Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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REVISTA ,del INSTITUTO de CULTURA PUERTORRIQUEÑA ANTROPOLOGIA HISTORIA UTERATURA

ARTES PL¿s:rICAS TEATRO MOSICA

ARQUITECIVRA

ENERO-MARZO, 1976

San Juan de Puerto Rico


COLABORADORES


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DEL I N S T I T ·U T O DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA JUNTA DE DIRECTORES EnriqueLaguenre,PTenaeme Milton Rúa Carlos Conde Carlos Sanz Samuel R: Quiñones Amelia G. de Paniagua Jesús Maña Sanromá

Director Ejecutivo: Luis M. Rodñguez Morales Director de·la Revista: Ricardo E. Alegria Apartado 4184 AÑOXIX

SAN JUAN DE PUERTO RICO

1976

Núm. 70

ENERO-MARZO

SUMARIO

Concha Meléndez y los dos polos culturales de América por Enn'que A. lAgueTTe ... . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Tomás de Castellón, empresario genovés en San Germán, a principios del siglo XVI por Ruth Pike

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Semblantes de una semblanza por F, Mann'que Cabrera

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La tarde por]orge lbáñez

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Reflexiones en torno a "De lo familiar" de OIga Nolla por Loreina Santos Silva ~........

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Notas sobre la expresión teatral de la- comunidad puertorriqueña de Nueva York por Victor Fragoso ,.........

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Tres imágenes de Beta~ces por Eladio Rodríguez Otero __ ..

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...

~~.

. . . .27

Las primeras noticias sobre lugares de interés arqueológic0 en Puerto Rico por Ricardo E. Alegría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Martí y Puerto Rico

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La visita de Samuel de Champlain a Puerto Rico por Manuel Cárdenas Ruiz

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PUBLICACION DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORIQUEíil:A

Director: Ricardo E. Alegría Fotografías de Jorge Diana Aparece trimestralmente Suscripción anual................................................. $2.50 Precio del ejemplar $0.75 [Application for second class roail privilege pending at San Juan, P: R.L

DEPÓSITO LEGAL: B.

3343 -1959

IMPRESO EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE MANUEL PAREJA BARCELONA - PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPAÑA


ENRIQUE A. LAGUERRE, novelista, ensayista, crítico y autor puertorriqueño. Desde 1941 es profesor de lengua española y literatura puertorriqueña en la Universidad de Puerto Rico. Ha desempeñado labores de difusión educativa y cultural para la UNESCO en México y en 1955 fue designado miembro de la Junta de Directores del Instituto de Cultura Puertorriqueña la que preside actualmente. Es autor del drama La Resentida, estrenado en 1944, y de las novelas La Llamarada (1935), Solar Montoya (1941), El 30 de Febrero (1943), La Resaca (1949), Los dedos de la mano (1951) y La ceiba en el tiesto (1956). El laberinto (1959), Cauce sin río (1962), El fuego y su aire, (1970) y Los amos benévolos (1976)..En 1975 recibió el Premio Nacional del Instituto de Cultura Puertorriqueña.

RUTH Pum, historiadora norteamericana, es profesora de Historia en el Hunter CoIlege de la ciudad de Nueva York.

FRANCISCO MANRIQUE CABRERA nació en Dajaos, barrio rural de Bayam6n, en 1908. Durante varios años fue maestro de escuela primaria y secundaria. Curs6 estudios superiores en la Universidad de Puerto Rico y en 1934 se recibi6 de doctor en Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid. De 1938 al 1974 estuvo adscrito a la Facultad de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, donde profesó cátedra de literatura española y puertorriqueña. Ha publicado las siguientes obras: Poemas de mi tierra tierra (1936), Antología de poesía infantil (1943), poemario que obtuvo premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña, Huella, sombra y cantar (premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña (1943) y la Historia de la literatura puertorriqueña (1956). Entre sus ensayos se destacan: Notas sobre la novela puertorriqueña en los últimos veinticinco años (1955) y Manuel Zeno Gandía. poeta del novelar isleño (1955~.


JORGE L. IBÁÑEZ. estudiante graduado de la Universidad del Estado de Nueva York en Stony Brook. Graduado de la Universidad de Puerto Rico. Con anterioridad ha publicado en Zona, La Sapa Tse-tse, Junte de Poesía Universitaria 1972, Sin Nombre y el periódico Claridad.

CARMEN LOREINA SANTOS SILVA nació en Ciales ell8 de octubre de 1933. Graduada del Bachillerato en Artes de la Universidad de Puerto Rico y de la Maestría en Artes de la Universidad de California. Obtuvo su Doctorado en Filosofía y Letras en Brown University. Es profesora de literatura española en el Recinto Universitario de Mayagüez. Ha publicado poemas y ensayos en las revistas Atenea, La Gotera y Papeles de Son Armadans. Es autora de los poemarios Incertidumbre Primera (1973) y Rikelme (1974).

VíCTOR FRAGOSO, puertorriqueño residente en Nueva York. Autor del poemario El Reino de la Espiga. Dicta cursos de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Connecticut.


MANUEL CÁRDENAS RUIZ, profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico. Junto con Eugenio Fernández Méndez ha publicado diversos artículos de Crítica de arte en revistas y periódicos del país.


ELADIO RODRÍGUEZ OTERO nació el 9 de mayo de 1919 en Río Piedras, Puerto Rico. Hizo sus estudios en la Escuela Superior de la Universidad de Puerto Rico graduándose en 1935. Obtuvo su grado de Baohiller (1939) en la Universidad de George Washington y en Derecho (1942) en la Universidad de Puerto Rico. Hizo su Maestría en Derecho (1943) y Maestría en Artes (Ciencias Políticas) en la Universidad de Harvard (1947). Es Presidente del Ateneo Puertorriqueño. Ha publicado numerosos artículos en los principales periódicos y revistas del país.

RICARDO E. ALEGRÍA nació en el VIeJO San Juan. Antropólogo e historiador. Estudió en las Universidades de Chicago y Harvard, como becario de la Fundación Guggenheim. Ha publicado diversos artículos sobre arqueología, folklore y cultura puertorriqueña en revistas del país y del exterior. Es autor de los libros Historia de nuestros indios (1952), La fiesta de Santiago Apóstol en Loíza Aldea (1955), Los renegados (1965), Cuentos folklóricos de Puerto Rico (1968), Descubrimiento, conquista y colonización (1969), y El fuerte de San Jerónimo del Boquerón (1969). Por varios años fue profesor de Prehistoria en la Universidad de Puerto Rico, dirigió desde su fundación en 1955, hasta el 1973, el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Desde 1973 ocupa el cargo de Director de la Oficina de Asuntos Culturales del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.



Concha Meléndez y los dos polos culturales de América Por ENRIQUE A. LAGUERRE

CONCHA MEL~NDEZ HA SIDO ATENTA

Y HÁBIL EXA-

minadora de mis novelas y de mis cuentos desde que en 1934 puse en sus manos el manuscrito ele La llamarada. Se hace difícil, pues, enfrentarme críticamente a su obra sin que me exponga a que se me interprete mal. La verdad es que, hasta donde ha sido posible, he rehuido hacer críticas de la obra de quienes se han ocupado de la mía. Pero Concha Meléndez es, para mí, mucho más que lo que su copiosa creación pueda representar para el lector desligado de los inmediatos afectos y vivencias de la ilustre ensayista. Evoco conmovidamente mis pasos iniciales en el estudio de la literatura iberoamericana, bajo la cordial tutela de la noble maestra. De ella, de Carmen Gómez Tejera y de Antonio S. Pedreira recibí yo las primeras insólitas palabras de estímulo que me incitaron a querer crear. Más tarde, con motivo de la aparición de La llamarada, ella se refirió a esas relaciones de maestra y discípulo en su trabajo El llamado de la montaña. Asistía yo a sus clases con el asombro de un muchacho recién salido del ambiente rural. Retraído y silencioso, muy poco contribuía yo a comunicarme con la gente que tenia a mi alrededor; pero sus estimulantes palabras fueron el principio de serena y recíproca amistad y al mismo tiempo, para mí, de incoercibles deseos de dominar las limitaciones de ambiente que entorpecían mi paso. Creo que no me hubiera impuesto a esas restricciones sin el alentador y constante estímulo de Concha Meléndez. Pensé que venía obligado a corresponderle creando el mito de nuestra historia en la novela, que tanta falta hacía a nuestra expresión colectiva. Posteriormente ella ha hecho referencia a la presencia de los símbolos y los mitos que en mi narrativa laudan la masa de la historia patria.

Causa íntima satisfacción recorrer mentalmente la trayectoria desde que me inscribí en las cIases de Concha hasta su último trabajo sobre El fuego y su aire. Es probable que ella misma no tenga exacto conocimiento de cuán oportunas fueron para mí sus primeras palabras. Quizá los apremios de la vida cotidiana -que me impiden dedicar tiempo y estudio suficiente a mis obras de creación- sean responsables de no haber logrado más rotundos aciertos; pero, aún así, tengo la convicción de que he procurado, amorosamente levadura para la masa de nuestra historia nacional. Es posible que haya vivido yo con la zozobra de quien -con honda conciencia- sabe que se vive una sola vez y desea participar vitalmente en el hallazgo de aquello que nos ha faltado. De muchacho aspiraba a médico o botánico de laboratorio. No pudo ser y me hice maestro rural con un cursillo que ofrecía Carmen Gómez Tejera en la Escuela Superior. Antes de La llamarada escribí y quemé tres novelas; La llamarada parecía destinada al mismo fin; pero su manuscrito cayó en manos de Antonio Pedreira y Concha Meléndez. Lo que sobrevino es muy conocido para repetirse. De las dos corrientes -noventiochismo e iberoamericanismo- que nutrieron los juveniles afanes de la generación treintista, Concha Meléndez fue caudillo intelectual indiscutible de la última. No le bastaba leer abarcadora y profundamente, visitaba los países sobre cuyas literaturas habría de organizar cursos. Fue acuciosa viajera por el amplio territorio al sur del Río Grande. La geografía se le hizo mucho más extensa en su amplitud espiritual. Los que no pudimos viajar físicamente entre los límites geográficos del Continente, convivimos con la maestra en el vasto territorio espiritual iberoamericano. Nos sentimos parte de él. Fuimos dejando 1


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atrás los traumas del desconocimiento propio. No exagero. Yo me había educado en libros de texto que eran adaptaciones de similares libros de texto norteamericanos. Esto último sucedió durante las tres décadas que siguieron a la invasión de 1898. Con 1ndice y con Concha Meléndez comencé a recobrar los pasos perdidos. Aún no se ha dicho, con suficiente tino y madurez, cuánto debemos a Concha Meléndez los puertorriqueños que nos criamos después del '98. Andábamos bastante extraviados: sólo nos hablaban de las raíces europeas del jíbaro. Una de las corrientes del treintismo se apoyó en esa idea. Por otro lado, no fueron pocos los intelectuales y maestros defensores de esa idea que se aliaron con la invasión cultural norteamericana. Traté de recoger dramáticamente esa tragedia en La resaca y en Los dedos de la mano. Aunque parezca paradójico, lo cierto es que muchos de los que alardeaban de su prosapia española en seguida hicieron migas con la nueva metrópoli. Como puertorriqueño indafrispano, experimenté el azaroso zarandeo durante los años de mi formación. En rigor, las circunstancias de mis estudios en el pueblo vecino me hicieron creer que me hallaba en tierra de nadie. Añoré mis campos desesperadamente. La situación se hizo más aguda en ocasión de mis iniciales incursiones en la ciudad, con su mezcla de realidades aldeanas y presunciones europeas y norteamericanas. Estos pormenores de las primeras tres décadas después del '98 no han penetrado en nuestra literatura. Creo que han sobrado las apologías hipócritas al jíbaro y ha faltado agudeza para interpretar el azaroso zarandeo de aquellas coyunturas. Puedo hablar de la situación .porque estuve en el ojo de la tormenta, aunque es muy posible que mi obra acumule esas experiencias a través de las precesiones más que en la presentación de recios testimonios. Pero en ella está la sofocante condición que hacía bambolear nuestra endeble vida puertorriqueña. Caminamos entre vacilaciones y titubeos en aquellos duros años de formación. No podíamos -la gente como yo y yo- asimilar los aspavientos de los europeizados o americanizados, como tampoco podíamos experimentar -batidos ya por la sorda y lancinante insatisfacción- la inocente estabilidad" que procura la incultura. (A mayor inocencia, menor angustia, dice Kierkegaard). Porque ya entrábamos por caminos de educación y de libros, en el conocimiento de ese mundo de tristes fluctuaciones. y llegamos a la tierra de nadie. Buscamos refugio en un lirismo fantasmagórico. Las más legítimas aspiraciones de clara identidad -e integridadhumana se extravió en las neblinas. Examínense nuestros libros de texto y se verá que en ellos ape11

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nas hay lugar para otra expresión que no sea ese lirismo extenuante. La gran aportación de Concha Meléndez consiste en reincorporarnos, reflexivamente, a lo iberoamericano. Sus guías son el estudio y la investigación, el sereno análisis, y busca la unidad en la pluralidad expresiva de las naciones iberoamericanas. En nuestra América hay dos polos culturales: europeísmo y mestizaje. En la Argentina se encuentra el primero; el segundo en México. Sarmiento es epítome de lo primero; la Constitución mexicana de 1857 de lo segundo. Entre esos, dos polos, hay una gran diversidad de matices que rozan una y otra expresión cultural. Sin embargo, la existencia de estos dos polos es realidad americana inescapable. Al polo mexicano -indio, autoctonía, revolución, mestizaje-. se adhirió, con lealtad profundamente americana, Concha Meléndez. En sus Obras Completas de más de tres mil qulnientas páginas hay un abarcador, profundo, persistente análisis de las expresiones culturales que dan mayor consistencia y significación al polo mexicano. Deben ser pocos los críticos y estudiosos del Continente que hayan dedicado tanto esfuerzo, espacio y tiempo al examen de escritores como Amado Nervo, Alfonso Reyes, Sor Juana, Xaxier Abril, los creadores de la novela indianista, los narradores de la revolución mexicana, César Vallejo, Ciro Alegría, González Prada, Miguel Angel Asturias, entre otros. A éstos precisa agregar -porque caen dentro del mismo concepto de polo cultural- sus variados y amorosos estudios antillanos y, dentro de los antillanos, los puertorriqueños. En las páginas de su vasta obra están los enfoques sobre Las Casas, Castellanos, Balbuena, Manuel de Jesús Galván, la Gómez de Avellaneda, Enrique José Varona, Juan Marinello, Jorge Mañach, Mirta Aguirre, Pedro Hen· ríquez Ureña, José Martí. A Puerto Rico y a sus creadores les ha dedicado intensos y hermosos estudios. Ninguna otra persona, en el transcurso de nuestra historia literaria, ha dado tan laboriosa atención crítica a nuestros creadores, con un sólido haz de libros -El arte del cuento, Literatura de ficción en Puerto Rico, Asomante, La inquietud sosegada, Figuración de Puerto Rico, José de Diego en el recuerdo-, en los que hay juicios sobre el paisaje, Antonio S. Pedreira, Fernando Sierra Berdecía, Ana Roqué Duprey, Alonso Ramírez, Abelardo Díaz Alfaro, René Marqués, Enrique Laguerre, Hemández Aquino, Nilita Vientós, Luis Muñoz Rivera, Luis Palés Matos, María T. Babín. Francisco M. Cabrera, Manuel Femández Juncos, Ramón Emeterio Betances. Son muy pocos los trabajos de ocasión -pres~n­ tadones, reseñas breves-; se advierte en ellos la reflexión, la reiterada revisión crítica, como acontece con los estudios sobre José de Diego, Antonio


Concha Meléndez.

Pedreira. Enrique Laguerre, René Marqués, Eugenio María de Hostos, Evaristo Ribera Chevremont. Reitero el criterio que no hay otro crítico puertorriqueño que haya dedicado tantos alientos a examinar la obra puertorriqueña a la luz de las saludables. experiencias iberoamericanas y universales. Porque, que duda cabe, Concha Meléndez está muy enterada de los movimientos literarios que se han ido cua· jando con el tránsito del tiempo. Cuando se le ha ofrecido la oportunidad de asistir a cursos y cursillos que amplían conocimiento de la técnica crítica, no la ha perdido. A sus lecturas no se les ha esca· pado la renovación de los tiempos. Las ansias reformistas se manifiestan vivamente en sus trabajos. Constantemente somete los instru· mentos de enfoque crítico a revisión. Esta voluntad de comprensión la mantienen al día en el conoci· miento de los nuevos modos, aunque rechace las modas. No vacila en establecer contrastes entre lo que fue y lo que es; analiza, antes de admitir conce· siones. Se pueden advertir con claridad su predilección

por las expresiones culturales de la América autóctona y mestiza, sin que deje de conocer y apreciar la obra que se realiza por influjo del otro polo. Por eso no se le pasan inadvertidas las polarizaciones culturales dentro del amplio circuito geográ. fico y espiritual que va de un polo a otro polo. Pero, sin duda, su obra es producto de infrangible voluntad americana. No es extraño, pues, que la maestra de aquellas primeras clases de literatura iberoamericana influyera en el ánimo del discípulo garandeado por las torcidas circuristancias sociales de las primeras décadas de este siglo. En el aula presidida por Concha Meléndez encontré los caminos del territorio que había de explorar hacia la tierra firme de mi propia identidad --e integridad. Conforme me adentraba en ese territorio fui comprendiéndome mejor, al reconocer mi historia en aquella historia. Sólo entonces vine a tener cabal entendimiento de las falsedades educativas a que se me sometió: la aculturación obligada, la superstición europeísta, los elogios hipócritas al jíbaro, el lirismo fantasmagórico, las fluctuaciones y titubeos... 3


No fue con el arma del activismo partidista -y por partidista, arbitrario- que la maestra trató de convencerme, convencernos, no. En sus enseñanzas no hubo alocuciones grandilocuentes ni deliberados adoctrinamientos. Expuso, analizó con reposada sabiduría; siempre fue enemiga de la improvisación; hablaba de lo que había estudiado. Su sabiduría consistía en estar siempre en plena disposición de estudio. Su madurez crítica se ha mantenido vibrantemente inquiridora. Nunca dijo soy "antialgo"; llanamente se dio a exponer y a subrayar su fe en los destinos de la América del polo de sus preferencias. Sin lirismo ni oratoria; más bien con profunda convicción y amor. Así lo entendí yo, así lo entendimos quienes queríamos sobreponernos a las indecisiones sobre nuestros orígenes y nuestros destinos. Por eso he dicho que aún no se ha estudiado convenientemente la enorme contribución de Concha Meléndez en la formación de una genuina conciencia iberoamericana en Puerto Rico. Con su estímulo me enfrasqué en la tarea de crear el mito de nuestra historia, de ir al hallazgo de nuestra identidad colectiva. Nunca creí pasar de una o dos novelas, y he escrito diez. Sólo aspiro al encuentro de lo puertorriqueño en ellas. si otro mérito no tienen. Pero el puertorriqueño es puertorriqueño en la medida que es iberoamericano, universal. De entre tres mil quinientas páginas de obra ensayística fijo mi atención en uno de sus trabajos menos ambiciosos para confirmar las aserciones que he formulado. Puerto Rico, tierra inadvertida en Hispanoamérica (Tomo III de sus Obras Completas, página 581) -que la autora leyó en el Foro sobre la cultura puertorriqueña, celebrado en el Ateneo en su sexagésimo cuarto cumpleaños, sesión del 30 de junio de 1940-, es, si se quiere, modesto trabajo aunque muy significativo; lúcido testimonio autobiográfico que pone de relieve sobresalientes cualidades personales de Concha Meléndez. Destaca su gran preocupación (recuérdese que dice esto en 1940): "Existimos en el conjunto hispanoamericano como estrella mínima, invisible a simple vista. aunque una vez como en el caso de Hostos, logramos brillo inusitado." Agrega: "No esperemos por vanidad infundada o pueril optimismo que nos descubran los anteojos de quienes dirigen su atención a más atractivas distancias." Es decir, Concha Meléndez es sensitiva a la realidad del desconocimiento que de nosotros tienen los demás países hispanoamericanos; está recordando a sus compatriotas que a nosotros compete darnos a conocer. No cabe la menor duda que la tarea realizada por ella ha contribuido posteriormente a un mayor conocimiento de nuestro país. Por ejemplo, en 1957 se celebró en San Juan el Seminario 4

Internacional de Literatura Iberoamericana. En 1!1... :J había salido la Historia de la literatura puertorriqueña de Francisco Manrique Cabrera, y un año antes (1955) el Diccionario de literatura puertorriqueña de Josefina Rivera de Alvarez. Estos acontecimientos responden, consciente o inconscientemente, a lo que apunta Concha Meléndez en 1940. Desde entonces las historias de la literatura continental -de Torres Ríoseco, Luis Alberto Sánchez. Carlos Hamilton, Fernando Alegría, Anderson Imbert, entre otros- han incluido a los autores puertorriqueños en sus apreciaciones de la literatura iberoamericana. Ella pide que seamos nosotros quienes tomemos la "iniciativa acercadora" ante Hispanoamérica. No podemos realizar esa tarea a través de agregados culturales porque carecemos de ellos. La fundación del Instituto de Cultura en 1955 fue suceso esperanzador en estos particulares pero, por una razón u otra, el Instituto no se ha tomado tal iniciativa con suficiente amplitud, y es lástima. Del mismo modo que con la publicación de las piezas teatrales del Festival de Teatro y con la celebración de un Foro internacional sobre el teatro que ha conseguido poner a Puerto Rico en la cima de las expresiones dramáticas en el mundo hispanoamericano, pudo haber establecido relaciones con esos países por medio de embajadas e intercambios culturales. Concha Meléndez presenta el caso de la incomunicación cultural de Puerto Rico sin desdeñar las posibilidades del intercambio mercantil. "." una marca de autqmóvil (dice), de perfume o de cerveza puede ser principio de inesperadas relal:=iones de cultura", Pero nosotros no tenemos la oportunidad del libre intercambio comercial con los países iberoamericanos. Y agrega: .. Nuestro destino histórico al tomar nuevo cauce en 1898 nos separó políticamente de la unidad hispanoamericana. El desconocimiento derivado de la lejanía geográfica se intensificó por las nuevas realidades. Comenzaron por no contar con nosotros y acabaron por olvidarnos." Nadie como ella se ha esforzado por que se reestablezcan las relaciones culturales de Puerto Rico con los países de una misma tradición. Utilizó sus sabáticas y sus veranos para realizar visitas de estudio en esos países: "Viajes que envuelven casi siempre inconfesables sacrificios porque el viajero más apto no es el más favorecido en bienes de fortuna para realizarlos", comenta. He aquí un reto para las autoridades universitarias y para el Instituto de Cultura. Es lastimoso que todo eso esté sujeto a la voluntad de los burócratas que ignoran cuánto beneficio deriva el país de esas visitas de intercambio cultural: .. El que un puertorriqueño, comenta ella, acierte en la interpretación de temas continentales me .parece uno de


los medios más eficaces de relación entre Puerto Rico e Hispanoamérica." Es eso justamente lo que ella ha logrado con sus acertadas interpretaciones de la cultura continental. Después que ella fuese adelantada, como estudiante, en las universidades iberoamericanas, cuando realizó estudios graduados en México, centenares de puertorriqueños han concurrido a aquellas instituciones. Antes, siempre se prefirieron las universidades norteamericanas y europeas. Es significativo que nuestra gran ensayista haya sido invitada de honor cuando se le ha hecho un homenaje a personalidades tan notables como Amado Nervo o Alfonso Reyes y que haya recibido uno de los más codiciados galardones nacionales de Venezuela. Más galardones recibiría si las relaciones entre este País y la América latina fuesen más libres. En Puerto Rico, tierra inadvertida en Hispanoamérica sugiere la autora que la "Universidad de Puerto Rico podrá, si alguna vez se pone en ello con los medios materiales necesarios, establecer relaciones de carácter trascendente". Cree que debe impulsarse el patrocinio de intercambio de profesores y estudiantes. Desde que José Vasconcelos y Gabriela Mistral vinieron como profesores visitantes a Puerto Rico en la década de los veintes, en nuestra universidad han ejercido funciones profesorales muchas figuras distinguidas. Algunas han permanecido aquí. Pero nunca se ha intentado el intercambio de profesores y estudiantes, como propone Concha Meléndez. ¿Es que no se logra reciprocidad o es que se duda de nuestro talento y nuestra competencia? También se fundó La Torre, buena revista, con sus colaboraciones y dirección extranjeras, aunque sin mayor significación puertorriqueña. Se publica en Puerto Rico y, según es, pudo haberse publicado en cualquier otro país del mundo. Desde el punto de vista de 10 puertorriqueño es anodina. Aprovecha Concha Meléndez para aplaudir la publicación de las obras completas de Hostos, la tarea editorial de Manuel Garda Cabrera y los estudios geográficos de Rafael Picó sobre el Caribe. Y termina con estas expresivas palabras: .. Dudo que al-

guna universidad hispanoamericana haya explicado más cursos monográficos sobre literatura argenti· na, peruana, mexicana y chilena que la de Puerto Rico." En 1940 era ella quien únicamente realizaba tan vigente labor. Después se han multiplicado los cursos monográficos sobre la literatura iberoamericana y se han ensanchado las oportunidades de los cursos panorámicos. Son varios los profesores de Estudios Hispáni. cos que hoy día realizan esa tarea docente. Existen decenas de tesis con temas iberoamericanos. Puerto Rico, como parte de Iberoamérica, ofrece abundantes temas propios a esos estudios. Y se ha agregado la literatura brasileña como parte de un currículo que la voluntad y el amor iberoamericanos de Concha Meléndez instituyó, fomentó e impuso. . La presentación de ponencias con tema iberoamericano, por profesores puertorriqueños, en los congresos y seminarios internacionales es realidad esperanzadora. Pese a la situación polftica de Puer· to Rico, ahora nos sentimos más cómodos en compañía de los nacionales de aquellos paises. Todavía, sin embargo, hay mucho por hacer. Lo que propuso Concha Meléndez en 1940 no se ha cumplido cabal· mente; tampoco se ha puesto en práctica lo que este servidor ha propuesto consistentemente, en el seno del Instituto de Cultura en relación con las embajadas e intercambios culturales, respondiendo a 10 que aprendió de Concha Meléndez. Pueden ad· vertir, sin embargo, cuánto se le debe a Concha Meléndez desde que, en la década de -los treintas, se destacó como caudillo intelectual de las corrientes iberoamericanas. Su infatigable gestión intelectual y docente fue contrapeso para las reiteradas mani· festaciones españolistas, sin que dejara de reconocer todo lo bueno de la tradición hispánica; pero, más que otra cosa, quiso limpiar nuestras expresiones de los lirismos frivolos y dio consistencia a nuestra condición de entes iberoamericanos, los iberoamericanos del polo más autóctono, cultivadores de una literatura singularmente mestiza. En rigor, ahora nos sentimos cómodos dentro del vasto territorio espiritual iberoamericano, gracias al amoroso empeño de Concha Meléndez.

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Tomás de Castellón, empresario genovés en San Germán a principios del siglo XVI Por RUTH PIKE

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NTRE LOS MERCADERES EXTRANJEROS QUE TUVIERON

parte activa en el comercio entre España y el Nuevo Mundo en el Siglo XVI, los genoveses fueron especialmente numerosos y notables. Ningún grupo estaba tan bien preparado para participar en las relaciones comerciales recientemente establecidas entre el Nuevo y el Viejo Mundo. Establecidos en Sevilla desde la reconquista de la ciudad de mano de los musulmanes, los genoveses habían acumulado grandes reservas de capital mediante sus actividades combinadas de comercio y préstamo de dinero. En el Siglo XVI este capital asequible les permitió asumir una posición dominante en el comercio de América. Desde las primeras décadas del siglo, miembros de la colonia genovesa de Sevilla fueron a América como mercaderes o como agentes de sus paisanos) Aunque muchos de ellos fueron sólo transeúntes, quienes luego de algunas ~ravesías y algunos años de residencia en las colonias regresaron a Sevilla, hubo otros que se afincaron permanentemente en América.2 Como mercaderes les interesaba principalmente el comercio transatlántico -el intercambio de productos europeos y esclavos africanos por l. Los hermanos Rafael y Juan Castaño Cueron los pri· meros genoveses que sirvieron como agentes en América para sus compatriotas sevillanos, y eventualmente, ambos fijaron su residencia en la Española. RaCael acompañó a Colón en el Segundo Viaje como ~u contador, y cuando el almirante regresó a España, él permaneció en la Española. Juan se unió a su hermano en el 1503. Años más tarde, Jerónimo de Grimaldo, Benito Centurión, Tolomeo Splnola y Valíán de Fome, entre otros, viajaron a las Indias como administradores o asociados de sus familiares o compatriotas de Sevilla. Vea Pike, pp. 364-368. 2. Buen ejemplo de un genovés próspero, residente en la Española durante el primer cuarto del siglo dieciséis, 10 es Esteban Justinián, dueño de un ingenio en las orillas del Rlo Hayna, a tres leguas de Santo Domingo. Véase, Historia general y natural de las Indias, de Gonzalo Fer· nándel: de Oviedo, ed. Juan Pérez de Tudela Bueso, CXVII (Madrid, 1959), 108.

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productos americanos- pero como capitalistas el deseo de ganancias les llevó pronto a invertir tan variadas empresas coloniales como la agricultura, la crianza de ganados y el comercio internacional. Gradualmente sus riquezas y control de la tierra les convirtieron en poderosos hacendados cuyos descendientes, al casarse entre la aristocracia criolla, formaron una parte de la clase gobernante de la época. Un notable ejemplo de un empresario genovés en la América del Siglo XVI se puede encontrar en la carrera de Tomás de Castellón de San Germán. Castellón, hijo de un próspero comerciante genovés de Toledo que se había mudado a Sevilla a principios del Siglo XVI a fin de aprovecharse del establecimiento del comercio con el Nuevo Mundo,3 arribó a la Isla Española en el 1509 como agente de los genoveses de Sevilla.· Sabemos que hizo la travesía en la Santa Ana 5 la cual venía cargada de mercancías pertenecientes tanto a su padre como a otro prominente comerciante genovés de Sevilla, Batista Cataño.6 Trajo igualmente consigo una pe· 3. El padre de Tomás, Bernardo de Castellón, represen· ta un genovés asimilado del siglo 15. El era un extranjero naturalizado de Toledo y se casó con Inés Suárez, nativa de esa ciudad. (Catdlogo de tos pasajeros a Indias durante los siglos XVI, XVII y XVIII, Sevilla, 1940), l, 40, Núm. 552. El Castello o Di Castro pertenecla a la antigua aristocracia genovesa, cuyo origen se remonta a las familias feudales o .Visconti-. Antonio Cappellini, Dizionario biogrdlico di Genovesi illustri' e notdbili (Genova, 1932), p. 32. 4. APS [Archivo de Protocolos, Sevilla], 10 de mayo de 1509. Oficio- 1, Libro 1, Mateo de la Cuadra, fol. 415v. Para este tiempo él debió tener 21 años de edad, ya que cuando apareció como testigo en la Residencia de Sancho Velázquez en 1519, declaró que tenia 30 años, Vicente Murga Sauz, Historia Documental de Puerto Rico (Santander, 1957), 11,

294. 5. APS, 9 de mayo de 1509, Oficio XV, Libro 1, Bernal González Vallesillo, fol. segundo tercio del legajo. 6. Ibid., 24 de abril de 1509, Oficio XV, Libro 1, (oi. se- _ gundo tercio del legajo.


queña cantidad de mercancía suya para vender en el Nuevo Mundo. Antes de su salida de Sevilla recibió la representación legal de varios mercaderes genoveses quienes, en los años que siguieron, le remitieron envíos constantes de mercancías para vender en la isla.' Aunque estuvo pronto a tomar ventaja de todas las oportunidades abiertas a un agente comercial genovés en Santo Domingo durante los primeros años del Siglo XVI, tales como especulación en bienes raíces urbanos, y tierras para ganados,· no le satisfizo la vida en la Española. Santo Domingo estaba demasiado lleno de buscadores de oro y de sus propios y avisados compatriotas para el ambicioso y aventurero Castellón. Ansiaba por la oportunidad de un área nueva y sin explorar que pudiese explotar sin mucha competencia. Durante estos años, Puerto Rico, recién conquistado y escasa· mente poblado, parecía ofrecer excelentes posibilidades. Castellón emigró pronto de La Española a Puerto Rico donde se estableció en una gran extensión de terreno cerca de San Germán que dedicó al cultivo de yuca para casabe y a la crianza de ganado.9 En el término de algunos años sus tierras estaban produciendo una de las más grandes cantidades de casabe de la isla. En 1513, por ejemplo, no le fue difícil proveer a una expedición de cincuenta hombres con 500 cargas de pan de casabe. ID En los próximos años comenzó a experimentar la siembra de caña de azúcar y para el 1523 su éxito fue tal que pudo establecer el primer trapiche de la isla. u El trapiche de Castellón tuvo su propio puesto en la bahía de Añasco -Puerto Castellón, más tarde llamado Cinca. Por este .puerto azúcar, cueros, casa·· be y otros productos agrícolas entraron al comercio Atlántico e intercolonial. Durante los años de 1523 hasta su muerte cuatro años más tarde, el trapiche prosperó pero sus otras inversiones sobrepasaron sus recursos financieros. Su última aventura -el

7. Por ejemplo Cosme y Francisco de Ribero\. Ibid., 9 de marzo de 1509, Oficio 1, Libro 1, Mateo de la Cuadra, fol. 296. 8. Ibid., 8 de enero de 1513, Oficio IV, Libro 1, Manuel Segura, fol. carece, registro 1. 9. Aurelio Tió, Nuevas Fuentes para la Historia de Puerto Rico (San Germán, 1961), p. 230. De acuerdo a Las Casas, clas granjerías de entonces no eran otra cosa sino de criar puercos y hacer labranza del pan cacabi y las otras rarees comestibles que son los ajes y batatas.. Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, ed. Agustfn Millares CarIo (Mexico City. 1951 >, II, Cap. VI. 225-226. 10. Tió, Nuevas Fuentes, p. 141. Esta fue la expedición dirigida por Juan Enríquez, que eventualmente, fundó el pueblo de Daguao. Véase también M. Serrano y Sanz, Pre· liminares del gobierno de Pedrarias Ddvila en Castilla del Oro en Orígenes de la Dominación Española en América (Madrid, 1918), p. DXLVII, doc. XXIII. 11. Tíó, Nuevas Fuentes, p. 141. Oviedo, Historia, 11. 108 también menciona estll molino.

arrendamiento del almojarifazgo de 1524 a 1527- 12 fue demasiado para él. A su muerte en el 1527 estaba tan en deuda con el tesoro real que los oficiales reales de la isla ordenaron la confiscación de su trapiche, el cual había dejado, con el resto de sus propiedades a su hija, Teodora de Castellón y su esposo BIas de Villasante, el tesorero de la isla. Jl Pero la orden de confiscación nunca tuvo efecto pues Villasante obtuvo una postposición de la sentencia contra la propiedad porque "su ejecución conllevaría pérdidas a la comunidad",14 En su lugar el trapiche seguiría operando bajo la administración de Villasante y su mayordomo Sancho Darssa, quienes tení~ el encargo de pagar las deudas de Castellón con producción anual del trapiche. Mientras Villasante trataba de pagar las deudas de su suegro se vio envuelto en serias dificultades con algunos de sus colegas en el Cabildo de San Juan,u Por varios años el Cabildo había estado dividido por las acusaciones de algunos de sus miembros contra otros de defraudar al tesoro real y otras delincuencias, El centro de estas perturbaciones lo era el contador, Antonio Sedeño, quien mientras gozaba del favor del Adelantado usaba su cargo público para beneficiar su propia fortuna. Sus acciones promovieron el odio y la envidia de muchos, entre los más quejosos, Villasante. Específi· camente ambos habían reclamado los servicios de ciertos indios de la cacica de Caguas, doña María Baguanamay. Cuando Sedeño finalmente fue expulsado de su cargo perdió igualmente su opción a los indios, lo que significó que Villasante podría ponerlos a trabajar en sus haciendas. Sedeño más tarde abandonó la isla donde, sin embargo, quedaron muchos de sus seguidores, decididos a arruinar a Villasante a cualquier precio. En el invierno de 1528 el grupo contrario a Vi· llasante encontró una oportunidad de tomar venganza contra su enemigo. En aquellos momentos el Obispo de San Juan, molesto por el desorden crónico y la inmoralidad que aquejaba a la isla y ansioso de ejercer sus poderes de Inquisidor, emi·

12, Vicente Murga Sanz, Biblioteca HistóriCa de Puerto Rico, I Puerto Rico en 10$ manuscritos de don Juan Bautista Murio, (Río Piedras 1960), p. 256. Al Emperador. Bal· tasar de Castro, Miguel de Castellanos, Puerto Rico, 15 de julio de 1529. cTomás Castell6n tuvo arrendado el 'illmojarifazgo desde 1524 por tres ai\OS. Murió en 1527•• 13. Ibid.• p. 241; 258, cAuto de ejecución de los bienes de Doña Teodora de Castellón, mujer del tesorero de San Juan, BIas de Villasante, hecho por el licenciado de la Gama.• 14. cHistoria del Azúcar", de Irene Wright, cLouisiana Planter & Sugar Manufacturer (Sembrador y Elaborador de Azúcar de Louisiana)., LIV (1915), p. 11; Murga Sanz. Biblioteca Histórica, p, 257. 15. La discordia entre los miembros del cabildo ha sido descrita por Salvador Brau, en La Coloni,ación de Puerto Rico, cap. XV.

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tió una carta pastoral denunciando a los herejes encubiertos, blasfemos, adúlteros y a todos aquellos que se quejaban del Santo Oficio. Después de la pastoral el Obispo Manso inició una campaña para la destrucción de la herejía y la inmoralidad en la isla. Poco tiempo después el Obispo recibió varias cartas anónimas acusando a Villasante de haber sostenido relaciones ilícitas tanto con María Baguanamay como con su hija, cargo que ya antes se había hecho por allá por el 1519. Otros reclamaron que el tesorero era el nieto de un tal Alonso Rodríguez de Medina del Campo a quien habían quem~do en España por hereje. 16 Ante tales cargos el ObISpo Manso, en 11 de diciembre de 1528 ordenó el arresto de Villasante y su reclusión en la c~rcel de la Inquisición, donde permaneció por VarIOS meses a pesar de sus protestas de inocencia. Para fines de febrero despachó una apelación directa a la corona reclamando la falsedad de las acusaciones que se le hacían. Sin embargo el Santo Oficio pedía pruebas irrefutables de su inocencia y hasta que no se presentaran se le requeriría permanecer en la cárcel. Justo un mes más tarde sin embargo, enfermó gravemente, hecho que ap~ren. temente conmovió al Obispo pues se le permitió dejar la celda de la cárcel para permanecer bajo arresto domiciliario. Al cabo de varias semanas, su salud restablecida, se le permitió a Villasante reasumir sus deberes como tesorero.J7 Para este tiempo, sin embargo, Villasante tuvo que enfrentarse a cargos procedent~s de otro sector. El licenciado Antonio de la Gama acababa de terminar el residenciamiento de todos los oficiales del gobierno de Puerto Rico incluyendo a Villasante, quien había sido interrogado en la cárcel unos días después de su encarcelamiento. De la Gama encontró algunas discrepancias en las cuentas de la tesorería por las que responsabilizó a Villasante. Su informe adverso a Villasante causó el posterior nombramiento de un nuevo tesorero, Miguel de Lizardo, quien llegó a la isla en noviembre de 1529. Cinco días antes de la llegada de Lizardo, sin embargo, el Obispo Manso había concedido permiso a Villasante para visitar sus haciendas de campo para arreglar el pago de deudas contraídas con la corona por su esposa como heredera de Tomás de Castellón. 18 Estando VilIasante fuera de la ciudad el Cabildo, considerándolo ser un prisionero de Inquisición y por lo tanto inhábil para ejercer sus deberes de tesorero, recibieron a Lizardo y oficial. mente lo aceptaron como tesorero, de la isla. Cuando Villasante regresó a San Juan y descubrió lo

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Ibld., p. 352, Murga Sanz, Historia, JI, 152. ]7. La Colonización (Brau), p. 353; Biblioteca Histórica, pp. 256 Y 264 (Murga Sanz). 18. Biblioteca Histórica, pp. 256, 264 (Murga Sanz). ]6.

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que había ocurrido, inmediatamente apeló a la Audiencia reclamando que sus problemas con la Inquisición no le inhabilitaban para ocupar su cargo puesto que el Obispo Manso se lo había permitido y su caso estaba aún pendiente. En marzo Lizardo murió, pero el Cabildo nombró un tesorero interino quien desempeñó los deberes del cargo hasta junio cuando la Audiencia decidió a favor de Villasante y ordenó al Cabildo que le permitiera continuar en su puesto de tesorero aunque estuviera bajo la jurisdicción de la Inquisición. La reinstalación de Villasante y el respaldo que le diera la Audiencia que subsiguientemente le autorizó a cobrar los siete meses de salario atrasado, molestaron al Obispo quien vio entonces el caso en términos de un reto directo a su autoridad y poder por parte de la Audiencia. Cuando en marzo de 1530 el Consejo de Indias, para entonces bien ente· rada de los detalles de este caso, ordenó a Villasante a regresar a España para presentarse ante él,t9 el Obispo Manso rehusó permitirle salir. Se informa que manifestó a los miembros del Cabildo que le llevaron la orden oficial de liberación del preso que "Si el emperador lo quiere [a Villasante] en Castilla, me debe escribir a mí y no a vosotros",~ y así diciendo les amenazó con excomunión si trataban de enviar a Villasante. Nuevamente encarceló al tesorero en la cárcel de la Inquisición donde . permaneció hasta que fUe finalmente absuelto y libertado. Villasante se libró de unas dificultades sólo para verse envuelto en otras. Corto tiempo después de salir de la prisión, su esposa falleció dejándole todas las propiedades que había heredado de su padre, pero su testamento lo impugnó su tío Jácome de Castellón.i' Este último era un adinerado mercader y agricultor genovés de Santo Domingo 22 quien en el 1522 había dirigido una exitosa expedición punitiva contra los indios rebeldes de Cumaná, hecho por el cual recibió el título de .. Conquistador de Cumaná".21 Al tiempo de la muerte de su sobrina residía en Santo Domingo donde utilizaba la mayor parte de su tiempo y energía en convertir

]9. Ibid. 20. La Colonización, Brau, p. 355.

21. «Historia del Azúcar», p. 206 (Wright). 22. Jácome de Castellón se estableció en Santo Domingo en 1512, trabajando como agente de comisión para los miembros de la colonia genovesa de Sevilla. Catdlogo de los pasa. jeras a Indias durante los siglos XVI, XVU y XVIU (Sevilla, 1940), p. 40, N.· 552; APS, 29 de mano de 1512, Oficio XV, Libro 1, Bernal González Vallesillo, fol. tercer tercio del le· gajo. Para una descripción de su molino, véase: Historia, 1, 109, Oviedo. 23. La expedición de Castellón ha sido descrita por Francisco López de Gómara, Historia general de las Indias (Madrid, 1932), p. ]86, Y E. OUe, «La Expedición de Gonzalo Ocampo a Cumaná en ]52] en las cuentas de Tesorería de Santo Domingo», Revista de Indias, LXIII (1956), pp. 51-82.


su ingenio azucarero en uno de los más productivos de la isla. La muerte de su sobrina, quien no había tenido hijos, y el hecho de que las propiedades de su hermano pasaron en herencia a un extraño especialmente uno envuelto en dificultades con l~ In. quisición, llevaron a Castellón a reclamar el ingenio y la plantación de su hermano a nombre de la fa. milia Castellón. El ingenio se hallaba para este tiempo en un lamentable estado de deterioro debido al ataque que allí realizaran piratas franceses en el 1528 24 Y el abandono general que había sufri. do durante el período de prisión de Villasante. Sin embargo, el empresario genovés de Santo Domingo esperaba restaurarlo a su anterior condición y con. vertirlo una vez más en empresa floreciente. Prono tamente Castellón y Villasante se vieron envueltos en una serie de litigios que continuaban sin resolverse en 1535, el año en que ambos contendientes murieron, aunque el ingenio permanecía aún en manos de Villasante. Durante los años en que Villasante estuvo en. vuelto en la batalla legal con Jácome de Castellón por la propiedad del ingenio, casó nuevamente, esta vez con Catalina Suárez del Pozo. A su muerte la propiedad pasó a su viuda y a la hija de ambos, Juana de Villasante, quien continuó la lucha legal con otros miembros de la familia Castellón, la ma. dre de Jácome residente en España y su bija residente en Santo Domingo. Mientras los procedimientos legales se alargaban, doña Catalina y su hija regresaron a España y establecieron residencia en

24. .Historia del Azúcar- (Wright), p. 206; de Tió, Nuevas Fuentes, p. 205.

Valladolid. En el 1550 hicieron arreglos para arrendar el ingenio al próspero comerciante sevillano Francisco Ruiz por 1,000 ducados al año, pero Ruiz envió a su factor a Puerto Rico a investigar el lugar y éste informó que contenía menos tierras que las que incluía el inventario y que se hallaba en malas condiciones. Ruiz por lo tanto rehusó pagar más de 700 ducados anuales de renta, lo cual aceptó la viuda finalmente junto con el regalo de un "ca_ ballo castaño con silla y brida".2S No sabemos hasta qué punto Ruiz pudo restaurar el ingenio y hacerlo prosperar pero en el 1554 acurrió allí un desastre. En ese año corsarios franceses entraron al puerto de la hacienda, mataron a casi todos los esclavos y causaron tal destrucción que luego se le describió como una ruina total. Durante los años siguientes los dueños de las propiedades vecinas trataron de apropiarse sus tierras para la crianza de ganado. Para el 1571 se le valoraba sólo por las manadas cima· rronas que allí pastaban, pues en ese año la hija de Villasante y su esposo, don Juan de Velasco y Vallejo solicitaron de la corona que prohibiese que personas no autorizadas matasen ganado en su propiedad para obtener cuero.26 Para este tiempo, sin embargo, "el ingenio del genovés" era sólo un recuerdo y el pasto silvestre cubría las fértiles tierras donde Tomás de Castellón había cultivado en otros tiempos casabe y caña de azúcar. 25. .Historia del Azúcar- (Wright), p. 206; Archivo Gene· ral, BoletEn del Archivo General de la Nación (República Dominicana), 1 (1938), 357; APS, 25 de sept. de 15SO, Oficio XV, Libro n, Juan Franco, fol. 277v; ibid., 10 de junio de 1551, Oficio XV, Libro 1, Alonso de Cazalla, fol. 655v. 26. .Historia del Azúcar. (Wright), p. 206; de Tió, Nueva,¡ Fuentes, p. 199. En el 1595 Drake destruyó cuanto quedaba del estado.

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Semblantes de una semblanza* Por F.

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NTE TODO UNA PALABRA AGRADECIDA A CUANTOS HAN

hecho posible el acto presente porque entiendo que se trata de un acontecimiento de alta significación en la historia espiritual de nuestra Patria. Expresamente agradezco a los compañeros, y de modo especial a Don Adolfo de Hostos, el recabar mi modesto concurso en esta tarde. Es privilegio inmerecido pues conlleva la participación en la apertura de un nuevo capitulo en la vida cultural isleña que intenta reparar deudas ya viejas. Tiempo era ya de que nosotros le ofreciéramos a nuestro gran Peregrino por antónomasia el ademán de una expresa morada donde anclase su fatigada planta. Desde hace un siglo y cuarto aproximadamente los amargos caminos de la América Nuestra y de España conocieron sus pasos. Caminos desgarrados que supieron sus desvelos y angustias. Por ellos fue sembrando, aparte de pisadas, inquietudes sin par, voces de alerta, y sobre todo esfuerzos de planetaria estirpe y musculoso aliento. La hora del retomo parece estar madura y en el hogar que aquí se le apareja conviene que descanse y cuente a su Madre Isla tan dilatada andanza. Sí, aquí le esperan ya incluso objetos familiares que delatan la presencia intacta de sus propias huellas. Ese escritorio, aquella silla, estos libros, esos papeles, en fin, un breve acopio de bien amadas cosas, testigos elocuentes de su incansable empeño creador. Y no es esta disposición baladí. Acaso se dirá cosa de niños; pero el Maestro sostuvo que "el hombre completo", su más claro aporte a la antropología americana, debía tener "forazón de niño".' * Presentación de la figlU'a de Hostos en la inauguración de la Sala de Hostos de la Biblioteca General de Puerto Rico, 28 de mayo de 1975. 1. E. M. de Hostos - Diario, T. I. Vol. l. de Obras Como pletas. 31 de diciembre de 1869, p. 194-5. Todas las citas de Hostos en este trabajo están tomadas de sus Obras Como

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MANRIQUE CABRERA

Aparte de que él, curiosamente, solía otorgarle con· tagio humano, sobre todo moral, a los objetos físicos quien sabe en proyección poética. Al efecto, oigamos lo que nos dice en su Diario del 27 de diciembre de 1874 en momentos que preparaba su frustrada salida ·hacia la Cuba en armas: Me han traído hoy los zapatos a propósito que mandé arreglar para el combate. Son los mismos con que hice mi viaje a la Araucania, la más noble tierra que he pisado jamás pues fue la única que los conquistadores no pudieron subyugar. Con esos zapatos impregnados de la tierra más valiente ¿se puede huir? Diario, 11,27 de septiembre del [18}74, p. 168-9. Ahora bien, ese toque de presencia humana que a modo de viviente huella aspira tener esta sala no puede ni con mucho ser su exclusivo norte esperanzado. Porque no se trata de un mini·museo sin otro sentido. Entiendo que esta sala quiere allegarse cuantos materiales sobre el Maestro hayan circulado, al par que estarse atenta a todo lo que el correr del tiempo nos depare, de modo que aquí crezca un auténtico centro de estudios hostosianos que tanto sentimos no haber tenido nunca y que evidentemente supondría abrir por vez primera en esta tierra suya el aula de esta cumbre educativa a los discípulos que siempre lo han estado esperando. De ahí que frente al estatismo de un museo, la sala que se inaugura hoy, tendrá como claro objetivo el fomento dinámico difusor de inquietudes intelectuales mediante cursillos, foros, conferencias, publicaciones y todo cuanto pueda noticiar mundo afuera que el Peregrino ya tiene morada entre los suyos y empieza a esclarecerse su destino. A propuesta tan hermosa es 10 que he llamado pletas, Edición Conmemorativa del Gobierno de Puerto Ri· 1839-1939, La Habana, Cultural, Vols. ¡·XX.

CO,


Eugenio María de Hoslos.

capítulo nuevo en la vida cultural de Puerto Rico. Claro que tarea tan vasta conlleva el plantearnos serios problemas de orden programático. El primero de todos nos remite al enigma por demás retante de cuál sea el cabal sentido y el mensaje preciso que el nombre de Eugenio María de Hostos blasona, sobre todo en las tierras de la América amarga al correr de este día. Decimos esto porque voces entrecortadas suelen repetimos que no hay rincón de América donde ya no se venere su recuerdo con religioso acento. Si hubiere una excep· ción -duele decirlcr- esa es su Madre Isla, como él salia llamar su Puerto Rico.2 Y no obstante este merecido tributo que entre los más grandes ejemplares humanos del Nuevo Mundo le coloca, sigue siendo el único que a la hora de compulsar su específica hazaña, nunca se la precisa con toda claridad pues siempre que se intenta percibimos que algo de lo esencial se nos escapa o se nos queda fuera. Justamente este problema radical obliga siempre 2. Diario, 1, Vol. 1, p. 71; Madre Isla, Vol. V, p. 7.

a volver la mirada hacia el proceso que conduce con el rigor debido hasta la situación actual del gran mayagüezano en la hora de ahora. Al menos cumple referimos al opaco silencio que parece recubrirlo por casi tres décadas a partir de su muerte. En tales años tan sólo alguna que otra de sus obras difundidas de tarde en vez se suele recordar. Cierto que un reducido número de voces con caudal rindieron homenaje en esos mismos años esporádicamente a aquel "acontecimiento de América" como lo llamó Mauricio Magdalena.] Claros ejemplos entre otros, son: Pedro Henríquez Ureña, Carlos Arturo Torres, Rufino Blanco Fombona.4 En otro 3. Mauricio Magdalena - «Hostos, acontecimiento de América.. en América y Bostas, Edición Conmemorativa del Gobierno de Puerto Rico, 1839-1939. La Habana, Cultural, 1939, pp. 223-227. Este ensayo se tomó de Repertorio Ameri. cano, Costa Rica, 22 de enero de 1938, Tomo XXV, núm. 3. 4. En el mismo volumen América y Bostos, citado en la nota anterior, se incluyen también, entre otros, los siguientes trabajos: «La sociología de Hostos .. por Pedro Henrí· quez Ureña, pp. 147-155, publicado en 1905: «Hostos.. por Carlos Arturo Torres, pp. 131-145, Conferencia leída en la

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instante he dicho 5 que "el ojo americano no estaba -no podía estarlo- equipado para acomodar imágenes de tales dimensiones". Las proporciones resultaban insólitas. La severidad de sus líneas y la armonía del conjunto aquel eran aves raras para sentirlas como cosa familiar y propia así, de pronto. No ha· bía estado en andas de publicidad ruidosa. No pudo frecuentar ni dirigir victoriosas fuerzas militares. No había ocupado altas magistraturas públicas nimbadas de relumbre y poderío. Tampoco acaudilló triunfos políticos que le situaran en medio de escenarios ostentosos. Incluso la idea cardinal de su dedicación política -lograr la independencia de Puerto Rico- no la pudo cumplir... y aún sigue incumplida. Razones de todos Jos tamaños por lo visto había, para que alguien lo despachase como 'un iluso', 'un fracasado' o 'un loco'. "En cierto sentido se explica la amargura que vierte Mauricio Magdaleno en los párrafos finales de su Bostos, a.contecimiento de América el 22 de enero de 1938... : 'Hostos sigue y seguirá siendo el padre del apremio capital de América -alfa y omega de su sino: enseñar a pensar al Continente. y basta y sobra con considerar que aún no hay esperanza de que se aclare ]a anfractuosidad de nuestra selva, para palpar el tamaño de su consigna. A los treinta años de la desaparición del puertorriqueño culminante siguen las miste. riosas tierras de América empeñadas en la reyerta del campanario y la voz que no fue nunca popular está apagada como el fluir de una pira. Apagada y muerta. A veces hasta parece que nun· ca haya estado viva y que todo este acontecimiento americano que es Hostos no es sino un mito o un símbolo -símbolo y mito de la conciencia que se obstina en organizar la luz de la primera tiniebla'." (América y Hostos, La Habana, Cultural, p. 227.) Un año después de estas palabras dolorosas y a propósito del primer centenario de su nacimiento se dan a conocer -las llamadas Obras Completas suyas. Esto, y los actos que aparejan dicha recordación conmueven el Hemisferio. Fueron surgiendo los contornos de un gigante moral del Continente. Llovieron las preguntas del alma colectiva ameri· cana. Cito algunas que en términos de salmo pre· guntón cierta vez formulé y ahora re-cito: ¿Y cómo ha estado ahí tan retraido? ¿Por qué no fundó sectas o partidos? ¿Acaso no dijeron que N

Universidad de Caracas para la Asociación de Estudiantes de Venezuela y publicada en agosto de 1913 en la Revista de las Antillas; .Eugenio María de Hostos (1839-1903)- por Rufino Blanco Fombona. pp. 97·129, publicado en Grandes Escritores de América, siglo XIX, Madrid, Ed. Renacimiento, 1917. S. F. Manrique Cabrera - .Hostos: vivir peregrinanle en confesión» en Sin nombre, San Juan de Puerto Rico, abril·junio, 1973. Vol. 111, N.· 4, p. 6. 12

fue tan sólo un fracasado iluso? Pero entonces ¿y cómo explicar esa musculosa contextura llena, eso sí, de cicatrices florecidas? ¿Por qué tiende la mano para bendecir cual si agarrara un látigo? Extraño nuevo dios, no quiere adoradores, ni gentes de rodillas. ¿Quetzalcóatl que vuelve? ¿Y por qué esas hermosas barbas nazarenas? ¡Y cuánta cruz arrastran sus calvarios! Cíngulo ciñe y lleva un báculo, apoyado al revés, en sus adentros. ¿Acaso un habilísimo mendigo? ¡Pero si nada pide! Rechaza monedas, y también los re· baños. Justamente al revés, ofrece algo, algo regala que entre penumbras brilla y alimenta. Hay en su voz robusta palabras rebosantes, de luz. sombra, misterio. No aprendió, de seguro, en el jilguero ni sabe a ruiseñor su melodía Es pura mar retando cuando rebota olas... y florece en espumas. Sabe a selva primera su voz y acaso venga del tronco de los Andes. Caminar, sí, camina. ¡Y con cuánto vigor! Por lo visto conoce todos los caminos porque su mismo cuerpo parece estar tallado con las huellas de todos los caminos. ¡Si parece una mina de caminos! Extraño que nunca se fatigue, y que su báculo enhiesto se mantenga apenas apoyado adentro en sus entrañas propias. ¿Y a dónde va o pudiera ir? Dice cosas tan raras...: Que vuelve a la trinchera; que va a la vida, a la suya, a la de otros, a la del Continente mismo; que hay un pensar que tira de sus pasos; que allá donde duerme lo lejos, y aquí donde lo cerca está desperezándose, hay remedio eficaz a la fa· tiga de tanta turbulencia enseñoreada. ¿Filosofa? ¿Es maestro? ¿Misionero? ¿Un portador de nuevas tablas de la ley? Sí y no. Demasiado SI en varios casos. Demasiado poco NO en los demás. Tal vez. Quien sabe. Estas o cosas parecidas ha estado preguntándose el alma americana ante el regreso de Eugenio María de Hostos al escenario de su insólita gesta. Ha vuelto, decimos, después de centenario y luego de un descanso de treinta y tantos años, tiempo en que casi se le dio por muerto cuando apenas dormía. Reinicia de este modo, buen caballero andante, su salida postrera." 6 De súbito un creciente fervor por acercarse a la imagen veneranda del gran hombre se desata a todos los niveles y empieza a acumularse rica bibliografía. En primera instancia interesa el noticiero de su biografía. A este nivel la demanda se cumple con ritmo acelerado al extremo que aparecen dos biograñas del Maestro, una de Juan Bosch y otra de Antonio S. Pedreira,7 mediando muy poco tiempo entre amo baso Las dos se apoyan en materiales todavía iné· ditos del Diario íntimo. La noticia biográfica que cobra difusión pese a cuan incompleta pueda ser, en algo satisface el marcado interés que en el amo biente recién se ha despertado, pero al mismo tiem· 6. Ibid., p. 7. 7. Juan Bosch - Hostos. El sembrador. Biografías americanas. La Habana, Editorial Trópico, 1939, 304 págs.: An·

tonio S. Pedreira - Hostos. Ciudadano de América, Madrid, Espasa-Calpe, 1932, 264 págs. .


po allende lo anecdótico pone de manifiesto en ocasiones datos y actividades de extrañas magnitudes y no pocas sorpresas como pronto veremos. El segundo nivel de aproximación se impuso gracias' a que se difunden las llamadas Obras Completas en la hora del centenario, Se trata de precisar con cierta urgencia desde esas mismas obras las .. ideas" que profesó el Maestro. En este nivel el laboreo tiene que ser más lento y problemático. Estamos frente a una cantera de gran riqueza y larga historia. Compete al ejercicio académico ordenar fuentes, trazar trayectorias, buscarle aires de familia a las ideas en cuestión. No obstante la intensa dedicación que esta zona de interés exige, se halla sujeta siempre a rectificaciones sobre todo tratándose de personalidades complejas en quienes los esquemas y corrientes de pensamiento ya con· sagrados sufren insospechadas modificaciones. Por esta esfera ha movido su desvelo intelectual hace ya tiempo el puertorriqueño José Emilio Gonzál~z,· y al presente son varias las investigaciones que se han hecho o están en vías de realización en centros universitarios del rango más alto en el mundo americano, que sepamos. Llama siempre poderosamente la atención dentro de este campo de haberes hostosianos no sólo la filiación vanguardista de su pensamiento sino la asombrosa vastedad de sus dominios. Pedro de Alba 10 ha llamado "polígrafo fecundo y disciplinado que abarcó en su obra temas variados y múltiples, legando a la posteridad una de las producciones intelectuales de unidad más imponente y de sentido afirmativo más poderoso. Novela, sociología, derecho moral, derecho constitucional. pedagogía, ciencias exactas, estética, crítica, civismo; y en todos esos campos escribió con autoridad, dominio y congruencia metódica",9 Tan pasmosa realización cobra mayores proporciones si advertimos que se logra en medio de un volcán siempre activo en la dación patriótica. Aún más, cabe añadir, lleva a cabo la total hazaña intelectual asediado por penu· rias que hoy conmueven. Lo hace, de otra parte, apoyándose en su propio instinto de gran educador pues de temprano abandona las aulas universitarias por juzgarlas pasto de la rutina espiritual, de modo que jamás se recibió de grado alguno aquél que tantos, luego, habría de otorgar. Dicho en otras pa· labras, su formación espiritual en lo que atañe al intelecto puro es cosa que realiza sujeto al solo dictamen de su propia orientación y por exclusivo 8. José Emiiio González - .Hostos as a Philosopher•. Disertación presentada en Graduate School. Boston Univer. sity, Bastan. Mass., 1941, para optar al grado de Maestría en Artes, Departamento de Filosofía. (Inédita). . 9. Pedro de Alba - Hostos. Prólogo y selección de - - - - - , ' México, Ediciones de la Secretaría de Educa· ción Pública, 1944, p. XXVI.

esfuerzo propio, pese a los veinte años que tenía. Fue entonces cuando se nos revela como genial educador por vez primera, educador de sí mismo, al más alto nivel, hecho que multiplica las dificul· tades de una tarea ya de por sí difícil. Con todo, sin embargo, no es este mundo del pensamiento discursivo suyo lo que en máximo grado le ofrece a nuestros días la admiración mayor. Hay un tercer nivel de aproximación que diáfanamente se columbra entre la lluvia de preguntas que en decir nuestro avisoraba el alma colectiva americana. Se trata de la re~lidad verdad de su mensaje auténtico y total. Por aquí se pretende penetrar más allá de los hechos y hasta de las mismas ideas para buscarle a la figura in tato un sentir y acaso su sentido. Es cosa de poner en relieve y clarificar que lo anecdótico de su vivir egregio, los contenidos de cuanto escribiera, las preocupaciones que tanto le agobiaron, sus ademanes, luchas y forcejeos, tristezas y alegrías. forman un conjunto orgánico de manifiestas evidencias que pugnan por develar e incluso noticiar la semilla y el fruto de otra realidad escondida donde el hombre quisiera afincar su esperanza, modular sus rumbos, plantar sus banderas. Este nivel comprensivo de oteas hostosianos está sin duda en su instante del alba. Vale decir, el hombre alerta de los tiempos nuevos en tierra ame· ricana recién cae en la cuenta de que el centro irradiante de lo hostosiano radical palpita en "su vida inmaculada y asombrosamente fecunda ... ejemplo superhumano" que ya dijera Pedro Henríquez Ure· ña. 1o Vida de "lucha entre el corazón y la conciencia, lucha fiera y mortal, superada acaso en otra vida real" como afirma América Lugo. 1I Y como "su mejor legado" la ha visto con acierto también Vicente Géigel Polanco. 12 Vida de asceta o santo laico lo han llamado otros. En fin, podríamos discrepar por vía del mero pensamiento discursivo, respecto a las "ideas" o tópicos de signo intelectual que frecuentó el Maestro. Antonio Caso señala correcciones al efecto. 1l Pero donde no caben discrepancias de clase alguna es frente al asombro que a todos nos embarga cuando nos acercamos a esa vida en majestad sin nombre recortada. Toda semblanza que no instale sus miras en esta perspectiva quedará relegada a pura periferia sin dar fe del semblante ya que los

10. Pedro Henríquez Ureña - Op. cit., p. 149. 11. Américo Lugo - «Los escritos literarios de Hostos-, p. 189 en Hostos, Peregrino del Ideal, Ideario y trabajos acerca de Eugenio María de Hostos y apéndice por Eugenio Carlos de Hostos, París, Ediciones Literarias y Artísticas, 1954, 461 págs. 12. Vicente Géigel Polanco - -I.a vida de Hostos, su mayor legado-o Páginas del Centenario en Puerto Rico Ilustrado, San Juan de Puerto Rico, enero 28, 1939, pp. 2, 72. 13. Antonio Caso - .La filosofía moral de Eugenio María de Hostos. en América y Hostos, La Habana, Cultural, 1939, pp. 209-222.

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hechos cuando mucho serían símbolos que reviste el verdadero acontecimiento americano que advirtiera Mauricio Magdalena en el puertorriqueño decisivo.l • Reiteramos: no son siempre las "ideas", aun cuando gran volumen de éstas tengan no sólo presente fecundo sino futuro infinito, lo que realmente vale y pesa para el hombre de hoy en estos lares, sino precisamente la vida de donde esas ideas emergieron llenas de sangre vigorosa y pulso en trance de un crecer irremediable. Vale decir por consiguiente, que la verdadera obra hostosiana, su auténtica y definitiva aportación con carta de trascendencia y pennanencia sea justamente su hennosa vida. Sus Obras Completas o incompletas, es decir, sus escritos y otras realizaciones se nos aparecen como concreciones desprendidas de aquel vivir egregio. O si se quiere desprendimientos míni· mas, fragmentarios y un tanto "naturales" que hoy nos prestan acceso al sentido de su Obra verdadera, digo, aquella vida cumbre. Así las cosas nos parece entender que se despeja en algo la situación de ahora entre Hostos y nosotros. Las obras mismas o legado escrito han de cobrar relieves preeminentes en tanto nos ofrezcan los veneros hondos del Peregrino impar. De ahí que el Diario íntimo o La sonda, como también solía llamarlo, tendrá sitial de privilegio. En sus páginas brotan luchas desnudas y agonías del hombre insobornable. Es confesión de par en .par abierta con franca puerta al volcán interior. Luego, La peregrinación de Bayoán, primer testimonio cabal que le debemos, llega a nuestras manos y amerita atención más allá de criterios estéticos. A juicio nuestro es capital documento hostosiano habida cuenta de que constituye la absoluta profecía de si mismo. En seguida cumple otorgarle paso a los ensayos deteniéndo la mirada en Hamlet y de modo especial en aquellos que abordan personajes significativos. En éstos el Maestro siempre subrayará su estimativa, por consiguiente, delatará propios sentires. De hecho las normas y criterios con que Hostos mide la vida de otros grandes fonnan, como cuerpo, un modelo. Esto comporta exigencias de tal rigor que al recuerdo nos llegan aquellas normas de virtud casi cruel del más viejo estoicismo. Y a propósito ¿qué ha de decimos él mismo de la vida y sobre todo de su propia vida? No más que ir espigando 10 que sobre el particular ha consignado, colmaría páginas sin cuento. Valga un puñado de frases delatoras. Todo mi pensamiento ha estado concentrado hoy en esta idea: es horrenda la vida sin objeto. Diario 1, 27 de mayo de 1868, p. 73.

14. Mauricio Magdalena -

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OP. cit., Pp. 223-227.

Una vida no es fuerte sino cuando se ha consagrado a conquistar su ideal por sencillo que sea. Diario n, 20 de sept. de 1874, p. 159. Es decir, la vida auténtica 10 es en tanto tiene objeto y norte definidos. De igual modo la vida verdad se fortifica en la medida en que responde a la llamada de un ideal, no importa sea sencillo. La vida es un viaje; la razón no sabría encontrar

el punto de partida si no fuera por el terruño cuya imagen atrayente vemos por todas partes. Diario, 1, 14 de sept. de 1869, p. 133. Estamos frenté a un curioso y sorpresivo hallazgo. En cierto modo la meta llameante y el inicial núcleo surtidor coinciden. +ER apariencias, por 10 menos, la concepción hostosiana de la vida cabal nos descubre cierto contorno cíclico. Y es que estamos ante la misma imagen de la Patria vista por vertientes distintas que Hostos llamará "Patriasuelo" y "Patria·libertad". En tanto el centro de trae":: ción hacia la plenitud de una vida, tal referencia sería "Patria-libertad"; en tanto toque nutricio en el amanecer de la jornada, será la "Patria-suelo".15 Dato de sumo interés, que precisamente hoy empieza a barajarse con asombro: la razón está con· dicionada por el ámbito nutricio de la Patria. La vida es un arte: ¿por qué sabiéndolo he de

desdeñado? Diario 1, 7 de enero de 1870, p. 204. Todo es un arte en esta vida; y el arte más difícil el que, venciendo la pasividad generosa que infunde el amor incondicional e impersonal del bien, S1.ij)one la condición de personalizar en sí el ·bien que contribuye activamente a conquistar. Diario 1, 12 de febrero de 1870, p. 260. Dichos capitales reveladores de que cuando hablamos de la vida de Hostos como su mejor obra o su más valiosa realización, no decimos una frase vacía sino que fonnulamos una rigurosa verdad de cuerpo entero. Sí, el gran asceta o santo laico vivió tallando su vivir de modo tan expreso, vigilante y cuidado, que en pie quiso dejamos como vida una hennosa obra de arte. Así también se explica su militancia como moralista tenaz de antiguo cuño. Ante nosotros ahora la vida como un viaje cuyo punto de partida no puede encontrar la razón (y habla un racionalista) si no fuera, anclando en el amado terruño de la Patria; vida que requiere un objeto decisivo; vida como plena realización artística; vida que exige un tramontar continuo hacia su objeto, pero que al mismo tiempo impone "personalizar en si el bien que contribuye activamente a conquistar", es decir, mundo interior adentro. El 15. Diario, T. 1, Vol. l, p. 283.


acento agónico de esta madeja se desnuda en la siguiente frase: Vale más morir luchando que vivir muriendo. Diario 1, 10, de mayo de 1870, p. 308.

Y estamos en el mismo corazón del agitado remolino de misterios hostosianos por antonomasia. Desde este centro que altemamente muda el rumbo -de su movimiento ya centrípeda ya centrífugamente, según el caso- parten todas las empresas, luchas, realizaciones hostosianas teñidas siempre de su genial grandeza inconfundible. Dentro del viaje del vivir que ya va dicho se ve nacer su famosa peregrinación bifontre, es decir, hacia sus "abismos interiores", según propio decir, y mundo afuera sobre la vasta tierra americana que totalmente in· terioriza y hace suya personificándola como un bien que quiere realizar, quizás salvar, fórmula suya previamente indicada. El enlace entre el acto de peregrinar y el hecho de la vida se manifiesta ya en el breve prólogo que antepone a la edición primera de La peregrinación de Bayoán. Por voz de Bayoán dirigida al lector afirma: Vosotros los que en vez de vivir, peregrináis, se· guid con paso firme: la desdicha que os espera es tan gloriosa, que no la trocaréis por la inútil felicidad de los felices. Los que no peregrinan que no lean. (Obras Completas, Vol. VIII, p.33.) Quedan casi contrapuestos el vivir banal frente al vivir auténtico que aquí se denomina peregrinación. Se ilumina además con claridad poética el sen· tido transfísico de ese peregrinar concebido por Hostos en el cual mantiene siempre fuerte carga simbólica. De común se han entendido tales ansias viajeras como el mero allegamiento de pueblos y paisajes o como el resultado de una exclusiva dedicación política cuando en rigor se trata de un dinámico vivir en tensión de alta valía, incluyendo, y por cierto fortificando, su gestión política. El salmo que al comienzo leímos ya lo sospechaba. Ahora es Bayoán quien lo confirma con su fulminante sen· tencia admonitoria: "Los que no peregrinan que no lean". Aún más, al cierre de la novelita, Bayoán advierte que América, su Patria, está sufriendo y hacia allá se encamina para prestarle ayuda a "esas repú. blicas" y continuar peregrinando... 16 Clara profecía de Hostos a los veintitrés años y que rigurosamente cumplió en su vida. Ahora bien, la obra que devela la actividad cons· tante del torbellino donde se fragua al par que se genera todo desarrollo hostosiano es el Diario, para nosotros su obra capi,tal, y en su género de litera· 16. La Peregrinaci6n de Bayodn, Vol. VIII, p. 320.

tura confesional sin nada comparable en todo el hemisferio. Pese a las limitaciones con que puede contar debía ser lectura obligada para quienes qui. sieran acercarse al Maestro responsablemente. Desde ella se nos permite compulsar dramáticos proce. sos que dan al nacimiento de sucesivas trayectorias cumplidas en la vida del "puertorriqueño culminante" como ya se ha dicho. Allí, por ejemplo, asistimos al crecimiento de su concepción de "hombre completo", aportación fundamental a la antropología americana por cuanto modula una imagen del hombre que supera con mucho a la pura concepción del hombre racionalista que puso en juego el positivismo, corriente de pensamiento que en general, Hostos mismo suscribe pero que en este particular rebasa para superarla, según certera observación del pensador Víctor MassuhP Para Hostos el hombre completo supone: Ser niño de corazón, adolescente de fantasía, joven de sentimiento, en la madurez temprana, en lo que quiero llamar edad cientifica; ser armonía viviente en todas nuestras facultades, razón, sentimiento y voluntad movidos por conciencia; ser capaz de todos los heroismos y de todos los sao crificios, de todos los pensamientos y de todos los grandes juicios, y poner en todo aquella sinceridad, aquella verdad, aquella realidad del ser que sólo de ese sentimiento, que sólo de él trasciende; ser, finalmente, un mediador entre el racionalismo excesivo, no por racionalismo, sino por absorber en él todas las demás actividades independientes y necesarias del espíritu, y entre el pasionalismo de los que creen que todo lo hace la pasión, eso es 10 que llamo yo ser hombre completo, eso es 10 que practico. Diario I1, 31 de diciembre de 1869, p. 194-5. Un hombre de tales dimensiones armónicas en modo alguno da un paso o deja margen a mutilaciones del espíritu. Ese es el hombre que él le propone a su dolida América. Hombre que coincide cabalmente con lo que ahora llamamos "hombre nuevo". Hostos decidió probar que era posible vivir las experiencias que esta imagen humana comporta y para ello embarcó su vida total en dicho experi. mento. "Eso es lo que practico", nos ha subrayado. También lo ha visto finamente ya Massuh. Tan extraña práctica nos da claras noticias de su asombrosa heroicidad moral. Porque en ello iba mucho; iba nada menos que la salida por donde la praxis hostosiana franquearía su entrada en el caótico mundo social de nuestra América, rebasando en tal forma el puro solipsismo subjetivista a secas. Es precisamente en Hamlet, el más denso de todos sus ensayos, donde retoma el mismo tema a propósito 17. Víctor Massuh - América como inteligencia Y pasió,r. México, Tezontle, 1955. pp. 34-36.

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del Príncipe al hablarnos del "más humano de los interese~" que afinna ser "el que para el bien colectivo, resulta del progreso del ser en el ser mismo".11 Es decir, el "·hombre completo" que él practicara debe redundar en modelo dinámico y actuante para el bien colectivo americano. Aquí entronca sin duda, la extraordinaria gestión de educador que profesó el Maestro. Es posible también que ésta sea la gran apertura que 10 lleve a aplicar dentro de las concretas realidades de estos pueblos amargos el pensar sociológico, hecho que determina su interés tan humano al situarse junto a los desvalidos en estas duras tierras. A la sazón se convierte en el apóstol de la educación científica de la mujer: Chile, Santo Domingo. De paso recuerdo a las damas que en este año se interesan por la liberación social de la mujer que Hostos fue singular defensor de los derechos de la mujer en horas muy difíciles. De igual modo defiende, los pobres explotados chinos en Perú, al par que a negros, rotos, indios, guasos, gauchos y toda la constelación de cuantos seres caídos seguían sufriendo el peso doloroso de la desigualdad socia}.l9 En el orden político demarca un sostenido desarrollo que va desde sus años jóvenes hasta el mismo momento de su muerte. Fue en España vigoroso adalid de la República, y en tanto a sus Antillas, fervoroso de la autonomía en los comienzos. Cuando triunfan los republicanos españoles y no le hacen justicia a las Antillas, Rostos rompe con la España oficial en memorable discurso pronunciado en el viejo Ateneo matritense. Sale de alli mordido por las desilusiones y pone su vida al servicio de la Independencia y la revolución de Cuba y Puerto Rico, objetivos que se convertirán en su "idea dominante" según su propio decir.20 Idea política que acompañó siempre al Peregrino. Más allá de la in· dependencia de las Antillas anhelaba una confederación antillana y a la postre la gran Confederación de Iberoamérica, como soñó Bolívar, a los fines de cimentar en estas tierras la grandeza futura. 18. Critica, Vol. XI, p. 145. 19. En el Diario, T. n, Vol. II, pp. 113-125 se incluye una

carta hallada en el manuscrito en la parte correspondiente a la fecha de 19 de junio de 1874 y dirigida a Manuel A. y Guillermo Matta, en Chile. En la página 121 dice Hostos: ..S610 importa que ustedes y cuantos en Colombia, Perú, Chile y Argentina leen y piensan, recuerden que no hubo día desde el 1871 h3sta febrero de 1874 en que, con motivo o sin él, no resonara algún clamor mio en favor de Cuba abandonada o algún insulto de los españoles o sus auxilia· res contra mí, porque clamaba casi s610 o en desierto en favor de un pueblo mártir. en pro de la unión ridiculizada de todos esos pueblos, en pro de la emancipaci6n de la razón humana, en favor de la mujer, de los indios, de los chinos, de los huasos, los rotos, los cholos y los gauchos, otros tantos esclavos de la desigualdad social», (Subrayado

nuestro).

20. Hombres e Ideas, Vol. XIV, p. 7.

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Ahora bien, sería cosa de no acabar jamás ir pormenorizando todas las líneas de acción espiritual que emergen desde aquel centro motor vital o remolino donde se entrecruzan y se fraguan alientos hostosianos sin cesar. El día en que podamos entrar en plena posesión de esa fuente prodigiosa, grande será nuestra riqueza. Es tarea que queda en esta sala para ser cumplida por los que aquí frecuenten. Se despejará entonces, el profeta, el poeta y el filósofo que en aquel hombre tan completo convivieron, Para alcanzarla importa sí, que la invitación que ahora se le gire sea limpia, cabal, completa y sin complejos. No como ciertos tímidos abordajes hechos a su figura entre los' cuales nos apena el monumento censurado de Vittorio Macho que se halla en la Universidad de Puerto Rico. El artista español estampó una palabra al calce de las dos figuras que flanquean dicho busto. Ambas fueron eliminadas por manos desconocidas. Eran dichas palabras las siguientes: Patria y Sociología. Hoy aquel será un monumento censurado hasta que se restaure.21 Igual sucede cuando se invita al educador que hubo en él a solas. O al maestro, sin más. O tan sólo al político. O al sociólogo, jurista, etc. Dividiéndolo o parcelándolo de antemano, ya no es jue. go limpio ni llevará muy lejos. La invitación al Peregrino debe ser generosa y completa como él se empeñó en ser. Debe ser Rostos entero. Para ser más precisos he aquí su estaI!lPa física que tomamos de unas palabras introductorias antepuestas al volumen América y Hostos: En su físico, Hostos tuvo una hermosa cabeza, en sus mocedades cubierta por una cabellera negra y rizada que el tiempo tornó en gris y sedosa, cuando habría querído verla blanca, y que él peinaba hacia atrás, la cual dejaba completamen· te descubierta una ancha frente con grandes entradas laterales. Desde su juventud usó crecida la barba, que encuadraba una fisonomía simpática, perfilada por una nariz aguileña y animada por ojos gran· des y expresivos, de color verde, que la edad puso grises y contemplativos. La tez, blanquísima y sonrosada, ligeramente tostada por el sol. Estatura regular, complexión robusta, andar mesurado, ademán naturalmente majestuoso, completaban un todo en que había perfecta aro manía entre el ser moral e intelectual y el físico. La modestia arropaba al hombre y al pensador. Este es el hombre, no cabe confundirlo; sea con nosotros.

21. Véase lámina incluida en la página 44 de la monografía sobre nuestro autor publicada por la Casa Hispánica de la Universidad de Columbia: Eugenio M. de Hostos (1839-1903). Vida y Obra. Bibliografia. Antologia. New York, Hispanic Institute in the United States. 1940, 44 págs.


La tarde Por

JORGE IBÁÑEZ

La tarde estrecha me lleva entre altos muros hasta tu dedo, a tu piedra, yo me conformo ya como antes, como prometi no hacerlo md.s, y al llegar a tu voz, bajo la mía que no sabe reconocer el momento, sólo estrellas y \'oces del caserío y la montaña a tus pies: nos ha abandonado la misericordia y el miedo, ya no hay trigo ni castigo sólo quedo yo entre el río y las guajanas y tú a solas con tu albedrío porque la gente y hasta la soledad nos miran desde muy lejos simulando indiferencia en tenebrosos comedores de burdas casuchas de barro casi cerca del camino. New York, 1975

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Reflexiones en torno a "De lo familiar" de Oiga Nolla Por LOREINA SANTOS SILVA

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LO FAMILIAR" ES UN LIBRO RARO Y NOVEDOSO DENtro de la tradición de las obras cuyo tema es la patria. Se trata de la explosión de un ser agobiado por la problemática en que está sumergida nuestra tierra. Este ser, cumpliendo con la necesidad imperiosa del desahogo, plasma el caos de Puerto Rico en el caos de la obra. Desde el inmenso edificio de vidrio, que poéticamente se ha construido, con el sigilo de un Argos. delinea la penosa situación por la cual atravesamos. A través de la compensación mujer-patria o sea del yo y la circunstancia, va creando conciencia de que a pesar de la indiferencia del puertorriqueño masa, ante las violaciones de la tradición, lo auténtico emerge aunque sea del trasfondo de esas notas degenerantes que pennean la cultura: E

aun así desnuda adormecida aun así comercialinos perteneces [zada por rito y por derecho con tu chanchullo, tu jaihería, tus niños drogados y tu alegría nos perteneces [irresponsable forma especial de quien te solicita Si buscamos lo auténtico en nuestro fondo, si nos enfrentamos al problema "cara a cara~ podremos rescatar ese algo inconfundible que nos hace diferentes del resto del mundo. Por supuesto, es necesario aceptar la realidad de las limitaciones de este suelo, su pequeñez, sus escasos recursos naturales o lo que ella llama "jugo escaso" con el que a duras penas nos alimentamos. Mas hay algo que está por encima de las rutinas biológicas. No sólo de pan vive el hombre como lo atestigua el proverbio. Es importante, además, ser algo para algo. Ser puértorriqueño para defender la puertorriqueñidad; para poder como

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bien lo ve Unamuno, proyectarnos a las esencias universales. No importa que algunos de los rasgos que nos definan sean: seis chorreao tropical o ay bendito cosas así tan dichas tan trilladas que son superficiales pero ciertas y son y están en caldo de emergencia... Lo que vale es, que aún esas cosas insignificantes aguardan el momento de poder suplantar las superficialidades impuestas por una cultura ajena a la nuestra. Es interesante que la autora, conforme a la filosofía de vida existencial, presuponga que sólo nuestros hombres puedan tomar las medidas para el r~scate porque "Dios tiene una mella triple", la de la trinidad, y toca a ellos, imponerse dicha responsabilidad: la medida del mundo vuelve a mis manos... Honradamente. acepta que ella ve más claramente los problemas de la isla porque tiene tiempo para meditar... ¿Es que nos ofrece ese método para despertar conciencia de las cosas? Lo trágico es que el pobre que lucha en un desenfreno vital, en aras de la supervivencia, sólo desea descansar después de la agobiante rutina. Sería maravilloso si él también pudiera unirse a una lucha consciente. Desgraciadamente, el hombre común, el que depende de su sueldo para lo básico, está demasiado cerca de aquellos padres explotados, con los estómagos vacíos o a medio llenar. Todavía se siente satisfecho de poder participar activamente de esta nueva sociedad de consumo, de gozar de un mundo denegado a los ancestros. Y hay que justificarle


porque está aún demasiado cerca del sufrimiento de los padres y porque no puede dedicarse a defen: tier una causa que todavía no hemos logrado concretizar en forma convincente. Hablemos claro, nin· gún niño deja la teta por dame acá estas pajas. No queremos decir con esto que no- haya esperanza de redención. No. Ella lo capta muy bien en el "aún te retienen los que te han desprovisto de significado". Todos, en el fondo, pese al gran mate· rialismo que nos rodea, somos puertorriqueños. La tierra, pobre tierra, de nada nos puede acu· sar. Somos el producto de ella: tus manos girando eres tú misma en ellos conver· tu misma laxitud... tu propio grito [tida Ya Margot Arce ha tocado este tema de la proyección de los rasgos físicos de la isla a los rasgos anímicos de sus hombres en su ensayo "Paisaje de Puerto Rico". Pero el mal no está solamente en la influencia del paisaje. Es notable la facilidad con que el puer· torriqueño adapta los modos exteriores: los ·bartenders los croupiers los taxistas los ma[ricones

mientras el radio disparatea LECHE KLIM

klim klang de las carrocerías CERVEZA CORONA SI

para coronar un día atascado entre otros dos Nos desenvolvemos en el mismo PUERTORICOBU· RUNDANGA que viera Palés hace muchos años con la diferencia de que va tomando el matiz de la estridencia. La juventud rechaza la tradición. Inclusi· ve el hermoso Río Grende de Julia de Burgos se convierte en risible ironía: riolodo de pachanga ríoamargo y cantolargo rioseco cuando juye serpien tejaiba serpientejaiba

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cuan dulce sin embargo tu abrazo de PAN HOLSUM A veces, su actitud ante este mundo de reguero y burundanga, es un tanto paradógica: no estoy en contra de" que te desdobles y nutras tus raíces con mierda porque a pesar de estas palabras, nos habla del "punto débil de la muralla" o sea del lugar clave por donde podemos empezar a romper la "maraña de consumer goods" que es, 10 que, aparentemente, causa el mal o lo que ella acertadamente llama "la

mierda". ¿Acaso confía en la redención inevitable? Peor aún es la visión de un pueblo que se pierde ahogando las presiones socio-culturales en una caterva de drogas o pastillas que adquiere sin ni siquiera las restricciones médicas: .. LIBRIUM", "VALIUM", "DISOMER", "ORNADE", "CHLORDTRIMETON", "BACID", "PERIACTIN", "ORTHDNOVUM", "Bl", "BI2", "B2", "A". "C", "E"... Tal parece que nuestro hombre quiere acorazar el cuerpo para encararse "al peso de los mitos". Paulatinamente nos convertimos en una sociedad de hipocondríacos y lo peor de todo es que los farmacólogos americanos (que perdonen la broma) no han logrado fabricar una droga contra la abulia de los seres ante la problemática de la patria. Algo sumamente vital en el libro es la acusación abierta y certera que hace a los políticos. Es una mujer valiente. Sabe echar a un lado parentescos y compromisos para llamar las cosas por su nombre: los embaucadores profesionales posando de poli[ticos Indudablemente son los representantes del gobierno los que reiteradamente venden el alma del pueblo al primer diablo que les sale al paso aunq,ue con ello sólo logren que todos, inclusive ellos mismos, vivan un "clisé tras otro". A la vida de "clisés" hay que buscarle solución. Pero lo que sucede es que los que hoy se dan activamente a la lucha no pasan de ser: una esperanza sistemática un cálculo inocente una planificación de la angustia un templo de mentiras carcelarias en otras palabras, hemos trabajado mucho en vano. No contamos ni siquiera con un partido fuerte y unido sino con un "sistema". Lo trágico en el caso de ella es que quisiera poder decir "yo acuso"; pero pertenece al "establishment". Quizás por esa razón su "despeño" es consciente y su lucha queda relegad~ al intelecto: mi tristeza ante su nada es literaria y absurda Ella no puede encajar en el caos porque lo siente como una afrenta. Si cuestionamos algunos aspectos formales de la obra, inmediatamente nos damos cuenta de que el caos no se limita al tema. Cierto que hay una visión de fragmentación, degeneración y sustitución de nuestros valores, cierto que va develando una tierra casi irreconocible debido al sometimiento a ese país controlador del destino del pueblo; pero cierta es también la trascendencia del caos a los demás pormenores del texto. Estructuralmente hablando, no hay un patrón 19


fijo. Los temas recurren sin ningún otro propósito que contribuir, tal vez inconscientemente, al desorden. Un caso concreto de ello es la reiteración, en varios lugares del libro, del tema de la "burundanga" en que nos desenvolvemos. En cuanto al estilo nos enfrentamos a un hermetismo de estirpe un poco neobarroca. Afortunadamente el artista nunca rompe del todo con la realidad. Aunque ambicione crear un mundo abstracto los vocablos le traicionan dándonos las pautas de su orbe poético. En la recurrencia metafórica en torno a la tierra y a sus hombres, construimos los hilos de su tema. La metáfora es novedosa. Quiere, conscientemente, nombrar las cosas de otra manera. Es obvio que en la imagen inicial se percibe el eco de la tierra femenina y sensual al estilo de Lloréns: oro-rosa tu pelo... tus caderas oscilan la curva al infinito tu desnudez enamorada se contempla en el agua... pero inmediatamente se da a su propia ruta y la tierra pasa a ser, "lo familiar:', "el ojo del mar", "lo que nos toca en grito", "lo que está amigo en los pies, en los callos, en los sobacos... JI, "lo que pisamos para llegar los últimos"... Aparte de su juego metafórico, combina dos, tres o más palabras creando compuestos arbitrarios y en completa discordancia con las reglas establecidas. Los vulgarismos aparecen con alguna frecuencia. Sabemos que no aportan nada novedoso al arte. No hay más que recordar las comedias de Aristófanes. Los mencionamos porque en su obra, no son como algunos creen, notas discordantes. Más bien responcien a un mecanismo sicológico normal de darle cauce apropiado a las frustraciones vitales. En este caso, a la impotencia para resolver los problemas de la tierra. Notable es cómo ella, con la rebeldía de la vanguardia, rompe con la tradicional gramática. Elimina mayúsculas, puntos, comas, y otros signos que nos facilitan la mejor ordenación y comprensión de un texto. No sabemos donde termina un pensamiento y empieza el otro. Tenemos que bucear la tra-

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dición sintáctica en medio de la confusión léxica. La métrica no es una excepción. No hay un patrón fijo ni de medida de los versos, ni de rima,' ni de división estrófica. Sólo se percibe, en el desorden, un tono angustioso e irónico que marca la cadencia de sus liberados versos. Inclusive en la forma de abrir el libro, hay innovación. Tal parece que bregamos con una libreta de apuntes de taquigrafía. El título, contrario al hábito, aparece en la contraportada. Como vemos, el libro es todo un acto de rebeldía que postula tres caminos. El primero el de la lucha activa: la voluptuosidad de la virtud de la verdad donde está caraja DONDE ESTA

en los puños cerrados de los jóvenes limpios queda el acto Segundo. la vuelta a la vida inicial, primitiva. De ahí el.mandato que hace al joven tecato arrastrado por el vicio y la indolencia: ven al montesabana de los bejucos machete pico azada vamos a hacer un hoyo para que nazca el mundo y tercero, una actitud de pesimismo ante la aparentemente, irremediable situación. Con ella, acepta que somos un mito y los mitos al fin yal cabo no son concretizables. Oscilan en un mundo real-irreal inaprehensible. Con un sentimiento de profunda angustia nos habla de éstos:

un mito como un bloque en el centro del alma, .. Aunque esta obra como casi toda obra inicial no sea definitiva de su estética, son innegables los rasgos de novedad, la preocupación genuina de la autora por señalar nuestra agravante situación, y sus sentimientos para con ese vientre, más amplio que el materno, en que por primera vez abrió los ojos -Puerto Rico.


Notas sobre la expresión teatral de la comunidad puertorriqueña de Nueva York Por

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L PRESENTE TRABAJO PRETENDE ESBOZAR, CON LA IDEA

de que se expanda mediante foros y discusiones la documentación, el desarrollo de la actividad teatral puertorriqueña en la década del 1965-1975. Durante este tiempo se han perfilado estilos, se han cuajado técnicas y temáticas y se han entrenado jóvenes en el campo. Trataré específicamente de aquellos grupos que, o se han identificado como puertorriqueños aunque presenten obras de otras nacionalidades y temáticas, en español e inglés, o que aunque no fueran exclusivamente puertorriqueñas por emplear directores y artistas visitantes no puertorriqueños, bregan exclusivamente con el tema puertorriqueño. Dentro de estás categorías quedan: El Teatro Rodante Puertorriqueño, El Nuevo Teatro Pobre de América, El Teatro de Orilla, El Puerto Rican Ensemble, El Teatro Jurutungo y El Grupo Guazábara. Desplazada de su territorio por razones primordialmente económicas, la clase trabajadora puertorriqueña aparece sin bombos ni platillos, a trabajar en las fábricas y campos agrícolas de los Estados Unidos. El puertorriqueño no se traslada como individuo, esporádicamente, sino como una colectividad que hoy día llega a ser más de la tercera parte de la nación puertorriqueña. Se traslada un mundo, una cultura, con una visión colectiva de la realidad, y una necesidad vital de mantener su cohesión cultural en el nuevo ambiente hostil. No venimos preparados; no se tiene una clara idea de lo que costará sobrevivir en este nuevo ambiente. Con la desintegración de la economía agraria de la isla, la emigración masiva hacia las ciudades norteamericanas, especialmente Nueva York, se intensifica dramáticamente a partir del 1945. Por un tiempo no veremos expresión evidente del arte del pueblo en tránsito. Las instituciones angloamericanas (el sistema educativo, por ejemplo) no tie-

VíCTOR FRAGOSO

nen cabida para los nuevos migrantes, que son con· denados a ocupar el ínfimo escalón de la estructura socioecon6mica de esta nación. El pueblo, entonces, no siente que está aquí para quedarse, sino para desahogarse un poco económicamente y regresar a la isla. Muchos van y vienen envueltos en una desorientación extenuante: hay una necesidad de regresar a menudo a la isla a renovarse, pero las fuerzas económicas vuelven a desplazarlos. En el nuevo ambiente hay que emplear todas las fuerzas en sobrevivir. Hay que concentrar en tra· bajar, porque la competencia es ardua; en ahorrar para enviar algún dinero a los familiares en Puerto Rico, que también necesitan asistencia; luchar porque los hijos se adapten y sigan en un sistema escolar que simplemente no tiene cabida para ellos y andar con la angustia a cuestas de que, al no poder entrar al sistema que supuestamente los preparará para conseguir buenos empleos y unas condiciones decentes de vida, busquen una defensa en la violencia colectiva de las gangas o un paliativo en las drogas. La familia se enfrenta a nuevos problemas; los jóvenes, bajo las presiones de la nueva vida, rechazan por un momento los patrones de sus padres, quienes tienen menor capacidad de adaptación que ellos. El lenguaje español va cediendo paso a una combinación de inglés y español que cumple la función de transición entre dos generaciones y preparación para la sobrevivencia en la sociedad norteamericana. El gueto es el invernadero. Por un tiempo, dije, no veremos expresión evidente del arte del pueblo en tránsito. Poco a poco se oirán los tambores sonando desde El Barrio; los jóvenes están hablando el lenguaje del ritmo. Más tarde los tambores se trasladarán al Parque Central y a todos los espacios abiertos que estén accesibles. Habrá desfiles puertorriqueños en los cuales la comunidad, en su necesidad de sentirse parte de 21


algo que entienda, de celebrar colectivamente, sigue los esfuerzos de un grupo de gente de buena fe que, junto a algunos politiqueros oportunistas que buscan ganarse el favor de la comunidad puertorriqueña, consigue un permiso de ]a ciudad para que marchen por unas horas por.la impresionante Quinta Avenida. Aparecen estaciones de radio y te]evisión que perpetúan, sin criterio selectivo, en medio de una mediocridad atrofiante, las familiares novelas, interrumpidas constantemente por anuncios comerciales que lo venden todo desplegando el so], las palmeras, el mar y las montañas de Puerto Rico, cebándose en ]a nostalgia del pueblo por su paraíso perdido. Habrá clubes nocturnos que mantengan vivas las raíces de nuestra música, que van enlazándose con las de otras músicas latinas para crear un nuevo producto, verdadera expresión de ]a comunidad latina de Nueva York. Las tensiones dentro del gueto se van intensificando. El carácter gregario de nuestro pueblo también se intensifica en el gueto. Si en Puerto Rico no había necesidad de cuestionarse eso de ser puertorriqueño porque, al fin y al cabo todo e] mundo es puertorriqueño allí y vive en un 'lugar" de ellos" que se llama Puerto Rico, aquí el boricua era llamado Spic, y estaba fuera de su casa. Si allá no era un gran pugilato el ser más o menos oscuros de pie], aquí se encuentra con una nueva definición racial que lo divide de sus hermanos: White, Black, Puerto Rican, que lo hace punto intermedio en la batalla entre la sociedad blanca dominante y la nación afronorteamericana. Y ya no se es puertorriqueño por pertenecer a una comunidad cultura], sino por tener "cierto color", que no se sabe exactamente cuál es. El norteamericano le dirá a los más claritos: "But you don't look Puerto Rican." Muchos que habían dado por sentada su puertorriqueñidad empezaron a cuestionarla, a analizarla pa· ra entenderla. Irónicamente, la sociedad racista norteamericana contribuye a que se definan como puertorriqueños para sobrevivir. Algunos de nuestros jóvenes se identificaron más con la juventud afronorteamericana porque con ellos aprendieron el inglés del gueto; con ellos, en conflicto o en unión, buscaron romper el circulo vicioso del gueto. Como el afronorteamericano, el único acceso que tenia el puertorriqueño al reconocimiento en la amplia sociedad norteamericana, era a través de la música y los deportes. La lucha libre en la televi· sión y en persona se convierte en nuestro teatro. Vemos allí caras nuestras enfrentándose a otras, y aunque sepamos que es una farsa, al menos podemos participar con nuestros gritos y comentarios, apoyando al bueno e insultando al malo. El artista puertorriqueño que llega a ser aceptado al nivel nacional en los Estados Unidos, por mucho tiempo ha tenido que representar los pape-

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les estereotipados: "fiery Latin", criados, prostitutas, indios o chicanos indolentes y estúpidos, puertorriqueños de gangas o desequilibrados mentales. La notable excepción es José Ferrer, quien pierde toda identificación con ]a comunidad puertorriqueña. Aquellos artistas tenían que depender de los libretos que Broadway y Hollywood habían preparado. A]gunos de ellos han quedado patéticamente agarrados a tales patrones para sobrevivir como artistas, aspirando a los grandes premios: el Oscar, el Tony, el Obie. Otros comenzaron a buscar a]ternativas y a crear un teatro que estuviera más cerca de ]a expresión de nuestro pueblo. No es hasta la década del sesenta que la comunidad hispana de Nueva York desarrolla una acti· vidad teatral constante. Cediendo a las presiones de los grupos menos privilegiados, las instituciones empezaron a aflojar un poco de dinero para calmar los ánimos. Pero había todo un proceso que seguir para obtener esos fondos: propuestas bien escritas, con detallados presupuestos, informes exhaustivos a mediados del año fiscal y otras complicaciones. Los artistas tienen que aprender a ser administradores, a explorar y entender los mecanismos mediante los cuales las compañías en este país se mantienen trabajando. En 1953 se presenta por primera vez, y antes de estrenarse en Puerto Rico, La carreta de René Marqués, el dramaturgo puertorriqueño más prominente de las últimas dos décadas. La obra trata, precisamente, de ]a experiencia destructiva del desplaza· miento de una familia puertorriqueña en busca de mejor vida. Se desplazan del campo al arrabal urbano y de éste al gueto neoyorquino. La obra se presenta en el Hunts Point Palace para los vecinos. Los actores se reúnen y pagan entre todos ]a renta del local. El grupo se dispersa debido a la dificultad de mantener una labor teatral además de otros trabajos para ganarse la vida. No es hasta el 1965 que la obra se presenta otra vez, esta vez en el Greenwich News Theater, para un público de habla inglesa. Hubo ]a intención de los artistas envueltos en este proyecto de decirle al público de habla inglés que sí había un teatro puertorriqueño que podía medirse con los criterios del amplio mundo teatral de Nueva York. Las reseñas en los periódi· cos en inglés fue entusiasta y favorable, aunque con un toque de sorpresa paternalista. El año 1965 es también significativo porque se celebra la primera Noche puertorriqueña de poesía y música, auspiciada por el Shakespeare Festival en el Teatro Delacorte del Parque Central. Las instituciones culturales, presionadas por las voces que ya empe1aban a surgir del gueto, empiezan a reconocer ]a presencia artística de la comunidad puertorri. queña. Participan, entre otros, Miriam Colón, quien había estado a cargo de la presentación de La. ca-


rreta y Pedro Santaliz, joven poeta y actor puertorriqueño que había hecho estudios formales de teatro en las Universidades de Puerto Rico y Buffalo. Participa también Jaime Sánchez, quien más tarde recibirá crédito del público de habla inglesa por su actuación en la película The Pawnbroker (El preso tamista). También participa Ramito, uno de los máximos exponentes de la música folklórica puer· torriqueña. El programa incluye poesía desde María Bibiana Benítez basta los escritos del Grupo Gua· jana y combina la música folklórica con la popular del momento. El programa fue enteramente en es· pañol. El New York Times (24 agosto 1965) dice que "un vocero del festival había dicho que habría narración bilingüe, pero que, aparte de las presentaciones del maestro de ceremonias (Pedro Santaliz), no hubo traducción alguna y aparentemente no hubo necesidad de ellas". El público que ,abarrotó el teatro era puertorriqueño. Los 2,300 asientos del Teatro Delacorte estaban ocupados y había una mulo titud de 400 o 500 escuchando el programa fuera del teatro, por los altoparlantes que habían sido dispuestos anticipando la nutrida concurrencia. La comunidad puertorriqueña buscaba la expresión colectiva; el español era el idioma que entendía y con el cual se identificaba en su lucha por la sobrevi. vencia en esta sociedad; el parque, el aire libre, proveían la atmósfera informal, de ritual y participación, que era indispensable para conmover al público. Cuando, meses más tarde (el 28 enero 1966), el mismo programa se presenta en el Camegie Hall, es un fracaso. Los artistas comprenden que no es fácil sacar la comunidad de su ambiente así porque sí y pretender que venga a un teatro extraño, fuera de los límites de su vecindario, en un encerramiento que no les permite moverse, transitar, traer a sus hijos, comentar. El festival se presenta por tercera vez el verano del 1967, otra vez en el Teatro Delacorte. Bajo una espesa lluvia, los actores deciden comenzar el espectáculo. El nutrido público decide quedarse en sus asientos, improvisando toldos, desafiando la lluvia. En este programa, además de los ya mencionados, participan Carla Pinza, Raúl Juliá, algunos de los artistas que más tarde constituirán el Nuevo Teatro Pobre de América, el Teatro de Orilla y el Puerto Rican Ensemble. En un intento de bregar con las crecientes tensiones del gueto, el alcalde de la ciudad de Nueva York crea los programas de Task Force, que actúan de mediadores entre su oficina y las comunidades hispanas y afronorteamericanas. En un intento de llevar el teatro a las comunidades puertorriqueñas, los artistas envueltos en la producción de La carreta, deciden llevarla por las comunidades hispanas. Así comienza las actividades del Teatro Rodante Puertorriqueño de Nueva York, establecido bajo la dirección ejecutiva de Miriam Colón. Esta compañía

es la que ha durado activamente por más tiempo, subvencionada en parte por fundaciones estatales, federales y privadas. Mayor Lindsay's Task Force provee los fondos para esta primera producción. En ella participan, entre otros: Miriam Colón, Lucy Boscana, Raúl Juliá, Carla Pinza y Jaime Sánchez. El verano del 67 fue caliente. Hubo violentos confrontamientos de la comunidad puertorriqueña con la policía en El Barrio. En El Barrio y otras localidades se presentan dos obras de Roberto Rodríguez Suárez que más tarde se presentarán en el Festival de Teatro Puertorriqueño de San Juan: Las ventanas (con fondos del programa Title 1) y El casorio. La guerra de Viet Nam y las crecientes tensiones internas del sistema, son la chispa que enciende todo un movimiento de reevaluación de la S'jciedad norteamericana; la comunidad afronorteamericana lucha por reafirmarse y hacer valer sus derechos; los estudiantes en la Universidad se rebelan, chocando violentamente con las fuerzas policiacas; surgen teatros de guerrilla: RAT (Radical Arts Troupe), El Teatro Campesino, San Francisco Mime Troupe, Bread and Puppet Theater y otras formas de teatro en la calle: The Jazzmobile, The Dancemobile, The Third World Revelationists, el Ballet Hispánico de Tina Ramirez. Las marchas a Washington, las de· mostraciones, los "sit ins" se convierten en una forma de teatro que presenta las exigencias de los grupos que clamaban por reivindicación social. La comunidad hispana del Oeste de Manhattan decide .. invadir" los edificios que la ciudad les iba quitando para fabricar viviendas más costosas. Los tambores empiezan a sonar más fuertes y acompasados desde Harlem y el Lower East Side. Siguiendo la idea de la combinación de poesía y música que había presentado el Festival Shakespeare en su Noche Puertorriqueña de música y poesía, pero esta vez trabajando en la búsqueda de fondos y el control de la producción, se establece en 1968 el Puerto Rican Ensemble, coordinado por William Nieves. El programa recibe oposición de algunos dirigentes de la comunidad que consideran las alusiones a la ocupación de Vieques, a la gesta de La· res y a la figura de Pedro Albizu Campos. como "propaganda comunista". Tratando de utilizar su influencia, boicotean los anuncios del programa en la prensa hispana y hasta escriben cartas a las autoridades. El pueblo reacciona de diferente manera cuando se pronuncia el nombre de Albizu: con ce· rrados aplausos. Los oponentes trataron también de que se les descontinuaran los fondos, quejándose al Departamento de Parques y Asuntos Culturales, quienes habían subvencionado la actividad. La oficina de asuntos culturales se hizo de la vista larga, pensando quizá que estos eran asuntos internos, entre puertorriqueños. 23


En el '68 también, se establece El Nuevo Teatro Pobre de América, bajo la dirección de Pedro San· taliz y el asesoramiento administrativo y artístico de Shirley Chesney. Basado en los principios de Grotowski, Santaliz intenta crear un teatro puertorriqueño que se adapte a la realidad de las circunstancias. Sus temas se orientan hacia los problemas del tercer mundo, aunque el enfoque es la inmediata realidad puertorriqueña. Se empiezan a crear alternativas al "profesionalismo" burgués y se trata de despertar en nuestros jóvenes su talento dormido en años de confusión; se busca dar salida a un talento latente, listo a explotar. Pedro trabaja con adolescentes que no habían tenido contacto previo con la labor teatral y artistas "profesionales" con entrenamiento formal en Puerto Rico y los Estados Unidos. Su labor es esporádica; se circunscribe mayormente a programas de verano que se desmantelan después de varias presentaciones en diversas localidades. Santaliz se mueve constantemente entre Puerto Rico y Nueva York, haciendo labor aquí y allá, a medida que aparecen escasos fondos. Pocos miembros participan en más de una o dos producciones. Las obras, aunque parten de un concepto del director, se elaboran y evolucionan en talleres, recogiendo las experiencias de los participantes. Se incorporan los tambores al teatro, y a veces un grupo musical independiente de la obra que forma parte de la presentación. Siguiendo la corriente del teatro de vanguardia, se trata de romo per la división entre actor y espectador. El poco di· nero que se recibe del New York State Council on the Arts se emplea no en elaborados sistemas de luces o costosos escenarios, sino para proveerle sueldos a los artistas participantes, muchos de los cuales comparten un mismo apartamento. El teatro es para ellos una expresión artística de su lucha por la sobrevivencia en esta sociedad. Se emplea invariablemente el español, dando la impresión de que es un teatro de los "crudos", los acabados de llegar. Se trata el tema de las drogas, conocido porque es una de las experiencias del gueto. Se combina la fantasía con la realidad, el mundo de los juegos infantiles con la crueldad del mundo atrofiante del gueto, el sentido del humor con el mensaje social. Las obras todas tienen un carácter de cosa sin ter· minar, abierta a lo imprevisto. Cofresí, Cemi en el palacio de Jarlem y Guaracas son tres de las obras presentadas por este grupo. También en 1968 el Teatro Rodante Puertorriqueño, en un intento de llegar a un público que no fuera exclusivamente hispano, presenta la obra Winterset, del norteamericano Marwell Anderson, además de una producción en español de la Farsa del amor compradito del puertorriqueño Luis Rafael Sánchez, dirigida por Pedro Santaliz. En el 1969 las tensiones sociales se intensifican. 24

Los estudiantes puertorriqueños ocupan las oficinas de los decanos y exigen el establecimiento' de programas de Estudios Puertorriqueños que servician para ayudarles a estudiar sistemáticamente la historia de su pueblo, su cultura y a entender por qué una tercera parte de la nación puertorriqueña, de la cual ellos formaban parte, había sido desplazada hacia Norteamérica. Tales programas los equiparian para luchar por los cambios sociales necesarios para acabar con la explotación de su comunidad, desde un conocimiento verdadero de su identidad. Se populariza la frase "estoy orgulloso de ser Puertorri· queño", se revive el espíritu de Lares y las figuras heroicas de Betances y Albizu. Se empiezan a manifestar los poetas del gueto: Piri Thomas, Pedro Pietri, que, aunque habían perdido su habilidad de expresarse en español, se sabían puertorriqueños, a pesar del rechazo que reciben de parte de puristas culturales desde la isla, como ejemplos de asimilación cultural. En la primavera del '69 los estudiantes puertorriqueños ocupan oficinas de la administración de City College; en septiembre, explota el contraversial asunto del R.O.T.C. en el campus de la Universidad de Puerto Rico, que culmina con la muerte de Antonia Martínez, quien se convierte en mártir de la lucha estudiantil. Las confrontaciones en Puerto Rico contribuyen a que se cuaje la lucha estudiantil puertorriqueña en City College y se establece el Puerto Rican Student Union. En las paredes de los edificios que circundan lotes vacíos en los guetos, comienzan a aparecer amenazantes murales que des· pliegan las efigies de Betances y Albizu y la bandera de Lares. Ya no se canta "La tierra de Borinquen donde he nacido yo....., sino "Despierta borinqueño que han dado la señal.. ... Se establecen, debido a la presión estudiantil, los Programas de Estudios Puertorriqueños en muchos de los colegios de la ciudad y programas de educación bilingüe en algunas insti· tuciones de enseñanza. En este año el Duo Theater presenta Penitents (Dioseros), escrita y dirigida por Roberto Rodóguez Suárez. Inmediatamente después, Rodríguez Suárez dirige Crossroads (Encrucijada) de Manuel Méndez Ballester, en traducción inglesa de Roberto Boss. Mientras la comunidad despierta buscando sus raíces, un sector de ella ataca la idea de presentar teatro puertorriqueño en inglés a las comunidades puertorriqueñas. Se argumenta que hay prioridad de ir a las comunidades hispanas cuyo problema, precisamente, es que no entienden inglés. Las pre· sentaciones del Teatro Rodante, ya por estipulación de las subvenciones, ya por iniciativa de los directores, iba a veces a comunidades no hispanas donde su mensaje puertorriqueño pasaba desapercibido. Se encontraba en una encrucijada: por un lado,


quería dar a conocer a la población de habla ínglesa la labor teatral puertorriqueña a expensas del público que no entendía inglés, y por otro, querer hacer un teatro de fibra puertorriqueña, con el cual la comunidad pudiera identüicarse, en un lenguaje que entendiera. La oposición que esta compañía ha tenido con sus producciones en inglés de parte de este sector de 'la comunidad ha ido disminuyendo por una razón obvia: ya hay toda una generación de puertorriqueños que se comunica más en inglés que en español. Es interesante apuntar que parte de esa juventud "da acá" es la que se manifiesta elocuentemente en el Partido de los Young Lords y el movimiento estudiantil puertorriqueño. El lenguaje, como es de esperarse, se convierte en uno de los issues de la expresión teatral de la comunidad puertorriqueña. Este va íntimamente ligado, tanto en la isla como en el exilio, a la sobrevivencia de los patrones culturales. Algunos grupos se mantienen fieles a la idea de que hay una prioridad de trabajar en español, tratando de llegar a aquellas personas que no tienen acceso a actividades teatrales porque no hay un teatro en español que refleje su mundo, que se interese en ir a las comunidades a ofrecerlo gratis. Otros ven la necesidad de trabajar en ambos idiomas, ya que hay un sector de la comunidad que se comunica en inglés o en una mezcla de ambos idiomas. Los grupos que trabajan exclusivamente en inglés no se dan hasta recientemente, reunidos algunos en tomo a Miguel Piñero y su Familia, a raíz del dramático impacto de SllOrt Eyes, drama de la vida del puertorriqueño en las prisiones, en la comunidad neoyorquina en general. Cuando la policía llegó a preguntar lo que hacía un grupo de estudiantes en un lote abandonado, le contestaron que estaban limpiándolo porque estaba sucio. Los estudiantes habían pedido ayuda a la comunidad, que donó pintura. Primero las paredes eran blancas. Poco a poco se perfilaron las efigies de Albizu, Betances, la bandera de Lares. El lote se bautizó con el nombre de Plaza Borinqueña y se inauguró ccm la segunda presentación del Puerto Rican Ensemble en el verano del 1970. El programa incluyó dramatizaciones de cuentos, recitaciones de poesía. La música estuvo a cargo de Los Pleneros de la 110, El Topo, Pepe y Flora (que más tarde formarán parte del Grupo Taoné) y Cruz Martinez, que canta música en inglés con tema puertorriqueño. Participaron en la parte teatral María Soledad Romero, Miriam Cruz, Ramón Pabón, Angel Luis Méndez, Miguel A. Suárez y Frank Robles. El parque se llenó con más de mil personas en comunión cultural. Dos nuevos grupos emergen durante este año: Aspasguanza y el Teatro de Orilla. Los artistas que constituyen el Teatro de Orilla habían estado pre-

sentándose en las comunidades con un programa de obras cortas que incluía Los presos de Pedro Santaliz, la Farsa del hombre que dijo que no de Lydia Milagros González y Bayaminiña, adaptación de una miniatura de Pedro Juan Soto (Spies). En su mayor parte, los artistas envueltos en el nuevo proyecto habían estado envueltos en producciones del Nuevo Teatro Pobre de América, El Teatro Rodante Puertorriqueño de New York y el Puerto Rican Ensemble. El grupo estrena su primera producción completa en el Teatro de la iglesia Riverside, bajo la dirección de Rafael Acevedo. El programa incluyó Los dos verdugos del español Fernando Arrabal, Preciosa por ser un encanto por ser un edén, adaptación de una .. descarga" del puertorriqueño Matilla y algunas de las Historias para ser contadas del argentino Osvaldo Dragún. La producción se traslada a escuelas, centros comunales y colegios. Aspasguanza comienza en su actividad con un collage de poesía puertorriqueña, "una experiencia de liberación", interpretada por Ruth Dina Morales, Gilda Orlandi y Heriberto Sánchez, bajo la dirección de Manuel Ramos Otero. Este grupo se mantendrá activo durante el 1972 con dos producciones: El Barrio, que es producto de talleres con jóvenes de la comunidad (los talleres de actuación, pantomima y baile están a cargo de Manuel Ramos Otero, Ruth Dina Morales y WiIliam Figueroa, respectivamente) y Los soles truncos de René Marq~és. El Mobilization for Youth le ofrece al Teatro de Orilla un local en el Lower East Side que había sido utilizado basta entonces como taller de costura. Con fondos del New York State Council on the Arts, el local se transforma en un pequeño teatro. Ya para abril de 1972 abre con la presentación de ¿Este tren para en Delancey?, obra compuesta de una serie de escenas cortas de la vida del puertorriqueño en Nueva York, algunas escritas en conjunto por los artistas y otras adaptadas de cuentos cortos y miniaturas de Pedro Juan Soto. La dirección estuvo a cargo de Rubén Correa, director del grupo argentino Los Once del Sur. Durante un año el grupo argentino y el Teatro de Orilla compartieron el local. trabajaron en nuevas obras y condujeron talleres de entrenamiento para los artistas. En lugar 'de anunciar la obra exclusivamente en los periódicos, los artistas se van a esquinas céntricas del Lower East Side acompañados de los músicos del Conjunto Unión, invitando, de boca y por medio de hojas sueltas, la función de cada noche. Muchos de los niños del vecindario venian a todas las funciones, traían a sus padres y familiares y hasta se aprendían de memoria las líneas que los actores cambiaban constantemente para mantener la dinámica de una presentación a otra. El Teatro de Orilla estaba entonces constituido por Estrella

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Artau, Heriberto Sánchez, Gilda Orlandi, Pedro Morales, Norma Niurka y otros. La última obra, La faetoria, requería que el público entablara una discusión y ayudara a los personajes a resolver la situación que se había presentado: el jefe despide a una de las trabajadoras y el resto de los trabajadores se lanza a la calle en solidaridad con su compañera. El público, después de una discusión, llega a la conclusión de que había que hacer una huelga y luchar por los derechos. Debido a que existía un lugar donde trabajar continuamente dentro de la comunidad, el vecindario se acostumbró a que hubiera actividad teatral y se interesaba por averiguar los futuros planes del grupo. Los niños venían a ver los ensayos. Algunos se envolvieron en el mantenimiento del local. Las actividades de ese año terminaron con un programa para niños en el cual se les dio la oportunidad de presentarse frente a sus amiguitos y padres cantando, recitando y bailando. ,Después de la elaborada presentación en el verano del 1971 de una Antología dramatizada del cuento puertorriqueño, el Teatro Rodante adquiere un local en la calle 18. En ese local, y como esfuerzo combinado del Nuevo Teatro Pobre de América y el Taller Aspasguanza, se presenta en el 1972 Cadencia en el país de las maravillas y sus amigos de la Cochineha. Esta es la obra más completa del Nuevo Teatro Pobre de América. En ella, por fin, se elaboran los conceptos y temas que se habían ensayado desde Guarapos con verdadera unidad. La obra recoge y da forma al concepto de teatro pobre de tema puertorriqu~ño que recoge nuestro folklore, refranero, nuestra habla popular, nuestro sentido del humor y nuestra realidad socio-política. La última presentación del Teatrq de Orilla es Peloalambre no se rinde o las tribulaciones de un pueblo gulembo. La obra es un esfuerzo colectivo de un grupo de actores, algunos de los cuales habían trabajado en la obra Cadencia y otros que eran miembros originales del Teatro de Orilla. La producción utiliza música y trata el tema del problema racial en la sociedad puertorriqueña. La obra tiene muchos de los elementos que habían estado presentes en Cadencia y otras obras de Pedro Santaliz, aunque él personalmente no estuvo envuelto en el proyecto. El contacto de los diversos grupos teatrales fue creando un tipo de teatro puertorriqueño: económicamente pobre, compuesto de obras cortas, enlazadas por un tema central y con música. En el mismo año, y como producto de la actividad estudiantil en los colegios de la ciudad surgen dos nuevos grupos: El Teatro Jurutungo yel Grupo Guazábara. A fines de mayo ambos grupos se unen en un programa que se presenta en el Teatro Gershwin de Brooklyn College. Las obras son escritas colectivamente por miembros de los respectivos grupos y tienen una connotación definitivamente 26

social. Bregan con el problema de la 'búsqueda de la identidad del puertorriqueño de las nuevas generaciones. Los estudiantes envueltos hablan tanto español como inglés e utilizan ambos idiomas en las obras. Guazábara adopta un uniforme de mahones y camisetas negras para ambos sexos porque siente así que está trabajando en una colectividad, además de romper con el estereotipo que presenta el vestuario de las obras. Trabajan sin escenografía con obras cortas que, si bien tiene una unidad temática y estructural, pueden disyuntarse en obras individuales y presentarse en variedad de localidades: una calle, un salón, un centro de la comunidad o una prisión. Tanto el Teatro de Orilla como el Grupo Guazábara trabajan con la comunidad puertorriqueña en las prisiones. Durante el 1974 el Teatro Jurutungo presenta el tema complejo racial en Puerto Rico, reviviendo una obra de Frallcisco Arriví (Vegigantes) que había sido presentada anteriormente en el Festival de Teatro Puertorriqueño de San Juan. El Grupo Guazábara presenta su segunda obra: ¿Cómo estás, Puerto Rico"? Han surgido otros grupos que bregan con el problema de la identidad puertorriqueña combinando elementos étnicos y folklóricos con temas universales. El Puerto Rican Dance Theater, por ejemplo, explora la incorporación de las técnicas del ballet clásico a los temas y ritmos puertorriqueños. En un período de diez años, la actividad teatral de la comunidad puertorriqueña se ha diversificado y pa recogido experiencia de otros grupos al mismo tiempo que ha mantenido su necesidad de presentar el punto de vista de la realidad puertorriqueña. Esta actividad se mueve en dos direcciones: hacia la comunidad por sobrevivir mediante la preservación de su cultura, y hacia afuera, intentando comunicarse con las comunidades no puertorriqueñas. La escasez de fondos, la dificultad de obtener los fondos disponibles. la neCesidad de llevar el teatro a las comunidades en lugar de esperar que las comunidades se trasladen a teatros que están alejados de sus hogares, son factores que han contribuido al desarrollo del estilo de la producción teatral de la comunidad puertorriqueña en las últimas décadas. Las obras presentadas han sido en su mayoría cortas, combinan el teatro con la música con un mínimo de complicación técnica y reflejan la realidad socio-política de la comunidad. Se continúa así la tradición de la literatura puertorriqueña, cuyas formas principales son cortas (la poesía y el cuento). y la cual a través de los años, desde su nacimiento en el siglo 19, ha sido testimonio del descontento del pueblo con la situación colonial de la isla y con las arduas condiciones de vida de la clase trabajadora en la isla y en los guetos de Nueva York y otras ciudades.


Tres imágenes de Betances* Por EI.ADIO RODR1GUEZ OTERO

EL 16 DE ABRIL DE 1898 EL PRÓCER RAMÓN EMETERIO Betances escribió una carta al doctor J ulío J. Henna, de la cual citamos los dos párrafos finales: "Hablemos ahora de mí. Yo que nunca he temido a nada en este mundo, tiemblo al pensar 10 que habrá de ser mi situación cuando vuelva a París. En otra ocasión le escribí a usted que apenas me quedaba clientela alguna como médico. La que una vez fue suficientemente numerosa, la he descuidado para dedicarle todas mis actividades a la causa de Cuba. Hoy soy como un apestado con quien no quieren cuenta aquellos que desean seguir bien con España; y los hay que cuando me ven llegar. me huyen. temerosos de que yo voy a pedirles para la causa de Cuba." Prosigue el doctor Betances: "Naturalmente que hay excepciones en este último terreno, pues son muchos los que mensualmente contribuyen espon· táneamente con cantidades generosas; pero esto es lo que tiene que ver con el Agente de Cuba. El doctor Betances. como tal doctor. no tiene clientela y ha tenido. para vivir. que ir vendiendo todo aquello que tenía precio y podía venderse fácilmente. Sólo me queda un objeto de arte, y precisamente por serlo, nadie quiere comprarlo. Me refiero al célebre retrato que me hizo el pintor español Domingo, que figuró en la Exposición de París, y que fue tan admirado." Y concluye: "Nadie compra un re. trato del doctor Betances, aunque lo haya pintado el celebrado pintor Domingo." No hemos podido comprobar si el retrato al óleo de Betances, sin finna. perteneciente desde 1904 a la Galería de Puertorriqueños Ilustres del Ateneo, es precisamente el que pintara Francisco Domingo. * Palabras pronunciadas en el acto de entrega del retrato al natural del doctor Ramón Emeterio Betances, di· bujo del artista cubano Guillenno Collazo. donado al Ateneo Puertorriqueño por la familia Ortiz de la Renta·Murias.

Consta en el acta de la reumon celebrada por la Junta de Gobierno del Ateneo el 9 de agosto de 1904. que el retrato lo obsequió a la Institución el puertorriqueño don José F. Silva, para esa fecha residente en París. Pero guarda silencio el ácta sobre el autor de la obra. a la cual se refiere, sin embargo como "el célebre retrato del doctor Betances". En 1964 escribía desde París el periodista cubano Eduardo Avilés Ramírez: "En esa tela famosa (se refiere al óleo de Domingo) el gran puertorri· queño aparecía con los ojos grandes y adormilados, la frente inmensa, los cabellos blancos y revueltos como los de su amigo el mosquetero Rochefort. las mejillas hundidas. el bigote y la barba floridas y apostólicas. Es decir, aparecía en aquella tela tal cual era." La descripción de Avilés Ramírez corresponde perfectamente con el retrato que posee el Ateneo, reafirmando así la tradición oral .de que se trata del óleo del pintor Domingo. Lo cual es lógico suponer dada la fecha y el sitio de su adquisición -1904. en París- a los seis años del fallecimiento de Betances. Sesenta y cuatro años después de la donación de este célebre retrato al Ateneo, se recibía en esta Casa una magnífica cabeza en bronce del prócer. obra del notable escultor, también español. Pablo Serrano. Conocí a este gran artista en el Ateneo, en 1967. Después de los saludos de rigor, me habló de su deseo de obsequiar a la Institución con algu· nas de sus obras. Estando próxima la celebración del centenario del Grito de Lares, le sugerí la posibilidad de que esculpiera un busto de Betances. Pocos momentos después, luego de contemplar y admirar el retrato al óleo atribuido a Domingo. me dijo con resolución: "Haré su cabeza en bronce. Imprimiré en sus ojos y en su rostro el dolor y la tristeza que en el lejano París embargaron su espí27


Ă“leo de Betances, atribuido al pintor espaĂąol Francisco Domingo.

Retralo de Betances. dibujo del artista cubano

,

Guillermo Collazo.

..


Buslo de Relances. obra de fablo Serrano.

ritu muy poco antes de morir, al enterarse de los acontecimientos de 1898." Ocho meses después arribó Pablo Serrano a San Juan para hacer entrega de la prometida escultura al Ateneo en el solemne acto conmemorativo del centenario de la Revolución de Lares. Esta pieza, por su excepcional calidad artística, bastaría para inmortalizar el nombre de su autor. El Ateneo se honra con exponerla permanentemente en su recinto. En el día de hoy, con motivo de la celebración del Centenario del Ateneo Puertorriqueño, la familia Ortiz de la Renta Murias hace honor a su antiguo y distinguido entronque puertorriqueño-cubano al donar a esta institución el otro retrato al natural que existe de Betances: un bellísimo dibujo a pluma de Guillermo Collazo. Este notable pintor cubano, miembro de una prominente familia que se unió a la causa de la revolución de la hermana Antilla, residió en París desde finales de la década del sesenta hasta su muerte en 1896. El redescubridor de este artista, el arquitecto cubano don Evelio Govantes, nos dice que su estudio de la Avenida Víctor Hugo era punto de reunión de la colonia cubana de París, y "centro de conspiración, por donde desfilaron Calixto García, Diego Vicente Tejera, los García Enseñat, el

doctor Betances y cuantos trabajaban por la independencia de Cuba". Con esta adquisición -hecha posible gracias a la generosidad y al patriotismo de la familia Ortiz Murias- pasa a tener el Ateneo las tres mejores piezas de la iconografía betanciana, no sólo por su alta calidad estética sino también por el hecho de que representan las tres principales expresiones de las artes plásticas: la pintura, la escultura y el dibujo. Al contemplar estas interpretaciones del rostro del doctor Betances, la firmeza de carácter que cada una de ellas refleja y la nobleza de espíritu que brota de su gesto y su mirada, viene a nuestra mente una frase lapidaria escrita por Eugenio María de Hostos para resumir su grandeza: "Era, como son los enfermos del ideal; entran a la vida como un mar desierto; están en la vida como un mar sin playas; salen de la vida como naves, como nubes, como sombras." Por un privilegio misterioso, único en nuestra historia, esta Casa ha podido reunir, como reliquias insignes del prócer, estas tres imágenes que son expresión perenne de su grandeza espiritual. ¡Que ellas sirvan para mantener en todos los puertorriqueños la llama encendida del ideal por cuya realización ofrendó Betances el sacrificio generoso y prolongado de su vida! 29


Las primeras noticias sobre lugares de interés arqueológico en Puerto Rico* Por RICARDO E. ALEGRíA

e

ORRESPONDE A NUESTRO

PRIMER CRONISTA, DON

Juan Troche Ponce de León, nieto del Conquistador de Puerto Rico, ellegarnos las primeras noti· cias sobre lugares de interés arqueológico en el país. Hijo de Juana, la primogénita de Juan Ponce de León y de García Troche, Juan, nació en la capital hacia 1525, en la casa-fuerte de la familia -poste· riormente denominada Casa Blanca- que su padre había hecho construir en 1523. Con el propósito de perpetuar el nombre de su abuelo, ya que el único hijo varón de éste, Luis, había tomado el hábito de los frailes dominicos, Juan antepuso el apellido Ponce de León al de su padre y es conocido en la his· toria puertorriqueña como Juan Ponce de León H. El joven se formó en el Estudio General de los frailes dominicos en el Convento de Santo Domingo, y por su sólida formación habrá de ser el mejor ejemplo de la calidad de la enseñanza que se ofrecía en dicho convento. En el año 1539 heredó el título de alcaide de la fortaleza de San Juan, que había tenido su abuelo y que había retenido su padre durante la minoría de edad de Luis Ponce de León. En Puerto Rico casó con Isabel de Loaíza, hija de don Iñigo López Cervantes de Loaíza, quien fue gobernador de la Isla. En 1569 el rey le concede permiso para intentar la conquista y colonización de la isla de Trinidad. En sus campañas contra los indios de dicha isla perdió a uno de sus hijos, regresando poco después a. Puerto Rico"

.. Capitulo del libro inédito Apuntes para la historia de la Arqueología en Puerto Rico. 1. En el año 1579, diez años después del fracasado intento de Ponce de León 11 por conquistar la isla de Trinidad. una esclava negra escapada a unos caribes que habían venido a atacar y saquear Puerto Rico. llegó hasta la capital para informar que los caribes de la isla de Dominica aún tenían en su poder, como esclavo, al hijo de Ponce de León que

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A fines de la década del sesenta, ocupa interinamente la gobernación de la Isla cuando piratas capturan al gobernador, que regresaba de Santo Domingo. Es entonces que adquiere los terrenos para la construcción de la casa consistorial de la ciudad, frente a la plaza mayor. Al morir su esposa, decide tomar el hábito de los dominicos, retirándose a dicho convento. En atención a su preparación y conocimientos y con el propósito de establecer la situación geográfica de la isla. el gobernador don Juan de Céspedes le en· carga medir la elevación del sol en un eclipse ocurrido en 1581. Como constancia de dicha tarea, que realizó desde la azotea del Convento de Santo Domingo, dejó un dibujo, hecho de su propia mano, que se conserva en el Archivo de Indias de Sevilla, y que tiene la particular idad de ser uno de los primeros dibujos científicos de América.2 Dos años más tarde (1582) el gobernador Melgarejo le encomienda conjuntamente con el bachiller Antonio de Santa Clara, la tarea de preparar la memoria que sobre la isla había solicitado el rey Felipe n. Esta memoria constituye la primera crónica histórica escrita por un puertorriqueño y exclusivamente sobre Puerto Rico. Es en ella --que ha pasado a nuestra bibliografía histórica con el nombre de "Memoria de Melgarejo"-1 donde por primera se crefa muerto. Al saberlo, Ponce de León 11, por medio del gobernador Juan de Céspedes, escribe en 1581 al Rey pidiéndole ayuda para organizar una armada e ir al rescate de su hijo y de gran cantidad de oro que según la esclava, tenian aquéllos. No hemos podido encontrar evidencia de Que el rey hubiese accedido a la petición y de que se hubiera intentado el rescate del joven Ponce de León. (Archivo General de Indias, Audiencia de Santo Domingo, 175).

2. En el Museo de Casa Blanca, en el Viejo San Juan, se expone una copia de este dibujo. 3. Juan Ponce de León 11 y Antonio de Santa Clara. _Memoria y Descripción de la Isla de Puerto Rico, mandada hacer por S.M. el Rey D. Felipe 11 en Boletln Histdrico de Puerto Rico, Editor Cayetano ColI y Toste, Vol. 1, pp. 75-94.


Grabado antiguo de una ceiba.

vez se hacen alusiones a sitios de incelés arqueológico en la isla, especialmente a la presencia de pe· troglifos. En la Memoria se ofrecen otros valiosos datos etno-históricos sobre los indios de Puerto Rico y su cultura. Los autores hacen uso de numerosos vocablos taínos, permitiéndonos formar un glosario de 57 voces indígenas usados para denominar lugares. ríos. árboles, plantas y animales. La Memoria es también rica en información sobre los frecuentes ataques caribes a la isla y nos brinda datos sobre su población aborigen y las causas de su pronta desaparición. También suministra datos de gran interés histórico como el de los orígenes de la introducción en la isla de la gallina de Guinea y la palo ma de cocos. Las referencias a los lugares arqueológicos aparecen en el Capítulo XIX, insertas en la descripción de una corpulenta ceiba existente en la ribera del Toa: ..el cual es tan grande que la sombra que nace al medio día no hay ningún hombre que con una bola, como una naranja poco más, pueda pasarla de una parte a

otra; y un brazo de ella atraviesa todo el río de la otra parte que será el río tan ancho por allf, con lo que ésta al pie del árbol apartado del río como ciento y veinte pasos; y hubo un carpintero llamado Pantaleón que ,hizo hacer y lo empezó con el hueco del árbol, socabándole, una capilla y poner altar en que se dijese misa; tendrá de ancho por el pie abajo, tanto en contorno que quince hombres no lo alcanzan a abarcar y hay hombres de fe y crédito, que digo, con juramento que hizo, que la habia medido en compañia de otro y que halló tener de 7 brazas el contorno; no da fruta; fue en tiempo antiguo habitación de indios y aún se haUa al· rededor dellos algunos zemíes pintados en piedras allí cercanas, que son idolos de los indios, que entonces adoraban en este rio".·

Al describir y numerar por primera vez las aguas termales de Coamo indican los autores: "Ay una fuente en este término y junto a este rio de Cuamo. que llaman el baño, 4. lbid., p. 80.

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y de su naturaleza el agua dél muy caliente,

guele a azufre, es medicinal a los que allí se bañan, no se puede sufrir la mano, espacio de un carta de un credo en el agua, fué baño de indios antiguamente, porque tiene una piedra a modo de pila y figuras de indios pintadas,' sale de un cerro pequeño y bajo, y de la otra parte del, quanto un tiro de ballesta, sale otra fuente de muy agua fria; luego por la costa adelante, sale a la mar otro rio, que llaman Abeyno... • Aparte de esta información de especial interés arqueológico, los autores nos ofrecen datos de gran valor etno-histórico sobre los indios que poblaban la isla, su número, las causas de su desaparición y la existencia de indios de Tierra Firme en la isla. Oigámosles:

bada tres veces de caribes que entran con sus piraguas por el río arriba hasta dicho yngenio hanle llevado por tres veces muchos negros porque en una vez le llevaron veinte y cinco y le mataron el maestro de azúcar...• La riqueza y calidad del oro que aún se recogía en la isla es también motivo de interés para los croo nistas, quienes nos indican los ríos más ricos en arenas auríferas. En la Memoria se consigna una voz africana, furidi, la primera de este origen que se registra documentalmente. Era el nombre que los negros daban al monte hoy denominado el Yunque, en la sierra de Luquillo: 8. ¡bid., p. 83.

"que hubo y se hallaron por copia al tiempo, del repartimiento que se hizo cuando se ganó la isla, cinco mil indios y quinientas indias, sin los que quedaron por repartir, que no estaban domésticos; y el día de hoy no hay de los naturales ninguno, salvo unos poquitos que proceden de yndios de Tierra Finne traídos aquí, que serán como doce o quince; y apocaronse por enfennedades que les dió de sarampión, romadizo y viruelas y por los otros malos tratamientos se pasaron a otras islas con caribes, y los que hay no están en el pueblo fonnado: sirven alguno por soldado y otros están en sus haziendillas entre españoles; nos hablan en su lengua por que las más dellos son nacidos en esta isla; son buenos cristianos".' Esta información es de gran valor pues confirma el hecho de que la población aborigen de la isla nunca fue tan grande como algunos autores han indicado y corrobora que nuestros indios, como grupo cultural, habían desaparecido antes de tenninar el siglo XVI. Es de interés la información de que algunos de los indios de la isla se pasaron a las de los caribes, sus tradicionales enemigos. En la Memoria queda de manifiesto el grave problema que representaban los ataques caribes a Puerto Rico, relatándose varios de estos ataques a diferentes puntos de la isla. En el caso del ataque al poblado de la cacica Luisa del río de Loíza, la Memoria nos clarifica que el nombre cristiano de la cacica era Luisa y que al río se le decía Loísa. Sus palabras son las siguientes: .....sale un río muy caudaloso que dicen Loisa, porque era de una cacica principal que, vuelta cristiana se llampo Luisa..... .....ha sido (el ingenio de azúcar) quemado y ro-

S. En el Museo de Antropología, Historia y Arte de la Universidad de Puerto Rico, recibimos hac~ 25 años, un monolito con numerosos pelrogJifos grabados en una de sus caras y que, según su donante, la familia Picó, de Coamo, procedfa de dicha zona. 6. ¡bid., p. 82. 7. ¡bid., p. 77.

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Monolito con petrogli/os. Encontrado en el área de Coamo. Donado por la familia Picó al Museo de la Universidad de Puerto Rico.


.....junto a la sierra de Loquillo, aunque desmembrada a las tres alturas que muestra; a la mas alta llaman la sierra de Furidi, puesto este nombre por negros, que en su lengua quiere decir cosa que siempre esta llena de nublados " .....1Iamase Loquillo por que los españoles al denominaban ansi, respecto de que un yndio cacique que en el posaba, se alzaba de ordinario contra los cristianos y nunea tenían sosiego... "." Los 57 vocablos taínos que aparecen en la Memoria, son, en su orden de aparición, los siguientes: Boriquén: Guánica: juracanes: guayabo: nitaynos: conucos: ymoconas: yahutías: guayares: lerenes: mani: Guanaibo: tabaco: Bayamón: casabe: Toa: Guabate: seyba: zemíes: Sibuco: Guayanés: Arecibo: Camuy:

nombre de la isla "en su lengua de yndios". región y poblado en la costa sur, fundado por Cristóbal de Sotomayor en 1509, en tierras del cacique Agüeybaná. tempestades, huracanes. árbol frutal. eaciques menores, sub-jefes, "los bUenos". sembrados agrtcolas. raíces comestibles. rafees comestibles. rafees comestibles. tubérculos comestibles. 'planta leguminosa que produce semillas comestibles. (Guaynabo) región en el norte, cerca de Caparra. planta narcótica usada por los indios. río de la costa norte, región. pan hecho de yuca. río de la costa norte (Río de la Plata). región en el área de Cayey, en el centro de la Isla. (ceiba) árbol muy grande usado por los indios para hacer canoas. ídolos, dioses de los indios. río de la costa. río de la costa este (Yabucoa). rio de la costa norte (Arecibo). río y región de la costa noroeste.

9. lbid., p. 79.

Guataca: Guaurabo: Guaynaybo: Taiaboa: Xacagua: Cuamo: Abeyno: Guayama: Unabo: Guayané7: Jumaeao: Pedagua: tabonuco: cacica: Macariea: piragua: Canobana: maga: úcar: guayacán: anÓn: mamón: ~ibey:

Inabón: Guaorabo: Antías: dantía: Abey: Guamaní: Maunabo: Yabucoa: Bieque:

(Guajataca) región y río que desemboca en costa noreste. río (Grande de Añasco) costa este. río Guanajibo. (Tallaboa) río de la costa sur. (Jacagua) río de la costa sur. (Coamo) río y región del centro sur. río de Salinas, región de la costa sur. región en el sur, nombre de cacique. río Maunabo. . río en el área sureste (Guayanés). (Rumaeao) río. rio Daguao, en la costa este. árbol resinoso, usado para alumbrar. (derivada de la voz cacique), jefa. (Majagua) río en la costa noreste. canoa grande, voz caribe. río afluente del río Grande de Loiza, cacique. árbol maderero. árbol maderero. árbol maderero. Usado para curar la si· filis. árbol frutal. (Mamey), árbol frutal. planta espinosa. río de la costa sur. (Grande de Añasco), río de la costa oeste. (Jutías), Isla en la costa sur. jutía, roedor. Puerto (Salinas), en la costa sur, nombre de cacique. Puerto (Jobos), en Guayama, costa sur. Puerto en la región sureste. Puerto en la costa este. (Vieques), isla al este de Puerto Rico.

Como hemos podido apreciar, la importancia de la Memoria debida a nuestro compatriota Juan Ponce de León 11 y al bachiller Santa Clara, radica no sólo en la infonnación histórica que brinda sobre los primeros años de la conquista y colonización española de Puerto Rico, si no en los interesantes datos arqueológicos y etnográficos que aporta.

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Marti y Puerto Rico * Escritos del prócer cubano sobre temas puertorriqueños

¿Quá

H A DE HACER UN PUEBLO QUE SE VE EXPULSADO

de su propia tierra? ¿Qué ha de sentir? ¿De dónde arranca, a más de sus rafces continuas, el sentimiento actual revolucionario de Cuba, sino de la ocupación de todas sus fuentes de existencia, de todos sus cubiertos en la mesa, de todos sus asientos en el taller, de todos los beneficios privados y públicos por la horda creciente de los españoles que rebosan de España pobre e inútil? ¿Quién es el ciego que no ve? Y con esa alma se alza Puerto Rico. Véase lo que dice en La Democracia de Ponce, el valeroso Luis Muñoz Rivera; que no ha sido por cierto hasta hoy defensor desbocado o imprudente, sino tan juicioso como viril, de las libertades de su patria. Dice así: "Ya salió en el periódico oficial una nueva hornada de guardias y escribientes y porteros y depositarios, conforme a las circulares del gobierno. y no ya sólo a los cabos y sargentos se coloca, sino también a los voluntarios y hasta a los particulares. El sistema es magnifico aunque retrógrado. Las juntas municipales de 1840, tenían mayores facultades que los ayuntamientos de 1893. El gobernador es muy cortés, o muy tratable, muy fino, pero nos obliga a retroceder lo que adelantáramos en media cent;uria. Palacio componteó al pafs; Dabán lo ñangota. En estas tierras americanas tal parece que debe esperarse siempre lo anormal y lo arbitrario. No hay derecho para que el general nombre a los empleados de los municipios; pero los nombra y ¡silencio en las filas! Ya basta que dejen a los hijos del pafs las va* Tomado del libro Escritos desconocidos de José Martf, Recopilación. Prólogo y Notas por Carlos Ripoll, New York, ]971.

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cantes desiertas; las sobras y las migajas del banquete presupuestífero. ¿Qué más pretenden los parias que no supieron nunca conquistar lo que les pertenece? Una escritora gallega, Rosario de Acuña, dijo un día en magistrales versos: ¡Libertad, libertadI ¿La quieres, Roma? ¡Pues eso no se pide. eso se tomal" Pero, Rosario de Acuña, si Patria no recuerda mal. no es gallega: es cubana. (6 de Enero de 1894)

GUARIONEX y HKrUEY

Con estos nombres de histórica justicia y con un cuerpo lucidísimo de puertorriqueños y cubanos se ha formado en Port au Prince de Haití, un Club, decidido con decisión grande, a fomentar con orden y ayudar con toda especie de fuerzas el movimiento actual de independencia de Cuba y Puerto Rico. Y es un Club en que no hay impedimenta; todos están jurados, primero a la prudencia esencial a las obras grandes y durables, y después. y hasta el'fin, al sacrificio necesario, los cubanos y puertorriqueños de Haití, como los cubanos y puertorriqueños de todas partes; acuden espontáneamente a los trabajos enérgicos de la independencia en el Partido Revolucionario Cubano, acatan con vehemente entusiasmo su organización y métodos actuales, y cumplen, en disciplina de idea, tributo de bolsa y sacrificio de persona, con todos sus deberes, sin que a ellos, como a ningún otro grupo de puertorriqueños y cubanos, se haya tenido que dirigir el Partido Revolucionario


José Marli.

Cubano ni de oficio ni privadamente en demanda de lo .que ningún hombre entero debe esperar a que le pidan, y cada cual debe cumplir con todos los sacrificios necesarios; y es, en el instante de la agonía, la obligación de sacar del enemigo a la patria. Más diría, con más libertad Patria de Guarionex y Hatuey si en honrosísimo artículo de sus acuerdos de fundación, no hubiese nombrado a este periódico de todos, sin ira y sin persona, órgano oficial del Club. Pero sí ha de decir, para que los virtuosos no se cansen, que de los actos del Club, uno de los primeros ha sido, "proclamar miembro de honor al ilustre antillano Doctor Betances n • (3 de Septiembre de 1892)

BANQUETE PATRIO DEL CLUB LAS DOS ANTILLAS De puertorriqueños y cubanos, como dice su nombre, está" hecho el Club lAs Dos Antillas, y como

ellos conocen la razón y previsión de este movImiento revolucionario, y lo ven más firme, por la fuerza de su sinceridad y cordialidad, a cada ase· chanza, quieren dar muestra de su fe en una oca· sión pública. Con el mantel de. trabajo cubrirán una mesa boriqueña, y se sentarán h~mbres buenos a su alrededor, como si los presidiese Betances. como si les fuese a hablar Rostos, como si Gautier fuera a decirles versos, como si los visitara el orador Corchado, como si hubieran vuelto de las tumbas Baldorioty, que llevaba un pueblo en' la mente, y Ruiz Belvis, que murió asesinado cuando iba en busca de la libertad para su patria. Nos sentaremos orgullosos al mantel sin mancha. (21 de Noviembre de 1893)

ANA OTERO, EL 3 DE FEBRERO Por modesta, por buena, por generosa, porque ama de verdad a su pueblo y a su arte,ry da siempre a un amor los acentos del otro, tiene Patria

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especial carmo a Ana Otero, la pianista afamaaa puertorriqueña, la que alabó como alaba pocas veces el severo Marmontel. ¿ Quién ha olvidado su música, a la vez arrulladora y vibrante, quién que la oyó, en su primera hora de triunfo, la noche colombiana de la Sociedad Literaria Hispano-Americana? Parecía hermana de todos; y los laureles a sus pies parecían violetas. Al fin, el 3 de febrero, va a oírla el gran público, y la ocasión será sin duda, para nosotros, inolvidable. AlU recibirá, .de manos de otros países, el aplauso que todo artista debe a quien honra su arte; pero por sobre él ¿cómo no sabrá la hermana querida conocer, por su fuego y orgullo. el de sus cubanos y sus puertorriqueños? (21 de Enero de 1893)

EL CONCIERTO DE ANA OTERO

No es sólo a la artista notable, toda fuego y verdad, a quien se prepara a dar prueba ruidosa de cariño la familia de nuestra América en New York. en la noche en que exhibe por primera vez al púo blico del Norte sus talentos. Es a Ana Otero, la pia. nista generosa, que está donde hay caridad, y a nada noble niega su concurso. Es a la querida hermana puertorriqueña. Para pocas fiestas nuestras, en verdad, ha habido tan natural animación, curiosidad tan afectuosa y tan tentador programa. ¿A quién sino a una artista de gran valor y de noble corazón se ofrecería de acompañante el que es en su arte tan sincero como en su vida. el maestro Emilio Agramonte? (28 de Enero de 1893)


La visita de Samuel de Champlain a Puerto Rico Por

S

AMUEL CHAMPLAIN, MARINO, COLONIZADOR Y MILI-

tar francés, fundador y primer gobernador de la colonia del Canadá, nació en Brouage (Charenta Inferior) en 1567 y murió en Quebec el 25 de diciem· bre de 1635. Descendiente de una noble familia de Saintonges, en su primera juventud sirvió en el ejército del mariscal de Aumont que ocupaba la Bretaña en nombre de Enrique IV, quien, en premio de sus servicios, le otorgó una pensión al ser licenciadas aquellas tropas, después de la pacificación de aquellas regiones. Al quedar Champlain sin destino encontró los medios para hacer un viaje a España con el fin de enrolarse en la armada que el Rey español enviaba cada año a las Indias Occidentales. Su intención era poder hacer un informe al Rey Enrique IV sobre las particularidades de aquellas regiones que eran desconocidas por los franceses debido a que no tenían libre acceso a las mismas. En Blavet, Champlain se embarcó con un tío suyo -"el capitán Provenzal"- en el "San Julián". Este barco formó parte de la flota dirigida por el General Soubriago, quien había ido a Bretaña para retirar las tropas españolas al haber finalizado el conflicto con Enrique IV. La flota pasó a Cádiz y posteriormente a San Lucar de Barrameda, donde el "San JuUán" permaneció tres meses. Fue en este tiempo que llegaron noticias de la presencia inglesa en aguas de Puerto Rico, y de la posterior captura de la isla por las fuerzas inglesas en esta ocasión dirigidas por George Clifford, Conde de Cumberland. En enero de 1599 Cliamplain es invitado a unirse a la flota del Rey de España que partía hacia las Indias Occidentales. El general de tal armada según nos dice aquel, fue el noble D. Francisco Colón, caballero de Malta. En el viaje, que duró hasta 1602, Champlain re· corrió el Mar Caribe y llegó hasta Méjico, y del mismo escribió un diario que se publicó con el título

MANUEL

CÁRDENAS RUIZ

de Brief discours des choses plus remarquables que Samuel Champlain a reconnues aux [ndes Occidentales. Entre hlS islas que visitó se encuentra Puerto Rico, y en esta ocasión lo que nos interesa es la narración que presenta en tal obra de su visita a la Isla, que tuvo lugar poco tiempo después que los Ingleses la abandonaran. En tal narración no parece ajustarse a la verdad ni la facilidad con que los Ingleses tomaron a Puerto Rico, ni el episodio del gobernador. Así mismo hay confusión sobre el tiempo qúe los Ingleses dominaron la Isla. La traducción que presentamos a continuación ha sido realizada de la versión inglesa que lleva por título: "Brief narrative of the most remarquables things that Samuel Champlain of Brouage, observed in the Western Indies, during the voyage which he made to the same, in the years one thousand five hundred and ninety-nine to one thousand six hundred and two" editada por Morton Shaw e impresa en Londres, en 1859, por The HakIuyt Society, y corresponde a las páginas 7 a 13. De esta isla (La Margarita) fuimos a San Juan de Puerto Rico, al que encontramos muy desolado, tanto la ciudad como el castillo o fortaleza que es muy sólido; y el puerto también es muy bueno y protegido de todos los vientos, salvo el del Noreste que sopla recto sobre él. La ciudad es muy comercial; recientemente ha sido saqueada por los ingleses quienes han dejado señal de su visita; la mayor parte de las casas han sido quemadas, y no' se encuentran en ella más de cuatro personas excepto algunos negr~s quienes nos dijeron que la mayor parte de los comerciantes de la plaza habían sido hechos prisioneros por los in· gleses, y los otros que habían podido escapar, habían huido a las montañas de donde todavía no se

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habían atrevido a retomar debido a la aprensión que tenían de que volviesen los ingleses, quienes cargaron los doce barcos que componían su armada con azúcar, cueros, oro y plata; no obstante, encontramos todavía en la ciudad cantidades de azúcar, cueros, cañafístula, miel de caña y conservas de' jengibre que los ingleses no se pudieron llevar. También se llevaron cincuenta piezas de artillería de hierro 'fundido que tomaron en la fortaleza, a donde fuimos y encontramos todo arruinado y las rampas derribadas. Había algunos indios que se habían refugiado allí, los cuales habían comenzado a reconstruir las rampas; la pregunta general que se hacian era: ¿cómo es que había sido tomada la plaza en tan poco tiempo? Uno de ellos que hablaba tolerablemente un buen español dijo, que ni el gobernador del castillo ni el hombre más viejo del país consideró que en el espacio de dos leguas hubiese un lugar para desembarcar de acuerdo con el informe que había sido hecho por los pilotos de la plaza quienes habían asegurado que en más de seis leguas a partir del mencionado castillo no había lugar donde un enemigo pudiera hacer un descenso, lo que fue causa de que el gobernador no mantuviese una defensa adecuada y en lo cual mucho se engañó, ya que a media legua del castillo había un lugar donde los ingleses de~embarcaron muy cómodamente, dejando en la ensenada cerca del dicho lugar sus barcos, que eran de doscientas toneladas de carga, uno de ciento cincuenta y uno de cien, y aprovecharon su tiempo tan bien que llegaron por la noche a los caminos sin ser descubiertos y sin que nadie sospechase tal cosa. Desembarcaron seiscientos hombres con la intención de saquear únicamente la ciudad, sin pensar en hacer ninguna otra operació~ considerando que el castillo era muy fuer· te y estaba bien guardado. Trajeron con ellos tres culebrinas para demoler las defensas de la ciudad y se encontraron al rayar el alba a la distancia de un disparo de mosquete de ella para gran sorpresa de los habitantes. I Los ingleses colocaron doscientos hombres en el paso de un pequeño río que hay entre la ciudad y el castillo para impedir (como 10 hicieron) a los soldados de la guardia del castillo que estaban alojados en la ciudad así como a los habitantes que pudieran intentar escapar, entrar en la fortaleza; y los otros cuatrocientos hombres atacaron la ciudad donde no encontraron resistencia; así que en menos de dos horas se convirtieron en los amos de la misma; y habiendo sabido los Ingleses que no había soldados en el castillo, ni ningún abastecimiento de provisiones, ya que el Gobernador por orden del Rey de España había enviado todo lo que allí había a Cartagena, en donde se pensaba que el enemigo habría de hacer un desembarco, a la espera de otros abastecimientos de España al ser éste el puerto más

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cercano al que arriban sus barcos, intimaron al gobernador y -le ofrecieron buenos términos si se rendía, y si no, le harían sufrir todo el rigor de la guerra; temiendo lo cual el mencionado gobernador se rindió con la condición de que su vida quedase a salvo, y se embarcó con los Ingleses, no atreviéndose a retomar a España. Hacía sólo cincuenta. días que los Ingleses habian partido de la ciudad en donde habían permanecido un mes. Después de su partida, los Indios anteriormente indicados habian vuelto y trataron de reparar la foro taleza, esperando al ejército de nuestro general, quién hizo un informe con base al relato de aquellos Indios, el que envió al Rey de España, y ordenó al Indio que primero había hablado ir a buscar a aquellos que habían huido a las montañas, quienes ante su mensaje volvieron a sus casas, recibiendo tal alegría al ver al general y verse liberados de los Ingleses que olvidaron sus pasadas pérdidas. La mencionada Isla de Puerto Rico es bastante agradable aunque es un poco montañosa, como se ve en el mapa. Está llena de árboles tales como cedros, palmas, abetos y otro tipo de árbol que es llamado sombrade (cupey) que al crecer, los extremos de sus ramas al tocar la tierra echan raíces inmediatamente y producen otras ramas que caen y vuel~en a echar raíces de la misma manera. Yo he visto árboles de esos tan extensos que cubrIan más ~e una legua y cuarto. No produce ningún fruto, pero es muy agradable y tiene una hoja como la del laurel, un poco más tierna. Hay también en la mencionada Isla, cantidad de buenas frutas tales como plátanos, naranjas, limones de un raro tamaño, calabazas, que son muy buenas, papaya, y un fruto llamado corazón, debido a que tiene forma de corazón, del tamaño de un puño y de un color amarillo y rojo; la piel es muy delicada y cuando se la presiona fluye una sustancia aromática excelente que es como una leche espesa, y tiene un gusto como la crema azucarada. Hay muchos otros frutos que no son tan estimados, aun cuando son buenos; también hay una raíz llamada "casabe" que los Indios comen en lugar de pan. No crece ni trigo ni vid en toda esta Isla. Hay en ella gran cantidad de camaleones que, según se dice, viven del aire; esto no 10 puedo asegurar aun cuando los he visto muchas veces. Tienen la cabeza casi puntiaguda, el cuerpo algo alargado para su tamaño, el cual es de un pie y medio, y tiene sólo dos patas que están al frente; la cola muy puntiaguda, el color mezclado de gris y amarillo. Una ilustración del mencionado camaleón se encuentra en esta obra. Las mejores mercancías de la Isla son el azúcar, jengibre, cañafístula, miel de caña, tabaco, cantidad


de pieles de bueyes, vacas y ovejas. El aire es muy cálido, y hay unos pequeños pájaros que se parecen a los loros, llamados periquitos, del tamaño de un gorrión, con una cola redonda, y a los que se les enseña a hablar; hay un gran número de ellos en esta Isla. La dicha Isla tiene unas sesenta leguas de longitud y cuarenta de latitud, rodeada por bue·

nos puertos y abras, y se extiende de este a oeste. Permanecimos en Puerto Rico alrededor de un mes; el general dejó unos trescientos soldados como guarnición en la fortaleza y ordenó que cuarenta y seis piezas de cañón de bronce, que habían estado en Blavet. fuesen colocadas allí. Al dejar Puerto Rico nuestro general dividió...

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