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Jesús entra en Jerusalén

Aldía siguiente de la cena en Betania, Jesús y sus discípulos se dirigían a Jerusalén. Mandó a dos discípulos a una aldea cercana.

—Allí encontrarán un burrito —dijo. —Tráiganmelo. Si alguien pregunta por él, díganle que el Señor necesita el burrito.

Los discípulos encontraron el burrito y se lo llevaron a Jesús. Pusieron sus túnicas sobre el lomo del burrito y Jesús entró en la ciudad a lomos del burrito.

Una gran multitud que había llegado a Jerusalén para la Fiesta de los Panes sin Levadura oyó que Jesús estaba de camino a Jerusalén. La gente estaba entusiasmada porque pensaban que iba a liberarlos de los romanos.

Tomaron ramas de palmera y salieron a su encuentro. Pusieron las ramas en el camino y alabaron a Dios.

La multitud gritaba:

—¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el rey de Israel!

Jesús se entristeció al ver a la gente. Sabía que pronto vendrían tiempos de grandes problemas para los judíos. Ellos creían que Jesús era un gran profeta, enviado por Dios para ayudarles contra sus enemigos. A los fariseos y a los sumos sacerdotes no les gustaba que la gente honrara a Jesús. Eso les hacía odiarle aún más.

Y los discípulos de Jesús no entendían lo que pasaba. Más tarde se dieron cuenta de que Jesús era su Rey y de que los profetas del pasado habían escrito que Jesús entraría en la ciudad.

Jesús fue al templo. La gente de allí no estaba adorando a Dios. Estaban vendiendo animales para sacrificios. También había gente de otros países que cambiaba dinero extranjero por dinero judío. Jesús volteó las mesas de la gente que estaba cambiando dinero. Derribó las bancadas de los que vendían palomas. Los obligó a marcharse. Dijo:

—El templo es la casa de Dios. Se supone que es un lugar pacífico donde la gente viene a orar. En lugar de eso, lo convirtieron en una guarida de ladrones. Jesús curaba a los enfermos que acudían al templo. Enseñaba a la gente, que se asombraba al oír sus palabras. Esto hizo que los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley se empeñaran aún más en matar a Jesús. Aquella noche, Jesús y sus discípulos salieron de Jerusalén y volvieron a Betania.

Mateo 21:1–17 Marcos 11:1–11

Lucas 19:28–46 Juan 12:12–18

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