GACETA DEL GOBIERNO DE PUERTO-RICO.
BEL SABADO 25 DE JUNIO DE 1836.
ESPaHa.
MadHd \l d» Abril,
Parte recibo en la secretaría de Estado y del Despacho de la Guerra,
Capitanía general de los reinos de Valencia y Murcia.— Exctno. Sr.: Sope en Onda el 29 de Marzo anterior la pre sencia de las avanzadas del cabecilla Cabrera, y el pedido de raciones á los pueblos de Viver, Candiel y Jerica. Sos pechando tratase de atacar á Segorve y devastar ios pue blos "leales y decididos por la justa causa, situados sobre el rio Palanque, marché inmediatamente con mi pdíjueña colum na de 1100 infantes y 90 caballos del regimiento del Rey, 19 de línea. Antes de llegar á dicha ciudad, supe que los rebeldes se habian dirigido hacia Bejís, y sin entrar en él hablan tomado corno en dirección de Alcublas. Me persuadí que su plan era bajar aJ campo de Liria, y aun á la huerta de Valencia á robar sus pueblos indefensos y aumentar su cabaUena por no haber tropa alguna ni aun en la capital de dicha provincia. Para cubrirla en lo posible, y evitar los mates qdy "pUflltese, después de dar unas pocas horas de des canso á las tropas de A\gar, me dirigí- la mañana del 30 hacia Betera andando por los rodeos que di desde Onda, 22 horas de camino en 26 de marcha: Cabrera habia ya sorprendido "a Liria y la habia saqueado, muerto varios de sus vecinos y preso hasta 27 Guardias nacionales ó personas visibles del pue blo, y se habia retirado al Villar del Arzobispo con la fac ción, fl ue lodos los partes contestes hacían exceder de 4ÜÜI) infantes y 300 caballos. El dia 31 por Cbestalgar, Bnjurra y Pedralva, pasando por el puente de este el rio Tnria, se di rigió el cabecilla a Chiva. Yo hice presente aquella tarde al general D. Mariano Bresson, comandante general interino de estos reinos, la necesidad de reforzar mi coluir^ia para po der ir á buscar debidamente á los rebeldes, aunque solo fuese eon Guardias nacionales- de la misma capital en número de 800 infantes y 100 caballos, pues con tan poca fuerza como ,-ila que yo tenia, era comprometer demasiado las armas leaíes, Para recibir la fuerza que se me diese, é impedir que en una marcha nocturna pasasen los rebeldes por entre el punto que yo ocupaba y Valencia, y recorrie.sen todos los pueblos de la llanura desde esta capital á la de Castellón, y para cubrir el grande almacén de pólvora situado á las inmedia ciones de Burjarot, bajé á pernoctar á esta villa cuando solo sabia que la facion habia pasado el rio por Pedralva. El 1? de Abril por la mañana me trasladé yo también á la derecha del rio por el puente de Paterna, y me situé en Manises para cubrir á Valencia, y acercarme al enemigo, que habia teni do atrevimiento de pedir raciones & este pueblo y al de Cuarte. Por la tarde á las cuatro se me incorporaron ios Nacionales de Valencia y marchaba á pernoctar á Chiva; pero sabiendo que este pueblo estaba enteramente desierto y saqueado por éstos nuevos bandidos, me ladeé á Cheste, á media hora de aquel, donde llegué á las doce de la noche, y la Guardia aacional de infantería y parte de su caballería á la una dada, A las ocho de la mañana del 2 salí de Cheste para Chiva, y sabedor en el camino de que Cabrera, con toda la fac ción, regresaba hacia Chiva, fui á encontrarle pasando por esta villa, eiftrañando tuviese tanta osadía; pero he sabido después, <que teniendo noticias exactas déla corta columna de tropas del ejército que yo traía, y del refuerzo que habia recibido
la tarde anterior, ó despreciándola, pensaba envolverme en las montaña.« con las fuerzas cuádruples que llevaba cuando yo estuviese empeñado en sus asperezas, en donde creia batirme. Apenas había hecho alto con mi columna para formar los batallones en columnas de ataque, cuando se vieron las de la facción, que habiendo dejado el camino real de Requena á Chiva, tomaban la falda de las montañas de mi derecha, después de haberse formado al amparo de unas alturas que nos habian ocultado su marcha, siguiendo por las primera» avanzando sobre mi derecha.
Sin vacilar un momento formé eu una línea tres colum nas, la de la derecha compuesta del provincial de Lorca y 42 provinciales de León que estaban en Valencia, con fuerza ape nas de 300 hombres, al mando del coronel del 19 D. Gonzalo de Cánovas; la del centro compuesta de la compañía de gra naderos del 29 batallón de Ceuta, 5"* del mismo, y dos compa ñías del tercer batallen, al mando del capitán graduado de te niente coronel D. José Baltorna; y la tercera compuesta de la de granaderos del 39, y las restantes de fusileros del mismo, al mando de su primer comandante el coronel D. Pablo Trias. La columna de la Guardia nacional de Valencia, compuesta de la compañía de cazadores, de la de granaderos y 4'^ de fusilero# de] primer batallan; de ¡a de cazadores, P, 2'^ y 3' del 29, y de la 3"^ y 4"^ del batallón de artillería; todas al mando del coronel D. Pedro Antonio Hidalgo, comandante del provincial.de León, ejerciendo las funciones de gefe de la plana mayor de la divi sión, el cual tenia como su segundo para el mando de la Guar dia nacional al capitán de la 2^ de cazadores de la misma, le liiibiii mandado tomar posiciou en batalla en el cerro déla Cealinela, á la derecba del camino y á nuestra retaguardia. La caballería, compuesta de 80 caballos del regimiento del Rey, 19 de línea, 65 del primer escuadrón de la Guardia nacional de Valencia, 52 del 29 y IQ del 3?, estaban formadas en ba talla á la izquierda de toda la infantería para acudir adonde conviniese. Mandé dar un cambio de dirección sobre mi dere cha á las tres columnas, coloqué toda la caballería en batalla, á la izquierda, y me dirigí de frente á la montaña que ocu paban los rebeldes. Mientras se verificaba el cambio de direc ción, mandé formar toda la Guardia nacional de infantería en colutnna cerrada por compañías, y que se colocase á nuestra retaguardia para ser la reserva de las tres primeras.
El enemigo se habia situado en posiciones escogidas en tres' trozos, y el número total de 4000 hombres escasos por haber dejado la gente peor para ocultar sus numerosos equi pajes á retaguardia. Tenia la mayor parte de su caballería, y como en número de 240 caballos, en el centro, detras de una fuerte posición de bastante extensión, para contener como unos 600 hombres de sus compañías de preferencia toda gente robusta y aguerrida, sostenidas por fuertes guerrillas á dere cha é izquierda, y cubiertos y casi parapetados enteramente por los accidentes dél terreno que lo hacían parecer un re ducto de no fácil acceso. Tenían en escalones otro batallón muy inmediato, y en segunda línea como unos 1000 hombres á medio tiro de fusil de la primera. Los restantes á derecha é izquierda en una sola línea y á mas de tiro de fusil do distancia, pero avanzando todos fuertes guerrillas. Sin dete nerme mas que lo necesario para rectificar bien la dirección de las tres primeras columnas, principiamos á marchar todoá decididamente hácia ellos, llevando cada una de ellas su com pañía de cazadores delante, con la orden de no hacer fuego hasta qué yo lo mandase, y la de que cuando Cargásemos á la bayoneta se colocasen sn los claros de ellas, y lo veri-
>? ?
302 ficasen igualmente. Asi continuamos avanzando según lo per* mítian las dificultades del terreno, y arrostrando los obstáculos que en el tránsito se nos presentaron, hasta que roto ya el fuego de toda ia línea enemiga, y metidos mis cazadores á medio tiro de ellos, colocado con mis ayudantes y escolta de 12 caballos del Rey dejante de las de Lorca y segundo de Ceuta, y á tiro corto de fusil de la Canalla, mandé armar la bayoneta, tocar paso de ataque todas las cajas y cornetass, y cargar resueltamente al enemigo al arma blanca, trayendo Ja caballería casi á la par de las columnas, la del Rey á la izquierda, lá del primero dé Valencia entre la segunda y tercera columna, y la del segundo y tercer escuadrón de la misma en segunda línea. Una carga tan brillante y decidida les hizo abandonar la primera posición^ viendo la inutilidad del horroro.íO fuego que nos hicieron y que nos produjo pérdidas dolorosas á lodos los cuerpos que la dieron, pero que no de tuvieron ni un instante la marcha triunfal de las columnas á todo' el correr de los infantes, y á cuanto podían hacer los caballos de los tres escuadrones por aquellas breñas que pa* redan inaccesibles á sus plantas.
Asi fuimos trepando de altura en altura con la velocidad que nos permitía un terreno tan fragoso y una pendiente tan grande, tomándoles hasta 7 posiciones diferentes. Al tomar la ultima, advertido yo de antemano que arriba había una peque ña llanuruj mandé á toda la caballería del Rey, inclusa m¡ escolta y ayudantes, cuyos caballos mas acostumbrados á la fatiga iban mas cerca de nosotros, que la tomasen al trote y cargasen a la cabaileiia enemiga que debía alcanzar en ella. Asi lo ejecutaron estos valientes y completaron ia victoria cotí una brillantísima carga en que dispersaron y acuchillaron to da la retaguardia de la infantería enemiga y pusieron eii ver gonzosa luga á toda su caballería, que no los esperó, aunque estaba protegida por algunas compañías dé infantería coloca das al otro lado dé un barranco, y alcanzaron solo algunos po cos caballos. Nada fue ob.stáculo á estos bizarros oficiales y tropa, y continuaron todavía asi ellos como parte de la colum na de Lorca por aquel sitio, mientras el terreno y el cansan cio de hoinbres y caballas lo permitieron. En este mismo ins tante llevábamos cortado á Cabrera por los restos de las co lumnas de Ceuta con unos 100 rebeldes de ambas armas; pe ro ladeándose por un barranco, no ¡o ptidieroa perseguir nues tros caballos, y ios infantes eran ya tan pocos y tan cansados, que aunque lograron obligarles á tiros á quitarse una capa en carnada que llevaba, no se le pudo dar alcance. La columna de reserva en su marcha encontró repentinamente un barran co insuperable que la hizo ladear á la derecha, y franqueó y envolvió las posiciones del ene.migo, subiendo la montaña por parajes mas penosos que nosotros, logrando dispersar y hacer huir á todas las guerrillas que habían dispersado por aquella parte, matando á algunos, y llegó á la altura fatigadísima como era natural, pero llena de ardor y de entusiasmo. Cerca^ de tres huras de camino habiatnos ido ya persiguiendo á uní ene migo á quien nadie iguala á correr por muchas causas, y ni hombres ni caballos podían mas. Di una hora de descanso á ía tropa, y recogidos algunos trofeos militares bajamos á la llanura, tardando dos horas cumplidas en llegar á Chiva. Ll resultado de esta brillante jornada ha sido, según todas fas i>ot¡ci«s que hasta hoy he recibido, mas de 300 hombres muertos, en el campo visto por nosotros mas de 200 precisa mente de las compañías de catalanes y aragoneses, que llaman entre elloa ¿US-cojupafiias(h los valientes] uno con insignias de gefe y varios de oficiale.s; muchos dispersos, de los que varios han sido hechos prisioneros por los nacionales de los pueblo.s inmediatos; se han cogido bastantes fusiles, lanzas, ocho ca jas- de' guerra, con la particularidad que una de ellas tiene el letrero ¡l. voluntarios de Guipúzcoa^ 27 btítcillon, y unos 30 cabados. f iiiahnetue, hemos arrojado de esta provincia lle no de teiroi y espanto al tigre de Cabrera y á sus infames satélites, sedientos de sana^re humana, que sol© en Chiva han dejado asesinados cerca de 50 personas, inclusos ios que lle varon presos de Liria, Todos los gefes, oficiales y Cuerpos han rivalizado en entusiasmo, deci.siou y arrojo; pero la dislinla colócacion que he dado á cada uno de estos, y las crrcunstancias peculiares de la benemérita Guardia nacional de lle var po-r priniera vez 24 horas casi sin descanso y .sin comer, no- estando acostumbrados á tantas fatigas y sufrimiento, ha hecho que no haya podido trepar á las montañas tan'eleA'adas con la velocidad que los soldados veterano,s, y por su situación en la reserva, no haiv podido hacer tanto como esto.s; pero todos se han cubierto de gloria, y todos'se han hecho
igualmente a'creedores á la consicíeracion de S. M. y de la patria
Entré tantos valientes como en este dia se han distin-'^ guido, yo no puedo nombrar á todos; pero faltarla á niúdeber si no presentase primero al bizarro coroDol del provincial de Lorca V Gonzalo de Cánovas, que á caballo, y siemprg 30 pasos delante de su columna, la conservó unida, casi ba.sla la última posición; y que habiendo tenido que tomar Ja pri-*^ mera por el centro de su frente, sufrió los fuegos cruzados de toda ella y de su reserva, por lo cual ha sido el batallen de Lorca el que ha tenido mas mueiHos, y á proporción de su fuerza mayor número de heridos.
Son asimismo dignos de recomendación el coronel D, Pablo Trias, primer comandante del tercero de Ceutaj que condujo también su columna con ia mayor valentía, marchando á ca ballo tíelante de ella, y el teniente coronel capitán del mismo cuerpo D. José Baltorná, á quien encargué el mando de la columna del centro, que la condujo yendo también a su frente á pie con lá mayor serenidad.
Los gefes de ios tres escuadrones de caballería el coman dante del Rey D, José Rizo, el del primer escuadrón de la Guardia nacional de Valencia D. Jüail Bautista Castillo, y el del segundo dé la misma Guardia D, Manuel Montesinos son también acreedores'á mi recomeridacíon por ia pericia y bizarría con que en terreno tan difícil supieron conducir sus escuadrones, á la par que la infantería, en la primera po sición, continuando con lá misma hasta que Sns cabeIJos, no acostumbrados á la fatiga tan excesiva, no padieron seguir á, los del Rey al tomar la. última posición al trote, ni acom pañarles en aquella brillanfísima carga.
Todos jos oficiales pertenecientes al escuadrón del regí' miento del ^ey que se encontraron en la acción, son dig nos de ser nombrados, y por lo cual acompaño la lista nomi nal dé ellos; pero no seria desempeñar mi obligación si de jase de recomendar eficazmente al capitán del mismo cuerpo D. Bernardo Fernandez, mi primer ayudante de campo, que diriguiendo las guerrillas, iba siempre el primero, ácuclntlando y cortando rebeldes que mataba la infantería y cáballos que iban cerca de él, habiendo tenido su Caballo herido mortalmente con dos balazos. Debo recomendar también al teniente del mismo regimiento D. Segunda Ferez, comandante de mi escolta, y que ha salido herido cargando á los enemigos al lado de aquel, ° Todos los heridos son asimismo dignos de la atención de V. E., y yo no^ puedo menos de recomendarlos. Seria nunca acabar detallar á V. E. todos los hechos distinguidos que han ocurrido en este glorio.so diá, y dejo de nombrar varios oBcíales e individuos de tropa por no hacer doblemente mas extenso este largo parte.
Antes de concluir mé considero en la precisa obligación dé rogar á V. E. se sirva presentar a la munificencia de S. M. la agnsta Reina Gobernadora Ja triste suerte á que queda reduijjda la muger del sargento del provincial de Lorca José Navarro, muerto, é impetrar también en .su corazón sen sible y genero.so una muestra en favor de la hija única del Guardia nacional de caballería Francisco BartulI y Chinea labrador arrendatario, muerto en él principio de la acción^ « y cuya niña queda huérfana de padre y madre á la edad dé solos seis años.
Espero se sirva V. E, poner ert conocimiento de S. M. esta brillante jornada tan gloriosa para las armas de nuestra iegitima Reina Doña Isabel II y de tanta consecuencia para este pais, obtenida precisamente en el mismo dia que he re cibido la Real órdon para que me encargue de la capitanía general de estos reinos, como segundo cabo comandante ge neral de los mismos. Dios guarde á V. K, muchos años Pedfaiva y Abril 4 de 183G.—Excrno. Señor.—Juan Pa'larea.—i Excmo. Sr. secretario de Estado y del Despacho de la Guerra. Regimiento caballería del Rey, 1? de línea.—-Relación dé los ¿írés. oficiales que se hallaron en la gloriosa acción de (..-hiva el í 1 del actual. Capitán D. Francisco García; otro D. Agustín Salas: teniente graduado de capitau D. Antonio ? Maiza.s; teniente D. Lesmes Perez; otro ü. Francisco Lar- ■■ rabiedra; otro D, Andrés Baranda; alférez D. Jnan Jimcffez' ' j otro D. Antonio Mandnit; otro D. Federico Aurell. * ] La pérdida que hemos sufrido en esta brillante jornada ha sido ia del teniente D. Atanasio Aznar, herido- el subA ' OUI.»- teaiente u. Antonio Campé, id.; 14 indií'iduos de tropa, id.» lodos del regimiento de Ceuta, 19 de línea. Del provincial de Lorca, el distinguido D. ülpjano la Hoz, herido,'el sab-
temenlé D. Bartolomé páyuela, herido/de ]a clase de tropa «nToldad coBtoso. Del regimiento de León «n soldado comnso. Del de caballería i? de linea, de la clase w de tropa 3 heridos, 2 caballos muertos 7 3 heridos. Del prileTlTT n"i í^iardia nacional de Valencia 2 naciona- les her/dos. De segundo id. id. el capitán D. Manuel de Ocon herido; un/nacional muerto. . .uci uc v^/uon,
U «if" dejos Pirineos de 2 del actual se lee Ja siguiente ordenanza Real: Luis Eelipe, Rey de los franceses, r Pn V?? f ía ley de 17 de Diciembre de 181 L Estado v"dpl ® nuestro ministro .secretario de «rretaT/V Hacienda; hemos decretado y de- íP creíamos lo siguiente; •'
Ari.'l9
A f oo 5t® í^enueva la ordenanza de 3 de Julio de 1835. fierra 7 ^ Verificarse por toda la frontera de con VJ^JT ^'"TT linda T rt. r P- <lep"tHiiiento de los Bajos Pirineos, y en oLfe n?nmo"Tr armas de toda esniprir'oT í salitre, proyectiles de guerra, piedras de: chispa, prendas de vestuario y de equipo militar como asimismo caballos, a no ser en virtud de\na Itor zacion del mimsterio de lo Interior.
Art. 39 Nuestros ministros secretarios de E.stado en ios ÍdTírT^"T y lo interior quedan encargados cada uno a la parte que le toca de Ja ejecución del preMa zo re'?836 Tullerlas a 26 de marzo ele 1836.-~Firmado.—Luis Felipe—El par de Francia Fí'TTo'T'T y del Despacho de Hacienda.^ STT 7^^"^ ^ Argout.-Por ampliación, el secretario general de Hacienda.—Firmado.—De Boubers.
VARIEDADES.
Consideraciones sobre la naturaleza.
fe en t^os^JuTrTnn' o risica general considerada í!os T'!.m / ' compone de vasto., D }nnmnerab)es oI>- ÍTi' L® pedemos conocer en este mundo no es mas yioB de las cosas que tiene relación con nosotros; ¿>1, del entendimieulo se puede decir qué d ui iv-erTrnnf debiUdad, cuando le comparamos con el universo. Contemplemos esa bóveda celeste tachonada de asJlmnn tempestades, esos mñéní ^,f"'"^'"'*dos de verdor y cubiertos de animales, esas móviles llanuras de los mares, esos montes que levantan sobre de selvas; y aun no formaremos masque una escasa y mezquina idea de la naturaleza. Las entrañas de la tierra, loS abi.smos del océano, el velo azul del ®®®®"den sus mas magníficos tesoros; los secretos rnlielies que vicihcan a los entes se ocultan al conocimiento huma no, agentes invisibles dirigen los moviiniento.s del mundo v pre siden a sus incesantes revoluciones; y en el seno de estos vai venes y mudanzas eternas,la naturaleza sub iste inalterable, aliinentandose de su propia inconstancia. Conleraporánea de todos ms siglos, derrama por todas partes la abundancia y la vida
blasTT 1"« sumerge en 'las tiniedil inundo"'"'^ ^ ^ brillar en ia escena
¿Y qué es Ja naturaleza misma, sino el brazo del Todopodereso, el ministro de su voluntad soberana, la parte de la divinidad, qne se revela á nosotros en la existencia de las co sas criadas. Penetrado de respeto á vista de sus obras, el hom bre sen^leva al Ente Criador, y admira la armonía, y equili brio de los mundos. Dicfs solo, desde lo alto de su {roño de g ona, extiende sobre ellos una mano moderadora, y contem pla la ejecución de sus decretos irrevocables.
• palabra naturaleza se toma en diversos sentidos. Ya srgfli/ica el poder general que produce cuanta existe, y dirige lo» movimienios de los astros y de la tierra, en cuya acepción Ja naturaleza no es otra cosa que la voluntad Divina; ya denótala colección de.toda.slas sustancias materiales, ó el uníverso; ya el encadenamiento de las causas, el orden en que los seres nacen y se suceden: ya, en fin, la esencia de cada cosa en particular, Pero cualquier sentido que le demo.s siempre es necesario referir todos los entes al principio de don de emanan, á las leyes establecidas por la Divina sabiduría, para ia existencia y conservación del universo. El principio y *
todas las modidcaciones que experimenta nuestra existencia son un resüllado du eslas layea. La causa de las cansas, í™na„. tro olohn f ®" los cielos, como sobre nnesliabfian ia7'""'."7™ j f <le animales y plantas qne e^ l abla „ ' ,'''f'"'» P? ™anantial celes- •' , •' general circula en sus varias especies, y produ- ciando s.n cesar nnevos gé„„s„es, repara lol^ estr^gL de la pacfeme de '.1'"™° """i pafpeiua. La materia ira- leposo se abandona á todas las afinidades que das "1 '*'■'"«» aparenta lovelo 7 MiPin ^ nuestra vista su esencia bajo el ore rróvíl '"a' 7"^ eternas; y en medio de este teatro siem- Lm.V Tn'n!« f nuestra especie ha sido colocada para ininap «i • *^1^ ndmirar, para alzar sus ojos al cielo, y ca minar sm rival y sin dueño sobre la'faz de la tierra. neinT' n.7 " n ^ ^1"® conspira, des de ^ imúgen del mundo. El buey goza les de sil hormiga acopia los materiaínne I .m! ^ ®®"®®®r 1^ tierver^ V ah ^1 ®'®l"'® ®®'n fue reservado contemplar el unila rü'b ^ santuario de las ciencias. "Verdad es que e-r. '^®^'®l^ todos sus arcanos; pero no por Sn I ■ "*'""^^111®®° ol espectáculo de las cosas criadas. inTiTnc ! h 1"® ®® á la mieligencia humana recorrer. vimíié? "®® informa de la situación y de los mo- vimientos reales o aparentes de los astros, desde las estre^s jas, esos grandes diamantes de la naturaleza que cene ean en o mas retirado de Jos golfos etéreos, desde esa la ac ea en que los soles están acumulados en legiones, uyo numero iiicalculable espanta al pensamiento, hasta nuespjauetario. Aqui el sol, colgado, como una lám- # p e eina de la bóveda de los cielos, rodando sobre su pro pio eje, empanando alguna vez de manchas fugitivas el esp en or e su lostro, lanza sin interrupción los vivos y abraza ores torientes de su luz á distancias inmensas. Como un , so er 10 gigante rodeado de sus hijos avanza magestuosamene, ® 'il lededor de sí el lucido cortejo de los plane as. e estos Jos mas distantes y voluminosos van acompa- «aüus t)e satélites, que giran al rededor de ellos, casi en el mismo p an, y en el mismo sentido de occidente á oriente, niVA B-k-s 1 .rv IT ^ - U. \Jl en que se mueven sus astros principales; y todos describen órbitas dípticas ai rededor del centro inflamado de este vórj Vrf * VA tice inmenso, presentando sucesivamente su superficie á loa raps solares en sus revoluciones diarias. Sa año es tanto mas largo cuanto mas espaciosa su órbita; y la oblicuidad de sus ejes produce en cada uno la sucesión periódica de las estaciones que calienta y refrigera sucesivamente sus varia» zonas, al paso que sus polos, apenas ligeramente heridos por los rayos oblicuos del sol, ofrecen un eterno asilo ai invier no, finalmente, un gran núinero de cometas cruzando el espacio, ya acelerados, ya lentos, y á veces en otro plan quo el de ia eclíptica, vienen á calentarse al sol.
Entonces destrenzan su cabellera flamante estos mensa jeros seculares que amedrentan á las naciones, y turban el movimiento de las esferas á que se acercan; despnes, con tinuando su vasta parábola, vuelven á hundirse en los abis mos de los cielos. La armonía reina entre todos estos órbea desdo el origen de los tiempos; todos ellos publican en su carrera silenciosa las alabanzas de su eterno Hacedor. ¡Qué incomprensible es aquel que lanzó los muruios en las profun didades del infinito! ¡Qué es el débil entendimiento del homm ^ lado de esta masa del universo, y delante de este ser lodópoderoso, que puede de una sola mirada desmoronarla en menudos átomo.s, ó restituirla á la nada!
Mas limitándonos á ia tierra, haliaremos en ella objeto» no menos digno de nuestro estudio,. La atmósfera que arre pa el globo, Jas tempestades, el trueno amenazador y el ra yo que alteran Ja serenidad de los aire.s; los volcanes qua alzan .sus cabezas ¡nflamada.s, sacudiendo y despedazando con tinentes ente-ros; ese vasto océano que muge al embate de las torméni^as; eso.s rios viajadores que riegan y fertilizan nues tras cainpiiias; esos sitios, paisajes y climas tan prodigiosa mente variado,í; esos ricos minerales que se cuajan en el se no de la tierra, ¿no forman un espectáculo íi todas luces inteiesante. Pero aun hay objetos nia.s útiles y preciosos para nosotros. Tal es el opulento reino vegetal que cubre la tier ra de bos(|ue.s, iriieses y (lores; tal el maravilloso reino ani mal, que vivifica la^ escena del mundo con sus juegos y atriores, <jue puebJa el aire de cantores alados, el suelo de ro-
bustos caadrvipedos, compañeros de nuestros trabajos, o ade-. cuadoB para nuestro alimento, y él agua de mil fecundísi* mas legiones de peces. ¡Q,ue inagotable y magnífico patrimo nio para el hombre, rey de la tierra, si supiera gozar en paz 'de su dicha,' ('Sé continuaTá.) (G.deM.)
PÜEBTO-KICO 25 DE JUNIO DE 1836.
JUANA-DIAZ.
JReíacion de los vecinos del partido que voluntariamente se han suscrito con las cantidades que en la misma se exfiresan, para ayudar á la Nación en la gloriosa lucha que actualmente sostiene contra los enemigos de nues' ira legitima Soberana Doña Isabel II [Q. D. G.) Ps. Ps.
D. José Damian Colon. 9
D.l.otenzo Dávila. ÍO
JD. francisco Mai'ia Tristani.. 40
O. Francisco de Torres, por doce pesos, une cada mes, habiendo satisfecho el primero ^ , 1
D. José María Campos, doce pesos dentro de un año, uno cada mes, habiendo abonado dos meses. 2
1). Félix Simonpietrl. 15
D. Sotero Rodríguez 4
D. Pedro ISegron. 1
D, Domingo Rodríguez!. 4
D. Tiburcio de León. 1
XI. José Rodríguez. 4
X). David Laporte. 40
D. Francisco Diiols. .
D, Manuel Ramón Alvarado.
D. Tiburcio de Torres, seis, uno cada mes, satisfecho er primero. '1
D. Jnan Gregorio de "León. . . . .
D José Rodríguez Ortiz, doce pesos, uno por paes, abonados dos meses.
D. Juan José Rodríguez, cuatro reales mensualmente por un aSo, abonado el primer mes. .
D. Domingo Francechi
X). Félix Dominici.
José de Santiago.
Sebastian Murlinez.
D. Ramón Nazario. ii
D Juan Rodríguez Burgos.
D. Dionisio Cintron.
D. Clemente Rodríguez
X?offa Biasiaa Toavs,
D. Xotomo Torres.
JD. Maaael JSegroa.
D- Juan Francisco de. Ribera
D. Juan Esbri
D. José Mauricio Colon, seis pesos, pagaderos á uno por mes, satisfecho el primero,
Juan Andrés de Santiago.
U. Dámaso Colon.
D. Pedro de Santiago
Domingo Muldoiiado.
Pablo Ortiz
jj. Pedro Acosta Ribero*
Paula de Santiago. 4
D. Ramón Colon, pagaderoen cuatro meses cuatro pesos.
Juana Diaz 15 de Febrero de l836..^Manuel Ramón Alvarado. GÜAYANILLA.
Relación de las cantidades con que voluntariamente han contribuido los ve cinos de este /meblo, fiar solo una vez pura atender a los gastos de ta guerra en la Península. Ps. Rs.
Teniente a guerra D. Martín Anabitarte. Sargento mayor D. Joaquín Rodríguez. .• Ca/iitan D. Domingo José Pacheco. Idem D, Vicente Ilizarry. ,
Idem D, José Marta Torres. - ts Ideyn D. Juan Antonio Pacheco.
Idem D- Nicolás Yordan.
Idem D. Francisco Pagan.
« ,• Idem D. Dionisio Torres (hacendado). " Pedro Blasini. •
D D D
Fernando Ruiz, Guillermo Kodriguez. ,
Rita Breban. ,
D. Trinidad Rodríguez.
D. Lucas Rodríguez. -
(Se continuaraj
h,ración de las multas que han impuesto varios Tenientes á guerra en el mei de Abril ultimo por las causas que se expresan. - Toa-baja, ;■ v .i D. Ramón Salas, por una bestia suelta. 4 0
Imprenla áel Gobierno, á cargo
Bruno Carmena, por una res idem. f '• » * José Gregorio, por idem ídem. ♦ • • Guainabo.
Manuel de los Santos, por una bestia suelta,' Juan Aberced, por una res idem. Toa-alta. ^
Gregorio Hernández, por una bestia suelta.
Manuel Rodríguez, por idem idem. Juana Rodríguez, por idem idem. , jPonce.
D, Francisco Bizarreta, por una res suelta.^ I -
D. José Maria Quintana, por un buey idem.
Doña Simona Vázquez, pot una res idem.
D. José Pica, por un caballo ídem.'
Manuela Collazo, por una res idem ,
D. Pablo Bottini, por un buz suelto.
D. José Felipe Ortiz, por un caballo idem.
José Antonio Correa, por una res idem.
Antonio Aneiro, por un caballo idem. Cornelio de Santiago, por idem idem. Bernardino de Santiago, por idem idem.
La referida Manuela Collazo, por una res idem. Fajardo.
Juan Antonio Ribera, por una res suelta. Martín Lara, por una bestia idem. Francisco de Santiago, por una res idem
D. El
José Antonio de la Cruz, por dos bestias idem. Pascual. Perez, por una idem idem. Manuel de Santiago Villega, idem idem. Andrés Moreno, por una res idem. Agustín Ferriol por idem idem. , mismo, por dos bueyes idem.
D. Juan Ramón Dávila, por una res idem. José Bausú, por dos bestias idem 2 Naguaboc i
D. José Ramírez, por una res suelta. Guillermo Morales, pnr idem idem. Felipe Colon, por una bestia iclenn. Bayamon.
El moreno Piel, por una bestia suelta. Bernabé Perez, por idem idem idem. Agiisliti Rodríguez, por idem idem.
• Doña Ana de Ribera, por idem ídem.
D. Juan Dávila, por dos idein idem. Beiiancio Arroyo, por idem idem. -O li>"
ESCRIBANIA DE GOBIERNO.
En el presidio correccional de la Puntilla se halla en deposito, remitido por al. "Teniente á guerra de Tnijillo, un negro nombrado Euis, natni-_al del Africa, el ojo de'rcciio vacío ó meho.s, boca chica, nariz Corta, frente idern, orejas Gradadas, una cica\tví •como de vicuela» e« el brazo i/.i\vúvAo, oU-a Varga como
palda, manco del dedo del medio de una de las maiios, y dé e.statura regular. Lo que de óiálcn del Exorno. Sr. Práccr Presidente Gobernador y Capitán general se avisa ^ publico para que llegue á noticia del dueño de dicho negro y ocurra a reclamarlo. " * ■ 'e 1836.—Julián García.—1 Puerto-líico 18 de Junio de • *
ANUNCIOS
Para últimos del presente mes saldrá de este piierto para los do Santiago de dRl.-a Gi'oara v Nuevitus la goleta española líunoncita, so capitán D. Cristóbal de l.con, para cuyos'.puntos admite carga y pasagcros. Las personas que gusten aprovcctiarse de las comodidades de dicho bimtie podran entemlerse con su consignatario los Sres. Vi dal, hermanos, (Ig este comercio.— 1
León Levi, vecino de PonCe, que acaba ile llegar á csla ciir'.ad,, tiene de ven-' (a en los baio.s de la casa de D. Jacinto López, situada en la callé de S. Jiisto, el escinisito lico"r de Lavanda, que tiene la priípieciad de ser bueno para ladigestionj la cidra de rosa, tan recomendalde por agradables cualidades. También se liallarán haules vacíos de todos tamaños á propósito par.a-carg.is.—2
^ Un cxtrangcro natural de la Isla de S, Cristóbal, que acaba de llegar á esta ciu dad, V posee conocimientos de agricultura y del arte de fabricar azúcar, desea su co•toc.a'ciúu en una liacicnda en clase de mayordomo, primero ó segundo,- y no tiene in conveniente en C[uc se le reciba á prueba antes de• íormalizai* una contrata. Darán ta zón en cl caíd de D- José Turull.—2
Gerónimo Sandoval, vecino y del comercio <le ponoc, vende uña casa terrera de piedra V azotea, que tiene cu esta Ciudad, de su propiedad, y de la de su esposa, si tuada en la calle del Sol, en la c.anlidad de tres mil y quinientos peso.s, cnya c.asa haiioco tiempo sé fabricó. Si .acaso, hubiere algunos intere.sados á ella, cu esta iinpreu darán razoii del encargado iiu esta Capital iiara tratar de dicha veu'ta.—2 • CAPITANIA DEL PUERTO.
ENÍRADA Y SALIDA DE BUQUÉS EN EL MES PÉESENjTE.
Kktu.adaf.
Día 20. De Manatí.- goleta española Unión, su espitan D. Miguel Rios» en 1 <ba y 4 hombres, carga tohaeo.
De Trinidad: goleta americana Olive, su capitán. k en 4 días y 4 hom-bres, carga víveres. De Humacao; balandra española Dos Amigos, su capitan Ramón IVlovabe, eir 3 días y I hombre, carga cueros.
De Málaga: berguntin español Monte Carmelo, su capitan D. Antonio Martínez, en .39 días, 12 hombres y 4 pasageros, carga finios de la Penínsulai.
De Manatí: goleta española Modesta, su capitán Manuel Martí, en 2 días y 5 hombres, carga cueros y azúcar.
Día 20. Para la Guaira: bergantín danés Carolina, su capitán José Pu'« traneía, con f) hombres y ' I l>asugeios, en lastre. ,
Para idem: goleta danesa Isabel, su espitan Barlolomc bicard, con 8 hom bres, carga jubón. '
Para Balliniore: goleta americana Pcrseverancp» su capitaii AiLcibusoní^ con 9 hombres, carga nzucar. *
de D. Valeriano de Sanmillaii,