Revista de la Asociación de Mujeres Graduadas de la Universidad de Puerto Rico (julio 1940)

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REVISTA DE LA

ASOCIACION DE MUJERES GRADUADAS UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO

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TORRE DE LA UNIVERSIDAD

JULIO, 1940

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REVISTA PUBLICADA TRIMESTRALMENTE POR LA

ASOCIACION DE MUJERES .GRADUADAS DE LA

UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO

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JULIO DE 1940

Ai'!O. 11 -

VOL. 4

SAN JUAN BAUTISTA, ISLA DE PUERTO RICO

• ENTERED AS SECOND • CLASS MATTER MARCH 28, 1939.

AT THE POST OFFICE AT

SAN JUAN, PUERTO RICO, UNDER THE ACT OF MARCH 3, 1879


COLABORAN EN ESTE NUMERO l\largot Arce--Docto<a en Letras. P rofesora de la Universidad de Puerto Rico. Hace valiosas críticas literarias y figura entre Jos primeros críticos de ese género en Puerto Rico. Luis M. Morales-Doctor en Medicina; psiquiatra distinguido; escritor. Antonia Sáez...-Doctora en Filosofía y Letras de la Universidad Central, Madrid; Catedrática de Pedagogia .de la Universidad de Puerto Rico; autora de un estudio sobre la "Historia del Teatro en Puerto Rico", y de varios artículos sobre temas pedagógicos y literarios.

Isabel Andréu de Aguilar es B. A. de la Universidad de Puerto Rico y M. A. de Teachers College. Auotra de varios a rtículos sobre temas sociológicos. Carmen Gómez Tejera es B. A., M. A. de la Universidad de Puerto Rico. 'feresa Amade0-Catedrática de P edagogía de la Universidad de Puerto Rico; especial ista en p1·oblemas pedagógicos. Milagros Arce de Raffucci-P1·ofesora ; maestra en Estudios Hispánicos; escritora. Gustavo Pittaluga-Docto1· en Medicina; distinguido escritor español contemporáneo.


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Editorial LA

CRISIS

En el momento de escribir est<ts líneas la sitmición eitropea ha llegado a itn 7mnto ele grctveeleul -tcil, que es imposible permanecer indi ferentes. Ning'llnet persona que se estime, que tenga conciencia ele sit dignieleul y ele sii elerecho ci ser Ubre puede mirar como ajenos los sucesos que se descirrollan en Eitropa. Precisamente, en los ceimpos de bett<tlla de Frcincia, se confrontan dos -i<leologías, dos conccvtos de la vida 01niestos e incompatibles. De itna varte, el mciter·icilismo, la esclavititd del hombre a la máquina, la hegemonía monstruosa del Est<tclo, la negación de la libertad incliviclual, la soberbi<t satcínicci, la viielta al paga· nismo más grosero. De la otra, lei democracia, lci libertad, la. citltura. cr-istianci. S·i venc·ierei .tllemeini.a,~ valclría lo mismo decir Ritsia,-todci la mara.villosa ciiltiira ele Europa se vendría: abajo, desaparecerfa arrasacla hastct sus raíces. Y el cristi<:nismo, que se asient<t sobre el princivio de la. libertad humana y sobre la admirable virtud de la ceiriclaCL, paclecería la crisis más peligrosa de sii historia, t1'Ctnce mortal acaso. Los que nos llamamos crisUa.nos, los q·tte amamos la vieja Europa, por lo que nos ha daelo en arte, en vensamiento, en ciencict de vida, vivimos estos instantes llenos de angiistia, esveranelo q·ite se haga un milagro y que lct vromesa ele Cristo a Pedro quecle cumplida. Al mismo tiemvo, el momento se vresta. a la meditación, al eammen ele conciencia. Frente a los est<tclos totalita1'ios y el materialismo económico de Riisia, Alemcinia e Italia se ovonen Francia e Inglater1'a como clefensoras ele la democracia. Sin embargo, Francia e Inglater-m nos defraiularon a mentido. Por tina 1JOlítica internacionctl inex¡Jlicable - C1tlpable, habría que decir, - permitieron, y hasta aprobaron? los (f,tropellos de Man-


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chuko, Etiopía, Attstria, Espaiia, Ohecoeslovaquia, Albania, 'l'olonia y F·inlanclia. Uno a u.no entregaron esos territorios a la, ra1Jacfrlad de 11lemania, Italia y Rusia. Cada concesión fortalecía a los estados totalitarios y debilitaba el prestigio de las <lemocracias; apa·r te de que cientos de miles de seres ·humanos ·i,nocentes eran víctimas de la más repugnante injitsticia, de cruclda.dcs s·in nombre. Las consecuencias de esa debilidad no necesitan encarecimiento.

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Nos vreguntamos si la angustia de este momento, si el veligro terrible, no son así m·is11io m i justo castigo <le Dfos a. n-iiestro egofamo personal, a nttcstra cobardía e iiuliferencia; vorqiie ca<l<t c1'i.stia110, cada deniócrata <lcl mundo, ha incurrfdo en el pecado de om·isión. Jlfas es vreC'iso tener esperanza. La sitttac·ión es mity grave, pe1·0 nos q·ueda la fe en la jitsticia divina y en la infinita mise-

l"icordia de Or-i-sto. Oremos p01· q1ie la vaz de D·ios sea con nosotros, vor que el mal no 1n·e·valezca sobre la Uerra. MARGOT ARCE.

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DE LA UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO

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MEMORIAM:

GJreud

DR. LUIS M. MORALES El 22 de noviembre del año próximo pasado murió en Londres, a la avanzada edad de ochenta y tres años, el Dr. Sigmund Freud. Nacido en Freiberg, pueblecito de ·Moravia (en 1856, cuando esa región pertenecla al Imperio Austro-Húngaro), hijo 1de humj!des padres judíos, falleció Freud lejos de su querida Viena, en el exilio por obra y gracia del neurótico dictador del tercer Reich alemán. Dudo que haya algún lector de esta revista que no sepa quien fué Freud. El que más y el que menos habrá oído mentar su nombre como "padre del psicoanálisis", y sabrá que su labor se relaciona de alguna manera con el estudio del instinto sexual. Aquellos que, no conformándose con tan vaga noción se hayan ocupado de ahondar más para enterarse de la labor de este hombre, no podrán negar que Sigmund Freud fué uno de los individuos más geniales que en el mundo han sido. Ante su obra monumental nadie puede permanecer indiferente. Se es partidario de Freud y del psicoanálisis, o se es su enemigo. Sus partidarios lo reverencian, a veces hasta la idolatrla. Sus detractores lo atacan hasta el insulto. Dentro de unos momentos veremos por qué resulta dificil considerar a Freud y sn obra en un plano de neut1:alidad afectiva, y examinaremos las razones de orden psicológico que hay para que resulte raro hablar del psicoanálisis y sus aplicaciones sin expresar alguna opinión, que casi siempre es apasionada. Tonto empeño sería intentar. una explicación de lo que es psicoanálisis en el limitado espacio que bondadosamente se me ha cedido para insertar una a manera de nota necrológica sobre Freud. Mas permitidme que no desaproveche esta ocasión para "desfacer entuertos" relacionados con la idea que mucha gente tiene acerca de esta rama del saber humano. Es tanto lo que pasa por psicoanálisis sin serlo, y tan frecuentemente se usa el término para designar cosas que poco o nada tienen que ver con lo descubierto o inventado por Freud, que resulta imperativo defender el uso conecto del término. El té1·mino "psicoanális_is", según uno de sus más ch11·os, precisos (y, recientes) inter-

pretadores puede usarse con entera propiedad solamente cuando se quiere hacer una de estas cosas: (1) designar el conjunto de observaciones empíricas acerca ele los factores determinantes de la personalidad y de la conducta humanas, observaciones que no pueden hacerse mediante la investigación del pensamiento, (introspección) o de la motivación raciona! del comportamiento, al nivel consciente; (2) describir la técnica de Freud para la demostración y el estudio de esos acontecimientos mentales inconscientes que dete1·minan la conducta, y para el tratamiento de ciertos problemas de la personalidad y de síntomas neuróticos; (3) significar el sistema teórico de psicología que consiste en la abstracción de estas observaciones y de todo lo que de ellas se puede inferir.Cll El término "psicoanálisis" puede, pues, utilizarse para designar, o un cuerpo determinado de doctrina, o una técnica específica Como doctrina es un cúmulo de observaciones y de hechos concretos, y también de teorías, todo esto basado en la realidad de ciertos acontecimientos descubiertos mediante la técnica psicoanalítica. Es doctrina y método. La parte doctrinal se compone de hechos observados (descubiertos), y de oti·os imaginados (inventados) -tal vez se1·ía más acertado decir intuídos con una intuición maravillosapor la mente genial de Sigmund Freud. Poi· eso es por lo que dije hace un momento, i·efiriéndome al psicoanálisis, y con plena conciencia del alcance de la frase, que éste se compone de "lo descubierto e inventado" por Freud. Como doctrina interesa principalmente al psicólogo, al filósofo, al sociólogo, al antropólogo y, en fin, al humanista que trata de interpretar diversos productos de la naturaleza del hombre y múltiples aspectos de su conducta a la luz de la teoría freudiana. Como método terapéutico es la técnica descubierta por Freud en colaboración con Breuer, elaborada y perfeccionada por aquél (y más tarde modificada en distintas fonuas por otros) para la curación de las neurosis mediante la "catarsis mental" o purga de lo inconsciente. Es (1) 'Véase Ivcs Henarick: "Fact1 and Tl~toriea o/ P111cltoanal~•i•"· (A.l/rod H. Knopt, N . :r., 1989.)


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de utilidad máxima al médico, que lo usa para curar ciertos tipos de trastorno mental.

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Dije ya que Sigmund F'reud ha sido u~a de las figuras más admiradas y, alabadas, odiadas y criticadas por la humanidad durante .lo ~ue va del siglo. No es dificil ofrecer exphc.ac1ón a este paradójico fenómeno. Ha de admirarlo quien lo haya estudiado a fo~~o pudiendo. dars_e cuenta de su profunda intu1c1ón, de su mtehgencia privilegiada, de su habilidad sutil para In observación de su estricta disciplina cientffica en la i~vestigación, a veces iluminada por cierto sentido de unción mística. Su paciencia para el estudio, su tesón parn la cont inua labor, su gran sinceridad, su insaciable curiosidad intelectual, su afán por llegar a la verdad, su nobleza de propósitos, y su heroicidad al lanzarse a explorar el incógnito de lo inconsciente, exponiendo luego el resultado de sus exploraciones con gran valentía ante un mundo incrédulo, escéptico, hostil y mojigato, hacen de Sigmund Frcud una figura ejemplar. Puede darse cuenta de la grandeza de aquel sabio el hombre de ciencia que tiene que bregar con las manifestaciones de la conducta humana, y el que a diario tiene que adentrarse en los vericuetos de la mente de los que a él acuden en la esperanza de corregirse un defecto de personalidad, o de conquistar una fobia, o de libertarse de la torturante esclavitud de una idea compulsiva o de una i·eacción angustiosa. Repiten sus alabanzas los que forman la procesión de neuróticos -los histéricos, los ansiosos ,los tímidos- que han desfilado durante los últimos cuarenta años por los consultorios de médicos psicoanalistas competentes, y que, después de someterse durante largas y desagra<lables horas a la "cirugía de la mente" (que no otra cosa es la técnica psicoanalftica), han podido al fin levantarse del clásico diván, curados. Estos infelices, para muchos de los cuales no había antes posible curación, ni siquiera esperanza de alivio en muchos casos, han podido ahora resucitar, cual nuevos Lázaros, a una vida de la cual se habían olvidado al caer en los dantescos abismos de la neurosis. Y ¿quiénes son los que lo condenan? ¿ Quiénes lo odian? Lo condenan los ignorantes que han ofdo decir que en la obra de Freud se atribuye todo al sexo, y pretenden violar la seriedad de la aportación científica para convertirla en creación pornográfica. Lo condenan Jos mal informados que no entienden la teoría por no haber~e tl>m!ldo el 4'!1bajo de

estudiarla detenidamente Y la atacan basándose para hacerlo en una noción superficial e inexacta que de ella sé han formado. Lo condenan y lo odian las víctimas inocentes de charlatanes inescrupulosos que se hacen pasar por psicoanalistas y explotan la humanidad doliente, agravando al mismo tiempo, con su criminal incompetencia, los síntomas del paciente que tenga la mala suerte de caer en sus manos. Lo maldicen asimismo las inocentes victimas de lo que el propio Freud ha llamado "psicoanálisis silvestre."(2) Truenan contra él los mojigatos, los intolerantes, los filisteos de mente estrecha colmada de prejuicios y de represiones. El mismo Freud previó esta actitud y, con la lucidez que le proporciona su profundo conocimiento de las humanas emociones, explica en su "Introducción al Psicoanálisis" el po1· qué de la resistencia que muchos exhiben hacia esta disciplina. y no es que la teoría psicoanalítica no tenga muchos puntos flojos y, aspectos cl'iticables. Pero me refiero al hablar as! de los que condenan la teoría, a los muchos que la atacan con flacos razonamientos y, con argumentos que a todas luces se ve que son inspirados más por la emoción que por el intelecto. Después de todo, no debería extrañarnos esta actitud, si nos detenemos a considerar lo dificil que es, para el hombre promedio, tole1·ar emocionalmente muchos de los postulados de la teoría original de Freud. Mediante el psiconálisis se ha puesto al desnudo todo .lo que de primitivo, de .salvaje, de amoral, de asocial existe en el fondo de la mente humana. Nada más natural, pues, que sin ~star prepa1·ados para ello, nos avergoncemos al vernos tal cual somos sin e) disfraz con que nos reviste la superestructura consciente. "¡Ese no soy yo!" exclama uno, indignado. "iLo que aquí se me muestra no es otra cosa que una infame y falsa caricatm;a de lo que hay en lo más intimo de mi ser, caricatura concebida por una mente morbosa! .. : ¡Imposible que ·sin yo saberlo, pueda darle albergue a tanta vil pasión, a tan egoístas sentimiento·s y mal·vadas tendencias!" .. :.. Y uno se revuelve furioso y ofendido, cont1·a el inaividuo a quien primúo se le ocurrió eso de estropear nuestro equilibrio interior, destruyendo por consiguiente la complacencia que sentíamos en nosotros mismos, y el orgullo por lo "buenos" que creíamos ser. Con sus descubrimientos y sus teorías, Freud ha herido al hombre en uno de sus l!l!Pectos (2) S. · Frcud.: "El Porvenir do laa Rdigionaa" l:/f do la• ObrtU Oompl•tar1 pp, 102·109).

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niás vufnerables: su vanidad. Y esa sl que es una injuria que nos cuesta mucho trabajo perdonar. La humanidad perdonó, a regañadientes y po1·que no le costó más remedio, al primero que tuvo la osadía de anunciar que nuestro mundo no era, como se c1·eyó hasta entonces ,el centro del universo alrededor del cual se revolvían todos los otros planetas, incluso el sol. Más tarde surgió otro revolucionario del pensamiento, y si aceptamos sus enseñanzas tendremos que deponer todo el orgullo que nos causa c1·eer que nuestro cuerpo había sido creado por un acto especial de la Div.iria Providencia. ¡y ahora venir este hebreo ¡n·esuntuoso a privarnos de la última ilusión en la que podíamos basar nuestro orgullo de ser humanos: la de que somos dueños y señores de nuestro destino porque podemos manejar nuestra mente a voluntad! . . . Esto ya resulta - exclama el hombre promedio- intolerable. Esto mismo se ha dicho varias veces. Una vez ·10 expresó en forma muy, elegante, el distinguido psiquiatra peruano Dr. Honorio Delgado, en la monografía que escribió en ocasión de la celebración del septuagésimo aniversario de Freud : "La investigación científica -habla el Dr. Delgado- ha inferido tres graves ofensas al amor propio de la humanidad: la· primera, debida a Copérnico, fué de orden cosmológico y privó al hombre de su orgullo de ocupai· el centro del universo, de ser rey de la creación; la segunda, debida principalmente a Darwin, de orden biológico, puso fin a la ilusión presuntuosa del · origen divino del hombre, por ende distinto y superior al de los demás seres; la tercera, que es la que hiere en lo más vivo la más antigua y arraigada forma del narcísismo humano, es debido al psicoanálisis, por consiguiente, de orden psicológico: todo hombre se cree soberano en su propia alma, pretensión que parece justificar el poder de observación de los propios procesos interiores (conscientes) y el poder de ejecutar actos determinados por la voluntad, que parece completamente libre, desadvirtiendo la multiplicidad y el enredo de impulsiones, muchas de ellas opuestas e incompatibles entre sí, y su j erarquización en instancias."(3)

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que más reparo puede ponerse a los principios del freudismo. La doctrina del determinismo psíquico, en la que se basa en gran medida la explicación de la conducta humana según la escuela psicoanalítica ortodoxa, no puede ser aceptada de ninguna manera por los creyentes en el libre albedrío. La aceptación de todos los postulados del psicoanálisis, sin excepción, implicaría una revisión total y radical de los conceptos filosóficos que ha sustentado el hombre tal vez durante siglos. En el campo de la ética es donde la teorfa freudiana tiene sus repercusiones más revoluciona1'ias, ya que su autor ubica lo inconsciente, poderoso resorte oculto de toda nuestra conducta, en un plano que está más allá del bien y del mal. Pero no es preciso aceptar la teoría en su totalidad, ni siquiera admitir como ciertas y probadas algunas de sus bases, para reconocer la enom1e magnitud de la aportación de Sigmund Freud al conocimiento del hombre. El método que él ideó para investigar aquellas misteriosas regiones de la mente humana cuya existencia se hace difícil negar después de ~o que nos muestra el psicoanálisis, quedara como monumento imperecedero a su memoria.

No quiero poner punto final a este artículo necrológico sin decir algo acerca de Freud, el hombre. El que esté interesado en detalles de su interesante vida podrá encontralos en cualquiera de las biografías que de él se han e~c•;:to, y especialmente en su "Autobiografia. (·l) Hay un dato, sin embargo, uno solo, que voy a revelar aquí, porque pone de manifiesto, por sí solo, el temple del hombre. Es el si~uiente: son pocas las personas, fuera del circulo de amistades íntimas de Freucl que sabian que durante los últimos quinc~ años de su vida éste padeció de cáncer de la mandíbula superior. Producíale la enfermedad crueles dolores. Las numerosas intervenciones quirúrgicas a que tuvo que se1· sometido con el propósito de atajar en lo posible el mal, y el estar continuamente teniendo que adaptarse al uso de nuevas cajas dentarias, produjéronle serias molestias,, que él siempre soportó con estoicidad y paciencia admirables. ~ Durante los últimos cuatro o cinco años sufrió Muchas de las críticas que se le hacen a la además de una enfermedad cardíaca, que le teoria psiconalítica, por investigadores que sa- obligaba a guardar cama frecuentemente. ben de lo que están hablando, son perfecta- ( 3 ) r~·~ .Honorio Dtltmtlo : "Siymund J,r e1ul", Linw, 6 mente aqmisibles, por lo serias y razonables. S i9muncL Freucl: Autobiography (W. W. Norlon, En el teneno filosófico, por ejemplo, es en el (-1) N. Y.)

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Pero tal era su espíritu de lucha, que nad~ de esto lo incapacitó lo suficiente para que deJara de hacel' una vida activísima, consagr~da al estudio a la investigación, a la producc16n de su obr; científica y líteral'ia, Y a prestarle atención pe1·sonal a su numerosa clientela. que solicitaba sus servicios desde todos los rincones del globo. Estuvo viendo pacientes hasta muy pocas s ~manas -cuatro o cinco- antes de su mu.erte y du1·ante los postreros meses de su VIda p~blicó varios de sus trabajos má~ !nteresantcs, que incluso revelan notable agilidad Y lucidez mental, lo cual es tan desusado en la provecta edad de su autor. Contestaba personalmente toda la enorme correspondencia que le llegaba de todas partes, y prefería hacerlo en manusc1·ito. He visto, por ejemplo, una carta que le dirigió a una amiga mía, en contestación a otra que ella le escribiera exponiéndole unos síntomas y pidiéndole consejo. La carta, en inglés, escrita con mano fil'me y letra clara, dejaba ver el espíritu de seriedad científica que animaba a su autor, y también su gran deseo de ser útil a los que sufren, tratando de menguar su dolor. A pesar de su avanzada edad y del precario estado de su salud, sus últimos años fueron tan productivos como cuando estaba en plena madurez. Así ha podido dejamos alrededor de una veintena de volúmenes publicados en la edición de sus Obras Completas, y suficientes trabajos inéditos para llenar un par de tomos adicionales. Sus valiosas aportaciones directas son de valor no solamente para la psicología normal y anormal sino para la biología, la mitología, el folklore, la sociología, la pedagogía, la antropología, la medicina y la literatura. Dicen los que tuvieron el privilegio de conocerlo íntimamente, que una gran cualidad que jamás perdió Freud, y que indudablemente le ayudó en todo momento para realizar, como pudo hacerlo, su prodigiosa labor, íué la de un vivo y bien desarrollado sentido del humorismo. Nada más lejos de la realidad:ifirman los que lo trataron en la intimidadque el tipo demasiado austero, seco y almidonado que se imaginan que fué él.

••• Nadie criticó la teoría psicoanalítica con más denuedo que su propio creador. Tienen razón, es verdad, hasta cierto punto los que lo acusan de dogmático. Tuvo que ser dogmático quien enunció estos principios completamente nuevos y revolucionarios en un campo tan su-

ti! y abstracto como el de la psicología. Es innegable, empero, que aunque Freud defendió sus opiniones, una vez formadas, con la tenacidad, la fuerza Y el fogoso entusiasmo del que quiere implantar en los demás una idea fija que orienta su vida, jamás se aferró a un principio a menos que no estuviese plenamente convencido de su autenticidad científica. Continuamente estaba revisando sus teorías originales, y añadiendo otras nuevas, de acuerdo con su más dilatada experiencia. Hace cuatro lustros que escribía Freud en una de sus obras: "Alguien podría preguntarme si yo estoy convencido de lo que aqui asumo, y hasta dónde llega mi convencimiento. Mi respuesta a esto sería que no solamente no estoy convencido, sino. que tampoco pretendo convencer a otros para que crean todas estas cosas. Tal vez sería más exacto decir que en realidad no sé hasta qué punto llega mi propio convencimiento. . . . . . U no puede entregarse a un pensamiento, y dejar que éste lo lleve hasta el límite de posibilidades imaginables. Puede hacerse esto por meni curiosidad científica, o como advocatus diaboli, sin que por eso tenga uno que venderle su alma al diablo" .... ( 6) ¿Queréis más sinceridad, ni mejo1· pr ueba de la verdadera, de la sana actitud científica, que la que revelan estas lineas 1

*•• Tócale a la posteridad evaluar, con mayo1· precisión de la que sería posible ahora, la obra de Sigmund Freud. El tiempo y la experiencia solamente harán posibles una apreciación justa de esta obra. Posiblemente se descarte mucho de lo que hoy se da por aceptable. Probablemente gran parte de la estructura erigida por Freud y sus discípulos se derrumbe con el tiempo. Mas no importa, como ha dicho el Dr. Abraham Brill, el introductor de Freud en Norteamérica, que todas las opiniones del creado1· del psicoanálisis pasen o no la prueba del' crisol del tiempo: lo cierto, lo indudable, el hecho ineluctable es que han influído decididamente en el destino del mundo. (6) Puede uno aplicarle a Sigmund Ferud, con entera propiedad, la frase de Cicerón: Vita enim mortuorum in memoria vivorum posita. La labor de su vida queda atesorada en el recuerdo de los vivos. (5) S. Fr~ud : "Beyond tite Pleasure PrinciJ>le", 1920

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:e.Aó. B31~~.s~60~r Freiu1 • ..i.m. 1. P111c11iat., vo1.


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Breve Noticia del General Antonio José de Sucre ISABEL ANDREU DE ACUILAR

Al lado de Bolivar, San Martín y O' Higgins y grande como ellos en la guel'l'a, superándoles en la paz, se yergue inmarcesible la personalidad del General Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho. Con Bolívar, San Martín y O'Higgins figura entre los gloriosos de Hispano A_mérica, que a ellos debe el triunfo de su epopeya revolucionaria. Antonio José de Sucre nació en la pequeña ciudad de Cumaná de la provincia venezolana Nueva Andalucía, hoy Estado Federal Sucre, en el año 1793,cuando ya empezaba a presentirse la emancipación de las colonias españolas del continente americano y sus hombres más preclaros abrevaban en las obras de los enciclopedistas franceses, extrayendo de ellos los luminosos ideales redentores que fueron poderoso espíritu de la Revolución política más trascendental, por sus alcances, que ha registrado la historia. Un tronco familiar esclarecido por linaje, patrimonio y cívicas virtudes, fué para el niño Antonio José propicio ambiente donde enraizaron desde sus más tempranos días, al estímulo de ejemplo y preceptos, las cualidades superiores que luego habrían de destacarle entre sus compatriotas. De casta militar, su familia toda había prestado servicios eminentes a la causa de la Independencia. Su padre. don Vicente de Sucre, y su madre, doña María de Alcalá, dieron a tan justa causa, además de Antonio José, otros hijos cuyas

vidas fueron inmoladas durante el terrible período de la Guerra a Muerte. Asimismo perdieron entonces fot'tuna y seguridad. Nuestro biografiado hizo en Puerto España de la isla de Trinidad, cercana a su ciudad natal, sus estudios secundarios. Luego pasó a Caracas y en el Colegio Tridentino empezó los de la carrera de ingeniero civil. A la edad de quince años se incorporó al ejército bajo el mando del General Miranda que entonces era el jefe militar revolucionario, de Venezuela y ya no dejó el servicio de su patria y de la causa ele la independencia americana hasta verla triunfante en Ayacucho. ' La suerte de las colonias continentales españoles del Nuevo Mundo se decidía por las armas entre los ejércitos españoles y las fuerzas de la revolución. Un mismo impulso libertario encendía en ardor bélico el Continente Suramericano, ele norte a sur. Pero ese aliento vital de firme propósito emancipador no era, desgraciadamente, fuerza ele cohesión entre los hombres. Unidos en el propósito, los jefes revolucionarios estaban separados por mezquinas rivalidades ele rango e intereses que arruinaban entusiasmo y sembraban la desconfianza y el pesimismo entre los americanos en beneficio de la corona española. Por eso Miranda, precursor de la Independencia, se vió obligado a capitular ante Monteverde y casi fué agostada en flor la epopeya de la independencia de Venezuela.


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Sucre siguió en el ejército bajo las la proclama de Guerra a Muerte. Esórdenes del General Mariño. Todavia no pañoles y americanos se trataban sin había conocido a Bolívar que ya era el cuartel. .: Bolívar mismo llegó a retrojefe de la Revolución. Es interesante ceder horrorizado ante los hechos de la anécdota que relata cómo se conocie- cruel ensañamiento y pensó en rectificar ron estos dos hombres que habian de su política por medio de un tratado con ser columnas gemelas en la fundación el General español, para establecer rede cuatro patrias libres de Sud Améri- glas más humanitarias en el trato del ca. Dicen que habiendo sido Sucre as- enemigo. El General Sucre, entonces cendido a General por su jefe inmedia- Jefe de Estado Mayor, fué encargado to superior en reconocimiento de hon- del mando de la comisión que había de rosos servicios prestados en acción, Bo- entrevistarse en Santa Ana de Trujillo lívar, que no lo conocía, se molestó por- con ese fin, con el General Norillo que que no se le había consultado el ascen- mandaba a los españoles. El documenso. Al saberlo Sucre se presentó al to convenido es índice de los sentimienLibertador y le entregó el documento tos generosos que albergaba el corazón que le ascendía diciéndole que no le in- de Sucre. Dice el mismo Libertador a teresaba conservarlo sin su aquiescen- ese respecto, (1) "Este tratado es digno cia. Bolívar quedó admirado y compla- del alma del General Sucre: la benigcido, confirmándole como General. Esto, nidad, la clemencia, el genio de la beque dió principio a las relaciones entre neficencia lo dictaron ; él será eterno ambos, fué sello de la amistad inaltera- como el más bello monumento de la ble que los unió toda la vida. piedad aplicada a la guerra: él será Hombre de aguda perspicacia y pro- eterno como el nombre del vencedor de fundo conocimiento de los hombres, Ayacucho." Bolívar se dió cuenta cabal de lo que vaEl Libertador tenía puesta cada día lía el joven general Sucre, y le confió más confianza en su Jefe de Estado Madesde luego, misiones del más difícil yor. Rodeado de intrigas causadas por desempeño. Las fuerzas americanas la envidia, sólo en Sucre depositaba iliestaban desprovistas de todo-escasas mitada fe. Le sabía limpio de turbias de ropas y vituallas-sin dinero-sin ambiciones; le conocía la lealtad inconarmas. Bolívar consiguió $200,000 en dicional a la causa y a su jefe; había cuotas de guerra y los puso en manos probado su valor, su discreción, su tade Sucre para que fuera a Haití a con- lento. A él vuelve, pues, los ojos cuanseguir a todo trance los armamentos que do el patriota poeta Olmedo le pide se necesitaban para proseguir la cam- ayuda para libertar el reino de Quito. paña pro independencia. En Haití, y Sucre emprendió la marcha con 7,000 después de un viaje lleno de peligros, soldados. Tenía que llegar al Ecuador Sucre encuentra ayuda del General por mar para no atravesar la provincia Petion, entonces Presidente, y realiza de Pasto, pues los pastusos rehusaban airosamente la Comisión que se le ha- obstinadamente incorporarse a la causa bía confiado regresando a Venezuela de la independencia. Era el 1821. con un cargamento de material de Guayaquil había organizado su proguerra. pio gobierno; pero su porvenir político La lucha se proseguía con la saña estaba sin decidir, entre las pretensiodespiadada autorizada por Bolívar en nes del Perú, que quería incorporárselo,


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los deseos de Bolívar que ya había proclamado en Angostura la Gran Colombia y lo quería para ésta, y las aspiraciones de sus ciudadanos que querían constituirse en un pequeño estado independiente. El Libertador consiguió retenerlo en el Ecuador dentro de la Gran Colombia, gracias a la pericia militar de Sucre quien primeramente triunfa en Yaguachi y libra a Guayaquil del ataque español, y luego en hábil negociación consigue un armisticio durante el cual prepara las fuerzas que habían de obtener la importante victoria de Pichincha que libró al Ecuador del dominio de España. De allí tuvo Sucre que marchar a Pasto que se levantaba contra la república, y de nuevo consigue la victoria para sus huestes. Ya el destino se cumplía en toda la América hispana continental, el destino que marcaba inexorable el desmoronamiento total del gobierno de Virreyes españoles. Quedaba el Perú sujeto aún, más por las discordias fratricidas de sus hijos que por mero predominio de las fuerzas de Ja nación colonizadora. Al Perú, catorce años vencido, envío Bolívar a Sucre para secundarle en su última jornada de hacer estados soberanos. Sucre es invitado a tomar el mando supremo de las tropas republicanas, y declina hacerlo, por excesiva discreción; pero las circunstancias le obligaron a ello al ser atacado el Callao. Traiciones, pequeñas ambiciones, mezquinas vanidades extrañaban a los jefes peruanos entre sí. El General Sucre se sentía vacilar ante tanta miseria humana. Desfallecía su corazón ante el presentimiento del porvenir de aquellos pueblos nuevos en el ejercicio de la libertad. Rehusa intervenir en las contiendas intestinas, por mantener la neu-

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tralidad que a sí mismo se había jurado. Pidió a Bolíver que interviniera en aquella situación desgraciada y el Libertador se vió obligado a hacerlo, afortunadamente reduciendo las facciones a un acuerdo, aunque no duradero. Resuelto el conflicto el General Sucre volvió a tomar el mando de las tropas y es en esta etapa que se admiran mejor sus dotes de organizador sistemático al aprovisionar y preparar su ejército para la batalla final de la independencia de América. Ayacucho le esperaba para coronarlo de gloria y allí había de probar su capacidad de estratega, sus múltiples e incansables desvelos por los soldados. Venció en Ayacucho y Ayacucho le consagró como el más grnnde entre los generales de Bolívar. Este le concedió el título de Gran Mariscal de Ayacucho. Copiamos las palabras del Libertador: (1) "La batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana y la obra del General Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta, y su ejecución divina. Maniobras hábiles y prontas desbarataron en una hora a los vencedores de 14 años, y a un enemigo perfectamente constituido y hábilmente mandado. Ayacucho es la desesperación de nuestros enemigos. Ayacucho, semejante a Waterloo, que decidió del destino de la Europa, ha fijado la suerte de las naciones americanas. Las generaciones venideras esperan la victoria de Ayacucho para bendecirla y contemplarla sentada en el trono de la libertad, dictando a los americanos el ejercicio de sus derechos, y el sagrado imperio de la naturaleza. El General Sucre es el padre de Aya.cucho; es el redentor de los hijos del Sol; es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de los Incas. La ¡;>osteridad representa~á a


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Sucre con un pie en el Pichincha Y eJ. otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco-Capac y contemplando las cadenas del Perú, rotas por su espada.- (Lima, 1825) ." Conseguida la liberación de toda la América del Sur, sellada por la victoria de Ayacucho, el General Sucre pide al Libertador que le releve de todo compromiso militar o político, pues quiere retirarse a la vida tranquila del hogar. Bolívar no puede prescindir todavía de sus servicios y le envía al Alto Perú donde había diferencias intestinas para que viera de arreglar éstas. Sucre atraviesa el río Desaguadero y al. llegar a la altiplanicie se sorprende de ver que la naturaleza y Jos habitantes eran distintos a los del Bajo Perú. La población era más dada al orden, más reflexiva de sus posibilidades y Sucre interpreta bien sus propósitos al recomendar a Bolívar Ja segregación de aquel territorio del antiguo virreinato para constituirlo en un estado independiente. Sin esperar la aprobación de Bo!Ivar convoca Sucre una asamblea de las provincias de aquella región y allí se acuerda fundar la nueva república que llevaría el nombre de Bolivia en honor del Libertador. · Bolívar entra en los planes de aquel Congreso y él mismo confecciona la constitución del nuevo estado, la cual proveía un presidente vitalicio, a pesar de las protestas del General Sucre, el cual fué elegido primer magistrado. La obra de Sucre en Bolivia ha mereéido encomios de cuantos la conocen. Dedicó sus desvelos a hacer de aquel país un modelo de administración. Todas las agencias civilizadoras fueron implantadas allí por aquel hombre leal a los principios de la más estricta moral. Sistemas de comunicaciones, nuevos códigos, instrucción pública, fornen-

to de la economía nacional : a todo atendió su paternal celo por el progreso de la nación que le debía su vida como pueblo libre. Pero ésta, su obra, que parecería acreedora a la más grande cooperación por parte de todos los bolivianos, hubo de despertar la envidia de corazones mezquinos, y se fraguó una conspiración para sacarlo de la Presidencia. Dicha conspiración aunque abortada, dejó rastro de desencanto pesimista en el alma de Sucre que renunció irrevocablemente la Presidencia para irse al Ecuador a disfrutar de Ja tranquilidad del hogar que inmediatamente fundó casándose con una noble dama quiteña. Poco duró su buenaventura, sin embargo. Bolívar, entonces ·asediado por odios y bajas intrigas, le reclamó de nuevo para ir en misión diplomática a convencer a los venezolanos para que consintieran en seguir formando parte de Ja Gran Colombia. Y Sucre vuelve a servir al Libertador. A su paso por Ecuador tuvo que ·Juchar con el general La Mar que aspiraba a unir este pais al Perú. Sucre Je derrota; pero oprimido su corazón por el desolador espectáculo de esta lucha fratricida, pide que no quede noticia de ella en la historia. Nada consigue en su entrevista con el General venezolano Páez. Por el contrario, le intiman a retirarse a la frontera con amenaza de fusilarlo si no lo hace. Vuelve a Bogotá y al informar a Bolívar del resultado de sus gestiones. le aconseja que abandone todo y en tierra extranjera, más allá del océano, se libre de la insana persecución y enemistad de aquellos que deberían venerarle. Y allí se despiden esta vez para siempre, aquellos dos hombres tan compenetrados en cuanto a los ideales americanos; Sucre, resuelto a nunca


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más aparecer en la vida pública, pues los vehículos todos que para llegar a la decía que ya su espada nada noble tenia perfección señalaba el Buda: probidad que hacer, puesto que el enemigo co- en el creer, en el pensar, en el meditar, en el hablar, en el actuar, en el esfuermún había sido destruído. Lo demás es el vergonzoso episodio zo, en el propósito, en el vivir, en fin. de Berruecos, donde fué asesinado viCarlos R. Tobar le ha hecho un rellanamente. Sucre cayó víctima del cie- trato literario. Algunas frases son cogo egoísmo humano. Era leal a Bo- mo la clave de su personalidad. Según lívar y esto era suficiente para su con- ese retrato, sonreía el General Sucre con dena. Murió a la edad de treinta y frecuencia; reía poco y nunca estrepitosamente; su voz era de suave sonido; cinco años, el 4 de julio de 1830. Dejo referidos los hechos más impor- se manifestaba mesurado, amable, retantes de su vida, los que le han con- flexivo, en la discusión. "Previsor, prusagrado como guerrero y como hombre dente, sereno en el peligro; humanitade Estado. Naturalmente la vida pú- rio, generoso en la victoria. No problica de un hombre está fatalmente in- digó nunca, como jefe, la sangre de los formada por su carácter, por lo que patriotas ni de los realistas, ni precipien ella ha de poner su propio espíritu, tó acontecimientos ni guerreó por el y es hermoso ver cómo la de Sucre en lustre de su nombre, sino siempre para todas sus manifestaciones es índice de provecho y en bien de la República y una conciencia recta que resumía en sí por amor a la Libertad."


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MARIA ZAMBRANO -MARGOT ARCE

La Revista de Ja Asociación de Mujeres Graduadas de la Universidad de Puerto Rico se complace y se honra en publicar aqui unas admirables páginas de María Zambrano. En otra ocasión, nos ha tocado hacer el elogio de la generación española a que Ja Dra. María Zambrano pertenece. Tratamos entonces de señalar el significado de esa generación para España y todo cuanto teníamos derecho a esperar y a exigir de ella Jos que nos nutrimos de savia española por fuerza de la sangre y del amor. No vamos a repetir aquí lo dicho entonces; baste recordar que atribuíamos a esa generación una acción decisiva en Ja historia española contemporánea, y que fundábamos en ella la esperanza más feliz. Escuchando a María Zambrano en las conferencias que ha dictado en Puerto Rico, leyendo sus libros, hemos vuelto a reflexionar sobre el tema y a enlazarlo con nuestra diaria preocupación por el destino de la cultu1:a hispánica. La reflexión renueva nuestra fe a pesar de las circunstancias trágicas del presente. Porque de la palabra sutil de María Zambrano, de su palpitante interrogación por los problemas de España, va alumbrando lo español esencial y se nos entrega sin la máscara de tantas falsas interpretaciones. Su libro "Pensamiento y Poesía en la Vida Española", en donde recoge varios ensayos sobre el estoicismo español, el realismo, Galdós y la novela, es inestimable para quien intente penetrar en el alma de España sin que "los árboles le impidan ver el bosque". Esta significación tiene María Zambrano dentro de aquella generación suya: le corresponde pensar a Espafía.

A su maestro Ortega y Gasset, que ha dejado honda huella en su espíritu, le tocó pensar para España como un p,adre que provee y sustenta. La discípula, por mujer, se ha acercado más a Ja carne y al corazón de la patria. Y ambos pensamientos se complementan en una especie de matrimonio espiritul. En una conferencia dictada en la Universidad de Puerto Rico, María Zambrano ha recabado, con amorosa lealtad para su maestro, la hispanidad que muchos, sin conocerlo, le habían negado. Aparte de este valor para España y de esta obligación suya de explicarnos lo español, que he querido apuntar para fortalecer aquella esperanza, quiero aludir a los muchos méritos humanos e intelectuales que concurren en .María Zambrano; aunque bastará a ustedes escucharla para llegar a un juicio mucho más certero que el mío. Es ella, con Javier Zubiri y con José Gaos, la representación más legítima del pensamiento joven español. Sorprende hallar en una mujer, tal lógica y claridad de doctrina, tanta riqueza intelectual, tal orden y sistema en la exposición de sus ideas, porque estas cualidades parecen ser más propias del intelecto va1·onil. Pero en María Zambrano se nos presentan, lado a lado, con las delicadas intuiciones, el don de poesía, la gracia de sensibilidad y de gesto propios de la más pura y encantadora feminidad Ya hemos indicado una diferencia fundamental entre su pensamiento y el de su maestro, originalidad que la coloca también aparte de Gaos y Zubiri. No nos pertenece a nosotros, en nuestra pobrísima cultura filosófica, clasificar ese


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pensamiento, pero nos atrevemos a señalar en él un contenido religioso y una ética cristiana ausentes en Ortega, o muy poco visibles; y una atención más viva hacia las realidades concretas ajena al pensar abstracto y riguroso de Zubiri. También se separa de ambos en su preocupación más directa y apasionada por lo español. Esta preocupación revela la raíz ética que nutre sus meditaciones y que enlaza, en cierto modo, con su ardiente interés por la novela y por la poesía. Su libro "Filosofía y Poesía" contiene páginas de una belleza y profundidad tales que somos incapaces de estimar en todo su alcance y en su justo valor. Estamos acostumbrados en este siglo de soberbios al filósofo y al profesor que hablan para sí, complaciéndose en su expresión despectiva y hermética. La actitud de María Zambrano frente al público, cuando habla o cuando escribe, es la de quien quiere comunicar algo sintiendo la obligación de hacerse entender

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i)or el lector o por el oyente. Así su palabra, sin perder rigor científico, se reviste de orden, ele claridad, de sencillez. Y cuando el pensamiento es muy denso, se aclara y vivifica por la gracia ele una forma leve y fluida como aquella "agua clara con sonido" de que nos habla Garcilaso. Lengua viva la de Mal'Ía Zambrano, que brota ele la sangre; arte de palabras, franco, sutil, sin retórica, aquietado en una armonía profunda de lógica, emoción y poesía. Y si fuéramos a señalar los resortes que determinan el pensamiento, la palabra y la conducta de esta mujer, nos atreveríamos a nombrarlos, deber, pasión noble, misericordia. A despecho de su formación intelectual en la Europa de la razón y del idealismo, María Zambrano sabe que la sabiduría reside en el amor, que sólo somos libres dándonos y que en cada uno de nosotros debe repetirse el milagro cristiano de Ca11á; la conversión del agua pura en vino que embriaga.

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CONOCIMIENTO POETICO -MARIA ZAMBRANO onverge para que el co-Y el materialismo tan al margen de la filosofía sistemá~ca eui'.opea, se haga razón, conocimiento poético. En un extremo de la cultura clásica está la filosoffa el metódico conocimiento racional, el esfuerz~ de la mente para adquirh· la verdad separándose violentamente de las cosas, de las apariencias que cubren al mundo. Este saber llega a ser sistema, sistema en que la totalidad del mundo quiere ser abarcada, en que la infinita multiplicidad de las cosas pi·etende ser poseída. En ·el otro extremo de la cultura clásica quedó la poesía. La poesía.. . Cuentan que Jos soldados de Alejandro el Grande al llegar a la India, encontraron en los bosques confundidos entre los árboles a los "yo gas", hombres consumidos poi· la contemplación, hombres sumidos en éxtasis a quienes la continuidad extática había convertido casi en árboles, en un árbol más; sobre sus hombros habían anidado los pájaros. Tal era su resignación vegetal, tal su inhumana mansedumbre. Debajo del cielo, confundido, inmerso ·en la naturaleza, el poeta puede estar simbolizado por ese hombre-árbol. Sobre los hombros del poeta anidan también los pájai·os; con los brazos abiertos ante la creación el poeta se abre a todas las cosas, se ofrece íntegramente sin ofrecer resistencia a nada, quedándose vacío y, quieto pai·a que todas las criaturas aniden en él; se convierte en simple lugar vacio donde lo que necesita asentarse y vagar sin !ugar, encuentre el suyo y se pose. Tal puede ser el símbolo del poeta. Entre ambos extremos se alza la cultura española, su conocimiento poético. Pues el hombre en cuyos hombros anidan los pájai·os, es el poeta, si, mas tan grande es el vacio que para las cosas ha hecho, tan completa su mansedumbre y entrega, que se ha vaciado completamente. Ya él no existe sino las cosas en él, llenándole tan por completo, que no le queda distancia suficiente para poder expresarlas. Y no puede tampoco expresarlas porque nada suyo tiene, porque toda expresión requiere una cierta violencia. En rigor, la expresión nace en la queja; y la queja implica una cierta rebeldfa, una independencia 1

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no~iC:~~~08 es;~ñol, ºe~ i·ealismo,

una afirmación de existencia de quien se queja, que as! se defiende; as! se. afirma. Puede ser esta la razón de por qué el hombre ha alcanzado la más alta cima de expi·esión, mientras que la mujer normalmente apenas balbucea. Es poi·que la mujer no se queja, no se rebela, ni se revela, queda oculta uetrás de los acontecimientos que la conmueven; detrás de ellos, sentada como en el fondo de su casa. El hombre, en cambio, se quéja y en quejarse está su poder de expresión, su capacidad maravillosa de dar forma a ¡0 que por él pasa. El yoga de la India ha · aniquilado en sí mismo toda capacidad de violencia expresiva Y poi· eso siendo el símbolo del poeta, no puede hacer poesía, pues la poesía como todo. lo humano, requiere su dosis de violencia. El conocimiento poético de España tiene ¿cómo no 1 una inmensa, terrible violencia expresiva; adolece quizá de excesivo ímpetu que a veces le borra,. le obscurece las cosas; va más allá, con frecuencia, de donde apunta. _Pero está ah!, al cabo de los · siglos, irreductible al poderosísimo racionalismo europeo. Es conmovedor ver la situación de España, su helada castidad frente a la audacia del conocimiento europeo en su época de brillo, en los momentos en que imperialmente llegaba a todo, lo abarcaba todo. España siguió recogida en si misma, pobretona, al mar~en de tanta magnificencia. Era imposible que partici?ª'.ª en ella, imposible que no dejara de res1st1r en la forma espléndida, como sabe hacerio cuando hace falta: resistiendo pasivamente, no dándose por entei·ada, prefiriendo su pobreza, acogiéndose a su silencio, metiéndose en sí misma. En esto ha sido, sí, ejempiar. Su fo~·ma de conocimiento poético seguía su curso nuentras tanto, P..ºr los caminos más insospechados, caminos que son a veces vericuet?s. Conocimiento poético en que ni se esc1?de la i·ealidad, ni se escinde Ja sociedad en mmorías de selección y masa desamparada. Si en algo ha conservado España su unidad ha sido la unidad de la gracia. Bien poco vale para el español auténtico aquello que sólo se debe al esfuerzo; es como un saber ilegítimo, un saber desgraciado en que se mues-


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trn más Ja presunción del hombre ,su vanidad o su soberbia, que Ja verdad; un saber que no es deseable., El coi:iocimiento poético se logra por un esfue1·zo ni que sale n mitad de camino una desconocida p1·esencin y Je sale n mitad de camino porque el afán que la busca jamás se encontró en soledad, en esa soledad angustiada que tiene quien ambicjosamente se separó de In realidad. A ese difícilmente la realidad volverá a entregársele. Pero n quien prefirió la pobreza del entendimiento, n quien renunció n toda vanidad y no se ahincó soberbiamente en llegar n poseer por In fuerza lo que es inagotable ,lo que nos rebasa, n éste la realidad le sale al en.c uentro y su verdad no es nunca verdad conquistada, verdad raptada, violada; no es nlezeia, sino i·evelnción graciosa Y. gratuita; razón poética. Y en realidad, el español solamente es capaz de encontrar su equilibrio así, sólo es capaz de conservar la fluidez de su vida por In poesía, por el conocimiento poético de las cosas y los sucesos que le inCJ>rporan a Ja ma1·cha del tiempo. Si se hace rncionalista se cierra, pierde su fluidez y se dogmatiza, se hace absolutista, en suma; reaccionario, enemigo de In esperanza. Cuando un español se aparta de esta v1v1ficadora corriente en que se unifica con su pueblo, cae en ser minoría. Cae, sí, pues de verdadera caída se trata. En España pe1·der Ja comunidad con el pueblo no conduce a nada positivo, tan sólo a desviar In ruta o n estancarse en el escepticismo, como es bien fácil demostra1'. Equilibrio individual y comunidad. Por el conocimiento poético el hombre no se separa jamás del universo y conservando intacta su intimidad, participa en todo, es miembro del universo, ele la naturaleza y de lo humano y aún de lo que hay entre lo humano y más allá de él. Pe1:0 este conocimiento poético maravilloso, confesémosle, no es mucho más todavía que una promesa, porque no había sonado su hora. De su plenitud puede surgir toda una cultura en Ja que ciencia y conocimiento hasta ahorn errabundos, como la historia, sean la médula; en Ja que ciencias como la Sociología, nacientes aún, alcancen su pleno desarrollo; en que el saber más audaz y más abandonado sea por fin posible: el ¡;onocimiento acerca del hombre. Conocimiento del hombre que no será sino el movimiento de reintegración, de restaurnción de la unidad humana hace tiempo per-

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dida en In cultura europea. No hace falta insistil· en mostrnr Ja atomización de todo Jo humano, la tristísima fragmentación a que ~e ha llegado, primero en el pensamiento, Juego en el arte, y por último en el hombre mismo, en el hombre vivo ni cual se le ha mutilado con In más horrible de las mutilaciones extrayéndole su dignidad, extrayéndole su primnc!n moral. Ln moral es convertida en pura fórmula social sin contenido vivo y actuante, o en vacía desnudez, que llaman cinismo. Y tal vez sea esto lo mejor. Recordemos a Nieztsche cuando decí¡i: "Hay, un género de nobleza que pueden tener las almas toscas: el cinismo." Como signo y manifestación de una crisis tan profunda como aquella en que naciera, resurge en Europa el cinismo y precisamente en los medios más altamente intelectuales. Y es, repetimos, lo mejor, pues al menos permite y aún ofrece, un claro diagnóstico patente para todos los entendimientos. Pero no deja por eso de mostrar el mismo mal, el mismo parcelamiento humano que ha hecho posible la magnificencia de la técnica, el esplendor inclusive de la ciencia, mientras el hombre cada vez más miserable desaparece asfixiado. Tal cultura no puede, no podrá salvarse a sí misma. Necesita para su continuidad esta cultura, que vaya en su ayuda aquella otra que se ha mantenido tan valerosamente al margen como una hermana cenicienta: necesita alimentarse de lo que desdeñó. Confiemos en que suceda así y en que suceda, según parece, del modo más congruente con esta dispersa y humilde cultura española: clispcrs:unentc, lejos de Europa y fuera de la tierra matriz. España, maestra en la dispersión y en la prodigalidad, cumplirá sin duda su obra de acuerdo con su íntima esencia, prodigándose y dispersándose, sembrándose, desapareciendo en la obscuridad para fecundar y fecundarse. De la soberbia española, nuestro más terl'ible pecado, salió el absolutismo, cascm·ón muerto de la verdadera España. Cascarón estéril y seco. Final, falso camino de una ruta sostenida solamente por una soberbia obstinación. De la melancolía española, de su resignación y ele su espernnza saldrá quizá la nueva cultura. E s la cultma que anuncia la España del fracaso, la más noble. Tenía forzosamente que fracasar porque ha ido más allá de su época, más allá de los tiempos y hay un ritm1. inexorable de la historia que condena al fra(Pasa a la Pág. 47.)


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ESTOICISMO CULTO ESPAÑ'OL: JORGE MANRIQUE ..-MARIA ZAMBRANO A mediados del siglo XV, se levanta en el mundo una racha de estoicismo; cruza por toda Europa y, la atraviesa; se confunde con el ascetismo, porque el estoicismo no necesita adoptar su propia y definida forma, es un modo de ccnsideración, es una actitud que se vierte bajo cualquier géne1·0 literario impl'imiéndole su estilo, es un espíritu que atraviesa por igual las páginas ascéticas de la Imitación a Cristo de Kempis, que por la poesía prerrenacentista de Castilla. No es extraño que el estoicismo coincida hasta confundirse con el ascetismo, pues los dos son renunciación, los dos producen el efecto de empobrecimiento en la vida y los dos renuncian sin melancol!a. Diríase que el ascetismo significa dentro de la vida religiosa del cristianismo algo análogo a lo que el estoicismo es dentro de la filosofía griega. Los dos vienen del esplendor, se producen bajo la máxima potencia y madurez de algo, de su fuente respectiva y retroceden ante ello señalando su estrechez. Pobreza voluntariamente elegida en la sGbre-abundancia, porque parte de la denudez del hombre, de la consideración de sus postrimerias; son pensamientos en vista del fin último; son meditación de la muerte. En este momento de ascetismo y esplendor del siglo XV se escriben en España las Coplas a la Muerte de mi Padre el Maestro de Santiago, de Jorge Manrique, las Coplas de Jorge Mam·ique cuyo sentido y ritmo aún antes que sus conceptos, dan la medida del sentir común del español. Una medida, una de las pocas medidas nunca olvidadas, pues a lo que resulta, ningún pueblo más falto de memoria que el español, ninguno con menos cosas comunes en que coincidir. Algún día será la hora de descubrir los motivos de esta escasez que se manifiesta en la vida español:l., de cultos comunes, más notoria todavía en lo que se refiere a nuestra literatura, pues siendo gran parte de ella de clara raiz y origen popular, 'no ha alcanzado popularidad cr.!ectiva. Y asi, !ns pocas obras que corno las Coplas de Jorge Manrique tienen el valor de permanecer durante siglos en el fondo del

alma de todo cspañGl, formando parte de su mismo ser, adquieren por ello valor sin límites. Son unos pocos versos no más de la larga composición, aunque toda ella concuerde con nuestro sentir, pero unos pocos versos (no llegan a un centena1· de palabras) , han obrado el Jlrodigio de quedar impresos en las entrañas del español: es su pensamiento, su sonido, su sentir íntimo, su ritmo. Y esto es lo verdadaremente grave, pues el pensamiento que tan brevemente se compendia, la actitud que tan claramente se declara, es netamente estoica, lo es, diriamos, hasta en aquello que sugie1·e. Ritmo inconfundible en que va expresado el ritmo mismo del idioma, la música originaria del lenguaje. Es el metro, la medida, el canon de algo que pudiéramos llamar "lo español", la esencia, la destilación de todo lo verídico de España, su toque de autenticidad como el sonido de la moneda de ley, como la consistencia de la madera de encina c01·tada en el monte. Ritmo de fortaleza, de entereza, donde no se vislumbra el más leve intersticio; compacto Y flexible. Es la figura de la resistencia humana ante cualquier desventura, es el canto llano del dolor. Mas no es el dolor lo que se expresa en las Coplas, sino la meditación engendrada por el dolor. No es un llanto, es un consuelo, es una propedéutica para la i·esignación, una consolation de estilo senequista. y como ellas trae apaciguamiento; es la mano leve de la razón que pasa por la frente abrumada, dulcificando los pensamientos. "Las cosas de que te quejas son iguales pa1·a todos; yo no puedo hacerlas más fáciles, pe1·0 tú p~edes du!cificarlas si quieres", dice el maestl'O Seneca, citando al maestro de Alejandro en la Epístola XCI. Tú puedes dulcificarlas ... la música de las Coplas es ya una dulcificación con su medida, con su comedimiento que es casi un arrullo para acostarnos en Ja conformidad. Pertenecen las Coplas al género de las sentencias; son sentires al par que pensamiento, razones de la razón hechas para el corazón, razones del corazón que la razón entiende.


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Po1·que la razón estoica es mediadora, y tal vez estribe en esta condición el haber podido encarnar mejor que ninguna otra a la razón española, al entendimiento español que cuando funciona, no lo hace jamás para r emontarse, para alcanzar altura e independencia, a costa de su desarraigo. El movimiento de la razón en España es siempr e descendente; como la luz sobre lo que ilumina, cae hasta el mismo corazón obscurecido por la congoja del hombre y su condición enternecedora es que siendo razón, funciona como la caridad, como la amistad, como la misel'ico1·dia. No la diferencia del más puro cristianismo sino el que es la razón quien desciende, la razón impersonal; no el logos pel'sonal, infinito, encarnado, hecho carne. La razón condescendient e de los estoicos no llega hasta la cal'ne pues que no se hizo carne sino solamente sentir, sentencia. Sentencia que encierra en su brevedad toda una doctrina y es la forma más noble y desde luego la mils conseg uida de popularización : la máxima claridad en tan breve espacio, la máxima liber tad dentro de la norma, pues que permite que la espontaneidad se vierta. Y deja establecida una continuidad tan larga como la propia vida.

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Las Coplas al Maestre de Santiago nos revelan este estoicismo dulcificador en esos pocos versos maravillosos que cont1·astan con el i·esto-la mayoría de la composición-y que la memoria del español ha separado. Rememora Jorge Manrique las acciones de su padre y con ellas el trozo de nuestra historia que le sirvió de marco: La Rec ~ nqnista. Nada de ello ha impresionado a nuestra memoria, pues la verdad es que apenas ha guardado huella de las más renombradas hazañas y solamente de lo que concierne a esta r ememoración de brillantes sucesos, queda el melancólico: "¿Qué se hizo el rey don Juan -los Infantes de Aragón qué se hicieron?queda lo que al perguntar llanamente por tanta g randeza, las reduce a la medida común de lo humano: perecer. Una sutil, apenas perceptible melancolía corre por las Coplas; leve melancolía en la que el estoico no se detiene, y más que melancolía suya es melancolía de las propias cosas, marchitas, deshechas en polvo, anonadadas por el soplo del tiempo. De este marchitarse, el "ánimo sereno" sólo es espejo; no lo subraya con ninguna expresión ni lo i·ealza con el más sencillo comentario. Y si lo refl eja es a guisa de ejemplo: "porque todo ha de pasar por tal manera."

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Juan Ramón Jimenez: UNA CARTA Y UN POEMA Con gratitud y alegría publicamos en este número de nuestra revista una carta y un poema que Juan Ramón Jiménez ha tenido la bondad de enviarnos, honrándonos. La trágica historia de la España contemporánea comprende, como uno de sus hechos más reveladores y significativos, la obra poética del gran poeta andaluz. Quien desee penetrar el sentido profundo de esa historia no puede JJrescindir de las claras y entrañables evidencias que Juan Ramón ha formuJado en su poesía. Esta poesía llena todo un período de Ja literatura española y es la frontera entre dos mundos poéticos sucesivos. En ella termina el "modernismo" y se abren las rutas de Ja poesía actual. Dos generaciones de poetas han seguido esas rutas y pueden llamarse discípulos de Juan Ramón Jiménez; aunque de este realísimo magisterio cada cual haya ~alido con su señera originalidad. Guillén, Salinas y Aleixandre, Alberti, García Larca, Cernuda y Prados recibieron del maestro no sólo acendrada lec- . ción de poesía, sino estímulo a la par severo Y ferviente. . De otra parte, la obra de Juan Ramón J1ménez se desarrolla,-vivificando el

-MARGOT ARCE

pasado,- de una tradición poética española cuyos representantes fueron Garciluso, San Juan de la Cruz y, ya en el siglo XIX, Bécquer. De esa línea de delicado, ardiente y purísimo lirismo, florece esta perfecta rosa de poesía. Su voz actual recoge los viejos ecos haciéndolos vivos y diferentes. Porque de todos los poetas españoles modernos quizá sea Juan Ramón Jiménez el más radicalmente subjetivo, el que nos da un mundo poético elaborado con elemen.tos de Ja más propia, honda y desnuda intimidad. Difícil, inefable poesía; luz clara, concentrado aroma que brotan de un hontanar secreto; la vida esencial del espíritu se nos da en ella con la más abso!uta pureza y libertad poéticas. Tanto, que con ser Juan Ramón Jiménez tan español, tan de su Andalucía sensual, melancólica y plena de gracia, su acento es universal y eterno. En muchas ocasiones, al leer estos versos de pasmosa, heróica perfección, en donde la palabra y el ritmo alcanzan economía de elementos y vitalidad clásicas difícilmente superables, hemos sentido la sacudida de lo absoluto, la real y turbadora presencia de la Belleza, que aterra y que embriaga.

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Coral Cables 15 de niarzo de 1940.

&a. doña Isabel Andréu de Aguilar, SantiLrce, Puei·to Rico Mi querida amiga: Muchas gracias por la colección de la Revista de la Asociación de Mujeres Gradimdas de esa Universiclacl, que ha tenido usted la bondad de envianws. En la carta que a(;'Ompaña a este envío tiene usted, además, la atención de pedirnos nuestra colaboración literaria para su Revista. Aparte de otros motivos qi¿e me obliga1·ían gi1stosamenle a com.placer/a, mmcci he olvidado que esa Asociación me hizo el hono1· ele "invitarme a inaugurar sii curso de conferencicis el aiio de sn fundación, 1986, cuando 11ascmws dos meses, inolvidables por tantas cosas, en esci bellis-iina isla. Le copio un poern,a inédito de mi libro "El Ausente". Con un saludo a la Asociación, quedo de usted siempre afectísimo y agradecido amigo, (Fclo.) JUAN RAMON JIMENEZ.

PERDIDO Si aquel volcán es mi Ot'aso,

Ya no sé dónde llama1· pa1·a buscarme en el mar, para encontranne en el viento.

si esta ribera que paso

No sé el sitio de la tarde, ni si el ve1·dé yela o arde, ni qué nombre era verano.

si iina estrella es la gloriosa

tiene enf1·ente mi deseo. Si lo ainarillo es ?ni rosa, limibrera de mi desvelo.

Si vivir era, es así ... Poi· el tiempo qiie perdí y mi espacio es el desie1·to. Juan Ramón Jiménez

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ASPECTO DE LA ENSEfJANZA DEL LENGUAJE

-ANTONIA ·SAEZ

Problemas en Ja enseañnza del vernáculo. La enseñanza del vernáculo comprende dos problemas esenciales: primero, la corrección y el perfeccionamiento de 19 poseido; y segundo, el desarrollo y el embellecimiento de la lengua, en todos sus aspectos. Ya hemos visto como el lenguaje es a la vez medio de comunicación de ideas y manife stación de la propia personalidad. Su aprendizaje exige, por tanto, una enseñanza más vital y más ajustada a las funciones del vivir que ninguna otra asignatura del programa. Realmente, no es una asignatura, sino el instrumento que hace posible el aprendizaje de las asignaturas. La enseñanza de los llamados aspectos del lenguaje: lectura, composición oral y esctjUil, deletreo, pronunciación y, finalmente, gramática y retórica debe pres.e ntar las f9rmas más espontáneas y naturales de aprendizaje si ha de cumplir con su fin de dotar al individuo de un medio de expresión y comunicación. Si el objetivo esencial de la enseñanza del vernáculo es poner al alumno en condiciones de poder ~presar sus p~oplos pen~amientos, sus propios sentimientos, sus propios puntos de vista, es natural que la enseñanza del lenguaje deba estimular la observación, Ja refle::dón y la expresión. Para ello es indis¡1ensable: prime1·0, estimular el pensamiento y los sentimientos; segundo, dar pr~cti.ca adecuada en el logro de hábitos de pensar con claridad y de expresarse con libertad y exactitud. Los elementos a considernr en toda enseñanza son: primero, el maestro; segundo, el alumno Y tercero, Ja materia, propósitos de su enseñanza y las maneras de enseñarla. El maestro de lengua: El maestro de lengua desempeña una función más delicada y de mayores responsabilidades que el de ninguna otra disciplina. Es ejemplo vivo de Jo que se quiere lograr en el alumno: la expresión de ideas y sentimientos en formas claras, eX!\\:~S y pre~isa$,

El maestro que enseña una lengua y, especialmente, Ja lengua vernácula, debe .tener un conocimiento amplio no sólo de la literatura, sino de los elementos prácticos de la linguistica. Debe conocer científicamente Ja fonética y sus relaciones con la ortografía; Ja sintaxis y la morfología, para poder dete1·minar hasta donde es posible la libertad lingüística y la semántica. Sobre todo, debe darse cuenta de Ja in.fluencia del mec!io, a veces beneficiosa, a veces perjudicial, al mejoramiento y perfección de Ja lengua. Debe ver el idioma como un elemento vivo, en constante crecimiento y evolución, que responde a las condiciones del grupo, así como a lo esencialmente individual. Al maestro de lengua no le basta leer literatura, es necesario que sepa seleccionar, que sepa jerarquizar. El sentido de selección debe ajustarse no sólo a lo mejor, sino a lo más adecuado para el niño. Un criterio de universalidad debe guiar la lectura-lo clásico y lo contempo1·áneo, lo p1·opi9 y, !9 ,ajeno. Pero esto no es todo. El maestro que enseña lengua debe tener el sentido de Ja responsabilidad que esto apareja, y este sentido sólo lo da el amor a la lengua, que se acrecienta a medida que se conoce. E>eb.e el maestro asumir una actitud propicia para despertar en el niño ese mismo amor, y ha de sentir la c.onciencia de la necesidad de hablar con corrección, con belleza y con sinceridad. En ninguna enseñanza cuenta tanto el desarrollo de ideales de vida. El alumno y la materia. Las primeras manifestaciones de la lengua no las da la escuela; son producto de la casa, de la calle. No siempre tienen la corrección, la exactitud y la belleza que debieran; pero es innegable su fuerza formativa. La escuela tiene que elaborar sobre estas bases, muchas veces destruyendo para volver a construir y debe hacerlo despertando en el alumno el interés por la lengua, el deseo de enriquecerla, la necesidad de afinarla y ennoblecerla. De aquí que la materia que se use tenga necesariamente que nacer de ese medio que el niño ya conoce. Elaborar esas experiencias,


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e11riqueciéndolas, aclarándolas, dándoles orientación justa es In primera labor liñgUistica dé la escuela. No es enseñando grainútica; ni ejercitando en prácticas frías y secas, ajenas al humano vivir que se i11icia al alum110 en los resortes mágicos de la lengua. Es hablando de lo que le iJ\teresa, es oyendo hablar con justeza y belleza de las cosas que le rodean; es oyendo leer y ley,endo a aquéllos que la han ido creando y recrea11do e11 sus obrns. Es viendo como al nombrar las cosas con ex:ictitud las poseemos, cómo al caracterizarlas de la manera más justa sentimos su calor, su color, su fuerza. No es con listas de palabras aisladas, buscadas en un diccionario sin más finalidad que buscarlas que se enriquece · el vocabulario: es sinti endo la necesidad de conocer los nombres de las cosas que nos rodean y tenei· ocas ión de nombrarlas. Es hablando y escribiendo, que la lengua se adquiere y se perfecciona. La necesidad de hacer una aseveración lleva a la corrección de las oraciones declarativas mejor que la más perfecta definición. El valor expresivo y aclarativo de una coma, cuando nos la encontramos en la lectura, nos hace ver la necesidad de su empleo, mejor que la mejor regla. La comprensión clara del matiz temporal en la expresión de nuestro pensamiento y sentimientos fija y señala los usos de los tieri1pos del verbo mejor que el aprendizaje rutinario de la conjugación. Una lengua se aprende en función del uso, del uso adecuado y justo a las necesidades de cada cual. La Escuela Moderna. Las escuelas más progresistas han comprendido la enseñanza de lenguas de esta manera activa. La organización de sus programas así lo revela. La lengua no se enseña en una sola clase. La lengua es el instrumento que se desarrolla y perfecciona a través de todas las materias del programa escolar. Todo maestro es maestro de lenguaje, y a todo maestro le está encomendado dotar al estudiante de los mejores medios de expresión en la disciplina que explica, porque reconoce que no hay saber claro si no se expresa con claridad, que no hay dominio de la ciencia, si no hay medio de exp1·esar la ciencia. La integración de la enseñanza alrededor de centros de intereses vitales es la prueba más elocuente de este concepto educativo: Al alumno se le pone en condiciones de pode1· de-

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cir lo que sabe y se le ofrece oportunidad de conoce1· lo que no sabe. Teniendo en cuenta estas corrientes modernas, basadas en el desarrollo nat.ural del medio de expresión, es que desarrollamos nuestro plan de enseñanza de la lengua én los grados primarios. Este libro aspira a guiar ni maestro, a señalar orientación definida en la difícil labor de dotar al individuo del medio adecuado para la expresión de su personnlidad y el conocimiento del mundo. No incluimos la lectura en este trabajo porque en los grados primarios el alumno no está en condiciones de poderse valer de la lectura pr<>"pia como instrumento de desarrollo del lenguaje. Parn que la lectura cumpla con este fin es necesario dominar el arte de leer, es necesario ·que el proceso se efectúe con facilidad para comprender y gozar su contenido. En estos grados primarios se va adquiriendo el dominio del a1·te de leer, en otras palabras, se enseña a leer. Luego leerán para aprender. En cambio, el maestro utilizará la lectura. Ntiéslro ¡1roblcma lingüístico. La enseñanza del vernáculo persenta en Puerto Rico un problema que dificulta no sólo el dominio y perfeccionamiento de la lengua propia, sino el desarrollo educativo en general. En nues tro empeño ele hacer de nuestro pueblo un pueblo bilingüe, sin que nuestra enseñanza responda a un plan científico, resultado de investigaciones en nuestro propio terreno, estamos entorpeciendo no sólo nuestra propia lengua, sino dificultando la adquisición del inglés y, lo que aún es peor, dotando a nuestros alumnos ele una preparación muy imperfecta y muy superficial. Estas son verdades muy fáciles de comprobar y saltan a la vista tan pronto nos ponemos en contacto con nuestro estudiantado. Nadie condena el aprendizaje del inglés, todos reconocemos su necesidad, no sólo como instrumento necesario para nuestra mejor vinculación con el pueblo al que estamos unidos, sino como instrumento de cultura, por las posibilidades que su conocimiento proporciona. Pero sí cabe señalar los perjuicios que un aprendizaje inadecuado produce en el individuo, no sólo por la dificultad del medio de expresión, sino por la perturbación que origina en toda su vida espiritual. El problema desde el punto de vista pedagógico estriba en determinar cuándo y cómo debe estudiarse el inglés para que los inconvc-


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nientes señalados desaparezcan. Conviene tener en cuenta que adquirir otra lengua y dotar de una educación son dos procesos diferentes. Si reconocemos que la enseñanza del inglés es labor indispensable en nuestras escuelas, bien vale la pena investigar ampliamente en nuestro propio suelo y en condiciones norma· les y hallar el medio mejor de dotar a nuestro pueblo de un instrumento tan útil, sin que su adquisición empobrezca la preparación general de nuestro pueblo y sin que al trata1· de aprender inglés, empobrezcamos nuestro propio idioma. Cabe investigar cómo afecta al desenvolvimiento general del individuo adquirh· su educación utilizando para ello una lengua que no se domina. Es cierto que las investigaciones sobre bilingüismo con que contamos al presente son pocas y muchas de ellas llevadas a cabo en campos muy diferentes al nuestro; pero son lo bastante elocuentes para señalar el problema y determinar cierta orientación investigadora que podría servirnos para encauzar nuestra investigación por vías puramente científicas. El caso de Puerto Rico es, ya lo hemos dicho, muy düerente al de otros países, Indía, Gales, Luxemburgo, etc.; por eso lo más sabio es estudiar nuestro caso con tiempo suficiente de experimentación para llegar a conclusiones seguras. Hoy que las investigaciones pedagógicas han alcanzado un desarrollo notable en muchos países, especialmente en los Estados Unidos, es factible y necesario hacerlo en Puerto Rico

para encauzar la enseñanza por vias puramen· te pedagógicas. No es necesario ni provecho. so cualquier retardo. Hay que tener en cuen. ta que es la vida cultural de nuestro pueblo la que se compromete con no hacerlo. Nuestro problema educativo es de doble pro. pósito: adquirir una preparación educativa que contribuya al progreso Y desenvolvimiento natural de nuestro pueblo Y adquirir otra lengua sin que su adquisición obstaculice lo primero, vaciándolo de posibilidades de p1·ofundidad Y. de creación. Tan importante problema demanda segura y bien orientada solución. · Una investigación bien orientada ha de considerar: p1·imero, los factores que determinan el bilingüismo puertorriqueño: la familia, la escuela, la vida social y los juegos, la vida pública, oficial o semioficial, y cómo cada uno de ellos afecta a los niños, tanto de las regiones urbanas como rurales; segundo, los tipos de prueba (tests) que se preparen y se empleen para llegar a conclusiones: pruebas psicológicas tanto de inteligencia como de la vida sentimental; pruebas pedagógicas que determinen el resultado del ap1·endizaje tanto en el grupo experimental como en el grupo de "control" y, por último, pruebas morales, en otras palabras, pruebas que determinarán los efectos del bilingüismo en la formación del carácter. Sobre bases más o menos como las indica· das debe plantearse nuestra enseñ~nza del inglés. Tratar de solucionar el problema de otro modo ni es pedagógico ni es democrático.


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"ORIENTACION ESPIRITUAL DEL ADULTO" CARMEN GOMEZ TE.TF:RA

Damas y Caballeros: A solicitud de mi distinguida amiga, la Sra. Isabel Andréu de Aguilar, ante cüya amable insistencia las negativas 110 surten efecto, y atraída por el interés vital del propósito que persigue la Asociación de Adultos, he venido aquí esta noche a ofreceros algunas impresiones que ha provocado en mí el tema -un po~o abstruso por cierto- que se me ha asignado: La Educación Moral del Adulto, que yo he preferido denominar la Oi!ientación Espiritual del Adulto. El tema, de amplísimos horizontes, es casi inasible, sobre todo después que los .distinguidos conferencistas que me han precedido esta noche y en noches anteriores, han expuesto sus ideas sobre variados aspectos -más tangibles- de la educación de adultos. No obstante, intentaré resumir en breves palabras lo que en mi concepto significa la orientación ética de los adultos. Necesidad de la educación moral. La necesidad vital de la formación del carácter es tan obvia que no necesita comentario. A través de la historia, los grandes pedagogos del mundo han coincidido en que el fin esencial de la educación es modelar el carácter del individuo. En los últimos años se ha iniciado una intensificación de este obj etvo, que parecía haber sido olvidado ante la presión de nuevas disciplinas sobre el currículo escolar. La atención extraordinaria que se ha dado al intelecto va cediendo ante la urgencia de los valores eternos del espíritu.

Posibilidacl de la formación del canícter del adulto. ¿Será posible modelar el carácter clel adulto? ¿Es suficientemente plástico el espíritu entrado en años parn adaptarse a nuevos moldes? En 1929, Edward L. Thornclike publicó su obra Adult Learning, que revolucionó el mundo pedagógico. William James había asegurado que después de los veinticinco años el hombre no podía aprende1· nada nuevo, pues su capacidad de asimilación desaparecía. Algunas décadas más tarde, Hollingworth mantuvo la misma opinión. De modo que, Thorndike abrió nuevos rumbos, despertó nuevas esperanzas, asegurando, como resultado de cuidadosas investigaciones, que en la juventud se pueden adquirir "hábitos de variada aplicación, habilidades que pueden servir en innumerables situaciones y aquellos hábitos más sutiles que llamamos comúnmente ideales, actitudes, métodos de procedimiento y otros de natm;aleza semejante". Más todavía; el eminente profesor de la Universidad de Columbia llegó a la conclusión que la variación en la capacidad para aprender entre los 18 y 45 años es tan insignificante, que no hay razón para que los que se encuentran en todo el vigor de su juventud titubeen en comenzar nuevos rumbos de aprendizaje en su vida. En 1935, el Dr. Thorndike, vitalmente interesado en la educación de adultos, publicó su obra Adult Interests, en la que después de estudio consciente, hace la siguiente afirmación: "La disminución en el volumen total de interés des-


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de los veinte a los cincuenta años es insig·nificante y se limita a las actividades fiscas. hos intereses que mejor justifican la educación de los adultos no revelan decadencia ... " Si está probado que la capacidad para aprender · persiste -aún hasta después de los 45 años, aunque en menor escala-, que los intereses fundamentales de la vida no disminuyen con la edad, ~r -lo que es más alentador aún- que en la juventud se pueden adquirir hábitos, ideales y actitudes, entonces podemos tener alguna esperanza en el mejoramiento del carácter en los adultos. Interés del adulto en el aprendizaje. Otra objeción que podría presentarse a nuestro tema es esta: ¿Desean aprender los adultos? ¿Sienten anhelos insatisfechos de mejoramiento espiritual? ¿O se creen suficientemente preparados dentro de su vida rutinaria? Ha dicho Charles Jud: "La educación de adultos no logrará resultados útiles si se dedica meramente a la presentación de ideas en formas que requieran esfuerzo extraordinario o rápida aceptación de cambio, de parte de aquéllos a quienes se ofrecen estas ideas. La. educación de adultos debe enfrentarse con el problema de la rutina en las personas mayores y la aversión que sienten hacia el esfuerzo en la conquista de dificultades." Aún esta objeción, aparentemente insuperable, puede vencerse: !-mediante un plan organizado de· las diferentes agencias educativas, en el cual se asigne al método de instrucción la importancia formativa que tiene; 2-inculcando en los adultos la idea de que la civilización es dinámica, más bien que estable; de que se hace imperativo el constante reajuste personal ante los cambios sociales que sufre el ambiente, y de que este i·eajuste es producto de

la educación; 3-Y sobre todo, mostránc cloles a través del ejemplo Y ele otros medios eficaces, los valores insustituíbles e inapreciables del hombre de carácter. Programa de Orientación Espiritual. Demostradas la capacidad del adulto para el aprendizaje y la posibilidad de despertar su interés en su progreso mental y espiritual, réstanos definir . la naturaleza de esta orientación espiritual que debemos señalar al adulto. El índice invariable de la educación del hombre es el desarrollo global de todas sus capacidades. Don Manuel B. Cossío, en 1897, definió el problema de la educación integral como el de una "necesidad sentida y discutida ahora más que nunca de romper con el intelectualismo y de formar y educar a todo el hombre, cuerpo y espíritu, y en el último, con el mismo valor, armónicamente, cada una de sus distintas actividades." Actualmente, en el programa de educación de adultos, se está dando bastante atención al aspecto físico e intelectual del hombre. Debemos acentuar cuanto antes el aspecto espiritual, sin el cual tendremos instrucción, pero no educación. Dice L. P. Jacks (1931): "Nos corresponde a nosotros, los encargados de la educación de adultos, impulsar la idea del hombre integral como el principio fundamental en la reforma educativa". Y sugiere que en esta cruzada es el amor a la belleza el único factor que puede desanollar el elemento creador en el hombre. Precisamente es este concepto del poder educativo de la belleza una de nuestras más firmes convicciones, y así lo hemos expuesto en ocasiones diversas. Para cultivar el sentimiento y la bondad, el instrumento supremo es la belleza. Platón, impulsando su ideal del


. . DE LA UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO Bien y la Belleza; Ruskin, afirmando que la comprensión de lo bello será la redención de la humanidad; Kahlil Gibran, soñando que ante la estatua de la Belleza, los hombres se tenderán los brazos como hermanos; Tagor, rodeando a sus muchachos de Bolpur de una at- · mósfera de Arte y de Verdad para desanollar su espíritu; Alexis Carrer, sosteniendo que el seritimiento estético tiene tanto derecho a la existencia como la captación de las verdades científicas; Rodó, pensando que hacer sentir lo bello es obra de misericordia; son exponentes supremos e irrefutables del valor de la Belleza en la formación del carácter. Si logramos cultivar en los a<lultos el sentido de lo bello, habremos adelantado en gran medida hacia su orientación espiritual. Precisamente uno de los problemas urgentes de la educación de las masas, es enriquecer sus horas de ocio. Si por todos los medios posibles los gobiernos quieren ofrecer menos horas laborables al obrero, también deben ofrecerle los medios de emplear eficazmente esas horas restadas a la labor cotidiana. Aislado en la miseria y la ignorancia, el pueblo carece de gusto por el arte. Prefiere los novelones sensacionales, los episodios melodramáticos, los cromos llamativos, las rumbas y boleros de peor tono. El pueblo es capaz de apreciar el arte en su más elevada forma, si se le educa para ello. Así se plasmará la .afirmación de Tolstoi: "Cuando la humanidad está viva, manifiesta su actividad en forma de arte." Esta humanuidad "viva" sólo tendrá tiempo para crear, para manifestarse, para vivir la vida del espíritu. Una de las dos grandes finalidades ele Ja educación de adultos, señaladas por el Dr. Nicholas Murray Butler, es "consérvar durante un lapso mayor de tiempó en la vida la amplitud de criterio,

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la plasticidad de la simpatía, la ductilidad del temperamento". No quiere decir esto que se abandonen las convicciones y los principios, sino · que se mautenga el espíritu abierto a los cuatro vientos, sin dogmatismos que impidan la adaptación a nuevas circunstancias. Estrechamente relacionadas con esta vi1tud, están la tolerancia y la actitud científica, tan preconizada hoy en día, pero tan maltrecha. En nuestra vida social es esencial la comprensión de la relatividad de todo conocimiento y de toda creencia. Es fundamental además la suspensión del juicio hasta que se tenga conocimiento exacto de los hechos y se haya hecho un estudio desapasionado de los mismos. Opina el profesor Newton D. Baker que la tarea más difícil en la educación de los adultos es la eradicación de los prejuicios y el desarrollo de la actitud mental que capacita al individuo para no llegar a una conclusión definitiva sobre una situación determinada hasta haberla ana!izado detenidamente. No hay duda que hay mucho de verdad en esta afirmación del profesor Baker, sobre todo si pensamos por un momento en la resistencia que ofrece el anquilosamiento de las ideas -el infantilismo- o en la fuerza avasalladora de la propaganda. La fe en la vida actual y en nosotros mismos es cualidad inspiradora de mi!agros - fe en la potencialidad del bien moral, fe en la bondad innata del espíritud del hombre. Es esta fe una virtud que no falla nunca, aún en los trastornos materiales y espirituales más desastrosos. El movimiento pro educación ·de adultos habrá hecho al hombre un bien incalculable, si consigue avivar o despertar en él esa fe en la bondad latente en el ser humano. Otra oportunidad ma1·avillosa en la orientación espiritual del adulto es la exaltación d"e la dignidad del trabajo,


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especialmente de la labor experta. No vuelve al país en donde nació. Las hosólo desde el punto de vista de la estabi- jas caídas le dicen: -Somos las palalidad social, sino esencialmente desde el bras que debiste pronunciar. Tu silen: punto de vista personal, el orgullo de cio tímido nos condena a morir disuelposeer una habilidad manual, la con- tas en el surco.- La voz del viento de ciencia de rendir servicio eficiente, son tempestad lo acusa: -Soy la canción de un valor inapreciable. Por la concien- que debiste entonar en la vida y no encia: de la dignidad del trabajo, se llega al tonaste por más que, empinada en· el "trabajo gustoso" ideal de servicio tan fondo de tu corazón, yo esperaba una bellamente concebido y expresado por seña tuya.- La hierba exhala su queJuan Ramón Jiménez en las siguientes ja: -Soy los pensainientos que · debi~­ palabras: "El comunismo ideal,el 'co- ran morar en tu cabeza, las obras que munismo poético', que es el ·que yo pien- debieron tomar impulso de tu brazo, los so y sueño, sería aquel en que todos, bríos que debió alentar tu corazón.iguales en principio ,trabajásemos en Son las voces del remordimiento que nuestra vida, con nuestra vida y por salen al paso del viajero que no supo nuestra vida por deber consciente, cada hacer uso de su voluntad. uno en su vocación, 'en lo que le gusEl mundo actual exige almas valerotara', y, entiéndase bien, con el ritmo sas, que hagan frente a la vida nobleconveniente y necesario a ese gusto. mente, dignamente. La vida y el trabajo no pueden tener otro ritmo que el suyo, no pueden ser Agencias utilizables en la hostigados ni desviados de su órbita. i·ealización del programa Resumiremos en rápida enumeración, En este 'en lo que le gustara a cada uno', está el fuego alimentador de la calidad sin comentarios, las agencias que puepoética que debe acompañar siempre al den utilizarse en el logro de este protrabajo, que le da al trabajo utilidad y grama de orientación espiritual. Son encanto. Trabajar a gusto es armonía las mismas que sirven a los fines intefísica y moral, es poesía libre, es paz lectuales, pero dirigidas sabiamente. ambiente. Fusión, armonía, unidad, poeEntre ellas, mencionaremos las bibliosía: resumen de la paz. La vida debe tecas, las conferencias, el teatro, la raser común y lo común altificado por el dio, los cui·sos de extensión y poi· cotrabajo. El gustQ por el trabajo propio rrespondencia, las discusiones públicas, trae el respeto, gustoso también, por el en diversas formas, los conciertos, los gustoso trabajo ajeno." museos, los templos, las organizaciones Podríamos señalar otras :cualidades cívicas y religiosas, las instituciones dignas de figurar en el programa de penales, la educación visual, la prensa, orientación espiritual que estamos es- las convenciones, etc. No nos parece bozando, pero la presión del tiempo nos oportuno analizar la efectividad i·elalo impide. Sin embargo, queremos aña- tiva de estas agencias, puesto que ya dir una a manera de síntesis : la volun- .han servido de tema a varios distinguitad de acción. Actuar oportuna e inte- dos conferenciantes en el transcurso de ligeramente. Actuar bien. ¡Que causa esta semana. tristeza pensar en Peer Gynt, el héroe ibseniano .... ! Recorre el mundo lleno El método. de sueños e ilusiones, pero le falta vo"El método de enseñanza", dice John luntad para realizarlos. Ya anciano Dewey, "es el método de un arte, de


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más esenciales de la educación-la int egración de la sociedad. (Prescott: Emotion ancl the Educative Process.) Es decir, que la difusión de buenas actitudes emocionales entre los miembros de una sociedad, asegura obediencia a la ley, elevadas normas de honradez en el comercio y en el gobierno, aceptación de los cambios sociales que se hacen necesarios ante el avance de la ciencia y otras tantas cualidades deseables, muy especialmente en las personas mayol'es. La educación de adultos implica el despertar de esas lat encias en la personalidad humana. Una instrncción meramente p1·áct ica e intelectual no llenará este cometido. Es imperativo que auneEl maestro. mos el sentido práctico y el sentido Otro factor de vital importancia en ético y estético, si anhelamos el desel desarrollo de este programa de orien- arrollo armónico de la personalidad intación espiritual que hemos venido es- tegr~ I del adulto. bozando, -acaso el más importanteBIBLIOGRAFIA es el maestro o el líder responsable de las diferentes agencias de educación de l. Cartwl'ight, Morse Adams : Ten Years of adultos. El entusiasmo de estos menAdult Education. The .ilfacmilla n Compa11 y, 1935. to1;es .se trasmitirá a los educandos despertando en ellos el afán de superación. 2. Rowden, Dorothy (Editor ) : Ha ndbook of Adult Education in the United States. Maestros de verdad, harán sent ir a toAmerican Asscciation for Adult Education, dos los que se pongan en contacto con New York, 1936. ellos que el mundo del espíritu se man- 3. Ely, . llfary L. (Editor): Adult Education in Actio11. Amer ican Association for Adult tendrá invariable cuando las cosas temEducation, New York, 1936. porales y materiales hayan desapare4. Rodó, José E.: .i\iotivos de Proteo. cido.

la acción dirigida inteligentemente por la finalidad." Es decir, que el obje~ivo determina el método a seguir en la enseñanza. Ya hemos subrayado anteriormente el valor educativo del método, por la imp~rtancia de los !resultados concomitantes que provoca. Sintetizando: la trascendencia del método exige que los dirigentes del movimient o en favor de la orientación espiritual del adulto ·presten cuidadosa atención a la armónica correspondencia entre la finalidad que se desea y el método que logrará esa finalidad. El interés, el entusiasmo. y la conciencia de servicio, son elementos básicos en la consecución del propósito que perseguimos.

~.:

Conclusión.

"Si las actitudes (condicionadas emocionalmente) influyen en la dirección y motivación de la conducta, es deducción lógica que la conducta uniforme de un pueblo depende de que todos los que constituyen ese pueblo posean actitudes iguales. Esto tiene una extrema importancia desde el punto de vista social, y describe una de las funciones

5. Rodó, José E.: Ariel. 6. Jiménez, Juan Ramón : Comunismo Poético. Ensayo publicado en Brújula, 1937. 7. Prescott, Daniel A.: Emotion and the Educative Prccess. Ame1·ica n Council of Education, Washington, D. C., 1938. E ste traba jo fué leído por la Srta. Carmen Gómez Tejera en una de las sesiones de la Semana Pro Educación de Adultos, celebrada del 12 al 17 de febre1·0 de este año, en San Juan, Puerto Rico .


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EL PROBLEMA DE LA EDUCACION BILINGUE EN MEJICO -TERESA AMADEO

l. Elemento Racial en l\léjico. Hay diez y seis millones y medio de habitantes en Méjico; de éstos, catorce y medio millones son indios y mestizos y el i·esto blancos sin contar los extranjeros. De todos estos habitantes hay, cerca de tres millones que no hablan el español y unos siete millones que lo hablan, pero que no pueden escribirlo ni leerlo. Cuando después de cuatro siglos el hombre blanco no ha podido llevar todos los frutos de sú civilización a los indios, debe haber alguna razón poderosa. La razón es ésta. El elemento de origen europeo está en minoria. Méjico, por la naturaleza de su geografía es düícil de conquistar. La mayoría se ha conquistado porque ha perdido su vitalidad, ha olvidado su pasado y se encuentra dormida bajo el peso de una civilización que le fué muy duro resistir pero que no ha podido asimilar por completo. He ahi el problema de Méjico. Revivir la energia y la vitalidad de sus indios. Los indios Mayas no pueden leer las inscripciones en sus antiguas tumbas. El lema de la Universidad Nacional de Méjico dice: "Por el espíritu hablará mi raza." No sabemos si Méjico quiere decir la raza hispana de Méjico o Ja raza india de Méjico. Se ha dicho que la más alta expresión de cultura de un pueblo no llega a alcanzarse por medio de otro idioma que no sea el suyo. 2.

Confederación de Tribus Indias. Naturaleza de la Conquista y su Influencia en la Historia de Méjico.

Cuando Cortés conquistó á Méjico probablemente encontró unas ciento ochenta tribus diferentes cada una de las cuales hablaba su propio idioma o dialecto. Orozco y Barro. ha agrupado estas lenguas en tres principales divisiones o "lenguas madres". Los Nahuatls que se extendían desde el Río Grande hasta el sur, los Otomies al centro y al este y. los Mayas al sur de los Nahualts y en la península de Yucatán. Estas tres grandes divisiones hasta cierto punto persisten hoy.

Las tribus del norte eran nómadas, de carácter g·uerrero exceptuando a los pueblos ele las cercanias del Río Grande; las tribus del centro en el valle t.le Méjico eran de carácter más sedentario. Estas tribus t.lel centro habían formado una confederación Y a esa confederación pertenecían los Aztecas quienes eran los habitantes originales del valle de Méjico. Estos aztecas habían llegado yµ. a un estado de madurez y progreso en su desarrollo y antes de la llegada de Cortés y en el moment? de la conquista estaban tratan do de conquistar las tribus de sus alrededores. Este hecho ayudó a los conquistadores a conseguir la amistad de las tribus del centro durante la conquista de los Aztecas. La conquista de Méjico fué un acto rápido y directo. Aún durante la vida de Moctezuma los hombres blancos comenzaron a habitar los palacios de los aztecas, pero estos palacios muy pronto cedieron a un tipo de arquitectura española más fue1te. Las oficinas del Virreynato de Nueva España fueron instaladas y adoptaron la política de estrechar las relaciones entre conquistadores y conquistados. Como resultado de esta poIitica se inauguró el sistema de Encomiendas. Cada Encomienda consistía en un grupo de indios a cargo de un español que tenia la obligación de darles casa, comida, ropa y enseñarles In doctrina cristiana. En este sistema de Encomiendas comenzó la esclavitud de los indios. Este sistema hizo que la raza perdiera su vitalidad. Los conquistadores no eran educadores. Ellos habían venido tras las ganancias y no para educar a un pueblo indígena. Los indios en los primeros tiempos de la conquista, no conocían · bien los implementos europeos de trabajo. Se les hizo trabajar muy duro . Se les convirtió en un medio para conseguir un fin. El resultado fué que empezaron a perder sus cualidades admirables, su temperamento a·r tístico y su poder de expresión. El pueblo indio se convirtió en una raza de hombres tristes. Toledano nos dice: "¡Cuántos no hemos visto por esas calles de Méjico en un amanecer, una


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figura triste, pálida, mugrienta que casi se al andar con una escoba en la mana y que barre las calles de la ciudad. Ese es un recuerdo del pasado, ese es el indio mejicano, que un día fué dueño de Méjico!", -Y en otro párrafo nos dice Toledano: "Los indios .tristes que se esconden en la selva, flacos, hambrientos, que huyen al ruido de la locomotora porque no la comprenden, porque saben que pasa por allí pero que no saben de donde viene ni a donde va." Después de la conquista surgieron los diferentes problemas del clero, la aristocracia, el ejército y los problemas ele los nativos contra )os extranjeros. De toda esta confusión de intereses surgió el establecimiento ele una república fed eral compuesta de estados independientes. Los liberales salieron victoriosos y como resultado ·impusieron la constitución del 1857. El punto más importante de esta constitución fué la separación de la Iglesia y el Estado por la cual las propiedades de la Iglesia pasaron al Estado. Cuando los conservadores pudieron recuperar sus fuerzas trajeron a los franceses y establecieron el ilnperio. Los franceses ayudaron a la Iglesia a recuperar sus propiedades pero más tarde volvieron al poder los liberales y derrocaron la monarquía estableciéndose entonces la moderna repúblca en el año 1867. Desde esa fecha hasta el presente, Méjico ha pasado por muchas revoluciones. Estas aparecen ser de carácte1· político pero en realidad su causa puede trazarse al hecho de que su conquista íué un acto violento que quitó a su pueblo sus tierras, su poder y lo sometió de s(tbito a los efectos de una nueva civilización sin considerar siquera que Méjico todavía pertenecía a sus indios. La raza blanca en Méjico aun está tratando ele resolver los problemas que trajo la conquista: el reajuste entre los conquistadores y los conquistados, el reajuste entre el elemento extranjero y el nativo, la relación de la ·iglesia y, el estado, el problema de la tierra y el de la educación de las ma.sas en su mayoría indios o descendientes de indios. asu~ta

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3. La Iglesia Católica y la Educación de los Indios. Méjico es un país l'ico no sólo por los tesoros minerales de su subsuelo, sino por la riqueza de sus tradiciones. Méjico tiene una población compuesta de los descendientes de españoles y además de muchas tribus indias, cada una ele las cuales habla un dialecto dis-tinto Y. posee tradiciones distintas.

Su población es excesivamente i·eligiosa en conjunto pero el grupo radical siempre ha atribuído la culpa de la ignorancia de las masas a la influencia que ha tenido sobre ellos la Iglesia Católica. En este escrito vamos a tratar de demostrar algunas razones por las cuales creemos esta atribución absurda. No pretendo hacer un detenido examen de todos los factores que han contribuido en Méjico a sostener esta idea. Hay influencias externas e internas que sin duda alguna han tejido una especie de cortina alrededor de los verdade, ros hechos históricos y allí como en el resto de la América Latina hacen falta estudios detenidos e investigaciones probadas para sostener estas atribuciones. En Europa, en algunos paises, los gobiernos han trabajado mano a mano con la Iglesia en materia de educación y queda demostrado que el fanatismo no es una cualidad esencial de aquellos que profesan la religión católica. Se asegura que los aztecas hablan oído hablar del cristianismo antes de llegar allf los conquistadores. El Dios Quetzalcoatl había profetizado que el reino. de los a~~eeas terminaría cuando mensajeros de pieJ blanca visitaran su tierra y traje1·an las nuevas del Dios ve1·dadero. El indio mejicano era p.or naturalez.a religioso, de carácter impresiona.b le y eje idells supersticiosas. L¡i. Iglesia Cat.ólic.a u~il.i~ó estas · cualida.\i.es para elevarlo a la vic;l~ m¡í.s espiritual del cristianismo. A pesar de que los españoles conq~is.t!lrQn a Méjico, puede decirse que todavía este país pertenece a la raza india. El número de sus habitantes indios es ~uperior al n\ime.r o d~ sus habitantes blancos o mezclados. El educador mejicano Ezequiel Ch~vez dijo u,n~ ve~: "Méjico fué el crisol de mucl;ias ·ra:i.as, del norte, del sur, del este y de) oeste y b¡. obra de los conquistadores españoles nQ fué la de civiliiar a los indios sirw la de 1,1nirl.os a todos." En los archivos de los primeros años de la Iglesia Católica en Méjico podemos apreciar los esfuerzos de ésta para educar a los indios. En los primeros años había que inst ruirlos en el idioma español antes de recibir las primeras lecciones de doctrina católica. Por este motivo los prime11os pasos en fa educación bilingüe se llevaron a cabo allí por int.erés de la Iglesia Católica. Exi.sten vocabularios en el idioma esp.añol con voc.ablos eo· rrespondjen~es en los idiomas mejlcanos. Es-


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tos vocabularios son uumerosísimos, fueron preparados por los sacerdotes y existen para casi todas las lenguas mejicanas. Además de los _vocabularios la litemtura católica fué traducida a las diversas lenguas indias con el fin de que los indios se instruyeran y estuvieran preparados para recibir los sacramentos de la Iglesia. Es sabido que estos sacramentos no pueden ser recibidos sin el conocimiento de su significado. . Aun en aquellos tiempos de guena y, conquist a de un pueblo idólatra la Iglesia no los imponía sin el debido conocimiento del que los recibía salvo en caso del bautismo en los primeros años de vida de la criatura. Si era ignorancia, si enseñarles los sacramentos era enseñarles a ser ignorantes, entonces todo el mundo cristiano es ignorante. Los misioneros mantenían escuelas en donde los niños indios aprendían el idioma español mientras ellos, los sacerdotes, aprendían las diferentes lenguas indias y estudiaban el talento nativo según éste encontraba expresión en su propia lengua y en su ambiente indio. Si recordamos que la Iglesia Católica no era una institución cuyo único fin fuese la educación y que estos trabajos eran llevados a cabo por individuos algunos de poco y otros de mucho celo religioso y que su labor no era uniforme en todo el país estaremos en disposición mejor de juzgar los hechos imparcialmente. Por Real Decreto de Carlos III, el 6 de abril de 1770, se crearon las cátedras de lenguas mejicanas en la Universidad de Méjico. Estas cátedras existieron hasta el año 1833 fecha en que fué cerrada la Universidad. Desde esa fecha la Universidad fué cerrada y abierta va1ias veces y la cátedra de lenguas indias reaparecía cada vez hasta el 1865. Las cátedras a que nos referimos fueron las de gramática Otomí y la de gramática Huastee. También se tradujeron pasajes de historia eclesiástica en lenguas indias. Todas estas cátedras fueron desempeñadas por eclesiásticos. 4.

Habitantes de Méjico y sus idiomas.

Hemos dicho que hay diez y seis millones de personas en Méjico y casi cincuenta idiomas distintos sin contar el español que es hablado por una gran parte de su población. De los diez y seis millones, casi tres millones hablan sus lenguas nativas, siete u ocho millones hablan el español pero no todos estos pueden leerlo o escribirlo. Existe una gran parte de este pueblo que aunque pudiendo hablar el español, pero siendo de origen mejicano neto, prefieren hablar sus propias len-

guas y no el español. Algunos de los idiomas indios más importantes: l. El Otomi - es una lengua monosilábica pero con e!la pueden formarse palabras compues~as umdas po1· un guión. Se habla desde el Rio Grande hasta la ciudad de Méjico. 2. El Pamc - se habla en San Luis de Paz Y en San Diego de la Unión. 3. El llfasagua - se habla en Querétaro. 4. El Mero o Serrano - se habla en Sierra Gorda. 5. El l\fachiii - se habla en Piedra Gorda. 6. El l\Iaya - es una .lengua monosilábica pero pueden unirse los vocablos para formar palabras compuestas. 7. El Azteca - lo habla cerca de un millón ele habitantes incluyendo los estados de Potosí, Colima, Vera Cruz, Hidalgo, Baxa~a, Chiapas, Tabasco, Gue!Tero, Méjico y Morelos del Pueblo. En algunas de estas provincias el azteca es el idioma común del pueblo. 8. El l\'lixteco Zapoteco - se habla desde el oeste o sea Ja costa del Pacífico hasta el interior en Guerrero, Puebla y Oaxaca. El Mixteco está dividido en varios dialectos y a veces cada parte de un pueblo habla uli dialecto distinto. Además hay dos lenguas relacionadas con el Mixteco Zapoteco que sor¡ el Trike y Ja Copala, pero no pueden estas considerarse como dialectos del Mixteco Zapoteco 9. El Nahuatl - contiene diecisiete dialectos y se extiende desde el norte hasta el centro. 10. El Yuma - que se habla en la Baja California y contiene diez dialectos. 11. El Comanche - se habla en Cohuillo, Baja Caiüornia. 12. El Pimiana - contiene diecinueve dialectos y se habla en Sonora, Tepehuán y Sinaola. 13. El Tototouaina - tiene cuatro dialectos y se habla en Hidalgo. 14. El Tarasco - se habla en Tarasco de la Sierra. Además de estos hay otras lenguas como el Comiteco, el Cohuillo, el Cuitlaleca, el Zapaluta, y el Appache que contiene ocho dialectos, el Zoque, diez dialectos; el Seri, tres dialectos; el Chiapecano, sin dialecto; el Tehua y el Maratiana que no tienen dialectos. Existen vocabularios de las siguientes lenguas: el Comanche, el Cohuillo, el Zapaluta, el Comiteco, el Tzendal, el Cuitlaleca y el Te-


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distritos y el español debe ser el idioma nuevo para todos aquellos que no hablan nada miís que su idioma indio. f. Deben crearse dos grados intermedios 5. Algunas Sugerencias para la Solución del Problema de la Educación Bilingüe en Mé- en donde se usen indistintamente los dos idiomas hasta que los niños puedan llevar a cabo jico. la mayor cantidad de trabajo posible en esa. Desechar el idioma español en Méjico se- pañol y entonces el idioma indio nativo debe ría absurdo. Méjico es considerado un país convertirse en idioma auxiliar. latino americano, es un estado moderno. y su g. En todas aquellas provincias en donde puesto dentro de la familia de las naciones hi- la población es bilingüe la educación elemenjas de España es muy importante; por lo tan- tal debe ser dada en español con instrucción to, el español debe ser el idioma nacional. especial en el idioma indio de la provincia. b. Difundir el idioma español por toda la h. El idioma nativo debe continuarse dunación debe ser el trabajo de la escuela elerante la educación secundaria, y debe estimumental en Méjico. larse Ja expresión creativa tales como la poec. Dar impulso al uso de las lenguas na- sía, prosa, drama, las canciones populares Y ti\'as en forma dirigida e inteligente en todas el estudio de la historia tal como en la traaquellas graneles zonas en donde se hablan ducción de inscripciones en ruinas, etc. estas lenguas indias que por su extensión i. Finalmente la población india debe ser abarcan una gran porción de territorio. guiada hacia la producción en su propio idioel. Estimular el uso de las lenguas nativas ma v hacia la contribución directa a la cultuen t ocias aquellas zonas pequeñas o grupos ra cie Méjico. En tonces se realizará el lema pequeiios en donde se habla una lengua na ti- de la Univresidad Nacional de Méjico: "Por va Jlero en donde el carácter y la herencia el espíritu hablará mi raza." racial y artística de estos grupos justifica el uso y desarrollo de esta lengua. Esto trabajo íu6 11ccl10 bnjo la dirección del Dr. Wilson c. Estas lenguas deben ser el medio de en el primor curso ofrecido por Ja Universidad do instrncción en las escuelas elementales ele esos Columbia aceren de ln. Educnci6n Bilingüe. pccano y en Las Anales del Museo Nacional de Méjico se encuentran clasificados otros por el señor José de Carranza.

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SOLIDARIDAD SOCIAL lSA,BE~ A. DE AGUILAR

En la noche de gala que· corona vuestros esfuerzos, vuestra perseverancia de cuatro años, vuestro inquebrantable propósito de adelanto cultural, cumpliendo asi el deber de cada persona para con.sigo misma, para con su familia, para eón la sociedad en que vive, esta compueblana ausente pone en vosotros su pensamiento para insuflaros su ardiente aspiración por un mundo mejor en que cada cual sepa interpretar el verdadero sentido de la vida humana, encontrando el camino seguro del contentamiento, o sea, dirigirla en cada momento, por cada acto, hacia I.a consecución de una verdadera e inquebrantable solidaridad social que haga imposible para siempre la experiencia por que pasa nuestra llamada civilización, la cual siembra la inquietud y la aflicción por el presente y el futuro de la humanidad, en todos los corazones que buscan y no encuentran la razón de ser, sino en la necesidad de mayor perfeccionamiento. El espíritu de solidaridad social bien desarrollado como meta ulterior de toda educación es el animador del sistema democrático de gobierno, único que salvaguarda los derechos del hombre y el cual ha perdido sus esencias reivindicadoras precisamente, porque éstas no fecundan todas y cada una de las acciones, desde las más íntimas, de hombres y pueblos. Las prácticas democráticas se han ceñido a lo político y a lo civil cuando esto no debe de ser si no el resultado, el fruto de la siembra, germinación y crecimiento de la simiente de solidaridad social puesta por la educa-

ción y el ejemplo en el corazón de cada ciudadano. Ese espíritu de solidaridad social debe desarrollarse por cada acto individual en el hogar, en la escuela, el'!ti-e am.igos, en el grupo. Significa disciplina moral para aprender a ponerse en el Jugar del otro, para querer servir a los demás. Tiene el significado ele la Ley Dorada que todos vosotros habéis aprendido en vuestra escuela: "No hagas a otro lo que no quieras que te hagan", y amplía ésta puesto que encierra, además, el mandato de amor de Cristo, "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Amigos, al terminar la etapa de vuestros estudios que abarca la alta escuela, os dividiréis según vuestros recursos, aspiraciones y aptitudes. Yo os pido en esta oportunidad que me ha ofrecido mi buena y querida amiga, Margarita Pascual, honra de ese profesorado, que por Jo menos en una cosa vayáis siempre unidos, para que vuestra escuela sea enaltecida por los actos que realicéis; que la dinámica de vuestra conducta sea siempre el deseo de servir y ser útil hacia el progreso de la humanidad y de nuestro Puerto Rico, que os hagáis carne para el espíritu de solidaridad social tan indispensable al ascenso espiritual, a una verdadera y genuina cultura, que haga materialmente imposible el odio, el egoísmo, la rapacidad, el despojo, que amenazan destrufr todos los valores que dan seguridad a los humanos. En noche como ésta quizás mi voz disuene en el alegre coro de vuestro ju(Pasa a la Pág. 47.)

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cpoemas

Don Luis de Góngora:

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Beatus Ille Garcilaso: Egloga II

Soledad Primera Oh bienaventurado albergue a cualquier hora, templo de Palas, alquería de Flora: no moderno artificio borró designios, bosquejó modelos al cóncavo ajustando de Jos cielos el sublime edificio; i·etamas sobre robre, tu fábrica son pobre, do guarda en vez de acero, Ja inocencia al cabrero más que el silbo al ganado. ¡Oh bienaventurado albergue a cualquier hora!

¡Cuán bienaventurado aquel puede llamarse que con Ja dulce soledad se abraza, y vive descuidado, y lejos de empacharse en lo que al alma impide y embaraza! No ve Ja Jlena plaza, ni Ja soberbia puerta de 1os grandes señores, ni los aduladores a quien Ja hambre del favor despierta; no le será forzoso rogar, fingir, temer y estar quejoso.

No en tí la ambición mora hidrópica de viento, ni la que su alimento el áspid es gitano; no Ja que, en vulto comenzando humano acaba en mortal fiera esfinge bachillera que hace hoy a Narciso ecos solicitar, desdeñar fuentes; ni la que en salvas gasta impertinentes Ja pólvora del tiempo. más preciso; ceremonia profana que la sinceridad burla villana sobre el corvo cayado. ¡Oh bienaventurado albe1·gue a cualquier hora!

A la sombra holgando de un alto pino o robre, o de alguna robusta y verde encina, el ganado contando de la manada pobre, que por Ja verde selva se avecina, plata centrada y fina, oro luciente y puro, baja y vil le parece, y tanto lo aborrece, que aún no piensa que dello está seguro; y como está en su seso, rehuye la cerviz del grave peso.

Tus umbrales igno1·a Ja adulación, sirena de reales palacios, cuya arena besó ya tanto leño: t1·ofeos dulces de un canoro sueño. No a la soberbia está aquí la mentira dorándole los pies en cuanto gira la esfera de sus plumas, ni de los rayos baja a las espumas, favor de cera alado. ¡Oh bienaventurado albergue a cualquier hora!

Convida a dulce sueño , aquel manso rüido del agua que Ja clara fuente env!a, y las aves sin dueño con canto no aprendido hinchen el aire de dulce armonía; háceles compañía, a la sombra volando, y entre varios olo1·es, gustando tiernas flores la solícita abeja susurrando; los árboles y el viento al sueño ay,udan con su movimiento.


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A socIACION DE MUJERES GRADUADAS

Fray Luis de León: Vida Retirada ·~·· ... . :· .:.·~ ¡

¡Qué descansada vida .. . la del que huye el mundanal ruido, y sigue la escondida . senda por donde han ido . 1 los pocos sabios que en el mundo han sido. Que no le enturbia el pecho de los soberbios grandes el estado, ni del dorado techo se admil'a fabricado del sabio moro, en jaspes sustentado. No cura si la fama canta con voz su nombre pregonera, ni cura si enca1·ama In lengua lisonjera lo que condena la verdad sincera. ¿Qué presta a mi contento si soy del vano dedo señalado? si en busca de este viento ando desalentado con ansias vivas y mortal cuidado? ¡O campo, o monte, o rio! · ¡O secreto seguro y deleytoso ! roto casi el navío a vuestro almo reposo huyo de aqueste mar tempestuoso. Un no rompido sueño, un día puro, alegre, libre quiero; no quiero ver el ceño vanamente severo de quien la sangre enzalza o el dinero. Despiértenme las aves con su cantar suave no. aprendido, no los cuidados graves de que es siempre seguido, quien al ajeno arbitrio está atenido. Vivir quiero conmigo gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, lib1·e de amor, de zelo de odio, de esperanzas, de recelo.

Del mdnte en la ladera por mi mano plantado tengo un huei·to, que con la primavera de bella flor cubierto ya muestra en esperanza el fruto ciet-to.

y como codiciosa de ver y acrecentar su hermosurn, desde la cumbre ayrosa una fontana pura hasta llegar corriendo se apresura. Y lueg·o soseg·ada el paso entre los át·boles torciendo, el sucio de pasada de verdura vistiendo, y con diversas flores va esperciendo. El ay1·e el huerto orea, y, ofrece mil olores al sentido, los árboles menea con un manso rüido, que del oro y del cetro pone olvido. Ténganse su tesoro los que de un flaco leño se confían; no es mío ver el Ilol'O de los que desconfían cuando el cierzo y el ábrego porfían. La combatida antena cruje, y en ciega noche el claro día se torna, al cielo suena confusa voceria, y la mar enriquecen a porfía. A mí una pobrecilla, mesa de amable paz bien abastada me baste, y Ja baxilla de fino oro labrada sea de quien la mar no teme ayrada. Y mientras miserablemente se están los otros abra·sando en sed insaciable del no durable mando, tendido yo a Ja sombt'a · esté cantando. A la sombra tendido de yedra y lauro eterno coronado puesto el atento oído al son dulce, acordado, del plectro sabiamente meneado.

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·Garcilaso, GJray Luis y Qóngora en_, el 613eatus Ille -MILAGROS ARCE DE RAFF'UCCI

¿Por qué se encariña con el tema de Beatus lile la poesia española de los siglos dieciseis y diecisiete? A mi ver, por razones de orden cultural y de orden filosófico: el interés por la cultura greco-latina hace i·evivir los temas de los poetas clásicos; la exaltación de la naturaleza, según el pensar renacentista, sube a un primer plano al hombre en estado natural y en contacto con la fuente creadora; pero el verdadero sortilegio que ejerce la vuelta a la naturaleza áurea, es el sentir estoico que lleva al hombre a reflexionar sobre la vanidad de la gloria mundana, sobre el irremisible pasar de las cosas terrenas en cuya perpetua corriente se siente él, ser arrastrado minuto a minuto hacia la muerte. En la angustia del pasar, quiere deshacerse de todo lo huidizo y tenderse en lo que parece perenne, la tierra: quiere tocar, como Anteo, la tierra madre para tener fuerzas de resignarse ante el hecho de ir muriendo, para encararse con la muerte y aceptarla. Si examinamos los poemas alredeaor del Beatus lile percibimos en casi todos una voz transida de renunciación y de resignación que se hace muy clara en la Epístola l\1oral a Fabio, donde el anónimo pensador y poeta rompe ya todo lazo con la vida para acunar su dolor de sentirse pasar en la tierra ancha, para prepararse a bien morir, la única verdad a la que debe someterse con la clara luz de la razón. Pe1·0 vamos a detenernos sólo en tres poetas que interpretan el tema, teniendo a la vista el Epodo 11 de Horacio: Garcilaso de la Vega, en la Egloga II; Fray Luis de León, en Vida Retirada; y don Luis de Góngora, en Las Soledades. Tienen estos tres poemas especial interés de época, y está en ellos singularizado cada poeta con su sentir y su pensar. La hnitación ha sido un puro apoyarse en un punto para proyectar un yo insobornable. Mediante ellos nos damos cuenta de la esencial diferencia que hay entre una modalidad artística y otra, entre un hombre y otro, y entre todo artista español en relación con otro a1·tista español, y con los demás artistas del mundo.

Inspirados en una misma fuente, ninguno se deja encasillar, y parte en busca de su expresión por su camino, el suyo, y, no el de ningún otro Parece como si cada español al definirse en arte, nos mostrase el ladll nunca visto de las cosas: tan nuevas, tan recién descubiertas, tan insólitas aparecen ante nues. tros ojos. Cuando estos hombres quieren ajustarse a un molde, que no es el que cada cual se hace, forcejea su naturaleza irreductible y por encima del molde nos salta al paso uno que es otro. Garcilaso está en el momento renacentista; es hombre de vida vuelta hacia dentro para quien la poesia es un puro desahogo de su espíritu, y estas cualidades esenciales van a informar su poema; Fray Luis es el gran apasionado, el religioso y el intelectual que escribe en el momento inicial del Barroco, urgido por su honda conciencia de pecado y asi, va a proyectarse en el tema con sus más acusadas características. Góngora es un temperamento sensual, atento a realizar en arte un ideal estético madurado a plena conciencia; el ideal de realizar la belleza pura. Situado en el momento cumbre del arte Barroco, y profesor de los cinco sentidos corporales, vamos a encontrnrnos con el artista en el poema. Empezando por el concepto que cada poeta tiene del arte, éste se ajusta a la esencia de cada poema. Para Garcilaso es la poesía un desahogo, pretexto para proyectarlo. Fray Luis concibió la poesía como liberación y el poema es encendido afán de liberación de sus pensamientos. Góngora concibe la poesía como la creación de la belleza, donde el sujeto se recata; su imitación de Horacio es un puro recrear de la belleza natural. Si atendemos a la actitud que cada cual asume ante el campo vemos en seguida el sello inconfundible e instransferible de cada hombre. Para hacer claras estas notas, es conveniente echar una ojeada a los poemas. Siguiendo las líneas generales del modelo horaciano, los tres poetas menosprecian la corte por ser asiento de la soberbia, la ambición, la hipocresía y la envidia, alaban la vida hu-


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mildc del campo y exaltan la belleza de la natumleza; pero aqu! terminan las semejanzas, basadas en lo puramente externo, para darnos cada cual su trasmundo único. A Garcilaso no son los bienes materiales de que quiere gozar Horacio, los que importan, no es tampoco la alab:mza del campo con ser ella tan cumplida, 110. El va al campo para realizar su ansia de libertad personal externa e interna; para estar solo consigo mismo, que es para el poeta la verdadera, la única libe1·tad espiritual. Y es tan apremiante y, tan inaplazable esta hambre de libertad en la soledad del corazón que Garcilaso nos In da en seguida en los versos iniciales, dirigiéndose al hombre que ha podido alcanzar la gracia que él ansía, con un tono de profunda melancol!a, tal vez ante el ideal soñado: "¡Cuán bienaventurado aquel puede llamarse que con In dulce soledad se abraza, y vive descuidad<> y lejos de empacharse en lo que al alma impide y embaraza!" La corte no es despreciable tanto por sus vicios sino en cuanto es ella la negación de la libertad interior, que en la Canción III desafía toda contingencia externa. El alma está embarazada, impedida porque el hombre está forzado a seguir las convenciones, a bajar la cerviz! "No ve la llena plaza ni la soberbia puerta de los grandes señores, ni los aduladores a quien la hambre <!el favor despie1·ta; no lo será forzoso rogar, fingir, temer y estar quejoso." Sigue el contraste entre el campo y la corte. La razón le dice que esta soledad consigo mismo es la única verdad. Se goza en la descripción de una naturaleza apacible y se aquieta su espíritu al conjuro del campo umbrío, arrullado por la música de las aguas y las aves: "Convida a dulce sueño aquel manso rüido del agua que la clara fuente envía, y las aves sin dueño, con canto no aprendido hinchen el aire de dulce armonía." Nada más lejos del poema horaciano y nada más revelador de Garcilaso el hombre y el

poeta español. No se ha hecho literatura del tema, sino vida, ideal de vida. Si examinamos el poema de Fray Luis, Vida Retirada, notamos en seguida que estamos en otro mundo que no es el mundo de Garcilaso. Hombre tremendamente apasionado, huye de la corte porque allí las pasio1_1es, lejos de vencerse, se encienden y se acrecientan; y va al campo huyendo de sus pasiones que son su mar tempestuoso, en anhelo de liberación en busca de una seguridad que le falta, a quedat·se solo consigo mismo, en absoluta renunciación de todas las pasiones, en toda la plenitud de la conciencia. Comienza afirmando que In sabiduría reside en la "escondida senda" de nuestra íntima soledad, lejos de la ambición, de la soberbia, de la envidia y de la adulación, en huida de sí m~imo: Por esto huye, y el s!mbolo habla elocuentemente: "Oh campo, oh monte, oh rfo! Oh secreto seguro y deleytoso! i·oto casi el navío a vuestro almo i·eposo huyo de aqueste mar tempestuoso" Al campo va F1·ay Luis, no a holgarse en su soledad, sino para deshacerse de todo lo emocional, para hacer una completa absoluta renunciación, en actitud estoica como irá el de "La Epístola"; pero si al de este poema va a salvar la razón, a Fray Luis salvará la sabiduría que es razón, más la comunión con Dios, mediante las cuales sólo es posible i·e11liza1· la paz espiritual. Luego, su actitud es ascética que es otro modo de ser estoico. Así dice en versos inolvidables: "Vivir quiero conmigo, goza1· quiero del bien que debo al cielo a solas, sin testigo, libre de amor, de zelo, de odio, de esperanzas, de recelo." No dice más el de la Epístola Moral: "Ya dulce amigo, huyo y me retiro de cuanto simple amé; rompí los lazos." Pero mientras Fray Luis quiere librarse de las pasiones, el poeta anónimo tiene la certeza de haber roto todo lazo ya. En seguida nos describe Fray Luis su quinta de La Flecha, no ya un paisaje agreste como el de Garcilaso o el de Góngora sino una naturaleza cultivada, un huerto-recinto cerrado--como un halago de los sentidos: con sus árboles en flor, con un césped tapizado de flores y unos airecillos que ofrecen "mil olo-

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DE LA UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO res al sentido." Tendido a la sombra va el poeta a liberarse de sí mismo mediante su can to, pero no a aquietm·se en su soledad como Garcilaso. Esta quinta la poseía Fray Lui s, pero parece que no le traía la paz interior en plenitud cuando el poema acusa una tan sincera y, viva ansia de realizarla. El sigue buscando la liberación de sus pasiones; sabe y tiene el camino, pero 110 puede encontrar en él la prudencia, la sabiduría, la perfección que son para él la santidad. Su concien~ia de pecado le incita a liberarse de sus pasiones, a huir de sí mismo, pa1·a buscar la santidad, pero a juzgar por el tono general de su poesía 110 pudo llegar al estado anhelado. El poema de Góngora comienza con dos versos que ha de usar para rematar las estrofas y que colocan el poema en plan literario. No va a l campo para proyectar un sentir sino para contrastarlo con la corte, para realzar una realidad. Sin embargo está lejos de Horacio porque no nos da los placeres materiales del campo, sino resalta la inocencia del hombre en estado natural y la ausencia de las pasiones y vicios de la ocrte. Comienza el poema sin dirigirse al hombre:

"Oh, bienaventurado albergue a cualquier ho1·a!" ¡Qué mundo de emoción separa esta iniciación del tema del mundo poético de Garcilaso o de Fray Luis! ; pero oigámosle en la primera estrofa: "Oh bienaventurado albergue a cualquier hora, templo de Pales, alquería de Flora! No moderno artificio borró designios, bosquejó modelos, al cóncavo ajustando de los cielos el sublime edificio; retamos sobre robre tu fábrica son pobre, do guarda, en vez de acero, la inocencia al cabrero más que el silbo al ganado. ¡Oh hiena venturado albergue a cualquier hora!" Avanza el poema en una maravillosa descripción de la corte, que irá poco a poco poblá11'elose ele seres mitológicos que representan los vicios, en un formidable logro de expresión. Pero, ¿por qué va al campo el poeta? Todas "Las Soleda des" son un cántico al Bealns lile ele principio a fin; luego el campo interesa al poeta. ¿Es que huye de los C?dios y de la en-

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vidia de la Corte donde vió todas sus esperanzas fallidas? ¿Es que lo acucia un deseo de soledad? No lo sabemos. El poeta se i·ecata aquí como en casi toda su poesía. Sólo nos deja ver su gozo ante la belleza natural. No hay conflicto moral o religioso alguno; o el poeta no los tuvo, o no quiso entregársenos. Pero volvamos al pasaje que nos ocupa. El contraste entre corte y campo está hecho en la forma que acostumbra el barroco: por definiciones lógicas, en este caso por negaciones: "No a la soberbia está aquí la mentira dorándole los pies, en cuanto gira la esfera de sus plumas, ni de los rayos baja a las espumas favor de cera alado." Por ningún sitio hay un resquicio donde podamos meternos en la intimidad del poeta, ni una leve alusión a la libertad. En cuanto al momento literario en que cuaja cada poema, cada uno evidencia en forma y tono su época: El Renacimiento, la iniciación del Barroco y el instante de pleno bal'l'oquismo. En Garcilaso, la expresión es sencilla, clara, natural, directa, como agua que fluye. El tono es de contención y de mesura, de gran reposo y tranquilidad. Fray Luis, influído por Garcilaso en lengua y méti·ica, se aparta por completo de éste. Ya no hay la medida de contención, norma de Garcilaso, sino que el t ema se amplía y se elabora. El tono se torna apasionado, la línea arquitectónica. Aparecen el símbolo y la personificación, el paralelismo y el contraste. Un paso más y entramos en Góngora. El poeta lucha y se revuelve sobre sí mismo en actitud barroca. El paisaje no está estático como en Garcilaso. Brota y crece. La fuente es una visión de la pdmavera esparciendo flores a su paso que huye ladera a bajo para ver y acrecentar su hermosura. El hombre es navío, las pasiones, la tempestad; y la corte, el mar tempestuoso. Comienza la elusión y la alusión; se multiplican las sensaciones de color, de olor, táctiles y de movimiento, y sentimos un extraño desasosiego en todo el poema. En Góngora se nos da pleno el arte recóndito que se Cl'presa por símbolos. La sintaxis llega a su miiximo retorcimiento y, se s ubstantivan la metáfora y el mito; importan las ap:iricncias no la r ealidad. Las esperanzas cortesanas que []nctúan a merced del señor son leños que naufragan atraídos !lOr la _a dulación,


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"la sirena de reales palacios". La elusión de las cosas; por un rasgo oculto de ellas la alusión perifrástica, por ejemplo, la envidia: "ni la que su alimento el áspid es gitano" Y aludiendo a la lascivia: "No la que en vulto comenzando humano, acaba en mortal fiera, que hace hoy a Narciso esfinge bachillera ecos solicitar, desdeñar fuentes" Y así la llaman por su rostro agradable tras el cual se esconden vicios bajos; esfinge por sus secretos. Na1·ciso es el cortesano presumido que busca las alaba nzas, los ecos, y desdeña la fuente de la verdad.

Mientras Garcilaso se hace analítico, Góngorn se hace eliptico en la expresión; recarga, ornamenta, trasmuta a un mundo suprarreal. El mito ya no es el mito, sino que un rasgo oculto. de él va a definir no el mito en sí, como es la costumbre del barroco, sino un vicio; así la ambición es "favo1· de cern alado" como !caro. Se han cortado las amarras de la realidad en cierto sentido: en lo que ella tiene de escueta realidad para levantarla a plano de belleza incomparable, para infundirle nueva vida y da l'le una nueva categoría en el mundo gongorino. De los tres poemas es sin duda alguna el más logrado como logro de expresión Y •Como logro poético, el poema Vida Retirada de Fray Luis, péo no sólo por su calidad artística, sino por resumir él, en mayor grado, un pensar y un sentir del hombre español ante el tema que nos ocupa.

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CLIMATERIO DE LA CORTESIA -DR. GUSTAVO PITTALUGA ¿ Qué es la cortesía? ¿Es pura forma de expresión, condicionada y sugerida por las convenciones sociales, o bien es una modalidad del sentimiento de solidaridad humana que encuentra su manifestación adecuada en el gesto, en la mhnica, en la palabra? Este mismo problema- quizá más complejo- se presenta a nuestro espíritu a propósito de la ironía. Yo he intentado desentrañarlo, hace ya tiempo, en un ensayo sobre Ironía, tem(leramento y carácter, publicado de nuevo en un libro reciente. Yo no creo que estas actitudes de la vida espiritual de las personas y de las colectividades, que atañen a la "conducta'', puedan considerarse como meras "formas de la expresión". En la ironía, como ya he demostrado, aparece evidente un conflicto intimo, que se desenvuelve secretamente en lo más recóndito de nuestro ser, entre el temperamento y el carácter. Este conflicto hace surgir de nuestro fondo subconsciente la forma acerada de la ironía, que ejerce sobre los demás y contra los demás una acción crítica indirecta, en realidad relacionada con el conflicto intimo preexistente en nosotros. Es esta oculta realidad psicológica del hombre irónico la que desencadena, en momentos determinados, el ataque de Ja ironía. ¿Cuáles son los resortes psicológicos de la cortesía? Es obvio que la fonna, derivada a su vez de la educación, es inherente a la cortesía. Pero esto da Jugar tan sólo a grados distintos de cortesía, crea jerarquías de gentes más o menos cortés; no atañe, en cambio, a la esencia misma de la cortesía. En la "forma", Ja cortesía puede llegar a esos límites extremos del protocolo, a ese formulismo exagerado y aparatoso que, en ocasiones, no hace más que acentuar el divorcio profundo entre la realidad sentimental y Ja convención social, o de gremio o de clase. En ciertas épocas de la historia, en particular en la bizantina, continuación inmediata del caos apocalíptico que acompañó la caída del Imperio romano, o en la segunda Edad Media, en los albores ele! Renacimiento -para no hablar más que de Europa- las formas de la cortesía alca11zaron, en las clases elevadas de Ja sociedad, el valo1· de un código

detallado, minucioso, escrupulosamente aplicado con una casuistica llena de recovecos y de escondrijos, que servía para clasificar a las personas cogerlas en las mallas de la tupida red del ceremonial. El Caballero de la Marche, escudero y chambelán de Carlos el Temerario, relata con deleite las reglas de este código de procedimientos caballerescos, que en Ja Corte de Borgoña, a lo largo del siglo XIV, fué perfeccionándose con las aportaciones, modificaciones, glosas, interpretaciones personales, elegancias subjetivas y esfuerzos de emulación y superación de los príncipes y de los cortesanos. En el excelente libro de Huizinga sobre El Otoño de la Edad Media, no ha mucho traducido del alemán al castellano y publicado en la Biblioteca de la Revista de Occidente, encontrará el lector datos de extraordinario interés acerca de este sugestivo fenómeno histórico y psicológico. En los torneos y desafíos entre caballeros, las formas de la cortesía ocupan cuando menos un lugar tan importante como las "(lruebas reales de Ja valentía y del arrojo. Recuérdense las que rodean y acompañan en todo su desenvolvimiento a la lucha concertada entre italianos y franceses, ya en pleno siglo XV, que tuvo. por árbitros a los capitanes españoles de Fernández de Córdoba, y que Massimo d' Azeglio describió en su novela Sfida di Barletta. El Renacimiento enriquece, en Italia, estas reglas, normas y formas de protocolo de la cortesía, dándole un contenido más espiritual, menos formalista y ritual, como aparece en El Cortigiano, de Baltasar de Castig)ione. Conviene señalar a este propósito -po1· el alcance psicológico que pueda encerrar esta observación- que la vena de cortesía que corre a través de las danzas y hazañas de los nobles y de los cortesanos de la España del siglo XIV y del siglo XV, más henchida de cierta ruda cordialidad y. de respeto leal aún entre adversarios, mmca se manifiesta con las formas extremosas y refinadas que adquiere en Francia y en Italia. La cara externa de cortesía -aquello que en la cortesía es pura forma, y más aún, fórmula de un rito-, conserva en España, en toda la Edad Media, y lo mismo en los comienzos de la Edad Moderna,


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cierta severidad comedida, sello inconfundible ritual y de ~u propia manifestación vital, indel carácter nacional, apenas tocado por la vade toda la historia exterior de las sociedades humanas, esa "fenomenología de la historevuelta sentimental del Renacimiento. Ahora bien, ¿qué sentido tiene este aparato ria" que aparece dominada, en efecto, por tanescénico de la cortesia extremosa en un tiem- tos hechos irreductibles a las leyes económicas po de vida enconada y dura, de luchas apa- o pasionales que determinan el cu1·so secreto sionadas y violentas, de crímen es y de casti- de · los grandes acontecimientos colectivos. Mas poco a poco, a lo largo del tiempo, a gos igualmente crueles, de angustia desesperada del vivir y de orgullo desmedido del do- partir del siglo XVI, las clases elevadas de la minio, cual fué la Edad Media aún en sus sociedad, y más tarde también el hombre mepostrimerías? Nótese la misma extraña coin- dio, comienzan a sentir la posibilidad de funcidencia en los países y en las épocas de má- dir en una sola, menos hostil y penosa por un ximo formulismo protocolario, como en Bizan- lado, menos fantástica y feliz por otro lado, las dos vidas que durante toda la Edad Media cio, como en China. aparecían como irremediablemente divergentes Hay que buscar este secreto sentido de la a la mayor parte del género humano: la vida cortesía -aún a través de esta suprema forreal y la vida smiada. La ficción de la corma artificiosa-en la supervivencia del "juego" tesía, transformada en "juego" y "teatro", eleinfantil, como expresión de un anhelo de vida vada a la jerarquía de una "visión trascenideal, más que ideal, "irreal" e irrealizable; dente" de la vida, empieza a invadir la vida supervivencia inextinguible, que adquiere to- misma, a embellecerla y ennoblecerla en sus das las apariencias de una visión trascendente manifestaciones más vulgares, en la conducta de la vida misma en las sociedades y en los normal de los hombres. temperamentos sometidos a las más duras Podríamos, pues, decir, que en la cortesía pruebas de una realidad dolorosa y trágica, y hay una parte puramente formal -en el senen los cuales esta realidad impide e inhibe, tido literario o artístico, en suma, estético de por su propia dureza, la manifestación inge- esta palabra, y que depende de la capacidad o nua de las aspiraciones más generosas y más riqueza de expresión de cada uno, y. también humanas del espíritu. de los elementos tradicionales, locales, sociaLa cortesía es, pues, un "juego". Este jue- les y gremiales, de cada agrupación humana ; go no pe11;enece, por tanto, a la vida real. luego hay una parte rítual, que constituye un Como tal "juego", es de otro mundo, del mis- hábito social, familiar o personal- y que demo mundo al que pertenecen las hadas, los pende en su intensidad, del grado mayor o meelfos, los palacios encantados y -desde lue- nor de automatismo que los diversos grupos go- los caballeros andantes. Por medio de sociales han alcanzado en cuanto a la forma este mundo imaginario --eoncretamente, por de sus relaciones profesionales o personales-; medio del "Juego de la cortesía"-, los hom- finalmente, hay una parte propiamente sentibres intentan sobreponer a la vida real una mental, ligada con el sentimiento mismo de la ficción de la vida, una visión fingida de la vida, en cuanto ésta es religio, solidaridad, covida. Esta visión fingida de la vida, es tanto munidad- y que depende, en cada grupo social y en cada persona, de circunstancias anmás separada de la vida misma, cuanto más cestrales, familiares, temperamentales, pedadura y cruel se ofrece esta última en su reagógicas, sobre cuya manifestación, además, lidad. Entonces, la visión fingida de la vida influye poderosamente el clima histórico, la -revestida con las formas de la cortesía-, admoda espiritual del momento. quiere efectivamente el aspecto de un "juego". Estos factores psicológicos múltiples se Es un aspecto teatral de la vida que se excombina n de distinta manera, y dan lugar a hibe y ostenta por encima de la vida real, de expresiones individuales de la cortesía extrela miseria desolada e incoherente de la vida. mada mente alejadas y diversas, aún dentro E ste sentido profundo del "juego", conside- del mismo g rupo social, del mismo gremio, del ra do como una actividad pcculim· de la mente m i ~ mo tipo de educación. Natmalmentc, los ~· del organismo infantil que persiste potenfa cto res que más varían de uno a otro indicblmente en el alma humana como una capa- vi~uo Y que otorgan, por tanto, un caráctet· cidad htente, siempre pronta a lanzarse a la mas personal a la cortesía, son: por un lado, conquista de un mundo imaginario, alejado de el factor estético o formal; por otro lado, el toda finalidad económica, para encontrar en factor sentimental o moral. En cambio lo sí misma el goce de su propia esencia espi- que la cortesía tiene de ritual le da cierto' ca-


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rácter impersonal; poi· consiguiente, más frio y artificioso, aunque contribuye en gran medida a fijar en las costumbres de la comunidad modos, actos, gestos, frases, que poco a poco enriquecen y. extienden el caudal de la cortesía vulgar. 'l'ambién la moda o, mejor dicho, la tendencia espiritual de la época, concurre a borrar o aminorar el carácter espontáneo y personal de la cortesía. Hay pel'Íodos históricos _:ya lo hemos visto- en que el hombre menos sensible y menos sentimental si pertenece a 1111a clase, ha de doblegarse a las fórmulas más complicadas de la cortesía. Hay otros -como el que ahora atravesamos en el mundo occidental- en que, al contrario, el hombre cortés de nacimiento y educación- dotado de cortesía esencial y capaz de las formas más refinadas de la cortesía- se siente envuelto en una ola de despego, de menosprecio de la cortesía y obedece a esta moda o, cuando menos, renuncia muchas veces, bajo el imperio y la sugestión de la tendencia colectiva, a la expresión espontánea de su propia cortesía nativa. Hace años -la guerra por medio- ningún v1aJero en automóvil pasaba al lado de otr o vehiculo parado en la carretera, sin disminuir la marcha, o pararse y pr eguntar atento si algo se necesitaba. El otro día estuve yo con una panne, bastante enojosa, dos horas viendo pasar desdeñosos a una veintena de coches, conducidos por todo género y calaña de gentes. Tres tan sólo preguntaron, muy someros, y aligeraron la ma1·cha otra vez. Bien es verdad que no hubieran podido servirnos en modo eficaz. Uno acaba por preguntarse si esta aparente descortesía no es, más bien, conocimiento más exacto, perspicacia mayor, intuición más fina de la realidad. Yo no creo en la descortesía esencial del hombre contemporáneo. Creo que se está forjando en los jóvenes, gracias, sobre todo, a la modalidad peculiar de sus i·elaciones con la mujer, un estado de espíritu más serio, en que la co1·tesía dará un paso más hacia la consustancial armonía de la forma con la sustancia, de la visión ficticia de una vida irreal con la realidad misma de la vida. Los médicos, en nuestros días, atraviesan una crisis espiritual, del mismo modo que atraviesan una crisis económica. Estamos en una época en que la cultura general se extiende con proporción vertiginosa, merced a la propaganda comercial, a la Prensa ilustrada y diaria, al cine. Todo el mundo entiende de ·

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todo. En la clase media, en que la pretensión enciclopédica ha hecho presa, las mujeres, principalmente, han revestido de cierto barniz de conocimientos técnicos o, cuando. menos, de palabrns cientlficas, su antiguo e incorregible prurito de da1· consejos a los demás. Es una práctica que les viene de la naturaleza misma , y, en primer término, del hábito de provee1· por sí solas a las pequeñas dolencias o molestias del niño, a su alimentación y a sus necesidades primarias., Así han acumulado a tt•avés de los siglos una pirámide asombrosa de errores, que ahora cuesta mucho trabajo deshacer. Pero ellas siguen sacando de esa pirámide secular las piedrecitas de sus consejos, y embadurnadas con la purpurina pseudocientífica, las echan a la cara de 'los familiares, de los contertulios, de los conocidos y, desde luego, de los médicos. Por supuesto, cuando el médico llega, se ha agotado ya casi toda la serie de los específicos, con manifiesto olvido de aquella sabia sentencia que, en la expectación del sacerdote de Esculapio, debería dominar, por su prudencia, el recinto doméstico: "de lo que termine en ina, nada más que la gallina". Los médicos se encuentran así, frente a una sociedad que les cercena su intervención profesional propiamente dicha, y, sin embargo, requiere de ellos cada día una mayor asistencia de orden espiritual, de alcance más general, y, en cierto modo, afectiva, intima, que comprende desde las indicaciones de la medicina preventiva -en contradicción evidente con el interés económico del gremio-, hasta la al ta dh·ección estética, en particular en lo que ata ñe a la línea y a la cosmética de todas las mU,jeres de la casa. Afortunadamente, este radio de acción más amplio, los pone en condiciones de fijar con cierta exactitud la situación psicológica de sus clientes. Es de lamentar que, en tales circunstancias, la inmensa mayoría de los médicos no tengan una preparación suficiente para hacer tesoro de la admirable cosecha de datos psicológicos que se les depa1·a. La verdadera posición espiritual de los sexos en el seno de la familia, se halla en trance de sufrir un cambio radical en todo el mundo. No se trata de ese trastrueque de funciones y de valores que durante los últimos lustros ha dominado el tipo de vida familiar de los americanos del Norte (y que, por otra parte, ha sido ya sobrepasado y modificado en estos últimos años, al parecer, en virtud de un ajuste de intereses y sentimien-


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tos, que no podia faltar al cabo de una experiencia henchida de acritud y de conflictos). Se trata de otra cosa mucho más interesante. Al fin, la libertad y el p1·edominio de la mujer en la familia norteamericana conslituían mucho más una actitud que una profunda realidad psicológica, representaban mucho más un fenómeno de conducta social-reflejo de otros fenómenos económicos-que un verdadero estado de espíritu. Esto salta a la vista en la literatura norteamericana de los últimos veinticinco años. En cambio, ahora apa1·ece en pleno viejo ambiente europeo, en la inconmovible tradición de las relaciones familiares de la vieja Francia, de la vieja España, un fenómeno de pura alcurnia .espiritual que hace variar radicalmente el peso específico de la mujer Y del hombre en Ja vida social de nuestros días. Me refiero a Ja diversa apreciación de Ja cortesía. Precisamente porque no se trata de un hecho que toque en modo directo a los intereses de los dos sexos, a la situación recíproca del hombre y de Ja mujer, adquiere este fenómeno un significado peculiar. Ya dije que en mi entende1· la renuncia a las fórmulas de Ja co1·tesía -tan evidente, tan acentuada en nuestros días- no envuelve implícita la prueba de una disminución o pérdida del sentimiento de la solidaridad humana que-- junto con la forma y con el rito-sugiere y engendra Ja actitud cortés de las personas. Es posible que con esa renuncia la gente se haya planteado el problema de estudiar con más seriedad en qué modo eficaz puede ser útil a sus semejantes cuando Ja ocasión lo requiere. El solo hecho de desear Ja seriedad hace renunciar a Ja frivolidad de· las ficciones. ·Esta es, quizá, una interpretación benévola. Pero el fenómeno a que antes aludía -quiero decir la diversa apreciación de Ja cortesía por parte del hombre y de la mujer- descubre en su favor razones profundas. Es lo cierto que hoy la mujer es la que invita al hombre a esa renuncia. Es Ja mujer -hablo de las mujeres jóvenes- la que suprime las formas, la que desdeña el homenaje, Ja que se enoja del empalago de la finura, la que se ríe de los modales refinados, la que prefiere el gesto sencillo, la que descarta los ademanes inútiles, la que emplea las palabras incisivas, la que adopta las frases gráficas, la que aplica las expresiones adecuadas, la que reniega de Jos giros relamidos y de los párrafos enfáticos, la que desprecia -fuera de la intimidadel lirismo romántico y la retó1"ica sentimental,

Ja que repudia -fuern de In necesidad- Ja. expresión inútil de nuestrn solicitud fingida pai·a el prójimo. (Asi se llnma nhorn Ja cortesía). Entendámonos. No es que haya sido In mujer Ja que antaño haya introducido en el mundo la co1'tesía. El femenino de Ja palabra corlés no existe. Pero la mujer ha exigido Ja cortesía. Ella ha hecho -indirectamenteal hombre ~01·tés. La mujer no necesita ser cortés : o es amable, dulce, agradable, simpática -cuando no llega a coqueta-, o es fría, desabrida, desagradable, antipática -aún sin intencioítes de hostilidad-. El ser cortés, para la mujer no tiene sentido. Pero la mujer, antes, apreciaba la cortesia como unn cualidad del hombre educado. Ahora las cosas cambian. La mujer no ensalza la cortesía como una virtud, no Ja aprecia como forma, no Ja conserva como rito. Por ningún lado la cortesía aparece hoy, ante la mentalidad y los gustos de las mujeres de las nuevas generaciones, como una cualidad. La cortesía es un dejo de modales anticuados. El hombre ha de ser, hoy día, somero y eficaz en la expresión, rápido y práctico en la decisión, resuelto y seguro en la ejecución; no necesita remilgos, ha de dejarse de tonterías. (Por supuesto, !ns mujeres siempre, en todos Jos tiempos, han insinuado al hombre eso de "dejarse de tonterías'', porque las mujeres consideran como tontería todo lo que no concu1Te directamente a su propio bienestar o al bienestai· familiar. Sólo que, antes, la cortesía podía estimarse-- hasta por la mujercomo tin arte para atraerse benevolencias, apoyos, beneficios; y ahora, en cambio, la mujer entiende que el hombre puede apelar a procedimientos más expeditos.) Y el "déjate de tonterías" no lo dicen hoy tan sólo las esposas a sus maridos, sino las muchachas a sus novios y las hijas a sus padres. En el hombre persiste la tendencia -quizá puramente ritutal- a la actitud cortés; la mujer la disuade. En los autos que pasan de largo al lado de un p·anne, hay casi siempre una mujer que-- en cuanto vislumbra que el accidente no es grave- se apresura a decir: "déjalos". La pérdida del "salón" como lugar de esparcimiento y conversación, se debe a ese menosprecio de la cortesía. El gran hotel, mucho más libre, sustituye para eso ventajosa111ente a la casa. En el té, en el baile, en la cena de hotel, no se guarda apenas la etiqueta, no se necesitan casi presentaciones, no se obedece a las normas acompasadas de la vieja sociedad familiar, no se requiere ni


DE LA UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO se reconoce la cortesia. Todo este cambio lo ha hecho la mujer. La mujer empuja al hombre a este olvido de los gestos corteses. La posición del hombre en esta improyisada mudanza de costumbres y modos, es muy singular. Si a la inmensa mayoría de los hombres se le quita la forma de la cortesía, ¿qué les queda de cualidades intrínsecas de atracción personal? La mujer -repitámoslo--- no necesita de la cortesía. Una mirada, una sonrisa, los ademanes espontáneos de su persona, bastan par!\ fijar la atención, para ejercer la atracción. Son sus cualidades intrínsecas, corpóreas o espirituales, patentes por la sola virtud de la presencia, las que la sitúan y la hacen estimar. Muchas mujeres adorables suelen s~i· francamente descorteses con los hombres desco1·teses en el sentido en que esta palabm podría aplicarse a actitudes semejantes del varón-. Pero el varón comprende vagamente -con esa comprensión algo tosca propia del hombre, frente a !á rápida y subconsciente intuición de la mujer- que la. renuncia a las formas de la cortesía le coloca en una situación de inferioridad-. El hombre medio es mucho más igual, más monótono, más uni · forme -individuo con individuo- que la mu· jer. Si se suprimen los motivos diferenciales de la cortesía -que la Edad Media llevó a límites tan extremosos-, se queda desnudo, con una desnudez poco edificante. Se queda, en suma, pobre, falto de cualidades nativas capaces de atracción, entregado a la mera y escueta apreciación de sus capacidades técnicas, esto es, a un tipo de valoración o estimación que tiene poco de personal e intrínseco, que depende más de circunstancias ajenas a la propia persona, de orden social o profesional o económico. Por otra parte, el abandono de las fo1·mas de la cortesía expone al hombre, con sus i·udas cualidades primarias ,a una lucha más abierta, a un cuerpo a cue1·po más duro con los demás hombres, es su actividad p1·ofesional o social. La corte-

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sía es una almohada que el hombre lleva consigo a cuestas--pequeño peso que sirve de gran escudo, y en ocasiones, de anestésico, de tóxico suave y suasorio. Desarmado de este medio civilizado de combate, el hombre aparece en seguida, tal cual es, o demasiado débil -predestinado a la subordinación- o demasiado violento- predestinado ni dominio-. En la lucha secreta de los sexos, a la muje1· le gusta ver claro, y prefiere, con su instinto felino, este desarme previo del enemigo. Todos los intereses espirituales y materiales de la mujer coinciden, en la hora actual, para hacerle deseable este abandono de las formas corteses, para hacerla renega1· de la cortesía. En esto se demuestra, una vez más, la superioridad espiritual de la mujer sob1·e el hombre. El hombre -¡quién lo duda!- inventa más cosas. A través de la histo1·ia, la mujer no ha inventado casi nada. Ya dijo Nieztsche, con su despiadado estilo, que una de las pruebas incontrovertibles de la inferioridad intelectual de la mujer consistla en que desde hace docenas de siglos ha tenido en sus manos la cocina y, sin embargo, no ha contribuido en nada a la química. La mujer no inventa. Pero la mujer sugiere todas las invenciones, suscita en el hombre el deseo del invento, excita sus facu ltades lógicas, exalta su impulso para la acción. También la cortesía la ha inventado el hombre. Durnnte siglos, el hombre la ha exhibido y ostentado como un motivo de selección ante la mujer. De paso, había intentado con ella suavizar un poco la vida. De pronto, se encuentra con que la mujer se ríe de la cortesía. El hombre· se queda algo perplejo. Tendría que inventar otra cosa. Ya ha ofrecido a la mujer un puesto en el aeroplano. La mujer, que ha repudiado la cortesía, ha aceptado con eqtusiasmos esta forma romántica de de viajar. ( 1)

Hcprodu citlo de Ja Revista de Occitlcnle.


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NOTICIAS CULTURALES DE INTERES En la Universidad de Puerto Rico La conferencia de María Zamb1·ano sobre "Ortega y Gasset, pensador de España." La exposición del pintor puertorriqueño Narciso Doval. La Fiesta de la Lengua, el 23 de abril. El recital de la bailarina siamesa Sai Shoki.

El recital de la soprano puertorriqueiin, Graciela Rivera, verificado el 8 de abril. El acto en honor de Luis Vives en el que hicieron apreciaciones sob1·e la obra de dicho filósofo la Dra. Maria Zambrano y el Dr. José A. Fránquiz. La conferencia del Dr. José A. Frúnquiz sobre "El Pensamiento Filosófico de Francisco Romero", dictada el 6 de mayo.

En el Ateneo Puertorriqueño La conferencia de la Dra. María Zambrano Los cursillos de matrícula gratis ofrecidos sobre "Miguel de Unamuno y su Obra". por dicha institución sobre las materias y La presentación del Coro de la Universidad por los profesores que enumeramos: de Puerto Rico bajo la dirección del Sr. Aul. Francés Elemental - Sra. Leticia Lo· gusto A. :¡:iodríguez. renzi. 2. Problemas Económicos de Puerto Rico En Pro Arte Musical - Sr. Rafael de J. Cordero El Concierto del gran violinista Jascha Hei· 3. Actuación Dramática Sr. Manuel fetz, de las baila1·inas Sai-Shaki y Gloria BelMéndez Ballester. 4. Historia de Puerto Rico - Sr. Rafael monte, y del guitarrista José Rey de la Torre. W. Ramfrez. 5. Filosofía Europea Contemporánea y sus La Asociación de Trabajadoras Sociales El cursillo en tres conferencias sobre "Etica Resonancias en Ortega y Gasset - Sr. DoGriega" (origines de la ética )por la Dra. Mamingo Marrero. ría Zambrano. 6. Literatura Española del Siglo XX. Dra. Josefina Rodríguez López. Círculo de Conferencias La conferencia de Vicente Llorens sobre La inauguración de la Galería de Arte Permanente bajo los auspicios de la Sección de "La Tolerancia Española en la Edad Media". Bellas Artes, en la que cada ti·es semanas se La conferencia de María Zambrano sobre expondrán las obras de un nuevo artista. Han exhibido hasta la fecha las pintoras Gretchen "Antonio Machado, poeta de España." Wood y Ellen Glines. El día 10 de junio fué Acusamos recibo de las siguientes publicainaugurada la de Carmelo Filardi. ciones y revistas: --.l. Educación, revista de pedagogía y orienBajo los auspicios de la Sección de Bellas tación sindical; México, Abril de 1940, .A'.i·tes el cursillo sobre "Seis Puntos Esencia.No. 11 y Mayo de 1940, No. III. les en el Estudio de la Música" por el Sr. Ra2. Revista de Ensino do Estado do Río món Ruiz Cestero. Grande do Su!, Porto Alegre, Abril de La conferencia del Ledo. Don Miguel Gue1940, año 1, N.o 8, Vol. 2. l'l'a llfondragón sobre la significación de la 3. Dr. Elpidio F. País, Direito da Crianca Sentencia del Tribunal Supremo de los Estaa Instrucao, tirada aparte de la Revista dos Unidos revocando la de la Corte de Cirdo Ensino do Estado de Río Grande do cuito de Boston y confirmando la del TribuSu!, Río Janeiro, No. 5, Enero de 1940. nal Supremo de Puerto Rico en el caso de "El 4. Alberto Rembao, Meditaciones Neoyo1·Pueblo de Puerto Rico vs. Rubert Hnos. Inc.", kinas, Buenos Aires, Libreria "La Ausobre la denominada ley de las 500 cuerdas, rora", 1939. Muchas gracias. dictada el 4 de abril.


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EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA PARA GABRIELA MISTRAL Varias instituciones cubanas se han adherido a la solicitud formulada en casi todos los paises de América, para que se otorgue a Gabriela Mistral, el Premio Nobel de Literatura. Algunos trabajos publicados en el extranjero sobre esta solicitud, hemos reseñado ya en esta seccón. Hoy. recogemos la noticia de la colaboración cubana, en el homenaje de la mujer puertorriqueña a la poetisa chilena, con ocasión de formular también la Asociación de Mujeres Graduadas de Puerto Rico, esa solicitud del Premio Nobel para Gabriela Mistral. Al efecto, la Revista de la Asociación de Mujeres Graduadas de la Universidad de Pue1'to Rico, dedica integro su último número, (abril), a la autora de "Desolación" y "Tala", figurando entre otros trabajos: "El don del estilo", por Jorge Mañach¡ y "Retrato de Gabriela Mistral", por Juan Marinello.Hcproducido del "Anuario Bibliográfico Culmno", La Habana, Cuba.

CONOCIMIENTO POETICO ..• (Viene de la Pág. 17)

caso a todo aquello que se le adelanta. Fracaso en razón de su núsma nobleza, en razón de su insobornable integridad en un mundo donde la medida de la integridad se ha perdido. Fracaso también porque en el fracaso

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aparece la máxima medida del hombre, su plenitud en su desnudez, lo que el hombre tiene tan desprendido de todo mecanismo, de toda fatalidad que nada puede quitárselo. Lo que en el fracaso queda es algo que ya nada ni nadie puede arrebatar. Y este género de fracaso es la garantía justamente de un renacer más amplio y completo. Del conocimiento poético español puede surgir la nueva ciencia que corresponda a eso tan hTenunciable: la integridad del hombre.

SOLIDARIDAD SOCIAL (Viene de la Pág. 34)

venil optimismo. Soy de los que creen que a la juventud debe hablársele seriamente de sus responsabilidades, y creo también que gusta a los jóvenes que se les señale puesto en la solución de los problemas diarios. Cada cual puede llenar el suyo con honor si se fija como norma de conducta principios de solidaridad humana. Buena suerte. NOTA:-Esto breve discurso íu6 escrito por In. Sra. Aguilnr a. petición do la Srta. Pascual y en viado n. ésts pnra ser lofdo en la. noche do grnduaci6o do la Alta Escuela. do Fajardo al terminar el presente curso escolar.

DIRIGIENDO

AL N 1 Ñ O

Manual para Padres de Familia LIBRO BRUJULA I Solicítelo en las Principales Librerías o escriba a la Asociación de Mujeres Graduadas de la Universidad de Puerto Rico Apto. 932 S. J. - Precio: $-1.00


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DIVULGACIONES CULTURALES DEL ANUARIO BIBLIOGRAFICO CUBANO (Director: Dr. Fermín Peraza, Apartado 572, La Habana) ESTUDIOS GRAMATICALES Dos libros cubanos, recientes, editados por la casa Cultural S. A., dedican sus páginas al estudio de nuestro idioma. Son ellos: "Algunas nociones de análisis lógico de la preposición española, como introducción al estudio del latín", por G. Fávole Gi~·audi; y, "Tratado de lengua española", por Giro Espinosa y Rodríguez. Sobre el primero de estos trabajos, nos dice su autor que sigue el método analítico, por estar "firmemente convencido del inconmensurable valor de ese análisis". Y el catedrático, Giro Espinosa, nos presenta su Tratado de Lengua Española, escrito para los estudiantes de segunda enseñanza, como obra de "la continuada experiencia del autor a través de dieciocho años de dedicación a la enseñanza de la gramática".

El "Anuario Bibliográfico Cubano", continúa trasmitiendo su radiosuplemento dominical de nueve a nueve y media de la noche, por las estaciones G. M. B. C., El Progreso Cubano, onda corta y larga. En el mes de abril colaboraron en estas trasmisiones: Renée Potts, José Antonio Portuondo, Julio Le Riverencl, M. Isidro Méndez y Félix Lizaso.

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~ticias d~ La c54.sociaciórw El 13 de abril de 1940, en cumplimiento de lo acordado en la última Asamblea General Anual de esta Asociación, se ofreció un té, en el Hotel Condado, en honor a la Sra. Luisa Harrington de Lenhy, esposa del Gobernador de Puerto Rico. En dicho té, que fuy muy concurrido, In Srta. Celestina Zalduondo cantó acompañada al piano por la Sra. María Luisa l\foñoz de llfoñoz.

La brillante escritora española, Dra. María Zambrano, invitada por esta Asociación a venir a Puerto Rico, dictó un cursillo sobre "Séneca y el Estoicismo Español." Dicho cursillo constó de cuatro conferencias que se efectuaron los días 17, 19, 23 y 26 de abril.

Polltica -1·ealidad- es la vida en conveniencia cotidiana, ese aprendizaje en el que lleva el hombre tantos años y del que aún sabe tan poco. La Filosofía -pensamiento- unión de la realidad y del sueño, armonización de lo real y lo ideal, intento de fijación de una norma de conducta inteligente. Creemos que el interés en estas disciplinas, representativas de los dos mundos en que se mueve el hombre y del puente que intenta enlazarlos, ha de contribuir a dar a nuestra comunidad una más amplia y adecuada visión de las cosas reales e irreales y ha de dotamos, consecuentemente, de una virtud de la que está altamente necesitada nuestra época: la tolerancia que es, en último término, comprensión y tal vez co111pasión.

"María Zambrano es una de las mujeres de más clara inteligencia y más sólida cultura de nuestrn raza. Ha sido profesora de Filosofía en la Universidad Central de Madrid y, ha "Cuatro cursillos ha auspiciado durante su explicado cursos sobre dicha materia en las breve pero fecunda. existencia la Asociación Universidades de Barcelona y de la Habana. de Mujeres Graduadas de la Universidad de Ha colaborado y colabora en las más serias Puerto Rico: "La Música en el Siglo XX," i-evistas liternrias de nuestra lengua - "Re"La Pintura Española Contemporánea," "Ideas vista de Occidente", "Cruz y Raya", "Hora y Doctrinas Contemporáneas" y el que esta de España", "Sur", y "Athenea". Ha publinoche comienza: "Séneca y el Estoicismo Es- cado las siguientes obras: "Horizonte del Lipañol." En el primero, la paÍabra erudita y beralismo", "Pensamiento y Poesía en la Vida convincente de Adolfo Salazar nos ofreció una Española", y "Filosofía y Poesía". . · magnifica síntesis del estado del arte musi"Tiene en preparación los siguientes: "Sécal durante los seis lustros que van de este neca o la Resignación", "Filosofía y Cristiasiglo. En el segundo, la palabra cordial y nismo", "Don Miguel de Unamuno y su Ob1·a", autolizada de Margot Arce, Miguel Pou y y "Breve Historia de la Mujer". Sebastián González García nos dió una i·eve"Pertenece María Zambrano a una generaladora exposición de las más salientes características de los ¡1into1·cs de la España con- ción sob1·e la que i·ecae en estos momentos temporánea. En el terecro, la palabra cálida una extraordinaria responsabilidad, la que rey clara de Juan Isidro Jiménes Grullón inten- cae siempre sobre las generaciones que viven tó explicarnos las semejanzas y diferencias durante una época de crisis y de angustia coexistentes entre los diversos sistemas ·políti- . mo la presente, a una generación valiente y cos que nos tienen hoy, tan confundidos. En preocupada que trata de orientarse y de orienel que esta noche comienza, la palabra sabia tar. Estamos plenamente seguros de que esta y persuasiva de María Zambrano nos expon- noche, y en las sucesivas, al disertar sobre la drá lo más esencial de la obra de Lucio Anneo gran figura que sirve de tema a su cursillo Séneca y la razón de su excepcional y perdu- -figura representativa de otra época de conrable influencia en la vida y en el pensamien- fusión- no solamente adquiriremos un acabato del pueblo español. Música, Pintura, Po- do conocimiento del pensamiento senequista lítica, Filosofía: cuatro disciplinas tan dis- ~~ de su in-fluencia en la vida española, que tintas y tan esenciales. La Música y In Pin- es, con muy ligeras variantes, la nuesti·a, tura -arte- son el imprescindible escape a sino también una mayor comprensión del munla realidad para encontrar bella la vida; la do en que nos movemos, del mundo en que La Srta. Nilita Vientós Gastón presentó con las palabras que copiamos a continuación a la Dra. María Zambrano:


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sentimos y pensamos; en suma, de todo ese conjunto de cosas que constituyen Ja plena vida, al logro de lo que ha de ser, en último .análisis, el auténtico fin de toda cultura: enseñar a vivir." El excepcional éxito de Ja Dra. Zambrano nos hizo auspiciar otro cursillo sobre "La Mujer y sus Formas de Expresión en Occidente", integrado por tres conferencias que se dictaron los días 7, 9 y 14 de mayo. En la reunión de Ja Directiva celebrada el 11 de mayo se aprobó una resolución recomendando a la Junta de Síndicos Ja aprobación del proyecto de la Escuela Fábrica de Cerámica presentado al Rector de la Universidad, Dr. Juan B. Soto, por el Sr. Antonio R. Alonso. En la reunión de la Directiva celebrada el 11 de mayo se aprobó también otra resolución solicitando de la Junta de Síndicos de Ja Universidad de Puerto Rico el nombramiento de la Dra. María Zambrano como catedrática visitante de Ja Universidad. La Asociación donó a la Biblioteca Eugenio María de Hostos, de Barrio Obrero la colección "Página"S Brillantes de la Hist~ria". El 18 de mayo se efectuó la reunión mensual usual de las socias, siendo esta vez huésped de honor de Ja misma, Ja Dra. María Zambrano.

En Ja noche del 28 de mayo y en el Salón de Actos del Ateneo Puertorriqueño, Ja Asociación auspició un recital del talentoso guitarrista cubano, José Rey de la Torre. Rigió el siguiente programa:

I Dos Minuetts --------------- Fernando Sora Preludio Bourrée (Segunda Sonata) __ Juan S. Bach Variaciones sobre un tema de Mozart -Fernando Sors II Fandanguillo -------------- Moreno Torroba Dos Melodías Catalanas (Populares) --------------- Manuel Llobet Estilo Popular Argentino ---- Manuel Llobet Danza Española Núm. 5 ---------- Granados

III Canción Mejicana ------------------- Ponce Mazurca ------------------------- Tárrega Sevilla ---------------------------- Albéniz T1·émolo -------------------------- Tárrega Pai·a discutir junto con los representantes de otras universidades y, colegios residentes en Puerto Rico el proyecto de la fundación de un Club Universitario se designó un comité integrado por los siguientes miembros de la Directiva: Nilita Vientós Gastón, Margot Arce Oritia O. de Carreras, Zoraida Córdova d~ Ortiz Tor.o y Celia Núñez de Bunker.


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