El Ensayo en la Generación del Treinta (1972)

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EL ENSAYO EN LA G ENERACIÓN

D EL T REINTA

CICLO DE CONFERENCIAS

SOBRE LA LITER A TUR A rrn T)TTr>R._TO RICO

San Juan, Puerto kito 1972

. El ensayo de la generación del 30

MARIAÑA ROBLES DE CARDONA

Derecho§ de publicaéión reservados

INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUE&A

San Juan de Puerto Rico, 1960

Printed in Spain

Esta conferencia . fue dictada por su autora el 28 de marzo de 1958, en la Sala de Conferencias de la Biblioteca General de la Universidad de Puerto Rico.

La doctora Mariana Robles de Cardona obtuvo su maestría en artes en la Universidad de Puerto Rico en el 1948. En el 1951 se recibió de doctora en filosofía y letras en la Universi- · dad Central de Madrid.

La Robles de Cardona . ha colaborado en diver sas revistas y periódicos. Ultimamente ha Búsqueda y plasmación de nuestra personalidad ( 1958), trabajo sobre el ensayo literario puertorriqileño.

INfRODUCCJÓN

Entre todas las direcciones que en la época contemporánea toma la literatura puertorriqueña, interesa destacar, para la comprensión del tema bajo estudio, dos aspectos coincidentes : la aparición de una determinada actitud critica ante la realidad de Puerto Rico y ·el predominio del género que afirma su preeminencia hacia los treinta, hasta tal punto de que casi todos escritores más sobresalientes sean, a partir de entonces, exclusivamente ensayistas. en ambos casos, empezar por plantearse el problema de los ante· cedentes que sobre ello puedan existir en nuestra literatura anterior.

A pesar del carácter innovador que imprimen a su obra los ensayistas de la generación del 30, un somero examen de la hon<la revolución espiritual llevada a cabo por ellos, nos demostrará en seguida que su labor representa el momento de auge de una acción ideológica cuya fase inicial habrá de encontrarse en nuestra literatura precedente. Creemos oportuno, por lo tanto, ini· ciar nuestra charla con una rápida ojeada de los períodos que precedieron a la generación que se nos ha encomendado pre.sen-

tar, si queremos captar la .verdadera !!ignificación de la labor llevada a cabo por los ensayistas que la integraron.

EL ENSAYO DURANTE EL ROMANTICISMO

Nuestra literatura nace al influjo del romanticismo espaiíol a fines de la primera mitad del siglo XIX. Por estos años ( 18421849) ún. grupo de estudiantes puertorriqueños en España se familiarizan con aquel movimiento a través de varios de sus máximos exponentes. En las afirmaciones y ejemplos de aquella modálidad literaria, latía la renovadora idea de la nacionalización de las literaturas. Reaccionando contra la unidad del modelo insustituible, y del preceptd inviolable típico del neoclasicismo, aquella revolución aspiraba a reemplazarlas con la espontaneidad que condujese a cada pueblo a la expresión de su carácter propio . . A este principio de libertad creativa se unía otra gran conquista del romanticismo: la democratización del lenguaje literario. Todos estos estímulos de originalidad, ejemplos e influencias convidaban a la expresión de las cosas propias. Y así Manuel Alonso (1822-1889), guiado por un propósito de originalidi'd puertorriqueña, da a la estampa (1849) su libro El gíbaro, colección de estudios tendientes a reproducir con fiel prolijidad los usos y costumbres nuestros, alternándolos con la expresión literaria de hechos de nuestra realidad política y cultural. En las páginas de · este libro amanece el ensayo puertorriqueño. Con el estudio crítico sobre Santiago Vidarte, Alonso abre camino a uno de los temas más frecuentes en nuestro ensavismo : el enjuiciamiento de nuestros logros culturales. En el de este estudio crítico late ya el ansia de superación cultural que caracteriza · al pueblo puertorriqueño, que ·quizás descanse en la intuición de que, por su insuficiencia física, Puerto Rico debe afirmarse para sobrevivir en el desarrollo consciente de los valores creadores de la cultura. Su ante el orden establecido y su anhelo de afirmación puertorriqueña busca el embozo protector del simbolismo para darnos también en el citado libro nuestro primer ensayo de finalidad política. Con penetrante intuición profética personifica la his t oria de nuestra penosa gestación de autonomía

política en la historia llena de mansedumbre, pero también de cordura y de tesón de Pe,rico Paciencia, que posee ya casi todas las características de lo que la literatura moderna · califica de cuento-ensayo. Acertada creación simbólica de nuestro quehacer patrio, levanta ya desde los umbrales de nuestra literatura otra constante de nuestro ensayismo : el planteamiento de nuestro destino como pueblo. ·.

Romántico también y urgido por el mismo anhelante amor de cultura, Alejandro Tapia y Rivera (1826-1882) se dedica a "" la ingente labor de echar las bases de nuestra literatura cultivando diversos géneros - artículos, novela, poesía., obra dramática - en un medio hostil para las tareas de espíritu como lo era el Puerto Rico de la segunda mitad del siglo pasado. De este fervorosO\ anhelo de mejoramiento patrio nacen sus Conferencias sobre estética y literatura, en las cuales la exposición lógica de las materias presentadas se penetran de la ansiedad que le agitaba, rebasando así la fría objetividad del tratado para . producir nuestro primer ensayo de erudición estética. Con Mis Memorias - cuyas pági11:as en ocasiones discurren por el cauce del ensayo - se nos da por primera vez la crónica de nuestra vida colonial, ell:ternecida al calor de la tradición doméstica y de las memorias ·personales. Por la misma época, Eugenio María de Hostos (l839-1903), nuestro primer ensayista "de talla continental, trata de hermanar en una misma visión los rasgos permanentes de los pueblos hispanoamericanos. Es el primer puertorriqueño que busca ·los lazos profundos que unen al mundo hispanoparlante. En el fondo de su fervor latinoamericano late el amor por su país natal, sentimiento al que abre ancho cauce en muchos de sus ensayos y . artículos y en su novela La peregrinación de Bayoán. En esta obra en cuyas páginas muchas veces el ensayo usurpa el ·campo a la novela - se expone otra vez en nuestra literatura, aunque en forma alegórica, el problema de la realidad puertorriqueña. En nuestra época otros dos ensayistas - Concha Meléndez y José A. Balseiro - buscarán nuestra expresión en la vibración cultural armónica y coherente de los pueblos identificados por la sangre, por el idioma y por la historia : la primera, al igual que Hostos, en la cultura hispanoamericana; el segundo, en la española.

ENSAYISTAS DE TRANSICIÓN

La obra de Antonio <;:ortóp. ( 1854-1913), indisolublemente YincuJ,ada a la vida literaria de España, donde reside por más -O.e un tercio de siglo, le da importancia especial y fjsonomía propia entre todos Jos escritores puertorriqueños. Altamente caracteTÍsticas de su momento - el del Madrid literario del último cuarto -O.el siglo pasado y primeros años del presente ___:, exhibe en su -0bra todos aquellos rasgos . comunes a su generación : pesimismo, revisión de valores, actitud anticatólica, tendencia europeizante. El concepto general de lo hispánico resultante de esta actitud, se ha tr;,tducido muchas veces, tanto en la crítica literaria española eomo puertorriqueña, en una crítica negativa que en· ocasiones le ha valido fama de arbitrario. S!n embargo, en muchos de sus ensayos advertimos una dev-0ción apasionada . por todos los valores supremos de la vida : libertad, justicia, generosidad, belleza. Su libro Pandemonium (1889) es buen ejemplo de ello y de su ferv oroso amor por su Puerto Rico nativo, por cuya autonomía aboga en todos Jos momentos.

Con la guerra Hi s panoamericana (1898) viene un cambio de perspectiva y tono a nuestra literatura. Año de doble coyuntura h istórica y artística - dominación política norteamericana y ent r ada de las primera s mani f esta c ione s del nuevo estilo modernista, se abre en Puerto Rico una divisoria con el pasado Matos B e rnie r (1869-1937) , otro de nue stros e scritores de transición, re-. coge en s u obra aquella época que en lo político se caracteriza por la in certidumbre - período de breve esperanza de una soluci ón inme d iat a del de Puerto Rico bajo el gobie r no norteamer ic a n o , seguido p or o t ro de e stupor e x p e ctante, y en lo a r tí st i co , por la s uperposición d e épocas y escuelas : cQe x istcncia del r om an ti ci smo y na t uralismo co n lo a primeros ati sbos del modernismo. I n icia en su s ar tículo s y ensayos , conjunt ament e , la r evis ió n y afirmació n d e lo s v alo r e s puertorri que ñ os que culminará en la labor ens a yística de nuestra gener a c i ón de 1930 . L a preo cupa ción p o r nuestr o d e stin o político rea par e ce un a y otr a v ez a lo largo de su ob ra. Su intent o d e expresar l a s co sa s d e l a r ealidad inmediata, cargándolas con las res o nancias q ue lo s problemas políticos o morales producían en· su sensibilidad, anuncia ya

.,.-- por su doble fondo contradictorio de c;>bjeti"vida& y súbjetividad· - la sensibilidail . introspectiva y lírica de nuestros - ensayistas modernos.

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Reducir un grito de protesta cívica, de combate, a fOrmulas literarias no es tarea fácil. Sin embargo, Luis Muñoz Rivera (18591916) y José de Diego (1867-1918), los · otfos dos escritores nuestros de transición, lo intentan y lo logran · muchas La obra literaria de ambos recoge la expresión de sus anhelos de sÓIUción del problema político puertorriqueño La poesía misma de ambos se convierte muchas veces en un discurso lírico en el que · ejer· cen un magisterio civil. De vez en cuando rebasan el artículo y caen en el ensayo corto en el qlie plantean nuestro destino político o tratan' de trazar los rasgos que · nos definen. Los ensayos ¿Hasta ciiándo?, de ·Muñoz, y No, de De Diego, son buenos ejemplos de ello.

ENSAYO MODERNISTA

La primera mitad del siglo presente . en Puerto Rico, pasados · los primeros años de indecisión e incertidumbre causados por el bru sco cambio de soberanía, es un período de esforzada ascensión en todos los aspectos culturales y artísticos. En lo literario el esfuerzo persigue un doble fin : el de reanudar contactos con las literaturas española e hispanoamericana, y el de recoger y canalizar por vías de puertorriqueñidad el ritmo vital que nos define. El ensayo recoge a cabalidad este último anhelo.

Con Gt.ierra Mondragón (1880-1947), nuestro primer crítico modernista, se afirma en Puerto Rico aquella escuela literaria. Trae al campo de nuestra literatura de principios de siglo un aire de renovación que se manifiesta la protesta contra las escuelas precedentes, en el culto por la forma, y en el ansia de cosmopoiitismo. Admirador de los exponentes hispanoamerfoanos y euro-peos de aquella modalidad, inicia una campaña de adoctrinamiento artístico y cultural en nuestra prensa diaria y en la Revista de las Antillas, en la que da a conocer lo mejor de aquella literatura. En el fondo de este ideal de renovación literaria late la inquietud por descubrir lo peculiar puertorriqueño, inquietud por 7

otro lado coincideµte con la de t oda . latina por des cub rir lo esencial americano desde los primeros albores .del mode rnism o. impelidos por ese mismo aDhelo, se levantan las voces d e Lui s Lloréns Torres (1878-1944) y Miguel Meléndez Muñoz 1884).

A mbos van a buscar en nuestro campesino o en nuestro pa i saj e lo s rasgos definitorios de nuestra psicología colectiva . . El sitio de h onor del Lloréns poeta nos lleva con frecuencia a olv id a r al Lloréns prosista. Ap a rte de su obra de carácte r circunstancial d el p olítico y del jurist a, . de sus ensayos de cr ítica literaria y los de i nterpretación hi stórica eJJ su libro América ( 1899) , posee Llo r én s u na serie de en sayos cortos de una calidad a rtí st ic a pocas veces superada en la historia de n uestra pro sa Son ensayos br e ves . d e c arác t er poético-descrip t i v o. en los que Ll oré ns re co ge l a s i mp re si on e s de su goce a p asion a do por nuest ra n a t urale z a: Pos eed o r de un a imagi n ación pi ct ó r ico -vi sual .fuera d e l o común y de un brío di o n i síaco d i sp uest o a t oda s las o rgías del col o r y d e l so n i d o , al ca nza el d o n de tra d ucir lo imponderable a la ve z qu e lo gra añ a dir 'nuevo s ra sgo s a nuestra parti cular sicología a l d ot a r n ue str a nat u r a l eza d e sens ibili d a d y movimientos hasta i n c orp o ra rle humanid ad. E n mu ch os . p la n os vin o M eléndez. Muñoz a remo z ar el c o n o ci mi ento y la compr e nsi ón del p roblema de nuestra zon a rur a l; en la co n ce p c ión d e l o s rasgos es e nciales del carácter del jíbaro ; en el en j uiciam i ent o del hecho políticosocial o educativo que atañe a aquél; en variado meditar sobr6 costtJmhres, creencias y tipos campesinos que rec o ge su obra'. ;\ veces sus ensayos exhiben un tono poético descriptivo que pretende recoger líricamente la emoción del paisaje de tierra aden· tro. Entonces, éste - veredas, aldeas, instrumentos, bohíos,. tipos se humanizan con los mil detalles que la sensibÜidad del autor percibe. Otras veces, como Por los caminos de Puerto Rico, el paisaje da marco a la emoción del hombre o de símbolo de su conducta, logrando así penetrar en nuestro modo de ser colectivo.

Paralelamente a la interpretación poética de Luis Lloréns Torres y la económico-social de Meléndez Muñoz surge la interpretación irónico-filosófica de Nemesio Canales (1878-1923). A través de sus Paliques nos da con ironía aguda - que en el fondo radica en sus ansias de superación puertorriqueña - una visión satírico -

humorista de nuestra realidad. Dotado de un temperamento esen· cialmente filosófico y de un espíritu eminentemente observador y analítico, la verdadera significación de Canales estriba sobre todo en el pensamiento directriz que da unidad a toda su obra : la exaltación de los valores del individuo frente al poder coercitivo de los dogmatismos sociales, morales, intelectuales o políticos. Poseedor de una contundente habilidad lógica para reducir al absurdo, a la caricatura, todo prejuicio, acude al periodismo influido por el espíritu de mejoramiento de nuestro medio que lo animaba.

Nacido dos años más tarde que Canales, Epifanio Fernández V anga ( n. 1880) comienza a darse a conocer en la prensa del país alrededor de 1915, ganando bien pronto prestigio insular por el sabor de sus artículos, encaminados a despertar nuestra ges· tante conciencia nacional. Hombre ele letras y de acción, Fernández Vanga ha estado vinculado a toda acth·idad cívica de los últimos cuarenta años y así su labor literaria - ensayos, artículos, prólogos de crítica literaria - como su obra per· sonal y animadora, es expresión de su anhelo de encontrar un rumbo que nos conduzca a nuestra afirmación. Por esta misma época Luis Villaronga inicia su obra ensayística de revisión y renovación a través de su obra de intención ética. Enrai· zado firmemente en la moral cristiana, su eticismo imparte a su obra una constante preocupación pedagógica que le presta a su vez un tono lírico v sereno. Toda su labor literaria se nutre de esta raíz común, temas y fundamentales aJcanzan desarrollo pleno en El Peregrino en la senda de sol ( 1950), su obra de mayor aliento.

GENERACIÓN DEL 30

Toda esta larga acc1on había preparado el ambiente para el florecimiento de una literatura esencialmente puertorriqueña que ee inicia en nuestro país hacia el 1930. Encabezando el moví· miento se levanta la figura de Antonio S. Pedreira (1889-1939), cuya obra lnsularismo ( 1934), libro orgánico de ensayos de interpretación de nuestra realidad, viene a dar cohesión y sentiJo a

un estado integrador de conciencia de lo puertorriqueño que venía tomando forma desde Alonso, como hemos visto. Apartándose de los caminos seguidos por los escritores anteriores, su citado libro de ensayos inicia una época en la interpretación de nuestro peculiar problema al formular las ideas rectoras que caracterizarán el nuevo movimiento literario: búsqueda de todo lo que nos défina y ·cohesione; formulación de una nueva interpretacióu de nuestro pasado histórico que sirva de ba se para la creación de una , conciencia de patria a la vez que de reconstrucción ,futura de nuestro· destino ; revisión de valores ; análisis de nuestro campesinado para buscar en nuestro jíbaro la unidad del espíritu. boricua, y paralelamente a lo apuntado, proclamaciqn de la necesidad de la educación como único camino de solución para tros problemas junto a la crítica reiterada de nuestra institución educativa imperante en la época de tipo bilingüe. Po'l" primera vez se interpreta nuestra tradición como fuerza viva moldeadora de nuestro porvenir. Suyas son estas palabras: «Es de todo punto imposible ir hacia el porvenir renegando de nuestra herencia y, lo que es peor, desconociendo el arrastre histórico en cuyo cauce han desembocado los mejores tributarios de nuestro pueblo. Antes de fijarnos tarea de futuro, nuestro presente debe indagar en el pasado , la capacidad con que podemos contar para realizarla». Acti vísimo en la influencia estimuladora, en la información y en el con sejo, su múltiple labor de profesor, investigador, escritor y crít i co influye en la aparición de monografías, investigaciones ditas y obras puras . Ejemplariza esta aseveración el tratado crÍ· tico-erudito, obra de universitarios e investigadores que tiene como propósito el esclarecimiento, clasificación e interpretación de nuestra producción literaria , entre los cuales cabe mencionar La novela en Puerto Rico (1930), de Carmen Gómez Tejera; El teatro en Puerto Rico (1930) , de Antonia Sáez; Alejandro Tapia y R ivera : S u v ida y su obra (1933), de Manuel García Díaz; La poes ía en Puerto R i co (1935), de Cesáreo Rosa-Nieves; La poesía modern íSta en P uerto Rico (1940) , de Enrique Laguerre; Federico Dege t a u, un orientador de su pueblo ( 1943), de Melgar; El jíbaro de Ma nuel A lonso y Pacheco (1947), de Modesto Rivera ; Vida y p oe sía de Jo sé Anto ni o Dávila (1948), de Adria n a Ramos Mimoso. Sería prolijo seguir e st a e num era ci ó n , ya que bastan estos ej em-

plos 'para probar cómo ha fructificado aquella semilla. A partir de aquel momento la preocupación por caracterizar lo nuestro se intensifica y penetra en casi todas las formas literarias cultivadas en Puerto Rico: en · la interpretación histórica de Cruz Monclo· va; en el ensayo pedagógico de Antonia Sáez, Carmen Gómez Tejera y José Padín; en la poesía negra de Palés Matos y la do la tierra de Manrique Cabrera, Cesáreo Rosa-Nieves y más tarde en la de Matos Paoli; en la novela de Enrique Laguerre; en la obra dramática de Méndez Ballester y Cesáreo Rosa-Nieves; en los cuentos de Meléndez Muñoz, Belaval y Ernesto Juan Fonfrías. Pero va a ser el ensayo el género más apto para las revisiones fun· damentales postuladas por la generación. Ello tiene su ·explica· ción en la .forma fluctuante del mencionado género. De índole, como sabemos, el ensayo participa de la poesía y de la didáctica. Por la primera, nos da el pensamiento del autor en su intimidad indhidual; por la segunda, nos comunica determinados crikrios en torno a un asunto. En Yirtud de esta doble dimensión - exte· riorización del mundo interior del autor a la. vez que exposición objetiva y racion'llista de su realidad circundante-, el eneayo será el género capaz de captar las urgencias, preocupaciones y anhelos de un pueblo que pugna por definirse y encontrarse a través de la palabra de un grupo de hombres d.otados de innata capacidad de orientación y de pensamiento dirigente.

En este momento, mediante la influencia de varios elementos ya señalados - preocupación estética, anhelo de afirmación puer· torriqueña , resurgimiento cultural, nueva sensibilidad-, alcanza el ensayo en Puerto Rico su momento de auge. Afirma este gé· nero su preeminencia hasta el punto de que casi en su totalidad todos los escritores de · este período son ·fundamentalmente ensayis· tas. Este grupo -· integrado en su mayoría por profesores uni· versitarios - imprime al género un 'carácter más riguroso y lo dirige al examen de cuestiones científicas y culturales tales como la historia, la filosofía, la política, la sociología y la crítica esté· tica, ética y filosófica, pero siempre orientados- hacia la definí · ción y afirmación de nuestra personalidad. Cabría decir que el ensa y o asume en este momento u n carácter de cruzada ideológ i ca m ás conscien t e que e n los m o m e n ios anteriores. A modo de unir l os e l e me ntos dispe r sos de nu e str a p e rson a li d ad c ole ct iva , 0.1,"Íen ·

tan su obra en dos direcciones . convergentes; por la una, fijan los elementos que han de distinguirnos como pueblo amarrado al ayer por raíces tradicionales, o se dan a la búsqueda de nuestra par t icul a r expre s ión; por Ja otra , señalan rutas de puertorriqueñid ad que han de conducirnos a u n mañana pleno. Los une así un a nhel o definidor y un esfuerzo comú n por encontrar la fórmul a · p u e rtorriqueña entre la dimensión español a heredada y la no r teamericana actual.

Juntamente a su predilección po r el ens a yo , llevarán a cabo, e n el campo de la c r eación est ética, una r eno va ción de l a lengua li t eraria , la cual buscará la ex a c ti tu d del concepto como un result ad o d e l i nten t o de superar los ele m entos rom án ticos y modern i st a s m e d iante l a di s ociació n d e lo e m o c io n al y lo i n telectual. De m e nos res on a ncia í nti ma , l a p a l abra t ra tará de ser ahor a ex a ct a, surgiend o así u na prosa de co rt e má s l ógico . E l e n sayo se hará más precis o L a vi s i ón sub j et i va y l it erari a v a a ser s ub s t itu ida por una más o b j et i va , má s atenta a la realidad pu e r to rr i qu e ñ a del momento. F.o s us e stil o s abunda rá n la s palabra s de pur a tr adición boricua some t ida!! a j ueg o s fil oló g icos d e i nge n i o, en s u afán de extrae r de ell as la escond i da substan c ia c r io lla En su ma, tratarán de identificarse con lo más i ntransfer ib le del alma de nueRtro pueblo que pretenden definir . Al llegar a este punto es preciso hacer una salvedad . Aunque parezca paradójico, la preocupación por l o nuestro en ninguna forma restará a los ensayistas de Ja generación del 30 la visión· universalista. Condenarán el criollismo exclusivista y señalarán . l os peligros del aislamiento. El fenómeno aparentemente contrad ictorio - búsqueda de los máximos valores universales al lad o de la inquietud por afirmar lo específico nuestro - será patrimon i o de istos escritores. Pedreira nos dirá al efecto : «El criolJismo necesita ideas antialdeanas, de vías anchas... Hay que eludir el co11t.agio del aislamiento y adararle los vínculos a nuestra 11oledad. · También forma"mos parte de eso que llaman «universo» y es ·· necesario cultivar nuestra_s letras de adentro para afuera para que tengan vía franca... Hay que aprender !l ser criollos, pero sin petulancia; perseguir nuestros rasgos profundos, ensanchados, no !imitadores, sino cósmicos». Concha Meléndez expresará el mismo sentir - que recoge a cabalidad el de todos los culti-

vadores del género en el momento que enfocamos - en la cita siguiente: «El conjunto de lomas que se afirman en la planicie de Aibonito celebra consejo en las noches de luna discutiendo los modos de conservar la tradición que sustenta. Lomas de.l Asomante, segtín la geograHa, nos dan la lección necesaria a nuestro destino de isleños : esfuerzo de mirar desde la altura, de mantener la actitud asomante a lo nuestro y a lo universal, con la persistencia que libra, al que se asoma, de visiones equivocadas o fugaces».

La labor ensayista que me propongo presentar y juzgar ante ustedes esta noche, recogerá, pues, tanto en el terreno literario como en el ideo!ógico, unas cuantas personalidades de innegable originalidad y fuerza creadora que han sabido dar a nuestro er • sayo una fisonomía, una variedad y una importancia tal que habrá de inspirar una revalorización extranjera de nuestro haber espiritual y cultural.

Tomás Blanco (n. 1898) brinda por esta época a la afirmación puertorriqueña uno de sus pilares más sólidos : la exposición juiciosa, equilibrada y reflexiva de nuestra historia. Con en alte cedora independencia crítica, escudriña, compulsa, analiza e investiga nuestros cuatrocientos años de historia, pai:a darnos en los ensay.os de interpretación de su Prontuario Histórico de Puerto Rico una insuperable guía para conocer nuestras raíces tradicionales. En sucesivos ensayos examina la labor poética de Palés Matos, el dramático choque de nuestra cultura con la norteamericana, varios aspectos de nuestra música popular, encauzándose con su novela-ensayo Los vates hacia la obra de creación pura, que culmina con sus ensayos de interpretación poética de nuestro ambiente en su reciente obra Los cinco sentidos. Los ensayos que comprenden dicha obra constituyen una invitación a reflexionar sobre todas las cosas bellas y amables que nos cohesionan dentro de un perfil auténtico de lo puertorriqueño. Personalidad compleja y rica, Blanco es, a la vez que un pen· sador, un creador, y como tal aúna en su obra agudeza intelectual y hondo sentido poético. La indudable unidad de ésta - en· eayo, novela, cuento, artículo - resulta de una combinación muy personal entre lo típico regional y cierto universalismo abstracto1 que se nutre de sus viajes y de sus largas y variadas lecturas. Su

labor ensayística pone de manifiesto aquellas características que le dan perfil propio entre los cultivadores del género de los treinta : . sólida cultura actual y erudición histórica, fusión de lo regional y lo universal, donaire agudo con mucho de ironía lectualista perspicacia de observación y fina y ágil prosa poseedora 'de cualidades y matices reveladores de una escrupulosa conciencia artística y de ·un seguro conocimiento de la lengua.

Por su educación española y norteamericana, y por haber vlvido sus años de juventud en España y los de su madurez en los Estados Unidos, José A. Balseiro (1900) es quizás el ensayista de la generación en cuya formación intelectual entran de manera más plena influencia y entronques de aquellas dos culturas. Como al mismo tiempo ha conservado su hispanidad nativa, ha llegado a ser uno de nuestros más destacados exponentes de ·1a cultura hispana en Estados Unidos.

En lo esencial la personalidad de Balseiro está enraizada en la literatura y cultura españolas. Sin embargo, en el fondo del aparentemente desarraigado de su obra, late su Puerto Rico nativo, cuyos paisajes, política y formas peculiares de vi da, así como la de algunos de sus hombres más representativos, han inspirado un buen sector de su obra ensayística.

El magisterio y el ejemplo de Antonio S. Pedreira contribuyen a desarrollar en Cesáreo Rosa-Nieves (1901) el sentimiento de nuestra tradición. En Jos primeros momentos se suma a la Generación en calidad de poeta. A partir de 1936, año en que ingresa P.D el claustro universitario como profesor de literatura ña, empieza a interesa1 se en la historia y en la crítica de nuestra literatura. El ensayo que mejor expresa su individualidad, a mi juicio, es aquél que sirve de punto de convergencia donde se tocan el catedrático de literatura enamorado de nuestra tradición, el poeta y .el músico que conviven en él. Desde esta triple vertiente ha logrado Rosa-.Nieves enjuiciar con singular agudeza numerosos aspectos de nuestra música tradicional y popular. Dichos ensayos constituyen una valiosa aportación para los valores estéticos de nuestra cultura, así como para la determinación de muchos de los caracteres esenciales de nuestra sicología colectiva. Caracterizado por un ideal de reforma que se manifiesta par-

ticularmenle en su labor como ensayista "y en su directa intervención en nuestras empresas de carácter renovador, Emilio S . . Belaval (n. 1903) es, como hombre y como escritor, una de las figuras representativas de esta generación. Convencido de que los rasgos definitorios de nuestro pueblo están enraizados en nuestro medio, podemos marchar hacia la universalidad de nuestro arte. Nos invita a echar a pique cda barca de nuestros sueños fallidos», . vale decir, abandonar nuestra equivocada actitud de ir a buscar solución a nuestros problemas fuera del ámbito de lo puertorriqueño. Su obra, al igual que la de Pedreira, va encaminada a escrutar los orígenes y las potencialidades de Puerto Rico coa- el propósito de una reorientación inteligente de su destino. Sus ensayos periodísticos La intríngulis puertorriqueña (1952) no hacen sino confirmar sus ansias de afirmación y superación de nuestro pueblo.

Nacido el mismo año que Antonio S. (n. 1903) se une al nuevo espíritu con sus artículos y ensayos de interpretación de nuestros problemas históricos, políticos, económicos y educatjvos. Se destaca, entre los que integran la generación, por su natural dominio de la ironía y demás matices del humorismo. Ensayista, crítico literario, periodista y traductor, su aspecto más interesante es del polemista, rasgo hondamente revelador dt>: lo más íntimo de su personalidad síquica, combativa por excelencia.

La labor realizada por Concha Meléndez (n. 1904) en su obra de difusión de la literatura hispanoamericana en Puerto Rico, da a su personalidad significación en la historia de nuestro ensavo. Imaginativa y artista sin que ello obste a su espíritu crítico, Concha hace de muchos de sus ensayos de crítica un trampolín para la creación artística. Su criollismo amplió la lleva a abarcar en su crítica, como en un solo haz, las diversas literaturas de los pueblos americanos hispanoparlantt'!s, incluyendo en este amplio concepto de hispanidad la nuestra. En esta forma ha logrado elevar su labor ensayística a un plano de valores continentales. Ha enjuiciado con comprensión handa y depurada a varios de nuestros más destacado11 escritores , estudiándoles en sus relaciones y düereneias con los del continente , ubic a ndo , de este modo , nuestra literatura dentro del ámhi15-

to de la literatura hispanoamericana. Su labor ensayística es doble: creadora y crítica . La poetisa que hay en la investiga· dora está siempre presente en su obra, por lo que su prosa es buena muestra de la sutil relación existente entre lirismo y en· sayo.

La obra de Géigel Polanco (n. 1904), iniciada por los mis· mos años, va encaminada casi en su totalidad a int erpr etar la realidad puertorriqueña, situándose así en la órbita de la generación de los 30. Conocedor de los p r oblemas eco· nómicos y sociales de Puerto Rico, en· su p luma no hay dato mu erto, ni estadística fría, que no cobre v ida al conjuro dei sentido analítico y reflexivo con que co mpulsa la acción vital que yace en las cifras. Ha escrito con intencio nes re novadoras de adoctri namiento social, político e intelectual numerosos artículos y · ensayos recogidos en· su mayor · parte en 8U8 dos libros, Valores de Puerto Rico (19 43) y El despertar de un pueblo (19 42). Su argumentación ceñida, enmarcada en un estilo fuerte, claro, de firme dibujo, posee cierta vir tud dinámica que se debe quizáe a su tono afirmativo.

Por los mismo años, Samuel R. Quiñones (n. 1904) aporta para una más completa visi ón de lo que nos caracteriza su obrl\ Temas y letras, interpretación biográfica y crítica de varios de nuestros hombres más representativos. Análisis finos e inteligen · tes, revelan de parte del autor su sagaz es.píritu crítico, su amplia cultura general y literaria que le permite abordar con acierto temas variados de crítica, de historia, de política, de lingüística y de arte de leyes.

Con sobrada aptitud para las letras, es Samuel R. Quiñones - al igual que Géigel Polanco y Muñoz Marín, entre otrosejemplo por excelencia de cómo en nuestro medio, el ambiente, las circunstancias y los sucesos tuercen aquella vocación deriván· , dola hacia la acción política. Aunque su brillante carrera pública no ha privado por entero a Samuel R. Quiñones del cultivo de las letras, su obra literaria, casi en su totalidad ensayística, es un escorzo que acredita en qué medida podría enriquecer nuestra 1 literatura en el campo de la crítica si su dedicación a la vida pública - tan absorbente en Puerto Rico - le perm1t1era la .<treación de obra orgánica. Sus ensayos ponen de manifiesto

perspicacia para penetrar en los problemas de nuestra más interna puertorriqueñidad y su prosa flexible de vena cuya vibración personalísima participa paradójicamente del tono lírico y d el ím petu polémico, maridaje que acaso sea producto de su doble función de político militante y hombre de letras . Margot A rce de Vázquez (n. 190 4), una de las sensibilidades más finas y cult ivadas de Puerto Rico, descue1la entre los ensayistas d e aquella generación por su profundo conocimiento de la cu lt ura y literatur a espa ñol a . Le bast a n unas líneas para profund izar en la más int e rna hispanidad, vale decir, en la economía ideológica y es tética del Siglo de Oro español. Su estudio sobre Garcilaso de la Veg a - valiosís ima co ntr ibución al estudio de la lírica del X VI - atestiguan ya l as bases de su sabe r a los ve i nticinco años . Este profundo <;onoc i mient o de la hispanidad, que evidenc ia a su . vez una cultura cl ásica y moderna poco co-1 mún, la ilumina para la interpretación de los temas puertorriqueños . Encarnación de nuestro más puro cr iollis m o literario, Margot Arce vive intensamente la vida de su patria y una gra1' .Parte de su obra es afirmación de su afán entrañable por encontrar los caracteres privat ivos de nuestro pueblo. Su libro Impresiones (1950), recoge un sector de su labor de crítica de nuestras letras . Fruto de sentido puertorriqueñismo, muchos de los ensayos que integran dicho libro constituye n buen ejemplo de lo ya expresado. El paisaje de Puerto Rico, penetrante análisis de nuestro paisaje, sirve de medio a Margot Arce para hurgar en el sustrato de nuestro ser colectivo, logrando así descubrir nuevas raíces patrias. Dotada de una natural aspiración hacia la mesura y la armonía, su personalidad literaria asume cierto tono clásico que se traduce en la su rasgo más representativo. Así sus ensayos traen al ámbito de la generación un estilo personalísimo que se caracteriza por aquella senci1lez dificil que consiste en <lar a través de un máximo esfuerzo lo mejor de nosotros mismos. Enrique A. Laguerre (n. 1906), el novelista de la generación, se vincula al grupo en 1935 con su novela La llamarada, que responde al anhelo de la intención renovadora característica del movimiento. Poseedor de un agudísimo criterio realista en la observación y de un sentimiento <le justicia social arraigadü.imo en su temperamento moral, Laguerre ha canalizado su pugna

ideológica có'n nue>;tra realidad no sólo a través de sus sucesivas novelas, . sino también a través del artículo y del f'!nsayo de fina- · · lida.d crítica y social. Así su obra más reciente, El pulso de Pu.erto Rico, colección de artículos y ensayos sobre temas diversos de nuestra vida cu1tura1, nos revela su espíritu, combativo, alerta, <le s inceridad comunicativa a menudo velada por una suave ironía <le hombre cultisimo. Su estilo claro y preciso, caracterizado por la ima gen expresada con un sobrio y justo realismo inspirado en nue s tro peculiar ambiente, llega a alcanzar la emoción de una elocuencia que cuida siempre de no desbordarse aun cuando le domine la vehemencia. Laguerre no pierde nunca en los diversos géneros que ha cultivado la concentración espiritual que le caracteriza como uno de los inás recios valores de nuestra Generación del 30.

Entre Jos escritores de esta generación se sefiala Ruhén del Ro s ario por ser el que más estrictamente se ha ceñido a una di sc iplina científica. Aparte de sus estudios sobre 1a lengua española, Ruhén del Rosario es en gran medida ensayista e intérprete de los problemas lingüísticos puertorriqueños.

A través de dichos ensayos señala los elementos fonéticos, de ritmo, de acento y de léxico, que distinguen nuestro español del de la Península y del de los demás países hispanoamericanos, ofreciendo así a la .afirmación puertorriqueña otro sólido soporte; no hemos hecho una lengua, pero hemos sabido marcar la que heredamos con el color, el tono y el matiz diferencial de nuestro . pueblo. Estos estudios sobre nuestro problema lingüístico lo vinculan al grupo de es9ritores bajo estudio que se empeñan en elaborar un concepto definido de nuestra cultura. Enmarcado en un e stilo sobrio, sereno y certero, su mensaje Huye aclarador, sometiéndonos al imperio de la originalidad de sus ideas. Interesado en el problema de la convivencia del inglés y español con Puert.o Rico, ha planteado el problema del porvenir de la lengua española en nuestra Isla. · la tesis de que el español de A.méricá reclamará su independencia del español de la Península y señala la posibilidad de · que el idioma joven que se levante por acá será el resultado del choque de la lengua española e ingle s a en México ó Puerto Rico.

U rgido temprano por el mismo anhelo de puertorriqueñidad

que inspiró l a generac1on bajo estudio, Ernesto Juan Fonfrías (n. 1909) se suma temprano a dicho grupo con su libro de -cuentos de ambiente boricua Al calor de la lumbre (1936) , premiado por la Revista Americana de Argentina. Su creación crio- . ]lista - cuento , estampa, poesía, artículo, ensayo-· es buena muestra de que ha sabido hurgar con originalidad en el fecundo ven e ro d e motivo s e st é tico s qu e brinda nue stra zona rural. En eJJa recoge Fonfría s - enriqueciéndolo con nuevas perspectivasel t e ma d e lo jíbaro con el propósito de afirmar los cimientos ·de nu es tr a ge s tante per sonalidad Ha sabido inte rpretar con una fogradí sima justeza de matices la expresión del alma de nuestro jíbaro en su doble emoción honda que el autor nos transmite -con pincelada segura a través de la palabra precisa de su personal es tilo vibrante, vigoroso y plástico. La actitud renovadora crítica con que aquel grupo encara nuestra realidad repercute en Jai:rl!-e Benítez n. 1908) , cuya aparición temprana en nuestro mundo cultural coincide con el .advenimiento de aquella generación. · Enraizado en aqu e l mi smo .anhelo, sur ge s u empeño de r e forma universitaria, que logra convertir en realidad a partir de 1942, fecha en que asciende a la rectoría. En sus en sa y os postula Ja necesidad de enriquecer lo nativo , p e ro nu es tra peculiaridad implica nexo común con la -cultura occidental de que forma parte. Por la jerarquía que otor. ga a la vida interior del espíritu , a sí como por la eficacia que atribuye a la instrucción de nuestro pueblo, entronca con el .an sia de superación cultural que señalamos en Alonso y Tapia y qu e penetra casi toda nue stra producción ensayística.

tCONCLUSIONES

En s u desarrollo el en s a y o puertorriqueño pr es ent a una fisonomía propia , r es ultado del jueg o de las fuerzas hi stóricas , polític a s y c ultural e s de nu es tro país. Pu e rto Rico tu vo qu e cana lizar por e l t e rr en o jurídi co y políti c o la lu c h a libe r aliz an t e que tomó -c ará ct e r d e r eb e l i ón armada en e l re s to del imp e rio es p añ ol am er i can o en e l si glo XIX. He cho s al a p ren diz aj e tem pr ano d e la expre.sión comb a t iva - l a p alabra h a sido arma de com-

bate por excelencia -, no se debe a azar caprichoso, sino a razones fundamentalmente vitales, el considerable cultivo del ensayo desde los albores de nuestra literatura. Género apto para las revisiones fundamentales, ha sido cultivado en Puerto Rico, más que para deleite, para el señalamiento y discusióó de las urgencias, preocupaciones y anhelos de un pueblo que pugna por encontrarse y definirse. El panorama histórico-literario que acabamos de trazar nos demuestra la simu1taneidad entre la gestación gradual del mencionado género y los pasos, vicisitudes y orientaciones de nuestra conciencia de Los ensayistas del 30, dentro de la variedad de sus opiniones, de su temperament o y de la formación intelectual de cada uno, tienen, por lo tanto, una orientación común : la afirmación de la personalidad puertorriqueña. A través de este género, el alma puertorriqueña se ha asomado a sí misma, pretendiendo encontrarse, sorprenderse, al escrutar sus orígeues y sus posibilidades.

0 Dentro de este tema matriz, el ensayo de los treinta sigue cuatro direcciones :

l. Planteamiento de nuestro destino de pueblo.

2. Señalamiento de los caracteres definitorios de la pt>rsonalidad puertorriqueña.

3. Enjuiciamiento de nuestra cultura.

4. Exposición, muchas veces erudita, sobre temas estéticos, filosóficos, históricos, sociológicos, lingüísticos, con el de mejoramiento colectivo.

En torno a la exposición de estas diversas manifestaciones - determinadas como hemos visto por una coincidencia idf'ológica básica - cabe clasificar nuestra producción ensayística deJ. período bajo estudio en tres grandes grupos:

l. Ensayos de expo!!ición de ideas. Desde . el punto de vista de la elaboración de un concepto de Jo puertorriqueño, es el que mejor y más ampliamente recoge las cuatro direcciones ya señaladas de nuestro ensayismo.

2. Ensayos de critica de diversos aspectos de nuestra cultura,. los cuales entrañan, a la par, el enjuiciamiento de nuestros logros culturales.

3. Ensayos de creación. Este ha sido el menos cultivarlo en nuestro medio.

Es obvio que ello se debe al hecho de que nuestro ensayo es más bien batallador que contemplativo por estar puesto al servicio de preocupaciones y problemas fundamentales . En sus mejores momentos, algunos <le nuestros ensayistas hacen de la crítica literaria - como en el caso de varios .de los ensayos de Concha Meléndez y Margot Arce - un trampolín para la creación artística. La gota de agua, de Matos Bernier; Por los camino!; de Puerto Rico, de Miguel Meléndez Muñoz; Los cinco sentidos, de Tomás Blanco; El paisaje de Pzierto Rico, de Margot Arce, son ejemplos de ensayos de creación En todos hav clara filiación con el anhelo de afirmación puertorriqueña .ya señalado_, La lucha por recoger y canalizar por vías de puertorriqueñidad el ritmo vital que nos define es, pues, a mi juicio, el denominador común que relaciona en espíritu, propósito y actitud las variadas manifestaciones de nuestro ensayo, particularmente a partir de los treinta.

Al terminar el estudio de la labor crítica de nuestros ensayista s del 30 en su tema matriz - la creación de una conciencia de lo puertorriqueño - cabría plantearse una serie de interrogacione s : ¿Qué ha habido de valioso y permanente en su cruzada espiritual? ¿Lograron aunar los trozos dispersos del alma puertorri.queña, que al decir de Pedreira existía, pero «fragmentada como un rompecabezas doloroso))? En una palabra, ¿logró su obra alguna eficacia?

Cr e o que podemos afirmar que la labor de los ensayistas que integran la generación estudiada ha sido altamente fructífera. En primer lugar, no hay que perder de vista que la generación posterior que se inicia hacia 1945, integrada por ensayistas de valía en nu es tras letras actuales - Salvador Tió, María Teresa Bahía, Domingo Marrero , Nilita Vientó s Gastón, Esther Feliciano Mendoza, Moneli sa Pérez Marchand, Arturo Morales Carrión , .losé Ant o nio Torr e s, José Luis Martín, Wá shington Lloréns , e ntre otro s, no ha c e sino .continuar en sust'ancia la obra com e nzada por la ge neración bajo e s tudio.

Es i m pe r at i v o d es tacar a d em á s e l h ec ho de qu e ca si to d os lo s

integrantes de la Generación de los 30 - ahora en el apogeo de la madurez intelectual y literaria - continúan cultivando el ensayo, en cuyo menester conservan el magisterio y fa primacía. Transformado el talento sustancial por el equilibrio de la madurez, muchos de los .ensayistas de los 30 realizan ahora su obra más enjundiosa. Entre los viejos cultivadores del género, los nuevos han encontrado aliados poderosos y maestros orientadores. La línea divisoria ambos grupos se hace difícil de trazar toda vez que en lo sustantivo éstos no hacen sino . continuar la ideología y el espíritu . de aquéllos.

Un estudio reflexivo de nuestro ensayo actual nos convencerá en· seguida de que empieza a desaparecer la búsqueda angustiosa de los que nos particulariza de elevar al plano de valores universales la esencia entrañable de lo puertorriqueño que recién em• pieza a conquistarse. Este cambio de posición dentro del tema matriz es buena prueba de que nuestra personalidad colectiva va' emergiendo con contornos cada vez más precisos. Y es que entre los ensayistas de hoy - tanto entre los nuevos como entre los de Ja generación que motiva esta charla que siguen cultivando. el género como queda apuntado - comienza a dar un fruto la cruzada ideológica librada a lo largo de casi un siglo. En muy buena parte lo alcanzado se debe a la obra realizada por la Gener'ación bajo estudio.

Por otro lado, la obra digna de todo encomio de la G e neraci ón del 30 se ha dejado sentir en otros aspectos, a saber: lo idiomático, por haber traído por acentos nuevos con qué expresar cosas pri vativas de nuestra tradición, de nuestras costumbres y de nue stra particular sicología; en lo éstético , por el cultivo de la sensibilidad a través de sus atinadas críticas y sistemática d i vulgación de todas las manifestaciones de arte ; en lo patriót ic o , por haber fomentado el amor . por todo cuanto integra y vincula el alma puel'.torriqueña, y por haber llevado a nuestro p a í s a m edit ar sobre su problema histó r ico-político y a reflexiona r sob r e su p o rv e n ir .

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