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CUENTOS CLASICOS

Escucha lo que pasó á un hombre que se casó. El padre de su mujer se obligabaá sustentarle, y leyendo el escribano: Ytem, el señor Fulano se obliga desde hoy á darle tanto tiempo de comer. Dijo el triste desposado: ¿No dice más? JPues errado viene y echado á perder: porque se ha de declarar lo que he de recibir, que ahí, señor, ha de decir de comer y de cenar. Y respondióle: En esto se entiende. Dijo: No hay tal, porque hay suegro literal, que no entiende más que el texto sin la gloria; por quitar pleitos que pueden venir de cenar ha de decir Ó no me quiero casar.

. Calderón

miraba el mariño gu=són, y otras, en fin, se rozaba conmigo alguña dama de seno tan elevado como su est:rpe, que, cuajada de perlas, me hacía pensar en mi escuálida Tiburcia, en mi deficiente esposa, la cial, lejos de disfrutar de semejantes eleraciones, anda siempre recosiendo com> puede su vestidillo de lana y su capotita, que parece una zapatilla vieja con algas marinas alrededor.

Pretendf distraerme con los acordes de la música, pero fué en vano. Con mi molestia moral vino á complicarse de improviso un dolor de tripas agudfsimo, y tuve que abandonar precipitadamente el Real Palacio sin probar bocado y sin haber dichoá la Reina:

Tenga vuestra majestad muy buenas noches, y cuando venga por ahí el bruto de mi jefe, recomiéndele us/ed mi ascenso; porque si vuestra majestad no le pincha, no es- Cuadradillo el que asciende, á no ser que Dios le llame á su santo seno!> -

¡Pobre Cuadradillo!

Creo que ha jurado no volver á pasar por la plaza de Oriente.

Anoche, dormido y presa de horrible pesa-

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Hay en los campos de Orán unos moros, Inés bella, á quien llaman Benarajes, que aquella noche primera que se casan, á la novia, ya que ligera se acuesta, en vez de dulces amores, azotan con unas riendas: y preguntando la causa un cautivo de mi tierra, le dijo un moro: Cristiano esto se hace por muestra del valor y valentía: porque si con tal fiereza tratan lo que más adoran, hieren lo que más desean, ¿qué harán con sus enemigos cuando vayan á la guerra?

J. de Matos Fragoso.

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dilla, no hacía más que nombrar al casero, al almirante, al sol, al huevo y al demonio, mien tras su Tiburcia le pellizcaba diciéndoleiInfame! ¡Ya sé para qué has ido al baile! ¡Para ver de cerca á esa pindongade co-ronela de los brazos gordos que vive en la casa de la esquina y te tiene sorbido el seso!

¡El descuaje!

-Hasta los pacíficos y pacientes notarios, se han unido (á excepción de uno solamente) para decir á la administración: iVade retro! S

No hay arma como la resistencia colectivay como todos á uno dicen: Nones; con el¡¡¡!o abierto de la ley, en la diestra, el poder debilitado tendrá que volver sobre su acuerdo.

¡Muy bien! pero....que muy bien. señores notario!

Después de largo viaje por Europa; se espera en esta capital, vía Nueva York; á'la distinguidá señora Luchetty, en unión de su simpática y bella hija Malen.

La sociedad de San Juan está de plácemes, ál ver venir de nuevo ásu seno elemento tan estimado. junto con la familia Luchetty ver_ rá la apreciable señora Bhen, que se le unirá en Nueva York, en dande está actualmente - de paseo.

Ea -

Los esposos Pérez Pierret Hernandez, han establecido de nuevo su hogar en San jJuan deñnitívmpn& el f¿l señor Henry Brown y la muy bella señora Antonita Molina, han contraido matrimonió en ¿uá_©iud&d, sitio de su residencia.

La bella dama, será una nota 01s de simpatíay elegancia en nuestros salones, de los cualesse había 'alejado por haber cambiado de residencia. - ; Muy bienvenidos.

-El señor -Brown, continental, :que ha ocupado altos cargos y que actualmente tiene un » magnífico bufete, ha dado una nota de cariño al país en que reside, compartiendo su vica ton una puertorriqueña.

Felicidades muchas les deseamos.

También el joven 2bogado, muestro amigo don Leopoldo Santiagu Carmona, ha dejado el celibato, uniéndose á una gentil paisana, toda simpatía.

A tan amable pareja dé Dios vida larga y dichosa.

=3£

Sigue Cupido lanzando saetas y ya el carcaj se reciente. Es mucho lo que ha traba- jado'el niño ciego con estos calores.

Y qué menos que casarse, puede hacer uno aquí en esta época de prosperidad?

Adelante, amigos, y buena suerte

T%+

A un perseguidor de mosquitos parece que lo han inoculado con el mal de corazón.

(a ve usted como uno donde menos se piensa encuentra su futura costilla. e 3

Dinero, dinero, y dinero

- Nuestro manicipio, interpretando el pensar de lóos contribuyentes, y por -nó ver merdel empréstito. - +-.

Fracasado el señor Alcalde, y atado de ma- nos, dirá filosóficamente: Agvardemos, espe- remos, al Tiemro.

npuestos ha resuelto desistir

Esto él mayor fracaso que haya podido tener ely:mígo Ty:dd, quien ccliice ql>1le para cumplirsu programa necesitaba tres cc- ".. Dinero, dólares y cheques.

Teatro Apolo

=

-Nos quedamos á obscura con la planta mu- nielpal:-m0s quedamos en seco con las refor- más'del acueducto; seguiremos sufriendo las estrecheces de la carretera y nuestra vergon- zosa plaza del mercado.

Aunque en esto de la plaza el n unicipio sufrió un grave error gastándose treinta mil dólares en la plaza de Santurce, que ha sido un fracaso palpable, mientras dejó abandona- da la nuestra que requería es modifica- ciones.

- Reanudado el trabajo en este popular tea- tro, con la Compañía Barrajón, se espera una larga temporada llena de novedad. : Del amigo Rodriguez, que aunque cojo, és i cansable, mucho debe esperarse - Por lo pronto, la primera función fué un éxito, y el público se divirtió muchísimo.

Barrajón es hombre que vale, tiene vis có- mica y buena sombra. Estec, unido al elemen- to que le secunda, bastante aceptable, hará del Teatro Apolo uno de los sitios más concu- os. - rrid

Los précios son reducidos, aliciente ya para atraer público.

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