Historiografía Puertorriqueña: Desde la Memoria Melgarejo hasta Boletín Histórico (1957)

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EXCl80 DE COPIA t_>AAAOONAR CPRUPRRP INSTITUTO DE CULTURA PUER'fORRIQUEN'A H ISTORIOGRAF1A P UERTORRIQUE~A Desde la Memoria Melgarejo (1582) hasta el Boletin Hist6rico (1914-27) Por Isabel Gutierrez del Arroyo CICLO DE CONFERENCIAS SOBRE LA HISTORIA DE PUERTO RICO San Juan, Puerto Rico 1957
HISTORIOGRAF1A
PUERTORRIQUENA

Derechos de publicaci6n res eru ados

INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUENA San Juan de Puerto Rico , 1957

lmpreso en Pu erto Rico por la Editorial del Departamento de Instruccion Publica San Juan , Pu erto Rico 1957

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HISTORIOGRAFIA PUERTORRIQUENA

DESDE LA MEMORIA MELGAREJO (1582) HASTA EL BOLET1N HISTORICO (1914-27) *

Senoras y sefiores:

En la exposicion que hare esta noche ante ustedes abarcare las expresiones de nuestra historiografia desde la aparicion, en 1582, de la Hamada "Memoria Melgarejo" hasta la publicacion del Boletin Hist6rico, hecho bibliografico que ocurre entre la segunda y tercera decada de la centuria actual.

Antes, quiero hacer algunas aclaraciones. En primer lugar , justificar la inclusion en este estudio de las "Relaciones" y "Memorias" correspondientes a los siglos XVI al XIX y de otras obras que tienen mas bien caracter de fuentes. Creemos que nuestra decision se justifica si se toma en cuenta de una parte, la pobreza de nuestro acervo historiografico, y de la otra, que dichas expresiones literarias de nuestra historia contienen estampas valiosas de nuestro pasado en las mencionadas centurias; y ademas, porque algunas de ellas reflejan modalidades ideologicas de significacion en el desarrollo de la cultura universal. En el caso de la "Relacion", creemos particularmente justificable el incluirla en un estudio de la indole del presente en consideracion a la influencia decisiva que di cho genero ejercio en la historiografia hispanoamericana dentro d e cuyas lineas de desarrollo encaja, indudablemente, la historiografia puertorriquefia. En segundo lugar, queremos explicar la relativa mayor extension queen la charla de esta noche daremos a las obras de los siglos XVI a XVIII. Consideramos que por su mayor antigiiedad son quizas menos asequibles y por tanto menos conocidas, y que algunas de ellas constituyen la (mica expresion historiografica para determinado siglo . Asi ocurre con la "Memoria Melgarejo" para el Dieciseis y con la "Descripcion" del canonigo puertorriquefio, Diego de Torres Vargas , para el Diecisiete, a pesar de que esta ultima no es el unico testimonio de esa indole para dicha centuria. Esta misma afirmacion

• Primera de! ciclo de conferencias sobre la historia de Puerto Ri co auspiciada por el Institute de Cultura Puertorriqueiia. Fu e pronunci a da por su autora en la Sala de Conferencias de la Biblioteca General de la Uni versidad de Puerto Rico el 20 de abril de 1956.

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podemos hacerla extensiva a las obras de Cordova y Flinter para una epoca de tan singular interes como lo es la primera mi tad del Dieci- · nueve.

En tercer lugar, haremos una breve alusion a los cronistas de Indias. Angleria, Oviedo y Las Casas nos proporcionan informacion etnografica de primer orden sobre nuestro pueblo aborigen; la veracidad de su relato en este aspecto ha sido comprobada por los hallazgos arqueologicos posteriores. Tambien en los textos de los ya mencionados, asi como en los de Castellanos y Herrera , hallamos informacion valiosisima sobre los acontecimientos colombinos, el descubrimiento, y luego, la conquista y colonizacion de la Isla.

Nuestra literatura historica se quiebra en el curso de su desarrollo en dos etapas cabalmente caracterizadas: la primera se extiende desde el siglo XVI, o mas exactamente, desde el 1582, momenta en que aparece la llamada "Memoria Melgarejo" , hasta mediados del Diecinueve ; es decir , nuestra produccion historiografica anterior a la publicacion de la primera coleccion documental: la Biblioteca Hist6rica de Tapia. A esta etapa cor responden obras de muy diversa extension, importancia y caracter . Muchas de ellas tienen simple caracter de fuentes; predomina en ese perfodo la "Memoria", la "Relacion". Cabria calificar esta primera etapa de pre-cientffica; es la etapa de la historia narrativa, de la historia externa. El rasgo predominante , el que le da unidad, es su pragmatismo; evidente en unas obras masque en otras pero, en terminos generales, el motor que impulsa la historiografia nuestra hasta la primera mi tad del Diecinueve. E ste pragmatismo constituye la propia substancia de las formas historicas menores, las del genera clasificado como "Memoria" o "Relacion"; pero tambien esta presente en las obras mayores de este primer momenta: la Historia de Fray Ifiigo Ab bad y Lasierra, las "Memorias" de Pedro Tomas de Cordova y las obras de Flinter. Las obras de este primer perfodo responden a un fin util no esencial al genera historico. Priva en ellas el movil primero de orientar a la Metropoli en su gestion administrativa, el de informarla sobre la situacion de la Isla; responden a una motivacion externa al quehacer historiografico . Estas manifestaciones de nuestra historiografia no nacen de una iniciativa espontanea, de un interes en la historia por la historia misma ; tampoco provienen de una incoercible voluntad de conocer nuestro pasado, de esclarecerlo, de entenderlo y perpetuarlo en la obra historica. No. Los memorialistas de esta primera etapa responden mas bien a estimulos ajenos, no necesariamente ligados, al quehacer historiografico.

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Rasgo comun a la literatura historica de esta primera etapa es su desatencion al :r:emoto pasado. Nose in ve stiga , nose estudia detenidamente. Esto ocurre tanto en las "Memorias" o "Relaciones", condicion explicable en este genera, coma en las obras de mas envergadura de este periodo; ni siquiera la Historia de Fray Ifiigo Ab bad se salva de este rasgo a pesar de queen ella se trate comparativamente con mucha mas amplitud el pasado. (Bien conocidas son las grandes lagunas de que adolece su sintesis de las tres primeros siglos de nuestra historia). Trabajadas todas estas obras en la Isla donde se carecia de archivos y de fuentes, el pasado tenia, por fuerza, que recibir parco tratamiento . La falta de fuentes explica tambien las errores de hechos en que comunmente incurren y que la escuela cientifica de la segunda mitad del Diecinueve se empefiara en rectificar.

Si el pasado recibe limitado tratamiento, en cambio, es notoria la mayor amplitud con que generalmente se tratan las asuntos contemporaneos al au tor, afirmacion esta muy valida tambien en el caso de la Historia de Fray Ifiigo Abbad, e igualmente extensiva a las obras de Cordova y de Flinter. Aun considerando la falta de fuentes a que se encaran las au tores, el mayor interes par el momenta contemporaneo confirma nuestro punto sabre la tendencia al informe comun a las obras de esta etapa y de la cual deriva su rasgo saliente: el pragmatismo.

Veamos ahora en rapido recuento yen sucesion cronologica las obras de este primer periodo. La Hamada "Memoria Melgarejo" es el unico documento de este tipo para nuestro primer siglo (data de 1582), y presenta-independientemente de nuestro exclusivo interes historico local - otro valor: el ser representativo de la solucion a uno de las problemas de mayor complejidad que el descubrimiento del Nuevo Mundo planteo a Espafia; es el del conocimiento amplio, si posible exhaustivo, de America coma requisito previo a la estructuracion de una sabia politica administrativa. Hay que recordar que el acontecimiento hist6rico del descubrimiento y conquista de America impuso a Espafia la dificil y compleja tarea de regir toda una region del orbe de inconcebil::ile diversidad geografica, etnica, y social. La "Relacion" puertorriquefia de 1582 es la respuesta a un cuestionario de cincuenta capitulos que podriamos calificaT de arquetipico, cuestionario que fue preparado par el Consejo de Indias con el fin de acopiar informacion, casi exhaustiva, sabre las diversas regiones de America en sus aspectos geografico, etnico , social , economico, religioso, el de la organizacion institucional, en fin, todas las fases de la vida del mundo americano.

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En segundo lugar, este documento informativo presenta indudable interes historiografico. Es ejemplo de un nuevo genero historico principalmente, aunque no exclusivo, hispanoamericano que surge de la situacion que acabamos de describir. Sus rasgos se van perfilando a lo largo de la centuria decimosexta y ya al iniciarse el ultimo tercio de dicho siglo, la "Relacion", nombre por el cual generalmente se le conoce, ha adquirido carta de naturaleza como genero historico con vida propia e independiente. Es importante recordar que este genero admitira en su ambito asuntos que, en general hasta entonces, no habian alcanzado categoria de tema historico; por ejemplo, el tema geografico, el economico , el social, el etnografico, el institucional en su mas lato sentido, la historia natural, etc. Este ensanche del ambito historico nose limitara exclusivamente a la "Relacion" sino que pasara tambien a las obras historicas formales hispanoamericanas, anticipandose de este modo la historiografia americana a la europea , donde este nuevo sesgo enriquecedor no ha de ocurrir hasta el siglo XVIII.

Enfoquemos ahora el documento puertorriquefio desde el angulo insular. l,Que importancia tiene como fuente de nuestra historia? La "Memoria Melgarejo", cuyo conocimiento data de la segunda mitad del Diecinueve, ha servido para ayudar a esclarecer algunos de los puntos controvertidos de las eta pas iniciales de nuestra historia, como los relativos al numero a que ascendia la poblacion indigena en el momento de la conquista, la ubicacion original y traslaciones posteriores de San German , el autentico nombre indigena de nuestra Isla, etc. Por otra parte , ha aportado datos para conocer un poco la historia de nuestra primera ce nturia, especialmente en su aspecto economico, lo que constituia en este particular sus problemas inaplazables; tambien nos ha permitido inferir algo de la heroica historia de los primeros centros urbanos asediados de continuo por caribes y corsarios; y nos ha revelado, asimismo, algunas noticias sobre sus fortificaciones, sus instituciones de beneficencia, y nos ofrece un detalle de gran interes : la primera noticia sobre observaciones de un eclipse solar en la Isla. Pero lo que nos parece mas apreciable del documento es algo que trasciende su mera superficie factica. Recordemos que fue escrito por personas que vivian, sufrian y luchaban por arraigar en el dificil medio puertorriquefi o. Esta circunstancia, no empece el tenor objetivo del documento , hace posible queen else filtre cierto aliento vital , aliento de vida inmediata y cercana , que nos permite reconstruir , en cier ta medida , el clima psicologico y social puertorriquefio en el mome n to en que se esc r ibe la "Memoria".

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Ha sido vida dura, intensa, azarosa, que exige para domefiarla una gran dosis de coraje espiritual. Todo es hostil en el nuevo medio: la naturaleza , el giro tornado por los nuevos descubrimientos, la negligencia de la Metropoli, los asaltos de caribes y franceses. Priva un clima de temor, de inseguridad, de zozobra. Se lucha desesperadamente porno sucumbir. Las ideas dominantes y recurrentes sobre la riqueza aurifera , que dicen aun conserva la Isla, el clamor porque se facilite la importacion de esclavos, son expresivos de tal estado de animo. Pobreza, ruina, despoblacion, aislamiento: a ello se opone la heroica voluntad de persistencia de los pobladores islefios. Han sido doce los m'.icleos de poblacion que han desaparecido debido a los asaltos de los caribes. Sin embargo, la colonia persiste: una ciudad, la de Puerto Rico, y la Villa de San German, y dos aldehuelas: Arecibo y Coamo . Y no es un simple vegetar; en medio de la penuria agobiante ocurren gestos de filantropfa: los de Pedro de Herrera y Francisco Juancho erigiendo fundaciones para el hospital de la Concepcion, institucion que ha llegado hasta nuestros dias; el legado de Anton Lucas para una clase de gramatica y las dotaciones para capillas en la Iglesia de Santo Tomas, hoy de San Jose, de Garcia Troche, de Juan Guilarte de Salazar y de Dofia Luisa de Vargas. Todos ellos al sobreponerse a la miseria ambiente, incorporaron a nuestra Isla en la corriente cristiana hispanoamericana donde tales gestos eran tradicionales.

;,Cual es nuestra producci6n historiografica en la centuria siguiente, en el Diecisiete? Contamos con dos "Relaciones" de muy diverso caracter e importancia. La primera cronologicamente es la "Descripcion de la Isla y Ciudad de Puerto Rico" del canonigo puertorriquefio Diego de Torres Vargas. Data de 1647. La segunda es una "Memoria Anonima", escrita posiblemente en 1679. Aunque en grado diverso, cada una presenta incuestionable interes. La primera, porque jemplifica la modalidad barroca dentro del genero de la "Relaci n". Muestra la exuberancia ornamental con sus alardes de erudicio , sus abundantes citas eruditas, intercalacion de textos latinos, fi uras retoricas, etc., y las sutilezas de ideacion expresivas del gusto b rroco. Desde el angulo netamente insular, este documento tiene gr n significacion: revela la primera manifestacion de que tengamos ticias de regionalismo, de criollismo o puertorriquefiismo, como se quiera llamarle. El fen6meno no es exclusivamente puertorriquefi ; ocurre en este momento y quizas antes, en otras partes de Americ , pero nos parece digno de especial mencion en el caso de Puerto Rico.

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Recordemos que, por circunstancias de nuestra historia, la poblaci6n de la Isla para aquella fecha no ha crecido, al menos en numero apreciable. Se ha nutrido debilmente, a plazos distantes, con los remanentes de la guarnici6n destacada en la Isla o con los rezagados de la "flota". Es poblaci6n escasa, pobre en recursos . El ritmo de vida es sosegado sin indicios perceptibles de crecimiento superador, pero si bruscamente sacudido a intervalos por importantes hechos de armas: los asedios ingleses de 1595 y 1598 y el holandes de 1625. El temple heroico propio de estos momentos de crisis no desaparece luego, sino que por el contrario, persiste con menos brillo, quizas, pero no con menor ley . Es el tenor de vida conveniente al medio puertorriquefio. Porque hay que luchar; se lucha contra adversas circunstancias internas reflejo inevitable del estado de deterioro en que se va sumiendo la Metr6poli o contra una naturaleza, a ratos tambien inclemente. Pero la poblaci6n, aunque exigua, ha arraigado y sobrevive en numero suficiente para descargar de generaci6n en generaci6n el cumulo espiritual de tradiciones, de experiencias comunes-pequefios logros, fatales reveses-que forman la trabaz6n sutil, pero fuerte que es el alma de un pueblo.Yes este fen6meno psiquico, indudable, el que esta manifiesto en el fervoroso puertorriquefiismo del cronista Torres Vargas . Este sentimiento determina su vision de exaltado entusiasmo, de ca.lido optimismo con que juzga de nuestra realidad y de nuestros valores. Se expresa en terminos hiperb6licos sobre nuestro clima, sobre nuestra posici6n geografica, sobre nuestros recursos naturales y nuestros frutos. Compara ventajosamente la residencia de nuestros gobernadores con los palacios de los virreyes de otras partes de America; asimismo, exalta las virtudes morales de los puertorriquefios, pero en particular yen el apice del entusiasmo, las de las mujeres de Puerto Rico. Es precisamente el reverso de la impresi6n, que sobre nuestra Islay para esa misma epoca, nos deja el Obispo Lopez de Haro, quien en un rapto de decepci6n y resentimiento nos da una visi6n pesimista de nuestra Isla, al extremo de exclamar que "lo mejor que tiene esta ciudad son las brisas y el aire."

Como fuente de nuestra historia, es de indudable valor, especialmente para la cuarta y quinta decada del Diecisiete, yen particular, aunque no exclusivamente, para la historia de la vida religiosa en nuestra Isla: fundaci6n de conventos, esfuerzos por continuar la fabrica de la Catedral, ermitas existentes; detalles de interes sobre arte, tradiciones y festividades religiosas . Conviene recordar asimismo que la "Memoria" coincide con un momento de auge cons-

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tructor en materia de defensas militares; en consecuencia, es fuente apreciable para conocer la historia de nuestras fortificaciones. Valiosisima tambien por ofrecernos-sin embargo de sus muchos errores-los primeros catalogos de obispos y gobernadores, con sendas noticias biograficas, mas alguno que otro hecho que el cronista considera de interes ocurrido durante el mando de las dichas autoridades. Finalmente, con legitimo orgullo de puertorriqueno, nos lega una nomina de aquellos compatriotas distinguidos quienes , en los ultimos veinte anos, han sido investidos con magistraturas y dignidades en Espana-en Segovia, Valencia y Sevilla-yen diversas partes del Imperio: Tlascala, Chiapas, Yucatan y Guadalajara en la Nueva Espana; en Cuba, Santo Domingo, La Margarita, Florida, Caracas, Cartagena de Indias y Filipinas.

Una breve mencion al segundo documento de esta centuria, la "Memoria Anonima" de 1679. Su interes radica no tan to en el caudal de datos historicos que aporta-en ese aspecto su valor es muy moderado-sino por ser el unico de estos documentos que da expresion a una protesta de caracter civico. Dicha protesta va enderezada contra el regimen de los gobernadores, Don Gaspar de Arteaga (1670-74) y Don Juan de Robles Lorenzana (1678-83), regimen que el autor tilda de "temerario y desenfrenado." La vehemencia del estilo delata indignacion; las frases son directas, cortantes; los epitetos fuertes. A veces, una nota de ingenio como cuando identifica el "fatal gobierno" de Don Gaspar de Arteaga con una "rigurosa tormenta, aun mas grave y nociva-dice-que las que la Isla suele padecer en referidos, que le sobrevienen, temporales de agua y viento ."

Si la protesta obedece a un legitimo anhelo civico, bien vale tomar nota de ella. Consideremos el ambiente en que surge; ambiente en muchos sentidos enervante, donde falta en grado apreciable, al menos, el estimulo de la emulacion social, no el mas propicio para que haya el temple moral suficiente para recabar derechos y condenar arbitrariedades. Pero hasta la fecha no contamos con testimonios que comprueben o desvirtuen la autenticidad de su sentido civico.

En cuanto a la filiacion historiografica, no es dificil entroncarla con la clasica "Relacion" a la cual el autor ha tratado indudablemente de cenirse . La protesta no abarca todo el articulado del documento aunque, indudablemente, lo motive. El parentesco con la "Relacion" es evidente por la presencia de determinados asuntos dentro de cierto orden, asuntos que hemos observado como constantes en este tipo de documento. En primer lugar, el fondo historico, en este caso brevisimo (Art. I); sigue el marco geografico igualmente

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somero (Art. 2) y despues, las imprescindibles noticias sobre cada uno de los seis nucleos urbanos entonces existentes: San German, Puerto Rico, San Felipe de Arecibo, San Blas de Coamo, Villa de la Guadalupe de Ponce, y San Francisco de la Aguada.

La expresi6n historiografica del Dieciocho es mucho mas rica y de mayor importancia que la del Diecisiete. Cuen ta en su haber con dos "Memorias": la del Mariscal de Campo Don Alejandro O'Reilly presentada a S. M. en 1765, y las Noticias Particulares de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico terminada en diciembre de 1775 por Don Fernando Miyares Gonzalez. Culmina la actividad historiografica del siglo con la publicaci6n, en 1788, de nuestra primera historia formal: la Historia Geografica, Civil y Natural de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico, del monje benedictino, Fray Agustin Ifiigo Abbad y Lasierra. Propongamos de inmediato estas preguntas claves: 6Que nuevo rasgo, que peculiar perfil presenta la literatura hist6rica de este siglo? 6Que luz arroja para el conocimiento de la historia nuestra en esta centuria? Antes de contestar estos interrogantes debemos recordar muy brevemente tres detalles del clima ideol6gico dieciochesco: el desplazamiento gradual de la antigua doctrina mercantilista por los postulados del liberalismo econ6mico, del laissez faire; la evoluci6n del absolutismo monarquico hacia la modalidad politica de Despotismo Ilustrado ante el empuje subterraneo del republicanismo democratico; el programa de reformas que, apoyado en las nuevas corrientes filos6ficas, cientificas, econ6micas, etc., tratan de concretar los regimenes ilustrados. Nuestro haber historiografico de la decimoctava centuria, con la excepci6n de la "Memoria" de Miyares Gonzalez, es expresivo de este movimiento ideol6gico. Las dos "Memorias", asi como la Historia de Abbad, ocurren, poco mas o menos, en ese momento clave de la historia del dominio espafiol en America, momento en que la Metr6poli da un significativo viraje en su polftica imperial americana.

La primera de las "Memorias" del Dieciocho, la del Mariscal de Campo O'Reilly, data de 1765, precisamente el afio en que Espana comienza una era de reformas tendientes a liberalizar el comercio mediante la eliminaci6n gradual de las trabas mercantilistas. O'Reilly viene a la Isla a cumplir una encomienda de tipo militar, pero hombre de multiples intereses y de flexibilidad intelectual, bien saturado de las nuevas ideas filos6ficas dieciochescas y conocedor del clima de reforma politica imperante en la corte de Carlos III-perfecto ejemplar del Despota Ilustrado-se sorprende y preocupa ante el estado

de estancarniento econ6rnico, de aislarniento comercial, que sufre la Isla. Trasciende entonces el linde militar de su encomienda; estudia el problema y ofrece soluciones, soluciones expresivas de la mentalidad ilustrada . Pero estas en medida minima, relativamente, a las que dos decadas despues, poco mas o menos, nos ofrecera Fray Ifiigo Ab bad en quien es notoria la actitud critica reformista. Para la comprensi6n de nuestra historia, la "Memoria" de O'Reilly es clave porque nos expone la situaci6n insular exactamente en el momento en que van a iniciarse las reformas comerciales de Carlos III. Su exposici6n va acompafiada de pocas, pero instructivas, estadisticas sobre algunas fases de la vida puertorriquefia.

La "Memoria" de Miyares Gonzalez llena, en cierta medida, el hueco informativo que va de la "Memoria O'Reilly" a la Historia de Abbad. Aunque no presenta interes desde el punto de vista ideol6gico, en cambio silo tiene su contenido hist6rico. Da apreciable informaci6n sobre las defensas, la organizaci6n militar, los aspectos diferentes de la Hacienda Publica, las instituciones politicas, las administrativas y las eclesiasticas . Ofrece algunos datos sobre materia educativa, aspecto este que no aborda Abbad en su Historia. Incluye la descripci6n de cada uno de los veintinueve centros urbanos que tenia entonces la Isla. Sin embargo, al leerlos, extrafiamos la actitud critica, la penetraci6n y la habilidad descriptiva que luce Fray Inigo Ab bad en los cinco capitulos de su Historia dedicados a las descripciones topograficas de secular abolengo. Tres capitulos destina a la enumeraci6n de las plantas medicinales del pais. La "Memoria" finaliza con un episcopologio y una n6rnina de gobernadores, elementos que por segunda vez encontramos en nuestra historiografia y que al igual que los ya mencionados de Torres Vargas, adolecen de errores y lagunas, defectos que se repetiran, por cierto , en los que incluira en su Historia, Fray Inigo Abbad. La escuela critica erudita de la segunda mi tad del Diecinueve hara objeto de empefiosa rectificaci6n estos catalogos de obispos y gobernadores, pero sin alcanzar pleno exito.

Restanos del siglo XVIII la obra que todos en mayor o menor proporci6n conocemos: la Historia de Fray Ifiigo Ab bad. De toda nuestra literatura hist6rica, es la que ha alcanzado mas prestigio. 6Hay acaso razones que lo justifiquen? Por supuesto. Entre ellas, la de ser una expresi6n historiografica tipicamente dieciochesca ya que nos ilustra, en su diversidad, las tendencias intelectuales, las inquietudes y preferencias ideol6gicas de la mentalidad ilustrada enfocadas, no desde el angulo de un racionalismo absoluto, sino vistas en

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perspectiva eclectica , tal y como correspondia a la condici6n de religioso, de cat6lico, de F r ay Ifiigo Abbad. En segundo lugar, porque es nuestra primera historia formal: noun mero ha cinamiento de datos hist6ricos sin un pr,e vio criterio historiografico. No. Ha habido una elaboraci6n de acuerdo con ciertas normas met6dicas, con ciertos criterios de interpretaci6n comprensiva, a la vez que un esfuerzo cuidadoso por la forma. La obra sobrepasa ya la categoria de fuente en que, como hemos advertido, seria dable catalogar los documentos hasta ahora analizados y la mayoria de las "Memorias" de Pedro Tomas de C6rdova que estudiaremos posteriormente.

La Hi s toria de Abbad consta propiamente de do s partes aunque esta divisi6n no este asi indicada en su ordenaci6n externa. La primera inclu y e los primeros diecinueve capitulos yen ellos el autor hace la sin t esis de los tres siglos ini ciales de nuestra historia, recom;truidos primordialmente a base de la informaci6n suministrada por los primitivos cronistas de Indias . Como sintesis es incompleta: carece de proporci6n, adolece de lagunas. La segunda parte abarca los veintiun capi t ulo s restantes yen ella Fray Ifiigo Ab bad nos describe con fidelidad , penetraci6n y agudeza critica , las condiciones de vida en la Isla en la octava decada del Dieciocho. Creemos que la importancia de la obra reside, sobre todo, en esta segunda parte. Siguiendo la disposici6n interna de las historias representativas del Dieciocho, Abbad dedica uno o mas capitulos a cada uno de los aspectos de la realidad puertorriquefi.a: al gobierno , la poblaci6n , la agricultura , el comercio, el regimen fiscal , la descripci6n del caracter, los usos y las costumbres de los puertorriquefi.os-este ultimo aspecto en dos valiosisimo s e inapreciables capitulos. Todas estas facetas son, como diria Dilthey , a modo de "cortes transversales de la cultura de una naci6n"; por medio de ese recurso, lo s histori6grafos del Dieciocho, de los cuales Ab bad es un buen ejemplo , pretenden demostrar que "las partes de un semejante todo cultural se corresponden entre si como los miembros de una criatura viva."

Ideol6gicamente Fray Ifi.igo se situa en el clima intelectual dieciochesco; ahora bien , 6que visi6n nos da de nuestra realidad desde ese angulo? Veamoslo brevemen te en dos aspectos significa ti vos. 6Que piensa Fray Ifi.igo del puertorriquefi.o? Amparado en un determinismo geografico , que aunque no originario del Dieciocho cautiva a ciertos espfritus repre s entativos de dicha centuria-como, por ejemplo, Montesquieu-Fray Ifi.igo con sidera , a juzgar por la insistente frecuencia con que alude a ello , que la indolencia, la desidia y la holgazaneria son los rasgos definidores del puertorriquefio. Parece

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como si nuestro autor aceptase como indubitable el hecho de la influencia determinante que el clima ejerce sobre el caracter de los individuos. Ahora bien , nose limita Abbad a sefialar (micamente los defectos del caracter puertorriquefio; menciona , asimismo, nuestras virtudes nacionales: la hospitalidad, el desinteres, la generosidad. Dice queen general el puertorriquefio es de naturaleza taciturna que lo inclina a la cavilaci6n; que es de imaginaci6n viva y valeroso, ya que mira con desprecio todos los peligros y aun la misma muerte . Tambien afirma que generalmente son "frugales, de poco suefio y perspicaces; pero ambiciosos de gloria, achaque interesante a la politica si saben utilizarlo los Gobernadores, a quienes tributan toda sumisi6n y respeto "

La realidad econ6mica de la Isla en estado de postraci6n es un reto desafiante a la voluntad de reforma econ6mica propia del espiritu ilustrado y de la cual es exponente nuestro historiador. Siente la atracci6n de este tema y busca insistentemente las causas responsables de dicha situaci6n; busqueda acuciosa, infatigable, de toda suerte de medidas salvadoras. Por ejemplo, sugiere la distribuci6n de las tierras , explica la conveniencia de los proyectos de repoblaci6n , adelan t a nuevo s criterios impositivos , sefiala las posibilidades comerciales d e los recursos naturales , etc . Los capitulos que Ab bad dedica al estudio de la Poblaci6n, la Agricultura, el Comercio y las Rentas Reales , mas los cinco dedicados a la descripci6n topografica de los pueblos, rinden unbalance favorable de observaciones reveladoras del espiritu de reforma econ6mica caracteristico del Despotismo Ilustrado.

Llegamos finalmente a las obras de los dos ultimos au tores de esta etapa: Pedro Tomas de Cordova y el irlandes George Dawson Flinter . Pero detengamonos: desde la penultima decada del Dieciocho a la tercera decada del Diecinueve, el mundo occidental ha experimentado hondos sacudimientos ideol6gicos que han provocado un viraje radical en su acontecer hist6rico. Tales acontecimientos como la Revoluci6n e Independencia de los EE. UU . de Norte America, la Revoluci6n Francesa y la Guerra de Emancipaci6n Hispanoamericana muestran el choque cruento de opuestas ideologfas, generadoras a su vez, de un nuevo orden hist6rico. Pero , 6por que mencionar en esta ocasi6n estos hechos? 6Acaso han dejado ellos alguna huella , no ya determinante sino siquiera discernible, en nuestro limitado acervo historiografico? Creemos oportuno recordar aqui una frase feliz de D . Alfonso Reyes; ha dicho el sabio humanista mexicano que la "Revoluci6n Francesa sac6 fuera de su 6rbita a la histo-

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riografia europea . " Ana.logo comentario cabria respecto de la puertor r iquefia-naturalmente que salvando inevitables diferencias-con relacion a la Guerra de Emancipacion iberoamericana.

La vida puertorriquefi.a , aunque no envuelta directamente en el conflicto , se sacude con tales acontecimientos . Repercuten ellos tanto en el cam po de los hechos histori cos concretos como en el de la s ideas. Ademas , los vaivenes politicos de la peninsula, resultado de esta pugna de ideas, como los triunfos periodicos de constitucionalismo y las reacciones violentas de absolutismo , promueven efervescencias civicas en la hasta entonces precaria vida politica puertorriquefia. La sacudida que experimenta la Isla es honda. La Metropoli y sus representantes, los capitanes generales en Puerto Rico y Cuba , redoblan los esfuerzos por conservar los girones insulares del bamboleante imperio colonial. En consecuencia, se inicia en am bas islas una era de reformas provenientes unas veces del liberalismo que animaba los periodos constitucionalistas , y las mas veces, del absolutismo que actuaba movido por los principios politicos de reformismo y centralizacion propios del de s potismo ilustrado. Asi la historia de Puerto Rico de las primeras decadas del Diecinueve esta determinada, en buena medida , por esas fuerzas hi s toricas: el reformismo ilustrado , la emancipaci6n de America y el naciente liberalismo. La historiografia puertorriquefi.a sufre tambien un viraje definitivo al calor de dichas condiciones historicas. Nuevos temas, nuevas fuerzas, van a dar aliento a su historia escrita . La obra de Pedro Tomas de Cordova y la de George D. Flinter responden en proporcion variable a estas nuevas circunstancias hist6ricas e ideologicas. En ambas alienta el afan de instruir a la Metropoli en la politica que debe seguir, proponiendole reformas para conservar la Islay salvarla de correr la suerte de s u imperio continental; insistir, asimismo, en la importancia de Puerto Rico para la Corona de Espana. Estos moviles estan mas claros en las dos obras menores de Cordova-las "Memorias" de 1818 y la de 1838-y en la de Flinter, An Account of the Present State of the Island of Puerto Rico (1834) . En este ultimo libro, Flinter persigue otros fines que no podremos considerar por el momento . Tal y como lo indica su titulo, esta obra es un estudio de la realidad insular al iniciarse la cuarta decada del Diecinueve. De los diez capitulos que comprende, los primeros seis estan dedicados a estudiar un aspecto de la vida insular, pero del septimo en adelante, Flinter usa la situacion puertorriquefia en funcion de sus ideas filantropicas de rafz dieciochesca. El capitulo octavo lo dedica a estudiar un tema de sus preferencias , el de la esclavitud, pero analiza

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tambien esa fase de nuestra vida. (Cuenta la bibliografia de Flinter con una monografia publicada en 1832 e intitulada Examen del Estado Actual de las Esclavos de la Isla de Puerto Rico bajo el Gobierno Espanol en que estudia ampliamente este problema). Con respecto a los seis primeros capitulos-todos en alg{m sentido valiosos-debemos hacer especial menci6n del cautivante capitulo tercero que incluye una descripci6n hermosisima y fiel de la vida y costumbres de los puertorriquefios; del quinto, sobre comercio, en donde el au tor critica constructivamente la politica mercantil de Espafia en Puerto Rico, usando para ello criterios valorativos del fisiocratismo y del liberalismo econ6mico. Merece tambien recordaci6n el concienzudo y bien documentado estudio sobre los problemas de la industria ganadera y de la agricola incluido en el sexto capftulo. Momentaneamente hicimos a un lado a C6rdova, el memorialista de las primeras cuatro decadas del Diecinueve; hemos mencionado s6lo dos de sus "Memorias". Falta nombrar y apreciar, siquiera someramente, su obra mas importante y extensa: las Memorias Geograficas, Hist6ricas, Econ6micas y Estadisticas de la Isla de Puerto Rico. Nos interesa porque en ella se da concreci6n a un momento hist6rico de intenso dramatismo como lo es el primer tercio del Diecinueve, pero visto desde un determinado angulo ideol6gico: el de la reacci6n absolutista. Por tanto, esta obra, rica cantera, potosf de datos hist6ricos, ha de compulsarse con sumo cuidado. Es fuente valiosisima para este perfodo pero, siempre y cuando se consulte con la debida prevenci6n. Consta ella de seis tomos. El primero reproduce sin mas, la Historia de Fray Ifiigo Abbad; el segundo, que constituye en sf mismo una unidad con vida independiente, incluye la descripci6n de cada uno de los pueblos de la Isla; esto es, una manifestaci6n en el Diecinueve, de las descripciones topograficas de tan remota trayectoria en la historiografia hispanoamericana. Del tercero en adelante comienza, despues de ciertos preliminares, a hacer la resefia, muy incompleta, de la gesti6n administrativa de cada uno de los capitanes generales habidos entre 1731 y 1822, dedicandole a cada una de ellas, un capftulo. A partir del tomo cuarto, cambia de tecnica, al menos, en la ordenaci6n externa del material, y dedica un capitulo a cada uno de los afios comprendidos en la decada de 1822 a 1832 en que esta gobernando el Capitan General, D. Miguel de la Torre. C6rdova se constituye en panegirista de su regimen, el cual considera "brillante" yen el que-dice-se dio gran impulso a Puerto Rico, ya que alcanz6 una era de prosperidad, de paz y de felicidad que contrastaba violentamente con el caos, la miseria y los horrores

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que sufria el resto de Hispanoamerica. En resumen, Cordova quiere hacer el descredito total del movimiento insurgente y la exaltacion del regimen benefico que gozaba Puerto Rico por haberse mantenido leal a Espana. Esta es su tesis. Como ya ha bran podido ustedes colegir, es obra parcial, tendenciosa.

El contenido de las Memorias Geograficas ... presenta el caracter de una suma abigarrada de datos sobre aquellos aspectos de la realidad puertorriquefia enunciados en el titulo : Memorias Geograficas, Hist6ricas, Econ6micas y Estadisticas . .. Hay predominio de los datos historicos y de los estadisticos, que se complementan con un repertorio de documentos de la mas diversa indole: articulos de periodicos; resefias de homenajes publicos; poemas, casi siempre laudatorios, dedicados a Fernando VII o algun otro miembro de la familia real, o a D. Miguel de la Torre; documentos gubernativos y de otro tipo. Pero ya podran ustedes sospechar el criterio de seleccion no solo de estos textos, sino de las noticias que el autor relata: han de corroborar siempre la tesis que su obra sustenta. Y damos asi fin a la primera eta pa de nuestra historiografia. Iniciemos ahora el recorrido por la segunda, la cual identificamos con la escuela historica que s urge aproximadamente en la septima decada del Diecinueve y que denominaremos "escuela cientifica critico-erudita." Pero detengamonos; entre una y otra etapa ocurre un hecho cultural de indudable trascendencia: la publiqacion en 1854, a iniciativas de D . Alejandro Tapia y Rivera, de la Biblioteca Hist6rica de Puerto Rico, nuestra primera coleccion de fuentes. Con la aparicion de esta obra la historiografia puertorriquefia ha bra de experimentar un cambio radical.

La Biblioteca Hist6rica provee dos tipos de fuentes: en primer lugar , los fragmen t os referentes a Puerto Rico de la obra de algunos de los primitivos cronistas de lndias, Fernandez de Oviedo, Antonio de Herrera y Juan de Laet (no trae te x tos ni de Las Casas, ni de Juan de Castellanos). En segundo lugar , proporciona una coleccion de documentos correspondientes a los siglos XVI, XVII y XVIII; los mas pertenecen a la decimosexta centuria . Casi todos son extractos t omados de los que hizo en el siglo XVIII el historiador espafiol Juan Bautista Mufioz cuya coleccion se conserva en la Academia de la Historia en Madrid . La mayor importancia de la Biblioteca Hist6rica reside en esta parte documental.

Ahora bien, para ver en su justa perspectiva tan importante hecho bibliografico , como lo es la publicacion de la Biblioteca Hist6rica de Puerto Rico , precisa vincularlo con similares actividades

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editoriales de otras regiones de America y de Europa. Porque la publicaci6n de dicha obra nose presenta como un hecho aislado, horro de antecedentes. Entronca, por el contrario, con la inusitada actividad queen el acopio y divulgaci6n de fuentes se observa desde comienzos del Diecinueve en diversos paises de Europa y America, fen6meno editorial que es a su vez consecuencia de los nuevos conceptos sabre la historia y su met6dica. Recordemos que en las postrimerias del Dieciocho comienza a superarse el filosofismo de la corriente historiografica predominante, dandose entonces paso a la tendencia minoritaria de caracter cientifico que tiene dos de sus mas destacados exponentes en el escoces William Robertson, yen el espafiol Juan Bautista Mufi.oz.

Esta escuela cientifica, la cual cabe identificar con uno de los perfiles culturales mas acusados del Diecinueve, se nutre desde comienzos de esta centuria con una serie de ingredientes ideol6gicos generadores de su posterior desarrollo; pero sabre todo, del esquema positivista comtiano. Postul6 el positivismo la aplicaci6n identica del metodo propio de las ciencias naturales a la investigaci6n hist6rica; insisti6 en la indagaci6n del hecho hist6rico aisladamente yen su comprobaci6n cientifica mediante el apoyo en las fuentes criticamente utilizadas. Asi en la historia debera procederse del mismo modo queen las ciencias naturales donde precisa el acopio de datos para formular luego generalizaciones. Este aspecto del credo hist6rico positivista dio nuevo impetu a la publicaci6n de colecciones documentales, despliegue editorial que continua en la centuria presente en raz6n de la actual vigencia del concepto de historia como ciencia. Comprueban aquella afirmaci6n los numerosos antecedentes y subsecuentes bibliograficos de la Biblwteca Historica de Puerto Rico. Al iniciarse la segunda mitad del Diecinueve, una propicia situaci6n espiritual en nuestra Isla hizo posible que, trascendiendo el marco insular, nos incorporasemos a esas corrientes culturales universales: nos referimos a la toma de conciencia de nuestro ser nacional. Manifestaciones de este fen6meno empiezan a vislumbrarse ya desde las primeras decadas del Diecinueve ya medida que avanza el siglo nuestras expresiones culturales lo delatan con mas insistencia. Esto se observa claramente en e l campo de nuestra historiografia. La escuela cientifica que surge a la vida en la segunda mitad del Diecinueve adviene bajo ese signo y la publicaci6n de la Biblioteca Hist6rica, punto de arranque de dicha escuela, se explica tambien en terminos de aquellas primeras palpitaciones nacionales. Se da el caso, no extrafio en situaciones analogas, de que la naciente con-

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ciencia nacional busque su apoyo en la historia. Se proyecta, entonces, la mirada al pasado tratando de encontrar en el los elementos constitutivos, las rafces acusadoras de la naciente personalidad nacional. (Hay textos de Brau muy elocuentes al efecto ). ;,No seria justificado interpretar asi la iniciativa de organizar una sociedad con el fin de recoger las fuentes de nuestra historia, iniciativa tomada por un grupo de estudiantes puertorriquefios que cursaban en Madrid a mediados del siglo sus carreras profesionales, algunas de ellas muy alejadas de la disciplina hist6rica? ;,No cabria interpretar asi ese inusitado entusiasmo por los estudios hist6ricos que caracteriza la vida cultural nuestra en la segunda mi tad del Diecinueve? ;,Por que Tapia, que por su "caracter azogado", seg(m el mismo lo describe, es quizas el temperamento menos apropiado para la tarea historiografica y de recopilaci6n de fuentes , se empefia en la publicaci6n y anotaci6n de la Biblioteca Hist6rica y , ademas, en su obra literaria acude con frecuencia al tema hist6rico y al biografico? ;,Por que Don Jose Julian Acosta vuelve su refle xi va mirada de cientifico a la Historia de Fray Ifiigo Ab bad , obra que reune en una primera sintesis el complejo de fuerzas hist6ricas, de factores etnicos , culturales y espirituales de las cuales surgi6 la comunidad puertoriquefia y que contiene delineados con certera observaci6n y a en el ultimo tercio del Dieciocho las rasgos de la naciente personalidad puertorriquefia? ;,Que fuerte estimulo impulsa en es te momenta a Brau, poeta, dramaturgo y periodista, a depurar nuestro p a sado, a encerrarse par afios en el Archivo de Indias para recoger las fuentes que le permitan la reconstrucci6n y esclarecimiento de nuestro acontecer hist6rico? ;,Par que el Dr. Coll y Toste dedica las ratos libres de su labor profesional medica a la busqueda de fuentes , a la elaboraci6n historiografica? ;,A que obedece que Neumann , Stahl, Quinones, Morales , Asenjo , el P . Nazario y otros se inclinen alguna vez a cultivar el tema hist6rico en esa segunda mitad del Diecinueve? ;,Que fuerza mueve a Vizcarrondo en 1863 a traducir la parte correspondiente a Puerto Rico del viaje del naturalista frances Ledru , efectuado en 1797?

Pero detengamonos un momenta y enfoquemos el fen6meno puertorriquefio con perspectiva mas universal, que no se tache nuestro enfoque de provinciano. Podria aducirse, no sin fundamento , que el fen6meno cultural descrito no es mas que resonancia de un movimiento universal de fervor por la historia propio del siglo XIX , siglo caracterizado par su historicismo. Es cierto que las fuerzas intelectuales de dicha centuria , coma el nacionalismo romantico, la idea del progreso , el esquema de interpretaci6n hist6rica de Comte , el de

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Hegel ,·o el de Marx, las ideas de evolucionismo y transfo r mismo, etc ., crean un clima cultural propicio a las indagaciones hist6ricas. De acuerdo tambien con que este puede haber influido en el caso puertorriquefi.o y que la situaci6n cultural que hemos descrito en nuestra Isla sea s6fo un eco de aquella otra magna inquietud historicista. Pero 6habria acaso prendido tal inquietud por la historia en nuestra Isla si su clima espiritual no hubiese sido propicio, si la sensibilidad nacional no hubiese estado afinada para reaccionar a tal tipo de estimulo?

lndudablemente el estimulo patri6tico esta latente en la obra de los tres principales exponentes de la escuela hist6rica cientifica critico-erudita: en Acosta, Brau y Colly Toste. Ellos mismos lo expresan; dicho de modo menos definido en Acosta, expresado en forma mas franca en Brau yen Colly Toste. No podemos aqui insistir sobre este aspecto transcribiendo los textos que comprueban nuestra afirmaci6n. Unicamente citaremos, por ser muy expresivo de aquel sentimiento , la inscripci6n con que Don Salvador Brau dedica, en 1907, La Colonizaci6n de Puerto Rico, a sus nietos. Dice asi:

" A mi s nietos : Para que sepan de donde vienen y no lleguen desprevenidos a donde van."

Fijemos ahora nuestra atenci6n sobre otros rasgos de la escuela cientifica critico-erudita segun se manifiestan , si bien en grado variable, en la obra de sus tres principales exponentes: Acosta, Brau y Colly Toste . Ya hemos dicho que la mencionada escuela adviene aproximadamente al iniciarse el ultimo tercio del Diecinueve Su actividad, sin embargo, se prolonga, aunque con intensidad declinante, hasta las primeras cuatro decadas, poco mas o menos, de la centuria actual.

La primera inaplazable cuesti6n a que debemos responder, siquiera someramente , es esta: 6que concepto de la historia y el metodo tiene la escuela cientifica critico-erudita? Antes, es preciso aclarar que al denominarla cientffica no lo hacemos con el sentido tradicional de historia cientifica propio del positivismo. La identificamos asi porque, frente al pragmatismo dominante en las obras de la primera eta pa, la escuela hist6rica de este segundo momento de nuestra historiografia opone el caracter cientifico evidente en su fin -conocer la verdad, fin propio de toda ciencia-y tambien en el rigor met6dico manifiesto en la practica consistente de la fundamentaci6n testimonial yen la comprobaci6n critica de la misma . A la preferencia por el hecho contemporaneo y la casi general ause nc ia de fuentes

PROPIEDAD DE r,~ ,Joi ~
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primarias de la primera eta pa, se opone ahora la investigacion preferente del remoto pasado, la busqueda paciente de documentos, su acopio y divulgacion.

Rasgo igualmente importante de su metodologia es su criticismo erudito . Un empefio depurador tanto de hechos como de conceptos sobre nuestra historia priva en la obra de las figuras salientes de esta etapa. Se acercan a nuestra historia en actitud critica, queriendo esclarecer SU verdad . Parapetados en SU metodo cientifico quieren, seg(m palabras de Brau , "desembarazar nuestra historia local de yerros, consejas y contradicciones que nadie hasta entonces se habia cuidado de refutar ." Eecordemos que la historiografia de la primera etapa ha legado , amen de grandes lagunas, buen acopio de errores. Acosta es el primero que se lanza a esa'labor de rectificacion cr:itica en sus "Notas" a la Historia de Fray Ifiigo Ab bad. En su afan depurador, ha de beber de nuevo en las mismas fuentes que Ab bad, particularmente en los historiadores primitivos de Indias pero, ademas , consul ta otras obras sobre America posteriores a Fray Ifiigo, por ejemplo, las de Juan Bautista Mufioz, Rumbolt y Fernandez de Navarrete entre otros. Para la historia local compulsa criticamente la documentacion de la Biblioteca Hist6rica de Tapia, los tomos ya publicados para esa fecha de la Colecci6n de Documentos Ineditos de Indias y , por ultimo, las "Memorias" de Cordova, aunque utilizando sus noticia s , segun sus propias palabras , "con prudente reserva." Pu eden ustedes ten er una idea del caracter cr:itico de su esfuerzo y de su tecnica metodologica en el parrafo que a continuacion reproducimos , tornado de su Introduccion a la Historia de Ab bad. Dice asi :

" Como Fra y lfiigo sigue fre cu en t emente las obra s impre sas de Gonzalo Fernand ez de Oviedo , Juan d e C a s tellanos , de Antonio de Herrer a, et c., hemos in ten ta do acrisolar " - a dviertan ustedes lo bi en sele cc ionado de! vo c ablo , acri solar-"si empre que lo hemos crefdo nece s ario , guiados en la discu si6n por los principios de la crftica , el grado d e fe que puede acordarse a la s propias aserciones de los historiadores primitivos, oponiendo a la autoridad de uno la autoridad de otro , y a la autoridad de varios la d e un do cumento incontestable. No d e otro modo esc ritores eminentes d e los tiempos modernos han r ect ificado mu chas veces las narra ciones de l os padres de la historia americana. "

Esta explicacion de su metodo no se queda en mera afirmacion; es pauta que orienta de continuo la revision concienzuda que hace Acosta de la Historia de Ab bad.

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El criticismo metodologico priva tambien en la obra de Brau. El esfuerzo revisionista determina casi de modo absoluto el contenido de su obra Puerto Rico y su Historia. Igual voluntad rectificadora anima la obra de Colly Toste.

El criticismo-sin embargo-no es el (mico rasgo predominante en la produccion historiografica de la escuela cientifica; hay otra nota dominante que aparece ligada a aquel: la erudicion. La copiosa consulta de autoridades, el esfuerzo bibliografico exhaustivo, delatan tambien la voluntad decidida de esclarecer la verdad historica. Se trata de manejar todas aquellas autoridades que p.uedan aclarar las circunstancias culturales que rodean un hecho historico, o la informacion cientifica competente con que explicar un fenomeno fisico o cultural, como por ejemplo, la formacion geologica de las Antillas, o el entronque etnico de la raza aborigen de esta Isla. Nose trata de un mero alarde de superflua erudicion ode un simple mecanismo de ornamentacion barroca. No; sino de la compulsion reflexiva y critica de una extensa bibliografia esclarecedora de hechos y de circunstancias historicas y manejada, ademas, con recto criterio. Estos rasgos , debemos aclarar, no tienen persistencia uniforme en los tres exponentes principales de esta escuela historica.

Consideremos ahora otro punto: 6Que variantes presenta la escuela cientifica respecto al contenido de la obra historica? Puede claramente observarse que el ambito de la historia no solo se dilata sino que cala en profundidad: se hace historia de instituciones,-estudiandose estas en sus fundamentos juridicos; igualmente se explican los hechos historicos en terminos de sus motivaciones ideologicas y dentro de un complejo de circunstancias historicas que trascienden el marco insular. Ello es obvio en Colly Toste y Acosta , pero mucho mas, muchisimo mas, en Brau.

Ha de tomarse en cuenta al considerar estos rasgos como han variado tambien los criterios utilizados para la comprension de los hechos historicos. No esterilmente las escuelas de pensamiento de Europa, en su anhelo de en tender al hombre en sus multiples relaciones, ban acotado nuevos campos del saber otorgandoles carta de naturaleza; dos de los ultimos fueron la economia y la sociologia, surgidos respectivamente a fines del Dieciocho y primeras decadas del Diecinueve. lgualmente, las ciencias biologicas han provisto nuevos criterios de apreciacion del devenir historico: sin duda que ya en la mente de ustedes ha cobrado presencia la teoria evolucionista. La escuela historica cientifica, provista con estas nuevas categorias, supera ahora la concepcion dieciochesca de la historia: en esta, tras la

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exposici6n de un desarrollo externo seguian luego estudios s eparados sobre las distintas manifestaciones de la cultura en un determinado momento; por el contrario, la escuela cientifica vela historia como un proceso dotado de unidad , de continuidad y de complejidad. Dentro de este proceso se concibe al hombre como ser social en sus re l aciones con el grupo. Importa ahora el dato social y el dato econ6mieo; este ultimo no en funci6n de una reforma que se le propone a la Metr6poli para levantar el nivel material de la Isla , sino sencillamente para conocer su desarrollo dentro del proceso total de la historia. Esta concepci6n del contenido hist6rico se presenta claramente, aunque no con uniforme persistencia , en la Colonizaci6n de Brau . Y para terminar, veamos en rapido examen las obras de las tres figuras sobresalientes de la segunda etapa .

A Don Jose Julian Acosta lo recordamos primordialmente por sus "Notas " a la tercera edici6n de la Historia de Ab bad que vela luz en 1866. El fin de dichas "Notas " fue ampliar y rectificar el texto de Ab bad a la vez que continuar la relaci6n hist6rica partiendo del pun to en que la dej6 el benedi ctino-la octava decada del DieciochoY llevandola hasta la septima del Diecinueve. Acosta nos ha legado otros estudios cortos de indole hist6rica sobre Puerto Rico; se interes6 tambien en temas hist6ricos no puertorriquefios. Cultiv6 ademas el genero biografico . La biografia , genero de cercano parentesco con la historia, fue tambien cultivado en esta segunda eta pa.

La obra de Don Salvador Brau, mucho mas extensa, tiene mayor importancia. Amen de algunas monografias cortas-que no consideramos pertinente enumerar aqui-nos lega tres obras que merecen menci6n especial . La primera se titula Puerto Rico y su Historia. Investigaciones criticas. El subtitulo delata ya el caracter de su contenido . La obra es expresiva del revisionismo critico tan caracteristico de nuestra escuela hist6rica que nace en la segunda mitad del Dieci n ueve . Contiene una serie de es tudios cuyo fin es revisar algunos conceptos err6neos sobre nuestra prehistoria y sobre los momentos iniciales de nuestra vida hist6rica; por ejemplo , sobre el nombre indigena de nuestra Isla, el lugar del desembarco de Col6n, etc. Recordemos, a prop6sito, que este ultimo tema ha sido de los mas controvertidos de nuestra historia. Se incorpor6 a nuestra historiografia alla en 1893 al celebrarse el cuarto centenario del descubrimiento y ha sobrevivido en la centuria actual. D. Adolfo de Hostos ha hecho con benedictina paciencia una tabulaci6n muy util de los pros y contras de cada una de las hip6tesis sobre el lugar del descubrimiento.

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Mas, volvamos a los asuntos que Brau aborda con empefio rectificador en Puerto Rico y su Historia. Fue otro de estos temas el esclarecimiento de la ubicaci6n original del primitivo San German, asunto que motiv6 una controversia entre Brau y Colly Toste. Trata tambien Brau la discutida cuesti6n sobre el numero a que ascendia la poblaci6n indigena de nuestra Isla en el momento de la conquista. En otra obra expondra su tesis sobre el origen de la poblaci6n aborigen antillana. A prop6sito del interes de Brau por estos temas, queremos destacar otro rasgo de la escuela hist6rica cientifica: su interes por la etnografia. Nuestra prehistoria, la vida del indio, atrae a los historiadores de dicha escuela. La reproducci6n en la Biblioteca Hist6rica de los textos de Oviedo sobre los aborigenes antillanos debi6 servir de incitante y tambien el auge que alcanza ya la ciencia de la, prehistoria en el ultimo tercfo del Diecinueve. Rendimiento de esa nueva esfera de interes son los estudios etnograficos de Stahl, del mismo Brau, de Coll y Toste, de Morales Cabrera, de Calixto Romero, etc . Indicativas tambien de esa inquietud por la prehistoria son las colecciones arqueol6gicas que para esa epoca hacen algunos aficionados que, como es natural, no estan aun en posesi6n de criterios tecnicos. Prosigamos con el informe de la obra de Brau: corresponde mencionar su manual de Historia de Puerto Rico publicado en 1904 y que como tal, no ha sido superado. Es la unica obra de ese genero y de esa categoria escrita por un puertorriquefio que traiga nuestro acontecer hist6rico hasta pasado el cambio de soberania. Y ultimamente, mencionamos su aportaci6n de mas envergadura, La Colonizaci6n de Puerto Rico, clasico de nuestra historiografia y de la historiografia hispanoamericana . Analiza Brau aqui, en sus diversos pormenores, el fen6meno hist6rico del descubrimiento y conquista en el area antillana; tiene plena conciencia de la importancia de esta etapa experimental en la historia de Espana en America, antecedente imprescindible para entender los desarrollos posteriores de la conquista y poblaci6n en las regiones continentales. Esclarece, con mano maestra, la historia de nuestro primer siglo hasta 1550. Espiritu esencialmente analitico, Brau ve esa epoca de nuestra historia en su complejidad y en su profundidad; nose ocupa unicamente del proceso externo; hace tambien historia interna, historia institucional. Brau realiz6 estudios en el Archivo de Indias , en donde reuni6 materiales para llevar nuestra historia-segun propia confesi6nhasta el siglo XIX. Desgraciadamente, la muerte seg6 su vida antes de que su talento excepcional de historiador nos hubiese legado una

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aportaci6n que habrfa sido de valor incalculable para el esclarecimiento de nuestro pasado.

Por raz6n de la mayor amplitud y diversidad de su obra y quizas tambien por motivo s de temperamento , no priva en la obra de D. Cayetano Coll y Toste con persistencia uniforme, el rigor met6dico ni la cuidadosa elaboraci6n de las obras de Acosta y Brau. Dotado, sin embargo, de extraordinaria vitalidad intelectual, su radio de acci6n es mas vasto y di verso que el de sus predecesores . Cultiv6 no solo la historia sino tambien los generos afines. Su inagotab le curiosidad hist6rica hace que fije su atenci6n en temas y perfodos di versos de nuestra historia . Incluye s u bibliografia la recopilaci6n y divulgaci6n de nuestra mas rica colecci6n de fuentes, el Boletin Hist6rico de Puerto Rico, cuyas posibilidades p ara el conocimiento de nuestra historia no han sido aprovechadas aun a cabalidad; tiene tambien un documentado estudio sobre nuestra prehistoria; una serie de veintiocho conferencias sobre historia de Puerto Rico desde el descubrimiento hasta los albores del Diecinueve; monografias sobre la historia de la instrucci6n en Puerto Rico , la historia de la propiedad territorial, el descubrimiento, una "Memoria" sobre el estado de la Isla al ocurrir el cambio de soberania , y otra comp a rativa del estado de Puerto Rico entre 1797 y 1897, una serie de informes , aclaraciones y rectificaciones en contestaci6n a consultas que se le hacian en su capacidad de historiador de Puerto Rico, biografias, leyendas, etc. , etc.

Aunque este resumen bibliografico se limita a las tres figuras que consideramos representativas de la escuela cientifica , ello no implica que carezca de interes la obra de ot ros de sus cultivadores , pues precisamente algunos de ellos han hecho en l a centuria actual aportaciones de valer. A modo de colof6n cabe advertir que ya cobra presencia en nuestro horizonte cultural un nuevo ciclo historiografico. Como es 16gico suponer, sobreviven en el practicas met6dicas y principios rectores sobre la historia , vigentes en la segunda etapa; sin embargo, se perciben ya algunas variantes. El ambito de interes historiografico parece dilatarse; parece tambien variar el criterio selectivo de temas con el consiguiente desplazamiento y sustici6n de anteriores preferencias; asi tambien es distinto el enfoque y planteamiento en aquellos . Las antedichas variantes auguradoras del tercer momento historiografico, delatan un cambio esencial en los elementos generadores, a saber, otra sensibilidad cultural y otras inquietudes hist6ricas.

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EDITORIAL DEL DEPARTAMENTO DE INSTRUCCION PUBLICA ESTADO LIBRE ASOCIADO DE PUERTO RICO 1957

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