REVISTA: de! INSTITUTO de CULTURA PUER TORRIQUENA 路f路路路 ANTROPOLOGIA HISTORIA LITERATURA ARTES PLASTICAS TEATRO MOSICA
ARQUITECTURA
ENERO - MARZO 1961
v
R E
I S T A
D E L I N S T ¡1 T U T 0 DE CULTURA PUERTORRIQUENA JUNTA DE DIRECTORES Eugenio Fernandez Mendez - Presidente Enrique Laguerre Teodoro Vidal
Arturo Morales Carrion
Guillermo Silva
Salvador Tio
Enrique Campos de! Toro
Director Ejecutivo - Ricardo E. Alegria Apartado 4.184 A~O
IV
SAN JUAN DE .PUERTO RICO 1961
NUM. 10
ENERO-MARZO
SU MARIO
Parabolas y siluetas heroicas de Jose de Diego por Concha Melendez . . . . . . . . . .
1
Amor y dolor de vivir en la liter atura de Puerto Rico por Maria Teresa Babin . . . . . . .
5
Nuevas saudades de Puerto Rico (poemas) por Jose Agustin Balseiro . . . . . .
10
Glosa al Capitulo III del Viaje a Puerto Rico de Andre Pierre Ledru por Jose A. T orres Morales .
12
Exposici6n de Francisco Rod6n
18
Los premios del Instituto de Cultura Puertorriquefia por Margot Arce de V dzquez . . .
20
La vida cotidiana en una hacienda de esclavos por Francisco Morales Padron . . .
23
La I glesia-Museo de Porta Coeli, en San German
34
El m aestro por Clara Lair . . . . . . .
37
Pedro Salinas y el m ar de Puerto Rico por Dora I sella Russell
40
El Josco (cuento) por Abelardo Diaz Alfaro . , . . . . , , . . 43
Luis Munoz Rivera y la dignidad por S. Arana Soto
48
En la tumba de Segundo Ruiz Belvis por Eugenio Maria de Bastos . .
51
Intelectuales puertorriquefios y extranjeros, opinan sobre la obra del Instituto de Cultura Puertorriquefia . .
53
El jibaro en la Revoluci6n de Lares por Miguel Melendez Munoz
58
SEPARATAS
La Romanza (Para piano y violin) por Jose I. Quinton Vista de la Ciudad de San Juan desde el Castillo de San Cristobal, segun litografia de Depoy, colecci6n del Instituto de Cultura Puertorriquefia.
Colaboradores PUBLICACION DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUENA Director : Ricardo E. Alegria Fotograffas: Conrad Eiger, Jorge Diana y Fare; Dibujos y Grabaclos: Augusto Marin, Ruben Moreira, Lorenzo Hamar y Carlos Marichal .
IMPRESO EN LOS TALLERES DE ARTES GRAFICAS «EDICIONES RVMBOS» RAMBLAS, 23 - BARCELONA (ESPANA)
SALVADOR ARANA SOTO naci6 en San Sebastian, Puerto Rico. Estudi6 en la Universidad de Harvard, donde obtuvo el bachillerato en Ciencias; en la de Northwestern (Chicago), que le confiri6 el titulo de Maestro en Ciencias; y en la de Tolosa (Francia), en que sc recibi6 de Doctor en Medicina. Al ejercicio de su profesi6n ha unido el cultivo de la historia y la literatura puerto. rriquenas, siendo numerosos los articulos y ensayos que sobre estos temas ha publicado en peri6dicos y revistas del pais y del extranjero.
MARGOT ARCE DE VAZQUEZ, natural de Caguas, hizo sus estudios en la Universidad de Puerto Rico y en la Central de Madrid, donde en 1930 recibi6 el titulo de doctora en Filosofia y Lctras. Desde el mismo ano es catedratica de Lengua y Literatura Espanola en la Universidad de Puerto Rico, cuyo Departam ento de Estudios Hispanicos dirige en la actualidad. Su tesis doctoral, titulada Garcilaso de la Vega: una contribuci6n al estudio de la lirica espafwla del siglo XVI, fue publicada en 1931 por la Revista de Filologia Espanola, y recientemente ha sido reeditada por la Universidad de Puerto Rico. Otros dos libros suyos, lmpresiones (1950) y Vida de Gabriela Mistral (1959) han merecido premios del Instituto de Literatura Puertorriquena.
MARf A
de Pon-
va York. Aparte de sus numerosas co.. laboraciones en revistas literarias del pais y del extranjero, ha publicado las obras: Introducci6n a la literatura llispdnica (1949), El mundo poetico de Federico Garcia Lorca (1954), tesis doctoral, premiada por el Instituto de Literatura Puertorriquefia y el Ateneo Puertorriquefio; Garcia Lorca: vida y obra (1955); Fantasia boricua. Estampas de mi tierra (1956; seg. ed. 1957; traducci6n francesa en 1959).
JosE A. BALSEIRO naci6 en Barceloneta, Puerto Rico. Ensayista, poeta y novelista, se ha distinguido principalmente por sus estudios de critica literarin, muchos de los cuales ha reunido en la colecci6n titulada El Vigia (tres volumenes publicados entre 1925 y 1942) y en la obra Novelistas espafwles modernos (1933). Tambien ha publicado los libros El Quijote de za Espana contempordnea: Miguel de Unamuno (1950), Critica y estilo literarios en Eugenio Maria de Hostos (1939), y Expresi6n de Hispanoamerica, conjunto de ensayos, publicado en 1960 por el Instituto de Cultura Puertorriquefia.
ABELARDO DfAz ALFARO, natural de Caguas, curs6 estudios en el Instituto Politecnico de San German y en la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Puerto Rico. Ha cultivado el cuento y la estampa de costumbres, sefialandose en su obra, como tema central, la figura del jibaro puertorriquefio. Durante varios afios prepar6 para la radioemisora oficial WIPR un programa diario de escenas o estampas jibaras, a la vez que colaboraba con frecuencia en los peri6dicos y revistas del pais. Su libro Terrazo (1947), premiado por el Instituto de Literatura Puertorriquefia, ha sido traducido a va'rios idiomas, entre ellos el checo y el aleman. Una segundo edici6n de la obra apareci6 en 1957. ·
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CLARA LAIR naci6 en un tueblo de las montafias de Puerto Rico. Su verdadero nombre es Mercedes Negr6n Mufi.oz. La Biblioteca de Autores Puertorriquefios public6 en 1937 su primer libro de versos Arras de cristal, que mereci6 un premio del Instituto de Literatura Puertorriquefia. En 1950 la misma editorial dio a la estampa su libro Tr6pico amargo, que a la colecci6n anterior afiade otros dos grupos de poemas, el titulado «Mds alld del ponierde» y el que da su nombre al volumen, tambien premiado por el Instituto de Literatura.
MIGUEL MELENDEZ MUNOZ, natural de Cayey, ha consagrado su vida al estudio e interpretaci6n de la clase campesina puertorriquefia, con prop6sitos sociales y literarios. Sabre el tema del jibaro ha publicado innumerables articulos, dispersos en revistas y pe· ri6dicos, y varias obras de caracter costumbrista y sociol6gico. Entre estas se destacan Estado social del campesino puertorriquefio (1916 ), Cuentos del Cedro (1936) y Cuentos de la carretera central (1941).
FRANCISCO MORALES PADRON, doctor en Filosofia y Letras de la Universidad de Madrid, profesa una catedra de Historia de America en la Universidad de Sevilla, y ocupa el cargo de redactor jefe del Anuario de Historia de Hispanoamerica. Ha dictado conferencias en las Antillas y en la America Central y es autor de varias monografias, entre ellas Jamaica espafio-
la y Rebeli6n contra la Compafiia de Caracas, aparte de numerosos articulos publicados en revistas de Espana y America, entre ellas la Revista del Instituto de Cultura Puerto'rriquefia.
CONCHA MELENDEZ, ensayista y critica literaria, naci6 en Caguas. Curs6 estudios en las Universidades de Puerto Rico, Columbia y Mexico, recibiendo de esa ultima el titulo de doctora en Filosofia y Letras (1932). Durante muchos afios dirigi6 el Departamento de Estudios Hispanicos de la Universidad de Puerto Rico y dict6 catedras de literatura hispanoamericana en dicho centro docente, del que fue designada profesor emerita en 1958. Ha publicado las obras Psiquis doliente (1923), Amado Nervo (1926), La novela indianista en Hispanoamerica (1933), Signos de Iberoamerica (1936), Asomante (1939), Entrada en el Pent (1941), La inquietud sosegada (estudio sab re la poetica de Evaristo Ribera Chevremont) -1946-, Ficciones de Alfonso Reyes (1956), Figuraci6n de Puerto Rico y otros estudios (1958), y
De frente al sol: apuntes sabre la· poesia de Luis Munoz Rivera (1960).
DORA !SELLA RUSSELL, poetisa y prosista uruguaya, trajo recientemente a Puerto Rico la representaci6n cultural de su pais al IV Congreso de Poesia Puertorriquefia. Poetisa de renombre internacional, ha publicado las libros Sonetos (1943), El canto irremediable (1946), Oleaje (1949) y Los barcos de la noche (1954 ). Se ha distinguido coma ensayista, y en tal caracter se le deben varios trabajos sabre Juana de Ibarbourou, cuyas Obras Completas ( colecci6n «Joya», de Aguilar), ha compilado y anotado. Tambien ha pronunciado conferencias sabre temas literarios en varios paises de Suramerica y en Puerto Rico.
JOSE ANTONIO TORRES MORALES naci6 en Juana Diaz. En 1946 se recibi6 de bachiller en Artes en el Instituto Politecnico de San German y cinco afios despues de Maestro en Artes en la Universidad de Puerto Rico. De 1957 a 1959 realiz6 estudios especializados en la Universidad de Harvard. Desde hace algunos afios es catedratico de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico. Ha escrito colaboraciones p ara revistas de cultura, y en 1951 public6 el libro Los Simbolos en la Poesia de E. Gonzalez Martinez.
Parabolas y siluetas heroicas de Jose de Dieg·o Por CONCHA MELENDEZ
I.
1
PARABOLAS
DESPUES DE RELEER LAS PARABOLAS DE JoSE DE DIEGO, ES-
• cribi en recuerdo suyo, la Parabola del poeta y la estrella. El poeta sofio que ascendia hasta los espacios libres, solo con !eve movimiento de SUS hombros. Reconocio el fulgor de Sirio, predileccion de sus contemplaciones. Rosales de estrellas lo deslw:nbraron y quiso cortar una para su Amada. Fue entonces que la voz -suave y a la vez firme, le hablo en la nocturna sombra de su suefio: «No cortes ninguna de esas ... Dias, redentor en las espacios libres, tiene wia estrella para cada isla». 1 Despert6 el poeta pensando en el asombro de! universo, cuando su Amada recibiera la estrella de Dias. Porque esa estrella es el simbolo del bien ·necesario y i'.mico que solo Dias sabe dar. Y desde entonces cami.no buscando sefiales en el cielci y en la tierra, indicadoras de la proximidad de la gracia esperada. Busco su reflejo en el rio, mas era otra la que parpadeaba en la onda; la busco en el mar «Conw el pez acomete el temblor de un lucero» 2 entre las olas, mas el mismo describe asi su angustia:
cien vece:s enganado hasta el dia postrero lo alcanzare jamds; pero yo se que existe ... La estrella de Dios existe. Por ser de Dias, ha de ser coino Dias la pens6 y la guarda para la Amada, desde el principio del mundo.
2. Aproximaci6n a la pardbola en «Suenos y volantines». De Diego tuvo especial inclinacion por esta forma literaria emparentada con el apologo y la fabula, pero mas adecuada, por basarse en las aspiraciones y · 1. Jose de Diego:
Profecias. En Pomarrosas, Imp. de Henrich
y Cia., Barcelona, 1904, p. 105-106.
2. Cantos de Pitirre . Es/rel/as lejanas. Palma de Mallorca, Impren.ta Mossen Alcover, 1950, p . 117.
anhelos de la vida misma, para las lecciones eticas y confesiones liricas que dejo en sus entrelineas. En un corto articulo sob re la parabola, German Bleiberg 3 le ha dado relieve expresivo aplicable a las parabolas de De Diego: «Desde un pun to de vista estilistico, la parabola es comparable a los mitos de Platon. Es una manifestacion poetica que se hace inteligible a los iniciados ... » La aproximacion a la parabola la hace De Diego en el poema tan amado por todos, Suenos y volantines (1888). Pero esa poesia, muy bella en su sencillez, es un. retrato de infancia aplicado en contraste a su vida de adulto, no coma leccion etica, sino coma protesta contra el desengafio. Los volantines, simbolo de triunfo en sus juegos de nifio, se vuelven representaci6n de las aspiraciones truncas, cuando la adversidad corta el hilo que el poeta sostiene en el azul del ensuefio. 3. Mas en el mismo libro Pomarrosas • aparece una parabola cuajada y completa, con la indicaci6n del modelo imprescindible que guio al autor. Son dos sonetos titulados Dias provee, precedidos por el versiculo veintiseis, capitulo sexto de Mateo : «Mirad las aves del cielo c6mo no siembran ni siegan, ni allegan alelies y nuestro Padre Celestial· las alimenta». El protagonista es un zorzal de Puerto Rico, centro en el poema, del entrafiable amor de De Diego por su tierra. El pajaro prisionero en la toldilla de un buque, logra escapar «en suefios viendo la ignorada orilla». Vuela sabre el mar hambriento, luchando con el rayo y la tempestad. Cae sabre una flotante balsa de hierbas y ramaje portadores de semillas; recibe sustento y descanso. Y sigue su viaje posado sabre la balsa salvadora. La parabola se cierra con dos versos reveladores del tema:
3. Diccionario de Literatura Espanola, Segunda edici6n. Revis/a de Occidente, Madrid, 1953, p. 538. 4. Pomarrosas. Segunda edicion, Maucci, Barcelona, 1916, paginas 109-110.
1
i Y al divzsar ta tierra de su nido se alza, canttmdo una oraci6n al viento ! En 1896, aiio en que escribi6 el poema, De Diego era un creador de parabolas perfec tas en sc:utido j es ucristiano. As i lo comprueba utra del mismu libro Pomarrosas : Minimae potestates. Escribi6 t:Slt: sone to en 1903. El proceso creativo ha alcanzado ya la intt:nsidad y el dominio artistico caracterizadores de los sonetos de De Diego maestro en todas las modalidades de esta dificil forma de la puesia. La primera estrofa es una imagen visual que nos situa en medio de avasallante perturbaci6n natural, creciente en tensiones hasta la distension en el terceto final. Empieza asi:
De la costa las senos cungulares recorre el aguacero en nube oscura cun flechas de Cristal, desde la altura. grabando estrellas en Los Lersos mares. El sone to nos recuerda el arte de Jose Maria de Heredia Girard en sus Trofeos. De Diego volvi6 a estucliar a Heredia e):l una conferencia que dict6 af10s despues en el Ateneo Puertorriquefio: Los poetas antillanos en la lirica francesa: Jose Maria de Heredia. (1915). El soneto de De Diego se desenvuelve dentro de la elegancia, la descripci6n, las imagenes objetivas, d lenguaje preciso y cincelado del parnasianismo. Asi el cuarteto segundo, es una sucesi6n de imagenes acusticas y visuales entrelazadas, sugeridoras del aguaceru tropical:
Zumban coma sordinas las manglare~ cuando el bronco turbi6n. truena y f ulgura, y abrense, al golpe de la racha dura en sonoras banderas las palmares. Al desconcierto vegetal se une la agitaci6n zool6gica : el pez salta en la ola torrencial; el toro y el halc6n huyen del temporal destructor. Todo ese fondo de acumulada violencia, se ha preparado para acentuar en los ultimos tres versos, el tema: la potestad de Jo minimo.
... Y en un rosal, ni tiembla ni se moja y baja y sube y gira indiferente la rubia hormiga tras la verde hoja. El contraste asi establecido tiene la cualidad de la sorpresa, que en la teoria poetica desde Edgard Poe a T. S. Eliot, se ha considerado esencial en la poesia. La yuxtaposici6n de estas clos experiencias - derrota de lo fuerte - toro y h alc6n- , seguridad de lo minima - hormiga- termina el proceso artistico felizmente concebido y realizado. De Diego ha de insistir en el pocter de lo pequefio en su poesia y en su prosa, pensanao en nuestra pequefiez territorial, anticipandose afios antes a Keyserling en su afirmaci6n de «la fecundidad del insuficiente». La m agnilocuencia, como llama Eliot al deliberado uso de las posibilidades de magnificencia en el lenguaj e, presente en gran parte de la poesia y la prosa de
2
De Diego, aparece en este soneto en uno de sus mejores ins tantes. 4. E nriqueci111ie11tu de /0110s. Las pa ra bolas de De Diego se matizan tambien c011 sf'ntimientos de ironfa, pesimismo, desesper a nza, dolor y 111L1erlc:. La visi6n pesimista de la humanidad domina e n ldolalria • (1895). En f-lim110 " el ma Liz es i ronia en la alirmacion de ies latinas de! jilguero, que juzga desatino el himno extra· fio cantado por los ninos en la escuela. Es el conflicto esbozado aqui de los que vieron el drama del 98, alcgorizado por Luis Munoz Rivera en el poema Sisifo. El dilema que hace suyo la generaci6n del treinta como preocupaci6n unificadora. Himno es un sonetino de la serie Miniaturas en Cantos de Rebeldiu, la !'.mica parabola acabada de esc: Ii bro, en que De Diego prefiri6 la claridad explici la para sus intenciones combativas. 5. Parabolas de vida y muerle. En Cantos de pilirre, el ~oeta, herido, mas nunca entregado al dolor fisico y moral, vuelve a acogerse a la Parabola como forma expresiva de su canto, iluminado ahora por la soledad y obligado aislamiento, que la mortal dolencia puso entre el y el exte;rno contacto con el mundo. Cantos de pitirre puede definirse como el libro de las parabolas amargas. Sentia cierta y pr6xima la muerte y se apresur6 a escribir y ordenar sus ultimas poemas preparando una nota indicativa de dibujos y fotograbados que debian acompaiiarlos al publicarse. Las indicaciones se cumplieron hasta lo posible en la edici6n que prepar6 en Palma de Mallorca, en 195U, su h1ja Georgina De Diego. El mismo De Diego titul6 el primer conjunto de poemas, Parabolas de vida y muerte. Dos de ellos no son parabolas. El guaraguao es un simbolo de «lo Unico fiero y agresivo que tiene nuestra tierra ante el miedo, el oro, y la muerte del bosque latino». La primera Guerra Mundial, asunto de otro grupo de poemas en estos Cantos, es aludida aqui en la escultura del cordero «que se llevaron nuestros batallones» como muda compafiia en su desfile a los barcos donde se fueron a la guerra. Tampoco es parabola Abrenuncio, tremendo soneto de combate y desafio. Pero sf son parabolas i Pitirre !, La canci6n del mucaro, De mi vida y Pajaro verde. Variadas en la me trica, que va de la versificaci6n irregular de i Pitirre ! a la artistica regularidad de La cC/Jl1ci6n del mucaro, estos poemas revelan la maestria de De Diego en el manejo del soneto de todos los tiempos y de los recursos de la versificaci6n modernista. Difieren de las parabolas anteriores, porque su sentido esta explicado al final de cada una, coma si el poeta hubiera querido que no escapara a nadie su intenci6n.
6. i Pitirre ! Este es el grito de guerra del pequefio pajaro que nos llega de la leyenda india con el nombre de guatibiri. Reaparece el tema de la i:o testad l k Ju minimo dramatizado en una escena de combate y victoria, donde el pitirre se transforma en un pitirre civico 5. Pomarrosas , Ed . cit., p. 165. 6. Cantos de R ebeldia , Maucci, Barcei.ona , 1916, p. 165.
«ensefianza que funde en un solo ideal el amor y el honor de la vida» en la explicaci6n de De Diego. La parabola se aparta del relato sencillo en sucesi6n de detalles, para darnos primero un fondo en dos pla1ios. El encuentro y la lucha del pitirre y el guaraguao se resuelve en la derrota de la fuerza agresiva y cruel. Arriba, una imagen impresionista, la cruz negra descendiendo en lentos circulos; la amenaza al nido que el pitirre escondi6 entre las ramas de la ceiba florecida. Abajo, la ceiba es otra representaci6n de lo autentico y legendario, con sus raices estrechando el monte de cumbre a cimientos; esparciendo sus flores rosadas como vilanos portadores de esencias vitales. El pitirre custodiando su nido completa el cuadro como eje central de la parabola. El enemigo -alargada cruz ya de visibles brazos batientes- solo l!ega a inquirir SU presa en las sombras del monte. Porque el pitirre, rapido, lanza SU grito de guerra y acomete al guaraguao. En su victoria se cumple el adagio puertorriquefio: «Cada guaraguao tiene su pitirre.» La desc-r ipci6n de la lucha acumula detalles de destreza inteligente del pitirre ante la amenaza mortal. El florete de su pico ciega al fin los ojos del enemigo que huye alejandose en vuelo doloroso. El vencedor reposa en su nido y la ceiba alaba y bendice la victoria, esparciendo a los vientos sus copos rosados que vuelan silenciosos en la paz restaurada de! clia. La versificaci6n irregular es medio adecuado en los versos que se alargan y acortan para sugerir el movimien to descendente del guaraguao y la lucha en el aire; la fuga del ave herida; la vuelta del pitirre a su nido. 7: La canci6n del milcaro. Los poemas de Cantos de pitfrre se escribieron casi todos de 1916 a 1918. Algunos aparecieron en el diario La Democracia o en la revista Puerto Rico llustrado. En la bella casa de marquesina de cristal verde-esmeralda con patio interior de palaoio romano, o en la de Pomarrosas, rodeada d.e bosques y quietud. se refugi6 De Diego en estos ultimos afios. A Eduardo Marquina, quien nos visit6 entonces, describe la persistencia de su canto, pasi6n de belleza que Io sostenia:
Poeta, bajo las garras crujientes del dolor mi quejido es un ·c dntico de dulzura y a.mar, para ti, que 11.as venido a un solar espaiiol cuando iba a ponerse, coma en Flandes el sol. Las garras crujientes de! dolor fisico, la angustia mental, llenaron su imaginaci6n de sombras y resplandores, de visiones y presentimientos. En ese estaclo de emocional desmesura. oye la canci6n del mucaro y la escribe. Digo aye, porque ese poema clebio resonar en su conciencia mientras cada verso iba uniendose a los que le precedian, insistiendo en las asonancias, acumulando, segun sus propias imagenes, escalas de amarg:ura, rumor de liturgias, ritmos de vientos y lluvia, trueno de pavor, responso de tumba. Todas describen Ia. ca rcajacla clel mucaro que Io persigue en la casa de Santurce, en la clinica de Miramar y «aqui en el carnpo», en la casa rodeada de cafetos de Pomarrosas. En nota escrita por De Diego para este poema, unas palabras
resumen su estado de alma: «Aqui en el cam po -diceotro rnucaro, (Otro ?, vela al pie de la casa. Durante estc tiempo me han ocurrido tantas desgracias, que no puedo dominar una extrafia inquietud al sentir el pajaro agorero.» La can.ci6n del mucaro es un casi romance en tres unidades terminadas al final con un redoble de las asonancias en u-a, que da el tono de response, de augurio sombrio, creanclo la atm6sfera de arigustia y desvelo prevaleciente en el poema. Mucha contribuyen a esa atm6sfera los efectos sonoros del vocabulario acentuado por esdrujulos; .l a sucesi6n de imagenes pavorosas, especialmente en la segunda parte; las interrogaciones y respuestas tambien interrogativas de la ·parte final. Mas alla del sentido politico -y en mi primer ensayo sabre De Diego, ,Jovillos y volantines, explique c6mo su poesia se volvi6 politica- en la Canci6n del mucaro el pensamien to politico se trasmuta en poesia. El sentimisnto de la historia y de la mitologia, instrumentos frecuentes en las creaciones de De Diego, la enriquecen. El escalofrio de lo sobrenatural en el mucaro, en Ia hondura del aguaje y el Anima Sola que pasa al clarol de la luna, todo se acopla en equillbrio artistico grato al buscador de las !eves arquitecturas casi invisibles en poemas como este. 8. De mi vida y Pdjaro verde pudieron llevar el tiluJo De si mismo, muy usado por los liricos griegos. De mi vida es la parabola de si mismo pocas veces lograda por los poetas con tan conmovida y conmovedora exactitud. El pajaro carpintero, en su picotear acerado y continua en el tronco .de la palma real, es la repercusi6n dolorosa de lo adverse. Reminiscencia del buitre de Prometeo, el feroz carpintero devora las entrafias del poeta. Mas Prometeo no tuvo lirico jilguero atenuador de su martirio. La explicaci6n de la parabola en los tercetos no necesita comentario porque resume esta vida «de arbol erguido y altanero». En este soneto alejandrino, De Diego usa la monorrima en los tercetos con la libre destreza que tenia en el aprovechamiento de estas novedades. 9. Pajaro verde. La parabola de! Pdiaro verde. me sirvi6 como hilo de correlaci6n en la estructura de rni conferencia para los estudiantes aguadillanos de la Universidad de Puerto Rico en 1959: Tiempos en ta poesia de Jose de Diego. Alli mire en el pajaro verde el simbolo de la poesia en renovaci6n percnne, equivalente al lirico jilguero en la vida del poeta. Repasando la nota indicativa de De Diego sobre los dibujos y fotograbados para el libro Cantos de Pitirre, encontre esta corta referenda al poema: « Paja.ro verde. (El emblema religioso de la esperanza.)» Creo que De Diego me perdonaria mi diferente interpretaci6n, como perdon6 Mallarme al discfpulo que puso en la suya algo en que el poe ta no habia pensado. El pajaro verde, vista como el verde religioso de la csperanza, conduce a la muerte y es, a la vez, canto inmortal. Prefiero a l pajaro verdc como lo adivine, el dlvino .pajaro constante, renovado y vivificador de la poesia que mantiene a nuestro poeta vivo en la muerte.
3
II. -
SILUETAS HEROICAS
1. He dicho que el sentimiento qe la historia es uno de las fundamentos de la poesia de De Diego, coma Io es de su prosa. Vivio la historia coma un vasto presente. Para el, las aguilas triunfantes de Julio Cesar estaban tan vivas, coma la marcha victoriosa de Allemby sobre Jerusalen . Esta simultaneidad de tiempos, necesaria en los poetas, llega en las Siluetas heroicas, de Cantos de Pitirre, a SU mas bella expresion. Giordano Bruno, dofia Maria de Pacheco, son antecedentes en Pomarrosas de estas creaciones de inspiracion historica. La primera es uno de las poemas de guerra: Jerusnlen libertada. La alegria de la liberacion de J erusalen en la primera guerra mundial, echando a vuelo palomas y campanas, es el marco para la silueta heroica, dibujada en magnifico escorzo sugeridor de un caracter y una idealizacion. Ricardo Corazon de Leon, es espejo ionde De Diego se mira a si mismo. Ante hosannas y :antos en la Jerusaien libertada,
Solo una sombra permanece triste y a las puertas del ten1!plo rescatado, "Corazon de Leon" reza )' suspira. 2. Ida y vuelta. El titulo Siluetas heroicas lo dio De Diego a poemas evocadores de Ramon Emeterio Betances, Antonio de las Reyes Correa , Luis Muiioz Rivera y Rafael Maria de Labra. Ida y vuelta describe una silueta espectral en un soneto de versos de dieciocho silabas. La segunda estrofa es un retrato de Betances con detalles historicos transformados en vision de Apocalipsis. Don Ramon Emeterio Betances viaja desde el cementerio Padre Lachaise .en Paris, jinete en un caballo coma el de la vision de San Juan: Tiene el espectro los ojos hebraicos de un dulce Abra[ham, luenga y caida la barba nevada de un viejo Moises, blande la fusta de un. rayo, y el bruto con ritmicos pies, rumba a Occidente galopa, tendido como wi huracdn. Con estandarte de luz, de redenci6n y de martirio, recorre palmo a palmo la isla. No encuentra d6nde erigir su bandera y su cruz y se vuelve a l amanecer a su tumba de Paris. 3. Ante el mar. El sargento mayor de milicias Antonio de las Reyes Correa, persigue con sus arecibefios «hasta el mar» a los invasores ingleses de Arecibo, en 1702, y las derrota. La historia ofrece a De Diego episodios semejantes: un rey longobardo y un jeque arabc,
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asociados a la hazaiia de nuestro valeroso miliciano. El procedimiento es Ia comparacion para exaltar la gloria de nuestro heroe y desear que resucite y repita la hazaiia. Las cuatro estrofas , construidas de identico modo, siguen un movimiento enumerativo hasta la ultima, concluyente en su afirmacion: «Fue mas pura la gloria de nuestro capitan.» La silueta de Munoz Rivera se presenta antecedida por la evocacion de Mio Cid Campeador, «que logra en muerte su postrera hazafia». Para De Diego, Muiioz Rivera fue -«El unico en la muerte- a quien en pugna con sus tropas lanzan». Esta silueta, coma la de Rafael Maria de Labra, Bajo la sombra del gran laurel, tiene menos brio y gracia poetica que las o,tras, pero ambas son reveladoras de la intensidad con que vivi6 De Diego hasta el fin, su anhelo del triunfo de las pueblos hispanicos y su amargura par las reveses del ideal politico que fue su creencia y su afan . 4. Conclusion. Parabola y retrato de si mismo es toda la poesia de De Diego. En ella el agua y la luz se convierten en sfmbolos de purificacion y de la esencia espiritual de su ser. Un bello ensayo podria escribirse buscando en el curso de toda su poesia, las connotaciones de esos dos elementos, avivadores de su imaginacion. Un versiculo de las biblicos Proverbios, citado en latin, es el tema de su poesia Aguas furtivas . En Agua de Cristo, inspirado en Mateo 3 :16, el agua es simbolo de posible purificacion redentora ; y en Agua y Luz, los dos simbolos se juntan para expresar la perennidad incambiable de la luz de una estrella reflejada en el agua . Sin enturbiarse, la estrella sigue intacta en el cielo. «Para seguir tu huella -dice De Diego a un hermano espiritual que no nombra-, hay que hacer coma hace el rio, al reflejar una estrella.» (Que hace el rio? El poeta nos contesta: No la apaga con sus ondas ni la enturbia en su cristal, proltfera el agua en la tierra por valles y f rondas radiante la luz en el cielo, coma el ideal. Sabia y bella manera de seguir cualquiera senda de luz. William Butler Yeats, estudiando las simbolos de la estrella de la mafiana y de la tarde en Shelley, pens6: «Hay en cada hombre alguna escena, alguna aventura, alguna imagen de su vida secreta, porque la sabiduria habla primero en imagenes; y .. . es ta imagen, si medita en ella toda su vida, guiara su alma.» Para Jose de Diego, la estrella y el agua son anhelo y reclenci6n.
Segunda parte
An1or y dolor de vivir en la literatura de Puerto Rico Por MARiA TERESA BABfN
RETORNO AL PORTICO
AMOR LA VIDA EL DOLOR DE VIVIR MURIENDO UN E Lpoco cada dia, se tifie con un nimbo existencia· A
Y
lista en los escritores jovenes de Puerto Rico y ostenta un halo de acendrado romanticismo en los escritores mayores del presente. Conviven el mas desesperado empefio de presentar la realidad social en sus aspectos tragicos con el idealismo exaltado por reclamar las raices seculares de la cultura autoctona. Nadie se da por vencido. Los caminos de las tres generaciones de escritores que llevan la voz cantante en la literatura contemporanea de Puerto Rico convergen asi imperceptiblemente, como si la poesia y Ia prosa llevaran inscritos en el trasfondo creador Ia ensefia de! vate nicaragilense:
jVamos al rei no de la Mtterte por el camino del Amor!
La afinnacion clel ser humano clamando por Ia libcrtad de ser y de existir en un mundo paradojico donde se habla de paz y armonia mientras se destrozan los mas caros e inviolables sentimientos del alma, la euforia vital del momenta pasajero, el goce apresurado de los placeres mundanales, y la ausencia de compasion y de caridad para el sufrido, conducen al artista de la palabra a robustecer su credo en la justicia y en Ia promesa de .realizacion plena de sus suefios y esperanzas. De esta visita a las galerias del amor y del dolor de vivir en la literatura de Puerto Rico, retornamos al portico con la certeza de que los escritores de la Isla jamas niegan o destruyen la fe y el suefio despierto. Con la conciencia alerta a los males y los angustiosos avatares del destino del hombre y de la patria, afirman siempre lo imperecedero y lo eterno, dando estocadas quijotes-
cas a diestra y siniestra para reforzar el credo «Optimista» en la salvacion del ser y de la patria 1• Al trasponer el portico para visitar las galerias de! arte literario de Puerto Rico, nos habiamos planteado a priori, el por que, sintiendo la magia extrafia de la llamada: Amor de vivir. Dolor de vivir, creemos tener la respuesta . Ese amor y dolor de vivir radica en la posicion etica de toda la estetica literaria en Puerto Rico, etica sin moraleja, etica pura que emana de la conciencia crea dora para impulsar al puertorriquefio a persistir y a fortalecer su fe en Ia justicia, la libertad y las virtudes del alma. El prosista y el poeta de Puerto Rico en su mejor ser no se diferencian esencialmente del artista de cualquier parte del mundo que renuncie a la «nausea» y al fracaso. Nuestra rebeldia de espiritu es un manifiesto de absoluta confianza en nosotros mismos y en las raices de nuestra cultura. Las letras del escritor de Puerto Rico son las armas para defender con denuedo todos los entuertos que amenazan Ia personalidad y Ia libertad de ser y de existir de! hombre moderno. Si en otras Ii teraturas nacionales han surgido voces deprimentes y desoladoras en el siglo veinte, los puertorriquefios han buscado en ellas, recursos de estilo y de metodo mtistic.o, manteniendo firmes SU propia
1. Desde la5 lejanas polt!micas inlelectua les que comenzaron con el despertar de la inteligencia en la Cpoca del Renacimiento durante el siglo xv hasta el presente se ha mantenido una lucha entre los conceptos de «raz6n )> y «pasi6n » llamanduse de di versas maneras , y tal vez en el denuedo con que los escritores de Puerto Rico refuer zan el «optimis mo» no obstantc las amenazas de la hi s loria en que vi vimos hoy, haya un eco de esa lucha inte rior. Un p ensamiento c.le Pascal nos parece oportuno: «La raison agit avec lontcur ct avcc La nt ck vues , sur tanl de principes , lesquels ii faut qu' ilc scient toujours presents qu'a toutc heure elle s 'as soupit ou s 'egare, manque d'avoir taus ses principes presents . Le sentimen t n 'agit pas ains i: ii agit en un instant ct toujours est pre t a agir. II faut done montre notre foi clans le sentiment; autrement ella sera toujou r s vacillante. » (Vease Pascal' s Pensees. Pantheon Press, New York, 1950, p . 509.) No hay duda que los escritores de Pue rto Ri co, aunque << razonan >) cl dilema de! s er o no s er de Pue rto Rico y han p enetrado sagazmente la problemtitica de su cullura, s e acogen, como bien aconseja Pascal, a la emoci6n y al «sentimiento », coma baluarte de s u fe. 1
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filosoffa afirmativa de la «esencia» en la «existencia»: el Ser sobre el Estar, Io eterno inmutable sobre lo circunstancial transitorio. La hermosa frase del novelista Lawrence Durrell en Justine, bien puede interpretar la poesia de Juan Martinez Capo, Julia de Burgos, Lu.is Pales Matos o Evaristo Ribera Chevremont, y la novela, el cuento y el teatro de Francisco Arrivi, Emilio S. Belaval, Enrique A. Laguerre, Pedro Juan Soto, Rene Marques y Cesar Andreu Iglesias, entre otros buenos escritores de la Isla que se desplazan hacia el ensayo, sin dejar por ello de cultivar otros generos, como Jose A. Balseiro, Concha Melendez, Margot Arce, Maria Teresa Babin y Eugenio Fernandez Mendez. En la frase aludida, Durrell afirma esta verdad emocionante y seductora: «An artist does not live a personal life as we do, he hides it, forcing us to go to his books if we wish to touch the true source of his feelings. Underneath all his preoccupations with sex, society, religion, etc. (all the staple abstractions which allow the ferebrain to chatter) there is, quite simply, a man tortured beyond endurance by the lack of tenderness in the world.» Desde la atalaya finisecular, se yergue la majestuosa figura apostolica de Eugenio Maria de Hostos para sefialar el derrotero. Esa trayectoria profundamente etica se ha enriquecido con la aportacion de los poetas, prosistas y dramaturgos del siglo veinte, cuyas diversas incursiones esteticas para expresar el amor y el dolor de vivir peculiar a nuestra realidad vital, mantienen paralelamente el espiritu creador alerta a las innovaciones de forma y de estilo propias de los tiempos. No es posible hallar un solo poeta o prosista importante en la historia literaria de Puerto Rico que relegue u olvide el «deber moral» hacia su patria. Aun en los poetas mas puros, como Manuel Joglar Cacho o Evaristo Ribera Chevremont, Matos Paoli, Violeta Lopez Suria o Nimia Vicens, se advierte enseguida el esfuerzo por imponerse la mas rigu:rosa obediencia a la poesia en su total e inviolable castidad lirica, encauzando el dominante sentir etico de raigambre patriotica por la senda inefable del decir escueto y t rascendente. En las voces liricas de algunos puertorriqueiios aµsentes de la tierra natal, como Ana Ines Bonnin Armstrong, desde Barcelona, Jose Agustin Balseiro desde el estado de Florida, Diana Ramirez de Arellano desde Madrid o Nueva York, y en los ensayos de critica literaria, en la estampa lirica o la fabula teatral de Maria Teresa Babin escritas en Nueva York, repercute igualmente el latido entraiiable del deber patrio. La poesia penetra varios recodos del pensamiento para dar esta nota etica y espfritual en el ensayo critico, filosofico, social o historico, no obstante el rigor del investigador o el critico. Ejemplos de ello pueden h a llarse en la obra de Margot Arce, de Concha Melendez, de Eugemo Fernandez Mendez, de Monelisa Perez Marchand, de Cesareo Rosa-Nieves, y de cuantos se hayan distinguido en el estudio clel haber cultural de Puerto Rico en sus diversas ramas.
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Una obra como Panorama de la Cultura Puertorriqueiia, de Maria Teresa Babin, o los ensayos Figuraci6n de Puerto Rico y otms estudios, de Concha Melendez, ~' el libreo bnpreswnes, de Margot Arce, tanto como obras por el estilo de Los Cinco Sentidos de Tomas Blanco, se mueven en la orbita emocional de! amor a la patria a la par que aportan un conocimiento substancial de datos y de interpretaciones sabre los temas analizados. Merece estudiarse detenidamente la preponderancia de la «estampa» en el repertorio de nuestra literatura insular, sin duda una de las aristas mas valiosas en el ensayo creador, en la cual el autor se situa en los aledaiios del cuento breve, la poesia y el ensayo. Hay en numerosas estampas destellos de intuicion y captacion de detalles psicologicos del ambiente puertorriquefio y del sentir humano que seiialan una conciencia estetica refinada, muy apegada a los postulaclos eticos de este amor y dolor de vivir omniprcsente en nuestras letras. El teatro, que ha adquirido en estos aiios un cultivo sin precedentes, inspirado en valores humanos, sociales, educativos y artisticos, csta totalmente centrado en una posicion etica. Las piezas dramaticas escritas por autores puertorriquciios y representadas en los teatros del Ateneo, de la Universidad, y de San Juan y los pueblos de la Isla, tienen siempre un mensaje saturado del amo~ y el dolor de vivir, pero hacienda del sufrimiento ·el camino de la perfeccion ansiada. Hay un idealismo etico salvador en el desenlace de la trama mas tetrica, un porfiado empeiio extraiiamente heroico por afirmar la inmortalidad y la insobornable capacidad del ser humano para salvar su dignidad personal y el derecho a sonar en la libertad del hombre y de la patria. Al despedirse Paco Ramos de su amigo Marcos al final de Los Derrotados, la novela de Cesar Andreu Iglesias, le deja el espiritu lleno de nuevas inquietudes », y su gesto adquiere entonces la bel!eza extraordinaria que puede simbolizar muy bien la actitud del escritor que esgrime las armas de las letras para librar sin desmayo la batalla por la redencion del hombre: Marcos «levanto la vista al cielo. Estaba Ueno de estrellas». 2 Igualmente encendido de fe en el ideal que nada ni nadie puede matar, el peregrinaje doloroso de Porfirio Uribe, .el puertorriqueiio ausente que jamas Vt.Jelve a la patria en El Laberinto, de Laguerre, culmina en el gesto desafiante del papel donde el y sus compaiieros expresan «la esperanza de un futuro claro y la consigna de una lucha sin tregua contra la tirania» '. Notese que escriben para la eternidad, su 2. Valdria la pena indagar a fondo la frecuencia con que e t vocable «estrella" aparece en la poesfa y la prosa puertorriquefia. No hay duda que en sus diversas acepciones semanticas conlleva la idea de la estrella solitaria de nuestra bandera. Violeta Lopez Suria tienc un hermoso poema titulado «Unas Cuarjtas Eslrellas en m i cuarto,,. 3. Vease el comentario de El Laberinto, de Laguerre, y la literatura contemporanea de Puerto Rico en general, que h ace en Pm\ora11 ia d e la Cultura Puertorriqueiia Maria Teresa Babin. Tambien recomendamos la His toria d e la Literatura P11ertorriqueiia, de F~·ancisco Ma nrique .Cabrera, y el Diccionario .d e f..if eratura Pu~ rt~1Tiq1.1e1ia, de Josefina Rivera de Alvarez. Las b1bhogrhfias quc se md1can en estos libros pueden servir de guia para el lector interesado en conocer la obra literaria de Puerto Rico.
credo en la redenci6n y en el ideal, a pesar de morir acribillados par las balas. Se han preparado de antemano para la muerle fisica, ap ertrechados para la inmortaliclad de su esfllerzo, que les sobrev ive y les a segura la continuidad de Ja Jucha por otros hombres e11 1odos Jus rincu11 es dd mundo. El wnur y cl dolor de vivir, abriendosc en Jas rnt'.d· tiples variunLes religiosas, patri6ticas, huma1rns y er6ticas sei'ialaclas parcialmente en este recorriclo, es la suma de la conciencia etica en la literatura puertorriquei'ia. Si la historia de la Patria ha sido un viacrucis de trastornos y de sinsabores nacionales, el escritor forjado en esa fragua, no importa su edad o el ropaje estilistico que adopte, mantiene firme el prop6sito de predicar el amor y la esperanza. Par ello resulta muy arbitrario y un tanto injusto atribuirle a las mas j6veries solamente, el «sustentar sus ideales con agresiva independencia al margen de toda disciplina partidista » y tratar de menospreciar y res, tarle valor indirectamente a la fecunda labor creadora de escritores maduros de talla, cuando se afirma con soberbia que los j6venes, coma si hubieran surgido de la nada, son los unicos que han demostrado agallas para nadar contra la corriente y «en sus manos csta el futuro de la literatura puertorriquei'ia» '. Las reflexiones surgidas en el estudio concienzudo de la literatura de Puerto Rico en este ensayo confirman, en primer terrpino, que la participaci6n activa del ser pensante en la politica tiene numerosos cau· ces. El escritor de Puerto Rico ha vivido siempre inmergido en la politica, quizas mucho mas intensa y apasionadamente cuando no obedece a ninguna «disciplina partidista » que al situarse en las filas de un determinado partido insular. El tema politico es precisamente un tema latente en la poesia y la prosa puertorriquei'ia de todas las generaciones de ayer y de hoy, velada o abiertamente. Esa inquietud corresponde verticalmente a la preocupaci6n etica que cons· tituye la palanca creadora par excelencia en el trasfondo de la literatura de Puerto Rico.· Lo mismo puede advertirse en la historia literaria de todos los paises latinoamericanos 5 • En segundo termino, si aceptamos por razones 16gicas y naturales que el futuro de la literatura de todos las pueblos, y la vida misma, tienen que estar «en manos de las j6venes», sabemos interiormente que ese futuro es proyecci6n del pasado y del presente. La raiz vigorosa del impulso hacia mai'iana vien~
4. Consultese el ensayo de Rene Marques, Pesimis1110 Literariu y Optimismo Politico; su coexistencia en el Puerto Rico actual. Sobretiro de Cuadernos Americanos, N.o 3, 1959. La posici6n asumida en el ensayo que escribimos es diferente a la de Rene Marques en muchos aspectos. El lector interesado puede comparar ambas tesis. 5. Referimos al lector a la poesia, la novela y el cuento hispanoamericano y a las obras de teatro y el ensayo, para comprobar las semejanzas entre la Jiteratura de Puerto Rico y la de las 'd emas paises hispano-parlantes de America. Las obras de critica de la puertorriquei'ia Concha Melendez aportan juiciosas observaciones pertinentes. Recomendamos especialmente Figuracion de Puerto Rico y otros estudios, Instituto de Cultura Puertorriquei'ia, San Juan de Puerto Rico, 1958; y la obra de Jose A. Balseiro, Expresion de Hispanoamerica, Instituto de Cultura Puertorriquei'ia, San Juan de Puerto 'Rico, 1960, sobre tddo el ensayo «Algunos signos politicos en las tetras de la America espai'iola».
del «Corazon» y de la «inteiigencia» de ios que ya no Lengan «ma nos» para hacer obra y de Jos que en este present.c Lransitorio en que cacia minulo es ayer, se ha ll an comprornel.idos en el quehacer inl.el ectua l, "rnanos a .la obra». Aunque sea posible agrupar crollOl6gicamenle y por es uelas icleol6gicas y esLet icas a Jos poetas y prosis Las de Puerto Rico y de cualquier partc clel mundo, ejerc1c10 de caracter academico Ueno de riesgos y de errores de juicio critico plagado · de prejuicios muchas veces, lo que no es posible en Puerto Rico es desvincular a las poetas y prosistas de hoy de aquellos escritores que las precedieron hace veinte o cuarenta ai'ios en la manera esencialmente puertorriquei'ia de concebir el arte literario: una puerta abierta para la protesta, la queja, el lamento, la afioranza, el ataque, si, pero esa protesta, esa queja; ese lamento, esa ai'ioranza y ese ataque contra esto y aquello se reviste de fortaleza espiritual y es un canto «Optimista » de amor cuyas fuentes manan del dolor de vivir con fe Y. esperanza en la redenci6n del hombre par el hombre ' .
6. Las observaciones hechas en los ultimos parrafos de! texto se relieren a los juicios expuestos por Rene Marques en el ensayo mencionado en la nota 4. Ateniendose a una delinici6n de optimisnw y de pesimismo que consiste en ver una «ac titud de complacencia ante el mundo en que vivimos» y «Una actitud esceptica y critica ante la vida», respectivamente en estas posiciones, el autor expone la tesis de que mientras los escritores de! presente en Puerto Rico son pesimistas, la politica del pais es optimista. Estoy en desacuerdo con el planteamiento, como puede juzgarse a traves de mi ensayo. Pero deseo ai'iadir estas ideas : La politica , en primer termino, no se circunscribe Unicamente al partido en el poder ni en Puerto Rico ni en ningun pa is, sino al comp!ejo mando de ideologias en pugna que le transmiten una gran fuerza creadora al escritor. En la Gbra de escritores de fama universa l como Albert Camus y Jean Paul Sartre, por ejemplo, el fen6meno politico de nuestro tiempo va entrelazado a su quehacer Jiterario. Igualmente ocurre en la literatura puertorriquei'ia, aunque todavia no tengamos un Camus o un Sartre en la historia contemporanea. Pero tenemos un poeta como Pales Matos, cuya poesia esencial esta saturada de conciencia po!itica sin haber sido un politico, sino un poeta. La cuesti6n palpitante en el s ubsuelo de toda la poesia lirica, la prosa de ideas y de Jicci6n, y el teatro de Puerto Rico, aun en zonas muy a bstractas, es precisamente el fen6meno politico, par la condici6n p eculiar de ser Puerto Rico un pais de cultura hispana debatiendo su destino dentro de una realidad politica que le tiene situado en la 6rbita de otra cultura: la de los Estados Unidos. Lo que Rene Marques considera «Optirnismo politico» proviene mas bien de! es ta do de ansiedad y de confusion que el gobierno actual reconoce como un hecho peliagudo de nuestra vida, intensificando par ello las labores que tiendan a estimular la cultura ademas de desplegar una actividad sin tregua por el fomento de la economia. De otra parte, el llamado «pesimismo Jiterario» y el grado de «meliorismo» que Rene Marques considera la consigna de los escritores, es la conciencia etica de alirmar Jo eterno y la inmortalidad sabre todas las miserias, conciencia etica que hemos designado «amor y dolor de vivir». El pesimismo es inercia y abulia, completa desconfianza en la salvaci6n de los hombres y los pueblos, indiferencia y rechazo de la voluntad a moverse par considerar a priori la futilidad del esfuerzo. i Cuanta distancia hay entre es ta actitud y la obra de los escritores de Puerto Rico, sobre todo la de Rene Marques, quien tanto en el teatro coma en el cuento y la novela, expone una tesis «esencialista)) de gran poder espiritual y moral, la cua) desmiente Jo que el mismo trata forzosamente de probar en el ensayo mencionado. Los unicos escritores «pesimistas » de Puerto Rico en el presente son los que hayan abandonado la literatura y se hayan refugiado calladamente en el silencio. Ni Rene Marques ni ningun escritor de los que se entregan a la tarea. de escribir sin desmayo acerca de las miles de cosas que inquietan su espiritu creador es pesimista. Cuando Rene Marques ataca el gobierno en el poder lo acusa de «Optimista», extrafia manera de referirse a la situaci6n, pero al mismo tiempo se olvida de que la politica establecida en todas partes de! mundo tiene necesariamente que funcionar desde un piano de «Optimismo» para justificar su existencia. Y al fin de cuentas, Rene Marques remata con la «sorprendente teoria» parad6jica, despues de 74 paginas «pesimistas», con estas palabras:
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Si al trasponer el umbra] del portico nos detuvimos un instante en las idea s de Max Scheler sabre «las especies del amor», recogemos velas de nuevo bajo la bienhechora advertencia de Everett W. I-tall sabre la significacion de la etica en las acciones creadoras, hecho fundamental del pensamiento filosofico en la literatura de Puerto Rico. Nos referimos a la siguiente aseveracion de Hall : «Ethical view do have effects in action and they are in part determined by, or include, metaphysical assumptions.» El a rte Ii terario cle Puerto Rico, sustentado en el amor y el dolor de vivir conscientemente para impulsar a la accion intelectual, es la mas eficaz y la mas genuina de todas las fuerzas existentes en nuestra patria para asegurar la salvacion y la continuidacl cle nuestra cultura. El escritor de Puerto Rico tiene una filosof'ia «esencialista» cuyos atractivos invaden los preclios reconditos del sentir y del pensar, aun en las obras de los esccitores que pretenden cobijarse bajo el manta novcdoso de una filosofia «existencialista» cuya concepci6n es ajena al ser entrafiable del puertorriqueii.o ' . Esta posicion esencialis, ta emana de las fuentes de la cultura occidental que viven en la realidad de! ·ser puertorriqueiio a traves de una lengua y una tradicion hereditaria cuyas raices de procedencia hispanica persisten con · una tenacidad asombrosa y se robustecen con la fuerza renovada que nace de la conciencia presente en cada nueva hornada de escritores del deber moral que tiene que cumplir en el momenta y en la hara de su propio vivir creador. El « esencialismo» filosofico del puertorriqueiio proviene imperceptiblemente del arquetipo platonico de concebir la «esencia» como el soplo divino misterioso que precede a la existencia del ser y le sobrevive. El profesor de filosofia William Barrett, al estudiar la tilosofia existencial establece el contraste entre el «esencialismo» y el «existencialismo» en estas palabras: «The history of western philosophy has been one long conflict, sometimes explicit, but more often h~d den and veiled, between essentialism and existentialism. And it would seen also te be the case that, to the degree to which this history takes its beginnings from Plato, essentialism has always come out on top» ' .
«Ciertamente el hijo de David, hastiado de la vida y de los hombres, no se hubiera tornado la moleslia de escribir el Ec/esiastes si no hubiese habido en el el secrelo deseo de seiialar al Hombre -utilizando para el!O SU personal y amarga sabiduria- una mas aspera pero nias segura senda de perfecci6n,)) Hemos escrilo este comentario por respeto intelectual a Rene Marques . 7. Recomendamos la leclura de dos ensayos excelentes de Monelisa Perez Marchand , Soren Kierk egaard (1813-1855). (Asomante, l, 1956). y Del pesi111is1110 nihilista al /1w11ani s1110 111oralista de Albert Camus (Asomante, 4, 1959). 8. El libro de William Barre ll, Irrational Men A Study i.11 Existencial Philosophy, Boubleday Anchor Books , 1958, del cual tomamos la cita (pp. 91-92). es un analisis excelente de la filosofia existencial.
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El «existencialismo» coma doctrina filosofica data de muy lejos y tie ne tres ramificaciones fundamentales. La primera en la epoca moderna va unida al nombre inmortal de Soren Kierkegaard, y en la cultura hispanica, al de Miguel de Unamuno. La angustia del ser es la clave de esta filosdfia de profunda raiz cristiana. El protestantismo de Kierkegaard y el catolicismo de Unamuno marchan pbr senderos dispares en los procedimientos ancilares de expresar ideas y sentimientos, pero se encuentran en el conceplo fundamental de la conciencia de Dias-Hombre y en Ia bt'.1squeda sin descanso del camino para afirmar la fe en perenne lucha interior con las terribles torturas del alma. La influencia de! existencialismo a lo Kierkegaard y Unamuno en la cultura hispanica se manifiesta en la literatura contemporanea de Espana y de America en numerosas formas. Al ponerse de moda otra modalidad clel existencialismo, inspirado en las ideas de Martin Heidegger y propagado en Francia en las obras de Jean Paul Sartre y sus seguidores, surge el concepto negativo de Dias, y se pone de manifiesto un «ateismo» existencial. Algunos de los jovenes escritores de Puerto Rico y de otras partes acudieron a la Hamada de esta onda existencial, no por convicciones o preocupaciones filosoficas, sino por estar sencillamente a la moda. Solo superficialmente lograron anegarse en el existencialismo a lo Sartre, pues la gran fuerza de su propia tradicion cultural cristiana Jes ha mantenido en la trayectoria ideologica que podriamos Hamar «hispanica», con ataduras a lo religioso en sus distintas manifestaciones, fluctuando mas bien entre el existencialismo cristiano concebido por Kierkegaard y Unamuno y el pensar filos6fico tomista segun lo expone Jacques Maritain, para quien la angustia de! ser pensante causada por la posibilidad y el terror a la Nada se resuelve en la acendrada fe en Dias. Al hablar de! humanismo de Santo Tomas de Aquino, Maritain dice alga que se asemeja mucho a lo que denomino a traves de este ensayo el «Optimismo» y el sentido «etico» manifestado en el amor y el dolor de vivir en la literatura puertorriqueiia : «Thus, the position of St. Thomas is just as far removed from the pessimism of Hobbes as from the optimism of Rousseau. His is an integralist and progressive position.» ' La Nada, el desoladpr y angustioso sentir la vida y el mundo como un desesperante y complicado vacio, es una entidad puramente ficticia para el escritor de Puerto Rico, cuya entraiia vital y la circunstancia de la realidad en que se mueve estan preiiadas de atractivos espiri tuales y sensoriales. Francisco Arri vi, quien tanto en el teatro coma en la poesia se ha 9. El ensayo de Jacques Maritain, Tile Hw11anis111 of St. Thoma s Aquinas, puede servir de punto de referenda para interpretar la discrepancia ideol6gica entre los escritores de Puerto Rico que han abrevado en el marxismo, el comunismo y el exislencialismo nihilista y su propia cultura «esencialista », manifestada con fuertes rasgos de fe religiosa en su obra . Vease Maritain, en Tiventietlt Century, Philosophy, Philosophical Library , N . Y., 1947.
conducido siempre con hondas preocupaciones metafisicas, titula un libro de ppemas Isla y Nada. En una estrofa expresa esta idea: De la esteril front e ra de la nada he regresado fiel al misterioso insurgente de la villa. El tiempo 111e sonrie. El «misterio insurgentc de la vicla», como dice el poeta, es la clave cle la filosofia esencialista encauzacla en la literatura de Puerto Rico por todas las galerias creadoras. El amor y el dolor de vivir revela en esencia una posici6n espiritual imperturbable desde la cual el escritor retorna por miles de senderos al cen tro de la doctrina metafisica por excelencia en la cual se afirma la omnipotencia de Dios y la esperanza de alcanzar con fe el suefio de libertad acunado callaclamente en el coraz6n de todo ser humano. No quisiera poner fin a esle ensayo sin afiadir que existen «entre los escritores de Puerto Rico fuera de la literatura creadora, algunos buenos ensayistas formados en las disciplinas de las ciencias sociales sobre todo, cuya preocupaci6n maxima cqnsiste ~n propagar Un ideal «Ul1iversalista» Cil menoscabo de todos los esfuerzos individuales y colectivos de los puertorriquefios por afirmar su personalidad en las letras, las
arles, y la cultura en general. Uno de ellos es el inteJigente profesor de ciencias sociales en la Universidad de Puerto Rico, Jose Arsenio Torres, a quien leo asiduamente en los peri6dicos y en las revistas que acogen su valiosa colaboraci6n. En un excelente es· tudio sobre La politica, la socializaci6n y la libertad de la cultura, ( Asomante, 4, 1958), Jose Arsenio Torres aporta ideas magnificas dirigidas indirectamente pero no tanto - contra Jo que llama «nacionalismo : cultural», los «peligros de la planificaci6n cultural», y frases por el estilo. Si llamamos la atenci6n a este trabajo es por considerarlo otro ejemplo valido del «amor y dolor de vivir» en la literatura de Puerto Rico, mas significativo aun por estar escrito con apasionamiento y en gran concepto humanista de los valores. Quiere decir esto que, hasta los soci6logos de Puerto Rico, cuando escriben tan bien como Jose Arsenio Torres, se situan dentro de la 6rbita que impulsa y anima en ei" presente _a los poetas y prosistas del pais, en el mundo «ancho y ajeno» del intelecto sin fronteras, centrados en una filosofia «esencialis· ta», a pesar de todas las estructuras de la tecnologia cientifica que nos dirige por los senderos infinitos de la existencia. Y ponemos pun to final: jVanws al reino de la Muerte par el ca111ino del Amor!
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.
~Nuevas saudades de Puerto Rico Por
JOSE¡ AGUSTIN BALSEIRO
COLLORES DE LLORENS TORRES
Oy
decir Collores alma y sentidos se impregnan de versos de Llorens Torres que nos embrujan de hembra los campos de cundiamores. fMOS
Lo que llega a los hondones del coraz6n -tierra y tierra en tu cintura, Isla plenasabe a el : carne de decimas estremecida de ardores ; boca que can ta y que bes a estrellada de pasiones. Cruz6 la mar de dos mundos ; abri6 su flor en Granada, y en ambos temprano supo que cuando el platano mancha marca indeleble es el zumo. Jibaro neto, si lo hubo en la tierra borincana, la R nunca la pudo pronunciar sin arrastrarla : que en ella la tia el pulso de su barrio y de sus jaldas, de su paisaje sin lutos, de su hermosura compacta, de su jazmin impoluto, de su Estrella solitaria. Collores, pasto y barranca. Collores, airosa jaca. Collores, amor y canto. Collores, completa talla. de nuestros campos. Collores: raiz y astro de Llorens Torres. 10
EVOCACION
1--I
hoy con mis afios nifios. Y el aire me olia. a mi pueblito de cafia duke, de claro rio'. ABLABA
Se me llenaban los ojos del valle verde ; y los labios, golosos, sabian a guarapo y a lerenes. Veia, a la vuelta de la calleja, la hacienda. Miraba la boyada con la piel reluciente y la cabeza mansa. (Vida, (. que hiciste ya de aquellos bienes ?) Y al pasar las estampas coma cintas magicas, olvidaba el bregar cosmopolita. (. Cuantas fueron mis rutas mundo afuera?
PARA MI ISLA ti la brisa, no la rafaga. Besa que acaricia no la violencia mala. pARA
(Qui en te evoca no mas mira tu luz sin manchas. Queden lejos las ventiscas de sombras huracanadas.) Que la flor siga en su espiga, sutil y mansa. Que la canci6n no muera, suspendida, al desgajarse el ala. Oh remanso sin fatigas, pero sin manos negadas ! Jardin para las siembras limpias, pr6cer tez6n para la dulce hazafia. El ojo alerta, pero sin malicia. en su otear de rutas y distancias. Que todo sea, por tu paz tranquila, ahorro de miserias y de lagrimas. Que te lleguen Bondad,_Ensuefio, Vida desde ingravido fondo de esperanzas. Que tengas siempre, Isla, la voluntad para servir intacta. Que puedas mantener la fe en ti misma y el Amor para el hombre sin batallas : vision de probidad que cristaliza en los espejos de tus rios, clara. J1
Glosa al Capitulo III del Viaje a Puerto Rico de Andre Pierre Ledr-U Por
E
L
BOT1\NICO
FRANCES
ANDRE
PIERRE
LEDRU
CUENTA
-' unos treinta y seis aiios cuando Bega a la isla. Habia nacido en 1761. Viene coma miembro de una expedicion cientifica -junta a otros sabios-, promovida por el Gobierno de su patria, para recoger informacion sabre la vida natural, la geografia; las costumbres, y las gentes en las islas dcl Caribe. El espiritu enciclopeclista, que busca ilustrar e ilustrnrse en el saber total, preside la actividad de esta expedicion, que recala en las playas de la isla en julio de 1797. Las experiencias del botanico •~n la isla hs recoge en las paginas del texto public~do ·en 1810, '' parte del cual, ahora ocupa nuestra ' atencion. No vamos a ponderar el valor cientifico de las investigaciones realizadas por Ledn'.1; ni a calibrar la utiliclad de las colecciones preparaclas por el sabio. Queda este menes ter al interes y la competencia de los estudiosos aplicados especialmente al campo de las ciencias naturales y de la ::mtropologia. Si, quisiera centrar la atencion a otra dimension clel texto de Ledru; a sab_e r, a un pequefi.o esquema de novelita romantica que, junta con las observaciones cientificqs; ha jnsertado en las paginas de su Viaje. El interes es mayor, cuando sabemos que es el propio Ledru uno de los protagonistas de este interludio sentimental que se desarrolla en plena campifia puertorriquefia. El breve esquema de aventura amorosa esta . recogido en el Capitulo IIT de! libro. Junta al haber intelectual y cientifico de Andre " «Voyage aux lies de Tcnerite, la Trinilc, Saint Thomas, St. Croix et Porto Rico, execute par ordre du Gouvernement fran9a is, depui s le 30 sept. 1796, jusqu'au 7 juin 1798, sous la direction du Capitaine Baudin, pour faire des recherches et des collections relatives a l 'histoire naturelle .. . », Paris, S . Arthur Bertran, 1810 (2 vols.) . En 1863 se public6 en Sari Juan la version espai1ola de esta obra, en la parte referente a· Puerto Rico, con pr6logo de Julio L. de Vizcarrondo. Una segunda edici6n de esta traducci6n, con pr6logo clel profesor Eugenio Fernandez Mendez, ha siclo publicada en 1957 por el Instituto de Literatura Puertorriquei'ia.
JOSE A. TORRES MORALES
Pierre Ledru, vale observar coma siente el corazon de este ciudadano frances, coma se expresa cuando la emocion le toca de cerca. El propio joven ofrece las muestras de su corazon. Al despedirse para emprender el viaje a America, ~scribe una carta a su madre desde el Havre, con fecha 28 de septiembre de 1796. Escuchemos las palabras de Ledn'.1 a la hora de la despedida. Dice: La sola idea de escribiros hace palpitar mi corazon. jOjala pudiera mi pluma trasmitiros la expresion de los sentimientos que el me inspira hacia vos! Cuando leais esta carta, el viento y las alas me empujaran hacia el Nuevo Mundo, dcnde voy a llenar la misi6n que me ha confiado el Gobierno.
No os quiero disimular las fatigas y peligros que acompafian siempre a una larga navegacion. El terrible elemento a quien oso confiar mi fragil existencia puede ser mi sepulcro, y si sal-· vo de las tempestades, tal vez sucumba victima del clima abrasador en que debo vivir por muchos meses ... Habla luego de los sacrificios que el ciudadanu de be arrostrar en « aras del bien publico y del progreso de los conocimientos humanos», y remata la carta con estas palabras: Tales son, madre mia, los sentimientos que 'experimento al separarme de vos y de cuanlo existe de mas querido en el mundo para mi: mi familia, mis amigos y mi patria. jAh! Los nombres que acabo de pronunciar despiertan toda la sensibilidad de mi 'alma ...
Dentro de un mes me encontrare en la America, y diariamente, a las siete y tres cuartos de la mafiana, la imagen de la madre mas querida, estara fija en mi memoria: haced que la de vuestro hijo ocupe la vuestra a ias doce en punto del dia, y nuestros corazones se comprenderan al mismo instante. La separaci6n no puede. ser mas conmovedora; separaci6n de la patria. de los amigos, de la madre. Ledru es un hombre de saheres, es, ademas, un hombre de gran ternura, de fina sensibilidad para las cosas del coraz6n. Ese mismo sentimiento mostrado al pespedirse de Francia, reaparece en el episodio que se ha escogido para glosar. Ledru y el grupc de investigadores llevan unos dos meses y medio trabajando en la costa nororiental de la isla. }lace frecuentes incursiones, no alejandose mu\:ho de las playas. En una ocasi6n acompafiado de un guia que le proveyera don Jose, un rico colono radicado en la isla, en vez de regresar en direcci6n a San Juan, tuerce el rumba y se mueve mas al interior, dice el, «a fin de aproximarme a las altas montafias de! Aibonito, famosas por las cascadas, los sitios pintorescos y los arboles preciosos que se encuentran en ellas». Caminan Ledru y el guia; se adelanta el botanico para coger flares; y «frecuentemente me detenia para · admirar las bellezas de aquellos lugares salvajes». N6tese el espiritu admirativo ante la naturaleza; el espiritu de contemplaci6n. Es un paisaje que por sus atractivos de color y forma se le va imponiendo al viajero, que exclama: « jQue deliciosa frescura bajo aquellas arquerias de verdura !» El botanico se detiene ante un arbol particular, «la higuera de hojas de laurel» le llama el. E inmediatamente inserta la clescripci6n de este frondoso especimen: Sus raices poco profundas, pero horizontales y coma acostadas en la tierra, sostienen un enorme tronco piramidal de siete a nueve metros de altura, sobre cerca de dos de diametro. Su cabeza coronada de hojas lanceoladas y del mas hermoso vercle', domina casi todos los arboles que la rodean. De los angulos de sus ramas salen nuevos ramos muy derechos, de color amarillo tostado, que vi~nen a. implantarse en tierra. La higuera apoyada asi en su base, por largas ramas que se asemejan a los brandales del mastil de un buque, desafia impunemente las tempestades. Pero esta contemplaci6n es el comienzo de la avcnLura. La tar:de cae; y unos nubaaones presagian tormenta. Las rafagas no se hacen esperar. Nuestro viajero se ha!la rodeado ahora de una · naturaleza violenta, desencadenada; no de un paisaje placido y · amigo. Reconstruyamos el cuadro con las propias palabras del viajero: Ocupado completamente en el placer de cager flores, ·no me .apercibi de que el sol estaba
en los dos tercios de su .carrera; pero bien pronto ui:J.a nube espesa vela el horizonte;· un viento del sudeste, precursor de las tempestades, sopla por mi izquierda; oigo el grito de las cotorras que abandonan la llanura y se refugian en el bosque... De repente cae a torrentes una lluvia fria .. . Inutilmente busque el tronco hueco . de un arbol que pudiera servirme de abrigo; en un instante fui inundado... Llame en vano a mi guia... lgnoraba en d6nde estaba y que tamino debia seguir: el temor de pasar la noche en aquellos bosques, en media de los perros salvajes que se encuentran alli muchas veces, aumentaba . mi · inquietud. Para colmo . de infortunios; e-staba sill viveres, sin capa, sin ropa para mudarme; todo lo tenia mi guia ... No seria aventurado afirmar que ya aqui estamos ante una descripci6n de cierto valor literario; el ses- · go descriptivo husca captar la dinamicidad, cl movimiento que el espiritu romantico pone en este tipo de cuadro. El paisaje alterado, altera tambien el espiritu del viajero. Momentaneamente el infortunio se Clerne sabre Ledru. Luego amaina la tormenta y se acerca la noche. Los ingredientes del cuadro son de evidente filiaci6n romantica: nube espesa, viento precursor de tempestad; torrente de lluvia fria; grito de cotorras; soledad en la llanura; temor a los animales salvajes; infortunio en el horizonte ... Por aqui apunta uno de los temas favoritos de la literatura romantica y de la literatura de aventuras: el tema del viajero perdido. Porque asi se ·siente y esta Ledru, perdido en un paraje que no. conoce. Volver atras es imposible; pero frente a el aparecera un nuevo paisaje: Al salir de! bosque no c\escubri mfrs que una llanura en la que no se ·veia una sola ·cabana ... Mi guia me dijo entonces: detras de aq1iel platanal que limita nuestro horizonte hay una hacienda; ese es el unico-·asilo· en q1ie· ·podewos pasar la noche. Vamos alla ... Se dirigen, pues, viajero y guia a lo clesconocido, a la aventura. La hacienda hacia donde se encaminan, y que pertenece a don Benito, sera el, escenario :.de los pr6ximos cuadros. Al llegar a la casa de don Benito, el protagonista esta «agoni:iante de cai1sancio y de frio, y apenas tenia fuerza para hablar>>. · Nue·stro heroe, perclido en la soledacl de! paraje, cercado por la noche y clesfallecido por el frio y el cansar:icio, necesita llegar a puerto seguro; para reavivar sus fuerzas y este refugio sera precisamente la «generosa hospitalidad de la casa de don Benito». Don Benito es el hacendado pr6digo y desprendido, intachable en su conducta, idealizaci6n clel colono acomodado . Expresa su hospitalidad invitando a Ledru ·a · su mesa, y pidiendole que permanezca en su casa por unos dias. El viajero accede a ambas cosas. La sencillez de las costumbres y la limpieza de esta vida rural las expresa don Benito cuando llama al huesped a la
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mesa, formulando a la vez otro de los temas propios de la cultura del momenta; a saber, el contraste entre la vida sobria de la pequefia Antilla, frente a la suntuosidad de la europea dejada atras. Oigamos a don Benito: Venga usted, me dijo, una comida ·frugal nos espera, y si no encuentra usted la suntuosidad de las mesas de Europa, sera usted compensado con la salubridad de los sencillos platos que ofrece la amistad ...
ingenuidad embellecia aun mas aquella encantadora figura, cuya vista me hizo estremecer. No tenemos que agregar que el viajero ha quedado encandilado con el fuego de esos ojos; con Ia exquisita figura de Francisca. Este sabio frances, que indudablemente ha vista tantas hermosas <lamas en los salones de su patria, ha tropezado con Ia belleza y el amor en una perdida hacienda de un campo de Puerto Rico. Don Benito interviene para advertirle al huesped: I
La invitacion viene acompafiada de un giro inesperado, que va a darle una nueva dimension a la aventura. Don Benito ordena: «Llamad a Francisca». Y con Francisca entra Ia heroina al escenario. Ledru registra todos Ios movimientos de su alma. La pagina escrita parece tomada de uno de los relatos sentimentales del siglo xix. Escribe Ledru: jCuaI fue mi sorpresa al ver entrar un momenta despues a una joven de dieciseis afios apenas, mas hermosa y mas fresca que todas las que habia vista en America! Francisca ha entrado al comedor. Francisca es timida, es sencilla. Su candor compite con el candor de un angel. Francisca es la imagen de una joven heroina que no ha sido vulnerada por la nefasta civilizacion que todo Io corrompe. La descripcion fisica y moral; su talla y talle, sus movimientos los recoge el protagonista en un hermoso retrato de esta damita del tropico : Largos cabellos negros y rizos flotaban sabre sus espaldas : llevaba por tocado un pafiuelo amarillo con listas azules que envolvia negligentemente su cabeza y cuya orilla anterior trazaba una Iinea curva sabre su frente: su traje se componia de un vestido blanco de algodon; ajustado por debajo del seno y cuyas mangas cortas dejaban ver completamente desnudos sus brazos de alabastro. Nuestro heroe no puede seguir descnbiendo ese compendia de hermosura. La cmocion le perturba y no tiene palabras : « su belleza - dice - es superior a mi pobre descripcion». Esta pues, ante lo indescriptible; ante lo que se escapa a Ia palabra misma. Su embeleso !e mueve a la explosion emotiva. Ledru botanico, ha cedido el paso, al Ledru poeta. Ha transformado esta linda criollita en ei paradigma de Io indescriptible. Y prosigue con m as ardor, adentrandose en los detalles del retrato: Como pintar el fuego de sus ojos, los delicados perfiles que dibujaban su rostro, el colorido de su tez, sabre la que la naturaleza habia sembra do todas las rosas de Ia primavera ... aquel talle esbelto y ligero y aquellas formas torneadas por el amor. Un aire de candor y de
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Disculpe ustecl la timidez de mi hija ... no esta acostumbrada a ver extranjeros. Elogio de la belleza limpia; valoracion de Ia sencillez y el candor. Fisica y moralmente Francisca es un modelo. Pureza de costumbres y pureza de alma. Las palabras, las frases que emplea Ledru en Ia descripcion de Francisca, siguen de cerca patrones Iiterarios ya conocidos. El retrato es pues, literario. Queremos decir que, independientemente de como fuera Ia jovencita Francisca, Ledru sigue aqui modelos de retratos consagrados en Ia tradicion Iiteraria. Nos inclinamos a creer que esta idealizacion femenina esta mas apoyada en reminiscencias de Iecturas y libros que en el modelo real. En ,este punto, ficcion y realidad, literatura e historia se confunden. La verdad vivida por el viajero cientifico ha sufrido una torsion; ha tornado una nueva dimension al ser trasladada a las paginas del Iibro. Ledru ha entrado en Ia zona torrida de sus sentimientos. El mas leve movimiento de Francisca, SU cercania, le conmueven en la totalidacl de su ser. Asi Jo confiesa: La proximidad de aquella hermosa nma, el solo roce de sus vestidos, electrizaba mis sentidos; y cada movimiento de su cuerpo, cada palabra de su boca producian un clelirio involuntario en mi alma: jamas convidado alguno se encontro en una posicion tan penosa como la mia ... Ese «delirio involuntario» de que nos habla el convidado se pone de manitiesto por la condicion en que se halla su mente. Cuando don Benito, acuciosamente le pregunta por Francia; «Sobre la revolucion, sobre el heroe vencedor de Italia ... », el huesped o no acierta a responder, o responcle muy torpemente, porque se hallaba «Ocupado enteramente de la h ermosa Francisca, no veia ni oia mas que a ella ... » Ya a estas alturas Jos proyectos cientfficos del joven botanico ocupan muy poco lugar en su vida diaria. Como don Benito le ha proporcionado otro guia, ordena al suyo regresar a Fajardo. En la despedida del guia podria simbolizarse el abandono momentaneo de toda incursion cientifica. Exclama Ledru, como expresando esa liberacion: «Adios todos mis proyectos de herborizacion en las orillas del
Loiza ... » Ha centrac\o toclo su interes en Francisca; la roclea con su cortejo; la admira, la describe. Francisca le hace caer en el olvido de todo. Asi se Jo expresa Ledri'.1 en un coloquio con la propia criollita : Al !ado de uslecl, olvido las llanuras y los bosques de este pais: en vano buscaria en ellos flares mas rosadas que las de su rostro. Aprecio demasiaclo los instantes que usted me permite pasar a su Jaclo, para que trate de robar uno solo a la dicha de verla. El atractivo de Francisca se · hace mayor cuando puntea en la guitarra alguna tonadilla, lo cual hacia con tanto donaire, dice el autor, que quedaba «colgando de su voz, admirando el movimiento alternativo de su seno, el coral de sus labios. .. Mi boca inclinada ligeramente hacia ella respiraba su aliento.» El desarrollo de este juego de sentimientos se interrumpe momentaneamente con un pequefio entreacto. Don Benitu invita al huesped a recorrer la 11acienda: a visitar las plantaciones de cafia y de cafe; a asomarse a los talleres. Estas visitas clan pie para una breve meditaci6n sabre el caracter y las virtudes de los colones; distinguiendo colonos buenos y colonos malos. Ledru matiza cl relato con ciertos tintes de apreciaci6n sociol6gica. Don Benito es un amo hospitalario y cristiano .. No es como otros, «avaro y cruel que tiene sin cesar la verga de la tirania y aun el hacha de la muerte suspendida sabre las cabezas de sus desgraciados negros». Se extiende el viajero en esta consideraci6n, recogiendo un tanto la imagen del buen salvaje, imagen tan comun en la cultura literaria del momento y que luego se va a extender al romanticismo del siglo XIX. Reflexiona Ledru: ... aqui estos africanos no tienen mas que el nombre de esclavos. Aparecen bien vestidos, adecuadamente alimentados, trabajando contentos para un colono que quieren Y respetan. En fin, hasta la esclavitud se dulcifica en este pequefio paraiso; porque el dolor, la enfermedad, la miseria no deben empafiar el acogedor oasis en que ha venido a recalcar el botanico frances. Este pequefio entreacto tiene una segunda parte. Don Benito invita a Ledru para que asista a uno de los regocijos populares, mas queridos por el hombre puertorriquefio: un baile que se celebra en la hacienda. Criollos de ambos sexos se reunen. Algunos han venido de lejos, porque, observa el huesped «estos hombres de ordinario indolentes, son muy apasionados por el baile». Ledru prosigue con una observaci6n sabre nuestra composici6n social: La mczcla de blancos, mulatos y negros libres formaban un grupo bastante original.
E l color local, la · nota pintoresca y novedosa mueve a l viaj ero a cle tenerse en el atuendo y los vestidos de los concurrentes: Los hombres con panta l6n y cami sa de incliana, la s mujeres con trajes blancos y lindos collares de oro, todos con la cabeza cubierta con un pafiuelo de coior y un sombrero redondo galoneado, ejecutaron sucesivamente bailes africanos y criollos al son de la guitarra y del tamboril llamado vulgarmente bomba. Esta nota de color local se complementa con la descripci6n de los manjares que han preparado para la ocasi6n. Entre las frutas se mencionan: pifias, aguacates, guayabas, zapotes, cocos maduros o en leche. Hay confituras de variados sabores: mermelada azucarada de guayabas, naranjas, calabazas, albaricoques, mameyes y papayas. Tanto la visita y descripci6n de la hacienda, como la descripci6n de la fiesta y la enumeraci6n de las ropas, comidas y bebidas siguen de cerca los patrones de la historiografia del siglo xvn1, que en parte, estimul6 la ima· ginaci6n literaria y el interes por la vida y las costumbres de paises extrafios. Nuestro heroe no puede marcharse de la hacienda sin conocer un lugar secreto, un retiro particular que tiene don Benito. Es un bosquecillo apartado; un templo campestre; fabrica levantada de arboles y arbustos y flares. Alli la naturaleza emite sus voces mas puras. Es el templo de la naturaleza. En SU descripci6n, mezcla Ledru · su emoci6n ante la belleza del paraje, con nombres tecnicos de las variedades de flores que alli se hallan : A poca distancia del rio, al pie de un montecillo coronado con los mas bellos arboles de la Isla. aquel industrioso colono ha piantado arbustos que forman, con su reunion, una gruta en que se respira siempre fresco. Las flores de color escarlata de la ponciana elegante, las de la eritrina y las de la clitoria multiflora, contrastan con las de la franchispana blanca, con la brunsfelsia y bignonia color de leche: el amarillo de la parclinsonia hace resaltar el violeta de algunas campanillas.
En ese templo, levantado por la propia mano de don Benito viene el, desde que sali6 de Europa, a adorar al Eterno y llorar la muerte de su querida esposa, cuyo vivo retrato es la nifia Francisca. Al regresar del templo de don Benito, consigue Ledru acercarse por ultima vez a Francisca. Camina por una calle de platanos, que une al cafiaveral con una colina de cafetos. Contra estc fondo de naturaleza puertorriquena· se destacan las siluetas de los dos protagonistas. Es la ultima oportunidad de estar cerca el uno del otro. La soledad, la ocasi6n, el incremento del afecto que el viajero siente por la jovencita, avivan las expresiones de amor: Cuen ta Ledru:
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Ofrecila mi brazo, y estrechc ligeramci1te su mano contra mi co'r azon, y al pasar .bajo las ram as .de una eritrina, Hamada. arbol . inmqrtal, vimos a nuestro lado un ramo de flares del mas precioso encarnado, . cogilo y Francisca me permitio que lo prendiese sabre su seno. .. . Con este ramo de eritrina, de! mas precioso encarn·ado; arbol inmortal llega .la pasion amprosa a s4 ' nota mas aguda y se a nuncia el inevitable desenface. Porque este afecto, nacido . bajo el techo hospitalario de don Benito, no poclra prolongarse por mas. tiempo. E.l joven botanico tiene que regresar al <:;a,mpamento, en donde lo esperan sus compafieros de . excursion cientifica. Expresion de amor, e imposi.b ilidad de. vivirlo; encuentro del paraiso, y tener ql,le renunciar a el, apenas ha comenzado a gozarlo. La inclinacion lo rnueve a queclarse, el deber Io obliga a marchar . . El amor y el cleber; el amor imposible; la fug a cicla~l clel goce puro, son temas clel complejo espiritual . romantico que flotan par las p{tginas de este capitulo. Anc]re . Pierre Ledn'.1 clecl ara su situacion espiritual en el , momenta de ir cortanclo las amarras que le atan a Francisca: Le confiesa Lecln'.1 a Francisca: Bermosa amiga, el carmin de vuestras mejillas im,ita la purpura de esa flor · cuyo nombre es . el emblema de las sentimientos que me habeis inspirado : jque clesgraciado soy, amiga . mia! Apen.<1s os he conocido, cuando un deber sagrado me separa de vuestro lado para nunca, , q1,1i~as, volver ·a hallarme en las felices margenes del Loiza ... Esta historia sentimental se · abrio con el conociclo topi\';o dd .viajero perdido, se desarrolla 'en un ambito 1i1:nitado y ahora 'cier.ra coi1 lino de las temas mas recurr.e ntes en la ·Jiteratura europca: el tema del amor imposible y. la despedida forzada. Leclru se marcha de la. hacienda, y con su partida 5e cierra el periplo de su. corta .a:ventura amorosa. Es el trauma del que se marcha sin irse ; del que se queda yenclose. Eh el momenta de alejarse de la casa de don Benito pasan par el recuerdo .clel viajero el desfile de toda la experiencia acumulada en tan pocos dias: hospitalidad, amistad, amor, sencillez de costumbres, paz, belleza fisica , y moral. Para decir adi6s esta Francisca que con los ojos bajos - dice el texto - guardaba un profundo silencio; pero todavia tenia en sus manos las flares de eritrina que le habia regalado, y fingia respirar sus . perfumes. Acompafiado del guia, nuestro heroe cabalga el dia entero. El guia conversa. para distraerlo: le seiiala la rriajestuosidad de alguna montafia; o la curiosa disposicion de alguna vivienda. Pero el viajero no atiende " esas solicitaciones; esta sordo a todo reclamo exterior; Va en SU intimiclad, muy bien acompafiado,
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Con certeras palabras Ledn'.1 sintetiza la congoj a de partida; palabras que recogen la prolongacion de la despedida .. . Llevaba a Francisca sobre mi coraz6n y el resto de la naturaleza aparecia muerto a mis ojos .. Asi llegue a San Juan, sin dejar, por clecirlo asi, Jos bosques de Lofza . Larga e ilustre tradicion tien e esta clespedida en las letras r omanicas. Su entronque puede remontarse a Jos poemas de Francisco de Petrarca, en Jos albores del renacimiento italiano. Entre Jos sonetos que Petrarca consagro · a su amacla Laura, se halla uno que se supone evoca la salida clel poeta del valle de Vaucluse.- :El soneto, en sus primeros versos ofrece el esquema ir - partir - quedarse. La· version en espafiol dice: El· valle do a mi mismo me ha dejaclo, clel cual partiendo, no hay poder partirme conmigo va sin nunca clesasirme del peso que el amor en mi ha cargado ... A Pierre Ronsard, en Francia; a Camoens, en Portugal, no Jes fue extrafio el tema. Uno y otro lo cantaron en sus versos; tema que por lo vista se popularizo par las literaturas europeas. En Espafia, el prolifico Lope de Vega, tan buen poeta coma buen amante, expresa el mismo sentimiento en un juego de antitesis propio de la poesia de su momenta. Su soneto comienza: Ir y quedarse, y con quedar partirse. Partfr -sin .alma, e ir con alma ajena, · ·. Oir la duke voz de una sirena , y no poder del arbol desasirse .. .
El · episodio sentimental, que es lo que nos ha interesado en esta ocasion, termina propiamente aqui, aunque el capitulo se prolonga unas paginas mas. Afiadamos como nota final - y en vista de lo que llevamos dicho - un par de reflexiones sobre algunas cuestiones literarias que se suscitan con la lectura de este capitulo. Estas paginas del naturalista Ledru pueden servirnos para calibrar el clima espiritual que se va cuajando desde mediados del siglo XVIII y que desembocara en las oleadas emocionales clel romanticismo. El hombre lrn. comenzado a mirar, ver y sentir la naturaleza descle una nueva perspectiva. La naturaleza se vive afectivamente y su realidad opera sabre el sentimiento del hombre importantes transformaciones . Este problema cobra nueva dimension cuando tal naturaleza no es la conocida por poetas y escritores, sino el paisaje de tierras extrafias, pleno de incitaciones, misterio y posibilidades. Funcion particular en este redescubrimiento tendra el paisaje en America, que indudablemente ayudo a formular la utopia del nuevo mundo.
Pero no solamente ha penetrado el paisaje de America en esta perspectiva. EI paisaje americano ha penetrado igual~ente en las paginas literarias con sus colores nuevos, ensanchando el marco de referencias, en el cual se movera Ia literatura narrativa. Sobre el aprovechamiento multiple de la naturaleza americana han dado buena cuenta los escritores y poetas desde· el romanticismo hasta nuestros dias. Ledrt'.t encuadra su episodio en un marco de naturaleza tropical que al pasar por su pluma Io ha transformado, lo ha literaturalizado, si se permite la expresi6n; siguiendo modelos y corrientes literarias que indudablemente no fueron ajenas a su atenci6n. Al leer Io que nos relata Ledrt'.t, tan seria y ponderadamente, surgen preguntas como las siguientes: (Cuanto hay de real, de veridico, en lo contado?, (cuanto hay, o habra, de ficci6n, de pura invenci6n? Si, efectivamente, Ledrt'.t goz6 de esta aventura en la hacienda de Don Benito, (c6mo Ia arregla, c6mo la recompone para: ofrecernosla novedosamente, organizando los episodios con evidente intenci6.n literaria? (Estaba Ledru consciente de Io que hacia? La distancia - Puerto Rico, Francia; y los aiios 1797-1810 -, (operaron en Ia imaginaci6n de Ledru al dar a la estampa sus experiencias de viaje? El relato esta estructurado con sencillez; linealmente, diriamos; pero con evidente coherencia Iiteraria. El episodio t'.tnico central, se adorna con una u otra pequeiia variaci6n, pero sin alterar su secuencia formal. La introducci6n de! paisaje, Ia flora, la fauna·, esta sabiamente distribuida a -traves del episodio y matiza toda la atm6sfera del relato. Incluso las flores estan usadas galantemente, puestas al servicio de la expresi6n amorosa: ahi queda todavia marchito el ramo de eritrina. Sospechamos que cuando el naturalista Ledru llega a las playas de Ia isla, traia mucha ciencia en su cabeza, pero traia tambien algunas lecturas literarias. No podia sustraerse a las corrientes de su tiempo. Y al llegar a pasajes como el de este Capitulo III, tal
vez incitado por el tema o el motivo mismo, el Jiterato, el poeta se impone sobre el hombre de ciencia. Cuando Ledrt'.t llega en la isla ya en Francia, el ginebrino Juan Jacobo Rousseau ha venido publican.do sus Jibros, que marcarian un viraje en la sensibilidad . europea. Unos diez aiios antes del viaje de Ledru ya ha circulado en Francia uno de los Iibros capitales de Rousseau para entender esta nueva sensibilidad. Nos referimos a El Paseante Solitario, que ha venido componiendo Rousseau de 1776 a 1778. De particular interes para el caso es el Paseo V, en donde el escr.itor frances - que, por cierto, tenia como. Ledru, grandes preocupaciones por la historia natural, y mat6 mucho de su hipocondria herborizando, . describe su visita a la isla de San Pedro, paraiso· perdido y hallado por el escritor, para provecho de su alma y descanso de su espiritu. La comuni6n con la naturaleza, la amistad generosa, la sencillez de costumbres, el elogio del estado natural frente a Ia impronta de la civilizaci6n, los saludables regocijos, son algunos de los temas que recoge Rousseau en las meditaciones de este Paseo V. Estamos inclinados a pensar, igualmente, que Ledru conocia tambien la novela de Bernardino de Saint Pierre, Pablo y Virginia, publicacla en 17£8. Se inspira en los amores contravenidos de estos dos modelos de pureza (Pablo y Virginia), que desarrollan su idilio en un marco de naturaleza ex6tica, siguiendo Ios pasos de Rousseau, en punto al tratamiento de Jos sentimientos y la exaltaci6n de ese estado de perfec-. ci6n que se deriva del contacto con un mundo no corrupto. Saint Pierre abri6 un ancho camino en la literatura narrativa que el romanticismo · aprovecharia con creces. Andre Pierre Ledru dej6 consignada, en un tratado cientifico, su pequeiia novelita tambien, testimonio de su aventura por estas tierras tropicales, aventura transformada al calor de su imaginac10n, y que seguramente, asi embellecida, la recordaria el hasta el fin de SUS dias.
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Ex_posicion ·de
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AfO LOS AUSPICIOS BEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTO-
rriquefia realiz6 la primera exposici6n general de sus obras el joven pintor puertorriqueiio Francisco Radon. La exposicion, abierta al publico el 17 de febrero, tuvo por recinto la Sala Grande de! Instituto de Cultura e incluyo 13 oleos, 15 dibujos y un grabado, conjunto que representa la labor realizada por el artista en el tennino de un aiio. Resulta ·interesante destacar el hecho de que todas las obras expuestas -con excepcion de cuatro- .habian sido vendidas antes de inaugurarse fonnalmente la exp()sicion. Francisco Rodon nac'i6 en el pueblo de San Sebasthin (Puerto Rico). Su infancia se desarroll6 en una finca campestre, en medio de! ambiente tropical que ha inspirado Iuego sus paisajes. Comenz6 a pintar a Ia edad de dieciseis aiios y poco despues realizaba un viaje por Mexico y Guatemala, donde vivi6 algt'.tn tiempo, pasando en seguida a Europa y pennaneciendo seis meses en Paris y otros seis en Espana. Aprovech6 estos viajes para conocer museos y relacionarse con buenos pintores. A su regreso a Puerto Rico la Secretaria de Instrucci6n Publica le concedio una beca para realizar estudios en Mexjco durante un afio. Los pr6ximos dos aiios (1958-1959) lbs paso en Nueva York, estudiando en Ia conocida institucion «Art Student's League». De nuevo en su patria, dedic6se de Ueno a -;u arte, y en disfrute de una beca otorgada por el Instituto de Cultura estudi6 las tecnicas del grabado y Ia serigrafia en el Taller de Artes Graficas del mismo Instituto, bajo la direcci6n de Lorenzo Hoinar. Algunos meses mas tarde concurria a las certamencs de pfntura y grabado del Festival de Navidad de 1960, organizados por el Ateneo Puertorriqueiio, y obtenia un primer premio por SU oleo Pastoral num. 2 (inspirada en la obra de Beethoven), y una mencion honorifi.ca por su grabado Teresa -el primero que realizara en los talleres del Instituto-. Ambas obras figuraron en la exposicion que reseiiamos. El arte de Rodon, fonnalmente abstracto y de estilo personalisimo, tiene una calidad poetica que se manifiesta igualmente en sus paisajes, de definida inspiracion puertorriqueiia, y en sus retratos, dotados de gran fuerza dramatica. En estos se afinna de un modo especial la tesis del . autor de que la pintura «debe combinar un mensaje humano con un.objetivo poetico». 18
~""rancisco
Rod6n
Retrato de Ia actriz puertortiquefia Mona Marti, representando el personaje de Lorca ¡ Bernarda Alba.
Vista parcial de la exposici6n. 19
Los premios del Instituto de Cultura Puertorrique:fia Por MARGOT ARCE DE VAZQUEZ
INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUENA HA DECIDIDO E L conmemorar el quinto aniversario de su fundac10n otorgando sendas medallas de oro a cincQ distinguidos puertorriquefios cuyas vidas y caracter pueden ofrecerse como ejemplo y honra de Puerto Rico. Los elegidos son: Antonia Saez, Jesus Figueroa, Augusto Malaret, Miguel Melendez Mufioz y Miguel Pou. La conmemoraci6n cobra de este modo un hondo significado, como si el Instituto quisiera apartar de si la mirada del pueblo para fijar la sobre estas nobles figuras cuya conciencia hist6rica y nacional, y cuyas obras las constituyen en testigos excepcionales de nuestro drama colectivo contemporaneo. Cualquiera que haya seguido con atenci6n entrafiable el curso de ese drama sabe quienes son las personas que responden a esos nombres y el papel que ¡han desempefiado en es te momento critico de nuestra historia; la cuenta que han dado de! patrimonio
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recibido de las generaciones pasadas, patrimonio que cllas entregaran acrecido y aquilatado a las siguientes. Ninguna de estas personas se podria llamar propiamen te ÂŤhombre de acci6nÂť, ni ha tenido que ver directamente con las luchas partidistas ni con las funciones de gobierno; ninguna se podria considerar como especialmente vocada a la acci6n civil, al delicado y peligroso ejercicio de! poder polffico. Por el contrario : la vocaci6n las ha inclinado a todas a la contemplaci6n, a las tareas intelectuales desinteresadas y creadoras que apartan fisicamente de! trafago mundano, pero permiten una perspectiva mas amplia y una inteligencia mas aguda y clarividente de! mundo circundante. Pero tampoco ninguna de ellas se ha puesto nunca de espaldas a su pueblo ni se ha desinteresado de sus problemas, encerrandose en la c6moda torre de marfil. Los actos de SU vida han brotado del mas genuino
amor a . su patria, de un patriotismo siempre operante y generoso. -Permitasenos subrayar esta palabra patriotismo, tan desusada ya entre nosotros y sobre la cual pesa una suerte de tabu.- Ella es la que define con toda precision el verdadero sentido de las obras .de estos puertorriquefios. Para ellos, )a patria es , sobre todo, un conjunto de virtudes y de valores y no unicamente la dulzura maternal de la tierra, ni el orgullo de! progreso material y tecnico y de Ios records que se han roto en la feria de las vanidades. Para cllos la patria es el espiritu, el fruto de su amor humano, de su genuino altruismo: la daci6n gozosa y Iibre de si mismos a una vocaci6n nacional e hist6rica. No es posible trazar en este momento la biografia detallada de cada una de estas figuras con su variedad de datos particulares; pero, si intentaramos resumir la biografia espiritual - que es Ia que al cabo import<;i -, encontrariamos que tienen muchos rasgos comunes y que sus dimensiones morales dan Ia talla de lo que hasta hoy hemos creido ser e-I modo de ser puertorriquefio, la imagen verdadera de! puertorriquefio ideal con sus virtudes distintivas: austeridad de vida, sencillez, caballerosidad, desprendimiento de los bienes temporales, pasi6n de justicia, igualdad y humanidad de trato, espiritu abierto. dedicaci6n a la propia obra, y una frescura de juventud que el paso de! tiempo no ha podido agostar. EI valor representativo y simb6Iico de estas personas se percibe en cuanto advertimos el criteria que presidi6 SU selecci6n: Nacidos todos en el ultimo cuarto de! siglo xrx, vivieron en su adolescencia o en su juventud el suceso mas grave de nuestra historia: la crisis de! 98; Ia totalidad de su obra se realiza durante el siglo presente y bajo el rudo. impacto psicol6gico de ese hecho. En los supuestos e intenciones de Ia labor ¡que han cumplido, advertimos el deseo de conservar y potenciar las esencias de nuestro modo de ser y nuestra cultura. Y cada una lo ha hecho en armonia con su peculiar temperamento y vocaci6n: unos dedicados a Ia ensefianza, otros a Ia expresi6n artistica, otros al examen reflexivo de nuestras realidades sociales y econ6micas, y de Ia victa de! campesino y las condiciones de su trabajo. Antonia Saez y Augusto Maiaret, constante y fervientemente, ella con el brio de su espiritu rebelde, e1 con . el sosiego de su genio apacible, y Melendez Munoz, incidentalmente, con afilada ironia, han visto la importancia decisiva de! problema de la conservaci6n, cultivo y ensefianza de la lengua materna para Ia educaci6n y formaci6n espiritual de nuestro pueblo y la promoci6n de nuestra cultura; han visto claro que nuestras facultades creadoras personales y colectivas dependen absolutamente de! grado de dominio, eficacia y afinamiento que !ogre cada cual en el uso de nuestro natural y propio instrilmento de comunicaci6n y expresi6n. Los diccionarios de americanismos de Malaret y los Iibros de metodologia de Ia ensefianza y Iectu¡r a de! vernaculo de Antonia Saez, han alcanzado estimaci6n universal aparte de la inapreciable ensefianza y utilidad que tienen para nosotros.
Ora. Antonia Saez
Don Augusto Malaret 21
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Miguel Pou ha captado con el pince! los tipos y costumbres populares, el paisaje tierno y luminoso de la isla, los rostros reveladores de nuestra psicologia, Ia imagen plastica y coloreada de los hombres y de Ia tierra: espejos en que podremos mirarnos en el morriento de Ia verdad_
Don Miguel Pou
·. Jesi'ts Figueroa, cabeza de una e1emplar familia puertorriqueiia - · fecunda y prodiga en la carne como en el espiritu, unida en el amor, en la colaboracion y el culto de Ia musica - no solo puede ser ejemplo de nuestro modo de concebir y vivir Ia paternidad, sino que, musico tambien, nos ha dado en 'sutiles imagenes sonoras la expresion de nuestros sentimientos, de nuestros sueiios y nuestros dolores. En Miguel Melendez Munoz se equilibran la vision poetica y la literaria de nuestra realidad, y las reflexiones derivadas de un contacto directo con Ios problemas humanos y sociales de su J?atria. La pasion de justicia, tambien vigorosa y expresiva en Antonia Saez, determina toda Ia obra literada de Melendez Muiioz y da autentico sentido a su humanismo democratico, en el cual es facil percibir las rakes eticas hispanicas, que estan, asimismo, presentes en las obras y actos de todos Ios demas como un comun denominador. La esperanza de Puerto Rico, Ia garantia de Ia persistencia y vitali.dad de su cultura nacional dependen por completo del amor, las obras y Ia responsabilidad de cada puertorriqueiio, y no pueden confiarse ni al azar ni a Ia impersonalidad colectiva. EI ejemplo de Ios ilustres puertorriqueiios que honramos en este dia inspire a las generaciones j6venes y las ilumine en el
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discernimiento de los valores nacionales que hay que conservar a toda costa. «Seras Io que hay que ser, o no eres r.ada», ha dicho San Martin, una de las mas limpias figuras de la libertad americana. Reflexionemos sobre la profunda sabiduria de estas palabras.
Don Jesus Figueroa
Don Miguel Melendez Munoz.
La esclavitud en America
La vida cotidiana en una hacienda de esclavos Por FRANCISCO MORALES PADR6N
LA SOCIEDAD COLONIAL DESPUBs DE BLANCOS, INDIOS E Nmestizos venian los negros, la masa esclava por Y
antonomasia. Siempre se ha achacado a Las Casas la culpa de la esclavitud·, cayendo ,en el error quienes lo ban hecho. La esclavitud negra existia cuando el fraile dominico apunt6 el empleo de brazos negros par-a aliviar el trabajo de los indios, pero sin sospechar las consecuencias que se iban a originar, cuando se noto la ausencia de brazos indigenas. El negro comenz6 a desembarcar en las Antillas, do.ride se vendia por ochen· ta o cien pesos. En virtud .de la instrucci6n dada a Nicolas de Ovando, en septiembre de 1501, comenzaron a entrar negros en las lndias, pues se le permitia llevarlos. Parece que la instruccion constituy6 un fracaso, por lo que la corona, a peticion de Ovando mismo, prohibio su envio en ·1503, pero al afio, Fernando el Catolico revocaba la decision, que ratifico en 1513. Y asi comenz6 la importacion de negros en America. La corona espafiola no llevo directamente el negocio o trafico negrero. Por media de licencias o asientos, concedia a un particular o compaiiia la importaci6n. Las licencias fueron permisos individuales negociables; el asiento fue un contrato que implic6 la obligacion de hacer llegar los negros a America. El negocio origino un engranaje administrativo representado por la Junta de Negros, que no tenia caracter permanente y que negociaba los as,ientos y resolvia dificultades. Hablemos, antes que nada, de las etapas de la trata, de la procedencia y de la distribucion. Luego estudiaremos el regimen esclavista. Cada zona de! continente tiene una cronologia propia en cuanto a los comienzos de la importaci6n de negros y. en cuanto a la abolici6n . Esta se originara entre 1860 y -1870, cuando ya se ban creado · las rept'.1blicas independientes. En cuanto a la procedencia de los esclavos, se ha venido afirmando que estos procedian de diversas localidades africanas; mas los .estudios recientes han demostrado cierta unidad geografica, no cultural, en ta-
Jes negros. La tierra africana que facilito el mayor porcentaje de esclavos fue la r egion subtropical y ecuatorial de Africa Occidental, con dos zonas claras : una al norte del Ecuador, entre el Niger y el Senegal ; otra al sur, en la cuenca de! rio Congo y hasta Angola. La primera region es la denominada sudanesa, en oposicion a la segunda, Hamada bantu. Claro es que a estos territorios, limitados por nosotros en el sentido costero, afluian esclavos traidos de diversas re_giones de! interior , cosa que explica la variedad de culturas. La distribucion de toda esta masa negra (yoruba, mandinga, eve, jolofe, aracole, achanti, dahome) se hizo por todo el continente, aunque con tin criteria simplista -no por ello muy cierto-; podriamos decir que se efectuo sabre la costa atlantica y algunos puntos del Pacifico (Ecuador, Peru). Fuera de las Antilla~ abundantemente habitada por los negros, la masa escLva formo ma especie de aria costera desde los Estados Unidos al Rio de la Plata, con espesamientos en Virginia, Belice, Colombia, Venezuela, Guayanas y Brasil. El «ennegrecimiento» de Panama y ciertas zonas centroamericanas es obra de! siglo xx o finales de! xix, a raiz de la construccion de! canal y cultivo de!. banana, l',!n que se impor tan n egros jamaicanos. Ncitemos dos cosas en esta distribuci6n de la masa negra: prirnera, que la zona litoral c\onde ella se situa carece de grandes .agrupaciones .·ind'igenas; segunda, que la misma se hace sabre regiones subtropicales y ecua tciriales. La primera etapa de la, importacion afecto solamen te . a las zonas hispanas, pero al fundarse las colonias bri tanicas y francesas el proceso (\fecta · a las Antillas menores y al subcontinente norte. · Los elementos ingleses, franceses y ho!andeses que llevaban <;piezas de eban.O» a SUS coJonias - segunda etapa- extendieron el negocio a los reinos hispanos de America, sustituyendo a los agentes lusita nos e ita23
lianos de la primera etapa , segi'.tn mas adelante volveremos a indicar. El siglo XVIII va a ser testigo de Ia tercera y gran etapa, ya que entonces, al socaire de! contrabando y de yentajas otorgadas a ingleses (Utrecht) y franceses (Borbones de ambas coronas), se intensifica Ia introduccion de negros. El comercio de esclavos da de !ado al sistema privilegiado de compafiias y se encauza por el de plena libertad. Pero es precisamente en esta centuria cuando comienza a gestarse el proceso abolicionista que culmina en el siglo XIX. Los portugueses, expertos negreros, al igual que los ingleses y Ios ho!andeses, fueron los primeros en disfrutar de licencias de exportacion. No fue muy grande el numero de Jos introducidos, Ilegandose a citar (Herrera) Ia cantidad de cuatro mil negros como importados en las Antillas al principio. Aunque siempre habia que obtenerlos mediante una patente o Iicencia real, los negreros se encargaron de meterlos ilegalmente. De este modo no habia que esperar a las licencias ni habia que abonar impuestos por cada «pieza de ebano». comprada. El trafico negrero no conto nunca con Ia intervencion cspafio!a estatal; Jos pobladores demandaban esclavos a la corona, esta concedia un determinado numero de licencias y los negreros extranjeros se encargaban de hacer Ilegar la mercancia. A Io largo de Jos siglos se advierten dos momentos en la politica negrera: uno de licencias y otros de asien to. Las Iicencias cubrieron Ia primera etapa, siendo generalmente portugueses y genoveses los negreros; pero en 1525 se establecio el sistema de asiento, que disfrutaron diversos pueblos europeos, Ilegandose a distinguir un periodo aleman, otro portugues, otro frances, otro ingles y, finalmente, uno de trata libre. Con el sistema de asiento aparecio el carimbo, hierro con el que se marcaba a los negros Jegalmente importados. EI esclavo, social y juridicamente, estaba muy por ' debajo de Ios demas miembros de Ia comunidad, pero el amo . tenia que respetarle Ia vida, darle alimentos y buen trato y no dafiar su integridad corporal. Pese a ello, se Jes trataba ma!. Podian casarse y ganar Ia libertad por dinero y por decision de! amo. Algunos, a causa del mal trato, huian al monte y se convertian en cimarrones; los que se manumitian eran denominados horros. Por otro !ado, la situacion de los esdavos no era identica en unos !ados que en otros. En Jamaica, Puerto Rico y Cuba estuvieron muy considerados y la distancia entre duefio y esclavo no era muy grande. Generalizando, puede afirmarse que hubo tres tipos de esclavos: domesticos, jornaleros y de tala. Los primeros -y hablan los especialistas Saco, Scelles y Diaz Soler- estaban dedicados a las tareas de la estancia, de la hacienda o de Jo que en Brasil llaman «casa grande». Por el contacto directo con los amos, estos esclavos adquirian cierta cultura. El csclavo jornalero era el arrendado a empresas privadas o publicas por sus duefios, mientras que el de tala era aquel que se consagraba a las faenas de! campo bajo el mando de un mayoral que solo procuraba sacar el mayor rendimiento de ellos.
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Los negros se dedicaron a trabaj os muy diversos: criados, mineros, obreros en for tificaciones ... Los amos Jos mandaban a montear ganado en los bosques, o los alquilaban, o los ponian a dar de comer a los pasajeros de · las flotas. Despues del establecimiento de los ingenios, el negro encont ro ·en estos su casi exclusiva ocupacion. Los esclavos vivian en torno a la casa del amo en Ios cuarteles y bohios, siempre b ajo la vigilancia del duefio, que Jo mismo le permitia divertirse de tres de Ia tarde al toque oracion, que lo castigaba COIJ. cepo, calza, boca abajo, ramal, mono y grillete . El cumplimiento de visitas anuales por sindicos de esclavos no garantizaba al esclavo el buen trato dictaminado en los reglamentos. Asi como en torno a la servidumbre indigena - licitud de ella- surgio toda una legion de teorizantes, asi tambien defendiendo al negro se alzaran diversos apologistas. (Las Casas, Alonso de Montufar, Tomas .Mercado), Jos cuales alegaban que el negro no era enemigo del espafiol y que era merecedor de Ia misma Jegislacion proteccionista que amparaba al indio. Algo se hizo desde el siglo XVI, pues se ctictaron normas protegiendolos, y mas tarde se prohibio marcarlos con hierro, como si fueran reses. Pese a todo esto, su vida fue miserable «porque el tratamiento que Jes hacen -escribe el jesuita Alonso de Sandoval-, de ordinario por poca cosa y de bien poca consideraci6n, es brearJos, Iardarlos hasta quitarles Jos cueros, y con ellos las vidas, con crueles azotes y gravisimos tormentos; o ellos, atemorizados, por ahi se mueren podridos y llenos de gusanos». La infame trata motiv6 la tarea y hasta Ia santidad de un hombre que es todo un simbolo: Pedro Claver. En la Cartagena de lndias de! siglo XVII el negocio de esclavos tenia uno de los mercados mas impor tantes del Caribe. Las naos hediondas arrojaban su apes tosa carga negra a Jos muelles cartageneros, donde . un jesuita catalan, Pedro Claver, los esperaba para poner un poco de consuelo en sus vidas. Otro jesuita, Alonso de Sandoval, habia influido en Claver, que apren.d i6 de aquel Ia metodologia practica o sociol6gica aplicada que uso en su apostolado negro. Sandoval, sevillano, habia escrito De ins'tauranda aethiopum salute , que era todo un estudio de la esclavitud negra y un recetario magnifico de c6mo habia que acercarse al esclavo de color: «De algunas cosas necesarias al obrero des tos negros para bien ejercer este ministerio» se titula uno de SUS capftulos, y ya eJ nos dice elocuentemente algo de su cdntenido. Y fijemonos . en uno de Jos primeros consejos que da: no aguardar a que se le Harne p ara remediar necesidades, ·sino estar antes y siempre. Se vivia en una epoca en que la esclavitud era una Iacra to!erada por Ia sociedad. con naturalidad. Los papas, Jos reyes y los conventos· tenian esclavos. El papa Nicolas V habia concedido . a los portugueses el monopolio de! negocio; Jos Reyes Cat6Iicos habian regalado a Inocencio VIII cien « piezas» esclavas moras ... Pero el tiempo hizo ver que la raza negra no era inferior espiritualmente, y, como un heraldo de esa actitud de reivindicaci6n, nacio Ia figura de Pedro Claver, esclavo de los esclavos. Era entonces Ia epoca del se-
gundo periodo portugues de licencias o asientos., Ia epoca del gobernador de Angola, Juan Rodriguez de Couthinho y de su hermano Gonzalo Vaez. Claver escogio para actuar el mayor mercado de esclavos americanos: Cartagena de. lndias, Ia ciudad amurallada y llena de .aire caribefto. Tai vez no haya en el santoral catolico un santo tan especializado coma Claver. Toda Io consagro a · Ios negros, a consolarlos, cuidarlos y bautizarlos (trescientos mil). Asi, durante treinta y tres aftos, has ta que la muerte se lo Ilevo (1580-1654 ). Pedro Claver andaba de continua por los muelles de la ciudad ejerciendo su labor, acompaftado de un negrillo interprete (Ignacio de Angola) que le ayudaba en su ministerio . Tan pronto el vigia anunciaba la presencia de una nao, Claver se apostaba en Ios desembarcaderos a contemplar las piltrafas humanas que 's alian de! fondo asqueroso de las bodegas e iban a parar a las «negrerias», sitas en las calles de Santa Clara y de Santo Domingo. Estaba alli, con los negros, hasta que eran vendidos y partian para ·las haciendas de! interior. Muchas veces, mientras Ilegaba el momenta de esta venta, las autoridades los alquilaban a sus amos Ios capitanes para alzar las murallas de Ia ciudad. (De donde venian aquellos negros? Venian de Guinea, Cacheo, Caba Verde, Santo Tome y Loanda o Angola, e iban a parar a las. estancias o trapiches, donde incansablemente movian la maquinaria que hacia el azucar, la melaza y el ron. Y con el dinero obte.nido de la venta de esos productos ·se volvia a comprar mas negros. Cartagena de Indias, por donde pasaran Bras de Lezo, Alonso de Sandoval, Toribio de Mogrovejo, Francisco Solano, Luis Beltran, Juan Macias ... , heroes, santos y beatos; Cartagena de lndias, ciudad heroica, ciudad santa, ciudad tambien lodazal inmundo donde Ona raza se arrastro bajo la mirada duke de un santo. Mas al Norte, en las islas Antillas, otros negros ejercian semejantes labores, poniendo las bases de una economia azucarera pujante y los basamentos de una cultura. Una musical, sabre todo, aunque el desvergonzado Concolorcorvo diga que «los negros civilizados ' en sus reinos s~n infinitamente mas groseros que los indios. Repare el buen inca la diferencia que hay en los bailes, canto y musica de una y otra nacion. Los instrumentos de Ios indios son las flautillas y algunos otros de cuerda, que taften y tocan con mucha suavidad, coma asimismo Ios tambor~lillos ... », etc. (Se refiere a los indios peruanos.) -seguidamente aftade: «Las diversiones de los negros bozales son las mas barbaras y groseras que se pueden imaginar. Su canto es un aullo. De ver solo Ios instrumentos de SU musica se inferira Jo. desagradable d~ su sonido. La quijada de un asno· bien descarnada, con su dentadura, floja, son las cuerdas de su principal instrumenfo, que rascan con un hueso de carnero, as ta u otro palo duro... En lugar del. agradable tamborilillo de los indios, usan los negros un tronco hueco,. y a Jos dos extremos le ciften un pellejo tosco. Este tambor lo carga un negro, tendido sabre su cabeza, y otro va por detras, con dos palitos en la mano, con figura de zancos, golpeando el cuero con sus puntas, sin orden y solo con· el fin de hacer ruido... Sus danzas se reducen a menear la barriga y las caderas
con mucha deshonestidad, a que acompaftan con gestos ridiculos y que traen a la imaginacion la fiesta que hacen los brujos en su sabado ... » Precisamente al negro le cupo cultivar intensamente la brujeria, que usaban para curar enfermedades, vaticinar el porvenir, invocar al demonio, descubri r robos, etc. A causa de ello muchos negros comparecieron ante el tribunal de Ia lnquisicion. El grupo negro no cesaba nunca de crecer, debido a su gran proliferacion, a las ventajas concedidas a los ingleses con el asiento de negros, y al trafico negrero ilegal. El siglo XVIII influyo mucho en la trata, para SU mal y para su bien. En primer lugar, el siglo XVIII aumento el trafico a causa de los asientos, modalidad que sustituyo a las licencias y compaftias. A principios de siglo se habia intentado reorganizar el negocio negrero copiando el sistema de compaftfas. implantado por Ios franceses, pero lnglaterra consiguio un Utrecht, en 1713, el asiento de negros, monopolio que le permitio .introducir abundantemente mano negra a su man.~ra. Solo en 1753 se derogo Ia clausula de Utrecht, y p 0 co despues Carlos III subia al trono e iniciaba sus reformas, dando comienzo en este momenta al aspecto positivo para el trafico de esclavos o sistema esclavista. Comienza por suprimirse el carimbo, se ordena un mejor trato, coma lo prueba el Codigo Negro Carolina, formado en 1785 por la Audiencia de Santo Domingo en virtud de ordenes estatales. Las leyes dotaron al negro de ]a· proteccion debida, y este podia Jograr SU venta a otro amo si se le maltrataba (1770); tambicn podia lograr su manumision mediante el pago de su valor (1768) . Al ganar Ia libertad un negro, porque la compraba 0 porque huia de una colonia extranjera, no quedaba equiparado juridicamente al estado llano hi spano, sino que se le protegia mediante un estatuto especial. Brasil y las Antillas constituyeron el gran escenario; frutos de ellos es la republica negra de Haiti y ioda Ia cultura afroantillana que impera en el Caribe. Cuba fue tambien una de las regiones donde mas entraron, especialmente a partir de! asiento de negros concedido en 1713 a la compaftia britanica de la mar del Sur, suponiendose que hacia 1792 habia en la isla 54,152 negros libres y 84,333 esclavos, junta a 133,559 blancos. Tampoco faltaron en el Rio de la Plata, ni en el Peru, cuya costa Jes dio albergue por ser tierra calien te y cuyo folklore -el de Piura- tiene muchos elementos negroides. A finales de! siglo XVIII, un censo del virrey Abascal registraba 96,000 negros en el Peru, y en Buenos Aires el aumento de poblacion negra se percibe con claridad en los sucesivos empadronamientos de 1738 (322 negros), 1774 (1,150) y 1778 (3,837). Hemos estimado conveniente facilitar el anterio.r panorama resumen de Ia evolucion seguida por la esclavitud negra en el Nuevo Mundo para mejor comprender y encuadrar el documento que sigue a continuacion y que es todo un cuadro plastico, donde se traza la vida del negro esclavo. El documento, escrito por parte interesada, podia haber sido .glosado por nosotros, pero su contenido y expresividad. es tal que resulta preferib)e dejarlo ta) coma esta, respetando SU originalidad. 25
No es corriente hallar documentos coma el que sigue, de ahi su valor. Valor acrecentado por la riqueza de datos y de noticias · para · una pintura de la vida esclava en las haciendas ·antillanas. Porque igual que sucedia en Cuba, acontecia en Puerto Rico o en Santo Domingo. La uniea variante que hemos introducido ha sido la de los epigrafes, para dotar de cierta estructura y romper la unidad que sicmpre cansa, de! documento. VIDA RELIGIOSA
Es costumbre general en todos los Yngenios rezar diariamente el Rosario, y ensefiar a los esclavos la doctrina cristiana, sin que Io embaraze la cosecha en su respectivo tiempo, y con la antigua invariable experiendia de que encomendandose la instrucci6n de cada Catecumeno a los otros Compaiieros, que ya son cristianos viejos, se consigue prontamente, por lo que estos estiman ser Padrinos [F. 0 2 v.0 ] de los otros; muchos son bautizados antes de! afio.; pero no es posible que fgualmente se verifique en todos, por que tardaran mas los rudos, y desaplicados que los habiles, y activos. Jamas ocupamos a los esclavos en los trabajos de nuestras atenciones, los dias de integro precepto, de cuya religiosa observancia nunca hemos pedido dispensacion, ni _los ordinarios Eclesiasticos acostumbran concederla; pero aquellos siervos, a vista de los Obispos, y Parrocos, tienen inmemorial posesion de trabajar a su beneficio. No es de nuestra incumbencia examinar la justicia de esta practica, ni si es buena, 6 relaxada Ia opinion de las Moralis tas que con ell a coinciden fun dados en el Evangelia. Puede derivarse de la inestimable Iibertad que consiguen mediante , aquel trabajo (cuya causa es mucho mayor para el!os que Ia feliz cosecha de sus Dueiios que la R 1 • Cedula califica legitima para Ia dispensaci6n.). Puede dimanar de haberlo tolerado los · Amos para evitar [F.0 3] la embriaguez, robos, y otras maldades a que destinaban los dias de fiesta, en vez de santificarlos; y lo cierto ' es, que quitandose ahora a Ios esclavos aquel recurso con que contaban para salir de su esclavitud, sera un principio infalible de su resentimiento : bolveran a exercitar las fiestas en torpezas, y deliqiiencias: seran fatales las resultas; y los mas no despreciaran qualquiera via que se Jes presente para sacudir el yugo que ya reputaran interminable por
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defecto de media s con que aspi ran a su deseada lib ertad . Los Yngenios cap aces de rendir intereses que alcanzen a sostener Capellan, todos lo tienen (si Io encuentran) para celebrar en ellos Misa los dias festivos, y ensefiar la doctrina cristiana a los esclavos ; pero h ay otros que, 6 por estar en sus principios, 6 por carecer de suficientes fondos, no sufren aquel c6sto, y algunos que pudiendo evocarlo, no los hallan. Sin embargo, los amos de todos estos, cuydan que oygan Misa los .si·e rvos de sus do'taciones en los Yngenios inmediatos, 6 Capillas rurales, sin permitir que antes se exerciten en trabajo alguno [F. 0 3 v.0 ] . Por ultimo padr6nformado de los predios rusticos de esta Jurisdicci6n, consta que Ios Yngenios de fabricar · azucar de ella, ascienden aciento noventa y (res. El Ciera Secular, y Regular, solo rnenta en toda esta Ysla, quinientos Presbiteros. Con ellos, se hande servir las Parr6quias de las Ciudades, Villas y Pueblos. Con ellos, celebran los Conventos, sus oficios, y obligaciones Monasticas. Con ellos, se. regencian las Catedras, y mantienen Ios estudios. Con ellos, se proveen los Oratorios de la Ciudad, las Capillas, Hospitales, e Yglesias particulares: Con ellos, las Carceles, Castillos, y Fortalezas; y con ellos, no es posible dar a cada Yngenio de esta Jurisdiccion, un Capellan. (Como pod.ran, pues, alcanzar a Ios demas de la Ysla, y a las otras haciendas de campo? (Como sera asequible que las vegas, Sitios, y Estancias Io costeen? (Y coma podra Amo alguno cumplir en esta parte el Cap. 1. de la R . Cedula, ni evadir en el particular la injusta quexa de sus esclavos, ni los malos efectos que ella produzca? 0
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RELACI6N AMOS-ESCLAVOS
Por el Cap. 2. se digna V.M. [F. 4] mandar se forme reglam' de los alimentos, y ·vestuarios que proporcionalm". daba subministrarse a los esclavos de ambos sexos, Conforme a la costumbre de] Pais, y a los que se dan a los Jornaleros, y trabajadores libres. Esta Ley Senor, en si misma es justisima; pero Iuego que Ios esclavos la comprehendan, cada dia se alarmaran contra sus Duefios, seran estos insultados irremediablem". de aquellos. Cada momenta le requeriran injustam". con el pero, y la medida. Asi, :Jes faltaran a Ia subordinaci6n, sacudiran Ios gages de la servi0
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dumbre, y nadie sera capaz de. contenerles su orglillo. A las Amos, conviene tratar bien a sus esclavos, en cuyos brazos vinculan su propia subsistencia, y el progreso de SUS haci.endas. No solo las inclina a esto la humanidad, sino su particular interes, por eso en esta parte la mexor Ley es la que cada uno piensa en su misma utilidad. VESTIDOS Y COMIDAS
Generalmente a cada negro, se proveen dos vestidos al ano de bramante y casaca de bayeta (6 mas sino Jes alcanza), iguales [F.0 4 v. 0 ] a Ios que gastan Ios trabajadores li]Jres, y media libra de came salada seca, que guisada llega a una porcion que apenas podran acabar, la correspondiente harina de mahis, y quantos platanos apetecen, s'in que se Jes escacee las boniatos, calabazas, y otras viandas, ni el arroz quando se estime oporti'.mo. Ningun jornalei:o libre, come tam bien. Ninguno, viste mexor; lo acredi tan Ios mis'1'10s esclavos que despues de Hbres continuan a sa!ario en las .Yngenios, y que jamas alguno de estas haciendas quando se enagena, quiere servir en otras de campo que no sean ellas, renunciando qualquier proporcion. Seran muy pocos las amos que no sigan esta regla cor'nun. Para ellos, bastara que el Gobierno las estreche a SU observancia, senalandoles la carne, vfanda, y ropas que deben dar a sus esclavos, sin que estos lo penetren, asi coma lo practican las Magistrados, con el Padre que abandona a sus hijos, y con el Marido que no alimenta, ni viste a su Muger [F.0 5 v. 0 ] , sin necesidad de reglamento g'e neral, que terminandose a gente ignorante, e inculta, abusara de el para alarmarse contra SU Senor. CAPACIDAD DE TRABAJO
No es posible que las Justicias de las Ciudades, y Villas, arreglen las tareas de! trabajo diario de las esclavos, conforme a sus edades, fuerzas, y robustez; par que es continua la alteracion, y variaci6n que en estos se experimenta. El esclavo que hoy resiste un competente trabajo, manana se debilita, y es incapaz de tolerarlo. Hay Joven floxo par naturalez, a quien sera mas dulce Ia muerte que arribar a un traba.i,o .facil, al activo, y agil. Unos de quarenta anos suelen incapacitarse antes, que las de sesenta; y en esta materia, ninguno puede mexor dictar las reglas que el Amo que las m;;ineja, y a quien principalm". conviene usar de hurr'ianidad con las esclavos, par-a que conservando- · se, puedan rendirle las utilidades a que aspira; de suerte que si las Justicias se inhieren (sic) en este asunto, 6 las Amos resultaran perjudicados, 6 las infelices siervos recargados. Es sabido que las fuerzas de las hombres no son iguales, [F. 0 5 v.0 ] y se arrasaria con aquellos, si a impulso d_e .castigo, 6 de amenazas, se intentase que el endeble , y apocado, llegare a la tarea de! robusto y esforzado. HORARIOS DE LABOR
Comunmente se franquea a las esclavos en nuestros Yngenios, dos horas para que cesen del trabajo, a mas de! tiempo que gastan en almorzar; pero ellos las con-
sumen en comer, reposar, y descansar, a excepcion de pocos que las emplearan en sus labores·, y sera imposible SUjetarJos generaim". a quc las destinen a SUS manifacturas, ti ocupaciones de su beneficio, coma se experirnen ta. Si el trabajo diario ha de ser de Sol, a Sol, en el tiempo de Ia cosecha, no pueden, Senor, conservarse ios Yngenios, y sera preciso enteram". abandonarlos, aun . que ~e empene Ia industria, y Ia eficacia. En las seis meses de! al'io, solo trabajan de noche nuestros esclavos en algunas faenas suaves de poco mas de una hara en conducir alguna Jena, y harrias, y en otros exercicios domesticos (par lo que despues diremos); pero en las [ F.0 6] otros seis de la cosecha, quando entra ia noche, se divide en dos, 6 tres quartos toda ella, y en otros tantos la gente. Una parte de esta, se ocupa desde la prima, hasta las dace, y la otra, hasta que amanece, 6 a proporcion, si son tres las divisiones. Mientras las unos trabajan las otros duermen y aun en este tiempo de la fatiga, puede cada uno hacerlo en siete, ft ocho horas. Termina este metodo, con Ia misma zafra, y en el resto de! ano Jes sabra tanto el descanso, que adelantan considrablem" las labores propias, y con sus productos, y Ios de las animales que crian, consiguen SUS libertades. Conesta practica, a las dace de Ia noche, se comienza a mover la maquina de las trapiches, y a maier en ellos la cana para extraerle el suco, que llaman guarapo. Segun sale, se recoge en Can6as, y conduce a las paylas en que se elabora. Se coRtinuan las demas operaciones, y a las diez de! dia se ve la azucar de esta primera templa. Por el mismo orden, se progresa [F. 0 6 v. 0 ] ala otra que se concluye par la noche; pero siempr~ que se haga el trabajo de Sol, a Sol, es preciso suspender . la elaboracion de! azucar luego que salga la primera, y a su conseqliencia no moler mas cana que la que se emplea en ella, pues no se puede labrar sin que sobrevenga la noche, ni es posible reservar para el otro dia el guarapo, 6 meladura, por que fermentandose, y agriandose al momenta, se inutilisa del todo, y no puede reducirse a azucar. SOBRE EL TRABAJO NOCTURNO
Esta incontrastable verdad, la saben todos aquellos que tienen algun conocim 10• de las Yngenios. Es principio' inconcuso, que alcaldo de la cana, 6 guarapo, si se guarda una noche, absolutam''. se inutilisa. Tambien lo es, q~e desde el mes de Enero en que regularm". comienzan las cosechas, y en las siguientes hasta Mayo, 6 principios de Junia en que fenecen las mas tardar (porque ni las lluvias permiten mayor dilaci6n, ni puede convinarse con el tiempo que necesita la vegetaci6n de la cana para el afio pr6ximo); el Sol, [F.0 7) aparece a las siete, y minutos de la manana, a las seis, y minutos, y quando mas temprano a las cinco, y minutos. Con que siendo Constante que empezandose a moler a las dace de la noche, la primera azucar, ·resulta a )as diez de] dia, Se deduce par demonstracion que principiandose a las siete, seis, 6 cinco de la mafiana, segun salga el Sol, se sacara a las cinco, quatro, 6 tres de la tarde, y ya es preciso suspender toda operacion;
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como que estando inmediata la posicion de! Sol, no hay tiempo para otra templa, y cada Yngenio con este corto limitado "trabajo, solo podra fabricar la quarta parte de azucar que antes elaboraba. Por eso los Estrangeros fabricantes de ella no excluyen las noches de sus labores. Por eso los que han escrito en el asunto, las detallan a aquella hora, y por eso qualquier systema opues· to, se lleva de encuentro esta util, y recomendable agri cultura. Con su producto, no pueden absolutamente sostenerse los grandes gastos de la finca, pues aun quando son cortas las [F. 7 v. zafras por la esterilidad de los afios baxo de! trabajo nocturno acostumbrado, nos vemos afligidos, y empefiados. Sera, pues, preciso que atiandonemos los Yngenios, y al R' . Erario de V.M, faltara un ramo tan considerable: Las rentas Decimal es, que antes se reputaron capaces para mantener con decencia dos Obispados, apenas podran sostener miserablemente a SUS y glesias, indotados SUS Capitulares: Se arruinara el Comercio, que ya era floreciente por los azucares: La Agricultura se destruira: La Poblaci6n decaera, y las familias que brillaban en esplendidez se llenaran de atrazos, y escasezes. Sino salieramos fuera de los limites de nuestro intento, nos detendriamos en manifestar a V. M. con la misma evidencia, la ruina que tambien padeceran los sitios de fabricar casave, y que perecera indubitablem". el ramo de] tabaco (una de las mas preciosas rentas de! Erario de V. M.). La [F. 0 8] agricultura de ambos frutos, necesita precisamente el trabajo por la noche. El Labrador de! tabaco, debe indispensablemente regar de noche las posturas que trasplanta, por que si lo hace de dia, las cucce el Sol. Debe matar en su oportunidad, los guzanos que !es ocurren nombrados cachasudo, y Rosquillas, a fin de que no le voren toda la vega en poco tiempo. No lo puede practicar de dia, porque estos insectos al rayar la luz se esconden dentro de la tietra, y salen por la noche. Debe cager el fn'.1to despues de abanzado mucho el peso de! dia, para que ·el Sol disipe el sereno, y enjugue las humedades comunicadas a las plantas en la anterior noche, amortiguandolas tambien para que se manejen sin quebrarse. Al instante es preciso, que sin amontonar las ojas se cudguen en los cujes para evitar que inmediatamente se ardan; y en estas operaciones consume las noches, baxo la pena de perder el fruto . Sirva solo este parentesis de indicar a V. M. el gravisimo inminente quebranto que amenaza a su R'. Erario [. 0 8 v. 0 ] para que V. M. se digne proporcionar oportunamente el remedio antes que se experimente el estriago. 0
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todos "Jos esclavos a la casa en que esta la maquina, 6 trapiche, y despues de rezarse el Rosario, se destinan los de! primer quarto, y los demas se van a dormir. Ya A. esta hor a la cafia esta acopiada al pie de la maquina. Dos, 6 tres de los esclavos, la pasan a otros dos que la introducen en el trapiche, e igual numero la recibe de! otro ·!ado. Cada yunta de bueyes de las que mueven la maquina tiene su arriero. El suco, 6 guanapo que [F. 0 9] resulta, se conduce a las paylas en donde se cuece, y fabrican las meladuras. Es tas se trasladan oportunam". a los tachos enque se finaliza la operacion. A toda ella, si son ocho las calderas, se destinan diez esclavos; quatro de ellos a las paylas, dos, a atisar pausadamente el fuego cebandole de Iefia, y los cuatro restantes a los tachos, los que despues que purifican las meladuras, de las espumas que arrojan, pueden dormir al menos tres horas mientras que depurada enteram". la materia, exige otra vez el auxilio de los tacheros. Al amanecer de! rnismo dia se convoca toda la gente (y esta es la hora en que siempre se hace quando no es el tiempo de la cosecha), asi Ia que dorII).ia, como la que trabajaba . De ella; unos se destirn1n a_. la casa de purga a entender en hechar al azucar el barro que la purifica, y blanquea: Otros, en el secadero a separar el blanco de! quebrado: Otros a manejar los carros en que se conduce la cafia desde el campo al trapiche; Otros, en limpiar la casa, quitar el bagaso, y semej.aHtes ocupaciones domesticas, faciles, y . manuables. En ellas se consume la mafiana [F. 0 9 v. 0 ] hasta cerca de las nueve en que almuerzan, y despues la parte de gente, a quien corresponde el campo, pasa a el a contar la cafia. Una carretada de este -fruto, es la tarea de cada esclavo, aun que a Ios asalariados libres se asignan dos. Al dia ise retiran a las casas, comen, y reposan dos horas. Despues de ellas buelven al campo; y concluyendo muchos sus tareas a las cinco, fr antes de la tarde; .se conducen a! descanso de sus bogios, que son sus ·habitaciones bien abrigadas, y acomodadas. Esto sucede en el tiempo de la cosecha. Fuera de el, es preciso en el verano ( quando los rigores de! Sol son irresistibles, de modo que ahogan a los bueyes en la fatiga) conducir los carros de lefia, a prima noche. Los arrieros ·del azucar, tambien lo hacen a esta hora por su propia comodidad. En las fundiciones que anualmente se practican de las calderas, como operacion larga, y pesada, que no puede interrumpirse, tampoco son excusables las noches ; y por esta regla, fuera de zafra, solo se tienen trabajos [F. 10] noctumos quando sonabsolutam••. indispensables, 6 se hacen mas comodos, y ligeros a los esclavos. 0
UN DfA DE TRABAJO EN EL INGENIO
Para que V. M. f6rme una completa idea de lo que dexamos representado, formaremos un brebe resumen de! ponderado trabajo de nuestros Yngenios en el tiempo de la cosecha; por que fuera de ella, nada hay, que no sea una agricultura comun, a excepc.ion de! carte de lefia que se hace para la zafra, y se reduce a tareas muy cortas, y casi la _mitad de las que vencen los hombres libres asalariados. Luego que finaliza la noche de! Domingo, concurren
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CONSIDERACIONES SOBRE . BL TRABAJO NOCTURNO
Por este detail constante, y verdadero, reconocera V.M. que las tareas . son demasiadam". moi:leradas, y que nada tienen de irresistibles ; de suerte que lexos de extenuarse los esdavos en el tiempo de la molienda, toman con la cafia, y guarapo mayor robustez, salud, y actividad. Dignese V.M. por un efecto de su invariable bondad, ponnitirnos nos lamentemos de nuestra desgracia, tan-
to mas· grande, quarito la mayor distancia eri que nuestra adversa suerte nos ha situado de la R 1• Persona de V.M, nos dificulta manifestarle mexor haber sido equivocados los informes contra nuestra conducta. Ningu-. nos abusos opuestos al Systema de la Legislacion, rii a las Maximas de la Religion, ni de la humanidad, se encontrara comunmente en nuestros Yngonios. Roga-. mos a V.M. no omita diligencia alguna para la inquisi• cion, y quando V.M. haya justificado la calumnia con que nos ha [F. 0 10 v. 0 ] ctesconceptuado algun zelo menos discreto, o alguna emulacion poco cristiana; entonces, Senor, nos animaremos a forinar cotejo del trabajo nocturno que se entredicha a nuestros esclavos, permi• tiendose generalm". a los Mineros de los · Reynos del Peru, y Mexico: a los cosechero.s del azeyte, y de otros varios frutos en esa Peninsula; a las Panaderias, y muchas oficina iguales; y a la Marineria. Todos aquellos Artesanos no excluyen la noche de sus trabajos. Los Mineros, dividen su gente en dos quadrillas, la una para el dia, y la otra para la noche. La Marina en diversas guardias, que mientras unas duermen, otras velan. Las guarniciones de las Plazas hacen respectivam". lo propio en los puestos que 'Custodian. Toda esta gente es libre; nuestros esclavos no lo son: estos solo en seis meses trabajan por quadrillas de noche; los Mineros, Marineros, y Soldados, todo el afiJ. La fatiga de las minas, es imponderablem". mayor que la de los Yngenios: En estos, se suspend:'! los dias festivos, y para aquellos, no hay alguno exceptuado. i 0 Senor, y como [F. 11] entonces haremos ver a V.M. el dolor, que aflige nuestros fieles corazones ! De que formando V.M. conseqiiente a aquellos informes, tan baxo concepto de nuestra religion, y conducta, no nos -concede V.M. lo que a otros Vasallos permite. Amplia V.M. a los unos, el tes6ro de sus benignidades franqueandoles el trabajo de sus asalariados hasta hacerse felices; al mismo tiempo que el de nuestros esclavos se limita a terminos que no podemos conservar nuestras haciendas. Vivimos solo con la esperanza de que quando V.M. tome justificaciones del asunto, calificara justo nuestro sentimiento, y bolvera V.M. por nuestra justicia, y por nuestra inocencia. 0
EL TRATO AL ESCLAVO.
Los
LIBERTOS
Con muchos comprobantes pudieramos acreditar a V.M. la humanidad con que tratamos a nuestros esclavos, sin perder de vista el bien del Estado, tranquilidad publica, y el systema de la Legislacion, sino propendieramos a evitar la difusi6n; pero haremos a v~M. unas, u otra reflexion que convenceran nuestra verdad. Si nuestros esclavos no estuviesen bien alimentados, y vestidos: Si los tratasemos con inhumanidad: Si les cercenasemos las [F.0 11 v. 0 ] horas del descanso; Y sino les fraquearamos mucho para sus propias atenciones no se veria el excesivo numero que de ellos se hacen Jibres. Tiene V.M. dos Batallones de esta especie de Libertos, y sobran para formarse otro. Los mas, libertan antes a SUS mugeres, y muchos a SUS hijos: Cada cabeza, siendo pieza, desembolsara al menos tres cientos pesos por su libertad, y si son maestros de azucar, 6 poseen otro oficio, es mayor la cantidad. iComo po1
drian hacerse de este dinero si padeciesen hambre ? (Como no lo gastarian en su propia manu tencion? <. Y como lo adquirir ian sino se Jes diese tiempo, y se Jes llenase de afliccion? Como los Estrangeros ban formado el concepto, de que el negro sin rigor es inutil, y usan de todo el que consideran necesario a su servicio: Quando es ta Plaza fue conquistada por Ia Nacion Britanica, se retir6 mucha parte de nuestros esclavos a los [V. 0 12] lugares interiores de la Ysla, persuadidos de que Ios dominaria11 los Yngl_eses, y luego que se restituy6 al Augusto Padre de V.M. ellos mismos nos buscaron sin influxo, ni persuacion (excepto Ios simarrones, delinqi.ientes, y malvados). (Harian esto, si los matasemos de necesidad? Si los tuvieramos desnudos? Si los agoviasemos con el trabajo? Si los tratasemos con inhumanidad? Y si en nosotros experimentasen el rigor que en los Yngleses? (No querrian en este caso mudar de Dueno, y mexorar de constituci6n? Entre tanto negro que siendo esclavo ha conseguido la libertad, muchisimos, como dexamos ya indicado, continuan en los mismos Yngenios en qu~ pasaron su esclavitud, o en otros con c6rto salario. No conservarian este afecto a la hacienda, si ella hubiese sido teatro de sus calamidades, ni es regular quisieran permanecer en el trabajo de sus Duenos, si hubiesen sido sus tiranos. Esto no admite duda, y siempre que V.M. lo mantle justificar, resultar'a acreditada nuestra realidad. Hecho un prolixo calculo de los [F. 0 12 v.0 ] negros bozales que entran en este Puerto, segun los respectivos tiempos de sus introducciones, existe vivo un numero excedente a Ia debida proporcion que se experimenta en las regulares edades de los hombres. No debia ser asi por la variedad de! clima, y de alimentos, por las viruelas de que suelen venir infestados, y por otras enfermedades a que son propensos. No puede darse mayor prueba de que no se Jes trata con crueldad, ni con el rigor que los Yngleses, y Franceses, en donde aseguramo.s a V.M. no saldra la misma cuenta, ni podra formarse la propfa reflexion. Nunca pueden olvidar los negros la caridad con que les tratamos. Se Jes aparenta rigor, y severidad para que el temor Jes baga abatir el natural orgullo, y reducirse a au deber sin mayor castigo. Ellos ven que los cuydamos como la principal parte de nuestros bienes: Que los Yngenios de fondo considerable mantienen Cirujanos asalariados para [F. 0 13] las curaciones de sus dolencias, y otros colindantes, sufren este gasto de mancomun. Ellos observan que quando es grave la enfermedad, y no puede pasarse en el Campo, se Jes conduce a Ia Ciudad, y se curan en nuestras propias casas, visitandolos nuestras Mugeres, y asistiendolos enfermeras que costeamos: A ellos no se les esconde que nuestras ordenes, son las mas estrechas para que al menor quebranto de Salud que _manifiesten, los separen de toda ocupacion, sin internarse a investigar si es fingido, o verdadero, y ellos tampoco dexaran de saber nuestros encargos a las Mayorales, para que los liberten de! trabajo nocturno siempre que observen ocurrirles demasiado suefto, a fin de precaver alguna
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desgracia en el trapiche, 6 en las calderas. (Podra, Senor, hacer mas ~n Padre con su hijo? . Antes de sl:_llir de este Capitulo, recomendamos a V.M. Ia Iastima, y Caridad con que tratamos a las negras esclavas en nuestros Yngenios. Nos compadecemos de su sexo, y siempre disponemos sean compatibles con el, Ios trabajos a que se [F. 0 13 v. 0 ] destinen. Velamos sobre que la concurrencia quando es precisa de ambos sexos, no ocasione peligro alguno a la honestidad. Facilitamos entre ellos con el mismo objeto los Matrimonios, y hemos pensado fomentar el numero de las hembras, a fin de que propaganda licitam"., se eviten pecados nefandos, y brutales: Se conserve siem- . pre el principal que evocamos en las primeras adquisiciones: Se continue Ia servidumbre con el amor a que inclina el lugar de! nacimiento: Se subroguen los que nacen en lugar de los que mueren. Se ahorren asi, las compras de otros bozales; y se prive de ese lucro a Ios Estrangeros que los venden. FOLKLORE ESCLAVO: DIVERSIONES
La diversion a que se inclinan los negros, es el bayle al estilo barbaro de SUS Patrias, al s6n de un atabal, (que es un palo hueco largo, y en una de sus cabezas un cuero de vaca templado) la marimba formada de diversos maderos unidos, -que pulsados de otros, guardan consonanda, y de pitos que construyen de cafias silvestres, y [ F. 0 14] jamas !es privamos que en los dias de fiesta, y en las horas que tienen de descanso en Ios de trabajo, baylen quanto quieran. Los Mayorales estan a la mira de que no se desvelen pernoctando en estos festines con perjuicio de las obligaciones siguientes, y quando concurren con los negros, las negras, tambien estan atentos a que guarden modestia, y compostura. Con estos requisitos, Ios Obispos, y los Sinodos han permitido la concurrencia de ambos sexos en iguales b·ayles que en los dias feridos tienen los negros en esta Ciudad en sus cabildos, y a la verdad que si se !es niega, causara en ellos un dolor irresistible; y podra producir malas conseqiiencias. Todo lo hace el zelo, y prudencia de! Duefio, Mayoral, 6 Capatazes, y nuestros encargos jamas Jes dan libertad para _dexar de guardar la necesaria. EL CASTIGO
En el Dap. 0 8. 0 se nos prohive castigar los excesos de nuestros esclavos con mayor numero de azotes que el de veinte y cinco, dados con instrumentos suaves, que no Jes cause contusi6n grave, 6 efusion [F. 0 14 v. 0 ] de· sangre. Tenemos particular cuydado por nuestra propia utilidad de que sean moderados, como que Ios excesivos los inutilisan en muchos dias para el trabajo; y es preciso que el delito sea de extra::irdinaria consideracion, 6 que convenga sacar la correccion de las reglas comunes para exemplo de los otros, quando se verifica mas numero de azotes; pero la promulgaci6n de esta Ley, y el fixo concepto en que quedaran los esclavos de que jamas !es podemos imponer mayor castigo, Jes hara perder absolutamente el temor, se desentenderan de Ia subordinaci6n a SUS Amos, y Mayorales, habra quexas al Gobierno, si se !es estrecha a SU deber, aban30
donaran las haciendas, y seran irremediables otras lastimosas resultas. EL NEGRO BOZAL: CARACTERfSTICAS. REBELIONES
Para que V. M. conosca la fuerza de esta verdad, es preciso definir quienes son Ios negros bozales, y hacer alguna pausa en explicar su caracter, naturaleza, y condiciones. Son barbaros, osados, ingratos a los beneficios: Nunca [F. 0 15] dexan los resabios de la gentilidad: El buen trato los insolenta: Su genio, duro, y aspero: mucha parte de ellos no olvidan el error de la transmigracion Pitag6rica con que se alimentaron desde su infancia. Por eso temen poco ser homicidas de si mismos. Son propensos a la desesperaci6n, al tumulto, al robo, y a la embriaguez; los alev6sos, incendiarios, e inclinados a toda especie de vicios. En comprobacion de esta verdad, pudieramos acreditar con documentos autenticos, Ios espantosos crimenes que han perpetrado escandalosamente en los campos quando se atloxa algo la severidad, 6 los Amos los tratan con blandura; pero nos contiene el deseo de evitar Ia difusion de esta pieza. Elias, han dado muerte alevosa a sus Amos, y Mayorales. Elles, en una ocasion sacaron el corazon al que los gobernaba, y asandolo lo hicieron deleytoso plato de su ira. Ellos unidos, han resistido a la Justicia, dexandose matar, antes de ren- · dirse: Ellos, han formado en los montes mas intrincados, Palenques, 6 [ F .0 15 v l. Rancherias, y des de alli han cometido abigeatos, insultando a los caminantes, y a las habitaciones del campo, robando a todos, y forzando a las mugeres que encuentran. Ellos se han Ievantando obstinados en los Yngenios, matado, herido, y arrazado con quanto se Jes pone delante, y algunas veces ha sido preciso que el Gobierno acuda con armas, y se derrame mucha sangre para contenerlos, disponiendo ·en otras ahorcar a las principaJes Cabezas de motin. Ellos, despues que han logrado su venganza en los Amos, 6 Mayorales, suelen por si mismo ahorcarse, arrojarse al agua, 6 inferirse de otro modo la muerte. Ellos han incendiado las casas, y sementeras, como ultimam". se ha visto en el Yngenio de Dn. Joseph lgn. 0 de Orta, a cuya gente asalt6, 'tina quadrilla de Simarrones, y siendo preciso contener la violencia con armas, y apagar al mismo tiempo el fuego, dur6 alguno el combate de que resultaron gravisimas heridas, y mutilaciones de miembros: Y ellos, en la [F. 0 16] actualidad se han sublevado en el Guarico, Colonia vecina francesa en terminos que la tienen llena de cuydado, y sobresalto. Sin embargo, Ia severidad, y el temor, Ios contiene de modo que quando Ios Amos se manejan, aun que no con tirania, con aparente rigor, no se . ven tan freqilentes estas desgracias. Queriendo un Jueves Santo el primer Conde de Casa-Bayona exercitar la humildad en las ceremonias de! dia, lav6 los pies a doce esclavos de SU Yngenio, Jes di6 Ia mesa, y sirvi6 a· ella, 6 por .que se le proporcionaron otros pobres, 6 por que crey6 que con sus siervos abatia mas su Persona, y se Jes recomendaba mejor; pero no -sucedi6 asi, por que abusando aquellos de! beneficio, y de! obsequio de su Sefi::ir, se resistieron despues a trabajar. Fue preciso usar de alguna fuerza quando se experiment6 inutil Ia blandura, y persuacion.
Entonces, · ellos de una vez, levantaron la cerviz, convocaron otros a tumulto, se sublevaron, insultaron aquel Yngenio, y otros colindantes, y fue necesario que el Gobierno los [F. 0 16 v.0 ] aplacase con artnas, a costa de mucha sangre, y algunas vidas. CONSECUENCIAS QUE ORIGINARA EL NUEVO SISTEMA DE CASTlGO
Supuesta la naturaleza, caracter°, ·y condicion de los negros, luego que estos sepan que todos sus excesos se sugetan, respecto de sus Duenas a la pena de veinte, y cinco azotes suaves : Que por los graves han de ser procesados judicialmente dexando abandonado el trabajo de los Yngenios, como expresa el Cap. 0 9: Que se Jes nombra Protector que los defienda: Que a los Amos, y SUS Mayorales multa el 10 en exhiviciones pecuniarias por la mas !eve transgresin, y Jes amenaza con proceso criminal, co~fiscacion de! Siervo, y enagenaci6n a otro Dueno: Que se presume el ~omicidio de! esclavo, si el Senor no avisa dentro .de tres · dias su muerte, 6 fUga, Conforme al 12 : Que a los Capellanes se eiicarga la pesquisa, y denuncia secreta de los desordenes, y se hace . acciori. popular es ta clase de delacion segun el 13; Y que se establece por punto [V. 0 .17) de residencia al Sindico Procurador, el desempeno de la defensa; ·al momento levantaran los negros al orgullo, intentaran resistir las ordenes de sus Duefios. Estos no podran contenerlos. A tropas se profugaran en solicitud del Protector. Por de contado los Yngenios sufriran su falta ese tiempo con irreparable perjuicio de sus labores. Quando ·se califiquen injustos sus recursos, se introduciran en los bosques mas intrincados . Desde alli, P.istolizaran a los vecinos de todos modos, y para sacarlos, sera preciso el USO de las armas, matando a muchos, y dexando a sus Amos arruinados, si es que no consiguen establecer Pelenques en Ios mantes, tan inaccesibles como el que eng1eron, y conservan en J amayca, a quien no ha podido .destruir toda la constancia, y actividad de los Yngleses . Seran estas resultas las menos funestas; por que Io regular es, que protegidos los negros de aquella suerte, se amotinen en los mismos Yngenios contra sus
Duenos, y Mayorales , Jes den la muerte, y reduzcan a ceniza los Pre::lios. [ F. 0 ·17 v. 0 1 No habra quien tran s ite sin riesgo los caminos, ni quien qui era ocup~rse en . el exercicio de mayor~!, ·par · no exponer. su vida a ta n conocido insulto. Asi lo anuncian desde ahora con noticia de la R' . Cedula,· y siendo asi que con la severidad, y aparente rigor que los esclavos experimentan, con el temor que conciben de que su.s amos castigaran sus excesos conforme a su gravedad , y con la autoridad que conslderan enellos para imponerles el condigno, quando no es del ultimo suplicio, destierro, 6 mutilaci6n de miembro, se mantienen en subordinacion, pueden Ios ultimas ir confiadam". a SUS haciendas, y los Mayorales gobernarlos; en llegando a en tender los esclavos que para nada tienen sus duenos facultad, que con veinte y cinco azotes suaves , pagan, y qt.ie en ocurriendo mayor exceso, por lo menos consiguen empapelarlos, y ellos libertarse del trabajo, mientras se determina la causa; todo sera confusion, y desorden, tumaItos,- insubordinadones [f. 0 18) y sangre. Los negros que en 6dio de estos suelen mutiiarse inhumanam". las manos, 6 inutilizarse los brazos para rio servirles, se empenaran en provocarlos a .fin de verlos presos, y tratados como reos, propenderan a cometer delitos enormes que exijan sus arrestos , librandoles del Yngenio; de modo que no tendran- numero los Procesos criminales, y Casi todos los esclavos de ]OS Campos Se tras)adaran a los Tribunales, a l~s carceles, y a Jos bosques. LA LEY Y LA REALIDAD
Esto manifiesta, Sefior, la •grande diferencia que se reconoce entre la humanidad, con que oficiosam". tratamos a nuestros esclavos, y la que pro\Jiene de Ley, au.n que sea la misma. Esta Ios insoleh·t~ , anima, y exige contra SU Senor, y aquella Jes precis;i a rrtirarla c'o mo beneficio derivado de SUS manos. Reputan la una por obligaci6n de Justicia que los autoriza a demandarla a SUS Duefios, y la otra como gracia que deben a SU equidad. La una los precisa a humillarse, y la otra, Ios anima a ensobervecerse [f. 0 18 v .~ J. En pocas clausulas explica sabiamente este modo de gobierno con Ios esclavos la Ley 13, tit. 5, lib. 7, de la Recopilacion de
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estos Dominios. Encarga a los Gobernad' . se desvelen en los procedim'"'. de los negros con toda advertencia: Asegura que son dignos de cuydado, y de rezelo; y Jes manda prevengan condestreza las daiios que pueden inferir, a la quietud, y sosiego publico en que deben eslar muy instruidos, y recatados. Bien conoci6 el Soberano Legislador que el gobierno de los negros, no debe ser, el comun, s ino uno lleno de desvelo, de advertencia, de cuydado, de rezelo y de recdto. Afrontarles el castigo para contenerlos, y no explicarles abierta proteccion, a fin de que no se insolenten. No permitia se les trate con inhamindad; pero .no declararles las gracias, ni las inmunidades: Desterrar de los Duefios la crueldad, corrigiendolos quando la usen; pero de modo que su abatimiento no desenfrene la audacia [F. 0 19] de sus esclavos. Todo este industrioso orden que encarga la Ley, no es combinable con los capitulos expuestos de la R': Cedula; y desde luego seran tambien diversas, y lamentables las resultas de su execucion. Nosotros discurriamos que respecto de nuestros esclavos debiamos manejarnos como un buen Padre de familias, y que a imitacion de este, teniamos la facultad de dar a aquellos, igualm". que al hijo, doce, 6 veinte azotes por un exceso leve; veinte y cinco, 6 treinta por su reincidencia, u otro gravt0, y mayor numero con un ·rebenque, si se manifestasen incorregibles. Nunca pensamos que el que cayese en una fragilidad natural, deberia ser corregido como el que se amancebase, el que robase, el que blasfemase, y el que rifiese con sus hermanos, 6 con-siervos; y nos reputabamos autorizados para proporcionar la pena al exceso sin ocurrir al Juez, sino quando fuese preciso destierro, mutilacion de miembro, 6 castigo de muerte. Estos, en nuestro concepto -solo salian de la esfera de la rv.0 19 v. 0 ] econ6mica potestad de un Padre, y de un Sefior, y aquellos se comprehendian baxo las reglas de un buen gobernador de sus familias. Todo el tit. 1°. de! trat 5°. de las R'. Ordenanzas de la Armada, esta Ueno de penas a la gente de mar que delinqile en sus respectivos casos. Hay muchas bastantemente graves, Jargas, y molestas, como lo manifiestan las impuestas en los articulos 46. 47, 51. 52. 53. y SS. Entre ellas, se encuentran algunas de azotes en cafion, ayunos a pan, y agua, grilletes, y zambullidas en el agua desde el penol de la verga mayor. Todo lo puede hacer el Capitan de la Nao a SU discresion; y no siendo otro el obj eto de tan sabias Leyes, que conservar Ia subordinacion de la gente en los viajes maritimos, y que en los baxeles no haya desordenes ; ni uno ni otro se conseguira en [F. 20] nuestras haciendas, si se nos coartan las fa cul ta des econ6mis;as al paso que .Jas de aquellos se extienden, y franquean. La Ley 21, tit. 15. lib. 7. de la misma Recopilacion, impone al esclavo que estuviese · pr6fugo quatro dias, cinqilenta azotes, cien al que pasare de ocho, y dos cientos al que permaneciere quatro meses; propendiendo la 26.a excusar procesos contra esta clase d.e gentes: Aun que nosotros nunca nos entendemos a tanto castigo, es utilisimo · que al menos los esclavos se conceptuasen alcanzar a el nuestras facultades, sin ocurrir a los Magistrados, para que el temor Jes reduxese . a SU deber, antes de llegar a la execucion. Ninguna ·razon 0
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les indemnisa de aquella pena, ni . de otras mayores que merezcan sus delitos; pues vemos que a los marineros libres, espaiioles, y cristianos viejos no se excusan, y que en el Exercito sufren tambien los Soldados las de! tit. 10. tratado 8". tom. 3°. de sus R' . Orderianzas por crimenes respectivam"· menores que los [ F." 20 v. 0 ] que cometen nuestros esclavos en los Yng~nios. DEFENSA DEL HACENDADO
Faltariamos a la ingenuidad, si negasemos que uno, u otro amo de Yngenios, se cxceden en el castigo, y aun tratan con inhumanidad a sus esclavos ; pero no es justo que la coexcion ·d e aquellos pocos, se estienda a todo el cuerpo de esta clase de Hacendados, que jamas inciden en semejante crucldad. Debe limitarse al delinquente la pena. Se trata de la subsistencia de un ramo que mantiene el Comercio, y da ser a es ta Ysla; y es preciso contar estorvos, y trabas a SU fomento, y cultivo, ampliandose las franquezas, y exenciones, en remuneracion de las penosas fatigas de la labranza . Todo debe combinarse con el beneficio general. Si se coarta la libertad al cultivador, los medios se oponen al fin, y se acosionan muchas revoluciones . Por eso los Gloriosos Predecedores de V.M. llenaron de privilegios [F. 21] a la Agricultura califi.candcila uno de los tres manantiales principales de la riqueza. Ellos, libertaron al Labrador de plcytos, y contiendas en el tiempo de la cosecha, Elias, excluyeron de execuciori a sus instrumentos. El Augusto Padre de V. M. dispuso se cercacen las · labranzas en esos · Dominios para su fomento; y V.M. luego que fue exhaltado al Tr6no, ostent6 un amor indisimulable a estas sabias maximas , ordenando V.M. que los portillos de los vedados se cerrasen para que los animales destinados a la caza, no perjudicasen las labranzas vecinas . El Pueblo, sabe en · todos tiempos quienes son los Amos de Yngenio que usan de aquel ma! manejo. Qualquiera de la Plebe lo decanta. Resuena en la Republica como escandalo'. Este, pues, el Gobierno a la mira de corregir, contener; y -castigar a esta clase de hombres inhumanos, y no contagien ellos solos a toda la agriculti'.1ra. No transcienda a los demas la pena que ellos merecen. Padescanlo en sus Personas, y no traygan la [F. 0 21 v. 0 ] myna universal de todo el cuerpo. 0
/ MAS CRfTICAS AL NUEVO REGIMEN JURfDICO DEL ESq.AVO
Es muy dificil, 6 imposible que las haciendas distantes ochenta leguas de esta Ciudad, den la noticia de los esclavos pr6fugos, 6 muertos dentro de tres dias al Sindico, 6 Gobierno, sino costean una posta que la conduzca, y esto es al_ Publico perjudicial, como que las fugas son continuas, y era preciso no parasen Ios correos en repetir sus viajes. Trae perniciosas conseqiiencias el autorizar a todas las gentes para denunciarnos. Se da indubitablemente causa a infinidad de vagos a fin de que se nos internen en nuestras haciendas, corrompan nuestros esclavos, y nos fulminen calumnias, confabulandose entre sf por el interes de la parte que !es toca en las multas, para 'probar torpemente . quanto quieran. Todo es to nos se· parara de la atencion de nuestras haciendas, y ellas
por ultimo seran la victima de los procedim'"'. judiciales, que por esta razon siempre [F. 0 221 conviene desterrar de! Labrador, decidiendose sus asuntos· en un modo sencillo, instructivo, y sin estrepito de juicio. Los Yngenios, componen una clase de haciendas, cuya construccion cuesta crecida cantidad de pesos. Sin contar el valor de las tierras en que se establecen, se consumen en su ereccion mas de cinqlienta, 6 sesenta mil pesos, d~ modo que dexan exhaustos a sus Fundadores; y si despues de es to, de los inmensos gastos que a_nualm". se erogan en su· subsistencia, de los accidentales infortunios de! tiemp.o, de la rnuerte de Ios esclavos, y de los irreparables daiios, y atrazos que nos infirieron las dos ultimas guerras contra 'el Yngles, · se declara la R'. Proteccion a nuestros siervos de modo que se animen a insultarnos; es indubitable nuestra ruina, y absolutam". inutil el Comercio libre de negros. Con estos de aquella suerte, no pueden conservarse las haciendas. Siempre quedaran destuidas, y entonces [F. 0 22 v. 0 -] lexos de tener destino la adquisicion de esclavos, propenderemos a evitar el aumento de \mos notorios enemigos, a quienes no podemos sujetar. JUSTIFICACI6N DE LA REPRESENTACI6N
No debemos, Seiior, sacrificar estos asuntos al silencio, ni .a la modestia. Es laudable informar librem". a V.M. en obsequio de la causa publica. A ningiln Labrador debe cerrar los labios el temor, ni la · debilidad de. animo, daiiosa a la Sociedad, y al Estado. Por eso, nos alentamos, y creemos que tratando V.M. con tanto arnor a SUS Vasallos, seran de SU R'. agrado, estas maximas, y recibira V.M. benignam". nuestras noticias desde luego utiles, para formar cabal idea de los Yngenios, de sus esclavos, y de su manejo enesta Ysla. Las Leyes Agrarias, se establecen siempre con arreglo a la naturaleza de! Pais, a la calidad de Ios terrenos, a la variedad de los climas, a lo que acomoda a cada region, y a lo que le repugna; y a este fin no dexa de ser conducente [F. 231 nuestra exposicion. Jamas hemos pensado prevenir el Supremo acertado Juicio de V.M. Limitamos nuestro intento a .i nformar a V.M. los usos, y costumbres en nuestros Yngenios para indemnizar riuestro manejo, y que el conocimien.to de! conjunto general de circunstancias, produzca las provechosas providencias que siempre desea V.M. en utilidad de sus Vasallos. 0
RUEGO FINAL
Finalmente: Rogamos reverentemente a V.M. se digne cometer al Gobernador de esta Ciudad Ia investigacion m as prolixa de quanto representamos de las cos-. tumbres, y practica de nuestras hacie_ndas·; de la naturaleza, y caracter de s us esclavos, y de! modo con que los tratamos, y que encargandole V~M. la correccion, y reforma recatada de! abuso en que haya incidido, uno, u otro Hacendado, le prevenga V.M. lo reduzca a SU deber, quita ndo siempre estorvos, y embarazos· a los progresos de la Agricultura: Que V.M. le recomiende el mayor [ F. 23 v."1 zelo, advertencia, cuydado, y esmero en tan importante .asunto; y este es el unico m_e dio 0
de fome.n tar la Ysla, y de que los Labradores no se arruinen con · la observancia de unas Leyes generales que no acomodan a las circunstancias de! Pais, ni a Jos usos, y costumbres de el. Pero si V.M. no se djgnase subvenir en todo a nuestra instancia, y quisiese dictar Leyes para la educacion, y trato de los esclavos de esta Ysla, suplicamos a V.M. sean Municipales, y que se establescan cefiidas a los mismos usos, y costumbres de! Pais, a lo que acomoda a esta Region, y a lo que le repugna, de modo que se fomente la Poblacion, progrese la Agricultura de que depende, y floresca el Comercio; para lo qua! se cometa ·al Gobierno la formacion de! Reglamento, con audiencia de la Ciudad, de los Diputados que nombraremos, y de los que constituyan los demas cuerpos. Asi se llenar:an los [F. 241 Piadosos deseos de V. M. y nosotros conseguiremos aumentar nuestras casas. · Los Pueblos se mantendran en Justicia, y esplendidez. No se ofendera la causa publica. Todo sera tranquilidad; y en medio de una inalterable paz continuaremos elevando a Dios nuestros votos, para que colme a V.M. de SUS bendiciones, prospere los Reynos de su vastisimo Yrriperio, y dilate la preciosa vida de V'. Mag'. siempre Glorioso, siempre triunfante, y en todos tiempos Feliz. Havana a 19. de Enero de 1790.* 0
BlBLlOGRAFIA El tema de la esclavitud ha s ido amp1iamente tratado, ya con caracter general, ya en su aspecto local. Hay e:,tudios rccicnles de Diaz Soler para Puerto Rico y de Elena F. S. d£ Studer para el Rio de la Plata, pero hemos de remitirnos a la; obras generates clasicas y vigentes; Jose Antonio Saco: Historia de la esclavitud de la raw africana en el Nuevo Mundo, y en especial en los paises a1nericohispa11os. La Habana, 1938, 4 vols. Georges Scelle: la traite negirere aux Indes de Castilla, Paris, 1906, 2 vols . Victor Scholvher: Esclavagc ct colonisation, Paris, 1948. Gaston Marlin : Histoire de l'csclavagc dw's le> colonies franr;aises. Paris, 1948. James Ferguson King: Evolution of the free livre slave trade principle in spanish colc.'lial administrr:lfon , en «Hispanic American Historical Review », febrero de 1942. Fernando Romero: The slavetrade and the Negro in South America, en •Hispanic American Historical Review•, num. 24 , 1944. E l problcma de la esclavitud del negro origin6 unas polemicas, una legislaci6n, u.n derecho social, a semejanza del ocasionado por e l indio. Toclos estos puntos son analizados por E. Petit Munoz y otros colaboradores en la condicion juridica, social, economica y politiqa de las negros d11rante el coloni<aie en la Ba,ou/a Oriental, Montevideo , 1948, estudio local que admite muchas gen eralizaciones. . . Mariano Pic6n Salas se lij6 en la ligura de Pedro Claver y nos ofreci6 una evocaci6n literaria de l mismo , pero fue el padre Valtierra quien penetr6 en la ligura, en su ambiente y obra a traves de s u libro El santo qe liberto a una raza : San Pedro Claver , S. J ., esclavo de Los esclavos. Su vida y su epvca ( 1580-1654 J, Bogota, 1954. La trata de negros cobra a raiz de Utrecht un enorme inc remento, examinado en las obras citadas en el capilulo XXII (Sac·?, Scelle, Diaz Soler, etc.), y especialmenle en la d.clallada investignc'o n sumamente ilus trativa y en sus dos primeras pa rles -preliminar y general- de Elena F. S . de Studer: la trala de ne~ros en el Rio de la Plata. duranle el. siglo XVlll , Buenos Aires, 1958, cuya mayor novedad radica en la parte ullima o especia l. Otro estudio particular, aunque de valor general , ya que en el se exami na e l desarrollo de la trata, el origen tril:ia l de Jos negros, las clasilicaciones raciales y el numero de ellos que se incrus ta ron en Nueva Espana., es e l de Gonzalo Aguirre Beltran: la poblacion negra de Mexico ( 1519-1800). Estudio .etnohist6rico, Mcjico, 1946. No cs tan exhaustivo ni tan amplio el estudio de G. Vial Correa, l'.1 africano en <'I reinv de Chile, Santiago, 1937; el c ua l nos demues lrn que en Ch ile habia unos cinco mil negros a mediados del s iglo xvi y una mezcla riegroide de veinticinco mil individuos en 1810.
• Documento e n el Archivo General de lndias , Sevilla , lndiferentc Genera l, Legajo 802. Respues ta firmada por varios hacen d~dos cu. banos a una Real Ce.d u la da da por el Rey con fecha de 31 de m~yo de 1789.
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L{l .lglesia-Museo de Porta Coeli, en San German
5 DE ENERO El- INSTITUTO DE CULTURA PUERTOrriqtiefia inaugur6 el Museo de Arte Religioso en Ia antigua iglesia de Porta Coeli, en San German. Esta hist6ri9a iglesia, cuya fundaci6n se remonta a Ios piimeros afios de! siglo diecisiete, fue originalmente la capilla de! convento de' Porta Coeli. Marca dicha fundaci6n el comienzo de la segunda etapa de Ia acci6n misional de la Orden de Santo Domingo en la Villa de . San German. El dia 12 de noviembre de 1606 es tan do de · visita en ' la Villa Fray Antonio Mejia, Vicario Provincial de Ia Orden de Santo Domingo y Prior de! Convento de S~nto Tomas de Aquino, de San Juan, los vecinos de San German, por mediaci{m de su Cabildo, le entregaron a dicho Prior 210 r'eses y 1,150 reales para ayudar a fundar el Convento de San German. Para esa fecha era Obispo de Puerto Rico, Fray Martin Vazquez de Arce, de la orden dominica y fue a el a quien correspondi6 otorgar, el 5 de diciembre de djcho a.fio de 1606, la Iicencia para que de nuevo se erigiera el convento sangermefio. Varios dias despues, el 17 de diciembre, Fray Diego de Rueda escogi6, junto con los vecinos de San German, el lugar donde habia de erigirse el convento y su iglesia, y tom6 posesi6n de! mismo a nombre de! Vicario Provincial. EI lugar escogido era propiedad de un estanciero sangerm eiio, don Juan Lopez de Alisec:Ia. ·Y en el se construy6 el convento y la iglesia de Porta CoeH. · Por mas de dos siglbs, el convento y Ia iglesia fueron parte esencial de Ia vida sangermefia. Precisamente eri 1834 y a corto plazo de Ia desamortizaci6n de Ios bienes de las 6rdenes religiosas, y de su cxclaustraci6n, se empefiaban lo_s dominicos de San German en abrir catedrns de latinidad y filosofia; pero las citadas medidas de desamortizaci6n y exclaustraci6n debieron frustrar estos prop6sitos. Fueron tambien dichas medidas la causa de! abandono y deterioro que durante I ' Ios afios subsigui entes sufri6 el convento, La iglesia, sin embargo ~ continua abierta al culto y asi permaneci6 hasta muy avanza do el presente siglo.
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34 Porta Coeli. Fachada de la iglesia.
En el aiio 1949 la Iglesia Cat6Iica tr ansfiri6 esta propiedad al Gobierno de! Estado Libre Asociado, que la habia declarado monumento hist6rico. El Departamento de Obras Publicas inici6 Ia restauraci6n del -edificio, obra que mas tarde continu6 y termin6 el Instituto de .Cultura Puertorriqueiia (1858-1960). Mientras el Instituto realizaba las obras de restauraci6n se descubrieron Ios vanos originales de las ventanas Iaterales y Ios nichos que habian sido' tapiados hacia muchos aiios .
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La iglesia de Porta Coeli, abre hoy sus puertas como Museo de Arte Religioso. Su nave centenaria guarda ahora ejemplares valiosos qel arte religioso en Puerto Rico. Son ellos testimonio elocuente de la antigi.iedad de nu~stra cultura cristiana. Muchas de las imagenes, pinturas, ornamentos y objetos Iiturgicos que se conservan en este recintO, proceden de las iglesias de. Puerto Rico. Otias fueron donad~s por antiguas familias puertorriquefias. Esta valiosa colecci6n, que inch.1ye piezas de los siglos XVI, xvn, XVIII y xix nos da una idea de! tesoro artistico que poseian las iglesias de nuestra Isla. El altar barroco data de! siglo xvu y se cree perteneci6 a la iglesia de San Jose, de San Juan. Original¡ mente sus maderas estaban cubiertas con lamina de oro, pero su dorado dcbi6 desaparecer en el siglo xix. El altar se trajo de San .Juan en el siglo pasado para Ia instituci6n que hoy se conoce como Convento de las Monjas. Mas tarde fue trasladado a Ia iglesia de Porta Coeli para sustituir o.tro muy sencillo, pero cuyo .retablo se atribuia tradicfonalmente al pintor puertorriquefio Jose Campeche (1752-1809). Desgraciadamente, ese altar se destruy6 y hoy solo se consenian dos tablas que se habian utilizado como pared de fondo de! sagrario del nuevo altar. Estas tablas se descubrieron mientras se hacian las obras de restauraci6n y hoy se exponen al publico como parte de la colecci6n de arte religioso. El via crucis que ornamenta .Ios muros del nuevo museo es eje¾iplo interesante de la imagineria popular puertorriquefia.
Imagen de vestir de Nuestra¡ Senora de. Monserrate. Siglo xix.
Visita de! interior de la iglesia-museo.
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Antifonario espafiol del siglo xvn en exhibici6n en el museo.
Presbiterio y altar mayor de ia iglesia de Coeli.
I Porta
Altar mayor. Detalles de ornamentaci6n.
Nuestra Senora de Guadalupe. Talia espafiola del siglo XVIII. Una estaci6n del via-crucis, obra de ¡ imagineria popul?r. 36
El maestro (Fragmentos de la obra «Memorias de una Islefia»)
Por CLARA LAIR
(En Prados, ciudad al Sur de la is la, aiios despues de la inv.a si6n americana)
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A MALA RACHA IMPIDIO QUE PUDLERA PAGARSE MAESTROS
privados y Maria, entro por fin, a la escuela publica. Ya sabia leer y escribir correctamente y sus nociones de aritmetica llegaban hasta el sistema decimal. La escuela, situada en un edificio blanco y verde en la ·calle de Valdemares, se componia de varios salones de clase, cada uno a cargo de un maestro o una maestra que ensefiaba todas las asignaturas. A ella le toco en suerte el salon de sexto grado de dmt Arturo Mora. · ·Era un hombre joven, alto, de tez moreno m~te, lacio ·tabello negro, nariz aguilefia y mirada penetrante. Se ·habia · educado en Francia y Espana y pasado mas tarde por los Estados Unidos . Serio y a la vez amable, desde el primer momento la nifia sintio una gran confianza en el. Treinta 'nifios y nifias de los once a loi;i quince afios de edad, casi todos de la clase media y de la raza blanca, componian la clase. En la mafiana, don Arturo ensefiaba gramatica y aritmetica, una asignatura que siempre hubo de caerle a ella muy pesada. Luego llegaba la maestra de musica e ingles, una americana gruesa y de bonita · cara, que les ensefiaba secamente palabras y oraciones inglesas y cantos patnot1cos ck: su pafs. En la tarde, don Arturo se extendia en su clase. IIldicando al mapa de gran tamafio que colgaba en una de las paredes . del salon, comerizaba su leccion cie' geografia. Sefialaba un pafs, las ciudades principales, pasaba someramente sobre la produccion, y luego volvia a sentarse ante su escritorio y disertaba: -Francia, el pais · dador de la cultura - les decia -, tien:e· una · historia -.:bellfsitna. Esa historia, novelada ·ptir- Aleja·n dro Dumas, ':por Victor Hugo, podran ustedes ~eotiocerla cuando lleguen a sus manos las obras de esos ·antcires. ~ Y, a rehglon seguido, les hablaba
de la Revolucion Francesa, donde el pueblo asalto y tomo la Bastilla y los reyes salieron en fuga del inaravilloso palacio de Versalles; y pasando rapidamente por diversos periodos, llegaba a la figura imponente de Napoleon. -Ahora - procedia - surgen grandes figuras de la literatura y la poesia. Ahora surge y brilla Alfredo de Musset, cuyos amores con la escritora Jorge Sand todavia pasan por el mundo envueltbs en el romance y la fama. - Y les leia entonces- algunos versos de Alfredo de Musset traducidos al · espafiol... Unia asi ·tres clases en mm . Una tarde el periodico de la poblacion publico tinos versos de don Arturo dedicados a la· muchaclia . inas bolli ta de la sociedad. Maria los foyo y fos - reI~y6. jQue feliz habria de sentirse aquella muchl;lcha! iUiie cosas lindas le decia don Arturo en · aquel lenguaje distinto al que hablaban los demas hombres! Aquella muchacha - decia el en los versos - habia sido creada por las hadas; su rostro era de azucenas, sus manos de reina. Los poetas le parecian a Maria seres privilegiados. Decian las cosas que los hombres que hablaban diariamente no decian; hablaban ·a las mtijeres de amor sin compromisos de boda y sin que lo censuraran las mujeres de edad de la farpilia. Y luego todo terminaba tan lindamente. Se armo de valor y acechando al maestro solo en su salon a la hora de recreo: -Don Arturo ... escribame unos versos. El la miro entre serio y divertido. -cComo, pero ya tu pides versos? cUna nifia ·· de once afios? Deja eso para cuando seas mayor. Corrio a esconderse en el cuarto de los lavatorios y alli lloro amargamente. Cuando sono la campanilla que llamaba de nuevo a clase, entr6 al salon con los ojos enrojecidos y un gesto desafiante. El maestro permanecia impavido. Paso sobre la geograffa y la · histo-
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rin ligeramente y se detuvo mas de lo acostumbra do en la li tet·:a tura . - El arte - explicaba - pued~ y h asta J ebe embellecer la realidad, pero no deformarl a. La poesia es un a rte, no un artificio. Hay un abismo entre esas dos expresiones. Ella se aventur6 ;-~ interr ogar, mientras la entera clase palidecfa : - Y cuando un poe la dice que una muchacha ti ene el rostro de azucenas, c'.que es? El maestro sonrio casi imperceptiblemente : - Esa es una imagen poetica bien fundada. Las azucenas son blancas, suaves, tersas. Se supone que el .rostro de tal muchacha sea igual. Al regresar aquella tarde a su casa, jque amargura sentia Maria por el maestro! Le habia dicho niiia. Ella no queria ser niiia. jQue hermoso poder usar un traje largo, peinarse cuidadosamente el pelo rizado! Busco un traje desechado de su madre y se lo puso. Y, levantando su largo cabello, se arreglo un gran mono en lo alto de la cabeza. jAhora, ahora, s i don Arturo la viera! Era alta y clesarrollada y aparentaba tener, asi vestida, clieciocho afios. Al dia siguiente, otra vez el traje corto y las trenzas apretadas que alisaban su pelo naturalmente ondulaclo. Se encontro fea, feisima, y sintio el cleseo vehemente de no ir a la escuela. Pero tuvo que ir. El maestro, sentaclo ante su escritorio, corregia unos papeles e iba separando algunos y colocandolos a un !ado. Eran, sin duda, los examenes. Ella penso que iba a darle una nota mala. Le parecio mas serio que de costumbre y cuando la entera clase hubo tornado asiento, ella tenia un gran dolor de cabeza. jAquella aritmetica tan pesada! jY aquella americana a quien ella no entendia y que caia en el salon como un huesped de otro mundo! Cuando llego el mediodia, don Arturo alargo las clases de geografia e historia y entr6, por fin, en su amada clase de literatura. Esta vez no tradujo a la clase los versos de Musset. Dejo a un lado tambien la Sonatina de Dario que habia comenzado a leerles unos dias antes. Les explicaba que los versos que conocerian aquella tarde habian sido inspirados a un patriota y poeta mexicano por su novia, Gloria, que trataba de separarlo del riesgo de un ideal. ..
«No intentes convencerme de torpeza con los delirios de tu mente loca. Mi raz6n es al par luz y firmeza, firmeza y luz, co mo el cristal de roca.» A Maria le parecieron aquellas estrofas, cuadradas, macizas, un tanto presuntuosas, y decidi.damente antipaticas. A menudo, al estudiar la leccion de geografia, se quedaba ella mirando fijamente el grupo de islas en una de las cuales vivia. Era como una punta de alfiler en el mapa. jEn aquella punta de alfiler estaba ella, allf habria de quedar siempre! Aquel punto rodeado de agua por todas partes, era el enano de las islas. Entonces observaba que habia una isla cerca de la
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punta de alfiler y otra m as alla. y se daba a pensar que s i se tendi era un puente sobre el mar - aquel mar que p ara ella se ex tendia solo hasta el horizonte por donde cruzaban, a veces, los b arcos- , si se tendiese un puente de isla a isla, ella p odria salir - volar - de· la punta de lin alfiler. Aquella tarde sentfa ella deseos de eso, de volaL Antes de salir de la escue la se acerc6 a l maestro y Je dijo s u teoria de Jos puentes. £ 1 se ri6, p ero Juego, en un tono de indulgencia que ella no le habia oido antes: -c'.Sabes tu cuales son los puentes entre los paises y los hombres? Son Jos escritores, los libros. El unico hombre que «vuela» de un sitio a otro es el escritor . Pero despues se acerco friamente a su escritorio y toma:nclo algunos de los papeles separaclos, se los entrego: -Aqui tienes tu examen corregido y las notas. «Brillante», en literatura. En aritmetica, «pesimo». Se acercaban las vacaciones. Al llegar a la escuela una mafiana encontro a sus compafieros agrupados en el patio y con rostros sobresaltados. -c'.NO sabes? Nos pasan a la escuela americana y don Arturo se va ... - le dijeron a la vez muchas voces. -Don Arturo se va ... - Por .primera vez en su vida aquella frase, «Se va», tenia en ella un eco persistente... «Don Arturo se va ... » Un deseo infinito de abandonar la escuela la asalto de pronto y cuando sono la campanilla que Barnaba a clases entro al salon una turba entristecida y conturbada. El maestro dio sus lecciones de aritmetica y gramatica como siempre, y luego llego la americana de la mi'.1sica. Usaba un pito para dar a los alumnos la nota afinacla y la nifia, que ya tocaba el piano, sentia siempre ganas de reir ante aquel extrafio proceso estridente. Aquella mafiana la americana traia una cosa nueva. Al final · de la ,leccion hizo a los alumnos ponerse de pie y Jes pidio que la siguieran en una canciori que clebian saber antes de las vacaciones:
«One... two.. . three ... Porto Raro American ... There... four... five... Porto Raro American ... Six seven. ... eight nine ... ten ... » A pocos pasos de la americana, don Arturo, de pie, con la mano derecha en el bolsillo del pantalon, escuchaba en silencio mientras su respetuosa clase seguia a la maestra cantando «One ... Two... Three .. . Porto Raro American ... », monotona e inexpresivamente ... Al mediodia el grupo de alumnos rodeo el escritorio del maestro, inquiriendo.: -c'.Es verdad que nos pasan a la escuela americana donde todo se ensefia en ingles? c'.Es verdad que usted se va? El maestro les pidio que se sentaran: -Ensefiar no es mi deber, es mi ideal comenzo diciendo -; si fuera mi deber, tendria que transar con algunas cosas, pero el ideal no hace concesiones. No soy partidario del sistema que rige hoy eµ la es-
cuela americana; esa especializaci6n del maestro en una sola asignatura tiende, inevitablemente, a limitar su cultura, que debe ser universal. Y creo que el constante manejo de la misma asignatura acaba por hacer mon6tono y frio al maestro, frialdad que ha de transmitirse sin remedio al discipulo. ÂťPara mi, enseiiar - continu6 - es una obra de arte como otra cualquiera. El discipulo es mi obra; pero este modo de enseiiar por diversos maestros, creo que acaba por truncar esa obra. Ademas, alumnos tan j6venes como ustedes no pueden de ninguna manera entender lo que se les explique y se trate de enseiiarles en un idioma que no entienden ni podran entender en mucho tiempoÂť.
No determin6 si se iba. Pero aquella tarde la clase sali6 del salon como si ya lo hubiese perdido. Despues de las vacaciones, los alumnos pasaron en masa a la escuela americana. Algt'.tn tiempo mas tarde, don Arturo acept6 un cargo en una capital extranjera y se aisl6 del magisterio. Pero antes de marcharse envi6 a la nifia un pequefio album con unos versos que ella se dijo constantemente a si misma por mucho tiempo. jAy! Aquel album se le habia extraviado hacia largos aiios. Pero los versos del maestro, en los que invocaba, para la futura juventud de la nifia, un mundo todo blanco, lleno de gardenias y palomas, no los olvid6 nunca.
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Pedro· Salinas y el mar de Puerto Rico Por
SOLOazules que como privilegio de hermosura rodean DESPUES DE CONOCER LAS
AGUAS
MlLAGROSAMENTE
I...
el cuerpo de Puerto Rico, puede comprenderse y gust arse cabalmente la hondura y belleza trascendentes de «El Contemplado », de Pedro Salinas. Atlantico y Caribe m ezclan sus i:nareas en ·torno de la antigua Boriquen, y el prodigio de azules, ,de verdes, las ondas lechosas y elasticas, el resplandor de gemas bajo el sol, el agil cabrilleo, o el rielar nocturno, cuajado de estrellas que se acunan en las aguas, al alcance de la mano, la diafanidad sin macula de la masa fugitiva que a ratos parece compacta y rutilante como una esmeralda prolongada al horizonte, constituye un inacablable espectaculo, una riqueza que se guardan los ojos para siempre. Y el poema imperecedero de Salinas es un testimonio lirico nacido ante el fascinante rostro del oleaje. Es .su mar, visto y sentido poeticamente, mirado y vuelto a mirar, creado; r ecreado, admirado: es el contemplaclo mar del poeta, que ante el movedizo escenario ech a a andar sus suefios y alza con oniricos elementos, el· iumno . donde lo subj e tivo desplaza la vision real e inmediat;;t\ del hombre. Un cansando de· ··expatriado dolia, sin duda, en el espiritu del espafioi~· salido de ·su tierra en . 1936 para no volver mas a ella. Habia:nacido en Madrid, en 1892, y sus comienzos literar-i<;>s .,estuvieron bajo la orbiia de influencia . J~ati~amonian~. ·.Pero gradualmente fue afirmando una· voz personal, una manera muy suya de poesia levantada sobre la sensibilidad, flt'.tida, hecha de esencia·~ , matices, races, sonidos, estados de alma, que en «,Segura azar», «Fabula y signo», «La voz a ti debida» y «Razon de amor», afirman la exquisitez interior de un introspe'Ctivo que dio arquitectura visible a sus experiericias emotivas. Esos cuatro libros - entre 1925 y 1936 - cierran la etapa espanola del poeta. Es decir, lo aparecido mientras vivia en Espana. Que lo dem as - y sin dejar de ser muy espanol puesto que precisamente por espanol se h a ido de su tierra y la lleva, entranable, en sLt nos-
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DoRA !SELLA RussELL
talgia errante - es de America. Publica en Mexico, un pequeno poemario, «Error de cdlculo», en 1938; «Cera », en 1944; en 1946, «El Contemplado », fechado «Mar de Puerto Rico (1943-1944) », que, con «Toda mas claro» (1949) y el postumo «Confianza» (1955), representan la etapa final de la evolucion poetica de Salinas. Le han traido a America por igual la desilusion y la esperanza; desilusion de lo que deja, esperanza por lo nuevo. De Espana, llega, como pr ofesor, al Wellesley College. Y aunque su permanencia en los Estados Unidos desperto en el admiracion y hasta asombro por el poderio que alli podia alcanzar la iniciativa del individuo, no dejaba de sentirse aislado, falto de su a mbiente idiomatico principalmente, «desterrado en el mundo de las maquinas » como dice en «Elegfa a Pedro Salinas>;, el gran ecuatoriano Jorge Carrera Andrade. Por eso, al incorporar se en 1943 a la Universidad de Puerto Rico, recupera su atmosfera, nivela su equilibria emocional . y vive los anos mas felices desde que dejara su propio suelo. «En la isla antillana, Pedro Salinas no era ya un clesterrado », afirma Juan Marichal. Y alli, ante el mar, camino imaginario que lo acercaba a Espana, se iba su pensamiento h as ta tocar la orilla lejana, dejandole un regusto salado, quien sabe si salitre marino o llanto escondido. Es un hombre que mira; y lo mirado, se le vuelve protagonista; el «contemplado» tiene prioridad sobre el contemplativo. «De mirarle tanto y tanto, del horizonte a la arena, clespacio, del caracol al ce laj e, brillo a brillo, pasmo a pasmo, te he dado nombre; las ojos te lo encontraron, mirdndote.>>
c:Cuitl es ese nombre que hallo mirandolo, nombre de prosapia casi mistica , que induce a pensar en San Juan de la Cruz?
«jSi tit has sido para mi, desde el dia que mis ojos te estrenaron, el contemplado, el constante Contemplado!» Embaido en sus azules, «azul verdad», azul como de angeles azules, 'color de paraiso, «lo' que sirve
de fondo que da lo espumas, velas que
a todos las pasos, que pasa, alas, vidas y pdjaros, vienen y van»,
edifica una preciosa fabula marina, una suave mitoJogia ondeante, de criaturas de espuma, de Nereidas allanticas hermanas de las griegas; canta el nuevo nacimiento de una Venus americana; vuelve al mar primitivo, aun 110 Cruzado por barco aJguno: «V uelve el mar a su tiempo el inocente, ignorante de quillas, sin carga de nwrtales, suelo undoso de las mitologias. Con verdes curvas, con espumas vagas, la luz primera artista, modela para diosas inminentes hechuras fugitivas. Un gran hervor de cuerpos en proyecto a/umbra la marina. No hay onda que no sueiie en dar su came transparente a una ninfa.»
Con esta levedad traslucida, brotan de las espumas - y en su verso ingravido - «las cien, las mil, las incontables figuras cristalinas». Como rizaclura, como soplo en la cresta de las oias, el acento del poeta evoca un rnundo huidizo, evasivo, en mutaci6n constante, que se identifica con su vida interior, subjetivada esa contemplaci6n marina con sus afioranzas; polifonia de mar y de recuerdos, en este rnon6logo lirico que es un puro eslrcmecimiento del alma. Ha salido de «la gran ciudad de los negocios, la ciudad enemiga», con numeros, relojes, prisas, en la que Becquer no sabria que hacer:
«A su paso se mueren -ya no vuelvenoscuras golondrinas»; donde no queda tiempo para niirar. Y esta frente a su mar, respirando a pleno pulm6n, ensofiando, vienclo, mirando:
«Ola tras ola, espuma tras espuma, y se entra par los ojos toda luz, y ya nunca se olvida.» El poeta tiene la convicci6n de que por sus ojos, estan vienclo el presente, seres que se fueron. Ver, en el sentido mas amplio, fisico y metafisico a la vez,
equivale para el a estar vivo. La luz salva, la contemplaci6n es un modo actuante de estar en la existencia:
«Los que ya no te ven suenan en verte desde sus soterrados sonaderos, -lindes de tierra par las cuatro lados, cuna del esqueleto-. Sed tienen, no en las bocas, ni de agua; sed de visiones, esas que tu cielo proyecta - azules tenues - en su frente, y tu realizas en azul perfecta. Este afdn de mirar es mas que mio. Callado empuje, se le siente, ajeno, subir desde tinieblas seculares. Viene a asomarse a estos ojos con los que miro. iQue sinfin de muertos que te vieron me piden la mirada, para verte! Al cedersela gano: soy mucho mds cuando me quiero menos. Que estos ojos les valgan a las pobres de luz. No soy su dueiio. (.Par cudnto tiempo - herencia - me las f ian? (.Son mds que un miradero que un cuerpo de hoy ofrece a almas de antes? Siento a mis padres, siento que su empeiio de no cegar jamds, es lo que bautizaron con mi nombre. Soy yo. Y ahora no ven, pero les queclo para salvar su sombra de la sombra. Que por mis ojos, suyos, miren ellos; y toclos mis hermanos anteriores, sepultos par las siglos, ciegos de muerte: vista les devuelvo. iEn este hoy mio, cudnto ayer se vive! Ya somos todos unos en mis ojos, poblados de antiquisimos regresos. iQue paz, asi! Saber que son las hombres un mirar que te mira, con ojos siempre abiertos, veldndote: si un alma se les marcha nuevas almas acuden a sus cercos. Ahora, aqui, frente a ti, lodo arrobado, aprendo lo que soy: soy un momenta de esa larga mirada que te ojea, desde ayer, desde hoy, clesde maFi.ana, paralela del tiempo. En mis ojos, las ultimas arde intacto el afdn de las primeros, herencia inagotable, afdn sin termino. Posada en mi estd ahora; va de paso. Cuando de mi se vuele, alld en mis hijos - la rama temblorosa que le tienclo hard posada. Y en sus ojos, mios, ya nunca aqui, y aqui, seguire viendote. Una mirada queda, si pasamos. jQue ella la fidelisima, contemple, tu perdurar, oh Contemplado eterno! Par venir a mirarla, clia a clfa, embeleso a embeleso, tal vez tu eternidad, 41
En esa isla de «el contemplado», cluerme Salinas. Es lisa, humilde a fuer de sobria, la losa casi a ras clel suelo con su nomlire y una fecha, sabre la cual depositamos una flor no hace mucho. Pero la muralla del cementerio viejo de San Juan, ubicado entre ruinas de la Colonia, se asoma al mar. En lenguaje m isterioso, siguen hablandose sin duda el alma de las alas y el alma de! poeta, ahora transeunte invisible de «Un mundo sin otofio y sin ceniza».
vuelta luz, por los ojos se nos entre. Y de tanto mirarte, nos salvemos.» No resistimos el cleseo de transcribir por entero es te sustancial poema, de tan intensa calidad, de linaje perdurable, como todo este libro, breve y clenso, que empina con aristocracia literaria, la apasionacla soleclad de un hombre en dialogo con el vaiven ma,rino, palpitante de doloricla humanidad.
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EL JOSCO Por Abelardo D'iaz Alfaro
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El Josco Por ABELARDO DiA:z; ALFARO
W OM BRA IMBORRABLE DEL J OSCO SOBRE LA LOJY!A QUE DOMINA el valle de Toa. La cabeza erguida, las aspas filosas estoqueando el capote en sangre de un atarclecer luminoso. Aindiando, moreno, la carrillada en sombras, el andar lento y ritmico. La baba gelatinosa le caia de los belfos negros y gamosos, dejando en el veide enjoyado estela plateada de caracol,. El hosco por el color y por su caracter reconcentrado, hurafi6n fabioso, de peleador incansable. Cuando sabre el lomo p.egro del cerro Farall6n las estrellas clavaban sus banderillas de luz, lo veia descender la Joma, majestuoso, doblar la recia cerviz, resoplar su aliento de toro macho sabre la tierra virgen y tirar un mugido largo y potente para las rejoyas del San Lorenzo. -Toro macho, padrote como ese, denguno; no naci6 pa yugo -me decia el jincho Marcelo, quien una noche negra y hosca le parte6 a la luz temblona de un jacho. Lo habia criado y lo queria como a un hijo. Su i'.mico hijo. Hombre solitario, hecho a la reyerta de la alborada, veia en aquel toro la encarnaci6n de algo de su hombria, de su descontento, de su espiritu redo y primitivo. Y toro y hombre se fundian en un mismo paisaje y en un mismo dolor. No habia toro de las fincas lindantes que cruzase la guardarraya, que el Josco no le grabase en rojo sabre el costado, de una cornada certera, su rubrica de toro padrote. Cuando el cuerno plateado de la luna rasgaba el tel6n en sombras de la noche, oi al tio Leopo decir al Jincho: -Marcelo, mafiana me traes el toro americano que le compre a los Velilla para padrote; .lo quiero para el cruce; hay que mejorar la crianza. Y vi al Jincho luchar en su mente estrecha, recia y primitiva con una idea demasiado sangrente, demasiado dolorosa para ser realidad. Y tras una corta pausa musit6 debilmente; como si la voz se le quebrase en suspiros :
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-Don Leopo, i.Y que hacemos con el Josco? -Pues lo enyugaremos para arrastre de cafia, la zafra se mete fuerte este afio, y ese toro es duro y resistente. ¡ -Uste dispense, don Leopo, pero ese toro es padrote de naci6n ,es alebrestao, no sirve pa yugo. Y descendi6 la escalera de caracol y por la enlunada veredita se hundi6 en el mar de sombras del cafiaveral. Sangrante, como si le hubieran clavado un estoque en mitad del coraz6n. Al ofro dia por el portol6n blanco que une los caminos de las fincas lindantes, vi al Jincho traer atado a una soga un enorme toro blanco. Los cuernos cortos, la poderosa testa mapeada en sepia. La dilatada y espaciosa nariz taladrada por una argolla de hierro. El Jincho venia como empujado, lentamente, como con ganas de nunca llegar por la veredita de los guayabales. Y de subito se oy6 un mugiclo potente y agudo por la maya de la colindancia de los Cocos, .que hizo retumbar las rejoyas del San Lorenzo y los riscos del Farall6n. Un relampago cardeno de alegria ilumin6 la faz macilenta del Jincho. Era el grito de guerra del Josco, el reto para jugarse en pufiales de cuernos la supremacia del padronazgo. Empez6 a mover la testa en forma pendular. Tiro furiosas cornadas al suelo, trayendose en el filo de las astas tierra y pasta. Alucinado, lanz6 cabezadas frontales al aire, como luchando con una sombra,. El Jincho en la Joma, junta a la casa, aguant6 al toro blanco. El J osco ensay6 un tranco ligero, hasta penetrar en la veredita. Se detuvo un momenta. Remoline6 agil y comenz6 a estoquear los pequefios guayabos que bordean la veredita. La testa coronada se le enguinalde6 de ramas, flores silvestres y bejucales. Venia lento, taimado, con un bramar repetido y mon6tono. Alargaba la cabeza, y el bramar culminaba en un mugido largo y de clarinada. Rasp6 la tierra con las bifurcadas pezufias hasta levantar al cielo polvoradas de oro. Avanz6 un poco. Luego qued6 inm6vil, hieratico, tenso. En los belfos negros y gorriosos la
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baba se le espumaba en burbujas de plata. Asi permaneci6 un rato. Dobl6 la cerviz, el hocico pegado al ras del suelo, resoplando violentamente, coma husmeando una huella misteriosa. En la vieja casona la gente se fue asomando al balc6n. Los agregados salian de sus bohios. Los chiquillos de vientres abultados perforaban el aire con sus chillidos : -El Josco pelea con el americano de los Velilla. En el redondel de los cerros circunvecinos las voces se hicieron ecos. Los chiquillos azuzaban al Josco. -Dale, Josco, que tu le puees. El Josco ;;eguia avanzando, la cabeza baja, el andar lento y grave. Y el Jincho no pudo contenerse y solt6 el taro blanco. Este se cuadr6 receloso, empez6 a escarbar la tierra con las anchas pezufias y lanz6 un bronco mugido. -Jej ... Jey... Oisee ... Josco -gritaba la peonada. - Palante, mi Josco -vibr6 el Jincho. Y se oy6 el seco y violento chocar de las cornamentas. Acreci6 el grito ensordecedor de la peonada. -Dale, jey... Josco. Las cabezas pegadas, los ojos negros y refulgentes inyectados de sangre, Ios belfos dilatados, las pezufias firmemente adheridas a la tierra, las patas traseras abiertas, los rabos Ieoninos erguidos, Ia trabaz6n rebullente de Ios musculos ondulando sabre las carnes macizas. Colisi6n de fuerzas que por lo potentes se inmovilizaban. Ninguno cejaba; paredan coma estampados en la fiesta de colores del paisaje. La b aba se espesaba. Los belfos ardorosos resonaban coma fuelles. Separaron subitamente las cornamentas y empezaron a tirarse corneadas ladeadas, tratando de h erirse en las frentes . Los cuernos sonaban coma repiquetear de ca5tafiuelas. Y volvieron a unir las t'estas florecidas de pufiales.
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Un agregado exclam6: -El blanco es mas grande y tiene mas arrobas. Y el Jincho con rabia le ripost6: - Pero el Josco tiene mas mafia y mas cria. El taro blanco, hacienda un supremo esfuerzo, se retir6 un poco y avanz6 egregio, imprimiendole a Ia escultura imponente de su cuerpo toda la fuerza de sus arrobas. Y se vio al Josco recular arrollado por aquella avalancha incontenible. -Aguante mi Josco -gritaba desesperado el Jincho-. No juya; uste eh de raza. El J osco hincaba las patas traseras en la tierra buscando un apoyo para resistir, pero el blanco lo arrastraba. Dobl6 los corvejones tratando de detener el empuje, se irgui6 nuevamente y ÂŤrebule6Âť rapido hacia atras amortiguando la embestida del blanco. -Lo ve; es mah grande -afiadi6 con pena un agregaclo. -Pero no juye - le escupi6 el Jincho. Y las patas traseras del Josco toparon con una eminencia en el terreno, la cual le sirvi6 de sosten. Afirmado, sesg6 a un lado, zafando el cuerpo a la embestida del blanco, que se perdi6 en el vado. A este falt6 el equilibria, y el Josco, aprovechandose del desbalance del contrario, volte6 rapido y le asest6 una cornada certera, trazandole en rojo sobre el alba costado una grieta de sangre. El blanco lanz6 un bufido quejumbroso, huyendo despavorido entre la algarabia jubilosa del peonaje. El Jincho vibrante de emoci6n gritaba con voz en cuello: -Toro jaiba, taro mafioso, taro de cria. Y. el J osco alarg6 el cuerpo estilizado, levant6 la testa triunfal, las astas filosas doradas del sol, apufialeando el mant6n azul de un cielo sin nubes. El blanco se qued6 de padrote. Orondo se paseaba por el cercado de las vacas. Al Josco trataron de uncirlo al yugo con un buey viejo para que lo amaestrara, pero se revolvi6 violento poniendo en peligro la vida del peonaje. Andaba mohf.
no, hurafio, y se le escuchaba brarnar quejoso, coma agobiado por una pena inconmensurable. Tranqueaba hacia el cercado de los bueyes de arrastres, de cogotes pelados y de pastar apacibles. Levantando la cabeza sabre la alambrada, dejando escapar un triste mugido. Se veia buey rabisero, buey soroco, buey rnanco, buey toruno, buey castrado. Aquel atardecer lo conternpie al trasluz de un crepusculo tinto en sangre de taros, sabre la lama verdeante que dornina el valle del Toa. No tenia la arrogancia de antes, lo levantaba al cielo airosamente la testa coronada; lo veia desfalleciente, coma estrujado por una inmensa congoja. Babe6 un rato, alarg6 . la cabeza y suspendi6 un debil rnugido, descendi6 la lom<:t y su sombra se fundi6 en el misterio de una noche sin estrellas. A eso de ¡ la n+edia rn:iche me pareci6 escuchar un mugir doloroso. El suefio se hizo sabre mis parpados. Al otro dia el Josco no apareda. Se le busc6 por todas las lindancias. No podia haberse pasado a las otras fincas, porque no habia boquetes en las mayales, ni en las alambradas de las ¡ guardarrayas. El Jincho iba y venia desesperado . El tio Leopo apunt6: -Tai vez se fue por el camino clel Faral16n a las malojillas del rio. El Jincho hacia alli se encamin6. Regres6 decepcionado. Luego se dirigi6 hacia una rejoya entre arboles en la colindancia de los Cocos, donde el Josco solia sestear. Lo vimos levantar las manos y con la voz transida de angustia grit6: -Don Leopo, aqui esta el Josco. Corrimos precurosos hacia donde el Jincho estaba, la cabeza ba.ia, los ojos turbios de lagrimas. Sefial6 hacia un declive entre raices, bejucales y flares silvestres. Y vimos al J osco inerte, las patas traseras abiertas y rigidas; la cabeza sepultada bajo el peso del cuerpo musculoso. Y el Jincho con la voz temblorosa y llena de reconvenciones exclam6: -Mi pobre Josco, se esnuc6 de rabia . Don Leopo se lo dije. Ese taro era padrote de naci6n; no naci6 pa yugo.
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Luis Mufioz Rivera y la dignidad Por S. ARANA Sorn
MAS QUE LUIS RIVERA HA RENDIDO N ADIE a la dignidad. Una y otra vez la nombra. En 1894 Mm~oz
CULTO
escribe en La Democracia: «entre la dignidad y la conveniencia no hay vacilacion: lo primero es lo primero». Dos afios despues cuando propane la disoluci6n del Partido Autonomista , lo hace porque «es la unica senda de la dignidad». El 1. 0 de noviembre de 1904, cuando trata de El Problema Social bajo el titulo colectivo de Cuestiones Funclanientales, dice del campesino: «SU existencia carece de digniclad». En 1905 pregunta (Campafzas Politicas, II: 360): «C:Puede un pueblo ser feliz bajo el dominio de otro pueblo? No puede, en tanto que no se resigne a perder el sentimiento de Ia dignidad. No puede, porque una soberania extrafia, aunque sea muy suave en la forma, en el fondo cleprime los mas nobles impulsos y destruye las mas legitimas ambiciones». El 11. de noviembre de 1911, en una de sus Cartas de Washington, declara: «Con la autonomia se salvaran dos cosas: el interes de Puerto Rico y la dignidad de Puerto Rico. Con la autonomia el gobierno sera puertorriqueiio. Conservaremos nuestras rentas y conquistaremos nuestra libertad». Al aiio siguiente de 1912, el 2 de agosto, escribe a Fernandez Vanga: «La prosperidad no nos basta: preferimos la dignidad» y le dice al Speaker de la Camara de Representantes de los Estados Unidos, refiriendose a los puertorriqueiios, que «viniendo de una raza que ... estima mas la dignidad que la vida, no pueden estar satisfechos mientras no desaparezca de Puerto Rico un sistema colonial a cuya sombra el gobierno del pais no se funda en la voluntad de los gobernados .. . » En 1914, el 22 de mayo, escribe a Barcelo: «Si fuera posible morir, yo moriria por mi patria y por mi dignidad». En 1915 dice: «nuestro camino es menos largo e inseguro para la conquista del ideal. Llegando al gobierno propio, llegaremos a posiciones estrategicas, nos apoderaremos de armas eficaces, acumularemos recursos enormes para avanzar y subir y acercarnos a la meta. Y, min en la hip6tesis de que c.o ntemplaramos la cuesti6n desde el punto de vista 48
de la dignidad, juzgariamos mas digno el parentesis de la paciencia y de la calma, si a los puertorriqueiios, pacientes y calmosos a fortiori, fuese dable, entre tanto, gobernar y administrar a Puerto Rico, dictar sus c6digos, manejar sus intereses y sacudir, en parte, la tutela que les oprime y les irrita». En 1916, cuando se discute el proyecto Saulsbury que pretende declarar a Puerto Rico territorio incorporado, manifiesta al senor Rossell (John D.), autor del bill: «Si se examinan Ios bills desde el pun to de vista de la dignidad, ninguno es digno. Lo unico digno es la indepen dencia. Y porque Ia queremos en el porvenir, rechazamos un acta territorial que nos ligaria por siempre a los Estados Unidos, y demandamos un acta auton6mica que no cierre las puertas del porvenir». En este mismo afio cl 22 de noviembre, escribe a Gonzalo O'Neill: «Opino que se trabaja mas utilmente por la libertad y la dignidacl de esta tierra proponiendo y defendiendo soluciones practicas que aseguren y garanticen la intervenci6n elicaz del pueblo en su vida politica y en el rnanejo de sus intereses econ6rnicos». Y cuando entrega su alma al Creador en este mismo afio de '1916, estas son sus Ultimas palabras: «El derecho y la libertad, por encima de todo, la dignidad». Luis Munoz Rivera pone la dignidad por sobre tod as las cosas y no solamente por sobre el interes, la conveniencia, la prosperidad: la pone sobre el derecho y la libertad, como dice en el momenta mismo de su muerte. La pone sobre la vida rnisma porque viene de una raza que aprecia mas la dignidad que la vida. Si le hubiese tocado hablar en lugar de Patrick Henry no habria dicho «Dadme la libertad o dadme la muerte», sino, «Antes que la dignidad, quitadme la vida». Es por la dignidad de Puerto Rico, por la dignidad de cada puertorriquefio que Luis Munoz Rivera trabaja. Mas aun; con la vara de la dignidad es que lo mide todo: el criteria de la dignidacl sornete todos sus actos, tocla su politica . .Trabaja al mismo tiernpo por la libertad, por los intereses y por la dignidad, pero mmca solamente por la libertad y los intereses. Cuando habla
de la reforma y aun cuando habla de la conquista del ideal, siempre las enfoca desde el punto de vista de la dignidad. No puede haber soluci6n buena, no puede Imber medio ni fin bueno si no incluye la dignidad. Ahora bien, (que quiere decir, que entiende este hombre por dignidad? (Por que la evoca con tal frecuencia? Para responder a estas preguntas es necesario estudiar con detenimiento la vida y obra del gran barranquitefio. No se le puede conocer con palabras sueltas que no tienen significado alguno fuera de su contexto. Se le entiende, se le comprende con facilidad cuando se conoce toda su vida y su obra, cosa que no se puede hacer bien si no se estudia al mismo tiempo la epoca en que vivi6, con SUS peculiares problemas e icleales. Y Luis Mufioz Rivera tiene la gran virtucl que comparte con otras cosas y hechos de nuestra raza, tales como la conquista de America y el ingenioso libro clel manco de Lepanto, de aparecer cacla dia, segun se le va estudiando y escudrifiando, mas grande y mas interesante, de presentar cada dia una nueva excelencia, una nueva virtud que no se le conocia, un aspecto hasta entonces desconocido ... La dignidad es «la gravedad y decoro de las personas en el modo de comportarse», seglin el Diccionario ; es honra y estimaci6n, es circunspecci6n y decencia, es pureza y recato, es honestidad y pundonor; es la reverencia, el honor y el respeto que se debe a todo hombre y a todo pais. No hay que decir que el hombre y el pais que tienen dignidad se respetan y estiman a si mismos, tienen respeto propio, y esperan de los demas un respeto y una consideraci6n proporcionados a su condici6n y meritos. Lo peor que le puede suceder a un hombre es perder el respeto de si mismo, perder la honra, llegar a tal condici6n que los demas no le rindan el respeto, la reverencia que todo hombre merece, por el solo hecho de ser hombre. Lo contrario de la dignidad viene a ser la humillaci6n que es para Luis Mufioz Rivera la peor de las desgracias. Atentar contra la dignidad de tm hombre es tratar de humillarlo; humillarlo es atacar su dignidad. Y cuando m10 adopta una actitud indigna, se deshonra a si mismo, se falta al respeto a si mismo, se gana el desprecio de los demas y pierde todo derecho a que se le respete y estime. Para Luis Mufioz Rivera la peor humillaci6n es la falta de respeto a la persona. Tiene por ley principal de su filosofia y de su conducta el respeto a la persona. Contra palabras humillantes podra uno adoptar una actitud digna y hasta de franco desprecio, pero contra la violencia a la persona no hay remedio. Este respeto al cuerpo, este respeto a la· persona, es el primer desideratum de Luis Mufioz Rivera. Rechaza todo cuanto pueda aparecer como violencia a la persona. Se comprende entonces que este hombre sea pacifis ta, que ·odie la violencia y, con la violencia, la revoluci6n, la guerra y, de todas las guerras, sobre todo, la guerra civil, la mas cruel de todas. (Concibese mayor indignidad que la de yacer sucio y mutilado en el arroyo a las ojos del publico? c:Concibesela mayor que la de mmir en un cadalso? Pu es eso es lo que suele ocurrir en el curso de toda lucha armada. En tales situa-
ciones no hay dignidad posible. En tales coyunturas, el hombre queda despojado de toda dignidad: es el fin del hombre. Donde no hay dignidad, no hay hombre. La violencia, la guerra son contrarias a la dignidad del hombre. Por eso hay que agotar todos las recursos antes de llegar a la violencia, a la guerra, a la revoluci6n armada, maxime cuando nada se puede conseguir con ellas que no se pueda conseguir mejor por media de la palabra y de la diplomacia. Se comprende entonces tambien que este hombre piense primero en la dignidad individual: de nada valdria la dignidad colectiva sin la dignidad individual. 0 mejor dicho: sin esta no puede existir aquella, pues se funda sobre el conjunto de las dignidades individuales. Y la libertad para Luis Mufioz Rivera es precisamente util solamente en tanto garantice la clignidacl individual, esto es, el respeto y a la seguridacl de la persona. La clignidad esta por encima de la libertad . Una y otra vez lo repite. Para el nacla valdria la libertad politica en un pais donde la persona de si:rs ciudadanos no se respetase. Es claro que el quiere para SU tierra la digniclacl colectiva, la dignidad total, es claro que desea la libertad de su pueblo, que ese pueblo se gobierne a si mismo, pero quiere con ella segura la dignidad de cada ciudadano, sin la cual de poco valdria. Par eso va preparando al pais para que aprenda, coma base de su libertad, el respeto a la persona; por eso acepta para su tierra, maxime cuando no hay otra alternativa, una forma de gobierno transitoria que al par que asegure a las ciudadanos ese respeto a la persona les permita aprender a ejercitarlo par propia iniciativa, a conserservarlo, a rendirle culto. Dire esto de . otro modo. Malo sera que se nos gobierne en nombre de una persona o grupo de personas o de principios que no nos gusten, pero si hay orden y si no se somete a la poblaci6n a nin guna humillaci6n o indignidad personal, la situaci6n no es peor que cuando, gobernandonos ·nosotros mismos, cualquier individuo privilegiado o el soldado o el policia abusa del poder, de la autoridad, de la fuerza para herirnos y maltratarnos. Par eso Luis Mufioz Rivera lucha siempre por asegurar primero que nada este respeto a la persona, base fundamental de toda libertad, sin Ia cual la libertad politica no vale nada. Y seria ridiculo rechazar esta seguridad de la persona, base. fundamental de ·t oda libertad, sin la cual la libertad politica no vale nada. Y serfa ridiculo rechazar esta seguridad de la persona, base de toda libertad, porque no sea toda Ia libertad que deseamos o a que tengamos derecho. De ahi que Luis Mufioz Rivera lucha par el pacto con Sagasta, asegurando con el poder el respeto a la persona, esto es, la dignidad personal que nos negaban las conservadores; de ahi que bajo la nueva soberania lucha a brazo partido por desembarazarnos primero que nada del gobierno militar y, despues, de la tiranica Ley Foraker. Obtener un minima de garantias para la dignidad individual es para Luis Mufioz Rivera un exito no desdefiable que nos permite ir «ampliando el camino», ir ganando otras garantias que nos conduzcan algun dia
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a la dignidad completa, como hombres y como pueblo de hombres dignos. Luis Mufioz Rivera quiere para su patria nada menos que la dignidad total, hecha de, pero superior a la dignidad de todos y cada uno de sus compatriotas. Quiere la libertad de su patria pero la quiere con la ~ salu.d, el bienestar, la prosper~da~ y la cultura de sus. ~~ ""~ hab1.ta~tes, esto es, .con la chgn.1dad personal, con el './-:: ~ ~ sent1m1ento del prop10 respeto, sm los cuales no puecle ~ -'--;;:;;~~_.l.... existir el decoro nacional. Luis Mufioz Rivera .quiere ~ la emancipaci6n econ6mica del campesino, que cons- ~ / t~tuye la ~ayoria de la poblaci6n. Es el hombre pr~c-' 'r ;.r·~ t1co que s1empre trata de ganar algo para su pais, ""---/ pensando que mientras haya vida hay probabilidades de sanar, pensando que poco a poco se llega lejos, pensando que la dignidad no es cosa que pueda venir de afuera, sino sentimiento que ha de venir de adentro. Por eso, acepta un bill de reformas en que se nos regatea un poco de libertad, porque es un paso hacia adelante en el camino de Ia dignidad total, camino que asi es «menos largo e inseguro», pero no sin dejar aclarado que «Si se examinan Ios bills desde el punto de vista de Ia dignidad, ninguno es digno. Lo unico dii:tno es la indeoendencia». AI aceptar el bill no aplaza como se ha dicho Ia soluci6n del problema sino o.ue va resolviendolo; en su camino hacia. Ia dignidad total Luis Mufioz Rivera nunca retrocede y nunca pierde \ terreno: siempre avanza, siempre gana algo para su \ pueblo. Ni es Luis Mufioz Rivera un conformista como a veces han querido insinuar algunos: eso es lo que menos es, de eso es de Io que menos tiene, todo rnenos eso es, si no un gran romantico, el i'.lltimo romantico como dijera Ribera Chevremont. si no iin rebelde, un gran rebelde, como dijera Luis Dalta, y un verdadero idealista que nunca pierde de vista el ideal y que con seguro paso a el se acerca un poco todos los clias. Efectivamente, el hombre que se ve obligado a transigir con Shaffroth, con Saulsbury, con Cannon y con tantos otros, todo por el bien de sus compatriotas, es el hombre que mas alto rnira. El que ahora acepta tan poca cosa con tal que asegure el respeto a la persona, esta pensando para su tierra en un estado de dignidad tan alto que incluya no ya solo la libertad p·o litica y el respeto propio, sino tambien, en su graclo mas alto, el orgulfo de si misma, a que clan derecho los grandes ideales, las nobles y generosas ideas , las levantadas acciones. Un hombre como Luis Mufioz Rivera que vive mirando hacia las grandes alturas, sofianc:lo con la suprema dignidad, hecha de toclas las perfecciones, da la vida en tidnica lucha por ti n gir6n de clignidad para su pueblo.
so
Paginas de nuestra Hteratura
En la tumha de Segundo Ruiz Belvis * Par
EUGENIO MAR1A DE
Hosros
A millares de millas de la patria 1873.
E
STOY EN VALPARAISO, EMPORIO COMERCIAL DE ESTA HBR-
mosa, tranquila, libre y civilizada Republica de Chile. Estoy solo con mi idea dominante. Ella es la que me sostiene en mis postraciones, la que me empuja hacia adelante, la que apaga en su fuego inextinguible mis lagrimas secretas, la que me hace superior a la soledad, a la tristeza, a la pobreza, a las calumnias, a las emulaciones, al desden y al olvido de los mios, al rencor y a las insultos de nuestros enemigos. Ella es mi patria, mi familia, mi desposada, mi l'.mico amigo, mi i'.mico auxiliar, mi unico amparo, mi fe, mi esperanza, mi amor, mi fortaleza. Ella es la que me sefiala en Puerto Rico mi deber; la que me indica en Cuba mi estimulo; la que me muestra la gran patria del porvenir en toda la America latina; la que hace del olvido, de la abnegaci6n y del sacrificio de mi mismo un dogma; la que ha sustituido las creencias aprendidas de memoria, con esta religion de la patria americana y del deber; la que ha reemplazado las faciles glorias de las letras y las triunfos viciosos de la politica de personalismo, con esta indiferencia par la gloria del talento, y con esta vehemente hostilidad a las triunfos de pasiones miserables; ella es la que me quiere tal cual soy y tal cual las hombres no me quieren. Dicen que par esta colina se sube al cementerio. Un esfuerzo mas, y estare en la cumbre. jAh!, yo siempre estoy hacienda esfuerzos y jamas llego a la cumbre. Toda eminencia es fatigosa, y la que voy trepando me fatiga. Trepo dos a la vez. l Cual de las dos es la que mas fatiga: la de mi idea dominante 0 la del cerro? La cumbre del cerro, ahi esta. cEn d6nde esta la cima de la idea? jAh! jBienaventurados las que trepan y Hegan hasta el fin! jQue espectaculo! En las quebradas y en las faldas de todas las colinas que abarcan la ciudad, ranchos, casuchas, casas-quintas, mansiones suntuosas; alla abajo, las calles regulares de esta pintore~ca ciudad irregular; en el plano inferior, el movimiento del trabajo, las mil embarcaciones
del trafico local, las mil naves del comercio universal¡ en el fondo, la faja claroscuro del horizonte ilimitad~ del Pacifico; a la derecha, la armoniosa cadena de las montafias, que domina el gigante de los Andes, el Aconcagua feliz, en cuya frente no toca otra luz que la primera, ni se emponzofia jamas el aire puro. Detras de mi se levanta el baluarte de las colinas que, levantandose mas a cada paso, no deja de subir hasta que se irgue en la fortaleza inexpugnable de las Andes. Alli, en la hendidura de dos cerros, aparece un recinto amurallado dentro del cual blanquea una ciudad. Es la ciudad de las muertos. Alli duerme Segundo Ruiz Belvis el primer suefio tranquilo de su vida. Voy a visitar al olvidado. Tumbas suntuosas, panteones orgullosos dondequiera. No es el barrio de las ricos el que puede habitar el hombre pobre, ni el barrio de la aristocracia el que toleraria aquel representante de la democracia. Ruiz no esta aqui. Si hubiera un barrio de negros en la ciudad, en el viviria contento el primero que pidi6 en Puerto Rico la libertad de los negros. Si hubiera un barrio de esclavos ... No estoy en Puerto Rico, estoy en Chile y aqui todos son libres; no estoy en el mundo de los vivas, estoy en el mundo de las muertos, y aqui empieza la emtmcipaci6n de los errores, las intereses, las pasiones y las vicios que esclavizan. cEn d6nde estara Segundo Ruiz? jComo todos los que sigilamos la vergiienza de la patria, habra ido a esconderse en el rinc6n mas oscuro! cNo saben las habitantes de estas tumbas en d6nde vive una victima expiatoria de la patria antillana? cUn * Segundo Ruiz Belvis, abolicionista y separatista puerto!riquefio (1826-1866), muri6 en Chile en ocasi6n en que reailzab_a en d1cha Republica gestiones en favor de la independencia de Pue~to Rico. Algunos afios despues habria de residir,. durante al~un liempo en la misma Republica, su compatriota el ilustre soc10logo y educador Eugenio Maria de Hostos.
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¡puertorriquefio arrogante que i 10 quiso sufrir la esclavitud de su patria? (Un vagabundo de la libert ad que vino a Chile buscando auxiliares para una revoluci6n recalcitrante? (Un patriota, no el primero ni el ultimo que andaba pidiendo limosna p ara redimir la patria? (.Un hombre que, coma otros m uchos, cometi6 el error imp erdonable de anticiparse a su tiempo y su pais? Aqui m e ban dicho que vive, y vino aqui alla p ara el afio 1868 ... Pero, (que saben del tiempo las ahogados en la eternida d, ni que se ocupan de las revoluciones de las sociedades las ocupados en las evoluciones de la vida universal de la materia, ni que conocen la patria estos pobres ricos cuya p atria fue el dinero, o esos pobres miserables cuya p atria fue el dolor? Si a qui estuviera la tumba de las Carrera, de _. Camilo Henriquez, de Freire, de Infante, de Francisco Bilbao, seguro estoy de que entre ¡ellos viviria Segundo ¡ Ruiz: las buenos viven juntas. iirreflexivo! Hubiera yo tenido la paciencia de preguntar las senas de la ultima casa de Ruiz a cualquier puertorr iqueno ... iA las puertorriquenos! jSe olvidan de las vivas y no ban de olvidarse de las muertos; se olvidan de si mismos y no ban de o.lvidarse de las otros; se olvidan de un compromiso, y no ban de olvidarse de un deber! Estamos en 1873, y h a empezado en Espana el dia de la Republica de las charlat anes, (c6mo no ha de hab erse Puer to Rico entregado al placer de bendecir ese gran dia?; (c6mo h e de exigirles que se distraigan de un juego infantil que tan pronto cesara? Yo no ando buscando un pueblo muerto : ando buscando un hombre dormido. jRuiz! jSegundo Ruiz! .. . No responde. Es un sueno pesado el de la muerte. Y el de la muerte oscura, secretamente sufrida en el r inc6n de un hotel, casualmente presenciada par uno o dos hermanos ... iAh, ya recuerdo! El hermano medico que lo via morir, que lleg6 tarde para hacer eficaces las recursos de su ciencia, que s6lo pudo convencerse de que el moribundo maria par haberse obstinado en llegar a l pais de su esperanza a pesar de la fiebre que lo devoraba; el hermano medico, con las pormenores de aquella m uerte rapida en que apen as bubo tiempo para sefialar un rollo, de papeles, para apretar suavemente una mano y para sonreir con la ultima sonrisa, me dio las senas de la tumba. jPero si todas las t umbas de las olvidados se parecen! No me costaria tantos esfuerzos el h allar la vivienda definitiva de mi colaborador si Puerto Rico se acordara de el. (Puerto Rico? ... Estara celebrando las pascuas de su nuevo engano, finnando con rostro alegre la sentencia de ignominia ... - jRuiz, Segundo Ruiz! jLa patria esta en p eligro de perpetua esclavitud! jLa patria esta pactando con Espana!
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Hasta las m uertos responden a ese grito: las ilnicos sordos son las colonos. La tumba m e ha respondido. Aqui esta Ruiz. jAmigo de mis ideas!, jcompafiero de! improbo trabajo!, hiciste bien en clescansar de la existencia. Descansas te a licrnpo. Ni viste a Cuba marlirizacla, ni a Puerto Rico escarnecicla, ni a las heroes clamanclo en vano par auxilios, ni a las esclavos bailando al son de sus cadenas. No viste a las republicanos espanoles sancionanclo en nombre de la r epublica el martirio de la Isla regenerada, ni a la I sla degenerada mendigando las migajas sobrantes del banquete de sus amos. No viste a la mas grande de las republicas, a la m as s6lida de las democracias, al mas fuerte de las pueblos, disputando su derecho de vida a la republica naciente, negandose a reconocer la nueva democracia, pactando amistosamente con el verdugo el precio de la sangre procligacla. No viste a las pueblos hermanos olviclanclo en su fortuna al hermano infortunado. No viste un pueblo entero levanfanclo al cielo sus brazos descarnados, en tanto que otro pueblo, aspirante a la misma forma de gobierno y a l mismo goce de la libertad y la justicia, descargaba sabre el las golpes mas alevosos y mas crueles, ni viste entre las dos, impasible a las gritos del hermano y disimulando las atrocidades del verdugo, al pueblo que nosotros preparabamos para el amor de la justicia. No viste a las naciones mas civilizadas de la tierra enmudeciendo par calculo ante la barbarie desenfrenada contra Cuba, ni viste a nuestra patria escarnecida sirviendo de prueba contra Cuba ante el mundo que la mira satisfecha . No viste a las naciones de este Continente en que reposas, erguirse en un momenta de enlusiasmo f(1til en favor de Cuba, para adormecerse despues a una senal de estos gobiernos que lo pueden t odo para hacerse dafio, que nada saben poder para hacer un bien. No viste pisoteada la 16gica. No viste repudiada la justicia. No viste escarnecido cuanto es bueno. No viste renegado cuanto es cierto. No viste fementidas las promesas de la raz6n universal, muertas las esperanzas mas concien zudas, hechas cenizas las aspiraciones mas puras clel alma humana, reducidas a fangosas realiclacles las verdades mas quericlas. No viste la bacanal de la injusticia, el carnaval de la indignidacl, la orgia de todos las errores, el galop infernal de todas las debilidades, la edad de oro de todos las egoismos repugnantes, Ia edad de hierro de todas las abnegaciones, la omnipotencia universal de! oro, la impotencia absoluta de! deber, Ia canonizaci6n de las pasiones mas abyectas, el enc.liosamiento de todas las barbaries, el juicio fina l clel sentido comt'.tn en nues tra especie. Hiciste bien en descansar, Segundo Ruiz. Descansa en paz.
Intelectuales puertorrique:fios y extranjeros, opinan sobre la obra del Instituto de Cultura Puertorrique:fia
A de Cultura Puertorriquefia y hacer el recuento de la copiosa o interesante labor que ha realizado L CUMPLIRSE LOS CINCO ANOS DE VIDA DEL lNSTITUTO
hasta aqui para conservar, promover y divulgar los frutos espirituales de esa cultura, me doy cuenta de cuan oportuna ha sido su acci6n en este momenta tan critico de la vida de nuestro pueblo. Con frecuencia he pensado que la negaci6n de la tradici6n viva, del pasado hist6rico, de las virtudes especificamente nacionales conduce a los pueblos a la indiferencia, si no al cinismo, respecto de su porvenir; que su esperanza s6lo cobra realidad y validez si brota de un profundo arraigo en el subsuelo espiritual del pasado. Lo que mas estimo en la obra realizada por el Ins. tituto de Cultura Puertorriquefia es, justamente, el ver en ella un esfuerzo por devolver al pueblo de Puerto Rico, a nuestra naci6n, conciencia y responsabilidad hist6rica, que es como decir, conciencia de si mismo».
I
MARGOT ARCE DE VAZQUEZ
Escritora
«Felicita de todo c0raz6n al Instituto de Cultura Puertorriquefia en su Quinto Aniversario, por la gran labor que ha realizado en pro de nuestra cultura». JESUS MARIA SANROMA
Pianista «Me parece extraordinaria la obra que el Instituto de Cultura Puertorriquefia h a realizado en sus primeros cinco afios de vida. Las actividades del Instituto desarrolladas mediante un conjunto de mas de quince programas responden a las finalidades para las cuales fue creado dicho organismo, a saber: asegurar la conservaci6n, el estudio y la difusi6n de la cultura puertorriquefia y fomentar la activic,lad intelectual y a rtistica en el pais ... » · JOSE M. LAZARO
Escritor «Promoci6n de la mas alta calidad en los varios campos de la cultura puertorriquefia, que incluye musica, pintura, escultura, artesanias, teatro, historia, literatura y descubrimiento y divulgaci6n de cimeros valo-
res nacionales, es lo que viene realizando el Instituto de Cultura Puertorriquefia, bajo la competente direcci6n de Ricardo E. Alegria, en sus cinco afios de afanoso hacer». VICENTE GEIGEL POLANCO
Escritor «Considero que los programas del Instituto de Cultura Puertorriquefia han sido un aliento bien intencionado. Su apoyo a las artesanias, a traves de concursos y exposiciones de instrumentos tipicos y tallas, ha permitido que no muera esta expresi6n y ha hecho al artesano mas s6lido, mas apegado a la tierra. Su programa de becas a los artistas, bien orientado. En su labor de difusi6n cultural h a hecho posible que la expresi6n artistica puertorriquefia llegue mas directamente al pueblo .. . » RAFAEL TUFINO
Pi.n tor «El programa por la conservac10n de la zona hist6rica de San Juan que patrocina el Instituto ha tenido como fin el de rescatar , divulgar y fomentar los valores del urbanismo y la arquitectura tradicional puertorriquefia. Estos valores, por muchos afios olvidados y menospreciados, forman parte de nuestro patrimonio cultural y su conservaci6n debe ser motivo de preocupaci6n para todo el pais. El Instituto, mediante labor de orientaci6n y asesoramiento, ha logrado revivir el interes de muchos propietarios en el desarrollo de la antigua ciudad. Considero que esta labor es una contribuci6n importante sirviendo de guia para la vida cultural de nuestro pueblo» . JOSE FIRPI
Arquitecto «En un momento en que el conocimiento tecnico pretende apodeiarse del mundo, la instalaci6n de un instituto de cultura, mas que un gesto de contrici6n debe considerarse un acto de fe; el reconocimiento a otro saber que no se muevc en las maquinas, ni aparece en las estadisticas, ni resulta util a la propaganda. Ante la vanida d del tecnico que pretende apoderarse de todo el universo, rellenando nuestro espi53
ritu con cabalas y guarismos fanlasmalcs, solo rcsulta valedera la humildad del historicista poblando nuesLra vida de senticlo y verdades eternas. Creo honradamente que el Instituto de Cultura PuerLorriqueiia cumple con el programa humanistico de las instituciones de s u categoria, con mesura y con nobleza, sin divini zar la cultura, pero haciendo de ella una forma viva, generosa, batalladora. Que es to se haya conseguiclo con tan poco dinero, en tan corto tie1npo, es casi un milagro, y clemuestra la calidad excepcional de s u junta de gobierno y de su actual director don Ricardo E. Alegria». EMILIO
s.
BELi\Vi\L
E scrilor «El Institulo a la vez lleva a cabo un ex lenso programa de clivulgacion musical, Lanto antigua como modern a por meclio de grab ac iones fonograficas, conciertos, certamenes, conferencias, monografias y publicaciones. El programa se ex tiende por la Isla gracias a la cooperacion prestacla por Centros Culturales afiliados al programa del Ins lituto. En esta y otras formas estimula y ayuda a los interpretes y los compositores contemporaneos a desarrollar sus facultades musicales y su talento creaclor . Esta labor de coordinar todos los aspectos de n uestra produccion musical tiene una importancia trascendental en la preservacion de la raiz puertorriqueiia, toda vez que la musica siempre ha formado y forma parte de la cultura de los pueblos a traves de su historia». AMi\URY VERAY
Compositor «lnstituto de Cultura Puertorriquefia. Estas palabras por si solas sugieren la inquietud de un pueblo de autentica personalidad. El Instituto lleva cinco afios de existencia " durante ese tiempo, su digno director, Ricardo E. Alegria, con la cooperacion de sus compafieros, no ha descansado un momento, desempolvando relieves, buscando raices y aquilatando ecos. Ha llevado a cabo conferencias, exhibiciones artisticas, conciertos, concursos, teatro y ha publicado revistas y libros de gran valor literario. Su contribucion ha dado motivo que los Congresos de Poesia hayan sido un exito. Sus actividades ban llegado a toclos los rincones de Puerto Rico y ban trascendido al extranjero. Creo que el Instituto de Cultura Puertorriquefia es una institucion muy necesaria que el Gobierno clebe seguir fomentanclo y que nosotros toclos los pnertorriqueiios debemos ayudar y alentar para que sigamos encontrando, palpando, admirando y querienclo nnestra insdiscutible realidad de pueblo en todas sus manifestaciones culturales». M. JOGLAR CACHO
Poeta «El Instituto de Cultura logra con gran exito traer el pasado quinsecular al presente para enraizar en ambos el futuro aureo de la Cultura Puertorriquefia». V. MURGA Historiador
MONSENOR
«Al cumplirse cinco aiios de la exis tencia del InstiLuto de Cultura Puertorriquefia, Puerto Rico debe sentirse orgulloso de la extraorclinaria labor realizada por la Jtmta Directora en SUS multiples actividades. Ademas de atender las necesidades de divulgacion y conservacion de la riqueza historica y artistica del pasado, el Instituto ha estimulado con acierto la creacion literaria, el folklore y las bellas artes en diversas for-
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m as. El In s tiluto de Cultura representa hoy la Cruzacla en Pro de la Nacionalid ad Puerlorriqueiia en lo csencial de s u ser mismo : el respeto a nuestra herencia his lorica como fundamento de universalidad creadora y salvaclora para asegurar el porvenir de Puerto Rico dentro de la orbita Hispanoparlante de America». MARIA TERESA BABiN
Escritora «A pesar de quc en Puerlo Rico hay capaciclacl ingenita para la creacion arlis Li ca, se necesitaba el estimulo de una in stitucion que lograse la persistencia creadora. Esa ha sido una de las funciones mas levantadas del Instituto de Cultura. Desde que se fundo, hace cinco afios, ha coadyuvacio, de moclo c\iligente, a asegurarse el espiritu de creacion. En cuanto al 1omento de las artes plas ticas, no se ha limitado a las exposiciones, sino que pa trocina concursos, talleres, compra de objetos de arte, museos, e tc. En suma, ha puesto en el menes ter artislico un caudal de levadura para dar contornos definidos a la personalidacl puertorriquefia. En esa dimension aprecio la tarea que se ha impuesto el In s tituto de Cultura». Rios REY Pintor
RAFA1EL
«La meclida de grandeza inherente a nuestro pueblo se expresa con dramatica claridad en la rica y esforzada labor del Instituto de Cultura Puertorriquefia con escasos recursos fisicos, pero con gran caudal de imaginacion y buena voluntad - su Director Ejecutivo, el senor Ricardo E. Alegria, y el grupo de hombres y mujeres que le rodean ban logrado una prodigiosa labor en esos primeros cinco afios de vida. i N unca se hizo tan to con tan uoco ! Felicitamos a nuestra maxima casa de cultura en su Quinto Aniversario, deseandole mayores logros, fertil crecimiento y larga vida». HECTOR CAMPOS PARSI
Compositor
«Porque el Instituto de Cultura Puertorriquefia y su digno director, Ricardo E. Alegria, ban sabido poner en alto estas ideas, la patria puertorriqueiia esta en deuda con ellos. Ante el quinto aniversario del Instituto de Cultura, todo hombre agraclecido debe batir palmas». FRANCISCO MATOS PAOLI
Poet a «Con gran oportunidad y a su debi do ti em po y con mucho acierto, nuestro Gobierno establecio hace cinco afios un Instituto de Cultura. No para el duke dormir y el poco hacer, sino para el constante velar por lo que en mas estima tenemos: la musica, la literatura, la pintura, las sa.n as tradiciones, las virtudes ancestrales, la hispanica personalidad. En tan corto tiempo se ha hecho el ·milagro. Remozamiento de las nobles pieclras historicas de San Juan, estimulo de la literatura, iniciacion de la escultura puertorriqueiia, animacion de la musica y la arquitectura, conservaci6n de bellas tradiciones. El Dr. Ricardo E. Alegria v sus colaboradores han dado mas de lo que se les pidio. Y no es su labor meramente complementaria y de adorno, sino el «leit motiv» de nuestro constante avanzar».
l .... WASHINGTON LLORENS
Escritor
«Por haber colaborado con el Instituto de Cultura Puertorriquefia desde sus comienzos, soy en cierto modo parte de el y sera parca en la valoraci6n de sus gestiones hasta aquf. Creo que representa un avivamiento notable en nuestras expresiones culturales, abarcador de lo culto, lo popular y folkl6rico; la historia y las artes. Resalta como raiz esencial la conservaci6n de lo que es valioso en nuestra traclici6n y el · estimulo de las nuevas creaciones ... » CONCHA MELENDEZ
Escritora «He tenido el privilegio de participar en una pequefia medida en el programa de Archivos del Instituto de Cultura y felicito a usted y a todos los amigos y colaboradores de! Instituto por Ios esplendidos logros obtenidos. El Gobierno y el pueblo de Puerto Rico tienen raz6n en sentirse profundamente orgullosos de que tanto se haya logrado en tan corto tiempo, v tengo la confianza de que en los afios por venir el Instituto habra de tener una participaci6n aun mayor en Ia vicla cultural no s6lo de Puerto Rico, sino tambien del mundo libre». WAYNE C. GROVER
Archivero de las Estaclos Unidos
«No hay duda que el Instituto de Cultura Puertornquefia responcle a ese llamado profundo de la nacionalidad a la propia conservaci6n en variados campos de su activiclad espiritual y en distintos rastros de su huella hist6rica. Ni hay duda - para mi por lo menos - que es esfuerzo insuficiente para lograr la salvaci6n de lo que se promete salvar. Mientras un equipo dirigido por puertorriquefio tan capaz coma Ricardo E. Alegria, y compuesto por puertorriquefios tan capaces como lo son en su mayoria sus compafieros de trabajo, hace esfuerzo tan puro e intenso como el que diariamente realizan en conservaci6n y defensa de la mas diafana borincania».
L.1. ·- ' ' . . ) ..
I -
J UAN ANTONIO . CORRETJER
Poeta «Aunque lejos de Ia Isla, he seguido paso a ~aso la labor de! Instituto de Cultura. Sus cinco pnmeros afios han sido sorprendentemente fecundos. Ha puesto en marcha numerosas e importantes iniciativas y ha sabido actuar en su delicado terreno con clara direcci6n y eficaz empefi.o. La obra de coordinaci6n, estimulo y divulgaci6n que el Instituto realiza no es solo testimonio elocuente del afan cultural de Puerto Rico, sino un alto ejemplo que ha de despertar interes y emulaci6n en otros pueblos ». TOMAS NAVARRO TOMAS
Lingiiista y fil6logo espaiiol «Al Instituto de Cultura Puertorriquefia, tal y coma se ha manifestado en todo el ambito de Ia Isla a traves de SU S proyectos de investigaci6n y restauraci6n hist6rica, museos inrnuebles y rodantes, talleres de artes y artesanias, festivales de musica, b allet y t eatro, exposiciones, conferencias y publicaciones, h ay que expresarle gra titucl y confianza clesde la honclura clel espiritu. Ha sabido alentar y enaltecer tanto la conciencia his t6rica que nos imprime caracter propio
como lo voluntad creadora que lucha por salvarnos en el presente y perpetuarnos en el futuro». FRANCISCO ARRIVI
Dramaturgo «Respondo jubilosamente al cleber de gratitud que estimo contraido por todo puertorriquefio hacia el Instituto de Cultura Puertorriquefia, al unirme a la celebraci6n de su quinto aniversario, destacando el modo constante y fervoroso en que esta instituci6n se ha convertido en la insobornable atalaya de nuestro patrimonio cultural, sin incurrir en falsos patriotismos o en chauvinismos desorbitantes». MONELISA LINA PEREZ-MARCHAND
Escritora «En este momenta de intenso cambio social, el p ueblo de Puerto Rico necesita mas que nunca los mejores servicios de educaci6n que puedan ofrecersele. Deben ser sabios y constructivos como los clel Instituto de Cultura Puertorriquefia, que ha contribuido mucho a la preservaci6n y el enaltecimiento de nuestros mejores valores culturales. Esta alta calidad de orientaci6n la necesitamos urgentemente para equilibrar los excesos de intluencia norteamericana, la comercializacion de las actitudes, la despersonalizaci6n de las relaciones sociales y la incertidumbre en las normas de convivencia .. . » P EDRO Mrn'ioz AMATO
Soci6logo «Organizar y poner en marcha el Instituto de Cultura Puertorriquefia fue la encomienda llevada a feliz realizaci6n por el profesor Ricardo E. Alegria, cuya devoci6n ha contribuido a liberar al pueblo puertorriqueiio de su indiferencia por las cosas de la cultura». L UIS M . DfAZ SOLER
Historiaclor «Al crearse el Instituto de Cultura Puertorriquefia hace ya unos cinco afios, temi fuera un gesto mas, ineficaz y vacio, para detener la desfiguraci6n lenta y constante de nuestra fisonomia cultural en sus tres tiempos: pasado, presente y futuro. El Instituto durante estos cinco ai1os ha h echo labor para resguardar y a lentar la conservaci6n de valores que demar can la personalidad etnica cultural de Puerto Rico. Ha avivado la urgente necesidad por un m ayor conocimiento interior con la definida intenci6n, de al promover lo externo y tangible, puntualizar lo i'.mico perdurable en un pueblo: su cultura. Cinco afios no son medida concluyente para juzgar mas alla de la intenci6n bien encauzada. Solo cab e esperar que la trayectoria empezada ya, perdure».
P. MARIN Dramaturgo
GERARD
«El Ins ti tu to de Cultura Puertorriquefia ha venido a llenar la necesidacl existente de clarnos a conocer nuestros valores culturales, destacando asi nuestra personaliclad, con lo que el pueblo adquiere tm mas alto concepto de si mismo. Esto ha venido desp ertando el deseo de superarse por m eclio clel estudio y del trabajo que dignifican». M IGUEL Pou
Pintor
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«Un lustro de intensa e ininterrumpida actividad cultural, proviniendo de una agencia de gobierno en m1 media tan poco propicio para el funcionamiento de este tipo de servicio vital bajo auspicios oficiales, es algo sumamente alentador y digno de encomio. Con un presupuesto poco menos que miserable para lo ambicioso de su programa, con personal escasisimo, con las limitaciones de una organizaci6n todavia defectuosa, luchando contra el escepticismo y aun el antagonismo de los sectores materialistas y cinicos de la comunidad, quienes consideran desperdicios todo esfuerzo por el fomento de la cultura y el arte, el Instituto de Cultura Puertorriquefia ha logrado realizar obra valiosa, de caracter permanente, en el Puerto Rico actual. Quizas sea esa obra una de las que mejor resista el deterioro del tiempo y el juicio objetivo ·de las generaciones futuras». RENE MARQUE.S Escritor
«El Instituto de Cultura, en sus breves afios de existencia, ha realizado una labor de intensidad que no se habia hecho antes en Puerto Rico: la de conservar, destacar y difundir los elementos esenciales de nuestra cultura antillana, sin prejuicios politicos m cstrecho5 chauvinismos, con plena conciencia de nucstras raices hist6ricas y con un alto sentido de la puertorriquefiidad. Por eso merece la felicitaci6n de todos los que nos preocupamos por el destino de la Isla». RUBEN DEL ROSARIO Lingilista y fi161ogo «La labor que viene realizando el Instituto de Cultura Puertorriquefia es digna de todo elogio. Sus publicaciones - acabo de recibir tres primorosos cuadernos de poesia con selecciones de la obra de Jose de Diego, Luis Llorens Torres y Luis Pales Matos que honrarian a cualquier pais, son siempre excelentes y del mejor gusto y su manera de acercarse al pueblo y mantener viva la tradici6n y el legado cultural de la Isla son verdaderamente ejemplares. Enhorabuena, pues, en el cumpleafios de estos primeros cinco de vida». EUGENIO FLORIT Escritor cubano «El Instituto de Cultura Puertorriquefia ha sido un eficaz defensor de la personalidad de nuestro pueblo. Su extraordinaria labor ~e ha dejado sentir en las diversas expresiones de la cultura patria. Creo que esta esforzada instituci6n, que con tanta competencia ha dirigido Ricardo E. Alegria, debe recibir el mas decidido apoyo de todos los puertorriquefios». GILBERTO CONCEPCION DE GRACIA Escritor «El establecimiento por Ley del Instituto de Cultura Puertorriquefi.a, vino a llenar un vacio que existia en nuestra vida cultur::tl, ya que no habia ninguna clase de coordinaci6n entre las Bellas Artes existentes en Puerto Rico. He seguido de cerca los trabajos del mismo. Sin lugar a dudas y sin que esto sea un halago personal, la obra realizada por el Instituto de Cultura Puertorriquefia y especialmente por su Direc-
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tor Ejecutivo Dr. Ricardo E. Alegria, merece e.I reconocimiento de todo el pueblo de Puerto Rico». SANTIAGO IGL'ESIAS (hijo) Arquitecto «Declaro con orgullo que la obra del Instituto de Cultura Puertm riquefia, al poner de relieve nuestros valores, cultura ~es, pasados y presentes; y estimular la promesa del future, ha hecho una labor patri6tica insustituible. Su obra ha sido efectiva por la sobriedad y el buen gusto en la selecci6n y la presentaci6n. Entre otros objetivos, el Instituto de Cultura ha logrado los siguientes: 1) Ha servido para probarles a los de afuera y aun a los de casa, que la cultura puertorriquefia es un hecho dentro de la familia hispanoamericana; 2) Ha servido de catedra para dar lecci6n de nuestro pasado, permitiendose una noble mirada hacia nuestra tradici6n; 3) Ha servido de estimulo a las potencias y posibilidades del presente; 4) Ha servido de faro orientador de esperanzas para el futuro cultural de la Isla; 5) Ha servido de viento divulgador de lo nuestro por tierras extranj eras ... » DIANA RAMIREZ DE ARELLANO Poe tis a «Durante mucho tiempo he sostenido que para amar la patria preciso es conocerla. Creo que hasta ahora el Instituto de Cultura ha utilizado medias efectivos para dar a conocer algo del pasado y del presente amables de Puerto Rico, poniendo a la vista del pueblo el recuerdo de hechos y hombres notables de nuestra historia, ya fuere por media de exhibiciones, conferencias, dramatizaciones, publicaciones o la rotulaci6n de sitios hist6ricos; dando a conocer por medias tan sugestivos como las exposiciones, los conciertos y las charlas eruditas de nuestra literatura, el folklore, las artes plasticas, la arquitectura, la musica y algunas industrias manuales del pais; coadyuvando a conservar la fisonomia hist6rica de nuestra ciudad murada y la de nuestros pueblos y ciudades». ADOLFO DE Hosros Historiador «En un lustro solamente que lleva de vida el Instituto de Cultura Puertorriquefia, no es justo pedirle ni mas obra en cantidad ni mejor obra en calidad. Hasta donde sus fuerzas se lo permiten, el Institmo ha atendido a todas las fuentes de nuestra cultura: a las cientificas y a las artisticas. En ambas tenemos que reconocer que nuestra labor, cronol6gicamente y en resumen de un solo siglo, ha sido incipiente, pero hacienda constar que, i'.1ltimamente, ha sido esforzada». E. FERNANDEZ VANGA Escritor y JUAN B. HUYKE Educador «La labor del Instituto; lo que lleva hecho hasta ahora con el b eneplacito de todos, es la mejor contestaci6n a las suspicacias y temores con que algunos recibieron su creaci6n. Se pecaria de exceso de parquedad si por encima del aparato institucional y oficial no se distinguiese y significase la labor realizada por Ricardo E. Alegria. A el, Director Ejecutivo del Instituto de Cultura Puertorriquefia, se le debe mas que a nadie, el favorable ambiente que hoy rodea la instituci6n y a la obra y programa que esa instituci6n representa». GUSTA VO AGRAIT Escritor
«La labor realizada por el Instituto de Cultura Puertorriquefia en el corto plazo de sus cinco afios de vida, debe catalogarse como gigantesca y sumamente valiosa. El Instituto de Cultura ha contribuido, si no en su totalidad casi en ella, al rescate de los valores arquitect6nicos de nuestro legajo hist6rico, labor por la cual, amen de sus otras multiples actividades, considero podria justificarse toda la raz6n de ser de este Instituto de Cultura Puertorriquefia». CARLOS R.
SANZ
Arquitecto «El Instituto de Cultura Puertorriquefia en su corto tiempo de existencia, ha demostrado que su labor en pro de revelar, preservar y demostrar lo que la sociedad puertorriquefia ha producido durante sus siglos de civilizaci6n en lo social, artistica y cultura en general, ha llevado a cabo una labor seria, cuidadosa y selecta. Tal labor es un comienzo digno de encomio y prometedor de una obra completa en el resurgimiento de nuestra tradici6n en toda clase de instituciones humanas, desde la vida del hogar y la familia hasta la creaci6n artistica; desde la lucha patri6tica del periodismo hasta el cultivo literario; desde la afici6n teatral hasta la devoci6n religiosa».
PASARJBLL Escritor
EMILIO J .
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«Voy a iijarme solamente en una de las valiosas fases de la labor del Instituto; su programa de publicaciones, en el cual, ademas de enjundiosos libros, viene editando una indispensable serie de conferencias sobre historia y literatura puertorriquefia. Con la publicaci6n de las obras completas de Munoz Rivera , creo que entra de lleno en una tarea que hacia falta que alguien emprendiera en forma sistematica: la edici6n cuidadosa de nuestros clasicos completos. Siga el Instituto este proyecto y rendira servicio sin par a la cultura puertorriquefia ». J UAN M ARTINEZ CAPO
Escritor «Es laudable la inquietud terrigena de honda raiz islefi.ista, que en estos primeros cinco afios, ha llevado a cabo el Instituto de Cultura Puertorr iquefia. Premiables son estos nobles esfuerzos nativistas, con el mas caluroso estimulo cordial que estampamos, no solamente para el Dr. Ricardo E . Alegria, sino tambien para la gente esforzada que colabora con el en tan magna tarea constructiva ·de fino penetrar en la conciencia profunda de nuestra nacionalidad». CESAREO ROSA-NIEVES
Escritor puertorriqueiio " En sus primeros cinco afios de vida el Instituto de Cullura Puertorriquefia se ha impuesto la noble
tarea de coordinar e intensifi.car la labor de rescate y estimulo de lo mas acendrado de nuestros valores. Servicio que todo gobierno le deb e a su pueblo». EDWIN FIGUERO A BERRIOS
Escritor «Schiller dijo que «el arte es hijo de la libertad y recibe su legislaci6n, no de las imposiciones de la materia, sino de las necesidades del espiritu», y yo creo en la sabiduria del hombre y en su mensaj e rebasando, por sobre toda cosa, esta necesidad del espiritu dandole toda cosa, esta necesidad de! espiritu dandole voz al impetu del alma en la forma de expresi6n ()rtistica con la que fuera dotado y reconozco la necesidad esencial del mecanismo impulsor que de al mundo la constancia hist6rica, la perennidad en el tiempo, el mecanismo que imprima las respuestas a las interrogaciones del futuro. Y estoy convencida que el Instituto de Cultura 'Puertorriquefia realiza con dignidad esta funci6n y tengo fe en la fi.nalidad cultural y en el empuje vibrante de SUS prop6sitOS». CARMELINA VIZCARRONDO
Poetisa «Las instituciones de cultura no suelen dar rendimiento inrnediato. Su ley parece ser: sembrar hoy para obtener frutos. a muy largo plazo. Y sin embargo, ese Instituto de Cultura Puertorriquefi.a nos ha dado la sorpresa de una brillante cosecha en sus primeros cinco afi.os de vida. Esto indica que fue creado en saz6n y que contaba ya con la madurez previa de muchos colabora dores» . SAl\l!UEL GILI GAYA
Lingiiista y fil6lo go espafwl «Debe ser motivo de satisfacci6n para los puertorriquefi.os la celebraci6n del quinto aniversario del Instituto de Cultura Puertorriquefia, que bajo la diligente direcci6n de Ricardo E. Alegria, ha realiza do una maravillosa labor cultural. Todas las artes: pintura, musica, literatura, teatro, arquitectura y escultura, se ban visto favorecidas y estimuladas con el programa puesto en acci6n por el Instituto de · Cultura. En el caso de los Congresos de Poesia Puertorriquefia, a los que hemos estaao mas vinculados, la col2.'Joraci6n ha sido generosa y esp!endida, y asi debe reconocerse. Y es de esp erar que en el futuro siga esta instituci6n su signifi.cativa labor patria, puesto que la amenaza que se cierne sobre nuestra personalidad puertorriquefi.a, cada dia se hace mas patente. Contra esa amenaza, la afi.rmaci6n y conservaci6n de nuestros valores». LUIS HERNANDEZ AQUINO
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El Jiharo en la Hevolucion de Lares
*
Por MIG UEL MELENDEZ Muf:ioz
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RES
PECHAS
MEMORABLES
MERECEN
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trascendentales y notables efemerides, dur:ante el transcurso del siglo XIX en nuestro pais. No por el sentido y el valor de los acontecimientos que ocurrieron en ellas, sino por haber logrado tomar posesion de su «espacio vital» y ubicarse en el alma de nuestro pueblo. Ocurren en este siglo que habia vivido nuestro pais en la suave y quieta corriente de su precario existir, que no fue agitada antes por las avenidas tumultuosas de la protesta de las masas esclavizadas por la explotacion, ni por el fermento de la rebeldia en su conciencia. Tres acontecimientos en que interviene nuestro jibaro. Unas veces colectivamente: en el afio 1868, Revolucion de Lares, constituye el Ejercito Libertador. El afio 1887 es componteado, individualmente. Y el afio 1898 defiende la soberania de Espana contra el Ejercito invasor norteamericano. A la distancia a que nos hallamos clel acontecer de estas fechas memorables en la vida de nuestro pueblo, no es extrafio que se eleven hacia el piano irreal de la leyenda o pierdan su valor politico en fantasticos relatos. En la pritnera ocurre el levantamiento - alzamiento» que se dijo entonces - de una parte de nuestro pueblo contra el Gobierno constituido ·en la Isla, que es una revolucion en todo su proceso formativo. Su celula la integran la conspiracion, la identidad de ideales en un grupo de puertorriquefios, que no postulan los principios asimilistas de la epoca, que no confian en las reformas que puedan liberizar el regimen y que en plena campafia antiesclavista, entienden que, aun libertado el negro, el blanco y el Jiberto continuaran siendo esclavos en la colonia.
Capilulo de mi ensayo El J ibaro
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e 11
el siglo xix.
Entrafia la voluntacl de unos hombres para regir y dirigir los destinos de su patria, el deseo de libertar su tierra para ser ciudadanos libres en ella y no colonos de una rnonarquia arcaica y retrograda. Este movimiento libertario ofrece al observador todas las caracteristicas y los matices distintivos de las revoluciones de la America Hispana y de los «pronunciarnientos» peninsulares de origen civico-militar y fines constitucionalistas. No cuenta con la colaboracion militar, con la experiencia del nativo -o hijos del pals, que se decia en aquel tiempo- que hubiera pertenecido a las filas del Ejercito colonial. No sucede en su genesis como en la Guerra de Emancipacion de! continente sudamericano en la que, comenzando por el «Precursor», don Francisco de Miranda, sus primeros organizadores y caudillos son oficiales de la alta jerarquia del Ejercito nacional, como Bolivar, San Martin y otros. Ningun militar de! Ejercito regular se suma al mo: vimiento insurgente. Solo contados «milicianos» simpatizan con la revolucion y le prestan su concurso a los principales conspiradores. Las «rnilicias» eran tropas coloniales integradas por oficiales y soldados puertorriquefios que ejercian funciones de vigilancia y policia en las comandancias militares departarnentales, bajo la supervision de oficiales del Ejercito nacional, destaca do en la isla. No obstante su fidelidad y su disciplina, las autoridades espafiolas dudaron siempre de SU Jealtad al regimen. Sin embargo, esta organizacion presto muy buenos servicios a la rnetropoli en las Antillas. Cuando estuvo empefiada en la guerra de Ernancipacion de America y tenia que rnantener su dominio al propio tiempo, en su inestable imperio colonial en Marruecos, substituia al Ejercito nacional en todas sus funciones con plena eficiencia. Mas al'.m, un contingente considerable, para la epoca, de aquellas milicias nuestras formo parte importante del ejercito expedicionario que fue a restaurar el dominio de Espana en la vecina Repl'.1-
blica de Santo Domingo. Y se distingui6 par su valor y su lealtad en el cumplimiento de sus deberes. · Cuando las ideas liberales de un grupo de intelecLuafos y profesionales comienzan a germinar en la conciencia de nuestro pueblo, el Gobierno adopta meclidas urgentes para combatirlas. Entre ellas, disuelve las milicias y crea, mas tarde, el «Benemerito Insti· tuto de Voluntarios». Estos «Institutos» son organizaciones politicas arma· das, que se crean con el pretexto de auxiliar al Ejer· cito regular colonial en la Isla de Cuba y en Puerto Rico, desempefiar sus funciones en las ciudades y en los pueblos en los que no existen guarniciones, atender a la vigilancia y al orden y a la «defensa de vidas y haciendas» -mas a estas ultimas que a las primeras ... Constituyen, en realidad, una fuerza armada, no muy cliestra militarmente, pero si muy disci, plinada politicamente, adsc,rita en este orden al po· cleroso y rico Partido Conservaclor e Incondicional· mente Espanol de Puerto Rico. Esta fuerza se divide en batallones por departamen· tos y en compafiias organizadas en cada pueblo de la Isla. Sus jefes y oficiales son comerciantes, agricultores y capitalistas espafioles y puertorriquefios. Jefes principales y locales del Partido Conservador. La tro· pa se recluta entre los empleados del comercio, la agricultura y la burocracia colonial, afines a aquel Partido. Muy pocos miembros de las disueltas milicias ingre· saran en el Ejercito Libertador Puertorriquefip. Entre las que abrazaron la causa de la Independencia pa· tria se cuentan dos nombres, humildes par su jerarquia militar: el teniente Manuel Cebollero y el sar· gento Ibarra, que estuvieron afiliados al Centro Bravo num. 2, de Lares. Los caudillos de la fracasada revoluci6n de Lares fueron terratenientes puertorriquefios y extranjeros identificados conscientemente con la situaci6n del pais, explotado en todas sus fuentes de riqueza por los colonos espafioles, abandonado a sus propios re· cursos y a sus limitadas iniciativas para resolver sus problemas de salud, beneficencia, instrucci6n publica, etcetera. Don Manuel Maria Gonzalez, residente en Camuy y duefio de la hacienda «El Palomar», es venezolano. Tambien procede de la misma nacionalidad Maximi· liano Rivera, y son norteamericanos Mathias Bruckman y su hijo Henry. La familia Bruckman poseia una magnifica hacienda de cafe en la jurisdicci6n de Mayagiiez. La celula revolucionaria estaba integrada por puertorriquefios y extranjeros r esponsables, de capacidad intelectual y econ6mica. Los Rojas, los Ramirez Medina, las Pol, los Rivera, las Rocafor t, las Bruckman y otros ofrendaron a la causa sus haciendas, su bienestar, la paz de sus hogares, las garantias constiucionales de que disfrutaban para la operaci6n de sus negocios, y, en sacrificio sublime y esteril, su sangre, noble y generosa, que se vierte sabre su tierra amacla, p ero no logran redimirla. El · m'.tcleo de la r evoluci6n no se recluta en las in· genios de cafia, donde es imposible que la propagan·
da prospcre en la masa esclavizacla y sujeta a la fe· rrea supervision de mayorales, capataces y empleados de los hacendados. No pueden integrarlo los contin· gentes de esclavos, que en tres o cuatro generaciones sometidas a la mas brutal y vil explotaci6n sienlen, en mas honda y perenne latencia, la nostalgia de la selva, libre y salvaje, que el amor por su patria de adopci6n, que quizas odien, al contrario, por lo que observan y conocen de los procedimientos barbaros de su civilizaci6n por dolorosa experiencia personal. El nucleo revolucionario se r ecluta en la que ya comenzaba a ser densa y copiosa poblaci6n campesi· na. Lo constituye el jibaro. Factor de producci6n en las haciendas cafetaleras, fuerza centrifuga en toda explotaci6n agricola, brazo que rotura la tierra y la fecunda para que en sus maravillosos alumbramientos produzca el «pan que no es suyo», el bienestar que no es para todos, la holgura y las riquezas que son para una minoria minima. Podemos decir, salvanclo las sirtes y costeando los escollos que rodean el «misterio» en que nuestros historiadores convinieron ~no por convenio tacito con «nadie», sino par actitud convencionalista-'- en que permaneciera el acontecimiento mas trascenclental de nuestro historia en el siglo pasado... podemos decir ahora que aquel «ejercito», que sus organizadores llamaron «libertador» por los ideales que se proponia realizar, se reclut6 y organiz6 en nuestros campos. Que lo integraron jibaros, desde Camuy hasta ei Pepino, formando el contingente que se moviliz6 y alz6 en armas contra el poder constituido en la Isla. Y estos jibaros nuestros, sugestionaclos por el poder magico y la inspiraci6n romantica de aquellos pr6ceres puertorriquefios, se lanzaron en impulso suicida a la conquista de una quimera. Aquel vilipendiado ejercito estuvo compuesto, como hemos dicho, por campesinos autenticos de miestra «altura», de la accesible y acogedora manigua puertorriquefia, que no era abrupta ni selvatica y si tierra labrada y cultivada de profusas plantaciones de cafe. La contribuci6n de sangre clel jibaro a la Revoluci6n de Lares no puede a'q uilatarse hoy en todo su exacto valor, porque Jos que escribieron las primeras narraciones de equel acontecimiento se empefiaron en ri<liculizarlo y ~ebajarlo, calificandolo de «asonada», «sedici6n abortada», ctc.,1 de acuerdo con su criteria conservador, intencionalmerlte «incondicional». Y los puertorriquefios liberales de la epoca, conocedores de aquellos sucesos, trataron tambien de restarle meritos, de acallar y desviar su acento, de soterrar su intenci6n y desvirtuar su influencia posible en la politica futura del pais, por causas en que se impuso SQ instinto de conservaci6n -su libertad y su vida - sobre su devoci6n a la verdad y el amor a su patria. Al adulterarse por unos y otros la importancia de aquel movimiento revolucionario no solamente se r educen los limites geograficos en que ocurre, sino que tampoco los h allamos de acuerdo en cuanto al numero de combatientes con que contaban las fuerzas r ebeldes : la cifra apenas llega a mil. Un historiador del momenta dice:
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«La columna sale hacia el Pepino (San Sebas tian). Marcha al frente la caballeria, compues ta de unos 300 jine tes, al mando del general Bruckman ... La infantp ·ia llega a unos 400 soldados escasamente .. . » Los organizadores y caudillos de la Revolucion han debido contar con que se r epitiera en su desarrollo el fenomeno de contagio sensorial colectivo, comun en el proceso de expansion de las actitudes de protes ta, o de resuelta rebeldia de las masas en que el grupo protestante o rebelde, robustece y aumenta sus filas con la adhesion de los ciudadanos que halla en su camino y se agregan al movimiento por simpatia o simple curiosidad. Y asi debio y pudo ser .. . El Ejercito Libertador se componia de 700 hombres, mas o menos ... De 700 jibaros y pudo haber sumado 7.000 y haber mantenido Ia «insurreccion» algun tiempo, a pesar de sus precarios recursos, de su falta de disciplina y de su inadecuado y escaso armamento, y pudo Imber duplicado el numero de las fuerzas gubernamentales. Los hacendados de los pueblos limitrofes, con la capitalidad de la fugaz Republica, erigida en Lares el 23 de septiembre del afio 1868, se hubieran incorporado con sus peones al grueso del Ejercito Libertador ... Pero aquella revolucion, para que fuese completa, para que no le faltase un solo detalle, el mas fcicil y el mas repugnante, tuvo tambien SUS traidores. Primero, el capitan de milicias que frecuentaba el club insurgente de Camuy y revela al coronel Iturriaga los planes del futuro levantamiento, y los dos desertores de la revolucion que se inicia en Lares y llevan el «soplo» al Regente de la Audiencia de Ponce. Con tal urgencia y rapidez fueron prevenidas las autoridades civiles y militares de la Isla, que el Gobierno pudo reconcentrar en San Sebastian las fuerzas destacadas en Arecibo, Aguadilla, Mayagiiez y Ponce. Y Ia derrota de las columnas «insurrectas» y la captura de los caudillos que escaparon a la muerte fue para el ejercito <deal» una sencilla maniobra de estrategia elemental. Los fuerzas del Gobierno ocupan comodamente las posieiones que les permiten observar el avance de las
columnas ins urgen tes, calcular su numero, apreciar su disciplina y su armamento, cercarlas por s u re taguardia y sus flancos para batirlas, desde Ia p laza del Pepino, y derro tarlas en accion fulminante, como asi su_c ede, tan brevemente, que los mismos vencedores dudan de su vic toria. Y los vencidos supervivientes dudan, a su vez, de que hubieran actuado en la revolucion. La timida y cons trefiida r esefia de es te acontecimiento por Ios que debieran haberlo his toriado verazmente y Ia narraci6n apasionada y parcial de Ios que la desacreditaron para ridiculizarla y rebajarla, nos cuentan como murieron el norteamericano Mathias Bruckman y su hijo Henry, Ios puertorriqueiios Plumey, Rivera, Bauran, Diaz, Beauchamp y el magnifico Parrilla. Un travieso humorista ha dejado escrita esta sentencia lapidaria: «Historia es .. . lo que nunca s ucedio, Contado por uno que no estuvo alli.» De estas victimas, la «historia que se hizo» · ha conservado Ios nombres. Fueron los heroes de la Revolucion, en realidad. Para unos : los obcecados o Ios insensatos. Para otros, los «insurrectos », los sediciosos o los traidores. Como quiera que se aprecie su conducta, lo cierto es que vertieron su sangre noble por una causa que estimaban justa, legitima y patriotica. Se conservan tambien los nombres de Ios que arriesgaron sus vidas en el combate y no alcanzaron su liberacion por la muene, que hubieran preferido a la ignominia de la prision y las torturas y vejamenes de su proceso. Fueron capturados el 5 de octubre del mismo aiio de la Revolucion. Encabeza la lista el generalisimo don Manuel Rojas, el general de Division don Andres Pol, don Ignacio B. Ostalaza, don Rodolfo Echevarria, Ramirez Medina, y otros. Eran Ios caudillos sobrevivientes. De las bajas que el Ejercito del Gobierno ocasionara en las filas de los soldados de Ia Revolucion se conser va un nombre: «Manolo el Leiiero», que representa el inmenso nucleo anonimo, el «SOldado desconocidO» de aquel movimiento libertario... el jibaro patriota.
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Offset RVMBOS Ramblas, 23, Barcelona Printed in Spain
La ciudad de San Juan de Puerto Rico, hacia l 870, vista desde el Castillo de San Cristobal. Litografia de Deroy, Colecdon del 'Jnstituto de Cultura Pueriorriqueiia.
ROMANZA p ara violin con acompaii.amiento d e piano por
JOSE I. Q'UINTON
INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIOUENA San Juan de Puerto Rico 1961
La Rommna para violin y piano de Jost. IGNACIO Qt1JNT6N ( 1881-1925) data aproximadamente de! 1918. Fue dedicada a su discipulo y amigo Dr. Luis A. Passalacqua cuando este ultimo realizaba estudios de medicina en America de! Norte. La obra tiene un corte romantico que sugiere el estilo de las serenatas nocturnas tan en boga en los pueblos de la isla al comenzar el siglo. El plan arm6nico esta dividido en dos seccio-
nes fundamentales; la primcra toda concebida en mi menor y la segunda mas pequena en el relativo mayor.
La Romanza respira el elemento de sencillez que not<imos en sus obras contemporaneas « Nocturno en Mi Bemo!» y «La Canci6n sin Palabras». Esta obra estuvo por largos anos fuera de circulaci6n h asta que recien.t emente ha sido incorporada al repertorio de los mas destacados violinistas puertorriquenos. La presente edici6n auspiciada por el Instituto de Cultµra Puertorriquena esta tomada de! original exis tente y ha sido encomendada su edici 6n a l j oven violinista puertorri· quei1o Wilfredo .Hernandez, quien ha demostrado un gran intercs en la m(1sica de Quinton. AMAURY VERAY
DERECHOS RESERVADOS POR EL AUTOR
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Dedicada a sn amz"go Luis A. Passalacqua
RO MANZA para Violin con acompaiiamiento de Piano JOSE I. QUINTON (181!1 - I !12:>)
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SEPARATA DEL NUMERO 10 DE LA REVISTA DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIOUE:N'A Offset RVMBOS Ramblas, 23 Barcelona Printed in Spain