El significado histórico del Grito de Lares (1970)

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EUGENIO FERNÁNDEZ MÉNDEZ

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EL SIGNIFICADO HISTORICO DEL GRITO DE LARES

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Lili movimiento revolucionario de Lares para ser rectamente com prendido debe ser visto como parte de los movimientos revolucionarios

que por causas diversas, aunque de igual significación, sacudían por la sexta década del siglo pasado al Mundo Español y las Antillas españolas, últimos restos éstas del Imperio que España se forjó en América ya desde el siglo XVI.

El siglo XIX, trajo para Europa los grandes movimientos que ex plican buena parte de los cambios históricos que ocurren en dicha zona continental: el nacionalismo, inspirado fruto del Romanticismo europeo

y el liberalismo, hijo de la ilustración francesa y del gobierno parlamen tario inglés.

Cuba y Puerto Rico, y con diferente suerte y tiempo histórico

Santo Domingo, no habían logrado proclamar la Independencia de España

que alcanzaron en 1810 las naciones de Hispanoamericana. Las Antillas viven conscientes en sus mejores hombres de que sus luchas por la liber

tad en el siglo XIX, no son sino la continuación de las guerras liberta doras de la América Latina, realizadas por Hidalgo y Morelos, por Bolívar

y Santander, por Sucre, San Martín y O'Higgins desde México hasta Chile. La primera mitad del siglo XIX en Puerto Rico, fue una fase nece saria y preparatoria de las fuerzas nacionales que en la segunda mitad del siglo van a encontrar expresión en los movimientos Reformista y Se paratista. Con el libre comercio decretado definitivamente en 1818 va a

producirse un ensanche impresionante de la vida agrícola y comercial de la isla. Junto con ese progreso material va unido el crecimiento de un sentimiento nacional que cristaliza en el nacimiento por esos años de una literatura autóctona y de ima conciencia política. Hombres como Ramón Emeterio Betances (nacido en Cabo Rojo el 8 de abril de 1827), de Eugenio María de Hostos (nacido en Mayagüez el 11 de enero de 1839), van a constituir junto con numerosos otros mé dicos publicistas y abogados como Segundo Ruiz Belvis, Manuel Alonso, Francisco del Valle Atiles, Julio J. Henna, Francisco Basora, José Pablo Morales, Alejandro Tapia, Francisco Oller, Julio Vizcarrondo, Julián E.

Blanco, Francisco Mariano Quiñones, Román Baldorioty de Castro, José de Celis Aguilera, y muchos más conocidos de todos, como José Gautier Benitez, Manuel Corchado o Ramón Marín, los forjadores de una con ciencia regional bien caracterizada en el pueblo puertorriqueño, que as pira a colmar políticamente su conciencia nacional.

La mayor parte de los miembros de esas dos generaciones de las últimas seis décadas del siglo, se formaron intelectualmente en Europa. Betances estudió en París, Hostos en España y Ruiz Belvis igual. Fran

cisco Mariano Quiñones en Alemania. Muchos estudian en Puerto Rico, otros en Estados Unidos y algunos aunque autodidactas absorben las ideas más progresistas del siglo XIX.


Las actividades reformistas o revolucionarias de esta primera gene ración en Puerto Rico comienza hacia 1866. Betances termina su carrera

de medicina en la Universidad de París en 1853 y regresa a Puerto Rico. Hostos abandona la carrera de Leyes que cursaba en Madrid en 1857 y se lanza ya desde su sede en Madrid a la lucha política y educativa, tenien do como norte invariable de su vida la independencia de Puerto Rico y la Federación de las Antillas.

Es este, pues, el periodo en que cristaliza en forma definitiva en

la conciencia nacioinal de Puerto Rico, la idea emancipadora con Ramón Emeterio Betances y Eugenio María de Hostos. Todos los líderes de

Puerto Rico, incluyendo a los más conservadores como José Julián Acosta, Julián E. Blanco, Francisco Mariano Quiñones, Román Baldorioty de Castro y otros, llevan arraigado en su ánimo el sentimiento nacional, pe ro no todos son tan decididos ni tan resueltos en el sacrificio de su apos tolado como Ramón Emeterio Betances. Este solo hombre, apasionado en su amor por Puerto Rico, despliega con energía y constancia asombrosa

la labor de acción y educación revolucionaria que lanzaría en 1868 a tan tos puertorriqueños a la lucha armada contra España a nombre de un lema trino: Patria, Justicia y Libertad. Betances encarna como ningún otro hombre de su generación toda la audacia, toda la inquietud romántica

del fin de siglo. Hacer la historia de la Revolución de Lares, es imposi ble sin traer a cuento como explicación necesaria, la actividad asombrosa

de este impetuoso revolucionario, el mismo que dijo al compositor Cabello al pedirle un himno para la Revolución: "Mi Pasión, mi pasión es hoy la revolución borinqueña. Mándame un himno que haga salir fusiles, ¡fu siles nada más de la tierra! No pido hombres. Un himno que arrastre las piedras y sople llamas y fuego sobre los déspotas..."

Betances nació el 8 de abril de 1827 en. la parroquia de Cabo Rojo. Se graduó de médico en París en 1853 a los 26 años de edad. En Francia, en sus años de estudiante, fue testigo apasionado, a los 21 años, de la

Revolución de 1848. Graduado de París, regresa a Puerto Rico dónde la isla es víctima de una epidemia de cólera. Establece en Mayagüez el hos pital de San Antonio. Lleva su medicina a las chozas y bohíos de los des

validos que aprenden a amarle. Por su afanosa dedicación el pueblo le discierne el título de "Padre de los pobres y de los negros". El mismo lleva en sus venas sangre negra: "a mucha honra"; como dijera cuando se pretendía infamarlo por un tal delito.

Mucho antes de que estallara la Revolución de Lares, Betances ha bía fundado en Puerto Rico una sociedad secreta de abolicionistas. Los

esclavistas de aquellos años (1853-56) se alarmaron de sus actos y juzgan que un hombre que trata a los negros como si fueran hombres, puede aca rrearles disgustos. Al fin. se decreta su expulsión de la isla por el go bernador Teniente General don José Lemery.

Betances, exiliado se fue a París. Allí, muere a los pocos años su sobrina y joven esposa Carmelita Henri, hija de su hermana Clara. No

faltan compatriotas en el cortejo. Allí se ve a Francisco Basora, a los doctores Carbonell y Antonio Ruiz Belvis, al pintor Francisco Oller, a armer y a Porrata, a Prevost, así como muchos otros amigos de Betances.


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Ramón Emeterio Betances - Oleo de Jorge Rechani


Betances libertador de esclavos.


Finalmente, obsesionado él con la idea de enterrar a Carmelita en

Puerto Rico, gestiona y logra nuevameinte la entrada al pais, Ruiz Belvis así se lo comunica por carta. Estamos en 1860. De regreso a Puerto Rico, comienza de nuevo a ejercer su profesión en Mayagüez. Ya su padre, mo desto hacendado de Cabo Rojo, ha muerto para esta época. Junto a Ruiz Belvis, joven abogado, hijo de padre hacendado como él, emprende nue vamente la labor de fundar sociedades secretas para la redención de los esclavos. Le acompaña en la empresa el doctor Francisco Basora. Tras la idea de libertar al esclavo, Betances concibe la idea de li

bertar a Puerto Rico y surgen por el oeste jefes de Revolución bajo la

impunidad de las logias masónicas. Enterado de las actividades políticas de Betances el Gobernador de la Isla, General Félix María de Messina le llama a palacio para prevenirle.

—"Conozco sus opiniones y las respeto, le dice, pero como gobernador no puedo tolerar su propaganda." —"No hago nada que no esté sostenido por los derechos naturales de todo hombre al emitir libremente mis opiniones" —contestó Betances.

El general le amonesta: "Si usted insiste le haré colgar de una al mena de la Fortaleza."

Betances con serenidad y firmeza replica: "La noche de ese día

dormiré yo más tranquilo que su Excelencia." Por estos años España está dividida por dos partidos: Conservador y Liberal. El caudillo del liberalismo español, es el General Prim, Conde de Reus, que fue gobernadot de Puerto Rico. Prim, que al principio tra ta de limitar tan sólo el absolutismo de la Reina Borbón Doña Isabel II,

se abraza finalmente a la causa liberal más radical como medio para el destronamiento de Isabel.

El liberalismo coiutra el absolutismo libran en España la más en carnizada lucha. Estamos en 1865. Antonio Cánovas del Castillo, al ocupar

el poder la Umión liberal, es designado Ministro de Ultramar. Pide a Cuba y Puerto Rico que envíen comisionados para que informen ©n qué deben basarse las reformas políticas y sociales para las provincias de ul tramar. Se efectúan las debidas eleccioines en el país. Son electos por los reformistas: Segundo Ruiz Belvis, José Julián Acosta y Francisco Maria no Quiñones. Por los conservadores Manuel de Jesús Zeno. Al llegar el turno de sus reclamaciones a los representantes de Puerto Rico, éstos dieron preferencia a la abolición de la esclavitud y

en sucesivas sesiones del Congreso piden la representación de los puer torriqueños en las Cortes y la autonomía de los municipios. Antes de que se cerraran las Cortes, cae el gabinete de la Unión Liberal y suben al poder los conservadores con el general Narváez, a la cabeza. Nada habrá pues de esperarse en las Antillas. En Puerto Rico


y en Cuba crece el descontento. Ruiz Belvis regresa a Puerto Rico tan desencantado como Morales Lemus y los demás ilustres cubanos. Las co

rrientes liberales se propagan en América y en España esperando el turno de echar a los reaccionarios del gobierno. Betances en esta coyuntura no perdía tiempo en organizar Asociaciones Separatistas. A esta consigna

respondían ya los comités de "Capa PHeto" de Mayagüez, del cual era presidente el norteamericano Matías Bruckman; el "Lanzador del norte

N"? 1" del Barrio El Palomar de Camuy, presidido por el venezolano.Ma nuel María González; el "Lanzador del norte 2" en Arecibo, pre sidido por Aurelio Méndez; el "Centro Bravo, N° 1", instalado en el barrio Pezuela de Lares, y de la cual era presidente el venezolano Manuel

Rojas. El "Lanzador del sur", en Ponce, presidido por Carlos E. Lacroixj y el comité "El Porvenir" del Pepino, presidido por Manuel Cebollero.

Betances está en contacto con todos aquellos extranjeros que juzga gente probada para el lavantamiento armado y dirige a su vez el "Comité del oeste."

Por estos días estalla un motín de soldados en los cuarteles de la

capital, originado por la falta ,de paga. El motín es sofocado a tiempo. El general Marchesi que temía una conjura general anunciada para las

Antillas persuade al Coronel encargado Zela para que dicte la pena de muerte para el instigador, el cabo Benito Montero. Le promete que es

sólo para escarmentar; que nada se hará finalmente y que indultará al cabo conforme a sus facultades. La sentencia, sin embargo, se ejecuta sin que Marchesi cumpla lo ofrecido. Tras el fusilamiento de Móntero el coronel Zela sé suicida.

Los temores que Marchesi alberga de un movimiento insurreccional en Puerto Rico se resuelven dictando además el destierro inmediato de

los más notorios liberales del país: Segundo Ruiz Belvis, José de Celis Aguilera, Vicente María Quiñones, Carlos E. Lacroix, Rufino de Goenaga, Julián E. Blanco y los doctores Pedro Goyco, Calixto Romero y Ramón Emeterio Betances.

Betances y Ruiz Belvis, que al igual que los demás fueron ordena

dos presentarse al gobierno de Madrid en un plazo de tiempo señalado, acuerdan darse a la fuga. Llegan a Santo Domingo el 9 de julio de 1867. Betances no pierde tiempo y se dispone a buscar armas para la proyectada revolución de Puerto Rico. Luego pasan él y Ruiz Belvis a St. Thomas

y de allí a Nueva York. En St. Thomas se encuentran con Celis Aguilera, Calixto Romero y Julián E. Blanco y otros de los deportados que iban rum bo a España. Casi todos prometen a Betances luchar por la misma causa,. Ya en Nueva York Betances y Ruiz Belvis se disponen a activar sus

planes. Betances se dedica a gestionar armas. Mientras tanto no pierde contacto con los centros de conspiración activos en Puerto Rico. Se dis

pone de común acuerdo la fecha del alzamiento: será el 29 de septiembre

de 1868. Entre tanto parte Ruiz Belvis para Chile en busca de ayuda ante el gobierno de Vicuña Mackenna. De Nueva York pasa Betances a St. Thomas y de allí a Santo Domingo donde se halla por el mes de sep tiembre de 1867. Se propone reunir fuerzas y armas en Puerto Plata para invadir a Puerto Rico en la fecha acordada.


Se ve en la necesidad de volver a Puerto Rico en cierta ocasión

y entra en el país de incógnito. Burlando las medidas del gobierno, sale del país tan misteriosamente como hubo entrado. Logra escapar en tin bu

que inglés. El capitán de la nave, que es masón como él le oculta a bordo, y parte para Nueva York, de donde regresa una vez más a Santo Domingo. En Santo Domingo le esperan otros conjurados: Mariano Ruiz, el hermano de Diego Moral, y otros. A principios de noviembre va a St. Thomas a recoger 500 fusiles y dos cañones, y allí se entera de la muerte de Ruiz Belvis en Valparaíso. Aprovecha la ocasión para lanzar la primera

proclama de la Revolución Los Diez Mandamientos de la Libertad: (4 de noviembre de 1867). Dice: El gobierno de Isabel II lanza sobre nosotros una terrible

acusación: dice que somos malos españoles. El gobierno nos calumnia. No sotros no queremos la separación; nosotros queremos la paz, la tmión con España; mas es justo que pongamos también condiciones en el contrato. Son muy sencillas. Helas aquí: 1. Abolición de la esclavitud.

2. Derecho de votar los presupuestos. 3. Libertad de cultos.

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4. Libertad de palabra. 5. Libertad de imprenta. 6. Libertad de comercio.

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7. Derecho de reunión.

8. Derecho de poseer armas. **

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9. Inviolabilidad del ciudadano. 10. Derecho a elegir nuestras autoridades.

Estos son los mandamientos de los hombres libres. Si España se siente capaz de damos, y nos da estos derechos y estas libertades, podrá entonces mandarnos un Capitán General o un gobernador. .. de paja, que ahorcaremos y haremos quemar en los días de Carnestolendas en conme moración de todos los Judas que hasta hoy nos han vendido. Asi seremos españoles. Si no, no.

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Si no, puertorriqueños paciencia, jos juro que seréis libres! Dr. Betances

Estando Betances en St. Thomas, se produce un terremoto y le ro ban. También a Puerto Rico le sacude el terremoto y el 20 de noviembre de 1867 se desata el ciclón de San Narciso. En los campos se abrieron

grietas y casi todas las chimeneas de las haciendas de azúcar cayeron al suelo. La tierra se mantuvo temblando 4 días. El 22 de diciembre Betances

hace circular por la regióin del Oeste la segunda proclama de la Revo

lución. Su lema era: Guerra al Ibero, ¡Viv'ala Independencia!


El 2 de enero de 1868 regresa a Santo Domingo y ocho días después redacta la Constitución provisional de la Revolución Puertorriqueña. Pro

pone como fin una forma democrática de gobierno, provisionalmente bajo el Comité Revolucionario de Puerto Rico.

José de Celis Aguilera, y Lacroix se suscriben con una importante suma de dinero para comprar armas, y a mediados de enero de 1868 sabe Betances que ya están en Puerto Rico sus compañeros Blanco, Goenaga. Romero y A costa y que han coincidido con la llegada del nuevo goberna dor el General Pavia.

En Cuba, los seguidores de Carlos Manuel de Céspedes y Francisco Vicente Aguilera emprenden el mismo derrotero que en Puerto Rico, aun que sin mucho contacto con los revolucionarios de Puerto Rico. Lares y Yara, persiguen la misma finalidad.

Los conjurados de Santo Domingo, con Betances a la cabeza espe ran. El padre Fernando Arturo de Meriño, dominicano, se abraza a la

causa de Betances. Pero el gobierno de Buenaventura Báez es presionado por España. El dia 28 de febrero comienza a verse Betances perturbado por el gobierno. Luis Betances y el sobrino de éste, Luisito, son condu

cidos a la cárcel. Pero mientras los españoles no le presentan al gobierno las quejas formales el presidente Báez se hace de la vista larga en cuanto a Betances. Betances escribe a Basora sobre la Revolución: Falta lo esen

cial, ¡dinero! En St. Thomas le han llegado 500 fusiles más. El 30 de abril cae en desgracia con el Presidente Buenaventtira Báez. Una carta del revolucionario cubano Goicuria, del 21 de marzo, avisándole

que habia 500 fusiles en Curazao, le pierde. Báez ha ordenado su encar celamiento. Betances acude al cónsul americano, alega sobre su intención de ciudadanía y este le ofrece protección. Después de dejar todo arreglado coin su gente parte para Curazao. De Curazao pasa a St. Thomas. Llega

el mes de agosto. Circulan en Puerto Rico nuevas proclamas. Betances en St. Thomas se ocupa en preparar las expediciones que saldrían de alli y de Samaná y de Puerto Plata en la República Dominicana el 29 para secundar a los revolucionarios de Puerto Rico. Según sus cálculos en to tal, adentro y fuera de Puerto Rico son unos 10,000 hombres. Han contra

tado para la fecha acordada el vapor El Telégrafo que llevarla la gente y el armamento.

El gobernador Pavia, que ha recibido noticias sospechosas de carác ter general sobre su vasto movimiento redobla la vigilancia. El día 21 de septiembre se filtra al gobierno el secreto.

El Comité "Lanzador del barrio El Palomar" de Camuy, que dirige el venezolano Manuel María González, es sorprendido en su buena fe por delación del capitán español Castanón que se había comprometido a coope rar con armas y milicias en el movimiento. El Coronel don Manuel de

Iturregi, jefe militar del departamento de Aguadilla, se personó en "El Palomar" tomando preso a don Manuel Marín y don Ulises Cancela, hijo este último de un acaudalado propietario de Camuy, a más del jefe don Manuel María González.


El alcalde de Camuy don Páblo Rivera escapa y inotifica en Lares a Rojas. Rojas despacha mensajeros adelantando los sucesos para el 23, seis días antes de lo acordado. Betances nada sabe. Un mejisajero lleva la noticia a Bruckman en Mayagüez. Otro al Comité de Arecibo, de los cuales eran miembros: Santiago Huley, Juan Quero, Juan González, Juan Ramón Colón, Felipe J. Tosté, Santiago Seijo, Mariano Martorell, Anto nio Guerrero, Gerardo Méndez y Aurelio Méindez, (Pres.) y el venezolano Maximiliano Rivera. La consigna que llevaban era "Mañana damos el Grito:

¡Viva Puerto Rico Libre!"

Respondein los conjurados. Las legiones van llegando a Lares el día 23. En la casa del comisario de barrio Bruno Sabriller, hay 100 insurrectos

de infantería y 80 de caballería, armados de machete los de a píe y los de a caballo con sable colgante y revólver. Esta legióp que se aproxima a

200.hombres, incluyendo los oficiales; la comandan el dominicano Baldo mcro Baurén, a quien llaman "Guayubín", Elias Bosán, Rafael Francisco

Arroyo, Eugenio Bernal, Lorenzo Lovera, el venezolano Pedro García Garzón y Bautista Ramírez.

En el barrio Bartolo donde habita Manuel Rojas, y a la orilla del

río acampan 200 hombres de a caballo mas, también armados con machetes, y en su oficialidad figuran Joaquín Parrilla, Manuel Rosado (El leñero), Clodomiro Plumey, Fermín Ostolaza, Clemente Millán y como ayudantes de Rojas, Juan Vicenty y Juan de Mata Terreforte.

La tropa que comanda Matías Bruckman se componía al salir de Mayagüez de 400 hombres de infantería y 80 a caballo, pero en el camino el batallón había sumado unos 60 hombres, pasando de 600 hombres a su

llegada a Lares. Entre los seguidores y oficiales de Bruckman figuran su hijo Henry Bruckman, Carlos A. Lacroix y N. Rocafort, Francisco Santana, Manuel Parrilla, Abdon Pagán, Leoncio Rivera, Euclides Abril, Juan Ramón Rivera, Clodomiro Abril, Bernabé Poli y Doval Beauchamp. Antes de caer el sol se unifican las fuerzas rebeldes. ¡Rojas va a

hablar! En la solapa de la chaqueta le brilla la insignia de general. Su arenga conmueve a los soldados. Luego habla Bruckman.

Temprano en la noche eintran las tropas en la ciudad. A la entrada de Lares se hacen los primeros disparos. La plaza ofrece ligera resisten

cia. Alguien portando una bandera se adelanta y da el grito simbólico de la revolución: ¡Viva Puerto Rico Libre! Pero una bala lo fulmina. Es Manolo Rosado, (El leñero). Los insurrectos lo recogen y levantan la bandera. No es la bandera de Betances, la que bordara para este Grito Mariana Bracetti, llamada "Brazo de Oro". Es una bandera blanca con

letras en carbón, con esta incripción: ¡Viva Puerto Rico Libre! Libertad o Muerte. (Año 1968). La otra bandera que llevan es la encarnada. Otros héroes caen pero sigue el avance. La revolución se adueña de Lares. Hay algunos presos: El Alcalde Mediavilla y algunos peninsulares de relieve local. A tropel se dirigen luego todos a la Casa Ayuntamiento, llamada Casa del Rey. Del asta bajan la bandera española y en su lugar izan la bandera de la Revolución, la que bañara en sangre Manolo (El leñero).


En la Sala del Ayuntamiento se abre la sesión de los Revolucio

narios. Entran el teniente Manuel Cebollero y el sargento Ibarra de los milicianos españoles que se han unido al Ejército Libertador. Preside la asamblea Francisco Ramírez Medina. Se aiombran los miembros del Go

bierno. El gabinete queda constituido por: don Aurelio Méndez, Ministro de Gobernación, don Manuel Ramírez, Ministro de Estado; don Celedonio

Abril, Ministro de Hacienda; don Federico Valencia, de Guerra y Marina, y don Clemente Millán, de Gracia y Justicia. Francisco Ramírez Medina es Presidente de la República y don Bernabé Poli, Secretario de la Pre sidencia.

La asamblea confirma el .nombramiento de Manuel Rojas como jefe Supremo del Ejército Libertador y el de Matías Bruckman como general de División. Se nombran los varios generales de división y los coroneles de Artillería, Caballería, etc.

Terminada la Asamblea, la ciudad queda sitiada.

Al padre Vega, vicario de la parroquia le obligan a cantar un Tedum en himno de gloria y de triunfo. Al amanecer del día 24 se da la orden de formación a toda la tropa.

Un número de oficiales y soldados quedan de retaguardia en Lares bajo las órdenes del Coronel Cebollero.

El resto de los combatientes sale para el Pepino. Marcha al frente la caballería, compuesta de unos 300 jinetes bajo órdenes del general Bruckman y Pablo Rivera hijo y Francisco Santana. La infantería llega a unos 400 soldados.

Pero ya las fuerzas españolas alertadas sobre el levantamiento han tomado la ventaja. Cuando la tropa al frente de todas las cuales marcha Manuel Rojas llega al Pepino encuentra la plaza armada en número supe rior de fuerzas. De Arecibo, Mayagüez, Aguadilla y Ponce, han llegado las milicias españolas. Van a vérselas los insurrectos no sólo con números superiores, sino con la superioridad del armamento de que disponen los batallones del gobierno.

Se entabla la lucha. Comienza el fuego de parte a parte. Cae muer

to el Coronel Leopoldo Plumey; cae el comandante de caballería Pablo Rivera; el Coronel Baurén "Guayubín" se bate y muere en el avance;

Bruckman se parapeta en un rancho y junto a él cae herido su hijo Henry. Mientras carga su revólver cae abatido de im tiro en el pecho. Caen luego Ezequiel Díaz y otros varios.

El generalísimo Rojas se mueve a caballo de un punto a otro com batiendo y dándole ánimo a la tropa, pero quedan pocos soldados y pronto se ven cercados. Les hacen prisioneros. La revolución está debilitada. Es

cuadrones que se baten a retirada y sin balas son capturados. Cogen al General Andrés Poli y a Pedro García; muere el General Beauchamp.

Siguen las tropas españolas haciendo prisioneros: a Ostolaza, Leoncio Ri vera, Euclides Abril y Rodolfo Echevarría los traen presos a punta de bayoneta.


Los revolucionarios están casi dominados. El General Parrilla se

sostiene en inútil resistencia con muy pocos soldados. Cuando sólo le

resta una bala a su revólver se oye una voz que le grita: "Parrilla, rín dase", y el revolucionario contesta impasible: "Parilla no se rinde". Dis para su última bala y cae ultimado por el fuego enemigo. El teniente

Prats, soldado español al fin, que admira el valor le quita el pañuelo de seda que lleva al cuello y lo guarda, en saludo de respeto del vencedor al vencido...

Por haber sido improvisada seis días antes de acordada, la Revolución de Lares estaba condenada al fracaso. Como escribiera Betances en 1891:

"Una indiscreción había forzado a los compañeros de Lares a precipitar el movimiento antes de mi llegada con las armas que tenía preparadas." 17 días después del Grito de Lares estalla en Cuba el Grito de Yara acau dillado por Carlos Manuel de Céspedes. Se enciende allí una nueva Guerra que dura diez años. Betances recibe la noticia de los sucesos de Lares com ira impotente

y tristeza indecible. Sofocada la Revolución en los próximos días por las milicias españolas queda ahora poca esperanza. Entre tanto las cárceles de Arecibo, Aguadilla y otros pueblos se llenan de presos. El propio go

bernador Julián Pavía escribe: "Ni en la capital ni en punto alguno de la isla, existe cárcel alguna suficiente para mantener tanto preso."

En el proceso de la causa interviene el juez de Primera Instancia de Ponce, don Nicasio Navascués y Aisa. Se cuenta que en los días de la insurrección de Lares, la farmacia de Henna, el padre del doctor Julio J. Henna, de Ponce, era un foco de conspiración. Henna hijo, después de recibir su título de médico se vio obligado a salir de su ciudad natal y

fijó su residencia en Nueva York, donde laboró hasta el fin de su vida por la independencia de Puerto Rico.

Apresados los principales caudillos de la insurrección y dominada la situación por las milicias españolas, se dispone el proceso.

La jurisdicción militar reclamaba al poder civil el derecho de juzgar

a los prisioneros. Cincuenta o más presos políticos mueren en las cárceles del vómito negro. En la capital el General Pavía ordena preventivamente arresto a los doctores Calixto Romero, Gerónimo Goico, y de don José

Julián Acosta. Presos en San Cristóbal y El Morro son conducidos éstos más tarde a la cárcel de Arecibo. Pero, sin poder complicarlos por docu

mento alguno con la Revolución, el capitán general se ve obligado a de cretar su libertad.

El proceso militar condena a morir a garrote vil a los generales Ma nuel Rojas y Andrés Poli y a sus subalternos Ignacio Ostalaza, Rodolfo Echevarría, Pedro García, Leoncio Rivera y Clodomiro Abril. Las auto ridades arrestan en diversos puntos de la isla a todo posible sospechoso por procedimiento sumario. Asií al doctor Antonio Ruiz, hermano de Se gundo Ruiz Belvis y a Adolfo Betances, hermano de Ramón Emeterio Betances que no tenía conexión ninguna con la Revolución.


Sin embargo, cuatro días antes del Grito de Lares, en España se

han levantado Prim y el General Topete de las fuerzas liberales en medio del entusiasmo popular. Cuando el cable trae a Puerto Rico las noticias de la Revolución triunfante en España, las muchedumbres plenas de en

tusiasmo invaden las calles de Mayagüez y Ponce. En Mayagüez sacan el retrato de Betamces y Ruiz Belvis, gritando: ¡Viva Prim! ¡Viva España! Pero el gobierno de Pavía insiste en ultimar sus ,investigaciones sobre los sucesos de Lares.

En Cuba, el 10 de octubre de 1968 comienza la Guerra Mambí de los diez años.

Betances en St. Thomas está triste y perplejo, pero no vencido. Para él comienza una nueva etapa de la lucha. La libertad para los presos de Lares será su primera batalla. Se pone en contacto con el general Céspedes

y lanza una proclama al ejército español de Puerto Rico. Se habla en Puerto Rico de que el nuevo gobierno relevaría a Pavía de su mando en Puerto Rico. En San Germán retando al Gobierno bajan la bandera espa ñola del Ayuntamiento. A los atropellos del Gobierno en varios pueblos se suceden motines en distintas partes del país.

Betances, incansable, se multiplica. Envía proclamas, mainifiestos,

artículos a los periódicos de Europa. Hace así junto con las gestiones que Se hacen desde Puerto Rico el ambiente para que el nuevo gobierno español proclame la amnistía de los presos de Lares. Amnistía que de he cho llegó el 20 de enero de 1869.

De ahora en adelante Betances piensa en. conseguir la libertad de Puerto Rico a través de Cuba y Santo Domingo. Los liberales de Puerto

Rico, sacan triunfante en las elecciones de 1869 a Román Baldorioty de Castro, José Escoriaza y Luís Padíal. El país empieza a pensar en la Autonomía posible, dado el gobierno liberal de España. Betances piensa en cambio, que los autonomistas han matado la idea revolucionaria. La ideología avanzada de la política española tiende ahora a favorecer la re forma de las Antillas. El político astuto que era Betances se daba cuenta

de lo que sucedía en Puerto Rico y su esperanza se agostó. En St. Thomas entrega sus armas al general dominicano Gregorio

Luperón, creyente como él en la idea de la Confederación de las Anti llas. Ambos esperan un cambio de gobierno en Santo Domingo que favo rezca el caso de Puerto Rico. Desde Cuba se espera ayuda a través de Máximo Gómez y otros patriotas que creen en la Confederación de las Antillas.

En 1868, vuelve Betances a París. Defiemde allí de la prisión por España al patriota negro de Cuba José Maceo y logra su libertad. Desde 1863 Hostos había lanzado la idea de la Confederación de las Antillas.

Betances vio en la Confederación de las Antillas la posibilidad de formar una nación de 25 millones de habitantes. Este es ahora su proyecto.

En 1870 vuelto a Santo Domingo y Haití visita pueblos y logias masónicas en busca de simpatías y ayuda material para los rebeldes de Cuba.


Hasta su muerte luchará indistintamente por la unión e indepen dencia de Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico. He aquí el paralelo retrospectivo que traza el escritor cubano J. de la Luz León entre Martí y Betances como revolucionarios; "Martí com pendia, articula y define, en un plan de mayores posibilidades lo que en Betances fue intuición e impulso cordial. El cubano define un programa,

establece las bases de una acción. El borincano se lanza impetuoso a la acción misma. Martí señala um derrotero y traza los accidentes del camino

que bay que recorrer. Su visión es la del estadista. Betances emprende la jornada y resuelve las dificultades a medida que se presentan. Su visión es la del revolucionario."

Sin duda, Betances fue éso por excelencia, un revolucionario y su suerte le fue adversa, pero dejó plantada en el espíritu de su pueblo la semilla de la libertad y un compromiso moral de no perder las nuevas

generaciones lo que habían heredado como patrimonio histórico. La última Revolución de Cuba por su independencia, planeada por Martí quien lla

mó al general Máximo Gómez para que asumiera el mando supremo de la Guerra, se inició con el Grito de Baire, en Manzanillo, el 24 de febrero de 1895. Cuba alcanzó al fin una independencia que Puerto Rico tiene

todavía que validar ante sí y ante los pueblos del mundo. Pero bueno es

aquí recordar la famosa frase de Martí, "las Antillas han de salvarse jun tas o juntas han de perecer". Esta es la enseñanza que la historia ofrece en el ideal de la confederación acariciado por Hostos y Betances. Este

es el significado inmarcesible de la Gesta de Lares. En la victoria o en el desastre, los insurrectos de Lares, merecen por eso recuerdo respetuoso.

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Impreso el día 16 de septiembre de 1970 en

TIPOGRAFIA PORVENIR, INC.

Río Piedras, Puerto Rico

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