Revista Puertorriqueña (1 feb. 1888)

Page 1

- PUERTORRIQU A

DIRECTOR,

|

z

|

e

,

¿

y

. _ S E

Hl. Sermandes fuscos, |

pd

ER

AS

-¿(ESDE le

o

de

:

ia

AUTORES.

OBRAS.

on Gários Casáboea o a e Rl« EL Vente rio del "Don n Salvador Braú ......... e Ea Pecadora. z Don Manuel Padilla Dávila. E pe ... El Ruiseñor (poesía).

“ y

- Don José Antonio, Daubón......... *Dr.Don Francisco

del

En CARIBE (Dr. Don José G.

:

Tió, en suálbum

Padilla). a

|

4

y

z

X Fermá

ez Juncos

(epístola)

*Tará yy rtes en París. ón

ce

E

.

ze

He |

Da

(poesía).

e Campesino Puertorriqueño.

Dr. Don Calixto Romero Cantero. ........ Lucuo, Di s de Borínquen

- Don Leopoldo HE Bamón: Pure Loi - Don M.F.J....... a qÍS

« Á Patria

Valle Atilés..e

Giovanni,”

cl

[E

!

ala

- LOFÍCINAS, CALLE > E

.

c00 A FORTALEZA NÚMERO 36. NOrPA ib),

yl

y



?

EL CENTENARIO DEL “DON GIOVANNI.” Á LOLA

R. DE

APASIONADA1 DE

TIÓ, MOZART.

- YE

¡Italia,

heredera de aquel

hoy atrae las miradas del arti aquel portentoso renacimien que la nueva éra se abrió, ilustres, suelo en que levan cúpulas al cielo esas sinfonías

arte griego

que aun

sta y del poeta, .cuna de to,

génesis

fecundo

en

patria de tantos varones taban sus flechas y sus

de piedra

que se' llaman

San Pedro en Roma, Santa María dei Fiori, la Capilla sixtina; á tí, vá, aun ho y en que has dejado caer de tus manos el cetro de l; Áas artes,el corazón y el

pensamiento de todo el que n hedi y siént tae! 128 AMí, en aquella tierra d lesignada y escogida por Dios, cantaban Stradella y HE 'alestrina himnos eternos de alabanza. Llegar á Italia y vencer era sojuzgar al mundo entero. Ser admirad: ) en aquel pueblo de ar-

artistas equivalía á hablar y ser escuchado desde luna tribuna que dominara á toda la humanidad.

1

Y

'


3a2

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

|

a

Con esa aspiración entró

A

Mozart.

Ya en Rove-

'redo, primera etapa de aquel viaje encantado, la muchedumbre acudió entusiasta para festejarle. En Verona, en donde tocó vel órgano de un convento, no fué

obstáculo la santidad

del lugar

oyeron le aplaudieran:

—giati, hizo pintar,

para

para

que los quele

un rico aficionado,

conmemorar

aquel

Pietro

Lu-

hecho, ún

retrato del jóven maestro. Mantua, Cremona, Milan en donde trabaron conocimiento con Saminartini, uno de lós primeros sinfónistas, y Paccini que ponía en

música su Cesare in Egitt»; l.odi, en donde escribió su primer cuarteto, el 15 de Mayo alle y dí sera, como el mismo dice; Parma, Boloña; en donde conocieron al

célebre padre Martini, y al no ménos

célebre Farinelli,

privado, en fecha no lejana, de Felipe V y Fernando VI

de España; Florencia, en donde el padre de Mozart hubiera querido vivir y morir: estas fueron las ciudades que visitaron antes de llegar á Roma.

a

El miércoles santo llegaron á la Ciudad Eterna. No nos resistimos al deseo de traducir de un bié-

grafo (1) la aventura del Miserere, hecho fastos de la música :

|

“La noche misma de su

_ ron á San

único en los :

llegada

Pedro á oir el* Miserere

de

L

á Roma

acudie-

Allegri.

Escrito

para dos coros, uno á cuatro y otro á cinco VOCes,.y compuesto há más de doscientos cincuenta años, por un sacerdote músico, descendiente del Correggio, el

Miserere de Allegri fué dad exclusiva

dela

durante

muchos

Cipilla sixtima,

nuestros dias se ejecuta.

años propie-

en donde

aun

en

Se asegura que los papas, ee-

losos de su monopolio, habían prohibido dar copias de

la famosa pieza, so penade excomunión.

7

“El efec : produ to cido por quienes le oyeron én Roma, no se debe sólo á su valía musical; estriba

- además, (1)

Loc ;

en su ejecución y en el lugar en cit. |

que se oye.

|


EL CENTENARIO DEL **DON GIOVANNI”.

323

“Cuando comienza—dice Stendhal —el papa cardenales se posternan; la luz de los cirios ilum y los ina el Juicio final que Miguel Angel pintó en el muro del altar. Á medida que se canta el Miscrere van _guiéndose los cirios: las figuras de los cond extinenados, trasladadas con tan terrible energía por Miguel Angel, son más imponentes, medio iluminadas por la luz de los últimos cirios. Cuando llega á su fin va disminuyendo el movimiento insensiblemente, los '"moderan la voz, la armonía poco á poco se cantantes extingue, y el peca

dor, confundido ante

posternado ante su

trono,

la magestad

parece

aguardar

de Dios y

silencioso el acento que vá á juzgarlo. * | “Sea de ello lo que quiera, el Miserere goza ba, en

la

citada

época, de una

lebridad . del á su posesión, de poseerlo. milagro. Por

en la audición

reputación sin

rival.

La ce-

trozo y los obstáculos que se oponían habían exasperado en Mozart el deseo . Para satisfacerlo ejecutó simplemente un un esfuerzo prodigioso, se abismó tanto de aquella obra, que

memoria y la escribió al correr de en su posada.

la conservó

la pluma,

en

la

al entrar

| “Al dia siguiente, una “segunda audición, que seguía atentamente en el papel oculto en su sombrero, le dió ocasión para rectificar dos 6. tres errores, viéndose así poseedor del único ejemplar del misterioso Miserere.

La aventura conmovió

convirtió-al jóven extranjero en

blica curiosidad.

mucho

el objetivo

Papa, léjos de condenarlo, De Roma,

?

a

escribía á su hermana, e

la pú-

participaba

2

pero hubo :de queel mismo

dela general

Es

y

en donde había realizado aquella proeza,

Mozart se dirigió á Nápoles,

zosos.”

de

Roma, y

La madre, que lo supo en Salzburgo,

temió por la salvación eterna de su hijo; tranquilizarla el padre, haciéndole sabe r

admiración.”

en

donde,

“hallaban

un

según él mismo

paraiso los pere-

No era del todo exacta esta afumación, pues

|

,


o RN

324

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

si en dos meses no compuso nada, dejando en descanso

su inteligencia y su

imaginación,

pasaba,

sus noches en el teatro, oyendo á los

en

cambio,

primeros artistas,

ya en lo bufo, ya en lo sério. No sólo esto: como ejecutante se hizo oir en varias casas particulares, y en una Academia pública en el Conservatorio,

Mozart llenó de nuevo

notablemente de peso.

su bolsa,

acto

en. que

que había disminuido.

Tanto admiraban

su maravi-

llosa ejecución, que no pudiendo explicarla los napolitanos la atribuyeron á un anillo que llevaba en el: anular de la izquierda: obligáronle á despojarse | de aquel talismán, y sólo así pudieron convencerse de que la ejecución que los encantaba era la obra del¡talento y del genio. E . En25 de Junio retornó á Roma, en donde el Papa

le recibió en audiencia

particular,

y tuvo á

honor

.conferirle, por sí propio, la cruz de la” Aspuelr de oro; . de que Gluck se mostraba tan orgulloso. Mozart 'fué de allí 4 Boloña,

retto y Sinigaglia.

música,

el

padre

pasando

por

Civita-Castellana,

¿Lo-

El sabio autor de la Historia de la

Martini,

candidato á la “Academia

lo

hizo

presentarse

filarmónica,”

ción que no recibía en su seno sino

docta

á maestros

como

corpora-

consu-

mados, y de cuyas pruebas salió Mozart triunfante. Allí dedicó al libreto que se había comprometido á com-

poner para Nápoles, toda la sávia de su talento.

po

Hubiera sido necesario la tenacidad y firmeza! de los reformadores, de un Dalayrac, de un Gluck, de, un

Wagner, para romper los moldes que públicos y cantantes habían adoptado para las óperas en Italia, e nas de convencionalismos, que abrían campo y puede

decirse

que

sólo atendían

tiple en boga y al tenor

dades, con mengua

á brindar

ovaciones

á| la

de fama para lucir sus habili-

y desdoro

no

ya de la realidad,

sino hasta del sentido común. No podía Mozart hacer Otra cosa que plegarse á las exigencias del público,y

seguir los ejemplos que en todas partes, por todos los


|

EL CENTENARIO DEL *: DON GIOVANNI”

33

maestros ofrecidos, le señalaban el camino de recorrer.

Tal hizo en Mitridate,

y rehecha

había

re di Ponto,

en tres actos, calcada sobre la tragedia de

el abate Parini,

que

ópera

Racine,

por el poeta

por

Cigna-Santi.

El público desconfiaba; la tierna edad del maestro era un motivo de duda. Desde la obertura, no obstante, el entusiasmo comenzó á manifestarse; los trozos se

sucedían en medio de frenéticos aplausos, y los espectadores maravillados exclamando: “¡Evviva il maestro! ¡Evviva il maestrino!” a A esta ópera siguieron la Betulia liberata, escrita en Padua;

Ascanioin Alba, escrita por encargo

Teresa, para celebrar

_nando

con

Beatriz

de

las bodas Este.

La

de

María

del archiduque Ferrepresentación

de

esta obra, que tuvo lugar el 17 de Octubre,

hizo

en el olvido,” frase tanto más

cuanto que

mar á Hasse:

excla-

“Este muchacho nos hará caer 4 todos

significativa

la música de Mozart había hecho desertar al público del teatro en que se cantaba el Ruggiero. En De vuelta por segunda vez á Salzburgo, en donde

había estado

antes

de la

composición

de

sión de su sucesor, escribió la partitura

de

la

Betulia,

Mozart halló á su pueblo natal sumido en el dolor por la muerte del obispo. Para festejar la toma de poseScipipne, apénas convalecido de una grave

77 sogno di

eniermedad.

Esta obra, según los críticos, es endeble y no

revela al

Di venerabili, colocada en primera fila de

composi-

compositor famoso, quien se desquitó, dando una muestra expléndida de su estilo de sinfonista en la letanía: ciones religiosas. El 4 de Noviembre

del

mismo

de vuelta para componer y representar

sus

año 1771,

| estaba

su Lucia Silba.

Á pesar de contrariedades sin cuento, esta obra se re. presentó el 26 de Diciembre con el mismo éxito que

Mitridate.

Este fué su último

éxito en Italia.

El 15

Mayo de 1773 abandonó este país para no verlo jamás;

pero mantuvo

vivamente

el recuerdo

en su

corazón,


e

326

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

e

y más que en él en su música, que conservó-la melodía límp

ida y clara,

como

había saboreado en

netrado su alma.

aquel

cielo

siempre

los grandes maestros

La existencia de Mozart

azul, que

y había.- pe-

)

|

se había deslizado

A

hasta

entónces por una pendiente suave y bordada de florés; los tiempos de lucha iban á comenzar en breve. tos y desgracias, nobles aspiraciones y horrendas Eximiserias, idealidades y realidades;

tal

es, en compendio,

la vida de esos magos. que nos vierten y lo mejor de su alma,

nos entregan :

IV. La Finta Giandiniera (Munich, 1775), II Ré poste re (Salzburgo, 1775), cinco misas, una série de sona tas

para órgano, una gran letanía, un ofertorio' y un gfa-

. ¿Jual, sin

contar

muchos

trozos

para instrumentos de

, viento para la capilla episcopal;

tales son las obras de

Mozart en este lapso de tiempo.

|

Omitimos, bien á nuestro pesar, la novela de los primeros amores del maestro con la hija de un copi sta ' de Manheim,

Tridolix:de Webber,

tio del

futuro

auto

del Oberon; para seguir á nuestro héroe en París r , de nuevo, en 1778, acompañado esta vez por su.m adre. No era ya el niño maravilloso;

el cálido

so]

de

Italia había precipitado aquel desarrollo: el hombre no podí aspirar ciertamente á las ternezas y los aplausos a de

otro tiempo. Asíla lucha fué cruel y coronada. por una horrible desgracia. Compuso coros para los con-: ciertos espirituales, que no fueron ejecutados; busc ó lecciones que no halló; deseó un puesto que no .ob-

tuvo;

solicitó un libreto que no consiguió;

Noverre,

que se erigió en su protector,

del talento del maestro, hasta el extremo

A A

ico

emi

E

y en

sacaba

tanto partido

de represen-

-


EL CENTENARIO DEL **DON GIOVANNL”-

|

tar con

su nombre .los Petits riens,

|

327

baile-pantomima,

compuesto indudablemente por Mozart.

Compuso dos

sinfonías que fueron interpretadas una (la titulada Purri -

siense) el 18 de Junio, y la otra en las Tullerías el 8 de Setiembre

1778.

“Si en el sentido de la composición y de los no fué provechosa su estancia en París, lo fué sin alguna para el estudio de la escuela francesa. relaciones le daban fácil acceso en la ópera y

comedia italiana (ópera cómica).

estudiar el arte francés;

tanto que

Aprovechó

|

éxitos duda Sus en la

esto para

habiéndolo

hallado

un amigo estudiando á Gluck y Gretry, y preguntá ndole si no era más provechoso el estudio de los italia nos, le replicó Mozart: “En lo que concierne 4 la melód'a, sí; pero como pureza de dicción y Expresió n dramática,

nó.”

Otro dolor terrible lo esperaba;

madre, acaecida después de corta

la muerte

enfermedad,

-

de su el 3 de

Julio de 1778. El golpe fué rudo para Mozart y no - ménos terrible para el padre, que, solo en Salzburgo con su hija. no pudo asistir á los últimos momentos de

. SU Compañera, de su esposa ejemplar. 'Grimm llevó á su casa el abandonado

mejor dicho, á la dé Madame d' Epinay.

entre el filósofo y el artista encendieron sorda, no ménos cruel.

0 huérfano, ó

Disentimientos

una

guerra, si

Grimm escribió al padre indicán- .

dole la conveniencia de que el jóven autor abandonara 4; París

, y como en el interín habían vacado dos plazasen la capilla de Salzburgo, el padre pesó con su autorida d

para hacerle dejar á París.

las órdenes

No sin sentimiento acató

paternales, y deplorando no haber

ilustrar su nombre

en

aquellos

teatros,

ciudad del Sena el 26 de Setiembre.

podido

abandonó

la

'Antes de entrar en Salzburgo hizo un largo rodeo,

para ver de nuevo los sitios en que había amado por vez primera. Pero mientras él había conservado en su corazón el fuego de aquel primer amor, la hija del có-

3 z


38

|

REVISTA PUERTORRIQUEÑA,

pista de Mannheim le había olvidado. Entró, pues, en el hogar doméstico herido de cuerpo y de alma. Las ternezas y cariños de los suyos debían restañar aquellas

heridas;

y templada su alma en la piedra de

infortunio, había de

tales:

dotar

hasta ahora hab:a

al mundo

toque del

de obras

inmor-

compuesto buenas obras:

jba'

á comenzar la era de las obras maestras.

“y

Entre ellas se cuentan varias composiciones instrumentales y religiosas, dos misas, una de las cuale s

(sin saberse por qué).se titula de la Coronación. Mas el teatro era el que lo llamaba con atracción Irresistible, y aunque el de Salzburgo no ofrecía grandes recursos, compuso para una compañía ambulante que por. allí

pasaba, el Rey Thamos, tragedia

egipcia

para Otra que se detuvo en 1780 ma

se

ha

extraviado,

pero

por indicios

tuviera notables semejanzas con su

rapto en el serrallo,

de Gebler,

una ópera

Para el Elector

obra de

y

cuyo poe-

se

supone

posterior El Mannheim:

es-

cribió, á poco, Zdomeneo, re di Creta, estrenada el 29, de

Enero de 1781.

Para

siempre había de hallar

la corte

de Viena

(en la que

envidiosos y detractores)

com

puso El rapto en el serrallo, el 12 de Julio de 1782. : Hemos de detenernos en esta obra. Alemania no

tenía ópera

naciorfal.

Si en la música

habían sabido sus compositores

hallar

instrumental

fórmulas y el

plear moldes nuevos, no 'así en la ópera. Italia mo había declinado su soberanía: artistas italianos ó qu se habían educado en la Península, eran los que atraían al público;

obras italianas,

ó

calcadas. en »sus

moldes, eran las que lo encantaban. Algunos espíritus independientes lanzaron el grito de libertad. Estimaban la creación de la ópera nacional obra al par que

laudable patriótica.

Los

compositores que á esta la-

bor se dedicaban solían hallar apoyo en los más eminentes y entendidos varones: el emperador José I1.de

ftustria se contaba entre los que acariciaban aquel noble ideal,

.


EL CENTENARIO DEL +: DON GIOVANNL>”..

tiene

Mas el pueblo,

el talento que

ese todo el mundo

329

(que no siempre

le atribuía Voltaire),

era esclavo

dócil de la forma italiana: los que quisieron arrancarlo de sus ídolos fueron despreciados y abándonados por él. Necesitábase, para triunfar el prestigio del éxito y la aureola de la fama; había que presentar brillante hoja: de servicios para declararse triunfador. - Ese fué Mozart. Tenía suficiente saber para imponer su'múSica; autoridad bastante

para hacerse aplaudir;

presti-

gio sobrado para arrastrar y convencer á la muchedum-

bre.

Cuando

el Rapto enel serrallo se representó,

es-

| escribir esta partitura, que el autor de Oberon la “flor del genio” de Mozart, sostenía y exalsu imaginación el amor que abrigaba su pecho hermana de la infiel Eloisa Webb.r. Cons-

tanza podía tener diez y ocho

años.

El noble carácter,

el saber y las pruebas mismas del amor que había

sen-

tido por su hermana, daban á Mozar el encanto de que nace el amor. Forzosamente separado de ella por su anciano padre, que sentía caer el peso de la vejez sobre su vida, que si se había sacrificado por su hijo tenía derecho á esperar idéntica correspondencia, y el cual veía un peligro para el jóven en el matrimonio, la pasión

trastable

que

en

alentaba

en el misterio germinó

la separación:

de sú: propio secreto.

incon-

la soledad lo hizo adivino

«Por su parte, la madre de Constanza, si no se oponía resueltamente á esos amores, conocía la misión

filial de Mozart y temía que la autoridad del padre hi. ciera el desenlace de aquella novela perjudicial 4 la reputación de su hija.

Hizo firmar al amante una pro-

mesa de matrimonio, que en caso de ruptura aseguraba á su hija una pensión de trescientos florines. Tal pro-

EI

ga

hasta Wag-

(EEEOQAAA

ner. Al llamaba taba en por una

o

ta tantos nombres ilustres, desde Webber

A

cuchó y aplaudió, la ópera alemana nació con vida poderosa y enérgica. Vino al mundo esa escuela que cuen-


330

As t

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

ceder indignó

4 Constanza que arrojó al fuego

el es-

crito arrancado á la debilidad de Mozart. a Este acto de entereza hizo volver á la madre sobre

su resolución, y pretendió extinguir lo que ya era voraz hoguera. Tras incidentes de diverso género, la

boda se efectuó el 4 de Agosto de San Estéban.

Poco

de

tiempo hatía de gozar

las Bodas de Figaro

de

1782 en

la iglesia 51h.

el inmortal autor

la vida reparadora

de

del matri-

monio. Aquel cariño profundo de la mujer que, sin ser un genio, sabía estimar en lo que valía á su marido, para nuestro héroe origen

Por

esta época (1785) fué iniciado

masónica Esperanza coronada; caprichosamente,

aquella sociedad estimación.

-

de notables

y

sino porque

no citamos

para

compuso

varias

las

lebre “autor

del

Salieri,

la Logia

este dato

festividades

cantatas

A pesar de los esfuerzos hechos,

de Viena volvía á triunfar.

en

inspiracio-

dignas A

de

de

ma

fué

nes.

el teatro italiano Sarti,

Burbiere di Sivighia,

Pasiello, cé-

hacían todos los

he

gastos del repertorio. La venida de éste á Viena hizo que Salieri, temiendo medir sus fuerzas con tan ilustre

rival, hiciera

un viaje á París,

en dende esperó

que el

, entusiasmo provocado por la venida del afamado maes-

tro se calmara, sin atreverse á poner en escena la.obra que había compuesto,

con libreto del abate

Da Ponte.

Todo este trabajo fué inútil: el Rico d' un giorno cayó en la primera representación para no levantarse jamás. Músico y poeta se atribuían mútuamente la causa

de este desgraciado éxito. El poeta fué más sensible á estas críticas, pues aspiraba nada ménos que á ser el sucesor de Metastasio. Salieri perjuraba que antes

le cortaban una mano

sos del abate,

que escribir una

nota para ¡ver-

y se echó en los brazos del abate Casti.

Da Ponte, por su lado, quiso colaborar con otro; ya para levantarse de su caida, ya para probar su opiñión de que no eran sus versos los malos. Pensó en Mar-

|

;¡ 4 +


l

EL CENTENARIO DEL “DON GIOVANNI?

33

tín, lo Spagnuelo y en Righini, pero estos no. podían luchar con Salieri; necesitaba un gladiador probado y fuerte; se acordó de Mozart. De esta unión nacieron las Bodas de Figaro. Salieri realizó todos los esfuerzos posibles para impedir esta solemnidad. Primero hizo creer á los in-

térpretes de la obra que la música era imposible de cantar; después puso de su parte al conde Rnsenberg, intendente del Teatro. Las mismas encantadoras melodías del maestro convencieron á los artistas, y la intervención del propio Emperador dió buena cuenta de

la oposición del empleado.

Esto

hizo cesar las hosti-

lidades.

“Recuerdo perfectamente “en sus memorias —lo

á Mozart—dice

Kelly

veo con su sombrero goloneado

uy su pelliza roja, asistiendo en las tablas

4 la repeti-

“ción general y dando los movimientos. Aún oigo á “el Benucci cantar el aire non pui andrat con su hermosa “voz

y

su gracia incomparable.

“* maestro, que de tiempo

al lado

en tiempo exclamaba

“* baja: ¡bravo, bravo, Benucci! - prorrumpió

Estaba

Mas

del

en voz

cuando el artista

en la frase Cherubini úlla vittoria, ália g!o-

“ria militar!, fué un entusiasmo indescriptible, una con- . ““ moción eléctrica. La orquesta se puso en pié, y el “patio

trasportado

de

admiración,

gritaba:

““brabo, maestro! ¡Viva el gran Mozart!” El 12 de Mayo de 1786 se representó

¡Bravo,

la obra en

medio del más frenético delirio. . Entre la composición de dos trozos de las Bodas, . compuso Mozart 2! director de espectáculo, escrito por

encargo de Schenbrunn Don

de

José Il y representado en el Castillo de el 7 de Febrero de 1786. A este siguió

Giovanni,

1787;

como

hemos

dicho,

el

4 de

Cosí fan tutte, en 26 de Enero

Noviembre

de 1790, y La

flauta encantada en 30 de Setiembre de 1791. La historia del Requiem de Mozart,

ne del maestro,

es tan conocida

que

canto del Cis-

no vacilamos en


332

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

suprimirla.

Diremos,

sí, que las investigaciones

he-

chas por sus numerosos biógrafos y admiradores han reducido mucho las proporciones de la leyenda de su muerte;

que

pues se sabe

á

ciencia cierta que el emisario

el maestro tomó como anunciador

fin no era otro que el mayordomo

que,

de pagar compo-

2

á los más renombrados maestros, encargándo-.

les el más profundo secreto, propias.

para hacerlas

El dia 5 de Diciembre de 1791,

che,

próximo

de cierto conde,

vanidoso é impotente, se daba el lujo siciones

de su

entregó su alma

Mozart,

al Hacedor

pasar

por

á la una de lá no-

Wolfgang-Amadeo

á la temprana edad de 35 años

y

diez meses.

Mentira parece que arrebatado á la vida “tan joven haya legado el maestro la obra inmortal que encantará siempre

á

la

Humanidad.

Desde

un

drama

Apollo et Hyacinthus hasta la Clemenza di Tito,

veinte óperas.

Dos oratorias,

vidde penitente;

un

latino

compuso

la Betulia liberata y

/limno fúnebre, .el

Da-

Alma (cantata),

dos piezas de este género escritas para la Logia masónica á que estaba afiliado. A este número vienen á añadirse

setenta y seis grandes

arias,

trios, cuartetos y

coros, ya para concier os, ya para óperas agenas. En obras sacras ha dejado cuarenta y ocho grandes trozos

para Iglesia y veinte misas. En música instrumental veinte y dos sonatas y fantasías, diez y siete sonatas para órgano, treinta y nueve piezas y aires variados,. Once sonatas á cuatro manos y para dos pianos: :cua-

renta y cinco sonatas para violín, ocho trios, dos cuartetos y un quinteto para piano y cuerda; dos cuartetos con

flauta,

uno

con

oboe

y

un

quinteto

con

duos, tres trios, veinte y nueve cuartetos

tetos para cuerda: piano,

. violín

y

cincuenta

Otros

y

trompa;

y

dos

ocho quin-

cinco conciertos para

instrumentos:

ciento

noventa

y tres piezas de baile: en cuanto á las obras de mayores proporciones, hay que registrar veinte y siete de

. distinto carácter y treinta y tres divertimientasy sereN 4


EA e E

E A

A

E

|

O aa

RA

e

a

i 4 É

+

| '

|

EL CENTENARIO DEL “DON GIOVANNI”

333

Y

nadas, y, por último, cuarenta y nueve sinfonías(11). Si se atiende á que el autor de este inmenso repertorio pasó

toda

su

vida viajando,

la

admiración

sube

de

punto.

Así vivió y murió el vanni y de tantas obras

debe la creación

de todas

inmortal autor del Don Giomaestras. La humanidad le

esas hermosuras,

cuyo

en-

canto durará tanto como dure la sensibilidad, la belleza, el sentimiento, todos esos bellos atributos, esos, nobles

tesoros del corazón humano. Enterrado bajo una tem-pestad de nieve, que alejó álos pocos amigos que le acompañaban,

el cuerpo

de

Mozart

se

ha

perdido.

Como un homenaje tardío, la municipalidad de Viena le erigió el año 18 un monumento conmemorativo. ¡No importa! ¡Mozart vivirá eternamente en el corazón de todo el que sepa sentir! Las dimensiones que ha alcanzado este me imposibilitan de hacer un juicio de la vida de Mozart.

Si la hospitalidad

no se

me

drtfcalo. y Obras

niega en

esta

notable publicación, lo haré con más tranquilidad y. espacio

en ¿Ocasión

más

oportuna.

|

C

CÁRLOS CASANOVA.

Mayagtez, Noviembre de 1887.

(1)

Kachel-Catalogue

thémátique

et| ctonológique des xuvres de W,

Mozart.

4

|

A.


AA

LA

PECADORA.

(*)

%

—No

hice

caso;

cogí el camino del pueblo,

cáteme usté en casa del cura!

cp,

¡y

Me recibió muy bravo, me regañó porque no había evitado los díceres de la vente; se resistía 4 creer que entre Cocola y yo no hubiese nada de malo todavía, pero concluyó por aprobar el casorio. Eso sí, me contó que, siendo primos hermanos nosotros,

había

no sé qué impedimento que no podía desatar él. Teníamos que pedir dispensa al señor obispo, y hacer una porción de cosas más.

En resumidas cuentas,

la boda me ibaá salir por un ojo de la cara. Yo pedí rebaja, pero el padre

que .

|

tenía palabra de rey :

lo único que conseguí sacarle fué la promesa de empezar las diligencias en cuanto le llevase un piquito á cuenta, dejando el finiquito para cuando llegasen de la suidá los papeles con el despacho, y hubiese que comenzar las amonestaciones. Ad Ya esto era algo, pero tenía de malo que yo estaba endeudado de enantes, y como el trabajo escaseaba,

no había que contar con un nuevo avance, y ménos tan crecido como el que me hacía falta. Nosabía qué hacer: (*)

:

Véanse los números anteriores.

d H

,


LA PECADORA. quería casarme, y pronto;

durías,

> |

me encocoraban

y además ya me había

hermanos

+

no se miran con

las

convencido

los

ojos

355 habla.

de que

que yo

los

miraba

á

Cocola. La malicia de la gente me habia. abierto el sentido, y....-¡pues....! ¡qué tenía miedo! ¡Ay, señor! Por remediar aquel mal, caí en otro peor. El demonio me tentó á probar el juego. Ello

es que algunos encabezados habían

sacado

los pies del

plato con el naipe, y aunque sabía que á muchos compa-

ñeros mios los habían dejado ¡sin camisa, slempre oia decir que eso era la mala suerte. ¿Quién le: había

visto el pelo á la mia? Para saber si era buena tenía que probarla. ¿Y cómo que si la probé... .? ¡ Y qué perra me salió la ¿indina! | Ni el naipe ni los gallos trajeron

á mi haber;

al contrario,

cienda,

que era donde,

un

hubo sábado

el jornal en el mismo ventorrillo para

que

| real de que

había

más seguridá,

más

dejé

todo

en la hase

armaba

el entrés. Con los gallos pasó algo peor. Distraido en darles condición me quedaba en casa, perdiendo el dia; . luego resultaba que el pollo que me habían vendido por inglés era mestizo, Ó, si salía bueno en la talanquera, todos ganaban menos yo, porque no entendía bien aquellos berengenales qe se armaban en la. gallera, y cuando quería cobrar las apuestas,

me

habían sido hechas conmigo.

decían

|

que

no

|

¡Vamos.... que por aquel camino no habían de venir los reales para el señor cura! Me convencí de

que en el juego sería siempre picón, y,

por salirme

de

desafío

el

adentro, lo habria dejado, si no hubiera venido á hacérmele coger odio una desgracia, . Era un domingo

de Pascua;

había

en

pueblo, y yo me fuí con mi gallo giro “Culebra”—un tres y cínco como una perla—seguro de traerme un bollo de plata aquella vez. Caásamos una pelea con un

lorigao que Hlamaban “Cotorra,” y que según

iba á dar la pata en un decir Jesús.

mis cuentas

Así fué; desde


336

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

>

las primeras entradas mi gallo achicó á su enemigo; yo tenía los ojos encandilados de gusto; la gente se desgañitaba dándole ánimo 4 “Culebra;” todos iban por él.... una puñalada más y aquello quedaba lístecito, cuando se pidió careo. Se levantaron los gallos por los coleadores, y.... yo no sé lo que le hicieron al mío, pero lo cierto es que cuando lo soltaron otra vez. parecía un pollo mojao; en vez de acometer aguantaba, yendose de alita; los jugadores que iban por él comen-

zaron á apuntarle al otro, para casar quería

metérmele en el corazón,

las apuestas,

cuando

el

y yo

pícaro

se

acordó que era hijo de gallina, y el lorigao le sacó el resuello. Lleno de rabia, cogí á “Culebra” y me puse á registrarlo, porque allí debía haber brujería, cuando oí

que me decían:—Mire, don, Ffatulos como ese guárdelos para con arroz.” Levanté los ojos, y-... ¡en mala

hora!

El

de la cuchufleta

quita, el sinvergúenza

que

era el hijo

de doña Mari-

había desgraciado

á Cocola.

Yo no sé qué me dió al verlo; me pareció que era á mí al que llamaba fatulo; un vaporizo se me subió

á la cabeza,

y,

sin encomendarme

á Dios, cogí

á

mi

gallo por las patas y se lo estrujé en los besos. Aquella noche dormí en la bartolina. Me siguie-

ron un sumario, resultó por mi libreta que estaba entrampado, como si fuera hacer trampas tomar dinero á cuenta de trabajo, y como si la mitad de aquella deuda

no hubiera venido de premios por la espera. Después el embustero del 29misario informó que yo vivía acor-. tejado, y, una cosa y otra junta, y los empeños de doña Mariquita, que estaba hecha un alacrán porque le había maltratado

á su guerendón,

me condenase tacha de vago y ¡Vago yo, desde que vine

hicieron que el

corregidor

á dos meses de obras públicas con la mal entretenío. | que me había despez':5odo trabajando al mundo, y mal entretenúo, cuando con

mi sudor le daba de comer al nieto que aquella doña j


Es

LA PECADORA.

había

echado

ticia!

á la calle...

|

337

¡ Y dicen

que

hay jus-

Aguanté mis dos meses picando pied ra en el camino, comiendo funche malísimo, y renegando hasta de la leche que mamé de mi madre, no tanto por el castigo injusto como por el pensar que, faltándole mi socorro, Cocola no había de hallar que comer ni que darle á su hijita. La fortuna que ella metió mano 4 una petaca, y soltando los zapatos se: echó al rio 4 la-

var,

coño

Dios le dió 4 entender,

y gracias á eso y al

producto de los gallos que no quise tener

más en casa,

encontró lo bastante para no morirse de ha mbre.

¡Con qué gusto ví llegar ! la conclusión de mi con- . dena....! Fué un sábado, á la puesta del sol, cuando me dejaron en libertad,

y sin

decirle

adi os

á nadie,

eché á andar el mundo de camino que me separaba Cocola.

|

Yo no la había vuelto á ver desde

bartolina, pues para evitar chacharerías,

de

que entré en la

sejado que no viniese al pueblo,

le habia

acon-

y aquel la privación fué la peor de las penas que sufrí. ¡Figúrese usté con qué ganas menea ría las piernas cuando me abrieron las puertas de calabozo! Me ahogaba el deseo de verla, y me parecía que alguna desgracia me había de atajar en el camino; corria como un desesperado, la cabeza me daba y ueltas como

las mazas de un moliho,

y, la verdá,

rompí el pescuezo cien veces en un

quedé atollado en algún lapachar. -Yaera bien entrada la noche

no sé como no

barranto

me

ó no “me

cuan do

llegué

á

casa. Cocola no estaba prevenida de mi vuelta, porque quise cogerla de susto. Al tocar en la puerta,

llamándola

por

saber por qué,

su

nombre, | temblaba mi

sentía las manos yertas,

cuerpo

echadentro del

ba chispas, y el corazón daba brincos pecho. ¡Qué cosas, señor dotor....! Cocola ció

mi

voz,

y respondió

con

un

grito:

sin

m ¡cara

cono-

“¡José Ma2 >

a


$5

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

ría....!

¡Allá voy...

Y

1”

cama, se levantó á abrirme.

Al verla delante de

en mis brazos

como

mí,

nunca

p

tal como me

lo

estaba len la

trastorné; había

3

ps

la apreté

hecho;

“ella me

echó los suyos. ¡pues....! ¡quéiba á hacer. . 3 En fin, que fué unh disparate: pero no me: culpe: usté, señor dotor.... ¡Tentaciones del enemigo malo....! ¡ Ya no tiene remedio....! Y el labriego, dejando escapar profundo suspiro, hizo alto un momento,

abrumado

por la vacuna

que

le imponía su ingénua confesión. El médico acudió en su auxilio. ¡ | —No te culpo—le dijo—ni te culpará nadié que conozca la inflexibilidad de las leyes de la naturaleza á que hemos de someternos todos. En las condiciones

en

que

te has visto forzado á

vivir, otros hubieran caido antes que tú. Tú cediste á la traición, no á la tentación. Enamorado de tu prima sin saberlo, hubieras seguido tal vez sin darte cuenta de tu pasión, á no ha-. berse alterado los accidentes de tu pacífica vida; | pero la ausencia, el sufrimiento, la preocupación de st SOoledad, la excitación operada en tu organismo por las injusticias sociales, la hora misma de tu regreso.. todo contribuyó á tender una emboscadaá tu voluntad, y la naturaleza fué implacable. Nada

tuvo

que

veren

eso el demonio,

que,

existiese, no floja tarea habría de llenar, tomando

parte

á la vez en los actos de todos los hombres,

A

Por lo demás, ¿cuál fué tu delito....?

Asi cómo

tú te uniste á la mujer querida, sin más testigo que Dios ni más vínculo que la voluntad, cuentan los libros santós que se unió el primer hombre, el padre de todas ' las criaturas, á la mujer formada con su propia carne. Necesidades sociales, la morigeración de las costumbres, el derecho de las

familias,

conveniencias

que sería muy largo explicarte ao

mútuas

trajeron luego la


LA PECADORA.

339

imposición de una fórmula legal para la unión de los sexos, la religión santificó esa fórmula, yy es obligatorio g

respetarla; pero no fué culpa tuya sial quererle tributar respeto, te encontraste inhabilitado para llenar tu deseo.

El sacerdote

que

te negó

la bendición nupcial,

porque no tenías dinero con qué satisfacer los derechos . de dispensa de parentesco, olvidó sin dud a que esa parienta con quien deseabas casarte, la habías recogido del borde del precipicio á que la había lanzado una ligereza juvenil; que esa mujer vivía bajo tu mismo techo, provocando apetitos sensuales ó murmuraciones del vulgo, y que no podías arrojarla á la cal le, á ella y á su hija, sin faltar á un sentimiento rudim entario de caridad; sin empujarla al fango asquerosode la prostitución.

No pretendo acusar al cura, que está sometido 4 los preceptos disciplinarios que le dictan sus superiores, mas tampoco puedo acusarte á ti, y de seguro que Dios no te condenará.

—¡Ay, dotor! exclamó el jíbaro, inclinándose hácia su huésped, y besándole la mano con efusión. Dids

se lo pague por el consuelo que me da. |

todas las penas del infierno iban á tigar mi culpa, y tenía miedo.

Yo creía que

ser pocas para

cas-

—Podrías estar condenado á la reproba ción de los

hombres honrados, si hubieras abandonado ¿ í esa mujer

á las consecuencias de su primera falta.

So

bre tu con-

ciencia podría pesar su depravación, si la se dedad

miseria la hubiesen

ofrecido,

- comercio de sus atractivos. bles de tu conducta.

como

ha sido

mi

el

|

La he querido más que

única

y la

amparo,

Otros serán los responsa-

—Crea usté, señor, que yo no

momento.

único

felicidá;

bajo.... y mi pobreza,

la abandoné á mí

mismo;

con ella compartí mi

que es

ni un ella

tra-

todo. lo que tenía que

compartir, y ho porque no haya sido mi mujer por la

E

|


340

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

iglesia, hemos dejado de vivir siempre el uno para el otro.

Mire usté.

Al salir de la cárecl,

lo

el señor corre-

gidor, más bravo que un ají, me montó una jaca, amenazándome con desterrarme “si no dejaba el mal vivir con mi.prima. Como después vino aquello ... ¡pues....!llo que' usté sabe, y yo no tenía con qué taparle la boca al señor cura, al que volví á hablarle sin

sacar más que desahogos, por medio;

determiné

poner

tierra de

tanto pata ver-si cambiaba la suerte, como

para huir de un castigo que no hubiera podido resistir. Entonces me ajusté en un cafetal de la altura, - disponiéndomeá venir de vez en cuando á ver á Cocola,

para traerle mis ganancias,

que pasaba lejos de ella. Así vivimos algún

y desquitarme

tiempo,

contando' con los ahorros

que

y me

del tiempo

sentía

dichoso,

ella iba juntando

para

llamarla pronto mi mujer Y vivir como

Dios manda, sin

que

nosotros,

nadie tuviese EOS qué meterse

do un dia, al volver á casa, supe

con

cuan-

que el fantasioso del

comisario se había atrevido á hacerle Proposiciones á Cocola, y que resentido porque ella le enseñó los dien-

tes y lo puso á raya, había llegado á amenazarla con sorprendernos cuando yo viniese á verla, para dar parte de que seguíamos viviendo acortejados. : Como ahora la cosa estaba más fea, porque mi prima se sentía con novedades, y yo no había de negar mi sangre,

tomé de seguida una determinación.

Aquella

misma noche esperé al comisario en el barranco (de la quebrada, al volver de un velorio, y le arrime al cuerpo una soba, tan bien untada, que no debió quedarle hueso sin repasar.

Después enlié mis petates

echando á Cocola por hombro,

delante

á

y cogiendo

la carrera,

y

su hijita al

nos metimos en tropa para la altura, á la

buena

de Dios, sin más esperanza que la caridá del dueño del

cafetal donde yo trabajaba, para darle alojamiento á mi familia,


LA A:

341

Fuí bien recibido, no lo Suelo negar; perono sé si el cansancio de la caminata, el miedo por lo que hice con aquel parejero ó los disgustos de enantes, que todo .se le juntó, ello es que Cocola cogió la cama: desde que llegamos, y echó fuera, antes de tiempo, lo que tenía «en el buche, con unos váguidos la pobrecita, que no sé como pudo resistir. Por fin se curó, ó. como digamos, se reméndó, porque la verdá es que nunca más volvió dú su sér, empezando desde entonces á sentir ese” catarro pasmuno y esa flaquencia que han acabado por llevársela al otro mundo. Para completar mis penas, tan perras que no parece sino que alguno me había echado un hechizo, algún tiempo después me tumbaron las virgielas bravas, y aunque no pudieron conmigo, me quedé baldao por mucho tiempo. . Por esto y porque creimos todos que el frio de la altura le haria daño 4 Cocola, tuve que buscar otro acomodo, y lo único que conseguí fué que me deJaran de

arrímao en estos seborucos,

donde

yo

mismo

junté cuatro ramas para escondernos bien lejos de todo el mundo.

nosotros,

Aquí no ha

porque

tenido nadie

los vecinos

que

viven

muy

meterse

desapartaos,

y rara es el alma que se vé pasar esperdigá vereda por donde ha debido venir usté.

Solos, sin ver apenas

gente,

hemos

quilos en este rinconcito, ganando

yo

con

por esa

vivido: tran-

mi jornal

en la

hacienda cuando puedo ir al trabajo, lambiendo la tierra. los más de los dias, comiendo lo que Dios marida en los

demás,

y

viendo de

infeliz, sobre todo

momento

desde que,

aniquilarse á esa

para

mayor

desgracia,

volvió á sentirse cargada.

Hace unos meses, por Semana Santa, nació esa criaturita, estando yo enfermo, y ya se puede usté figurar los. agonisos que pasaríamos. |

Amontonado en esa hamaquita, temblando con el frio de la calentura, la oia á ella qipiendo con su catarro le


Y

REVISTA PUERTORRIQUEÑA,

maldito, y á las hijitas desgañ itándose

por la necesidá, sin tener ni una ánima bend ita que nos calentase un trago de agua. Cuando, partido el corazón dejaba la hama ca para

i

¡ socorrerlas, me la encont raba á ella sin sentido en sangre

que le salía á chor que arrimarle al pecho la ro por la boca, y asi tenía criatura para engañarle el hambre, po

rque....” ¡qué sustancia ha bía de hallar

Ya sintiendo que se: iba, me pidió ayer que le trajese al señor cura; Pero.. selo? Yo apenas puedo an .. ¿cómo había de traérdar c

se hubiera metido en ca mino.

iba á ser de vicio,

alevanto

porque—Dios

me lo perdone

—pero me parece que en cuanto

el

señor

sí se lo

cura me hubiera visto el pelo, en comiensa d meterme los mochos con el infierno y con la mala vida, poniéndome de vuelta y media... ¡No había para qué ir... Ella, tan mansitita siempre, me di ó la razón, y abrazando sus hijitas, se encomendó á Dios y á sú Madre Santísima” como me jor pudo; lado después, me pidió había pasado por su caus a.... ell

a. ... qué era una santa. ¡Y pedírmelo 4 mí, que no había: podido dar ..! le todo lo quese merecía....! e] Por fin... ¡ya de

scansó Yano tendrá que aguantar hambres ni calamidae ....! - conderse de la mala volunt4 s, ni tendrá por qué esde denguno.. .. Pero ¡me dejó solo....! ¡Solito con esas dos criatura ... s, que no sé lo que vá á ser del las... | ¡Ay, señor! Los hombres no deben afligirse, pero.... ¡no lo puedo remediar....! Déjeme usté qu ¡Yo he debido haber hecho alego llore mi desgracia. pel malísimo, porque Dios me ha castigado sin consid eración!


3148

LA PECADORA.

en las callosas

Y el infortunado hundió el ¡rostro manos, ahogado por los sollozos.

El viento y la lluvia habían cesado

sólo algunas ascuas

en el exterior;

entre las

brillando

continuaban

piedras del hogar; la hamaca seguía columpiando muellemente su débil carga, y la silueta del cadáver de la:

su

en la penumbra

adivinar |

apenas |

pecadora dejaba rigidéz.

El huésped permanecía silencioso, pero á una leve inclinación de cabeza, pudo observarse que el débil

reverberaba en su

de las ascuas moribundas

reflejo

semblante sobre ligero asomo de humedad. Sin duda una lágrima. se había escapado de sus ojos como testimonio elocuentede conmiseración. Después se le oyó murmúrar en voz tenue, imperceptible casi, estas palabras; ¡Anemia del cuerpo y —¡Miserias sociales....! ¡Hambre y superstición... .! atrofia del espíritu....! ¡Egoismo

clases superiores

las

en

y

en la

tinieblas

¡La virtud escondida entre los. masa popular....! harapos del vicio, y la soberbia alardeando moralidad bajo el oropel de hipócrita civilización... . 1. ¡Ulceras gangrenosas encubiertas por ropaje de armiño....! F raternidad humana, ¡quién logrará cicatrizarlas....! ¡cuándo se consumará tu obra de perfección . . : +! e. .a.

«o.

1... .

.....o..

.

....

n..be

«ooo

.c...n.o....

....

Volviendo luego de su ensimismamiento, púsose de pié, apostrofando así al labriego, que no daba punto NES | á sus sollozos: -—¡Vamos,

r

no llores

hombre,

+

¿Cómo te llamas?

—José María Méndez.

—¿Qué piensas hacer para

al pueblo?

que

confía en

tienes á Dios siempre en la boca,

vez habrá de oirte.

Puesto

más!

conducir

Aquí no ha de quédar.

—Cuando vengan

los

claros

primer hacienda que se vé desde

que

alguna

| ese cadáver

del dia,

aquí, para

a

bajaré á la

pedir por


34

A

REVISTA PUERTORRIQUEÑA,

o

caridá á algunos compañeros que se la lleven 4 en* terrar. Despues...... me tiraré 4 morir com o un perro. | . ¿| —Pues, toma, para que gratifiques á tus amigos, y puedas remediar tus necesidades más urgentes. Y, al decir esto, el médico vaciaba su portamonedas en las manos de aquel infeliz. Luego añadió: | — Yo me encargaré de participar en -la parroquia la muerte de tu mujer, y de advertir su entierro. Que me busquen en el pueblo los conduc tores. Soy el doctor Bueno; por ese nombre me encontrarán. Cuando hayas descansado y te sientas más tranquilo, vé á buscarme tú también: te tom o á mi servicio.

lo que

Deja dormir á esas niñas ahora, que ya' veremos has de hacer con ellas;

aun

que, por las circunstancias perniciosas que han precedido y acompañado á . su nacimiento, creo que

la más pequeña poco tiempo habrá.de preocuparte. ¡Anda....! ¡Tráeme el caballo. . 1 El temporal se disipó y puedo emprender la mar char. De paso por la hacienda reclamaré auxilio para ti, á fin de que no tengas que abandonar tu casa. as Y, empujando suavemente al Jíbaro, que ato ntado no acertaba á coordinar algunas frases para exp res ar su gratitud por aquellos «beneficios que tan inesperadamente se le ofrecían, franquearon ámb os la puerta de la cabaña. E La tempestad, disuelta en torrencial aguacero, había desapa rastros

recido

en

los

en

absoluto,

enmarañados

dejando sólo

bejucales,

lijeros

en

jadas hojas de los bananeros y en las vert las desgaientes de las colinas, por don de

se

precipitaban

aguaen torbellino murmurador.

las

corrientes de

Las nube hácia el oeste, permitían 4la mirada son s, barridas dear el espacio, límpido, transparente, iluminado por esas miriadas de estrella

s que

engalanan

A

ni

las noches

A

serenas en la

O

A

A

E


ús

F É ' | p

LA PECADORA. zona

intertropical.

La

luna,

da en

toda

asomaba su soberbio disco por encima.

su

AS

plenitud,

de la empinada

sierra, blanqueando con sus destellos los desquiciados setos de la miserable cabaña y tachonando de aljófares las hierbecillas de los prados, humedecidas porla lluviosa tempestad. | Momentos después se alejaba el viajero de aquellos

sitios, donde

acababa

de enjugar

una

lágrima,

y de

esclarecer con los rayos consoladores de la esperanza, las tinieblas de una conciencia y la soledad de un corazón. | SALVADOR (Continuará).

BRAU.


AS A

/

EL Á MI DISTINGUIDO

RUISENOR. AMIGO

DON

MANUEL

ELZABURU.

Le rossignol charme toujurs, et ne

se répéte jamais, servilement.

du moins

jamais, E

Montbeillard.

Yo soy el ruiseñor, el pajarillo Que despreciando el haya y la palmera, Fabrica entre las ramas del tintillo

Dulce lecho á su amada compañera. . Yo soy el ruiseñor, arpa del dia

Que sueña de la noche hasta en la bruma; La música á mi voz dió su armonía, “Y su sombra el crepúsculo á mi pluma. Yo soy el ruiseñor, y luto y gala

Por la pluma y la voz al par indico; Soy de duelo abanico si abro el ala, Soy bandolín de amores si abro el pico.


a

SS

ARS

E or AAA

EL RUISEÑOR.

|

A

Los que escuchan mis himnos seductores No advierten si de júbilo 6 congojas Celebro el nacimiento de las flores Ó lloro la caida de las hojas,

| ñ

Que, símbolo mi voz de melodía,

Al brotar de mi seno puede tanto,

Quesya exprese el dolor, ya la alegría,

Nadie logra á entender si lloro ó canto. Yo soy el ruiseñor, yo soy el ave Cuya lengua parlera y argentina,

-

Del mirlo remedar el canto sabe Y la voz de la errante golondrina.

-

Cuando anuncio las albas matinales

Se alegran de mi voz hasta los riscos,

Y abandonan sus lechos los zagales

Y dejan los rebaños sus apriscos.

Y al ver el sol en la mitad del cielo

Busco la sombra que el follaje presta, Y en cualquier rama descansando el vuelo Yo mismo arrullo mi tranquila siesta. Y cuando el sol en el ocaso arde

Y está el Oriente ya descolorido,

Rompo á cantar el himno de la' tarde

Y torno en busca de mi caro nido. 112

Así paso la vida hora por hora

En libertad,

feliz, cantando

á una,

Amenas alboradas á la aurora Y plácidos nocturnos ála luna.

Yo soy el ruiseñor, y mientras tanto

Que en libertad, feliz, las alas vibre,

e

)

a

| A


343

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

A

En el espacio vibrará mi canto

Del mismo modo que mis alás, libre. M. Papitia DáviLa,

* La Vega, Octubre 25 dd 1887.

Ñ:

EN EL ÁLBUM DE

PATRIA

TIÓ

Y RODRIGUEZ.

Pulcrha puella,

Quieres, Patria, que en tu álbum estampe yó cuatro versos;

—tu firma sólo me basta,—

dices con rostro halagiieño, como si mi firma fuera

| |

| |

la de Rostchild el banquero, y aquí me tienes, pensando cómo salir del aprieto,

no vaya á decir tu madre - esta verdad, como un templo: que más haces tú en pedirlos que yo en ponerme y hacerlos. ¡Razón tuviera de sobra! y antes que diga élla eso, _ya vés, voy emborronando ¡este blanquísimo pliego,

página pura y hermosa

del libro de tus recuerdos,

A

cierta

e

| | :


A |

| ,

|

EN EL ÁLBUM, donde flotan ilusiones

*

y esperanzas y hasta besos. Voy, pues, así, lisamente, sin andarme con fodeos, á decirte un secretillo

—,

que se me sale del pecho.

Pero eso sí.

¿Me prometes,

guardarme bien el secreto?

No has de decirlo á tu madre,

ni á mi mujer, no sea ello

que por un leve pecado vayan á armarme un tiberio. Has de convertirte, Patria, en la estatua del silencio.

Ni una palabra. ¿Me entiendes? ¡Que nada sepan! ¿SÍ? ¡Bueno! Pues escucha... .. así quedito,

acércate más... - ¡soberbio! ¡oye. ..! que mee gustas mucho, tienes atractivo, ingenio, encanto que siempre arroba,.

y esos ojillos tan negros así dormidos, me dicen que tu espíritu es de fuego,

que tienes lo que ¡buscaba cuando estaba yó soltero, mucha dulzura en el labio, mucha luz en el cerebro, mucha bondad en el alma, mucha virtud en el pecho. Pero. .. aguarda, ¡no te marches, que no he terminado. Puedo decírtelo todo á solas sin que se aperciban de ello. Tu madre, ni una palabra sabrá del lance, ¿no es esto?

y mi mujer... n9 hay cuidado,


y Ez

REVISTA PUERTORRIQUEÑA. yo me callo como un muerto

y ni siquiera sospecha que soy capaz de un enredo. Aguarda, pues, que concluyo. ¿Te vas? ¿Acaso te ofendo? Si te pones colorada me sepulto en el tintero...

A

+

350

oc A A A

4

lado A rc a e St

J. A, DAUBÓN.

a

É

a

|

A

E

a

pero has tenido la culpa: ¿quién te manda pedir versos?


EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO. » SUS CONDICIONES

FÍSICAS, CAUSAS

QUE

LAS

INTELECTUALES

DETERMINAN

y

Y AO

MEDIOS

PARA

MEJORARLAS.

(OONTENVACICN) : |

BREVES CONSIDERACIONES ACERCA

DE LA PATOLOGÍA

COMPARADA

DEL

: CAMPESINO,

-

Desde luego se advierteen la reseña que acabamos de hacer, que un considerable múmero de las enfermedades en ella citadas no excluye á ninguna

clase social, mientras que otras, ménos numerosas, se encuentran más frecuentemente en indivíduos del gru po humano que estudiamos. Algunas hemos visto que son enfermedades propias de éste y de análogos climas,

|

y otras que son comunes á diversas regiones geográ- | ficas. Por último, esas dolencias no afectan de igual modo á indivíduos de diversas razas.

Este asunto, como

se vé,

es interesantísimo:

consideración de la patología humana *

|

desde el punto

Esta obra obtuvo el primer premio de la sección de Ciencias

último Certámen «Jel Ateneo A ción de escritores y Artistas, de Madrid,

la

Morales en el

á propuesta del Jurado de la Asocia-

|


,

aa 2

y ze

5

APS

y

S

pues is

E

yde FE ql

23

po

jo

352 *

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

de vista del clima

y en cuanto

Ho

se

relaciona con las razas, dá lugar 4 deducciones de como que el porvenir de toda coloni importancia suma; a las circunstancias climatológicas, com depende tanto de de la raza fundadora para resistiro de las aptitudes 4 las morbosas influencias del nuevo suelo. Para Pue colonia ya estable, y aún para los cam rto Rico mismo, pesinos, circunscribiéndo nos á nuestro problema, no deja

de tener 'interés la materia de que vamos 4 Ocupar nos.

El paludismo, que hemos dicho se ceb a en la población rural, si bien no perdona al negro ni al mestizo, hace mayores estragos entre los blancos : ino solamente las formas simples de las int dicas, sino también las perniciosas, for ermitentes palúmas gravísimas del envenenamiento palustre, son más comunes entre estos que entre aquellos. Por rareza se enc de raza pura, caquéticos á consecuen uentran negros; cia de la malaria. Ya en los mestizos se observan más casos de caquéxia, aunque nunca tantos como entre Jíbaros de orígen caucásico. Y no es que el organilos smo del hombre de color no resista tanto como el del banco y sucumba con los grados de int oxicación malárica

nosotros, al ménos,

que

creemos lo contrario:

éste

soporta;

el negro

resiste más al envenenamiento, por condic ion es org áni cas que le dan

esta ventaja; condiciones orgánicas acáso no muy precisadas, pero que probab lemente consistirán en una fuerza eliminadora grande que se opone á- que su organismo llegue 4 la dósis de ó en que los gérmenes del paludi infección necesaria, terreno pobre, ya que no estéril smo encuentren un por completo, para desarrollarse tan 4 sus anchas. | Por lo que res

rarse que la raza

pecta al paludismo, puede asegublanca tiene mejores disposiciones

que la raza negra para contraerlo, más desfavorables pará exponerse y está en condiciones á sus Otro tanto puede decirse de la ane influencias. mia tropical. La

anemia dependiente por moda

exclusivo del

| |

| |


e SETIAATIAT

a AA

es 3

TES

h | 4

|

EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO.

353. al

| clima afecta al blanco y deja indemne al negro; excep| cionalmente padecerá un negro de anemia debida sólo ' á la temperatura de la zona tórrida. Habrá sin duda casos de anemia en esta raza, como los hay entre los habitantes de los climas templados, pero desde luego serán la excepción; y

de ordinario la anemia,

en

los sujetos de color, será debida, la generalidad de las veces, 4 hemorrágias, fiebres ú otras causas. El hombre blanco, sometido á la acción del calor constante,

se vuelve anémico

sin que

otra causa vcuga

que influir para ello; obedece esto á condiciones orgá“nicas por virtud de las cuales no le es dado resistir impunemente á las influencias climatológicas de estas latitudes. Su gasto orgánico es más considerable que

el del negro,

no puede bastarle

con que éste

se-satisface,

tito

y

y la debilidad digestiva

como

es debido,

como la pérdida

del ape-

no le permiten nutrirse

resulta que, además del

primera de tales trastornos, causas á desarrollar la anemia

Por

la escasa alimentación calor,

causa

contribuyen estas en 'un plazo breve.

con-

opuestas razones está el oscuro africano

me-

nos expuesto

á

este padecimiento.

Dijimos,

al

ocu-

parnos de la anatomía, que la piel del negro es más : espesa y que se advierte en ella una turgencia que la hace fresca al tacto; explicamos entónces, dentro de lo posible, estos rasgos diferenciales les se poco.

unen

otros

sobre

los que

de razas, vamos

á los cuaá

insistir un

Si observamos dos trabajadores, uno blanco y otro negro, sometidos á igual faena en condiciones análogas, notaremos muy pronto que el último empieza á sudar antes y suda de una manera más copiosa que el primero; de este hecho podemos deducir, sin violencia, que el negro posée un aparato glandular sudorífero más desarrollado y por consiguiente de una actividad funcional

Las

superior,

como en efecto parece

que ocurre.

condiciones de la secreción sudoral

e


| 354

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

son distintas en uno y en otro.

blanco

apénas

hiere”

el olfato,

Mientras el del

el sudor del

negro tiene un olor penetrante; diferencia debida á la mayor riqueza en ácidos graso .valérico, fórmico, butírico y otros

sudor del blanco, en cuya secreción sudoral sólo se advierten trazas de alguno s de Pero esa misma riqueza esos principios. en los ya dichos ácidos, de naturaleza volátil, es un arma defensiva contra el calor. Pocas personas habrán deja do de experimentar mente; pues bien, el sudo r del negro, evaporándose con mucha celeridad, 4 ca usa de la composición quí mica indicada, ejerce un a acción refrigerante bie nhechora, que es más tardía y mucho ménos_ intensa en la piel del blanco.

y sabemos que si por el pulmón se - mina calor, por la piel esta eliminación es casi nu elieve veces mayor. La traspiración cut áne a, que con la reg. piración pulmonar y la di ge

Ahora bien;

pales reguladores del calor stiva constituyen los princiLavoisier, son “tres factor de la máquina animal, según es que no pueden olvidarse dic , e Lacasagne,

cuando dese

de la temperatura exterior amos apreciar la influencia en los diversos climas.” Si recordamos con Gavarr et que “en igualdad de circunstancias, la resistenc ia miento en los diversos medi del hombre 43] calentaos de temperatura elevad a que le rodean se halla en razón directa de la cantidad de vapor acuoso que en el marse en la superficie de la mismo tiempo puede for-. Comprenderemos fácilmente piel y mucosa respiratoria,” la mayor resistencia del . NESro, que suda más y evapora más rápidamente su. sudor, para las temperatur

Al

de

a

aclós

O

as elevadas,


E

|

Á esta nea,

actividad funcional de

además de

otras circunstancias

|

la superficie cutálen cuyos detalles

no entraremos por .no hacer prolijo este apartado, débese principalmente que el negro resista, sin anemiarse, altas temperaturas, que conserve sus fuerzas y su salud,

allí donde el blanco se anemiay pierde fuerzas y E A beneficio de tales disposiciones orgánicas su activi-

dad nutritiva se mantiene en límites q le están en consonancia con el climg tórrido,

un equilibrio

y á ellas debe el mantener

conveniente, al habitante de

la zona tó-

rrida, entre la producción y la eliminación del calor. La escrofulósis, que obedece á causas debilitantes,

claro está que ha de ser frecuente en organismos débiles. La pobreza constitucional del jíbaro blanco, castigado por el paludismo y por la anemia, le predispo-

nen al escrofulismo.

Por razones fáciles de apreciar y

que deben buscarse en las circunstancias á que en no pocos casos deben la existencia gran número de mestizos, se encuentran entre éstos muchos escrofulosos. Las

enfermedades

del aparato digestivo,

dejende padecerse por la raza de color,

sin que

nos han

pa-

recido más rebeldes en la raza blanca. La tuberculosis se halla muy generalizada tanto en-

tre los blancos y los mestizos como entre los negros; pero en los primeros, que tienen mayor capacidad respira-

toria que los últimos, mayor resistencia á en general todas las torio son de marcha color.

un torax más desarrollado, se nota los progresos de la enfermedad; enfermedades del aparato respirainsidiosa y grave en el hombre de | |

Lo mismo debe decirse acerca de las enfermedades

febriles: la tifoidea, las biliosas, ofrecen mayor gravedad

en el negro porque su resistencia individual es menor, desfallece antes que el blanco. En la misma fiebre amarilla,

que sólo por excepción padece

acciona torpemente,

y con dificultad.

el negro,

re-

En cuanto al tétanos, créese por la generalidad de

:


356

REVISTA PUERTORRIQUEÑA,

los observadores

recien nacidos raza blanca.

|

que hace mayor estrago

de la raza El tétanos,

en los niños

de color que entre

los de la

dicho espontáne

aceptamos como causa inmediata del pad o, a Frigore, si ecimiento una impresión brusca de aire frio en un cuerpo sudado, com préndese que sea más común en el neg ro.

Aunque la elefantasis de los árabes no es pad ecimiento exclusivo de la raza negra, sin dud a alguna es más fre cuente entre

ella.

los

individuos

pertenecientes

De lo poquísimo que en materia

podido

decir,

algunas

deducciones

Aparte de las ya hechas

la anemia,

en el estudio

á

tan vasta hemos

pueden

hacerse.

del paludismo y

podemos sacar otras

consecuencias relativas al trabajo del jíbaro, de lo cual nos ocuparemos én su ' oportunidad.

Para reconocer la importancia de este estudio sobran razones; pero veamos cómo aún en un terreno tan limitado como lo es el de la Isla de Puerto Rico, el instinto humano se acomoda 4 la ley de la patología y del clima. — ms muy

El jíbaro blanco necesitado,

car trabajo;

apénas viene,

á las poblaciones

en cambio el negro

4 menos que esté

de las costas 4 bus-

aba y se aglomera en las poblaciones de ndona el interior las costas. ¿Obedece esto á un cap

la

costa

richo?

No ciertamente;

la fiebre amarilla aflige

respeta al negro;

y es,

además,

al jíbaro

que el

es que en

blanco

y

negro es muy.

sensible al frio y huye del fresco del interior, tras que el blanco le teme al calor del lito ral.

mien-

| Ya dijimos que enlas regiones del Nor te de los' Estados Unidos de América no prospera el negro. En. Europa se

ha observado lo mismo;

dice que en 1817 fué de guarnición 4 Gibraltarel Dr. Baudinun batallón | de negros, el cual , durante los 22 meses que estuvo | allí, perdió un 6.20 p. 8 de su contingen te, mientras los |

soldados blancos sólo perdieron un 2.14p. G.

Cuando

Á Y]

2

£

.


EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO. — |

$5

las enfermedades del aparato respiratorio figuran en las estadísticas de morbosidad de los batallones

de blancos

“como 0.53 p. 3 en los negros llegaron á un 4.30 p. 8. Este hecho es de gran valor, porque se refiére á un clima como el de Gibraltar,

suave,

puede servirnos

sin

que resulte inaplicable á Puerto Rico para darnos la En cuanto explicación del aflujo de negros á la costa. les permitió establecerse la libertad

á su gusto abando-

naron las alturas, huyendo instintivamente de

las tem-

peraturas frescas de la isla, en donde los blancos se sienten mejor, y buscaron el calor que es necesario al organismo del hombre de color.

En este mismo órden de ideas mucho podría de- . cirse, pero no es la ocasión de tratar tan ámplia materia; procuraremos,

no obstante, al ocuparnos de la ma-

nera de remediar las malas condiciones físicas del campesino, y dentro de los límites en que nos ha sido dado abarcar este tema, hacer aplicaciones al estudio local que venimos haciendo. | |

CAUSAS QUE DETERMINAN LAS CONDICIONES FÍSICAS DEL CAMPESINO.

Á tres orígenes podemos referir las causas, á que obedece el modo de ser físico del campesino puertorriSon ellos la herencia, las circunstancias climaqueño. tológicas y las condiciones higiénicas en que ha vivido' y vive todavía el jibaro. | Por lo que hace relación á la herencia, impórtanos recordar algunas de las circunstancias en que se realizó el descubrimiento de América, empresa, juzgada fabulosa, y para la cual necesitó emplear el audaz marino que la llevó á término feliz toda su constancia. |

Sin su perseverancia habría desistido ante los desaires - con que por todas partes le recibian; aún en la misma

España, destinada

á dar vida nueva

á un mundo,

á


A

358

REVISTA PUERTORRIQUEÑA,

no sér por la influencia de amigos brí

1 1

entusiastas,

há. an despedido definitavente 4 Cristóbal Colón, como || lo habían hecho ya de otras cortes . 4

Pero el “loco” se obstinaba en revelar un mundo |Í desconocido: ' y mendigando , en puerta la ignota tieg rra am iba ofreciendo de p puerta |. ericana llena de maravi-. llas. A pesar de la Asamblea de Saiamanca, Colón deb:a triunfar; los

ménte

por

destinos

se

cumplen'en

el destinado

que acababan

providenciales

la hora precisa

á realizarlos.

de engrandecer

quista de Granada,

indefectible-

y se ejecutan

Los Reyes Católicos, |

á España con la con

concluyeron por aceptar los planes

del ilustre genovés y Se aventu raron á ayudarle en la gigante obra. El hallarse á la sazónla corte en Gra- | nada, estar la villa de Palos obl igada á facilitar 4 Sus. Altezas- dos carabelas

les mandase,

por

y el ser

seis

meses

para

lo que se |

“buenos y cursados hombres de

mar” los habitantes del célebre puerto citado, fueron circunstancias favorables para la realización del gran: acontecimiento. Las condiciones excepcionales de los españoles para todo género de aventuras gue rreras, estaban yaprobadas en aquella época de la historia en que Es-' paña ocupaba un lugar distin guido como “nación: ro- ' to el último eslabón de la cadena árabe, la independencia, con ser suceso glorio sís comienzo de próximas grandeza imo, no era sino el en reinados posteriores. Pero sapaque había de alcanzar | rte de esto, por cir- . cunstancias geográficas del sue lo español, eran sus hijos los que estaban 0 ii

,

mejor dispuestos para soportar la | á que debía arribar Colón; y precisame

acción del clima tórrido

de España,

nte Andalucía, la región

de donde convenia que el descubrid más meor sacase los primeros compañeros de fatiga ridional,

en “aquellos gloriosos dias. Seguramente si los pri pisaron el suelo americano no hub meros europeos que iesen tenido la ductilidad orgánica que convenía par a vivir en las nuevas

A AA

A

A

iS a

|


> sp RO |

|

388

EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO.

la conquista

se habría retardado

tierras descubiertas, _de América.

Andaluces eran en su mayor parte los compañeros por Ponce de

de Colón, y cuando más tarde se verificó

León la conquista de Puerto Rico, la corriente de inmigración andaluza fué la más nutrida de las que llegaban á la Isla.

mente pobres,

Por las condiciones

de esta, relativa-

que las otras

á causa de las riquezas

y

regionés americanas brindaban, podemos suponer que en Puerto Rico sólo permanecían aquellos inmigrantes obligados por los cargos oficiales que desempeñaban, y los que estaban dotados de un carácter sosegado y preferían á las aventuras guerreras.del Continente, la vida en esta isla, fácilmente dominada, en donde la raza indígena había casi desaparecido y mermaba á ojos vis. tas, y en donde, por consiguiente, salvo las rivalidades entre los dominadores, se gozaba de tranquilidad.

Ahora bien; tales condiciones:de carácter suelen, por lo común, ir unidas á un convencimiento íntimo de

ó, por el contrario,

gran superioridad,

dad orgánica.

lla,

en la que

á cierta debili-

En una época de guerreros como aque-

nunca soñadas,

riquezas

de

además existía el incentivo

para los exploradores atrevidos,

mos de suponer que la gente cuyo temperamento

no he-

fuese

inclinado á la lucha, se quedase en Puerto Rico, haciendo una vida poltrona; las personas, sinó débiles, por no tan bien dotadas por la naturaleza como. . lo ménos las otras, que encontraban aquí ¡ciertas facilidades en la

lucha

por la existencia, eran las que aquí permanecían :

voluntariamente;

y

que estas facilidades

se

hallaban,

lo confirma D. Alejandro O” Reylly cuando informa: ““Solacerca de la gente que pobló á Puerto Rico: dados sobradamente acostumbrados

á las

armas para

reducirse al trabajo del campo, Polizones, Grumetes y Marineros desertores, gente por sí muy desidiosa, inaplicada, perezosa”—(y por lo tanto cuya organiza-

ción

física no sería de las más

vigorosas,

porque

el


|

,

360

REVISTA PUERTORRIQUEÑA,

vigor físico y la pereza

son incompatibles),

mantenía de leche, verduras, frutos conseguidos con muy poco esfuerzo.” Pero

aún

bastante

a

descartando

estas razones,

para sospechar el influjo

“que se

y alguna cárne tendríamos

|

de la herencia en la debilidad actual del campesino, con la sola consideración del origen andaluz de sus progenitores; porque es innegable que los climas cálidos no producen organi-. zaciones tan robustas como los climas templados; y el clima de la Bética, de cuyas excelencias se ocuparon los escritores griegos y romanos, al fin tiene prolon= gados estios durante los cuales que debilita el organismo. Así, reina excesivo calor pues, la herencia juega un papel atendible en los caractéres Examinemos otro más principal, físicos del Jíbaro. cual es la influencia climatológica del paí : | e No se ha hecho todavía un estudio científico, completo, del clima de Puerto Rico. El ilustrado anotador

h

de la Historia de Puerto Rico, D. José J. de Acosta, lamenta, como nosotros, esa falta, pero es justo reconocer

|

que algo ha empezado á hacerse con objeto de subsanarla. La Jefatura de Obras Públicas verifica hace años de

observaciones

por muchos

meteorológicas,

conceptos,

alestudio deseado. Dichas cen en San Juan, por lo cua] peratura media que en ellas marse como la media de la

=

hace variar

que han

interesantísi-

de servir

de base

observaciones sólo se haentendemos que la temse consigna no debe to-. Isla, pues sabemos cuánto

la temperatura de un bre el nivel del mar y Otras cau paraje su altura sosas que originan los climas parciales dentro de un mism o país, siquiera sea. tan pequeño como

rriremos

Puerto Rico; pero así y todo rec u-. esta fuente, por ser la única que nos me- '

á

rece fé, ” o La isla de Puerto Rico forma par te del archipiélago de las Antillas. Situada en la zona tórrida, se extien

ES

de unos 170 kilómetros

A

O

de E.40.

y 65 de N. á

| >|

l


EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO. S.

teniendo

próximamente

una

>

superficie de

kilómetros cuadrados.

Bañadas sus costas

de las Antillas, hállase

entre

los

10,000

por el Mar

17% 54' y los 18% 30'

40” de latitud N. y su latitud O., según el Mediterráneo de Cádiz, entre los so 20" 26” y los 60? 58" 52 La altura de sus tierras y montañas sobre el nivel del mar, varía según los accidentés topográficos; así no hay para qué decir que existen en este particular notables diferencias entre las poblaciones de la costa de la Isla y las situadas en el interior; por ejemplo; Cayey á 600 metros de altura sobre el nivel del mar, Aibonito y Adjuntas á 800 metros y aún podríamos ci--

tar el Yunque de la sierra de Luquillo

á

1,520 metros,

la altura de Peñuelas á 908 metros, el Torito de Cayey á 907 metros y otras; pero con las mencionadas bastan á nuestro objeto. |

El terreno opinión

de

D.

de la isla Jose

también varía.

R.” Abad,

Según

expuesta

en

su

la no-

table trabajo “Puerto Rico en la Feria Exposición de Ponce,” las cordilleras Central |y de la Sierra de Luquillo “han constituido, en sus orígenes, una masa más compacta y unida y suscmesetas han sido rotas y disgregadas por las primeras convulsiones volcánicas de origen submarino.”

Encuentra altas montañas,

despato

y

el Sr. Abad mezclas

“en las vertientes

de las

de rocas de granito, mica, fel-

antracita con las formaciones plutónicas de

los terrenos terciarios;

en diferentes direcciones

de las

vertientes de la Cordillera Central grandes conglome- . rados calizos. En las explanadas estepárias que unen en el interior algunas montañas entre sí y se extienden

por

el litoral hasta

algunas millas

del

mar,

materias

terreas saturadas de sales minerales en fusión, particularmente de peróxido de hierro; aparte de esto exis-

ten territorios de formación moderna; terrenos de aluvión, formados por los acarreos é inundaciones de los


362

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

rios, y bancos de arena, terrenos ganados al mar (man= glares) y pantanos de agua dulce.” Los vientos reinantes en la isla son distintos se-. gún los meses del año en que se observen; el N. y el

N. E., frios

é€

impregnados de humedad,

rante la estación fresca

dominan

du:

que suele ser de Noviembre. 4

Febrero, en el resto del año reihan las brisas frescas: ó los vientos del Sur, calientes, sobre todo de Julio 4 Octubre. e]

Supónese que cada litro de agua produce 1,700 litros de vapor. Por este hecho deduciremos unos cargada de humedad estará por lo común la atmó cuán. sfera

de la isla de Puerto Rico teniendo

tan cerca esa.

gran! masa de agua de mar que la rodea, y sien do el país tan rico en aguas; existen considerable además núme-. ro de

rios y siete lagunas, aparte de otros depó sitos de agua ménos importantes, que son otras tant os focos” * de evaporación; así se explica que la media humedad:

relativa,

representada

en la capital las lluvias,

de la isla á 77.

abundantes

mente.

La

por

temperatura!

en

media

100

la

A la

esto hay

costa

de

saturación,

la

llegue"

que añadir.

Norte

principal- o

capital,

|

calc

en un período de seis años, es de-|-26% 29' y ulada : la correspondiente á los años 1886 y 1887 de-|-25% 75. y -—25% 44 respectivamente, con una presión media”

barométrica de 762.00

el 87.

Fundándonos en|

para el año 86 y de 752.50 para ' al

estos apuntes, podemos clasificar '

el clima de Puerto Rico de caliente y húmedo y perteneciente á los climas tórridos que son: los com-*

prendidos ecuador,

hasta

cómo

la línea isoterma --25%

hemos

dicho.

á partir al

Pero teniendo en cuenta que por cada 200 metros de elevación disminuye un grado la temperatura, y que se admite que en las ascensiones 4 las altas montañas ' , : una subida de 100 metros equivale 4: un cambio de lu-


9

A

|

E

z

q

|

1

t

E

PST

A

y

de

|

;

|

2

|

EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO. lid

|

363

gar de 1 Ó 2 grados hacia los polos (1) convendremos en que en el interior de la isla deben existir climas parciales cuya medida anual acaso no llegue 41-25" y por consiguiente puedan clasificarse entre los climas cálidos. Sostiene el ya citado Sr. Abad que en las alturas de la Cordillera Central el termómetro suele bajar hasta -—2"

centígrados,

personas que

nos

y

á nosotros nós

merecen

entera fé,

han asegurado

haber visto la co-

lumna termométrica bajar á -— 12% en Cayey y á-- 82

en Aibonito. Aunque estos datos, que confirman lo: que dijimos en el párrafo anterior, no se les estima de rigurosa exactitud, merecen citarse pues son temperaturas posibles á la sombra; no obstante conviene tener

presente que durante el dia, que son las horas hábiles para el trabajo del campesino, nunca baja tanto el.

termómetro,

manteniéndose, con frecuencia, más bien

á

alturas de —|-30 grados al sol aún en Diciembre.

Por fortuna tenemos un para moderar la temperatura, que rodea la á Isla. ca,

dice Rochard,

“La

atxiliar poderosísimo en la superficie líquida

temperatura de

es tanto más

uniforme cuanto

se deja sentir la influencia del mar. se conocen

Puerto Rico

los

grandes

se encuentra

una comar--

frios ni los

más

En pleno mar, no calores

en este caso;

y

fuertes.”

así vemos

cuan insignificantes diferencias se observan en sus estaciones; de modo que, si la latitud isotérmica por una

parte hace ménos rudos los efectos de la latitud geográfica, por otro lado el mar modifica favorablemente las condiciones de esta última. Bajo el influjo favorable de semejantes circunstancias, fácilmente comprenderemeos

que la raza blanca

procedente de las regiones cálidas de Europa (Estados del Sur) pueda subsistir por sus solas fuerzas, como' en efecto lo ha demostrado la experiencia que subsiste. (1)

Lacasagne. —Resumen

de Higiene privada y social.

4


¿rl aga ves.

364

REVISTA PUERTORRIQUEÑA,

Un

país cuya densidad de poblac por kilómetro cuadrado no parece que ión es de 82'6. diciones muy desfavorables para la vidadebe reuniricon. Puerto Rico ha aumentado su población en el espacio de 36 años en un 764 por cien

to, y esto en un período. comprendido desde 1846 hasta 188 3en que ya habían cesado

las fue. r inmt igre acis ones procedentes

de la América del Sud y de algunas Antillas, y en que la misma éuropea ha ido disminuyendo de una man era considerabilísima.

Podernos,

por estos elocuentes

que Puerto Rico reune buenas condicion datos, deducir es para la vida. Para la población negra la cosa no tiene ada; para la población blanca y mestiza, que lejos d ¡ disminuir 'ha aumentado también, es evi bellos resultados no son absolutos. dente. Mas| tan Si hemos yisto que en Andalucía, clima más benigno que el de Puerto Rico, el hombre se debilita; no hay para qué decir que en este último país ocurre lo mismo de una mahera algo más acentuada. | EL Así lo confirman las razones expuestas con mot ivo de la anemia térmica, la cual ha tenido que sufrir el blanco originario y sus descendiente s; si bien estos hayan debido nacer,

orgánicamente

consti

tuidos, Cno: mejores condiciones para soportarla que sus padres. * vamos á tratar de la falta de higien e, tercera causa y la más esencial de todas á nuestro juicio.

Siempre se ha atribuido al terreno una gran :influencia patogénica, y asíes en efec to: el suelo, las sustancias vegetales, la humedad y el calor son, según M. Colin,

ducción

de

los cuatro elementos

la

malaria.

necesarios

Pettenkofer

ha

para la pro-

llamado la atención sobre la influencia que en la generación del cólera y de la fiebre tifoidea ejerce el ter reno. Suelo muy fértil, de comarcas cálidas, que permanezcá infecundo para la agricultura ó no vegetación que puede alimentar, segura tenga toda la mente es foco.

de paludismo.

Pantanos de cualquiera clase en los que


pd

EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO. .

365

río se renueve el agua y queden bajo-la acción del sol detritus vegetales, sin duda alguna serám focos del miasma palustre. Ya dijimos oportunamente cuál es la enfermedad que más castiga al campesino—las fiebres intermitentes palúdicas— y esto precisamente ho es debido más que á una transgresión de la higiene, que consiste en que no se han verificado jamás trabajos de desecación y de drenaje. El jíbaro edifica en cualquier terreno su casa y vive respirando dia y noche el veneno que le vuelve

caquéctico.

pr

Incidentalmente hemos hablado de la alimentación del campesino y de su insuficiencia en calidad y en cantidad; también mencionamos lo mal que viste; fáltanle á su vestido habitual prendas como el calzado que le preserve de la humedad del suelo; y si durante el veráno y para trabajar bajo el ardiente sol en los campos necesita usar ropas ligeras, cuando no se encuentra sometido á este trabajo y el tiempo se torna

frio ó lluvioso, debería usarla de más abrigo y no lo hace así. Si un chaparrón le cae encima y le empapa los vestidos probablemente los dejará secarse encima de su cuerpo. mol En la estación lluviosa y en las comarcas en donde se cultiva café, hemos visto á mujeres, niños y hombres que déspués de haber permanecido bajo las sombras en el cafetal, húmedo y frio, recogiendo el preciado grano, mientras la lluvia menuda de los dias de Norte

sus mojados cuerpos mal alimentados, go

pálidos, con

naban

del

ciones

sin bastante abri-

los piés macerados por el agua, retor-

trabajo con

de trabajadores;

azotaba

más aspecto

y no obstagte,

habíanse procurado

de enfermos que

en tan pésimas condi-

con su

trabajo

el pan

que

debían comer al día siguiente. El tabaco mascado (para no pasmarse), y el trago de ron (para calentarse), son los únicos medios que uti-

liza el campesino para combatir esas influencias.

Me-


A

366

AN

REVISTA PUERTURRIQUEÑA.

dios que desde luego ganismos debilitado.

se convierten en | y

daño de: su ore |

El agua que consume el campesino siempre de buena calidad; constituyendo tampoco es mas condiciones, el vehículo de gérmenes por sus péside enferme-

dades;

por último, como la generalidad

de las madres por desgracia están anémicas, no se encuentran en las condiciones debidas para servir debidamente de nodrizas á sus hijos. eS Para terminar, dirémos que los instinto s sexuales despiertan muy prematuramente . en los campesinos y que las funciones de la generación las vamente contribuyendo ambas cosas á ejercen abusiaumentar su pobreza orgánica. | F . finte el cúmulo de faltas contra las de la higiene que hemos enumerado ráp prescripciones. idamente, sobran comentarios. Es patente la tercer causa determinante del estado físico actual del Jíbaro. Francfsco DEL VALLE ATILES. (Continuará).

nt


-LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN.

Un

naturalista de vocación,

de labor

y

de

éxito

tales que el encomio de estas dotes suyas corresponde á plumas prestigiosas, y á quien por lo mismo no

hemos dé importunar con nuestro aplauso, pero cuya personalidad y cuya enseñanza las tenemos vin-

culadas

en el cariño con que

Rico y en la fascinación

el Dr.

¿Cómo

Stahl,

decimos,

no leerlo con

nos debemos

con que nos atrae

publica un

nuevo

el más vivo interés?

á Puerto

la Ciencia;

trabajo

suyo.

¿Cómo no

estudiarlo con ánimo deferente y propicio? Sin embargo, en las primicias del tratado,

en

el.

primero de esos “Estudios etnológicos,” inserto en el número 4? de la Revisra PUERTORRIQUEÑA, aparecen

consignadas ciertas deducciones, con algunas de «las cuales no estamos enteramente conformes: un cúmulo

de razonamientos y de datos adversos nos impiden asi- |


P

368

.

REVISTA

pa

PUERTORRIQUEÑA.

*

milarnos toda la doctrina que en ese estudio se sustenta. Y bien, ¿qué hacer en este caso?. ¿Callar y dejar

que pase

la

oportunidadde sacar

á luz una

esos indicios, esas inferencias y esas pruebas, vez más acerca de los comienzos de la historia de Puerto Rico, y que no debe n

ser muy

conocidas

de

nuestros paisanos

- diosos cuando precisamente un especialista do como

particular,

el Dr. Stahl, y

en

sus

apreciaciones

estu-

tan ilustrasobre

en una publicación puertorriqueña,

caso omiso de ellas?

Lo

que de su*patria dijo

el

hace

y

Nelson

es apli la nuestra y sobre todo á la Ciencia, patria cable á -.. de ' todas las inteligencias, por humildes que sean: “La:Patria y la Ciencia esperan que cada hombre cum pla con su deber para con ellas.” Se nos impone el deber de abordar

el asunto, venciendo el natural embarazo de medir ideas indi

sciplinadas con las aguerridas y laureadas ticulista, y sobreponiéndonos 4 la repugnancia del arde diferir

en público con: un amigo y compañero á quien sobremanera distinguimos. Cuánta no será esta repugnancia, júzguese al considerar que acaban de faltarnos

palabras para alabarle en su sacerdocio de Ciencia y de progreso, y ahora hemos de emplear no pocas en desvirtuar un mero detalle de esa misma propaganda

científica.

O

A

po

- Fijemos el punto de inconformidad.

Cierra el Dry Stahl su interesante capítulo acer e ca de la religión de-los aborígenes de esta Anti lla;

mal llamada Puerto Rico, —nombre que, como dice don Antonio Bachiller y Morales, “miente por la barba,

porque ni es sólo un puertó,

objeto á que se “aplica,” como

de

Borinquen,

pues

trasmitido Oviedo, “nistas SIS:

ni es rico

que digamos el

también. es erróneo

el nombre.

indio que

Herrera, Chanca y

es “BORIQUEN,”—termina,

el.

nos, han

los demás cro-

decimos,

con

la

té:

“Todo induce á: creer que los indios borinqueños


LUDIOS CDRO BORÍ, NQUEN.

e

|

Pm

carecían en absoluto

sión 5%). No

php

(

podemos

indios ideas religiosas;

y

ideas. religiosas.”

Ablenis

ménos

probando la antítesis: Dios creador

de

de

negar

que sí

tenían

|

aunque

|

esta «denegación,

los

que sí tenían ellos

providente,

(Conclu-

|

mencionados ideas de un

antropomorfo,

y

por tanto misericordioso Á veces y otras rigóroso y vengativo; que sí tenían culto religioso, con el consi : guiente enmarañamiento

de ritos, á cuya sombra vege-

taban supersticiones mil, y se amparaban mediador es humanos, en privanza con la voluntad divina, é intér pretes de la divina sabiduría; su religión en toda regla. !

en

suma, |

que

tenían E

Para sostener la citada negación, que constituye una novedad etnológica, aduce sú autor que hay falta de

pruebas afirmativas de culto religioso entre aquellos . salvajes; y

esas pruebas que ha solicitaden o vano, las divide en dos órdenes: las que suministrarían evidenci - “en los monumentos argueológicos” (4* conclusión), a y las que provendrían de monumentos “de otra clase,” es decir, históricos, como “las observaciones auténticas

y. bien comprobadas” (1%), demás de sus conclusiones

que echa de ménos. Lo se contrae á impugnar á

- “Oviedo y algunos otros cronistas,”

tes históricas de no eran capaces los aborígenes consecuencia las tradiciones

y

es decir, las fuen-

nuestra información, arguyendo “que de entenderse por medio del lenguaje” con los descubridores (2%), y que en afirmaciones de dichos cronistas sobre:

religión indígenas

“carecen de crédito

' -fotra: vez la 2%), no logrando explicarse” plau siblemente “las apreciaciones de estos cronistas” sino como “meras conjeturas, deducidas del conocimiento. que.

- Pretendían poseer de los pueblos del Asia” (30)...

Queda hecho el análisis de dichas conclusiones , que, en número de cinco, entrañan y resumen toda la

materia desarrollada en el capítulo: que con ellas fina: 4

e

| | | |


$90

REVISTA PUERTORRIQUEÑA. Producirémos,

á nuestra vez, los fundamentos:

sitivos que tenemos para Hegar á opuestas deduccio pones.

-

Pero ántes, despejemos la situación,

insostenible. . Hemos dicho arriba

ligiosas

á los indios

refutando lo

|

| que el presentar sin ideas re-

de Borínquen constituye

una no-

vedad etnológica: ratificamos el concepto. Es induda-: ble que si se hace extensiva á la generalidad de los salvajes conocidos la negación del expresado órden den ideas, no será esta, así ampliada, “opinión personalísima,” ni nueva;

pues ya

son muchos,

ciertamente,

los etnó-

logos y viajeros, dignos de crédito, que como resultado de su experiencia atribuyen á diversas tribus de civilización rudimentaria, alguna de las tres condicio . nes, ora aisladas, citan:

1* “que no premo:”

ora combinadas

tienen

la menor

eñtre

idea

sí, que se: nos

de

un ser su-

que no tienen templo, ni culto alguno;” 3” ““que se hallan privadas de todo sentimiénto religioso.” . E. Concedemos esto en conjunto al Dr. Stahl; pero él nos permitirá asimismo, para evitar confusiones, ¡que deslindemos las dos primeras categorías de la tercera, única que puede cotejarse con la afirmación: “que los indios puertorriqueños carecían en absoluto de idea s religiosas,” al propio tiempo que nos concederá que él ha sido el primero en aplicar este criterio que espe - + cifi 22

.“

camos á los aborígenes de Puerto-Rico.

Clarísimo es que bien puede el salvaje no tener idea de un Dios supremo, y prosternarse, sin embargo, en, adoración ante un sinnúmero de diosecitos de pacotill a, tan absurdos como se quiera, pero que no lo son para

aquel cerebro inculto; ó de lo contrario, acas o cuanto más absurdos le parezcan al creyente, más aviv en su

fé sencilla. : El concepto de lo sobrenatural, nacido de lo asom-

de reo


LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN.

broso, se nutre

pr.

de lo incomprensible.

“un Dios en forma de animal

no

es

Objetar que

Dios,

sino una .

caricatura,” y “que no se concibe que se les aplique, ”. á la idea del Cemí y á la del mal, “la figura de un sapo, un mono ó un murciélago,” parece demostrar que no se ha representado bien el que esto asegura la coordinación de ideas primitiva.y disparatada de los hi-

jos de las selvas;

y se echa de ver que

lo

inestable de

estas apreciaciones anti-mitológicas depende de una teoría del orígen de las creencias religiosas, con la que no estamos de acuerdo,

y sobre la cual

pronto

volve-

remos. Igualmente es cierto y lógico que no porque un pueblo no posea templos ni culto ostensible ha de carecer en absoluto de ideas y sentimientos religiosos. Lo corriente, lo natural es que haya culto donde hay religiosidad; pero, ¿y las excepciones? i -Anticipándonos con suma

mo, remontándonos mucho

tras

los

prioridad

al monoteis-

orígenes del politeismo,

ántes de que naciera la precursora 'adoración de

ídolos y fetiches, en época más lejana que el precedente

culto de los antepasados,

todavía más

teriores primitivas ideas de

otra

vida

atrás,

y

allá en los comienzos de la evolución social,

en las an-

del espíritu, enco

ntramos reducida la facultad religiosa, en sú estado ínfi y rudimentario, á la personificación humana de las ma.-mo

nifestaciones de la naturaleza.

¿Negaremos á este des-

“—pertar de los esfuerzos especulativos,

confusas,

á

estas

mitad realidad, mitad superstición,

creencias

que

á los

objetos, verdadera ó ilusoriamente animados, atribuyen

personalidad y tácitamente la vida 7 á este antropom or-

fismo que subsiste á través de- las edades, desenvolviéndose con múltiples derivados hasta en las sublimes abstracciones de las grandes teogonías llegadas á su mayor esplendor; ¿negaremos á esto, repetimos, el carácter religioso ?

Niégalo el autor de los “Estudios etnológicos,”


Y.

REVISTA PUERTORRIQUEÑA. )

partiendo

de una exégesis distinta.

Habíamos

apla-

zado esta cuestión. Nosotros, que no creemos que “el fetichismo sea la forma más groserá de los primitivos tiempos religiosos,” penetrando más aún en la noche de la historia, opinamos que los destellos iniciales del espíritu religioso existen siempre en los estados incipientes de la conciencia, con el desenvolvimiento pri-

de haber,em- .

poco después

del grupo humano,

mario

pezado el salvaje á tartamudear sus onomatopeyas monosilábicas. Es más; un filólogo español, D. Estanislao Sán-

chez Calvo, ha triunfado recientemente de la esfinge descifrándo el: enigra de la prehisdel lenguaje, imtoria, el secreto de los orígenes de las más

portantes palabras de todos los idiomas, secreto que lo es también de la gran ley de unidad de todos El descubrimiento, con ser tan grande, los mitos. resulta

sencillísimo;

dos

en

consiste

BER,

sílabas:

onomatopeya del hervor del agua, y HAN, onomatopeya de la espiración. Oigamos á Sánchez Calvo, cuya digresión engrana perfectamente con nuestro estudio de la salvajéz: ““Hasamos abstracción

de la

cultura ac:ual

de la

Figurémonos una familia de la edad ¿de humanidad. piedra, que no ha tenido todavía ocasión de aprender * 4 servirse del fuego para condimentar sus alimentos ni para calentar el agua. hombre estuvo así.

Hubo

un

- Por primera vez á un individuo de

le ocurre coger una vasija, marla al fuego.

hogar

en

tiempo

que el co

esta familia se

y aproxi-

llenarla de agua

Al «poco rato la familia sentada

en el.

siente un ligero rumor que sale del fondo de la

olla; el ruido crece; se aproximan

todos

y

entre nubes

de vapor que despide el agua aprisionada, se ven ¡oh pasmo! multitud de ampollas ó burbujas que se chocan, El agua está en moque se aprietan, que se rompen.

vimiento, el agua hierve, el agua vive.

¿Es,

pues, un '


LUCUO, DIOS DE BORÍNOUEN.

3m

sér animado? La familia se contempla atónita. ¿Qué sér, qué espíritu de vida habrá allí dentro? El agua, en tanto, sigue murmurando su ber, ber. ber, ber.”

La familia prehistórica, “adquirió el convercimiento de que el agua sometida á la influencia del fuego cobraba aliento y vivía. Al recordar después, todos los fenómenos que acompañaron al hervor, el desprendimiento de vapores, la formación de las ampollas, el calor intenso, y, sobre todo, el inexplicable rumor, no _ se les pudo ocurrir para explicar todo eso nada más 4 propósito que la onomatopeya ber, es decir, el susurro de la vasija.” “En el principio, la palabra der designó todos cada uno de los fenómenos que acompañan á la ebullición,

más las ideas que naturalmente

conjunto..... ”

se asociaron

á su

“En el agua hirviendo que se mueve

y que murmura, la razón de entónces supuso un sér que la prestase el movimiento y la vida....” “Desde

entónces el fuego que comunica y engendra el calor, el más brillante y maravilloso de todos los fenómenos naturales á los ojos

de la créación,

del hombre primitivo,

el espíritu de vida,

fué el padre

el alma del mundo;

y el sol, la más bella y luminosa manifestación

sér en ahí la mitos cida, haya se

de este

el espacio, recibió la adoración universal. De importancia, la complicación y la infinidad de los solares” “No ha habido una raíz más descono- * ántes de ahora, ni más importante, y que más extendido sus ramas por el mundo entero. No

ha encontrado

que pudiera

nada en la lingúística

servir de lazo de unión

hasta

:el dia,

entre lenguas

de

tan diferente estructura como' son las turanianas, semíticas, indo-europeas, hamíticas, AMERICANAS y oceáni-

cas, sino esta onomatopeya ber Ó er formas de espiración comunes desde el guaje, y es cosa digna de admiración, sean los nombres de los dioses los que cipalmente,

en

todos

los

idiomas,

y las diferentes origen del lenpor cierto, que conserven prin-

esta. prueba

de


REVISTA

314

fraternidad

suyo, vienen

de

del

hu-

del género

Las

al lector estas digresiones.

Acaso fatiguen

ampliaciones

común

descendencia

y

mano.”

sobrellevará

PUERTORRIQUEÑA.

mejor

grado

las

asunto;

si

las

cuales,

á corroborar nuestros

trar nuestra exposición.

como

considera

interesantes

juicios

i

de

á ilus-

y

Con tales condiciones,

dichos .

tanto más cuanto. párrafos merecen benévola acogida, lanto que, gracias á ade que reseñan de paso el notable vo, han recibido ese español, al Sr. Sanchez Cal ología rmanas: la Lingúística, la Mit

ciencias he Etnología.

tres

y la 0

|

Sigamos oyéndole:

mas del bero, en las « No se pueden estudiar las for sin acompañar 4 este estudio el

diferentes mitologías,

neralmente van aquellas de la espiración con la cual ge en, en alemán, la salida La espiración, berscheid das. uni

erada por el homdel aire aspirado, fué siempre consid de vida, después del cabre como el principal síntoma idea de existencia en lor. La respiración afirmando la bién: por analoo creer tam los animales superiores, hiz

de la Naturaleza, cugía, en la viviente personalidad desde entónces * fué | to, san tu íri esp ó lo sop o, ent ali yo | el aire.” « Las onomatopeyas de la

espiración

son

ah, Ja,

han, van, af, fan, ast, ete.

ar á la formación de « Lo mismo que el der dá lugide as de calor, proas, explicando

infinidad de palabr

iento, ducción, expansión y crecim

estas

onomatopeyas

todas las referenr ica ind a par ven sir ón aci pir de la res ento, existencia, - soplo, mi vi mo , ión mac ani a, vid 4 tes

espíritu, alma, voz y palabra.” ón del soplo 6 del es«La personalidad Ó deificaci nca concebir ni adonu píritu (pues el hombre no podrá comprende en toda su , se dorar sino un Dios personal)

que ponerse uno en el sencillez y naturalidad, sin más primeros hombres, y estado mental que tuvieron los

| -


L

- LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN.

238

del cual sólo puede dar una idea aproximada el actual modo de ser de los salvajes,” | EN

“* Donde quiera que se notaba

un movimiento ó

que se oía un sonido, sin causa alguna aparente .ó- visible, allí se ocultaba un dios. Que las hojas blandamente mecidas se chocasen, haciendo producir á la enrama-

da un sordo murmullo, ó que extremecidas porel huracán causasen un ruido infernal, era el soplo divino,

firo Ó Pan, andando el tiempo, que

ques.

visitaba

sus

Cé-

bos-

Que silbase el viento por la hendidura de la cue-

va ó el resquicio de la choza, era el dios que tocaba su syrinia y quería ser escuchado con respeto. Queen la oscura noche la tempestad arrancase de cuajo la ca-

baña endeble, dejando sumidos en

la

fria.

oscuridad á

sus moradores, y el terror pánico se apoderaba de ellos.” En Hé aquí al hombre primitivo sin templo ni culto, ni fetiches, pero con ideas religiosas. En estos orígenes hipotéticos, pero tan racionales, tan.poco aventurados, se encuentran la Etnología, la Glótica y la Exégesis, y se entrelazan en un abrazo común, sosteniéndose

y animándose

mútuamente,

como si

nas tres Gracias, hijas de una Vénus la Antropología.

fuesen

las moder-

siempre jóven, de:

Pero si un exceso de prudencia nos hiciese temer continuar por esa senda, si no quisiéramos arriesgarnos

á las conclusiones imaginativas, bien que célebres de un Pope,

que exclama:

“Lo! the poor indian! whose untutored mind Sees God in clouds or hears him in the wind.” (¡Pobre indio!

¡Vedle!

Inculto el pensamiento,

o

Mira en la nubeá Dios, le oye en:el viento.) si las no ménos poéticas

y filosóficas

nos arredrasen cuando otros dejar de sentir en

dice: - “¿Podríamos nos el relámpago, en el trueno

de

un Goethe

.


376

REVISTA PUERTORRIQUEÑA,

y en la

tempestad, la

vecindad

de

-

un

poder

su:

perior, y en el perfume de las flores, y enlos “ti: bios hálitos de la brisa, un sér amable que se acerca á

nosotros?”

no por eso

habría

cación de Sánchez Calvo,

que desechar

sino que, en vez

la expli-

de suponer

que se eleva directamente el intelecto á la idea de wi Dios supremo, diremos que :á la observación del sal-

vaje “el soplo, el aire,

la tibia brisa, el hálito,

el calor,

el rayo, el fuego, han hecho y harán sentir siempre la presencia,” no de ese sér superior precisamente, sino de uno de tantos espíritus, deificados más tarde, “cuyo

-nombre definitivo, en todas

las lenguas humanas,

formado por las onomatopeyas de

nos,” siendo, bajo tal concepto,

está

los mismos fenóme-

igualmente,

“estos dos

monosílabos del soplo y del calor los primeros y sagrados sonidos de la palabra humana, y el origen de todas las mitologías, teologías, religiones y lenguas.” E

Estaríamos

conformes,

pues,

con

el Dr.

Stahl,

cuando advierte que las “admirables fuerzas cósmicas son para el hombre primitivo causa de terror y le hacen concebir un poder extraordinario y superior á la materia; pero su precaria inteligencia mantiene reducida la esfera de sus contemplaciones, y le envuelve y

confunde

en las más absurdas

decimos,

y hasta,

congeturas cuando pre-

tende sacar conclusiones razonables de aquel conjunto de fenómenos sorprendentes;” estaríamos conformes, por llegar

4 un acuerdo,

nos aven-

dríamos á dar por probable que, al revés de lo ifidicado, ““mientras los fenómenos naturales se desenvolvían con serena regularidad, no prestaban á la aletargada

imaginación de aquellos habitantes motivos de admiración, de sorpresa ó le terror,” si el Dr. Stahl, en estas

palabras suyas al par que viese la negación de que la inteligencia inculta alcance por raciocinio directo la idea que se le ha supuesto de un poder superior, viese no un argumento contra

especulativa de esa inteligencia,

toda contemplación

como dice verlo, - sino á

| || |

1

Ñ4 |

a

también,

.


LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN,

37»

1

más bien

una preparación para admitir las siguientes

ideas de Herbert Spencer, que hacemos nuestras:

“Las nubes que se amontonan

y

se disipan, las

estrellas errantes que se presentan y desaparecen, la superficie del agua que tan pronto pierde su tersura al soplo de un ligero viento, las metamórfosis de los animales, las trasmutaciones de las sustancias,

las

borras-

cas, los temblores de tierra, las erupciones de los volcanes. todo se hace explicable. Los seres'á que se atri-

buye el poder de hacerse, ya visibles, ya invisibles, y cuyas demás facultades no tienen límite conocido están

presentes .en todas partes. Como explican todos los “cambios inesperados, su propia existencia se halla siempre comprobada. No se concibe ninguna otra causa para estos cambios; por consiguiente, es necesario que las almas de los muertos sean la causa de

tales mu-

“El culto de los antepasados es raiz de

toda reli-

danzas: por consiguiente es evidente que las almas sobreviven; círculo vicioso en el que encuentran una prueba más que suficiente otros que no son salvajes.” '“ Entre la idolatría y el fetichismo no existe solación de continuidad. La idolatría y el fetichismo son productos desgajados del culto á los mayores.” l gión.”

(El Mundo

Social.)

Otra vez nos damos

idea del espíritu, del ida de la vida,

con la

hálito,

del

misma

soplo,

solución.

La

uniéndose á la:

del calor vital, del movimiento

y del so-

nido: solución que complementa Sanchez Calvo de es-

ta suerte: “Puede decirse que toda la Mitología está encerrada en estas dos palabras claves: Hun y Ber.” Demostrado queda que es concebible un estado inculto anterior al fetichismo, en el que ya alboree la religión: Herbert Spencer insiste “sobre. este: punto, afirmando, como Sanchez

Calvo,

y

tantos

otros,

que

arras:

la realidad de los hechos apoya estos conceptos : “Lo que muestra claramente-—dice —que no: podría sostenerse la idea de que el fetichismoes de todas


378

REVISTA PUERTURRIQUEÑA

1

las supersticiones

:

>

la que

primero

po

se- ofrece

es'lo si-

guiente: suponed los hechos trocados; suponed que sé por los Juangs, los Andamanos, los Fueguianos, los Australianos, los Tasmanos y los Bosquimanos por quienes el culto de los objetos inanimados haya sido: llevado al más alto grado, que entre las tribus en que la inteligencia y el estado social sean un poco más avan-

zados, se encuentra el

feticHismo

más

restringido,

y

que disminuya á medida que progresan la Ciencia la Civilización, y que entre las sociedades llegadas 4 un gran desenvolvimiento, como las del antíguo Perú

y la India od en absoluto. ¿No

el fetichismo deja de mostrarse diríamos entónces que «estos hechos

prueban evidentemente que el fetichismo es la primera forma religiosa? Y como los hechos son enteramente contrarios á los supuestos, clato es que esta proposi-

ción resulta esencialmente falsa.”

;

E

De modo que, ¿esvirtuada la teoría de todo punto contraria que han adelantado el Dr. Stahi y muchos más hombres de ciencia, resulta

que

encontramos an-

tepuesto por la realidad al período de fetichismo de

indios de Puerto Rico,

otra

dilatada

série,

de

los .

siglos

probablemente, durante la cual han debido desarrollarse las concepciones primitivas de lo sobrenatural ó religioso. ¿Cómo? En parte por la observación directa de los aspectos del mundo sensible, por la impresión que á aquellos aborígenes causaran los fenómenos naturales, principalmente los insólitos y terroríficos; y

por

otra

parte

(y esto

suele

desestimarse

indebida-

mente y olvidarse), merced á la trasmisión legendaria de nombres y apreciaciones relativos á séres incorpó-

reos y poderosos, al mundo tradicional de los espíritus, ideas que han acompañado

4 la humanidad

en todas

de ella,

desde los

las ramificaciones y peregrinaciones

primeros habitáculos del hombre, allá en las elevadas planicies de la Bactriana en el Asia Central, y desde iaa

que se pierde en las épocas

eee

antigiiedad tan distante,


E

ES

A A

EPOCE

gor

LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN,

_Cuaternarias geológicas, vislumbra.

y hasta

319

en las terciarias se ;

Por eso procuramos situar á grandes rasgos dentro dé sus más perceptibles límites, la etapa, la fase.

evolutiva, dentro de

la cual

son

demostrables la

posi-

bilidad ó la imposibilidad, y la realidad ó la falsedad de la existencia de ideas y sentimientos religiosos, ajenos al acompañamiento de manifestaciones externas que merezcan el nombre de culto. - E importa á la cuestión asimismo que se le fijen otros jalones; aquellos que especifica Sir John Lubbock: “La conclusión á que hay que llegar, depende mucho, nos parece, del significado que se atribuya á la palabra : “religión.” Si el simple temor de lo desconocido, si una creencia más ó ménos vaga en el sortilegio, cons-

- tituye una

religión,

solo pueblo que

no

sería difícil decir

posea

la

suya.

que existe

Pero si por

un reli-

gión se entiende algo más elevado, lo contrario es la verdad.” (El Hombre Prehistórico). La primera acepción es. la que hacemos nuestra. Pero analicémosla:—Sospechar que existen poderes desconocidos, y que los sortilegios nos ponen en rela-: ción con esos poderes ocultos, equivale áforjarse. la primera idea de la religión; temer visibles, por su poderío, humillarse

á esos agentes inante lo sobrenatu-

al, y tener fé en los conjuros y en las preces como medios protectores, ya es la encarnación de la idea en el sentimiento; y si el mismo Lubbock se encarga de manifestarnos que “no es ir muy léjos asegurar que el angustioso horror de un mal desconocido abruma como denso nubarrón la vida salvaje, y le envenena todos sus placeres,”

formaremos

juicio

de

lo

vehementes

que han debido ser aquellos sentimient ' religiosos, os aún en los casos | en que todavía permaneciera. sin exteriorizarse ese conjunto emocional engendrado y

de nacer.

El mismo Dr. Stahl denomina al

espanto de los salyajes |

ante las- fragorosas . luchasde ,

do.

á punto


3%0

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

los elementos “temor supersticioso;” pues bien, como él no trata de averiguar

'si la deb indios era Ó no verídica y revelada;atida religión de los cumbe á su opúsculo indagar si hay como tampoco inuna religión verdadera; puesto que

se llama “religión á un conjunto, más ó ménos reflexivo,” sin calificativo, y metódico, de

doctrinas, acerca de lo entendido

generalizado

por

“sobrenatura

así el coricepto, ¿es practicable ent l; ” resacar

de dichas ideas acerca de lo sobren atural un número de ellas y llamarlas

“supersticiosas?” logía: de grupos de leyendas fab Recorramos la Mitoulo mitos; ¿podremos clasificar dichas sas se forman los ticiosas unas. y religiosas otras? leyendas en supersEn el laberinto de

las creencias idolátricas y paganas, empieza la religión y dónde aca ¿cómo saber dónde ba la superstición? ¿No son, en el cas

o presente, sustit vienen á ser sinónimos estos tér uibles entre sí: no minos? Pues dígalo de una vez el Dr. Stahl: “Se apoderaba de los indios un temor religioso.” : Razón de más tenemos para detene rno s en el par-. ticular con advertir cuáles son cie rtas contradicciones en que parece incurrir el articulista. mos que á poco que amplíé su pen ' Y porque opinasamiento desapareCerán estas faltas de conexión ; y porque casi nos atrevemos á esperar que resultemos 4 la larga condicionalmente conformes; para llegar á un acuerdo, bueno es denunciar esas contradic ciones.

Hablando de la precaria inteli gencia

de

los

1

indios,

dice que “ella los envuelve y confun de en las más absur-

producidos por las fuerzas cósmic as; fuerzas les hacen concebir un pod pero que dichas. er extraordinario y. superior á la materia.” | Y sin embargo, había dicho poco ánt es que los indios “eran incapaces de combinar ideas generales ;” que “no alcanzaban, en su pobre inteligencia y €stre-.


í POE 3

LUCUO, DIOS DE-BORÍNQUEN.

e

cho criterio, á formular especulaciones de un órden metafísico” ...... ¿Conoce el Dr. Stahl idea más metafísica, más general, más especulativa que la idea de un poder superior á la materia? Y conste que no participamos exactamente de esa manera de interpretar la ideación del salvaje; pero aquí no hace al caso. Lo que llama la atención es: cómo un pueblo del que suele apoderarse una especie mor supersticioso, ó religioso, y que tiene idea,

de teno im-

porta cuán imperfecta, del gran poder únaco, 'sobrenatural, puede carecer en absoluto

de

ideas

religiosas.

Ni

atinamos con la manera como es dable compaginar esta carencia absoluta con aquello de que “las ideas religiosas del pueblo borinqueño, primitivo

y

salvaje,

necesa-

riamente debían de corresponder á su grado de cultura y,

limitada inteligencia”...... ¿No existía algo de cultura, algo de inteligencia en aquel pueblo? Pues, con-

secuencia terminante, alguna idea religiosa tenia. ¿Cabe entónces la negación absoluta, síntesis del capítulo del Dr. Stahl? ¡Semejante negación equiparada con: una afirmación relativa !

Pero el autor quiere explicarse: lo que él no está dispuesto á admitir en el indio borinqueño : son verdaderas ideas religiosas, fundadas en la existencia del Dios infinito;

tuviesen

lo que el autor no

“una verdadera religión,”

acepta es

que

ellos *

aún concediéndoles

ideas religiosas vagas, ligerísimas, incoherentes y débiles, *;

Parece, al fin, que el Dr. Stahl cesidad, que hemos oido exponer á

ha sentido la ne-: Lubbock, de fijar

bien el significado en que usa la palabra “religión.” Mas sentada la premisa, que habla de una. religión

verdadera,

ideas religiosas

pruebe que las ideas

formaba saltar

de

verdaderas,

bien

que el indio borinqueño

de las cosas sobrenaturales eran falsas;

á la

está.

se

pero

deducción de que. no existía absolutamente

entre aquellos hombres está justificado.

idea religiosa ninguna,

de La,

que

y

eso no:

|


382

-

Pero,

PURRTORRIQUEÑA.

á esta altura,

el Dr. Stahl suerte:

REVISTA

entrevemos

especifique su

una solución:

que

de

esta

última conclusión

H “s"—Que los indios borinqueños carecí an en absoluto de ideas religiosas verdaderas.” lo Pues. aunque el calificativo “verdadera,” lanzado por el Dr. Stahl en medio de las religiones, podría ocasionar entre éstas el efecto que produjo la aquella rotulada “á la más hermosa,” cay manzana endo entre las deidades, no obstante, la fórmula de arreglo que proponemos tendría éxito. Los únicos que podí berse interesado en votar en contra de ella, an 'haes decir, los indios de Borinquen, todos han desaparec haz de la tierra; los demás creyentes que ido de la la pueblan: votarían á favor, cada cual en inte rés de sus propias Opiniones religiosas: se conseguiría un fallo unánime. Ahora

pida,

volviendo á nuestra disertación interrumtengamos presente, por más que se alteren por

convenios las significaciones de las palabras , evidenciado, y precisado está lo que debe que hemos entenderse por rudimentarias ideas religiosas; queda, pues, señala-

da la etapa de desarrollo social, á que estos oríg circunscriben; y permanece firme nuestra dedu enes se cció que el hombre salvaje, aún sin haber alcanzado n, de todavía el grado de sociabilidad y de progreso que ostentaban los indígenas primitivos borinqueños, ya habí mucho antes experimentado emoción supe a : desde rsticiosa ó

religiosa,

forjándose idea de lo sobrenatural;

que espontáneamente,

y también mediante

es decir,

tradición legendaria vinculada en las vari una oscura ántes sucesivas del lenguaje, ya se habría iniciado en' los misteriosos comienzos de toda religión | ¿Ha podido suceder jamás que durante ese perí odo de formación haya quedado en suspenso la emo ció n religiosa, “sin tomar forma

exterior de o? También hemos comprobado esta posibilidad. cultAho ra, fáltano s

demostrar con hechos

históricos cuán

ajustadas-


Pure ap

-

PRE E e

AE A

ANA DIAS GRS A ES

:

A.e

+ A

a SS O

E O a

ETA E

LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN.*

383

á la verdad son estas apreciaciones nuestras. tiguan numerosas autoridades.

Primero

hemos

oido

á

Lo ates!

Spencer declarar

que

real y positivamente “entre las tribus de inteligencia y estado social ménos avanzados, como los Juangs, los

. Adamanos, los Fueguianos, los Australianos, los Tasmanos y los Bosquimanos,” el fetichismo no es la primera

forma religiosa; como, por otra parte, la mayoría de esas tribus, según informes fidedignos, (y á ellos alude

el Dr. Stahl) carecen de culto religioso,

es consecuen-

.cia lógica que la primera forma religiosa, á que se refiere Spencer como existiendo en algunos de ellos por lo ménos, es una forma sin culto. Schoolcraft reconoce que las

tribus

indias

de la

¡América del Norte, en general, creían en la existencia de un Gran Espíritu y en la inmortalidad del alma, pero que al propio tiempo ellas no parecen haber tenidó prácticas religiosas y ménos todavía edificios

sagrados.

(Historia de las Tribus Indias, publicada por órden del Congreso, )

Este solo hecho bastaría para echar por tierra toda la argumentación del Dr. Stahl sobre la pretendida falta de religión- borinqueña ; pues,

como

digimos al

principio, el argumento Aquiles del Dr. Stahl es que ““no hay pruebas evidentes (4* conclusión), que justifiquen la existencia de culto alguno religioso entre nuestrosindios.” El dato que acabamos de facilitar bastaría, replicamos, para destruir toda relación entre esa conclusión (que tampoco nos parece fundada), y la 5* Ó sea la tésis que defiende.) ¿Y “la multitudde viajeros” que se nos cita en contra ? ¿Y las tribus salvajes que ellos nos describen, que, sin culto ni templos, post hoc ergo propter hoc, no abrigan ideas de religión ?—Tenemos pendiente y en realidad vamos practicando con método, el análisisde. esas observaciones que suministran los: referidos viaje-.

ros, y hasta aquí hemos venido en conocimiento de que


33%

REVISTA. PUERTORRIQUEÑA. |

5

las tres categorías en que las hemos. divi tienen entre sí la. ilación que. se presum dido, no e y | particularmente, en lo que al punto presen te se refiere, que :no prueban ni remotamente que por que

una tribu carezca de culto y de templos han de negársele también ideas religiosas. 7 Lo que sí atestiguan viajeros fidedign os es que ' muchas tribus salvajes no tienen. idea de Dios, ni de seres sobrenaturales, ni creencias religios tricas. Aquí la ausencia de ritos y de cult as 6 idoláperfectamente, porque ellos son hijos os se explica de la idea primordial religiosa; pero esa filiación es lo inverso de lo que se pretende comprobar. Muy al contrario, si seguimos buscando la conexión que á men udo ofrecen las investigaciones de unos observadores con las de otros, de la manera que lo hemos

remos obteniendo más y

más

hecho arriba,

pruebas

directas

verdad y realidad de nuestras interpretaciones .

segui-

de la

Para no perdernos en la antigtiedad, tomemos de ella un solo ejemplo: Relata Don Juan B. Carrasco, en su Mitología Universal, que “Eforo, paña, dice que en su tiempo (338 años hablándo de Esántes de J. C,)

no había templos ni dioses en la

Turdetania,

(Andalucía) y que en vez de estos se hallaban pied ras amontonadas de tres en tres ó de cuatro en cuat ro, y que no hacían sacrificios, tradición general que estaba admitida entre los Españoles.” “ Según Estrabon, los Celtíberos y los que habitaban los paises comarcanos al Norte adoraban un Dios sin nombre. dice que los españoles por sus sábios y San Agustin filósofos, adora-

ban un solo autor de lo creado incorruptible ......

Según

..... INCOrpóreo ......

nuestro principio y nuestro

Erro los españoles, siguiendo el

rito

bien.

simplísimo,

de aquellos tiempos, no conocían templos ni alta Hé aquí hechos elocuentes; ahora, reco res.” rdemos que por boca de Von Humboldt, refiere Est rabon acerca de los

habitantes primitivos de España (los Turduletas y


LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN.

385

los Turdetanos) que “usan la escritura y tienen libros que contienen máximas muy antiguas, poesías y leyes

puestas en verso, á las cuales atribuyen una antigiieda d

de 6,000 años.”

Pero admiitamos con Lafuente, apoya-

dos en la grave autoridad de

tancio,

como

Varron,

Plutarco y

Plinio, contestes en el

años, no solares,

sino

Diodoro

Otros,

de

que

Sicilia, Lac-

tanto Estrabon

particular, contaban por

trimestrales

computarían siempre 2,000 años.

de

estaciones ; se

E

Y en vista de esos datos preguntémonos: Si veinte, ya que no en sesenta siglos durante los cuale en s se escribía en España, no llegó á erigirse ningún templo, mientras que se establecían códigos; no se idearon ritua-

les, mientras que se componían poemas; y sin embargo se había llegado al conocimiento de un Creador, de una Providencia, infinitamente superior á las criaturas: ¿no

es evidentísimo, palmario, que las ideas religiosas pueden no sólo existir, sino fomentarse y alcanzar gran perfección, sin revestir las formas de ningún culto?

Así, en los tiempo actuales, Schoolcraft, al aseverar el deismo de los indios norte-americanos, dice que, no obstante, Burnet no ha hallado entre los Cóman-

ches ni la sombra Lubbock,

de un culto.

no le rezan jamás

go creen que el el trueno y el los Hotentotes Kolben asiente

Los Dacotahs,

al Creador;

según

y sin embar-

Gran Espítitu lo ha hecho todo; ménos arroz. Según Thunberg y Sparfman, tenían nociones de la Divinidad, y á ello; pero niega que tuviesen ningun

culto constituido.

Falkner consideraba

los

Patagones

como politeistas; y según los misioneros ingleses, los Pata astro de culto religioso E gonese:no tenían “nir E E ninguno.” Ni Decker ni ; el almirant e Fitzroy >, “han asistido jamás á ningún acto positivamente religioso de los Fueguianos,” y sin embargo esos viajeros dan fé de que, según los naturales del país, “hay en los bosques un hombre grande negro que lo sabe todo, á quien nada puede escondérsele, quien hace que el


386

-

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

Po

tiempo sea bueno ó malo, arreglado

guarden los hombres.” en la

malhechora

ó

Los

á la conducta que

Tasmanios

bienhechora

que

“creían

intervención

delos

espíritus-sombras (nar-arravah, según Milligan) no:parecía”—dice Lubbock—-““que se esforzaran

en

obténer :

la buena voluntad de los mismos.” Crantz no quiere ni suponer á los Groenlandeses una religión, y como Graah, Vors, Egede y otros, da cuenta de que esos Esquimales

“no tienen culto tampoco,

ni ceremonia que

se le parezca;” pero el mismo Crantz (y lo confirma el propio Egede) describe una costumbre de esos pueblos septentrionales, poética y á todas

luces

religiosa:

“depositan” —dice—“la cabeza de un perro junto á cada tumba de un niño, porque el alma del perro sabe olfatear su camino por donde quiera, y ella guiará al inex-

perto infante al país de los espfritus.”

En fin, D. Félix de Azara consigna que

A los

Gua-

raníes no tienen ideas religiosas, y es obvio que no de--

ben tener costumbres religiosas tampoco;

pero á

nos-

otros se nos antoja objetar, con el debido respeto, que según se deduce del veredicto de otra autoridad, el Sr. de Azara, no obstante el largo tiempo que ha vivido entre los Paraguayos,

ha tomado,

dido, la ausencia de ritos

por

como á tantos

indicio

ha suce-

concluyente

de

carencia de conceptos religiosos; no así el Sr. Arístides Rojas, que invalida, en sus “Estudios Indígenas,” el vo-

to negativo de Azara con este brillante alegato: ro si en el huracán,

en la eterna juventud,

en' la

“Pe-' vejez

venerable, hay atributos de Dios, todo cuanto se pueda

decir del Autor del Universo está comprendido: en la elocuente frase de los Guaraníes. + Estos llaman á Dios

por medio de una interrogación, ¿TupPa? voz compuesta

de dos partículas, la admiración tu y la interrogativa pa, que quiere decir ¿QuiÉn Es? ¿Qué puedehaber más expresivo que este nombre de Dios? En él están refun-

didos todos sus atributos.

N o existe para el Guaramí pa-

labra humana que pueda definir al Creador.

¿Quién


LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN.

387

Es?—Esta frase es la síntesis del idealismo, es la admi -

ración del

hombre

que

contempla

lo

inmenso

de. la

obra y no puede darse cuenta de la sabiduría del: Artífice: es el resúmen de la razón contemplativa - que absorta ante el cuadro del Universo, no puede definirlo, ni comprenderlo. Dios mismo dijo: “Yo soy EL QUE soy,” con lo que quiso explicar que no mana que pudiera abrazarlo.”

¡Ah!

el mismo

Cuando se nos evidencia,

error, la misma

falta,

de

había

frase hu-

;

una y Otra vez, precipitar

el juicio

equivocadamente hasta la fácil denegación de ideas religiosas al desgraciado y miserable salvaje, este humano se nos representa dignificado por la injus ser ticia y reelevado á su noble puesto de heróico empeño contra la indómita naturaleza y contra la fiera y bruta l animalidad, á las que en siglos de lucha incesante pudo

arrancar aquel secreto, sin que el portento de esta victoria nos haga ménos irrespetuosos para con los

que la alcanzaron. pe ¿Qué esfuerzos no habrá costado al inculto isleñ o - de la Polinesia, en medio de sus guerras y demás. vicisitudes, coordinar en su cerebro torpe la idea del Crea dor increado? Pues Moerenhout nos traduce de esta

suerte el canto cósmico que entre

bardos á Zuaroa:

residía

en

el

“Elera;

vacío;

nada

ellos

Taaroa era

de tierra,

entonaban

los

su nombre

de

cielo,

ni de

hombres; Taaroa llama, pero nadie le responde, y existiendo sólo, se cambia en el Universo. Los ejes son Taaroa, las arenas son Taaroa, las rocas son Taa. roa. Así se ha nombrado él mismo. Taaroa es la claridad, Taaroa es el gérmen,

Taaroa es la base, Taa-

roa es lo incomprensible, lo incorruptible, lo fuerte

que

creó el Universo, el Universo grande y sagrado que no es sino la cáscara de Taaroa.” (1)

|

(1) No de otro modo, en la infancia de la teogon á la imbricación poética de mitos espúreos, y tal ía griega, muy anterior como nos la representa, uno de

los más antíguos fragmentos de su prístina poesía sacerd otal, se cantaba

S


388

- REVISTA PUERTORRIQUEÑA. 1

Terminemos esta sección con las oportunas palabras del ya varias veces citado y siempre admirable Sanchez Calvo; apliquémoslas cuando nos acordemos

A

|

del indio borinqueño:

“Sólo la preocupación de una fé exclusiva

puede

hacer ver asqueroso fetichismo ó grosera idolatría

en

el

- culto religioso de los pueblos primitivos ó de los sal- vajes modernos. ¿No; el hombre, donde quiera que adora alguna cosa, levanta su

corazón en alas

del rue-

go, á un ente superior que adorna con las cualidades más sublimes que puede concebir. El negro de Gui- nea, postrado delante de veinte mil fetiches, ridículos á los ojos de un hombre civilizado, ejerce un acto tan

agradable á -Dios, dada

su cultura,

como

el cristiano

orandoá los piés de un crucifijo. En cada fetiche, en cada simulacro, ven los devotos de todas religiones la morada del ser espiritual que adoran,” 3 | so Dr. CaLixTO ROMERO CANTERO.

'

<y re

- (Concluirá).

A

“* Júpiter fué hombre y vírgen inmortal: Júpiter es el fundaen himnos óxfícos: mento de la tierra y de los cielos:. Júpiter el soplo que anima todos los seres:

Júpiter la esencia del fuego, la

raíz del

rey, solo él ha creado todas las cosas: de todo:

mar:

Júpiter el

él es ina

sol y la

fuerza, un

un solo cuerpo excelente que abraza todos

dios,

los seres,

luna:

gran

Júpiter es

principio

el fuego, el

agua,

la tierra y el éter, la noche y el dia, y á Metis la madre primera y al Amor lleno Todos estos seres están contenidos en el cuerpo inmenso de Ñ encantos. E úpiter.


a

EL

Á MI BUEN

AMIGO,

DON

FERNÁNDEZ

SEÑOR FUNDADOR

DE

MANUEL LA

“REVISTA

EPISTOLA

PUERTORRIQUEÑA.”

1.*

Un saludo cordial, amigo mio,

y con él un abrazo muy estrecho,

al comenzar mi epístola le envío.

Eso merece el alentado pecho con que aborda un empeño literario, que al país debe dar honra y provecho: Empeño grave, casi temerario, para el cual, visto bien y á sangre fria,

el temple de un TITAN

es necesario.

Ruda labor le auguro en la porfía de sostener el arte y su bandera en tiempos de político-manía;

En tiempos en que un jíbaro cualquiera sabe quien es BISMARK,

y desconoce

á su paisano LUIS MUNOZ

JUNCOS.

RIVERA;


390

- REVISTÁ PUERTORRIQUEÑA,

Y veinte y cuatro apuesto contra doce, -4.que también conoce ¿á RUIZ ZORRILLA yá ZORRILLA,

¡Ah, política

el poeta,

.....!

no conoce.

)

Diaria comidilla,

sempiterno manjar, pan cotidiano,

- lo mismo en el villorrio, que en la villa...

|

Vea usted con un periódico en la mano

aquel grave Señor, que circunspecto acude á su tertulia muy temprano:

Hombre formal, sesudo, muy correcto, preside la reunión de la botica en la cual reina el órden más perfecto: AMí, todo sé aplaude, ó se critica, el hecho sucedido se comenta, el que ha de suceder se pronostica;

El chiste abunda,

el notición se cuenta,

Se trata de reformas, de ideales,

de puntos culminantes de doctrina,

y aun de los cuatro puntos cardinales...

Ha

se le adorna con pelos y señales, se sazona con sal...... y con pimienta;

En tanto, allá, en la tienda de la esquina, de mano en mano Pp pasa otro p eriódico,

que desde lejos huele

4 chamusquina:

Allá es el entusiasmo más metódico,

pues siendo los tertulios comerciantes lo toman....

y lo dan á precio módico.

No se oyen peroratas rimbombantes,

]

-

' | M

|Ñ tl¿


£ MI BUEN AMIGO.

391

ni esas frases de sprit, de doble filo,

más que un puñal agudas y cortantes:. Auditorio flemático, tranquilo, por todas las políticas del mundo no suelta del

negocio

un solo hilo.

Comensal es allá, y el más facundo,

algún travieso duende forastero, en ardides legales muy fecundo: Cuando no director, es bastonero,

y andar suele detrás de bastidores, repicando á dos manos el pandero..... Cro

.e..

soe. ns 06s0.

..0o..020.o

.< ....

.

¿00.06

o...

0...

....o

>0909000000s0401s 0.0000

.0.o....».»05<s.007..*.0.<.0..<..«0100...000.0008

0.

.

0.

0.0.

so

.—..—2...o..o.o

_ Pues bien, Juncos amigo, esos Señores, lo mismo en la botica, que en la tienda, ni á trovas dan valor, ni á trovadores:

En medio á la política contienda, si HOMERO

viene á

recitar su ILIADA,

no hallará quien lo atienda...

nilo entienda:

Pero en cambio, que llegue de arribada cualesquier truchiman politicastro, y tiene muy segura una palmada. El sol de la política es un astro de las letras de cambio padre tierno, y de las bellas letras mal padrastro: Así andan éstas, sin hogar paterno,

y en desabrigo buscan un santuario

do poder consagrarse al culto externo.


392

- REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

| j

z

o

: Dolido usted de estado tan precario¿ ,

| |

hoy las puertas de un templo les franquea

¡ Quiera Dios no lo dejen solitario !

sx

¡Quiera Dios que en mitad de la tarea, galardón de su afán y su civismo la indiferencia pública no sea! E

e

Y no moteje usted mi pesimismo,

A

que lo que pasa aquí pasa en Cangrejos,

y en esa Capital pasa lo misno.

Si verlo quiere usted no vaya léjos, enfrente y en el mismo Consistorio

. |

para mirarse tiene dos espejos.

|

Hoy es, lo que fué Cielo, purgatorio, y las musas,

las ánimas

e :

.

o

en pena

que se queman al fuego expiatorio.

¡Pobrecitas!

|

El yugo y la cadena

|

sufren al par, del tirio y del troyano,

y el desden á que el vulgo las condena:

Y en vano luchan ¡ay! luchan en vano por romper esos hierros que eslabona,

de su cuello en redór, mónstruo tirano.

Si piden el aplauso y la corona,

Ñ

|

ol |

|

|

o

-]

han de pedirlos sólo á la milicia

que'su númen proteje.... y lo estaciona:

No le pidan el triunfoá la Justicia,

|

i

ántes bien, ese triunfo les cercena

de malicia contraria la.malicia.

4

|

¿Obra de liberal brilla en escena... .?

|


Á MI BUEN AMIGO.

j

393

Aplauso liberal, aunque sea mala... ... palo conservador, aunque sea buena. .... ¿Es de conservador la obra de gala....? El palo liberal arma el tiberio

y el contrario aplaudir hunde la sala. ... hi

Vi... ¿el criterio, Señor......?

|

.

Pues......, el criterio,

enfermo, al parecer, fuese de viaje,

con el juicio, además,

á otro hemisferio;

Y yo, que les he visto el equipaje, y contado los lios, me barrunto que tarde volverán á este paraje. Pero...,..

|

pienso que es hora de hacer punto,

y aquí lo Hago por hoy, Juncos amigo:

o

de nuevo y pronto volveré al asunto, hay tela que cortar: cuente conmigo.

EL La Vega, Enero 21 de 1888, ”

|

| |

CartBE. +

,


Y

'l

LETRAS

Y ARTES EN PARÍS.

Como todo es defendible en este mundo

y no hay

asunto que imposible sea justificar, podría sostener que el acto con el cual Madame Boucicaut ha finalizado su carrera de setenta y dos años, me pertenece de derecho como manifestación intelectual de un gran ingenio con enaguas,

y encaja perfectamente

del movimiento literario y

artístico

en

estos

francés.

bocetos

Pero,

ya

se sabe que aborrezco la hi ipocresía, y prefiero declarar buenamente que tributo aquí mi admiración y cariño á

esa admirable mujer que acaba de morir, porque así lo siento, porque no quiero guardármelo en el cuerpo,y donde quiera cabe y está bien la exposición de una acción bella por los cuatro costados.

Madame Boucicáut era una modesta vendedorade un modestísimo almacén de la calle du Bac, que no debía ganar más de quinientos francos anuales; mozo ' era del almacén M. Boucicaut y los dos jóvenes se convinieron y se

universalmente

casaron,

conocida

fundando

hoy con

á poco

el nombre

la tienda

de Bon

Marché. Empezó por ser poco ménos que una cocina de casa moderna, y con los años y sucesivos ensanches

es hoy la tienda más

grande

de París;

valía

al prin-

|

A

A

cipio tal vez seis mil francos y vale hoy sesenta millo-

EPR: Ae

Ese


a 2 + Nr ER

E

=

s

LETRAS Y ARTES EN PARÍS, nes.

La idea de

establece a

O

tienda:

de

en barrio tan sombrío y extraviado, debió

una

locura

y

así

me

habría

Boucicaurt y su espos

creyeron

pusieron llevar allí 4” todo. París,

|

tal índole

considerarse '

parecido;

Monsieur

lo contrario, se pro-

y sabido

es

que lo hanlogrado. No entraré á examinar por qué medios, pues aunque interesante para probar las apti tudes raras del matrimonio, sería largo. Lo que no puede call que Mad. Boucicaut, que había dado 4 su almacénarse es ma. yor desarrollo aún desde la muerte de su marido, y era

+

administradora genial, tenía además

el genio

Infinitos son los rasgos de bondad que

vida de esta señora;

el más importante

del

| | | |

o e. )

bien.

han honrado la es haber

ciado á trescientos de sus buenos empleados,

aso+ |.

dándoles

;

Una acción de cincuenta mil francos á cada uno, de | manera que ellos, esos trescientos que entr aron con. modest

ísimo salario, quedan hoy dueños

almacén.

Muerta

en

Canas,

traida á París y enterrada

Madame

absolutos

l Boucicaut

en Montparnasse.

del

| ha

El

sido .

en-

|

extremo generosa bienhechora, que ha dado más nadie dió nunca, por lo ménos en Francia, y con | acierto que dió” nadie. Elogiar su testamento, | que no conocemos las mandas privadas á amigos

y familia) sería empequeñecerlo,

los empleados que han servido ménos

- de tres años (aunque haga — peo

que hayan entrado),

Allos empleados que O AÑOS,

Cada

DO

cada

sólo un dia

uno.......

han servido: de 34

o

A los empleados que han

.

|

|

pues tiene la elocuen-

cia que no alcanzaría yo. Hélo aquí, sin comentar ios, para ejemplo de ricos y vergiienza de egoistas: | 17—Mandas en favor de los empleados, * hembras ó varones, del Bon Marchó: pp

MA

|

|

tierro fué solemne, y París saludó con gratitud á su por

todo que más (del

:

oia,

servido de

6 á

1,000 frs..

| 3,0009

**

i | ..


A

396

REVISTA

PUERTORRIQUEÑA.

IO AÑOS, Cada UNO...... ..oo ooo. A los empleados que han servido más de IO años,

cada

UNO .....o

6,000 frs. |

o. .....o o...

10,090

|“

A los obreros de ámbos sexos que traba-

jan. d' jornal de 100

o

Áiudaes verd o joo

1,000 f'

A los obreros de los asentistas que trabajan en la casa, cada uno .........

A los asentistas que CÍA

100. |“

trabajan en la casa,

:

i

UNO ...ooo doo oro coro cacon...

500“

A los vigilantes nocturnos, de 500 á ... A los profesores de la casa, cada uno...

1,000“* 1,000. 1“

Esto viene á sumar unos diez y seis millones.

22—A la sociedad civil del Bon Marché,

|

para fundar una casa de reposo y con-

valecencia para los empleados, su propiedad de Fontenay-aux-Roses, evaluada en más

de... ........

..

4

+...

1.000,000frs.

37—A la oficina de beneficencia de Verjux 49—A la oficina de beneficencia de Be-

100,000

lléme, país natal de M. Boucicaut.....

100,000

5:—A la oficina de beneficencia de Canas. 67—A la oficina de beneficencia de Fontenay-aux-RoOses......o ..0... 000...

50,000

:

| 50,000

7?—A los aprendices de la obra de San A NicoláS....o.ooooocoocooo..o ooo. +... T.000,000 “ S2—A las obreras llamadas “Jennes éco: DOMEOS Loco

500,000“

9% —A las obreras jóvenes que forman parte de la casa profesional de la calle Pipas. .....o....lo.m.oo...

.

.

IO09A la asociación de pintores, “escultares, arquitectos, grabadores y dibujan(Socorro

rr

rr

500,000

4 AN TOO 000

119-A la asociación de artistas músicos.

100,000“

12%—A

100,000! E

la asociación de artistas rnáticoL

13—A la asociación de inventores y artis4

| e

|

A

)

.


0038 E

39)

LETRAS Y ARTES EN PARÍS.

tas industriales ......o.oooo ....... eS 147-A la sociedad de profesores y miembros de la enseñanza..............-

15%-A las individualidades desgraciadas de la prensa parisiense............. 16%-A

100,000

e

100,000

“e!

100,000

5

|

M. Pasteur, además de los 150,000

francos dados anteriormente......... 17%—Para fundar tres casas de refugio en las cercanías

del

100,000 frs.

de Lila,

Ruán

|

y Chalón

Saona..... e

189-A la casa de rétiro de Fonteuay- AUX-

2.645,000

+

Roses, el inmueble construido por Mad.

Boucicaut, tasado en 100,000 francos, y en metálico 500,000, SEAN ........... 19%-Para un a de viejos y un obrador externo de doncellas, su propiedad de Bellevue tasada en y en metálico

600,000

cc /

600,000

100,000 francos,

500,000,

SEAN... .......

207—Para cuatro camas en

el hospital de.

Belléme da á los ancianos,...: 217—Al ministro de Bellas Artes para los Museos del Louvre y del Luxemburgo: un Fromentín la Biche sous bois, de - Courbet, Les Fauchcurs, de Dupré.. 22%-A las casas de educación de San Denis, Ecnán y Loges, toda su mantelería

* 100,000

se

y vagilla de plata...........o.oooo.23%-A los pobres de los veinte distritos de París,

10,000 francos

por

distrito,

A E Item: á los pobres de su barrio (al 7?) o O a 24-A los ministros de los diversos cultos.

200,000

El

10,000

e

TECONOCIAOS: dde napa danes Esto sumará cosa de doce millones.

525,000

De manera

que

esta

mujer

unos treinia millones de francos.

dá aquí

la. suma

to


A eL? $

398

REVISTA PUERTORRIQUEÑA. - Item y fin:

QT

|

El resto de la fortuna, salvo las dl maán-

das á parientes ó amigos, cosa de diez millones, á! la -Asistencia Pública de París, par a edificar un hospital. Est helados,

o es grande y hermoso y le bes o á la buenísima señora.

los piés, ya Al

El conocido poeta alemán Juan Fas tanto ama á España, su patria adoptiva tenrath, qué , aunque ame por lo menos tanto á Alemania, siendo ale ba abajo, y no selo critico yo, que aún ten mán de arrigo la chifladura del patriotismo; que ha escrito libr os en nuestra lengua con brillantez y corrección, si nó con todo el sabor castizo qu sería apetecible, acaba de publicar un libro en francés, titulado

: Piguras de la Alemania Contemporánea, ¿Ha corregido una mano ducha el francés de mi simpático amigo? No lo sé, pero es el caso, y lo he de decir aunque le dé un disgusto, perfectamente hablado y que Fastenratque el libro está h, aunque mo sea la Francia su tierra de adopción, posée más hondamente el fran

cés que el castellano, en el cual no es lego, lo repito. Salvo algunas hipérboles, ciertas imá.genes, bellas pero agenas al gusto del pueblo, y.algu-

nas ideas un tanto alambicadas,

la forma.

En cuanto al fondo,

el libro es francés por

ya varían

Dije que Fastenrath es alemán, lo es ese las especies. ncialmente, y en todas las páginas, en todas las líneas de sus curió-

sos estudios

nos lo está probando.

de residencia en París,

no abro

yo

Tras veinte años

la boca

, sin que me delate por español mi acento. Fastenrath tiene también el acento alemán sea cual fuera la lengua en que escriba. Tiene más que el acento; la acción, el sentir, el pensamiento, cuanto constituye la ind ivi dua lidad. Esto es un

bien, pues encanta el entusi al presentarnos aquellos de sus paisanosasmo del escritor que á su juicio j


LETRAS Y ARTES EN PARÍS.

390

lo merecen; pero es un mal, pues anula por completo la crítica, ó muy poco le falta. : | “Como todo lo veía color de rosa, lo que no

- “permite individualizar, Richter tenía para con sus .““ modelos la parcialidad del enamorado que idealiza los

““ defectos

de la amada.”

Figúraseme

que lo

propio

le sucede á Fastenrath. La falta de lunares, "la exageración, el elogio excesivo y á veces parcial están visibles en los retratos que de las personalidades españolas trazó este autor. Veía con ojos de amigo, escribía con pecho as y agradecido. ¿No es de

suponer que lo que

| ntes hizo la amistad lo haga ahora -

el amor patrio? No lo afirmaré, pero me lo parece, juzgando por los escritores de que habla y conozco mu-

cho,

v. g. Cármen

Sylva, la amable reina

de Rumanía,

Ricardo Wagner á quien adoro, pero sin perder el seso.

Empero, cuando el encomio es forzoso y concuerdan el deber y el deseo, la crítica de Fastenrath es sabrosa y acertada. Como ejemplos citaré el estudio de Eduardo de Hans

Lasker, poco y mal conocido de muchos; el Makart, delineado con maestría, y el de Jo-

sefina Gallmeyer que encuentro tan bello

coma la actriz era admirable y bella.

Doy

y admirable

en él

con

esta perla que traduzco para recreo detlector, y porque,

como dice Fastenrath, la actriz se ha ella.

caracterizado en

2

'* Pero

¿no te h as de calmar, corazón mio? ¿No quieres aprender á latir con más despacio y pensar,

“viejo locatis, que andas cargado de años?

¿Acaso no

“has sufrido bastante? ¿Has conservado la infantil “ilusión de que llegue un alma que te ame por ser “* quien eres y exclus ivamente? Miraá tu alrededor, ““corazón vieje y ton to! La juventud es la única ado“rada, el blando encanto

de

los-

corazones

sencillos

“atrae, y cuantos atractivos nacen del talento verdade-

““ro, cuantos

tesoros encierra

el

alma,

sólo

seducen

“cuando es el cuerpo juvenil, lo que se ama es la ga-


400

|

REVISTA

PURRTORRIQUEÑA. La

“ardía del cuerpo.

Si es de lágrimas, sólo excitan

“compasión las que vierte la juventud.

Si las derrama

“el amor añoso, únicamente á escarnio excitan.

“loco y viejo corazón mio,

¡cuánto tiempo

á

¡Ay!

huirá

laún

“de tí la paz que en los amorosos trasportes buscaste! “Era cosa débil y palpitante, abandonada sin apoyoá.. “múltiples groserías, á los caprichos del acaso que ásu * “sabor puede aniquilafte é impulsarte al desprecio pro“pio: ¡Corazón infeliz! Nunca te satisfizo _por com““pleto el rumoroso aplauso del triunfo. ¿Qué más an-

“sías?

Habla,

“da por el ruido,

habla, corazón tonto y aspira el alma

“acentos de lanoche.

cansada

viejo.

Aturdi-

á los

suaves

Cada campanada del reloj sue—

““na en mi estancia, cuyos vivos colores no me consi en-

“ten reflexionar.

Sin embargo, un consuelo me

“da para tí, corazón mio.

“frenar tu ardor en breve.

que-

Cuatro planchas van á reNo tardaremos en

acabar,

“bién te lo sabes, y esa verdad te asusta, ¡oh! corazón “viejo, loco, y ya.4 medio corromper.” . | ¿Es verdad que es muy lindo?...... Estas notas, y

Otras que son propiedad del autor, abundan

en el libro,

que merecería más largo exámen y lo. llevaría también si no me pesasen sobre los hombres las infÍmitas novedades de fin de año, que es de rigor apuntar. |

0%

La encuadernación de tela gris hierro lleva en lo alto, en letra cursiva y dorada, Les Exploits d'un Arle-

guin; á la izquierda el nombre del autor,

Raul de Na-

jac, y el del dibujante, Lix, en caractéres negros y á la derecha, aislado, un arlequín en colores, que se dest aca

con ligereza y brillantez. El efecto es de exquisito gusto, de refinada elegancia, y se mete de tal manera por los ojos, que muchos lo comprarán sin abrirlo. Mi

pésa,

en

ii .

ma

ii

obligación me ha forzado á hacerlo y no me


LETRAS Y ARTES EN PARÍS.

46t

e

suma, pues me interesa mucho la literatura destinada 4 la

infancia. Buen papel, esmerada impresión; dibujos excelentes tirados en bistre, ¡qué diferencia con los libros que nos daban aún no hará veinte años! Aque-

llos no servían ni para cortarlos y.envolver caramelos 6

especies ménos dulces; los de hoy pueden entrar en la -

biblioteca del bibliófilo, ya que no siempre por el fondo,

por la torma tipográfica.

Mala

cabeza han

de

tener

los chiquillos que no se aficionen á la lectura, pudiendo espaciar y recrear la vista en tan bonitas ediciones, en narraciones tan sabrosas ¡como estas Hazañas «de . Arlequin, que nos cuenta Raul de Najac, con la gracia

sabe hacerlo.

Es lo que principalmente

gracia escénica, vís cómica.

mucho para el teatro y el

|

hay en el libro:

. M. de

Najac

dramaturgo

que

gracia

ha

subsiste

y

escrito

en el

cuentista, lo absorbe tan luego se presenta propicia ocasión. Topamos á cada volver de hoja con diálogos

un tanto frios á la lectura y que nos harían reir con labios, ojos y barriga, recitados por un actor á la luz de

las candilejas. Todos los personajes son siluetas que no carecen de vida, pero de vida teatral; en la escena, .

con el calor de la voz y la,animación de los ademanes,

estos. hombres y mujeres alentarían con el aliento con-. vencional del teatro, cuando no lo escribe Moliére $ Calderón ó Shakéspeare ú otro de esta talla. En el

libro resultan algo pálidos.

También me duele que las

Hazañas ó Aventuras de este arlequín pequen de trivia-

les y estén

amontonadas

sin gran

concierto.

Parecen

retazos llenos de soluciones de continuidad. Un capote con muchos remiendos y no menos agujeros. . Pero, estos defectos que señalo apreciando el libro. como hombre hecho y aún no torcido, —que con los años volvemos

á la impresión infantil, —no

existen si

calculamos lo que sacarán de la obra las cabezas de los

niños de diez á doce años.

Para ellos la lectura “será

pr

gratísima, las aventuras risibles, curiosas é interesante:


*

02

REVISTA PUBRTORRTOOENA.

y la lección provechosa, por más que no haya moralidad á la manera de fabulista. La trivialidad en sí de ciertos episodios no es tampoco un mal aquí, pues la .

prefiero al sistema trasgos

que

llenan

de los cuentos de hadas,

de

humo

malsano la

huríes y

i imaginación

de

los muchachos. En parca dósis anda la vida por este libro, pero al fin es vida y algo es algo. La misma librería de Hennuyer, que ha publicado este tomo en 4? mayor, edita un cuento persa de Clara-

mond: 21 sobrino de Sadí, que está escrito

con elegan-

' cia y puede ponerse en manos de la juventud con en-tera confianza. No me es dable hacer otro elogio de él, porque abomino el género; felizmente para los es- * critores de esa clase, no tengo misión de dirigir el gusto público. “En cambio recomiendo muy 'encarecidamente, á la carrera M. Eugenio

y sin entrar en detalles,

el libro de

Muller “ Nirélle,” Recuerdos de un huérfano,

y. las Aventuras Memorables del Doctor J—B. Quiés (en Íatín Reposo), de M. Pablo Céliéres, llenas de frescura

y originalidad, :que han merecido el honor raro de ser. traducidas en inglés y la suerte de gustar en Inglaterra tanto como están gustando elen Francia, ob O

oo

Libro singular,

A +

E

i

original y con ias

sahor de.

modernismo es la Madame Chrysanthéme, que publica en la librería Calmann Lévy el joven y ya célebre oficial ' de

marina Luis María Julián Viand,

pseudónimo

de Piérre Loti.

conocido

con

el

Este escritor, que puede

colocarse al lado de Daudet por la delicadeza y el entan-

to de la expresión, como también por.la finura de la observación, aunque á menudo lo' supera -en intensidad, ha firmado una série de tomos tan notables, llenos de tan-

ta hermosura, que su reputación no es asunto: de fortuna y moda, sino que está basada en sólidos cimien-


”»

LETRAS Y ARTES EN PARÍS, tos, siendo

los principales,

403

4 mi juicio, Pécheurd' l-.

lande y el que acabamos de leer, . de un espíritu pobre para producir

con el hondo placer lo que siente, pero

“muy abierto y rico para comprender cuantas bellezas viven en las sensaciones de los que saben exponerlas. En la dedicatoria á la señora duquesa de Richeel diario de un verano

en el que no he cambiado

nada,

de mí

ni siquiera '

las fechas, pues me parece que cuando se arreglan las “cosas, siempre se desarreglan muy mucho. Aunque en apariencia «corresponde el papel más largo á Madama Chrysanthemé, es seguro que los tres personajes principales somos Yo, el Japón y el Efecto que me ha producido ese país.” Y es la verdad. No hay nada _en- el libro que huela 4 novelesco, á arreglo convencional; brilla con purísima luz por la sencillez,. la natu-

ralidad;

no hay aventúras en el sentido romancesco de

la palabra: ni combinaciones novelescas; pero lo que. hay esla impresión de un artista de raza que pinta

admirablemente, con absoluta independencia y marcaa ke 'dísima personalidad. es otro elinterésde la obra, pero ¿puede darse No otro mayor? Nó conozeo, en cuanto á mí, más íntimo deleite queel que nos procura la visión de una naturaleza artística que sabe darse toda ella, y nos hace De estas co-

yer con sus:ojos, sentir con sús sentidos.

pero

mo notas sueltas,

escritas al correr de

la pluma,

¡Una impresión más

fiel, más exacta de

lo que es el Ja-

limadas como lengua,

muy pón

. produciría, - que de y minuciosa

fuése- tan poeta,

un

sacamos

del efecto que

nos

la narración pesada, detallada,

me-

6 por lo menos

en realidad,

tódica

sin duda alguna,

que

nos haría

sabio que no

« Abuso sobremanera

un

viajero

fuese

tan

del adjetivo pequeño,

que

no.

artista.

bien lo

Al _noto, pero ¿cómo componérmelas de otro modo? describir las cosas de este país se tienén tentaciones

- de emplear aquél diez veces

A

A

en cada línea.

Pequeño,

4

existencia,

“Es

O

lieu, dice el autor:


404

- REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

amanerado, pulido, —el Japón físico y moral está todo él en

esos tres vocablos...” La impresión de Pierre Lo< ti también, y todo contribuye en su libro 4 probarlo, Aunque no sea fácil tarea exponer con brevedad todo lo que merecería citarse, voy á ensayarlo para que el

lector forme idea del curioso Imperio y, al mismo tiempo,

de la manera del autor y de la ligerísima y efectiva tramaen la que pinta' con tan elegante, gracioso y luminoso pincel, po ds Hastiado, aburrido de soledad y después de perder algunos meses en las islas Pescadores, deseando vivir un poco en tierra, entre los árboles y las flores, llega Piérre Loti- al Japón con la intención de:casarse á la usanza nipona, “de tomar una mujercita de cútis amarillo, negra cabellera, -ojos de gato, no más alta que una muñeca. La entrada es deliciosa, aunque aquella “naturaleza exhuberante y fresca lleve en sí la singularidad japonesa; residía en no sé qué de bizarro. que ofrecían

las cimas de las montañas,

y,

si puede de-

cirse en la inverosimilitud de ciertas cosas demasiado lindas. Los árboles se torcían en forma de ramo -con la misma gracia preciosa que en, las bandejas de laca. Se alzaban grandes rocas en actitudes exageradas, al lado de peñascos de curba suave cubiertos de tierno des-' ped; elementos desemejantes de paisaje se veían unidos

como en los sitios artificiales.”

Nagasaki

es una decepción,

como otra cualquiera. ““mi hermano

Ives,”

Pero, tan luego aparece

pues

parece

una

ciudad

Loti y el marinero á quien llama

están de servicio hasta

la mañana

.. del siguiente dia. Señalemos como dos notas agrada- * bles, la vista de Nagasaki de dia y la vista de noche. | Al amanecer,

con tiempo lluvioso,

baja Loti á tierra y to-

ma un dj/n (6 corredor que tira de un carrillo ligero y constituye el modo de locomoción) para que lo conduzca al “Jardín de Flores” donde verá al señor Kan-

guru, “agente discreto para el cruzamiento de razas.” Este cómico personaje, que apenas tiene narices y apee


LETRAS Y ARTES EN PARÍS, _has

tiene ojos,

se ve en un compromiso,

cuerda ninguna novia disponible. La

|

se la ha llevado un oficial ruso,

|

es muy cara,

0

sus padres,

pues no

re-

señorita Clavel

la señorita Albaricoque

ricos mercaderes'ide porcela-

ha, no la cederían por menos de 100 francos al mes....;. ,3 y tiene un agujero en úun carrillo. Pero de pronto recuerda Kanguru á la señorita Jazmín, que conviene. Tres dias después, Loti y “mi hermano Ives” están en la casa de papel que han alquilado al señor Azúcar y á «

la señora Ciruela, esperando á la novia, que al fin llega con su madre, hermanas y vecinas; la novia es joven, *

- pero nada más; tan.joven que Loti no conséntiría en pasar con ella ni una hora, y declara que no la quiere. -¡Consternación del agente y de.la asistencial Cuando Ives indica á su hermano una mujercita de diez y ocho años, con grandes pestañas y buenos ojos, casi una expresión, la boca un tanto carnosa pero bien modelada con dos lindísimos hoyuelos. Es la señorita Chrysanthéme,

y

ésta

que ¿ha venido

simple expectadora, será la que

sin intención,

se convertirá

como

en des-

posada; en efecto, Kanguru-San arregla el asunto, no sin muchas fórmulas, cortesías y discursos á la moda de su

todo extremo.

+

para habitar

|

En

durante

ceremoniosa

la

oficina dan

y

obsequiosa

permiso

su residencia en el Japón,

por

á Loti

y con

una jóven llama Chrysanthéme, la casa que ha alquilado en' el barrio de. Diu-djen-dji; la novia pasa al domicilio de su arrendatario y héte consumado el ca-,

E

A

A

e

samiento. El asunto único del libro queda expuesto: con lo dicho. Voy á citar ahora algunos de los puntos más particularmente bellos, os Es sabido que la riqueza abunda en el Japón. He aquí lo que dá cumplida idea de esa abundancia. “Siempre este ruido de cigarras, estridente, inmenso, eterno, que sale de dia y de noche de los campos japoneses. Resuena por doquiera y sin cesar, á cualquier hora ardiente del dia, á cualquiera hora fresca de la noche.

a

A

o

tierra, política,

-


A

0

REVISTA PUERTORRIOUEÑA,

Al llegar, en el centro de la rada, lo hab íamos oido nir

ve. á un tiempo de ambas orillas, de las dos mur all as de verdes montañas. Es importuno, infatigable, | y como la manifestación el ruido mismísimó de pecial de esta región de la tierra, Es la voz la vida esdel verano en estas islas;

canto de fiesta inconsciente, siempr e igual á sí mismo, y que de contínuo parece hincharse, elevarse en mayor exaltación de la ventura de vivi r.” ¡ Qué seducción en este ligerísimo cróquis!: Al volver á bordo al dia siguiente, al claro sol de las ¡ siete de la mañana,

caminamos

por senderos

cío, entre una bandada de

musnies

bañados

pequeñitas

de ro-

(niñas)

de seis á ocho años, que van á la escuela y son muy cómica

s.

No hay que decir que nos circunda el gracioso

ruido sonoro de las cigarras.

El monte

huele

bien

. Frescura del aire, frescura de la luz, fres cura infantil de esta

s niñas con traje largo y hermosos moños tos. Frescura de las flores y las hierbas que compuesestán sembradas de «gotitas de agua... ¡Cu pisamos y án eterna-: mente lindas, hasta en el Japón, las mañana s del cam.

Po y las mañanas de la vida humana”......

E

Otro cróquis no ménos bello: “Existe una hora alegre y melancólica á un tiempo: es algo más tarde, al crepúsculo, cuando el cielo asemeja un gra amarillo en el que se alzan los recortes de las n velo montañas y de las altas pagodas. Es la hora en que abajo, en el dédalo de callejuelas grises comienzan á bril lar las lám paras sagradas, en el fondo de las casas sie mpre abiertas, delante de los altares de los mayore s y-de los Buddhas familiares, —miéntrás que fuera todo rece y los miles encajes de los vetustos tech se oOscuJan en festones negros sobre el oro claro delos se dibucielo. ¡En este

momento pasa sobre el risueño Japón una * imp resión de sombra, de singularidad, de antigiiedad, vajismo, de no sé qué de indecible, que es tri de salentónces la alegría, lá única alegría que que ste. Y da horda de chiquillos, muskog y musníes, que se der esla: raman

A

Ri

á

tp

ad

O

ENS

o

Aee

<

,

A


LETRAS Y ARTÉS EN París,

49)

hai t

_ cual oleada por las calles llenas de sombra, saliendo de los talleres y de las escuelas.

Sobre el tono

oscuro de

todas las construcciones de madera, los trajes rojos 6 azules parecen más luminosos, rayados caprichosamente y caprichosamente recogidos,iy los soberbios lazos

de los cinturones, y las flores, los madroños de plata ú oro plantados en los moños infantiles. Se persiguen y

se divierten agitando sus grandes

musnies de diez,

de cinco

años y

mangas

aun

de

fagoda,

menos

que llevan ya altos peinados é imponentes cosas

“las señoras......”

edad,

como pl

Y aquí me detengo por no poder traducir más

faltar á lo que la urbanidad literaria me

las

sin

impone,

pues

_ho tengo autorización del autor, y además es hacerle un mal tercio verter así la riqueza de su prosa, á vuela

ma, sin corregir la frase con la lentitud y

sería apetecible.

plu-

esmero

que

En fin, —¿lo digo?— ' Pues sí, lo di-

go y el amigo lector me lo perdone en gracia de la sin-

ceridad:

estoy cansado;

dentro de diez minutos

el re-

loj va á dar las doce campanadas que finalizan el año, y siguiendo la costumbre francesa, mi mujer

y mi hijo

me van á saltar al cuello y cubrirme de besos las enju-

tas mejillas.......

Ya calculan ustedes que con esta pers-

pectiva no tengo la cabeza muy en su lugar descanso, y

comprenderán que ponga punto y descanse París, Diciembre 31 de 1887. Lg

'

le

LEoPoLDO GArcía-RAMÓN, +7] A AAA

BIBLIOGRAFÍA, ESTUDIOS SOBRE LA FLORA DE PUERTO RICO. POR EL DOCTOR STAHL.-——1887.

La Historia Natural dé esta Antilla debe al ] Stahl servicios de gran consideración. .


408

REVISTA PUERTÓRRIQUEÑA. . Son verdaderainente admirables

desinterés, la abnegación

el

entusiasmo,

el

casi increible con que este

activo é inteligente 'abrero dela cien grado desde su juventud á la reunión, cia se ha tonsaficación de objetos pertenecientes 4 los estudio y| clasidiversos [reinos de la Naturaleza,

á la organización de Museos y [col ecciones, al acopio y preparación de mat eriales, en una palabra,

para la Historia Natural de este país . Actualmente escribe y pública esa misma Historia Todo estaba aquí por hacer en este ram , «|: | o impor-

tantísimo de las ciencias naturales,

sido mayor el esfuerzo y es más

Dr. Stahl.

y por

meritoria

o

lo

misino ha

la obra del

A . Asombran, en verdad, la acumul ación de trabajo y la série de sacrificios que repres entan las colecciones, los catálogos y los libros que

y escrito este laborioso

queño.

,

hasta ahora

y sabio

ha

formado

naturalista: puertorri-

CE

, ] El solo, sin recursos pecuniarios, sin aux iliares, sin _ protección y luchando con todo

contrariedades,

pleja y árdua parece raciones.

.

género de obstáculos y

ha realizado una Obra

que por lo

tom-

debida al esfuerzo de varias gene-

Ultimamente acaba de

sus Estudios sobre la Flora

E

do

publicar el volúme V nde

de Puerto Rico,

y es notable, como los anteriores, por la riqueza de datos y por! lo concienzudo del exámen y clasificación de las plantas. , El método es claro “y sencillo, y aún cuando se not

a cierto desaliño en la “dicción,

no por

eso la obra desmerece ni deja de llenar cumplidam En los tratados científicos, la ciencia ente su objeto. es lo principal. |

Recomendamos á los hombres estudi osos este nuevo libro, de verdadera importanci para a el conocimiento

de aquella preciosa parte Puerto Rico,

de la Historia Natural de 3 H

M. F. J.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.