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Sujetos y sociedades de archivación

Después de la revisión de estos puntos, tenemos elementos para valorar la importancia de reflexionar acerca de lo que se considera archivo. Ahora sabemos que se define por la forma que toma. Así, emergen preguntas como: ¿quién y para qué archiva?, ¿cómo se archiva?, ¿qué archivo se obtiene al realizar un proceso y no otro?, ¿qué se dice que se hace al archivar y qué se hace al decir que se archiva?, ¿cómo se fundamenta la idea de un archivo estático como un objeto dado al que se puede volver y referirse? Las respuestas se presentarán de distintas maneras a lo largo de este libro, por el momento habrá que puntualizar que de todas las nociones de archivo y de las distintas prácticas de archivar, puede identificarse un procedimiento específico: el principio de procedencia, es decir, un momento de configuración del archivo el cual es posible delimitar y que no sólo es pertinente sino necesario para conocer los objetos a partir de reconocer sus contextos de uso, difusión, interpretación y significación.

Así, al desentrañar la lógica en la que están organizados y puestos en acceso, podemos comenzar el estudio de los objetos fotográficos y audiovisuales que resguardan en ellos, es decir, revelando la forma de archivación para colocarnos en el camino de conocer sus distintos contextos. Entonces, primero debemos ahondar sobre la forma en que los archivos llegan a ser archivos, qué implica hacerse llamar archivo, quiénes participan en esa configuración, qué tipos de archivos existen y sobretodo qué implica hablar de archivos fotográficos. Estas preguntas se integran cuando las pensamos como un proceso, el cual podemos llamar archivación.

SUJETOS Y SOCIEDADES DE ARCHIVACIÓN

Por ahora, no interesa explicar el desarrollo de las convenciones de la disciplina archivística, sino reconocer la importancia de entender al archivo como un proceso de archivación que responde, o debería responder, a convenciones que promuevan el conocimiento democrático de los objetos resguardados de esta manera.

Una de esas convenciones, que define a una filosofía del archivo, es el principio de procedencia,26 el cual contempla respetar la relación de un objeto

26 Anna Maria Guasch señala en su trabajo sobre arte y archivo que el principio de procedencia tiene su origen en las propuestas del historiador y archivero Philipp Ernst Spief para ordenar los archivos

con un archivo precedente. En otro sentido, implica poner límites a los distintos y sucesivos procesos de archivación. Decir hasta qué punto se considera parte de uno o de otro y cómo forma parte de un proceso histórico de selección, descarte y ordenamiento. Para pensar en ello, debemos reconocer la unión entre las imágenes y los individuos de una sociedad, pues una de las peculiaridades de ver a la producción fotográfica convertida en archivo atravesada por la noción de patrimonio es su atadura al relato oral, lo que implica su socialización.

Tenemos que reconocer a los distintos participantes de los archivos: a los productores de las imágenes, el fotógrafo, el realizador, el productor que encarga una imagen, las compañías a las que se suscriben; los propietarios del objeto, por ejemplo, una fotografía de boda tiene un autor pero el objeto que resguardamos cada quien en su álbum tuvo un primer dueño; aquellos que aparecen en las imágenes o que están relacionados con lo retratado; los gestores de las colecciones, es decir, los realizadores del archivo en cuestión: agentes que toman una archivación previa, el historiador local y el cronista; las familias que resguardan objetos fotográficos y que serán sujetos a digitalización, difusión y puesta en acceso en otro contexto y los coleccionistas, que los podemos pensar desde el heredero de un álbum familiar hasta el encargado de un archivo responsables ambos de preservar, conservar y dar a conocer el contenido de lo que resguardan y los espectadores de las imágenes o usuarios de los documentos de las fototecas y cinetecas.

Ellos participan en la formación de archivos a través del tiempo y en muy pocas ocasiones de forma conjunta, por lo cual solemos tener en los archivos imágenes de las cuales desconocemos el autor, la fecha en la que fueron tomadas, su relación con otros objetos como documentos, mapas, testimonios, etcétera, o bien, la forma en la que llegaron a nuestras manos. Pero un primer paso, es el reconocimiento de los elementos que le dan sentido: qué se archiva, quién, por qué, cómo y dónde se archiva.

Recordemos que la fotografía tiene dos dimensiones archivables, su condición material como objeto, sujeta a categorización de formato, técnica

del castillo bávaro de Plassenburh, aunque la práctica se generalizó hasta mediados del siglo xix en Francia con Natalis de Wailly y su reordenación de los Archives du Royaume y de la Bibliotheque Impériale, y en Europa central con el GeheimesStaats-Archivs de Berlín (1881). El principio consiste en que los elementos de un archivo (documentos) deben disponerse en rigurosa concordancia con el orden en el que fueron acumulados en el archivo de origen. Guasch, Arte, 2011.

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