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MARINA e
Era la media noche, y de las sombras promontorias, y de la onda pesada, Te la -tierra en los rayos de su luz se exhalaba la languidez solemne del ensueño, y el alma de las cosas inmensas, silentes y solitarias. un gran navio á la distancia. Marinos y viajeros festejan la última noche de á bordo; y de popa á proa, ebrins de amor, de vino ó de contento, entonan la canción de la esperanza bajo el cielo sereno, sobre el mar en calma.
Avanza
De las espumas que ciñen !a isla del Terror se alza el himno del consuelo que escuchabc Prometeo encadenado, el canto de las Océanidas, mitológicas Ofelias de la mar. Pestañean los faros; deslízanse á lo lejos de las barcas pescadoras; la negra bocanada de humo y la nave negra que la lanza son las únicas notas que turban el paisaje. Pero la nave da contra una roca sumerjida, se estremece, comienza á hundirse, y se oye temblar en los aires el clamor de doscientos náufragos.
En un discreto recodo, en donde habían conversado muy quedo, y se habían mirado mucho en largos silencios un joven y una trigueña deliciosa de amor y juventud, ella abrazándose á él, fascinándolo con la tierna, ardiente súplica de su mirada, le dijo: el .no quiero ver..ven!
-La muerte á tu lado no me intimida; ro le tengo horror al mar... lo....nos separaría. .
A mi hiija
¡María, mi ilusion, mi fé, mi anhelo, Mi esperanza, mi sol idolatrado!
Tú en el desierto de mi pecho helado Germinaste la fuente del consuelo.
Tú me brindas amor, y yo desvelo En esa amarga vida que te he dado. ¡Con ese triste sér te dí un pecado, Y tú con existir me das un cielo!
Si en pago de mi afan he de besarte, No hay para mí ni ostáculos ni abrojos: No tengo otra ambición que contemplarte.
Mirándote se acaban mis enojos: ¡Y pues que sólo vivo por mirarte, Cuando no existas ya, cierra mis ojos!
JOSÉ JACKSON VEYAN.
Entre el desorden de la aterrada multitud que se apiñaba sobre cubierta, y se arrojaba al agua, avanzaron im »ávido él, ella serena. pálidos ambos pur la intensidad de la dicha que los colma, y al desaparecer tras la puerta del camarote que eligieron por tumba, flotaba en la venturosa sonrisa de sus labios, y en la beatitud de la mirada, el alma de las cosas inmensas, silentes y sclitarias.
Sobre las olas forcejeaba el montón d= los que se morían vulgarmenie, clamando ó maldiciendo: de los que se acuchillaban por un salva-vidasóósehundíanluchandoporun madero...-La- nave, en tanto, desapateció como una decoración de teatro, disipóse el humo, se extinguió el clamor, y ya mada más turbó el paisaje. Deslizábanse á lo lejos las barcas pescadoras, y se entrevía la roja pupila de los faros, cíclopes soñolientos que montan guarda en las rocas, frente al ecéano.
Yo, que erraba en pensamiento por las costas, creí oir el golpe de la nave al tocar fondo: y sentí que al beso postrimero de los novios que se amaban en lo profundo de la mar armoricana, un vago estremeciendo agitó las ondas,é hizo palpitar el alma de las cosas. ;
Después, imperó de nuevo, lánguida, la solemnidad del ensueño. cÉSAaR ZUMETA.
LA BOR|NQUE&A
Muelle, lánguida, triste, voluptuosa, no es el himno guerrero que un pueblo lanza al sacudir los hierros de la cadena que el despotismo inícuo forja y ba Es canción y lamento....Nos entristece evocando el recuerdo de horas amargas, y se pierden sus notas en el espacio, como un hondo suspiro de nuestras almas.
Lurs RODRIGUEZ CABRERO.
Ten cuidado, pueblo, de no elevar tus idolos; tus ídolos de hoy son mañana tus verdugos.
F PI Y MARGALL.
Por la Directiva del Club de Damas hemos sid> galantemente invitados para el gran baile que se relebrará, con motivo del tercer aniversario de su fundación.
Agradecemos mucho ese acto de cortesía. % * *
Francisco Soto Gras, buen abogado y buen amigo, es prisionero del amor, cautivo de una encantadora mayagiiezana. que responde al nombre de Antoñita Quiñones.
Un prisionero, á quien no se le puede aplicar el habeas corpus.
Que lo ahorquen cuanto antes, son nuestros deseos más sinceros.
<I*-=v
También nuestro amigo queridísimo Guillermo Rubert, cCayó en las redes del amor.
Margarita Blondet, tan simpática como . bella, es la que manda en el corazón de Rubert, con y sin ciudadanía americana.
Tu suspiro
Escapó de su prisión y, al llegar á mi retiro, dió una vuelta en raudo giro y perdí fuerza y razón.
Rodé al sueloen mi emoción, como si me hiriera un tiro, y era el hilo de un suspiro que se enroscó al corazón.
¡Y hoy intentas la locura de soltar la ligadura....! Hay que cortar, bella Eligia, hiriendo con golpe rudo, como Alejandro ante el nudo del antiguo Rey de Frigia.
FELIX CORDOVA DAVILA.
Lecs esposos Gaztambide, que fueron á pasar la estación veraniega al simpático pueblo de Sabana Grande, regresarán en estos días á San Juan.
Llévenles estas líneas el más afectuoso saludo.
Nos es grato anunciar á nuestros lectores que la distinguida familia del doctor Torres, que actualmente reside en Ponce, se trasladará muy pronto á San Juan.
Y no hay que decir que será una nota muy simpática en nuestros círculos sociales.
Hemos tenido la satisíacción de saludar en San Juan á nuestro querido amigo Guillermo Auffant, prestigioso empleadc del Departamento del Interior.
Que no se vaya el amigo Auffant.
El emprest1to de Ponce
Figurense ustedes como seria la ordenanza que confecciono el Ejecu-ivo, que estando el Municipio de Ponce pidiendo la luz por señas tenido que renunciar al emprestito.
Y viva la autonomia municipal.
Los profesionales
Hemos oido decir que se reunieron los profesionales.
Y que el acto resultó muy serio.
Y que se tomaron acuerdos muy importantes.
Y que se adoptaron actitudes muy dignas.
Y una porción de cosas, todas dignas del mayor aplauso.
La asociación de los profesionales, según tenemos entendido, se llamara <Liga de patriota.s»
¡Y pensar que no hubo un recuerdo siquiera para don Eugenio Maria de Hostos!
Al menos, yo no sé que se haya nombrado allí al sabio Maestro.