Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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REVISTA del INSTITUTO de CULTURA PUERTORRIQUENA ANTROPOLOGIA HISTORIA LITERATURA ARTES PLASTICAS TEATRO · MOS/CA ARQUITECTURA

OCTUBRE - DICIEMBRE 1958

San Juan de Puerto R/co, 1958


R ·EV IS TA (

DEL INSTITUTO DE C'ULTURA PUER TORRIQUENA JUNTA DE DIRECTORES Eugenio Fernandez Mendez - Presidente Enrique uguerre

Arruro Monies Carrion

Salvador Tio

Jo';c Trias Monge

Teodoro Vidal

Jose A. Buitngo

Director Ejecutivo - Ricardo E. Alegria

ANOI

1958

NUM.1

OCTUBRE - DICIEMBRE SAN JUAN DE PUERTO RICO

SUMA RIO

Pig Presentaci6n .

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·1

Una imagen de la Virgen de la Providencia por Margot Arcs de V tlzquez

3

Poemas de amor de Jose de Diego por Concha Melendez

5

Albores de la literatura puertorriquefia por Maria T erssa Bab;n

8

Resumen hist6rico del relato en Puerto Rico por Enrique A. Lagus"s El ·exodo al Peru por Isabel Gut;e"ez del A"oyo

12

• 15

Reflexiones sobre la industrializaci6n en Puerto Rico por Eugenio Fernandez Mendez 19 Las Antillas, trampoHn de la conquista continental por Jose Miranda

I I

Purificaci6n en la Calle del Cristo - Cuento por Rene Marqties

22 • 24

Carta inedita de Jose Gautier Benitez a tola Rod~.iguez de Ti6

33

Reincidencia y ratificaci6n por T omtls Blanco

35

Plena del Menealo por Luis Pales Matos

39

Perspectiva de una generaci6n teatral puertorriquefia pot Fl'ancisco Arrivl ' · . 41

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Oraciones y supersticiones vanas por Pnnando Ortiz

. 48

Ano de fiesta por Jose A. Balsewo Presentadones de los Ballets d~ San Juan Proy,ectos de restauraci6n de casas antiguas Resefias bibliograficas

51 53 55 . · 56

.. ,

Primera edicion: San Juan de Puerto Rico. Oi:tubre • Diciembre, I 958. Primera reimpresion: Diciembre, 1970.

Colaboradores

PUBLICACI6N DEL INSTITUTO DE CULTURA

PUERTORRIQUEN~

Disci\o tipografico: Carlos Marichal. Ilustracioncs: Rafael Tufii\o, Lorenzo Homar y Carlos Marichal. Fotografias: Jorg• San~ana, Fare y Carlos Col6n.

DEPOSlTO LEG.\L: II.

3343 - 1959

JMPRESO EX I.OS HLl.ERES GRAFICOS llE M.\1'l"EI. P.\REH B.\RCELO~.\ - PRl!l;TEO IX SP.\IX , HIPRESO EX ESP.\S:.\ .

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. MARGOT .ARCE DB vAzQUBZ. Ensayista y cdtica li~eraria, naci6 en Caguas, Puerto Rico. Doctora ¡en Filosof.ia y Letras de la Universidad Centl'.al de Madrid ( 1930) y desde esa fecha profesota de lengua y literatura espaiiola en la Universidad de Puerto Rico, cuyo Departa.mento de Estudios Hispanicos dirige en la aauaIidad.. Ha colaborado en numerosas rev.lstas y perilSdicos, pu:blicando ardculos de aniilisis y cdtica literaria, principalmente sobre poesia. Es autora de la obra "Garcilaso de la Vega: una contribrici6n al estudio de la Hrica espaiiola del siglo XVI" ( estudio publicado en 1931 por la Revista de Filolog.ia Espafiola) y del libro "Impresiones" ( 1950), que recoge diversos ensayos sobre literatura puertorriqueiia.

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CoNCHA MELENDEZ. ¡ Ensayista, cdtica 'I poetisa, naci6 en Caguas.. Doctora en Filosofia y Letras de la Universidad Nacional de Mexico ( 1932), dirigi6 durante varios aiios el Departamento de Estudios Hispanicos de la Universidad de Puerto Rico, donde diaa catedras de literatura hispanoamericana. Ha publicado las obras: "Psiquis doliente" ( 1923), "Amado Nervo" ( 1926), "La novela indianista en Hispanoamerica" ( 1933), "Signos de Ibe~ roamerica" (1936), "Asomante" . (1939) . "Entrada en el Peru" ( 1941 ) , "La inquietucl sosegada ( 1946), y "Ficciones de Alfonso Reyes" ( 1956).

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MARIA TERESA BABiN DE VICENTE. Ensayista, naci6 en Ponce. Doctora en Filosof.ia de la Universidad de Columbia ( 1951 ) y profesora de lengua espafiola en la Universidad de Nueva York. Ha publicado las obras "Introducci6n a la literatura hispanica", obra de texto para la ensefianza del espafiol en universidades de Estados Unidos (1949), "El mundo poetico de Federico Garcia Lorca" ( 1954) y "Fantasia Bo_ricua" ( 1956 j . .

ISABEL GUTIERREZ DEL ARROYO. Histori6grafa . naci6 en Bayamon, Puerto Rico. Doctora en Filosofia y Letras del'Colegio de Mexico ( 1950), donde sigui6 curso,s bajo la direcci6n del Dr.. Silvio Zavala, durante algunos aiios fue profesora· en las facultades de Esrudios Generales y Humanidades- de la Universidad de Puerto Rico. Ocupa actualmente el cargo de investigadora de historia del lnstituto de Cultura Puertorriquefia, y como becaria de la Fundaci6n Guggenheim realiza al· presente investigaciones en los archivos de Estados Unidos. Ha publicado las obras: "Fray Ifiigo Abbad y Lasierra y su Historia de Puerto Rico" ( 1948) y "El Reformismo Ilustrado en Puerto Rico" ( 1953 ).

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ENRIQUE A. LAGUERRE. Novelista, eilsayista, critico y autor teatral puertorriqueiio. Desde 1941 es profesor de lengua espaiiola y literatura puertorriqueiia en la Universidad de Puerto Rico. Ha desempeiiado labores de oifusi6n educativa y cultural para la UNESCO en Mexico yen 1955 fue designado miefnbro de la Junta de Directores del Instituto de Cultura Puertorriqueiia. Es autor del drama "La Resentida", estrenado en 1944, y de las novelas "La Llamarada" ( 1935), "Solar Montoya" (1941), "El 30 de febrero" ( 1943), "La Resaca" ( 1949), "Los dedos de la mano" ( 1951) y "La ceiba en el tiesto" ( 1956). Del mismo aiio es su libro "Pulso de Puerto Rico", colecci6n de comentarios sobre temas de actualidad puertorriqueiia.

EUGENIO FERNANDEZ MENDEZ. Antrop6logo puertorriqueiio, profesor de Ciencias Sociales en la Universidad de Puerto Rico. Pue director de la Editorial de este~ centto docente, ·y en la actualidad ocupa el cargo de Presidente de la Junta de Di rectores del Instituto de Cultura Puertorriqueiia. Ha publicado taS obras "Filiaci6n y sentido de una isla: Puerto Rico" ( 1955) y "Salvador Brau y su tiempo" (1956).


loLA RODRIGUEZ DE T16. poetisa naci6 en San German en 1843 y muri6 en la Habana en 1924. Espiritu radical y combativo, SUS ideas separatistas le ocasionaron el destierro de la Isla en 1877, en .uni6n de su esposo don Bonocio Ti6 y. Segarra. Relntegrados ai pafs al cabo de dos aiios, en 1879 debieron ir de nuevo ¡at exilio, estableciendose esta vez, definitivamente, en Cuba. Lola Rodriguez de Ti6 public6 tres tomos de poesias: "Mis Cantares" ( 1876) -que es el que analiza Gautier en esta carta-, "Claros y Nieblas" ( 1885) y "Mi Libro de Cuba" (1893).

Jod MIRANDA. Naci6 en Gij6n, Asrurias, y se doctor6 en 1926 en la Facultad de Derecho y tiencias Social~ de la Universidad Central de Madrid. Realiz6 posteriormente estudios en las Universidades de Paris, Berlin y Tubinga. Ha sido profesor en las Universidades de Madrid y Chile, y en el Colegio de Mexico, y en la acrualidad lo es de la Escuela Nacional de Antropologia e Historia de esta Republica. Ha publicado varias obras, entre ellas: "El metodo de la ciencia poHtica" ( 1945), "Las ideas y las instituciones poHticas mexicanas: 1521-1821, y "El tributo indigena en la Nueva Espafia durante el siglo XVI" ( 1952).

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ToMAs BLANCO. Ensayista, critico de arte y literatura, novelista e historiador, naci6 en San Juan. Ha colaborado en varias revistas del. pais y del extranjero, y es autor de las siguientes obras: "Prontuario hist6rico de Puerto Rico ( 1955 )", libro premiado por el Instituto de ¡ Cultura Puenorriqueiia; "El prejuicio racial en Puerto Rico ( 1942) ", "Sohre Pales Matos", "i.os vates", "La Dragontea ( 1950)", "Los aguinaldos del Infante ( 1954)" y "Los cinco sentidos (1956)."

Jos~ GAUTIER BBNrrBZ,_.el. m~imo poeta romantico de Puerto Rico, nac16 en Caguas en 1851 y muri6 en San Juan en 1880. A su gran lirismo uni6 una apasionada preocupaci6n por los proble1ll!-5 sociales y poHticos del pals, de que de16 constancia en la serie de energicos ardculos publicados en el diario liberal "El Progreso" bajo el dtulo de "Cuadros Sociales". De su obra poetica se ban publicado cinco ediciones.

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7 LUIS PALBs MATOS, naci6 en Guayama. Autodidac(a, a l<?S 17 afios public6 "Azaleas" ( 1915), su primer libro de versos. }unto al poeta J. I. de Diego Padr6 inici6 el movimiento de vanguardia denominado diepalismo. En 1937 public6 "Tun tun de pasa y grifeda", colecci6n de poemas afroantillanos que obtuvo premio del Instituto de Literatura Puertorriquefia. La Universidad de Puerto Rico acaba de dar a la tuz una antologfa de su obra bajo el tftuJo de "Poesia ( 1915-1956) ".

FERNANDO ORTIZ. Antrop6logo y folklorista cubano, autor de diversas obras sobre materias afroamericanistas. Es director de la Revista Bimestre Cubana. Entre sus obras figuran: "Historia de ta arqueologia indocubana", "El huracan, su mitologia y simbolismo", "La africanfa de la m6.sica · folkl6rica de Cuba'', "Los instrumentos de la m6.sica afrocubana" y "Los bailes y teatros de los negros en el folklore de Cuba".

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FRANCISCO ARRIVf. Dramaturgo, director teatral y poeta, naci6 en San Jqan. Becado por la Fundaci6n Rockefeller curs6 estu· dios de arte teatral en la Universidad de Columbia. Desde 1953 es Director de Programas de la radioemisora WIPR, adscrita a la Secretarfa de Instrucci6n Publica. Su primera obra . fue "Club de Solteros", montada por primera vez en 1940, a la que han seguido, entre otras, "Alumbramiento" ( 1945), "Marfa Soledad" (1947),"'Caso del muerto en vida" (1951) y "Vejigantes" (1957).

}os:B A. BALSEIRO naci6 en Barceloneta, Puerto Rico. Poeta, novelista y periodista, se ha distinguido principalmente por sus ensayos de cdtica literaria, muchos de los cuales ha reunido en El V igla ( tres vol6.menes sucesivamente publicados en 1925, 1928 y 1942) y en Novelistas espanoles modemos, (1933). Tambien ha publicado los libros El Quijote de la E.rpaiia Contemporanea: Migue~ de Unamuno (1935) y Critica y estilo literarios en Eugenio Marla de Hostos . (1939). Entre sus obras poeti,cas se destacan La copa de A'ltacreonte ( 1924) y La Pureza cautwa ( 1946), reeditada -Ultimamente junta con la serie Saudades de Puerto Rico. Desempefia actualmente una catedra de lengua y literatura · espafiola en la Universidad de Miami.


Presentacion

EL INSTITUTO DE CuLTURA PUERTORRIQUENA FUE CREADO PARA

promover el estudio, conservaci6n, enriquecimiento y difusi6n de los valores culturales de Puerto Rico. Al iniciar la publicaci6n de esta Revista, el Instituto se reafirma en los prop6sitos que son raz6n de su existencia. La Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueiia alentara el estudio .

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y la investigaci6n, dando a la luz los trabajos de nuestros intelectuales y erudi-

tos en los campos de la antropologi'.a, el folklore, la sociologi'.a, la historia, la literatura, la musica y las artes plasticas.

Impulsara la creaci6n ardstica en

todos los 6rdenes, publicando y r~producie~tlo la obra de nuestros artistas. Sera

ad~mas

6rgano que divulgara en Puerto Rico y en el exterior todas estas

diversas expresiones de nuestro ser y quehacer

~ultural.

La Revista acogera tambien en sus paginas colaboraciones extranjeras sobre temas en alguna forma relacionados con la cultura puertorriquefia.

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Una imagen puertorriqueiia de la Virgen de la Providencia MARGOT f'.RCE DE VAZQUEZ

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NO DE LOS SIGNOS

MAs

EXPRESIVOS DE LA VIDA

espiritual puertorriquefia de los ultimos treinta afios, es el interes y estimacion que el arte va despertando en zonas cada vez mas amplias de nuestra sociedad. Podria decirse que se esd. creando aquf, por primera vez, ;.m verdadero clima ar#stico: aquella disposicion general a aceptar el arte como una de las actividades normales de una comunidad civilizada y, al artista, como un ciudadano valioso cuyo trabajo debe ser estimulado, estimado y pagado justamente. Ya el Estado mismo y algunas instituciones civiles privadas empiezan a cobrar conciencia de lo que· les toca en orden al fomento de la creacion ardstica y se " esfuerzan por medios diversos - directos o indirectos - en descargar esa 'responsabilidad. La celebracion frecuente de concursos y exposiciones, la disposicion de salas para este fin exclusivo, la creacion de premios y becas, los encargos · de obras, la evaluacion mas generosa, aunque todavia injusta, de los valores esteticos y del precio de un original, han contribuido sin duda a alentar a nuestros artistas en su trabajo y los van inclinando a dedicarse mas asiduamente a la labor creadora y a la perfeccion de sus medios expresivos. · Entre nombres nuevos y nombres ya consagrados, Puerto Rico cuema' hoy con c~rca de unos veinte artistas plasticos de personalidad y estilo definidos. Del conjunto de sus obras podriamos destacar unas dos - o quizas tres - docenas de pie.zas de merito dignas de figurar con distincion en cualquier museo o coleccion particular. Si tomamos en cuenta el total de la poblacion de Puerto Rico, las condicione~. ~dversas y el espiritu de sacrificio y abnegacion casi heroica. coh que nuestros artistas han cultivado hasta aquf su arte, esas cifras arrojan una proporcion sorprendente y muy halagadora. La mayor parte de la produccion artistica puertorriquefia se inspira en motivos profanos; tambien ahora empezamos a notar cierto interes por el cultivo del arte religioso. En este hecho, justo es reconocer cuanto debemos a la prestigiosa comunidad de los Reverendos Padres Dominicos holandeses establecidos en esta isla desde hace tantos afios,

tan idemificados ya con nuestro pueblo. Con muy buen semido de la calidad y belleza que han de poseer los objetos dedicados al culto y adoracion de Dios, los Padres Dominicos procuran dotar sus iglesias y capillas de obras de arte religioso originales de artistas puertorriquefios y extranjeros. La iglesia parroquial de Bayamon,_ la capilla de Bay View sirvan como ejemplos de ese esfuerzo por embelle~er el santuario y por educaf la sensibilidad y el gusto de los fieles apartandolos de esos objetos sensibleros, mediocres del ,:arte? religioso comercial producidos en se:rie y con materiales innobles, que desgraciadamente abun· dan en nuestras iglesias. Precisamente porque debemos adorar a Dios "en espfritu y en verdad", las imagenes . y objetos dedicados al culto divino deben evitar la satisfaccion del semimentalismo de los fieles o el halago de sus gustos presonales... o de su falta de gusto. El arte religioso se crea con el fin de glorificar a Dios y de expresarle nuestro amor. Debe poseer dignidad, noble belleza plastica, calidad excelente; debe liberar al alma de sus lastres carnales y terrenos, moverla a meditar en las verdades eternas y elevarla a la union con Dios. Luisa Geigel ha modelado para la iglesia parroquial de Bayamon una .imagen de Nuestra Senora, Madre de la Divina Providencia, patrona de Borinquen, imagen que cumple con todos los requisitos y exigencias del autentico arte religioso y es, al mismo tiempo, una ·hermosa pieza de escultura. Su ~utora ha logrado salvar con gran acierto todos los escollos y dificultades que presenta este tipo de arte.. No tenemos que decir quien es Luisa Geigel; todos la conocemos y sabe.mos de la inquietud, pericia y dedicacion con qQe se ha emregado al cultivo de la pimura y de la escultura. Su amplia obra tiene calidad, madurez de concepto, dominio seguro de los materiales y tecnicas expresivos, modernidad, acento personal. Es una artista muy completa, con vasta experiencia, conocimiento y gusto muy de_purado. Para su Virgen de la Providencia, Luisa Geigel ha escogido el bronce, material noble, resistente a la accion del tiempo, el ~as propio para la exposicion al air~ libre: la

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imagen sera colocada sobre una columna en el jardln que circunda la iglesia, junto a la P\lerta principal. Su cuidadoso y diestro modelado responde con fidelidad a la tkoica propia del bronce; la patina, de un verde-azul grisaceo delicadlsimo, se fundira armoniosamente con los azules, verdes, amarillos y ocres intensos que le ban de servir de marco natural. La Virgen aparece sentada con el Nino en brazos descansando sobre el hombro izquierdo; la pierna iz:quierda se adelanta un poco para mostrar el fino pie calzado de sandalia; junto a la pierna derecha, el Cordero Pascual y apocaliptico, echado sobre el Libro de lo5 Siete Sellos, alude a la invocaci6n de Nuestra Senora de la Providencia como patrona de Borinquen. La importancia deliberada de este simbolo queda subrayada por su desproporci6n relativa al tamano del resto de la imagen. Un amplio ropaje, de pliegues profusos y bien dispuestos, que caen con leve y tranquilo movimiento, envuelve la figura de pies a cabeza como recatandola en un velo de misterio. La suave curva del torso, los miembros estilizados, la inclinaci6tt de la cabeza, los brazos que encierran al Nino en un drculo apretado y amoroso, imprimen a la figura un ritmo intenso de Hneas curvas que confluyen en la graciosa cabecita del Nino, verdadero eje de la composid6n. Todo apunta a expresar la idea de una maternidad pudsima y absorta, de la concentraci6n de todo el ser de la madre en la contemplaci6n del Hijo, como si la imagen fijara aquel preciso momento en que el misterio de la Encarnaci6n del Verbo se ofreci6 por vez primera a la percepci6n sensible de Marfa como objeto inmediato de su amor y adoraci6n. La escultora ha creado una imagen nueva, diferente de las imagenes existentes que se veneran desde el siglo pasado en la Catedral y en otros templos de la Isla. En ellas, el Nino duerme sobre las rodillas de SU madre mientras esta retiene entre sus manos la pequena y poderosa mano de la Divina Providencia. Pero Luisa Geigel no se aparta del concepto tradicional para destruir la tradici6n sino para injertarle nueva vitalidad y traducirla al lenguaje plastico personal, que es tambien lenguaje plastico de nuestros ~fas. Parece perfectamente legftimo y laudable que el anista represente su concepto y sentimiento del tema y que se haya resistido a copiar continuando la serie. Ha preferido darnos una creaci6n original, una imagen Wiica; basta que despierte la devoci6n de los fieles y los mueva a la oraci6n. / El estilo moderno de Li. imagen invita a pensar en ¡el

debate todavla reciente entre ane m~erno y arte religioso. Hay quienes pretenden reducir este Ultimo a pura arqueologla, a una repetici6n de f6rmulas del. pasado, ya desvitalizadas. Si aceptaramos tal pretensi6n como viilida, llegadamos 16gicamente a la conclusi6n inaceptable de que la fe del anista moderno no opera en su vida de modo categ6rico y no es capaz de fecundar las potencias de su espi.ritu. Pero no es este el ~. Los estilos artlsticos son hijos del tiempo y responden a situaciones espirituales hist6ricas definidas, al complejo de inquietudes, anhelas, dolores e ideales que agitan al hombre en un momento dado. El artista puede expresar ese momento de un modo negativo sucumbiendo a sus no-valores; pero el artista grande, el verdadero y, sobre todo el artista creyente, ha impreso siemp~e un orden al caos espiritual o, por lo m~nos, expresa la aspiraci6n a imponer ese orden y a restaurar la leg.itima jerarqufa estimativa. El caso para el ane religioso - y para todo arte - es discernir entre la moda efimera, la truculencia, el snobismo y el desplante de una parte, y el arte sincero, autentico. El lenguaje plastico modemo con su preferencia por el simbolo y las abstracciones resulta mas apropiado que el arte realista para la expresi6n de las verdades eternas e inefables del cristianismo. Puede representar la experiencia religiosa tanto mejor que el estilo barroco o el neoclasico. Coincide en esto con el ane de la Edad Media, cuyo genuino espfritu religioso no cabe poner en duda. Pero hay que evitar el subjetivismo exagerado o el desenfreno' esteticista. Su Santidad, el Papa Pio XII, ¡en la endclica Mediator Dei fija las pautas siguientes: "Debe dejarse libertad al arte moderno en el d~bido y reverente servicio de la Iglesia siempre y cuando que se conserve un equilibrio correcto que no tienda ni al realismo extrema ni al extreino simbolismo y que las necesidades de la comunidad cristiana se tengan en cuenta mas que el gusto y el talento individual del artista." La imagen de Luisa Geigel se ajusta a esta norma. La escultora ha sentido el tema y ha "pintado lo que ama" como recomienda Pablo Picasso. Se ha expresado con libertad, en el poetic() lenguaje de un realismo estilizado, con simbolos inteligibles para la comunidad de los fieles y con delicada belleza y reverencia. Su obra muestra las ricas posibilidades de un tema poco frecuentado po1: nuestros artistas, e inicia la tradi~i6n de imagineda culta puertorriquefia.

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Poemas de amor de Jose de Diego CoNCHA MELENDEZ

E expresa en dos grupos de poemas, centrado cada uno N DOS OCASIONES LA POESfA DE JOSE DE DIEGO SE

en experiencias que les dan continuidad y nos revelan internas tempestades o dorados ensueiios. El amor a la mujer es el sentiminto animador de estos poemas, en que el poeta afirma SU posici6n romantica en el eterno sentido en que fue romantico Petrarca: haciendo del amor a una mujer imposible, un modo de creaci6n idealizada e imaginaria. Esa creaci6n va junto a la vida externa y visible como un acompaiiamiento necesario, compensaci6n. de insatisfacciones a veces indefinibles. 1. Laura.- En carta escrita en Barcelona a Lola Rodrfguez de Ti6 en . abril de 1888, de Diego habla de Carmita Echevarria, la novia puertorriqueiia con quien piensa casarse cuando termine sus estudios de abogado. Pero Carmita no le esper6, comprometiendose con otro pretendiente que conoci6 despues, de quien, seg6n me dijo su prima en Aguadilla en 1935, Carmita se enamor6 profundamente. Esta muchacha de negra cabellera rizada, oscuros ojos y bella voz, es la Laura del primer grupo de. poemas de amor, que se inicia en 1888 con la conocida elegfa A Laura,. y termina en 1914 con el grave poema en verso libre P6stuma. La epfstola A Laura1, escrita en el tono del Canto a Teresa de Espronceda, fue uno de· los PQCmas predilectos de dos generaciones puertorriqueiias y es la "canci6n desesperada" del desengaiio amoroso. La dulzura de: los recuerdos de los primeros dfas de aqu~l amor, no se borra sin embargo, y sobrenada en el ~aufragio y las cenizas que un aiio mas tarde pesan todavfa con su matiz de pfomo en el soneto Diciembre•: ·· . iMes feliz del amor, mas no del mfo, que sin vestal que le animase, yerto cay6 del ara al pavimento frfo. 1 Pomarroaas. Segunda edici6n. Barcelona, Maucci, · 1916, p. 59-66. 2 Pomarrosas, p. 68.

Mientras postrado en el altar desierto al tiempo errante sus cenizas ffo muerto contigo el aiio y mi amor muerto! Diez aiios despues, el tiempo ha calmado la tormenta y las gaviotas del canto, que en uno de los tercetos de la Elegla, huyen del rayo destructor, vuelven a traerle purificada, la imagen "del sueiio muerto que en la muerte existe." En el soneto Tu nombre (1899) 3 ve a esa imagen a traves de la definici6n del n~mbre de la amada -Carmen- pie latino que vibra cual breve arrullo de cantar lejano o eco de amor con alas de paloma. La pasi6n es ahora ternura y el nombre duke se hunde en el silencio del alma sin que ya lo pronuncien los labios. Navegando en el Mar Caribe en 1892, vuelve el recuerdo que es s6lo ya melancoHa ahondando en el poeta el sentimiento de sol~ad bajo una luna que describe muerta. y el nombre que los labios se niegan a mentar, lo escribe el alma sobre las aguas con luz de luna. 4 Estos ·dos sonetos, libres de la inmediatez twnultuosa de la experiencia de 1888, estan en un nivel ardstico superior que A Laura y dejan el recuerdo adormecido, "eco de amor · · · ' con alas de paloma," hasta 1914. Un dfa, cuando De Diego era ·ya presidente <!e la Camara de Delegados de Puerto Rico, su amigo Ma~uel Martinez l)ayila le habl6 de una loca qwen, en el manicomio insular, recitaba tercetos del poema A Laura. El poeta foe a verla y la reconoci6. Poco despues callaron en la muerte los labios acusadores de un subconsciente retorno a la ilusi6n. La piedad y . la ternura cubren la vieja histori!l de paz suavizadora. De este momento son los poemas Sombra.y P6stuma6 escritos en 1914. Sombra es un soneto decasflabo con rimas agudas, uno de los ensayos de Jose de Diego en la forma que manej6 con habilidad artfstica en todas las modalidades cultivadas durante el Modernismo: . soneto alejandrino, endecasfiabo, ~id., p. 67 4 Rayos de tuna. Pomarroaas, p. 70. 5 Pomarros'!s p. 71; 72-75.

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sonetino, soneto irregular. De "la otra orilla" viene a rezar y llorar ante su Jecho la muerta: Sombra lejana de un frenes1 antigua sombra que viene y va, · pensaba en ella cuando la vi . pilida y triste, como ahora esta ... · Esa sombra que Hora y reza hasta el alba, se disipa para no volver en el descanso del perdon que desde el principio habia sido dacion noble en el poeta. P6stuma es el epHogo de la historia y a la vez, la confesion de derrotas y triunfos del combativo espfritu que encontr6 en la lucha su destino. Es un poema de desagravio por la malvada insinuacion con que un torpe quiso manchar la sombra ya dormida "en la paz indefensa · de la muerte." El poema, sobrio, austero como un responso, se mueve con ritmo lento y casta desnudez en la ausencia de lo decorativo. y de la rima: Ni un solo hilo de tus cabellos, ni un fulgor dorado de tus pupilas quedan ya en la rumba, ni en mi alma un hilo ni un fulgor del suefio que se desvaneciera.

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Yo se que en otra tarde pensativa cual un retorno de la "tarde aquella" cuando te fuiste con el sol, tus ultimas palabras eran recitados mfos de versos que eran tuyos. Al final, el poema da un vuelco hacia la pas1on que . ahora llena su vida y se desvia en un voto que mira cumplirse cuando lo que era para el "el bien ansiado"- la independencia de Puerto Rico -esplenda triunfador". Entonces cubrira el sepulcro amado "con la bandera de la patria libre." El tono serei:io se vuelve aqu1 retorico, con aquella retorica que auyento en gran parte de su obra de los filtimos afios, la presencia de la poesia. 2. lnc6gnita.- Fantasia y curiosidad alientan en el segundo grupo de poem~s de amor escritos en 1915. Fue el momento de mas fulguracion externa en la vida de Jose de Diego, cu11:ndo sus discursos defendiendo la ensefianza en espafiol en nuestras escuelas, su viaje a Santo Domingo y Cuba para fundar la Union Antillana,- su proyectado viaje de propaganda polfrica a Espana y las republicas hispanoamericanas, le dieron resonante celebridad. Alumnas de la Escuela Superior de San Juan lo detenian cuando pasaba en su autom6vil para saludarlo con ·flores; los debates acerca de la ensefianza en espafiol se trasladaron al Teatro Municipal, hoy °Tapia, para acomodar al publico que iba a escuchar sus discU:rsos y los poetas- Antonio Mirabal en Puerto Rico, Ricardo Perez Alfonseca en Santo Domingo, Agustin Acosta en Cuba- escribieron poemas exaltando sus campafias y su personalidad. Mariano Abril, en su columna de La Democracia Puntos de vista, al despedirlo en visperas de embarcar De Diego para Espana, resume la tension admirativa del instante:

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Ninglin puertorriquefio exceptuando Ruiz Belvis, que abandon6 su patria, posicion y hogar para peregrinar por esas republicas en propaganda revolucionaria en favor de Puerto Rico, ha realizado la mision que Jose de Diego emprende en estos momen,tos. Porque para eso se necesitaba un hombre que reuniese sus condiciones: dinero, palabra elocuente y espfritu luchador. En su cerebro se unen la inspiraci6n del poeta y el nervio del agitador. Y en esa peregrina:cion debemos acompaiiarle todos los puertorriqueiios que amen a su patria. Si fracasa como Ruiz Belvis, la historia le hara justicia aunque sus contemporaneos se la .nieguen.5 Fue en este clima de admiraciones cuando una desconocida enamorada le envio por correo tres veces claveles rojos. El envfo motivo una especie de poema en prosa, firmado por el autor, que es a manera de pr61ogo de los poemas que siguieron: Inmarchitos, cortados al amanecer, traen estos claveles fulgores de remotos luceros y frescas lagrimas de la noche. Se que es rubia y nunca la he visto ni la vere quizas. Ha escrito San Juan con dos aes, elipses, marcos de una invisible fotograf ia de ojos infinitamente profundos que miran hacia el abismo como las perlas del cielo y del mar .•. "6 La fantasia vuela ya tejiendo con hilos de oro la tela donqe la Inc6gnita no quiere precisar su identidad. Y dias despues aparece en La Democracia, un poema con aquel dtulo, firmado con el seud6nimo de Agiieynaba. 6 La belleza imaginada de quien el poeta no sabe si es "rubia o no," se .canta en el primer verso, repetido al comienzo de la segunda estrofa:

Yo sabla que ef'es una palida rosa. Pero el poeta no tiene mas pista que la caligraHa de unas Hneas escritas en papel de orilla violeta: He besado las Hneas que. tu mano. discreta escribia en la sombra con un leve temblor, sobre el papel bordado de una orilla violeta una D como un arpa, un rasgo volador, Y en la S que gira como dos espirales la curva rumorosa de una clave de Sol. Porque todas tus letras son signos musicales, preludios integrales de una sola canci6n. l.Y por que no cantarla, Musa mia discreta desde el hondo misterio en que estamos los dos? (Quien podria en la tierra detener de alglin modo el vuelo de las almas, el triunfo del amor?

Tres dias despues aparece en el mismo peri6dico, con el mismo seud6nimo, otro poema, Flores del alma7 • Este poema es el menos valiosos de los tres y solo sirve de transito al hello soneto irregular Palida luna, en donde el sentimiento se afina en un nivel que solo encuentra algo parecido en el prerrafaelita poema de Marti Flores del cielo. El seud6nimo ahora es Pierrot, y ~a su8esti6n de ese nombre 5 La Democracia, 20 de abril de 1916. 6 La Democracia, 3 de abril de 1915. 7 Ibid., 6 de abrff de 1915.


lleva al poeta a situar su fantasia de amor en lo imposible, sin que el misterio deje de serlo. Los endecasilabos de la primera estrofa se alzan con suavidad, quedandose prendidos en la meworia con los acentos de tres palabras sugeridoras del tema lejanÂŁa, imposible y no~he. Yo puedo amarte en una lejanla como Pierrot a 'su imposible Luna. Pero en el fondo de la noche bruna el la llamaba, y ella floreda. La forma interrogativa de la segunda estrofa solicita una correspondencia de amor en la fantasia, donde los vuelos pueden acercarse al amor "sin impureza alguna." iPor que no ha de volar tu fantasia hacia mi amor, sin impureza alguna, si te pido como (mica fortuna como la luna de Pierrot, ser mla?

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Los tercetos ahora definen el tono y la atm6sfera de romantica serenata a media voz: el primero exhorta a la amada a la ensofiaci6n en el misterio; el segundo, interroga de nuevo y no hay respuesta que descubra el nombre y el angel Custodio de la Jnc6snita: Florece como blanca eucaristla y en el misterio de la noche, aduna al fulgor, la armonla.

l!Que duke nombre te arrull6 en la cuna? iQue angel te guarda entre la noche umbda? Luna, palida Luna.8 De Diego no recogi6 estas poesfas en la segunda edici6n de Pomarrosas, donde incluy6 Sombra y P6stuma. (Las consider6 acaso sin valor? No lo creo.. Quizas tuvo, en proporci6n menor, un conflicto par~ido al del autor de los Poemas rusticos, Manuel Jose Oth6n, : quien en SU poema Idilio salvaje, realiz6 la transformaci6n ardstica de una oscura experiencia, que tanto asombr6 a los que conodan su virgiliana poesla anterior. Los poemas de Jose de Diego, muy diferentes, tienen el caracter de una aventura poetica, aguijoneada por la curiosidad y por la vanidad de quien se solidariza en el lema de Inc6gnita con los versos de Campoamor: La mujer y alondra se enamora~ cle todo lo que brilla y hace ruido. El ruido y el brillo de este momenta de su vida, atrajeron muchas alondras con ingenua admiraci6n, tan pura y lejana como la luna ¡imposible de Pierrot. Agradezcamos a la que expres6 la suya en claveles y en papel de orilla violeta, este soneto Palida luna, que no merece el olvido en las paginas viejas de un peri6dico, en donde el polvo y el tiempo, pudieron borrarlo para siempre. 8 La Democracia, 24 de abril de 1915.

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Alhores de la Literatura Puertorriqueiia (Siglos XVI y XVII) MARiA TERESA BABIN

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AS TRES CONDICIONES PRIMORDIALES EXISTENTES EN

los albores de las letras de Puerto Rico son las mismas de toda la historia literaria hispanoamericana en esa epoca, a saber: abundancia de poesia lfrica popular, an6i nima; escasez de obras de creaci6n cultas, y acopio consideral:>le de literatura hist6rica provocada por el deseo y la necesidad de resefiar y explicar los acontecimientos del Nuevo Mundo. Junto a este prop6sito se halla tambien la nota personal - germen creador - que alienta en las paginas de numerosos escritos oficiales, lo cual puede considerarse el primer balbuceo poetico en las tierras conquistadas. A igual que en el resto de los pueblos americanos, la n6mina de los primeros escritores de la Isla de Puerto Rico se reparte entre los penin1ulare1 deslumbrados por estas tierras ex6ticas, cuya naruraleza, cuyos habitantes y episodios hist6ricos ellos describieron profusamente, y los hijo; del pa#; a partir de los afios finales del siglo XVl y comienzos del XVII. A traves de la historia de ambos mundos, el Viejo y el Nuevo, continuaran conviviendo unos y otros en la faena literaria, pero con el pasar del tiempo la n6mina de los naturales del pais se enriquece mientras la de los "extranjeros" ocupa menos espacio en las bibliograf ias nacionales, aunque no faltan nunca. Desde la llegada de Ponce de Le6n a Puerto Rico el afio 1508 hasta ¡ la publicaci6n de la primera historia del pais el afio 1788, obra fundamental para el conocimiento de nuestra epopeya gestatoria en el orbe hispanico, y para emender cabalmente el devenir cultural de la Isla, pasan doscientos ochenta afios durante los cuales, segfut se aprecia en la lectura del libro de Abbad y Lasierra, se ha ido cimentando la estructura de la personalidad de nuestro pueblo, con unos altibajos conmovedores. Abbad merece figurar entre los escritores peninsulares de mas alcurnia en el siglo XVIII, no solo por SU aportad6n a una de las disciplinas mas estimadas.en el momento en que le toc6 vivir -la investigaci6n historica-, sino por las excelentes dotes literarias evidentes en su enjundiosa y amena descripci6n de la Hi;toria Geografica, Civil y Natural de la fJla de San fuan Bau#;ta de Puerto Rico. Nos limitaremos, no obs8

tante, a comentar algunos de los jalones mas importantes en los albores de las letras de Puerto Rico a partir del 1508 hasta el siglo XVII, y a trazar su _vinculacion con el presente. Ademas de las obras de los cronistas de Indias, la epistolografia es la fuente mas abundante de noticias sobre la vida de los siglos XVI y XVII en el Nuevo Mundo. Mientras Hernan Cortes realizaba la conquista del imperio azteca y escribia las minuciosas y humanisimas Carta.r de Relacion al Emperador Carlos V por los afios del 1519 al 1526, en la colonia de San Juan Bautista surgfa una inquierud paralela por recoger las impresioqes de los po¡ bladores al contemplar el paisaje y descubrir al hombre de esta region del Caribe. Don Juan Ponce de Le6n, "conquistador y primer capitan de mar y tierra". de la Isla del Boriquen, donde vivi6 hasta el 1521, ocupa en este sentido el primer lugar cronologico en las letras nativas. ,Sus cartas contienen ejemplos muy expresivos del lenguaje empleado por don Juan y sus compafieros, ademas de exponer sobriamente Jas noticias pertientes a la nueva conquista y reflejar las ambiciones, el caracter, y los tropiezos del valiente caballero durante su estancia en la Isla; en la cual . se afinco para echar rakes con mujer e hijas, volviendo a el.la aun despues de lograr la CUl.1I~inaci6n de SU suefio glorioso con el descubriniiento de La Florida. L~s primeros pobladores crearon una conciencia de homogeneidad lingiiistica, base fundamental de. la literatura en todos los pueblos del mundo. No obstante la asombrosa variedad de caracteres regionales presente en el nucleo de los conquistadores aposentados en nuestra tierra, mensajeros y sembradores de ideas, quienes trajeron a ella su lengua matizada de las variantes peninsulares, siem'pre predomino el Castellano junto a las COStumbres, la religion, f las formas peculiares de pensar , y sentir individualmente que los distinguia. La conducta de estos progenit'ores marca indeleblemente la trayectoria del vivir-sentir puertorriquefio en las tres dimensiones entrafiables del hombre: ante el amor, ante la realidad diaria de la existencia, y ante la muerte. No olvidemos .que la literatura y el arte. se nutren de esas fuentes vitales y eternas.


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Los informes y las cartas de los siglos XVI y XVII, a pesar del caracter oficial y la carencia de prop6sito estetico al ser escritos, constituyen el mejor testimonio de las relaciones entre espaiioles y boricuas, y en esos documentos sin pretensiones eruditas apuntan algunos de los temas literarios cultivados en los aiios subsiguientes, cuando exista una poblacion criolla, descendiente de los colonizadores, nacida y criada en la isla. iNo hay en el lenguaje parco y sencillo de Ponce de Leon, en la dignidad de su acento, en la preocupacion por los asuntos familiares y en su actitud acerca de los negocios pertinentes al gobierno, a las condiciones del terreno y del clima en las inmediaciones de Caparra, en su manera directa de pedir reconocimiento ¡por su obra, y en su misma falta de "estilo" por ser hombre de accion y no de Jetras, una especie de preceptiva ideal para los futuros prosistas del pafs? Cuando se escriba mas tarde sobre los problemas inmediatos que acucian al habitante de la Isla, sean estos de indole polftica, economica, o social, se ha de mezclar siempre el ingrediente de las ambiciones personales y el sueiio de un ideal lejano, como lo hada Ponce de Leon al pedir permiso a su Rey para salir en busca de aventuras. Ya en el siglo XVII, ocupa un lugar destacado en los albores de nuestra historia literaria la famosa misiva escrita el 1644 por don Damian L6pez de Haro a Juan Dfaz de la Calle sobre los aguaceros de San Juan, las brisas, el cielo y el paisaje: "donde a un mismo tiempo se ven pedazos del mar con grandes espesuras de arboles que siempre estan verdes y amenos". jCuantas semejanzas podrfamos trazar entre estas palabras y las visiones inspiradas por nuestra tierra a los poetas visitantes de ambos mundos hispanicos! iQuien no relaciona estas ingenuas pinceladas con la hermosa Frase en el Mar Caribe de Gabriela Mistral, El Contemplado de Pedro Salinas, y las elogiosas imagenes de Juan Ramon Jimenez cuandoillama a Puerto Rico la IJla de la Simpatia? A la misma epoca colonial pertenece la obra del poetacronista don Juan de Castellanos, ( 1522-1607), Elegia1 de varoneJ ilu1tre1 de IndiaJ. La Sexta de estas elegfas esta dedicada a Puerto Rico, isla visitada por Castellanos siendo un niiio, y de la cual recuerda en la vejez los nombres precisos de pueblos y lugares donde vivio, ademas de los episodios epicos de la conquista. Enrique Anderson Imbert, en la Hi1toria de la Literatura Hi1panoamericana, ( 1954), hace la siguiente sintesis de la significativa contribucion de Castellanos: "La experiencia de Castellanos fue riquisima: escribio en la ancianidad, y con segura memoria, acerca de todo lo vivido de1de Puerto Rico hasta Colombia en los diferentes tonos vitales de monaguillo, pescador de perlas, soldado, aventurero, gozador de indias y parroco. . . . . Y en lo que Castellanos cuenta quiza advierta el lector un amor a la tierra americana, una actitud criolla y reali1ta, un lenguaje sencillo que merecen nuestra simpatfa." La escritora puertorriqueiia dona Marfa Cadilla de Martinez, ( 1886-1951), hizo un analisis critico d~ la Elegia Sexta todavia inedito, y se vale de la obra ampliamente en

la historia titulada Rememorando el Pa1ado Heroico, del 1946. Los versos de Castellanos producen una sensacion de movimiento, de grandeza y de desmayo en amalgama epica y humana de emociones. La narraci6n tiene un tono de dignidad poetica tanto en el lenguaje como en la fidelidad y el dramatismo de la lucha entre los indigenas y los conquistadores. Nuestro cronista epico, cuya Elegia Sexta deberfa ser lectura obligada de los estudiantes puertorriqueiios, no solamente por su valor literario, sino por su significacion historica, tiene, como Ercilla en La Araucana, rasgos nobles y duraderos. Recordemos con Anderson Imbert que "no puede prescindirse de los materiales historicos de esa cronica rimada", cuyo autor, segun don Pedro Henriquez Ureiia, es uno de los "hombres mas destacados _de esta literatura de europeos trasplantados". Entre los informes de mayor interes en estos albores de la cultura puertorriqueiia se incluye siempre la Relacion ¡ de Viaje de EJpafi.a a Puerto Rico perteneciente al aiio 1644, cuyo autor es el obispo toledano Lopez de Haro, ya mencionado en relacion con la epistolografia, en la cual narra con detalles pintorescos las fiestas celebradas a su llegada, dando cuenta del estado de San Juan, y de sus impresiones de la gente y del aspecto general de la vida. Entre otras cosas Lopez de Haro suscita una de las polemicas persistentes en nuestra vida intelectual al tocar la fibra mas sensible de nuestra personalidad individual y colectiva. Cuando alguien perturba esas emociones intimas, como lo hizo el distinguido seiior obispo en el siglo XVII, con una critica burlona y adversa, sea un extranjero o un mal hijo del pals, todo a una respondemos airados, celosos de la integridad nacional. Somos tan susceptibles al halago como lo somos al ataque injusto de los valores consagrados por la tradicion. L6pez de Haro, pues, desato sin sospecharlo esa corriente al insertar en su Relacion aquel soneto tan mentado sobre la "pequeiia islilla" donde fuera de "un poco de ayre" solo habfa pobrc:s negros "en cueros", poca gente, menos dinero, comerciantes al por mayor, "mucha calor y sombra de los cocos'', y lo mas grave de todo, "hermosas damas faltas de dona ire". Cuando a don Manuel del Palacio', mal agradecido, se le ocurre hurgar estas yaguas viejas en el siglo XIX y carga la mano llamando a la isla nada menos que Puerto Pobre, responde la voz del pueblo en la persona de don Jose Gualberto Padilla, haciendo una defensa gallarda que todos repetimos orgullosos: Para un Palacio un Caribe. Y como si todo esto fuera pocd, don Pablo Morales Cabrera, ( 1866-1933), revive el asunto en uno de sus CuentoJ Populare1, (primera ed. 1914), hac~endo una glosa llena de donaire de estos lejanos restos de "poesia" inspirada en la curiosa intencion antipoetica de zaherir y dar expresion a sentimientos patrioticos y viceversa, en lo cual, repito, se percibe una de las manifestaciones mas consecuentes de nuestro caracter. Seria interesante tener tiempo y humor para trazar estas polemicas hasta el presente, recogiendo a traves de los libros, los periodicos, las revistas, y el anecdotario vivo d~ nuestras tertulias, los momentos 9


cumbres de esa controversia sin posible solucion: lo niocional versus lo extranjero; lo nuestro .y lo ajeno; el mazapan y la botella de Jerez que repudiaban los jovenes del primer Aguinaldo, ( 1849), los Santos Reyes, y las coplas de Navidad en pugna con el arbol .de Navidad y Santa Claus, y para colmo, el tema vigente de la cultura de Puerto Rico versus la cultura de Occidente y ~iceversa. (TEMA PARA SALVAOOR TIO) ......Con gran soma Morales Cabrera escribe una narradon titulada La Cedula de Fuerza y el Cuchillo 路de San. Pedro, de la cual no es posible espigar todo lo referente a L6pez de Haro, pero baste esta cita: "jEsto lleg6 al colmo! Decir a nuestras abuelas nada menos . que sosonas y desgarbadas, cuando el can6nigo Torres Vargas, recordando a su madrecita, afirma que eran las mujeres mas hermosas de todas las Indias, virtuosas y trabajadoras; ~ecir eso, tenia cara de herejfa." Despues de varios comentarios chispeantes Morales Cabrera cuenta la visita del Obispo don Damian a las islas Margarita, Cumana y Coche, y entre bromas y veras hace una parafrasis del soneto de marras, que tanto 路 "habfa escocido a las gentiles puertorriquefias", aportando esta zancadilla de su cosecha: "Tuvo la debilidad, el ilustre fraile trinitario, de escribir las impresiones que recibiera al visitar su di6cesis y conocer sus diocesanos; hiriendo el orgullito nacional: falta que, desde "illo tempore'', no le perdonamos ni al mismo "Sursum Corda". Hasta aquf, pues, algunos ejemplos de la contribucion de los peninsulares a los albores de la literatura puertorriquefia. Fijemos ahora nuestra perspectiva en los primeros hijos del pals cuyos nombres deben figurar en la historia literaria nacional. El primero es el presbftero, nieto del 'onquistador, don Juan Ponce de Leon y Garcia Troche, vastago de dofia Juana Ponce y del caballero espafiol Garcia Troche, por lo cual deberfa llamarse preferentemente don I Juan Garcia Troche y Ponce de Leon. Este criollo basta para representar al puertorriquefio en el capftulo inicial de la literatura insular. Fue Garcia Troche co-autor de la Memoria descriptiva de Puerto Rico en colaboracion con el letrado don Antonio de Santa Clara, documento conocido con el nombre de Memoria de Melgarejo, ( 1582), ya que el gobernador, don Juan de Melgarejo encargo a los escritores la redaccion de! mismo contestando el interrogatorio enviado a la sazon por Felipe II a los dominios de ultramar. La sencillez, la claridad, la ausencia absoluta de proposito artfstico, adornan este primer ejemplo de "literatura", escrito conjuntamente por un criollo y un espafiol. Las frutas, las yerbas, los arboles, las aves, los lugares caracterfsticos de la tierra, aparecen dibujados con una gracia escueta, y no es exagerado decir que el pasaje en el cual Garcia Troche y Santa Clara hacen la estampa de una ceiba centenaria es uno de los antecedentes mas hellos con que cuenta la literatura descriptiva de Puerto Rico. Don Diego de Torres Vargas, ( 1590-1659), natural de San Juan, representa en la epoca barroca al puertorriquefio en funciones de cronista. Torres Vargas posee todas las

cualidades del hombre culto del siglo XVII: recargamiento al expresarse, donaire poetico, sensualidad descriptiva, y preocupaci6n literaria. No puede considerarse "defecto" lo que estaba de moda en Espafia y en Mexico en el siglo XVII, aiando los escritores mas preclaros, hoy clasicos, se extremaban en estos alardes de erudicion estiHstica, amantes .de la metafora retorcida y brillante, en un derroche intelectual de gran efecto ret6rico. La Ducripci6n de la Isla y ciudad de Puerto Rico y de su vecindad y poblaciones, presidio, gobernadores y obispos, frutos y minerales, ( 1647), segWi opina don Tomas Navarro Tomas al estudiar su estilo, manifiesta un barroquismo "refrenado", lo cual denota, a mi modo de ver, una de las tendencias constantes .a traves de la historia literaria de Puerto Rico, donde prenden todas las modas ardsticas con moderacion y con un sentido sobrio y sencillo. Esta expresi6n merece un estudio estiHstico ponderado estableciendo el contraste con otros pafses hispanicos. Navarro Tomas anota que en este texto empieza a hallar expresi6n literaria "el elogio de la isla". Garcia Troche modestamente, y Torres Vargas con erudicion y amor criollo, son los primeros boricuas en los albores de la literatura. Cumplen ambos con un deber patriotico en el acto inicial de la historia escrita por los hijos del pafs para el futuro, como lo hicieron en otras tierras de America escritores egregios de la talla de Garcilaso de la Vega el Inca, (1539-1616). Pese a las distancias en la calidad de las obras realizadas por ellos, son en sus pafses respectivos los iniciadores de la literatura nacional, y son ellos los que ocupan en la bibliograffa iberoamericana el puesto que les pertenece a los criollos en las letras coloniales. Si en el siglo XVI los cronistas, los poetas epicos, y los cultivadores de la' epistolograffa habfan sido peninsulares - Hernan Cortes y Bernal Diaz de! Castillo en Mexico, Alonso de Ercilla en Chile, y Juan de Castellanos en las Indias Occidentales - los hijos del pafs comienzan a abrirse brecha en el XVII y a ellos !es perte. nece el futuro de America. Puerto Rico marcha a la par en el concierto americano en esta dimension de su evolucion cultural. Las repercusiones de la esplendida era culterana en las letras de la Nueva Espana se sienten en la isla de Puerto Rico, como es evidente en el estilo de Torres Vargas. Existe, ademas, una relacion entre la vida antillana y la vida mexicana de ese tiempo, no solo por razones economicas, sino por el intercambio de obispos y de letrados entre las islas y Mexico. A la epoca 路de personalidades tan preclaras como Sor Juan Ines de la Cruz y don Carlos de Sigiienza y Gongora pertenece el poeta de Puerto Rico don Francisco de Ayerra y Santa Marfa ( 1630~1708), y gran figura intelectual de ese perfodo fue don Bernardo de Balbuena, ( 1568-1627), quien ocup6 el obispado de la Isla de Puerto Rico durante los ultimos siete afios de SU vida. Aunque el ilustre mexicano Alfonso Reyes diga apasionadamente del autor de Grandeza Mexicana: "Si pertenece a la Mancha 路por su nacimiento y a las Antillas por


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su episcopado, nos pertenece por su educaci6n y su poesia", tambien los· puertorriqueiios tenemos derecho a reclamar los siete aiios en que Balbuena vivi6 en San Juan, donde perdi6 su magnifica biblioteca a consecuencia del ataque del holandes Boudoyno Henrico el aiio 1625. Balbuena le di6 con su presencia un tono de elevaci6n al panorama cultural del siglo en San Juan, y esciibi6 alH algunas de las paginas mas hermosas del pr6logo a El Bernardo, inspirado por la exuberancia de la. naturaleza tropical. El hecho biografico de la muerte del ilustre Obispo en la isla .el 11 de ocrubre del 1627 sella adelJlaS una relaci6n de memoria perdurable con nuestra tierra, y se hace realidad dolorosa el verso admirativo de Lope de Vega en honor a Balbuena: "Que nunca Puerto Rico fue tan rico". Una tercera figura significativa de este momento es la de un tal Alonso Ramirez, ( 1662-1700), cuya vida verdadera es el tema de una narraci6n novelesca del culto mexicano don Carlos de Sigiienza y Gongora, lo cual establece otra suerte de relaci6n entr~ la Nueva Espana y Puerto Rico, mucho mas humana y mas .intima tal vez, ya que es el ser humano mismo, ese primer boricua lanzado a la aventura del viaje en busca de nuevos horizontes, lo que incita la imaginacion de UDO de los escritores mas grandes de Mexico. Don Carlos de Sigiienza, en Lo1 Inf orl#nios de Alonso Ramlrez, transforma el ser de came y hueso tornado de la realidad en personaje literario. Su retrato f.isico y espiritual esta trazado con viveza y ·cariiio, y las cualidades puertorriqueiias de Alonso le dan a Sigiienza incentivo para la continuidad del · relato autobiografico, en que se confunden autor y personaje. Alonso es compasivo y religioso, tierno y caritativo, en el trato con SUS semejantes, recio en el dolor, agil de cuerpo y de inteligencia, y su tenacidad y fortaleza para resistir los embates de la fortuna, la mafia que tiene para resolver situaciones difkiles, y salvarse a s.i mismo y salvar a los compaiieros de naufragio, no le llevan jamas a la vanagloria. Es siempre seiior de si mismo, actuando con sensatez y con tino en el concierto de sus camaradas, sin alardes de superioridad, dando el estimulo a los que temen, y ocultando sus flaquezas para no acobardarlos. Francisco de Ayerra y Santa Maria ( 1630-1708), hizo su obra en Mexico en pleno apogeo del barroquismo. Escribi6 tanto en latin como en espaiiol, . revelando una disposici6n cultista extremada, cualidad caractedstica y · definidora del gusto refinado de la epoca. Las poesias del poeta de Pu'.erto Rico figuran en la colecci6n reunida por Sigiienza y Gongora en el Tri#npho Parthenico, y .un dato

valioso es el hecho de que Ayerra, en calidad de Capellan del Convento Real de Jesw Maria de Mexico, expidiese por escrito· la aprobaci6n fechada el 26 de julio de 1690 para que se imprimiera la obra de Sigiienza sobre la vida novelada de Alonso Ramirez, a quien se refiere cariiiosamente llamandole "mi compatriota." Podrfa afirmarse sin exceso que Puerto Rico correspondia indirectamente, y sin saberlo, al "situado" que le llegaba de Mexico desde el aiio 1586 (hasta el 1810), al darle a las letras de la Nueva Espana un _caudal cuantioso de valor intelectual en la persona del erudito ·paeta Ayerra y Santa Maria, en el personaje real y valiente Alonso Ramirez, progenitor de Bayoan por una . sutil madeja de inquietudes, ademas de compartir con Mexico "la gloria de alojar en su tierra al obispo manchego Balbuena, una de las lumbreras del siglo XVII. Puerto Rico continUa. a traves de su historia esta misma trayectoria de peregrinaci6n iniciada con Ayerra y Alonso hace tres siglos. Muchos hij9s del pais se destacaron en el pasado y se destacan e{l el presente en diversas actividades culturales, en las letras, el teatro, las ciencias y las artes, en otros paises. Todavfa esta ·por estudiarse bien" la vida y la obra de personalidades como las de Hostos, Betances, Pachin Mar.in, Baldorioty de Castro, y tantos mas, quienes ya en Par.is, en la Habana, en Nueva York, en Chile, Madrid o Barcelona, se ban distinguido como hombres de ideologfa en la vida politica, social y cultural de otros pueblos, donde ban sido magnifico ejemplo de lo que es un puertorriqueiio en su mejor ser: hombre consciente de sus propias prendas personales sin soberbia, dispuesto a darse pr6digamente para el bien ajeno. La isla siempre se ha desbordado hacia afuera en busca de espacio para existir plenamente, tanto ayer como hoy, pero no pierde el contacto misterioso con sus rakes nacionales. Ayerra y Santa Maria en el siglo XVII, junto a Alonso Ramirez en sus andanzas peregrinas, el primero avido de saber y rebosante de erudici6n, y el segundo maltrecho por los infortunios, el hambre y la sed, son dos polos opuestos y constantes de una inquietud caractedstica de la vida de Puerto Rico: la marcha en pos de un destino mejor, paralela a la b6squeda de grandeza espiritual. El afan de sabiduda es uno de los afanes mas arraigados en el intelectual de la Isla, como lo estuvo en su primer poeta importante, don Franci5co de Ayerra y Santa Maria, y junto a esa aspiraci6n esta el anhelo de mejorar las condiciones materiales de la vida representadas simb6licamente en el viaje y las aventuras de Alonso.

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Resumen historico del relato en Puerto Rico ENRIQUE

EN EL UMBRAL DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX

surgen el relato y la novela corta. El Aguinaldo puertomquefio se publica en 1843; contiene unas narraciones de pobre factura y de intenci6n romantica. Aunque desde esos afios para aca bubo muchos relatos y novelas, de diver~ sas clases, solo me interesa dar resalte a los siguientes nombres: Manuel Alonso, Alejandro Tapia, Manuel Zeno Gandia, Matias Gonzalez Garda, Miguel Melendez Mufioz, Pablo Morales Cabrera, Emilio Belaval, Antonio Oliver Frau, Jose Luis Gonzalez, Abelardo Diaz Alfaro y Rene Marques. Cada illlO de esos nombres ti~ne un significado particular. Posiblemente no debiera dejar de enjuiciar la labor de Federico Degetau, cuyos relatos cortos recogian las corrientes progresistas que luego desembocaron en el 98; de Salvador Brau, que se distingui6 mas como historiador; de Ramon Julia Mar.In, autor de La gleba,¡ de Manuel Fernandez Juncos, na<i:ional espafiol naturalizado en Puerto Rico; de Nemesio R. Canales, mas periodista que narrador; de Jose de Piego Padr6, autor de En Bahia, poeta disi:inguido; de Tomas Blanco, autor de Los vates, notable ensayista; de A. Collado MartelJ, Maria Cadilla de Martinez, Juan B. Huyke, sin dejar de recordar alguna obra de de Hostos, Cayetano Coll y TO$te, Jose A. Balseiro, Manuel Mendez Ballester. Mnuel Alonso es nuestro primer narrador notable. El jlbaro aparecio en 1849. Es una obra costumbrista, saturada de lenguaje afectivo, con retratos de tipos y caracteres populares. Con Et jtbaro Manuel Alonso se nos perfila como nuestro primer costumbrista, el primero en intentar una definicion poetica del tipo puertorriquefio. Hay atisbos de cuentos y novelas en El jibaro, con las deliciosas evocaciones como Ja del pirata Almeyda y la creaci6n de tipos como Perico Paciencia, Agapito Avellaneda; don Felipe, nuevo Licenciado Vidriera; el j.i'.baro de El sueno de mi compadre, entre otros. Por vez primera se manifiesta en un libro - en El jtbaro- Ja intimidad de un pueblo y~ es en el donde adquiere expresi6n puertorriquefia el relato.

A. LAGUERRE

Alejandro Tapia quiso cultivar todos los gmeros; compuso cuentos y novelas; escribi6 unas memorias salpicadas de vivas anecdotas. No me interesan sus novelas y cuentos desarraigados, que lo mismo pudieran haber sido de un puertorriquefio que de cualquier otra persona, ademas de tener poca eficacia artistica. Pero Tapia, estudiante de nuestra historia-su Bibtioteca hist6rica es fndice de ese interes-, se inspir6 en los primeros afios de la colonizaci6n para hilvanar cuentos y leyendas sobre indios. Es de los primeros en ir en busca de esos fundamentos de nuestra vida de pueblo. Su Mis memorias-tecuento de la vida capitalefia del segundo cuarto del siglo pasado--es un libro ,Peno de interes vital. Pero su mejor contribuci6n al re~o largo en su novela sat.i'.rica P6stumo el transmigrado. En el siglo XIX no abundan en el mundo hispanico las novelas de este tipo; en ese sentido, P6stumo el transmigrado es una novela de excepcional interes. Pone en juego Tapia un humor juguet6n --equfvocos, socarroneda -para enjuiciar sat.i'.ricamente la epoca que le correspondi6 vivir. Es muy movido el relato, especialmente la primera parte, ya que la segunda-P6stumo el envirginiado - es un alegato novelado en favor de los derechos de la mujer-ideas avanzadisimas en el mundo hispanico para la epoca de que habla Tapia.El maxi.mo cultivador de la novela en el siglo XIX es Manuel Zeno Gandia, una de cuyas novelas, la mas conocida-La charca--probablemente se desarrolla en el cafetal de Yauco, regi6n que el autor conoci6 muy bien. Gardufi4 tambien es un relato rural: tiene como escenario la zona de la cana. Et negocio y Los f'8dentof'8S son novelas urbanas, la primera con tema de transacciones comerciales en la colonia y Ja segunda con tema de pol.i'.tica. Particularmente en Garduiia y eil La charca hay discernibles influencias naturalistas. Zeno Gandia, que estudi6 en Europa e~ el instante en que Zola estaba en todo su apogeo, trajo a nuestro pais los metodos de novelar del novelista ÂŁranees. No hay que olvidar, tampoco, que en Espafia la Condesa Pardo

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Bazan cultivaba una novela naturalista modificada por imperativos de tradici6n espafiola. Ella discuti6 el asunto con pasi6n en La cuesti6n palpitante, largo ensayo polemico que exterioriza los puntos de vista de la ilustre escritora gallega. Para mi gusto, Garduiia, que fue escrita antes que La charca, tiene mas categoria caracterizadora que esta Ultima. De La charca admiro la exuberancia de lengua, el problema social que plantea y la pintura ardstica del paisaje. Sus personajes son ideas hechas came de novela; pero las ideas se quedan en el aire, sin mayor concreci6n. S6lo en Silvina, Ciro y el hermano de ~iro se ensaya algun asomo de caracterizaci6n. Ademas, en La charca hay unas ideas seudocientfficas sabre etnologia y otras materias, de las que sabia muy poco Zeno Gandia, que quitan valor ideol6gico a la novela. A pesar de su realismo, es Zeno Gandia muy dmido en el uso de regionalismos y prefiere, digamos, llamar mimosa ptldica al morivivi. Cuando no le queda otro remedio, trap.scribe el regionalismo cumplidamente subrayado. Pero La charca impresiona por su concepci6n ardstica y por el dramatismo de algunas de sus escenas, como la inundaci6n contraste entre la exuberancia de fa del r.io. Hay un vivo I naturaleza y la miseria humana. En El negocio se planteii, mas vivamente, la explotaci6n a que esta sometida la colonia. Es una de nuestras pocas novelas urbanas: se desarrolla en el puerto de Ponce. Otra vez hacen su aparici6n los personajes guignoles, en este caso Camilo Cerdan. El negocio tiene una acci6n algo pesada. Zeno Gandia es un buen novelista. Si hubiera sido un escritor profesional hubie~ dejado mejores novelas. Aunque Matias Gonzalez Garcia es un narrador de palabra facil, no logra un relato muy eficaz desde el punto de vista ardstico: se humor cae a veces en el chascarrillo y no practica el mejor humor: siempre se vale de la desgracia ajena para hacer humor. El mejor humor es aquel que practica, digamos, Nemesio R. Canales cuando se piensa a s.i mismo muerto y se burla de s.i mismo. Buen humor es el de Chaplin, c<;>mo pequefio ser angustiado. En Gonzal~z Garcia hay un gracejo a veces de mal gusto '/ se quiere hacer humor con la infidelidad conyugal y el engafio, para sefialar unos ejemplos. Tiene el novelas, estampas y cuentos, pero hay mas categor.ia en los cuentos breves, algunos de los que se incluyen en Cuentos de antafio y de ogaiio,. Recoge ah.i los mo•::entos de transici6n del 1898 a 1910. Ve, c6micamente, el proceso de transculturaci6n. De SUS ,J?.<;>velas, lo que mas me gusta es Carmela. Gonzalez ~rcfa 'saca un dialogo muy vivo y picante y conoce la vida popular y pintoresca. No ahonda; eso s.i, sabe poner a actuar a sus personajes desde la primera oraci6n de su relato. No desdefia el vocabulario regional, como hace Zeno Gandia, al contrario, de el se vale para dar calor y sentido humorista a lo que expresa. En el cuento de Miguel Melendez Mufioz hay una actitud mas reflexiva, tanto, que a veces el relato es una excusa para exponer ideas sociales. Eso sucede en Cuentos

de la Carretera Central, en Retablo puertorriqueiio, en Lecturas y en casi toda su obra. Miguel Melendez Mufioz es por temperamento y dedicaci6n, un ensayista. Su preocupaci6n por ios problemas sociales del . pa.is es genuina. Hasta en su novela Y uyo resalta esa preocupaci6n. Pero prefiero al Miguel Melendez Mufioz de las prosas emocionadas de los caminos. Utiliza el vocabulario regionalista sin reservas; los desentraiia para sacarle el alma del pa.is. Afgunos de SUS mas bellos cuentos y ensayos giran en torno a palabras y modismos,.como sucede en De Susquin, .. susquineao o Tir.ijala. Pero con sus intenciones, siempre j6venes, Miguel Melendez Mufioz es un precursor de la generaci6n del 30. Por eso es portaestandarte de . la actif!Id de esa generaci6n, cuando se funda Indice. En verdad, desde 1930 a nuestros d.ias, es que toma cuerpo y realidad esa actitud reflexiva que empieza a manifestarse bajo la costra pintoresquista del jibarismo de Alonso. la obra de Miguel Melendez Muiioz es veh.iculo de la idea reflexiva sabre nuestro ser y nuestras circunstancias puertorriquefias, seg6n se manifiesta en el relato y. la novela. El s.imbolo en la obra de Melendez Munoz son los caminos, caminos pa.is adentro, hacia un comprendernos mejor. Eso lleva Melendez Mufi.oz a la generaci6n de 1930, que se distingue por su empefio en descubrir c6mo y que somos. Buena sefial de conciencia nacional es el empeiio en buscarnos hacia adentro. . En Pablo Morales Cabrera y en Antonio Oliver Frau encontramos a dos de los mas eficaces narradores de nuestra literarura. Ambos cultivan el cuento y la leyenda o amalgaban ambas na~raciones en un relato dramatico en Oliver Frau, ¡ deliciosamente humor.istico en Morales Cabrera. Aunque moderno, el cuento de Morales Cabrera--especialmente en Cuentos criollos -pertenece a la misma tradici6n de El Conde Lucanor del Infante Juan Manuel, siglo XIV. Conoce Morales su tierra, sus paisanos, su tiempo, el alma de nuestro pa.is y es ingenioso y posee mucha habilidad narrativa. Maestro, agricultor y diputado, pertenece a Morales a los momentos transicionales aun cuando conserva la substancia de la expresi6n tradicional. Hombre culto, conocedor de la literatura universal, esta consciente de Ia influencia de esa literarura en la puramente local Cuentos criollos es una de la mejores colecciones de cuentos que se han escrito en Puerto Rico. Mas moderno que Morales Cabrera, sin mayores intenciones. didacticas y humor.isticas, pero con gran facilidad de narrador es Antonio Oliver Frau, hijo de la zona cafetalera, fiel interprete de los sentimientos y el folklore de esa zona. Pocos es_critores -en Puerto Rico han logrado una narraci6n realista y legendaria, seg6n sea el caso, mas representativa del Puerto Rico serrano. Cuentos y leyendas del caf etai se public6 en Yauco en 1938. En el se recogen muchos de los incidences del cambio de gobierno, aunque las narraciones son, mayormente, del otro lado del 98. De vez en cuando hay incursiones en la vida de la ciudad, en las ansias de ver mar, en el avance

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agobiados vecinos, se mermaba. As.I lo confirman los vecinos al contestar a la segunda pregunta de un interrogatorio que con el fin de ilustrar a S. M. sobre el estado de la tierra, preparara el Cabildo de San Juan, el 19 de febrero de 1534. La pregunta rezaba as.I: "Iten si saben... que las minas de oro, de donde hasta hoy se ha sacado y sacan, andan a muy bajo precio, y se · sacan de ellas muy poquito ... " Todos contestan afirmativamente a la pregunta y algunos abundan en el hecho de que conocen de la dicha situaci6n por propia e inmediata experiencia. A las dos graves causas ya expuestas se sumaba un clima psicol6gico de ansiedad. Viv.lase en continua zozobra. Y no precisamente por los presagios ominosos del ya inminente derrumbe .econ6mico, sino por el estado de temor en que se sum.Ian lo~ moradores despues de los asaltos de los caribes a San Juan, en noviembre de 1529, y a las minas de Luquillo, en octubre de 1530, y el de los corsarios franceses a San German en 1528. Ademas, la Isla se encontraba aislada, "apenas tocan navfos y si lo hacen no descargan ... ", dedan. Esta situaci6n agudizaba a&i mas la carencia de mantenimientos. Faltaba tambien la indispensable mano de obra; los indios desaparecfan y no era facil sustitufrlos con esclavos que resultaban muy costosos. Con toda claridad vefa el Cabildo de San Juan las consecuencias de tal situaci6n y rectamente se lo comunicaba, en 23 de febrero de 1533, a la Emperatriz Dofia Isabel: " ... y como los que vienen a v:ivir a estas partes sean de los que en Castilla tienen pobreza y, como ya no haya indios de que los socorrer con que sustenten como solia, viene poca gente a ella; y aunque en ella estan avecindados, no estan de mucho asiento, porque no pueden sustentar sus granjerfas sin esclavos negros,. . . ni comprar la cantidad de esclavos que es menester ... " · La suerte no era en absoluto propicia a los primeros pobladores. La naturaleza inclemente sumo tambien a la crisis otra causa. En el corto per.lodo de cinco afios, de 1526 a 1530, les azot6 en inaudita forma destructiva con seis de nuestros justamente temidos huracanes tropicales: uno en 1526, el 4 de octubre, de graves proporciones; en 1530 se mencionan cinco. De estos, el de 28 de julio, parece fue el mas desastroso de todos. Se conceptuaron en "den mil pesos de oro" las perdidas de este huracan, comprendidas exclusivamente las del partido de San Juan. Garcia· Troche, figura de relieve dvico en el medio insular de aquelTu. epoca, y quien era esposo de Juana Pone~ de Le6n, hija mayor del conquistador, explicaba al Cabildo c6mo la noche de la tormenta "pens6 perecer con su mujer e hijos en. su hacienda de la ribera del Toa pues el viento. era tan grande que todos los bohfos desbarat6 'y derrib6"; que estaba asimismo enterado de c6mo todas las haciendas y estancias del partido de la Capital habfan sido destrufdas "sin quedar en ellas, conucos, ni bohios, y que ha visto. . . que los montes estan rajados y ca.ld0s, y parece que todos los diablos del infierno anduvieron por ellos ... "

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Este era el panorama de la Isla cuando surge inesperadamente en su horizonte otro elemento desintegrador: "las nuevas del Peru'', como suelen decir los documentos de la epoca. A fines de 15,33 habfa llegado a Puerto Rico procedente del Peru, el Capitan Francisco Mejfa • portando noticias sobre las riquezas de aquel reino que -alteraron a la gente "en tanta manera, que todos, en general la mayor y mas cantidad del pueblo, se ban procurado y procuran ir de la tierra, y asf lo ban hecho." El frenesf que se apoder6 de los pobladores fue tal que andaban todos "levantados y alborotados, . . . siempre de levada". Se iban "en barcos hurtados; otros escondidamente; y otros ausentandose por los montes, aguardando tiempo para se poder ir." En vano se empefiaban las autoridades en impedir el exodo. No faltaron choques violentos; se recurri6 a las armas al extremo de "tirar saetas y tiros de artillerfa" y "bubo heridos y los prendieron." Inquieto el Cabildo ante · 1a inminente despoblaci6n informaba a la Metr6poli: " ... la Isla quedara despoblada; unos, huyendo por verse perdidos y no poder pagar: otros, por no poder ni tener a quien cobrar; otros, por no quedar solos en poder de negros." Las autoridades desaler:itadas y vencidas ante su impotencia para conjurar el mal, advertfan a S.M. en 6 de julio de 1534: " ... no podemos sosegar la gente, ni quietarla." La conducta de aquellos agobiados vecinos era humanamente explicable; ni apocados, ni faltos de coraje o de espfritu de lucha; ni posefdos tampoco de insaciable apetito de oro. El panorama insular era absolutamente desalentador, y tan fascinantes las nuevas de las riquezas del Peru. Ademas, conviene tener presente que aquellos primeros colonos habfan abandonado la. seguridad de sus hogares en la Pen.lnsula y arriesgado todo cuanto pose.Ian arrostrando los azares de un peligroso· viaje transoceanico ·con la esperanza de alca~zar en America una venturosa mudanza en sus vidas. lY que les ofrecfa la Isla? Frustraciones y pobrezll. Al panorama nada prometedor ya delineado, se sumaban la inevitables inconveniencias de la adaptaci6n a un medio virgen, con clima, vegetaci6n, en fin, ambiente fisico distinto, en el que se les castigaba peri6dicamente con inesperados y desvastadores huracanes. En total, una siriiaci6n que entrafiaba un radical cambio en el mo49 de vida y cuya t6nica habrfa irremediablemente de ser la voluntad, heroica de sobrevivir. En tal estado de cosas,.llegan las '·'nuevas del Peru" prometedoras de la realizaci6n de un ailhelo que ere.Ian perdido: un facil e inmediato enriquecimiento. · lCuales eran aquellos "nuevas;' inquietantes? N~evas sobre ex6tic~ civilizaciones increfblemente ricas en metales preciosos. Si hojeamos las paginas del In,ca Garcilaso de la Vega o de Cieza de Le6n, dos clasicos cronistas del Peru,

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Figura entre los soldados que participaron en la conquista del Peru y creemos fue uno de los acompanantes de Hernando Pizarro en su viaje a ·Espana en 15 3 3 para dar cuenta al Emperador de la conquista de aquel pais. Eso explica la presencia de Mejia en Puerto Rico. Recuerdese que Hernando Pizarro se detuvo en aquel viaje en .la Espanola y desde alli envi6 emisarios a Puerto Rico para comprar esclavos y caballos. Sin duda, Mejia fue uno de ellos. S. Brau, La Colonizaci6n de Puerto Rico, San Juan, Puerto Rico, Tip. Cantero Fernandez y Co., 1930, p. 408-411.


podremos apreciar el caraci:er seductor de aquellas notidas sobre Ia deslumbrante riqueza del imperio de los incas. Recordemos que Garcilaso refiere c6mo las paredes del templo del sol en Cuzco "estaban cubierr-as de arriba abajo de planchas y tablones de oro"; asf tambien las puertas y la cornisa que coronaba el templo por fuera. Sohre "sillas de oro" descansaban los cuerpos embalsamados de los reyes. "Guarneddo de oro" estaba el aposento del relampago; de plata, el de la luna y las estrellas. Igual deslumbrante riqueza hallas.e en el templo del sol en la isla Titicaca ubicada en el Jago del mismo nombre. La cantidad de oro y plata alli amontonada por via de ofrendas era tal, que _podrfa levantarse "otro templo desde los fundamentos hast~ la cumbre sin mezcla de otro material." Extraordinaria tambien es la ornamentacion de las "casas reales" del Inca. En ellas se "contrahada de oro y plata cuanto· habia ... ", "arboles hermosos'', "flores y plantas", "animales chicos y grandes", "pajaros de todas suertes, unos puestos por los arboles, como que cantaban; otros como que estaban volando y chupando ia miel de las Hores ... " "No puedo decir tanto que no quede corto en querer engrandescer la riqueza que los incas tenian en estos sus palacios reales", comenta Cieza de Le6n a prop6sito de estos trabajos de argenteria. Posiblemente fueron noticias de este tenor las que llegaron a los avidos oidos de los empobreddos y defraudados colonos islefios y que los pusieron "muy alzados ... por se ir al Peru." Fue, pues, el "Dios me lleve al Peru" la pincelada final al cuadro de circunstancias· adversas que predpitaba la colonizacion de la isla a un irre;ffiediable desastre. El Cabildo de la Capital presidido por el Gobernador Lando, y a propuesta del Obispo Alonso Manso, toma el 4 de frebrero de 1534 un remedio radical: la suspension ' temporal de las deudas.· Libres asi los vecinos de la amenazi apremiant'e de ejecuciones y encarcelamientos, se sosegarian y desistirian de ausentarse de la Isla. Para decidir sobre tan trascendental medida, el Cabildo consulto el parecer de los oficiales reales y tambien el de veinte vecinos a quienes se les sometio, a fines de enero y primeros dias de febrero de 1534, a un interrogatorio. Constaba este- de catorce preguntas en las que se pretendia _abarcar todos los puntos causantes del estado de crisis ~n que se hallaba la Isla. De las dichas catorce preguntas, cuatro de ellas, de la septima a la decima, abordaban el problema de la inminente despobladon y la ocho y la nueve, en particular, el grave punto del exodo al Peru. Rezaba asi la pregunta octava: " ... si saben que, desde dos meses a esta parte, que ahora de pre.sente podra haber diez dias poco mas 0 menos, ha venido a esta ciudad nueva en que en las partes del Peru,. hay muy gran riqueza, diciendo que hay tinajas y ollas y otras cosas de oro, y los cristianos, que en aquellas partes estan, les ha cabido, de parte de cierta entrada que hicieron, a mas de quince mil pesos de oro." La noventa deda: ' nuevas y por causa " ... si saben que por raz6n de las dichas de estar todos tan adeudados y entrapazados, ha habido tan grande alboroto y levantamiento en los animos de k>s es-

pafioles ... que todos ban andado y andan levantados diden· do que se quieren ir al dicho Peru; y de esta causa que se ban intimado a ir muchos huyendo en barcos; y otros no parecen, que se creen que son idos ... " Los testimonios de los veinte vecinos llamados a contestar el interrogatorio traen algunos detalles no carentes de significadon. Por ejemplo, para los que tanto se preo. cupan hoy por el problema de la alfabetizad6n, ha de interesa~ el dato que s6Io LUatro de aquellos veinte c9lonos, no sabian escribir. y por derto, uno de estos ultimos, Juan de Almod6var, tenia una estancia en la ribera de Luisa [Loiza} de donde tres ·esp~fiole~ ie hunaron un barco para huir de la Isla. Otra nota interesante de los referidos testimonios es la del tempranp arraigo de la poblacion. Die2 de los mencionados testigos &an residido veinte afios, 0 mas, en la Isla; seis han vivido veinte afios; tres, veintitres y uno, veinticinco; este ultimo lleg6 en 1509, afio de la fundaci6n jurfdica de Caparra. De estos diez veeinos mas antiguos, solo uno supo escribir. Entre los diez restantes, el que menos tiempo lleva e~ la Isla es Juan de Vargas, con ocho afios de residencia. Le sigue en turno, en cuanto a fecha de arribo, el medico, Licdo. Diego de Formicedo, quien llego en 1525. Entre los demas, la permanenda mas corta es de catorce afios y la maxima de dieciocho. De modo que por el arraigo mas antiguo de estos vednos merece Credito SU testimonio respeCtO a Jos graves probJemas planteados y a Ia solucion perentoria ofrecida: la suspension de las deudas. . Todos los testigos, sin excepdon, estan de acuerdo en que la suspension de las deudas es la Wiica forma de salvar la tierra que "esta el dia de hoy en perdidon" y lograr que los vecinos "sosieguen, asienten y reposen." Uno de ellos, D~ego Sanchez, con dieciseis afios de residencia, aclara que "aunque le viene dafio" cree que la suspensi6n de deudas es in~ispensable. Buen indicio de la falta de ~siego imperante en la Isla la hallamos en las declaradones de los testigos. Por cierto, hay una frase que aparece con caracter recurrente: "estan todos solevantados para se ir al dicho Peru". Juan de Mesa, por ejemplb, que lleva veintitres ifios en la Isla, confiesa que si "no estuviera enfermo se· fuera al dicho Peru." En iguales circunstancias se halla Diego Sanchez con dieciseis afios de vecindad· en la Isla y quien se iria "si no estuviese enfermo y,- no fuese casado .. ~" Hernando de Lepe, mercader, qi.lien alega que se le ban ido muchos deudores, es otro de los testigos; tiene veinte afios de residencia. Sabe de las n~evas del Peru por "un Francisco Mejia", personaje del que antes nos hemos ocupado y al que men- ' donan casi todos los testigos. Confiesa que "esta sctlevantadoA para se ir con s~ mujer." (Dato curioso: el nombre "de su esposa es Juana Diaz. tDeberemos acaso a ella el que sobreviva dicho nombre en la toponimica puertorriquefia?) Ni Lepe, ni su mujer, abab.donan la Isla; por· el contrario, el desempefia dramatico papel en la vida dvica y econf>rnica de la quinta decada del · Diedseis. Diego Gonzalez, comerdante, testifica- que lleva veinte afios de 17


residencia y, que entre los que ban bu!do del pals figuran sus deudores, que le ban llevado ochocientos pesos de oro. No oculta que lo referido sobre el Peru por "un Francisco Mejia" "le ha puesto alteraci6n para irse, aunque es casado y tiene bijos ... " Mateo Rodriguez, con veintitres afios de residencia, declara que aunque "es casado esta solevantado .. ; segiln las grandes nuevas qtie ha oido." Y si les concediesen iicencia, Rodrigo Bravo, con veinte afios de residencia, y Juan Gonzalez Fuentes con diecisiete, se idan, aun siendo casasdos. En l>arecidos terminos se expresa tambien el ya mentado Juan de Vargas. A estos extremos hab£an llevado las seductoras nuevas del Peru a los primitivos pobladores islefios, Por eso andaban "alterados", "alzados", "solevantados",. . . Y no falta entre los testigos quien advierta, como lo hace Garda de Villadiego, que "la justicia no sera bastante" para detener el 6codo. Gonzalo de Santolalla, otro de los antiguos ·vecinos cuyo apellido sobrevive tambien en nuestra topon£mica, advierte que "si no se da algiln remedio. . . muchos se iran • : • y se despoblara parte de la Isla." La emigraci6n persisti6 despues del momento cdtico de . 1534. Le foe favorable el que la Metr6poli emitiera 6rdenes autorizando a los vecinos a ausentarse y reprobara, de otra pane, las practicas brutales utilizadas por el Gobernador Lando para impedir el exodo. • Las autoridades islefias, civiles y eclesiasticas, advierten de continuo a la Metr6poli del grave riesgo de que se pierda la Isla, si no cesa el frenesi emigratorio. Muy expresivamente lo comunica el Obispo Bastidas al Emperador en carta de 25 de julio de 1546 en la que describe as-{ la situaci6n: "Aquella isla de San Juan parece estar en con~telaci6n de ser ·inquietos los moradores de ella. Se disminuye con los nuevos descubrimientos especialmente la Villa de San German .•. " En ese mismo afio el Cabildo de San Juan explica a S.M. que "muchos vecinos se ban ido ... y otros estan en voluntad de irse ... " a pesar de "que con buenas razones procuramos de los detener ... " Todavfa en 1569 el Gobernador Bahamonde de 'Lugo toma medidas para impedir que los vecinos se ausenten furtivamente.

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Recuerdese que recurri6 a hacer heridas en las plantas de los pies a quienes eran sorprendidos en el intento de abandonar la Isla. Cfr. Brau, op. cit., '411. · '

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Promediada la Centuria, el exodo _parece haber perdido su incontenible impulso original. El beroico tes6n de un pufiado de vecinos mantuvo, contra toda adversidad, los nacientes nucleos colonizadores: Sin embargo, la poblaci6n foe siempre exigua a lo largo del Dieciseis. A solicitud de aquel grupo de vecinos, la Metr6poli ensay6 varias medidas para sosegar la tierra. Se inici6 la construcci6n de defensas: la primitiva estructura de Fortaleza qued6 terminada en la cuarta decada del Dieciseis y a principios de la siguiente, la del M9rro. Se llevaron a cabo, en 1534, expediciones punitivas contra los indios de Barlovento;. sus ataques cesan; hasta 1565 no se tiene noticia de un nuevo asalto. Se ensay6 el fomento de la poblaci6n; en 1536, Juan de Castellanos, pr~ador de la ciudad, introduce cincuenta labradores solteros y algunas familias. Se concedieron algun~ mercedes para facilitar la entrada de esclavos. El fomento de la industria azucarera foe objeto de particular atenci6n, concedien~o la Corona prestamos para el establecimiento de ingenios. . Todas estas iniciativas contribuyeron de alguna manera al alivio de las graves tensiones que generaron la crisis. de 1534. Sin embargo, la de mayor trascendencia foe la que impuls6 la industria azucarera, ya que de este modo se provey6 otra foente econ6mica sustitutiva de la ya arruinada industria del oro. No cabe duda que la situaci6n mejor6 pues el 4 de marzo de 1549 el Cabildo de San Juan remite a Carlos V la siguiente comunicaci6n: "...certificamos a vuestra. Majestad, que mediante el favor, que vuestra Majestad ha mandado hacer para estos ingenios, esta Isla se ha sostenido a no se despoblar; y de cada dfa con se ir la granjeda acrecentitidose, va su poblaci6n aume~tando, porque el oro a mas andar va faltando." ·Treinta y tres afios despues, los cronistas Juan T. Ponce de Le6n y Antonia de Santa Clara, autores ·de la llamada "Memoria Melgarejo", repiten conceptos p~recidos en el capfrulo 33 de dicho documento. Arguyen que de acabarse los negros " ...cesara esta grangeda [la del azilcar] que es la que el dfa de hoy [1582} sustenta toda la isla y a causa de ella no esta despoblada de todo punto'." Fue de este modo como se conjur6 la grave crisis ocasionada por el exodo al Peril, que amenaz6 con extinguir fos primeros nucleos de colonizaci6n cristiana en nuestra Isla.

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' Reflexiones sohre la industrializacion en Puerto Rico EUGENIO FERNANDEZ MENDEZ

I BIEN LA CONSIDERACION TBORICA DEL PROBLEMA DE

S la industrializaci6n es imprescindible, para que esta se actualice es necesario traducirla en politica practica y en acci6n legal. Puesto que el desarrollo planificado de toda sociedad moderna involucra la practica de la contabilidad social, normal sera llevar al mismo tiempo cuenta de los costos sociales y culturales de la transformaci6n. Nuestro trabajo puede convertirse en una ordalia sin sentido, si no hacemos nosotros las preguntas de rigor sobre su mejora posible, obligandonos a cambiar de rumbo en el momento oportuno para mejorar el rendimiento. • El estudio del desarrollo econ6mico de "palses atrasados" es no solo un problema hist6rico, sino al mismo tiempo antropol6gico, sociol6gico y poHtico. Los palses industrial¡ mente desarrollados en una ocasi6n fueron "palses atrasados". {Que puede ensefiar la experiencia de estos a los "pa.ises atrasados" de hoy? {Hasta que punto la historia pasada del desarrollo econ6mico de los modernos pa.ises industriales, altamente desarrollados, puede servir de modelo a la situaci6n y proceso de desarrollo de los "pa.ises atrasados?" lHasta que punto la situaci6n y proceso de las llamadas "sociedades atrasadas" es inconmensurable? Es legitima la pregunta que el hombre hace hoy en las areas atrasadas del mundo que sufren cambios rapidos~ llndustrializaci6n para que? La contestaci6n debe ser dada: industrializaci6n para la vida buena. En la situaci6n de la sociedad moderna, la maquina ofrece transformar radicalmente la vida del hombre. Pero el problema que se plantea para los mas es este: el dominio del hombre por la maquina, 0 el dominio de la maquina por el hombre. lQue se desea en Puerto Rico al empiender la industrializad6n? Fundamentalmente, la idustrializad6n tiene por meta el alcanzar para el mayor nfunero: un. nivel de vida mas decoroso, mejor salud, mejor educad6n, legisiaci6n obrera moderna y sistemas de seguro social, mejoras en la vivienda, salud mental y satisfacd6n espiritual. En la practica, no podemos separar las condiciones tecnicas, es dedr econ6micas de la industrializad6n, de las realidades humanas subyacentes: es decir, los valores materiales de los .. valo-

res humanos. La industrializaci6n es ante todo producci6n mecanizada en gran escala, combinada en el sistema moderno de factor.las. Significa, como proceso hist6rico, un cambio cualitativo en la econom.ia: la transformaci6n de una poblaci6n que deriva las con4iciones materiales de su existenda de la agricultura, en uiia poblaci6n que depende para su existenda de la producd6n fabril. Para un estudio acertado ¡ de la direcci6n del cambio de la moderna sociedad, ningU.n factor de la situad6n cultural es de mayor alcance y significaci6n, que el del impacto de la fabrica y sus efectos sobre la comunidad. La armaz6n basica de la civilizad6n moderna es el sistema idustrial y la fuerza impulsora de todo este imponente edificio es la empresa de negocios. Las fuerzas que dominan la cultura industrial moderna son: la producd6n en gran escala y la inversi6n de capital con el fin de obtener una ganancia. La presencia y dominio de la maquina en las tareas productivas es el hecho nuevo y determinante de la presen_te situaci6n de las sociedades industriales. El hombre de negocios, particularmente el hombre de negocios de amplia discreci6n y autoridad, se ha convertido en la clase gobernante de la industria, porque al controlar las fabricas y procesos, sienta el ritmo del desarrollo y movimiento de toda la sodedad. Para Puerto Rico, la industrializad6n' de las ultimas decadas, ha significado, la importaci6n de industrias, es decir, de fabricas. Esto significa en un sentido real, la importad6n de capital, que acarrea en nuestro caso ei consiguiente y ya conoddo fen6meno del ausentismo. A su vez, la industrializad6n, en tanto que va unida en Puerto Rico, a la la importad6n d~ capital norteamericano; tiende.a significar por su efecto: americanizaci6n creciente. La dvilizad6n industrial arrasa a su paso lo aut6ctono, lo original, lo que se ha llamado .con intenci6n romantica "el color local". El consumidor promedio en nuestro mundo industrial, adorna su casa, su mesa y su persona con art.iculos produddos en masa, para una sociedad de masas. Esto es as.i invariablemente porque las maquinas y la industria economi~an operaciones y reducen costos, cuando la pro-


· . ducci6n se hace en serie y con un mismo molde. La interdependencia del sistema industrial tambi~n exige la uniformidad de requisiciones, lo que opera en el mismo sentido, de imponer unifortcldad al proceso y al producto industrial. La industria moderna, tiene poco uso para lo que no puede ser sometido a una norma, la norma de la producci6n en serie. El lujo no obstante, que depende de su exclusividad como creaci6n para adquirir valor de distinci6n, necesita de la labor del artista o el artesano, que queda al servicio de las Wiicas clases que pueden pagar sus servicios: las clases patronales y profesionales. Al crearse el fen6meno del Ueno en las ciudades, fen6meno tfpicamente indu.strial y urbano, el industrialismo crea una sociedad de masas. El problema basico para todos nosotros, es: lQue cultura deseamos para nosotros mismos y para las grandes masas de nuestra poblaci6n? En los espectaculos publicos y diversiones, la vida de una ciudad industrial moderna impone un cierto ritmo y regularidad, al que estan obligados a adaptarse los que quieran disfrutar de ellos. Incluso el nivel mental a que operan estas diversiones esta condicionado por la demanda del hombre promedio. Al compas del crecimiento de la sociedad industrial, crecen y se desarrollan industrias parasfricas tales como las agendas de propaganda comercial y anuncio, las cuales tiene por unico objetivo promover las ventas sin importarles la calidad o beneficio publico que importan los productos manufacturados. Tambien las modernas comunidades industriales muestran un grado impresionante de uniformidades motivadas por la presencia de medidas de tiempo, de peso y de volumen comunes. Las exigencias de productos en serie que impone el mercado de articulos manufacturados, crea uniformidad en la vida del hombre moderno. Por otra parte el proceso de una sociedad industrial aumenta el grado de inter-dependencia de las distintas actividades productivas, pues ninguno de los procesos tomados aisladamente se basta a si mismo. El productor de materia prima depende del agente de transpor.te, este del industrial y este a SU vez de Otros industriales, obreros, agenteS de transporte, distribuidores y consumidores. De ahf, que la complicaci6n de las comunicaciones y los transportes sea una parte tan fundamental y basica del proceso industrial. Mas aun, en el proceso de la mecanizaci6n de la producci6n, la ingenieria mecanica, qu.imica y electrica, as.i como la contabilidad y el estudio econ6mico del mercado, tienen un papel de primordial.isima importancia, porque la produccwn ha sido racionalizada y su ideal es someterla al control matematico. Entre los factores de primordial.isima importancia operantes en el proceso de nuestro desarrollo economico debemos contar, primero, l~ importacion de: capital, y segundo, . la acumulacion local de capitales en forma de ahorros, capaz de servir como un fondo de inversion para las nuev.as industrias. Los factores que determinan la tasa de ahorros y la inversion de los ingresos, son factores socio-culcurales principalmente y una educacion bien dirigida tendra su

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efecto favorable. Como demuestra la experiencia de Puerto Rico, el costo de transportacion de las materias primas no es el Wiico factor que debemos considerar en la localizaci6n de industrias. El embarque del producto terminado a su mercado, tambien es una consideraci6n importante. Y esto es particularmente cierto en el caso de industrias livianas. Por razones de costos de embalaje y embarque, as.i como por razones del costo del trabajo, muchas industrias de productos manufacturados , de consumo directo, prefieren establecerse cerca de sus mercados de consumo. Debemos notar ·con buena previsi6n, que la industrializaci6n y la urbanizaci6n rapida que es SU secuela, pueden significar un aumento en problemas de higiene f.isica y mental, un aumento de la criminalidad, y otras formas de conflicto, incluyendo el problema del anonimato o desarraigo ~cio-cuJtu.ral; y puesto que la sociedad industrial esta aqu.i para quedarse, podemos asegurar que las masas, con todos sus problemas, estan aqu.i para quedarse. Los cambios que se producen en · una sociedad que cambia rapidamente, como la nuestra, exigen el montaje simultaneo de nuevos servicios sociales, nuevas obras publicas y una notable ampliaci6n del aparato administrativo.. El crecimiento de las modernas ciudades no puede dejarse al azar, ni a la impro;visaci6n. La economia de recursos y la eficiencia de la organizaci6n ban de tomarse en cuenta, incluso hasta el punco de ofrecer la mayor atenci6n a la organizaci6n racional y costo de los transportes publicos. El desarrollo economico rapido, puede esperarse, vendra acompafiado de fen6menos de desorganizacion social y mas aWi en Puerto Rico, donde estamos ciertamente distances de la abolici6n de la pobreza, los accidentes industriales y las enfermedades. Mucho nos falta aun para proveer la seguridad minima necesaria a nuestros nifios y nuestros ancianos. Sin la existencia de ciudades modernas, la agricultura moderna no seria lo que es, o mas bien en nuestro caso, lo quc puede ser, puesto que depende de los mercados urbanos para disponer de la cada vez mas eficiente producci6n de la tierra. A su vez la poblaci6n rural depende de la ciudad para la compra de sus rieces~dades: ropa, alimentos, maquinas y art.iculos manufactureros. Si se ha de mantener •in cierto nivel de vida, cl aumento poblacional debe ir acompafiado de un crecimiento en la vida de ciudades, pero debe evitiuse el crecimiento desmedido de un solo centro industrial. Y pasemos ahora a otro asunto. El comienzo de la reflexion sabre el problema de Ios valores apenas si ha comenzado, para· nosotros los puertoiriquefios. La gran mayoria de nosotros pr~fiere pensar en los problemas inmcdiatos y tenemos una radical desconfianza del que ausculta mas hondo. El vertigo de la accion, por la accion misma amenaza esterilizar nuestro esfuerzo colectivo. Las fuentes de nuestros valores se tornan ~steriles por carecer nosotros de una filosof.ia. Vivimos en un mundo cuyas experiencias

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poddan ser incomparablemente ricas; pero una gran proporci6n de los valores estimables se nos . p~erden por no saber nosotros lo que la experiencia significa. El campo de la ·vida de una sociedad industrial en que es mas aterradora nuestra ignorancia es aquel que trata de las inter-relaciones, organizaci6n, y,_ fµncionamiento de los grupos. Los grupos, las comunidades humanas, estan ah!, dadas por la historia y las circqnstan~ias. Son un hecho objetivo, pero su acci6n, su destino se encauza tan solo cuando una minoda los dirige y los expresa. Si la. civilizaci6n industrial ha de responder creadoramente a las exigencias de. la naturaleza hu.mana, el cultivo de las potencialidades esteticas, recreativas, y morales de la personalidaCl ha de marchar al mismo compu .que el perfeccionamiento mecanico de la maquina. La cultura de nuestra sociedad de masas convierce al ser hu.mano en un recipiendario pasivo de las cosas: frente a la televisi6n, el cine, 0 la mwica de discos, no es posible adoptar otra actitud, e igual ocurre en los deportes. Incluso el ritmo de la vida y la competencia de las ocupaciones mas anodinas limitan el deseo del hombre promedio de leer y escribir, tareas ambas que desarrollan el pensamiento· reflexivo. La prensa por lo comUn. se limita a informar o a anunciar y pocas veces educa. Todos · estos fen6menos operando conjuntamente, conducen, ello no es difkil de suponer, a la regimentaci6n de la vida. Toda comunidad hu.mana necesita, aparte de un saber tecnico y programas de acd6n en las disciplinas tecnicas, actividades capaces de satisfacer emocionalmente al hombre. Es decir, aquellas actividades que proveen al hombre ese sentimiento de comunidad espiritual, que es tan necesario a su naturaleza gregaria. En una situaci6n como la presente, en una sociedad como la nuestra, en Puerto Rico: c:Que medidas legislativas sedan deseables? Aquellas que ayudan a enriquecer la vida de las masas de la poblaci6n y a elevar sus nivefo~ de satisfacci6n espiritual. Estas son, entre otras, parques publicos, galedas de arte, museos, salas de concierto, bibliotecas, teatro, etc. La cultura hu.mana depende para su perpetuaci6n y ttansmisi6n del registro permanente: el edificio, el libro, el

monumento, la pintura, la obra musical, etc. son objetivaciones de la culrura, o lo que es igual, del esplritu hu.mano. Si el hombre de nuestro tiempo ha de vivir con miras mas altas que 111: nuda necesidad biol6gica, esto _querra decir, que en todo. momenta le interesara conservar con esmero . los valores adquiridos. · Si queremos ensanchar el horizonte intelectua_l de nuesttas j6venes generaciones debemos hacer lo posible por educar gente joven en materias tecnicas fuera de los Estados Unidos, de tal manera que no topemos la falla de la limitaci6n de un solo modelo. Alemania, Francia, Italia, .Inglaterra y ailn Espana, en Europa; Mexico, Argentina, Uruguay y Brasil en America, pueden servir para robustecer nuestro caudal de experiencias. Creo que la poHtica de becas ·de nuestro gobierno, cono· · cida como "blank check policy", es de gran significaci6n, y alcance, en tanto que ofrece igualdad de oportunidades a quienes tienen capacidad y aspiraci6n. Esta poHtica debe ser extendida liberalmente a todos los campos legftimos de actividad ciendfica, ardstica e intelectual. Si queremos educar en nuestra sociedad, tenemos primero que contestar una pregunta. Educaci6n (para que? lBasta acaso con ensefiar a leer, escribir, y proveer acaso al estudiante con rudime~tos de aritmetica, gramatica y ret6dca? c:Es est<? educar? lNo es necesario acaso preguntarnos, en que mundo vivimos? Precisa conocemos a nosottos mismos: preguntar, por ejemplo lque aspectos de la cultura puertorriquefia son irreconciliables con las exigencias del mundo industrial moderno? Por de pronto, yo diria, el alto nivel de fertilidad, la iliteracia, el bajo nivel de aspiraci6n del campesino convertido en obrero; la falta de habitos racionales de disciplirul y de trabajo, -entte ottos muchos factores que falta precisar. El facilitar los medias disponibles del lnstituto de Cultura, para otorgar becas a pinto~es, escultores, arquitectos, actores, historiadores, escritores y mwicos, puede servir para crear en Puerto Rico una generaci6n de hombres cuyos talentos ofrezcan al pals un maxima rendimiento en es~"<: campos tan descuidados.

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Las Antillas, trampolin de .Ia conquista 'c ontinental }OSB

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CONTINBNTB

AMERICANO

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fue dirccta, desde Espaiia, sino indirecta, desde las Grandes Antillas, principalmente Santo Domingo y Cuba, en las que los espanoles se encontraban ya bien asentados cuando acometieron las primeras penetraciones conti- 路 nentales. Constituyeron, pues, las Antillas el trampoHn desde el cual brinc6 Espana a la tierra firme. Consecuencias imponandsimas de esta circunstancia fueron que la hueste de la conquista continental se form6 en las islas, con hombres y medios insulii:res; que el continente hered6 los grandes problemas de la conquista y la colonizacion antillana, y, en fin, que las relaciones iniciales de comercio y mando de las primeras colonias continencales se trabaron con las Ancillas y no con la Metr6poli. La hueste se formo en las islas. Ello quiere decir que los conquistadores de la tierra firme no fueron-por lo general, se enciende-- propiamente hispanos, sino hispano-antillanos, esto es, unos hombres que habian recibido fuene impacto del medio americano-insular, y por consiguience, tenfap que sentirse ya bastante distintos de los cspanoles peninsulares. Tai hecho tuvo suma trascendencia. Piensese, s6lo, en la que entran6 la circunstancia de haber sido emprendida la conquista continental por un grupo de hombres aclimatados, en ~l mas amplio sencido de esta palabra. jQue diferencia entre la expedicion de Pedrarias, organizada en Espana para "la c9nquista del Darien, que se disolvi6 casi por. completo al mero contacto con el medio hostil, y la de Cortes, que resisti6 tantos cambios de clima y sali6 airosa de tan路 dif.iciles pruebas! Y no se pierda de vista, tampcx:o, la importancia que para dicha conquista tendria la experiencia en el trato de pueblos p~imitivos ya adquirida 路 por los espanoles de Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico. IA Nueva Espana recibio Jos problemas de la conquista Y. la colonizacion antillana. En los 6rdenes economico y social, sobre todo, tuvo gran alcance esta secuela del salto dado por Espana al continence apoyandose en el tramwlin isleno: las cuestiones primordiales del tratamiento de los indios y del trabajo que estos debian suministrar a los espanoles, dos cuestiones intimamente enlazadas, pasaron

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MIRANDA

de las Antillas a la Tierra Firme con una trama real y legal muy elaborada. . La cuesti6n del tratamiento de los indios, al ser transmitida al continente, estaba planteada asi: Por lo que atane a los indigenas, la Corona espanola justificaba la conquista en su conversion a la fe cristiana y en su incorporaci6n a. una comunidad mas humana y perfecta que las de ellos. Pues bien, esta redenci6n religiosa, moral y civil, para ser efectiva, tenfa que manifestarse en un mejoramiento de trato: en un trato mejor -mas humano y justo- que el dado a los natrirales por sus antiguos gobernantes. Comprendiendolo asi, los monarcas espanoles procuraron adoptarlo como norma y no dejaron de marcar la diferencia entre la arbitrariedad de los regimenes aborfgenes y la paternal y recta conducta de la corona hispana. Pero la cuesti6n del tratamiento de los indios, ademas de a estos, afectaba de manera fundamental a los pobladores espanoles. A todos ellos, y a los encomenderos muy panicularmente, les convenia obtener el maximo rendimiento econ6mico del indigena y la completa sumisi6n de el a su persona. Y esto fue manantid inextinguible de malos tratamientos. lntereses tan opuestos -los de los indios y los de aquellos que se beneficiaban con su trabajo--d1ficilmente podian _ser conciliados o cohonestados. Toda medida favorable a unos tenia que perjudicar a los otros. La monarqufa intent6 mediar, como poder imparcial y super.for, entre ambas partes, y procur6 ponerse del lado de la mas debil, a la que brind6 protecci6n. Pero tambien se vi6 obligada a hacer algtinas concesiones a la parte que mayor caudal vertfa -en las ar.cas publicas. Estas concesiones neutralizaron mucho la 路polftica humanitaria de la Corona, cuyas prescripciones en favor de los indios fueron derogadas en ocasiones o s6lo aplicadas a medias ante la decidida oposicion de los colonos islenos. En las Antillas, aparecen los dos mecanismos arbitrados por los soberanos espanoles para el amparo de los indios: el regimen de tutela -<OD el que Se proponfan subvenir a la falta de capaddad de estos- y la legislaci6n protectora especial -<on la que se proponfan extinguir o cortar los


abusos detetminados por la inferioridad social de los naturales. Del regimen· de tutela fue pieza principal la encomienda, instituci6n que termin6 por imponetse en las islas despues de haberse probado otra, la de la curaduda especial por clerigos o petsonas que no tuviesen como beneficio el trabajo de los abodgenes. Pero la encomienda no debi6 su origen al prop6sito de amparar a los naturales, sino al de procurar mano de obra a los colonos. En efecto, la encomienda es el desarrollo de los repartimientos que Crist6bal Col6n inici6 para proporcionar operarios a los espafioles. Como estos no consegufan trabajadores y a causa de ello escaseaban los mantenimientos, Col6n reparti6 indios para que les labraran las heredades. PetQ' el Almirante no se conform6 con esto, y despues permiti6 que los indigenas repartidos fuesen utilizados tambien en la explotaci6n de las minas. Enterada la Corona, mostr6se reacia a admitir los repartimientos; sin embargo, acabaria por ceder cuando el oro extraido de America pes6 mucho en la balanza politica, y concedi6 al gobernador Ovando la facultad de repartir indios a los espanoles, tanto para el trabajo agdcola como para el minero. El auge de la explotaci6n aurffera y la codicia de algunos funcionarios, convirtieron el repartimiento en sistema general de prestaci6n de servicios por los indfgenas. Contra tal sistema, que tenia tantos portillos abiertos al abuso, alzaron pronto la voz los padres dominicos, quienes lograron Damar la atenci6n del rey con sus continuos y pateticos repiques. Consecuencia de la reacci6n real fue la promulgaci6n de las llamadas !eyes de Burgos, en las cuales se trataba de reducir los repartimientos a limites mas humanos, asignando a los beneficiarios obligaciones matetiales y espirituales respecto de los naturales y regulando el trabajo de estos. Las !eyes de Burgos cambiaron la naturaleza del repartimiento al darle un nuevo sentido: el sentido tutelar que se manifiesta en la contrapartida de deberes de mejoramiento y protecci6n impuestos a los espafioles que gozaban del derecho al trabajo de grupos indfgenas. Qued6 constituida as£ la verdadera encomienda americana, la instituci6n en que se tratan de resolver dos problemas, el de la mano de obra para Ios espafioles y el de la tutela para los indios: proporcionando trabajo a los primeros, debia procurar el mejoramiento moral y material de los segundos y con estos rasgos pasaria la encomienda al continente americano. El problema de la mano de obra fue resuelto tambien en las Antillas mediante la esclavitud indigena. La introdujo Col6n, vi6la con malos ojos la reina Isabel, y despues de la muerte de esta, SU regio consorte, Fernando I, permiti6

que cobrara gran auge, a fin de que no carecieran de conscriptos las legiones de trabajadores que sin cesar engullia la explotaci6n minera. Sin embargo, ante tan terrible realidad como fue la npida extinci6n de los indfgenas, y ante el humanitario clamor de los religiosos, el soberano aragones cerr6 algo la mano, y s6lo consinti6 que fuesen hechos esclavos los indios apresados en guerra justa y, con licencia del monarca, los rescatados o adquiridos de los indios a quienes perteneclan en concepto de tales, es decir, de esclavos. Y en esta situaci6n se hallaba la escla: vitud cuando fue transmitida a las colonias continentales.

Los nexos iniciales dt1 comHcio 1 mando s• 1r11b11ron con las Anti/las 1 no con Bspaiia; Casi todo lo que en un comienzo se trajo a la Tierra Firme para el fomento de las colonias: el ganado, las plantas, las hetramientas, etc., de las Antillas procedi6; y a ellas fue tambien a parar la mayor parte de lo que al principio exportaron 10s colonos de Panama, Mexico, ... : el oro de minas y los esclavos; bien sabido es que los siervos extraidos en crecido nu.mero del Panuco por Nuno de Guzman fueron enviados en su mayoda 'a las islas, para trocarlos por ganado, que escaseaba et aquella regi6n. Y, por otra parte, a rafz de la conquista, grandes zonas continentales, entre ellas ~ dilatada Nueva Espana, dependieron de la Audiencia de Santo Domingo, teniendo a causa de ello mas relaciones gubernamentales coQ esta isla que con la Metr6poli. Resulta, por consiguiente, de lo dicho que si bien el suelo firme de America fue conquistado por Espafia, la Peninsula misma tuvo poqufsima intervenci6n en ese salto de los espafioles al Continente, pues dieronlo estos desde un trampoHn insular cercano, en el que llevaban bastante tiempo establecidos; y por tal circunstancia, lo hispanoantillano -la primera manifestaci6n de lo hispano-americano- domin6 en la conquista continental y en los primeros afios que la siguieron: espafioles antillani:tados, prQblemas antillanos, productos islefios, ete., etc., fue '1an6. malamente" lo primero que la tierra fir~e americana recibi6 de Espafia. Poco. se ha meditado y escrito sobre las numerosas consecuendas que esto ha tenido en la vida de ciertos pafses continentales, como Mexico, por ejemplo. Y sin embargo, todavia nuestro idJoma, el casteJlano que se habla en el antipo Anahuac, conserva la impronta antillana, esmiltanlo muchos de los vocablos islenos introducidos por los conquistadores: mafz, cacique, canoa, tabaco, tibur6n, ha- · maca, bohfo, papagayo, guacamaya, yugo .•• ; je incluso palabras tenidas por mexican{simas, como maguey, iguana, mamey, tuna y jagiiey, nos dan la sorpresa de ser antillanas!


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RENE MARQUES. Dramaturgo, cuentista y poeta, naci6 en Arecibo, Puerto Rico. Becado por la Fundaci6n Rockefeller en 1949, realiz6 estudios de arte teatral en la Universidad de Columbia. Ocupa¡ el cargo de Jefe de la Secci6n Editorial de la Division de Educaci6n de la Comunidad en la Secretarfa de lnstrucci6n Publica. En 1944 public6 el poemario "Peregrinaci6n" y en 1955 el libro "Otro dfa nuestro'', colecci6n de cuentos. Entre sus obras dramaticas figuran "El Sol y los McDonald" (1950), "La carreta" ( 195 2), "Palm Sunday" (1956) y la farsa "Juan Bobo y la Dama de Occidente'', tambien de 1956.

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PURIFICACION

San Juan, de Puerto llico 1958

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Cuen to

Purificacion en la ·Calle del Cristo RENE MARQUES

una mazurca con su hermana mayor bajo la mirada fda de papa Burckhardt). Eso· es. Hortensia ya en · San Juan. EJ colegio, attas en el tiempo. Y ella, Emilia, observando el como siempre (las ttes reunidas en la gran sala), las ttes mundo deslumbrante del palacio colonial en esa noche puertas de dos hojas cerradas como siempre sobre el balc6n, memorable, al lado de la figura imponente de la madre. las persianas apenas entteabiertas, la luz del amanecer rom(Mama Eugenia, con su soberbio pone de reina; su cabello piendose en ttes colores ( azul, amarillo, rojo) a ttaves de los cristales alemanes que formaban una rueda ttunca sobre • oscuro y espeso como el vino de MB.laga, sobre el cual tan bien luda la diadema de :mfiros y .brilla.ntes; con su tez cada una de las puertas, o un sol tricolor, ttunco tambien, palida y mate que el sol del tt6pico inutilmente habfa ttacansado de haber visto morir un siglo y nacer otro, de las tado de dorar, porque ya el sol de Andaluda le habfa dado innumerables capas de polvo que la I1uvia arrasttaba luego, , el tine justo; con su ttaje negro de encajes y su enorme y de los afios de salitte depositados sobre los cristales una vez transparentes, y que ahora parecian esmerilados, opo- . ,. peric6n de ebano y seda donde un cisne vioJ.aceo se deslizaba siempre sobre un estanque con olor a jazmm.) Y ella, niendo mayor resistencia a la luz, a todo lo de afuera que Emilia, con sus tten:ms apretadas ( odiosas uenzas), hecha pudiera ser claro, o impuro, o exttafio (hiriente en fin). un ovillo de rubor cuando el alferez espafiol se inclin6 ga-lTe acuerdas? -pregunt6 Ines. Y Emilia asinti6 No era preciso asentir a algo· determinado porque la lante a su ofdo para murmurar: Es usted mJs herniosa que vida toda era un reaierdo, o quizas una serie de recuerdos, su hermana Hortensia. y en cualquiera de ellos podia situarse c6modamente para asentir a la pregunta de Ines, que pudo haber sido formuInes vi6 a Emilia asentir a su pregunta y pe~: No puedes recordar, Emilia. Los m4s fweciosos recuerdos los lada por Hortensia, o por ella misma, y- no precisament~ en el in!ltante de este amanecer sino el dfa anterior o el mes guardo 'JO. · . Porque a su pregunta, tRecuerdas?, supo que Emilia pasado o un afio antes, aunque el recuerdo bien pudiera iria a refugiarse en el recuerdo de siempre. Que no era en remontarse al otto siglo: Esttasburgo, por ejemplo, en verdad 1l;Il recuerdo, sino la sombra d~ un recuerdo porque aquella epoca imprecisa ( impreciso era el orden crono16gico, no el recuerdo ciertamente) en que las tres se prepaEmilia no lo habia vivido. raban en el colegio de senoritas para ser lo que a su rango Emilia: con sus tren:ms apretadas (hermosas uenzas) correspondia en la ciudad de San Juan, adivinando ella e se habia quedado en casa con la vieja Dana. (Emilia, con Ines que seria Hortensia quien habria de deslumbrar en su pequefio pie torcido desde aquella terrible caida del los salones, aunqu~ las ttes aprendieran por igual los pe· caballo en la hacienda de Toa Alta,. obstinada en huir de quefios secretos de vivir graciosamente en un mundo apala gente, a6n en el colegio, siempre apartada de los corros, cible y equilibrado, donde no habrfa cabida para lo que del bullicio; hacienda esfuerzos dolorosos por ocultar su no fuese hello, para las terribles vulgaridades de una humacojera, que no era tan ostensible despues de todo, pero tan nidad que no debfa ( n~ podia) llegar hasta las fragiles hondo heda su orgullo; refugiandose en los libros o en frauleins, protegidas no tanto por los espesos muros del el cuaderno de versos que escribfa a hurtadillas). Y ella, colegio como por la labor complicada de los encajes, y los Ines, no logrando lucir hermosa en el traje de colbr perla tapices, y los lieds de Schubert y la ferrea caballerosidad . que hada resaltar su tipo mediterraneo, porque . tenia el de los mas j6venes oficiales pnisianos. jHortensia! Hormismo color de tez de mama Eugenia, el mism'o cabello tensia en su ttaje de raso azul cuando asisti6 a la primera espeso y oscuro, pero inutilmente porque nada · habia en recepci6n en La Fortaleza (el Gobernador General bailando sus rasgos que hiciese recordar la perfecci6n helena del

L Aunque no era cierto. Alli tambien estaba Hortensia. A CASA ESTA SOLA -

)

DIJO INES. Y EMILIA ASINTI6.

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rostro materno (.era francamente fea: desde pequefia se lo habfa revelado la crueldad del espejo y de la genre) y su fealdad se acentuaba entre estos seres excepcionalmente hermosos: papa Burckhardt, con su apariencia de dios n6rdico, Honensia, mama Eugenia, y a'lln la lisiada Emilia, con su belleza transparente y ritmica, como uno. de sus versos. No debi6 entonces sorprenderle al haber escuchado ( jsin proponerselo, Dios Santo!) las palabras que el joven alferez deslizara al oido de Hortensia: Es usted la mas deslumbrante belleza de. esta recepcion, senorita Hortensia ( fue poco despues de haber bailado Hortensia la mazurca con el Gobernador General). Y en realidad no le sorprendi6. Le doli6, en cambio. No porque ella dejase de reconocer la belleza de su hermana, sino porque las palabras provenian de el. Emilia se levant6 y, cojeando lastimosamente, . fue a pasar con suavidad su pafiolito de encajes por la mejilla izquierda de Hortensia. -Le pusiste demasiados polvos de arroz en este lado--, explic6 al sorprender la mirada inquieta de Ines. Luego volvi6 a sentarse. Las tres permanecieron silenciosas e inm6viles (Emilia e Ines sin apartar los ojos de Hortensia). -(Verdad que esta hermosa?-, pregunt6 Emilia en voz baja. Lo estaba. Amorosamente la habian vestido con sus galas de novia. Bajo la luz del cirio todo lo blanco adquirfa un time amarillento. 0 era quizas el tiempo. El velo se habfa desgarrado. Pero los azahares estaban inractos. Y las manchas del rraje pudieron disimularse gracias a los pliegues babilmente dispuestos por Ines. Ustima que la caja no fuese digna de su contenido: un burdo ataud cedido por Beneficencia Municipal. Emilia suspir6. Esperaba. Pero Ines no parecia tener prisa. Estaba alH, encorvada, con su escaso pelo gris cayendole sobre la frente, el rostro descuartizado por una red implacable de arrugas profundas, terriblemente fea en su callada determinaci6n. Y a Emilia se le ocurri6 pensar que hubiese hecho Ines en el lugar de -Hortensia. Aunque de inmediato se vi6 forzada a rechazar la proposici6n porque nadie pudo haber estado en cl lugar de Hortensia. Hortensia dijo no a la vida. Quienquiera que le hubiese revelado la verdad habfa sido cruel en demasia. (Hubo alguien que en realidad conociese a Hortensia? c!Hubo alguien que previese su reacci6n?) De todos modos lo supo: el rapacillo de la mulata (la mulata que tenia su puesto en un zagiian de la Calle Imperial), el que gateaba entre los manojos de sauco y albahaca y yerbabuena, tenfa azules ojos. Un alferez espafiol puede amar hoy y haberle dado ayer el azul de SUS OjOS al rapacillo de una yerbatera. Hasta la imponente mama Eul?enia di6 SUS razones para excusar el hecho. (Papa Burckhardt no. Papa Burckhardt siempre dej6 que el mundo girara bajo su mirada fria de narui:alista aleman, convertido en hacendado del tr6pico.) Pero Hortensia dijo no, aunque antes habia dicho 28

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sl y aunque los encajes de su traje de novia hubiesen venido de Estrasburgo. Y la casa de la Calle del Cristo Cerro SUS tres puertas sobre el balc6n de azulejos. El tiempo entonces se parri6 en dos: arras qued6se el mundo estable y seguro de la buena vida; y el presente tom6se en el comienzo de un fururo prefiado de desasues, como si el no de Hortensia hubiese sido el filo atroz de un cuchillo que cercenara el tiempo y dejase de escapar por su herida un torbellino espantoso de cosas jamas sofiadas: La armada de un pueblo nuevo y barbaro bombarde6 a San Juan. Y poco despues muri6 mama Eugenia (de anemia pemiciosa seglin el galeno, s61o para que papa Burkhardt frfamente rechazase el diagn6stico porque mama Eugenia habfa ~uer­ to de dolor al ver una bandera extrafia . ocupar en lo alto de La Fortaleza el lugar que siempre ocupara 5u pend6n de oro y gualda). Y cuando el lujoso feretro de caoba desapareci6 por el zaguan, todos tuvieron conciencia de que el mundo habfa perdido su equilibria. Como lo de· mostr6 papa Burckhardt al pisar ya apeoas la casa de la Calle del Cristo. Y pasar semanas enteras en Iii. hacienda de Toa Alta desbocando caballos por las vegas de cafia. Hasta que un dfa su cuerpo de dios n6rdico fue conducido por cuatro peones negros a la casa de los soles truncos sin que pudiera reconocersele en su improvisado sudario de polvo y sangre. y el mundo se hizo aUn mas estrecho, aunque a su estrechez llegaran luego noticias de una gran guerra en la Europa lejana, y cesara entonces la debil co· rrespondencia sostenida con algunos parientes de Esttas· burgo, y con los dos de Malaga. Pero habrfan de transcurrir dos afios mils- para que en San Juan muriera la nana negra, y en Europa Estrasburgo pasara a ~ manos de Francia, y el mundo fuese ya un recinto cerrado al cual s61o tuviese acceso el viejo notario que hablaba de las contribuciones, de crisis, de la urgencia de vender la hacienda de Toa Alta ~ los americanos del Norte. (Y Hortensia pudiese acoge~ siempre la proposici6n con su sonrisa helada: JamJs nuestras tie"as seran de las barbaros.)


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Ines casi se sobresalt6 al ver a Emilia levantarse a ir a pasar su destrozado paiiolito de encajes pot la mejilla de • Hortensia. Le pareci6 pueril la preocupaci6n de Emilia por los polv01 de arroz. Si ella le habia puesto mas polvos en la mejilla izquierda a Hortensia habia sido sencillamente para ocultar la mancha negruzca que desde hada aiios habia aparecido en aquella zona de la piel de su hermana. Nunca hada cosa alguna sin motivo. Nunca. Emilia estaba nerviosa (era obvio que estaba nerviosa) y sin embargo se mostr6 decidida cuando le comunic6 su plan. Habia temido alguna resistencia de pane de su hermana. Pero Emilia habia alzado a ella su mirada color violeta y habfa sonreido al murmurar: SI. PMificaci6n. Sin duda interpretaba el acto de un modo simb6lico. Era una suette. Hada tanto tiempo que Emilia no escribfa versos. En el cofre de sandalo descansaba el manojo de cuartillas amarillentas. (Mama Eugenia siempre sonri6 leyendo los versos de Emilia. Papa Burdchardt no. Porque Emili~ jamas os6 mostrarle SU cuaderno.) A ella, a Ines, le produdan en cambio un extraiio desasosiego. So'Y piedra pequefla entre tus manos de · musgo. Le desconcertaba la ausencia de rima. Y sin embargo senda como el vertigo de un inasible ritmo arrastrandole a un mundo intimo que le produda malestar. Emilia nunca explicaba sus versos. Y ese misterioso estar y no estar en el ambito de un alma ajena le seduda y le angustiaba a la vez. Tu pie implacable hollando mis palabras, tu pie de f auno sobre una palabra: amor. No podia precisarlo, pero habia algo obsceno en todo esto, algo que no era posible relacionar con el violeta palido de los ojos de Emilia, ni con su pie lisiado, ni con su gesto de nifio dmido y asustadizo. 0 quizas lo obsceno era precisamente eso, que fuese Emilia quien escribiese versos as£. Lo peoi habfa sido el tu innombrado, pero siempre presente en las cuanillas amarillentas. SoJ cordero de Pascua para TU espada, Valle del Eco para TU voz. jla angustia de ese tu.•. I ( (Podia ser otro que el?) No tenia prisa. Sabia que Emilia estaba ya impaciente. Pero ella no podla tener prisa. Necesitaba esos minutos para volcarse toda dentro de si misma. Porque habian muchos los aiios de convivencia y miseria; de frases pueriles y largos silencios, de hambre y orgullo y penumbra y vejez. Pero nunca de estar a solas consigo misma. Viviendo Hortensia habfa sido imposible. Pero ahora... El tiempo era como un sol trunco ( azul, amarillo, rojo) proyeaando su esmerilada fatiga sobre la gran sala. Sin embargo, el tiempo habia sido tambien transparente. Lo habfa sido en aquel instante para Hortensia con su bat~ blanca de encajes. Estaba casi de perfil y el rojo de un cristal daba sobre su cabeza produciendo una aureola fantastica de sangre, ( o de fuego quizas) .. Ella la observaba a traves del espejo de la consola. Y dese6 de pronto que la vida fuese un espejo donde no existieran las palabras. Pero las palabras habian· sido pronunciadas. La frfa superficie de la luna habia rechazado su voz, y las palabras flotaban ailn en la gran sala, irremediablemente dispersas, sin posibilidad alguna de recogerlas (de aprisionarlas de nuevo en su gar-

ganta) porque la vida no cab.la dentro del marco del espejo, sino que transcurda mas aca, en el tiempo, en un espacio sin Hmites, donde otra vez podia responder a sus palabras: -Gracias por dedrmelo-, y era la voz de Hortensia. Luego un silencio corto y agudo como grito, y de nuevo la voz-: No me casare, desde luego. Sus ojos se apartaron entonces del perfil reflejado jdnto al piano y resbalaron por la imagen ·de su propio rostro. Y toda su carile se estremeci6. Porque jamas habia visto su fealdad como en aquel instante. Y vi6 a Hortensia (su imagen en el espejo) apartarse del piano de palo de rosa y acercarse a ella lentamente. Y en su movimiento habia abandonado la zona de cristal rojo y pasado por la zona del cristal azul, pero al detenerse a sus espaldas ya habia entrado en la zona del cristal amarillo, de modo que su rostro parecia envuelto en un polvillo de oro, como si despues del tiempo de la vida y del tiempo del sueiio entrase en un tiempo que podfa ser de eternidad desde el cual sus ojos fuesen capaces de romper el misterio del espejo para buscar los otros ojos angustiados, y aunque la voz de. Hortensia no ruviese el poder de traspasar la superficie Hmpida no . era preciso que asi fuese porque las palabras, de ser pronunciadas, rebotadan como imagenes para penetrar en su fealdad reflejada y hacerla sentir el pavor de esa fealdad ( o acentuar el pavor ya desatado) : -Es mejor asi. Porque jamas compartma yo el amor de un hombre. iJamas! Y ella sinti6 verdadero espanto pues le pareci6 que Hortensia no se referfa a la yerbatera de la Calle Imperial. Y pens6 en Emilia. Pero el espejo no contenfa en su breve mundo la imagen de Emilia, sino la suya propia. Y de pronto todas las palabras pronunciadas, las suyas tambien: Tiene una querida, Hortensia; 'Y un hijo en esa mulata, le golpearon el pecho con tal impetu que le impidieron respirar. Y el espejo foe convirtiendose en una bruma espesa que creda, y creda, y su cuerpo empez6 a caer en un abismo sin limites, cayendo, cayendo mas hondo, hasta chocar bruscamente contra un suelo alfombrado de gris. El cuerpo de Hortensia permanecfa en una zona a la cual no llegaba la luz tricolor del alba. Solo el cirio derramaba su debil claridad de topacio sobre·el rostro enmarcado de azahares y tul. Ines observaba los labios secos petrificando la sonrisa enigmatica, los mismos labios que en tantos aiios de miseria ( y soberbia, y hambre y frases pu~iles) jamas abordaron la palabra que hub.i:ese dado sosiego a la eterna incertidumbre, la palabra que hubiese hecho menos infernal su tarea de proteger el orgullo de Hortensia y la invalidez de Emilia, de fingirse loca ante los acreedores, y vender las joyas mas valiosas ( y la plata) ' de cargar diariamente el agua del aljibe desde que suspendieron el servicio de acueducto, y aceptar la caridad de los vecinos, y rechazar las ofertas de compra por la casa en ruinas, e impedir que los ruristas violaran el recinto en . su bl1squeda barbara de miseria (alejando los husmeantes hocicos ajenos de la ruina propia y el dolor) . 29


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Emilia no podla apartar su mimda je' la tenue llama del cirio, y le pareda la manecita dorad de un nifio que se ahda y cerraha as{, a intervalos caprichosos, y le vinieron a Ii memoria unas palahras incomprensibles: Solo tu mano purificdra mi coraz6n. (Isaias? No era un texto sagrado. Algo mil pr6ximo ( (O remoto?) en el tiempo. S6lo tu mano.. , jSi! En las. cuartillas amarillentas del cofre de sandalo. jEran palahras suyas! Sonri6. Su coraz6n en el cofre de sandalo. Donde no hahrfa de llegar la sonrisa ¡ helada de Hortensia ni la mirada inquisitiva de Ines. El Wiko lugar donde puede sobrevivir el coraz6n en un mundo sin raz6n alguna para la vida. Volvi6 sus ojos hacia Ines. Esperaha la realizaci6n del acto. Un hello acto, ciertamente. tC6mo pudo ocurrfrsele a su hermana? Bien, se le hahfa ocurrido. Y ella aprobaha aquel acto de purificaci6n. Porque todo lo hello, lo que hab{a sido hermoso, estaha contenido en aquella caja tosca que provefa la Beneficienda Municipal. (Todo lo que es hello y debe perecer, hah{a perecido.)

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Vio en ese instante a Ines ponerse de pie y tuvo ~ ligero estremec.in;liento. Le pareci6 mas alta que nunca y crey6 descuhrir en su gesto y su mirada algo terrihlemente hermoso que hada olvidar momentaneamente su horrible fealdad. ;Al fin!, pens6, y poniendoSe de pie, pregunt6 sonriendo: (Ya?

Ines vio la sonrisa de Emilia y sinti6 una puru:ada en un .lugar remoto de su pecho porque inexplicadamente aquellos Iahios de anciana hahfan sonrefdo con la frescura y el encanto de una nifia. Oy6 luego la voz ;cada decir: -Espera por mi. Y vi6 a Emilia alejarse, con SU horrfble cojera mas acentuada que nunca, hacia la habitaci6n de la izquierda. Sola ya' con Hortensia, ech6 una ojeada a la sala. Sus ojos se detuvieron en la enorme mancha irregular que, como el mapa de un itsmo que uniera dos mundos, parda desde el plaf6n hasta el piso. Sohre el empapelado que una vez fuera gris y rosa el agua bah.fa gral>ado ¡su huella para hacer eterno en la sala el recuerdo del temporal. Y fue en ese mismo afio de San Felipe cuando ella supo la otra catastrofe. Y es que el viejo notario le ahorr6 en esa ocasi6n todos los preamhulos: la hacienda de Toa Alta hahfa sido vendida en subasta puhlica para cuhrir contrihuciones atrasadas. Desde entonces la ~iseria fue el girar continuo de un remolino lento, . pero implacable, que arrastraba, por lustros, por decadas, hasta .llegar al tiempo en que los revolucionarios atacaron 4 Fortaleza, y se descuhri6 el cancer en el pecho de Hortensia. Ya tio era poJhle tener conciencia del hamhre porque. el torbellino hahfa detenido su girar de tempo lento ante la avasallante destrucci6n de las celulas (y el huir de sangre, y el dolor hondo que rofa sin gritos). Pero sangre y dolor pettificaronse en el pecho sin c~lulas y la sonrisa se puso Jda en los lahios de Hortensia. Y ayer su cuetpo no tenfa a6n la iigidez postrera ( ella lo sahfa

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porque terminaba en ese instante de lavar el cadaver) cuando al zaguan llegaron los extrafios con sus ademanes amplios y sus angostas sonrisas de funcionarios probos: el Gobierno habia decidido que la casa (la de la Calle del Cristo, la de los soles truncos se convirtiese en hosteria de lujo, para los turistas, y los banqueros, y los oficiales de la armada aquella.) No fue preciso fingirse loca porque en esta ocasi6n estaba enloquecida. Y sus largas ufias con olor a muerta clavaronse en el rostto. que tenia mas pr6ximo, hasta que salt6 la sangre, y desaparecieron las sonri~s. Y despues sus pufios golpearon despiadadamente, con la misma furia con que habia combatido la vida; golp~do as!, jasl!, contra la miseria, y los hombres, y el ,mundo, y el tiempo, y la muerte, y el bambre, y los afios, y la sangre, y de nuevo la vida y el portal6n de ausubo que los otros habian logrado cerrar en su precipitada hulda. Y en la pared de la sala, la enorme mancha del tiempo dibujaba el mapa de dos mundos unidos por un istmo. Y era preciso destn~ir el ist.mo. Emilia sali6 de la habitaci6n y vio a Ines de pie, inm6vil, con la vista fija en la pared de enfrente. Avanz6 penosamente y foe a depositar el pequefio cofre de sandalo a los pies del feretro. Mi coraz6n a tus pies, Hortensia. Luego volvi6se hacia Ines y qued6se1·-en actitud de espera. La vio apartar los ojos de la pared y dejarlos resbalar por su rostro hasta fijarlos por un instante en el cofre de sandalo, y luego alejarse hacia la oonsola y tomar una bolsa de seda negra que ella no habia observado sobre el marmol rosa y regresar junto a Hortensia. Estaban ambas ante el feretto abierto e Ines derram6 el contenido de la bolsa negr~ sobre la falda de Hortensia. Ella observ6 con asombro aquellos objetos que habia cre.ido devorados por el tiempo ( o por el hambre quiza!; en· fin, por la· miseria y el tiempo).

Ines tom6 la sortija de brillantes y trabajosamente pudo colocarla en el anf.ar izquierdo de Hortensia. Luego coloc6 la de perlas e el dedo de Emilia. La ajorca de oro y rubies fue a ad roar la mufieca de Hortensia. Con la diadema de zafiros y brillantes en su mano, se detuvo indecisa. Echo una ojeada a la cabeza postrada, cefiida de azahares, y con gesro decidido volvi6se y cifi6 la diadema de mama Eugenia en la frente de Emilia. Tom6 al fin la Ultima prenda (el lipcho anillo de oro de papa Burckhardt) y colocandolo en su propio dedo anular, sali6 presurosa de la estancia hacienda cmgir la madera reseca de la casa en ruinas. El leve resplandor del cirio arrancaba }uces fantasticas a los brillantes en el dedo de Hortensia. Y Emilia vi6 pasar como una sombra a Ines, por el fondo, con un quinque en la mano. El olor a tiempo y a polvo que caracterizaba la sala empez6 a desvanecerse ante el olor penetrante a pett6leo. De pronto a los rubies de la ajorca se les coagul6 la sangre. (Porque la sala toda se habia puesto roja.) Y Emilia vi6 a Ines acercarse de nuevo y detenerse junto a Hortensia. Y encontr6 la figura erguida de su hermana tan horriblemente · hermosa sobre el trasfondo de llamas, que con gesto espontaneo apart6 la diadema de sus propias sienes y cifi6 con ella la frente marchita de Ines. Luego fue a sentarse en el. si116n d'e Viena y se puso a observar la maravilla azul de los zafiros sobre las crenchas destefiidas, que ahora adquirfan tonalidades. de sangre, porque el fuego era un <;frculo purificador alrededor de· ellas. Y estaban all!, reunidas como siempre en la gran sala; las tres puertas so re el balc6n, cerradas como siempre; los tres soles truncos emitiendo al mundo exterior por vez primera la extraordinaria belleza de una luz propia, mientras se consumfa lo feo y horrible que una vez f~era hermoso y lo que siel1)pre fuera horrible y feo, por igual.


Carta inedita de Jose Gautier Benitez a Lola Rodriguez de Tio

Su casa Gurabo 18 de Noviembre, 1876. Dificil es, querida Lola, cumplir debidamente la tarea que tu amistad me encarga -jQue lea con calma tus caniares y te de mi opini6n! l-Te satisfara mi voto?- iNo lo juzgaras demasiado parcial por el carifi.o que tengo a la autora-? Si es asf, te dire, que aunque conoda algunos de ellos, eran Hores sueltas que el viento de la casualidad ponfa al alcance de mis ojos y su colecci6n es un precioso ramillete que ocupara un distinguido lugar en mi juicio artfstico, en mi coraz6n y en mi pequefi.a pero querida y escogida librerfa. No me ciega tu amistad- El libro lo merece. En efecto, serfa preciso ser mas mal intencionado que .descontentadizo para rebuscar algiln pequefi.o descuido en esa colecci6n bastante regular respecto de sus dimensiones. . Plumas mejor cortadas que la mfa lo juzgaran en el terreno .de la prensa, yo escribo en familia- No me atre· verfa a hacerlo, y por otra pane, sabes que ha mucho tiempo, me resisto a escribir, y es preciso que tu, 6 Alfredo o alguno de los que amo, casi ·me obligue a hacerlo-- "A Ti" la escribf en tu casa; "Arcano" me la arranc6 la carifi.osa voz de mi amigo-- Entre las dos, hay unos seis meses de dolorosa inacci6n. Sigamos- Yo, que amo al pueblo, porque sera casualidad pero siempre he encontrado en el, cualidades que eh vano he buscado en las clases privilegiadas, lo amo, en las manifestaciones de sus . sentimientos, · lo amo en sus cantares: lo amo, porque en el libro de mis recuerdos tengo muchas paginas consagradas a el. Cuando tenfa 20 afi.os en el apogeo de la juventud y de una pasi6n que. llenaba mi existencia vagaba en Madrid entregado a mis suefi.os y a las imp~iencias de mi amor, mi gran Consuelo era en las altas horas de la noche irme a los Cafe-cantantes a ofr las canciones andaluzas -AIH recostando mi silla de la pared y cubriendo mis ojos .con

el sombrero, desplegada las alas del pensamiento, atravesaba el Atlante y sofiaba. Muchas veces conclufa el canto, abandonaba la gente el cafe y venfa a sacarme de aquel arrobamiento la voz sofiolienta del mozo avisandome · que era preciso cerrar. Aun hoy gozo con esas reminiscencias: aun hoy, cuando mis ojos encuentran un ci:.ntar recuerdo de aquel tiempo aquellas noches, de aquellas noches ·aquellos suefi.os, y de caida en cafda vuelvo a rodar por las pendientes de mi . · . Calvario, para como Sfsifo volverla a subir . no buscando el sitio donde afirm [arme} en el_ pefi.asco sino la calma para mi semblante y Ia resignaci6n para mi alma. Sigamos ocupandonos del libro: tiene cantares sumamente tiernos, in~encionados, espresivo8 y filos6ficos, aunque estos dejan en el alma un tanto de adbar. Acaride, con encanto una esperanza en mi a~a. Ella en cambio me engafi.6 l Verdad que foe muy ingrata? Mucha ternura, cieno encanto; una especie de ingenuidad de nifia consentida encerrada en la misma pre~ta. "Muchos son los desengafios que tengo en el coraz6n pero aun tengo mucho espacio para en . el guardar tu amor. Ese es un cantar puramente puerto-riquefi.o. "Sobra de Coraz6n." De ahi nacen nuestros defectos pero tambien nuestras virtudes -Somos imprevisores gozamos del presente sin pensar en el mafiana jugadores, enamorados: etc. "Sobra de Coraz6n. Por lo mas severos se nos acusa de inmorales pero observalo bien y estaras de acuerdo c;onmigo; la inmoralidad que se nos echa en cara, es una inmoralidad pura (Si pueden casarse estas palabras). Nue.stras mugeres (hablo del pueblo) tienen en poco la f6rmula de un Sacramento para satisfacer los deseos de SU: coraz6n,. pero son dignas en su deshonra y castas en su ·impurezaEs el coraz6n el que se ~obrepone al. deber y a la sociedad

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no los sentidos-- No hay interes, no hay crapula, no hay vicio, es la inmoralidad de la ley natural. Tres frf.os tengo en el alma no se como no esroy muerta, desengafio, soledad,. y tu muc~a indiferencia Perfectamente ~ncerrada en "un cantar" la espantosa trinidad del desamor. Niega. todo lo que quieras si negar es tu desgracia Mas no me niegues tres cosas el alma, Dios, y la patria. Lind.i'.simo-- Eso es lo que necesitan, y lo que les basta a los de ... [?] La ma: sabia de las cosas es poder en este mundo, soportar y soportar es sin sacrificio de alguno. jCuanta filosof.i'.a, cuanta verdad practical jla s.i'.ntesis de las yertas felicidades, o de las felicidades sin emoci6n! encerrada en esos cuatro versos. A cuantas interpretaciones se presta esta: Dime blanca palomita iporque no vuelas mas lejos eres libre tienes alas y alientas en este suelo.? Sin embargo el mas severo censor tiene que dejarlo ir libre del lapiz-rojo. En las poesfas, "Tus canas" es belHsima; yo no la , conoc1a.

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Para seguir tendr.i'.a que plagiar- a Bonocio el cual ha estado acertadfsimo ·en todo y principalmente al final de su pr6logo. Se ve, se toca, se saborea, la influencia de la escuela de Heiney Becquer. Como el rayo de luz pasando a traves de un vidrio azul ilumina dulcificando se ve la poesfa subjetiva bafiando el alma de la aurora de los cantares y abriendo a su pensamiento mayor espacio. Por el orden mismo en que estan colocadas se adivina esa revoluci6n del espfritu. Dos de las "Rimas" la 3' y la 8' son bell.i'.simas y de primer orden. El mismo Becquer no las tiene mejores. la primera de las cicadas es el retrato de muchos poetas de verso; la segunda me es profundamente simpatica. Ahora, mi querida amiga, comprenderas que para los que te amai'i ese Iibro no es mas que una promesa de otros y otros en ese nuevo y duldsimo genero que con tanta maestrfa has empezado a cultivar. · Es decirnos con la muda elocuencia' de las pruebas "Hab.i'.a hecho esos cuadros pero dos hermanos de Europa me ban enviado, caballete, telas, pinturas, las he probado y ... aquf teneis la muestra: cuando complete la galerfa os la exibire." Sohre todo, Lola, Puerto-Rico tiene una ·perlita mas para su corona art.i'.stica y tu amigo y admirador un verdadero gusto ... •

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Tuyo siempre Afmo. J. Gautier Benitez (rubricado)


Rei~cidencia

y ratificacion ToMAs BLANCO

(Poesla 1915-1956 por Luis Pales Matos, con una lntroducci6n y una Bibliograffa de don Federico de Onis. Ediciones de -la Universidad de Puerto Rico; San Juan; 1957. Impreso en Ciudad de Mexico - 305 paginas.)

Hace unos treinta y tres afios -jque se dice muy pronto! - desde aquel en que eche las rakes de mi amistad con. Luis Pales: hermandad de elecci6n que bubo de perdurar cordial, sincera y libre por mas de un cuarto, casi un tercio, de siglo. Han pasado ya veinte afios desde la primera publicaci6n de su T untun. Y ya hace otros siete de la segunda edici6n, algo ampliada y reformada, del mismo libro .... Durante este amontonamiento de minutos en horas, de dfas en semanas, de semestres en lustros, vengo yo conversando con paisanos y forasteros, con intimos y extrafios, con eruditos e indoctos sobre los versos de Luis Pales Matos; y, escribiendo y publicando, ademas, mi estimaci6n y aprecio a la honda vena poetica y la excepcional sensibilidad linguistica - que es como mas me gusta definir el caso - de este "vate" Pales. Ahora, que ha aparecido la colecci6n de sus versos al tope de estas Hneas nombrada (poetica opera omnia mucho mas que antologfa ni poemas escogidos); (C6mo quedarme mudo? Dif kilmente - como siempre en tal caso - podrfa £altar mi bienvenida al libro; aunque casi no me queda ya otra cosa que decir sino reafirmarme en lo dicho: ratificaci6n y reincidenda. En efecto, hay entre las ultimas creaciones palesianas, las que por primera vez ban sido recogidas en este volumen, al menos media docena de poemas (no es mucho mas lo verdaderamente nuevo-nuevo) que, mas y mejor que nunca antes, dan fe de ~s dotes Hricas, de la vena poetica, del acie~to verbal de que es duefio el poeta gua-· yames. En ellas creo ver una nueva latitud de su horizonte sentimental, mas acendrada intuici6n y mayor madurez de conocimiento. Al menos, asi me ban impresionado dentro de esa inevitable colaboraci6n que se establece siempre entre lector y autor.

Permitaseme citar, muy al azar· y por mero gusto, algunos versos sueltos. De Mujer Enclnta: - "voz vegetal de musgo humedecido / que trasmina del alma enamorada" - "en pausa inerte la existencia anclada". De Puerta al Tiempo: - "''por donde todo hacia la muerte fluye / . en huida tan luefie y sosegada / que nada en ella en apariencia huye" - "en lo fugaz, en l~ que ya no existe / cuando se piensa, / y apenas deja de pensarse / cobra existencia; / en lo que si se nombra se destruye, / catedral · de ceniza, arbol de niebla". De El LlfJmado: - "larga voz de hoja seca I mano fugaz de nube" - "miro esa duke fabrica rendida" - "vispera ardieftte de gozosa queja" ~ "jOh soledad que a fuerza de estar sola / se siente de sf misma compafiera". De La Bthqueda: - "buscada / a sordos tumbos ciegos, perseguida / con voz sin cauce, con afan sin brida" - "lQue trompa de huracan hace mas ruido / que este calmazo atroz que me rodea / y me tiene sin aire y sin sentido, / sordo de verbo y 16brego de idea". En esos ultimos, y ademas nuevo1, poemas se nota un cambio bastante radical de humor o modo (mas elevado y trascendente) y se advierte como Pales ha ensanchado el drculo de su interes literario - al interes vivo y activo y receptivo, me refiero - a. ciertas zonas de la poetica del "Siglo de Oro". Ese interes receptivo parecia centrarse, antes, en autores mucho mas modernos,_ casi exclusivamente. Ya en la ampliada revisi6n, que aparece en la segunda edici6n del Tuntun, de su viejo poema Mulata Antilla, mechada de imagenes biblicas, creo adivinar sin demasiada arbitrariedad que Pales no se abrev6 sencilla y directamente en la versi6n de la Vulgata del Cantar de los Cantare11 sino que foe a el de la mano de fray Luis de Le6n. Pero conste que esa refundici6n de Mulata Antilla es en verdad casi contemporanea, precursora inmediata, de Puerta al Tiempo; donde - en este Ultimo poema - afloja o rompe antiguos vinculos y penetra en nuevos ambitos: El poeta pasa como por un crisol, la sensualidad se destina o se alquitara, la concepci6n se afina o se agudiza, la paleta de brilladores tonos. calientes adquiere delicados

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matices y ha de alcanzar hasta los grises luminosos ... . Pero el poeta no ha dejado de ser Luis Pales Matos ... . La esencia palesiana sigue siendo la misma, suya propia, y su expresi6n no es menos moderna sino, quizas mas; • aun cuando adopte algun anticuado arcaismo. Ejemplo de esto Ultimo: la manera acusticamente evocadora, la moderna utilizaci6n del giro levemente trastocado que da al adjetivo antiguo luefie ( distante, lejano) para forzarlo d6cil a servirle en el verso citado: "en hulda tan lueiie y sosegada". En cuanto a lo primero, baste decir que, hasta en lo que a mi gusto y capricho le ha parecido siempre una tendencia a excederse ( abundancia de material) con riesgo de Ia unidad estiHstica o formal o emocional o intelectual, no se desdice por completo Pales. Para explicarme aiiado - como ejemplo - que dentro del sentimiento y tono general de fugacidad, fragilidad, levedad de lo inatrapable,. logrados en Puerta al Tiempo, de pronto surgen dos elaboraciones distintas, concretas, casi antag6nicas entre sf, y ambas, a mi juicio, menos depuradas que el resto del poema y ninguna muy acorde con su particular acento, con la emoci6n general que lo satura: Por un lado: · - "en el silencio piano y amarillo de las desiertas playas, batiendo el mar en su tambor de arena salado puiio de ola y alga"; que casi nos traslada a la fase negra del Tuntun. Y, luego, por otro lado, se interpone una concreta alusi6n al ensueiio aleman, romantico, ochoc~ntista~ con reminiscencias de Opera, del baron Carlos Maria Federico Roberto:- "como al modo de Weber, que en la noche nos da, cisne teut6n, su Ultimo canto". Por lo menos, las sugestiones diversas de tales vocablos como puno, Weber, tambor, cime, nos sacuden de aquel logro feliz de afinida?es, de aquel rondar cada vez mas de cerca lo inefable, que nos llev6 a pensar en ciertas modalidades de la gran poesia ~el "'Siglo . de Oro". . . . (El amor y la pena / despiertan en mi pecho un ansia ardiente / despiden larga vena / los ojos hechos fuentes .... jOh son! jO voz! jSiquiera / pequeiia parte alguna descendiece / en mi sentido, y fuera / de si el alma pusiese! .... ) pero claro esta que todo cuant<;> he dicho a este respecto pudiera ser apreciaci6n muy subjetiva, demasiado personal. Lo que si parece estar fuera de toda duda es que en esos Ultimos, nuevos poemas, de que vengo hablando estan los versos mas inspirados, mas poeticos, que hasta la fecha ha publicado Luis Pales. Poesia mas desnuda de omamentos externos, mas sencilla y, a la vez, mas alada· y mas densa, mas interiormente complicada .... En cuanto a lo que el libro debe a las manos maestras de don Federico de Onis - que es mucho: recopilaci6n, ordenaci6n, bib!iografia, introducci6n, y todo cuanto tiene que ver con el trabajo de editar un l~bro como este; desde la final correcci6n de pruebas hasta las aportaciones criticas e hist6ricas, amen del inevitable cernido de citas no debiera yo, a riesgo de caer en necia parejeria, hacer otra cosa que reconocer los evidentisimos meritos de esa labor de ercdici6n, saber y juicio; y, ademas, en especial

en este . caso, de probada y com~ida paciencia. Y de seiialado afecto por nuestra isla y su pueblo. No obstante, me parecerfa falta de leal sinceridad pasar por alto . dos preguntas que - por mas que hago - no alcanzo a contestarme satisfactoriamente. A ellas acudo. La primera, lPOr que incluir tantas muestras de versos adolescentes, de inmaduras frutillas? __,(Aun cuando el libro quisiera ser o fuera la total "Obra Poetica'', hasta la fecha, y puesta al dia. . . . y, , por I~ . tanto, sedimentada, revii:ada, como en algunos aspectos_lo parece). - Pues me aventuro a juzgar que para dar la tray«toria evolutiva del poeta bastaba - creo yo - con much~s menos. Sirvanme de ejemplo las decimas que bajo el tfrulo de ]lbaras se incluyen - genero "folkl6rico" en que Llorens Torres bri116 sin paralelo hasta hoy - y que a mi · entender no aiiaden nada; porque na,da tienen de verdaderamente propio del Pales de entonces ni del Pales de hoy. Son tipicas, caracteristicas - en ·fondo y forma - de lo que cualquier muchacho, con dotes o sin dotes poeticas, pudo haber fabricado a la sombra de sea modalidad imitadisima de nuestro folklore. A lo sumo, podria haberse mencionado en algiln sitio, de paso, que en sus mocedades, Pales, tambien, fue tentado y cay6 en la tentaci6n de escribir "dec~as jibaras" alguna rara vez. Todo lo cual quizas equivalga a decir que lamento que el libro no haya querido ser unf amplia selecci6n de · poemas escogidos, aunque abarcara todas las epocas y edades de Pales e incluyera todos - o casi todos - sus poemas del aiio 24 a esta parte. Cuesti6n de pa,ecer y gusto persona~ · al fin y al cabo. Y he aqu{ mi segunda pregunta. En rigor, la que criterio obedece la division del libro en siete partes o capfrulos? Y, lPOr que siete, exactamente? - Superficialmente parece que obedece a la dictadura de las fechas, a la contemporaneidad de cada grupo separado , de poemas. Pero lSera esto en realidad as{? En Hneas generales la producci6n poetica es un fluir. Y, en este caso ( aparte las etapas que marca la publicaci6n de Azaleas . y T untun) ld6nde poner los hitos divisorios, si nos ceiiimos rigurGSamente al tiempo? Ademas - ya lo dice de Onfs - la bien trabajada producci6n de Pales es largamente gestada y archivada; y, algunos poemas, a traves del tiempo - en ocasiones aiios - sufren reforma, correcci6n, ampliaci6n, transformaci6n. Y en el interin se escriben y publican otros. lD6nde, pues, colocar los unos en relaci6n con los otros? Por eso, la division que nos parece mas satisfactoria es la sexta; porque en cierto modo, coinciden tiemPQ y tema - el definido tema "negro" del T untun. Pero, en cambio, la parte Ultima, la VII, es donde mas me -inclino a creer forzada y arbitraria la tirania de las fechas que, a lo mejor, pudieran resultar ni tan exactaS ni tan bien seriadas como parecen ser. Pero si lo foe.ran rigurosamente; lseria el criterio tiempo el mejor y mas vilido, aqui, en la parte siete? eC6mo emparejar y hermanar, dentro de un capitulo aparte, cosas tan distintas co.o:io

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Awes Bucaneros y Puerta al Tiempo, como Menu y El Llamado? iNo merecen los Ultimas siete u ocho o nueve paemas del libro una secci6n propia, aparte? iNo tienen Menu y Awes Bucaneros, par ejemplo, SUS pr6jimas mas cercanos en otras agrupaciones anteriores a la sexta? iNo media ¡una distancia enorme, en no se que clase de tiempo ajeno al calendario, entre algunos de los paemas encerrados juntas en la Ultima secci6n? - Todo lo cual, quizas, no equivalga sino a decir que yo, personalmente, hubiera preferido otro criteria de agrupaci6n que el hist6rico, sobre todo cuando no ha sido impuesto por la sucesiva publi-

caci6n de los poemas en libros, y cuando la Historia, en este caso, es alga confusa y bastante relativa. Pero lo que importa es que, un libro camo este, hace tiempo hada falta; y, que en las manos ha.biles y sabias de don Federico, ademas de lograr forma digna, ha sido enriquecido con un valioso estudio del paeta y su obra.

. . ...

Otra vez, desde mi velero, vuelvo a saludar el archipielago poetico del vate guayames. Valgan las mil y una palabras que anteceden par los veinti6.n cafionazos protocolarios.

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Plena del Menealo LUIS PALES MATOS

LINCHB DB VIBNTO y AGUA •••

Sohre el mar Esta la Antilla bailando -De aquf pay&, de aya pacaMenea.lo, menea.lo En el huracan. Le chorrea la melaza Bajo su fald6n de cafias; Tiemhlan en goce nunbero Sus pechos de cocoteros, Y vihrante cotelera, De aquf paya las caderas Preparan el ponche fiero De ron con murta y yerhiya Para el gaznate exttanjero. jAy, que se quema mi Antilla! jAy mulata, que me muero! Dale a la popa, chiquilla, Y retiemhle tu velero Del mastelero a la quilla De la quilla al mastelero.

Fija la popa en el nunbo Guachinango de la rumba. jAy, c6mo nun.ha tu zumho -Huracanada balumbaCuando vas de tumbo en tumho, Bomba, candombe, macumba, Si el chang6 de Mombo-Jumbo Te pone lela y tanunba! jC6mo zumba! Y jque rabia! cuando sabia En fuacata y ten con ten, Te vas de merequeten Y dejas al mundo en babia Embabiado en tu vaiven. jAy, que rabia!

Llama de ron tu melena. Babas de miel te acaoban. Anguila en agua de plena Pon en juego tus ardites Que te cogen y te roban ... jC6mo joroban tus quites! jAy que si, c6mo joroban!

En el raudo movimiento Se despliega tu fald6n Como una vela en el viento; Tus nalgas son el tim6n Y tu pecho el tajamar; Vamos, velera del mar, A correr este cicl6n, Que de tu diestro marear Depende tu salvaci6n. iA bailarl Dale a la popa el valiente Pase de garbo torero, Que diga al toro extranjero Cuando sus belfos enfile Hada tu carne caliente: -Nacarile, Nacarile, Nacarile del Oriente-. Dale a la popa, danzando, Queresalvaesedanzar Del musiu que esta velando Al otro lado del mar. Ondule tu liso vientre Melado en cafiaveral; Al bulle-bulle del viento Libre piernas tu palmar; Embalsamen tus ungiientos Azahares de cafetal; Y prenda fiero bochinche En el batey tropical, Invitando al huele-huele Tu axila de tabacal. Mieniras bailes, no hay quien pueda Cambiarte el alma y la sal. ,Ni agapitos por aquf, Ni mfsteres par alla. Dale a la popa, mulata, Proyecta en la eternidad Ese twnbo de caderas Que es rafaga de huraciln, y menealo menealo, De aqu{ paya, de aya paca, Menealo, menealo, jPara que rabie el Tfo Sam!

1953 39


La Maquina de Sumar, de Elmer Rice. Montado flot el T eatro Universitario. Direcci6n de Nilda Gonzalez. Escenografia de Rafael Cruz Emeric.


Perspectiva de una generaci6n teatral puertorriqueiia 1938 -1956 FRANCISCO

D

ESDE EL ASOMANTE QUE PERMITEN EL TRABAJO

estadfstico Estudio Sohre la Actitud del Publico hacia el Teatro PNertorriquefio (1951), de Eduardo Hamuy, la exposici6n de arte escenico ( 1952) montada por Carlos Marichal bajo los auspicios del Teatro Universitario y la tesis ApNntes para la Historia Critica del Teatro PNerto,,iqNefio Contemporaneo ( 1952) de Wilfredo Braschi, es posible contemplar con mayor claridad los logros teatrales de una generaci6n que en 1940 se agita en o alrededor de la sociedad dramatica Areyto, hija espiritual de Emilio Belaval. Me permito seiialar los siguientes: 1.) creaci6n de un repenorio de obras ambientadas en el mundo puenorriqueiio (la isla o Nueva York) 2.) la renovaci6n de las artes y tecnicas teatrales ·vigentes eh la decada del treinta 3.) desarrollo de directores, actores y tecnicos id6neos 4.) la organizaci6n del Teatro Universitario 5.) creaci6n del Teatro Rodante 6.) desarrollo de un teatro infantil 7.) ampliaci6n de la conciencia de estilos teatrales 8.) publicaci6n de libros valorativos y cdtica periodistica de la acci6n escenica contemporanea 9.) la difusi6n por medi~ de la J"Cadio del teatro universal 10.) construcci6n o reconstrucci6n de plantas fisicas teatrales 11.) la aventura de academias de. bailes en representadones de caracter pantomimico 12.) la aparici6n de un teatrillo de marionetas inspirado en temas folkl6ricos puertorriqueiios. Considero la creaci6n de. un repertorio de obras ambientada:: en el mundo puertorriqueiio el logro mas notable de esta generaci6n, aun por dar mejores frutos, pero que ya ha logrado revela.r el alma de su pueblo en la escena. Nuestra individuada latencia .Colectiva, sepulta en angustia muchos aiios, concluye por tomar cuerpo, movimiento y mensaje caractedsticos de·.· im teatro nacional. · Fernando· Sierra Berdecia (Esta Noche Juega el Joker, 1939) desnuda nuestra alma en la aceleraci6n centrffuga de Nueva York, donde la afirma, sobre la dispersion, con . una ir6nica sonrisa de alta comedia. Luis Rechani Agrait (Mi Seiioria, 1940) la recalca con ademanes de farsa patetica. Mendez Ballester (Tiempo Mueno, 1940) la

ARRIVi

exhibe tragicamente en el choque -del jfbaro desposddo contra un sistema econ6mico canceroso. Laguerre (La Resentida 1944) la sefiala desbocada en la resaca que sigue a la caida del orden politico espaiiol. En el conflicto simb6lico de mi drama Maria Soledad ( 1947) Sandra pide al iluso sin pies en el suelo puertorriquefio que retorne al fuego creador de la tierra si no quiere morir en vida. Rene Marques la empuja a escena voluntariosamente en La Carreta ( 1953) y grita que se halla en peligro de muerte. Emilio Belaval en La Hacienda de los Cuatro Vient0s, Cesareo Rosa Nieves en Baldoriory de Castro, Martha Lomar en La Hormigiiela, Edmundo Rivera Alvarez en El Camino del Silencio, Julio Marrero en Boriken, Rene Jimenez Malaret en Cosas de Familia, Gonzalo del Toro en El Desmonte, Raul Gandara en Tierra y Honra, Angel F. Rivera en el Eterno Anhelo y P~ro Juan Soto en El Huesped tambien demuestran el incontenible afan de expresarla. Nunca antes volvimos los ojos sobre nosotros mismos y nos expresamos en un numero de piezas escenicas con intenci6n tan honda y relieves tan particulares. Por ellas, pocas, pero tan ricas y variadas en motivaciones, se salva, en mucha parte, nuestra conciencia de pueblo. La renovaci6n de las artes y tecnicas vigentes en la decada del cuarenta muestra mas continua actividad donde se juntan Leopoldo Santiago Lavandero, Rafael Cruz Emeric, Helen Sackett y un presupuesto permanente: el Tea~ro Universitario. Fuera, la promueven Tinglado Puertorriquefio (con enfasis en el libreto puertorriqueiio i, Emilio Belaval, y Ultimamente, el Teatro Experimental del Ateneo, y la Academia de Arte Escenico Santo Domingo. Comenzamos a gustar progresivamente de la sinceridad interpretativa, la orquestaci6n pict6rica de actores, la escenograf ia corp6rea, la adecuaci6n de la linea y el color al tema del Iibreto, y las ilusiones de ambiente creadas por inedios luminotecnicos. La renovaci6n ocurre simultaneamente con la creaci6n literaria e influye en e~ta como poclra apreciarse en Caso del Muerto en Vida donde el auto~ pone en practica dobles 41


Tiempo Muerto de Manuel Mendez Ballester. Montada por Areyto. Dwecci6n de Leopoldo Santiago Lavandero. Escenografta de Rafael Rfos Reyes.

pianos de acci6n, escenas de retroceso, decoraciones sinteticas e iluminaciones parciales del area escenografica. Donde hace quince afios habia solamente cuatro directores empefiados en desarrollar un teatro moderno, Emilio Belaval, Santiago Lavandero, Julio Marrero y el que suscribe: en la actualidad pasan de quince. Citemos con preferencia a Victoria Espinosa, Nilda Gonzalez y Angel F. Rivera, los tres de vocaci6n irrecusable y continuados exitos de direcci6n. Otros nombres: Alberto Zayas, Norma Candal, Piri Fernandez. Sandra Rivera comienza a d~s­ tacarse. Con Areyto despierta una generaci6n de actores a las nuevas tecnicas histri6nicas. Son memorables en los Ultimas dieciseis afios, a manera de ejemplo entre muchas mas, las caracterizaciones de Jose Luis Torregrosa en El Clamor de los Surcos, de Olga Lugo en Tiempo Muerto, de Leopoldo Santiago lavandero en La Vida Es Suefio, de Lucy Boscana en Maria Soledad y La Carreta, de Madeline W·illemsen en Del Brazo y por la Calle, de Gloria Arjona y Mona Marti en la Casa de Bernarda Alba, de Alberto Zayas en Espectros, de Mercedes Sicardo en El Lando de Seis Caballos, de Braulio Castillo· en Verano y Humo, de Sandra Rivera y Elga Aviles en Medusas en la Bahia. Dos escen6grafos, Rafael Rfos Rey y Julio Marrera vuelcan en Areyto su interes por la creaci6n de un teatro puertorriquefio. Rafael Rfos Rey con la escenografia de Tiempo Muerto y Julio Marrero con la de Mi Seiioria descubren posibilidades de Hnea y color. Posteriormente apareceran Santiago Lavandero, quien disefia para el Teatro Universitario de los primeros afios, Carlos Marichal, de proteica capacidad, y Rafael Cruz Emeric que logra 'gran expresi6n poetica con el esquematismo escenografico de Bolero y Plena. Hoy demuestran creciente posibil~dades Myrna Casas, Anibal Otero, Luis Maysonet, Felix Rodriguez y Lorenzo Homar. El ejemplo de Santiago Lavandero, quien se empefia en adquirir un equipo de luces para el Teatro Universitario, inspira, primero, a los miembros de Tinglado Puertorriquefio

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quienes compran fanales y re6statos portatiles con prop6sito de iluminar artfsticamente sus producciones; luego, a los directores del Teatro Tapia y el Teatro Experimental del Ateneo quienes dotan de esta moderna necesidad a los respectivos escenarios. , La concesi6n de becis por el Teatro Universitario, el . Departamento de Instrucci6n Publica y la Fundaci6n Rock~feller para estudiar artes dramaticas en el extranjero ayuda a la proliferaci6n de la conciencia escenica. Ultimamente, el Little Theatre, organizaci6n de teatro hablado en ingles, con una prestigiosa historia de veinticinco afios de producci6n escenica, ofrece una beca de mil d6lares para el citado prop6sito. Esta generosidad provoca un contacto activo con el teatro norteamericano cuyo dinamismo absorbe las tendencias escenicas mas notables de nuestra epoca. lo~ becados y no becados que regresan de Estados Unidos propagan las nuevas artes dramaticas.

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Mi Seiioria de Luis Rechani Agra#. Montada por Areyto. Direcci6n de Leopoldo Santiago Lewandero. Escenografta de Julio Marrero. .


La aparici6n del Teatro Universitario ( 1941) como centro academico representa un triunfo neto de la actual generaci6n teatral. Importa un reconocimiento de la l~cha sostenida por Areyto y asegura, a traves de un presupuesto anual, la perpetuaci6n de aquel animo. Su continuidad nos protege de las endemicas variaciones de morivivf que sufre extramuros la activi,dad histri6nica. El Teatro Rodante, prolongaci6n del Teatro Universitario en los pueblos y campos de Puerto Rico, intenta despertar el antiguo gozo de la representaci6n en toda la poblaci6n del pals. Le vemos en las plazas municipales, en el anfiteatro vegetal del valle, en las comunidades playeras con fondo de cocoteros, en los paisajes acuarelados de las montafias. El teatro infantil encuentra acogida en el r~into universitario a traves principalmente de Victoria Espinosa quien se atrae el alma ludica de los nifios con producciones

tan exquisitas como Ondina y Los Tfreres de Cachiporra, entre muchas. La encuentra tambien en la Academia de Arte Escenico Santo Domingo donde Maricusa Ornes y Magdalene de Ferdinandy animan los libretos originates de Carmen Natalia (puertorriquefia de adopci6n) y representaciones procesionales de Navidad y Semana Santa con nifios ciego~ y sordomudos. Piri Fernandez escenifica en los Ultimos meses, Platero y Yo. El Teatro Universitario hace posible la ampliaci6n de la conciencia de estilos teatrales por medio de producciones anto16gicas, dirigidas sucesivamente¡ por Santiago Lavandero, Ludwing Shajowicz, Carlos Marichal, Angel F. Riven, Nilda Gonzalez y Victoria Espinosa. A traves de Hecuba e Ifigenia en Awide, de Euripides, conocemos la tragedia griega y la manera de montarla. La Vida es Suefio, La Dama Duende, La Dama Boba y Gran Teauo del Mundo,

La ReJentida, drama en treJ actoJ de Enrique Lague"e. Montada por el T eatro UniverJitario. Direcci6n 'Y eJcenogra#a de Leopoldo Santiago Lavandero.

Bolero 'Y Plena (El Murcielago) de FranciJco ArrivÂŁ. Montado por el T eatro UniverJitario. Direc&i6n de Nilda Gonzalez. EJcenografla de Rafael Cruz Emeric.

Hecula, de EurlpideJ, Montado por el Teatro UniverJitario. Direcci6n, de Ludwig Shajowicz. EJcenografla de CarloJ Marichal.

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nos muestran los canones dramaticos del Siglo de Oro espafiol y su peculiar teatralidad. Estudiamos la complicaci6n barroca en El Abanico, de Goldoni y El Ricach6n en la Corte, de Moliere. La espectacular producci6n de Don Juan Tenorio subraya la intensidad emocional del romanticismo. La escenificaci6n de Los Ciegos, de Maetterlinck nos ejemplariza las esfm~aturas del impresionismo. Los varios realismos, el social simbolista de Ibsen, el magico de Kaiser, el perspectivista de Pirandello, el evocativo de Tennessee Williams, se nos pintan, respectivamente, en Las Columnas de la Sociedad, Una Mafiana de Octubre, Seis Personajes en Busca de Autor, y Verano y Humo. Podemos analizar el fluir onfrico del s\irrealismo y sus desdoblamientos fantasmagoricos del ego en la realizaci6n de Asf que Pasen Cinco Afios, de Federico Garcia Lorca y La Maquina de Sumar, de Elmer Rice.

El caracter antol6gico de esta faena estetica nos descubre el variado panorama estilfstico de la escena y despierta la conciencia de escritores, realizadores y espectadores, como nunca antes, a la riqueza expresiva que atesora el teatro para las exploraciones de la imaginaci6n. Esta labor deI Teatro Universitario halla compiemento en agrupaciones dramaticas extramuros como Tinglado Puertorriquefio y el Teatro Experimental del Ateneo. Este encuentra dificuitades en montar La Muerte, drama existencialista de Emilio S. Belaval y abandona los prop6sitos de exhibirio. De todos modos, Belaval nos entera del modo y contenido de la tendencia con la producci6n de EI Maientendido, de Alberto Camus. Dos Iibros, El Teatro en Puerto Rico ( 1950) de la doctora Antonia Saez, y Orfgenes y Desarrollo de Ia Afici6n TeatraI en Puerto Rico ( 1951) de Emilio J. Pasarell, apo¡ yan los juicios contenidos en Ia tesis de Wilfredo ¡Braschi.

Asi que Pasen Cinco Anos, de Federico Garcia Lorca. Montado por el T eatro Universitario. Direcci6n de Victoria Espinosa de Maisonet. Escenografta de Luis Maisonet.

Bolero y Plena ( Medusas en la Bahia) de Francisco Arrivl. Montado por el Teatro Universitario. Direcci6n de Nilda Gonzalez. Escenografta de Rafael Cruz Emeric.

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I b

Nuestra En.emiga la Piedra, de Cesareo Rosa Direcci6n de_ Angel F. Rillera. Bscenografia de Jose Luu Marrero.

~ieves.

La Carreta, de Rene Marques. Montado por el T eatro Experimental del Ateneo. Direcci6n de Angel F. Rivera. Escenografla de Lorenzo Romar 'Y Angel F. 'Rivera. Representan un largo esfuerzo por aclarar nuestro pasado caratulesco· desde las representaciones en el atrio de la planta escenica callejera conocida por El Corral6n. Con su publicaci6n se desea echar una zapata de historia en los momentos que buscamos un firme para apoyar la creaci6n de caracter puertorriquefio. Suman, junto con el compendio anaHtico de Braschi, un capital aporte a la definici6n de un teatro puertorriquefio. Debemos acreditar a Laguerre sus varios ardculos sobre el tema lefdos a traves de la emisora WIPR en el programa Puntos. de Partida, los cuales recoge en su Iibro Pulso de Puerto Rico ( 1956). Desde hace varios afios el fertil novelista y cr.ltico ha seguido con profundo interes la aparici6n de obras teatrales puertorriquefias las cuales h!l criticado constructivamente. Margot Arce, Jose A. Balseiro, Cesareo Rosa Nieves y Marfa Teresa Babin ban sumado analisis de las obras, desde un punto d~ vista literario, en pr61ogos y revistas. . Nilita Vientos, Enrique Laguerre, Emillo Belaval, Reµe Marques, Ligia Marchand, Nilda Gonzalez, Jose· Romeu, Juan Ortiz }imenez, Juan Luis Marquez, Willredo Braschi, Jose 'Antonio Ortiz, !Jfredo Matilla, Francisco Matos Paoli, Juan Bautista Pagan y Jose Armando Cadilla ban recurrido a la forma periodfstica, una vez montadas las obras, para dar explicaci6n del fen6meno integral, libreto, mas interpretes, mas publico, cuando las piezas, en verdad, comprueban la validez ardstica.

Club de Solteros, de Fran~isco Arrivl. Montado Por Tinglado Puertorriqueno. Direcci6n de Francisco Arrivi. Escenografla de Carlos Maricha/..

Esta crftica, publicada en un volumen, ha de constituir un util documento de la conciencia teatral de una epoca, a la vez que u,n punto de partida para futuras creaciones con rafz en nuestro devenir hist6rico. Acompafia a· todas las concreciones citadas, la extensa labor desplegada por la Escuela del Aire y la emisora WIPR en la adapta~i6n de obras de teatro al medio radiof6nico. La Escuela del Aire inicia la transmisi6n de piezas teatrales selectas, tanto del extranjero, como nativas. Desaparecida esta ~gencia, WIPR contint!a la practica. En total, ambas ban difundido mas de seiscientas obras repre- • sentativas de todas las epocas y estilos. Durante los Ultimos quince afios, asisti.mos a la reconstrucci6n de los teatros La Perla, de Ponce, y Municipal, d~ San Juan, ligados a nuestra historia ardstica y dvica del siglo XIX· y gran parte del XX. El Teatro La Perla se derrumba en 1918 sacudido por el terremoto de aquel afio. Ha sido el centro cultural de Ponce. Permanece en ruinas hasta el 1940, cuando el gobierno municipal de Ponce, aguijoneado por la conciecia hist6rica de la ciudad, gestiona la reedificaci6n. El Teatro Municipal de San Juan, constru.i'.do por inspiraci6n ciudadana en 1832, si.mboliza la inspiraci6n criolla de entonces contra el regimen militar oscurantista. Nos sirve hasta el afio mil novecientos treintinueve cuando se le abandona a las necesidades de almacen. Emilio Belaval, Jose S. Alegria, Vicente Geigel Polanco, Julio Marrero,

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Manuel Mendez Ballester, Juan Luis Marquez y un servidor abogan por su restauraci6n en un martifiesto. La gesti6n culmina con la apertura, en 1950, de un Teatro Municipal renovado. Se rebautiza Alejandro Tapia en honor del mas notable dramaturgo de nuestro siglo diecinueve. Para celebrar el acto se revive La Cuarterona, drama en tres actos de Tapia. La casa de! Teatro Universitario se suma, en 1939; a las plantas ya existentes. AIH ha de tenc;r mayor fuerza, luego, la renovaci6n que tanto ha influfdo en nuestros artistas y artesanos de la escena. . En los wtiq_ios afios, ban comenzado a florecer las pequefias salas de representaci6n, caractedsticas de una aumentada conciencia de teatro. El Ateneo redisefia su venerable salon de conferencias y lo convierte en casa de su Teatro Experimental. El Colegio de las Madres habilita un teatrito donde se atreve a escenificar obras como Dofia Juana la Loca, de Tamayo y Baus, La Anunciaci6n, de Paul Claude!, y Corona de Sombras, de Rodolfo Usigli. El gobierno municipal de Ponce ha inaugurado recientemente un escenario al aire Iibre. Es obviO que la generaci6n de Areyto ha multiplicado los cauces para acoger el creciente . anhelo de expresi~n escenica.

En teatros, salas y tarimas, se han volcado las numerosas academias que ensefian el temple y la pasi6n del baile espafiol y la equilibrada galanura del ballet. Esta exposici6n en masa, que ya basta para despertar el interes por la escena a participantes y espectadores, ha trascendido, en el caso de varias academias, a la aventura '\le presentar bailables pantomimicos con peripecia anecd6tica. ¡ Ana Garcia y Gilda Navarra, muestran una ascendente ambici6n de mayores realizaciones en el orden escenico. Del recital de baile puro, evolucionan a la coreograffa narrativa. Insatisfechas, cuando ya aportan la realizaci6n en baile de un cuento folkl6rico nuestro, Cucarachita Martina, y la adaptaci6n en terminos criollos de una historieta de Anatole France, Aquel que Cas6 con Mujer Muda, se _!!ntregan a la creaci6n de un cuerpo de baile con los disdpulos sobresalientes. Lo llaman Ballets de San Juan. Bajo este signo se aventuran en funciones de repertorio. En el mismo, incluyen La Bruja de Loiza, un ballet inspirado en una leyenda de dicha regi6n con m6sica basada en ritmos dpi~os. Estrenan recientemente, Juan Bobo, ballet inspirado en el personaje folkl6rico puertorriquefio. • Irene¡ y Vance McLean escenifican bailables narrativos con nifios menores de siete afios. Es~ labor, antes descono-

Alumbramiento, de Francisco Arrivi. Montada por Tinglado P'uerto"iquefio. Direcci6n de Francisco A"ivi. Escenografia de]. A. To"es Martino.

El Land6 de Seis Caballos, de Victor Ruiz Iriarte. Montado por el Teatro Experimental. del Ateneo. Direcci6n y escenografta de Angel F. _Rivera.

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cida aqu.l en forma sistematica, tan ingenua y graciosa como se revel6 en El Soldadito de Plomo y El Circo, induce Wia limpia y fresca esperwa en el advenimiento de una generaei6n teatral 'mas nWnerosa. · Lotti Tischer ha montado bailables anecd6ticos de severo gusto co~o El Prfitdpe y la Aldeana y un ballet original de Jose E. Pedteira, El Jardin de Piedra. • La academia de Herta Brauer ha hecho peasar en la posibilidad de un ballet aut6ctono con la suite coreografica Sinfon.la: Puertorriquefia, inspirada en la daD;Za, Ia"' bomba, Ia plena' y el seis chorreao. · Las academias de Marfa Teresa Miranda y Marcos Col6n tambien han contribufdo al desarrollo del teatro pantomfmico musical. ,. · Un tipo de teatro alborea en los U.ltimos afios a inspiraci6n de Norma Candal, Andresito Quinones y Lidia Vient6s. Me refiero a la mojiganga de marionetas. Comedia de Mufiecos, que asf titulan Norma, Andresito y Lidia la compafifa de ellos y los co-actores de serrfn y trapo, ha

escenificado con la grotesca gracia que . tanto hace reir a nifios y mayoref emoci6n donde se juntan, las mil y una aventuras ' del personaje folkl6rico Juan Bobo. Con la menci6n de este albor, el mas reciente de nuestra escena, tan orientada ya a conmovernos en las fibras ,puertorriquefias a la que hacernos respirar la creaci6n teatral extranjera, quedame por sefialar que durante estos afios Ram6n Ortiz del Rivero, alias Diplo, lleva su "comedia del arte" antillana, a escenarios, tablados y plazas, y logra, con las bufonerfas del negrito, la mulata, el gallego y los . varios tipos populares que incorpora al genera, una conti~ nuidad de representaci6n desconocida por la expresiones de empefio resefiadas anteriormente. Esta popularidad abre la interrogante de si es o no posible un teatro nacional sostenido por el grim publico. Sfrvanos.de apoyo para meditar en una contestaci6n el hecho indiscutible de que obras puertorriquefias como Ti~po Muerto, La Resentida, Marfa . Soledad, La Carreta y Bolero y Plena se han presentado ante numerosa y calida .concurrencia.

par

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II

El Huesped, de Pedro Juan Soto. Montado por el Teatro Experimental del Ateneo. Direcci6n de Nilda Gonzalez. Escenografia de Carlos Marichal.

Juan Bobo y las Moscas, cuento folkl6rico interpretado por Comedia de Munecos. ,_

......


Oraciones s~persticiosas y vanas FERNANDO ORTIZ

s

E ATRIBUYB A MME. STAEL EL SIGUIENTE • DICHO '

parad6jico: "Yo no creo en fantasmas, pero les tengo mucho miedo". Modernamente se ha escrito que fue Andrew Lang quien dijo: "Yo no creo en aparecidos, pero me hacen temblar". Ocurre asi porque tales entidades ultrahumanas, de pura fantasia e inexistentes en la realidad Hsica, son verdad y existen en la mentalidad de muchas personas, como entes metafisicos que influyen en sus vidas con gran intensidad, a veces de manera absorbente. Y entonces hay que tenerles pavor, como al fantastico lobo de la Caperucita Roja, que quiere tragarse a la inocencia; o como al dragon, que guarda para sf la pura y Bella Durmiente para impedirle su despertar a una feliz vida, de amor. Asf ocurre con las supersticiones, quimeras que amenazan, asustan, muerden y aislan a las j6venes, buenas y bellas ide~s, y les imponen un largo dormir de ensuefio hasta que Uega el Caballero salvador. Muchas veces nos hemos preguntado c6mo podrfan extirparse en Cuba los fanatismos, supersticiones, brujedas, sortilegios, oraculos, hor6scopos y demas excrecencias de la irracionalidad, como estalactitas en las oscuras cavernas de la ignorancia. Sin. duda, ello s6lo podra lograrse por una educa~i6n general y positivamente aculturadora, asf de adultos como de nifios, basada principalmente en las verdades de la ciencia. La fisica, en el mas amplio sentido del vocablo, desvanece la metaffsica, que etimol6gica y semanticamente significa "lo mas alla". La educaci6n positiva, eficaz e irreversiblemente aculturativa, siempre tiene que ser dirigida desde el mas aca al mas alla, no del alla para el aca,· y de· la realidad d~ ahora hacia otra despues. De la realidad experimental sobre la imaginaci6n fabuladora, basada aquella en la humildad del pensamiento libre y examinador, no en la vana arrogancia del criterio autoritarista y coactivo; en la autoridad del pensamiento no en el pensamiento de la autoridad. Pero (podran curarse o desaparecer esas fiebres, delirios y supuraciones de la m~taffsica sin que simultaneamente se saneen todas las fuentes o charcas estantfas de donde proceden las miasmas infecciosas? (Podran ser 'comba~idas

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las esclerosis espirituales sin cambiar del todo el presente e insano regimen nutritivo y funcional Cle las conciencias? Todo ello ha de ser obra de mucho tiempo y bastante se esta logrando por la ciencia. Asf como esta, por SUS descubrimientos y aplicaciones, preventivos . y correctivos, va purificando, mejorando, vigorizando la vida; asf, por la difusi6n tecnica y practica de sus principios y adelantos, va introduciendo la higiene y la terapeutica en la vida de las ideas, en la personal como en la social, purificandola, refinandola, robusteciendola mas y mas. La humanidad ' se esta rehumanizando, o hiperhumanizando si asf pudiera decirse. Se esta haciendo mas natural y mas suya, subieO:do, superandose, apartandose poco a poco de sus milenarios enajenamientos e ilusos sobrenaturalismos y sobrehumanismos, que le ban distrafdo y retrasado su propia realizaci6n. Mucho, muchfsimo habra que hacer, por tiempo indefinido y sin trasmafianar los esfuerzos, para sanear la vida humana de esos deletreos efluvios metafisicos que son las supersticiones; pero el hecho de sefialarlas una y otra vez Y. ponerlas en evidencia, contribuira a SU estudio y fatalmente a su desprestigio, ridiculez y extirpaci6n. Proximamente publicaremos un libro de oraciones en el . cual presentaremos una colecci6n de oraciones supersticiosaJ 'Y vanas, corrientes en Hispano America, y sobre todo en Cuba y Puerto Rico. Cienamente esta colecci6n no sera exhaustiva, pero ha de contener las mas conocidas y tradicionales de tales ,oraciones, con algunas de sus variantes, y estara acompaiiada de sendas disquisiciones acerca de sus orfgenes hist6ricos e ideol6gicos y de glosas referentes a SU USO y difusi6n. Este genero de oraciones ha sido de todos los pueblos y edades. Han surgido del fervor popular y del ingenio · de quic:nes se dedican al oficio de "sobrenaturalistas", a trabajos metaffsicos, a obrar prodigios, mediante la intervenci6n de potencias preternaturales cuyas artes t~rugicas, tengan o no exito en cada 'caso, les ganan casi siempre su modus vivendi, o su vivfo, como dice el pueblo cubano. 0


Precisemos ahora, cuanto sea posible, el significado de las oraciones supHsticiosas 'Y 11anas. 0faci6n es palabra que, amen de otras acepciones espedficas, que ahora no nos interesan, significa: "Petici6n a un poder misterioso para propiciarlo y lograr por su mediaci6n la realizaci6n de un deseo". La ofaci6n etimol6gicamente ( del latin os, oris, "boca") es un discurso o una ·expresi6n ofal, 11erbal o hablada,- pero, por extension del concepto origiilario, hoy se admire que la oracion puede ser 11e,bal, escrita o gfajica y mental o de mero pensamiento. La superstici6n es vocablo que procede del lenguaje 1a: tino, del verbo superstitafe, forma frecuentativa de superstafe, derivada a su vez,de super "sobre" y stare "estar". Este vocablo se presta a diversas acepciones, por lo qqe el concepto de supe,sticion resulta a veces anfibol6gico y trocadizo. Para unos, supef-stare significa "estar de sobra" o "estar demas", "ser innecesario o superfluo, o sobrancero"; y, en relaci6n ·con un credo doctrinal o religioso, "lo que ' sob'a de un dado sistema de creencias, ritos o practicas y quedando fuera de su autoridad y aprobaci6n, por ser lo contrario o simplemente extraiio". Para otros quiere decir "estar demas" es decir "estar encima" o "por sobre" de un objeto o criterio, "sobrepuesto", como algunas plantas parasitarias o simbi6ticas que se afirman sobre ciertos arboles, tal como los curujeyes en la palma real.. Para otros, supersticion equivale a super11wencia, como vestigio, residuo, desperdicio o exceso que aun queda de muertas o pasadas creencias, o sea supe,st#e. Por eso tambien algunos entienden que superstici6n tiene un sentido de superficial, con relaci6n a un dado credo que tienen por sustancial ·y profundo,' olvidando que la superstici6n a menudoI . es de , tanta hondura y penetraci6n en la conciencia como otra fe cualquiera. Y no faltan quieoes en toda supHsticion ven una supercheria, o sea un fraude o engaiio, exagerando el usual sentido despectivo del vocablo, pues, aun cuando toda supe,sticion sea tenida por incierta, casi siempre esta impregnada de buena fe. Dkese que quienes en tiempos de Cicer6n se dedicaban a conscantes devociones, plegarias y sacrificios a los dioses para merecer que sus hijos sob,e11wieran, fueron llamados supe,sticiosos y .Iuego el vocablo adquiri6 un sentido mas extenso. Se8W1 Lactancio, eran supersticiosos los supersljtes que honraban la memoria de los difuntos y les rendfan a manera de culto a sus imagenes. Roque Barcia en su Diccionario General EtimolOgico cree que esta es la verdadera etimologfa de tal voz: "'lo que quedaba de los muertos, he aquf la significaci6n' natural y propia de supe,stite, de donde vierie superstici6n,· por consiguiente, es una especie de idolatda con .que se daba culto a la memoria, a las reliquias, a los retratos de los difuntos, porque esas prendas se consideran como una superexistencia, una super-estancia: en fin, una supe,stici6n de los antepasados." Otoro etimologista afirma que se decfa supHsliciosas a ciertas viejas de provecta edad, s6lo dedicadas a practicas de religion, cuyo apelativo se extendi6 a quien con exceso se daba a dichas devociones. San Pablo deda que los atenienses eran muy

supe,sticiosos, como si dijera muy f'eligidsos. Ya con Lu· crecio, la voz superstici6n' quiere decir el excesivo y vano temor de las cosas que estan sobre nosotros, como son los astros y los dioses, es decir las cosas sob,en<»urales, como hoy decimos. Sup_ersticion vino a significar un concepto pr6ximo a sobre-natural, cosa "mas alla" de la naturaleza. Supe,stici6n para Santo Tomas era todo "11icio o exceso de feligi6n". Tambien se dice que es cultus 11itiosus 11eri 11el falsi numinis. El diccionario ingles de Webster dice que superstici6n significa una actitud mental irracional y abyecta contra lo sobrenatural, la naturaleza, Dios; procediendo de igoorancia, medio irracional a lo ignoto o misterioso, escrupulosidad morbosa, creencia en magia, suerte o algo semejante. Tambien . sc dice del extravfo religioso o de lo antag6nico a la raz6n y de lo contrario al conoc~iento cientifico. De todos modos, supersticion se refiere a un sobfe-estar, a una sobfa o sob,anza,- cosa, creencia u observancia sob,ada, que esta de mas. De mas de Io natural, de lo ortodoxo, de..10 autorizado, de lo creedero ... de mas de ·la verdad. En resumen, como ya la defini6 A. Lehman, en 1898: •Supe,sticion es una creencia que o no obtiene autori. zaci6n de una religi6n dada o esta en contradicci6n con la concepci6n ciendfica de la naturaleza, prevaleciente en una determinada epoca.• Hay, pues, dos categodas de supersticiones, segiln sea el punto de mira que se tome para calificarlas, el particular de una religi6n y el general de la ciencia; uno y otro concepto segWi las relativas circunstancias de espacio y tiempo. El concepto de la superstici6n, desde un punto de vista de la ciencia, el de la supe,sticion en lo cientifico es, claro esta, mas amplio que el de la supersticion en lo feligioso,· y eso obiiga a veces a considerar como realmente supersticiosa tal o cual idea o practica, aunque para una cierta religion aquella sea sagrada y sea execrable para otra o viceversa; y tambien cuando dos o mas religiones la autoricen si, sobre y en contra de todas ellas, la ciencia Ia tiene que desautorizar. Que un acto o una creencia sea o no definido como supe,lticion, dependera pues de las sombras que proyecte, pero estas seran siempre segiln de donde venga la luz. Ademas, las distintas semanticas de la superstici6n se imbrican o entresolapan casi siempre. Sohre todo, las apreciaciones religiosas de un hecho dado, aun siendo tenido por sobrenatural, varfan segiln las personas, los lugares y los tiempos, hasta dentro de una misma religi6n. Lo ocurrido con el culto a las reliquias ap6crifas ofrece numerosos ejemplos de supersticiones, hoy reconocidas como engaiiif~ por la religion y la ciencia de consuno, que antaiio se aceptaban, veneraban y hadan "milagros". A veces la superstici6n consistira, no en la aceptaci6n de cierto hecbo ins"6lito que se reputa milagro, portento o prodigio, sin.a en su explicaci6n. La repentina visi6n de un ciego podra ser milagro divino o santc;> para una religi6n determinada o para un dado sacerdote; pero el mismo suceso sera califi • cado de obra diab6lica por otro sacerdote, aun del mismo

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credo, o sera interpretado como uo caso natural de curaci6n psicosomatica por la experieocia de un cientffico. Vana es palabra que al aplicarse a una oraci6n es como sin6nima de supersticiosa. Vana quiere decir "vacua" o "vada de contenido", "inutil'', "infructuosa", "infundada", "falta de realidad". VanUlad es vaciedad y hasta equivale a "necedad" o "sandez". Var14mente quiere decir, segiln los dicciooarios, "con superstici6n o vana observancia';. Sin embargo, en la voz superstici6n, cuando se usa para cosa de religi6n, se pone un mayor enfasis peyorativo que en la palabra vana. En esta se alude sobre todo a la "inutilidad" e "ineficacia"; en aquella, ademas, a lo aoacr6nico, pagano, ilfcito, heretico, sacrHego, blasfemo o maligno, segiln los casos, como cosa pecaminosa. Para el hombre creyente de uoa dada religion, son vanas las oraciones futiles 6 que se apartan de su credo o de sus ritos, liturgias y practicas piadosas. Vanas por ser impropias, o por ser contrarias a ortodoxia, bien por los entes sobrenaturales a que se dirigen o por su forma de rogar, o por su finalidad malefica; o

por ser simplemente vacuas, aunque sean bien intencionadas y bien dirigidas a Dios,.u otros ent~s celestiales. Es uno de los mandamientos de la ley mosaica el de "no tomar el nombre de Dias en vano". "2'a el famoso P. Ciruelo, impugnador de las supersticiones en su obra, del XVI, reprehende las ~anas ceremonias "que algunas personas pone~ y hacen en algunas oraciones enderezadas a Dias y a la Virgen Marfa Madre suya, y a otros sanctos y sanctas; ptouando que son supe~sticiones diabolicas". Y en el dozeno y Ultimo capftulo, "responde a las razones sophfsticas con que los supersticiosos piensan defender sus errores coma cosas Hcitas, y en que no ay pecado alguno. Aun que prouaremos que lo ay, no tigero sino muy graue". 1 La imprecisi6n idiomatica y conceptua1 entre.superstici6n y vana observancia parece no haber cesado. Viene de cierta confusion semantica en los ¡ terminos de la i:radicional nomenclatura. Es que para el creyente toda superstici6n es una vana religiosidad y t~a vana observancia una rcligiosi~ad que esta de sabra.

ORACION Para Dominar un

l:nemisio Oculto Con dos te veo, COi\ tres te ato, la 1angre te bebo y el corazon te parto. Cristo reina, Cristo vence, Cristo de males nos defienda. . . . . Eres dominado por las fuerzas de San Juan, ¡ dominado por la eapada del Arcangel San Miguel, atormentado por el Anima Sola, y asi, no podra llegar tu mal penaamiento hast~ mi. Amen. 3 Creclo1 • Nue11ro Strlor Je1ucrialo.

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Ano de Fiesta JOSE A. BALSEIRO

Aes el que marca el primer centenario del natalicio de NO DE FIESTA PARA LA CULTURA DE PUERTO RICO

Juan Morel Campos. Su obra le pertenece entrafiablemente a este pueblo. Si Tavarez -guardando las distancias de rigor- ha de ser reconocido como nuestro Mozart, su disdpulo y sucesor, Juan Morel Campos, es nuestro Beethoven. De igual manera que el maestro de Boon ampli6 la sinfonia,. el cuarteto y la orquesta legados por Haydn y por Mozart, Campos hall6 mayor amplitud arll).6nica y mas variedades mel6dicas y ritmicas a la danza puertorriquefia, enriqueciendola genialmente. Sus primeros profesores de milsica fueron Antonio Egipciaco, quien le ensefi6 solfeo y flauta, y Vicente Juan, su adiestrador en el bombardino. Pero sus composiciones iniciales nacen influidas por Tavarez. En cambio, adelantar.iase, en numerosos aspectos, a compositores posteriores. El cotejo de la primera parte ( luego del paseo) de su danza "Mi perla" con la mas q>nocida de Quiot6n, "El coqui", lo evidencia a plenitud. Pronto se advierte que si la milsica de Tavarez es mas pira el recogimiento del salon, la de Campos -otro pare.cido beetho:viano- busca, y encuentra, f;Xaltada, el coraz6o el de las multitudes. Las danzas de Tavarez, subjetivas, Hricas, revelan s6lo SU alma individual. Las de Campos, de mas aliento, de voz tantas. veces dramatica, conmovedoramente desgarradas · en ocasiones, parecen recoger y lanzar, coojuntamente, todo el latido de un pecho sin colmado amor y toi:la la angustia · de un pueblo que no conocfa la libertad. Con la hum°ildad de un Schubert ama ·~pos, e~ pleno furor romantico, a Mercedes Arias quieo, si le corresponde recoletamente, no tiene valor ni fuerzas --:Como la esposa de Mozart, Constanza Weber~ para romper la oposici6n y· burlar la vigilancia de sus deudos prevenidos contra el milsico. Este supo de amorfos que dieron flor. Y doiia Mercedes renuncia, abnegada, a su pasi6o. He 'ahi el 9rigeo de "Alma Sublime". Y naceo, de la mente fecunda y del coraz6n abrasado de imposibles, una y otra ·danza cuyos

tfrulos desnudan tan dolida vehemencia cuanto perdida de fe en su dicha. Obras que parecen cantar, musicalmente, las mismas tribulaciones sentidas por su ·contemporaneo, Jose Gautier Benitez: por cada ilusi6n perdida que f o,ja la mente inquieta me brinda la realidad con una esperanza muerta.

i!C6mo explicarnos, entonces, que si Campos inspiraba . tantas de sus danzas en un amor individual respoodieran, al mismo tiempo, a un seotimic;~to colectivo? . . . Respooderemos que en mochas de ella5 ~omo en las Mazurkas y en _las Polonesas de Chopin-:- conflindens<! el alma de la tierra y el allna del artista. Oir una u otra de esas dpicas creaciones chopinianas es auscultar el coraz6n de la Polonia de sus dias , ameoazada y subyugada --como ahora~ por la ferrea tiranfa; pero es, igualmente, descifrar la clave mas rec6ndita del desesperado espfritu del milsico. Ya el 5 de mayo de 1922 (con motivo del homenaje a la memoria de Tavarez y de Campos) dedamos en el antiguo Ateneo .Puertorriquefio: "Campos cre6 danzas melanc61icas, danzas romanticd, danzas alegres, danzas jugue-. tonas, danzas descriptivas; fue subjetivo y objetivo al mismo tiempo, y abarc6 maravillosamente todos los aspectos de nuestro ritmo regional". · De 'entonces aca hemos venido confirmando, mas y mas, ese aserto. 'Cada dia que transcurre nos trae nueva sorpresa del genio creador de Campos. Nosotros conocemos ya 97 danzas ·sJyas cuyo$· tesoros va revelandonos magistralmente Jesus Maria Sanroma. De esas, 84 ban sido publicadas. Ioeditas habfa a6n, en· I956, ciento noventa y nµeve de las 283 qU:e ~ompuso. Es di.fi81, en consecuencia, seleccionar lo mas represen- · tativo -la flor- _de su arte. Unas, apasionadamente romanticas ("Di que me amas", "No desconfies", "Felices dias"); otras, suplic~ntes, con la poetica amargura de la resignaci6n ( "Mis Penas", "Vano Empefio") , o con el ruego apagado en suspiro ("Ten piedad"). A veces tan

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!eves, que la melocHa tiene ingravidez de alas, como en la tercera parte de "Tu imagen". El interes rftmico es, en ocasiones, el valor sobresaliente ("La conga", "La inc6gnita"). · Algunos paseos de Campos -asi el de "Vh~a la Pepa"valen poco. Saben a rutina de zarzuela espafiola. Los tiene, sin embargo, como el de "Candorosa", comparables al Schumman de los lieder. Este Ultimo caracterfzase, ademas, porque no se repite: peculiaridad excepcional. La mitad, mas 0 menos, de esas 97 danzas son jocosas; delicias de intenci6n picante. Asf "Anita"; y, particularmente, "No me toques": la ilnica en que Sanroma no se cifie a la escritura de Campos. Su versi6n es demostrativa de c6mo puede superarse la forma prfstina. Y la ha llevado de uno a otro Continente, ganandose a los publicos mas heterogeneos; revelando aquel buen humor que, a la manera de Schubert, altemaba con la inclinaci6n a la tristeza en el sensible temperamento de Campos; buen humor que halla par en el del propio pianista. Apurando la :O.ota, llega Campos hasta la caricatura de trazos goyescos, subrayada con el sarcasmo del tfrulo ("Tu divino rostro").

tista de la orquesta -a decide: 'Juan, se quedaron en Ponce los papeles del Benedictus'. 'Pues traeme Ios del Gloria ( contest6 con presteza) y escribire uno en la Ultima plana'. Con lapiz, y a pesar de la prisa, con anotaci6n bastante clara, en poco tiempo improvis6 un Benedictus para voces y pequefia orques'ta que despues de ofdo result6 una de sus mejores composiciones del genero." Tavarez falleci6 a los cuarenta afios. Campos muere dandole validez al postulado romantico de que el amor no compensado puede matar. Dirigfa, en el antiguo Teatro La Pe\la, en Ponce;· la obertura de la zarzuela espafiola El'reloj de Lucerna. Era la noche del 26 de abril de 1896. Y abatido por un ataque cardfaco desmay6se sobre su atril. Dias despues -el 12 de mayo-expiraba, a los 39 afi<>S de edad, el _artista que se eleV6, y que elev6 a nuestro pueblo, en alas del canto. · *Este inventario se basa en las listas de Olimpio Otero, de Manuel Campos y de Antonio Mirabal.

Es curiosa la divisi6n hecha por Campos ~ismo de algunas de sus propias danzas. 75 fueron ,originalmente escritas para piano. A 7 de ellas las llam6 "danzas bailables". Estas son: "A la luri.a", "Apaga las velas'', "Figaro", "La Triguefiita", 'Una suplica", "La Rosario" y "Ya somos dos". Para canto y piano escribi6 un par: "Suefio de amor" y "Vano empefio". En otras aparece, una palabra burlona, que de~e gritar el ejecutante, como en la titulada "Vinagre". (No deja de haber ahf un anticipo de lo que luego ban hecho las orquestas de jazz). Y no faltan en las compuestas para piano, las de cuatro mano: "Tambien lo dudo", "Noche deliciosa" y "El Cicl6n". El n6mero de danzas, con ser tan crecido -y mayor que el de cualquier otro de nuestros compositores--no representa mas que la mitad de la producci6n de Campos, a partir de la llamada "El sopapo", la primera de las suyas, escrita a los 14 afi.os. Cierra SU obra, veinticinco despues, con otras dos: "La Bella Margot" y "Recelos". Y el catalogo general de sus creaciones asciende a 549 partituras de las cuales 137 son de caracter religioso (no publicadas) y 129 de otros generos. Entre esas Ultimas hallamos 5 sinfonfas, 10 lanceros, 12 mazurkas, 11 melodfas, 9 marchas f6nebres, 16 pasodobles, 10 polkas, 7 romanzas, 18 valses, 6 zarzuelas, 7 guarachas, 3 galops, 2 popourrits, 2 seis, 2 aguinaldos, 2 canciones, 1 gavota, 1 himno, 1 chotis, 1 coro, 1 tocata, 1 melopea y una marcha •. Para ilustrarnos la facilidad con que Campos componfa e instrumentaba, Fernando Callejo relata una anecdota: "Estaba con su orquesta solemnizando _las fiestas patronales de Barros [Orocovis] y ya en plena misa de San Juan cuando platicaba tranquilam.ente con los mU.Sicos en el ·antecoro, esperando que el orador sagrado terminase el serm6n. de .nlbrica, vino Cosme Tizol -primer. clarine-

Cartel de Rafael Tufino realizado en serigrafla, prwa celehf'flr el Primer Centenario de Juan Morel Campos.

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Presentaciones de Ballets de San Juan

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Pf'oyecto de Escenogf'ajta de Lof'enzo H omar para el Ballet "Juan Bobo".

Una escena del Ballet "Juan Bobo". La Suite sobf'e danzas de Mof'el Campos fue montada por eocomieoda del Iostituto de Cultura, coo motivo del centenario del celebrado compositor pu.ertorriquefi.o, e incluye mwica de SUS danzas Tu imagen, Cede a mis f'Uegos, Carmela, No me martirices, La Fernandina, Bellos ojos, La bulliciosa y La lila. Tambieo se debe a Ana Garda la coreograffa de este ballet, cuya decoraci6n y vestuario diseii.6 Myrna Casas. Bajo los auspicios del Instituto de Cultura, los Ballets de Sao Juan han actuado en San Juan, Ponce, Sao German, Aguadilla, Yauco, Aguada, Humacao, Utuado y Moca, coo un elenco compuesto por los bailarines principales Ana Garda, Gilda Navarra y Pedro Lorca, secundados por Alma Concepci6o, Juan Anduze, Elena Gaod.Ma, Teresa Lamadrid, Antonio Machin y ?tros artistas. La parte pianfstica ha sido desempefiada por Irma Isero, Nydia Foot y Cecilia Casanova.

Una escena del Ballet "Suite Medieval".

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Proyectos de restauracion de casas antiguas

El Instituto de Cultura Puertorriquefia adquirira pr6ximamente dos casas antiguas de la zona hist6rica de San Juan con el prop6sito de restaurarlas y dedicarlas a fines culturales. Los edificios restaurados serviran de moddo a los propietarios de casas antiguas de San Juan para la conservaci6n y reconstrucci6n de las mismas. En su Ultima sesi6n ordinaria la Asamblea legislativa de Puerto Rico aprob6 un proyecto de ley que asigna al lnstituto le suma ¡ de $160,000 para esto~ fines. Uno de los edificios se amueblara como una casa residencial sanjuanera del siglo XIX y quedara convertida en museo permanente de la vida domestica capitalefia de la epoca. En el Otto edificio se habilitara un local para galerfa de arte donde los artistas del pa{s pt'iedan exponer sus obras destinadas a la venta. Los dibujos que en esta pagina reproducimos, obra del arquitecto Fred Gjessing, ofrecen una idea de lo que podrfa ser, en varios de sus aspectos, uno de los proyectos que sobre el particular auspicia la Comisi6n Asesora de Monumentos Hist6ricos del Instituto.

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RBSB'fiJ"AS BIBLIOGRAFICAS

.ALEGRIA, Jose S.: Bl ·alma de la aldea. San Juan, Puerto Rico, 1956. Jose S. Alegria ya habl'.a escrito un primer tomo de ensayos sobre los tipos puertorriquefios de los pueblecitos ciudades de las postrimedas del siglo pasado y principios del presente - Retablos de la aldea. Ahora nos ofrece una segunda obra -Bl alma de la aldet1- sobre perfiles nacionales: nuesuas costumbres de comie02os de este siglo. "Bl alma de la aldea pertenece a esa literatura de evocaci6n que por intentar ser una evocaci6n del pasado inmediato, no deja de ser una cdtica moral del presente", segUn. sefiala el prologuista del libro, Emilio S. Belaval.

ANDREU IGLESIAS, cesar: Los derrotados. Los Presentes, 1956.

Mexico, Edit.

Esta novela plantea problemas de la polftica puenorriquefia, asl'. como otros de caracter sociol6gico y antropol6gico que son igualmente vitales para nuestta vida cultural nacional. Pero no es esta una obra de tesis simplemente.

Fantasia boricua. New York, Colecci6n Slmbolo, 1956.

BABIN, Maria Teresa:

Colecci6n de recuerdos y de estampas de la vida familiar y la tierra puenorriquefia vividos intensamente por la autora y recreados con esa unci6n amorosa mediante la cual pretendemos retener cautivo el mundo de nuestros afectos inti.mos, perdidos ya 'en la distancia del tiempo y el espacio. Mundo de ensofiaci6n en el cual "Si pequefia es la patria, uno grande la piensa", como dijera Ruben Darl'.o. BALSEIRO, Jose A.: Bl 11igla. San Juan, Biblioteca de Autores Puertomquefios. 1956, 237 pp. Pr6logo Je Gregorio Marafi6n.

Se recogen aqul'. dos ensayos originalmente publicados en Madrid en 1928, y aparecidos bajo el mismo tl'.tulo de Bl 11igla, tomo 2. A esta nueva edici6n, sin embargo, se ha afiadido otro ensayo -"Introducci6n a Azorl'.n"- que apareciera en Bl 11igJa, tomo 3. El ensayo "Unamuno, novelista y nivolista'', adviene la nota preliminar que pone la B. A. P. al libro, "va aquf aumentando con las paginas que ttatan de San Miguel Bueso, 'J tres historias mas: libro de ficciones posterior a 1928". BARANANO, Eduardo: Plan regional del area metropolitana de San • Juan. Edit. Junta de Planificaci6n, 1956 · ·nusuado. Este es un estudio publicado por la Joota de Planificaci6n de Pueno Rico, con el prop6sito de servir de· gufa ·para el futuro desarrollo de la zona m.etropoli~. A estos fines 56

ofrece una serie de recomendaciones encaminadas a Jograr que el dinamico crecimiento de esta area se plasme de un modo ordenado y estetico y conforme a las condiciones y necesidades locales. Para determinar esto se ban tornado en consideraci6n los distintos aspectos del problema: social, econ6mico, fisico. La obra esta escrita en espafiol e ingies, y va ilustrada con numerosas graficas, tablas, mapas y fotograf ias. BLANCO, Tomas: La Dragontea.

Editorial del Departamento de lnstrucci6n Publica, San Juan, 1956, 20 pp.

Con el subtl'.tulo de Cuento de Semana Santa, nos ofrece Tomas Blanco una narraci6n simb6lica de la vida del hombre en lucha contl'.nua, sin tregua, contra fuerzas desintegrantes y .destructoras q~e de minuto en minuto ie llevan al horde de la aniquilaci6n; "contingencia de la vida humana, individual y colectiva, f.ntima y social, tan vieja y tan contemporanea como la existencia de la humanidad" (p. 19). El libro esta ilustrado por Carlos Marichal. BRAU, Salvador: Disquiriciones sociol6gicas 'J otros ensayos. San Juan, Bdiciones del lnstituto de Literatura, Universidad de Puerto Rico, 1956, 409 pp. Se nos ofrece aqul'. una selecci6n de ensayos y ardculos de Brau escritos entre los afios 1882 y 1906, representativos de la variedad de intereses que movl'.an su inquieto espfritu, como podra observarse por los siguiep.tes dtulos: "Las clases jornaleras"; "La danza puertorriquefia"; "La campesina"; "La herencia devota"; "Rafael Cordero"; "Lo que dice la historia", "Puerto Rico en Sevilla"; "Dos factores de la colonizaci6n de Puerto Rico"; "En honor de la Prensa"; "De c6mo y cuando lleg6 el cafe"; "La cafia de azU.car". La obra va precedida de una extensa y documentada introducci6n del antrop6logo puenorriquefio Eugenio Fernandez Mendez. Esta presenta la recia personalidad de Brau enmarcada dentro del cuadro general de la sociedad de su momento. Tiene once ilustraciones y asimismo una bibliografl'.a de las obr.as de Salvador Brau. CABRERA, Francisco Manrique: Historia de la literatura puertorriquena. New York, Las America$ Publishing Co., 1956, 384 pp. _:... Es este el primer volumen de la Biblioteca puertorriquefia dirigida por Gaetano Massay vien_e a llenar, una necesidad 'largamente sentida en nuestro medio, donde hasta ahora no se habl'.a publicado un estudio panorruruco extenso .de la · literatura puenorrique.fia. . . Contiene esta obra los siguientes capl'.tulos: I "Los primeros siglos (XVI, XVII y XVIIl"); II "Nadmiento (El siglo XIX)"; Ill "Plenitud romantica y reincidencia neo clasica"; IV "Los ochenta y la generaci6n del 'uansito y el trauna"; V "El modernismo"; "VI De los treinta al presente". Tambien tiene notas y bibliograffa.


DELIZ, Monserrate: El Himno de Puerto Rico. Madrid, 1956. Presenta la investigaci6n hecha por la autora para determinar el origen, o el autor, de nuesuo himno nacional, La Borinquena. Contiene anecdotas de las peripecias que ocurrieron a la autora en el curso de esa investigaci6n y describe las gestiones realizadas en varios pdses latinoamericanos. Tiene nwnerosas ilusuaciones. FELICIANO MENDOZA, Esther: Voz de la tierra mia. San Juan, Biblioteca de Autores Puertorriqueiios, 1956, 136 pp. Es una colecci6n de estampas, narraciones evocadoras; ensayitos de prosa ~ica; cuentos cortos; poemas; cargados todos de la "voz de la .tierra mia". FERNANDEZ MENDEZ, Eugenio: Salvador Brau 'Y su #empo. Drama 'Y paradoja de una sociedad. San Juan, Universidad de Puerto Rico, 1956. En este ensayo, Eugenio Fernandez Mendez ¡reuata la recia personalidad de Salvador Brau y destaca la perspicacia de su visi6n bist6rico-sociol6gica. El estudio revela los dramaticos cambios ocurridos en el orden poHtico, social, econ6mico, en la sociedad puertorriqueiia del siglo XIX y vincula aquellos cambios con los que ocurren en iguales 6rdenes fuera de Puerto Rico. La obra esta ilusuada con grabados y fotograflas. FONFRIAS, Ernesto Juan: Cosecha. San Juan Bautista de Puerto Rico, 1956. Recopilaci6n de ensayos miscetaneos, artlculos periodisticos y notas de viaje escritas por el autor en ocasi6n de muy variadas circunstancias. FONFRIAS, Ernesto Juan: Conversao en el batey (La historia de un jlbaro bragao). San Juan, Bautista de Puerto Rico, 1956. Constituye la primera publicaci6n del gran empeiio de publicaciones en que acaba de iniciarse el Club de la Prensa de Puerto Rico. "Este no es un trabajo de anilisis, ni responde a b6squeda de caracter filol6gico 0 de alguna "oua naturaleza", segWi seiiala el propio autor. "Es sencillamente un recuento en vena anecd6tica de la vida y los hechos, de las expresiones fisicas y emocionales", del jibaro puertorriqueiio.

GoMEZ, Labor: Sanz promotor de la conciencia separatista '4n Puerto Rico. San Juan, Ediciones de la Unwersidad de Puerto Rico, 1956, 293 pp. A uaves de este estudio de Labor G6mez se presenta un esquema geogra.fico, fisico y humano de nuesua Isla; se ofrece una sintesis de la historia de Puerto Rico desde 1837 hasta 1868; se estudia "La revoluci6n de 1868 y 'SUS consecuencias para Puerto Rico"; el primer gobierno de Sanz (1868-1870); la situaci6n reinante en nuesuo pals durante el periodo de confusi6n poHtica peninsular y de la Rep#blica de Rafael Primo de Rivera; se enjuicia el segundo gobierno de Sanz, ( 1874-1875) hasta la Restauracion, y mas tarde, a partir de la Restauracion. Contiene un catalogo de los legajos y expedientes ineditos del Archivo Hist6rico Nacional. de Madrid que fueron utiIizados por el autor, para este trabajo. HERNANDEZ AQUINO, Luis: Memoria de Castilla, Madrid, Colecci6n Los Poetas, 1956, 45 pp. Poemas_ evocadores de la serenidad mayestatica e imponente de las secas tierras de Castilla, de ese "oleaje de piedra que es Castilla," como dice la poetisa Carmen Conde, quien prologa el volwnen. JOGLAR CA.CHO, Manuel: Soliloquios de Lazaro. Juan, Imprenta Venezuela, 1956, 66 pp.

San

Poema de honda preocupaci6n religiosa y metafi.sica. El libro lleva nwnerosos grabados de Rafael Tufiiio. Enrique A.: La ceiba en el tiesto. San Juan, Biblioteca de Autores Puerto"iqueiios, 1956, 146 pp.

LAGUERRE,

Esta es la sexta novela de Laguerre. Presenta la incesante lucha de un hombre por encontrar su centro y alcanzar su asidero vital permanente. Vivimos con el las peripecias de su vida como pauiota fracasado aqul en la pauia chica; como emigrado desplazado en la urbe neoyorquina. Y de nuevo la misma lucha de regreso a la propia tierra, para descubrir al fin que no son las grandes hazaiias, sino "los pequeiios actos de solidaridad, an6nimos, sinceros, repetidos," los que "logran aliviar los conflictos"; que "vivir es maravilloso, y jvivir con ouos mucho mas!"; que la Patria, como la vida .lntima, "es reserva espiritual y fisica y crecimiento"; que "en esta playa, una de tantas playas del mundo", puede "contribuir a. mantener tales manifestaciones de la vida", f que es11: Seri.a SU "mejot hazafia."

FRANCO OPPENHEIMER, Felix: Del tiempo 'Y su figura, San Juan, Editorial Yaurel, 1956, 110 pp.

LAGUERRE,

Libro de poemas en¡el que Franco Oppenheimer continUa. segando la preocupaci6n poetico-metafisica que aparece ya en sus anteriores poemarios. La obra esm impresa con pulcritud y gusto; lleva grabados de Ram6n Felipe Medina.

En esta serie de articulos y ensayos escritos durante el perlodo de 1952-1954 se preocupa el autor por ofrecer "una perspectiva de la vida ii.ctual del pals". Con este prop6sito inicia la obra con un ensayo introductorio de caracter gene-

Enrique A.: Pulso de Puerto Rico, San Juan, Biblioteca de Autores PuertOffiqueiios, 1956.

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ral que titula "una visi6n del Puerto Rico actual". Siguen a ace ocho capitulos que cubren los siguientes temas: 1- La f>rnna; 2- Examen ds 11#Bska his1oria; 3- Bl msjor pltm ds 1#rismo; 4- Sobrs sd#caeW.; 5- Lelras y lengw; 6- Ex-

f>rssionss folklOricas; 7- lnslil#cionss ds Mis; 8- Espml• ds #wssligaci6n. A traves de estos capitulos se enjuician nuestros diferentes esfuerzos culturales y el ·gradual desarrollo de nuestra consciencia de pueblo. Cierra la obra con un Uamado para que "se tienda la red de seguridad bajo la cuerda de los saltos mortales", y se trabaje mas sobria y tesoneramente haCia la realizaci6n de un quehacer cultural maduro. Concha: La mqNisl#d sossgatla. Poelica ds Bvarislo Rwera ChB'Vrsmom. San Juan, Bibliolsca ds ANlores P#erlomq•sfios, 1956.

MBLBNDBZ,

Esta es una reedici6n de la obra originalmente publicada en 1946. Luego de unas breves notas anecd6ticas sobre Ribera Chevremont, la autora ofrece un ponderado analisis y una interpretaci6n de la ttayectoria de su poecica, desde su temprana manifestaci6n en Desfila romJnlico ( sl.), hasta su poemario T onos 'Y fof"ffldS, publicado en 1943.

Al finalizar la obra se ofrece una bibliografla del poeta estudiado, la que incluye cinco obras escritas entte los afios 1921-1924 y que permanecen ineditas. SIACA R.IvllRA, Manuel: P. H. Hernandez. Edit. A1enso P•srlomq•sno, 1956.

San JUa.n,

Constituye este el primero de una serie de cuatto Cw-

demos ds Posslfl que el Ateneo Puertorriquefio se propane publicar anualmente. Estas publicaciones tienen el prop6sito de poner al alcance del lector avido por conocer nuestra literatura poetica, aquellas obras de poetas f enecidos que quedaron ineditas, o que ya esi:iin fuera de circulaci6n. Asimismo se preocupa el Alenso por dar esdmulo a los poetaS j6venes del presente. Complementa el volumen un eatudio de la obra del autor hecho por Manuel Siaca Rivera. RosA-NIBVBS, Cesareo: Ag•inaldo lmco ds la possla P•erlorriq#sna. ( 1843-1956). Madrid, Editorial Gf-edos, 1956. Primer volumen de una obra concebida por el autor para

desarrollarse en ttes volWn.enes po&icos y un cuarto volumen sobre literatura puertorriquefia en general. Este primero presenta los poCtas romiinticos, desde Marla Bibiana Benitez hasta Jose Gautier Benitez, esto es, el pedodo comprendido entte el afio 1843 y el 1880. Con la presentaci6n de la obra de cada poeta se ofrece una biograf.ia y una bibliografla. SO'ro, Pedro Juan: Spills. Mexico. 1956.

Edit. Los Presenlss,

Col~d6n de siete cuentos sobre la vida del puertorri· quefio que emigra a Nueva York en la b6squeda de mejoi fortuna y se topa con ese mundo impersonal y ajeno que es la gran urbe neoyorquina. . Este libro esta ilustrado con grabados de Lorenzo Homar, Carlos Raquel Rivera y Rafael Tufifio.

TORREGROSA, Angela Luisa: Angela Luisa.. . San Juan, 1956, 187 pp. Colecci6n de cuarenta y nueve escritos miscelaneos: cr6· nicas sociales; estampas del vivir cotidiano y comentarios periodisticos publicados como una columna regular del suplemento sabatino del peri6dico Bl MNndo. VIENTOS GASTON, Nilita: lmroducci6n a Henry James Bdiciones de la To"s, Universidad de Puerto Rico 1956, 98 pp. Ensayo de interpretaci6n de la obra noveHstica de HeD.1') James. La obra comprende los siguientes capitulos: "lntroito"; "El hombre James"; "Concepto jamesiano de la novela"; "EstudiO de una novela ejemplar: "The Ambassadors"; "Retrato de la heredera"; "Retrato del artista"; "James y Or.tega"; "Resumen"; Bibliograf.ia. MARQUES, Rene: ]tkm Bobo 'Y la Dflmd ds Occidenls

(panlomina P•erlorriq•sna para "" ballel occiden1al) 1 Mexico, Los Presentes, 1956. Enfoca, en forma caricaturesca la polemica que en los Ultimos afios ha venido agitand~ las esferas intelectuales y politicas del pals respecto del supuesto conflicto entre "occidentalismo" y "puertorriqueiiismo'', conceptos que el autor define e integra afirmando que "somos occidentales desde nuestra nadonalidad. puertorriquefia", y que ."solo proyectaremos lo nuestto a la cultura de Occidente, partiendo de nuestra ralz nacional."

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