Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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RE;VISTA del INSTITUTO de CULTURA PUERTORRIQUEÑA ANTROPOLOGIA HISTORIA

.

UTERATURA ARTES PLÁSTICAS TEATRO MOSICA ARQUITECIVRA

JULIO-SETIEMBRE, 1973

San Juan de Puerto Rico

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T, A

DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA JUNTA DE mRECTORES Car.los Conde, Presidente Enrique Laguerre - Aurelio Tió . Elfas López Sobá Arturo Santana - Esteban Padilla Milton Rua

Director Ejecutivo: Ricardo E. Alegría Apartado 4184

SAN JUAN DE PUERTO RICO

Al'rO XVI

1973

Núm. 60

JULIo-SETIEMBRE

SUMARIO Ha muerto Clara Lair

.

1

Clara Lair en el recuerdo por Wilfredo Braschi .

2

Duelo por Clara Lair por Salvador Tió

4

Tributo a la poesía de Clara Lair por Diana Ramírez de Arellano .

5

El Puertorriqueño (Poesía) por Clara Lair .

10

Los sonetos de lo irreparable (Poesía) por Clara Lair .

11

Nocturnos (Poesía) por Clara Lair .

13

Yo (Poesía) por Clara Lair .

16


Pardo adonis (Poesía) por Clara Lair .

17

Exposición de Carlos Raquel Rivera

19

El maquinismo en la poesía puertorriqueña por Héctor Andrés Negroni .

21

Artefactos taínos de jade en Puerto Rico por Raymond J. Smith

25

Elogio a Salvador Brau por Eugenio Fernández Méndez .

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Exposición de dibujos de Juan Ramón Velásquez .

32

Las carreras de San Juan y San Pedro por Manuel A. Alonso .

34

Jacques Bouton primer cronista francés del Caribe por Manuel Cárdenas Ruiz .

37

Gala Hernández y la lírica popular puertorriqueña por Matilde Albert Robatto .

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PUBLICACION DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORIQUEf;¡A Director: Ricardo E. Alegría Fotografías de Jorge Diana Aparece trimestralmente Suscripción anual Precio del ejemplar

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$2.50 $0.75

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DEPÓSITO LEGAL: B.

3343 - 1959

IMPRESO EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE MANUEL PAREJA BARCELONA - PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPAÑA


COLABORADORES


HÉCTOR ANDRÉS NEGRONI. Militar puertorriqueño, tiene el grado de Capitán de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Se ha destacado por su interés en la historia militar de la Isla. Se desempeña en la actualidad como profesor auxiliar de español en el Departamento de Lenguas Extranjeras de la Academia de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, situada en el estado de Colorado. Ha colaborado en la Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña.

RAYMOND J. SMITH es un destacado geólogo que ha participado en los estudios geológicos que la División de Exploraciones Mineras de la Compañía de Fomento ha venido realizando en el país. Trabaja eJl la Escuela de Minas de Colorado, Estados Unidos.

EUGENIO FERNÁNDEZ MÉNDEZ. Nació en Cayey, y realizó estudios superiores en las Universidades de Puerto Rico y Columbia. Fue presidente de la Junta de Directores del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Ha publicado: Filiación y sentido de una isla: Puerto Rico, Tras siglo (poemas),

Salvador Brau y su tiempo, La identidad y la cultura: críticas y valoraciones en torno a Puerto Rico, Conceptos fundamen· tales de antropología física, Historia de la cultura en Puerto Rico, Crónicas de Puerto Rico (2 vals.), Ensayos de antropología popular, Las encomiendas y la esclavitud de los indios de Puerto Rico, Antología de la poesía puertorriqueña. Es profesor en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico.


WILFREDO BRASCHI, nació en 1918 en Nueva York. Hizo sus estudios secundarios en la Escuela Superior Central de Santurce y obtuvo su Bachillerato en la Universidad de Puerto Rico. Realizó estudios hacia el Doctorado en Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid. Ha publicado los libros: Cuatro Caminos (1963), Metrópoli (1968) y Nuevas relaciones públicas (1969). Ha obtenido dos veces el premio de periodismo otorgado por el Instituto de Literatura Puertorriqueña (19411955) Y una vez el premio de literatura (1969) por su libro Metrópoli. Actualmente ocupa el cargo de Profesor en la Escuela Graduada de Administración Pública de la Universidad de Puerto Rico.

SALVADOR TI6 MONTES DE OCA. Uno de los más destacados periodistas puertorriqueños del presente, también se ha dedicado al ensayo y a la poesía. Su prosa está 'enmarcada dentro de la trayectoria satírica y humorística. En 1954, la Universidad de Puerto Rico publicó su libro A fuego lento (Cien columnas de humor y una cornisa), selección de los artículos de crítica social y literaria de carácter polémico publicados en la prensa del país. Ha sido miembro de la Junta de Directores del Instituto de Cultura Puertorriqueña y actualmente dirige Ja Editorial de la Universidad de Puerto Rico.

RAMíREz DE ARELLANO, DIANA. Poeta, ensayista y crítica literaria, nació en Nueva York en 1919 y se educó en Puerto R·ico. Doctora en filosofía y letras de la Universidad de Madrid (1952), ocupa una cátedra de lengua y literatura españolas en el City College de Nueva York. Ha publicado los siguientes poemarios: Yo soy Ariel (1947), Albatros sobre el alma (1955), Angeles de ceniza (1958). Premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña, del Club Cívico de Damas y del Ateneo Puertorriqueño, Un vuelo casi humano (1960) y Privilegio (1965). Es autora, además, de las siguientes obras en prosa: Los Ramírez de Arellano de Lope de Vega: contribución al estudio de las comedias genealógicas (1954) y Caminos de la creación poética en Pedro Salinas: versiones primeras y autógrafas de "La voz a ti debida".


MANUEL A. ALONSO nació en Caguas. Hizo sus estudios secundarios en el Seminario Conciliar de San Ildefonso, en San Juan, y se doctoró en Medicina en la Universidad de Barcelona. Fue, uno de los jóvenes puertorriqueños que en la Ciudad Condal editaron el libro titulado "Album Puertorriqueño", primera obra importante de nuestra literatura. Ejerció por muchos años su profesión primero en Galicia y luego en Madrid, a la vez que colaboraba en la prensa propagando la implantación de reformas liberales en Puerto Rico. A los cincuenta años regresó a su patria, donde continuó su actividad profesional, literaria y política. Militó en el partido Liberal Reformista y durante algún tiempo fue director del periódico "El Agente". En sus últimos años desempeñó la dirección del Asilo de Beneficencia. Como escritor cultivó lús estudios de costumbres, dedicándole gran atención a la vida del campesino puertorriqueño. Sus trabajos literarios se hallan recogidos en el libro titulado. "El Gíbaro" del que se han hecho varias ediciones.

MANUEL CÁRDENAS Rurz. Es profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico. Junto con Eugenio Fernández Méndez ha publicado diversos ·artículos de crítica de arte en revistas y periódicos del país.



Ha muerto Clara Lair En el año 1937 sorprendió al mundo puertorriqueño de las letras la aparición del poemario Arras de cristal, por Clara Lair, seudónimo de Mercedes Negrón Muñoz. A su autora, perteneciente a distinguidas familias del país, pero hasta entonces desconocida como escritora, no vaciló Luis Lloréns Torres en saludar como "alma gemela de Alfonsina Storni." Desde el principio de su carrera literaria, y sin claudicaciones, mantendría Clara Lair su particular vocación poética, produciendo, en decir de Antonio S. Pedreira, una "obra de angustia musical y profunda, expresada con valentía admirable." En 1950 salió a la luz su libro Trópico amargo, en el que recogía la colección anterior, sumándole dos nuevos grupos de poemas, el titulado Mds allá del poniente y el que da su nombre al volumen, publicado, al igual que el anterior, por la Biblioteca de Autores Puertorriqueños. Ambos libros fueron premiados por el Instituto de Literatura Puertorriqueña. En 1961, y como parte de su serie Cuadernos de Poesía, el Instituto de Cultura dio a la estampa una selección de sus poemas, ilustrados. por Alfonso Arana. El fallecimiento de Clara Lair, ocurrido en San Juan el 26 de agosto, constituye una pérdida irreparable para nuestras letras. La Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña dedica esta edición a la memoria de la ilustre poetisa, cuyos trabajos, en prosa y en verso, honraron tantas veces nuestras páginas. 1


Clara Lair en el recuerdo Por

L

A RECUERDO UN POCO ENTRE LA BRUMA DE LOS AÑOS.

Así la vi por vez primera: alta, muy espigada, con un misterio de mujer ausente. Hondas las ojeras tirando a morado, los ojos como dos levísimas llamas. El rostro, ya, como una máscara de tristeza. De esto hace mucho tiempo. Le restaba, aún, el ramalazo de la hennosura física. Al morir, a los ochenta años cumplidos, de aquelli mujer sólo fluía el timbre lejano de una voz. La Clara Lair de entonces, por extraño que pa· rezca, trabajaba de bibliotecaria. Se movía entre volúmenes y volúmenes de todos los tamaños y colores. Su misión era entregárselos a la rumorosa estudiantina cuando los pidieran. Impresionaba esa Clara Lair, o mejor dicho, Mercedes Negrón Muñoz. Impresionaba porque parecía estar de regreso de un mundo lejano, inacce· sible y difícil de entender. Lo cierto es que retornaba por así decirlo, a "la estación propia". Se instalaba junto al mar y la montaña, bajo el cielo azul. Traía de .junto al sucio Hudson, de los rascacielos, del ·"Village" -y de un "cuento" mitológice- toda una historia. El Nueva York inhóspito le tocó con su ala de cuervo. Con las remembranzas amargas de ese "Nueva York de un piso" y de muchos pisos, estuvo hasta que se le apagó la me· maria. Acaso los poetas nuevos no hayan entrado a la casa de sus versos. Puede que algunos estudiosos de vanguardia sepan catalogarlas por lo menos. En cuanto al ser humano de excelencia que le ardía en la sangre, no faltó un puñado de jóvenes que la animara, acercándosele y oyéndola, lo mismo que a una rara abuela de grave señorío. Vivió muriendo los últimos años. Allá en un rincón del Viejo San Juan, en una de esas casas sin ascensor, cuyas ventanas miran a la bahía y a la

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WILFREDO

BRASCHI

Boca del Morro, fue a esconderse con las alas rotas. Pero le quedaban los ideales y el sueño para volar. Cuando se menciona a Clara Lair -porque en ambas se dan los signos de una irrefrenable "poesía vital"- suele nombrarse también a Julia de Burgos. Coincidían en el frenesí de la libertad y en el anhelo de vivir y de apurar la vida como un vino transparente y añejo. La estampa de Clara Lair, la que se nos da en la pequeña posteridad fotográfica, ofrece el óvalo de una cara casi etérea, de fino perfil. Rizo el pelo negro, los bucles abundantes, pequeña la boca, el cuello largo. La Mercedes Negrón Muñoz de ochenta años fue desgastándose sin remedio. La Clara Lair intemporal -la forjadora de "arras"- permanece de pie, diáfana, como si ella misma se hubiese hecho de cristal. Algunos poetas de las "promociones" de vanguardia la verán como un cromo romántico del diecinueve. Ante Clara Lair no cabe dejarse llevar por las apariencias. Si alentaba en su porte -y a ratos en su propia poesía- un ímpetu de anacronismo, en ella vibrará, sin pausa, el nervio de una obra que nunca veremos envejecer. Mujer de vanguardia, vorágine aquietada ya tras las últimas ráfagas, aguda en los juicios, frenética en las pasiones, grande de alma en los vicios y en las virtudes. Clara Lair merece que la miremos mejor. Rota la efigie de hueso y piel, la que se llamaba Mercedes Negrón Muñoz, está en orden no dejarla tan sola como se sintió durante los últimos años. La mujer del increíble palomar, de la altísima "buhardilla" sobre un San Juan remozado, merece que cuidemos su herencia. Es un legado de "joyas" que no se ponen ni en los dedos, ni en el cuello, ni en los brazos. Unas "joyas" relucientes que adornan el alma y para ella son: para el alma de una estética,


de una vivencia, de un ser universal en el ritmo de la palabra que cruza el tiempo. Hasta el rincón elevado de un quinto piso -áspero nido de águila, mirador y torre de marfil- iban a verla muchos "vates". Irrumpían en grupo, o uno a uno, a escucharla. Ya el pelo en fuga, con unas hebras rebeldes como ella. La boca roja y en flor de antes, marchita, entrecortado el aliento, fatigosa. A ratos iracunda. Integra, redonda, cabal, vivaz, inquieta y creadora. Ouedan atrás una vida, una andanza -o mejor, una andadura- y unos versos, y una leyenda, y un "toque de queda". Desgranó su vida poco a poco. Rodeada de sombras en el bulto elusivo del hueso enhiesto y la piel macerada. Iba librándose de la sutil atadura que la unía a la vida y en cada adiós tembloroso e impersonal :-no obstante cálido, pese al frío de la mano- fue marcando el deslinde entre su yo de· finitivo, el de Clara Lair, y su yo inmediato: el de

una mujer llamada Mercedes Negrón Muñoz, con ochenta años cumplidos. Había entregado, hace menos de diez años, unos versos a Juan Martínez Capó, quien los publicó re· cientemente: Epitafio. A raíz de su deceso el periodista y poeta se nos transforma en notario. E inscribe, en blanco y negro, un epitafio que es, en bue· na medida, toda una vida en el cuenco de unos versos.

Ni las flores que amó ni el yeso que temiera, separan esta muerta del vuelo a que ascendiera el eco de su alma en la palabra escrita... ¿Para qué subrayar Epitafio? Ya apareció en las páginas de El Mundo. Luego irá a l~s antologías. Genio y figura. Mercedes Negrón Muñoz se va de puntillas, como quien nunca ha ocupado mucho sitio sobre la tierra. Se despide, quién sabe si con un sabor agridulce en la boca y en el alma. Clara Lair tardará en irse.

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Duelo por Clara Lair Por SALVADOR TIÓ

DESDE SU RINCÓN DE MUSARAÑAS CLARA LAIR APRENdió a hablar con las estrellas. Una go~a de Dios le tiembla en la pupila y un aura de estupor le orla la frente. El silencio se calla para oírle la palabra del amor y la angustia que es su clave poé· tica, su misteriosa cifra, su fórmula fatal -carne y espíritu. No por casualidad los dos primeros poemas de su "Trópico Amargo" se llaman "Amor" y "Angus. tia". y en el primer verso ya se anuncia, como en el primer acorde de una sonata, la torturada melodía de su canción. "¡Si dejaran que viera las cosas a mi modal Mientras la turba pasa fugaz a su destino... ¡que no se detenga nadie en mitad del camino a contemplar si me alzo sobre espumas o lodo."

o

¿Y quién es Clara Lair y por qué canta? Una mujer que no sólo ve las cosas a su modo, sino que a su modo las dice desde "el quilate alto y puro de su casta". Y que se alza -se alza- sobre la espuma y el lodo, para cantar por la misma razón que vuela el pájaro -porque no podría arrastrarse aunque quisiera. Se viene con destino ya prescrito y es el de Clara Lair dejar vibrando en el aire amargo de su Trópico, para siempre, su palabra estremecida. "Amor, tú me sembraste y tú me estremeciste. Por ti tengo el relámpago, la ola y el rocío. Sobre un fondo de verdes y rojos dramáticos; sobre un fondo de sombras que dibuja la luna y puntualiza el cucubano; se desvela el palmar, llora el almendro, cruza escuálido el río y el andrajo de gentes, y la flor se marchita y se ennoblece el ti

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lodo, y el amor se agiganta y se angustia y se muere. Tiene Clara Lair en su obra el arranque lírico y la visión profética. Dice lo que tiene que decir sin amarres de escuela o resabios miméticos. Tiene, porque sí, la gracia poé.tica, el supremo don. Las palabras le caen en su sitio como las estrellas cuando cae la noche. Hay poetas de cenáculo, de agrupación. Aprenden entre ellos, entre sí, un lenguaje poético que a veces es invento y a veces mero desenterrar de muertos. Escriben para que los entienda su mundo, su parnasillo. Cuando pasa la ráfaga, apenas quedan algunas hojas mustias. Pero hay poetas que cantan para siempre. Y porque escriben por encima de los ismos y de las épocas, el verso queda flotando perenne mientras discurren y se apagan una tras otras las generaciones. No hay nada más pedante que eso que se ha dado en llamar voz generacional. La poesía verdad no entiende la mentira de la moda. Quien lleva dentro una auténtica canción la dejará correr como agua de manantial. Y así la ha dejado correr Clara Lair. No es un torrente lírico. Es un riachuelo misterioso que se retuerce entre las piedras bajo el "verde sudario musical de coquíes" mientras "lloran los almendros sobre la tierra parda dos grandes hojas verdes", por Olla sangre de flamboyanes rendida por la luna". y mientras haya amor y angustia y trópico amar· go y lengua española y emoción criolla en estas tierras pardas de la América nuestra, el verso de Clara Lair se seguirá repitiendo, y se seguirá re· pitiendo... "Yo lo he tenido todo, de la gloria a la herida... " En este día Clara Lair se llevó sus heridas. Nos deja su gloria.


Tributo a la poesía de Clara Lair Por

y

1933, PEDRO SALINAS PUBLICABA La voz a ti debida en la soledad de su recuerdo, recuerdo elevado a poesía casi pura, atrofiados los sentidos como cinco ventanas cerradas, para mejor ascender la alta escalera del intelecto, difícil pero certera, que habría de colocarle en un puesto único entre los grandes poetas de nuestra época. Para el año 1936 Juan Ramón experimentaba un acontedmiento que en su vida fue decisivo: salida de España, y segundo viaje a América. El andaluz universal estaba en La estacián total y en su Canción... segunda plenitud, verso ya de virtuosísimo, ingrávido, tenue, desnudo; casi de perfecto, imposible; autén· ticamente sencillo, Juan Ramón ya era un profesional de la Belleza. Para ese año también se nos que· da, como arte de magia, magia negra, el perfil vital y humano de Federico, prendido como una brisa leve y triste por los olivos. En Puerto Rico, de entre el paisaje puro de la montaña barranquiteña, claro está, emigrado ya a este viejo San Juan, surge un sonido de cristal. Arra.\ de cristal, bodas de Clara Lair con la poesía insular, unidos alma y pueblo, con un símbolo leve, musical. armonioso, y... frágil, como la juventud tan pronta· mente ida, como el amor siempre tan irrevocablemente perdido. A la literatura preferirá la música, y la idea, como Daría. ¿Recuerdan?: su horror confesado por la literatura, mera, artificial palabrería de la elocuencia sin idea, sin proporción y sin medida?: A EN EL AÑO DE

Por eso ser sincero es ser potente; de desnuda que está brilla la estrella; el agua dice el alma de la fuente en la voz de cristal que fluye de ella. Tal fue mi intento, hacer del alma pura mía, una estrella, una fuente sonora, con el horror de la literatura y loco de crepúsculo y de aurora.

DIANA RAMíREZ DE ARELLANO

La voz de cristal de sus Arras nos dirá con recorte modernista lo que Más alld del Poniente se confirma: No creí en hacer versos, ni acato la tarea de buscar consonantes y métrica y compás... Cuanto escribí dictómelo inquietante la idea, y el ansia de armonía hizo en mí lo demás. (Credo) En 1950 ve la luz Trópico amargo. La alta crítica acompaña con su juicioso aplauso, la perenne soledad de Mercedes Negrón Muñoz. Su pueblo, en el desconocido hermano, se le acerca para hacerle inmensa compañía a su par de quimeras destrozadas: Inepta para dar ecos diversos al saber que me halague o que me riña, escribo a veces por aquella niña que lloró un día al escuchar mis versos. y por aquel desconocido hermano -lector de Pardo Adonis- que una tarde me halló en la vía, y me extendió la mano, balbuceó un poco... y se alejó cobarde. ¡Ay, la emoción de aquella voz quebrada por la crueldad de siglos, todavía la llevo a mi memoria encadenada ~omo el mejor tributo a mi poes(al (Credo)

He aquí, pues, lo que mejor podemos hacer en esta noche de homenaje como tributo grato a nuestra Clara: emoción, primera forma de conocimiento, único criterio para las palabras. No venimos aquí para con el saber halagarla o reñirla; lo primero, mereciéndolo no le agradaría; lo segundo, sería totalmente inmerecido. ("Acaso al deponer en estos momentos la toga doctoral con que tú nos conoces", yo diría a Clara, .. aparezcamos frente a ti casi desconocidos, y así con el "desconocido hermano", ofrecerte también nuestra emoción, no para quitarle a él el premio de tu verso testigo de tu ent,usiasmo, sino acaso para merecer que tú nos digas: "Acepto 5


ese tributo a mi poesía"; y aceptes también la alegre compañía de es..te nuevo aplauso".)

EL

MAR DE LOS SENTIDOS

Vamos a entrar en el mundo poético de Clara por el ancho mar de los sentidos. Para el marullo rumoroso de profundidades llevemos flamboyanes de san· gre, y hagamos esta entrega una noche de luna, luna llena. Albergaremos la regia borrachera bajo la pre· ciosa manta musical de coquíes, y allí adormecidos COtl su flauta de oro, panteísta, con su vino raro, nos sorprenderá esta otra Clara sarcástica y grandiosa, para cambiarnos el paraíso artificial del sueño y de ensueño, en pesadilla taumatúrgica, y vernos, de repente. pobres seres, cubiertos en este trópico amargo con un verde sudario de coquíes. Todo tiene su precio. Sigamos esa ruta mágica que nos abre el candelabro errante de sus cucubanos, y ¿qué impor. ta que su tenue luz desemboque en procesión funeral donde ellos sólo juegan el tétrico papel de vaga· bundos cirios, y nosotros, tal vez, los enterrados? ¡Qué mar, señores! ¡Qué mar de los sentidos! En esto fue en Puerto Rico la única y primeral Por la vista penetra con sus luces y sombras, sus colores, oros pálidos, lunas llenas, sangre hecha rubí, con el brillo de estrella. Por el tacto nos ata a su carne de nube y a sus sedas. Por el oído, oímos sus violines, su arpa, sus sonidos, sus sílabas. Por el olfato somos dueños de crisantemos y de rosas, dueños de su perfume en alelíes. Por el sabor gustamos de su licor tan sumamente suyo. ¿Qué importa que en este Rubaiyat el dedo de repente escriba hiel, veneno, sílaba de lamento, miasma, éter, mármol, tumba? Lección moral que cabe tanto en la poesía como en la vida. y además entronca dentro de nuestra tradición his· pánica con aquella Tragicomedia de Calixto y Melibea, con la Epístola Moral a Fabio, y ya en pleno Siglo de Oro, con el Quevedo de: ¡polvo será, mas polvo enamorado!

abatimiento, fortuna en miseria, claridad en sombra, verdad en mentira. ¿Que así es la vida? Sí, pero ¿quién aquí lo ha dicho mejor, 10 ha sentido más angustiosamente, y lo ha dejado, como ofrenda a la patria, eternizado? ¿Quién ha sido sino ella, ese "oculto coquí despavorido". ¿Quién sino es ella, con dos adjetivos como dos ejes contradictorios, enmarcan ese "coquí" que está oculto y, sin embargo, y al mismo tiempo, vemos moverse" despavorido", presa del temor, del pavor. 'Esta es Mercedes, y además es Clara: de ahí el acierto, porque en poesía lo que no sea auténtico perece. Atrás queda la voz de las demás. Atrás quedan, por ejemplo, los ecos de Delmira, la desmesurada ansia de un amor sobrehumano que busca un cora· zón imposible de estatua para estrellar su voluntad contra un latido perfecto que no se puede hallar. y en Clara sería un ansia de "amante extrasexual y supercósmico". Esa estirpe uruguaya "sublimemen· te loca", en Clara bajará para alzar al gusano, no para perpetuar esta locura, nutriendo la simiente: Que tapiada mí boca, enclavada mi mano, le llevaré en prestigio al hambre del gusano la cola de mi estirpe tendida por la caja... (Orgullo) y atrás quedó Gabriela con su mole de pena, alzada como cruz que ta redime; atrás aquellos celos, y miedos y egoísmos, revelados en los Sonetos de la muerte que para siempre grabaron su nombre en los frisos inmortales de la historia literaria. En Clara, ya sin resignación religiosa, pero sí con auténtica y honda meditación:

¡Porque no amara a otra, que ni a mí misma amara! ¡Que la tierra por siempre sus brazos desquiciara! ¡Ay, si no despertara! (Lullaby Mayor) ¿Por qué ese deseo de que el sueño de la vida con la muerte se expanda? ¡Ah, dijo Gabriela! Porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna bajará a disputarme tu puñado de huesos. (Gabriela Mistral - Soneto 1) y los dedos de Juana sembrados en la tierra "ara-

CONTRASTE

El enorme contraste entre la alegría y la tristeza, ejemplifica una constante en el estilo de esta lírica. Contraste en las ideas, y por ello, en la lengua; contraste de una especial manera de ser que informa un pensamiento bifurcado dolorosamente hacia dos rutas completamente irreconciliables. Dos ejes que someten a un constante ir y venir emo~ional, intelectual, lingüístico al lector y al poeta. Difícil vida, lograda estética... Vida que desemboca en muerte, amor en olvido, pasión en deslealtad, compañía en soledad, juventud en vejez, primavera en invierno, espuma en lodo, llamarada en ceniza, exaltación en 6

ñando las sombras estrujadas y prietas", dan paso a 10s-dedos·estreIlas de nuestra Clara, que en la noche: ...arañaran el lodo por raspar fuegos fatuos de tus huesos (Nocturnos [del amor y la muerte]) y el alma·cuerpo recobrada en tallo que se asoma a la tierra a contemplar "la lámpara salvaje de los ocasos nuevos", porque Juana se resiste a desaparecer como testigo clave de la luz, será en Clara del Trópico, sangre de flamboyanes !lajo un rayo de luna. Su alma, asida siempre al cuerpo, se incendia con afanes


y se prende a los rojos potentes flamboyanes (Angustia) Ha de exclamar: ¡Oh, trópicol ¡Deja siempre bajo la luna al flamboyán! Nocturno (Trópico) Porque a la luz no es precisamente a lo que aspira eternamente Clara. Para su pena, sombras: ¡Mis ojos quieren sombral ¡Mis ojos quieren tristé resplandor! Mi pena quiere alfombra y cortinaje negro... (Pardo Adonis) Su pena arranca de la pérdida de la juventud; y se apega al amor como último símbolo, causa y efecto, de esa primavera arrebatada: Por eso se encuentra en su poesía la imagen de una Clara sembrada, toda ella envuelta en tierra: Tierra rebelde de donde el otoño casi no puede echar ]a primavera. Luego no será sólo el otoño, será el invierno, será la muerte la que casi no pueda desterrar la vida. Pero las leyes de ésta, inexorablemente, se irán imponiendo poco a poco. Surgirá entonces en el último poema de Trópico amargo, aquel segundo "soneto de lo irreparable", dedicado a su cuerpo. La vegetal contextura del árbol se envidia; parece absurdo, injusto, increíble que un árbol, un mero árbol. pueda durar más que el cuerpo del poeta: ¡Ah, si fuera posible e] milagro perenne del árbol que se seca y retoña en verdor, en esa arcilla tuya, y tomaras indemne a ser como en la hora del aroma y la ,flor...1 Nótese que la aspiración no es sólo volver a vivir; la aspiración es a vivir la juventud, "la hora del aroma y la flor". La angustia prende en el ánimo cuando se palpa la contradicción de que estamos hechos. Mientras la cax:ne, dice, tiene sino de rosas, vida frágil de ilusión y perfume, y luego, la muda quietud de cosas destruidas, el alma tiene sino de hiedra, ...cuando el otoño ·hiere sigue como fantasma impregnada en ]a piedra. (Dobles) Cuesta mucho someter el alma con sus eternas inquietudes a las terribles vicisitudes de la carne. El alma de Clara no conoce más que la primavera. El cuerpo se va por el camino sin nosotros, corno un esclavo que obedece a otro dueño. Y nos quedarnos, nosotros·alma llamando inconsolablemente al cuerpo que no responderá a la llamada. Su obra, como una sonata valleinclanesca, agrupa las cuatro estaciones: primavera, estío, otoño e

invierno. Acudimos a cuatro paisajes del alma; a un concierto en cuatro tiempos trenzados. La primavera, con su alegría, su ilusión, su promesa, su estreno de amor, de risa, de belleza, de mimos. Casi, casi corno jugando a todo, en un mundo que no podía durar de tan perfecto. Luego, el estío, con su madurez, y plenitud, y sobria satisfacción. La hora responsa· ble de todo hombre en que se sabe que se ha perdido mucho y se aprovecha lo que aún no se ha perdido. La uva no está exhausta todavía, guarda aún mara· villa. (Véase su poema Yo). Dirá: ¡qué de extraño que al ritmo de los prados ondule en suave paz mi corazón! El último esplendor, el magnífico ocaso que semeja el amanecer, irrumpe con los últimos sueños posi. bies a pesar de la pesada carga de recuerdos, de desilusiones, de lecciones, de sospechas, de dudas. Este es también un doloroso callejón sin salida. Hacia atrás no puede volverse el poeta, la pérdida es irremediable, y además, tal vez, duela mucho revivir el pasado; hacia mañana, mejor es no volver la faz. "Mañana será otro día" ha pasado a ser un pensa· miento insoportable. Ayer todo problema, toda desilusión, toda ansiedad podía remediarse co'l el con· suelo de un mañana mejor. En otoño es mejor no pensar en el invierno; ya llegará. Del amor ya no se espera mucho: (Véase Arras). y esta cita: Es mi puro presente el que te dono Tú frívolo. yo frívola... Soy tu igual camarada. ¡No has de quitarme todo para dejarme nada! Pero el cálculo, este ir sobre seguro, apaga la alegría de las últimas ilusiones. Ser camarada es no ser amada; y en el amor siempre se recibe mucho menos de lo que se da. El tedio hace su obligada visita al instinto. Y en el amor físico hay ya un no sé qué de menoscabo. Va poco a poco triunfando la nostalgia, la pesadumbre, el arrepentimiento. Se desboca en ese "feo invierno" tan temido. No queda absoluta· mente nada, ni siquiera el presente que es todo lo que tenía el esplendor del otoño. Silencio y soledad, todo ha escapado y no se sabe adónde. Un enorme vacío apaga el horizonte. Queda sólo la aceptación del sueño. Es también el ciclo completo que recorre el amor, desde 'el encuentro hasta el olvido, con sus altos y bajos descendentes hacia el final. y cuando I1egue el sueño

¡duerme con el olvido de la bestia rendida... ! Se pasa revista al ayer, y como resumen de la vida, dice Clara, con sinceridad absoluta: ¿Y yo? .. Yo lo he tenido todo, de la gloria a la herida. Yo estoy plena y vacía de nada, como la vida. (Perdón) 7


Hay sospecha que si se tuviera otra oportunidad de vivir, se viviría la vida de otra manera:

y es que esa inquietud nerviosa que en la argentina la hace confesar:

¡Volver a revivir, fuerte. dura y fornida. y caminar atlética y autómata la vidal ¡Ay, sólo quisiera vivir las mismas cosas de distinta maneral

Se me toman los nervios hilos electrizados

y concluye ese poema, Letanía egoísta, con ese brus· ca cambio en que era maestra Alfonsina Stomi: ¡Mirar el mundo todo como brusca humorada, y a cambio de su nada darle Jtambién mi nada!

la comparte Clara y 10 confiesa también: Pero tú, Clara Lair, fibras en vilo: A ti te punza todo leve filo y te fustiga l1odo ruido recio... (Trazos del vivir sombrío.)

Hay otro punto de común sensibilidad, comparten también la admiración ante la fuerza del h~mbre; casi un culto, aun en la metáfora coinciden: el pecho es piedra, y el hombro prepotente. Sienten el contraste de su personal suavidad femenina contra el pétreo físico masculino. En Clara, la mujer es rosa y hiedra, hiedra que se enmaraña y se adhiere al pecho-hombre:

La agudeza, el ingenio, el rápido desenlace epigramático de ironía y desdén de Alfonsina, se recoge en Clara, descartando lo que para ella no podía servir por la gran distancia entre sus personalidades. Muy en particular, por ejemplo. podríamos apuntar la actitud ante el hombre. El poema de Clara titula· do Perdón en donde expresa: "Tú no me compren· días, ¿qué te asombra?" está siglos de luz en distan· cia psíquica de aquellos versos de Hombre peque-

y tronchada y marchita, cuando el otoño hiere sigue como fantasma impregnada en la piedra. (Dobles.)

ñito:

En Alfonsina: Digo pequeñito porque no me entiendes, ni me entenderás.

el pétreo torso desde mi asiento, inexpresiva espfo... (Stomi. Uno)

Pero hay, ¿qué duda cabe?, grandes y fuertes tan· gencias, que surgen de ciertas afinidades emotivas. En Clara, hasta vemos esa capacidad de autodemolición que tuvo la argentina; ciertas contradicciones también de temperamento, reflejadas en el estilo de la poesía de ambas; y las dos vierten en sus versos sus desilusiones, sus amores, sus tormentos, sus ano gustias, su lamento, y sobre todo esa inmensa soledad punzante. Aquellas almas cuadradas que reflejan y se reflejan a su vez en sus casas y en sus lágri. mas, todo cuadrado, la gente que pasa por Buenos Aires ante los ojos azules de Alfonsina:

Clara se fijará en la anatomía masculina: "Sus altos hombros recios"; y Alfonsina escogerá también para enfocar su atención sobre: "los anchos hombros, su brazada heroica". Alfonsina admirará al hombre con cierto resentimiento y hasta envidia. Clara le admi· rará gozosamente, su culto es pagano, no hay recelo ni vergüenza en su reacción. Se acepta plenamente ser mujer. En Alfonsina es una atracción, a pesar... ; una ruta dolorosa. La lección que extrajeron de la vida podrá parecerse en lo que tiene de tristeza y de pesar, pero las hazañas en donde se monta la arquitectura de sus vidas, trama que nutre y sostiene la poesía, no corren de ningún modo, paralelas.

Ideas en fila y ángulo en la espalda

tendrán -un eco tropical en la poesía de Clara. Su ánimo también como la Stomi, ansía soledad; escapar de la turba, de todo lo inferior y mediocre; de apagar su estridente presencia: - ¡Sueño de recibir tenue, apagado, el eco de las gentes y las cosasl Porque: Voz ni verso de amor tu angustia salda cuando el mundo soez cuenta a tu espalda Jas monedas de oro de su precio. (Trazos del vivir sombrlo.)

"La vida es una cueva" dijo una vez Alfonsina, y Clara en Insolencia: Las cuevas de la muerte y de la vida.

8

El escuálido no que es como mis hazañas cintajo de rumores encerrados en montañas Ha dicho Clara, y con ello pone e impone, como debe de ser,.silencio sobre su vida. ¡Que no hay derecho nunca a violar la humanidad del poetal Y no porque sea grande en la dádiva que entrega a su pueblo y al mundo, pueden los que reciben ser menos generosos. Habrá' siempre aquel pobre de alma que no sepa respetar esa montaña que puso siempre Merce· des Negrón Muñoz entre ella y su poesía porque hizo arte; y entre éstas y el mundo porque era un ser humanísimo. Y habrá leyenda y mito para llenar con algo sus silencios y acercarla a aquéllos que no pueden subir al alto cielo de la poesía donde ella ejerce plena soberanía y habrá falsedades para abrirle un infierno. Pero nosotros los responsables res· petaremos siempre su altivez y su orgullo, su yo-


Juntad y su diferencia. La dejaremos ver las cosas su modo; porque ésta fue nuestra fortuna inmensa.

por qué ha de estar mi mano orlada en la cadena de darle ritmo y gracia al grito de la pena.

mientras la turba pasa compacta a su destino...

Porque el destino colectivo de la patria reclamaba este destino tuyo excepcional, Clara. aquí en tu trópico amargo, nadie está más segura de permanencia que tú.

a

Hubiera sido fácil a ella ser igual a todos los demds, pero, su grande, inmensa y honda diferencia la obli· gó a ser poeta. Queremos contestarle en esta noche Ja inquietante pregunta:

los trazos de tu pluma serán puros y tersos cuando ya sean tus manos abono de palmeras...

9


El Puertorriqueño * Por

V

CLARA LAIR

IBRA GARBOSO Y .(GIL CUAL GAJO DB PALMERAS.

Tiene los ojos férvidos y obscuros como el mar. Habla con voz ardiente, extendida, cimbrera: como si hablara la copa, alta y roja, del flamboyán. Tiene brazos fantásticos, sus dos brazos se enredan a todas las patrañas de la luna que ruedan fluidas en la noche, y se caen al sopor del mediodía encendido por la cola del 501.

- ---

t---

¡Ah!, me dicen las gentes que no es bueno ni útil, tornadizo y voluble igual que la marea; exhuberancia frágil de enredadera fútil y la corta bravura del gallo de pelea. En el día de sol, la carne enardecida, en sus pies no da un paso positivo la vida. y en la noche de luna, borracho de quimera, por él, esfuerzo y obra se mueren en la espera.

-

Fruto de prematura madurez, dulciamargo lleva c;ual yo en las venas la videz y el lfftargo del sol enardecido y de la luna yerta. El mismo punto verde del mar y la montaña que detenga mi anhelo, destrozará su hazaña. No habrá una puerta abierta a su anhelo y los míos, todo será un caudal.de montañas y ríos. y será como yo, con la misma fortuna; como yo hijo del trópico: mitad sol, mitad luna.

• Poema inédi lo.

10


Los sonetos de lo irreparable Por

1

CLARA LAIR

A mi cuerpo.

Rica y potente savia te dio la exuberancia que te adornó de flores y aromas tempraneras... Honda raíz de instinto infiltró en tu fragancia el veneno de ansias y anhelos sin esperas ... y así me diste a medias y a medias me entregaste.

Que oculta y silenciosa, luz perdida en tu noche, no se rindió a hombre alguno ni siguió tu desgaste la esfinge que en tu fondo te miraba en reproche... Cuerpo insolente y frágil, surgiste del arcano, lejos e inaccesible para el Unico y Uno, que encontró tardíamente tus caídos despojos... Caprichoso y rebelde, inquieto e importuno, ni siquiera lograste florecer a sus ojos, ni siquiera supiste deshojarte en su mano... 11


II i Ah, si fuera posible el milagro perenne

del árbol que se seca y retoña en verdor, en esa arcilla tuya, y tornaras indemne a ser como en la hora del aroma y la flor... ! Hoy que sé lo que pides, lo que das, lo que niegas. Hoy que sé tu verdad y tu engaño y la impura fulgurante ilusión que te arrebata a ciegas y el derrumbe final de tu vana locura ...

Hoy que sé lo que eres; hoy que soy triste y sabia; que conozco lo pérfido de tu ardorosa labia y la herida incurable que da tu frenesí. .. i Cómo te dominara como a una torpe fiera,

como a un niño salvaje que toca cuanto hiera, al negarte el veneno que tú me diste a mí... !

12


-

------=--==::::----~~~

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Nocturnos Por CLARA 1.AIR

Del amor y la muerte. i Quién mirando a una estrella la noche de mi

muerte pensará: qué se ha hecho, dónde está, y qué mano luminosa y fantástica la ha recogido inerte y la impulsa reviva al vuelo sobrehumano... !

i Quién mirando a la luna recordará la pálida

faz, el mirar desolado... y el alma siempre llena de ansiedad de crisálida,

aleteando inconforme en el vivir c1austrado! 13


y cuál de los que amé, mirando al cementerio

evocará mi voz, mi mano, mis primicias; y tornando a su casa súbitamente serio, i esa noche la hembra no sabrá de caricias!

.

Quizás tú, torvo amante, despiadado y perverso que rocé como a rosas y cual puñal me heriste. por la gloria insoñada de quedar en mi verso serás en esa noche un poco bueno y triste...

y pasarán los años y se habrá muerto todo...

Tus ojos y mis ojos serán polvo en los yesos. De noche las estrellas arañarán el lodo, por raspar fuegos fatuos de tus huesos ...

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14


De mí quedarán versos ... De ti

q~edará ~n

hijo...

Quizás un hombre manso, de paz, rutina y calma; un hombre en quien tan sólo esté tu nombre fijo, j

con nada de tu cuerpo y nada de tu alma!

Pasarán los amantes bordeando el cementerio hacia el !'itio de mar, de luna y de palmeras donde tu ardor prendiera mi selva de misterio del fondo de mis pies al fin de tus ojeras... Estarás muerto... muerto... Ningún cuerpo lascivo buscará tus palabras, tus besos ni tus risas... y sólo por los versos que esta noche te escribo

alguna mujer triste amará tus cenizas...

15


Yo Por

CLARA LuR

i Cómo no sorprenderme y ofuscarme

la vulgar maravilla que soy; yo que extraigo de yerbas mi sangre, y de mi sangre extracto un Dios! i Río de yerbas líquidas buscando

el desagüe en el mar de que partió... qué de e~traño que al ritmo de los prados ondule en suave paz mi corazón! ,

Maravilla vulgar busco linaje para mi alquimia en una maravilla-Dios... mientras las yerbas traen a mi engranaje el zumo que destila en mí a mi yo. 16


Pardo Adonis Por

CLARA

LAIR

In Memoriam. De la uva exhausta de mis cinco sentidos exprimo en tu honor, pardo Adonis, esta gota de vino... i Vino de tedio tinto! i Hincha a solas el río seco de mi instinto! i Hincha y suelta mi río hacia el bosque perdido

de lo desconocido! El día, pardo Adonis, donde mi tedio estanco, es todo blanco... i Tedio de la blancura, del color sin color... ! i Por tu cuerpo y la noche, d~ mis ojos lo arranco!

i Mis ojos quieren sombra.! 17


i Mis ojos quieren triste resplandor!

Mi pena quiere alfombra y cortinaje negro...

Mi pena quiere frente a sí el allegro de máscara de tu reír sin fondo... i Tu risa, flor de hiel!

De mi guarda, la raza, fugitiva me escondo, y un éxtasis mi alma a tu cuerpo le roba... Extasis hondo de selva de caoba, de canela, de miel... De la uva exhausta de mis cinco sentidos exprimo en tu honor, pardo Adonis, esta gota de vino... i Mi orgullo ranc:io en él te doy!

Tú... que quisieras ser 10 que yo soy: ¿ no adviertes de mi estrella el menoscabo?

Tú... que fuiste mi esclavo: ¿no palpas la carcoma de mi raza? Tú... a quien yo quemé la piel y di mordaza: ¿no gozas en el rictus de mi alma quebrándose, el espasmo salvaje de tu alma vengándose?

18


Exposición de Carlos Raquel Rivera

E N EL INSTITUTO

DE CULTURA PUERTORRIOUEÑA SE

inauguró en la noche del 17 de noviembre una exposición retrospectiva de la obra del pintor Carlos Raquel Rivera. Carlos Raquel Rivera, natural de Yauco, estudió su arte en Puerto Rico y en Nueva York. Formó parte del Taller de Juan Rosado, del Centro de Arte Puertorriqueño y de la ~ivisión de Educación de la Comunidad. Considerado como uno de los máximos exponentes de nuestro arte nacional, es mucho lo que le deben nuestra pintura y nuestras artes gráficas. Entre otros premios, obtuvo el "Premio de las Naciones" en la Primera Bienal de Pintura y Grabado celebrada en México en 1958. "La obra toda de Rivera -expresó en 1966 Ricardo E. Alegría con conceptos que aún están vigentes- refleja una profunda preocupación ante los problemas politicos, sociales y económicos de Puerto Rico... En sus creaciones, Carlos Raquel Rivera simboliza las fuerzas enemigas de nuestro pueblo mediante figuras misteriosas y siniestras. A su visión de la realidad puertorriqueña incorpora, en la década del 60, una dimensión de profundidad y misterio, en la que figuras y paisajes son parte de un mundo fantasmagórico. En esta etapa surrea· lista de su arte hace Rivera alarde de su preciosismo, creando escenas y detalles que además de constituir verdaderas miniaturas manifiestan la fidelidad con que ejerce su oficio de pintor y grabador." Ilustran ~stas páginas algunas vistas de la exposición.

Cartel de la exposición

19


Una de las obras de Carlos Raquel donde se aprecia la minuciosidad y preciosismo del pintor

Aspecto general de la exposición

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....

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El maquinismo en la poesía puertorriqueña Por

ANTECEDENTES

E

ARTE CONTEMPORÁNEO HEMOS VISTO EL DESArrollo de un patrón artístico conocido como "Pop Art". Para el público en general esta modali· dad es nueva, mas sin embargo, lo que ahora conocemos bajo este nombre es sólo una refundición del lirismo maquinista que tuvo su mayor auge en la década de los veinte. Este maquinismo es también conocido por otros nombres tales como kineticismo, instantaneísmo, dinamismo, o simplemente saludo tecnológico. Este maquinismo no sólo tuvo como medio la poesía sino que también se infiltró en la pintura, la escultura y hasta en la música. El maquinismo es una rama del abarcador movimiento futurista. Los antecedentes inmediatos del futurismo son: Walt Whitman (1819-1892) quien canta a la máquina, a lo nuevo, y a la nueva tecnología; Nietzche (1849-1909) con sus nuevos conceptos de moralidad, y Emilio Verhaeren (1855-1916) con su innovador "lirismo de la fábrica". A pesar de que muchos de los autores del llamado período" fin du siecle" continuaron produciendo en el siglo xx, sus movimientos naturalistas y simbolistas estaban de capa caída. Luego del éxito modernista vino la vanguardia con sus nuevas escuelas y preceptivas. Entre la pléyade de escuelas vanguardistas se encuentran los futuristas quienes reaccionaron violentamente contra la tendencia neorromántica del modernismo y se rebelaron contra el viejo orden y todas sus convenciones. Con la influencia de Whitman encontraron inspiración y belleza en la riqueza y cantera de objetos que los rodeaban, principalmente todo lo que contenía movimiento, como por ejemplo, la maquinaria industrial. Sus manifiestos eran una expresión de energía. En las máquinas que hacían posible la vida moderna vieron los ideales y patrones de la nueva estética. A Puerto Rico nos llegó esta nueva corriente de N EL

H~CTOR AND~S

NEGRONI

cantar a lo común y en el primer manifiesto euforista aparecido en El Imparcial el primero de noviembre del 1922 se canta a los postes eléctricos, las grúas, las hélices, las tuercas, los elevadores, los electroscopios, y a las torres hertzianas.1 Otro ejemplo de esta "electropoesía" es de Evaristo Ribera Chevremont quien nos dice:

El lirismo de los anuncios eléctricos derrocha luces y colores. Son poemas que escribe el electricista. Los poetas futuros escribirdn con luces.2 Notamos que el hombre le canta a la máquina porque ésta representa una extensión de su poder. En el segundo manifiesto euforista los autores desean que "las grúas titánicas vayan a recoger estrellas al infinito".3 Otros veían al hombre como un esclavo de sus máquinas en vez de su amo. Esta es la tesis que impulsa el poema "El Nuevo Cristo" en el cual se ve al hombre sacrificado por sus máquinas:' La idea del lirismo maquinista no es hacer del hombre un robot sino darle libertad en un mundo de máquinas. Los euforistas y los noistas, especialmente estos últimos, deploraban la rigidez mecanizante de la automatización. Los noístas adoptaron un sentido deportivo hacia este problema. Los euforistas seguían muy de cerca la tesis del dramaturgo alemán Earnst Toller (1893-1939) quien en su obra Die Machinestürmer (Los Rompemáquinas) publicada en el 1922 sugiere una solución al problema industrial. Su solución no está en la destrucción de las 1. .Salutación a los poetas jóvenes•• El Imparcial, 1 de noviembre de 1922. 2. Evaristo Ribera Chevremont, .Letreros., El Imparcial. 2 de julio de 1925. 3. .Segundo Manifiesto Euforista.. El Imparcial, 16 de enero de 1923. 4. Evaristo Ribera Chevremont, cEI Nuevo Cristo•• El Imparcial. 28 de agosto de 1925.

21


máquinas sino en la reformación de la sociedad que las emplea. Los artistas maquinistas veían su arte como ex· presión no sólo de la máquina sino también de la na· turaleza. La naturaleza es dinámica y no estática y para comprobarlo basta examinar las leyes de grao vedad, las leyes de Newton, etc. El ruso Nawn Cabo declaró: "Mirad un rayo de luz solar, la más callada de las fuerzas silenciosas y sin embargo viaja a una velocidad de trescientos kilól1'letros en un segun· do."s El fundador del futurismo definía el espíritu de su movimiento como una modernolatría.6 Este espíritu moderno de Marinetti contenía entre sus facetas más importantes el laudo a la velocidad, a los gran· des centros industriales y al urbanismo. Esta últi. ma manifestación urbanista se puede observar en el poema de Lloréns Torres "Arenga del Tío Sam" (1917) en el cual nos dice: "Mis urbes son sueños de piedra y acero, San Luis, San Francisco, Chicago."7 El elemento de la velocidad está mejor resumido por Luis Hernández Aquino quien al hablar sobre el diepalismo nos dice: Existe en nuestra poesía de vanguardia una obse· sión por la velocidad, y si leemos los diferentes manifiestos de las numerosas escuelas vanguardistas puertorriqueñas se percibe esa obsesión. Esta obse· sión pasó de la teoría a la práctica y llegó a tal ex· tremo que se tuvieron que implantar medidas de vigilancia en nuestras carreteras.IO Más adelante, y mientras habla del euforismo nos dice: Hemos visto que esta poesía maquinista, cuya máxima expresión se halla en el futurismo italiano, fue otra moda incitadora de los poetas de Puerto Rico. Los instrumentos mecánicos adquieren para ellos valor poético. Se le canta al tren, al automóvil, al aeroplano, al martillo, al clavo y al tornillo. El tono de esta poesía es vehemente y espontáneo y al hacer esto la técnica y la tecnología adquieren carta de naturalización como material poético. "La herencia del modernismo es evidente, aunque el ges· to irónico está más cerca del automatismo mecani· cista que cundió para aquella época."1I Uno de los poemas más representativos del lirismo mecanicista es el "Canto al Tornillo" de Vicente Patés Matos en el cual el autor canta al tomillo como estandarte de la nueva era.

5. Time, 28 de c:nero de 1966, p. 26. 6. Joseph T. Shipley (Editor), Dictionary 01 World Literature, (Littlefield. New Jersey, 1962), p. !l19. 7. Luis L10réns Torres, Alturas de América, (Cultural, Río Piedras, 1954), p. 36. 10. El Mundo, 12 de mayo de 1926. 11. Francisco Matos Paoli. .Carta a Luis Hemández Aquino», El Mundo, 26 de junio de 1965.

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MOTIVOS En el capitulo anterior hemos discutido en términos generales los antecedentes de la llamada poe· sía maquinista en Puerto Rico. Hemos visto que una de las características fundamentales de esta poesía es el culto a la velocidad y, por lo tanto, no nos sorprende que los motivos más cantados y tratados de esta poesía sean el ferrocarril, el automóvil y el aeroplano. Estos tres medios locomotivos representan, en orden ascendente, las tres maneras más rápidas de transportación diseñadas por el hombre. En este capitulo discutiremos separadamente la concepción de cada uno de estos medios que aparece en la poe· sía maquinista puertorriqueña.

El Ferrocarril De acuerdo al historiador Paul G. Miller, el primer ferrocarril en Puerto Rico data del año 1880 cuando se trazó el plan general de los ferrocarriles de la Isla, y .. al finalizar el siglo existían solamente trayectos de San Juan a Camuy, de Aguadilla a Maya· güez, de Yauco a Ponce, y de San Juan a Carolina",12 Para esta época Walt Whitman ya había comen· zado a cantarle a los trenes. Su canto al ferrocarril se puede explicar muy claramente si consideramos el hecho de que para los Estados Unidos el ferrocarril representó el factor más importante del arribo de la civilización a la frontera. En su poema liTo a Locomotive in Winter" Whitman llama a la loco-' motora: "Type of the modern-emblem of motion and power-pulse of the continent... Ferce·throated beauty".13 Notamos inmediatamente el concepto de la locomotora como emblema de movimiento. Más o menos en estos mismos términos fue vista la locomotora por poetas subsiguientes. Otra cosa que notamos es el concepto que tenía Whitman sobre la locomotora, emblema de poder". En uno de sus numerosos manifiestos futuristas Marinetti cantaba a las "locomotoras de techo fé· rreo resoplando sobre los rieles como enonnes caballos de fuerza con riendas de largos humos". En Puerto Rico el primer canto poético a una locomotora es el de nuestro criollisimo bardo de Collares quien en su poema "Apuntes de un Viaje" nos dice: 11

De San Juan a Aguadilla me lleva el tren cuya rodante quilla . lame en las férreas paralelas, la rúbrica del padre Jehová, dos hermanas gemelas que siempre dicen: mds allá... I • 12. NaUy, 13. York, 14.

Paul G. MilIer, Historia de Puerto Rico, (Rand McChicago, 1922), pp. 32B.329. Walt Whitman, Leaves 01 Grass, (Rinehart, New 1958), p. 386. Luis Lloréns Torres, op. cit., p. 168.


En el segundo manifiesto euforista se propone cantar a "las locomotoras locas de vértigo que cruzan como relámpagos", manifestando una asocia· ción entre el tren y la velocidad. Además de ser emblema de velocidad otros poetas veían al tren como símbolo de armonía. Vicente Palés Matos y Tomás L. Batista unieron sus fuerzas para damos el poema "Símbolos" aparecido en El Imparcial el 11 de septiembre de 1923 y en el cual nos dicen: "...locomotoras armónicas... ¡Clarín del siglo! ¡Oh, nuestra lírica rítmica, estremecida de fuerzas ..... Un día antes, y en el mismo periódico, Vicente Palés Matos había llamado al tren "foete férreo".ls Otros poetas se valieron de la imagen del tren para darnos sus reacciones personales ante esta realidad. Para Ribera Chevremont, "los trenes son casas que huyen".16 Para Alfredo Margenat: "El vaivén del tren hace de nuestros músculos una li· tografía cubista." 17 Para los que tuvimos la oportunidad de viajar en el hoy desaparecido tren puertorriqueño, podemos simpatizar con la imagen de Alfredo Margenat.

El Automóvil Los primeros automóviles eran erráticos en su funcionamiento y,el manejarlos o el siquiera mono tar en ellos como pasajero era considerado extremadamente peligroso, y de ahí viene su popularidad. En su culto a la velocidad los futuristas encontraron en el automóvil un digno y apropiado objeto para su adoración. Excursiones experimentales en los primeros automóviles dieron lugar a una intensa rivalidad por obtener las más altas velocidades y ésto desembocó en competencias formales. "La primera carrera de que tenemos noticias fue la ya le· gendaria carrera de París a Rouen en el 1894. A partiI de esta carrera la manía de la velocidad se difundió como reguero de pólvora." 18 El automóvil representaba el medio de locomoción terrestre más rápido. Veamos algunas estadísticas tomadas del libro Information Please Almanac. El primer esfuerzo internacional aceptado de un evento de velocidad aconteció en el 1904 cuando Henry Ford en un auto de su propia fabricación corrió la milla en 39.4 segundos o sea, un promedio de 91.37 m.p.h. La barrera de las 100 m.p.h. fue rebasada en el 1904; para el 1927 el record era 203.79 m.p.h.; la primera carrera del clásico Indianápolis se corrió en el 1911 yel automóvil ganador tuvo.un promedio de 74.59 m.p.h. La primera mención que encontramos del auto15. Poema .Soy., citado por Luis Hernández Aquino, op. cit.. p. SO. 16. Citado por Luis Hernández Aquino, op. cit., p. 64. 17. Ibid, p. 101. 18. Dan Golenpaul (Editor), lnformation Please Almanac, (Simon & Schuster, New York. 1966), .p. 860.

móvil en Puerto Rico data del 1899 y en la cual se concede permiso para que los automóviles circulen por caminos públicos.19 Más tarde ese mismo año se pasan circulares estableciendo límites de veloci· dad y recomendando el establecimiento de una lío nea para el servicio público.20 El periodista José Arnaldo Meyners atribuye el primer automóvil traído a Puerto Rico al señor Aniceto Paniagua. El auto arribó a nuestras playas en junio del 1906. El señor Paniagua trajo dos autos marca "Reo" de dos cilindros.21 Los siguientes años demuestran el crecimiento del automovilismo en Puerto Rico. Según apunta el periodista Meyners para el año 1908 existían en Puerto Rico 99 autos; en el 1909, 254, y para el 1916,2.171 autos. Para me· diados de la década del veinte habrian en Puerto Rico más de once mil automóviles. Siguiendo la norma establecida por los futuristas, además de medio de transportes típico de la nueva época, el automóvil fue fuente de inspiración de muchos artistas. La locura kinética (maquinismo) ha estado en vigor desde el 1910 cuando los futuristas italianos querían revocar el arte buscan· do un "estilo de movimiento". Por eso proclamaron el automóvil más bello que la estatua de la Victoria Alada. Cesáreo Rosa-Nieves considera el automóvil como símbolo de la época y por lo tanto "la locura de las flappers".22 Antonio Coll Vidal, por otra parte, le daba un sentido socialista al automóvil y en su poesía "Egoprismas" considera el automóvil como símbolo de decadencia., En su poema nos dice:

El gato que acaba de ser destripado por ese Rolls Royce fantástico era perogrullescamente más grande en la vida y mds útil al pensamiento que el dueño del Rolls Roy~e.23 Alfredo Margenat deplora el feminismo automovilístico ya que considera esta actividad exclusiva propiedad masculina. Un ejemplo del maquinismo imaginativo se en· cuentra en la poesía "Descarrilamiento Celeste" de Clemente Soto Vélez publicada en Alma Latina de agosto del 1930: ..... anoche al volcarse el automóvil del crepúsculo por el risco de mi imaginación ... " 24

19. Gaceta de Puerto Ric!/.: núm. 230, 1899, p. 4. 20. Op. cit., núm. 2S3¡..18lr.f, p. 1. 21. José A. Meyners, J:l Mundo, 27 de agosto de 1944. 22. Citado por Luis Hemández Aquino, 01'. cit., p. 84. 23. Antonio ColI Vidal, citado por Luis Hemández Aqui· no. 01'. cit., p. 78. 24. Citado por Luis Hemández Aquino, 01'. cit., p. 102.

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El Aeroplano El aeroplano ocupa un sitio de prominencia en la poesía maquinista ya que a través del avión la locura de la velocidad llega a su extremo. Se le atribuye el desarrollo del aeroplano a los hermanos Wright quienes en el 1903 lograron el vuelo de una máquina tripulada más pesada que el aire. Es en Europa sin embargo donde se desarrolla un verdadero afán aeronáutico y le toca el honor de promover este interés a un sudamericano, el brasileño Alberto Santos Dumont, quien lleva a cabo la primera demostración aérea en París en el año 1906. El fundador del futurismo explota y desarrolla las posibilidades del aeroplano como objeto poético y buscaba en la acrobacia aérea un nuevo espectáculo... el aero-drama, la aero-poesía y hasta llegó a sugerir una aero-pintura. Para Marinetti, como para sus sucesores, el aeroplano era el supremo estandarte de la nueva época. Hasta su sonido (de los motores) tenía valor simbólico y representaba el aplauso de la multitud. El primer ensayo aéreo en Puerto Rico tuvo lugar en el 1896. En este año un señor de apell~do Zorrilla se elevó en lo que es hoy el Parque Munoz Rivera en un globo. El ensayo terminó siniestramente ya que Zorrilla se estrelló a la salida de Bayamón para Vega Alta. . El primer vuelo de aeroplano en Puerto Rico tuvo lugar en el 1910 y el primer vuelo por un puertorriqueño fue el que hizo don Félix Rigau desde el Campamento Las Casas en Santurce en el 1919. Un hecho que inspiró el canto al aeroplano fue el ya legendario vuelo de Charles Lindbergh qu~en en el 1927 realizó el primer vuelo transatlántIco solo volando desde Long Island hasta el aeropuerto de Orly en París, un total de 3,600 millas en ~reinta y tres horas con treinta y nueve minutos. Al año siguiente (2 de febrero del 1927) Lindbergh estuvo de visita en Puerto Rico siendo el objeto de innumerables composiciones poéticas. Entre los aero-poetas se destaca la figura paradójica de Luis Lloréns Torres quien compuso no menos de tres poemas de tema aeronáutico. Entre sus poemas encontramos" Alas Epicas" dedicado al mismo Lindbergh en la cual destaca el hecho que el nuevo mundo descubre al viejo mundo. Otra de sus composiciones, "Aviadores Cubanos", le canta al arrojo y valentía de esta nueva raza. Lloréns también dedica una composición como especie de loa al avión y que titula "El Aeroplano". En esta poesía Lloréns llama al aeroplano sucesivamente: "ave trigonométrica de pechuga lumínica"; "nuevo cóndor de todos los mundos y los mares", y "nieto de Dios". Alfredo Margenat en su· poema "Zarcillos" le canta al avión como símbolo de lo nuevo y dice:

24

El pdjaro de la Pan American Airways me picotea las melenas con su hélice primitiva, me siento fuerte y tenaz como la C4nción del herrero.'l5 Todos los manifiestos vanguardistas puertorriqueños están repletos de vivas al aeroplano. Es in· teresante notar sin embargo, que ninguno de los poetas era aviador. Si hubiesen sido pilotos se hubiesen dado cuenta de que el aeroplano no fue, es, ni será instrumento para locos y atrevidos.

CONCLUSIONES Hemos efectuado un breve recorrido por la me>dalidad poética conocida como "maquinismo". El estudio consta de dos aspectos: los antecedentes y los motivos. El trabajo realizado nos permite aseverar que el "maquinismo" tiene sus raíces en el futurismo italiano. Este futurismo italiano es a su vez una de las numerosas escuelas del vanguardismo que se desarrollan en Europa a principios del siglo veinte. Los antecedentes del vanguardismo provienen en su mayor parte de la influencia de Whitman, Nietzche y Verhaeren. Entre los elementos constitutivos del "lirismo maquinista" se destacan el culto a la energía, el afán de velocidad, un ansia de movimiento, el urbanismo y, en general, lo que Marinetti llamó "modemolatría ". El "maquinismo" toma dos vertientes. Por una parte, se considera la máquina como una extensión del poder del hombre. Por otro lado, se deplora el hecho de que el hombre sea un esclavo de sus máquinas. Esta última vertiente se destaca por el ansia de liberación. En Puerto Rico, el "maquinismo" sigue los mismos patrones del maquinismo Europeo y por eso se le canta a todo lo que representa velocidad. El "lirismo maquinista" en Puerto Rico se distingue por la consideración casi exclusiva de tres motivos poéticos: el ferrocarril, el automóvil y el aeroplano. Estos tres métodos de locomoción llaman la atención de nuestros poetas y obedecen al hecho de que representan para Puerto Rico un despertar del largo sueño de letargo en que se había visto Puerto Rico por cuatro largos siglos.

25. Citado por Luis Hemández Aquino, op. cit., p. 174.


Artefactos taínos <:le jade en Puerto Rico· Por RAYMOND J. SMITH

pUERTO RICO ESTÁ LOCALIZADO EN LA ZONA CLIMÁTICA tropical al extremo oriental de las Grandes An· tillas, grupo insular de la cadena de las Indias Occidentales, (Figura l.). Su largo aproximado de cien millas y su ancho de treinta millas forma políticamente parte de los Estados Unidos, habiendo alcanzado en 1952, status de Estado Libre Asociado. Antes de su descubrimiento por Cristóbal Colón, la isla estaba habitada principalmente por tribus pacificas y trabajadores indios arahuacos, que habían alcanzado su máximo desarrollo antes de la llegada de los españoles. La historia usualmente plácida de estos nativos, era interrumpida ocasionalmente por grupos de asalto de los extendidos y agresivos indios caribes que habitaban la Tierra Firme de Sur América y algunas de las Antillas menores. Indicaciones actuales de la existencia y actividades de estos dos pueblos, particularmente los arahuacos, son comunes y aún se encuentran en los restos de aldeas de Puerto Rico, en los entierros, montículos y áreas ceremoniales, cuevas, pictografías y esculturas y colecciones de adornos, utensilios y frag. mentas de cerámica de varios tipos. Los objetos mejor conservados son aquellos hechos o tallados de varios tipos de roca (caliza, andesita, diorita y serpentina) que ocurren en la isla. De gran interés, además de los usuales utillajes líticos de uso ordinario, son los grandes .. collares" de piedra y las abundantes hachas y "puntas de lanzas". (sic) Estas hachas y puntas de lanzas son extraordi· nariamente suaves y de superficie pulida, aún después de haber estado expuestas o perdidas a la intemperie. Su color varía desde un blanco-crema, a • El presente artículo fue sometido en 1954 por su autor a la División de Exploraciones Mineras de la Compañía de Fomento. Se publica ahora traducido por considerarlo de in· terés para estudios arqueológicos de Puerto Rico.

varios tonos de verde-marrón, a verde claro y negro. Los tipos más comunes de hachas del verde claro son generalmente algo translúcidas, con los tipos de color más oscuro aproximándose a la opacidad. También son extraordinariamente duras y asombrosamente pesadas para su tamaño, y con una gravedad específica de 3.32 y una dureza de 7. Estas propiedades de dureza, resistencia, peso y habilidad para ser pulimentadas eran ideales en las rocas usadas para estos fines. Pequeños fragmentos, o lascas fueron examinados ópticamente determinán· dose índices de refracción de 1,662, 1,667 Y 1,673 Y un ángulo de 2 V 72 grados. Un crucero de 110 era marcado así como una nervadura' común. Estos datos sugieren fuertemente que la roca consistía de la variedad de jadeita conocida por piroxena, lo que fue más tarde confirmado por una placa de rayos X tomada por el U. S. Geological Survey. Ambos de los artefactos en la fotografía que se acompaña (figura 2) fueron golpeados y lastimados antes de su descubrimiento. Idealmente ellos tienen la forma alargada y aplanada de un pétalo o una lágrima. El ejemplar más pequeño es de color verde claro y consiste de un agregado masivo y granular de inter-crecidos feno-cristales de jadeita de dos milímetros de diámetro en promedio. Finas vetas de jadeita verde más oscura cortan el ejemplar en líneas paralelas, lo que da a la roca su peculiar listado. Una serie de pequeñas fracturas puede ser vista, paralela a este primer dibujo, donde se ad· vierten pequeñas manchas producidas por la pre·· sencia de hierro. El ejemplar mayor tiene un color verde-olivo-oscuro, que en parte se halla manchado también por óxido de hierro. Una lámina delgada de este material reveló que la roca se compone esencialmente de una mezcla masiva de feno-cristales de piroxena extremadamente finos. Un sistema de gruesas bandas es más visible en este ejemplar, ma· nifestado en las bandas o capas oscuras que se ex25


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Figura 1. Arriba: Mapa índice de la región del Caribe. Aba· jo: Mapa de Puerto Rico mostrando la localización de de· pósitos de roca serpentina.

tienden a 10 ancho de la piedra. Un conjunto de facturas paralelo a este sistema de bandas oscuras sugiere que éstas actuaron de control para el manchado posterior de las bandas o nervaduras. Los depósitos de jadeita son extremadamente escasos en el mundo, y la mayoría de los depósitos informados son de la variedad más blanda, más común y más liviana, conocida como nefrita. Los únicos depósitos bien documentados de jadeita se encuentran en la China, Tibet y Birmania en el Asia y en Costa Rica y California en el hemisferio occidental. En cada caso ocurren en estrecha asociación con rocas serpentinas, usualmente como nervaduras o zanjas. Implementos indígenas similares a los de Puertq Rico y también compuestos de jadeita han sido hallados en México, pero los depósitos de su procedencia no han sido localizados. Adornos de jade nefrítico, utensilios e implementos son comunes hallazgos en los restos de las tempranas culturas de todos los continentes" y las tribus Maoríes de 26

Nueva Zelandia fabrican hachas de roca nefríticas hasta el día de hoy. La localización de los depósitos del jade de Puerto Rico no son conocidos hasta hoy, y es probable que estén directamente relacionados con la historia de los indios de dicha isla. -La roca es posible que fuera obtenida de Costa Rica por los arahuacos o por las tribus caribes más aventureras, ya directamente o por transferencia desde la península de. Yucatán, el sur de los Estados Unidos o el norte de Sur América. Las distancias envueltas son, no obstante considerables, en exceso de 1500 millas y existe poca otra evidencia de emigraciones o intercambio entre las civilizaciones de Centro-América y el área Antillana. 1 1. Sobre esto v~ase el estudio Art E Myt11010gy of the Taino lndians 01 the Greater West lndies, recientemente publicado por el Profesor Eugenio Femández Méndez, San Juan, 1972, donde se ofrece abundante prueba de contactos antillanos con centro y Meso-América. (Nota del traductor).


Más aún, la jadeita no ha sido informada como en uso por las tribus de las áreas inter·medias, como deberíamos esperar si el uso de dicha roca fuese algo común. Existe una muy remota posibilidad Asiática o Californiana y que fuera traida por las pri. meras emigraciones pobladores de las Antillas. Esto había ocurrido en una época tan remota, sin embargo, que parecería poco probable que tantos objetos hubiesen sobrevivido. Tampoco en este caso los grupos indígenas intermedios poseen la piedra de jadeita requerida. La alternativa más probable es que exista en las Antillas una fuente o depósito de dicho mineral. Su usual y estrecha asociación con rocas serpentinas sugiere la posibilidad de que ocurra -de ocurriren las grandes áreas de rocas serpentinas de la par·

te oeste de Puerto Rico (figura 1). En otros lugares, la jadeita usualmente forma cantos rodados en las quebradas o ríos de dichas áreas de rocas serpentinas, y ésta puede ser reconocida por su mayor dureza y peso. Falta de tiempo impidió al autor de esta nota llevar a cabo la exploración de los ríos occidentales de Puerto Rico, pero creemos que una rápida exploración de dichas fuentes, rápidamente aclararía si es o no posible una fuente local para dichas rocas. Las áreas de rocas serpentinas se encuentran a tres o cuatro horas de San Juan por automóvil, y son fácilmente accesibles por carreteras. Debemos dar crédito a los señores H. Blanco y los esposos T. Haydon, por llamar la atención del autor a estos artefactos y por el préstamo de los

Figura 2. Ejemplos de los artefactos taínos de Puerto Rico. Nótese el tosco listado de los ejemplares.

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ejemplares de su colección que fueron estudiados. El Dr. L. W. Leroy leyó el manuscrito y ofreció varios comentarios que agradecemos. Colorado School of Mines Golden, Colorado l traducción E.F.M.)

2. Dake, H. C. (1948) Jade·Oldest Gem Stone Known, The Mineralogist, Vol. XVI, No. 1, pp. 3-8. 3. Ladoo, R. B. and Myers, M. W. (1951) Nonmetallic Minerals, McGraw·Hill Book Company, Inc. New York, pp. 274-277.

4. Petar, A. V. (1936) Jade, U. S. Bureau Mines Information Circular 6844, 16 p.

REFERENCIAS:

1. American Guide Series (1940), Puerto Rico, The Uní· versity Society, Inc. New York.

5. Eugenio Femández Méndez, Art E Mythology of the Taino Indians o( the Greater West Indies, (1972) San Juan, Ediciones "El Cemi". (Nota del traductor).


Elogio a Salvador Bran. * Por EUGENIO FERNÁNDEZ

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E SALVADOR BRAU, ES MUCHO LO QUE HAY QUE DE·

cir, por lo cual mis breves palabras de hoy, son tan sólo una invitación al conocimiento edificante de su vida y de su obra. La biografía de Salvador Brau, llena muchas páginas de la historia de Puerto Rico, pero el tiempo hoy reclama de nosotros parquedad y la ocasión nos invita ante todo a un debido recuerdo agradecido, a aquel notable a quien pode· mas todos los puertorriqueños llamar Maestro.

SALVADOR BRAU: EL H OMBRB Y

su

OBRA:

Salvador Brau fue hijo de D. Bartolomé Brau, maestro en artes decorativas y catalán de convicciones liberales. Llegó su padre a Cabo Rojo hacia 1830, como administrador de los bienes del acaudalado comerciante barcelonés D. Fernando Riera. Cabo Rojo era por entonces un rico pueblo de casonas de maderas del país o de cal y canto y tejas, rodeado de un mundo agreste de grandes haciendas de caña de azúcar trabajadas por esclavos. La gente, laboriosa y pacífica, era hoy como ayer, celosa de su honor y de su historia. Allí al centro del poblado en una típica plaza colonial, se erguía la iglesia parroquial erigida en 1783 bajo la advocación de San Miguel. El comercio y la agricultura, aportaban así en· tonces la base de la vida económica de Cabo Rojo. De su padre, hombre honesto y trabajador, dirá años más tarde Salvador Brau: "Cuanto de digno y decoroso pueda revelar mi conducta, en las lecciones de mi honrado padrr. hube de aprenderlo." Y así fue. Brau, hombre Oe recio carácter, tenia la fibra moral de un liberal catalán, como 10 fue su padre.

* Palabras dichas en ocasión de la celebración del sexa· gésimo primero aniversario de su muerte, en la Plaza Salvador Brau, en San Juan.

M~NDEZ

Su madre, Dña. Luisa Asencio, era hija de padres peninsulares, nacida en Venezuela, donde las tempestades revolucionarias de las guerras de Independencia, los habían obligado a buscar asilo en Puerto Rico. De su madre, guardará Brau siempre, venerado y amoroso recuerdo, pues como ha dicho él mismo: .. fue al rescoldo de ese modesto hogar, y con el ejem. plo de mis padres, donde se caldearon las primeras sensaciones de mi corazón". Salvador Brau, nace ell1 de enero de 1842, siendo bautizado en la parroquia caborrojeña con el nombre de Salvador Bartolomé Higinio. Era aquel el tiempo de la Reina Isabel 11, y de los gobiernos de militares políticos, como Espartero y Narváez en España; y en Puerto Rico de los Capitanes Generales que gobernaron despóticamente, amparados por las Facultades Omnimodas, hasta casi el fin de la dominación española. Brau, estudió en las escuelas públicas de aquella época en Cabo Rojo, fue entre otros maestro suyo el periodista liberal D. Ramón Marín de gloriosas ejecutorias. En 1854, contando apenas doce años re· cibió con altos honores licencia escotar de la Real Academia de Buenas Letras de Puerto Rico. El Dr. Félix García de Cabo Rojo, y su hermano D. José, ricos hacendados, educados en Francia, pusieron a disposición de Brau los numerosos libros de su bien nutrida biblioteca, de lo cual Brau, lector in· fatigable. supo sacar buen partido. Su educación, fue aparte de la realidad y de la vida, obra de su propio esfr.1erzo y vocación. Lo realmente extraordi· nario en su caso es que lograra tan sólida cultura en un medio de tan escasas posibilidades, donde la circulación de libros era oficialmente impedida. Ante todo Brau fue un gran escritor puertorri· queño; sociólogo e historiador, dramaturgo narrador y poeta, se distinguió especialmente en el periodismo político de su tiempo. A los 27 años habia escrito su obra dramática Héroe y Mártir (1870), ins-

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Salvador Brau

pirado en la lucha política de los Comuneros de Castilla, durante el reinado del Emperador Carlos V. Casado en 1.865 con Encamación Zuzuarregui, tuvo varios hijos y consagró parte de sus energías como hombre y como educador, a sostener escuelas y ampliar la instrucción para la juventud. Consciente de los problemas sociales de Puerto Rico, se distinguió en las luchas en favor de los jornaleros de Puerto Rico y de la abolición de la escla· vitud, que llegó al fin a Puerto Rico con el tiempo en España de la Primera República Española que puso fin a la monarquía de Isabel II en 1873. En 1880, cuando Puerto Rico atravesaba por una aguda crisis económica al derrumbarse los mercados azucareros, Salvador Brau, se traslada con su familia a San Juan. Aquí, primero como cajero de la 30

Hacienda Pública, y más tarde en otras actividades públicas y privadas, desplegó una asombrosa labor periodística, robándole horas al descanso. Colaboró en periódicos como El Buscapié de Manuel Femán· dez Juncos y llegó a ser propietario liberal de un periódico como El Clamor del País. Conoció los más renombrados intelectuales de Puerto Rico por entonces, quienes aprendieron a respetarle y estimarle por su valor, su carácter y su talento. Hombres como Manuel Elzaburu, fundador del Ateneo Puertorriqueño le invitan a dictar allí cátedra. Conoce también a Manuel Alonso, Alejandro Tapia, José Julián Acosta, Román Baldorioty de Castro, Ruiz Belvis, Betances, Hostos, CoIl y Toste, Atiles, Muñoz Rivera, y muchos otros de los próceres que combatieron por mejorar y engrande-


cer la vida política y cultural de Puerto Rico en su tiempo. Participó destacadamente en las lides polí. ticas y escribió incansablemente los excelentes ensayos de sus Disquisiciones sociológicas, o los todavía inéditos relatos novelescos y episodios de sabor regional como Un tesoro escondido, La Pecadora, y otros de gran valor literario que se hallan lamentablemente dispersos. Brau, aparte de gran escritor e historiador, que .fuera, y que le hacen acreedor al respetuoso recuerdo de todos los puertorriqueños, fue un adalid valeroso del Autonomismo Puertorriqueño. Participó en la fundación del Partido Liberal Reformista (1869), abogando siempre por la fórmula de autonomía política para Puerto Rico, aunque tuvo gran respeto y simpatía para toda otra fórmula política que alcanzara para Puerto Rico mayor medida de libertad y gobierno propio. De su obra más importante podemos' señalar sus excelentes Disquisiciones sociológicas, que constituyen la más sólida aportación a las Ciencias Sociales de Puerto Rico en el siglo XIX, donde analiza los problemas de las clases obreras y campesinas de Puerto Rico en aquel entonces y propone con gran acierto, soluciones a muchos de esos problemas. También es de valor permanente su obra La colonización de Puerto Rico, que realizara después de estudiar en Sevilla durante muchos años los archivos históricos sobre Puerto Rico y donde describe con lujo de detalles la formación inicial en el siglo XVI del pueblo puertorriqueño. Igualmente es de gran valor por las muchas enseñanzas que encierra sobre el estudio de la historia y su importancia para los pueblos, su obra: Puerto Rico y su historia, publicada en Barcelona en 1894; donde analiza nu·

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merosos temas de nuestra historia y critica y corrige errores que su saber le permitían exponer con mayor autoridad y conocimiento. Todo historiador, todo escritor, todo dramaturgo, todo poeta, todo sociológo y pensador puertorriqueño de hoy, tiene en la obra de Salvador Brau, una base de estudios obligados para su formación. Todo hombre puede ver en su vida, una imitable ejemplaridad humana, una valentía, sobria, reflexiva, mesurada y ejemplar de maestro de hombres; porque sus metas siempre fueron inspiradas en los más altos ideales de noble servicio a su pueblo y a sus semejantes. Al rendirle memoria hoya su culto, estamos llamado a todos los hombres de Puerto Rico, a reconocer la grandeza humana allí donde la grandeza humana se halla verdaderamente, en la inteligencia y generosidad del espíritu, que se otorga valiente y esforzadamente en el servicio de la socie· dad que lo viera nacer. Brau, gran escritor, poeta sensible y culto, no sólo fue uno de los más grandes prosistas de la len· gua española en Puerto Rico, sino fue siempre un hombre dispuesto a sacrificar su interés personal en aras del bienestar político y social de su pueblo. Nacido en Cabo Rojo, engrandeció la herencia de los caborrojeños; nacido en Puerto Rico, es maestro y fuente de inspiración para todo puertorriqueño que considera que el conocimiento es mejor que el desconocimiento, la verdad mejor que la mentira, la belleza mejor que la fealdad, y el amor a nuestra patria, un deber sagrado de todo puertorriqueño. Viva por eso, hoy y siempre su obra grande y engrandecedora, en nuestras mentes y nuestros corazones puertorriqueños, gran caborrojeño, gran puertorriqueño, Don Salvador Brau y Asencio.


Exposición de dibujos de Juan Ramón Velásquez

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N EL MUSEO DE BELLAS ARTES, y BAJO EL PATROCINIO

del Instituto de Cultura Puertorriqueña, ha celebrado una exposición de sus dibujos, bajo el título de "Mi tercer mundo", el joven pintor Juan Ramón Velásquez. Nacido en Río Piedras en 1950, y graduado de Bachiller en Administración Comercial de la Universidad de Puerto Rico, Velásquez es un autodi· dacta que no ha tenido nunca educación formal en la pintura ni en el dibujo. Hace un año recibió una beca del Pratt Graphics Center de Nueva York, para estudiar litografía. Los críticos Eugenio Fernández Méndez y Ma· nuel Cárdenas Ruiz señalan al arte de Velásquez remotas afinidades espirituales con las danzas de la muerte medievales y las calaveras de José Guadalupe Posada, y vinculaciones más próximas, en temática, estilo y sentido trágico, con las obras de Roberto Matta Echauren y Pedro Alcántara, entre otros. Sus dibujos y pinturas, "atroces testimonios que nos gritan a la cara las sucesivas derrotas del hombre, no muestran, sin embargo, facciones. En ellas el victimario y la víctima son siempre el mismo, el hombre auto-mutilado." El lenguaje de Velásquez -siguen afirmando los citados críticos"consiste en mirar de frente, sin exceso ni piedad, los monstruos que llevamos bajo la piel." De la exposición, cuya apertura se realizó el 16 de febrero, presentamos en estas páginas algunos aspectos ilustrativos.

... Una muestra del vigoroso arte de Juan Ramón Veldsquez

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路Otros aspectos de la exposici贸n

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Páginas de nuestra literatura

Las carreras de San Juan y San Pedro* Por MANUEL A. ALONSO

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LA NOBLEZA DE LAS COSAS CONSISTIERA SÓLO EN SU antigüedad, difícilmente se hallaría una más noble que el correr. Es indudable que el primero que corrió fue el primero que tuvo piernas, y las piernas son tan antiguas, que ningún buen cristiano puede negar que datan desde nuestro padre Adán; aunque se vería muy apurado el que pretendiera demostrar en qué tiempo han sido más o menos útiles. Yo creo que. a pesar de su dignidad, no dejaría nuestro primer padre de dar algunas carreritas cuan· do no tenía otra ocupación que gozar de las delicias del paraíso en compañía de Eva; y a juzgar por lo que nos sucede a sus míseros descendientes, debió correr mucho más, y con menos alegría. desde el momento en que se le acabó tan buena vida y tuvo que ganar el pan con el sudor de su rostro. Desde tan remota antigüedad hasta la época en que vivimos no hay quien de un modo u otro no haya corrido: unos a pie, otros en pollino, unos al paso, otros al trote y no pocos a todo escape, todos caminamos; y aunque de distinto modo y por vías a veces encontradas, llegamos siempre al mismo término. Pero no es mi intento hablar de tantos y tan diversos modos como hay pe llegar al fin de nuestra carrera, porque -es asunto demasiado grave, que me guardaré muy bien de tocar; sólo quiero ocuparme de lo que comprend~ el título de este artículo. y todo lo que no. sea "Carreras de San Juan y San Pe· dro en la Capital de Puerto Rico" queda excluido de él. . A pesar de mi genio. procuraré. lector querido, ponerme un poco serio, porque la costumbre de un país es cosa delicada y debe tratarse con circunspección. Sólo pido que tengas en cuenta mi buen 1

* Capítulo del libro El Jibaro, publicado originalmente en Barcelona en el año 1846. 34

deseo, para que disimules las. faltas, que no será extraño cometa el que hace algunos años salió, siendo todavía muy joven, del país cuyas costumbres ensaya bosquejar. Hay ciertos días, en los cuales las poblaciones más pacíficas, las ciudades más bien gobernadas, ri· cas e industriosas y las aldeas más pobres. parece que. obedeciendo a un instinto particular. se complacen en salir de las reglas que guardan durante todo el año; días de bullicio y confusión, que cada país, y aun cada pueblo, tiene según su índole y el grado de civilización en que se encuentra; días en que el magistrado no es magistrado, porque no ejerce sus funciones; en que el mercader cierra su tienda, y el artesano su taller; días fecundos en aventuras amorosas, y en que las bellezas más altivas suelen sonreír al que han hecho suspirar por mucho tiem· po; días de esperanzas para los jóvenes, y de recuero dos para los ancianos; días finalmente en que las mayores extravagancias son admitidas. con tal que vayan autorizadas con el sello de la costumbre. Los de San Juan y San Pedro son en la Capital de Puerto Rico del número de éstos, y una de las cosas con que los habitantes de la Isla los amenizan son las carreras a caballo. He aquí lo que sobre ellas dice don Iñigo Abad en su Historia de Puerto Rico, dada a luz en Madrid en el año 1788. "Las fiestas principales (dice) las celebran tamo bién con corridas de caballos, a que son tan propen· sos como diestros. Nadie pierde esta diversión: has· ta las niñas más tiernas, que no pueden tenerse, las lleva alguno sentadas en el arzón de ·la silla de su caballo. En cada pueblo hay fiestas señaladas para correr los días más solemnes. En la Capital son los de San Juan, San Pedro y San Mateo. La víspera de San Juan al amanecer entra la gran multitud de corredores, que vienen de los pueblos de la Isla a lucir sus caballos cuando dan las doce del día; salen


de las casas hombres y mujeres de todas las edades y clases, montados en sus caballos enjaezados con la mayor ostentación a que puede arribar cada uno. Son muchos los que llevan sillas, mantillas y tapa· fundas de terciopelo bordado o galonado de oro, mosquiteros de lo mismo, frenos, estribos y espuelas de plata; algunos añaden preta]es cubiertos de casca· beles del mismo metal. Los que no tienen caudal para tanto, cubren sus caballos de variedad de cin· tas, haciéndoles crines, colas y jaeces de este género, adomándo]es con todo 'el primor y gusto que pueden, sin detenerse en empeñar o vender lo mejor de su casa para lucir en la corrida. "Esa no tiene orden ni disposición alguna: luego que dan las doce de ]a víspera de San Juan, salen por aquellas calles con sus caballos, que son muy veloces y de lUla marcha muy cómoda. Corren en pelotones, que por lo común son de los parientes o amigos de una familia; dan vueltas por toda la ciudad sin parar ni descansar en toda la noche, hasta que los caballos se rinden. Entonces toman otros, y con· tinúan su corrida con tanta vehemencia, que parece un pueblo desatado y frenético, etc..." Esto sucedía en aquellos tiempos en que Puerto Rico era, según el mismo escritor, una carga pesada para la metrópoli; ahora que se ha convertido en uno de los brillantes de la Corona, en esto, como en todo lo demás, ha habido muy notables variaciones. ¿Quién se atrevería a decir hoy que los naturales de ella no se detienen en vender o empeñar lo mejor de su casa para lucir en una corrida? Más aún: ¿Quién osaría repetir una de aquellas célebres cüilñ· to vergonzosas Cantaletas, que recordamos hasta los más jóvenes, y en las cuales no se respetaba el ha· nor, ni los secretos de las familias? La civilización y el buen juicio han desterrado estos abusos, y no debo ocuparme de ellos, puesto que no hay ya que corregirlo. Las carreras de San Juan y San Pedro son en el día una diversión honesta, grata y que puede utilizarse en bien del país; habiendo desaparecido de ellas todo cuanto tenían de inmoral y vicioso. Mas empieza ya a tocar al otro extremo; esto es, pierden su atractivo y se van haciendo cada día más insípi. das. No llega ni a la mitad el número de los jinetes, y las señoras abandonan este medio de lucir su gallardía; de manera que si no procura remedlarse, llegará día en que sólo se conserve un recuerdo de lo que ha sido y es aún una de las mejores fiestas del país. A pesar de esta decadencia, es agradable el ver las parejas que después de las cinco de la tarde, y no a las doce del día, recorren las limpias y hermosas calles de Puerto Rico. Todavía algunas jóvenes ele· gantemente vestidas ostentan su habilidad, mane· jando con soltura y sobradísimo garbo briosos y ligeros potros de Caguas y Yabucoa, que parten como el rayo, y se detienen al movimiento d~ una manita

que apenas alcanza a abrazar las riendas. Los ba]cones ostentan cuanto hay en ]a Capital de distinguido, bello y de buen tono; y el pueblo, esparcido por las calles y las plazas, se entrega al gozo que le produce una diversión tan de su gusto. Una o dos horas después de oscurecer, está llena la plaza de armas, de caballos, buenos y malos, feos y bonitos, flacos y gordos, veloces y pesados: ninguno está excluido de ella, para que los aficionados menos ricos o que no quieren correr por la tarde, puedan hacerlo por la noche, mediante un alquiler sumamente excesivo, pero que siempre parece poco al que desea llevar una cumarracha. Por la tarde es atrozmente silbado y escarnecido el que se atreve a presentarse en la carrera con un mal caballo, o que no esté bien enjaezado; por la noche sucede todo lo contrario: las cómodas yeconómicas banastas reemplazan a la silla; y una fresca chaqueta de lienzo, al rico dormán de paño, que es el vestido que más usan los que corren a aquella hora. Poco importa que el animal sea de primera casta, o un descarnado platanero,' que no por esto queda sin correr, sino que lleva su jinete, y quizá por añadidura una de aquellas morenitas capaces de hacer bailar la jurgaZ a un magistrado del tiempo de Carlos III. En muchas esquinas encienden hogueras, cuy~ luz unida a la que presta' el excelente alumbrado de aquella ciudad, permite distinguir perfectamente las fisonomías. El frente de las casas es ocupado por una hilera de sillas, y éstas por otros tantos curiosos, que cruzan dichos, a veces muy agudos, con los que pasan por medio de la doble fila a todo correr, y con los. de la acera opuesta: pero el centro común de estas agudezas, el teatro de escenas más animadas, el punto de reunión de la gente de broma, es el atrio de 'la Catedral, llamado en aquellos días Balcón de los arrancados. El estar en ]a calle del Cristo, una de las más favorecidas por los corredores, el tener a su frente una plaza, y el ser un lugar espacioso, de poca ele· vación y seguro por estar murallado; dan a este sitio la preferencia; reuniéndose en él una especie de tribunal que juzga la bondad de los caballos, y se encarga de aplaudir a los bonitos y ligeros, y silbar estrepitosamente a los flacos y pesados; llamándoles chalungos, changas, chacuecos, sancochaos, y otros mil adjetivos que tienen los inteligentes, uniéndolos a las frases más chistosas y oportunas. Este bullicio y alegre cuadro, es el q4,e presenta la ciudad de San Juan Bautista de Puerto Rico las cuatro noches de la víspera y días de San Juan y San Pedro hasta las doce; a cuya hora una banda de mú· 1. Platanero: de uso irónico y burlesco, referente a un caballo tfpico o genuino del país. 2. Jurga: baile gracioso. poco usado, sólo se estila entre el vulgo,

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síea militar ejecuta varias piezas en la plaza de armas, rodeada de todos los corredores, que de allí van a descansar sus doloridas y magulladas humanidades. Los que tienen la costumbre de llamar barbarie dad a todo 10 que no sucede donde nacieron, dirán que 10 es el correr tantas horas seguidas, de noche y en varias direcciones, por las calles de una ciudad; mas esto que a primera vista no tiene réplica, es un reparo que causaría risa a más de un corredor; porque la claridad del alumbrado, la anchura, rectitud, limpieza y hermoso empedrado de las calles, la bono dad de los caballos, y sobre todo la suma destreza de 105 naturales, hacen ilusorios los riesgos que en otro país serían inevitables. No se crea que hablo apasionadamente cuando coloco entre las causas que pueden impedir desgracias en estas corridas la destreza de mis paisanos: véase lo que dice don Iñigo Abad sobre el particular, y aun se me tachará de excesivamente corto al encomiarla. "No sé que haya en toda la Isla una sola escuela de equitación, porque el montar a caballo es para aquellos isleños 10 mismo que el vestir; sobre todo en los campos, donde apenas puede hacerse una diligencia o visita, y en algunas épocas ni salir de casa a pie, por el agua de las lluvias" y por otras causas que juiciosa y oportunamente cita el mismo autor. Tales son las carreras de San Juan y San Pedro, diversión que he calificado antes de honesta y grata, porque en ningún país, incluso aquellos que se tienen por más civilizados, hay una fiesta popular que menos ofenda a la moral; y si algún hecho aislado hay a veces en contra de ella, no es culpa de la costumbre, sino abandono de parte de los que estando al frente de una familia, debieran impedirlo, cuidando de ella como es su deber. En cuanto a las expresiones que se oyen alguna vez, ¿qué sucede en las plazas de toros, en el entierro del Carnaval, y en todas las fiestas a que concurren y en que se mezclan todas las clases de la sociedad? La afición del pueblo a este espectáculo no necesita más prueba que lo dicho; fáltame exponer la con· veniencia de mantenerlo y alentarlo, y el bien que de ello sacaría el país. Aparte de la distracción, hay una ventaja positiva, una mejora de grande utilidad, cual es el fomento de la cría caballar. En un país donde por el estado de los caminos son tan necesarios estos animales; en un país de donde se saca el ganado para las islas vecinas, en que la cría es casi nula, ya que tenemos tan excel~nte raza de caballos, ¿por qué no estimular a los labradores?, ¿por qué no ensayar algún medio para introducir este nuevo ramo de comercio?

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Todos sabemos el furor de corridas, apuestas, etcétera, que hay en las principales capitales de Europa; mas no es esto lo que yo pretendo que pudiera plantearse en Puerto Rico, porque a mi modo de ver, el premiar el caballo que corra más en media hora, no es, como nota muy bien nuestro festivo Fr. Gerundio, el modo de mejorar la raza: además, aquello de que el mismo dueño no monte su caballo, sino que sea un Yokey, aunque muy bueno para las capitales de Europa, 10 juzgo inoportuno y hasta ridículo en mi país; y así otras muchas cosas que, atendida la diversidad de costumbres, fuera errado el querer trasplantar. Yo preferiría a todo que hubiese una junta compuesta de criadores y aficionados, que no faltan en la Isla, que tienen actividad, buenos deseos, y que se alegrarían de que hubiese para ellos un estímulo. Que esta junta, presidida por la autoridad superior, u otra que ésta nombrase, hiciese un reglamento, sin más artículos que los precisos para señalar a cada uno sus atribuciones, y los premios que habían de darse: 1.° 2.° 3.° 4.° 5.°

A la mejor yegua de vientre. Al caballo más ligero. Al más bien domado y enseñado. Al más corpulento y de más fuerza. Al de mejor estampa.

Que cada año por San Juan y San Pedro se reuniesen en la capital, como 10 verifican ahora, para la prueba, comparación y adjudicación de premios, en cuyo acto se desplegase todo el aparato posible. Que se publicasen en los periódicos los' nombres del dueño y del caballo premiados, y que se hiciesen algunas otras cosas que son buenas para dichas en un reglamento, y ajenas de un artículo como éste. He aquí el modo de aumentar el brillo y atraco tivo de estas fiestas, y utilizarlas en bien del país: puede que me equivoque, pero ya que todo empieza a desarrollarse en la Isla, ya que hay esa tendencia a perfeccionarlo todo, no sería en mi concepto desacertado el ensayar este medio, en extremo económico, de premiar al hacendado laborioso, y distraer al pobre jornalero. No tengo la presunción de creer que el medio indicado sea el único; mi idea es la de llamar la atención de la Sociedad Económica de Amigos del País sobre una mejora útil, cual es la perfección de la ~ raza caballar; habrá muchos que propongan otros mejores; pero 10 que ellos me aventajen en acierto no hará menos ardientes mis deseos por el bien y la prosperidad de Puerto Rico.


Jacques 8outon primer cronista francés del Caribe* Por MANUEL CÁRDENAS

FRANCIA COMIENZA EL SIGLO XVII DESPUl1S DE SOLUcionar, en parte, una de las crisis más graves por las que hoy ha pasado en su historia. Un aspecto de dicha crisis es religioso -luchas entre católicos y hugonotes- y queda resuelto mediante el Edicto de Nantes de 1598. Otro aspecto es puramente pol~. tico y se trata del conflicto dinástico surgido por la sucesión al trono francés, que queda resuelto por la paz de Vervins de la misma fecha, en la que se reconoce a Enrique IV como rey de Francia. Se inicia así un período glorioso de la historia francesa, que se basará en el fortalecimiento de su monarquía. y en el impulso de su vida económica que durante este reinado de Enrique IV efectuará el duque de Sully. Como consecuencia de esas nuevas condiciones políticas y económicas Francia hace sentir internacionalmente su presencia, y andando este siglo XVII se convertirá en el poder fundamental de Europa. Esta presencia internacional de Francia se hará a costa de la Casa de Habsburgo en sus dos ramas, austriaca y española, y es por ello que en estos primeros años de ese siglo su alianza con Inglaterra y su apoyo decidido a los Países Bajos en su lucha -contra España serán fundamentales en su ascenso hasta llegar a ser el poder hegemónico de Europa. Ese reto francés al poder del mundo hispánico tras· cenderá lógicamente a América. Se puede afirmar que desde el descubrimiento del Nuevo Mundo has· ta finales del siglo XVIII ningún país europeo ha sustentado el poder a escala continental, sino en la medida en que también ha tenido poder sobre América. Esa presencia de Francia en América comienza ahora como consecuencia de la pérdida de vigor y eventual decadencia del mundo hispánico. (En este

* Sinceramente agradezco la ayuda y aliento que el coleo ga y amigo Eugenio Femández Méndez me ha prestado en

esta tarej\. -que comienza abora- de traducir las crónicas francesas del Caribe.

RUIZ

trabajo nos interesa únicamente la presencia france· sa en las Antillas). Durante un siglo cuando menos, España ha sido la única' dueña reconocida de las Antillas. Desde el descubrimiento hasta el siglo XVII nadie ha cuestionado esa realidad. Al comenzar este siglo, abandonadas, o no ocupadas, estas islas -las llamadas "Islas Inútiles" por los españoles- caerán en manos de sus rivales que pretenderán tener sobre ellas los derechos de los primeros ocupantes. Aun cuando España posteriormente intentará reivindi· carlas como parte de sus dominios, esta región verá la retirada del mundo hispánico y la presencia simultánea de franceses, ingleses y holandeses que se repartirán la presa que España no interesaba o que no sabía ni podía defender. Al comienzo Francia hará su aparición en las Antillas por medio de filibusteros particulares que hostigarán con gran éxito al mundo hispano median· te actividades esporádicas que carecen de una posición de conquista fija sobre tierra. Es el éxito de los corsarios franceses, desde finales del siglo XVI, la base de la colonización francesa en las Antillas, la cual se afirmará durante el reinado de Luis XIII (1610·1640). Durante la regencia de María de Médicis, por minoría de edad de Luis XIII, se establecen las bases de una política internacional y ultramarina. En 1612 Francia crea el título, puramente honorífico, de virrey de América, lo que apunta hacia una acción clara y terminante en un futuro cercano. Esta tarea definitiva la llevará a efecto el Cardenal Rí· chelieu. Por otro lado, desde prin~ipios de ese siglo XVII, algunos franceses intentan establecer una posición permanente en las Antillas menores, donde en esos momentos viven muy pocos europeos. Uno de esos hombres será Pierre Belain de Esnambuc, quien en 1625 -con unos 40 hombres- llega a la isla de San Cristóbal después de haber librado un combate con un galeón español cerca de las islas

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Mapa de Las Antillas de 1656

de los Caymanes, situadas al sur de Cuba yal oeste de Jamaica. En la isla de San Cristóbal, Esnambuc encontró que había establecidos allá algunos fran· ceses e ingleses, y unificando estas fuerzas logró aplastar una revuelta indígena de dicha isla y posteriormente pudo rechazar un ataque de indígenas venidos de islas vecinas. Después de estos sucesos pensó distribuir la isla entre franceses e ingleses. Sin embargo, otros serán los derroteros a seguirse. En 1626 el Cardenal Richelieu recibe el título de "gran maestre, jefe y superintendente general de la navegación y del comercio de Francia" y bajo él la política ultramarina tendrá una importancia funda· mental, siendo la colonización de las Antillas uno de los resultados de la misma. En dicho año Esnambuc de Dieppe vuelve a Francia donde, con el apoyo del Cardenal funda una sociedad colonizadora, con un capital de 45.000 libras que se conocerá como la Compañía de la Isla de San Cristóbal. En un principio esta compañía fue creada para tener una duración de tres años y había de "dejar en las Islas de San Cristóbal, la Barbada y otras situadas a la entrada del Perú, el número y cantidad de aquellos pobladores que bien le pareciere para alli trabajar y negociar los géneros que llevaren con los habitantes de di-

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chas Islas, hacerles instruir en la Religión Católica, cultivar y mejorar la tierra para hacer tabaco y toda otra suerte de productos y continuar y perfeccionar las colonias ya iniciadas". El origen de la colonización francesa en el Caribe, propiamente dicha, ' está unida a la existencia de esta Compañía de la Isla de San Cristóbal que, como hemos visto, tenía fines económicos, fundamentalmente, aunque es de mencionar la relativa importancia de la evangelización, que en el caso que nos ocupa suponía una absorción espiritual y cultural delineada, politicamente. Este punto será de importancia fundamental en los inicios de la historiografía francesa del Caribe, que habrá de estar en manos de religiosos, los cuales vienen a realizar esa tarea a nombre de la Iglesia y, claro está, de Francia, y acompañados por los colonos, aunque, a veces, ellos mismos serán colonos. La Compañía subsiste hasta 1635 fecha en que algunos asociados solicitarán del Rey de Francia -y conseguirán-la reforma de la misma que, claramente, no se adaptaba ya en las nuevas condiciones resultantes del éxito económico y político de la colonización. La nueva Compañía será conocida como la de las Islas de América y existirá hasta 1664, fecha en que es sustituida por la Compañía de las Indias


Occidentales. Podemos considerar el período de 1626 a 1664 -de la promoción de Richelieu a la superintendencia de la navegación y el comercio hasta la aplicación generalizada del sistema colonial de Colbert- el periodo de origen y bases de la colonización francesa, siendo en ese período que se escriben las principales crónicas y fuentes históricas de dicha colonización. Exceptuando al Padre Labat, que escribirá en los primeros años del siglo XVIII, toda la obra histórica fundamental -sobre todo en el aspecto del mundo indígena; el mundo de los indios caribes que es lo que nos interesa en este trabajose realiza durante el siglo XVII. Tal vez sea el contacto con los caribes y la reacción de éstos ante los franceses y de éstos frente a aquéllos, el aspecto más interesante de todas esas crónicas. Cuando los franceses, ingleses y holandeses se establecen definitivamente en las pequeñas Antillas éstas estaban ocupadas por este pueblo indígena. Venidos, al parecer, de la Guayana, donde los galibis representan todavía una rama de su familia étnica, estos indígenas, belicosos y extraordinarios navegantes, habían conquistado sucesivamente todas las pequeñas Antillas y amenazaban a las grandes cuando (;olón descubre América. Ante la situación de la llegada de los franceses e ingleses, los caribes permanecían en las islas de Sotavento donde, a pesar de los esfuerzos de misioneros y colonos permanecerán refractarios a toda asimilación europea, e irán, .poco a poco, desapareciendo de dichas islas antes que dejarse asimilar culturalmente: Este pueblo será el tema de estudio obligado de los cronistas. Sus costumbres, su religión, su lengua, se encuentra a veces minuciosamente estudiadas por estos hombres que venidos de Francia, tendrán, inicialmente, la intención de evangelizarlos y convertirlos, aunque el tiempo se irá encargando de mostrarles su vano empeño. Ex· ceptuando al autor de un raro y confuso libro: Gui· Iaume Coppier, todos los cronistas de este momento histórico -siglo XVII y principios del XVIII- son eclesiásticos. Así tenemos al Padre Jacques Bouton que escribe en 1640 la Relation de L'Establissement des Francais Depuis L'an 1635 en L'Isle de la Martini que une des Antilles. de L'Amerique (París); el mencionado Guillaume Coppier autor de la Histoire et voyage des Indes Occidentales et de plusieurs autres regions maritimes et eslignées (Lyon, 1645); el Hermano Maurice de Saint Michel autor del Voyage d~s Isles Camercanes en L'Amerique que sont par· tie des Indes Occidentales (Mans, 1652); el Hermano Mathias Du Puis que escribe la Relation de L'Etablissement d'une Colonie trancaise dans la Guada· laupe isle de L'Amerique. et des moeurs des Sauva· ges (Caen, 1652). El padre Pierre de Pelleprat con su Relation des missions des R. P. de la Compagnie de Jesus dans les Isles et dans les terres termes de L'Amerique meridional. Avec une introduction a la langue des Galibis· sauvages de la terre ferme de

L'Amerique (París, 1655); el Misionero André de Chevillard autor de Les desseins de Son Eminence de Richelieu pour L'Amerique: ce qui s'y est de plus remarquable depuis L'Etablissement des Colonies Et un ample Traité du Naturel Religion et Maeurs des Indiens Insulaires et de la Terre Ferme (Rennes, 1658-1659); César de Rochefort autor de la Histoire Naturelle et Morale Des lles Antilles de L'Amerique (Rotterdam 1658); el Padre Raymond Breton con su Dictionnaire Caraibe-Francois meslé de qualttité de remarques historiques pour l'esc1aircissement de la langue (Auxerre 1665); el Padre Jean Baptiste Dutertre con su Histoire des Antilles habitéés par les Fran· cois (Paris 1667); el Señor de La Borde con su Re· lation de l'origine, moeurs, costumes, religion, guer· res et voyages des Caraibes, sauvages de L'Amerique (Parfs 1614); y ya en el siglo XVIII, el Padre Jean.Baptiste Labat con su enciclopédica obra Nouveau vo· yage aux Isles de L'Amerique (París 1722). El con· junto de estas crónicas nos dan el cuadro antropológico general del mundo indígena antillano-francés, no obstante, justo es decir, que aquéllas se comple· mentan con algunas otras fuentes de carácter anónimo tales como la Relation de l'isle de la Gardaloppe faite par les missionaires dominicains a leur general en 1647, la Relation des Isles de L'Amerique Antilles en l'estat que elles estoient en l'année 1660 y la His· toire de L'Isle de Grenade en Amerique. Algunas de las obras mencionadas, en parte, son repeticiones y, a veces, contienen párrafc;ls que son auténticos plagios, pero hemos de concluir que la mayoría de estos relatos proceden de la propia obser· vación de los indios por parte de los autores mencionados. Desde el primer momento de la colonización francesa, es decir desde la ocupación de la isla de San Cristóbal, está presente en estos nuevos pobladores como ya hemos dicho, la tarea de la conversión de los indígenas como una manera de incorpo. rarlos al mundo francés. Por ello será capital la presencia de distintas órdenes religiosas en la coloni· zaciÓn. Los evangelizadores franceses serán de las órdenes de los capuchinos, los jesuitas, dominicos, carmelitas, padres predicadores y otros. Uno de esos religiosos que vendrán al Caribe, y de quien tenemos la primera crónica sobre esta región será el Padre Jacques Bouton. Nacido en Nantes en 1592, entró en el noviciado de los jesuitas en 1610, donde después fue profesor de filosofía y teología. ZarPó para la Martinica en 1640 con el Padre Hempteau y volvió rá· pidamente de esta isla a Europa donde murió en La Fleche en 1658. En 1640 aparece en París la obra de Bouton -primera crónica francesa del CaribeRelation de L'Etablissement des Francais Depuis l'an 1635, en l'isle de la Martinique, une des Antilles de L'Amerique. Des moeurs des Sauvages, de la si· tuation et des autres singularitez de l'isle. Lá obra está dividida en los siguientes once capítulos: ~9


(1) Nuestro embarque y los peligros que cornmos en el mar; (H) De la situación de la isla de la Martinica; (HI) Llegada y establecimiento de los Franceses en esta isla; (IV) De las comodidades que la isla puede suministrar; (V) Continuación del mismo asunto de las comodidades de la isla; (VI) De las cosas que esta isla puede exportar a otras partes; (VII) Incomodidades de la isla; (VIII) De los Franceses que habitan la isla y de los esclavos negros; (IX) De los salvajes del país llamados Caribes; (X) Continuación del mismo asunto de los salvajes; (XI) Del fruto espiritual que se puede esperar de esta isla. Tal como hemos ya advertido antes, en el presente trabajo nos interesarán únicamente las referencias' al mundo indígena. Todo indica, por el poco tiempo que estuvo Bou· ton en América, que él no era en verdad ni un colonizador ni un evangelista. Las razones del viaje son conjeturables al igual que su rápida vuelta al Viejo Continente. Tal vez en la dedicatoria de su libro podemos ver algo que nos pueda servir de débil fundamento para aclarar este punto. La Relation se dedica a los Señores de la Compañía (de las Islas de América) y parece que el Padre ¡acques Bouton vino a la Martinica en una tarea semioficial a nomo bre de aquéllos. Puede que esta tarea haya sido la de ver con unos ojos imparciales cuál era la situación de las colonias y fundamentalmente de los colonos en ese tiempo, ya que a tenor con lo que ve· mos en la crónica, la preocupación de Bouton es la de presentar al lector francés cómo es la vida colonial, y al mismo tiempo eliminar algunas falsas ideas que se habían difundido en Francia sobre ese mundo y sus pobladores europeos. Sin decir, que la Rela· tion es una apología de la Compañía mencionada y de los oficiales que aquélla mantenía en las colonias, que al parecer eran dos puntos bajo ataque en esos momentos y que podemos pensar fueron los motivos reales de su viaje a la Martinica. Además de esa exaltación de hombres, la obra de Bouton constituye un buen manual de informaciones y consejos para los nuevos colonos y es un excelente cuadro de la vida colonial originaria, sus dificultades y sucesos lamentables, y más específicamente, las dificultades habidas entre europeos e indígenas; la visión que aquéllos tienen de éstos, que está siempre predicada en la actitud poco receptiva de los indígenas. Jamás pasa por la cabeza de Bouton, ni por la de los cronistas posteriores que los europeos hayan sido los causantes de esa actitud hostil de los indios, quienes además conocían ya las experiencias de los indios de las Antillas Mayores. Hasta donde sepamos no ha habido ninguna traducción de esta obra del Padre Bouton ni al español ni al inglés. En esta ocasión ofrecemos en lo que sigue, únicamente, los capítulos referentes al mundo indígena caribe (Capítulos IX y parte del X) a los cuales seguirán en próximos artículos las traduccio40

nes de los capítulos referentes al mismo tema en las obras de los cronistas antes mencionados. Bueno sería señalar que Bouton en su último capítulo todavía se muestra muy optimista con respecto a la acción evangelizadora. Los religiosos cronistas posteriores no participarán de dicho optimis. mo y enfocarán su tarea misionera sobre el mundo esclavo negro, que sucede al mundo indígena, donde harán los progresos que jamás pudieron hacerse sobre el indio caribe. En esta situación los cronistas posteriores serán mitad evangelizadores y mitad colonizadores, algunos, en verdad, colonizadores a secas. De ellos hablaremos en los próximos artículos.

Relation de l'Etab:lissement des Francois depuis lran 1635, en l'Isle de la Martinique. Des Moeurs des Sauvages, de la situation et de autres singularitez de t'Isle. Por el P. Jacques Boutan de la Compañía de Jesús. Editado en París en la casa de Sebastián Cramoisy. Año de 1640.

TEXTO DIEZ

CAPITULO IX

DE

LOS SALVAJES DEL PAís, LLAMADOS CARIBES

No se sabría decir en verdad su número, ya que ellos se la pasan en continuas visitas activas y pasivas con los de la isla Dominicana y otras islas, de suerte que hay de ellos allá tanto más, tanto me· nos. Es muy verdad que el temor y la desconfianza hacia los franceses ha hecho que algunos se hayan retirado de esta isla Martinica aun cuando no hayamos tenido guerra con ellos como la tienen nuestros franceses de la Guadalupe. En cuanto a religión no se sabe de ninguna entre ellos. Tienen algún conocimiento de la inmortalidad del alma, puesto que ofrecen a las almas de los difuntos, tal como los canadienses, ropas,' y víveres durante algunos días y los utensilios para servirse; pero saber lo que a estas almas les ocurre, creo que ellos no se preocupan por ello; al menos nada hemos podido saber todavía de ellos; posiblemente con el tiempo se descubrirá algo más, cuando nosotros estemos con ellos, o ellos con nosotros. En el presente están tan separados por unos montes inaccesibles, que los vemos raramente, y esto sólo cuando vienen por mar para negociar con los franceses. Ellos sao ben por experiencia, y a sus expensas, que hay espíritus, ya que el diablo, al que llaman Maboia, les golpea algunas veces hasta: hacerles morir. El demonio no tiene tanto poder sobre ellos cuando están con los franceses; pero a la vuelta les atormenta cruelmente como castigo por lo que allí han hecho. Ellos confiesan que la señal de la santa cruz hace huir a este Maboia,' la mayor parte de


ellos tienen en sus habitaciones una puerta por la cual dicen que aquél entra y sale. No le rinden nin· gún tributo, que yo sepa, y no le hacen sacrificio alguno. Conocen también uno que llaman zemi, que no los trata mejor que este Maboia. Algunos de ellos deben tener comunicación particular con él, ya que predicen las cosas futuras, las que no pueden saber más que por él; como el día anterior a que nosotros llegásemos, que una vieja salvaje dijo a un francés, mañane barco de Francia; es decir, mañana arribará aquí un navío de Francia, lo que fue verdad. Ellos dicen que hay en la Dominica una serpiente que se hace grande, o pequeña, la cual tiene en mitad de su frente un carbunclo, o piedra muy bri· liante, la cual saca cuando quiere beber y después la vuelve a meter; y nadie la puede, u osa, ir a ver en su cueva, si previamente no ha ayunado tres días, y se ha abstenido de su mujer, de otra manera no

la vería, o estaría en peligro de ser matté por ella, es decir, matado. Estos salvajes van enteramente desnudos sin vergüenza, las mujeres igual que los hombres; de ello reprendí a un capitán, quien no me dio otra respuesta que ésta: lo que no es bueno para un francés, es bueno para un caribe. Ellos se embijan los cuerpos, que de suyo son de color oliváceo, con el rocu. Las mujeres tienen algunas veces una especie de borceguíes, desde la rodilla hasta el tobillo del pie, lo que estiman lindo. Hombres y mujeres llevan, cuando los tienen, algún collar de abalorios o de cristal, o de pequeños huesos bastante bien dispuestos. Cuando éste, a quien nosotros llamamos el piloto, que es entre ellos uno de los primeros capitanes, y antiguo amigo y fiel a los franceses, vino a ver al señor gobernador, tenía en la cabeza un somo brero, como señal de que ama y estima a los franceses; los otros van con la cabeza descubierta como

Tipos antillanos en antiguos gr.abados de época

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el resto del cuerpo. Ellos lían sus cabellos, que no son demasiado largos, detrás de la cabeza y allí ponen o ensartan plumas de guacamayo, de flamenco y otros pájaros, o los dejan caer por detrás y allí prenden algunos adornos a su gusto. Ellos se arrancan la barba. ArIet, hermano del piloto y también capitán, tenía pequeñas piezas de bronce colgando de fas labios, el mentón, y la nariz. Las mujeres son desgraciadas y tratadas como esclavas; ya que es necesario que ellas hagan los huertos, las tareas de la casa y todo, excepto la guerra, la pesca y la caza, o si hay algún gran árbol que abatir, el marido algunas veces se toma la molestia. Ellos tienen varias mujeres; las toman y las dejan a discreción; las tratan muy mal y algunas veces las matan no habiendo entre ellos justicia alguna, ni tampoco superioridad; cada _uno hace lo que quiere y son dispensados los crímenes más horribles, diciendo únicamente que estaba Inuche burachae, es decir, muy ebrio. Ellos matan, también, algunas veces a sus personas mayores diciendo que éstos no pueden más y son muy desgraciados; y cuando sus mujeres son viejas, las matan, alegando como razón que ya no pueden hacer el huerto, el casabe, ni el oicu. Son celosos, y si una mujer falta. la matan, o la hacen sirviente y esclava de otros; cuando dudan si ella ha hecho mal la hacen emborrachar (pues su oicu embriaga cuan· do está bien hecho) con el fin de que en este estado ella no ocultará nada. Los hombres son maravillosamente holgazanes, y pasan el tiempo dentro de sus camas·hamacas donde además de beber y conversar se hacen peinar por sus mujeres, y no pasa una hora que no se hagan peinar otra vez, y no se toman incluso el trabajo de pescar o cazar, prefiriendo mejor pasarse con poco, y no comer más que casabe. y cangrejos, que salir de la choza para capturar lagartos, tortugas u otras cosas; aun cuando siempre que vienen a negociar con los franceses capturan tortugas, y las traen; y esto es lo que ellos comercian principalmente. Traen algunas veces ananas, guineos y sus arcos y flechas que regalan a sus compadres; así llaman siempre a todos sus amigos. Estos salvajes tienen una ridícula ceremonia en el nacimiento de sus hijos: la mujer se levanta inmediatamente después de haber parido y va al trabajo si ella puede; el marido se mete en la cama, que está colgada en lo alto de la choza y allá se queja del vientre y lo frota como si sufriese mucho. Esto dura una luna entera, y no sale de la cama más que por necesidad y apoyándose en un bastón. y se le visita como si estuviese enfermo; es verdad que ellos de algún modo han pasado verdaderamente esta fingida enfermedad, de tan mal como los tratan, haciéndoles ayunar algunos días muy estrictamente no dándole de comer más que casabe y de esto muy poco; por bebida se les da bastante, particularmente luego que el niño mama; después de algunos días,

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él puede comer algunos cangrejos; y se le permite algo después tortuga. y al final toda suerte de víveres indiferentemente, como si estuviere totalmente sano; pero primero se hace una asamblea donde este pretendido enfermo es desgarrado con púas por todo el cuerpo y pierde bastante sangre; sin embar· go, éstos. que han tenido ya cinco o seis hijos, no son desgarrados más que por los brazos y las piernas. En cuanto a los niños, ellos no saben lo que es envolverlos en pañales. ni de las delicadezas que nosotros tenemos para con ellos, aunque ellos los aman tiernamente. Se observa casi la misma ceremonia para hacer un capitán. quien no obstante no tiene mucha autoridad entre ellos; se le hace ayunar. se le desgarra. después se le golpea en la cabeza con pieles de pescado secas. de manera que si él no resiste esto, y tiene temor de ser herido. no será tenido por un buen capitán. Durante el embarazo de la mujer, el marido no come tortuga ya que. dicen ellos. si la comiese el niño sería sordo como la tortuga; igualmente no come manatí. ya que tiene los ojos muy pequeños y si el padre lo comiese esta imperfección y defecto pasaría a su hijo; sin embargo. cuando comen con los franceses no son tan escrupulosos. La vida que ellos llevan les es tan agradable que en ella están muy contentos; y cualquier buen tratamiento que les hagáis, no los retendrá a vuestro lado. Se han visto algunos que habiendo vivido largo tiempo entre los franceses. y muy a gusto. en la primera ocasión se han escapado y vuelto con los otros salvajes. Son extremadamente desconfiados, no creáis que si ellos ven un fusil en Vuestra mano, vie· nen a vuestra casa; las menores cosas le dan desconfianza. Cuando nosotros pasamos a nuestra vuelo ta por la Dominica un salvaje venía hacia nosotros, pero tan pronto se dio cuenta de que nuestro pe· queño bote estaba detrás del barco. se volvió rápidamente. Si alguien tiene armas en el barco jamás vendrán a bordo; si uno de ellos sube al barco. el otro espera siempre en la canoa y vigila por todos lados. Juzgan a los otros como se debe juzgar entre ellos. jamás se debe confiar; ellos vienen a una choza y miran por todos lados. en parte para ver que no haya nada que les haga temer y en parte para descubrir las maneras de sorprenderla. Cuando ellos vieron la casa de ladrillo que el señor gobernador habia mandado hacer, venían y la golpeaban, para darse cuenta si la podrían derribar, y encontrándola firme. disimulaban su asombro y enojo, diciéndole como vencidos. muche manigat (astuto) mi campa· dre. Ellos no intentan más que atacar por sorpresa, y aunque os hayan puesto buena cara. cuando tuvieren ocasión propicia no es necesario esperar de ellos alguna misericordia. Y cuando han procurado sorprenderos. si fallan su golpe. vendrán fríamente a ~deciros, mi no enfadado contigo. y tratar con vaso-


tros como si nada hubiese pasado, y como si fueren vuestros mejores amigos. Son extremadamente cochinos en su comer; quien le hubiere visto hacer su oicu, tendría horror de él. Un día, en la presencia de nuestro señor gobernador en una cena, uno de ellos, estando alejado de un plato del que tenía apetito, se montó sobre su banco, después puso un pie sobre la mesa entre los platos para apoyarse y avanzó una mano hacia el extremo de la mesa donde estaba este manjar, y así extendido a todo lo largo sobre los platos, y viandas, cogió entre sus manos lo que él deseaba. He ahí cuán civi· lizados son estos señores. Por lo demás son tan soberbios que sea quién sea que les vaya a ver, no se levantarán para recibirlo, sino que le dirán sola· mente, mostrándole una cama: "Métete ahí". Ellos piden muy libremente todo lo que les place y es necesario que no se le rehúse; es por esto que los que los conocen bien no dejan expuesto nada en sus chozas cuando los salvajes deben venir a ellas, salvo lo que quieren darles. Prometen bastante, pero faltan frecuentemente a lo prometido. A los anima· les que les hacen daño, se los comen, como las ni· guas, garrapatas y parecidas porquerías. Continuación del tema de las costumbres de los caribes. CAPITULO X Los salvajes hacen frecuentemente, en diversas ocasiones, los vins l en sus carbets, es decir asam· bleas en grandes casas hechas para la ocasión donde ellos beben excesivamente, sin comer más que 1. Vins es el término que dieron los indios a sus asam. bleas después de haber entrado en contacto con los fran. ceses Du Tertre, Histoire générale des Antilles, 1667, T 11, pág. 356.

muy poco; ello dura algunas veces hasta ocho o diez días y es entonces que es buen momento para ata· carlos pues están casi siempre ebrios. Después de esta ceremonia comienzan a tratar asuntos; parti· cularmente de la guerra, donde los más antiguos capitanes arengan y son escuchados con un mara· villoso silencio, y cuando éstos acaban les siguen unánimemente aun cuando no tenga autoridad alguna de mandarles. Este modo de tratar de los asuntos de guerra comienza ordinariamente con grandes caramemos, o discursos, y quejas de viejas, que in· forman todo lo que les han hecho éstos de quienes se está hablando de haterles la guerra, o a sus ano cestros, aunque hayan sido injurias de palabra; ya que disputar con un salvaje es tanto como gol· pearlo. y golpearlo es tanto como matarlo; y si ofendéis a un salvaje en particular, ofendéis a toda la nación; pero no ocurre así con el bien que les hayáis hecho en particular, el común de ellos no toma parte de éste. Después de este caramemo los ni. ños, danzando, saltando y llorando, piden que se venguen estas injurias, toda la.juventud se revuelve y manifiesta su deseo y coraje; después los viejos ordenan. Además de la guerra que tienen contra nosotros los franceses en la Guadalupe, y contra los ingleses en Santa Lucia, Antigua, Monserrat y otras islas ocupadas a los caribes; ellos también la hacen contra los galibis que son los salvajes de la Tierra Fir· me, y tienen alianza y sociedad de armas con los aroages (arawaks) que están también en Tierra Firme. No tienen dificultad para ir a sorprender a estos enemigos, y exponerse en sus canoas y pira. guas a un viaje por mar de más de doscientas leguas; ellos van de isla en isla y prevén bastante ciertamen. te los malos tiempos y tempestades mediante la contemplación del cielo y de los astros de los cua· les ellos tienen conocimientos maravillosos.

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Gala Hernández y la lírica popular puertorriqueña Por MATlLDE ALBERT ROBATTO

Introducción NUESTRA ~POCA, INDIVIDUALISTA HASTA EL EXTREMO.

se resiste a cualquier intento de definición absoluta y, por otro lado, propicia la diversidad de opiniones. En muy pocas cosas estamos de acuerdo, si las palabras no fuesen lo suficientemente claras, los hechos demuestran que cada persona .entiende. y .hace. a su modo. Tal actitud es evidente en teoría y en la práctica. Dentro de las esferas intelectuales, las opiniones propias son abundantes. Esto tiene su lado positivo, ya que ningún pensador o crítico, que se precie de ello, puede ser un parásito intelectual. Detengámonos en el campo de la poesía donde podría decirse que hay tantos criterios poéticos como poetas, aparte de los emitidos por los meros críticos: Sin ser ni lo uno ni lo otro, expondré mi concepto poético. Poesía es expresar algo que se escribe y no se dice, pero el buen lector entiende. La originalidad no es una condición indispensable dentro del marco poético; resulta difícil pensar que el ser humano pase por di· ferentes experiencias, todo se ha hecho; mas no importa el «que. sino el «como•. Por tanto, exigir originalidad a priori es inoperante. La poesía culta presenta una mayor tendencia a buscar lo novedoso, aunque no escapa a las influencias socio-cultu· rales. La poesía popular se llena de elementos prestados que en manos del poeta se toman originales. La lírica popular se nutre de la tradición colectiva. Las gentes sencillas de todos los tiempos no han visto el plagio o el tópico como algo vergonzoso, simplemente cantan lo que a todos acontece, y para que su canto llegue a muchos han de usar palabras claras y directas. El trabajo que nos ocupa pertenece a este estilo literario. Gala Hemández, sin ella saberlo, toma de la tradición, del .autor-legión., una serie

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de elementos folkloricos y los funde con los de su propia invención; en esto radica su originalidad. La valoración de su obra ha de entenderse en estos términos. A continuación procederemos a examinar tres composiciones de la autora citada, son éstas: Coplas de desprecio, Los Reyes llegaron y Puerto Rico es un edén. Es necesario hacer antes una acla· ración. Dichas composiciones tienen música de la propia autora, lo que aumenta su valor. El análisis literario nunca podrá reproducir la impresión de la poesía cantada. La experiencia directa fue sumamente enriquecedora; en ella actuaron las siguien. tes personas: Gala Hemández, como autora y cantante; Enrique Reyes, Domingo Andino y Juan Martín Rivera tocaron la guitarra. el cuatro ,y el güiro. respectivamente.

Coplas de desprecio Mujer si es que tú has creído que mi cariño es sincero. te dejaste engañar de un ruiseñor lisonjero que pica y remonta el vuelo y no fija su atención, volando de flor en flor me paso toda la vida y el amor que te tenía era poco y se acabó. Yo no conozco la pena ni creo en cariño vano ni hay quien se haya alabado que le he querido de veras; como el ave pasajera volañdo de gancho en gancho, toda la vida la paso


picando la mejor flor y siempre mi corazón 10 reservo para mí, si algo por ti sentí era poco y se acabó. Yo siempre llevo mi vida por el camino derecho porque soy un hombre recto y nunca creo en mentiras; si tú crees vida mía esto que te digo yo, sabrás cambiar de opinión en cuanto de amor se trate porque tú no 10 pensaste y era poco y se acabó. Adiós le voy a decir a ese cariño fingido mujer, sigue tu camino que te inspira la ilusión, y si no tengo razón perdón te vaya pedir, conquista tu porvenir y que te bendiga Dios; yo no puedo dar tu amor porque no lo he conocido si algo por ti ha existido era poco y se acabó. No creas en ilusiones ni en cariños pasajeros, soy el ruiseñor pampero que me burlo de las flores bellas en lindos colores su perfume voy libando, con el pico voy picando hasta que pierda su olor y cuando me habla de amor yo le digo en mi coplita despídete muchachita que era poco y se acabó. GALA HERNÁNDEZ

Andlisis -estilístico

Se entiende. por copla no sólo la compOSlClOn octosilábica asonantada en los pares, sino también cualquier estrofa de tema popular y no muy ex· tensa. Esta segunda acepción, muy 'Común, es la que el pueblo prefiere, debido a la libertad y amo plitud que deja al poeta. La copla, que tiene sus raíces en el antiguo romancero, es, hoy día, la canción popular de mayor vitalidad, en España y

en HisI!anoamérica.' Distintas preocupaciones hu· manas han sido tema de estos cantos: el amor, los temas religiosos, reflexiones morales, inquietudes filosóficas, etc. Dentro de las coplas amorosas se encuentran las que, paradógicamente, expresan sen· timientos contrarios; digo paradógicamente, puesto que el desprecio y despecho amoroso provienen de un amor no correspondido. Esta clase de senti· miento no siempre se expresa de la Jl.lisma mane· ra, al respecto dice Marcelino Canino '2: «En al· gunas. coplas el desprecio se dice escuetamente, en otras, de una forma muy velada y sutil, y en otras, a través de la ironía o la burla». Las que analizaremos a continuación, funden la ironía, la burla y la expresión desnuda o escueta; el verso final de cada .estrofa es un buen ejemplo: «era poco y se acabó». El desprecio amoroso que motiva esta composición va más allá de ]a cercana experiencia personal; la autora elabora una postura cínico-filosófi· ca con respecto al amor. Parece como si el hecho real, pasajero, hubiese dejado un estigma perma· nente. El amor, aquí, es como un juego efímero, hay una constante alusión al vuelo del ave que simboliza la inconstancia amorosa. Al autor no le interesa ni amar ni ser amado, su actividad no va más allá de los primeros escarceos amorosos. La actitud de desconfianza y minusvaloración del amor, pudo ser motivada por el desprecio. reclll\zo o un profundo convencimiento de la fragilidad de las relaciones humanas. Esta última alternativa se relaciona estrechamente con la visión cínica amorosa, a que me he referido. No sería erróneo afir· maria, ya que la autora, mujer sencilla, vive den· tro de una tradición en la que el desengaño, la ca· ducidad de lo terreno y la precariedad de los sen· timientos forman parte de sus creencias. La psicología de los pueblos hispánicos está muy influida por el Eclesiastés y el senequismo. La primera estrofa presenta el tema del desprecio por medio de las metáforas «ruiseñor lison· jero». Este pajarillo se caracteriza por su veleidad y atractivo; así, semeja el amor inconstante, aun· que cautivador. El vuelo del ruiseñor, «de flor en flor. enfatiza la imagen del amor cambiante; esta expresión es muy popular, ver al enamorado como pájaro que va de flor en flor. Los dos últimos ver~ sos unen el plano poético y e] real, ahora se alude a un hecho concreto: el fin del amor. La segunda estrofa sigue el mismo procedimiento: del mundo real al mundo poético, y éste se centra en la figura del «ave pasajera». Es intere~ sante observar una variante, en el sexto verso, «vo]ando de gancho en gancho», de la forma «volando o

~. Así lo ~firman F. Manrique Cabrera yA. Masan, His· tona de la LIteratura Puertornqueña, pág. 50. 2. La copla y el romance en Puerto Rico, pág. 63.

4:-"


de flor en flor., usada en la primera estrofa. La voz «gancho., es tan cQmún entre la gente del campo como rama o flor. A pesar de la semejanza con la estrofa anterior, se observa ahora un acusado grado de despecho y cinismo. Los cuatro primeros versos confirman esta actitud escéptica y los versos 9 y 10 insisten en la reserva, la renun· cia a la entrega; el último verso, el pie forzado, es ilustrativo de ese escaso amor que termina, la forma verbal expresa una acción finalizada tiempo atrás. Una relación directa y escueta conforma la tercera estrofa. Se continúa la visión del amor engañoso, por eso dice, al principio, que «su vida y su actuar, va por el "camino derecho" y como conse· cuencia es "recto", honesto y no cree en la farsa del amor•. Al referirse a la mujer la apostrofa afectivamente, «vida mía», y le aconseja un cambio ante el amor. La representación poética de la vida como camino emparenta esta composición con ano tiguas tradiciones. El amor concreto y la engañosa e~periencia se expresan directamente, por primera vez, en la cual'· ta estrofa. Por medio de una optación le pide a la mujer que se aleje, que siga su «camino»; vuelve la metáfora ya usada. Esta es una despedida sin rencores y ante la posible equivocación, se pide perdón. Tampoco hay jactancia ni envanecimiento, pues no puede dar el amor que no tuvo, pero aclara la brevedad del sentimiento que ella inspiró, «si algo por ti ha existido/era poco y se acabó•. En la última estrofa insiste en esa visión gene· ral de desengaño, «No creas en ilusiones ni en cariños pasajeros». Vuelve la metáfora del ruiseñor que recalca la volubilidad amorosa. Hay un estrecho paralelismo o una correlación: ruiseñor, fIores, hombres, mujeres. Aunque soterrada, existe la concepción donjuanesca del amor: corno el ruiseñor abandona la fIor cuando ésta pierde su aroma así también se conduce, por lo general, el enamorado. Los dos últimos versos son un salto de un nivel a otro, el pie forzado presenta la más clara realidad. Hemos podido observar que estas coplas de desprecio son un ejemplo de la poesía popular, no sólo por su temática y forma expresiva, sino, además, por ]a visión de munde:! elemental y sencilla: la vida continúa, pese a los desengaños individua]es. La naturalidad con que se expresan estos sentimientos, el vocabulario sencillo, la forma directa, e] cambio del plano real al plano urico, hacen de esta composición una interesante expresión de ]a lírica popular.

Coplas de desprecio 1 Mujer si es que tú has creído 8a 2 que mi cariño es sincero, 8B

3 4 5 6 7 8 9 10

te dejaste engañar de un ruiseñor lisonjero que pica y remonta el vuelo Y no fija su atención, volando de fIor en flor me paso toda la vida y el amor· que te tenia era poco y se acabó.

8c 8B 8b 8d 8d 8e 8e 8d

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

Yo no conozco ]a pena ni creo en cariño vano ni bay quien se haya alabado que le he querido de veras; como el ave pasajera volando de gancho en gancho, toda la vida la paso picando la mejor flor y siempre mi corazón ]0 reservo para mí, si algo por ti sentí era poco y se acabó.

8a 8b 8b 8a 8a 8b 8b 8c 8c 8d 8d 8c

1 2 3 4 S 6 7 8 9 10

Yo siempre llevo mi vida por el camino derecho porque soy un hombre recto Y nunca creo en mentiras; si tú crees Vida mía esto que te digo yo, sabrás cambiar de opinión en cuanto de amor se trate porque tú no lo pensaste Y era poco y se acabó.

8a 8b 8b 8a 8a 8c 8c 8d 8d 8e

1 2 3 4 S 6 7 8 9 10 11 12

Adiós]e voy a decir a ese cariño fingido mujer, sigue tu camino que te inspira ]a ilusión, y si no tengo razón perdón te voy a pedir, conquista tu porvenir y que te bendiga Dios; yo no puedo dar tu amor porque no ]0 he conocido si algo por ti ha existido era poco y se acabó.

8a 8b 8b 8e 8e 8a 8a 8c 8e 8b 8b 8c

No creas en ilusiones ni en cariños pasajeros, soy el ruiseñor pampero que me burlo de las flores bellas en lindos cotores su perfume voy libando, con el pico voy picando hasta que pierda su olor Y cuando me habla de amor yo ]e digo en mi coplita

8a 8b 8b 8a 8a 8c 8c 8d 8d 8e

1 2 3 4

S 6 7 8 9 10


11 12

despídete muchachita que era poco y se acabó.

8e 8d

GALA HERNÁNDEZ

O O

O O O

10. O

Métrica

La composición se trabaja a base de versos oc· tosilábicos con rima, generalmente, asonantada. La forma estrófica es variable, hay dos décimas y tres estrofas de doce versos que funcionan como décimas, en lo que se refiere al pie forzado. El uso de la décima arranca de una castiza tradición española e hispanoamericana.3 Siguiendo el criterio de Lope de Vega,· esta forma es buena para las quejas, en este caso las amorosas, ya que el desprecio es la cara inversa del amor. . La primera estrofa es una décima que no r~s­ ponde enteramente al patrón de la décima espinela, la más usada en Puerto Rico, ni al de la décima calderoniana. Los cuatro primeros versos riman a modo de copla. El cambio de consonante aparece en el 6." verso. Los cuatro últimos versos riman como una redondilla. El cambio en el" 6.° verso y el final como redondilla es una combinación freo cuente en Puerto Rico. La segunda estrofa se compone de doce versos asonantados, donde se puede distinguir una redon· dilla en los cuatro primeros versos y en los cua· tro últimos. Se da el cambio de rima en el octavo verso y termina con el pie forzado. La tercera estrofa es la clásica décima espinela. La cuarta estrofa se compone de doce versos, en los que predomina la rima a manera de parea· dos: 2." y 3.", 4." Y 5.°, 6.° Y 7.°, 8.° Y 9.", lO." Y 11." Tennina con el pie forzado, que corresponde al . cambio de rima introducido en el verso tercero. La estrofa quinta, de doce versos, comienza con una redondilla; el quinto verso continúa la misma rima. Un cambio de rima aparece en el 6.° verso, que forma un pareado con el 7." verso. El 8.° tiene otra nueva rima. La estrofa termina en una re· dondilla y pie forzado. Ritmo Como modelo de esta composición, vamos ato. mar la estrofa tercera para medir el ritmo. 1. O 2. O 3. O 4. O

s. 6. 7. 8. 9.

O O O O

O O O O

O O

O O

O

O O O

¡Q

O

O

O

O O

O O

O O O O

Dáctilo Dáctilo Trocaico Mixto A

O O O O

O O

O O O O O O

O O O

O

O

O

O

O O

O O

O

O

O

O O O

O O

O O

O O O O O

O O

O

O

Mixto B Trocaico Mixto A Mixto B Trocaico Trocaico

Las periódicas combinaciones ritmicas y sus variaciones, dan a la estrofa la originalidad y riqueza musical suficiente que, unidas a la regularidad mé· trica, hacen de ella el mejor ejemplo formal de toda la composición. Aguinaldo navideño Los Reyes llegaron Los reyes llegaron con gran alegria y le regalaron oro, incienso y mirra. Coro: Oh niño bendito, Oh niño adorado, los judíos malditos lo crucificaron. Herodes quería el niño matar y a los inocentes mandó a degollar. (Coro) María lloraba dentro del portal y le alumbraba la estrella polar.

A la media noche el gallo cantó y en su canto dijo ya el niño nació. (Coro) El niño naclo entre mula y buey. Los magos de Oriente lo vienen a ver. (Coro) Vamos a despedimos Señores toditos con José y Maria y el Niño bendito.

3. Rt:CUér,!Jese el papel que ~uega la décima en la lírica puertornquena. Véase: Ivetle Jlmenez Báez La décima po-

pula" en Puerto Rico. • 4. Arte Nuevo de Hacer Comedias, pág. 17.

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A. Análisis estilístico El villancico y el aguinaldo son las dos formas típicas de los cantos navideños de Puerto Rico. Sin embargo, el aguinaldo tiene una mayor popularidad, a la vez que posee características diferentes del que se canta en España. Los Reyes llegaron sigue la línea del aguinaldo puertorriqueño, donde se mezclan los temas de la Natividad y la Pasión, aunque también se perciben diferencias. La estruc· tura tradicional del aguinaldo es la siguiente: el saludo, los cantos navideños y la despedida; en este caso específico sólo hay dos partes, ya que el saludo no aparece y directamente se entra al tema de la Epifanía. Todo el poema gira en torno a la Adoración de los Reyes y Nacimiento, pero es evidente que no sigue el orden de los sucesos, puesto que primero introduce el tema de la Epifanía y luego el del Nacimiento, además intercala temporalmente el episodio relacionado con Herodes y la matanza de los Inocentes; este desorden cronológico es común en la poesía popular. El coro, une el tema de la Navidad y el de la Pasión, liga dos momentos opuestos; se observa el corte abrupto, después del segundo verso, para pasar al final ele la vida de Cristo; además tampoco se explica el por qué de esa muerte. El corte abrupto y final trunco son características de la poesía tradicional que responde a los intereses sentimentales del púo blico; el cantor busca destacar los sucesos más conmovedores. Paradógicamente este coro es fragmentario y, a su vez, cíclico puesto que resume toda la vida de Cristo. Es interesante observar el efecto del adjetivo, en esta estrofa, ..bendito», «adorado» y ..maldito» cumplen una función caracterizadora. La primera estrofa sitúa el suceso, ya concluido, en un pasado lejano, el uso del pretérito indefinido matiza ese momento. Se repite la vieja tradición cristiana de la simbólica ofrenda: oro, incienso y mirra. A pesar del contenido narrativo, la estrofa adquiere un nivel lírico debido a ese misterioso regalo para el Niño. Entre la LA y la 3.- estrofa no existen elementos narrativos de enlace; se canta a un pueblo conocedor de esas tradiciones religiosas. Nada se explica de la personalidad de Herodes, dicho suceso está bastante difundido entre el pueblo. Se mezclan el pretérito .imperfecto, ..quería» y el pretérito indefinido, «mandó»; ambos tiempos se complementan, ya que el indefinido lleva a cabo la acción deseada en el imperfecto. María, en la 4.- estrofa, es el centro poético. Se describe una acción que no termina, ..lloraba» y «alumbraba». La localización del portal es el lugar físico de enlace entre el sujeto poético de esta es· trofa y el sujeto poético y tema central de todo el

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poema. La estrella polar contiene un elemento de buen presagio, muy del gusto popular. Las estrofas 4.A , 5.A Y 6.- forman una unidad: la 4.- es la expectación, la 5.-, el acontecimiento cumbre y la 6.- relata el suceso-motivo del aguinaldo. La 5.- estrofa está en pretérito indefinido, para recalcar el suceso ya consumado; también el giro temporal, «a la media noche», actualiza la acción. La mezcla de narración y diálogo indirecto o estilo indirecto, otra' característica de la poesía popular, ayuda a crear un ambiente de realismo lí· rico en esta estrofa. La naturalidad, rasgo popular, aparece en la 6.estrofa, el niño nace «entre mula y buey». Fren· te a esta escena llena de conmovedora pobreza se contraponen las figuras misteriosas de lQs ..magos de Oriente»; también el pueblo gusta de estos con· trastes inexplicables. El juego temporal añade vitalismo a la estrofa. La despedida, 7.- estrofa, cierra el cuadro de una manera viva; hace reales a los presentes. La forma popular «toditos» señala el final cordial y alegre del canto. Hay que observar también la ausencia explícita de la petición, común en otros aguinaldos. Una vez examinado este aguinaldo en términos particulares, es preciso señalar algunos puntos que "lo unen a la corriente tradicional de la poesía fol· klórica puertorriqueña, a pesar de la cercanía literaria de esta obra. Observábamos el principio abrupto, al inicio del poema, así también el desorden cronológico y el fragmentarismo. Son rasgos populares: la mezcla de tiempos verbales, en casi todas las estrofas, la escasez de lo maravilloso, el respeto del poema por la tradición religiosa, el lirismo del coro y las interjecciones. El hilo narrativo se rompe por medio del «creador desorden poético» y la repetición del estribillo. En todo el poema se mezclan el plano lírico y el épico.

Métrica ~ Aguinaldo Navideño Los Reyes llegaron 1 Los reyes llegaron 2 con gran alegría

6A 6b 6A 3 Y le regalaron 4 oro, incienso y mirra. 6b 5

'--"

~oro:

'-"

6 Oh niño bendito, 7 Oh niño_adorado, 8 los judIos malditos 9 lo crucificaron.

6c 6d 6c 6d·A

5. Se usarán letras mayúsculas para la rima perfecta y minúsculas, para la imperfecta.


10 Herodes quería 11 el niño matar 12 Y a los inocentes 13 mandó......-a degollar.

-

14 15 16 17 18 19 20 21

(Coro) María lloraba dentro del portal y le alumbraba la estrella polar. A la media noche el gallo cantó y_en su canto dijo ya el niño nació.

-

(Coro) 22 El niño nació 23 entre mulay buey. 24 Los magos de_Oriente 25 lo vienen a ver.

26 27 28 29

(Coro) Vamos a despedirnos Señores toditos con José y María Y el Nifio bendito.

-

Coro

6b 6E 6f 6E

6

7

8 9 6G 6e 6G 6e 6h 6i 6c 6i

O O O O

O O O O

°O a

O

O O O O

O O O O

°O O O

Dactílico Dactílico Dactílico Dactílico

En los versos siguientes predominan también el ritmo dáctilo, 10 cual da ligereza y soltura a la composición.

Puerto Rico es un edén (Seis con décima)

6i 6f 6f 6f

76c 6b 6c

La autora ma el metro hexasilábico en todos los versos, a excepción del 26.° La composición es de arte menor. Se mezclan asonancias y consonancias, aunque predomina la primera forma.

La estrofa inicial rima a modo de cuarteta. El coro sigue el mismo tipo de rima alternada. La tercera estrofa rima a modo de coplilla. La 4.a vuelve a la forma de rima encadenada. La 5.& estrofa, como la 3.R• La 6.a se inicia con la repetición del verso final de la estrofa anterior, lo cual hace más evidente la semejanza métrica y rítmica; aunque hay una rima semejante en el 2.°, 3.° Y 4.° versos, sólo la combinación del 3.° y 4.° logra efectos musicales. La 7.a estrofa se inicia con un verso de 7 sí· labas, que consideramos libre, aunque repita la asonancia de io. La rima es como una copla.

Ritmo

Nos canta un gallo cantor alegre en la madrugada y en las mañanas de grana alumbra y calienta el sol con su candente fulgor nos da fuerza y alegría para ti islita querida hoy te canto yo también Puerto Rico es un edén entre todas las Antillas. Ladra el perro en el bohío, muge la vaca en la loma y hasta la tórtola sola vuela y sale de su nido. Después se escucha el cantío del canario en el laurel todo es alegría y placer aquí en mi patria querida entre todas las Antillas Puerto Rico es un edén. Allá en la verde enramada adonde canta el sinsonte con su cantar lisonjero anuncia un nuevo horizonte. Todas las aves entonces cantan con ecos fervientes el arroyo en su corriente alegre canta también a mi islita con placer yo le canto en este día y entre todas las Antillas Puerto Rico es un edén.

La estrofa 1 2

3 4

°°

000 000 000

° °

° °

O O O O O O O O O

Dactílico Dactílico Dactílico Dactílico

Son sus mares cristalinos los de las aguas más claras donde pinta el horizonte las más preciosas mañanas. Es nuestra islita adorada hospitalaria también y se advierte con placer

49


sus vegas majestuosas donde el poeta reposa Puerto Rico es un edén. GALA HERNÁNDEZ

El canto a la belleza natural de Puerto Rico, ha sido Una constante a través de las diversas presiones literarias. Esta muestra de admiración es una forma de expresar el sentimiento patriótico. Se destaca las matizaciones de su verdor, el cambiante colorido del mar a lo largo del día, los mágicos atardeceres, la variedad de sus árboles, la tranquila noche de cielo cercano, etc. Tales manifestaciones abundan tanto en la literatura culta como en la popular. Según María Cadilla de Mar· tinez,· la décima ha expresado plenamente el sen~ timiento patriótico, unido a la admiración ante las bellezas naturales. La composición de Gala Hernández, Puerto Rico es un edén, pertenece a este tipo de obras. Las formas populares, aguinaldos y décimas, se cantan, en ocasiones, acompañadas de música tí· pica; los instrumentos que acompañan a la décima cantada son: la guitarra, el güiro, el cuatro, a veces, las maracas y los palillos. Sobre este doble aspecto del folklore puertorriqueño dice Ivette Ji· ménez de Báez. 7 «La décima puertorriqueña siem· pre se canta, pero también se baila con algunos acompañamientos (seis con décima). En esto creemos, hasta donde hemos podido constatarlo, que, se distinga de la de los demás países». Manuel Alonso' incluye al «seis» entre los bailes populares de «garabato». Es interesante observar cómo en el proceso de creación el trovador ajusta mú· sica y letra; la misma rima debe acomodarse a la combinatoria musical establecida. Puerto Rico 'es un edén, seis con décima, es un buen ejemplo de aparejamiento Urico melódico, donde unas suaves cadencias dejan resaltar la visión sensorial de la isla. El tema de toda la composición es el despertar, el amanecer isleño. La primera décima alude al alegre canto del gallo. La imagen cromática «mañanas de grana» expresa los amaneceres isleños, teñidos de rojo por los efectos de la luz solar. El gallo y el sol son los dos elementos que anuncian el día; a su vez, el sol es símbolo de alegría y fuerza, «alumbra» y «calienta». El uso del diminutivo, «islita», seguido de «querida», subraya el contenido afectivo de la estrofa, que se manifiesta a pleni. tud en la expresión metafórica, «Puerto Rico es un edén». El presente, que se continúa a lo largo del

ex-

6. lA poesfa popular en Puerto Rico¡, pág. 40. 7. lA dtdma popular en Puerto Rico, pág. 102. 8. El lIbara, págs. 37-40.

50

poema, dota a la composición de un sentido realista y actual. La segunda estrofa pinta el despertar de los animales; todos ellos, tranquilos, en sus respectivos lugares, contribuyen a la paz y serenidad del ambiente. La palabra «bohío» resulta expresiva y precisa, ya que nos sitúa en un amanecer campestre. Esta estrofa, al igual que la anterior, insiste en el aspecto alegre y placentero de la vida sen· cilla. El canto del sinsonte, 3.- estrofa, es un buen augurio, induce al resto de las aves para que se unan a él. También el arroyo, con su suave corriente, contribuye a esta visión idealista; después la autora pasa a formar parte del cuadro, por me· dio de su canto. .El mar que rodea a la isla, el de las aguas «más claras., está visto como lienzo y como reflejo del horizonte. La tranquila belleza del lugar se proyecta en sus gentes hospitalarias, las ricas vegas y, finalmente, en el poeta que canta. Toda la composición respira una atmósfera de sosiego y felicidad. Por medio del paisaje se describe la patria, en todo su encanto. Es un acerca· miento sensorial, se oye, se ve, se siente la naturaleza. Los adjetivos tienen un carácter reforzador, «mares cristalinos., «preciosas mañanas», «vegas majestuosas.. Un lirismo popular, de buen gusto, permea toda la composición. A su vez, el continuo plano temporal de presente y la localización geográfica en función relativa, «entre todas las An· tillas», dan el toque realista de sabor popular.

Puerto Rico es un edén (Seis con décima) 1 Nos canta_un gallo cantor alegre......en la madrugada 3 y......e n las mañanas de grana 4 alumbra...., y calienta....,el sol 5 con su candente fulgor 6 nos da fuerza-.; y alegría 7 para ti...,islita querida 8 hoy te canto yo también 9 Puerto Rico......es un edén 10 entre todas las Antillas.

8a 8b 8b 8a 8a 8c 8c 8d 8d 8e

1 Ladra el perro_en el bohío 2 muge la vaca......e n la loma

8a 8b 8b 8a 8a Se 8c 3d

2

.

3 Y hasta la tórtola sola ...... 4 vuela y sale de su mdo. 5 Después se escucha el cantfo 6 del canario en el laurel 7 todo_es alegríay placer 8 aqu(yn mi patria querida


8d 8e

9 entre todas las Anti.llas 10 Puerto Rico es un edén.

.

-

'-'"

Allá en la verde enramada adonde canta el sinsonte con su cantar lisonjero anuncia un nuevo horizonte. Todas las aves entonces cantan con ecos fervientes el arroyo......en su corriente alegre canta también a mi islita con placer yo le canto en este día y_entre todas las Antillas Puerto Rico es un edén.

8a 8b 88b 8b 8e 8e 8d 8d 8e 8e 8d

1 Son sus mares cristalinos los de las aguas más claras 3 donde pinta el horizonte 4 las más preciosas mañanas. 5 Es nuestraJslita_adorada 6 hospitalaria también 7 y se...Jldvierte con placer 8 sus vegas majestuosas 9 donde el poeta reposa '-'" 10 Puerto Rico es un edén.

8a 8b 88b 8b

2

3 4

5 6 7

8 9

10 11 12

-

'-'"

2

'-'"

Be 8c 8d 8d

Be

FICHAS PERSONALES

Hernández Pabón, Gala. Edad, 73 años. Educación: Nunca ha ido a la escuela, todo lo que sabe Id apren· dió por sí misma. Lugar de residencia: Cataño, vive a1lf desde 1920. V:iajes. No ha viajado fuera de Puerto Rico, pero si por la isla. Le gusta Vega Baja, Ponce y Humacao. Ocupación. Años atrás tuvo una tienda-eafetín. También ha producido un programa radial 'que se llamó Melodías Nativas. Filmó una película para los progra· mas educativos del Canal 6, que se llamó Parranda Campesina. Hoy día todavía compone canciones, más dice "que la tienen anulada· y nunca se le ha dado una oportuni. dad buena. Tiene 3 hijos y 13 nietos. Andino Andino, Domingo (Cuico). Edad, 72 años. Educación: Primer grado. Residencia: Cataño. Viajes. Ninguno, fuera de Puerto Rico. Ocupación. Toca el cuatro. Recibe una pensión de $ 200 del Gobierno Federal. Martín Rivera, Juan (El Indio). Edad, SO años. Educación: Hasta quinto grado. Residencia: Cataño. Viajes. Ninguno, fuera de Puerto Rico. Ocupación. Estibador de los muelles. Toca el güiro.

GALA HERNÁNDEZ

Métrica Esta composición tiene cuatro estrofas: tres décimas y una estrofa de doce versos, la cual fun· ciona a manera de décima. La rima es asonante y los versos octosilábicos. La 1.* Y 2.* estrofa siguen el patrón de la dé· cima espinela. En la 3.* estrofa hay rima alternada, el cambio en el 6.° verso, un pareado en los versos 6.° y 7.°, y termina con una redondilla. La estrofa 4.* es una décima con una rima alternada en el 2.° y 4.° versos, cambio en el 6.° y redondilla al final.

Ritmo Como paradigma se tomará la 1.* estrofa para observar las variaciones rítmicas.

1 2 3 4 S 6 7 8 9

10

O O O O O O

6 6 6 O

O O

6 6 6 .0 O O O O

6

O O O

O

6

6

O

O O O O O

6

O O O O O

O O

6 O

6 O

6

O O

6 6

O O O O O O O O O O

O O O

6 6 O O O O O

O O O O O O O O O O

Mixto A Mixto A Mixto A Mixto B Mixto A Troqueo Troqueo Troqueo Troqueo Troqueo

Reyes, Enrique (Quiqué). Edad, SO años. Educación: Hasta octavo grado. Residencia: Cataño. Viajes. Hizo un corto viaje a Nueva York. Ocupación. Chófer de carro público. lleva 22 años en este trabajo. Toca la guitarra.

BIBUOGRAFIA ALoNSO, Manuel: El Jibaro, Río Piedras, Puerto Rico,

Ed. Cultural, 1949, págs. 223. CABRERA, Francisco Manrique: Historia de la Literatu· ra Puertorriqueña, Río Piedras, Puerto Rico, Ed. Culo tural, 1965, págs. 363. CAOILU DE MARt1NEZ, María: La Poesía Popular en Puer· to Rico, Tesis Doctoral, Universidad de Madrid, 1933, págs. 366, CANINO SA~GAOO, Marcelino J.: La Copla y el Romance Populares en ,la Tradición Oral de Puerto Rico, San Juan de Puerto Rico, Ed. Instituto de Cultura Puer· torriqueña, 1968, págs. 176. - - - : La Poesia Tradicional en Puerto Rico, Tesis Doctoral, Universidad de Puerto Rico, 1969. JIM~NEZ DI! B'(EZ, Ivette: La Décima Popular en Puerto Rico, México, Cuadernos de la Facultad de Fi'losofia y Letras y Ciencias, Universidad Veracruzana, 1964, págs. 446. LOPB DE VEGA, Félix: Arte Nuevo de Hacer Comedias, 2.* edición, Buenos Aires, Ed. Espasa.calpe, 1948, págs. 161. 51



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