Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

Page 1

RE:VISTA del INSTITUTO de CULTURA PUERTORRJQUEÑA ANTROPOLOGIA HISTORIA UTERATURA ARTES PLÁSTICAS TEATRO MOSICA ARQUITECTllRA

." JULIO.SETIEMBRE, 1975

.

San J/Jan de

~/Jerto

Rico


R E

v

s

1

T A

DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA JUNTA DE DIRECTORES Enrique Laguerre, Milton Rúa Carlos Sanz Amelia G, de Paniagua

Prest'dente Carlos Conde Samuel R: Quiñones Jesús Maña Sanromá

Director Ejecutivo: Luis M. Rodñguez Morales Director de la Revista: Ricardo E. Alegría Apartado 4184 AÑO XVIII

SAN JUAN DE PUERTO RICO 1975 JULIO - SETIEMBRE

Núm,68

SUMARIO

Dos maestros por Lidio Cruz Monclova , , , , , . , .... , ... , , ... ,

1

La pingüinada de Compostela por Antulio PaTTilla-Bonz'lla, sj , , ... , ..... , . , , .

6

Historia de una extraña normativa por Angel López Cantos

9

,

,.......

Porque quiero amarte y hablarte por Vicente Rodriguez Nietzsche

1~

Mótivos hispánicos en los ensayos de Rafael Hemández Usera por Luis Trelles Plazaola , .. , , .. ,'

14

Los dibujos de Puerto Rico del naturalista francés Augusto Plée (l821-182~) por Ricardo EA legria ".,." , ,'

20


PUBLICACION DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORIQUEÑ:A Director: Ricardo E. Alegría Fotografías de Jorge Diana Aparece trimestralmente Suscripción anual................................................. Precio del ejemplar

$2.50 $0.75

[Application for second 'class mail privilege pending at San Juan, P'. R.]

DEPÓSITO LEGAL: B.

334,3 -1959

IMPRESO EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE MANUEL PAREJA BARCELONA - PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPAÑA


COLABORADORES


LIDIO CRUZ MONCLOVA nació en Río Piedras en 1899. Estudia en la Universidad de Puerto Rico, donde desarrolla, primero, cátedra de literatura puertorriqueña y luego de historia, destacándose en esa última disciplina. Dedicado especialmente al estudio de la historia de Puerto Rico, se le considera como uno de nuestros más acuciosos historiógrafos y como la principal autoridad en la historia de nuestro siglo XIX. Ha publicado las siguientes obras: His· toria de Puerto Rico (Siglo XIX), publicada en seis volúmenes entre 1952 y 1964. Historia del año de 1887 (1958), Luis Muñoz Rivera: los primeros diez años de su vida política (1959), y Baldorioty de Castro (1966). Es coautor de las obras Noticia y pulso del movi· miento político de Puerto Rico (18081898), (1955) escrita en colaboración con Antonio J. Colorado, y Los documentos ¿qué dicen? (1960), recopilación de documentos y lecturas relativas a la historia política de Puerto Rico realizada en colaboración con Reece B. Bothwell. Es, además, editor de la parte de prosa de las Obras Completas de Luis Muñoz Rivera que viene publicando el Instituto de Cultura Puertorriqueña.

ANGEL LÓPEZ CANTOS, historiador. Nació en Churriana de la Vega (Granada), el 10 de diciembre de 1935. Estudió el Bachillerato en Córdoba; Maestro nacional en la escuela Normal de Granada; Graduado Social por la Facultad de Derecho de la misma ciudad; Licenciado en Filosofía y Letras, y Doctor en His· toria de América por la Universidad de Sevilla. Tiene publicado Don Francisco de Saavedra, segundo intendente de Ca· racas, e Historia de Puerto Rico, 16501700, amén de varios artículos en diver· sas revistas.


VICENTE RODRíGUEZ NIETSZCHE nació en Santurce el 5 de abril de 1942. Poeta. Cursa las enseñanzas primarias y secundarias en Santurce y en la Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico. Figura destacadamente en la Universidad en el grupo de jóvenes poetas que fundan en 1962 la revista literaria Guajana. Colabora como poeta en diversas publicaciones periódicas aparte de Guajana: Prometeo, Bayoán, Vanguardia, Artes y Letras y Versiones. Aparecen versos suyos en la Antología de jóvenes poetas que publica en 1965 el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Junto a Andrés Castro Ríos publica en 1967 el cuaderno Estos poemas; conjuntamente con Castro Ríos, José M. Torres Santiago publica el decimario Trovas Lareñas (1968) y en 1973 publica una plaquette con su poema Mural. El Instituto de Cultura Puertorriqueña publicará su poemario Como una flauta como parte de la Serie Literatura, Hoy.

LUIS TRELLES PLAZAOLA, es profesor de apreciación cinematográfica en la Universidad de Puerto Rico y en el Colegio Universitario del Sagrado Corazón. Es doctor en Leyes de la Universidad de La Habana. Posee además una Licenciatura en Derecho Internacional de dicha Universidad, así como Maestrías en Ciencias Bibliotecarias del Pratt Institute y en Cine, Radio y Televisión de la Universidad de Columbia. Colabora con sus críticas a distintas revistas especializadas de cine como Revue Internationale du Cinema, Cine-Teatro de Caracas y Cine-Guía de La Habana. Ha sido jurado especial en los Festivales internacionales de cine de Berlín, San Sebastián y Buenos Aires.


RICARDO E. ALEGRÍA nació en el viejo San Juan. Antropólogo e historiador. Estudió en las Universidades de Chicago y Harvard, como becario de la Fundación Guggenheim. Ha publicado diversos artículos sobre arqueología, folklore y cultura puertorriqueña en revistas del país y del exterior. Es autor de los libros Historia de nuestros indios (1952), La fiesta de Santiago Apóstol en Loíza Aldea (1955), Los renegados (1965), Cuentos folklóricos de Puerto Rico (1968), Descubrimiento, conquista y colonización (1969), y El fuerte de San Jerónimo del Boquerón (1969). Por varios años fue profesor de Prehistoria en la Universidad de Puerto Rico, dirigió desde su fundación en 1955, hasta el 1973, el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Desde 1973 ocupa el cargo de Director de la Oficina de Asuntos Culturales del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.



Dos maestros Por LIDIO CRUZ

e

XIX EL MOVIMIENTO URo banístico de Puerto Rico cobra acelerado ritmo; y, tanto los pueblos de antigua como de nueva fun· dación, experimentan notorias mutaciones y mejo· ras, las que son determinadas en mayor o menor medida, ya por el alza económica y demográfica producida por la Cédula de Gracias de 1815; ya por las visitas de los gobernadores que facilitan a los vecinos presentar sus reclamaciones y a las autoridades satisfacer sus necesidades; ya por los trabajos de las Juntas de Visita y demás organismos municipales destinados a protectar y regular las obras de beneficio común; ya por las demandas de la Prensa; ya por las iniciativas y promociones de carácter par· ticular; o ya por las mismas atracciones de la vida urbana. En San Juan, particularmente, como capital, centro de gobierno y entrepot comercial de Puerto Rico, los signos de renovación se hacen cada vez más vi· sibles; y no menos los progresos del decorado urbano. El caserío, que hasta fines del siglo anterior se ha desarrollado con morosa lentitud, acelera con el nuevo siglo el ritmo de crecimiento. Los antiguos huertos y boscajes que abundaban en los tiempos del padre Abbad, desaparecen. Flamantes obras se levantan en los espacios abiertos existentes entre casa y casa y los ocupados por destartaladas chozas o bohíos. Y, pese a los obstáculos que le impone el apretado cerco de las murallas, la ciudad duplica el número de las edificaciones que se eleva de quinientas en 1811 a más de setecientas para 1860. Al paso que el vecindario aumenta de siete mil en 1814, a nueve mil en 1862. Las calles que, hacia principios de siglo, por re· formas patrocinadas por el ayuntamiento, comien· zan a ocultar la peña viva y la arena movediza que caracteriza su solana, para mediados de la centuria no solo han aumentado en número y enlazan cada vez más estrechamente la ciudad con sus barrios de UANDO ADVIENE EL SIGLO

MONCLOVA

intramuros y extramuros, sino que han mejorado también en calidad. Pues, unas se hallan pavimentadas con losas traídas de Canarias; otras con pie. dras o chinos, otras con hormigón; algunas asfalto; las más con adoquines importados de Inglaterra; y casi todas dotadas con aceras y alcantarillado. A principios de 1840 se inaugura el Paseo o Alameda de Puerta de Tierra; y, el 20 de diciembre de 1854 se inaugura el Paseo de la Princesa. La limpieza de la ciudad, encomendada a principios de siglo a un esclavo que realiza una vez por semana, desde 1812 comienza a ser reglamentada y para mediados del siglo el servicio de barrido y riego se practica diariamente. La vigilancia o policía de las vías públicas, encomendada anteriormente a una ronda o patrulla compuesta generalmente de artesanos y comerciantes, elIde febrero de 1838 pasa a ser incumbencia de un Cuerpo de Serenos, que es reemplazado en 1850 por un cuerpo de Guardias Municipales. Las calles y plazas, antes casi desiertas, se ven invadidas día a día por un creciente y ruidoso gen· tío en que se mezclan y confunden personas de la más diversa extracción; y reformadas una y otra vez se convierten en verdaderos centros de reunión, solaz y esparcimiento de los vecinos. En 1847, por disposición del ayuntamiento, se inaugura en la Plaza Mayor la celebración periódica de retretas; y el 20 de febrero del año siguiente de 1848 se establece allí un servicio de sillas de alquiler para comodidad de los concurrentes. Las posadas y hoteles se triplican y hasta cuatriplican, a fin de dar alojamiento a la creciente hornada de viajeros y visitantes que afluyen de todas partes de la Isla y del exterior. En el llamado Hotel y Fonda del Correo se hospedan en 1797 los miembros de la comisión científica francesa encabezada por el eminente botánico don Pierre Ledrú. En 1841 reside en la Posada de Madrid, antes denominada de 1


La Buena Sociedad, don Jules Pasquier, maestro peluquero de París, quien trae consigo -según reza un anuncio publicado a la sazón en la Prensa-, un

elegante surtido de pelucas y casquetes con pelo largo y con su partidura imitando el cutis de la cabeza,

para señoras; así como añadidos de todo tamaño y color; peinetas para adorno del peinado; peines de horifilo para sacar la caspa,' horquillas negras; y otros artículos, como los polvos egipcios para teñir el cabello con toda franqueza y seguridad. Para 1848 don Gil Lierte aparece operando una Fonda y ~osada cuyo menú incluye entre otros platos especiales

sopa de tortuga y raviolis. Y, en 1869 se establece el Hotel del Universo, el que a poco monta un servicio de baños de inmersión y de lluvia, y ha de tener entre sus huéspedes al reverendo don Kenelm Vaughan, capellán privado del Cardenal de Maning y al pintor gallego don José Buchet, autor de varios cuadros de mérito. El registro de visitantes extranjeros de la ciudad incluye muchas personas de viso y distinción entre las que figuran don Juan José Duarte, padre del fu· turo libertador de Santo Domingo; el general don Francisco Miranda, caudillo de la libertad de Venezuela; el general norteamericano don Henry Lee; el ilustre viajero y escritor inglés Sir Richard BonnucasUe; los renombrados pintores norteamericanos don Eliah Metcalf, don Alejandro H. Wallace y don Pablo Lander; el insigne científico francés don Augusto Plée; el célebre militar inglés comandante don Tomás Cochrane; el sabio francés don Carlos de Saint-Clare Deville; el notable militar y escritor irlandés don Jorge Dawson Flinter; el esclarecido patriota dominicano presbítero don Fernando Arturo de Meriño; el eminente escritor español don Nicolás Estébanez Calderón; el distinguido poeta también español don José Gutiérrez; el prestigioso pianista ale· mán don Eduardo Edelman; el esclarecido violinista francés don Enrique Femy; el gran tenor inglés don Guillermo Pearson; la notable cantante italiana doña AdeUna Patti; el connotado pianista norteamericano don Luis Moreau Gottschalk; el prominente flautista italiano don Alfonso Miari; el ilustre retratista francés don José Fourcade; los connotados pintores españoles don Francisco Estanislao Goyena y don Saturnino Roig; y el insigne militar venezolano don Antonio José Páez quien había sido considerado por BoHvar para dirigir la expedición destinada a libertar a Puerto Rico en 1827 del dominio español. El tránsito de vehículos, circunscrito durante los primeros años del siglo, al coche del gobernador, del intendente y de algún propietario o hacendado de caudal y algunos carros y carretas, evoluciona progresivamente y ya para mediados de la centuria, los coches, mucóos de lujo, son harto numerosos Y no menos los carros y carretas dedicados al transporte de mercaderías entre la ciudad y los pueblos comarcanos. 2

Pareja mutación experimenta, por otra parte, el alumbrado público de la Capital, el cual si en 1820 consiste de faroles. alimentados con aceite de ballena o de oliva, para 1857 se compone de lámparas alimentadas con gas hidrógeno. Para entonces, San Juan cuenta con varias grandes librerías entre ellas la de don Santiago Dalmau y la de don Florentino Gimbernat, en las que los libros se venden o se alquilan. Con varias tiendas donde se venden las obras musicales de los grandes maestros de la época. Con varios centros literarios y artísticos en cuyo seno se dan cita nuestros más connotados intelectuales, escritores y músicos, y entre los cuales descuellan la Tertulia del Boletín Intructiva y Mercantil de Puerto Rico, la Sociedad Conservadora del Teatro Español y la Sociedad Filarmónica. Y, con varias sociedades culturales entre las que sobresale la Sociedad Económica de Amigos del País, en cuyas cátedras cursan los estudios superiores muchísimos de los jóvenes que luego han de significarse en la historia insular. Durante el lapso que abarca las seis primeras décadas del siglo XIX, esta creciente y activa ciudad de San Juan va a albergar en su seno dos escuelas de primeras letras que tienen particular importancia y significación; y cuyo establecimiento se debe a dos maestros que si ofrecen profunda semejanza por su ideal pedagógico y social, por su método de acción ofrecen tajante contraste. Uno es el maestro don José ValeQtín Sánchez, un hombre blanco. ciudadano, oriundo de 'La Habana, inmigrado de Venezuela, escultor, imaginero o santero de profesión, quien hacia principios de 1821 funda y dirige una escuela cuyas clases se verifican de siete a diez de la noche y están destinadas especialmente a artesanos de extracción africana. Informado de ello, el ayuntamiento de la Capital-, con los votos en contra de don Francisco Tadeo de Rivera, don Antonio Moreno y don Francisco Matheu, ordena, poco más adelante, que las clases se conduzcan de día y no noche, pues el profesor tanto por

su talento como por sus luces e ideas, no presta confianza a este gobierno. Contra tal proceder formula el maestro Sánchez su protesta desde las columnas del periódico El Investigador. Mas, al fin, tiene que conformarse con abrir la escuela durante el día, no sin que el gobernador civil don Francisco González de Linares, se apresure a dirigir al Gobierno Supremo, en Madrid, una comunicación reservada en la que da cuenta de que el asunto obliga a las autoridades a estar cons-

tantemente prevenidas. .. He recibido el oficio de V. S. de fecha 14 de abril -escribe González de Linares, el 15 de septiembre de 1822-, en que de Real Orden se sirve V. E. ma-

nifestarme, que, interesado el Rey, por uno de los impresos remitidos con carta de 21 de abril del año próximo pasado, de las ocurrencias suscitadas con


motivo de haber deseado algunos artesanos concurrir a una escuela de primeras letras a las horas que 10 permitían sus labores. ordinarias, ha mandado S. M. que encargue V. E. a este gobierno político mire este asunto con todo el interés y predilección que de suyo exige. Y yo informado de los pormenores de esta ocurrencia debo manifestar a V. E. para que se sirva elevarlo a S. M. que el individuo autor del artículo que acompaño a El Investigador, número 16 del 26 de febrero de 1821, es un pardo libre residente en la Capital, el mismo que quería establecer la escuela, llevado acaso de algún siniestro fin, pues tanto por su talento como por sus luces e ideas debe estársele a la mira de su conducta, y aun hubiese sido muy político el privarle de que regentase actualmente, lo cual no ha podido lograrse en estre· cho cumplimiento de la Ley de 29 de junio de 1821. El fundamento de la queja que ocasionó el articulo comunicado fue el haber sido de opinión el ayuntamiento de esta Capital que la escuela no debla abrir· se de noche, sino de día, a las horas acostumbradas. Actualmente se halla abierta con la misma condición y se compone toda de pardos, 10 cual obliga al gobierno a estar constantemente prevenido. Espero que S. M. -concluye diciendo González de Linares- no dejará de aprobar la conducta del gobierno político de esta provincia (de Puerto Rico), penetrado de lo delicado que son en América los asuntos de esta naturaleza, pues la gente de color a poco que se despeja o instruya, cometerá cualquier atentado, mdxime en esta provincia, en donde la proximidad de Santo Domingo es de un ejemplo tanto más peligroso, cuanto que el gobierno de aquella isla no perdonará medio alguno para aumentar su poder, eSforzándose en que ésta tenga la misma desgraciada suerte de aquella". Con todo, la situación del maestro Sánchez y de su escuela, se toma a poco más difícil y precaria. Pues, volviendo a la carga, el ayuntamiento de la Capital dicta una nueva disposición, mandando que la escuela sea cerrada hasta aquél acredite su título. Contra dicha disposición formula el maestro Sánchez nuevos reparos y solicita además que se le permita continuar interinamente la enseñanza hasta que reunida la Diputación Provincial pueda verificar su examen y obtener el título de maestro de primeras letras. Pero, el ayuntamiento, deniega rotundamente la solicitud. "Este ayuntamiento -declara la corporación municipal- considera que no está en su arbitrio el per-

mitir que ninguna persona se ejercite en el magisterio de primeras letras ni tenga escuela abierta sin que se halle habilitado con el título competente de la Diputación Provincial; por tanto, reproduce en todas sus partes cuanto acordó en 29 de febrero próximo pasado relativo a este individuo". De esta suerte desaparece la escuela de don José Valentín Sánchez, quien no había de recibir la licen· cia episcopal para dedicarse a la enseñanza hasta

seis años después de clausurada la escuela y dos años antes de su muerte.1 Por parejos motivos había sido suprimida la escuela para indios fundada en Nueva Hamphire por don Eleazar Whitelock, antiguo alumno de la Uni· versidad de Yale. Y, asimismo la escuela para individuos de extracción africana fundada por doña Prudence Grandall en Connecticut.2 El otro maestro de excepcional eminencia es don Rafael Cordero Malina, un hombre de extracción africana y de oficio tabaquero, quien funda y dirige en San Juan una escuela donde las clases se reúnen, como es corriente en las escuelas públicas, durante las horas del día y a las cuales concurr~n conjuntamente alumnos blancos y de color. Contrafigura de don José Valentín Sánchez, Cordero Malina no es juzgado por las autoridades con suspicacia ni desconfianza. Con modestia evangélica, resumiendo su pensamiento pedagógico, el maestro Rafael declara: Yo tumbo el árbol y lo descor-

tezo. Manos más hábiles que las mías se encargardn de labrar la madera y darle barniz. Y así ha de resultar. Pues, de aquella pequeña y humilde escuela han de salir no solo grandes hombres de pro, sino eminentes patriotas y entusiastas y ardientes mantenedores de la abolición de la esclavitud, como José Julián Acosta Calbo, don Román Baldorioty de Castro, don Alejandro Tapia Rivera, y don Francis~ ca del Valle Atiles. "Enseñaba -apunta Tapia Rivera- más que por

especulación, por sacerdocio, pues no reclamaba estipendio alguno, dándose por muy contento con los leves regalos que solían llevarle los alumnos, la mayor parte pobres y de color. Esto no impedía que su excelente fama de buen maestro, llevase a su escuela algunos niños de familias principales. A éstos tampoco quería fijar precio por la enseñanza, diciendo: que lo hacia por vocación y que con poco lo pasaba. Así es que quedaba al arbitrio de los padres, la retribución que bien a bien determinar. nCuando había sabido mis lecciones el maestro me premiaba permitiéndome sentar en el patio, porque había notado que esto me halagaba hasta el punto de pasarme largos ratos contemplando el risueño y sereno azul de nuestro cielo. nMenciono esto, porque, parte de que me place recordar todas las gratas pequeñeces de mi infancia, doy una idea de que el maestro, al penetrar mi gusto por lo bello y contemplativo, revelaba que el sentido estético iba más allá de su escasa instruc1. Archivo General de Indias (Sevilla), Sección S" (Santo Domingo), Legajo 2340. - Excmo. Ayuntamiento de la Capital, Actas 1820-1821, folios 163 y 176 (vto.). - El Investigador, núm. 16 de 26 de febrero de 1821. - Arturo Dávila. Un Escultor Habanero en San Juan, en la Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, núm. 13 (octubre-diciembre, 1961), pág. 22. 2. Charles M. Wiltse, The New Natíon, New York, 1961, págs. 131 y 158.

3


El maestro Ra/ael Cordero. (Oleo de José Campeche)

ción y tenía lo que debemos llamar un alma que sao bía amar lo bello y estimar a quien lo amase: sabia manera de educar el corazón. "De aquí proviene que yo llame, aun ahora, a toda la parte de cielo que cubre desde la calle de la Cruz, donde yo moraba, a la de la Luna, en cuya penúltima manzana, frente a las ventanas de San Francisco, estaba su escuela, espacio que recorría diariamente, el cielo del maestro Rafael; y aun hoy me lo muestra la fantasía con el mismo aspecto que en aquella risueña y deleitosa edad".3 Y, recordando sus primeros días en la modesta escuela, Valle Atiles escribe en un bello artículo intitulado El Rebenque del Maestro:

"Por aquella época todavía era un axioma indis· cutible lo de la letra con sangre entra; y el maestro Rafael, que no era un revolucionario, seguía fiel a la tradición y la costumbre de su tiempo. "La impresión que sentí la primera vez que pisé la humilde escuelita de este venerable anciano, que· dó fija en mi imaginación y se conserva fresca y viva como un recuerdo de ayer. "Me parece que lo veo sentado en su vieja silla de madera delante de su mesita de tabaquero, torciendo sus cigarros, y hacia la mano derecha un tra-

3. Mis Memorias, págs. 59 y 60.

4

zo de driza obscuro, recto, como el prafesor, amenazante como insignia justiciera. Allí estaba el maestro Rafael con su cara de ángel bondadoso: dejando escapar a través de su faz obscura, la placidez de su alma grande y generosa. "En el testero, una imagen de la Purísima Concepción, pareCÍa deleitarse en contemplar aquella cabeza cana, cubierta con el clásico pañuelo español a cuadros. Más abajo colgaba el rosario de cuentas obscuras y matos engarzados en hilo negro retorcido del que pendía una cruz. "Extendíase por la sala, en ordenadas filas, los asientos de los niños, que consistían, por lo general, en pequeñas sillas de las que aun se fabrican en Cangrejos. Yo ocupé mi asiento como los demás, no sin que antes el maestro me hiciera algunas pregun. tas de doctrina cristiana y me hiciera leer en el Juanito. "No pasé el día del todo mal. Ya me iba pareciendo la escuela menos terrible de lo que me habia imaginado, cuando a un compañero se le ocurrió hacer no sé qué diablura grave. Entonces el maestro, sin violentarse, reprendió duramente al chicue. lo: y llamando a un grandullón que luego supe era un acogido, le hizo tomar en brazos al delincuente colocándole de modo que sus posaderas quedasen libres de t~do impedimento. Sobre ellas aplicó el maestro seis azotes cuidando de no dar en otro lado.


Lloró el muchacho; acabó su reprimenda el maestro y todo entró de nuevo en caja. "Después llegó la hora de abandonar aquella casa; quedábamos dos o tres alumnos a quienes las respectivas familias aun no habían enviado a buscar; y el maestro, recogiendo, ayudado por nosotros, las sillas, desapareció trayendo luego consigo un lebrillo con agua, en el cual bañó el trozo de cuerda que representaba la justicia en la infantil escuela. "Tenninada esta operación, regó el maestro el agua sobre los polvorientos ladrillos; y a poco, em· pezó a barrer la sala, el mismo que horas antes preparaba nuestras inteligencias para más arduas empresas. "Vinieron a buscarme; y cuando iba ya a salir, un grito desgarrador me asustó; traspuse el dintel de prisa y pregunté a mi acompañante la causa de aquel grito. "-Es -me dijo-, la !lermana del maestro que está loca y vive en compañía de su buen hermano. "Por entonces, aunque todas estas cosas me impresionaron vivamente, no me !licieron reflexionar nada; estoy seguro de ello. "Como no fuera con el rebenque, de seguro que con otra cosa, no soiié aquella noche. Pero hoy, al recordar aquel hombre excepcional, la reflexión hace que señale, cómo el viejo apóstol de la enseiianza elemental, aun apegado a las ideas de su tiempo, sao bía llevar hasta el castigo mismo, el cuidado de un padre previsor. ¡Jamás un sola padre protestó de estos castigos! Prueba segura de que el maestro mm· ca traspasó las límites de la conveniencia. "¡Oh tú, venerable maestro, que has merecido con justicia los honores que hoy te tributan, perdona q!Je recuerde en estas líneas aquel pedazo de cuero da, pero es que aUll en él, veo simbolizada la bondad más exquisita que jamás depositara Dios en corazón humano!"" . En 1865, en virtud de un decreto del gobernador, general don Félix María de Messina, Cordero Malina recibe el título oficial de maestro. A raíz de su muerte, ocurrida tres más adelante, la directiva de la Saciedad Económica, a propuesta de don José Esteban

4. El Clamor del Pafs. año XIX (1891), núm. 131.

Ramos, acuerda colocar el retrato del maestro Ra· fael en su galería de hombres Notables. En 1886 el director del periódico El Agente, propugna la idea de que se coloque una lápida conmemorativa en la casa que había habitado el maestro Rafael. Y, el día 24 de octubre de 1891, queda colocada en la casa número 98 de la calle de la Luna una lápida con la siguiente inscripción: "En esta casa habitó y tuvo !lasta morir su tallerescuela el maestro Rafael Cordero, artesano de obscura tez, pero de alma esclarecida por resplandores evangélicos. Nació en 1790. Murió en 1868. A perpetuar su nombre venerable consagra la gratitud popu· lar este recuerdo. Octubre, 24 de 1891". Considerando la conducta de estos dos grandes maestros, cabe preguntarse: ¿Qué pensamientos los mueven en su empeño? ¿Qué doctrinas los lanzan a su tarea? Sin duda, las ideas de los pensadores más representativos del liberalismo europeo enlazadas con las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, puestas aquí en abierta circulación a partir de los cambios que provocan las repercusiones de la gue· rra y revolución política que tienen lugar en España en 1808. Si esas ideas los inspiran: ¿Qué propósitos pero siguen? ¿Cuál es su objetivo? ¿Cuál es su meta? Sin duda, cambiar, modificar, trasmutar la fisonomía de la sociedad puertorriqueña, convirtiéndola, de una sociedad segmentada, en una sociedad unitaria, cohesionada e integrada. Es decir, en una sociedad humana donde resplandezca triunfante la reconci· liación de las razas; en una sociedad constituida -como habia dicho don Ramón Power Giral- para el bien y la felicidad, por igual, de todos los puertorriqueños. En tal sentido, aquellos dos maestros -Sánchez y Cordero-, se anticipan, con la acción y el esfuerzo, al consejo de oro que varios años más adelante nos dirige un prominente puertorriqueño: .. Es uro gente -nos advierte este distinguido compatriota-, concentrar el esfuerzo de todos, si ha de salvarse para todos, el santo derecho de vivir y morir, como dueños y no como esclavos, en la Isla que nos dio por cuna la naturaleza. Sí señores -añade Muñoz Rivera-, Puerto Rico debe vivir; y no morirá, si no lo matan los propios puertorriqueños".


La pingüinada de Compostela Por

ANTULIO PARRILLA-BONILLA, SJ

E

N EL ARC H IVO GENERAL DE PUERTO RICO EN PUERA

ta de Tierra hay actualmcnte en exhibición una extensa colección de tallas en aceitillo. Se trata de unas figuras erguidas la mayor parte, bellamente es culpidas, en grupos e individuales, pero todas con un mensaje. Hay retratos de costumbres isleñas, conceptos nobles, como la maternidad, critica social, y sobre todo mucho humor. El escultor es Francis& co Vázquez Díaz, mejor conocido por Compostela, por su ciudad natal de Santiago en Galicia. Compostela, quien lleva más de tres décadas en Puerto Rico. es un artista de mucha sensibilidad, creador y maestro. Desde el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) formó escuela y discípulos que prestigian la escultura puertorriqueña. Las obras de Compostela hermosean museos, parques, plazas y hogares par· ticulares. Treinta años en Puerto Rico han servido al escul· tor español de atalaya para observar nuestra vida antillana en crisis. Se ha identificado con lo puertorriqueño por su hogar, con su esposa Margot Arce y sus hijas e hijo. Esta solidaridad con lo autóctono le han autorizado a expresar su interpretación de la existencia puertorriqueña mediante una crítica humorística sana y constructiva. Compostela ha dicho a un periodista (El Mundo, 31 de mayo): "Yo soy un hombre profundamente serio". Pero es que esta condición es imprescindible para el humor de calidad. Esta es la razón de su fina ironía y la que da alta categoría a su sentido del humor. En nuestro ambiente se necesita esta percepción humorística a lo Compostela, o a la gallega. En nuestra actual situación de pueblo en vías de definición sin interferencias, o de toma de conciencia radical de su ser nacional, con t9dos los agudos dolores de parto que esto supone, se requiere una gran dosis de humor pingüinístico. y

6

Francisco Vdzquez Díaz, "Compostela".

Lay away plan La exposición del arte de Compostela en el recinto de la capilla del antiguo edificio español, sede del actual Archivo General, está adornada con rótulos inesperados. En ellos el escultor expositor asegura que "no se admiten tarjetas de crédito ni habrá especial de la semana", ni eso de "lay away plan", ni se "admiten cheques sin fondos". Se muestran pre-


ciosos mármoles de Barranquitas y de otros lugares de nuestras montañas y un trozo de aceitillo, pues Compostela ha sido siempre cuidadoso en usar los materiales para sus creaciones artísticas de lo que hay aquí. Sobre el espécimen de la resistente pieza de aceitillo hay una leyenda del escultor: .. madera de aceitillo de la cual hago pingüinos. Si procuran mirar bien podrán ver que dentro ¡hay pingüinos!" Sus dos volúmenes de Pingüinos fueron producidos en talleres de artes gráficas del patio. En Pingüinos 1, que auspició el ICP, hay más de cincuenta páginas de los pájaros bobos precedidos de un excelente prólogo de Salvador Tió. Es una semblanza del autor de los pingüinos. El tomo, que se publicó en 1970 está dedicado por Compostela a su primer amor, su "mujer y sus hijos". El nuevo Pingüinos lo dedica a "Puerto Rico, en donde pude desarrollar mis fantasías sobre los pingüinos", su patria de adopción. Enrique A. Laguerre, nuestro novelista de correcto y elegante estilo literario, engalana el segundo libro que el maestro quiso dar a la estampa para recordar al mundo que todavía vive, después

de cumplir sus setenticinco aniversarios. Este Pino güinos //, contiene más de sesenta páginas de la pingüinada que ahora escenifican situaciones muy humanas y de mayor profundidad satírica. 4

La exposición

Toda la exposición pone de relieve la personalidad del autor que hace crítica con buen humor ga· llego, sin levantar ronchas, con distinción ... Presenta al conferencista aburrido, del tema retórico del "huevo y la gallina". Los oyentes del frente con forzada atención, pero de la segunda fila en adelante disminuye el grado de interés aparente, hasta que los últimos duermen profundamente. A la entrada del salón está pingüinizado Chamberlain, el ministro inglés de nefasta memoria por la concertada entrega de Europa a Hitler, con su'famoso paraguas y su valija marcada "Munich". Una reunión en la cumbre de los cinco pequeños satiriza a las superpoten· cias que hacen alardes de grandes encuentros que

Una trulla del trópico

7


nada práctico aportan a la paz del mundo. Hay además pingüinos que meditan y oran dormidos, bailes para turistas, un pingüino siquiatra frente a su pa· ciente sicoanalizado, un gran pingüino "sentado en el baúl". la trampa del trampolín. del pingüino gran· de que abusa del pequeño y el juego a la bolsa... Vale la pena asomarse a la vida puertorriqueña a través de esta interesante exposición de Compostela. Hay que agradecer a Francisco Vázquez Diaz su desinteresado afecto por Puerto Rico y darle las gracias por las grandes aportaciones que ha hecho a la cultura del país durante varios lustros.

Las tres gracias

"Don Quijote y Sancho

En la Corte

8


Historia de una extraña normativa Por

EL

DÍA

3 DE MAYO DE 1712, DESDE MADRID ESCRIBíA EL

rey una Real Cédula al obispo de Puerto Rico, fray Pedro de la Concepción, Urtiaga, Salazar y Parra, misionero del Seráfico Orden de San Francisco, y con cierta dosis de extrañeza, no exenta de algunas notas de patetismo, le decía: .. Las lamentables noticias de 10 horrorizados que se hallan los naturales de toda esa isla con la resolución que tomásteis en la última visita que en ella hicisteis, mandando por cláusula expresa en ella que todas las mujeres que estando en cinta fuera del legítimo ma· trimonio, muriesen al tiempo de dar a luz la criatura, sean sepultadas sin los ritos y ceremonias que usa nuestra Santa Madre la Iglesia y que las lleven en el féretro con un pie descalzo fuera de él, sin luces, ni más acompañamiento que el cura y el sacristán, con una cruz baja de palo, que han de ir por una acera de la calle y el cuerpo por otra, sin cantarles, ni rezarles cosa alguna, ni tocar campanas, lo cual se ejecutó en dos ocasiones con una morena y una parda libre, quien habiendo recibido los sacramentos, pidió no se tocasen las campanas que se acostumbraban en ese pueblo al expirar porque no se supiese que ella moría y perdiese al punto en que hasta entonces había vivido, cuyo caso ocasionó indecible tormento en los ánimos de los fieles de esa isla mayormente llegándose a entender que en la expresada cláusula decíais que al no doblar las campanas era porque no las encomendasen a Dios. y habiendo causado en dicho mi Consejo tanto pavor estas noticias que temiéndolas por indecibles y ajenas a vuestro pastoral y piadoso empleo y del amor y caridad que debéis ejercitar con vuestros feligreses",1 Esta real orden la recibió el obispo el 19 de agosto de aquel año en Ponce a donde se había despla1. Real Cédula al obispo de Puerlo Rico. Madrid, 3 de mayo de 1712. A. G. l.. Santo Domingo. 879.

ANGEL

LÓPEZ

CANTOS

zado para hacer la visita canónica. El mismo día que llegó a sus manos la disposición real, sin pér. dida de tiempo escribió al monarca. En la misiva que le envía no se retracta de nada, sino todo lo contrario, terminándola de la siguiente manera: .. que es costumbre antiquísima de estos obispados, para el freno del mayor deshago de innumerables muje. res perdidas, y que sólo había ordenado 10 que sus sucesores resolvieron, después de haber hecho las visitas a la isla." 2 Efectivamente para apoyar lo que afirmaba y demostrar que las medidas que había tomado a fin de terminar con una situación harto común en la isla, mandó al rey un informe notarial, en el que se hacía el proceso histórico de tal normativa. La génesis está en las disposiciones que se dictaron a raíz de la visita canónica que en 1647 llevó a cabo el obispo Damián López de Haro. En las resultas de visita, en las cláusulas que hacen referencias a los amancebamientos, se lee: "Que por cuanto hay un gran desorden en un delito grave, continuado y escandaloso, digno de castigo ejemplar que cometen algunos señores de esclavos, que usando mal del dominio que en ellas tienen, las consienten no sólo vivir y estar amancebadas públicamente. pero también las exponen a pecar, para remedio de tan grave mal-ordena el prelado-, que las críen y tengan con honestidad", pues de lo contrario serían castigados con las siguientes penas: - La primera vez con doce pesos. - La segunda con veinticuatro. - y la tercera .. sea privado del dominio de la esclava y ella vendida, pase a otro poseedor.") Como se puede observar las providencias toma2. Rico, 3. Rico,

De fray Pedro de la Concepción Urtiaga al rey. Puerto 19 de agosto de 1712. A. G. l., Santo Domingo, 2385. Informe del notario público de Puerto Rico. Puerto 26 de agosto de 1712. A. G. l., Santo Domingo, 2385.

9


das no fueron muy drásticas. En la exposición de los hechos se nos indica veladamente una de las causas de que tales anomalías fueran tan frecuentes y numerosas: " ... pero también las exponen a pecar". En la siguiente visita, realizada por fray Benito de Riva en 1665, al tocar este punto nos lo aclara, relatándolo de una manera más explícita; dice así: "Y por cuanto los dueños de algunas esclavas usan mal del dominio que en ellas tienen, simulando que vivían mal y desordenadamente por el interés que de tener más esclavos se le sigue y en vez de castigar y abominar las ofensas que a Dios se le ha hecho, cuando salen preñadas las esclavas, en vez de castigarlas, las acarician, obligándolas a que repitan aquel pecado y abominable ofensa." 4 Una de las razones de los múltiples amancebamientos que de una manera un tanto encubierta se vislumbraba en la visita del año 1647, en la de 1665 se manifiesta de manera palpable. Los dueños de escla· vas al consentir y fomentar las uniones ilegítimas, estaban uti1i7.ándolas como medio para obtener esclavos, de que tan faltos estaban. La economía de Puerto Rico en la segunda mitad del siglo XVII pasaba el periodo más crítico de su historia y el nú' mero de esclavos era tan corto, que las faenas agrícolas no se podían realizar por falta de mano de obra. Además, como una consecuencia de la situación económica de la isla por aquel entonces eran muy pocos los hacendados puertorriqueños que con· taban con dinero efectivo para comprar esclavos.s Los agricultores isleños ante un hecho real, concreto, vieron y comprobaron que en una situación irre· guIar podían resolver en parte la acuciante necesi· dad que tenían de esclavos. En vista de que tales anomalías no se habían ami· norado con el tiempo, sino todo lo contrario, ya que desde la última visita que hiciera el obispo López de Haro, los nacimientos ilegítimos habían aumen· tado, fray Benito de Rivas exhorta a los dueños de esClavos a que pongan remedio a tales cosas, y si esto no hicieren serían castigados con las mismas penas que decretara su antecesor, con la única salvedad, que el dinero conseguido por las multas se aplicaría a la Cruzada y al hospital de la Concep· ción. A continuación legisla unas normas que hasta entonces era inédita en Puerto Rico y que hace re· ferencia a las esclavas. Dice así: "Además de las di· chas penas mandamos que si muriesen de estos tan culpables y pecaminosos partos las esclavas, sean enterradas sin género de pompa eclesiástica, declarando por excomulgados, ipso facto, a cuantos acompañen a su cuerpo y mandamos al que hiciere oficio de sacerdote en el entierro pena de 20 pesos que valla él sólo sin otro cura, un acólito con una

por ellas plegarias, ni se dé aviso a los fieles para que las ayuden con sus oraciones, conspirando de esta manera todos en vengar las ofensas que a Dios hacen este género de mujeres. Y la misma pena cuanto a la pompa eclesiástica señalamos y aplicamos a todas aquellas mujeres pardas o morenas que hubieran vivido escandalosamente si no se prueba y consta que un año antes de morir vivieren bien, con honestidad, temor de Dios y cristiana reformación",6 Ante tales disposiciones, todo comentario huelga. Las disposiciones dadas por el obispo están ayunas totalmente de la doctrina evangélica. Eran un hecho real que tales desórdenes existían, pero el peso de la ley lo hace caer, no sobre los auténticos culpables, los dueños de los esclavos. sino sobre las víctimas de una situación socio-económica que ellas no habían creado. Pero si observamos que dichas normas se hacen extensivas también a las mujeres morenas o pardas que se encuentren en situación semejante, aunque bien que es de una manera restringida, ya que s6lo les afecta en cuanto a la pompa eclesiástica de sus entierros. Asimismo comprobamos que la orden dada por el obispo afecta únicamente a las mujeres negras, morenas o pardas, ya sean libres o esclavas, quedando fuera de tales prescripciones las mujeres blancas. Sabemos que las situaciones irregulares se daban también entre éstas y que eran del dominio público.' No encontramos explicación alguna de esta descriminación, porque tales disposiciones no se aplicaron de la misma manera a las blan· caso Al analizar tales documentos pensamos en un principio que los amancebamientos de las mujeres blancas no tenían como consecuencia inmediata la procreación de esclavos y sí las uniones ilícitas de las otras mujeres, pero cuando se nos informa que "todas aquellas mujeres pardas o morenas que hu· biesen vivido escandalosamente" se les aplicarán las mismas penas anteriormente expresadas, tuvimos que abandonar tal teoría, puesto que el hijo que na· cía de dichas mujeres era tan libre ante la ley como el de las blancas. A la vista de este mandamiento tenemos que aceptar que la hipótesis con bastantes visos de verosimilitud que la distinción que se hace, aunque implícita, estaba en función de la piel y no de la situación civil a que cada grupo pertenecía. Pero a pesar de las órdenes dadas por fray Benito de Rivas que "tanto pavor" habían causado en el Consejo de Indias, los hechos que las causaron no remitieron, todo lo contrario, aumentaron. En la vi· sita que hizo el sucesor de Rivas, Bartolomé de Es· cañuelas, en 1674 ordena que se guarde con todo

4. Ibidem, 5. Vid. López Cantos, Angel. Historia de Puerto Ri. co, 1650-1700. Sevilla. 1975. Capitulo 111 y Apéndice 111.

6. Informe del notario público de Puerto Rico. Puerto Rico, 26 de agosto de 1712. A. G. l., Santo Domingo, 2385. 7. López Cantos, Angel. Opus cit., p. 37.

10

cruz de palo y cuatro personas que lleven el cuerpo, y si en dicho parto peligrasen no se puede tocar


rigor lo mandado a este respecto por sus antecesores, y añade: "Y contra pardas y morenas libres o esclavas en el modo afrentoso de ser enterradas si mueren de parto pecaminoso o si mueren' de otro accidente no constando haber dejado el torpe y osceno trato." 8 También este prelado hace la misma discriminación entre mujeres de color y blancas, y de la misma manera no encontramos el por qué de esa actitud al estudiar el documento. En el año 1707 hace la visita canónica a la isla fray Pedro le la Concepción Urtiaga y es a quien, como vimos al principio de estas líneas, va diri· gida la Real Cédula con que hemos encabezado este trabajo. Al examinar 10 legislado comprobamos que no añade nada nuevo a 10 reglamentado por sus predecesores. Su postura es ratificar 10 mandado por sus antecesores. Unicamente encontramos de innovación una apostilla, que en esencia no cama bia nada 10 ya dispuesto. Dice así: "Mandamos y or~ denamos a nuestros curas observen y ejecuten esta ley, so pena de 100 reales de plata para los pobres de la cárcel".9 Al estudiar el desarrollo histórico de esta extra· ña normativa, hemos podido ver que Urtiaga era el obispo menos responsable de ella, pues su cometido no fue otro que ratificar 10 decidido por sus antecesores en la mitra de Puerto Rico, y su cometido consistió en ratificar lo ya establecido. Si la existencia de tales disposiciones tenían 42 años, desde 1665 hasta la visita de 1707, puesto que no debemos olvidar que el obispo López de Haro únicamente arremete contra los propietarios de esclavas sin que a éstas se le aplique ninguna sanción. Por qué hasta 1712, lapsus de tiempo demasiado grande, no surgieron las primeras quejas a la corte. Hay que pensar que los familiares de las mujeres muertas en tales circunstancias tenian poco predicamento civil para quejarse al rey, y de otro lado los propietarios-de las esclavas hasta entonces habían podido eludir la ley con facilidad. Lo primero es bien manifiesto. La respuesta a lo segundo la encontramos en una carla que escribe el licenciado Juan de Rivera al rey. ' Entre varias cosas que hacen referencia a este problema, le comunica esto que confirma nuestra hipótesis: "Y así algunos señores se han querido ate· rrorizar, Señor, quizás, atendiendo a los fines particulares y que no halla enmienda en la deshonestidad y desenvoltura de estas mujeres".lo Hasta en-

8. Informe del notario público de Puerto Rico Puerto Rico, 26 de agosto de 1712. A. G. l., Santo Domingo, 1385. 9. Ibidem. . 10. Infonne de Francisco Martina, Maestro de ceremomas de la catedral, al rey. Puerto Rico, 9 de agosto de 1712. A. G. 1., Santo Domingo, 2385. Dice que siendo párroco de la catedral murió -una parda nombrada Juana Maria de parto, no siendo casada la cual enterré en el convento de San Francisco de dicha 'ciudad•. Esto lo hizo, por mandato del obispo fray Pedro de la Con·

tonces estos preceptos se habían promulgado y ratificado una y otra vez, de una manera machacona sin que hubiese pasado a más. Sin embargo el obispo Urtiaga no sólo las confirmó, sino que decidió que se cumpliesen con todas sus consecuencias. Esto que no es una afirmación gratuita, como hemos podido ver, lo prueba el hecho que las únicas quejas que conocemos sobre estas medidas fueron presentadas a la corte durante el tiempo que tuvo a su cargo la dirección espiritual de Puerto Rico. JI Hasta aquf hemos relatado los hechos y ya comprobamos que tuvieron implicaciones de índole social y económica, pero no podemos olvidar las humanas y relígiosas. Si estudiamos la situación demográfica del período en que se dieron tales ordenanzas, como consecuencia de un hecho concreto: la frecuencia de los amancebamientos; comprobamos que éstos en parte estaban justificados. La población femenina se encontraba en franca mayoría, en una proporción de tres a dos, teniendo presente que la desigualdad no sólo afectaba a los esclavos y pardos, sino que en igual medida se daba entre los blan· cos, aunque la situación en esta parte de la sacie· dad puertorriqueña contaba con los soldados del presidio para nivelar a sus componentes. u Siendo la falta de varones bien notoria, en el mejor de los casos, si todo el elemento masculino hubiera estado unido legítimamente, es indudable que una considerable parte de la población femenina hubiera que· dado célibe en contra de sus fuertes apetencias de maternidad, aunque para ello no tuvieran el acicate de los dueños, interesados en la obtención de esclavos de una manera fácil y económica. Asimismo las medidas decretadas por los ordina· rios afectaron de una manera profunda "en los áni· mas de los fieles de esta isla, mayormente llegándose a entender que en las expresadas causas de visita de sus Ilustrísimas que no doblan las campanas por semejantes mujeres difuntas era porque no las en· comendasen a Dios".Jl Sin olvidar que el pueblo también suele abultar los hechos, cuando una norma injusta revolotea con intención de envolverlo y así

cepción. Le dio sepultura -sin pompa funeral, yendo el cura el s~cristán y.un acólito a dicho entierro, para que a dicha~ mUjeres les sirva de algún temor para no ofender a Dios Nuestro Señor•. La llevó. sigue diciendo, -él, el sacristán José de .Sánche~ y un a~ólito, rezando el miserere y el de profundls, h.cchandole (SIC.) todas las demás ceremonias que ordena. el ntual romano con dos velas encendidas que se le pus.leron en su cuerpo, con dobles de campanas, sin lIe. varo ni hacer otra cosa más.• En la carta ya citada del licenciado Juan de Rivera al rey informa que ha enterrado "sin pompa una morena parda y libre.• 11. Vid. López Cantos, Angel. Opus. cit. Capltulo 1. La Población. 12. Autos. Ponce, 17 de octubre de 1712. A. G. l., Santo Domingo, 575. 13. Real Cédula al obispo de Puerto Rico. Madrid, 3 de mayo de 1712. A. G. l., Santo Domingo, 879.

11


echa mano a las exageraciones, para de esta manera subrayarla. Al estudiar lo dispuesto por los obispos no hemos encontrado que ellos decidieran "que las

12

mujeres en el fĂŠretro las lleven con un pie descalzo fuera de ĂŠl", como se afirma en la Real CĂŠdula con que dimos principio a este trabajo.


Porque quiero amarte y hablarte* Por

VICENTE RODRíGUEZ NIETZSCHE

Hablo. He transitado amando las calles de esta época. Anuncio lámparas, infancias luminosas cubiertas de piedra y saltos.

aplaudido, evadido, transparenciado; probablemente he reído en el juicio de los que lo ignoraron.

Crecí. Me cansé creciendo. Gasté mi fuerza humana mofando el odio.

Preciso conversar contigo. Hablemos de los bosques, de los barcos; las terribles pruebas de la belleza y

A mi amigo, José, lo encarselaron un día por luchar en contra de la guerra. Te cuento esta historia, te digo lo correcto, lo que ha pasado en el total de mi existencia. Han trascurrido mil acciones, he despertado mañanas de lucha, he pasado por lenguas chismosas

del corazón dando furiosos campanazos. El poeta quiere que nos reunamos, que empleemos este tiempo nocturno en proseguir amando.

y

por palabras empujadas a la primavera. Me han humillado,

* Del libro inédito Amor como una planta...


Motivos hispánicos en los ensayos de Rafael Hernández Usera Por LUIS

TRELLES

PLAZAOLA

;

I.

Una figura olvidada

RAFAEL HERNÁNDEZ USERA MUERE EL 25 DE NOVIEM· bre de 1946. Al día siguiente en El Mundo aparece una breve nota dando cuenta de su fallecimiento y señalando con concisión periodística lo más significativo de su vida. 1 Se nos da la noticia esen· cial del nacimiento, ocurrido en Santa Isabel el 3 de mayo de 1888, la referencia a la educación que recibiera, los cargos ocupados, honores recibidos y la obra literaria. Son datos que aparecen por igual en la sucinta entrada que le diera Quién es Quien en Puerto Rico en su tercera edición.2 Días después y también en las páginas de El Mundo aparece el artículo firmado por Felipe liménez Rivera titulado "In Memoriam: Rafael Hernández Usera".J Son éstos los testimonios impresos que hemos podido encontrar sobre la figura de Rafael Hernández Usera y que nos mueven a calificarlo de figura olvidada. Este olvido se hacia ya patente en los postreros días de su vida y a él se refiere Jiménez Rivera en su trabajo. Era, dentro de una larga y dolorosa en fermedad, uno de esos sufrimientos que calan hondo por locar la esfera de lo moral, y que entristecieron las últimas horas del ensayista. Esa tristeza por el abandono en que lo tenían sus amigos constituye junto al reconocimiento de su afabilidad, su invete· rada humorismo y su genuino afán cultural 4 lo más destacado del artículo de Jiménez Rivera. Y es lástima que la figura siga preterida porque a lo largo a

1. «El licenciado Rafael Hemándel Usera murió ayer larde_, El Mundo, 26 de noviembre de 1946, p. 5. 2. Quién es quien en Puerto Rico. Diccionario biogrdfico de récord pcrS0l7al. 3. ed., 1941·1942. San Juan, Cantero, Fernlindel y Cía., 1942, p. 110. 3. Jiménel Rivera, Felipe. «In Mcmoriam: Rafael Fernándel Usera-, El Mundo, 8 de diciembre de 1946, pp. 14-15. 4. Ibid., p. 14.

14

de los veintinueve años transcurridos desde su muer· te nada más se ha publicado sobre Hernández Usera ni se le ha mencionado en obras importantes aparecidas en ese período, aquilatadoras de la trayectoria del ensayo en Puerto Rico. ¿A qué atribuir este silencio? ¿Es que la vida y lo que es tan importante, la obra de Rafael Hernán· dez Usera nada aportan y nada significan en el te· rreno de la ensayística y la producción impresa puertorriqueña? Creemos lo contrario, que la figura bajo consideración no es merecedora de tan total y prolongando olvido y que ofrece dentro de cualquiera de las dos vertientes en que puede encasillarse su producción impresa, notas valiosas evidenciadoras de un conocimiento y manejo claro, pulido y elegan te de la lengua, en sintonía con el legado que los ini· dadores y continuadores del Modernismo nos dejaran en este campo de la prosa. Es además su prosa, en una de sus vertientes, testimonio del aprecio existente por lo hispánico en las letras puertorriqueñas. La presencia e importancia de los motivos hispánicos constituyen una prueba elocuente de la vinculación del autor con una corriente literaria del pafs, representada entre otras obras del pasado reciente, por la de Antonio S. Pedreira, Aristas,5 que incluye ensayos interpretativos y valorativos de lo hispánico; por la memoria doctoral de la doctora Margot Arce de Vázquez consa~ grada al estudio de Garcilaso de la Vega 6 y por la de Domingo Marrero sobre el pensamiento filosófico y religioso de Ortega y Gasset.' a

5. Pedreira, Antonio S. Aristas, ensayos. San Juan, Li· brería y Editorial Campos, 1930. 6. Arce de Vázquez, Margot. Garcilaso de la Vega. Con· trib~lción al estudio de la lirica española del siglo XVI. Madrid, Imprenta Hernando, 1930. 7. Marrero. Domingo. El centauro; persona y pensamien. to de Ortega y Gasset. Santurce. Imprenta Soltero, 1951.


Rafael Hernández Usero

11. El escritor y su época El aporte impreso de Rafael Hernández Usera a las letras puertorriqueñas se inicia desde la década del diez. En un artículo publicado por Hemández Usera en un número del Puerto Rico Ilustrado dedi· cado a Guayama,B se refiere a su activa colaboraci6n en el semanario Pancho Ibero, de cuya frecuencia y equipo redactor nos da una noticia similar Pedreira en su libro dedicado al periodismo en Puerto Rico.9 En aquel período el escritor se movía por su isla amada, ocupando en la judicatura insular distintos cargos que lo llevaron de la población de Salinas, cercana a la de su nacimiento, Santa Isabel hasta

8. Hernández ,Usera, Rafael. "Pancho Ibero revista_, Puer. to Rico Ilustrado, vol. XXX, núm. 1.547, p. 19, 11 de noviem· bre de 1939. 9. Pedreira, Antonio S. El periodismo en Puerto Rico; bosquejo histórico desde su iniciación hasta eJ 1930. Río Piedras, Editorial Edil, 1969, p. 502.

Utuado y Arecibo (período comprendido entre el 1913 yel 1919),1° Data de este momento su conocimiento y amistad con Antonio Martínez Dávila y Luis Felipe Dessus, editores de la publicaci6n citada y con su cuerpo de colaboradores que incluía a Enrique Mestre, Alfonso Lastra y Genaro Cautiño, este último acaudalado hombre de negocios de Guayama. Evoca también Hernández Usera en este artículo a "La Vaquita Negra", sede frecuente de e~ta peña literaria, a la que califica como de "puro ambiente boricua" y sobre todo rememora la figura tan respetada de Vicente Palés a quien llama "el idealista in· signe"." No es, sin embargo, en la década de los diez sino en la que le sigue, en los tumultuosos años veinte que Rafael Hernández Usera dará el más logrado aporte literario. Para ello será menester un cambio de escenario y una larga permanencia en España. 10. Quién es Qui~n en Puerto Rico. Loe. Cit. 11. Hernández Usera, Rafael, Loe. Cit.

15 .


En efecto, entre 1922 y 1926,J2 el escritor residió en Madrid e inició así un contacto con Europa que prosiguió ahondando mediante otros viajes hechos a 10 largo de los años treinta. Esta estadía en España durante los años veinte lo haría conocido en los círculos culturales y literarios de la nación y así el Conde de Romanones, importante figura política e intelectual de ]a España de aquel momento, prologa su libro De América y de España, aparecido en 1922.13 Su biografía resumida fue incluida en la Enciclopedia Universal Europeo-Americana más conocida por Espasa-Calpe 14 y se le admitió como miembro en instituciones tales como el Ateneo de Madrid, siendo vicepresidente de su Sección Hispano-Americana; y la Real Academia de Ciencias Históricas de Toledo.!! Lo importante no son, sin embargo, estas distinciones sino la aparición de sus dos libros, el ya aludido De América y de España y el titulado Semillas a Voleo. 16 En eUos es que encontramos el núcleo de su ensayística y donde descubrimos la presencia frecuente y emocionada en algunos casos, documentada y legalista como de jurista en otros, razonada y bellamente expresada siempre de los ensayos sobre España. Este período lo ve también contribuir con su aporte a la difusión de la cultura puertorriqueña, en mejor y mayor medida si cabe que cuando dio su aliento y su concurso para ]a publicación semanal . Panclto Ibero de Guayama. Esta contribución destacada se evidencia por la participación en la Editorial Puerto Rico en la ciudad matritense que da a la luz pública los tres primeros volúmenes de las obras completas de don Luis Muñoz Rivera,17 El propio hijo de la conocida figura que es Muñoz Rivera, Luis Muñoz Marin en una declaración inicial que precede al primer volumen de la obra, hace hincapié en que "sin la colaboración intelectual y la cooperación material de don Epifanio Fernández Vanga y don Rafael Hemández Usera nunca hubiese yo en tan breve tiempo logrado publicar esta obra".I! España es por tanto y en el período de los años veinte el sitio y el momento en que nos encontramos al hombre y al escritor en su etapa más plena y fructífera. Se hallaba entonces el hombre en su 12. Quién elJ Quien en Puerto Rico, Loc. Cit. 13. Hemándcz Usen!, Rafael. De América y de España. Problemas y Orientaciones. (De 1920 a 1922). Madrid, Librería y Editorial Rivadeneyra, 1922. 14. Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo.Americana, vol. XXVII, Madrid, Espasa-Calpe, S. A., 1925, p. 1235. 15. Quién es Quien en Puerto Rico, Loc. Cit. 16. Hemández Usera, Rafael. Semillas a voleo. (Con la palabra y con la pluma). Madrid, Editorial Puerto Rico, 1925. 17. Muñoz Rivera, Luis, Campañas politicas, seleccionadas y recopiladas por Luis Muñoz Marín, vol. 1. Madrid, Editorial Puerto Rico, 1925. 18. Ibid.

16

edad más lozana (34 a 40 años) y el escritor en consonancia brindaba las muestras más conseguidas de su pensamiento y de su estilo. Este periodo le permite además relacionarse con figuras como Muñoz Marin y e] Conde de Romanones, tan connotadas en sus respectivos países. Los años treinta y los cuarenta devuelven a Rafael Hernández Usera a su patria. Es el período en que fija su residencia en San Juan, primero en la ciudad murada, después y hasta ocurrir su muerte en Santurce. Es también el momento en que se desempeña como Asesor Legal de la Comisión Económica Legislativa de Puerto Rico (1930-1946) 19 Y es asimismo la oportunidad en que lenta pero inevitablemente su salud comienza a resentirse hasta conducirlo a la muerte. Literalmente su obra se reduce a ensayos y artículos periodísticos en los que asoman sus viejas preocupaciones intelectuales y donde coinciden con los motivos puertorriqueños e hispánicos, los franceses (su última colaboración aparecida en El Mundo, dos años antes de su muerte y dedicada a Pascal así lo demuestra).:lO También se dan en esta época los estudios técnico-jurídicos que en consonancia con su renovada dedicación al derecho no es extraño que brotasen de su pluma.ll Uno de ellos, su estudio históricojurídico de los arbitrajes,22 se ha utilizado como texto en España para ciertas clases de economía política. Es ésta también la etapa en que Rafael Hernández Usera se acerca de nuevo, en vivencia continuada y estrecha a la patria y es la oportunidad en que renueva las viejas amistades a la par que anuda otras nuevas. Es e] período del contacto con Rafael Martínez Nadal, Nilita Vientós Gastón y Margot Arce de Vázquez y de la simpatía constante y acogedora hacia los hombres y mujeres de su pueblo, que aun hayal mencionarlo, se afectan visib]emente con el recuerdo y la evocación de la figura sonriente y bondadosa que desde su balcón de la calle Caribe tenía siempre a flor de labios la frase agradable, la actitud acogedora y la lengua fácil y amena de un inveterado viajero del mundo.

111. Motivos Hispánicos en sus ensayos De sus dos libros, De América y de España (1922) y Semillas a Voleo (1925), el segundo es el más abun. 19. Quiéll es QllÍell en Puerto Rico, Loe. Cit. 20. Hernándcz Uscra, Rafael. "Inspiración creadora dc Pascal., El Mundo, 2 dc julio de 1944, p. 2. 21. Hemández Uscra, Rafael. Introducción al Informe sobre corporaciones y asociaciones privadas preparado por la Comisión Económica de la Legislatura de Puerto Rico, San Juan, Ngdo. de Materiales, Impresos y Transportación, 1934. 22. Estudio Histórico-critico de los arbitrajes internacionales (primera etapa). San Juan, Ngdo. de Materiales, Impresos y Transportación, 1934.

---o


dante en figuras españolas. Nueve ensayos consti· tuyen su aporte al esclarecimiento de figuras hispá. nicas. De América y de España (1922) incluye un menor número de ensayos centrados en el tema de Es· paña. De éstos, tres se dedican al paisaje y uno tan sólo a una gran personalidad española. En su con· junto son 13 ensayos sobre los aludidos aspectos de lo hispánico. Tres de ellos se contraen al paisaje y los dedicados a figuras y personalidades pueden subdividirse entre ensayos sobre figuras literarias (los dedicados a Quevedo, Lope y Cervantes) :D y ensayos dedicados a grandes personalidades i/olíticas (los restantes). Los ensayos sobre figuras literarias se ocupan de grandes nombres de la época cumbre de las letras nacionales, sobre los cuales es dificil aportar algo nuevo. Los estudios dedicados a los políticos espa· ñoles versan sobre un período más reciente de la vida española, su convulso siglo XIX, y concluyen en nuestro tiempo con el dedicado a Eduardo Dato, figura contemporánea del ensayista. Una sola excepción se observa en este conjunto presidido por un denominador común de época, el dedicado a Alfon· so X, El Sabio, escrito con motivo del séptimo centenario del nacimiento de este rey de Castilla. Todos, no obstante, comparten una serie de notas que son esenciales al estilo de Rafael Hemández Usera. Sobresalen en primer término por la cultura que demuestran en quien los escribe. Ensayo tras ensayo de los estudiados inciden en esta característica y evidencian en Hernández Usera el lector infatigable, el hombre instruido, el viajero aprovechado. En los de carácter paisajista, no importa que el paisaje cantado sea la imperial Toledo, la fragante Valencia o la antiquísima Itálica, Hernández Usera sabe combinar las descripciones de vuelo poético con las de carácter histórico. Estas pueden ser del pasado venerable, como en el caso de las alusiones a Escipión en el de Itálica o de hechos históricos más recientes corno en el de Toledo:

beso de la luz sus muros calados por los góticos ventanales ".25 En los ensayos sobre personalidades españolas hay que distinguir entre los que versan sobre figuras literarias y los dedicados a gobernantes, y políticos. En los primeros sobresale como la técnica predominante la de ir de consideraciones generales sobre las personalidades escogidas a la particulari. zación de alguna obra apreciada como la excelente. Así de Quevedo se exaltan Los sueños:

"Mas donde Quevedo sobrepuja a todos los autores, donde su risa restalla sostenida y magna, resuena triunfadora e inmortal, donde su sátira es juez que sentencia y sonda que explora las llagas anímicas individuales y sociales, y escalpelo que las dislacera, y caústico que ,las abrasa, donde su sátira vibra, irradia y fulgura como el rayo, es en Los sueños. Jamás se ha escrito por los hombres nada tan vigoroso, tan valiente, tan sin retoque, ni afeite literario como esos seis famosos discursos tan llenos de vida, que son cuento e historia, sombra y luz, drama y filosofía, símbolo y realidad. E·l idioma en Los sueños adquiere insospechados matices y resplandores; las palabras como brillantes en vitrina de joyero, que multiplican sus luces, revelan inusitadas significaciones y se combinan en nunca vistos enlaces..." 26 De Lope se enaltece por sobre su vasta producción literaria, la dramática: MPero en lo que Lope de Vega se alza con el cetro de la invención entre todos los hombres es en la dramática. Nadie como él ha plasmado la totalidad de la vida ni de ésta nadie supo tanto como él. Nadie como el Mpoeta del cielo y de la tierra", fundió con arte portentoso -lo divino (autos sacramentales), lo sagrado (autos bfbli!=os), lo hagiográfico (asuntos de vidas de santos); con lo profano (la Dorotea)." Z7

MYo he visto en Toledo, en unas horas, dos mil años de vida, y la ciudad me ha hablado de como bates en la naumaquia, de obispos santos y de sínodos nacionales, de fuertes emires, de portentosos orfebres, de graves rabinos y prudentes al· faquíes y claros poetas..." 14

y de Cervantes, como era lógico de presumir, su

Junto al conocimiento histórico trasluce la vi· vencia directa y el acierto en la selección de detalles que describe:

"La vida entera de Cervantes está en el Qui· jote. Los entremeses, la Galatea, la Numancia, todo cuanto escribió e ideó el 'Manco sano' sin excluir las Novelas Ejemplares y de ellas El coloquio, el Rinconete y Cortadillo y el Licenciado Vidriera, cúspides de invención literaria, son pro-

Quijote:

MDesde el Alcázar descendí a 10 más apretado del caserío, donde la pasmosa Catedral abre al 23.

24.

---o Semillas a voleo, pp. 19-45.

---o De América y de España, p. Ti.

---o ---o

25. Op. cit., p. 26. 26. Semillas a voleo, p. 25. 27. lbid., pp. 29·30.

17


ducto de la destreza, del talento o de la geniali· dad artística de su autor, sólo en el Quijote res· plandece, como las etemales ideas del filósofo griego, el genio de su inventor que domina el pasado, el presente y el porvenir 2a H

Este ensayo sobre Cervantes es con el de Toledo. lo más estructurado y elaborado dentro de su prosa. En ambos se observa un plan muy cuidadoso en la composición. Están divididos en secciones en que paulatina y progresivamente se va desarrollando el tema. En el de Cervantes las secciones culminantes son las dedicadas a comentar el plan del Quijote y el proceso de invención cervantino. En el de Toledo la estructura es circular, se parte de la evocación hecha en Ponce y en su infancia por un sacerdote español que le hablara de Toledo caracterizándola en términos inolvidables:

"-¿Cómo decirte ·10 que hay en Toledo para que tú lo comprendas? Reflexionó el sacerdote un instante. Después dijo: -Pues sabrás que en Toledo, además de tenerla los seres humanos, tienen también las cosas una muy noble alma. Ouedé yo asombrado, y él añadió: -En América los puentes, .Jos edificios, los campos, las piedras, los árboles no hablan. Aquf, a 'los hombres mismos, pocas veces se les ocurre algo importante que manifestar, y, si alguna vez hablan, lo hacen prosaicamente, mientras que en Toledo las pinturas y las torres, las cuarteadas paredes, el río Tajo y los cigarrales, que son como hortecillos; los hondos aljibes y las soberbias cúpulas de los templos, hablan como los mayores poetas. - y ¿de qué hablan? -jOh! ¡Es un divino hablar! ¿De qué hablan los cantares y las poesias? De todo; de ·10 que fue y de lo que será; de desdenes y de amores; de odios y de venganzas; de esta vida presente y de ·las otras vidas; de Dios y de las flores; de eso hablan seres y cosas en Toledo, y siempre con mucha gravedad y excelencia... 29

bres, por ser un lenguaje superior que expresa lo sustancial y 10 activo, lo que es permanente; verbo propio de la serenidad de lo inmutable, mediante el cual las almas escogidas se reconocen perennemente como hijas de Dios, 10 mismo antes que después de descubrirse la imprenta, el vapor y la' electricidad. Ese y no otro es el idioma de los salmos y de los profetas, el que habló en sublime soliloquio el sombrío príncipe de Dinamarca; ese fue el lenguaje de Platón, en el que se con· fesó San Agustin y se despidió de la vida Alonso Quijano, y en él predicó a los hombres, con parábolas sencillas e inmortales, el divino Sembrador de Galilea".JO

Los ensayos dedicados a los políticos recientes de la historia de España (Pi y Margall, Prim, Cánovas, Canalejas y Dato) acusan diferentes técnicas. Alguno, como el de Pi y Margall, va a buscar a la infancia el móvil inspirador pero todos utilizan algún detalle significativo para mover la consideración sobre la figura, como lo es el retrato dedicado que se guardaba en su casa, en el caso de Pi y Margall:

En uno de los álbumes de fotografías de mi casa, en lugar preferente, había un retrato, que jamás olvidaré. Era el de un venerable anciano, de muy nOQle rostro, de luengas barbas, finos labios, profundo mirar y amplia frente, al parecer no atormentada por ninguna inquietud. Tenía el retrato una sencilla dedicatoria, y debajo la firma de don Francisco Pi y Margall H}I ti

Cuatro de ellos, inspirándose en figuras trágicas utilizan muy efectivamente, como punto culminante de sus ensayos, los asesinatos perpetrados. 1m· presiona sobre todo el dedicado a Prim que comienza con la evocación excelente del día desapacible del asesinato en que el tiempo parece presagiar el suceso trágico:

ti

Se visita la ciudad ya adulto y se cierra el ensayo con la vuelta al recuerdo de la infancia y la constatación de la verdad que se encerraba en la caracterización hecha por el sacerdote:

"Después de visitar Toledo he venido a entender unas palabras de mi maestro de Ponce, que me sonaban a hipérbole; palabras que él pronunció dirigiéndose a mi. Son éstas: -Pero no olvides que el lenguaje que hablan cosas y seres en Toledo sólo 10 oyen algunos hom-

28. lbid., 37·38. 29. • De América y de España, pp. 22·23.

18

"Rabia amanecido nublado. El viento del Gua· darrama, gélido, cortante y sutil, difundía el aliento helado de la vecina sierra... A laSl cinco se hizo de noche. La vacHante luz de los faroles se debilitó y se enturbió. Nevaba copiosamente: grandes copos descendian, en silencio, con lentitud, sobre la ciudadn.,u Tiene también este ensayo, un carácter conciso, incisivo como de información periodística. La lengua de Rafael Hernández Usera es en todos estos ensayos elegante, cuidada y expresiva. Refleja 30. lbid., p. 28. 31. Semillas a voleo, p. 61. 32. [bid., p. 205.

---o


el conocimiento que del vemáculo poseía su autor y su riqueza de vocabulario, que él mismo constantemente pulía y ampliaba como lo demuestra su manejo metódico y reflexivo del diccionario, apreciable en las anotaciones al margen de muchas palabras, que se observan en la edición que manejaba.u Aun compartiendo este mismo rasgo expresivo (amplitud del vocabulario) no todos estos ensayos son estillsticamente similares. Los hay más sobrios y directos, de frases más cortas y sintaxis más sencilla en los que no abundan las frases incidentales y los largos párrafos de oraciones encadenadas. Tal es el caso con el dedicado a Toledo y con el centrado en Primo Otros en cambio ofrecen mayor densidad estilística y un cierto retoricismo que los hacen menos deleitosos.

IV. Consideraciones Finales La obra literaria de Rafael Hemández Usera ha estado presidida en una de sus vertientes, por el culto hacia lo hispánico. Esta predilección del en· sayista se explica por la tradición familiar, la educación recibida, la especial situación de la isla en el momento en que nació y creció. Era ésta una de violento desarraigo de lo hispánico que hizo que el muchacho de 10 años guardara siempre una admi· ración por España, acrecentada por la estadía en ~sa nación ibérica en el momento de su plenitud. La otra vertiente importante de Rafael Hemández Usera se materializa en sus trabajos, ensayos y artículos de carácter politico y jurídico que no hemos estudiado en el presente trabajo. La faceta investigada, sin embargo, nos revela a un escritor poseedor de una fina sensibilidad, capaz de alcanzar en pasajes altura poética aliada a una sólida cultura y a un subido dominio de la lengua. 33. Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 15 ed. Madrid, Real Academia Española, 1925.

Su obra por tanto amerita una revisión y un reconocimiento que lo libere del continuado olvido en que ha estado sumido y sus afanes en favor de la cultura nacional con su participación en la revista Pancho Ibero y más tarde en la Editorial Puerto Rico, durante los años pasados en Madrid, constituyen aportes de valía para la historia cultural de su patria.

Apéndice 1: Bibliografía de la obra impresa de Rafael Hernández Usera

A. Libros y Folletos 1. De América y de España. Problemas y orienta· ciones. (De 1920 a 1922). Prólogo del Conde de Ramanones. Madrid, Librería y Editorial Rivade· neyra, 1922. 2. Luis Muñoz Marin, político y gobemante. Ma· drid, Editorial Puerto Rico, 1925. 3. Semillas a voleo (Con la palabra y con la plu· ma). Madrid, Editorial Puerto Rico, 1925. 4. Estudio histórico-critico de los arbitrajes inter. nacionales (primera etapa). San Juan, Negociado de Materiales, Impresos y Transportación, 1934. S. Introducción al Informe sobre corporaciones y asociaciones privadas preparado por ·la Comi· sión Económica de la Legislatura de Puerto Rico. San Juan, Negociado de Materiales, Impresos y Transportación, 1934.

B. Articulas aparecidos en revistas y periódicos 6. "La ideología de Pablo Bourget", Puerto Rico Ilustrado, vol. 19, núm. 958, 14 de julio de 1928, página 15. 7. "Inspiración creadora de Pascal", El Mundo, 2 de julio de 1944, pág. 2. 8. "Pancho Ibero revista", Puerto Rico Ilustra· ~ do, v. 30, núm. 1.547, pág. 19, 11 de noviembre de 1939. C. Misceldnea

9. Aclaración necesaria. En: Muñoz Rivera, Luis. Campañas Políticas, vol. 1, Madrid, ;Editorial Puerto Rico, 1925.

,19


Los dibujos de Puerto Rico del naturalista francés Augusto Plée

(1821-1823) Por RICARDO E. ALECR1A

L AS ÚLTIMAS

D~CADAS DEL SIGLO XVIII Y LAS PRIMERAS del XX vieron surgir en Europa una creciente preocupación por la investigación científica. Testi· monio de aquella fueron las expediciones que los gobiernos y las principales instituciones científicas de Europa auspiciaron en Norte y Sur América, Asia y Afríea. Los miembros de estas expediciones hicieron valiosas observaciones en las ramas de la geología, la botánica, la zoología y la etnografía, realizando importantes descubrimientos y con los especímenes que recolectaron, contribuyeron a enriquecer los museos de Europa. En el mundo científico se recuerdan con especial interés la famosa expedición del barón de Humboldt, quien a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX recorrió la América del Sur y la del Norte; la de Charles Darwin (1832·1836), cuyas observaciones le habrían de ayudar a demostrar su teoría evolucionista; y la enviada por España a Sur América en 1783, bajo la dirección del botánico José Celestino Mutis. Otras muchas expediciones de científicos europeos recorrieron los continentes menos conocidos, contribuyendo con sus aportaciones a enriquecer de modo permanente la ciencia universal. Puerto Rico no quedó al margen de estas investigaciones. Para el año 1797 llegó a San Juan el sao bio francés N. Baudin, acompañado de un distinguido grupo de científicos. La expedición no estaba dirigida a Puerto Rico, sino a la isla de Trinidad, pero al arribar a ella la expedición halló que la mis· ma había sido recién ocupada por los ingleses, que en el mismo año habían enviado a América una poderosa armada a la conquista de las posesiones insu· lares de España. Baudin resolvió entonces dirigirse a Puerto Rico y realizar sus estudios en esta isla. Además de hacer las pertinentes observaciones sobre la topografía de la isla, su flora y fauna, los miembros de la expedición se sintieron obligados a ayudar a la defensa de la ciudad de San Juan, cuan· .d o la misma armada que antes había ocupado Trini·

20

dad bajo el mando del almirante Ralph Abercromby puso sitio a nuestra ciudad capital en dicho año de 1797. Los 'científicos franceses y los tripulantes de su barco participaron destacadamente en la de· fensa del Castillo de San Jerónimo, cuya brillante actuación, junto con la del cercano fortín de San Antonio, impidió la invasión por los ingleses de la isleta de San Juan y la consiguiente conquista de Puerto Rico. Entre los expedicionarios e improvisados soldados se encontraba el joven botánico fran, cés Andrés Pedro LedTÚ,· quien pocos años más tarde habría de escribir una interesante memoria sobre su estancia en Puerto Rico. Dos décadas más tarde, el Museo de Historia Na· tural de París envió a las Antillas, como explorador· naturalista, al joven francés Auguste Plée (17871825). Plée ya se había destacado como estudioso de la flora en Francia, habiendo escrito dos obras.2 El viaje del joven naturalista también tenía el apoyo de los Ministerios del Interior y de la Marina de Francia. Plée salió en 1820 de Francia hacia las Antillas francesas, desde donde se dirige a Puerto Rico ha· cia febrero de 1821. Luego de pasar unas semanas en la isla parte hacia los Estados Unidos, donde recorre los estados del norte y se detiene especialmente en la ciudad de Filadelfia,J que para entonces era el centro científico de los Estados Unidos y sede de la American Philosophical Society, fundada por Benjamín Franklin en 1743. En su recorrido llega basta

1. Andrés Pedro Ledrú, Viaje a la Isla de Puerto Rico... en el año 1797. Traducción de Julio Vizcarrondo. San Juan, 1863. 2. Auguste Plée, Exotic Plant Collections in the Environs 01 Paris. 1812-1814, París. Conversations 01 a Father with his Son on Botan)' and Plant Physiolog)/. París,. 1812. 3. Marcel Raymond. -Auguste Plée et la flore américai· ne•. Les botanistes Irancais en Amérique du Nord avant 1850. París, 1957, pp. 193-201.


..

~,

Figura I

'.

'~

'.~ Figura 2

el Canadá. Plée no sólo recoge especímenes de interés geológico, botánico y zoológico, sino también hace interesantes dibujos de edificios y escenas rurales. Ya para septiembre de 1821 está de nuevo en Puerto Rico, aunque no sabemos cuánto tiempo dura esta vez su estancia en la Isla. Su correspondencia muestra que en noviembre seguía en Puerto Rico, desde donde hace envíos de matedal científico a París.4 Sale luego de la isla hacia Venezuela y 4. Parke Rouse, Jr., eThe American Travels of a French Botanist... Antiques, November. 1969.

a fines de 1823 escribe a París anunciando su regreso a Martinica. En 1824 está en Maracaibo, Venezuela y a fines de ese mismo año escribe desde Santo Tomás. El 2 de noviembre de 1825 el general Don· zelet, gobernador de Martinica, escribe a París anun, ciando la muerte, a la edad de 38 años, del naturalista. El Diario de Plée fue retirado del Museo de Histolja Natural de Pans en el año 1833 por instrucciones de sus herederos y se desconoce desde entonces su paradero. Se han conservado, sin embargo, los 21


.. . '""-- r . ~ rl'" "

\

"1 -:~ I lo l L L ro r (-.

.r

L

I

11

'

'OO"

t

1 , }:;

. '~ l

"'.

,,' q

.-

.

"1. ",.' ~~.~ ....... - ' .

••

-'--~ ;~_~

...4:.t'

e.

.".

·_;;fl(

ra.1l1:=. ....

J

Figura J

.-., Figura 4 I tll{.r( .1"

."

dibujos que hizo a lápiz en Puerto Rico 5 y demás Antillas, así como en Norte y Sur América. La estancia de Plée en Puerto Rico entre 1821 y 5. Deseamos expresar nuestro agradecimiento a los doc· tares Arturo Morales Camón y Thomas Mathews, de la Universidad de Puerto Rico, por habemos llamado la atención al hecho de que en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unido~ de Norteamérica, en Washington, existían copias de las fotograflas de los dibujos de Plée. Manifestamos también nuestra gratitud al Sr. Edouard Morot-5ir, Consejero Cultural de la Embajada Francesa en Washington, quien ya en 1965, y n pedido nuestro, nos ayudó a conseguir fotograffas de los dibujos de Plée, y al Sr. Ives Laissus, Archivero-Bibliotecario del Museo Nacional de His·

22

1823 es de gran significación para nosotros, no sólo debido a los especfmenes científicos que recogió, sino por los 58 dibujos que realizó durante sus ex· cursiones. Es interesante el hecho de que ninguno de estos dibujos es de plantas o animales: se trata de apuntes de los pueblos -varios de ellos recién fundados- que visitó y de sus más sobresalientes estructuras, así como de algunos de los principales puertos y bahías de la Isla. Uno solo de los dibujos toria Natural de París, quien nos brindó datos adicionales sobre el joven naturalista.


¿.

~~

.

~

~

\ \.,:;-

~,

~

.

-'-~---

--

1

_...-.:;:- ..- -- ..

.1

Figura 5

Figura 6

por excepción, representa un cerní o .. ídolo de tres puntas", característico de los indios taínos.' Entre los 58 dibujos que hemos visto y de los cuales obtuvimos copias del Museo de Historia Na· tural de París, han llamado especialmente nuestra atención los de los puertos y bahías de la Isla. Su crecido número, tanto como sus detalles. y las anota· ciones que los acompañan nos hacen sospechar que 6. Ricardo E. Alegria, cEI primer dibujo de un objeto arqueológico de Puerto Rico». Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, núm. 66, enero-mano de 1975, San Juan de Puerto Rico.

tales dibujos tienen, independientemente de su propósito artístico, un fin militar. Es posible que Plée hubiera recibido instrucciones específicas 7 para rea· 7. Para los años 1820-1823 Francia mostraba un marcado interés en el Caribe, y no era de su agrado la política seguida por el Gobierno Constitucional que regia en España. En el año 1823, con el beneplácito de Fernando VII, tropas fran. cesas invadieron la penfnsula para poner fin al régimen constitucional. Indudablemente, Francia se preparaba a la eventualidad de tener que invadir a Puerto Rico si éste se separaba de España o si era ocupada por tropas de las recién creadas repúblicas suramericanas, cuyos corsarios amenazaban ya la Isla.

23


Figura 7

Figura 8

lizar apuntes de lugares y estructuras de eventual valor estratégico en caso de guerra. El hecho de que el Ministerio de Marina de Francia fuera uno de los auspiciadores de su viaje a América 'parece corroborar nuestra sospecha. Los dibujos de las bahías de Guánica y de Ense· nada ofrecen valiosa información para el caso de un desembarco. En el del pueblo de Aguadilla se mues· tra el fortín de San Carlos. También ofrecen detalles de interés militar los apuntes de los puertos de Ponce, Cabo Rojo, Mayagüez y Fajardo. Los islotes 24

frente a las costas de esta última población son ob· jetos de un dibujo especial. Completan el grupo de estos apuntes de interés militar los dibujos sobre las principales fortifica· ciones de San Juan. Plée no era un gran dibujante. Sus dibujos, de escaso valor artístico, son apuntes hechos rápidamente, sin mucho detalle y a veces extremadamente esquemáticos. Es en la arquitectura donde el joven naturalista detiene con mayor interés su atención y de la que nos deja los mejores dibujos, así como lus más inte·


Figura 9

"

Figura /0

resantes desde el punto de vista histórico y arqui. tectónico. Estos apuntes ilustran las rústicas construcciones de nuestros campos y pueblos que ya, a fines del siglo XVIII había visto y descrito otro naturalista francés, Pierre André Ledrú. En muchos de ellos, recién fundados sólo existía la rústica iglesia de madera y alguna que otra casa del mismo material eme plazada frente a la explanada sin pavimentar que servía de plaza. Algunos de los dibujos, como el que ilustra los

corrales de pesca del río de Loíza, poseen un gran valor etnográfico. La colección completa de reproducciones fotográficas de los dibujos de Plée ha sido depositada en el Archivo General de Puerto Rico. A continuación ofrecemos una breve descripción de cada uno de los 41 apuntes cuyas fotografías se reproducen en este número de la Revista, y que son los de mayor interés histórico-,arquitectónico.' 8. En esta somera descripción de los dibujos de Plée no hemos seguido los números con que algunos de ellos

2S


Figura 11

.. .,.,..

....

.~

.

., I

Figura 12

Plée dedica seis de sus más interesantes dibujos a las principales edificaciones militares y religiosas de San Juan. Cinco de ellos ilustran aspectos de las fortificaciones que defienden la entrada de la ciudad capital por mar y tierra. El Castillo del Morro (fig. 1) muestra su entrada principal, con detalles generales de su portada y de la muralla almenada que culmina al este con el bastión de Tejeda y al oeste con el de Austria. Un re· están marcados pues en muchos casos se observan dos numeraetones distintas y en otras no se muestra ningún número.

26

ducido pelotón de soldados marcha frente al Castillo. Otro dibujo muestra aspectos de la sección oeste de la muralla de Morro, con detalles de la Casa Blanca (fig. 2). Esta figura como una torre de dos plantas, en forma de "L", cuya parte principal tiene techo de dos aguas y muestra dos contrafuer· tes. Junto a la construcción se levanta otro edificio de una sola planta. A la derecha se puede observar una vista muy esquemática de la fachada de la Catedral y de 'otras edificaciones de la ciudad. El Castillo de San Cristóbal (fig. 3) es objeto de uno de los más detallados dibujos. A la izquierda


Figura lJ

//

.- -'

,

.

.-. '-,... I • Figura 14

aparece la rampa de acceso y el cUlll·tel, a~í como la muralla almenada que defiende la entrada por tierra a laeciudad capital. Otro dibujo de las fortificaciones es el titulado por Plée "La Alameda" (fig. 4). En él se muestra parte de los bastiones del Castillo de San Cristóbal que defendían la bahía. En esta se puede observar un pequeño velero y, al fondo, una vista de lo que era entonces Cataño. Un importante dibujo de la ciudad capital es el de La Fortaleza (fig. S). El mismo muestra una vista desde el norte. Sobre la muralla que circunda la

ciudad, aparece una de las torres, que ha perdido las almenas y junto a ésta, los edificios que integran el Palacio de Santa Catalina. Bajo la muralla, en el mar, hay varias pequeñas embarcaciones. El otro dibujo de la ciudad representa a la Catedral (fig. 6), vista desde el noreste. Sobre el campanario de la torre se observa una cúpula que hoy no existe. También se puede ver la cúpula y linterna de una de las capillas. Adosado al lado sur de la torre hay un edificio, rematado por una espadaña, que debe haber sido la Casa Parroquial. En el extremo derecho del dibujo se muestra la fachada este

27


I

-

I

Figura 15

Figura 16

del Convento de las Carmelitas, y -como entonces no existía en las Caletas ninguna construcción de dos plantas- se muestra una vista de la bahía con al· gunas embarcaciones. A la ciudad de Ponce dedica PIée dos dibujos. El primero da una vista general de la población (fig. 7) en la que alrededor de la iglesia, que se presenta grande e imponente, ya hay un buen número de casas. Junto a la plaza hay un solar cercado en el que hay un edificio. No sabernos si se trata de una ermita o, quizás, de un cementerio. El otro dibujo presenta al puerto de Ponce (fig. 8). En el mismo se

28

destaca un pequeño fortin con tejado cónico sobre el que flota una bandera española. Hay tres goletas cerca del puerto, en el que se ven otros edificios. Al pueblo de Adjuntas dedica dos apuntes. Uno de ellos parece representar el centro de la población, en el que se observa una construcción de ma· dera que podría ser: la iglesia y una serie de casas en los alrededores. Estas casas esquemáticamente dibujadas, exhiben los característicos socos o postes de madera altos sobre los que se construían aquellas con el doble fin de librarlas de las inundaciones y de permitir a los hombres a caballo entrar bajo


,I.

//

,

Figura 17

Figura 18

ellas. Los techos de estas casas son por lo general de dos y cuatro aguas. Al extremo derecho del UBourg de las Adjuntas" (fig. 9) aparece una construcción que parece representar uno de los pequeños obeliscos que se levantaron en diversas ciudades del país para conmemorar el Gobierno Constitucional de 1820, vigente entonces en España. Las altas montañas de Adjuntas dominan el paisaje de fondo. El otro dibujo de Adjuntas, titulado "Pueblecito de las Adjuntas" (fig. 10) es un área rural en cuyo centro hay una pequeña construcción, aparentemen-

te de madera, rematada por una cruz que indica ser una iglesia o ermita. En sus alrededores y las laderas de las montañas que circundan el valle hay varias construcciones de madera, y árboles. Debemos tener en cuenta que Adjuntas tenía sólo siete años de fundada (1815) en la época en que Plée la visitó. y que la iglesia de mampostería no se construyó sino hasta el año 1848. Guayama está repr~sentada por un solo dibujo del centro del pueblo (fig. 11). La iglesia 9 con tejado 9. No se trata de la actual iglesia, cuya construcción no se terminó hasta 1873.

29


\\

..

,-

J~

~ .. ''JJ'rl&~. ~ __ t..'" •

Figura 19

Figura 20

de dos aguas está todavía en construcción y en parte ~¡n techar. Junto a la misma se ven algunas casas, dos de ellas en construcción. En la esquina derecha hay una casa sobre socas, típica de los pueblos puertorriqueños de la época y que tanto habían llamado la atención al naturalista Ledrú en 1797. De Caguas, fundada en 1775, hace Plée dos dibujos: uno de la entrada del pueblo en que se muestra un ~ino de tierra y, junto a un corral, algunas construcciones con techos cónicos y casas con tejados a dos aguas (fig, 12). El otro dibujo lleva por 30

título "L'église 10 et la Place de la Constitution" (figura 13). En el margen derecho superior del dibujo se lee además: "Caguas", El apunte muestra un área libre de construcción excepto la de una aguja u obelisco conmemorativo de la Constitución española de 1820, que, poco después de la visita de Plée habría de ser suprimida por las fuerzas invasoras francesas de los "Cien mil Hijos de San Luis", Fren10. Esta iglesia, comenzada hacia 1798, se había termi· nado de construir poco antes de la visita de Plée al pueblo. La misma desapareció más tarde, construyéndose otra que a su vez fue sustituida por la actual.


Figura 2/

Figura 22

te a la "plaza" está la iglesia, con techo de dos aguas y grandes contrafuertes laterales. A ambos lados del edificio hay hileras de casas rusticas. Entre ellas, a la izquierda, se muestra \1l1 edificio al parecer de mampostería, con azotea. El dibujo dedicado al pueblo de Sabana Grande, fundado en 1813, sólo nueve años antes de la visita del naturalista francés, muestra la iglesia de San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza (fig. 14). El. apunte, aunque muy esquemático, ilustra la bóveda de la capilla mayor y una torre. A su alrededor hay algunas casas rústicas.

Un dibujo de gran interés, el del .. Pueblito de Hormigueros ou Montserrat" (fig. 15), que entonces era aún un barrio 11 de San Germán; muestra la importancia que ya había adquirido la ermita dedicada a conmemorar el milagro de la Virgen de Monserrate. La ermita, con su torre y espadaña, aparece al tope de la loma, alrededor de la cual un número de casas campestres ya han formado un villorrio. De la Villa de San Germán, Plée dibuja el centro de la población (fig. 16). A la izquierda se observa 11. El pueblo no se fundó como tal hasta 1874.

31


-,

~-

-~

(0,.111#'- ' - , , ' - ; )...., .

J

J'

f~

---

'~:cJ. ...... ,.;/.,

I

~#4

~J:

Figura 23

.

Figura 24

la iglesia parroquial, con dos bóvedas. Frente a la misma hay una plaza rodeada de hileras de casas, aparentemente de madera, y de tejado a dos y cuatro aguas. El otro extremo de la plaza y en primer plano está la ermita de Porta Coeli, con su techo de dos aguas y su sacristía en la parte posterior. Sobre la ermita sobresale una pequeña cruz, que puede ser parte del convento de dominicos que allí existía. A lo lejos, en un alto, figura una interesante construcción que puede representar otra ermita o el Hospital de la Concepción, que existió en dicho pueblo.

32

Dos dibujos realizó de Cabo Rojo el joven naturalista. Uno de ellos presenta el puerto (fig. 17). Se observa en él una estrecha entrada a la bahía, entre un promontorio de la costa y un pequeño islote guarnecido de una torre o fortín, con su bandera. Junto a la costa figuran algunas embarcaciones de vela. En la costa se advierte una palmera junto a una pequeña casa. El otro dibujo muestra el centro del pueblo (fig. 18). A la izquierda, en primer plano, hay un interesante puente de piedra y, detrás, una iglesia con su torre. Al otro lado, junto al caserío se advierte otra edificación, con espadaña, que parece


-.

-Figura 25

If

et. ~~lrLdL 4'

lifj.:i,írI_.

Figura 26

ser la primitiva ennita de San José, la primera en construirse en dicho pueblo. Cayey, que había sido fundado como pueblo en 1773, es ilustrado por PIée en dos dibujos. En el primero, una vista desde las montañas que circundan la población, se ofrece una ligera impresión del poblado, destacándose la iglesia, con la bóveda de la capilla mayor, y unas casuchas de madera a su al· rededor (fig. 19). En el segundo dibujo se presenta Wla vista lateral de la iglesia (fig. 20) que se había acabado de construir pocos años antes (1813) de la visita de Plée, y que es básicamente el mismo edifi·

cio actual. Este dibujo de la iglesia de Cayey es uno de los más detallados y cuidadosos del joven naturalista. Otros dos dibujos dedica Plée a Yabucoa, funda· do en 1793, y cuya iglesia, bajo la advocación de los Santos Angeles Custodios, fue erigida al año siguien. te. Poco después de la visita de Plée al naciente pue· blito fue destruido por el huracán de Santa Ana, salvándose en parte su iglesia. En el dibujo (fig. 21) se muestra ésta con techo de cuatro aguas y una elaborada portada, emplazada en un alto, libre de construcciones, que fonna un atrio natural. A ambos la· 33


Figura 27

.'

.

Figura 28

dos hay calles con casas. A la derecha figura una de las típicas casas campestres erigidas sobre socos de madera. Junto a ésta se ve un pilón de madera, de los usados por nuestros campesinos para pilar café. El dibujo de "El Pueblo de Gurabo" (fig. 22), muestra unas pocas casitas de madera en los alrededores de un edificio mayor, aún en construcción, que parece representar la iglesia. Sabemos que un grupo de vecinos de este antiguo barrio de Caguas había obtenido la fundación de este pueblo en 1812, sólo diez años antes de la llegada de Plée.

34

Patillas, fundado en 1811, es otro de los puntos visitados por Plée, quien en el apunte dedicado al pueblo presenta un pequeño centro urbano formado por una rústica iglesia de madera y algunas edificaciones construidas sobre altos postes (fig. 23). Junto a la iglesia hay dos casas en construcción cuyos te· jados, aún no cubiertos, usa Plée para ilustrar la armazón interna de los techos de dos aguas. La iglesia de madera subsistió hasta 1848. El pueblo de Cidra nos lo muestra Plée a distancia, con su iglesia con bóveda sobre el altar mayor y un reducido número de casas a ambos lados (fig. 24).


// :,

/

I~ I

i

I

r -' "

/

lAI

..

Figura 21)

t Figura 30

~ ~

Fajardo recibe especial atención de Plée, quien le dedica tres dibujos. Dos de éstos ilustran su costa, los islotes que hay frente a ella y el puerto de la población con sus casuchas y bohíos (fig. 25). Por ser uno de los puntos por los cuales llegaba a la Isla gran parte del contrabando proveniente de las Islas Vírgenes y las demás Antillas Menores, había un reducido destacamento militar en este puerto que dos años después (1824) de la visita de Plée fue ocu" palla por el comodoro norteamericano R. David Porter, creándose como consecuencia un problema di-

plomático entre España y los Estados Unidos. Estos dos dibujos, como los otros ya mencionados de las costas y bahías principales del país tenían un claro propósito militar. El tercer dibujo muestra el pueblo de Fajardo (figura 26) en las faldas de las montañas de LuquiUo, que se ven al fondo. En el pueblo figura la iglesia, con sus torres y bóvedas, r~deada por pequeñas casas de una y dos plantas. Esta iglesia fue sustituida en 1815 por la actual, que ha sido objeto de numerosos cambios.

3S


.,.

I

Figura 31

Figura 32

El "Pueblo Viejo de la Tuna"p o sea, la antigua Isabela, es también objeto de un. dibujo que sólo muestra el edificio que al parecer servía de igle sia (fig. 27) -una típica casa campestre con techo de cuatro aguas y rematada de una cruz- y entre un palmar de cocos, junto a lo que podrían ser ruinas de edificios abandonados, otra casa campestre. A

12. Desde el año 1725 existía, al lado izquierdo del río Guajataca el pueblo de San Antonio de la Tuna, fundado por el Gobernador Mendizábal. En 1818 la población se trasladó al actual sitio de Isabela, quedando abandonado el pri· mitivo lugar.

36

El dibujo del "Pueblito de Trujillo Alto" (figu.

ra 28), que estaba entonces ubicado en la ribera del río de Lofza, es muy esquemático y s610 muestra la portada de la-iglesia, construida en 1817 -y cuyas ruinas aún subsisten- y algunas casas de -madera en sus alrededores. Bajo el título de "L'église et la Place de la Constitution" nos muestra Plée en otro apunte el pueblo de Maunabo con su pequeña iglesia de techo a dos aguas y una pequeña torre o can;¡panario en su parte posterior (fig. 29). Cerca de la iglesia aparecen dos casas grandes construidas sobre socos con techo de


.-',

Figura 33

Figura 34

cuatro aguas y largo balcón volado. Entre las casas hay un hombre -al parecer un milician" - tocado con un gran sombrero de paja y portando al cinto un espadín o machete. Otras casas, trazadas muy esquemáticamente forman calles al otro lado de la plaza. En el caso de Aguadilla, Plée hace c. tro dibujo que también creemos tiene propósito mih... ~. pues además de dar una vista de su amplia bahía destal.<l la situación del fortín que para entonces la defendía (fig. 30). El pueblo había sido atacado varias veces por corsarios en los años anteriores a la visita

de Plée. El dibujo es muy esquemático y sólo muestra el caserío que existía junto al mar. El naturalista hizo también un 'Úbujo (fig. 31) de la fachada de la iglesia de Aguadilla, que entonces sólo tenía una torre. El cuerpo de la iglesia sólo está ligeramente apuntado, observándose que el techo era de dos aguas. Uno de los dibujos más interesantes es el que nos muestra la hacienda del Plantaje, en Palo Seco, co~ su ermita (fig. 32). Esta ermita, de la cual sólo se conservan en la actualidad cuatro paredes con su .bóveda, aparece con una bella espadaña indica·

37


Figura 35

Figura 36

tiva de la importancia que tuvo la misma. Señalando su ubicación próxima al río de Bayamón, Plée muestra en su ribera el casco de una goleta y una canoa que navega- por aquél. La villa de Coamo está representada en dos dibujos. Uno de estos destaca la antigua ermita de Nuestra Señora de Valbanera, 'hoy desaparecida, y frente a ésta la bella iglesia parroquial del siglo XVIII, una de las más importantes del país. Cerca de las dos iglesias aparecen algunas casitas de madera (figura 33). El otro dibujo de Coamo ilustra el conocido ma-

38

nantial de aguas termales de la población. El apunte es muy esquemático y sólo muestra el manantial que brota de la roca. Ya en 1821, en Bristol, Nueva York, Plée había mostrado interés por otro manan· tial de aguas termales y había hecho un dibujo del mismo. Arecibo está representado por dos 'dibujos: uno muy esquemático, que muestra a algunos hombres a caballo cruzando el río, junto a una casita y un, palmar. El otro dibujo, más detallado, muestra el centro de la Villa (fig. 34). Con la iglesia, flanqueada por hileras de casas rústicas, y, al fondo, el río. La


t

....J'

.••

(_~ _

-1

..

I

~ "ii

... ,..

o'

. Figura 37

,

Figura 38

iglesia había sido construida poco antes de la visita de Plée, pues en 1787 un terremoto había destruido la anterior. En Canóvanas, Plée se interesa por ruinas espa· iiolas antiguas, posiblemente de trapichés de caña de azúcar. Uno de los dibujos muestra un edificio de alguna importancia con arcadas en sus dos plantas (fig. 35). El otro presenta un edificio, también de dos plantas, que al parecer ha perdido el techo. Junto a dicha estructura hay un hombre -quizás un esclav~ y al fondo, una ruina circular de ladri-

Dos, que parece representar la base de un molino de viento (fig. 36). Otro de los dibujos, de gran interés etnográfico es el que muestra la desembocadura del río de Lotza con los corrales de pesca que servían para represar la corriente y facilitar dicha tarea. En el apunte se ilustran también algunos caballos cruzando a nado la boca del río y las canoas que se usaban para navegar por él (fig. 37). El dibujo dedicado a Humacao nos muestra el centro de este pueblo, con su iglesia sin bóvedas, aún en proceso de construcción. En los alrededores 39


.,

J

'1

"J

/(

Figura 39

!/ ,y

=---_.

hay varias casas pequeñas y una pequeña ermita (figura 38). En otro apunte Plée muestra el centro del pueblo de Toa Alta (fig. 39) con su iglesia de mamposteo ría parcialmente construida y cerca de ella, algunas casas. Otro dibujo muy esquemático es el que ofrece del pueblo de Yauco (fig. 40). Este apunte sólo muestra 'las casas de madera que formaban el poblado, sin que se destaque entre ellas ningún edificio que pueda identificarse como iglesia. Con el propósito de mostrar uno de los dibujos 4{)

Figura 40

de carácter militar hemos mcluido entre las reproducciones el apunte del puerto de Ensenada Honda (figura 41). Hay otros dibujos, como hemos dicho antes, que tienen el propósito de ofrecer información de interés militar, posiblemente con el fin de facilitar un desembarco. Estos dibujos de poco interés arquitectónico, son los siguientes: las riberas de los ríos Bayamón S Luquillo; los puertos de Mayagüez, Ensenada Honda, Guánica y Arecibo; la Punta de Agus· tino Martínez, entre Fajardo y Luquillo; los islotes de Fajardo; el paso del río de Luquillo a Fajardo;


Figura 41

una vista de las montañas de Luquillo desde la costa, el paso del río de Arecibo y los islotes de Fajardo. . Otro dibujo de interés militar es una vista de la silueta de la isla de Vieques desde efSur. Plée también hizo un dibujo de la casa campestre de Mr. Harry Biust. En este se muestra un babia y una hilera de palmeras. No se indica la población donde estaba dicha casa. En Loíza, el naturalista se interesa por una cueva y hace un dibujo muy esquemático de la misma. Es probable que se trate de la Cueva de María la Cruz, donde en 1948 descubrimos la más antigua evidencia del hombre en Puerto Rico. Todos estos dibujos de Plée tienen hoy un gran interés histórico ya que nos muestra gráficamente lo que eran los pueblos de Puerto Rico hace siglo y medio. Es lamentable que no podamos tener las im·

presiones del joven naturalista sobre la vida y costumbres de nuestros antecesores en esos pueblos que él visitó y que no se baya conservado un Diario, como en el caso de la expedición científica francesa de 1797, que nos legó los comentarios y observaciones de LedIÚ. sobre el país. tZ . Quizás, algún día, en alguna biblioteca francesa aparezca el Diario perdido de Plée y este descubrimiento dé un mayor valor a los dibujos que nos legó el naturalista francés. 12. El recuerdo de su visita a Puerto Rico ha quedado en el nombre cientlfico de algunas de las plantas que él des· cubrió y c1asi(icó. En su memoria ha quedado el I[énero Pleodendron, cuya única especie, según Chardón. el P. macranthum. es el .Chupacallos-, conocido solamente en la Sierra de Luquillo. Carlos Chardón, Los naturalistas en la América Latina. Tomo 1, República Dominicana, 1949, pági· na 313.

41







"l


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.