PROGRAMA DE TEATRO ESCOLAR Tí!
HISTORIA DE DON COLIRIO CARLOS MUÑIZ rf ■«'
'
\
\
EDITORIAL DEL
DEPARTAMENTO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA ESTADO LIBRE ASOCIADO DE PUERTO RICO
> '■
.. 'i'-' : :n
V»
't' . ' -4'
i' i."
■: ,H
■.í'"?'
•'fe .
' n
, .i.-i
■•.•< ..ii 'I •>
%
a'* .
•
'
■
> ■
,í"
'•■P'
X' ''"i fe f'vr, <■
- .. ;/;
X'.fW ,-■' *>■'
w
•. i ■ v
/í' M; 'f.
''^"'V-Tívv;" I',
I. •w»-'
'''.V.i / <■
í' y
'VL^-í
'V
if- Vi-
' ■'
'
'litimiiliili' i irttei
V'
.
í
■ ; \ ¡-^
I':- ■•Vi
prqgrawk de teatro escolar
HISTORIA DE DON COLIRIO
fí>
i
rí-
Carlos Muñiz
• ' 1
■ .'i ,'ft'
V
' r T" ■
Editorial del
DEPARTAMENTO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA ESTADO LIBRE ASOCIADO DE PUERTO RICO
_ /
■ Lí
1967
■M o >'
C, ■
, '|¡ liT ;'il|É¿¡r%
f
.'V
INTRODUCCIÓN
El Programa de Teatro Escolar se propone fomentar, orien tar y mejorar el cultivo del teatro en la escuela; desarrollar la sensibilidad, personalidad y la expresión oral del estudiante y
relacionarlo vivamente con su lengua, cultura y tradición. Este Programa realiza las siguientes actividades: Provee
libretos, planos, diseños e información a maestros, directores y estudiantes en sus diferentes distritos; monta, dirige y lleva por la Isla, en jira artística, producciones de las obras clásicas anti guas y modernas; asesora y orienta a los distritos escolares sobre
técnicas y medios de hacer buen teatro, impulsando así el desa rrollo de nuestra cultura.
Asimismo, el Programa pretende, en el futuro, poner un maestro-director de teatro y un teatro bien equipado en cada distrito y llevarle producciones anuales profesionales de obras clásicas y de teatro infantil. Hasta ahora tiene más de sesenta
obras en su colección que distribuj'e a las escuelas cuando lo so
licitan. Ha montado, con creciente público y éxito, desde el 1961 hasta hoy las siguientes obras: FUENTEOVEJUNA de Lope de
Vega, DOÑA ROSITA LA SOLTERA de Lorca, ROMEO Y JU LIETA de Shakespeare, LA MUELA DEL REY FARFÁN de los Hnos. Quintero, LA ALEGRÍA DE LA HUERTA y LA MARCHA DE CÁDIZ del maestro Chueca. Ha diseñado y pre parado planos para diferentes teatros típicos escolares a cons truirse en terrenos de escuelas. Se invita a todo club dramático escolar a beneficiarse de
nuestros servicios. Le daremos ayuda e información, obras de teatro, diseños de escenografía y vestuario, etc. Toca a la juven tud de Puerto Rico, interesada en desarrollarse culturalmente, darle respaldo a este Programa de teatro y procurar de sus ma yores que se le construya un teatro en sus escuelas y se le provea de un maesti'o-director.
•í
FH-r.-
Jf'm
■
,.'v ■>,' '
i'ii: .'.
,f
e*' •'X.
' "'fí;; .V"'"•'li'.A'
' ■4 I
•V
. i;;,''.< '
;;
7t '
i
i'
't
^ '■4
P'!'
. ■
■
■ . -'O
r ' ' ''y
:ü
'■'• ,1
'
tíafei''". ■: '.
!\ '! t
■ ^í!
r ;
/.''■ • A,/¡ ■ '
I '\*'i ' 'iW
•■
'\í> ^ I .í '
l L. '■ !'
.
ik^£
r
'
■ ■ ' ■
NOTAS AUTOBIOGRÁFICAS DE CARLOS MUÑIZ
1927
Nazco. Mi padre es médico. Acaba de terminar la ca rrera y sólo cuenta para vivir con una tremenda afi ción a la Medicina. El enorme entusiasmo de mi madre, el cual no le ha faltado desde entonces.
1929
Nace mi hermana, segunda hija del matrimonio. Luego
1931
Advenimiento de la República. Me da el sarampión.
no nacerán más. Somos, pues, dos hermanos.
1932
Debuto como estudiante en la primera clase de párvulos del Colegio de los Maristas.
1933
El Herniano Celso — marista — me da un caramelo de
premio por ser el único de la clase que sabe pronunciar correctamente la "elle" y la "y" griega.
1936
Hago la primera comunión. Estalla la guerra civil es pañola.
1937
Aprendo a montar en burro a pelo. Me caigo de un ca ballo. Recibo una pedrada de mi hermana. No voy a
ninguna escuela. Vivo muy cerca del frente, donde mi padre está de médico. Las tropas nacionales avanzan. 1938
Nos trasladamos a Madrid. Mi padre está muy enfermo
del hígado. Tampoco asisto a ninguna escuela. Las tro pas nacionales continúan su arrollador avance. Me rom po un tobillo al correr hacia un refugio cuando empieza un bombardeo.
1939
La paz. Hago, en septiembre, el ingreso en el bachi llerato en el castizo Instituto de San Isidro.
1940 1941
Hago los cursos primero y segundo del bachillerato en el Colegio de los Escolapios de San Fernando. Aprendo a montar en bicicleta y a veces me suelto de manos. Tengo mi primera novia. Se llamaba Pepita.
1942-44 Hago mis cursos de bachiller hasta llegar a sexto. Des cubro que leer es mucho más divertido que estudiar.
Salgari, Julio Verne, Dickens y el Quijote son mis pri 1945
, I
,
meros descubrimientos.
./
Termino el bachillerato. Simultáneamente obtengo píaza en el Ministerio de Hacienda. En junio voy destino a
| '• ;
A, i;.
Bilbao, después de ser seriamente aleccionado sobre los K
peligros que acechan en la vida a un hombre joven. En la capital vascongada vivo durante cerca de cuatro años. Amo a Vizcaya. Conozco a Guernica; descubro Sestao y Baracaldo, y a veces me baño en las reales aguas de las Arenas. No tengo inconveniente en afirmar que, a
,
pesar de ser para mí los primeros años de alejamiento de la familia, a pesar de ganar muy poco dinero con mi empleo, a pesar de las grandes dificultades que existen estos años para encontrar comida-con poco dinero, por supuesto-, son los años que recuerdo como más gratos. Me aficiono a Unamuno y descubro que San Manuel Bueno, Mártir, es una gran novela, a pesar de su bre
vedad. Entro en una época muy característica de la primera juventud. Escribo versos, tengo una inquietud
1949
metafísica que me lleva a los más diversos estados, des de la duda feroz a la mística más absoluta. Pido la ex cedencia en Hacienda para estudiar una carrera. Empiezo derecho en la Universidad Centx'al. No entien do nada de lo que ocurre entre los universitarios. Escri bo de cuando en cuando algún poema.
Voy al campamento de la Granja para hacer el primer
.4
i Mí '/A
curso de la Milicia Univex'sitaria.
Me'trasladan de Toledo a Madrid. Asisto a algunas re
í>r íif
presentaciones teatrales.
Después de asistir a una representación en el Teatro
;iñ ■ ^
■4
Lara decido escribir teatro.
Estreno Telarañas, en el teatro Lara. A las doce de la mañana, un domingo de mayo. La obra es ciúticada du
'•fí
4
ramente.
Mi país se siente más a gusto en sus relaciones con el
mundo, América nos protege. Escribo en silencio, y un drama de esclavos: Villa Denaria. Ninguna de las dos obras se representará.
Estreno El grillo con buena acogida de crítica y público. Se repite la representación en el María Guerrero. Viajo por Europa. Descubro que Europa es una cosa muy se ria que los españoles e.stamos tomando en broma.
VI
J ..M
(
f
".
I i '■
-A'
í' ■ 1958
Ingreso en televi.si(3n española, donde trábajo como jefe de programas dramáticos. Intento hacer cosas. Es muy difícil. Siempre hay un obstáculo. Siempre hay un crí tico o un temor. Es difícil, muy difícil esto de la tele
visión. Mi criterio de que se trata de un medio eminente mente formativo y orientador de la masa es compartido por mis jefes, pero con orientaciones opuestas y, a mi modo de ver, negativas. Obtengo el premio Carlos Arniches por el Precio de los suefws. Me dan también el premio del Círculo Catalán para obras en un acto por mi drama Ruinas. Aprendo que la televisión es un in vento para idiotizar a casi todos los ciudadanos de los
1959
países que recorro. Regreso a España. Decido casarme con Paula. ¡Qué contento estoy de haberlo decidido! Me caso con Paula. A mi regreso de Francia soy expul sado de televisión española por el entonces director ge neral. Mi mujer está a punto de abortar,
i Ah! Olvidaba decir la razón que me dieron para el cese no fue otra que el haberme dejado barba y no haber escuchado la orden conminatoria del citado señor direc
tor general, que me dijo: "O se quita la bai-ba antes de quince días, o le hecho." Mi mujer está encinta. Pasamos
hambre. Pero nos queremos. Empiezo a trabajar en Ra dio Juventud como jefe de programas dramáticos. No gustan mis modos radiofónicos. El día de Nochebuena nace mi hijo Carlos. 1960
Escribo El guiñol de don JuUto. Ceso en Radio Juventud
"voluntariamente", a ruegos de su director. Concluyo
II Míí^
C'/í'i'
1901
El tintero, que había comenzado el año anterior. Estreno El tintero, en Madrid. Nace mi hija Paloma. Se publica El tintero en primer acto, y El quinal de don Julito, algún tiempo después, en la Editorial Doncel. Escribo Un solo de saxofón, una farsa en un acto, y otra, larga, que titulo Las viejas difíciles.
' 1962 i.'"'
Estreno El tintero en la sexta temporada del Teatro de
las Naciones. Pero yo sé que mi obra no vale nada, que nada de lo que he hecho hasta ahora vale nada.
Sin embargo, a pesar de tener conciencia de ello, sigo 8
■ Ás;
• T
trabajando. ¿Por qué? Seguramente porque no me re signo a no aportar mi granito de arena en esta evolu ción constantemente de la Humanidad. Ojalá mi hijo' Carlos, mi hija Paloma y todos los niños del mundo, aunque sean tan mediocres como yo, sigan trabajando para que el mundo no sea tan injusto, tan repugnante, tan mezquino.
■
i
' i
p r. •
•I
L
■ ' •»
1
- ■ i
1,
4
■ 'vm
-
K \V
. . I..-
i t
)ñ
■ '. •..'■<
;
M /"■i
HISTORIA DE DON COLIRIO •V • '1
j-
V -/'.íJ
.
•^ ■ ': ', '\,.y'-). '■ ■ . ■ y
.,,iV <
; , y .y ■ ]
'M
-i
■ ( ■ ^í.v. ' • .' . V.í
' .-a;
' ;V
a" ::.!,
■ V' .;! , , . '(
■'/i • rV." V .«: ;•
,..•>;••».i.«v.
. ', » »
/'■ r'^V
' Vi V
Oí-Ji; '.
/if *#
(Wk
y::
gf
1'"^ . ^-Y-'-' ,. .Ji?»!}..- Jiál!
i' J ':'
'i .
rá/'i;'' iV.' •" rí
| , ,i'
I
C-'jp- .1' • .
';,''' ' 1 .. ' ■ •'''' iS'í , ' . -ív ■ ■■ .
-I. . '' .W; •/ .
...'A
■
•
■
«■■•
'.h': . . ■ •■ "v .y'í: mK ' ■ ■, /S'' >-
T.'
' t.
* '
'1 '
V ' 'f V
^
.
' ''
/
\l
■■'.C
PERSONAJES DON COLIRIO.
DON AQUILES.
doña asterisca.
•jij CRIADO.
DON JULIÁN.
DON MARTÍN. . /
don FABIÁN.
' ^'15
•f
K
HISTORIA DE DON COLIRIO Decorado: Salón muy elegante. En el momento de empezar la función está sentado en un sillón don Aquiles, comiéndose un bocadillo de anchoas. Mientras come canta. DON AQUILES ;
Al pasar el trébole, el trébole, el trébole, al pasar el trébole
la noche de San Juan... (Vuelve a repetir el estribillo. Entra
doña Asterisca andando muy de prisa.) DOÑA AKTERISCA:
Esto no puede ser, Aquiles. No puede ser y no puede ser. En esta casa todo va manga por hombro y tú trabajas menos cada día. ¿Por qué no te has ido a trabajar hoy?
dóN aquiles;
Porque no he querido.
DOÑA asterisca:
¿Ya no te acuerdas que tenías que tener listas para hoy las estatuas de Napoleón?
DOÑ AQUILES:
¡Las seis estatuas de Napoleón! Es verdad. Hoy tenía que entregárselas a ese pobre miope. Pero, mira, no he podido, no he podido.
DONA ASTERISCA;
¡Claro, estás aquí tumbado comiéndote las an choas! Y la criada en la cocina comiéndose los
«'•si *
6>»^»
calamares en su tinta, y el gato comiéndose
A
WS
los filetes de hígado, y el niño comiéndose la
í^:
casa, qué casa!
pastilla de jabón.¡Ay qué casa. Dios mío; qué {Se pone las manos en la cabeza y empieza a llorar.) DON AQUILES: DOÑA ASTERISCA;
Vamos, mujer, no llores.
¡Cómo quieres que no llore! Si no entregas tus trabajos a tiempo no podremos comer. Nos arruinaremos y no podemos pagar ni el reci
bo del lechero. ¡Ay, ay, ay, ay, qué desgracia! {Llora.) DOÑ AQUILES:
Vamos, no llores, Asterisca, que se me parte el alma. La semana que viene entregaré a ese hombre los Napoleones y en paz. Además es
un hombre honrado. Ya me los había pagado por adelantado. Te prometo que se los entre garé la semana que viene. DONA ASTERISCA;
¡Pero tenias que habérselos entregado hoy!
DON AQUILES:
¡Que pelma eres, Asterisca! No he podido.
DOÑA ASTERISCA:
No te ha dado la gana.
DON AQUILES:
Trabajo mucho y me tengo que cuidar. Ade
más..., a ese hombre le dará igual que le en tregue hoy los seis Napoleones o que se los en
tregue la semana que viene. ¿Para qué querrá ese hombre seis Napoleones de tamaño natu ral? DOÑA ASTERISCA:
DON AQUILES:
¿Seis Napoleones? Yo creía que eran dos... • Seis. Me encargó que le hiciera seis estatuas de Napoleón vestido como en la retirada de
Rusia, con su mano metida aquí y la otra en la espalda... 8
■ . .i.'
'm ñíi , W'
(Se pone de pie y adopta la postura clásica de Napoleón.)
DONA asterisca:
,
DON AQUILES:
¿Para qué querrá seis estatuas iguales de Na poleón Bonaparte, de tamaño natural y las seis en la misma postura? No me lo explico. Será un capricho. No creo que ese pobre miope esté para capri chos. Vive de su jornal y me dijo que esos cuartos, con los que me pagaba el precio de seis estatuas de Napoleón, los había consegui do ahorrar en treinta años de matrimonio.
(Entratido.)
criado:
DOÑA asterisca;
DON AQUILES: DOÑA ASTERISCA:
Señor, acaba de llegar don Colirio, el miope. Vendrá por las estatuas. ¿Qué vas a decirle? No lo sé. Ya veremos. Dile que pase.
(El criado sale.) Ahora no tendrás más remedio que confesarle que no has trabajado. Y te pedirá indemniza ción por daños y perjuicios. Pensará que eres un estafador y te meterán en la cárcel después de un largo proceso judicial. (Llorando.) ¡Ay, Dios mío, la desgracia ha entrado en esta
casa en forma de marido vago que no quiere trabajar para ganar dinero! DON AQUILES;
i Cállate de una vez, que me estás hartando, demonio!
(Entra el criado seguido por un señor muy delgadito, con unas enor mes gafas a pesar de las eriales se CRIADO:
le nota que no ve tres en un burro.) Don Colirio éstáiaquí, señor.
(Se hace a un lado en la puerta y él bueno de don Colirio entra, des pués de haber tropezado aparato samente con el criado y haber es tado a punto de tirarle al suelo por culpa del empujón que le ha dado.)
'M
'V
•
V
. ^
DOÑ AQUILES I
Pase, amigo don Colirio, pase y siéntese. {Don Colirio avanza con las manos extendidas para no tropezar con nada. Pero hay 2ina nicsiia baja que no han localizado sus manos extendidas y la derriba con gran
DON COLIRIO:
DON AQUILES:
estrépito, rompiendo un florero que había encima de ella.) ¡Vaya por Dios! Tendré que ir otra vez a gra duarme la vista. Cada día estoy más torpe. No se apure, don Colirio; está usted como en su casa.
DON COLIRIO :
No lo crea, don Aquiles. Aquí no sé dónde an dan colocados los muebles y tropiezo con ellos más a menudo que en mi casa. En mi casa mi mujer ha quitado de en medio todos los trastos
' * «vi •i'.' I
donde pudiera tropezar. Antes era tremendo. Tiraba todo al suelo.
{Se fija en el respaldo del sillón don de está sentada doña Asterisca y, después de palparle con la mano, pregunta:)
Si no me equivoco esto es un sillón, ¿verdad, don Aquiles? DOÑ AQUILES:
En efecto. El sillón predilecto de mi mujer.
DON COLIRIO:
¡Ajajá!
A
{Rodea el sillón con miccha lentitud
palpando el respaldo y hiego el brazo y por fin se deja caer tran quilamente encima de daña Aste risca, que seguía los movimientos
de don Colirio con la mis^na aten
ción que su marido.) DOÑA ASTEBISCA:
tíf!,
DON COLIRIO:
{Gritando.) i Ayyyyyyyyy!
{A punto de darle un soponcio.) Con esto no contaba yo. Encima de este sillón bay algo que grita. 10
¡n'
Ml.' II'
V i'-m. ' VT
7.4', i, ,
DON AQUILES:
Es mi mujer, don Colirio.
DON COLIRIO;
¡Carape! Eso se avisa, don Aquiles.
DON AQUILES:
Creí que había reparado usted en ella. Pues, no; no había reparado. Le ruego que me disculpe, señora doña...
DON COLIRIO:
DOÑ AQUILES:
Doña Asterísca.
DON COLIRIO:
Le ruego me disculpe, doña Asterísca.
DOÑA ASTERISCA;
Disculpado.
(Don Colirio se inclina ceremonio samente y busca algo. Tropieza con uno de los pies de doña Aste
rísca, que había cruzado las pier nas, y dice:) DON COLIRIO:
Beso a usted la mano.
(Casi a la vez coge el pie e intenta besarlo.) DOÑA ASTÉRISCA: Si me quiere besar la mano, tenga.
(Le da la mano derecha y retira él pie. Don Colirio le besa la mano y luego se vuelve para briscar otro asiento y tropieza violentamente
con don Aquiles, que estaba justo detrás de él.) DON COLIRIO:
i Oh! ¡Usted perdone! No le había visto.
DON AQUILES:
(Frotándose el sitio donde le ha pe gado el golpe don Colirio.) Venga, venga aquí y siéntese, amigo mío.
don AQUILES:
(Le coge por un brazo y le lleva a sentarse a un siUón que está libre.
El otro, antes de sentarse, toca él ostento a ver si hay alguien y por
fin se deja caer plácidamente.) . DON COLIRIO:
jAjajá! Ya estoy sentada
don AQUILES Y
■
DOÑA ASTERISCA:
''o
I ,M IV
(A la vez después de respire^' «*» gUvio.) n
i'
'■"■L
'f-f yi' .
Gracias a Dios, ya era hora. DON COLIRIO:
¿Cómo dicen ustedes?
DON AQUILES:
No, nada, nada. Cosa de mi mujer. (Se sienta.)
Bien, usted me dirá cuál es el objeto de su vi DON COLIRIO:
sita, querido don Colirio. ¿Mi visita? ¡Ah, sí, mi visita! Pues muy sen
cillo. Hoy es el día que usted prometió entre garme el trabajo terminado y he venido a re cogerlo. Tengo apalabrado un carromato para venir a recoger las estatuas y quería que me
dijera usted dónde tengo que ir a recogerlas, porque he estado en su taller y no había nadie. ¡Ah!, las estatuas. Sí, es cierto. No, no están en el taller. Las tengo en un estudio que tengo en casa para trabajar cuando no voy allí. DON COLIRIO: {Muy contento.) Entonces, ¿puedo verlas ahora mismo? DOÑA ASTERISCA: ¿Verlas? ¿Ahora mismo? DON AQUILES:
DON COLIRIO:
{Mira a su marido con inquietud.) ¡Qué buen oído tiene su esposa, don Aquiles! Eso es justo lo que he dicho.
Verlas ahora
mismo. DOÑA ASTERISCA:
(A punto de darle un soponcio.) Pero eso no puede ser. No puede ser de nin guna forma.
DON COLIRIO:
DON AQUILES:
¿Cómo? ¿Qué no puede ser?
No puede ser porque mi mujer teme que se dé usted un golpe subiendo las escaleras. El estu
dio está en el desván y, claro, hay muchas es
caleras. Pero, si quiere usted verlas, yo estoy dispuesto a enseñárselas cuando guste. Sólo necesito que me dé un poco de tiempo para quO' mis criados las bajen con cuidado desde el des ván. ¿Le parece bien? DON COLIRIO:
Me parece de perlas, don Aquiles. Es usted un caballero. Cómo me gustan a mí los hombres.
Creo que lo más importante para ser hombre 12
■ É-'J,
-
lili
• Vli
de provecho es tener una sola palabra. Y usted me dijo que hoy estarían y hoy están. Asi me gusta a mí. Yo voy a aprovechar para ir a bus
car al hombre del carromato y me le traigo
aquí ahora mismo. ¿Se piensa llevar las estatuas ahora mismo? Claro que si, señora. (Nerviosísima.) DOÑA ASTERISCA: Pero eso es imposible. Completamente impo DONA asterisca:
DON COLIRIO:
sible.
/#;"
DON COLIRIO;
(Extrañadisimo.)
¿Dice usted que es impoísible? ¿Y por qué es imposible ? Su esposo me ha dicho que ya están ■terminadas.
DON AQUILEtí :
Mi mujer dice que es imposible porque la pin tura está todavía fresca y no es conveniente
que se las lleve. Podría correrse toda la pintu
«f.
ra y habría que pintarlas de nuevo.
Fl,".''' DON COLIRIO:
En ese caso me las llevaré mañana o pasado. Cuando usted lo crea conveniente.
DON AQUILES:
(Con aires doctorales.)
Perfecto. Hará falta, por lo menos, que pasen cinco o seis días.
¡ií
DON colirio:
En ese caso me voy ahora mismo a decir al
hombre del carromato que no necesito hoy sus
fo'
servicios. Me gusta cumplir con todo el mun do, sabe. Y le diré que ya le avisaré la semana que viene para venir a recogerlas. DON AQUILES: DON.COLIRIO:
DON AQUILES:
De acuerdo.
Asi que me marcho ahora mismo y dentro de un ratito volveré para verlas. De acuerdo.
DOÑA ASTERISCA: ¿Me permite una pregunta, don Colirio? DON COLIRIO:
Encantado, señora mía.
DOÑ^ ASTERISCA: ¿Por qué quiere usted seis estatuas iguales de Napoleón? DON COLIRIO:
Verán. Mi mujer es un basilisco inaguantable. 13
I'
^1 f'T
Habla a gritos y no tiene miedo a nada y a na die, de manera que en mi easa vivo como si estuviera en una cárcel. Mi mujer manda todo lo mandable y yo tengo que pasarme todo el santo día sopoi'tando sus gritos y sus histe rismos. Así que estoy con los nervios de punta.
Una vez mi mujer y yo fuimos a una exposi ción en la que había una estatua de Napoleón y ella me dijo: "Mira, Colirio: este Napoleón debía ser todo un hombre. Sólo su mirada da miedo. Si fuera él mi marido no me atrevería
a levantar la voz ni un tanto así. Creo que,
aunque sólo fuera una estatua la que estuviera en casa, yo sería incapaz de decir una palabra
más alta que otra." Y entonces yo me dije: "Napoleón me resolverá el problema." DONA ASTERISCA:
¿Pero para qué quiere seis estatuas? Con una que tuviera sería bastante.
DON COLIRIO :
Es que en mi casa hay seis habitaciones.
DOÑA ASTERISCA:
Bueno, de todas formas...
DON COLIRIO:
Y he pensado que, si pongo una estatua en ca
da habitación, el efecto será perfecto porque no podrá lévantar la voz en ninguna parte. Les aseguro a ustedes que desde aquel día que es tuvimos en la exposición respeta a ese Napo león Bonaparte más que si fuera mi propio padre. Estoy convencido de que debía ser un gran tipo. ¡Quién fuera él! ¿Verdad? DON AQUILES:
¡Tiene usted razón!¡Quién fuera él I
DOÑA ASTERISCA: ¿ Qué has dicho? DON AQUILES:
Nada, vidita; no he dicho nada. ¿No pensarás que lo he dicho por ti?
DON COLIRIO:
Bueno, entonces _yo les voy a dejar. Pero en
seguidá estaré de vuelta. Estoy deseando ver el imponente aspecto que tendrán los seis Napo leones puestos en fila. Cuando los vea mi mu
jer se pondrá a temblar. Me he gastado todos mis ahorros, pero por fin conseguiré un poco 14
de tranquilidad en mi casa. En seguida vuel
DONA asterisca:
DON AQUILES:
vo. Adiós. A sus pies, señora. {Don Aquiles y doña Asterisca están juntos, y entonces don Colirio coge la mano de don Aquiles y se la be sa. Luego coge la mano de doña Asterisca y se la estrecha con mu cha fuerza.) i Ayyyyyyyy!
Le acompañaré hasta la puerta. {Le coge por el brazo y le acompaña hasta la puerta. Allí dice en voz alta:) Acompañad al señor hasta la calle. {Luego se viene hacia donde está su
mujer. Dentro se oye un estropi cio.) DOÑA ASTERISCA: ¡Me ha roto el jarrón de la consola! Este hom bre es tonto. DON AQUILES:
No creo que sea tan tonto. {Con malicia.)
¿A ti no te da miedo Napoleón? DOÑA ASTERISCA:
No me da miedo nada.
DON AQUILES;
Pues es una pena. Porque un Napoleón en ese
rinconcito no le vendría mal a esta sala. ¿No te parece? DOÑA ASTERISCA:
Lo que me parece es que eres un sinvergüenza. ¿Cómo vas a hacer para que este hombre vea seis estatuas cuando vuelva dentro de un rato?
DON AQUILES:
No lo sé todavía. Pero no será muy complica do. Te habrás dado cuenta de que es un poco miope,
{Los dos ríen.)
Y la semana que viene le terminaré el trabajo. Lo tengo a medias en el taller. DOÑA ASTERISCA:
De manera que te cae bien ese miope. Ya sé yo por qué te resulta simpático. Te resulta simpático porque su mujer es una histérica. 15
Y lo que quieres decir es que yo soy una hi3= térica, i Ay, Dios mío! Tú eres un mal hombre, un mal marido. Yo soy una buena mujer que M:.
criado:
lo único que quiere es que hagas bien tu tra bajo y que seas fiel cumplidor de tu palabra. {Entrando.)
Señor, acaban de llegar sus amigos para ju gar la partida de parchís. DON AQUILES:
Que pasen. Y tú déjame en paz. Voy a jugar mi partida de parchís.
{Se va a un mueble y saca un parchís con las fichas y los dados.)
Vamos a jugar nuestra partidita. ¡Viva la vi da!
{Entran los tres amigos. Don Julián, don Martín y don Fabián.) LOS tres: Buenas tardes tenga usted, doña Asterisca. DOÑA ASTERISCA: Buenas tardes, don Julián; buenas tardes, don Martín; buenas tardes, don Fabián. ¿Vienen LOS TRES:
ustedes a jugar al parchís con mi marido? Sí, señora; a jugar al parchís con su marido.
DOÑA ASTERISCA: Pues les advierto a ustedes que mi marido, en
DON AQUILES:
lugar de jugar, tenía que estar trabajando pa ra cumplir un encargo que debía entregar hoy. No la hagáis caso. Vamos a jugar.
DOÑA ASTERISCA:
¿ Que no me van a hacer caso? Ahora lo vere mos.
{Coge unos zorros que había encima de un comodín y empieza a sacU' dir con ellos a los tres caballeros.) LOS TRES:
DOÑA ASTERISCA:
criado:
DOÑ AQUILES:
La haremos caso, doña Asterisca. La haremos
caso y no jugaremos con su marido. ¿Has'visto cómo no te hacen caso tus amigos? {Aparece el criado otra vez en la puerta.) Señor, ha vuelto otra vez don Colirio, el mio pe. ¿Le digo que pase o le digo que se vaya? ¡Atiza! Ya está de vuelta para ver sus esta16
n
tuas. Pues sí que estamos ahora para enseñar estatuas que no existen. {Riéndose muy fuerte.) DOÑA ASTERISCA;
DON AQUILES:
DOÑA ASTERISCA:
DON AQUILES: LOS TRES:
DON AQUILES: LOS TRES:
DON AQUILES:
¡Ja, ja, já! Ahora me toca a mí reírme. A ver qué le vas a decir. ■ {Poniendo una cara muy alegre.) Ya tengo. Tengo una idea sensacional. {Al criado.) Dile a ese hombre que espere en el recibidor. ¡Y procura tenerle bien sujeto para que no rompa nada! {El criado sale.) Vosotros sois mis mejores amigos, ¿sí o no? Somos don Julián, don Martín y don Fabián, somos tus mejores amigos, sí, señor.
Muy bien. Pues tenéis que hacerme un favor muy grande. Lo hai'emos con mucho gusto. Tenéis que pasar a mi despacho y vestiros con unos trajes de Napoleón que hay en un armario. Hay seis trajes. Os ponéis cada uno el que mejor os sirva y os colocáis luego así. {Imita la clásica -postura de Napo león.) Los tres en fila en la biblioteca. Yo mandaré
al criado a ver si estáis listos y cuando oigáis que alguien se acerca lo único que tenéis que hacer es estaros muy quietecitos. Luego, cuan do hayamos salido nosotros de la biblioteca, os venís corriendo para acá y os colocáis de la misma manera. Y si yo digo: "Vamos a ir a otra habitación a ver más estatuas," vosotros os marcháis corriendo y os colocáis de la mis (itM .
ma manera.
if
LOS tres:
Pero nosotros nos tendremos que ir antes que tú, y ese hombre nos verá.
i'í
don AQUILES:
No os verá porque es miope, completamente miope. ¿Entendido?
m'
27
■l.
.
>■ ''
■
LOS
tres:
DON AQUILES:
Si, entencllclo. Pues hala. Os tenéis que ciar mucha prisa.
{Los empuja hacia la puerta.
Los
tres se van muy divertidos. A su mujer.)
¿Has visto ciué idea más estupenda he tenido? Vamos, siéntate, que voy a hacerle pasar aqui. {Su mujer va a sentarse en la misma butaca donde se sentó al principio,
pero luego lo piensa mejor y se sienta donde estaba sentado su marido.) DONA ASTERISCA:
Me sentaré aqui para que no me caiga otra vez
encima.
{Llamando desde la puerta.)
DON AQUILES :
Que pase don Colirio.
{Al cabo de un momento entra don Colirio, q^ie se pega de narices
'k T
1»
r ■
contra don Aquiles.)
y
í"h
DON COLIRIO:
¡Vaya, ya he vuelto a tropezar con el criado!
DON AQUILES:
No; esta vez ha tropezado usted conmigo.
DON COLIRIO:
No sé dónde voy a ir a parar con esta miopía. En fin, le ruego que me perdone, don Aquiles. {Acerccmdose al sillón donde estaba
f»! A,
sentada doña Asterisca y que aho ra está completamente vacío. Don Colirio habla al sillón vacío.) DONA ASTERISCA:
' ♦ '' l "y
i"
■
í'' ., ■
Señora, la presento a usted mis respetos. {Muy divertida, sentada en el sillón que está detrás de don Colijáo.) Muchas gracias, don Colirio; muchísimas gra cias.
DON COLIRIO:
Ya estoy de vuelta para ver cómo han queda do mis estatuitas. Con su permiso, señora, me voy a sentar.
Íífj
-'.IJ
{Se vuelve y se sienta en el sillón donde está sentada doña Asteris co,.) 18
■X;
{Levantándose de un salto y hacien do caer a don Colirio.)
DONA ASTERTSCA:
i Ayyyyyy!
{Caído en el stielo.)
DON COLIRIO :
¡Demonio! Juraría que encima de esa butaca hay algo. DONA ASTERISGA :
Era yo, señor mío. Era yo, que me había cam biado para que no se sentara usted encima de mí.
DON COLIRIO:
Está visto que no doj^ ni una. (Se pone de pie.)
Bueno, cuando quieran ustedes estoy dispues to a ver cómo están mis estatuas. don AQUILES:
m
DON COLIRIO ;
Perfectamente. Voy a decir a mi criado que quite las telas que las cubren y ahora mismo puede pasar a verlas. {Sale.) {Hablando hacia el lado contrario al que ocupa doria Asterisca.)
Hoy es el día más feliz de mi vida, señora. No puede imaginarse lo que esto supone para mí. 'DOÑA ASTERISCA: Claro que me lo imagino. DON COLIRIO:
La digo a usted que no, señora. Aunque juzgue usted por mi cara de alegría, le aseguro que la felicidad de mi corazón es mucho mayor.
DON AQUILES:
{Entrando.) Ya está todo listo. Voy a enseñarle las esta
DON COLIRIO:
¡Vamos allá!
tuas, don Colirio.
'
{Tropieza con un s-illón.)
% Bvi i.. N".'"
¡Estoy deseando verlas! DOÑA ASTERISCA: ¿Está seguro de que podrá verlas? Acercándome mucho... DON COLIRIO:
{Después de pensar un momento.) Y, en último caso, con tocarlas me bastaDOÑA ASTERISCA:
¡Tocarlas! ¿Has oído. Aquilea? ¡Ha dicho to carlas!
DON AQUILES:
Ya sabe que no puede tocarlas. ¡La pintura se correría!... 19
m i i*'' :•
•i'í»
DON COLIRIO:
DON AQUILES:
Las miraré sólo. Se lo prometo.
{Cogiéndole por el brazo.) Entonces adelante.
{Salen los dos. Doña Asterisca se queda paseando nerviosa. De vez ' ■V:
.
V
en cuando mira con ansiedad por
'
donde se fueron. Por fin, después de una pausa, entran en tromba don Julián, don Martín y don Fa bián, los tres vestidos exactamente
i
igual, con sendos disfraces de Na poleón. Han entrado con gran albo roto, pero en seguida se han que dado muy quietos. Los tres en f ila y con una mano en el pecho y otra en la espalda. Doña Asterisca los mira extrañadísima.) DOÑA asterisca:
¿Qué ocurre? ¿Porqué tanto jaleo?
LOS
Cállese, que vienen para acá.
TRES:
{Vuelven a quedarse muy quietos. E7itran don Aquiles y don Colirio. Vienen hablando animadamente.)
DON COLIRIO:
don AQUILES:
¡Estupendo! ; Sí, señor! ¡Qué risa me da pen sar la cara que va a poner mi mujer, con el miedo que le dan! Pero óigame, don Aquiles, ¿Dónde están los otros tres? En esta misma habitación. Ahora los verá.
DON COLIRIO:
(Con ansiedad.)
DON AQUILES:
¿Dónde? ¿Dónde? Ahí mismo están los tres, mírelos.
{Do71 Colirio se suelta del brazo de don Aquiles y va hacia donde están don Julián, don Martín y don Fa bián. Pero con tan mala fortuna
que tropieza con don Jidián y caen los dos al suelo.) DOÑA ASTERISCA
] Ayyyyyyyy!
DON COLIRIO:
¿Pero qué es esto? 20
."M
DOÑA ASTERISOA
DON COLIRIO:
{Aterrada al 'pensar que se va a desciíhrír el engaño.) ¡Ay, Dios mío! {Anudando a don Julián, que no ha dicho ni "pío", a levantarse.) Perdóneme, señora. Le aseguro que ha .sido sin querer.
{Besa la mano de don Julián mien
tras dice:)
La presento mis excusas, señora, y ahora, con DON AQUILES:
su permiso, voy a echar una ojeada... {Mientras don Julián se pone en su sitio le coge por el brazo. Luego le va enseñando las tres supue,stas estatuas.)
Y aquí están los otros tres que faltaban. Mí
. .
. 1
■' -Ó'
relos. ¿ Qué le parecen ? {Don Colirio los mira casi juntando
sus narices con las de don Julián,_
DON COIJRIO:
don Martín y don Fabián. Los tres hacen verdaderos esfuerzos por aguantar la risa.) {Contando.)
' "-i
Uno.•., dos..., y tres, que con los tres que hemos visto en la otra habitación, hacen seis. {Vuelve a mirarlos. Los tres vuel ven a aguantar la risa, haciendo
divertidísimas muecas.) Pero... a mí me parece que estos tres son más pequeños que los que me enseñó antes. DOÑA asterisca; ¡i Eso es imposible!! DON COLIEIO:
¿Y usted cómo lo sabe?
DOÑA asterisca;
Porque estos tres y los otros tres son...
DON AQUILES:
{Tapando la boca a su mujer.) Porque estos tres y los otros tres están hechos aJ mismo tamaño.' ¿Comprende? ,
DON COLIRIO:
{Rascándose la barbüla.) 21
..■■VI.
' i i
'( '."lu
,. V SI
.V
Sí, comprendo, comprendo. Pero no lo veo claro...
DOÑ AQUILES:
Con esas gafas no me choca.
DON COLIRIO;
Me quedaría más convencido si viera los seis juntos.
(Tajmndo la boca rávidamente a su
DON AQUILES :
muj&r.)
¿Los seis juntos, dice? No va a ser posible... DON COLIRIO:
¡Ejem! No va ser posible. ¿Por qué?
{No sabe qué contestar. Tose.)
DON AQUILES:
¡Ejem! Porque..., ¡porque las habitaciones de mi casa son muy pequeñas y no caben los seis juntos en ninguna... DON COLIRIO:
DOÑ AQUILES:
¡Qué contrariedad! Yo quiero verlos juntos. Mire, don Colirio. Para que se quede tran quilo, fíjese bien en éstos. Luego pasamos a
ver los otros tres y se convencerá de que son iguales. DON COLIRIO;
De acuerdo. Vamos.
{Rávidamente se va hacia la puerta. Don Aquiles hace una seña a don Fabián, don Martín y don Julián
para que se vayan corriendo a la otra habitación. Los tres salen co rriendo hacia la puerta, pero tro
piezan violentamente con don Co lirio, que está a punto de caerse, y se quedan parados otra vez cotno estatuas.) DOÑA ASTERISCA: ¡Ay, Dios mío!
(Se cae desmayada en un sillón.) DON COLIRIO:
¿Qué ocurre?
(Se acerca a don Julián, don Martín y don Fabián y cuenta.) Uno..., dos... y tres. ¡Demonio! ¡Qué raro es esto, don Aquiles! Sus estatuas corren de 22
(•I
11-
Kt :f.i L .<\a ■ .'élitiLiíMkjLlk
•
un lado para otro. Y seguramente también sa ben hablar.
{Pega nn coscorrón a cada uno, y
cada uno de losares gritan: "¡Ay!".) ¿Ve usted? Saben hablar y todo.
{Oliendo el aliento a don Fabián.) Y a éste le huele el aliento a cebolla. Le feli
cito, don Aquiles. Me gustaría que me expli cara cómo ha llegado a hacer unas figuras tan perfectas. DON AQUILES:
{Muy avergonzado.)
Le he engañado, don Colirio. He querido apro vecharme de que es usted miope para engañar le y al final el engañado he sido yo. No había terminado el trabajo y decidí inventarme una historia para no tener que confesar mi falta.
Aproveché que habían venido a jugar conmi
go mis amigos don Julián, don Martín y don Fabián, y les hice vestirse con las ropas que iba a poner a las estatuas cuando estuvieran terminadas. Lo demás..., ya lo sabe usted. DON COLIRIO:
Pero usted me había prometido entregarme
DON AQUILES:
Sí, ya lo sé. Sin embargo, soy bastante pere zoso y siempre entrego los trabajos más tarde
DON COLIRIO:
¿Sabe usted que eso es una falta muy grave?
hoy el trabajo.
de lo convenido. DON AQUILES:
Sí, señor. Pero como hasta ahora había con seguido pasar...
DON COLIRIO:
¿Y su conciencia? ¿No le decía su conciencia que eso era una falta grave ?...
DON AQUILES:
(A punto de llorar.) Ahora me doy cuenta de todo.
DON COLIRIO:
¿También se ha dado cuenta de que puedo ha cerle encarcelar por incumplimiento de lo con
venido y por haber cobrado por adelantado un trabajo que no ha hecho y por haberse reído de un pobre miope? DOÑ AQUILES:
Sí, señor. Ahora me doy cuenta. Pero le pro23
1
/'si 3
I.ÍJ-, .
meto reparar mi falta. Le devolveré el dinero y haré el trabajo gratis. ¿No me denunciará? DON COLIRIO:
No. No le Renunciaré .si me promete no volver a hacer uri'a cosa así,
DON AQUILES:
¡Lo prometo!
DON COLIRIO:
Entonces me doy por sati.sfecho. La semana que viene vendré a recoger mi encargo. ¿No dirá nada a nadie? No. Le perdono de corazón.
DON AQUILES : DON COLIRIO:
r ■■ ■v'^ /t
DON AQUILES :
¡Qué bueno es usted!
DON colirio:
Y ustedes quítense esos vestidos. Parecen tres espantapáj aros.
LOS TRES:
,f ,'
Prometemos no reírnos de los que no ven. Pro metemos quitarnos estas ropas, prometemos no hacer más de espantapájaros. Prometemos no ser amigos de los hombres malos como don Aquiles. (Se van los tres.)
itri'.
DON COLIRIO:
Yo también me marcho. Buenas tardes.
DON AQUILES:
Buenas tardes, don Colirio, y muchas gracias, {Sale don Colirio y vuelve a oírse es trépito de cacharros rotos en el re cibidor. Don Aquiles se sienta des fallecido.)
DONA ASTERI3CA;
(Que ya se ha repuesto del sopon cio.)
■
¿Qué, te vas a sentar a descansar otro poqui to? ¡Ahora verás! (Coge los zorros y empieza a sacudir a don Aquiles.)
¡A trabajar, gandul! ¡A trabajar! DON AQUILES :
DOÑA ASTERISCA: DON AQTTILES;
(Mientras sale corriendo.) ¡Ay, ay, ay!.,. ¡Cómo te vea tumbado a la bartola se lo diré a don Colirio para que te meta en la cárcel! ¡No, no, eso no; trabajaré! (Desaparecen por la p^ierta.) TELÓN 24
'm,;
lA.Í
r'• i»FTV. '•'
'«ly.
T^'
.fV-i
ftf <
I
h:' '
V. ■ T fcíC'' • oí
DIVISIÓN DE IMPRENTA
DEPARTAMENTO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA SAN JUAN, PUERTO RICO 1967
1l*-
*
|.T •
■\
■!''
,
'
i • •
.
Í
•
' í ' »•;
.
•
c
■
•
,'
;
' -.
.- ( '"-«•( ij
/í
/"
íf
Lw>v .
¿v:.-
ír^
!'';íi
'■ •■•
■■'I
I
■rVíí■A
' ''"k -í, \S
«
I I
'•
At-i-Yr'
I^'AVi—i-' i
/ Hrt"'
V .
i