So -.
|l.
Mavictez, a
A
A
Diciemenr
21
uu. 1897,
mn
Xúy.
3
—
LA REVISTA BLANCA. Si tezazio
Y
ztistico
ENTO ——_—_——
>
—AA
—
a
Nadie logró ahondar en el secreto de
tunio.
Si alguna persona trataba
vio á sus
ocultos pesares;
su
infor-
de ofrecerle un ali-
si un alma
dulee anhelo y solicitud espartana
caritativa,
pretendía
un lenitivo para cicatrizar las heridas de la
con
allegar
desventu-
rada enferma, ésta le dirigíá una melancólica
mirada,
la cual era reveladora del más acendrado agradecimiento, y que, de
una manera elocuente,
daba
á entender
que todo era inútil: el dardo de la desesperación había
penetrado
de
tal modo
no quedaban en su
en el recinto de su dicha, que
organismo
más que
ilusiones sepultados para, siempre en desgracia.
cadáveres
de
la cripta de
su
¡Sólo su cariñósa madre era
sabedora
de
que la enferma moría de amor! MARIANO
RIERA
PALMER.
22
id
e
250
E
Anvuchha
mirada parecía decirme; es una niña, per-
dóncla V!
(CONTINUACION)
Exploramos
ruinas, caminando
con
minuciosidad
Annuchka
nosotros, y comenzamos
puntos de vista.
las
detrás
de
á admirar
Cuando
llegó
los
la hora
del almuerzo, Gaguine pagó á la vieja
pidió una
postrera
jarra
de
y
cerveza..
Después, volviéndose hacia mí,
me
dijo
con.malicióosa sonrisa: ¡A la señora de sus pensamientos!
—¿Conque tiene... «conque tiene V. una señora en quien piensa?—me preguntó Annuchka. — ¿Y quién no la
ticnc?—respondió
Gaguine.
Annuchka
se quedó
unos
instantes
de su fisonomía, y en sus labios apareció
lente. Volvimos
sonrisa
de
reto-
casi inso-
á tomar el camino de la (283,
Y Annuchka comenzó de nuevo á reir
y
loquear con más afectación aún que antes. Desgajó una rama de árbol, se la puso al hombro como un fusíl y lió el re-
bocillo alrededor de la cabeza.: do
que
nos
encontramos
Recuer-
entonces
una
numerosa familia de rubicundos ingleses, de estirado aspecto; todos ellos, cual si obedeciesen un mandato, fijaron en An-
nuchka sus vidriados ojos,
en los cuales
se pintó una estupefacción fría; la joven se puso á cantar á voz en grito, como para mofarse
de
ellos.
Cuando
entra-
mos en casa, inmediatamentese metió en su cuarto y no reapareció ya hasta la hora de comer, en que se presentó engalanada
con sú mejor traje, peinada con esmero,
con el talle
encorsetado
y
enguantadas
En seguida de comer, se le-
vantó de la mesa, nos hizo una reverencia, y poniéndose el sombrero, preguntó á Gaguine si podía ir á visitar á doña
Luisa.
—¿Desde cuando necesitas
mi
per-
miso?-—respondió con su habitual sonrisa que, sin embargo, entonces fué lige-
ramente forzada.—¿Es
que
con nosotros?
te aburres
—No es eso, sino que ayer prometí á doña Luisa que iría á verla; además, creo que sin mí estarán Vds. más á sus anchas. Acaso el señor tenga que hacerte alguna otra confidencia—añadió,
refiriéndose á mí. —La
pensativa, cambió de nuevo la expresión
Otra vez una
o
a
señora
Y se fué.
doña
Luisa—me
dijo
Gaguine, tratando de evitar mis miradas—es la viuda del antiguo alcalde de la villa. Es una señora anciana, un poco simple, pero excelente. Profesa grande amistad á Annuchka,
quien, por
su parte, tiene la manía de relacionarse con personas de una clase inferior á la suya; manía que, según he podido observar, casi siempre se origina en el orgullo. Al cabo de un momento de añadió:
silencio,
chka como á una niña mimada,
y no pue-
—Ya ha visto V. que trato 4 Annu-
de ser de otro modo.
Si no soy
exigen-
te para con nadie, ¿cómo había de
con 'ella?
serlo
No respondí. nada. Gaguine cambió de conversación, Cuanto más le conocía, mayores simpatías me inspiraba. Era la suya una agradable y buena naturaleza de ruso, recto, honrado y sencillo, pero *por
desgracia
desprovisto
de
energía y de ardor. Su juventud no arrojaba fuego ni llamas, sino qúe brillaba con un resplandor pálido y suave.
las manos. En la mesa estuvo con dig- Tenía chispa y una graci a hechicera; nidad; apenas probó de algunos platos y más, ¡cuán dificil era presagiar qué seno bebió más
que agua.
Era evidente ría de él cuando llegase á la edad de ser hombre! ¿Unartista? No....Toda las .ún nuevo papel: 'el de una joven modesta artes requieren un trabajo penoso, esy bien educada. Gaguine la dejó que fuerzos asíduos (me decía yo, mirando hiciera lo que quisiese; velase que tenía sus plácidas facci ones y escuchando su por costumbre no contrariarla en nada. lánguida palabra:) nunca sabrá imponerA vecesse limitaba tan sólo que deseaba representar en mi presencia
ligeramente de
á encogéerse hombros, y su” benévola
se un trabajo constante y bien
dirigido.
Y, sin embargo, era imposible no quererA
251
le; atraía
involuntariamente
el afecto.
Pasamos juntos cerca de
cuatro ho-
ras, ya sentados mano á mano en el sofá,
ya paseándonos con paso lante de la casa;
lento
y aquella
acabó de unirnos.
por
de-
conversación
Se puso el sól y tra-
té de volverme á casa. — Amnuckha aún no había regresado á
la suya. —¡Ah!
a ¡Qué voluntariosá criatura!
—exclamó Gaguine.—Espere
V., yo
le
acompañaré. ¿Quiere?De paso entraremos encasa de doña Luisa, para saber si toda-
vía está allí; no será gran rodeo para V.
Bajamos á la villa, y después de haber seguido por algunos instantes una calle estrecha y tortuosa, nos detuvimos ante una casa alta, de cuatro pisos, pero sólo con dos ventanas en cada uno; el segundo piso avanzaba hacia la
calle
más
que el primero, y lo mismo sucedía con los otros dos... Aquella extraña vivienda con molduras góticas, encaramada sobre dos enormes
postes,
dominada
por
puntiaguda techumbre de tejas buharda,
y sobre ésta una
rro alargada en forma de el efecto de un enorme gado sobre sí mismo.
una
con una
ccn los ojos débiles por la edad.
estoy —dijo Annuchka,
po-
niéndose de codos con- coquetería en el alféizar de la ventana;—estoy bien aquí. Toma esto; figúrate que soy la dama de pensamientos. tiró á Gaguine una rama de gera-
:
Doña Luisa se echó 4 reir. —Se marcha y
ha
querido
- adiós—dijo A | - ¿De veras? —contestó
decirte
NE Annuchka—
Pues bueno; ya quese vá dalé mi rama. seguida
iré á casa.
: Cerró á escape la ventana, y me pareció verla abrazar ála vieja alemana.
'Gaguine me
Sin decir una
alargó
ha-
cia la casa con el corazón extrañamente triste, aunque sin estar preocupado por nada, cuando de pronto me llamó la aten-
ción un olor muy conocido para mí, pero bastante raro en Alemania. Me detuve y ví junto.al camino un
terreno
de cáñamo. El aroma
sembrado
que difundía aque-
lla planta de nuestras estepas, me transportó súbitamente á Rusia y provocó en
mi alma una apasionada
la patria;
concebí el
vehemencia por
ardiente
deseo
de
respirar el aire natal y de sentir bajo mis plantas el suelo del país. « ¿Qué hago aquí?—me dije.—¿Qué interés tengo: en vagar por tierra extranjera, entre personas que nada son
para mí?»
Y la
opresión que abrumaba á mi alma,
el puesto enseguida á una lenta y llena de amargura.
emoción
dejó vio-
Entré en casa en un estado de ánimo
diametralmente
opuesto
al
de
la
vís-
pera; sentíame casi irritado, y tardé largo tiempo en sosegarme. Experimen-
ba oficialmente de ella todas las noches, )
desdentado rostro de una vieja alemana,
nio.
mar-
Gaguine. —
Abrióse en el tercer piso una ventana con luz, y vimos la morena cabeza de la joven. Detrás de ella se asomó el
tus
- Recuerdo que iba yo andando
reple-
pajarraco
¿Estás ahí?
—Aquí
á la otra
taba un profundo despecho, de que no podía darme cuenta; acabé por sentarme, y habiéndoseme presentado el re-
grulla de hie-
pico....hacía
—¡Annuchka! — gritó
se atraviesa el rio, pasé
gen.
la ramaen
silencio.
palabra, la metí en el bol-
cuerdo de mi pérfida viudita (me ocúpa-
cogí una de sus cartas, pero ni siquiera la abrí, porque mi pensamiento había tomado vuelo con otro rumbo. Me puse á
soñar, y Annuchka era el objeto de
ensueños.
Me vino ála memoria
mis
que en
el transcurso de nuestra conversación, Gaguine me había dado á entender que
ciertas circunstancias le impedían regresar á Rusia <Quién sabe, si en.efecto,cs hermana suya?»—me pregunté en alta voz. | Me metí en la cama € intenté dormir;
pero una hora después
aún estaba apo-
yado en el codo y pensaba de nuevo en aquella caprichosa chiquilla de risa forzada. Tiene las formas de la Galatea
de Rafael, del palacio Farnesio —murmuré..Enefecto, eso es..y no su hermana.
Durante
ese tiempo,
descansaba iluminada
carta la dela viuda,
tranquilar por un pálido
—IVAN [| Continuará |
: en el suelo
A a
e
;
+
2592 O
—
L¿ERÁ AÑNTIELLANA
Mas
A. CRISTOBAL COLON Poesía eserita en Noviembre de 1,89 2 con motivo de celebrarse el 40 Centenario del Descubrimiento de Plo-Rico .
Y convencido Colón, Sus planes siguió explicando, Siempre del cielo invocando La ayuda y la protección. Como
Así tambien en Castilla El soi brilló tras la bruma.
Pudo Colón realizar
Su pensamiento profundo,
Y arrancar
Mas hoy que el puertorriqueño,
Oyó la voz del marino;
Y al-admirarle-le canta, Aunque estalle mi garganta He de tornarme cantor.
Para honrar la tierra hispana. Con fé que del cielo emána Su locura patrocina,
Y, desde entonces, divina,
estremecido
Con resplandores de gloria,
ó
le-lira-lo ha ungido,
Brilla Isabel en la Historia :
Desde este rincón perdido
PA
Al genio iumertal saludo: Si es mi acento pobre y rudo. ¿Qué implica? Vibre mi nota, Que si es de una-lira rota
la misma
A
E
-
En
la visión incoherente
De su clara inteligencia Se esbozaba la existencia un inmenso continente.
Soubre su lecho de arena.
La Niña y la Pinta son
Las- primeras Carabelas Que de argentadas estelas.
a
Bordan la azul extensión. Pra -Colón Que henchido de ardiente fé, Dice: «ya demostraré t
¡Sia exist e el mundo que invcco, . me t ejáis de
- Mafiana
sabio seré.»
En su cordura decía,
Al mundo dejando absorto,
Que otro camino más corto ara las Indias había.
. Tan Llevó
extraño pensamiento
la burla á los labios,
Y desdeñaron los sabios La enunciación del portento
locb,
“rr
ce 7
Dejad aquí que mi mente
a
lance al espac De admiración, Permitidal pect Ones:
estr
A
|
y 4 Rm
nl
Y mirando hácia Occidente,
Su incansable fantasía,
:
Parece que résá=s lora
mía
II
mar serena,
Que tanto el marino adora,
¡oh! Colón, tu nombre invoca
de
na.
rato
El año mil cuatrocientos Noverita y dos, y en el día Tres de Agosto, la alegría Convirtióse en sufrimientos. Sólo recogen los vientos Ayes de profunda pena;
Colón le-sirve-de escudo.
An
h
Dios lo puso en su camino
El mundo civilizado En mármel lo ha eternizado
Triunfa al fin la musa
mundo
Isabel, reina cristiana,
Admira al descubridor
Inspira ardiente deseo mi musa en este instante: / Hasta el trono del gigante Quiere llegar el pigmeo. Mas ¡ay! como Prometeo Hállome atado á la roca; Y :en la disyuntiva loca De mi ardiente fantasía,
un nuevo
De los abismos del mar.
Del entusiasmo al calor,
Y
en suma,
El sol esplendente brilla,
- Aquel desdén singular,
Siempre me jusgué pequeño Para poderle cantar, Y sólo pude admirar Su noble y gigante empeño.
Y son
tras la bruma,
e +
Y convertidg en espuma
]
Si de gozo
ese huracán violento
No turbg su convicción,
e
grito :
Por eso al destubridor
Eternamente Jo admiro;
Y prosiguieron las naves
dos peligros desañando, *
Como bandada. de avés. les-Jampes suaves
Bel sol que-radianie brilla * á Castilla
+
El triunfo que ha de ceñir: ' Colón ha-de descubrir La novena maravilla.
Grave Colón
Y cerca de Dios le miro.
VI Por fin del hombre que
llora,
Jamás el llanto es eterno, Y á lós hielos del invierno Sucede el triunfo de Flora:
- Un día/explendente aurora,
y contrito
Noble esperanza concibe, Un libro toma y escribe: «En nombre de Dios bendito».
> remonta á lo infinito
Y olvida lo terrenal,
Porque juaga-que el mortal Por vencer del Oceano El abismo colosal.
Que á su triunfo colosal Le sirve de padestal
deverande
a
En la grandeza me inspiro
en vano,
Dulces céfiros las velas Mueven de las Carabelas; El aire, pintadas aves
Cruzan, y entre ondas súaves Jibújanse las estelas.
Flotando sobre las ondas Del agua serena y pura Surgen, ricos de verdura,
Rampés de lejanas frondas. Estas se mecen orondas
Van su derrota siguiendo Los bajeles caminando, Y las gentes esperando, Y el profundo mar rugiendo; A cada aurora creyendo ; Algunos mirar la tierra; -
Mas es ilusión;/se aterra
JHalmea-de los marinog,
Y los hombres que las ven,
Aseguran que el Edén, Pór el gran Colón soñado, por-An hallado su
salvación también.
Colón.em-sse afan constante,
Cuya fé jamás-vacila,
/-
Que maldiced sus destinos Y á Colón declara guerra.
Columbra una luz que oscila Como un enorme diamante.
Pero el sabio navegante Con palabras de dulzura Vence y doma la bravura
Lo que la divinidad Ante sus ojos ponía,
Atended
«He visto ura
Del inquieto tripulante.
un breve instante, »*
Les dice con faz serena,
¡Morir aquí no me apena,
Sólo siento, y bien me fundo, No descubrir otro mundo
Y arrodillarme en su arena.»
"La fé, el valor, la esperañza,
Triunfaron por un momento, Mas en huracán violento
Trocábasela bonanza. “La tierra á ver no se alcanza Aunque transcurren
los días;
Y entre mil algarabías, Envuelven
Del
gran
el corazón,
Cri
yal
Las protestas
Colón
impías. V
Cuando:la lucha es mayor Y -la vence el pecho humano Sube el hombre,
vil gusano,
Al trono del Creador. +,
"Femerose el navegante (ue no fuera realidad
;
A Gutiérrez le decía: luz, mirad.»
De «tierra»....un grito estridente En el espacio resuena, .
Y la tempestad, serena
En los pechos, de repente. Levanta Colón la frente
A impulsos del corazón; De aquella tripulación
Y dirige á Dios de hinojos Su fervorosa oración.
vu
|
Cuando el plac=r nos encanta Es la emoción tan bendita, Que nuestro cuerpo se agita
Y el corazón se agiganta. Entonces en la ta
-Se forma
Que E
un n
po
tan fuerte,
se
Nos á su ayuda... La vida yaciera muda En los brazos dela muerte.
vur
y
E
yd A
, E ad AS
dra ES
aa
GE
A
Juzgue el mundo ó no divino Ese triunfo colosal, Proclamemos inmortal La gloria del gran marino. Pues que trazando el camino Colón á toda creencia, Di9 luzá la inteligencia, Del Universo Señora,
pp
a A
PALMER.
3
LS e
fué mi mañana
cuantas
la
un
cerradura
salto
se
me
Educado en el retiro y sin
clase de
serio que
ninguna
amistad, le era peculiar un tono no
me disgustaba,
y
como
su
edad no permitía emplearlo en ocupación
sorpresa cuando nebulosa
y
fria,
séria, pasaba su día
jugando
v había emprendido
guerra
tranquila-
mente ó limpiando la casa de toda especie de sabandijas—porque hay que advertir que era tan pulcro como aseado—
encarnizada
precipitadamente
contra todo insecto que pudiera hacer daño á mis numerosos papeles de música.
Junto al quicio de la puerta y envuelto en un miserable:jirón de abrigo despreciado por el uso, lo contemplé ti-
miedo serval. Asi trascurría el tiempo, y ya las emociones iban á despertar en :el pecho
obligaron á dejar
el blando
A
re-
tan pronto
como dos capullitos de clavel blanco,
RANDE en una
de
:
colmaba de halagos y cariños.
:
mb
encuentro,
me
colocaba sobre mis rodillas, y sin necesidad de despegar sus labios diminutos
“l
Y E.
2
ti: SE
como rechinaba la llave en
corría á mi
> y sentí unos ayes lastimeros
in
veces volvía á mi habitación,
NITO
A A
RIERA
trabajo
En pago de tanta solicitud,
_AMMMM¿M¿J—+4+4 A ÁKÁ
ae
a
tenía fuera de casa.
Puertorriqueño.
¿E €
ema
sen en las horas que mi
fué la aurora Y América
MARIANO
y que nunca tuve que recurrir
á manos mercenarias para que le cuida-
De los triunfos de la Ciencia.
GC
ETA
de comer,
lecho.
tiritando de frío.
que
me
La compasión triunfó
en mi ánimo perplejo, y tomándolo cariñosamente le proporcioné el calor que necesitaba, porque tomé á empeño que no sucumbiera por un acto de inhumanidad tan despreciable, como el que lo había arrojado á la inclemencia de una temperatura mortal.
En los primeros días, y sin. pregun-
tar á nadie, esperaba que
cia con su millón
y medio
la
de
maledicen-
me diera un hilo que hiciera luz
déposito que tan
indirectamente
lenguas,
sobre el
se
me
había confiado, pero nada; todo siguió su curso natural, mis vecinas ni siquiera se admiraron del huesped que me llovía de un modo tan inesperado, —creo que consideraron como'cosa corriente el que
me hiciera cargode tan extraño fruto,—
y hasta recuerdo que un amigo íntimo se
empeñó falta.
en
que
me
hacía
muchísima
El caso fué que concluí por declarar-
me su decidido protector, que lo apellidé Ñito, que yo mismo lo atendía, le daba
os ratones especialmente
de mi
protegido,
hccatombe que voy
cuando á
le tenían
la
un
horrorosa
relatar
me
privó
de su compañía, y llevó su alma cándida y Pura á gozar de la eterna venturanza d2 los justos.
Kl amor, ese malhadado sentimiento
que trae consigo un fárrago dades, fué el encargado de
de calamisorprender
á Nito en una mañana que tranquilo
maba
el
sol desde una de
las
to-
ventanas
de mi habitación, y conducirlo atado de pié y mano al sepulcro, en toda la lozanía de su temprana edad! : Ver á la hermosa Gilda—mi nueva vecina—y cnamorarse de ella fué obra
de un instante.
Los guardadores
chica parece que tomaron á mal
las
de
la pre-
tensiones de Ñito, tanto que casi nunca
podía hablar con ella.
vechando un momento
Una tarde
de descuido
apro-
sor-
prendí el último párrafo de una conversación, y recuerdo que el pícaro de Ñito parodiando la letra de una ópera que me oía cantar diariamente, la decía con meloso acento: Gilda.
e
<- Dí: non potro giammai dolce, un'ora d'amore viver teco e confondere
el mio cuor col tuo cuore? »
Ella naturalmente
contestó
que no
vivía sola, pero el caso fué que el diálogo concluyó con una cita
en
que
debían
disfrutar completa libertad, y prodigar-
se mútuamente el cariñoque
consumía á
ambos. _Hora,
las doce de la
noche;
sitio,
puro fué arrojado
entonces
no
el techo de l:. casa,
ventana
descender
canal maestra hasta
llegar
á
porque los ratones
desde
tranquilo,
ya libres «de
ria acabo de relatar.
las
ga-
:
ENRIQUE SIMON
EL TENOR
una
aguardaba su Gilda idolatrada, y
ya en
patio
y
hasta
por
cocina
Cel
dormir
_—
rras de Nito amenazan concluir con mis papeles de música en justa represalia de los compañeros que perecieron víctimas del feroz apetito de mi gato, cuya histo-
el
la
que quedaba cerca
basurero,
puedo
patio de la casa en que habitaba Gilda. Para celebrar la entrevista, tenía
Ñito que trepar por una
al
Ñ
en que
lo
En
PAOLI
el principal de
Valencia
este punto tomar impulso y caer sobre el brocal de un pozo que casi ba destapado.
El amor
siempre estaa
tenía ciego á Ñito y no pu-
do estudiar el peligro
que
le amenazaba
tan de cerca, porque en esa misma tarde
+ OR el último correo de la Península hemos recibido cartas y periódicos que nos hablan del gran éxito alcanzado por nuestro jóven compatrióta An-
habían tendido una ropa sobre el pozo, y y las piezas estaban colocadas de tal manera que casi ocultaban el antro que debía tragárselo.
¡Era la noche,
y aunque
Ñito no pudo fijarse en
no Vovía,
los
detalles
La luna «come hostia santa>, que dijera el bardo, esa dulce compañera del
trasnochador y de los_ desmanes amorosos, contemplaba á Ñito que desde el techo de la cocina se disponía á dar el
consabido salto.
Lijera nubecilla debilitó su luz, ropercutió en el espacio un ¡¡¡fñian!!! estriderte y cuando Diana alumbró nuevala escena,
curaba meter
que dejara
viós2 á Gilda
la cabzza
la tela
por
cuando
que
el
pro-
espacio
cediendo
peso del pobre Ñito, lo había
al
obligado á
descender hasta las profundidades del pozo, privándolo de una vez y para siem-
el Teatro
Principal
de Valencia, en la ópera «Lucía», la filigrana de Donizzetti, como la
ya
expuestos.
mente
tonio Paoli en
califican los grandes Maestros.
Se nous dice que fué un acontecimiento teatral. El gran teatro, lleno de bote en bote.
Al presentarse en escena el tenor fué con una
salva de
aplausos;
su
saludado
figura
bella
y
arrogantisima representaba al amante de Lucía tal como nos lo pinta la obra. Era un verdadero Edgardo. Cantó toda la ópera con verdadera maestría sobresaliendo en la escena de la maldición. Pero donde rayó á gran
altura fué en el aria final,
dozde puso de relieve sus
grandes
d> tenor de primísimo cartello.
condiciones
Si con
la
me-
dia voz, que es una preciosidad, deleita y conmueve, con las notas altas que nada tienen que
envidiar á las del gran ta al público.
El célebre
maestro
tenor Tamayo,
arreba-
Mancinelli; actual di-
rector de la orquesta del Teatro
Real
drid, lo hará cantar en aquel teatro
de
Ma-
en la pre-
pre de los cariños de aquella que sentada
sente temporada.
rabo y se curaba
Antonio Paoli, hijo de Ponce, es una gloria puertorriqueña, que dará nombre á su pais,
en el brocal meneaba
tranquilamente
poco de lo
que
cl
acon-
tecía en el fondo del precipicio. ......... +.
00.04.44.
..8:0.0%h
246
4656-09:
0...
»
o. «de
El joven tenor debe su educación y su ca-
rrera á la nobilísima señora que ocupa el trono de España, S. M. la Reina Doña María Cristi-
na, y»á su S. A. la Infanta Doña Isabel,»
(De El Noticiero)
ERA PENINSULAR e
VELUT
¡Oh
incesante
del hombre!
nuevo jugo y nueva vida; ri
mas
UMBRA
del génesis infinito, recuerda la flor caida?
desvarío
¡Oh mentida gloria,
¡ Vanidad de vanidades!
tan fugaz y transitoria
En nuestras horas inciertas,
como las ondas de: un río.
sobre las ciudades muertas álzanse nuevas
El tiempo impasible y frío
va empujando tu memoria, que brilla un punto en la Historia
ciudades.
En ignotas soledades, en regiones hoy desiertas,
y se pierde en el vacío.
yacen de polvo cubiertas las glorias
¡Cuánto César ya olvidado! ¡Cuánta vieja desventura, que ni aún recuerdala gente,
de otras edades.
Cae en mortal cautiverio cuanto el alma, inquieta y muda busca y ama, anhela y nombra.
habrá visto, habrá alumbrado ese sol, desde la altura
en que gira
¿quién en el movimiento.
Nuestra vida en el misterio, nuestro destino en la duda, nuestro término en la sombra.
indiferente!
A medida que hacia el puerto
(
va marchando del olvido,
aparece cuanto hasido de espesas brumas cubierto.
GASPAR NUÑEZ
DE ARCE
Ese polvo, árido y yerto,
ha pensado y ha sentido:
EL VENGADOR
es el despojo perdido
de la humanidad que ha muerto.
Leyenda
en
tres
actos
y en
prosa
RATO? A
De esos átomos sin nombre, ¿quién el misterio adivina? ¿quién á decifrarlo alcanza?
POR
J.
“=Jo pasado que declina, «cual lo porvenir que avanza. ¿Dónde del hondo
está la oculta fuente raudal
CONDESA
Y las damas premiarán al caballero de más destreza y valor.
humano?
va á parar esa corriente?
Principio y fin velozmente
se buscan y dan la mano;
y en el germen bulle el grano, y en el grano la simiente. La for que arrebata el viento,
préstale al campo marchito :
QUIARA.
(CONTINUACION)
BELTRAN
¿A qué incógnito Oceano
A
GONZALEZ
Tan lóbrego es para el hombre
A
nie
nc
y
di
m
E ai
"EE RA E
ll
de
Habrá tambien juegos de pelota, y arcos, bailes, juglares, músicas y
máscaras.
CONDESA Sí. BELTRAN (En la ventana y lleno de alboroza)
radlos! ¡Se
aproximan!
(Oyese
que vá creciendo paulatinamente]
¡Mi-
un rumor
CONDESA
Corre,
COXDESA
Beltrán.
[Cubriéndose el rostro con
BELTRAN
- (Corriendo hacia la puerta del fondo ) Voy. CONDESA
Que reciban mis vasallos á esos guerreros con una lluvia de flores. (Vase). Escena
¿Lloras? ¿Han agitado sus alas los tristes recuerdos? Enjuga esas lágrimas
y bórrense para siempre tus tristezas. CONDESA
¿Herido? FERNANDO
7a IS
Ni un rasguño. ron abrir ni
LA CONDESA; LUEGO FERNANDO Y VARIOS GUERREROS ARMADOS DE LANZAS, ESCUDOS Y MANDOBLES
¿La batalla? FERNANDO
Sus pasos resuenan dentro de mí corazón.
(Apaieze en la puerta del fondo Fernando caballeros), Ah! (Dá un grito la Condesa cae desmayada en brazos de su hijo).
y y
Ruda y sin piedad.
con mucha hambre.
el león s2 conmueve. No debeis presenciar estas dolorosas escenas. Id, nobilísimos señores, intrépidos paladines, id á gozar del placer que os proporcionará el reposo y brindad. si quereis, por el triunfo que alcanzasteis en el campo de en tí, ¡oh madre! y deja que mis se posen trémulos en tu frente
Vuelve
labios donde
rugía bajo sus pies: nosotros,
á su hijo cariñosamente]
fieras á con-
humano que
Zos maza-
ren9s, trepando por los muros de sus alcázares. Despues. .;¡las satisfacciones
de una victoria sangrienta! ¡Vencedor!
llevar en
.
¡Cuán
las venas
digno
eres
la sangre
Estoy orgullosa de tener por
del
de
Cid!
hijo á un
héroc. Enrique, cantará á tus himno cn loor de tus victorias.
pies
un
PERXANDO
(Con
No
marcado
pronuncies
disgusto].
ese nombre.
que oculta el sol de mi
qué me lo recordaste?
¡Enrique!
Es
felicidad.
nube Para
lo tenía olvidado.
CONDESA
CONDESA
Fernando!
Los árabes
CONDESA
Madre mía! (Vuélvese á los guerreros y les dice profundamente conmovido ) Vedlo.,
(Volviendo en sí).
Eramos
trarestar el desbordamiento
FERNANDO
fulgura la virtud de tu alma.
en mi cuerpo.
CONDESA
¡Ha llegado mi hijo! (Vocería interior y ruido de armas) Oigo el choque de sus armas. (Marcha triunfal). Ya está cerca.
(Se retiran los gnerreros).
Los infieles no esa-
una brecha
CONDESA
batalla.
— Ah!
PERXANXDO
BELTRAN
Bien.
las menos].
(Estrecha
FERNANDO
Aprieta el dogal y no temas: que no dan la muerte las caricias de una madre. Tu corazón junto al mío: quiero escuchar las palpitaciones de esa ur-
No le quieres? FERNANDO
Le detesto. CONDESA
Y cuál es el orígen de ese odio?
FERNANDO
|
na donde- guardas el amor que hizo feliz» Se erigendra tal pasión por una cauá mi padre. sa, por instinto, por las exigencias del
AA
A
E
O
O
mal en guerra constante con el bien. me did porqiapo á, aaa, responderé
Si
FERNANDO
se mi á odioimpuls creció os al de relámpago de unaque idea, otra ., : pd pasión terrible. ¿Exceso de cariño filial Ó fruto de una
grave
ofensa?
Abrázame.
Así! ¡Vive
Tal
¿Estás enferma?
vez envidia, por que creo me usurpas tu amor, tus desvelos, tus consideraciones . para dárselos
JONDESA
o A
PA
l
Asustada]
qa:
¡Oh!
]
¡Oh!
A
FERNANDO
e
FERNANDO
á decirme -que
es nimia
la
Siempre ese nombre.
Pues no estás en lo justo, madre; porque
CONDESA
E
RA
causa para producir tan grandes efectos?
A
tanto el bien como el mal, crecen y fruc-
A
¿Quien te ofendió?
Enri nrique. e
)
CONDESA ¿Vas
tifican de una pequeña
Inferir Enrique una ofensa á la hija
semilla. arrojada ' de Enguerrando?
MÍCNZA
a
E
en n el fondo fondo del corazó corazón. n '
Des
cl
CONDESA
E ¡
(Con desdén).
Y cuando se extinguirá vuestro odio?
Pa 84 1a 4 dAs 4
FERNANDO j
A
Cuando deje de ver y oir al paje. ia
CONDESA
qu amargura). . Ku
Como
fuerza
vaisá lograr
LAS GAVIOTAS
E E A h ANá, no lejos dela playa ardiente : Que el ronco mar en su vaivén azota,
Tan pronto salga de este castillo.
mandarlo
vuestro
FERNANDO
de
LA
de-
de ve ue peñón estéril que semeja
objeto.
Petrificada espuma de las olas.
¿a
y 6 ; Pues bien: sobre el picacho de ese risco Que salpican las aguas tormentosas, Y en uno de esos pliegues agrietados
84
CoxbeEsa, FERNANDO
Que la humedad con su verdín colora,
Estuvo el nido del hogar sin lumbre De una tierna pareja de gaviotas.
Y MARIA.
' do [Trémula y palida en la puerta del fondo].
En medio del fragor de una batalla De esas que el viento riñe con las ondas,
¡Justicia!
A ps
:
Fernando!
Juntas volaron á formar el nido : En que después los encontró la atrora. .
E
MARI A e
[Corre hacia F ernando y le
vulsamente]..
Las dos aves $e vieron y se amaron, Y al hundirse la tarde entre las sombras,
FERNANDO.
Aba
altanero monte submarino
Que la cerviz encanecida asoma,
Gracias, madre, gracias. Escena
A
————
|
FERNANDO
¿d
| PENINSULAR
LEE
Y será?.... -
Le defiendes? VS
¿SRA
CONDESA
e)
Pe-
MARIA
á ese insensato.
Pero...
Cristo!
: : ad ro... ¿qué tienes ? Por qué pides jus ticia? ¿Porqué esa lividez y esa inquietud? > : :
| estrecha
con.
-
En
AS
E A Y en presencia del mar y de los cielos, se vanas
prome:
o
y sin pompa,
el lecho nupcial improvisado. e
259
Por el amor sobre la altiva roca, Con graznidos y voces de alegría
Biografias Universales
Celebraron la fiesta de su boda.
Y allí vieron pasar alguros meses, Sin temer á la marcha de las horas, Viviendo en esa casta incontinencia A que el cariño á veces se abandona:
Ella amando á su esposo y á sus hijos, Y él amando á sus hijos y á su
esposa.
Todas las tardes cuando el sol se aleja
Purpurando las nubes y las ondas,
Los polluelos implumes se dormían Sin recelos, pesares ni zozobras,
Y los padres entonces los dejaban Con el abismo y el peñasco á solas. Pero una
vez, al declinar el día,-
Se desató la tempestad furiosa,
Y los padres volaron hacia el nido Con la inquietud del miedo y la congoja, Y encontraron el nido sin polluelos,
Y los polluelos en la mar traidora.
Interrogando al cielo y al abismo Con elocuencia muda y lastimosa, Toda la noche la pasaro juntos De pié sobre la cumbre de la roca, Y allí otra vez, como en mejores días, Juntos también los encontró la aurora. Pero la madre sucumbió á la pena
De ver morir sus ilusiones todas, Y el esposo al mirarse abandonado, Murió también sobre la peña, sola, Cubriendo con las plumas de sus alas
El cuerpo inanimado de la esposa. ¡Epopeya de amor y de ternura
ue no aparto jamás de la memoria! ¡ pasad los umbrales de mi estancia
Vestida con el peplode la estrofa,
Y decidle á mi amada que me quiera
Como quieren y se aman las gaviotas! AUGUSTO Colombiano.
N.
SAMPER.
ARQUIMEDES Ninguno
que
haya
saludado
las
ciencias físico-matemáticas, desconocerá el nombre de este sabio. Fué Siracusa su patria, donde nació el año 287 ántes de nuestra Era. A pesar de que por sus venas corría
sangre real pues era pariente de Hieron,
monarca de Sicilia, ni los asuntos de Es-
tado llamaron su atención, ni
cios públicos,
pudiera
con
cuya
los
nego-
administración
haber lucrado, llegaron
jamás
á ocupar su entendimiento, contínuamen-
te absorto en el
exámen y en el estudio
del cálculo y de los fenómenos de la Naturaleza.
Fué en Egipto
des; y, dotado de un de primer órden,
discípulo
de Eucli-
talento observador
que su
maestro
había
sabido laborear y dirigir, dejó al mundo una herencia científica que ha servido de sólida y anchurosa base á nuevos
descu
brimientos. La cuadratura dela parábola, la rela-
ción entre el cilindro y la esfera instrita y la teoría de las espirales, fueron sus tres: grandes conquistas matemáticas. Débele la dinámica el descubrimiento y ordenación de las teorías sobre la palanca y sobre la hélice, de las cuales se han hecho
tan variadas como útiles aplicaciones. Y, austque esto no hubiese bastado para hacer imperecedero
el nombre
de
Arquímedes, el haber afirmado, después de muchos experimentos y observaciones, que todo cuerpo sumergido en uu fAutdo pierde de su peso tanto cuanto pesa el volúmen del fluído que desaloja, principio fundamental de la hidrostática y de la aerostática, el haber sentado esta
verdad fuera Suficiente para labrar su fama esclarecida. Durante su estancia
en
el país
de
los Faraones, construyéronse bajo. su dirección varios diques en las orillas del Nilo.
Y cuando los Romanos pusieron cer-
co á la ciudad que le vió nacer, Arquímedes puso su inteligencia al servicio de
260 Multiplicó y
perfeccionó
las
cuando contaba
que lanzaban piedras con
una
velocidad
nunca vista hasta entonces; y hasta
gó á ensayar los
espejos
mente
respetara la vida.
cuidó
De su tolerancia se
un
permaneció olvidado hasta que cuestor de Sicilia,
lo
halló
solamente conocía
zarzales.
nar
1. del si-
al fallecimiento de de
Damasco
una
Alí,
basta
pesar de los deterioros
saber
que
las
que
falle-
é innovaciones
O » YA -
esta
raza,
Hes-
CRONICA
cham, empañó las glorias de su reinado con la avaricia que mostró; pero no por esto deja de caber á Hescham parte
del
mérito que sus generales contrajeron, ya sofocando las rebeldías de sus
súbditos,
ya tambien combatiendo contra los grie-
gos. Nieto de este soberano de Damasco, fué Abderraman, que nació en la córte de su abuelo por los años de 371.
Cuando los abasidas hicieron
aque-
llas crueles matanzas, que conquistaron . para ellos el poder que venían ejerciendo los omníadas en las comarcas de Siria, pudo salvarse el nieto de Hescham
en
acierto,
que en el transcurso de once siglos, se han debido realizar en la antigua mez-
califa fué Moawiah.
y refugiarse
con
quita de los califas omníadas.—J. L. C.
nueva
dinastía,la de los omntfad2s,cuyo primer
El décimo jefe de
ciencias
ció el año de 787, se debe la construcción de esa hermosa catedral de Córdoba, cuyas bellezas, entre las que se cuentan sus ochocientas cincuenta columnas diez y seis cúpulas, son todavía la admiración de todos cuantos las examinan, á
ÓN 2
ocupó el trono
las
Al califa Abderraman I,
7 sw ar , A
glo vI1, cuando,
fondo
las amistades de los sábios.
unos
E
Comenzaba la segunda mitad
á
no
amistades con que más se honraba, eran
él,
“
ABDERRAMAN
grandes
tudio igualaba á su buen deseo de gober-
J? L. C. e
hacen
poesía; y para probar que su amor al es-
1
PA
nue-
de su época, sino que tambien cultivaba con gran afición y no ménos acierto la
Ciceron,
entre
establecer
elogios; de su ilustación se dice, que,
cilin-
de
pudo
sus historiadores el sobrenombre de /wsto,
Erigiósele un sepulcro, sobre el cual se
Jesuf,
vos súbditos tan prudente, que mereció á
soldado entra precipitadamente en el aposento del sabio, y, creyendo que la actitud reflexiva de éste, y su silencio y su mutismo eran voluntarios actos de desprecio, le priva de la vida. nadie
emir
286 años. -— Mostróse en el gobierno de sus
Pero Arquímedes se halla absorto en el estudio, no se dá cuenta de que el
dro; pero, como
al
el califato de Córdoba, que vivió de una manera independiente por espacio de
Cuando aquellos asaltaron la ciudad, su jefe Marcelo, que conocía el- mérito de Arquímedes y admiraba su talento,
se grabó una esfera inscrita en un
años
Después de haber vencido valerosa-
ustorios para
enemigo está ya dentro de Siracusa;
veinticuatro
dientes.
lle-
incendiar desde lejos las naves enemigas.
dió órden de que se le
unos
de edad, fué llamado por los árabes de España, que querían hacerse indepen-
máquinas de guerra; dó construir palancas armadas de grapas, y ballestas
territorio africano;
y
La nueva Junta Directiva del Casino.
de
Mayagúez,
para el año
entrante
de 1898, ha quedado constituida con los señores siguientes: - PRESIDENTE: Lcdo. don Mariano Riera Palmer.—ViICE-PRESIDENTE: D. Antonio Amill Negroni.— T'ESORERO.—D. Francisco Solano Laforet.—VoOcALES: Dor. D. Joaquín Martinez Guasp—D. Diego García Saint Lau-
rent.—D. José María Castro y Reinoso.
—SECRETARIO: D. José Alberto
y Cuebas.—Suplente
Domingo Escott
de Secretario: Gonzalez.
D.
de
Nadal
Tesórero:
D.
y Cintrón. —Suplente Alberto 8 Pi
su patria.
Bravo
y