'\ l_ BIBLIOTECA DE "EL BUSCAPI É." ," l\ OVEIJAS, CUENTOS Y POEM AS PUERTORRIQUENOS D& BR 1. u, M ulloz RIVER A, Z ENo, V • VALLE AT1LE", Mo1<ALIS FERRER, G oNZA LEZ GARCIA, GoRDlL s, FERNANDEZ J uNcos, IlTC. ETC. ' PUERTO RI CO 1894
LA SERENATA.
AL PINTOR PU.IRTORRIQUE!IO DOll rost CUCHI .
EJail las diez di: la noche, y la hermosa luna llena, como un globo de alabastr<;> . que en olas de luz navega, daba claridad aL cielo. penumbra dulce á Ja tierra, y ese misterioso encanto , esa majestad serena con que impresionan el alma las noches puertorriq uellas . Miles de insectos lantaban li la vez notas diversas en confusión Indecible y empellada competencia, celebrando la noche la brisa apacibA: y fresca; y otros de fosfóreo brillo y con titilar de estrellas,
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!\tomos de luz con alas, corren, giran, saltan, vuelan, y en su diamantino enjambre inundaban Ja maleza.
Un incitante perfume de jardfn y de floresta halagaba Jos sentidos con amorosa insistencia, que aun en horas de calnl" es, en esta zona espléndida, c;ada planta un pebetero · y cada flor un poema que en generoso tributo rinde Flora á Citerea.
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Por un angosto sendero con honores de vereda, que sube en tortuos,os giros, hacia el lomo de una s ie rra , un ji baro ( 1) repechaba con planta firme y ligera.
Era Fernando Collores, ·mozo alegre, talla esl-elta, t ez blanca y descolorida, grandes ojos, barba negra, aire ga lá n, busto erguido, rostro de líneas correctas, Y. expresión movible y va¡roj', entre sumisa y enérgíca.
(1 1 Campesino puertorriqueño do ninguna inslrucci6n,
LA BllllBIUTA
Siempre y por igual propicio á las riflas y á las fiestas, .lo mismo improvisa, un baile que lo acaba ó lo dl!;persa. Cantador á lo con asomos de poeta, nadie en el barrio le iguala cuando rima y argumenta; tiene acopio de cantares, glosa en un Jesús las décimas, y hace hablar entre sus manos la guitarra y la vihuela. Galanteador incansable, no hay vecina casadera á quién no haya declarado \ sus amorosas ternezas ; mas no se rinc.le á ninguna, porq\le es pájaro d e cuenta, y por lo sutil y arisco, que al cogerle salta y vuela, entre las mozas del barrio .?ene un apodo: Guinea, Por eso busca en la altura lo que en e l "ªlle no encuentra, muchachas desprevenidas, impresionables, íngé riuas, que le abran sus corazones. y le escuchen, y le crean. t Ll egó por fin á ura casa, lletC.vose en la meseta, miró en torno, tomó el tiple, acercóse á la e.;calera, escupió la mascadura, dejó expedita la le ngua, preludió una serenata
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6 BIIBLOTECA DB El.
de música jibaresca, puso acorde la voz propia y cant6 de esta manera
CUtJndo el sallio Salomón 'C011 más devoción' rezaba, llegó la reina tie .sa6a Y el roóó el eoraz6n.
Despielta Juana Ventura y oye á quien tu amol implora dende el mesmo punto y hora que contempló tu helmosura.
En la dolama sin cura que sufre mi corazón, jayo la desplicación · de aquel afeuto prefundo que ya reinaba en el mundo c11ando el saóio Salmón.
Te vide en el cafetal, y en seguida peldi el tino poi ese cuelpo divino y esa cara celestial.
Me ful despues a reza! los tres quinces y la octava, ' y mama se puso brava polque, mi bien recoldando prenuncié tu nombre cuando "" más devoción rezaóa
LA llEltEll' ATA'
Luego el rigol de Ja ausencia, ..• hasta el guateque de Anones, · que aumentó las ilusiones y el tllJuel de mi querencia.
. ¡ Qué noche ! La concurrencia de seto :i seto llegaba. y cuando el cuatro punteaba y el g'iJ.i'ro empezó á gemil, tú dentrastes, es decil · llegó la reina de Saóa·
Pero ya vivil no puco en e5ta duda tirana. Asómateá la. ventana y dame el sí que deseo . Hazlo por el rey hebréo que hallándose en oración le cogió de sopetón la hermosa reina jµdla, (menos guapa que la mía) y le roóó el eorasón
••• Cuando la copla del tunp . á su conclusión llegaba. oyóse yn rumor muy leve se abri6'un postigo en la tabla y asomaron unos ojos de andaluza bo1 incana.
1 ·¡Qne Dios te bendiga, prendaldijo el cantor en voz baja ; más en el instante mismo en que el galan as1 hablaba, la puerta de la subida
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8 llIBLIÓTIC.t. Dlll EL BU!IC.t.PIB
giró sobre sus , ·isagras, dando paso ú un nombre fosco d e actitud malhumorada , ' con e l cabello en deso rden , canosa y luenga la barba, y apoyado en un machete morun..i cie cinco cuartas. Encaróse con Femando lanzó un terno, blandió el' arma y, sin más explicaciones, ' dijo con voz alterada: . -¡V e te de aqul , sinvelgüenza, 6 te divido en tajadas!
Aguardóle quieto el mozo, proban:lo que no era rana, y con sosegado acento as{ dijo al de la casa: -Apl áquese, don Sabino y escúcheme dos palabras. ' -¡ Lalgo de aquí!
-No soy perro, - ¡ Juye 6 te coito, canalla! Jable bien, poi v\da suya. -Pues vete . -Ya voy. . - ¿Que agualdas? -Me diré si no me insulta -¡A la s buenas 6 á la s ma las! -N ojuyo .•. -¡Lalgo! -¡Me quco! -Pues te dirás en volandas --;- D éje me que meclesp liqn e. -¡Nu hay desplicación que valga' ·Soy un hombre ....
i..t. SERIM.t.TA.
-JEres un pillo!
-No le robo fl. nai e nada. viniste?
-De juro no vine fl. cos'a mala · . Yo quisiera . . . . -¿Qué?
-Casal me.
-¿Corr quién?
-Con. . . . vamo s, con Juana, -¿Con mijija?
-Con la mesma. -¡Pues IUgate en hora mala ! -¿Poi qué lo dice?
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-Lo digo polque yo sé lo que pasa, po!que estoy en mi juicio, polque ojos tengo en la cara, polque no me chupo el de9, polque conozco tus máculas , y no estoy aborrecio , ni está en Belén la muchacha , y-pa decirlo de un viajepolque aun hay vergüenza en casa ¡¡Don Sabino! .
-Ya lo dije ; oye atento lo que falia : Juana es una prenda fina, salvando la comparanza. Es moza, y no hay qui e n melm ure de su aquel y de sll fama. Sabe lava!; en un brinco teje un sombrero de palma; remiénda, y jala la aguja como naide de la camalca;
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10 lllHLIOTGCA m. ¡ l. HUS<" A !'11':. compone una mclccina como un dótol; coita. •J!?nC'ha. cafi.\ y hace un [iuiso y un mnj'arcf;; sir! falta.
Fué diez meses <Í la r;;cuela, llegó á escrcbil cuatro 0 bi;as, y se aprenJi ·, el s:ilib:i ri°u como un perico: trnbaja en tocio lo r¡uc: se ofrc:cc y es muy mujd je s11 Si .regaño, no óo.1·/ira, es docil como una m a lva, y .. . manque yo no lo diga, lo que es como guap:i, es guapa. Agora dí, ¿cómo quieres que un padre como Dios manda deje que ronde á una jija de tan buenas celcunstancias · un picaílor , un pcldio, un calavera, un maraca que á todas dice lo mesmo r que :1 todas las engaña?
Deja< en el scbprucci una novia preparada: · otra en Guarabal de arriba , otra en Pajuil, otra en Lajas: 110! causa tuya en el Jodo se arañaron dos hclmanas: tienes en Cupey un lío, un c1ifusr¡11<· en Candelar.ia. una colleja en Gandules con dos pipones poi banda . otra que se fué al Pepino , otra: que 'ive <le lástima, y tú á ncnguna le tiras con 1111a ha tata,
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Era una ambición muy natural. ¡Vaya que si lo era !-Constituir un hogar, tener una casita tranquila, retirada del bullicio urbano, con sus libros, con sus verSOll, y con su mujercita, identificada sin duda· con sus ideas, y que seria la flor hermosa que perfumara aquel búcaro que habla sollado tantas veces . . . . Naturalisimo ¿no es verdad? Naturalisimo.
· ¿Quién no ha formado esos castillos en el aire? ¿Podia ambicionarse menos?
Pues le fué muy fácil el realizar su suel\o.
¡ y ·qué plkida ve!ltura se percibía en aquel rinconcillo, lejos del ruido callejero, entregado él á. su labor diaria para ganar el pan, y ser la alegria y el amparo de los que vivian bajo su techo !
· Y lo que también es natural, constituido el hogar, comenzó á formarse la familia.
1Qué alborada tan hermosa la de aquel dla 1
. Se ha_bla colado por las puertas un angelito rubio, muy rubio, que fué su encanto y su delicia. ¡ Alll estaba, en su cunita, muellemente rescostado entre en-
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caJes y cintas. Era una ni!la, blanca como un lirio, gaf· zos los ojos, perfiladilla la nariz, y la boca tan peque!luela y tan rosada, que parecía un cachito de guinda, sobre la nieve de su carita, alegre y sonriente, como una madrugada de abril.
1Qué linda era María 1 Ese fué el nombre que la pusieron. ¡ Es tan dulce ese nombre en una mujer 1 1 Simboliza tanto 'la puereza y la dulzura de la que lo !nmortalizó con el perfume de su santidad y de su virtud!
Y la chiquilla comenzó á crecer y á espigarse.
Él no sao 1a lo que le pasaba. De alegre y bullicioso, torn6se 1serio y pensador. Se había dormido nifto y despertó padre, sin darse cuenta de ello. 1 Qué responsabilidad, pensaba, ha caído sobre mí ! Pero á h vez, ¡cuánta ternura para amará aquel pequefto sér, llesbordaba df su pecho!
Y la chicuela seguía creciendo. Era como un lirio blanco.Jiue ;e meda al extremo' de un tallo débil, doblegándose al impulso del viento . El carmin de sus nabios comenzó á palidecer poco á .poco, y su sem blan- · re adquiría una bhmcura transparente '. . .
-¡Si se nos pondrá mala la niña ! Pero no; no puede ser, sería una crueldad que se enfermara.
Era la primera nube que comenzaba á dibujarse en el horizonte de aquel hogar, sereno y feliz.
-Hay que ver al médico. Consultémosle; • esto 1 no será nada. Y el pobre, trastornado, lleno de temor y de esperanza, tomó de la mano á su hija y la condu;o á casa del Doctor.
i Era éste uno de esos hombres de carácter fran"co y abierto; brusco en sus manifestaciones é incapaz de ocultar la verdad, por dolorosa que fuera'.' . Parecía á 1m genio mefistofélico y sarcá;tico, sin serlo por sentimiento.
¿ Obedeceríá tal vez la franqueza ruda de su caracter al hábito de contemplar de cerca las miserias humanas ? ¡ Quién sabe 1 Lo cierto es que el Doc- /
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!1 \l:L,. · tor, natur<1l ó ·. si :npre de buen humor. Poco s hombres l:-.c!-i-: C•.J:; ... tíÍn enemigos de revelar en el : , q .. 1 ; ,n,:'.J.:i en el interior de su alma. Dicrl t.. :· ·! lle :-:n !o el demonio, con10 vulgan11cn:;! S.! ; r.:.:m · h:.ntc permane sia siempre r Fr:: d' ]03 C}!lC pien can que vale S'.'.!t o·.li.t 1:1 c¡i.1c i;; lástjnra; y tenía razón.
Fijó su mir2:Ja in ; 1t"' .·1 h y tend iendo la mano' á su padr•\ l." Lij.1 cc.n h. 1:1,;, <li' 1:aturalidad: -¡Si se la está l.i a':cm•:i' .
>El infeli z no comv :O ·í tm!o ¡., •:=e si:;nificaba lª frase. · No tenia L::v;t:.nt.. 1 peri -;1c:a tb la ,·ida, ni sabia lo que duele n las enlermeda<l<.:s de los séres que nos son queridos
-¿Y qué es eso ? preguntó al Doctor, con ansiedad , nada, eso es se queda sin sa ngre.
A este trabuc:tzo ;i 'J" c ma ro¡1:i .pali<leci' el padre, y el Doctor trató <l¡; .h tranr1uiliciad. que faelltaba, cie co, ;a, . 111d1forcnt<.-:;, al m isma tiempo que continu ·1ba el cx(mcn de ia La auscultó con det en imi ento; b' e::ploró las muc3s¡¡s de los párpados y las encias, )' 1·01\-iéndvs·! <ic pronto; · ter· minó la consulta diciendo' lo :'rimero qm.: ha)' que hacer es irse aÍ campo. En esta cimbel lo <¡u¡; se respira es veneno, y los animales de dos pie> nl:cesitamos, como los otros, mucho oxígeno y mucha libertad. Con c¡ue ya lo sabes, aire puro, ejercicio ·y buena alimentación son tres cosas indispen sables que no se encue ntran en las boticas .
Y salió el con S'1 hija de la mano; pero llevand o el ceño torvo y h mirada sombria.
Aquella nube comenzaba á ennegrecerse y á crecer. Toda via se la veia lejos; p::10 sus contorn os se dibujaban con tonos tan obscuros <¡uc era preciso ea¡ ar ciego para no verlos. ;
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D os días después estaba ya instalada la nilla en uno de los pl'eblos de las inmediaciones de esta ciudad. Pero ¡qué pueblo! No entraremos en detalles; porque, como decia don Quijote, lo peor es mencallol pero qna s i en la Capita l vivimos como todo el mundo sabe, en el campo se pas;i algo peor. El remedi o J.;! m é dico fu é aun fatal que la enferme dad . La inreliz pequeñuela en co ntró en el oxigeno de ai:1ucl villorrio una dosis de paludismo administra do en cantid ades más que alopúticas.
Paréceme qu e lo es to y mirando.
Caia una llu via torrencial. Un celaje sucio, nebuloso, ocultaba el hermoso azul del cielo ame(icano. Amanecia el <lía triste, cargado de ese sopor melancólico provoc ado por la electric idad .
All í, detras de aquella tapia, se extendía el inmen so platanal, con sus grandes hojas desflecadas, de un verde brillante , formando un bosque sombrio que jamás atra· vesaban los rayos, dd se l. El aire que de alli venia, cargado d e partículas de humedad, cortaba como la hoja de un cuchillo, sin que se percibiesen esos aromas camp esino s que brota n, de los rincones hojosos · de los parques y que ll e nan e l pecho de alegria y bienestar. Nada d e eso. Én aqt1el airecillo suave y blando coro.o el paso una hiena, venía el sutil veneno que aspiraba in sensible mente sin r epugnancia ni placer. Insl· pido y traici onero, conducia en · sus alas, jugan\!o, la carga que nects itaba aquella nuvc para estallar.
Acababa de cumplir seis añt ·S la pequefla y se mejaba u1a mujercita en miniatura. El dolor físico se dibujaba en los ragos de su fisonomia llena de nura, como s i fuera el rostro de una Dolorosa de Mun• llo. ¡Y que horrible es ver sufrir á un niflo 1
Era una noche que no podré olvidar. La pequeña cama · estaba deshecha, porque la enfermita no encontraba reposo en ella. Se asfixial:-a. No podia estar acostada porque le faltaba el aire, 6 tal le parecía, y se incorporaba l'oniéndose de pié en el
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lecho y abriendo mucho los ojitos, antes tan dulces y tan hermosos, con una angustia inexplicable. Era como el pececillo que se extrae del agua y salta y se SO· foca en un elemento que no es el suyo.
Doblamos una colchoneta y la hicimos recostar para que la posición incorporada le facilitase más la del aire. Todo fué inútil.
La fatiga la rindió, ( ;pudimos por último colocarla en un pequel\o silloncito quP. la servia para jugar con sus mul\ecas. Allí, recostada la cabecita, que circundaban mil rizos blondos, hundiéndose en la blandura de la almohada, parecía una virgen cita, con el dolor pintado en el semblante, que ya sombreaba la muerte con sus alas.
Apartamos la luz, y en aquella penumbra confusa flotaba algo muy doloroso y muy triste .
Pero aun brillaba la esperanza. ¿ Quién puede arrancarla del corazón de uu padre? P1Jrdedla, si m/Yais, decia el Dante ; pero no lo cree mos. Ni aún en el mismo infierno puede perderla el que sabe ;entir.
El Doctor penetró en la es tancia . Pulsó a la enfermita y arrugó el cei'lo. No lo vió el ' padre y pre- . guntó: •
-¿Está mejor, no es verdad? Está casi fresca, y no debe tener fiebre . · '-1 Púlsala ! replicó el Doctor con ·
El padre obedeció, y comenzó á contar las pulsaciones. -Una; dos, tres, cuatro .. . . La arteria late tranquilamente. Pero tiene inter mitencias. . . se de tiene y vuelve á latir. mejor ¿no es cierto?
-Estás ciego. Abre los ojos, sé hombre y mira con serenidad. ¿No ves qne se está muriendo?
El infeliz se quedó como petrificado. Levantó la cabeza , quiso hablar, no pudo, y salió de la estancia bambole \ndose como un borracho. No volvió,\ entrar en ella, ni quiso contemplar por última vez á .iquel · pedazo de su corazón que se moria.
1 7 BIBLIOTECA DE EL BUSCAPIE
Era la primera punalada que recibía en el camino de la vida, y t::s cierto que el dolor embriaga como el vino
Despues ·... rumor de pasqs, sollozos compri· midos, el golpe del martillo que rebota sobre la tabla .... siencio, soledad.
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Y todo fué como un suel\o terrible ; pesadilla horrorosa que no pudo arrancarle una lágrima. rorque las que llegaban á los ojos retrocedían, anegandole el pecho en amargura.
1 Cuando le vi, un mes despues, estaba aparentemente tranquilo.
-·Cómo te encuentras?-le pregunté . '- Echó sobre mi una mirada volteriana llena de irónica tristeza, y contestóme : ,.
j El rayo que brotó de aquella nu/Je me cárbonizó este músculo. 1 •
Y se golpeaba elpechosonriendo,
J. A,. DAUllON.
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LA PECADORA
I,.t. PllCADORA 19
aleteo de sigilosa bandada de aves, que mudaban de albergue, presintiendo acaso cercano peligro, turbaban el silencio y la calma de a9uell<i: n?che.
Esa calma suele ser, casi siempre, precursora de grandes convulsiones at111osféricas., y pocos. en verdad, conoéedores del fenómeno, se hubieran arnesgado, en tales circunstancias, á abandonar sus moradas, para recorrer caminos extraviados por parajes distantes de las poblaciones; sin embargo, cualquiera de. mis lectores que hubiese querido acompañarme al b.arno de Palma seca, en el distrito municipal de •*• a\ resplandor fosfo. rescente de Jos fusilazos indicados, habría podido obser. var, marchando por mezquino sendero, un ginete que lll'(OStraba á la vez las asperezas del terreno ftagoso y accidentado, y Ja inminencia de los peligros consiguientes á un huracán próximo á estallar.
Corría una de esas nd¡ches del equihoccio de oto• !lo, preñado en la ·zona regional de las Anillw.
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La densidad de las nubes, inmóvilles en e , espacio, ocultando el fulgor de los astros, envolvia la tierra en profunda lobreguéz, interrumpida :S. intérvalos irregulares, por el fugitivo de rel , mpagos que los c;unpesinos de Puerto Rico designan con el gráfico nombre de fusilazos, y que, observados en aquel momento, parecían incendiar la extensa faja boreal del horizonte.
El calor natura l de la estación sentiase aún más sofocante, por el enrarecimiento del ambiente y la calma absoluta de la atmósfera.
,No se escuchaba el mjs tenue crujido en la arboleda ni en los catlaverales cercanos, y hasta esos rumores nocturnos tan perceptibles en los campos. parecfan hallarse bajo la acción de soporlfero adormecimiento. /
Sólo el gárrulo murmurio, monótono y acothpa· sado de algún arroyuelo, al m_ofarse de la torpeza de las guijas empelladas en obstruU"le el paso , 6 e l r•pldo
El ctimplimiento de imperioso deber ó impros- . . cindible necesidad debian de impulsar, por tan desierto sitio y en hora semejante, los pasos. de viajero, á quien sin duda asist :a gran conocimiento topográfico del barrio, cuando prescindía, en absoluto, de toda cJa. se de acompatlante.
A pesar de ese conocimiento, fácil era adivinar cuánto preocupaban á aquel los·amagos de tempestad, cada vez más pers1Stentes; por m,as que, · ocultándolé la cerrazón intensa las anfractuosidades del camino lejos de espolear su cabalgadura para ak.nzar . el llano1 donde serpeada la carretera, viérase obligado i 11tcnerse al instinto del noble animal, para n.9 dar con su cuerpo en el fondo bref\oso de algún barranco.
·De repente un grito agudo, especie de alarido lúgubre, exhalado por humana voz, hendió el espacio, interrumpiendo el silencio de la noche y haciendo estremecer ligeramente al solitario viajero.
· .
Alguien habla dejado de •existir por aquellos contornos, y el grito de "I Caridad por Dios!" que aca·, baba de oírse, -al anunciar el acontecimiento, .reQJam aba
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20 llmLioTECA D! t!. BUSCAPll
en nombre de un sentimiento cristano, lo! auxilios de la humanidad.
Esta antigu 1 práctica, caída en desuso en campos de Puerto Rico; especie de telegrafla funeraria de incontestable utilidad, dadas las condiciones en que han vivido sus habitantes, debla ser conocida del, ginete, así como la forma en que suele llevarse cabo1 conteniendo al bruto. levantó la vista, tratando de onentarse en la s tinieblas sobre la procedencia de semejante clamor.
Presto quedaron sus á intervalos iguales y con mayor mtens1dad •. rep!b?se otras dos veces el alariclo, observándose al mismo ttempo. la humareda de pequeña fogata en la falda de un altoza· no, situado á corta distancia del sen.clero que llevaba la cabalgadura. . . . , .
Casi simultáneamente con la v1brac1on del ulttmo grito sintióse como un estremecimiento general de la natu;aleza : ron co y prolongado silbido, al • parecer de las lejanas .profun?id:ides del va!le, ,vino á quebrarse en las cañadas y vericuetos de la Slerra, multiplicándose hasta lo ecos, nota me ntal perdida en los mtermmables registros de un ór· gano formidable.
Agi táron se al mismo tiempo s?rdamente las hoja1 de los extensos c!añaverales, retorc1 éro nse !os árb?,Ies en vertiginosa convulsión, y un.a ráfaga . de cálido, impregnada de aromas indefimbles, barriendo 1mplacabemente la tierra, trocó de repente en desordenado torbellino la misteriosa y lú gubre serenidad.
Era el anuncio de la tempestad que iba á desen· cadenarse; el preludio de salvaje melodía fúnebre, entonada por la naturaleza como himno, tal . vez de despedida, al inmortal espí ritu que acababa de desprenderse d e la vida terrena, aba ndonando el pasado m<;6modo ropaj e carnal.
LA PEC!DC>aA 21
El preludio terminó; la calma tomó· á cerse: la tempestad tomaba aliento para desarrollar con mayor ímpetu su furor.
Asl debió comprenderlo el viajero, pues irguiendo el cuerpo, que había inclinado . sobre el cuello del caballo, para oponer menor resistencia al choque de\ vendaval, clavó las espuelas en los hii ares del !)ruto, y se encamin ó, á campo travi esa, hácia el luga r en donde segura humeando la fogata. ·
Si mis lectores desean conocerle, sigal1lí>S tras él. u.
A cQ>ta distancia de la hoguera, y merced á sus rojizas llamaradas , divisábase miserable caballa, por cuya .abertura principal, con honores de puerta, asomó, · al oir el galope del caballo, un hombre, labriego de tan , mezqui na condición como la choza, á juzgar por' su de . sarrapado traje y sus enflaquecidos músculos . ' Este hombre al saludo del recien llegado con esa ti mida afabilidad del ;ioaro, cruzándose desde luego entre á mbos las siguientes frases: '
-¡Eras tú el q\le gritabas?
-Si, señor.
1-¿ Quién ha muerto aqul?
-¡Ay, don! Es Cocola," mi muj er, que ha e ntregado su alma á Dios .
-¿Y quién esperas que venga á tu casa .en noche semejante ?
-Es verdá, don; que con esta manguera que !e nos viene encima, no se atreverá nadie á dejar su ran · cho, pero yo estoy inválido, y sin más comp.afla que
Diminutivo f&miliar de Ea,' "9 ': ' ..
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22 BIBLIOTBCA DE IL BUSCAPIE.
dos criaturitas, y no tengo siquiera qué amortajar _fJ. mi mujer. Grité carida á ver si Dios se compadecia de m(, y me mandaba alguno que me acompañase en el velorio.
-Pues Dios te ha oido, dijo el viajero descabalgando, -¡ Cómo, sel\Or .•.• 1 ¿usté . ... ? . .
-SI, yo te acompai\aré. Me .es 1mpos1ble proseguir la marcha, y por mucha lluvia que en tu casa nunca será tanta como la que me espera a campo raso. Ademá.s, has pedido auxilio el nombre de Dios :y no puedo negártelo. .. . -¡Ay, don 1 exclamó el Jibaro corunov1do. El se lo pagará! l'ero, mi rancho es tan pobre que no va á encontrar usté ni donde sentarse.
-¡ Bien, hombre ! de P!é;_no te inquietes por eso. Pero, date priesa; no hay. que perder: quita la montura al y mira s1. uenes modo de atarlo en paraJe seguro, mterm :;e d1s1pa el • temporal.
-Sf, señor; descuide usté, replico el labriego, Y• tomando el caballo de la brida, se dispuso a complacer á su huésped en tanto que éste ponla el pié en e l umbral de la cabai\a descuoriéndose al entrar L'On la misma respetuosa que si hubiera penetrado en un templo.
Ya era hora: gruesas gotas de agua impeiidas con violencia, empezaban á caer. L.i tempestad contenida un momento., iba fJ. desatarse en torbellino desenfrenado.
Pero ¿quién era aquél caminante desconoci_do? Quizás pueda descubrirse en el curso de esta narración: por allora fuerza será que mis lectores se conformen con saber' que era persona de mediana y 1 proporcionados que á primera VIS· ta elegancia y disunción¡ pero d1st1nc1 on natural, espon· imca, como cualidad ingénita de su órganismo, J mpo-
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LA rECADORA.
sible de confundir con esa estudiada afectación que suele producir el barniz social ó el deseo de bien parecer.
El semblante de aquel hombre respiraba bondad y simpatla. Notábase, en aquellos rasgos fisionómicos, algo de los que la tradición atribuye al hijo del carpintero judio: la misma pureza de Irneas; igual tinte de languidez melancólica; idéntica fuerza irre;istible, atrayendo é inspirando respeto á la vez. á hacer, más sensible tal semejanza, la barba corrida, . que prolongaba el óvalo corre,to del rostro, y el largo cabello castai\o que la nieve del tiempo comenzaba á emblanquecer.
Sus ojos garzos, dulces, inmóvil es y expresivos, despedían en ciertos instantes intenso fulgor; dirfase que una chispa misteriosa los iluminaba, como ilumina e1'_espacio, en qoche al , parecer serena, deslumbrador destello de poderosa electricidad. Su frente espaciosa, prolongada hacia !a extremidad superior de la 5 sienes, surcaba.n acentuados pliegues, no bie n to- . davía por la acción. de la aí\os : las .vigilias tenaces del estudio, preocupaciones de la vida 6 de una fatigosa profesión, debl.in de haber contribuido ll ahondar aquellos trazosindelebles.
Vestia el desconocido, traje completo de tela de hilo-traje de plantador que diría un novelista europeo -de tone irreprochable y cuya blancura formaba con. traste con el panuelo negro de seda, que anudado cuidadosamenté al cuello, servfale de corbata. En una de sus mapos, resguardadas por guantes de gamuza ceni· cientosly qUé envidiaría más de una dama de gran tono, cimbraba ligera fusta con empui\adura de marfil, completando el equipo, flexible sombrero de Panamá y Ji. trero sobretodo impermeable, recogido sobre el brazo izquierdo.
Al penetrar en la choza. débilmente iluminada por la ahumada luz de algunas astillas resinosas que at · dlian én un extremo, entre varias piedras destinadas {l.
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BIBLIO'l1!CA DE EL BU&C!Plll
de hogar, tendi6 rápida ojeada el visitante,
buscando algo que debiese merecerle preferente atención,
logrado sin duda su deseo, emoul'lando una de las encendidas teas, se adelantó resuelto mente hácia el fondo del recinto.
Ali! se alzaba sobre cuatro groseras estacas, uno de ésos tabladillos que los campesinos de Puerto Rico llaman barbacoas; lecho tan incómodo como humilde, donde, con entera mezcolanza de edades y sexos, suele entregarse al descanso toda una familia.
· J?escribamos el local, ya que hemos dibujado el persona Je.
Inutil descripción,-puede que murmure alguno -¿Quién no ha visto un rancho de Puerto Rico?
Verdad que sí; más es fácil que algunos que creen haberlos visto, no &epan lo que en su interior encierran. ·
Al contemplar, desde lejos; esás pintorescas caballas graciosamente colocada.• en la falda de ondulan-. tes colinas, som por el lustroso follaje; del bana. nero y de la palma real1 por entre cuyo ramaje, balanceado constantemente por las brisas marinas , cargadas de aromáticos eAuvic>s, penetran, como al través de entreabierta celosía morisca los rayos de espléndida , luz solar, seduci:los por aquel cuadro, exuberante de vida y de colores, que se destaca sobre un horizonte en que el zafir se ansfor¡na en acero brul'lido y las vaporosas gasas roban al oro, al carmin y al ópalo todos sus tintes , muchos quizá habrán sentido agitadas todas las fibras de su corazón por la musa pastoril; por musa que in sp iró al mantuano insigne sus admirables églogas, al contemplar sin duda las campil'las sicilianas desde las clá sicas alturas del Pausilipo.
' LA PECADORA. 25
Quizás mis de una imagin:ición juvenil, arroba· da en suetlos de inefable ventura habrá envidiado la posesión de uno de esos nidos para trocarlo en sentuario de sus ideales amores. suponiendo que hasta alli no puede ll egar el vértigo de la pasión des· bordada ni las banales preocupaciones del mundo civilizado.
¡Oh .... . ! ¡cómo seducen las apariencias! ¡Có· mola poes·a del sentimiento puede embellecer y desfigurar la árida prosa de la realidad ... .
El interior de nuestro bohío, -llamémoslo ·asf, pues que por •ese nombre se designan en Puerto Rico esas miserables.-abarcaba r ed ucido perímetro, sin ni compartimientos. Sala, cocina, alcoba, comedor, tod o se hallab a reunido en una sola pieza, dentro de aqu'el limitado y cubierto por seco d e palma , á su vez por endebles varales de man <Yle, atados con r ecios bejúicos á las cuatro estacas cfue formaban los ángulos del recinto. Otro madero"'central servía para sostener el caballete del cobertizo, pendiendo de él y de uno de los ángulos exfgua y pringosa · ·
Al hablar de hamaca no se imagine · algún lec· tor, poco avisado en las cosas de nue-;tra tierra, que se trata de una de esas redes de Aexibles y delicadas ma· llas, entretejidas con la .fibra del útil agave americano. conocido vulgarmente con e.l nomb re de maguey, y las ' que más de un adusto moralista execra como ge· nerad ras del ocio. sin duda porque no ha g ustado sus deleites. La ham aca, que constituía el mueble princi· pal de 'que! bohío, se hallaba formada por groseras cabullas, trenzadas c•m la paja qu e envuelve las mazorcas del mai z, anudada entre si con cortezas y á fé que, ni por su enana ex tensión ni por su negativa suavidad, podía prestar aquel utensi lio alí;:mto á la holganza.
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21'i BIBLIOTECA DE EL BUSCAPJE.
Grande debía de ser el cansancio del que, pleaado sobre aquellas cuerdas, lograba dar descanso á fatigados miembros. . .
Y sin embargo, esa grosera hamaca el. umco signo que revelaba en aquella morada,_ ese comodidad innato en el hombre así salva3e como CIVIiizado. ,
Desprovisto el suelo de pav!mento, mostra?a por todas partes la tierra desnuda, fét1dá por las suciedades domésticas y reblandecida constantemente por la humedad de la lluvia y el rocio, que penetraban por los claros demasido visibles del techo .
Algunos calabazos e n un rincó n, uno que otro caldero desportillado junto al hogar " toscos y mohosos utensilios de labranza arrinconados en un extremo, y un arca de madera desvencijada y mugrienta, completaban el ajuar de aquella morada miserable.
Pero aún nos queda algo por describir : algo que no en vano habfa solicitado con preferencia el viajero al penetrar en aquel sitio. .
Sobre las mal unidas tablas de la barbacoa, • teniendo por único jergón raida estera de palma, yácla el cuerpo de una mujer, cuyas formas rígidas y demacrada.> se dibujaban bajo los pliegues de haraposa manta de indiana, descolorida por el uso. . ,
La muerte, al enseñoréarse de su víctima, habiale impreso sus refl ej os acentuando con matices terrosos la amarillenta palidez del te. Los ojos de aquella mujer, extremadamente abiertos, destacaban el negro intenso de sus pupilas desde el fondo de las hundidas cuencas, clavados al parecer en lo infinito, co mo si el último estertor de la agonía los hubi era sorp rendido, tratando de vislumbrar las -sonadas riberas de ese edén de justicia ofrecido los des herdados de la tierra como suprema consolación.
El cabello negro, la ci o, profuso y enmar;nado
L.l PECADORA.
encuádraba el rostro, bello en mejores dias, á· juzgar por !a corrección de sus principal es líneas , desfiguradas aho- · ra por los estragos la los labios carno sos lfvidos entreabnanse aun a impulsos de la contrae-. final de la catástrofe; una mano crispada, asiendo el ligero cobertor, habíale replegado convulsivamente, dejando al descubierto el pecho desecado, huesoso, mte'ntras otro brazo, rigidamente extendido, parecía querer atraerse una criatura de cortos meses que, desnuda en absoluto, dorm(a profundamente, ofreciendo Ringular contraste junto á. aquel cadaver. .
Otra nil\a de pocos al\os, con la cabeza hirsuta y el endeble cuerpecillo mal cubierto por guiñapo _de súcia tela sentada sobre el duro lecho, miraba con OJOS estúpidos derredor suyo, azorada por la presencia extral'lo ó amedrentada por las ráfagas del viento huracanado que sacudía furiosamente la cabaña, El desconocido, levantando en alto la rudimentaria antorch'a , contempló largo rato aquel cuadro de , desolación . Su mirada escrutadora, compasiva y severa A la vez, lo abarcó todo, sin manifestarse sorprendido por la acción devastad?ra de muerte, ni f?or !as manifestaciones más hornbles aun de una mtsena cruel Aquella serenidad debió haberse en la observación frecuente de espectáculos seme3antes. En la de aquella fisonom !a, profundamente indagadora, no era dif1cil adivinar á un atleta de la ciencia, habitudo á luchar con la muerte junto al lecho de los enfermos y a,costum)>rado á an!e el enigm, de un cadáver, ti del rayo m1Stenoso que le anonadó. Abstraído, inmóvil, analizando los detalles del conjunto y uniendo los recuerdos de su práctiea experimental á las facultades inductivas de su imagínación, trataba sin duda aquel hombre de reconstruir en su cerebro las peripecias angustiosas de! drama cuyo enlace lo arrojaba al paso la causalidad, cuando 8111tló
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BIILtOTICA DB lt. llUICAPIB
tras de sr los pasos del labriego, que de regreso de su faena se le acercaba sigilosamente. Volviéndose enton• ces hácla él, preguntóle con intéres: '
-¿ Quién asistía á esta mujer?
Y elji6aro, titubeando, como si no hubiera comprendido bien la pregunta, respondióle:
-¿Asistirla .... ? ¡pues .... ! yo, cuando mis dolama.a me daban lugar. ma.
-No es eso. ¿Qué médico curaba á la enfer-
-¿Médico . . ? Ninguno.
-Es decir que ha muerto sin auxilio alguno, sin que naide le brindase socorro.
· · -Remedios no le han faltado. Por Semana Santa, cuando tuvo 'esa chiquita, como ya se quejaba de un desasusilio en el pecho, la partera dijo . que era mento con sangre, y le compuso una botella .. .
· Sí; de veneno. Siempre la preocupación ignorante; se huye de la ciencia para caer en un criminal charlatanismo. Pero, vamos, explícame el porqué de no llamar á un facultativo .
-LSomos tan pobres! .
-esa no es una razón. La Beneficencia públi- • ca provee de médico y. medicinas á los vecinos que carecen de recursos. •
-Pero hay que Ir al pueblo, que está muy lejos de aquí, y perder el jornal de un día en la que hace tanta fa ' ta para comer, y después pedirle al sellor cura una papeleta, e n que le diga al señor corre_g-idor que uno es pobre de y qu e vive como Dios manda ....
-BUt!OO . ... ¿y qué?
-Es que el sel\or cura me la hubies a negado.
¿Acaso eres hombre de malos antecedentes?
-No, señor; yo nunca be comido con el sudor ageno, ni he vivido de hacer trampas en el juego, ni
Je he daño nadi e. ni siquiera guardado rencor. Y o no he hech0 en mi vida otra cosa que tr.ibajar como un n egro.. . ¡y sufrir ! don 1 usté ao sabe ni quiera saber, lo que es la neces1d;\ ... Si esa pobre, que Dios tenga e n el cielo. pudiera hablar, le dir a ' si fnf honrado con ella y si tengo buen cora. zón.... ,
Y los sollazos, ahog lndole la voz, no le pernu · ti eron proseguir. . . . .. (
El hu ésped. conmovido por m10 y por aqu ellas 1·grimas ta • elo.cuentes, cle.16le d1s1par los recuerdo s punzadores que sm duda le atormen· taban, y después de un mom e nto reanudó la converación.
-?Ctlmo, a sistiéndote la conciencia de tu honrapudiste' s'..lponer que el p írro co no la reconoc;-ria? -Es que yo no estaba cawdo p or la lglcsza. -¡Ay! Comprendo ; eres un.o.de ta.ntos . . . . ¡El concubina't'o por todas partes' ¡V1c10 cap1t:i1! . -No fué por \'icio. Cocola era m1 pnma mana y necesitábamos dispensa . ·
-:¿No lo sabíais ántes de. unir?s ? ¿Por. qué no lo presente, al mé nos tu, ev itándo le a ella su desgracia?
-Su desgracia no la causé yo. ,
-.: Qué no fuist e tú? Explícame eso. entoncl!S; -Seña el cuento muy largo Y . . . . ¿para que necesita usté s aberlo?
-¿Para qué reclamaba s ayuda un instante? ¿No / has pedido caridad, en nombre de Dios? -Los ricos no tienen caridá con nosotros, -¿Y quién te ha dicho que ya-lo soy ... ;?
¿Las apariencias . ? Pues te enganas . No soy mas que un obrero como tú; só lo que cultivamos campos distintos y en el nlio hay frutos que te hacen El médico que no has solicitado para curar. á tu mu3er, lo neces itas ahora forzo , am;intc para ates1:1g11ar la en.fer
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BmLioTl!CA DI! J!L BU:'CAPIE
medad de que ha sido v ctima; ese médico ha entr:ido conmigo en tu albergue.
-¡Cómo! ¿usté ?
-
·Si. ¿Comprendes ahora como puedo darte ayuda?
-Perdone usté, senor dotor, yo no sabia ••••
-En cambio, yo. sé que la consunción que ha producido la. muerte de esa infeliz, no es en todo'Sios casos, consecuencia ex ·Jusiva de la miseria. Los ricos también la sufren. Y como tus palabras me hacen sospechar la intervenci 1' n de un agente principal en la desdicha que te aqueja, de aqu( que, no por simple curiosid d sirio por deber, procure saberlo todo. ¡Ha· · bla! Tiempo hay de sobra; el temporal me detendrá · aquf toda la noche, y ya que no tienes una cama para ofrecer mi cuerpo, prestarás á mi espíritu una nueva ensenanza.
-¡Si usté lo manda .
-No mando; deseo. Pero antes que otra cosa, importa retirar las nillas de ese sitio. La proximidad del les perjudica.
-El caso es que no tengo donde recogerlas. El doctor revolvió la visl!I por la desabrigada es.,. tancia, cuyo suelo surcaban las corrientes producidas par la lluvia exterior, á que daban acceso los intersticias abiertos en el techo de ramaje por la impetuosidad del viento, y, fij&ndose en la reducida hamaca, la senaló al labriego con un ademan, diciéndole:
-¡Allí!
Y desplegando el impermeti/Jlc que conservaba en el brazo, extrendió un extremo sobre las cuerdas de aquel lecho colgante, y colocadas las dos criaturillas una al lado de; otra, arropólas con el otro extremo del abrigo, imprimiendo á la hamaca ligero vaivén. Recogiéndose luego sobre el arcón, dispúsose ¡\ Oir el r.elato de su huésped, quien sentándose a su vez IObrc un rollúo fra¡mento de madera h 1radada, tosco )
LA rEC.\DORA. 31
utensilio aplicable á la pulverización del café, se expresó en estos términos:
-··
Cocola era hija d., 11na hermana de mi madre que murió esa enfermedá que llamaban el cólera, á mi prima muy chiquita. Huérfana y sin más dolientes que nosotros, se recogió en c.. sa: un ranchito que teníamos en un conuco, como el pullo de grande, resto de la fin r[c1 ita que nos dejó mi padre. Eramos pobres y se aumentó la familia, pero no nos pesó la la carga. ,
Cocola ten ' a mi edad, aunc¡ue ér , más íuerte que yo, más y sobre todo más alegre. Mi madre la quiso como á hija y me enseno á llamarla hermana. Juntos crecimos , teniendo todo el campo por nuestro, como dos ·pajaritos ; partiendo el bocado de comida cua'(ldo mi madre podía dárnoslo, y compartiendo el hambre cuando no hallábam os más que ag-ua ó alguna fruta para dei@yunarnos. '
Así pasó el tiempo h·hta que os s e r útile< para .trabajar, y n'l; fuim>J s j arr«ar btt fe s al trapu:!te dP. una hacienda . Cantando sa líamos de , casa al aclarar, pasábamo s dia, dando y ueltas con la "mgarra, y cantando y brincando volvi¡imos del trabajo al cerrar la noche dispuestos á la tarlea al otro dia. ¿Qué buen tiempo aquél! ¡Pero no 1odfa durar . ... ! ·
Ln dia vino del pueblo dona Mariquita, (a due · na de la hacienda, conoció á C ocola, y como le gustase ver!J tan dispuesta , le propuso llevársela par ha. und mujer. Mi madre lo consintió . 1
Triste fué para mi el momento de sepa•arntJs , "i Adios . José Mar .a!' ' Me dijo ella, siem pre. Y o >'olvi la cara 11..>rando, para no verla
Aquel dia no ful al trabajo, y tentado estu 1-c de no risar otra vei la hacienda, pero la necesidad me pbli · gaba volver.
Verdad es que mi trabajo no fué ya el mi mo.
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HTHl.T<JTECA T:>E EL
Sent a com0 si me hubiesen quitado la mitad Je las fuerzas. No me importaban mda los regaflos y ·malas palós mayordfl1nos; queria estar sólo sin saber por , . para ·lowarlo dejaba medio acabar mi ta· rea. dando motivo que me amenazasen con despedirme por
Con el viaje de Cocola parece que nos hicieron ' '.mal de ojo." Mi madre cogió pasmo lavando en el no, y. al volver una noche ·\ casa. la encontr'• · in sentido . Días 1ie,oués la llevaron 11 enterrar. El comisario se encarc:-ó de pac:-ar los gastos. qued ·ndose con el "conuco y la casita. que, según dijo, no daban ni para la i:nit'id. También ciuiso quedarse conmigo. pensando cobrarse el resto, pere yo me fuf á la hacienda, y como la molienda iba .- concluirse mt: meti á sabanero. ·
Aquel oficio era bueno para mi tristeza, y con él me volvi .m;ís hurailo que los animales que tenra encargo de cuidar. Al amanecer me iba á la saónna con él ganado á aguantar sol y agua como Dios quería; de noche me acostaba con los perros en una óagasera , y, el real diario que me pagaban lo entregaba á una negra vieja, que me compraba v lavaba las 11111das áe cakta y me daba algo de · , ' Así llegué á mozo. y es fácil que hubiera llegado á viejo, pero . . ¡lo cine ha de suceder
Hubo una vez que llevar ganado al pueblo µara por inútil , y con otro pastor, recibl de conducirlo. como siempre, alegrarme por · onocer el pueblo, donde no babia estado der.de que me llevaron é bautizar. y sin venirme á la memoria mí prima, que debia vivir alli.
Figúrese usté, sellor dotor, cómo me cogeria de nuevo oir que me gritaban desde un balc6n:-·•¡José Maria( Volví la cabeza y vi una mujer9na alta gruesa, hermosota, qne me llamaba . - "¿No me conoces?" ·- me 'dijo "¿No te acuerdas de <;:ocola .. ?,'
ti. HC4DORA'
Era ella si, eliftor; con su de aiemprt. Me habla conocido; pero yo no hubiera podido creer 1111.noa que aquella moza gordiíh>na, con una color ten 1nav e como la flor del cufJey, y tan limpiamente nsti· da, fuese la muj:hHcha sucia y jipata que 11 pinchaba los con el morivivl, corriendo conmigo en otro tiempo por el pasto. Ent6nces·en contri! bueno qne mi madre la hubiese dejado ir al pueblo. Arrean· do bueyes 6 emburrando calla, y resistiendo agus, sol y sereno en la hacienaa, no hubiera podido echar aqne1Iu carnes ni gastar aquellos vestidos que tanto la en11alanaban.
Al verme al lado de ella con mis calzones arrolladoa, las piernas llenas de lodo, la rota y mi tombrero viejo y\ deshilachado por el uso, me sen ti avergonzado, pareciéndome que ya no éramos iguales, pero folla me trató como siempre, animando mi cortedad. Cuando s•ll " del pueblo era otro hombre; por todo el camino fu{ pensando en Cocola, deeeando din3ro para engalanarme como ella y YOl· 1 ver ' verla en la vez que quisiese. Al llegará la ha- · cienda yo ten{a arre¡zlado en la cabeza la manera de . sllirme con la mis. Y as! lo hice. Dejé de .ser pu· 1 tor, me ajuste· con un encabezado, y á los trtlbajne da tala arrimé el hombro. .
Como ganaba y no ten!a vicios, pronto 'uve con que hacerme de ropa buena, con. mi ch11pa !irga r.omo los, mocito! del pueblo, cliapodí el malojal de gr•fi11 en la cabezi, compre un chonguü con 1Ud aperos, e111bana5té mis en uno• zapatet bien orujidore• y cuando estuve empaquetado del todo, YolYI al paeblJ. Si 1eilor; volv{ otr11 Yez y 1egul vol-' viendo cada vez que pude, todo en loe d{91 da fieata.
Poco podía hablar con mi prima, puet dolla Mariquita era muy mirada con sus eirvlentaS¡ y como Cooola era 10 brazo derecho, la ten!a tan recogida., ••
¡ ••{ . ' I • 1
DIBLIOTECA DE EL BUSCAPIE
Pero yo me con verla y decirle al pasar por de ' ante de la casa á todo corrH de m1 flt>· elw. Dc 8 puéa m e maruh• ba á la haciend• eatiefecb.o, á coger otra vez wi az •1 la, . d.ejando guardados los zapa· tos y loe trapitos para <1 siguiente. . . . A•i ib an las cosa•, cuando un d1a vm1eron á avisarme .á 111 tala, que Cocola babia á la -hacienda y me aguardaba a\ pié trapz.cke: A&ua· tado con Ja noticia d fjé el Y. com don.de ella. . . . ¡ Qué f,.talidad señor, qué fataudadl : Un hijo de doña Mariquita, que andaba pasean· do allá por unas tierras que llaman el Nortl, habla Uc1gado n eses atrás, resab ioao como potro falto d e 11 guadwa 8• Se e!1coi:tró, de manos á boc_a, conm1: prima, tan redondita y tan en s•ZÓn .• : . le hizo la rue da y como ella era una paloma sin hiel, y luego bo de corazón .... ¡ suce'd.ió una diablura!
Esas cesas ya Ee sabe que tenerse llCOndidae mucho tiempo; doña Mar1qu1ta el pea'. cado y echó por la . calle del pontend? á m1 prima en la .puerte,. con lo encv p1lbdo, lo comido por lo servido, un darle un real por sus Jornales de tantos iliot, y 1in nada de lo que ·Ja pobre llevaba encima ••.• ¡que, mueee como se mire, era su m11ma aaagre 1 • Sellor dotor, cuando la muchacha, muerta de verglienza, we contaba todo esto, aentia yo una COlll que me subía y me b1jaba, y sa Jl'le agarraba al cuello 000 tanta fuerza que no me dtjaba hllblar.
En la hacienda, al que, muerto de sed, cortaba qna •aña de mano mayor, lo llevaban á la cúcel por )adrÓn. Aquel hombre había robado á una lo úaico que tenle, y en vez. de mandarlo á la á dla á monne de hambre, 11 no . querfa hacer otra c08a peor. . 1 .
Crea ueté que me vinieron de aoa· bar con el. , • , Pero me cont11ve. No por miedo, 001
el qne como yo estaba acostumbrado á 1uje&ar un toio por loa cuerno•, podia hllcer bailar como un ju.o l. aquel parejero eavan1c(o; sin embargo, yo era un pobre jornalero, que ni hablar sabia, y éLHiaba podrido .el• ieoertos; con matarlo uo recuperaba mi prima lo perdido; hacerlo casar no podia ser, por que habla par-· dio la limpieza de sangre, y aunque DOIOU'ol .__ blancos por los cu1tro costados, ¡vaya Ull' á ·11romr en ningun tribunal que nn pobrP 91 1gaal á un rico•.•t.!
Si llego á quejarme, de 1eguro que me :i mi el muerto 'l• por calumniador, iabe si telljjO que irle á trabilJ•r al rey ile balde alguno• aña1. , ¡ Nada! Me callé. Lo que habla que htcer ,1 era recoger aquelb de111racíada y echarme.la á cu,1ta1, \ lo mismo que la crla caando · viniese al m11odo. Aal le hice. Dejé aquella finca donde DO · n(>I 81• . ¡uir;' IQP ful á otra, encontré trabajo, pedl un avance empefiando mi libreta, y con ese reoul'IO me hice de un ranohito, en los mismo• · terrenoa de la haoieDda ..J}onde me dieron arrimo.
.
Me1es de1pués tuvo Cocol a eea chiquita la .ma• ·yor de las dos, y entóncea necetité hacer nuevos -· peftOI. Mi den:la crecfa porque me cargaban premio todas lu semauas, y yo DO podla ahorrar, potl¡d todo lo gastaba para que mi prima tuviete ouanio 11a hacia falta . . 1
Ella qaerla 0 ayndarme, pero ¿oómo? Eo el pa1:1blo; la1hablan enseñado ' hacer primorea OOD la aguj1, pero ilÓ aabla lavar, planohar ni cocinar, y h1bia de C01tarl1 trebejo aveóirs11 otra vez á 111 faiig• del campo. L111· ¡o la ·carga que llavaba encima, deepuée 11 oriatwi•a que debió y . . • • en 1i.o, que ' mi . me gu1iiba nrla limpia ' y '11111f"Jlada como cuando vivla en el pueblo.
Vardad que ella 1e lo merecfa¡ 1iempr!I tan . baeoa, aunque tri9tona, me hablaba con UD oarifio que llll ooml1 er alma. Y lo qae 1111 ao podla 11 lo rana•
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t. la chiquita, tan blanca como un copo de algodón, y .i.a linda que parecf• una b11ja de rota. En cuaAk> comenzó i hablar me llanó pap6 . •.. y lo cierto ea qáe la cuidam como ai lo faeae. . . ViTCa ccniento, •fior, pero 111 malu left8Uª tlieron en decir que Cocola era mi eorúja. Yq ,¡la 111ama mucho, eac 11, aunque uo 1e me había pHada tto •por Ja·cabeza¡ pero ¡vaya Ullé 4 impedir UD faJio ! tt1\imoniol Lo mejor era remediarlo oalándonoe, y • lo propu1e, Ella al pronto ae re1i1tió, porque toda· vía ae acordaba del otro, y luego. . . . 8Í éramo1 cui herin1no1l Tun que decirle lo .que pas1b1: por m'• que o011ep1ráramOI¡ las males leo!liJss no Pe ca\la1lán, .y,..ademáa ¿cor. qué i vivir •... ? Para caaeda no · la había de quer1!r nadie deapués de lo pesado. , , , Al fin dijo que 11, dup11és de jurarle por 111 ce:iizaa de mi madre q11e nunca le echarla en cara su desgracl1. En cuanto se supo por t:l barrio que nos cuá· bamos emptzuon á burlarse porque yo recogla de&per· ., dicio1. . . . Lo declan por dbtrlie 'de mf, pero no falta nunca quien lleye y traiga poniéndole á uno nerra la 1aogre. Stmbwgiiencerlas, 1eñor; de ellaa eatli lleao el mun.:io. Si uno laa oyera no 1abrla que hacer. n1t6! ¡Malo· si no no• c11ábamo1; ili noa ca1a!.bamC11, peor ... d · . -No hice caeo; tcmé elcacnioo del pueblo ¡y &áú.· nu u1té en 011a del cural . .Me llBCibió muy bravo, regaió porque no habla . evitado 101 diures de l" jlente; ae reeislia á creer que eatle Cocola y yo no hnbieae nada de milo pero ooooluy6 por apr.obar el caeorio. EIO si, me t;on· tó que, 1ieodo primes hermanos no1otrO., babia 11e> ·;é qu' impedimieow que no podla des1\ar él. Tenll1mee que di1peo1a al 1elior obi1po y hacier una :porció o de coau más. En reaumida1 cuentu,que la boda me ) iba' •lir por un ojo de Ja oar•. Yo pedl rebaje, pero el padre tenla paú.6ra tú rey: lo úc.ico qut con11guf sacarle fué la promesa de
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t1il í1renci •• en "l • nto le ll evue
r•I finiquiUJ p11 ra cuando lleg...q de· '
IR suidd lo• J>llflel6'1 cno el de1pacbo y hubieM que oomenz•r l •e '
YR esto era •l!!o, tPo!a de malo quyo .._: tlba eodeu•la1lo enantes, y como e\ trabejo -...r be, no h.abl• qne c11otar con un nue•o avuoe, y m&ac!t tan crec1ilp como el que me hacia falta. No nbfa gd .. , hacer: querfa caurme, y pronto; me enooooramu. }u habladur!ae, y adem61 ya m!' habla convenoiilo .de q.- . 101 no ee miran con los ojoe qne yo miraba á Lil malicia de la lfente m'! babia abierto et" ' sentido y . • 1 ¡oue1-.••• ! ¡qut\ tenla miedo! . ¡Ay, IPñorl Por remediar aquel mal oal otro peor. El demonio me tent1 1i probar el' ineiro : ' Ello es que alizunos encabezados sacado loe ' del plato cou e} oapie, y aorique aabfa qna 4 muobOI · m10• Jg1 habían dejado sin uamiu, IÍe:apreº!ª decir .:¡ue eto la mala suerte. ¿Qwéa le habf,. i: TISto el pelo á la m1a? Para eabar ei era . bu11oa MllÍll que probarla. ; que si la probá ... , P lY 'ql14 ' perra me 11hó la indina! . 1 • el na pie ni los gallos trajerou nun real u más i. m1 ha1l_er; al contrario, hubo dij' '°' do Jornal el mismo ventorrillo que hable tQ .)a hacienda, qae era donde, pua mis gegoridii ea ar.aba el Cqi;. flllo1 pasó algo peor.' DinraWr\,, , darl111 me quedaba en can, percJiendo el · d11¡ Je411ltaoa el pollo que me babfan nadio do por '1Ustizo, 6, si salia bueno en q'!""• todo1 ganaban meoo1 yo, porqae no , e1M19,,a¡. bien aquell01 btrencenales que 11 armaban' en la pllera, Y oaand? qu11la cobrar las apaena., me Metanno liablan 11do hecha conmigo. . ¡VamOI. ·••que por aquel camino DO ubian dt 0 venir l01. realea para_ el aelíor cural Me oenn11ol ,"41 que en el JOego 111rla 11empre pfula, y, por •lirme i4-
. , • ' 1 1'1!11 1 ' J \: \"
38\ 8IaLIOll:OA D• 11EL BtlSCAPm."
habrla dejad<>, si no hubiera venido 11. hauna .de1111ucia. .
En un' llomingo de babia áua'to e11 el pueblo, y yo me fui con mi gallo pro "Culebra"-un Ira' lfÜU:I .. como una 'perla-seguro de tt•erme un roti..,¡I plaaa equella vez. 011&m01 una palea OOll UU llamaban" Cotorra." y que ••¡!ll.1 nii1 &uúa 6.1dar en un decir A•I fué; dl!lde lui,ril!Plril ntnda1 mi gallo acbic6 i PU ene'lli!Jo; yo t1•1\•ojoe eno1ndiladÓI ile la gente ae desga• dindule iaimo á "Oulebre,11 todos ibRD por m.U y aquello qued•ba liatemd, cu1111do H pidilS cáno. Se levantaron · 101 galloa por · l011nililrrm'ofu¡;y: ••• yo no 1é lo qua le hi.Ji"'°n il mio, pero ·loroieño • cuando Jo 1oltaroa otra "vez par•·: oi., '1111 #/lo ""'}ao: en vez de acometer a;¡uan• tab1/yndcieule ali&a; 10& jugadorea que iban por él coll'8Dllllftln 6 'ajnmtiwú al otro, para casar lH apoeai&lf lf-yb qu9rla \ metérmele en el corazón, onaodo el piellisu>te aoord'6 que-era bijo de gallin1, y ·el lorigao le : aaGó el ·;,,uillo.
Lleno de rabia, oog! á "Culebra" y me puna 6 rellikíarfo, alli debl1 haber brujerla, cuando ol qetme •dadín:-Mire, áon,fatulos, oomo eae guarde-· l•j>ara oGli atroz." Lenoté 101 ojos'! .... ¡•n mala ·· holll ' rEI de ·Ja cuchufiesa era el hijo de doth Mari- • qulájret Slt/llJn-gtünza que habla 6. Co0at1. Ydttio ítlpi me dió al nrlo; me pareció que eri ., L • mAl•qn tlaaial)a/al#/o; un fJapori.ro 1eme 6. 11 9in encomendarme 6. Diat, cq¡I' mi galloposilll$'"f M le> 11truj4 en la1 6uos.
LA PICAllORA.
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'riTia acortejado, y, uoa cosa y otra junta, y los empe· iio1 de dolia Mariquita, que estibo h echa un at.cr'au potqoá ' le babia maltratado á querendón, hicieron qué 11 corregidor me coodAoaae á d<-s meses lle ollt-1&1 p6blic11 con 101 vago y mal entre/mio.
¡ Vag-o yo, me babia despezuñado do que vine: al mundo, y mal mtretenio, cuando con mHudor le daba :le comer a[ nieto que aqutlla áollá habla echado á la calle.... ¡Y dicen que hay justicia 1
· Aguanté m:e dos picando piedra en el ca· miP.o; oomirnllo funcke y renegando ha1&a de ·la leche que mamé de mi madre, no tanto pdr el oaAo 1Djo11to com9 por el penur qu e, fallándole mi aocorro, Cocala no habla de h•ll•r que comer ni que . darle i 111 hijita. La fortuna que ell• metió mano ' · y eoltllodo ka z •p•tos se echó U rio á lav.r; eolbo' D101 le dió á ent •· ncler, y á P60 y , o) producto de )01 gallo& qu t• UO qoi .; 1;, L0J WÚ S C•" ee, eocontró 'fo b.. stant.: parn no mo rirse
1Con qué vi llegar conc !usia'a dP mi colide::ia .. , , 1 Fué un sábado á ·1a puesta del sol, cundo me dejaron en libertad, 1 sin decirle a'diOJ 6 nadie, ebhé • andar el mundo de c11mino que me te· par.ha de Co'cola.
Yo 09 la habla vuelto á ver desdé que entré en la bartoµba : pues para cbacharerfae, le babia acoull'jildo que DO viniese al puebl o, y eque lla ff VICÍÓD fd 11 peor do 111 pen11 que Eufri.
-
•H• H1 adehe dormí en la ba110lin1. K1 1i· ¡ulMll' 'Wm1rio, n111lló por mi lilw1ta que ·•ba . como si fuera hláer mamp.. tom1r dÍMro 6. nbtjo, y oomo ai la mitad de 1que!11 deMll ' 19 1bublm nnido d1 prtmiOf pot la .-,per• i> tmhtllro del oemi.. rio lnfonaó q11• ·10
¡Fig6reae usté con qué ganas m eneada l•s pieroli coludo me abri , ron lus puert1s de colabozu! Me ahcfgaba el deeeo db verla, y me que alguna me habla de ataja< ·en el camino; come an dfteliperadd, la cab1 za 1ne daba vu9IU8 cowo las mtiial dé un 'mofü1'?1 y la verdá, no >é lómo no me rompl 11 peiCUeso cien veou en un barranco 6 no me i¡uelf• a'tOllado an alg6o lapachar. 1
Y1 er1 bien entrada la 11orhe cuando lleguE á
1 1 1 ' '1
Al verla delante
en mis bruna como
eohó los euyns.
En ño, que fué
1eñor do:or
¡YanotieneremPd
diep
habla
no
malo.
. Y el labriego, dPjando escapar profüodo SUJpi· ro, alto uo abru111ado P!'r la vergüenza que le 1mponla eu rngénua confeeión.
El n.édico acudió en auxilio. .
-No te culpo le dijo-ni te culpará nadie que cooczca la inflexibilidad de les leye1 de Ja natora· lez1, ' que hemos de someternos todoe.
En las condicione• en "que te has vieto forzsde avivir, otros hubieran ca ido ante1 que tú. Tú cediste 4 la traición no á la tentación.
L<\ f!CABOJU.
que Dios ni mis vínculo que la V<llun ad, cuentan los libros santos que se unió el primer hombre, el padre de tocias las criaturas, 11 la mujer formada con su pro· ria carne. . Necesidades sociales . la morigeración de las costumbres, el derecho de las familias. conveniencias mótulll! que seria muy largo eKpiicarte ahora, trajeron Juego la imposición de una legal para unión de los sexos, la religi ' n santificó esa f.íi·mula, y es obliga· torio respetarla; pero no fué culpa tuya si al quererle tributar respeto, te encontraste inhabilitado para llenar : tu deseo.
El sacerdote que te negó la bendición nupcial, p0rque no tenías dinero con qué satisfacer los derechos de dispensa de parentl!!lco, olvidó sin duda que esa parienta con quien d eseabas casarte. la hab ías recogido dP-1 del precipicio Ji que la habia lanzado una Ji. gereza juvenil: que esa mujer vivla bajo tu mismo te· cho, pro\•ocando apetitos sensuales ó murmuraciones det vulgo y qu &' no poJ ias arrojarla á la calle, á ella y á su hija , s in faltar á un semtimi e nto rudimentario de caridad ; s in empujarla a! fango as queroso de la prosti.
No pretendo acusar al cura, que está sometido ;í los prec e ptos disciplinarios que le d ictan sus superiores; más tampoco puedo acusarte á ti, y de seg¡¡ro que Dios no te condenará .
·
. d" tu prima 1in aaberlo, hubieru 1egu1do ia: vez 110 da_rte cuenta de tu paaióo, á no ha· berae los de tu paofñc.- vida; pero la an1eoc1a\ el la preocupación de au eole· l.a .e:xc1tac1on operada en tu org111i1mo por Jaa, IDJU1tlc1&1 la hora misma de ta repoa ..• •1la fué 1mplacablt'.
¡Ay, dotor! exclamó .el jibaro, inclinándose h:lcia su h•.1é s ped, y la mano con efusión. Dio• se h .ragu c por el consuelo que me da . Yo cre1a que tod as Jas p:!n as del infi e rno iban ! ser pocas para castigar .mi c ulpa, y tenla miedo.
.
. Nada que ver en eso el demonio, que, el ax11t1 ..e, no floja tarea habría de llenar, tomsodo par• te á . la YfZ en loe actos de todn1 101 hombres.
Por lo demás, ¿cuál fué tu dicho .•.• ? Ad cÓ· mo tú te uaiste á la wuj'r querida, 1in más tuti¡;
- Podrias estar condenado á la reprobación de los homb l""5 honrados , si hubieras abandonado á · esa mujer á l<! s consecuencias de su primera falta . Sobre tu concien cia podría pesar su depravación , si la soledad y la rníseria la hubiesen ofrecido, como único amparo, el comercio de sus atractivos. Otros 5erán los responsables de tu conducta.
•
t ¡ 1 \\ I· 1 • ,1 1 ¡ / 11 ',f\ ' •\ _,} l ;.r .\ 1 ( nr; ' ' t;L Cb'" " .C'fl 1} o S ! ' ·i P' • V i ·U Hí' \U ' t t+t (.>Of• q11e qutt 0 ' O'.! ria d · su :o. A t,r, ·11r t'f'I l, ,,U··rt. 11.u .án lo'• Mí rn nornhr , •ea1h!ah , mi P.U ,. rpo '•in. hPr pnr rp.1 t!, l "s 1n •nt'l .l \' 11rt :I', mi oar1t ••rhaha ch Sp<•, .Y •)M :, z •\n ,¡ tb> •h•ut·o clel p11rht¡. C< ' &• • , s eil nr d ., tor .. .• 1 Co co ' a conoció mi vnz. y con un giro: "I José .... 1 ¡A li.A voy : •• 1 Y tal como estaba en la uam1, ae levantó i abr1mP, , ' .
de 111!, me la apl'I!*'
nunr.a lo
hecho; ella ma
. . . ¡ .... 1 iba é hacer, •.. 1
un
.. r•t • : pero
· me copie ual6
. . ¡ Tentacione1 del enemigo
, •• 1
.o •••. ! ·
42 BIJILÍO'l'ECA DE "EL
-Crea u3té, sef\or, que yo no la abandoné ni un momento. La he querido más que á mi mismo; ella ha sido mi única felicidá; con ella compartf mi traba· jo . . . . y mi pobreza, que es todo lo que tenla que compartir, y no porque no haya sido mi mu1ir por la iglesia hemos dejado de Yivir siempre el uno para el otro.
Mire usté. Al salir de la cárcel, el sel\or corregidor mds /Jravo IJtU un ají , me montó en una jaca, ame- .• nazfodome con desterrarme si no dejaba el mal vivir con mi . prima. Como después vino aquello . ; , . ¡púes ". · . ! lo que nsté sabe, y yo no tenla con qué taparle la boca al sel\or cura, al qui: voM á hablarle sin que desahogos, determiné poner tierra de por medio; tanto para ver si cambiaba la suerte, cofuo para huir de un castigo que no hubiera podido resistir.
<: Entonces me ajusté en un cafütal de la altura, dispóhiéndomt: á venir de vez en cuando á ver á Cgoola para traerle mis ganancitas, y desquitarme del tiempo que pasaba lejos de ella.
Asf vivimos :i.lgún tie¡npo, y me sentla dichoso, contando con los ahorros que ella iba juntando para llamarla pronto mi mujer y vivir como Dios manda, sin ' que nadie tuviese por qué meterse con nosotros, cuando un. dia, al volver á casa, supe que el fantasioso del comisario se hab ·a atrevido á hacerle proposiciones á Cocola. y que resentido porque ella le ensel\6 los dientel y lo puso á raya, habla llegado é amenazarla con sorprendernos cuando yo viniese á verla, para dar parte de que seguíamos viviendo acorújaáos.
Como ahora la cosa estaba mh fea, porque mi prima s,e sentía con novedades, y yo no ha1íla de negar mi sangre, tomé de seguida una determinación. Aquella misma noche esperé al coll)isario en el barrán.co de la. IJUe/Jrada, al volver de un velorio, y le arrimé al cuerpo una soba, tan bien untada, que rio debió queriarle hueso sin repasar. Después núü mis petaúsl• la y echando á Cocola por delante y co¡icndo 111
L4 PECAbOaA. 4.1 '
hijita al nos metimos en tropa para la altura de Dios, sin más esperanza que la candi del fluelfo. d!=l cafetal donde yo trabajaba, para darle alojamiento á mi fami)ia.
FUf qicn recibido.. no lo puedo negar; JlCCO no sé si i;l .cansl\ncfo de la caminata, el miedo por lo que hicFJ pare;iro elos aisgustos d" mallú) todo le junto, ello que Cocola cogió \a eama' de :qüe ' llegamos y echó. fuera, áe io :que · te$ en e! : c;pn uno$ vaguülos la pobrea!á, !lilé. no sé como pudo resistir. • • t
Por fiJl ¡¡e curó 6 como digamos se remendó 1: porqife volvi6 dsu sér, , .. d . á sentir ese catarro fa1$mtmo, '?r . esa 1'411Cla que han por llev:{rsela al otro mun 9. 11 1
';;. fara completar ¡nis penas, tan perras, que : no _sino que , alguno me habla echado un . tiempo aespués me tumbaron las vigile/as 6"ával . y pudieron éomnigo, me gu«;dé por .
Por esto y P,Drque creimos todos el frip alµira le haña dal\o á Cocola, : tuve · qüé buscar ótro acomodo, y lo único que con5egu! . fué qlíf' de arrimqo en -.ro6orucos, yo ·· mismo cuátro ramas para escondernos bien de todo el mundo . 'Aquí no ha tenido nadie ,que con nosotros, porque los vecinos viven muy ltesapv¡¿s, y rara el alma que se vé pasar 1aperdigá por ve· ' · reda por don¡le ha debido venir usté. ·
. · !falos, ver gente, hemos vivido tran: ' este nnconctto, ganando yo mi jornal en la cuando_ ppedo ir. al trabajo, lambimáoJff li4rra los más de los dias, comiendo lo que Dios manda · en los demb, viendo de momento aniquilar&e á esa int'eliz, sobi:e. tpdo desde que¡ para mayor desgracia, volvió a &entine carraáa.
Hace unos meses, por Semana Santa, nadó esa ' cnaturlta, estando yo enfermo, y ya 10 puede useó fi¡u· ·
.
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• •
•1
llBLIOTECA D!-'"BL 9llliCAPa''
rar los ap1'isos que pasarlamos.
Amontonado en esa hamaquita, temblando con el (rio de la calentura la oí a fl ella: ¡ipiando con su catarro maldito, y á las liijitas dugaflildlulose por la necesidá, sin tener ni una ánima bendita que nos calentase un, trago de Cuan.do, partido corazón de pena, dejaba la hamaca para 1r, dando diente cor!· diente, ¡ soco,rerlas, fl ella sin sentido, batlachj. en sa1,1gre que, le salla á chorro por la boca y as! tén :a que arrimarle al pecho la criatura para engallarle el hambre, porque . . ¡ qué sustancia habla de hallar1 ' allll
. · Ya sintiendo que se iba, pidió ayer que trajese al setlor cura; pero . . . ¿cómo habla de trlér
Yo apenas puedó andar con esú pan que tlU Á(I salw en la 6amga ; no tenla tampoco con qué alqu'Uaf una bestia, y lo que es á pala, de juro que el padre no se hubiera metido en camino. Ademfls que ese viaje fl ser de vicio, porque-Dios me lo perdone si se "' alevanto -pero me parece que en cuanto el sclior ci¡ra. me hubiera visto el pelo, · encomiensa á melwttu /os ("U&lzos COll eJ infierno y • on Ja mala vida, p<>nÍéO ?1>mc 1 dC v;uelta y medi<1 . . . ¡No habla para 11'qué ¡... .. . '
Ella m{Znsitila siempre , me dió la razón, y abrazando .sus hiiitas, encomendó á Dios y á su Ma:ire Santísima como mejor pudo; haciéndome un lado de.'pués, !1'e pidió perdón por los trabajos que había pa · sado por su causa . . . . ¡ Pedirme perdón ella . . ! . qué era una santa . . . . l ¡ Y ped!rmelo fl mí que no había podido darle todo lo que se merecía . . .. Í
Por fin . . . ¡ya descansó . . . ! Ya no tendrá que aguantar hambres ni cala midaes , ni tendrá por qué esconderse de la mala volunt 1 de dmg1mo. . . • P.e · ro . . . ¡me dejó solo . ... ! ¡Solito con esas dos criatur¡¡s, que no sé lo que v1 i á ser dellas .. .. . ¡Ay, setlorf Los hombres no deber, afügirse, pero . .. ¡no lo puedo remediar .. .. 1 Déjeme usté que llore mi deswacia /. ..
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he debido. haber. hecho algo mal!aimo, pórqye Daos me ha castigado sm consideración 1
Y el infortunado hundió el rostro en las callo· sas manos, ahpgado por los sollozos.
El viento y la lluvia 'hablan cesado en el exte· rior; sólo ascuas continuaban brillando entré las piedras fel hogar; la hamaca segura columpiando muellemente su débil carga, y la silueta del cadáver de dejaba apenas adivinar en la penullll:i@. su ngadéz. · '
I
.
. El permanecía pero á un• ··¡e;, ve 1ru:luiac16n de cabeza, pudo observar$e qu,e el débil" reflejo de lis ascuas moribundas revelaba en s4 5e!ll· hiante sobre ligero asomo de humedad. ' ·
. \
Sin lágrima se, habla escapado de OJOS como testamomo elocuente Cle conmiseración, :. 1. se le oyó murmurar en voz iip;percept1bleJ .estas !?ªlabras : · . -¡M1Senas sooales ••.. ! ¡Anemia cuerpo y atr?fia del espíritu . . .. ? i Hambre y superstici6,11.... ! iEgo1smo en las cl;tses superiores y tinieblas en la map, P?pular . . 11 l ¡ virtud escondida entre los harapQS ,qeJ: v1c10, y la soberbia alardeando moralidad bajo el oropel de civiliz:¡ción .. .. ! ¡Ulceras gangrenosas . encub1.ertas par ropaje de armifto . . . ! ¡quién logrará ci· catnzarlas . . .. ! Fraternidad humana, ¡cuándo se co11• sumará tu obra de perfección .... !
... ·. .. de pié, apostrofando asi al labriegp, que no Runto á sus sollozos: r . -¡ Vamo;, hombre, no llores más! Puesto que benes á Dios siempre en la boca, coníla en que algun'! vez .habrá de oírte. ¿<;c.lmo te llamas?
-José Maria Mendez.
-¿Qué piensas hacer para conducir ese cadá- . ver al pueblo? Aquí no ha de quedar.
-Cuando ve ngan los claros del dia, bajaré á la
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ÍIUILtoTBCA llll: aL BUSC.&PIE.
primer hacienda que se vé desde aquí, para pedir porcaridA 'i\ algunos compalleros que se la lleven á enterrar. Después . . . . me -tiraré :\ morir como un perro. -Pues, toma, para que gratifique.q á tus amigos, y puedas remediar tus necesidades m • s urgentes.. .
v. al decir esto . el médico vaciaba su rortamoncdas en lu mano9 de aquel infeliz .
Luego alladi6: •
-Yo me encargaré de participar en la qultparrola muerte de tu mujer, y de advertir su entierro. Que me busquen en el pueblo los conductores. Soy el docror Bueno; por ese nombre me 1 Cuando hayas descansado y te sientas más ttan· quilo, á buscarme tú también: te' tomo á mi servicio. Deja donnir á esas ninas ahora, que ya veremos lo que has de ·hacer con ellas¡ aunque, por las circunstancias pct11iciosas que han precedido y acompanado Á sµ na· cimiento, creo .que la mh pequena po co tiempo de preocuparte.
1Anda .... 1 ¡Tráeme el caballo . .. . 1 El tempo· ral se disipó y puedo la De paso • pot la hacienda reclamaré auxilio para ti, á fin ·de que no ten¡as que abandonar'tu casa. 1 y empujando suavemente al ji6aro que atonta · do no á coordinar algunas frases para exprc· !lfat su gratitud por beneficios que tan inesperadamente se1le ofrecían, franquearon ámbos la puerta de la cabana.
La tempestad, disuelta en torrencial aguacero, habla desaparecido en absoluto, dejando sólo rastros én Jos cnmaranados 6ejucaús, en las desgajadas hojas de los bananeros )' en las vertientes de las colinas, poi' donde se precipitaban las corrienr.es de agua en torbcllino murmurador. Las nubes, barridas hácia el aes te, permitlan á. la espacio, llml>ido, ·tran!parentc, iluminado por esas miradas de estrellas qdll engalanan las noches serenas en la zona intert!'i>pi· QI. La luna, en toda su plenitud . asomaba su sobérbio
¡: 1
LA PfCADORA. 47 di.qco po encima de la empinada sierra, blanqueando con sus estellos los setos de la miserablr. caballa tachonando aljófares !ds de los prados, umedecidas por la lluviósa tempestad .
• omentos después se alejll.ba el \•iajcro de aquellos sitio , dónde acababa de enjugar una IJgrima, y de esclarc r con los rayos consoladores de la esperanza, las tinie las de una conciencia y la soledad de un co razón.
I lisitado movimiento , preparativos de extraordic naria s emoidad, animaban el recinto de la iglesia pnrroqu· 1de • 0 , al mediar el dia situiente á los sucesos. que an relatados.
á juzgar por las apariencias, de tln oficio fú ebre . pero de esos en que se agotan las róbri· cas ritual y ·se desplega toda la pompa mundana compilt Je con los preceptos litúrg ico s. · ·· uiere d.ecir que el <iif'. l11l11 en c.iyo r·r-.we r ho aplicaba aquaflos su •ragio s, de b la ser perso na de mµ· chas ca panillas ó heredera s u famili.a de abundantes j>ata&onh De otro modo no se hubiese . explicado aquel 1fago de monagos, sacristanes, be.atas, músicos y obrer s, que no se daban punto de reposo en sus fae• nas, sa nandolas con _ alegres comentariOs, chispazos de esa .resplandeciente satisfacci6n, natural en todo ·aq4el que trabaja con la seguridad de ser copiosa mente reL j 1
Ciertamente podr!a ser Íúnebre la . e 1'e móni:1 religiosa 11ue se preparaba , pe ro sus aparatos prelimi · nares aci!saban un desbordamieni o de vida bulli ciosa, un afio de activa y colme na q ue nada ence . rraban de lúgubre ni apesarado . " 1 _ 1
Acaso al contemplarlos un ob;ervador pesimis· ta, hubiera podido extremar la hi e l de la sá tira , supo niendo que los vermes de5tructores de ese Óll,faso humano que se llama cadáver ; no hab1an aguardado esta vez la descomposición de la presa, para dar pasto ;\ su ·
LA. PICAl'.>ORA,
Abie:w de par en par las puertas del templo, arro· Jaban luz intensa sobre las esi:rechas crujlas, en cu.yo centro dos labriegos de amarillenta color y traje des¡irropado, levantaban torpemente una especie de escalonada tarima, cubierta con pafios que debieron ser negros eo mocedad, aleccionados en su operación por un individuo ya ?'etido en anos, director, por lo pompas funebres en el lugar, y que se impacienmba, con sobrado funda11.1ento, por las escasas facultades de· corativas de sus auxiliares. ·
,
. un extremo del presbiterio, un molJl!iO '· á la luz de un cabo de vela, los aP<>lladoa ·CÍ· n;lles que acompallan á la cruz procesional, licuando los pegotes de cera adheridos á sus molduras, mientras acólito, sentado en el umbral de una puerta, ejer· citaba su habilidad en darle friegas á .la vieja caldereta de plata, indispensable para los asperges, renegando al' guna que otra de las travesuras de otros de sus co· legas, que le arrojaban á la cabeza los rollos de abigarrada moqueta,_ destinados á alfombrar el piso. •
El sacnst in, con la. sotana arremangada y sujeta de la pretina de !os pantalones, encaramado en una es calerilla de mano, se ocupaba en clavar un delantal negro, adornado con el simbolo de la redención, sobre cada una de las blanqueadas columnas de madera de L. nave central, ayudado de un negro cojo, que cargaba de aqul para allá el port\til andamio, cwda.ndo de soste· nerle para evitar un peligrosa descenso al adornista,
Una negra amojamada y vejancona armada con enorme regadera de hojalata, seguida de dos girjifQs callejeros cuyas piernas desnudas asomaban .por debajo ne las flotantes camisas de coleta, trataban, escoba .en de devolver á los ladrillos del pavimiento su pri m1Uvo color, en tanto que dos beatas oficiosas zurc1a.n un desgarrón producido en el mantel de gala del altar mayur, .y recorrlan los aureos galones de las dalm#icas de pana, color ala de mosca, que agoviadas con la pe· sadumbre de los allos, se rebelaban contra aquella pro-
lo gaoi6n de 1ervioi01 qne Ja, oricust .1nul 1s exigfan. Loi tsllaños de pino, puliment•dos por el ludi • asiduo de los fisle•, -arrimados á laa paredes la· te dles, dejaban el pne!to de preferencia á la eillerla Are, próporcionada por alg¡rnoi veoinoe en gracia acto y en detrimento de ia ermonla decorativa; fli atento OQda rual . á facilitar lo que poael1, y no s ndo posible eJtablecer reparo3 19br lo calidad tin dee· membraoión del número, r.isu \tabsn ali11eadae en do• hileras, ll todo Ío larg.o del templo, las pint?rescae aillas de mad era color de cañ •, p :ntarr •je 1das da fbres, re· cuerdo de 11u eA tr.Js abuelos, al lado ds los aristocráticos aiMone; rle braw> con acn lchouadoJ, •dquiridos por teniente á guerra en los buenos de J?-on d e la Tot r< ; codeái!ido1e OOD las vulgares 11, los de rr'jllln, producto de lf moderna import¡_¡oión extranjera, los butaques de a ¡; eitilln con respaldo de . cbero clavetea1fo, testi monio febei::lrnte del primitivo nju11blaje provincial; entrev J rados con únos y otros ª?ientos, mfce<loras de tod • e edade s y a spectos, y algunr que otra silla <le caoba medinamente tallada; sema· ndo cenjunto algÓ c1mo exposi ción ó museo de silla· , conven 1ent , pau faoilít'r el estudio do lo• lfi s del r •mo ea re !a11ión 00 11 101 p .ogr Jsns DJ , ra le1 de Jolonia.
Ocupando alguno de es <e asientos ó tropezando 11bn v lan se iañnída.rl d9 ourioJos de distintas eduy sexos, atraídos por la n0ve1 ad del acontecimiento, est•nrl' u nos ob ec¡ui os1 e in c urso á la g i neral f 1en • , 1 oficiando otros d tJ censor es ó comentaristas; · tomando é ·tos á su cargu el cui na do d e eofur;dar con pal!.os olán n eg ro lu cál<dra d el E s pírílu Santo, de kaceYlc pavesa á 111• vela s d e m auo para el r esponso ó d e sacudirl e('\ r ul ,·o á la s 111ilagros. s que inmóvil!!• sobr e 1 ' " ' 1 • : ' . ¡ ,., 10 c u •!lltl daquel'* ullo; e n 1anto qu e los dewás concurrentes 18 elltrcten(nn en con tar las telara!l1s extendidas por
10 llIBUOTICA D• 11U. liOSCAPIS. ri
lat Yiga& del techo, en alt4 .cu•nta• po1as llevaba el entierro, que número de curas ·coocorrirlan do los pueblos comarcanos, y ·• que clue corre1pondla el trm en quq debla conduciree el fé!'etro, 6 calculaban con fruición la 1oma de pesos que represen- \ aba de utilidad para loa vivoe, aquel lujo én honor de un mue1to.
Como complemento del cuadro, deatacábaae en el :coro la figura del organista, sombreada por la ailuet.r. de un negro. alto, retinto de co· lor, enjuto de carnee y de fisonom!a, funcio· nario importante este ú!Limo, que &11 empuiiaba Ja, ooerdaa de las campanae en días de p1ecepto, como da· ba movimiento al fuelle del órgano en 111 grandes fes· iiTidadee, y que adem1' optraba como m3c4nico in1· trumentieta c11da vez que el aparato musio•I ile trascor· daba 6 deaobedeol1 1 lo qub con sobrada frlllcuencia aolla acontecer. •
Uno de es111 fricallOI ocurrir .en aquellos momentos, pues que el mae1tro de capilla amparado de su hábil ayudantP, mo •trábase muy afanado en qui tor y poJer las d86veocijad11 los regiatroe, enderezándoles las abolladuras y .cubrlendp con cera las rendijae y agujeros mis vi1ible1 lae de eete modo en condiciones de no · estropear compl etllm ente el tlmpano de loe llcbea con eua chi· llones ·gemidoe coocert.r.ndoloe :l la vez con 101 acordee de un clarinete desapacible y de un eatrepitoao bombardino, llamadoe ' reforzar el religioso iaatramHto en·honor de la ostentosa solemnidad.
Aguardiibase al BOChantre parroquial eara pro· oeder al ensayo del /m!Ítatorio, Sa/1'1Qs y Lettumes que deblan cantare e en El ofioio y como la tardaoza co· menzaba :l parecer sospechan, siendo como ¡ era algo dovoto de Baco el religi010 cantor, olanae alternar 111 udamaoionaa impaoientes "'44Sh'o Qon laa eeoala' oro1dtlou del órgano y loJ reroplidos del bombardino,
t.• •KCA»ou.
mezl)lindose aus vibracion81 cou el martilleo del 11cris&,o, los cbasquido3 de la• escob¡5, el cbisporro&ear de las va\ª'• lo• gritoJ de los mo111gullló,., el de lat el arrastrar de las 1illaa y la oliarla y ri10y el entrar y al aalir diilosfieles noveleros; coafundiéadose toda aquella sucesión eztraiio1 ruidos en • estrepi&o.a algarabia que de fija. I lio hubiera nadie osado ·lenntar ea la morada d 9 ta dúoata, pe10 que, tratindose de la casa de D;os, no debla par.aer censu· acaso porque Dios C8 padre de todOI, y ea n1nguna parte pueden, con ·me1or derecho, nvolvene, qharlar y corretear loe hij01 que en la paterna.
. lllú, oon ser tan formidáble la algazara, no ba1,, bla llegado aún ' au colmo.
{ Neosilábaae para eato un aumento de locuacidad 1t ' pro'NIC&rlo vi'no la aparición de nri" nuevo "' taladado por algun05 con efu1i60 1 y tniralio por otrOI oon marcado deapego. ·
1 Era el recien llegado un mocetón úoho de ea· paldu, tec:o de complexión, . deagarbade en su porte, ep ouyo cetrino ". 1embf1n'te, prol1111gado por algunos pelos lacios, d11em1nad111 én le extremidad de la barba, oomo rugo caraoterlnioo', aardonloa aonri111 que plegaba laa ·oomi1uras de 101 labio1 y daba brillo á los ojos negro1,, algo aaltonH y oo po<lt> :le1vergonzado1.
I Qllitóse el nuevo conourrente su apabullado sombrero de paja, al pisar el diniel de una de Ju puerta• lateral&ll, y haaia alll 'flWOn ' alcanzarle, :l mo• du de nludo, •ta9 81 clamauiobel: · ·
-1Hola Robuetiano .••••• 1
-¡Lleg6 el M•latl
-¡Entra, obioo que ya te eob4bam01 de menot .... I ,
71Adelante, Sanadn. , • .• , ,¡ No ee paga Ja entrada. .
-Ven 4 dar ta voto, que ie prtoiu de pe-rilO Q 11 mawria.
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111 BIBLJOIOA DI "IL Bt71CAPII."
-¡Qoe pUA Robuatiaoo .•• , I
Y el sacrutáo, mirando de reojo, d11de 'º IR· dami1je al :¡ue taln demoetraoiooea obteo!a, hobo de decir coa acento de mal humor:
-¡Ya aqo! ese s1J11gnmal
Al mismo titmpo la negra barreodera murmU·· raba entre dientes algo, que, á jugar por lo avinagrado del ge1to, no debla 10r uoa piadoa• depreoaoi6o.
un don Blu Redondo que loe vidrios rotol.
-Aqof DO 1e permite hablar mal de naaie, La es peearriinoH ••••
-Lo que yo llamo pecaminoso 81 despachar' los parroquianos con d08 medidas. Do se,tnro qae, IÍ 118 tratase de la querida de nft jorr.ialero, ui las puertH del oementerio le abrlan; pero como hay ws/O tú :JRji· 1 co.... Por dinero baila el cau y e1lmodia el PorÍs• tán.
·
: El llamado Robutiano entró pausadamente, midió con rápida ojeada toda la igJé3io, y sobre el respaldo de una silla exclamó:
-¡Mucho regocijo hay pot aqu! .... I Se conoce que el pe;e era . . ¡Ya ese no ee escapa •••• 1 ¿Verdad, pae Sin/et-oso?
-Este Rebustiano no perdona ni laa co1a1 m41 untas, apuntó aocarro11amenre nno de loa devotos; ea tanto que otros a!iad!an en igual tono: -tMaerde con más saña que un perro rabioeol -¡Hay que echarlo foere, pae Sin.foroso!
Y la barrendera, sin dar lugar á 11 réspuesta, del sacristán, aludido con aquel mote, replicó; -Lo que usté siente ea que oo le hayan hecho plato en e3e almuerzo. • ...l..¡Bién, bien por Santa Rilil- vocearon al· gunos. ·
·
-¡Cállate, murciélago de campan'atio ..• , 1 ¿Crees tú que yo he de aguardar para comér, á que .e muera la · corteja de nlng6o revendedor de miel de fJUt-ga?
-¡ Robustiaao baga ust.é el favor de hablar con más respeto de )o• difuntosl-dij-, gravemente el aacri•táo.
-Decir la verdad no es faltar al reapeto'á na· die, pae Smft»'oso. Todos sabemo3 aquí quien foé· Mariq'uita la paloma.
-¡Era muy carltatinl apuntó una voz.
-Muy dadivosa .... añadio otra.
-Tuvo ciuco hijos y nin guno conoce á su pA· dre, lrepfü16 Robustiano. /
-La Magdal1:1na foé nna gran pecador , y el Señor le abrió las puertas del ciclo, répuso el sacristán.
-Pero á la Magdalena no le hi.cieron entierro con posas y órgano y aeompallado, porque no encontró
-¡Qaé se largue! ahulló la negra. \ -¡Silencio! gritó el organista deede su tribuna. Tengo una flauta da<ia al demonio y con esos berrido• no puedo afin'lrrla.
-No vale la pena molestarse por tan poca copa, don Juan de Dios. Corchea más ó méoos no ha de impedir· que cobre lo wiamo, argay.ó Robaatia. _ no.
Y luego, viendo llegar al aochantre, que al tia habla encontrado el del coro, afiadió:
Ah! tiene usté 11.J matietro que con el en· juagatorio de 1'01t de cabeza que acaba de darle al ga· ñote, se ha pue1to en coadioioaes de dar el do de pe· cho.
lf, ver si cantan ustedes unoa goza1 en mi bemol, para celebrar la entrada de lllariquita eu los za· guanea del paraiso. Santa Rita las acompaliar;i con el güiro.
,
La negn, al oiree llamar de auno por un apo-· do que le hablen conquistado 1u1 beatarta..,levantó e'n alto la escoba, enderezándole un pafo poco caritativo al procaz murmurador, quP, h1ut1ndo el . cuerpo y asiendo por la opuesta extremi1lad el · inftru-
. \ 1
BIBLIOTICA D• .1L BUICAPlll.
mento df1!1&ioado á acariciarle tao tiró de oon:"bjcto de á su •goaista. Furcej6 tiró otra vez Robust1ano, y á uos nueva &aoodida CQDR&ria soltó el palo de repente, yeudo b encoleriHda perdido el equilibrio, á dar de espalda1 con .su humamdad tobre IPs eoc!iaroados ladrillos del formando coro con eus gallidos el palmoteo de I01 obiqailloe y 111 risotadaJ de todos los coacarrentes·
. Talea proporciones alcanzl ti C3trépito, qae el detde la altura de 111 escalera, creyfJ esastar uni catilinaria á R?!>ustiano por au falta de' respeto á la del lugar, ameuazáu· do!o con llamar al cura par i qua adoptue sernra coutr• aquellos dfs}rdcoe1; pero el moque opinión del vulgo tenla los súú pelos rJd dia/JIO, lejos de-arredraru ooq, la ¡imenaza pueció crecer en oaadh, y encarándoeele al ouJor, 1in dejar le concluir le dijo:
-Ele termón n lo guarda para - predicarlo e1ta noche en la manigua de sdfQ GuadalapP, cuaado vaya á dieponerle el fuuernl á los tontos que alll dejan el pellPjo. ·
- -IUeted ea un 111tro1111iáo!
-A mi no 11e me tapa la boca cnn ameñazes. He entrado aquf he v:ato abierta• la1 puenu, y ee&e es un lugar pábhco. •
· -¡ Ea el que 1e debe guardar $oda rt varencia ! -1 Reverencia ...• l Me hace gracia la que guardaban uatedea cuando yo ... De c¡ue ro la gallera te ob1erv·1 mayor reco¡imir.u$o.
· Lo que hay ea qae yo tengo la !eogoa ec 1u lugar. · -(V no calla1 ni lo tuyo ni lo ageoo .•• , ! apuntó 1111a VOS.
· -Lo que no callo ron de16rJene1 como 1quel, que no oreo puada llamane untldad ni reverencia. 1Y al deoir eato 11elialata 11 prublterio, donde
.LA FICADOM' 55
cuava moaagaill()f, teoieodo por lH punta. una vieia affomJ>n, mant_eaban al perrillo encanijado de una ele las beiú11, cél1brando coa gran chacota los ahullidos del animalejo y lair protestas y reclamacioon de su durlia.
-
Adelant6se la concurrencia á contemplar de ce.rea el espectáculo: irritado el pae Slnforoso trató .de déscender de su elevada po1ición c<in obj eto de meter en cintura los insubordinados acólitoe; pere ya fuese por 1u precipitada diligencia, ya por distracción del negro 9ue Je auxiliaba, es lo cierto que la eÉcalera p er1n1pcvilidad, el sacritáo tambal eó y al suelo hu· hiera ido ¡\ tener, á no pren d érs ele la arremangada so· taaa de un grueso clavo, y quedar ali( pendiente, pataen ·d vaolo y reclamando ¡favor! con grito• es• ;\ la sez·fa que el pu esto ya en liuen órden el mecanismo d .h a • I v :ento, . con ' tedoi la fuerza de rnt om11la 11i11unt oficiiY ·de difuntos, y por la. m ayor asomaban nuevos pereooaJ OS, cuya ap kr1 010n requiere 1er descrita en otro capitulo. ·
. El nuevo incidente que á la consideración de li • católioo1 vé cinos de ... iba ;\ expooerae en la entrada pri11cip11! de su templo, nada de extraordinario podla encerrar por su ilatualez1, ya que se trataba de algo por todo extr emo comúa :i ¡., pobla cione9 rurales clc pero, en c ambio, ofreoieado en aquel.la oportanidad contraste muy saliente con lo1t--11reparllt1voa pre staba el ob iervador mediOI de utadi'-r ca 111 aplicac ión los precep to3 que eatablecc n la igualdad de derech cs En materii de bienaventuranzas Cfff¡lstee, pero que, en las •ar.re· º"' laa m'• r ª? haa. lo.grado im ner el mismo sistema de eqa1tat1Vii d11tr1bu· cióo.
·
·
Es el c¡lle un grupo de proletarios de lnf¡na clate1 4 j111gar por sus da1garrada9 oamien
'i \ !
56 DIILlO'l'ECA l>Í BL llOICAPDI
empapadas en sudor, y BWI de¡teflidos calzonee arrnllaade>s hasta la rodilla, dPjando al aire las encanijada• piernu cubiertas por espesa capa de lodo, jadeantet de fatiga, acababa de preseotarEe en el atrio, conduciendo un cadáver, sspirRote forzoso á les postrimerss forma. lidades oclesi,stic&P, indispenS&bles para practicar el viaje ' nitra-tumba, sin temor á tropiezos .fiscales ni á reconocimientos aduaneros.
Un rudimentario caj6n, formado por cuatro fragmentos de mal aserradas tablas, d"SDudas de adornos, aquellos despojos humanos, echado• 10· bre on· gir6n de esas esteras de palma llamad&1 pela/es en la comarca borioqoefü, y sio más tapa ni cobertera qoe ona colcha de indiana haraposa. .
Dos gru:lllas cafias de bambú, &tadas con grue!as cabul 1 as á lo lar¡¡o del humildP féretro, daban al con· junt9 la apariencia de unas estrechas angarrillaP, fácili· tando su condución en hombr09.
Nada tan primitivo como este sistema de trans· oorte de oadá\'eree, pero nada tampoco más usual en los campos de Puerto Rico, donde hasta las persona1 mejor acomodad•s de utilizarlo, salvando el sentí· miento caritativo de los car¡i:adores, que h1n de -recorrer con frecuencia largas las dificultades impoeetas ¡>orlos aocideotu naturales del terreno, y por la deficie:icia 'de las v :ae de comunicocfóo entre las poblaciones y barrios 6 cortejos agrestes.
Apenas divisada la pobre comitiva fúnebre, eatall6 dentro de la iglesia esta exclamación, por distintas voces repetida: -¡Un muerto .... ! ¡Un muerto!
el incidente interno para atender ti ias pnipedas que el nuevo ofrecía, con rs1 vereatiliclad propia de les populares mu chedumbres; agolpánbilcia Ja puerta mayor una g ran parte .iJe los con· curreotes, ansiosos de satisfacer su dadcurioji.
PICADORA.LA , S7 ,' :u:i !n rec!cn ' ur6 á decirles: at110 r.u carg-a. se p en ustedes adelante, que á ·Ah! no · as ¡ · 1é d' ¡ resentarse ¡ Oigan, qu res· mejor ra. no pu .'eradn 1 alli arriba 0 gar¡;.intea o es d 1 • · y1 v· •vo que se pier e a 111mus1ca, difun o.···· 1 1ivo, ' 1 1 '·Vamos serlore•. no es hay qu aprovechar a · · 1 '. torbar ! ¡.;-.brdan Pªhá!. el mientras los y volvién ose cia · 1 d ¡ 1 '!baroscarga siguiendo sus indicaciones, fntro uc an a J 1 11 d'ó en voz alta: . eil· el t mp o a. ªr. 1 / Aqu{ llega otró pasajero : I Pae Sztt oyoso . . D . . . van ustedes á deseo bu•ca de pasaporte. e un 1, • ehl i d ' d ·Qué chjnpa, pachar. dos ma_n il os · · 1 >enas había logrado
El sacnstín , á avería, y se prac . r su del número ocup a considerar a .P 'arle en •u ve rd:neg ra so· E¡Ue clavó d e. ne le entraha n p<'r tana , al ldiuespe · en dos znr.ca <las se las p iert:af sin aguar ar perm · · 1 't4ndoles· · arle! ntó . ata.1 ar os., ·A donde van con ¡ IJto · · · 1 · < ll 1 Pronto. · 1 Fuera ¡ . Ea. á la ca e . : · . uerto, . '·. 1 1 par>1 t:11t' dee a uí ! ; Qu ien es 'ª 1 " . 1 . á Peclrn n"r s11 ca a. ;, la 1n; !'$1 com o. . 1 sabían <]li é res pon1.os ..... a t n;·h11.11 os . n .r • ·t' ese f slf! en , f . r ' p<' r o como in sis 1 • der• l ro é nco unc 1ona io 11 . os cn cngido que sus . . es uno d e e os, , su• .. • · do á Robustiano: co n\ pafleros, nos mandó dentrar. y ... . d6n uc <]UICO 1 ¡co 0 para aqul el -¡Pero esto no se P 1 1 el ' do_ ·Qné pito tóca . , rándose con e a u i e . s a nstwn, e nea ·t ecc r á d ·ir órdenes? us a qu í. pará no ha niuguno, porque --·Lo que es P11° h d darle fi u s t é una sil ba to aviá no ha llegada a ora e
I
por sus gangueos colocarseEsta el ataud y com gente ignnraba donde debla haeer equilibrios liimnást' o usté estaba entretenido en y no enseftarles ' lo alto de ·la escalera, cumplir con esa obra d . . • encargué yo de . -El que no sabe e gir á los demás. para s[ ·mismo , mal puede diri·
-¡Vaya que si sé r . o· .!endrá derecho á · · · · · 1 , iga · · · . 1 Todo vecino iglesia parroquial cada ve r sea recibido en la un pallo negro, y' una mesa cubierta con Además se dará un d ·1ble por dos velas de cera . rezará por el párrofo 6 su /ºr. el campanero, y se le IM'a, .con la correspondiente el ofibio de sefJuláhuyentar los de . roc1ac ª. d e agua bendita diente . . . . ¿Qué tal depr sellado el expeel re,, lamento ? .;i -·· < e 6 no sé de memoria '!acer en la como de eso se ha de le den , en nombre JUsto que á un cris1glesia en los hocios Cristo, con la puerta de la -Lo que no . d . . se valga de la m me ío reg ular es que sellar cura, para dar mal . de no es tar presente el grado, cometiendo tantasols ejem ¡ plos en un lugar saA . iereg as , -: usté s1 que hay ue 11 •fenr disparates . Vo d fi q d amarlo herege, por pro. · -Pero Robusto e.y" ?.e recho. . calenturas agenas? - ar : qui e n te manda á sudar pompas fúnebres .-·Eg y .g a vemente e l director de · -No, seft o r· < s pari e nte tuyo el muerto?
Y el de todos: .es el mio .Y el de ahora, nos ne ar\n 4smo que á ese muerto le la ¡)ata si rg10 t ft nosotros malfana, cuando P la · • " ne nos con q é d · . s, 111 pagamos por ad e la d u e¡ ar mandas¡senr!s. Todos somo s o J es p<?nsos. y lauda/es y d catecismo y si es a 1 · e Dios, s1 110 mien,._ eo d ' ' s . no se expl' ¡ ''" mos e papá guten ta t al _que os mayor. n as z amenas con algunos ,/
PBCADORA
hermanos, mientraS que á otros no le.• permiten poner siquiera Jos piés en Ja casa paterna. Además, Jos vecinos pagamos á los curas para que nos bauticen, mis casen y nos entierren, y si sostenemos este edificio con lo mejor de nuestros ahorros, su¡)ongo que no será pa· ra que nos nieguen el derecho de entrar en él. -¡ Aqul no .se niega nada!-replic6 el sacristán.Usté, tan sabelo·todo, tan bu¡; ca ruidos, y tan leguleyo, y tan .. , . ¡intruso! ignora que para tener derecho á eso que los reglamentos disponen , hay que ser buen cristiano y cumplir los mandamientos de la iglesia ...
-SI; como Jos cumplía La Paloma, que después de haber vivido en esc á ndalo harta de carne se t11etió á fraile, es decir, se se echó de padrino !i. un mayordomo :le cofradía, muy l beato y con muchos cuartos, que le paga un funeral régio. Si la . en el paraíso se ha de conseguir por ese medio, sobian Jas_, sc;rmones de misión y las buenas costum· bres.
1 -Si se consigue 6 no algo, J!O es cuenta d sa,berlo ; coW!o no son cuentas de su rosario el que aqul se dispon g a ésto 6 lo o trq . . ¡Y basta de fa· tis/Qlerlas . ... ! ¡El muerto fuera ! 11e dicho . . . . . Y á . buscar la boleta del co-rregimitnto. venga, se determinará lo que corresponda . ' 1 -La boleta ya la han llevado á casa del seftor cura,-"contestó el jibaro que antes tomara la palabfa J Y como para corroborar su afirmació P, dej6se ver en el exterior un ehiqúillo, qu e al divi sar desde la escalinata del atrio al sacristán, gritóle con (uerza: . . T ¡ Don Sinforoso! dice el padre Calendas que si traenlma difunta del barrio de Pal ma no permita la entren á la iglesia, porque no se le d.:be dar se• pultura en sagrado.
1 -¿Qué dice usté á eso, don Aleluyas? ¿Cu:ll de los dos tenla razón?-dljo entonces el sacristán á . Ro· J tiano, con el tono de un s11baltemo, pletvrico de ea
58 BIBLionCA ni: IL BUSCAl'ill
• LA
. 59
111L BUilCAPII"
tfsracd6n por·habl!rse adelantado interpretar la v.illuntad de sus superiores.
Y los concurrentes se mirahan unos:\ otros, co· mo si por la cxoresiót. de sus semblantes rinisieran rl!'• · cifrar aquel oroblema , que tan vig-ororamente su curiosidad .
Cierto que la 6rden trasmitida al era terrible. Negar á un la sepultura en esto es en tierra bendecirla por lo• cnra•. inicio rle los piadosos vecinos de tt• eouival!a á cerrarle 4 piedra y lodo las puerta§.. de los aldzeres celestes al que era objeto de tal •
·Sin la fé de enterramiento en rel!'la, no hav me dio de consegi1ir que Ran Pedro abra el postiQ"o de su porteña á ninguna :tima que se le presente dl'I mundo terreno.
Asl foé que, al oír el mandato del cura. hasta aquellos más soliviantados por el leng-uaie levantisco de Robustiano, ple¡;.aron velas, disponiéndose á n:iveg-ar en un piélag-o rle v conjeturas.
-¡La habrfo matado -decía uno - y tendd ']UP. ver la justicia en el asunto!
-¡Se habrá ahorcado! -exclamada otro.
-Alguna a¡'ogál-apuntaba el nerrro w io nor taescalera.
-¡Será mora ... ! ¡ Y ese demon io _ Ja ha entrar aquf .... ! ¡Habrá que lavar la rr>n bendital-alladía toda escandalizada Sa11/a Rila.
-Puede que no sea mora ni iudia , y haya muertn en grave pec,ado mortal-indicaba sentencio sa mente el director de pompas f<inebres.
Y asl sigueron todo . :..;•li<?ndo voto _unos, tras otros y discurriendo con c!cvac16n . de tdea• hasta que Robustiano, que no m'"l!:':raba dispuesto cerder en su empello, exclam -;Pero, á qué tantas Y .> l ¡ r • , cuando es mu ylfácl salii- de dudas?
...
V dlrigléndasc 4 los campesinos, que olan y miraban con aire ,est6pido, sin darse cuenta, al parecer, lo que en tomo suyo ocurría, pregunt61es:
-¿Es muerto 6 muerta.lo que traen ustedes ah!? -¡Muerta, scllorl-Contcst6 uno de ellos-Es mi ,_ Cocola, la c1Jrleja de José Marra Méndez, que acab6 de padecer anoche ¡la A19brecita! La mangrura se la llev6.
.
-Pues ya cstfl dicho todo. hay mas que su, ·poner ni que cavilar. La querida de un jornalero no puede entrar, después de muerta , en recintb sagrado. J..a manceba de un hacendado ya es otra cosa.
. Y tomando el tono de un predicado/', y nando con ámbas manos, dirigiéndose al auditorio, af\adi6
· -¡Ea, amados mios! Siga . el que guste en oelcstiales músicas, que á mi me ron hace tiempo. Ahl teneis la igualdad cristana eJercitada prácticamente. Para los restos de La Paf°"'fJ todos los honores han sido pocos; ¡ni que fuera una n:tnal Para el saco de huesos que ha dejado Ja c1Jrleja de José Maria Méndez, no hay sitio ni preces en la casa ae Dios. El pecado de una y otra ha sido el mismo: amaron mucho. Sólo que 'la pri mera puso las .sóbras, de su carillo en un ricacho, y la otra tuvo ti la fucnia que vivir con un pelele que no tiene en t¡tu caerse mrurto. . . . ·Caballeros, aquí no cabe el hijo de mi madre! Ustedes /pueden seguir con estos deejemplos misencordia.
Y al decir esto se encaminó á la puerta,disponiéndosc á abandonar el campo, con el decaimiento del ven• cido, pero sin abandonar por eso su sard6nica sonrisa habitual.
.
Al pisar ya las baldosas del atrio, como oyésc la& intimaciones de don Sinforoso4 que.apremiaba. . gicamente á los jtbaros para que cxtra1esen de la 1glCS1a el ataud, volvi6se Mcia ellos para decirles: :
do BllU!)TICA Di
J
ljlBLlOTICA DE 11L BtJllC.l.PJE.
LA HCAllOIU.
-¡
No sean ustedes bobos! Herto han hecho coa traer ese cad:íver al puéblo, por caridad. ahí. y si no quiéren hospedarlo, que se tomen otros la pena de echarlo á los perros.
-¡ Insolente!_:voce6 enfurecido el sacritin.-Ya se lo participaré yo al sef\or cura, para que ha¡a que le pongan á usté un freno en el corregimiento.
-Con freno y sin él, y ali! como en tedas partes, 'diré yo, á boca llena, que lo que acabo de presenciar es un hecho que no tiene nt>mbre.
-"-¿Ni apellido tampo ?-oyóse decir por uua vo.e clara y simpátiea, á espaldas del pertubador doctor bueno?-exC!amaron á una nz 101 circunsta11tes, con afe ctuosa 1•xpre1ión.
-¡Señor doctor!-añadioRobustlano, saludando respetuosamente á nuestro antiguo conocido-¿Viene usted á dar fé de esta barbaridad?
-¿Que pasa?
-¡Ya puede usted verl '{ señalaba el ¡rupo de labriegos, que obeciendo por fin al pae Sinforoso, extrefan de Ja igleia el cadáver de la mfellz Luego af\adió : ' ;,
-Los pobres apestamos hasta e¡i la casa de Cristo. Ahl tiene usted a e5as buenas gentes que han hecho una jornada de tres leguas con esa muerta al hombro, por pura misericordia, y ahora se encue¡ltran con que no quieren admitirle la carga en la iglesia, y no sa- , ben qué hacer con ella.
-¡Ah . ..• ! Ya caigo :-.cxclamó el doctor. acercándose al cadáver y reconociéndola.-Esa infortunada murió anoche sin los auxilios religiosos ....
-¡Y quién iba á llevárselos á Palma seca, debajo de. un temporal! ·
-Debl haber hablado antes con con el padre cual, pero yo no me pertenezco. Hasta este momento no me han dejado en libertad mis enfermos. Ya se vé •••• fJon tantos •••• 1 Pero .¿dónde está el padre Calcndat?
-Es9 no es dificil averiguarlo .
-Está en su casa.-Se apresuró · i decir el aacristán.-EI es quien ha dado órden de no admitir esa · mujer en la iglesia.
-Pues voy á verle en seguida.
-¡Tiempo perdido! ,........ . , ;
-¿Y por qué? - • • .
-¡Porque de la cal\lt brava no ·se saca U<Jcarl ¿No sabia usted eso, doctor? · .
-Lo queque yo sé amigo Robustiano, es que va!es mas de lo que aparentas; y que tus munnuraadnes -Cómo apariencias! Y lo que estamos ¿no es la juzga á los demás . hombres por sus propias sentimientos, y ya debla babet:lo hecho ménos ni!lo la experiencia. ¿Quién le acompal\6 á \ISted en la última epidemia de viruelas que acabó con pc)pueblo?....
¿Dónde andaba entónces el páclre Ca· no hace al caso ahora. Se trata • de ·''una órden dictada por la autoridad eclesiástica . ¿Puede dictarla? acatémosla, y expongamvs las- ratones neces:IDas paJ?o obtcnonesosquomueolique. Cuando él . me oiga, estoy seguro mudara de pensar. "
Y el bueno del doctor echó • andar hacia la mo· rada del párroco, mientras Robustiano, moviendo la cabeza y haciendo un gesto, en sella! de duda¡ murmuraba entre dientes : ·
-.Mucho sabe nuestro médico; pcro,'para estos casos, la mejor ciencia no vale lo que un pu!lado de pesos. En fin •.•• ¡veremos!"
J
cruzándose de brazos, dióse á pascar lentamente por atrio, resuelto, por lo viato, ' aguardar el resultado de la entrevista.
La rcctorla de •••, situada á corta distancia de la igleaia parroquial, hall¡ base instalada en uri edificio de inadcra, que i 4especho de pinturu )'lfeltes modcr·
)
noi, dejaba adivinar la #poca de su construcción, dando f6 de la génesis del pueblo acurrucado en derredor suyo.
Erase un cascrtln espacioso, Aaquellos que Fray flligo dcscn'bicra en el pasado siglo, sustentado ' prueba de tormcnt<W, por rollizos y potentes de eá1Jan4, y cuyo íinico piso se elevara primitiYalllcim: 4 pocas varas del sucio, dejando libre la circulación del aire por bajo del so6wao, para obviar hu· mCldadcs lluviosas y facilitar abrigo á las cabalgaduras, auxiliare.. indispcnSables para la locomoci6n en un pals virgen de carreteras, puentes y viaductos.
1 Las urbanas impuestas por la cultura IGCial, •.hablan ft cercar con tablas la · parte inferior del edificio; poco después se sustituyeron las rapas por teja vana, que andando el tiempo, hubo de revocarse; :( las ventanas de corredera se aplicaron goznes de hierro; las puertas liliputienses 5e ensancharon y triplicaron; un balcón corrido, color verde eaflaveral, tomó sitio á todo lo largo de la fachada; oleosa capa de • almazarrón tilló las primorosas tablas de aeeiti/lo y guaquP. formaban los ·setos exteriores; se enlució con barro blanco el interior; la inmensa 5a 'a, depósitO común de la familia y las cosechas, se subdividió por medio ·de tabiques, en varios compartimentos; el techo cubrió con un artesonado de madera sus groseras des. nudcccs; limitóse el corralón trasero por recia empalizada de alfajías, y asi, de evolución en evolución as 0 ccndente0la l'ÍIStica morada del primitivo colono, conservando siempre el sello de su ongevidad, como vieja acicalada y coquetona, se encontró un dia convertida en -el mejor· edilicio el m ·•s. digno por · de albergar en su recinto las varudcs y preeminencias adherentes y consiguientes al cargo de p depiritual un reballo de ovejuelas católicas.
A esta casa encaminósc el bueno del doctor / de tr""'...ndose en baja portezuela del ia¡a.iu, obstróido
'
Ja uzón por una de1Jcn" de cbiqaillos 111'1 per11efi•· doe, y entretenidOI en oon gran algaz ira, hoyuelo, sirviéndole& á mar.vil!• P"" l'.l cuo, la1 du y oaroomid1H jaritaru del enL1iiral)sdo piv!m•nt·1. L, pre•eooi.t del dootor, no al· gana eo loe ju-1&1lore•, conttnuuoa 1111pa11hle1 1u tarea, limitliRd tSe á coote;tu' uoo ,<le el1111, oí la lD· terrog•ción natural que al gru¡io el reoaen lle· gado.
-1Padrino arriba •••• ! buba uste
" . 1
Abrióae paso corno pudo el por la bandaia de muoh•chuelns; hác1a el 1n.ter10.r, 1 doblando i la izquierda, eubió los es.Jasoa y. deauntdOI , eeca'one1 que daban auqeso al cuerpo 11r1nc1pal de la Tivi2nda.
Al terminar la asoensióo, y eu !o• mo oPntm de para saludar 0•1n gental o_ortsd t, uu niih de pocos años, desc,lz1 y •10 otr• qun ligera& y mezqui_9a oami;ol•. llllyeu lo al µ, H, :: n· de flguien, se adelantó, trémula .y :o t ir.ida, á la y tropezmdo allf con el v1s1tarit11, ag11rr.ó;ele de l. s pierna!, corno pidiendo amp•r.:> ó aupon1ead9 .PGC lo · meoo1 quo hdbrla de estrellarse ali! la perseJuo16n que era objeto. .
A ese tiempo, una voz femenina, descompneeta por.la colara, gritaba drntro: I -¡ E;pérate, ool\denada .... , 1 1Te voy á desol ar viva! h b' '6 lY abriéndose la puerta de la a a o cont gua, de;tacóae ,-n el haeco lo figura de una ma¡er, cuyo et• tado de muy adelantado, se revelijb¡ á la •imple viata con testimouios h•rto evidAotes.
La aparecida que, ;i pesar de la madnret"d11, aaa ali01, coneervaba •estigios de 101 qne debieron rehOlarle en la 1uv c¡ned6ee ante la ineeperada prellf!no1a de aquel desh 11 ooido, '1 mac¡olnalmente llnóee lae 111100- 11 pee °'
OOlllO li pretendíé.o. e111bnllr1e en el p•llHlo qqe CU• brfa 101 hombrO!I, h•J •n ·lo 109 ojos anti I• mira<la dalce pero int•DA y e1'!l'utadora, que la bafiaba onn .O. de1 .. telLit; r.reeintiendo iultintivamente 109 efectos de aquel nol,mpago indagador, . Apoy1da "º el marco de la poerta titubeó DD aomuto, eiu atreYene ' avanzar ni deoidine ' retro• aecler, pero al fin, modi&oada la irritabilidad del l<ll'n• to, , dijo 6 la chiquilla.1
-Concha •••. 1¡ven 6 vt!MittPI
Dibu)6se en el rosto de la uilia uu mohín de dGla· grado y 118 aoltar ' au valedor, mormuró haciendo obero1.pu·
-¡Me va1 6 pPgul , -Hay que perdonarla, aellora.-Exclam6 el dico.-Por e!&a vez doolaro su prot.ector. ffll criatura ce el mi,mo B11rab,sl
-1 Co.a. de nlli01I ¡ A cada edad lo "suyo . , . , I To«IOI hici1D011 otro koto.
·-No 1elor. Yo no di á mi madre la guerra en - que me tiene aiemp1'11 eee demuuio de hij•I
-¡Ay .... 1 ¿Ea hija de usted .... ? ¿Y le U•ma d!monio cuando ,... tan bonita .... ? ¡VamoSI que a6n dura I• corajiua Y.• en el e1tado en que u1ted 11 encuentra, esos arrebatos uo son nada conVdl!.ientea. Permita me que hab:e as!: 1oy méclico, y nis oll6erve, cionu no pueden tacharse de imliacretas. Uited no IN! pertenece: eu - situación, penosa 'por necesid•d, me parece agravada por circunstancies que DIJ conozco· peru que la práctica de mi prof·si6o me hacen pre.en· tir. Hay que dar paz al áuio10, y no por contener loa arraoqu•s vivaracho• de un hijo, exponer con su perwo011 n:isteocia la dAI que palpih en sus ei;trañae. La rpujer no acertada al. proferir media palabra, pero loe tintes rubicundos que coloreaban la pelidtz mete del roetro. revelaban el efecto que aquell1s saoaa le produ<:lao.
87
El m'dlco, levantando en bra1<>11 ;i la :iltla, y.
-1 Concha! hay qn" obVIACf'r al. mam6 .... ¡V• e1"1 r>erdonída . . . 1 Ahora le d11 un beao para con &entarla •• ; • Y· otro me tomo yo, en premio de mi in· tfrvrnrMo.
·
V dicien<lo y haciendo, imprimió 101 labios ea la frente ·de 11 nili•, v algunoe pasos para IJI negar!' ;i 10 madre. ·
Per'o la palabra del no debió por la chicuela como ¡tarant!a contra dM., 0Íplinaze1 m•teTDOll, pues, a1i6ndoae cid cuello de 111 lin¡)andor, dióse á -1 No.... no quiero ir .... . J Me. peg1 •••• me pega .... I . . -¡ R•mediosl ¿ l'or qn6 llora la i¡aifia ..•• ? 1IM· jala "1!. pezl
Dijo to el interior uaa voz desabrida, de proce• dencia varonil indiscutible.
Y Remedits, que eatA era el nombre de );. mujer, agarrando vi'olentam1>nte li su hija, quq prosegola dan· do chillidll!', lap61e la boca exnlemandi:>: '
-¡Ves, maldita : .•• 1 Ya has incomodado padrino. . ,
-¿Es el aeli1Jr el doctor.-Pre· cieamentii ven¡rll en su busca. ¿Podré verle?
-Ah! lo tiene RemediOI.
Y dtaapar•ció con la chica, ¡:errando Je golpe la puerta de la habitación.
Volvi6se el doctor al oir la cont?atación de Rcmediós y hall6se de frente al párroco, que, móvido sin duda 'pór los ¡rrltos de niiü, ó por el ru· mor de IH voce., se había allelantado ' averiguar lo · que ocnrrfa. ·
Fi¡óreee el lector un hombre zanquilargo, enjuto de carnee, abundante en huesos, car¡ado de espalda
1 't 18
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88 BIBLJOTICA 1111: EL llUICAPIS
loe ojoa rrandee y saltonC8, Telludu 118 oreju, ce· Crina la color, los powu1os, dt1prim1da l• fre11· te, i anchas y rec1u l•s mu1.1lbul""; eovué.vue e1e OODJUDto eo uo balaodran de "1la lle hilo cruda delllde la llln¡ura al ewbút•nsole l:U p1it 1uanetudo!, en anubiu z.ip•••h•e lle fio1t1ó; co16nt:1e la 1migen con uua gorra de tl\Ícta11 _Br•Bl<Dt• y s11 ten· drA idea aprox1w11d11 de 111 fJWIJ 'l'KÜ dtil p11are du.c.1110, ,
Decimos aproximada, porque ;u locuacidad· babia tnal, que le had• 1n¡erw1011u1e "ª •ue st1rwon•1· la af11aiaaa sonrisa y Otllrk> aire de be•r.i1uJ qu11 ba ea públicu, y que no cuau.11110 t.1ea cun ?e repul1ivo y ·qu" 111•a111pr11odl• d11 1u Uld1v1duwoaa, cuotr1ou1•n a llar '°ªº a Ja füonomla moral de aquel homllrt:; ptil'O eslOOi r•Sl!Ud caracli4!rfal.I001 IOD de aqaeuoe que h.n lle 1:studi.rM1 110 loll •ctoe so· oilllea, no b.sta1u10 brtve eouwer11c1ón pi&ra darJOI i conooer.
LA PICADORÁ.
Mos&rib111e baatlnte rahacio el bueno del pirroco ea J'KOl'Jer 101 barrí°" campestres, trepando cel'rOI y ftde1ndo rice y pantanos, A lomo de eooleoqoea ca• t>allejot, pmra administrar socorro• espirituales 4 jornaleros y labriegos de pooo fuste, alegando Hbiameute ea apoyo de sos negat1v . s, que e.SO! socorros deblan 101loii.r1e por )05 ÍoteresadO& CUQDdo se en eallid, y eó la época prescripta por la Jglaeia; mú, como en desquite de ese d esvlo, al fJa1w la1 oovenu y funciones y• para lo cual ponla á escote el bolsiilo de sus feligreses, encareciéo:loles la oic,sidad de dir presti¡¡io al culto. .Ea 10 opinió11, la no atraía tantos pro1tilito1 como los rsplrndores litúrgico!. El no com• el servicio divino sin lujo, ni ostentacion mag• oificen&e; orgaoi.zaodo, dia día, fiestH y proce1ionea y pasábase el tiempo, proporcionando honeEto recreo a iUS ovPjee -y provechosa utilidad 11 oo muy plHórito grftLÍo mercar.ti! de la pRrroquia.
al¡rhl
Gozaba el venerab :e putor Í•m11 dé muy caritativo er.tra 1u1 adeptus, puro j11111ás 111 v1c1011 la• m11115'r•1 de J1orgue1za.; "º cawu10 "'"º"'li:OS cahtij•roa 118 ale¡.ban ª" 11& Cll>a r11u1ur..1, ;>01qut1 .i s"ñvr rector IOJla bll9'1tuir l·• CuD HWOU•Sl•ClvDd llObr.du enérgica• <M.1tr11 Ja , Dt1uttl.noe ª" 1111sto los beatas, ponderando l11 cond1tcta llt:.1 fuuu1ouar10; no ea el pueblo lei.11u•s V1pouu ..1 que s11 ..i.tre· \uv1eeen ea censurarle, pu.1 q uti aao11. aloj•11.11ento en la prop111. 1ec.:toil11. á u1111. /a1111tiJa, 1111 111. y cu11Lro n1fü,s, Lle• de lua c.:IUÜ•B tr•jo ei cun al hi&c.:erse cargo a11 1a p•noq u1.; h•ll1tn<10 011.oi· :lo el úlllwo en épuc.:11. pvsi.c:uur, qu" n..oi11 puwue darse cu1111tra u11l 11.1vddallvr oe aqu11llct.; 11Dgt1lllOll, lo que comenta 1>&11 los mu.1 wur11liorto 11ac.:1 ilegu., maudo que h.ioolaa 11uo m¡mdr!Jdqs ¡w (}Dr•
• Pero en lo que el padre podla fllUJ tsJttiáliáad-de tal modo aplicaba & ello !U áctividad y eficacia-era en h extirpación del C·Jooubioato, "'41 social, como solla él llamarlo, destructor de la y de las bueou coatumbros, Bien ea que en r:ea monlizadora faena procedla coa exquisita diFCreoión, no iotrodu 1ieodose nunca á molestar i las pe1 sona• de viso, incapaces de incurrir en vicio tan feo) m's yt podía á solicitar 1111 regeneradoras aguali del bautis no el hijo natural de alguna pobre obretR 1 6 b ie n reolanur el titulo de padrino un . !.. brleg'> tild1do de concubioario. \Apai era ella! Para eatoa caSOI reaervaba el padre Ca eodaa sos m;h robu1• l.u admooicioneP, y de fijo que rotand& negativa sen.ha la moralindora reprimenda, 1i 111 que no llegaba al'e:atremo de terminar coa uaa denuuoia á 11 1utor1dad muoloipal.
Porqat oonYient, adYertlr, que •n la •pu aa qq
.( t 1 1
rú
""'"" llJIJ/(I )
iWdioo
'•·recto•le, OOIDdo el .... al rWllal lla4ertl• pmrl'lfmpir 1111 ee&a1 •xel1m1aioDN: ·
-1&.IM doctor
a.ot.ed por aqafl ¿Qae ml•
la¡ro et na-? · · -NBu milagro rae &rata de tormalar btcve 11iplia1. -P••, aade,.do. ' Pero, p.ue 111&ed 1dallaW. y.. torneaoa 11ieato. Esta 01111 e11 muy aaya. -MocbH gr1eiaP, pldrP,-dijo el docllor. Y liorretpoadieodo 4 la iovi&aoi9D, lli¡oi6 wu del tacerdot.e 4 la babitaoi6n inólledilta. . Era ee&a uo11t 1111 oosdl'llugulll', que . reoibla 101 de 11 pl11a condgaa por dOI aaoble Ye11tan1t y ana •p.cioea puerta, detn11d11 de oria&ales, . oeloslu y oor· &inMP. Uoa otamp•i ilun.laaJ1 ooa coloree cbiHoaer; lo 4 Pio X, ocopéa ' el promedio de uno de loa .,&abi1ue IM&er11ft, dando freD&e 'o&ra IMii1111 ea aegro, repteaeotaoi6a di!' S.&D Vicente de Peal ea el aoto :de nooger v.rioe niliot 1b1ndo11&d011 oolocacla en el &abiqoe opaeeto. Por baje da fll&e oDldro peDIHa de ao olno uoa 11uitarra eooordadl, ia•ramef!kJ OOD cuyoa ra91111· ' e i;0h1 • I cara IOlu.1ne ea eu ralal de aoledad. EJ. el V•LO rle una veo&ana, dentro de Nda· cid1 lltlli:I 1 e vt-IHe una •lrgea da IDI DaloraP, de talla, t·on 111 austriaca y ea &raja da lurt i la an,igua o•an:u eapafiolM, 1io fal&arla el oorc.poo4*&8 oon16o de plata 1tnv...to pc>f 1-- li..,. aspadu rgnili1.:iati•11. Arriarou1da ea UD exwemo divi· v;.io r., .IQD eloouiaaiePltaor· ni.a, Cll•'f y 110 muy di•tMm<•cl'• t"91 chilllllel aprcofan ea el 1uelo, uaa 11ll1 de mon, •r ucba y ·ldlwa
,, • .,._...,,*'11 o 1111 tiim• nu .,\IPI( , 1 11 re••i• llD riropllitd el tÜMld1iel9 · ,.,., li 1&leD1 ..... ijlo llh•• · , · .¡ . d lan de •"r 11101 rtllioltpt1 lllH nimtine ...._,Íllf, ai 1aqy l• ..wt. del
'
•
. • • •
.
71 lllLJOIOÁ D• "In. IÍJSCAP!B."
-oai •lbard•-con g111ldrapA y freno, todo uado Y pelvonento, acu•ndo Una mesa eecrik>rio !!Obre _la qua ee confundlau y FntrechGcahan y vetustt' S. un c'ntarc. dt'1po1• tdt1do, ltrpJOS de papdet, dos pi11olete1 de liol1illo, on <ltuclie grande de cuela con larga correa pera colgaree dtl hombro, algunoe libro11, un tiute10 doacomuoal, bote· llae, YllOI y otroe menudoe objeto111 deetac,baee casi ea al de Ja eatancia, complehndo el . ajuar nriu tillu de madera y doe grand<R silloaea 1necedo· rH de ·nconocida solidu y aotip.Uedaó. Ocupadu allol últimos por I01 d01 p1mo· naje1, tomando la palabra el párroco, t'ntablóee entre tlloe el siguiente coloquio: -_i_Oonque mA neceaita usted, doctor? .-Yo preoieamente1 no, edi ., r cure. Le necesita 1111 deldicbado jornalero. · • -¡Cuando Ufted le patrocina . . . 1 -He venir ante• i h ·• blar 6 uet etl , p•ro no me ha e1:io ponllle. Ha muerto en .,1 :J º '13a/"'4 stta una inf•liz.. • • .
-¡Ya, y•I La corteja ele uo hl Mán .t. z ¡ Valitnte pi lo eeté ése •••. ! Ahora mltmo <lar órden para que no udmita eeK muerta e n e i lgleeia.
-Lo 11bla . Y i e90 68 reducd mi ¡ obtener que usted revoqu e eu ·-¿Qué la revoque .... ? ( I.opne1hle . ..• ! Pero ¿neted a.be quien es e1e Ml!nrlfZ .. .. ? lfo tuna uro que li• estado preso por vog o ...
-Reco1nendacion c1 iufiuyeutes arr•ncuon su .entenoie.
-Ha desoido las exhortaciones de la au&oridad ecleeiáuic.t que queda liberhr su a!ma de i. esclatl· tud dul pecado.
-V1vla oon una prima berm • oa, y neoe1itaba dlepen•• de parenteeco para oelebrar el matrimo}iio ec:aiátieo. Eea di1penn exi¡t dinero.
·
LA M:CA noRA .
-Nomucho.
,. ,,, .
-Para un j ornalero, que no cuenta más que con su trabajo personal para subsistir, mucho csllo m·\s insign ificante .
-Pero es que de las prescdpciones canónicas no puede hacerse caso omis.o. Son obli;¡-;:torias; y mis atribuciones no llegan hasta el ppntQ presc indir de ellas para casar parientes que Yiven amancebabas.
-No pretendo yo que nadie falte á sus debe res. .Mendez vivía incorrectamente . y estaba obligado á normalizar su situ acíón ; esto es innegable; pero ¿no sospecha uste d los inconveni entes con que hubo de tropezar?
-¡Qué inconvenientes . . .. 1 ¡Rebeldía . . . ! ¡Su. gestiones diabólicas .... : · Usted no conoce á esa gen- . t e, doct©r. Viven como salvajes; la gallera, el naipe; las bebidas, los bailes, Ja holganza .... 1 Vamos! que " no medio de moralizarlos. . . . Y.a se ve : la pe- --, reza los consume, y Ja pe reza c r. mJd rc de tml ns los .,. vicios. v /
-No quiero argüir eg contra:: formule usted todos los cargos ' que guste contra Méndez ; pero él no es el muerto. . .
-¡Toma .... 1 ¡Si ella es más culpable queéll ¿Por qué no le abandoné?
¿Y .quién hubiera atendido á su subsistencia....? ¿Cómo cuidar de los hijos?
-¡Dios no le falta á nadiél -¡Paréceme que no la ha sobrado á esa infeliz en más de una ocasión!
¡ Qanastos .• . . ! ¡Y con qué calor defiende us· ted su pleito! º
-Puede que lo fallara usted con distinto criteri o, si hubiese oído como yo, al pié del lecho de muerte de esa desdichada , la amarga historia de seduccion, de abandono y de miserias 11. que ha dado curso su exia·
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14 l!IUOTICA DI 1111. IDICUll,"
J
LA PECADORJ.,
-¡
Cómo! ( Fué usted su -A .ella la ví por primera vez de ruémueiU. é! quien me reveló ingénuame11te IU pasado, con a ansiedad ?e aquél que no ha tropezado jamás con c1raz6n. amigo en donde depositar los secretos del : n{ 1f hallado un labio misericodioso de quien eci lch a imosna del consejo, provechosa y peruma que la del alimento corporal. No es la historia un holgazán curtido en el vicio, Ja que recogieron oldos ª"?che, al'solicitar bajo el techo de miserable ca ail a .refugio contra el huracán. Es •por el contrario de abnegación, iluminado por los destellos e tra V,º y de la caridad.
d - eo que han explotado su sensibilidad· pero de os modos, no. P?edi: enterrarse mujer sagrad · Hay q11e e.ntre los sumisos y las rebeles. No es posible equiparar á unos y otros. Qui non ect mecume contra me est. Lo dice la Escritura. y el contra la Iglesia en vida, no debe sÓlicitar sus su ragios después de muerto. -1:-3 .Iglesia misma enseria que la contrición y el arrepentimiento lavan Ja cupla.
. -¿y qué pruebas puedo tener yo del arrepentimiento de esa , i;>ccad?ra , cuando ni aún se me ha llamado ·para auxiliarla tn e:xtremis?
. -Esa pecadora ha ll?rado mucho, y las lágrimas redimen, cui:a. ¡Binzaventurados los que lloran! Esto también lo dice la Escritura.
.-Pues si á usted le consta que murió gracia, absuélvala y red ha!a en su iglesia y disponga su ent_en:amiento como me1or se le antoje.
Esta replica del sacerdote, en que se revelaban los de la soberbia sobreponiendose á las más rndimentanas '.ormas sociales de cortesla, hirió el tem peramen!o ?elicado .del bondadoso médio . Levísimo estremecimiento agitó su cueqio dando tensión á nervios, encendiósele la color del rostro, é
en sus ojos garzos un destello de luz, de aquella luz que. los iluminara en las horas solemnes en que se lanzaba como un atleta á Juchar por Ja ciencia en beneficio de la humanidad, .con voz tranquila, pero grave y severa, habló asl.
-Se!lor cura, mis estudibs universitarios, fortale · cidos por treinta a!\os de práctica prafesional, me er.se• !\aron que lo mismo se descompone la materia corporal en la tierra acotada por !a Iglesia católica, que en cualquier otro campo de labor ó yermo inculto. La ley .de la transformacién es inexorable . y entre las sustancias · que necesita el terreno para apresurarla, en_ beneficio de la higiene pública, Ja ciencia no ha reconocido todavía como Indispensable el agua bendita .. ..
- ¡No siga usted !-exclamó el cura-que do escuchar tales blasfemias. Ustedes los médicos incrédulos y materialistas, t odo lo quieren arreglar con, su ciencia. EL cuetpo ·es lo único que les dándoseles un comino del alma , que es lo que la Iglesia cuida de limpiar impurezas, para que pueda presentarse á juicio sin temer la justa ira del Señor Todopode · roso que la creó . . . . ¡ La ciencia. , .. ! Es buena la de ustedes para curar tercianas 1' preparar untos Y mixturas , . . ¡No digo que no ... . . l Pero también t e nemos la nuestra , contenida' en la doctrina de los Santos Padres y de los Sagrados Concilio,s, que hablan por revelación del Espíritu Santo, y no pueden engañarse ni engañarnos. Usted no creerá en nada de eso, • juzgar por los disparates que acaba de ferir, incurre en g ravé contradicción con sus principios , al solicitar, con tanto en sagrado para esa pecadora impemente. Si la tierra pr?fana e!> igual á la bendita, llévese usted la muerta y enttérre la en el corral de su casa, c!Qnde podrá más cómodamente preparar el terreno para que se opere la transformación de la materia secundtmi scicztiam .
-Si me hulúese usted d ejado concluir-rcpúblicó
1 1 1 í).
q
1 !
el médi co-de fijo no me ach . que supone; pue!i aun ue la . aca.roa esa contradicción sus verdad es inconcusis la me h3ya e nse ñado brado á respetar Jos pr;ce t me ha acostumte con ciertas preocupar.iorfe:s Y á ser toleranbres . Conciliar esos en las costum. las pc;rs onas llamadas por sil 0 deber, en dar eje mplo á la masa del 1 posicion t 111Auencias :\ do el objeto que me ha im Y ese Yno otro ha side usted, te niendo en c P sado á dist ra e r la a tenció n · . uenta que 1 ensel'larlobl , meJOr que con te . ª , ,ue o hay que plo práctico que da con e l eiem' La ló ¡ 1rre&1st1u e · 1 I rm11.' a !Ulz to que digo)' 1 . ' ¡,' as cccmnes. ser· muy acomodaticia 'º m11·es o que hag11, poc1erra gérmenes dil.Smo ral· dpara el maesrro, pero en. . . iza ores. . -(y qué quiere decirme usted J)Ó el pater, algo escamado por e l . con . ..:. inquiel colo qnio. gtro que iba
.-·Quiero decir, que antes d 11de acercarme á la iglesia en e esta casa llub e alll he tenido ocasión de ob so lCltud del párroco, y ostentoso funeral servar lo s preparativos de -¡Ah ,··r·· 1 ' .... s,ese en(er d d Socorro, que tendd h.tgm esta' rod e olia Maria del .y b tar e. -, • sa e usted, Sf!f\o r cura .. -Lo que sé es que ha muer' quien muj er? , , - ¿Nada más? Pero si asl muy cristianamente. v1v1ó en nil'la con las b muerto, en cambio y desde hace al uenas costumbres por mucho te por concubina-ó aflos públicamenmayordomo de fábrica de '1 como el vulgo-del dondo. ª parroquia, don Bias Renasl usted á creer en murmu r ac iones m unda -Sei'lor cura, los médios . fermos. la confesión de no exig imo s á los en : ncmos de de mas por fuerza uc os e sus secretos lnti.
J
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mos, pudiendo de este modo apreciar la exactitud de hechos cuyo relato en boca del pueblo suele titularse murmuráci6n.
-Será lo que usted quiera, pero 1epito que dolla Maria del Socorro ha muerto muy cristianamente. aDió los auxilios espirituales con gran fervor, y ha dadó muestras de extraordinaria piedad, setlaiando en su tes• tanemto las Mt1ndas Pías ;orzo"sas, disponiendo que se le celebren los funerales de prlmera honras y &116o IÚ tdU, sin olvidar las treinta mil.as de San Gregorio, destinando además pesos pára revócar el campanario, que bien lo necesita. Y a ve usted si, mediando estas circunstancias, debe apreciarse . como buena creyente :i. la difunta.
· -Quiere decir que ¿'i haber podido dar iguales de lar¡ueza la infortunada compallera de José Maria Mendez, tampoco le negarla usted ol enterra· mlonto\ en el cementerio ni proihbirla la introducción de su cadiver en el templo .•.• ? De esta suerte habrla de ser fácil c.btener participación en las bienaventuran• us celestes, y no quedar!a un propietario 6 rentista mediariamente acomodados sin conseguirlas, desmintiendo al Evangelio, que considera más f dcü pasar#"
11J11 IÚ UtJa a¡uja que mtrar "r' rüo en 1L rei'"1 tú lós culos.
-¿De modo que usted pretende que yo mida :i. iiolla Maria, que ha muerto bendiciendo la autoridad de la Iglesia, con la misma vara qui! :i. la corleia de un jolÍIBlero rebelde que ha desoído los consejos y amo· neataciónes superiores, y que, condenado por concubi· nario connJmaz, debiera haber sido desterrado de este pueblo hace ya tiempo? Pues no estamos conformes, y por much9 que usted lo desee, no he de resi¡narme á negar igualmente á entrambas difuntas los aúfr11gio1 póstumos, -No deseo yo que esos sufragios se nie¡uen. A la invena1 upiro i quo so c:oncedan igualmente, con
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.
objeto de evitar que las murmuraciones del voclndario fonnulen comentos poco favorables ! la equidad con que se distribuyen los oficios públicos. No es posible que en la conciencia de todos los vecinos pesen los incidentes de caricter Intimo que han precedido li la muerte de esas dos mujeres, y obligada la masa social, ' apreciar los hechos por las manifestacion\:S exter,iores, habiendo visto .á dos personas incurrir en igual incorrec. cióri moral no ha de acertar á explicarse, como es posible premk rn la una lo que en la otra se castiga con una pena no autorizada por ningún precepto. .
:....'..¿Quién ha dicho i usted que no estoy autonzado para ruchaza_r de la Ig-lssia, después dP. muerto, al que en vida no.la respetó?
-Se!lor cura, pennitame usted que.no ion libros de medicina solamente los que yo he temd0t ocasión de hojear. La sepultura, er¡ recinto consagrado p0r Ja Iglesia, no puede usted negarla en la forma que lo pretende en este momento.
-¡Qué sil . .
A
-Repito que no. La pnvactón de ecle. siútica se reputa pena gravYsima por la Iglesia, que la reserva para casos excepcionales.
Cómo el presente.
-,-No; porque para aplicarse ha de mediar expediente canónico, en el cual han de constar la de la voluntad de la persona {J quien se pretende gar, y su declaración explícita mo 6 en caso contrario, los méritos de JUSbcia que ser en un como escamió, reprobación o desprecio del dogma. tFormó usted ya ese expediente?
-jQué he de form:i.r ..• , ! ¿Pero de dónde s¡¡ca usted esas tonterías?
.
-Si son tonterías, me las inspiran el esplritu y letra del Concordato. L
-¡Ta, ta, ta .... ! ¡El Concordato! Esose"lue.
da para la Penfr¡sula. Aqui nos '· l'CfÍmos p.or leyetespeciales, . _¿También en materia canónica?' ;
. -¡ Cómo en ¡Sí sellor ... , f Y cada ga. llo canta en su 'gallinero .. . , He dicho que la ewlej• de ese pillo ne:. entra en el y 110 entrri ¡Qué apele al Papa ó . á quien quiera¡ me déne sin cui. dada! Si después de cumplidas mis órdenes, encuen. tra él, .ayudado por usted , quien dé el esc:And¡¡lo de. dela muerta, 1t1e dejo cortar una oreja. ·
-¿Es asl .que el fallo es ivevocable? -!Sin r,emisión! .
-Hace poco me llamó . - Y no me retracto. • · · .. • , ' 1 -¿Y cómo debe llamarse .. la ma'teria inerte a1 inmortal?' · · .
. -¡No .me venga u*d cóíl ¡!S .ellS71iár mi;;. el DiQs y ti á la autoridad de sus m1mstros. , á esa neJ?"arle la sepu,ltura en sa¡pdp, lo estimo eficaz que·todas las pláticas ·y castigos destinados á concluir con el concubinato.
-Sef!or cura, ¿no es usted discípulo de Jesús? · , · -¡Si! ¿Qué háy con eso .... ? ¿También quiere wtted negarme ese título? . '
. - No; es que se me ha venido ! la memoria la A;ODtesl::leión del Maestro á i.>s fariseos, cuando le pe· di:\11 la condenación d e la mujer ad1íltera. ¿La recuerda ustec!J
Esta frases, vertidas por el médio sin alterar las iuflexiones natural"5 de su voz, encerraban tan jus¡;a re, .convención, que el Padre Calendas, sintiendo fa' pesa• dumbre del cargo, ttlvo por conveniente no proferir una sola palabra.
Satisfecho del efecto producido, disponíase él doctor á proseguir, cuando hubo de interrumpir su propósito el ruido de inesperado aguacero, cuyas
..
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DE EL EL BU3C\P!l!!.
¡otu azotaban los espesos árboles de la plaza gita é impulsadas por el viento, penetraban en el tnte· rior de la casa por los huecos de ventanas y Idea súbita pareció asaltar al bondadoso médico-,. \impulsado por ella dirigióse al balcón, desde cuyo sati6]1amó al padre Calendas, como para mostrarle algo en la plaza ocurrla.
Acercósele el cura, y, efectivamente, pudo obser'Vtr como los labri.!gos conductores cadáver la ,desdichada Cocola, recogían del atno, á toda el Miserable ataud con objeto de ampararlo de la Uovta, Creyeron sin' duda los pobres jltt1,os que lo extraardinano del caso moverla al sacristin conceder lo que ellos no negaban i nadie en 1us miseros 60/úos, pero no fué as!. ·
Sordo el templo á toda misericordia. cerró sus puertal· para que la lluvia no humedeciese los sucioil la.driltos del pavimento ni descolgasen · las rifagas de - arle lo enliul.das cortinas, y los asombrados labriegos, co11 ·el fér.ltro á cuestas, hubieron de dirigirse á una upaterla situada á pocos pasos de la rectótil,ca;la donde, por del solicito no que habla permaneado firme en su puesto, carítlltí• vamente se les acogió. r ' -¿Vi usted, se!lor cura?-Exclamó el doctor Bueno con su serenidad imperturbable-Jesús atrala. y usted, que se llama su disclpwo repele, Jesús rehabi· litaba á la mujer caida que, vivia aún, podla de niHmt caer, y usted condena .á una proletari.s muerta, el vido ageno enredó en las mallas de torpe sedlK\CIÓn. JuSús no puso limite á su misericordia: usted cierra á piedra y Jodo la Iglesia, • la ingenua creyente que no tuvo medio• de le¡aiizar un creado .Pof la fuerza de las circunstancias y no manallado por nmguna i!nHµreza, y no vacila en exaltar lós do una '-ºe fortifica su tard1o arrepentulUento con M'lftdá P1a1 y le¡ados provcchoao• y luncralet '°1'º
cuidad y reQOgio f.S: ostali ri9p pnv1legt08 " .1nto!erancia, y mata la oredQifdad
:
¡Hasta otra .v11tal
-¿Piensa volve1? artic: uló coa di•· gusl.o el cnra, ' ' No sin que usted mo •olicitg, con mara,da · ' ; ' Y tomand1 el sombrero que d¡¡jtra 11br.¡ una ti• ll!, encarnin6se ó l" -¡Qué el padNI C•leodu.
-No importe. Esa muerta llecea1ta ,pten:•r'1'
el deber miseri.rordioeo .· que usted Óo. la11
Pocas hora& después, en un campo iocol&\), d11to al cementerio; paraje 1olüario, acotado M 4'bij cera. de mayas que traspopl•n con facilidad 1.del contornó, y 9ervla para·dar . miento á /unges y suicidae, •e(He, é. lá luz de 11!< un grupo de campesin09 · acopa· dot abur, entre cardos y matorralet, profunda excavación.
Aquella debía ser la tumba de la infortuoa'.la Cooola.
1 Preeidla acto el Bueno, clel Robust1ano, que 1e habla agre¡ado m&Dtt, ¿ 1., iedqoida c&mitiva ' Coab/Jo el h11yo quedó bajóte el ·cadá· ver al fondo, con de cuerdas ingeoio1,ID•llte Robustiaoo, que al termioar el deaoe · hobo de pregotar con cierta 1ocarrooer!a. peo. _ :-¿No rtzam09 nada doctor?-Nadie te le impille. -¿t'·uated?
-Yo ya, pero no por la victima, eino,... atonn8n&1dore1,
'1 ' / .r1\ , ¡ to B!BLlOTs<JA
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quiero cumplir ....•. . , , •. , ••.•.••..••••••..• , , , .... •\: .. •' • ...... .. ... ' .. -· .................. . .
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SI Bi.uorloA DI cÍBL llUICAPIB.
Etto diciendo, tomó el médico uno de !01 terronH qui rod1ban '1u1 piél,' imprimiendo en t!;I oq beao, el aeeud. Robamaao u.ió una pala y cJ16 pn1mp10 ' devolver al hoyo 11 tierra eztraida, '-rminando IOI jilxwos la f6nebre labor.
Cuando 111 últimu paletadas de tierra cubrlan ac¡aell1 humildllima tumba uyóse salmodiar ' lo lbjoa el primer •erslr.ulo del de que la lgl• caltlica empl•a en l01 funerales solemnes:
" Bmetli&ius DOllli#us DeNS Israel: r¡1IÜz visitavit . /•til ple6is S11a!."
Le9antaron la 10! piadosos obreros en s 1lici· &11d del deeoonooido cantor, y por entre loJ sauce• y Htromoliu :¡ue b<>rdabao la carretera, div1aarou. al padre C.lenuae, que revutido de oapl pluvial y 1egn1do de Hmeroao al§qaito, en el qne lignraban l os 11DkJ6ies del d11trit.o, daba io¡r.it0 en el muoi 1ip•l 11 de dolia Maria d&I la oonoub1111 del mayo1dowo de fbbrica de la parroquia, por Ja contrición J loa dona ti VO! pindOJOS m artl&#/o '11tWtis.
EPÍLOGO.
Lo& •eciooa de ... dan tregua cu el sueño ' aua cotidiaoaa chiemografb1, para reanudarlas al dia siguiente.
aqu.Uu horu, puee que en una 011• úrrera, situada al utremo del lugar, oyéroose golpes repetido!, acompafiados de eete llamamiento:
-¡Scllor doctor. •• 1 1Sellor doctor!
-¿Qnién llama?-Preguotó un-i voz deale el interior .de la cHa. '
-1Un enfermo de pcligrol-R,spneo el que diera lol .
Tran1CUrri.6 breve instante, rechinó una cerradun, eokeabrióee noa puerta, y el rayo de luz e1oapado del interior recortó en el vano la 1ilueta del doctor Bueno, é iluminó á la vez, confusamente, la figura del oa,111panero de la parroquia, que era el que habla llamado.
-¿ Qni6n • el enfermo?
\ No lo llé. El aeñor cura me manda llamnlo con mucha prisa, y le snplica que no deje de ir. -¡Ah . .. ¡El cura .... 1 Pero ¿esti él en cama?
-¡No aeEotl .
_
El aullido de algún caii famélico 6 el canto de I01 g.llos de pelea 'encerrados en aus jaul11, á que hacen coro 101 coq#ts trnoocbadoree, arrullan en inarmónica eere111ta el plácido repoto de aquello1 morigera· dor habiC111te1.
.
En IH pU1tan01u callea no brilla otra luz que la de 111 eetrcllu, y i fé que terfa gaeto jnútil el del alumbrado p6blioo, alli donde nadie ac uen$uraJo rondu 11octuru11 d•pu9 del toqoe de d#i"'41, A.l¡uiea, lio em111r¡o, 1e 111oontraba delpimo A
-Poca ya me figuro puede ser el 11Dfermo. ¡Aguarda un momento! , . Y retirb.do1e de la puerta, volvió á apitreoer tras• breve1 minutol, con una caja larga y aplanada que ea· treg6 al campanero, diciéndole: · -Lleva e1o, par 1i me biciee faltl. • Y perdiéndose uno y otro en Ju teoebroau dieron i pocoe minutos en la rectorfa-. · No b'8n pusiera el doctor los piés en el último t1ca_lón dtll edificio qne mis lectores oonocen, eintió que ae le colgaba del cuello el funcionario eclesiútico, ex· cl&111&11do entre sollozOt!. .
-¡Dooior •••• 1 ¡doctor . ... ! ¡Se muere Reme• dlOI •••• 1 U1te:l e1 mi providenc11 •••• 1 ¡8'lvela, doctor •••• 1 .
-¿Qué paaa?-Pre¡untó el médico. -¡Qaé h1 de QH ha llepdo la hora del nace, 7 la,pnbnéilla no puede Nlir ao di ••••
. 1
8f ldlJOftCA DI "& lftJIC!Am.•
11 UJttd ... . r
Con efecto, en el interior de la cu• retoAWU de1garrado1'81, los lamentos de una mujer. . '
El m4dioo, sin proferir un• p1labn, n 1del1at6 al litio de donde part!an lo! quejldoa, y empujando una puerta que hallara entreabierta, desapareció, 4ej1ndo en la 1al1 al ·Padre Calendae, que 1e dejó Cliu !fil 1ill60, hundiendo la frente en ambas manos, ira1 de profundo abatimiento. .
L!' . f'aen1 del disc!pulo de Hip6cratea debió 1•r mny laborloaa 6 jnzgar por el largo tiemp.o que en reaparecer, mili nn en vano se reourr1rra á tu .ha· bilidad profeeional. En los momento• en que ·\• IAI del alba penetraba tlmidamente por lo• hueco• del balcón, dnti6 el sacerdot<>, inmóvil aún en 10 · 11ient<>, que ·UH mano cafa suavemente sobre sua bombroa, e,11 l.lnto c(tle una voz clara, vibrante y consoladora, excla· maba:
-¡ P4dre •••. ! Deepierte usted, que reclama 10 bendición un nuevo hijo. ·
-¡ Ob ..•. graciu!-cxclam6 el cura, levant6.ndose precipitadamente y abrazando con efu1ión 11 nía:. 'c!ico.-1Con que fuera de peligro ..•. ! ¡Cuinto \!PY á deber á usted! · .
-No hn- deuda, no . Ha llenado un debEr á conciencia, be sido afortunado y e1toy fati1fecho; pe· ro . . . Jpemitame una pre,onta! Hace poco• di11 . ne · gó usted sepultura 1iástic1 al cadáver de ¡>Obre labrie111, porque habla Tivido en concubinato con pariente, obligada por la imperiosa ley de la r, ecesidad. ¿Podria Dlted decirme en qué parroqui& contrajo matrimonio la mujer que acaho de asistir? .•
¡Ah .... calle asted señor doctor! So,- mUT culpablf!; pero la uatural•z• arroll• la valu1itad mle fi. , nue.:_Ohlervo que al fin se bailan de acuerdo la / •• zón de alted y ciencill mift; ea ciencia u1t414
futpbt buen1, ai acaao, pua preparar uneo., que, en etta ocasión, ha RrTido pl,ra 1&lft1 9e la muerte ' do1 criatnrH y dnolver ' usted 1Ú tranqui· lldati. Dice usted muy bien: la naturale1111 ble; pero la ·moral eocial ha de aer uue aol! Si yo hubiese desatendido el ruego de n1ted que ha idn' de mi lecho de de1oane1, pa;.. a1i1tir en su alumbr.am1ente ·' mujer que no ha pudido raoibir la 11nc16n 01atnmon1al de la Igleda ¿qui! hubiera aldo ella.:.:? juicio hubieran merecido 'u1tad sent1m1ento1 de caridad ••.• ? Y yo hubiera l!O· pido coa.téstar, en su intolerancia: ¿Por qd se pide. á la 01enc1a que ealTe una criatura 1noeneg1da en la 1mpurez•, ei la religión, que babia en nom· del Creador, ha de condenar, ,no ya el espirita ammador de esa exiatencia, 1ino tambii!n el tejido car· nal que':la enYolvi6?
Silencioso el cura, mautenia 11.1 vúta clnada en el 1uelo, como temero10 de encontrarse con la de aquél que tan severo juicio formulaba !obre 1u conducta. El médico prosiguió.
que han de mortificarle mis· pala:.. br1B, y lo pero be querido que fuese usted juu en Eu propia causa; pues, por lo mi1mo que la natnraarrolla volunt'd más firme, 1ntiendo qut anta de JUJ¡ar con e1plrit11 intolerante 111 debilidadee aganas, hay C)Ue iODdear j )a propia Conciencia,. y tfaar á la memoria aquel.las aublimN del Evangelio, que hace pocos d1as qwse, aunque iofruotuo11m1nte rec_erdar '· usJed: Et que de vosotros esté sin f>ecllá• ar: ro;• la .Pn'm6-a piedra.
. La campana de la parroquia dejó oir en aquel rnatante au teiiido, reclamando de los le1 la plegana m1tinal. -¡Sellor cural-dijo el doctor tomando el som. brero 1 la caja de inatrumentos.-ÉI Angelus aoa Jla· ma; á n1ted á la lgle1ia y á mi al l1oho d1 los enfer,
IDILIO Y REALIDAD
Se habían cuado am!ndose mucho. EII., AHáa no era una belleza dulumbrante, pero sus graádea ojOI negrOB expresaban la ternura de un alma llena de • delicadezar, en las cuales ae embebecia de j6bilo el feliz HpoiO, para quien Alina hallaba 1iempre sonrisas 1 que le enamoraban cada vez m;U haciéndole venturoso.
Tanta felicidad convertía la casa de Enrique en un paraíso; tanta, qUé á ratos, cuando se hallab" léjos Je · 1u amada Alina, solía p1eguntarse. ¿Puede etto dorar? ¿Tamalla diclia no es superior! lo que .nu11ca pude aoiiar? Y entonc111 ee entristecia y retornaba al nido de aua amotes pensativo y suspir010; pero apenu entraba en 1u ca11, Alina 111ia í reoibirle radianie de amor, y entonces, al sentir sobre su pecho loe latid01 de aquél corazón todo 9uyo, en la embriaguez de •u diolaa linda se disipaba la pena y 1e olvidaban loe temore1.
Un dia,1Alina, e11, vea de recibir 4 Eurlque ale¡re como de 001tumbre, 1e le acerco triste y con lot brillaatea ojoe humedeoidOI por el llanto.
Alarmado Enrique le preg'ontó . -¿Qo6 tienes? ¿FAtú enferma?
-No-lo conM11ó-1Si aupietu qo4 enorme dll· poial ¡El pobre palomo blanco ha .muerto!
SS llllLIOTBCA D• llL BUICl.Pdl. '""'i mOL La aociedad reclama nuealto• 1enioio·....1c.aa oual t. au labor 1 y abandon6 la reoWriL j • )
)
¡1 ' • • '.
Enrique rtepir6 ampllamente, • -¿C<>mo-afhdió Alina-¿No te apeaaa? ¡Pobre. Cito.,,. -No u eao, Tida mia, "que al notar tu tristen '8 crd enferma, y la Terdad, al 1aber que eatú na ..•• casi estoy á punto de alegrarme de la es un de tu pena, . -¡Malo .••• le dió un beao al propio tiempo que eno¡ó con uno de e10s mohinea gra· ciOioa de que sólo las mnjerea gnapH pO!!een el Mcreto. . Dise.•lpóee como podo, y b.ac1a al, no pudo minoa de conmoverse al contemplar la afücción aincara con que Alina lamen· la muerte del palomo. ·
-Bajemos aljardin y ved.a á la infeliz paloma como llora su Tindez al rededor del cuerpo inerte ele 1u compañero .... Oye .•.. oye, parece que cante uaa canción muy triste.
Dejó.e arrastrar Enrique, y llegaro'n al palomar. - Alll estaba, en !Íecto, el mleero r alomo tendido, con la. alaa entreab1ert11 por loa últimos esfuerzos de la vi· da, como si al morir hubiera querido arrancar el vuelo. Tal vez el pobrecillo, al sentir cerca de g{ el frio dr la muerte, babia iatentado huir. ¡Aterra ta:¡to Ja muerte, qne hasta la. miamaa palomar deben sentir el horror de.sus mi1terioal El palomo tenh su linda cainclinada sobre el r1b•1sto pecho,. los ojOI túrb101, el pico cerrado, rígidas las rojas patitas; y :l. al rededor la paloma, dolorida, daba vueltaF, se alejaba, volvia :l. acercarse, agitaba el albo plum•ge, y luego gemía melaacólicamente. Aquella paloma sabia sentir· atf al ménog lo creia Alina. '
-¿Por qué no has tirado eso? drjo Enrique visiblemente impresionado.
-¿Como? ¡No faltaba m&!l ¡Si digo que 101 no tienen corazón! Pu fs no 1eñor; 1P.r:l. pre)
m1uo T RLUJl>AD.
clso enterrarle; pero he querido esperar huta que tu vi· nieses. ¡Pobrecito! Mira. mira á la paloma, parece que vuelve á mi .sus ojos agradecida. Además era cruel sepa· rar tan pronto á esos animalitos que tanto se han querido.
--Enrique se llevó á su esposa de aquél sitio dicil!n· dole: .
¡,Por qué amargar nuestra·dicha con este especü· culo?
Aún la mallana siguiente estaba EnrilÍue desazo· nado. Salió á sus quehaceres, pero no podfa, en medio de sus ocupaciones, despreocuparse del malestar que le embargaba el ánimo. Oyó decir que en la Ciudad reinaba á la sazón una fiebre de mal carácter, y la noticia le produjo inquietud . Y era que en Enrique llC despertaron más insistentes que nunca melancólicas 1ideas; tenia vag-os presentimientos, temores ridfc:ulos, e inqu{etaban desgracias que se le antojaban próximas, y en su delirante fantasía , la muerte del palomo era un presagio.
Retomó á 'Su casa , y las caricias de Alina no lo· graron esta vez sacarle tan pronto de tristezas.
-;Ya no me quieres? le dijo Alina.
-Porque te quiero sufro tanto.
-;.S ufres? ¿Y yo no lo Ingrato!
-Si muj e r; es una tonteruí. Te qtliero tanto, que á veces me figuro q ue mi dicha no puede durar ... . y entonces experi mento congojas, infundadas quizás, pero que me agobian.
-Tontin . . . ¿No sabes que mi corazón lo llenas tú , que ere!} mi vida. mi lu z, mi Dios . Enriq t/e, e n agradecimiento á su esposa, procuró vencer su amargura aún no del todo desvanecida.
-¿No seria mejor qu e renunciásemos al palomar? -le dijo-M e hace daf\o su vista. ·
-¿Crees que no s traerá desgracia? Como. ras ; pero eso sí, no vamos á echar á la pobre vill<UM;
88 U 11L BOICUJll
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BIIUOTICA Da "SL BUdCAPII,'
esa no; que quiero cuidarla yo misma. ¡Si la vieses( Está hoy tan angustiada que no ha querido 2omer.
En pocos dias el palomar estuvo desierto; sólo quedaba la viudt'ta-como la llamaba Alina-pero la paloma seguia triste, comia poco al principio, luego nada, y al fin murió y fué t"nterrada en el jardín al lado del palomo, junto á una ll}adreselva que Alina misma cuidaba.
Y con este motivo se recrud ec ió la melancolía de Enrique. · Una tarde, sentado al lado de su e;posa, contemplaba fijamente la madres elva cuyas ramos lozanos · se habian cubierto de flores que embalsamaban el · aire con su fragancia. De pronto dijo:
Si yo muriese, ¿me amar.as como amó la paloma?
·-No digas tonterías, vaya, que me enojo de veras ¿sabes? Me quieres afligir. . . . ¡Malo .: . . ! No tienes corazón cuando me haces llorar . .. . Mc..rir . . . . pues bien, si mueres, no podré sobrevivirte; pero ántes moriré yo si sigues diciendo esas cosas.
Besó nurique á su esposa, y aqu e lla noche se sintió feliz de nuevo; hasta se rió de sus caprichos. No, no morir(a, no tenia razon aquella es tú pida idea, la desgracia no llamaría á las puertas de su hogar. All1 estaba Alina que era su ángel de ventura . ... ¿Pero y si la fiebre que reimaba ... . ? "Bah- decididamente soy un necio incorregible, un melancólico que concluiré ' por aburrirá Alina .... No.... ni á ella ... ni á mi .... "
Trascunieron algunas semanas, y un ·dia, al des1pertar Enriqlle 1e sintió indispuesto, Habia
IDILIO V REALIDAfJ 91
una nochere ada dolí1 el cuerpo; pero seria nada; cansanc fl sin duda. Saltó de la cama y estuvo á punto de ca•ae; entonces se alarmó; le dolia la cabeza ; escalofrfos mdestos le hicieron acostarse de nuevo.
Enrique advii¡tió que ·su malestar crecía por momentos ... _ luego su esplritu c¡¡yó en la inacción .... el calor de su piel seca, ardiente, indicaban la fiebre; fué necesario llamar ai médico. El doctor arrugó el entrecejo; la enfermti<fad le parecía séria .... traía malos caractéres desde el principio y as1 lo hubo de manifestar á Alina, que desde aquel instante se consagró al cuidado de su esposo con una asiduidad de amante cariñosa. El corazon de Alina, estaba oprimido. Ahora era'. ella la que sentia terrores y sobresaltos angustiosos. _ • _ La asidua enfermera queria engañarse, pero leia en el estupor que revelaba la cara de Enrique, su gravedad, y corna 'desolada de su lado á postrarse ante una imágen de la Provide ncia y ante e lla rogaba y llorando recobraba nuevas esperanzas. . . . hn esta incertidumbre pasaban los dias y las noches; pero al cabo e l médico declaró { 1 caso desesperll¡do . . . . Cuántos esfuerzos se hicieron para dominar la fiebre, fueron inútiles y en plazo breve se cump¡ó el funesto vaticinio, ... Alina quedó viuda.
Al convencerse de la horrible verdad, perdió la razvn; fué menester arranca la á viva fuerza de sobre el cadaver, y cuando á merced de mil cuidados volvió en si, se hallaba tan extenuada por el dolor, que nadie creia que aquella v!ctima de la más amarga de las desgracias, pudiefa resistir el sufrimiento. lJesde entonces aquella vida nacida para el amor, sólo parecía sostenerse con el recuerdo del amado.
* ••
.. '
"11. llllCJl'll.w
La muerte interrumpió el idilio, pero al' cortarlo brot6 el poema del dolor en el corazón de Alina COlllll· grada desde entonces al culto ferviente de la memoria de Enrique. Todas las tardes iba Alina al cementerio. Alll rezaba; despues de haber depositado sobre la tum· ba de Enrique un ramo de flores; luego, cuando volvía J1 su casa, más vehementes los recuerdos peno· os; ¡Que insoportables le eran las horas de comer! Apenas probaba bocado. Pasaba las horas ensimisma· da sin que los más sollcitos consuelos lograran sacarla de su anonadamiento.
¡Qué tristes veinte ai'los!
Un ano después la convalecencia del malestar fisiera evidenti;; la naturaleza robusta y j6ven de 4.lina tn1mfaba; el alimento, escaso, que ántes costaba );igri. mas, ahora era aceptado sih violencia y hasta con placer; era que la carne pedia vivir y se impoñia. La gran desgracia, la muerte de Enrique, cuyo recuerdo era un tormento que le obscurecia hasta el sentimiento' de la propia conse!"'acióri, se babia e? un éx. tas1s tierno, real, pero sm negruras trreconciliables con la vida ..
Alina seguia visitando el cemepterio. Cierta tarde llamó su atención un jóven que oraba al pié de una tumba; por curiosidad leyó la inscripción; la lápida deca.i "A' Ja memoria . de mi madre." Se conmovió. . Ante aquella demostración de amor filial, sús prop 1os dolores estallaron en lágrimas y sollozos que no
ID!LIOV R!ALID!D. 93
podía contener. Tambien aquel joven era desgraciado y 5abia amar!
Desde entonces, cada quince dias se encontraban en el ella él, perseverante; ambos sohc1tados por las s1mpat1as <iJUe enjendra el sufriInsensiblemente iba él notando que la belleza de Alma le atraia. Al principio si)'! uió . invariable su costumbre de ir al cementerio en épocas fijas; pero luego anhelaba que llegara el dia señalado para visitar la tumba de su madre y fu é acort ndo los intervalos; nunca le faltaba un pretexto para justificar este cambio. De tal asiduidad se apercibió , Atina que al preguntarse Ja causa de el'a , enrojeció ex perimentó un sentimier¡_to extraflo, mezcla d e complace ncia y de remordimiento la ide a de h ab er ' podido despertar una pasión que consideraba e ntonces casi
El . por su p a rte, se mante nia en una prudente re- · serva á pesar deja fu e rza: irresistible , conque Je cautivaba el sentimi e nto que se había despertado en su alma pero tf.'mia estrellar su amor ante la persistencia del recuerdo que habia qu edad o gravado en el alma de aqudla esposa , cuya constancia era un poderoso incentivo á su naciente pasión.
úna y ?tro experimientaban cierta inquietud al en· contrarse; esquivaban .toda conversación larga.... sin embargo ya no eran dos desconocidos, Alina sabia que aquél joven era una persona formal, que gozaba de buena reputaci ó n y que su nombr!! era Luis. Al saludo ceremqnioso babia sucedido otro más afable; co· mo i;l de a'migos que se han tratado; y las palabras que habian cruzado indife rentes hasta entonces acerca de motivo fútil cualquiera, iban ya adquiriendo llneam1entos que demostraban bien á las claras la intención conque eran pronunciadas por Luis.
Las primeras frases de éste, algo acentuadas, causaron inmediato disgust.:> á Alina; pero aquellas frases sdiaron con tenacidad en su memoria y ya no le pare-
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O•· lllUOTICA.DI
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l!IBLIOTEC.t. DE EL nusc,1 PIE
cian tan desagradables . Una cosa le SJrprendia, y era que la imágen de Eur!que, fija en su mente con po derosa energia, no lograba extrngnir poi· co mplete. el recuerdo del visitante del cem enterio, at1nque su pasión, no adormecida del todo, le daba fuerzas . . . . para rebelarse contra la idea de un nu evo amor. En uno de estos momentos, resolvió variar la hora de sus visitas la cementerio.
Pero aplazó el cumplimiento de su propósito, y precisamente la tarde fijada como la última en que iría al cementerio á la hora acostumbrada, Lu is halló medio de mostrarse más insinuante.
Tal actitud acabó de decidirla. D esd e esa tarde consagró las maflanas á Enrique. :j( •
IDILIO Y REALIDAD. 95
sonrisa en el alma.
Una .de sus amigas le indicó dicho así como al azar,1 Luis. se con una' hermosísima jóven. La noticia la hizo palidecer; la• confidente apercibida del efecto causado, disimuló; pero durante la visita no se habló casi de otra cosa, y cuando. Alina quedó sola, se encerró en su cuarto. Est;iba mJ.Jy nerviosa.
A la siguiente Alina volvió al á la hora á que antes iba, ¿Por qué habla de irr"á otra hora? El no estarfa alli. Tal vez ya no se cuidaba de la tumba de su madre. ·
Ella no hábia de smayado; su jardin era cuidado con solicitud siempre igual , de modo que nunca le habian/altado flores con que adornar la tumba de Enrique. Amaba sus flores, cuyo perfume aspiraba con placer y se complacía en ir de una en otra maceta cortando una ram':l debil, quitando las hojas secas, arrancando las yerbas que podían robar su queridas plan. tas .. ...... .
Las amigas de Alina la asediauan con amistosas reconvenciones- "No.es cosa de que te pases la vida llorando-le decfan.-Te vas á poner en ridículo, hija." Y estas advertencias de la amistad de que ántes no hizo casó, lograban ahora hacerla dudar. "¿Si será verdad , que me estoy poniendo en ridículo ?''
.
Aunque habia cambiado la hora dedicada al recuerdo de su esposo, no por eso era menor st1 pero ya no lograba aquella plácida abstracción en que caía, cada vez que puesta de rodillas ante la t umba de Enrique venia á llorar cu duelo. Por las mañanas le parecia más Sólo el cementerio; la lúgubre estancia le insporaba núedo; la muerte, en cuyo r ecuerdo se habia complaci· do con deleite de enamorada, al presente le causaba crispaduras de terror.
Su espíritu vagaba indeci so de una idea en J.tra á merce de cualquiera i.nHuel)cia. . . . embargábálo una plácída,{lefeza de la que salia á impulso de cualquier ¡icnaamiento Cl'trallo con un recuerdo acerbo ó con una
Fué una dec ep ción para Alina no Luis en el cementerio ; porque ella á pesar de todo tenía vagas esperanzas, deseo íntimo que se le imponía, de hallarle alU; rezó, · pero estuvo· intranquila y se volvió á su casa pronto. Cuando ántes de meterse en el lecho fué, como de costumbre, á ver el retrato <le Enrique, se ruborizó y bajó sus brillantes ojos. La imágen de Luis se había int;rpuesto entre ell a y el retrato de Enrique •. , , ó • •
Habían pasado los últimos días lluviosos las nubes de color gris no obscurecian ya el hori zo nte'. el viento del Norte trayendo d e las r egi ones heladas · el fresco de los calores tropicales; los flamboyanes y acáctas ·reverdeclan con singular vigor, cubrieridose con manto de escarlata los unos y adornAndoee
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JlBLIO'l'SCA l>B 11JL BUSCAPll11
con borlas blancas de fina seda perfumada los" otros. El cielo, azul por todas partes, dejaba pasar libremente los rayos del sol; era el derroche habitual de luz y de calor que en vo !vía de nuevo á la ciudad.
Alina sentia renacer su voluntad y experimentaba el despertar de sus energias de mujer jóven y sana. Aquel sol deslumbrante, penetraba hasta lo Intimo de su ser y daba nueva vida á su corazón haciendo brotar en él sensaciones adormecidas . . Y á un dia sereno sucedla una noche plácida también ; dormia, : y sus ensueños no eran pesadµIas en que caia cuando la dominaba su exc1tac1ón nerviosa . No obstante su esp fritu no estaba del todo tranquilo; la ausencia de Luis la preocupaba á su pesar. Cuatro dias más trascurri eron sin que é l fuese al cementerio. Una tarde, por fin, le halló Alina; al verlo, le cestó trabajo reprimir su emoción para contestarle el saludo. Un momento pespués se marchó Luis; Alina se apercibió y se mordio los labios. Un poco de amor propio quizás, pero le fué imposible abstráerse; se sentia en extremo agitada:
Al salir de aquel recinto de dolor donde tantas lágrimas y suspiros habla vertido , casi no veia; pero ahora su emoción era otra que no te nía nada de común con aquella langwidez que ántes agotaba sus ene rgias . Algo de conmocion violenta la perturbaba, al ex tremo de no apercibirse de que Luis aguardaba á la puerta su salida. Asl fué que se sorprendió cu ando oyó una voz que le decia:
-Señora, perdone Vd. que me permita detenerla, pero me han en com endado hacer á Vd. una visita, y la ruego que me autorice para ello.
Tan embargada estaba, que maquinalm en te contestó: -Esta noche .
Y·apre1;uró e l paso; mil ideas le bullian e n la cabeza. Se preguntaba si habia hecho bien " tal vez s'e ria prudente no recibirle, pero ya no era posible."
Cemió de prila; luego" un po» 10 tocado ele oua, 11 miró al espejo varias veoet, y se bailó pilidi, pero no del &ocio fea.
Sobr.aldbue al meaor ruido; al 60 la criada le IDUoció la .Wta de Luia, y Alina procuró &ereoane. -¿A que eeta henra?, -Hoara la mie, señorP, c¡ue ddho ti una foliz c aslfl'] lidad. La familia de Perez me encargó de ha e.• r i Vd. eeta Visita. . ' -¡Ah! Lude Perez .... d3 .... --Juato; be que en aquél pueblo, y •to me ha proporcionado la satisfa cc ión ue poderla aaludar á Vd . en su caH. -K11cho lo a¡¡rRdezco, y .1s t a 0•1Rs ión para ofrecerla á Yd ...• . . •. ....•.
De uue en otra frase, Ali1Ja llevó lo al tema\ del casamiento de Luis que le h abla ai:un ciadq , 1u amiga. Ls negatin rotunda ne Luis la complació. El lo echó de ver.,,y aquella vi si ta que habfa empez\do do un modo ceremonioso, teruiin ós e m (lL iwli d 1 y con la oferta de renovarla . * ....
Laa visitas de Luis fueron menudeando . La llsídua uineaoia al cementerio fué disminuyendo-" No ·era COI& de la vida en aquél trote! apute de queoomo declan sus amig-iba ya haciéndose ridfcula con su e&erno lloriqueo-"
Pooo tiempo después Alina babia recobr•do su hn-moso color; aus 11jo3 c?n la alegria de otl"09 tiempos, y lu amigas por lo bJjo, de la mudanza de la 1implitic• viu lJ, sin perjuicio de fdliciwla y alentarla cuauio hsll •ban la ocasión de hablerle. "Eres jóveo, nada natural."
El luio ee riguroumeatl'. lA tqmba de Earique aún recibió de cU11ndo &lgun ramo de ftoree. Pasado1 al¡uaoe mesea más despuú del l•I?• la Yialia de Enrique juraba uo nuno am.ir ánte
la e1po11a de D. Lais Mendez
· a:tar!
Cuentan las cróni c as que Ali na a. feliz , que •nada pemuba 1u dicha, pero que experim e nta acerba e 1110· ción, invencible disg usto , c uando vé una paloma blao - · ca. Luis se empeñó una vez en criar en la casa pichoa-, pero ella se o¡:iuso formalm ente aiciéindole: -No, no; 111 palomas tuen des¡ra c ia . ¿Lo Faucuco DllL VALU JmLas
JriaTOlUAS .nusm..
POl!J[A KN UN CAJITO
A mi Uuatre aml¡t f411 Bodrlgu• de Tl6 · homen.je Cle "4llilraol6n J carlóo prolUiidlllmoa
l.
V 11 i. eecucbar la peregria». hi1k>ria Que en coatré cierta nz, de Yilla En cie rto Yicjo é igoor•do ach1Yo,_. Y qu e co oseno en la me moria Como un ré : u n do varo y fut1itive.
Hon d a trietez• al re pe tirla siento; Puede ser q11e, á la corta . 6 á la larga, Por imitar al héroe d e mi .cuento, Ye miemo olYidc la kcclón amarga.
Anpis qne el sol de mi entusi11me muera C.m 4 un •11tto sin luz e n el nclo, E.. hi1tori1, solada ó nrdadera, A tu cariño IÍD .temor ceaflQ.
II.
"Era An4fea UD u &alealo Edu..:edo. ,.r lu call• M !a Jlablaa¡.
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llllLlOTBCA D• 111L IUICAPDI"
Cuando &upo rimar un penaamiento Sentó pieza en la eseue'/4 slf/Ü/atuJ, Y, por haber tscrito una comedia Que el público pasó de mala 119na, Y a se crefa superior á Hered1a, Y al nivel, por lo ménll', de Quintane. Sus ociios perdurables diatr1ía Pidieado conaenantes á la luna, Y ae olvidaba un dfa y otro dla De pedi1· protección ' la fonune. Tenlendo en redonllillas no teeoro, Y . 11pirando al aplaueo de la historia, Ignoraba que el oro E' el brazo derecho de la gloria; Y al ocuparse en nada 6 casi nada, En penegnir eflmeras visionu, Era su menM! vin y deepejada . Un gran laboratorio de ilusiones.
III.
Debe saber el que á medrar aspira, Pe.se á sus sueños de .color de rose, Que en verso se enamora y 11e delira; ' r Pero se vive y se prospera en prosa; Que hoy por doquiera multitud qe locos Escriben elegías y canciones; y acaso valen más rorque son pocos Esos que saben fabricar millones.
IV.
Era Berta una rubia se:luctora De 6jos claroe y azulu como el cielo, Que en su1 dulces coloquios con la aurora Meatla ya peares sin con1Uelo.
Su 't'OZ ten.fa al dilatane lenta ) El dulce ritaio aooáJpahdo y suave
HISTOIUAS TaISTIS .
Con que modula su doliente arpegio
Allá en las eelvas escondida el ave.
Sos ho!Jlbroe escultóricos
En profusión undosa los ca !>ellos, Y hasta el fendo del alma deecendlao
De su ardiente pupila los <deetelloP. Romántica gentil, era su gloria
Guardar en la memoria ·
Lrs versoe de lord Byron y Y eecuchar los suspiros
Que uhala el viento, eo v•gabundoe giros, Al correr, mur111 uraodo, en la arboledt!
Alma !Íacere, delicada y jóven, Preferf11 en la múeica divine, Al candente suspiro de B ethoven
El suspiro ideal de Palemin o; á Dios rn corszón sen Jil!o, Sólo excitabBD su fe1vor cristiano Las vlr¡enes correctas de Morillo, Las risulñas madonas del Tizia no; Y, amante apasionada de las fi ·>rcB, Iba !iempre buscando en los ' jardines Suave pérfume y p61idos color•s: Violes, ndelfas, lirios, y jazmine1.
v.
Un dia Andrés y Berta e.neontraron; El paso detuvieron,Y-rife atrevo á decirlo-se miraron ; Y-me atrevo 'juarlo-ee entendieron. Andnis, al contemplarla tan hermoea, Leal siempre oi su leme, Huyendo altivo de la estéril pn •sa En UD ruiout<1 imprO\·isó un poema, La envolvió con •u eléctrica mirada; Sisoi6 las curvH de su ta lle eebelto Ablorto ante eu m6gica belleu,
101
'! ,.,,'
102 ll]IO:OTSCA DS 11SL llJSCAPJL"
Y aintió en ba >DtrañH d• re¡ e ale
El malestar agudo que H aiente
Cuando el amor¡{ @ermlnar empieza, ¿Y llerta? Ea natural: aH oanore, Se dejó acariciar de aquelloe ojoe
Por la mirada y traidora; Subió i aa corazón la nngre cilida
En tu11111ltuoso, hiniente remolino, Cual auhe al cr,ter la rugiente lav1, Y llignió ·ncilant.e 1u oamino, El cuerpo libre, pero el alma eKlava, Y.. ; • . eomo era lmpoeible
Que no volTieran á encontrarse lue¡¡o, Habla cada Yez mis c:ombuetible
Para avivar de la puión el fu r go .
VI .
Pa11ó ua ae11 y ot ro mes ; cd a mallan• ProHgoían el diálogo, cortad o Allá en la n oc he al p iá d e una ventln e, En las negras butacas d e l estra do. Allí, loe dos á solas, · Crecían la pasi ón y el sentimie nto Como cr ece n las olas Si las empuja y az ot a el v:e nto . l!.l mezcl a b a en s us pl á ti 1lfl S d e amore' A1tros y n u be 11, pájaros y llore s, Olndae dll 1 7. arranq ues de a legria ; E b h ablal muy quedo, y eonrela, Y 1: oz en su s lab io . s• d uctorea Era himno de amor y poseía . . Sabiend o qae e r a amada, mu y amada, Y aintiéqdoseawaote, muy amanr.e, Habla más calor en 1u mirada Que del sol la en hoguera rutilante; Y, de amor ideal ambos heaohidee, En 1us purOfl y embeleaoe, )
S. dabH mnohOI belós , mncho1 IM-.
Sin 11ue 1upierair nada loe eentidoe.
VII.
¡Ayl e8a8 horas de ternura y gloria:
Que todos una vez hem os gozado,
Se van *esto, dejalldo en la memoria
Algo como el recu erdo luctuoso
De un be1Ifeimo s ueño rualoarado.
Si e11. el albor temprano d e la vida
La dicha no s h alaga, ·
Es antorcha qu e opéna s oncendi d• Al prim er sol po de l tur bió n se apag a : Y ya d esv ane cida
¡ Qué am argo des consuelo Al miral 11 perde rse e n lontana nza Sin que j a má s la alc ance nues tro anhelo! So n ª " e i ,la 'Vent ur• y la esp er an za; ' Ti e nen su nido e n el azul d el cie lo, Y si se d jg nan abati r e l Yu elo Cruzan mu y alto y n adi e la s alcanza . 1 VIII .
Andtés amaba con el aln. a toda; Ma1 vino u11 dia este fatal di lema : Ser ó no ser el héreo de un a boda :
He ·at¡9l la gran cuestión; el gra n problema . Y con1o para aquel qne e r ige altares Al culto de si mismo,
La floia y e] amor Pin du d a algun a
Soa dOI formas no miie d e l 6goi emo , Siguiendo IOI fulgor es d e s u tst r ella Ei:clam'ba el poeta d e mi hi st or ia :
"Berta ee bella, muy b ell a; Pero ¿será mú bella qne la glori a? Aa&e eee paralelo ae entablaba
1.
"
103
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lllLJOdloA DI ''KJ.
Lucba teou en&re 11 U110r y el an., Y Berta en ua lucha no llevaba A decir la ftrdad la mejor paiw. El olvido Villll1aba Traa largu nochta de afanar violento
¡Alil eatia' IOI errores de la vida! Combaten vanidad y 1111ntimienk> Y nnnca la vanidad vencida:
IX.
Ved la carta doliente que acribla El émulo ferviente de Qaintane, A bordo del vapor Anáalucta Pronk> á zarper del muelle de la HabanL
X.
"Berta: voy á partir, y solaa De eatae lineas al pié mi nombre lea.e, ourcando las amargas olae Con rum!x' hacia las playas europeas. Te dejo con profandq sentimiento · Lejos de aqnl mi vocación me llama.' Y no e& resistir al llamamiento, Al dulce llamamiento de la fama.
En éxtaeis de amor grande y profundo Paeé felicee horae á tu lado:
¡Ah! no hay nada que iguale en eete mundo
La veatura de •mar y eer amado 1 Si entoncee con el alma te querfa Ki afeck> 111 hoy y vmhdero·
A:¡u( queda oootigo, Barta mia, ' Todo el encank> de mi amor primero. Quino 1uoir á la radiai:te tlfera En que fulgura mi id111l de anitta; Quiero llegar, traa ripida carrera, Allá dondi la gloria " conqaifia.
lllSTOn!AS TltlSTfS. 105
Sé quP. ex is ten regic' " "" • Que alumbra el sol del gemo 11te, Y allá voy con un mlln clo <le 1lus1 nne s Y "" rafiltll d e mdius en la Si de este mar por la llannra m1111:n,a, Con m is ideas de ambición pierdo, A l conoce:r mi <lesvenrnra, piTsa' Que me llevo en el alma tu tec.ucrdo. . i Adios, adi os! . Per<lc, na l;¡ De que hago, á 1m pesar, al;¡rdt:: Mi amor aumentará con la dukanc1 a, Y para serTelices nunca es
XL Cuando la pobre Berta Esas lin eas sa rc:lsticas Ida, Su, he chi cero semblante pa recí a El'11vido semblante de una mu é rta . r Y al recibir el go lp e despiadado Que en la mitad del cora zón la hería, El llanto, como rio desbordado, l'or su mejilla pálida corrla. . Luego .. .. se fu é calmnndo poco á poco, Y á medida que el tiempo trascurría, Asi deci a solía: "¡Al fio y al cabo Andrés no es qu e un
X II.
Y corrió un año más: Berta volv ía, A oir fel susurrar de la arboleda, Y á recordar la dulce poesla De Byron, de Musset' di; Espronceda . Ansiosa de perfumes y colores Y a buscaba de nuevo CD' los jardines Sus predilectas y olvidadas flores : Violas, adelfas, lirios y jazmines;
lo co!"
) "
1 ' • ' 1 1
101\
\' cn1110 es ley humana 6 ley tlivina
Que se nh·ide á los idos y á los mue1tos, Escuchaba risueña en !ns conciertos l .:1 música ideal de Palcstrina.
Xlll.
¿ Y , \mires? Como era un chico de taknto, Jlu,có, desde Madrid, puesto en la historia, Y siguió hacien11o en el viento, So1íando que soiiaba r.on la gloria.
l!Jra su musa y ardi nte, Y brotaban lo' "ersos de su pluma, Conio brotan, al golpe dd torrente, ln(.Liles car mbanos de espuma; Mas ¡ay! por m.ls que el genio cal ,leaba Los volúmenes bellos que escribía, ;'\li el editor ¡imbécil! los compraba.
Ni el público ¡ignorante! los le ía . . \ falta el!! auditorio, Declamaba sus odas inmortales . \nte los bancos cld p:iseo, Y alguna \'ez pobló ele octavas reales
La aug-usta soledad del Ateneo. Y cuando ya agotado
El caudal que llevaba en. su cartcr:i, Pensó que era mejor ser Inepto ;, incapaz conrn cual<¡uiera, El émufo·de Homero, De 1Icredia, de Quintana y de Zorrilla
Tomó e l alto destino de portero En las pu e rta' del Banco de Castilla,
XV!.
En tanto flerta alegre y olvidada De aquel cantor que por Madrid viv'.a, Fué la esposa feliz e idolatrada
!lbTOR 1AS TEISTF.S.
1)e un glllartlo de artillería Valiente, apuesto y jóven, que ascen<lía Con una rapidez vertiginosa, Que llegó á ge11eral , y que en el día Se encuentra ele cuartel en Almr.ría O en Cádiz, ó en Sevilla ó en Tortosa, 1\ pronunciarse y á luchar l'ara elevarse, si su bando sul.>c, J\ las alturas del poder, envuelto
IOj De la lisonja en la flotante nube. · J\I fin la hemos de ver, el tiempo amlan<lo, Y creciendo el favor de la fo rtun a, Con sus gala' egregias deslumbrando Al pueblo mismo que arrulló su cuna; Y ninfa 11geria ¡!el soldado insigne Que impo!'ga>allí la vo'.iibtad dét'Espana, l !ollar ¡1lt1\'a con su planh breYe Lai¡_ alm e nas cid 'lorro y la Cabaña.
XV. V Ce sante ya , cansado p e regrino, A ndr é s, el soñador ele grandes sueños, 1 Rodó s in fu e rza en su fatal camino, Y e ,piró com o espiran los pequeños Que en· ser colosos ponen sus empenos: )<Jntre crueles sarcas1nos del destino. Y arrojado en la tumba, fardo inútil Del que el mundo sin pena se d esca r¡;;a. Cubrió el olvido al que buscaba un d1a, Dd s rj del arte á la fulgente lumbre, El cielo <le l<t fama por techumbre, Las onda' del a•)lauso por alfombra.
¡Ah, cuá1}toS, .:on igual demencia Malgastan lo mejor ele su existencia Corriendo tras la sombra ele una sombra! ¡Y cuántos, por injurias ele la sue1te,
f 1 í . . / )
Ven
noble
XVI. Lola, es verdad: cuando la mente loca
A sus suellos IJagnlficos se aferra, Nos sentimos&paces
De someter y sojuzgar la tierra, Y con el alma de entusiasmo henchida
Empréndemos alegre la jornada, Estudiando las cosas de la vida En las páginas bellas de la Iliada; Y consagramos la eoústencia r.utera
A fabricar, con decidido empelio, El celaje fugaz de una quimera En la sutil atmósfera de un sueflo: Y la vemos con duelo sobrehumano Perderse allá, distante, muy distante, Como espléndida nube de verano Barrida por los vientos del levante.
LUIS !Vlu!loz RlVllP..l.
ERNESTO.
l.
La fuerza del vapor hacía retemblar el maJerá. men de la El manómetro indicaba ·el más alto grado de y el inn\enso ruido ele la maqui naria confundía.se co'l las voces y gritos de los openrios., Mt'iltit,td de acera das ruedas giraban en tCJdos sentidos; e l golpe de los é 1nbolos sucediase con reo-ularidad , é inlinidadv:le correas, cruzgaJas en difere. rtes direcclón es, trasmitian e l movimiento de apararo en aparto, hacie.ndo funcionar todos .los de aquel gigante <le hi e rro que, como á Dios el umvers'o obede· cia a l hombre, su dueño y creador. '
Ser:a'h próximamente las 7 de la mañana. ,Buena Vista apa•ecla por un alegre sol de Mayo, que se refl ejaba sobre ·su& blancas paredes y sobre sus cobijas c'e zinc, evaporando las gotas de rocio que aun quedaban e n su superficie. Un r.egro penacho de humo elevába se desde la alta chimenea, hasta perderse en el espacio, emp:r,ando por int¿tvalos el hermoso azul del firmamento. A lo lejos una verde cadena de montañas limitaba el horizonte, y á su alrededor la vega lucía sus lozanos cañaverales, suavemente agitados á impulsos la de brisa matinal.
Muchos carros y peon.es ocupaban la ancha plazuela situada al frente del edificio de las Todos aquellos carro.s cargados de calla, iban easando pcr una
1 108 llJDI 101[C.l l'E U P.lfC•PIE
su
ambici6n de.•vaneciJa, Y buscando los fuegos de la vida Encuentran las escarcha; ele la muerte!"
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DB "IL llUllCAM."
ingeniosa báscula, donde un empleado, con una carterita en la mano, anotaba el resultado del peso. Despues estos .carros eran descargados en el extremo norte de la fábrica y de alll las callas se trasladaban á la lzama&a que á su vez las .hacia pasar por dos gruesos cilindros que la exprimían, partiendo el caldo ó guarapo por medio de una canal hacia el inte1fop del edificio, mientras que el ga6azo era 1X>l)d11cido en una carretilla á un rancho inmediato, quedando alll depositado para servir más tarde de combustible á las calderas.
Al penetrar en el departamento de la máquina, empezaba á percfüirse el ruido atronador: la volanú giraba "con vertiginosa rapidez; dos ruedas enormes se engranaban, en cajindose mutuamente sus dientes, como dos titanes en lucha que no se pueden vencer; el vapor se escapaba silbando por los intersticios de las . llaves, y la atmósfera se enrarecía con el calor, haciendo pal_pitllr las ·sienes y acelerando los latidos del corazón. Por donde quiera, hombres sucios' y en negrecidos par el trabajo se cruzgaban, gritando>, riéndo, entonando una copla, h:iblándose al pasar ó bien se les vela apretando un tornillo, limpiando una ilavli!, trepados encirim de un tubo, martillando sobre una caldera, sin preocuparse del peli5ro, y si.., imaginarse siquiera que un pequello descuido ó una atnws·era de más, bastada para convertir la fábrica en escombros y sus cuerpos en pedazos.
De la máquina se al segundo de partamento donde estaban los fondos. Eran estos unas 'pailas enormes, y en ellas hervla continuamente el azucarado jugo, mientras que diez ó doce hombres lo revolvían con grandes palas de madera, lanzando, mientras ejecuiaban esta ' operación, 'guturales gritos, que eran contestados ¡ior otros gritos semejantes en el lad<> opuesto. Un poco más allá y pasando junto á una pequella esc:..lera que conducia, á otro departamento superior en ·donde se.bailaba inltalado el l.aclw, y no sin dejar atris infinidad de maquinarias, Degábase_por fin al de
las tw/Jituu ó cnitri"'ras.
En la mallárta á que .nos referimos, adem'8 de la inlitildad de ' operários que t1>an y ventan 6ontinuameóte, ert ·todas direl:cibnes. encontrébanse alll reunidos, .Pcomo l>endientes de la marcha del trabajo, ?os jes: el uno era alto, no muy grue90, rubio, de mlláda expresiva, barba larga y rizada, •nariz algo corva y cubierta la cabeza por un capacete inglés; el otro era m'5 blljo;·pero mfis fomicfo, de bu-a ancha •y bondado8a, de color triguello y con uri ancho sorttbreró de Panamá.
-Mr. Jones -dijo este 'último al del capacete, que era el duetlo de la" 'hacienda-¿Me preguntaba usted por aquel muchach<>o que en este momento empuja la la vagoneta?
-Si - contestó el aludido con marcado acento inglés-me h la atención ese chico por la destreza cen que trabaja, y .su mucha fuerza, A pesar de la pocá edad que represent:. .
-Pues no puedo incjicar á usted su nombre:-replicó el mayordomo-En la hacienda le llaman el Rubio. Un dla se presentó pidiendo trabajo y muriéndo · se casi de necesidad, le llegue á coger l!stima y lo empleé en ese oficio. i ·
Mr. Jones siguió observando al R/tdJio, que efectivamenti; el nombre de tal. Estaba completa- 1 mente llevando" tan sólo á la cimura un saco de lona amarrado con un cordel. Sus piernas y brazos, blanc · s cqmo la nieve, aparecían salpicados de la espe-. sa y sucia miel de que se hallaba impregnado el pavivinúento. 1 Su rostro, algo más triguello que lo restante del era simpático, y sus ojos azules y algun tanto mortecinos. El cabello, rojo y rizado, •ca!ale SO· bre la frente, en desórden, y se le pegaba al cútis, empapado por el sudor. · r.:i:r. Jones no CC5!lba de mirar al En aquel instante, el JU,/M, ' con admirable ligereza;· sacaba el azúcar de las ctntrifug.s, trasladíndolo á la va¡:oneta. Muy pronto estuvo llena, y empujindola con
110 .muoTICA
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1 l 2 BillU01'scA DB "EL llVllCAPri:"
vigor la lúzo rodar sobre los rails. Li vagoneta anduvo IJ!IOS cuantos metros, y ya con impulso suficiente, se la vió desaparecer en un almacen inmediato, llevando al Ruino, "l.ue habla saltado sobre e lla, y que se manten.la de pié, con los brazos cruzados, en la arrogante actitud de un rey sobre su trono 6 de un dios s obre su carro.
A los eocos s:ninutos la vagoneta regresaba vacla, con el Rubio de pié sobre ella y en la misma actitud en que se le habla visto desaparecer.
Mr. Jones , acostumbrado á ver en aquel oficio á los negrito s de su hacienda, llamábale cada vez más la ate nción aquella cara blanca y anu el p elo rubio tan hermos o, q u e caía sobre la fr e nte def rapa z.
No pudo co ntene rs e y lo llamó .
E l R ubio o bed ecio inm ed iata mente.
-¿C ó mo t e lla mas .... ? -pregu ntó el h acendado.
-Ern esto- co ntest ó e l m uch a ch o, mante nié ndo se inmóvil dela n te d e l ing lés .
- ¿Q ué ed a d ti e nes ?
-D oce añ os.
-@ e qué pu eblo eres .. . . ?
.--JJ e nm gu no . .
-¿Cómo de ning uno.
-No sé dónd e naci.
¿Y tus padres?
-Mis padres . ..... . .
El muchacho, inmóvil hasta entonces se e strememeció lige ramente, murió con tristeza {¡ 0 Mr . Jones y contestó.
-Nunca hé ten ido padre!..
-¿Qué nunca has tenido padres . .. . ? Eso es un imposible .
-Quise decir que nunca los hé conocido . Esta vez fué el ing lé s el que se puso un. poco pi•1do.
Luego repuso:
*-°· t'tl .•• ?
..,.No. . • -Y t1ll paclrel. ¿i ..ú i. han procurado? -J••"·
.':,
\ienee por eeo . .. . ?
El teno bruaoo oen que el dijo esto 6ltiao hir.o poner llvido al ioglée ..
-Ve•e á trabajar-repuso Mr . Jones. En seguida, acercándos,e al m ayordomo le dijo: -Jimenéz, es necesuio busca r otro ¡:ara - chico: parece de algunot intc\.ig e oci•, y me ha caído en gracia.
El mayordomo hizó uo gesto afirmatiyo, y M. Jones volvió la 'es pald a, al poc o r&to cou · la cah eza ):>ajp. y co mo contr ar iudo. dan<io ó r len e" E l Rubio ll e nó de nu ev o su v a gon " t • , t• mp ujá n:lo l • •l •Jd;} 11 és hácia el almac en v ec · o con la fu rz• <le s u cu ar p o, y con : cluyen do po i á •'. lt. La ; cent r ifugas gi raban lilanqueau rl el uz úuar , y el es Lépi t • l <> no cesada u in stante, confuo J ié od n3<' e l rutrlo de las ruedas de Jos el g• itar d e 1..s fo goneroa, el silba de aviso, la s vo ces de mand ó, ,. ¡ martillar de algún op brariu, el canto d e otro 6 I>< mal d ición a.. 1 de m'8 allá ! Entre e l vap or ae escapaba por donde padlt haciendo retemblar lo s tubo• que lo apri sionaban , y la inteligenci11 d el hom b ro se 8flb rn todo aque o como sobre el mundo el DiOll ..... I
u.
P ccos j:e• es antes, á la hora d el deacl\DS o, y 111ie u ·· tras alguno peonet se co1J1Ían tranquilamente s u • l muerzo, t ados bajo uoo de l?s cober\izoe exterioNd de la fáb r ica, un jovencito, como de 11 rubio, cubir rta la cabeza por un pedazo de sombrero y
) (
li 1 • 1 ,1 t i ' 1 ' 1 1
DB 111L BUSCAPIB"
lo re;tante <lel por unos harapos sucios y ¡rasien t os, se al pié de loa peone9, y dejando el b•stón arrimadP 4 la pa1erl, s;, limpió el sudor que corrl e por rn frente por Pn une de las p! Pflr•s que enco ntr ab an en el suelo. tTaba· baj odorfs , j óv,r.es en su m·iyor parte, sorprendidos por aquel'a p•r•n ·a de para oomremplar con curiosid1.rl al forastero. Este le· vantó sus OJO• h •• t• <' ilos, y con v•z humilde pero 1 clara lee dijo:
-Teuoo hambre . . . . ¿Quereis darme de lo e¡,.tais .... ?
Como á una misma •<•ña l, todos los tomaron el r esto de su aln uerzo y ª" lo pusieron delante.
i."I jov•ncito e mp 1zo á co mer con bastante apetito rle lo que le h ab ían daño . .
Los trabajod ores ;,iguiéroulo observando cou cuno · sidad, y ya 0111ehos se ·acercado hasta formar un corro alndeJm del viaJerl'.
F ...te segula comitndo srn que fijar su atención en nada . '
-Miro, 111uch.,cho-dijo uoo ide los pr.isc ntes, s in poderse contener por más tiempos- ¿De d ónde eres tú• •. ,? I
-D e ninguna parte- contestó si aludid o sin dajar de c:om er.
El cor ro se apretó todavía más y todos se miraron con sorpresa.
-¿Y tú no tienes padres .... l -volvió á pregun · tar el que ya lo habfa hPcho antes.
-No sé.
·
Los vo lvieron á mirarse u nos á otros.
Hubo un rato d9 silencio> en qu e tan sólo se e!ICuch.iba el ruido que el jovencito hacia al masticar. ·
De pronto éste se detuvo, y mirando á loH que le rodeaben pregunto:
-¿Qu6 hacienda es reta .. .. ? } -La de Btwralliat« -contestaron.
BllllDl'O.
-¿Quién es el.duefie .. ?
-Mr· Jones.
qué •••. ? -Mr. Jont1S.
-Yo no sé deeir eso.
1,15
-Nosotros tampoco sabíamos antes; pero ya hemos aprendido. Es un nombre iogltls.
-¿Y por aquí no se encuentra trabajo .... ? -l:)i el mayordomo quiere, sf. -¿Y donde está el mayórdomo?
-Allf.
Los peones le indicaron un señor bajo, grueso, Y de color trgiueño, que en aquel mismo instante acababa de del caballo.
El esco nocido se levantó y con aire resuelto se dirigip h cía donde estaba el mayordom11. füw lo miró de arriba !!bajo, no sin alguna extrañf'za. V -S ñor-dijo el chiquillo ¿Es usted el mayordo· mo esta hacienda .•.. ? -Si.
·Soy ¡un pobre que me estoy muriendo de hambre y que ueseo trabajar. -Aquí se so bra el. trabajo. -Diga e n lo que quiere emplearme: tengo mucha fuerza.. . ?
-Pues ven con migo. Ji menfz echó a andar y el mozalbete lo siguió con ui l'P !fBuelto. -¡Qflé rubio .. .. ! -dijo una mujer. -Es bonito como un sol-repoeo otra. Eutre tanto el mayardomo habla entrado en la fábrica, S('guido del forastero. Llegaron al departamento de las centríjugaa., y Jiwenez., indicándole la vagoneta que ya conoce el lecl'.or, le .dijo: -F.ae va á ser tn oficio: cargar eea vagoneta de azúcu, hacerla rodar hasta aquel otro almacen, volcarla y volverla 4 arraetrar huta aquf.
114 BIBLIOTllCA
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118 -.IClllloA bW *& acAPll. mililbaabo.
Y para probar iri el ofl.aio ea 6 no le dl6 1lD empujón i la vqonea y la bir.o reicorNr metros. ';
En eu eemblante ee dibujó nna eo11ris1: el oficio le habia gllltado. _
Aquella miema tarde comenzó ;i trabajar.
Por la noche, Ernesto ae encontró que 110 tenla donde recogerse para descansar. Ultimam•nte reeolvió hacerlo en . uno d11 loe ranchos del gabazo. Cuando se dirigla al m€1s proximo, una mujer, 1tcercándose á él le dijo: -Rubio ¿te quieres venir á dormir á casa .••• ? Como eres eolo te tendré por la mitad d vl jornal y cocomo un prlocipe.
El muchacho, que no dP.se ab:i otra cosa, accedió _ aiguicndo inmediatamente á la mujer. · F.st:J. lo coodu· jo á uno de loe bohíos situados liacia la p•• rte norte de la hacienda, y convidándolo á le sir't'ÍÓ por vía de ensayo una batata asada y una taza de café. El j6veo tenla apetito, y sentado en un barwo, devoró en UD momento todo aquello. Lucia-que esi ee .llamaba la impro'rilada patrona-lo colmó de atenciones, y haeta le dijo que le babia causado mucha pena el verlo tan pobremente veetido y que ella le coserla el primer traje qua ae hiciese.
Al poco rato, una muchacha, como de 9 años de edad entró ID la vivienda. ·
-Demonio .••• -i!Xclam6 Lucia al verla-¿E1ta • la hora de llegar á la cae• ..•• ? Espérate, siover· gllenza •• :."
Y sin encome:idarae á oadie, Ja emprendió contra la infeliz criatura ;i bofetones y á patadas, haciéndol1 r()!lar por el suelo, donde reanudó con má1 furia ene teroblea golpea.
Erneato no podo soportar por más tiempo aquella y de por medio, logró eosegar á Ti; rab10111 muJer.
ERNI TO. 117
En cunnto á la niña, acurrucada en un rincón llo· r .. ha :í lágrim1 v iva, quejáodo!o amargamente d e los µ•.lres que hnhia r ecibido.
.
Lucia, sm dejar de maldecir, salió de la choza, )' el JÓVen sa quedó á solas con la muchacha.
Tenfli é i t• , á pesar de la edad, en cuerpecito casi da sar r?l lad0, y sus grandes ojos negros, nublados en ,,que l mstantP. por las mtere•nr .. o al m•ncebó.
-¿Cóm o te llamas?-preguntóle este últ ip1 0 coa voz cariñpsa.
-Jo se fi na ... -res pond ió ella, conteniéado un sollaso.
-¿ 8sa muj er es tn mamá .... ?
-No, mi ma drnstr a.
-Ebton-Jes tu psdre viv<'.
-H ace dos nñ Js 1ue mur ió.
-Huédma tumbién .... -murmu ró el jóven coa \r i<t ez •.
Y lu ,go mirándo'.a con iudescri ptible ternn rn r<ii ad ió: } ' yo huérf nno ... ¿Verdad que nt1 una rl• ,grnci .t muy grande . . . . '(
-G r an i'í'lrna-re•po ndió la niño .
Y enjugándose hs lág rimas contempló ¡ior primera vez á so ,foscfiM , d e nna infeliz mulata que había 1/1 uerto 1 I da r la Alu z, conse rvaba el broncearlo color <le su raza , pero sus labios er¡¡o delgados, su nari z perfl1,dn y su cabello sua ve como la seda y negro uzabachP. ·
-Y muj <r w maltrata much o?-s iguió preg u utantlo el JÓven.
. -¿Qu e ei me maltrata . . .. ? Mire •.•• mire ••.. nure ...
Y .Josefina , levantándose la maoga dt:l veRtido le i ba S' los cardenales que ten(a en el brez o. ' . - ,Esto oo es nad a-p rosig uió la niüa.-jSi usteil vr ei a !oq que tengo en las piernas y en las espn1Ja 3 !
1.
118
-¿Y porqué nr .... ?
-Por que me m••aría .... no puede figuraHc usted el n1'edo que IP t < ngo ... .
-Pur-s pi <rde cuidado que y.1 no te peg n1á má<. -;Prirou c? yo no bé c!e coneentir1co.
En e te instan te vo'vió á rntrar Lu cí;,: tr .. ít u11 haz de h·ña en la caheza, y Jos fina SJ levantó enseguid a pora ayudárs Pln á 1r
T ,v]s\"l \ t h 3d \TOO algun rato; Licmpo drFpUC5 ea da c ual se á dorm i r . Ern PStl) lo hizo en e l único .npos • nto que t enis la casa, y J 0Re fiua y Luchen la sa'a.
El j6ren darmió r.rmo un hiei:avcnturado.
A la maiiana siguiPr.tP, lo despe1 tó muy t e mprano el d e la máquina, y tomaodr1 d e un s irb n el trago clr e fé 'Jl!C L •JCl!l le preparado, se ruarchu Pª '" 11 fí h rir: .
A51 p as aron lns pri cnerns ·
En l:i hac i • nin "" se ·á Ernesto más que por ,.¡ apo1o dr el Rubio
P o r lo Ern rs•.o e•t nha confor m a h aFta con p " rd er su nomb rr. Era . lo ú nico ']110 le rest aba p •r p ·rtle en r! 111.
P. , r b nnr·h e oque! mismo d(L e n que Mr. Jones habl a r r comendacfo á RU m "yo rdomo el much ac ho 'fo ia vagc nP.to, hablaba J 1mrm z con Ernesto y le d2cfa. -Rubio , ere.• un buen chico y Mr. Jo ne• me ha o ·dcnado que te dé otro de más cat r gorí•; mira á ver t e a·gra rl a má< para c on•PgulrtPlc>.
'ió el mu c h <c ho, tratando .en v •no rle di-1mul•r • u a l • grfa-el cfi ·i o que más me .: gr.da e3 el d1 az1u: ·11·ero; ¡irr 1 desgr se necr: ita p1rd ejr r ;:rr lo c i ·rto gr a lo de t:o noC'imicntcs c!c• 'l"e yo · )
ST •
impo:L1-rc1 li.:ó el mayor ,'om c. nrnifaua subirás al lru'o d <• Santaun y con él.
El mu1 haclw tuoo impulrn• de carr de rorli !la9 ú los pies de aquel homb e y b es arle la• manr•e, l'eao rle ngn1cforiniir"11to; pno s(1lo pudo 01ticular algunas fra. srF, mienlr Ps que dos grnEsas se des l}zarnu por sus mejillas.
El mayordomo se "-onrió con bondad, di ,,iénfo: -¿<::ó100 .. .. ? ¿Y el mejor.r de suer t 0 te hoec l :o r J r .... ?
-- L o qu .i 111e hace Jlornr, Sl'fifJr-rPsponJió ,.¡ 1n o 11cebo-es que yo estaba ncm6tumbraóo á que se me dise con el pié, y hoy, por primera vc·z en la vida, s e me al r, rga 111 n mnno.
No clej•ron de conmnver estas palabras á JimenPz, y il esPnrn de roo orer b vida d e aquel i1i feliz, le dijn: -'-ÜY'" Ruh io ¿y tú uo tu hi ·!o ria ... . ?
-¡,Mi histQrio, señor .... ? No la querai s sah<r: mi h imor ia es rnuy tri,\!'. -Pues que te Jo pide un :?UlÍ,.?n
Al es cu cb •r la palabr:i a10i110, Eroesto l ev 110\Ó. Ja cabez., ctoJl o •i OIJll J lla Ú'.1Sn 1 : fu es J desconocida, y con alJ!Íln tant n tembloro . a, e ·op á expt·e: a s .• e u ttltoi:i -SPiii1n ha y sérc s qu•i h 1:.t,l i d "I empuja h; .cia es ;e munilo, sin otru ol1jeto que el de ha' c rl os sufrir. Y o h6 sido uuo de ellos. de pa •lres sin eot l' cfüs que se av argonzhro n d.i h:therme t!ado el H!r, 9uaniJn ab1 Í los ojos á l ;Llu z vin e 5 encontr&r- ( me 0 n la de u 1 m3lvaoo, q•Je á 11 uer:iR e J;d d 1 1 •· Íl "F me á explot<lr. Este hombro s 1 llam .1L a J s{, y el oli Jio lle e en el puel)lo d!' Fajardo; donde viv[a con su muj<l-. })s3de cu uy J>fq ueíio obligaba :\ •jecnt•r tr:ib 1jn ; :\ mi 0 d éL i !es fuer7.1i.•, sin drjarme d es :ansa r un mnml·nt n. Su mujer se coropadeofa 1111 poc o .!e 11 1, ¡ ero Ut• dia CD íjUP 1 í•< ' r á mi .. 11 , J , SU
1 • ,
l!JD!.IOTECA DR "EL nesCAPI?.," 1 "6 · ' h 'rl l\Iu mariiloch.s la golpeó n J ve mas " 0· . veces agobiado la f·.ti¡:a, a1.1antlonaba tra .1. 10 v ento;ces, Pquel homb rP, C•lgie n do un• coi r ..·a que t enla para este fin, la ronm1¡rn .º:rr<··•: zo., se caneab' ,¡,. u tuno,. á basta que yn, marlio mue rto ruc'.Y .rme me por c ort IS VCJ . \ ,e . ,j,> Jpoco• r a to despues á _con (un:'..: Así estuve haeta que cumn ( ks 8 1 .. hubiera tenido valor p 'i ra huir de. aquella casa , .s1 un hubie&c eido ?Or una que sorpreud1 uu.'' Poche Pntre ma1ido y mujer. Crelanme ellos donnid!l y C orra les dijo á su eP¡1orn: Lorenza, que voy repar&odo en una cosa ..• • ? - ¿E n cual. .•• ? " hó ¡ . -Ql!c el inci ·r.uo eq•1 '.que para Estad U unido;. ' ,fodo • á su b1Jn, par ec e :iue -.l J1a ol v:, i'e él. . -¿El redro •••• ? -Fl uj(,;ir.n. -S· hrrf' d. ne i'io que n'l <'<cn !w. -E; ncr:e-· r:o faiir. r'e e .:e hiTuh'f, pues C'oin n. yn ¡,o ·rc•bim . los 1. 1 1 ua :r", un estcrbo Jr ás que n.rs en la ce:::> •' · 1 • • · -Pero 'ío peor es qur, c omo .o .:ecoctm ' q r ec1en nacido, t odo el mundo lo con sidorn lllJO nuestro y no lo podemos bo tar . . l · -Lo despacharemos a l otro barrw, q 11c es o nu.mo.
¡-Corrales .... ! · .
-No hay que espantarse, mn¡er; eso pue· de hacer sin que nadio se er1terc ...• 1u vc.ss. · ·; -Pero .i no hP.y n eces id ul: con. el tr a to q11 e Ju Je dando muy pronto dejuá <le cxt-tir. . -S. V 1r.i( uLras tan o rsa en h cpqa: tú bi¿n s ,¡ el r.rgocío qtie t en e.nos ... . Yª. m.e dijeMn el otro rlJa los muchflclws qne cuan to' sJlnqut
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!lo tuviese un par de años más nos iba á delatar. tarde hé podido comprender que los que él llamaba los muchachos, era una partido de ladrones qne tenían la casa del carpintero como centro de reunión· Este siguió diciendo:
-Mañana, cnando él se levante, ya tendré yo abierto el pozo del corral, y llamándole allf, como para enseñarle una cosa que se ha caido en el fondo, le doy un empujón para que caiga dentro, ·y coiho el pozo es hondisimo y no se utiliza, cerramos bi en la boca :l e! mismo, par.1 no volvernos á acordar má,i del rapaz: A la gente que nos pregucte por el mud1a 9ho, le deoimos que lo hemos mandado á casa de un parien t•, y todo el mundo qued ará•sa tisfech o.
Figurese cóm o estaría yo esta conver· sación: los di ., otbs me cco caoau unos C<>o otros, y de todo mi cuerpo ee habla apoderado U J temlúor general. Tuve deseos d e gritar pidiendo cJ.tonces me a cordé de que aq u ello; malvad o;i m 1 oirf J n, y seri an de "8 9Binarme aquella mism a no che. Ca f de rodillas e •1 el suelo . .•• Y o sabía r ozir , • • Extendí mi s bra citvs al cielo, y de mis l abio; sólo pudieron s alir, bujo, rnuy bajo, e st as p a lobre s: · ·
-M adre mía ... • . Después, abogado ca si por el terror, me t endí de nuev.:i en el !echó. A las pocas horas volví fD mi .... .• la casa es taba eo silencio •••• or muy cérea loa rooquidos de lnÍA . Entonces' sólo péosé en huir.... J\fe l e vanté haciendo el m enor ruido posibl e, y por una d e puertas de la cocina logré salir al corral. Por all! habia un caminito qu<{ .::ooocia yo muy bien y que daba á un monte vecino. Towé por él y me pa¡é aodando todo Jo qu e res taba de n..i chr, A la m añ ana siguiente, te· rn e roso de s 1r reconoci1fo, internándome eor la ma l ez11, h• s ta que, al me:lio d1a, logré tropezarme con un camino vec1oal. Desde por la manaña habla tenido buen ciudarto de recoge r algunas frutas, y con ellas pude sastisfuccr el h a mbre. Seguí andando por aquel
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DE 111!L BUSCAPIB."
camino, sin saber á donde iba á parar, hasta que poco á poco, rendido por el cansancio, y con los piéi casi me tuve que detener c•n casita, situada á la orilla del canuno, donde vi vla un labrad or . á ,, la puerta pidi_endo una limosna •' por amor de Dios, y ellos me cogieron tan ta lástima que, no s6lo me mandaron á entrar siuo qu e &ambien me ofrecieron de su comida. nocha la pasé perfectamente. A la mQñana siguiente, muy temprano el dueño de la casita . tenia que llevar un carr¿ de !ella al.pu.,blo vecino y se ofrecio a llevarme en el .}&?[O. Acepté yo, y al cabo de mu<:has horas llegamos á una población que el carretero me dijo se llamaba Humacao. Una vez separé me del campesino, no sin haberle dado antes las gracias, encúntrándo:ne al po co tiem oompll'tamente perdido en medio de las calles. Anduve en un. ein rumb? fijo, aunque no sin que princ1p1ara á sentir !.is molesti a• d el. hambre. Disponiame ya á pedir limosna de pu er ta en puerta, cuando vi una infinidad de niños, poco más ó menos de mi !"1•d, qoe en una casa Algunos de ellos iban mal vestidos, y figurándome que, sin duda, wnoe como yo, que entraban en aquel edi. fio10 para rembir un poco de alimento, entré también cbn ellos. Grande fué mi sorpresa cuando me enconti;e en un salón lleno de bancos y unas tablas grandes, pintadas de negro, que más tarde supe se llamaban pizaN"aa. Sobre todo, lo que más me llamó la atención, aparte de la infinidad de mapas y que poblaban las paredes, fué un señor como de su edad que miró al principio con extrañfza, y que, p¿r úlUlllo, vlf;ndo que todos los niños se burlaban y relan de mi, los callar, y, llamándome /¡ eu lado, me pre¡unt6 qwén era . Dljele que me llamaba Ernest<i, y .como aquel hombre e11 mostraba tan bondadoso conmigo, le conté mi historia. El buen señor, á quien los nilloe \;amaban "Ma681ro, " me escuchó con g1n mwrés, y t'nando concluí me besó con cariño en la freo-
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te, Pobrecito, .. , ! me llevó junto á su mujer, diciéndole que me diese un poco de comida . Hlzolo ella, aunque de muy mala gana, y éncarándose con su marido le dijo: -¿Cómo . ,,.? Ya vuelves á traer otro descamisado á la casa'. . .. ? Tú no escarmientas nunca .... Acué..(late de aquel que recogimos pequei'lo, y que cuan"º estuvo hecho un hombre se nos escapó. ¡Nada, . nada .... ncl más chiquillos en la casa! Para chiquillos, J.nte tienes con los qu estás obligado á enseriar .... Y al menos estos dejan, que los haraposos que tú traes no hacen otra cosa que fO mer . . ..
Pero, al fin, la buena sei'lora, auhque de mala gana, tuvo que cargar conmigo, y alll aprendl lo poquito que sé de leer y escribir. Don Agus tln -que así se llamaba el maestro de escuela-cada vez me demostraba más cariño ! \?ero su sei'lora me manifestaba cada vez más su repulsión, hasta el punto de que con frecuencia. me pegal:ia fuertes bofetones y hasta n¡e hacia brotar san- . gre de las orejas, de los tirones queme daba.
Asl transcurrieron dos años. Y o. no pasaba tan mala vida como con el carpintero; pero al ver la cara de disgustos que constantemente pónfa aquella inujer y el tener que S•Jfrir que diariamente me estuviera echando en cara l¡i. ropa vieja que me hacia y la comida que me daba, determine abandonar la casa, para ver si de otra suerte me iba mejor. Una noche, por fin, ·dejé la vivienda del Profes@r, no sin aproximarme antes á la cama donde dormla el buen maestro, y estamparar un beso en un,. de sus manos . A la madrugada pude Ilegal á una casa de campo en la que, en aquel momento, se es taban ordeñando seis vacas hermosísimas. Me aproximé al bate;'. y un señor, que estaba en el balcón, envuelto en un capote, me gritó :
-Mira, mue hacho, ¿cómo te llamas ... . ?
-Ernesto - le contesté.
-¿A qué v ienes por aqul . . . . ?
-!:i ei'lor, pri meramente, á que por caridad" me dé
122 BIBUOLECA
' . 1 1 1 j 1 . 1
un poquito de léchc para desayunarme, y después, para que vea en qué puedo serle útil.
El dueño de la casa-pues no era otro-mandó que me sirviesen un coco de leche, y cuando lo hube bebido, me dijo:
-¿Cuántos años tienes, muchacho . .•. ?
.-Diez- le respondJ. .
..l,L¿ Te atreverias á cargar hierba en una borra. -¿_Cómó no , señor?
Pues te tomo á mi servicio.
Y poco despues, montado en un sobre unas aigtwi!las de hierro, marchaba yo á midesempeñar empleo.
Asf: pasaron los tres primeros meses. El amo estaba contentísimo de m i, y sus caballos tenían siempre las c«noas del pesebre repletas de hi erba. Pero un día, h un niño de la casa, gue jugaba mucho conmigo, le robaron una peseta que le había r egalado su padre, y habiéndolo és te sabido, reunio á todos los criados e n el batey para regis trarlos. Precisamente ' el que se hallaba á mi lado resultaba ser el ladrón; y como el individuo, con aquel registro, se encontrase perdido, con mucho disimulo quiso introducirm e la . peseca en d bolsillo. Me apresuré yo á sacarla ens (!guida; pero en aquel mismo instante me sorprendieron con ella en la mano, y sin querer oir ninguna ele m is razones, inmediatamente se me despidió de la casa.
El ·mismo dfa tuve qu e salir de aquel lugar, ,pues toda la gente de por aqu e llos contornos, ente rada de lo de la pe se ta, no querían verme cerca de sus casas. En los dias que sucedie ron, como escaseaba la fruta y de todas partes me arrojaban á puntapiés y puñ eta . zos, tuve hasta que alimentarme de raíces que yo mismo escarba ba con los dedos . Al cabo de algun tiempo llegué á otro pueblo , muy cerca de aquí, que se llama. Junco!; . El mismo ella de mi llegada me alquil é con un comerciante á traerle del rio una carretilla de agua. En ·este oficio estuve cinco meses . Como yo no sólo
us
le traia el agua (que era á lo único que sino que tambien le barría la tienda y hasta, par <>caSJones cuando se presentaba mucha gente, le ayudaba cr. el despacho, me llegó á tomar tal que me propuso que me quédase-con él de te . Acepté la proposición, puesto que convema, y Don Manuel quedó al cabo del tan satisfecho de mi, que llamándome á un lado me dijo: -Ernesto,1 el mes que viene pasaremos balance y te interesaré en tnis negocios . .
.(\quella noche no pude dorm ir de conte.nto: pc;>r fin entraba en el de poder llegar con m! á adquirir alguna cosa que me sacase. de la m1sena en que estaba sumido. Pero la desgracia y no me quedaba otro recurso que suoumb!r á m1 una mañana amaneció la ventana .de !ªtienda abierta, y cuando el principal se dirjgió á su Caja para sacar de ella una cantidad dinero, se encontró con que no hab{a ni un so lo centavo. Inmediatamente se presentó ante mf, más blanco que un papel ,Y con las e n Ja cabeza, por el que ascendería prc.bablemente á mil ó dos Pensé ".olverme lóco. Como yo era el úmco. <¡.ue dormido en la ti\:nda, inmediatamente la me. hi zo meter en un qilabozo, de donde no sah . hasta los. do s meses, completamente descolorido y con el pellejo pegedo á los huesos . Lo que sufriría en todo ese ti e mpo ya usted puede figurárselo. Y si no se hubiese , por una casualidad, al autor del ro bo, que resultó ser un criado de la misma casa, sabe Dios á dónde habría ido yo á pasar . En fin , pueblo , llegu é por causalidad á hacienda , en :ª que otra vez ha comenzado á sonreir me la fo!·tuna, su1 dij. da para hundirme de nuevo en la desgracia. El mayordomo que había escuchado toda historia con la cabeza baja y profundamente conmovido, miró al infeliz Ernesto, y poniéndole una de sus manos sobre el hombro, como s1 se tratase
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BlllLIOTl!.C.t. DE "EL BUSCAPIÉ"
<;le un hermano, le dijo : -i, Y no seriás feliz si algun d ía llegases " encontrar e sos mi smos padres qi·e te han abandonado.
El sem blante de Ernesto se nubló por un instante, como si por su pensamiento cruzara una idea muy amarga, y ll eúnd ose las man JS al corazón, cual si no pudiese sufrir el agudo dolor ci.ue en aqu el sitio -experimentaba , dejó escapar un sollozo, mientras que sus murmuraron esta so la -¡l\ladre mia .... !!!
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Al otro dia, muy ter1p,.ano, Ernesto era llevad o por el ma¡ ordomo á presc:-da ::!el "azucare ro.''. A éste le estuvo el jo·:en muy simpático y prometió instruirlo en SJ oficio.
Ernesto, que hasta e nton ces gan aba 1i reales , em - pezó á ganar S. Si antes ele conocerlo le gns taLa el tmp l o, ahora le entusiasmaba. ::Je <¡ucclaba alelado ante aquel gran recipi ente cubierto ch.: tornillos y pobla do de llaves, donde constantamen, '! he rv ía y st agitaba el 11udao. A aquel recipent<.:· le llamaban el tarlw. FI joven se pasaba horas tnte ras mirando al través da uno' gruesos vidrios longitudinal es, co locados e n su s uperf1. cie. El r ecinto donde estaba montado el er a el sitios más elevado de la fábr;ca, y ·Ernesto sentia {1 su s piés tada aquella infinidad de ruedas y correds girando en todos sentidos, y com\mÍcando el movimient o multit,1d de apa ratos que producían un estruendo infer nal. Desde allí esc uchaba é l el grito de los unos y las voces de los otros, notaba como el maderámen se es trem ecía »i sus piés y todo esto lo llegaba á p0ner orgulloso. De vez en cuando el az ucarero sacaba un la"'6o tubo de metal de la parte inferior del tacho, y de jaba escurrir algunas gotas d e 11ulao sob re una gruesa placa de vidrio; despues lo miraba al trasluz. Cuando sobre la placa se prese ntaban algunos crist:y'itos, el azzuarero meneaba la cabeza, como quien dice:-
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"Esto mar e ha"-Poco á poco los cristales engrosaban, }'. un en que toda la espesa masa de hqmdo que hervia dentro del aparato, se convertía en azúcar, pa$ando inmediatamente á un dep ósi to infe ri or y volviendo el taclw á ser ocupado por otra cantidad igual de 111elao, que empezaba desde luego á sufrir la misma operación. ·
Si bien se vé, aqnd oficio era muy entretenido, y Ernesto se dió tal afan e n aprender, que á los 9 meses, como e l azucarero tuviese precisión de ir á pasar un día con su que est a ba muy g rav e f. consecuencia de un parto, no tuv o inconveniente e n " ejar á su discípulo e n su pu esto, te ni e nd o la satisfacción d e que al regresar por la taru e, e ncontró todas las cosas tan bien hechas como sí hub iese n si d o dirijidas p t•r é l mismo. Todavía pasaron meS •!S , en los qu e e l inteli gen te joven se perfecci o nó a{m más en su oficio.
1.Jn día el aZ11rarero recibió una carta de o tro hacend ado , d o nde se le iltrecí a, por el ejercic io de su emp leo , sud.d? del .que ganaba Bu e navista. el mmedia ta mente la proposición, siendo t<ust1tu1do por c rn cs to, que desde aquella fecha enrf'\ 'Z 1'1 á ga na r cin cue nta pesos n1ensuales. El semblante del manc ebo había tomado una expr es ión risu e ña y satisfecha, y con sus ojos azules y sus cabe llo s rubios y rizados, , era la a<lmiració1l de todas las muj e res que -au n delante de sus maridos y novios-no teman re paro en co nfesa r que Ernesto era el hombre mas guapa c\I! la hacie nda . Generallnente se le vefa compelata1nente vestido de negto y con gorrita blanca en Ja cabeza, con visera de concha.
Por s u parte , el joven no daba que sentir ni al {rJ . timo de los peones , y apesar de su relativa elevación, los trataba con igual franqueza que antes y aún con más cariño, teniendo siempre un par d e pesos en e l bolsillo para remediar una necesidad. Hasta por ,no causar sentimiento f:. Lucía , pudiendo él vivir en una ¡;asa de
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rt8 llllUOTICA DB "m. BVllC.t.PIB."
madera cómoda y decente que ya le habla ofrecido el mayordomo, no quiso separarse de su compañia as( como también por que maltratase á Josefina, 'que le mostraba un canñ o y un agradecimiento inmensos.
les con frecuencia á ambas mujeres cortes de yesados, y ellas se portaban, en cambio, con él como pucheran hacerlo la más cariñosa de las madres y la más tierna de fas hermanas .
. El m se conceptuó feliz, y hasta llegó á olvidar sus anaguas desgracias.
1 Ast pa5aron cinco aftos.
IV .
Desde muy de madrugada Mr. Jones habíase encerrado en su despacho. Tt:nía desde hacía ya tiempo atrasada su contabilidad, y se habla propuesto poner tocios libros al dta .
El despacho de M. J ones no podria un desp acho lujoso . Fuera de dos 6 tres olegraflas y un retrato de Washington qu e decoraban sus P.aredes, lo demás presentaba esa especial de libros y papeles que se nota en cualquier sitio 6 lugar donde se á . vueltas con l?s números . Aquí una colección de lis/mes de los ultimamente recibidos, y más allá unas cuantas factI<ras .regadas por el suelo; tan pronto es una dorada manecilla qu e aprieta varias cartas como un grueso una colección de periÓdicos. Todo está e n su sitio, y sm embargo puede decirse qu e nada ocupa su lugar. Ha cia e l fondo de la habitación o;staba la caja de los valores, y á su lado el escritorio de Mr. Era éste una mes a ancha y espaciosa, á propósito para poder escribir cómodamente dos perso: y con un buen número d e cajones con sus respecuvas llaves. Sobre la mes.1 e taban los libros todos de contabilidad y un ''. en el que escribiá Mr, J on es. Al lado del mg lés se veía adi:más un p e.¡ue ño ropento de caoba, con vidrieras, en-
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cNrauuo en su i nturior algunas novda i y libro; da r ecreo.
Mucho tiempo hacía que el hacenda 1o no levantaba la cabeza de su •'Diario," completa ·ne nte ubstraido <'u sus opcn1cio:ics. Con frecuen c ia el pri m papel que se le á la man o, lo llenaba d e núrnero3 en :ocios sentidos y dePpu rs trasladaba. estos números á las da su "Diario,' no sin hab erlos ¡.:••a do antes de uu >. vo y vuelto á rep asa r. Por mo · sc1IL1< ba la plumo, y apoyando su cab eza entre l us m•no• , e mp ezaba á meditar. As( permanecía por alguIJuS miuntos, hasta que vo]\'(a á cootinu)lr sus op e si n que en todo este tiempo se le vies" mov er 11111\ vez sola los labios ó contr ae r algun músculo de su cara. Sólo en algunas ocasiones se acariciaba la barba, y er gnía h·1cie nda :iumeritos en el papel. Afuera es ouchábase el b.uu ll o del peon•je, el ruidJ de los carros, e\ r elinchar'<l e los caballog, ei mngir ele los bueyes, el silbato de la máquina y los gritos de los muchachos; pero él estaba ya á todo esto, y ni siquiera so dnba cuPnt11 de ello.
A eso de la s 11 de la mañana, la puerta del des¡lllcho SI? :;urió, y 'una mujer, casi una niña, entró .en habitac ioo. Era Margarita; la sobrina de Mr. Jone e. Margarita tenla uno de esos rostr os encantadores, una do es •s fisono!Dias que atraen y subyugan de sde el pri· iµer instante en que se veu. De color trigueño, repreel verdadero tipo de la criolla. Su cuerpo, UJás bien d elgado que grueso, presentaba esa esbelte z de tormos que di stingue á la mujer de sociedad. Su boca y al.hacerlo enseñaba unos dientes prec1osisió1os quP. seíneJaban p erlas. Tenía un lunar en la mejilla izquierda q•1e le daba todavía más realce asu hermosura, y los hoyuelos que 86 formaban en su barba cuando se reia, eran capaces de trastornar el juicio á cua!quiér anacqreta . Sus ojos, negros oomo la noche, miraban siempre de un modo fijo y penetrante, y su wbe r liia cabelle ra, negra como el
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' mu, por :.a eq1al 'ª :i..,ta 111ucl.o 111:Í• ab•jo de h cintura. tra l,úe1 !.n .. d e ¡,.<Jrn y ma11re. )J ,, Joncs la á la del lecho ile su herrua w1, d• spu.;s 4uc é'tc se la r cco mrt.t1ó, h:..dén1Jnle jurar 4uu pLLás la aban<lonarlv. .M. ,Joncs la colocó e n un C<•!,gio il e Ediui t .s, de donde hací11 ¡.oco tiemp" que h:il •fa ... lico. Cl h.ica nJailo ! neo ccn s u sobrina. No h acía un llh.'.S que ul pia.oo <le 111á " '1º" \ .... ,,ní,, º.º la C.p:t:.I se cucuntr•h!i á "' 1..i , ¡1• ;\l..u¡.: 11tr., ..;0 1111 > buCn t.\ colcg1a::t, lLi po (;a t..uS J , y monte si· C<Jutcntaba cou '"pasir al.,.un6s I<ccion • s del ':l l:lioJv'' ó coo en sayar d que se resistía á de las reluci cut. s t eLb s d el instrumento. Por l c1 demás, la á pe.s ar sus 18 añ os , era L'.cra cl:l r¡ ui!IQ: C.OLsWnt<!IDCntc se p r.B 1b' cantan .In, , . 11end •.'. con bs s :rvientes, y hnciénrlole maldad es á la co1c inera . En oc•siones s oli• cu¡;er alguu libro en bs manos, qne soltaba á los poc os m i nnto · y cuando no yodla uir el qne lo que caba le saliera con perfecu6n, se dando S< ·bre lao para concluir despu es por reme una loca, s us mi sm s tonté11's. M. Jone3 la 11 v.br., eu su cJch , to·io:1 loo dJmiugos, 111 v eci na pueh lo de Gurabo, d11nde la mu <h- cha se el dia con sm .c,onocidas; pero &l io¡;lé; era algr¡ es :rupu1osu • en (Uesaun ce y .MJrgatita se d>S PBperaba, >t u Jwbcr ¡,odido couseguir nuuc• que su tió la • bailar, 11. no ser que fu'li'en unos lanzeros 6 ngoJones. No le f• lt:Aban i la niña algunos pre- . t.cnc.1eutes que ella aco stum h r.. bo á .. soucl1ar Y do los cuale:; se l. ur' a b, mu ch!3imo, cuaoilo por uoche le rd c ria á M. Jones sus maldades.
'Aquella mis encantador .1 que nunca : V<Rtia uru sencilHsima uya de gró azul,_y Ul.a chaquctit! á lo que se perdía por deb&JO de la suj ' t " {¡ l e c:.Otura por un e!eg•cte (JD!t110¡¡ d e co u h rbilh do Tan¡1eocu-
El\...1.'\ l -ifO · 1!l L pado eotali1t i'il. Jonca i;oo oúu.ii:ros, que ni not6 la p1eseoria de su sobrinQ. E•te , tratando de co11tener la 1isa, se acidantó en puntillo;¡, y d•ndo la vuelta, por iletrá3 dd escritorio, fué á colocaroe µ1ecisamente á la espalda i].,I h"cecda<lo. Eus.,guida, siu dejar de sonreiror, le puso las manos en lo3 ojo1. M. Jooes, co10pren1lienc!o quiéu •era, se sonrió separó con c:ari ¡¡,. ile sus nj.is man.is de M: a rgw1Ít• Y la hizo sent.• r 011 Rll fa i,Ja. f, ,. j5ven se pusoá l" barba. Eutuuces el liace1uJado le dijo con carifió: -Est.á vista que no me quieF'3B dejJr trabajar. -¿Y no há trab ajado tod• la muiiana •... ? _;;¡, pHo hoy tcugo wueho que hac•r.
- '1E,cribir 11úwe1os .. ? .••• :siempre eslá u s ted haci on1u lo mismo. .• 1 Mire: el domingo tiene que al pueblo bí • n temprano.
-/,Par .. 'Aué .... ? ._-Par" nadli •••• : porque hé proruetido pasar to· do el dia cuu las -Siamigas.
, hija, yo te llevaré; pero ya tú sabes que no quiero que ta " reuna9 con todas las muchachas, pues hay algunas cuva corupañ[a no te hace r..vor. -¡J usús, Lió, no sea ustéi asL- .• Si toJas son buenlsima s . .
. -Si, pero á mi me gusta verte aquí, 1ola en la hacienda, que reunida con ellas.
¡-Bah ...• 1 y a · comienza el viejo regañón ..•. ¿Me vi usted U.mbien a castigar .... ?
M. Jonas, por toda respuesto, le pió un beso en la frente. Margarita hizJ un puche1ito, con 1.. boca, de niña mtl cri11da, y sacando del bolsillo un pañuelito ele comenzó á enjugarse las lágrim11J qua aún uo hablil principiado á deiraíllar. El hacendado .e son rió, y be sáuJvla de nu ev o la <lij ó: -Bueno, muchacha , no llor.:s, q11e el dómi.ngo t e llevaré . Margarita dej ó PScapar una exclawavivn de alegría y, á su tió, Cl.llpezó á una de sui
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132 Bl.llLlOlEcA DE ' 11.L &USC.\I rn." canciones
En csle in;t•l!te eutrl, un criado, avisando que c·I almuerzo serv1dn. M. J c1nes se lev.ató y c1>g1endo del brazó á su sob1 ina, {:i conduj > ba3ta el corneJor.
El almuerz >, como de costumbre, principió aleg1·emente, pues Margarita no dejaba un momento la palabra, diciendo tontn{•s, rí•!ndose de cualquier coda, y refiriendo á su tió cuent" ile cti.nrlri est·•ba ('11 co legio, que celebraba ella n .ism" r e ¡mié.i doiosinil vr·· ce; y ll amando bobo :í M. J ºº"º CUbhJ., uo s" 1 tÍ•. El inglés, de sério y peos 1t ivo por lo regular, ceno los clustes del cuento sino la fraaca alegrfa d su sobr ina,
Ya C•si conclu y endo, cuaodo el ériado que servía dijo á M. Jone3 que el azucarero de -la ba<.ienda de ;, aba hablar con él.
-Qué enue- contestó el haccmfado.
·Ernesto ee en el comedor.
Ve.tia, como siempre, de negro, y al entrar se quitó su ita blauca respttuosamente. se ofrece .... ? -preguntó M. Jones.
-1,¿ue es imposible s eguir trabajando-respondió 11 empleedo.--El tubo de comunicación con la bomba del vacio se ha roto, y el tacl10 no puede funcionar. ·, ·
-Pues que inmediatamente se vaya ú buscar al mecánico_ - • • Esperad ....
El inglés se retiró á su despacho, mientras que Ernesto y llforg•rita quedaren por un instante solos.
Ambos se contemplaron á un tiampo. Ella se sonrió bondadosamente, y él empezo a\ dar á su gorra vueltis entre las manos. La muchacha compreirdió que el jó,·en estaba turbado, y esto le hizo acentuar su sonrisa. •Ernesto, por ei contrario, no ae atrevla á mi· rarla.
-¿Os llamais EroEsto .•• • ?
-Si, señorita. para eervirle-contestó él con voz )
,,
·B<lnito hombre-r epuso la mnc:bacha, , .. ,. ""'-Más henmoso .......AY·ós *'t.l!ib •mocho el ofu;:io que tcneis? -sigllió · ··• · ,, .( .. , . """! . , .. , Ernesto. · vei: lar !miradas "de ambo!.' sé encnntruon. gdrra . no 1cesaba clé .sonroirtci;>." ftici;t.Q·:aiue <borlesc¡yy1sil1 tratar de di,.¡,m1lai¡Jo .. ' 'Ji)e .pronto .dijo:'eíla: ·":, .1 r •· '· '""'', , ·; o,..-;¿Y yo Í:asi..OÍ1nca o,s veo;c¡·! ;?•:,,,,, "l !nó me· rer· nu.teo JRali:rh.:..1>u ftaJ\t3:.fu.?1r:ncia :: ,: -,. 'ít"'P"' T ; •11 ' •>+¡+lllntQn:c:el :'.sois <1 mpy, trabaj lnlbv i 1· ·;: .. , , '' 'cntraban,.M. llon<¡S . trliy.f111dlb úlia parn 'd mec6nil:m ,, Jlaib:S : dc'; peganli! Hré .y.se na eritrag9·. alJuazucerer:-0 Si 1t ,,., :f·;1, ._ ·, , • •. f •·m fanC$1:ll •se apr.csirnó 1á · y, · h:rcie;nde> "" ' -g.cro) salucli:Y, no 1sin 'l'lir;ig.ii! dna expresiva, . mirada á MJll'I. ga.;ita, ' salió·.<lcl icomedeú ! .• lba pálida: e<m10 la cera. •"•:; ,-...¿V.errlad-.qúekl• 'si/npiticorése >jóven ¡ ,.... ·?' ·...... 4ijo1l\for¡.."1•¡il:..'\\1:ID &1 tí1>. ·"' ;;, :.m ,, · , ,1,.,, ,..,.i\foyw n11pát.iao:.-C?nle1to 1el :muy• t11al>ajmlo1:, •· 'J'.icnei't!lmbién; U\U'Üll.'eligt:ocia< Y&st:inte clara, <yihistá . posee '10 trat'o y mod:ilesicjue.lft 1!l:m1ple11atnayta1de All!clase'. baja ·á rque penenecer. cJ :1:. :.e !'(;.. :.:r;. · 1¡¡fr,,1 ·.: , ' ! -1 • ' " lloco de9pues; · cbóversaci61l y n'>'* volvieroli á acdrdhrdel f '3.2uearera ," • · •• • •¡ •. ·.,:>·..,,r: ,. ·;··.... . · s· :1· 1: •1
limcsto salió de casa. <le M ao\i la cabeza echa 'llll volé!n. Anduvo sin snber encon · mayordoino; .j; .entregándole >la mrti · se retiró á 511 RJOl1ada. ! Gpando ilcgó no halila nadie " en- ella: ·tas dos mujeres fuera.desde muy temprano, y pro en ·llegar. ·lil azucarero..se sentó c:n·,un li>anc.o " y ' comenr.6 h'a t1': .
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Mar;,a•ila le perseguía sin cesar. Sent'a dentro su sl:r una cJSa cxtraila que nur.ca hasta había so:nti In. ¿Estarla enamorado d! la de M. Jones .... ? En 1csto pensó reir;e de si mismo. ¿Qui é n era él para enamorarse de nadie y ménos de la sobrina de un ha · cen dado ... . ? Vamos: s necesitaba estar loco. 1 1, d ·•azucarero," el empleadillo .... Verdad era quepo· •lía trabajar, que podía hasta llegar á ser rico, y se en. con fuerza !'ar:i e1"' ; pern a1111 así ¿quién era é.l .... ? R ecord t> su lles.i'la ,¡ la hai:i<:n.ia cubierto de harapos y pidiendo iimu;na . •.. . ¡Ah! Ernesto, por primera vez, se avergonza!la de todo esto ... . Se avergo nzaba de haber sido pobre. Pero ¿por que .... ? 1.Er" a111f:llo alguna afrenta ... . ? No: afrenta era d robar. Ernes to nunca había robado. Por esa parte estaba orgulloso de sí mismo ..•• J.e,·antó la cabeza: l 1 cabeza le pesada y volvió á d eprla caer entre las ma nos . . . . ¡ .... ! Siempre .:sa visión ante sus ojos ..... Qné mujer seductora . Erne•to hubiera _ querido ser su esclavo . . . ¿liabr a amado alguna vc:l. ? Oh, c on seguridad que no : dicen que los '-l'"' aman "-'tán siempre tri st1!s, y ella se sonre a mucl10. Si es cierto que los que aman sufren, Ernesto amaba . . . . i Estaba tan triste d esde que. la hab •a visto . . .. ! Pero q uc c ::m:;egu a él con amarla si ella no podía amarle nnn cn . . ? El era un peón, y ella . . ella era la sol1 ri11a d e M. Joncs. la sob rina del <luello de la hacien <la . .. . Ernesto se sentía co n fiebre. Aquellos ojos que por do< ó tres veces se encontraron con los suyos, le habi:in h echo adivin:ir algo indefinible, al"'o inmenso, al¡.:-o 'l' 1c <·! Ji sentir dentró d e su"'alma; pero <Jn <: '"' l"j<lia Su amor.... su am or ... Si iucra posible: conseguir su . . .. ! Pero no: todo aqudlo er¡i una locura ; nec esitaba desechar aquella 1d•·a. Si él no amaba á Margarita : lo que bahía pasa-. i"r:i un sue110, un delirL) .... . . . Ernesto se levantó y estuvo la ,go tiempo paseiín1<.lS<! px el habit .t c:ón . No sabia ni lo qne pensaJ:
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ES :;!ST.1
sc'1lo sí, .1.1t ; 1'l o¡o::; h i.n 1 .1 ! mujer : era la sobrina di! J011 c,. Em¡.e1..'J 11 un m:\lest:ir indescri1 .tiblc r.11 t•• lo s u c11t :r¡11 Con frP.c111!nci.1 s•! asonnba (i la pu <!rla y mirah:i ln;i:i h caf.,\ cid dado. t:n una ocasiúa vié. á a'iQmarst' ;\ uua ventana r rch'lie como una loca con un:i negrit:i. fa c¡11it:n1 s m c¡qerer. había <!chaJo nm pal .nr;.tna d e a¡,;ua s 1brc la cabe za. l \qu ella ris a mole stó 4 '1·. rnP. - to ¿Cómo ... ? ¿ '11 o , ,Jrb e lla tambi r.n . ... '? ¿No estaba él sufrir.n lo r,n a ·¡twl ini;ranll: ... ?-·1 1Q :1f- necio ... !"-si! <lij o. \' '"Jlvió á sr.. ntlrs '"! , como en un principio, co11 la. za entre las manos, en actit"d i1 ., me ditar. Ent l'l n<'"'-'· ante su vista 3 pao;ar comCJ e nluta<las so1n· bras todos los episo r!ios d.; su vid.'\, desde qu<" por haberlt: ca 1d o en g racia á !\f. M. Jan es había consi':4'1ido 1•1 Pmpl eo d e a ::11rnrcro, hasta la triste época en que sn dimin!!to Je 6 años se revolcaba 1Ie dolor baj o la ter ribj <! correa cid inhumano · car¡ •intrro. R"' co rdiJ cuando . ca'i rlcs nud o y empapa clo de mi el y sudor, em · pujaba la pesada vagoneta dd azúcar. reflexionó d..,s . ¡Jlle S en SU ;\ !a hacienJa ; traj 'l ;\ SU d . imfam e ro o echo en la tienc h dr. su principal y atri· l.111itlo (:!, haciéndole pasar dos meses en un nb<cum calabazo; hizo m moria de la mucha hierb:i que· cari:i · ba, en aquella casa de campo rle donde lo arrojaron t e nién dolo tambien por ladrón ; se acordó del nrnc.• tro de escuela, d C'I campesino que le trajo en u·1 carro has ta H umacao despues d " haberle dado hospitalidad en la noche .nterior, y, por último. vir.o 4 su la ca"l del carpintero. donde habr ía pasado los primeros anns de su vida . 1 Toda su existencia pasó e n un instante p o r su imag-i na <l ' n, y cuando lo hu ho rr:cordaJn, se averde hab er pnc s tn sus ojos r,n u na señoril'.\ cole¡:io . .. . De pronto lan zó u.1 grit<') d·: alegría: hahia una cosa que le iguabba á a1uella mnj ,:r. . . . ambos huérfano s . . .... P ern , poco l paco, Em r. ;tn, que se iba p"Jnicn l.1 '""Y p li h se 1.. v.1·1t'" y a'l'l:.;1ndo una ric rl'll'lr, P.ITifl'!l'1 r\e ;\ rn ·•ear-
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se p..> r ia e ·;ta,1da. ·N >: nn e ;-..in ÍJu:i.l c,;; ni aún e1t 1111 horfand:id .. lmb ia nacidó d é un mntrimnnio llontad o; . . : tal vez • le d e bía su villa al cr.ln1ch ' ,:.. Los l)Q<.lre dé Margarita n0 existlán ya; los tk y se aver.ghnznb an du llamnrl e sn h ijo ..•. U na: ol e'ad;11tle·sangre le ll la rrispa\losi p\lli O'l;iaJ .Cit;ló; y en 'llll ad e ntfo terrfüle, CX • . · / · '.l. . :.:. · -· · •cr in1<!rl ·¡fa,. rn ·cl ·:; pa é; abanJooarmc, •yo ·u ·.;'11\-lldi" • . ' · ' " 1 . 1! · · ¡ ha 111ás cruel qne d : J:d.1., fie ra<;." .·«!' La illitlclició1T · ·d t• 1111 hijo •caiga s o bl e -V<1cstas
<¡ui eta s a'be r
, .· !Yl .de.sdiel.iado .. se " idcl!p lóin sobr<:-
ba'nc0
menz'1 ;\. : . .!'D e !Jr!>hto; Jaq nmnor,
c()ra zón, á cayentlo . de rodiHas, con un acento desgarrado r 1mi1'nrn ro: ·· · · ,. ' ·, ·
.,c....¡ Madre J. ¡,1\1111dre mla .• · ! . ¡Perdofl',·-'11! ' '•' • • ;!!·,-. l. ·,¡. " .\
VI. .: ;., ! P o r fin Erne!;to logró seiseg:irse. Por la ' tarde lleg li. e l á 1.\uséar por l\LJones; ·y d ro h><i ro 'º sé pttdo 1cori1 pon<Jr i El aZ1JcaverQ ".volvió: ·a su trabaj6. ):>et'& la de Mar&>arit<t ' no se ..apartaba un •solo .Instante de s11 ir11aginaCÍ'ó1l. En ·aqiicllos dias .!e sbt1btió:.e,l-j ó've n una ··cosa que le mortificó •im ektre-mo : 'J ooefrna lo ámaba co!l'pasl6n, sin tratar · di sín111". .l.u-lo. • ·Et;tQ, •qt1"} !c n ·otra ·éW"a·lc halagad o, le ll a¡1al)a ento ncc.9 eí atma de ':tl1 gostia1 .. T odos lo s ·dias, ;, p d e l©s•esfuerzos de Erm"..slo por evitar su pre '{CJ1éla, la' rmlchacha lo es p eraba las ho ras. de alnrner;i <1 ·J' cló.;·cr>mirla e n b puert11 •del rancho, para. decirle Licrn lsi m;¡s. Joscliná se. hab la • desarro!111<10 P'! r CllnipJ,.t<), )' CO lll O', IÍ Ja protecCÍÓl'l' d<'] lt111mt•áic1,' Lucia ya no la maltcataba <101110 ,:anl'és ,·la rrtochrccha aparecía risucia y radi an te de fcl i;u:'ld.
Ernesto se propuso desde un principio arrancar del pecho de la jóven aquella pasión á la cual no podla corresponde r, y pensó hacerlo de manera que el de Joselina no llegase á sufrir lo que el s •Y<>. por el amor de Margarita. Pero este_ procedimiento no hizo otra cosa que avivar más el •canño en el pecho de la jóven, y una tarde, dispuesta de vez :i cenfesarle (l Ernesto que lo amaba, s e sentó (l b de la brica, tratando de aprovechar a tg una proptc1a {l 0 sus deseos. Esperábala Lucia para q ue le á planchar una ropa, y llena de co raje por.¡11e 11 v.o en aquel lugar sin hacer nada , se armó de un fuerte lo,¡.a· dirigiéndose en¡;eguida á su e ncu e ntro. L'\ 13· cha sufrió sin quejars e los golp eo que Luc a l.: d16 por el camino; pero al llegar á su casa, exas peraJa por no haber ..podido ve r á Ernesto, y r e vdánd ·.>Se contra el duro trato de aquella muj er, qne sin ser su madre la maltrataba de aquel m odo, se ll e&'ó á indignar manera que porv prim e r a ":'.ez en •u vida y Sl siera vengar en esta oc ·1s1 o n to lo> lo; a t r 111 llo, de q .1 · había sido vicúma ; s e arrojó co:itra s ·1 ªJ' ! ; ' >" ª con la intención d e de'itr vza rl a. .
Esta actitud por pa rte d e la joven, ve z. intimidar á. Lucía, no log ró má s que avivar su ira, Y agarr.índ ose d e J osefina, rodaron ambas por el suelo. Lucia pudo en ton ce s apoderar>e del palo con que ya le habla p egado, y d esca rg indo!:! un frente g?lpe en la cabeza, la d ejó . in conocimiento. lnmed1at3(neme aqu ella mujer, ya completarJ!ente. tr;i;;tomad:i por el furor, bu*ó una soga! amarró á la mfehz muchacha de un estante, e n el interior d e la casa, se arremangó las mangas, y cogiend o una gruesa .correa, de levantarle el vestido ha sta más arriba de la entura, comenzó á d e ocargar tal es golpes sobre su cuerpo, que J: sangre empezó á gotear primero y á correr mis tal' • por el sue.lo .. _A la n:reza de los golpes Josefina en s y pnn c1 p10 á gc1tar; pero ella se apresuró á parle la bo ca con un pañuelo, Enseguida se sentó (l ·
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descansar, y á la media hora, con la misma crueldad . cogi6 la correa, y sobre los golpes de antes volvió á descargar otros nu e vos. La muchacha se retorcfa de d?lor y la iracunda madrasta cuanto mb pegaba, mis aliento parecfa tomar. De repe nte, r obusto brazo la con violencia de donde estaba, mi e ntras que la te rrible correa volaba por el aire. Lucía se volvió lle de rabia, pero quedó anonadada: Ernesto en aquel mstante la miraba indignado, y sin decir una palabra se la infeliz Josefina, bajándole el ensangrentado vesbdo. Después la desato de donde estaba amarrada. Luda quiso disculparse y contó lo sucedido; pero la ;eprendió agriamente, diciéndole !que sr ".olvia á repetir aquel atropello, daría cuenta á la Autoridad. Josefina se habla sentado en un rincón y llo-raba amargamente.
Muy pronte oscureció . Ernesto, despues de consolará la pobre jov.en, y una vez que hub9 probado de la mala comida que le presentó Lucia, salí á tomar el fres . - co, e inconscientemente se encontro junto á la casa de Margarita. Desde lejos se escuchaba ya el piano de la colegiala, al cual arrancaba ésta. inliinidad de notas sin concierto alguno, distinguiéndose, á veces el aire de un galop, 6 ya el de una mazurk:a , confundido con el de una danza , ó bien el principio de una aria, empezada una y mil veces sin resultado alguno . Pero á Ernesto aquella confusión de notas le parecla una música divi . na , y apoyado en la pared de la casa, parecia estar poseido de un éxtasis celes tia' .
Largo rato permaneció de este modo , hasta qu e al tin cesó la música, y pudo escuchar un murmullo d e voces interrumpido con frecuencia por alegres risas, que Ernesto adivinaba sallan de la de Margarita .
Por su gusto hubiese permanecido alll la noche entera ; pero temió llamar la atención, y resolvió retirarse . Al llegar á Ja puerta de su casa notó que su cabeza era un volean. El fresco de Ja noche le hada mucho paseaí!do , proximament1; las 10. l;111<S;¡;
IRNESTO. 139
to , sin darse cuenta, tomó por un camino que por la parte norre se dirigía hacía un barrio llamado de nuevo. De un lado las piezas de se sacud an agrt ndose á impulsos de la brisa , y d el otro el murmullo de una corriente de agua, que, bajo tierra se deslizaba por una caf\ería hastA la fabrica . Por fin. dcspues de andar un largo rato, tropezó con una puefta de golpe y se detuvo. Ali! se encontraba un poyo de madera; Ernesto tomó asie nto . A del fresco de Ja noche se pasó la mano por Ja fre nte, y notó que su frente ardía . Aun resonaban en sus oídos los a co r des del piano y se figur a ba estar escuchando las al egres risas de La noche estaba bastan.te á lo lejos las oscuras sierras levantabanse fantásbc'.15,fJªI ·"· murallas gigantescas, y por todas partes e insectos tp.legraban · la noche, canta ndo entre la hrer . El ag ua de Ja seguía murmurando . Ernesto semejaba una estatua de pi edra. Su pasión p or Mar garita tomaba cadlt día más impul so en ilu Cuanuo ve ía el grado inmenso de su amor, se raba igual á ella ; pero ºmuy pronto la historia de 5t! ."'d a ven ia á su memoria, y cuando recordaba el desgra .:r ad o origen de existencia , avergon 7. ál>ase él mismo de sus locas prete nsiones, y espantaba de sus propios mienpensa :os . .
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Ya habría como dos horas qu e se e ncon.tral;ia de este modo , sin variar de posición , cuando sintr '. qu e á su lado sollo zaba una persona , y al volver sus OJO S, no pudo reprimir un grito de sorpresa. Era Josefina . 1
La infeliz estaba ya á sus pié¡, de rodillas, y no cesaba de llorar.
Al principió, Ernesto creyó qu e la much.icha venía á implorar su auxilio contra algun nuevo atropello de Lucía ; pero muy pronto se des vaneci e ron sus dudas, cuando haciéndola sentar á su lado le pregunt l la causa de su pena . ella , con el seno palpitante, y los ojos
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velados por las lágrimas, le dijo: -Ernesto, perdóname si me hé atrevido á seguirte Y lle_gar hasta aqut . .• Ah, yo no debiera confesar. te el inmensa amor que por ti siento; pero si no te lo confesase, moririá .... 1 Ernesto. . . • Tú eres la luz. mis ojos y la ilusi n de mi alma .... si tú no qms1eras concluirla por morirme . . • • Hace mucho tiem. po que debiera decirte todo esto¡ pero tenia vergüenza de confesa•telo; las mujeres no deben hacer estas cosas ... ... ¡Ernesto .... 1 Ernesto de mi alma.. . • Dime que me y seré tu esclava. . . . Lo que yo deseo es tu canl'lo. . . Ernesto, confiésame que me quieres . ... ¿Verdad que tú me quieres ... . ? .
La muchacha, al decir esto últiñÍo, había aéercado su rostro del mancebo, y con sus ojos, inflamados por . la pastón, trataba en vano leer en los del joven .. Este con:io aplastado por un ¡ieso enorme, con cabeza baja y sm da.- sel'lale; de vida. De pronto hizo un esfoen:o, y cogién !ale caril'losamente una de sus manos la <lijó: Jl' -Josefina, tú eres m. hermana: únicamente como nos podemos amar. Mi corazón no puede abrigar, hacia tí otra el 1se de caril'lo. Yo no podría tampoco h:icerte dichoa; soy muy desgraciado para hacer á nadie feliz. S i¡.peme qeeriendo, pero camo á un hermano. Mientra5 )'O viva nada te falt;<rá. Busca en otro hombr e el amo. que )'O no puedo concederte. Creéme, Josefina, cuando el co raz ·n está emfermo no P:i<l e amar . . . Y yo soy tan desgraciado. . . . si su¡.neras, Josefina, lo d esgraciado que soy .... ! . . sin soltar la mano d e la jóven, dijo esto u!t1mo con un ac e nto tal de tristeza, que ella , enternecida por aquellas fra ses, le echó los brazos al cuello, y á llorar. Pe ro al contacto de aquel hombre, por quien ella sent a un amor inmenso, la sangre de sus 1.6 al'los, emp e z.) á h 0;rvir"' en sus venas, y tembl9rosa, s1.n llorar ya, echando un torrente 1:e pasión pór sus OJO<, con el seno palpitante y la respiraci.ín anhelosa,
11 astrechó más al mancebo. B'te, Rl contacto de aquel fnego se estre111ecio visiblemEnte, y quiio recha· zarla¡ pero J09efrna lo estr¿chabó cada vez y por último, lpnotizado, eintiéndo en todo su eér una fuerza invisible que lo atrala hacia ella levantó la cabeza y se le quedó miran lo fijamente. Entonces ae operó un fenómeno extrai'lo en su cerebro: los ojoa de• Josefina le parecieron los de Margarita; aquel seno palpitante, el turgente seno de su amor, y loco !mpul11&do á su vez por la terrible pasión que se habla desarrollado en su pecho, se inJlinó sobré ella y l'l besó en la boca. Al contacto de a :iu il beso lanzó ella un gri- . ¡rito y cayó en brnos del mancebo .• ·-· -). Cuando ambos dcsperaron de aquel aneño de di· · cha, pudie{on ver la reafüad.
Josefina abrazaba dulcemente á ErneatO, y lo colmaba de caricias. El jóven se dajaba acarriciar y es pasaba las manos po'r los ojos, como si aún quisiera la ilusión d? que todo aqueUo era un suelio. mismo no se explicaba cómo amando tanto á Margarita había correspondido á los halagos de otra mujer. · Desde aquella noche Jo•fina sarla un nuevo abismo que se abririá entre él y Margarita. TnYo un momen· to de. desesperación y pensó ex\rangularla; pero en aquel instante Josefina, abraz:l.ndolo con inmenso cari. ño, le be11&ba en la frente. Ernesto se levantó. -Ven-la dijo-es preciso que vayamos :l. reco· gernoa.-Por :Pios,-exclamó ella-no me lleves á la casa de mi mildrasy¡, porque me matarla. -..l tu casa n6-repu10 él secamente- :l. la mía. Y á la media hora entraron en una casita de maderll que desde hacia algunos d{a, habla alquilado ll:r' nesto para dormir.
VII.
A ,la mañaaa siguiente, á consecuencia del escándalo dado por Lucia, todo el mundo sabia en la hacien·
....
: ·
11,
li42 BmLIOTECA DI "EL BUSCAPI!,"
da que '• noche anterior el Mucarero se hRbfa robado á JosPfina. PPr lo demás el auoeso no causó escin.tolo entre aquella p•ra quiene• t!l robo de uoa muthachu Hll muy nutuul, y •Ún :¡ue la muchachaª" fu<s• tamuién de su cas1 sin que nadie ae la. 1ob•sr . p,.ro L111 lu n o1 pvdia · tOLlormarsc con que uq11e/Z,,. pe,.ra h11hi••e hec'10 ittl porqtl6ría sin su coo. •Pnti11 ientn, y hast •• pral ·11<1i11 de todos modos en 111 oas11 <lo E1 n• st o para abofetearla. Apmtur.adamente el mayordomo llegó á enterarse de lo oourri ,lo y ai:eroán lose á la mujJr, pri•nero con razones y cle•pul'!I con amin•z la hizo su emp• ño, nn sin jur1r f,uda alli mi··mo, que ella l se la pagada bie11 P'A ª 1" · /• .1, Ernesto, como de costumbre, se marchó á cumplit : , aunr¡uo muy pálido y sin respon · s1qul!'ra a las que eon motivo d r 1 ro6o lo n los deruá < e 111 1,J Toda la 1111 ñ •mn !!e ln ·sin pro11uu ,: jnr una :i11 la palabra. ))-. Vf% •n curndl', á una venta na rl9ndc se vr ia la d " Matgarita. En to do el t•<'mpo 11\1{ no pu1lu Jrstiuguir uno so· la vez 11 la mbrina 1f.1 M. Oirlase que noticios, 1le su tr. iicióu, quería priv .1 rlu ne eu preEencio; peto rsto no era cie1to; si lo lu • se, el azurorcro se huln , '" c?nsiderado . . Bien • Rh1 .1 Ernesto quu m sospechaba s: qull'ra <¡u u él la amas". En aqu e ' '" ' ' mento, además de su amor, •lcv.b11 .1 jóven ot.rn e ,5 , sobre su corazón que le ntormentabs: el remord1111 e, , to Ernesto compr1 n lla que habla hecho m .¡ , 11 •cepter el amor de Josefina. aun, aquello er, u n cdmen. El debió haberla desengañado debla h 1b , roa rech¡¡zadr, debió hob er huido uc su ... En In sucesivo Josefina sería ul 111ayor ob&táculo para sus rlrseu• .••• Con seguridad que ya Mabrla Margarita que él estaba amancebado públicameut.i.... eintió defeos de ir A su casa, llamar :l Joeefina" y decirle que ee marohaae, que no podla aer, que no podía
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vivir con ella, quP amaba 1\ otro. Si ae rcwlv:6 : tvm6 el srmhrero y BB1i6 de la f'brica.
-¡Jos•fina .••. 1 Joaefina ... . 1 -exclamó el manr.ebo, cuanto pisó el umbral de su caea.
Pero n.> tuvo tiempo para más: J oaefina. con un traj e niás blanco que la nieve y S? rostro radiante 1le felicidad, con el pelo suelto y sonriéndose como un angel, ee le <;!el cuello, .Y com_enzó á darle tantos Y tantos be80!>, que M, aturdido, sm saber qué se:dej6 acariciar. OespueP, era tanta la pasión que aquella mujer dej , ba e de 111 pecho, que Ernesto, olvidáodoee de to•lo, sugestionado de nuevo por el deseo camal, estrechó á Joaefi.oa entre sus brazos,_ y enloquecido por las c•ricias de este, hasta que :\ ella sc>la amaba y que á nadie :náe que ' ' ella poli ria a •nar. . • • . .
P . ro p•• ados estos instantes de delirio, el amor 1le Margarita r011acia con más vigor en el. corazón de Ery ento nces oi infeliz mancebo, s10 voluntad aufi'r•ru ii <'s echor el uno, ni con fuerzas bastante para descn gu ñnr e l otr o>, encontrábase .4 la se " l"' raci6n , y maldeda de su propia ex1stenc1a.
VIII.
D11s di•• d es pués la hacienda presentaba un espect<i ""ª"¡¡a do. Ere domingo.
lloa día do Junio lucia su e1plendor, Y ni lo nf á > le••' nube empeñaba el puro azul del mento. Tod os lns peones habiánse machado al vecmo puehlo co n ol objeto de hacer sus compras, Y. t11.n sólo alguuu s Lwpleados se veían cruzar por la aohtana plaza.
M. Jones y su sobrina no salido: una visita. Ern esta la rle un magistrado, amigo suyo, recien lleg1do de la Habana.
Cralan ya que no vendrfa, cuando, al fin, al oscure· cer&e eiptió el 1uido de un coche, y pocos momenioe des-
r .
• 1
pu.., un aaballem, 2il
¡Ebrualil. allad& y Cladia afeo la t •a 8°'rill.a. se llamaba doa B.iouclo''Sali r, 1 kba pot)O lllÚ ó m- IDI 40 aloa plicLil. r.a b':&oco, ele pelo negro, barba rinda, ojel expresión eimp4· tÍCI.
Don Rioardo refirió l auaarigo loa IOO'liecimitn· tas todol de au villa dul'lllk el t11riodo de 101 ll aloa que había vivido 1,,j<il da 111 ooaqiefifa, no 1b1 deUlleree de veZ .ea 0111ad0 para mirar co.i haoia Margarhe, que d9'ile el lllllftlf 1 iao ieot.emen· t.e y prw&aba 4 11111 palabiU mareado incér•" · • qué el magldrado y )l. Jo:ie1 h11bieroa babi.do argameallB, el primero, vivaaaen&e iat.eri!lado por la bell- de la Jofta, qtlÍIO eutablar diNCt1111eate oonnnación con ella, y 1proveohllld!J 11n1 peque· \ -fia pema le dijo: . -8dorla ¿Qltecl puede a001t11111braree eii uta eolocJad •••• ? -Oh, si tefior:--reepondi6ll1rgarita, acompehn· do 808 pelabru éon un &'11to encanta lor- 1" me aooemmbro donde 88 10llltUmbra m\ &io. M. Joaea lle eonrió l'On u&iafaoci6o. -Permiüdrne, selorita-repaso el m1giatradoq11e ponga en duda vbettra 11irmllCióo: ea lmpoaible que •n1 delioada aznoeoá Be lienta dlob011 entre la s- areua del detlerto.
--Caballero, me haoei1 mu11bo favor al comparar· IQe COD 'QDI IZOGeDI.
-Diapeoudme, !lllfiorite; pero me ia'oliao' creer que vos muy ganaooloa ea la comparación. -Soil may galante, caballero.
- Y YOll muy bermou, aefiorill .• • • · M. Jone. DO cabía eÍl al de IJOZ'>·
El magif&rldo 88 aentla cada v.iz mil (1eoi1nado por la oofegiala. La coavenMión ae alalgó locla9fli' por alpnu bOl'llll al cabo ·de 1u ·oaalee, dlltl RiaudÓ de Salúar ae ooiweaoi6 t!P que re1heate lll&aba •DI·
MISSING . 1 • 1 PAGE(S) .. . . . t 1 )
Ern•to cootrariado por haber llegado la oaedióo 6 terreno, la impuso sil en'Jio, pero ella ya plenament!I convencida, repuso: -No, no trates de eogaihrme: mañu;a mismo averiguaré yo qui6D es, y entonces ...•
-¿Qaé .... ? -prrg unt6 Ernesto, adelaotando en actitud , menazadt ra. . _ -¡Que la .abofetearé co •no á una perra . ..• 1
El jóven dejo escapar una carcajada nerviosa. -¿Y te •trev ,- rlas .... ? ·-preguntó, sin tratar de ocultar su e Lo. ·
Josefina, entonces, Íll llrn s i, con los ojos inyectadoe, la nariz jil3tadJ, ta hoca contraida, saltó fuera del catre, y poniéndos a en j.uras exclamó:
-¿Qué si mo atrcw rla . ..• ?¡Rayo de Dios .... 1 ¡Me hasta la sangre ...... l!I
No pudo CIJ!lc!uir: un a nube de sangre nubló la vista del mancebo, y por pr im 3r a vez, sin saber lo que hacia se precipil'ó s br ,• ella llenándola en un i9stante de golpes ·
Ella pare cls q•n gozab 1 en dejars·e maltratar de Ernesto, y recibla ho s si n defenderse, · oesando aquellas mismaff macos qu e ln castigabau.
El azucarero s e des 1l:iigó bien proa to dA su ira, avergonzindose de lo que h1bfa h o0ho . En la primera vez que ponfa sus manad s.obre una 1nujer. . . 11 dejó sollozando, y ª''riendo la puerta de la de marohó.
Josefipa ahogó un grito d3 dolor,-y esco::idió la Ci· beza ente' las dbanas.
Al otro dia Ernesto, completamente vol'ri6' ra ou1, y convenció á de que todo lo qae h1bl1 puado en la noch3 anterior er11 11oa t oate · rf1¡ qoe h1bi6ndo rerdido Ulll gruesa ('antidad en eJ juer¡o estaba de ma humor y que no se atrevla 11. con-
. '1 l. ,
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150 (esársefo.
Los mujeres son fácilr-s je convencer, sobre todo cuando a man de ver<e, y Jo . efina dió por 8 11 i>feahe, llen;ndo de be&os y cari .. •ás á Ern e st ,,, CJll' se dejó acariciar, cfüimulanrlo eu lo posihle sufri1Lit•ntos para no infundir snso e< has.
Asl p •1E Ó la sem ' ª ''• auoque cuando no rlelunte el e su qu rid•, volvía A pnn nrse som-· bJ{,-, y su frente SP urru ;a ba por sus amargas id· as.
A la media hora M. J'ones invitó tl á que pasasen al comedor, dondo estaba· se"ido 'un ex· quisito }' abundante refresco. ·
El hacend c. dl> se colocó á la cabecera de la mesa y á su derecha M a rgarita, que á su vez daba la suya al mogistrsdo. ' '
Este, enamorado de la jóvan, no. perdfa un solo instante en ex p:orar el corazón d e la hermos•, mostrándo 1e muy sati, fdoho de sus resultados.
.
Al fin llegó el ilominÍ" . Ernesto bien temprnno Se v1stió : cuu su m ejor rol' '' • y aguardó que 11,•gase la visit• del ma ¡¿i8trRd1 ' .
No se hizo ·é.te de 1r, pues á eso de las tres de la tardP, seis curga los &01ios do muj eres y bomLre r., pararon frentP á la c: sa de M. Jones.
Erru eto miró b •jar á toda aq uolla gente con marcad11 indiferencia, V >Ólo c1·a11do ViÓ a UD caballero SU· bir .por 111 esCJalern -<le la c• 10, se puan extrctUadamente páhdo y apretó los puño• , ·on dcsesprrución.
.Aqn e l era el mugistrr.<!o don Ricardo Salazar
En breves io sto ntes 1,.· ff p 4c insa dd inri ' és fué por l es ronvi1 ado•, t •nt1> M. J oncs c c?cuo su. no se cncontrub n suficientes ptr a d·1r cuinpltm1erito á to:l os ell os.
Los Cljos del m ng istra •io se de sde uri ·· pr.incipio con los de Jlforga• it:i, y ella lo:i bajó ruuProso•, mientras qu e él no pu<lo di<iwular una sonrisa d e satis· fección. .
Margnrita sonre la al magistrado con seductora co· queterra: y. halagada por las dulces frases del caballero, no trotaba de disimular su contento.
M. Jonc s llegó á algo de lo .que á su lado se forj • ba; pero en don z ur un buen partido, hacia la ¡¡ist.a gorda, dmmulando e n tod o \o posible sus sospechas.
D..os pas 1ron de este en medio de la m?i.s franca anirn ac ió n. Lqs convidados demostraron tener buen apetito';' y las botellas de licores y vino se sustituÍün con bastante rapidez. · e l turno á los brindis y la llegó á su ap og eo. Tod,1 el mundo quer!a bnndar. Hubo bri u .fü t nn nlusivoP, que hicieron poner muy ¡\ M11 rguri t u ; 1• 1 m• i.\ Ístrado no en sl de sat1sfaccio 11. t "uaudo le ll eg ó su vez, bnndó. Antes de h11cor; la ropa del dorat.lo Jerez en. lu mano, lo es· tuvo mf ditandn un rato. Al fin su brrndls resultó una vulgari clad; n om todo d mundo ·lo encontró adm!r:ible. Hasta M. Jf . que no entendla de versos, feltc1tó al magistrado.
Vestla la joven un elrgante trdje de que se a¡ustaba pe1foct.mente á eu cuerpo, d rj,i ndo 111 liviour sm formas. El pel•> h 9blJs Plo recogido en artlstLCo moño tle pute á parte por un alfi.:. de perlas. Eetaba eed uetora.
.
Todos los hombres fij-1l>an e·1 cll11 &u atención y as mujeres 111 miraba.o con envidi ' .
Serian l 1s de la tar<le, cuando se le\'antaron do la me:1a para pasar al salón .del 'baile. Ya alll 1a-wiúsice, y de11pués de m edi a hora que emplearon las mujeres en y as.lgún desperfecto de sus vestido., se dió prmc1 p10 e1 ba1le. .
Como Margarita no bailaba . s!no lanceros .Y ngodones el ma¡ietrado no podfa d1s11nular su disgusto, cada que se vela en la preciJió11 de lev11ntar1e del
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I08CAPm." lado de la nifia para Ir' oamplir con li\ll oU'aa aetlori· tu, alguna de la8 oulei permail.ecfaa por falta da parejas.
Entre ianto, detrú de Margarita, y sin perder uno solo de sus movimien&o, ae nla una 11po· yada en la baranda de nn balcón iume1füto i la sala. De vez en cuando aquella sombra ae agit•1ba con cierta impaciencia, y entonces se diatiugulan uuoe ojOI!, que . brillaban en la 0tcuridad com., dos puntos luminosos. En otras ocaaiouea el fulgor de 101 ojoe desaparecla, para e.Jcuclaaree, pero de un modo ceai imperceptibll•, el ahogaJo murmullo de un quejido
Aquella BOmbra era Eml!lito.
Desde la llegada del magietrado, el azucarero, oas loco y fuera de el, buscaba en valde el medio de poder introducirse en la casa, sin que ;e notase su preeeucia · Peuaaudo en eeto eataba, cuando llegó i pa·ear por su lado la misma criada que en dias auteriora habla ha- 1 • blado en aquel mismo sitio con él. lumediaiamente la d6tuvo.
-Dejéme pasar, don Ernesto,-dijo ella-que voy • de prisa $. buscar uu poco de hielo para 108 relresoos.
-No trato de detenerte-oonteet6 el jóven-sino de pedirte un favor.
Y le pulO medio pellO en la mano.
La criada, al contacto de 111 moaeda, no mostró tanta prisa por cumplir su encargo, y repuso:
- Vamos á ver, en qué puedo servirle •••. ?
-Pum sencillamente- re&P!Jndi6 el aauoaM"Oen que quiero que me introduzoU, sin aer viato, en el interior de la cua para preeenclar el baile.
-¡Ah, don Ernesto , .•• 1 füo et que no puede eer .... ·el amo ha prohibido que naide entre en 11 ca· 11, sino los que él hiya invitado; porque dice que quiere evitar escándalos.
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•. Ernesto volvió ;i colocar 'otro medio peso en la m11no de la criad11, y pur estl vez é1ta se quedó pensatrva..
Al cabo de un ralo, guardándose el dinero eó el
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llí7 su regreso, perdiéndose bien pronto entre )ji oeouridad de la noche. Serla, proximamente, la uoai de la madrugada.
Don Ricardo Salazar participó ' M. Jqnea que do81'.&ba hablar con él, y éste lo invitó ' puar á su despacho. Alll el magistrado le pialó formalmente al hacendado la mano de su sobrina. . . Entre tanto, Ernesto, con el corazón hecho pedazos, delirante, y el cqerpo abrasado de ·la fiebre, procuró sJlir de aquel sitio . Ni una &ola palabra habla perdido de la conversación de MargJ¡rita con el magistrado. El lu ó quien lanzó e l grito de desesperación cuando la ióven pronunció el fune sto s[ .•• 1 Como no habla olvidado el camino que trajera, dispúsose á salir por donde habla entrndo. .A 1 efecto cruzó el primer cuarto qlie encontró completa meo te vació; después sintió que de todo su cuerpo se apoderaba 1 un extraño .. .. : aqueija mujer ·hab!a dado eu ·corazón y su palabra á otro hombre, y á él no le quedaba más q,ue es¡ierar, no le quedaba otra cosa que la muerte ... . Cuando llegó á la puerta, la á 'Jl!rrar. Tenla miedo de abrirla . .. . : tal vtz la hermosa virgen, despojada de ·sos ropas, estarla únicamente vestida con su pudor, y él iba á mancharlo. _ .. InconsciFntemeote u:i paso hacia atrás . Pe!<> al poco rato comprendió que el no salla eahba perdido, y que no le quedaba otro recurso que por aquella Volvió á aproximarse á la puerta y la entreabrió ligFramente .. .• Se asomó.. .. De rodillas ante la imflgeb de la Virgen, vestida ai1n on un elegante traje, es taba la sobrina de M. J oaes¡ co n d p echo palpitante y los ojos llenos de l á griiu " : M•rgarita rezaba •.. - Ernesto se contempló fl. .. i nJismo y se juzgó un infame . . .. Tuvo impul80s de a rr •j .orse 11 s us pié., confesarle su pasión, é impl orar car id • d para alma; pero la odiosa im:igeo del magistrado se puso ante au vista y al comparar su posición social con la de él, se juzgó un miserable., •• Don Rioardo Salazar
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158 BmLIOTECA DI! "EL BUSCAPm."
era un alto funcionario, él, un peoo de M. J ooes: don R icardo pertenrc!a tal vez 11 algun•s de las f 1miliae de altb sociedad, él no era hijo de nadi e, hijo del cri'meo .•...• Una oleada de eangre le subió á · la cabeza, no pudo sc stenersP, y cayt•ndo de rodillas con las manos sohr<l el corazón, dejó escapar todo junto el dolor d e su alm · , exr.larn • ndo con angustia terrible: -¡Madre mia ..... !!!
Un ¡!rito d e espanto eootoetó á este último: Margarita se 1-evontó, llena <fo t orrar, llam uodo á los de la casa. Er"esto pudo volv er en si, y comprendiendo que no podi11 seguir adelante s o pr oa de que lo reconociesen, r r troc ·Jdió h 1st1 volv.-r ni balcón, por el cual se descolgó, cayendo en la plaza sin hacerse más daño que nn p r queño rasgu ño en una pierna.
A ºlas voces d e Marg 1rito, acudieron · M. Jones-¡ el ·magistrado; pero p ry r m:l.s que so r egistró la C•sa minuciosamente no se pudo en :ontrar á naii e. Por áltfmo, hasta misma jóven 11 gó :l. 9onv ncerse de que todo habla si fo alu cin1 cion de sentidos.
Poco d1spués, M. J ones ordenaba en alta voz á uno de sus que prepar asen un c!ballo para 'don Ricardo Sahzar.
Eeta órden fué oída por Eroe ; to, que no se había separado del lado de la casa y súbitamente en su cerebro surgió una idea eepaotosa: la riel crimen.
Se llevó la mano á la cintura , ac\rició el mango del puñal que siempre le acompañ•bs, y haciendo una • mueca horrible de s atisfacciór, echó á correr como un Ir co por la carretera: llevaba Ja intención de asesinar a 1 magistrado.
Este 6ltimo, contentisimo porque llf. Jones no se habla opuesto á sus pret.eneionea, se despidió del hacendado, repitiendo sus juramentos de amor á Marga-
M. JonfB se retiró pensativo :l. su cuarto, y su eo brins, agitada aún por Jos sucesos de 11r¡uella noche,
hizo otro t•nto; pero le fué imposible conciliar el sue· ño; el ea ta do de su espirito se .Jo impedía.
XI. 1 1
Ernesto, sin dej ar de acariciar P.! arma que lleva·· ba á la cintura, siguió corriendo como un dem ente por el camino, hasta llegará un sitio doade, de entre una pieza de caña des embocaba un cail ejóo. en aquel sitió la z1nja del camino era bastante profU:n· da, y el mancebo se sumergió e n ella. Com.> la hier·· ba estaba b..stante crecida, Ern ast ? consiguió ocultarse por co:npleto. As! ·estuvo por e•p 1cio media hora, sin atrevl:{se á re;pirar. Sentla qne su c orebrq h e rvla, pero nada Su m1uo apretaba el pufial y sus ojos expiaban el camin o. El jóven en aquel instante no era dueño de sl:'habta una fo e rz>1 extraña que lo dominaba; él mismo se hubi era clavado el puñal eo el pecho a otes d e ratro Geder •••• Poco á po co fué sintiendo una cosa fría que le subía de los piés á la cintu- · ra . ••• en aqu el rnomeoto no estaba para en tales pequeñeces . . • • Sin e mbargo, la trialtlad llegó á Sllr tanta que tuv0 que bajarse. lo comprer,. dió: era el agua de la zanja en la cual estaba él hundido. Pero toJo esto pasó como uo rel:l.mpago: la idea del ruagiPtrado volvió á o cupar su meo te y la sangre á hervir en su cerebro. Su mano apre tó de nuevo coavulsameote elfmango del puñal, y esperó ....•. ¡Oh, no ..• ,! ¡no err&rfa e l golpe .•.• 1 Tenla bien calculada la di stancia: lo sintiese lleg•r saltarla como un tigre de la zanja y l e clavarla el puñal eu el pecho . ..• · -¡"Muere .... ! ¡muere, desgraciado . ..• ! -le dirlaMargarita no puede ser tu y a ni il n nadi e ¡ Margarita no puede ser más que mía ... ¡Muere . .l ¡mune.... l y e.orno tú morirá todo el que intente poseerla ..•• I" Y el infeliz Ernesto, despué3 de sacar el , puñ1l de la cioturs, lo blaodia 3nt•e la bierb•, com'l si golpe fatal. De pronto se detuvo: habla sentido u.u
)
...
110 llDIUO'l'BCA Dll .... 'BfJICA7lll'
ruido á lo lejos, y ruido era producido por las pin· das de un caballo. Su cuerpo ee e&kemeoió como nna hoja ...... -Ahl viene- se dijo- y contrayendo el rostro, como un endemoniado, clavó el puiial en Ja tierra. En seguida lo volvi6 á sacar: Les pisadas se acercaron más . .•• Ya no cabia duda: era un indivi· duo que se adelantaba a\ sobre trot,e. Ernesto estaba rlgido é inmovil como \a pantera qud se prepara á sal· tar sobre su presa para devorarla. Brillaban sus ojos en la o scuridad, y su mano dere cha apr etaba el puñal. De repente; un bulto blanco se destacó de la oscur · . dad de la noche: ya no cab(a du 1la d6 que era un gi· nete. PocJ ;\ poco fué acercándose hasta llegar frente ;\ la zanja. Lo que entone •s s11cedi6 no puede descri. birse .... : se vió saltar á un hombre como si saliese del in.trcrior de lá tierra, y precipitarse sobre el ginete, con una de sus manos el caballo y blan- d1endo con la otra un afilado puñal. Pero otra mano mas robusta que la euya se apoJeró de su brazo, y el ginete, tirhdose del caballo, sin soltar al mancebo, \o hizo caer de rcdillas á sus · Ernesto dej6 escapar un grito de sorpresa y .JOm e nzó á temblar.... Aquel hombre era el mayordomo .....•
Hubo un rato de silencio.
Ernesto segula de rodillas á 101 de su protec. tor, con la cara escondida entre las manos. Jimencz, con el puiial entre las suyas, trataba en vano de explicarse aquel enigma. .
De pronto, con su voz robusta lo llamó: -¡Ernesto ...• 1 ¡Emesto .••• I Ernesto no reepondia.
-¡Er11esto ..• 1 volvió á decir el mayordomo con 1tcento terrible.
Entonces se escuchó un sollozo triste, ag11do, des· garrador . •..
Jimeuez cogió al jóven por el brazo y lo llevó con·¡ sigo hasta lo más rcJÓndito del callej6n. / El azucar1uo 1a dejaba conducir como un obiqoi-
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llo.' Una vez que lo hubo soltado sobre la hierba, el m*yor<lomo volvió á interrogarle.
Ernesto:-le dijo-bien sabes tú que te M querido )1 De _quiero aún como á un hijo . . ¿Por qué hu querido _...,me .••. ?
·
Estd 61timo lo dijo el mayordomo j con un acéhto ial de amargura, que el jóven profundamente conmovido hasta en lo más recóndito de sit alma, se arrojó e n sus brazos diciendo: .
-¡Perdonadme, señor . ... ! ¡perdonaume, que sby un desgraciado .... ! Y alll, apoyada su ardorosa frente sobre el noble pecho su protector, ·refirió á és t e toda la terrible historia de sus desgraciados amores d es de su entrada en la casa de M. Jones, hasta su última determinación de asesinar al magistrado. f1
Jiménez comprendió la gravedad de todo aquello, y. se quedó pensativo. Después, como puuiera hacerfo el más cariñoso de los padres á consolarlo.
-Es pretj¡¡o-le dijo-que el hombre llegue á tener dominio sobrP. s · mis mo. Tú y¡i. nn erP.S un niño , Ernesto, y si no tratas de sofocar esa jpasi , n, rhira por lo que has hecho lo que puedes ll ega r f\ hacer._ Mi<::ntras es uno jóven, las simples arenitas parecen montañas. Todo ese volcán que hoy existe en tu pecho, mañaná se convertirá en cenizas que la nieve de los años se encar · gará de cubrir. Desengáñate, hijo mio, ese amor queJ:iot te ciega es un imposible: aún en el caso de que Margarita correspondiese á él, M. Jones no consentirla jamis en vuestra unilln. Por otra parte, si sigues poc ae1camiqo, no sólo labrarás . tu prop!a sino tamblén .lla d e esa pobre nii\a que nmgun mal te ha hecho, y que no tiene la culpa de haberte inspirado esa palli6n. Ernesto, tú dices que eres desgraciado, y no es cierto: la desgracia se la fabrica el hombre mismo. Si' en vez de tropezar conmigo hubiera tu pullal trope · zado ' ton el pecho del magistrado, mallana dormidas en la cárcel y pasado en un presido. ¿Quién ser,a el
1 ·1 i
La _puerta estaba abierta. Tendida en el .suelo, boca abajo y con sus negros ojos explorando la oacuri lfad, se encontraba una mujer: esta mujer era Josefina; Toda la nadie habla estado actitud, esperall· do ' sn Cuando lo vi6 llegar saltó con la Ji una gata, y se colgo de su cuello, ile caricias. Ernesto la rec:haz6 secamente en un pnn>. dpio, despues, de un mQdo brusco. Por múque .pro- • cUraba disimularlo, aquellas caricias lo atom\entalimíi josefina sonrela, ytomando por .juego lo que era una• realidad se volvió' acercar i Eineio para abrazarlo¡por esta vez le contestó con un bofetdn. La 1 muchacha el equilllirio, fu6 ' caer ld l 1ire un banco. Una vez alU com..S i Uonr, miralldo1 vez en cuando 4 111 quedclo am iDdlecQJle termaa:> JPeefioa gozaba ClOD que Ernesto la malntale. Ai!ipe. • iáimbradi desde mµy nilla' rQll lndQ, • t: 61 de lgu-1 modo que la ...e doWep El coríclu)'6 Po! llCOltarle. Al :pDli6po JOllllQla -6 Cl1l4 alguna
y 111 ' 61; . toCl6 'I '
XII. ,, ,
fdiliculw-
GOlll.,..... I /
rita de la .... ,¡ era • de M. Jones ••• r ¿Y,'c\&no 1 ll¡lWa atrevidO '
...• ? que ella hubiese dl{ib"I su amor •••• ? Josefina pensó volverse loca . ... de despertar ' su querido para m· .todo aquello . • • • pero Ernesto segula sqftjuJ:.
Sé: !icerc6 mas á él y pudo todavía oir estas al ' ""M · ' 1 ' · tu ó la I" ""'1 ses.- 1 ai¡gartta.. • . amor mu,,.,... . . . . de 'Josefina se deshacla á pedazos. . . • eta ' ciérto que no la amaba .... ? La pobre ti/to que sentarse. ¡Ah . ; •• 1 ¡Sus ilusiones todas esta, bah .... 1 Sent!a una cosa en la garganta qW! la abogaba. . . • Dejó escapar un grito de agonla, y se dl!SJ)lomó sobre el p¡lvimento ..•••• Él día comenzaba á. esclarecer, y el silbato de ta, m{qllina anunció la hora de dar pnncipio al trabajo. Tan' acostumbrado estaba Ernesto á oesta sella!, <tue m· despertó. Buscó la vela para encender. . la,''pero no la encontró: sin duda se habla gastado en la noche anterior. Empezó á buscar su ropa á tientas y & medio vestir se lanzó tuera de la casa, do sobre su querida que permanecla aletargada en el suelo. Al llegar á la fflbrica, pidió agua y se la 6, marchando enseguida á ocupar su puesto. Josefina pudo volver en si, y levantándose del sue· lo, pfllida y ojerosa, lo primero que hizo 'fué acerCllf,SC i la puerta de su casa, mirar para la de M. Jones y amenazando con el pufto ' , -¡Tú, seftorita indecente, la que le robas los qom· bres á las mujeres honra:las, maldita . . , . 1 ¡Y.o te odio con toda mi alma ·..• 1 Toma Mar¡¡-arita . .•••• V Yo1viéndole la espalda, como si su rival estuviese presente, se levantó el vestido, y ejecut? una in· decencia.
' Despue5,.se lanzó fuXf¡fara vigilar á su qui:rido. 0>1¡110 de 9ostu#re, la fibrica estaba llena de trabajadoi'i!s. ' El rwwar hervla en los fondo, y los de)
lff ,
o6aüoe de nH/ilo iiban Jl11úacl.Q!le · io' llipido, de •111 al '4CM. donde,;J 11 ,er ' qne pooi.Sll!lála ya en de 1er llevada •I mercado.
Hablafn aquel lugar un ,ruido qne ,.,...roeofa¡ y el t'l\por cir ulando por lu tuberl11 del l!difi.oiq, aimu por lu , veou y arterfat .dt np
..briba junto al tach?, Ernesto, ·eeg"(!I do ejerden o aµ ofi0io, ain ap,artar h vi !le lot grua· 909 cristales el a pauto, c.leotro del cual bulll¡r. y 18 estuviese hirvienlo. El "ºiuuoareestaba b pfl li:to, y de vez en cuando te Jeota· ba en su eill , para levantarse 111 y mira,r hicia la casa e M. Jooee. Sen tia en su. cuerpo una 111:i::itud a, y de vez en cuando lleY.ibase las manos á la .ca en como para .contenet el dolor que en ella s.ilitfo. no a1ordus3 de \o ¡¡aaado, y sin embarg , to:loa los sucesos del dla aµteri,11r. se pr,esentab in fl ? u mta coa martirizldvra ins\stenoia. Entonces á relle:x:ionar sobre la• pal,.bras del que tai vaz · serla muy fáoil desechar el amor en un prinoipio, pero imposible cuiln· do ee ha lle ado á arr en el oouz6n . . • • Ave.rla criminal ea la nochl' 11n"rior iba á e meter, ciegamente ostigado po,r su l<><:& p¡1.sión. , ·- 1 entre tanto, Ernesto no pedia .d?, vie&a espeso liquido qua ee agitaba en el d\IJ, Dentro de j este enorme apullto ae euroaoalian "serpentio,a," donde ee podla.):acer .cironllar ,el va· por. El habfa llega!lo Y•, dentro de al nivel Jel segundo "derpentin," :y ErnepV• hizo IPVlr la llave pa•a que el vap9r 61. J.> vol· vib á. peasaren el C{K'SZbn le •iolencia, y el dolor que aeotla. en ait11\is ,11e en terribl.,e pµnzada,, que eemi:Jabao por la de ,uo pulhl. Ernesto \uv11
eúallegar
ªº·
.,. f ' 1 1 . ,¡ 1
¡jB r llDlrolOTBCA Blf"ti. llUBCAPill" de . ri'efJit 'relevó; pero no· qal'sli: paril 'hacer e9t(J tettla que verse an.teil con PI y se .lver110P-zsba de él después ilP In or:iir,il!n eu Ja rocbP anÍrnor: Fe dispuso ;Í Sof'rir 'no P,fidl:>r ¡ya máf. el d ,oln r foé f.o • n ¡\ poco des•p8rPOle,Ddo.. besab• un 1nFtante PPnSRr PD •c¡yel iti\ur no poilla .. b oudoner l r', porque esto liu!HPFE_ sido miemo que pretender al> a "il onar ª? ?rop1a -. - - Rrn r'stti vivir, que-ria v1v1r h•sta la últim• ernPrRnz• .. , • Tj¡o ele un tubo largo quéd • ba á h izquierdn y ilerr•.un poéó espeso liq11iiJn so bre la plancha rle v1dml .que tl}bla pera este uso: PI Uguioin 1vl!nenz1b,1 á • To.dq esto lo hoc l• Ernes'to como u•i. máqmne, sm dors e cuentA d 0 v non e l pPn• s miento en otr8: parte, en la casa rlo M. Jono•. lev1nto y fué á s1tuar•e a! pié de la ve.ntona Al poro r e to no pudo contener un ¡zr1to rlq a 1e11rl •:. h 1,bfa .vi , to una mujer a•o· lllarse al b_al co n: aquella '°?J er era 1. E! co· le \ID vu•lc'l. S1 en oqnel inst1nt e Pl "tacho hubiese reventarlo, Pl menceho no se hu <h ilo cue?ta de e.llo. M .ir1?.rita mi ra ho e n aquu l h ic1a el cielo. Ernesto miro t·• nh i un y vio . qne el 1 puro. Una sola nubo r. ill a e mpañab 1 á lo lejos el bo1'1zonte. Eme•t.n volvio á mirar á la eo brina de M. y noto que étta ne s o nrefo. Qu is o aver íg_usr el motivo; pero la muchach•, e nto Mudo un l .'.! aacion, desapareció, en el interinf :ll' la El tu1u:a .' nro permaneció por a 'ganos niiuntns en h ven tana. EnsPgulda se • .corrl6 di! •u y volvió á observar los ctistales del "tacho:" el lfquido ·hirviendo co?>o llegado 'ya al tercPr PI JÓ!en abrió la teréerca llave para que circu l 1se el ' " _Después inclinó la ' b•heza sobp· •u pecho, y e1g1116 d1scarñendo •••• Nn, aqoello M Mrli!I qui"dat' asf. •. : La dada es. y que hacerla Era preciso de'una vez ei Margaricorrespoaderla l so amor .••• lndudablen ente quy ya
•. "' I'.' '' l!íilíiiífu. "':ü•1;.. •. 1ff '
estaba comprpmétid1, que él habla lii'.'. noche anteri r el st de lo9 lafñdtl de' la , niña .•.. ;, p o no importabe. el do por d tod .... Ernesto tuvo e,11 pensamieñt(( resolvió ponerlo en . ria .... SI, 1 escribiría dánddle • SU ' explicflndole los sufrimientos ' sµ' alm• . y 1111 tías ' de su co azón. __ .;le escribirla to- . do, todo• y s aespues pllth:esd ' es; ", taba la muer , y él estaba d1sp11estb á monr 11 Msrgarita no lo a aba.. . . No tenla para qu.! p,eosano: " aquello era u a inspiración del' Óielo: charla. __ ._ I Aquella mislna noche baria que carta ·. llegase á su Joder. ¡Ah •... ! -decla _ el peándose la con la palina de la ma,n.o-¡que tor- • pe he sido y q al no antes esta: •.•• 1 A los mdm en!O S para que pn· diera irá alfiorzer. Ernestq1 con·la 1.d:"' de h1' carta .¡ fija eu e l· cr r bro, ni r e paró en que alsahr, JQSefilla . ha sentada e unll' de las' 'Puertas 'alta qu e !\amar le; pero el jóve n n o hizo i:aso s1gal<S pre'suro, o bácia su casa. Al\! apenas probó' ll'l · é inmerli •ta rii e nte s e encerró en su cuarto, seutá'ndoee · al pi é del nrt uPiio escritorio qu,e. tenía fl la de la c•m ·· ; rn seguida un plregO' ·de papel y '"; . Pu· · " so escribir. Al prin c ipio su plnmá inde- . cien; P" ro pronto, como impulsa.da ex.", treña com en zó á moverse tan de ptrsa, qde 110 pareclii · sino qu e llf pasión del mancebo se deslizab1flín · 1aquel por ella, e,I • . Como al cnlTto ile hora concluyó. De vez leu · dúllndl! habla teoi'1o que f.de tt:nerse, __ Ugti'm,89. que s e d es lizaban por sus me1tllas, 1,]caer ,!!Obre ct1rte. Coan<lo la hubo f.epasado don lli •lita pór dos • 6 tres veces, Erne'sto la metió· dentro u'b tlobre, ftiiar- · dándola despué$ en el bo1sillo interior de su chaqueta.
He aqul ,la carta:
·'Señorita: Es grande iiu · itte'Ymueilto; ea
. . ••
flllll?'t .0-.do:,
qorll4o ale*' la oa· ai al in hoy me de·
Desda,q11a la tuve 614-di Vll81tra tlllagf!D dirtu DO
,eolo i111$1:ita da 111i imaginación.
sea. imposible
, que vOI me
pero qm.eio aaouohar de voeatroe
satisfecho
Seiio,it1
.,.!llbos. oomo la hiy del cielo
he recorrido
la
est.a carta, Josefina. asomada ' una rendija del cuarto, lo vl2ilaba, vió cuando su querido se inetió la carta en el bqlsillo, y al salir éste de ·la habitación, se seot6 con indiferencia en una silla, dispuesta ' averiguar todo aquello. Brnesto salí.; de la casa sin mirarla siquiera; la muchacha lo siguió desde lejos. El jóven entró «;n la fábrica y ocupó de nuevo su puesto. Permanectó \'111 toda la tardé al parecer tranqulto y atendiendo con más que nunca á sus quehaceres.
distancia, y
ha_ en un solo pensamiento
S6
llOD respecto
vu01tra elevada po·
al ao¡qr
"Y mú qua un misero sirviente ; más hab1Ü9 de 111\ier ,que 6nioameo'8 pretendo ser nestro e1oluo. Compreado lo insensato de mi pa•ión , ••• comprendo lo i¡nposibla que es para mi PI de mi•alma. ¡ Margarita, tened compasión de JlP lopo ,qua tao sólo delir11 con vos ..•• ! No me ' la d8188peración; porque la desesperaaióo el! to,riible.... Mi exis'8ooia está tan ligada 'v.Qt, que de -.os depende mi vida ó wi muerte. Mar- . no me deeprll'Jieis i oonoedeJme una sola mira· • da. una sola eonriaa, y me hareis feliz. No temaie a1114J;me; que yo ¡g11atdué vuestro amor en lo más da mi al111¡1, como guarda el Infinito el pende DiO!L Dispe119ad lo malo de mi carta, pui;a .la ,ne¡rura, la tipta ee mezcla con las lágrimas ojOft y eI .Pllpel ae emborrona. • • • Es tanta la 4-pc,;aFión ele ID1 ¡ilma, que lin reparar en la die· ,gQI resuelto dirigir1.1s estos da qua tan solo servirlo ptrR d9118'11!lia. ,tened oowpasió3 ml : 1111 dt11preoiels, porque vaeatro d6sprecio sera& m,11erta..... Vueetro esclavo, . Bansro.
..
anado 18Crib,odo
. Por la tarde á la hora de comida, se retiró á su vivienda; ni J oselina ni él se miraron á la cara. Emes· to parecia editar, y su querida también. JI. las de la ooch'I recomendándole á ella que no se moVles;e de donde c:f.t.lba, salió como de costumbre, y fué á St· tuarse al de la casa de M. Jones. La noche estaba oscura. AJ poco rato el az1.carero, sintió un pequello ruido de los carros que quedaban. á sus. espaldas. Si hfbiesc vuelto la cabeza hubiera visto dos puntos lumtposo¡¡ que de entre la oscuridad se fijal:¡an en él como llas pupilas de un g:¡.to: dan los ojos de .Jo· sefina que; expiá:ndolo. · . ,
En la de M. Janes resonaban los piano, que en aquel momento maltrataba Margarita pretendi endo tocar el "Miserere" de "El Trovador."
Ernest/i aguardaba siempre, arrimado á la casa, Y hubo un momento en que su coraz6n quiso salirsde del pecho: fos $onidos del piano hablan cesado, y scnúanse los pasos de Margarita, que cruzando por la sala, en ¡iquel penetrab¡l en el cuarto á cuya pared estaba el azucarero. Aqu( 1 cuarto tenla una vcnta¡la bastante. baja . que da,lia hacia aquel o, y á los pocos .minutos el b11,5to de una ªflól:"ect6 en marco de la Era Marganta: La ¡óven 1 escapa¡r ,un sqspiro y luego, como st hablase coOB1go . n\isµaa-riJesúS.nwr¡nuró: noche tan pesaba ...• 1 Ni tan siquiera siente una lijera brisa . . . . '
Entonces fué cuando Ernesto, 11epad.ndose un po·
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•to co de la pafed, y sacando ·la carta que en el seno, him volar esta 6ltima sobre la cabeza de • Marga. rita. hasta caer en' er ínteriot del aposento. . Se esl:uchó ., grito de sdrpresa que ' dejó escapar la 90brina de M. J!>líeS, y :t la espalda del mancebo reson6 otro, grito oo de 'sorpre!ia síno de dolor: Ernesto asustado lo que habla heeho, principio á correr como un cri· ruma!, y no paró hasta, ll? á su casa. En el aposentó de Margarita se encendió una luz. De jurito los carros levantése una mujer, que con aire resuelto subió las escaleras de la casa. U na vez arriba manife5tó á un cñado que necesitaba hablar con M. Jones. Era Jo· sefina: Su rostro estaba amarillo como la cera y tem· blorosa, sia poder casi hablar, apenas vió al duefto de la hacienda, se expresó en estos terminos.
-Sellor, vengo á deciros que vuestra sobrina es una perdida; sostiene relaciones amorosas con mi marido, y :ahora mismo acaba este último de echarle una carta por la ventana. Si ese hombre no estuviese compro. metido, poco me importaba, porque yo no me meto en la vida de nadie; pero siendo mi marido no puedo permitirlo. Seftor, si no correjis á vuestra sobrina, estoy dispuesta á dar un escándalo y á abofetearla según se merece.
M. Jones, con los ojos extremadamente abiertos, contemplaba fl. aquella mujer, creyendo que estarla loca, y al principio no encontró qué decirle; pero viendo que segula ' llenando de inproperlos fl. su sobrina, la hizo poner á la puerta por los criados. '
Enseguida se dirigió ' la habiución de Margarita. Alli encontró á ésta mucja, indignada y estrujando un papel entre tas manos.
M. Jones se enteró de lo ocurrido, é inmediata· mente mandó buscar á su mayordomo ,'empezando á pasearse con ·agitados pasos por la sala. ' · Josefina, sin dejar de Uisultar á Margarita, llegó hasta su caaa. Alll encontró t Emestó; qu'e'homfátrlen' te 'pteotupado, ni tan siquiera Ja•:imbfa vi9t'O entrar. Al,¡r
principio se mirándolo.1 como todavía de lo q'!I! pero ·de pronto asl comt. se desata el hurac$n 6 se ·precipill e) , IXllrente,' aquella mujer, oanvertida ya en una furia, 111 coloc:6 delaaml de su que· ricio, y sin darle tiempo ni para resprar, le echó en cara todas SU$ !llpocreslas y lá felsedad de su conducta pilta .eon ella, y ultillWMDtC, haciendo salir de sus labibs ·como una brasa de el nómbre lle Margarita, llenó á esta de impropenos. al mÍ91no tiempa que P!'onunciando la frase gr j fica, la calificó' de mu1er perdida. . " . Ernesto, que hasta entonces habla escuchado todo aquello con los labios contraidos, y con expresión ame· nazadora, no eudo contenerse por mfl.s tiempo, y cayen· do 1110bre· la infeliz Josefina, la maltrató de tal modo, que la ' desgtaciada mujer quedó en el suelo 11 .eomo muerta.
Al cabo de un gran rato Josefina tomó en sf, y en volviendo 1al mancebo .en una mirada inmensa é indifinible, salió de la vivienda .
•• Ernesto en su asiento como aletarga· do .... •.I
XIV.
Cuando d mayordomo recibió el aviso de M. Jo· nes, apresuró é ·presentarse en la casa del hacelnda<lo. El inglés se paseaba, lleno de ira, por su déspach4. y de vez su cuando dejaba escapar algunas frases de ·indignación . , · ·
Al principio ni se dió cuenta de la presencia de su -empleadf; pero de pronto, como lo viera de lpié junto fl. la puerta', esperando sus órdenes, brcscam·•mte !tacia él, y oon •aoento dclltemplado, le dijo: · • -funenez ¿s'abeis lo que acontece ·en mi cáSa . . . ?
El mayordomo him un gesto de 'ltl;gación. · . -Puei de mflíacienda se ha á escrlbirle4Cltil cana ª·r'3·
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Dll "KL BtJSCAPd"
BI mayordomo, ·que basta entonces había mirado á M. Jones &ente é frente· bajó la cabeza anonadado: conocla la historia de Ernesto, y no le cabla la menor duda de que aquel empleado era su protegido. Trató pues, de disminuir d ¡rolpe que amenazaba caer sobre la de su auugo, y dando, á su rostro un aire com¡;aMvo, contestó: duda, M. Jones, que tal acción implica un atreV1m1ento por parte de quien la ejecutó; pero des. pues de l'Odo s ,'10 vengo á sacar en consecuencia que si vuestra sobrina no fuese tan hermosa no se darlan tales atrevimientos.
No le desagrad . la ingeniosa salida de su mayordomo, pero como el orgullo del arno ·e , taba herido por el propasamiento del criado, repuso: -Que mi sobrina sea hermosa no es motivo sufi . que cualquierpe6r. se tome las facultades de y sepa u, ted que lo he llamado para que inmedi.atamente vaya ú ordenarle á ese atrevido, que en términos de media hora abandone la hacienda. Y ese individuo se llama ..... . -Ernesto; según hé visto en la carta: es aquel mis- • mo que hace aaos tiraba de una vagoneta en el departamento de las "centrifugas", y que es hoy "azucarero". El mayordomo se quedó pensativo.
· M. Jones, que seguía paseAndose por e) ·despacho se paró de repente y fe dijo: ' -Cualquiera dirla que os interesais por f!SC sugeto. . .. , -M. Jones, yo no me .interesó por nadie, y solo estoy aquí para cumplir vuestras órdenes; pero habeis de saber que ese jóven es un desgraciado. . -1Eti un insolente .. ,.! -M.Jo11es ..•.•. -No quiero oir un.a palabra más. Vaya usted á cumplir lo que le hé mandado, ...•. Jimenez di6 media vuelta, y se dhpuso á cer la orden.
J
173
Pero de pronto, tanto él M. Jones 0 s'e queda· roD¡iom6vilet1 y 0111110 c\&vldot. en 81111 pa9klL . Un• voa t.errible, 11te,rai;lora, ha\lit i.Oteft'lllllpido el llileabio de la nc¡cbe, grnaado delde uno de 1... n:treblal de ·la hit0ie11dt,; .. ' -¡Fuego .... 111
Casi al inataaie . el silbato de la m6qaina comenzó Adtir la seiiel de alarma. M. Joaee y su mayordomo ee precipitarna como·lo· oos por la escalera de la casa, echaron á oornr por medio de la plazo. , Multitud de gent.e oorrlan ya en el Jnismo sentido. Cuando llegaron a! lugar del suceso, r . trocedieron 1 eapaatudoe: el rancho de "gabazo'' más contiguo á la '< fabrica estaba ardiendo. Se comenzaron á dar las órdenes oportunas; pero desgraciadamente se habla levantado ea aquellos mopJentoe una brisa que F:ivorecfa el incelldio. Se trajeron las bombas de la bacitinda que inrnediatam oat.e comenzaron á funcionar. El fuego tomaba e.da 1(1-Z más increment o. Rl "gabazo" se retorcla dentro del rancho á impul•os del calor y luego ee irdlamaba, ilu11Jiou1do toda Ja llanura coa una luz trágica y horrible. Del vecino pueblo habiao acudido multitud <le persones, y moterialmentc no · se ¡iodfa dar ua so:o paao, teniendo que intervenir la fuerza armada para qu e u'o se estorbaran los operacio11ee. · El ' maderámen ' crugía, y el fuego silba ha, enroscáod()lle á ha tablas y estantes c omo sierpe infernal de mil cabezH. Li;. muchedumbre iba ea aumento. El mayor·· domo estaba ronco de tanto gritar, y M. Jooee, como un demeott, corría de un lugar á otro llevfndoae las manos á la1cabeza, y pidiendo auxilio á la muaitud. No era el iocenuio del rancho lo que preocupaba á to· do el mundo, sino que aquel rancho eetaba unido por tres vigaa al de '" fáb1ica, é inevi.table.obate el fuego se comunicarla muy pronto IÍ est.e edificio. Si eeto eucedia, toda la hacienda, eu por.i1u\ • horu, e con· en un de l¡a coofQaión iba
171 -lllllJl¡ftCJ.
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•.,. ....
ea el 'aeso lftllpba Ollda v.z mú. ' tia llillleasa hoP,!ft llB hlll'ICia y.chisteldejlado mil tl•1rgos cJ11 .fuderia. ltabo no memento ea que la grao ae y M. Jooee ae neg6 ;l .creer que el ·apa; .. de 1D1 bcimbu le babia pero de re· peote ae eecochó ur. estraeuclo hi>nible y todo man· · do revocedió 11a1&ac10: par&e de la cobija llel rancho . 1e habla deeplomado, y aoa hoaaera inmensa 9e . . taba sobre aquel montón de ruinas, oo:no aobre lu ola· daJes maldhaa debi6 haberee levantado el faego de Di0t.
'No quedaba ninguo remedio. La desesperaq\,Sn babia apoderado de todoe los animoe. M. J onea llor•ba oomo no niño. El mayordomo segufa con la garganta dando órdenes. Media hora mé.a y el fqego, bast.o entonces contenido por el agua, coi la f.Abrica. 'l'odo estabu perdido.
De prooic. el m ºró hada el sitió de unión del rancho con el edifiJio de las m\quinas: como • ' casi la techumbre hlbla caído, sólo quedaban lu tres vigas que ee unian al cuerpo de la fibrico; cort;in. · do estas tres vigas por el ponto de unión el se . salvabtt. Reunió, eutoncee, todas las foerz'as que' le quedaban en los pul Iliones, y c"n voz estentórea gritó á"su gente: -Much,choe; la-haciendo eatá tan sólo podri cortando las vigas que unen el rancho ' la fibrica .••••• lVawoe, muchachos ••.• es el valienlle que se atreve ...• ? M. Jones le dom una bué· lia gtatificaci6n •••. ••• r- peon<B 9e .miraban unos l. otros, como consultiodoee; pero, luego. dirigfan sus ojos á la terrible boguen, y retJ:ooedlan espantados. Nadie oonwt6 ..... .
-Maollaoboe- volvió ¡l decir el mayordo,lno¿Quién ea el valiente •••••• ? ·
' · Tam¡>11CO
·
.relpll8IU:
• l 11$1• OI"""· .. . .,. ,. . ... M. Joaea miratia · todo aq11ell0.ooa
.
De repente oewon fodoe loe gri&o•, y dambre enD1odeci6; la ¡ente QO'ilr "'" peto, y en medio del asombro general, nn hmente p;llido, vestido de negro, con d pelo' rul¡lQ, 1111 'ojoe azules, la mirada iranquile, con una gorrita l;i,"'aqa ·sObre la caoeza y una larga escalera en el dirigió lentamente hacia el ranoho, sin á níngnn lado, tranquilo, resueito, y como si m 1rcbasll, á ta el acto más sencillo de su vida.
Un grito de sorpresa se escap6 d a la m1füitud, y un solo nombre salió á un tiempo de todos los ,labíos: -i;::-EI ."azucarero ..•• " . , 1,.
Efectivamente, era Ernesto: sumado eu ef 1lur111· miento que le h.!',blan produ<Jido los acooieoimieqtoa de de aquella n oche, volvió en El al laa ,de fuego, lanzadus, casi á la puerta mi•ma .de su cas¡:i. Al principio, t an ensimismado eshba, que no las día; despué • , poco á poco se fué d•ndo cuent• . de Jo que pasaba, y arrastrado por !u nov •J dad se ' ir al sitio su ceso. Cuando . hubo l,!egad?, Er.ll'19!0 experruiento en todo sér U)la ·pensac16ll fia: le parécia que las pbras de .,su corazón AD.te aquP.lla catistrofe, desabogó\base Era qne vela oigo horrible, algo gi¡auclioso, .co ' mo . 19 11entl11 él d9ntro de su ,pecho ...• ' Se acerc6 y respiró l:on "ati s facción: le ' parecia aquella hoguera sofocaba el fuegb de 1u .lm11• , •• J 61 mismo darse cuenta, se ªPl'<\lCimaba .mis ,• n•to sitiJ. notÓlo y,o p que estaban alll Cl!rca, y pÍ>r · ie ord111ó que se retirar'a. Etlije& 1.• ' situarse entre loe que ocupali-.n .. • Por el camino tropezó con un hotnbre que 'ttoíaba: el jóven levantó la cabeza, y reconooio i M. Jon•: aqael
176 1lllLIOTBCA DE 1'1!L JltJllCAPllL11 infeliz lleJl6 i inspirarle lútilna; A loe pocos miautol 016 la roliu!b y deaeeperada voz del mayordomo, bua· ca-ido u11 llnmbre que ee atre;,iese ;l qort:W lu 1ia11. Sin prouuaciar una 10la palabra; el ''ez'uo&rero" 18 -di' riglo 11 Íllterior de la fibrica, ..00 de ella una esoaler•, y fChandóeela 11 hombro ae presentó en el h1g1r del i11cendio. Al lle¡'ar pidió un· eerrucbo; 1ntnediataw•n1e to dieron. Colocó la escalera apoy,adola sobre 'u1;1a ile Ju vigas, sin que se moviese uno sólo de los m\Uouloa de su car"' se dispuso ;l subir. Enton ces sintib 'que le cog!an una de sus manos, y volviendo la se encontró oon el mayordomo que le dijo: · · mi o. ¿y t(J no s 1bes que te lXpones i mopr .... ? ' '·. -¿Morir •.•• ? -reapondióle Ernest o, con amargura ¿Pira quiero ya la vida sin su amor .. . . ? El mayorilomo lo miró enternecido, y apret,ndole de nuevo Ja mano con cariño, se Ernesto empezó ' subir lentamente por la escalar•. Irl1 por 11 mJSma mitad, cuando el ran cho ·se estremeció; la multitud l111zó un grito de angu >tia. Ernesto sin detene1'e, 1ubla con la misma lentitud . Al llegar i la pute superior se 111 vió desaparecer entre el humo. Pooo despuee, el humo IN! disipaba un poc o, y Ernesto 1pareció montado en una vig1, i la que aserraba sin prelñpihlci6n, _y oomo si se encontrase e n un taller de carpiater!1. El m1yordomo, con el corazón oprimido por que era muy gnnd'l el cariño que sentla por aquel JlmlO. orden6 que el 1¡ua de lae bombas ze dirigiese carca del ahib en donde eitlhl el azucuero, para evitar qua el fuego la alcanzue. Eata ord en resultó contra producente : 1hlac1onado el fuego en lo restante dlll ,.ncho, !u llam1111 elevann ' mayor altura y se aumentó 11 conflasnoi6n. Todo el mundo retroc;edicS eepenudo, y hobo necHidad de atra nz el agua de ... 11otabaa al foco illl incendio. En • ste . JltDllto hlb!a oonoluido de 1ccrrar la primera vjga, y l'°IJ i;glam1 IÍD preocuparse c!el humo}¡U\I lo
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'p. él. saliendo ali í con M. JorYes, á respirar t;,n poco el aire de la noche. " •• joven, st¡: al en(trino, y. én el bo··de de la cama. lq cogió una. , de SllS,. fllllnos: .ai:¡ueUa · m;i,no. .er.;¡. friailt .. compJa d<tu1\a mujer; M'irc:arita not6 que ardia como un carb 'n encendido . . ' , , --'Iiwe m.u.qhp.fü:!:>re -muomut6., · , r• Y; <;lil;\gi!tnclo a.b,roStro del .mancebo, m>tá . llf.J<i .bs. l<1b¡os . di;:l ,jpv'lÍJ se movian éomo si ha,i:¡la'e cop 1a;guna perso na. por , sú cµriesidad 1-¡asta c.¡¡.-.,¡ rotar. con boca del 1enf. ,rm.o.. inmediatamente le)(antó la y . <Je emoc_íopc).a: , escuchadb •su nom);>re , 4;llir de los la!:>f>!i del mancebo, c;\11.wi suspiro hondo: prof1112do é M11rgarita pensó en el magistrado·y t11vo miedo; á ijjar, su vista en .eJ ·jo,yt¡n _,y, sintió hacia él C9lllptiSÍÓlil: á sentarse en e l contemplarlo cpn cáriño, ·.AJ , rrlto .se, . ?>f. , JoJJ.es )l,el m.ayordoll)o. y le pr"'lflll1fªrAA ,eJI¡¡ · respQndib 'que p o r .aq9e1\;i ¡ipqhe ,no .lo nece:;i¡¡il:>a. , A¡ las ipocas horas M+,r.g')rita vplvi ' á sola coa !11 enft:l1mo,. pro digánc,lolt>ré!lmP!!! l<;>s ,más tierJ)os cuidados. .Serían las1, ¡:r.c¡; d 'f la . madrug_ada : la jpven ·n'otil que }jjrn..,;t o n<pli'i : ,ligera¡nente )( al lecho. pui:lo ver ,¡;¡ye , si 1s oj9s, .entoQ<res ; cwnpjetamerlte 1ba11 abri e ndo, Jenl;af\1 e¡¡to. (::rey6 que h¡¡bia . vue ltn en .)' vr.¡\ viéndjlt; " .m1a de . su s manos. co mo si trata do de un hermano, lo llamó . c<¡n n d9)cÍ/iima; , :¡, . r;r-¡ .Ernestq :. ! . .• , .,..
Al de !!quell.a vq1. el jpv¡:n se estremeció baji;y +f.s s' ¡ luego, 1bl;ieron desmesu· ra dru¡¡e1)\e, ".o mo si sus pupilas qt¡1sii:ran recoger los r e spÍandores t o d os de aquella ce lestial visión, y dej•odo uo g r ito el e ·dic)la, i1vJescriptibl e , murmuraron >U S laliio s :
-1 M•rgarita ••• ! airotadu las faen:.&111 de su esplr,tu , • ·> i vi.\ á quf'dar inmóvil, ex:inirue, corno mu .. rto. Marf'•rÍta se lle•6 I•• man1111 4 su roetro y co•uen· z6 4 llnrar. '•••
Poco los suaves rraplandoreé de la aurora empezaban i dorar 1,. c•mpiñ11, y el ,ilirra, aubido en ls copa do un ri111ngó, h•ci• tleepert .r :i 1.. damii1 a9é· cilla•; el ¡J•llo clábtaba de.de la rui•rua ram• e11 que habla puado la noch,., y la tierra 11e animand 1 poco i poco, ennelta en la espeH neblina del amanecer El 1ilbato de la haciend• se dt-j6 oir para llamar ' 101 rikl, H ._ J'one1 y n mayordomo entraban ea la C88Ra de Ernesto y preg11ntabau 4 Mar· garita por el eofen10. · ' . . La ¡·oven, OOD llll 91iiúb éJe ·.Prtlfunda mir.esa, miró bicia el echo y lo !léñaió con· erdedo: pérmHecla den· 1&mente p;l.lido y 4 no a..r por el movinlieoib ÍRf!811lar de 111 pecho, hubi¿..- dicho qae ;eetaba !Btlei'1o. •
A lu pooaa horu 11e presentó el doclor: Ernesto habfa recobrado ya el ·oonoélmleoto, y el fac11ltati•o, con gran extrafieza, por au pal1<', lo encootió battaate mejorado. Lenatóle los apclllikll de lu heridu, y él mi1111<> 1e la1 our6 por 9111 propiu manoe. Lo dnico que lo de..nim6 algo fuli la fiebre intenta que aail no habfa ·cedido, 4 petar de 1us medicamen&os. ' Sio em· bargo, recetó y •ol9i6 ' marohane, repitiendo 4 K. Jonee, que ya habla machas probabilidad• de ni· ...cibn. \..
Ernesto te¡"ufa mejorando notablemente, y 1u1 ojos ne 88 apartaban ni un inatante del her- -iro de Margarita, que 1e dejaba acariciar por 14 amor'Oll&I del enfermo, sonriendo ooaao pudiera tlaoerlo uu aogel, y lenut4ndou con freaueaci.- de 1u uieato p•ra deoirle: ¡ -Brneato, mio ¿..erdad que ya ae eéauentra aated mejor •••• ?
Cuando eato 1uoedla, el joven. 8IO&par ua
WJOIMTO.
911 . ¡ñrn •lP p<> chn, y moviendo los 'labioa al rui8mn tiem1>0 quPSU• <tjn• se nublab•n de ltgrimas con in .I•· hl a expm.ión ele ¡ztatitad., · -SI, .••.
El do.to ele 11\ li•ci<'11.ta t.imbib de tÍPf· n•• soli<'ituc1e< .1 .. nfenno, y éite crf'{• haber d419perta· <lo en un mupdn distint0, 1y :l VP.CU, movla la ca· beza COrOO temeroao de que todo aquello DO fuede más oque nn delirio ó un eueiio Je 9n mente . '
Aai pnaron tres sema&a!!, al finr.1 de las cuales el declaró :i li:rneóto completamente fuera de peligro. M. J'iínea det•:r1uin6 que Margarita se retirase, puetto qae .,1 enf• r11.10 no máa de ' º" cuida· <loe, el mayordomo !!8 pn earg0 de concluir y á su r.ur•ción.
'
U•g6, ;a última noche, y Margarit• • eptaita 4 la c•becera Clel 'l!DÍe!'mo, (que 11e·incorporó en el leeho para oo perder ai una sflaba que la_jnven • le ·dijeae), dando :1 su rostro 11& eariaosa expru16n de pre. le dijo: ·
-Eroeato, el médico ha dicho que esd. oeted fue· ra de peligi'o, y ya mafiona lo dejaremoa al cuidado Je Jiméaez para que y co:iclnya pronto de tablt!Cf'ne.
. ,
El aZÍJC•r•ro, al oir eeto último; !!8 puso ían p41ido c¡ue Mar[!•l'Íta llegó :1 arrepentir.e de 8U8 palabra11.
· Brii,.to. al principio nada respondió; pent luf'go aoando ba de eua eaou'1idas maaoe de entre las ropas · de 11 1J&ma, y oogiendo aea dP lu de la joven, reapon· di6le coa VOB tremar• é in.egara.
-M•rtarita: babt-ia eido mny cruel ea arrebatar· me de las ¡arrae de la moerte, para abandonarme de nuevo ' la d-peraci6c.
• • Yo eé que no po:Jeie amarme. porque vueatro en4 oompromeiido ; pero 4 mi v-. quiero qne aepaia q•e, por mucho que oa adore el hombre etá qllien habei8 pUf.lw vuestro peneamíeatlO, esimpom'llle qne eu amor se •11Cmeje al mfo.• u Marprilll, comprendo qae yo no puedo llegar ' vos,
•
•••
4 lllBLI . d º 1ce 'ua P'.ºª de o • 1 pprquecoraeoy, com . ten¡zo yo la culpa de que m 1 delivbes1ro t!o; .perv, Fl? mío oa ame e z•\n se y que, á 1 'j Teue<l qompas1011 de ¡Ah Mar ganl• - - - • · 1 da mi amor, qo.Y · · · . ' f ·Ved o grnoa M <-He <l•s¡¡rac1ado · · · · · .! de mi posirióo · ·· .. · "º•. rep•rei• 1Soy un loco, &n w11era e rdunadwe, senonta . '.. odeis •marwe.... . hie . ... ;,.yo bien sé que no: eefuerM para Ern esto 1:\ •">I• uho coa el livido Y ,ca h7 l l1'11r y c ayo e ec . ¡. ' ' .. d EU ,. fundamunte cour¡¡ov1 •, . M•rg.rita e staba . pro , , 0 y acerc•n · . . . l · nqu·,l rnst .. ate c o , oz duldc ¡,razo11 an '_ eu b- ' iÍ del eofer:no, v .lp 9 11 ?c01 z l . :1 zl 11. lluw"r o. c;o. tHHr · · · · · -E rnesto .. ·· . . · El j,,vcn rotreab10 los. s. l . ov e a-soi! di¡no de -Emosto-v olv . o .á otro, m . •nwr; puro¡ rué1 cn r.•zo nPor d a prouto, dejaddme q;: y '"' ¡. ue lo ofrec ros.o . ano. deapué; .. ·: ,s pu ' gui ··ra 1!m no á U h herm ¡0 que · · · · . b · )'O Ull•ma no •·•pero "· · · · h! le'" otro esfuervi . y¡Je. c nn10 Err •»Eo c -.o s a•vcoucn :e há•, 1a • nr a1s-, .M.rp:•rit• lo ue1 ubíu sobre la' fr e nte !'\ e' mc\1n•nd" su ro,tro lel q huyendo des'' n1J, () P Q e a UD 'f.., , r ilel nuu ce b n, ,'.Jepo•ll lorosa y llena
''l!L 1BIJSCAPIE"
sintlO .JDJllO á la frente; pero :t d e fe licidad·· · • , 1. L;.nl!O un gn o •'ª bu ne¡ª Y , d e Margarita ••Er.t uua lagr11n :.i .
.I.VI.
Eoonvalesceacía, to Pasó otru aewanas 'en ,
l!:RNEsro. 185 pudi ,' n•lo ol fin ele ella encontrurso c1anplot1mo11te todo aquel ti1 •111po fi pen sa miento <1.., llf arg•ri t1 no le lrnhfa 111'an1J;.no1lo un e 110 ins ta nt r., y <·on lrE uencia se Hso1n11ba á !n puerta de su h•liit •dó,. r·ara poderla diBtingu i r, cuando Ja rnhrina de M. .Ton es 1P aproximaba al balcón 6 á algun11 ve ntaoo. R"corba p e rfectamente l•s i'1himas palabr as de la y por moinentos BFnlfa feliz; pe·o PnseguirJa la reali<l ni.I •o imponía y Ern fsto pad e_c la entonces sufrimientos ht.rribles. Por 1í :tirnn, un 1 tarde, atormentarlo por sns p1n ,1 i1 ·s 1uieoto., re,olvi6 conocer de una v ez •n se nte ncia y toma odo a•iento junto ú eu escritorio, cribióeslo quo sig'\,": '11 Señ..,rita: Cuando por Ílltima VFZ, tuve la indi c ha de contemplaros, dejando 11011 esper•nza 611 n1i pecho y una lágrima •obre mi freo t e. ... D e entonces á e•ta si los males dPI h•n rn •jorado, sie n to en el alma la eoferiuet?aoi de la 111unte.... Acabud, s eñorita, de rJeseng•riar. me, que si vui,stro corazón "º purlie,e ser mio, el con· suelo de morir pur él me bas1a 1fo.''
Cuando concluyó de e.cribir estos Ern es to g u • rdó la carta con intenciones ele hace.vla llegar aquella ruisurn noche á lns manos da i\fargarita: Entre tanto, la sobrina ele M. no podí" opn1tar ai un momento de su imag io ac1óo, .,¡ recuerdo ,¡,.¡ a::ucarefº· y cuanto más pPn,aha en él, má s bel!,, y má, s1n1p tito "Pa r e cía ante so Cun frecuenci a recibía cartns tiernísimas del megistrodo, rlondu éste le AFcguraba más su •rnor, y entonces, al. pens•r ErnPsto, se echaba eo cara su fol•edad, y haEta Re •ve rgon?.aba de sí misma. Esta locha qur, sin darse •·l la miRm1 cuenta, EC había eng•ndrado en pecho, !Pm1inó p or ponerla tri s te y d1strnirlo, haeta el pun10 ele que su mi•mo tío, noten110 e l cornh10 brusco ele c a· rácter en su sobrina, trató ile ind ug• r la causa llcg:inrJo ó concebir Eer ios te mores por su preciosa Ealud. Marg n , ira no nunca confosar á su lfo <le lo
OTECA DI!
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de rubor. dt' pu i s viv•meute iu Eroc<tn •C ex t rtill _ d lcl•imo recnrnQ to o · flu1Jo u º D é aJu· )U> l gs un 1 dado si parai<o. csp11ll;, 6 la ey6se ir•s " 111 d •e cutrpocv , y cr ' llo fuese una ie ' a co tL111 lo que t•iuo •qu e al t oc ar eo ello,
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1 . ' '1 .1 ¡· I · ¡, 1 1 "
BIBUOttCA. ÓE "Et Dt'SCAPll!." p s ' ba por su cor.•zfo, y ú'tim .mente, cu1ocfo reci'1fa ,,¡!!U,• e .rt :< il 0 ! encerr1ha en HU alc"b., y la f , ía, t enuin 11 •. lo s1cru; •re cno Q.
Una noche hada • sto rnie oo con la 1ílti1nn, recil ida •qu ella tartlP, y rl e p rontn, f'Omo si obeileeiPse á un impulso alw :·, se lrv • ntó y fu.! á TP¡¡'istrar una cartedta que tenh guarclr.cla en su haul. D e la ca1terita sacó 110 papel arrug ido, y aproxiwándose á la luz lo , o:ncnzó á lerr. Ar¡uel p a pPI era la carta de Ernesto, la rarta recibida la nor·h,, il e l ioceudio y q11e le hahfo cau s ado tant11,1iodigorcióo. C1menz6 á leerla muy il e spacio; á cad1 frasd se detenla, y con frecuencia volvfo á lo que ya había leido, para ávolverlo rep•sar de .nuevo.
A s l estuvo largo roto, cnn el palpitar ·tP, entnblá1dose en almo una lucha i1.fernal.
De ropente se todo • u cuerpo, y tuvo q •te apoyar& c en uno> lle rnu 0 bles p ora no caer: hahfa escuch1do Un &v •. z suavr, ti <' rna, cariños o, c¡ 11e la l 'a w•ba : "r• In voz de Margaritn lo creyó una n lu ··inaeión de sus y trató dP. 1e¡mu · r ;c ; pero h misni:i voz dP nu e v o á re . o na r en sus oido;, ytscuchó .!i • tintam 0 r,tc e • ta p a l •hra·:
¡ llf1rgar ita .... l
No pudo crintene•,q", y .'le a qomó a la VPotana
Ab • jo, ron "' trnj e ""¡? ro y su gtlTl fta hl a nr.a es tab 1 él. L a j ovo n comprendió que hJbía cometi•lo una y c¡uie o r ptil'lrse, f'Pro yt Prt tarde ; uu j>Hp r i V0 1 Ó por rn°Í1 Ut de .< U C3hPz , )' f•¡é á • a 't 1•n medio de l a h n biia c inn . l;:i re rogió t e mblanrio; 1' 11'Pguiiln rnq ,,¡ , s h :kvo r oroo, y c un ncfo •:n ncluv6 de lerdo, con Ja \"Íott nuhlail•1 por 1·s liífüim • s, 11 :it·1do t •do s u sé r . por una fu e rzd 1 qup no habfa s nt i1fo hasta aproximó d P n•1evo á Ja ' ventnna, y miraorto hini;¡ la s •mbra dijo con voz tao débil, c¡ue ap Pnas si turbj e lUP Ol' che;
JIT: N.:.STO.
-¡ :;:,, rs'o .... ! ¡ 'Rrnrsto .•.. ! ¡SI, te amo, 1· l ú " r i" rn 1 ú d, o sn 1or .••• ! . . fS Uth6 Hb j 1 J!íla fXll a nn ÍÓn ele a 1•¡:! r1:1; rc·rr'A .... de prflr. t,, Ja vt n tUta, y tréruula. s• n J1or}1 r ya SOtit ••r.1 r• r -:, 1 g c. br\ SUS p:-Opll •S pH: S, 11(!' r a le 1111, y r. ll i c •,s i d ,·s ·n ; y ,, rJa, cn n la ta de Ernbto n primida c ontra s u cor.. z1rl. El az1tcarcro, ioco de a 1egrfo , y e1uhrrngado fa •lt B dich • , c nm enzó á anr181' co1110 un dtr·ocoión a .. su ces a , soor ié udose sólo, y h us ta ileJ•nao. ''" ·º''P"' p·u l•hi1 s i nfi nidad de pal•br?•• que lat ao la dicha inm ·nsa d e q •1e· eshba inun rJada alma.su
A>f a r;d11vo uo buen trcc!i o, hast a qu<', de pronto tuvo que d ut c n enA ante uo bult o que se int erpuso en su cam i oo, y qu e lanz 1ndo un gemido. y des.,arrarlor, s e a bn1z6 de sus piernas Hn pcnmt1rle \dar u n Pf'so.
·
Ernes to se b •jú p .1 r u r ec1moc erlo, y levantó IR Cll1 l:-.1, z 1nclo un g rito de so; presa ; el bulto aquel tra unn muj e r, y a q •ie l la UJ 'fJlf· e r ? Jos efina , ___ , Ero1 s to t.uvo impuls os de huir, pero al s ·1 s pr .1 fu urla mente la SUll· V •111ente ror UO hr11 z o, y J¡¡ COOdUJO hácia UO !lt!O don.Je ns rl ie lo s pud ies e o i r.
La luna prin c ipiuba á clcv.rsc "º el firrn.uner.to,1 • ft •i1< r á ido s rayo ' , e l manc e b o p orto lae ;J,.. "" '" f• U· st» fae i: ir111e s d ;, In que no ha 1f t mu o ho t1ernpo habfl s u qu r r da, Jos .'fina rstR ba t.iu h /ns m •j i ' l as y los oj1s e l r>e lo en desord1 ·11 Jo, pé mul of salicnt ,s y l o demás riel r.u r rpo semej :i un esqu • l e ro. Al \n rla de es te Ern es to 11 ' r11 ' o r rp ri1o ir uu gesto dr r.onm •s •!l'll C!Óo. Li d es:..! da muj er c ' } ·ln1lo Pt r4 vez áhs pla nt as d e su 11.0ti •: .o Ulflant1', lanzó u na de dolor! alá ml.i· 1u7i ti.'mpo qu e le dcd , aneg a da 1 gnL<.ir; ; 1 _ i p ercló mrne.,: .1 Yo tu ese ava
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ie a·.' ;Y cogiéndole cariliosament ar •, a levantó dtll 'Jº. e una de sus -Josdloa, yo no te d ;;ngañ•se más 0 eng,,,ñ '!"• porque si te os p ertenecad .... y 00 sé 6 ª. hn c;rmtnal . . llfe en V•oo trato de • as •trio mi •maotp, V nosotros ha sido·un" Lóo que ba pasa. ne-.··· Yo jamás te h ;inaci ·i, ha sido uu era que te ni que te porque imposible in .v amor ha "d eºase á amar. i\f1 prime''°' azó d 91 o o•ra le • · • n Hspués de. tanto suf.ir ha ll)ujer 11uyo · ºY wv d1chorn · . . •g•do á pe1t eueporque, t: quo tu Jo arnor. S1 quier<S compartir e con frnterneÍ vente á mi cas.. iie al7onm1go el cariño de y nunca te u d¡ co1110 siempre Ja Ce>1t.nr. a a e lo que pueJas ne. no pudo co ' . s fioa se lité á co'o ·ar /f'u•r: la hueso•a mano de Jo. PO!>re rnujPr r¡ue h•sta • P•ote de eus labioR y aquella p:cs, ruliriéo<.lolos <le 'á . ntonces habfit estarlo á tad d • ,r .·ina nf una9, ir11uió con la In in<l1¡m•rión. ¡ rl" ' Y ron v,,z t•mbl .· e . e lf íl; - oro"ª por vdor 1 •lla, calla, mi ·erable t. . P•ra ofracorrue un •.•d. ¿Y eítn liPnrs " que <:01110 un nf"!rro ' ' rugo e""º···.. ·CrPes/ bob r as de o tra s· p yo cnntentarme e 1 . . . . . ' es cierto con •Of r¡uo no rue ern3bas
J S9
¿ porqué man,;ill.i.;tes mi honor ..•. ? ¿ porqué no m e aquella no:he en que loca de amur fuí a caer en tus brazos ... ? ¿ porqué entonces seguis: e gnz.1ndo de mi cuerpo, y te adormecias sobre mi corazón, arrullado por mis caricias .... ? Si no me amab"' ¿ p.ra qn é te estremec'as de.placer sobre mi pecho . . .. ? ¡ Miser.ble .... ! ¡maldito seas. mil veces, y que mi desgracia caiga soQre tu t.abeza, para que nunca . jan1 s puedas ser feliz .. . . ! Joseijna call ó; de su pecho escap-'se un gemido profundo, y luc-g-o como un fantasma, li=ntam cnte d esa pareció en la oscuridad ... Ernesto quedó anonadado, y hasta tuvo impulsos de cor rer hlcia ella para detenerla; pero no pudo mo · ver e : ante sus ojos apareció la seductora imagen de M1[garita, y pensando en que ya era dueño de su amor, no quiso pensar en otra cosa, y olvidó por completo é. Josefina.
xvrr .
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, Desde que, mucho antes de Ja tscena anterior, Jo"" sefina haba sa lido de la casa de F.rnesto . cruelmente '% go lpeada por su amante, la infeliz habíase dirigido á la única mor ;; da donde poclrían recoge rla : á la 7,morada de Lucía, su antigua madras.ta. AJIJ ll egó U. randa, y aunque al pr ncipio esta (1ltima, indignada todavía con dla, cogiera ' n palo para recibirla, como 4e spués de la J1ab a criado y le conservaba algún cariño, co n cluyó rfor c;cuchar sus quejas, y volviendo entonces todii su indignaci n contra su antigt10 lm és¡;erl, lo ll e nó de improperios y de in ultos hasta que por fin la emprendió i5 ualmente con J osefina. diciéndole qu" re estaba bien f'mple:1do todo aquello, por hab<!rla ahandonado á ella, que la trataba c o n tanto mi mo, )' haberse ido con un canalla tan orgulloso. jtJsefina, llorando si mprc, )' no pudiendo su desesperad n, cay J v'ctima de terrible ')11'! la t11\·o postrada
183 BIDLIOTECA DE "EL OUSCAPIE. PP.ro no me desarn Indo ' á 1 pares.... Yo q . . clfl .. ) . 1 tu ndo c¡11iero rnorir L' uiero vivir á tu m1 •1 r R 1 . E • c.rnesto . E -> • • • • • 1 'rnPsto d • ¡ · · · · 1 • rne•to"? 1111 cora 1 ón •• _ 1 . e m1 e m• .... f 1 E hi cey osino · 1 "Qé ro(slo . Rrunrte ? Q · · ·: u mal :e · • .? Erne•to ai ¿ ué per¡uicio 1ino besándote los pié • ' 1<tme vivir á tu hdo •CJ1ue·· . . . s • • • • y <lespué . . . as .. ms i mátam 1 • •, cuand11 te caos 1· no q · · e·· • · · 1 mátame 1 es <o"'.ero v1111r sino para ti 1 • • • • j porque yo Ernesto, con el corazóo.... rradoras frases de aqu 11 · d por las des"a suelo · 8 a esd1ch ¡ 1 "" •
..
de do> mes •s en el lecho, no sin gran riesgo de su vida. , Su madrasta la asi;ti '> con es mero ; pe ro era tal el car.\cter de esta mujer, que á cada rato echaba e n cara \ Jose fina sn ingratitud para con ella, y más de una vez ll egó á incomodarse hasta el punto de amenazar con una ·paliza á la infeliz muchac!1a que no podía moverse Je la cama. Pero pasaJos estos m omentos de furor, volvía A cuidarla con el tierno cariño de una I'.'3,drc. Por fin Josefina pudo reponerse un poco, y se tiro de la ca ma para volv : r á solicitar el amor de Ernestó. era para ella el poder vivir sin este amor, y casi muerta , arrastrando cu cu<'rpo, sin haber probado al mento de ;de por la m«ñana, salió fuera de la casa y s e clirigió á la del man cebo Encontróla cerrada, y suponiendo que Erne:;to estuvie'c cerca de la de M. Joncs, cigui \ arrastránJose en aqnelb d11'ecc1Gn. Ent•Jnces fné cuando lo encon tró en medio del camino, y tuvo lugar la escena que ya conoc e el l ector. Después de triste entrevista, Josefina, con d alma pedazos, de aquel lu ga r, sin •. sabe r ella á donde se ene iminaba. De v ez en cuando deteniase para lan nr un quej do, y volvía = á la marcha, sollozando y haci e ndo gestos :; como si realmente hubi era per- i d1do el Jlllc10 . De este modo 4 encontra rse tuera de la hacienda, y en medio de u .o de lo s call ej ones m .s escon ii<los di! nn espeso cañaveral. Co mo la noche estaba la lun a se ocultaba .í cad3: instante y en aquel momento la tierra aparecía sumida en l.i m : s profunda oscuridad, l atigada p or lo que h_b 1a andado , ·cotó sobre 1a y escon-licn<lo la cabeza entre su< escu1lidas mano s , COl11 '! 11Z''.> 'I meditar. Se acnrdó de cuan ' o ·era niM. <le cáricias su padre, íinicas verdaderas que · rec1l JLclO en este mundo ; vino despuGs á su me· mo na e l r ecut.: rdo de los trihtes dlas en que acoi¡iteci 1 Ja muerte 61, de h mi>'!1·ia c¡ue. qucdarón y e l nnl tra trJ q•1c entonces rec1b1() su m adras tra;
acorJó,c de la ''11oca er. qur: Ernc;to entr1\ en su casa, de simpat!as que sinti 1 ¡;ior el, de su acrraded1niento cada vez que la libraba de los terribles ele su nndrasta ; se acordó del amor que m '. s tarde había scntidn pnr él, de Ja noche en que, .de roch lh• á lo; piC:< del mancebo, le declar .1 su pas11:>n, acaban< lo é t e .por estrecharla entre sus bra zos. .. Jo:>t:fina, flaca, macilenta y d evorada por la fiebre, al se estremt' ió de placer . . . . Todo aq1•.ello le parecla un sueño ¡ y lo. era, lo era t <•J · , habla si•l<> fin¡!iclo , nada cierto .. - El m1 <mo se lo acababa <l r: confe s ar; amaba á otra mujer y no podía amarla á ella . • . Por otra parte, h otra, Mar .;:a rita, pertenr:cfa 11 una clase elevada; «lla por el contrario, no sería _ nunca m <s que una mula· · '" · negra-__ _ P ero lrombre la hab1a enga · iiado, la hab a dicho t'n una epoca que la amaba y esro no r:ra cif'r to " . Ni aun tenla el consuelo de haber sido amada .. , Sintió un odio inmenso hácia Marga. .. si t!n aquel la hubiese tenido a\11 cerca Ja extrangu lar ía . . . J osefin.a se .l eva ntó; por unos cuantos minutos estuvo pensativa, mientras que su cuerpo se es tre mecía como una débil hoja azotado por el huracán . . . . De pronto, como si hubi <'.5e t omad o una determinación suprema, siguió caminando la húmeda hi 1-' rba del callej 5n. Pronto entre el imponente silencio Je la noche ll egó á sus oidos nn ruido nuaclo, mon tomo y tranquilo: era !ª corr del que se p•:slizaba por allí cerca , lamiendo cast el vecmo e anaveral. J .1sefina sonrió co "tl O los !ocos, y si»ni ó caminando. Muy pronto a la orilla: á 5 11 una espesa crpa de mambú, y al pié mi•mo de la cepa formaba el rio un pozo y que nunca se secaba y que, cnn la reciente crecida del río e5taba repleto de . En aquel m"mento la lun a 1h1mm aha d y la noche a paree a b elFsima, dibujánclose f\ lo le1os cuntur nos de las altas sierras y de cerca la prolongada
planicie, cuyos verdes canaverales, al agitar;e suavemente á de la brisa, figuraban las serc11as on. das lago. Pero los ojos de no d1stmgu1r nada de esto, y perseguida por la cri. nunal idea que se había apod-!rado de su mente, di6 un paso más y se colocó en el borde del abismo. La boca del pozo aparee a bastante ancha, y á la luz de la luna se velan las espesas hierbas que cubrían su superncie. Lo5 ojos de la muchacha lo contemplaron por breves momentos, y luego, levantando los brazos al dejando. escapar un grito horrible de desespera•. e;ta sola . : 1 Ernesto. ___ ! y se .prec1p1t6 en el agua. Smu óse el ruido seco que prosu cuerpn al caer. _Después, la infeliz empez6 á a.gitarse dentro del impulsada por el supremo instinto de la conservaCJón, y sus crispadas manos, trata .. ron en va'o de de las inseguras hierbas que en la superficie.. . . Pero ' aquella 1ucha era : á esfuerzo hundfase en rl cenagoso liquido. Jos efi na, · on los ojos casi fuera de sus t:rbitas, y el semblante desencajado gritaba con todas sus fuerzas-"¡ So_cor-? .... !!!"-:-Nadie podía oirla .. . . ; la luna seguia 1lummando la tierra, y la brisa agitaba el ca· ral . La infeliz á sumergir..;e de nuevo .. . ; aun luchfi por breves mstantes, y por último . sacó r tra vez la cabeza fuera del agua, _tomó á sumergirla, movió manos con desesperac1 n, y desapareció para siempre.
La noch e segu'a tranquila, y la corriente del rio continuaba m urmurando sordamente, hasta perderse en l os conlin<'.s de la extensa llanura ; los in seetos cantaban entre la hierb1 y las etrella5 rutilaban cle5de el firma. lllt:lllO . •
XVIII.
, por fin, y el cielo se vistió de un jzul ¡ •uns1mo, mi rntras ']Ue la ti er ra se engalanaba con sus
. '
E1.NE.'itl>.
íloxes y el amLi .. nte se llenabJ. <le perlumes y aromas. Era domingo y los tr.1b:tjadores nu se hab an a1m:s•1rado á madru:;ar. l' ·ro Li e n pronto un terriLle vino fl llamar la ·aten cir m de t odo el nuncio, y la h:ientera corrió en direcci ón al rlo, donde s •,g(111 contaban h'.lbía aparecido el de la infdiz Josefina aho¡:::ada en la noche antenor. Muy presto púsose este hecho en conocimiento de la Justici:i, y el cuerpo de b desgraciada mu : hacha fué al vecino pue blo, para pr.tcticar en él las diligencias que en tales c:.i. sos se acostumbran.
_
Cuando !':mesto tuvo noticia del fatal suceso, q dó como herido por un rayo; jamás se hubiese poJido figurar que Jose:i na fues ca,.iaz de suicidarse. Sinti .'.i •n dolor in(en so en el corazón, ·y comenzó á atorm1:ntarle el rem 'l rdimie nto. D-:mdSiado comprendía que él ·hab a._¡;ido la causa <le tal desgracia, y al acordarse que en b nochn, ;intn. rior pudo haberla salv.iclo, r eproc h.i . ba i s m s mo su cond.icta, pensando en que la haba engañado miser'.1íbl e men te, ab cisando -de su amor. Nu pudo contener los d.!Seos de ver por . última vez á Ja que só lo por él viviera en 1 mundo, y se lanz, ¡il caminu en s"gni mi ento dd fún ebre cortejo, que en a4ud in.<tante pen etraba en el pueblo S<JJllldo tle infinidad d i! gen t e.
El cadnve r d e la infdi z Jus efi ni fu <\ co locado so. tire uua m .:sa, .en d dcpo ; ito d el cementerio, ' cóí1 el fin Je 11ro ceJ c r á su au to psia Ernesto se acer.:o para ob sérvarlo, y sinti í una impresi 5n Joloros 1s ima; ten ía 'd ro>tro 1 viJp y desencajado, y sus ".Jbt, en lus qu e se rc(I.!jaba afm el e;panto d, la muerte, paree an contfmpbrln de un moolo horrible ... . El mancebo rétrocc ., . di • a5ustado, y escondiéndose en un rincón i ' .' ".f' ll orar como un niño. Ernesto profe•aba á Josefina un _. amor fraternal, y de no haber mediado su pa <i n por Margarita, tal vez la hub ;ese hecho su esposa. Acord;. base que en vez de et mpadecerla, balJ'a llegado á mal tratarla, y e sto lo llenaba del ta!f"ngoja que hasta ma l
I
LJE [(.. nu \}•:e:" 4 - da b hora en qnc s l dcs¡;raci.1 le inb a cond.1ci1l 1 't a.¡ucl\a hacienda. E n aqud mJmcnt·> hubics" <l .do
viJa p >r Jev.:ih·ér<cl.l :1 Llcn' ue,;e;;pcrac ión com·:111.o i : la c.1b 1..1 contra J. pared .... Como a las dus n11t ·, que la :;ente fl ,.!!jocupaba a1ud sitio, y entonces co1nprt!111li.J qu.: los hal/an cor1c\uiuo ele v<:r:ftc..ir autopsia. Casi ;:i.1 mi>mo tiempo sacaron ali al . 'uer¡io de Josefin:i nra darle sepctl ·ura en e l cementerio. Cuando comen..tro n :l. cuDria el hoyo d .: tie·ra, el mancebo cocri í un terr.Jn, y humelcciénuolo con Sll> :-ti tiempo que imprim a en él un beso cariñoso, lo i en Li sep 1\tura. qu e l 1ndose allí , sumiJo en prol11 n1la meditaci6n, hasta que al cabo de lar.vo rato vi110 i comprender .. staha c-m1pletamcnte En ton.' ce; se apolcr i de su c:>raz n un d r>lor intens'l, y cayendo de ro1lilbs junto :í aquclll Í\)S:l, sin tratar de con . los amar.;:os sollozos de s>.1 pedv>, por primera vez eil su vida murmur6 una oraci c'm. Cuan .Jo se levant'.> 1 aquel sitio empezaba á ?scurecer, y mirar á nin. gun l:ldu, absort0 en su"i tn;;te".i emprenJiú el camino de b haciP.n.Ja, i l.:t cual al po c; r 11to 1 en r.;"glticla á Sll mo raJa. (: se disp u¡;q , abrir b p1r:rta, oy ·, s >llo;o; á <e1 lodo, y fi an · ci d sn vi-;t1., r <"connci • !i una 1n ujc r, qu e am :; naz n:lole como una Íllria, le dcch: -1 Tú, tú, mis c rnbl e , f11i:;tes la c3 1;• d t: la muerte' d e Jnsclina .... ! Ern esto rctn ce Ji · , t:<p111taun ante tNribl c ;¡.;usación, y r econ ·>..: i 5 L:1cí:-l. N1Hplis·1oir111 c1..:rn) l 1 pu e rta U<! b ca:;:i . lJ :jó:;e c.11: r cn<c rllida sobre e l t ·c:\0
hJS
· rtas; y e?''U".lta en un sctJ..1rio m \s ncg-r.:i c¡u, In n•iCh", ..i la mfd1z m nchacln. c¡ue tmnab3 silencio;.1 el camino d'! la lncienJ:i. i'h cabía du b que v c nb :\ v:,it:irln . . . La vi'> apro:<imu>e lentamente. con los ojns mny ab:t:rt.. s, la boca contrai h y la mojada lkra en d-:sord"n sobre: sus Ar¡llel s·!no que él tantas ve ces hab ía vist·> p .1\pitar lleno de vida, )' sobre el c¡ue dcscans ar::i t.'\ntas veces su cabeza, estaba ahora dejando ver los boquetes de las heridas, que l os médicos le habían i1\fcridó al practicar la aut n psia . . . . Frnesto contempló aqud cuerpo, converti1lo l!n gruesos y sangrientos pedazos como los de la carnicerla. y quiso volv er la vista llena de pavor ... Pero no p u d o : los p 1lpitantes rest s se ad e lantaban si e mpre con ig ual lentitud, y el az1Lrt1rero lo s ,.i -. mu y cerca de Sll c sa. . . • Quiso huir, y bs piernas no le ob e d e ci e ron ; llamar, y la lenglla se le p e gó al p• \·l' br . . . . Pre t e nd i ' · al m e nos, esconder<e .. . ; ni un solo mú sc ulo d e s . cuerpo se movió. . . . Entretan· to la muerta .... ya e.staba cerca . . . . muy c e rca , . . iba á gritar . . .. i Socorro .. . !!!
Tres g olpecit s sonaron en la puerta. . . . El mance l¡iu hizo dn esfuerzo t e rrible s ob r e s i mismo y saltó d e la cama. De nuevo los tres golpecitos volvi e ron á sonar. , , • No cab ·a duda , aqu e lla era Jos efina · la p <:sadilla era cierta . ... EncenJi i una luz.. . . 'Lns c'lb ell os se le pusi e ron d e p u nta . . Ernesto e m o un a zo gad o . . . .' No sab a qué hace r . ...
. :res tornaron '' s n:ir p e r o con m ' s pr e c1p1tac16n . . . El Jo ven se abJ.1:'.lnz) :'\ la pu e rta con intc ncjnn es d e huir, y la abrió de par en par . . . V na muje6 se pre cipit6 en l a alcoba . .• ; el m .mc e b o di , un salte¡ hkia atrás , f víctima J <o un c' t11p o r profun 1l u " 'cbm l1 C'>n ac e nto inJes criptibJ c : ' -¡ M::ir¡,tarit:l .. . !1! l\largarita c.e rr , la pu r: rta , )' p::ir nJ ., s..: t.; ,11blo <'oj a ante el 1• z1t f! m prn le tlijo : -No sé si he hechn mal en abandonar ú ci; :as h o r.t"
lr) 1:JB1JuTECA
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1 ª Jº'IÍto <l > y sint ienJ .> 51,b r -: :ilm d p1.:;o cnvrm '! J ·\ r .: .nlrJ ' m ic ;it >. lfobJ un in , t .u1t•: e ,1 q11c tuv., mi '-.! .J 1, y ..; co ndi 'l b c"lb e1. l entre la ..; s .. . EntOll Ct!S :.; u•; oj o s se::: l.'.l! f' ·aron )' f111." víctim .1 <l ...! una p •'!.,adilla horribl e : cre y"• v -: r l.i J e Josefina r <;: mo ve rse ¡y¡co po c'>, y s lir (\.! c '.l.1 , cu n l.1 ¡ 11 rañ 1>
" 1 ,.. 1 ..
.. llWl.lJ r;;C.\ u .. "l:.- n ..-s..: .!·re." m; casa ¡ • 11«1 penetr:ir en l 1 su va : pero ten 'J en irm.: sobre mi conc cncia, Erne.;tu lo s 1·"t Jun. h·: la ! • '. e. o '.dar ,. \' · e que e •1 mu¡er s' s111c1 'f''.ora?a que ÍU '.'.se vu est ra q11erid 1 : de 1 l. b . •J. d •¡amas hubiese aceptado amnr eis u 1:1"Y cruel en abandonar a esa d <Sgraciacl; · · na a mls vengo a deciros r . . • .. yo os pueda ama'r Ad' · .. s ya 1mpos1ble que YMar · ..... tos . . . ab 'ó l garita, volv1éndo e con aire precipitado • n eª puerta de la calle, y desapareció. . ' uando Ernesto 1 · "Jd l 1 , • vu v1en o en sí de aqud terrible .,• pe que o sum1a de nctevo en la deses eraci ' n .r ademán de para e la r: había perdido e n. " 'E no tuvo valor suficiente para e nsar en s11 -',,rac 1a,/ que<l ' com •J un idiota at y v clima e un prOJun<lo so ¡iur. ' ' · !.i . ma1í:ina, alg.mos pco n:!s r¡11 e vi e ron salir p..>r J"n oc,1e. a uaa m ll¡e r cnlutaJ:i d e la casa d . Ernest> ..t el mundo. que habían vis to alma .. fiin v:i5ar por la hact l.! nJa t!es pu és d e visitar la cas' eJ azucar...:ro. · · '
1 La vi eja Lucía cuanJu lo su po, j al·•u1ns ¡,· 111us nas v couviJ · :í l · 11 .. • · :' u:; vccmu.; para ,¡ !u <lifunt 1 1 '" ' /U·Vt YUB >i l'W • . ' XIX. 1 1 ,\ l'".:lla mi s ma m ití.ina J •s · <l 1 ll qo rr .;o pase l::ias e M j ·' "' pu s e a cgatb <Id Ca rta e'n ¡'; ; 11")' des pa cho . . on u a ¡>re !' 1 • Y l o. la altcrac1 .n d.:
'El\l> liS'tO·
m' s pconto posible á la hacienda, para dirigirse inme· diatamente á su destino.
No digustaba M. Jones el ca;amiento de su so· brina, con .un hombre de la posici social de don Ricardo ; pero como jamás se había ll egado á fi g urar que aunque se casase se separaría de su lado, dado el cariiío que profesaba á Margarita, sufria muchlsi mo _ con aquella noticia, y hasta pensó arrepentirse de su palabra; pero luego comprendió que siendo un hombre de honor no podla retirarla, y resuelto á sufrir con resignación aquel tremendo golpe, mandó á lhmar á Margarita para comunicárselo.
A los pocos minutos se prese ntó la joven, en el despacho . Tenía el semblante pálido, y sus hermosos ojos aparec'an enrojecidos por el llanto . Ya no era aquella muchacha viva y alegre que constantemente t e nla la casa en movimiento, sino que, por el contrario, se pasaba la mayor parte c\el dia encerrada en sus ha· hitaciones, sin 'atlmitir á "nadie en su compañ a. M. Jóñes. que notara, antes que nadie, aquel brus . co cambio en el caracter de su sobrina, trató de indagar desde un principio las causas ; pero sin resultado. . Ul . timamente, suponiendo esta tristeza hija del amor, por la forzosa separación en que se encontraba de su pre· tendi en te, creyó aquel d ,a, al comunicarle la noticia, hacerle 1recibir un alegrón ; pero se quedó profand:t· mente contrariado, cuando notó que su s11 brina se puso aún m ·.s p 1\ida de lo que estaba, y que comenzó á te m . blar como si le hubiesen leido su sentencie. de muerte.
-JCómo . . . hija m la . ... !-exclam6 el inglés admirado-¿ Y no te causa gozo es ta noticia ... ? Margarita inclinó su si n contestar.
-¿ No amas ya á don Ricardo . .?
Al hacer esta pregunta, M. Jone> mir .'> fijamente á su sobrina, tratando de leer e n sus ojos el pensami e nto de la Perojoven.la muchacha, sin tratar ya de disimular su pesadumbr e comenzó :í llorar.
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su rostro com que ª !:'º no m.iy bu eno sz encerraba en aqu :1 Y eí.. la c.1 rta era de <lo R' laza r, anun . ián<l6le al ha cen dad n .' cardo trasladado á F e!' · . o, qu e, habi e ndo sulo co n pr;,ci sa du pr ec i itar "s11 • > e .e eto se tr.: 5 bdarJ ¡0
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DZ "I'- BUSCAPIE."
M. Jones, que amaba á su sobrina como si fuese se verdadera hija, se enterneció profundamente, y lle. v.lodola hácia un sofá, la hizo sentar i-su lado -Yamos, hija m ia-le dijo-algo grave. pasa por alma.,.. . . He notado que de algún tiempo á esta parte estís muy triste . . . • ¿ No podr[a yo saber la calisa de tus sufrimientos •••• ? Margarita siguió sollozando.
La sabia que si le confesaba que ya no amaba al magistrado, daria un disgusto grandísimo á su t ío púes la rectitud de éste, y que dada una volv1a nunca atrás. Por otra parte, si su c 1rii\o era m¡nenJlº . el suicidio de Josefina se colÓcaba como un insondable en.tre los do s, y resignada, comprendiendo que ya para siempre había perdido su se dispuso á .no perturbar á lo menos la que disfrutaba du tlo , y enjugando sus 1\grimas dando á su rostro toda la expresión d e conformidad posibl e, con. test 1.-¿Y•no quereis que me aflija, cuan lo precisamen· te me dais la noticia de que muy pronto me separaré de vos.M: Jones reprimió ias lágrimas que se agolpaban 6 1
sus o,os, y con v . z tr,m.ula, besando á su sobrina en la frente, le dijo -Hay:cierto> compromisos, hija m ía, que para I ·s hombres son sagrados. Yo le ced i tu mano á ese c ba\leto y n.o puedo atrás en mi palabra, y tú, c?mo mujer honrada, n'l tienes ya mis remedio que seg uir á tu esposo á donde él quiera llevarte. · Las le · humdnas, son as ' , y tenemos que respetarlas . Lo que ru ego es que a donde quiera que vayas, jamas te de este pobre viejo que dejas aqul aband onado. á sus recuer<los, sin que le qu de otra esperanza que la de volver á verte algún d :a antes demorir . . Cuando '.-1· Jon cs acab6 de pronunciar e :ta s pala bras, Marganta desahogando todo el <lolor que sentía d e ntro de s.i pech >, se abra zo á su cu (!llo y b llcn.S deJ
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besos y caricias, al mismo tiempo que le rociaba el ros· tro con sus abundantes Hubolágrimas. un cuarto de hora en que s"lo se oyeron los sollozos de Margarita, interrumpi".los por los profundos suspiros del hacendaclo. Después ambos se consolaron y se dirigieron al comedor donde apenas tocaron la Loscomida. criados se miraron sorprendidos, era la primera vez que no , aban en la casa tal triste za. Aquella misma tar:le, M. Jones contestaba al ma. g-istrado clon Ricardo Salazar, que su sobrina estaba preparada, y que la boda pod :a efectuarse cuando él quisiera.Al cerrar el sobre todavla le temblaba la mano ; pero tomando una resolución ené rgica Uam 'i.{I un criado y le entregó la carta para que la llevara al correo.
xx.
Despué> d e mandada la carta al correo M. Jones se acordó que tenla que dar algunas órdenes relativas h sus intereses, y mand '> que f1iesen á buscar á su ma·
No tardó éste en presentarse, y M. Jones le ofreció
\ yordomo. un a.5iento á su lado Hablaron largo tiempci sobre los negocio s de la hacienda, y de pronto, M. Jones, como si se acordase de una cosa que tenla mucho tiempo olvidade, dijo: Jiménez ¿y qué tal mi protegido ..• ? le comu. nicó usted la noticia de su nombramiento para segundo mayordomo con un sueldo igual al que usted disfruta .... -$1, sella r, esta mai\ana ful á Sil casa, y por de.oto relibió la noticia con bastante frialdad , me dijo que estaba un poco malo , y efectivamente, noté que ten a bastante fiebre Sin. ducia qu e la trágica mu erte d e su querida ll' habrá impresionado . . -Tal.• vez uste 1 ra 7.Ón ; por más que, seglln
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BIBLIOTECA DE "EL ou.cAPDL
tengo yo entendido, ya hacia mucho tiempo que estaban . - Y ahora qne dice usted "separados," hoy he rect? do un golpe fatal: por el correo tlllle carta del ma g1strado Salaiar, in.dome su marcha para Felipiy que, por constg •.• 1ent1; , vendr, uno de estos dia Pª{ª celebrar la boda: con m1 sourina, é irse. ¿ Quiere mayor desgr•cta que la m a? . .. El mayordomo al escuchar la noticia se estremeci6 v1s_1bl.emente, y acordándose de Ernesto, no pudo repnmtr esµ frase de compasión. -¡ Desgrac' ado .... ! 1 Creyó Jones. que su empleado se referla 'á él, y acercando mas su asiento, como si en aquel instante desahogar en alguna person l todos los agudos sufnmtentos de su alma, le dijo : · -}fabeis dicho de,graciado y nunca figu. raros hasta que punto es cierta es .. expresión en lo que se. refiere á mi v.da . . . . Oidme aténto, y comprende- · rets lo mucho que he sufndo . y el terrible remordimienque como pesadilla eterna ·llevo sobre mi conciencia. o nac\ en Inglaterra ; lleváronme mis padres muy ni. ño á !os. Estados U adonde pasé los primerog ailos mt vida. ·Muerta mt mi padre tuvo al poco pempo, un grav(stmo en sus negocios, y que . damos.en l_a mtSe.na. A consecuencia de estos disgusel mfeltz munó á los dos meses, dejando en la hor fancJ:id á todos SllS hijos, y yendo yo á parar casa dP. un tto: el cua! lleg•S en poco tiem :io inmen· ('º cani\o. . Con él vme á Pnerto -Rico cuando a¡ienas contaba ve mte años, cploc .ndome mi tío los dos al'ios al frente de una . c'e azú.car: de su propiedad. en d?nde pude yo ad1utnr .los pnmeros conoclmient.os a unponan.te mdnstria. Al poco tiempo, mt t !º• q'.1c se hab a ded1c e1do 1\ otra clase de negocios, mun • d.;J ndome una fortuna bastante regular. ,Entonces fué un rico don Agusthy Li· \ nare•, que v1v1a cerca de mt hacte da, ofreciúme unir
ERJSESTO.
su capital al mio con el objeto de seguir .explotando el negocio en mayor escala. Y de aqul, amigo m io, viene el origen de la desgracia que llegó á robarme para siempre la Íl!licidad. Estaba es te don Agust n Linares recien casado con una mu ,e r m.iy joven y hermosa, con la cual llegué yo á adquirir bien, pronto íntima amistad, secundado por la fraternal franqueza con que me trataba su marido. Pero como yo era también joven. y aquella mujer me enloquecía cada vez más con sus encantas, poco á poco fu : sintiendo por ella una pasi•·n que al principio me atemorizó y que después me hizo concebir serios temores. Pero cortSulté á mi corazón, y comprendl que ya era tarde. Ella por su parte también se había enamorado de m', y unan che en que el infeliz don Agust-n tuvo que ausentarse para arregiar un nego cio en un pueblo distante, cometimos el delito más grande que humano puede cometer ; el del adulterio . . . Cuando hube saciado mi pasión entre los criminales de aquella mujer, me estremec\ yo mismo ante la gravedad de mi delito ; pero nuestro amor en vez de apagarse se acrecentó . aun mis. Ulti mamente el infeliz esposo lleg•i á te ner noticias de nues · tra .n(amia, y una: noche, revoh eren mano seº presentó e n la estancia de su mujer p ra ven ga r su &frenta ; pero ya esta hab a desaparecido conmigo entre las tinieblas Je la noche, yendo á guarecernos en la humilde choza de un labr¡¡.dor que nos dió albe rgue por algunos dias. Ali mismo supe que el desgraciado don Agnstin habla terminado por levantarse la tapa de los seso s, y temerosos detque la Justicia nos persi guie ra, determiné que nos eml:larc::.semos para N ucva- York, donde aún me quedaba un t :o muy rico que pod a tavorecerme. Pocos dias antes de · embarcarnos, Carmen, que llevaba ya• n su seno el fruto de nuestro crimen, se sintió con los dolores del parto, y tuvo que dar á luz en la casa de un carpintero, que se b(:ndó á ocultamos hasta que nos pudiéramos embarcar. Como la Justicia andaba ya muy cerca, y se nos ofreció un bergantln que sal ·a en aque-.
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111 ocasi6n, tuvimos que abandonar al nacido en del y de su !"ujer, á los s deja· uios una gruesa suma, ofreciéndoles mandar todos los meses una cantidad suficiente para que pudies n aten¡., su subsistencia.
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. Al llegar á este punto, el mayordomo le interrum· p1 1 para el nombre del -Fajardopueblo. -contesto el inglés, sin tiiarse en la sorpresa que en aquel instante manifestaba Jiménez.
. M. Jones -Nosprosigui6: embarcamos para Nueva-York donde la compañera mi crimen muri6 al pocQ tiempo, sufriendo yo también una grave enfermedad que me tuvo pastra· do en el lecho a)gunos m_eses. En esta época no man· dé 01 pude saber nada de mi hijo, de quien 01 tan s1qu1era conoc'a el nombre. Después, escnbl muchas cartas y no obtuve contestacil n. Por dando par á mi hijo. no quise saber más de el. l'o.r tiempo supe que el único hermano que me quedaba, haca tiempo se habla marchado á Puerto-Rico y como nuestro tio muriese en aquella ocasi6n siendo nosotros los inmediatos herederos, resolvl marchar en 1
su bt1sca para entregarle la parte de herencia que le co. llegué á su lado le encontré agon1zand? ; solo tuvo tiempo para recomendarme á su hija, y mun6. Después de arreglar los asuntos 'de mi hermano, colo.cando en el banco de Londres el capital de Margarita, acompallada de ésta me diriji al mismo pue vlv a. carpintero á quien confiaTa yo la · ex1s_tenc1a de m1 hlJ<?· Alll ·supe, por boca de a\gt1nos vecinos, que el carpintero habla siclo confinado á Ceuta por haber matado á su mujer. Procuré entonces inda'. gar entre los mismos vecinos ; . pero por m s que todos d e clan á un niño que viv ,a en compa· r11a del c1 rpmtero, asc g udbanme despu ·s que tar· J e lo vieron de;aparecer_ dr la casa, y que ya no lo hablan vt1clto a ver .. para encontra rlo . pP.ro todo fue m1Lt11. Ult1mamente, pu' á mi
sJb1ina en un colegio, y como se me presentara la oca· si'm de comprar esta hacienda vine á establecerme á d\a, donde hasta ahora me ha ido perfectamente, ;.un· que siempre atormentado por el remordim .ento del cri1nen cometido en mi juventud, y por el dolor de no haber encontrado á mi Cuandohijo. concluyó M. Jones su relato, el mayordomo estaba ya en pié, y sin poder disimular \a profunda emoción de que era' vlctimJ, pregunt6 al hacendado:-¿Y. si algún día se os presentase vuestro hijo, lo ' 1reconocena1s . . . -No. podrla reconocerlo-respondió M. Jonespues ya os he dicho antes que lo abandoné nacido, y lo que m ': s me atormenta e; que ni aún conozco su nombre. . . . ¡ Ah, amigo mio ...• ! Este terriblP. remordimiento me persigue contínuamente, amargando htl{as más felices de mi existencia , . . . . Al menos mientras mi sobrina ha estado á mi lado. mis penas se han endulzado algún tanto con sus caricias, pero dentro de breves d ias,..¿uando después de casada se aparte de mi, no sé que ser.l de mi vida . . . . ¡ Seré el hombre mfls infeliz de la t M.erra. Jones, al decir esto último, 'inclinó la cabeza bajo e\ peso de su desgracia, y dos gruesas· légrimas
surcaron sus Jiménez,mejillas. como si en aquel instante acabase de to· mar una suprema resolución, se levantó y le dijo:-l\. Jones, usted me perdonará que interrumpa su dolor para hacerle una súplica: necesito tres d\as para arreglar un asunto de familia, y creo que usted me los - -Délos par concedi,\os le ei hacendado -Y Dios qt:iera que salga íehz en su env pre:;a.-¡Dios lo quiera. ... ,\ -contestó el mayordomo con veruadera emoción. · r-Lo único qu e u.esco añadi6 M. Jones es que
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se encuentre á mi lado cuando celebremos el matrimonio' de mi sobrina.
-Se lo promet á u51ed-respondi6 Jiménes.
Y despldiéndo apresuradamente, fué á su casa, · vistióse con ropa d viaje, m• rid6 i\ ensillar el mejor caballo que se encontrara en la cuadra, y poco después se le vi6 salir á paso largo de la hacienda, sin saber nadie absolutamente á donde se dirigía.
XXI.
E!nesto, después de aquella noche fatal, en que Maganta, apareciéndose en su propia morada le retiro la palabra de amor, estuvo dos dias postrado en su lecho, ardiendo de la fiebre, y sin qu .rer hablar con más nadie que con nn pobre negrito que frecuentemente le agua, para apagar la terrible sed que lo devo· raba
.Los golpes últimamente recibidos en su corazón hab [an sido tan fuertes, que el joven se en .ontraba como anonadado, sin pode r apenas coordinar las id• as, y grarcmente expuesto ti sufrir una l'erturbaci 5n en sus facultades menta les . ' '
A los tres dias Ernesto si': levanto y comenzo á pasearse por el frente de su casa.
F.staba p j lido como un cad ; ver, y sus pasos eran insegnros como los de un beodo . . . De vez en cuando dirig a sus hundidos ojos Mcia la morada de M. Joncs, y los bajaba enseg uida con pronfunda tristeza. Todas las ventanas de las habitaciones de Margarita estaban abierta s ; pero ni una vez tan ha b ía log ra · do verla. Aquel aturdi mie nto que d sent a en su espíritu le áaba mi edo . . . Se miraba y no se conoc a . . ; buscaba fuerzas para combatir su desgracia y no fas encontraba ; quería dese • pcrarse, y no se' desesperaba . ... ; queria ir ali, á casa de Margarita, confesar á M. Jrnes su pasión, pedir después perdón su scb¡ina, arrodillarse á sus piés y decirle que él no ten a éulpa
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BlílLlO !ECA DE "r.:L ou;CArrt:. -¿ C.' m . ?-contest le 1.i sirviente.--¿ Y usu¡cl no sabe que hoy se casa l.i st:iiorita con ci man-istraJo .... ? " 1 Y como iba Je prisa, se mientras que Er nf'sto cayó de espaklas contra la pared, teniendo que hacer un esfuerzo !nmenso para sostenerse . . . El golPf era mortal'. Entonces se opcr una reacci'n violent en su orgamsmo: empez' ¡, correr de una parte para como un loco, contestando disparates:, tod J el 19que y sin de;ar d e llegó á su casa y se "n su cu arló . . 1\ lll se desplomó en la silla que t¡rna enfrente á su pupitre y escondió la cabeza entre 1 s manos .... ; empez í á llorar como un niño .•. Des PY.és .se los ojos inyectado¡ y la cara en rbJec1da . . . Dmgu la vista hácia la morada de M. J?r.es, y comenzó u hablar : hablaba en voz alta y sin temor de que le oyesen.
-SI, ha sido una mujer vil : e xclam6-me ha ... ! no era amor lo que me ten a ...• ; q111so co • s11 .h1.iocnc;sla pagarm•! d.: aig{m modo el fa. que les h1:e d la hacienda <lt: un <' . ' fin, que se ':lll rlo de m1 ei;igan ndome . . ¡Misera . . .. . ! ¿ Y para eso ten as necesidad de <lestrqzann e ej, corazón . . . " ? ¡ Mujc.:.r , rucl ! ¿ que mal te hice yo ....? ::ji, ¿ porqué 110 me lo dijistcs desde 11n P!rnc1p10 . ... ? . 1Ah .... ! ¡ tú tienes el coraz -l n <le llena ... ! ¡ M1st:r .1blc . ... ! Pero esto es mentira . . . c?to no puede ser . . . S ·• ella me amaba . . . ¡ Ah, n? .... ella no pedí\ cn:raiiarme ...• ! Y sin embar lt?· ... alH es t '.n los coche.<, ali1 estí él. ... él, el ma· it islrado .... el qne va ,, ser su esposo . . . . ¡ Maldici ón . . .. !)! ¡ '.vlar¡;arita ... ! ¡ M,ir¡;arita ... ! No .. . no . . . . i 11 'J qui e ro ¡.ier<lcrt · .... ! ¡ tú eres m ' a . .. . mfa . . .. m a .... y nada m:s qne m :a .... ! S', alH están . . . . lo s v<:o ... . : é l, el novio. _ .. ; habla con 1\1 Jon es . . . M. Jon cs est • .•.. pe i o sonric. __ . s' , . . . Slt no pod 1a cnsarse con l" r T'" )' C' ra 1111 m'sera bl e, 1111 p•: én . . . . ¡ Ah !
zo7 soy tal\ Jesgr:iciado que ni conozco á los que. me dieron el '. ... ! ¡ Oh, vosotros, vosotros tene1s la culpa, p:iJres crueles, que m : habeis .._. . ¡ ¡vos · utros tc11eis la . culpa de m1 <lasgrac1:i ... 1 . S . yo, <les · de lo pvrfun<lo <lel ab smo _en que me hab 1s sep11lt.iJo os maldigo . . ! ¡ sí, malditos sea,1s .... ! Ernesto hab1a llega<lo al más alto de exalv volvio á caer como una masa lllerte sobre la silla. Después, poco á po co se . fué _; pecho bajaba y snb\a con prec1p1tada _agitación. · l en.1a las facciones y de sus OJOS clus · pas. Lentamente levantó la tapa de su pupitre y de uno de sus rincon s sac,I un pequeño revolver, que co· loe.> sobre la mesa. Enseguida, sentándose y con la misma calma, sacó también un pliego de papel, y con letra d'{sigual escribio lo que sigue : · " .Margarita : Os hé amado, )'. muero ... M e e ng añast eis después de ¡ngado c;on m1 z 11 . . . . Os p...-dono . . . . IJ1os permita que seais fd iz. . . .
El joven cerró la carta y la colocó sobre el . trc · en seguida empuñó el arma mortlfera, y con l1lcre1ble' calma, se la aplic 1 á la sien. Su pulso no temblaba. Coloc,1se en una parte de su cuarto desde donde pcdla mirar \a de M. Jones. Su rostro presentaba entonces una ma ·e. Hubo un en que su vi s ta se ; en aquel instante, Margarita, vesuJa c on el trajt nupcial a , a . ce a delante Je_ la puerta .. ·: Lo,;·l ,bios del joven ape!1as se_ entrea.bneron <lecir ¡ Adio5 .... ! y casi al uempo un seco r eson.> dentro del cuarto. nuentms que el mfehz ErnesL<> ca a de es paldas el suelo con el cr destrozaJo.
XX.JI.
Com o t0da b ¡;e nte de la h ac ienda est ,1ba agrupa
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él entreglndole este papel :$ donde se hace constar que el hijo de usted había huido de su casa de edad muy tierna; que tenía pelo rubio, ojos grandes y azules, y que llevaba el nombre de Ernesto; habiendo sabido más tarde ·que había ido 1 parar á la casa de un maes tro de escuela, sin que volvieran á tener m Is noticias suyas . Que dejaba escrito el;te papel por si algún dia apareciesen los padres del niño; y .este papel, M. Jones, es el que os entrego . . .. M. Jones se pr11cipit6 como un loco sobre aquel documento, y de repente, como si tratara de recordar algt1na cosa, como si quisiese desvanecer las densas tinieblas de su esp!ritu, comenzb á decir cc.n voz terrible: -¡ Ernesto • ... ! ¡ Erne sto ...• ! ¡ Ernesto .... ! -SI :-añadi6 el mayordomo -el que salvó vues · tra hacienda de las llamas . .. 1 \ -1 Hijo mio . .. !-gritó el desgra ;iado padre con acento desgarrador. Y se lanzó como ¡¡n insensato, seguido de su ma · yordomo y re"tSitiendo sin cesar : .. -¡ Mi hijo •... 1 ¡ mi hijo .... ! ¡ mi hijo . ... ! Todo el mundo creyó que M. Jones y su mayordo· mo se habían vuelto locos, y corrieron tras de ellos.
Margarita, llena de asombro, se colocb cerca de su tío. Este segu!a corriendo, y atravesando por la plaza, se d€tuvo á la puerta de la humilde morada del azucarero. La puerta estaba abierta, y el inglés, el mayord nmo y se precipitaron en el interior. Los tres á un tiempo retrocedieron espantados, dejando escapar un grito terrible, aterrador . . . . M. Jones c:J,y6 desplomado y Margarita de rodillas, lfvida que una muerta ; el mayordomo de pié con los ojos casi fuera de las órbitas, miraba lleno de terror aquella escena : ·
El cadiver del infeliz Ernesto, aparcc!a tendido en medio de la habitación, baftado en su propia sangre y con la cabeza destrozada ••••
La noticia circuló por todas partes como una chis- .
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1o BIBLl·JTECA DE "sL BUSCAl'IE"
pa eléctrica, y poco después, sadbase de alli el cuerpo casi inanimado de M. Janes, Margarita con la raz n media extraviada, apretaba contra su pecho la última cari;a de su infortunado primo, y el mayordomo, pos · trac;io de h nojos ante el ensangrentado cuerpo del mancebo, lo llenaba de Hgrimas, y se maldecla á s: mismo po haber llegado demasiado tarde .. ..
XXIII.
Pocos meses de ; pués la hacienda de Buena .Vista estaba di; luto : multitud de hombres y mujeres se agrlipaban al rededor de la cJsa de M. Janes, todos si. y muchos con las lágrimas en los ejos . A eso l de las dos de la tarde, bajaba M Janes, llevando del brazo á su sobrina, ambos vestidos de riguroso luto, dejando comprender por la palidez de sus semblantes la intensidad de la pena que agoviaba sus almas.
Un carruaje esperaba á la puerta y los dos entra· ron él. no sin abrazar antes co" proÍJnda emoción al mayordomo Jiménez que habfa venido á despedirlos.
M. Janes acababa de vender su hacienda á un rico co'11e rciante amigo suyo. y marchibase á Nueva-York con su sobrina, para llorar alll, •' por lo que le quedase de vida, la terrible desgraeia de su hijo.
Cuando los caballos arrancaron y el coche partió, un inmenso clamoreo saltó de aquella muchedumbre. que lloraban la partida de sus amos, como hubiesen llorado la pérdida de sus verdaderos padre;.
En medio de sus horribles sufrimientos, fué el 6nico consuelo que M. Janes tuvo al abandonar para siempre el suelo boricano
EUl!llrO. 211 des, cuando empezaba el sol á declinar, á un tris te anciano, de pié, con la cabeza descubierta y la frente incli · nada, meditar silencioso, mientras que gruesas lágrimas se deslizaban. por sus mejillas . . . . De vez en cuando el viejo mayordomo de Buena Vista levantaba sus ojos del suelo . y fij !ndolos en una qorada inscrip ción que aparee a al fr.:ntt: del rico muusoleo, murmuraba con voz muy trémula.
Después, sus lábios segulan agitándose. El mayordomo rezaba. El recuerdo de los muertos siempre va acompaflado del recuerdo de Dios
M. GONZALEZ GARCIA
humilde necr ópo lis del pintoresco pueblo de Gurabp, frente un sobe rbio pantel, n, ve ase casi todas las ta'r-
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.. .. . ..........•...... ... ... ······ . ..... ... ......... •: · ····· ... . ........ .. • J ••••••• ••• •••••• ' .: . y" ..
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· -¡Ernesto!
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\J. f(ur abo, Julio dt! 18U 3. V • '1'' ·\o .. ,-;•:«-, ',"'>'. .>,,, . •'(•-. .... "'· 1 '; 1
LOS APUROS DE CIPRIAN.
CUENTO
En la ho ra y punto en que Cipríán se víó dueño del prem io que le toc6 po r la loterla, 7,500 mejicanos, co· '-rrio al pueblo y llamo al maestro Perico .el zapatero que le hiciese unos bolines de lo mejor ; y al sastre para que-le entallase un flúx fta111.i1tte, conform e al último figurín. Pero lo s zapatos no resultaban bonitos encaen unos piés que en tr einta año s hablan andado sí trabas, y el traje le quedaba fuera ·de su centro, c o ropa prestad1 , pues el que se empeaaba, en vestir d e caballero sólo haba sabido llevar hasta a!H la ropa b'trda del trabajador de la montaaa. ¿ Y la chistera ? Haba que ver :í nuestro patán con ella encasquetada, y andando como quien pisa guijarros. haciendo contorsÍo· n: s con la apretura del chaleco y dem Is andariveles. Aquel ya no era Ciprián Oalaóaza como le llama ban f lo s jtbaros de la altura ; ahora era don Ciprifa Alc6rnoque de la Mata, pu • s consultando al Comisario, éste le di,o que su padre fué Antonio Alcornoque cría · dor de cerdos, y pe5n de la estancia Casualidad, y su madre Sínforosa Mata, cogedora de café de la misma finca.
El Comisario, que era unjlbaro de esos que tienen mucha gramática parda, lo recomend5 á don Sempro· nio Carilimpio, secretario municipal del pueblo de : ..• ·
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DIDLI01 ECA DE "EL BUtCAl'IE.
y el muy al ver á nue<;tro j\baro metido en ci•ar. tos se _l e luzo el consejero, el amigote inseparable.
. , f:l fué quien le hizo vestir cJ ¡,centemcnte, y le acon. seJO se firmas e con sus apdlidos y agregase el de, pues todos los de sangre owl lo llev• bao. en su sencilla vida de trabajador, 6 mejor de pe n ele la finca cafetera en que habían trabajado su.s no habia podido casarse por su extremada m1s.eria ; P.ero como nunca falta un roto para un des· cos1 lo, hacia lo menos ocho año s que era ar11ado since. ramente por C!tepa una buena muchacha coloradita y · }>ella, como hija de la montaña, pero tan pobre como él.
Cuando ésta supo la suerte de su novio el cora z )n le saltó en el pecho de puro gozo. pues que ahora se ca<;aría con ella ; pero la infeliz no contó con la. y ésta fué el Comisario que a consej 1 ,, <;1pn n se fuese á ver el mundo, pu . s j a m ' s hab a sa· licio las y se diese pi sto sac á nd o le e l jugo ,¡ sus s!ete nul soles, en lo cual ya le ayudar a don Sem· pronto .
•
Este y nuestro jíbaro encuartado se hicieron ,,.randes an1igos, y hac;ta juntos f!n una casitahn1uy conforta.lle y muy clac, que amueblaron con esplendidez.
Bastantes sudores pasaba Carilimpio cepil/a,,do al 5e!lor de Alcornoq ue, pero bien se resarc a comiendo y viviendo .\ sus expensas.
Un da dijo á su amigo:-Vamos cuentas, ' Ci· prián; ya tú estás de lo vivo á lo pintado , y á a · enas se distingue en tí el patan que eras po/tu mal suerte; creo <J.Ue es tiempo de que vayas pensando en tomar estado.
-(.En tom · r qué? Sempronio, no te entiendo.
-l<Jn casarte, chko, eso es lo que quiero decir.
-Yo hace mucho tiempo que estov con C!tepa la hija de Sico el compae de Andrés.
-¡Qué Chepa! ¿Cómo tú, que eres un caballer te vas á casar con esa palurda?
-¡Ah, verdá! ¡y es tar. bonita! . PJo no debo.
-Es claro que no debes mirar para atds. quieres que te consideren e.<; necesario elegir una se ñon· ta. Tu no eres feo, tienes dinerb y ya est's soltando el pelo de la dehesa .... · -¿ El pelo de qué? Si ya yo no suelt J nada, ¿no vés que bien voy hablanclo?
-Quiero decirte t¡ue ya vas pareci•:n lo un dandy.
-¿Y qué es eso? .
-Pues, un caballero i1 f,.1Ut."
-¡Maldito si sé lo que me quieres decir !-dijo sofocado Ci,rián -habla el cristiano como Dios manda, y te
Quiero decirte que ya vas teniendo aire de persona dec e u te.
-¡ Ah 1 ¡ Ba ! Y es cier_to. Y si me caso con una j bara c .J mo Chepa .. pues, tienes razón. Pero entonces \ ¿con qui é n f(le casaré?
-Déjalo de mi cuenta: ahora lo esencial es que i bailar, y yo te' presentaré en casa de don Juan, del Alcalde, y de la s eflora de Mir, y conocP. · rás much as b on tas y escoger ,s la qµe te ;,grade.
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Dicho y l)n mes despu¿s, como el din e ro abre todas las puertas, !ué bien recibido el señor Alcor · noq ue y otras yerbas en las casas encop etadas de la p ? bbción ; Y. li pesar de su f<J:7ha q_u; hac ·a asomar · la risa • los labios de; todas las hijas de hubo alguna s q ue lo miraron con buenos ojos, por mor de sus mejicanos, y olvidando á la infeliz Chepa, á aqu ella be 11. bimu íl or sil vestre que le aguardaba todos los d ía s fjunto :\ J;i sin verle llt•gar nunca, don Ci · prián de la Mata se caso pof fin con doña Monserrate Campanillas , á qui ··n sus amigos llamabau Oftarate; se!lorita un tanto antipática por su orgullo, aun · que no mal parecida, y que á pesar de ser hija de padres pobres, pero de alta prosapia (su abuelo hab .a sido capití.n .... ,de una goleta mercante) se la pasaba durmiendo todo el santo d a; pues de noche, cu.ando no
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estaba en bailes y bureos le' a novelas de Pérez Escrich 6 de Antonio de No sabia la tal seflorita ni pegar un bot()n, ni ha. cer un fricasé, ni planchar una cinta. Su madre decla siempre: Mi hija está criada con mue/ta delicadeza, y parJo tanto el que se case con ella ya sabe que la ha de tener como quién es.
Un tanto disgustada aceptó al sefior de Akorno . que ; pero ya habla curn'plído veinte y si ·te alias, y dengues y su fama de sellorita que nada sabia /ui ccr , hablin e;pantado a los que hubieran podido atraer sus ojos azule,s bastante bellos, y su hermosa cabellera rubía ·que le ;aia en una gruesa trenza hasta los piés. bien educada. oo cuanto ol trato social, y escri· bla con alg;una correcc16n, lo cual no podl.a hacer Ci' prián, pues su mano ruda acostumbrada A la azada, á pesar de las oficiosas lecciones de don Sem. pronio no pudo nunca aprender l)lás que á firmar. Se cel br ·, la boda con gran pompa, y ocho dia s después marcharon los <los tortolitos á la Capital á pasar la luna de miel. •
. Don Sempronio, temiendo las miljaderias de su d!scfpulo, babia recomendad.o á. un amigo de la Ca. p1tal fuese á buscarlos á Rlo Piedras, los alojase en el mejor hotel, y los llevase á t0das partes procurando servir á su amigo ·de mentor, como' él 'io habia sido hasta ali . ,
Don Ciriaco Buscavida era uno de estos vividores que nunca faltan en la sociedad, que sin ocupación ni empleo viven de lo que les produce el sable; por lo que vió el cielo abierto cuando se enteró de la coyuntara que se le presentaba de sacar !a tripa de mal afio.
, Con los .recibi i en Rlo Piedras, y 111fi111to ella, hizo para su capote mil cllculos atrevidos que nada tenlan de tranquilizadores para la paz y la dicha del señor de Alcornoque. Después los condujo al c1fefn que esti junto á la est.ción del tranvía, en donde tomaron un mal
LOS .tt1U lt0S DE C lP .-dA!<I 2 1 7
·y eomn sintieran el silbar de la locomotora corri ero n presurosos á tomar el tren . ...!...Esto corre 111uy de prisa, amigo, no se asuste V. -Ya mP. ha dicho Sempronio que que á uno lleva el •füb\(' ' . No tanto; perq á veces .suele descarrilarse, Y entonces. . . . l'ero no tenga si se marea, agfarrese del mi en tras Y? ?th·nd0 1t Uurrnle que ya estí acostumbrada á estos viajes, pu es ha vent · do otras veces . la Capital. ¿No es ie rto ? -Si, cuando se bautizo el vapor estal1a .Yº aquí : por cier-to que me much 1mo en el bai le . aquel.a noche; era yo muy polhta.
-Hace ya bastante tiempo ; . de en ton.ces a cá la Capital est descociJa, ha adelantado 'mu , ho. . En esto empezó á andar el o;en · con . rapidez ex traordinaria .._, y nuestro Alcornoq4e creyo llega do último dia.
. • · .
. Pose do de esoanto, crey é ndole desca rnlado , aga _ rr se furiosamente 'con una mano del hombro de vieja que ven(a á su lado, y. con '·ª otra del venta1111lo, y con desaforados gritos decía olV1dando las retóricas de su am igo Sempronio : -.Asujétate que vamos ájundir. ' ¡Que nosjtmdimos! j M1se ·1cord1a · que estoy mareap veo. mAs que os palos q ue pasan como · &momos. y la tierra se m nea, y las casas los montes. ¡ Socorro ! ¡ Socorro 1 y / ¡So an'mal ! gritaba la \'ieja, ¡ que me mata ese locotf¡ que me mata .... Socorro!
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A todo ésto don Ciriaco y 1\1 onserratita cada uno por su lado le dec :in :-C:alla, Cipri n que no es na Lla .
-Si vamos bien, senor Alcoroque. . -¡\orno que no es na I ¡.Pl1es no vie n do jundirse ? L·é,ame, déjame tirarme de esta máquma e11d1abla.
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•Y forcejaba por de>asirse de las manos de su ª'."1· go y de su esposa que lo sujetaban. .
Los otr<Js pasajeros ere an que ten an q .. e
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218 lllllLIOftCIO DI "& IVC4PI& Ías con un loco, y las mip. de y éltol .e ¡JOI' IOrtaá& hizt> la 1*:ra';ílréda Y4 en Saa1unie. . -Me apio, no q.J:: inú Cllenla c:oo eae &1111-Pero Cipriin dec'a la •dkl¡ra C.pUi1111. roja 1de Wll'gllena; pero Cipri a, qae te est18 PP.Dieo4o en .ridículo, Y acercando 111 boCa al oído-Por Dios, /Cipri ii ¡ QU6 dlr i la gente 1 1 -¡,Y qll6 Ca,vs coa la c-.? Lo /que.yo quiero e&fa.TÍ" el no mll ...., elle ·lln'tlS· i trflO. y didendO 'Y badendó 9ll ,....._ , 11o c:ayenclo al medio de la c:m.iP 6 ta *P. CUllldo el travla ... IU man:ha 1leriDdole ' · C!Wate y 'dón .Ciriaco. . .
Al llegar trente al Instituto amigos. y délandando lo aacbldo, encopttvon .• Cipri .n hecho un ,_ "-o, lleno de polw, roto el .trae y 1 los hllelOll,. lln cbillilra, pes al caer fué. aptastada por las ruedu del m6111trUo. jurando y renepndo -en casa de UIMllJ ..-.. que lo ftel!Jieron del camino Fué necesiiio basim' 11111C111Ci'9. :)' en 41 lo condujeron al hotel en donck dtas. •
Lo que la 5'*. =:: .&16 coa su llllÚIM/IJ marido no es pan ' c:l4a m.ante me ponla en rid1culo con .. m el§a el sufioi. miento 1legd i "" colmo lia '!IP• 111abe :
Estaba la luna- heflnOlliina '=de FranascSan •Y Fon.aleza ohc6il -. eztraor. dinada«JD las elepnt:e1clamul'/cahllletOa"41111Dme i1 faut" que llllÍldall al tmtro, una ndip(. ca compafUa clnmitlca con el llempnl.a¡illiudido •Ora. manuevo."
Nuemos aml¡ol. acompdadol de tam· biéa se dirigieron al teatrv; pero delpae.AQ pnmer acto tuvo élle que salir 6 hablar COll UD f DO olvi6 4 ocupar au butaca : en tanto Cipdln DO lal te·
219
n'a todas-con.ip, y l cada instante te dec:la i su costilla. ae complica. yo no quiero meter me en 1-; dlldaoa llOl9 ftpaOil para el pueblo, y yo oo qui!n ..,.._ •: pnll. -Pero Q¡iri4n .¿t6 ao YeS que todo eso es una COlbedia, que nlda de realmente? -l Có°'o que nQ pa1a realmente? puei no lo es· 1oy viclñdo y<> 1 Déjate de miUicas 0.úni, 6lto no nos c:omiene. . .
·En eso mata el l1lll'ido ofendido al amante de su de la conchlt el apuntador haciendo upa · viemol¡ .y ·el lellOI' de Aclomoque da un re1p1ngo 1 sin PodeNe cóalillller )'I, agarra por el brazo ' su c:ostil1a diciendoy ...tadamen ·e. \ ' ;_¡u, he - yo; . • bemol visto ll9IOb'OS ; " mi no me ..,_ l prestar declaráci6n. que yo u he visto ai otoc lo j"1Q por k-Mslia """"l""y i.lu pobre sellara • remolque. salieron del teatro entre los .IDlll'lllµ)los de los apectadores. y a). llegar ' ...... de Sa111iago. la pobre Mooserr.·te no veía d6Ddé la l1eftba aquel necio, pues·tu li¡rimu la ahoiraban ; y él, a>mo .no conoda 1ás c:alles anduvo las de la Capitatsin encontrar la bida, bata que ya i la madru¡adá Ull los 1lcri ' 1U alojamieñto. A la mallana siguien11: 1181ieroa para el pueblo, y al llegar ' casa de su madre la inCelia Chllrate se arrojó doZlnclo en In.. c:ontlndole !id1!'que puado en la Capital e n el padii de 111 ma-
-Hsto es ilmdto, dijo lellora l!Jeirl; que te pue una rmta 1. no welvaa ' YIYir coa l!ít tanto buKaba en 111 llllletá los bi. llec. de ':;Jqe en ella habla guardado. casi la mitad duo y vi6 'ue • Ea la pifia d..J !iaje los 1111» a t*dido. qul1\s los :i efhotel, DOn.Sempro!JÍO e&!=ribló A Bll9ca· ylCra, 16'\e 000-.S por tele¡irafo que DO habla que · .dado ÍladL .
220 srnuon.-CA 1 fL IJtSCAPIE."
f
oqufsimo le restaba ya de su fortuna; todo lo ha' ª el: rrochado as\ es que ' Jos m.eses ¡r, ( uhino el camino de Ja altura, stn dinero, stn mu·er; pues \.·haratenoquerasaber m s m e b ! á Ja rimera persona que encontró unto • \ u n md re ) 'ué pla in fe .iz h<!pa enflaquecida de "¡:utanto arraya 1• • 1 · b 1 ra Y Pálida por la que ya a mina a. u . . d . se sentó en Entoncesuna conoció sus esauoos Y . é . • iedda ·unto "su amada a llorar su ' P_,¡a ie ·consolarle, pero en cuanto él le dtJO aque huyó también dej n<lóle encregado á su o º .r. c..sa E; bueno del Comisario pas '1 _par ali ' y de-:pu es 1 • r de que Ciprian venía stn un cuar o, se fué, q e se u11urm 1 · al d d 1 fuera á_p edírle trabajo ueflO e a es t anda Ca>uahdad. · ab ia l . Q ·1é duro hté para aquella mano, que ya s ?. man<!jar la azada 1 ¡Oh. y " '¡as lorias de ' ste mundo ! hl pobre y m s fnfdiz que antes, una p c rrt •S, vi endo morir 2 los ,pacos meses, esprec1 n ' , Ja ' d esg racíadada Chepa.
AQUENOR.'\.
n u01 aonc1 , Ju!i o e.le 1893.
A-MAL 1A
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N u bien el cura del cementerio habla murmurado en lattn ante el cad;¡.ver las ú1timas palabr..s de des pedida, cuando lo)' empleados de la agencia fúnebre se lanzaron sobre el cliurrigueresco ataud e.orno una bandada · de buitres sobre su presá. ' .
J;'rqvistos de tenazas, pinzas, martillos y destorni· lladores, fuerón arrancando con estruendo y violentas sacudidas d6 la caja· mottitoria gran · número de piezas metalicas 'que tachonaban el negro fundo, alteran do grotescaml:nté su luttbosa severidad
'
El -cortejo (ún'ebre se disÍ:>ers' enseguida para no preseqciar aquel 1e¡mlsi\'O despojo. Muchos d .: los acompanante5 tomaron de nuevo el camino de la ciudad, otros se J:lesparramaron por el cementerio, ya para pre· senciat' la inhilmaci n del difuntu, para visitar alg una tumba quctída 6 'para discurrir sin objeto determinado por aquel erial thsúsimó de la muerte. ·
De estos últimos era yo. Rec 11erJo que me .inter· né de pronto por uno de los barrios pobres (q e también en el cementerio hay clases) , en donde el dolor estab 1 solamente po'r medí J de bruscas des· . igua!Jac!es ter . eno , y d'! cru c'!s n'!g ' as y e' cuál.'d:u
)
.... .
BIBU TECA DE "IL BUSCAPIE"
que parecían &urgir de \a tierra con los brazos abiertos, en demanda de car dad.
La clase media reposaba m \s a\li, encasilla!a en el muro con amaneramiento y nicho, el prosáico nicho con su abrumadora umform1dad era en ;ique\la desolada necrópolis la representación del estado llano. En las avenidas y alrededores de la ca· estaba el barrio suntuoso de la aristocracia exte por el mármol esculpido y la mamposter a mdnumenta\.
Recorrí. t 1mbién esta parte del cementerio buscan· do entre los panteones alguna inscripción notable 6 al¿una estatua verdaderanaente art stica, y algo ka\lé digno de alabanza en medio de aquel cúmulo de ange· lotes memos, alegorlas demasiado comunes de la orfan· dad y de la muerte, y otras figuras y artefactos propios de la escultura industrial.
Entre los monumentos de mis valor material y habia llamado especialmente mi atencibn uno d estilo griego, de labor esmerad.a y severa, y de muy a radables proporciones. · • \ Servia como de pedest"ll á una estatua verdadera· rrlente bella. Era de ese mllrmol blanco de Carrara, que tiene la nit dez y transpariencia de la cera vir¡:cen, y una deidad el isica, una diosa del Olimpo griego en actitud de esparcir sobre una tumba. l!.a expresión dulcemente melancólica de aquel semblan· te, la pureza y suavidad de las 1 neas. los bier. estudiados de la cl.made y el peplo,_la actitud de \In tanto académica pero y y la armonla irreprochable del conjunto, dedan bien claramente que aquella obra no era de las que expe·. dir (cuando se las encargan sin gran mterés estetico) los comerciantes 6 comisionistaS de Génova. Sentl d eseos de conocer el origen de tan estimable pom1mento, y le pregunté á uno de mis amigos ¡paseaba por -Sóloallí. sé lo que dice la ihscripción, que es bien
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c_ontest-1.-l'ero tu curi0-,id{1 p'Jei<! al punto ndole al doctor R•btl, q •1 e esti re!atando ahrira JUnto al panteón de los m41'\tos del que allí yace y el significado de la lira ruta y de el reloj de arena grabados en el fr ontis del mausoli;p. molestarle á tal hora y e :i este .itio con una pregunta .ba\a41 ._... -¡ Todo lo contrario ! El D )Ctor es la crónica viva y de \a socieda 1 p •1ertoriqud\'\, y se pcre· ce por oc¡l}siones op,órtunas para el recuerdo y la narractón. Yo le habbré . · Hablóle. el) efectp1 y e¡ bondad •so anciano refiri í h1St0ria, mientras regres bamos JUntos la ciudad.
. Amalia era de una de 1as (oyenes m .bellas é mtP.resante!l d,e su tie1t1po. µno de esos tipos de mujer, tan frecuentes en las ,Antillas, que reunen en s la duliura y de la criolla, y la do. · naire y de 11a europea meridional. La cuando ,toda vi a l¡saba traje corto, y aún me parece ver de nina, y du!Fe. pero dotado al m1s'.1'0 de una nov1hdad y uña e¡cpresi6n extraordmanfs; aquel busto escultural de diosa griega, ostentánd()9(" g"llardamente so.Jre un talle esbelto y xib\e, poblado de ritmos misteriosos, de prom esas in · conscientes y de todos esos admirables albores del fem?nil. ·Tenla _lo:; ojos grandes, obscuros yde muy V1va aunque semivelada p ir una .ligera mclinac1 ·n de los p rpados superiores ; nariz fina, s >nrosada y ; rostro ·correctamente ovalado, y fresca y de graciosas comisuras. con abios ligeramente carnosos, húmedos é in inuantt:s,
¡ 222
V . * •• l.
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224 BU!UOTl:CA. DE "EL llU9CAPlll!:."
A.\IALIA.
piadadamente explotaba, trajo también el germen de una enfermedad que le mató.
ciones.
que paree ·an modelados ex profeso y sonreír. Una cabellera rica, sedosa, brillante, de color castalio, daba .tono y .suavidad á tan raro conjunto de perfcc1
Fué muy celebrada esta naciente entre ' los jóvenes de ac¡ud tiempo, y no he de negar ' que .formé también en el coro de sus amartelados y plat Dios ad· mirc.idorts. 1 • '<·· 1
Quedó huérlam de madre á los seis al!OS, yifá asist an y criaban dos esclavas , de edad madura, que la servla1r con lealtad y sumisi ·.n. pero en1 las ' cuaies nu poJ a encontrar ella d •afecto generoso y vehCmente que 1 hacia falta. ' ' , :·
Su padre no pod :a s'.atisfacer tampoco este natural y viv simo anhelo de lanilla. La amaba á su manera: quizás en lo recóndito de su sér sent a el amor· tan m· t c nsamente como el m. s carilloso y dulce de los padr<!S ; peru caree a de exprC'!ióil, de formas y de•palabras prop ias para exteriorizar . tan delicados scntimien·
Era de car et r adusto y reconcentrado, áspero en el decir, desabrido y torpe . en el trl!otO, y á im · petuoso y violento hasta la temeridad. Su esj:>ósa ha· b a logrado modificar por algún 'tiempo aquella5 cuali · dades, con ese inflpjo certero y lle' !;¡; .mujer, tanto .más eficaz cuanto m s dis ynula'dp. y ·apaclbh:; pero, después que ella murió; pi$IOl)ea m ori¿eradas 6 lajentes se en él tOn avas alladora energ.a y hasta Clll. cletrim nto de los rtl s na · turales instintos '
La avaricia le por completo, Era rico hacen fado, y los entonces pingües beiieficios de la cosecha le parecieron miserables. Qu :so m11ltipiiear la ga· nancia con el tráfico de negros. ntuy la y de di :ó á este b rh1ro ne,é>cio tolas las terquedades y osa:lías de su voluntad.
· A los poco; allus era ya duer. o de una colosal for · t nna ; pero en uno de los qle hizo i la tc>Stfde G Jin ·;d, en busca d o! la nueva mt:rcaderia q11e tan des-
No habla cumplido Amalia diez y seis anos cuando se. hall 5 pronto en orfandad absoluta, y dueña al mismo tiempo de ano de los qtayores caudales del pa s tan s i lo en el nombre, porque el padre dispuesto que un hermano suyo llegado de Europa ha . cla muy pócos allos, adminis.:rase todos los bienes y fuese el tutor de Amalia duaante su minoría de Dc;>n Segundo-que asl se llam¡iba el hermano era, en realidad, un perverso, un de ra.dado condición; bien un hombre p!io-º7'. eg?1Stas, no equilibradas por los afectos de la fa . m11ia por las c :nvicciones de una educación discreta Y previsora. , de campesinos muy laboriosos, pe . ro COl{lO. él ignorantes de toda ciencia y sir. verdadera noc16n de la moral toda su hombria de bit:n se fundaba en con puntualidad lo qt:e tomaba fiado en la forma de _honradez exterior, practica; matcria1fiente el culto religioso, y ajustarse en su con . ducr:i publ .ca á los preceptos rudimentarios de Ja ho . nesndad y del or.den.
. !'"ué ne&'rero con su hermano dura nte algunas ex11n darse cuenta exacta del atentado monstruoso !X>met!a. Algo d · confuso, oesar 6 de vaga · reprobación en breves horas de soledad y de reposo; aed1niento ama;go 'quecl8.ba en el fondo su conctenaa,. después del alijo y d e la despiadada explotaaó_n ; pero nunca á comprender con claridad las proporciones ni las conse . c:uenCl#IS dal delito.
. "J\qµello era malo, si, sellor : su hermano le habla o¡etido en 11n negocio algo repugnante, pero al fin y al cabo la cosa no era para ahd.i r con tantos escrúpulo •. Otr'?' que ten an fama de buenos y hasta disfrutaban de honores oficiale-1, .hacían lo mismo, y los absolv ia c11.fa, y •dormlan bien. ¿ Era justo que él sólo se entnstec1eta y desvelase? No insistlria eu el tr lico : ha .
1 ". ( ··¡ 1
BIBUOTllCA DS "SI. 'llUl!CAPllL
'bia ya en la hacienda dotaci 'n solxada, y no tenia neceisidad de comprometerse en nuevas llventuras Lue. lgo aquel clima infernal, y lb enfenn-dades que se desarrollaban á bordo durante la aAwipd6n. . . • En fin, decididamente abandonarla el tr6iico aquel, y adn acariciaba el prop(isito de hacer más llevadera la vida
1 de aquellos séres, no elétremando para con ellos las crueldades del castigo."
1
·
Con estaS <> parecidas reftexiones se conlortaba en los instantes de cavilación y de tri-teza. Luego el atdor y la pe• severancia en el trabaja habitual, y el tragtn vertiginoso de la zafra le mantenlan por largo tiem¡)o 11·
1 bre y hasta olvidado de todo reproche intierno y aun de la m.\s leve apreensión moral.
Amalia, entre tanto, vivla en el mayor aialamiento. Deilde la muerte de su padre habitaba en la casa de la hacienda, l!in más comunicoci6n que ta· de IU acostum · brada servidumbre, alszuna anciana limiga de su madre, que de vez en cuandula visitaba, y su do don Segundo, que cuidaba de. ella como de·un ave dándole todo c:u uto apetec!a menos espacio y libeit.id.
La querfa y la cosideraba á eu modo; reaonocraJa como duena Cmica de la fi>rtuna de su h&mano, sin in· dígnac:lén y sin protestas OllmS;blea; lllCaba quiz .s muy lejos de desear la muerte de la joftD, con miras de sordidez y de codicia ; pero ee deícclncertiaba y en· furec:ía con la sola idea de q.ue Amalla c:aaarse. entrar en posesión directa de bieiiet yOlejilrle á él como un extrallo-c:uando m4i ellino ua ·líiñple &na• yordomo-en aquella hacienda que 41 quetla tanto, que le !sujetaba atrala comó ei en ella echado raic:es ; • e como un c:ualquiera, como. 1111 extrafto ante aqu la magnifica delación, que-en par· te á lo menos-habla ayUdado á fomeD.tar, y eta, por • • obra suya. ' don Se¡rundo aentla como una).pe; c:ie de tradicional apego lillcia. parte de la negra· da de la hacienda. A tal negrito le habfa compradO él
Allo\LU• 227 mismo llll. d«¡ franela roja, vari s trozos de es. pejo y; ,un de i¡anutillos y cuentas de re!umbron; tal wiilfl(e llOQhi. la costa porque le arre . bat 0rori de corta edad, y éi don Segundo mismo le hábiá ruido caza con 'el auxilio de un grumete y un de pert05i tal Qtra se h 1bia Jamado al agua despu& e¡nbarque. y él sólo habla conseguido volverla al bot ·1 ftur ié11dola de un remazo . . • • Y as muchos mis, c:uya adquisíón cS captura testificaban ante los ojos de don Segundo otras tantas hazailas de su habi ida<! y bab :in concuido por inspirwle un afecto par ticalar, mdefimble, en el que bab ·a tal vez algun carillo de padré torpemCl)te mezclado con interés de duel\o y eon orgullo de cazador.
\ -Bien estl. que·todo esto sea de Amalia, porque al fin es luJa de mi hermano, y es, ademú, muy buena y condescencyente ; pero de otro no ¡ recontra 1 porque no lo ha sudad.> ria.die más que el padre difunto .... y yo.
Asf reffexionaba don Segundo Cada vez que le venia á las mientes la idea de qu.: .enli.morárse su sombrina, y, fl fuerza de i.-r y de habituar su juicio á la mon13ti>n ra del razonanúento, parecía llegar é persuadirse de que razon. De nuevo se producfan co0 este motivo 1a¡s amalgamas y componendas entre y el l las que propen(lia natµla c. de aquel y, después cte y planes sobre la base .de este c:aluísmo anc:onsaente, soBa llevar sus COlllleCUCDaas h'llta iiltimos llmj11eS, mOltrándoee 001110 persuadido y de .
"Né; negaba, oo qe¡v ol 9' que teniab:.IOV?I 4 c:oqtraer Q era. solamente, el .\:IP9• .d qúe habla ele dirl¡i.rla en elección. Alio ee babiá élicllo ya de atrevido que haliia VlUias Vecel por JWUQ 4 la c:ua, con pre· teXtos flldles, y hasta parete que quiso maridar despuéS un recado amoroso con la aiada ; pero ya estaban
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226
TECA DE ºKL BUICAPD!"
tomadas las precauciones que no volviese . por allí A otro que dio también en rondar de noche por . cfrcanlas, canturreando coplitas acarameladas, ya se Je h bia espantado C?n un tiro de p51vora s la, y el sereno de la hacienda tema orden de repetir el disparo contra el sazonando entonces la carga con peq de sal J Y amén de estas y otras :'" loglls, "mucho celo, mucha polida y con · tmuo y iedobládo espiona;e ¡ canastos 1 que donde me nos '. se. piénsa brinca la liebre, y más vale preveer 'que . 1:1 r1 As! . l;i desvénturada joven' se encontr6 bien pre , to en clausura verdal'lera y peremne, con más centinelas de vis ta que uh reo de muerte en v•speras de ejecución. . · Luando-abiirrida de la soledad de ' Ja casa-ma · ri 1festaba deseos de salir á pa"Co, un criado lid, teme . ( O SO y á las ordenes de don la llc:vab.e con una siervas que la . asi,stlan, en u .o _ de cartwji¡s de hacienda, hol<ados, sombr :os y cubiertos por partes, una especie de coChe celular En él solía conducirla también á 1.a pobJaci n, «:11? lo pero siempre en campá!lla y la :lirecta de. !os esclavos . y la del propia don SCgondó, hó ltan Vllllole á veces, perq nunca as!dua y etií!ú.' Era aquéi un verdadero secuest(o, epcido éh 1nombre de no Sé qué convenieºncias ·y altos motivos y bícT.· ' · . Ydon Sdgundd c:onunuat¡ra í-dacionando sus juicios Y sus solite la situad6n de Alnalia con .los anhelbs di! !í1i propia vPluntad absorbente ydominadora: ' '·" ·, · ' :. · "¡ No;. imposiblé ! No podÍa él consentir que la hlJa de su hermano, tan buena, tan delicada y'tan b9nita se Bsi, hm; coi¡ no 1a rmereciera'. . ¡..Pues qué 1 ¿No _mucha has , para '!id bltidal 'y fufelices para siempre"? · VW 't'Ontatia fl con que aeualrian muchos aCJl<*>ll 6 .t:.J.lltáriie el" . •ta1 d 1 l.• , . capr e a mu..._...., ¡y1 • • '
AJIALU
dn i ella aiiem• que iba echanrlo un palmito como unu pa1cua1 y u:i. cara de' ciblo que oo había ?Já3 que pedir. ¡ Caaario qoa 1DI! atractivos de la aobno.a .•• p ro la cQp. Df:LP.1'11 puúalada de ploaro, y Jia 'na que a:ditne oón pilsi .. plomo- ¿ Cas ·rse? Eifa no había dirho a6o aacLa de ao.. .. T•mpooo bl \rataba opooene á lo que la misma iglesia consagre, pero qlltt pe.nial' mucho el oóipo y el cu.iodo y el coo qu . 11\0. Sobre todo el óOD quiéa. . . • porque . . . . vaya, ¿ cufLI era el ID(IZO que verdaderamente Ia:coaveal•? ;'l1ngil · no de loe que bl coa13oiR y que pudieran estar animados de tal Lo1 de dos clases : finos Y t-'""- Los primeros era.o presumrdoe1 currutacos, muy !rpropbsitoe pa1-a la cigUefia, y eabian a\ los gal11:i_iteos y del . amor ¡ pero eran floJOS, eucanljados y harag•ne3., pareoiaj 114'Choe alfeñique 6 de. y h!b1a qae · oogel'lbl cqo papelitoe. ¡ cJn los munec os eroaparaw 1 Nia,quno teni11. faarzas para levantar 11quiera dos anobu é. pulso. ¡Valiente arrimo babia de encontrar. en ellc;>11 uoa mujer. • • • Los otros recioe, vigorosos, eso si; algunos coooc1a él capll!lll8 de coaaernr la haciend• la c!llca, Y de amparUla y defenderla ; pero . .•• la verdad, pecaban por el cootr,ario : er!lD rudo•, bastotes, .desm'l· fiadoe; 110 lograri.an ea el é.o1mo de Amlllia, ganar su carino, hacerla d1oho11, en _fin •••• Seria muoha orueld•d darla un marido á ella que era una verdadera semitiva, como liabi" di cho el doolql' Aguirre cuando la cur6 del 1 Pu:s diRo •• l. una muchacha qu3 llora, pierde el conoo1minkl y <J.Ue v• t. moriree cacla v >z que los capa\acel de la 1iac1eada aplican ou boca-á-b:z;o . • .. 1 ¡ N?, oo 1 Si no ae preseotaban otra& lo mejor era que se quedase libre. Asl seria 11emprb duella de 1u volllota<i y de su casa, y niugún intruso botarate la bari, aufrir.'' , • Aferrado ea estu y reva laudo cada d1a, m4s
n8 lllllU
1 1 '
apego á la hacienda que él y manPj•ba como usa propia, insist.ia cada vez con Q¡éyor tt&On en el aisl&miPLto y la vigil1 ncia de 10 eobrina.
Sufria teta oruargu ras y tribulaciones de una míirtir. · 1.1
: Dotada de una grao moral, d' un cara<:t.t,r amoroso y COWUDIClltlVll> y de UD dis.,uesto á todas as geoel'tÍ9all, sentia <o aqutlla soledud una impre&ión penosísima de vacio de ai.fixia del ánimo, que la sofoeoba ) abat1a. 1
Como no babia rRcibido aducaci6u algona• mental, artistica 6 industrial siquiera que la pertn:itiPse dar direcciones distintas al pe · eamiento'. y dividir la atl!o· ci6n entre asuntos y trabajos de · varia fndoll', necesa· riamente sus ide11F, su actividad, :so vida en · euma habian de seguir una sola y exclusiva , el eentimiento. · · ·
Y todo cuanto alll la rodeaba era ' sus simpatfas, A sus gustos, á su propia n1turaleza de • joven Y. delicadL El <'gOismo, el miéde, la codicia, la susp1eac1a y la crueldad eran ni! ünicoe compañeros en aquel coufi.namiento la'lltiuioeo. No p..rcibia eu torno suyo ni una aola nota mupiiiea que reepoodiese al caudal inagotable de teniilTll ·compri· mida en su corazoo, que parecla formado e:ii:prenmente para el amor.
A veces buscaba con avidez un nillo, un avP, una planta, algo viviente, libre y puro en quien emplear su!, con quien mitigar de algdn modo su anhelo 1bfi.111to de abrazar y de querer. . • . .
AKAUA. 231
citurna y silencicu como vivaracha v loccaz ; tras de un aoeeso ·de cólera seguían e.o ella demostraciooea h!lml!<lad y de ternura. Que· d•Jtue alg1111• veces oorao en una especie de somnole11Cia 6 d41 modorm, y al poco tiempo re· v.el•ba llUt , s111 dic!ips y en sua. i<leas una extraoro:i.lupider¡. La dominaba con un seo· l•mient&> vagQ ele y de melancolía, que se trocaba "dP s6)>ito ell u,n destello inexplicable de animación:. ;i úte aegul•n bien proi:ito sens . cionee y manifest.all,lonee disiio;tas.
Ellit. ,que babi& 1aidq siempre dulce y sumisa, int+rvalc e irascible, éolérica y aspera , llegando no poqaa á la protesta y al insulto . Ha ol• Qada vez 111• nÓtable en ella la exaltación de la aensiQilidad ; s11s afecto!! llran cada dfa mos vehemente,, aunque de intensidad . menos duradéra.
1
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Al cabo de algunos alios de penON lucha en aquella situación wn contraria 6 Ju exigencias de su ' edad ·v á las i11clinaciones de su naturaleza afectiye., la •· lud de Amalia empuó á quebrantarse vilriblem_,nte. Maoifesto90 al principio la indisposición por me4fo de una variabilidad de humor que no se habla observado en ella basta entonces. Tau pronto ee mostraba ta·
Por lQ d'emás, su estado fbico no llamaba mucho l• de las pereonas que la servlan. Nirigdn dolor agudo la mo!!!&ta,ba con insistencia, '! sólo sen· de 911 algdn de 1e11l>ez' ·• Y. ca1'm,bre¡i, de 1-8 l'QQiUaa, y hS!lra• ,de 11arga1:1ta, como s1 el dificultando la respiración. . - • M'9 Wde fi}.eron pooo á póoo estas 11 joven !19 !Dostraba más l"Jl&f'(itda y taciturn'; IU,r'!b• de pcooto sm motivos y Jl0998 Ílllf&Dtee déipoé! \larecla como :<>lvidadli de SU8 inapetencia inuy 6 '""ll\19 • veoes tenía la respiraoion algo irregular y agi-. 1 t1D IU iitmblan$8 ee 80Cedfa11 Con frecuen· cia el enroj_edmientO y ·11 palidez. · 1 Don que la viese el y en vez . recetar laí acoatumbradaa p6c1mH y prucuraran distr1er :l la joven, la permitiesen' andar y hacer Ajeroicios al aire libre, que la procurasen amigas y aun amigos d!' su
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BIBUOTECA DI: "EL 1111l!CAPUI. con:liaióo y de su e lail, gent a sobre todo, que la div!rties"n y aniwasen con su jovialidad y buen humor.
-¡ Bonit" receta "' le ha ocurrido eeMI VPZ al di .mtre del médico l-gruñ6 don Segando muy contrariaio.-Nalla m..ooa qu" un jolgorio te, una fi.,,¡ta lle todos los dl•a; sJl"r ' la 'moohach• en la plaza páblica 6 traer a\ la hacienda media cio· dad. •••• y gentecilla •legre nada menos, y am •'g uilos jovirJles por como el fuera todavla poco el enjambre de diablillos cOll camisSn 1 1 Canastos con la droga de nuevu cofto 1 Cou semAiante modo de rec etar ya estaban dive1tid0! los botioanos .••• Conque a m:guitoe, ¿eh? amiguitos alegres y jaranero• para una muchacha inocente, ain e1:perienoia, ein madre que la dirija y la cuide. . • • 1 Hoinbre, parece w• ntira que se le ocurran eitae cosas verdaderamente á un hombre tan formal y tan ¡rave como el Doctor!
Pero don Segnndo, á pes •r de soa de re· probaci .l n y de protesta, sintió no sé qué de eoternecimiento al oontemplar los males de au eobnaa, y trató de darla un poco de expansión y de ea ea cautividad, buscando modo de en lo posible la r1!C614 facultativa y aqoel su criterio particu· lar coc. vistas (algo empaliada) á I• honradez y al egoismo.
Mandó á I• aervidambre que averigaa98 los gastos de la joven enferma, buscó una muchacha blanca para que la sirviese i la vez de criada y de amiga ; dispuso que la aaoarau con mb frecuencia a\ pasear, y hasta permitib que fu- los domingoe i 1 misa, y que-medi9ote las precauciunet aooatumbradu -pudiera hasta en coche algnnas callea · de la ciudad.
:A.lg<:' empeiabau á ioflllir en el lnimo y la de Ar¡¡alia estas pequeñae ezpaocionea, pero ¡bien pron to supo el tutor que cierto joven seguia con! ere-
AMALIA. 233
ciente asiduidad el carruaje de la hu érfana que cambiaban ya saludos muy alectuoso s, que hablan llegado fl decirse algunas palabras, ella desd e el coche Y de muy cerca del estribo, y que según -todas las cias-no eran desagradables á la pupila las tiernas solicitudes del Estegalan.
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conato de idili o <iió desde lu ego a l traste con Jos nu !,!vos de d on . incipieute reaccionó en él con la v1olcnc1a propia d e aquel carácter inculto y bronco. Ya no hubo. más pa · . seos . viajes á la ciudad más expansi?nes del iinimo: la j oven volvió á sufn r to das las tristezas ysoledades de su confinami ento anterior. .
Adquirió e!)to!)ces la enfermedad de Amaha ca· racteres m ' s acentuados. Sobrevinieron · siones, espasmo;, contracciones de los músculos , vért1 g_os y hasta sincopes d'? muy variable En el transcurso de estos lan zaba gritos agudos, se le cogestinaba el rostro, movían.se sus .P \rpados convul · vul , ivameitte mostrand o los OJOS casi e n blanco, se le en negreda la lengua, hac'a crugir lo s dientP ' y perdia_ por momentos 13 respiración. Después de vencidos los obstáculos, quedaba por algunas horas en un es · tado de abatimiento, de languidez mu scula r y de som nolencia este rtórea.
E l insomnio y la hipo condrla tarde á empeorar el es tado y ?e la J?ven t' nfcr ma, y poco después apareció el dehno mternuten · te y exta ti co. •
Durante estos nu evos ataques Amali a parecla transportada á. un ideal; que?ábase por 1 .rgo tiempo inmóvil •. s1lcoc1os.a y e mbecida en una especie de contem¡¡l¡icion serrtc1ante á la de los asee· tas é iluminados. Después hablaba . veces con incoherencia notable, otros con lu cidez y viveza extraordinarias; siguiendo y rel;ltando los accidentes de su delirio ....
"Lufs, Lu's, el joven que le habla dado la mano
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llBUOTICA DI: ".BL BDSC!Plll."
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para bajar del carruaje, una mat!ana, frente 11 la Ca. tedral; que le habla cogido el pañuelo cuand<> ella !o dej 3 caer, en un Ín'ltante de dulce y desconocida emo. ción ; que después, al salir, la haba saludado tan ren didamente, con una mirada de inefable ternura . ... el mismo_á quien habla visto de•i:.ués, que la segula frecuencia, que. la hablaba de lejos con aquellos OJOS profundos, de mirar firme y expresio, con destellos viv 'simos que- parecían salir del fondo del alm_a. • • que la .hab a dicho amores y tern ezas cas furtivamente, deslizando por primera vez en sus oidos palabras de dulce y halagadora armonía . . . El, é l estab¡¡ alll, se aproximaba á ella, cada vez cna mo rado y galan.. • • 1Qué arrogante y c¡ué simp ·tico era! ¿Verdad.,..? ¡ Chist.'.. ! ¡Silencio. . .,! Luis iba á pros.eguir su interrumpida aquella tarde . 1.. Chist . ..• 1 ¡ Chist. ... 1
Y permanecía como extasiada en actitud de \"Cr y de escuchar algo que la complac a y la interesaba mu . cho. De repente lanzaba un grito, sufría convulsiones violentas, y su rostro se contra1a y alteraba con todas las sctlales del. terror. De&pués quedaba en • ·• especie de letargo fabgoso, hasta que volv1a el deli; ya no era el de la oon.templaci6n extática m el amoroso; relerfase A vtsiones y sensacio . nes d 'stintas :
"Luis habia desaparecido súbitamente, y don Se. gundo, el eterno don Segundo estaba alll frente á ella ce/ludo y amenazador ...• " · '
Y Amalia hablaba confusamente de don Segundo de la hacienda heredada, de los caudales de su padre . .' Tomaban cuerpo todas estas ideas en la desórdenada imaginación de la joven, y se ofrecían A su vista con formas lantásticas, mudables, infinitas . pero representan • . do siempre otros tantos obstáculos que se oponían entre ellas y sus esperanzas, sus alegrías, su amor . • . . Y el obstáculo crecía, crec ' a siempre, se agigantaba, mostrJ, . dose cada vez m 's impon e nte y terrible.
AMALIA.
De aqul las crisis violentas, los arrebatos de d<;sesperaci n, los gritos de angustia, y por fin el · miento y la atonla, signos crecientes de .una creciente desproporción entre las >'. la ".ºJuntad. .
M i s tarde aquel delirio se lué en genes y en matices, hasta quedarse reducido á las. md1caciones de una sola idea y de ·un solo color.. La JOVe.n veia con espanto que todo que la i:odeaba iba adqut· riendo el tinte y los rl!fle,1os .del oro. Los montes los árboles, las llanuras, los ed1fic1os, todo cuanto á ver desde su encierro le de _aque l mi s mo tono. La luz solar, que tan grata 111íluenc1a ha bía ejercido si ·mpre sobre su :l nimu, entraba amenazadora y sofocante por todos los huecos y cios de la casa, como torrentes y cataratas de oro · u • que todo lo inundaban y teñian de aquel odiado Efecto an "logo le producia 13: lt1z artificial obse rvaba con inquietud que e lla misma se co ; twaba con el color"'que tanto ab orrecía , y que el suav7 Y. sonrosado mati z de sus mejillas . en tnste amarillez . Aquello era el desbordamiento . universal de lo amarillo, el mfierno de oro que la envolv!a Y la es · trechaba implacablemente . . • . . .
En lo desesperado y violento de este de lirio, la joven enferma solía de Y sus facciones se animaban .con una viva expresión de regocijo .
" Habla descubierto algo puro, agradable, sereno y Jibre,aun de la mancha terrible que la ¡Qué hermok y maj!'n ' 6case aquella extensión azul allá en le alto f Era el CJelo. • • • Aill estaba la esperanza, la alegría, el único bien .. : . De to Jo el rededor de Ja tierra subfan vapores amarillos, audaces, turbulen tos, que se retare an sobre si oúsm?s, y formando nubes doradas se extendían y se arremolinaban con aspe to amenazdor.... Una de ellas adquirla relieves Y.contornos ené ·cos fijos y consistentes, como si se lwb1ese endu' reCífo y Por de ella, y envuelto
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BlBUOTECA OB "EL BUdCAPIE.
en un vivo resplandor de aurora, asomaba entonces una cabeza humana, ur. rostio amigo. . . . . ¡ Luis ! ¡ Era Lu s, el amado de sa corazon . ... 1 Por un milagro de óptica incomprensible, distinguia ell. perfecta' mente á pesar de la distancia, todos los detalles de aquel semblante triguef\o, expresivo y noble, ligeramente som . breado por la naciente barba que daba á las facciones una acentuación enérgica y varonil. • • . Y el intrépido joven iba dominando la dorada nube, cabalgaba sobre e lla, la hollaba ya con sus piés, como si quisiera destruir la pára dejar descubierto y limpio mayor espacio de azul, y lu1<go descendla, descendía por la vertiente opues · ta con paso firme y t riunfador . . . Ya se aproximaba, -sonreí :', ibahácia ella y .. . . ¡Av!... Aquella nuve que antes parcela sólida y co mo una pefia, ondu. luba de pronto, se retorcla, se ablandaba y. . . . ¡ horror . . ! el joven se . hundia repentinamente en aquel abismo ·•orado, en aquel piélago inferQal. El cielo en ' tonces se llenaba de puntos amarillos y luminiosos, elévábase imponente y soberbio el vapor dorado de la tie · rra, y poco después ya no se distingu!a en lo alto ni en m ' s que el oro implacable que lo envol'4fa, que la ahogaba, que la con su fatídica y repugnan· te amarillez . ... " j
El doctor Aguirre hizo presente á don Segúndo la 1
gra edad que iban adquiriendo los males de su sobrina; insistió con tono severo en su recomendación de que animaran y distrajeran á la joven por todos los medos po sibles, y encareció adem s ta conveniencia de que Ja casasen. Subrayó mucha palabra para dar á entender que la dec' a con toda formalidad .
El tio acogí 'I también á reganadientes esta nueva y más gr¡i.ve : exphcaba esa manera de curar las enfermedades ; habla•1a con otro médico, sin dar e por entendido con Aguirre ; cons 1ltar.a el caso, y si era menester... ¡ qué diantre ; se haría el casamiento ; si, señor. ¿ Con quién ? ¿ Cuindo? AhT estaba el quid . . . Ella est<!ba
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maluca, no habla m verla; tenía los nervios cks· concertados, soñaba y decía disparatr.s. . . . y en aque. lla no era cosa de salir por esos mundos tras de tales aventuras. . . . Ni le parcela siquiera decente . . . . Una cosa e¡a recetar, y otra preparar la droga, ¡canario! Ya quisiera él ver al médico metido en esos belenes . . . . · Pero, al fin, elJa era su sobrina, casi su hija, no tenia más amparo que él en el mundo, y él cumplirfa su deber. Si el matrimonio era indispemable para la salud de la rapaza, podia ' darse ya como cosa hecha . aunque el mismo tuviera que cazar el novio á tiros ¡ recontra ! Y a se verla quien era él " Entre tanto la joven empeoraba . Al delirio de palabra habia seguido el de acción, durante· el cual sallase 'la enferma de su cuarto como huyendo de algo que la persegu ia ; se ocultaba en los rincones y esco.ndites, se rasgaba los rompia )os objetos es que hallaba á manó, sobre todo los que tenían algún brillo, estropeaba los muebles, y á veces habia que sujetarla fuertemente para que no se escapa .por las puertas ó se lanzase por las ventanas.
No tardaron en seguir á estos ataques algunos sintomas aún m evidentes de perturbación mental, y entonces don Segundo se mostro muy apenado ; · interrogó con interés al médico sobre la enfermedad
Amalia, y le aseguró que se cumplirlan todas sus indicaciones .
"¿ Habia que casarla ? Bueno : lo principal era la sálud y la dicha de la joven. Para eso estaba él alli y para eso había, gracias á Dios, de qué echar mano. Por cara y dificil que fue ·a la curacion, él la queria. á to!lo trance. ¿Se necesitaban más médicos para consultar? Pues que vinieran. ¿ Era mejor trasladarla á la c;iudad? Pnes ¡en camino ! Lo que él queria era que Amalia se curase pronto y bien."
En aquellos mismos dias la trasladaron la ciudad ; se discutió por los médicos m s famosos el régime n
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( . 1 ;:
cubtivo ' que habían de sostenerla, y se hicieron esher6icos para devolver ' la interesanteJ"oven la razón y la salud. Por desgracia ya no pu ieron aiirovecharle mucho estas resoluciones> tardias. Ni sus fuerzas fisicas ni su equih"brio mental ofreclan grandes dperamas de curación á los profesores que la asistfan, y sólo consi¡riieron prolongar por meses aque· Ita vida infeliz. La lócura se fué haciendo cada día m'5 aJl¡tada y penosa, y en ella tuvo siempre un papel muy aquella implacable inundación de la ola dorada, de la angustiosa y fatidíca amarillez.
Pon Segundo se conmovió de veras.con la muerte de su · sobrina, y su aflicáón, agravada quid por el remordimiento, se manifestó entonces por medio de uh afar. inmoderado de gastar dinero en honra y gloria de la difunta. Dispuso unas exequias memorables por su pompa y esplenilidez, mandó cantar gran número de misas y de respqnsos , y fué personalmente al taller qe un acreditado marmolista. cónsul de Italia por entonces, y le encargó un panteón para Amalia, que no costase menos de diez mil duro1.
El italiano (que-como tal-esa un artista de rflZ<l) de hal>er encontrado tan buena co · yuntura para traer á Puerto-Rico algo que diese idea ventajosa de la buena escultura de su pa ls.
Aun ·no hablan transcurrido seis meses cuando el marmolista recibió una carta: de don Segundo, en la que se de lo malo de la cosecha, del precio no muy elevado del azúcar, y de los crecientes ru '. mores de abolición de la Con tal motivo deseaba que, si aun no habla hecho el encargo del panteón, lo redujese pe modo que costara solamente la mitad .de aquella suma.
El lapidario contestó que no habla tiempa ya para rectificar el pedido, y que la escultura prinapal, encomendada á un artista célebre, llegarla pronto.
Y l!egó, en efecto, poco después.
. ' 1
.. • • )· AMALli• 239 • el relato del doctor Babel, el Tal ba stdo, según umento cuya contemplaci6n origen de recordando habrl .. m un pasaje del 7liliiwiD: · \ -¡ 'Magnifica en verdad, la idea del panteón ! . V ·MANUllL ·JUNCOS. 1 1 ·'' . '! ' 1
Tendda V$!inte años, á 110 sumo, y era hermosa en verdad . Su rostro, algo pálido, sus ondulantes cabellos castalios, y más que nada sus singuldrmente originales, por el color verde azulado de la p9pila, imprimlan á su belleza diafanidades de cielo Algo que atra{a y al propio tiempo despertaba zozobra hab•a, no obstante, en su mirada. Ten ' a, á tatos, un pestañeo agitado y · vivo; después explayaba los plrpados de . jando escapar resplandores deslumbrautes que llegaban al alma como sacudidas eléctricas.
Cautivaba la melodla de su voz, de un timbre dulce, que sonapa grato al oído con dele i e de música armo· niosa. lhstnJida, cuanto lo permitía la educación que suele darse lt. jóvenes de m?desta fortuna, era inteligente y perspicaz. Sin duda estaba convencida de su belleza, y esto la hac :a aparecer vanidosilla; ' tanto más, cuanto que, segura de sus propios méritos, tenla exquisito gusto y gran habilidad para hacer resaltar los atractivos que hermoseaban su cuerpo, delineado con ondulaciones seductoras.
J ji 1., ESMERALD-l. •¡ \
• r ;·1 .. .
BIBUOrBCA DE "l!L BUSCAPIE.
. la llamaban, aludiendo al color de sus lindos o¡os. y por Esmeralda era mts conoci<la que por su propio nombre.
. J':lo faltaban, entre sus amigas, quient ·s hallasen la belleza de Esmeralda ; para unas, la n<iriz era. respmgada ; .á otras les chocaba aquel parpad eo que debia de fingido. Una sellora, poco agraciada. cuyo marido había estado un tanto expresivo al hablar de Esmeralda, no. comprendia c mo podian agradar á los tales OJOS " ojos verdes, sin gracia. . . . vamos, casi de color de yerbaS."
"Luego, que las personas que tenian algo as': rato, estaban sellalac!as por la mano de Pios para que . las dem 's se preservasen de ellas. Y si no, al tiem¡><>. j Con la Esmeraldita se iban á llevar algunos chascos!'cada
. A pesar de estas imecti •a> y de otras muchas Esmeralda seguia siendo admirada , sobre todo por hombres; y allá, hasta su corte de reina de la hermosura no llegaban sino las alabanzas de una multitud adoradores que se afanaban en tributarla homenajes que ella aceptaba sonriente y satisfecha.
, i Los ensueños que poblaron aquella cabecita cal. deada por las ardorosas frase; de tanto asgalant-e'ldor duo 1
Una despu és de un baile, acostóse fatigada, los .. ardorosa la sangre, y se quedó dor rruda. Al prmc1p10, el ángel de los suenos de colorae rosa de las v rgenes vino á posarse sobre su frente tHsa · · más, al sentir el de aquellas sienes, se alejó afligido '. No en ".en1r otro de doiadas alas, a quien no pareció fatigar el ;.rdar febril de la dormida joven y comenz > 4 poblar la fantas ' a de Esm e ralda de visiones que la hicieron agitarse en el lecho con estremecimien- · tos pi acenteros .. ..
. ella una suntuosa casa de la ciudad. 1 Qué bien estaba amueblada aquella mansión! Lo¡; tapices, las alfombras, el mol-iliario, todo era de uh
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gu&to ideal · nada ¡¡ollia echar de menos alll el ca· pricho del refÍnado y exigente. Y ella tantos primores estalia en traje de casa , pero traje elegante ; luego, se ve 'a reflejada en la luna de magnífico tocador revestido de y le parec1a ser el hada de I• felicidad á ruyo conjuro se poblaba. el ddicioso recinto de finas porcelanas, de · sos, de cajas de nácar en cuyo seno brillaba nqufs1ma pedrería. Quiso m rar hácia la calle, y so asomó á una ventana en la que se madreselvll'! y jazmines, que crecian en dos pnmorosos. Dts· traída con las llores no hab1a reparado . en qi,ie todas las gentes que pasaban se q.uedaban mirándhla' con cierta impertinencia 9ue le hizo dallo. . Presto pas6 a1uel malestar; le avtsaron que carruaje enSe mud.S de baJÓ las ras y montó en una victona cuyos mullidos asientos, forrados de te rcio : elo azul celeste, la encantaren. Los caballos piafaYon , al trote.. ¡ Qué sua · vidad en los movimientos de aqu el carruaje ! Le pro· ducian una dulce sonnolencia .... pé ro ella no quería dormir, deseaba saborear ks halagos que á morbi deces causaba la blanda ondulaci ón de la carro , a . .. . De pronto no se sintib tan cómoda .. . . El ngel de las alas de oro habia desaparecido , Las abiertas narices de los brutos resoplaron ; quisieron encabritarse, y el auriga los castigó. ; entonces arrancaron con violencia, yerido tan de pnsa que ella se asustada y temblorosa. Mand > detener el carruaj<:f, pero los caballos no obedec an; redo .. bla ron la velocidad de su carrera ; se desp1d1eron por fin desatentados ; el coche volaba ; era nn torJ>ellino en e l que ella iba envuelta . . . Intentó gritar y la voz se le anudó en la garganta . . . . . angustiada. ¡ susto hab1a pas:ido 1 Y era lástima que aquellos malditos caballos se hubiesen d esbocado. ¡ El habia empezado de una manera tan grata J La cabeza le dolia, le delia atrozmente, y
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llUSCAPJB."
sentia el cuerpo molido, como si en e::ecto se hubiese estrellado. . . . Salió del lecho y. . . . 1echó de tantas cosas en su alcoba ! 1Qué bien le vendria . disponer de una carretela para dar un paseo al fresi:o ! De seguro que se le quitaría la jaqueca.. . . . un y comenzó á vest rse con marcada neg!i· genaa;.
H5
, los pretendientes de Esmemlda habia dos que se disp·Jtaban con más ardor que los otros las miradas de aqueUos ojos de náyade. El uno, Miguel po, bajo un exterior vulgar envolvía, como sue:e decirse ; un corazSn de oro. No habia qui-:n le quisiera la delicadeza de su su trato at ala. conocidos eran de todo el mundo el ardiente cariño qu·e profesaba á su madre, su honradez ejemplar y u laboriosidad as 1dua. Como apenas le bastase el producto ele un modesto destino para atender a sus necesidades, hab ' a ingeniado de modo q t: e halló medios de ganar lo suficiente en \ otros quehaceres para mantenerse con decoro y a.tender 1\ su madre, sin que esta jamls hubiese conocido la mi· seria. ni aun carecido de algunas cosas que bien pu lie · ran llamarse sur.é rAuas. Al uchos tropiezos, no . pocos pesares y largas horas d' amargura hubo de soportar á veces ; pero to<l > lo dió por bueno ; á su madre no le faltaba lo necesario y esto bastaba para tenerla contento. Después, cuando la suerte le més próspera, la alegria de ver á su satisfecha y sana., era la .lnhelada recompensa de sus afanes de otros tiempos. ¿ pre ·. mio po?ría lisc;injearl«: mis? ¡Los mimos de aquella madrecita, canftosa siempre, rebosando siempre ternura le sabían tan bien! ·
· Era el otro un tal Ignacio Augusto, que gozaba fama de rico y OJtentab' e .1 su persona cierto
;, '
de elegancia que
predis.nla en su favor. Esc!ivo de la mcMla; " solia imponer aún las más llcvindolasiQ-el primero, con eseJranco donaire que tiene -lnbre de vestir bien. Su trato no . agradable, anlleS al contrario, ron to s1 ático por sus conversaciones, aunque tnviafes por lo c sostenidas con ese aplomo .- de hombre de mun , . oc hombre superior que ofusca sobre todo á los superficiales.
. : . . . .
Pero ni Miguel, m Ignacio, m nadie aun, podta vanagloriarse de haber conquistado el cor;tzl>n de eralda ; ella aceptaba como na?Jral los. gal s de todos, sin mostrar preferenctas, sm alientos las pasiones que habia hecho n_ac:r y sm preocu . rse siquiera de las alegdas ó sufr1m1entos que su actJ d dclpertara .
Corrió la noticia de que los padres de Esmera! e habian indicado la conveniencia de elegir esposo . El sosegada sin que sintiera vuccos de corazón, ellClS r tcos dcJ !itlma al despertar las emociones, respondido que, puesto que era preciso, asl lo h;ma e breve pltlm' .. ...
Miguel habia tenido que de la población r al¡¡jm tiempo, á causa de sus negocios.. A su vuelta : se llablaba de otra cosa sino .la boda de Esmeralda con li!nacio. Tal noticia binó su corazón lacerándolo hondamente. . . . .
Mientras Esmeralda no había elegido novio, M1 , guel la habia cor.siderado como un sueno, algo intan · gible para todo el que no fuese él, luz que alumbraba en su alma un senbmiento dulce, sereno, que lo deleitaba con esperanzas de vagas felic.idades que su imaginación cuidaba de dar forma:;, forjando mil
244 llBLIOTllCA DE "XL
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246 BIBLIOTECA DE "EL BU.CAPIE.
proyectJs ; pero cuando se h•1bo dec,dc1 formalmente la boda, su oorazón sintióse !trado por el amargo rlol!Jr de una realidad que hadan más penosas las an. i ias de su alma, al ver deshacerse sus ilusiones, huir go ces que ya jam ·s' sentir'a ; pqrque entonces com · prendió que amaba con locura á Esmeralda, como nadie podfa amarla, como no volverla nunca amar su corazón infortunado.
Su madre notó que Miguel palidecía, que sus pupilas tenian un brillo triste, sospechó que un secreto dolor torturaba el espíritu, antes sereno, de su hijo.
Se acercaba el dia fijado para la boda, y cada hora que pasaba iba dejando en el alma desilusiones qt1e le tomaban melancólico. Despertaron sus celos que ha brian estallado en cólera bruml si la razón 110 le valiese _y su madre no estuviera allí, como ; ncora á la cual Sl! cada vez que su esplritu ofuscado vagaba por las negruras de abismos que le produclan vért'go.
Le invitaron la boda .. , . decidió partir de la ciudad con cualquier pretexto, pero sin saber cómo, iba retardando el viaje, reteniao por la idea on .tante de apurar hasta las heces el cáliz de su dolor. Tuvo otra razón ; debla él asistir á la ceremonia ; no hacerlo ser ' a dar muestr s de despecho. Si, tendr :a la necesa · ria energía para ve : la, te!iidas las meji llas de pu:lorJso rubor, po,ar con amor sus ojos claros de hurí en lg11a · cio . . . . ¿ Pero era aquello razonabl•! ? No podrla. IJO, ni quer a presen .iar tal cos::l. Al ca')o entre aquellas contradicclone< de su esp ritu \'acilante, concluyó por hallar un p,retexto m ' s poderoso para quedarse una razón de m' s peso para asistir la boda.
Y fué Ja
.
ESMt:Rt.lDA . 247
EsmeraÍtÍa mrdiría 'todo inm e nso del amor que él le prOffJSil])a y ... r ¡quién _ •• ! ! -•e dijo, y soñri6 con amargo -¿No am'a á. Ii:nacio? ¿No viene aquí . á j ' •rarle amor eterno?
Cuan <lo EsmcralJa pronunció con voz clara y el s í. él estuvo á punto ele deslallecer . . . Lo· gró por fin serenarse ; pero á ·poc o "0lvió á ex altarse s u cerebro y se le a¡:-olparon ideas espa ntos1s Sali) del templo com o un insensato ·y se ref,1gió en su 'Casa.
Tuvo fi \!bre. Su buena madre le cuidó con el ca iño propio de Jas madres , y al fin ·triunfó de la enfermedad.
un dia, cuando ya había re:obrado las foerza1, su madre, que había adivinado la causa de la enfermedad de Miguel habl ó con d méd i :o, un viejo de ca racter dulce, ..¡nuy conocedor del corazón huma • no, el doctor Duena, el cual, antes de despedirse . co mo al descuido, como cosa indiferente, le cont 1 ti Miguel que Esme ralda y su esposo se habfari embarca• < do para Europa. · · ·•
Los ojos del convalesciente se llenaron de lágrimas ; miró á su m¡¡dre cpn esa ternura lfo guida <iue despierta ef in,fprt\.\niq;_' X elijo: ' .
T" ¡ La amo. tanto!
Entonces' el médico, cbn reposallo acento y con frase patefljlal, dijo á su vez:
'.
Dios mio! ¡ Qué hermosa estaba! ¡ Qué bien cala en su cabeza d... virgen l.i corona de azahares ! Cu?ndo entr.\ en la ig les ia pasó ·.,nto á Migud s¡n apere birse de su rre se ncia. El sintió escalofríos; rb querla que lo viese, y df'se ab:t ser visto pur ella. Ller;ó á pensar que qu iz s al fijarse s1 rosLro adoloriJo.
. ¡
-R31one¡nos un ¡:¡oco, 'lliig-ucl, por m ·s que e l amor no a\:ostumbre Esmeralda, aurique be · l!a, no es la mujer q11e conviene :.í un hombre como usted. Ella necesita agitarS(! en un medio que us ted ha'>r a de Créame.. '. .. Esmeralda es una pied ra preciosa que ha caido en manos de lap i · darios poca h :hiles, incapaces de ver la que e mpaña su brillo . , -¿Qu é nube es e sa ?-interrogó Miguel LOntrariado.
- adoraci <n d u si pr<:> pia . Sus padres mi 1mus,
. · .
: I :¡ 1 1. L
cuaataa fJC!'llOlla5 tuvo 4 su alrededor, hall contn'buidq i que todOs de Esmeralda graYllel! so.· bre si de tal manera; que de seguro cuanto no eea eDa le ha &¡ ser indiáente.
caBl> por cortesla ; pero en su interior hap6 que el midico exagi:raba1 corno otro11 muchos, los pe· quefto& defectos de Esmeralda.
ZS1lllEllALl>Jl. i 1 249 . en l•i caballos y : un' ¡.aqtil tenible -en el bacarat. . · ' · . 611· prt;io le eo1ir11jabe. 'f•éibe d o .
Por el fMiél.O, •el d eleité aeo111>thle que gnz l\ba' Wtauó 1., .embriB11:1Lb8. 1in b&sti'11P. Sw 111uje1» l!'JZÓ. ele tild• 'dii'¡ iodependflocia QU I': el buen tono impone.>, Loe 1111éga· r.ÍOI', r s-<leci r , J011 ca rreres, el club, l•s couñd.,.¡.ei klltrr1' las reuhion es les abeorblan oo tal lllo::lo, r' que ,no · te111a1r1 tiempó pata cultivur.Jos efectos no er& ooea de que elloe, tao i:ilii• rigen el tnto entre • d.e rango y da í01tupo., fuesen á t.ratanl'!
Hacia ya dos aftos que se hallaban establecidos en Parls Ignacio y su esposa. Desde el primer dia, el matrimonio se babia iristalado con un lujo s6lo asequible á las graades fortunas . ¡Con qué rapidez'Se deslizaban los dia11 entré el ruido de las fiesta.OJ f ' Todo ese mundo 9-ue en Parls y en todill partes esthiempre . dispues!Q .4 ,divertirse y 6 a)'lldar 6 arruinarse á los que amaa eJ llenó sus salones.
Y amb<Ís esposos sabian gastar bien su dinero. Esmeraldai 'IObre todo, sé hizo .notar tant9 por su como por los triunfos que obtµYo compitieñdo con las tamililis mis ' neas ydistinguldllll .-i lujo y La seduoci6n que con tanto lll1e. · el buen giiSto ttal)ds. llObre principalmente, fué 9emi1Ja caída en terreno abonado.
Por su parte Ignacio · ball6 campo abierto • sus aficiones, Y entre tanto el dinero c:onia y Ja bolu se · iba enftaquecienclo sin que .al parecer ee apera'biese la lCJiz pa,reja. que parecía cada dia mú encantada dd camióo de Rores por el que resbalaba.
Cuando la por donde corf.an ambos ·era . más rápida, un ' golpe de fortuna impidi6 Ja cai.Ja. Ignacio se babia hecho bolsista, y la suerte le favoreció ; pero entonces crecieron los gastos. l ¡1 nacio que alternar con gentes que por luises, y a1entado por sus éxitos, llegó 6 ser un aficionado res. etable
Ser la'1 • p.róxiJDsmeote 1·s. de \a l. bqobtú L< s 51\lónea de ,. la• 98litl del bitaban Ignacio y oe u espos.a, lh1QOBe\jl.rabna• hacia llllt ,bono.,_ 1de la ci1aa ,, °'"'' · , de reina . Pij6ta"' cál Wtrla- que toda 8lf 1)7il!li rhab\a .reaplrlldo en aquella attD.tlfer.,ele, gi<Dtll ¡ ., para pada 1·inv1t.ad<1 <teofA • lJDll' una eoorimr. upirituiil á todqa atelldtal .brillanclo:><de ooodd119 iY atflej&o4> .en. el ,, v01de mal'.I BUI · GJ09' ' 1a. qua,_ienaba s6r. ; • ·' • . . Vestla un sencil!o tr•Je-de bátle, cuya 11ne1\l • z m .s1118 realz allii su. 011-toral1distinción · y .sevetíl -.elega'o ?ia. Nadie sospechr¡.i:la, dado n alllo•, •que eria Wl" reo1eD · lle¡ada·4. at¡ueli mupdo q11e '1 otros iteelllolbbl<• y apo ca . . " Igoaoio llO gozal' ' ti a 'Weil ·IDll*iia 11'1aba 1oq111eta ; • .en roa4io bu \J1ci<» y la alegn" de la fieita telllqro&. ,lh· ciefinid<ls. pueriles preM ntimlea\os: q11e , pN! ab i n por "S u
248 -.aoncA m ....
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1 ·ü ples • .,E . merelda ns.> babru• cons en,1tl<J pooenie e o ridlco.l o. \ 1. .. <: .. 1 .....-1 "' 1· ,, •. (.. , J ) • ' !, • • f • f 't { • • llií • . ., ,. ) ' ti 1 • t, 111 ,, JI, ,;n, ' .....
250 upfritu como rifaru de cona duración, y que le COD· &rariaban por brevLümos Íllltantee.
11 ealón de juego comeurb • eer inndido por loa alicK-oados ; &o:loe dia&utaban alll de liber&ad abaoluta para arruinal'98 4 IU antojo; con eeto no cho.iaban laa oouvenienciu; aquel departamen&o era terreno libre. lA mesa que ocupaba el dueiio de le oa1•, sobre todo, no permitia hech&r de menos el cnioo.
La buena rnrella de Ignacio le &'uit\n una vez m'9 ; decididamente la suerte le favorecla·1iempre con opert11Didad; 4 cada ganan• i 1, IU audacia creci1, ere · ola, bu&a imponene • los otros jngadore1. . • • Su roetro 1e aclaró por completo ; lai elegant.ee fia}¡aa dfl marfil coo que se dilfruaban el oro 1 la1 billetes de buco 18 amontonaban fl su lado ; d1j6fa99 que 1traian el cliaero de lot demú con fuerza irresistible ; y él ICIUeia.... Huta lu ligeras nieblu que empaliaban la de 1u veutur1, al em¡>Cz.r la vdlada, se dtlbiaierou •••••&re tanto ee bailaba en el alón. &meralda, apoyada en .el braso del conde de R .. p.u6 ju\ltG i un grupo, de doe oaballel'O:I oondecorados, que la dljeroo una galantérfa al paaar. Cuando ee hubo alejado, uno de el!OI dojo : -No cabe dada que Htol americaDOI deban de ser may ricos ; 1U1 fiesta siempre e.>n eapléndid11.
-Diré • u.W, contestó eu iuterloou∨ cuanto • lo eegundo nada tengo que objetar; repecto de lo primero han llegado 4 mil oidoa nodai81 que me hacen temer que pron&o terminar4n eatu fieñtt. -¿ Aceao se marclt1n?
No por cier&o ; la cau• 81 otra . . . • Y bajar.rlo la voz alladi6:-Se habla de in.alvenoiu •••• -8iu embargn, la cara de la Sellora Augu1&o iio tenla •ta 'noche la víspera de una bancarrota.
-F.al 001111 no las dPja nunca tra1lucir una dama del temp'e da eeta. Si futee IU l!lpoao, tal vez; "81puét de todo, et un •tt>londrado 4 quien no butaffaa
ISMERALDA.
todu las min11 amerioaDu nara ealillfacer 101 frivolidadee, UD temperamento dlibil que dudo ' nga la 1uee1enidad para ocultar lot einsaboree de un cambio de fortuna; uco de 8IOI loa 1u· OllOS 1igen 4 'º a otojo, y aoo,creo que le mar.eja mu-· jer.
-Por ci11rto que esta noche esti intereeantlllm .. Observe u•ted al conde como la aaedi1. ¿Se rendid al cabo la plazar -¿Po• amor? Pregúateaelo ueted· 4 LUDevillc y le dir:l. que jamAs.
-Lui.eville estA deepechado orque iio t1iuaf6 como se prometla.
. -Es cierto; pero yo, · que no tengo tales mot1vm, creo 4 la SEñora Augusto uoa de 88&9 mujerea que de!<'&D que se l.. e ame por Ja eatiafacción que esto produce en 1u amor propio, pero inoapaoea de am1r. •llae; muñeca van'Jllpaz de causar la desesperación de otro marido qae no guatue del torbellino de pliwel'el tra1 del que corre de..teatado Ignacio.
La animación 111!f!Ula por todu parte! . .,•• · . Mientras, Ignacio, que había ooa 1iwrte huta quiFo int:entar una jugada decniva.
¿ Por qué DO ? 1. No era su es J\ava la fortuna ? A.de· 1aote, dijo, s.l¡ramoe de una vez de mta na combina · cior;ee....
•• Todo el mundo 1118peoso al <rP.dedor de la mesa; el silencio que allf reinaba impoul.1: ee guardaban lee formas, pero 18 adivinaban Ju pas mú.baatardas eo la ª'm6af.tro caliginoaa que en · volvía 4 l1a1 jugadol'el....
• • Ene vez Ignacio no fu afortunado: todo aquel caudal que le habh hecho e trnJr penpectit11 brillant"8 pasó 4 otras m1floi, m ripidamente de lo que habia venido ' Ju auyae.
Dejó el cuarto de juego, eerttno al parecer, tentando una orgulloa impasibilidad que estiba ' jDI de 11ntir. Confuodi6aecon la multitud que pobla 1u oua y balta tuyo uo momento de verdadera 1 1f facción al la animación que en ells reina
1. _______lillllim-=...:=::..,;;,.;.:
emuoTBCA DE "EL BOSCAPJB."
Esme:alda coD1111rsaba animaduneote coD el ooode R. . , . .. ,. · , . Todo el muddo parec ' a 'feliz. . y bl se !'nOJg ullecia de sor el anfüri6d de la alegrfa que saborellban. Luego volvió á sentir aquella· mi•ma iD¡:¡uie tad de ántes . • Se acordó de la jugada en qu e hibÍ! comprometido, hacia un cuantio!&S sum • s, y lo <atra e· tivos de aquella pompos.i maoilestació a de 'su prodigali > dad lejos de causarle placer le desazonarort . . <'.alor y ee 1efoglo en UD gabiotlle abaDdoDado en •qu ell os momeotOs por la con curre ncia. O!ase en el s • ló:i diato de auimade ,que tan to le gu&taba. Acercóse ou evam e ntE1 (!Omo atraido por el be llo cuadro de que llCllbaba de huir, y se situó d es ras d e un grupo de pel'llo111.s que DO se .i pe roibieron de s u pr cs r.n · Gia. Hablaban de •la fi esta .. D eseó con oc er la opi ni ón de aquello!! compla ce rse en los e logi os qu d de sm eaplondidez harian , • . • Su nombre •e m 1• z c. 6 c u la alegre .diaria. ¡Ah l se ocup aban d e é !¡ prestó a tención...... Uno insiDuó que lgn•cio 11• taba arru i nado, "le babia vis*'>i aqueJl., ·1 misma jug' r su última 18lt&.: •• " Al oir aquella 11&fttbtión B'Xperim en· t6 ·.uo: mal111tar indecible, sintió como si UD& es,>ioa le punzase el coruón, y miró abrumado en d.irr Jdor, but · candcieo:vaoo elivio á su• tiUtie1 pene.imieutos. to oomeozahaádi•nlgarse, ªªª'º'lera ilellljlofÍllP!'.>¡tlÍblico.. 811 am or propio e3perime ntl> dec..p.ción , Miró con dolor en . !.orno nyo y l e p!K'llCiÓI q11e á au lado se hacia el vacil> m's e!!pantoscn La BJUglr6'..tfUillU. IAD'o •qu e •'!JOyarae. para de- . píé, y · no pudo. !IWJverte de.aquel lugar ele .. wllara •• • Al cabo le dió · rabia, odiaba li l1J<la aqúr:lla, in\'Bdia. su casa : 01Djeres petulaoMl!I" •n e..:!. a fuo <: 1oul' "I rioe, · pereonas inútiles .que con su cd cl._ . . .. ·Al g unas de _ so dettola !e icritaron. .más sr cabe ... Rvpctrt' se, s m embargo, pero · enlll!81Uda. alga ieD proounoió algunas fr as ei • drni grl\Dtes pu'a. 811 buen nombre.
'llSMlllALDA. 253 a no come ter una y, acerándose, . cas con calma al de pronunciar pal ras, le : --Sr. de LunevillQ. para hacer esa ase de ciones es preciso ser mu y poco ca1:>aller . . •.
Una ré,>lica viva ; va,ria.s frases du cruzadas entre ambos y l;l promesa de volver á t ( del asunto en ocasión mis propicia terminaron por .mom!=llto aquel incidente, .
El cotillón iba á empezar, l9s leros á las damas con quienes hl¡.bla¡t co ven.l,do ,, b,ailal:le, y las iban sentando en i;l clrculo ya fo lqq. iil<,qrqu,esta comenzó á tocar, y al compás de u 1 val' P. ejecutar varias figuras, que dirjg un,. li!id<l rubia, á la cual sig:ui ron las. de"'as , im ó menor gracia los capncb,os d é u 'fecunda en novedades que. causab ,f g111n .. ¡1 los concurrentes.
• Ternünó, por fü;1, el cotill ' n luegq i<( cena. Es mera!Ja ,se retiró á sus habitacio es é ' Ign:icio á. hi1 su . yas; éste, escribió algunas carta .e ncendí) luego un ci : garro, y se acostó enseguida. . ,
Mientras las espirales de ' mo dt! su veguero se perdlan en el espacio, mil recu os se agolpaban á su mente; Ja fiesta de .aquella no e le traía ! !a memoria otras y otras, en l . s que haca dos allos venfa figurando ccm9 Invitado ó como dueño e casa . • • • El recuerdo de tanris y tan sen clones le pro,qµjp 1tristeza; hizo un mohln de rndiferenci y pensó •• imporlJl; si Luneville me ¡nata o será para m tan rudo el golffe .como si tuvi,ese que r unciar ! lo único que hac e tolerable la vicia! . . . . ¡8uc ¡nbir!a de !
• t l ' ... .
2 5 2
Al día siguiente 1. taide daban
BmUoT.cA DE "EL Br&CAPJK."
cuenta de un lance de honor habido entre dos cabaJle. ros, que frecuentaban el gran · mundo. 'El encuéhtro habla !lido í11nesto para Ignacio, que ,se hllilaba en do de graVedad , suma, ' causa de una 'hetida de ·florete en el vientre. Su adversario Lune\llHe estaba • •
.El declaró desde el primer momento la ·graveclid He la herida ; no obst.inte, se le patio lle. lll impor :l\ntes . hab' an sido he · y por aquella herida que::al .ex · .: tiMbt casi la apárlencia de un se iba • la Vida sin que fuese 'po· ..-.'eúi,ndo.ammcia ·on ! E ·meralda la fatal nueva, no pod 'a darse cuenta de lo · que la 1 cargo al fin, y · saliendo con presteza lié d6 una bata y córri6 ;\ las habitac ºones , de su hposo. · cubierto de ábundante sudor frio. ,en su. cama rodeado por sus amigos y el m&lico. Hicieron estos lugar ;\ Esnteralda; la .cual á su maridt> le .to11111a ' rrlano y -'le ' tlitigió carillosas: luego al médico le dijo: · · . 7 Y bien, doctor, esto no será n\ida. ¿ No es cierto r · ,Ignacio, haciendo un ésfuerzo , nclamó con voz destaQeclda.
" .:_Í 1.'l'.e siento morir ..• .- 1
Vió que el rostro de su marido se des . compÓbla,1 que la intranqullldad aumentaba, que !os ojos del P.nfermo se tomaban vidriosos . . . • rrtiró al médico, ' de nuevo le interrogó con la mirada, y éste hizo un signo de cabeza que indicaba clarameh . te lo desesperado del caso. Esmeralda abrió sus gran des ojos Denos de Inquietud, sintió una que balbuceó algo con voz altt"r¡tda,f póiliénd<>Se como la cera se echó sobt'e el
255
cuerpa d!l1 ·moribun , bésfodolo y elltrechíndolo conVlllsiwmente .. • , • ¡'•• '
Los ultimos esteUos del •SGl pet>Íenfe reaban el cielo •g en uno •de esd!l ' di:Íll tes de Parfs. · 11!;9 eralda •velaba junto yacia eh:adá'ter e •Ignacioi• robierto c()MJll li6Ílttllblan c;i. 1 Sdb!e Wla ,. esa situada• 'á fa' l!hbecR!ra 41!1ill!cho, ardian dos velas ue <alumbraban 1:1. imagen d\Y Clt\scifi. cado . El ·rostro · l•éadaver,.iluminadó por. .. Joi&ide los blandores, • ofre a un sello 11 d e« apeqaba. Una ano piadosa •le hab 'a •coloi:a4i-.obre el pecho ún cru fijo, lias ·cc,rt'nas .y .'fÚlillos ·hli'lllawlsido levai1tad1>9 para parar la :capi!!a llriliente¡lltl8 dllltalcs desoCibPertás itlan Ver-lontananza& latgran l!ilidad, que •oomettta <=tibirse de sombrá . • í •Esn\ , . )' véia tall 1áilueperderse .en la•ind eci;a . ¡)en\Jr1bra del trepi!sculo.. . Jnoche avan zúa ; ' pero á medida que · la5 torres, 1 ,cúpulas, las agujas se confundian en un l)CeéarÍd ' de- las )l ibau apareciendo acá y ali í · IU< e> qúe &t: •multlp ban nipidamente . Eran las nod!es d e siempre¡ aqu noches parisienses que tanto recuerd o d pertaban en su •alma adolorida . . Vinieron ! su mente 1 velada!l -que •tendrian lugar :mis ma nocl#e• )1 •consideró muy clesgraciada al casi sola, en aq el gabinete silencioso, devorando su •pena honda, muy onda. El Par:s bullidor que ella conocia continuaba virtiéndose sin preoeudarse de ella ni de su dolor ; biese querido que todo aquel París se apresurara venir ! mitigar su afliccién, del mismo modo que dia á sus saraos. ¿ Por qué no la acom · • pallaban en su duelo?
Entre nto las . luces•segurar. 'ft\u1t1¡1lidndere¡y sus
7 o
l. 1 _,
256 ' BIBLIOTECA Dll "IL BWCAPill.
reflejos airaian, como un únan, las miradas de lj:&meralda. Asl pasó mucho rato, ellllimismada ; luelo volví'> 4 estar como antes . . . . recordó sus suel\os de virgen y por inYOluntaria abstracción la realidad, le pareció haber estado sallando al encadenar los sucesos de Ilos óltimos allos. Se acordü de sus padres, de su madre principalmente y entonces rezó •••• para hacerlo se lijó el Cristo acostado sobre el pecho de Ignacio ; clavapdo en él con fijeza la mirada. • • . ' De pronto l;llVo miedo .•• , El Cristo marfil le pareció qqe se ... fllOvia; en aquella el · flamear de los cirios. coo su luz amarillenta y daba cierta vague-ckd de contorno ;i todos los objectos ; las luces . ' ·multipl$:aban unas veces, •>tras se .reuni m : 11n un "•:Jr> !iOlo h4z• . Ct:rró lps ojos, pero al abrirlos de ,creyq también que el Cristo se movla . , Sus OJOS no le .no, el Cristo se estiraba, sus formas . ctee'aii llll&ta .confundirse con las .de Ignacio. de tal mod(i que la. de su era la del Crucificado. igual, el.color, iguales ugnosde sufrinuentos, la herida del costado dei;#lando ,sangre, con_la misma herida de su esposo . por se le hab'.a aquella vida, robusta horas aotes .. : Balbució sus oraciones. temblorosa, $11 saber lo que haca. El cuerto le daba vueltas, y el Cristo e-taba alli granc\e, resignado doliente aún. Hubo un momento en que creyó la imagen habría los ojos y \a 1t1irab;\ luego, se cerraban otra vez los pirpados, y ui¡a l'grima corria p<ilr el rostro amariile¡ito de aquel Cristo grande que la anonadaba. No pudo y cayo desmayada.
Han transcurrido quince dlas del fatal suceso; la viuda de Ignacio escuchaba in<¡uieta, ' su ll<'ylrio, qne
ESMERALDA.
to le del estado de sus ; n económica era desastrosa ; los acreedores e se les pagase sin demora, y amenaza n embargo . smeralda le que el mundo le vení_a encima; no ten a idea de que tal cosa le pudiera ocurrir y se re lv fa contra lo que ella e!'tendia persecución Esos caballeros, pensaba, son harto exigentes.
· Por q é no aguardar los recursos que esperaba? Su e habia asegurado qne de un momento á otro debía cibir fondos de Améri a y que, aunque é l hab a muert alll estaba ella ,para atender á to:los sus compromi s. E notari<> en actitud fr ia, inalterable, procuraba co1we de 0 que no haba que contar la compla . cea¡,cia e los acreedore ., que se implacables.
" 1 om usted mi consejo ; para evitar y el. espectlc lo doloroso de .un embargo, lo mejor es realizar en con icionéS favorable; ; y as(, ac ·so baste el producto. e lo que usted posee, para salvar los com: promi s que hoy pesan sobre usted · Mientras que s1 se dá gar al embargo, aparte del escfodalo, no ·alcanzaría ra pader salvarle una cantidad que en estos mcime tos le nece saria .., . meralda no se dejaba convencer ; no quena que ·en de deshacerse de sus muebles, de todo aquehabía compartido c?ti _ella sus d as de _ventura. ria por su parte no ms1stia, y la aconsejaba que hici un viaje á su pa ' s para sus asu.atos ; tal medi fno podia ser Jr.\s conveniente por muchas ra . zones éntre otras, anadla, el oc;uparse usted ?e vulga ídades necesarias para la vida, será el mejor lemti vo á su pena. . · espidiése al fin y Esmeralda quedó sumida n profunda med1tac1ón. orno le venía sucediendo despu és de la muerte de lgna 0 , cada vez que algo grave le ocurría, se. desorde-. naba1:de tal modo ideas que perd •a la ; no ció n de
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lllllLIOTICA DL "EL BOSC&PIE,"
la realidad, y cuanto desagradable le pasaba le parecía pesadilla de la cual iba á despertar tan feliz como antes. . . . El recuerdo de su dicha pas•da le irrit l ; parpadeó con m fa viveza que de costumbre, y se restregó los ojos con sus manE.'CÍtas finas y delicadas, c..>mo si quisiera quitarse de la vista algo que le es · torbase.
Eo;tremeclase al considerar el espect 'culo de su miseria ; y esforz ndose en penetrar con su esp ritu en el porvenir, se vi6 VP.Stida con telas burdas. habitando una cesucha cualquiera, sin vi<ita • , sin adoradores, sin bailes, sin teatros, sin nada de todos aquellos tesoros de que habla d'sfrutado entonces, y empe ':o • apoderarse de ella el desaliento ; pero no se dejó vencer. LiJs seductores lazos del placer la ligaban \ sus falaces inclinaciones de una vida espléndida. Vivir la vida doméstica y sosegada del que carece de medins dt: fortuna . .. _ ¡uf. qué existencia ta 1 fatidiosa ! Ella . habla nacido para el tumulto, no . para la quietud .. .. Tuvo un movimiento de impadencia y PStrujó entre manos el pañuelo . . . . Se acordo dé Ignacio, le inculp6 dr: la pérdida de sn fortuna , y la imagen conde R ... ocnpó por completo aquella exaltada fan tas!a. . ·
Una sonrisa de esperanza se dibu ió en sus labio • ; ya n o s '! con<ideró tan S J mirada ;ec o· bró aquel brillo que tanto le d1stmgu a, y sus OJOS se , clavaron en el espacio al cual parecla nte rrogar . Aquella noche durmió intranquila; el primer pensa · m iento que se le ocurrió al dejar la cama fué la · zad( ra actitud de sus acreedores. '"¿Querrlan hum1Ilarla ? Pues no lo lograrfan; cien veces no. Ella serl.a quien les hab ·a de humillar á todos con un mar de dinero, donde pudieran ahogar sus estúpidas exigen· cías."
El Parls que babia conocido los buenos días de Esmeralda, se ocupó durante algún tiempo del suceso; las sel\oras se escandalizaron. Hiciéronse comentarios picantes, y nadie volvió á acordarse de la viuda de lg. nacio, ni de su viaje 1 Peter;burgo en compa \la del conde R ... .
i:Ila entre tanto llevaba una vida m \s propia para aturdirse que para gozar; viaj •s, caprichos prodigalidades sin cuento, porque el recuerdo del rasado la per- , seguía sin ces ir. y era el acicate de su amor propio contrariado. Concluyó por fastidiarle todo. ¿ Por qué habia seguido á aquel hombre 5 quien no amaba? Ella misma no lo sabia . . • • ¡Ah, si, es verdad, mi linda casita de Paris mis muebles. __ . ya él la ha i J salvado dt: las garras d el rid culo y de la mis eria, y ella se había entregado . prometiéndose ·I fuerza de habilidad llegar , s e r la cond esa de R . . . . ¿Qué tenia de particular ? ¿ Seria ella la primera acaso ? ¿ Cuántas por peores caminos habían llegado ' más alt 1 grandeza ? ¡ Y qul! envidia ib'a " ca usar á alguna s luego ! i Cf. mo se babia d e reir de las mismas que hoy S!! complacían en morder su no mbre !
P e ro e l cond e llP.g 1 fl aburrirla tamb ié n ; estaba insop o rtabl e ; se hab ' a vuelto celoso como uu turco, y esto la envenenaba la sangre ¡ Qué diablos de celos eran aquellos tan insustanciales! Verdad qu _; ella no le querla ; p e ro tampoco .quería otros . . ..
La obra comenzada siguió fácilmente ; iba perdiendo el horror al abismo á medida que se acercaba á él. El torbellino de placeres en que se anegaba ahogó en el último vestigio de sentimientos puros. ese funesta celebridad que crece con el es· c .'mdalo ; hizo sensaci".Sn por algún tiempo y luego se confundió en el mot'n que rueda por la sima de los vicios
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"BL BU:iCAPIL
Una tarde del mes de Junio, el doctor Duena visitaba :\ Ja madre de Miguel, enferma, 11 la sazón. Aque\ dja estaba muy mejorada la enferma y el mi dico aprqvtj\1ran<k> las buenas d sposiciones de flnimo de Miguel, se entretuvo chfrlando un rato sobre cosas indife · rentes. El doct0r $ba de vena, y de u a en otra cosa la conver.Ía¡::ión req.yó en la noticia de la dram' ticamuerte;,itrº·-de la cual trajeron los periódicog no . ticias d .
DUeiia notó que en Miguel no se habia extinguido por el fuego en aquel amor, y creyó conveinformarle de la vida que Esmeralda llevaba en París, '1ei,pues de su viudez. El la conocia paso á paso, pues habla tenido coticias abundantes por un amigo, aatiguo condisc 1pulo suyo, y podía, por lo tanto, hablar sin exajeraci n . . . Al terminar el relato de los suces Ls, ciertos, si bien algo atenuados por el narrador, que veía los sufrimientos que estaba causando ' á Miguel, anadió :
-.¡Se acuerda usted d2 mis palabras, cuando se enfermó usted por causa del casamiento de Esmeralda. -En efecto, respondió Miguel, me acuerdo de aquel que le proporcionó 11 usted el nombre de ella.... Una piedra préciosa pero con nube . -Eso es . . . . Aquella nube, ya lo. ve s, ba traído cola; no me negareis que te ita yo mucha raz n al decir que para adquirir una piedra preciosa es preciso estar muy fuerte en .. Miguel sonn 1 tnstemente y d!JO al doctor: Tiene usted razón . · pero, créalo, Doctor, f¡ pesar de aquel:a nube ¡la quera tanto .. . . 1
F. DEL VALLB ATJLI&
J
ILUSION . OPTICA.
(LA ESCENA' EN UN PATIO DE LAVAN ERAS)
l.
(Cuento que, aunque es ·cuento, es fiel) . Por coincidencia casual, un pedazo de percal flotaba sobre un cordel.
Lo levantó de un rincón cuando pasó por su lado, un remolino formado con soplos de un ventarrón.
Él no se mostró rehacio y sintiéndose empujar, fué dejflndose elevar sin rumbo por el espacio.
Era un ripio, una basura, pero ¿qué culpa tenla
260 BmUOTECA DE
J .., c&Aill::Z:Z ....
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262 BIJIUOTZCA DE "&L 8UllCAPJ& de que la suerte aque" dla lo enLumbrase por.Ja altura?
En el patio, hubo d(hallar, de muro fl muro tendida, C\lerda que corttl su huida ; chocó con ella, al chocar,
enredóse un pliegue de él en el ,cordel, quedó preso y se detuvo, por eso, st•bre el hilo del cordel.
f ra de tarde. Pasaban magnificas por el cielo. rojas nubes que en el suelo sombras de ambar reflejaban .
Me acuerdo de una, de aquella gallarda, majestuosa, por sus matices. hermosa, y por sus refl ejos, bella, que, reina del aire, ufana, Yi sobre el patio pasar. ¡ Aun me figuro mirar aquel in .eadio de gr<1na !
Tan puro era su arrebol, que parecía pintada con una brocha empapada en una o la de sol.
Destacábase en el tul aquél pálio carmesl, como labor de rubi sobre un gran telar azul,
ILUSIÓN 6rncA.
(labor se ensancha y lu go vuelve 6 la forma perdida, rodando, lenta, tendida como una alfombra de fuego).
Resplandeciente cendal, maravilloso portento, isla impalpable en el viento régia sábana nupcial, que baja al lecho de amor del hori onte de raso, a la boda, en el ocaso, de la sombra y el fulgor.
As ! era la nnbe aquella , gallarda, majestuosa, por sus matices, hermosa, de su gran freñté' en E; , una claridad dorada que por el aire ca!á. ,. cuando, rodando, pasó, la nube sobre el trapillo, con el matiz de su brillo, color de oro lo dejó.
¡ Oh, con ta n bello color era digno de admirar ! ¡ Qué efecto tan singular! ¡Qué atractivo! ¡Qué primor¡!
¡ Qué espléndido desde lejos! Qué puro resplandeda ! 1 ¡ Hasta la seda pod .a sus reílejos !
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"-;: \ 264 lllJILIOl1ICA DB ''a. 11J1CA1U." l. 1 ' ., ' ,- I eo"su piensa al verlo tan ftaminte. que piJel!a ba,ber' que vepda \Ida tela igUal.'\ . n. . Piltrafa, oprobio ,' baldón neva dentrq del se&o inmunda marca de cieno y huellas de corrupción· cqn él • tn'ridtaf." nn cdfdcl ! ' . . IlL De la ·mul\dana corriente, , t.róta, á vetes, de repente, f" • d ..:-1> podrido :' bandido' forrado dr: hombre decente. Y cuandi> del lodazal salia sobre el pedestal, al ver que brilla y que sube ...• ¡ me acuerdo de aquella nube ., . ,. y del trozo de Percal 1 GORDILS) .· \ V