Presencia apotólica febrero 2015

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PRESENCIA APOSTÓLICA

Revista bimestral núm. 70 MAR-ABR 2015 Donativo: $15.00•$2.50฀US

Ver los problemas como

oportunidades

Trabajando con sentido 7 701000 24 103 7

Educación para afrontar

la muerte Reflexiones

de Cuaresma y Pascua


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Ven a vivir la alegría de

servir,

realizando labores de

evangelización y promoción social.

Presencia en México y en más de 60 países

MISIONEROS฀CLARETIANOS

que ofrece una visión de la devoción a san Judas Tadeo, adeo, fundamentada en el conocimiento de la identidad e importancia del santo apóstol.

nta

Semblanza del apóstol y su devoción en el Templo de San Hipólito de la Ciudad de México Misio n e r o s Cla r e tia n o s d e M é xic o

A la ve mplo e en el T an de S

TEMPLO฀DE฀SAN฀HIPÓLITO MISIONEROS฀CLARETIANOS฀DE฀MÉXICO

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Hipólit


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PRESENCIA APOSTÓLICA

CONTENIDO

Director

Antonio Rangel Torres, CMF

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Editorial

C onsejo E ditorial

Rogelio Carmona Núñez, CMF Alejandro Cerón Rossainz, CMF José Juan Tapia, CMF Alejandro Quezada Hermosillo, CMF Enrique Mascorro López, CMF Lourdu Jerome Joseph, CMF Óscar Linares Rodríguez, CMF Ernesto Bañuelos C.

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Vida cotidiana

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Aventuras de un misionero

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Trabajando con sentido

E ditora

Marisol Núñez Cruz Arte y Diseño

Raúl Méndez Colaboradores

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Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR Jesús García Vázquez, CMF Juan Carlos Martos, CMF Enrique Marroquín Zaleta, CMF

1 0 Educación para afrontar la muerte

Ver los problemas como oportunidades

Distribución

Liga Nacional de San Judas Tadeo

PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San Judas Tadeo, es una publicación bimestral. Editor responsable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo, A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102. Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el Templo Claretiano de San Hipólito y San Casiano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300, México, D.F. Publicación Claretiana. Impresa en Carmona Impresores S.A. de C.V. Torreón, Coahuila. www.carmonaimpresores.com.mx • ventas@ carmonaimpresores.com.mx • Tel. (871) 707 42 00 con 30 líneas, lada sin costo 01 800 228 22 76. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser reproducido parcialmente, citando la fuente y sin ines comerciales. ¡Te invitamos a suscribirte! mail: ligasanjudastadeo@gmail.com Tel: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89 Número suelto: $15.00 M.N. / $2.50 US. Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US. (Incluye gastos de envío).

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Dos reglas de oro

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Gotitas bíblicas

1 5 Sobre la vida humana

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Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma 2015

1 9 De la Palabra a la acción

Presencia Apostólica

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La esperanza tenaz de la

Pasua

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odo ser humano es espiritual por naturaleza, toda persona puede buscar sentido en lo profundo de su propio espíritu. Nuestra espiritualidad cristiana consiste en vivir siguiendo a Jesús de Nazaret, en luchar por su ideal —el Reino de Dios—; consiste en apasionar apasionarnos por Cristo y dejarnos mover por su Espíritu. Recorrer una vez más el camino de los tiempos de Cuaresma y Pascua nos permite profundizar en el porqué y para qué de la misión de Jesús; nos permite comprender mejor qué compromisos y actitudes implica seguir a Jesús y de qué manera esto transforma la realidad. “El seguimiento de Jesús, el discipulado cristiano, es, en la práctica, asumir hoy, aquí, personalizadamente, las actitudes mayores de Jesús, los trazos fundamentales de su existencia, su manera peculiar de caminar”, dice Pedro Casaldáliga. Lo mejor de todo es que el camino recorrido nos lleva a la luz de la Resurrección; a la esperanza tenaz —firme, resistente, inseparable de nosotros— de la Pascua. Gracias a esa esperanza, nuestro espíritu permanece fuerte, sin achicarse ni acobardarse frente a la adversidad.

¡Felices pascuas de resurrección!

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¿Pero cómo, clavado, enseñas tanto? Deseo de saber, tan propio al hombre, con años de cuidado y diligencia me ha tenido por una y otra ciencia buscando fama y adquiriendo nombre. ¿Mas quién habrá, Señor, que no se asombre de ver turbar la ciencia en tu presencia de tantos que por física excelencia quieren que el mundo los estime y nombre? ¡Qué necio en ciencias vanas me divierto! Que, si los ojos a tu cruz levanto, eres el arte más seguro y cierto. ¿Pero cómo, clavado, enseñas tanto? Debe de ser que siempre estás abierto, ¡oh Cristo, oh ciencia eterna, oh libro santo!

Lope de Vega

LA FE: UNA VIDA Una confianza compartida y proclamada. La certeza de ser amado, y de poder por fin amar. Y, mientras tanto, en ciertas horas, en ciertos días, la duda. Una especie de noche en la que se busca una promesa, una herencia, una elección, una adhesión una búsqueda, en comunión, un testimonio día tras día, después de tantos otros y antes de muchos otros. Un Padre que da a su hijo por amor. Un Hijo que da su vida por amor Una simiente pequeñita que se hace árbol.

Una lucha, un combate por la paz, por la justicia. Una liberación. Una iluminación. Una contemplación serena de un rostro amado. Una conversación familiar con un amigo. En el fondo del corazón, una alegría secreta. En lo más íntimo, una esperanza loca. LA FE: UNA VIDA, un amor, una fuente que mana sin cesar, por toda la eternidad.

Róger Schutz

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De evangelizador a evangelizado Jesús García Vázquez, CMF

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ste es un día tan hermoso y sin envidias como todos los demás. Pero el sol se levanta altivo y riendo a carcajadas, creyendo que es el único en el universo y no se da cuenta de que hay otros más grandes que él. Se escuchan las avecillas, entretejiendo sus gorjeos para formar auténticos acordes y trinos melodiosos que ofrecen como una grata alabanza al Todopoderoso y que también nos dicen a los hombres y mujeres cuánto nos ama Dios. En tanto, los misioneros, centrados en la alabanza y oración, pedimos a Dios que nos conceda la gracia de servir con espíritu de entrega al pueblo indígena que se nos ha confiado. Después de alimentarnos espiritualmente con la Palabra de Dios y con la Eucaristía, también alimentamos el cuerpo con unos ricos frijolitos, una sabrosísima salsa de molcajete y unas tortillitas hechas a mano, ¡wow! Esto ya no se usa hoy en día, ¡qué lástima! Bueno, 4

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luego nos reunimos para organizar y definir qué comunidades vamos a visitar cada quien. Yo, en aquel tiempo al que ahora me remonto, me encontraba recién ordenado y me sentía con un brío como de caballo joven, por lo que pedí que me dejaran visitar las comunidades más alejadas de la parroquia, pero una cosa es sentir el brío y otra cosa es tenerlo de verdad… dadas las circunstancias. Raudo y veloz preparé lo necesario para el viaje, pues ya me esperaba quien me acompañaría en este recorrido inter-montañal. El medio de transporte: nuestros pies y, en mi caso, unos poderosos tenis que yo estrenaba, con los que yo creía que la montaña me quedaría chiquita. Oigan, qué malo es creerse uno más grande de lo que es y superior a los demás, ya sea porque son más pobres o porque, según uno, saben menos. Y se siente bien feo ser abofeteado con guante blanco, con golpes que hasta le tumban a uno las alas del orgullo... Eso me pasó a mí. Les cuento:

Al empezar el viaje observé que mi compañero, un indígena, estaba flaco y descalzo con su sombrero de palmitas y su ropita todos rotos. Yo en cambio, me sentía fuerte como un ciprés y bien vestido: tenis nuevos, gorra nueva… Entonces me dice mi acompañante: —Tata, dame tu mochila, yo la llevo. Pero, ¿cómo iba yo a darle mi mochila a ese hombrecillo tan enclenque y además descalzo? —Yo la llevo. Le contesté con un dejo de orgullo y aire de superioridad. —Ta bien, tata. Contestó. Y se quedó callado como diciendo: “Este padrecito no sabe lo que le espera.” Media hora de camino y yo le marcaba el paso y aún me decía a mi mismo: a ver hasta dónde me aguanta este pobre. Entonces vuelvo a escuchar su dulce voz: —Tata, déjame que te ayude. Pero mi orgullo no daba su brazo a torcer... —No te preocupes, voy bien.


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El silencio del indígena era muy elocuente, en él yo claramente oía que me decía: “Ya ves, vendrías más descansado si no hubieras sido soberbio y orgulloso. La autoridad que se te ha dado no es para que menosprecies a los demás, porque el que parece más débil, puede ser más fuerte que tú. No trates de ser la conciencia del otro, no tienes derecho. Puede ser que tú tengas más de qué pedir perdón que él y que estés más necesitado de la misericordia de Dios. No te creas más sabio que él mientras vivas en su tierra. Jamás sabrás lo que él sabe. No pienses que tú vas a ser el salvador de él.

Cristo es el salvador y no tú. Tú vienes a traer una buena noticia que a su vez te van a compartir ellos y vas a terminar recibiendo más de lo que les das. No digas no a la experiencia y nunca rechaces las cosas buenas que te dan. Destruye tus complejos de superioridad aceptando tus limitaciones. No quieras volar cuando ni siquiera sabes ir a pie. Trata de ser lo más caritativo que puedas porque pronto vas necesitar caridad de quien menos piensas. Reconoce, sin envidia, las cualidades de los demás y ayúdales a desarrollarlas, si puedes.” ¡Ah, bárbaro! ¡Cuántas cosas aprendí de este hombre! ¡Y yo que lo iba a evangelizar!

Sumérgete e n l a lectura de

Presencia Apostólica y profundiza en

tu fe.

Ilu s t r a c ió n : Leticia Asprón

Y dije la verdad pero no completa; iba bien, pero bien cansado. —Mira, vamos a descansar tantito y le seguimos. Le contesté. Y mientras descansábamos, mirando las erguidas montañas y el azul turquesa del cielo, parecía que Dios me decía: “No seas soberbio, el Todopoderoso soy yo, deja que te ayude.” Pero no hice caso y seguimos adelante, y como ya me comenzaban a doler los pies, tratando de que no se diera cuenta de que yo ya estaba cansado, le dije: —Te veo fatigado, ve adelante y ve al paso que quieras para que no te canses tanto. Yo iba empapado de sudor y a él apenas una gota se le notaba en la mejilla; yo con ampollas en los pies, que me habían hecho mis tenis de doscientos pesos, y él, tan a gusto con los mejores tenis del mundo, los que Dios le había proporcionado naturalmente y que no le causaban ninguna molestia en los pies, sino que le permitían caminar a su antojo. Por fin rompí el orgulloso silencio al verlo que se alejaba a más de veinte metros de mí. — Tata, espérame. Le grité con una humildad que jamás había sentido en mi vida y con mucha vergüenza. Y de nuevo volví a escuchar su melodiosa voz: —Tata, dame tu mochila. Y yo, como un perrito regañado, con la cola entre las patas, le di mi mochila que pesaba como diez kilos, pero que a mí ya me parecían toneladas, y hasta me daban ganas de decirle que también a mí me llevara en su espalda. Empezamos a caminar de nuevo; yo me sentía más ligero sin el peso de la mochila y sin el peso del orgullo y sin el peso del complejo de superioridad que me cargaba.

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hacer frente a los gastos que conlleva la vida cotidiana y sostener o ayudar al sostenimiento de nuestra familia y de nosotros mismos.

Trabajo y sentido

Trabajando con sentido Lourdes García Avendaño

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Qué es trabajar? Si recurrimos al diccionario, encontraremos como primera deinición: “Ocuparse de una actividad física o intelectual con esfuerzo y dedicación, y cuando se realiza para una empresa o institución será remunerada.” La vida diaria y su devenir nos exigen muchas actividades que debemos realizar. Algunas podremos 6

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delegarlas, otras las podremos ignorar, pero muchas más tendremos que hacerlas, nos agraden o no. ¿Cuántas ocupaciones o actividades necesarias realizamos cada día? Tenemos trabajo en la casa, quizá también en la comunidad en donde vivimos o en la escuela a la que asisten nuestros hijos. Además, seguramente tenemos un trabajo remunerado económicamente, gracias al cual podemos

Aunque la deinición de trabajo que encontramos en el diccionario no relaciona trabajo con sentido, que son las dos palabras que dan título a este artículo, esta relación hace una gran diferencia. No importa tanto cuántos trabajos tengamos ni dónde los realizamos ni si son o no necesariamente recompensados con dinero. Lo que tiene un gran valor y determina el sentido de nuestro trabajo es lo que respondemos a las preguntas: ¿para qué lo realizamos? y ¿cómo lo realizamos? Podemos empezar cuestionándonos también: ¿Lo hago por obligación? ¿Lo hago por cumplir? ¿Lo hago por necesidad? ¿Lo hago sólo porque quiero ganar dinero?, etc. Cualquier trabajo que se realice, es valioso y digno por deinición, pero si lo revestimos de la mejor de las características –el sentido–, entonces se volverá un trabajo trascendente. En otras palabras, se convertirá en una actividad no sólo realizada con esfuerzo y dedicación, como lo deine el diccionario, sino también en una labor realizada con amor y en favor o servicio de otros o para el bien común.

En la práctica Entenderemos mejor el concepto de trabajo trascendente si recurrimos a un ejemplo. Las labores del hogar, que no pocas veces nos resultan tediosas, cansadas y poco o nada reconocidas, pueden dar un giro radical si descubrimos la inalidad para la cual las realizamos. Podemos barrer, lavar la ropa, cocinar, etc., mecánicamente, hasta con enojo, porque sólo estamos


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pensando en nosotros mismos. No nos hemos dado cuenta realmente de que ese trabajo tiene como inalidad el bienestar, la salud y hasta la convivencia de todos los miembros de la familia. Ese trabajo nos ayuda a construir la vida que queremos vivir y transforma nuestra casa en un verdadero hogar. No nos damos cuenta de que la remuneración no siempre es económica, puede ser mejor, puede ser trascendente, puede dejar huella en el desarrollo personal de cada miembro de la familia. Lo mismo sucede con la actividad de un médico, de una abogada, de una mesera, de un arquitecto, de un mecánico, etc., por mencionar algunos oicios y profesiones. Estas personas pueden trabajar duro y, sin embargo, perder de vista la inalidad de su labor y dedicarse únicamente a generar dinero, aunque eso implique, algunas veces, atropellar la dignidad

de otras personas o hasta faltar a la verdad. En contraste, tenemos muchos trabajadores y profesionistas que no han perdido de vista la inalidad de servicio que conlleva su labor, además de ser remunerados justamente por su trabajo. De ello obtendrán una verdadera satisfacción y paz interior. Que quede claro que no quiero decir con todo esto que la ganancia económica que recibimos por hacer nuestro trabajo, carezca de sentido ni mucho menos que sea algo de lo que debamos avergonzarnos. Ganar dinero por el trabajo o servicio que se preste es un derecho y una necesidad humana, pero es muy distinto perseguir el dinero o el prestigio como meta o la única prioridad, y perder de vista el bien mayor que es poner los propios dones, talentos, conocimientos y cualidades al servicio del otro con amor y respeto. Eso es darle sentido a nuestro trabajo. Al realizar mi

actividad, cualquiera que ésta sea, con amor, respeto y dignidad, en favor de otros o del bien mayor, estoy realizando mi trabajo con sentido. Trabajar de esta manera, no sólo hará nuestra labor menos pesada, sino que la transformará en motivo de alegría, agradecimiento, orgullo y sobre todo ejemplo.

El amor da sentido al trabajo Una frase atribuida a Freud, que sin embargo no se encuentra textualmente en sus obras es “amar y trabajar”. Se dice que fue su respuesta ante la pregunta: ¿qué necesita una persona para funcionar bien psicológicamente? También el escritor León Tolstoi airma algo parecido en una carta: “Uno puede vivir espléndidamente en este mundo si sabe cómo amar y cómo trabajar. De manera que lo que necesita nuestro trabajo para adquirir sentido es que lo hagamos con amor. El trabajo nos vincula con la realidad y nos permite transformarla, y si esto lo hacemos con amor, automáticamente nuestro trabajo se orientará hacia el bien de todos y se llenará de sentido. Pensemos en estas ideas cada día, al empezar nuestra jornada laboral, en los diversos lugares en donde la desempeñemos. Si descubres que ya estás realizando tu trabajo con sentido, ¡felicidades!, continúa por ese camino. Se te abrirán nuevas puertas de oportunidad y estarás creciendo como persona y contribuyendo a engrandecer a tu comunidad y a tu país. Si todavía no lo haces. ¡Decídete a empezar hoy! No te pierdas del mayor de los regalos que nos otorga el trabajo… ¡Trascender! La autora es licenciada en Terapia Física y Logoterapeuta luluwatty1@yahoo.com Presencia Apostólica

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Ver los problemas como oportunidades Gylda Valadez Lazcano

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odos sabemos que hay personas que ven en Cambiar nuestra manera de ver las cosas la adversidad posibilidades de crecimiento Dependiendo de nuestra actitud, los problemas pueden o retos y que otras personas la ven como un ser oportunidades disfrazadas. Si viéramos los problecastigo, como si la vida se ensañara con ellas. mas como oportunidades, nuestra óptica cambiaría. Hemos escuchado decir que los problemas Cuando cambias la manera en que ves las cosas, se abre son oportunidades y, aunque esto sea cierto, es poco tu percepción y echas mano de los talentos y habilidacomún experimentar las situaciones difíciles de la des que posees para trabajar en resolver el asunto. vida de esa manera. Por lo general, las personas no Cuando le quitas la etiqueta de “malo” a lo que suvan por la vida dándole la bienvenida a los proble- cede, las cosas cambian. Nuestra mente siempre enmas y nadie desea tenerlos. cuentra lo que busca. Así es que si estás buscando Los problemas son parte de la vida problemas, los encontrarás, arás, y si estás buscando oporopor De hecho, muchas personas esperan an llegar a cier cier- tunidades, también las encontrarás. to momento en su vida personal o profesional en el Es necesario revisar los lentes con los que miramos que dejen de tener problemas o, por lo menos, tengan las cosas. La actitud que asumimos implica una decipocos. Así, piensan que si logran obtener sión personal. A in de cuentas, la misma tal o cual puesto, sueldo, negocio, peso, La manera en energía que gastas en ver problemas la o pareja, entonces podrán realmente des- que vemos un puedes invertir en ver oportunidades. preocuparse por su situación y disfrutar. problema es Pues eso no es posible, los problemas son Considerarnos víctimas el verdadero nos impide actuar parte de la vida, los tendremos mientras problema. estemos vivos. Cada día nos damos más cuenta de las desStephen R. Covey Tampoco vamos a pretender que nos da ventajas que tiene asumir una postura de gusto que surjan diicultades y que las cosas se compli- víctima, ante un evento adverso. Quienes se asumen quen. Se trata de que, cuando así suceda, optemos por como víctimas pierden todo su poder, lo entregan a los nuestra mejor opción que es una actitud favorable. Se demás, o a las circunstancias, y se paralizan; son como trata de aceptar las cosas como son y, como punto de una desvalida hoja al viento que nada puede hacer. partida, tener un correcto planteamiento del problema. En la práctica de mi profesión he tenido la experiencia Se sabe que el hecho de que el problema esté bien de constatar que a veces las personas que sufren una planteado ya es un avance hacia su mejor solución. desgracia inmensa como es la pérdida de un hijo, o de

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un trabajo, o de un patrimonio, después de un tiempo pueden ver la oportunidad que la vida les da para vivir las cosas con otro sentido y desde otra perspectiva. Después de una pérdida la vida nos sigue dando regalos. Cuando una puerta se cierra, otra se abre, pero a menudo nos quedamos tanto tiempo lamentándonos por la puerta que se cerró, que no vemos la otra puerta que se abrió para nosotros como una oportunidad. Claro que esto requiere un entrenamiento, ya que quizá por mucho tiempo hemos reaccionado de manera diferente, entonces es necesario cambiar nuestra perspectiva airmando por ejemplo: “Yo veo todos mis problemas como oportunidades invaluables de aprendizaje. Veo esto como una oportunidad para echar mano de los recursos que quizá han estado dormidos.” Cambiar nuestra forma de percibir la vida es una de las habilidades más importantes que podemos desarrollar. Claro está que suceden cosas difíciles en nuestra vida, pero siempre contienen lecciones para evolucionar. Como decía Einstein: “En medio de cualquier diicultad, está la oportunidad.“ Estas son algunas formas de manejar los obstáculos de manera que puedas lograr tus objetivos: 1. Deja de pelearte con los obstáculos y acéptalos tal cual son Pelearte con los inconvenientes que te presenta la vida te deja molesto, cansado y derrotado, además de que es ridículo pues esta actitud no mejora las cosas, de hecho las empeora. Aceptar que en la vida hay y siempre habrá obstáculos es una señal de madurez mental, emocional y espiritual. 2. Deja de llamar problemas a las situaciones adversas que enfrentas y renómbralas como contratiempos Tenemos una relación muy poco poderosa con estas situaciones, lo cual inicia desde que las llamamos problemas. Por deinición, un problema es una situación difícil. Un contratiempo, en cambio, es una intención, posibilidad o compromiso que aún no hemos logrado. La primera palabra se centra en la diicultad, la segunda en la posibilidad. 3. Explora las diicultades en busca de aquello que requieres para lograr tu objetivo Las situaciones adversas que enfrentamos son oportunidades o posibles accesos a lo que deseamos. En ellas reside la información que requerimos para superarlas. Si tus resultados no son los deseados, indaga en estos para ver qué no está funcionando, qué haría una diferencia si lo corrigieras.

4. Toma las acciones que identiiques como necesarias Después de explorar la situación adversa e identiicar lo que no está funcionando, toma las acciones necesarias. Pasamos demasiado tiempo inútil preocupándonos y quejándonos; este tiempo sería mucho mejor utilizado si nos pusiéramos en acción para cambiar la situación. 5. Sé compasivo contigo mismo y con otros Tener compasión por ti y por los demás ayuda a lidiar con las situaciones complejas que nos presenta la vida y con las emociones asociadas con estas situaciones. Nada que valga realmente la pena es logrado sin tener que enfrentar y superar obstáculos. De hecho, esto es lo que hace que admiremos a alguien o valoremos auténticamente lo logrado. Moliere dijo: "Entre mayor sea el obstáculo, mayor será la gloria." Entonces, es una decisión personal la visión con la que miremos la adversidad, como una maestra para aprender o como una tragedia para sufrir.

Mármol o cuero El hijo de un competente hombre de negocios mostraba gran preocupación. Su padre, que era un hombre experto, acostumbrado a detectar problemas, lo invitó a almorzar para charlar a solas. El padre indagó que las cosas no marchaban bien para su hijo: su carrera, su trabajo, sus relaciones, estaban llenas de trabas. El joven, quien se sentía acorralado e impotente, dijo: —No sé cómo superar los obstáculos, y no por debilidad, puedo asegurarlo. No conozco muchos más duros que yo, y sin embargo siento que retrocedo en vez de avanzar. —Querido hijo, la dureza no lo es todo. El mármol es duro, pero si lo golpeas con un mazo se rompe en mil pedazos. Lo que importa no es ser duro, sino ser fuerte. El cuero es blando pero a la vez fuerte, por más que lo martilles no se romperá. Prueba a enfrentar las dificultades y desafíos con resistencia, pero también con flexibilidad, y pronto verás los resultados. cuentosqueyocuento.blogspot.com/

La autora es psicoterapeuta corporal y terapeuta sistémica de pareja y familia. coordinacion.centroometeotl@gmail.com Presencia Apostólica

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ED UCA CIÓ N Ana Laura Rosas Bucio

PARA AFRONTAR

LA MUERTE "La educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo." Nelson Mandela

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no de los derechos básicos del ser humano es la educación. Recibimos educación desde el nivel básico y, los que tenemos la oportunidad de hacerlo, recibimos educación superior que nos capacita para ejercer una profesión. En las últimas décadas ha aumentado la conciencia en relación con necesidades especíicas: educación sexual, educación vial, educación nutricional, etc. No obstante, la muerte continúa siendo un tema del cual no se puede hablar. Hay una actitud de rechazo, podríamos decir que casi fóbica, un miedo irracional ante lo único que tenemos seguro en la vida. 10

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Tema tabú Entonces el tema de la muerte y la muerte misma se han convertido en un tabú. Creo que se requieren madurez y conciencia para abordar el tema, ya que la muerte siempre está ligada al dolor y al sufrimiento en los seres humanos, y esto vuelve complejo el acercamiento al tema. En mi práctica como tanatóloga me encuentro continuamente con adultos que tienen muchos conlictos para afrontar la muerte de un ser querido, así como para cualquier proceso de separación. Los adultos no sabemos hacer esto y, por lo tanto, no estamos enseñando a nuestros niños y jóvenes nada al respecto. Les robamos a los niños su derecho a saber qué es la muer-

te y, por lo tanto, la posibilidad de tener recursos para enfrentarla, y sobra decir que en cualquier momento tendrán que hacerlo. Desde luego que los que ahora somos adultos reaccionamos como lo hacemos ante las pérdidas debido a que tampoco recibimos el tipo de educación que necesitábamos. No sé ustedes, pero yo, cuando era niña, fui excluida de los funerales; cuando fallecía un ser querido, no se me explicaba nada. Tampoco se me permitió expresar con libertad mi dolor ante la pérdida de mascotas. Creo que muchos tenemos historias parecidas y aunque nuestros padres hayan actuado así con un afán de protegernos, lo que hicieron fue impedir que adquiriéramos las herramientas para poder enfrentar mejor nuestras pérdidas.

Evitamos el tema en la familia En las familias no se habla del tema


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de la muerte. ¿Acaso algún día nos hemos sentado a platicar de lo que deseamos en nuestros últimos momentos de vida, o acerca de qué queremos para después de nuestra muerte, reiriéndonos a los servicios funerarios? ¿Les hemos explicado a nuestros hijos qué es la muerte, ayudándoles a entender para que aprendan a afrontarla? En relación con otros temas sí lo hacemos, pero hablar de la muerte nos asusta, nos paraliza y en algunos casos consideramos que no hay que tocar el tema hasta que sea necesario. Pero resulta que cuando es necesario –cuando muere un ser querido– no estamos en la condición emocional para hacerlo.

¿Cómo hacerlo? La educación relacionada con la muerte debe hacerse desde la conciencia, desde el autoconocimiento y la comprensión de la realidad, sin mitos ni prejuicios. No es prevenir, porque la muerte es un hecho que hagamos lo que hagamos no vamos a poder evitar que suceda. Se educa para afrontar la muerte retomando el funcionamiento de la naturaleza, observando, comprendiendo y asimilando que la muerte es parte de nosotros. Es un tema que se tiene que tratar con calidez, sensibilidad, claridad, congruencia, de manera natural, siendo lexible y adecuándose a la edad y a las circunstancias, llevando al otro a la relexión y a la comprensión de la muerte. Todo esto nos dará conocimientos que nos permiten aprender a vivir sin desperdiciar el tiempo, sin dejar cosas para después, porque educados con conciencia de la muerte sabemos que el tiempo es limitado, que la vida hay que aprovecharla y que, nos guste o no, queramos o no, algún día la muerte va a suceder. Y aunque el proceso de educación para la muerte puede darse

en cualquier momento de la vida, lo mejor es que sea desde la niñez, donde todo se incorpora de manera natural. Eso nos ahorraría muchos malestares y sufrimientos a lo largo de la vida. Educar en este aspecto no signiica que no vaya a dolernos la pérdida de un ser querido o que seamos indiferentes ante el dolor de una separación, signiica que aún con dolor, entendemos que la vida y la naturaleza es así, y que sabemos que el dolor que experimentemos en esos momentos pasará, como pasa todo en la vida. ¿Queremos que nuestros hijos padezcan, como nosotros, depresiones, ansiedades y temores y que les cueste trabajo soltar, cerrar y desprenderse de las situaciones que se terminen en su vida? ¿Que estén tan apegados que no puedan continuar su vida sin una persona? ¿Que dependan tanto de alguien que cuando ya no esté esa persona ellos ya no quieran seguir viviendo? ¿Eso es lo que queremos? Como decíamos anteriormente, la mayoría de nosotros no recibimos una educación para afrontar la muerte, pero no es tarde para hacerlo ni para dar a nuestros hijos esa oportunidad también. Las siguientes actividades nos pueden ayudar a enfrentar la muerte y las pérdidas de una manera más saludable. • Actividades anticipantes (situaciones que pueden ayudarnos a entender cómo funciona la naturaleza): observar ciclos vitales naturales, como los de las plantas o los animales, donde la naturaleza nos enseña que "nacen, crecen, se reproducen y mueren", donde podemos ver cómo después de eso, todo en la naturaleza vuelve a empezar. • Aprender a desprendernos de objetos signiicativos. En el caso de pérdidas de objetos por olvi-

dos, deterioros, rupturas, envejecimientos, los jóvenes y niños pueden ir comprendiendo que a los objetos también les sucede, que tienen una caducidad aunque los cuidemos mucho. Comprender que los objetos no serán siempre los mismos y que otros objetos pueden satisfacer necesidades en las diferentes etapas de la vida. • Llevar registros a través de grabaciones y fotos, contar historias, visitar ruinas arqueológicas, repasar diferentes épocas musicales o de cine. Todo esto sirve para comprender que lo que una vez existió puede seguir en el presente, que desaparece si lo dejamos de ver y de conocer, pero que mientras siga presente en nuestros registros, seguirá estando cerca de nosotros. Que sepan que nada es olvidado si se lleva un adecuado registro de ello. • Jugar juegos que expresen la posibilidad de enfrentarnos a situaciones de salud y enfermedad; juegos que hablen de encontrar o guardar hallazgos del pasado, (animales extintos, ruinas arqueológicas llenas de historia, o hacer cápsulas de tiempo de ropa o juguetes suyos). Estas actividades ayudan a comprender que todo tiene un ciclo, pero que al mismo tiempo puede ser preservado. También ayuda jugar juegos que nos enseñen a enfrentar los miedos. • Dar a los demás. Regalar a los demás objetos elaborados por uno mismo. Es una manera de hacernos presentes ante los otros y de expresar nuestros sentimientos. La autora es psicóloga clínica, experta en intervención en crisis, tanatóloga, logoterapeuta y conferencista. Directora General del Centro de Capacitación Profesional Industrial y Personal S.C. CECAPIP. lrosasb@hotmail.com Presencia Apostólica

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Ilustración: Leticia Asprón

Historia para meditar

Dos reglas de oro Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR

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o sabía cuántos años llevaba viviendo en esa cocina. Sólo sabía una cosa: ese espacio era todo suyo. Sus padres le habían dejado como herencia dos enseñanzas fundamentales. La primera era: lo que los seres humanos no ven, llegan a creer que no existe. Por lo tanto, procura que no te vean nunca. Y la segunda era: ante la impulsividad y el instinto, tienes que anteponer siempre la razón, la prudencia y el buen juicio. Conociendo a tu adversario, y sabiendo sus debilidades podrás evitar que te haga daño. Él había procurado seguir estas consignas, y por eso la cocina seguía siendo suya. No obstante, 12

Presencia Apostólica

aunque los seres humanos nunca lo habían visto, los indicios de su presencia eran claros: algunos alimentos estaban arañados, y había también inequívocos signos de su presencia invisible. Por todo ello, los que se creían dueños de la casa, y por supuesto de la cocina, pidieron prestado un gato. Se trataba de un gato viejo, algo gordo y aparentemente torpón llamado Fripouille. Este fue el momento de poner en práctica la segunda enseñanza de sus padres: conocer al adversario. De este modo, estuvo durante muchos días espiando al gato. Se dio cuenta de que con sus amos, era muy mimoso pero que su apariencia engañaba, pues pudo ver cómo un ave imprudente se puso a

comer unas migas de pan a corta distancia suya, pensando que podría escapar si el gato intentaba acercarcar se. El gato se levantó del cojín en el que estaba echado y comenzó a caminar hacia el ave que, al ver que el gato se había levantado, se puso lista para volar. No obstante como el gato ingía cojear, el ave, esbozó una irónica sonrisa, y sin prudencia, siguió comiendo, diciéndose: “Un gato panzón y cojo nunca me podrá agarrar.” Y de pronto se vio sorprendida y atrapada por la pata del felino, cuya cojera había sido ingida. Viendo esto, nuestro protagonista supo que no hay que iarse de las apariencias. Un día el ratón había salido pocos pasos de un agujero frente al gato y este se había levantado lerdamente de su cojín, comenzando a cojear de nuevo. Nuestro personaje conocía el truco, por lo que se escondió inmediatamente. No iba a caer igual que el ave.


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Y siendo iel a su máxima, pudo darse cuenta de que la debilidad de Fripouille era el vino. Cuando quedaban algunas gotas en la copa del amo, se subía al fregadero y metía con fruición su áspera lengua para lamer las gotas escarlatas que habían quedado en ella. O si caía vino al suelo, corría velozmente a lamerlo. De este modo, un día en que los amos se habían ido y habían dejado al gato al cuidado de la casa, nuestro personaje salió de su escondite a la hora que sabía que el gato dormía su siesta y quitó el tapón a la botella de vino tinto, la tiró sobre la mesa y echó a correr. Con el ruido, el gato se despertó. A su sobresalto lo siguió una visión que lo llenó de una enorme y desordenada alegría: el vino caía a chorros de la mesa, y se precipitaba como una cascada rojiza hacia el suelo. Sin pensarlo dos veces, el gato se lanzó sobre el vino y estuvo lamiéndolo largamente. Cuando comenzó a sentir los efectos embriagadores del licor, regresó a su cojín, dando tumbos y se quedó profundamente dormido. Fue entonces que nuestro personaje salió y, además de abastecerse de comida, procuró tirar muchas cosas y desordenar todo, de tal manera que el único culpable pareciera el gato. Y así fue. Cuando los amos volvieron, encontraron todo el desorden, la botella de vino vacía y al gato borracho, durmiendo groseramente sobre su cojín. El amo en su enfado, lo echó por la ventana de la casa y nunca volvieron a saber de él. Nuestro personaje volvió a ser el dueño absoluto de la cocina, hasta que de nuevo los signos de su presencia volvieron a ser notorios. Fue entonces que los amos decidieron ahora comprar otro gato. En esta ocasión era un gato joven que tenía un cascabel de plata y se llamaba

Gribouille. Nuestro personaje, iel a su segunda regla, se dedicó a espiarlo para conocerlo. De este modo, pudo ver que el gato se pasaba muchas horas de la noche leyendo y llenando su cabeza de ideas y conceptos, pero tal parece que nunca había visto un ratón en su vida, más que en los libros. Así, una noche en que el gato joven leía acurrucado cerca del radiador de la cocina, porque hacía frío, nuestro personaje hizo caer desde lo alto de la alacena un pequeño trapo, al que le había puesto un trozo de tela que parecía cola. Gribouille levantó los ojos del libro, y se quedó sorprendido. ¡Por in un ratón! Lo primero que le sucedió fue que, por la emoción, casi se paralizó. Lo segundo fue regresar a consultar su manual, y después inalmente se decidió a acercarse, y darle un golpe con las garras al trapo que salió volando. Creyendo que ya había acabado con “el ratón”, se llenó de valor, y entonces le saltó encima y se puso a romper el trapo haciendo tal escándalo que el ama tuvo que venir, y al darse cuenta del desorden y de la cantidad de trozos de trapo que había por el suelo, no pudo sino regañar al gato: —Gribouille, esto no es un ratón, esto es un trapo, ¡solo un trapo! ¡Tú debes atrapar ratones, no romper los trapos de la cocina! Y se marchó enfadada. Nuestro personaje supo entonces que este rival sería fácil de derrotar y poco tiempo después se dejó ver y se hizo perseguir por el gato sobre una de las alacenas donde se guardaban unas costosas copas de cristal de Bavaria. El gato, excitado por el deseo de capturar un ratón y quedar bien con los amos, corría sin darse cuenta de nada. De pronto el ratón se escondió y él no pudo frenar su violenta carrera, y fue a dar de bru-

ces contra las copas que se rompieron estrepitosamente. De nuevo los amos pudieron ver todo el estropicio. El gato, con todo y su cascabel de plata, fue devuelto a la tienda, y de nuevo nuestro personaje volvió a ser el dueño de la cocina. Finalmente, los amos compraron un soisticado aparato para cazar ratones. De nuevo nuestro personaje puso en práctica su regla número dos, y estuvo observando por largo rato el extraño aparato. Algunas noches, se había acercado cuidadosamente a analizarlo, y pudo ver que estaba hecho en un lugar lejano del oriente. No obstante no quiso olvidar la importancia de la prudencia. En los primeros días algunos animalillos incautos habían caído víctimas de este nuevo y feroz aparato. No obstante, con el paso del tiempo, pudo observar que contra este enemigo no tendría que hacer nada, pues simplemente había dejado de funcionar por su poca calidad. Ahora lo importante era hacerles creer a los amos que el aparato seguía funcionando, para evitar que le trajeran más adversarios. Nuestro personaje procuró esconder las huellas obvias de su presencia y de vez en cuando arrojaba algún pequeño trapo con cola al aparato, para que los amos se quedaran satisfechos y orgullosos del aparato que habían comprado. Y se decía a sí mismo: al gato viejo lo derroté por sus vicios, al joven por su orgullosa osadía, a la máquina por su poca calidad. No cabe duda que es importante siempre guardar las dos reglas de oro: Lo que los seres humanos no ven, llegan a creer que no existe. Ante la impulsividad y el instinto, tienes que anteponer siempre la razón, la prudencia y el buen juicio. Conociendo a tu adversario, y sabiendo sus debilidades podrás evitar que te haga daño. Presencia Apostólica

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F oto: Frans Hals - St Matthew - Museum of Western European and Oriental Art, Odessa.

Gotitas bíblicas

San Mateo Evangelista Ernesto Bañuelos C.

s muy posible que san Marcos, san Mateo y san Lucas hayan utilizado el mismo material para la redacción de sus evangelios. Es decir, toda la tradición oral de las comunidades cristianas y los relatos sueltos que se habían escrito en cuanto se empezó a propagar el Evangelio, especialmente en el Imperio Romano. Y, como dijimos al hablar de san Marcos, la estructura de su Evangelio es la misma en los otros dos (Mateo y Lucas), la cual da una visión de conjunto, sintética, y se les llama “evangelios sinópticos”. ¿Quién fue Mateo? Probablemente sea el apóstol Mateo (Mt 9,9), también llamado Leví, hijo de Alfeo. Este Evangelio probablemente fue escrito en arameo y luego traducido al griego hacia los años 85 a 90,

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poco después de la destrucción de Jerusalén, que ocurrió en el año 70, y se dirige especialmente a los creyentes de origen judío. En su Evangelio Mateo pone de relieve que nuestro Señor Jesucristo es el Mesías esperado por el pueblo de Israel, que en él se cumplen las promesas del Antiguo Testamento, que él es el Hijo de Dios y que la Iglesia es el nuevo Israel que Jesús reúne para llevar la Buena Nueva al mundo entero. Mateo ofrece cinco grandes discursos de Jesús. Mateo es representado por un hombre, quizá porque en el principio narra la genealogía humana de Jesús. También se le representa con un ángel, tal vez porque habla de que un ángel anuncia a José el nacimiento virginal de Jesús.


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Sobre la vida humana P. Epi Diez

"El único sentido de esta vida consiste en ayudar a establecer el Reino de Dios." León Tolstoi

aminando el otro día por la zona antigua de mi bimilenaria ciudad de León, al noroeste de España, me surgió espontáneamente una sonrisa, al levantar la vista y encontrarme en una pared esta sentencia: "El que comprende la vida no necesita creencias." Sin duda lo habría escrito algún joven la noche anterior… Me parece tarea inútil intentar comprender lo que es la vida humana. Se trata de una realidad tan sublime, que supera nuestra capacidad de comprensión. Estoy de acuerdo con lo que escribió el ilósofo Jorge Santiyana: "La vida no se ha hecho para comprenderla, sino para vivirla." Todos estaremos de acuerdo en que la vida es tan misteriosa y, a la vez, tan atrayente como el mismo Dios, quien la origina. Por eso no es de extrañar que muchos personajes del mundo de la cultura nos hayan legado su testimonio sobre ella. Desde los grandes de la literatura con sus diversos géneros, hasta los ilósofos que han intentado profundizar cada vez más en las realidades visibles e invisibles. Desde los teólogos de las grandes religiones históricas que, además de usar la razón para su apasionante oicio de la relexión, llevan también encendido el foco de la fe que les ayuda a ver las realida-

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des con una perspectiva más amplia y profunda, hasta los artistas en las diferentes disciplinas, quienes, a través de la belleza que imprimen a sus creaciones, nos transmiten su percepción sobre la vida. ¿Y qué decir de las ciencias? Todas las que tocan más directamente el tema de la vida, desde la química, la biología o la medicina, hasta las ciencias sociales, buscan adentrarse en los secretos de ésta, intentando hacer al hombre más feliz cada día.

El sentido de la vida Recuerdo la impresión que me causó la primera vez que leí, hace ya algunas décadas, el libro más famoso de Viktor E. Frankl, El hombre en busca de sentido. La obra intenta adentrarse en el alma humana y, a través de la psicología, responder a la pregunta sobre el signiicado de la vida. "Vivir —nos dirá— signiica asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna a cada individuo." Por la misma época, el escritor húngaro S. Máras escribía: "Para mí, el único sentido de la vida consis-

te en servir a los demás." Y nuestra amada y recordada Teresa de Calcuta repetía con frecuencia por todo el mundo el famoso y profundo slogan existencial: “El que no vive para servir, no sirve para vivir." Para terminar esta breve relexión, me gustaría que nos preguntáramos con seriedad: ¿Qué sentido tiene la vida para un cristiano? Hace unos dos mil años ocurrió algo extremadamente sorprendente en la historia de la humanidad: Dios, quien desde el principio de la historia había querido darse a conocer al hombre de muchas maneras, pero sobre todo a través de un pueblo, depositario de sus mensajes proféticos, tuvo un gesto tan sublime que escapa a toda lógica humana y después de veinte siglos nos sigue dejando anonadados, si lo relexionamos con profundidad. Y es que en la penumbra en la que vivía la humanidad irrumpió un sol radiante, que iluminó la mente de cada hombre y caldeó su corazón para que todos aprendiéramos a vivir como imágenes de Dios en la historia. Caímos en la cuenta de la misericordia ininita que inunda el corazón de Dios y captamos que su voluntad es que, con su ayuda, trabajemos sin descanso para hacer de toda la humanidad una comunidad de hermanos, regidos por una sola ley: El amor. Desde entonces Jesús de Nazaret, será nuestro modelo de actuación y su Espíritu, la fuerza motriz que nos empuja a continuar tan sublime tarea. Para llevar con honor y no banalizar el honroso caliicativo de cristiano es necesario enamorarse de los ideales de Cristo y seguir de cerca sus pasos. Presencia Apostólica

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El pasado 27 de enero se dio a conocer el mensaje del papa Francisco para la Cuaresma de este año. A continuación reproducimos el texto completo.

Mensaje del Santo Padre Francisco Para la Cuaresma 2015 Fortalezcan sus corazones (St 5,8)

Queridos hermanos y hermanas: La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un «tiempo de gracia» (2 Co 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: «Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero» (1 Jn 4,19). Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en 16

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la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos. Cuando el pueblo de Dios se convierte a su amor, encuentra las respuestas a las preguntas que la historia le plantea continuamente. Uno de los desafíos más urgentes sobre los que quiero detenerme en este Mensaje es el de la globalización de la indiferencia. La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan. Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el

punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre. En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y resurrección del Hijo de Dios, se abre deinitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra. Y la Iglesia es como la mano que tiene abierta esta puerta mediante la proclamación de la Palabra, la celebración de los sacramentos, el testimonio de la fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5,6). Sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta a través de la cual Dios entra en el mundo y el mundo en Él. Así, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida. El pueblo de Dios, por tanto, tiene necesidad de renovación, para no ser indiferente y para no cerrarse en sí mismo. Querría proponerles tres pasajes para meditar acerca de esta renovación.


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1. «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26) – La Iglesia La caridad de Dios que rompe esa cerrazón mortal en sí mismos de la indiferencia, nos la ofrece la Iglesia con sus enseñanzas y, sobre todo, con su testimonio. Sin embargo, sólo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres. Nos lo recuerda la liturgia del Jueves Santo con el rito del lavatorio de los pies. Pedro no quería que Jesús le lavase los pies, pero después entendió que Jesús no quería ser sólo un ejemplo de cómo debemos lavarnos los pies unos a otros. Este servicio sólo lo puede hacer quien antes se ha dejado lavar los pies por Cristo. Sólo éstos tienen “parte” con Él (Jn 13,8) y así pueden servir al hombre. La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en par-

ticular la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo. En él no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto poder en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás. «Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12,26). La Iglesia es communio sanctorum porque en ella participan los santos, pero a su vez porque es comunión de cosas santas: el amor de Dios que se nos reveló en Cristo y todos sus dones. Entre éstos está también la respuesta de cuantos se dejan tocar por ese amor. En esta comunión de los santos y en esta participación en las cosas santas, nadie posee sólo para sí mismo, sino que lo que tiene es para todos. Y puesto que estamos unidos en Dios, podemos hacer algo también por quienes están lejos, por aquellos a quienes nunca podríamos llegar sólo con nuestras fuerzas, porque con ellos y por ellos rezamos a Dios para que todos nos abramos a su obra de salvación.

2. «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9) – Las parroquias y las comunidades Lo que hemos dicho para la Iglesia universal es necesario traducirlo en la vida de las parroquias y comunidades. En estas realidades eclesiales ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada? (cf. Lc 16,19-31). Para recibir y hacer fructiicar plenamente lo que Dios nos da es preciso superar los conines de la Iglesia visible en dos direcciones. En primer lugar, uniéndonos a la Iglesia del cielo en la oración. Cuando la Iglesia terrenal ora, se instaura una comunión de servicio y de bien mutuos que llega ante Dios. Junto con los santos, que encontraron su plenitud en Dios, formamos parte de la comunión en la cual el amor vence la indiferencia. La Iglesia del cielo no es triunfante porque ha dado la espalda a los sufrimientos del mundo y goza en solitario. Los santos ya contemplan y gozan, gracias a que, con la muerte y la resurrección de Jesús, vencieron deinitivamente la indiferencia, la dureza de corazón y el odio. Hasta que esta victoria del amor no inunde todo el mundo, los santos caminan con nosotros, todavía peregrinos. Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia, escribía convencida de que la alegría en el cielo por la victoria del amor cruciicado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima: «Cuento mucho con no permanecer inactiva en el cielo, mi deseo es seguir trabajanPresencia Apostólica

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jimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resucitó. Lo que hemos recibido, lo hemos recibido también para ellos. E, igualmente, lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad. Queridos hermanos y hermanas, cuánto deseo que los lugares en los que se maniiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia.

do para la Iglesia y para las almas» (Carta 254,14 julio 1897). También nosotros participamos de los méritos y de la alegría de los santos, así como ellos participan de nuestra lucha y nuestro deseo de paz y reconciliación. Su alegría por la victoria de Cristo resucitado es para nosotros motivo de fuerza para superar tantas formas de indiferencia y de dureza de corazón. Por otra parte, toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los hombres. Esta misión es el testimonio paciente de Aquel que quiere llevar toda la realidad y cada hombre al Padre. La misión es lo que el amor no puede callar. La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta los conines de la tierra (cf. Hch 1,8). Así podemos ver en nuestro pró18

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3. «Fortalezcan sus corazones» (St 5,8) – La persona creyente También como individuos tenemos la tentación de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia? En primer lugar, podemos orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tantas personas. La iniciativa 24 horas para el Señor, que deseo que se celebre en toda la Iglesia —también a nivel diocesano—, en los días 13 y 14 de marzo, es expresión de esta necesidad de la oración. En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad, llegando tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participación en la misma humanidad. Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragi-

lidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, coniaremos en las ininitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos. Para superar la indiferencia y nuestras pretensiones de omnipotencia, quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino de formación del corazón, como dijo Benedicto XVI (Ct. enc. Deus caritas est, 31). Tener un corazón misericordioso no signiica tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, irme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En deinitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro. Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con ustedes a Cristo en esta Cuaresma: “Fac cor nostrum secundum Cor tuum”: “Haz nuestro corazón semejante al tuyo” (Súplica de las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús). De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia. Con este deseo, aseguro mi oración para que todo creyente y toda comunidad eclesial recorra provechosamente el itinerario cuaresmal, y les pido que recen por mí. Que el Señor los bendiga y la Virgen los guarde. Vaticano, 4 de octubre de 2014 Fiesta de san Francisco de Asís

Franciscus


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La

Palabra marzo-abril

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2° domingo de Cuaresma Mc 9,2-10 (…) Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.” En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados. Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: “Éste es mi hijo amado; escúchenlo. En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de “resucitar de entre los muertos”. Pedro, Santiago y Juan estaban continuamente cerca de Jesús: hablaban con él, lo veían actuar y, sin embargo, había aspectos de él que no conocían. Al

invitarlos a la montaña para vivir la experiencia de la transiguración, ellos descubrieron en Jesús al Mesías, ese mismo de quien el Padre dijo desde el cielo que es su hijo amado y por lo tanto hay que escucharlo. La transiguración nos permite conocer más profundamente a Jesús. En este tiempo de Cuaresma nosotros también somos invitados a vivir esta experiencia que nos habla de la felicidad que nos espera, motivándonos y dando sentido a las prácticas que nos propone la Cuaresma, así como a los esfuerzos de la vida ordinaria. También nuestra vida tiene un signiicado profundo que no podemos descubrir cuando sólo nos quedamos en las apariencias. ¿Me encuentro con Jesús a través de la oración? Ilustración: Cerezo฀Barredo฀•฀www.servicioskoinonia.org

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3er. domingo de Cuaresma Jn 2,13-25

Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre.” En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora. Presencia Apostólica

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Ilustración: Cerezo฀Barredo฀•฀www.servicioskoinonia.org

Después intervinieron los judíos para preguntarle: “¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así? Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré.” Replicaron los judíos: “Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?” Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho. Mientras estuvo en Jerusalén para las iestas de Pascua, muchos creyeron en él, al ver los prodigios que hacía. Pero Jesús no se iaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba que nadie le descubriera lo que es el hombre, porque él sabía lo que hay en el hombre. Denunciar los abusos en el templo y exigir un culto verdadero es una acción profética de Jesús, pero el alcance de su gesto se nos revela más adelante cuando nos habla del templo de su cuerpo. Él es el verdadero templo en el que se maniiesta plenamente la presencia de Dios, como lo son también los que se reúnen en su nombre. Los espacios materiales quedan en segundo plano. La alusión al “templo de su cuerpo”, que sería reconstruido, nos señala nuevamente que a Jesús hay que entenderlo a la luz de su pasión, muerte y resurrección. Tengamos también presente la última frase de esta lectura: “…no necesitaba que nadie le descubriera lo que es el hombre, porque él sabía lo que hay en el hombre.” Esta cita nos puede ayudar a relexionar sobre la profunda comprensión que tiene Jesús de nuestra naturaleza. ¿Cómo podemos transigurar —transformar— nuestras personas y realidades cotidianas para mostrar nuestra fe en Jesús? 20

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4° domingo de Cuaresma Jn 3,14-21 (…) Jesús dijo a Nicodemo: “Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios. La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres preirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.” El evangelio según san Juan nos ayuda a profundizar en el signiicado de Jesús. En esta lectura nos muestra un dialogo con Nicodemo, autoridad religiosa. De entrada se nos dice que la razón por la que Jesús vino a este mundo es el amor de Dios, quien desea que todos los hombres tengan vida eterna. Pero la vida eterna no es algo que sólo se ubica en el futuro, más allá de la muerte. La vida eterna comienza en el presente con una existencia plena y total. Dios nos ama y desea que tengamos ese tipo de existencia. Jesús no ha venido a condenar, sino a salvar. Dios es un padre amoroso, no un juez. El hombre es responsable de su propio destino, así como de su decisión de ir hacia la luz o de excluirse de ella. ¿Eres consciente de tu libertad de optar por la luz o por la oscuridad?

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5°. Domingo de Cuaresma Jn 12,20-33 Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la iesta de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron: “Señor, quisiéramos ver a Jesús.”


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Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús y él les respondió: “Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea gloriicado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre. Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre: ‘Padre, líbrame de esta hora’? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria a tu nombre.”(…)* En esta lectura, la presencia de personajes no judíos nos habla de la universalidad de la misión de Jesús. Recordemos como decía “tengo también otras ovejas…” El amor de Dios es universal y sin barreras de ningún tipo. Este evangelio nos habla de la muerte de Jesús en la cruz. Mediante la metáfora del grano de trigo nos hace comprender que tiene que pasar por la muerte para triunfar y dar fruto eterno. La semilla es símbolo de esperanza que nos ayuda a comprender el sentido de procesos dolorosos — esfuerzos, sufrimientos o incluso la muerte—. Esto sólo lo puede comprender quien ha desarrollado la capacidad de amar, pero no sólo a sí mismo. A esto le podemos llamar trascendencia, a que nuestro amor alcance a los demás y nuestra existencia beneicie también a otros. ¿Tienes la capacidad de amar a otros?

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Domingo de Ramos Mc 14,1-15,47 (…) Al atardecer, llegó Jesús con los Doce. Estando a la mesa, cenando, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes, uno que está comiendo conmigo, me va a entregar.” (…) Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen: esto es mi cuerpo.” Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo: “Esta es mi sangre, sangre de la alianza que se derrama por todos. (…)

Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos y Jesús les dijo: “Todos ustedes se van a escandalizar por mi causa, como está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas; pero, cuando resucite, iré por delante de ustedes a Galilea.” Pedro replicó: “Aunque todos se escandalicen, yo no.” Jesús le contestó: “Yo te aseguro que hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, tú me negarás tres.” (…) (…) Era media mañana cuando lo cruciicaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: “El rey de los judíos”. Cruciicaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: Fue contado entre los malhechores. (…)* El domingo de Ramos nos presenta por una parte el triunfo de Jesús en la tierra, quien es recibido con honores de rey al entrar a Jerusalén, y por otra parte se nos muestra el verdadero sentido de esta entrada que es camino hacia la Resurrección, pero pasando por el rechazo del mundo y por la muerte. Estos dos aspectos ponen de maniiesto la contradicción humana, primero: “hosanna” y a los pocos días: “crucifícalo”. La pasión de Jesús no es un acontecimiento lejano. Es algo que sucede cada día, porque él está en todos los que sufren y nosotros tenemos la posibilidad de elegir nuestras actitudes ante el sufrimiento: injusticia, indiferencia o apoyo solidario. ¿Tomo partido ante la pasión de Jesús o permanezco como simple espectador?

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Jueves Santo Jn 13,1-15 Antes de la iesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Presencia Apostólica

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De la Palabra a la acción


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Ilustración: Cerezo฀Barredo฀•฀www.servicioskoinonia.org

De la Palabra a la acción

En el transcurso de la cena (…) se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos… Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan.”* Con una acción simbólica —lavarles los pies a sus discípulos— Jesús nos muestra de manera contundente cuál debe ser nuestra actitud como seguidores suyos: la acción en servicio de los demás. Después de este gesto, el mismo Jesús pregunta: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?” Y nosotros, ¿comprendemos lo que esto signiica? ¿Somos capaces de tener siempre esa actitud de servicio?, o sólo muy de vez en cuando…

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Viernes Santo Jn 18,1-19,42 (…) Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua. (…) Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús le contestó: “¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?” Pilato le respondió: “¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?” Jesús le contestó: “Mi Reino no es de este mundo.” 22

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(…) Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio llamado “la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo cruciicaron, y con él a otros dos, uno de cada lado, y en medio Jesús. (…)* El relato de la pasión según san Juan nos permite contemplar cómo Jesús fue capaz de aceptar y abrazar aquella “hora” a la que estaba llamado: la hora de su pasión y muerte, y nos hace comprender que el momento de la cruciixión es el momento de la gloriicación de Jesús. Jesús es libre ante la muerte, como buen pastor da voluntariamente la vida por sus ovejas (cfr. Jn10,1418). Asimismo, a lo largo de su Pasión, Jesús elige en todo momento sus actitudes, poniendo en evidencia con su autenticidad a quienes le acusan y le juzgan. El Viernes Santo nos invita a relexionar en las injusticias que atestiguamos todos los días y en las actitudes que asumimos ante ellas. ¿Eres indiferente a las injusticias que sufre Jesús en tus hermanos pobres?

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Vigilia Pascual Mc 16 1-7 Transcurrido el sábado, María Magdalena, María (la madre de Santiago) y Salomé, compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús. Muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, se dirigieron al sepulcro. Por el camino se decían unas a otras: ¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?” Al llegar, vieron que la piedra ya estaba quitada, a pesar de ser muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven, vestido con una túnica blanca, sentado en el lado derecho, y se llenaron de miedo. Pero él les dijo: “No se espanten. Buscan a Jesús de Nazaret, el que fue cruciicado. No está aquí; ha resucitado. Miren el sitio donde lo habían puesto. Ahora vayan a decirles a sus discípulos y a Pedro: ‘Él irá delante de ustedes a Galilea. Allá lo verán, como él les dijo.’” ¡Es Pascua! La luz del día de la Resurrección nos deja ver con claridad el verdadero sentido de la Pasión de Jesús; nos deja ver la victoria que se escondía detrás de su muerte. Esa misma luz ilumina nuestra existencia cristiana, llenándola de esperanza. El triunfo de Jesús es el nuestro; la muerte ya no es una derrota.


PDF Compressor Pro De la Palabra a la acción

Con su Resurrección, Jesús nos llama a la vida plena y nos invita a no tener miedo. Salgamos a encontrarlo en quienes nos necesitan. ¡Felices pascuas de resurrección!

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Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor Jn 20,1-9

Ilustración: Cerezo฀Barredo฀•฀www.servicioskoinonia.org

El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos donde lo habrán puesto.” Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos el suelo, pero no entró. En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. Es signiicativo que el evangelio no nos diga el nombre de “el otro discípulo” que creyó ante la primera experiencia del sepulcro vacío. Ese discípulo sin nombre puede ser cualquiera de nosotros que con el corazón creemos que Jesús ha resucitado y nos llenamos de amor y de alegría.

Es cierto que mirando a nuestro alrededor y escuchando las noticias vemos tanto sufrimiento y tantos signos de muerte que hacen vacilar nuestra esperanza; sin embargo, con su resurrección, Cristo nos hace comprender que el amor de Dios siempre tendrá la última palabra.

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2º domingo de Pascua Jn 20,19-31 Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes.” Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el padre me ha enviado, así también los envío yo.” Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.” Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor.” Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.” Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes.” Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree.” Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto, dichosos los que creen sin haber visto.” (…) Horas después de que Pedro y “el otro discípulo” habían encontrado vacío el sepulcro de Jesús, vemos a los discípulos reunidos, pero encerrados y con miedo. En esas circunstancias se presenta Jesús y trae consigo la alegría y la paz del Espíritu que todo lo transforma. El miedo desaparece. Ya no tiene sentido seguir encerrados, hay que llevar afuera el Espíritu recibido. La segunda parte de la narración nos muestra que creer en Jesús no es fácil para todos, pero él responPresencia Apostólica

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PDF Compressor Pro de a nuestra incredulidad, como la de Tomás, con la generosidad de su presencia. ¡Seamos testigos ieles de la presencia del Resucitado en el mundo, llevando por donde vayamos su amor y su perdón!

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con su saludo de paz. La reacción inicial del grupo fue de sorpresa y miedo, pero del desconcierto pasaron a la alegría y, posteriormente, a la comprensión. En esta ocasión el énfasis está en la relación de Jesús con las Escrituras, es decir con el Antiguo Testamento; en la importancia que tiene comprenderlas plenamente, para así entender más profundamente a Jesús Resucitado. «Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo.» San Jerónimo

3er domingo de Pascua Lc 24,35-48

Ilustración:Cerezo฀Barredo฀•฀www.servicioskoinonia.org

Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes.” Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: “No teman; soy yo (…)” Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: “¿Tienen aquí algo de comer?” Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos. Después les dijo: “Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.” Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto.” Los dos discípulos a quienes se apareció Jesús en Emaús cuentan a los apóstoles el encuentro que han tenido con él. En esa situación se presenta repentinamente Jesús 24

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4º domingo de Pascua Jn 10,11-18 (…) Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor. El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Éste es el mandato que he recibido de mi Padre.” La igura del pastor fue un símbolo muy importante en el contexto en el que vivió Jesús y como comparación nos ayuda mucho a comprender. Jesús es el modelo de buen pastor que mantiene con sus ovejas una relación de conocimiento y amor, como la que mantiene con el Padre. No es un pastor cualquiera, pues él no vive de las ovejas, sino que es capaz de dar la vida por ellas. Este texto nos hace comprender la importancia de estar cerca de los que Dios nos encomienda; de darles nuestro tiempo y compartir con ellos nuestro espacio. La lectura nos habla también de que a Jesús no le importan sólo las ovejas de un cierto rebaño: “Tengo además otras ovejas…”. Esto nos habla de la universalidad de su misión.

* Cuando no se reproduce el texto de la lectura (por razones de espacio), se invita a leerlo en la cita bíblica.


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