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EL CARNAVAL Dedicada ED
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LA
MUJER Y HAREIS
DIRECTOR
Y
Bello
ADMOR:+
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PRO
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PACO BAS AGUILAR.
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A OFICINAS:
EAN
Sexo.
sida
JOAQUIN E. BARREIRO.
PUEBLOS LIBRES NS
al
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SR
Untrimestre70 “ '
SAN FRANIOCSOO 95.
3“
Num. suelto 7
Entered December 19, 1902, at San Juan, P. R. as second-class matter, under Act. of Congress of March 3, 1879.
SAN JUAN,
PUERTO
RICO, OCTUBRE
4 1903
Núm. 67.
RD 8
DIEORS.
Del volcan de las lavas ardorosas, Del monte en la magnífica eminencia, Del agua en la ondulante trasparentia,
Del fuego en las serpientes luminosas ; En los doseles de purpúreas rosas, Del fresco valle en la agradable esencia, Del bosque en la lozana florescencia, Del cielo en las llanuras majestuosas ; En cuanto brota de la tierra inculta, En cuanto al aire tenue se levanta,
En cuanto el mar en su interior sepulta;
En todo lo que aterra ó lo que encanta, Nunca,
señor, al hombre se le ocúlta
La omnipotente huella de tu planta.
AAA
ep
)
canina
DE OCA.
AAA
Y MONTES
y
PEREZ
Le
Año 3.
EL
CARNAVAL
encontrase en los eriales del mundo— inefables vibraciones de ternura... Tu eres el angel de mis sueños, y canto á las sugestivas gracias de que eres viviente y tierna floración, impelido por la misma fuerza que canta y murmura sin cesar en el arroyo fugitivo que se desliza en la agreste soledad del bosque. Canto al adorable candor que es lu-
minosa transparencia en tu nívea tez ala-
bastrina, inspirado por la misma ley eterna que inspira las aves que llenan la selva de dulces himnos al Sol, ora celebrando el festivo advenimiento del día, ya suspirando la melancólica caída de la tarde....
NN“ El arroyo canta ANTONIO
ra y rie y arrulla
CONTRERAS.
e
El
distinguido
puertorriqueño
cuyo retrato honramos
hoy esta
con
página
del periódico, acaba de regresar de su viaje á los Estados Unidos. de donde viene agradablemente impresionado. Mas de una vez nos hemos ocupado en estas columnas
tísticas de este
de las
condiciones ar-
dibujante
ño lamentando que no haya nativa empresas capaces
puertorrique-
de
en la tic rra brindar
an-
cho campo á sus grandes iniciativas.
Su lapiz, capaz de llevar al papel el cuadro de nuestras desdichas con todo el
relieve de la amarga realidad, permanece
inactivo,
casi
abandonado
por
falta
de
ambiente propicio. Si vienen dias mejores para lR letras en Puerto Rico, Antonio Contreras
volverá
á la vida
del arte.
Ese
es su
puesto de honor.
y murmura
con
amor
y suspi-
al genio
de la
poesía. El genio de la poesía es, á semejanza tuya,
virgen
de
idealidad
adorable—
lu-
minosa y pura como la tierna adolescen= cia que te envuelve en auras de infantiles alegrías—que va derramando por los es-
pacios, por los mares, por los bosques y por las montañas, apacibles resplandores que imprimen plácido brillo misterioso á
cuanto existe, así en los ignorados abismos de la tierra, como en la celeste gloria de los astros
Las aves de la selva cantan al Sol, al luminar del dia que inunda en diafanas corrientes las
nos
toldos
esferas y viste
de
esmeralda
como loza-
valles
y
se-
rranías.
Y yo....yo canto las seducciones de
tu delicada hermosura, porque eres á mi
espiritu el luminoso genio de la poesía; . el sol de .mis espacios; porque eres el angel de mis sueños de véntura....
Ni
Mari posa.
No llegarán á tí mis confidencias.
El rumor apacible de mis cantos de amor no turbará nunca tus oidos.
El rumor apacible de mis cantos de amor no turbará nunca tus oidos. Mas si esta debil hoja, oscura mariposa en cuyas alas van mis pensamientos de amor, posase un dia su tímido vuelo
su vuelo en
en tus manecitas
No llegarán á tí mis confidencias. Esta débil hoja, oscura mariposa en cuyas alas va mi pensamiento, no posará tus
manos
delicadas,
ni
se
bañará jamás en la gloriosa luz de tu mirada. Mas yo daré siempre al aire las notas que á mi alma inspiran las seducciones de tu hermosura! El aliento que encendió en mi sér el fuego de la vida templó en él un arpa misteriosa para que á sus
acordes
susu-
rrase al angel de mis sueños—cuando lo
de
rosada
nieve,
no
le
niegues un destello de tus ojos, que es ella de las mariposas delicadas que llevan al corazón la miel de venturosos afectos! Albo lirio de mi valle nativo,
lumino-
so angel de mis sueños, yo envío mil
sos de cariño,
puros
como
be-
tu delicada
hermosura, á tus rosados pies de nieve!.. ENRIQUE DESCHAMPS.
EL, CARA
¡NUNCA MAS! ¡Murió! murió la que aun el alma adora. Mi pobre corazón es un desierto; F esteril campo,
desolado y yerto,
que agostó la tristeza asoladora. Sólo en las ruinas la tristeza mora : no han de alegrar en el futuro incierto
estas ruinas en que todo ha muerto pálida luna ni rosada aurora. No más amar el corazón ansía. Si una tierna pasión, cual flor tardía, ilumina de nuevo el pensamiento; Será lampo fugaz en nube obscura; planta que crece sobre roca dura, que apenas brota la arrebata el viento.
Alta la frente, la mirada límpida, bañado el rostro de celeste calma,
tranquilo el vorazón, pura levanta al trono del Altísimo
:
en las serenas alas de su alma,
su férvida oración. No la turbéis en su ardorosa súplica....; ya no es la misma 'impura cortesana que el mundo despreció ; su culpa la ha borrado con sus PB ; la condenó la intolerancia humana. . Jesús la redimió..
.
*
Era una estrella de fulgóres vívidos cuya lumbre empañó de nube oscura
el funeral capuz;
carLos CASANOVA.
pero un rayo de sol brilla de súbito,
Wisiór:. y
e
a
2
Princesita de mis sueños; Princesita de mi alma!
Ven, y dime tus amores; Ven y dime que me amas! Que
tus labios y tus ojos
Con sonrisas y miradas.
Me transportan á los mundos Del ensueño y la esperanza! Si en la noche de mi vida Una estrella surge
ufana,
Yo busco en la ignota estrella Tu
faz de novia adorada!
Si la luna en el sereno
Cielo azul. se ostenta clara, En los lampos
de la luna
Miro yó tu imagen casta! Yo te miro en los risueños Albores de la mañana, Cuando
rasgando la. sombras
Abre la aurora su alcázar. Yo te miro en el inquieto Cristal de lago, que canta En sus ondas sonorosas El poema de tus gracias: Y en mis versos mariposas Que atí llegan fatigadas,
Deja el alma sus anhelos En lo blanco de las alas!
c. DE CASTRO.
y el velo hiriendo de la sombra impura, le devolvió la luz. ¡Oh! -No afrentéis á la mujer que, misera, cayó del torpe mundo en la asechanza; no la déis con el pie; E dadle mas bien la mano, abridle anchísimas las puertas del honor y la esperanza, y será lo que fué. Que no sabéis si la infeliz fué víctima
del engaño cruel ó la vileza que la sumióen su afán : ó si del hombre á la presión tiránica, á trueque dió su virginal pureza de un pedazo de pan. No habéis bujado al fondo de su espíritu ; no sabéis, triste y desolada, cuánto E
lloró antes de pecar; y al fin vencida por el mundo pérfido, cayó sin un Sustento en su quebranto,
cansada de luchar. ¡Ah! No la maldigáis que es flor balefmias á quien el rayo abrasador enerva y
empaña
su matiz;
mas pueden revivir sus blondos pétalos al beso del rocío, que aún conserva, la savia en la raiz... ¡ Dejadla amar, que es el amor espléndido sol que las almas ateridas llena de luz y de calor! Recordad de la Biblia la alta página,
¡recordad que á la pobre Magdalena la redimió el amor!
¡da PEREZ BONALDE.
El odio de los malos pasa, girón de sombra, “por mi alma como una lluvia de estío sobre las flores. de un prado, como una ducha de agua
sobre la nevada plumazón de un cisne. Ese odio me fortifica. La palabra maldiciente que cae sobre obras, como el vómito de grádo manchar una sola destruir
uno
solo de
un de
mis
ebrio, no ha losus páginas, ni
sus cuadros.
El grito desolado del terror de los egoistas, me dá lástima. No puedo remediar lá deses-
peración de esós inválidos, pero la compadezco. Odiarme por mis ideas, por mis convicciones, por mis prédicas, por por mi justicia, es gastar matar estrellas.
mi temperamento, pólvora queriendo
No abominño á nadie, pero abomino
que es cosa peligrosa para para un espíritu llichador.
Cuando se me¿injuria, se
me
calumnia,
maldice,
un
alma
sincera,
desprecio.
Cuando
desprecio.
desprecio.
Cuando
ese
compasión.
el Mal,
desprecio
se
mío
me
es
y eristiano por la Verdad. Pero desde el sitio sagrado que tocó á Cristo en aquel madero histórico, en vez de arrojar el ““perdónalos,”? yo me hubiera conformado con escu-
pir.
Era lo que merecían los fariseos.
]
Pero la forma del
para los infames,.es
mas
el desprecio.
apropiada
Un
despre-
silencioso, como el Ol-
vido: he ahí la formula del fallo. Contra esa cota de malla, acerada y pulida, nada puede el diente envenenado de los que
odian, Ó de los que envidian, ó de los que tiem-
blan de cólera, trañas.
mordiendo
3
sus
propias -en-
Provocar las iras de las almas vulgares, re-
sultaría todavía cruel. con la compasión.
Es mejor desbaratarlas
Si os odian, olvidad el odio para castigarlo. La amenaza de los enfermos de espíritu
es una
triste amenaza.
No
arrojéis
la honda
porque en vez de un Goliat podreis desnucar á un estornino. '(Gastar ideas en confundir á los pequeños de corazón y pensamiento, es una torpeza á enyos lindes no llega ún pensador, Co-
mo la mujer infeliz
casi aterradoras,
ofendida,
sobre
la
“agita su túnica,
frente
sór-
de
lo
que os injurian. : Para las grandes almas, como para las inmensas águilas, hay alturas en donde es rey
el vértigo; y el vértigo es amigo de los que le desafían. Cuando allí se reina, no hay posibilidad de envilecimiento, -ni facilidades para la caida. Jamás, cuando se llega áesa gran cima luminosa, en que hay sol,.se vuelve á la llanu-
ra.
Cristo no bajó de la cruz.
No hay medios
de arrancar del plano de la grandeza á los que han llegado á conquistarla. El que inclina la cabeza coronada de laureles, á la pedrada del canalla abdica á su glorioso destino. Hay que eruzar el manto como
César para recibir las heridas.
Hay que ser es-
toieo y hay que ser persistente en el Pero no se debe reñir á los inútiles, cear á los fuertes,
combate. sino -lan-
Amo la Verdad y á ella me debo. Amo la * Justicia y con ella me defiendo. Amola Libertad y la respeto. Los que odian éso, hacen bien en arrojar sus*bahos de -drina sobre mi
trabajo inmaculado.
sobre
de mis
merecen
obras.
Y
piden desdén.
no
la ciudad
páginas
de
sinceras
aquellas
en
sagrada
réplica,
porque
tendrá
miseri-
La humanidad, :que avanza en
noble conquista.
progresos,
que
de
su
que
grandeza,
los caractéres
escrito estas palabras
de
ultrajan las enales
son
honrados
civilización:
han
“Liber-
tad,” “verdad” y “justicia.” ¿Quien
castigo.
cio terrible, abrumador,
didas,
cordia también para aquellos
Un gesto, á vewes, lo dice todo, sea en plena laz ó sea en la sombra. Sobre los imbéciles basta la pavorosa presión de una mirada de piedad, el polvo que se arroja sobre una escil-
pitina.
sacudid el polvo de vuestras indiferencias
matará á los apóstoles de ese credo?
¿Quien les podrá vencer, más invulnerables que Aquíles y soberbiós como el Honor? Para tales constructores de ten lapidarios.
Del hímnos abatido ría de
amor, no exis-
estercolero no pueden brotar jamás los de la victoria, sino los gemidos de Job, sin remisión. La estrnendlosa chillelas legiones sin conciencia no llega
hasta la grandiosa Babel de la Historia y pasa como un rumor de parias avergonzados que gimen, como las. condenados del Dante, con la garganta
en
el
pantano.
¡Y
suena
en
eterna
vibración, rompiendo el muro de la eterna pasividad legendaria, el canto vietorioso de los indomables,
de los sagrados
espíritus de inmortalidad ! Lon...
impasibles, de los
..........
retix MATOS BERNIER. »%
EL CARNAVAL |
2 LAS INCORREGIBLES,é= 2 0 más
dificil para el hombre es
% escoger una “esposa.”
Entién-
ws dase esta palabra en toda su E? extensión. Esposa es la compañera del hombre en un hogar por ambos constituido. La mujer díscola, voluntario-
sa, irascible, insumisa, sin educación, sin respeto al hombre: esa mujer no
puede llegar á ser una buena
esposa.
Estas mujeres destruyen la felicidad del hombre
que las ama.
A veces
terminan
por matar su propio porvenir. Alejan de su lado la sinceridad de los nobles
sencia del marido! ¡¡Oh, séres infelices, que jamás llegan á comprender que el
hombre
bueno odia todo aquello que tien-
de á dominarlo ó á envilecerlo! La mujer es un tipo de bondad; debe serlo. Y un tipo de verdad; debe serlo. Y una virtud; debe serlo. Fue-.
ra de esas condiciones, no busqueis á la Los acometimientos del buena esposa. histerismo
óde
catápulta del
afectos.
La mujer Modesta
vado de la tristeza en el funesto día de la ¡Oh, séres infelices, que no áben que el amor se apaga en el corazón del hombre en cuanto la mujer arruga por primera vez su gesto en pre-
debe ser
como la
violeta.
la
hogar.
mala
Bajo
dades toda tranquilidad
se aleja, toda ventura
crianza,
son la
esas calami-
huye,
todo amor
muere.
Una mu-
hasta en sus intimidades;
toda
pudor hasta en el trato doméstico;
toda
humildad
bon-
jer puede tener mal carácter, pero si ama á su marido, se constriñe y se so-
dad de la mujer lima la rudeza del hombre. Un alma sencilla, cariñosa, leal,
y donde no hay respetos, no hay afectos,
hasta en su
cóleras.
La
pura en sus actos y en sus pensamientos; tal debe ser y tal es la esposa. El altar no es siempre un vínculo, pero la educación será siempre el lazo más fuerte
más
de
las almas
brutal que
sin transigencia.
cuentran
dignas.
una mujer sin Pocos
Nada
bondad y
hombres
dispuestos á soportar
se en-
las
re-
beldías insensatas de una mujer de este género. No cabe en el cielo de los amores consecuentes, la mujer altanera. Al fin, esa desgraciada se aisla, se vé abati-
¡da, por sus propios ímpetus salvajes, y despreciada profundamente por el hom-
bre más leal y enamorado. bre
digno que
tiranía de una
No hay hom-
ame y acepte compañera
siquiera la
insúmisa,
que
no.reconoce su natural debilidad y no corrige sus errores de temperamento. No hay amor que dure, si una mujer lo agravia cón la irritabiladad de su-caracter desenfrenado. No todas las mujeres, que desean esposos,
tienen las cualidades necesarias
para cumplir con la alta misión de hacer la felicidad del hombre elegido. ¡Y como se engañan,
creyendo
facil
el dominio sobre el hombre! ¡Y como lo esperan todu de sus ““mañas,”” sin confiar más que en su efímera belleza de un día de bodas!.... ¡Y cómo confían en su
fuerza, imaginaria, que á ninguna ha sal-
mete.
La que no se somete no'
no puede
respeta,
nacer la flor de la concordia do-
méstica. No tiene explicación-la “insurrecta femenina”; no tiene excusa la altivez insensata de la mujer engreida. Esta especie es el desastre en el hogar. Mujeres de ese temple, deben dedicarse á las labores de
marinería y
noá cantar
niños al borde delicioso y sagrado de las cunas. “Aves de tormenta,” estarían mejor en el manglar azotado por las tempestades, que en el alero del hogar como las alegres golondrinas que pian juntoá sus pichones. | No hay posibili-
dad de amor satisfecho,
junto á esas fie-
ras sin reflexión, sin humildad y sin ternúra Son el tipo de la mujer callejera, que si es preciso enseña el puño al viandante. : Son las desdichadas del amor, que inútilmente estiman y en vano esperan nada porque éllas misman destruyen lo que pudieron
Mujeres:
conservar eternamente.
moderad
ter y respetad al hombre en el respeto. po de
las
Hombres:
mujeres
vuestro
carac-
y sed tiernas. huid
dominantes,
á tiemqde
ni
ceden, ni se dan por vencidas; que es esa la “peor especie” de mujeres ¡Esas son
las
que matan la paz del hombre!....¡Son
las incorregibles!
mM. TADU.
EL
¿IDILI
CARNAVAL
=>" y”
¡e
RA FRAGMEN'DO. Acababa el
tren de
Génova,
diri-
trozo de pan, huevos
resbalando
cual
y se puso á comer.
salir de
éndose á Marsella, y seguía las largas onduaciones de la roqueña costa
sierpe de hierro entre la mar y la montaña, arrastrándose por las playas de amarilla arena ue ligeras olas
orlaban
con
hilillo de
plata,
no y ciruelas,
duros, una botella de vi-
hermosas
El mozo se
había
improviso y miraba,
ciruelas
encarnadas
despertado
tambien, de
miraba
cada “bocado, su-
bir de las rodillas, á la boca.
Permaunecía cru-
diem: ciendo de pronto 'en el negro boquerón de los túneles como alimaña en su guarida. Una mujer Espero y un joven estaban caraá
zado de brazos, con los ojos fijos, las mejillas en-
cara
tragos de vino para que pasaran los huevos, deteniéndose para respirar un tanto. Lo hizo desaparecer todo, el pan, los huevos, las ciruelas, el vino. * Y tan luego hubo concluido, el mozo cerró
en
el
último
vagón del
tren,
silenciosos
mirándose á las veces. Tendria ella cosa de veincticinco años, y, sentada junto á la portezuela, contemplaba el paisaje.
Era una robus-
ta aldeana piamontesa, de ojos negros dos pechos, carnosas mejillas. Había varios lios bajo el asiento de madera y vaba un cesto sobre sus rodillas. El.
abulta.metido consertendría
como unos 20 años; delgado, tostado, con el tono negruzco de los hombres que labran la
tierra en pleno sol. Toda su fortuna posaba á su lado, en un pañuelo; unos zapatos, una camisa un pantalón y una chaqueta. - Había ocultado tambien algo debajo del asiento;
una
pala y un azadón atados con una cuerda. Iba á buscar trabajo á Francia. Alzándose en el cielo, vertía el sol sobre la costa
lluvia de fue-
go; era á fines de Mayo y deliciosos olores revoloteaban, penetraban en los: coches por las ventanillas abiertas. Los naranjos y limone-
jutas,
los labios
apretados.
mujer obesa y golosa,
Ella comía como
sorbiendo á cada paso
los ojos. Sintiéndose incómoda, la paisana aflo-
jó el carpiño y el joven
miró
entónces de nue-
vo. Pero ella no se alarmó; seguía desabrochándo el cuerpo cuya tela se abria'á la presión
de los pechos, dejando ver por la abertura un ¡eps de camisa blanca y un redondel de carne. cuando estuvo más á su sabor dijo en ita-
liano: “Es
tanto
el «calor que no se respira:””
El mozo respondió en la misma igual pronunciación : “Hace un
lengua y con tiempo sober-
bio para a ¿“Es V. piamontes?” preguntó ella. “Soy de Asty.” Yo de Cassala ”” Eran vecinos y se pusieron á hablar. Dijeron las simplezas' interminables que repiten sin cesar las
gentes del
pueblo, y bastan á su
ros en flor, daban al sereno ambiente sus azucarados perfnmes, tan dulces, violentos y perturbadores, mezclándolos á los efluvios de las
espíritu
á lo largo de la vía, en los
descubrian otra persona que los dos habían vis-
rosas
que
brotan por
doquiera como hierbas, jardines suntuosos,
lento y sin
horizonte.
Hablaron
de
su tierra. Conociam los dos mucha gente. Citaron nombres, trabando amistad á medida que to.
Las palabras, rápidas, apresuradas,
salian
ante las puertas de las habitaciones pobres y por todo el campo. Esta costa, esla morada efectiva de las rosas, que llenan el pais con su
de sus labios con terminaciones sonoras y su canción italiana. Luego se informaron de ellos
potente y ligero aroma, que convierten el aire en una golosina, algo más sabroso que el vino, y como él embriagador. Iba el tren muy
La aldeana era casada y madre de tres hijos que dejaba al cuidado de su hermana, ha-
d lo, como si quisiera jardin, en aquella tibieza.
atrasarse en aquel Se paraba á cada
momento, en las diminutas estaciones, delante de un palomar de blancas casas, y continuaba
su pausada marcha despues de haber silbado mucho. Nadie subía ni bajajaba. —Diríase que el mundo entero dormitaba y no podía resolverse á mudar de sitio en aquella primaveral mañana. La aldeana robusta cerraba los ojos de vez en cuando, óÓ los abria bruscamente cuando el cesto resbalaba por sus rodillas, cayéndose.
Cogíalo nutos
al vuelo, miraba afuera algunos
y se amodorraba de
sudor asomaban
nuevo.
á su frente,
mi-
Perlas de
respiraba con di-
ficultad como si penosa opresión la atormentara. Eljóven había inclinado la cabeza y dormía con el sueño cerrado de los gañanes. De pronto, al salirde una estación, la aldeana se
despabiló y abriendo su cota
sacó de ella un
A
particularmente.
>
biendo dado con un acomodo de nodriza, un buen acomodo en casa de una señora rica de Marsella. El, buscaba trabajo y le tenía dicho
que lo encontraría por allá. pues se edificaba mucho. Al fin callaron. El calor era terrible pues caía como á torrentes sobre los coches ; una
nuve
de polvo
volaba
en
pos del tren,
netraba dentro y los perfumes de los naranjos
pe-
y de las rosas adquirian sabor más intenso, pa-
recía como que se condensaban y entorpecian. Los dos viajeros se durmieron de nuevo. - Casiá la par se despertaron. Descendía el sol hacia el mar iluminando su manto azul con profusa claridad ; ¡era más fresco y más ligero el aire La nodriza, sofocada, con el corpiño entreabierto, los carrillos caidos, los ojos apa-
gados, dijo con acento anheloso: “Desde ayer no he dado el pecho y me siento atolondrada
como si fuera á desmavarme.” auY
de
A
DE
:
MAUPASSANT.
:
. *»,
EL
CARNAVAL
579
+ A VUELA PLUMA. +
CRUCIFIXA. Afrodisia
la esclava, agonizante
Está claváda en eruz..... Timón
la mira
Carmelita
y recuerda el incendio de la pira que le quemó en su seno, delirante avanza hasta el suplicio, ya delante, de tanto horror en la piedad se inspira, tiende los brazos hácia el ser que expira,
Desde hace algunos
Rio Piedras.
EL CARNAVAL
por lágrimas y sangre :...... dirijidos
saluda
lar, agradece
beso ....
Agui-
guidos compañeros de la isla, las sentidas car tas de pésame que le han escrito con motivo de la inesperada muerte de su señora tia Doña
entrega el alma!
Clara Bas, viuda de Bobadilla. : Aquellas espresiones de verdadero cariño
ROSELLO.
funda gratitud en el triste hogar Bobadilla y Bas.
su PUNTOS LITERARIOS, a
con
de la
pro-
familia . ]
Himeneo. La virtuosa y simpática señorita Rosa Bacener y nuestro amigo
Lorenzo
Gimenez,
han
contraido matrimonio en la mañana del viernes. Almas nacidas para amarse ven al fin realizadas stis bellas aspiraciones. Que el sol de la dicha alumbre siempre el
SURILAN—Ponce.
El hado impío....
nuevo hogar
que
un amor purísimo.
¿Helado....! RICARDO—Mayagúez.
se
levanta
Mas
Fragante flor aroma, deliciosa corola nacarina donde brilla.”
R.
á la
á los numerosos amigos y distin-
afecto sincero se recordarán siempre
Ve
.
afectuosamente
Nuestro Director accidental Sr. Bas
deja en los lábios lívidos impreso
M. MARTINEZ
encuentra en
Agradecido.
al ver sus ojos al espacio, en calma,
cuando
se
futura maestra, deseándole muchos triunfos en sus estudios.
separa los cabellos, adheridos
¡ Y rie la mátir
dias
San Juan esta simpática manatieña que viene á cursar estudios superiores en la Normal de
sostiene su cabeza vacilante,
apasionado
Fernandez.
sobre
la
base de
bodas
- Enrique Marchessi, ilustrado farmacéutico de Lares,
ha
coritraido
matrimonio con la be-
lla y angelical Srta. Maria Vivo y Vilella. Que eternamente reine la felicida en aquel hogar venturosó, son nuestros deseos.
usted.
P.—Dorado.
=
Poesías laureadas
No confunda amigo mio, no confunda las especies.
Con una cariñosa dedicatoria y elegantemente editado en la tipografía “El Pais” hemos recibido un tomito de poesías de nuestro queridísimo amigo Ferdinand R. Cestero. A reserva de ocuparnos estensamente de los versos que contiene enviamos las más ex- presivás gracias al autor por tan valioso ob-
M. S—Cidra.
Tenemos muchas postales. Por eso no se han
M.
publicado.
B—Caguas.
sequio.
No son perfectos, pero se publicarán.
Paco
ROBERTO—Ponce. En toda la una
colección
no he
buena.
No he visto nada peor. FLOR DE LIRIO—Camuy. ¡Peores....!
K. Q. LO—San
Juan.
No vamos á.ese
fin.
Guardelo para mejor ocasión.
encontrado
ni
Hemos
Quevedo
tenido el gusto de
saludar
en esta
redacción, al querido amigo cuyo nombre encabeza estas líneas. q Paco Quevedo es un Profesor que honra al magisterio puertorriqueño. a Felicitamos á la Junta Local de San Juan por su acierto al nombrarlo para la escuela Colon.
Leonardo
Monet
Para un asunto que le intersa suplicamos á este amigo se digne pasar por esta oficina. |
Y
EL CARNAVAL Coma raiz de dos tercía
Oztigas.
Y tome limón en gárgaras. El viejo oyó mis razones
Y me brindó una guanábana Diciéndome:—No se indigne
La conocí en el baile ; Serena
el alma,
Dormida
la conciencia
Que todo está dicho y gracias.
pura,
la ilusión ;
La requebré de amores, ¡En la cuarta con segunda
Y sus ojos me hablaron de esperanzas ; Le dí mi corazón.
De tu corazón, Rosaura, Como en la dos y postrera
En fáciles estrofas,
De una pasión
La vida en ellas, ponderé sus gracias, De vírgen ideal; Y atenta á los elogios, Trajo, en mi daño, la implacable envidia, Tras uno otro rival.
Las tres segunda
En príma dos, mi jornada
Terminaré, pronunciando"
reclinado al muro,
Tu
Conmigo el arpa fiel, Un hombre descendía Desde la alcoba al empedrado patio; No sé quien fuera él.
nombre
que es mi fantasma.
¡Entonces la todo tuyo
Bailará en traje de máscaras!.... RICARDA
Y en la ventana elia, Desnudo el brazo, sin abrigo el cuello,
FERNANDEZ.
CUADRADO.
Al reparar en mí, Forjando la disculpa —*“¡ Ladrones!”—dijo—Despertó la alarma, Y tuve miedo;
del verso
Que primera cuarta el alma A tí dirá que ya en breve
Mirando á su aposento, Tarde en la noche,
desgraciada,
Ví mi fres prima ilusión Hundir llorosa sus alas!
huí
o
Detúvome la ronda: Solo acertaba á proferir mi labio: —*“¡ No he sido yo el ladrón !”— Fué inútil la defensa;
Sobre ladrillos, abrazado al arpa, Dormí en la prevención. Después.... á un pordiosero Llamé y le dije:—tu limosna ; toma” — El arpa le ofrecí.
Y respondió el mendigo: —**Con música, señor, no hacemos nada”— ¡Entonces la rompí! LEONARDO
PONCE
DE
LEON.
Dos fChazadas.
o
I. II. III. IV. V.
a
o
Planta del Orinoco. Insignes, sobresalientes. Flor. Verbo. Temerario.
Desde la últims
letrade la
primera
palabra hasta la primera de la quinta,
línea
vertical,
serán
iguales
las
letras. >
En cómoda prima príma Leyendo estaba á dos cuarta Mientras de un viejo la tercía Repetida
me ensuciaba,
¡Prima!-—exclamé
al
Cualquiera rinde cultoála ¿rímera palabra, aún siendo la segunda y quema en el altar la /ercera sin ser la quinta y manda
como la cuarta
á excesos.
percatarme,
Que mal se pone, só puerco,
sin ser
aficionado
MIRTO.
Tome usted naranjas ágrias, . Y no estoy para aguantarlas.
en
cinco
NOT A.—Atendiendo á súplicas de varios amigos aplazamos para el número próximo la solución del cuadrado anterior,
CAR EL NAVAL NOWVELAS|
CORTES
LA MUNECAÁ Por Carmela Eulate Sanjurjo. (CONTINUACION. ) para que viniese á encender el quinqué de su despacho. Presentóse la misma Teresa, y la rogó que
Aquí tienes la pruebas de
arriesgar una última
dos.
que no te engañaba
locura que
gastaras
co-
mo lo hacías, y que pronto ó tarde, pronto por desgracia, llegaríamos Á una catástrofe. Hoy
convencerte de
que
estamos arruina-
Ahí tienes las cuentas de Forestier.
Sin
descender al fondo del corazón de aquella mujer. Rosario no era mala y apesar de su frial-
contar lo
dad y su egoismo, no era posible que hubiese vivido tantos años á su lado, sin tomarle siquiera un poco de afecto. Al saber la ruina de que era causa, tendría un movimiento generoso, y ofrecería sus mismas alhajas para rescatar su honor comprometido. No serían suficientes para pagar sus deudas, pero si Ro-
....¿Tanto?....nocreí á la verdad... y Rosario se turbo pensando en ló que diría su marido cuando supiera ja compra de la media luna de brillantes, pero dispuesta á emplear toda su influencia sobre él para no devolverla. 7 Hay que concluir, dijo Lasaleta mirán-
aquella prueba
amor, y de aceptar con él, y por él la con qué ánimo se pondría al trabajo!
de
pobreza,
La joven no venía de muy buen grado á la entrevista, pues tenía miedo á lo que Julian pudiera decirla. Precisamente el dia anterior
había
tomado
de
casa
de
Mr.
Forestier
un
adorno de cabeza formado por una media luna de oro eon chispas de brillantes que había
costado
2.000
Aquella
noche
pesetas. se la
nión de la señora
¡Pero
pondría
de
era tan bonita! para ir á la.reu-
Longoria,
y no
podría
menos de obtener un exito.
Julian la atrajo dulcemente y la hizo sentar en una
silla en
frente
de él.
Su
mesa de
despacho los separaba, y la luz del quinqué irregularmente distribuida, dejaba en la som-
bra los áugulos de la
habitación, y arrancaba
chispas relucientes al
busto de bronce de
Cer-
vantes y á la escribanía de nikelen que desennsaban las plumas. La fue presentando en silencio cuentas, facturas y recibos, que ella miraba un -momento y volvía á colocar sobre
la mesa. Estaba
un poco
impresionada,
mía de su marido seria y triste, desconcertarla más. —Si te
gio pura
parece dijo
salir de aquella
visto bastante.
más calma, |
buscando
y la fisono-
un subterfu-
constituye o
4.000 duros.
Debemos dejar esta casa y re-
—Nunca, replicó ella vivamente. ber algún medio de evitarlo. —¿Cuál? E
—No
lo sé, pero como
ahora podremos
Debe ha-
*
hemos
vivido hasta
continuar viviendo.
¿Qué im-
porta que haya dos cuentas. más Óó menos en tu gaveta? Por lo mismo que como dices debemos mucho, nada importa deber un poco más.
Lasaleta abrió un cajón de la mesa de despacho,
y le presentó sin
le amenazan
con
hablar la carta en que
llevarle á los tribunales, en
deshonrarle, si no pagaba. —Y como te he dicho (no tengo
hace un
momento,
nada.
—¿Cuánto
necesitas? preguntó Rosario vi-
vamente.
í
Lusaleta tuvo una luz de esperanza. á ofrecerle sus alhajas, aquella fortuna guardaba
Iba que
encerrada en su cofrecillo, y que re-
presentaban en perlas diamantinas, aún vendidos á bajo precio el triple: de la suma que necesitaba.
—Por ahora,
para esa demanda, y su voz
temblaba con extraña emoción, cuatro mil duros. Más adelante veremos. |
hemos
arreglaremos esos papeles.
que
ducir los gastos.
Hubo una pausa.
"Vamos á comer y mañana con
Hizo un ademan para levantarse, pero Juian le detuvo. —No, es mejor que acabemos de una vez.
se le deben
dolafijamente.
contribuía á
situación, ya
sabes
Rosario
reflexionaba.
—¿Y porqué no se los pides á cualquiera de
tus
mt
capaz de darle
fortuna,
que
A
sario fuese
una
pagado,
A
puedes
A
que le permitiera
era una
A
prueba
que
amigos?
creo
que
bien podrían
hacerte
ese favor....
Detúvose al ver la 'expresión del rostro de Julian, cuyos labios se habían contraído ner| ¡ b
S
j
|
4
,
4 | '
A
fuese á decir á Rosario que deseaba hablar con ella. Quería luchar contra toda evidencia,
al decirte
!
EL viosamente,
y
dibujaban
algo como
y constituía con el collar de perlas, su único adorno. Teresa la acompañó hasta el coche y
una son-
risa dolorosa. —Alberto por ejemplo, continuó la jóvén. Te debe muchos favores, y es muy justo que los pagues. me parece
Yo no entiendo de
le entregó el abrigo y el abanico cuando estuvo comodamente sentada. ,
negocios pero :
IX Volvió Teresa á la sala, y para entretenerse mientras llegaba Rosario, que debía tardar, cogió una novela, que había quedado sobre
—$í sí, basta. —Yo
te ayudaría,
pero bien
da tengo, y por lo tanto, no.
sabes que na-
puedo venir en tu
una mesita. timbre
de pié para marcharse.
dijo
y volvía
tar
la cabeza
La
misma
—Si,
Julian, y
se levantó
de
Teresa
lo
que
fué á
estaba escribiendo. preparárselo,
y
selo :
señasr.
Lasuleta estaba sentado delante de su mesa de despacho, rodeado de papeles que parecieron á la joven cuentas ó recibos - La expresión sombría de su rostro, la amarga con-
tan terrible y hacerme creer
á poner en
de
para ir á ver qué se le ofrecía.
—¿Ha salido Rosario?
que estábamos completamente arruinados? Tie-
Lasaleta se había inclinado
despacho
retirarse.
poniéndose
que
y cuando
trajo aguardando de pié á que lo tomara para
Teniendo el medio de
nes tú unas extravagancias que pareces loco!
intriga le interesó,
—Una taza de café, dijo Lasaleta sin leyan-
pagar, de continuar viviendo como vivimos, porque no dejaremos la casa, verdad, Julian, que no le impondrás ese tormento á tu mujercita qué tanto te quiere? —No dejarás la casa. —Pues si vamos á vivir como ántes, á qué
darme este susto
del
rápidamente
dinero. Debe haber algún medio para pagar. —Le hay, dijo Lasaleta con voz sombría, y pagaré. Rosario le miró un momento sorprendida, y luego se hechó á reir. tú eres raro!
La
yá llevaba leidos los primeros capítulos, oyó el
auxilio. No séque idea te dió de llamarme, como si yo entendiera de esas cosas. Arréglalas como puedas, si como dices nececitas ese
—¡ También
CARNAVAL
hay días en
sobre la mesa,
orden los papeles, sin le-
- vantar la vista hácia ella.
tracción de sus labios, y sobre todo sus ojos que tenían un brillo extraordinario, alarmaron un poco á Teresa. Pero estaban todos tan acostumbrados á su excitación febril, sobre todo cuando trabajaba hasta tarde, que no le
dió importancia. —Puedes retirarte,
dijo al ver que
aún no
se había ido.
—Si me
necesita
usted no tiene más que
—¿Vienes esta noche á casa de Longoria? Ya sabes que estoy invitada á tocar el piano y probablemente escojeré el “Rondean” de
llamar. Julian apartó con mano
Mendelsshonn
papeles, para hojear las cuentas de la joyería de
—No
que tanto te gusta.
puedo
acompañarte,
cer, y emplearé asunto.
la
noche
tengo
en
que ha-
arreglar
este
Se acercó á ella, y la abrazó nerviosamente con delirio, casi haciéndola daño. La fren-
te de la joven coronada de “*papillots” para la próxima fiesta chocó con el pecho de su marido y casi pudo percibirlos latidos de su corazón. —¿No vienés? le preguntó al ver que no la acompañaba.
La comida debe estar ya puesta.
—No tengo apetito. reuniré con vosotras.
Hsta luego
que me
:
Las dos mujeres se sentaron solas á la me-
sa. y dieron orden al criado que le guardara la comida al señorito por si la pedía más tarde. Rosario pasó á su cuarto á arreglarse para ir á la
reunión,
y despues
de
un
largo
rato
se
presentó elegantísimamente vestida con un trajé de erespón y gasa erema, que sentaba bien ásu figura espiritual, y llevando en la cabeza, entre los rizos castaños, un poco em-
polvados por coquetería, la media luna de bri. . Mantes. La tenía puesta en forma de diadema *
nerviosa aquellos
Mr.Forestier, que ascendían á una suma inverosímil. Perlas, brillantes, esmeraldas y zafiros, ya solos ya combinados en artísticas alhajas, ha-
bían salido de aquella tienda, para satisfacer la vanidad insaciable de Rosario, Representahan por si solos una fortuna,
y eran la primera cau-
sa de aquella ruina. Lasaleta al apartar la vista de aquellos papeles, tropezaba con el retrato de Rosario, colocado en artístico marco sobre la mesa, como si en su pasión insensata
hubiera querido tenerla siempre presente. La fotografía había copiado bien su rostro de líneas
purísimas,
vaga expresión.
en
que
los
ojos
tenian tan
Los labios finos conservaban
su sonrisa, como estereotipada en ellos, y la frente estrecha que encuadraban los rizos cas-
tañíos, completaba aquel rostro bellísimo. saleta la contempló mucho la conoejera.
La-
tiempo, como si no Si
Tenía el retrato en la mano, pero su imaginación estaba léjos de allí, recordando la historia de su vida, su juventud sin amores y su
(Continuará)
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