Nuestro origen

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Juan Bautista Gutiérrez nuestro origen

Con un enorme orgullo y con la convicción de que cada línea aquí escrita reforzará nuestra identificación y compromiso con la organización, CMI presenta una edición especial de su boletín dedicado a nuestro fundador, don Juan Bautista Gutiérrez. A través de un relato que fue difícil resumir, regresamos al pasado para conocer las raíces de la Corporación de la mano de don Juan Bautista o don Juanito, como muchos le llamaban, lo cual nos permitirá comprender, apreciar y seguir aportando al presente y futuro de CMI.

Versión 2-2016-11 ©2016 Guatemala. Derechos Reservados Los textos, imágenes y diseños de este documento son propiedad exclusiva de CMI (Corporación Multi-Inversiones). Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o transmitida, mediante ningún sistema o método, electrónico o mecánico (Incluyendo el fotocopiado, la grabación o cualquier sistema de recuperación y almacenamiento de información) sin el consentimiento por escrito de CMI (Corporación Multi Inversiones).

sentía y transmitía por el trabajo bien hecho. Posteriormente relataremos algunas anécdotas de los primeros negocios de CMI, que al día de hoy se han convertido en la piedra angular de la Corporación. Por supuesto, estos negocios están cimentados en una serie de valores y en una filosofía que caracterizaron el pensamiento y las obras de don Juan Bautista, cuya difusión se hace posible hoy gracias a memorables experiencias que nos compartieron aquellas personas que convivieron con él, con la firme certeza que este relato inspirará a nuestros lectores.

El boletín CMI edición especial-gracias al aporte de la cuarta generación de la familia- parte de una breve biografía de don Juan Bautista en la que podremos apreciar momentos importantes de la vida de nuestro fundador; el largo recorrido para llegar a América y el inicio de los primeros negocios que nacieron del esfuerzo y amor que

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Juan Bautista Gutiérrez

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BREVE BIOGRAFÍA Don Juan Bautista Gutiérrez nació el 14 de Junio de 1896 en Campiellos, Sobrescobio, Asturias, España. Sus padres, Dionisio Gutiérrez y Casimira Blanco, tuvieron 4 hijos: Adela, Casimiro, Modesta y el menor, Juan Bautista. Cuando don Juan Bautista tenía 6 años de edad (1902), su papá, Dionisio Gutiérrez, emigró a América siguiendo los consejos de un gran amigo, quien le decía que estaba en Cobán, Guatemala, y que era un lugar muy bonito y muy fácil para trabajar. En búsqueda de oportunidades y de un mejor futuro para él y su familia, el padre de nuestro fundador salió del puerto de Gijón rumbo a Veracruz (México) donde desembarcó y tomó el tren a Tapachula, desde donde partió a caballo rumbo a Guatemala. En la búsqueda de Cobán, don Dionisio Gutiérrez llegó a San Cristóbal Totonicapán, pueblo que le pareció muy pintoresco y que le recordó a Campiellos. Llegó de noche y en seguida los vecinos le brindaron toda la ayuda que pudiera necesitar. Estando allí se dio cuenta que en ese pueblo hacían falta muchas cosas. Don Dionisio Gutiérrez inició su vida en Guatemala alquilando un cuarto donde dormía y al mismo tiempo utilizaba de tienda (posteriormente compró la casa donde alquilaba ese cuarto). Su primer negocio fue la compra de granos básicos por quintal en Quetzaltenango (como arroz, frijol y azúcar) para luego venderlos por libra en San Cristóbal. El 99% de la población de San Cristóbal era Maya, a excepción de las familias Peñalonso, Botrán y Gutiérrez. Al llegar a San Cristóbal, don Dionisio se dio cuenta que la población indígena comía con las manos, lo cual causaba que se enfermaran constantemente, por lo que les enseñó a comer con cubiertos, pero como no habían en San Cristóbal, él los empezó a vender. Al emigrar a Guatemala, don Dionisio enviaba a

su esposa una carta y dinero en cada barco que partía rumbo a Gijón. Al cabo del tiempo doña Casimira Blanco de Gutiérrez, notó que su esposo no mostraba la intención de regresar y que cada vez las cartas y remesas se espaciaban más y más, por lo que embarcó a su hijo mayor Casimiro, de 17 años, rumbo a América en búsqueda de su padre. Al poco tiempo de llegar y encontrar a su padre, el joven Casimiro escribió a su madre contándole que estaban muy contentos y que San Cristóbal era un lugar precioso, con un clima maravilloso. Doña Casimira, muy segura de que para ella lo más importante era la familia y consciente de que no pensaba perder la suya, decidió embarcarse rumbo a América para encontrarse con su esposo e hijo en 1910. Así fue como vendió su casa, animales y pertenencias y se embarcó junto con su hija Modesta y el pequeño Juan Bautista rumbo a América. Su hija mayor Adela, se quedó en Campiellos pues se había casado hacía poco con Francisco Martínez originario de Sobrescobio, Asturias, España. Al llegar a Guatemala, el pequeño Juan Bautista tomó un examen para ver en qué grado lo ubicaban y le dieron diploma de sexto grado. Él llegó sabiendo bastante matemática (dominaba la raíz cuadrada y la regla de tres, pero no el cálculo ni los logaritmos), sabía biología y siempre que se le preguntaba en dónde lo aprendió, contestaba que “en la Universidad de Campiellos”, ya que vivían muy de cerca con la naturaleza. En Guatemala, el joven Juan Bautista empezó a trabajar de tendero en la tienda de su padre, lo cual no le agradaba por completo. Solía decir: “no me gusta espantar moscas detrás del mostrador”, refiriéndose a que no le gustaba esperar a que le llegaran a comprar; él prefería ir a vender. Trabajando para su papá tuvo varios puestos. En alguna época fue sastre junto con su hermana Modesta, con quien descosió un pantalón de don Dionisio para aprender los cortes y hacer con ese patrón más pantalones. El joven Juan Bautista cortaba la tela y su hermana Modesta cosía.

Además fue fotógrafo y pronto se convirtió en el fotógrafo del pueblo y en el fotógrafo oficial de la alcaldía. Por la falta de luz eléctrica en el pueblo, se convirtió también en fabricante de candelas. Trabajando en la tienda cuando tenía 17 años, don Juan Bautista se dio cuenta que había necesidad de un contador para mantener todos los números ordenados, hacer bien las cuentas y así saber si estaban ganando o perdiendo dinero. Para ello decidió aprender contabilidad, pero el único problema era que en San Cristóbal, Totonicapán, no daban clases de contabilidad y tuvo que inscribirse en la Escuela de Comercio de Quetzaltenango. Ir a clases le tomaba 3 horas en bicicleta. Cerraba la tienda todos los días a las 5 p.m. y llegaba a clases a las 8:30 de la noche; se quedaba a dormir en Quetzaltenango, en la casa de la familia Pontac (amigos de don Dionisio) y luego se levantaba a las 5 a.m. para ir de regreso en su bicicleta y abrir la tienda en la mañana. Doña Casimira y su hija Modesta hacían comida española los domingos y pronto la noticia corrió entre las familias inmigrantes de España que iban de las ciudades aledañas los domingos, a comer comida española en el “Comedor Gutiérrez”. En 1923, Don Dionisio se enfermó y decidió que vendería todo para regresarse con su esposa y su nieta América, a España. Modesta, casada en Guatemala con Abelino Canella, decidió junto a su hermano Juan Bautista que no querían regresar a España y le ofrecieron comprarle la tienda a plazos. Hicieron una sociedad para comprar la tienda. Don Dionisio aceptó y se regresó a España con su esposa. Don Juan Bautista y su cuñado, el

» Foto izquierda: Asturias, España. Foto derecha: San Cristóbal, Guatemala

Don Juan Bautista Gutiérrez

señor Canella, le mandaban dinero de lo que producía la tienda para ir pagando su deuda y con ello don Dionisio podía subsistir en España. El 19 de marzo de 1925, cuando don Dionisio regresaba de una caminata en Campiellos empezó a sentirse muy mal. Doña Casimira, preocupada pues su esposo no regresaba, mandó a su nieta América a buscarlo. Lo encontraron cerca de la casa y le ayudaron a entrar, pero enseguida falleció. Don Juan Bautista al enterarse de la mala noticia, viajó a Campiellos para acompañar a su mamá, quien también estaba muy delicada de salud. En ese viaje, Don Juan Bautista tuvo la alegría de conocer a Felipa, su futura esposa. Don Juan Bautista fue a visitar a su tío Antonio, el sastre del pueblo, quien tenía una foto de una muchacha muy guapa. Al ver la foto indagó con su tío Antonio quién era esa bella muchacha. Él le respondió: “Es Felipa, hija de Remigio e Isabel Gutiérrez Álvarez, de Villamorey (pueblo vecino de Campiellos), en Sobrescobio,

(1) Francisco Pérez de Antón, Memorial de Cocinas y Batallas, Primera Edición. Guatemala: Editorial Santillana, 2002.

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Asturias, que no querían que sus hijos emigraran a América y por ello se fueron a vivir a Jerez de la Frontera”. Don Juan Bautista pidió toda la información para poder encontrarla y partió en su búsqueda. Tras varios meses como novios, Don Juan Bautista y doña Felipa se casaron el 2 de abril de 1927, en Sevilla, España. Al llegar a San Cristóbal, doña Felipa se incorporó inmediatamente al trabajo con Modesta, pues el Restaurante Gutiérrez era muy concurrido ya los sábados y domingos y el Almacén Gutiérrez ya era también ferretería y gasolinera y tenía mucha demanda. Poco después de que don Juan Bautista cerró el trato en el que acordó que le compraría a su cuñado la participación en los negocios, ocurrió un terrible accidente: por tratar de ver cuánto quedaba en el tambo de gas, un ayudante alumbró con una candela y provocó un incendio que quemó toda la tienda. Esta fue descrita como una noche de terror, donde todo el pueblo estuvo presente ayudando a combatir el fuego. De todos modos, don Juan Bautista honró su palabra y le compró su porción de la tienda a su cuñado. A las 10 de la mañana del día siguiente empezaron a llegar las visitas. Desde luego encontrando a la joven pareja destrozada, pero empezando ya la limpieza y con el ánimo fuerte para seguir adelante, vendían lo que los clientes quisieran. Aunque fueron momentos

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» Foto tomada y firmada por Don Juan Bautista

muy difíciles, hubo acreedores que llegaron con camiones cargados de mercadería y diciéndoles que no se preocuparan en esos momentos de la deuda anterior ni de la nueva, que ya pagarían cuando y como pudieran. Sin embargo, también hubo proveedores que le cobraron, sin ninguna

concesión de tiempo, hasta la última cuenta pendiente. Así, don Juan Bautista se vio en la necesidad de buscar financiamiento de terceros, lo cual resultó extremadamente caro. Aunque doña Felipa estaba embarazada no se

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FUNDACIÓN DE LA PRIMERA OPERACIÓN DE CMI Don Juan Bautista empezó con menos del 50% de participación en el molino y poco a poco fue comprando hasta llegar a ser el dueño del 100% del negocio.

» Familia Gutiérrez Blanco

separó de su esposo ni por un segundo y siguió trabajando día y noche junto a él. Habilitaron ese mismo día el local de la “tienda vieja”, como le llamaban, y doña Felipa se puso al frente los primeros días mientras don Juan Bautista terminaba de arreglar lo que se podía.

En los albores de 1936, don Juan Bautista recibió la visita del señor José Fanjul, uno de los grandes arroceros de la época, quien residía en Mazatenango y era su proveedor de arroz. Le habló sobre una inversión en un molino de arroz, pero don Juan Bautista le convenció que sería mejor invertir en un molino de trigo para tener en el área suficiente harina y así dar trabajo de panaderos a un buen grupo de personas. Lo animó e invitó a ser su socio y así nació Fanjul y Gutiérrez Limitada, con el nombre comercial de Molino Excelsior.

El 23 de julio de 1931 a media fiesta del pueblo, doña Felipa dio a luz a una niña a la cuál nombran Isabel (doña Isabelita). Los años siguientes fueron de muchísimo trabajo para la joven pareja. El 10 de noviembre de 1932, nace el hijo menor a quien nombran Dionisio. Por esas fechas hay elecciones para la alcaldía y eligen a don Juan Bautista como alcalde de San Cristóbal. En su período hace grandes obras que mejoran el estado de calles, los drenajes y el servicio de agua. Introdujo la electricidad en el pueblo y construyó el puente sobre el río Samalá, que después de 75 años se encuentra en funcionamiento y sigue siendo útil para la comunidad. A finales de 1935 don Juan Bautista termina de pagar en su totalidad las deudas adquiridas por el terrible incendio.

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» Don Juan Bautista y Doña Felipa en su primer viaje a España después de llegar casados a Guatemala.

Don Juan Bautista siguió su actividad emprendedora para desarrollar económicamente Quetzaltenango, por lo que hizo los arreglos necesarios con la Esso y construyó una gasolinera que abrió sus puertas al público a finales del año 1936. Más adelante don Juan Bautista viajó a Alemania para ver y comprar la maquinaria para el molino. Además de la maquinaria, contrató a un joven alemán de apellido Shultz, quien sería el primer ejecutivo en dirigir el Molino.

Con mucho trabajo, don Juan Bautista simultáneamente dirigió y supervisó la Gasolinera Gutiérrez y la construcción del Molino Excelsior. El trabajo se intensificó ya que don Juan Bautista adquirió la agencia de automóviles Chevrolet y a los pocos años, además aceptó la agencia de los automóviles alemanes Opel. Todos los negocios iban bien y don Juan Bautista, que no paraba de soñar y trabajar, compró la tienda La Sevillana que era un supermercado con productos importados de España, Inglaterra y Alemania y además vendía ahí los vinos españoles que él importaba desde hacía años. En el año 1947 la Familia Gutiérrez Gutiérrez se trasladó a vivir a la ciudad de Guatemala, debido a que doña Felipa se encontraba delicada de salud, con presión arterial alta y la altura de Quetzaltenango no era beneficiosa para ella. Don Juan Bautista se asoció con un grupo de industriales de la capital y se propusieron construir y poner a funcionar un molino de

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Incubadora Imperial, la cual vendía pollitos de un día a una empresa que se llamaba Mayapan. Posteriormente Mayapan quebró, por lo que don Juan Bautista les propuso valuar la empresa para recibirla como pago de la deuda que le tenían a Incubadora Imperial y entregó el saldo restante a los dueños de Mayapan. Pérez de Antón, en esa época guiado por don Juan Bautista, le planteó unir todo en una sola operación, por lo que compró un terreno en la subida de Villalobos, en Guatemala, y fundan Avícola Villalobos que integraba Mayapan, La Felicidad, Incubadora Imperial y la venta de pollo en un pequeño rastro que inauguraron en la Calzada Aguilar Batres (el actual rastro número uno que está todavía en el mismo lugar).

trigo en la ciudad de Guatemala al que denominarán “Industria Harinera S.A.“ “INHSA”. Don Juan Bautista y uno de sus socios de INHSA, se fueron de viaje a ver qué tipo de maquinaria era recomendable para el nuevo molino. Don Juan Bautista recomendó la marca Bühler (SuizaAlemana) y el otro socio recomendó las máquinas Golffeto (Italiana) que fue la que finalmente se compró.

“En 1965 se absorbe una pequeña operación de carne de pollo, propiedad de otros cubanos, éstos de apellido Menéndez, exiliados también en Guatemala. No fue necesario invertir. Los Menéndez entregaron la operación avícola a cambio de la deuda que tenían con la fábrica, y Granja Villalobos absorbió la operación y la deuda, con el compromiso de pagar ambas a plazos. Esta aventura incierta habría de volverse con los años en la industria cárnica más importante de Centroamérica y el Caribe.” (1)

Así mismo, buscaron un aliado estratégico en Estados Unidos. Don Juan Bautista prefería aliarse con Pillsbury pero el socio que le acompañó prefería hacerlo con General Mills, cosa que finalmente hicieron. INHSA fue vendida en mayoría (cincuenta y un por ciento) a General Mills y don Juan Bautista se sintió excluido del negocio, por lo que decidió formar Molinos Modernos.

El 4 de octubre de 1974 Don Juan Bautista sufre la terrible pérdida de su hijo menor Dionisio y de su yerno Alfonso Bosch, quienes estaban efectuando una misión heróica del Club Rotario. Sus nietos de las ramas Gutiérrez Mayorga y Bosch Gutiérrez se encuentran en la situación de tener que seguir la labor que dejaron sus padres y se fueron incorporando a las compañías según su edad lo permitió, en forma progresiva. En 1977, año de la sucesión familiar, don Juan Bautista con el apoyo de Francisco Pérez de Antón, Andrés Sedano y sus nietos, crean una empresa insignia con administración descentralizada y dedicada a la generación de nuevos negocios: CMI.

En 1967 don Juan Bautista, junto con su yerno Alfonso Bosch inauguró la Cafetería “Los Pollos” donde servirían pollo frito que tenía una receta especial, acompañado con papas, cervezas y aguas gaseosas.

Don Juanito se percató que existían excedentes de afrecho en Molino Excelsior y Molinos Modernos por lo que buscó la forma de aprovecharlos. En esta búsqueda fue como empezó un negocio de concentrados llamados Alimentos Mariscal en el cual su yerno, Alfonso Bosch, actuó como Gerente General. Don Paco Pérez de Antón se involucró en esta operación con la finalidad de optimizarla y promover el mercado de concentrados. Se vendían distintos tipos de concentrados (para ganado vacuno y porcino, para aves de postura y pollos). Estas ventas eran insuficientes para consumir la producción de concentrados, por lo que aprovechando los excedentes, se fundó

En 1971 don Juan Bautista, esta vez en compañía de su hijo Dionisio, de don Francisco Pérez de Antón y Javier Iraizos, hace otras pruebas con diferentes recetas y condimentos y finalmente inauguran el primer restaurante “Pollo Campero” negocio en el que su hijo Dionisio es nombrado Presidente.

» Foto superior: Colocando la primera piedra del Molino Excelsior. Foto inferior: Incubadora Imperial, la primer incubadora.

(1) Francisco Pérez de Antón, Memorial de Cocinas y Batallas, Primera Edición. Guatemala: Editorial Santillana, 2002.

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SU PENSAMIENTO FILOSOFÍA Y VALORES Don Juan Bautista Gutiérrez

En amenos y familiares relatos de Doña Isabelita de Bosch, Doña Esperanza Mayorga de Gutiérrez, Francisco Pérez de Antón y Andrés Sedano, descubrimos aspectos importantes de don Juan Bautista que resumimos en las próximas líneas. Don Juan Bautista ha sido descrito como “un hombre con un carisma tan especial, que te llevaba… Era un líder natural; un hombre que le conocías, te entusiasmaba y le seguías. Fue una persona que siempre estaba echando para delante, que nunca algo le parecía difícil; que te empujaba a dar lo mejor de ti mismo y te decía “sí se puede, mira, busquemos la forma”. Él no se echaba para atrás. Y como gran líder, fue alguien honesto y justo; un buen hombre. Era un hombre tremendamente bondadoso, aunque muy firme. Dentro de su bondad tenía sus reglas, que había que respetar.” Era una persona muy positiva y le encantaba estar rodeado de gente con esta actitud. Era un gran comunicador, se sentía bien con la gente y todos se sentían bien con él, tenía un don de gentes muy especial. Tanto don Francisco Pérez de Antón como don Andrés Sedano afirman que más que consejo, siempre recibieron de don Juan Bautista su buen ejemplo y su actitud positiva. Precisamente ese positivismo que veía él en todas las cosas fue quizás una de sus mejores enseñanzas. Don Juan Bautista de alguna manera infundía esa alegría, ese dejar las cosas pesadas a un lado y seguir para adelante con la facilidad con la que él tomaba la vida. Y si tenía algún problema, no lo demostró nunca. Ese es el mejor consejo: la forma de afrontar la vida, verla con positivismo. Hay dos tipos de personas en este mundo –concluye Francisco Pérez de Antón (don Paco)-, los que ven la vida con ese aspecto positivo y los que ven todo negro.

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El espíritu positivo de don Juan Bautista lo vio don Paco en los inicios de Avícola Villalobos, cuando se empezaron a construir las primeras galeras para tener las aves reproductoras que producirán el huevo fértil para las incubadoras. Don Paco tenía un doble trabajo: por un lado la formulación y por el otro, velar por la operación. Nos cuenta que él tenía un carpintero-constructor que se dedicaba a hacer las galeras. Este carpintero se ingenió un sistema de combinación del cemento con hierro e hizo así el paral de la galera. Sin embargo, después de haber hecho lo más difícil (meter tractores para nivelar el terreno, meter la luz, el agua etc.) un buen día la galera estaba en el suelo. Don Paco decide ir a ver a don Juan Bautista para contarle que se había caído la galera. Creyó que le reprocharía que era imposible que se cayera la galera siendo la tarea más fácil, pero para sorpresa suya, don Juanito le dijo: “Bueno, pues si se ha caído la galera la vamos a levantar y tu sigue trabajando”. Esa actitud positiva de no dejarse derrotar, no importando lo que cayera –rayos, centellas o una galera- era una de las características de don Juan Bautista. Don Juan Bautista no contaba chistes pero siempre estaba contento. Era una persona de espíritu alegre, casi siempre con una sonrisa en la cara y tenía el corazón generoso y travieso de un niño. Doña Esperanza de Gutiérrez comparte una anécdota muy simpática que ilustra esa actitud traviesa de nuestro fundador. “Vivíamos en la misma casa y del Club Rotario me pidieron dos pasteles para el concurso de beneficencia. Por la noche, como era una de sus costumbres, don Juanito entró a la cocina, abrió la refrigeradora y ¡cortó los dos pasteles para probarlos!” Existe una foto interesante que muestra lo positivo de don Juan Bautista. El 4 febrero de 1976, el día del terremoto, don Paco Pérez de Antón pensó que no había pasado nada. Se dio cuenta de la magnitud del terremoto cuando iba por la Av. de las Américas y vio los edificios resquebrajados.

Era un hombre admirable en todo sentido, no solo en su inteligencia natural, sino en la forma en la que te hacía sentir. Dentro de su grandeza era muy humilde, una persona normal y trataba a todos por igual. No le importaba si era el ejecutivo más importante de una empresa o la persona que barría el patio de la oficina. Era un hombre muy especial, muy “campechano”, te sentías bien con él. Solo basta ver la cantidad de éxitos que tuvo y nunca permitió que se le subieran a la cabeza. Nunca actuó con prepotencia, siempre con humildad, nunca lo viste alabarse en nada. Andrés Sedano nos cuenta que desde que lo conoció nunca cambió, a pesar de que sus éxitos se multiplicaron muchas veces. “Y eso”, sostiene, “es de admirar”.

» Francisco Peréz de Antón y Don Juan Bautista.

Después, en la zona 11 vio paredes caídas porque había mucha construcción de adobe en aquella época.Cuando llegó a las 7 a.m. a la planta de incubación, vio caras largas. Entró a la planta de incubación y al abrir las puertas vio que todos los huevos estaban destruidos en el piso. Cada incubadora tenía capacidad para 99,900 huevos (incubadoras Chick Masters) que era el equivalente a tres semanas de producción ¡3 semanas sin pollo! Posteriormente a eso de las 11 a.m. llegó don Juan Bautista y le enseñaron el desastre ocurrido en las incubadoras. Al salir alguien les tomó una foto en la que se ve a don Juanito sonriente. Sin duda alguna, con su gesto y actitud, en la foto envió un mensaje de positivismo: “al ser positivo ya vas ganando, porque no te empiezas a lastimar antes de tiempo, pensando que algo va a salir mal”.

Don Juan Bautista tenía una cultura de trabajo bien marcada. Estaba siempre al pie del cañón, era muy madrugador, siempre el primero en llegar. Motivaba mucho con su ejemplo. Su hija, Doña Isabel de Bosch nos cuenta que su papá pensaba siempre en trabajar. Aunque en cierto momento aún no tenía nietos, pensaba en ellos constantemente y aspiraba a que tuvieran una mejor vida. Esa cultura de trabajo la inculcó en sus hijos y nietos. Doña Isabelita nos cuenta dos anécdotas de cómo don Juan Bautista les fue transmitiendo la disposición hacia el trabajo. Primero, los días domingos don Juan Bautista le daba un frasco con caramelos y ella debía venderlos a 5 por un centavo. Años más tarde, cuando se graduó de secretaria, don Juan Bautista le dijo: “A ver ese papelito (el diploma)” y no lo volvió a ver nunca. Le dijo: “vamos a ver cuánto aprendiste. Mañana te vas conmigo de una vez a la oficina”. Le dio el trabajo de más responsabilidad. En ese entonces se pegaban timbres en cada factura y doña Isabelita hacía la cuenta de los timbres que se utilizaban, que luego él revisaba

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cómo llegar a ese punto, ejecutaba la idea. Un ejemplo claro es que él quería que toda Guatemala tuviera acceso a pollo fresco. Sabía cuál era el objetivo y, al final, la solución fue dotar a los vendedores de aquella época con congeladores que podían almacenar de 15 a 20 pollos. Esto dio paso a la creación de la primera red de frio nacional que contaba con 100 congeladores en todo el país.

y ella se ponía enojada. Una vez hubo un error de cálculo de aproximadamente diez centavos y don Juan Bautista le dijo: “Mira eso…, no es posible, ¿cómo le vamos a estar regalando dinero a alguien?”. Él era así, muy estricto, siempre buscaba la excelencia. Con sus nietos se dio a querer mucho y también les trasmitió la cultura de trabajo. Doña Isabelita recuerda que uno de los nietos no quiso ir a la universidad y entonces él lo puso a trabajar. El primer trabajo que le pusieron a hacer fue barrer los patios de Molinos Modernos y así empezaron ellos a trabajar. “Era un hombre muy sencillo y auténtico, muy altruista, justo, leal y cariñoso. Un hombre de familia que se interesaba por mantener unida a la familia. Le gustaba mucho que pasáramos la Navidad en familia, todos en su casa y con mucha alegría. Se gozaba mucho a sus nietos”, señala doña Esperanza. Don Juanito era un líder indiscutible y natural. Como jefe interfería poco en el trabajo de cada persona que trabajaba con él; las dejaba ser, delegaba de forma natural. Esto no quiere decir que dejara a la deriva sus negocios, pues don Juan Bautista velaba porque todos compartieran su filosofía de ser austeros siempre y cuidaran los detalles. Don Juan Bautista tenía la firme convicción de que las empresas eran centros de costos, pues afirmaba que “las utilidades estaban afuera y adentro están los costos”. Él siempre decía que no había que desperdiciar nada y que había que tener mucho cuidado con el despilfarro. “Hay que pensar siempre en una economía de escasez, una economía de guerra, para así no perder la visión de los costos”. En el día a día sabía muy bien identificar las variables básicas de cada negocio y siempre las tenía a la mano. Preguntaba “¿Se vendió?, ¿Cuánto se vendió?, ¿Cuánto hay de crédito?, ¿Cómo van las cuentas por cobrar?, ¿Cómo están los bancos?, ¿Se bajó la deuda? Así que había 4 o 5 variables que él manejaba y con esto ya conocía el rumbo por el que iban los negocios, pero era un controlador. Era un visionario, le gustaba mucho más buscar

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» Foto superior: Don Juan Bautista junto a colaboradores.

nuevos negocios, nuevos retos y siempre estaba inquieto, siempre estaba buscando cosas nuevas que emprender. En esa búsqueda de nuevas ideas radica lo diversificado que son los negocios que actualmente tiene la Corporación. Don Juan Bautista trató de hacer cosas diferentes. Por ejemplo estuvo algún tiempo en el negocio de la apicultura y en una finca llamada “Parador los 13” tenía cabras y ovejas. Era muy inquieto, buscaba a lo mejor no por obtener mayores riquezas, sino por generar ideas nuevas, por CREAR. En el caso de las abejas estuvo poco tiempo, pero para la crianza de ovejas hicieron experimentos en pequeña escala. Don Juan Bautista decía “Si en España esto es normal (criar ovejas), se les saca la lana y la carne es deliciosa”. Entonces hacía pruebas pequeñas tratando de analizar y conocer el negocio antes de entrarle de lleno. Algunos negocios no salían muy bien en esas pruebas y por eso muchos los dejó en el camino. Don Juan Bautista era un emprendedor-soñador, que lejos de hacer el análisis financiero de una inversión (como se hace ahora, en que se toman en cuenta muchos supuestos y calculan variables clave), cuando tenía una idea remota de que algo podía funcionar y sabía lo que quería, definía el punto al que debía llegar. Y aunque desconociera

Don Juanito tenía siempre la idea de la integración de las empresas y lo demostró el día que adquirió Alimentos Mariscal. La idea de comprar esta fábrica de alimentos nació en los años 30. El negocio de la harina estaba en Quetzaltenango y era relativamente fácil porque allí estaba el trigo. En la medida que el gusto fue cambiando y las necesidades de harina y productos se hicieron mayores, los molinos de la capital empezaron a ser más competitivos y don Juan Bautista decía que no podía competir si mandaba la harina de Quetzaltenango a la capital. Por eso don Juan Bautista decía que tenía que construirse un molino en la capital y compró el terreno donde ahora está Molinos Modernos, con los últimos US$50 mil que tenía. La experiencia del primer molino (Excelsior, el primer molino eléctrico en la época) es el punto de partida para percatarse de un gran problema que tenía la operación molinera en ese entonces: había un gran excedente de afrecho y granillo. Esto lo motivó a buscar qué hacer con los mismos. Así, decide comprar la fábrica de concentrados y con ello salir de los excedentes de afrecho ya que podían servir de materia prima para la nueva planta.

» Foto superior: Avícola Villalobos. Foto inferior: De izquierda a derecha: Jorge B., Juan José G., Patty G., Ana Lucrecia G., Claudia B., don Juan Bautista, Felipe B., Alejandro G., doña Felipa, Juan Luis B., María Isabel B., Dionisio G.

Don Juan Bautista era una persona amante de los animales. Esa afición le llevó a comprar la fábrica de concentrados y empezar con el negocio de la venta de pollitos de un día de nacidos, con la idea de potencializar el concentrado fabricado por el grupo. Años más tarde empezó la crianza de cerdos. Don Paco Pérez de Antón cuenta que cuando don Juanito le propuso la idea de criar ovejas él dijo que no. De esta historia vale la pena enfatizar otra característica de don Juan Bautista y es que él fue una persona que nunca impuso su criterio. En el momento que Pérez de Antón se negó a la idea de la crianza de las ovejas, él tomo de buena forma la

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decisión y desistió de la idea. Entre sus tantos viajes por Guatemala, doña Esperanza nos cuenta una experiencia: “Una vez nos fuimos juntos de Xela a Guate. Él iba manejando y le dio sueño, así que me pidió que manejara yo, mientras él se acostó en el asiento de atrás para dormir. Íbamos por el camino de la costa y llegando a Mazatenango se me atravesó un cerdo en el camino. Yo frené tan duro para no matar al cerdo que don Juanito salió volando. No pasó nada grave, pero fue un tremendo susto. Antes de iniciar nuevamente el camino me dijo: “Bueno Esperanza, me alegra mucho que no le hayas atropellado. Ahora sigue manejando”.

Don Juan Bautista Gutierrez

Lo anterior da una pista de cómo era su capacidad de enfocarse (no necesariamente en lo que estaba haciendo, que era manejar), en lo que era más importante para él. Manejar era algo normal, sin mayor importancia, pero la conversación era algo más trascendental para don Juan Bautista. Había veces que se pasaba en segunda la mitad de camino de Guatemala para Xela (poco más de 150km). Y al final nos cuenta Andrés Sedano que él le decía “don Juanito cambie la velocidad o se va a arruinar el motor”.

En los años 50 era difícil ser un empresario, pues había que inventar todo para hacerse camino, no existían antecedentes. Era una época difícil pero don Juan Bautista siempre decía que había que tener la mejor gente posible y pagar lo mejor que se pueda. Don Juan Bautista tenía la visión de formar grupos escogiendo gente buena, gente que tuviera los mismos principios de él: honestidad, ganas de trabajar y que considerara que el triunfo de esta vida es eso, el trabajo fuerte, el trabajo honesto. De esta manera se rodeaba de los ejecutivos mejor preparados y más creativos que el mercado laboral pudiera ofrecer. Una vez que contrataba a las mejores personas, don Juan Bautista estimulaba a los empleados monetaria y emocionalmente. Monetariamente pues lograba que los ejecutivos dieran lo mejor de ellos en el trabajo por medio de comisiones y bonificaciones. Emocionalmente don Juan Bautista motivaba a los colaboradores diciéndoles “que iba en caballo blanco”, esa era la expresión que él usaba -nos cuenta Andrés Sedano. “Vas muy bien, vas haciendo las cosas bien, tienes un gran futuro”.

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algún ejecutivo de las empresas, como también con el que se sentaba a su lado en el bus de Galgos para ir a Quetzaltenango (viajaba en bus con frecuencia aún cuando podía manejar). Platicaba y hacia amistad con todo mundo. Andrés Sedano nos contó que la intensidad de sus ideas se podía ver en la manera que don Juan Bautista manejaba un automóvil. Don Juan Bautista tenía un Ford verde de transmisión mecánica. “Pero cuando ibas de copiloto, empezaba a hablar contigo de algo y se olvidaba que iba manejando. Se olvidaba de cambiar de velocidad por seguir platicando y se iba en primera con las revoluciones del motor hasta el tope. Pero sucedía que estaba entusiasmado contigo, hablando, compartiendo sus ideas, lo que quería hacer o como le había ido en algún proyecto, etc.”

» Panaderos haciendo cola en Molinos Modernos para obtener harina debido a ley de precios topes impuesta por el gobierno guatemalteco. Foto JLB

Don Juanito era una persona que se daba por completo a sus ideas, era un hombre con ideas terriblemente fijas. Por ejemplo si a él se le ocurría algo, lo que fuere, se le metía la idea en la cabeza y hablaba de eso con quien estuviera a su alrededor. Platicaba de sus ideas lo mismo con

Pero así como don Juan Bautista contaba sus ideas, también sabía escuchar. Si le decían: “don Juanito, ¿no será que esto se puede hacer de una forma más eficiente?”, él no se cerraba en lo que pensaba sino que abría su mente y si le parecía buena la propuesta la tomaba. Entonces seguía con su propia idea pero ya mejorada o agrandada con el aporte de los demás. “Y cuando empezabas a hablar de negocios con él, le veías un brillo en los ojos que rara vez se ve en las personas”, nos cuenta Andrés Sedano.“¿Por qué? Porque tenía tal entusiasmo al comunicar esa idea o le fascinaba tanto la idea que te contagiaba inmediatamente”.

ver para atrás sino que para adelante. Siempre le decía “Hay que echar pa´ lante” La capacidad que don Juan Bautista tenía de ver hacia adelante y emprender lo que quería hacer se refleja en una historia relatada por don Andres Sedano. “No sé si lo que les voy a contar le define un poco, pero yo así lo veo. Los carros americanos en aquel tiempo eran bajos y había una siembra de ajos que teníamos que ir a ver; creo que iba Francisco Pérez de Antón también. Era un camino de terracería y por esta razón el carro golpeaba continuamente por debajo contra piedras. Íbamos hablando del tema de los ajos (la exportación, los precios, que si se daban bien, enfermedades, etc.) y cada vez que oía el golpe del carro decía: “Silencio…” y seguía hablando de los ajos. Y volvía a sonar el carro y él decía nuevamente: “Silencio…” ¿Qué significaba eso? Interpreto yo que a don Juan Bautista le molestaban esos golpes, pero no bajaba la velocidad y no dejaba la conversación porque para él, ese ruido no representaba un obstáculo para llegar rápido a la siembra en donde estaban los ajos. Otra persona hubiera bajado la velocidad, porque se podía arruinar el carro, pero don Juan Bautista estaba enfocado en algo que era la exportación de ajos que se iba a hacer el siguiente año”. Don Juan Bautista era guiado por su biblia interna que era ir siempre en un camino recto, justo, pues él era justo con todo mundo; iba con la verdad y siempre fue leal con todos. Los empleados por esto debían de ser

“Para él la felicidad era mantener unida a la familia, mantenerse siempre ocupado ayudando a las personas y darles oportunidades” recuerda su nuera, doña Esperanza de Gutiérrez, y comparte con nosotros un consejo de don Juanito que la marcó para siempre, cuando le dijo: “enfrenta siempre cualquier situación que se te presente en la vida”.Doña Isabelita relata que el mejor consejo para la vida que recibió de su papá fue el de no

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Juan Bautista Gutiérrez

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primero leales, honrados y trabajadores, esos eran principios básicos para él. Respecto a la lealtad su hija relató lo que constantemente don Juan Bautista decía “nada de medias tintas; o se es blanco o se es negro”. “Por esto desde luego las mentiras y los ladrones salían de su corazón de una manera espantosa. Eso sí le dolía, cuando alguien le fallaba y le hacía alguna trastada le afectaba mucho”. Nos cuenta doña Isabelita que al molino entraban y salían muchos hombres con sus caballos cargados con los sacos de trigo y muchas veces él salió corriendo, porque se había dado cuenta que algunas de esas personas se robaban un saco de trigo y les decía que no podían volver a entrar allí. No se le escapaba una. » Don Juan Bautista inculcando la cultura de trabajo a sus nietos.

PENSAMIENTO FINAL

» Juan Luis B., don Juan Bautista y Andrés Sedano en Benidorm, España

Es un reto realmente mantener esa cultura de trabajo de don Juan Bautista y que vaya pasando de generación en generación como ha venido sucediendo. Don Juan Bautista era una persona con muchas cualidades que, como diría Andrés Sedano “son personas que no se repiten”, personajes especiales. Personas con tantas cualidades difíciles de juntar en una persona. Entonces claro, don Juan Bautista pudo trasmitir valores, eso es importantísimo, pero lo demás es más difícil de transmitir: la visión, el liderazgo, el entusiasmo (el cual en él era envidiable), él enseguida se montaba en una idea, le fascinaba y te la contagiaba. Doña Isabelita sabe que si don Juan Bautista viviese querría que todos los miembros de Corporación Multi-Inversiones viviésemos y tuviésemos en mente como fue su vida: de mucho trabajo, sacrificio y que solo pensaba en su trabajo, no solo para bien de su familia sino para el bien de todos los que trabajaban con él y que nos preparáramos para afrontar mejor los retos que impone la sociedad. Doña Esperanza nos

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recuerda que de igual manera, él desearía que alcancemos la felicidad, pues pensaba que la misma no se mide en términos monetarios, sino en poder ayudar a la gente para mejorar su nivel de vida. A don Juan Bautista le gustaba generar trabajo y ver que la personas se arremangaran la camisa y trabajaran duro pues “nada cae del cielo, las cosas cuestan” solía decir. Su felicidad era ayudar al prójimo y ver que aprovecharan esa ayuda. Ese gran hombre, ese ser humano especial, inigualable que apenas logra describirse con este relato, permanecerá siempre en CMI. Su legado, su visión y su positivismo, harán que en CMI “las cuentas sean claras y el chocolate espeso”.

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Juan Bautista Gutiérrez

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AGRADECIMIENTOS

BIBLIOGRAFÍA

A la cuarta generación de la familia Gutiérrez –la New G-, por haber compartido la historia recabada y algunas de las fotos utilizadas en el boletín. Muy especialmente agradecemos los aportes de Doña Isabelita Gutiérrez de Bosch, Doña Esperanza Mayorga de Gutiérrez, Francisco Pérez de Antón y Andrés Sedano, por el tiempo que nos brindaron y además, por haber compartido ampliamente todas esas anécdotas inolvidables de don Juan Bautista, mismas que no solo enriquecieron el contenido de este boletín, sino que además permiten transmitir de primera mano las vivencias de nuestro fundador y los orígenes de CMI.

» Doña Isabelita

» Francisco

» Doña Esperanza

Gutiérrez de Bosch

Pérez de Antón

Mayorga de Gutiérrez

» Andrés Sedano

Entrevistas a: Doña Isabelita de Bosch Doña Esperanza Mayorga de Gutiérrez Fransico Pérez de Antón Andrés Sedano Documento preparado por New G Fransisco Pérez de Antón, Memorial de Cocinas y Batallas. Primera Edición. Guatemala. Santillana, 2002.

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