TRABAJOS DE INVESTIGACION AUSPICIADOS por el
CONSEJO SUPERIOR DE ENSEÑANZA
bajo la dirección de ISMAEL RODRIGUEZ BOU Secretario Permanente
DESERCION ESCOLAR V
Hallazgos sobresalientes y algunas interpretaciones
Universidad de Puerto Rico
Río Piedras, Puerto Rico
educativos; describen las penalidades que han de imponerse a los ciudadanos
que dejen de cumplir con ellas; condicionan las circunstancias bajo las cuales'
han de emplearse los niños en edad escolar y crean las Instituciones que han
de implementar y sostener Ir 3 reglamentaciones dispuestas por el Estado.
(^En los momentos actuales se acentúa la responsabilidad de la escuela en ofrecer a cada niño el grado máximo de escolaridad de suerte que se facilite su ingreso y su permanencia en el mundo económico y cultural en el cual ne
cesariamente habrá de desempeñarse.^
A juzgar por los datos que obtenemos de los Informes y estudios de asuntos
escolares que se publican continuamente, la escuela puertorriqueña no ha te nido dificultades mayores en allegar una matricula créciente año tras año. Y esto se ha logrado no obstante la presencia de situaciones limitantes, como lo
han sido, en ocasiones, la escasez de maestros, las deficiencias de la planta física, la escasez y a veces carencia de libros de texto, los cambios sábltos en el curricula. Ninguno de estos problemas, a algimos de los cuales se les ha ido buscando solucidn, han impedido que la escuela continüe allegando ma
triculas cada vez más numerosas.'^ro el alza en matricula sigue siendo en torpecida por la presencia de situaciones Umitantes, como lo son la retarda-
cidn escolar, los fracasos y la deserción escolar, entre otros. ^No cabe duda de que la escuela no puede conformarse con matricular alumnos; hay apre^miante necesidad de darle calidad a la labor que con eUos se re^izaj Se neA
C€ cesto también retenerlos el mayor tiempo posible si es que la egcuela-qalere
< cumplir más cabalmente con sus propOsltosiji^s alumnos que abandona las ■'-Aj
'
aulas constituyen uno_^de esos grupos que en la sociedad pasan a convertirse, 4
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'
sin que_ellos se lo hayan propuesto, en elementos de contrapeso al progresó
y al adi^antoj| Como un motivo de preocupación al fin, la deserción escolar ha merecido.atención y estudio en más de una ocasión, siempre con miras a
buscarle una solución pronta y adecuada^
)C Desde los prtoeros estudios piibUcados aUá para 1947 viene la División . (J^ de Investigaciones Pedagógicas del Consejo Superior de Enseñanza preocupán dose por este asunto de la deserción escolar. Hemos seguido la trayectoria
del problema desde 1920, y aunque por fortuna debemos anotar que la mencio nada trayectoria ha sido descendente, estamos seguros de que afln la deserción escolar es un problema de granjiiagBitud-en-P^gi'to"^^^»^jP^ ocasiona una pérdida sustancial en la matrícula de las escuelas públicas del PaíSi Es decir,
que aun cuando la deserción se ha reducido, en forma apreciable,^sus efectos se ripian,sentir-tQdavía marcadamente sobre nuestro sistema escolar. Una breve relación de los resultados de algunas de nuestras investigacio nes en esta área nos indicará la forma en que ha ido variando el panorama de la deserción escolar en Puerto Rico.
V
El estudio Problemas de educación en Puerto Rico, publicado en 1947,
expone los datos sobre la situación de la deserción escolar en la Isla, indicán
dose en el mismo que de cada 100 alumnos que habían ingresado a primer í ^ grado en 1933-34, solamente siete llegan a duodécimo grado en 1944-45. Se indicaba en el mencionado estudio la situación alarmante de la deserción del
primero al noveno grado entre los alumnos de la zona rural.
*
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Un estudio posterior, Facilidades educativas del Estado Libre Asociado
de Puerto Rico, publicado en 1957, considera los datos correspondientes para,
afios posteriores, y señala un aumento en el poder de retención de las escuela.3
públicas; asf, mientras en el 1947-48 llegaron a duodécimo grado 12 de cada cien alumnos ingresados a primer grado 12 años antes, en_1955.rL56 llegaro^l^^
Visto desde el ángulo de la deserción, esta última cifra indica que 86 de cada, cien alumnos iniciados en primer grado abandonaron la escuela fein completar sus estudios de escuela superior.
El más reciente estudio nuestro, el del sistema educativo de Puerto Rico, i
señala que en 1956-57 el por ciento de retención entre primero y duodécimo | grado habfa aumentado a 15i. en 1957-58 a l^y en 1958-59 a 18. Vista la deserción por niveles escolares, en el año lectivo de 1958 59, alrededor de 11 estudiantes de cada cien en el nivel supsrior abandonaron la
escuela antes de completar el año; en el nivel intermedio 8 de cada cien y en el nivel elemental 4 de cada cien. Estas cifras comparan favorablemente con
las correspondientes para años anteriores, o sea, que^e^númerfiUte^tudian^ i
tes que se gradúan denlos, distintos niveles aumenta graduaMite cada año, | «
pero todavía no s^ha Uggado-^las,met^s que sp necesitan pai^ desarrollo , (económico y ^cialde Puerto R^co^, según los planes que ha elaborado el Co- ^ j nñté de Recursos Humanos."^
■
(^No hay duda de que la deserción escolar es^.probleni^ que requiere la '
)atención^ria <Je^ed^adores, orientadores y_,tcabajadores sociales en Puer^ t Rico. La escuela sola jiQ puede abordar el problema con eficacia. Conciern^
«.
a muchas agencias e instituciones, asLcoiae-a-í05 Hogares de donde proceden estos ainmnng^ Respondiendo a esta convicción y siguiendo una llhea de in terés iniciada años atrás, realizamos en 1957-58 en colaboración con el De
partamento de Instrucción Pública, un estudio de la deserción en nuestras es1
cuelas públicas. El propósito que nos guiaba era principalmente el dejden-
■ tiflcar nlminos de los factores que estaban influyendo en la creación del pro-^
blema y tratar d^uscar al mismo los remedioS-adecuados.N^ Deseábamos también conocer almmas de las
los alumnos desertores, y
obtener datos en cuanto a otros aspectggjde-la deserción, por ejemplo, si e^s_ alumnos hablan logrado ajustes satisfactorios después de dejar la escuela, si
deseaban-volvetai^lla-y cómo se sentfan hacia la escuela una vez que la ha-
bfan^bandonadOj_ ' A los fines de poder determinar algunos de los factores que influyen en la deserción, se seleccionaron dos grupos de estudiantes de las escuelas pú
blicas, uno representativo de los "desertores" (los que dejaron la escuela antes de terminar el año) y otro representativo de los estudiantes "controles" (los estudiantes regulares activos). Ambos grupos fueron pareados en cuanto
a las características de edad, sexo, municipalidad, zona, grado y nivel eco
nómico.^El propósito era ver si los que abandonaban las escuelas tenían característicag_§imilares O diferentes de las de los estudiantes
eiiias-aula^ El estudio se llevó a cabo en seis distritos escolares escogidos de entre el grupo de aquellos que tenían en 1956-57 los por cientos más altos de deserción escolar y que a la vez representaban a la Isla geográficamente.
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LVVj y-
=4^ En cada uno de esos seis distritos se sslecciond una muestra representativa de los alumnos desertores y otra de los alumnos activos de distintas zonas y
1
distintos niveles escolares.
La prueba de campo se llevó a cabo mediante la celebración de entrevistas
en el hogar con los alumnos desertores y con sus padres, e i^i^mente se en- ,
trevistó alos entróles que se habJamspia^^^^yi^A:, y a ir..; padres-de éstos. Para recoger la información se utilizaron dos planillas que fueron preparadas
para esos fines: una para los alumnos y otra para los padres. Un grupo de maestras visitantes cedidas por el Departamento de Instruc- ; cidn fueron quienes realizaron la labor de campo y colaboraron en el análisis
de la Información. Además, este mismo grupo de maestros visitantes entre vistaron a un número de los maestros de los desertores y de sus pares, con
la idea de obtener la evaluación que ellos hacfan del interés en la escuela y I
aprovechamiento escolar de los alumnos.
|
^ En total fueron entrevistados 661 padres de desertores y 590 padres de estudiantes controles, 634 alumnos desertores y 586 alumnos controles. La . información brindada por los maestros se relacionaba con 177 alumnos del
I
estudio, pertenecientes a los distritos de San Juan y Caguas.
Para establecer los criterios a base de los cuales se evaluarfa parte de
<' la información obtenida, se seleccionó un número de personas entendidas en ' problemas sociales para que actuaran como jueces. Para algunos Upos de
información, por ejemplo, la que se relacionaba con insatisfacción con la es^' cuela y adecuacldad de las relaciones con los padres, se establecieron Ihdiceg
Q) numéricos basados en los criterios de evaluación determinados por los jueces.
^ Las principales hipótesis que se sostenían eran las de que los problemas en el hogar, los ni^_e.S-Subestandards_de_vida¿.la insatisfacción con la es-
cuela, la atracción por ganar salario^ la mo^idad de la población, el bajo nivel de instrucción y el sjib-empleo dejo^ padre^ eran los factores princi
pales positivamente relacionados con la deserción^\se esperaba probar tam bién las hipótesis de que la piala salu<i.de los alumnos y sus familiares y los problemas dej3isciplina-y_aprendizaie se relacionaban directa man te con la de-
serciói^ Se pensaba, además, que los estudiantes que habían dejado la es cuela por razones ajenas a su voluntad tenían planes de regresar a ella, mien
tras que los que la dejaron por insatisfacción con la misma o por problemas
personales no tenían planes de recrrésar v. habían hecho ajustes relativamente
satisfactorios fuera de la escuejar-^e esperaba encontrar también que los de sertores, por r^nes^personales o por problemas de aorendlz.aie. no tenían
ftxjs hal azgos sobresalientes del estudio, con sus implicaciones educaaspiraciones académicasjii yocacionales, pero sí de trabaio.V ; y sociales en general, se presentan a continuación:
1. Se encontró que entre los desertores la proporción de varones y hem- ^ bras era de 61 a 39, lo que demuestra que, en conjunto, más varones que
hembras habfan.daÍado_la^e§c.uela\ Sejibservó que en el nivel elemental de sertáronlas varones que hembras y del noveno grado en adelante dejaron la
escuela más hembras que varones."')Si apreciamos en toda su amplitud esta situación, podemos damos cuenta de que, a la larga, la población masculina
J
se ve más afectada por el problema de la deserción que la poblacldn femenina, ya que, en primer lugar, se van en conjunto más varones que hembras y en
segundo lugar, los varones se comienzan a ir desde los grados más bajos, de
I modo que en el nirol elen^ntal va quedando un grupo mayor de varones con una
escolaridad inferior^a la
las hembras.\
Esta tendencia podría tener considerables repercusiones en las relacione
jsociales, económicas y culturales del futuro, de ser consistente a través de
S
L
'los distintos niveles escolares^^ La mayor deserción de hembras del noveno grado en adelante señala ine vitablemente hacia la necesidad de programas de orientación de estas adoles-
^ ^Sñtes, de cursos que puedan habilitarlas para el manejo del hogar o hacia / (revitalización de la enseñanza a fin de prolongar su escolaridad. 2. Los alumnos desertores de segundo a séptimo grado eran, en prome^,
^l°;s años mayores quejos alumnos de edad normal para esos grad^,^'Los de^ sertores en los demá^ grados eran ^^promedio un año mayor que los alumnog de edad normal para esos grados.
Es evidente la dificultad que acarrea a un sistema escolar planeado a ba^ de grados el ajustan su curriculo para que puedan atenderse las necesidades niños con un retardo en edad escolar de uno o dos años. Si no se hacen estos
ajustes y adaptaciones resulta explicable la influencia de la edad de los alumj^^ sobre la deserción escolar.\ Los de mayor edad pierden fácilmente interés
programas, libros y^^eriales diseñados para alumnos de menos edad,,^En esta fase el adecuado adiestramiento de maestros juega un papel muy
importante. Merece considerarse en este punto la posibilidad de experiinen- _
tar con sistemas más flexibles de organización escolar) con clases especiales y con trabajo de grupo que permita una más efectiva atención a las diferencias
individuales. Puede ser útil, digamos, la experimentación controlada, con la organización de la unidad primaria (1, 2, 3) sin asignación a grados especfficos (ungraded plan) en aquellos planteles que reúnan las condiciones adecua das para este tipo de experimento.
3./Con relación a la edad de los progenitores, se encontró en este es tudio que la edad de las madres era igual en los casos de los desertores y los controles. Parece, pues, no haber relación entre la edad de la madre del
alumno y el hecho de que éste abandone la escuela.^ 4, En general,(se encontró que la escolaridad del padre del desertor era más o menos igual que la del padre del alumno activo, Pero se notó que la madre del desertor de la zona rural tenfa menos preparación académica que
la madre del alumno activo de esta zon^ Las madres de 42 por ciento de los desertores de la zona rural nunca asistieron a la escuela. Este era el caso
también en el 26 por ciento de las madres de los alumnos activos. La ten dencia hacia una deficiente preparación académica se observó igualmente en el caso de las madres de los alumnos de la zona urbana. Este dato adquiere
prominencia cuando se analiza a la luz de los Informes del censo de 1960, en que se revela que el promedio de escolaridad de las personas de 25 años en .^delante es de 4,6 (4,8 para varones y 4,3 para hembras),
hecho de gue_la§. madreSj^ que en nuestro patrón cultural desempeñan
10
papel tan signiflcatiTO en la formación y desarrollo del carácter de los niño^tCTgan una preparación acaclémica deñciente, puede tener serias irn-
plicaciones para la vida en familia -y para la educación,^ (¿abe pensar-bgsta_qi^j)unto una^a^e que no tuvo instrucción algima-sea capaz de commiicar a elAPJ^ecío por la utilidad de la educación.1 Se corre el riesgo de quQ se transmita de madres a hijos una apatía hacia la educación que no es habitúa." entre nosotros en Puerto Rico, donde, por el contrario, la gente ha demos
VJ
trado una contlnioa y creciente fe en los procesos educativos^ complejidad •de la vida moderna requiere que ahora, más que nunca, se dé énfasis a la V. X '■táAicación.N^ Informes y observaciones de los distritos escolares en tomo a log programas de alfabetización y educación de adultos tendían a demostrar que
^e^ aum^aba el niyel^de educación de los padres, aumentaba el iPt®^® d© N. i-
hijos por la^escuela y disminuían las ausencias,^
de esperarse que a
mayor escolaridad de los padres, más alto sea el nivel de
hijos y más estímulos reciban para continuar estudiando,^ " 5, En este estudio se consideró como una estructura familiar adecuada
aquella en que ambos padres vivían junto con sus hijos o acompaflado®
otros familiares, ^e observó que una mayor proporgj^n de desertores^q^de controles formaban parte de una estructura familiar inadecuada^* Esta pro porción. era más notable en el caso de los alumnos desertores de zona iirbana. Sin embargo, es bueno señalar que el problema no se limitaba a los aliunnos desertores, sino que estaba presente también entre los al^^mos ac* tivos. En general, alrededor de una tercera parte de los alumnos de ambos
11
grupos no eran miembros de estructuras familiares que pudieran considerarse adecuadas.
La Sra. Isabel S. de Yudkin, Jefe de la Divisidn de Servicios Sociales, en
Algunos datos estadísticos sobre la delincuencia juvenil en Puerto Rico dice ^ que de los 2,290 menores a quienes se les radicá querellas durante el año
1960-61, "1,064 vivían con ambos padres, o sea, aproximadamente el 47% y
aproximadamente el 35%, o sea, 808 menores vivían con uno de los padres. Sólo el 12% vivía con otros parientes y el 1% 'ambulantes'". Es decir, que el 48 por ciento con toda probabilidad no vivían en una estructura familiar considerada adecuada según los criterios establecidos por los jueces que in tervinieron en este estudio. Esto sin contar 50 casos adicionales de los cuales
no se obtuvo información. ^Nótese la interrelación de este factor en la inci dencia de la delincuencia juvenil y la incidencia de la deserción escolar.^ El mismo informe de la Sra. Yudkin revela que de 2,444 menores en li
bertad supervisada, 50 por ciento de ellos vivían o con uno de los padres o con otros parientes. Estos datos añaden elementos corroborativos de las interrelaciones a que hemos aludido. A pesar de que los jueces utilizados en el estudio consideran como estructura familiar adecuada la presencia de
ambos padres y otros familiares, el hecho de que. mSs del 50 por ciento de ^JcLS-desertores vivieran con ambos padres, puede significar que existen otros
factores de calidad, actitud, sistemas de valores, niveles de aspiración, entre
otros, que afectan no sólo la permanencia en la escuela, sino la estabilidad, salnH mental V hábitos de conducta de los niños.
12
(vale destacar que nuestro qstudio de la desercldn revela el gran caudal de ^]^y.emas que existe ai5n entre los alumnos actiyos_gue viven en estructuras
^__íanüUares inadecuadas^ Para este sector hay necesidad de labor preventiva^ 6. Se encontrd en el estudio que no habfa diferencia entre el número de
miembros de las familias de los desertores y las de los alumnos activos./^
/Embargo, las familias de los desertores vivían ma¿ha<ítoad^ ya que el pro-
me^o de personas por habitacidn era más alto.) La mitad de las familias de los desertores del nivel elemental en ambas zonas vivían hacinadas. Los pro^Wemas que surgen como res^tado del hacinamiento son numerosos y compli
cados y generalmente tienden a ejercer influencias nocivas sobre el alumno y, a la larga, sobre el funcionamiento del sistema escolar,
deserciún es uno
de_sus_efecígs4^ y surge como consecuencia de una serie de situaciones provo cadas por el roce de las personas: falta de privacidad, inseguridad, promis cuidad, amén de los problemas físicos de salud e incomodidad. Estas situa
ciones, aisladamente, o en conjunto, contribuyen a que el niño pierda el in terés en una escuela a la cual le resulta sumamente difícil asistir y cumplir
con sus exigencias,^ esperarse que la influencia del hacinamiento sobre la deserciún y
otros problemas escolares siga disminuyendo a medida que se hacen realidad
^ lo^ efectos de los programas de renovación urbana y viviendas y de ayuda establecidos por el.Estad^ Nótese que el problema de hacinamiento jV/como factor contributivo a la deserción no puede resolverlo la escuela. He
y / aquí un ejemplo adicional que apunta hacia la necesidad de programas
^
13
coordinados y ensamblados que puedan bregar unitariamente en_grgbleisas-que
por tradicidn.se les han echado encima a la escuela como si éstos fueran^sponsabilidad tínica de esta agencia social,^ .
,/ '
7. /los padres o sostenedores del hogar dyos alumnos desertores y tivos tenfan ocupaciones similares. No se encontraron diferencias significa^'
tivas en la proporción de los padres de los dos grupos en distintas ocupaciones.
La mayorfa de los padres de los dos grupos realizaban faenas agrícolas. Al gunos eran artesanos y otros obreros y vendedores y muy pocos eran profe
sionales, Debe anotarse que los resultados de esta fase del estudio pueden haber estado influidos por el hecho de que se controlé el factor de ingreso, y
esto pudo muy bienjimitar las áreas de las ocupaciones;/ es decir, que las personas que pertenecen a un mismo nivel económico es probable que se de
sempeñen en tareas similares o parecidas.j < ■ <- . (f^ ^En cuanto a la ocupación de la madre, nueve de cada 10 madres eran amas
de casa,"j Este hallazgo, que coloca a las madres— tanto las de los desertores como las de los activos— como amas de casa, resulta significativo en extremo.
^el caso de los alumnos desertores, era de esperarse que si la madre está todo el tiempo en la casa, pueda ejercer alguna influencia para impedir que sus hijos deserten la escuela. Eso, sin embargo, no es lo que ha ocurrido.
Por el contrario, cuando _estudiamos más detenidamente la actitud de las ma dres de los desertores hacia la escuela^ encontramos que éstas, en comparacién con las de los controles, fomentan la deserción escolar entre sus hijos:
dudan de la capacidad de_ellos para realiza^el trabajo escolar, les preocupa
^
5f
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migr poco o nada que hagan las tareas escoI^es,_no les eJdg®i que obtengan ^uraas calificaciones,,no 1® estimulan para que realicen buen trabajo en la
_es;iiela^ j Entramos aquf en una área que ha venido preocupando en estos flltimos aflos a los estudiosos de nuestros problemas sociales, y es la que se relaciona
con el trabajo de la madre fuera del hogar, ^3e ha venido sosteniendo, aparentímente sln_fimdam^tar la opinidn en estudios^cientCHcamente hechos, que el _tra^Jo de la madre fuera del
afecta negativamente la integridad_y el
^en funcionamiento delajamilia,\ Sin embargo, algunas investigaciones recíentes llevadas a cabo en jos Estados Unidos demuestran que no parece haber
Influencia(Ü^ecta-^ benéfica lü.penüciosa--del status de la madre como trab^adora sobróla saliid mental
if» famiHa, Los estudios que sobre el
particular se vienen realizando arrojarán más luz sobre el asunto,
^En lo que a nuestro estudio respecta, los resultados que tenemos a la mano nos hacen cuesüonamos hasta qué punto es la acütud de la madre hada
los hijos y la familia, y no precisamente su presencia ífsica en el hogar, lo
que contribuye de verdad al bienestar de los componentes de la familia^ En otras palabras/ ¿es la cantidad del tiempo que invierta la madre el hogar, |to l^calidad^J® horas que invierte con su familia, lo que es verdaderamente '-A5P®'^'t®te? ^Es la prolongada presencia ífsica o la adecuada e inspiradora lo que es significativo?,, Hasta tanto los estiodios que se realizan sobre esta materia demuestren lo contrario, abogamos '(O't la pre
sencia de la madre en el hogar, pero igualmente porque se mejore la calidad
15
de.su funcidn, el nivel de aspiraciones, la ñbra moral y el sentido de respon sabilidad cP/ica,
8. Con relación al status del empleo del sostenedor,(se encontró que hay una mayor proporción de desempleo entre los sostenedores del hogar de los
desertores,^mientras que la proporción de empleo pleno es^ mayor entre los
sostene^resjdel hogar de los activo^j -El dato resulta revelador cuando se considera que en el estudio se trabajó con sostenedores pertenecientes a un niismo nivel económico, sin embargo, una vez que se entra en detalles como
el de status del empleo,^ejrocuentra que la falta de empleo del padre durante determinados períodos afecta directame^e la situación del alumno en la es-
tanto que contribuye a que se ausmte definitivammte de eUa,^
^on relación a la regularj-dad de3^mpieQ_dgi^
el estudio
reveló que los padres o encargados de los alumnos desertores trabajaban con ^ue los padres de los controles, .especialmente en la^ona
jEste hallazgo sostiene con más fuerza el punto que anotamos antes con relación al status de empleo: iel hecho de que el sostenedor se halle desem-
Pjeacfo durante determinados períodos del año puede^ectar^egativ^ente el
^status del alumno en la escuela, eg decir, qig_esjuerte elámp3^cto..de lo ecof
''HÓtnico sobre lo escolar, j
En este aspecto es propio recordar un estudio que hizo la Sra, Dorothy
Hinds Callicut^ sobre el status socioeconómico de los escolares de Puerto 1/ Dorothy Hinds Callicut, A Study of the Sooloeoonomle Status of Puerto Rloan Sohool Chlldron, unpubllshod Haster^s thesls of the üniverslty of Texae, 19^4, p» if7-U8,
16
Rico en que en parte confirmó investigaciones realizadas anteriormente con
niños del suroeste de Estados Unidos de extracción mexicana.
Un resumen de aquellos estudios indican que: "En general se ha. encono que la inteligencia y el éxito escolar son superiores en los grupos social» mente favorecidos e inferiores en los menos favorecidos, no importa qué médo se use para determinar el nivel económico." esto es asf porque los
diantes de mayores recursos socioeconómicos provienen de hogares en generalmente prevalece un ambiente cultural de mayor incentivo e in, y que ofrece, en consecuencia, una mfis variada y rica experiencia
formativa,^ a. Callicut llegó a la conclusión de
"existe ima correlación po-
entre el nivel socioeconómico de los niños y las puntuaciones obtenidas exámenes de habilidad general y aprovechamiento". Además dice: "Los chos^dican una relación positiva entre un aprovechamiento escolar pobre y^ini^bajo_nlyeLsocleeconómlco",
es de extrañar, pues, que niños presionados económicamente tiendan ■
(a abandonar la escuela con mayor frecuencia que los que gozan de venta:jas / (^S^ioecon^lcas.. I 10. Aunque no había diferencias significativas en cuanto a la fuente de/ingreso en ambos grupos, se notó que en el 45 por ciento de las familias el sueldo era la fuente principal de ingreso. El 24 por ciento.de las familias de
y ChrlBtlne Evangellne Bilis, Th» Reletlen of Soelo.eoonomle status to intantganee and Soheol Suceess of Mexloan Chlldren. unpubllshed Hastep's thesls of the Unlverslty of Ta*as, 1952, p. 31-32.
17
pos desertores y el 21 por ciento de las familias de los controles reclbfan— ^asistencia económica de Bienestar PflblicoP De esos, el 13 por ciento de lo desertores e igualmente el 13 por ciento de los controles dependían exclusiva
mente de esa fuente de ingresos.CValdría la pena preguntarse hasta qué punto serla aconsejable que a esas familias que reciben ayuda económica del Estado se les impusiesen ciertas exigencias en cuanto a la asistencia de los niños a
la^scuelaL, Serfe justo el que el Estado, que acepta y cumple sus responsa bilidades para con los padres, pudiera exigir a éstos que, por lo menos, acep tasen sus responsabilidades para con sus hijos.
11, En el aspecto de la movilidad de la familia,|,se„pbservó una tendencia en las familias de ambos grupos a moverse hacia los centros metropolitanos
como San Juan, Ponce y Mayagüez; a municipalidades adyacentes y al extoanjero. Los desertores de la escuela elemental urbana, sin embargo, se mu
daban con majrar freci^ncia que los controles> . Las familias de los desertores
informaron que se mudaban mayormente para cambiar de ambiente, mejorar facilidades de vivienda, mudarse a casa propia o porque los mandaron a
desocupar la casa^jLos controles se mudaron para mejorar económica y pro-
fesionalmente.j iLa proporción mayor de mudanzas entre los desertores parece indicar
í^, para efectos de la estabilidad del alumno dentro del sistema escolar, las mudanzas frecuentes son perjudiciales, Podemos explicamos la relación entre mudanzas frecuentes y deserción escolar: el alumno no tiene tiempo suñciente para adaptarse a las nuevas situaciones escolares creadas por cada
18
^udax^^es^sible que no encuentre acomodo rápidamente en el sitio a donde ,_se jmuda, lo que puede hacer que se desaHente y prefiera no asistir. Estas
so^ntre otr^ algunas de las razones que Fodrran Inducir a un alumno que
_sej^a_co" frecuencia a con- ertirse en un desertor escolar.^ (Pebe observarse, no obstante, que tanto en el caso de los desertores
í'
^mo en el de los confies, la mudanza obedece al deser. ¿q la familia de pro_S®l|=tjen_alguna forma.V^
^
^' ^2. De la información obtenida se desprende que las relaciones familiare-
» en el pasado eran iguales en ambos grupos. Sin embargo,^ momento de la ■entrevista para este estudio habfa muchos más problemas entre las familias
de los desertores de ambas zonas. ^E1 principal problema-encontrado en la , (zdnajn'banajue^gl^^ abandono por el padre^ En esta zona el 21 por ciento de los alumnos desertores habfan sido abandonados por los padres; lo habfa ocurrido en-el .11 por ciento de los alumnos activos. En el nivel elemen
tal urbano el 26 por ciento de los desertores habfa sido abandonado por los padres mientras al 12 por ciento de los activos les habfa ocurrido lo mismo. En el nivel superior la proporción de alumnos abandonados por los padres fue
de 17 por ciento entre los desertores contra 8 por ciento entre los^tivos. I
/ f En el nivel superior fue donde también se encontró con más frecuencia el ^^roblema de relaciones tirantes entre ambos padres y el alumno, pero en el
nivel elemental urbano habfa pTOblemas de relaciones^tirantes entre esposos, re^ciqnes tirantes entre los padres y el alumno,
maltrato de cónyuges y de
Wiqs^ílii_general, cerca del 40 por c^níQ_xie-las-famUias de'los desertores
I
19
tenfan problemas de relaciones comparados con menos del 25 por ciento de los C
;
alumnos activos, j
Los problemas familiares que predominaban eri la zona rural eran los de relaciones tirantes entre esposos, abandono por la madre, relaciones tirantes entre padre y alumno y maltrato de hijos.
^Es de esperarse que las relaciones,tirantes en^a íamiU^ejerzan efectos nocirosjspbre la salud mental de todos y cada uno de los iniembros.i(^Es nece sario,. para preservar esa salud mental, que el individuo tenga la oportunidad de satisfacer ciertas necesidades básicas,! como lo sor^ entre otras, las fistolágicas, la de seguridad,_la de cariño. Sobre los niños, estas necesidades son tan presionantes como sobre los adultos, y tal vez más, dado el caso, de que los niños tienen que enfrentarse a la misma vez a los problemas inherentes al
crecimiento, con toadas sus_inseguridades y todas sus exigencias. El hogar üene que contribuir en buena medida para que el niño pueda afrontar debida
mente esa compleja situación,
Las relaciones tirantes que experimentan
los niños desertores en sus hogares entorpecen la .satisfacci6n_de esas necesi-
dade^básicasj^ señaladas y no hay duda de que los podrfan precipitar al aban dono de la escuela.
También se encontraron diferencias entre los dos grupos en cuanto a las enfermedades de posibles consecuencias incapacitantes sufridas por
1/ Robert F. Peok anil James V. Mltehell, Jr., Mental
p, lo.
20
miembros de la familia antes y después de la desercldn del alumno. Hubo mSg enfermedades de este tipo entre los desertores. Habfa muchas más enferme
dades antes de ocurrir la desercién que después. Estas diferencias entre los desertores y controles en cuanto a enfermedades de posibles consecuencias incapacitantes antes de la desercién se encontraron en el total de los casos y entre las familias de ambas zonas. Las enfermedades que los afectaban prin cipalmente eran tuberculosis, alcoholismo y locura. También hubo incidencia
de cáncer y polio. Las diferencias entre las familias de los desertores y con troles en cuanto a enfermedades de posibles consecuencias incapacitantes pre
sentes en el momento en que se tomaron los datos para el estudio (i,e„, des pués de la desercién) se encontraron también en el total de los casos, en el
nivel elemental, especialmente en el nivel elemental urbano, y en el nivel in termedio rural.
El hecho de que las enfermedades de posibles consecuencias incapacitan-
J tes fuesen más frecuentes antes de la desercién que después puede revelar que
(hay alguna relacién entre enfermedad y desercién; es decir, que podrra pen/ sarse que la presencia de la enfermedad en mo de los mlembros^a famiUa,
! no a abandonar■'la-escuelau — -)
pucaa
a .n aX™.
~Las condiciones que causan desbalance en el ritmo normal de la vida
^nmo falta de ingresos, encarcelacién, hospitalizacién, desempleo, í ■familiar emigracién, diferenciaron a los dos grupos antes de la entrevista. Sobre l^^do, habfa habido más encarcelaciones en las familias de los desertores de i'
■!
21
la zona urbana.
Al momento de la entrevista también se diferenciaron los dos grupos en
cuanto a las condiciones que causan desbalance en el ritmo normal de la vida familiar. Estas diferencias estaban presentes, más que nada, entre los alum
nos de la zona urbana y los del nivel intermedio. En ambos momentos, antes de la desercién y al tiempo de la entrevista, habfa situaciones que ocurrían principalmente en el caso de los desertores y habfa otras que ocurrían prin
cipalmente en el caso de los controles.( Por ejemplo, al tiempo de la entre vista habfa más desertores cuyos padres habían sido objeto de hospitalizacidn
prolongada, mientras que había más controles cuyos padres habían emigrado.' 15.1 En cuanto a las relaciones de los alumnos con sus familiares (padre, paadre y hermanos) se encontraron diferencias significativas entre las propon-
iiones de los desertores y los controles en distintas categorías.^Las madres áe los desertores, segán la informacién obtenida en las entrevistas con los
|)rogenitores, tenían problemas con sus hijos en 15 por ciento de los casos, ('comparado con el seis por-ciento de la>s c^os de los alumnos activos,j Esta t^dencla se observé en los estudiantes de ambas zonas y de los distintos niveles. En el nivel superior se encontré que solamente 1.3 por ciento de los ccmtroles tenía problemas, contra 13 por ciento de los desertoresJ| En ambos grupos el 14 por ciento de las madres mantenían predominantemente buenas
relaciones con los hijos.(^_^e muy revelador el hecho de que, al preguntárseles a los alumnos por sus relaciones familiares, aunque los desertores siempre V
demostraron la tendencia a indicar peores relaciones que los controles, los
22 r
alumnos ofrecieron información distinta a la ofrecida por los padi^s» Esto es, 'A
1 lunque la tendencia es siempre hacia peores relaciones en el caso de los alum
nos desertores, los alumnos en general evaluaban la situación en forma dis-
ttota^como lo hacfan sus padres) En las relaciones de la madre con el alum/íio, en que los progenitores de los desertores informaron malas relaciones en
j todas las zonas y niveles, menos en el nivel intermedio, los alumnos infor-
^ marón las peores relaciones únicamente en ese nivel intermedie^ En las relaciones de los alumnos con las madres, mientras los progeni tores de los desertores informaban peores relaciones en todos los niveles y zonas menos en el nivel superior, los alumnos informaron peores relaciones
precisamente nada más que en ese nivel superior. En general, según los padres, solamente una quinta parte de los desertores tenfan problemas de re laciones con la madre, y solamente nueve por ciento de los activos tenfan esta misma situación.
;3i,las relaciones de los alumnos con los padres, los estudiantes del nivel superior y elemental indicaron peores relaciones. Los padres de los estudiande la zona urbana y la zona irural informaron peores relaciones. Fue en el ea de relaciones de padres con alumnos donde mayor correspondencia se enntró entre la información ofrecida por los padres y la ofrecida por los estu diantes, ya que, según los padres, habfa peores relaciones de éstos con sus hijos en todos los niveles y zonas, y según los alumnos de ambas zonas en el
mvel elemental rural y en el nivel intermedio habfa peores relaciones} ^ En el área de las relaciones con los hermanos, mientras los padres de
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los desertores informaron relaciones tlirantes en todos los niveles y zonas,
solamente los alumnos desertores de la zona urbana informaron este tipo de
relaciones. Se nota en estas discrepancias que hay diferencias fundamentales de opinldn entre los padres y los desertores. Estas diferencias parecen con centrarse mayormente en las madres, toda vez que ellas fueron, en su ma yoría, las informantes, /•
^^n resiimpn, la informacidn ofrecida por los alumnos mismos sobre las relaciones con sus progenitores y sus hermanos no sefiald diferencias entre desertores y controles con tanta frecuencia como indicaron los progenitores cuando se les consultd. Esto nos deja ver que padres y alumnos utilizaron dis
tintos criterios para evaluar las relaciones, lo que se debe probablemente a las naturales diferencias entre niños y adultos én los patrones de conducta y
los códigos de valores. Si bien es cierto que los niños tienden a seguir los patrones de sus padres, por otro lado, la diferencia en edades y en experien cias puede hacer que los alumnos no estén ato capacitados para responder en
igual forma que sus progenitores f;;;ente a una situación que requiera ser evaluada.^ En el plano de las relaciones humanas es de interés citar unas palabras del Dr. Maurice Levin tomadas de su libro Psvcho-Therapv in Medical
Practice v que leen de la siguiente manera: "Los niños cuyas tempranas experiencias han sido agradables,
tienen una buena oportunidad de vivir vidas felices y produc tivas, bastante libres de esos sñitomas médicos que surgen de
tales emociones como el miedo, la ira, el odio, el resentimiento, la envidia, la sospecha, y los sentimientos de inferioridad y
24
cosas el estilo. Más ai3n, se puede esperar que este buen ajuste inicial haga más posible que el individuo se vea luego libre
f®. o pervertidas que sonsociales, la base de fricción entre deformadas las personas, de las injusticias dellacri men 7 de la destrucción internacional. Si la liberación de esas
emociones deformadas ocurre en grado ascendente en más y más
ser^ humaos cada dfa, a ü-avés de un número de generaciones,
nuestra civilización puede cambiar en muchos sentidos," 1/
16, |Tanto los padres como los alumnos informantes estuvieron de acuerdo en que los desertores habían tenido más problemas con la policía que los con
troles.I Se noto que los desertores que tenían problemas con la policía cons tituían el 10 por ciento mientras solamente el uno por ciento de los controles
tenía este tipo de problemas,(^s problemas predominaron en el caso de los desertores de todos los niveles en la zona urbana.'^^ Resulta significativo que en el 30 por ciento de los casos en que alumnos desertores habían tenido pro
blemas con la policía las situaciones habían ocurrido entre el momento en que los alumnos dejaron la escuela y el momento de la entrevista para este estudio, intervalo que comprende aproximadamente sdlo cinco meses. Es decir, que
los deUtos fueron cometidos poco después de la desercidn,) Los datos de que dispone la Oficina de la Administracifin de Tribunales se
ñalan que para el año fiscal de 1957-58, de im total de 2,290 menores envueltos en querellas, y sobre cuya.asistencia a la escuela se obtuvo información, había
70.9 Eor cl«.K.tera,de laa
^atos dalos ssoalan con toda claridad
2/ teurleo Levln, Psyoho^Therapy m ItedloaX Pí-actlco,
i/ Oficina do la AdnlnlstracKn do Tribunalea, Sexto Informo anual. 1057-68. n- «5.
25
que la delincuencia de menores es mucho mayor entre aquellos que se encuen
tran fuera de la escuela.J 17, Se preparó un Indice de insatisfacción de los alumnos con la escuela
basado en la información que ofrecieron ellos y sus padres sobre aspectos de la conducta, asistencia, responsabiMdad e interés de los alumnos en la escuela.
El anáUsis de este Ihdice demostró grandes diferencias entre el comportamien»
to de los alumnos desertores y los controles.^En general, el 29 por ciento d-^ los desertores parecían no estar saüsfechos con las escuelas, comparado con
el 8 por ciento de los alumn|)s activos. Se notó esta tendencia en los alumnos de ambas zonas y de todos los niveles. Más alumnos desertores que activos de la escuela intermedia urbana indicaron estar insaUsfechos con la escuela. datos corroboran una verdad muy conocida: que es de esperarse que aban donen la escuela en proporción mayor aquellos alumno<? ^
..
se hallen más in
satisfechos con la misma^^ Hubo en este caso, como en el de las relaciones famíu.,.. xaminares, diferencias de apreciación entre los alumnos y los padres con resne.f»+r, t .
respecto a la insatisfacción
del alumno con la escuela, y ello puede atribuirse a lac,
mismas razones que
señalamos antes,
18,1VSegi3n el análisis de la información que sobro i ^^oore ios alumnos brindaron los maestros entrevistados en dos de los distritos do 1=. w, . ae la muestra, el 70 por
ciento del total de los desertores tenían asistencia deficiente o mala, compa rada con el 22 por ciento de los alumnos activos.^ Esta misma proporción se registró entre los estudiantes de todos los niveles, muy pronunciadamente
,
26
entre los desertores del nivel Intermedio (80 por ciento versus 15 por ciento),
^
La irregularidad mayor en la asistencia de los alumnos desertores es
también explicable a base de lógica. Sabemos también, por nuestra experien cia como maestros, que el alumno que se da de baja no siempre lo hace sübitamente, sino que por lo general comienza con anticipación a dar indicios de
SUS intenciones, y la írregulaHdad en la asistencia es una de esas señales que
y^conocemos. No es raro que en vista de los atrasos que ocasionan las ausen cias, hasta el maestro, por bien de los que asisten asiduamente, haga fácil la eliminación de estos alumnos de la escuela, Ei excesivo trabajo que se asigna á las pocas maestras visitantes con que se cuenta limita lamentablemente la labor preventiva de esta situación.
En cuanto a la participación en clase, los maestros informaron que el 66
por ciento de los alumnos desertores y el 28 por ciento de fos activos partici-
paba;í^0i^asedeflciaiíeinen^ Sólo el 13 por ciento de los desertores, contra
^ el 47 por ciento de los acüvos, tenían una participación buena o excelente. Se ¡ observaron estas mismas proporciones entre los alumnos de los distintos ' niveles.
los masstos la maj«,rta de los desertores y de los alumnos aoUvos
teman buen,conduela en la escu^ aunque el 17 por denlo de los desertores ,el seis por ciento de los controles lenfm conducía deaclente o mala. Sola
mente el 7 tor dentó de los desertores tenían conducta encélente, contra el
26 por ciento de los acüvos que observaban este Upo de ro-e.-..
V
|
El endllsis de la Intormaddo ofrecida por los maestros lambido senald
íi
27
que solamente el 14 por ciento de los desertores tenfan interés satisfactorio en la escuela mientras el 47 por ciento de los activos estaban sumamente intere
sados en la escuela,
magorla-de-los-desertores no tenfan casi ningún in
terés en la escuela,^ La falta de interés se notaba mucho más entre los deser tores del nivel intermedio (73 por ciento contra 12 por ciento de los activos)-,
jMás de dos terceras partes de los desertores, según la informacién de lot maestros, tenfa un grado de aprovechamiento deficiente o malo, y solamei:ite 11 por ciento podían clasificarse en una categorfa buena o excelente» Entro
los alumnos acüvos solamente el 37 por ciento demostraba tener anrovecha-
miento deficiente. Los desertores del nivel intermedio eran, en opinión de los maestros, los más deficientes en su aprovechamiento.
(como puede verse, según la opinión de los maestros entrevistados, los desertores estaban siempre en desventaja frente a los acüvos; es decir, las caracterfsücas de ellos, sus rasgos de conducta y la calidad de su trabajo es colar los señalaban como desertores potenciales. Gran parte de la ayuda que vaya a ofrecerse para evitar la deserción debe darse antes de que el niño se
vaya de la escuela o sutilmente se le fuerce a abandonarla.J 19. El análisis de los fracasos de los alumnos en los grados señaló que un 68 por ciento de los desertores y ese mismo por ciento de los acüvos nunca fracasaron. Entre los por cientos de desertores y de acüvos que habfan fra casado una o más veces en distintos grados no habfa ninguna diferencia. Pu diera ser que la anterior polftica de promoción de las escuelas públicas fuese responsable en parte de este resultado.
1 28
20, En cuanto a las dificultades para realizar el trabajo escolar, se notd que no habfa diferencia significativa entre las proporciones de los alumnos que
dejaron la escuela y los activos. Tres de cada 10 alumnos de ambos grupos señalaron la clase de inglés como la más difTcil, La aritméüca fue señalada
como la segunda en diñcultad, (^En general el anélisis indicé que más deser tores que alumnos activos encontraban las asignaturas diffciles.j Si relacionamos los hallazgos anteriores (17 a 20) con los resultados de un estudio nuestro sobre el aprovechamiento de la lectura en los grados cuarto,
quinto y sexto,|no podremos evadir la implicacidn que seguramente se deriva de la falta de habilidad y destreza en lectura con la desercién escolar,^ En el año escolar 1956-57 administramos una prueba de comprensión de
lectura a 7,623 alumnos de 17 municipalidades de la Isla, incluyendo las zonas urbana y ruraL Estos alumnos constituyen una muestra representativa de la población escolar de esos grados en Puerto Rico, El resumen de los resultados de las pruebas en cada uno de los tres grados
elementales incluidos señala lo siguiente: Por ciento de alumnos que hacfa trabajo
Inferior al orado
Cu^
Al nivel del grado
Superior al arado
66.18
17.93
15.89
57^03
26.36
16,61
59.18
17,69
23.13
21, l^s grupos de desertores y de alumnos activos se diferenciaron sig nificativamente en cuanto a las aspiraciones académicas. En general, más
de la mitad dej^ desertores nojen^ aspiraciones académicas algunas,
29
mientras que solo una cuarta parte de los controles tampoco las tenía» Esta diferencia se notd en los grupos de ambas zonas y también en todos los niveles. Muy pocos estudiantes desertores tenían aspiraciones de ir a la universidad.
^E1 deseo de lograr una aspiración indudablemente contribuye a retener en la escuela al alumno. Esto señala hacia la necesidad de que, bien temprano en la vida escolar de nuestros niñosr"se^stimiue en ellos el deseo de alcanzar unn y ce4e3-eri¿iiLe en cuaiits"a los medios gn/Than de utilizar para Io,grgrl0', LxDS padres, con su actitud, con su prepao-aclOn y hábitos, son fac tores de mayor importancia en el desarrollo de róvelfis altng Hp asni>acii3n en sus hijos. Por lo general, los padres que no han experimentado las ventajas de la educación no pueden contribuir signiñcaüvamente al desarrollo de aspi
raciones académicas y culturales en sus hijos. Las implicaciones de estos hechos deben ser motivo de preocupación en época de tantos cambios sociales
y tecnológicos,| "Vivimos una época de revisión de conceptos fmdamentales, hasta ayer mirados como inmutablemente válidos, y de nuevas y audaces formulaciones en el campo de las ciencias exactas, naturales, y sociales, que presentan bajo un nuevo prisma el contenido y la forma de las relaciones humanas." 1/
El análisis de los datos sobre la aspiración de ir a una escuela vocacional indicó que el 46 por ciento de los desertores y el 21 por ciento de los controles
interesaban ir a una escuela vocacional.|En la preferencia de los desertores,
J/ Oavlil Stltohkln Branover, La tarea urgente de la Onlversldad. p. 5.
r
r , K,
I- ^^A,,».1&tfciti
1 30
•í—■
por asistir a un curso vocacional puede verse el deseo de éstos de obtener con
rapidez una preparacidn que les permita emplearse pronto. Sin embargo, si
se consider.- que estos niños terminaron por abandonar la escuela, es para preguntarse cuSn fuertes y verdaderas eran sus aspiraciones, cuán bien moti vados y orientados estaban para ello. En esta área de la instrucción vocacional
también hace falta que se motive a los alumnos debidamente si se desea que
sus aspiraciones arraiguen de veras.^ 22, Más desertores que contiales-áe-ia zmivi m-hoaa pypresaron deseos
trabajar fuera de hor^ de clase. En cuanto a las aspiraciones de trabajo para el futuro, la mayoría da los alumnos en ambos grupos no demostraron interés en trabajar en ninguna
tarea especlfíca, |los desertores que tenían aspiraciones en este sentido, no decidido afln qué clase de trabajo les interesaba,\ Esta proporción era Significativamente más alta que la de los controles. . 1 indagar con los estudiantes que se habían dado de baja de las es cuelas públicas diurnas de
P
t,.
Puerto Rico sobre las razones que habían tenido
• encontró que principalmente habían sidg jazones ajenas a su vo-
ll^ (35 por Ciento), razones escolares (_22 por ciento), o una combinación de por ci^to). Las razones ajenas eran principalmente las de mala r
g^^mica y de que se enfermaban a menudo. Las razones escolares
er^mayormente las de que "no le gus^ la escuela" T^se cansó de la es-
cuej^, que tenía malas notas" o "que no le veía las ventajas a estar en la escitóla , Entre las razones personales, la mayoría de los desertores ofrecían
31 ^ la ^ que deseaban ganar dinero; los otros se sentfan Infelices o inferiores. FOr iniciativa de la escuela se dio de baja a muy pocos estudiantes de los de
la muestra, y en los casos en que esto ocurrió, la razón fue casi siempre la de ausencias excesivas,
25. juna proporción considerable de los alumnos desertores (41 por cíente) se sentfen tristes por haber dejado la escuela y crefan que no habfan hecho
bien. Sin embargo, alrededor de uno de cada cuatro, aunque no crefa quehabii
actuado bien, justificaba la deserción con alguna causa ajena a su voluntad,j juzgar por la experiencia de los directores de los campamentos que aus
picia el Departamento de Instrucción, un número considerable de los niños de sertores, adecuadamente estimulados, volverían a la escuela, pero hay que trabajar para romper la resistencia de algunas autoridades escolares locales
que se niegan a admitir nuevamente en la escuela a los desertores, especial mente los que se fueron por razones de disciplina. Es justo también, sin em-
bargo, que a esas autoridades escolares se les brinde ayuda para bregar ade cuadamente con las condiciones que llevan a esos niños a convertirse en pro
blemas de disciplina."^ (ha mayoría de los padres de los alumnos desertores (54 por ciento) opi naron que estuvo mal el que el alumno se hubiera dado de baja de la escuda.^ Sin embargo, también consideraron que el alumno estuvo justificado en hacerlo. En los otros casos las opiniones llevaban a justificar individualmente la baja
por razón de enfermedad, ajustes en la escuela, problemas económicos, etc. Si los alumnos tanto como sus padres estuvieron prestos a justificar la
1 32
deserción se explica la facilidad con que ocurrieron las bajas,
26.^Los ajustes hechos por los desertores fuera de la escuela no eran del todo deseables en el caso de aquellos que se fueron por razones escolares
(falta de interés en la escuela, malas notas, inhabilidad para aprender a leer y escribir) ni en los casos de los que se dieron de baja por iniciativa de la
escuela.^ Más de la mitad de los desertores, una vez que abandonaron la escuela, ayudaban en la casa y más de una tercera parte vagueaban o no hacfan nada, a otra parte (15 por ciento) trabajaban. La mayoría (74 por ciento) de los qvs Uv,ron de la escuela por razones ajenas a su voluntad hacfan mejor uso de
su tiempo libre ayudando en la casa, mientras que el 42 pc^r ciento de los que se fueron por alguna razón escolar dedicaban el tiempo a holgazanear o a pasear. También holgazaneaban los estudiantes a quienes la escuela dio de baja. Un 40 por ciento de los desertores que se fueron por razones personales y ajenas a su voluntad se dedicaban a trabajar fuera del hogar. Los datos de la Oficina Ha i.» aj •
® ■Admmistración de Tribunales, aunque no es tablecen razones por las cualpc t ales lae. los alumnos desertaron las escuelas, señalan que dos terceras partes de ino w, os menores
referidos al Tribunal que estaban ñiera de las aulas permanecían ociosn^? tnHa i .. sos todo el tiempo. ¿Qué puede esperarse que ocurra con niños en plena acti^riHoH í,. .
tividad física a quienes no se les proporciona oportunidad 1^ positiva nara emni.,., uva para emplear su talento y energías? 27« íMás d© ocho d© parta Hiar» j ^
(
a diez de los que se fueron de la escuela por ra
zones ajenas a su voluntad deseahsm eaban ,,.^1 volver
, escuela. i1 Los que se fueron a la
33 "V por razones personales deseaban regresar a la escuela en una alta proporción
iT^Este desbo es, a todas luces, un buen indicio.( Prácticamente todos los| alumnos que por una u otra causa están fuera de la escuela, tienen la voluntad
de volver a ella.\ ¿A quién le corresponde hacerlos volver? La escuela tiene su parte-grande-en la tarea. Para eUo, sin embargo, esa escuela necesita
estar equipada con determinados medios y facilidades qug ig permitan, por ejemplo, ofrecer diferenciación en el currfculo, a base de las diferencias en edad e intereses, en aprovechamiento. El maestro de esa escuela debe contar
con orientación suficiente sobre la manera de bregar con los problemas que aountan hacia la deserción escolar. Debe haber más
T!
^"aestras visitantes y
más orientadores al servicio de esa escuela. Las asocio^-
" "•^''^laciones de padres y maestros tendrán que ser fortalecidas, de modo oue se> « ^ ^ ^ estreche cada vez más la relación entre escuela y comunidad, entre la escuela „ , hogar. Y ante y el
todo, esa escuela ha de tener el respaldo real de las levcc
escolares vigentes.
¿O es que van a ser las leyes escolares letra muerta?
p.ro m OWB inaltuoloMs,agMas que ueceeuMe„,^^ h» de eonlrl6„lr. El hogar, mSe que nlngma, Uene la resTOeebmuea
loe alumnos hagan el mejor ueo de las iaoUldades que el Estado ha dispuesto para sus hijos. Ciertamente, ese hogar necesita de la orlentacEta de otras agencias que-de manera coordinada-pueden brindarle servicios especiali zados. Y no son sólo los hogares de los desertores los que necesitan de estas
ayudas; los hogares de los alumnos activos demuestran tener, segCln lo revela
II it ll t«*Hlil
1 34
el estudio, necesidades semejantes a las de los desertores. Si deseamos que im número indeterminado de los alumnos que hoy están activos en nuestras es
cuelas no pasen a engrosar las filas de la deserción escolar, hagamos realidad el muy sabido adagio nuestro: "Más vale prevenir que tener que remediar".
Hay muchas agencias que se dividen el trabajo con los problemas de la fa milia, hay muchas divisiones dentro de determinadas agencias que también bregan con diversas fases de estos problemas. A veces se recibe la impresión
de que, aún inspirado de los mejores deseos, puede contribuirse a disgregar más que a agregar en el adecuado enfoque conducente a resolver los conflictos,
las inseguridades, la insalubridad, el desempleo, el hacinamiento, el vicio que corroe la vida familiar en no pocas ocasiones.
¿No estaremos a tiempo para crear los instrumentos, los mecanismos que
global y unitariamente enfoquen y analicen, diagnostiquen y sugieran medios y remedios eficaces que fortalezcan la institución
base de nuestra so
ciedad y de nuestra civilización y cultura?
Este estudio ha enfocado algunas fases cualitativas de la deserción escolar.
Hay bastantes fases adicionales que requieren continuada investigación, entre las que se encuentra la parte que corresponde a la habilidad general de los es tudiantes, el nivel de preparación dejos maestros, los estímulos extraesco^es, entre muchas otras fases que requerirán estudios adicionales. El ade
cuado estudio de esas diversas fases de la deserción escolar podrá contribuir a que tengamos a mano las contestaciones a muchas de esas interrogantes. hcs
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