(
ES
DEPT
Año del Centenario de Juan
artesy! MENSUARIO 2da.
EPOCA
SAN
JUAN,
PUERTO
DE RICO
Morel Campos
CULTURA DICIEMBRE
1957
artes y letras—página 2
PERSPECTIVA
NUESTROS COLABORADORES
pon Cwu¡ue A AAA Con motivo del nombramiento del Dr. Efraín Sánchez Hidalgo para Instrucicón, en el periódico Educación de esa secretaría apronté, no unos esogios de ocasión al recién llegado, sino unas advertencias de carácter educativo sobre la obligada emigración, el abandono de tierras, el crecimiento de arrabales, la recrudescencia del delito. Le recordaba fijarse en los esenciales propósitos de la escuela pública. Pedí la revaloración del sistema, la formulación de nuevos métodos y procedimientos, con este punto de partida: la realidad puertorriqueña. Solicité que limitemos las improvisaciones y que la educación superior cumpla estos dos propósitos fundamentales: la experimentación constante y el amplio servicio social al pueblo; que se procuren las asesorías cabales, que se hagan adaptaciones concientes, que se erradique la pedantería viciosa.
Eso dije y eso reafirmo aquí.
:
En su entrevista con Pedro Vázquez en El Imparcial del 30 de septiempre pasado, el Dr. Sánchez Hidalgo cree que una demanda social a que se debe responder cuanto antes es el adiestramiento de más y mejores maestros. Le preocupa asímismo el problema de retención escolar: que el niño siga en «el aula por lo menos hasta el sexto grado. También está interesado en que el emigrante puertorriqueño vaya mejor adiestrado. Y hace hincapié en una mayor coordinación de propósitos educativos. Sobre estos problemas he hablado en Puntos de Partida reiteradamente. Sobre el último—coordinación de propósitos—creo que he hablado como por fijación mental. Se me figura que un ancho procedimiento coordinador, integrador, no sólo traería más provecho social al pueblo de Puerto Rico, sino que ahorraría dinero.
Me
parece
que
muchas
veces
sobreponemos
el individualismo
a
la
indispensable coordinación de funciones. De ese modo se pierde mucho esfuerzo en el proceso de educación extensiva. A propósito de esta educación extensiva varias vetes he sugerido en Puntos de Partida el que se le dé cumplida eficacia a una amplia integración, quizá con una oficina central en el propio Departamento de Instrucción. Para mencionar una sola situación indeseable, hay unos cuantos periodiquitos, de agenctas y departamentos, que no pueden cumplir sus anunciados fines nada más que porque usan un lenguaje difícil, fuera del alcance de sus supuestos lectores. En este particular conviente recordar que hay un valioso estudio,
realizado
por
el Consejo
Superior
de
Enseñanza,
que
debería
servir
de
orientación.
En su trabajo Algunos problemas de educación pública, para El Munde del 2 de octubre pasado, el Dr. Rodríguez Bou pone énfasis en dos obligaciones del sistema: “imponer al educando de la realidad del momento en que vive y de cuáles son los problemas que le plantea su época, y la conexión de esos problemas con el mundo de más allá de Puerto Rico; y que se ponga en <jecución justa y humana del sistema. Es por demás imperativo que se haga una cabal valoración del sistema antes de hacer nuevas proposiciones. 4 En realidad, la práctica de remendar el sistema, sin una cumplida valoración, cada vez que hay un nuevo comisionado, ha creado una serie de males crónicos. Creo que los cpuntan hacia to que apremia te hacer un alto
fines educativos que ya ha enunciado el nuevo secretario la tan esperada valoración. No debe tardar. Es cierel adiestramiento en masa, pero siempre es convenienpara saber con qué podemos contar antes de seguir ade-
lante.
de
Si no se puede propender a la educación selectiva todavía, por razón la necesidad de educar las muchedumbres, por lo menos deberían lle(Pasa a la página 57)
ENRIQUE A. LAGUERRE, nuestro máximo novelista, escribe esta columna mersualmente para nosotros. J. PANIAGUA SERRACANTE, uno de los escritores nuestros más afin-
cados
en
nuestras
cosas
y nur
espíritu. JOSE EMILIO GONZALEZ, poeta, crítico y ensayista de primer orden
en nuestro LUIS
país.
QUERO
CHIESO,
cuentista
y ensayista puertorriqueño que hace tiempo reside en Nueva York. El cuento que publicamos suyo, fue premiado por el Ateneo de Puerto Rico
en
1954.
SEBASTIAN GONZALEZ GARCIA, Profesor de nuestra Universidad, dirige el Colegio de Humanidades allí. JUAN
DIEZ
DE
ANDINO,
poeta
y
periodista, que ama como el que más las cosas de nuestra historia patria.
OSCAR VALLE, periodista, que gusta de la crónica ligera y amena. SAMUEL LUGO, poeta? de quien no
pudimos,
por
no
liegarnos
a
tiempo, publicar un poema suyo. SANTIAGO IGLESIAS, Hijo; ingeniero y arquitecto de gran valía intelectua!.
POETAS
COLABORADORES
Por ser muy extensa la lista, no podemos reseñar los méritos de cada uno de los poetas que nos han enviado sus
poemas
y
que
insertamos
en
esta edición. Pero valga decir que todos ellos, tienen libros publicados O preparados para ir a prensa
y
de
donde
han
entresaca-
do los versos que publicamos. Fuera de los poemas de Lloréns Torres, Julia de Burgos,
Luis
Palés
Matos
y Evaristo
Ribera Chevremont, los demás son inéditos y enviados a nosotros para esta edición.
Mensaje de Navidad Ha transcurrido otro año más y nuestra publicación ha podido subsistir, contra todos los embates y dificultades con que se tropieza en Y dicho con Pusrto Rico, una revista dedicada a cosas de la cultura. pena, a cosas de la cultura nuestra. Pero a nuestro pueblo lo salva siempre un instinto de conservación espiritual. Nunca nada se ha perdido ni se perderá por ese camino. Lo apuntaron con ctrtera visión, Tapia, Hostos, entre tantos que amaron, cultivaron y enaltecieron nuestras letras y nuestras artes. Por eso, ARTES Y LETRAS se siente altamente complacida del endoso espiritual que ha recibido de tan buenos amigos y verdaderos amantes de nuestra literatura y de nuestras artes, aún en campos difíciles del quehacer humano, que no dan tregua ni tiempo en esta era mercantilista, para ver más allá de los números y de las apremiantes presiones de la vida moderna. Ojalá que este respaldo espiritual continúe y solo así podremos continuar nosotros nuestra tarea. Nuestro único objetivo es servir modesta, pero sinceramente, al progreso y trascendencia de muestros valores tanto en el campo de la literatura, como de la pintura, la música, la escultura, la arquitectura y el teatro. Con la ayuda de ' Dios y de nuestros colaboradores y la inapreciable de cuantos han contribuído de manera económica a estos fines hemos podido lograr un año más de vida y prepararnos para subsistir otro. Valgan pues, en estas Navidades, estas palabras nuestras de gratitud profunda para todos, como un mensaje salido .del corazón, con el deseo de que disfruten de unas fiestas de Pascuas navideñas con todo el aliento y alegría posibles, y que el próximo año, ofrezca en su canastillo de sorpresas mil y una. ocasión de felicidades y salud. En tanto, ARTES Y LETRAS seguirá siendo el órgano cultural que hast aquí ha intentado ser y con la buena acogida y cooperación de tohasta aquí ha intentado ser y con la buena acogida y cooperación de toy el Instituto de Literatura, prometemos hacer esfuerzos incontables para mejorarla y engrandecerla. Muchas
gracias, JUAN
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Delices Pascuas y Próspero 1958
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PROSISTAS Ñ PUERTORRIQUEÑOS DE LA HORA
ACTUAL
FUNCION
A
DEL SER PUER TORRIOUEÑO Por:
Hay
quien
mente
sobre
al
pensar
la cultura
reflexiva-
en
función
del ser puertorriqueño, considera tal ser como si se hubiera improvisado
por arte de magia o como si se originara
de
¡algún
desprendimien:;o
inefable del empíreo, sin ahondar en la naturaleza de ese ser, para el cual se reclama una cultura aje-
na a su espíritu.
¿Es que
creemos
J. PANIAGUA
tumbres,
SERRACANTE
sus formas
de existencias
y sus sentimientos, imprimiendo
un
estilo de vida diferenciado que res- ”
mo
cuando
riqueño aisladamente cual si fuera tema distinto del status político — como
si el Estado
no
fuera
un
pro-
ducto de la cultura— no quiere decir que ¿ste no eerce influencia en la forma de vida individual y colectiva del hombre puertorriqueño.
les,, su miento,
Precisamente
de múltiples vicisitudes y luchas a través de los tiempos? La personalidad cultural puertorriqueña en todo lo que tenga de sublime o mediocridad es una realidad psicológica e histórica viviente. Y su fundamento tiene que tener hondas raíces en sus tradiciones auténticas, buenas o malas. Lo que importa para una renovación superior de la misma es que se atine en conservar lo utilizable para una elevada evolución perfectiva de su ser y se tenga la capacidad de conocer cuales son las influencias perniciosas para su ulterior perfeccionamiento. Las culturas no son productos puramente artificiales sin raíces vitales profundas en el ser histórico de cada pueblo; antes al contrario, para que pueda condicionar el desarrollo armónico de ese ser colectivo debe responder a su espíritu y a su esencia. La cultura no es una técnica aplicable por igual a todo pueblo o a toda raza, es un hecho histórico que nace de las profundidades de la realidad íntima de cada pueblo modelando sus usos y Cos-
contemporáneo
ponde a la expresión de su alma. Por otra parte, el que se desee averiguar cómo ha de ser o cómo queremos que sea el hombre puerto-
que el ser puertorriqueño es un ente sin antecedentes históricos y que se produce así mágicamente, sin constatar sus raíces tradiciona-
génesis, formación, crecidesenlvolvimiento a través
dés
, sostener
el
status
político
de
que
estado
raleza
J. Huizinga
“la
cultura
de
una
el orden
de la natu-
material,
y espiritual mantiene
al co-
colectividad,
la dominación en
existe
moral
una situación
de nivel superior al que producen las relaciones naturales, siendo rasgos distintivos de ella el equili-
brio de los valores espirituales y materiales y un ideal esencialmente homogéneo,al que tienden las diferentes actividades colectivas”. En verdad ha sido maravilloso e: imponente desarrollo de los descu-
un pueblo es uno de los condicionantes estructurales que puede constituirse como el animador de su cultura general o convertirse en rémora de la misma por no-responde a la naturaleza histórica de su ser.
brimientoz su aplicación práctica en la vida de los pueblos; y tel hom-
No obstante, aún conservando las particularidades de cada núcleo social, pueblo o nación, puede concebirse un sentido de la cultura que perfile lineamientos metafísicos, de tal naturaleza, que tenga aplicación universal y que daría así una posibilidad como vehículo de unidad a la cultura por el ideal general re-
les bríos y desenfado en la domina-
bre continúa dominando las fuerzas de la naturaleza con su inteligencia cultivada en la comprensión de sus problemas y en-.las investigaciones científicas de la verdad. Pero tal intento ¿opérase con iguación de la propia naturaleza humana? Huizinga duda se haya llegado a un equilibrio en esa' esfera de
la cultura
y rechaza los llamados
triunfos de la psiquiatría, de las provisiones sociales y de la presun-
tuosa lucha contra el crimen, como
mo los ideales de cultura: bienestar, poder, seguridad, todos son ideales más propicios para la discordia y la división que para unir a
signos inequívocos de esa dominación tan anhelada, cuanto detenida por mil causas de orden moral. Y es que, precisamente en nombre de los derechos de la naturaleza humana, se ha puesto en duda nada menos que la autoridad obligatoria de
la gran
una
conocido
que
le
anime.
Porque
lo
que en la actualidad se cataloga co-
masa
humana.
Deben
su
ley
ética
fundamental
de va-
origen como dice Huizinga al insinto natural y no están ennoblecidas por tel espíritu. Siempre que de cultura se trata me ha parecido de suma excelencia
lor absoluto.
la definición que de ella hace el cé-
la vida humana a tenor de una finalidad superior. Por eso, es tam-
lebre historiador
y pensador holan-
Cultura es además cierta actitud, modo de afinarse y definirse frente a la realidad. Actitud que proviene
de una concepción
del mundo
y de
artes y letras—página bién
una
actitud
personalidad.
14
definitoria
Es un modo
de
la
de pen-
sar, de actuar y de sentir en relación con los problema sde la ciencia, del arte, de la filosofía y de la religiosidad. Es la definición ante la vida y la muerte.
Esa
actitud
definitoria
es lo que
pública y periodística, arrojando lodo contra todo lo que significa precisamente nuestras más positivas virtudes y nuestras auténticas posibilidades. Así se fué formando en
ria no es eterna, ni es indescruptible; y qle consideran al Universo y su contenido como parte de un mecanismo inflexible, es un error
no escasa
brimientos científicos; cuando asisa la Uesuskull Von timos según bancarrota científica de la 'tevolu-
parte
de nuestro
el criterio derrotista, confesando antemano
nuestra
impotencia,
da razón de ser a una civilización. Esta no es nada más que el fruto
conociendo nando
esto
maduro
luego,
de aquellos pueblos
de
una
forma
de
vida
lo-
erada y consolidada. La precede siempre las energías creadoras de los heroísmos religiosos y de la acción civil. Nuestra vida individual y colectiva en el presente no es más que esa lucha, como que estamos en la vorágine más terrible de nuestro destino. Esa agonía que es lucha, acción, anhelo de realizarse y que es fuente de cultura, demanda de
nuestro
ser
su
expresión
aún
en
medio de ese doloroso forcejeo por su expresión aún en medio de ese doloroso forcejeo por su pervivencia. No dudo que hay una gran parte de este pueblo que vive inconsciente de estos problemas. Por otro lado hay además otra que no ve nada más que la amenaza en unorden exclusivo de la escala de los valores en
que
se
manifiesta,
como
afecta biológicamente su existencia. Pero la crisis
que
propia abarca
pueblo,
nuestros con
valores,
la exaltación,
de des-
audesde
que
Go-
fe en las obras
son
del espíritu y otra
valor
cual es, el espíritu. de esa lucha lor,
Aún
y en medio
podemos
juicio,
superbiológico,
hacer
íntima
de
demasiado
sin
un
en medio de ese doembargo,
dolor,
humano
a mi
para
ser
estéril. No podemos dubitar siquiera ante los valores espirituales que son los únicos que dignifican y hacen civilizada la vida de los pueb.os. Tampoco debemos contempar con ojos
escépticos
los
atributos
distin-
tivos de lo esencial de nuestra personalidad porque nu podemos fundar una Patria, sin contenido, ni sustancia perviente. Las formas jurídicas o económicas bien están para dar ancho cauce a la vida colectiva; pero hay también valores superiores y decisivos que son los
eternos valores del espíritu
de una
raza o de un pueblo que ten última instancia es cristiano e hispánico. Hemos sufrido la sistemática propaganda de descrédito en todas las esferas de la enseñanza, enl a tribuna
materialista,
al
vida, el fa-
mecanismo,
y a lo inconsciente cósmico: y cuando Arthur Eddington y James Jeans nos explican el misterio de! Universo como la expresión de una Idea de un Potente, parece irrisorio y hasta cavernario esquivar siquiera la consideración seria de estos signos del tiempo presente.
La presunción preocupados,
física...
y
es
de cierta gama creer
sobre
valladares
que
todo para
la
la
de
meta-
religión,
el
progreso
científico. Imbuídos .además en lecturas unilaterales, acostumbrados abrevar en aguas turbias, negadores de toda elevada espiritualidad, están ciegos porque no han hecho el previo análisis, ni el con-
necesidad
can
en
estos
cada
día más
tiempos
de
que
acentuada cese
esa
tituya una tarea fecunda y prome-
su
biología: desplazan
cosa es concederle un valor absoluto. El mito consistiría entonves —como muy bien ha explicado e! gran pensador brasilero Alceo Amoroso Lima— “en trasladar los atributos de la inteligencia y de la potencia divinas, para la inteligencia y la creación humanas”. De ahí la
presión
por
los nuevos
y en
darwiniana,
horizontes de la energía y libertad, talismo
cbra creadora que patentice nuestro ser ante la conciencia cultural de América. La tristeza puertorriqueña, de la cual nos habló Pedreira en su obra “Insularismo”, es la ex-
cisivo
más de-
ción
descu-
nuevos
los
contradice
bineau en su pseudociencia declaró superiores a toda raza humana. No podemos continuar despreciando nuestros más aquilatados atributos y escépticamente burlarlos; porque pueblo que tal haga, está llamado a su propio aniquilamiento. Por otra parte bien podríamos correr el riesgo de caer en el mito de la cultura que consiste en atribuir un valor absoluto al trabajo del espíritu humano. Una cosa es tener
idolatría sacrílega de la cultura mediante su integración de nuevo a la, Verdad, ya que ha sido el vicio capital de la edad moderna originar una injustificable disociación entre ambas. La cultura que no lleve a la Verdad es narcisista por su propia naturaleza e infecunda como todo marcisismo para producir una forma de vida superior. Si se desea que nuestro amor a la cultura cons-
también un aspecto mucho
que
tedora de infinitas posibilidades, hay que reintegrar la Verdad como condicionante rectificador de la misma. Esto significa sa!ir el hombre dt su autoconcepto idolátrico para rendir culto a Dios vivo principio y fin último de su propia per-
sona y razón de todo su quehacer
como viator que es en el curso de su existencia. Si las concesiones, baluarte de la impiedad, en que se afincaban algunos escritores finiseculares para negar lo sobrenatural, y lo divino, es decir: la eternidad de la materia, la infinitud del 'espacio, la omnipotencia de la técnica, como condo por Einstein, le han sustituido
secuencia del relativismo preconizahoy, en el mundo científico, las irreduvtibles certezas de que el espacio no es infinito, que la mate-
trapunto
de
ponderación en
suma,
ideas
de
para
una
serena
ni
verifi-
razones,
una
honda
crítica
de
todo lo que cae en sus manos, con criterio verdaderamente libre, a pepesar
de
que
hacen
tantas
galas
de
éste, Se limitan a una circunscrita esfera cómodamente dada, a una economía mental fácil, y se parapetan detrás de ciertas trivialidades superficiales, de las carcajadas de algún burlón sistemático, o del estilo venenoso de uno de esos escritores impuesto por la reclame
tendenciosa.
De
ahí
esa
actitud
despectiva, pesimista, o más bien escéptica, y su amoralidad triunfante en todos sus aspectos. Posición, por supuesto, muy decadente. No vislumbran que la inteligencia sola, por mucho que se cultive, no llegaría más que a los aledaños de mediocridad, cuando de una elevada espiritualidad se trata. Mutilan la naturaleza del hombre, al concebirle o al estudiarte negando su realidad íntima. Continúan muy metidos en las ya desacreditadas teorías del pasado siglo, y pretenden estar muy avanzados en conocimientos de la cultura moderna. Prestos a estudiar lo que significan los Brahamanes, el Buda, o Confucio, tal vez se interesan en la lectura del Korán, sin embargo acusan una crasa ignorancia, si no hostilidad, pero una hostilidad nacida no de convicciones propias, sino hi-
artes y letras—página ordinaria
jas de prejuicios y de lecturas parciales mal digeridas, en relación con una de las realidades más destacadas del mundo como es el cris-
fianismo
no
despertar
siquiera
cierta
ante
ese hecho
intelectual
son
suficientes
para
curiosidad
sabemos
a dónde
van
que fué Santa
Ca-
la perfección
convicción mente
del conocimiento,
que
desde
interés
a parar
fantásticas, conciencias encerradas, almas perturbadas por la nebulosa del mal saber. Es la insolencia de una inteligencia narcisista llena de soberbia, porque ha alvidado su origen y lo que debe a factores ajenos a ella misma. La vida intelectual, cuando no va acompañada de esa humildad del verdadero sabio, engendra una vanidad insoportable, inflada, llena de suspicacias; y en su fondo, 'encumbre la envidia con todas sus pequeñeces y mezquindades indignas de un alma superior; pues no han sabido dar con la clave de la verdadera cultura de espíritu que exige una vida de relación íntima con la autíntica fuente de
en
que
nace el
negar.
Somos
no
es
la
suprema
No basta ser sabios, no basta siquiera apreciar la belleza y sentir la emoción estética. Hay que aspirar a algo más, a la perfección integral del hombre, que solo se logra mediante el cultivo de la virtud. La santidad es el ideal más bello y sublime al que puede aspirarse. Los senderos que conducen a ese ideal de perfección no es-
conjugado con el Espíritu Divino 'por el amor, presupone verdad, be-
nadie,
no
espíritu
exclusiva
humano.
la grandeza
Es de
efable;
infrahumana.
y
su verdad
que
atesora,
una
ordenación
todo
esencialmente
bajo
y luz
porque
ofrecer
una
colección
de diez
libros de los más conocidos autores puertorriqueños contemporáneos por el precio de “cinco dólares ($5.00). Esta colección comprende libros de los siguientes autores:
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Blanco
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Pedreira
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en las
librerías a un precio no menor de un dólar (1.00) el ejemplar. Aproveche esta oportunidad. Ordene su colección hoy mismo. Nosotros pagamos el fran-
queo.
todo
blimes espiendidez. Esa actitud pronta a dispararse ante el blanco de su glorificación apoteósica, será de transcendentales perspectivas porque está libre de toda limitación
y la visión de su universalidad abarcando
es hálito
lo inspira y todo lo ilumina con su-
impor-
única
humano
La Biblioteca de Autores Puertorriqueños se complace en
lleza y bondad en su grado más in-
ta su grado de saber o capacidad. La ascética que nos ofrece la forma más perfecta del cristianismo, que es el catolicismo, nos predispone ya a rebasar la esfera de la mediocridad espiritual, galvanizando poderosamente todas las potencialidades
del
espíritu.
ma-
la sabiduría.
para
del
P. R.
tiene
Tal idea es la fuerza generadora de la genuina cultura, porque lanza odo pensamiento, todo sentimiento ¡y todo acto humano, es decir, al hombre integral, hacia horizontes ilimitados de perfección porque la que
Juan,
incrédu-
cualquier otra concepción anhelada.
religiosidad
San
espontáneaalma
mifestación
vedados
Puertorriqueños
una
los por egoísmo. Vencido el egoísmo, encontramos naturalmente la fe, porque hemos dejado de ser ciegos y vemos”. Exactamente igual que el Aquinatense: “los hombres... conciben diferentemente las cosas según sus disposiciones. Aquel cuya conciencia está falseada, la comprende, confusa y erróneoamente”. Es el fundamento “tico del conocimiento de la verdad, como función de conciencia. La perfección del hombre, como la perfección de los pueblos, no sólo es Obra del saber y de la técnica, sino más positivamente del saber de santidad. Sólo el cristianismo nos ha revelado un ideal de cultura que supera por su misma verdad, por su belleza y por su bondad, a
los pseudo-cultivados del in'electo con menosprecio y olvido de! cultitivo del hombre integral. Es el resultado de un intelecto muchas veces atiborrado de conocimientos enciclopédicos, de doctrinas falsas o
tán
| Biblioteca de Autores
que para ella, la fe es sencillamente
históri-
co que ha moldeado la civilización de la cual son meros desertores. Una intelectualidad que ventila los problemas de cultura en esa forma es una pseudo-intelectualidad miope y ayuna de una visión total del mundo de la cultura. Y
ya
mujer
talina de Siena. “Para Santa Catalina —en opinión del preclaro escritor danés Jorgersen— existe tan poca diferencia entre la fe y el conocimiento
jerárqui-
ca, sin perder el sentido de las cosas, ni promiscuar lo subjetivo con lo objetivo; es la médula del cristianismo 'en activo, tan señaladamente apuntado por aquella extra-
Sólo así dará frutos
de una nueva y superior existencia creadora llena de sentido, que además de ser lo más singular por su
profunda sublime
humanidad, por
su
será
deificación.
lo más
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ños por el precio cinco dólares.
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NUESTROS CRITICOS DE HOY
ALBATROS
EN EL ALMA Por JOSE EMILIO GONZALEZ
En
de
bella
edición
poesía
para
de
la “Colección
bibliófilos”
ha
paña se siente “chopo desnudo”, que se burla del viento, pues viene de
sa-
lido el segundo cuaderno poemático de Diana Ramírez de Arellano Rechani, Albatros sobre el alma (Ediciones J. Romo Arregui, Madrid, 1955). Debo a gentil atención de su autora el haber recibido es
una
de
versús
ta
gema
uno de los leitmotios del libro. La 'evocación se hace aún más
trata
nos
de
que
hayan
sencilla. uno
de
florecido
A
mi
los
puertorriqueñas
en
Afirmación
se
Ramírez
1947 su primicia
había
los últimos
editado
Yo soy Ariel
(Mé-
veces,
seco
en
partes,
leñoso
toda-
vía de lo no poético.. En los ocho años transcurridos, Diana ha marchado larga, honda y resueltamente hscia la madurez. Con este Albatros sobre el alma ob-
tiene
un
lugar
de consagración
en
la poesía puertorriqueña. Pues en raras ocasione se ha oído una voz más pura, alma más creadora de genuino acento lírico. Yo diría que Diana tes de la parentela esviritual de Ju'ia de Burgos, pidiendo el perdón consabido a todas las distancias. Ex de la fuerte prosapia de Clara Lair y Mariglorta Palma, aunque no le faltan las ternuras arremansadoras que han caracterizado el poetizar de Carmen Alicia Cadilla, Carmelina Vizcarrondo, Nimia Vicéns, Violeta López Suria y CarMen Puigdollers. Sea oportuno esclarecer que estoy hablando de ac-
titudes,
no
de
influencias.
Albastros sobre el alma agrupa 19 composiciones cortas con dos temas verticales: la infancia.en Puerto Rico y el amor (o sea la vida). Asumen la vestimenta del recuerdo, pero la poetisa no se resigna a ese disfraz. Lc repudia:
cielón Es
en
no
la ra-
de
eternidad,
que
será
mente a la ciudad de su niñez. Precede al reencuentro un conjunto eneantatorio: “He repetido tu nombre siete veces siete en mi soledad”. A su fórmula mágica, los ágiles recuerdos “se desprenden del viejo calendario que atesoro”. Y ahi es-
en
xico, Casa Unida de Publicaciones), donde la poetisa novel acusaba cierta flexible seguridad en la explotación de los yacimientos expresionales del lenguaje, familiaridad de diálogo con las esencias estéticas y un sabio presentir de rutas por las que debía hilar su inevitable desarrollo. Sin embargo, Yo soy Ariel 'era más bier una vispera: un fruto en su primer verdor, agrio a
'un
local. En “A Ponce, en Puerto Rico”, Diana retorna imaginativa-
libros
años. Josefina Romo Arregui enriquece al esbe'to volumen con un certero y conciso estudio preliminar. Diana
“donde
la memoria”.
za de nuestro pueblo “hecha de milagrosos azahares” donde ella encuentra sus raíces inderrotables.
ma-
juicio
mejores
tierra
arranca
Convertirse en recuerdo muda voz, densa carga que pesa como un muerto albatros sobre el alma”. lo que quiere es la vivencia inédita del pasado:
tá ya su “Ponce”
“Cuando construyo sombras sabre ese dulce siempre de aquella fe tan mía liberto de tu muerte mi amor te resucita”. El
conflicto
no
se
resuelve,
puesto
Gue el recuerdo sigue siendo su punto de apoyo para lidiar con su pre-
sente, y en esa pugna, a su vez, convierte en poesía: vida.
La imagen
se
del albatros muerto
y
el titulo del cuaderno provienen, desde luego, de la famosa Rime of ihe Ancient Mariner de Co!leridge. Semejante al “ancient mariner”, la autora ha matado al recuerdo, pero tiene que sufrir la expiación de 3“evarlo siempre consigo. ¿Es para
ella,
además,
una
viaje
terreno
hacia
al?
También
penitencia el
alborea
país
una
este
origin-
relación
con el problema de la culpa, que se mueve en el fondo de “Antiguos lirios”. (Véase más adelante). Versos escritos desde el destierro, en el espacio y en el tiempo, intentan recobrar la concreción de la patria celada por bastidores de lejanía:
“Madruga el sol. Allá en la isla mía se escandaliza el verde y el azul, y canta el mar, la tierra, el cielo”. La poetisa regresa “cabalgando recuerdos” hacia “ese sol aque calienta la roca que rezuma la ezpuma del Caribe”. Allá, en su soledad de Es-
nunca
olvidado:
“Aquella dulce risa adolescente esparcida en tus calles olorosas a mirtos y a aventuras. E He dormido en les nichos de mi torre babélica soñando con tu playa luminosa de trinos y Ella
quenepos.” vue
ve a pisar
los lugares
acos-
tumbrados “para escuchar mis pasos atormentadamente vivos”. (¡Qué valor de sensación hay en esto!) Promete una nueva cita a este amante:
“Te encontraré
una noche;
después de tantas noches,y dime, Ponce mío,
¿me
reconocerás?”
Adelantando
nostalgia,
por este corredor
sale
al paso
de
la imagen
de la muerte de la infancia, simultánea con la de un “hermano querido”. La elegía que le dedica -es uno de los poemas más conmovedo- * res. Es lástima que no pueda copiarla íntegra aquí. En cortas es-
trofas
de
versos
heptasilábicos,
la
hermana llora austeramente aquella infiel partida: -“Entregadme veloz su fragante cabeza, sus fugitivos ojos, su sumergida 'sombra”. El conocimiento mo suceso vital,
de la muerte, cojalona el término
artes y letras—página 10
de
pcivo
silencioso
que yace sobre el mundo recuerdo de mi infancia”. Y, en seguida, su protesta, furiosa, su voluntad incontrastable de salvamento: “Dolor, diente feroz, Arcángel mío, ayuda extrañamente a regresarle!” Composición extraordinaria por su Gensidad lírica, por su sinceridad vibrante, cuidadosamente conteni-
da en una forma a dos
infancias”
juncal, la “Elegía es un
poema
anto-
lógico. Al lado de ella, “Cundiamor” es una brevísima estampa musical, graciosa, interesante, sí, pero nada que pueda comparársele. Se paYece a esas piececillas con que los virtuosos suelen obsequiarnos des-
pués
del verdadero
Sirva
esta
concierto.
topica
boricua
tino.
Digamos
que
de
las
vías
por
aquel
para
rememo-
en la isla es una
donde
la
autora
sa-
le al claro en que habrá de discutirse su drama decisivo. Ya aquí —y es bueno recalcarlo desde el principio— acepta ella unos supuestos metafísicos que hacen de la existencia algo deleznable, contingente,
engañoso,
y que
comprenden
la vida humana como un tirar siempre sobre la eternidad: orden de las esencias incorruptibles. La concepción del mundo que aquí se devela es, por lo tanto, la derivada de la antigua ontología de Parménides,
Platón y Pitágoras y...
El
“Y yo fugaz o eterna...”
contrapartida
hasta cier-
to punto Aristóteles. La ambición constante de la artista es librarse de la muerte terrena y conquistar lo eterno: “Me lanzaré a la tierra tras de mi carne viva y un beso deliran*e
me irá oreando cielos, sacudiré la muerte de mis dedos insomnes y me asiré ya eterna a la voz de los siglos”. (“La voz de la siringa”) “Eternidad”, “eterna”, “eternizanzarse” acuden tesoneramente a los labios. Ejemplos: “Por no poder_te hacer eterna” (Pág. 20); “Para afirmar tu eternz escala en mi re-
(Pág. 57).
se despide
de
mi.
trémula,
Oh, bestezuela Oh, que
esjeranza de amor ha angustia acerada mi (derribado!” ciervo herido de muerte es una del
quien
a
hijo
se
El hombre es un ente temporal que se desea perenne. En esta contradicción íntima está el latir de toda esta poesía. Puede el hombre
ambos son víctimas impide nacer: Aún la del ímpetu autodestructor. ocasión misma del amor puede per-
hacerse perpetuo en lo poético
amadc: “Crucé embriagada y no me viste”.
voz
de
la
siringa”):
tiempo
en
la
o en
o
memoria
el amor
(“En
(“La
superar
al
(“Escala”),
un
rincón
en
el
arte
(“Meditaciones”).
Pero, desde luego, esto no se asienta con tantas seguridades. Diana Ramírez de Are'lano no es,
no puede
ser, indiferente
a la ago-
nia por la que el hombre tiene que cruzar para subir a aquel destino. Por lo contrario, vive esa agonía en sus módulos más crueles. Un hijo
no nacerá
para
ser entregado
derse, por incuria o dejadez del ser de
a la
mundanal!
“Por no verte agitar las lágrimas
El hombre está sujeto a estos acasos existenciales. Desde la renuncia total a sus tentativas hasta la sublimación en el sacrificio, oscila el
registro
de
sus
posibilidades.
En
cualquiera de esos riscos puede sucumbir. Pero ¿hay algo más inseguro que la vida eterna? El poeta sólo tiene representaciones imaginativas de ella. Y el el ente paradójico que afirma la realidad de sus ficciones mientras repulsa como ficciones engañosas a las realidades cotidianas. En esa brega con
ssu
al viento tú no has nacido.
luz
(Pág. 51)
del
mundo patio florecido” y “Tú me buscabas, mi pie veloz huía”), o en
vicisitud
cultivarnos el gusto para lo que viene ahora, que es lo más importante, pues se trata nada menos que de la lucha del pceta con su propio desrar de la infancia
cuerdo” (Pág. 24); “Intacta, limpia, eterna y sorprendida” (Pág. 38); “Hacia la eternidad profunda escapo” (Pág..51); “Mis ojos acostumbrados ya a buscar en la noche las verdades eternas...” (Pág. 54);
fantasmas,
erige
con
efímeras
La renuncia al hijo es exigida por esa ascesis que potencia la voluntad hacia lo eterno. ¿El amor mismo llegará? Mientras no llegue, “mi vivir es gemido en la noche” (Pág. 25) y se prueban todos los desesperos
palabras, obras que, por ser llamadas de arte, alientan una quimera de inmortalidad. La composición “Antiguos Lirios” no parece enquistar armónicamente dentro del libro, puesto que no es un episodio en la épica batalla que hemos apuntado. Puede ser engarzada por el flanco de la inquietud con el tiempo: la otra cara del prob'ema de la eternidad. El
de
tiempo
Por
no
ante
verte
el
sangrar
amor
o equivocar
su senda
tú no has nacido”.
la
espera.
La
razón
se
ofrece
tentadora como una posible desembocadura. “Mas la lógica cierta del dos más dos me daba siempre el cero de lo que nunca ha sido”. (Pág. 36). No tropezaré con el Tú por los caminos del entendimiento. (Véase también “Verdad mía”). Y hasta el hombre mismo es enemigo de sus altos propósitos. En el poema “Ciervos”, tal vez el mejor de toda la colección Diana Ramírez de Arellano transmuta una escena de caza en símbolo de la agresividad suicida del hombre. Es un viejo asunto medieval. Los ciervos de la esperanza cruzan el alma, pero la angustia los persigue: “Huyen en torpe fuga para volver mañana, uno no volverá jamás que aquí en mis brazos mudos, (agoniza. Su insistente mirar
es aquello donde
la existen-
cia aparece. Está en su misma médula. Entre sus aventuras hay la moral-religiosa del pecado. El poema dibuja dos momentos: la an-
siedad
del
conocimiento
del
neca-
do, que en el adoescente es “afirmación de mi dudoso ser” y, luego, la posesión del pecado en plena consciencia,
que
en
este
caso
es “es-
te frondoso odio” (quizás, la soberbia). ¿Cómo librarse de él para regresar a la inocencia? El odio puede haber sido una irracional aversión al mundo, una incapacidad radical para comprenderlo y estimarlo, condición indispensable para aquel desorbitado amor a la eternidad. Este amor tal vez sería una máscara para opacar el orgullo avasallante del hombre. Del hombre que cree en la posibilidad de ser como Dios. El pecado sería la última valla, cerrando el paso a aque! elevado fin. Si no se recupera la virginidad de la infancia, no podemos entrar por las puertas de la
A,
de la puericiz. Hay un instante contemplativo donde ella pondera, con grave ternura, su perspectiva actual ante el hecho: “ ..Esto sólo me queda de mi pastor dormido. “Desolado montón
artes y letras—página eternidad. De ser éste el sentido del poema, podría argúirse que enlaza perfectamente con el cuerpo del libro. El problema del pecado anda de mano
con
el
de
la
culpa.
Esta
se
siente como una maldición que pesa sobre el alma (el muerto albatros). La cuestión crucial sería como vencer la irreversibilidad de la culpa. «En otras palabras: ¿a quién haremos culpable de nuestra culpa, para que pague por nosotros la penitencia? Al renegar de la experiencia vicaria del recuerdo, es-
tamos hiriendo una forma de la vida misma (“harmless albatros”) por pura delectación aberrante o alucinados por un miraje de eternidad. El problema de la redención queda sin contestar. La eternidad
no
nos
redime,
sino
que
te-
nemos que salvarnos para la eternidad. El binomio temático de Albatros sCbre el alma se funda en la dramática unidad de un espíritu en vigilia, que pretende formular sus definiciones. A fin de cuentas, lo que importa son los recursos con cue Diana hace frente a sus dilemas. . No hay en ella un ensayo de interpretar la realidad sino una búsqueda insistente de orientaciones. La infancia, el amor y la muerte son las soledades por donde ella penetra —audaz y temerosamente— en demanda del Santo Grial que habrá de ennoblecerla para siempre. Y, si en tales empresas, Diana Ramírez de Arellano va dejando a su vera hazañas como ésta nos daremos por maravillosamente remunerados. “Tis to create, and in creating live A being more intensive that we endow With form our fancy, gaining as we give The
life we
image,
TI do now”. (Byron, Childe
even
III,
6).
2 Har* algunas observaciones sobre el lenguaje poético de Diana. En Albatros sobre el alma, conforme a la vigorosa subjetividad de la autora, prevalece el adjetivo antepuesto scbre el sucesor. En muy pocas oportunidades lo utiliza con intención realista. v. er., “oloroso huerto”, “agudas flechas”. Por lo contrario, responde a la tendencia de interiorizar los objetos y sucesos, dotándolos de un tremante psiquismo: “palpitante agosto”, “heladas
de la ahondación en su sentido deviene en un símbolo. ya intelectual, de la vida en su más pura plenitud. La adjetivación —¿acaso es nece-
sario insistir en
el'o?—
fines inconscientes “Antiguos Lirios”,
sirve
a los
de la autora. En al principio, el
modificador “largo”
se halla
des-
pués de “aullido”, y en esa posición comunica la idea de algo que no termina, abierto al infinito, y que,
por lo tanto, no se ha completado. Remacha así mismo el carácter de
lezcente”. “recóndito lugar, lánguido y solitario”. Sirven para teñir
la espera
al sustantivo en la atmósfera peculiar del temple vivido. Son muy raros los casos de más de un adjetivo anterior (“sencillo, humilde, ignorante corazón”) o siguiendo al nombre (“ciervos... absortos, imperiosos, incansables”). La frase adjetival no abunda (“suelo húmedo de olvido”). La paleta de Diana Ramirez de Arellano es relativamente pobre. El blanco y el negro son sus extremos más frecuentes: “blanca voz”, “venas blancas”, “negro hueco”, “ne-
jetivo “largo” se sitúa antes de “aullido”. Tiene, por así decirlo, su “longitud” cortada ¡por la palabra “aullido”, que denota algo definido y definitivo, con lo cual se trasmite Ja imagen de lo acabado. Pero, al mismo tiempo, el poeta no quiere dar la impresión de un final
gros
cabellos”.
una
Al
humano,
gando,
sino
algo
que
se
va
apa-
amorteciendo. Por éso, aña-
de el verso:
“que
se ensancha
en
la
noche”. Parece una luz de bengala que, agotado su ímpetu, abre su
corola maravillosa de chispas en el instante
muerte. El uso
de los verbos
cional.
Estimo
medio
masiado el verbo “eternizar”. Pero en dos o tres ocasiones aprovecha la rica veta que hay en los verbos. Por ejemplo: “la roca que rezuma la espuma del Caribe”. Aquí la roca —¿imagen' de la eternidac?— es algo que crea, casi accidentalmente, la espuma —¿lo temporal?—.
elementos
sólo
del pecado.
tancia de gris. Hay uno o dos toques de verde, azul y rojo. La propensión a manifestar por
de
Hay
de la hora
final, ya conocido el pecado, el ad-
ins-
concretos
las
realidades del ánimo es característica de esta poesía. La idea religiosa del - pecado es representada en la siguiente forma: “«“...el
pecar
era un aullido largo que escuchábamos dentro, era un tangible vaho que asfixiaba los lirios de las fuentes, era el galope cruel de .enloquecidos potros...” Nótese la enfática materialidad de : la adjetivación. “Aullido largo”,
sentimiento
as
Harold,
angustias”, “frondoso odio”. Como bien se sabe, el modificador pospuesto suele tener más. valor para la descripción objetiva. Y aquí se cumple esta norma: “carne viva”, “ramas verdes”, “lógica cierta.”. Sin embargo, no escapa aún el adjetivo posterior al insistente martilleo anímico: “diente feroz”, “bestezuela trémula”, “querencia oscura”. En mucho menor número aparecen los modificadores antes y después del nombre: “dulce risa ado-
11
de
duración.
“Tangi-
le vaho”, espesura del tacto. Asfixia de los lirios, sensación fisiológica. “Galope cruel” de “enloquecidos potros”, duras experiencias.
Además
repárese
en el movimiento
de lo físico a lo espiritual. Pocas líneas adelante, el pecado es “aguijón sublime”, “ardiente maravilla...” Si es verdad que el cundiamor es un “estuche dulce” (sabor),
pronto llo
se transformará
en
“faroli-
alado”. Basten estos ejemplos. La tendencia a la sobrerrealización puede palparse en el caso de la frase “palpitante de agosto”. Esta es primariamente realista porque subraya la calidad cordial del aposeo del verano (“y cuando llega el palpitante agosto”), pero por virtud
Otro
agónico
que
que
ejemplo:
“Por
tar las lágrimas al de gran efectividad bo que sugiere una lágrimas con ramas verbo ahí ilustra
inconscinte.
Otro:
precede
a
la
no es excep-
Diana
no
usa
de-
verte
agi-
viento...” ES poética el versimilitud de las o pañuelos. El una asociación
“Aquella
dulce
risa adolescente / espartcida en tus calles...” Esa risa esparcida im-
presiona
como
una
dilatación
casi
líquida de juventud en sol inundando las calles de Ponce. En lo que respecta a los cánones de la métrica tradicional, Diana Ramirez de Arellano se mantiene felizmente libre frente a ellos. Alguien podría incluso impugnar la condición de “versos” de algunas
de sus líneas.
Diríamos que es una
versificadora “impar”; se mueve con preferencia en campo acotado por nueve. siete y cinco sílabas.
Por
aquí
o allá
el alejandrino. me decir “Tú” mo Salinas.
ldéntica
se
extiende
hasta
En cambio. no y quedarse ahí,
despreocupación
teco-
sostie-
artes
y letras—página
12
ne frente a la rima. Si se presenta, nadie tiene la culpa, sino son las secretas leyes del arte. Cuando emerge la rima, suele ser asonantada y muy irregularmente distribuída. Versificación independiente es la muy contemporánea consigna de Diana. Lo que constituye su verso, a la postre, es el ritmo. Su lenguaje poético se organiza en unidades vivas que poseen un como movimiento respirator o interno, una ondu-
lación y modulación poema
es
un
peculiares.
musical
la
armoniosa
entrelaza-
comunidad
de
la!
composición. Me referiré brevemente a lo que llamo ritmo intervocálico. Puede verse en el título Albatros sobre el alma, donde el esquema “a-a” de la: primera palabra se repite en la última. Lo mismo ocurre en “caballos cansados”: el orden “a-a-o” se repite exactamente en el adjetivo. Una variación se percibe en el verso “en el capullo hueco de su soledad”, donde el patrón es “e-u-0, u-e-0o, u-e”. La variante
anima
el ritmo
y.
por
lc así, lo acelera hacia su transitiva: empate hacia Otro ejemplo: “Veloces
ciervos
de
decir-
solución otro.
esperanza
cruzan absortos,
imperiosos,
incansables
la ladera profunda de mi alma”. Ritmo intervocá!ico del primer verso: “e-o-e, e-0”: la “e” persiste en la
segunda
mitad
y
'a
“o”
se
contemplarlo—,
pero
que
—visión instantánea— se aleja, perdiéndose por las fragosas cañadas del
alma.
o
Cosa similar puede señalarse con las consonantes. En los tres versos citados puede comprobarse esa clase de ritmo. No lo haré aquí para no fatigar más la atención abusada del lector. Pero si le interesa, le invito a hacer el ensayo.
3
El
miento de ritmos. Desde este punto de vista, todo Albatros sobre el aima es un solo poema. Cadúa frase es un ser cadencial,
en
podido
opaca
hacia la “u” (Gesarrollo). Pero las aes en la segunda mitad son como una salida. que anticipa a otro rit-
No queda indemne esta poesía de las flaquezas propias de lo amasado con arcilla humana. Uno de sus defectos es su prosaísmo. En “Tú” no has nacido, amor”, encuentro definitivamente no poéticos los versos que empiezan “Por no poderte hacer eterna” hasta “en mi cerebro”. Lo mismo sucede con “Tu nueva definición siempre era vaga
para
mí
/ y no te comprendía”
de
“Antiguos lirios”. El final débil, ese azote de los poetas, se hace sentir aquí. Esto ocurre con “un “cántico de amor” que termina la pieza “En un rincón del mudo patio florecido”. “No tengo tiempo para explicaros mi egoísmo” que remata “Dejadme libre”, no es poesía. Tampoco lo son los ú'timos seis versos de “Todo se cansa del amor”. .La puntuación es vacilante; de modo que el lector se ve obligado a hacer las pausas que juzga convenientes de acuerdo con su interpretación del sentido. ¿Por
qué
el poeta
no habría
de
indicar
también su sentido? Por fortuna, Diana Ramírez Arellano deja muy atrás estos
co!los.
El
ímpetu
de
su
estro
de es-
va
la “i” se repite elicaso de la “e” en el primer verso. La “i” sigue en “incansables”. Pero la “a” de “cruzan”, encadena con la “a” de “ab-
remontándose hacia un cenit lírico, donde Albatros sobre el alma reina por la auténtica validez de una creatividad excepcional. En A'batros Diana talló un pilar transparente de nuestra poesía. Y si no
sorios”
bastara
mo.
Segundo
y
verso:
repercute
“o-i,
en
i-o”.
Con
“incansa-
bles”. Tercer verso: “a-e, o0-u, i-a”. Los ritmos vocálicos de los dos primeros versos siguen resonando en este,
para
resolverse
en
nuevas
combinaciones en los que siguen: “Agiles, desvelados...”. Las o0es, úes. es e íes de los dos primeros versos dan la sensación de cercanía, de algo material, pesado, que se aproxima, pero al mismo tiempo de profundidad y de misterio, por eso siguen escuchándose en “profunda” del tercer verso. Las aes del tercer verso dan la sensación de algo que ha llegado a su claridad, de algo que conocemos ya, —hemos
el
estremecedor
goce
que
dona la lectura del conjunto, sería suficiente admirar pasajes culminantes, como los que cito a continuación: “Como un eterno amante se desnloma vencido sobre la blanda isla mi recuerdo...” (“Lejanías”)
“Y en la ancha frente de la noche surge ávida estrella voladora...” (“A Ponce”) “La laraa lengua de la muerte deshará los torvos labios que preountan...” (“Meditaciones”) Los poemas “Elegía a dos infan-
cias”, “Ciervos” y “Antiguos lirios” se empinan sobre todos los otros avizorando antologías. Como bien justifica Josefina Remo Arregui en su breve prólogo, sobre Diana: “Alejada hace ya tiempo de la isla, su voz tiene una resonancia más cerca, en algunos casos, de lo castellano de los dos grandes poetas no castellanos, Antonio Machado y Unamuno”. Quien así escribe ha conversado con la gran poesía tradicional! de nuestra lengua —Garcilaso. Lope, San Juan de la Cruz, Fray Luis y ha catado los licores más finos de la poesía hispánica actual. En esto, Diana Ramírez de Arellano está a tono con esa acuciosa conciencia de cultivo que ha educado a los vates puertorriqueños en la secreta magia de
una
lírica de calidad universal. Pe-
ro como también destaca la pro'oguista, sigue siendo Diana muy de Puerto Rico por ese jamás querer soltarse de sus amarras isleñas. ese apvegamiento a la tierra que no da paz
al
borincano
peregrinante
por
mundos forasteros. Rasgo que me. parece distintivo de nuestro psiquis nacional. Este rescate espiritual de lo nuestro a través de la experiencia del alejamiento físico se logra en las más altas creaciones. Bastará recordar a Santiago Vidarte, Manuel Alonso, Alejandro Tapia, José Gautier Benítez. Eusgenío María de Hostos y José de Dirgo. Albatros sobre el alma pone al descubierto otro filón precioso de ese neorromanticismo predominante entre nosotros desde la década del 30. La referencia a Coleridge singulariza a Diana entre los muy escasos poetas puertorriqueñog influídos por la lírica inglesa: los otros dos creo que son Francisco J. Amy y José Antonio Dávila. Que
Diana ridge
haya
conflicto
clave
tiene, para
significación:
tanar
encontrado
el símbolo
de
Colepropio
mí, una
la vuelta
romántico
en su
y el
a un
doble hon-
para!elismo
de dos situaciones espirituales tan separadas en el tiempo y en el espacio. El paralelismo no es, no puede ser, estricto. El mito coleridgeano es una alegoría en la que
se concatenan símbolos morales, religiosos y est“ticos con significaciones expresivas no sólo de las realidades batalladoras dentro del alma del poe*a, sino de un drama propio d= la cultura occidenta! y. en último análisis, del drama cósmico cuya resolución desentrañaría la suerte del hombre. Del mi-
artes y letras—página 13 a acoge
al
albatros
y
Su
utilización es analógica. De ahí parte a explorar los accidentes de su guerra íntima. Por otro lado, su estilo enjuto y cortante, tiene algo de bisel ceñido y austero de Bécquer. Versos burilados en la placa
de acerode un
alma
tensa.
Posee
en ocasiones la frenada energía de un aguafuerte de Durero. Con estos fuegos interiores cristalizó Albatros sobre el alma. En el pujante renacer de nuestra lírica, 'esplende su belleza inmarcesible. Alegría perenne de Puerto Rico, el que manos
tan
privilegiadas
supieran
incrustar esta joya en la corona su
de
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1000000000000
4
sólo
0000000000000
0 0 0 0000000000
e MUEBLERIA
RIGOR
Diana
le confiere un nuevo contenido.
de R. L. Soldevila € ODIA
to,
poesía.
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P. R.
CAMPECHE Y OLLER Por LUIS
QUERO.
media tarde de verano. El calor asechaba desde los rincones, listo a caer sobre la primera brisilla que entrase. De la calle llegó el grito ronco de una morena de Cangrejos: ¡Tortas fi—¡Casabe! ¡Casabe! nas de jau-jau.
CHIESA
“Porque si el árbol fuere cortado, cun queda de él esperanza; retoñará aún, y sus renuevos no faltarán...
Mas
el
hombre
morirá,
cortado; y perecerá dónde estará él?”
y
Loreto
tocó
a
14 7-10)
la
Francisco,
que
a
adormilarse en el alto taburete, se despabiló y, sacando su fino pañuelo
de
seda
de
la bocamanga,
se
enjugó el rostro. —¿Cómo
va quedando?
tó, acercándose —Vamos ta mucho.
muy
aprisa
siado
—pregun-
al retrato.
bien; pera aun nos falEl calor seca la pintura
y hay
que
usar
dema-
aceite...
—Sí, reto—;
sí —interrumpió con
este
calor
María no
se
Lopue-
de trabajar. ¡A ver si descansan un rato! Les he traido algo para tomar. Para usted, mi señor don Francisco, una tacita de caf$ caliente; bien sé que por mucho calor
que
haga...
Le
puse
muy
po-
quita miel, como a usted le gusta. — ¡Cuánta amabilidad! Muchas gracias, mi niña. —Y para ti —ccntinuó la joven, dirigiéndose a su hermano-—, tu copa de agualoja, hecha con agua
fresquecita
del
río
ban
Piedras,
y
pobre.
natural
asiento
las virtudes
y
defectos de su casta aristocrática. Y José Campeche, artista: Sobre los treinta años; alto, trigueño; pe-
lo lacio y ojos pardos.
puerta
empezaba
Rico
En
su san-
gre cundían las prístinas esencias españolas y los zumos calientes de
suavemente. Su hermano abrió y ella entró al estudio, llevando en sus manos una bandeja. —i¡Qué calor, Dios mío! ¿Cómo pueden ustedes trabajar aquí encerrados? —Las ventanas están abiertas— dijo su hermano mientras se deshacía de la paleta y limpiaba el pincel. Don
joven.
hombre puertorriqueño, en sus dos tipos principales de la época. Don Francisco Oller, cabeza de una familia rica en calidades y dineros: Distinguida la presencia; patricio el ademán; cultivada y honda la palabra. En él encontra-
¿y
Estará en su obra. Y sia ella se dió entero; si al llegar a la encrucijada decisiva buscó en la brújula de su alma el punto cardinal del Deber y hacia él tendió el curso de su vida, entonces, su obra será permanente y él seguirá vivo en ella.
María
y
Mercader y artista. En ellos estaba representado a cabalidad el
será
el hombre, (Job
Ya estaban solos los dos hombres. Anciano
que
compré esta mañana. Había en su voz tal timbre de ternura v en su gesto tal solicitud, que su hermano la atrajo hacia sí y la retuvo contra su pecho unos instantes. Luego, le preguntó con ansiedad: —¿Cómo sigue el ruiseñor?
la criollidad.
Era el hombre
puer-
—No está bien; no canta y se las torriqueño ya consumado: En él espasa acurrucadito en la jaula, todo taban presente —además del tespaesponjadito y triste... A veces, ñol y el negro— el paisaje, el clima, tiembla como si tuviera frío. el ambiente colonial, insular puerSiguieron hablando sobre el ave- . torriqueño. Y estos atributos, en cilla. Su enfermedad tenía a la magna conjugación, culminaban en familia contristada. Lucía, la herun exquisito temperamento de armana mayor, estaba al borde del tista y una pasmosa habilidad para llanto; la madre anciana dejaba expresarse: Pintor, músico, arquifrecuentemente su mundillo de tetecto, tallador, pirotécnico. jer, y allí se estaban las tres muAhora se paseaba de un lado al jeres, alrededor de la jaula, desaotro del gabinete. Se dirigió a las lentadas y adoloridas porque el ruiventanas y entornó las celosías. señor no mostraba interés alguno La luz bajó de tono y se hizo doraen sus muchas atenciones y zalada y apacible. merías. —Don Francisco, si usted me lo como un —Se está quietecito, permite, quisiera hablarle... —Era viejito encapotado. ¡Y tanto que cantó ayer!... Parece que presentía su enfermedad. Esas creaturitas del Señor saben; presienten las cosas. Acuérdate cuando murió papá... Las palabras se hundieron en una pausa de tristeza. Entre sorbos de fragante
tinta,
don
Francisco
ob-
servaba a los hermanos. Eran, aquellas, almas sencillas, tan sobradas de amor, que olvidaban su propia agonía para dolerse de una avecilla enferma. —Cuando salgas, tráele unas semillas de cundeamor, que tánto le gustan... Pero, ¡Señor! —se interrumpió sofocada—, ¿qué dirá. usted. don Francisco, de esta familia de
lobos,
que
tanto
se
preocupa
por
un pajarito!... —Diré, María Loreto, que esta no es una casa: Es un hogar; un verdadero hogar cristiano. Salió la doncella, emocionada. Por las ventanas entraba a chorros la luz candente y dura de la
como
una
resolución
tomada
súbi-
tamente.
El anciano suspiró. con alivio. ¡Por fin!... Desde que émpezaron el retrato había notado en el artista una creciente preocupación. Cuando pintaba.lo hacía con una - concentración absoluta er su obra. Pero en las pausas de descanso la mirada se le volcaba hacia lo inte-
rior y permanecía si escuchase
el
en silencio, cual
intimo
debate.
Aho-
ra, iba a brotar la confidencia. —Con mucho gusto... Usted rá. —¿Usted
recuerda
.a
don
diLuis
Paret? El pin¡Cómono! —«¿Paret?... tor español que estuvo aquí desterrado hará un par de años. —Por el último buque de la Coruña he recibido carta de él. ¿Fué, ¿Y cómo le va? —¿Ah sí? por fin, restituido a la Corte? Porque, si bién recuerdo, volvía a España bajo orden de alejamiento...
artes y letras—página 16 —Si, señor; todo eso quedó arreglado. Casi en seguida se le permitió volver a Madrid y fu“ reintegrado a su puesto de Pintor de Cámara del Infante don Luis. Recientemente ha sido recibido miembro de mérito de la Academia de San Fernando y el Rey lo ha destinado a pintar vistas de puertos de la costa de Cantabria. Don Francisco hizo un gesto de edmiración: — ¡Magnífico! Es hombre de mucho valer. Y de mucho ingenio... ciado para ganarse de nuevo el faRecordaba cómo se había agenvor del Rey. Se había pintado a sí mismo, vestido de jíbaro: pava de empleíta con cinta azul, costa de listado, ancho calzón “carandolí”
hasta
media
pierna;
descalzo,
con
un racimo de plátanos al hombro y el machete al cinto. De tal modo conmovió —o divirtió— el lienzo al monarca, que inmediatamente concedió amnisctía al ingenioso artista.
—Sí; don Luis vale —afirmó Campeche—.
mucho Para mí
fué
el
amigo
maestro que mi conmigo
te, no
y
maestro;
único
que, en realidad, tuve. Porpadre, aunque compartió sus
enseñarme
promesa,
estaría
en
son obstáculos
insuperables.
Estoy
seguro que sus amigos, que son muchos y buenos, pueden adelantarle los fondos necesarios hasta tanto usted se establece en la Corte. De mi parte, me pongo a su disposición...
—Me
confunde
Francisco...
co;
Y
su gentileza, mucho
sin embargo,
tierra, cariño
estoy
don
lo agredez-
atado
a mi
a mi familia,, por lazos muy difíciles de romper.
de Se
para usted, para sus seres queridos:
di-
a salir por
recordándole
que aun no tenía permiso para reeresar a Madrid. Se rió con su risa ancha y sonora y me aseguró que
pronto.
Campeche dejó de pasearse. Se quedó parado frente a don Francisco por unos momentos y luego habló, cual si estuviees dándose a sí mismo la noticia: —En su última carta me informa que su Majestad tendrá a bien nombrarme Pintor de Cámara, si me traslado a la Corte. La noticia fue fulminante. Don Francisco Oller quedó de pie, trémulo de admiración y orgullo.
¡Ah,
a gozar la gloria que se merece... Si logro conseguirle ayuda en la Corte, ¿promete irse a España?”
la
serio...
familia se lo he dicho.
mo esas matitas de río, que viajan en el lomo del agua continuamente. Yo soy de los que echan raíces... —Comprendo; pero considero lo Que este nombramiento significa
esta puerta y se va a ir a Madrid,
Soslayé
Seguida, volvió la luz. —Desde entonces me ha escrito varias veces. A menudo, me envía enseres de la profesión: pinceles, pinturas, lienzos... Sus cartas son como él, rebosantes de ingenio, arte y alegría de vivir. A veces, mencionaba vagamente sus diligencias 'en mi favor; pero nunca lo tomé en
a mi propia
Usted es el primero en saberlo. Durante todo este tiempo he estado debatiendo conm go mismo. — ¡Debatiendo!... —exclamó el señor Oller, asombrado. —Sí señor, No sé qué hacer. Es un viaje largo... No puedo dejar a mi familia, de quien soy único sostén, abandonada... Me faltan reCursos... —Mire usted, Campeche. Esos no
nace así.
de San Juan, me va
be gruesa debió cruzar frente al sol y su tránsito dejó la habitación en la penumbra por unos instantes.
ta y le tendió la mano; el apretón fué largo y s ncero: — ¡José Campeche, puertorriqueño, Pintor de Cámara de su Majestad don Carlos 111 de España!...
No sólo me reveló mu-
día usted
per-
Avanzó, emocionado, hacia el artis-
es el gran maestro!” A impulsos del recuerdo del ilustre amigc, la conversación del artista fluía ahora, viva y emocionada: —Me aconsejaba siempre que saliera de aquí; que me fuera a España, donde, según él, podría alcanzar grandes triunfos 'en el arte. Aun cuando ya se iba, al pasar “Algún
a algún
no
yase usted a la naturaleza: Estúdiela detenidamente; cópiela. Ese
jo:
interesar
ar-
chos secretos de la técnica, sino que en su charla de hombre culto y viajero vine a aprender tantas cosas... Sobre todo, me enseñó a admirar y estudiar la naturaleza: “Jos? —me deciía—, no copie usted de nadie. Eso es obra muerta. Vá-
por la Puerta
de
sonaje en mi favor. Insistió en la promesa y yo cedí, seguro de que luego se olvidaría del asunto. Pausa. Por las alburas, una nu-
de
sabía... Créame, don Francisco, que mi amistad con don Luis Paret ha tenido una gran influencia
en mi vida.
trataría
en la intimidad de las veladas de su modesto hogar, era un milagro de nuestra historia. Sucedía a pesar del tempo y la geografía, por la voluntad. — ¡Desde cuándo tiene Ud. conocimiento de esto? : —Desde hace un mes. Pero ni aun
lo que
conocimientos
pudo
sucedió— y que allí mostraría algunos cuadros míos que llevaba y
la Corte
—como
mi
amigo,
qué
honor!...
¡Lo
felicito!... No pudo decir más. La emoción le robaba la palabra. Presenciaba un milagro. Su imaginación de hombre culto le despertó una fugaz
Algunas personas son co-
Vió tendidos an-
fama, riqueza, holganza... —Sobre ello he meditado largamente. Afortunadamente o desafortunadamente —no sé— no hay en mi ambición de fama o de riqueza. Hace tiempo que descubrí que la fe-
te él tres siglos vacíos de historia colonial puertorriqueña. Sintió la agonía de aquel panorama árido,
y no está sujeta a circunstancias materiales; quiero decir, luego que
yermo, machorro. De pronto, surgía
estén atendidas las elementales ne-
en él la figura sólida de José Campeche, como un árbol de copa generosa, floreciente y vivo. Y a este artista desconocido, de una re-
cesidades del diario vivir. Mi familia también comprende esas cosas, y queriéndonos, olvidamos muchas de las asperezas de la vida.
mota
Gracias
vis ón del pasado.
isleta
el Rey de
perdida
confería
Cámara!
en
¡Maravilloso!
no era milagro:
los
mares,
el título de Pintor Pero
eso
Eso era justicia.
El milagro era José Campeche. En el marasmo cultural de aquel siglo diez y ocho puertorriqueño, el crio-
llo
José
Campeche,
pintando
los
hombres de su época, embelleciendo las fachadas de las casas con sus frescos; llenando los templos con sus magníficas pinturas, la mú-
sica conmovedora del órgano; enseñando música y canto llano a las sobrinos;
disertando
juiciosamente
licidad dimana de fuentes interiores
a Dios, no
nos
ha
faltado
el sustento... —Pero, ¿y su patria?... —¡Mi patria!... Nuestra
tria necesita
más
que hijos
pa-
famo-
sos en el extranjero— hombres que aquí, en este peñón, la fortalezcan con sus ideas, con sus músculos, con sus dolores. ¡Hay que es-
tar aquí, don
Francisco,
y hay
actuar con honradez; por tria
la hacemos,
hora
y/ hor
a día, con nuestros actos! No importa donde fuere hecha mi obra, la patria quedará honrada —o de-
artes y letras—página 17. fraudada— en ella solamente en la medida de su grandeza. Insistió don Francisco en realzar las brillantes perspectivas que aquel nombramiento ofrecía. Sus opiniones de hombre culto, de amigo emocionado,
estaban
templadas
por
el
sentido práctico del comerciante. En un rincón de su mente comparaba la insignificante cantidad que pagaría a! artista por su retrato, con las fuertes sumas que en la Corte recaudaban por esta clase de obras Para él, el camino a seguir era obvio: Campeche debía aceptar el nombramiento y trasladarse a la Corte, a todo costo. —Agradezco su consejo; respeto sn Opinión, don Francisco. Pero, no
sé... me
Hay
llega
algo que me muy
clara
detiene.
la voz que
No
siera-
pre me guía. No parece... ¡Ah, yo debo ser un tonto!... ¿Tonto?... No; este hombre no era un tonto. A medida que se desarrollaba la discusión se había ido dando cuenta de que José Campeche era un hombre de misteriosas reacciones emocianales, (a quien movían fuerzas más sutiles, pero más poderosas, que el amor a la fama v las riquezas. Se hallaba ante un joven de pasntoso crecimiento espiritual, obediente sólo a una voz. A ella lo encomendó: —José Campeche, amigo mío, cumpla usted con su deber, según le sea dado verlo. —Muchas gracias, don Francisco. Esta noche debe quedar escrita mi contestación. Mañana llega el paquebote correo. Meditaré sobre lo cue usted me ha dicho. Le ruego no mencione a nadie este asunto, por ahora. Acompañó al señor Oller hasta la acera y lo vió bajar lentamente por la angustiada Calle de la Cruz. . Un vientecillo rastrero correteaba por el medio de la calle, levantando una nube de polvo. Por la esquina, doblaba la letanía de un viejo yerbatero: — ¡Raíz de palma doncella, saúcn,
jiguerete, carrasquillo. yantén,
sen-
Subió lentamente por la loma que se alzaba hacia el norte de la isleta. Aquella tarde, como nunca, su alma recargada de emociones solicitaba la calma y amparo de aquellas alturas. Sentado sobre una roca contempló, absorto, el panorama dilatado cue de allé se dominaba. Hacia el poniente, el sol prendía sobre el
propio lomo
de la mar
la
campiña
isleña,
%
Comían temprano. Luego. las hermanas se iban a la cocina a fregar los trastos; doña María regresaba a su mundillo, a tejer filigra-
de pie, dijo
con
voz
es mi mundo!
¡Y
emocionada:
—¡Señor,
enorme
éste
por pobre que sea mi obra, si aquí fué hecha, será aún mi mejor obra! En el cielo se apagaban las ascuas
hacian
del
atardecer.
grises
Las
nubes
y abultadas,
se
y a su
paso, el sol se hundía lentamente en el mar. La calma ancha de la atardecida puertorriqueña se asentó sobre zu alma. ¡Qué transparente claridad había ahora en su pPERSAmMIentO?. >. os
go, en un plano que subía en tonalidades según se acercaba, el verde
Vió el panorama
haciéndose
poblarse
con
el
hombre puertorriqueño. De las playas del Luquillo a los llanos candentes de Ponce: de las arenas' cho que cruzaba la bahía. . muertas de la Aguada a la vega riA sus pies, estaba la ciudad. San sueña del Fajardo; en los desolados Juan Bautista de Puerto Rico. Seis caserios, en las haciendas fecundas, latía la personalidad puertocalles rectas corriendo de norte a sur, cortadas por otras siete, tenrriqueña. -Había un hcmbre, difedidas de levanlte a poniente. Morente ai peninsular, que había ya saicoz de arkboleda verdinegra, pie- . trocado la guitarra en tiple, cuatro casi amarillo en la vega del Bayamón. La puntilla orientaba hacia Cataño la vela latina de un falu-
dra
enjalbegada,
gris
de
las
o bordonúa,
azo-
teas, y, aquí y allá, un salpicado de tejas rojas. Contra el sol, la mole recia de San Felipe del Morro. metiéndose en la mar como el hocico de un monstruo. Del otro lado, las scberbias fortificaciones del Castillo de San Cristóbal. Y enlazándolos, abrazando la ciudad en casi todo su perímetro, la cinta gruesa de
la murallada. Aquel era su mundo. Allí nació su padre: y el padre de su padre: y sus abuelos. Allí nació él: allí se hizo de cuerpo y alma. Su vida se
y los acompañaba
del
giiiro indio y el tambor africano en la brava música criolla; que había punteado el casteilano de voces nuevas: que llevaba en su modo ae ser la fisonomía de la tierra en aue nació. Y ahora, el hombre puer-
torriqueño
se elevaba
sa material
sobre la bre-
y empezaba
a expresar-
se en símbolos de belleza:
Se hacía
artista. 1 ¡Y qué enorme responsabilidad la del artista! No había manifestación de la vida isleña en la cual su cbra no estuviese presente. Para
parecia mucho a aquella Calle de la Cruz, empinada y polvorienta;
la historia, catalogaba su pincel las
aquel
bernanes
veía
Convento
de Dominicos
entre la arboleda,
aquellos murallones.
=
y, poniéndose
cos de la Cordillera Central. Y, lue-
de
se afe-
creación. El descubrimiento lo sacudió en lo más íntimo. No pudo contenerse,
rojas y explotaba en una conflagración de desteilos, cuya luminosidad llenaba la tarde. A sus espaldas, el océano era un brochazo enérgico de azules concentrados. Frente a él, disfumándose en la lejanía, los pi-
en la mano
%
que, natural y sabiamente,
rrabaa ia latitud más propicia a la
fogata que ardía en brasas de nubes
fundido
vOS: —Buenas tardes, vecino. Quería pedirle un favor: A ver si me hace otro rotulito...
una
se dió cuenta poderosas que
el apegamiento a la familia y al.lugar donde se nace motivaban su adversión a separarse de ellas. -Era el instinto inerrable del artista,
dad.
sitiva, palo de mooora!... Don Tomás, el zapatero del lado, se acercó rengueando. con una bota
y la boca llena de cla-
artística. Entonces de que fuerzas más
nas de encaje, en're suspiros y muscular de rezos; y'José salía a dar un paseo por las afueras de la ciu-
recato;
a su alma
había
su
pesaba
la
Como
una en
emoción
trances
de el alma
con
tan
de
larga el los ojos de sí. Lo
casi religiosa.
de éxtasis se fun-
la Divinidad.
luía él en el paisaje. erosa comunión del
medio,
y
retraído y sombra
Recogió en una mirada panorama. Cerró, luego, y los siguió viendo dentro
invadió
se
tras-
austeridad
y en su carácter
concentrado
que
esencial
se di-
Era la milahombre y el
a
la
creación
fisonomías
y personalidades
y obispos;
para
de
go-
la poste-
ridad, inscribía los gestos y costumbres de sus habitantes. Trazaba los planos sobre los cuales se alzaban monumentos, edificios, poblaciones. A mantener en aquella ciudad militar, suprema y viva la fe, se prestaban sus lienzos religiosos, la emoción de su música, el tallado incomparable de sus altares. Su paleta fecunda ponía una nota de color en aquellas sombrías fortificaciones, en las banderas, escudos. y armas reales que para ellas había (Pasa a la página 33)
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Francisco: Arriví
E. Ramírez Brau Y. Dávila Semprit C. Orama Padilla Oscar González Suárez Alfredo Margenat Amelia Ceide E L. Coballes Gandía Israel Roldán Blas Obdulio Bauzá Juan Bautista Pagán Juan Antonio Corretje r Juan Avilés Raúl Grau Archilla
LOS MOTIVOS DEL RIO RIO JACAGUAS
RIO
Veo este río que correly que es el mismo
siempre, .
a pesar de los siglos que por cima le pasan; que no termina nunca de llenar el océano, que
no
termina
nunca
de
vaciar
la
montaña.
Río Grande de Loíza...! Alárgate y deja que mi alma se pierda en tus para
buscar
Enróscate
en
para
perenne
de
su
curva
de
agua,
que entre las dos riberas, por entreabiertos labios, al valle da riente dentadura de plata. Los peces que en lo hondo de sus ondas ondulan, y los que entre los huecos de sus piedras se agachan, no ven cuán es mutable y cómo corre y cómo constantemente es otra la linfa en que resbalan. Y si este río, que corre, para mí es siempre el mismo, y así para los peces que entre sus ondas vagan, ¿nc es propio que yo ahora medite y me pregunte como es que a mí me miran los ojos de sus aguas? ¿Para el agua seremos uno mismo, a sus ojos, el indio que desde este paraje la miraba y el invasor hispano y yo que la contemplo y el yanqui o el que fuere que le verá mañana? Tal
vez,
como
este
río,
es
mi
cuerpo,
mi
carne,
materia que se fuga corriendo hacia la nada, o hacia lo eterno, siempre en mutación continua constantemente otra, como en el río el agua. Materia que la miro, y juzgo inalterable, por lo muy velozmente que ante mis ojos cambia; por análogas normas, que a la vista, los puntos, que velozmente corren, se convierten en rayas. Todos,
todos
los
seres
del
universo,
somos,
desde el astro a la hormiga, como este río Jacaguas que no termina nunca de llenar el océano, que no termina nunca de vaciar la montaña. Tan solo movimiento y vibraciones del vivir y el morirnos, en la eterna jornada. Y la vida y la muerte son dos lobos en lucha, que a la vez cada uno al otro se lo traga. Que la muerte es la vida. Y la vida es la muerte. Todos, pu*s, somos todo. Todo, pues, somos nada.
la
fuente
y en un impetu
Este río que corre y que siempre es el mismo, el cristal
GRANDE DE LOIZA
en
mis
sentirte
labios
mío
por
confúndete y déjame
¡Río desde
TORRES
robó
y deja
un
en el vuelo una
rosa
Grande que
contigo
de
niño
al sendero.
que
breve
te beba,
momento,
de mi agua
desde
mis
Mi
al mundo
bajaron
ave fantasía,
en
de Loíza...!
alzóme
se
de
ensueños.
manantial,
el pétalo
las
rudas
mi
río,
materno;
cuestas
a buscar nuevos surcos, mis pálidos anhelos; y mi niñez fue toda un poema en el río, y un río en el poema de mis primeros sueños. Llegó la adolescencia. Me sorprendió la vida prendida en lo más ancho de tu viajar eterno; y fui tuya mil veces, y en un bello romance me despertaste el alma y me besaste el cuerpo. ¿A dónde te llevaste las aguas que bañaron
mis
formas,
en
espiga
de
sol recién
abierto?
¡Quién sabe en que remoto país mediterráneo algún fauno en la playa me estará poseyendo! ¡Quién sabe en que aguacero de mi tierra lejana me estaré derramando para abrir surcos nuevos;
y si acaso, cansada de morder corazones, me estaré congelando en cristales de hielo!
.
¡Río Grande de Loíza...! Azul. Moreno. Rojo. Espejo azul, caído pedazo azul de cielo; desnuda carne blanca que se te vuelve negra cada vez que la noche se te mete en el lecho; roja franja de sangre, cuando bajo la lluvia
a torrentes su barro
te vomitan
los cerros.
Río hombre, pero hombre con pureza porque das tu azul alma cuando das que
LLORENS
te
y esconderte del mundo, y en tí mismo esconderte, y oír voces de asombro en la boca del viento. Apéate un instante del lomo de la tierra, y busca de mis ansias el intimo secreto;
tuy señor río mío. LUIS
que
loco te devolvió
en mi espíritu riachuelos,
ha
besado
en
Río hombre. mi
alma
al besar
de tu
Unico en
río azul
beso.
hombre mi
cuerpo.
¡Río Grande de Loíza...! Río grande. Llanto grande. El más grande de todos nuestros llantos isleños, si no fuera más grande el que de mi se sale por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.
JULIA
DE
BURGOS
artes y letras—página 23
SELVA
GABRIELA MISTRAL
Y LODO
Como revuelto río que el viento y al mar el agua arrastra obstáculos y así también la vida rompió el curso y manchó con su fango mis alas y
la corriente lodo, a su modo mi frente.
Honda y alta en su Valle de Elqui, para mirar aves del cielohombres humildes, flores simples, y
conocer
Es inútil la lucha en este turbio ambiente en que el rufián cautiva y bello es Cuasimodo,
Luchar
y la vergiienza
llagada
huye
y lo envilece
amor
gente.
especie
y destruir con
de simio
pretende
su bastardo
se nutre
blasones
aliento
en
a dentelladas
roja
de
despreciadas. RAMÍREZ
relámpagos
el rocío:
cuatro
orló
desludez
limpios
jocundos E.
los
Cristo
Maternal
y linaje
de fieras
el ángel:
en
de
fuego...
costados
su
trino...
En continente y en efluvios áspera majestad dolida, lueñe piedra de aire, enquistada
Regresan estos hombres a su origen salvaje y en el poeta clavan sus garras afiladas porque envidian de éste su lírico bagaje. Esta
con
humano
que estremecieron
todo
maldita
esta
de
calculada
ambición
la
su
suave
BRAU
sombría...
cítara la suya, tonos
rusticanos
:
_
ríos soledosos,
céfiro,
recio
árbol...
Crecida en Isla fabulosa, se dió a contemplar tempestades, y su mineral pasión, se hizo arcoiris al cantar del ave.
Post Data a Julia de Burgos Julia que
sin
y dejó
de Burgos, pensarlo
rumbos
estrofa se fue
hechos
FELIX
sobre
en fuga
en
alba
las aguas
de un blanco anhelo con una angustia bañada en brotes y la esperanza rota en desvelos. Tú, que te aupaste sobre tu ahinco y con la gloria de tus diez dedos y con los bríos de tu conciencia y con la chispa de tu intelecto, siempre trataste de dar alcance a una bandera para tu pueblo.
Me
entiendo
al lado
opuesto
de la vida...
Súbito, Me entiendo al lado opuesto de la vida, Dondo no soy nada, nada es, Ni seremos después espacio y tiempo. Donde habré distanciado, Borrándome en la sombra, La ondulación azul del vasto mar, El verde tremolar de la palmera,El flotante sangrar del flamboyán; La aspiración vicleta de los montes, Donde habré desligado, Yerto el corazón y demolido, Los ojos de absorber otras pupilas, La voz de confrontarse a los decires, Las manos de estrechar latencia amiga, El pecho de abrazar los tiernos hijos, El cuerpo de invad'r la carne amada. Donde habré cuiminado, Como brisa perdiéndose en el viento, El transcurrir del ser en otras almas, La
espiral
del
pasado
en
el
presente
Y esta eonciencia que resiste Helarse solitaria en el vacío.
ruin del estiércol,
Julia de Burgos, alarga el brazo de tu recuerdo a ver si aicanzas el puro lienzo de la bandera que tu soñaste para tu pueblo. FELIPE
Al Lado Opuesto de la Vida
La conversión del sol en luz de estrellas.
Julia de Burgos, materia inerte por el martirio de un día ciego; alma dispersa de afanes claros y elevaciones ne pensamiento, ahora que domas alas ligeras que se adelgazan hacia lo eterno y te encampanas
sobre el abdomen
OPPENHEIMER
al misterio
de amaneceres hondos y nuevos. Por la más ancha Quinta Avenida, Julia de Burgos, alzaste vuelo tú, que trazaste caminos anchos sobre las brechas llanas del verso. Tú, que eras índice y serás índice, porque los lampos de tu cerebro, como clarores de Via-láctea, de luz de siglos estaban hechos. Tú, que eras polen de auroras vírgenes y de inquietudes altas de sueño,
que caminaste
FRANCO
loca
Súbito he comprendido Que en vida soy misterio radicado, Retención de paisaje y sueño humano, Ansiosa voluntad contra el naufragio.
N. ARANA
En muerte, Un silencio
perpetuo
de
la entraña. ARAN
4
Nu ita
ss
Us
artes y letras—página 24
CREPUSCULO
Exhortación al Poeta Poeta: ésta es la tierra y está en el surco la raíz
del sueño.
La ciudad muda; la montaña en calma; en el aire pecado de silencio. La vida nos exige la voz plena de bríos que despierte el momento. No más rozar de sedas sobre alfombra de oriente ni llorar de violines por los amores muertos. El río arrastra ecos de palabras extrañas y las selvas murmuran esperanzas de fuego; los árboles se llenan de nuevas armonías cuando bajan al río para empinarse ai cielo; carcomas milenarias esculpen en tu torre la palabra de ltiempo. Rompe cristales de la torre sobre el cantar del viento. El caer
y
marcha
El sol se retiro, tras los veñascos, donde Cronos modeló sus sinsabores... y pálidos clarean unos astros, esmaltando el jardín de resplandores. Quejumbroso, palpita entre las flores el llanto de la fuente solitaria. Y gnomos cantan su canción de amores ocultos entre cálices de nácar.
Sube
el perfume,
formándose
El viento
u
mi
y suaves
espirales
alrededor
va entonando
con
suma
gracia.
madrigales.
Al envolverme entre su leve gasa... El sol'se retiró tras los umbrales Donde la vida, como el tiempo — pasa... OscAR GONZÁLEZ SUÁREZ
del martillo
dice las ansias
que forjó el herrero;
hay en la copla verde de las hojas esencias de los sueños del labriego; hay poesía en la aldea amodorrada el golpe del calor veraniego; el dolor y alegría con que muerde la vida, son un poema inédito. Baja a beber inspiración y fuerzas en la sangre y sudor que riega el pueblo... El pueblo en el cordaje de tu lira será nota de acero. J.
DÁVILA
MADRIGAL Cuando llegue el otoño, y en tu alma, surja el recuerdo de nuestro amor santo; ve al jardín que nos dió reposo y calma y en cada flor observarás mi llanto... La tlor que serpentee como flar>a
cuando la cubra el céfiro en su manto dorada por el sol, sobre una rama, será del pecho mi solemne canto.
SEMPRIT
OSscAR
GONZÁLEZ
SUÁREZ
RETOÑO ¡Un
hijo
tuyo!
ASCENCION PERENNE
¡Un hijo mío! tierno como un arrullo; y que como una gota de rocia que refleja el paisaje, refleje mi coraje y un poquitín de tu mirar sombrío.
A
tu miras
a ratos,
con tu gracia morena; y tenga un poco de mis arrebatos y mucho de tu calma noble y buena. Que herede tu sonrisa para ganar con ella el mundo que
sepa
tal como
querer
hondo
y sin
entero; prisa
yo te quierc.
ORAMA
Huco
tratando de horadar alguna nube. Siento mis manos llenas de música cuando veo tu rostro reflejado en el estanque de mis amores truncos. Era la hora del crepúsculo cuando el sueño eterno cerró tus ojos. ¿Por qué? ¿Por qué? Nadie responde y mi voz se pierde en un vacío que no tiene nombre. Trato de llorar y no encuentro lágrimas para escribirte estos versos. He caminado mucho y te busco como quien busca una estrella lejana. Te
Que sea un bandolero del cariño y te transforme en niña y a mi en niño, que como un cascabel rosado, ría, y desde el campanario transparente del día repique las campanas de tu hechicería. C.
HIiJo
Las piedras son palabras mudas. Pinos que se elevan al cielo
Que tenga mucho de tu sentimiento; mucho de tu ternura, y herede un poco de mi pensamiento y un granito tal vez, de mi amargura.
Que mire como
mI
PADILLA
presiento,
sin
embargo,
en la espiral de los pensamientos elevados. Porque eso eras y eres tú, proyección mía ausente: Una esviral del infinito en ascensión perenne hacia el infinito. ALFREDO
MARGENAT
ESTAMPAS CRIOLLAS
MONOGRAMA Isla, ovillo alegórico que en inefable noche, bajo una brisa de substanciaciones, con sus manos divinas el Señor arrancara de rocadero en roca de constelaciones. Y parado en el número de ilímite distancia, Dios mismo lanzó al viento el esplendente ovillo, como acontecimiento de bienaventuranza. Ovillo que rasgando el cielo raso etéreo como flecha de oro disparada al azar, descendió acrisolado por celeste designio y rodando rodando fué a caer en el mar.
el
trigo,
y
la
azada,
y
el
CEIDE
aljibe
de una luna riente de fantasmas por detrás de la iglesia de estos pueblos que viven sin color como su origen. Dadme el trasto, y el signo, y la modorra de los que buscan el oro sin las minas y andan come los perros por las faldas y se lamen ellos mismos sus codicias. Dadme el azogue que brillaron los mares y el negruzco pan de las montañas y el maíz dulce y tierno en las ja*tacas y el pezón de la ubre en tanta virgen. Dadme el cielo rebuscado y solo y la alta tempestad de los maitines y la corola inazulada y hosca que llevan en sus rostros los bolsillos.
4
Verde manto
brotar
de
unos
cuantos
Soneto de Luna y Mar
caracoles
que nada tienen por fuera ni por dentro. Dadme el camino aquél de las distancias que se beben su dios entre las hierbas y se suman las inclitas especies para dormirse luego en los espejos.
La luna lleva colgando al aire sus duros senos... Por el camino del cielo cien luceros va lactando Corren los novios al mar. Suaves arpegios de besos suenan como eternos rezos en su sublime cantar. Un murmullo de agua en suspiros de agonía cosquillea en el arenal; Mientras
una en
JUAN
BAUTISTA
desplegado
bajo el sol de la mañana, finje la extensa sabana salpicada de ganado; turba el cielo despejado el vuelo de un gavilán . y, entre arbustos de arrayán, resaltan en la quebrada cual rojiza llamarada las frondas del flamboyán. L. COBALLES GANDÍA
Dadme de la cintura el velocipedo y la alcurnia de tantas señoronas y el llanto inacabable de los potros y la presta ilusión de p:scadores. Dadme la perla aquella del jilguero pará eantar a las tumbas los faroles y tumbar los ultivos tamarindos de cuantas torres haya en los contornos. Dadme el hilo suave de los bronces y de las altaneras planicies suspendidas *
_el
.....
matas de hicaco y de tuna mientras juncos y majaguas ciñen las verdosas aguas de la dormida laguna. Las mariposas campestres en orgía de colores se confunden con las flores de los cármenes silvestres, ecos de rilmos agrestes vienen del boscaje espeso del fruto que los domina, su copa el plátano inclina e imprime en la tierra un beso,
y todo lo inconmovible bajo el peso
1
brota en las abruptas peñas el chorro de un manan'ial que tejiendo un madrigal, cruza el cafetal umbríio, de un salto y cae el río cual madeja de cristal.
salpica la estéril duna
DADME Dadme
al enredarse en las breñas;
Vuela hacia el monte cercano rauda la tórtola esquiva y una garza pensativa vigila el turbio pantano; allá junto al océano
Y el ovillo es la Isla que por siglos el mar ha venido luciendo en su claro manlón, igual que monograma de refulgentes hilos, bordado por el cosmos a los pies del Señor. AMELIA
Sacude el viento las greñas de la cercana colina; se desfieca la neblina
PAGÁN
que
la
luna
blanca
canta
sutil melodía la ancha espalda del mar ISRAEL ROLDÁN BLAS
EN EL SANTUARIO
EL PALACIO EN SOMBRAS
(CARTUJA
Si adquiriste la joya milagrosa este palacio en sombras ya no tiene Todo lo sabes secretos para ti. y lo penetras. Al resplandor vago
La
un sentido nuevo
Tu morada es ésta. que tú comprendes. Mira cómo se aprontan en la noche tantas cosas fraternas, cuyas ansias, tactean en sus límties inmóviles sus
rígidos
iniciado!,
tiniebla.
Descálzate confiajo y deja el polvo del mundo, bajo el pórtico primero. mejor,
estarás
Así
sabio
árbol
del
de
olivo
—
Los negros milenarios de eternidad. con su torva vendimia de tormenta soplarán, soplarán sin apagarla. Ella renueva su esplendor en cada noche y cada aurora resplandece más sabia y viva, porque trae la oculta ciencia de las tinieblas. La circuye la grande mole cósmica poblada signos
enigmas
rodantes
cuenca
del
infinito:
denuncian
que
proféticos
sus
por
la
honda
surgín
voces
extrañas de hemisferio, estallan gérmenes de luz en el granero de la nada, y se oye el puerp:ral y sibilino extertor de las sombras parturientas, entreabren
que
sobre Tu
el pañal vida
sus
matrices
inmenso
es nueva
creadoras
de la noche.
lámpara
colgada
del árbol sabio de la sombra;
Este palacio
Yo vi un hombre muy solo parado en la llanura con los ojos clavados en la cima del monte. Emprendió una mañana su marcha hacia la altura y escaló otra mañana su l:jano horizonte. Sólo llevó consigo la alforja de su anhelo, la decisión de un loco y el corazón de un hombre. Decía que entre las nubes que colgaban del cielo le habían dejado un sitio donde escribir su nombre. Yo miraba de czrca la marcha peligrosa. Ni siquiera una vez la frente sudorosa del hombre se volvió sobre el tranquilo llano. Hoy lo he visto en la altura, tan noble como era cuando empezó el ascenso. ¡Y aún su mano sincera tiene el calor que guarda la mano de un hermano! JUAN AVILES 400000000000
EN
000000000000090090000000000
EL
PROXIMO
NUMERO
En el número de enero próximo, ofreceremos nu stro acostumbrado homenaje a la memoria de don Eugenio María de Hostos. Publicaremos unas páginas inmortales suyas y una apreciación
de su vida y su obra, escrita por Luis A. Ferré.
MATOS
Pintor
el
mismo
número,
crónica ilustrada con pinturas del artista, escrita por José S. Al gría; “Apuntes sobre Zeno Gandía”, por Samuel R. Quiñones y el poema inédito de Graciany Miranda Archilla, “Balada y Voz de Tierra”. Como siempre, la columna PERSPECTIVA de nuestro máximo novelista Enrique A. Laquerre y otras secciones de interés cultural.
PALES
Ruiz:
en
no
tiene
Cristóbal
aparecerán
“Don
secretos para ti. Todo lo sabes y lo penetras, silencioso y fuerte, bajo la reposada luz interna de la joya que llevas escondida.
LUIS
BAUZA
ti mismo.
de
en sombras'ya
rosa
HORIZONTES,
También te ves rodeado
la
en ella
se consume el aliento de otras vidas que prolongan su ingénito motivo sobre la forma actual, y perpetúan la fuerza de su enigma alucinante en el ser que será. Las existencias pasadas y futuras, lo que el ego ha. de ser, siempre estuvo en tu substancia, esperando el momento en que tu carne fuera un gran vaso de cristal sonoro... Y ahora
a
Obdulio
qué manantial de luz le dió su aceite
de
dio
a sombra
camino.
en la mansa quietud de los rosales, un deseo de vivir, una amrosa añoranza de sueños inmortales.
Ignoras
sombra.
la
del
del
La oración de la vida reposaba en el ala estival de! campanario y era llena de gracia Valldemosa.
ruido
ese
sin
torpe, que turba la quietud austera, en cuya clara ópera tú mismo escucharás tu corazón. Ahora, tu vida es nueva lámpara colgada
brisa
sombra
ardiente
Era tanta la paz. que Dios dejaba sobre el blanco mural del Santuario su mano reposar sobre la roca.
profunda
la
y la
enigma
del
substancia
transitorios,
trajes
¡oh
darte,
La
iba cayendo
la roca
3
de
para
despojarse
y
encuentra,
al
salirte
por
tarde
sobre
de la Sensibilidad”
20000000000000000000
las cosas cobran
ESPAÑA)
La paz llena de luz de Valldemosa inundaba mi sed de perigrino.
escondida,
llevas
que
joya
la
VALLDEMOSA,
DOSDdIOVDOVIOLIDVNIL
de
DE
-<4000000000000000000000000000000000000000
LAS DANZAS DE CAMPOS Por EVARISTO RIBERA CHEVREMONT Viene una música añeja que conmueve como el l'anto: es la danza que se queja, es el hondo, el dulce canto; es el verbo, lengua pura de la isla de verdura: Borinquen, la florecida; fluye de la limpia entraña de la desnuda montaña y es onda de nuestra vida...
NOTA: Ahora que estamos en el último mes del Año del Centenario del Natalicio de Juan Morel Campos, nos place mucho publicar estas estrofas de nuestro querido poeta Chevremont, describiendo sentimental y tradicionalmente las inmortales danzas del compositor
de
arcaicos
ae
un
dibujo,
ni
palabra
expresan lo que ella expresa, ni labran lo que ella labra en la carne, que es su presa Ela —la música— toma el corazón y lo aroma con aromas patriarcales del solar de los abuelos, bajo los cálidos cielos donde ondean los cocales. Es el el el el de de la
la voz de nuestra gente, lánguido son nativo, modo triste y ardiente, evocador motivo; espiritu devoto la región, con el voto las sencillas estructuras; criolla pesadumbre
que está chorreando desde
sagradas
lumbre
alturas:
Armoniza con la espuma de los añilosos mares; con las zonas que sahuma el vaho de los azahares; con los montes adormidos; con los argentados ruidos del arroyo en las arenas; con la alba nube que brilla como delgada barquilla desbordada en azucenas. ¿Quién
abrió
la rosa
blanca?...
¿Quién halló la oculta veta, ae la que el rigueño arranca
donde de un
y
poder
¡Danzas, Ni
nuestro.
fuertes
que
arcas
no
de
riqueza
la eterna belleza pueblo late y culmina...!
¡Campos! Señor de la danza; docto del antiguo canto; lancero de fina lanza, con la que nos hiere tanto; encendedor de los sueños, dolorosos Gu risueños; hombre de melancolía; músico de mago estilo: a su conjuro, es un hilo de estrellas la melodía...
quien,
por
buena
fortuna,
entregó su anillo,
¡El anillo de diamantes que buscan los hierofantes en el Interior Castillo! Cada danza es un diamante de fuegos sugeridores, una joya acariciante para excelsos amadores. Guárdanse con los tesoros
una
suspiro carne
de
seda.
¡Tierra mía, tú no sabes lo mucho que yo-te quiero: nunca
m
niegues
las llaves
que llevas en tu llavero! ¡Dame en
el
a tu
Campos
alongado
divino
trino
de
tus
frescas
en
tus
pcmposos
madrugadas vergeles,
canta, tropical ribera gime, blanda tortolita:
una
ternura
suprema
vivimos, si los violines la dan, en la serenata, junto al encaje de plata
de algún
balcón
de jazmines.
Antaño, en lujosas fiestas entre arañas y cortinas, tocaban nuestras orquestas esas danzas argentinas y en los regios oleajes de lentejuelas trajes y abanicos voladores —sedas, nácares, marfiles—, ceremoniosos, gentiles, danzaban nuestros mayores.
de
>? Arte
faceta...
sobre
de
y a
bruja
resbaladizo
en tus ricas cañamieles, y en tus sonoras cascadas!
¡Soles que se ponen; empalidecidos; ecos
de
como luz que se ensortija en el tronco de una palma. No hay cadencias semejante a la suya, tan amante, ni giro que igualar pueda al suya, tan muelie giro,
¿Quién que sea borinqueño, si oye la danza, no siente en él el chorro sedeño de una conocida fuente? : Un claro, enorme poema,
Uno que nació en la luna;
piedras
oros,
t:rmina...
los
ayeres
mundos
profundos;
aíres como ramos secos en gavetas polvorosas, olientes a tiempo; cosas intensamente amarillas; rememorantes pinturas; acongojadas figuras; tormentosas
maravillas!
¡Inmortal Campos! Se fija envolviéndonos el alma,
¡Arrulla,
viento
sois
verd:
palmera;
antillano,
esencia
de
musita;
la danza,
instrumento de añoranza ae la isla que se mece en hamacas de tejido
y la que a vusstro sonido se emborracha
y se
enrojece.
¡No habéis de morir, canciones, danzas, ritmos familiares; amorosas vibraciones; emoción de.nuestros lares:
en el rincón donde
hogareño,
el perfumado
prenden
maternales
leño
manos,
siempre vuestra gracia viva con la entereza efectiva de una comunión de hermanos!
PLAZA
PROVISIÃ&#x201C;N COMPANY EL COLMADO
MAS MODERNO
Y EL
MAS ANTIGUO EN LA VIDA COMERCIAL DE PUERTO
RICO
SAN JUAN
HATO REY CAPARRA
HEIGHTS
CORTESIA
DE
LCDO. JOSE GONZALEZ HERNANDEZ SAN
JUAN,
PUERTO
RICO
PAGINAS INOLVIDABLES
LDO'S
AGUINA
(De Te equivocas, querido lector, si piensas que voy a decir el origen de la palabra que sirve de título a esta 'escena, el de la costumbre que
ella significa
en
nuestro
idioma,
Así ardado
y
las
ignoras;
y esto
lo hago
minuir
la
sangre
del
el
como
logro
ves:
hacer
así
en este artícu-
aunque
me
parte;
y
la
primera,
una
vez
cueste
la
mi
una
segunda,
que
así
voluntad,
zurra
que
de
de
media
buscaba,
mío,
años
bien
hora,
esto
la
hube
encontré
es:
y montado
jos grandes
lo lo que tú deseas saber, en cambio de lo que hallarás de más ten otros, y que maldito lo que te importa, si no es que te fastidias. Tengo además otras dos razones para portarme
algunos
y no
treinta
o
por
personas
que yo conocía. Eran las ocho de la noche, la luna muy clara y las masas de nebl na parecían a lo le-
por
pulmón;
una
hace
Reyes,
cuarenta cabalos reunidos marchando en la misma dirección que
la ley de compensación. Me arguirás que no existe tal ley al quitarte yo una cosa que no puedes quitarme tú, cierto es; pero así como un médico hiere 'en el brazo para dis-
yo te doy de menos
yo
de
lo que
otras mil zarandajas, que tendrías derecho a ped.r que te dijese, y que yo no quiero que por mí sepas, si es que
dije
víspera
“EL JIBARO” de. Manuel A. Alonso)
tu
este
lienzos
que
cubrían
la
falda de las moniañas. Por todo lo dicho habrá comprendido el lector que estaba en el campo, lo que hasta ahora no había tenido el honor. de comunicarle, y que empiezo por el
modo
de
pedir
aguinaldo
en
és-
te, como pudiera hacerlo por el de la capital y "pueblos principales de la
isla.
La trulla a que me referí estaba formada por jóvenes de ambos sexos, con la adición indispensable de
papás,
mamás
y tías;
había
entre
las ch cas algunas
muy
modo he escrito una introducción que puede adaptarse a todos los articulos posibles: ventaja de mucha
ro éstas llevaban
ya sus caballeros
monta, pero que no me servirá más,
buen
puesto
parlamentario, entro de lleno en la cuestión. Los aguinaldos son de aquellas costumbres que muy poco o nada
tiene delante seis o siete parejas atortoladas, y otras tantas dispuestas a la broma. En un momento me dijeron a las casas que pensaban ir, y a medias palabras y con
tienen
signos
que,
que
como
diría
tildar,
un
y mucho
orador
que
me-
rece elogio, motivo por el cual, aunque me es grato hablar de ellos, faltarán en este artículo ciertos toques que pudieran darle alguna viveza: ¡es
un
recurso
tan
fadarse cuando critor el medio
dero!
Falta
poderoso
el
en-
no encuentra el esde salir del atolla-
la facilidad y además
dote para describir; pues nada de apuro, venga la parte flaca, y demos firme sobre ella, poniendo una
cara
de
pluma
vinagre
y convirtiendo
en zurriago.
En
la
los aguinal-
dos no es posible hacer esto por más que uno se empeñe: y ¿quién conservará el carácter de Dómine an-
te
un
país
entero
que
se
regala,
danza y pasea sin acordarse más que de los Santos Reyes; pretexto seguro para pasar dos días en de-
liciosa
hartura
y
variada
holgan-
za? Fuera pues el carácter serio; cojo mi caballo, lo aparejo, monto en él, y a buscar una trulla de gente conocida.
cada
una;
común,
agreguíme
y empecé
humor
que
bonitas, a
la
a hablar nunca
sagazmente
falta
pe-
masa
con
el
al que
disimulados,
me
enteraron de mil curiosos pormenores que no convenía comprendiese la parte reposada de la trulla; caminamos un poco sin que nada nuevo sucediese, hasta que llegamos a
una casa de madera, construida sobre gruesos estantes, como son todas las de las personas acomodadas, donde se entabló la conversac-ón siguiente: —Muchacha, ¿todavía estás asi? ¿Cómo es que no están a punto de montar? —Tía Pepa, yo no puedo ir con usted como quedamos, porque no hay más que una bestia y es para mis hermanas, que ya van a bajar; la otra se encojó esta tarde y yo tengo que quedarme por 'ese motivo.
—Pero, muchacha, ¿y las otras dos? —Se han ido en ellas mis hermanos.
—Vaya, vaya, eso sí que es un buen chasco; cree que lo siento...
si la yegua
que
!levo
no
estuviera
preñada, te ofrecería «l anca. La joven que hablaba desde una ventana, era una morena que renuncio
a pintar
por
lo graciosa;
co-
nocíala yo, y mucho más a sú respetable tía. que no mencicnó a humo de pajas el estado interesante de su yegua; así es que dirigiéndome a ésta últ ma dije: —— Señora Da. Pepa, mi caba!lo hace ancas y es muy firme, si Rosita ha de quedarse, no será por lo que ha dicho, pues si gusta puede venir conmigo. Aquí hubo algunos cumplidos entre la tía y 'a sobrina, que deseaban mucho acep'ar, y yo, que de todo corazón ans3iaba tener a la segunda a las ancas de mi caballo. —No, nc, mil gracias, decía la una. —No podemos consentir que lleve usted esa molestia. añadía la
otra. —Señora, si Ros'ta es una tia, Ojalá que caigan sobre mo gotas de agua en-un día menta. Por último, hicieron como determinaban, y, previos cumplidos de la mamá, que
la
ventana
a saludarnos
molesmí code torque se algunos salió a
y darme
las gracias por un favor que yo recibía, nos despedimos, llevando yo (Pasa a la página 32)
RN A
CAMPECHE Por
SEBASTIAN
GONZALEZ
NUESTRO PINTOR
MAXIMO DEL
PASADO
GARCIA
Sin directa ascendencia artística, ni competidores dignos de recuerdo, o discípulos que lo continúen, José Campeche
aparece
en
el yermo
tístico de Puerto Rico y llena la segunda mitad
con del
ar-
obra siglo
XVIIII y principios del XIX. Nació Campeche en San Juan el 23 de diciembre de 1751 y fué hijo de Tomás de Rivafrecha y de Made San Juan guna, en las Se
da
zaje
ller
padre
Su
Jordán.
ría
por
seguro
artístico
paterno.
que
natural
era
y su madre Canarias.
de La su
La-
aprendi-
tuvo
lugar
en
el
ta-
Bajo
la dirección
de
Tomás d: Rivafrecha “de oficio dorador, adornista y pintor”, se irían hermanos
los
tres
Miguel,
Ig-
artesanía
su
en
haciendo
Campeche:
nacio y José. La
conversión
tistas che
que puede
se
de artesanos
opera
en
explicarse
los
en
ar-
Campe-
provisional-
mente por la estancia en Puerto Rico de Luis Paret Alcázar (1741-99), uno de los más finos pintores de la España del Siglo XVIII. De
poca
más
edad
que
Campeche,
a los 29 años Paret había completado la tradicional educación de un pintor de su época, pasando por la Academia real. Además, tuvo la fortuna de conocer muy de cerca al caballero Antonio Rafael Mengs, el genio de su tiempo y árbitro artistico de la Ilustración. El considerable influjo que hubo de ejercer Paret <n sus tres años en Puerto Rico (1776-79) no basta para admitir definitivamente el tradicional insularismo del pintor puertoriqueño, de quien se dice que por no abandonar Pu:rto Rico, rechazó el nombramiento de pintor de cá-
mara
(!)
oferta
de
Carlos un
CAMPECHE
III y la tentadora
caballero
inglés.
José Campeche falleció el 7 de noviembre de 1809 en la misma casa de la calle de la Cruz donde había nacido casi 58 años antes. De su vasta obra se conoce muy poco. Tapia la estimó en 400 ó 500 cuadros, pero el cálculo parece exagerado. El pintor firmó ocasionalmente, y al parecer sin regla fija, a veces su nombre abreviado, otrus con el nombre completo y fecha. El temario acusa marcada preferencia por la pintura religiosa y el retrato. Estos merecen mayor atención que la hasta ahora concedida
y a juzgar por los que conocemos, constituyen acaso el capítulo más importante en la obra del pintor. Tanto uno como otro género ofrecen las características del arte de su tiempo, y en ellos se muestra la misma
amanerada
frialdad
y la re-
iteración de composiciones por receta, que expresadas con más o menos talento se encuentran en las pinturas españolas e hispanoamericanas de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX.
En
1810,
pocas
semanas
después
de su muerte, un cercano familiar del artista resumió así su obra: “No
sólo era el mejor pintor y único fisonómico que había en esta ciudad e isla, sino que se aventajaba notablemente a otros muchos en estas facultades por haberlas ejercido con profundo conocimiento de sus principios elementales, con inteligencia de la historia sagrada y profana, con particular gusto y genio, con admirable propiedad y con asidua aplicación, no tanto en 'esta isla, sino en todas las Antillas y provincias de Caracas, y que de estos lugares lo tenían continuamente
empleado
en
encargaban.”
varias
obras
que
le
así, es menestsr mera
de actores
de pri-
línea, y todo lo demás,
de pri-
mera línea también. Por eso es que en esta revista se ha insistido en obras de menos espesor dramático, sobre todo, puertorriqueñas, para el teatro experimental, tanto de la Universidad,
por (SECCION
A
CARGO
DE
XX)
ARTE DRAMATICO Yo oí decir a don Marcelino Menéndez Pelayo, y ahora no sé aunque es probable, que lo escribiera aguna vez, que el verdadero modo de pensar de los españoles de los siglos dorados, ahítos de gloria, pero so-
a inevitables
censuras—una
de
llas
la
de
la
propia
gloria—
al pasar,
en
el espejo
de
un
escaparate,
no
busca
ver
AHORA Por
GREGORIO
de
repro-
imper-
MARAÑON
eso los aplaudieron *o or
cargo
de
Rafael
Cruz
Aunque
no
nos
convenza
la
idea
LOS
mucho. os
TEJEDORES:
de
Gerhart
Haupiman, fue la otra obra que presentó el Teatro Universitario. Fueron las noches del 21 al 24 de noviembre. La dirección también de Nilda González y escenografía de Rafael Cruz Emeric. Dicho en jus-
ticia, tanto en ésta como en la anterior, lo más logrado de las obras, fue esta labor de Emeric. Fue más que buena. Casi excelente. Aquí hubo menos suerte para la señorita González pues tratándose de una concepción dramática de primer orden en el mundo, necesi-
taba
de una
dirección
más
fuerte
que le presuponen algunos, de cuadro actual de una Europa en confusión. Lo que hay de cierto es que la obra divierte aunque no diga nada.
en recursos de toda índol2. No es sólo dirigir, sino saber sentir, conocer y vivir la obra, dijo en cierta ocasión Baty. El fondo histórico,
Y ya eso es bastante. La dirección estuvo más
social
bien.
¿Qué
más
puede
o menos
hacerse
con
te
salve,
lirio!
le
-
di
con
el codo,
viviéndola a modo de trueno o centella. La mañana bella
me encontró despierto y hasta hubizra muerto ¡por seguir la estrella!
voy
a ia
loma.
Me vuelvo a mi monte.
sidad los días 22 hasta el 26 de octubre. Dirigió Nida González. Esa
CORRETJER
Me lo dejé todo en la lejanía. Hasta a la poesía
Me
actores noveles y con una obra ae cierta envergadura barroca? Los actores hicieron lo que podían. Por
Emeéeric. La obra adolece d+ parlamentos muy largos, que a veces como que ahogan a los personajes. Hubiera sucedido lo mismo co nactores profesionales que con cualquiera otra. No es pues que los jóvenes actores que realizaron la misma, no supie1an hacerlo como se ha dichc por ahi. Pero eso es lo único a muestro juicio, fuera de otros defectillos subsanables, que hay en la comedia de “delirantes” de Belarval.
ANTONIO
Por el horizonte otra vez asoma.
LA MUERTE. Comedia en tres actos de Emilio S. Belaval, fue presentada en el Teatro de la Univer-
cenarios
JuAN
¡Dios
repito, proponiéndoselo el autor. Porque éste, en las épocas de libertad, puede hacer deliberadament: del tablado, tribuna de acusación y reforma; más aunque la libertad no exista, con limitarse a copiar—como el todo lo que tien: ya no es nada.
ME DESPIDO
Por seguir la estrella ahora me despido con mucha tristeza.
ducida su belleza, que sabe de memoria, sino que la fugitiva imagen le ucuse el defecto que ella no ha advertido. Y el «spejo, como el retrato, empieza a ser pesadilla para ella un día, porque acusa, a pesar de todos los optimistas cuidados, los primeros tónos desvaídos, no adv:rtidos antes, de la flor que se va a marchitar. Desde sus comienzos, el arte dramático ha sido *ambién espejo de las costumbres y fiscal de los que rectoran la vida pública. No siempre,
espejó—la rea'idad, proclama, sin quererlo, fecta la vida. Cuando el Teatro no es esto
y gru-
SOLOLGLOLIOLAIIAIAIAIIVIDNA
sólo se podría rastrear adquiriendo el oscuro sentido de las grandes obras dramática de la época. Es _vidente que, como casi siempre, Menéndez Pelayo tenía razón. El arte dramático sirve para muchas cosas gratas y nobles, pero quizá la más importante es la de mostrar los defectos de la vida y la responsabilidad de los que han creado esos defectos. El Teatro es el espejo auténtico de una sociedad, aun cuando el autor no se lo haya propuesto, siempre que sea un buen autor, y es bien sabido que el espejo —como la fotografía, que es un espejo de imagzn permanente—, tiene por misión, misión augusta, enseñar antes que sus gracias, sus defectos, a quien se mire en él. Cuando una persona, una mujer, se contempla,
el Ateneo
De todos modos, Nilda González hizo lo que pudo y la obra no d-cayó en interés ni en proyección artística. Que no se logre muchas veces una obra al representarse, no quiere decir que fuera de la misma todo lo demás esté mal.
EL
metidos
como
particulares.
y filosófico, si
LOS TEJEDORES, hondo, que paro
se quiere
es tan lograr
de
vasto, tan una obra
Pues soy el sinsonte que siempre yo he sido. Canto al estallido de un tiro en la palma. Lo llevo en el alma...
Ahora
me despido.
La flor del destino la llevo en la oreja y es flor que no deja torcer el camino. Yo soy peregrino por roca y maleza. De una sola pieza me hicieron de ausubo. La cuchilla subo con muchu tristeza.
¿Qué será en el mundo lo que va a pasar? ¿Qué me hace la mar si en el mar me hundo?
Siento en lo profundo, como
ardiente
ajeno
martirio.
La
pluma
y el poema ¡Dios
cirio,
quemaba
se acaba.
te salve,
lirio!
artes
y letras—página
32
(Viene de la página 29) por compañera para toda la noche a la más hermosa de la trulla. Si no pocos guerreros deben una parte de su gloria a la fogosidad de un caballo, que les condujo a su pesar al encuentro del enemigo, yo debo unas cuantas horas de placer a la mansedumbre del que montaba aquella noche. ¿Quién expresaría con toda la intensidad lo que siente un joven de diez y ocho años durante una conversación tenida por lo bajo, y en que a cada paso choca
con
él un
cuerpo
que
su ima-
ginación le pinta con más voluptuosos atractivos, que a cada palabra tiene que volver la cabeza, percibiendo entonces su rostro e! hálito de una respiración agitada por
el
movimiento
y
las
emociones
la venida del sol nos alegrase, porque terminaba una noche de placer. Aquellos rostros pálidos, aquellos ojos a medio cerrar y velados por anchas ojeras negras, aquellas pequeñas y entreabiertas bocas, que daban paso a una respiración semejante a la del sueño, y aquella
languidez dían
hermosas un
peso
los
trópicos
No tardamos en l'egar a la primera casa;
echamos
colocamos
pie a tierra, y nos
reunidos
al principio
de
la escalera: una música campestre acompañó a los que entonaban el aguinaldo nuevo, cuyos versos eran
de
uno
de
los
cantores,
y
que
se reducían al saludo de costumbre a los amos de la casa y a desearles toda clase de prosperidades, si nos daban dulces, manjar blanco, buñuelos y otras mil cosas. Concluído el canto, apareció la familia en lo
más
alto
de
la
escalera,
bajóla
el
dueño de la casa y nos invitó a subir para tomar algún refresco lo cual hicimos de muy buen grado. La mesa estaba colocada a un lado de la gran sala para dejar sitio bastante
para
la
danza,
y
servida
con
toda profusión: en ella no faltaban el manjar blanco, almojábanas, buñuelos de muchas clases, hojaldres, cazuelas, una variedad infinita de dulces secos y en almíbar, y varias clases de licores: parecía que solo para nosotros se habían hecho todos los preparativos y que aquél aparato no había de desplegarse cuatro o seis veces, por lo menos
durante
la noche,
Después de tomar con toda franqueza, cada uno lo que quiso, nos pusimos a danzar junto con los jóvenes de la casa; y no lo hubimos hecho media hora. cuando fue preciso que nos despidiéramos para que subiera a ocupar nuestro lugar otra trulla, que esperaba ya nuestra salida. Así pasamos toda la noche de una a ctra parte, y en todas, a poca difer ncia, se repitió la misma
escena;
cogiéndonos
el día sin que a
b
a
aña-
nuestras
yo
mi
las
que
sentía
espalda,
recorren
de algún
te,
que
como
el
le
los
raro
dejen
y
ariba
cam-
incidena
zÓ
y
del mismo acabó
la
modo
de
cruzánse
que
uno
el
en
ellas
en
el mundo
siempre
de
nos y muy
esta
costumbre
buenos;
sus
que,
con
son
bue-
semejantes, nuestros campesinos no serían como son tan humana y generosamente hospitalarios. La trulla de a pie se compone de gente pobre, que no por eso se divierte menos; maraca en mano y tiple y carracho (gúiro, gilícharo) bajo del brazo, caminan, leguas enteras saltando barrancos, vadeando ríos y trepando cerros, hasta que el sol les halla muchas veces a gran distancia de sus casas; pero esto no les importa: continúan su camino durante todo el día y la noche de Reyes, sin regresar de su peregrinación hasta el que sigue a este último; esto es, a los tres de haber abandonado sus Penates. Dada la diferencia de educación, es sabida la que puede haber entre las escenas de estas trullas y las de a caballo: varían en los modales, las expresiones, etc. pero en la esencia lo mismo pasa en unas que en otras. Los versos, que cantan en aquéllas con música variada y que son a veces buenos, en estas últimas guardan el mismo aire siempre, y se trasmiten de padres a hijos sin alteración en las palabras.
sabido
tribillo: Naranjas
Limas Más Que
y otros
li-
mismo
y otros muchos
días;
al sa-
da la hora en que acostumbran irse
y de
sin ella y otras
Tal es el antiguo y muy
cervezas
empe-
cualquier pretexto, se reunen muchas personas; con todo, es forzoso consignar aquí que, en general, los efectos
dulces,
cores, bailando después o antes una o dos contradanzas 'en una sala en que habían sido recibidos aquél
hablado
resultas amores, celos, pullas, chistes, riñas amistades y cuanto se cruza
voces reunidas pro-
ducir el mismo efecto en una calle o dentro de una habitación, que en el campo? Unos cuantos amigos
lir se encuentran en la calle por donde van a la oficina algunos de ellos, el canto del sereno les recuer-
que he
eco de muchas
toman son
caballo desaparzjado, o el aparejo sin caballo, principian todas y con-
arriba,
de
sobre
pos, y fuera
hermosa flores
el cuerpo,
compañeras; suave
muchas
cluyen
sas
todo
encantos
me parecía más cercana y más diente la Rosa cuyo aroma pronto a dejar de respirar. Tal es una trulla a caballo;
más vivas, y aspirando al mismo tiempo el perfume que despide una
cabellera negra con oloro-
de
nuevos
Los aguinaldos en la Capital están muy lejos de tener el carácter original] que los del campo: hay también trullas que van a algunas casas; pero son, como es fácil concebir, un remedo muy incompleto de aquellas agradables caravanas. Un determinado número de personas sale por las calles pidiendo aguinaldo; mas ¿acaso puede el
y limas
y limones
vale la Virgen todas las flores.
es-
a la cama,
blar
con
y si algunos
libertad
yendo
pueden
del
ha-
brazo
con su cuya, otros hay que rabian porque tienen que remolcar esa necesidad de nuestras reuniones, la mamá. No me detendré en las felicitaciones de las bandas de las guarniciones a las autoridades, y del serono, alguacil, ahijados y otros que nombrarlos fuera nunca acabar, a todo el que puede darles, no dulces ni cerveza; sino, algunos realejos para
celebrar
los Santos
Reyes,
por-
que esto con distintos motivos y 'en diversos días del año pasa en muchos otros parajes, y no merece llamarse costumbre de Puerto Rico. Vamos pues a cuentas, querido lector; ya tienes un artículo bueno o malo sobre aguinaldos, uno más que leerás tú, y uno menos que yo tengo que escribir; si le esperabas mejor, hiciste mal y te llevas un buen chasco; si peor, me alegro mucho desde ahora, y si no lo uno ni lo otro, recíbelc tal cual es, sin exigir que me devane los sesos dando vueltas a un asunto acerca del que pienso lo que te dije al principio
y
repito
ahora;
los
aguinaldos
son de aquellas costumbres que muy poco Oo nada tienen que tildar, mucho que merece elogio. (1) (1)
EL
JIBARO
de
Manuel
y
A.
Alonso Pacheco, es.una obra clásica de nuestra incipiente literatura del Siglo 19. Apareció su primera edición por 1849 en Barcelona. En 1882 se hace otra edición que se
cuaja
definitivamente
por
el
1884
ccn apuntes de don Salvador Brau, intitulados AL QUE LEYERE.
Tanto
el autor
de El Jíbaro
co-
mo el propio Alonso, han sido estudiados muy poco en nuestra literaModesto Rivera, escribió una tesis sobre los mismos, para la Facultad de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico en 1947. El Dr. Francisco Manrique Cabrera, siendo Director del desaparecido Colegio Hostos, publicó una edición
rentino, sino en sus extremidades, ha visto desfilar ante sí cuatro generaciones sucesivas, precipitadas por incontrastable fuerza hacia el abismo de lo infinito, enlazándose y chocando a la vez unas cosas con otras, y desarraigando vicios en su curso, atacando preocupaciones, revolviendo costumbres, levantando ideales nuevos y flotando por sobre
nueva
todo
tura actual.
de
Solamente
la obra
de
el Profesor
Alonso,
que
y se
adentró
en
su
corazón y en sus costumbres y en su espíritu, no fue como bien apuntó Brau, un visitante más o un ex-
tranjero
más
en
tierras
quen. Oigamos la cosa: “Eso
ha
no NEL NOSTRA
a
de
Brau
hecho
Borin-
copiosos
al otro día llevaría
su renuncia
al puesto
a Esofreci-
POOOOOROLLIOVNARIARA LOLOGA O
ERRATA QUE LAMENTAMOS MUCHO
ni
precisos
la mano
nen fuerza dir”.
(Viene de la página 17) do, paseaba por los mares el banpintado. Y hasta el paquebote copaña
que
z
y voluntad
tiese la urgencia
“Cada
pierna
sujeta con una (abrazadera; el polio fué inclemente y no (me deja andar como a los otros niños. Madre, (¿cuando
los
ángeles Perdone
muera
del cielo me (dejarán jugar?” el
poeta
nuestros lectores.
¡OLIVAR
yo
3
amigo
y
estas
(Anteriormente
GUEST
Frente la
PARGUERA
HOUSE)
a la preciosa
Parguera,
al
Puerto
bahía
de
Sur-Oeste
de
Rico
Un encantador paraje para el espíritu, el descanso, la quietud,
el ensueño.
líneas
para
aplau-
derín oficial por él diseñado. Sí; su tierra le necesitaba. España poseía una pléyade de artistas consumados que embellecían su vida y atendían a las necesidades artísticas de su sociedad. Puerto Rico sólo tenía a Jos? Campeche. Ahora, todo estaba bien. Comprendía por qué era su deber no aceptar el nombramiento. Se lo debía a su arte; se lo debía a su pa-
en
leerse:
pudieran
La Parguera
Y OLLER
tría.
debe
no son tan
como
traza
En la pasada edición cometimos una errata que de veras lamentamos profundamente. Se trata del poema de nuestro querido colaborador José S. Alegría, “La Queja del Lisiado” en el que apareció la segunda estrofa mutilada en su último verso. Copiamos íntegra la esrofa, en la forma que
y
VILLA
y el corazón que la impulsa solo tie-
sentado,
CAMMNI DI el vate flo-
CAMPECHE
rreo que
pasiones
serlo, júzguenlos otros en buena ho-
comentar
Alonso:
DEL como
de
esos apuntes del viajero
ra:
MEZZO VITA,
vaivén
sentimientos distintos, la aspiración suprema del progreso y el ansia febril de razonadora investigación. “Pero lo que no ha hecho Don Manuel Alonso es cruzarse de bra205, indiferente al grandioso espectáculo que ante sus ojos se desplegaba. Touriste inteligente, ha abierto su cartera de viaje y consignado, en breves pinceladas, expresivo recuerdo de cuanto contempló. Si
contiene las palabras de don Salvador Brau. De ésta, hemos tomado estas páginas sobre los aguinaldos y las trullas en Puerto Rico, costumbre que según el propio Alonso, ya venía decayendo un poco para su época. Alonso, español que pasó por
nuestra- Tierra
ello, el
HOTEL
FOSFORESCENTE PISCINA
Todo
moderno,
cómodo,
tranquilo.
Y en ello no había sacrificio.
¿Riquezas?... Ei dinero no podía comprar lo que él tenía: el don maravilloso de la creación, el cariño
PESCA BAHIA
y
el
respeto
de
los
que
le
ro-
Atendido por Pura
personalmente los
esposos
y Carlos
Quiñon+*s
deaban. ¿Honores... ¡A él, pobre barro, le cabía el privilegio de dar tradición artística a su época! Y quizás algún día, cuando su pueblo llegase a su mayoría de edad y sin-
de buscarse
en su
pasado, lo descubriese a él, humilde obrero del arte que cooperó en
la magna tos
de
labor de echar los simien-
la raza.
Refrescaba. a
soplar
una
De brisa
la bahía empezó picante
y
alta.
Por Loíza, entraba la noche. La campana del Convento de Santo Tomás llamaba al rosario. José Campeche echó andar hacia el convento. De pronto, se detuvo y se
internó por el malezal. Por allí crecía
el
cundeamor.
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EL ALMA DE LAS FHESTAS DE NA VIDAD Por SAMUEL "LUGO
Asoman en el ambiente los preludiantes aires de la Navidad. Puñados de ráfagas entonan sus lluviosos coros. El corazón se abre al recuerdo de las tradicionales fiestas navideñas. En el hondón de nuestras memorias tal parece que la sombra del hogar y la montaña trazaran sus mágicos perfiles. ¿Quién no los recuera? San Juan estrecha sus avenidas de heterogéneas
procesiones.
campos
de
de
lo conocí cuando
era niño.
Ante
o azoteas. Yo jamás
el avance de! tiem-
pc el corazón se nos ll:na de interrogaciones. Y un pesado silencio nos azota el recuerdo. Y dejamos qu>
la
voz
levante
del
y grite:
“¿Dónde
pasado,
que
están
llevamos nuestras
dentro,
se
tradiciones?”
Gritan los escaparates sus luminoEn el fondo de las vitrinas los viehacen su aparición sobre simulados
que nos lleve el pensamiento a las distintas zonas de la niñez perdida, como si quisiéramos, al rscorrerlas, revivir lo hermoso de todos sus caminos.
nieve.
Avanzan
se cruzan
sobre
incesantes.
ellos
exóticos
tri-
algodón,
gados de presentes. que Santa Claus no
los
septentrionales
arbolillos
car-
¡Paradoja del trópico! Y aunencuentre las clásicas chimeneas,
“¡No
hermosa
las mutilemos! ¡Salvémolas!” Y con las fuerzas más bellas del espiritu dejamos
humanos
neos. Agiles canes del Artico tiran de los fugaces y diminutos carros. En todas las distancias, las blancas soledades de las nieves. Aqui o allá el resplandor de una ventana en cuyo fondo se consumen los leños encendidos. Más allá el paso de algún ciervo recortando con su ramosa cornamenta la nevada lejanía. Toda la frígida blancura del Norte volcada juntoa la apacible y verdosa placidez de la tierra mía. ¡Exotismo! Y es que la tradición de nuestra Navidad mana sangre de un costado en este puerto del norte is'eño. Sólo, a distancia, cruza un ligero asomo de su primitivo espíritu. El alma del idioma pasa "esionada en las múltiples felicitaciones que nos reciprocamos. F uyen copiosamente los “Merry Christmas” en las 'arjetas navideñas. Los hogares se llenan de focos importados. Yérguense, improvisados, bajo las silenciosas
nieves
su tradicional entrada por los balcones Y allá en la montaña ¿también llega?
La
Ríos
vida lleva prisa. sas policromías. jos Santa Claus
hace
Porque
viejos
60
—
el hondón
de
nuestras
vidas
se al-
tiempos?
No
lo sé, porque
jamás
lo he vuelto
a vivir. Pero si en mi ausencia de tantos años que lievo por estas remotas costas del norte de mi tierra, Dios ha querido que aún subsistan, ¡benditos sean!
COMERCIAL GEORGETI
desde
za, gigante, el alma de los días que satura el aroma de la tierra linda. ¿Quién que la lleva dentro no la abreva con sus sonrosados amaneceres temblando en el recuerdo? Si, bajo aquellas misas de aguina'dos que ayudaban a hermosear los cánticos de los ga'los. Cuando lejos la voz de la campana se daba a nuestros campos .para llamar al pueblo a las misas can*tadas. Y éramos, ya de regreso a los hogares, toda a tropa estudiantil y el pueblo, ansias de gozar la madrugada más allá de los montes, más allá de los puentes, más allá de los ríos. ¿Dónde están a estas horas las alegres mascaradas que recorrían nuestras calles? Las comparsas de las estudiantinas cantando de casa en. casa? ¿Las parrandas, los “asaltos”, los tradicionales platos que caracterizaban el espíritu de la Navidad de nuestros
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Carta de don (Qamón Emeterio Betances a Doña Lola Rodríquez de “Tió
BETANCES PARIS,
Sra.
Lola
Rodríguez
de
Tió
—
7.
XI.
87
Mayagiez
Querida Lola: espero que habrá recibido mi última carta: Gracias mil por sus felicitaciones. Lo que han hecho conmigo lo h* admitido —sépalo—por no hacer un desaire grave; que hace más de cinco años que lo estaba rehusando. Lo estimo como se debe; pero más me ha costado el aceptarlo—por estar fuera de mis principios—que para otras obtenerlo. Mil cariños a Patria. Recuerdos amistosos a Bonocio. No quiero decirle nada de lo que pasa en Puerto Rico. Todo el mundc sabe lo que pienso; en nada me han sorprendido los sucesos de hoi. Vuelva a leér mi carta, si la ha conservado, en que le hablaba 'de los “qutonomistas” sin autonomía, (hasta más no poder, hoi): si las resoluciones inútiles i sin fruto a las juntas magnas,: si los tantos artículos bien escritos: más inútiles aun. Vea porque pronto me han dado razón los acontecimientos. Yo espero que la generación venidera, resuelta en la indignación de lo que hoi pasa, será incapaz de soportar ese estado de salvajismo de los gobernantes. Desto que todo se haya calmado ya : Anita Otero ha tenido un triunfo en sus exámenes para el Conservatorio de Música. Le tocó un trozo de grandisima dificultad; que arre-
bató
aplausos.
Antonio
Thomas,
que
es el Director,
son
doscientas
competidoras. No habrá más que ccho, serán admitidas. Hai que recordar que ella es extranjera. Los elogios de puertorriqueña no le han hecho más honor que ella merece.
roso para NOTA:
Baldorioty
ella; Esta
para
la prensa
carta,
como
y ¡Viva Puerto la anterior
que
de Castro a doña Lola Rodríguez
Rico
la
prensa hon-
libre!
BETANCES publicamos de don
de Tió, fueron
nosotros de las coviaz fotostáticas que existen en Puertorriqueña; tomadas de la Biblioteca Laura serva en San Germán, don Félix Tió.
Es
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Ramón
copiadas
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nuestra
comienzo
el
antiguas isla
desd?
programa
de
desarrollo industrial de nuestro gobierno, y que se han mantenido en constante y progresiva operación desde que fueron fundadas en 1950 son la American Steroids, Inc. y la Pharmaceutical Products Company, Inc. Ambas radican en el Edificio Bernardini de la Avenida Eleanor Roosevelt, en Hato Rey y con subsidiarias .de .la. Avenida. Eleanor Roosetvelt, en Hato Rey y son subsidiarias de la Ogden Corporation de Nueva York, la cual también posee los intereses principales de la conocida empresa Syntex, S. A. d2 Ciudad de Méjico. En sus ocho años de vida las dos empresas boricuas han logrado cimentar bien sus raíces en nuestro suelo y actualmente emplean cerca de 100 personas, altamente especializadas en los complicados meneste-
res de la elaboración de hormonas esteroides y productos farmacéuticos. La nómina anual de las dos firmas, por concepto de salarios a sus empleados es cuantiosa y, a pesar de que toda la materia prima qué usan es importada de su firma hermana en México, los beneficios al país son grandes ya que todas sus Otras necesidades industriales son satisfechas con e! esfuerzo local.
El elevado
concepto
que
tiene
la
Junta de Directores del positivo valor de la mano de obra boricua, así como el amplio conocimiento gerencial del Administrador General,
La tradicional cena de pavo, en ocasión del Día de Acción de Gracias, dió motivo para que se reunieran una vez más, en alegre confraternidad social, los jefes y subalternos de las dos empresas que hoy ocupan nuestra atención.
el Lcdo. Adolfo Monserrate Anselmia han hecho que la familia Syntex, como originalmente se le conoció a todos los que trabajan bajo él techo de American Steroids y Pharmactutical
productos
Co.,
se
con-
vierta en lo que quizás sea, en la cvinión de muchos, el más claro exponente de las buenas relaciones obrero-patronal?s. Siempre at:znto a las ncesidades de sus “colaboradores”, como llama el Lcdo. Mon-
serrate a sus empleados, la gerencia aprovecha toda oportunidad para cimentar aún más las relaciones entre los jefes y los subalternos, conscientes de que así se ayudará a preservar la paz industrial nece-. saria. .
Para llevar a la realidad esta teoría, la Gerencia auspicia todos los años una cena de Acción de Gracias y obsequia a sus empleadaos con la samia palabra del sacerdote comarca. Fomenta así la unión espiritual y la confraternnidad y participa activamente en la vida social y cultural de sus empleados. Engranaje importante en el des-
arrollo industrial de nuestra comu(Pasa
Los
Jefes
de
producción
cibir
a la página
los
y
1h
distitos
departamentos
administrativos
de
pr
A
2
ón”,00
empleados.
sonríen "7
que Al
de
al
go
re-
com-
partirán
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Monserrate Anselmi, Vice Presidente Ejecutivo y Gerente General
A.
sus
41)
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O
?
guitos
di'agua.
El minuto tro.
El
pasó
canagúey
bolando cantó.
y nos yamaron Ei
mío
abochosnao.
como
al sen-
que
estaba
>
Entonse soltamo y encajaron de nuevo. Nos dió deu dulse otro viaje. Pero tiramo y fué buena. Nibelemo la cosa. Aquellos no peliaban como dos gayo. Paresían dos d:ablo. Eso era un 'tajo quitao y otro poníio. La cosa estaba pareja. Apostamos más chavo. El de nosotro, con un ojo quiñao, peliaba como un toro. Aquel también era bueno y má. Los do eran de amariyar. Pero en una que lo picamo en el buche le metimo la espuela bien metía. Hasta la pata. Y la
COSAS DE GALLO (CUENTO) Por
ANíBAL
Díaz
MONTERO
sintió
porque
sufisiente —-Fué hace muchos años; empezó el viejo mien-. tras chupaba el cigarro y formaba nubecillas al botar el humo. Yo era el gayero de los Rosale. Buena gente
aquellos hermanos.
gayo
jeresano.
—Tire
pa'lante,
Se peliaba volvieron
al material
del paí.
a interrumpirle.
Miré entonse a los Rosale.
Le jise seña que qué creían.
—El de nosotro es poyito pa probar. viejo. Quítalo de ahí, me dijieron.
Ese
es gayo
y si salen doy una gabela, brincó el vie-
jo aquel que era una lija. —¿De cuánto?, hablé yo de entrometío. —Sincuesnta a treinta, contestó. —Entonse pésalo, me dijo el mayor de los muchacho. Le llevamos media onsa. No las dió. Pero Tovía los Rosale seguían culipandiando. —Acaben de agusar ante que se arrepienta, nos decía don Mateo hecho un cheche.
raspe, dije, como si ayí yo compusiera algo.
Entonse empesó la gente a jugar por ensima. Canagúiey tenía tres pelea y nosotro no sabiamos Pero como ya estábamo casao, agusé, corté goliya,
El ná. ru-
sié y solté. —Doy dose a ocho. Sei a cuatro. Tres a dó, gritaban los ventajero. Nosotro cojimos unas pará. Pero el otro gayo le cayó al de acá como un bombero. Los nudiyo, un ojo, la vena, qué se yo qué má, pero el poyito seguía buscando onde agarrar pa tirar su pataíta. Había que dejarse 'e vaina, el de don Mateo era una estreya. Coltaba más que una yen. — ¡Levántenlo!, nos chacotiaban.
—¿De
dónde
tela?, gritaba yo, si la pelea está to-
vía en sus comienso.
Y en el barro seguía la cosa. No las estaban echando
toas.
Tábamo
casi
privao.
Entonse
vino
el golpe
"e suerte. Picamo y dimo. Aquel se encogió. La gente gritó otra vuelta. Se empató la jugá. Pero ahí los gayo
un
chispito. a echar.
Pero Lo
fué
encaja-
mo y lo tiramo que paresía un abanico blanco y colorao dando
los último soplío.
Dispué, en la casa 'e gayo, los muchachos vinieron a ver si no quedaba tuelto. Me metieron en el bolsiyo
un royito.
Yegamo a la vaya con un poyo rubio. Pico negro y espuela así. Taba con toa su¡pluma. No lo habíamo pelao ni ná. Don Mateo Bayadare, un viejo chiquito, gordo y yeno 'e cuarto, me paró un canagúey que paresiía una dama. —Pon ese ahí, Cabesón, que si salen de lo echo con sincuenta, me dijo. Se lo puse al pié y paresían guare. Del mismo grande, la misma espuela. Jincho de pata los dó.
—Pues
quieto
le volviéramos
000
los oyentes. conosían bien
000
—Pesamo
que
Me desían Cabesón...
—Va bueno, don Artemio, corearon —Tovía aquí en Puerto Rico no se los
se quedó
pa
se quedaron quieto y el jues gritó careo. Alivié con toa mi conosensia. Le raspé un chispito espuela y lo que naide hase, lo dejé beber dos tra-
No falta má.
Entonse
uno me
dijo:
Cabesón, tate pendiente cuando vuelva el barco español. El mayoldomo dijo que en el atro viaje nos jiba traer otro tovía mejor castao que éste.
American Sterords... (Vizne nidad,
forman
de
las dos
la
página
empresas
únicamente
con
39)
no
se con-
su misión
fabril y todos los años llevan a cabo actividades para beneficio general de la comunidad, como lo evidencia
su
sólido
respaldo,
con
donativos
sustanciosos, para ayudar a levantar el Hospital de Oncología que patrocina la Liga Puertorriqueña Contra el Cáncer. .Su ayuda al fondo pro Festival de la Navidad, proyecto de la Hon. Doña Felisa Rincón de Gautitr, se ha convertido en actividad anual y su sostenimiento de varias becas en la Universidad de Puerto Rico, para fomentar los estudios en farmacia y química, son su aportación al mejoramiento de esas profesiones. Por otro lado la Junta de Directores, presidida por el conocido letrado, Ledo. José G. González, siente inquietud por el problema de la delincuencia juvenil en Puerto Rico y cree firm:mente en todas aquellas campañas que laboran por solucionarlo. Así, hace poco, la Junta hizo otro importante donativo al Concilio de Niños Escuchas de Puerto Rico con el fin de mejorar las facilidades de su Campamento Gua-
jataca,
y
actualmente
estudia
la
posibilidad de patrocinar un programa “educacional a través de la televisión, inspirado en la rica historia de nuestra isla, para beneficio de nuestros ciudadanos del mañana.
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NUESTROS
PROCERES
DON SALVADOR BRAU servar Por
JuAN
DIEZ
DE
ÁNDINO
De mañana, bre llegó a la
cuando de costumCapital y paso ante
la
Don
estatua
de
Salvador
entre
figura
los
del país
nían
Brau
en
seos
su
trato
de
y
tan
mostrar
al
en
sus
de-
público
sus
co-
nocimientos,
que:
ahora
pletamente
fuera
de
de
yace
la
com-
memolia
su pueblo.
Como a eso de las nueve de la mañana, la venerable figura de Don Salvador salía a tomar el sol que acariciaba su balcón. Don Salvador permanecía allí largo rato.
Aún
recuerdo
verle
con
el
bigote
caído, la mirada cansada, el rostro taciturno y con las manos entrelazadas sobre la espalda, caminando de un extremo a otro del balcón. Para esa época había llegado de Nueva York su hija, Doña María Brau Zuzuarregui, hermana de los inolvidables e ilustres hombres de
letras,
Luis
y
Mario,
recién
viuda
de Don Enrique Ramírez de Arellano, con sus tres hijos entonces adolescentes: Enrique, escritor, poeta e historiador; Luis, quien, andando el tiempó, fue jefe máximo de la Policía de Puerto Rico; y Renato,
las ocasiones,
gran
interés el
histórico.
bombardeo
: drugada
al imponente
cañonazos. con
a
San
laba
la
sonido
lós cuales
escuadra
de
nos
los
rega-
americana
co-
mandaba por el Almirante Sampson. -Inmediatamente me levanté y al
percatarme
de
lo
que
ocurría,
que ya se esperaba, marché en seguida a mi oficina, sintiendo en mi camino, sobre mi cabeza, el silbido de las balas que cruzaban en todas direcciones. —Mi oficina estaba en el Arseactual profesor en la ciudad de los rascacielos. Poco tiempo después, Don Salvador mudóse a la Capital, a la calle
de San
Francisco,
muy
cerca
de la
plaza de igual nombre, en uno de cuyos ángulos yace ahora su estatua tallada en bronce. Estatua a la que nuestra juventud no venera, como debiera, porque no se le ha enseñado a conocer las dimensio-
nes
intelectuales
y espirituales
del
hombre que representa. Esta talla fue un gran acierto y constituye una grata encarnación del patricio. Su profunda actitud medi-
tativa no la hubiera
podido
captar
nadie mejor que su escultor Victorio Macho. Así mismo era Don Salvador cuando meditaba en silencio.
No
:
puedo
acompañaba
olvidarme
yo
Adsuar en sus Don Salvador. ro
viejo
nos
a mi
tío
fecuentes Siempre
recibía
con
cuand
Enrique visitas a tel auste-
suma
cor-
dialidad y, aparentando no sentir las agujetas de la artritis que le torturaba, entablaba conversación con mi tío. Yo me limitaba a ob-
nal, en La Marina, entonces Capital.
porque
OBSEQUIO
DF
AMIGO
« artes y letras por su Alta Labor Cultural
yo era
jefe de la Aduana de la Allí permanecí durante
varias horas y hasta que cesó por combvleto el bombardeo cuando se retiraba, mares afuera, la escuadra
del susodicho Almirante. Mientras estallaban las granadas en la bahía, mis hijos Luis y Mario y otros amigos vinieron a la oficina a convencerme de que la abandonara
porque
allí corría peligro mi vida.
—«¿Y usted la abandonó? —Inquirió mi tío. (Pasa a la página 57) Procure
la Revista
LETRAS” y Y TU”
“ARTES
el libro
“EL
como
diccionarios
Y
MAR
de Julia de Burgos,
así
de
RAMON RUIZ DE HOYOS 1333
QUINTA
AVENIDA
(CERCA A LA CALLE NUEVA
112)
YORK
Agente Exclusivo y Corresponsal
UN
nos
(mayo de 1898), desperté en la ma-
destacada
parco
y a oír su docta
todas
—Cuando
intelectuales.
Debo aprovechar la coyuntura para decir que Don Calixto Romero era otro de nuestros grandes valores, pasado al olvido, por razón de que, siendo doctor en medicina y hombre de letras (también dibujante y pintor), era tan modesto
En
contaba viejas anécdotas que el había vivido y que para nosotros te-
que ubica en la Plaza de San Francisco, me asaltan recuerdos de lejanos días. Me refiero al año 1909, cuando Don Salvador vivía en la Parada 22%, de la Avenida de Ponce de León, en la casa contigua a la botica de Don Francisco Romero, hermano del Dr. Calixto Romero,
también
al maestro
palabra.
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pueblos... De los que partían fue ra de Aguadilla par a trabajar y ccnvivir
en otros: lugares... *
*
*
El viejo tren vino a despedirse de Aguadilla. A .decirle adiós para siempre a la Cuesta Vieja. A] Cerro de
las Animas. A las montañas de Jaicoa. Al airado pico del Almirante. A la Cámbija. A la Victoria. Al Coloso.
En
querida Villa...
=
EL VIEJO TREN OSCAR
VALLE
El mes primavera] de abril llegaba a sus postrimerías ... En un hermoso día impregnad o de sol brillante y tibio, con cie lo cuajado de nubes blancas que coronaban los picos de la cordiller a de Jaicoa en esta Aguadilla que sirviera de cuna al erudito De Diego, fueron sorprendidos los ciudadanos de la histórica Villa por un sil bido intenso, un tanto triste y quejum broso salido de
una
locomotora
que
varios vagones del inolvidables tiempos
aquel que
tren
con
simbólico
su ir y venir
arrastraba
viejo tren pasados. ..
y
de De
constante
de norte
a
sur, etravesando el Salien te aguadillano, hacía estremecer de júbilo a los
EVO
3
SES
CORTESIA
Hospital
y desvelados,
de un
nuevo
comunidades.
*
*
emergencia,
*
*
¿no
viejo
*
¡Adiós, viejo trent... Al despedirte de Aguadilla con tus silbidos de locomotora y tu estridente traqueteo de caminar sobre raijles, «estrujaste muchos Corazones y revyerdeciste recuerdos
gratos
ente infinidad de aguadillanos que tan bien te conocieron Y que no habrán de olv
idarte...
*
¡Adiós,
viejo
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volveríamos a necesitar del tren?... ¡Dios lo sabrá!
la Pprime-
El viejo tren dejó sentir su silbido que por tantos años hizo levantar los corazones de los que esperaban seres queridos de otros HIÓIDOLOOOIODA
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aciagos años de guerra, se va, diz que para no volver. En un caso de
..
*
vez.
que fue tan útil al gobierno y a Puerto Rico duran-* te los
El viejo trex,, por dos o tres días, hizo repercutir su simbólico silbido del gusano de hie rro de antiguo medio de transport ación terrestre que tan competente, cómodo y económico servicio rin diera a nuestras
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VIOS
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*
*
=
última
Y ese viejo
día...
e
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por
que avisaba alegremen te a los tras-
ra hora
=
un pretexto. A limpiar los railes, dicen que vino. Y, fuera para lo que fuera, pero, vino. |
humildes moradore s del Cerro de las Animas Benditas y servía de reloj con puntual hor ario que anunciaba el templabo tiempo del Meridiano en la Villa del Ojo, a la vez
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Y, ese viejo tren al que tanto quisimos, no podía despedirse sin visitarnos
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LA ARQUITECTURA
CALIFORNIANA Por SALVADOR Miembro
La arquitectura californiana emana de la arquitectura ancestral española que dejó sus huellas indelebles en California con ejemplos como las misiones de San Luis de Obispo, ¡San Juan de Capistrano, entre otras, de legítima arquitectura colonial española.
Luego cia
de varios años de influen-
española
tónico
en
el diseño
arquitec-
de edificios y residencias
en
california, podemos decir que desde el año 1922 empezó a crearse una arquitectura moderna californiana, y entre otros arquitectos, el que fué pionero en testa época fué el Arquitecto Richard J. Neutra, mundialmente conocido y hombre que ha realizado grandes obras arquitectónicas en California y fuera de ella. Podemos aquí añadir también que el Arquitecto Neutra dejó también huellas indelebles de su estilo en Puerto Rico, al colaborar con arquitectos
jóvenes
que
hoy
practi-
can la profesión de arquitectura en Puerto Rico. Reconociendo en el Arquitecto Neutra, una autoridad en aquitectura californiana, citamos de una de sus últimas obras lo que sigue: “La capacidad del arquitecto para preparar al hombre una vivienda en medios geográficos adversos, se ha demostrado en los casos de las viviendas
ñías
que
las
petrolíferas
grandes
han
compa-
edificado
en
el desierto para sus obreros. De la misma manera, y gracias a la técnima moderna, me ha sido posible realizar una casa en el desierto de California donde hubo necesidad de transportar todos los elementos, incluso el agua, el césped... y el inquilino. En ella se adoptaron las
pantallas
rompesoles
de
aluminio,
con dispositivo de cierre hermético, para proteger la, zona habitable de las tempestades de arena, y, en el interior, del exceso de radiaciones. Otras veces, las he utilizado para efectos de iluminación nocturna, consiguiendo efectos muy agrada-
bles.
De esta forma, un objeto con
uno sola función tiene como consecuencia una srie de ellas, es de-
cir, una reacción en cadena de nuevas
aplicaciones
con
nuevos
objeti-
vos. Por otra razón, creo importante considerar en arquitectura el me-
canismo de lo nuevo y su capacidad subsiguiente de estimulación.
Lo
interesante
en
el desierto
es
que, por no existir ningún hito cultural, está alejado de toda influencia humana. A pesar de ello, es posible construir de forma hubana, gracias a los recursos de que dispone el hombre para conseguir reacciones típicas de seres racionales. La simple geometría de la arquitectura subraya la hosquedad del medio ambiente e intensifica el atractivo de las montañas. Un elemento de gran importancia, tanto en el interior como en el exterior de la vivienda, es la iluminación eléctrica, ya que, cuando se ha puesto el sol, comienzan esas horas en cue el espíritu despierta
bella
de
Junta de Planificación de Puerto Rico
que
había
viajar
de
conocido.
Peiping
Buenos Aires a Kandahar y a San Francisco rectificado lo aquella época.
famosa
IGLESIAS JR.
por sus brisas frescas y sa-
litrosas del mar pacífico, temperatura anual promedio de 56.7 grados,
el don cultural de gran «ciudad, sus innumerables Roma
por
montañas, Bridge, y el co diario Bridge, es A la Bahía
barcos
a
barcos, estar
razón
Actualmente
de la
de
casi un
tantes
y
en
de
la arquitectura debe ser, a mi entender, su integración con el medio. El paisaje, fuera y dentro de nuestro cuerpo, rodeando y penetrándonos, no es aigo estático, sino un conjunto dinámico de procesos. Y, de esta forma, las arquitecturas de: futuro no ha de concebirse como algo estático, sino en perpetuo contacto funcional con nuestro
más hondo ser dinámico.
Que sean
nuestros hogares templos naturales donde podamos vivir en comunión,
cada vez más cercana, con el milagro que abarca todo nuamente evoluciona eternamente.”
Copiamos
un
y que contiy nos rodea
sus
de
lo
que
dice Frank Shor, Editor Asociado del National Geographic Magazine,/
uno
por
hora.
ciudad
urbana
millón
de habi-
áreas
cercanas
2,200,000 habitantes de todas partes del mundo. A esta ciudad se le llama también el “Bagdad de la Bahía.” Se dice que ni los fuegos ni los temblores han podido detener el progreso fantástico de esta ciudad en los últimos veinticinco
años.
Casi
la mayor
parte
de
los
residentes casi siempre van a San Francisco a comer en sus famosos
resturantes, al teatro, y cabarets o a comprar en las de departamentos.
grandes tiendas En comodidades
hoteleras San Francisco :lo tiene todo, ya que cuenta con un sinnúmero de hoteles de los más grandes en la costa oeste, entre otros, el “Mark
Hopkins”,
el hotel
el antiguo
“Palace.”
Otros
sitios
de
“St. Francis”, interís
en
y
esta
magnífica ciudad sora “Misión Dolores”, construida 1782, la isla de Alcatraz, hoy una penitenciaria, el monte conocido por “Tele-
graph
Hill”,
y muchos
otros
sitios
históricos que recuerdan el terremoto que arrasó con la-ciudad en el año 1906. También esta ciudad cuenta con una pléyade de arqui-
tectos reconocidos
párrafo
a en
sus dos puentes el Bay Golden Gate. El tráfique pasa: por el Bay de 92,000 autos diarios. de San Francisco llegan
consta
fundamental
su parecido
entronizada
a la contemplación, en que el hom-
la cualidad
de
Berna, de Isfahan a Kabul, al regresar a recientemente no he que había dicho en San Francisco es
bre goza de la visión de la casa. Del empleo en climas cálidos de superficies de agua en relación con la casa, resulta un espejo reflector de la luz y de las formas, a la vez que crea un ambiente de frescor. Además, subraya y acentúa las sensaciones diversas que proporcionan las distintas horas del día, de la estación o del tiempo. El color y la brillantez de su superficie cambia, se modifica -y, a la vez, modimica el ambiente que le rodea. En rea-
lidad,
Luego
a París.
por sus brillan-
tes proyectos de diseño funcional, entre otros el Arquitecto Raphael Soriano, profesor de arquitectura
en un reciente artículo que se titu-
en la Universidad
la “Boom on San Francisco Bay.” “Hace quince años visité la ciudad de San Francisco y en aquella
Arquitecto Vernon de Mars, ex-attache naval del exgobernador Rex-
época
en
la
consideré
la
ciudad
más
de Berkeley y el
ford G. Tugwell, profesor de diseño la referida
Universidad.
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colaboración será solicitada. Dirija toda correspondencia Director, Calle Arecibo +14 - Hato Rey
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NUEVA
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Pintor del Pasado González García EL
ALMA
DE
LAS
NAVIDAD
—
al
por
por
FIESTAS Samuel
DON
SALVADOR
Juan
Emilio Pagán
García
de la Calle
112)
EL LA
Diez
de
A
continuación, la carta que nos enviara el Instituto de Cultura Puertorriqueña, honrándonos con la entrega de una de las medallas acuñadas vor el mismo, para conmemorar el primer centenario del natalicio de Juan Morel Campos. Demás está agregar, cuan ayradecimos estamos al Instituto de Cultura Puerto-
por
el
reconocimiento
que
a los propósitos 7 de
hace
a
nuestra
del centenario noviembre
de
del 1957
Sr. Juan Bautista Pagán Revista Artes Y Letras San Juan, Puerto Rico Estimado señor Pagán:
BRAU
músicos,
y
recordatorio
actos que le ha dedicado el año de su Centenario.
La medalla
de
por
DE
POESIA
DE
HOY
POETAS INCLUIDOS Luis Lloréns
Torres
Julia de Burgos Luis Palés Matos Evaristo Ribera Chevremont Félix Franco Oppenheimer Felipe N. Arana Francisco Arrivi E.
Ramírez
Brau
J. Dávila
Semprit
C. Orama
Padilla
Oscar González Suárez
El Instituto de Cultura Puertorriqueña ha hecho acuñar una medalla conmemorativa del primer centenario del natalicio de Juan Morel Campos. Esta medalla es tributo que rendimos al más celebrado de nuestres
LOLA
VIEJO TREN por Oscar Valle ARQUITECTURA CALIFOR-' NIANA por Santiayo Iglesias, hijo
FLORILEGIO
Medalla Morel Campos a nuestro Director
DE
Lugo
Andino
PUERTORRIQUEÑA
rriqueña,
Sebastián
COSAS DE GALLOS—Cuento Aníbal Díaz Montero
YORK
AGENTE CORRESPONSAL de Hoyos, 1333 Quinta Avenida (cerca Nueva York
humilde aportación ilustre compositor.
A. Alonsc
Nuestro Máximo
CARTA DE BETANCES A RODRIGUEZ DE TÍO
—SUSCRIPCION—
CORRESPONSALES
EL
CAMPECHE Y OLLER por Luis Quero Chiesa
CONSEJEROS
Emilio S. Belaval Nilita Vientós Gastón Margot Arce de Vázquez Antonio Paniagua Picazo Fernando Sierra Berdecía Manuel García Cabrera
Toda
EN
por
por José Emilio González
Director
JUAN
mensual
el pueblo
se otorgará
como
permanente
de
Puerto
premio
de
los
Rico
en
a los triun-
Alfredo Margenat Amelia Ceide L. Coballes Gandía Israel Roldán Blas Obdulio Bauzá Juan Bautista Pagán Juan Antonio Corretjer Juan Avilés
Raúl Grau LIBROS
Y
Archilla
REVISTAS
fadores en los diferentes concursos de arte convocads por el Instituto para honrar la memoria del inmor-
tal compositor ponceño. También será distribuida entre las personas representativas de Puerto Rico y todas aquellas que directa o indirectamente han contribuído en alguna forma al éxito de las celebraciones conmemorativas. Le suplicamos acepte la medalla que le remitimos, como recuerdo de este “Año del Centenario de Juan Morel Campos”, ya próximo a finalizar. Le saluda cordialmente, RICARDO
E.
Director
Ejecutivo
ALEGRÍA
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pintor
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puertorriqueño
del
Samuel
Sánchez quien según se nos informa, toma actualmente cursos avanzados de pintura en Europa mediante una beca que le concediera la Universidad de Puerto Rico.
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mi cargo los libros de la Aduana
y
en Caja unos dos mil pesos provinciales, de los cuales no podía desprenderme sin r.esgo de manchar mi reputación. Por eso permanecí alí
hasta
formar
entrega
responsabilidades
al
de
mis
mandatario
del gobernador militar que ocupó la plaza. era
pósitos. Es alEn una democracia, la educación universal es indispensable. go que no puede aplazarse. Sin que se niegue la eficacia de la gestión individual, conviene no olvidar que vida es coexistencia. Nadie puede vivir de por sí, de espaldas a sus circunstancias.
Que
— ¡Pero ro
(Viene de la página 2) var a cabo una serie de experimentos que adelanten métodos y procedimientos para el momento en que sea dable poner en vigencia un proceso de educación selectiva en grande escala. Urge que así sea. Tenemos fe en la escuela pública, niveladora social, creadora de los lideres presentes del país. No se debe escatimar esfuerzos para dotar a esa escuela de los mejores instrumentos para la realización de sus pro-
la
Don
Salvador,
pelleja
y
la
lo
prime-
familia!
—Para mi lo primero era el cumplimiento de mis deberes. Porque yo soy de- los que creen que a la familia, antes que pan, hay que darles vergienza. (¡Oh, palabras de oro de Don Salvador desconocidas en nuestro ambiente!) Algún tiempo después, murió Don Salvador, el día 6 de noviembre de 1912. Recuerdo que asistí a sus funerales. La tarde estaba lluviosa. Se efectuaron las exequias 'en el cementerio de la Capital. Antes de descender la rampa, despidieron el duelo, bajo paraguas, Don Antonio Alvarez Nava por ia familia y por la Colonia Española; el Doctor Santiago Veve por el Partido Republicano; Luis Lloréns Torres por los poetas y literatos; y creo que, aunque no estoy muy seguro, por el Ateneo habló Rafael Rivera Zayas, jcven entonces de firmes atisbos literarios, recién llegado a la Capital. Todos exaltaron la personalidad de Don Salvador a tono con sus merecimientos. Pero también recuerdo que el más conceptuoso al hacerlo fue Don Antonio Alvarez Nava, abogado y elocuente orador español que convivía con nosotros sintiéndose puertorriqueño, al pergeñar los contornos cívico-patrióticos de Don Salvador mediante su torrencial oratoria lírico-filosófica que le prestaba bellas metáforas, sirviéndole de trasfondo aquella borrosa tarde que sólo mostraba una claridad triste y otoñal cuan do, bajo la lluvia, el sol enviaba su luz envuelta en nostálgicos rayos anaranjados. No podré nunca olvidar la oración fúnebre de Don Antonio Alvarez Nava. Su palabra fue siempre cá-
lido bálsamo
que
fortalecía
y con-
solaba las almas cristianas: por su sonoro timbre de voz,.por sus imágenes profundas, por su fácil verba, por sus penetrantes conceptos y su elegancia en el decir.
sean
-la educación
estas
palabras
una
reafirmación
de
mi
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universal.
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ESBOZOS... (Viene de la página 60) que fue cruel con ella y con su obra. Pero dejamos ahí la cosa, por las relaciones familiares que nos unen a la poetisa y no queremos que nadie se llame a engaño, persando
de mala porque
fe que existen
lo que
decimos,
tales relaciones.
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folklóricas, anímicas y sustanciocompositores jóvenes más promesas del ser puertorriqueño, de la tedores, tiene preparado un libro completo sobre la obra y vida del | realidad presente y de la que fuera, abiertos los surcos al renacimiento inmortal compositor nuestro Macultural que nos empeña. nuel G. Tavárez, en el que se desGUASIMA, es un libro ameno, incubre para todos nosotros, la granteresante, de esos que se toman en deza de aquél hombre en todas las mano como si fueran hijos propios. manifestaciones de su vida y de su porque en sus pinceladas y ten sus arte; así como la relación profunintimidades, sorbemos parte de da entre su música y su tiempo y nuestro jugo tradicional y de nuessu patria. No hay duda que el litro acervo telúrico. bro constituirá uno de los de maY hay poesía, reconcentrada; desyores alcances en la hora presente, tilada en zumo de hojas verdes y en cuando intentamos quizá por prirocío silvestre que sabe a gloria mera vez, al influjo y empeños de mañanera y a atardecer umbrío. instituciones como el Ateneo de “Una noche. el zureo de las paPuerto Rico, el Instituto de Literalomas despertó un reguero de estura y el Instituto de Cultura Puertrellas que pacía somnoliento en el torriqueña, redescubrirnos, conocerespacio”. nos mejor y propender a la crea“El cielo luce brillante y la mación de una obra permanente y ñana se restrega la humedad en el profunda. tizón del sol que se levanta airoso De eses libro, nos ofrece el Instipor encima de los bucayos enrojetuto de Cultura Puertorriqueña esas cidos”. 16 páginas en las que a la ligera, Y luego, cuento y esperanza, espero conscientemente, se nos da un pacio y tiempo, para que una raza cuadro rápido de la inmortalidady expresión y simbolismo de la música del inolvidable Maestro de Juan Morel Campos. Nuestros parabienes a Amaury Veray y al Instituto de Cultura Puertorriqueña. GUASIMA, (Cuadros Jíbaros) de Ernesto Juan Fonfrias, Portada y viñetas de Carlos Marichal, Club de Prensa, 206 pens. Editado en Edit. Intercontinenta', . México. Después de su magnífico CONVERSAO EN EL BATEY, la historia de ese jibaro bragao, figura y simbolo claro de nuestra rulcría campesina, (ese ya famoso don Florito), nos ofrece ahora Fonfrías, unos cuadros jíbaros, plenos del colorido, del ambiente, de la armonía, del querrer, de la llaneza, del ansia, del espíritu en fin de nuestro mundo campestre tan lleno siempre de su-
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nuestra, la de esos campos de Nios, diga su última palabra de tierra adentro, de corazón esparcido de bondades ingénuas, no importa que este siglo lo zarandee con su llamada “civilizadora” y lo obligue el mundo a rodar por senderos que no imaginó nunca y que le aprietan el
cuerpo
y el espíritu.
Eso y más
lo
dice, lo canta, lo rezuma GUASIMA. Si bien escrito o no; si exacto o no, no entra ni nos interesa en esta crítica. Lo que sí es cierto, es que nos gusta mucho. ESBOZOS, de Tomás de Jesús Castro, Ediciones Rumbos, Barcelona. 170 págns. Tomás
ya
de
Jesús
acostumbrado
Castro
nos
tiene
a
que
otro
uno
libro cada año. Es incansable en su labor literaria y crítica, por el amor que siente por nuestras cosas y nuestro acervo cultural. Su labor jurídica no le escatima tiempo para leer y leer, para lo que siempre tiene tiempo (cosa rara en la profesión
que
tiene)
y
menos
para
escribir y escribir aquí y allá de todo cuanto se le antoja. Y no escribe mal, aunque a veces hiera y haga doler sin razón, llevado tal vez de una impresión errónea del instante
que
vive
o
guiado
como
mu-
chos escritores de una “razón” que no es otra cosa que la sinrazón del pensamiento de que hablaba San-
tayana.
Por
algo André
Gide
dijo
que en toda obra de arte estaba metido el diablo. A lo mejor, en Tomás de Jesús Castro, a veces está metido el diablo. Estas crónicas del segundo volumen de ESBOZOS, no están del to-
do mal. mano
com
Muchas osi
de ellas han
fueran
hijos
sido
propios,
de nuestro mundo intelectual. Pero para los que no las conozcan, sirven de buen marco para conocer gran parte de nuestro mundo artístico y literario de los últimos años. Tomamos excepción sin embargo de ciertos conceptos que él vierte. Por ejemplo, en la crónica que dedica a nuestra primer poetisa de todos los tiempos y de toda América, Julia de Burgos. Nos parece (Sigue en la página 59)