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Pedro reniega de Jesús
Después de que Jesús fuera arrestado, Juan y Pedro siguieron a la multitud desde lejos. Se dirigieron a la casa del sumo sacerdote. Juan conocía a alguien en la casa y ayudó a Pedro a entrar en el patio. Querían ver lo que ocurría.
Hacía frío y todos rodeaban el fuego de pie. Pedro esperaba que nadie se fijara en él, pero una de las sirvientas le dijo:
—¡Te conozco! Estabas con Jesús.
Todos miraban a Pedro. Y entonces él dijo:
—¡Se equivocan! No conozco a Jesús.
Pedro salió a la entrada. Intentaba marcharse, pero otro de los sirvientes lo vio y le dijo:
—¡Tú eres uno de los seguidores de Jesús!
Pedro respondió:
—¡Te digo que no lo conozco!
Poco después, algunos de los que estaban en el patio dijeron: —Sabes, hablas igual que la gente de Galilea. Tú debes de ser uno de ellos.
Pedro dijo por tercera vez: —¡No conozco a Jesús!
Entonces oyó el canto de un gallo y se dio cuenta de lo que había hecho. Recordó las palabras de Jesús: “Antes de que cante el gallo, dirás tres veces que no me conoces”.
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Pedro sabía que no era tan valiente como pensaba. Se sentía fatal. Aunque amaba mucho al Señor Jesús, lo había traicionado.
Entonces salió y se puso a llorar.
Mateo 26:31–35, 69–75 Lucas 22 Juan 13:31–38 Juan 18:15–27
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