Revista de teoría y política revolucionaria
Número 43 Nueva Época // Abril-Mayo 2015
Precio 2,50 € // Apoyo 3 €
CONTRACORRIENTE NUEVA ÉPOCA
UNA REVISTA PARA FORTALECER LAS ARMAS DE LA CRÍTICA Inauguramos un nuevo sistema de medios para dar una respuesta ideológica y política ofensiva frente a la situación política abierta en el Estado español tras la crisis capitalista.
Revista bimensual
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DOSSIER
CRISIS DE RÉGIMEN Y EMERGENCIA DE UN NUEVO REFORMISMO EN EUROPA En este Dossier analizamos la crisis del régimen del Estado español, los nuevos fenómenos políticos reformistas como Syriza y Podemos y los debates de estrategia en la izquierda.
SYRIZA, PODEMOS Y LA ILUSIÓN SOCIALDEMÓCRATA // EL NUEVO REFORMISMO Y LA IZQUIERDA ANTICAPITALISTA EUROPEA // DE VUELTA CON LA “RUPTURA DEMOCRÁTICA”: DEL EUROCOMUNISMO A PODEMOS // A DOS AÑOS DE LA IRRUPCIÓN DEL PROCESO CATALÁN: PODEMOS, LA IZQUIERDA INDEPENDENTISTA Y LA LUCHA POR LA AUTODETERMINACIÓN // EL MARXISMO REVOLUCIONARIO Y LAS DEMANDAS DEMOCRÁTICAS
R e v is t a d e t e o r í a y p ol í t i c a r e v ol u c i o n a r ia
Sumario
N úmero 43
N ú m er o 4 3 Nu e v a É p o c a / / A b r i l -M a y o 2 0 1 5
es también el “régimen sindical” del ‘78 - Pág. 30
2 Editorial - Contracorriente nueva época: una revista para fortalecer las armas de la crítica frente a la crisis capitalista y los nuevos reformismos - Pág. 2
- Un pilar clave del régimen del 78: la crisis de representación y la “casta sindical” - Pág. 34
50 Especial Homenaje - Argentina: La emotiva despedida a Leo Norniella - Pág. 50
37 Movimiento Estudiantil - Universidad de clases, reestructuración neoliberal y lucha estudiantil - Pág. 37
40
Sta ff
Género - Las mujeres en el mundo árabe y musulmán: El feminismo frente a la islamofobia occidental - Pág. 40
6 Redacción Santiago Lupe Josefina Martínez Federico Grom Cynthia Lub Diego Lotito Arsen Sabaté Carlos Muro Ivan Borvba Clara Mallo Sara Povo
Colaboraciones Iuri Tonelo, LER-QI (Brasil) PTS (Argentina)
- Syriza, Podemos y la ilusión socialdemócrata - Pág. 6 - El nuevo reformismo y la izquierda anticapitalista europea - Pág. 10
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De vuelta con la “ruptura democrática”: del eurocomunismo a Podemos - Pág. 14
- El marxismo revolucionario y las demandas democráticas - Pág. 26
Cultura - Cultura hípster : individualismo y nueva dominación cultural capitalista - Pág. 51
Dossier
- A dos años de la irrupción del proceso catalán Podemos, la izquierda independentista y la lucha por la autodeterminación - Pág. 22
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Contraportada
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- Solidaridad con los trabajadores y el pueblo de Grecia: no al pago de la deuda, que la crisis la paguen los capitalistas
Internacional - Lear Argentina: una lucha ejemplar - Pág. 44
30 Movimento Obrero - Entrevista a Asier Ubico, delegado de cgt Telepizza: el régimen político
- Contra el gobierno, el PT y la corrupción: qué expresan las protestas del 15M en brasil - Pág. 47
Edita Clase contra Clase
Diseño y maquetación Federico Grom
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E d i t o r ia l Contracorriente nueva época UNA REVISTA PARA FORTALECER LAS ARMAS DE LA CRÍTICA FRENTE A LA CRISIS CAPITALISTA Y LOS NUEVOS REFORMISMOS En este mes de marzo, desde Clase contra Clase inauguramos un nuevo sistema de medios para dar una respuesta ideológica y política más ofensiva frente a la situación política abierta en el Estado español, en el marco de una realidad internacional atravesada por grandes tensiones sociales, políticas y geopolíticas, producto de la crisis capitalista. Una situación que nos plantea el desafío de actualizar las “armas de la crítica” y poner a la ofensiva las ideas del marxismo revolucionario.
E
n primer lugar, lanzamos un nuevo sitio web más ágil y con un nuevo diseño para difundir las elaboraciones, la política y actividad de nuestro grupo y el resto de organizaciones que forman parte de nuestra corriente internacional, la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional (FT-CI). Desde allí abordaremos los principales temas de actualidad política, los debates en la izquierda y nuestra intervención en los fenómenos políticos y la lucha de clases. También acompañamos orgullosos la aparición de La Izquierda Diario, el diario digital de la izquierda editado desde América Latina, en cuyo portal internacional participamos como corresponsales europeos con un seguimiento diario de la actualidad política, económica y de la lucha de clases internacional. Con el reciente lanzamiento de la edición de La Izquierda Diario Chile y de la edición en portugués de Esquerda Diário Brasil, LID se transforma en el primer diario internacional de la izquierda. Una experiencia político-periodística colectiva que no registra antecedentes. En segundo lugar iniciamos la edición de una serie de folletos ideológicos divulgativos sobre los fundamentos del marxismo, las principales gestas de la lucha de clases, la revolu-
ción española, la revolución rusa o la historia de las internacionales obreras. Queremos que permitan a las nuevas generaciones conocer las principales lecciones de los combates pasados de nuestra clase y los pensadores revolucionarios. Los jóvenes y trabajadores que salimos a luchar contra el capitalismo en el siglo XXI no tenemos por qué partir de cero. Para esta pelea en el terreno de las ideas contamos además con el esfuerzo editorial del Instituto del Pensamiento Socialista (IPS) de Argentina, que viene publicando una amplia variedad de títulos de autores marxistas y una colección de obras escogidas de León Trotsky, cuyas ediciones nos proponemos distribuir a amplia escala desde nuestra web de venta on line y en librerías. Por último nos hemos propuesto renovar nuestro periódico Contracorriente como revista teórico-política, también con un nuevo diseño y formato. Con este número inauguramos su nueva época, que contará con artículos de análisis y debate sobre las grandes cuestiones internacionales y del Estado español, de estrategia y programa frente a la realidad dinámica de una crisis en todos los órdenes -económico, político y de la lucha de clases. También aportará a combatir el machismo, la homofobia, el racismo y la islamofobia, y al análisis crítico desde el marxismo
sobre temas de arte y cultura desde una perspectiva de emancipación y lucha contra este sistema de opresión y explotación.
El Régimen del ‘78 en una crisis sin retorno La crisis del Régimen del ‘78 se encuentra en un punto de difícil retorno. El mantenimiento del andamiaje institucional y el sistema de partidos que nació de la Transición es cada vez más difícil. Sin embargo, en el horizonte más inmediato se debilitan las perspectivas de “colapso” del mismo fruto de la movilización social, a la vez que se fortalecen las que apuntan a algún tipo de “restauración democrática” en la que cambie algo, para que no cambie nada. La crisis capitalista internacional situó al Estado español en el ojo del huracán. El hundimiento de un patrón de acumulación capitalista que abusó de los elementos especulativos y parasitarios propios del periodo anterior -burbuja inmobiliaria, de crédito, baja tasa de inversión productiva-, ha llevado a una situación de emergencia social en tiempo récord. Que el tsunami de la crisis haya actuado de forma tan arrasadora expresa lo precaria que era ya la situación para millones antes de
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EDITORIAL
TSIPRAS E IGLESIAS Alexis Tsipras y Pablo Iglesias en el mítin de cierre de campaña de Syriza.
“QUEREMOS QUE CONTRACORRIENTE SEA UNA HERRAMIENTA QUE ESTIMULE LA REFLEXIÓN Y EL COMBATE POR UNA ESTRATEGIA REVOLUCIONARIA EN UN MOMENTO EN EL QUE BUENA PARTE DE LA IZQUIERDA ESTÁ ABANDONANDO TODA REFERENCIA A LA MISMA Y SUCUMBIENDO AL AUGE DE UN NUEVO REFORMISMO”
2008, muy especialmente para la juventud trabajadora, los inmigrantes y las mujeres de los sectores populares, sobre quienes la ofensiva neoliberal de González y Aznar, sostenida por Zapatero, había hecho estragos. Con la crisis, las bases materiales del “consenso” de la Transición se han deshecho definitivamente y el Régimen, especialmente sus partidos políticos, se ha visto cuestionado por millones desde el 15M en adelante. Otros pilares, como el principio de unidad indisoluble de España, también han entrado en barrena. Las aspiraciones democráticas de los catalanes han vuelto a la escena con más fuerza que en cualquier momento del siglo XX. Este desfondamiento por abajo tiene su expresión en la descomposición por arriba. El destape de cientos de casos de corrupción sólo se puede entender como la pelea entre los diferentes agentes del régimen por ver quien se monta en los “botes salvavidas de primera clase”. Desde la Corona a la burocracia sindical, pasando por todos los partidos e instituciones. Que la Justicia, la Policía y el Ejército, se mantengan aún por fuera de la mayoría de estos affaires no es por su pulcritud sino porque “la sangre aún no ha llegado al río”, aunque hay que ver si el caso del comisario Villarejo no “abre la veda” para que hasta los intocables sean tocados. Aunque en el caso de las fuerzas represivas, la naturalización de su accionar durante décadas de bonanza económica y gobiernos con fachada democrática, comenzó a entrar en crisis con el recrudecimiento de la represión y persecución a los luchadores. Lamentablemente, el discurso
conservador de Pablo Iglesias y los portavoces de Podemos mostrando su orgullo por las Fuerzas Armadas, la Policía y la Guardia Civil, vienen a fortalecer nuevamente esta naturalización con aires ciudadanistas. En la crisis en el Estado español de fondeo estuvo una etapa más “catastrófica” de la crisis de deuda y en el tablero se produjo la emergencia de la juventud con los indignados y después el movimiento estudiantil, grandes luchas en el sector público -con las mareas-, las dos huelgas generales acompañadas de importantes combates callejeros, la huelga minera y su marcha sobre Madrid, el fortalecimiento de movimientos sociales como las PAH y en Catalunya el retorno de las demandas democrático nacionales con una movilización de masas sin precedentes hasta la fecha. El principal límite de este ascenso de luchas fue sin duda las debilidades de la intervención del movimiento obrero. A pesar de la voluntad de pelea expresada en que las direcciones sindicales se vieron obligadas a llamar a jornadas de movilización, el control sobre los centros de trabajo siguió siendo importante. Su labor de años dividiendo y desorganizando a la clase, especialmente a los sectores más explotados y precarios, ha hecho muy difícil que pueda dar pelea en los centros de trabajo, y no solo en la calle o centros de estudio. Los dirigentes de CCOO y UGT, la “casta sindical”, desactivaron toda movilización general y dejaron aisladas heroicas luchas de resistencia, como la de los mineros, o las luchas ejemplares como Panrico y Coca-Cola. En los artículos “La crisis de representación y la ‘casta sindical”, de Arsén Sabaté, y en la entrevista a Asier Ubico, delegado de CGT Telepizza en Zaragoza, abordamos la cuestión de la burocracia sindical, el movimiento obrero y la situación de la juventud trabajadora. La imposibilidad de abrir un ciclo ascendente de movilización con la hegemonía de la clase trabajadora terminó desgastando a otros movimientos sociales y bloqueó el desarrollo de un norte político para echar abajo el gobierno y el régimen imponiendo un programa de emergencia para que la crisis la pagaran los capitalistas. La ofensiva del gobierno ha propinado derrotas significativas como la aplicación de la reforma laboral o la expulsión de miles de estudiantes de las universidades tras el “tasazo” de 2012. En el artículo “Universidad de clases, reestructuración neoliberal y lucha estudiantil”, de Iván Borvba y Carlos Muro, analizamos la situación de la universidad y los desafíos del movimiento estudiantil. De una “ilusión en lo social” que consideraba que bastaba con la realización de movilizaciones populares –sin generalizar ni radicalizar la lucha obrera- para que las cosas cambiasen por presión sobre los gobernantes, se ha pasado a una etapa de “ilusión de lo político” en clave electoral.
EDITORIAL
La emergencia de un nuevo reformismo y los peligros de una restauración democrática La crisis del Régimen continuó desarrollándose aunque no generó nuevos enfrentamientos entre las clases. Entran en juego varios elementos, entre ellos, el “factor miedo” en los sectores de la clase trabajadora que aún conserva el empleo -incluso un efecto conservador similar en muchos estudiantes que aún pueden estudiar a costa de un gran esfuerzo económico o dependiendo de una beca- y, por otro lado, la labor conciliadora de las direcciones sindicales. A nivel estatal la “ilusión de lo político” se muestra en la emergencia de Podemos y las expectativas electorales que genera en millones de personas, cansadas de pagar las consecuencias de la crisis, de la impunidad de los corruptos y los banqueros. Una primer prueba fueron las elecciones en Andalucía, cuyos resultados muestran una consolidación de Podemos, pero a la vez un límite de su ascenso ante la victoria del PSOE y la irrupción de la derecha liberal de Ciudadanos. Un resultado que marca los límites del nuevo reformismo de Podemos para repetir el efecto Syriza en las generales de noviembre. Se puede ver un análisis detallado en nuestra web. Los dirigentes de Podemos fomentan las esperanzas en un cambio evolutivo, llevado adelante por medio de la conquista electoral de las “instituciones” (los gobiernos municipales, autonómicos y el central), para dar curso a un programa de regeneración democrática muy limitada y un programa de reformas económicas de corte socialdemócrata, totalmente respetuoso con los derechos e intereses de los grandes capitalistas. La estrategia y las propuestas programáticas, cada vez más moderadas, del equipo de Pablo Iglesias, sin embargo, imposibilitan la resolución de los grandes problemas sociales de la inmensa mayoría de la sociedad, como ya estamos viendo en Grecia. En el Dossier “Crisis de régimen y emergencia de un nuevo reformismo en Europa”, analizamos críticamente los nuevos fenómenos políticos reformistas como Syriza y Podemos. En los artículos “Syriza, Podemos y la ilusión socialdemócrata” y “El nuevo reformismo y la izquierda anticapitalista”, Josefina Martínez y Diego Lolito exponen cómo estos fenómenos políticos son tributarios del viejo Eurocomunismo (y antes de él de la vieja socialdemocracia) que abrigó la fallida idea de que era posible ir avanzando paulatinamente en sucesivas mejoras y ampliaciones de derechos en los marcos de la democracia burguesa, a la vez que debaten con los sectores de izquierda que son parte de estas organizaciones, con posturas “criticas” pero sin plantear una política independiente de las direcciones reformistas. Con el crecimiento de estas formaciones, ha vuelto a ponerse en debate la vieja idea de la “ruptura democrática”. Santiago Lupe hace un recorrido histórico político sobre este concepto
en el artículo “Del eurocomunismo a Podemos: de vuelta con la ‘ruptura democrática’”, criticando sus límites y desarticulando los aires de novedad en el terreno de la estrategia política que le atribuyen no solo los líderes del nuevo reformismo, sino aún más sus sectores críticos o “alas izquierda”. También en el Dossier, analizaremos el gran potencial disruptivo del proceso de autodeterminación catalán que inauguró la Diada de 2012. Sin embargo, con la hoja de ruta de Artur Mas aceptada hasta el 9N por todo el bloque soberanista incluida la CUP, el movimiento por el derecho a decidir se encuentra en un peligroso impasse y desgaste. Distinto hubiese sido para CiU si el clima social catalán hubiera mantenido el grado de contestación obrera y popular que se vivió en Barcelona en la huelga del 29 de marzo de 2012; algo a lo que ni la burocracia sindical ni la izquierda del bloque soberanista apostaron, en pos de una estrategia de “unidad nacional”. A dos años de la irrupción de este proceso, Cynthia Lub da cuenta de los debates de estrategias en la izquierda independentistas catalana y la ubicación de Podemos en el terreno de la lucha por la autodeterminación. Mientras que en el artículo “El marxismo revolucionario y las demandas democráticas”, Federico Grom hace un recorrido histórico-político sobre la utilización de las demandas democráticas por parte de los marxistas en distintos procesos revolucionarios y de agudización de la lucha de clases en el siglo XX. Este número de la revista aborda también otros debates y reflexiones. En el artículo “El feminismo frente a la islamofobia occidental” publicado en la sección Géneros y Sexualidades, Cynthia Lub reflexiona sobre las tradiciones de lucha de las mujeres por su emancipación en el mundo árabe y musulmán, ignoradas históricamente por el feminismo occidental. En la sección Internacional, publicamos el artículo “Lear Argentina: una lucha ejemplar”, en el que el PTS argentino (organización hermana de Clase contra Clase), desarrolla elementos clave para un primer balance de la histórica lucha de los trabajadores de Lear en Argentina, apuntando algunas de las principales lecciones del conflicto tras nueve meses de lucha. En el artículo, “Contra el Gobierno, el PT y la corrupción: qué expresan las protestas del 15M en Brasil”, Iuri Tonelo, militante de la LERQI de Brasil (también organización hermana de CcC), analiza qué expresa como fenómeno político-social las manifestaciones multitudinarias que hubo recientemente en diversas capitales de Brasil. Dedicamos también una sección especial de Homenaje a nuestro compañero Leonardo Norniella, dirigente obrero del PTS, recientemente fallecido en Argentina. Finalmente, en la sección Cultura, que inauguramos en este primer número, Clara Mallo se
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adentra en el submundo de los hípster y gafapastas, haciendo una crítica desde el marxismo en el artículo “Cultura hípster, individualismo y nueva dominación cultural capitalista”.
La izquierda y las tareas de los revolucionarios Ante la emergencia de este nuevo reformismo la mayor parte de la izquierda viene adaptándose al mismo. Grupos que se reclaman anticapitalistas, como Izquierda Anticapitalista -ahora reconvertida en movimiento “Anticapitalistas”-, se resisten a plantear críticas tanto al programa cada vez más moderado como a la estrategia electoralista y de gestión del Estado capitalista planteada por la dirección de Podemos. La única pelea política reconocible hasta ahora ha sido por el régimen interno de la nueva formación. A lo más que se ha llegado es a reformular la estrategia de “ruptura democrática” para revalorizar que además de ganar elecciones hay que mantener la tensión de la movilización, pero siempre subordinada al nuevo gobierno, para apoyarlo o presionarlo. ¿Para qué escenario debemos prepararnos los que apostamos por una verdadera transformación social? El Estado español y Grecia son dos países donde la respuesta contraria al orden político y económico neoliberal la hegemoniza el reformismo de izquierda. En otros países de Europa lo hace la derecha xenófoba y populista. Aunque en Grecia Aurora Dorada ha disminuido su peso electoral, se prepara ya una alternativa reaccionaria que puede fortalecerse ante la frustración por la “experiencia” con un cambio que no cambie nada. Esto hace aún más urgente comenzar a trabajar por un agrupamiento de la izquierda anti-capitalista y revolucionaria que quiera pelear por una estrategia de ruptura real con el Régimen del ‘78 y el capitalismo español. Es necesario abrir el debate estratégico y buscar la confluencia en la intervención en la lucha de clases y sobre los principales fenómenos políticos, entre los grupos, colectivos o individuos que compartimos una visión anticapitalista revolucionaria, de autoorganización y de clase. Los que pensamos que las propuestas de “auto reforma” del régimen son una trampa y que las demandas democráticas se conquistan sobre las ruinas de este Régimen; los que compartimos la necesidad de defender un programa de demandas transicionales, que partiendo de las necesidades más urgentes como pan, trabajo y techo, plantee una salida que cuestione el poder de los capitalistas y los banqueros. Y sobre todo, los que apostamos a la tarea de fortalecer la organización independiente de los trabajadores, la juventud y los sectores populares para luchar por sus propias demandas, abrir el camino para tumbar al Régimen desde la movilización y plantear la perspectiva de lucha por un gobierno de los trabajadores. Esperamos que las elaboraciones de esta revista sean un aporte en este sentido.
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Crisis de régimen y emergencia de un nuevo reformismo en Europa
SYRIZA, PODEMOS Y LA ILUSIÓN SOCIALDEMÓCRATA La llegada de Syriza al gobierno de Grecia, junto al meteórico ascenso electoral de Podemos en el Estado español, han generado grandes expectativas en millones de trabajadores y sectores populares que buscan terminar con las políticas de recortes y ajustes en los países del sur de Europa. Son nuevos fenómenos políticos reformistas que no se veían desde hace décadas en el viejo continente. Por JOSEFINA MARTÍNEZ Y DIEGO LOTITO
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n Europa la crisis ha generado una fuerte polarización política, por derecha y por izquierda del “centro” tradicional que hegemonizaban socialdemócratas, liberales y conservadores. En países del norte, partidos de derecha, xenófobos y euroescépticos ganaron las últimas elecciones europeas, mientras en Grecia y el Estado español crecen las nuevas formaciones reformistas. Las causas profundas de esta nueva situación se encuentran en la crisis económica, con sus graves consecuencias sociales, la crisis política de los regímenes bipartidistas y el desarrollo de un fuerte ciclo de movilización social que, sin embargo, fue insuficiente hasta ahora para derrotar las políticas de los gobiernos y la Troika. El descontento se canalizó entonces por la vía electoral, con el ascenso de Syriza y Podemos como contracara de la crisis de la socialdemocracia, que en las décadas anteriores se volvió abiertamente “social liberal” y constituye un elemento clave para comprender el cambio en el tablero político.
Grecia, del “gobierno de izquierdas” al gobierno “anti austeridad” Desde el año 2012, las proyecciones electorales de Syriza crecieron de forma inversamente proporcional a la radicalidad de su programa. Tsipras fue suavizando sus propuestas, presentadas en reuniones con miembros del establishment financiero y de otros gobiernos. Después del triunfo, Tsipras formó un gobierno de coalición con ANEL (Griegos Independientes), un partido nacionalista de derecha, xenófobo y pro burgués, otorgándole nada menos que el estratégico ministerio de Defensa, máximo control civil de las fuerzas armadas de Grecia. Una resolución que marcó “el fin simbólico de la idea de un gobierno de izquierda anti austeridad”, como sostuvo Stathis Kouvelakis, integrante de la “Plataforma de izquierda” de Syriza1. Un argumento que se esgrimió para justificar la decisión de Syriza fue que se desplazó el eje “izquierda/derecha” hacia una confrontación “dura” entre austeridad/anti-austeridad. Pero esta afirmación, además de justificar una opción política total-
Crisis de régimen y emergencia de un nuevo reformismo en Europa
mente conservadora, se muestra errónea si se analiza el contenido real de la política del gobierno. Como reconoce Kouvelakis, Syriza no sólo “moderó” su discurso en lo que hace a “la dimensión de clase” (en la que nunca fue muy radical), sino que lo hizo también en relación a la Troika, la cuestión de la deuda y la “austeridad”. Pasó de plantear una “auditoria de la deuda” y “dejar de pagar su parte ilegítima”, a sostener una quita parcial, una reestructuración y finalmente una refinanciación, con plazos más largos y bonos atados al crecimiento. Es decir, una política de “honrar los compromisos” contraídos y no plantear medidas “unilaterales” frente a los “socios” europeos. El resultado preliminar de las negociaciones entre el gobierno griego y el Eurogrupo, en el cual Grecia claudicó en la defensa de casi todos los puntos de su agenda inicial para lograr una extensión del rescate, es una viva muestra de esta dinámica2. Como dijo en un demoledor artículo el histórico militante comunista griego, Manolis Glezos, actualmente eurodiputado de Syriza: “Cambiar el nombre de la troika por ‘instituciones’; memorándum por ‘acuerdo’ y el de los acreedores por ‘socios’, no cambia en nada la situación anterior”.
El espectro del eurocomunismo y el revival socialdemócrata La llegada al gobierno de Syriza y la emergencia de Podemos ha reabierto debates estratégicos de la izquierda europea. ¿Es posible que una coalición de izquierda llegue por la vía parlamentaria al gobierno e inicie un proceso de transformaciones sociales que permitan una “vía democrática al socialismo”? Este interrogante marcó el debate estratégico con el eurocomunismo europeo hace casi medio siglo. El eurocomunismo no fue una corriente homogénea de doctrinas y programas, sino una reorientación de los principales partidos comunistas europeos, desde mediados de los ‘70, para adecuarse a las condiciones de la democracia burguesa. Al mismo tiempo que se distanciaban políticamente de la burocracia de Moscú, acercándose a la doctrina de “defensa de los DDHH” impulsada por Washington, postulaban una “vía democrática al socialismo”. En palabras de uno de sus principales impulsores, Santiago Carrillo, “Los partidos incluidos en la corriente eurocomunista coinciden en la necesidad de ir al socialismo con democracia, pluripartidismo, parlamento e instituciones representativas, soberanía popular ejercida regularmente a través del sufragio universal, sindicatos independientes del Estado y los partidos, libertad para la oposición, derechos humanos, libertades religiosas, libertad de creación cultural, científica, artística y el desarrollo de las más amplias formas de participación popular en todos los niveles y ramas de
la actividad social. Paralelamente, en unas u otras formas, esos partidos reivindican su total independencia en relación con todo eventual centro dirigente internacional y con los Estados Socialistas, sin por ello dejar de ser internacionalistas.”3 En 1977 se produjo un encuentro en Madrid entre los comunistas italianos, franceses y españoles, que dio forma a este nuevo “eurocomunismo”. En el caso de Grecia, se produjo un poco antes la escisión entre el KKE pro Moscú y el KKE “del interior”, en 1968 como reacción frente a la Primavera de Praga. Este giro fue atacado, por derecha, como una operación de “camuflaje” orquestada desde Moscú; y por izquierda, como un renunciamiento a la estrategia insurreccional y una conversión al credo histórico de la socialdemocracia. “No puede haber ninguna confusión entre eurocomunismo y socialdemocracia en el terreno ideológico (…) lo que se denomina vulgarmente ‘eurocomunismo’ se propone transformar la sociedad capitalista, no administrarla; elaborar una alternativa socialista al sistema del capital monopolista de Estado, no integrarse en éste y ser una variante de gobierno”, escribía en 1977 Santiago Carrillo, uno de los máximos referentes del eurocomunismo4. Pero la impostura del discurso eurocomunista se vio en la práctica. Los partidos eurocomunistas actuaron como artífices de la recomposición de las “democracias occidentales” y garantes de su estabilidad. El caso italiano fue paradigmático, con el “compromiso histórico” de Enrico Berlinguer con los empresarios, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista para fortalecer a la democracia capitalista italiana frente a las tentativas “totalitarias”. Mientras en el caso español, Santiago Carrillo dirigió la política de la “ruptura democrática” durante la Transición, que en función de “conquistar la democracia”, aceptó la Constitución del ‘78, el retorno de la monarquía, las bases norteamericanas en la península y los pactos de la Moncloa5. No pretendemos aquí debatir en profundidad sobre la experiencia eurocomunista. El dato que nos interesa es su “recuperación” por los referentes de los nuevos reformismos. Recientemente, en un debate sobre el “populismo” en el programa Fort Apache conducido por Pablo Iglesias, Iñigo Errejón y el líder de Podemos hicieron una llamativa reivindicación del eurocomunismo italiano en la posguerra. Evitaron, no obstante, toda referencia al devenir posterior de la experiencia italiana y su rol en el proceso revolucionario abierto con el “otoño caliente” de 19696. Sin embargo, en una entrevista posterior al historiador Juan Antonio Andrade, Pablo Iglesias sostiene que el PCE de Carrillo e incluso el PSOE, no tenían mucho margen para hacer algo muy diferente de lo que hicieron durante la Transición. Del mismo modo, el líder de Syriza, Alexis Tsipras, en más de una ocasión se ha reivindicado como parte de la izquierda de “Togliatti, Berlinguer y Gramsci”. Sin dudas la acelerada modera-
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“LA ‘ILUSIÓN POLÍTICA’ DE QUERER RECUPERAR LA DEMOCRACIA EN LOS MARCOS DE ESTE SISTEMA CAPITALISTA POR MEDIO DE UN ‘GOBIERNO DECENTE ESTÁ BASADA EN LA PREMISA ILUSORIA DE UN CARÁCTER ‘NEUTRAL’ DEL ESTADO, COMO UN ESPACIO DE PODER VACÍO DE CONTENIDO, AL QUE PODRÍA OTORGÁRSELE UN CONTENIDO POLÍTICO MÁS ALLÁ DE LOS PODERES REALES EN LOS QUE SE SUSTENTA”
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ASAMBLEA DE VISTALEGRE asamblea fundacional de Podemos en el Palacio de Vistalegre
Crisis de régimen y emergencia de un nuevo reformismo en Europa
amplios sectores del movimiento obrero (y en el caso de Podemos, despojados incluso de toda ideología o referencia a la izquierda), los líderes de Syriza y Podemos caen en una suerte de impotencia estratégica, sin siquiera plantear el socialismo como horizonte, sino apenas el retorno al “estado de bienestar”. Un intento de revival socialdemócrata, en el que claramente no se proponen “transformar la sociedad capitalista”, sino “administrarla”.
Democracia capitalista, fetichización del Estado y lucha de clases
ción política de Tsipras hace un gran homenaje a la realpolitik de los dos primeros, aunque sea un verdadero deshonor para el último. Sin embargo, si en ambas formaciones hay un retorno al espíritu eurocomunista, lo es aún más aggiornado, después de varias décadas de “restauración burguesa” neoliberal y retroceso de la clase obrera mundial7. Si los eurocomunistas sostenían hace 30 años que seguir hablando de revolución con las mismas ideas del pasado ya “no era revolucionario” y había que adecuarse a las condiciones de la democracia capitalista occidental, el nuevo reformismo ha reducido aún más los “márgenes de lo posible” en sus objetivos estratégicos. En el eurocomunismo de los años ’70 operó una redefinición del socialismo como una la ampliación y desarrollo de la democracia burguesa, como único camino para no caer en una concepción “totalitaria” de la sociedad, pero con la promesa de una “vía democrática al socialismo”. La impostura no era gratuita; los partidos comunistas de entonces dirigían los sindicatos y tenían cientos de miles de afiliados como base de maniobra a quienes “convencer”. Careciendo de fuertes relaciones orgánicas con
“La ‘ilusión política’ de querer recuperar la democracia en los marcos de este sistema capitalista por medio de un ‘gobierno decente’”, decíamos en otro artículo hace unos meses, “está basada en la premisa ilusoria de un carácter ‘neutral’ del Estado, como un espacio de poder vacío de contenido, al que podría otorgársele un contenido político más allá de los poderes reales en los que se sustenta”8. Esta ilusión de las bondades de la democracia capitalista, que ya era parte del acervo ideológico del eurocomunismo, reaparece con fuerza en la concepción de los líderes de Syriza y Podemos. En un artículo publicado en 19779 , Daniel Bensaïd cuestionaba los fundamentos teóricos y estratégicos del eurocomunismo. Con perspicacia, sostenía que sólo la ignorancia de la historia puede dar un “aire de novedad” a las ideas que se inscriben en una robusta tradición reformista. Hoy deberíamos recordar esta frase al escuchar a los dirigentes de Podemos y Syriza, pero sobre todo a los integrantes de las fuerzas “anticapitalistas” en su seno, que dotan de un “aire de novedad” a estas formaciones10. Para Bensaïd, “el parlamentarismo no elimina sino que pone al desnudo el carácter innato de las repúblicas burguesas más democráticas, como órganos de opresión de clase.” Una idea en la que seguía a Lenin, cuando en su famosa polémica con Kautsky afirma que “incluso en el estado burgués más democrático, el pueblo oprimido tropieza a cada paso con la flagrante contradicción entre la igualdad formal, proclamada por la ‘democracia’
de los capitalistas, y los miles de limitaciones y subterfugios reales que convierten a los proletarios en esclavos asalariados...”11. Al hablar de recuperar la “democracia” en general, sin adjetivos, las direcciones de Syriza y Podemos razonan al modo de los liberales. Su defensa del sistema político instalado en Europa occidental, empezando por la Unión Europea, y su utópica aspiración de “democratizar” sus reaccionarias instituciones, es quizá uno de los aspectos clave de su recuperación del credo socialdemócrata. Al reivindicar una democracia “pura”, sin clases, o por encima de estas, hacen un fetiche de la democracia parlamentaria y del propio Estado capitalista actual, presentándolo como el único espacio de acción política posible. Hace unas semanas Chantal Mouffe -una de las referencias teóricas, junto a Ernesto Laclau, de los dirigentes de Podemos- fue entrevistada por Pablo Iglesias en el programa “Otra vuelta de Tuerka”. Allí Mouffe sintetizó lo que considera más relevante de sus teorizaciones de hace 30 años, planteando que su reformulación más importante del marxismo fue la idea de “radicalizar la democracia”. Pero, advirtió, esto fue malinterpretado, como que primero estaba la democracia liberal y después venía un momento de ruptura y radicalización de la democracia. En realidad, precisó, no hay “momento de ruptura” ni mucho menos de revolución, sino de alcanzar transformaciones sociales al interior del Estado actual. “Finalmente, lo que nosotros proponíamos era una radicalización de la socialdemocracia”, pero después de 30 años de neoliberalismo, lo que está planteado es “recuperar los fundamentos de la socialdemocracia”, dice Mouffe, antes de desarrollar una crítica a los movimientos sociales por considerar al Estado como enemigo, algo a “destruir” o “simplemente dejar de lado”. A lo que Iglesias responde: “Seguramente el Estado es la última esperanza que les queda a los pueblos”. “Si, exactamente”, confirma Mouffe. Iglesias vuelve sobre la idea de que Podemos y Syriza buscan entrar al Estado para transformarlo, “sobre todo porque no hay otra cosa…”, y se pregunta: “¿Pero qué otro espacio político existe más que el Estado?”.
Crisis de régimen y emergencia de un nuevo reformismo en Europa
Lo que escapa al dialogo entre Iglesias y Mouffe, es que el intento de recuperación del horizonte socialdemócrata, haciendo del Estado el eje de la intervención política, plantea una serie de problemas que limitan de antemano esta perspectiva: 1) que el contexto de crisis capitalista estrecha enormemente los márgenes de cualquier intento de recreación de una ilusión socialdemócrata; 2) que se plantea sin transformar radicalmente las relaciones de fuerzas, dando cuenta a su vez de la “debilidad de origen” del nuevo reformismo: su falta de anclaje social; y 3) que tiene como consecuencia la “pasivización” de los movimientos sociales y populares, alimentando la “ilusión gradualista”12 de que se puede transformar la sociedad capitalista sin enfrentar la resistencia de quienes la dominan. La ilusión en la democracia capitalista, la fetichización del Estado y la ausencia de una dialéctica entre parlamentarismo y lucha de clases -en que la segunda sea la determinante-, condena al nuevo reformismo a la impotencia estratégica, al mismo tiempo que contribuye a desarmar política y organizativamente a los trabajadores y sectores populares tanto para las batallas actuales como futuras. Porque sin poner en movimiento fuerzas sociales y materiales que enfrenten al establishment, cambien la relación de fuerzas y preparen el “momento de ruptura”, sólo quedan los “acuerdos” con los poderes reales del capitalismo para hacer “lo que se pueda”. En este sentido, hay otro fetiche que deriva de esta concepción del Estado y la democracia, del cual se nutren los discursos de los líderes de Syriza y Podemos: el fetiche de la “mayoría” electoral. Si tenemos la mayoría, entonces someteremos a la Troika o la “casta” por medios democráticos. Pero este razonamiento choca a cada paso con la realidad. Veamos el caso de Grecia: un amplio sector del pueblo griego votó a Syriza por su promesa de que aboliría el “plan de austeridad” y hoy esta formación tiene un apoyo mayoritario. Sin embargo, las “instituciones” han exigido al gobierno de Tsipras que aceptara todas sus imposiciones… y este lo ha hecho. Una dura demostración de que lograr la “mayoría” para llegar al gobierno, no garantiza el poder real. No es vano reafirmar que esta dinámica contiene el doble peligro de acabar en la asimilación política de los nuevos reformismos por parte del capitalismo y la desmoralización popular, una vía regia para abrir el camino a otras “soluciones políticas”, las provenientes de la extrema derecha del arco político.
¿Ciudadanía o clase? A pesar de las consecuencias de la crisis capitalista, cuyos costos han sido descargados sobre los hombros de la amplia mayoría de la clase trabajadoras y los sectores populares de Grecia y el Estado español, atacando sistemáticamente sus condiciones de vida, las respuestas populares en el terreno
de la lucha de clases ha sido hasta ahora insuficiente para parar los ataques. A ello, por supuesto, ha colaborado decisivamente el rol de las burocracias sindicales y los viejos aparatos reformistas. En este marco, la “cosmovisión” de los nuevos fenómenos reformistas como Syriza o Podemos, plantea la posibilidad de generar trasformaciones políticas y económicas sin la intervención de la clase trabajadora como sujeto político, sino mediante la formación de una mayoría de ciudadanos-electores que transforme el Estado desde las instituciones de la democracia liberal representativa. El autogobierno de los ciudadanos a través de las instituciones de la democracia liberal, sin embargo, es una ficción engañosa, que remite a la vieja ilusión bersteniana de que es posible atenuar progresivamente los conflictos entre las distintas clases desde las instituciones del régimen parlamentario y el Estado representativo, hasta resolver la contradicción entre la “igualdad política” y la “desigualdad social” propia de los regímenes democráticos capitalistas13. Una ilusión que, en la misma medida que muestra desconfianza en la potencialidad trasformadora de la clase trabajadora y, por ende, niega toda posibilidad de superación del sistema capitalista, justifica la colaboración de clases con los capitalistas. En otro artículo decíamos recientemente que “transformar el Estado y el poder implica transformar las relaciones sociales sobre las cuales se sustenta ese mismo Estado. En la sociedad capitalista esto requiere imponer un programa que cuestione el poder y la propiedad de los capitalistas. Ya sea a nivel estatal como municipal, lograr una ‘democracia sustantiva’ implica poner en movimiento poderosas fuerzas sociales y crear nuevos organismos de autoorganización de masas que operen como un poder alternativo al de los capitalistas.”14 A lo largo de la historia, este tipo de organismos de democracia directa y doble poder (soviets, consejos, coordinadoras) han aparecido por fuera de las instituciones estatales burguesas, enfrentando con su legitimidad a las instituciones existentes. Sin una perspectiva de autoorganización obrera y popular que cuestione la propiedad privada capitalista, toda experiencia de “gobierno anti austeridad”, “gobierno de la gente”, o como quiera llamarse, termina inevitablemente atrapada en una lógica donde los “compromisos” con las clases dominantes y la “gestión” del Estado capitalista se imponen irremediablemente. Una vez más, la corta experiencia realizada hasta ahora por el gobierno de Syriza en Grecia, muestra que esta estrategia, lejos de abrir un nuevo camino democratizador, sólo puede preparar nuevas derrotas y frustraciones. * Este artículo es una versión levemente modificada del publicado en la revista Ideas de Izquierda Nº 17, Buenos Aires, Argentina.
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NOTAS 1 En un debate realizado en Madrid en diciembre de 2014
a propósito de los “nuevos sujetos políticos en Europa”, Perry Anderson se preguntaba “¿qué estrategia debería adoptar la izquierda en relación a la derecha?”, bajo el presupuesto de que ambos tipos de formaciones comparten una “arena antisistémica común”. Anderson sostuvo entonces, para nosotros equivocadamente, que era necesario “dialogar” con la base de los movimientos de derecha adoptando parte de su agenda. En el caso de Syriza, esta orientación se llevó al extremo de formar un gobierno común. Ver Diego Lotito, Perry Anderson: “Podemos y Syriza sostienen posiciones mucho menos radicales que la derecha antisistémica”, La Izquierda Diario, 23/12/2014. 2 Josefina Martínez, Con fuertes concesiones, Grecia acuerda extensión del rescate con el Eurogrupo, La Izquierda Diario, 21/02/2015. 3 Santiago Carrillo, Eurocomunismo y Estado, Editorial Crítica, Barcelona, 1977, p.141. 4 Santiago Carrillo, op.cit, p.132. 5 Ver Santiago Lupe, El retorno de la “ruptura democrática”. Del “eurocomunismo” a Podemos, en este número de Contracorriente. 6 Fernando Rosso y Juan Dal Maso, Podemos, Gramsci y el Populismo, en el blog Los Galos de Asterix, 16/11/2014. 7 Emilio Albamonte y Matías Maiello, En los límites de la “restauración burguesa”, Estrategia Internacional N° 27, marzo 2011. 8 Josefina Martínez, De la “ilusión social” a la “ilusión política”, Ideas de Izquierda Nº 11, Buenos Aires, julio 2014. 9 Daniel Bensaïd, Eurocommunisme, autromarxisme, et bolchevisme, Critique Communiste, Nº 18-19, oct-nov. 1977. 10 Lamentablemente, el propio Bensaïd abdicó años más tarde de estas posiciones, teorizando el abandono de la “hipótesis estratégica” de la revolución proletaria, incluida la perspectiva de la dictadura del proletariado –una seña de identidad del “eurocomunismo”, e impulsando la creación de nuevos partidos amplios “anticapitalistas” que se plantearon estrategias de “radicalizar la democracia”. 11 V.I. Lenin, La revolución proletaria y el renegado Kautsky (1918), en Obras Selectas, Ediciones IPS, Buenos Aires, 2013, p. 340. 12 Josefina Martínez y Diego Lotito, La ilusión gradualista, Ideas de Izquierda Nº 12, Buenos Aires, agosto 2014. 13 Para un análisis en profundidad sobre este tema, ver: Claudia Cinatti y Emilio Albamonte, Trotsky y la democracia soviética. Más allá de la democracia liberal y el totalitarismo, Estrategia Internacional N° 21, Septiembre 2004. 14 Josefina Martínez y Diego Lotito, La ilusión gradualista, op.cit.
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EL NUEVO REFORMISMO Y LA IZQUIERDA ANTICAPITALISTA EUROPEA La llegada de Syriza al gobierno en Grecia y el auge de Podemos en el Estado español están generando un renovado debate entre las fuerzas de la izquierda europea. La posibilidad concreta de llegar al gobierno, que en el caso de Syriza en Grecia ya se ha concretado, abre paso a la búsqueda de una “nueva izquierda posible”. Por JOSEFINA MARTÍNEZ Y DIEGO LOTITO
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yriza y Podemos aparecen como una expresión política del proceso de movilización y descontento social que se abrió en los últimos años contra las consecuencias de la crisis capitalista. A su vez, ambas fuerzas políticas son vistas como una novedad en la constelación de la izquierda reformista europea, donde hubo experiencias anteriores de “coaliciones amplias” y gestión de gobiernos municipales o regionales. Es el caso de Izquierda Unida en el Estado español, Die Linke en Alemania o el Bloco en Portugal, con larga presencia institucional y pactos de gobierno con la socialdemocracia (Die Linke, IU). Syriza (Coalición de la Izquierda Radical), se formó en el año 2004 con su núcleo principal en Synaspismos (“La coalición”), organización sucesora del KKE “del interior”, la escisión eurocomunista del Partido Comunista griego. Su “despegue” electoral se produjo en el 2012, con su oposición a los pactos con el PASOK y la propuesta de un “gobierno de izquierda”. A diferencia de Podemos, Syriza se muestra como una formación de izquierda más tradicional. Su dirección actual está dominada por capas intelectuales, en su mayoría provenientes de la tendencia eurocomunista, nacionalistas de izquierda y ex militantes del PASOK, y cuenta a su interior con una “Plataforma de Izquierda” que en el Congreso del 2013 obtuvo un 30% de los delegados.
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Podemos se formó hace poco más de un año impulsado por un grupo de profesores de la universidad complutense liderado por Pablo Iglesias, junto a Izquierda Anticapitalista. Al poco tiempo, los sectores afines a Iglesias se hicieron del control organizativo y la mayoría en la dirección de la nueva formación, con un programa reformista, un discurso populista y un método plebiscitario de votaciones “online” para la toma de decisiones1. Y si bien se ha nutrido de cuadros que provienen de experiencias similares a Syriza (sus principales referentes como Pablo Iglesias o Juan Carlos Monedero fueron muchos años militantes del PC e IU), cuestiona los límites de la “izquierda tradicional” con una ideología indefinida “ni de izquierdas ni de derechas” y un discurso político “transversal” y “ciudadano” a favor de “recuperar la soberanía y la democracia”, combinando “representación” y “participación” ciudadana 2. Pero a pesar de sus diferencias, ambas organizaciones defienden un programa y una estrategia de reforma del capitalismo en los marcos de la democracia parlamentaria. A diferencia de la izquierda reformista tradicional en décadas pasadas, su relación “orgánica” con los sindicatos es escasa (o casi nula en el caso de Podemos), siendo fenómenos más “ciudadanos” y muy marcados por el espíritu de la “espectacularización” de la política.
La izquierda “anticapitalista” en Syriza y Podemos En Podemos y Syriza, existen “alas izquierdas” que integradas orgánicamente en sus órganos de dirección, se ubican en un terreno crítico a las estrategias que defienden los principales líderes de ambas formaciones. En el caso de Syriza, la Plataforma de izquierda obtuvo el 30% de los delegados en su congreso del 2013. Está integrada por la Corriente de izquierda (una ruptura del KKE en 1991 que formó el “ala izquierda” de Sinaspismos) y por el grupo DEA. Sus principales referentes son el economista Costas Lapavitzas y Panagiotis Lafazanis, quien ejerce actualmente como ministro de reconstrucción productiva, medio ambiente y energía. La Plataforma cuenta con otros miembros en el gabinete, como el viceministro de Seguridad Social, Dimitris Stratoulis; y el viceministro de Asuntos Europeos, Nikos Hountis, además de varios diputados. DEA es un grupo más pequeño, relacionado internacionalmente con la corriente mandelista del Secretariado Unificado y con la ISO (Organización Socialista internacional). Recientemente se fusionó con el grupo Kokkoino. No tiene ministros en el gobierno y cuenta con 2 diputados en el parlamento. Stathis Kouvelakis es uno de sus referentes3. Dentro de la Plataforma de izquierda hay diferentes tradiciones y definiciones políticas. Algunos se inclinan más claramente por una
orientación de salida inmediata del euro, afín a un soberanismo de izquierdas, como Lapavitsas. El economista plantea que la política de Syriza debería ser dejar de pagar una parte de la deuda, salir del euro, nacionalizar la banca y reorganizar la producción. Una salida devaluacionista (que provocaría una caída inmediata del salario real) en clave de recuperar la “economía nacional” con medidas sociales progresistas. Hace unos años durante una charla en Argentina, Lapavitsas sostuvo que los griegos debían “aprender de América Latina”, en referencia a la salida devaluacionista burguesa que tuvo lugar después de las jornadas revolucionarias del 2001. Los sectores como Kouvelakis y DEA sostienen en cambio que su participación dentro de Syriza está orientada a iniciar un proceso de transformaciones sociales, con una perspectiva anticapitalista como horizonte a largo plazo. En cuanto a Podemos, su “ala izquierda” está representada principalmente por Anticapitalistas, nombre adquirido por Izquierda Anticapitalista (IA) tras su disolución hace dos meses para integrarse plenamente en Podemos. Su peso interno es mucho más reducido que el de la izquierda de Syriza. El núcleo de Pablo Iglesias se hizo con el control casi absoluto del Comité Central (Consejo Ciudadano) y los principales organismos de dirección regional de la formación. La disolución de IA como partido fue una concesión a las imposiciones de la dirección de Podemos de impedir la “doble militancia”, a la vez que una adaptación a su programa4. A pesar de sus diferencias, estos sectores “críticos” dentro de Syriza y Podemos defienden una suerte de estrategia combinada: “llegar a las instituciones” siendo parte de organizaciones reformistas, pero defendiendo la “movilización” o la construcción de “poder popular desde abajo” en los movimientos sociales, para abrir un proceso de “radicalización de la democracia”. En una entrevista publicada en la revista norteamericana Jacobin días antes de la llegada de Syriza al gobierno, Sthatis Kouvelakis caracterizaba a Syriza como “una coalición anticapitalista que aborda la cuestión del poder enfatizando la dialéctica de las alianzas electorales y el éxito de las urnas con la lucha y las movilizaciones desde abajo”5. Pocos días después, sin embargo, tuvo que reconocer el “fin del mito del gobierno de izquierdas”, ante el pacto de Syriza con el partido derechista Anel, cuestionando el “pragmatismo” de la dirección. François Sabado, de la dirección del NPA francés, en un saludo al II y último congreso de Izquierda Anticapitalista antes de su disolución, afirma por su parte que Podemos y Syriza son un reformismo de nuevo tipo que “no es el mismo que el de los aparatos burocratizados de la socialdemocracia, de los partidos post-estalinistas o de las
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direcciones sindicales. Este reformismo no ha cristalizado en aparatos burocráticos del movimiento obrero o en una integración en el aparato del Estado.” Para Sabado, estamos ante “escenarios abiertos” en los que “las bifurcaciones son posibles”, como si se estos fenómenos fueran indeterminados en su programa y contenido. Si bien es cierto que los nuevos reformismos están lejos de ser como los aparatos burocratizados de la socialdemocracia o los PC estalinistas, por su programa y estrategia tienen mucho de “lo malo” de aquellos (empezando por su estrategia reformista) y nada de “lo bueno” (su peso en las organizaciones de masas del movimiento obrero). Pero además, Syriza ya se encuentra en el gobierno, gestionando el Estado capitalista, desarrollando una política de compromisos con sus pares de la Unión Europea y dejando de lado aspectos centrales de su de por sí limitado programa electoral. La línea de “criticar lo malo” y “apoyar las medidas progresistas” desde adentro, no deja de ser un apoyo político a un gobierno de administración del capitalismo. Una política que remite al “ministerialismo” que tanto criticara Lenin como expresión extrema del oportunismo. En el caso de Podemos, aun no tiene posiciones de gobierno, pero se prepara aceleradamente para “repetir” la experiencia de Syriza, mientras sus portavoces ensayan cada vez más gestos de “socialdemocratización” abierta, como la reunión que mantuvo Pablo Iglesias con el embajador norteamericano en Madrid, tras la cual se deshizo en elogios a la política económica de Obama6. Lo paradójico es que a pesar de todas las acciones y declaraciones públicas de los líderes de Syriza y Podemos dejando claro que se trata de “gestionar” el capitalismo y no de enfrentarlo, sus “alas izquierda” insisten en ver “tendencias indefinidas” o “potencialmente” anticapitalistas en su seno. Esta ubicación no significa que la relación entre las alas izquierdas y los líderes mayoritarios sean pacíficas. Por ejemplo, en el caso de Syriza, tras el acuerdo del gobierno de Alexis Tsipras con la Troika, su Comité Central se dividió entre un sector aún mayoritario que defendió el acuerdo (un 55%) y el ala izquierda que propuso una enmienda de rechazo al acuerdo y a la “lista de reformas” presentada por el gobierno, obteniendo el 41 % de los votos7. Sin embargo, estos sectores han caído en una trampa que ellos mismos ayudaron a construir, puesto que no plantean una alternativa independiente frente a la política y el programa reformista del gobierno. Esto se basa en un profundo escepticismo en la posibilidad de la movilización revolucionaria de los millones de trabajadores y el pueblo griego, para ofrece una salida propia frente a la crisis capitalista. En un artículo reciente, dos dirigentes de Anticapitalistas, Brais Fernández y Raúl Camargo,
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A PESAR DE SUS DIFERENCIAS, ESTOS SECTORES “CRÍTICOS” DENTRO DE SYRIZA Y PODEMOS DEFIENDEN UNA SUERTE DE ESTRATEGIA COMBINADA: “LLEGAR A LAS INSTITUCIONES” SIENDO PARTE DE ORGANIZACIONES REFORMISTAS, PERO DEFENDIENDO LA “MOVILIZACIÓN” O LA CONSTRUCCIÓN DE “PODER POPULAR DESDE ABAJO” EN LOS MOVIMIENTOS SOCIALES, PARA ABRIR UN PROCESO DE “RADICALIZACIÓN DE LA DEMOCRACIA”.
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sostienen que: “la agudización brutal de la crisis capitalista nos obliga a repensar las líneas entre anti-neoliberalismo y anti-capitalismo, entendiendo que los procesos de ruptura que implican a las grandes mayorías sociales, las decisivas para cambiar la historia, parten del rechazo a la austeridad y la falta de democracia.” 8 Si las fronteras entre anti-neoliberalismo y anticapitalismo ya no tienen sentido, entonces de lo que se trata es de adaptar las organizaciones a una lucha contra la “austeridad” (un término indefinido de por sí) y por la “democracia”, lo que justificaría que por un “largo período” esta tarea puede ser llevada adelante por organizaciones reformistas. Así, los dirigentes “anticapitalistas” que hace unos años llamaron a impulsar “partidos amplios” sin delimitación estratégica, como IA, donde el anticapitalismo era un “espíritu” cada vez más difuso, tras el fracaso de esos proyectos los abandonan para diluirse en organizaciones abiertamente reformistas como Podemos o Syriza. Un párrafo aparte merece la liquidación de Izquierda Anticapitalista. Al respecto, Fernández y Camargo dicen: “Al final, Podemos termina constituyéndose como estructura partidaria clásica, mientras que el ‘partido original’, Izquierda Anticapitalista, se transforma en movimiento, buscando adaptar su forma organizativa a los nuevos tiempos. Una ironía hegeliana: lo que aparece como nuevo envejece rápido, mientras que lo presuntamente viejo se renueva.” Curiosa lectura, cuando lo que resulta verdaderamente irónico es que mientras el movimiento avanza de lo “social” a lo “político” y una aguda crisis capitalista recorre Europa, una organización que se dice de “izquierda” y “anticapitalista”, se transforme en “asociación cultural”, adaptándose a las imposiciones de los reformistas y dejando la organización política bajo su hegemonía. ¿O cómo se entiende sino que, tras disolverse, Anticapitalistas sellara un “acuerdo de cúpulas” en Podemos para que su principal referente Teresa Rodríguez encabece una candidatura en Andalucía, pero con el programa, los métodos y el control de Pablo Iglesias? Pero sobre esto hay una ironía aún más picante. En el mismo momento en que IA deja de ser “partido” para “renovarse” en “movimiento”, recurre a métodos tan poco democráticos como expulsar a una parte de su propia organización por haberse opuesto al pacto alcanzado con el “verticalista” Pablo Iglesias. La liquidación de Izquierda Anticapitalista como partido, presentada por su dirección como un mero “cambio jurídico”, fue resistida por un sector de su militancia que presentó en su último Congreso una Tendencia. Como sostiene Antonio Liz, haciendo un recorrido de la deriva política de IA desde su fundación hasta su segundo y último Congreso, “No es pues sólo un cambio jurídico lo que ha llevado del ‘partido’ Izquierda Antica-
pitalista al ‘movimiento’ Anticapitalistas. No, el ‘cambio jurídico’ esconde en realidad un cambio de política total, ya no se quiere construir una alternativa al capitalismo a través de las luchas sociales sino entrar en las instituciones del régimen capitalista para, en el mejor de los casos, reformarlo desde dentro.”9 Recapitulando, la defensa de la estrategia de combinar la “conquista de las instituciones” con la movilización social para iniciar un proceso de “radicalización de la democracia” defendida por las alas izquierda de Podemos y Syriza, resulta en una adaptación a la estrategia y el programa de los reformistas. Una orientación que sólo puede terminar en la impotencia de no poder transformar la naturaleza de clase del Estado “desde adentro”, ni desarrollar las fuerzas sociales y materiales que podrían transformarlo verdaderamente “desde afuera”, como consecuencia del abandono de la “hipótesis insurreccional” y el camino de la movilización revolucionaria, la centralidad de la clase obrera y la necesidad de levantar un programa revolucionario anticapitalista.10 Esta perspectiva en la que la revolución como “momento de ruptura” desaparece, o en el mejor de los casos, representa un horizonte lejano que emergerá al final de una “larga etapa de transformaciones democráticas”, lejos de combatir la deriva reformista y “estatalista” de las direcciones de Podemos y Syriza, desarma estratégicamente a los trabajadores y sectores populares frente a la necesidad de quebrar la maquinaria estatal capitalista.
La necesidad de un programa anticapitalista frente a la crisis actual
La combinación de crisis capitalista y de los regímenes políticos ha hecho emerger fuertes movimientos de protesta obrera y popular. En Grecia, el ciclo de movilización social abierto con la crisis fue hasta ahora el más profundo y extendido de todo el continente. La clase trabajadora llevó adelante 30 huelgas generales, 2 de ellas de 48 horas, ocupación de plazas, centros de estudio y lugares de trabajo, luchas juveniles y educativas. En el Estado español, la irrupción de “los indignados” del 15M en 2011, fue el puntapié inicial de la manifestación en las calles españolas de un masivo descontento social. Un proceso que se extendió con las “mareas” de maestros y personal de la sanidad, asambleas barriales, plataformas contra los desahucios, junto a dos huelgas generales y luchas de la clase obrera, siendo las más largas y simbólicas hasta el momento las de Panrico en Cataluña y Coca Cola en Madrid. Estos movimientos, no obstante, fueron insuficientes para derrotar los ataques de los gobiernos capitalistas y la Troika. La potencialidad revolucionaria de la situación actual no se ve limitada,
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como lo fue en la posguerra, por la existencia de fuertes aparatos burocráticos estalinistas y la existencia de un orden mundial pactado entre los “bloques” de Estados Unidos y la Unión Soviética. Pero como decimos en otro artículo11, tiene otros límites: la falta de radicalización política, la persistencia de fuertes aparatos burocráticos en los grandes sindicatos que siguen manteniendo el control de amplios sectores de los trabajadores y, consecuentemente, la participación de la clase trabajadora disuelta (en mayor o menor medida) dentro de movimientos “ciudadanos”, “populares” o “democráticos”. Un contexto que visto desde una perspectiva revolucionaria reclama más que nunca la necesidad de un programa anticapitalista, pero que paradójicamente encuentra a gran parte de la izquierda europea adaptada a los programas y estrategias de los reformistas. Frente a la agudización de la crisis capitalista y la persistencia de una grave crisis social que ha sumergido a la mayoría de los trabajadores y el pueblo de los países del sur de Europa en la miseria, es necesario defender un programa que partiendo de las necesidades más urgentes de los trabajadores y sectores empobrecidos, como trabajo, pan y techo, desarrolle un conjunto de medidas transitorias que planteen una salida de fondo. Medidas elementales como el no pago de la deuda, la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores, la renacionalización de empresas estratégicas y de servicios bajo control obrero, el reparto de las horas de trabajo entre empleados y desempleados, entre las más importantes. Pero también un programa que, al mismo tiempo, otorgue una importancia fundamental a las consignas democráticas que contienen gran potencialidad para la movilización contra los regímenes políticos y la casta de políticos profesionales, como que ningún cargo público gane más que el salario de un trabajador, la rotación y revocación por sus electores, la anulación de las leyes de criminalización de la protesta y las “leyes de extranjería”, plenos derechos para las mujeres, los jóvenes y los inmigrantes, y fundamentalmente, la convocatoria de asambleas constituyentes libres y soberanas para decidir sobre el destino de nuestros pueblos.12 Un programa así enfrentará inevitablemente la resistencia de los capitalistas y su Estado en defensa de sus privilegios. Por ello, sólo puede imponerse por medio de la movilización obrera y popular y el desarrollo de experiencias de autoorganización obrera y popular desde abajo. Es decir, enfrentando las ilusiones en que es posible alguna salida progresiva en los marcos de este sistema social de opresión y explotación, y defendiendo un programa anticapitalista y de clase con una perspectiva de lucha por conquistar gobiernos de trabajadores.
Lamentablemente la mayoría de la izquierda europea, embelleciendo a las direcciones reformistas de Syriza y Podemos y comprometidos con la gestión del capitalismo, han abandonado este camino. En este marco, la lucha por la conquista de la independencia política de la clase obrera, su rol como sujeto hegemónico capaz de liderar al conjunto de los sectores explotados y oprimidos, y la necesidad de avanzar en la construcción de fuertes partidos marxistas revolucionarios enraizados en la lucha de clases, son tareas fundamentales que tenemos por delante las organizaciones revolucionarias de Grecia y el Estado español.
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SYNASPISMOS Núcleo principal de Syriza (Coalición de la Izquierda Radical), formada en el año 2004.
NOTAS 1 Santiago Lupe, De Arquímedes a Iglesias: dadme un
reglamento de voto y crearé el partido que quiero, La Izquierda Diario, 22/10/2014. 2 Josefina Martínez, De la “ilusión social” a la “ilusión política”, Ideas de Izquierda Nº 11, Buenos Aires, julio 2014. 3 Dentro de Syriza también hay un grupo que obtuvo el 1.5% en el Congreso, la Tendencia Comunista, relacionado internacionalmente con la corriente de Alan Woods. 4 Diego Lotito, Todo el poder a Pablo Iglesias, La Izquierda Diario, 20/11/2014. 5 Sebastian Budgen y Stathis Kouvelakis, Greece: Phase One, Jacobin, 22/01/2015. 6 Diego Lotito, Reunión entre Pablo Iglesias y el embajador yanqui en Madrid: ¿por la senda de Felipe González?, La Izquierda Diario, 03/03/2015. 7 Josefina Martínez, ¿Quiénes son y qué defienden los sectores críticos dentro de Syriza?, La Izquierda Diario, 04/03/2015. 8 Brais Fernández y Raúl Camargo, Movimiento “Anticapitalistas”: ni nacemos, ni morimos; nos transformamos, Viento Sur, 29/01/2015. 9 Antonio Liz, El círculo se cierra. Del I al II Congreso de Izquierda Anticapitalista, Kaos en la Red, 10/02/2015. 10 Claudia Cinatti, ¿Qué partido para qué estrategia?, Estrategia Internacional 24, diciembre 2007-enero 2008. 11 Josefina Martínez y Diego Lotito, Syriza, Podemos y la ilusión socialdemócrata, en este número de Contracorriente. 12 Sobre las consignas democráticas y el programa revolucionario, ver Federico Grom, Los marxistas y las demandas democráticas, en este número de Contracorriente.
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DE VUELTA CON LA “RUPTURA DEMOCRÁTICA”: DEL EUROCOMUNISMO A PODEMOS Hoy buena parte de la izquierda española vuelve a plantear la estrategia de “ruptura democrática. Desde el nuevo reformismo encarnado en Podemos hasta gran parte de la izquierda que se reivindica anticapitalista, retoman una vieja estrategia que hunde sus raíces en el VIII Congreso del PCE de julio de 1972 y que fue asumida, con distintos tiempos, por casi la totalidad de la oposición antifranquista. Por SANTIAGO LUPE
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s necesario abordar este “retorno” partiendo de un balance de la que fuera la estrategia hegemónica en los ‘70. No deja de ser paradójico que se quiera acabar con un régimen político con la misma estrategia que condujo a su nacimiento. ¿Por qué terminó transformándose la “ruptura democrática” en lo que se conoció como “ruptura pactada”? ¿Había otra alternativa distinta a la transición “gatopardista” que dio origen al Régimen del ‘78? Los que hoy vuelven a plantear la estrategia de la “ruptura democrática” lo hacen defendiendo su propio balance de la Transición. Los dirigentes de Podemos son el mejor exponente de ello, enfundados en el último tiempo en una reivindicación del rol del PCE y las direcciones de la oposición y de la idea tan repetida en estos 40 años por la izquierda que se hizo pata del Régimen del ‘78 de que “se hizo lo que se pudo”. Además, revisitar tiempos pasados ayuda a ver lo “nuevo” con una perspectiva menos impactada por el discurso de la pospolítica, y más cercana a aquella frase de Marx de que la historia se suele repetir como farsa. Las diferencias entre los “rupturistas”
de hoy y los de ayer son tan importantes como sus similitudes y continuidades. Lo “nuevo” adopta los aspectos más moderados de la versión original y rechaza sus flecos más “izquierdistas”. Se trata de una reedición conservadora de los pilotos “de los de abajo” en los convulsos años de la Transición.
Rastreando la génesis de la “ruptura democrática”: evitar otra revolución ¿Qué entendía el PCE como “ruptura democrática” a comienzos de los ‘70? Su definición era bastante más concreta que las que escuchamos en boca de dirigentes de Podemos o Izquierda Unida. El partido de Santiago Carrillo tomaba como referencia la caída de la monarquía en abril de 1931 y la proclamación de la II República. Se trataba de provocar el derrumbe de la dictadura por medio de la movilización pacífica en las calles y los centros de trabajo. Una demostración de fuerza controlada que en ningún caso debía poner en cuestión el sistema social ni la propiedad capitalista. Tuvo diferentes nombres; desde la huelga general pacífica ensayada sin éxito ya en 1959, a la gran acción democrática nacional que plateaba el PCE aún en 1976.
Esta acción serviría para instaurar un gobierno provisional integrado por las organizaciones de la oposición y los sectores del franquismo que optasen por el cambio de chaqueta, que se encargaría de establecer un Régimen democrático: amnistía, legalización de partidos, libertades democráticas, consulta sobre la forma de Estado y convocatoria electoral para unas Cortes Constituyentes. Esta hoja de ruta fue asumida por la Junta Democrática, el agrupamiento de la oposición antifranqusita impulsado por Carrillo en el verano de 1974 junto con personajes del Régimen como el numerario del Opus Dei, Calvo Serer. El PCE renunciaba de entrada a demandas democráticas fundamentales como el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades, que era sustituido por la fórmula abstracta del reconocimiento de la personalidad política del pueblo vasco, catalán y gallego y que después se concretaría en la demanda de estatutos de autonomía. También sentaba las bases de la impunidad de los crímenes franquistas que iba a quedar sellada con la Ley de Amnistía de 1977. El PCE y la Junta publicaron un llamamiento a la reconciliación nacional. Reeditaban la estrategia de este mismo nombre adoptada
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por el estalinismo español en 1956, que defendía un frente democrático junto a los franquistas reformistas para superar la guerra civil. Carrillo inauguraba así la versión de la “guerra fratricida” que luego retomará la historiografía oficial de la Transición. El PCE se preparó con perseverancia para estar a la cabeza de los choques sociales que la dictadura en sus postrimerías podía desencadenar, siendo fieles al rechazo a la revolución social. El PCE en la guerra civil había sido su principal enemigo y su verdugo poniéndose a la cabeza de su aplastamiento sangriento en Barcelona en mayo de 19371. Durante los ‘50 y ‘60 articuló una estrategia por el advenimiento de un régimen democrático a la europea, en el que pudiera ser su pata izquierda. Sus homólogos franceses e italianos eran el espejo en el que mirarse. Ellos contribuyeron a desactivar la “amenaza” revolucionaria después de la segunda guerra mundial, siendo piezas fundamentales para la integración del movimiento obrero y la estabilización de sus respectivas democracias imperialistas. Sería con ellos con quienes Carrillo elaboraría el barniz “teórico” para justificar la adaptación del estalinismo occidental a los regímenes democrático-burgueses y el sistema capitalista, el eurocomunismo. Sin embargo el sistema de alianzas para evitar un proceso revolucionario iba a ser diferente que el de cuarenta años atrás. En los ‘30 la alianza con la burguesía republicana y las organizaciones reformistas en el frente popular había sido el instrumento. En los ‘70 iba a ser la alianza con los vencedores de la guerra civil. El estalinismo español pasaba del “frente popular” a la “unidad nacional” nada menos que con el fascismo reciclado, como ya había hecho el italiano con su “compromiso histórico” con la burguesía musoliniana y el imperialismo norteamericano.
Una “ruptura” que no llegó a darse La hoja de ruta definida por el PCE en su Congreso de 1972 nunca llegó a realizarse. Aun limi-
tándose a promover un cambio de Régimen político, la vía para conseguirlo contenía demasiados “peligros”. En los ‘30 el PCE había renunciado a la revolución socialista, pospuesta sine die. En los ‘70 iba a renunciar también a la democrática. La escolástica división entre una y otra no se podía sostener más que en el papel. Desatar las fuerzas sociales para derrumbar la dictadura y llevar adelante un programa de demandas democráticas, aún limitado, abría la puerta a un proceso revolucionario que se escapara de las manos a la misma dirección de Carrillo. Como estaba pasando en el vecino Portugal, los obreros en huelga y sus organismos de lucha podrían querer llevar los “cambios” hasta más allá de la línea roja de la propiedad capitalista y la reconciliación con sus verdugos. Desde diciembre de 1975, y muy especialmente a partir de enero de 1976, se multiplican las huelgas obreras, las manifestaciones estudiantiles, por la amnistía, entre otras. En el año anterior se habían producido huelgas generales en provincias como Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra o comarcas como el Baix Llobregat. En 1976 se pondrían en huelga más de tres millones y medio de trabajadores. En algunas ciudades como Barcelona más del 50% del censo laboral participaría en los paros. La clase trabajadora había vivido una fuerte recomposición desde los años 60 y al calor de ésta había avanzado en su capacidad de organización, lucha y solidaridad2. El primer Gobierno de la monarquía, presidido por el franquista Arias Navarro, apostaba por una continuidad absoluta de la dictadura. Un plan que no incluía integrar a las direcciones políticas de la oposición y que impedía refundar el Régimen y dotarse de una nueva legitimidad. Ante semejante inmovilismo, Carrillo y el PCE van a dejar correr la movilización para utilizarla como moneda de cambio hasta la apertura de una posible vía negociadora. Con el nombramiento de Suárez en julio, la Corona y la mayor parte de la burguesía española comenzaron a preparar un cambio cosmético ante el peligro de que la agitación de la calle se convierta en un proceso revolucionario como el de Portugal.
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SANTIAGO CARRILLO Y PABLO IGLESIAS El dirigente del PCE en la Transicón y la máxima figura de PODEMOS.
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NO DEJA DE SER PARADÓJICO QUE SE QUIERA ACABAR CON UN RÉGIMEN POLÍTICO CON LA MISMA ESTRATEGIA QUE CONDUJO A SU NACIMIENTO. ¿POR QUÉ TERMINÓ TRANSFORMÁNDOSE LA “RUPTURA DEMOCRÁTICA” EN LO QUE SE CONOCIÓ COMO “RUPTURA PACTADA”? ¿HABÍA OTRA ALTERNATIVA DISTINTA A LA TRANSICIÓN “GATOPARDISTA” QUE DIO ORIGEN AL RÉGIMEN DEL ‘78?
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Además, el Régimen necesitaba legitimidad para un ajuste que la burguesía debía aplicar urgente contra los trabajadores, en el marco de la crisis económica abierta desde 1973 que golpeaba fuerte al capitalismo español del ladrillazo y los planes industrializadores franquistas. Carrillo, en el pleno del Comité Central de julio de 1976 explicaba cómo “sin una transformación democrática, sin un gobierno en el que los trabajadores y esas capas se vean defendidos, no será posible comenzar a afrontar la solución de los problemas económicos que tiene el país”3 Y este será también el discurso público sostenido hacia el nuevo Gobierno: si quieres aplicar un ajuste hay que cambiar el Régimen e integrar a los comunistas en el mismo como garantía de “domesticación” del movimiento obrero. Los meses del Gobierno de Arias plantearon la posibilidad de tumbar la dictadura con la movilización social. Pero el PCE se negó en todo momento a coordinar el ascenso obrero en curso y boicoteó activamente toda medida en esa dirección. Un mar de huelgas aisladas podía servir para abrir una negociación. Pero un ascenso obrero coordinado podía abrir una situación que el PCE no tenía garantías de poder controlar y contener en las limitadas demandas de su Junta Democrática. Su norte era conquistar la “unidad nacional” con sectores del franquismo. Eso requería una dosis alta de “moderación”. El PCE dejó conscientemente aisladas huelgas comarcales y regionales, o luchas que cuestionaban el dominio territorial como la huelga de Sabadell de febrero o la lucha de Vitoria en marzo de 1976. Especial ahínco puso en dejar aislado el movimiento obrero en el País Vasco donde entre enero de 1976 y mayo de 1977 se dieron 13 huelgas generales de carácter político contra la brutal represión de Arias y Suárez. El ascenso obrero abría la oportunidad de realizar el camino del 31, pero era demasiado peligroso para que todo quedase en el programa de la “ruptura democrática”. Carrillo no olvidaba como después de la caída de la monarquía de Alfonso XIII las direcciones reformistas de la época, sobre todo los socialistas, habían tenido que hacer grandes esfuerzos para contener la energía de los obreros y campesinos. Los engañaron con el bienio reformista que desilusionó a millones, abandonaron a la insurrección asturiana del 34 y tuvieron que hacer todo tipo de esfuerzos, incluido el aniquilamiento físico, para liquidar la revolución del 36. Si querían limitarse al programa de la “ruptura democrática”, había que olvidarse de llevar adelante cualquier tipo de ruptura que sólo podía imponerse desde una movilización revolucionaria. Un 31 corría el peligro de traer un 36. Cuando Carrillo se enorgullecía de que el PCE había evitado una nueva guerra civil, lo hacía sobre todo de ser haber sido ‘apagafuegos’ del estallido de una nueva revolución obrera. De haber logrado
evitar la coordinación de las empresas en lucha, la extensión nacional de las huelgas provinciales y comarcales, combatido el desarrollo de la solidaridad, dejado aisladas las experiencias de dominio territorial, regimentado y burocratizado las comisiones obreras y boicoteado la creación organismos de auto-organización. Si había “ruptura” se corría el riesgo de que fuese mucho más que “democrática”. La solución que encontraría el PCE fue una nueva rebaja del programa para favorecer un cambio tranquilo.
Una “ruptura pactada” nada rupturista y nada democrática El PCE pasó rápido del rechazo retórico al plan de reforma de Suárez, a intervenir activamente para levantar huelgas y cerrar conflictos. Las consignas que darán a sus cuadros serán las de frenar las huelgas, el desarrollo de las coordinadoras y otros organismos de democracia de base. Serán meses decisivos en los que se impondrán serias derrotas a muchas de las huelgas y movilizaciones. Esto llevará a un cierto reflujo a final del año que será bien aprovechado por Suárez para someter a referéndum su Ley de Reforma Política. Desde bien temprano hay contactos entre el PCE, la Corona y Suárez por canales indirectos4. Pero ¿Cómo justificar una negociación a la baja después de la demostración de fuerzas que el movimiento de masas había realizado en las calles y que había llevado a Fraga a declarar aquello de “la calle es mía”? Carrillo necesitaba una auto-derrota y va a encontrar la oportunidad en los meses finales de 1976. La primera la encontrará en la convocatoria de una jornada de huelga general estatal el 12 de noviembre. Para “prepararla” el PCE levantará en las semanas previas, y en la mayor parte de casos pasando por encima de las decisiones de asambleas multitudinarias, huelgas en sectores claves como la construcción o el metal. Esto se sumaba al desgaste sufrido por las movilizaciones gracias a la política de descoordinación y aislamiento. Aun así la jornada de paro no fue todo el fracaso que la dirección del PCE buscaba. Más de dos millones de trabajadores la secundaron y fue seguida de forma unánime en los sectores más concentrados del movimiento obrero. La negativa a tomarla como un punto de arranque de un plan de lucha para derrotar la reforma de Suárez es lo que permitió que ganara el balance de que no había fuerzas para derrotar la Dictadura en la calle. Un mensaje que interesaba tanto a Suárez como a los dirigentes de la oposición que estaban entablando negociaciones ya con el Rey y los franquistas reciclados. La segunda auto-derrota se derivaba de esta primera: la victoria del sí en el referéndum. Hoy en día es común oír a dirigentes de Podemos como Pablo Iglesias o Iñigo Errejón5 hablar de estas dos auto-derrotas como “datos” irrefuta-
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bles de que la correlación de fuerzas no permitía alcanzar más de lo que se logró. Estos académicos de las ciencias políticas reducen todo el proceso a dos fotos fijas, justamente tomadas en el momento de reflujo. Se niegan a tomar en cuenta cuándo y en qué condiciones se produjeron ambos hechos y, sobre todo, a ver que la correlación de fuerzas no es un hecho dado e inmutable, sino que se construye y se modifica en la arena de la lucha de clases. En esa construcción la política del PCE y todos los meses anteriores, fue apostar por el desgaste y la desorientación del mayor ascenso huelguístico en décadas. Un elemento que, cuanto menos, hay que tener cuenta. Pasan por alto también que esta foto fija de finales del 1976 iba a verse conmocionada por los asesinatos de los abogados laboralistas de Atocha en enero de 1977. La indignación general ocasionada por los asesinatos contenía el “peligro” de encender de nuevo la llama de la movilización. Aquí el rol del PCE apareció cristalino y sin ropajes. Carrillo tomó los días posteriores como la prueba de lealtad para demostrar a Suárez que la integración del PCE no sólo no era peligrosa sino era necesaria para calmar la calle. El estalinismo tratará de imponer, muchas veces a fuerza de golpes, la paz social tras los atentados. Ante la gran indignación, los dirigentes del PCE y el PSOE llamaron a “no caer en provocaciones”, apostando por la desorganización y limitando las movilizaciones a misas y marchas pacíficas. En los meses siguientes tanto Carrillo como el mismo Marcelino Camacho, por entonces secretario general de CCOO, no se cansarán de decir a los obreros que “hay que saber acabar una huelga”. Este compromiso con el nuevo régimen no les iba a resultar una tarea fácil. Mucha de su base y miles de trabajadores que tenían como referentes otros grupos de la extrema izquierda, iban a tratar de retomar el camino de la movilización para combatir la reforma. Enfrente iban a tener ya una alianza perniciosa. Por un lado el PCE boicotearía abiertamente la mayor parte de las luchas e iba a decretar la paz social y la moderación salarial en las empresas con la firma de los Pactos de la Moncloa en octubre del 1977. Por el otro la Policía y el Estado incrementaron una represión selectiva contra esta disidencia, que Carrillo y los suyos se negaron siquiera a condenar. No era una alianza con los partidos de la burguesía democrática, casi inexistentes salvo en las nacionalidades, sino directamente con los vencedores de la guerra civil, mientras éstos seguían encarcelando, torturando y deteniendo a miles de obreros y jóvenes que se negaban a aceptar la línea de la “ruptura pactada”. El otro “dato irrefutable” que plantean Iglesias, Errejón e incluso el historiador y dirigente de Proces Constituyent, Xavier Domenech, es que la imposibilidad de una verdadera “ruptura” venía dada por la no fragmentación del Ejército y
las Fuerzas de Seguridad. Para ello se compara el proceso español con el portugués. Según ellos en el país vecino los partidarios de la “ruptura” contaban con el apoyo de una parte de las Fuerzas Armadas. Sin duda el levantamiento de los capitanes de abril marcaba lo agudo de la crisis del régimen y el Estado luso. Pero pasan por alto que esta casta militar no jugó en ningún momento un rol impulsor de la iniciativa revolucionaria expresada en las ocupaciones de fábricas, viviendas, fincas o la formación de comités de inquilinos. El Movimiento de las Fuerzas Armadas, junto con el PCP, van a lidiar con todos estos procesos e incluso pueden apoyarse en la movilización de las masas en sus pugnas con otras fracciones, en la disputa por la dirección de la transición portuguesa. Pero su norte estratégico siempre fue lograr desactivarlos y reconducir la revolución dentro de unos marcos de reforma política del régimen salazarista. Una tarea que logrará consolidar, como en el caso español, la derecha salazarista y los socialdemócratas, pero que no se puede entender sin el rol contrarrevolucionario del PCP y el MFA. En marzo de 1977 Carrillo, acompañado de los secretarios generales del PCI y el PCF, presentará en Madrid su nueva estrategia eurocomunista: una vía democrática al socialismo basada en la combinación de la movilización social como instrumento de presión sobre el Estado y la conquista de éste por medio de las elecciones. Los estalinistas occidentales preparaban el camino para su socialdemocratización casi al mismo tiempo que los socialdemócratas preparaban su salto hacia el social-liberalismo. Esta nueva estrategia aparecía sin embargo a la izquierda de la habitual práctica del PCE. Con el eurocomunismo Carrillo aún hablaba de lucha de clases y del socialismo como meta. En la práctica el PCE se estaba dedicando a desorganizar a la clase trabajadora, actuar como un partido del orden y ser el garante del ajuste capitalista por medio de los Pactos de la Moncloa. El programa de preservación de la propiedad y reconciliación nacional de Carrillo, contenido en la estrategia de “ruptura democrática”, no podía llevarse adelante de otra manera que de “la ley a la ley”, como proponía Suárez. Desterrar la vía de la movilización revolucionaria era una condición para garantizar estas dos premisas. Todo ello reducía las vías de cambio a la negociación con el franquismo reciclado. Y eso implicaba necesariamente renunciar de entrada incluso a su programa democrático limitado, aceptar la Corona y que el cambio de Régimen se realizara con el mantenimiento de las estructuras estatales de la dictadura o su reciclaje.
Podemos y la versión conservadora de la “ruptura democrática” Hoy los dirigentes de Podemos alaban al “eurocomunismo” de Carrillo y Enrico Berlinguer. Sin
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EL PCE SE PREPARÓ CON PERSEVERANCIA PARA ESTAR A LA CABEZA DE LOS CHOQUES SOCIALES QUE LA DICTADURA EN SUS POSTRIMERÍAS PODÍA DESENCADENAR, SIENDO FIELES AL RECHAZO A LA REVOLUCIÓN SOCIAL. EL PCE EN LA GUERRA CIVIL HABÍA SIDO SU PRINCIPAL ENEMIGO Y SU VERDUGO PONIÉNDOSE A LA CABEZA DE SU APLASTAMIENTO SANGRIENTO EN BARCELONA EN MAYO DE 1937
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MARCHA DEL CAMBIO Podemos reúne en Madrid a decenas de miles de personas en su ‘Marcha del cambio’
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embargo esta reivindicación se hace desde una lectura adaptada a cuatro décadas de restauración burguesa. Por lo tanto las referencias a la lucha de clases como medio de acción y al socialismo como meta son esas “veleidades izquierdistas” de los ‘70 que prefieren dejar a un lado. La actualización del “eurocomunismo” que reivindican Iglesias, o el mismo Alexis Tsipras, confía toda transformación a la vía electoral y al pacto entre las élites, algo que no está lejos de la “aplicación concreta” que hizo Carrillo de su teoría. La movilización puede actuar como mera comparsa del “cambio” y la “participación ciudadana” no supera algunos medios telemáticos plebiscitarios o las existentes Iniciativas legislativas populares mejoradas. Por otro lado, se sustituye la meta socialista por la de la “democracia real” o el “gobierno decente”. En la práctica, la apuesta por construir un capitalismo nacional competitivo a nivel internacional es común al Iglesias de hoy y al Carrillo de ayer. Si vamos al contenido preciso de la “ruptura democrática” que proponen los dirigentes de Podemos encontramos igualmente una rebaja sustantiva respecto a la original. Las demandas democráticas quedan reducidas a una regeneración política basada en medidas contra la corrupción, fin de las puertas giratorias y, tal vez, una reforma de la ley electoral. Nada se dice acerca de qué hacer con la Corona, la Jefatura del Estado heredada de la Dic-
tadura. Es más, se saluda el mensaje navideño de Felipe VI, se le pide audiencia e incluso se plantea que hoy el tema de la forma de Estado no es un tema que interese a la ciudadanía. Nada se dice de la separación de la Iglesia y el Estado, sino que se aplaude al Papa Francisco en el Parlamento Europeo. El derecho de autodeterminación de las nacionalidades se liga a que una mayoría en el resto del Estado así lo conceda -en las Cortes- y ante el ataque del Constitucional contra la consulta catalana se guarda un calculado silencio. Nada se dice de acabar con el aparato judicial y represivo que es heredero directo del franquismo y que está acusado de innumerables casos de tortura. Iglesias prefiere guardar silencio ante casos tan escandalosos como el denunciado por el documental Ciutat Morta y en cambio se reúne con sindicatos policiales y da vivas a las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil en la campaña electoral de Andalucía. Se abandona toda medida que vaya en contra del imperialismo español, europeo o norteamericano. Si el PSOE ganó en el 82 con el “OTAN, de entrada No” para después pasarse al “OTAN sí”, Iglesias ya ha renunciado a la oposición a la OTAN y se ha reunido con el embajador de EEUU en Madrid. Si atendemos al programa económico y social el salto respecto al proyecto de “ruptura democrática” de los ‘70 es algo menor, aunque en el caso de Podemos los ritmos de genuflexión ante los grandes capitalistas son bastante más acelerados. En los ‘70 el objetivo era la constitución de un capitalismo de concertación social y hoy se pelea por su restablecimiento, por recuperar un programa socialdemócrata. Sin embargo esta “reconquista” está imbuida de un pragmatismo tal que genera serias dudas de hasta donde se pretende recuperar. En primer lugar, porque el inicio de la pérdida de derechos se sitúa sólo en el arranque de la actual crisis capitalista. Es como si toda la ofensiva neoliberal de los años ‘90 y la precariedad que afectaba al 35% de los trabajadores en 2007 quedasen ya naturalizadas. Pero lo más dudoso es que para lograr este restablecimiento de un Estado del bienestar débil, se fija un programa económico cada vez más respetuoso con los responsables de la crisis y sus consecuencias, que se plasma en la posición de la deuda. Desde la auditoria y quita parcial, se ha llegado a una mera reestructuración y a que Errejón anuncie que ellos no condonarían la deuda de Grecia.6 Ni siquiera planes asistenciales y reformas tímidas, aunque necesarias, como las que proponía Syriza en su Programa de Tsalónica, se pueden llevar adelante manteniendo los compromisos con los acreedores, como se está viendo en Grecia. De hecho ya se han dejado demandas tan sentidas como la jubilación a los 60 años o las 35 horas. Y mientras se niegan a explicar qué hacer con las reformas laborales aplicadas en los últimos 20 años y sus consecuencias, se deshacen en halagos
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a grandes capitalistas como la familia Botín o se apela a que España necesita “ricos responsables y patriotas”, como dijo Iglesias antes algunas de las grandes empresas del IBEX35.
¿Había otra “ruptura democrática” posible? Dentro de la oposición por izquierda a Iglesias al interior de Podemos se plantean otras interpretaciones que tienen sus puntos de contacto con otras versiones “setentistas” de la “ruptura democrática”. Son las que hicieron grupos de la extrema izquierda provenientes del maoísmo, como el PTE o el MC, o algunos trotskistas, como la LCR. El maoísmo se sumará desde el primer momento a la estrategia de “ruptura democrática”. Ésta encajaba con su concepción de revolución por etapas. Se trataba de conquistar la democracia para el día de mañana luchar por la revolución socialista. El PTE entró en la Junta Democrática y el MC en la Plataforma Democrática que impulsaba el PSOE. El contenido del programa de la ruptura era más ambicioso para estos partidos: República, derecho de autodeterminación y castigo a los criminales de la dictadura. En lo económico tenían demandas más radicales e incluso punitivas del derecho de propiedad en algunos casos, pero como el PCE, dejaban la lucha por el socialismo para más adelante. La LCR no va a ser parte de los organismos unitarios de la oposición que se nucleaban en torno a la “ruptura democrática”, excepto en la Asamblea de Catalunya. Sin embargo en el verano del 76, en su IV Congreso, adoptaron un programa que fijaba como objetivos inmediatos demandas democráticas como el derecho de autodeterminación y la asamblea constituyente. Si bien no abandonaría la defensa de demandas transitorias como la nacionalización de las fábricas en crisis o la escala móvil de salarios, lo cierto es que ante el advenimiento de la “ruptura pactada” irá alineándose cada vez más con el MC y la versión de izquierda de la “ruptura democrática”. Un acercamiento que se profundizará durante los 80 hasta la fusión de ambos grupos en 1991. Esta versión se distinguía sobre todo en cual debía ser la vía para imponer la ruptura. El maoísmo se mantuvo más fiel a la letra de lo defendido hasta hacía poco tiempo por el PCE: derrumbe de la dictadura por la movilización. Sin embargo compartía la visión de que era necesario posponer las transformaciones sociales anticapitalistas y la confluencia con sectores de la burguesía democrática o no monopolista. Esto imponía un límite a la movilización obrera y popular. Un ascenso obrero coordinado y que pusiera contra las cuerdas a la dictadura y la clase capitalista iba en contra de esta alianza interclasista. Los burgueses demócratas podían asustarse y hacer piña con el búnker franquista. Los maoístas compartían dos de los principios fundamentales de la “ruptura democrática” de Carrillo. Será el giro a la derecha del PCE lo que los
convertía en “rupturistas” de izquierda. Durante meses bregarán por que la movilización social se mantenga y en contra de las cesiones constates que imponía el PCE. Pero sus coincidencias estratégicas con los eurocomunistas los condenaron a ir a remolque de la línea de Carrillo que llegó a ironizar diciendo que los maoístas eran como el PCE pero “con algunos meses de retraso”. Tanto es así que su principal grupo, el PTE, acabará llamando a votar en favor de la Constitución en el referéndum de 1978.
Las versiones de izquierda de la “ruptura democrática” ¿Una alternativa? Hoy también surgen sectores que se ubican como el ala izquierda de la “ruptura democrática” del siglo XXI. Uno de los más importantes es el grupo Anticapitalistas. Un grupo que proviene de la misma LCR de los 707. Pero esta “reactualización” del ala izquierda de la “ruptura” de los ‘70 también se hace descafeinando a sus pares setentistas. Tras años de adaptación de buena parte de la izquierda a la ofensiva ideológica contra la revolución y el socialismo, hoy el ala izquierda de la “ruptura democrática” prefiere hablar de “democratización de la economía” y movimientos ciudadanos, y ya no de “socialismo” o “lucha obrera y popular”. Como en los ‘70 la principal diferencia entre las versiones moderada y de izquierda de la “ruptura democrática”, vuelve a ser de grado. El campo en el que más se han planteado las diferencias es en el tipo de régimen interno del que dotar a los nuevos proyectos políticos. Frente al modelo vertical y plebiscitario de Iglesias, sectores como el encabezado por Pablo Echenique o Teresa Rodríguez proponían hace meses un modelo más horizontal y basado en los círculos de militantes. En el programa político grupos como Anticapitalistas, al que pertenece Rodríguez, formalmente defienden demandas más radicales en lo democrático y algunas medidas menos respetuosas con la gran propiedad capitalista en lo social. Decimos formalmente, porque el giro a la moderación llevado adelante por Iglesias y su equipo ha contado con nula oposición de su parte. Todos los abandonos respecto al manifiesto “Mover ficha” con el que surgió Podemos o el mismo programa de las europeas, se vienen llevando adelante con el silencio de la mayor parte de los “rupturistas” de izquierda. En la estrategia de Anticapitalistas para conseguir “el cambio” hay una interpretación más de izquierda de la vía electoral propuesta por Iglesias y su equipo. Plantean que hay que combinar la conquista y gestión del estado con la movilización social que facilite las victorias electorales y sirvan de apoyo social a las medidas gubernamentales. Es la principal diferenciación y algunos dirigentes de la línea oficial, como Carolina Bescansa, han querido
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ridiculizarla con su distinción entre el “Podemos para ganar” y el “Podemos para protestar”. Cabe preguntarse si con la conquista del gobierno por la vía electoral se pueden resolver las grandes demandas democráticas y sociales que se vienen expresando en la calle desde 2011. El Estado y el poder real son mucho más que el gobierno de turno. Y esto lo sabe y reconoce Iglesias cuando afirma que “tener el gobierno no es tener el poder, pero parece que es lo único que hay”8. ¿Cómo entonces sortear el poder de los acreedores, de los grandes capitalistas o de instituciones como la judicatura, la policía y las fuerzas armadas? Siguiendo los principios de la “ruptura democrática” del siglo XXI hay dos caminos posibles. El primero es el de Pablo Iglesias. Se basa en el más absoluto pragmatismo adaptado a los “límites de lo posible”. No hay otra vía que encontrar el acuerdo con todos los enemigos del “cambio”, que de repente han pasado a ser “personas relevantes” como se han referido a Felipe VI para justificar la petición de audiencia. Para ello hay que “actuar con responsabilidad” y adaptar el programa a lo que se podría conseguir en dicha negociación. Siendo “realistas” hay que olvidarse de acabar con la Corona, de conseguir el derecho de autodeterminación, del “no debemos, no pagamos”, de acabar rápidamente con el desempleo... Este es el camino ya emprendido por la actual dirección de Podemos. Además de la continua rebaja del programa, comienzan los “gestos” y “contactos” con el establishment con el que habrá que acordar –reunión con Zapatero y Bono, actos con grandes empresarios, embajadores, etc.-. El segundo camino es el que plantea el ala izquierda de la “ruptura democrática”. Es una vía que diverge sobre todo en el tramo final. La apuesta por la conquista del Gobierno hace “asumible” la constante renuncia programática, o por lo menos no se considera un terreno de disputa política central en pos de no parecer demasiado radicales. Para combatir a los “poderes” que dificultarán la conquista del gobierno y la aplicación de sus medidas se apuesta por la movilización social como instrumento. Una movilización que no se plantea en ningún momento como independiente del gobierno del cambio, sino como herramienta de presión a su servicio. Es una concepción similar a la que llevó a la izquierda a embellecer a los gobiernos posneoliberales latinoamericanos como el de Chávez, que no han dudado en apelar a la movilización controlada y regimentada de sus seguidores para enfrentar las injerencias imperialistas y a la burguesía golpista, pero no ha consentido el disenso por izquierda del movimiento obrero y popular o expresiones de independencia que escaparan de su control. Una movilización de este tipo en ningún caso puede superar los verdaderos “poderes” ya que no se busca que vayan a socavar sus bases reales. No se
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LA RESOLUCIÓN HASTA EL FINAL DE LAS DEMANDAS DEMOCRÁTICAS CONTRA EL RÉGIMEN DEL ‘78 Y LOS PROBLEMAS SOCIALES DE DESEMPLEO, PRECARIEDAD, DESAHUCIOS O DESMANTELAMIENTO DE SERVICIOS PÚBLICOS, SÓLO PUEDEN LLEVARSE ADELANTE POR MEDIO DE UNA VERDADERA RUPTURA REVOLUCIONARIA.
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plantea la movilización como una vía para acabar con el aparato del Estado y sus cuerpos represivos. Esto iría en contra del fetichismo del Estado de la “ruptura democrática” que sostiene la ilusión de que se le puede transformar en una entidad independiente de las clases sociales. Tampoco busca socavar el poder económico y social de los grandes capitalistas, pues no se pretende imponer medidas confiscatorias contra la gran propiedad. El ala izquierda de la “ruptura democrática” no plantea entonces una alternativa para poder llevar verdaderamente adelante las transformaciones sociales y políticas que recoge en su programa de cambio, lo cual no puede conducir más que a una adaptación al mismo “pragmatismo” de Iglesias del que hoy se separan con extrema timidez. Pero lo más peligroso de esta concepción de la movilización como comparsa del gobierno del cambio es que con un verso de “izquierda” se abre el camino a que los trabajadores y sectores populares queden desarmados para luchar por sus propios medios para conquistar el programa que el pragmatismo de Iglesias o Tsipras no quiera darles. Recientemente el dirigente de Anticapitalistas Miguel Urbán, en una charla con Katerina Sergidou, miembro de la Plataforma de Izquierda de Syryza, se congratulaba del apoyo mostrado en las calles de Atenas a las negociaciones llevadas adelante por Varoufakis con la Comisión Europea. Urbán pierde de vista que es necesario que los trabajadores y la juventud griegos empiecen a organizarse ya mismo para pelear de manera independiente porque sus demandas no sean abandonadas en las negociaciones con la Troika devenida en “Instituciones”.
La estrategia no rupturista de la ruptura democrática Pablo Iglesias, en numerosas charlas e intervenciones públicas, suele presentar la apuesta por la vía electoral y el pragmatismo del “cambio posible” con una simplificación dicotómica entre las estrategias posibles para la transformación social. Para él en el siglo XXI sólo habría dos alternativas. La primera es el uso de la fuerza. Entiende ésta desde una concepción militarista. Se necesitaría por lo tanto o bien el apoyo de una parte significativa de las fuerzas armadas o bien el éxito de un método guerrillero o de terrorismo individual. La primera opción está lejos de poder materializarse en un Estado con unas fuerzas armadas profesionalizadas y profundamente conservadoras. La segunda ha demostrado su fracaso histórico en múltiples escenarios, algunos tan próximos como el de ETA y la lucha por la independencia vasca. La segunda alternativa sería la de constituir un proyecto político capaz de aglutinar una mayoría electoral suficiente para la conquista del gobierno. Esta es la única con visos de prosperar, aunque sea
al precio de tener que autolimitar las aspiraciones de cambio a los límites impuestos por unos poderes reales que siguen actuando como intocables. Iglesias borra de un plumazo nada menos que la estrategia de conquista del poder político por medio de una revolución social con la clase trabajadora al frente. Por defecto esta vía, dado su carácter no pacífico, caería en el saco de las “no posibles”, pero no se molesta ni en discutirla. Se apoya en un sentido común de época en la que la estrategia de la revolución habría pasado a la historia. Tomando en cuenta la tradición política de Iglesias, con origen en el PCE de los ‘90, préstamos importantes de la pospolítica, reivindicación eurocomunista y evolución socialdemócrata en el último tiempo, no puede sorprendernos que de por clausurada históricamente la posibilidad de un proceso revolucionario protagonizado por los trabajadores y sectores populares. Pero es lamentable que esto sea compartido por buena parte de la izquierda anticapitalista que termina asumiendo, con algunos ribetes de izquierda, la misma estrategia de “ruptura democrática” del siglo XXI. Si algo muestra unos límites demasiado estrechos en el siglo XXI es precisamente el retorno de viejas estrategias reformistas ya ensayadas durante el XX con resultados bastante insatisfactorios para “los de abajo”. La “ruptura democrática” de los ‘70 significó un profundo desencanto para millones de los que enfrentaron a la dictadura y luchaban por hondas transformaciones políticas y económicas que no tuvieron lugar. Aun así el Régimen del ‘78 pudo dar concesiones, especialmente a partir de la segunda mitad de los años 80, como el desarrollo de un débil Estado del Bienestar. El “consenso” de la Transición alcanzó así una sólida base social que es la que hoy se desquebraja al calor de la crisis. Sin embargo, los emuladores de los Carrillo y González juegan en un terreno mucho más limitado. Éstos encontraron en los imperialismos norteamericano y europeo sendos aliados para lograr una estabilización del Régimen del ‘78, mientras que los “gobiernos anti-austeritarios” se dan en un nuevo contexto mundial hijo de la crisis capitalista de 2008, que hace imposible resolver los graves problemas sociales sin tocar los intereses de los grandes capitalistas y dificulta mucho poder restituir una nueva legitimidad política. El neo-reformismo del siglo XXI puede emular en un primer momento la “ilusión” del ‘82 que permitió cerrar la Transición, pero le faltan los fundamentos materiales necesarios para que de la “ilusión” se pase a un nuevo “consenso” que garantice un nuevo periodo de estabilidad duradera. En el ‘78 quedó patente que no es posible resolver las grandes demandas democráticas de la mano de la burguesía o sus sectores democráticos, ni mucho menos los grandes problemas sociales o evitar hacer paganos de las crisis a los sectores popula-
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res. El 2015 puede demostrar que ni siquiera el parcheado de las consecuencias de la crisis y una tímida regeneración democrática pueden llevarse adelante con una estrategia de acuerdo y negociación con las instituciones del régimen y los grandes capitalistas.
Por una ruptura revolucionaria con el Régimen del ‘78 y el capitalismo español La resolución hasta el final de las demandas democráticas contra el Régimen del ‘78 y los problemas sociales de desempleo, precariedad, desahucios o desmantelamiento de servicios públicos, sólo pueden llevarse adelante por medio de una verdadera ruptura revolucionaria. Una ruptura con la “dictadura de los mercados” y los grandes capitalistas. No es de recibo que debamos resignarnos a la voluntad de un puñado de supermillonarios que deciden sobre nuestras vidas, como está planteando en los hechos el gobierno Syriza. Es necesario pelear por un programa social sin cortapisas, que apunte a poner todos los recursos económicos al servicio de las grandes mayorías, empezando por el no reconocimiento de una deuda que no es nuestra y la condonación de la deuda a los otros pueblos esquilmadas con este mecanismo, como Grecia. Hay que plantear un programa que permita repartir el trabajo, incrementar los salarios, organizar racionalmente toda la actividad económica en función de los intereses de la mayoría, dotar de recursos suficientes a la educación y la sanidad... Para ello son imprescindibles medidas punitivas contra el sacrosanto derecho a la propiedad de los grandes capitalistas. No tiene sentido que no podamos resolver los grandes problemas sociales por el respeto a las grandes fortunas como la de los Botín, que tanto admira el secretario general de Podemos Madrid, Carmen Lomana, con la que tomó el roscón de reyes Monedero, o esos “ricos patriotas” a los que apelaba Iglesias. Pero para poder imponer un programa así hay que luchar por ruptura total con esta democracia para ricos. Una ruptura que apunte al desmantelamiento del actual aparato del Estado, y no la utópica misión de convertirlo en un aparato al servicio de las mayorías sociales. Instituciones como la Judicatura, la Policía, el alto funcionariado... están ligadas con miles de lazos materiales y de sangre a los intereses de las grandes familias. Se trata de tomar el poder, pero no para gestionar el ejecutivo y legislativo bajo la tutela de los verdaderos poderes, sino para construir un Estado sobre bases nuevas que responda a los intereses de los trabajadores y sectores populares. Un Estado que se base en organismos de democracia directa radicados en los centros de trabajo, los barrios y los centros de estudio. Esta perspectiva implica retomar una vía para conseguirla distinta a la vía electoral y la gestión dentro de los límites de lo existente. La idea de
abrir un proceso constituyente para decidir sobre todo ha sido planteada por la dirección de Podemos en muchas ocasiones, aunque conforme acelera su giro al centro queda más olvidada. La vía para abrirlo es desde los límites del mismo Régimen del ‘78 y los rígidos mecanismos de reforma constitucional. Hace falta retomar una estrategia basada en la lucha y organización de los sectores populares con la clase trabajadora al frente, que sea capaz de abrir un escenario de movilización en contra del actual régimen, que permita el surgimiento de organismos de auto-organización que expresión del poder de los trabajadores y que apunte al derrumbe del Régimen del ‘78 para abrir camino a un gobierno de trabajadores basado en esos mismos organismos. Solamente una vía así podría abrir un verdadero proceso constituyente totalmente libre y soberano donde las amplias mayorías sociales pudiera decidir y cambiar todo. Esta perspectiva plantea la tarea preparatoria clave de avanzar en construir un partido revolucionario que pelee por ella, que acompañe a los miles que hoy mantienen fuertes ilusiones en el “cambio” prometido por los proyectos neo-reformistas sin dejar de denunciar y combatir sus límites. La constitución de una alternativa revolucionaria desde el primer momento es una tarea fundamental para disputarle en el futuro el balance de la experiencia de Podemos a los sectores de la derecha y la extrema derecha que querrán convertir el desencanto en desmovilización, apatía o incluso politización en clave reaccionaria.
TSIPRAS Y VAROUFAKIS El primer ministro griego y su nuevo ministro de Finanzas.
NOTAS 1 Para profundizar sobre las jornadas de Mayo de 1937,
ver Santiago Lupe y Federico Grom, “Cuando Barcelona estuvo bajo control de los obreros”, Contracorriente - Suplemento Especial Mayo del ‘37, mayo 2012. 2 Para profundizar sobre el ascenso obrero del ‘76 hay buenos trabajos académicos descriptivos como el de Pere Ysas y Carme Molinero, “Productores disciplinados y minorías subversivas”. También resulta interesante el análisis del ascenso y la política del estalinismo que hace Aníbal Ramos, dirigentes del PORE, en su obra “Ensayo generall”. 3 Discurso en el Pleno del Comité Central del PCE celebrado en Roma el 28 de julio de 1976, en Santiago Carrillo, “La difícil reconciliación de los españoles”, Planeta, 2011, p. 200. 4 Como bien retrata Pilar Urbano, periodista de cámara del régimen del ‘78, en su último libro “La Gran Desmemoria” 5 Ver debate “Érase una vez la Transición” en el programa Fort Apache, emitido el 26/12/2014. 6 Josefina Martínez, “Si Podemos llega al gobierno, no perdonaría la deuda a Grecia”, La Izquierda Diario, 25/02/2015 7 Con la fusión de la LCR y el MC en 1991 nació el grupo Izquierda Alternativa. Se disolvió en 1993 y buena parte del sector que provenía de la LCR se mantuvo militando dentro de Izquierda Unida hasta 2008 en la corriente Espacio Alternativo. Ese año decidieron abandonar IU y fundar Izquierda Anticapitalista. En su segundo y último Congreso, en enero de 2015, votaron su disolución dentro de Podemos transformándose en asociación con el nombre de “Anticapitalistas”. 8 Ver Josefina Martínez y Diego Lotito, “Syriza, Podemos y la ilusión socialdemócrata”, en este número de Contracorriente.
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A DOS AÑOS DE LA IRRUPCIÓN DEL PROCESO CATALÁN
PODEMOS, LA IZQUIERDA INDEPENDENTISTA Y LA LUCHA POR LA AUTODETERMINACIÓN A dos años de la irrupción del proceso de autodeterminación catalán, ante el impasse en la movilización impuesto por los partidos del Régimen y tras la aparición de fenómenos reformistas como Podemos, es necesario abrir un balance y debates de estrategias sobre uno de los problemas políticos irresueltos más agudos del Régimen español. Por CYNTHIA LUB
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l año del tricentenario concluía con el proceso catalán en un importante impasse después de movilizaciones como la Diada del 2012, cuando más de un millón de personas salieron a la calle a favor del derecho a la autodeterminación. Una demostración de fuerzas que se repitió en la de 2013 y se superó en 2014 con más de 1,8 millones de manifestantes. La última jornada ha sido la consulta del 9-N que, a pesar de las trabas jurídicas y amenazas del Gobierno del PP, el número de votantes se acercó a los dos últimos referéndums —Constitución europea y Estatut— y a las elecciones europeas de mayo de 2014. Sin embargo hoy este proceso está en un impasse desde el punto de vista de la movilización por el derecho a decidir de la población catalana en todas sus formas. El Gobierno catalán de CiU y con la colaboración de ERC, se ha apropiado de las grandes movilizaciones, históricas, las de los ‘dos millones’ en las calles, en nombre de una independencia que jamás será efectiva
en manos del partido que llevó adelante históricos recortes en Sanidad y Educación. Artur Mas se propuso utilizar el resultado del 9-N para imponer su hoja de ruta: la constitución de un bloque soberanista que gane unas elecciones plebiscitarias, forme un gobierno de unidad que pase los planes de ajuste de su agenda y abra una negociación con el Estado central en la que se intercambie el derecho de autodeterminación por alguna cuota mayor de autogobierno. Tanto Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) como la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) consideraron que después del 9-N el pueblo de Cataluña ya se ha pronunciado y que hay que avanzar en la proclamación de independencia y la constitución de un nuevo Estado. Sin embargo, esta hoja de ruta viene fracasando. A dos años de la irrupción de este profundo proceso, tras la aparición de fenómenos reformistas como Podemos y ante el impasse o desvío del proceso por Artur Mas,
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es necesario continuar profundizando el debate1 y hacer un balance de estrategias2.
La ‘mano extendida a Artur Mas’: el proceso catalán y su dirección Desde estas páginas hemos alertado contra los peligros y consecuencias3 de un proceso encabezado por un frente soberanista de la izquierda independentista con “la mano extendida a Artur Mas y CiU”, que haría imposible llevar a cabo un proceso que de por sí implica una ruptura con el Régimen del 78 4. David Fernández, principal referente y diputado de la CUP, respondía así a las críticas al famoso abrazo con Artur Mas después del 9-N, “en la defensa del 9N –como en el acuerdo de diciembre de 2013– efectivamente, el ‘consenso para poner urnas’ iba desde la CUP hasta la Unió de Duran Lleida. Contradictorio claro está. Tanto como innegable. Pero cabría decir ¿por y para qué? Pues para poner urnas, que no está nada mal, y para retornar la voz a la ciudadanía: algo por lo que la izquierda independentista lucha desde 1968” 5. Nadie que luche por el derecho a decidir del pueblo catalán se negaría a defender la consulta del 9N6 ante el durísimo ataque del Gobierno y las amenazas del Tribunal Constitucional. Sin embargo, el grave error, que también supimos alertar7 , desde el “acuerdo de 2013” hasta hoy es no delimitar “el proceso catalán” de gran parte de la “dirección” del mismo. Y llegado el 9N8 Artur Mas fue quien impuso su agenda9, totalmente contraria a la agenda de la movilización social de las clases trabajadoras y populares. Como afirma David Fernández, el abrazo fue un hecho “estrictamente personal, en un contexto muy determinado y con algún condicionante (si repasáis las crisis, en un momento dado sólo CUP y Mas -que no toda CiU- se volcaron en el 9N) en un marco de abierto desafío al Estado”. Sin embargo, CiU y Mas jamás se plantearían un “abierto desafío al Estado” ni mucho menos una ruptura; sólo posible con la movilización de los sectores populares y la clase trabajadora. Este escenario aterra a las grandes fortunas de Cataluña que no ven rentable ni la Independencia ni el derecho a decidir. La estrategia de un frente nacional con los partidos de la burguesía catalana enemiga del derecho a la autodeterminación, no es una “simple contradicción”, es un grave error estratégico que David Fernández insiste en volver a cometer: “Pero sí, no escurrimos ninguna responsabilidad: lo dijimos en noviembre de 2012. ‘Mano extendida por la autodeterminación a nuestro pueblo”. Mientras tanto, nacen nuevas mediaciones como Podemos que buscan una “regeneración democrática” que lejos están de una ruptura revolucionaria con el Régimen y la clase política capitalista. Y en
la cuestión catalana es donde más se asemeja a la ‘casta bipartidista’ que niega el derecho democrático a que las nacionalidades ejerzan por sí mismas el “derecho a decidir”, supeditándolo a una decisión que debe ser debatida “entre todos”10. Pablo Iglesias critica a la CUP por quedar atrapada a la “casta de Mas y Ciu”. Pero Podemos queda, ante la negación de este derecho democrático elemental, atrapado por la casta PP-PSOE.
Podemos y la cuestión catalana Cuando Podemos irrumpió en Catalunya en su primer acto de campaña, inmediatamente se delimitó de las corrientes independentistas tras las declaraciones de Gemma Ubasart, diciendo, “Podemos, no somos ni unionistas ni independentistas, somos demócratas”. A su vez, Pablo Iglesias sentenció “Os prometo una cosa. A mí no me veréis darme un abrazo ni con Rajoy ni con Mas”. Pablo Iglesias quiso así golpear en la principal contradicción de la izquierda catalana. Sin embargo, el “no somos de derecha” acercó a Podemos a la estrategia del PSOE, como pudimos ver en las declaraciones de Juan Carlos Monedero días antes de la consulta del 9N, ante la pregunta de si votaría a favor de que Catalunya tenga su propio Estado, respondió, “Yo creo que hay que construir una España federal, que ha de estar constituida por Estados”. Planteada así, sin fundamentos ni fórmulas concretas, ni los sujetos políticos motores de la misma, no se diferencia del PSOE cuyos representantes proponen una ‘España federal’ contra la ‘unidad contra la independencia’ e ‘inmovilismo contra ninguna reforma respecto a la autonomía de Catalunya’ del PP. Los socialistas proponen una “reforma de la constitución por una España Federal” y una “tercera vía” entre Cataluña y el Gobierno central. Lo que no se diferencia de un eventual gobierno de Podemos que “tienda puentes” a Catalunya, como propone Iglesias. Podemos se pronunció tibiamente por el derecho a la autodeterminación en Catalunya, supeditándolo a un ‘proceso constituyente’ —salido de las próximas elecciones generales— de todo el Estado español que ‘decida todo entre todos’, y entre otras cosas, la ‘cuestión territorial’ aunque no como una prioridad. Ante la consulta del 9-N no se posicionó contra el brutal ataque del centralismo españolista; por omisión, se han ubicado del lado del centralismo españolista. Para Podemos la soberanía reside en el conjunto de la población del Estado Español también en cuanto a decidir la relación entre Catalunya y el Estado. Y por tanto, la autodeterminación no es un derecho democrático que las nacionalidades puedan ejercer por sí mismas. Y sobre todo, para Podemos no es una cuestión para nada primordial a resolver en Catalunya.
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Clase hegemónica y alianza de clases: definiciones huérfanas de estrategia Un famoso artículo, “Pablo Iglesias o el nuevo Lerroux”11 , critica la comparación que han hecho varios analistas del líder de Podemos con Alejandro Lerroux, lo cual es considerado un insulto en Catalunya ya que hace referencia a toda forma de populismo anticatalán y españolista con carisma entre las clases populares. El mismo artículo reivindica el famoso discurso de Iglesias del primer acto en Barcelona, cuando Podemos se dirigió al “cinturón rojo”: “Lo cierto es que Pablo (...) no hablaba para el público de las CUP, no hablaba para los segmentos activistas, ni para el independentismo de izquierdas, ni para ningún sector de lo que podríamos llamar la ‘sociedad civil catalana’, sino para otro mucho más grande y hasta hace poco invisibilizado. (...) De repente el olvidado cinturón rojo de Barcelona ha cobrado fuerza política”. Sin embargo, lejos está Podemos de organizar a la clase trabajadora catalana. Era la carrera electoral en Catalunya la que empujaba a ese demagógico discurso, para ganar el viejo electorado del PSC (Partido Socialista de Cataluña): el llamado “cinturón rojo”, los sectores de la clase obrera industrial. David Fernández, en respuesta escribe otro artículo, Esperando a Godot12, y abre un abanico de debates. Uno de ellos es, precisamente, contra los argumentos de Podemos que, para negar el proceso catalán o colocarlo en último orden de sus prioridades, identifica al proceso con “oligarquía independentista”. Al respecto, David Fernández acertadamente responde: “Una caracterización-ridiculización-reducción de la cuestión nacional catalana a un mero ‘invento de la burguesía’. Tópicos y típicos que, indirecta e involuntariamente, se acercan a algunas de las tesis del nacionalismo de Estado (español) y que ahondan en algunas dificultades severas para leer lo plurinacional, plurilingüístico y pluricultural, reduciéndolo todo a un mero folclore de que siempre damos ‘la brasa’ con lo cultural, aunque Wert anuncie que viene a ‘españolizarnos”. Más allá del cruce entre Iglesias y Fernández, se trata de un gran debate entre la CUP y la izquierda sobre cómo llevar adelante este proceso democrático tan profundo. El “drama” es que no están lo suficientemente delimitados los sujetos políticos “dirigentes” de este proceso y el sistema de alianzas de clase. Esta falta de definiciones hace que el camino con el cual asumir el proceso de autodeterminación de Catalunya quede “huérfano de estrategia”. Una orfandad que Artur Mas supo asumir. No es desacertado cuando Fernández responde que el proceso catalán es transversal y heterogéneo en su composición social: “Élites y proceso y hegemonías. Contraleed a las élites catalanas
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“EL GRAN DRAMA ESTÁ EN ABANDONAR UNA ‘ESTRATEGIA DE CLASE’EN LA LUCHA POR LA AUTODETERMINACIÓN, SEPARANDO A ESTA O COMO UNA ‘ETAPA ANTERIOR’ A LA ESTRATEGIA CONTRA EL PODER ECONÓMICO Y POLÍTICO CAPITALISTA. ESTE ABANDONO DEJA UN VACÍO FÁCIL DE APROPIAR POR LAS DIRECCIONES BURGUESAS.”
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porque la ecuación que equipara burguesía a proceso no aguanta algodón alguno. Siendo el proceso transversal –algunas franjas de clase alta, abultada “clase media” y destacada incorporación de clases populares– quién más se opone hoy a él –ahora y aquí– es La Caixa, La Vanguardia y Fomento Nacional del Trabajo, entre otras grandes patronales.” También es cierto que como gran fenómeno democrático, es muy complejo y sobre todo “en un marco de recentralización españolista obvia”. Sin embargo, es necesario delimitar claramente cuál es la clase que debe ejercer su hegemonía sobre esa “transversalidad”. Y esta falta de delimitación hace que el proyecto de la CUP careza de una estrategia efectiva para que el proceso catalán pueda llevar a lo que Fernández llama “ruptura constituyente y recuperación de la plena libertad política”. Es acertado también afirmar, contra Podemos, que este “proceso no es igual a CiU”. Pero es imposible que “El proceso catalán, en sí mismo” lleve a una “ruptura”, casi inevitable tras el propio discurrir del proceso, si lo dejamos en manos de la dirección de CiU. Otro gran error es afirmar que el proceso “opta por un vía de camino propio, unilateral, al margen del Estado...”. No. Ni este proceso ni ningún otro puede evitar la actuación del Estado y sus partidos, siempre al servicio y custodia de la clase que le da de beber: la clase burguesa, capitalista, que no admite ninguna “transversalidad” más que para expropiar la fuerza de trabajo bajo todas sus formas de explotación y opresión sobre las clases trabajadoras y populares. “Élites y proceso y hegemonías”, dice Fernández. Proceso multiclasista y popular, dirección y alianzas de clases, traducido el debate en otros términos. Que sea un proceso heterogéneo en el que actúan diversas clases y sectores sociales, no quiere decir que su dirección también deba ser “heterogénea” en el que “izquierda y derecha” dirijan juntos bajo un bloque soberanista común.
Las demandas democráticas y la lucha por la transformación revolucionaria La izquierda y la derecha plantean estrategias opuestas: CUP y la izquierda en bloque es anticapitalista y pretende ligar las demandas democráticas —Derecho de Autodeterminación—con las demandas sociales. CiU y Artur Mas, además de ser capitalista es el liquidador por excelencias de las demandas sociales básicas y de cualquier proceso democrático en Cataluña. Por un lado, la CUP habla de “decidirlo todo también: desde nuestro esquema catalán de lucha por la autodeterminación, entendida como la plena recuperación de la soberanía política”. Y por el otro, como una etapa separada, habla de enfrentarse a un “Estado demofóbico–, eco-
nómica –frente a los mercados globales– y popular –frente a las élites cleptómanas.” Pero ni siquiera se llegará a la “primera etapa” bajo la dirección de CiU. El gran drama está en abandonar una “estrategia de clase” en la lucha por la autodeterminación, separando a esta o como una “etapa anterior” a la estrategia contra el poder económico y político capitalista. Este abandono deja un vacío fácil de apropiar por las direcciones burguesas. CiU y sus políticos capitalistas actúan constantemente para ello, desde el ESTADO y haciendo demagogia para sacar tajada en su relación de fuerzas con el Régimen centralista español13. Es necesario unificar la lucha democrática radical con la de transformación social. Desde Clase contra Clase, como venimos planteando desde 201214, creemos que es imprescindible construir una alternativa de independencia de clase que luche por imponer el derecho a decidir y un programa para que la crisis la paguen los capitalistas.
Sobre esa “profundísima crisis de las izquierdas” y su lejanía con la clase obrera Lo cierto es que la CUP no ha creado lazos hacia el “cinturón rojo”. Tal vez a ello se refiera David Fernández cuando dice: “Otra cosa es –respecto a las clases populares, precarios y excluídos– la pasividad, lejanía y crisis de lo político, tras tres décadas de CT [contratos temporales], una estrategia densa del poder para debilitar y despolitizarnos y una profundísima crisis de las izquierdas, aún hoy irresuelta.” Encontramos en esta respuesta un honesto reconocimiento de la “lejanía” con este sector, no sólo de la CUP sino de las izquierdas en “profundísimas crisis”. Todo un debate sobre una realidad que se convierte en un verdadero drama. Una tragedia que tiene consecuencias a veces irreversibles para la continuidad y potencialidad de procesos tan profundos como el que está ocurriendo hoy en Catalunya. La dispersión de fuerzas y el desgaste al que puede llevar que la izquierda no plantee una estrategia de clase contundente, que se plantee como alternativa contra todas las direcciones reformistas y en el caso de Catalunya demagógicas como CiU e incluso ERC, no es un problema menor. También Podemos está absorbiendo a la izquierda de manera acelerada, con grupos como Revolta Global (Izquierda Anticapitalista en Catalunya) que han disuelto su organización. En Catalunya, lo dramático es que después de dos años con la misma política, la CUP no sólo no se autocritica sino que reafirma la misma estrategia, “En lo del abrazo”, dice, “... fue un gesto humano y como ya dije 24 horas después: disculpas políticas a los compas que piensen que fue en error, pero sin pedir perdón por ser como soy. No
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podría. (...) Pero sí, no escurrimos ninguna responsabilidad: lo dijimos en noviembre de 2012. “Mano extendida por la autodeterminación a nuestro pueblo”. Luego es más fácil echar culpas de la “despolitización” de la clase obrera y su “lejanía” con el proceso catalán a los propios trabajadores. Sin embargo la izquierda independentista, como la CUP ha espantando a la clase obrera extendiendo la mano a quienes ejecutan despidos y recortes. Más grande aún es la responsabilidad con las corrientes que se reivindican revolucionarias, como En Lucha o Lucha Internacionalista, que hoy forman parte acríticamente de la Candidatura de Ruptura del Ayuntamiento de Barcelona, “CUP Capgirem Barcelona” que se propone: “Impulsar un proyecto municipalista que trabaje por los barrios (y su gente) y no a la inversa. (...) que, ante el contexto -social, político y económico- actual, también comparten la necesidad y la voluntad de promover una confluencia entre movimientos, luchas y ciudadanía no organizada.”15 También Corriente Roja, con quienes hemos debatido sobre la cuestión catalana y el marxismo16, anunció ser parte de candidaturas junto a la CUP, como la “Candidatura Por la ruptura” de manera totalmente acrítica. No es que la clase obrera se alejó de la izquierda solamente producto de las derrotas. También la izquierda se alejó de la clase obrera, asimilando las derrotas y cambiando (abandonando) la estrategia de la revolución por el escepticismo “de hacer lo posible”. Y entonces, ¿la gran huelga, histórica, de Panrico?17 Abandonada a su suerte también, porque la mayoría de las corrientes de izquierda y sobre todo independentista no “hizo nada”, porque hacer declaraciones de vez en cuando y escribir alguna nota en los periódicos y webs no es hacer nada para una huelga que se enfrentó a gigantes durante ocho meses. Es que claudicar en la estrategia tiene consecuencias prácticas. La orfandad estratégica, léase “falta de estrategia de clase” de la izquierda, ha dejado abandonada a su suerte a la clase trabajadora, derrotada y mil veces traicionada por las direcciones sindicales burocráticas “mil veces más” traidoras. Imbuidas en el lenguaje superfluo de “clase trabajadora es cosa del pasado”, de lo viejo, y que lo ¿nuevo? es la ciudadanía mezclada con movimientos sociales falsamente desideologizados, precariado que no es clase obrera; entre otras superficialidades ambiguas.
Por un bloque anticapitalista por la ruptura revolucionaria contra el Régimen del 78’ La izquierda que aún aboga por la revolución tiene la responsabilidad de tomar las riendas de la estrategia de clase; si no, no merece autodenominarse revolucionaria. A no ser que insista en que-
rer cometer los mismos errores que en la llamada “Transición Democrática” en la que la lucha por la “ruptura democrática” fue en detrimento de la “ruptura revolucionaria”. Esto acabó en una “transición pactada” que hoy los hilos de continuidad dentro de las instituciones de esta democracia para ricos nos hace pagar: los mismos jueces, personajes y leyes represivas del franquismo. Y la Constitución del 78 que para Podemos “tuvo algunas cosas buenas” pero sin embargo para la población catalana se tradujo en el Artículo 2 que dictaba: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.” Así quedaba anulado el “derecho de autodeterminación” y a cambio se establecieron diferentes niveles de autonomía a las regiones y nacionalidades del Estado español, bajo una “Monarquía Parlamentaria” pactada por los principales partidos nacionalistas de la burguesía como el PNV (Partido Nacionalista Vasco) CiU (Convergencia y Unión) el PSOE y hasta el legalizado PCE. Dos años de graves errores. Dos años que desde estas páginas venimos alertándolos y desde nuestras humildes fuerzas llamando a la izquierda independentista y anticapitalista a romper el marco jurídico del 78’ e imponer un programa anticapitalista apostando decididamente por la movilización social independiente de la clase trabajadora y sectores populares de Catalunya, buscar la alianza con los del resto del Estado que quieren enfrentar el Régimen del 78 y mantener una independencia política total de la burguesía catalana y sus representantes políticos18. Sólo una estrategia así puede poner en pie una verdadera alternativa a la hoja de ruta de Mas para conquistar el derecho a decidir y construir una Catalunya para el 99%. Y así soldar la unidad en la lucha con los sectores populares del resto del Estado español que ven con justo recelo la alianza con los amigos del clan de los Pujol, y abrir el camino a que la lucha a un lado y el otro del Ebro no sea contenida y desviada por un proceso constituyente controlado que vuelva a dejar en el tintero las grandes demandas democráticas y sociales.
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NOTAS 1 Cynthia Lub, Podemos, la izquierda independentista y
la cuestión catalana (Parte I y II), La Izquierda Diario, 15/01/2015. 2 Clase contra Clase, Debates en la izquierda catalana. Derecho a decidir: entre la negación, la unidad nacional y la necesidad de una estrategia de independencia de clase., contracorriente.org, 12/01/2015. 3 Declaración Clase contra Clase ante la aprobación de la resolución por el derecho a decidir en el Parlament de Catalunya: ¿Es posible conquistar el derecho de autodeterminación junto a la burguesía catalana?, contracorriente.org, 29/01/2013 4 Santiago Lupe, ¿Aliados u obstáculos para conquistar el derecho de autodeterminación?, contracorriente.org, 17/10/2013. 5 David Fernández, Esperando a Godot, madrilonia.org, 12/2014 6 Declaración de Clase contra Clase antes de la consulta del 9-N: Hay que imponer la consulta del 9N con la movilización, contracorriente.org, 8/01/2015. 7 Declaración Clase contra Clase: Defender la consulta contra el españolismo sin el menor apoyo político al frente nacional encabezado por Mas, contracorriente.org, 16/12/2013 8 Declaración de Clase contra Clase después de la consulta del 9-N: Luchar por un proceso constituyente sobre las ruinas del Régimen del 78, contracorriente.org, 11/01/2015. 9 Santiago Lupe, ¿Y después del 9-N qué?, La Izquierda Diario, 11/11/2014. 10 Cynthia Lub, Podemos y la cuestión nacional de Catalunya, 29/11/2014. 11 Nuria Alabao, Emmmanuel Rodríguez, Pablo Iglesias o el nuevo Lerroux, eldiario.es, 22/12/2014. 12 David Fernández, Op.Cit. 13 Santiago Lupe, Debate con las CUP-AE ¿Cuál es el socialismo por el que lucha las CUP-AE?, contracorriente.org, 29/01/2013. 14 Suplemento especial Clase contra Clase; El retorno de la cuestión nacional catalana, contracorriente.org, 29/09/2012. 15 CUP Capgirem Barcelona. La Candidatura de Ruptura a l’Ayuntamiento de Barcelona, barcelona.cup.cat, 02/2015. 16 Guillermo Ferrari, Polémica con Corriente Roja Sobre la cuestión nacional catalana y el marxismo, contracorriente.org, 14/10/2013 17 Clase contra Clase, Huelga de Panrico. Aportes para un balance de una huelga heroica, Suplemento especial Contracorriente, 22/7/2014. 18 Declaración Clase contra Clase: A un año de la histórica Diada de 2012: El derecho a la autodeterminación será sobre las ruinas el Régimen del 78’... o no será, contracorriente.org, 8/9/2013.
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EL MARXISMO REVOLUCIONARIO Y LAS DEMANDAS DEMOCRÁTICAS Las reivindicaciones y consignas democráticas lejos de haber quedado obsoletas y perder vigencia producto de la crisis histórica del sistema capitalista a la que asistimos, con duras consecuencias para las mayorías, han venido ganado un espacio en la sociedad y en la conciencia de amplios sectores. Por FEDERICO GROM
L
a crisis capitalista, que ha agravado las penurias de millones de trabajadores y sectores populares en todo el mundo, aceleró también la crisis de representación o crisis de los regímenes políticos. “Lo llaman democracia y no lo es”, escuchamos desde el 15M con más fuerza. El desprestigio de la “casta” de políticos corruptos, su defensa abierta de los intereses de banqueros y capitalistas, la impunidad de la que gozan “los de arriba”, mientras aumenta la represión para “los de abajo”, han puesto en cuestión a todas las instituciones de la democracia para ricos. En este contexto, muchas demandas y consignas democráticas adquieren una gran fuerza movilizadora para amplios sectores. Al mismo tiempo, estamos viendo el auge de formaciones reformistas como Syriza y Podemos que alimentan ilusiones de que es posible “recuperar la democracia” en los marcos de este sistema social capitalista. Las expectativas de conseguir cambios y transformaciones sociales importantes “asaltando las instituciones” por la vía electoral, llegan a millones de personas. Sin embargo, estas ilusiones democráticas chocan rápidamente con la dureza de los sectores mas conservadores del régimen y los centros de poder real de los capitalistas, como vemos hoy en Grecia. En este artículo proponemos un recorrido sobre
cómo abordaron la cuestión de las demandas democráticas, y su relación con la lucha por la revolución obrera y socialista, los autores clásicos del marxismo. Herramientas teóricas e históricas fundamentales para pensar en el mundo actual.
La democracia burguesa Para dejar claro desde un inicio la posición marxista acerca de la caracterización de la democracia en el capitalismo hay que advertir que Engels, de forma inequívoca, llama al sufragio universal “arma de dominación de la burguesía”. Para él, el sufragio universal, sacando evidentemente las enseñanzas de la larga experiencia de la socialdemocracia alemana, no es un medio capaz de expresar realmente la voluntad de la mayoría de los trabajadores y de garantizar su efectividad práctica. Engels dice que solo es el ‘índice que sirve para medir la madurez de la clase obrera. No puede ser más ni será nunca más, en el Estado actual’. Esto está en plena coherencia con su consideración de que el Estado burgués, incluida la República democrática, se basa en bandas armadas para la defensa de la propiedad, en especial de los explotadores; y todo lo demás no tiene otra función que enmascarar y disimular este hecho. Lenin ilustraba su concepción sobre el carácter de la democracia, en su discurso al Primer Congreso de la III Internacional en 1919 rescatando de las inter-
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pretaciones de la socialdemocracia a los fundadores del marxismo “Marx (...) mostró (...) el carácter explotador de la democracia burguesa y del parlamentarismo burgués bajo los cuales las clases oprimidas tienen el derecho de decidir una vez cada determinado número de años qué miembros de las clases poseedoras han de ‘representar y aplastar’ al pueblo en el Parlamento”. Y exponía la inconsistencia para los explotados y oprimidos de las “libertades” de las que alardeaba la burguesía “La ‘libertad de imprenta’ es una de las principales consignas de la ‘democracia pura’. (...) esa libertad será un engaño mientras las mejores imprentas y grandísimas reservas de papel se hallen en manos de los capitalistas (...)A fin de conquistar la igualdad efectiva y la verdadera democracia para los trabajadores, para los obreros y los campesinos, hay que quitar primero al capital la posibilidad de contratar a escritores, comprar las editoriales y sobornar a la prensa, y para ello es necesario derrocar el yugo del capital, derrocar a los explotadores y aplastar su resistencia. Los capitalistas siempre han llamado ‘libertad’ a la libertad de lucro para los ricos, a la libertad de morirse de hambre para los obreros.”1. Los avances tecnológicos de hoy día en la difusión de la “opinión publica” o mejor dicho en la “opinión publicada”, no le quitan justeza al análisis. Sino mas bien lo confirman en toda su esencia a pesar de los muchos años que han pasado desde que fue escrito. Ya 1916, después de la lamentable claudicación de la socialdemocracia a la guerra imperialista y al chovinismo, Lenin en El Estado y la Revolución, había expresado una clara definición de los regímenes parlamentarios, mucho más sólida y científica que toda la charlatanería académica de ayer y de hoy: “La república democrática es la mejor envoltura política de que puede revestirse el capitalismo, y por lo tanto el capital, al dominar esta envoltura, que es la mejor de todas, cimienta su poder de un modo tan seguro, tan firme, que ningún cambio de personas, ni de instituciones, ni de partidos, dentro de la república democrática burguesa, hace vacilar este Poder.” Los últimos dos siglos de dominación burguesa confirmaron la justeza de los análisis marxistas sobre el Estado y su carácter de clase, así como de los regímenes políticos que pueden dar forma a la dictadura del capital, e incluso de la “libertad” de la que se hacia eco la burguesía liberal y de izquierda. Libertad que fue abolida a golpe de fusil, siempre que la dominación de la burguesía fuese amenazada.
Las consignas y demandas democráticas Sin embargo, los Marxistas proponemos en determinadas coyunturas o situaciones mecanismos basados en el sufragio universal, como pueden ser la Asamblea Constituyente, o en caso muy particulares, incluso hasta plebiscitos o referéndums. O levantamos consignas que en parte pueden ser obteni-
das dentro lo los marcos de la propiedad capitalista. Nos referimos a demandas como la autodeterminación nacional, la reforma agraria, la separación total de la iglesia y el Estado, el derecho a la salud pública, la educación pública, la libertad de asociación, de prensa, etc. Así por ejemplo, nuestra organización defendió no solo el derecho de autodeterminación del pueblo catalán en general, sino también el derecho a que se realice el referéndum convocado por Arthur Mas y la Generalitat. Por otro lado, a nivel estatal, a raíz de la nueva situación política que abrió el 15M caracterizada por una aguda crisis de régimen y la emergencia de nuevos fenómenos políticos, hemos levantado en repetidas ocasiones la necesidad de una Asamblea Contituyente Revolucionaria sobre las ruinas de este régimen para poder discutirlo todo. Como explica el Programa de Transición, las reivindicaciones de carácter democrático, las de carácter transitorio y las directamente socialistas no están separadas en la lucha por etapas históricas, sino que surgen unas de las otras, incluso combinándose. Como parte de un programa de acción más amplio, estas demandas democráticas pueden jugar un rol progresivo cuando permiten impulsar la movilización de las masas. Enfrentando de esta manera en su propia experiencia sus legítimas aspiraciones, con la ilusión de satisfacerlas mediante los mecanismos que ofrece la democracia burguesa. Construyendo así al calor de la lucha tanto sus propias organizaciones como un partido revolucionario que luche directamente por el poder de los trabajadores. Por lo que constituyen parte del arsenal táctico del marxismo, para salvar las distancias entre las condiciones objetivas de podredumbre y decadencia del sistema capitalista y las subjetivas, es decir el atraso en la formación de fuertes partidos revolucionarios anclados en la clase obrera, y las aún fuertes ilusiones en la democracia por parte de amplios sectores de masas. Sin embargo, la utilización de estas consignas sólo puede ser episódica, circunstancial,- es decir no pueden ser usadas en todo momento y en todo lugar- ya que por tratarse de medidas que no cuestionan directamente la propiedad privada capitalista, la burguesía puede en determinado momento, obligada por las circunstancias, hacerlas propias quitándoles todo filo revolucionario, transformándolas en una soga al cuello de los trabajadores en lucha con la cual arrastrarlos políticamente detrás de uno u otro sector burgués (véase el frente popular español en la década de los 30). En el caso del referéndum, plebiscito o consulta popular, la exigencia por los revolucionarios de este procedimiento es más acotada aún, ya que se trata de un mecanismo altamente manipulable por los gobiernos capitalistas de turno, que pueden digitar a su placer las preguntas y la propaganda de los grandes medios de difusión.
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Por lo anterior se desprende que es importante para la correcta aplicación de estas consignas, como planteaba Lenin, “el análisis concreto de la situación concreta”.
La Asamblea Constituyente La Asamblea Constituyente es una consigna surgida históricamente de la Gran Revolución Francesa -puesta en práctica por el pujante Tercer Estado en la Asamblea Nacional Constituyente francesa de 1789 como una forma de poder revolucionario burgués frente al feudalismo. Se trata en verdad de la máxima institución democrática que la burguesía ha dado a lo largo de su historia como clase. Ya en la época de las revoluciones proletarias ésta consigna u otras adaptadas a la realidad nacional, fueron utilizada episódicamente por los marxistas, no solo en los países donde su democracia formal fuera débil y con poca tradición parlamentaria -como Rusia en 1917, China en 192729 o la España de los 30- con importantes tareas inconclusas como la autodeterminación nacional de los pueblos, graves problemas agrarios... o en donde hubiera regímenes fascistas, sino también en países imperialistas con fuerte tradición republicana, democrática y fuertes parlamentos como Francia en el 34 o EE.UU en el 37.
En Rusia La pelea por las consignas democráticas tanto las formales, como la libertad de expresión o reunión; como las estructurales, como la reforma agraria, el derecho de autodeterminación de los pueblos o la separación de la Iglesia y el Estado, estuvo presente en la lucha que dieron los grandes revolucionarios como Lenin o Trotsky. Durante las tres Revoluciones Rusas el partido bolchevique enarboló la bandera de luchar por la Asamblea Constituyente, levantando las demandas democráticas a la vez que se impulsaban los soviets y luchaban porque el poder pasara a estos organismos de auto-organización obrera. Al respecto Trotsky decía en 1930: “Debe recordarse aquí que el bolchevismo no llegó al poder enarbolando la consigna abstracta de dictadura del proletariado. Combatimos por la Asamblea Constituyente de manera mucho más audaz que los demás partidos. Dijimos a los campesinos: “¿Exigen una distribución igualitaria de la tierra?- tomando el programa de los Socialistas RevolucionariosNuestro programa agrario - la colectivización- es mucho más completo. Pero sólo nosotros, y nadie más, les ayudaremos a acceder a la utilización igualitaria de la tierra. Para eso, deben apoyar a los obreros”. Respecto a la guerra, les dijimos a las masas populares: “Nuestra tarea, como comunistas es hacer la guerra a todos los opresores. Pero ustedes no están dispuestas a ir tan lejos.
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“COMO PARTE DE UN PROGRAMA DE ACCIÓN MÁS AMPLIO, ESTAS DEMANDAS DEMOCRÁTICAS PUEDEN JUGAR UN ROL PROGRESIVO CUANDO PERMITEN IMPULSAR LA MOVILIZACIÓN DE LAS MASAS. ENFRENTANDO DE ESTA MANERA EN SU PROPIA EXPERIENCIA SUS LEGÍTIMAS ASPIRACIONES, CON LA ILUSIÓN DE SATISFACERLAS MEDIANTE LOS MECANISMOS QUE OFRECE LA DEMOCRACIA BURGUESA.”
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Quieren escapar de la guerra imperialista. Sólo los bolcheviques los ayudarán a lograrlo”2 Sin embargo los bolcheviques no hacían un fetiche de esta consigna. Al respecto Trotsky recordaba: “(...) que en 1917, antes de Octubre, Zinoviev y Kamenev, al oponerse a la insurrección, se pronunciaron a favor de esperar que se reuniera la Asamblea Constituyente para crear un “Estado combinado” mediante la fusión de la Asamblea Constituyente y los soviets de obreros y campesinos. En 1919 fuimos testigos de la propuesta de Hilferding de inscribir a los soviets en la Constitución de Weimar. Hilferding, igual que Zinoviev y Kamenev, llamó a esto el “Estado combinado”. Como pequeño burgués de nuevo tipo quería, en el momento mismo en que se producía un abrupto viraje de la historia, “combinar” un tercer tipo de Estado mediante el casamiento de la dictadura proletaria con la dictadura de la burguesía bajo el signo de la constitución.”3 Lenin explicará claramente que la Asamblea Constituyente en Rusia no representaba el estado de ánimo de las masas después de la toma del palacio de invierno, como si lo hacían los soviets “(...) la Asamblea Constituyente, convocada con arreglo a las listas de los partidos que existían antes de la revolución proletaria y campesina, bajo el dominio de la burguesía, entre inevitablemente en conflicto con la voluntad y los intereses de las clases trabajadoras y explotadas, que iniciaron el 25 de octubre la revolución socialista contra la burguesía. Es natural que los intereses de esta revolución tengan primacía sobre los derechos formales de la Asamblea Constituyente (...)”4 Por lo que la Asamblea Constituyente fue disuelta después de la conquista del poder por el proletariado, tras la instauración de una democracia obrera basada en los mismos soviet, muy superior a la que podía ofrecer la burguesía. Los bolcheviques no levantaban esta consigna porque pudiera tener necesariamente una aplicación para la práctica, sino porque ayudaba a que decenas de miles hicieran una experiencia con la forma más avanzada de la democracia burguesa, sacando las conclusiones de la destrucción del Estado burgués y su parlamentarismo, y la necesidad de conquistar un estado proletario. La burguesía en una época histórica donde ya no juega un rol revolucionario -como pudo hacerlo en su lucha contra el feudalismo en 1789- sino abiertamente contra-revolucionario, es incapaz de permitir una verdadera Asamblea de toda la nación para discutir sin límites todos los problemas de las masas. No pueden permitir que se ponga a discusión su dominio territorial, el problema de la concentración agraria o la solución a los problemas que afectan a los trabajadores y el pueblo como el paro, porque sería tanto como permitir que se abra la discusión sobre su dominio como clase.
En España A la salida de la dictadura de Primo de Rivera, en el gobierno presidido por Berenguer y ante la
posibilidad de que convocara unas Cortes Constituyentes, Trotsky planteaba en 1931 “(...) Debemos desenmascarar implacablemente el charlatanismo de la consigna de las Cortes Constituyentes en los labios de la burguesía de “izquierda”, la cual en realidad no quiere más que unas Cortes de conciliación por la gracia del rey y de Berenguer para hacer un trato con las viejas camarillas dirigentes y privilegiadas.” Pero para lograrlo no bastaba con rechazar o incluso boicotear esta instancia capada de la mas elemental democracia desde el comienzo, por lo que dejaba claro qué tipo de Cortes Constituyentes podían asumir las tareas pendientes. “Unas verdaderas Cortes Constituyentes pueden ser convocadas únicamente por un gobierno revolucionario, como resultado de la insurrección victoriosa de los obreros, de los soldados y de los campesinos. Podemos y debemos oponer las Cortes revolucionarias a las Cortes de Conciliación; pero, a nuestro juicio, sería erróneo renunciar, en la etapa actual, a la consigna de las Cortes revolucionarias” Y alertaba contra el peligro sectario de una posición reduccionista, lo que imposibilitaría la construcción de un partido revolucionario de la clase obrera que pueda ganar una posición hegemónica “Constituiría un doctrinarismo lamentable y estéril oponer escuetamente la consigna de la dictadura del proletariado a los objetivos y divisas de la democracia revolucionaria (república, revolución agraria, separación de la Iglesia del Estado, confiscación de los bienes eclesiásticos, libre determinación nacional, Cortes Constituyentes revolucionarias). Las masas populares, antes de que puedan conquistar el poder, deben agruparse alrededor de un partido proletario dirigente. La lucha por la representación democrática, así como la participación en las Cortes en una u otra etapa de la revolución, pueden facilitar incomparablemente la realización de este cometido.”5 “(...)Reducir todas las contradicciones y todos los objetivos a un solo denominador: la dictadura del proletariado -decia Trotsky-, es una operación necesaria, pero completamente insuficiente. Aun en el caso de dar un paso adelante, admitiendo que la vanguardia proletaria se haya dado cuenta claramente de que sólo la dictadura del proletariado puede salvar a España de la descomposición, sigue planteada en toda su amplitud la tarea preliminar de reunir y cohesionar alrededor de la vanguardia a los sectores heterogéneos de la clase obrera ya las masas trabajadoras del campo, todavía más heterogéneas.”
Francia Trotsky también sostuvo en los años 30 consignas democráticas como la Asamblea Constituyente incluso para Francia. En 1934 planteó la consigna de una “Asamblea única” que combinara los poderes legislativos y ejecutivo, a partir de la
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abolición del senado y de la presidencia de la República, donde sus miembros fueran elegidos con carácter revocable, sin discriminaciones de sexo o nacionalidad sobre la base de asambleas locales, y que no percibieran más que el salario de un obrero especializado por su cargo. “Somos, pues, firmes partidarios del estado obrero-campesino, que arrancará el poder a los explotadores. Nuestro primordial objetivo es el de ganar para este programa a la mayoría de nuestros aliados de la clase obrera. Entre tanto, y mientras la mayoría de la clase obrera siga apoyándose en las bases de la democracia burguesa, estamos dispuestos a defender tal programa de los violentos ataques de la burguesía bonapartista y fascista.” para lo cual planteaba la formación de milicias de trabajadores y campesinos pobres sin ninguna confianza de que el estado fuera a desarmar a las bandas fascistas. Pero señalaba: “Sin embargo, pedimos a nuestros hermanos de clase que adhieren al socialismo ‘democrático’, que sean fieles a sus ideas: que no se inspiren en las ideas y los métodos de la Tercera República sino en los de la Convención de 1793.”6 Esta posición buscaba dialogar con las aspiraciones e ilusiones democráticas de las masas, y a separarlas y enfrentarlas sus jefes, sin dejar de pelear por el poder obrero, sino creando las condiciones subjetivas para alcanzarlo. Para Trotsky “Los trabajadores que adhieren al socialismo democrático comprenderán luego que tal socialismo no es suficiente para defender la democracia, y que ésta debe ser reconquistada.”
En Estados Unidos El ejemplo de la política sugerida por Trotsky en EEUU al joven SWP, así como en Francia, descarta la falsa idea de que las consignas democráticas están reservadas para los “países atrasados” o capitalistas dependientes. La enmienda Ludlow, generó una importante discusión hacia dentro del grupo norteamericano en la que Trotsky intervino. Ludlow, un senador demócrata, había propuesto en 1937 una reforma que obligaba al gobierno a realizar un referéndum sobre la participación o no de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Esta medida era apoyada por la amplia mayoría de la población. Aunque fue rechazada en el parlamento por un pequeño margen. Los dirigentes del SWP de forma casi unánime se habían opuesto a la enmienda y rechazaron cualquier consigna a favor del referéndum. Trotsky se opuso a esta decisión y propuso levantar una política de apoyo crítico a esa iniciativa. En efecto, Trotsky consideraba que la enmienda “representa la aprehensión del hombre de la calle, del ciudadano común, del burgués medio, el pequeño burgués, y aún el granjero y el trabajador.” Pero decía a continuación “Sabemos que esto no es suficiente ni aún eficiente y proclamamos abiertamente
esta opinión, pero al mismo tiempo estamos listos a ayudar al hombre humilde para llevar a cabo su experiencia contra las pretensiones dictatoriales de las grandes empresas.” Las amplias masas de EEUU buscaban medios “democráticos” para controlar a sus representantes y evitar la guerra. Querer frenar la guerra era sin dudas altamente progresivo. Aunque contuviera la ilusión de que podía lograrse por esos medios. Todos acordaban con que ningún referéndum podría evitar el estallido de la guerra, ni decidir realmente si los Estados Unidos participaran o no, pero Trotsky pensaba que entre las masas “No podemos disipar estas ilusiones por decisiones a priori, sino únicamente en el curso de la acción común”. Por lo que para él era necesario decir abiertamente a las masas que los revolucionarios lucharían al lado de sus hermanos de clase a favor del referéndum propuesto por Ludlow, demostrando que ni él ni las instituciones de las democracia norteamericana estarían realmente interesados en realizarlo y que la clase obrera solo podría confiar en sus propias fuerzas para realizar semejante referéndum, o con o sin él, impedir la entrada de EEUU en la guerra.
Conclusiones Las ilusiones en la democracia de la burguesía, o la idea de que basta un cambio de gobierno, por uno “decente” o “de izquierdas” , para resolver los grandes problemas a los que nos someten, no puede desaparecer sólo por la propaganda socialista de los revolucionarios -aunque es una tarea imprescindible-, sino que la propia experiencia con dicha falsa democracia será crucial. Es por ello que los revolucionarios debemos plantear audazmente consignas democráticas. Pero es imprescindible sobre la base del programa democrático, oponer los intereses de los trabajadores y su independencia política a los intereses de su burguesía. Es que existe una interpretación “democratizante” de estas consignas, que se desliza a embellecer maniobras de regeneración burguesa, y alimentar las ilusiones de las masas con procesos constituyentes maniatados y surgidos de las entrañas de los mismo regimenes en un intento de reformarse, cambiando algo, para que nada cambie. Y es que estas consignas al no suponer un cuestionamiento directo a la propiedad privada de los grandes medios de producción, pueden ser utilizadas por la burguesía para cerrar agudas crisis de régimen y evitar o desviar procesos revolucionarios. En ese caso, los revolucionarios deberíamos usar la autoridad ganada en la lucha por las demandas democráticas desde un inicio, para denunciar la maniobra de la burguesía y sus partidos y preparar la lucha por el poder obrero. Mas allá de las diferencias históricas, las palabras de Trotsky en los años 30 parecerían estar escritas para el lector de hoy “Toda Europa ha entrado en una época de contra-reformas económicas y po-
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líticas. Lo que provoca la política de expoliación y ahogo de las masas no son los caprichos de la reacción, sino la descomposición del sistema capitalista. Ahí está el hecho fundamental, que debe ser asimilado por cada obrero, si no quiere que se lo engañe con frases huecas.”7 Para él, la tarea mas urgente es acabar con la propiedad privada capitalista y su socialización “Pero incluso las mayores “concesiones” de las que es capaz el capitalismo contemporáneo (acorralado él mismo en un callejón sin salida) seguirán siendo absolutamente insignificantes en comparación con la miseria de las masas y la profundidad de la crisis social. He aquí por qué la más inmediata de todas las reivindicaciones debe ser reivindicar la expropiación de los capitalistas y la nacionalización (socialización) de los medios de producción. ¿Que esta reivindicación es irrealizable bajo la dominación de la burguesía? Evidentemente. Por eso es necesario conquistar el poder.”8 Es por esto que no podemos ocultar que para hacer efectiva la solución a todas las demandas democráticas mas elementales y el fin de toda opresión y explotación debemos llevar la lucha hasta la destrucción del Estado burgués y la constitución de un estado obrero. Para esto, hay que plantear claramente el carácter de clase de la revolución necesaria para acabar con el capitalismo y construir el socialismo, sin caer en lugares comunes como “la ciudadanía” o “el pueblo” que sólo aportan confusión. Las organizaciones de los trabajadores, y en particular los que nos proponemos construir un gran partido revolucionario, tenemos que conocer las tradiciones del marxismo y aprender de éstas a utilizar las demandas democráticas en los momentos adecuados para dejar en evidencia la charlatanería y las promesas de los capitalistas y sus políticos. Transformando éstas en armas que sirvan para que las masas se deshagan de sus ilusiones, a la vez que construimos nuestras propias organizaciones en la perspectiva de los consejos obreros y del pueblo pobre, ese necesario doble poder para derrocar el poder burgués y a su vez la base del estado obrero. La democracia de los trabajadores y el pueblo. La dictadura para el capital.
NOTAS 1 Tesis e informe sobre la democracia burguesa y la dicta-
dura del proletariado, V.I. Lenin, Marzo de 1919. 2 Problemas de la revolución Italiana, León Trotsky, 14 de mayo de 1930. 3 Idem. 4 Tesis acerca de la Asamblea Constituyente, V.I. Lenin, 1818. 5 La Revolución Española y las tareas de los comunistas, León Trotsky, 24 de enero de 1931. 6 Un programa de acción para Francia, León Trotsky, Junio de 1934 7 ¿A donde va Francia?, León Trotsky, Octubre de 1934. 8 Una vez mas ¿A donde va Francia?, León Trotsky, Marzo de 1935.
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ENTREVISTA A ASIER UBICO, DELEGADO DE CGT TELEPIZZA
EL RÉGIMEN POLÍTICO ES TAMBIÉN EL “RÉGIMEN SINDICAL” DEL ‘78 Por SARA POVO
Este mes se cumplen 4 años desde que conseguisteis un Comité de Empresa para los trabajadores en Telepizza Zaragoza, así como de tu readmisión después de haber sido despedido por impulsar la organización sindical en la empresa ¿Podrías contarnos como fue aquél proceso? Todo empezó a raíz de mi despido en 2010 cuando intentamos organizar en la empresa la Huelga General del 29S. Nosotros ya habíamos denunciado entre los compañeros y compañeras el Convenio basura que teníamos, cosa que la empresa no toleró, y no tardó en darme puerta. En este marco, organizamos junto a compañeros del Sindicato de Estudiantes de Izquierdas (SEI) y de Clase contra Clase, organización en la que milito desde su fundación en 2006, una campaña
que arrancaba con mi readmisión, pero que estaba ligada al derecho a organizarnos y tener un Comité de Empresa, y por la vuelta al Convenio de Hostelería. Fue una enorme campaña en frente único que levantamos con todas las organizaciones sindicales, estudiantiles y vecinales de la ciudad, con los que organizamos multitud de concentraciones. Conseguimos que vinieran trabajadores de multitud de empresas, de OPEL, de HP, de TUZSA, de Johnson Control, estudiantes, profesores… hasta catedráticos de la Universidad de Zaragoza firmaron una Manifiesto solidario con nosotros. El apoyo de trabajadores y estudiantes impactó mucho en los jóvenes trabajadores de la empresa que no esperaban esa solidaridad de obreros veteranos de la edad de sus padres. A la vez, pacientemente, organizamos pequeñas asambleas clandestinas con los trabajadores y tra-
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bajadoras de distintas tiendas, para pelear dentro por conseguir un Comité de Empresa y seguir luchando por volver al Convenio de Hostelería, entre otras demandas. Con ellos formamos una lista de candidatos a través de CCOO para presentarnos a las elecciones sindicales que finalmente logramos imponer. Lo bueno y nuevo, fue que incluso en la candidatura estábamos también trabajadores afiliados a CGT, lo que queríamos, más allá de las siglas, era luchar por ese programa de reivindicaciones que nos unía para enfrentar la precariedad. Pero no nos hacíamos ilusiones con la burocracia sindical que había firmado precisamente sacarnos del Convenio de Hostelería en el `94 en Telepizza, para crear uno nuevo (Delivery) que acabó con todas las conquistas que teníamos. Sin embargo, los trabajadores queríamos formar parte del sindicato porque a pesar de sus direcciones burocráticas y vendidas sabíamos y sabemos que no tienen nada que ver con las decenas de miles de afiliadas y afiliados a CCOO, y que tarde o temprano podríamos confluir con ellos y defenestrar a esos mismos dirigentes vendidos.
¿Y cómo reaccionó la burocracia sindical de CCOO a vuestro intento de organizaros y pelear por un programa que cuestionaba sus políticas de aceptación de la precariedad laboral? Esta experiencia, en un ambiente laboral en el que no había luchas obreras y sin apoyos dentro de CCOO, fue rápidamente boicoteada por la burocracia sindical desde la federación estatal y regional. Cuando sacamos un panfleto de la candidatura exigiendo la vuelta al convenio de Hostelería. En este momento nos exigieron renunciar, si queríamos seguir en la lista de CCOO, a las consignas de mi readmisión y la de la vuelta a Hostelería, algo a lo que la mayoría de los trabajadores se negaron, puesto que eran los pilares fundamentales de nuestra lista. Ahí los compañeros y compañeras hicieron una experiencia gigantesca, porque no llegaban a “creerse” que la burocracia pudiera hacer aquello, contra los que simplemente estábamos hartos de tanta precariedad. Vieron en la práctica aquello que los que teníamos un poco más experiencia les veníamos advirtiendo: que no podíamos fiarnos de la burocracia sindical y debíamos preparados para posibles maniobras como aquella. Así que en mitad del proceso electoral nos organizarnos en CGT. Y bueno, no nos fue nada mal. La empresa, por su parte, amenazaba a los trabajadores y les metía miedo contra nosotros. A la vez que le ponía los candidatos a la lista de UGT (que junto a CCOO firmó todos los retrocesos en la empresa durante 15 años), sacamos un 30% de los votos en las elecciones sindicales. En ese sentido, más que los votos, lo que realmente conquistamos fue el derecho de los trabajadores a organizarse, a tener un Comité de Empresa desde donde los trabajadores combativos pudiéramos seguir pe-
“(...) NOS EXIGIERON RENUNCIAR, SI QUERÍAMOS SEGUIR EN LA LISTA DE CCOO, A LAS CONSIGNAS DE MI READMISIÓN Y LA DE LA VUELTA A HOSTELERÍA, ALGO A LO QUE LA MAYORÍA DE LOS TRABAJADORES SE NEGARON, PUESTO QUE ERAN LOS PILARES FUNDAMENTALES DE NUESTRA LISTA” leando por la vuelta al Convenio de Hostelería. Y no solo eso, al mes siguiente de las elecciones, ganamos el juicio por mi despido y logramos otra victoria con mi readmisión definitiva.
Son muy pocos los sectores de trabajadores precarios que logran organizarse sindicalmente como vosotros lo habéis hecho en Telepizza. Hay quienes incluso sostienen que los precarios deben organizarse por fuera de los sindicatos. ¿Qué opinas de estas teorías sobre “el precariado” que se han puesto tan de moda en los últimos años? Primero hay que decir que es un hecho que la patronal avanzó enormemente en dividir a los trabajadores y trabajadoras, en fijos, temporales, subcontratas, etc. Aunque objetivamente hoy la clase trabajadora no solo es la mayoría de la población, sino que juega un rol aún mayor en el funcionamiento de la economía y los negocios de la burguesía, su fragmentación es mucho más profunda que hace décadas. Pero a mí me hace gracia, cuando hay quienes ponen como ejemplo del precariado “impotente” y “fragmentado” a la joven reponedora del Mercadona, para explicar que ya no sirve que los trabajadores se organicen para luchar en sus centros de trabajo. Es paradójico, pues esta trabajadora junto a sus 220 mil compañeras generan el 60% de la cuota del mercado de las distribuidoras al por mayor. Y sin contar que todo esto depende de los cientos de obreros y obreras de la industria alimentaria, del transporte y de la logística que une los centros industriales con las grandes ciudades, que dependen de esta distribución. ¿Cómo se puede negar la necesidad de organizar y defender a la juventud obrera precaria, junto al resto de trabajadores, cuando somos una fuerza fundamental para “torcerle el brazo” a los mismos accionistas y Fondos de inversión? Es una ceguera total. En primer lugar porque la unidad de nuestras filas es un problema estratégico para nosotros. Pero además porque niega los intentos de diversos sectores de trabajadores, tanto de los sectores tradicionales (metalúrgico, automovilístico, minería, etc.) como del sector “servicios”, como los profesores, los médicos, los informáticos, o de luchas muy duras, como las de los trabajadores de la alimentación de
Panrico y Coca-Cola, de unificarse con otros sectores, al mismo tiempo que recurrían a los “viejos” métodos de la huelga, los piquetes, la caja de resistencia y las asambleas soberanas para enfrentar los ataques. Recientemente hemos visto el enorme movimiento huelguístico de los trabajadores de comida rápida en EEUU, las movilizaciones de los precarios de McDonalds en Granada, en Madrid o en el Burger King de Asturias con importantes victorias. Las teorías sobre el “precariado” que consideran a este como una suerte de “nueva clase social”, separada del conjunto de la clase trabajadora, en última instancia defienden que tenemos que resignarnos a estar aislados y fuera de los sindicatos. Dejan a la burocracia sindical, aliada a la patronal y al régimen político que campe a sus anchas, dividiendo a los trabajadores en diferencias salariales, en subcontratas, dividiendo las luchas, etc. A la vez que se niega a organizar a la juventud con un programa que combata la precariedad y se una, en la lucha, a las demandas de los trabajadores mejor pagados, que ahora quieren llevarlos también al nivel de los precarios. Nosotros hemos demostrado, en la medida de nuestras posibilidades, que no somos una clase social aparte como sostienen algunos. Desde aquí y en otros ámbitos decimos y demostramos día a día, que aunque la juventud precaria seamos uno de los eslabones más débiles de la clase obrera, junto con las mujeres y los inmigrantes, no somos algo aparte, somos lo mismo y nuestra unidad con los sectores con más tradición puede generar una fuerza enorme en la lucha por transformar el sistema.
¿Y cómo han sido estos cuatro años? El resultado electoral que obtuvimos fue modesto por las razones que explicaba al principio. Nunca consideramos que iba a ser “un camino de rosas”. Los trabajadores se tienen que enfrentar a miles de presiones por parte de la patronal. No somos optimistas ingenuos. Después de 4 años hemos podido avanzar poco en conquistas laborales. Aunque es imposible avanzar en conquistas laborales si al mismo tiempo no se avanza en la organización, unidad y experiencia, y es allí donde pudimos avanzar más. Durante estos años dimos importantes batallas contra distintos despidos o planes de ajuste en la empresa, im-
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“(...) HAY UNA ENORME EXPECTATIVA EN QUE LOS PROBLEMAS SOCIALES Y DEMOCRÁTICOS PUEDAN RESOLVERSE MERAMENTE POR LA VÍA ELECTORAL Y DENTRO DE LOS MARCOS INSTITUCIONALES DEL RÉGIMEN POLÍTICO. ESTO NO ES MUY DIFERENTE AL REFORMISMO DE LA VIEJA SOCIALDEMOCRACIA (...)” ASIER UBICO Delegado de CGT Telepizza y militante de Clase contra Clase.
pulsando en pequeña escala nuestra política por recuperar las herramientas propias de la clase obrera, permitiéndonos confluir con sectores de compañeras y compañeros que iban haciendo una experiencia con la empresa y la burocracia sindical, a la vez que intentamos ligarnos a las principales luchas obreras que había en el estado. En 2011 impulsamos el Encuentro de la Juventud Trabajadora con los que formamos la Comisión del Movimiento Obrero del 15M donde peleamos por unir a los trabajadores con el movimiento del 15M y que jugó un papel importante en la Huelga de FCC en Zaragoza. Desde 2012-13 luchamos contra los ajustes de la empresa donde impulsamos pequeñas asambleas de trabajadores y exigimos que “sus deudas no las pagamos” y “por la apertura de los libros de contabilidad” de los accionistas. A la vez, participamos de la lucha y las asambleas de los profesores y la huelga minera donde peleamos por una Coordinadora obrera de todas las luchas. A finales de 2013 luchamos contra el despido de David, despedido por ser referente de lucha en su tienda esto nos sirvió también para conocer y organizar a más trabajadores. Mientras tratamos de organizar desde Zaragoza la solidaridad con los fenomenales trabajadores de CCOO de Panrico. Así pudimos confluir con sectores del movimiento obrero que se negaban a aceptar el programa del “mal menor” de las direcciones sindicales, junto a la magnífica lucha de los espartanos y espartanas de Coca-Cola, también de CCOO. Nos volcamos a la solidaridad con la lucha de los informáticos de HP, con los que tenemos una relación de apoyo y solidaridad hace años y hubo un intento de confluencia muy importante que promovimos con la unión de los jardineros de FCC a los piquetes de los informáticos En 2014 volvimos a salir a la lucha en solidaridad con un compañero que sufrió un grave accidente y por la mejora de la protección de los repartidores. A través de reuniones y asambleas, organizamos la primera huelga parcial de la historia del Telepizza, en la que jóvenes trabajadores sin tradición de lucha hicieron una experiencia gigantesca, recuperando los métodos clásicos de la lucha de clases. Poco después organizamos el primer Encuentro de Trabajadores con trabajadores de Coca-Cola, Panrico, FCC Parques y Jardines, Hewlett Packard y nosotros, donde los trabajadores contaron las impresionantes experiencias de lucha contra la patronal y la burocracia sindical, y organizaron el apoyo a la Huelga en el Telepizza. Lamentablemente lo hicimos solos y a contracorriente. Si esto fuera tomado a gran escala por todos los sindicatos, se podría empezar a sentar las bases para recomponer al movimiento obrero. Pero todos estos intentos han sido boicoteados por la burocracia sindical, no ya a nivel de nuestra empresa, sino en el conjunto del movimiento obrero que intenta maniatar, desmoralizar y aislar al conjunto de los trabajadores,
lo que demuestra que nuestra lucha no puede darse de forma aislada. Y desgraciadamente tanto la “izquierda” institucionalizada del régimen político como la “izquierda” que defiende las teorías del precariado, no hace absolutamente nada por crear más Telepizzas, por enfrentar a la burocracia sindical, por animar a los trabajadores y trabajadoras a recuperar sus propias herramientas de lucha, por hacer una experiencia con ellos muy importante, por muy costosa que sea.
Por todo esto que comentas ¿Qué relación encuentras entre lo que estáis intentando vosotros en Telepizza y la situación general en el movimiento obrero? Muchísima. Que la juventud precaria consiga conquistas depende de que el movimiento obrero en general avance en las luchas y que se establezca una alianza. Por eso, hemos intentado por todos los medios participar y apoyar las principales luchas obreras del Estado como te explicaba antes. Ahora bien, esto no va a ser posible generalizarlo si no se barre con la burocracia sindical de los sindicatos y los comités de empresa. Porque aísla las luchas de los sectores más organizados y con más tradición, para después cargar sobre nuestros hombros la crisis de los patrones, a la vez que impide que la juventud precaria se organice y pelee contra la precariedad laboral. ¿Qué paso en estas décadas? Que mientras la burocracia mantenía algunas conquistas de un pequeño sector de los trabajadores, firmaba las reformas laborales que traían los contratos basura, la subcontratación y las ETT´s para la inmensa mayoría de la clase obrera. Pero ahora la patronal (con la ayuda de la burocracia sindical) quiere acabar con las conquistas de los sectores mejor pagados. Y es en este contexto que se están dando las condiciones para que los trabajadores de más tradición hagan una experiencia con la burocracia sindical que nos está llevando a la miseria absoluta... la juventud ya lleva años. Por eso para nosotros es tan importante que los trabajadores acaben con estos dirigentes vendidos que nos dividen y precarizan, para poder empezar a recuperar la unidad de los trabajadores y enfrentar los recortes. En este sentido, nuestra lucha está ligada a la necesidad de recuperar los sindicatos en manos de los dirigentes vendidos, sea el sindicato que sea. Es imposible predecir de qué manera y bajo qué ritmos y tiempos puede suceder esto. Una muestra de un salto importante fue la lucha de los trabajadores de Panrico que, en contra de todos los obstáculos que le imponía la mayoría del comité de empresa y las federaciones de CCOO, recuperaron las mejores tradiciones del movimiento obrero imponiendo las asambleas soberanas para frenar las mil y una maniobras de los dirigentes sindicales que querían acabar con la huelga. Y en medio de esta impresionante lucha fue clave la unidad con los trabajadores de Coca-Cola.
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Por otro lado, también se empieza a ver sectores dentro de los sindicatos que comienzan a cuestionar la política de las direcciones sindicales, como lo hemos visto en el Encuentro que organizó “Ganemos CCOO” en Madrid, a la cual, trabajadores de Telepizza acudimos a mostrar nuestro apoyo, junto a compañeros de Panrico y Coca-Cola.
¿Qué relación ves entre esta situación en el movimiento obrero y la situación política general? Creo que el 2011, con el 15M y el movimiento de la juventud en las plazas, fue un punto de inflexión muy importante, porque por primera vez se cuestionaba el bipartidismo político del PPSOE, que era una expresión de todas las penurias que sufre la juventud. Esas demandas por un futuro digno no tuvieron salida para imponerlas, pues los sindicatos se negaron a apoyar con la fuerza del movimiento obrero estas movilizaciones, y a éstas solo acudían trabajadores de manera diluida. Por otro lado, la izquierda política que apoyaba las movilizaciones tampoco planteó una política de confluencia entre los trabajadores y la juventud. Pero si en 2011 solo se cuestionaba ese bipartidismo político con los cánticos “no nos representan”, fue luego, con las movilizaciones del 25S “Toma el Congreso”, que algunos sectores comenzaron a cuestionar al conjunto del Régimen del ‘78 y comenzó a hacerse popular la idea de un proceso constituyente para superarlo. Todo esto en medio de escandalosos casos de corrupción que pringaban tanto a la Casa Real, como al Gobierno y todos los partidos del Régimen. De nuevo la burocracia sindical fue a la ayuda de todos ellos, negándose a tomar estas importantes demandas democráticas. Junto a esto se fueron avalando los acuerdos entre sindicatos, gobierno y patronal que permitieron que la Reforma Laboral se aplicara, que significaba que la patronal pudiera acabar de un plumazo con las conquistas obreras que aún se mantenían. En ese marco se dieron impresionantes huelgas contra los recortes públicos como la grandísima lucha de los mineros, o la de los profesores, los médicos, junto otras tantas huelgas, que, de hecho, era una lucha contra las consecuencias de la firma de esos acuerdos y la política de pacificación de los dirigentes sindicales. Pero cada lucha y huelga fue abortada, desviada o aislada por la burocracia sindical. Yo creo que en el último período, sin embargo, se ha ido instalando la necesidad de pasar “de lo social a lo político”. Lo cual es un salto muy bueno respecto algunos sectores del 15M, porque permite pensar la relación entre las movilizaciones y los partidos políticos, y la necesidad de las herramientas políticas que los oprimidos podemos construir para llevar adelante nuestras demandas. En este contexto se desarrollan de manera asombrosa proyectos políticos como Podemos o Ganemos. Pero este proceso también tiene
su contracara, ya que hay una enorme expectativa en que los problemas sociales y democráticos puedan resolverse meramente por la vía electoral y dentro de los marcos institucionales del régimen político. Esto no es muy diferente al reformismo de la vieja socialdemocracia (la del PSOE y la de PCE-IU), aunque es mucho más light, por decirlo de algún modo. Y creo que es una ilusión pensarlo así pues la mayoría de las demandas populares y democráticas no tienen cabida en este régimen.
¿Cómo crees que estos nuevos proyectos políticos abordan la cuestión obrera y especialmente la juventud trabajadora? Muchos compañeros y compañeras que están asqueados con el PPSOE tienen ilusión en estos proyectos, pero también sana desconfianza. Y cuando profundizamos en debates esa desconfianza crece. Porque, por ejemplo, Podemos hizo un caballo de batalla la denuncia de la “casta política”, pero no denuncia a la “casta sindical” que es igual de corrupta y que ha estado firmando las reformas y acuerdos laborales con los distintos Gobiernos y aplicando la precariedad laboral, los recortes y los despidos... los 6 millones de parados son un duro ejemplo de esa política. El régimen no podría haber aplicado absolutamente ni un solo recorte si no tuviera a la burocracia sindical como su principal apoyo. Ya todo el mundo sabe de qué maneras se lo han pagado, con tarjetas “black” y sobresueldos. Por eso no entiendo la completa omisión que se hace sobre todo esto... el régimen político es también el “régimen sindical” del ‘78. ¿Es por qué los dirigentes de Podemos esperan llegar a un acuerdo con ella o un sector de la burocracia sindical? Pero si no es así, la falta de una denuncia a la casta sindical va a permitir (si no lo está haciendo ya) que se sumen a estos proyectos políticos para lavarse la cara y seguir haciendo lo que han hecho hasta ahora. Muchos burócratas de los despachos sindicales han acabado en los despachos de IU, del PSOE o del PP. Pero tampoco hay una denuncia a la “casta universitaria”, una institución prácticamente medieval en la “era del conocimiento”, que ha mantenido prebendas y vive con las grandes multinacionales en los Consejos Universitarios, que vienen aplicando el Plan Bolonia que esta elitizando la escuela pública y echando a miles de estudiantes, mientras una institución tan reaccionaria como la Iglesia Católica, que recibe millones de dinero público y patrimonios urbanos, hace negocio con la educación y niega a nuestras compañeras el derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Tampoco se denuncia un aspecto clave como la represión contra la juventud y los trabajadores, como los jóvenes que van a meter en la cárcel por participar de las marchas del 22M o por participar en las huelgas generales, o los mineros que también quieren meter presos, o como vienen denunciando los protagonistas
de “Ciutat Morta” que han demostrado las torturas y asesinatos policiales, o la querella argentina que ha puesto al descubierto que los torturadores de Franco seguían formando parte del aparato del régimen “democrático” del ‘78. Todos ellos con una total impunidad que ninguno de los nuevos proyectos políticos está denunciando como se merece.
Para terminar, cuéntanos en qué estáis ahora Por el momento estamos preparando las nuevas elecciones sindicales de abril y queremos que sirva para hacer una campaña militante con los trabajadores, que avance en la organización dentro de la empresa. Pero también queremos sacarla hacia afuera y que la tomen jóvenes trabajadores que quieren pelear contra la precariedad laboral en las empresas, porque si avanzamos aquí, será un avance para toda la juventud trabajadora. Y sobre todo, queremos que se sumen los trabajadores y trabajadoras con más tradición con los que llevamos tiempo confluyendo en las luchas. Pensamos que este es el camino, buscar todas las vías posibles para recomponer la unidad del movimiento obrero y prepararnos para volver a salir a la calle. Los nuevos proyectos neo reformistas que se anuncian van a tener poco recorrido, porque no tienen un programa radical que haga que la crisis la paguen los capitalistas. Y la única estrategia que tienen es confiar en que dialogando con los capitalistas mejoren las cosas. Pero eso, al final, a lo único que lleva es a que los trabajadores no nos organicemos para imponer nuestras demandas y quedemos desarmados frente a los capitalistas. Esta estrategia, que en los hechos es una política de colaboración de clases, se corresponde con la moderación que vienen haciendo del programa. Esto se ve cuando han pasado de decir “no queremos pagar la deuda” a decir que “queremos renegociar la deuda”, una cuestión clave para pensar como poner en marcha medidas sociales si se llega al gobierno. ¿Acaso los banqueros españoles y alemanes van a ceder amablemente, ya no digo el “no pago de la deuda”, sino incluso una “renegociación”? Pues no, ya lo estamos viendo en Grecia. ¿O Acaso los banqueros, la patronal y los Fondos de Inversión van a reincorporar a los trabajadores despedidos de Panrico y Coca-Cola, o que se dé marcha atrás con las Reformas laborales o que a los trabajadores de Telepizza se les conceda un Convenio de Hostelería (o mejor)? ¿O que se conceda una vivienda a todo desahuciado o trabajador sin casa, sin que agiten a la todopoderosa Bolsa de Valores o sin que nos recorten de otro lado para compensar las pérdidas? ¿Y después qué? Sea como sea, los trabajadores y trabajadoras vamos a tener que retomar una estrategia de lucha independiente, basada en nuestra fuerza, nuestra organización y la confluencia con los estudiantes y el pueblo pobre para conseguir cambios profundos y reales.
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UN PILAR CLAVE DEL RÉGIMEN DEL 78 LA CRISIS DE REPRESENTACIÓN Y LA “CASTA SINDICAL” La crisis del Régimen del ‘78 se muestra especialmente en la deslegitimación de los dos partidos tradicionales que se han ido alternando en el poder y el conjunto de las instituciones que lo sustentan. Las cúpulas burocráticas que han controlado las grandes centrales sindicales desde la Transición tampoco escapan. Por ARSEN SABATÉ
L
as direcciones de UGT y CCOO han venido participando de diferentes casos de corrupción que actualmente están saliendo a la luz, profundizando también en una crisis de representación propia. La burocracia sindical, como el resto, afirman que son solo “algunos hombres malos” que han pretendido llenarse los bolsillos. Sin embargo la corrupción forma parte del ADN del sistema. Como botón de muestra los puestos adjudicados a dedo por los principales partidos en los consejos de administración de las grandes empresas privadas y la banca, en los que también los grandes sindicatos mantienen representación. No es de extrañar que hayan sido parte de tramas de corrupción como las famosas “tarjetas black” de Bankia. Pero no son los únicos casos. La función social de la burocracia sindical en los últimos años ha sido bien compensada económicamente por los diferentes gobiernos y la patronal. El caso de los ERE en Andalucía ha sacado a la luz cómo el aparato sindical sacaba tajada cada vez que firmaba un despido masivo. También salen a la luz las generosas “donaciones” que empresas como Coca-Cola o Panrico hacen a las Federaciones de
CCOO y UGT, justo las mismas que ponen palos en la rueda cuando los trabajadores quieren tirar atrás los planes de las empresas. O más recientemente se hacían públicas las “ayudas” millonarias a la Federación de banca de CCOO y UGT con la que se sostenían abultados sobresueldos, y que éstas no han dejado de crecer justo en el periodo en el que se destruían 40.000 puestos de trabajo sin que los sindicatos llamaran a ninguna medida de lucha seria. Si muchos concejales de urbanismo se han vendido a los constructores a cambio de licencias y recalificaciones, muchos burócratas sindicales vienen haciendo lo propio a cambio de permitir que pasen los planes de las empresas contra los trabajadores. Estos casos de corrupción están minando el prestigio y la imagen de las cúpulas sindicales de las grandes centrales. Pero “llueve sobre mojado”. El cabreo contra estos chanchullos se suma al cansancio con unas direcciones sindicales que se vienen mostrando como un sujeto alineado a los intereses del Régimen y la patronal, y que en los años de crisis está dejando pasar todos los ataques sin llamar a la lucha y boicoteando los intentos de enfrentarlos por parte de los trabajadores.
La misión de Toxo y Méndez: que la clase trabajadora no intervenga en la crisis del Régimen Desde el 15M la movilización social ha sido un factor importante para lograr profundizar en la crisis de representación que sufre el Régimen. Las luchas contra los planes de austeridad que impone el Gobierno al compás que dicta la Troika -UE, BCE y FMI- despertaron a la movilización a amplios sectores de la juventud y los trabajadores, especialmente en 2012. Han surgido cientos de luchas y movilizaciones contra los recortes, por las demandas democráticas como es el derecho a decidir en Cataluña, plataformas contra los desahucios, “mareas” contra la privatización de la sanidad, movilizaciones contra la reforma de la Ley del aborto, contra la Ley Wert o fenómenos populares como las luchas de Gamonal o Can Vies,... El Gobierno responde endureciendo la política del miedo a través de las fuerzas policiales, reformando el código penal, presentando la Ley Mordaza que persigue, reprime y condena a miles de jóvenes, activistas y trabajadores luchando por sus derechos y libertades.
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Y por su parte las direcciones de CCOO y UGT se han esforzado en que toda esa resistencia quedara lo más al margen posible del movimiento obrero. Han obstaculizado que los trabajadores fueran parte de estas movilizaciones con sus propios métodos. Y cuando no han tenido más remedio que llamar a la movilización, como las huelgas generales de 2012, ha sido para acto seguido dar por cerrada la batalla para echar abajo la Reforma Laboral, y desde entonces bloquear toda aparición en escena de los trabajadores que amenazase con confluir con el resto de sectores populares. De esta manera la burocracia sindical ejerce como un pilar imprescindible para el Régimen, evitando que la potencia movilizadora de los trabajadores y sus organizaciones, poniéndose al frente de todas las luchas, lograse abrir un escenario de ascenso de lucha obrera y popular que pusiera en crisis terminal el Gobierno, los planes de austeridad y el mismo Régimen del 78.
Panrico y Coca-Cola: grandes luchas obreras que ponen al descubierto el rol de la burocracia sindical En los primeros años de crisis económica ingresaron cientos de miles de trabajadores en las filas del paro, sobre todo los sectores más precarios: jóvenes, mujeres e inmigrantes. Los principales dirigentes sindicales directamente miraron para otro lado. Con la llegada del PP al Gobierno y con el grueso de los ataques apuntado hacia los sectores con mayores conquistas laborales como industria o servicios públicos, Toxo y Méndez se vieron con la necesidad de convocar las dos jornadas de huelga general contra la Reforma Laboral de Rajoy. Sin embargo se han negado en todo momento a dar continuidad a estas jornadas de lucha y a la movilización social, y más aún a la unificación de todas las luchas obreras que se han ido dando contra la aplicación de la misma reforma y nuevos despidos. En definitiva se han opuesto y boicoteado todo aquello que apuntase a poder establecer un plan de
combate para frenar los peores ataques a las conquistas de la clase trabajadora desde la Dictadura. Aún así, no han podido evitar que surgieran grandes luchas de resistencia en algunos sectores, capaces de poner al descubierto el rol de contención que vienen jugando las direcciones de los grandes sindicatos, y defender un programa opuesto al de “dejar pasar los ataques”: la lucha hasta el final por los puestos de trabajo y las condiciones laborales conquistadas. A finales de 2013, los trabajadores de Panrico en la planta de Santa Perpetua de la Mogoda -Barcelona-, iniciaron una heroica huelga de resistencia que duró ocho meses contra los planes de la empresa de despedir a dos mil trabajadores entre todas las plantas del Estado español y unas rebajas salariales del 40% para los que conservaran el empleo. Estos “galos” dieron la pelea en solitario, sin el apoyo de sus direcciones (ni los dirigentes del Comité, ni la Federación catalana y estatal, ni las direcciones de la CONC o la Confederal), y es más teniendo que sortear las más variadas maniobras y trampas para que levantaran la huelga y aceptasen los planes de la empresa. En esta difícil pelea contra la empresa, la Generalitat, la judicatura y la burocracia sindical, los trabajadores de Panrico protagonizaron una gran experiencia obrera y de auto-organización, recuperando métodos de lucha de la clase trabajadora olvidados por el “sindicalismo de concertación”. Desde el primer momento levantaron una gran caja de resistencia para la subsistencia de todos los compañeros, rodeando de solidaridad otras luchas, y llevando a cabo numerosas movilizaciones para dar a conocer el conflicto. Conquistaron el derecho a tomar decisiones desde la asamblea de trabajadores, y trataron en todo momento de coordinarse con otras empresas en lucha, como lograron con CocaCola. Al final la empresa consiguió aplicar gran parte del plan de viabilidad. Pero esto no hubiera sido posible sin la necesaria colaboración de las direcciones traidoras de CCOO y UGT. A pesar de los obstáculos que las direcciones sindicales opusieron a los trabajadores, un gran te-
TOXO y MÉNDEZ Actuales Secretarios Generales de CCOO y UGT
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mor de las direcciones de CCOO y UGT no se pudo evitar: la confluencia y coordinación entre las luchas de los trabajadores de Panrico con los de Coca-Cola en Fuenlabrada, surgida desde la propia base de los trabajadores. Esta coordinación fue clave en la pelea contra la burocracia sindical. Mostró el valioso potencial para quebrar el aislamiento de las luchas al que someten las direcciones sindicales, además de fortalecerlas y convertirlas en polos atractivos de agrupamiento de sectores en lucha y poder plantarse ante los planes del Gobierno y la patronal. Por eso la burocracia sindical es enemiga de toda esta coordinación. Los trabajadores de la embotelladora de CocaCola en Fuenlabrada -Madrid-, son otro ejemplo de lucha de resistencia de la clase obrera, defendiéndose de un ERE que afectaba en principio a 1270 trabajadores y el cierre de cuatro plantas, entre ellas la de Fuenlabrada, todo en una empresa que anualmente genera miles de millones en beneficios. En este caso los trabajadores de Coca-Cola Fenlabrada vienen resistiendo a pesar de que los dirigentes de la Federación Agroalimentaria hace tiempo que optaron por dejar su lucha aislada. Es por eso que se han autodenominado como los “espartanos” de Coca-Cola. La lucha de Coca-Cola lleva actualmente más de un año plantado cara a la empresa para que acate la sentencia de la Audiencia Nacional que dictamina el ERE como nulo, y que la obliga a readmitir a los trabajadores despedidos. Por su parte, la dirección de la empresa viene haciendo oídos sordos a la sentencia, mientras ordena operativos policiales para reprimir a los trabajadores y así poder desmantelar la fábrica de Fuenlabrada.
La tarea de la recuperación de los sindicatos y la lucha contra el Régimen del 78 Esta política de traición que adoptan las direcciones de CCOO y UGT, imposibilitando que las luchas obreras den un vuelco a la actual situación, unificándolas y plantando cara para defender sus conquistas, no es novedosa. Las direcciones de los grandes sindicatos fueron agentes claves de la Transición y la consolidación del Régimen del ‘78. Sin la colaboración en especial de la dirección de CCOO, hubiera sido imposible detener el ascenso obrero desatado en 1976, bloquear experiencias de coordinación obrera y evitar que las cientos de huelgas se transformaran en una gran huelga general para aniquilar a la Dictadura y abrir una verdadera situación revolucionaria. El alineamiento de los dirigentes sindicales con los intereses del Régimen heredero del Franquismo que se estaba perfilando y la traición a la clase obrera permitió instalar una democracia continuadora de la Dictadura, dejando irresueltas las grandes demandas democráticas que afectan aún hoy a miles de trabajadores y las clases populares. Al mismo tiempo, esta política logró desactivar la movilización social generada y mantuvo en un
estado de pasividad y retroceso al conjunto de la clase trabajadora hasta la actualidad, cuando se está empezando a ver la necesidad de luchar por una alternativa a estas direcciones. La irrupción de las luchas de resistencia de los trabajadores de Panrico y Coca-Cola favorece y expresa que pueden surgir otras empresas en conflicto que tomen un camino similar, luchando por defender sus derechos y puestos de trabajo chocando con la política criminal de las direcciones sindicales. A finales de 2014 emergió el movimiento “Ganemos CCOO” en las filas del sindicato, organizando a sectores descontentos con la política de conciliación de clases de CCOO y de que la dirección del sindicato sea parte activa de los intereses y la corrupción endémica del Régimen del ‘78. Un proceso auspicioso del que también formamos parte militantes de Clase contra Clase junto con un núcleo de trabajadores de Panrico. En que puedan surgir más “Panricos” y “CocaColas” tiene una responsabilidad muy grande los sectores contrarios a la burocracia sindical de los grandes sindicatos, la izquierda sindical y la izquierda anticapitalista y transformadora. Es una necesidad la solidaridad y el vuelco a combates como el que protagonizan los “galos” y “espartanos” para poder empezar a construir una alternativa a las direcciones de los grandes sindicatos y su rol traidor a la clase trabajadora. Sin embargo hasta el momento, y tomando el rol de la izquierda sindical y política en ambos conflictos, esta no es su orientación, pues ambas luchas de resistencia no han contado con un apoyo y vuelco a la altura del sacrificio de los trabajadores de su parte, lo cual ha sido y es un déficit para poder doblarle el brazo a la santa alianza de la patronal, el Estado y la burocracia sindical. El problema de la burocracia sindical, no sólo es problema de los actuales dirigentes, sino de todo el modelo sindical que los trabajadores tenemos que reinventar de “abajo hacia arriba”, y así recuperar los sindicatos para la lucha y la organización del conjunto de la clase trabajadora. Para reinventar los grandes sindicatos y darle un auténtico carácter de lucha es necesario pelear en su interior por los derechos de los trabajadores más precarios; los jóvenes, los inmigrantes, y muchos sectores de mujeres trabajadoras que hoy no se ven representados. Y al mismo tiempo luchar por el pase de los temporales a plantilla fija y porque en un mismo centro de trabajo todas las categorías estén representadas en los comités y secciones sindicales. En el mismo sentido es imprescindible luchar por un modelo basado en la rotación de cargos, elegidos cada año mediante procesos congresuales democráticos. Los representantes y delegados del Comité de Empresa deben cumplir con las decisiones de las asambleas, los organismos más importantes de los trabajadores, y deben poder ser revocables si así lo deciden los trabajadores.
Es fundamental para que los sindicatos sean verdaderas herramientas de lucha, su independencia total de los partidos que representan a los patrones capitalistas, para que la clase trabajadora pueda plantear una verdadera salida a la crisis, los recortes, los despidos, los cierres de empresa, etc, que está aplicando este Régimen capitalista. Recuperar los sindicatos de las manos de esta burocracia sindical es una tarea fundamental tanto para evitar que los trabajadores sigan pagando la crisis, liberándose del corsé que representan y que impide a toda costa cualquier lucha de resistencia, como para que el movimiento obrero pueda salir verdaderamente a la escena política, intervenir en la crisis del Régimen tomando el conjunto de las demandas democráticas y sociales que se vienen expresando en la calle.
PANRICO Y LA IZQUIERDA La huelga de Panrico fue también una prueba para la izquierda política y sindical. Una huelga como ésta, merecía desde el primer momento un gran movimiento de solidaridad para lograr torcer el brazo a sus enemigos. Ésta tardó mucho en llegar de parte de las organizaciones de la izquierda sindical, presas de una visión sectaria por estar protagonizada por trabajadores de CCOO. Cuando llegó estuvo siempre por detrás de las necesidades de la huelga. Los aportes a la caja de resistencia -cuyo grueso fue generado por las actividades de autofinanciación organizadas por los trabajadores- y las delegaciones simbólicas de apoyo en algunas acciones, no estaban a la altura de lo que un conflicto tan duro necesitaba; y lel sindicalismo alternativo podría haber aportado desde sus secciones sindicales, delegados y afiliados. No poner toda la carne en el asador para que esta huelga triunfara, perdía de vista que una victoria de Panrico era una victoria para todos los trabajadores en frenar los planes de ajuste patronal y en imponer una derrota a la política de la burocracia sindical. Algo similar se puede decir de la izquierda política. Organizaciones como ICV o EUiA apoyaron en todo momento a los dirigentes de CCOO contrarios a la huelga. Grupos como Izquierda Anticapitalista o En Lucha, prácticamente no pisaron el piquete. Ir a las luchas obreras parece algo “pasado de época” para una izquierda que se ha adaptado al discurso de “la clase obrera ya no existe”. Otros grupos de mucha mayor implantación y peso militante, como las CUP, se limitaron a unas cuantas preguntas parlamentarias, aportes simbólicos a la caja de resistencia y charlas organizadas por algunos de sus grupos de base. El no volcar su fuerza militante en el apoyo a esta huelga y ayudar a convertirlo en un conflicto político contra la Generalitat, no se puede separar de su política de mantener el frente soberanista con CiU.
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UNIVERSIDAD DE CLASES, REESTRUCTURACIÓN NEOLIBERAL Y LUCHA ESTUDIANTIL A la juventud, golpeada por el paro y la precariedad, le resulta cada vez más difícil pagarse unos estudios universitarios. Y los que logran entrar en la universidad están cada vez más ahogados por el ritmo frenético de Bolonia, los recortes y los aumentos de tasas. Por CARLOS MURO e IVAN BORVBA
A
pesar de esta situación, el gobierno del PP pretende implantar el 3+2. El objetivo es profundizar descaradamente en el plan “Estrategia 2015” diseñado por la Unión Europea. ¿Qué es lo que está pasando en las universidades españolas? Nos encontramos ante un verdadero crash del modelo universitario “público” que da lugar a una cada vez más elitizada y restringida universidad para las familias trabajadoras y de los sectores populares.
El proceso de reestructuración neoliberal de la universidad En el marco de lo que nosotros definimos como época de restauración burguesa la universidad sobre todo en lo que llevamos de siglo XXI, ha sido afectada por la ofensiva neoliberal sufriendo cambios desiguales en función de los países. El Estado español no ha estado exento de estos cambios. Desde la LOU de Aznar, la implementación del Plan Bolonia de Zapatero y los tasazos de Rajoy han llevado a una profunda elitización, una mayor vinculación de las empresas privadas y bancos con el mundo universitario con peso en su gobierno, influyendo en los
planes de estudio e investigación para una mayor precarización académica y laboral.
Deuda, presupuestos educativos y recortes Los Gobierno central y autonómicos, han iniciado una serie de reestructuraciones con dos objetivos: la reducción de inversión pública en las universidades para su elitización, y en segundo lugar, ajustar la universidad a los intereses del mercado laboral capitalista. Desde hace ya 8 años, tanto el gobierno del PSOE como ahora el del PP han reducido “las subvenciones en los últimos tres años (sin contar los proyectos de investigación) en torno a un 18%, según los rectores. Este dinero lo pagan las comunidades autónomas. Solo en los cuatro grandes sistemas del país (Andalucía, Cataluña, Madrid y Comunidad Valenciana) la bajada ha sido en torno a 700 millones de euros”1. Mientras se ahoga a la pública, cada vez se da más espacio a la privada controlada en su mayor parte por la Iglesia católica: “el año que viene la oferta de títulos, másteres y doctorados públicos y privados en conjunto crece en 95, de los cuales 43 corresponden a las universidades Cardenal Herrera CEU, la Católica y la Valencian International University”2
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Adelgazar la universidad para los intereses capitalista
la crítica situación que la universidad viene sufriendo desde el estallido de la crisis.
Uno de los peores efectos de este plan de recortes y reformas es la progresiva reducción del número de alumnos que ingresan a las universidades. Con la LOMCE, la primer traba para los estudiantes de bachillerato es una reválida para obtener el título correspondiente. Después, cada universidad establece sus propias pruebas para poder acceder. Además, en este curso se expulsaron alrededor de 30.000 estudiantes en todo el Estado por impago de matrícula. A esto hay que sumar los miles de estudiantes que no han sido aceptados por “falta de plazas”. También la propia estructura del Plan Bolonia pone diques a los que estudian y trabajan. Entre horas de clases, trabajos extras por semana, seminarios y tutorías, la dedicación es de 24 horas ¿Quién puede acabar una carrera en condiciones si tiene que estudiar y trabajar a la vez? Es un proceso de selección de estudiantes: sólo los estudiantes de familias con más recursos pueden dedicarse las 24 horas y pagarse las altísimas matrículas, los de familias obreras muy difícilmente.
II-Por una educación pública, gratuita, democrática y al servicio de los trabajadores y las clases populares
Aumento de matrículas, reducción de becas y recortes Otro de los ataques más duros de los últimos años ha sido el aumento brutal del precio de las matrículas de grados y másteres y la reducción de becas. El Estado español “es uno de los diez países de la UE donde los precios de un curso universitario de grado oscilan entre los 2.000 y los 18.000 euros”.3 Este ataque se fortalece con las últimas medidas adoptadas por el Ministro de Educación con el modelo “3+2”. Los estudiantes pagarán un 81% más por la misma asignatura y los mismos años que con el anterior modelo de Licenciaturas. Por otra parte, el sistema de becas sufrió un fuerte recorte: “en el cómputo total la partida se ha reducido en 2013 en 47,8 millones de euros, esto es, un 3,8%, hasta quedarse en 1.222 millones de euros. Respecto a 2011 se habrían perdido un total de 209 millones.”4.
Apriete de tuercas a los profesores y trabajadores no docentes de la universidad El proceso de adelgazamiento afecta a todos los niveles. Sólo en este año la plantilla de las universidades descendió en 8000 trabajadores, entre 5.700 profesorado y 2.500 de PAS. Estos colectivos han sido de los más afectados en el sector universitario, “en cinco años se han perdido al menos 13.200 puestos de trabajo (8.8% de las plantillas de una comunidad de 149.000 empleados, entre fijos y temporales).”5. El escenario que estas medidas dejan una universidad pública en desmantelamiento. El bajo nivel de inversión pública, becas, profesores y personal no docente, es un paso más que agudiza
Los ataques se suceden, año tras año la universidad pública se va precarizando y elitizando. Los datos mostrados son tan solo una pequeña muestra de las medidas que han causado tantos despidos de profesorado y personal no decente y expulsiones obligadas por falta de recursos de estudiantes. Frente a esta situación los compañeros de Clase contra Clase planteamos alternativas de movilización y de lucha. Esta crisis se inició hace ya 8 años, pero su salida no se ve cercana y por lo tanto las dramáticas consecuencias para los jóvenes y trabajadores tampoco. Por ello reivindicamos una estrategia programática basada en la participación de todas y todos los estudiantes, que se fortalezcan las asambleas como órganos de discusión y decisión democráticos y que éstas se sumen a la lucha de PAS, PDI y personal no docente, para enfrentar con mayores posibilidades de éxito los próximos envites que vamos a sufrir.
Los estudiantes también queremos decidir sobre nuestro futuro Abogamos por una educación que no esclavice aún más a la clase trabajadora, por una educación pública, gratuita, democrática y al servicio de los trabajadores y las clases populares. Que acabe con el elitismo existente en la actualidad, sin empresas que elijan el plan docente, además de pública y gratuita. Debemos echar abajo todas las medidas de recortes y ataque a la universidad pública. Mientras los empresarios se forran a costa de los trabajadores y los sectores populares, roban de nuestros bolsillos más de 60.000 millones para rescatar a los banqueros. Y luego nos mienten descaradamente diciendo que “no hay dinero para la educación”:
Por todo es ello es necesario que: -Luchemos por echar abajo el Plan Bolonia, Espacio Europeo de Educación Superior y el 3+2. Así como todas las medias neoliberales que quieran imponer. - Que echemos abajo todos los recortes y tasazos en la universidad. Es necesaria una ley de Financiación para la educación universitaria en base a la expropiación de las grandes fortunas. Que devuelvan los más de 60.000 millones para invertirlos en la educación. -Luchemos por la gratuidad de los estudios universitarios, ni tasas astronómicas de tipo académico ni administrativas. ¡Presupuestos militares para gastos escolares! El presupuesto del Gobierno del PP para 2014 aumentó un 39,5%. El de investigación militar, destinó en total a Defensa unos 5.654,45 millones de euros. Y para educa-
ción la ridícula cifra de 2.150,05 millones. Luego “nos venden la moto” de que no hay más dinero. - Creación de un sistema de becas para el conjunto de necesidades académicas o de transporte, para costear el transporte y alojamiento de los jóvenes que tienen que cambiar de localidad para cursar los estudios. - Reconocimiento de todos los derechos de los becarios y mejora de sus condiciones laborales. - Expulsión de las empresas privadas de servicios. Fuera empresas privadas hosteleras y servicios de las cafeterías e incorporación de toda la plantilla al sector público. Servicio de reprografía gratuito para las fotocopias propias de las asignaturas y a 1 céntimo por copia para el resto. Contra la privatización de los servicios académicos en la universidad. -Reincorporación de todos los profesores/as y PAS a la universidad, ¡no más despidos! - Gratuidad completa de todos los niveles educativos y eliminación de cualquier obstáculo para acceder o permanecer en la carrera deseada. La educación no es un negocio, y no debe medirse con criterios empresariales sino sociales, y todo el mundo tiene derecho a estudiar la carrera que desee, así como en estudios posteriores en másteres y doctorados.
Esta universidad bajo control de las empresas y la burocracia académica ¡No nos representa! El 15M sintetizó en los gritos de “No nos representan” y “lo llaman democracia y no lo es” la crisis de representación de la decadente democracia imperialista post franquista española. Pero este cuestionamiento, que brotó desde las plazas y las calles, aún tiene que llegar a la Universidad. Nuestro objetivo es trasladar ese espíritu al interior de las aulas, los claustros y los pasillos de cada Facultad. Porque un régimen universitario controlado por las empresas y las camarillas académicas como el que existe ahora ni nos representa, ni merece existir. Los mismos que han generado la crisis capitalista y que nos la hacen pagar a los trabajadores y sectores populares, son los que de forma privilegiada tienen puestos permanentes tanto en el Consejo Social como en el Consejo de Gobierno. Esta camarilla empresarial cuenta con el beneplácito del gobierno, del autonómico o de los ayuntamientos. Y esto se refleja en que en el Consejo Social de las universidades están representados los ayuntamientos, las organizaciones empresariales, las cortes, el gobierno autonómico, dos miembros sindicales y burócratas varios. Este gobierno universitario al servicio de las empresas es quien ha promovido la precariedad laboral en la Universidad: subcontratación de los trabajadores, tanto en el caso de los PAS, los profesores asociados o entre los becarios de investigación. Los estudiantes seguimos siendo minoría en los claustros universitarios y se nos ponen trabas económicas, se rebajan los salarios de los trabajadores y profesores de y se acelera el proceso de privatización,
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subida de tasas, disminución de plazas por facultad. Mientras pasa todo esto, las empresas y bancos hacen más negocios y obtienen mayores privilegios.
Por todo ello es necesario: - La expulsión de todas las empresas y bancos de las universidades, así como la eliminación de sus cátedras o másteres dentro de la universidad. Que sólo sirve para asegurarse mano de obra barata y para reproducir la ideología de la burguesía. -Creemos conveniente apostar por un órgano de gobierno que verdaderamente plasme y represente la realidad dentro de las universidades. Este debe estar formado por estudiantes, profesores y PAS y ser proporcional, es decir, con mayoría estudiantil. Por una representación estudiantil paritaria, un 50% en todos los órganos. Los estudiantes somos la inmensa mayoría de la comunidad universitaria, sin embargo tenemos sólo el 25% de representación, lo que hace que nuestro poder a la hora de la toma de decisiones sea mínimo. - No queremos ningún privilegio por ejercer la representación, medidas como la de los créditos, sólo potencian el arribismo. -Derecho a ser representante y elegir representantes para todos los estudiantes, incluidos los que tienen una relación temporal con la universidad. Si las decisiones que se toman les afectan a ellos también, su voz y voto han de tener el mismo peso que el resto. -Revocabilidad de los cargos por quien los ha elegido. Con un número de firmas de un 30% de la participación en las elecciones donde se elige a un representante, se podría forzar a que se convocara un nuevo proceso electoral si fuera necesario. -Reconocimiento del derecho de Huelga de los estudiantes, quedando ésta legalizada por una organización con representación o por una Asamblea de Estudiantes. Este derecho implicaría la prohibición de convocar exámenes y prácticas obligatorias en jornada de huelga. -Denunciaremos cualquier discriminación por motivos de raza, nacionalidad, sexo, orientación sexual o nivel económico / ingresos. La mayoría de los inmigrantes residentes no tienen derecho al acceso a la universidad. -Nuestros conocimientos al servicio de los trabajadores y el pueblo..., no de las empresas! La universidad en la actual sociedad capitalista es la transmisora de conocimientos al servicio de las clases dominantes, utilizando sus múltiples cátedras empresariales y las “corrientes de opinión” de los altos catedráticos ligados a la burocracia universitaria. Infunde la ideología de la defensa del capitalismo o bien mediante discursos sutiles “progres” que tratan de humanizarlo o bien con discursos más reaccionarios promulgando “el fin de la historia” y que la juventud y los trabajadores nos tenemos que conformar con lo existente y “seguir las reglas del mercado”. Luchamos por una universidad que no reproduzca los valores de esta sociedad corrompida: Queremos acabar con una educación que nos transmite los valo-
res de una sociedad que también queremos transformar. No queremos una educación donde se nos “naturaliza” y se reproduce la división en clases sociales, donde se nos transmiten valores de “respeto” al Estado imperialista y capitalista español, donde se nos parcela el saber, se coarta la libertad individual encajonándonos en planes de estudio estandarizados. Porque no queremos ser estudiantes al servicio de esta sociedad de clases, ni los futuros arquitectos al servicio de las constructoras corruptas, ni los historiadores “oficialistas” de este régimen del 78, ni los abogados de la impunidad a los asesinatos y desapariciones bajo el franquismo.... Queremos poner nuestros conocimientos al servicio de los trabajadores y el pueblo! Solo así se puede educar en una conciencia crítica y de rebeldía contra la sociedad establecida, sin las imposiciones religiosas e ideológicas conservadoras que se dan en la educación pública actual y en la privada. Es por eso que defendemos al marxismo, como “la voz de la clase obrera en las aulas”, y como una teoría viva y capaz de explicar la compleja realidad de la sociedad contemporánea y las vías de su transformación. Porque queremos cuestionar esta universidad cada vez más funcional a la clase burguesa, bajo el desafío de abandonar todo conformismo y con la perspectiva de tomar el cielo por asalto.
“DESDE LA LOU DE AZNAR, LA IMPLEMENTACIÓN DEL PLAN BOLONIA DE ZAPATERO Y LOS TASAZOS DE RAJOY HAN DEJADO UN PANORAMA MARCADO POR UNA PROFUNDA ELITIZACIÓN, UNA MAYOR VINCULACIÓN DE LAS EMPRESAS PRIVADAS Y BANCOS (...)”
III- Del cuestionamiento a la
universidad de clases al cuestionamiento de la sociedad de clases. A lo largo del artículo hemos cuestionado la situación actual de la universidad pública, pero siempre centrando la argumentación en las raíces sociales, políticas y económicas que configuran dicha situación. Nosotros luchamos por la defensa de la universidad pública, laica y totalmente gratuita. Pero no tan solo alzamos la voz contra la situación actual de la universidad, creemos que hay que transformar todo el régimen universitario, sí, pero a su vez cuestionamos y levantamos alternativas por el fin de un régimen funcional a las leyes de los empresarios, por un régimen que ayuda y encubre las estafas capitalistas mientras condena a la pobreza a los trabajadores, por el fin de un sistema que condena a los inmigrantes a la exclusión social, educativa y económica, por un régimen que beneficia a la Iglesia Católica y fortalece sus tentáculos educativos y sociales mientras reprime a las luchadoras y luchadores. Abogamos por levantar asambleas, con la participación de estudiantes, profesores y personal no docente. Levantamos la alternativa en la cual las asambleas sean el eje organizador y democrático de los estudiantes, con el fin de llevar adelante planes de lucha eficaces contra los ataques a la universidad pública. Por ello no pararemos en las aulas, nuestros gritos pasarán las paredes de las aulas, en definitiva, lucharemos por una universidad democrática, pública y gratuita, al servicio de la clase trabajadora y el pueblo.
NOTAS 1 (http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/01/29/
actualidad/1359451432_078234.html). 2 (“Matricularse en la Universidad costará 400 euros más que hace dos años”. El País). 3 (http://www.publico.es/470576/espana-entre-los-paisescon-mas-tasas-universitarias-y-peores-becas) 4“(http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/06/18/ valencia/1340050552_189109.html) 5 (.”La Universidad pública pierde un 9% de su plantilla en cinco años, El País”
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LAS MUJERES EN EL MUNDO ÁRABE Y MUSULMÁN
EL FEMINISMO FRENTE A LA ISLAMOFOBIA OCCIDENTAL Tras los ataques a Charlie Hebdo en París, el aumento del racismo y la xenofobia, expresado en el fomento de la islamofobia, coloca a la mujer como símbolo de “atraso y barbarie” de todo el mundo árabe y musulmán. Por CYNTHIA LUB
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os postulados del “choque de civilizaciones” también tienen su expresión en el feminismo. No son nuevos los prejuicios raciales hacia la “mujer oriental” y la exotización de las mujeres árabes. Estos se manifiestan bajo mecanismos que desconocen las luchas de estas mujeres, para enseñar “occidentales valores superiores” que puedan arrancar de la opresión a estas “pasivas y sumisas mujeres”. Para ello se utiliza lo que muchas feministas llaman “uniformización” de las mujeres de los países coloniales o semicoloniales, a través del cual se crean tópicos de gran impacto que generalizan comportamientos de “las otras” desde una visión eurocentrista. Se crea así un falso ideal de superioridad y progreso relacionado con Occidente. Como si la mayoría de las mujeres árabes, musulmanas, africanas o latinas, pobres y trabajadoras, que habitan Europa o Estados Unidos, no sufrieran opresión de género, desigualdad salarial, precariedad, feminicidio, a pesar de vivir y nacer en sociedades “cristianas y occidentales”. Lejos de la sumisión pasiva, las mujeres árabes y musulmanas han sabido reconocer las particularidades de su propio horizonte histórico-social en el que se inscriben las relaciones de opresión, dentro de una universalidad de problemas identificables con los de todas sus hermanas de clase: duras condiciones laborales, desamparo en derechos sociales y políticos, violencia y acoso sexual, feminicidio, entre otros.
Las múltiples estrategias de lucha de las “mujeres del harén” La historia de las mujeres árabes musulmanas demuestra que han sabido romper los límites de las “mujeres del harén”, diagnosticando el carácter de su opresión así como las estrategias para su liberación de las dobles cadenas: la opresión ejercida por los poderes autóctonos y la ejercida por el poder colonial occidental de los países imperialistas. El movimiento feminista y de mujeres árabes y musulmanas luchó por derechos como el sufragio femenino, participación política, igualdad en las condiciones de trabajo y educación, diferentes demandas en cuanto a la problemática de la poligamia —que es exclusiva para los hombres y desprotege a las mujeres—, la reducción del derecho absoluto de los hombres al divorcio o el incremento de la edad de matrimonio de las niñas. La feminista marxista egipcia, Nawal al Saadawi1, psiquiatra y escritora, narra cómo las mujeres que se integraron al trabajo industrial en Egipto durante las primeras décadas del siglo XX fueron las primeras en protagonizar huelgas y ocupar fábricas exigiendo la reducción de la jornada laboral y la regularización de permisos por embarazo y maternidad. Muchas mujeres debían ocultar sus embarazos para evitar el despido e incluso se provocaban abortos con cañas de un vegetal2; nada muy diferente a la situación, por ejemplo, de las mujeres españolas bajo el franquismo.
Fue muy importante también el surgimiento de literatas que daban a conocer la situación de opresión de las mujeres y sus primeras ideas de emancipación, como el caso de la egipcia Hafni Nassif, quien luchó por el acceso a la educación de las niñas y escribía en la prensa sobre el divorcio, el matrimonio o la reclusión de las mujeres. Otra mujer destacada ha sido May Ziada, una de las primeras escritoras egipcias que formó un salón literario en El Cairo entre 1915 y 1916, donde se debatían las demandas de las mujeres junto a los varones. Fue repudiada por su familia e internada por supuestos problemas mentales nunca comprobados3. La historiadora feminista Mary Nash explica cómo “las mujeres desplegaron muchos recursos y estrategias para conseguir tanto sus derechos propios como la emancipación nacional, antes, durante y después de los procesos de descolonización”4. En Egipto, Túnez, Marruecos y Argelia cumplieron un rol protagónico en estos procesos. Nawal al Saadawi narra las movilizaciones de las mujeres de Egipto, cortando líneas telegráficas y saboteando los ferrocarriles para bloquear el paso de las tropas británicas durante las protestas de 1919. Algunas asaltando cuarteles y las prisiones en las que se encontraban los líderes de los levantamientos. Centenares de estas mujeres fueron asesinadas5. Una reconocida feminista marroquí, Fátima Mernissi6, cuestiona tanto a los poderes autóctonos como a un sector del feminismo occidental que subestima el poder de actuación de las mujeres árabes: “Cuando me encuentro con una feminista occidental que cree que le tengo que estar agradecida por mi propia evolución en el feminismo, no me preocupa tanto el futuro de la solidaridad internacional de las mujeres como la capacidad del feminismo occidental de crear movimientos sociales populares para lograr un cambio estructural en las capitales mundiales de su propio imperio industrial. Una mujer que se considera feminista, en vez de vanagloriarse de su superioridad con respecto a las mujeres de otras culturas y por haber tomado conciencia de su situación, debería preguntarse si es capaz de compartir esto con las mujeres de otras clases sociales de su cultura”7. Esta autora explica el feminismo árabe a partir de su propia experiencia, dando cuenta de que “la resistencia de las mujeres es un fenómeno autóctono”. Por tanto, la oposición y crítica a los líderes religiosos conservadores árabes y sus postulados del islam patriarcal, viene de las propias mujeres árabes. Ellas han sido una amenaza al sistema patriarcal, acusadas por los líderes religiosos más conservadores de introducir ideas destructivas importadas de Occidente. Una crítica bastante filosa si conocemos la propia historia de penetración imperialista y colonización europea. Mary Nash, habla de una “doble colonización” de las mujeres de estas sociedades, señalando que la opresión colonial ligada a la opresión de la mujer por los poderes autóctonos, como vimos, dio como re-
“LA HISTORIA DE LAS MUJERES ÁRABES MUSULMANAS DEMUESTRA QUE HAN SABIDO ROMPER LOS LÍMITES DE LAS ‘MUJERES DEL HARÉN’, DIAGNOSTICANDO EL CARÁCTER DE SU OPRESIÓN ASÍ COMO LAS ESTRATEGIAS PARA SU LIBERACIÓN DE LAS DOBLES CADENAS (...)”
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“Es imperativo romper con la visión victimista de las mujeres árabes y musulmanas, tan arraigada en el mundo occidental, y dar a conocer la subjetividad histórica, las luchas y las ideas por la transformación de sus propias sociedades.”
NOTAS 1 NAWAL AL-SADAWI (1931), es una figura decisiva
cuya trayectoria comienza en la segunda oleada del feminismo egipcio de las décadas de 1970-1980. En el año 1972 publicó un libro “Mujeres y sexo” cuyos postulados disruptivos sobre la sexualidad de las mujeres egipcias y sus consecuencias en la salud, sacaron a la luz el debate sobre la práctica de mutilación genital de las niñas. Así desarrolló su militancia feminista contra la mutilación y cuestionamiento a la religión musulmana, lo que le costó la cárcel y el exilio. En otro libro “La cara desnuda de la mujer árabe” (2001) narra su propia experiencia cuando sufrió mutilación en su niñez. Otro de sus libros más famosos escritos en la cárcel, en un rollo de papel higiénico, es “Memorias de la mujer en la prisión”. 2 N. al Saadawi, La cara desnuda de la mujer árabe, Madrid, Horas y Horas, 1991. p.234. 3 Ídem, p. 231-232. 4 M. Nash, “Trayectorias anticoloniales, postcoloniales y antirracistas. El rechazo de la subalternidad”, Mujeres en el Mundo. Historia, retos y movimientos, Madrid, Alianza Editorial, 2004, p. 255. 5 N. al Saadawi, ob. cit., p. 235. 6 Fátima Mernissi nació en Fez (Marruecos) en 1940. Su intensa carrera académica comenzó tras licenciarse en Ciencias Políticas en Marruecos, continuó en París en la
sultado formas simultáneas de opresión de clase y sus consecuentes estrategias de lucha y resistencia8.
Los usos del velo y su simbología Las feministas árabes cuestionan el llamado “feminismo occidental” que insiste en la existencia de una forzosa conexión entre cultura y opresión de la mujer. De esta conexión se desprende la estrategia de “abandono de la cultura autóctona” como vía de emancipación. La prohibición del velo, hiyab, se inscribe entonces en esta premisa. El debate sobre el hiyab se introduce en el siglo XIX bajo un Egipto sometido a la colonización británica, cuando algunos líderes del mundo árabe-musulmán que luchaban por reformas en los derechos de las mujeres, como la educación, e influenciados por el discurso colonial europeo, consideraban el uso del velo como “símbolo de atraso cultural”. Las nuevas corrientes feministas árabes del siglo XX han cuestionado a estos reformadores y su consideración como impulsores de un “primer feminismo”. Y se fue conformando un feminismo anticolonial que rechazaba la occidentalización de las políticas de género expresadas en la prohibición del velo –que había comenzado a ponerse en práctica en diversos países–, y en el marco de que se había avanzado muy poco en los derechos de las mujeres. Así, el debate sobre el hiyab se dividía entre quienes lo consideraban como símbolo del “retraso cultural” o, contrariamente, como identificación de la cultura árabe y musulmana contra las amenazas del poder colonizador. Existen muchos debates históricos y actuales sobre el velo, su significado y su simbología. Por ello, es necesario contextualizar las políticas a favor o en contra del hiyab y atender el significado cambiante que tiene su uso. A partir del siglo XX ha habido un cambio importante tras el desarrollo de los procesos anticoloniales, cuando las mujeres nacionalistas o islamistas árabes convirtieron el hiyab en un “símbolo de resistencia anticolonial”. Así lo describe Franz Fanon respecto a la lucha anticolonial en Argelia en la década de 1950 cuando, frente a la prohibición francesa del velo, más de 10 mil mujeres salían a las calles con el hiyab, tal como muestra la película La batalla de Argel. A su vez, emergieron movimientos de mujeres y feministas que, en determinados contextos, lucharon contra la imposición del hiyab o también el caracterizado como “velo integral”, burka y el niqab, sin abandonar la lucha contra el poder colonial y enfrentándose al mismo tiempo a los poderes autóctonos. Fue el caso de la Federación de Mujeres en la década de 1920, compuesta en su mayoría por mujeres de clase alta, cuyas manifestaciones se centraban en la abolición del velo; un problema que, según al Saadawi, no era centro de atención de las mujeres obreras y campesinas que no solían usarlo en las fábricas ni en el campo9.
En Europa este debate se ha ido actualizando en los últimos años a raíz de la prohibición del burka y el niqab en países como Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, en ayuntamientos de Catalunya (Estado español), en Alemania –donde la mitad de los estados prohíben el velo–, y en Italia, donde la ley antiterrorista de 1970 prohíbe prendas que cubran la cara. Sin embargo, esta prohibición “en nombre de la libertad” para estas mujeres no es más que el encubrimiento de la persecución cotidiana a la población inmigrante, perpetuada por la xenofobia y el racismo.
Tendencias en el feminismo del mundo árabe Al calor de las grandes experiencias de lucha y organización surgieron múltiples debates entre el “feminismo árabe y musulmán” y el “feminismo islámico” que emerge en la década de 1990. Entre sus grandes diferencias, existe un gran punto de acuerdo que es la denuncia de lo que identifican como “feminismo occidental”, un feminismo que se hace eco del llamado “imperialismo cultural” que tuvo dos consecuencias respecto al movimiento feminista. Por un lado, un rechazo a los movimientos feministas en el interior de las sociedades islámicas, árabes o musulmanas, aprovechado por fuerzas políticas y religiosas conservadoras que acusaban al feminismo de “enemigo que desafía a la cultura tradicional o religiosa”. Por otro lado, la emergencia de un movimiento feminista de amplio espectro, desde el laicismo al islamismo, que por momentos convergían y en otros divergían10. Un novedoso libro, La emergencia del feminismo islámico11, explica la emergencia de esa corriente12, que se caracteriza por el rechazo al “feminismo colonial” u “occidentalización entendida como el abandono del islam” como único camino para lograr la liberación de la mujer musulmana. Frente a ello reivindican la emancipación de la mujer “en el marco del islam religioso” y denuncian una degradación de la tradición islámica y una tergiversación de los textos sagrados, para la cual plantean una relectura de los mismos a través de la “hermenéutica coránica” que devele a un “islam genuino” contenido en un “Corán liberador de la mujer”. Las feministas más referentes son Amina Wadud, Asma Barlas, Margot Badran (EE. UU.), Shaheen Sardar Ali (Pakistán); Ndeye Andújar (Estado español). Sin embargo, aunque el “feminismo islámico” se diferencia de los líderes religiosos conservadores árabes –quienes con el argumento del “rechazo a la penetración occidental” acaban haciendo bandera de las prácticas patriarcales más reaccionarias–, existe una gran contradicción en buscar dentro de la religión rasgos emancipatorios para la mujer, por sus relaciones estrechas con los Estados y las diferentes instituciones del sistema patriarcal, caro socio de las sociedades capitalistas. Al respecto, las feministas árabes y musulmanas contrarias al “feminismo islámico” plantean que,
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incluso buceando en una “relectura liberadora del Corán”, tanto el islam como cualquier religión comporta una estrecha colaboración con el Estado, el poder político y el sistema patriarcal que este perpetúa. El “feminismo árabe y musulmán” reivindica la liberación de la mujer desde un paradigma “cultural árabe y musulmán”, pero rechaza al islam religioso y su irreversible carácter patriarcal. Aunque algunas consideran que el islam propuso mejoras en los derechos de las mujeres en determinados momentos históricos, plantean que toda religión monoteísta es patriarcal y que no puede lograrse la emancipación de la mujer dentro de un ámbito estrictamente religioso. Entre las referentes se encuentran Nayereh Tohidi (Irán) y Valentine Moghadam (Irán), quien plantea cómo avanza cada vez más en el movimiento feminista la separación entre religión y Estado. Fue Nawal al Saadawi quien más hizo hincapié en esta cuestión. En su interesante libro La cara desnuda de la mujer árabe da cuenta de los puntos de contacto entre las sociedades árabes y occidentales, cuya raíz está en el sistema patriarcal que todas las religiones han perpetuado históricamente: “La historia ha puesto en evidencia el estrecho vínculo existente entre la economía y religión, entre las necesidades económicas y los valores morales y sexuales por los que se rige una determinada sociedad”13. Bajo una detallada narración del tratamiento hacia la mujer del judaísmo, el cristianismo y el islam, da fundamento a su tesis de que: “Las religiones monoteístas, al dictar los principios que habrían de regir el papel y la posición de la mujer, se inspiraron, como hemos visto, en los valores que imperaban en las sociedades patriarcales y de clases”14. A pesar de esta sintética clasificación, resulta muy difícil hacer una división rigurosa entre estas corrientes. Muchas feministas comparten matices entre el feminismo islámico y el feminismo árabe y musulmán. Fátima Mernissi podría ser una referente del complejo cruce de estas dos corrientes.
Los mil y un problemas de las mujeres de Las mil y una noches Es imperativo romper con la visión victimista de las mujeres árabes y musulmanas, tan arraigada en el mundo occidental, y dar a conocer la subjetividad histórica, las luchas y las ideas por la transformación de sus propias sociedades. Muchas intelectuales y feministas musulmanas se han esforzado por romper la distorsionada visión occidental de la mujer árabe, que toma como fuente la antigua obra literaria de Las mil y una noches. La mujer que se retuerce como una serpiente danzando con el vientre desnudo, seduciendo a los hombres, también sedientos de sexo, con promesas de pasiones oscuras, juegos secretos e intrigas, entre alfombras mágicas voladoras. Nada que envidiar a las historias de princesas que la cultura occidental supo fabricar. Al Sadawi, al respecto nos dice:
“Sería más científico y verídico realizar un estudio comparativo sobre el modo de vida de los árabes y los europeos (...) en la Edad Media, por ejemplo, cuando el clero, que era la clase dirigente compuesta solo por hombres, incitaba a las mujeres acusadas de brujería a relatar las peores obscenidades bajo la presión de torturas insoportables”15. Pero además, la lucha histórica y actual de las mujeres árabes y musulmanas en las calles y la formación de un movimiento de mujeres y feminista propio con una amplia agenda de reivindicaciones, ha demostrado qué lejos está la cuestión del hiyab o la “danza del vientre” como principal preocupación. Nada más rupturista con la imagen de la mujer de Las mil y una noches que las mujeres de la primavera árabe, protagonistas destacadas de este proceso. Solo en el año 2010 hubo más de 300 huelgas en las que las mujeres irrumpían hartas de cargar sobre sus espaldas la mayoría de los problemas sociales que afectaban a las familias ante la inflación en los productos básicos. Y las imágenes de las mujeres egipcias o marroquíes con pancartas y megáfonos y enfrentándose a las fuerzas represivas recorrieron el mundo. El ocultamiento, desconocimiento de su protagonismo y su consecuente victimización, es un mecanismo que sostiene el fomento del racismo e islamofobia que recae como una pesada losa sobre la vida cotidiana de las mujeres que viven en los países de Europa o Estados Unidos. Si la opresión de la mujer es doble, como mujeres y trabajadoras, en los países explotados y oprimidos por las potencias imperialistas, la opresión de clase se triplica para estas mujeres. * Este artículo es una versión levemente modificada del publicado en la revista Ideas de Izquierda Nº 17, Buenos Aires, Argentina.
Universidad de la Sorbona, para acabar su doctorado en Estados Unidos. Regresó a Marruecos en los años 70’ y ejerció como profesora en la Universidad de Mohamed V de Rabat. Toda su vida académica tiene un gran mérito habiendo sido hija y nieta de mujeres analfabetas. Escribió varias obras, traducidas a gran cantidad de idiomas, como: Sexo, ideología e islam (1975), Sultanas olvidadas (1990), Marruecos a través de las mujeres (1991), Sueños en el umbral. Memorias de una niña del harén (1994), El miedo a la modernidad: islam y democracia (2007). 7 Fatima Mernissi, El poder olvidado. Las mujeres ante un Islam en cambio, Barcelona, Icaria, 1995, p. 47. 8 M. Nash, ob. cit., pp. 231-232. 9 N. al Saadawi, ob. cit., p. 235. 10 M. Nash, ob. cit. p 238. 11 La emergencia del feminismo islámico. Selección de ponencias del Primer y Segundo Congreso Internacional de Feminismo Islámico, Barcelona, Ed. Oozebap, 2008. 12 La emergencia del “feminismo islámico” durante la década del ‘90 podría contextualizarse en lo que varios investigadores occidentales del mundo musulmán llamaron “reislamización” de la esfera política luego de las décadas de hegemonía del nacionalismo laico. Al respecto es interesante el artículo de Claudia Cinatti, “Islam político, antiimperialismo y marxismo” que, aunque escrito en 2007, aún conserva gran vigencia para analizar la emergencia del islamismo político. Disponible en www.ft-ci.org. 13 N. al Saadawi, ob. cit. p. 140. 14 Ibídem, p. 161. 15 Ibídem, p. 186.
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LEAR ARGENTINA:
UNA LUCHA EJEMPLAR A continuación publicamos un balance del PTS del conflicto de LEAR, que ha sido calificado por varios medios patronales argentinos como “el conflicto del año”. Nuestros compañeros del PTS siguen en estos momentos luchando con los trabajadores que siguen la pelea por su reincorporación, que se movilizan y presentan nuevas medidas judiciales. Por PTS (ARGENTINA)
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“Siempre el coraje es mejor, la esperanza nunca es vana” (Jorge Luis Borges)
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l conflicto de Lear se desató enpor un fuerte ataque de la patronal junto con la Ford, el SMATA1 y el gobierno2 . El objetivo era destruir a la Comisión Interna y todo el activismo. No fue una pelea buscada por los trabajadores sino impuesta por la empresa. Ni bien despidieron a los 240 trabajadores se paró la fábrica. Al día siguiente y sin orden judicial, los delegados fueron impedidos de ingresar a la planta. Con los activistas y los delegados afuera, la zona militarizada y la patota3 del SMATA adentro, las posibilidades de continuar con medidas de fuerza dentro de la fábrica quedaron fuertemente limitadas. Entonces se buscaron otras formas de afectar la producción. Primero, piquetes para impedir el ingreso y egreso de camiones, enfrentando intentos represivos. Se hicieron bloqueos que impedían el ingreso de los trabajadores y paralizaba la planta. Allí se daba una confraternización entre despedidos y los trabajadores de adentro usando boletines de lucha diarios. Incluso se bloqueó la empresa Johnson Controls que había despedido a un importante activista, y de esa forma se logró parar la Ford. Se hacen bloqueos más duros hasta que el 29 de julio la policía rompe el piquete con violencia para que ingrese la patota de la Verde4. Los bloqueos se endurecen frente al escándalo de la represión y duran hasta que la empresa organiza un lock out de 12 días. Fue más de un mes de lucha intensa con bloqueos, represiones como la del 8 de julio, patoteadas, acampe y movilizaciones permanentes. Sin embargo la Ford seguía trabajando con normalidad. Se comprueba que allí existía un importantísimo stock importado. El gobierno nacional era cómplice5. La posibilidad de ganar el conflicto de forma más o menos rápida con medidas adentro o bloqueos desde afuera que ahogaran económicamente a la empresa, estaba fuera de perspectiva en lo inmediato. Tomar la fábrica en ese momento era el camino más rápido hacia una derrota, porque era imposible quebrar la voluntad de un enemigo que contaba con stock para que Ford siguiera produciendo; la toma iba a ser minoritaria y la base iba a retirarse frente a un escenario así. En las asambleas se discute esta opción y los trabajadores en lucha en asamblea la descartan. Ellos no querían “un hecho político” sino una estrategia acorde a la situación concreta que aumentara sus posibilidades de triunfo.
Persistencia, solidaridad y creatividad como factores claves del combate El 20 de agosto luego del lock out patronal, los delegados son finalmente destituídos en una asamblea trucha del SMATA avalada por el Ministerio de Trabajo6. Habían logrado ingresar un día antes y pronto se los encerrará en una jaula para evitar el contacto con sus compañeros.
En este marco se podía dar la lucha por concluida porque las condiciones eran dificilísimas, o buscar nuevas medidas. Para la segunda opción, se imponía una lucha de largo aliento de otras características: era necesaria la persistencia para golpear sobre un frente único enemigo muy poderoso pero que también tenía contradicciones. Tener imaginación, ganar apoyo y buscar el frente único más fuerte y amplio posible. Esto es lo que se hace. Los trabajadores levantan la consigna “familias en la calle nunca más”. Con sus 22 cortes de la Panamericana y los del resto del país llegan a millones. Así se ganan el apoyo de amplios sectores de la población. Se desnuda el doble discurso K7. Se demuestra contra toda visión sindicalista que la política obrera pueda ganar fuerzas para la lucha de clases. Esto se expresa en el millón y medio de pesos del fondo de lucha, que mostraban la decisión de hacer una lucha larga. Cada vez que la represión caía sobre ellos, el apoyo aumentaba y la crisis en el bando gubernamental, también. Así siguieron, incansablemente. Se convierten en un ejemplo y su lucha, una causa popular. Allí es donde la enorme mayoría de los partidos de izquierda se retiran de la lucha o limitan su apoyo a lo mínimo. Solo el PTS quedará peleando seriamente poniendo a disposición de los trabajadores toda su fuerza militante, su apoyo político y material. Esto se expresa cuando se ve quienes son los detenidos, quienes buscan hacer un gran fondo de lucha y están al frente de los cortes: los trabajadores despedidos y los militantes del PTS. Esto no cae del cielo sino de la concepción de nuestro partido de que el centro de la actividad de una organización revolucionaria tiene que estar en la lucha de clases.
Las brechas en el campo enemigo El gobierno era un factor clave para sostener la intransigencia total de la empresa. Cada corte mostraba su doble discurso. Las crisis termina de aflorar con el escándalo del Gendarme Carancho y el infiltrado Galeano y el propio Berni recibe un golpe de magnitud8. La jueza Arroyo Salgado saca a la Gendarmería de la Panamericana9. En el Congreso todos los bloques repudian la represión que sufrió el Diputado Nicolás del Caño10 cuando acompañaba a los trabajadores. Todos los bloques piden un fallo favorable para solucionar el conflicto. Los delegados logran que se termine la hostilidad dentro de la fábrica. En este tiempo también se habían recibido fuertes golpes como el retiro de decenas de despedidos que no podían soportar seguir sin cobrar y la desvinculación de dos delegados (que luego serán tres). Pese a esto, los cortes, movilizaciones y la lucha política cambian la relación de fuerzas. Los abogados de los trabajadores dan una enorme batalla judicial y finalmente, la Sala X de la Cámara Na-
“LA LUCHA DE LEAR, QUE EN UN MOMENTO TUVO EL TRIUNFO AL ALCANCE DE LA MANO, DEMOSTRÓ QUE HASTA AL ENEMIGO MÁS PODEROSO SE LO PUEDE PONER CONTRA LAS CUERDAS E INCLUSO GANAR BATALLAS SI EXISTE DECISIÓN Y PERSISTENCIA DE PARTE DE LOS TRABAJADORES Y CUENTAN CON EL APOYO DE LAS ORGANIZACIONES QUE REALMENTE SE LA JUEGAN.”
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cional de Apelaciones dictamina que los trabajadores tienen que ser reinstalados. Afirma que la empresa había despedido masivamente sin tramitar el Procedimiento Preventivo de Crisis11 (PPC) y que por eso los despidos debían anularse. Los abogados hacen este pedido ya que era la única manera de lograr un fallo de reinstalación colectiva (los juicios por discriminación son individuales) basándose en las brechas de la legislación patronal. Así se logra que sean convocados a trabajar al finalizar las vacaciones12. Entonces el Ministerio de Trabajo organizó un escandaloso PPC en secreto en enero, para seguir con su colaboración con la patronal y con la burocracia verde del SMATA. Desobedecen de esta manera el fallo que los obligaba garantizar la reinstalación de los compañeros. La empresa el 19 de enero impide el ingreso a los despedidos y los suspende, amparándose en que como se había hecho un PPC ya habían cumplido con la medida judicial ordenada. Un fraude enorme armado por el Ministerio. Lejos de cualquier “legalismo”, nadie se queda de brazos cruzados, sino que se cortó la Panamericana 6 veces y dos el Puente Pueyrredón desde que salió el fallo. El 22 de enero, un juez de feria dictamina que deben ingresar y que las suspensiones eran ilegales pero al día siguiente le da la razón a la empresa y dice que habían cumplido con el fallo porque hicieron un PPC. La lucha sigue con cortes de Panamericana y el Puente Pueyrredón pero sin la misma fuerza. En febrero la Sala X cambiará su fallo y adhiere a la tesis patronal. Un enorme fraude jurídico y político hecho por los funcionarios K junto con los representantes del “partido judicial”. Esto da un duro golpe a la lucha.
El efecto Lear El Diario Clarín editorializó sobre esta gran lucha diciendo que “ya sentó un precedente sobre
cómo enfrentar este tipo de conflictos desde las empresas”. La verdad no es esta. Las patronales fueron desalentadas a encarar nuevos ataques por lo que se peleó en Lear durante meses: saben el infierno que les espera si lo intentan. Si la lucha hubiera terminado cuando no era posible parar adentro, sin dudas las empresas hubieran sacado las conclusiones que dice Clarín, se habrían envalentonado. Pero no fue así. La imposibilidad del gobierno de apoyar a la patronal de Donnelley en medio de la lucha de Lear, lo demuestra. La lucha de Lear, que en un momento tuvo el triunfo al alcance de la mano, demostró que hasta al enemigo más poderoso se lo puede poner contra las cuerdas e incluso ganar batallas si existe decisión y persistencia de parte de los trabajadores y cuentan con el apoyo de las organizaciones que realmente se la juegan.
Una pelea de largo aliento En los sindicatos más fuertes del país, se trata de dar batallas, generar una nueva tradición, dar golpes y desprestigiar al enemigo. Conquistar una Interna, delegados o militantes dentro de las fábricas, no son más que medios dentro de este gran objetivo. Estas peleas y cada lugar conquistado son una preparación necesaria, ineludible para poder barrer a los dirigentes vendidos cuando la lucha de los trabajadores sea generalizada, como ya ocurrió con el SITRAC SITRAM o el SMATA Córdoba en los ’7013, cuando los obreros metalmecánicos recuperaron esos sindicatos. Pelear con todo en cada uno de los combates es la mejor forma de prepararse para esta perspectiva. Los que luchamos hasta el final y buscamos hasta la última posibilidad de enfrentar los despidos en Lear, estamos orgullosos de haber pasado esta prueba.
NOTAS 1 Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte de Ar-
gentina. Una de las centrales sindicales más importantes de Argetina, gobernada desde hace décadas por la burocracia sindical peronista. 2 El conflicto de LEAR arranca el 27 de mayo de 2014 con el despido de 240 trabajadores, entre ellos la mayor parte del activismo obrero opositor a la burocracia sindical del SMATA y ligado a la Comisión Interna -Comité de Empresa- recuperada. 3 Cuerpo de matones de los que acostumbran hacer uso la burocracia sindical argentina para agredir físicamente a los trabajadores y activistas que se oponen a su política. 4 En Argentina existen sindicatos únicos por sector. El SMATA es el sindicato único de los trabajadores metalúrgicos. En su interior la burocracia sindical impulsa una lista para gobernar el sindicato, en este caso identificada con el color verde. Los sectores anti-burocráticos y la izquierda, como el PTS en LEAR y otras empresas, promueven otra lista para agrupar a los trabajadores combativos y pelear por recuperar el sindicato, en este caso identificada con el color bordó. En LEAR la bordó había logrado recuperar el Comité de Empresa. 5 El gobierno de Cristina Kirchner había autorizado la importación de consumos extras (por encima de las cuotas regulares) a la Ford, en previsión de poder aguantar una huelga dura de LEAR que le suministra piezas como industria auxiliar. 6 La burocracia “verde” obligó a los trabajadores en activo, bajo amenazas de despidos, a desplazarse al sindicato en autobuses, participar en una asamblea y votar la destitución de los delegados antiburocráticos. Tuvieron la mala suerte de que varios trabajadores grabaron con sus móviles las palabras de los dirigentes del SMATA en las que amenazaban abiertamente a todo aquel que osase no votar la destitución. A pesar de hacerse pública la grabación el Gobierno Kirchner avaló la destitución. 7 Mientras Cristina Kirchner mantenía su pulso con los fondos buitres, su gobierno daba todo su apoyo a la multinacional norteamericana LEAR en su batalla contra sus trabajadores que vulneraba un buen número de leyes argentinas. 8 El gendarme carancho hace referencia a un oficial de la gendarmería que se tiró literalmente sobre un vehículo en el que varios militantes del PTS estaban participando de una caravana para realentizar el tráfico por la Panamericana, una de las principales autopistas que comunican Buenos Aires con su periferia industrial. El infiltrado Gelano se trata de un agente de inteligencia que se inflintró en las acciones de los trabajadores y fue descubierto por los mismos. 9 La jueza prohibió que la Gendarmería, principal fuerza policial de la Provincia de Buenos Aires, pudiera seguir reprimiendo los cortes de la Panamericana. 10 Diputado del PTS-FIT por Mendoza que participó en primera linea de las principales acciones de lucha de los trabajadores de LEAR. 11 Procedimiento legal según el cual la empresa debe justificar las razones económicas para llevar adelante despidos y debe contar con la autorización gubernamental. Algo similar a los EREs españoles antes de la última Reforma Laboral en la que se anuló la autorización administrativa. 12 Tomese en cuenta que el verano austral tiene lugar entre los meses de diciembre y marzo. Se refiere a las vacaciones coincientes con el periodo navideño. 13 Sindicatos de clasismo de la provincia de Córdoba
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CONTRA EL GOBIERNO, EL PT Y LA CORRUPCIÓN:
QUÉ EXPRESAN LAS PROTESTAS DEL 15M EN BRASIL El pasado 15 de marzo fue un día importante en la vida política del país: centenas de miles salieron a las calles en diversas capitales de Brasil para protestar por el impeachment (destitución), contra el gobierno, el PT y la corrupción. El signo de la protesta era fácilmente reconocible: no era un “Fuera el PT” surgiendo de las masas trabajadoras (que también se sienten descontentas con el gobierno) sino mayoritariamente de la clase media, hegemonizada por el sentido político que le otorgaron sus convocantes, especialmente el PSDB1 y los medios, como la red O Globo2 . Por IURI TONELO, LERQI (BRASIL)
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l significado de estos actos y la respuesta política que debemos buscar a la situación nacional, es clave para que los trabajadores logren dar una respuesta de fondo a la realidad del país, que se corresponda con la inmensa insatisfacción popular en curso.
¿Cuál fue la composición de los actos? De un modo general, la composición de los actos fue hegemónicamente de clase media. No in-
cluimos en esta definición a los sectores de trabajadores que tienen mejores salarios y condiciones de vida cercanos a la clase media, sino al sector que no se ve como trabajador o directamente la pequeña burguesía. En algunos estados de población mayoritariamente negra este hecho quedaba claro de modo contundente, pues casi la totalidad de las movilizaciones estaba compuesta por blancos, especialmente en las ciudades del nordeste del país como Salvador o Recife, e incluso en Río de Janeiro y Belo Horizonte donde la población es
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“LA RESPUESTA QUE LA CLASE MEDIA BUSCA SE DESARROLLA POR FUERA DE UN ACERCAMIENTO POLÍTICO A LOS INTERESES DE LA CLASE OBRERA Y EL PUEBLO POBRE, Y SU DESEO DE CAMBIO ESTÁ SIENDO CANALIZADO POR LA OPOSICIÓN BURGUESA, (...) E INCLUSO PROPUESTAS MÁS A LA DERECHA.”
mayoritariamente afrodescendiente, el acto se mostró “más blanco” que la media regional. Aunque naturalmente las manifestaciones tuvieron un gran poder de atracción en sectores obreros, la enorme insatisfacción popular en el país y la composición de los actos nos da un cuadro de que la clase media entra en una dinámica política activa. Mientras tanto, los trabajadores en general acompañan los actos con expectativa, observando e intentando descifrar si la convocatoria del día 15 sería la respuesta necesaria a la crisis política del país.
¿Qué expresaron los actos? Las respuestas de los actos del domingo 15 fueron confusas y con elementos conservadores que, aunque expresaban el descontento frente a la corrupción y el gobierno, terminaron de dar alas a la oposición de los partidos dominantes. Esto expresa un primer problema que atañe a la forma en que se está canalizando el descontento. En este sentido, expresan también un fenómeno nacional (e incluso internacional) de crisis de representatividad; los sectores que participaron del acto fueron canalizados detrás del “Fuera el PT” pero no dejaron de afectar incluso a sectores importantes de la oposición (Paulinho de la Força Sindical3) y a la más importante figura de la derecha dura en el país, Jair Bosonaro: ambos fueron silbados en las manifes-
taciones de San Pablo y Río de Janeiro, respectivamente, y no pudieron hablar en los actos. El grito de “Fuera el PT” es la expresión de un país que ya estaba divididoen dos en las elecciones, con la victoria de Dilma Rousseff (PT) sobre Aécio Neves (PSDB) por un reducido margen. Aún más, expresa también la desilusión entre los sectores votantes de Dilma que vislumbran en la corrupción y la participación del PT en esos escándalos4, la certeza de que es necesario un cambio. Agravado por la percepción de que la presidenta está haciendo todo lo contrario a lo que había prometido. La respuesta que la clase media busca se desarrolla por fuera de un acercamiento político a los intereses de la clase obrera y el pueblo pobre, y su deseo de cambio está siendo canalizado por la oposición burguesa, fortaleciendo a los partidos dominantes como el PSDB e incluso propuestas más a la derecha. La fuerza de la movilización no habría sido la misma si no contase con la actuación de los grandes medios, especialmente la red O Globo, que dio cobertura nacional a las manifestaciones y promovió los actos, como parte de su interés de ver en el país a un gobierno que no solo ataque a los trabajadores (con ajustes) como viene haciendo el PT; sino que tenga un rostro conservador, el de la oposición de los partidos dominantes.
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Por eso es aún más preocupante que en todas las capitales se desarrollaran manifestaciones públicas en defensa de un “golpe militar”, incluso grupos fascistas se sintieron cómodos para expresar sus anhelos reaccionarios. Si bien estos sectores no marcaron el tono de los actos y en general fueron minoritarios, expresaron la temperatura ideológica de la convocatoria. Es decir, estas expresiones fascistas se reconciliaron con el sentido más general de los actos.
Las manifestaciones, el gobierno y la oposición en el régimen político nacional Si comparamos los actos del día 13 y del día 15 es evidente que la oposición sale mucho más fortalecida. Las manifestaciones dejan al gobierno en una situación aún más difícil y poco después de los actos el gobierno tuvo que anunciar supuestos cambios, un “paquete” de medidas contra la corrupción (poco claro en sus efectos) y, por arriba, posibles cambios ministeriales. La ironía de la política se da, en este caso, en que cuanto más se polarizan las fuerzas en el país, más se desarrolla entre los partidos dominantes (PMDB5, PSDB, PT) la tendencia a un “pacto”. Es que con la enorme insatisfacción popular en curso, la caída vertiginosa de la popularidad de la presidenta y el gobierno y la crisis de representatividad, existe el riesgo de que se desarrollen tendencias que generen una inestabilidad mayor en el régimen político. La oposición buscará hacer “sangrar”, provocar un mayor desgaste del gobierno del PT y debilitar la gobernabilidad de Dilma. Sin embargo, Aécio Neves después de las manifestaciones lejos de reivindicar un gran impeachment, propuso una “agenda positiva”, de “reforma política” y un gran pacto por una “reforma tributaria”. Hasta aquí, medidas que promueve la oposición y su estrategia de desgaste del gobierno y de canalización política, incluso electoral, pensando en las próximas elecciones. Más allá de las diferencias, las fuerzas dominantes tienen un plan en común. Hacer que los trabajadores paguen por la situación económica del país, y en ese sentido, más allá del juego político, todos apoyan de punta a punta el paquete de ajustes económicos de Dilma.
La salida es independiente: ni con el desgastado PT ni con la oposición de derecha Frente a la crisis de representatividad, una salida independiente de los trabajadores no está representada en los actos del día 15, ni en la defensa del gobierno del PT. Es necesario construir una tercera alternativa, que emane de las luchas y de la organización de los trabajadores, retomando sus instrumentos de lucha como los sindicatos (hoy pa-
ralizados por la acción de la burocracia sindical) y participando de la vida política del país, levantando un programa que haga frente los abusos y la corrupción de los partidos dominantes. Este programa tiene que exigir comisiones independientes controladas por los sindicatos, asociaciones populares y organizaciones de derechos humanos que impongan una real investigación, castigo y confiscación de bienes de corruptos y corruptores. Las CPIs (Comisión Parlamentaria de Investigación) e Investigaciones hechas por los artífices de este régimen terminan siempre impunes. Además, hay que acabar con el poder y los privilegios de los actuales políticos que se manejan según sus intereses personales, totalmente alejados de los anhelos de la población. Es necesario terminar con sus privilegios e incluso con el Senado (que expresa aún más esta casta política): una Cámara única de diputados, con salarios similares al de un profesor del estado, sería un paso importante para comenzar a poner fin a esta democracia degradada en el país. Es necesario pensar más que en una mera “reforma política”, sino en la convocatoria, a partir de los sindicatos y la movilización de los trabajadores, de una verdadera asamblea constituyente, libre y soberana para modificar los rumbos de la democracia actual. Una constituyente que ponga fin a este régimen en el que solo los ricos y sectores dominantes pueden participar de la gran política, modificando las leyes que van contra los trabajadores, garantizando el castigo real a los corruptos y modificando el curso de los ataques económicos (ajustes) y la sangría de nuestras cuentas a través del pago de la deuda pública, para invertir en salud, educación, vivienda y especialmente la principal demanda de Junio, el transporte, que debería ser estatizado y controlado por los trabajadores y usuarios. Esta es la respuesta que los trabajadores necesitan comenzar a dar. Esta es la respuesta a los actos del día 13 y 15, una perspectiva independiente de los trabajadores.
NOTAS 1 Partido Social Demócrata de Brasil. Diferente a la tradi-
ción europea e igual que en Portugal, el partido socialdemocrata es el representante de la derecha tradicional. 2 Principal red de medios de comunicación de tendencia conservadora de Brasil. 3 La principal central sindical brasileña dirigida por sectores ligados a las formaciones políticas conservadoras, en contra de la CUT -la mayor- dirigida históricamente por el PT. 4 El recientemente re-elegido gobierno Dilma viene enfrentando un gran escándalo de corrupcción con epicentro en la petrolera Petrobras, la principal empresa pública brasilera. 5 Partido del Movimiento Democrático Brasileño, de derecha.
“MÁS ALLÁ DE LAS DIFERENCIAS, LAS FUERZAS DOMINANTES TIENEN UN PLAN EN COMÚN. HACER QUE LOS TRABAJADORES PAGUEN POR LA SITUACIÓN ECONÓMICA DEL PAÍS, Y EN ESE SENTIDO, MÁS ALLÁ DEL JUEGO POLÍTICO, TODOS APOYAN DE PUNTA A PUNTA EL PAQUETE DE AJUSTES ECONÓMICOS DE DILMA.”
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ARGENTINA LA EMOTIVA DESPEDIDA A LEO NORNIELLA Con mucha tristeza, el día viernes 13 de marzo, los militantes y simpatizantes las organizaciones que integramos la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional, recibimos la triste noticia de la muerte de nuestro compañero Leo Norniella, dirigente obrero del PTS, nuestra organización hermana en Argentina. Por CLASE CONTRA CLASE
D
esde que se conoció este duro hecho, obreros de PepsiCo Snacks, la fábrica en la que trabajaba, de otras empresas de la Zona Norte del Gran Buenos Aires (GBA), amigos, militantes y dirigentes del PTS, se acercaron al hospital en el que fue internado y falleció de por un paro cardiorespiratorio. El velorio de Leo se realizó a partir las 23 horas del viernes en un barrio humilde de la localidad de Martín Coronado (Partido de Tres de Febrero), al oeste de la provincia de Buenos Aires. Durante toda la noche pasaron centenares de familiares, amigos, compañeros de trabajo, obreros de diferentes fábricas de la Zona Norte del GBA y otras regiones, representantes de organizaciones políticas de izquierda (PO e IS), entre otras, y una gran cantidad de compañeros y compañeras de militancia de Leo en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Durante el velatorio se destacó el nutrido grupo de obreras y obreros de PepsiCo, que al enterarse de su muerte habían impuesto un paro a la patronal, imponiendo que diese asueto por duelo, para homenajear a uno de sus mejores compañeros. Antes de partir hacia el cementerio en un silencioso cortejo, sus compañeras y compañeros hicieron un homenaje a Leo con carteles de colores donde expresaban que continuarán su lucha. Pasadas las 11 horas de la mañana del sábado, una interminable e impactante caravana de autos y buses acompañó el traslado de los restos de Leo hasta el cementerio de Pablo Podestá (también en la localidad de Tres de Febrero), a unos pocos kilómetros del lugar donde se realizó el velorio. Desde la mañana temprano habían lle-
gado delegaciones de compañeros de varios lugares del país (Rosario, Córdoba, Neuquén), de CABA y La Plata, y de distintas localidades del Gran Buenos Aires. Luego de despedir sus restos con un cerrado y persistente aplauso, entre lágrimas y gritos de aliento en honor a Leo, se realizó un acto en la explanada de entrada al cementerio. Primero se leyeron y nombraron algunos saludos y adhesiones de organizaciones políticas de la izquierda (PO, IS, Nuevo MAS) y del movimiento obrero. Se convocó a visitar la sección especial que La Izquierda Diario, el diario del PTS, abrió para homenajear a Leonardo Norniella. Allí hay publicadas cartas, comentarios y saludos de innumerable cantidad de compañeros y organizaciones. Se destacó la presencia de “Cachito” Fukman, exdetenido desaparecido y también se mencionaron los saludos de organizaciones y dirigentes internacionales que conforman la “Fracción Trotskista – Cuarta Internacional”, a la que pertenece el PTS. Luego tomaron el micrófono los oradores que en su totalidad comenzaron saludando y agradeciendo a la familia de Leo la posibilidad de realizar este acto-homenaje. Hicieron uso de la palabra sus compañeros de PepsiCo y de la agrupación Bordó del sindicato de la Alimentación, que además son compañeros de lucha de Leo: Luis Medina (PepsiCo), Javier “Poke” Hermosilla y Lorena Gentile, estos últimos delegados de Mondeléz (ex Kraft) y dirigentes del PTS. Yuri Fernández, obrero de Brukman, referente de la comunidad boliviana y militante del PTS, también dirigió unas palabras.
Luego habló Raúl Godoy, obrero de FaSinPat (ex Zanón) bajo gestión obrera y dirigente nacional del PTS, que viajó desde la sureña provincia del Neuquén junto a otros compañeros (entre ellos Natalio “Chicho” Navarrete, Secretario Adjunto del Sindicato Ceramista), para estar presentes en este homenaje. Finalmente tomó la palabra el compañero Emilio Albamonte, fundador y dirigente nacional del PTS, que cerró el emotivo acto con unas reflexiones sobre las condiciones de militancia revolucionaria en el movimiento obrero, las lecciones que hay que intentar sacar de este duro golpe y los desafíos hacia el futuro. Espontáneamente surgió la entonación del himno internacional de los trabajadores (“La Internacional”) que todos los presentes cantaron con profunda emoción y en dedicatoria a Leo. En el acto se juntaron el dolor, la bronca y la tristeza por la pérdida de Leo, pero también un clima de extendida fraternidad militante de una comunidad de revolucionarios que comparten una causa, la misma por la que luchó Leonardo Norniella. El grito varias veces repetido de ¡Leo, Presente!, no quedó en una simple consigna, porque demostró estar presente verdaderamente en las huellas, en las enseñanzas, en las lecciones y los recuerdos de sus compañeros de lucha. Y también demostró estar presente en el compromiso que adoptaron todos. Sacar las conclusiones necesarias y seguir levantando las banderas por las que Leo luchó gran parte de su vida, para llevarlas hasta la victoria.
Querido camarada Leo Norniella, hasta el socialismo siempre!
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CULTURA HÍPSTER INDIVIDUALISMO Y NUEVA DOMINACIÓN CULTURAL CAPITALISTA Podríamos decir que en pocos años una “nueva cultura” ha colonizado las ciudades de todo el mundo, la publicidad, las cadenas musicales de radio, las revistas culturales y las muestras de arte. Por CLARA MALLO
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na “nueva cultura” que casi todos identificamos pero que nos resulta difícil de definir, saber de dónde viene, en que se basa y qué la caracteriza más allá de la estética que la define. Conocida como hipster, se trata de una tendencia que traspasa la estética y la moda para invadir toda expresión cultural. El cine, la música, y la programación de centros de arte parecen estar pensados en clave hipster. Pero este concepto no es nada nuevo, el término hipster procede de una de las contraculturas urbanas surgidas en Estados Unidos en la década de los años cincuenta y aunque no tuvo el mismo desarrollo que la cultura rock, el beatnik o el fenómeno hippie se definía como una subcultura blanca, cuyo afán pasaba por liberarse de los estereotipos blancos pero manteniendo sus aspiraciones burguesas. Mayor suerte ha corrido esta (sub)cultura en los últimos años, que ha visto favorecido su desarrollo y expansión gracias en parte a las nuevas tecnologías y medios de comunicación. Pero ¿qué hay detrás de todo eso? Sin duda se trata de un fenómeno social y cultural mucho más amplio que expresa características de una sociedad capitalista avanzada
como el individualismo, el consumismo y la despolitización. Aspectos que han sido hegemónicos en las últimas décadas. Características que, sin embargo, en los últimos años, producto de la crisis capitalista y la movilización social, han comenzadoa cuestionarse por izquierda, con movimientos como Ocuppy Wall Street, los indignados y mareas españolas, la plaza Syntagma y muchas otras. Así como por la emergencia incipiente de proyectos culturales contestatarios, desde los más abiertamente militantes a aquellos que sin serlo problematizan sobre la sociedad en la que vivimos.
Cultura globalizadora basada en los mercados, imperialismo cultural Si hiciéramos una primera definición de este fenómeno precisamente es que es “hijo de su tiempo”, un fenómeno global, surgido en un mundo globalizado y en parte homogeneizado por los mercados, un tiempo marcado por la hegemonía del neoliberalismo. Esta quizás sea una de las primeras cuestiones que lo diferencia de fenómenos culturales anteriores, como el punk o el indie, que aunque gozaron de gran expansión -al menos en los principales centros urba-
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“(...) EL TÉRMINO HIPSTER PROCEDE DE UNA DE LAS CONTRACULTURAS URBANAS SURGIDAS EN ESTADOS UNIDOS EN LA DÉCADA DE LOS AÑOS CINCUENTA Y AUNQUE NO TUVO EL MISMO DESARROLLO QUE LA CULTURA ROCK, EL BEATNIK O EL FENÓMENO HIPPIE SE DEFINÍA COMO UNA SUBCULTURA BLANCA, CUYO AFÁN PASABA POR LIBERARSE DE LOS ESTEREOTIPOS BLANCOS PERO MANTENIENDO SUS ASPIRACIONES BURGUESAS.”
nos-, no llegaron a tener el mismo nivel de difusión masiva que las tendencias hipster, las cuales hoy, gracias a las nuevas tecnologías y medios de comunicación de masas, las grandes maquinarias de marketing masivo, se ha convertido en un fenómeno globalizado. En la década de los sesenta surge como novedad en los estados de capitalismo más avanzado lo que algunos han llamado una nueva cultura juvenil con entidad propia, algo que se desarrollará en las siguientes décadas. La particularidad de esta “cultura juvenil” fue que “se convirtió en dominante en las economías desarrolladas de mercado” como define Hobsbawn en su Historia del siglo XX. Se trató de una masa juvenil que asumía y consumía los productos del mercado de una manera mucho más rápida que las generaciones anteriores. Precisamente esta disposición al consumo, favorecida por las condiciones sociales y económicas de los años de desarrollo económico del boom de la posguerra, fue vista como una “mina de oro” por las aún incipientes industrias del ocio y culturales como la musical, la de la moda, y posteriormente la tecnológica. En este sentido fueron elementos de la cultura dominante norteamericana y sus valores los que fueron generalizados entre los jóvenes de los estados con las economías de mercado capitalistas más desarrolladas. La dominación cultural, en este caso estadounidense, no fue una novedad, aunque sí su modo de implantarse. Dejando atrás el cine como medio de difusión, era ahora la música rock, con sus letras sin traducir, y el uso de los vaqueros lo que comenzó a generalizarse entre jóvenes de todo el mundo. Esta nueva cultura juvenil se convirtió en la matriz de la llamada “revolución cultural”, entendiendo revolución en un sentido muy acotado, como grandes transformaciones en el comportamiento y las costumbres, en el modo de disponer del ocio y en el modo de consumo, que pasaron a configurar cada vez más los ambientes urbanos. En referencia a este fenómeno Hobsbawn define: “Dos de sus características son importantes: era populista e iconoclasta, sobretodo en el terreno del comportamiento individual en el que todo el mundo tenía que ir a lo suyo, aunque en la práctica, la presión de los congéneres y la moda impusieran la misma uniformidad que antes.” Pero esos años no fueron únicamente los de una “revolución cultural” en el sentido acotado que señala Hobsbawn. A finales de los años sesenta y setenta, la oleada de manifestaciones, huelgas y radicalización juvenil, eran las que marcaban, sin dudas, el clima político, social y cultural. Un clima de radicalización social que desafió la moral conservadora en el plano sexual, cultural y político. A esta situación de insubordinación general contra el orden establecido, acompañaron grandes debates sobre los cambios culturales o lo que algunos definieron como “revolución cultural” ayudando a desvirtuar extremadamente este término. Lo cierto es que si bien el llevar tejanos y dejar
crecer el pelo en los sesenta pudiese aparecer como contracultural, y en cierto modo lo fue y respondía a una reacción contra la generación anterior, al mismo tiempo se trató de una contracultura que con los años fue cada vez más dominada por los mercados, principalmente el mercado norteamericano. Si bien fue en los años sesenta cuando comenzó a surgir este fenómeno (momento de radicalización y cuestionamiento), será durante la década de los noventa, una década marcada por el triunfalismo neoliberal, cuando se desarrolle plenamente esa “cultura juvenil” como mercado. El surgimiento del joven como “agente social” consciente recibió un reconocimiento cada vez mayor por parte de las industrias culturales y dedicadas al ocio. Los beneficios de enfocar el mercado hacia las generaciones más jóvenes fue algo que aprendieron las grandes compañías dedicadas a este tipo de productos. La industria musical, televisiva, tecnológica, cosmética y la moda vivieron un enérgico desarrollo en los años noventa. Para dirigirse a ese público potenciaron un marketing indie, diferenciador, que pronto pasó a dominar y privatizar todos los aspectos y espacios de nuestra vida. En este escenario, con todos los espacios de ocio, creación y difusión dominados por el mercado, parecía que ya ninguna manifestación cultural de ningún tipo podía ser independiente, porque todo era asumido por el mercado.
Ofensiva individual La expansión del consumismo como cuestión central en la cultura actual no hubiese sido posible únicamente por el avance del capitalismo y sus industrias culturales. Existe un componente social que ayudó a que esa cultura del consumo con barniz independiente se generalizara entre sectores populares, a pesar de las contradicciones que esto supone. En la actualidad es justamente ese sector joven, al que se enfocan los mercados culturales y del entretenimiento, el que sufre la mayor precariedad laboral de su historia. Pero en gran parte de estos sectores juveniles se ha implantado una cultura centrada en el consumo y en lo individual, cuestiones apoyadas en la “idea de independencia”, confundiendo la independencia con lo individual, el “ir a lo tuyo” y aspirar a avanzar mediante tu enriquecimiento personal. Precisamente ese individualismo es la clave que sustenta esta falsa contracultura indie. El brutal individualismo que ha colonizado aspectos de la cultura (entendida en un sentido amplio como comportamientos sociales y costumbres) de los últimos tiempos tiene un origen muy claro: la ofensiva ideológica, política, y material que en las últimas décadas se lanzó desde los sectores dominantes con el objetivo de destruir toda conciencia y expresiones culturales obreras y colectivas. Sobre la crisis de subjetividad que hoy atraviesa la clase obrera mundial daría para abrir otro debate. Pero lo cierto es que existe un elemento ideo-
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lógico que es fundamental y está relacionado con que la clase obrera ha perdido su confianza en su poder colectivo, su sentimiento de pertenencia a un grupo social con entidad propia y con expresiones políticas y culturales propias. Y es que precisamente la clase dominante se ha encargado durante las últimas décadas de destruir todas las expresiones que podían aludir a lo proletario, a lo colectivo o radical, apoyándose en el desarrollo de “lo individual”, que anula todo sentimiento de pertenencia de clase, o a cualquier grupo u colectivo. No extraña que la expansión de esta cultura haya sido tan rápido. El campo lleva abonado mucho tiempo. En ello tuvo mucho que ver la ofensiva neoliberal que por parte de los gobiernos se hizo en los años 80 y 90 del pasado siglo. Ejemplo de esto, y una de las ofensivas más brutales, fue la llevada a cabo en Gran Bretaña por los conservadores encabezados por Margaret Thatcher. Como lo define Owen Jones en su análisis de la cultura obrera británica Chavs, la demonización de la clase obrera, “los conservadores acometieron el experimento más audaz de ingeniería social.” En palabras de la propia Thatcher al ganar las elecciones en 1979: “tenemos que crear una mentalidad completamente nueva.” Extender la idea de que la gente puede mejorar su vida mediante el enriquecimiento personal y no mediante la acción colectiva es lo que pretendía Thatcher, una reafirmación de los “principios” del capitalismo más rapaz. Una brutal ofensiva en contra de los intereses de la clase trabajadora y en contra de todas sus expresiones colectivas, que no solo se dio en Gran Bretaña y que sentó las bases del individualismo actual. El objetivo era terminar con la clase trabajadora como fuerza política, social y económica, reemplazándola por un conjunto de individuos y emprendedores. Lo cierto es que el desarrollo de esa idea todavía se expresa hoy. La nueva cultura individualista, y una de sus expresiones más avanzadas, la cultura hipster, representan las aspiraciones de la clase media, el individualismo, el “apoliticismo”, y la anglofilia sin cuestionamiento. Una estética dominante en el capitalismo. Pero que, al calor de los nuevos fenómenos sociales y políticos, de la frustración y la indignación que generó la crisis capitalista, puede comenzar a ser cuestionada. ¿Cómo y dónde se apoyó esta ofensiva, para que fuese posible cambiar el modo de pensar de gran parte de la sociedad y los trabajadores británicos? Sin duda sin el doble ataque a los sindicatos y la industria manufacturera no hubiese sido posible, lo cual entre otras cosas permitió imponer unas condiciones sociales y económicas de retroceso social, que favorecieron una visión extremadamente negativa de la clase obrera y de todo a aquello que la representase, ya fuese en lo político como los sindicatos o en lo social como los aspectos culturales que la caracterizaran.
El modo de vestir de los trabajadores, sus casas, los modos de relacionarse, la música que escuchaban, se convirtieron en despreciables. La idea de una subclase se generó en este momento, algo de lo que huir pavorosamente y de lo cual diferenciarse mediante el enriquecimiento personal. Owen Jones explica cómo se desarrolla esta idea de subclase en Chavs, un concepto caricaturizado que ayuda a desarrollar los prejuicios hacia todo lo que expresa un origen proletario o popular. Concepto relacionado con aquellas comunidades o colectivos más afectados por la crisis, que sufren graves problemas sociales, los cuales son descritos como representativos de sectores más amplios. Un peligro en el que puedes caer “si no trabajas duro”. Esta idea de subclase aparece cuando tras el ataque thatcherista muchas ciudades e incluso regiones o estados enteros se convirtieron en rustbels (cinturones de herrumbre), museos fantasmas de la manufactura. Comunidades que centraban su vida en el sentimiento de pertenencia a una comunidad como mineros, astilleros, trabajadores textiles, vieron cómo en poco tiempo se convertían en “individuos” aislados, cuyas condiciones de vida pauperizadas se debían, como les convencieron, a su “escaso esfuerzo” personal por llegar a ser “alguien de provecho”. Todas aquellas comunidades hundidas por el paro crónico fueron utilizadas como el modelo de lo que no hay que ser en esta sociedad. Toda una campaña de marketing por parte del liberalismo. Una visión potenciada a favor del desarrollo individualista, lanzando el mensaje de que hay dos tipos de persona en esta sociedad: los que quieren vivir a costa de lo que el estado proporciona y la “gente de provecho” que con su esfuerzo personal logrará “ser algo”. Esta idea cruel ha ido acompañada por la introducción de ciertos valores culturales que han reforzado y abierto las puertas al mayor desarrollo de los aspectos individualistas en la cultura actual. Conceptos como la libertad individual, creatividad, emprendimiento, diferencia, etc. Todos ellos son valores que remiten a lo individual, a los méritos propios y no hacen referencia a lo colectivo. Son los valores de la nueva cultura snob, hoy hipster, y los que precisamente la ubican en una posición de armonía con el capitalismo. Ninguno de estos valores cuestionan nada de lo establecido, simplemente afianzan la posición individual frente al resto. El avance personal rige nuestros comportamientos sociales y determina nuestras relaciones, lo que convierte el individualismo y una de sus expresiones estéticas y culturales más avanzadas, lo hípster, como conservadores. Ahora bien, el querer disfrazar a una tendencia reaccionaria como algo progresivo, resistente, underground e es algo en lo que tienen mucho empeño la industria.
“(...) LO QUE DIFERENCIA AL MUNDO HIPSTER DE OTROS MOVIMIENTOS UNDERGROUND O CONTRACULTURALES COMO FUERON EL BEAT, EL PUNK O EL INDIE, ES LA RUPTURA SOCIAL, O MEJOR DICHO LA AUSENCIA DE RUPTURA SOCIAL HIPSTER.”
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La cultura como desmovilizador político A esta altura creemos que tenemos la capacidad de afirmar que es clave la definición de hipster como una falsa subcultura. Precisamente lo que diferencia al mundo hipster de otros movimientos underground o contraculturales como fueron el beat, el punk o el indie, es la ruptura social, o mejor dicho la ausencia de ruptura social hipster. Todo movimiento cultural progresivo pretende romper, con al menos algunos aspectos del marco social en el que surge y lo expresa mediante su estética. La estética agresiva del punk, o la provocadora del indie no era más que la expresión de un cambio más profundo. Aunque estos movimientos no pretendieran una ruptura total con el sistema capitalista, al menos había ciertos aspectos sociales que pretendían superar, en este sentido pudieron definirse en su contexto como progresivos, y gozaron entre algunos sectores populares de gran protagonismo. Sin embargo la nueva cultura hipster no pretende romper con el marco social del capitalismo, ni con muchos de sus valores, su aspiración se basa en aumentar su capacidad de consumo. No sorprende en absoluto que las grandes multinacionales expriman esa idea de (falsa) resistencia. Un hito publicitario fue la campaña que en 1984 lanzó Apple en la que presentaba a quién se decantaba por este tipo de tecnología como un “contestatario” ante la uniformidad que representaba Microsoft. Hoy es común que grandes marcas sigan recurriendo a
esta idea y utilizando figuras que algún día fueron contraculturales. Recientemente Iggy Pop, figura del punk-rock, puso cara a Schweppes, también el líder de los Sex Pistols, Johnny Rotten, ayudó con su imagen al aumento de ventas de una de las marcas de mantequilla inglesas DairyCrest, y algunos de los representantes de “La movida” han puesto un toque underground a productos como la cerveza Mahou. También podemos escuchar estos días uno de los éxitos de Janis Joplin, Cry Baby, anunciando una compañía de telefónica. El éxito de esta cultura individualista, basada en su estética underground se apoya en la visión de contracultura y diferencia. Y en este afán diferenciador, la cultura hispster es brutalmente reaccionaria en su enorme desprecio a otros jóvenes que se identifican con sectores sociales más populares por su manera de vestir, los lugares en los que pasan su tiempo libre, la literatura que consumen y los programas televisivos que ven. Un chándal puede que no sea tan cool como los Levis, y escuchar música salida directamente de tu coche en un parking tampoco es lo mismo que gastar una pasta en una entrada para el Sonar. La manera despectiva en que se dirigen a quienes expresan gustos “poco refinados”, más populares, como chonis, canis en el Estado español o los chavs británicos, fomenta un odio hacia las clases más populares. El rechazo a quiénes expresan rasgos culturales y hábitos más propios de sectores castigados por el desempleo y la precariedad responde a la estrategia lanzada por el neoliberalismo para respon-
sabilizar a las clases trabajadoras de sus desgracias, justificando así la existencia de élites que acumulan la mayor parte de la riqueza “gracias a su esfuerzo e inteligencia”. El desempleo, la pobreza, los bajos niveles educativos antes podían verse como fallos del sistema capitalista, o en su versión más light como una mala gestión de los gobiernos de turno, pero en las décadas pasadas los problemas como el desempleo o la pobreza pasaron a responder a “cuestiones personales”. Una de las advertencias que hace Victor Lenore, en su Crónica de una dominación cultural, es precisamente el giro derechista y reaccionario que ha dado este fenómeno “y esa falta de conciencia se ha transformado directamente en desprecio de clase.” Quién no lee al filósofo esloveno Slavoj Zizek no tiene la capacidad intelectual para ser un hipster, pero esta (sub) cultura no repara en pensar que la capacidad para leer textos filosóficos pasa por tu nivel educativo. “La cultura moderna es un excelente lubricante para el consumo que no crea ningún problema político a nadie con poder en el mercado” afirma Victor Lenore, algo que junto al desarrollo de un odio hacia los grupos sociales más empobrecidos convierte a esta (falsa) subcultura en bastante reaccionaria. La idea que asumió el indie de que este sistema es el único posible, al ser absorbido por el mercado y el capital, nos sitúa en un escenario de “sálvese quien pueda” siempre y cuando sea de la manera más estilizada, visitando exposiciones de arte contemporáneo, viendo cine de Wes Anderson y haciendo la ruta veraniega por los festivales más indies, y sea dicho de paso, los que cuentan con entradas más caras. La cultura hoy denominada hipster, vertiente del individualismo más actual, no se basa únicamente en el ascenso económico sino que se centra en la imagen. Unas aspiraciones individualistas que nos hacen perder el sentimiento colectivo, de clase. Aspiraciones crueles que contradicen profundamente nuestras condiciones actuales y representa el triunfo de la cultura capitalista. Esta situación, sin embargo, hoy parece estar cambiando. En el marco de la crisis capitalista, los movimientos sociales, políticos, las huelgas obreras y las mareas están empezando a ser cada vez más protagonistas. El desarrollo de estos movimientos más a la izquierda supone el comienzo de un cuestionamiento al capitalismo y sus expresiones culturales. Con el surgimiento de ciertos fenómenos como el 15M en el Estado español, Occupy Wall Street, o la plaza Syntagma, las movilizaciones obreras y populares, los aspectos políticos, económicos y sociales del capital comienzan a ser cuestionados y entre todo ello lo individual empieza a perder hegemonía frente a lo colectivo. Empezar a cuestionar todos los aspectos propios del capital, todos aquellos valores culturales que sustentan un sistema basado en una profunda desigualdad, supone un paso adelante la lucha de clases.
R e v is t a d e t e o r í a y p ol í t i c a r e v ol u c i o n a r ia
Nuevo libro
Ediciones CEIP León Trotsky
León Trotsky definió a la revolución española como una escuela superior de estrategia revolucionaria. Y son exactamente las cuestiones que atañen a este punto las que atraviesan cada uno de los escritos de este nuevo volumen de las Obras Escogidas de León Trotsky, que marcaron durante la década de 1930 un antes y un después en la situación internacional. Tal y como lo pronosticó Trotsky, la derrota de la revolución española fortaleció el camino para el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el proceso revolucionario ya había sido clausurado, casi dos años antes, en la misma retaguardia republicana. Franco no tenía enfrente una revolución a la que aplastar, esta tarea había sido adelantada por el Frente Popular, la alianza contrarrevolucionaria impulsada
por socialistas y estalinistas, que puso una soga al cuello al heroico proletariado español y lo entregó a la burguesía, frente a la impotencia de las direcciones anarquistas y del POUM. Para Trotsky, el drama español fue la absoluta ausencia de un partido verdaderamente revolucionario, cuyo objetivo central fuera llevar al proletariado a la toma del poder como única vía para la derrota de la reacción fascista. Al programa del Frente Popular “ganar primero la guerra contra Franco y después hacer las reformas sociales”, el partido debía contraponer un programa radical que comenzara por la expropiación total de los latifundistas y la entrega de las tierras a los campesinos, así como la expropiación de la industria, los transportes, los bancos y el comercio exterior, bajo control de los trabajadores, liquidando así las bases de la reacción.
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SOLIDARIDAD CON LOS TRABAJADORES Y EL PUEBLO DE GRECIA
NO AL PAGO DE LA DEUDA
QUE LA CRISIS LA PAGUEN LOS CAPITALISTAS
G
recia “debe cumplir sus compromisos”. Grecia tiene que mostrar “responsabilidad con Europa”. El gobierno heleno “tiene que continuar con las reformas estructurales para no quedarse sin financiación”. Este es el discurso de chantaje que viene desplegando la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) desde que asumió el nuevo gobierno en Grecia. El pasado 25 de enero el pueblo griego votó por Syriza expresando su negativa a seguir pagando, con desempleo de masas y miseria, el “rescate” del capitalismo griego y la gran banca imperialista impuesto por los memorándums de la “troika” y el gobierno de coalición de Nueva Democracia y el PASOK. Estos dos partidos, los hermanos respectivos del PP y el PSOE, obtuvieron una derrota histórica. El pueblo griego repudió durante los últimos años esos planes de recortes y “memorándums” mediante movilizaciones, encie-
rros y más de 30 huelgas generales. Hoy la Troika intenta imponer nuevamente en la mesa de negociación lo que el pueblo griego repudió en las calles. Desde que formó gobierno, Syriza diseñó una hoja de ruta imposible de conjugar. Por un lado prometía dejar de aplicar los planes de “austeridad” y las reformas exigidas por la “Troika”. Por el otro defiende que es posible llegar a un acuerdo “beneficioso para todos” con los acreedores que le exigen seguir aplicando esos planes. Las falsas ilusiones generadas por Syriza en que era posible un “pacto social europeo” están chocando rápidamente con la cruda realidad: la UE no quiere conceder ni el más mínimo margen de maniobra al gobierno de Tsipras. El gobierno español se ha mostrado como uno de los defensores más “duros” de la línea germana, exigiendo que Grecia pague toda su deuda. El gobierno de Tsipras apostó al apoyo que pudiera recibir en Europa de algunos de los “socios”. Pero esa estrategia
fracasó. Tanto el gobierno francés como el italiano defienden que Grecia tiene que “cumplir sus compromisos”, es decir, aceptar los “controles” de la Troika, aplicar reformas y seguir pagando. El acuerdo del 20 de febrero fue una imposición completa de las condiciones del anterior rescate: cada medida del gobierno griego es supervisada ahora por la Troika (aunque Syriza quiera presentar como un “triunfo” que cambiara el nombre por “las Instituciones”). El gobierno de Tsipras ya no habla de no pago de la deuda sino de refinanciación, y congeló varias las principales medidas sociales prometidas en campaña electoral. La deuda griega no ha dejado de crecer a pesar de los recortes draconianos impuestos en los últimos años. Un expolio tremendo de parte de las principales potencias imperialistas europeas que está dejando un panorama social desolador con un 27% de paro y casi la mitad de la población en la pobreza. A pesar de ello el programa de Syriza se niega a desco-
R e v is t a d e t e o r í a y p ol í t i c a r e v ol u c i o n a r ia www.clasecontraclase.org // info@clasecontraclase.org
nocer la deuda para que la crisis la paguen los capitalistas griegos y europeos. Es necesario retomar y profundizar el camino de la movilización, con el objetivo de imponer la anulación de la deuda que hunde al pueblo griego en la desesperación, junto a un conjunto de medidas anticapitalistas, que incluya la nacionalización de la banca, la expropiación de las grandes empresas bajo control de los trabajadores, que lleven hacia una salida obrera y socialista para Grecia y Europa. No apoyamos políticamente al gobierno de Syriza, que tiene un programa de reformas tibias y de “reformar” la UE del capital. Nuestra solidaridad es con las trabajadoras, trabajadores y el pueblo griego, que han demostrado una enorme voluntad de lucha con más de 30 huelgas y paros generales, contra la troika y los gobiernos capitalistas. Es fundamental desarrollar la solidaridad y movilización internacional de los trabajadores y los pueblos de Europa con Grecia en los próximos meses.