. El Logoterapeuta Viktor Frankl describía sus experiencias en un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial, de esta manera: “La máxima libertad de un individuo consiste en su capacidad para escoger su actitud ante un conjunto cualquiera de circunstancias.” A este autor, las experiencias vividas en el campo de concentración le revelaron que una persona puede elegir su forma de actuar y encontró, en el lugar donde estaba, suficientes ejemplos,

te aprender a usar nuestra mente para lograr lo que queremos en nuestra vida; mirar el vaso medio lleno en lugar del vaso medio vacío; visualizar aquellos logros en los que nos queremos enfocar; hacer caso de ese “sistema guía” que es nuestro cuerpo y que nos indica cuando no estamos cómodos por algún pensamiento o sentimiento. Partir de la aceptación Hemos visto la importancia de reforzar nuestros pensamientos positivos, pero que esto no nos lleve al extremo de culparnos por cualquier cosa que nos pase. Recordemos que muchas de las cosas que nos pasan escapan a nuestro control. La vida nos presenta situaciones inesperadas, hagamos lo que hagamos. Tendríamos más bien que comenzar a aceptar que hay cosas que pasan a pesar nues-

Reconocer la importancia de nuestra actitud nos permite tomar conciencia de nuestro propio poder ante la vida. algunos de ellos heroicos, que demostraron que la apatía podía ser vencida y la irritabilidad suprimida. También afirma Frankl, a partir de su experiencia, que “el hombre puede conservar un vestigio de independencia mental, hasta en condiciones sumamente terribles de tensión psíquica y física...” Es decir que aún en la prisión el hombre puede ser libre, incluso más que muchas personas que siendo “libres” viven esclavizadas. Este tema de la actitud nos lleva a considerar también el poder de la mente sobre el cuerpo. Todos conocemos lo que hace una actitud positiva al recuperarnos de una enfermedad o cómo el estrés reduce nuestra respuesta inmunológica. Entonces, si nuestra actitud puede incluso determinar estados de salud o enfermedad, es urgen-

tro; aceptar que no hay garantías, que a pesar de alimentarnos bien, visitar al médico periódicamente, no fumar y hacer ejercicio, aun así podríamos enfermarnos. Como seres humanos somos vulnerables y estamos expuestos a una infinidad de posibilidades. Tener una actitud aceptante de que hay cosas que sucederán a pesar de que hayamos tomado todas las precauciones posibles. Aceptar que en última instancia nos enfermamos pero también nos curamos, a veces por razones que no conocemos y que quizás nunca conozcamos. No digo con esto que no asumamos el control de las cosas que realmente podemos controlar. Sabemos que no es bueno abusar de lo que es dañino, pero debemos saber también que no hay garantías. Muchas veces ni una actitud

positiva ni una negativa va a hacer desaparecer una enfermedad, pero mantener una visión optimista de la vida nos hará más llevadera cualquier eventualidad. Creo que el camino hacia nuestro bienestar físico y mental es fundamentalmente por la vía de aceptar la realidad tal como es, liberándonos así de la presión y la culpa que nos imponemos a nosotros mismos cuando las cosas no salen como queremos. Las personas con buena actitud tienen algunas cualidades como: 1.- Confiar en sí mismas 2.- Estar dispuestas a ver lo mejor en los demás, lo cual propiciará que ellos nos vean de la misma manera 3.- Ser capaces de ver oportunidades dondequiera 4.- Enfocarse en las soluciones y no únicamente en los problemas 5.- Ser generosas 6.- No darse por vencidas 7.- Responsabilizarse por sus vidas Una persona con buena actitud entiende que nada positivo ocurre si no se está dispuesto a dar un paso adelante y a asumir plena responsabilidad por sus pensamientos y acciones. Sólo cuando tú eres responsable de ti mismo puedes mirar con honestidad, evaluar tus puntos fuertes y tus puntos débiles, y comenzar a cambiar. En mi experiencia he podido observar que una persona al cambiar su percepción respecto de alguna situación puede darle un giro de 180 grados a su vida, pues pue­de te­ner una actitud de acepta­ción y fluir en el río de la vida con to­do el misterio que implica, con la ACTITUD de vivir con la mayor plenitud posible, independientemente de las circunstancias. La autora es psicoterapeuta corporal y terapeuta sistémica de pareja y familia. coordinacion.centroometeotl@gmail.com Presencia Apostólica

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Tanatología

La pérdida de la pareja,

uno de los duelos más difíciles de superar Ana Laura Rosas Bucio

“Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando.” Rabindranath Tagore

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nirnos en pareja es probablemente una de las decisiones más complejas que tenemos que hacer en la vida. ¿Es él o ella el hombre o la mujer de mi vida? ¿Quiero compartir mi vida, mi tiempo, mi cuerpo, mi idea de familia, mi economía con esta persona? Nos unimos en pareja para cubrir una serie de necesidades: de afecto, de contacto sexual –desde el punto de vista de la supervivencia de la especie, y también desde el punto de vista de la necesidad de comunicación humana y de intimidad corporal–, social y de pertenencia. Si bien es cierto que vivir en pareja no es un proceso sencillo, en el mejor de los escenarios, cuando logramos hacerlo exitosamente, sabemos que hemos invertido tiempo y esfuerzo para lograr tener una rela­ ción basada en el amor, la confianza, la comunicación y el respeto, y, aunque nuestras necesidades no se encuentren satisfechas al cien por ciento, somos felices con la persona que elegimos co­ mo compañera de vida. Cuando muere nuestra pareja, nuestro compañero o compañera de 12

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vida, nuestro amante (entendiendo amante como la persona que nos ama y a quien amamos), vamos a experimentar un golpe psicológi­ co grave. Esta experiencia va a ser una de las pérdidas más desgarradoras de nuestra vida. Nos convertimos en viudos. La palabra viudo significa vacío y hace referencia a la sensación interna que se experimenta después de la muerte de nuestra pareja. Esta experiencia nos hace sentir que perdemos nuestro presente y futuro. Tenemos todo un pasado lleno de cosas buenas y malas, de experiencias muy placenteras, de conflictos, de momentos y eso nunca lo vamos a perder. Al morir nuestra pareja, recordar el pasado nos duele y eso hace que el presente se torne vacio. Puede ser que estén nuestros hijos, nuestros padres, amigos, hermanos, compañeros de trabajo y vecinos, pero, aunque es muy grato que todas estas personas estén alrededor nuestro, ninguna de ellas es nuestra pareja; ninguna de ellas es el hombre o mujer que elegimos para compartir nuestra vida, para compartir necesidades y deseos de ser amados y de amar.

Perdemos también el futuro, todo lo que soñamos que íbamos a tener, lograr y hacer; todo lo que esperábamos que sucediera: envejecer juntos, casar a nuestros hijos, viajar, etc. Recordemos que hemos hablando de las diferentes pérdidas de seres queridos. En este caso perdemos a la persona a la que amamos, el proyecto de vida en común, la mamá o el papá de nuestros hijos, nuestro apoyo, la estabilidad económica o familiar, y a veces hasta el grupo de amigos que teníamos. Y, junto con todas estas pérdidas, vamos encontrarnos de frente con muchos problemas que resol­ ver; entre los más importantes están: La soledad. Aunque estemos rodeados de otras personas, no vamos a poder evitar sentirnos solos. Los hijos y la familia pueden ayudar y acompañarnos, pero no pueden llenar el vacío que deja nuestra pareja. Sentirse solo es normal, habiendo perdido a una persona tan importante en nuestra vida. Buscar refugio en los hijos. No importa la edad que tengan, ellos también están atravesando por una pérdida importante –la

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Tanatología pérdida de su papá o mamá– y necesitan apoyo, así como nosotros. Es importante tener en cuenta que, aunque será importante su apoyo, ellos no deben tener la responsabilidad de llenar nuestro vacío; sería una gran carga para ellos. Los hijos van a hacer su vida, o la tienen ya, si son adultos, y nosotros, aún con nuestro dolor, tenemos que recuperar nuestra vida poco a poco. Falta de apoyo para la crianza de los hijos. La viudez nos deja además solos en la tarea de cuidar y apoyar a los hijos, lo que puede generar mucho enojo y una carga mayor. Podemos pedir apoyo a otros familiares o amigos. No tenemos por qué sobrepasar nuestras capacidades. El manejo de nuestras emociones frente a los demás. Después de la pérdida de nuestra pareja, vamos a sentirnos muy tristes y con muchas emociones a flor de piel, sólo que ahora somos la cabeza de nuestra familia y los demás miembros se apoyan en nosotros para la satisfacción de sus necesidades. Esto puede entorpecer el hecho de expresar libremente lo que sentimos. Sin embargo, no expresar lo único que va a generar en nosotros es mayor dolor, más soledad y la posibilidad de que nuestro duelo se complique y nos enfermemos, con el paso del tiempo. Cuestiones prácticas en casa. Cuando vivimos en pareja, normalmente nos dividimos la resolución de las cuestiones prácticas de la casa. Cuando la pareja no está, nos enfrentamos a resolver cosas que a veces no sabemos cómo hacer o, aunque sepamos hacerlo, nos enoja mucho que ahora toda la carga nos corresponda enfrentarla a nosotros. Podemos entonces sentirnos muy solos, enojados con nosotros mismos y con nuestra pareja fallecida. Además de sentirnos sobrecargados y abrumados con

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Mientras estemos vivos nuestra responsabilidad es hacer de nuestra vida la mejor, la más feliz y la más provechosa vida que podamos hacer. tanto peso sobre nuestra espalda. Si es posible, busquemos quien nos apoye. Reconocer el nuevo estado civil. Ahora estamos solteros, y no porque nosotros lo hayamos querido. Es muy curioso como los demás en un momento dado nos dicen que volveremos a unirnos en pareja, y estos comentarios, al menos al principio, hasta nos molestan, porque nosotros si queremos estar en pareja, pero no con otra persona sino con quien habíamos elegido. Cuando estemos listos, volver a casarsarnos y retomar nuestra vida sexual. Con el paso del tiempo, se va a evidenciar la necesidad de sentirnos amados, de no estar solos y de compartir una vida en pareja. Pero esta situación puede plantearnos muchas interrogantes y dudas, y despertar temores. Una recomendación muy importante es no tomar decisiones precipitadas, y no entablar una nueva relación rápidamente. Hay que darle tiempo al duelo. La soledad puede pesarnos, los problemas pueden complicar nuestra vida. Dejémonos apoyar por los demás y aprendamos a pedir ayuda. El trabajo del duelo implica desligarnos emocionalmente poco a poco de nuestro ser querido. Recordemos que esto va a llevarnos tiempo y esfuerzo y que para eso necesitamos expresar abiertamente nuestras emociones. Nuestra pareja siempre será una persona muy importante en nuestra vida, pero ya no está y nosotros seguimos vivos y tenemos necesidades. Tenemos que

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retomar nuestra vida y esto siempre será más fácil cuando estemos listos para abrirnos al amor y para darnos la oportunidad de volver a sentirnos amados ahora por alguien más. La vida va a continuar y, aunque en un principio no será fácil, vamos a encontrar nuevas áreas de fuerza interior, así como desplegaremos una gran cantidad de talentos que tal vez teníamos ocultos. Vamos a ser unas personas más maduras y más fuertes. Cuando nos comprometemos en una relación, siempre correremos el riesgo de la pérdida, Pero no amar por temer al dolor, sería como no vivir por temor a morir. Aunque la pérdida de la pareja sea algo tan doloroso, es mejor haber experimentado ese amor, ya que nos dio la oportunidad de compartir maravillosas experiencias, así como la oportunidad de construir una familia y siempre será parte de nuestra vida. La muerte de nuestros seres queridos, aún con lo dolorosa que es, no debe robarnos nuestro futuro. Mientras estemos vivos nuestra responsabilidad es hacer de esa vida la mejor, la más feliz y la más provechosa vida que podamos hacer. Las pérdidas nos dejan un gran dolor, pero también nos dan la oportunidad de ser más conscientes, más responsables y de valorar lo que tenemos. La autora es psicóloga clínica, experta en intervención en crisis, tanatóloga, logoterapeuta y conferencista. Directora académica del Instituto de Formación y Atención en Psicología IFAPS. lrosasb@hotmail.com Presencia Apostólica

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Historia para meditar

Ilustración: Leticia Asprón

Mam y pap

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Enrique A. Eguiarte, OAR

abía tenido un día muy pesado. Apenas puso la cabeza sobre la almohada, lo invadió un sopor plácido y azul, que lo llevó a un mundo donde se relajaban su cuerpo y su mente. De pronto se dio cuenta de que ese universo azul empezaba a tomar ciertos contornos, y se convertía en algo cada vez más parecido al mundo real. De pronto se encontró en medio de una habitación infantil. Había vuelto a ser niño. No pudo decir cuántos años tenía. Se dio cuenta de que estaba vestido con un uniforme escolar y sentado en una cama de la que le colgaban los pies. Fue entonces cuando pensó, dejándose llevar por un instinto inconsciente, llamar a su mamá, por lo que gritó: —¡Mamá! Y muy pronto pudo oír los pasos presurosos de unos tacones que se detuvieron ante la puerta de su habitación. Entró una mujer joven, bella y muy arreglada. El rostro de esa mujer no correspondía con los últimos recuerdos que él tenía de su propia mamá, pero se consoló pensando que posiblemente en lo más profundo de su inconsciente, quedaba este recuerdo juvenil de su madre. Así que con tranquilidad y cariño, como hacen todos los niños, volvió a decir la palabra mágica: —¡Mamá! Entonces la bella mujer le dijo: —Deja de llamarme mamá. Te recuerdo que soy tu mam. En nuestra sociedad posmoderna la palabra mamá ya quedó en el pasado, esas eran otras mujeres. Pero 14

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apurémonos que pronto va a venir el autobús escolar. Y sin decir más, lo llevó de la mano y juntos bajaron a toda prisa una escalera, para llegar a un amplio piso bajo. La mujer lo llevó al desayunador. Lo sentó en una silla y le comenzó a poner delante todo tipo de comidas. Él, en su interior, no sabía de qué sorprenderse más, si de la amplitud de la casa, de las comidas tan exquisitas que la mam le había puesto delante, o de lo extraño de su sueño. Sin embargo comenzó a comer, pensando que en realidad de niño nunca había tenido tal abundancia y variedad de comida. De pronto le preguntó a su mam que, mientras él desayunaba, no dejaba de mirar casi al mismo tiempo el celular y la tablet, y de beber una taza de café: —¿Qué significa eso de mam? Ella, sin levantar los ojos, le dijo rutinariamente: —Mam quiere decir “mujer asignada para la manutención”. Y volvió a fijar su atención en el mensaje que estaba enviando. Él no podía salir de su confusión. ¿Quién era en realidad esa mujer? ¿Su mamá, la que lo había dado a luz, o una madre de alquiler…? Por eso volvió a preguntar. —Oye, mam, ¿pero tú me llevaste en tu barriga, o no? Ella de nuevo, sin levantar los ojos, le respondió: —Claro, ¿dónde quieres que te hubiera llevado nueve meses, en mi oreja? Y ella pensó que este niño estaba demasiado preguntón, pero no le dio importancia. Tenía que enviar y recibir muchos mensajes. Entre uno y otro, veía las noticias en la tablet. Muy pronto se oyó un claxon. Entonces mam dijo, por fin levantando la vista: —¡Ya está aquí el autobús! Y limpiándole, maquinalmente, la boca y las manos, le puso una mochilita con ruedas en una mano y, en la otra, un aparato, y lo condujo al autobús. Del autobús bajó otra joven mujer que lo recibió diciendo, “buenos días”, con una sonrisa rutinaria. Una vez que subió, él quiso decirle adiós con la mano a su mam, pero ella ya no lo miraba. La joven lo llevó a un asiento y le dijo al chofer: —Ya tenemos al 17, vamos por el 18. Entonces supo, que no lo llamaban por su nombre, sino por un número. Él era “el 17”. A bordo del autobús escolar, su recuerdo lo llevó a sus años infantiles, en los que junto con sus compañeritos cantaban, jugaban y conversaban durante el camino a la escuela. Cuando el autobús se puso en marcha, pudo comprobar que dentro de él reinaba un silencio. Sólo se oían los sonidos de las consolas de videojuegos, así como el grito, entusiasmado o grosero, de alguno


Historia para meditar que había ganado o perdido en su juego personal. Se dio cuenta de que la niña que iba a su lado ni siquiera lo había mirado, pues estaba muy entretenida apretando botones frenéticamente, y como ella estaban todos los demás. Él no podía sino recordar lo bien que se lo pasaba con sus amiguitos en el autobús escolar y estos niños le parecieron los más solitarios y tristes del mundo… En ese momento se dio cuenta de que él también llevaba en sus manos un videojuego, sólo que no sabía usarlo, pues de niño había jugado con cosas menos sofisticadas: un cochecito, una pelota, o incluso una corcholata; por eso guardó con tristeza el aparato… Muy pronto subieron el 18, el 19 y el 20, sin que a nadie pareciera importarle. Terminado el recorrido, llegaron a la escuela. Ahí, la joven del autobús los llamó a todos por sus números, y los hizo entrar en la escuela, uno detrás de otro, arrastrando sus mochilas con ruedas. Cuando se rompió la formación todos comenzaron a ir hacia sus salones. Ahora el problema era saber a qué salón tenía que ir. Se quedó un momento parado, sin saber a dónde ir y sin encontrar a quién preguntarle, diciéndose a sí mismo: “si no sé cómo me llamo, ¿cómo puedo preguntar en qué salón estoy?” Y mientras estaba parado, pasó un niño mayor que él que le dio un fuerte empujón, mientras le gritaba: —¡Quítate, estorbo! Cuando se volvió para ver quién lo había empujado, ya lo empujaban también otros niños violentos diciendo la misma frase. Fue entonces que supo que tenía que reaccionar, pues no había ningún profesor a la vista. De pronto se dio la vuelta y les dijo a gritos, mientras dejaba que le escurriera un poco de saliva por la orilla de la boca, llenándolos de espanto: —¡Estoy contaminado con radiaciones! ¡A todos los que me han tocado se les va a caer la mano! Y rápidamente le cogió la mano al gandul que primero lo había empujado –y que parecía ser el jefe de ese grupo de violentos–, y mientras le apretaba con todas sus fuerzas el antebrazo, les dijo a todos: ¿Ven cómo se empieza a poner blanca? –claro la mano se ponía blanca porque le estaba apretando con toda la fuerza el antebrazo. Luego lo soltó de golpe y le dijo: —Lo siento amigo, en cinco minutos se te va a caer la mano, así, ¡plaf!, al suelo... Y después, mirando triunfante el pánico en los ojos de quienes lo habían empujado, les dijo: Y ya saben, a todo el que me haya tocado le va a pasar lo mismo… Todos se sugestionaron y comenzaron a mirar

neuróticamente sus manos. Alguno de ellos ya empezaba a llorar. Él se alejó pensando que en sus tiempos también existían algunos “perdonavidas” que reflejaban la violencia de sus casas en su vida escolar, pero tal parecía que hoy la violencia se había generalizado… Y se puso a caminar sin rumbo por los pasillos, tratando de evitar otros encuentros violentos. En ese momento un profesor lo vio y le dijo: —A ver, 17, basta ya de pasear, entra al salón. Pronto sonó un timbre y comenzó la clase. Otra vez se dio cuenta de que las cosas no eran como en sus tiempos. Nadie escuchaba al maestro que hacía como que explicaba algo, mientras todos hablaban, jugaban con sus consolas y se tiraban cosas. A él le dio una doble impresión: que los alumnos estaban a la defensiva los unos de los otros, pues quien cedía se convertía en víctima de todos los demás; y que el maestro les tenía pánico… Y mientras observaba estas cosas, llamaron a la puerta del salón. Entró, enfadada, la que parecía la directora del colegio, diciendo: —¿Dónde está el número 17? Después de identificarlo, la directora se lo llevó a una elegante oficina, en donde supo que los niños que lo habían atacado por la mañana, estaban ahora en shock y se encontraban recibiendo ayuda de una serie de terapeutas, psicólogos, médicos, sociólogos, pedagogos e incluso algún astrólogo. Todos lo señalaban a él como culpable. Le intentó explicar a la directora lo que había sucedido, pero se dio cuenta de que no lo escuchaba. Ella en su pánico ante las violentas exigencias de los paps y mams de los niños violentos, no hacía sino repetir: —Tiene que venir tu pap. No quiso preguntar qué significaba “pap”, pero pudo suponer que sería algo así como: “Persona asignada para…”, pero tenía duda sobre la segunda “p”. ¿Podría ser protección o penalización o pegar o pagar o resolver problemas…? Ante la insistencia de los paps violentos, le recordó a la directora que había un sistema de videocámaras y que podían ver el video para que los paps se dieran cuenta de que sus exigencias eran injustas. A la directora le volvió el color al rostro con esta sugerencia. Una vez visto el video, en donde se podía apreciar que los niños violentos eran los que habían causado todo, los paps violentos decían: No, esos no son nuestros niños. Ellos no son capaces de eso, de ninguna manera. Creemos que eso es un montaje. Exigimos… Entonces sonó el despertador. Él se encontró de nuevo en su cama, como adulto, no como niño. Todo había sido sólo un sueño, por suerte para él. Sólo un sueño… Presencia Apostólica

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k Fe y vida

Ciudad Juárez II: Un anhelo de paz

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iudad Juárez tuvo la vergonzosa fama de haber sido –en aque­ llos terribles años en­ tre 2007 y 2012–, “la ciudad más violenta del mundo” (más que Bagdad en plena gue­ rra). El 23% de todos los homici­ dios del país se cometieron en ella. Las noticias sobre las “muertas de Juárez” dieron la vuelta al mundo. Recordemos que en los pasados 25 años, se perpetraron en Méxi­ co unos 34 mil feminicidios, lo que revela fallas en la estructura nacio­ nal e internacional para atender esta problemática. Aún hoy, cada año son violadas en aquella ciudad fronteriza 730 mujeres1. Contra lo que suele pensarse, muchos de estos homicidios son consecuen­ cia de violencia familiar, ya que la actitud machista no soporta la preferencia que las maquilas conce­ den a las mujeres, supuestamente más responsables que los varones, generando en éstos, sentimientos de inutilidad y humillación, creyendo perder sus roles masculinos de “defensor, proveedor y guía”. Cuando estuve en Ciudad Juá­ rez por primera vez –en la Sema­ na Santa de 2007, justo cuando el ejército entró en la ciudad por órdenes del presidente Calderón–, en el barrio que visité había varias pandillas de “cholos” que defen­ dían su territorio, contra la banda rival de la cuadra vecina, y cuida­ ban a su “dealer” que les proveía de la nefasta “piedra” de coca para fumar. Según la Unidad de Estudios sobre la Juventud de la UNAM, Ciudad Juárez y Monterrey eran, en ese tiempo, las ciudades 16

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Enrique Marroquín, CMF

con más pandillas. En la Semana Santa de este año, me tocó oficiar en el mismo sector y noté que mu­ chas de aquellas pandillas ya ha­ bían desaparecido. Según la per­ cepción de la gente, la violencia ha disminuido mucho; aunque por lo menos tres personas con las que yo tomaba los alimentos, lamenta­ ron el asesinato de alguien de la familia… Es probable que los me­ dios y la TV local estén informando menos sobre los homicidios. Tam­ bién es posible la versión de algu­ nas personas de que cierto cartel se impuso y ganó la plaza, y que la situación se calmó, al haber me­ nos división de pandillas. Panorama actual A pesar de la disminución relati­ va o aparente de la violencia, aun parece perdurar una delincuencia generalizada, auspiciada por pe­ queñas organizaciones crimina­ les, que se manifiesta sobre todo en robos a casas. En los tiempos de “la violencia” varias familias habían abandonado sus viviendas para escapar de ella. Ahora que parece más calmada la situación, algunos regresaron, encontrando sus casas saqueadas. Normalmente, cuando alguien nos relata que robaron su casa, imaginamos que se metieron para llevarse aparatos y objetos de valor, pero en Juárez, se roban li­ teralmente la casa entera: muebles y aparatos, por supuesto, pero también puertas, ventanas, cables eléctricos, tubería y hasta ladrillos. Relata una vecina cómo se llevaron la reja de su entrada, atándola a un coche, en pleno día y estando ella dentro de su casa. A la capilli­ ta del sector donde celebré los ofi­

cios, le han robado varias veces: de día se construía la barda de la cerca (pues ya habían robado el alambrado) y de noche se llevaban los ladrillos. Pese a candados y ca­ denas, se han metido varias veces a robar: el aparato de sonido, ce­ mento y todo el hierro que encuen­ tran (hasta las patitas de la mesa de ofrendas, la estructura para la corona de adviento, etc.)… Con decir que a la parroquia… ¡hasta le robaron la campana! (y curiosa­ mente, nadie la oyó). Por todas partes, las paredes de las casas están pintadas con graffiti que contiene todo un código de información. Los niños, que son reclutados por el hampa como “halcones”, escriben signos que indican las condiciones de sus habitantes (“casa desocupada”, “en vacacio­ nes”, “viven 4”, “se queda sola entre las 7 am y las 9 pm”, etc.). El hampa recurre a niños pues, en caso de ser descubiertos, las leyes les imponen penas leves. En 2011 había en el país por lo menos 30,000 menores que colaboraban con la delincuen­ cia. El resultado, además de la de­sin­ tegración familiar ya conocida, es: el individualismo, la indiferencia, el miedo, el aislacionismo, la atomiza­ ción, la pérdida de valores, el entredevoramiento, el estrés, la respon­ sabilidad diluida en complicidades múltiples... Veamos un ejemplo: Marcos, un muchacho del ba­ rrio, no cabe en su pequeña casita del fraccionamiento. Sus herma­ nas se apropiaron de la TV que además tampoco le interesa. Ya 1

“Violencia feminicida en México”: Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), ONU-Mujeres y la Comisión Especial para el Seguimiento de los Femenicidios de la Cámara de Diputados de la 61 legislatura. (LA Jornada, 6 de febrero 2013).


Fe y vida

que no tiene acceso ni a la escue­ la ni al trabajo, en la pandilla de la cuadra encuentra identidad, pro­ tección, emociones, reconocimien­ to, consideración, poder y otros va­ lores (astucia, valentía, fuerza…). El líder propone ahora conseguir “lana para la piedra” (cocaína de pésima calidad). A Mario no le agrada, pero calla (por miedo y por lealtad al jefe). El líder propone robarse una venta­ na de la casa desocupada. El ve­ cino les presta un mazo, sabiendo que no lo quieren para nada bueno, pero así comienza la complicidad, por miedo. Los vecinos de enfren­ te se dan cuenta, pero no avisan a la policía (a veces aprehenden a los pandilleros, pero medio día más tarde los sueltan y ellos se van contra quien los denunció). Lue­ go de arrancar la ventana, el líder dice a Mario: —Te toca a ti llevártela. Mario entra con ella a su casa. Su mamá le reclama: —¿Y eso? —¡Qué te importa! ¡Esto es cosa mía! –responde.

Otra complicidad: ¡ni modo que su madre avise a la policía! Al día siguiente los muchachos llevan la ventana al comprador de fierro vie­ jo (quien, naturalmente, supone que es robado). Otra persona lo compra­ rá, también suponiéndolo robado. La deseada paz El Gobierno está implementando programas interesantes para ca­ nalizar la adrenalina que empuja a la violencia. En el sector que vi­ sité construyeron una gran uni­ dad deportiva, y en las escuelas se fomenta la música. Pero como de­ cíamos en el número anterior, es sobre todo el templo que todavía constituye el único espacio relati­ vamente seguro, donde las perso­ nas se encuentran, se conocen y se solidarizan. La paz es un anhelo conti­ nuo en toda la historia humana. Jesús nos dejó como legado la paz, pero no “aquella paz que el mundo da” (Jn 14,27), no la del equili­brio armamentista ni la im­ puesta por un régimen autoritario ni la de la protección comprada,

sino su paz. La paz que Jesús ofrece es la verdadera: la basa­ da en la justicia, como bien for­ mulara nuestro prócer oaxaqueño cuyo nombre lleva esta ciudad: “el respeto al derecho ajeno…”. Mientras en Ciudad Juárez exista explotación, falta de oportunida­ des, miseria y consumismo enaje­ nante, no dejará de haber ocasio­ nes para la violencia. Hace falta organización vecinal y desarrollo comunitario; perder el miedo y aprender a resolver los conflictos de manera no-violenta; conver­ tirse en constructores de la paz, a quienes Jesús proclamó “bien­ aventurados” y prometió la pose­ sión de la Tierra. Ante la cultura de la violencia, lo que tocaría a los juarenses es pro­ fundizar en una cultura de la paz. Esta cultura alternativa, basada en la tolerancia y en el diálogo, hará que aquella ciudad tan dinámica y con personas tan capaces y ge­ nerosas, pueda gozar de la ben­ dición de la tranquilidad necesaria para vivir serenamente. Presencia Apostólica

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Memorias del Concilio

La Palabra de Dios que nos habla Ernesto Bañuelos C.

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n 2008, en el mes de octubre, se celebró en el Vaticano la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos: el tema fue La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia. Los acontecimientos del Vaticano II, a 50 años de ocurridos, son maravillosos en su perspectiva histórica. La conexión que existe entre el Concilio y el Sínodo del que hemos hecho mención en el párrafo anterior es la llamada Constitución Dogmática Dei Verbum (La Palabra de Dios), sobre la Divina Revelación. Entre este documento y el Sínodo existe una línea de continuidad bajo la guía del Espíritu Santo. Un poco de historia Antes de celebrarse el Concilio existía una Comisión que preparó un esquema preliminar que se presentó en la primera sesión en noviembre de 1962. Dicho esquema encontró muchas críticas y el deseo de que se devolviera a la Comisión para que fuera nuevamente redactado; la votación arrojó una votación de 60% para la nueva redacción, pero se requería la mayoría de dos tercios para que pudiera tomarse la decisión. Entonces ocurrió algo ines­perado: el Papa Juan XXIII confirmó la preferencia de la mayoría para que se iniciara la nueva redacción. El resultado fue un esquema totalmente n u e vo e n que se halló un texto menos filosófico, más bíblico y más histórico; se urgía en la necesidad del empleo de los métodos más modernos para la interpretación de los textos, así como mayor concordancia con la encíclica de Pío XII sobre los estudios bíblicos (Divino Afflante Spiritu, Por inspiración del Espíritu divino). Más historia En 1963 la redacción del texto del documento del Concilio estuvo lista, pero en esta sesión aún se le hicieron enmiendas; en la tercera sesión de 1964 se presentó a discusión y votación. En la cuarta 18

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sesión tuvo todavía correcciones y Pablo VI solicitó otras más, hasta que fue aprobado casi por unanimidad y el Decreto fue promulgado el 18 de noviembre de 1965. Este texto, junto con la Constitución sobre la Iglesia, se consideran los documentos fundamentales del Concilio Vaticano II. Por tal razón el Sínodo de los Obispos quiso profundizar en la Revelación de Dios siguiendo los lineamientos de este magno documento; después del Sínodo de los Obispos, Benedicto XVI publicó la llamada Exhortación Apostólica Postsinodal Verbum Domini (La Palabra del Señor). Algo de su contenido En la Constitución Dei Verbum es básico que para la fe cristiana Dios es un Dios personal que ha hablado a los hombres, con quienes ha iniciado un diálogo: las palabras de Dios son la revelación y la respuesta del hombre es la fe. La fe no es simple­mente un asentimiento de nuestro entendimiento a una verdad, sino una adhesión leal a un Dios personal. La materia principal de la Constitución es la revelación, que es una manifestación de Dios de sí mismo, en primer lugar, y luego de sus intenciones y de su voluntad a personas en particular y en épocas concretas, pero todo ello como parte de un plan más amplio destinado finalmente al bien de todos los hombres. La transmisión de la Revelación se ha dado mediante la Tradición Apostólica tanto oralmente como por escrito, continuada posteriormente en la sucesión de los apóstoles. Nos habla de la inspiración divina de las Sagradas Escrituras, así del Antiguo como del Nuevo Testamentos. Hacia el final nos dice que nadie debería acercarse a la lectura de la Biblia ignorando que se va a encontrar con Cristo que es la última y definitiva manifestación de la Palabra de Dios. El Concilio exhorta a los fieles a la lectura y al estudio de la Palabra divina. Como nos dijo el Papa Benedicto XVI: No hay prioridad más grande que ésta: abrir de nuevo al hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que habla y nos comunica su amor para que tengamos vida abundante. ebanuelosc@gmail.com


Tener fe

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ener fe es ACEPTAR lo que Dios permite en nuestra vida, aunque no lo entendamos, aunque no nos guste. Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve, entonces podríamos saber por qué a veces conduce nuestra vida por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos. Tener fe es DAR cuando no tenemos, cuando nosotros mismos necesitamos. La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente; puede hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo, llenando de gratitud tanto al que recibe, como al que da. Tener fe es CREER en lugar de recurrir a la duda, que es lo más fácil. Si la llama de la confianza se extingue, entonces ya no queda más remedio que entregarse al desánimo. Para muchos creer en nuestras bondades, posibilidades y talentos, tanto como en los de nuestros semejantes, es la energía que mueve la vida hacia grandes derroteros. Pero todavía hay una forma más elevada de creer. Saber que nuestra vida está en las manos de Dios y que Él es quien cuida de nosotros. Tener fe es GUIAR, DIRIGIR nuestra vida, pero no con la vista, sino con el corazón. La razón necesita muchas evidencias para arriesgarse, el corazón necesita sólo un rayo de esperanza. Las cosas más bellas y grandes que la vida nos regala no se pueden ver, ni siquiera palpar, sólo se pueden acariciar con el espíritu. Tener fe es LEVANTARSE cuando se ha caído. Los reveses y fracasos en cualquier área de la vida nos entristecen, pero es más triste quedarse lamentándose en el frío suelo de la autocompasión, atrapado por la frustración y la amargura. Tener fe es ARRIESGAR todo a cambio de un sueño, de un amor, de un ideal. Nada de lo que merece la pena en esta vida puede lograrse sin esa do-

Reflexión

sis de sacrificio que implica desprenderse de algo o de alguien, a fin de adquirir eso que mejore nuestro propio mundo y el de los demás. Tener fe es VER positivamente hacia adelante, no importa cuán incierto parezca el futuro o cuán doloroso el pasado. Quien tiene fe hace del hoy un fundamento del mañana y trata de vivirlo de tal manera que cuando sea parte de su pasado, pueda verlo como un grato recuerdo. Tener fe es CONFIAR pero confiar no sólo en las cosas y en las personas, sino en el Dios que obra, actúa y habla a través de las personas. Muchos confían en lo material, pero viven relaciones huecas con sus semejantes. Cierto que siempre habrá gente que lastime y traicione tu confianza, así que lo que tienes que hacer es seguir confiando y sólo ser más cuidadoso con aquel en quien confías dos veces. Tener fe es BUSCAR lo imposible: sonreír cuando tus días se encuentran nublados y tus ojos se han secado de tanto llorar. Tener fe es no dejar nunca de desnudar tus labios con una sonrisa, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes cuándo tu sonrisa puede dar luz y esperanza a la vida de alguien que se encuentre en peor situación que la tuya. Tener fe es ANDAR por los caminos de la vida de la misma forma en que lo hace un niño. Tomados de la mano de nuestro Padre. Tener fe es dejar nuestros problemas en manos de DIOS y arrojarnos a sus brazos antes que al abismo de la desesperación. Fe es descansar en Él para que nos cargue, en vez de cargar nosotros nuestra propia colección de problemas. “Que en tu vida haya suficiente fe para afrontar y esperar que las situaciones difíciles cambien, y la necesaria humildad para aceptar que muchas veces el que tiene que cambiar eres tú.”

José Luis Prieto www.reflexionesparaelalma.net Presencia Apostólica

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Presencia Apostólica

E

Diez años de Presencia Apostólica

n el año 2003, se publicó por primera vez esta revista con la intención de establecer una comunicación continua con los devotos de san Judas Tadeo y con el público en general. El trabajo editorial ha sido tradicionalmente parte del carisma claretiano. Tratando de seguir los pasos de san Antonio María Claret, esta publicación ha mantenido los objetivos de profundizar en la fe y de promover el crecimiento espiritual, acompañando a sus lectores, a través de los diferentes tiempos litúrgicos, al tiempo que se promuevan el desarrollo humano y la conciencia social. Realizar este trabajo –a lo largo de estos diez años– ha dado como frutos una gran cantidad de artículos sobre temas espirituales, psicológicos y sociales de actualidad, así como reflexiones y creaciones literarias inspiradas en los evangelios. Una colección de cuentos, nacida como colaboración periódica en la sección Una historia

para meditar, fue publicada en España en el año 2010, bajo el título Cuentos para la catequesis. Esta labor editorial nos ha permitido también conocer testimonios y vivencias íntimas de los misioneros así como la vida en las diferentes comunidades en las que trabajan. Por último, un objetivo primordial de la revista ha sido y es contribuir a la comprensión del sentido profundo de la devoción a san Judas Tadeo, para lograr apreciar que una manifestación tan vital como la que se da en el Templo de San Hipólito es una continuación de la obra evangelizadora del apóstol. Como fruto de estos diez años de acompañamiento a esta devoción, se ha preparado el libro San Judas Tadeo. Historia de un apóstol y de una devoción, que ofreceremos muy pronto a los lectores.

¡Por fin! Un libro que ofrece una visión completa de la devoción a san Judas Tadeo, fundamentada en el conocimiento de la identidad e importancia del

santo apóstol. ¡Espéralo!

Historia de un apóstol y de una devoción

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Presencia Apostólica

TEMPLO DE SAN HIPÓLITO MISIONEROS CLARETIANOS DE MÉXICO


De la Palabra a la acción

La

Palabra julio-agosto

Julio

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Domingo Lc 10,1-12.17-20 (…) Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: «Que la paz reine en esta casa.» Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: «Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios». Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: «Hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca». (…)” Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demo-

nios se nos someten en tu nombre.” Él les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les someten. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo.” “La cosecha es mucha”, dice Jesús… y yo diría que los operarios también: uno por cada bautizado. ¿Por qué será que sigue siendo escasa la cosecha? Quizás porque, ante la crisis numérica de sacerdotes, no todos los laicos han caído en la cuenta de que el envío es también para ellos llamada urgente. Sin tener que desplazarse al otro lado del mundo, el laico, presente en prácticamente todos los ámbitos de la sociedad, con su coherencia de vida puede ser, y muchos ya lo son, alegre testigo de Jesucristo resucitado. Jesús dijo: “…ustedes serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria y hasta el confín de la tierra.”

¿En qué consiste mi misión como discípulo de Cristo?

Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción

Julio

14

Domingo Lc 10, 25-37

(…) Se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: “Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?” Jesús le dijo: “¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?” El doctor de la ley contestó: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo.” Jesús le dijo: “Has contestado bien; si haces eso, vivirás.” El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús le dijo: “Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: «Cuida de él y lo que gastes de más te lo pagaré a mi regreso.» ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?” El doctor de la ley le respondió: “El que tuvo compasión de él.” Entonces Jesús le dijo: “Anda y haz tú lo mismo.” Es lamentable el hecho de que después de años de leer el magistral relato del “buen samaritano” todavía haya quien pregunte: ¿Y quién es mi prójimo? Esto lo entenderemos cuando aprendamos a leer las parábolas del Evangelio, pero no como simple literatura profana, sino como Palabra del Señor explicada por él mismo, como lo hizo con los discípulos de Emaús. Entonces entenderemos también por qué Teresa de Calcuta, la madre Lupita y miles de hombres y mujeres, en el anonimato, han entendido el mandato de Jesús que dice, haciendo alusión a la actitud del buen samaritano: “¡Ve y haz tú lo mismo!” La palabra “prójimo” implica solidaridad humana. Recordemos esto cada vez que nos encontremos con alguien que sufre. 22

Presencia Apostólica

Julio

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Domingo Lc 10,38-42

Entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su Palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude.” El Señor le respondió: “Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará.” No deja de llamar la atención que en el santoral de la Iglesia Católica sea Marta, y no María, la que aparece canonizada (julio 29). Lo que quiere decirnos el Evangelio con el ejemplo de las dos hermanas, la hacendosa y la contemplativa, es que, en medio de la actividad casi frenética de nuestro tiempo, nos urge buscar momentos de suave silencio y recogimiento a los pies del Señor y escucharlo. Dice Jesús: “Cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.” Y nosotros, ¿nos hemos dado la oportunidad de escoger la mejor parte o siempre hemos tenido que atender algo más “urgente”?


De la Palabra a la acción

Julio

28

Domingo Lc 11,1-13

Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.” Entonces Jesús les dijo: “Cuando oren, digan: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación.»” También les dijo: “Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a media noche a decirle: «Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle». Pero él le responde desde dentro: «No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados». Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite. Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide recibe; quien busca, encuentra, y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pescado le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?” La invitación de Jesús a llamar Padre a Dios va de la mano con la invitación a vivir generosamente la fraternidad con todos los hombres y mujeres de la tierra. Así se deduce de la parábola del hombre que acude al amigo en hora inoportuna suplicando ayuda, muy seguro de que será escuchado: “Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá”… Pero Jesús enseña algo más: en el cierre de la parábola nos recuerda que el Padre, que ve más allá de nuestras necesidades materiales, no siempre nos dará las cosas que le pedimos, sino lo que Él sabe que necesitamos: el Espíritu Santo. Recordemos que “no sólo de pan vive el hombre” y que “lo demás se nos dará por añadidura”. ¿De qué manera tratamos de realizar el Reino de Dios que tanto pedimos en nuestra oración?

Agosto

4

Domingo Lc 12,13-21

(…) Hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia.” Pero Jesús le contestó: “Amigo, ¿Quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?” Y dirigiéndose a la multitud, dijo: “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea.” Después les propuso esta parábola: “Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: «¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años, descansa, come, bebe y date a la buena vida». Pero Dios le dijo: «¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?» Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios.” La respuesta que da Jesús al hombre que se le acerca con el problema de las herencias aparece en forma de parábola: “Un hombre rico obtuvo una gran cosecha…” La enseñanza de Jesús se centra más en el valor del obrar bien que en el valor material del poseer y, dejando de lado al hombre que suplicaba, se dirige enseguida a la multitud, a la que previene contra lo que nosotros conocemos como el segundo pecado capital: la avaricia: En efecto, los mejores graneros son los que guardan la cosecha de las buenas obras… no las cosas que acumulamos: éstas, que se las repartan ávidamente los que se quedan. ¿Para qué nos sirve acumular riquezas, si no somos capaces de compartirlas?

Agosto

11

Domingo Lc 12, 32-48

(…) Jesús dijo a sus discípulos: “No temas, rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino. Vendan sus bienes y den limosnas. Consíganse unas bolsas que no se destruyan y acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba, allá donde no llega el ladrón, ni carcome la polilla. Porque donde está su tesoro, ahí estará su corazón. Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. (…) Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre.” Entonces Pedro le preguntó a Jesús: “¿Dices esta parábola sólo por nosotros o por todos?” El Señor le respondió: Supongan que un administrador, puesto por su amo al frente de la servidumbre, con el encargo de repartirles a su tiempo los alimentos, se porta con fidelidad y prudencia. Dichoso este siervo, si el amo, a su llegada, lo encuentra cumpliendo con su deber. (…)* La expresión “pequeño rebaño”, referida a los discípulos, nos habla del tesoro que se nos ha encomendado: “El Reino”. Tesoro que debemos cuidar celosamente, pero sin temor: ¡No temas, rebañito mío!...Un curioso lector de la Biblia ha encontrado hasta 366 veces la expresión “No teman”, es decir, un “no teman” por cada día del año, incluyendo los bisiestos. Jesús aconseja vigilar que no entre un ladrón; pero propone sobre todo fidelidad y prudencia a su pequeño rebaño amenazado que espera a su Señor… “Dichoso el siervo que cumple con su deber.”

Agosto

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Domingo • Lc 12,49-53

En las tormentas parecía dormitar tranquilo, mientras los otros gritaban presas del pánico, y en su muerte en la cruz nos dejó el más admirable ejemplo de serenidad y amor, no sin antes habernos dicho: “Ustedes sufrirán persecución a causa mía”, pero ¡No temas rebañito mio!

Agosto

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Domingo • Lc 13,22-30 (…) Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos, mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos lo que se salvan?” Jesús le respondió: “Esfuércense en entrar por la puerta, que es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta, diciendo: «¡Señor ábrenos!» Pero él les responderá: «No sé quiénes son ustedes.» Entonces le dirán con insistencia: «Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas.» Pero él replicará: «Yo les aseguro que no sé quiénes son ustedes. Apártense de mí todos ustedes los que hacen el mal.» Entonces, llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados fuera. Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos.”

(…) Jesús dijo a sus discípulos “He venido a traer fuego a la tierra ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo ¡y cómo me angustio mientras llega! ¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.”

La pregunta de si son pocos los que se salvan escuece a muchos todavía… la respuesta acertada la tiene Jesús cuando afirma que no es por sentimentalismo religioso o por el puntual cumplimiento de normas que alguien se salva, sino entrando por la puerta estrecha de la fe y el amor… Jesús mismo propone, a modo de ejemplo, a tres paganos: un centurión: “Les aseguro que en Israel no encontrado una fe tan grande”; una cananea: “Ánimo, hija, tu fe te ha salvado”; y un samaritano: Ve y haz tú lo mismo”. Resulta, pues, que la puerta estrecha de la fe y el amor es también la más segura: “mucho se le perdona porque ha amado mucho” (Lc 7, 47).

La paz que anuncia Jesús no es la quietud de un mar en calma, sin brisa: de principio a fin, la vida del Señor transcurrió en el conflicto y la controversia sin mengua de su paz y serenidad. De él profetizó Simeón: “este niño será como un signo de contradicción…” (Lc 2,35).

* Cuando no se reproduce el texto de la lectura (por razones de espacio), se invita a leerlo en la cita bíblica.

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Presencia Apostólica

Comentarios elaborados por Domingo Vázquez, CMF


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Agua del Nevado de Toluca ¡Como caída del cielo!

Agua muy baja en sodio

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Al tomar Agua San Judas Tadeo apoyas obras sociales en México.


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