El Carnaval (11 oct. 1903)

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EL CARNAVAL | REVISTA

DE

LITERATURA

Dedicada Á

DIRECTOR

Y

ADMOR:

ler anne. | JOAQUIN E, BARREIRO. LIBRES

LA

Jl

December

19, 1902, at San

SAN

JUAN,

Juan,

SAN

FRANICSOO

P. R. as second-class

PUERTO

RICO,

matter,

95.

Num. suelta

under Act. of Congressof March

OCTUBRE

11 1903

3, 1879...

7

“w

l

Nún. 68.

LECCCCCECCECCESS

CONFORMIDAD, Nunca envidié de nadie la fortuna 35

Ni presumí de grande ó poderoso,

- Ni la riqueza ambicioné, ni alguna Palma triunfal de paladin

famoso.

Jamás me aventuré de la laguna

De Anfitrite á surcar el seno.undoso, Ni nunca

vi rayar blanca la luna.

En otro cielo que en mi cielo hermoso. Amor,

divino amor

buscó mi alma...

Mas ya no importa que su hoz aleje La muerte

ó tronche

de mi yida el hilo;

Que en esta muda soledad y calma Tan solo pido que el Señor me deje

Vivir sin odios y morif tranquilo

a

FELIPE TEJERA.

pr

Año 3.

OFICINAS:

Untrimestre70 “

:

Entered

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PUEBLOS

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SUSCRIPCION:

REDACTOR:

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Sexo.

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Bello

Ectria SAAE

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ARTES

YE

|

al

Y


EL

LA VENGANZA,

talidad,

porque

metamórfosis

—Oye

En la hermosa corola de una dalía se posó el orgulloso lepidóptero. Abandonó su cárcel y desplegó sus alas, teñidas del color del

de los céfiros.

aman

múrice,

sobre

la leve

La luz le sedujo.

onda

ser

fume de las flores con que había: soñado en su tumba-cuna, y cuando se disponía

en el enjuto cáliz de aquella

como

en

un

lecho

flor

se Allí,

inodora,

originalísimo,

caprichosos!

¡Qué

cule-

guarida

sa y, al principio, sintió coraje. Un coraje de araña, temido por moscones y mariposas más que una bravura de león.

feroz.

La

, riposa.—Te ofrezco mi cariño,

hoy

á ostentar

y sinlas cuales

moriría.

No

me

no

amor mismo

y el misterio de

abrió

se

encoleriza

es

¡Qué

mons-

Las pequeñas garras se abrie-

La virgencita de destrozada en un

¡Trági-

Luego, la despiadada araña se escon'

ta á morir de dolor y de remordimiento...

hagas

tumba

y

dió, en el seno de la dalia inodora, dispues-

No. procures, hermosa mía, que se repita esa tragedia de los instintos. Noseas tú la mariposa, la coqueta de los campos, voluble como las b:isas que besan lo mismo el cieno del pantano que las orlas de la nube dorada.

aves,

una

cuando

ca historia de cortos intérvalos!

campos

Soy un efecto de la inmor-

la amaba

instante por la araña vengativa.

por¡Si su. pieras!.. . hoy. he nacido y puedes llamarme como gustes, pero no me juzgues voluble ni veleidosa. Soy firme como el

fué mi padre.

que

de describir fué aquél! alas de carmin quedó

la ma-

me he atrevido á

acercarme á las monstruosas

la mari-

bil mariposa, que hubo de pagar muy cara su volubilidad, ¡Furor que no se pue-

: daño, y te estimaré mucho: eres el primer

sérá quien trato:

de los impo-

ron como tenazas y calleron sobre la dé-

de

que es pu-

en estos

araña

truosidad!

ro como el pálido azul de los cielos. Si me pruebas que miento, multiplica tu furor y desgarra las alas purpúreas que empiezo

eres

para volar.

parecía á Otelo. Saltó de su escondite.

tano que las orlas de la nube dorada? ¿Quien te ha dicho que has de hallar aquí, á mi lado, sobre esta hermosa hija Así habló la araña. - —Eres muy cruel—le replicó

si tú quieres,

blanco y tuvo un arranque de celos horrible. En aquel momento el animalillo se

del pan-

. de los vergeles, el festín en que has embriagarte? Si no me amas, huye.

el amor

Aquella araña lo comprendió todo: había visto pasar allepidóptero de manto

—¿Y no eres tú tan vanidosa como las otras? ¿Serás voluble como las briel cieno

convicción:

Te amaré....—replicó

miserable araña

es-

sus alas

lo mismo

la

virgen la vió, sintió un extremecimiento de alegría incomparable, <e olvidó de la

pléndida vió al insecto de las alas de ga-

sas que besan

fra-

posa frágil. En el instante en que la tierna virgencita de alas impalpables se expresaba, una hermana suya, mariposa de alas blancas como la plata bruñida, pasó ante ella revoloteando. ¡En hora suprema! La

silfos que tienen las manecitas muy atresu

como

—Virgen,

en las aterciope-

de

firme

sibles.

ladas hojas de la herbácea mexicana, temerosa del fría y del retozo brutal de los vidas, desde lo hondo

la araña—

hermosas

Las brisas me han hablado de vírgenes y

brones más feos!....pero ¿dónde estarían sus hermanas? ¿dónde, si las tenía en el mundo, habían podido librarse del

miedo?.... La araña abrigada

instante—dijo

driadas y estoy por creer que una de ellas: ¡virgen pareces!

La mariposa se extremeció. ¡Qué cosas raras veía en el mundo! ¡Qué bestias extrañas! ¡Qué árboles enormes! pájaros

un

habitación, por lo menos serás mas bella.

estaba

una araña de especie desconocida.

“¡Qué

eternas

tiene elocuencias como tú; elocuencias abrumadoras. Me has embeles: do: oyéndote, no habrá quien resista á las tentaciones. Creoen la virgínea honestidad con que pintas tu pasión, Tu hablas para vencer. Sino fueses tan cándida como el rayo de sol que orea mi húmeda

Posóse—como decía—en los pétalos pintorreados de la dalia: buscaba el per-

de lo feroz.

las

ses? ¿No eres la hija de este día, ó has aprendido como los griegos el lenguaje de los himnos? Efectivamente, debes

la luz las mariposas!

encontró en compañía

represento

de la eterna vida.

¿quien te ha enseñado tan

¡Cómo

á entregarse al éxtasis de la ventura

CARNAVAL

+ 1895.

E

*

'rerix MATOS

BERNIER.

4


CARNAVAL

ARO

———————

El menos

LÍDAME usted tres varas esa tela. EROS CEN 2

3

más

de

6) bía ya como tratar á su nuevo parroquiano. Los dependientes iban y venían sin detenerse un instante.

S

—Son

usted las camisas.

superiores;

buenas, caballero; de última novedad. Separe usted media docena.... ó nó, esperen un momento, tomaré la caja, asi es mejor.

¿Y driles?

—¡Pancho!

¡los

driles!....

¡Muévase

us-

ciencia; el servicio está perdido.... —¿A como vende usted éste? Lós dependientes

se miraban asombrados :

su precio corriente era el de dos reales. —¿Cincuenta....?

—Varas. Me parece que hablo «on bastante claridad. —Dispénseme usted, caballero. Soy- un poco sordo. sombreros?

—¡ Pancho, los sombreros —Y.... ¿tiene usted buen calzado? —;¡ Andrés, el calzado. ...! —¡ Pancho,

sea usted alguna cosa más?....

—Le he dicho

que

5 3

Ñ Y 4

me arregle Ja.

cuenta.

—Está bien, está bien;....

dispénseme

us-

ted si le he ofendido... —¡No tengo porque dispensarlo! —¡Oh,

que ae

es

|

4 «E

usted, caballero!....

:

¿No llevaría alguna otra cosita?....

;

...

—Ya que usted se empeña. .... El comerciante tardó muy poco

su aperaoión ; después levantó

exclamó

: en

la cabeza,

con

; | :

hacer y. mi-.*

indesecrip-

tible ternura: —Trescientos veinte y cinco pesos con cuarenta y nueve centavos. . —Está bien—se usted todo eso.

limitó

pestafieó.

á decir—empaquete ;

:

y '

—Andrés, Pancho, vamos, sin detenerse, que este caballero está de prisa.... Esto se amarra así, que quede bien seguro,... Cuidado con que se estropee alguna cosa. Traigan mas papeles : el papel para estas cosas cuanto mas grueso mejor.... Así, vaya, ya está bien, Caballero á sus órdenes; supongo que manda-

cuenta?

—¡ Andrés, los botones!.... —¿Y tiene usted corbatas? —¡ Pancho, las corbatas!....

—A trescientos

cuarenta

no tenían

tiempo

El mostrador apenas si podía contener los

artículos comprados. Ñ —Lo menos trescientos pesos. ... —decía Andrés á Pancho. Y miraban de reojo á su principal que destapaba una botella de cerveza para obsequiar al comprador. —Caballero, tengo también una perfumería exquisita. Agua florida legítima. ¿Desearía usted comprar alguna botella?. .. Y3 —Separe usted un par de cajas. ... ó abones?....

—Los tengo de superior “cualité.”...'. —Pues agregue usted doce cajas de los mas finos. —Pancho, baje usted un sillón para este caballero, de los de bejuco....

á usted

q

¿De-

.

—$í, señor; un carro, ó dos, los que se necesiten. ¿A cuanto dijo usted que ascendíala

las medias!....

muchachos

ÉíY

rá usted un carro...

-

botones?

Los pobres para respirar.

tiempo.

El marchante ni tan po

—Mida usted cincuenta varas.

—¿Y medias?

2-3 aquel cualquiera se :

—Está bien, arregle la cuenta. —¡Oh, no corre prisa, caballero!....

rando al parroquiano,

—A doce reales.

—¿Y

barbaridad!.... Con marchantes como

—¡ Rayos!

ted, hombre....! Dispense usted, caballero, estos dependientes le martirizan á uno la pa-

—¿Y

cri se Pego Ss gusto Qué que podía ganar era cien duros. ¡

hacía millonario en poco

El dueño de la tienda no sa-

—Enseñe

A

9

A

—=FL MARCHANTE==|

AA A

EL

Leestá

moles-

tando el polvo de la calle. ... ¿quiere usted entrar?... —Muchas gracias. La mercería estaba tan revuelta que no había donde poner un pié.

—Está

veinte

y cinco

|

pesos

eon

y nueve centavos.

bien....

¿Y sabe usted á quien va

á cobrárselos El ecomerciante abrió la boca.

—¿A quien va á ser caballero.. —¿A

A usted...

mí?

—¿Pues á quien entonces. ...? | —¡ Al demonio mM e Y el amo de la tiendá, pálido como un cadáver, se quedó contemplando al marchante que caminaba ya calle arriba con la mayor tranquilidad.

En

aquel instante un policía se detenía á la

—No

hay

puerta del establecimiento. —¡ Detenga usted á ese hombre inmediatamente—le dijo. ;

cuidado—respondió

el guardia

con suma indiferencia—ese pobre loco no hace mal á nadie, es muy pacífico.... Los dependientes se echaron á reir. Desde aquel dia cada vez que se presentaba algún desconocido, el amo de la tienda, preguntábale enseguida: —Caballero, con franqueza, y dispensadme la pregunta.... ¿Es usted loco ó cuerdo?....

«. GONZALEZ GARCIA.


Pr

EL

CARNAVAL

ENUNA PLAYA AAA

+

EN

OP

di

AV

tras la multitud

giraba,

giraba,

giraba,

en el extraño paseo arenoso, frente al palacio capitolio, en torno al Kiosco azul, á

N una

ignea

abismo,

eucaristia

las

olas

se

traga-

ban al sol agonizante. : E gran

EE

nube

del Una

adusta

aproximaba cada

se

vez más

e al moribundo como para recoger, cual una vestal fantástica, la última herencia de fuego.

Enel gris cine-

ricio; en el oscuro de montaña, jaspeado como evanto; en la densa y amplia franja de la baja lejanía, lívida en las desgarraduras de azucena; en la belleza doliente de la tarde sin púrpura, florecía la tristeza arcana y trágica que llena el mundo y triunfa como una musa en las

dos pasos

de la

bunda. Cual

una

playa

rosa de la noche,

ondas blondas,

dispersas,

perdíanse

en

blandas

la

decora-

ción doloresa del crepúsculo, huyendo en la

melancolía

ambiente

como

ruinas

de

una pompa vencida. En el poblado,

ardoroso

sierto,

á las

fragua,

irregular como un peñasco,

do una

como

un

feria;

más honda, lación

la

veces

como el de-

hirviente

panteón,

sofocante

grave. en

una calla-

pintoresco'como

sensación

más

como

la

de

tristeza

era

Era

una deso-

aridez

maldita,

nutrida de agresión y de inclemencia.

NA De un frágil

sisíma, y allí quemado al fuego dé la sagrada llama interna, resplandecía en el admirable rubio rojo de las rojas lonta-

nanzas.

|

Ni

y solitario, volaban como un tropel de pájaros los acordes de una

En la tiniebla tórtida y tachonada, ni un retal del azul cristalino de las noches amantés.

La música del Kiosco volaba cantando las lágrimas de un aria; el abismo vociferaba sus iras en el

motin

las luces de los

se

enfllaban á lo

aguas y las simétrica y

calles en una desierta; del

largo de las perspectiva

puente en

música pública;

volaban vibrando cual una poesía proscrita que vertiera en el duelo de la tarde el llanto de un corazón traicionado; mien-

focos

de las olas;

perpetuo columpio partían co-

mo lamentos que vagaban y se extinguían

en el canal

sas

dormido;

fortalezas

las antiguas y ocio-

elevaban

en la sombra á

lados de la entrada

menadas

empinado

ya com-

dramas de la seda en los combates del lujo. Los grandes ojos záfiros rutilaban como joyas prodigiosas. Y el oro de las estrellas condensado en la cabeza hermo-

ambos

Kiosco azul,

siti-

pacta la visión de un cuerpo victorioso pasaba ante el Kiosco azul como una fascinación. El rumoroso traje evocaba los

almas cantantes y nostálgicas. - Lilas descaecidiS;, amatistas

eternamente

de

sus

muros

las masas altorvos;

y

en la

eminencia irrisoria de un calvario distan-

te, aún más árido que el de la druz nazarena,

un súbito disparo de cañón anuncia

la hora taciturna y extiende una fantasía bélica sobre la noche muerta. Jacinro

LOPEZ.


EL

CARNAVAL

EN | WURMUREISS— j

|

Del

Prógimo.s*llezas, labra empero de ¡su estiércol.

iPxa de las tristezas

de las que

más

mayores, de

dect e es-

gonzantes, es la murmuración. 9

La murmuración

NS

dolor

sentido

es como

por

nose

un

sabe

los

mundos en

pequeño

Debemosfundar huestra grandeza sobre esta base: respecto:al prójimo. muración es siempre estéril. El que be, duda de la honradez del que la El que murmura, pierde más que

personal La murla «percifomenta. ¡el tocado

por la murmuración,

en

¡desprestigiarse

por que

á

La

víctima

es, ¡al fin, compadecida 6 engrandecida por la magnitud de la injuria y su misma injusticia.

la credencial de la propia indignidad.

Cuándo la razón sea directora única de las acciohes humanas; cuando hombres ó mujeres sepan que el bello triunfo es el de sanear la conciencia; cuando los pueblos comprendan que hay algo más que vicios y odios en el alma universal que á todos presta su vigor *y su grandeza, nos amaremos más y nos respetaremos como séres perfectos. Suprema bondad és la perfección. Bondad suprema es el amor. ¡Hay queir al Bien por

El que no

sita médico. A veces, aparece este estado fatal de ánimo como una dolencia fatal. Hay enfermos que odian á su propia fami.lia. Podría devirse que el odio es una degeneración, cuando noes uma justicia y una enfermedad,

cuando

noes

un

crímen.

A veces

pensar mal es sentir mal. Se

ha

generalizado

que ésto prueba

tristeza.

No

es

la

que

la que

murmuración.

se

merece

ha

Lo

aumentado la

el flagelo de /la

crítica, sino la que produce el rumor doloroso de la censura. Se respetan poco los seres pen-

santes entre sí.

-Nose

aman, no se compade-

cen, no se honran. - Bajo la enorme maza de la maledicencia social cae todo: lo misíno el mérito sin eclipse,

que'la

virtud

sin sospecha.

La

irreflexión es el producto de las inteligencias sin cultivo y la murmuración es el produeto híbrido, desabrido, dezasonado ión. Como del :arbol podrido

de la nace

irreflexel hon-

go, de las almas en tinieblas ó en fango nace la espantósa isaria de la maledicencia. Si queremos que se nos juzgue favorablemente, procuremos evitar - Es un trabajo de traperos.

sión dolorosa, la

nota de

la murmuración. Recoger la impre-

la miseria

social, y

deber, por necesidad, por una imposición :ab-. soluta de nuestro destino. Por otro camino,

ni esperemos progresos, ni pidamos glorias para nuestras almas y nuestros nombres. Y murmurar es obra de mal. * Quién lo hace, intenta el daño y quien no lo impide participa de la corrupción que ese mal determina. El prógimo es un sagrario; por lo menos .. debilidad, por su alejamiento del maldiciente;

que debe ser sagrada. Se «abusa de su ausencia y este abuso es cobardía. Siendo así, que el que murmura es cobarde tambien. Nunca el infame.fué valiente. Jamás las almas ruinas fueron nobles. El hongo no da flores, que es él la flor del fango, úlcera de lo que se pudre, de lo que se arruina, de lo que se disgrega.

Fijad vuestra observación en la persona que murmura. Estudiad su vida y analizad en sus actos; y, al cabo, | hallareis el tipó de la

maldad.

No busqueis á: su redor respeto;

no

darle formas, empleando en éllo el mismo me-

busquéis bondad;

no busquéis amor;

dio de la sociabilidad, siendo á un tiempo reci-

quéis caridad;

busquéis

tador de extravagancias y estutua de Pasquino:

ritu del mal, la flor de Dicterión roja y.maldi-

esa labor no es digna de un ciudadano decente, hidalgo, bien nacido; ni de una mujer hon-

ta que abrasa que la toca.

rada que se estime, no por lo que se figure que

No murmuréis del ptógimo: no manchéis vuestra propia delicadeza con el begún de e vicio de cobardía y envilecimiento.

vale, sino por lo que

pruebe

es más propia de. burdel, afán del escarabajo que,

valer.

Esa labor

que de salón. Es el vanidoso de sus be-

no al

que se

6!

es

pierde el tiempo

mismo.

qué impulsos alentados al calor de abyectas pasiones. Murmurar del prógimo es firmar respeta al prógimo no se respeta á sí mismo. Quien todo lo juzga malo, no es bueno, Ó nece-

;

no bus-

paz....Es el espi-

acerca y

degrada al

M. TADU.

:

-


EL

CARNAVAL

cretas y admirables, que asustan clásicos y asombran al estúpido. Mercedes

Su clase es las rosas

luciones

es el prototipo de su

la del del

del

á los

Arte,

dia, innovado

estilo,

sexo.

perfumado

por

por las revo-

majistralmente

de-

fendido por la estética de la democracia

literaria, ó, lo que es lo mismo, por la democracia sublime de la estética universal. ¡Bella trigueña, como gueña,

como

una

tarde

una

india

trigueña,

tricomo

un sueño ideal! Tiene

de la noche

lo augusto;

de la

aurora la placidez; del lirio el perfume; de la paloma el arrullo y la ternura del Amor. Delicada violeta, como alma. Sagrado vestal, como artista.

incienso.

Como

Como patriota, númen.

mujer,

¡Tal

es, asi aparece, el alma soñadora de Mercedes, entre la espuma plácida y morena de sus divinas fórmas!.... Yo pongo el pié en su altar y allí con-

templo, en embeleso dulce, hierático embeleso, su nimbo de

Mercedes

Mota.

El alma soñadora de digna quisquey ana, preste

cuartillas

su

vigorosa

de los cultos,

en

forma

y el alma que desdeña

para

brote en ellas la nota delicada y

el

que ritmo

de laurel.

¡El

alma soñadora de Mercedes, la bella quis-

ma

¿Quién

como

hermoso

de

élla barila en el Cervantes,

Yo tengo de élla

el alma que sonrie á todos los que sufren

Mercedes, la á estas albas

fuerza,

escritora y su matiz

de vírgen,Monserrate.

idio-

bajo el. cielo

á todos los que

odian, á todos los que envidian, á todos los pequeños que faltos de modestia y de grandeza arrastran sus inepcias doloro-

sas al pié de las pirámides del Arte, del Arte avergonzado.... Yo

tudes de poetisa, sus'virtudes

admiro sus vir-

sus virtudes de mujer,

de ciudadana.

Habría que crear el culto, si el culto no existiese. HKl culto de lo grande. de lo bello, de lo bueno. La estatua que

dióá

Fidias

la inmortalidad

no

basta.

esplendente que vió luchar á Caonabc, el

Atenas

indómito,

para la gloria y es un tributo de más gracia la universalidad del aplauso: el culto de las almas por un alma, la eterna aurora del amor sc bre las eternas grandezas del ideal. El culto sagrado del Verbo hecho conciencia gigante de razas y de si-

y vió morirá.Anacaona,

en ma-

nos del criminal verdugo?.. ..¿Quién después de escuchar á Ureña, la Salomé purísima,

ha

oido

acento

varoníl

como

el

ue aquesa pluma dió á brisas y florestas, á pájaros y fuentes? Las calandrias de Santiago no tienen

el gorgeo de su lira, ni el sinsonte de Y unala vibración de su prosa. A ella sirve la corona que tejen decadentes y académicos, los unos con su genio de rebeldes, los otros con su vil anacronismo. Su prosa es nueva y fácil, valiente y reflexiva, ni loca

ni

enervada.

Su

espíri-

tues la flor del modernismo en el vaso de luz de las donosas correcciones diss

y

Roma

son

glos, al Verbo hecho

tu,

santidad

estrechos

recintos

verdad en el espíri-

en la vida, inmortalidad en

el apostolado. En

ese excelso altar, que yo respeto,

está de pié, bellísima, intocada, en su hornacina de marfil y oro, la soñadora vírgen, la bella quisqueyana. ¡Y un sol

de Gloria á su redor fulgura!

-


ción la insidiosa presencia de aquel hombre que se le aparecía á veces como un fastasma por donde inenos lo esperaba. PA Hácia los últimos dias del mes de Mayo, del año 1881, un antiguo balneario que se levanta en una deliciosa playa, donde van á morir leñtas y silenciosas las azuladas olas del Mediterráneo, se encontraba, materialmente

atestado de bañistasVle ambos sexos; jóvenes en su mayor parte, alegres y ¿mantes del . “confort.” pueblo de X...., vetusto

Lu proximidad del

á la Edad

caserio cuya fundación se remonta

con la mayor

bañistas,

permitía á los

media,

frecuencia, ir y venirá

pié, por vía de

suluda-

ble ejercicio, lo que comunicaba á dicho villorrio, á ciertas horas del dia, un movimiento y animación que constrastaba notablementá con la calma ordinaria, con el silencio monótono que le daba en su vida normal, toda la apariencia de una necrópolis abandonada. Elva de Montellano, era una linda joven perteneciente á una de las principales familias

de la ciudad de R... Había. venidoá pasar aquella temporada de baños, acompañada de su madre

y un

hermano,

que Rodolfo de Salcedo,

también

llegada

desde su

aunque

decirse

que llegó al balneario

viniera

casi simultaneamente,

pañándola,

puede

pues no

acom-

apenas

A los pocos se separaba un momento de ella. días, ya nailie osaba dirijir galanterias á la encantadora Eva, pues no quedaba duda de que

su compromiso con Salcedo era de todo punto

Nadie hubiera dudado del término feformal liz de aquellas relaciones, y no pocos de los

bañistas,

chosa

de aquella di:

improvisados

amigos

pareja, se contaban

ya como convidados

á la boda que suponían sería espléndida. Pero el destino, ese Genio implacable engendro de la Fatalidad,

cosa.

“decretado

había

otra

Elva tenia un adorador secreto á quién ni siquiera conocía; un fanático prendado de su hermosura,

que ella

se

todas

seguía á

que la

apercibiera,

partes sin

abrasándola

econ

su

ardiente mirada, y que hubiera dado algo más que la vida pór poderla declarar su pasión y ser correspondido.

César, un joven marino natural púeblo, había tenido la suerte ó la

de aquel desgracia

de ver aquella seductora beldad en uno de esos paseos al poblado, Sintió su corazón

insensata, y desde declarar su amor

hial, determinó purtes, hasta

abrasado

entónces,

por su

seguirla

por una pasión

no

atreviéndose

distinta condición so-

secretamente á todas

encontrar úna

oportunidad

que

le permitiera alcanzar por cualquier medio, lo que hasta entónces le parecía un imposible.

Así transcurrieron muchos día Algunas veces, cenando Elva, después de dar un largo paseo por la playa, regresaba al Hotel del balneario, seguía el joven fijando en ella á intérvalos, sus miradas, con marcada teme-

ridad é insistencia. Distraida con la variedad de pasatiempos de que disfrutaba en aquel pequeño paraiso. y altamente preocupada con sus amores y la promesa de matrimonio que le híviera aquel

caballero, alto empleado de la Corte, que había

abandonado los placeres de la cindad atraido. por sus encantos, poco ó nada llamaba la aten-

Transcurrieron

repetian

nos'idilios. Una mañana

al

varios

dias en

entre los dos ¡4mantes,

Señor

Salcedo.

el cartero

Este

medida que iba leyenda,

los

que se

los más tier-

entregó

una

carta

rompió el sobreyá

palidecía su semblan-

te y sus manos temblaban. E Levantóse de su asiento como movido por. un resorte, y se dirigió hl gabinete en donde se encontraban Elva y $u madre. Entró con

|

.

- Á

paso trémulo, y dirigiendose á la joven, le dijo

con: voz entrecortada por la emoción: Elva: un deber sagrado me obliga á partir inmediamente;

una

carta

que

acabo

de

recibir

me

la fatal noticia de que'mi padre se halla en-sus últimos momentos, y párto al instante para encontrarme

á su lado, tal vez para olr su pos-

trer consejo, y recoger su último suspiro...... y estrechando

la

mano

de

la joven,

estampó

sobre st frente un castb beso” confundiéndose sus almas y pronunciando un triste ¡adios! como si aquella despedida debiera ser para siempre.

|

|

;

s

El espíritu presiente, á veces, el triste por-

venir que se oculta en el. seno

misterioso de lo

deseonocido, y he aquí por qué sin motivo determinado, corren en ciertos casos las lágrimas, y un vago pesar, al mento, invade nuestro ser,

parecer

.

sin funda:

Rodolfo de Salcedo partió para su hogar paterno. La pena que eausara su ausencia

se fué calmando, en

todos los

y Elva volvió á reaparecer

paseos,

risueña,

espiritual y res-

plandeciente de hermosura. Era una tarde apacible y serena de uno de los primeros dias de Julio; habían conecer-

tado los

bañistas un

paseo por

el mar, que se

extendía magestuoso y sereno como un inmenso lago de azul y plata.

]

-

Un hermoso bote tripulado por dos marinerp3 encontrábase amarrado á la órilla, inflando su; foque y su latina bela la fresca brisa preernrsora del erepúsculo. z De pronté el pequeño hajel se vé invadido

poriun

amárras

alegre

los

grupo de

marineros,

bañistas;

y émpiezan

sueltan las

á

mar afuera con todo el esfuerzo de su

bogar

vigor.

¡Ya se encontraban muy distantes de la ori-

“la,

cuando

brillaron

algunos

relámpagos.

y

densos nubarrones empezaron á cubrir el cielo dando al mar un aspecto amenazador y sombrív.

De

improviso una

ráfaga de viento, .sin

dar tiempo á arriar la bela, volcó la embarcación y todos espanto

cayeron

al

agua

dando

gritos de

y terror.

La noche tendió pronto su obseuro manto sobre aquellos pobres naúfragos que Inchaban por ganar á nado la lejana plnya.

Al grito desgarrador de una mujer que pedia auxilio, acude, cartando las olas con la.

rapidez de un delfin, uno de los dos remeros del bote y asiéndola rápidamente por la cintura la coloca sobre sus espaldas de atletay desaparece con ella exelamando: ¡yaés mia! el mar me la entrega!

. Aquella mujer era Elva de Montellano.

Ya el lector habrá reconocido en el que la

salvaba de una ven

marino

muerte

quela

segura, á César el jo-

perseguía

en sus

paseos

por la playa del balneario. | 2| AGUSTINA GUFFAIN. z 3 3

AR

CARNAVAL.

SN

EL

A

para

e A

Escrito expresamente

-


EL No nos

| PUNTOS LITERARIOS. =

sorprende

tercero.... cojo también. Respetemos el cuarto,

cidades, Guztavo Muñoz

que

es

largo y el

un

los más espléndidos triunfos. : EL CARNAVAL le envía, con motivo de los últimos ejercicios,/la más

solemne

Grande.

No diré que sean malos; pero sí que no son suyos. PALMAREJO—Ceiba. A juzgar por lo que dice, parece que

no es-

tá muy fuerte en Historia natural.

Nueva

Nuestres estimados amigos, Modesto Gotay—Luchía—y Antonio Santos, han abierto en la calle de Tetuan esquina a San Justo un elegante Salón de barbería. Jóvenes simpáticos y emprendedores, están empeñados en brindar al público toda clase de comodidades,

“Preséntase de súbito El hada misteriosa Inundando la sala

De alegre resplandor.”

oa La postal representa una paloma entre flores.

“¿Cual esa blanea paloma liba liba, la corola

así libo yo tu amor

con mis penitas á solas.”” entristecido

muy

simpática

orilla del mar.

felicitación

Fanny

ca profesora americana, una tenacidad

buen

Harrell que

tanto

digna

se interesa

- »

de imitación, ha

dominar el idioma es-

viniendo á ser por esta razón, y la de su

tes profesoras

de inglés,

que

tenemos

en

Puer-

to Rico. De carácter dulce, y educación esmeradísima, reune para la enseñanza especiales condiciones.

Profesoras como Miss

res-

tantes. *

PLUMA,

+

Muñoz acaba de

ilustrado

encabeza

hacer estas

son las que para

venir á

Santamaría

Completamente

restablecido

sus tareas comerciales este

ha

vuelto

distinguido

á

amigo

nuestro.

Sinceramente celebramos si completo restablecimiento. El

médico

Harrell

debe contratar el Departamento, Puerto Rico.

Jesus

nombre

de

talento indiscutible, nna de las mas competen-

Para.el otro número dejo las postales

cuyo o

personas

por la enseñanza en Puerto Rico. pañol,

Si es que no sabe nadar.

uertorriqueño íneas.

á las

logrado en poeo tiempo

La palmera se refleja En el fondo azul del mar, Ahí lo quisiera ver

notas,

Giusti

Vuelve á estar entre nosotros esta simpátiCon

“La palmera se refleja En el fondo azul del mar Y en el fondo de tug ojos La blanca flor de a%ñhar.”

Alida el

Oéjra que,

gusto.

Miss Una palmera á la

Con brillantísir

Lolita

En el último vapor francés, regresaron de su viaje á Europa estos distinguidos amigos. Guisti, el popular comerciante de la calle de Allen, trae para el Paris Bazar, las últimas novedades de la temporada. Nuestro saludo á los amigos que llegan y

¡ Pobrecito!

los ejercicios de

tra-

feliz para tan espiritua-

Los esposos

nuestra

mucho.

Y vn de postales.

Gustavo

el

Con nuestro saludo de bienvenida va el de-

M. P.—Ponce.

* A VUELA

un esmerado

después de una corta temporada en Ciales, regresa á su pintoresca residencia de | Santurce, ha venido la angelical Mercedes Roure que permanecerá algunos días en el poético *“versalles.?” seo de una temporada les amigas.

no siga por fuvor

ha

ofreciéndole

servicio por módico precio.

Con la

Y no se ásustó usted al presentarse el hada?

me

barbería

Bienvenidas.

““Preséntase de súbito El hada misteriosa.”

El diminutivo

entuciasta felicitación.

Adelantes, buenos muchachos, que abjo es el camino de la regeneración.

M. IBSEN—Barranquitas.

Doctor

de su exa-

ha sido siempre de los

primeros.

disparate.

-

resultado

Celoso de su nombre y del prestigio de su tierra, estudió mucho obteniendo como premio

El primer verso cojo, el segundo

¡Ay!

el

men. Enla Universidad Central de Madrid, donde se disputan el triunfo verdaderas capa-

SIXTO—Lajas.

REBENQUE—Rio

CARNAVAL

Por unanimidad sesión del jueves, la

Ateneo ha sido aclamada en la junta Directiva que dió

vida al Ateneo puertorriqueño. Así se procede.


A

CARNAVAL

NOVELAS

CORTAS

MUNEdGA.J

Eulate Sanjurjo.

(CONTINUACION

)

virilidad en que una pasión funesta había consumido salud, fortuna, dicha y hasta la hon-

presiones loco.

ra.

Tenía otro medio, pero ante.el que retroce- * día con espanto. Podía obligar á Rosario á

presentar á ella, y en

la que su

que

más

que si hu-

Estaba:tocando

el piano,

mudara

de

vida, provocando

su

odio

y

preparándose una existencia de tormentos, pues la conocía bien para saber que sería im-

ves-

tida de azul, con ese azul pálido que sienta tan

placable.

bien á las blancas, y la agitacion de la música habia hecho poner sonrosadas sus mejillas de primeras ex-

Ni por un momento le ocurrió la idea de acudir á Alberto, según le indicó Rosario. Alberto no era rico, y si bien había hecho algunas economías, tenía mujer y tres hijos, por

pansiones que se: había puesto encarnada al advertir por un espejo su presencia, pues sa-

los que se sacrificaba para asegurarles un porvenir, indudablemente, si él le escribía pidién-

bía por Luisa que iba á la casa por

dole la cantidad que necesitaba, Alberto no vacilaría en dársela, aún privándose de lo necesario. Lo quería como á un padre, y conside-

ordinario pálidas.

Ella le dijo:

-

después,

en

las

conocerla.

¿Había mentido al hablar asi, ó realmente, aún durante un minuto, le habia amado? Julian no lo sabía, y dudaba de ella, con la desconfianza á que su vida desventurada le daba Se levantó

con

jó el retrato, y

un

movimiento

brusco,

Pero, ¿para qué?

constituían

de-

empezó á recorrer el despacho

la habitación

que la que

provenía de

un farol

de la acera de enfrente. Los objetos tomaban formas inverosímiles, agrandadas por la sombra sin que Lasaleta interrumpiera su paseo

Mil ideas confusas é impracticables se

. cruzaban

en su cerebro, y quería luchando con-

la evidencia

resolver

aquella

una gota de agua en su

situación

Proponérle á Rosario, en nombre del honor en que no creía, que se deshiciera de sus alhajas para pagar aquellas deudas, y que se redu-

modestamente,

á dejar

Era per-

naufragio,

acudirá

su

en nécios

aquella

y

costosos

tendría el egoismo de y -ni aún le escribiría

hermano,

cuatro renglones para

obligarle á satisfacer

sus deudas. Si estaba perdido, debía perderse solo y no sacrificar: el porvenir de aquellas personas queridas, por es una A. desesperada.

.

Se detuvo en su paseo

á vivir

de pagar

Aquellos cuatro mil duros

en poco tiempo Rosario caprichos. No: núnca

insoluble.

jera

medio

y el dinero que Alberto le remitiera. privando de 6l á Angustias y á sus hijos lo derrocharía

á pasos desiguales, con los brazos á la espalda. La noche era oscura, y no entraba más luz en

tra

como el

todos sus beneficios.

derle sin salvarse.

derecho.

febril.

raría aquella ocasión

y apoyó Nuevas

su frente

cerca dela ventana

ardorosa

en los cristales. -

reflexiones vinieron á atormentarle, la

imagen de aquella mujer que no podía apartar un momento de su imaginación le perseguía

casa y tomar otra más pequeña, á prescindir del carruaje y del lujo á que estaba acostum-

y se acercó á la mesa

brada,

turalmente viciosa, tenía un, ¡jemperamento frío, refractario al amor,.pero lo aceptaría todo, iría hasta el delito, antes que conformarse á los

absurdo.

Diría

terminantemente

que no, y su última tentativa que tuvo tan mal éxito. era una prueba. Había luchado en los últimos añios desesperadamente, para ganar con qué pagarle sus caprichos, .y.la suertele “abandonaba, y su clientela disminuida no bas-

taba á asegurarle ni aún la renta de otros tiem-

pos.

Se sentía gastado, envejecido antes de la

edad, y sin ánimo

lacha.

para

En aquella

empezar

vida. febril

de

había

nuevo

la

habido

días en que. su :cerebro , señetido á tan Altas" di

S

ppp 7)

milo

Rosario no era na-

treinta y dos años en el esplendor de su hermostra, eon- prescindir del. lujo en que había vivido. .No le. amaba y no tenia tampoco firmes crencias religiosas, ni ese noble sentimien-

to del. deber que

E

del abismo. Hista

al

en

mo había

borde

más

que

deshonor,

desgraciado;

:..;,

ás

nabos

pla

sido

estabael

oe 4 ia

.-

E

ano

de

dejándose caer en el si-

Sí,la conocía bien.

,

era

llón.

AMA

locamente.

volverse

la noche

le costaba

querida.

hermosura y su aire de candor le enamoraron tan

creyó

s

én que se hizo

y

y

una

estallar

Recordaba

Aquella mujer

biese sido

amenazó

CIRIA

Por Carmela

E

4

LA

ES

pi

EL

y!

4mstj

GP

5

ná.


volvió al despacho.

La idea de la muerte, que más de una vez le había ocurrido en épocas pasadas, se le presentó como-una solución. Su honra estaba comprometida, y no podía pagar, solventar

aunque

que se engañaba, que por bajo que hubiera caído no era un miserable. Su suicidio sería su rehabilitación. Se levantó dió algunos pasos por el cuarto y maquinalmente

se

acercó á la

ventana

cúlatas, sin

: del mueble que servía de archivo, donde recordaba haberlas puesto últimamente. Cojió el --quinqué con mano inseguray se dirijió á la habitación contigua al despacho, donde se hallaban las mesas de trabajo de los pasantes. El reloj

acababa de dar diez cam-

panadas y á aquella hora Rósario debía estar casa

de

Longria,

rodeada

de

hombres y

sonriendo feliz á sus necias galanterías. Y él entretanto, iba á matarse, deshonrado, perdi.do por aquella mujer. Sus dedos se crisparon convulsamente, y un dolor agudo, nervioso, le

hizo respirar con fuerza.

Sentía miedo de mo-

rir, miedo de dejarla sola, con su hermosura y lo que ya llamaba su perversidad. Tenía

treinta vida, y delidad alguno

y dos años, estaba en el apogeo de su, era insensato pensar que guardaria fiá su memoria. Otro hombre, quizás de sus amigos, iba á poseerla, á ser

dueño de ella, á hacerse tal idea encerraba el gérmen

vez amar, y esta de una tortura

infinita. Abrió el cajón, y á la vista del arma, el contacto frío del acero, le hicieron volver en sí,

parte

la dólorosa

obsesión.

Si

iba á morir, á volver á la nada, al no ser, ¿qué

le importaba lo que Rosario hiciera en el mundo? La idea de Dios. del Dios de su madre cristiana á quien capilla que habia

rezara muchas veces en la frente á la humilde casa en

que transcurrrió su infancia, se le presentó co-

mo un reproche.

Nunca se es completamente

ateo, si en la nifiez, cuando el alma es como cera blanda, y se está vaciando en el molde

que formará más tarde el carácter, se tiene al lado

una

madre

cristiana que

fondo del alma, la idea de Dios.

arraigue

tenía

-corrido el **por,

en el

Su juventud

- estudiosa, los libros de los filósofos y pensadores alemanes que leía, borraron y empalidecieron aquella imágen, pero no pudieron arrancarla. Cogió el arma, la cargó cuidadosamente y

su abnegacion, todas sus

tuvo los pretendientes á docenas. La

carta

de,su

mujer

:

le llevó

mucho

tiempo. La pluma corria febrilmente sobre el papel,

y Julian amontonaba quejas; acusaciones que tenian la amargura de la desesperación. Su vida entera, su corazón destrozado por aquel amor violento, lo ponía á descubierto 'ante los

ojos de la joven. Quería que su muerte tuviera la elocuencia que no había tenido su vida, - y arrojarla de rodillas

ante su tumba,

temblo-

sa y bañada en lágrimas. * Sabría que iba á morir por ella, por no haberla sabido negar nada, y que su nombre aún siendo ella la causa de su muerte era el último que pronunciarían

sus labios. Si, prefería la muerte, la muerte miserable del suicida, á vivir arruinado al lado de ella, y tener que soportar sus crueles reproches. Lasaleta concluyó de escribir, puso el sobre

con

letra

cartas de

desigual, y

modo que

colocando

pudiesen

ser

vistas, se apoderó del arma.

las tres

fácilmente

Apoyó el cañón

de las pistolas en la boca y disparó.

Teresa ma,

disipando en

La puerta estaba cerradapero

brillantes cualidades quedaron oscurecidas. No había hallado un hombre que se casara con ella, donde Rosario, la hermosa Rosario,

pensar que

algún dia podría necesitarlas. Sirvieron luego para un duelo, y entonces se vió que eran armas muy buenas. Debían estar en un cajón

Se detuvo.

liave,

era fea, y su bondad,

que

había quedado abierta. ¿Donde había puesto la caja de sus pistolas? Las había comprado en Madrid por curiosidad, admirando el primoroso trabajo de sus

sin

tiére y la alfombra apagaba el ruido de sus pasos. Julian tenía-flebre. Empezó á escribir la carta-al juez, diciendo simplemente que: se quitaba la vida por no poder pagar sus deudas, y después de concluida firmó rápidamen te y le escribió cuatro palabras á Valdés para recomendarle á Teresa. ¡Pobre muchacha!

aquellas deudas, más que con su sangre. El mundo que le acusaba ya de falsario, veria bien

en

“4

EL CARNAVAL

594

dormitaba en la habitación

reclinada

en

el

sillón,

próxi-

y teniendo

en la

falda, abierto todavia, el libro de la novela que cojiera para entretenerse un.rato. Había oido entre sueños que el reloj daba doce campanadas, pero no escuchando ningún ruido de la casa, y sintiéndose

nte

cansada,

no se

decidió á levantarse, aguardando á que llegara

Rosario,

ro al sonar el tiro se precipitó co-

mo loca en el despacho.

3

AMÍ yacía Lásaleta como una masa inforB, con el cráneo destrozado, y á pocos pasos estaba la" pistola que le sirvió para quitarse la vida. En el centro había una gran mancha de sangre, que absorvía la alfombra, y el cuero del sillón, y los papeles que estaban más próximos al cadaver, tenian tambien salpicaduras. Al grito desgarrador que dejó eseapar

Teresa, horrorizada ante aquel espectáculo, acudieron los criados, los vecinos y un agente

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