Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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REVISTA

det INSTITUTO de CULTURA PUERTORRIQUEÑA No.

90

OCTUBRE DiCIEMBRE 1985 SaaJuan Puerto Rico

Antropología Historia Artes Plásticas Música Literatura Teatro Arquitectura


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DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA JU;'IITA DE DIRECTORES Luis Agrait, Presidente Carmen Solá de Pereira Ismael Rodríguez Bou Enrique Laguerre Francisco Lluch ~1ora

José Rovira Sánchez Rafael David Valentín V irgilio Monsanto Díaz Eisa Tió

Director Ejecutivo: Elías López Sobá Directora de la Revista: Marta' Aponte Alsina Secretaria de la Re/'Ísta: María Esther Colón Este número comenzó a prepararse bajo la dirección de Juan Martínez Capó Apartado 4184

San Juan de Puerto Rico

A -O XXI\'

Núm. 90

1985 OCTUBRE-NOVIEMBRE-DICIEMBRE

SUMARIO CUENTO Care Selve Por Mayra A-fontero. :

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ENTREVISTA Nilita Vientós Gastón: un nuevo capítulo en su vida Por Eneid Rou//é-GÓlIle:?

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HISTORIA La reacción de Ponce a la ocupación americana: 1898 Por Annie Santiago de Curet 9 Transculturación y esclavitud negra en la obra del Padre Pelleprat Por Afanuel Cárdenas 17 TEATRO El nuevo teatro pobre de América y su contingencia popular: una forma de desarrollo cultural en el Caribe. Por Pedro San/ali." 22 ISLA LITERARIA Reencuentro El poeta Samuel Lugo: semblanza en la memoria. Brevísima antología de Samuel Lugo. Por José Emilio González 27


Reevaluaeión

La función crítica Por Lilliana Ramos Collado . .........•... ' •. • 34 Crítica general

Semblanza de Ana Lydia Vega Por José Luis Vega .. .....................• 38 Perfil de Antonia Sáez Por Laura Gallego ....••................... 40 LE GUA Y SOCIEDAD El prejuicio racial en el refranero puertorriqueño Por Wenceslao Serra Deli~

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POESIAS 5 Sáficas Por A urea María Sotomayor

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El Quinto Angel Por lván Silén

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Reaganianas Por Marithelma Costa ........ ....•......... 51 HOMENAJE Disquisición sobre Jorge Guillén Por Francisco Matos Paoli

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DOCUMENTOS Nacimiento y Matrimonio de Pedro Albizu Campos Por Socorro Girón 55 Bibliografía puertorriqueña, 1985 Por Juan Martíne~ Capó

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Asistente de la Directora: Leo Cabranes Grant Portada e ilustraciones: Félix Cordero Dibujos de colaboradores: Efraín García Osorio Separata: "El Hoyo" (1958), original de Félix Rodríguez Báez. En conmemoración de la exposición "Pintura y Gráfica de los Años 50". 1\fuseo del Arsenal, noviembre, 1985. Los costos de este proyecto se han sufragado parcialmente con el apoyo de la "National Endowment for the Arts". La publicación de un artículo, comentario, poema, cuento o reseña no significa que el Instituto de Cultura Puertorriqueña se solidariza con los puntos de vista expuestos por el autor. Impreso en República Dominicana Printed in Dominican Republic

©1985 Instituto de Cultura Puertorriqueña Aparece trimestralmente Suscripción anual Precio por ejemplar

56.00 52.00

(Application for second class mail privilege pending at San Juan, Puerto Rico) ISSN: 0020-3815 DEPOSITO LEGAL: B. 3343-1959 Impreso en Editora Corripio Santo Domingo, República Dominicana Composición y diagramación: Novograph.


COLABORADORES


MAYRA MONTERO. Nació en La Habana, 1952. Participó en el Taller de Narrativa que auspiciara el Instituto de Cultura Puertorriqueña en 1976, bajo la dirección de Emilio Díaz Valcárcel. Ese mismo año, recibió primer premio del Ateneo Puertorriqueño por su relato ra no estaremos a las seis veinticinco y mención honorífica en el certamen de la revista "Sin Nombre" con el cuento Halloween en Leonardo's. En 1978 obtuvo otra mención de "Sin Nombre", esta vez con el relato Está lloviendo en San Juan. El Instituto de Cultura publicó su libro de cuentos Veintitres y una tortuga.

ENEID ROUTTE, periodista profesional. Durante su carrera ha entrevistado a escritores y artistas internacionales y puertorriqueños. Se especializa en asuntos culturales de los Estados Unidos, el Caribe y Puerto Rico. Ha recibido premios del O¿'erseas Press Club y otras asociaciones profesionales. Tiene en preparación dos libros: Black Families ofthe Caribbean, un estudio de familias de gran influencia en la vida política de la región; y . Votes Toward a Rewiew o/Puerto Rican Culture. Es cola boradora del Caribbean Rewiew y coautora del Handbook/or Caribbean ]ournalists. Participó como panelista en "Imágenes e identidades: del puertorriqueño en la literatura", foro celebrado en la Universidad Rutgers.


ANNIE SANTIAGO DE CURET. Ha publicado trabajos de investigación en revistas y periódicos del país. Fue Directora del Museo de la Fundación Arqueológica de San Juan y de la División de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Posee una Maestría en Artes, con concentración en Historia, de la Universidad de Puerto Rico.

MANUEL CARDENAS RUIZ. Profesor de teoría política en el Departamento correspondiente de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Es autor de Las erúnicas francesas de los indios Caribes.


JOSE LUIS VEGA. Nace en 1948, en Santurce, Puerto Rico. Es profesor en el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico. Es autor de los siguientes poemarios: Comienzo del canto (1967), Signos vitales (1974), Las natas de los párpados y Suite erótica (1974), La naranja entera (1983) Y Tiempo de bolero (1985). Ha publicado, además, Cesar Vallejo en "Trilce" (1983) YReunión de espejos (Antología de cuentos 1983).

LAURA GALLEGO. Laura Gallego es conocida en nuestro medio cultural por dos aspectos de su inquietud vital: la enseñanza y la creación poética. Sirvió como educadora en el sistema secundario de Instrucción PÚ blica y en el Colegio de Pedagogía del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto


Rico. De 1975 a 1978 fue Decana del Colegio de Pedagogía de la UPR. Entre sus libros de poesía se destacan: Presencia que en e! 1952 publicara la Biblioteca de Autores Puertorriqueños; Celajes de 1959, premiado y dado a la luz por e! Ateneo Puertorriqueño; Laura Gallego, Obra Poética, recopilación y estudio por Luis de Arrigoitia presentada por la Editorial Universitaria de la Universidad de Puerto Rico. Esta última apa,rece en 1972. En 1979 e! Instituto de Cultura Puertorriqueña publica Que voy de vuelo, obra poética como las anteriores que ilustra hermosamente María Emilia Somoza. Ha publicado poemas y prosa en las principales revistas y periódicos de! país. El Instituto de Cultura Puertorriqueña publicó, además, su estudio Las ideas literarias de El'aristo Ribera Chevremont.

WENCESLAO SERRA DELIZ. Nació en Santurce, pero toda su niñez transcurrió en el pueblo de QuebradiUas. Estudió en la Escuela Superior Central, donde se originó al final de 1960 el grupo de Guajana que se formalizó luego en la Universidad de Puerto Rico, y del cual fue miembro fundador. Actualmente es editor de la Revista de Ciencias Sociales y Secretario del PEN Club de Puerto Rico. Figuró en laAntología de Poetas Jóvenes, publicada por el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Es autor de dos poemarios: Memoria (1970)


PEDRO SANTALIZ AVILA. Nace en Isabela en 1938. Estudia en el Teatro Infantil de la Universidad de Puerto Rico. Residió en Europa en el 69, particularmente en Francia, después de graduarse con Bachillerato en Artes de la UPR. Allá dio recitales poéticos como declamador. Fue miembro actor de la compañía L'au/re /héil/re de Vence, Francia. Participó en Nueva York como actor en las noches de poesía y música folklórica del Parque Central producidas por Joseph Papp. Fue miembro de la compañía" ew York Shakespeare Festival, Delacorte" (verano del 65). Santaliz crea el Teatro Pobre en 1966. En el '75 retorna a P.R. Ha escrito cerca de 60 obras de teatro.

JaSE EMILIO GONZALEZ. Poeta, ensayista y crítico puertorriqueño. Ha publicado numerosos ensayos y libros


de crítica entre los cuales se destacan: La poesía contemporánea en Puerto Rico: Nuestra Paideia: ideales para la educación en Puerto Rico y Lengua y poesía en la obra de Francisco A1anrique Cabrera. Es autor de los poemarios Cántico mortal a Julia de Burgos: Profecía de Puerto Rico y Parábola del canto, así como de un libro para niños

publicado por la Editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña: La niña y el cucubano.

LILLIANA RAMOS COLLADO. Nació en San]uan, Puerto Rico en 1954. Estudió Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico. Ha publicado poesía, prosa y crítica en varias revistas nacionales y extranjeras: Sin Vombre, Hyperion, Bomb, Plaza, Avance, entre otras-o Fue editora de la sección cultural de la Revista Avance, y co-directora de la revista Reintegro de las A rtes y la Cultura. En 1981 publicó Proemas para despabilar cándidos, poemario premiado en el Certamen de la Revista Sin Nombre en 1976. Ha trabajado extensamente en la traducción de poesía de autores tales como Charles Baudelaire (en colaboración), T. S. Eliot (en colaboración), y varios poetas puertorriqueños.


dio. En la cárcel perdió la razón debido al maltrato y al confinamiento solitario. En 1955 fue indultado incondicionalmente por el Gobernador Luis Muñoz Marín. Actualmente Francisco Matos Paoli está casado con Isabel Freire Meléndez. De este matrimonio han nacido dos hijas, Susana Isabel y María Soledad. Es abuelo de cuatro nietos. Desde hace algún tiempo Francisco Matos Paoli ejerce el cargo de Poeta Residente en la Universidad de Puerto Rico. Su obra poética es muy vasta. Incluye 50 ~ibros publicados y 76 inéditos. Se le conoce como el Lope de Vega de Puerto Rico en cuanto a fecundidad creadora.

SOCORRO GIRaN. Escritora nacida en Ponce, ha dedicado su vida a la investigación y estudio de la literatura puertorriqueña. Entre sus más importantes trabajos figuran Obras completas de Gautier Benítez, Antología poética de Gautier Benítez (Biblioteca Popular, ICP, 1967) y José Gautier Benílez (ICP, 1980). Sus proyectos de publicación incluyen Vida y obra de Ramvn Méndez OJLiñones, (en prensa, Instituto de Cultura Puertorriqueña) Ramvn C. F. Caballero y la polémica del merengue y Puerto Rico en su teatro popular.


medieval en la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Su primer libro De tierra)' agua editado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña se publicará próximamente. Prepara un segundo poemario, De imago mundi, una colección de relatos, Entre azul y buenas noches y una colección de conversaciones con críticos-escritores Jano escribe. Enseña en el Lehman College de la Universidad de ueva York.

FRA='iCISCO MATOS PAOLI. Francisco Matos Paoli nació en Lares, Puerto Rico, el 9 de marzo de 1915, hijo de Juan Matos Vélez y Susana Paoli Gayá. En 1949 fue nombrado Secretario General del Partido :\f acionalista de Puerto Rico. En 1950 estalló la Revolución :\"acionalista bajo el liderato de Don Pedro Albizu Campos. Como consecuencia de haber participado en esta Revolución, fue encarcelado y condenado a la pena de veinte años de presi-


IVAN SILEN. (Puerto Rico: 1944) ha publicado los siguientes libros de poesía: Después del suicidio (1970); Los poemas de Filí-Melé (1976, mención honorífica de la revista "Sin Nombre"); El miedo del Pantócrata (1981) Y la antología de poesía neoyorquina, Los paraguas amarillos (1984). Además ha publicado un libro de antiensayos titulado El llanto de las ninfómanas (1981); .Vietzsche o la dama de las ratas (1986); Y su primera novela del "realismo esquizo", La biografía (1984). Pronto publicará su segunda novela del realismo esquizo La casa de ['limar; y la antología de su poesía Así hablaron los parias.

MARITHELMA COSTA. Nace en San Juan de Puerto Rico y estudia en la U niversidad de Puerto Rico, en la Autónoma de Madrid, y en la de Columbia. Actualmente prepara su tesis doctoral sobre poesía española


y El trabajo diario (en proceso de impresión), además de varios libros para niños. Trabaja actualmente en un estudio sobre el refranero puertorriqueño.

AUREA MARIA SOTOMAYOR. Poeta y crítica literaria. Es profesora en la Universidad de Puerto Rico. Ha publicado Sitios de la memoria (1983), Velando mi sueño de madera (1980) Y A quelarre de una bobina tartamuda (1973). U na de las más destacadas críticas de su promoción, tiene a su haber, entre otros, los ensayos "Las razones de la crítica: Mandarines y Atletas en la República de las Letras" (Revista Cupey) y "Vírgenes y mártires: Instrucciones para su consumo (Reintegro)".




Care Selve PoR MAYRA MONTERO

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IRO EL RELOJ, LAS TRES Y DIEZ, Y PENSO QUE

estaba a tiempo. Lo habían citado para las tres y media en punto y Bermúdez en eso era obsesivo. Más que obsesivo, un enfermo de la puntualidad y las horas. Bermúdez y la imbécil de Fermina¡ Bermúdez y el abogado de la demandante, un tipo agigantado y blando, el ademán monesco, los ojos brotados y una pulsera de cobre esposándole la mano izquierda. Bermúdez. Aquí a las tres y media, a ver si todos juntos llegamos a un acuerdo. La pulsera ~el abogado de Fermina, que le trazaba una línea oscura, como de suicida redimido, alrededor de la muñeca. Fennina misma cerrada de negro, convencida de que la penumbra rigurosa proyectaba decencia y correcciÓn. Pero además y sobre todo, dignidad. Bermúdez. De negro, puaf. Y los labios silueteados por una línea oscura como la huella del cobre. El abogado.

Entró al vestíbulo y al bienestar del airecito frío, del antídoto fugaz al sol de piedra que caía allá afuera. Se colocó frente a los ascensores y observó cómo nomadeaban entre el sexto y el octavo, con paradas brevísimas en el séptimo. Las tres y quince. El primero en llegar, a la derecha, quedó abarrotado por una pequeña multitud de secretarias con el cafecito de la media tarde y la sonrisa pegajosa de que faltaba hora y cuarenticinco para la salida. Hora y treinta, pensándolo mejor, porque a las menos cuarto comenzaban a recoger y se levantaban a orinar. Ya las menos un minuto volaban a ponchar las tarjetas. Miró hacia arriba, a la pizarra iluminada, y se dio cuenta de que el otro ascensor venía bajando sin escalas. Esperaría por ése para subir, y aún llegaría con tiempo para trazar una estrategia con Bermúdt"z. Fermina. Después de todo, no le agradaba la idea de embutir.;e con las muchachas. Llevaban demasiado perfu-

me, y cuando decía demasiado, es que era simplemente repugnante. Una tufarada espesa y dulzona, que pese a su estupenda colocación detrás del mujerío, lo desalentaba de echar una segunda ojeada entre los botoncitos de la!> blusas. Contuvo la respiración. Tres y diecisiete. Así que se abrió el otro ascensor, al que entró solo, justamente cuando las risas de esas mujeres desaparecieron tras las puertas de acero -debían de estar llegando al segundo piso. Las risas y el perfume intenso, y este ascensor que también tenía un aroma raro, un cierto olor como a fermento, no, como a perfume que se ha quedado aquí atrapado desde ayer. "Apesta como la mierda", pensó cuando oprimía el botón del quinto. Era la ~uarta vez que venía a lo de Bermúdez esta semana. La cuarta vez y ésta era decisiva. Fermina de negro, los dientes maculados por la pintura púrpura del labio superior, pidiendo siete mil y observándolo con rabia. Digería muy mal aquello de que le llevaba siete años. A estas alturas eso se notaba. Ella a punto de franquear la puerta de ese segundo lustro que la disparaba sin remedio a los cincuenta. Y él apurando una treintena que rozaba sus postrime. rías. Pero treintena al fin, que es lo que cuenta. Imaginó a Bermúdez hojeando uno por uno los papeles, sin molestarse en levantar la vista, yel abo· gado de la demandante que se tendía hacia atrás, orangutanizado y sordo, escarbándose las uñas con el mondadientes que aún arrastraba del almuerzo. Un auténtico marrano, pensó y alcanzó a decir marrano una segunda vez, en alta voz, en el momento en que se abría la puerta: Las tres y diecinueve. Al principio creyó que se había equivocado de piso. Todo estaba exactamente igual, pero en ningún 1


modo era lo mismo. Fue una reacción casi instintiva, reculó hacia el interior del ascensor y miró el número iluminado arriba: el cinco. Salió de nuevo al vestíbulo y supuso, por un momento, que habían cambiado la decoración. Pero a medida que se fue internando en los pasillos, que fue avistando las puertas, las de siempre pero cerradas y un poco como difuminadas en la pared, llegó a la conclusión de que se había metido en el edificio que no era. Sonrió aturdido y miró la hora. Las y veinte. Tenía menos tiempo para conferenciar con Bermúdez sobre la estrategia que seguirían en la reunión. Y al abogado de Fermina había que trabajarlo en serio, darle cordel, agotarlo poco a poco, como en la pesca de la aguja; provocarlo para que se disparara en su carrera entorpecida por las presiones de la c1ienta. Cuando tiraba a un lado el palillo y se enderezaba en el asiento, poniendo su manaza, flácida como un bistec, contra el cristal de la mesa, era que estaba llegando a su límite. Pero no había que desesperar. Todavía era preciso mantener el tono calmo y conciliador y él en particular se mostraba circunspecto, esperando la señal convenida -Bermúdez se rascaba la barbilla y tiraba del lóbulo de la oreja izquierda, como los pitchers- para hacer explosión y saltar sobre la butaca, meter ese puñetazo concluyente sobre el portafolio y amenazar con una retirada decorosa e inmediata. El energúmeno sudaba y pedía tiempo para conferenciar en privado con la demandante. Para entonces, a Fermina se le había cuarteado el maquillaje y la pintura de los labios se le había envilecido en el regusto del café. Se levantaba sin mirarlos y salía detrás del abogado, estirándose la falda -siempre que se levantaba se estiraba atrás la falda-limpiándose las comisuras con el dedo índice y con el pulgary andando un poco rígida porque para estas cosas se ponía la faja. D na señora sin faja, solía decir Fermina, es una señora sin control. Sin control sobre sus carnes, rema· taba él, que se negaba a presenciar ese espectáculo en el que su mujer, toda entalcada y roja, se deslizaba dentro del entubado elástico, represándose el vientre y puntiagudizándose las nalgas en un afán estético que la dejaba exhausta. Eso, pensó, por no hablar de las medias, que las compraba por docenas, siempre en la misma tienda, y las estrenaba los domingos para almorzar entre una y dos en La Casona. Sopa de pollo, de primero, y lomo asado con arroz. Podía reconstruir la escena en un instante. Los niños pataleando detrás de una cortina de humo, olor a carne chamuscada y cocacolas tibias, y ella previniéndoles para que no la golpearan por debajo de la mesa, revisando de reojo la 2

indemnidad de sus pantorrillas, sonriendo estúpidamente porque guardó "un huequito" para el postre. Sintió una especie de náusea. Y esperó excitado que se abriera la puerta del ascensor en el piso de abajo, exactamente en el punto en el que había declinado subir con las muchachas perfumadas. Las tres y veintidós. Salió afuera y lo sobrecogió el silencio. Un sosiego caliginoso y de ultratumba que lo dejó paralizado. Se recuperó y dió una vuelta en redondo, observándolo todo con detalle. Sí, éste era el edificio. Las mismas paredes, las plantas, la farmacia y las oficinas de la financiera. El directorio. Bermúdez yJiménez, abogados. Pero ahora no había nadie. Ni una secre· taria, ni un guardia, ni un ejecutivo. Se enderezó el nudo de la corbata y sintió un poco de frío. Se dirigió a las puertas de cristal de la entrada principal. Cerradas por fuera. Dió media vuelta, más inquieto, y siguió bus ando un ser humano que le informara lo ocurrido. Volvió al área de los ascensores. Miró hacia la cafetería, desolada, y recordó el trasiego delirante de hacía apenas dos minutos. U n pensamiento terrible lo crispó del todo. U na emergencia, una bomba, un fuego en el edificio. Y él había quedado atrapado. Las tres y veinticinco. Corrió a las puertas nuevamente y miró a través de los cristales. Ni policías, ni bomberos, ni perros pastores olfateando los alrededores. U n tráfico espeso, como el de todos los días a esta hora, pasando tan ajeno en la recombustión subida del verano. U n tráfico canicular y rojo y una señora que estaba echando una carta en el buzón de aquella esquina. Comenzó a golpear las puertas, frenético y desarbolado, aquí, señora, aquí, para que me abran. Señoraaaaa, señora. señora. La vio alejarse lentamente, organizando con dificultad las pertenencias dentro de su bolso, tratando de colocar ese mechón de su cabello en el lugar exacto que le correspondía, y atajando a la carrera un taxi. Olfateó el aire. No había olor a quemado. A 10 sumo, esa suerte de neblina, pero no precisamente humo, sino algo más viscoso y relumbrante. Algo como una nube general y vasta metida al interior del edificio. U na vez más los ascensores. Estaban funcionando y se animó a subir de nuevo al quinto. Probaría entrar a la oficina de Bermúdez, quizá le habían dejado algún mensaje. Tal vez la gente, por cualquier motivo, se había refugiado arriba. Mejor aún, iría parando en cada piso a ver si en uno de ellos encontraba alguna pista. Las tres y treinta. La reunión tenía que haberse suspendido. Por 10 menos esperaba que en caso de emergencia -y esto tenía que ser algo muy serio- se justificara bien su


ción de aquellos buitres si Bermúdez, su propio abogado, con la obsesión de aprovechar el tiempo sería el primero en proponerles ese conciliábulo imperfecto, esa trastada. El tiempo. El no pensaba organizarse de mngún modo, ni parcelar su vida en horas ni trazar planes de meses y mucho menos años. Cuando por fin estuviera todo resuelto le devolvería a Fermina los dos relojes que se llevó de la casa. Uno de pared, nimbado de rosas plásticas, regalo de boda de sus suegros. Una auténtica afrenta cromada, en la punta de cuyas manecillas volaban sendas mariposas que celebraban un breve coito simulado al filo de las doce. El otro, un despertador que le regalaran en el banco la Navidad pasada. Margarita. U no de esos obsequios en serie que se le hacen a los buenos clientes. El calendario para los que tienen cuentas corrientes de cinco milo menos, y se sobregiran mucho, y el relojito para los que movían un poco más de plata. Margarita.

Ilustración utili~ada con lurmiso de .luan Alvare~ O'neill. Tomada del libro Veintitrés y una tortuga, de Mayra Montero (/CP, 1981).

ausencia. Los demás siquiera habían comparecido. Ni Fermina, ni la prolija humanidad del abogado, ni en especial Bermúdez. U na desazón casi pueril, una sensación de niño extraviado entre la multitud lo atolondró a la altura del primer piso. Recordó que en caso de incendio o cataclismo recomiendan no usar los ascensores, así que el resto del trayecto, hacia arriba, lo realizaría a través de la escalera. Revisó ese piso sin detenerse demasiado tiempo en las oficinas. Un distribuidor de telas exóticas, un obstetra, un laboratorio, un oculista. Forcejeó con dos o tres puertas cerradas y al final, casi por instinto, halló la que lo conducía a la escalera. Comenzó a contar los escalones entre un piso y otro para conservar la calma. Un, dos, tres, cuatro. Las tres y cuarenta. A esta hora, si no estaban aquí dentro, Bermúdez y Fermina y el orangután infecto que la representaba, estarían negociando a solas. Claro que sí. Era inútil esperar un poco de considera-

Tenía que decírselo, pero no abruptamente, sino con diplomacia. Se arrancaría un botón de la camisa, a ver, este del centro que es el que más se nota. Y se le acercaría a mediodía, con el pretexto de que le abreviara el trámite de su depósito. Si ella le comentaba algo, si acaso le miraba de reojo para pecho, él exclamaría azorado: "Ah, eso nos pasa a los hombres que vivimos solos". Penecto. Treintitrés, treinticuatro y treinticinco. Salió al vestíbulo del segundo piso. Estaba ligeramente agitado. La falta de ejercicio, seguro. ¿Hay alguien aquíiiiii, aquí, aquí, aquí, aquí? El grito se multiplicó con una perfección alpina y él echó a caminar por los pasillos, cruzándose de frente con el eco que le retornaba intacto basta los labios. Margarita. Claro que podía ser más dramático. Entrar al banco, por ejemplo, con una gran mancha de café en la portañuela. ¿Con qué se puede limpiar esto? Los hombres solos nos convertiremos en un asco. Y los ojos de ella, declinantes y conmiserados. Hecho. La búsqueda fue inútil. En una de las oficinas encontró un detalle que lo inquietó. Un florerito y el portarretratos de los niños de la secretaria estaban volcados. La alfombra todavía conservaba una veta húmeda provocada por el agua de las flores. ¿Había sido una estampida? Fermina. Cuánto batalló la muy estúpida contra la costumbre suya de dormir desnudo. Siempre se adelantaba a la hecatombe. "¿y si una de estas noches", le argumentaba ya deshecha, "sucede una d~sgracia y tienes que salir corriendo?". La pobre era muy simple. "Podrías ahorrarnos la vergüenza. Ponte aunque sea el calzoncillo". Abrumadora-

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mente vulgar, un atributo que logró ocultar hasta unos meses después de la boda. U na tarde, al regresar de la oficina, la había sorprendido en me-dio de la cama, leyendo un libro de recetas y comiéndose una uña. Sólo que no se trataba de una uña cualquiera, sino que era la uña del dedo medio del pie izquierdo. Jamás pudo superar aquella escena. Fermina inmersa en un malabarismo inextricable y sórdido; embelesada como una faquiresa en el suplicio. Su vocecita impostada: "¿y si de madrugada tienes que salir corriendo?". Volvió de nuevo a la escalera y se pregun tó cómo habían salido de allí las secretarias, los conserjes, los directores, los mensajeros, toda la gente que se encOntraba por casualidad ~n el edificio cuando sucedió lo que ya indudablemente había sucedido. Subió al tercero sin contar los escalones. El corazón le barbotaba unos la tidos desacompasados y duros, muchos de ellos prematuros, que lo asustaron tanto como la soledad de aquellos predios. Allí tampoco había nadie. Se pasó la lengua por los labios y recordó aquel anuncio televisivo de la soda en que se ve al explorador perdido entre unas dunas. ¿Cómo era que decía? .. Abrió de golpe la puerta del 315 Ycaminó por la antesala. Se introdujo dentro del consultorio y se dejó caer sobre esa silla que resultaba ser la de un dentista. Miró a su izquierda, tomó un vasito lleno de agua y se lo acercó a los labios. En ese instante divisó la muela, depositada en la mesita,junto al instrumental y entre algodones, todavía ensalivada, coronada por unos coágulos de sangre que se le ensortijaban en hilillos alrededor de las raíces. "Dios mío", murmuró y se levantó espantado, asumiendo de golpe la irracionalidad de su tragedia. Buscó en el cuarto de baño, en el archivo, en los roperos. Abrió gavetas y desplumó el paquete de almohadillas sanitarias que se dejó sobre el asiento, con el impudor de la escapada, la asistente del dentista. Regresó al vestíbulo y enfiló enloquecido hacia las escaleras. Subió al cuarto piso en pleno delirio, saltando de dos en dos los escalones, emitiendo unos gruñidos desgarrados donde se entremezclaban el sollozo y el jadeo. Salió al pasillo, trasconejado y acezante, con la impresión de que se había dejado la solución detrás. Golpeó todas las puertas y ante todas preguntaba si había alguien. Reanudó su carrera hacia los ascensores y oprimió el botón. Constató que continuaban funcionando y tomó la decisión de bajar una vez más en uno de ellos. Volver de nuevo al primer piso y quizá allí mismo a la nonnalidad, las secretarias parloteando vivamente y el cafecito humeante y la andanada huera del perfume.

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Se abrieron las dos hojas aceradas con un sonido que le pareció, por vez primera, aterrador. Una cosa tan cotidiana, tan insignificante en su mecánica, tan socorrida como el ascensor... ¿y si estando dentro le explotaba algo? ¿y si al abrirse las puertas, tres pisos más abajo, se encontraba con una situación mucho peor? Sintió mareos, un dolor opresivo en el centro del pecho y un agotamiento simultáneo de los músculos. De espaldas a la pared, se deslizó hasta el suelo y presintió que moriría allí mismo de un ataque. A lo mejor era eso. A lo mejor 10 que pasaba era que estaba muerto. Ya había escuchado esos relatos de los espíritus de los muertos de muertes violentas, que se creen que todavía andan con vida y siguen pululando por los sitios de costumbre, sin poder ver a los vivos y sin que los vivos puedan verlos. Se lo contaba su barbero, que organizaba una sesión espiritista cada jueves. Su barbero. Se echó a llorar desconsoladojunto al ascensor abierto, acariciando los mechones del cabello que quizá no le recortarían más nunca. Estaba muerto. Pero no muerto del todo, sino perdido en un mundo intennedio en el que no acababa de elevarse, en el que no acababa, pues, de sucumbir. ¡Caraja!, dijo pegando el puñetazo a las losetas frías. Sintió un dolor agudo y supo que se había lastimado el antebrazo. Los muertos, ise lastiman con tanta facilidad como él ahora? ¿Sienten dolor y sienten rabia, pueden decir caraja, coño de la madre que los ha parido hijos de la gran puta? No, por supuesto que no. Había que conservar la calma. Todo esto debía tener explicación. Todo. Eran las cuatro y cuarto. ¿Cómo no se le había ocurrido? Llamaría por teléfono a su oficina. Le diría a la secretaria que, ¿qué le diría? La verdad. Que estaba atrapado en este edificio vacío, que algo terrible estaba pasando, o estaba por pasar. Que avisara a la Policía, sí. Bermt\dez, ¿acaso había llamado? Se levanto más animado y subió por la escalera al quinto. Total, tan sólo un piso. Allí sabía con certeza dónde quedaban los teléfonos. La secretaria de Bermúdez, por ejemplo, tenía uno rojo que timbraba todo el día. Pero recordó que en el período de tiempo que había pennanecido dando vueltas, no había escuchado ni un timbrazo. A lo mejor estaban ya desconectados, y trató de no hacerse demasiadas ilusiones. Abrió la puerta que una vez le fuera familiar. Arriba la inscripción, Bennúdez y Jiménez, abogados, pero ya no era lo mismo. Se orientó vagamente en el interior de esa oficina que había visitado tantas veces, ayer mismo, y recorrido hasta el cansancio. Delante, la sala de espera, y un poco más allá, a la derecha, el despacho de Bermúdez.


Se detuvo junto al escritorio de la secretaria y buscó con la vista la mancha roja del aparato. Se sentó sobre la mesa y miró un momento la fotografia junto a la máquina de escribir. Los hijos, pensó. Nunca antes había visto aquella foto, sobre todo teniendo en cuenta que los niños iljan disfrazados de payasos y unos de ellos era bizco, de modo que la lágrima negra, dibujada en la mejilla, más bien parecía ser una pupila que se descolgaba rumbo a la vorágine. Levantó el auricular y escuchó el tono. Cuando fue a marcar el número, temió no recordarlo por los nervios. Pero le fue saliendo casi por instinto. Siete dos tres ocho cinco seis. Una sensación de angustia, de retomo próximo, de conmiseración le comprimió el estómago. Oyó el trajín automatizado de la línea y el paso electrónico de los números y se felicitó porque la llamada había progresado. Funcionaba ese teléfono y tuvo tentación de darle un beso. Aló. ¿Es Mary? Mary, ¿me escuchas bien? Dime una cosa, ¿Bermúdez me ha llamado? Mary. Seguro que contestaría Mary. Estaba timbrando. Cuatro, cinco, seis timbrazos. Mary a lo mejor no estaba. Le pareció haber escuchado que se marchaba hoy más temprano. Y le contestaría la otra secretaria. Eso es, Waleska, que era un poco como decir Walkyria. Pechos robustos, muslos como fiordos, música de oberturas. Música. Esta mañana, mientras se bañaba, había estado escuchando el aria aquella de la Atalanta de Handel. Y tuvo la impresión de que jamás se evadiría de la ducha. Quién sabe si fue allí que comenzara todo esto. Care care selve, ombre beate. Ocho, nueve, diez timbrazos. Habían descolgado el teléfono y le pareció una eternidad el tiempo transcurrido desde que levantaron el auricular hasta que se escuchó el barullo irregular del aparato que roza al fin los labial;. Después de hacerlo pasar por este trance, le sabría aún más a mierdl\ el recuerdo de Fermina, el de Bermúdez, el del mono temerario que representaba a la demandante. Cuando se enteraran de lo que había sufrido, quizás le aflojarían la presión. De lo contrario ahí estaba Bermúdez, con unos colmillazos así de este tamaño, dispuesto en serio a contrademandar, si sabría él... Percibió el trasiego del aliento a punto de producir unas palabras, a ley de nada para contestar al fin, un halo humano, una voz armoniosa y de este mundo. Aló, aló, ¿Waleska? Aló, ¿me escuchan? .. Respiraban fuerte al otro lado. Pero no obtuvo respuesta. Aló, ¿alguien me escucha? Aló, aló...

Colgó de golpe y volvió a levantar el auricular. Marcó otra vez los números y esperó por el rumor de naipes derribados en cadena, que era el sonido de los números buceando por las líneas. Al fin el timbre. Ahora sí, ahora tal vez. Ahora o nunca. Tenía en la mente aquella melodía. Vengo in traccia, vengo in tracda del mio coro Y lo asombroso es que por la mañana no le importó bastante aquella sensación de encierro, de limitado mundo embosquecido, del nunca jamás con agua tibia y una pastilla grande de Camay. En el teléfono otra vez la aspiración profunda. Ese preámbulo divino a punto de producir unas palabras, ese boqueo preliminar de un parde sílabas, de un par, de un par tan sólo. Volvió a gritar que si lo oían, a suplicar que contestaran. Colgó, gimió, marcó de nuevo el mismo número. Extrajo del bolsillo la libreta de teléfonos, y probó a llamar a los amigos, a la casera, a la mujer con la que había quedado el sábado. Siempre lo mismo. La voz a punto de emerger, pero sin despegar del todo, carenando en un silencio enronquecido. Eran las seis y se sentía muy cansado, como si hubiera pasado todo el día errando sin consuelo por el edificio. Se dirigió al despacho de Bermúdez y comprobó sin demasiada euforia que la ventana había quedado medio abierta. Se asomó y divisó los autobuses -tres en línea- recogiendo a un puñado de gente en la esquina; al cartero, directamente abajo, extrayendo la correspondencia del buzón; al :arrito de los helados, que pululaba entre este edificio y el hospital. Le dió vértigo y supuso que no debía gritar de nuevo en vano. Que más valía guardar las energías. Se volvió a mirar al interior de la oficina y vio la silla reclinada donde se acomodó temprano su abogado. La otra butaca en la que el oso bruto despotricó en su ausencia. Evocó la pulsera de cobre, que a lo mejor chorreaba una pátina verde en cuanto la mojaban. Y Fermina. Y la estrategia que quizá se quedó trunca. Bermúdez, eso sí, era un lince. No había que preocuparse. Estaba anocheciendo y pronto el sol se precipitaría como un puño detrás del edificio. Caaaaaaaare care selve, comenzó a cantar quedito, care seeelve ombre beaaaaaaate. Bermúdez. Cuánto le hubiera gustado preparar con él un plan de ataque. Pescar a ese energúmeno como se pesca en alta mar el pez espada. Descontrolarle a la clienta; envarbascar el aire para subirlo aquí atontado. jo.derlos a los dos bien jodiditos. Veeeeeengo in traaaaacia, vengo in tracia del mio coooooooor. Su voz pequeña remontando de una vez la bruma. Es decir, Handel.

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Nilita Vientós Gastón: Un nuevo capítulo en su vida R:>R ENEID RoUTTE-GoMEZ

ILlTA VIENTOS GASTON REUNIO A SUS AMI-

N gos y, como los profetas de la antigüedad, se despidió de Sin Nombre. Con 82 años cumplidos, la editora de la revista de fama internacional siente la necesidad de infundir nueva sangre a su imperio. Pero la despedida no significa un distanciamiento del mundo de los libros, sino el comienzo de una nueva etapa. Porque Nilita piensa dedicarse, de ahora en adelante, a publicar libros. Su decisión la obligó a concebir el último número de Sin Nombre. El llamado a la "nueva sangre" es casi una quimera; después de 40 años de vida, la revista se encuentra indisolublemente asociada al nombre de su fundadora y rectora literaria. La una no puede existir sin la otra. Desde el comienzo, Nilita estuvo consciente de ese elemento central de su vida. "Desde el principio", me dijo en una de muchas entrevistas en su hogar de la Calle Cordero, en Santurce, "me convertí en una dictadora. Me dije, esta revista la tengo que haceryo sola". La casa de la Calle Cordero 55 es testimonio de esa dictadura. Está prácticamente ocupada por la legendaria biblioteca de 24,000 volúmenes que planea legar al pueblo de Puerto Rico. La biblioteca se amasó y alimentó mediante un audaz intercambio de publicaciones con escritores y editores de todos los con tinen tes. Sin Nombre fue la primera revista puertorriqueña que alcanzó distribución internacional. La mayor parte de la biblioteca de Nilita es producto de ese intercambio. Hace cuarenta años, urgida por el estímulo visionario del poeta español Pedro Salinas, Nilita publicó 6

el primer número de la revista que se convertiría en el proyecto de toda una vida. Eran tiempos propicios. "El pueblo de Puerto Rico creía que se avecinaba una época de grandes cambios", dice rememorando. N Hita fue una de las protagonistas de ese proceso. Comenzaba su largo reinado como presidenta del Ateneo Puertorriqueño. Su energía y dedicación la llevaron a dedicarle 15 años a ese esfuerzo. Presidía Pro Arte Musical, además de redactar una columna cultural para El Mundo. También se desempeñaba como abogada en el Departamento de Justicia, la primera mujer en posición semejante. Fue ahí que desarrolló su ya clásica defensa del idioma español. Nilita estaba en el centro vivo de la cultura isleña cuando sugirió a la Asociación de Mujeres Graduadas de la Universidad de Puerto Rico el convertir la publicación de ese grupo en una revista literaria. La Asociación, recuerda, es una de las pocas organizaciones a las cuales se afiliara. No cree en cuerpos organizados jerárquicamente. "Soy idealista y anarquista", dice en esa voz que taladra todo sentimentalismo como una sierra cortante. "Idealista, porque todo lo que pasa en la vida empieza como un sueño. Anarquista, porque odio todos los gobiernos". Sin mucho entusiasmo, las mujeres graduadas asintieron. Pedro Salinas le puso nombre al sueño -Asoman/e- asomarse, mirar, ser visto. El primer número de Asoman/e, con una tirada de 500 ejemplares, se agotó rápidamente. Salinas le sirvió de intermediario, reclutando como c~laborado­ res a Nicolás Guillén, Tomás Blanco y Francisco Matos Paoli, entre otros. Para el segundo número, Nilita dobló la tirada de


Nilita Vientús Gartún recibe un doctorado Honoris Causa de la Universidad de PUtTto Rico. Foto: cortesía Archivo fotográfico ptriúdico El Nuevo Día.

500 a 1,000, Asoman/e, años después Sin Nombre, había comenzado. Escritores como René Marqués, PedroJuanSoto y Luis Rafael Sánchez "se asomaban" a las páginas de la revista. Por ese medio capturaron el interés de los lectores locales y más tarde, de lectores en todo el mundo. "René nació en la revista", dice Nilita. Su clásico drama La Carreta, se publicó por vez primera en Asoman/e. Durante 25 años Nilita construyó cuidadosamente su imperio literario capítulo por capítulo, libro a libro, escritor por escritor. Desde el centro de esa memorable casa de la Calle Cordero, desarrolló una red de comunicaciones y corresponsales. La casa misma se convirtió en una versión contemporánea del salón; santuario de escritores visitantes, intelectuales, políticos y amigos. A toda hora brillaban las lumbreras literarias. Nilita se enorgullece de que el criterio determinante para publicar fuera el talento de los colaboradores. Sorteó los escollos de las escuelas y movimientos literarios para dirigir la atención del público lector hacia los escritores de mérito.

"Nunca he creido en las escuelas literarias" , dice, iconoclasta. "Sólo contaban los méritos del trabajo". Como editora y "directora" auto-proclamada, también le motiva la convicción de que los artistas, escritores, pintores, poetas· son la conciencia de la sociedad. "Sin artistas" , dice en tono lapidario, "una sociedad no tiene historia". Al inicio de la década de los setenta, la Asociación de Mujeres Graduadas intentó poner fin al sueño de Nilita. Se embarcaron en un proceso legal para arrebatarle la revista - y el nombre de Asomante. El juez falló a favor del grupo. Pero Nilita no se detuvo: ni siquiera le dió tiempo al escándalo. Tres días después de la decisión del magistrado, nació Sin nombre. Sin interrupciones siguió publicándose, especie de "ministerio de cultura" para lectores y escritores. "De aquí a cien años", dice, "tendrán que leerla. Es parte de la historia de Puerto Rico". Tres generaciones de escritores puertorriqueños se han dado a conocer en las páginas de Asoman/e ISin nombre. Su reputación académica quedó establecida en los números especiales dedicados a Camus, Zeno Gandía, Miguel Angel Asturias, Alejo Carpentier,

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Gabriel Garda Márquez, Juan Ramón Jiménez, Angel Rama y Marta Traba, Jorge Guillén y Pedro Salinas - inspirador de la odisea. La revista llegó a simbolizar los aspectos nacionales y universales de la cultura puertorriqueña. "Quedó demostrado", reitera Nilita, ya avanzada la noche, "que aunque Puerto Rico sea una colonia, es una nación". Se publicaron cuentos, ensayos, poesía, teatro y comentarios críticos. Se auspiciaron competencias en las bellas artes. Pero la revista, confiesa Nilita, no alcanzó la plenitud del sueño. "La tragedia de mi vida", dice sin sentimentalismo, "es que todavía pienso como si tuviera cuarenta años sin tenerlos". Le hubiera gustado publicar listas de los mejores libros y los eventos culturales más importantes, recomendaciones sobre qué libros leer y qué lugares visitar. Hubiera querido dar a conocer mejor el trabajo de los artistas gráficos puertorriqueños. Hubiera deseado escribir más. muchos más. "U na vida", dice la autora de El mundo de la infancia, no da para todo lo que hay que hacer. Hay que establecer prioridades". La revista fue la primera prioridad de Nilita, una prioridad que trascendió a todos los instantes de su vida. "He trabajado siempre sin dinero", dice. Sin embargo, le divierte llamarse a sí misma "pordiosera de la literatura puertorriqueña". Durante 40 años buscó incesantemente el apoyo económico de amigos y de la Legislatura con el propósito de mantener la revista a la vista.

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Un grupo de patrocinadores respondía fielmente a sus recla!110s. Entre ellos menciona a Monelisa Pérez Marchand, Piri Fernández de Lewis, Arcadio Díaz Quiñones, Nieves Padilla, Enriqueta Zorrilla y las tiendas Velasco. Además, destaca Nilita las contribuciones de dos leales asistentes. El primero, Enrique Blanco, trabajó con ella durante 30 años y murió mientras escribía una carta relacionada con Asoman/e. Su ayudante actual, Carmen Ada Suárez ha estado con Nilita durante los últimos diez años. Nilita les dedica el último número de Sin Nombre, que contiene la historia de la publicación en testimonios de sus colaboradores. Hace unos años, el significado de Asomante/Sin Nombre se hizo patente a Nilita. Entendió que había creado una institución, una "obra" de gran importancia para su país. Esa conclusión, sin embargo, surgió acompañada de una tristeza inefable. "Sólo lamento", dice en un tono acorde con la gravedad de la revelación, "que moriré sin ver independiente a Puerto Rico. Puerto Rico está tan colonizado que ni se da cuenta de cuán colonizado está". Nilita atribuye su sentido de libertad y de la justicia que implica la libertad, a su compromiso, desde la infancia, con el mundo de los libros. De niña, dice, ya establecía una distinción entre la ley y la justicia. "La ley", alega con pasión, "debe aspirar a la justicia". Y así ha vivido, por el libro. (traducción de M. A.)


La reacción de Ponce a la Ocupación AlDericana: 1898 PoR ANNIE SANTIAGO DE CURET

EXPECTATIVAS

E

LJUBILO CON QUE LA CIUDAD DE PoNCE RECI-

bió la llegada y ocupación del ejército americano en el conflicto anglo-español de 1898 es reconocido por todos. El hecho fue informado por escritores y reporteros, tanto por los locales como por los que acompañaban al ejército. Los americanos tratan de explicar.;e estas manifestaciones y ofrecen sus opiniones. Trumbull White dice, un poco socarronamente, que después de la partida de la pequeña guarnición española de la ciudad y a juzgar por el entusiasmo y la alegría reinante, no quedaba en la ciudad ni un solo simpatizante de los españoles. I No fue necesaria demasiada agudeza para descubrir la presencia de elementos no españoles en la población de Ponce y recoger su reacción. Los mismos, si no impelidos a demostrar su júbilo, por lo menos quisieron hacer patente su neutralidad en el asunto. Dice R.H. Davis: Ponce itself held more foreign fiags than we have ever seen. judging from their number one would have thought that the population wascompased entirely of English, Germans, French, Swiss and members of the Red Cross Society. One very handsome house belonging to a rabid Spaniard, who apparently had a surfeit of spare bedrooms, there were so many Oags as there are powers forming the european concert. He was taking no

chances. 2

l. Trumbull While, OUT Xtu: Posmions, B05IOn,J.0. Adams & CO., c. 1898, p. 321.

2. Richard H. Davis, ThL Cubatl and Porlo Ricatl Campaigns. New York, Charles Scribner'5 Sons, 1898, p. 521.

Albert Garner Robinson, corresponsal del Evening Post de New York, quien acompañaba a uno de los primeros destacamentos de la armada que desembarcaron en la playa de Ponce, nos informa también sobre la cordial bienvenida. A este señor le llama panicularmente la atención la forma en que los comerciantes más avisados tratan de sacar provecho de la situación. Cree que la reacción se debe a que esperaban que los americanos... "in the coming days would lay aside the sword, and wield in its place, the horn of plenty". 3 La reacción jubilosa y esperanzada, sin embargo, no se circunscribió a la ciudad de Ponce, fue una reacción más o menos general. Sobre todo, entre la clase adinerada y entre los políticos de pensamiento liberal de varios matices. Desde antes de que se desatara el conflicto abierto, había en la isla un gran sector entre los políticos, panidarios de la anexión de Puerto Rico a los Estados Unidos. Según el capitán Rivera, encabezaban este grupo " ... Lugo Viña, Fajardo, Palmer, Amy, y el Dr. Francisco Besosa... y algunas docenas más de médicos e ingenieros que habían cursado sus estudios en univer.;idades ameri· canas". 4 Todos ellos, anexionistas y fervientes admiradores de los Estados Unidos. Es por esta razón que en los albores del confrontamiento, el Dr. Henna, cónsul de los Estados U nidos en Puerto Rico, se adelanta a solicitar del gobierno americano que se extienda a Puerto Rico la contienda prometiéndoles

3. Alberl Garner Robinson, Tht Porlo Rico of To-Da)', New York, 1898, p. 29. 4. Angel Rivera, CTrinicflS dt la Gutrra Hi'spatloamtricatla t1I Pumo Rico, Puerto Rico, Editorial Edil, 1972. p. 17.

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que contarían con la cooperación del pueblo puertorriqueño. 5 Aún los grupos separatistas, concentrados en el área suroeste de la isla, interpretaron la llegada del ejército americano como favorable a su causa. Fueron muchos los que en grupos o individualmente se unieron a la marcha del ejército invasor. 6 Las expectativas de que la ocupación americana traería un mejoramiento radical en todos los aspectos, era compartida también por los americanos. Estaban convencidos de que eran portadores designados de la libertad y la democracia... un poco ciegos tal vez, ante la realidad que cancelaba estas pretensiones. R.H. Davis hace un recuento de cómo un abanderado franco-español que acompañaba al general Miles en el momento del desembarco en la playa de Ponce, se dirigió a los que allí estaban. Dice Davis: From the bow ofour boat our selferected orator assured them that the coming of General Miles brought them, liberty, fraternity, peace, happiness and weahh. He promised them no taxes, freedom of speech, thought, concience, "three acres and a cow", plurality of wives, "one man one vote" and to every citizen a political office and a pension for life. After that speech it is small wonder that the Americans were popular in Puerto Rico. 7

En términos no tan exagerados, pero igualmente llenos de esperanzas y buenos deseos fue que el general Miles se dirigió al pueblo de Ponce en su famosa proclama del 28 de julio de 1898. Allí hizo constar Miles, una diferencia; distinguió entre el régimen español -contra quien era la guerra- y el pueblo de Puerto Rico. No hemos venido a hacer la guerra contra el pueblo de un país que ha estado durante algunos siglos oprimido, sino, por el contrario, a traeros protección, no solamente a vosotros sino también a vuestra propiedad, promoviendo nuestra prosperidad y derramando sobre vosotros las garantías y ben~ficios de las instituciones liberales de nuestro gobierno. 8

Con estas palabras, convirtió Miles el criollismo, por un acto de gracia, en un maravilloso estandarte que unía a todos los puertorriqueños. El modo pacífico en que se desarrolló la invasión, no hay duda que tiene que haber influido grandemente en la opinión pública también. El desembarco

por Guánica del 25 de julio de 1898, fue sorpresivo para todos. Si hemos de creer al capitán Rivera, el plan de desembarco por el sur fue adoptado por Miles " ...bajo su exclusiva responsabilidad, haciendo uso de los poderes dist:recionales de que estaba investido".~ En opinión de Rivera, desde el punto de vista militar, e independientemente de su feliz resultado, no fue la más sabia decisión. Al aventurarse a descifrar las razones de la misma, dice Rivera: Tal vez una sola, pero en extremo poderosa. El Comandante General del Ejército Americano proclamó y llevó a cabo una guerra culta, nada intensa, y durante la cual evitó en lo posible, toda innecesaria efusión de sangre, obedeciendo a su criterio firme de que no hubo justa causa para que los Estados U nidos declarasen la guerra a España. 10

Esta apreciación está en consonancia con las declaraciones y todo el proceder del general Miles en Ponce durante los primeros días de la ocupación. Cuando poco a poco se fue haciendo manifiesto que esta postura de Miles, no necesariamente representaba la política oficial, entonces, llegó la hora de la desilusión. Pero, curiosamente, como las expectativas de los puertorriqueños estaban basadas en espejismos distintos, esa hora no llegaría a todos por igual.

ANTECEDENTES La comunidad ponceña tenía motivos muy suyos para darle la bienvenida a los americanos. Cada uno de los comentarios recogidos al principio de este trabajo apuntan hacia esas particularidades. Por ejemplo, Trumbull White dice que aparentemente no quedaban simpatizantes de los españoles en la ciudad después de la partida de la pequeña guarnición. Creo que nunca los hubo en cantidades considerables. San Juan, por ser centro del gobierno, era muy parecida a cualquier ciudad de la región sur-central de España; incluyendo sus habitantes. Pero Ponce se había formado como pueblo con considerable independencia de San Juan en todos sus aspectos. El pueblo surgió de un vecindario establecido al sur del río J acagua, en un territorio que pertenecía originalmente al partido de San Germán. 11 Las dificultades en la comunicación terrestre entre esta comunidad y

5. Angel Rivero, CrtÍnicas.... p. 18. 6. ¡bid.• p. 427. 7. Richard H. Davis, Thf Cuban and Porlo Rican Campaigns, p. 320. 8. Angel Rivera. op. cil.• p. 232.

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9. [bid., p. 459. 10. Rivera, opus cit., p. 259. 11. Eduardo Neumann Gandía, VfTdadaay aulintica historia dt la Ciudad tk Ponu, San Juan, Ed. Burillo, 1913, p. 15.


Tropas españolas escuchando un Te Deum (Guerra Hispanoamericana, Ponu, 1898 Falo: Archivo General de Puerlo Rico).

la capital, contribuyeron al distanciamiento. Todavía, entrado ya el siglo XIX, dice Albert Lee, al describir al Ponce de la década del 70: The trip from Ponce to SanJuan, as well as the retum, were necessarily made by sea. Traveling overland was out of the question, consisting of a ride of twenty-four hours over terrible trails. 12

Además de las dificultades en la comunicación, el elemento pobladonal se encargó de hacer mayores la diferencias. Cuando R.H. Davis dice que encontró en Ponce una concentración de banderas nunca vista, es posible que fuera defecto de Davis el no haber ido nunca a un lugar con una población tan internacional. A lo largo de su desarrollo y posiblemente estimulados por el contrabando, se habían establecido en el área de Ponce, cantidades de pobladores no españo-

12. Albert E. Lee, AnIslandGrows, PutTloRico 1873-1942, San Juan, Pub. by Albert E. Lee & Sons, 1963, p. 12.

les. No es en vano que el río que atraviesa la ciudad se llama el Portugués, en referencia a uno de los primeros pobladores del área. Desde los últimos años del siglo XVIII y la primera parte del XIX los conflictos en la Española, la Cédula de Gracias y las guerras de liberación en el continente, se propició el establecimiento de extranjeros en Ponce. Muchas de estas familias extranjeras ocuparon un lugar destacado en la sociedad ponceña; especialmente ingleses, franceses y corsos. La influencia de estos grupos con prominencia, le dieron al pueblo un carácter particular y cierta independencia cultural de San Juan. 13 En Ponce, se estableció la única Iglesia Protestante en los dominios españoles. Fue abierta en 1874, con permiso obtenido durante la época de la República, a petición de los ingleses radicados allí. Los gobiernos siguientes decidieron no intervenir con ella. 14 Había también, un colegio dedicado a la enseñanza en

13. Albert E. Lec, ..In ¡sland Grows.... pp. 11, 13. 14. ¡bid.. p. 16.

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inglés y varios maestros particulares de inglés y francés. Albert Lee nos dice de una de sus tías: Her husband died a monlh after the wedding and she showed her independence by staning a school for giris which was later to become the principal reason why so many ponceños spoke English when the American troops arrived in the city during the Spanish-American War. IS La naturaleza del intercambio comercial del área fue también un factor moldeador de sus peculiaridades. Los primeros vecinos eran pescadores, ganaderos y agricultores los más. Desde muy temprano el contrabando les proveyó de un necesario y fructífero intercambio comercial con las islas no españolas cercanas. No tardaron en reaccionar desde San Juan. En 1678, el gobernador Juan López Lorenzana, quiso declarar pueblo, al conglomerado de vecinos. Los vecinos se opusieron. Esto implicaba el establecimiento de una Capitanía de Guerra para perseguir el contrabando. No fue hasta los últimos años de ese siglo que admitieron la primera autoridad civil. Sin embargo, no parece haber sido esto mucho impedimento para el comercio clandestino. En 1758, el 16 de diciembre, la autoridad logró apresaren las inmediaciones de Ponce, dos balandros, uno danés y otro inglés, acusados de contrabandear. Según las crónicas, Santomas era el cuartel general del comercio clandestino de Puerto Rico. 16 Como vemos, la presencia y eficiencia de la autoridad civil, representante del gobierno español, no añadía nada a la vida de estos vecinos; más bien constituía una rémora. Cuando en 1765 se liberalizó un poco la política económica de España, habilitándose allí nueve puertos para el comercio con América, Ponce no pudo "beneficiarse" porque San Juan era el único puerto autorizado para el comercio ultramarino. Dice don Eduardo Neumann que para esa época. ...los ribeños del Ponugués vivían contentos ysatisfechos negociando con extranjeros cuyo comercio clandestino montaba a más de S100, 000 anuales . . mIentras el del puerto de esta capital apenas llegaba a SI 0,000.17 No fue hasta 1804 que se habilitaron aduanas en Ponce y Cabo Rojo, 18 más bien para regularizar una situación de hecho a beneficio del gobierno. La prosperidad de Ponce, creada por una agri-

15. /bid, p. 9. 16. Neumann, op. tÍl., pp. 10, 11, 17. 17. Ibid., p. 6. 18. lbid., p. 20.

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cultura diversificada de caña, café, ganado y fruto de todas clases, más el comercio ya descrito, era ya aparente para 1815 cuando fue declarado cabecera departa~ental.19 Alrededor de 1830 cobró gran auge el cultIVO .de la caña y para 1843, se construyó el primer trapIche de vaporen la hacienda de A. B. Archeval. 20 Neumann dice que para 1844, la mayoría de las grandes haciendas tenían ya sus molinos de vapor. 21 Pero, en los últimos años del siglo las cosas no iban tan bien para Ponce, ni para nadie. Es cierto, que a partir de 1870 el café tuvo su mom~nto y el precio llegó a subir hasta S36 el quintal. Sm embargo, se inicia la decadencia del azúcar cuyo mercado principal eran los Estados U nidos. A los ruinosos precios se suma una gran sequía en 1872. 22 En los años que van de 1871 a 1876 las ' grandes haCIendas de caña se redujeron de 60 a 47. Enjulio de 1889lJegó a venderse el quintal de azúcar centrifugada de 96 grados a S8.06, precio que había alcanzado en 1856, antes de la decadencia. Era de vital importancia que mejoraran las condiciones de nuestros productos y sobre todo el azúcar -en el mercado americano. Por lo tanto, la anexión se veía como el camino más expedito. Al repudiarse el tratado comercial entre España y Estados U nidos, en 1894, la industria del azúcar no pudo beneficiarse. Don Lidio Cruz Monc1ova cita al director del periódico Ellmperialisla, quién se expresa sobre este punto;

.

...el azúcar ha de satisfacer hoy mayores derechos arancelarios en los Estados Unidos, su mercado natural y único, y ...este aumento de derechos hará mermar el precio en perjuicio del productor y el bracero. 23

Se cumplieron sus palabras, pues dice Neumann que a partir de esa fecha, :.. bajo ~l precio del azúcar, por cuya causa llegó su mdustna al abándono y penuria en que estaba cuándo ocurrió la guerra y la anexión de Puerto Rico a la Unión Americana. 24 Los productos agrícolas parecen haber estado en merma para estos últimos años del siglo, a consecuen-

19. Ibid., p. 40. 20. lbid., p. 60. 21. Ibid., p. 79. 22. Ibid., p. 80. 23: Lidio Cruz Monclova, HiJloria dt PutTto Rico, Siglo XIX, Rio PIedras, Editorial Univc~itaria, 1970, Tomo 111, Segunda Parle, p. 273. 24. Neumann, op. cil., p. 80.


cia de otra sequía que sufría la isla desde hacía algunos meses. 25 A pesar de esta desconsoladora situación, el precio adquirido por el café, propició una extensa circulación monetaria en Ponce y ayudó a mantener la prosperidad del pueblo. Esto queda confirmado por el establecimiento en 1892 de una línea ferroviaria por el litoral entre Ponce y San J uan 26 y por la fundación en 1895 del Banco Crédito y Ahorro Ponceño, el tercer banco en la isla y el primero que se esablece fuera de San Juan. De igual modo, encontramos razones quejustifican la reacción de los comerciantes ponceños. Como ya hemos dicho las relaciones comerciales de Ponce con España nunca fueron estrechas, por decir lo menos. El contrabando -con o sin aduanas- seguía canalizando la afluencia a Ponce de mercancías de todas partes del mundo. Albert Garner Robinson, señala que las tiendas allí estaban bien provistas, pero que España no estaba suficientemente representada a pesar de las tarifas favorables. 27 Las transacciones comerciales internacionales estaban concentradas en un alto porciento en manos de extranjeros. Frederik Ober designa a Ponce como la ciudad con la mayor concentración de franceses, la

mayoría de los cuales se dedicaban al comercio como detallistas y mayoristas. Informa también, que había una gran cantidad de alemanes en negocios financieros y en la importación y exportación. 28 La colonia portuguesa, de considerable importancia, le debe haber pasado inadvertida. La imposición del más alto arancel a las importaciones de los Estados Unidos, a consecuencia de la ruptura del tratado que ya mencionamos, encareció terriblemente algunos renglones de primera necesidad, entre ellos la harina. A pesar de que en algunos círculos se reconocía el peligro de la voracidad comercial de los Estados U nidos, no podía descartarse la ventaja que representaba para Puerto Rico un comercio más estrecho con esas tierras.

LA lNVAS/ON' ACC/ON r REACC/ON Es a tenor con la realidad aquí descrita que podemos comprender los sucesos inmediatos a la entrada de las fuerzas militares americanas a Ponce en 1898. En la rendición de la ciudad tuvieron destacada participación los cónsules de Inglaterra, Estados Unidos, Alemania y Holanda. Esta se llevó a cabo, como informan todos los cronistas, sin disparar un solo tiro. Por ello estaremos especialmente agradeci-

25. Fc:lix Pubil, La AdminislrCl€irín Municipal de Ponu, 1882· 1900, Ponce, Tip. José Picó Malos, 1900, p. 79. 26. Neumann, op. cil., p. 115.

27. A.G. Robinson, op. cil., p. 43.

28. Frederik A. Ober, Purrlo Rico and l/S Rt.!ourcrs, New York, Appelton & Cc., 1899, p. 269.

La flola tsladounidmst anclada en la playa de Ponce. (Guerra Hispanoamericana, 1898). Folo: Archivo Gentral de Puerto Rico.

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dos al vicecónsul inglés y representante comercial de los Estados Unidos en Ponce, don Fernando Toro. EI27 dejulio de 1898 por la tarde, atracaron en el puerto de Ponce algunos barcos de la flota americana y enviaron un emisario solicitando la rendición del puerto yel pueblo. Según palabras de don Fernando Toro, el Gobernador Militar de la plaza, el general San Martín, contestó que no podía parlamentar sin autorización del Gobernador General de Sanjuan, y el emisario entonces solicitó ver al vicecónsul inglés. Fue don Fernando Toro, según nos informa él mismo, quien siguiendo recomendaciones del general San Martín e interpretando un telegrama del general Macias, ...convino la capitulación de la plaza con las siguientes condiciones~ l. Se pennitiria retirarse a toda la guarnición. 2. EJ Gobierno Municipal de Ponce continuará sus funciones. Los bomberos y la policía municipal (sin annas) mantendrán el orden hasta que desembarquen las fuerzas de ocupación. 3. El capitán del puerto, único olicial español presente en la playa, no será considerado prisionero. 29 Este convenio fue firmado por el comandante Davis y por don Fernando M. Toro en su calidad de vicecónsul de Inglaterra y encargado de los negocios de los Estados Unidos, y además en representación del comandante militar de Ponce. 30 Parece raro que el general San Martín hubiera delegado una autoridad que momentos antes había admitido no poseer. El Capitán General Macías destituyó al general San Martín pero confirmó lo pactado, y empezó la fiesta... In anticipation of the fruit which this tropical tree, now shaken by northem blasl, is likely to yield, American investors followed swiftly after American soldiers, and it is estimated by one on the ground that at leasl three hundred of this class were in the province of Ponee aJone before lhe details of the evacuation had been completed. 31 Al desembarco y ocupación de las tropas americanas en Ponce, cabe el honor de unir en una misma esperanza a un grupo a todas luces disímil. Sin importar a qué lado del conflicto se encontraban, ya fuese entre los ocupantes, los neutrales o los ocupados; independientemente de que fueran inversionis-

29. A. Lee, op. cil., pp. 227-228. 30. A. Rivero, op. ciJ., pp. 227-228. 31. F. Obc:r,

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op.

cil.• p. 237.

tas, vendedores, comerciantes, mayoristas, buscones o importadores, todos quedaron unidos por la dorada esperanza de las ganancias venideras. Veamos otros aspectos. Dice Trumbull White: The policy of general Miles, not to interfere wilh the local institutions of Porto Rico was most popular, and the people, who at first feared sudden innovations, were delighted... All that was required was the oath of allegíance and Porto Rico might go about his business as usual. 32 Miles no aceptó la renuncia del Alcalde don U lpiano Colom, indicándole que "las cosas continuarían bajo las mismas leyes hasta nueva resolución" .33 El primero de agosto de 1898, el Ayuntamiento redactó un acta consignando allí el hecho de que la bandera americana, ...flote gloriosa en todos los ámbitos de esta hermosa isla, porque ella es sin duda alguna nuncio bendito de una nueva era de paz, bienestar y prosperidad, y fuente garantía del derecho de todos los ciudadanos y extranjeros que le tributen el respeto que merece. 34 Esta convicción de la justicia del gobierno venidero estaba concebida no sólo sobre el halo que acompañaba a los americanos como campeones de la democracia y la libertad, sino sobre algo más concreto como lo fue la proclama de Miles que había circulado unos días antes. Algunos concejales que manifestaron ser ciudadanos españoles, firmaron el acta, pero solamente aceptando la nueva situación; otros renunciaron a sus cargos. 35 Los restantes jubilantes miembros de la asamblea municipal, eran criollos y pertenecían en su mayoría a la pequeña burguesía o al comercio de Ponce. 36 El factor determinante en su reacción parece haber sido su afiliación política. La prensa de la época los designa a casi todos como de tendencia liberal. Creyeron honradamente que a los americanos los acompañarían sus instituciones, ...y la libertad, y la democracia a donde quiera que fueran, aunque fueran a invadir. A tono con esta concepción están las ejecutorias del primer Ayuntamiento que funcionó bajo el nuevo

32. T. Whice, op. cil., p. 333. 33. F. Pu bil, op. cil., p. 86. 34. E. Neumann, op. cit., p. 52. 35. F. Pubil, op. cil., p. 88. 36. M. Mayoral Barnés, Ponuy su hislorial gto-polilicoycullural, Ponce, 1946, p. 130; La Democracia, 8 dejunio de 1897,17 de junio de 1897; Justo Fray, Cromos Ponuños, Ponce, Imp. La Libc:nad, 1896, pp. 50, 104.


régimen. El30 de agosto de 1898, fueron nombrados los nuevos concejales. Estos consideraron autónomo al Ayuntamiento y procedieron a crear comisiones para atender los distintos asuntos, pero con poderes ejecutivos y no informativos como habia sido hasta entonces. Un solo concejal, Luis Gautier, se opuso a este proceder según Felix Pubil. 37 El día 3 de octubre aprobó el Ayuntamiento un proyecto de autonomía municipal para ser sometido al general Guy de Henry, encargado del área de Ponce en ese momento. Según Pubil, el General dió su aprobación a unas bases aUlonómicas locales3 8 que echaban por tierra la Ley Municipal y demás disposiciones vigentes. 39 Fundándose en las buenas intenciones de los generales Miles y Henry, yen las esperanzas de libertad de los concejales, se constituyó el Ayuntamiento de Ponce, en Cantón. No duró mucho esta libertad regalada. El 18 de octubre, el general Brooke, Gobernador Militar de la isla, publicó un decreto sobre el modo de funcionar el gobierno que amenazaba la autonomía del Ayuntamiento de Ponce. Una comisión se desplazó a la capital para plantear el asunto. El 7 de noviembre informó el alcalde al Concejo municipal la decisión de Brooke, en el sentido de " ...que no estaba conforme con las atribuciones autonómicas conferidas al Ayuntamiento de Ponce".40 Dice Pubil que los concejales " ... renegaron hasta de los'americanos".41 Naturalmente la prensa reacciona ante la situación. Escribe don Eduardo Neumann: Las esperanzas concebidas por el primer ayuntamiento de Ponce que funcionó después de la invasión, han quedado defraudadas, y se equivocó de medio a medio el Alcalde Don Ulpiano Colom al decir "que la nueva era seria fuerte garantía del derecho de todos los ciudadanos". 42 El periódico La Nueva Era, se solidarizó con la acción tomada por el Municipio. 43 La Democracia, por su parte, critica la Asamblea por haberse tomado la iniciativa en establecer los cambios, pero mantiene la esperanza en que la nueva soberanía será "más amplia y democrática". H El Concejo pide al Gobernador una reconsideración o de lo contrario, que aceptara las renuncias del

37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44.

op. cit., p. 89. En bastardillas en el texto. F. Pubil, op. cit., p. 89. F. Pubil,

¡bid., p. 91. ¡bid. E. Neumann, op. cit., p. 54. La DnnocTacia, 8 de noviembre de 1898. ¡bid., 4 de noviembre de 1898.

Alcalde y trece concejales. El Alcalde Colom renun· cia. Fundándose el Ayuntamiento en las atribuciones que se negaba a desechar, nombra al Sr. Luis Eche· varría como nuevo alcalde. El periódico La Democracia vuelve y reitera que los concejales no tienen autoridad para estO. 45 Si tenía o no tenia autoridad el Ayuntamiento de Ponce se resuelve fácilmente. Tres días después de haber renunciado Colom, el general Brooke designa al Sr. Luis Porrata Doria como Alcalde de Ponce. Inmediatamente acepta la renuncia de los concejales y nombra los suplentes. La libertad no duró, pero las ilusiones si. El periódico La Democracia, en la sección de "Cartas Cortas" del 19 de noviembre de 1898 denuncia los ataques desatados contra el general Brooke. Los descontentos aducían que la situación era peor que en la época de Sanz y Marin. Es la opinión del periodista, que esas protestas surgían de ambiciones tronchadas y de "perpetuos protestantes". Félix Pubil cita en su libro una moción presentada por Eduardo Torres, concejal del Ayuntamiento de Ponce, el 29 de marzo de 1899. La reproduzco aquí como nota final de este trabajo. El Concejal que suscribe, ha notado con gran pena que el Gobierno lejos de iniciar a este desgra-

ciado pueblo en las prácticas de la libertad, cuya piedra angular es la Autonomía Municipal, está cada día que pasa mermando sus facultades y centralizándolas, hasta tal punto que hemos llegado hoy al extremo de que los Ayuntamientos están a merced del Gobierno Central quien aplicando, ora la Ley Municipal española, ora las órdenes generales, destruye así las iniciativas de los Municipios, los cuales no saben a qué atenerse. Triste cosa es, señores, que los hijos de este pueblo a medida que suben las gradas del poder, pierden la cabeza, pierden la noción de lajusticia yse van alejando del pueblo donde emanan, aristocratizándose más y más. Ayer un Ministro de Gobernación aconsejó se rechazara el plan autonómico del Municipio de Ponce, aceptado y promulgado por el que era gobernante de la parte Sur, ocupada por los americanos, el General Guy V. Henry, so pretexto de que los Concejales no eran la representación genuina del pueblo. Hoy se vé la tendencia del Gobierno, del cual forma parte principal otro ilustre hijo de Puerto Rico, a pesar de ser los Magistrados Municipales representantes genuinos de la voluntad popular y de cuyos actos deben ser responsables ante la conciencia del pueblo, a centralizarlo todo, de tal manera, que la centralización en tiempo de la soberanía española, de que tanto nos quejábamos y la que generó el fracaso de sus armas en esta isla, resulta muy aceptable. Es extraño que

45. ¡bid., 8 de noviembre: de 1898.

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lOmando en la actualidad esta isla parte integrante de un pueblo cuya soberanía está en la cima y en la raíz de sus instituciones y cuyos Municipios son verdaderas repúblicas, el Gobierno de este mismo pueblo nos escatime nuestro derecho natural y trate de convertirnos en parias o ilotas, pues todo gobierno que marcha a la centralización, trata de matar los derechos individuales, cuya base es la dignidad personal, y por consiguiente trata de destruír la libertad que no puede existir sin la descentralización, base fundamental de la autonomía de los Municipios. Como en estos momentos, señores, se está discutiendo el BiIl del Gobierno que se debe implantar aquí es oportuno acudir al Gobernador Generala al mismo Congreso para que nos conceda lo que por derecho natural nos corresponde, pues de lo contrario quedaremos sumidos en el marasmo y se nos considerará indignos de cualquier medida beneficiosa a los pueblos libres. Por tanto, suplico al Concejo se sirva apoyar esta proposición y acordar se eleve ante los poderes públicos para que se nos otorgue lo que de derecho y justicia nos pertenece... 46

PuBIL, Félix

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Xelson A. Miles. Foto: Archivo General de Puerto Rico.


Transculturación y esclavitud negra en la obra del Padre Pelleprat PoR MANUEL CARDENAS RUlZ

bestias de carga, su condición de esclavos les es altamente dolorosa- "stnsible" en el dtcir del autor-, apreciaci6n que muestra m Ptlleprat un .,!rado dt a.,!udezaY honradez qUt dificilmmle podemos apreciar en olros cronistas para quitnes los escial'Os no sienten ni padectn sitmpre qUt St les alimente. El resultado de la labor misionaa -y no podría ur de otro modo- se ve afeclado porel probltma gmtracional,ya qUt como indica el autor los hombresy mujeres vtnidos de Africa "no sitmpre St bent}ician", pero sus hjjos "criados tn la l'erdadera fe, son bumos J' feruimles crislianos", r serán estos nUtl'OS cristianos quimts dtsde muy temprano comtrlZarán a moslrar atisbos de una conciencia antillana lal como Jt apunta tn la ma.f!.nifica anécdota de la Fiesta de Rryts que se incluye más abajo. La traducción qUt sigue a conlinuacirín st ha ~fectuado sobrt ti ttxto de la primaa tdicíún de la obra dt Pelleprat -1655-, y correspondt al capítulo VI de la misma. pá.f!.s. 50 a 66.

El Padrt Pitrrt Ptlltprat dt la Compañía de Jesús es el autor dt la Relation des Missions des PP de la

Compagnie de Jesus Dans les Isles et dans la terre ferme de l' Amerique Meridionale, publicada en París tn 1655 por Sebastián} Gabriel Cramois}. Nacido en Burdeos en 1609, Pelleprat t';aj6 a Amirica m los primtros añas dt la dicada dt 1650 lisitando las Anti/las franusas} el Continmtt Mtridional. Enfermo, vuelvt a Francia en 1655 simdo entonces que redacta su obra, retomando a Amirica ese mismo año dondt ptrmanece once añas murimdo m Puebla, "'fixico, en 1667. Su Relation, tal como indicásemos tn estas páginas liempo atrás, no tiene gran ttalor histórico aunqut sí antropo16gico. La preocupaci6n de Pelleprat fue siempre su ministerio, } lo que ti! aqutlla nos prestnta tS su labor misionera con los can'bes} negros establecidos en las Antillas francesas. El texto que se acompaña en es/a ocasi6n se rt}iere a los esciot'Os negros - "los tesoros de las Islas" según Pelleprat- en quienes ¿'emos el inicio del proceso de transculturación a que son sometidos tan pronto llegan a Amirica. Para estos hombres y mujeres traidos de Africa, lmgua J' religión -íntimammte l(~adas-son la puerta de tntrada a un nuet'O orden cultural CU)'O ámbito social es la hacimda y cuyo fundamento material es el trabajo escial'O. En liMas gmerales, el catolicismo franeis -e igualmente el español- auptará sin ma)'Ofts problemas el dualismo por el cual el hombre ntgro es "libre" desdt tI ángulo espin'tual y tsc/al'O desde la perspectiM hist6rica y social. Para el titmpo en que Pelleprat esturo en las Islas el número de esc/al'Os negros ascimtie a doce o treu mil, cifra importante si consideramos que en 1635 ti número de ellos ascendía a 500 0600, st.!!ún indica el Padre Du TerlTe.· La raz6n de tal mcimimto es el inicio de la producci6n cañera que txige brazos m gran cantidad, y es así que cada año /legan na¿'íos cargados de eSc/at'Os a las Antillas francesas, "mercancía que no cuesta mucho en su país" y que en las /slas llega a ttrler un ¿talar dt "dos mI/libras de petum (tabaco) o de cien escudos en dinero". usados como -Du TeTtre, P. Jean Baptiste, Hisloiu Gmtra¡, dt~ Anlill,J !Iabi-

ltés par ¡tS Franfais, París. }aUy, 1667·71, T.I, pág, 61.

CAPITULO VI DE LA INSTR CCID.N DE LOS NEGROS LOS SALVAJES ESCLAVOS

L

r

DE

OS FRANCESES NO SE SIRVEN NI DE BUEYES NI

de caballos en el cultivo de sus tierras, sino únicamente de esclavos que les llegan de Africa, o de las costa~ de América las más alejadas de las Islas. Estos que se traen de Africa son negros como moros y por esta razón se les llama negros; los otros son de color oliváceo, como todos los salvajes de la zona tórrida. Las guerras continuas que se hacen los reyes y los señores de los negros son la principal causa de la esclavitud de tantas pel1ionas, ya que el vencedor vend,. como esclavos a los prisioneros de guerra que hace sobre su enemi,go y rapta para el mismo fin a las mujeres y los niños que él encuentra en los lugares y

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en los villorios que él fuerza; por otro lado, los señores tienen derecho, por las leyes del país, de hacer esclavos a sus súbditos cuando bien les parece, principalmente cuando éstos han delinquido. Los padres y las madres tienen el mismo poder sobre sus hijos y, frecuentemente, se sirven de ello o para descargar su familia, o para castigar su desobediencia. Ocurre algunas veces que los reyes venden a sus propias esposas, quienes en su cautiverio conservan siempre alguna marca de su primera dignidad; ellas mantienen tanto imperio sobre los esclavos de su nación que si estando cargadas con cualquier fardo encuentran a uno de aquellos en su camino, lo descargan sobre él y le obligan a llevarlo. Todos los esclavos que han sido sú bditos de sus maridos las respetan mucho, y su obediencia es tan puntual como si ellas fueran todavía sus reinas. iTanta es la veneración de estos pueblos por la Realeza ¡Si por azar una de ellas se encuentra bajo un mismo amo con esclavos que hayan sido sus súbditos, estos le hacen frecuentemente todo el trabajo que le ha sido ordenado, o acaban el que ha comenzado, mientras ella los mira y descansa. Estos pretendidos vasallos tienen tanto cuidado de sus reinas que ellos contribuyen con todo lo que pueden a su alimentación y mantenimiento, yendo a pescar o cazar los domingos y días de fiesta, e incluso a robar lo que ellos encuentran de mejor y de más delicado para traérselo. Los negros que se transportan a las Islas son de diversas naciones de Africa, de Angola, de Cabo Verde, de la Guinea, de Senegal y de algunas otras tierras vecinas del mar. Se cuentan en las Islas hasta trece naciones de estos infieles que hablan todas diferentes lenguas, sin comprender en ellos a los salvajes esclavos que son también de diversas naciones. Sería un trabajo infinito emprender su instrucción en la lengua que le es natural; habría que tener el don de lenguas para tener éxito en ello. Es por lo que nosotros esperamos a que ellos ha yan aprendido el francés para instruirlos, lo que hacen lo antes que pueden para hacerse entender de sus amos de los cuales ellos dependen para todas sus necesidades. Nosotros sin embargo, nos acomodamos a su manera de hablar que ordinariamente es por el infinitivo del verbo como, por ejemplo, yo rezar a Dios, yo ir a la iglesia, yo no comer, para decir, yo he rezado a Dios, yo vaya la Iglesia, yo no he comido. Y añadiendo una palabra que indica el tiempo futuro, o el pasado, ellos dicen mañana yo comer, ayer yo rezar a Dios, yeso significa, Yo comeré mañana, ayer yo recé a Dios, y así todo lo demás. Se les hace comprender por esta manera de hablar todo lo que se les enseña. Y es el método que nosotros observamos al comienzo de su instrucción. Alguno me dirá quizás que esta práctica es más 18

fácil para nosotros que ventajosa para estos pobres infieles, ya que la muerte no se compromete a esperar a que ellos hayan aprendido francés, y si ella les sorprende antes de su Bautismo esto iría en contra de su salvación. A esto le respondo que en la necesidad nosotros nos servimos de negros que entienden el francés para egseñar a éstos de su nación los puntos de nuestra creencia, lo que no se hace sin gran dificultad, puesto que la mayor parte de estos que se instruyen no comprenden más que a mitad las cosas de las que se les habla, y nuestros intérpretes no encuentran frecuentemente palabras en sus lenguas que expresen lo que se les dice, hay que hacer algunas veces muchos gestos y decir cien palabras para hacer comprender una; pero se hace lo que se puede y Dios hace el resto. El número de los esclavos que hay en las Islas es grande; en el presente asciende bien a doce o trece mil. Es una mercancía que no cuesta mucho en su país, pues un padre allí venderá algunas veces a uno de sus hijos por seis o siete hachas o por algunas otras herramientas parecidas o pequeña mercería de escaso valor. Los mercaderes traen de ellos varios navíos cargados todos los años; de ellos llegaron tres el año pasado a la Martinica que pusieron en tierra a seiscientos o setecientos; cuando salen de los barcos, estando casi desnudos, dan horror y compasión; se diría al verlos que son diablos que salen ~ los infiernos; sin embargo estas son almas rescatadas por la sangre del Hijo de Dios y constituyen los tesoros de las Islas; un hombre pasa por acomodado en este país cuando tiene de veinticinco a treinta esclavos. El Sr. General de Poincyl tiene por su parte seiscientos o setecientos de ellos. El precio ordinario de un buen esclavo es de dos mil libras de petum (tabaco) o de cien escudos en dinero; el de las mujeres y de los niños es mucho menor. Los negros de Angola son ordinariamente mas estimada; que estos de los otros países. Confieso que la condi· ción de los esclavos es extremadamente ruda, y le es infinitamente sensible a estas pobres gentes el verse vendidas -frecuentemente por sus padres y por sus señores- a extranjeros que los transportan donde bien les parece y quienes los dejan en países donde se les utiliza como a bestias de carga. Pero todas estas desgracias les son ocasión de una felicidad inestimable, ya que en su esclavitud ellos disfrutan de la libertad de hijos de Dios. U n joven negro nos decía una vez a este propósito en la isla de la Martinica, que él prefería su cautiverio a la libertad que habría tenido en su país, porque si hubiese permanecido

1. de Poincy, Philippe de Longvilliers, Gobernador General de las Islas Francesas desde 1639 hasta su muerte en 1660.


libre él sería esclavo de Satán, mientras que siendo esclavo de los franceses había sido hecho hijo de Dios. No todos son tan espirituales ni tan clarividentes. Ordinariamente los negros no tienen mucha agudeza y son muy torpes, lo que es causa de que se tenga que tener mucha paciencia y mucho trabajo para enseñarles alguna cosa; además de estas desventajas son hediondos como carroña y tan espantosos y tan malhechos que causa horror; pero no hay nada que la caridad de Jesucristo no convierta en grato. ¿Qué no se soportaría de buen grado por personas por las cuales nuestro Señor ha derramado su sangre? Yo no sé si mis ojos estaban encantados, pero yo los encontraba comúnmente bien hechos y agradables después de su Bautismo. Nosotros les conferimos este Sacramento cuatro veces al año, en los sábados de las cuatro témporas, con todas las solemnidades ordenadas por la Iglesia. Los franceses tienen por costumbre asistir a ello para hacer la cercmonia más augusta. Bautizamos de ellos todos los años más de seiscientos, comprendiendo en este número a los adultos y los niños; y tenemos este consuelo en los trabajos que nos tomamos para su instrucción: que si los padres y las madres por una estupidez extraordinaria no siempre se benefician, sus hijos por lo menos son criados en la verdadera fe y son buenos y fervientes cristianos. A propósito de los niños negros, diré aquí una maravilla de la Naturaleza que se observa en ellos; cuando vienen al mundo son blancos como los otros niños, pero en ocho o diez días se ponen tan negros como sus padres y madres. Los franceses no se sirven únicamente de los newos como esclavos; ellos tienen también salvajes

Grupo

d~ n~gros

traídos de diversas naciones de la América como los arauacos, saimotages y otros enemigos de estos que son nuestros aliados; estos esclavos no hacen, ni de cerca, un número tan wande como los negros; pero ellos están mejor hechos de cuerpo, tienen el ingenio mejor, son más dulces y más tratables y no tienen menos ingenio que nuestros campesinos de Francia. Se utiliza toda suerte de medios para ganar a unos y otros para Dios. Los días de fiesta y los domingos se les hace un catecismo aparte; y puesto que los días laborables están ocupados en el trabajo, se han preparado unas esquelas que contienen los principios de la fe de los cuales se les hace lectura, incluso se han traducido a sus lenguas el Pater, el Ave y el Credo y los Mandamientos de la ley de Dios con la misma intención. Hemos hecho de manera que en la ma yor parte de las haciendas haya algún francés destinado para hacerles rezar a Dios mañana y tarde. En algunos distritos de estas Islas les dejamos reunirse en nuestras iglesias una hora antes de amanecer, y principalmente durante los días de fiesta y los domingos de Cuaresma y los disbribuimos en tantos grupos como a naciones diferentes pertenecen a fin de instruirles por medio de traducción a éstos que todavía no entienden el francés. Después del catecismo se les hace recitar a todos juntos las oraciones ordinarias y; como conclusión, se les dice la Misa. Por último se utiliza toda la industria posible para llevarlos a Dios; se va con ellos a las fincas donde trabajan una buena parte de la noche; algunas veces se les sigue al campo durante el día donde, y sin apartarlos de su trabajo, se les enseñan los puntos de nuestra fe; cuando se les encuentra en los caminos públicos se les detiene para decirles una buena palabra, o para hacerles rezar a Dios, y es de esto que

en una colonia franc~sa. Foto suministrada !'<Jr Manuel Cárdenas

RUÍ4.

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algunos han tomado esta buena costumbre de hacer la señal de la cruz cuando se encuentran a nuestros Padres. Se insinúa uno en sus espíritus por medio de regalos; un Agnus Dei, una imagen o una medalla sirve algunas veces más que un largo discurso; pero los Negros que son más toscos y materiales, están más inclinados a un gorro, un calzón o una camisa que son los regalos más agradables que se les pueda hacer. Es esta la conducta que guardamos en la conversión de los esclavos. He aquí los efectos de la bondad de Dios sobre ellos. El diablo trata con tanta tiranía y crueldad a estos pobres infieles que obliga a algunos a la feliz necesidad de hacerse bautizar para evitar la persecución de un enemigo tan cruel. Estos que viven con ellos, frecuentemente oyen el ruido de los golpes que él les da; y no se puede decir que esto sea una ilusión, pues no solamente llevan las marcas de ello sino que quedan algunas veces muy enfermos. En cuanto a mí yo tengo dificultad en creer que e! diablo, que hace tantos esfuerzos para quitarle un alma a Dios, quiera continuar un tratamiento que les hacer perder tantas de ellas, a menos que esté forzado a ello; pero sea que la providencia de Dios lo ordena, sea que ella lo permita, estas pobres gentes sacan de ello una gran ventaja. Diré con respecto a este asunto lo que el Sr. Giraud, hombre de ingenio y de probidad conocida me ha informado. Una noche el diablo maltrató con tanto exceso a una de sus esclavas salvajes que no creyó que no saldría viva de ello. Yo oía claramente, me decía, los golpes que él le daba, y viendo que esta pobre mujer pedía insistentemente el Bautismo como único remedio a los males que sufría, me compadecí de ella; me resolví, y creyéndola suficientemente instruida, la bauticé; después de su Bautismo el diablo no le ha hecho la menor violencia. Es una creencia común en las Islas confirmada por la experiencia ordinaria,que e! bautismo y los exorcismos de la Iglesia son los únicos medios para librar a estos miserables de los males que le hace sufrir ese implacable enemigo. He informado ya un ejemplo por medio del bautismo, añadiré otro por medio de los exorcismos. U n negro de la isla de San Cristóbal de veintiocho a treinta años de edad me vino un día a pedir el Bautismo con gran insistencia, aIegándome como razón los malos tratos que recibía del diablo, quién lo colmaba de golpes y no le daba ningún reposo. Yo rehusé darle este Sacramento ya que su amo aseguraba que él ya había sido bautizado; pare! contrario, el negro afirmaba que no lo había sídojamás, y como prueba decía que no se le había vertido agua sobre la cabeza ni se le había puesto sal en la boca. Ante esta duda me informé de ello y supe de este quien lo había

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vendido, que él no estaba bautizado. Después de haber reprochado a su amo el poco cuidado que había tenido sobre un asunto de esta importancia, yo examiné al esclavo, pero no encontrándolo suficientemente instruido para recibir este Sacramento aplacé ello por dos meses, obligándole, sin embargo, a venir al catecismo; pero como él me urgía y me daba instancia sobre la persecución que sufría del diablo, le hice la señal de la cruz sobre la frente y recité sobre él uno de los exorcismos de los que la Iglesia se sirve en las ceremonias del Bautismo; después de este tiempo no ha sido maltratado por el diablo y fue bautizado en el tiempo que le había asignado. Los esclavos verdaderamente cristianos tienen una gran confianza en Dios y actúan con una simplicidad que le es tan agradable que algunas veces hace cosas extraordinarias en su favor. Unjoven negro de San Cristóbal de catorce años de edad, viendo que un hermano pequeño estaba en peligro de morir, reunió a todos los niños negros que él pudo encontrar y habiendo llevado a toda esta banda de pequeños inocentes delante del altar en una capilla donde el Santo Sacramento reposaba, tomó la palabra por todos ya viva voz dijo, deshecho en lágrimas: "Señor, tu bien sabes que mi hermano él no mentir, él no jurar, no robar, no ir a la mujer de otro, él no malo, ¿por qué tu quererle hacer morir?" El se volvió a continuación hacia su hermano y le dijo. "mi hermano, tú confesarte, tú decir conmigo: Señor, si yo mentir, yo pedir tu perdón; si yo robar, si yo jurar, si yo hacer otro mal a ti, yo bien arrepentido, yo pedir tu perdón". Habiendo acabado su pequeña arenga tomó el Cruciftio que estaba sobre el altar y lo hizo besar a su hermano y a todos sus compañeros. Esta simplicidad fue tan grata a Dios que le dió la salud al enfermo. Los esclavos no ayunanjamás más que por necesidad; sin embargo, estos que son cristianos lo hacen al~nas veces por devoción. La víspera de Reyes se había dado como algo extraordinario un frasco de aguardIente a cuarenta o cincuenta negros (y quien dice aguardiente habla de la cosa por la cual los negros tienen la mayor pasióri). No obstante, acordaron no tomar de ello esa noche en consideración a la solemnidad del día siguiente. Uno de nuestros Padres sorprendido de esta resolución, y no sabiendo el motivo de la misma, les preguntó porque no bebían su aguardiente. Uno respondió por los otros con esta pregunta, ¿porque tú ayunar la víspera de S. Ignacio?, porque, dijo el Padre, San Ignacio es nuestro Patrón; el negro le replicó, nosotros ayunar hoy porque mañana Fiesta de Reyes y Rey Negro el Patrón de nosotros. Es difícil decir e! cambio que se observa en las


costumbres de los esclavos después de su Bautismo, pues aunque ellos hayan sido criados en la brutalidad, algunos son tan castos y tan honestos cuando son cristianos que sufrirían antes la muerte que cometer la menor deshonestidad. De un gran número de ejemplos me contentaré con informar dos. Una esclava salvaje viéndose solicitaaa al mal por un francés en la isla de San Cristóbal, le declaró que ella preferiría mejor morir que cometer una acción tan ruín, y no pudiéndose defender de este libertino de otra manera, ella le golpeó tan violentamente con un tizón que él se vió obligado a retirarse y apartarse de su mala intención. La virtud de otra esclava de la isla de la Martinica no fue menos loable; esta era negra y fue invitada por su propio amo a pecar, yencontrándose violentada por sus instancias, ella le dió un gran bofetón por el cual se protegió de sus vergonzosas persecuciones. El coraje de estas dos mujeres nacidas en la infidelidad es notable, ya que sabiendo bien que su bienestar y su vida dependía enteranll::nte de estos

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que las incitaban al mal, ellas no sólo los resistieron sino que los trataron de la manera que acabo de decir; lo que debe dar vergüenza a los cristianos que son tan viles en semejantes ocasiones. Sin embar~o, no pretendo convencer por estos ejemplos de que todos los esclavos cristianos tienen virtudes tan heroicas; entre ellos, así como entre nuestros europeos, se encuentran quienes se inclinan al vicio y están sujetos a diversas debilidades. Un negro en la isla de San Cristóbal que había sorprendido en adulterio a su mujer fue a decirlo a su capitán (es así que ellos llamalíl a sus amos), y le pidió otra mujer; el amo le respondió que siendo cristiano no le estaba permitido casarse con otra. Yo cristiano, dijo este pobre hombre, yo pues soportar eso. Se le instruyó y se le satisfizo plenamente sobre este punto. Como los infieles repudian a sus mujeres y las cambian cuando quieren, no es de maravillarse que este pobre negro pidiese otra.

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El Nuevo Teatro Pobre de Alnérica y su contingencia popular: una forlna de desarrollo cultural en el Caribe PoR PEDRO SANTALlZ

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CIUDAD DE NUEVA YORK

DESDE MUCHO TIEMPO ATRAS, AÑO DE 1964, EN

la ciudad de Nueva York, recién llegado yo de Europa (donde estudié teatro en París y en el Sur de Francia) di un viraje teatral, que me inquietó, y fue ~l de dedicarme a hacer teatro para los más marginados de nuestra sociedad, que eran los miles de puertorriqueños que llegaban de Puerto Rico para vivir en Nueva York y que yo pensé era necesario que se les diera teatro. En Nueva York, todo el mundo tenía algo, menos los puertorriqueños. Esos puertorriqueños que llegaban de P.R. no eran los más ricos. Eran, singularmente, pobres y se acomodaban en los lugares de la ciudad, que para ese entonces, llamaban,

Sandra Rivera, Lainel Samud,

Os~'aldo

"ghettoes". Nosotros fuimos a llevarle teatro a esos "ghettoes". Dábamos las funciones en la calle. J..a calle se cerraba con un permiso de la policía. Y, allí, no importa cómo estuvieran aglutinados, les dábamos teatro. Para la cultura popular pobre de los caseríos urbanos de Nueva York, la calle semeja un Bagdad, donde todo puede ocurrir. Se grita, se hacen transacciones con dro~as, se venden objetos. La calle es bien dinámica. Al ir a la calle, con unas pocas cosas de utilería y encontrándola como está, hay que tener mucho valor y mucha entereza de carácter, para pretender dar una función de teatro. El actor mío se entrena en estos lugares. Los actores se ponen bien nerviosos. Hay personas en la calle, que se trepan a la plataforma donde están los actores. En fin, la piel

Lasalte, Hnas. Rosita, Lucy y Deborah Desardin, Fotos suministradas por el autor.


dura de nuestro público inesperado, se combina con la efervescencia ingenua de los actores, que quieren dar una función. Y esto, claro, no mezcla. Quiere decir, que el entrenamiento que puede tener el actor es, adaptarse a esta realidad, tan dispar y tratar de convencer a este público contingente; también histriónico, de que su personaje o acción, es más importante e interesante que la que el público está llevando a cabo en esa calle. Si hay micrófonos, se habla por micrófonos. A veces, tiran botellas. Quieren usarlo y tocarlo todo. Y si uno no se pone listo, le quieren llevar a uno las pertenencias. ¿Para qué hacer teatro para este público? Bueno, a veces si en lo que vamos a presentar, hay algún recuerdo de algo que les evoque Puerto Rico, la Isla, allá en el Caribe... , paran y comienzan a escuchar. Al ver que hablamos español igual que ellos, esto les agrada. Pero hay que recordar que ya muchas de las generaciones que están allí, sólo hablan inglés. A pesar de todo esto, se llega al momento en que se colman todos los ánimos y se puede empezar bien a dar la función. El actor tiene que tener una voz grande para hacerse oir. Las situaciones dramáticas tienen que ser cómicas. Debe haber mucha acción rápida. Los actores tienen que estar bien concentrados con su trabajo. Los tipos sociales que se presentan, deben de ser (para los efectos de este teatro especial de la calle) bien de pueblo adentro. Y, luego, como un batey indio, las cosas empiezan a gustar y se puede dar la función.

CONDICION DEL PUEBLO POBRE EN LOS "GHETTOES" DE NUEVA rORK. El pueblo pobre no tiene un centavo. Dependen de unas ayudas federales (el "we1fare") que se intercambian, y son fascinerosos con ellas... No trabajan. Hay muchos en una misma familia. Gran parte del dinero se usa para drogas. Las condiciones de vida, son bien malas. La escuela es pésima. Cuando hay estudiantes recién llegados de Puerto Rico, no saben inglés. Esto les causa problemas. Muchos están en las cárceles por la droga. La juventud es bien hostil a todo. Hay escisión de generaciones en los hogares. Una generación y otra no se entienden. Los hogares están rotos. Ante esta situación, es poco lo que un teatro pobre, tan mínimo en magnitud, puede hacer. Pero algo se hace. En ocasiones, fuimos a hogares para curar la adicción, adonde había más negros que puertorriqueños y yo tenía que traducir, simultáneamente, la función al inglés del español, para que los negros entendieran la obra. El teatro lo que presenta frente a sus ojos, es realidad ilusoria, que va por un día, los alegra y después, no vuelve más. No son

chavos, ni casas, ni la esperanza aparente que crearon los gobiernos de Kennedy, la lucha por la pobreza (UFight against poverty"), lo que van a ver frente a sus ojos, o a coger en sus manos, estas gentes de la calle. Esos fueron nuestros tiempos ... (Años del 1964 al 1975 en la ciudad de Nueva York). El teatro fue a "ralleys" para tratar de armonizar, lo que, cada día que pasaba, era menos armonizable. Estos fueron los "issues" de nuestras campañas: la hermandad entre el negro y el blanco; mejores condiciones de vida para todos: negros, puertorriqueños, blancos, chinos... ; la independencia socialista para Puerto Rico; que el casero no oprimiera tanto al inquilino ... iA cuántos miles de "ralleys" fuimos con la bandet;.a del tea tro popular y nunca nada de esto cambió! En el 1975 retorné a P.R., de Nueva York y continué con el teatro. Encontré inspiración, para escribir casi una cincuentena de libretos dramáticos, que fueron los que llevamos como obra representable, a todos estos lugares que antes nunca nadie iba.

EN LA PERLA, EL BARRIO DE LA GRAN LITERATURA POPULAR... Cuando volví a P.R., me situé en la Perla, una barriada pobre, que lleva muchos años pegada al mar y que, al norte, tiene la entrada de todos los barcos que anclan en el puerto de San Juan. Allí, Osear Lewis escribió el libro, "La vida"; una recopilación antropológica, en forma literaria, de la vida de los puertorriqueños, en un arrabal de SanJuan, que le dio fama a nuestra cultura pobre. Yo me hice amigo de muchas familias que vivían en la Perla. Algunos de los hijos de estas familias iban a tres escuelas del área de SanJuan, donde yo daba clase de teatro. La Escuela Elemental Lincoln, la Escuela Intermedia Acosta y la Escuela Elemental Braumbaugh. Yo me pasaba organizando elencos y luego dábamos las obritas que llevábamos a la cancha de la Perla. Yo monté muchas obritas con adolescentes y niños de estas barriadas. Les escribía cuentos dramáticos, para que ellos comenzaran a familiarizarse con la experiencia teatral. También incurrí en dos experimentos, bastante innovadores: tratar de adaptar dos tragedias de Eurípides, y hacerlas en mi teatro ("Medea" y "Andrómaca"), vertiéndolas en una versión para el Puerto Rico actual. Fue con "Medea" que empecé. Le puse a los personajes nombres puertorriqueños, convertí a "Medea" en una heroína con apellido puertorriqueño; la hice, "Medea Camuñas", le di oficio de "beautician" y santera y traté de llevar la época de Eurípides al Puerto Rico de hoy. Esta obra se llevó al Festival Latino de Nueva York que produce Joseph Papp.

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Sandra Rivera, OJlJaldo Lasal/t, ]ulio Torm%, Rafatl Pagán, RoJi/a Sous/acht, Luis Sanlos, Lu<. Maria Rondón. Jostan LaraUe. Hnas. RoJi/a, !.uC)' )' Deborah, Dtsardin, ]oJé Desardin. Falos Juminis/radas por tI aulor.

PROBLEMAS DEL TEA TRO POPl LAR EN EL CARIBE. EXPERIENCIAS CON MI TEATRO POBRE. En varias ocasiones, he tratado de definir para mí, lo que es teatro popular. El teatro popular es como el teatro al aire libre. Es un teatro de muchas convenciones espaciales. O sea, la visión del teatro pobre popular, se puede alcanzar, se puede montar. Por ejemplo, al principio, en Nueva York, usábamos el "Storefront" (un cuartucho pequeño, en forma de cuadrilátero, con un sentido de inmediatez y de urgencia escénica que se presta a todo) y ahí hacíamos las primeras obras. Era lo más a la mano que teníamos, cuando estábamos en la calle seis del Bajo Manhattan, en Nueva York, trabajando para la organización, "Movilización de la juventud". Las dimensiones que se usan para aplicar el espacio a la tarea teatral, pueden pasar de un rectángulo, a un círculo, a un octágono, a un triángulo (en términos de recrear toda la creatividad alrededor de estas dimensiones espaciales, para trabajar ahí). Y ahí hacerse teatro. Usar ese espacio. Para todas esas formas dimensionales, hemos tenido visión; entradas y salidas. Sitio oferente de hacer la función. Cuando estábamos en Nueva York, muchas funciones se hicieron en la calle, en plataformas, en auditorios, en {'entros comunales, en la acera. Siempre enfocando la

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cara del público. Yen una forma que el público, con su cara, nos enfocara a nosotros. Con la altisonancia de la intemperie. También íbamos a los teatros de las universidades. En los primeros años, no hacíamos tanto uso de vestuario. Cuando fuimos al Henry Street Settlement Playhouse de Nueva York (en el año 1967), donde montamos "La alabanza en la Torre de Ciales" de Don Juan Antonio Corretjer, hicimos diseños de vestuario para esta producción. Tal vez, por el carácter de los distintos tipos de grupo que han compuesto mi teatro, ha permanecido 10 popular en mi deseo de tratar de integrar a grupos de caserío, con otros actores (profesionales). Cuando yo traté de montar la obra "El cerní Maboya" de tema indígena taíno, quise unir a varios grupos de actores adultos con adolescentes de barriadas pobres. Esto no se logró. Los adolescentes eran muy soberbios y aunque eran magníficos actores, nunca trataron de unirse con los actores adultos. La experiencia caldeada de lo popular en mi teatro, va a la calle (crítica y popular) trata temas de orientación popular, y, entre ellos mismos, dentro de las filas del elenco, se topa con esta contingencia popular.

,'COMO APRENDE t."L ACTOR? Dentro del mismo proceso pedagógico, hay


muchas contradicciones, cuando se tienen tantos tipos de personas juntas y yo gritándoles (para que hagan las cosas), tratando de imponerles un personaje que ellos pueden o no pueden hacer. Que a la vez, creen que pueden hacer. Los actores de caserío pueden hacer uso espontáneo de la improvisación. La improvisación es otro elemento de lo popular. Porque fueron los viejos grupos de las familias de "la comedia del arte italiana" quienes hacían uso de instantáneas momentáneas, en el acto, en la calle, en las plazas para desarrollar sus obras. Primero, se hacían en forma improvisada: se grababan los mensajes de las obras en la memoria del actor, quien improvisaba con ellos. En muchas ocasiones, he trabajado así y he iniciado mis dramas así, pero, luego los escribo o les doy yo la línea de lo que quiero. Y ellos, los actores, tienen que ir desarrollando lo que yo les pido. Hasta que 10 elaboran y lo convierten en un nuevo personaje. Hay que darle mucha leña al fuego para lograr esto bien. Leña que podría convertirse en el acetileno de un escultor moderno. Pero el carácter, el espíritu y el aliento, es popular. De abajo. De lo dicharachero del pueblo y tiene el intríngulis del pueblo pobre puertorriqueño. Con sus miserias, sus rimas y sus durezas. Los dramas de familia, siempre tienen a la madre, a los hijos, al padre si lo hay, a la vecina. Siempre hay una acción interesante, con algún tipo de vuelco fatídico, que redunde en algo que haga virar los conflictos a un lado y a otro. Historias de jóvenes que huyen de sus casas porque no los entienden. Que no viven con sus padres. Que tienen un amigo "tecato", y que paran siempre en el mundo del redondel de la droga. Mundo que yo desconozco por dentro pero que he vivido, muy de

cerca, que he visto todos los días. La carga de esta emoción del adicto, la he podido plasmar dramáticamente. U na de las obras que monté se llamaba "Diálogos entre San Agustín y sus amigos". Desde joven, en la Universidad de Puerto Rico, quedé bien impresionado con la mosofia de esperanza e introspección de San Agustín. Me dio por escribir una obra, donde yo retratara un espíritu agustiniano del siglo veinte. Puse la obra en la barriada la Perla de San Juan e hice las escenas en forma de diálogos socráticos. Esta obra se dio para la segunda celebración del "Festival de Teatro Popular de la Perla en San Juan de Puerto Rico" - (A modo de anécdota, resultó que esa noche, se cayó una pared vieja adonde se habían sentado varios niños. Pasamos tremendo susto. Todos nos reunimos para tratar de mantener el orden y la calma entre el público. y aunque no pasó nada malo, fue dificil continuar porque la gente estaba bien nerviosa). El personaje del amigo de San Agustín se llamaba Alipio y era adicto y su mentor espiritual en el barrio se llamaba Fárrago. Algunas de las escenas, tenían "flash backs", instantáneas de la época de San Agustín traidas al día de hoy. "Diálogos" es una obra mía que tiene posibilidades, que no se han explorado a cabalidad. Usé para la parte de San Agustín a unjovencito de barriada, que había sido aprendiz de mi teatro desde joven y que tenía las mismas inquietudes, éticas, religiosas, que tenía San Agustín. Era recto, moral, quería ayudar a su propia comunidad a salir de todo lo malo que se vivía allí. La droga que va a la Perla, es de la mayor y con más incrementación de número del mundo. El quería rehabilitar a su caserío. No pudo. (Yo destaqué estos aspectos en el carác-

Rosita Soustacht, Luis Santos, LUlo .\laría Rondón, Laintl Samutl, Hnas. Rosita, LuC)')' Dtbora¡', DtSardin. Fotos suministradas por ti autor.


ter de San Agustín moderno). El joven creclO y perdió interés en estas cosas. Se fue para Nueva York y se casó. Ahora tiene una hija. El mismo usaba la droga. Muchos de estos experimentos teatrales míos, funcionan y no funcionan, y, a veces, se pierde mucho tratando de comprobar la improbabilidad aparente de muchos de ellos. Me toma tiempo convencer a los actores (siempre ciegos en el viaje) de mis inventos. El vestuario, en algunas de las escenas, era vestuario de época. La mamá de San Agustín, la saqué de varias biografías que leí, sobre el San Agustín histórico, que pensé podría intercalar y usar, como paralelo, para varios tipos de madres de la barriada que yo conocía. En esta obra, el personaje de la madre es bien importante. La impotencia que se vive en estos caseríos, hace la vida imposible a todos. Ya Osear Lewis lo dijo en aquellos días que escribió su libro "La vida", hablando de la "cultura de la pobreza". A lo que añadiría, "cultura de la droga" porque viven y sobreviven permeados y sostenidos por la droga. Los valores de estos jovencitos son todos norteamericanos. La vida de ellos es comprar y querer las cosas que presenta el cine americano y lo que presenta la TV puertorriqueña, la mar de las veces, influenciada por la TV norteamericana. Para un teatro popular, tratar de dar una visión distinta a estos patrones formados, es bien dificil. Y es mucho más dificil, hacerlos pensar otra cosa que no sea comprar y comprar las discotecas, motoras, carros, o las altas cosas de predilección que ofrece el consumerismo norteamericano. Mis historias tratan sobre patrones distintos a estos. Tergiversan este mundo concatenado de "Babbitt máximo", que hablaba nuestro poeta Luis Palés Matos. Se entremeten en él y tratan de ofrecer otras alternativas a ello. San Agustín quería erradicar la droga de su caserío, yendo a ellos, organizándolm, pero esto era, prácticamente imposible, y, entonces, hasta el mismo Agustín terminó preso. "Medea Camuñas" trata de evitar que sus dos hijos, uno que ya visitaba las correccionales del país y otro que robaba y mataba, fueran más víctimas de esta escisión, pero, en la lucha, termina muerta ella, por un tirador de drogas. Y, su esposo, Jacho Ruiz, !>e le va con otra muchacha, que se lo lleva para Miami. Así, Mi "Medea Camuñas". Es un modo de ver la realidad para ver si se le mete algo en la mente al pueblo y los hace tener alguna solidaridad con la ilusión que presenta el espejismo teatral. (Digo esp~jismo teatral porque tampoco el teatro está mucho tiempo con ellos y se les va de las manos enseguida). A veces, yo me quedaba a vivir en los caseríos por semanas y hasta meses y esto tampoco resultaba. Opté por tener el taller en un salón aparte con los que me siguieran. y en estos días, vivo en estado de tregua con la 26

comunidad. No recibo ayudas para el teatro y se me hace la vida casi imposible. Aunque siempre sigo con el teatro y trabajo 10 que puedo.

PUEJ< ro RICO Puerto Rico necesita restaurar todos sus valores. Todas sus comisuras. Todas sus esperanzas. Volver a ser Isla de mar bravo. Estamos en una etapa donde cada día comprobamos más y más 10 que no somos. Parece que hemos bebido ya toda la copa amarga de la colonia. El teatro popular puede ayudar con su experiencia a que la gente recuerde 10 mejor de sus mejores momentos, la nostalgia de los tiempos pasados y los recobre para el momento actual. Y vuelva a dar de sí su esencia plena, entera, verdadera. El amor, la fe en vivir libres.

EL NUEVO TEATRO POBRE DE AMERICA presenta a

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Dirige: PEDRO SANTALlZ


El Poeta Samuel Lugo: seD1.blanza en la D1.eD1.oria. Brevísima antología POR JaSE EMILIO GoNZALEZ

ONoel A NUESTRO QUERIDO POETA SAl\WEL

C Lugo, recientemente fallecido,· en casa de Car-

men Alicia Cadilla, en Río Piedras, hacia 1935 o 1936. Yo era entonces un estudiantillo de la Escuela Superior José Gautier Benítez, en Caguas -donde florecieron maestros y guías intelectuales del calibre de Providencia Vieta de Miranda, Manuel Negrón Nogueras, Nimia Vicéns, Elena Morales y Adela Clark. Creo que fue Manolín Negrón el que me llevó a conocer a nuestra exquisita poetisa Carmen Alicia Cadilla, quien había bautizado el "studio" donde recibía a sus amigos con el curioso nombre de "Musarañilandia" . Por aquellos años de la década del treinta, "Musarañilandia" era algo así como el Consulado de la Poesía y de las Artes en la Ciudad Universitaria, parte del hospitalario hogar de Don Fidel Cadilla. Centro de atracción literaria presidido por la sonrisa acogedora de Carmen Alicia. Entre los habilués de aquel mini-salón recuerdo a Carmelina Vizcarrondo, Ester Feliciano Mendoza, Enrique A. Laguerre, Pedro Juan Labarthe, Narciso Dobal, los hermanos Figueroa -Pepito, Kachiro, Narciso y Guillermo- y Mario Cox. Eran muchos más de lo que me permite evocar la memoria. Yo solía venir por lo menos una vez a la semana desde Caguas en las guaguas de Don Pancho Pereira, con la cabeza bulliciosa de sueños y de versos. Un día -debe haber sido por primera vez en "Musarañilandia"- vi a un joven esbelto, de tez clara, de modales pulidos. Me le presentaron: "el poeta Samuel Lugo". Seguramente yo no sabía en

·Samuel Lugo murió el 11 de agosto de 1985.

aquel momento que el joven recién publicara un hermoso cuaderno: Donde caen las claridades. Pero sí escuché elogios en "Musarañilandia" a su poesía. Enseguida, Samuel y yo hicimos amistad. Esta no sufrió quebrantamiento alguno en los largos años que nos esperaban. No podría fijar el número de veces en que compartí con Samuel Lugo en el "studio" de Carmen Alicia, en Río Piedras, y, luego, cuando ésta se casó con el joven cubano Billy Ruibal, en el hogar que establecieron en Floral Park. Sucede un prolongado paréntesis temporal impuesto por dos hechos, a saber: (1) me marché a Estados U nidos a hacer estudios universitarios, y, (2) la Segunda Guerra Mundial, que la pasé casi toda en el continente. No regresé a Puerto Rico hasta 1946. Carmen Alicia, ya casada, "Musarañilandia" ha desaparecido. Sin embargo, ella y su esposo Billy invitan con frecuencia a sus amigos a reuniones literarias en su casa en Floral. Park. Allí veo otra vez a Samuel Lugo. ¿Quién podría olvidar aquella silueta tan característica de los años treinta y cuarenta? De estatura mediana, Samuel, a quien siempre recuerdo como ~ombre joven, solía vestir traje de hilo blanco o crema claro -de los elegantes de entonces- y sombrero de paja de Italia. Nunca le ví destocado en la calle. Había en su gesto una innata cortesía y una amable cordialidad en sus labios. Su voz se inclinaba más bien al silencio, aunque siempre le oí perfectamente. Quiero decir que era prudente, templada. Sus ritmos evitaban la precipitación o la morosidad. Su habla, ni afectadamente literaria ni desmañada. Tal vez hubiera un dejo de melancolía en su decir. Pensé que algunas veces su mirada perdíase a lo lejos, tanteando horizontes desconocidos.

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En cierta ocasión me lo encontré bajando él por la Ca11e de la Fortaleza, en San Juan. Entonces se veía él un poco más alto de lo que realmente era. Venía acompañado de gentilísima dama. No sé si la hermosa trigueña era su esposa, su compañera o su amiga. Samuel me dijo que trabajaba en un departamento de la rama ejecutiva, no sé si era Hacienda o Salud. Y recuerdo que me puse triste al concebir a aquel talento creador desperdiciando muchas horas de su vida detrás de un escritorio burocrático, mientras trataba de plasmar una obra. ¡Triste suerte de muchos de nuestros esnitores!. Me acude a la conciencia otra oportunidad. Había sido invitado a un Homenaje a los Poetas de Ciales en el bello pueblo donde nació Juan Antonio Corretjer. Allá viajé con un grupo de vates invitados, residentes en San Juan. Me parece que Samuel Lugo fue con nuestro grupo. Yo había preparado unas décimas dedicadas a cada poeta de Ciales que yo conocía: Juan Antonio, Nimia Vicéns, Jorge Luis Morales y otros. Todos fuimos al teatro o cine del pueblo a contribuir cada uno con su ofrenda de honor. En mi turno, leí mis décimas, una de ellas dedicada a Samuel Lugo. Todo el mundo me felicitó, pero ¿cuál no fue mi sorpresa cuando Samuel se me acerca muy agradecido y muy cortés, ¡pero advirtiéndome que él no había nacido en Ciales sino en Lares! Claro, dijo, hubiera sido para él un gran . honor haber nacido en Ciales como lo era el haberlo hecho en Lares. Para mi pesar, transcurrieron los años y no nos vimos. Quizás ello se debiera a que ya no había "Musarañilandia" ni casa en Floral Park donde reunirnos. Carmen Alicia y BiUy se habían trasladado a Nueva York, donde todavía residen. La vida, con sus urgencias inapelables, nos dispersó. Confieso con amargura que debí haberlo buscado. Pero no lo hice. Yeso aumenta mi culpa. Quizás las palabras que siguen contribuyan algo a aliviarla. Desde temprano en su vida (n. en 1905), Samuel Lugo comenzó a publicar versos en periódicos y revistas, pero su obra principal puede ser disfrutada en tres libros: Donde caen las claridades (1934), 1~umbra (1943) y Ronda de la llama verde (1949). Posteriormente, Luis Hernández Aquino dio a la estampa una excelente selección de las poesías de Samuel Lugo con el título de Antología (1971). En la última sección de la Antología aparece un haz de poemas que habían permanecido inéditos. Los tres libros fundamentales responden a etapas importantes en la trayectoria creadora de Samuel Lugo. En Donde caen las claridades se puede distinguir sin mucha dificultad las líneas de formación del poeta. La herencia del romanticismo decimonónico, muy posiblemente a través de lecturas de textos de Don

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Virgilio Dávila, José Gautier Benítez y Santiago Vida rte. El contacto más cercano con el modernismo de Luis Lloréns Torres, José de Jesús Esteves, Pérez Pierret y Peache Hernández. A fines de la segunda década y ya en la del veinte seguramente se familiarizó con poemas de Clara Lair, Luis Palés Matos y José Antonio Dávila. Se sabe que su experiencia fue enriquecida por haber vivido la Famosa Epoca de los Ismos, con el liderazgo de Evaristo Ribera Chevremont y el hervidero de ideas nuevas en los dintintos grupos de Vanguardia, desde el diepalismo hasta la Atalaya de los Dioses, a la cual perteneció, junto con Clemente Soto Vélez, Graciany Miranda Archilla, Fernando González Alberty y Luis Hernández Aquino. En cuanto a poetas de lengua española de otros países muy posiblemente habría que mencionar a Rubén Darío. Leopoldo Lugones, Julio Herrera y Reissig, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado. No debemos olvidar la popularidad de que gozaban, a fines de la década del veinte y comienzos de la del treinta, en Puerto Rico, Federico García Larca, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Manuel Altolaguirre, Vicente A1eixandre, y Jorge Guillén. Es posible que alguna repercusión tuvieran en el ánimo creador de Samuel Lu~o. Pero nada de esto debe conducirnos a la idea errónea de que nuestro poeta lareño fue un mero seguidor o imitador de los susodichos poetas. Todo sugiere que Samuel Lugo conoció muy bien el ambiente literario de su tiempo, pero no sometió su creación al dictamen de otros. Con recursos y técnicas que aprovechó porque estaban disponibles en el campo de la poesía, supo crear su propio mundo, infundiéndoles originalidad. Y era que Samuel Lugo tenía en su propia subjetividad los dones y las gracias, concedidas por Dios o por la Naturaleza, que le permitían crear. Trajo de sus campos lareños una sensibilidad muy intuitiva. Su mirada se acostumbró allá en el riñón de la montaña a la contemplatividad de los paisajes. Allí aprendió a mirar y por dote de su espíritu a captar las cualidades estéticas en el nombre y en la tierra nativos. Tuvo la suerte de que su sensibilidad lingüística pudiera abonarse con las ricas savias del hablarjíbaro, de modo que llegó muy bien preparado ya al momento crudal de las lecturas refinadas de los textos literarios. Su dicción poética en Donde Caen las Clan'dades es limpia y sencilla, acercándose a lo elemental, como ocurre sobre todo en los poemas de la Primera Parte del libro, pero en realidad es profunda. Es una de las razones para que Evaristo Ribera Chevremont diga, en el "Prólogo" a Donde Caen las Claridades, "algunos de los poemitas del libro tienen una frescura primaveraJ..." Los poetas del intimismo neorromántico y del nuevo criollismo que emergen en nuestro país a fines


de la década del veinte y por todos los años que siguen, hasta principios de la Segunda Guerra Mundial, ponen en juego una perceptividad muy fina para determinar y dar expresión a los atributosestéticos de sus sensaciones e impresiones en el contacto con el entorno inmediato campo y ciudad. Poetas como Samuel Lugo, Juan Antonio Corretjer, Francisco Manrique Cabrera, Francisco Matos Paoli, están movidos, además, por un profundo amor a Puerto Rico. El sentimiento añade la nota emocional que presta intensidad de vida al poema. Claro, cada uno de los poetas que he nombrado, y otros que podría mencionar, tiene su manera específica e individuaL El cosmos poético que Samuel Lugo construye en Donde Caen las Claridades es la cristalización paradisíaca del mundo rural puertorriqueño. El poeta trata de determinar las cualidades del paisaje esencial de la tierra y del hombre borincanos y de hacerlas llegar al lector con expresiones aptas. La idealización romántica del alma de la Patria tiene una encamación en la figura mítica de Mireya, a la que se dedica el décimo séptimo poema de la Primera Parte del libro. Samuel Lugo proyecta en sus versos la virtualidad estética del sueño de la felicidad humana. Pero ya en "Emboscada", el undécimo poema, .ie insinúa la duda -el temor a la realidad- rompiendo el encanto de un mundo mágico: ''Juntos... Mas oculta una carcajada por bajo las sombras sonó sus anillos, en tanto una mano anónima y gruesa, por romper la luna, tiraba una piedra en el río".

Este proceso de ruptura va a ir ganando fuerza dramática a lo largo de Yumbra hasta culminar en Ronda de la llama verde. El cosmos poético de la Primera Parte de Donde Caen las Claridades persiste en 1"umbra, adonde llega a su momento de mayor expansión con el mito que da nombre al libro. Hernández Aquino ha señalado muy acertadamente en el prólogo a su Antología, la relación entre Mireya y Yumbra. Margot Arce de Vázquez, en su conferencia sobre Yumbra que sirvió de prólogo a la edición príncipe, dice que Yumbra "podría ser una mujer, o una tierra-sombría, olorosa a pastales". En definitiva, Yumbra es algo así como "el espíritu armonioso del universo, como su belleza presente o escondida". I Yumbra es voz muy sugestiva. Trae resonancias de sombra, de umbría. de 1. Margo! Arce de Vázquez, lmp'tsloTlts, San Juan, Puerto Rico, Editorial Yaurel, 1950, pág. 89.

yerba, como puede verse en la primera línea del poema. Parece relacionarse con "Yo" y "Hombre". Sería el nombre esotérico, clave de todas las cosas. La identificación de Yo del poeta con el espíritu del mundo. En 1"umbra se agudiza la preocupación del autor con los problemas del lenguaje. En "Lengua de pájaro" nos dice: •'Si yo pudiera un día echar ticrra a los nombres de las cosas cansadas por el nombre de ayer; llamar por otras voces la palabra del agua ¡qué descansado el río me habría dc responder!"

Entonces, la poesía sería eso: buscar y descubrir los nuevos nombres de las cosas -o quizás, inventárselos-. 0, como decían los románticos alemanes, recuperar el lenguaje originario del mundo en estado de inocencia. Pero también en Yumbra los temas del dolor, el mal y la muerte -apenas si sugerir;los en Donde Caen las Claridades- van a ir ganándole de la mano a la reverie edénica de un poeta solitario. Así ocurre, por ejemplo, en "Agua Apedreada", que parece casi una continuación de "Emboscada": "La giré... y mi piedra rayando la sombra pasó sobre el árbol rompiéndolo en pcijaros. Cayó sobre el agua muerta, y los silencios heridos sangraron sus músicas tristes por dentro".

Aquí hay un acento de crúeldad que nos hace recordar el árbol que lloraba sangre en los mitos antiguos. Las notas líricas que predominan en Donde caen las claridades y al principio de 1"umbra van cediendo el paso a planteamientos existenciales dramáticos en el segundo libro y cada vez más fuertes en el tercero: Ronda de la llama verde Entre éste y el primer libro hay nexos decontinuidad. Las experiencias del mal y de la finitud humana no han logrado destruir en el poeta su conciencia de los valores del mundo mágico de la intancia. Así puede verse en poemas de Ronda de la llama verde como "Clamor de ríos" y "Mis días en Pueblito de antes". En "No des al mar tus limoneros" el artista ahinca su fe en la vigencia eterna de la visión de aquel mundo frente a los factores adversos, enajenantes, de la civilización moderna. Y aun más, Samuel Lugo escribe bellos poemas para los niños. Ello es así, pero la sensibilidad contemplativa que se deleitaba en el entorno inmediato de la naturaleza y del ser humano puertorriqueños, tal como los disfrutamm en Donde caen las claridades, ha tenido que ceder espacio a la creciente conciencia de todo lo

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negativo que asedia al nombre. La presencia del dolor, el mal y la muerte, como parte indeclinable de la existencia humana, genera el análisis en todos los planos. Este análisis, obviamente, no 10 puede ejecutar un poeta con la lógica abstracta del filósofo sino por medio de un lenguaje que presenta al lector superficies sensoriamente ricas que al ser captadas funcionan más como símbolos que como signos. Para poder efectuar el análisis, es palpable que la lengua poética tiene que instrumentar categorías distintas a las de Donde caen las claridadej-. Además del símbolo y la alegoría, entrará muy en juego la imaginación creadora, como puede verificarse si leemos 'Jinete y Farol", "El espectro del Agua" y "Fantasía de Amor a 10 infinito". "Ronda de la lama verde" es ya un título que nos da la clave de esa infinita danza de la imaginación. De ahí que no tenga nada de extraño que el momento cumbre de ese tercer libro de Samuel sea ese poema polifónico que él tan acertadamente llama "Agro-Cósmico". Es una visión fantástica que recorre todo el círculo, desde lo físico hasta 10 metafisico. Ahora el poeta contempla el cielo, como paisaje universal, y por él echa a correr todas las fuerzas de su imaginación fabuladora: "Qué está toda la fauna sideral como loca; ved allá como a un lado el Ltón su melena se sacude en luceros, y a la noche que huye sin que pueda librarse del zarpazo de estrellas". "Agro-Cósmico" es una de las grandes creaciones de la poesía puertorriqueña en el siglo veinte, comparable en su realización de valores a "Río Grande" de Julia de Burgos y a "El llamado" de Luis Palés Matos. A mí me hace recordar a "El Barco Ebrio" de Rimbaud y a algunos pasajes del "Infierno" de la Divina Comedia. Para terminar: estimo que ha y una estrofa en el poema "Canción de la Sombra Verde" donde se traza nítidamente, en una síntesis muy apta, el proceso que me he esforzado en bosquejar, integrando al poeta y su obra. Samuel Lugo no 10 podría decir mejor: "No podrán destrozarme mi raiz que es silvestre, afincada a la tierra, por donde subo a verme trascender de la sombra. Decapitad mi cuerpo y habréis cortado un árbol y un rio en mi cerebro". hasta aquí mi homenaje a Samuel. BREf'/8/MA A. \TOLOC/A DE SA.\Il·EL U 'CO

ALBA Amanece. Hay un temblor de duchas en las hojas 30

y una de frascos rotos de esencia en el ambiente. Las sombras se desperezan en los confines que se desnudan húmedos, mientras lejos un ruiseñor hace gárgaras de trinos en la ventana del alba.

MIRErA Mireya, tú estás en la tarde y en el manso paisaje que mira su tristeza en el agua. Tú, en las buenas hijas de los labradores que tienen las carnes honradas porque no han querido dejar las montañas. Tú, en las hojas nuevas y en el canto lila que vierte el labriego, a esa hora que tiene la tarde no sé qué tristeza tan dulce a 10 lejos. Tú, en el barr~ del cántaro fresco de las campesinas que van a los cerros a buscar el agua que alumbra el asomo del primer lucero. Tú en la huella leve de los pies descalzos de las montañesas que van por los blandos caminos de carro. Tú, el presentimiento que a veces sentimos de vernos con alguien bajo de los árboles. Tú, esa voluptuosa dicha que sentimos de unos labios frescos que besan los nuestros, de unos ojos claros que nos miran mansos cuando nos echamos bajo de las hojas a escuchar los pájaros. Tú, el agüita clara que bebe en el río la errante boyada; y al lamerse la boca tan negra, parece cual si te lamiera. ¡Quién sabe, Mireya, si ayer nos cruzamos en la misma senda, cuando al blanco chorro los cántaros iban con las campesinas, y tenía el camino las huellas recientes de unos pies descalzos, canciones lejanas, muchos ramos rotos y frondas dispersas!


rUklBRA Donnía sobre la yerba húmeda y madrugaba con los pájaros. Se iba a pasear con los bueyes y dondequiera le atardecía. Se dijera que era e! espíritu de cada cosa. Yo la respiraba en el olor de la yerba y en la hoja caída. Era a veces ternura de canción que cantara una niña que se escondiera esquiva por detrás de los árboles. Yo la sorprendía sobre los cuerpos fríos de los renuevos muertos. Cada brizna rota me hablaba de su paso. En los atardeceres yo la oía hecha canción por la senda de! pozo. Cuántas veces pasó por mi lado como azuzando las abejas zumbadoras. Pero yo no sabía su nombre. -¿Cómo te llamas?- dije. -Mi nombre está en el sonido de las cosas que amas. -¿Aquí? .. Y soné los guijarros y sacudí las hojas y golpeé sobre el agua con mi cayado verde, para escuchar la palabra. En la paz de la distancia cayó la conjunción de ritmos como gritando el nombre y YUMBRA hizo eco en el paisaje.

NO DES AL MAR T, S LIMONEROS Niño del mar amargo a ti te llama e! viento. Niño del agro mío a ti te llama el monte. El niño de la costa se va por sal y espuma, arenas y olas verdes al mar de caracoles; no el niño de mis sierras que a ellas va por tártago, naranjas, miel y zumo y ronda de abejones. Niño del mar amargo a ti te llama e! viento. Niño del agro mío a ti te llama el monte. Tu voz se hará de sombra si dejas la montaña por esta costa rubia, centelleante y salobre: ventana de agua abierta con un cristal de cielo por donde sólo miran los barcos de los hombres. Niño del mar amargo a ti te llama el viento. Niño del agro mío a ti te llama el monte. Tierra del mar, ausente de la canción del río y del banquete eterno de miel de los pichones; tierra de sol, si darte pudiera una montaña verde del pueblo mío para aplacar tus soles. Niño del mar amargo a ti te llama el viento. Niño del agro mío a ti te llama el monte. Dios guarde al niño bueno dejar mis serranías y dar por olas verdes su cesta de limones. 31


Samutl Lup,o

FANTASIA. DE AMOR A LO lNF¿,WTO

Otra vez prende el cielo del Poniente su roja llamarada en los confines; finge el vuelo de un pájaro la sombra de una piedra lanzada...sobre el límite. Si pudiera arrancarme este paisaje que ha creado en su luz mi corazón y tirárselo lejos a la tarde, qué distinta luciera en su esplendor. Que este ocaso es un réprobo del tiempo que retorna otra vez con su fanal, y ahora invoca paraguas de murciélagos por mirarlos abrirse sobre el mar. Si algo nuevo surgiera en la distancia; algo así como ver, rauda y fugaz, una errabunda golondrina blanca, aunque luego la viéramos jamás. Oir que dobla una campana verde mientras pasan de rojo un ataúd 32

pequeño para un pájaro, y un niño suena distante una amapola azul. Otra vez cae la noche sobre el mundo; tiembla el claro desnudo en el cristal; alto el rocío errante de los astros en la cósmica rosa nocturnal. Si algo extraño ocurriera en la belleza radiante de esta noche para mí: como arder un breñal si el cucubano lo atraviesa de amor con su candil. j Qué maravilla si mis ojos vieran, tras la gigante y célica amplitud, que trazaran la imagen de mi isla con estrellas, en los mares de luz!

Si pudiera arrancanne este paisaje que ha creado en su luz mi corazón, qué distinta la noche no luciera para asombro quizás también de Dios.


AGRO-COSMICO De nuevo veo tus manos, mi Dios, en el Poniente, alzando sobre el mundo las candelarias últimas del crepúsculo antes que el cuerno y el lucero luzca en la frente el tono que trae la media luna. Tu incendio ¡qué gigante en las divinas llamas!; salta el caballo blanco de una ola... De oro arde su crin y el sueño del alcatraz que lleva la imagen de la isla quemándose en sus ojos. Tu árbol de la noche creciendo está, Dios mío, y ya en sazón radiante se anuncian más sus pomas celestes. Mira abajo mi amarga sed y el vaso de sombra cómo claman por la miel luminosa. A la heredad olímpica se han dado las ovejas del Cosmos que Tú ordeñas para hacer la Galaxia; mira mi canto niño y hambriento cómo pide, para crecer, un poco de leche a la V ía Láctea. ¿Por qué boreales rumbos en el carro sin ruedas que arrastran las dos osas de luz irás ahora?; Sagitario, el arquero, desde dónde sus flechas soñará que dispara al díptico de osas. ¿Qué pregón en Acuario pregonará sus peces y pescarán en Piscis qué eternos pescadores? Si soñarán que lejos Dios pesa sus pescados de luz en los platillos de la Libra Celeste. ¿Qué lanza constelada se romperá en pedazos sobre el ijar del Toro que sangra luminoso...? El redondel del tiempo mirad cómo lo envuelve la polvareda rútila del encornado réprobo. Que está toda la fauna sideral como loca; ved allá cómo a un lado el León su melena se sacude en luceros, y a la noche que huye sin que pueda librarse del zarpazo de estrellas. En la Lira, qué música se escuchará que el Cisne desvelado no quiere ya salir de las ondas de su estanque encantado. Ved fugaz al Dragón con el ala azotando la menor de las osas. Tal vez los ganchos muertos, que al ve~etal podaste,

veré cuando mañana el hombre de la luna redonda el haz de leña lo cruce a las espaldas, camino de la hoguera que no ha de prender nunca. Lejos suena su cuerno de luz Dios en la aurora; y parte rezagado, de verde, cielo arriba, un pájaro de estrella, el último en la rama del árbol que ahora troza el leñador del día.

PERSPECTIVA Horas de sol...diafanidad... paisaje. Un cielo todo azul, lavado y terso después del chaparrón, y allá los montes donde huyen las brumas de la tarde. Olor a tierra arada en los sembrados; fecundidad y amor poblando el campo; y en rica madurez fingiendo oro con engastes de perlas, los naranjos. Temblores de cristales en las hojas. En las ramas vibraciones suaves, y amores en los nidos que nos dicen la pena que es vivir sin una amante. Humo, inmensidad, sosiego y éxtasis; y absorta toda el alma que se queda como prendida al vuelo de las aves más allá de las brumas de las sierras. Quietud, ensoñación, paz y distancias; y en lo agreste y lejano de los montes el humo que se va de los bohíos mientras arde la leña en los fogones. Horas de sol... tranquilidad, paisaje, y en éxtasis el alma que se queda como prendida al vuelo de las aves más allá de las brumas de las sierras.

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La función crítica POR LILLIANA RAMOS COLLADO

"Do I dare lo force llu momen! lo

ils crisis?" T.S. E/iol

/.

L Aun género literario específico: el ensayo. EsCRITICA LITERARIA SE UBICA DENTRO DE

peramos que el crítico domine las técnicas básicas de la redacción ensayistica, que tenga una creatividad estilística, incluso un dominio de las técnicas de persuasión que subyacen la retórica tradicional. En el caso de la crítica, sin embargo, no se trata sólo de impartir una opinión más o menos "conmovedora" (persuasiva), más O menos informada, sobre algo, ejercitar el criterio -como decía Martí-, impartir formación e información. Se trata más bien de emprender una tarea a la vez creativa y didáctica ("dulce y útil") dirigida a una meta esencial: llevar nuestro pensamiento sobre los textos a una crisis, ponerlos "en situación", como diría Sartre, hacerlos "extraños", como diría Brecht. La crítica no debe contestar sino inquirir, no debe imponer (encubrir) sino descubrir. Enseña a aprender a leer. Pero el camino hacia la crisis es arduo, y también requiere unos procesos que permitan el juego y rejuego entre los textos. Además de un esencial talento ensayístico, el crío tico necesita un variado trasfondo cultural que le permita reaccionar a los textos de manera a la vez suelta e informada. No me refiero necesariamente a un trasfondo académico o cuantitativo, sino a una profundidad peculiar de lectura que más pende del talento que de las socorridas fórmulas que se aprenden en las clases de literatura. Los criterios del crí34

tico, y valga la redundancia, se forman precisamente con la lectura. El crítico es el lector por excelencia, el que, por virtud de su "agudeza de espíritu", puede conversar de tú a tú con los textos, pelear con ellos, ampliarlos, borrarlos (cosa terrible), incluso adivina. textos futuros. Para que sea legítima, la lectura del crítico debe seguir algún tipo de pauta. Después de todo, !iU función es la de leer los textos para nosotros. Es aquí donde su trabajo entrama con el resto del campo literario, donde su trabajo adquiere razón de ser. Y dado que, como todo medio de producción, el medio literario asume características peculiares en las diferentes épocas, en los distintos países, y para las diferentes clases sociales o sectores de clase, para hablar de la crítica literaria en Puerto Rico y del rol del crítico en nuestro medio, es preciso, pues, aventurar una descripción somera del campo literario puertorriqueño.

JI. La estructura del campo literario es sumamente compleja, no importa el grado de subdesarrollo del mismo o de la sociedad donde opera. Lo componen una serie de elementos, siempre presentes, no importa cuán primitiva sea su manifestación: escritor, lector, texto, medio difusivo (biblioteca, librería, rumor... ). Pero seamos más específicos: escritor, editor, impresor, distribuidor, librero, público lector, sistema de educación, crítica (periodística o académica), etc. En los campos literarios más primitivos, la misma persona realiza varias de las funciones; en los campos más desarrollados, el grado de comparta-


mentalización es mayor. Como es de suponer, todos los elementos del campo literario tienen una estrecha relación de interdependencia. Los procesos que se generan en uno de ellos repercuten en los demás. La obra no termina cuando el escritor pone el punto final a su manuscrito. Es precisamente ahí que su vida comienza, que comienza su inserción en el sistema más amplio de la literatura. Como dije antes, cada campo literario tiene sus peculiaridades, y el campo literario puertorriqueño no es una excepción. Comenzaré, sin la ambición de ser exhaustiva, describiendo las circunstancias de publicación, que son básicamente dos: las ediciones "editoriales" y las ediciones "de autor". En el primer caso, las editoriales puertorriqueñas que publican obras literarias usualmente carecen de una "mesa editorial" que se encargue de leer los manuscritos que se someten para publicación, o de solicitar manuscritos para evaluar los mismos con el propósito de publicarlos. Al carecer de una "mesa editorial", la política editorial no suele estar bien definida, no hay una distinción clara entre lo que es literario y lo que es simplemente comercial. En la medida en que estas editoriales (con la excepción quizás de aquéllas que están adscritas a instituciones académicas o culturales, tales como la Editorial Universitaria o la Editorial del ICP) son en primer lugar negocios y sólo en segundo lugar empresas culturales, ha y una preocupación tal por abastecer la demanda que rara vez se crean ofertas que contribuyan a la evolución del campo literario. 1 Además, muchos de los contratos editoriales resultan ser demasiado onerosos para el escritor. Con frecuencia se le liquidan sus regalías en libros y no en dinero, y la difusión de los libros es desigual. Hay casos en que el escritor le paga al editor para que éste le publique el libro. Es decir, en Puerto Rico las editoriales rara vez cumplen las funciones que típicamente le corresponden en países con medios literarios más antiguos, más diversificados, más estructurados. En el caso de las ediciones de autor, el escritor tiene que encargarse de funcionar como su propio editor y producir, en todas sus etapas, su libro. Tiene que hacer las veces de distribuidor y propagandista. Al llevar el libro a la librería, el librero, si acepta vender el libro, le cobra al escritor el mismo por-

1. En una interesanlísima entrevista que le hizo la escritora Ana Lydia Vega a Francisco Vázquez, director de la Edilorial Cultural (Anlillana), el entrevistado enumeró sus criterios para la selección de textos: que el autor fuera conocido, que 105 textos fueran escolares o académioos, que fueran escritos en prosa, o que estuvieran de moda. Todos eslos criterios, parser absolutamente "comerciales", resultan redundantes ya que no permiten que "lo nuevo" entre al medio Iilerclrio.

ciento que le cobraría a una editorial prestigiosa local o extranjera. Esto resulta desproporcionado ya que no hay comparación entre los costos de la edición de autor y los de las ediciones masivas de las grandes editoriales. El librero considera que es un riesgo invertir en ediciones de autor y toma los libros a consignación. Le paga al autor sólo si el libro se vende. 2 Al no tener el compromiso de vender el libro, el librero no fomenta su venta, rara vez lo incluye en los catálogos de novedades de la librería o lo ofrece a las bibliotecas; tampoco lo incluye en las listas de "bestsellers" que se publican en los periódicos, aunque algunos de estos libros se vendan más que otros libros locales o extranjeros de mayor "prestigio". Porque para el mercado literario oficial la edición de autor carece, a priori, de todo prestigio. El libro publicado en edición de autor (vanity press en inglés) simple y sencillamente no existe. 3 Hay otros elementos que distinguen a nuestro campo literario: la inedición es rampante y crea un perenne desfase entre el momento de la escritura del texto yel momento de su lectura porun público; una vez el libro se agota, independientemente de su importancia literaria, no vuelve a publicarse a menos que se trate de un libro canonizado como clásico (independientemente de su calidad) por el sistema educativo, a menos que haya logrado atraer al "lector masivo". 4 Hay una tendencia marcadísima a depender de impresores ubicados fuera de Puerto Rico, lo cual ha mantenido a las impresoras locales huérfanas de experiencia en la publicación de libros y en tal subdesarrollo que los pocos libros que se publican en Puerto Rico son, por lo general, feos.

2. En un artículo que apareció publicado en un rolativo local, un importante economista puertorriqueño, que también era dueño de una de las librerías locales más prestigiosas, decía que el gran problema del productor local era la falta de empuje y de confianza en sí mismo. Sin embargo su librería trataba al productor local (el escritor) como un productor de "segunda clase". 3. El prestigio de casi todas las publicaciones hechas en Puerlo Rico no liene nada que ver oon criterios intrínsecamenle lilerarios (con el "valor literario" de las obras) sino con el acceso de las obras (o de sus autores) al mercado cultural. El boleto de enlrada de los libros a este mercado no depende en absoluto de las categorías de excelencia o pertinencia literaria que lanlo nos machacan en las clases de literatura. 4. Esto del "lector masivo" es un punto delicado. Por un lado se encuentran las ediciones gigantescas de las obras de "clásicos" como Enrique Laguerre o René Marqués, hechas para el público caulivo en las aulas del Departamenlo de Instrucción Pública, y por aIro están las ediciones de dos o tres mil ejemplares de libros como Virgmts.v márlius o La naranja mitra. Dos o tres mil es cantidad ínfima comparada con la población puenorriqueña universitaria, y casi microscópica vis a vis el público puertorriqueño alfabetizado.

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Además, el sistema educativo y la crítica académica sólo se ocupan del texto canónico (me refiero otra vez al canon de prestigio donde se ubica automáticamente la edición editorial y el libro extranjero), y muy rara vez del libro no canónico (por lo general, una edición de autor)5 que sólo saldrá de su singular orfandad si la crítica periodística, por chamba o pala, se ocupa de él. En todo caso, las ediciones de casi cualquier libro puertorriqueño tardan muchísimo en agotarse porque, supuestamente, nuestro público lector es sumamente limitado (en términos cuantitativos y cualitativos). 6

11/.

Dentro de este maelstrom que es nuestro campo literario, el crítico por lo general se ha contentado con asumir dos tareas específicas: escribir para los periódicos lo que se conoce como "material volátil", o trabajar dentro de la academia escribiendo una crítica "culta", erudita, con una aspiración a lo acabado y permanente que la crítica periodística no suele tener. Generalmente, se piensa que éstas dos vertientes de la crítica son excluyentes: a la académica se la considera seria, final; y a la periodística, apresurada o poco seria. Ninguno de estos dos tipos de crítico, claro, vive de su trabajo como tal: el crítico periodístico es maestro o periodista, y el académico es maestro o ... ¡maestro! Ambos le roban tiempo a su trabajo remunerado para realizar su trabajo crítico. De ahí que la crítica periodística sea, en efecto, apresurada, y que la crítica académica sea, ya que no apresurada, rezagada. La función principal de la crítica periodística es la difusión de los textos según los mismos van saliendo al mercado, lo cual podría explicar por qué el periodismo literario tiene una gran predilección por la reseña. Por lo general, la reseña no implica una evaluación minuciosa de un texto, sino una somera ubicación del mismo en las "letras de hoy". Dado que, en principio, los textos recién publicados aún no son canónicos (me refiero a su literaturidad, no a su

5. I:.ntre las ediciones de autor que han pasado casi desaper. ci bidas: Poesíay Ttvolución, de J. A. Corretjer, La silaba tn la pitl, de J.M. Lima. Ambos libros son fundamentales para nuestra historia literaria. 6. Aunque nuestras editoriales, pretendiendo un desarrollo que no tienen, insisten en que están llevando a cabo estudios de mercadeo, el hecho es que no están allegando a un nuevo público lector posiblemente porque trabajan y producen con criterios aprendidos que corresponden a medios literarios más desarrollados o sencillamente distintos.

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prestigio) y es, supuestamente, muy dificil saber si son "buenos" o "malos", es el crítico periodístico el que se toma los riesgos hablando, en términos noliciosos, de que se ha publicado talo cual libro. Es definitivamente difícil producir textos críticos densos, intuitivos, fundadores, cuando el tiempo y el espacio apremian. Los excelentes trabajos de Juan Antonio Corretjer, Juan Martínez Capó, Jase milio González y Joserramón Meléndes, publicados a través de los años en los periódicos locales, no son más que la desviación que confirma la norma. El crítico periodístico debe estar al tanto de su posición privilegiada con respecto a un público lector amplio. Tiene la oportunidad de ir estructurando los hábitos de lectura y los llamados "horizontes de expectativa" de lectores que no necesariamente han tenido acceso a los centros universitarios o que, si lo han tenido, no han estudiado literatura. Pero la ubicuidad del periódico es también falaz ya que se presume, acríticamente, la validez del artículo o reseña simplemente porque está publicado. No hay que olvidar que las exigencias de la redacción periodística no perdonan. La misma tiene características propias. Además, la política editorial del periódico no permite la publicación de artículos sobre cualquier tema o autor. Esto sumado al hecho de que los periódicos rara vez pagan por las colaboraciones del crítico literario. El descuido con que se suelen diseñar e imprimir las páginas culturales literarias le transmite al lector el poco prestigio o capital cultural que encierran esas páginas tanto para el que las publica como para el que las lee. Este escaso prestigio explica la escasez de espacios culturales en las relativamente escasas publicaciones seriadas del patio. Aunque el crítico periodístico debe bandearse entre todos estos problemas, debemos exigir de él calidad y pertinencia, el estar al día, yel tener sufi· ciente maleabilidad de criterios para leer con igual respeto lo viejo y 10 nuevo, la poesía y la prosa, lo erudito y 10 popular, etc.

IV.

Por otro lado, la crítica académica puertorriqueña ha salido a buscar sus modelos de estudio a las literaturas y academias extranjeras. Por razones que merecen un estudio minucioso, no se han generado sistemas de análisis a partir de los materiales producidos en nuestro propio campo literario. El resultado de esto ha sido que la literatura puertorriqueña parezca, por ejemplo. mediocre porque se la juzga desde géneros literarios que no son los que se cultivan con más éxito en el patio, e.g., la prosa; "atrasada" con respecto a los demás países (llegamos tarde al


romanticismo, al modernismo, a las vanguardias, al boom de la narrativa, a las corrientes del cuento latinoamericano, etc.); en otras palabras, desprovista de características propias. Y todo porque lo que el crítico desea es meramente corroborar si se dan aquí las características de otras producciones más prestigiosas. Los textos pronunciados como canónicos (el término aquí es ambigüo ya que la crítica académica suele confundir la literaturidad con el prestigio... ) generalmente resultan ser aquéllos que son más "universales", más "internacionales", i.e., los que menos afirmen una originalidad productiva o nacional. 7 A esto habría que añadir que las tesis doctorales no necesariamente son "crítica literaria", y que la discusión de un texto en una clase no necesariamente implica que los estudiantes están aprendiendo a leer literatura sin la ayuda del maestro, a leer poniendo la literatura en crisis, haciéndola pertinente y no mero objeto filológico donde ejercitar una versión aguada, inofensiva de los estructuralismos o las sociologías de moda.

v. Hasta aquí la descripción, aunque la crítica no acaba aquí. Según Walter Benjamin, la tarea de cualquier productor en cualquier campo cultural es la de contribuir a modificar las relaciones de producción dentro de su campo para hacerlo más dinámico, más acorde con el cambio social. Antes reseñamos una serie de dolencias del campo literario puertorriqueño. Habría que ver cómo el crítico literario

podría hacer su parte hacia la transformación de su campo, de modo que las relaciones de producción dentro de él sean más efectivas. Como vimos anteriormente, nuestros críticos tienden' a ceñir sus comentarios al texto literario, como si la literatura se agotara en la letra impresa, y como si la estepa literaria tuviera sólo dos habitantes: el escritor y el crítico. Raras veces se reseñan actividades culturales relacionadas con la literatura tales como lecturas, foros, congresos literarios... Incluso en e! renglón de las tareas textuales: preparación de bibliografias críticas, prólogos, ediciones anotadas. y hay aún más tareas fuera de la página impresa: hay que hacer crítica de la crítica, historia y teoría literarias. Hay que evaluar contínuamente los diferentes renglones de nuestro campo literario, y de! campo cultural en general. Hay que hacer crítica de la difusión, incluso crítica de ese otro texto tan importante que es la imagen pública del escritor. Es absolutamente cierto que todos los productores de! campo literario son igualmente responsables de mantenerlo vivo y efectivo dentro de nuestra sociedad. Escritores, libreros, impresores, editores, críticos, educadores, etc., deben ser conscientes de que cada una de sus actividades afecta positiva o negativamente e! desarrollo del campo literario en general. Aun así, del crítico esperamos mayor responsabilidad, ma yor articulación ante los problemas y logros de los demás componentes de nuestro complejo parnaso nacional. De él esperamos plena conciencia de la crisis, sobre todo la idea clara de que estamos, con cada palabra, construyendo un hermoso país.

7. Es curioso, sin embargo, que esa misma crítica académica pueda asimilar textos tan regionalislas como la poesía gauchesca, la novela lat inoamericana de costumbres, los cuenl os porteños de Conázar, cte., mientras desdeña, por ejemplo, el estudio de nuestra décima no como folklore sino como literatura. En un país como el nuestro, donde la nacionalidad eslá en crisis r donde las instituciones educativas son coloniales, se busca la desaparición de lo distinli\'o, de cualquier afirmación amenazante para el sistema imperante. En Puerlo Rico el lexlo no liene derecho a alirmar su nacionalidad, so pena de parecer folklorisla o chauvinista. Es evidente, sin embargo, que los patrones de prestigio que rigen las instituciones académicas han dado su fruto positivo. Puertorriqueños han hecho importantes conlribuciones al estudio de escritores extranjeros. Habría que ver si ~e trata de un diálogo entre culturas r no de un monólogo servil. También habrla que ver cuánto hay de la veleidad de la moda en la selección de tc:xtos que hace el critico.

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Selllblanza de Ana Lydia Vega* PoR JOSE LUIS VEGA

OR DOS LIBROS PUBLICADOS, EN RIGOR, POR

P libro

y medio y algunos otros cuentos, Ana Lydia Vega ha merecido en los últimos años un resonante éxito editorial, varios premios literarios locales e internacionales, una escalada en la fama insular yaguas adyacentes y ahora este reconocimiento de Autora del Año, ocasión en la cual la abnegada insistencia de Isabel Cuchí ColI y la admiración que siento por la obra de Ana Lydia me han puesto en el aprieto de decir unas palabras. Y yo que había jurado nunca hablar en colaciones de grados, en despedidas de duelo ni en brindis de esponsales, véome ahora precisado a añadir ni en presentaciones de autores (o de autoras). La sorna del párrafo anterior sólo pretende poner de manifiesto la dificultad de presentar en ocasión tan solemne a una escritora cuyos textos constituyen una sabrosa agresión a las solemnidades literarias. Me resisto pues a glosar el curricu/um ¡Ji/ae de la autora del año, misión ingrata a la que no podría aportar mucho más de lo que ya dicen las notas biográficas que acompañan sus libros, a donde remito gentilmente a los desinformados. Más pertinente me parece recordar algo que ya en parte he contado en otro lugar. Corría el año de 1964 (tal vez era el 1965) y en el viejo Anfiteatro de Estudios Generales -hoy Julia de Burgos- de la Universidad de Puerto Rico, Ana Lydia Vega, estudiante, recibía de manos de Luis Rafael Sánchez, profesor, lo que quizás era su primer galardón litera-

·P;lIabra~ pronunciadas el 11 de agosto de 1985 cuando La Casa del AUlor Puertorriqueño OIorgó a Ana Lydia Vega el titulo de Autora del Año.

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rio. Un texto suyo, en prosa, había sido premiado en un certamen estudiantil. Eran los ampulosos años sesenta: años en los que la poesía andaba cargada de pólvora retórica y angustia existencial y la narra"tiva se empecinaba en confirmar patéticamente el pesimismo literario proclamado por René Marqués. Ana Lydia leyó el trabajo premiado en la ocasión de marras. No recuerdo de qué hablaba; pero aún me parece escuchar las carcajadas de la audiencia sonando a contrapelo de la seriedad literaria de aquellos años. No supe más de los afanes creativos de Ana Lydia Vega hasta que tres lustros más tarde un par de cuentos suyos vieron luz en algunas revistas literarias. Al poco tiempo Paquito Vázquez, ese diligente editor puertorriqueño, puso en mis manos el manuscrito de Vírgenes y mártires, el cual consideraba publicar. La historia ya la conocemos todos. La audiencia, después de quince años, volvió a reír. En aquel remoto texto de estudiante ya estaba presente la pícara chispa lingüística que distingue hasta hoy el estilo literario de Ana Lydia Vega. Su lenguaje es un auténtico sofrito caribeño que, a ojo de buen cubero, mezcla la sal y la pimienta del habla puertorriqueña y antillana. Configuran sus textos la riqueza del habla urbana y popular, la recreación literaria del espanglish, la jerga del lumpenato, las versiones caricaturescas de los dialectalismos antillanos y un condimentado porcentaje de plurilingüismo que nos recuerda a los cuasi bilingües boricuas que habitamos el babélico archipiélago de las Antillas. Todo ello espolvoreado con abundantes dosis de humor, parodia, sorna e ironía que hacen de sus narraciones festines literarios. La escritura de Ana Lydia Vega se inserta seriamente- en la tradición de los géneros cómicos


Ana Lydia Vega. Foto: cortesía Editan"al Cultural.

cuya función histórica siempre ha sido subvertir la estética oficial; declarar una contraliteratura que agrede los cánones de la Belleza consagrada; vaciar, en el cauce de la letra, la fluidez oral de la cultura de las clases populares. Por esta vía Ana Lydia Vega incorpora a su trabajo literario, con desinhibida plenitud, la dimensión de lo soez, la actualidad viva del entorno, la visión degradante y erótica de la realidad; nutrientes estos que han alimentado la gran literatura cómica de todas las épocas. Hacer tal supone grandes reservas de arrojo y libertad de parte del escritor; supone una ruptura con férreas censuras sociales, familiares, personales y en el caso de una escritora -por razones que espero sean obvias- supone una rebelión adicional. Pero la escritura de Ana Lydia Vega no es sólo proeza lingüística, sino también un apasionado discurso ético-político. La condición social y política de Puerto Rico y los pueblos del Caribe y los afanes feministas son los ejes principales de su preocupación ética. En Vírgenes y mártires -libro escrito en colaboración con su compañera de aventuras literarias Carmen Lugo Filippi-explora el espacio femenino en el contexto colonial y machista puertorriqueño. En sus cuentos, tipos y tipas, machos y hembras libran la encarnizada batalla del reajuste histórico y sexual de sus cuentas. Plazas de recreo, moteles, barras, la calle sirven de escenarios a la confrontación en la que s610 la historia sale triunfante. Su segundo libro titulado Encancaranublado y otros

cuentos de naufragio -obra premiada en el certamen de 1982 de Casa de las Américas, en Cuba- desarrolla la pasión caribeña de Ana Lydia. En esta obra la alegoría, la saga, la crónica apocalíptica, la escritura ensayística, el discurso espiritista, el monólogo, la leyenda y las batallas carnavalescas entre comidas invaden el espacio restricto de los cuentos. Sin embargo, tal heterogeneidad formal reflexiona homogéneamente sobre los conflictos y fracturas del mundo caribeño y su soñada unidad. Por estos caminos estéticos y éticos la obra de Ana Lydia Vega ya ha hecho importantes contribuciones a la tradición literaria puertorriqueña. De una parte, retoma el olvidado proyecto palesiano de crear una literatura peculiarmente antillana. Ana Lydia podría suscribir plenamente aquellos versos con que Palés envía su Tun tun de pasa y grifería: Este libro que va a tus manos con ingredientes antillanos compuse un día...

Por otro lado, Ana Lydia Vega reivindica la visión cómica como medio de acceso crítico a la realidad social. Esta visión cómica ha sido una constante esporádica pero fundamental en nuestras letras. Sus hitos más altos son: Manuel Alonso, Matías González García, Nemesio Canales, Emilio S. Be1aval, Luis Rafael Sánchez... En esa nómina ilustre hay que insertar el nombre de Ana Lydia Vega, yeso es ya mucho decir. 39


Perfil de Antonia Sáez PoR L-\URA GALLEGO

L EVOCAR A ANTOi'llA S:\EZ DEBE~JOS COi'l-

A frontar al lector con la vigencia de su figura des-

de una franqueza ardiente como la suya. Rozamos siempre en la U niversidad de Puerto Rico una sensación de vacío y silencio a su alrededor; pero su presencia está latente en la conciencia de los que la conocimos en su verdadera dimensión: Antonia Sáez, imperativa y tierna, alerta y acuciosa, puertorriqueña e hispánica, severa y recónditamente dulce, agria desde la protesta crucial por los principios; vertical y vibrante. No fue popular en el Colegio de Pedagogía. 'Por qué no decirlo? Los que no la conocieron la evadieron o la resintieron. No sucumbía al halago. Era exigente y digna, retante y superior. No toleraba las medias tintas ni era fácil al acuerdo no comprometedor. En su libro póstumo Caminos del recuerdo acepta la dificultad de su carácter: "Nunca he podido hacer de mi vida un concurso de simpatías. Carezco de la gracia del disimulo, de la imperturbabilidad del jugador de poker. El eufemismo no es característica de mi estilo. Quizá esta sea una de las grandes fallas de mi carácter y fue una de las cosas que siempre tenía a mamá con el alma en un hilo cuando estaba entre la gente, tanto de niña como de mujer. Me parece verla y oirla decirme: Antonia, hija mía, ¿por qué has de ser así? Si eres buena, ¿por qué has de parecer todo lo contrario? Era natural que a mamá le preocupara mi rudeza: ella tan fina, tan comedida, tan señora". Antonia Sáez reconoció su individualismo feroz. Era la estampa de una mujer, de nada menos que una mujer, no entendida ni comprendida en su momento. La periferaron, algunos jamás la perdonaron por decirles la escueta verdad. Hemos sostenido que en nuestro país se trata el

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talento de dos maneras: o se reconocen y magnifican los valores a destiempo y se consagran en agraz, o, en algunos casos, no se reconocen. Pero la historia se encarga de desdibujar los falsos y de ftiar en el tiempo los verdaderos. Recordar a Antonia Sáez es evocar a Miguel de namuno en el ensayo Aden/ro: "Hiéreles, hiéreles por amor". De ahí su majestuosa y lejana soledad en el afincamiento de su ser y su parecer, en su áspera y profunda autenticidad. Es curioso como se patetiza en ella la crisis de nuestro medio. Cómo sintió en carne viva la laceración de todo lo que nos negara en la Universidad y en todo Puerto Rico. Y hemos de decirlo, porque el mejor homenaje a su memoria en la acción de cada día es el de la expresión veraz. Su orientación se dirigía a una pedagogía radicada en la mejor tradición de la lengua y de la historia de nuestra cultura, en el ademán pulcro y somero, sin ñoñeces ni clisés. Era original y creadora, no repetitiva y copista. La circundó una resistencia. Demandaba demasiado y rechazaba el falso franeiscanismo y el lirismo fililí que ensimisma y deja amojamada la voluntad. Fue áspera por fuera como el níspero, y dulce por dentro. Nació el 10 de mayo de 1889 en H umacao y murió el 20 de julio de 1969 en el Japón, cumpliéndose así su destino de un viejo sueño. Nos dice Concha Meléndez en el prólogo a Caminos del recuerdo publicado en 1967 por el Instituto de Cultura Puertorriqueña que su vida fue "una vida callada y a la vez rebelde ante la torpeza y la injusticia". Fue una mujer insobornable. En Humacao vio, asida de la mano de su padre, la retirada de las tropas españolas en 1898. Y medita al


Antonia Sáu.. Foto: A. rchil'o

General de Puerto Rico.

final de sus años que: "Otra pudiera haber sido la evolución de nuestro vivir si no nos hubieran movido en el hondón de nuestras entrañas fuerzas y corrientes ajenas a nuestro peculiar modo de ser". Se refiere a Puerto Rico, "a los cambios bruscos e improcedentes que ha sufrido la vida espiritual de su gente". Y no es que deseara anquilosarnos o detenerse en un tiempo histórico, en un limbo sin realidad. Como Ortega y Gasset, destaca el valor del pasado: "Creo en el progreso, pero creo también en la conservación del pasado cuando este encama caracteres especiales del espíritu de los pueblos". Antonia Sáez ha sido soslayada por razón del reto que plantea su personalidad para los que consideró ineficaces o truncos en el mero ademán magisterial, por querer adoptar sin adaptar, como diría Antonio S. Pedreira, unas pedagogías y metodologías foráneas de breve y fugaz ensayo. La obra de Antonia Sáez en la cátedra y en el

libro está respaldada por su integridad y su cullura hispánica nutrida en las mejores fuentes europeas y norteamericanas. Fue acicate y estímulo para las excelentes maestras de la Escuela Elemental y Secundaria de la Universidad en cuyas clases fundamentó parte de sus libros La lec/ura. arte dellenguqje, de 1948, y Las artes del lenguaje en la escuela elemental, anterior al primero, pero publicado en 1949. Supo interpretar entonces con aquellos maestros ejemplares el alma del niño puertorriqueño. Recordamos a Isabelita Freire, Ana María Losada, Modesto Rivera, Rosita Zurinaga, josefita Monserrate de Sellés, y tantos más.o.Angeles Pastor, Herminia Acevedo, Manuela Dalmau, Engracia Cerezo, Lolita Cordero. Aquella riqueza expresiva, aquella capacidad creadora debió trascender el plano de la enseñanza de la lengua y ambientar todo el Colegio. En La lectura, arte del lenguajl', la entiende como 41


enriquecimiento y elevación espiritual, atenta siempre como indica "a las urgencias de mi pueblo". Destaca el valor creativo y ético de la lectura y señala lo que ha sido muchas veces característico de nuestras pedagogías: "Se ha considerado la lectura como instrumento y se ha vaciado de profundidad". Plantea originalmente la relación entre la enseñanza de la lectura y las matemáticas como afines. Destaca además, y con cuánta actualidad ahora, que: La indebida interpretación es la causa mayor del fraude: la propaganda". Tenía clara conciencia de que la raíz de la refonna educativa radica en la escuela elemental. En Las arles dellen.((uqje en la escuela elemen/al aborda todos los aspectos de las destrezas, pero desde la expresividad del niño. Las arles dellen.((uaje en la escuela secundaria, de 1952, es a mi juicio una obra de síntesis de las anteriores en la que afinca los principios rectores de la enseñanza de la lengua. Y aclara que lo esencial es fonnar una conciencia lingüística en el puertorriqueño: "La formación de una conciencia lingüística de valores y criterios que oriente el dominio del lenguaje para todas las funciones de la cultura". Y por eso indica que: "La enseñanza de la lengua es un grave problema de ética". Porque entendía que la lengua expresión de la cultura, debe desarrollar un sentido histórico de ésta que acendre un sentido de identidad y un sentido crítico. Aún no se ha cumplido esa función y andamos a la deriva sin formar hombres de nuestra nacionalidad y sólo entes errantes entre lo español, lo puertorriqueño y lo norteamericano. y no son los "neoricans" los más desarraigados. Que es más grave el desarraigo en nuestro propio medio. No puede desarrollar una conciencia lingüística, ni un sentido histórico, ni un sentido de identidad, quien no lo tiene. Por eso dice Antonia Sáez que de la enseñanza de la lengua materna depende la integración o la desintegración de nuestra personalidad de pueblo. Se nutre en las fuentes de Tomás Navarro Tomás, Samuel Gili Gaya, Margot Arce. Su tesis doctoral de Madrid gira en torno al teatro en Puerto Rico. Se

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proyecta hacia la educación desde una cultura general y una formación humanística. En Las arles del lenguaje en la escuela secundaria expone sobre el gran dilema cuando se refiere a la cultura; y esto es aplicable a todas las destrezas y cobra actualidad hoy junto a los recursos auxiliares de la tecnología educativa y los medios de comunicación. Acusa al sistema de no cultivar la curiosidad intelectual del niño e indica que lo que se enseña no añade ni saber ni sabiduría. Si hubiera tenido acceso directo a Instrucción Pública estoy segura de que hubiera transformado la enseñanza de la lengua que hoy debe revisarse y reexaminarse en su enfoque. Enseñó desde el 1931 en el Colegio de Pedagogía. Pero no perdió nunca el contacto con Estudios Hispánicos donde hizo su maestría en lengua y literatura en 1930 y desarrolló su conciencia mayor en la lengua. En el Colegio de Pedagogía manifestó que muchas veces se puso a prueba su carácter e integridad moral. Luego de jubilada volvió a Estudios Hispánicos a escuchar cursos. Pensó alguna vez escribir Lo que sé por mí de la Universidad. En ella creció su amor por Puerto Rico. y como si intuyera el aro de silencio que la soslayaría, hace la reflexión: "Todos somos en ellas, Universidad y patria, accidentes; todos pasamos, pero ellas quedan. El Señor derrame sobre ellas todas sus bendiciones y sobre mi Colegio de Pedagogía la luz de la gracia del Espíritu Santo. Así sea". Debemos consignar en Antonia Sáez en Caminos del recuerdo la recapitulación y autoexamen de su vida, la evocación de todas las impresiones forjadoras de su ser. Esta obra revela su delicada sensibilidad poética. Nos transporta el ámbito de Humacao, pueblito de antes como el que describiera Virgilio Dávila. Su memoria es prodigiosa. Las descripciones de la naturaleza tienen analogías con la prosa de Margot Arce y Tomás Blanco. Creo que perdimos en ella a una escritora, a una ensayista. No sé si llegó a comprender que esta era la veta que trasminaba su [onnación. Creo que salvamos en ella la conciencia patria.


El prejuicio racial en el refranero puertorriqueño POR WENCESLAO SERRA DELlZ

INTRODUCCION: LTRABAJO QUE PRESENTAMOS A CONTINUA-

E ción es un adelanto y un fragmento a la vez de

una investigación mayor en proceso sobre el tema de epígrafe. En él me propongo estudiar uno de los fenómenos más expresivos y cotidianos de nuestra lengua hablada: el refrán. Por ser considerado parte del folklore, podría pensarse que en un país donde se ha producido un urbanismo tan acelerado, esta costumbre ha pasado a formar parte de nuestros recuerdos del pasado. Sin embargo, no es así, y lo he comprobado con sorpresa a lo largo de más de una década en la cual me he dedicado a su observación y recolección. Más sorprendente aún resulta el hecho de la antigüedad y la persistencia de este género oral en la historia de la Humanidad. Para dar una idea somera, baste recordar que los investigadores Edmund I. Gordon y ThorkildJacobsen descubrieron una serie de tablillas cuneiformes sumerias que contenían una amplia gama de refranes y géneros afines (que aún subsisten en Puerto Rico), probablemente utilizados para la enseñanza escolar infantil (Gordon y Jacobsen, 1968). También se registró su uso en el antiguo Egipto (Erman, 1927). Los autores griegos lo utilizaron ampliamente, así como los latinos. La Edad Media española lo bautizó con una infinidad de nombres (consejo, regla, adagio, proverbio, sentencia, máxima, brocárdico, etc.), evidenciando así la amplitud de su uso. En América existe amplia bibliografía sobre estudios que registran su presencia en las culturas indígenas. ¿A qué se debe semejante fenómeno de pertinaz sobrevivencia? Después de llevar a cabo numerosas observaciones sobre su uso, he llegado a la conclusión de que esto se explica por la amplia gama de funcio-

nes que lleva a cabo en la vida diaria, tales como: socialización de niños y adultos, poder explicativo, estímulo, defensa, justificación, consuelo, censura, ataque, así como funciones de reproducción ideológica. A esto hay que añadir la ventaja de su brevedad y fácil memorización. Un rápido cot~jo a las funciones enumeradas evidencia las urgentes instancias que se producen en la vida diaria de la existencia humana en cualquier parte del planeta y que el refrán y la lengua hablada en general ayudan a expresar efectivamente. Este trabajo está muy lejos de la concepción del folklore como algo recreativo o deleitahle a lo cual podemos acudir para huir del tráfago de la vida urbana. Por el contrario, se intenta en él romper con la tradición de recoger los refranes y presentarlos al público como una mera colección de ocurrencias populares sin mayor trascendencia. Dentro de la rica y amplia gama de temas y funciones, he comenzado a examinar, entre otros, su aspecto más "negativo". Desde hace varios años examino el prejuicio racial, el prejuicio contra la mujer, la imagen nacional del puertorriqueño, etc. En esta ocasión, y por aquello de que para muestra un botón basta, veremos el aspecto del prejuicio racial y como éste se reproduce en el refranero. La investigación sociológica realizada en Puerto Rico ha registrado el fenómeno a diferentes niveles de la convivencia social, lo que me ha servido para catalogar al refrán como un recurso de verificación sociológica. Es importante recalcar el hecho de que en esta breve exposición sólo se examinará un aspecto de un fenómeno muy rico y complejo. Recordando la afirmación de Rossi Landi (1970) de que todo discurso es ideológico, examinaré un aspecto de nuestra ideología: el prejuicio racial. En ese intento, incluyo otros 43


géneros paremiológicos, como son las frases y modismos, los cuales cumplen funciones idénticas, según veremos. EL PNE}UIC'/O RIIUAL E. \" EL REFR:I..VENO Pl1ENTORRIOIE.\"o:

A continuación se enumera una serie de refranes, frases y modismos asociados con aspectos raciales: l. El negro es carbón del infierno_

2. El negro, si no la hace a la entrada, la hace a la 3. 4. 5. 6. 7.

a. 9. 10.

11. 12. 13.

14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21.

22. 23. 24. 25. 26. 27. 28.

29. 30. 31.

salida. ¡Maldito sea Abraham Lincoln! Hay que m~jorar la raza. Soy negra, pero tengo el alma blanca. El que no tienedc congo, tiene de carabalí. Al negro le gusta lo colorao. Ellos son blancos y se entienden. ¡Tenía que ser un negro! Los negros son brutos. Es negro, pero buena gente. Parece una mosca dentro de un vaso de leche. Los negros son buenos, malo es el que dice que los negros son malos. Lo menos que puede ser un negro es orgulloso. El negro se sabe que es vi<;jo cuando arrastra la pata. El que no tiene dinga tiene mandinga. Bórrame de la lista negra. No ha y colorao bueno ni jincho de buena fe. Esa negra tiene clase. Jincho papujo. Vo soy un negrito chévere. Ser de color. Ser moreno. Ser cafre. Tener raja. Tener pelo malo. (o: morusa, sereta) Negro puertorriqueño. Negro como el carbón. Un negro color teléfono. (muy negro) Negro como el fondo del caldero. El tiempo de los esclavos l se acabó.

De fuentes bibliográficas {recogidos también de la tradición oral): 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38.

39. 40. 41.

Mucho negro junto da calor. Donde hay mucho negro hace falta una vela. El esclavo que descansa, conspira. (siglo 16) En la pesquería del blanco, el negro carga el jamo. Mulos y mulalos, un ralo. Al negro bocón se le da su bofetón. El negro derra ma el caldo y se come los cocidos. Algún día ahorcarán blancos también. El negro sólo piensa los viernes. Al negro bueno lo quieren vender.

1. Zcnón (1974) ha observado que se tit:nde a asodar la esc!avit ud sólo con h "raza" negra, cu ando lo cierto es que también muchos indíos fueron hechos l'5clavos por los españoles y, además, ha existido e. clavitud blanca.

42. El negro siempre derrama el caldo. 43. Dios hizo al negro para que el animal descanse. 44. Se comporta como blanco. 45. Es un negro acepillao.

El antropólogo Antonio Lauria dice que en Puerto Rico no se considera que una persona esté cabalmente socializada mientras no exhiba "respeto" en su relación con los demás (Lauria, S.F.: 3). Esta devaluación, esta falta de respeto generalizada hacia el puertorriqueño negro equivale, pues, a su exclusión simbólica -yen muchas ocasiones, realde nuestro medio social. Veamos los detalles. Como un ejemplo de lo que el acercamiento lingüístico puede aportar a nuestro examen, veamos el comentario que hace el Prof. Isabelo Zenón sobre la frase "negro puertorriqueño". Dice Zenón: "La inocente frase "negro puertorriqueño" encierra una dolorosa realidad: la constante y dolorosa marginación de la puertorriqueñidad sufrida por el hombre negro desde los albores mismos de nuestra conciencia nacional..." ¿Por qué es adjetivo lo puertorriqueño en el negro?" "Para el negro lo raciaL.es lo sustantivo, lo fundamental; para el blanco lo nacional o cultural". (Zenón: 1974:22-23). De este modo, al posponerse el gentilicio al en este caso sustantivo "negro", se convierte en adjetivo lo que debe ser sustantivo: el ser social, el ethos, como quiera llamársele. Se antepone de ese modo lo racial -que en este caso se considera inferior y cosificado- sobre el principio integrador de lo nacional. Es decir, se percibe en forma diferenciada a este ser humano con el mismo esquema clasificatorio que aplicamos a los animales: caballo árabe, perro alemán, gallo inglés, etc., aunque en estos casos el adjetivo-gentilicio conlleva cierta distinción y estima. Este es un buen y sencillo ejemplo de cómo las instancias sintácticas penetran en el ámbito de la semántica, es decir, de cómo el orden de las palabras no es inocente, pues expresa efectivamente unos contenidos y significados (una visión de mundo) de los cuales nosotros, los sujetos parlantes, somos transmisores y recreadores conscientes o inconscientes. 2 Igualmente interesante resulta el análisis de otra frase aparentemente inocente {núm. 11). U n profesor universitario, hablando de un discípulo, me dice: "Es negro, pero bien inteligente". Ese "pero" lo he escuchado en variadísimas ocasiones. Cuando le pedí a mi interlocutor que reflexio2. Otro ~iemplo valioso de un trabajo realizado en Puerto Rieo lo constituye el trabajo de la Dra. Ruth Silva de Bonilla, prorcsora de la Fa~ultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico, recogido en la bibliografía. Vea: Silva de Boni· lla, 1981.


nara sobre lo dicho, no encontró fundamento para mi petición. Sólo esa pequeña partícula, esa simple conjunción adversativa "pero" (que dicho sea de pasase utiliza para indicar oposición, objeción, restricción) pone al descubierto a la persona aludida y revela una herencia de una práctica verbal estereotipada racista, validada en gran medida por opresores y oprimidos a través de nuestra historia. A nadie en Puerto Rico se le ocurriría decir, por ejemplo: "Es blanco, pero inteligente", a menos que reescribiéramos toda nuestra historia. Sin embargo, usamos los vocablos "negro/a" y "negrito/a" como expresión afectiva íntima. Esto lo registró Charles C. Rogler en 1944 (Rogler, 1944:450), y aún es una práctica generalizada. Lo entiendo como una respuesta afirmativa a nivel popular; como un nivel de afirmación dentro de la negación. Un examen somero de la muestra paremiológica ofrecida al comienzo de este trabajo muestra al puertorriqueño negro como un ser antisocial, desagradable tanto a nivel individual como grupal; como un ser que no tiene siquiera la capacidad de protestar o quejarse; como un ente perteneciente a una raza inferior que hay que mejorar o "blanquear"; vestido en forma chocante; limitado intelectualmente; algunos como extraños híbridos con "alma blanca"; bruto, impertinente, ridículo, relegado a un nivel zoológico, etc. 3 Ante esa avalancha ideológica, nuestro pueblo no-blanco se defendió con estos dos expresivos refranes que están mucho más cerca de la realidad histórica y social (Rodríguez Cruz, 1965): "El que no tiene dinga, tiene mandinga" y "El que no tiene de congo, tiene de carabalí". O este otro: "Los negros son buenos, malo es el que dice que los negros son malos". El prejuicio racial se instaura como justificación de la esclavitud desde el inicio de la conquista española, sobrevive a la abolición de la esclavitud, pasa por el 1898 y continúa vivito y coleando a nuestro lado. Se ha utilizado como un instrumento de dominio político y social, ya que es necesario cosificar y degradar axiológicamente a aquellos a quienes se van a conquistar, esclavizar, marginar o sencillamente eliminar físicamente {Storr. 1968: 193}. El profesor Martín Sagrera recoge en su libro (Sagrera, 1973: 48-49) evidencia de las instrucciones escritas que recibió el General Miles -a cargo de la invasión 3. KimbaJl Young. sociólogo norteamericano, ita un cstudio en el cual una muestra de hombres usaron una serie parecida de estereotipos. Para ellos el negro es dcsaliñado, sucio. inmundo, haragán. cobarde. inmoral y deshonesto (Young, 1969; 64 _ El estudio aludido es el de Bruno Benelheim y MorrisJanowitz: Th, D)'namjes o/ Prtjudju (New York. Harper, 1950).

norteamericana a Puerto Rico en 1898- en las cuales se le instruye para que aproveche el antagonismo racial existente en la isla con el propósito de dividir la población (máxima cesariana). Algunos estudiosos han sostenido que en Puerto Rico el prejuicio racial no a~ume la expresión violenta que se observa en los Estados U nidos o en Africa del Sur, reduciéndolo a un temor a ser considerado como negro, a una inseguridad social en tomo a la identidad racial, o a lo que Renzo Sereno llamó "criptomelanismo" (ocultamiento del problema dentro del yo) (Sereno, 1947; Blanco, 1985; Rogler. 1944; Hollister, 1969). Sin embargo, algunos estudiosos más recientes evidencian que esta realidad ha ido más allá de la simple inseguridad o el "criplomelanismo", resultando que el racismo ha sido una práctica personal e institucional (Seda Bonilla, 1976; ELA, Comisión de Derechos Civiles, 1950; Mathews. s.f.; Ve1ázquez. 1964; Picó de Hernándc7. el al.. 1985, publicado originalmente cerca de 1975: Rodril:~lICZ Cruz, 1965; Zenón. 1974. etc.). La agresión racista, como es de esperarse, no se limita a los refranes, sino que también se expresa en las bromas que se dirigen a los puertorriqueños negros, práctica que he observado en adolescentes y adultos. En este caso, el ataque se esgrime disfrazado, disimulado en la forma de la broma. ya que ésta provee un recurso que permite un alto nivel dt" inmunidad. También son famosos los chistes sobre el mismo tema, especialmente en la intimidad de los pequeños grupos. Es precisamente a ese nivel donde Seda Bonilla encontró que aumenta el prejuicio racial, es decir, mientras más íntima es la posibilidad del contacto personal, más aflora el prejuicio y el deseo de evitar contactos. El refrán número 4, expresado en forma imperativa, indica el desmoronamiento de toda resistencia: "Hay que mejorar la raza". En este caso, el sujeto ha internalizado la imagen de inferioridad étnica que lanza el "blanco" dominante y la asume como el único modelo válido, como el paradigma social por excelencia. De ese modo, se autocondena en vida a un status degradado y sólo admite una salida simbólica a través de su posible descendencia biológica "mejorada", "blanqueada". Los símbolos utilizados en los refranes recogidos en la muestra son harto elocuentes en su intencionalidad obvia: carbón, calor, infierno, vela. raja, cafre. etc. Este último vocablo es un derivado del árabe kefir, que significa "infiel", con la carga punitiva que esto implica en el contexto religioso; carga semántica que aquí se traslada a la realidad social con idénlicas consecuencias para la persona aludida. En todos estos símbolos se alude a instancias de subordinación, castigo, molestia, depreciación, exclusión, etc., y 45


ofrecen un correlato directo con la realidad histórica y social vivida por la raza negra en nuestro país, la cual ha aportado los trabajos más duros y amargos a nuestra economía. Nótese ahora el fenómeno revelador de los refra· nes de protesta, defensa, afirmación y queja, números 6, 13, 14, 16, 18, 31, 35, 39 Y41. Esto es doblemente revelador, no sólo porque evidencia distintos niveles de protesta verbal, sino por su correlato histórico. La mayoría de los historiadores que conocimos y leimos hasta los comienzos de la década del 1970 nos enseñaron que el sistema de esclavitud negra que implantaron los españoles en Puerto Rico era una instituciónbenigna, que la mayoría de los esclavos eran sirvientés domésticos y que por eso no hubo rebeliones ni quejas. Sin embargo, la nueva historiografia ha descubierto sistemáticamente que, en efecto se produjeron muchas protestas y rebeliones de parte de los esclavos (Baralt, 1981; Nistal, 1979; Curet, 1979, etc.). Esa realidad histórica quedó muy bien registrada en los refranes puertorriqueños bajo la forma de protesta verbal que corrió de boca en boca hasta fijarse en la tradición oral. "En la pesquería del blanco, el negro carga el jamo" es un refrán que expr...sa lo que parece ser un señalamiento objetivo, pero que en realidad anuncia que el trabajo duro quien lo hace es el hombre negro, mientras el blanco asume tareas más llevaderas. Quien dice: "No hay colorao bueno ni jincho de buena fe" manifiesta un tipo de racismo "al revés", pero dentro de su contexto opresivo es realmente una legitima defensa frente a una marginación centena· ría. "Algún día ahorcarán blancos también" expresa un reclamo desesperado de justicia ubicado en el futuro, tal vez una forma de consuelo subjuntivo y filosófico. El hombre que dijo en un restaurán: "Los negros son buenos, malo es el que dice que los negros son malos" hace una reivindicación ideológica semántica y devuelve el ataque racial en forma directa, a la vez que condena a los que practican el racismo. El refrán 31 recuerda que la esclavitud ya se abolió, por si el patrono se ha olvidado del dato y quiere exigir más trabajo de lo acordado. El 14, "Lo menos que puede ser un negro es orgulloso", es un acto de afirmación a través de la altivez; revela una conducta solipsista, pero de consecuencia social. El 15 exhibe con orgullo una alegada mayor longevidad del negro frente a otras razas. Vemos así, pues, cómo la ideología racista ha producidosu contrapartida de resistencia y afirmación social y verbal que legitima y anticipa a la vez un proceso de cambio real. Constatamos, además, la capacidad de nuestro refranero y nuestro pueblo para codificar y descodificar a la vez formas, valores y actitudes socio-históricas. El prejuicio racial, mecanismo ideológico y prác-

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tica social utilizados para legitimar una institución y un modo de producción ya desaparecidos históricamente en Puerto Rico, ha sobrevivido por más de un siglo a la realidad socio·económica que intentó justificar y de la cual surgió. Podría pensarse, por ello, que el nivel de penetración que posibilita el lenguaje en el ser humano es más duradero y efectivo tanto a nivel social como individual de lo que parece a primera vista. Si bien el lenguaje transmite una visión del mundo, un sistema de valores y conforma actitudes, no podemos perder la perspectiva y atribuirle un valor mitológico (Cassirer, 1959). Por ello, es necesario estudiar otros mecanismos de reproducción ideológica. La existencia de clases sociales, por ejemplo, y la ideología que genera la clase dominante utiliza el prejuicio racial como un instrumento de poder, máxime cuando se nos ha enseñado a pensar que las personas de piel oscura en su ma yoria son miembros de las clases bajas. Esto puede implicar que, mientras en nuestra sociedad persista algún tipo de dominio de unas clases sociales sobre otras, o de un género sobre otro, los prejuicios de todas formas continuarán siendo un arma efectiva contra los seres humanos. Por otro lado, como afirma el antropólogo e investigador Eduardo Seda Bonilla: "El racismo es un fenómeno histórico consrruido por categorías culturales, no un fenómeno biológíco como pretenden muchos... " "La raza como concepto biológico está completamente desacreditada en su aplicación al ser humano. Tuvo su origen en la historia reciente en función de justificar la explotación, la esclavista e imperialista". (Seda Bonilla, 1976: 202).

Con esta breve presentación se ha intentado familiarizar a los lectores con unas nuevas posibilidades de análisis de un aspecto de la lengua hablada de Puerto Rico. No se pretende decir la última ni la primera palabra sobre el tema, sino ofrecer una nueva vía de análisis que debe ir perfeccionándose en la medida en que se disponga de más y mejores recursos. Si el estudio del idioma (en este caso, de la paremiología) puede ayudar a crear una conciencia más lúcida de la visión de mundo que hemos heredado y estamos ayudando a reproducir, ello constituirá un logro sobresaliente de nuestra ardua labor.

REFERENCIAS BlBLIOGRAFICAS BARALT, Guillermo. 1981. Esclat'Os rtbtldts. Río Piedras, Eds. Hu-

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5 Sáficas PoR AUREA M\RIA SoTOl\IAYOR

ELDIALOGO a M.

(1 )

Los suaves márgenes. de tu voz. Turbadoras manos. Aire que busca el tacto.

(2)

¿A quién atribuir la voz el tacto el aire amor mayor inteligencia?

A veces, los pájaros chocan contra cristales demasiado limpios. Que los vidrios, vidrios sean. Para que no sucumban los pá;jaros.

Te amé una vez hace ya tiempo. Entol1ces me parecías una intensa campana colorada. 12 de noviembre de 1985

Afilado en su combate contra la ~ravedad,

el sauce redondo su be yel viento le hace su da nza, la más suave.

Bala la luz sobre el filo de la hoja haciéndola silbar. La ululante certeza de su ritmo deslumbra.

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El quinto angel PoR IVAN SILEN

Que no rompa el ángel su cacharro contra el cielo, le he dicho que no rompa su cacharro, porque vi el ghetto de la muerte abandonado. y crucé celoso por tu cuerpo muerto. Celoso de la cabeza que siembro en los tiestos para no perderte, y para que tus caderas no aplasten mi esqueleto. Le he dicho que no rompa al ángel contra las llamas de tu sexo. Que no rompa mi sexo contra sus llamas. Porque el sueño es un gato que palomas caza por el cielo donde digo al ángel que no rompa tus senos de celosa a las puertas en sombras de cenizas en ángel en llamas del espejo, de ga tos en fuego, de palomas en fuego, y ventanas muertas, y fósforo derribado, r aceite herido, tus senos contra el cuerpo del ángel, celosa. 50

Te he dicho que por la aguja de los cielos muertos no tejas, ni deshiles fuego, ni derrames al que huye, porque he visto al hombre del tiempo despegando su nada del espejo, su eco de la voz, el sexo del amor abandonado. Pero ha sido inútil. El Quinto ángel ha volcado su cacharro y se ha caído el cielo, se han caído tus senos y tus caderas sombras que arden, cenizas de flores hieden, edificios de lunas (leprosa y novia cruzas el humo descalza, comes la espina descalza, la explosión descalza, velluda de pétalos, lavosa, hastiosa, mountra. Casi sapa de luna y rosa. Yo le dije al Quinto ángel que no derramara contra mí (ga to en fuego y palomas en llamas, fósforos y aceite, tus senos), que no rompiera contra ti la muerte mía. De: El libro de los .\lis/ieos (inédito)


Reaganianas PoR MARITHELMA COSTA

FRONTERA I Largo viaje nocturno por fin tocas suelo paisaje encerrado en cristales horizonte cambiado de tono

FRONTERA 11 l.

Un poco más allá si sigues por la carretera inclinada sólo hay guerra unas leguas más abajo donde la tierra cambia de nombre es la muerte Acérca te al sur ya no hay verde ni luz en los caminos el maíz nos lo racionan adéntrate al centro no quedan villas ni milpas ni animales la vida arrebatan 2.

Nos han quemado la tierra han torturado a los dioses todo es fuego hambre sangre vertida sal a cada paso queda silencio frío muerte se han invertido el cielo y la tierra 51


Gl ATE.HALI

De veinte en veinte desa pa recemos de cuatrocientos en cuatrocientos desmantelan nuestros pueblos Nos desnudan en las plazas es que hace calor y hay que aprovechar las divisas extranjeras separan nuestros tĂłrax de los cuerpos nos hacen un favor en las fosas jugaremos a intercambiamos las cabezas Del libro inĂŠdito ÂĄmago .\llIndi

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Disquisición sobre Jorge Guillén PoR FR.\NCISCO M\TOS p,\OU

L E acompañado de mi esposa, Isabel Freire, Iba 23 DE SEPTIEMBRE DE 1983 "I.-\JE ..\ E.'\PAÑA.

en busca de una vislumbre fisico-espiritual, de la presencia del poeta Jorge Guillén, quien vivía en Málaga, en el Paseo Marítimo. No pudo ser. Circunstancias onerosas (la pérdida o robo de mi pasaporte) hicieron imposible este acercamiento al autor de Cántico. Ahora me entero, por el periódico, El. Vuel'O Día, que Jorge Guillén ha muerto, junto al mar de Málaga. Se nos fue el poeta de la ensoñación edénica. y ya no respira entre las cosas entrelazadas. Su nimbo mejor se oculta a la mirada humana. Me conmovió la muerte del poeta, a la edad de 91 años. Vida fructuosa, ejemplar, edificante, del Maestro que utilizó un verbo cantarina, lleno de ritmos tectónicos. Anteriormente, había conocido a Jorge Guillén, en París, a raíz de la muerte de su primera esposa. Más luego, tuve el encanto de encontrarlo en Puerto Rico. Ejercía cátedra de Español en la Universidad de Puerto Rico. Me acuerdo cuando giró una visita a mi hogar, cómo departimos abundantemente sobre poesía. Jorge Guillén siempre me estimó como creador de poesía. Decía el valliso~etano que yo era producto de la inspiración más acendrada. Y en esto tenía razón: me he distinguido consuetudinariamente por la fluidez de la palabra, por la casi improvisación. Mi querido amigo, que ha traspuesto las fronteras de lo absoluto, es el poeta del.Ser, con letra mayúscula. Su ordenada imagen representa un triunfo para la poesía española por su optimismo metafisico. La Esperanza fue su motivación más centrípeta. Y el deleite jubiloso con que cantaba le hizo resistir los embates fortuitos de la historia. Siempre culminaba

en fervor, en sapiencia de música, en fraternidad incisiva. Fue amigo de sus amigos, como corresponde al caballero. Yen cuanto a sus enemigos, si es que los tenía, hubo perdón para ellos. Esta limpieza de alma era característica de un temperamento varonil, estoico, capaz de vaciarse en entusiasmo vibrátil frente a la existencia. Jorge Guillén, al mismo tiempo que recreador de esencias verosímiles, se dio cuenta también, sobre todo en Clamor, de ciertas incongruencias dolorosas de la historia del hombre. No fue un bobalicón, pasmado ante las maravillas del ser. Tuvo conciencia del sufrimiento de su patria durante la Guerra Civil. y en el destierro se portó con nobleza y firmeza, combatiendo elegantemente la Dictadura del Generalísimo, Francisco Franco. Aunque no era un poeta comprometido su; generis, no olvidó el valor de la justicia que compete a los hombres bien nacidos, ni tampoco el orden moral imprescindible, sin el cual no puede calibrarse la belleza a fondo. Es verdad que cultivó las fluencias más viables de lo metafisico, pero con un sentido realista, con una efusión humana digna de reconocimiento por todos los que batallamos en la faz de la tierra, ahondando sus problemas. No era, pues, un poeta exclusivamente puro O purista, Este sambenito de la poesía pura lo molestó a veces, independientemente del hecho de que su estructura poética iba al fondo de las cosas y se volcaba en iridiscente imperio frente a la realidad armoniosa que tanto amó. El compromiso con la vida entusiasta no lo daño en el vano empeño de la propaganda capciosa. Se respetaba a sí mismo, para dedicarse a la injuria continua. El construía el poema con exactitud, lo sopesaba en la fragua de una inspiración intelectual, le prestaba candidez ordenadora. Fue un sapiente dificil, un 53


.7o~ltt

Guillin. Folo: A rchit,o .(olo.r:r4{rco - Nt¡,j.rla le/'.

arquitecto idóneo, el más acucioso ejemplo de la poesía clásica dentro de las vertientes modernas. Este equilibrio de su acento lo llevó lejos: a una ternura eficaz con que compaginaba el caos para prestigiado en la solvencia del canto y en el luciente anhelo de una composición recreadora. De ahí que varios se confundieron con él y lo declararan un intelectualista de oficio. Juan Ramón Jiménez no le perdonó su neoclasicismo, su lima constante, su racionalidad viva. Para mí, no había enJorge Guillén la sequedad intelectual que le atribuía el exquisito poeta de Platero.v yo. No fue defecto capital desu estilo la parsimonia estilística. N o se trataba de un cerebralismo consciente, sino de un rechazo del irracionalismo que puso de moda el movimiento surrealista en España. Este movimiento había influido en Federico Garcia Larca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Juan Larrea y otros. Jorge Guillén se mantuvo, sin embargo, dentro de una proyección lisa de contornos racionales, buscando el eje diamantino de la música junto a la conciencia de su "fe de vida". Hoy lo evocamos como gracia perenne, a pesar de que este acento de gracia se lo negó Juan Ramón Jiménez. E instamos a todos a reconocer en él el pudor reflexivo tan necesario para no delinquir en la elocuencia caótica de que otros hacen alarde. Hoy lo evocamos, digo, en la amistad rítmica, como secuencia eufónica, como espíritu lleno de paz perfecta imbuida de estoicismo español, como vivificador de las esencias más lúcidas de la tierra. Esta compensación formal, una de sus distinciones más auténticas, le

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hizo rechazar el escándalo de los otros que se desbordaban. Porque Jorge Guillén sabía, en su fuero interno, que la profundidad de tono filosóficd no era óbice dañino a la buena distribución de la música cordial que es la poesía de tipo creador. Basta 10 dicho. Su huella resplandece en nosotros como el Maestro de Poesía que concatenaba la esencia y la existencia en un maridaje perfecto. Cierro estas líneas con unos versos que dedico a su memoria y que están inspirados en el trance de su muerte reciente

EN LA MUERTE DE JORGE GUILLEN El geométrico sol, abandonado a la ventana cósmica, se fuga. y tras el mar de Málaga, aparece la afirmación del yo... Gozosa era la beatitud. El arranque piadoso de la mano pidió más vastedades y más compensación aligerada. Porque no pudo la voluble muerte destruir esa norma arquitectónica del rítmo tan asido de bondades. ¿Quién la sangre prolonga, quién permite el fiel deslizamiento de las horas? Jorge Guillén. Callado está el mañana. y el ser callado así lo recompensa.

Francisco Matos Paoli


N acim.iento y m.atrirnonio de Pedro Albizu CaDlpos PoR SOCORRO GIRON

C tiempo que los estudiosos de su vida discuten UANDO NACIO PEDRO ALBIZU CAMPOS? HACE

el punto. Unos dicen que nació en Ponce, Puerto Rico, el 12 de septiembre de 1891. Otros afirman que nació en esa ciudad el 29 dejunio de 1893, día de San Pedro y San Pablo. El Registro Demográfico, conocido también como Registro Civil, se estableció en Puerto Rico en 1885. En Ponce, las oficinas del Registro estaban en la Casa Alcaldía. Hoy (1986), las oficinas del Registro Demográfico están en la calle Mayor Cantera, frente al parque Domingo Cruz (Cocolía). La encargada es la señorita Inés Guilbe Nadal. En esas oficinas se conservan los documentos que han registrado el movimiento demográfico en Ponce desde 1885. En el libro 13, folio 138, inscripción 845 está registrado el nacimiento de un niño. La copia literal del documento dice: En la Ciudad de Ponce a las nueve de la mañana del tres de octubre de mil ochocientos noventa y uno, ante Don Herminio Díaz Navarro,juez municipal y Don José Grau y Quiñones, Secretario, comparecióJuliana Campo sin otro apellido, natural de Juana Díaz, soltera, mayor de edad, jornalera y domiciliada en el barrio de Machuelo Abajo de esta Ciudad y declaró: que un varón que nació en su casa a las once de la mañana del doce de septiembre último, es hijo ilegítimo de la declarante y nieto de Ana María Campo sin otro apellido y es difunta. Y que a dicho varón se le puso el nombre de PEDRO. Fueron testigos, Juan Sánchez, sin otro apellido y Herminio Sánchez y Santiago, naturales de esta Ciudad, industriales y domiciliados en el barrio de la Cantera de esta Ciudad y el primero casado y el segundo soltero. Leída esta acta y conformes se estampó el sello del

juzgado y lo firman a excepción de la declarante por no saber lo hacen por ella...D. Sinforoso Adame y Estrada y Andrés Rojas y Novoa, certifico: Fdo: Herminio Sánchez Fdo. Juan Sánchez Fdo. Sinforoso Adame Fdo. José Grau Fdo. Andrés Rojas

EllO de septiembre de 1914, dos días antes de que Pedro Albizu Campos cumpliese 23 años, su padre, Alejandro Albizu y Romero fue con su hijo a las oficinas del abogado notario Gustavo Rodríguez Acevedo en la calle Mayor número 14 en Ponce. Para esos años había veintiún abogados-notarios en la ciudad. La escritura pública número 132 de reconocimiento de hijo otorgada por Don Alejandro Albizu a favor de Don Pedro Campos ante el abogadonotario Gustavo Rodríguez Acevedo dice así en ocho páginas manuscritas: RECONOCIMIENTO DE HIJO NUMERO CIENTO TREINTA Y DOS En la Ciudad de Ponce, Ysla de Puerto Rico, a los diez días del mes de Septiembre de mil novecientos catorce ANTE MI GUSTAVO RODRIGUEZ Abogado y Notario público de esta isla con vecindad, residencia y estudio abierto en dicha Ciudad, ...........................comparecen . DON ALEJANDRO ALBIZU ROMERO de este vecindario, viudo, empleado y mayor de edad y •.•••..•••••••••••••.••••••••.•••••. DON PEDRO CAMPOS de la misma vecindad, soltero, estudiante y mayor de edad.

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Doy fe del conOCimiento personal, profesión y vecindad de los comparecientes, así como de su estado y edad, con rc:lación a sus dichos, los que me aseguran hallarse en el pleno goce de sus derechos civiles y considerándolos yo, el Notario, con la capacidad legal necesaria para este otorgamiento, exponen ...••................. PRIMERO: Que el compareciente Señor Albizu, de sus relaciones sostenidas con Doña Juliana Campo, soltera, mayor de edad, de ocupaciones de su sexo, vecina que fue de esta Ciudad >" hoy difunta, resultó el nacimiento dc:l niño PEDRO que nació en esta Ciudad en c:l domicilio de su referida madre en c:l barrio de "MachueloAbajo" el día doce de Septiembre de mil ochocientos noventa y uno, a las once de la mañana; habiendo sido oportunamente inscrito el nacimiento de dicho niño en el Registro Civil de este Municipio en el tomo trece de la sección de NACIMIENTOS, al folio ciento treinta >' ocho y bajo el número ochocientos cuarenta y . cinco, con c:l nombre de PEDRO SEGUNDO: Que siendo ese niño hijo del compareciente Señor Albizu, desea reconocerlo para que pueda llevar su apellido; y a ese fin, otorga la presente bajo las siguientes cláusulas: ......................... PRIMERA . DON ALEJANDRO ALBIZU ROMERO declara que el niño PEDRO a que se refieren los hechos de esta escritura es su hijo natural y de Juliana Campos sin otro apellido; nieto por la línea paterna de Don Antonio Albizu Ordóñez y Doña Rita Romero Malina, difuntos, y nieto por la línea materna de Ana Maria Campas también difunta. .............................. SEGUNDA . Que en virtud de este reconocimiento su referido hijo PEDRO llevará desde luego su apellido .....•...•............................. ............................ TERCERA . DON PEDRO CAMPOS acepta el reconocimiento de hijo que por la presente le acaba de hacer su padre Don Alejandro Albizu Romero .• Así lo dijeron, otorgan y finnan en unión de los testigos instrumentales, de este vecindario, mayores de edad, tibres de tarha y por mí conocidos, Don Joaquín Barnés y Don Ramón Delgado previa lectura que hice a todos, porque reclamaron el derecho que tienen para hacerlo por sí, y de los que les impuse de todo lo que y de cuanto se ha consignado en esta escritura pública, yo, el Nata no doy fe. Alejandro Albizu Pedro Albizu Campos J oaquin Barnés Ramón Delgado Certifico Gustavo Rodríguez

El documento arriba copiado se compone de ocho páginas manuscritas. Termina con la firma de los testigos, los comparecientes (la inconfundible

Pedro

Il/bi~u

Campo.¡.

firma de Pedro Albizu Campos) y la del notario Gustavo Rodríguez. El documento se conserva en el Archivo General del DistrilO Notarial de Ponceen la calle Castillo número 36 custodiado por el archivero notarial Francisco Toro González, abogado-notario. En una nola en la primera página del documento se apunta que la primera copia del mismo, escrito en tres hojas mecanografiadas se entregó a Pedro Albizu Campos ese día del reconocimiento, 10 de sepl iembre de 1914, a poco más de dos meses dd asesinato del Archiduque Francisco Fernando en Sarajevo. Pedro Albizu Campos y Laura Emilía Meneses del Carpio se casaron enJuana Díaz, Puerto Rico e1B de julio de 1922. El acta está archivada en el libro número 3, folio 405, inscripción número 405 en el Registro Demográfico deJuana Díaz. El documento fue copiado en los libros dos días después del matrimonio, el 10 de julio de 1922 a la una y media de la tarde, por el encargado del Registro Civil, Dr. A. García Soltero. El documento dice así: Que:

En Juana Díaz, el día ocho dejulio del año mil novecientos veinte y dos, ante Félix Luis Padilla, Juez, se celebró el malrimo-

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Que:

Que:

Que:

nio civil que contrajeron Pedro Albizu Campos, de 29 años de edad, de estado soltero, de profesión abogado, natural de Ponce, P.R. y avecindado en la casa número 9 de la calle Tenerías de Ponee, P.R. y Laura Emilia Meneses del Carpio, de 23 años de edad, de estado soltera, de profesión doctora en biologia, natural de Arequipa, Perú y avecindada en Cambridge, Massachusetts, de Estados Unidos. El contrayente Pedro Albizu Campos es hijo legítimo de Alejandro Albizu, natural de Ponce, P.R., de la raza india y que no está vivo; y de Juliana Campos, de la raza india y que no está viva. La contrayente Laura Emilia Meneses del Carpio, hija legítima de Juan Rosas Meneses, natural de Arequipa, Perú, de 60 años de edad, de la raza blanca, de estado casado, de profesión Coronel Militar, residente en Lima, Perú y que sí está vivo; y de Emilia Del Carpio de Meneses, natural de Arequipa, Perú, de 50 años de edad, de la raza blanca, de estado casada, de profesión doméstica, residente en Lima, Perlt y que sí está viva. Este matrimonio fue celebrado ante los testigos Sergio León Lugo, mayor de edad, de estado casado, de profesión abogado, natural de Coamo, P.R. yavecindado en el Harria Lomas de.Juana D¡az; y

Familia ..Ilbizu-Meneses.

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AntonioJ. Franceschi, mayor de edad, de estado soltero, de profesión empleado, natural de Juana Diaz y avecindado en la calle Muñoz Rivera de Juana Diaz.

Firma este documento el Dr. A. García Soltero, encargado del Registro Civil en]uana Díaz en 1922. El 10 de junio de 1923, Pedro Albizu Campos y Laura Meneses del Carpio se casaron por el rito católico en la iglesia de la Guadalupe en Ponce. El documento, inscrito en el libro de matrimonios número 9, página 293, partida número 293 dice así: En el dia 10 de jun iD del año 1923, Yo, el Pbro. Don J. Florencia García, previos los requisitos canónicos y civiles, celebré el matrimonio que contrajo el Sr. Pedro Albizu Campos, natural de Ponce y vecino de Ponce, de 30 años de edad, hijo de Don Alejandro Albizu y de DoñaJu~iana Campos, con la Srta. Laura E. Meneses del Carpio, natural de Arequipa y vecina de Ponee, de 24 años de edad, hija de Don Juan de la Rosa Meneses y de Doña Emilia del Carpio. Fueron testigos. Antoniu Diaz Alonso y Angeles Ordóñez.

En el documento hay una nota que dice: Se omite el aviso al Re";stro Civil por estar ya unidos civilmente en Juana Diaz, ocho de julio de 1922.


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ASOCUOO DE PUERTO

DEPARTAMENTO DE SALUD

405 Número.... PEDRO ALBIZU CAMPOS CON' LAURA-UiiLIA

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01.1.16,. d. Real.sco Demolc"lco 1 E.s.dl.llc•• VII.l••

ACTA DE· !YIATRIl\tIONIÜ

JUANA DlAZ una y media Ta~de ElL..¡o Ju1"to-' P. R., a Ias._. ~ ..__._.. de la.. _~_ del dla _ _ de .. de mil novecientos~;~ y dos

_. .._, yoD&._A~ª~_t~LTERO COlL~_~~.Jl.LBEN. • Encargado del Registro Civil, certifico. que no consta en este antecedente alguno que Impida verificar la transcripción que voy en este acto a efectuar de 105 HENESE!r"DEL---cARPItr- particulares pertinentes de una declaración jurada y certificación de haberse ,_., . 'u u celebrado un matrimonio, archivadas en esta oficina y que tengo ante mi lIiendo dichos particulares los siguientes: 1. Que enJUANA DIAZ • el dia Od~~de ..Jul!~del año mil novecientos veinte y.. do~ ••• t FELIX LUIS PADILLA JUE7lb' I tri I CIVIL - - t - '--'P~iO-ALBiZucAMPOS ~d ce e ro e_ ma mdoDdo- -~d-·soHero-·~que con raJero~ -'h e 2-g .._anos d e e a, de es 0 . _ .. _ _•__._ . de profesió~gado , natural de.Y.~t.!~E•. ~ ~.:..__. y avecindado en la C:lSa nümero _'" !l. de la calle..=..:t'!'Jl!d...a a de. PONCE. P. ~.: , YLAURA.,EMlLIA..MEtlESE....DE.I-l:ARP.lD de2~.o._ ...años de edad. de estado Soltera ...,.• de pro!esióllDoc.tora-.En. .Bi.ologia natural de ~~ª~_ !~~ __. y avecindado en la casa numero._.':':'·_de la calJe.h'le.br1t!&=_~¿¡~ ..~" ". de. ESTADOS UNIDOS.

.

2. Que el contrayente PEDRO ALBIZU C~:~~l'~R-. _es hijo~YIO_-AL1:.rI\NDR(j..AL~IZU illIii---' natural de_._ _ .... .. .",__ • de-==-==-...an s de edad, de la raJ:n a de e8tado"':"':":':':~.~,~.'::':.::'de profesión.--...~ , ,.,.•.•.•• , .'. residente en--.~ y que_ti9_ está vivo; y deJ.ULlAN.A_CAffi'.Q.S. . ..natural de. ,. •• ,.,.,.,.,.,.,. •• ,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,.. ,de':":':":':"-_años de edad, de 111 raza-indla . de estado._~~"':"':":":_:':'.:':':: He profes16n_ __ __ , re:aidente ell _~..~.~~.·· y que.__l1Q.estA viva.

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4. Que este matrimonio fue celebrado ante los testil\o.:~ .. ~~~~~_~~~!:?_L!°N LU:_? . o . .... • mayor de edad. de estado.__~ _..~ .• de profesióJtD~9.~~ ..... _. -.. ,_.._•. -'1.0~IAS natural de COAMO P R . da do en Jo cn~a numerlí • RARR ro.--T---"'" l' .. _........ . aveeln .._..:tIe la calle _.._ ..de~!!NA.. y~~.lO !.~J.~~~ES~H~ __.._.._ __._ _ mayor ue edad, de estado ~QLTERQ • de profesión_E~.LE.A!'0_ _.._... • natural de .,JUANA DUZ . • '_0 , _ ~ •• _ .._ _ y avecindado en la casa número _ de la calle.J1\1i}.9.:r;_.~i~~.~ A!.. Juana Dlaz

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VEGA cARCIA . . . yo CRUZ __._ALICIA _.. . _.• Registrador Demograflco, certifico: que el acta que antecede(d5una copia del orjginabB~e obra en el archivo de este Registro, en el libro Núm. 3 ,... folio , inscripción._ _.. o,. . Solicitant4.CDo.~CARL.QS ...JI1AILCIW~!¡J~.Q ..._.".". Direccidk\J.IEtlZ9 _~.p'¡~RON .t\O ...65. JU~A DIAZ P.R Si veterano. licenciamiento honorable Núm._.! '!',l • ~_'." '.' '.!. .!..'L·.:_·..~_~· •••••• , •••••• , • , , ••••••••• Si p2r:a..u~afici;¡,L.nrunhr~de la agencia.__ --~~'..!.!..!..~~~.~..~,:,~_....... :..•.~.:..:..:..:-•.:.: • '-',:,.~_•• : '.' • , • '.~ . : • • • • •

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El 26 de marzo de 1924 nació Pedro Albizu Meneses, en Ponce. EI31 de agosto de 1925 nació, en la misma ciudad, Rosa Emilia Albizu Meneses. EllO de mayo de 1927, Pedro Albizu Campos visitó las oficinas del Registro Civil en Ponce. Presentó al encargado del mismo, una copia del acta de reconocimiento de hijo hecha por su padre, Alejandro Albizu y Romero en la notaría de Gustavo Rodríguez Acevedo ellO de septiembre de 1914. Fue entonces, ellO de mayo de 1927, que se añadió una nota marginal a la izquierda de la partida de nacimiento de Pedro Campo. Dice así: Se hace constar que en virtud de la escrilura pública número 132, de reconocimiento otorgada en esta Ciudad con fecha 10 de septiembre de 1914 por Alejandro Albizu y Romero ante Gustavo Rodríguez Acevedo, notario público; el inscrito a que se refiere la presente acta de nacimiento queda "reconocido" pudiendo llamarse en lo sucesivo Pedro Albizu Campos y no Pedro Campo como aparece en la presente inscripción, siendo nieto por la línea paterna de Antonio Albizu y Rita Romero Malina, difuntos. Y a efectos de ley, se extiende la presente nota marginal de solicitud de parte interesada en la Ciudad de Ponce, P.R. a los diez días del mes de mayo de mil novecientos veintisiete. Fdo. A. Vélez Bajandas Ene. Registro Civil. El 12 de mayo de 1927 fueron bautizados en la Catedral de Ponce, Pedro Albizu Meneses y Rosa

Laura .\feneses de Sonia Vergne).

Albi~u.

Emilia Albizu Meneses. Ambas partidas de bautismo están en el libro 63, página 293. El número marginal de Pedro es el 867 Y el de Rosa Emilia el 868. J.os padrinos de Pedro fueron sus abuelos maternosJuan R. Meneses y Emilia del Carpio. Los padrinos de Rosa Emilia fueron Eugenio Domingues y Sara Falceto. En la partida que corresponde a Pedro Albizu Meneses hay una nota que dice: Se casó el día 13 de agosto de 1960 en la Iglesia Corpus Christi de Santo Tomás de Villanueva Habana, Cuba, con Mercedes Eulalia Espiñeira ; Magdalena. El16 de mayo de 1927, Pedro Albizu Campos fue al archivo parroquial en la catedral de Ponce y solicitó al cura párroco don Juan Florencia García y Garda una copia del acta de su matrimonio con Laura Emilia Meneses allí mismo celebrado por el mismo sacerdote ellO dejunio de 1923. Albizu Campos se estaba preparando para viajar por algunos países suramericanos y sabía que el matrimonio civil no tenía validez en esos países. Ese mismo día -16 de ma yo de 1927- fue a las oficinas del abogadonotario Gustavo Rodríguez Acevedo en busca de una copia -la segunda- de la escritura número 132 en la cual don Alejandro Albizu y Romero lo reconocía como hijo. Esta segunda copia constaba "de cuatro hojas de papel escritas por un solo lado". En junio de 1927, Pedro Albizu Campos salió de Puerto Rico con su mujer, sus hUos y sus documentos.

(Fotos cortesía de Os\'aldo García y


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