Revista Puertorriqueña (1 mar. 1888)

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139 DE MARZO DEE 1888.

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OBRAS, :

Dr. Do e cólebo. ad Vállo Atiles, ino Puertorriqueño, . Dr, Do n Cayetano Coll y Toste, h.o..s E »=>+- Ll Borracho, ( ce Dr. Don Agustin Stahl. ......

Don Salvador Brau Don Al ejandro O

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José de Di

Dr..Don Calixto

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el Fernández Juncos. (or

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Letras y hatoen París,

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Picón: Don Leopoldo Gu rcía-Ramón.

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.

EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO.»

|

SUS CONDICIONES

.

0

FÍSICAS, INTELECTUALES Y MORALES, CAUSAS

QUE

LAS

DETERMINAN

Y

MEDIOS

PARA

| MEJORARLAS.

(CONTINUACIÓN).

?

| MEDIOS PARA MEJORAR LAS CONDICIONES FÍSICAS DEL CAMPESINO.

De las consideraciones que hasta aquí llevamos hechas, concluimos: que el campesino puertorriqueño

de orígen africano, sin perjuicio de las pequeñas modi-

ficaciones que haya podido determinarleel nuevo elima, conserva, físicamente considerado, los caractéres esenciales de raza y subsiste bien, principalmente en

las regiones más cálidas de la Isla. | PA El mestizo no vive mal tampoco en Puerto Rico. Por virtud de su herencia africana soporta bien el clima

tropical, goza de cierta inmunidad

contra algunas en-

fermedades—fiebre amarilla, etc.—y, por

sangre tiene de la europea,

* Esta obra obtuvo el último Certámen del Ateneo

elón de escritores y Artis

lo que

en su

ostenta modificaciones or-

primer premio de la sección de Ciencias 3 es en el Puertorriqueño, á pro esta del Jurado de AsocÍA-

de Madrid.

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REVISTA PUERTORRIQUEÑA. bi

Er:

gánicas—color más claro, formas más esbeltas—que los

negros, y mejor aptitud y fortaleza para el trabajo que el blanco; en cambio le hallamos ' propenso á las manifestaciones escrofulosas. | Pla,

Tanto los negros

comos los mestizos

son aptos

para las faenas agrícolas y toleran perfectamente la iñfluencia del espléndido sol de Borínquen; pero la aptitud del mulato, —cierta en lo que depende de sus apro-

piadas condiciones orgánicas y de la consecuente adaptación al clima, —por otras razones se encuentra tan

disminuida,

que

tal

como

elemento mestizo, carece,

des

es

en

la

actualidad el

á nuestro juicio,

y vitalidad suficientes pará considerarle

de cualida-

como un

grupo en cuyo tipo se haya de cumplir, con respecto á Puerto Rico, la profecía de Mr. Quatrefages, de que

“la posesión definitiva del suelo pertenece 4 las razas mestizas.” | | Vemos á los mestizos trabajar junto á los negros con mayor inteligencia, y aún soportar el género de

vida que á estos les basta; les vemos reproducirse,

no ofrecen

un conjunto en cuyos individuos

se

pero

obser-

ven cualidades preeminentes: no exceden al negro en organización respecto del clima, ni tienen tampoco gran-

des ventajas positivas sobre el blanco en este concepto. Forman—tal nos lo parece—una agrupación transi:

toria, en que los tipos más fuertes, bellos é inteligentes

se funden en la raza blanca, mientras que el linfatismo, la tísis y otras causas segregan á los de condiciones

opuestas, limitando su reproducción hasta la esterilidad

misma que anula el tipo.

En esta cuestión

del cruzamiento,

de

lo que

pasaá

nuestra vista nos dice que en ninguno de los tres elementos que forman la actual sociedad que habita nues-

tra isla, se encuentra el tipo definitivo que ha de subsistir, supuesto que alguno haya de excluir 4 los otros; pero indudablemente la selección, hoy por hoy, se:in-

dica en el sentido de dar la prelación

_-

E

El

á la sangre

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He


ESE

|

EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO.

de

europea. En efecto; observamos una tendencia firme en. el negro criollo cruzar su sangre; si en el africano existe fuerte el instinto. de raza á rep criollo, su descendiente, y de un modo roducirla, en el más manifiesto. enla mujer, , se nota el:vivo deseo de obtener descendencia de color más claro. : El mes tizo á su vez busca

cualidades morfológicas é intelectuales que le eleven, y. solicita y acepta gustoso la mezcla de su del blanco mientras rechaza las unione sangre con la s feriores al suyo; es que aspira consta con tipos in-| ntemente,á bo- ' rrar 6. á atenuar

conociendo

que

cuando ménos los rasgos africános, así se le facilita el medio de fra n=

quear el límite que le :separa de la raza blanca, en donde, subsistentes como están las pre ocu color, es preciso: que los signos exteriore paciones del. s apreciables. de un origen africano estén:

disminuidos

para ser aceptado sin viva protesta,

La

preocupación

del -color

;

notoriamente,

concur

re, pues, al mejoramiento .de las razas llamadas inferiores; y esa. misma ¡preocupación que, tienen las | fami lias blancas | para aceptar en su seno á una person a de color, la tiene el mestizo: para unirse con elementos aún mayor á veces es en él esta prevenció inferiores, y n, hija legítima.de ese anhelo instintivo del hom bre hácia el perfeccionamien

to. De suerte que en la sucesión de los | tiempos, 4: beneficio de esta evoluc ión ascendente, lenta, pero contín

ua,

surgirá el tipo orgánico que hoy no en- |

contramos,y procederá

predominará

de

un cruzamiento

la sangre europea.

en el cual

|

+ En, un, concienzudo estudio del Dr. J Orgeás, titulado “La

patología de las razas humanas y el pro blema de la colonización,” estudio que nos 'ha suministrado muchos datos para la redacción de esta parte de nuestro: trabajo, dice el competente médico de la marina francesa: ““Se puede afirmar que en tod as las antiguas colonias de esc

pertenece

lavos de la zona tórrida, el porvenir no 4 los mestizos, como se ha pretendido. A

:


4

;

4

consecuencia de las reyoluciones políticas hácia las cuáles tiende fatalmente

voluciones

el antagonismo

de las razas,

ré-

que no son sino una cuestión: de tiempo, |y

de las cuales todos estos paises serán teatro más ó ménos tarde, la selección natural hecha por el clima, las condiciones diversas

de la vida

y. las luchas políticas,

traerán poco á poco la disminución del número de los mestízos y acaso en un porvenir lejano su desaparición casi completa, para no dejar subsistir sino la raza pura mejor adaptada al medio.” qe Nosotros, refiriéndonos 4 Puerto Rico, diferimos en cuanto á la conclusión final que asigna al elemento negro esa estabilidad definitiva, deducida de lo que parece ocurrir en Haití y otras colonias; y pensamos

así,

porque

ni el

elemento africano

ha

predominado

nunca en esta isla, ni el elemento europeo ha dejado de adaptarse á Puerto Rico, por las circunstancias

especiales

del clima.

Si cuando

el terreno

perma-

necía vírgen, sin cultivo la mayor parte del territorio, pudo permanecer el español y: dejar descendientes que subsisten después de cerca de tres siglos, con razón podemos esperar lo mismo hoy que la civilización ha penetrado en nuestra isla, y por lo tanto el aumento del cultivo ha hecho disminuir la insalubridad del suelo y ofrece mejores elementos para el trabajo. pd Mientras de las provincias españolas arriben, como

hasta aquí, elementos blancos adaptables al clima, —y la experiencia demuestra que lo

son en

su mayor

parte

casi todos los peninsulares y los procedentes de las islas Baleares y las Canarias, —el predominio pertenece á la raza blanca, que aún en los campos mismos se establece y subsiste sin dificultad. |

Seguramente ella se dejará invadir por sangre ex-

traña, confirmándose el hecho observado por los antropólogos y consignado por Mr. Ed. B. Tylor en las siguientes palabras: “En estos últimos siglos se ¡ha

comprobado perfectamente que no sólo donde viven jun3

it

¡

|


o oi

- BL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO.

48

tas dos distintas razas se produce una, nueva ó mixta, sino

que una gran parte de la población del mundo debe su

existencia

invariables

al cruzamiento,”

los factores

que

pero en

la mezcla,

hemos estudiado,

siendo

habrá |

mucha más sangre europea que la que tiene el mestizo de .

nuestros dias; la suficiente,

quizá, “para ocultar mucho

la sangre africana. Del campesino blanco servado caractéres físicos

permiten dudar

hemos dicho

que ha con-

de sus progenitores

de su origen;

al adaptarse,

que

ha

no.

acen»

tuado algunos rasgos de sus ascendientes meridionales,

tales como su color más pálido y moreno, menor acfivi-

dad, etc., y ha adquirido algunas modificaciones no muy

precisadas aún.

A

causa de las influencias

oportunidad hemos señalado,

queen su

se nos presenta. con as...

pecto de convaleciente, tanto que, —si no de un modo absoluto, —en tésis muy general puediera decirse quenuestro | campesino blanco está enfermo. Peroesto obedece, insistimos en ello, á circunstancias secundarias perfectamente remediables.

Reconocemos la influencia del clima

en el modo de sér individual; inspirándonos en las ideas | de Montesquieu y de muchos otros ilustres sabios, la

aceptamos

no sólo como un principio determinantede

las cualidades orgánicas, sino hasta de la moral misma;

pero también

hallamos en otras causas la pobreza of-

gánica del jíbaro,

pues

el insigne Castelar,

que existe entre

como

ha

dicho

brillantemente

“conocemos el estrecho parentesco

la naturaleza y el alma.

Los minera-

les nos dan la base de nuestro esqueleto. El hierro penetra, en nuestras venas, colora y enciende la sangre. Con sólo mirar al cuerpo humano se ven relaciones y armonías con las plantas. La relación es ma-

yor.en

las esferas superiores de la vida.

Todas

las. .

especies animales tienen afinidades. físicas, químicas, "fisiológicas con el cuerpo que las reune, las corona. y las completa. Por todas partes nos sentimos unidos

con el Universo, y en relación, así con la estrella leja-


4

: REVISTA PUERTORRIQUEÑA. |

na, perdida en los abismos del cielo, como con -la.hu milde florecilla hollada por nuestros piés,” de modo que,

sin negar al clima su influjo como medio, la latitud que le corresponde. Visto así el asunto,

damos éste (0 ce

¿nos es dado modificar el la-

_ mentable mado de sér del jíbaro?

Sí;

y cuanto diga

mos útil para el blanco, debe entenderse como dicho para los miembros de las otras razas. | Ll. De las causas que hemos analizado, la ascendencia no es modificable; en cuanto á las condiciones climatol gicas, algo podemos hácer, pues es sabido que los óeli:

mas cambian, dentro de ciertos límites,

por virtud

accidentes que á primera vista parecían «incapaces dé de producir variaciones: así se ha visto que la destrucc de un monte vecino alteraba por completo el clim ión a de

una localidad;

de manera que, repoblando

de árboles

algunas comarcas en que indebidamente se había destruido el arbolado, se han obtenido modificaciones ' favorables en este sentido. Impórtanos, por lo -taritos no. obrar inspirados sólo por el capricho ó la utilidad de momento, y atenernos á lo que la ciencia aconseja, reconociendo en el revestimiento y cultivo del suelo una importante influencia modificadora del clima. “La influencia

de las

selvas sobre

la temperatura del

suelo, -

dice Arnoald, ha sido expresamente estudiada por Eber mayer (de Aschaffembourg). La temperatura media anual, la cual decrece dela superficie 4 la profundidad y que baja medio grado de 144 piés, es todavía más baja en los terrenos poblados; el grado observado eh

la profundidad de éste és generalmente 21 por 100 más

baja que en el suelo descubierto, en condiciones por lo demás iguales,” y también añade: “Dé una manéra general se puede admitir esta fórmula ya anti: gua: que el revestimiento vegetal del suelo impide el acceso de los rayos del sol, pero es también un obstáculo á la pérdida del calórico de la tierra; por consecuencia

atenúa los extremos de la temperatura enla superficie...


EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO,

as

Las observaciones agrícolasde Montsouris indican bien la influencia del cesped con relación á la temperatura. _Las mínimas son mucho más bajas en la superficie del cesped que á la altura de dos metros; bajo resguardo.” No puede negarse que sobre las condiciones de vida del jíbaro nos es dado influir de 'un modo mu=.

cho más eficaz que sobre la determinante ' anterior,

cambiarlas á tal punto,

que de enfermos

y

se tornen, no.

digamos en campesinos de la robustez de aquellos de los climas templados, pero sí en Hombres relativamente vigorosos.

;

Y que esto no es utópico nos lo demuestra la observación de lo que pasa á nuestro alrededor. En la capital, y nótese que elegimos una población en que

el calor domina

casi todo el año,

encontramos junto al

negro y al mulato, compitiendo en los trabajos de car-. ga y descarga del muelle, carretaje, albañilería, herrería, etc., al europeo y al criollo blanco; y entre estos últimos algunos jíbaros que no tienen el aspecto. de enfermos. :

(

Multitud

de sirvientes de ambos

nte 4

es

de

sexos han

p

acudi-*

do últimamente á este centro de población empujados por la crísis agrícola; casi todos esos desgraciados jíbaros llegan á nuestras casas anémicos; mu-.

chos

con

el vientre recrecido,

la respiración

np

anhélante,

cansones aún para las faenas ménos fuertes del servicio.

Durante los primeros dias la alimentación les hace daño; toda una série de trastornos digestivos se presenta en ellos á causa del cambio radical á que sé someten sus estómagos mal habituados; acaso se les desarrollen | calenturas intermitentes; en una palabra, el sirviente que se nos entra por la puerta es un enfermo. Pero :este enfermo resiste el cambio de régimen, su estómago se acostumbra á los hasta entónces. desconocidos

tos, y ála

regularidad

acomoda á reposar

casa,

de las comidas;

el cuerpose

en mejor cama y en más

las intermitentes

alimen-

se curan, y al cabo

abrigada

de poco


416

- REVISTA PUERTORRIQUEÑA,

tiempo aquel jíbaro color de cera, incapáz .para el tra-

bajo, se ha vuelto robusto, ágil, ha mejorado de color, y hasta su aspecto general es mejor que el de los habituales vecinos de la ciudad. | . No ménos signify icativ. o es el tercer hecho en queh

nos apoyamos para sostener nuestro aserto.

las milicias disciplinadas, no

hemos

viriles de

de

los

suprimidas

analizar,

con

campesinos.

de jíbaros que vivían

Existían

por motivos

perjuicio

Compuestas

de

los

que

hábitos

estas

tropas

en sus casas, con la única obli-

gación de concurrir una vez por semana ó cada quince dias al ejercicio, hemos de convenir en que su aspecto marcial dejaba mucho que desear; sobre no estar convenientemente equipados,

valecientes, casi

en

parecían una

su totalidad;

tropa

de con-

pues bien, esos

mos hombres, á causa de las necesidades de la de Santo Domingo, fué preciso utilizarlos para vicio de guarnición de San Juan y de otras ciones de la Isla, y al clima rudo de la Capital

batallón de milicianos, que

al régimen

militar

de

desde

luego

fué

las tropas de línea:

mis-

guerra el serpoblavino un

sometido

acuartela

miento, buena alimentación, vestido apropiado con

uso

forzoso de calzado. Al ejercicio semanal sucedieron los ejercicios casi diarios, al descanso en el bohío, las guardias; en una palabra: el cambio: de género de

vida fué radical. Hubieron de prestar un servicio árduo y desacostumbrado para ellos; porque como sólo

eran

cinco

compañías,

unos seiscientos

cazadores

de

milicias, y las demás tropas estaban escasas, sobre ellos pesaba todo el servicio de la plaza. No obstante esto, cuatro meses «después de sometidos al núevo

régimen llamaba la atención

ficado en aquellos hombres: hubiera podido entónces,

general

ninguna

el cambio

persona

veri-

extraña

porel sólo aspecto, distinguir

los soldados de milicias de los otros. El color ané-mico había desaparecido, robusteciéronse notablemente,

y en el Hospital

Militar apénas

había milicianos. “ y


- fermos.

Resuesicndo:

aqlellos jíbaros,

en muy poco

tiempo de buen régimen, se rehicieron orgánicamente y adquirieron la gallardía marcial de los soldados: españoles europeos.

|

Estos hechos

|

pl

nos parecen

ee

elocuentísimos para

|

probar lo que venimos sosteniendo; esto es, que el clima no es el culpable único de la debilidad del cam-.

pesino; y no en vano nos interesamos en consignar | esto, pues frecuentemente hemos oido decir: “¿Qué hemos de hacer contra la

debilitante? tiene

El jíbaro

remedio.”

influencia

es como que

le

de este. clima tan |

debe

ser,

tiene; pues

y ello

sobre

no

otros

motivos descansa más principalmente la decadencia física que presenciamos, y prueba de ello es que-entre

esa misma población débil encontramos hombres fuertes y sanos.

ejemplares de |

|

Si á un higienista europeo |dijéramos que en

los.

E

campos de Puerto Rico, ¡ entre labradores, se encuentran las naturalezas más pobres; :que la población rural. es tan poco vigorosa, sino ménos que la urbana, encontraría el hecho sorprendente; porque si bien es verdad

que en Europa, en los campos, se

desconoce

la

higiene más¿que en las ciudades, les precisamente en el

campo en dónde se encuentran las personas más sanas, los hombres de fuerzas fisicas más notables,: el elemento viril

de las naciones;

ocurre lo propio,

matológicas,

y

sientre nosotros no |

débese á que á las

indudablemente

inferiores

condiciones

cli- |

á las de los

paises europeos, se une, no ya el desconocimiento de la. higiene, sino el llevar un género de vida en completa contradicción

con los

saludables

preceptos

higiénicos.

¿Como conseguir que el campesino cambie de modo de | vivir? Mejorando su alimentación y sus costumbres domésticas.

LN

|

Desde luego, sobre la generalidad de los jíbaros: ya adultos, la reforma ofrecerá dificultades; pero sí se puede alcanzar, dentro de algún tiempo, educando la ge- *

| |

|

lo


Í É l |

413

REVISTA PUERTORRIQUEÑA,

| Á Ñ h

neración del porvenir.

Nie? cosa de por la fuerza,ni la persecución es pra imponer un sistema cticable; pero educando al niño llevará á la casa de sus padres

la semilla que ha de fructificar. El maestro de escuela, además de los conocimientos de la educación ord ina . ria ” , deb e instruir á . : o. sus dis

cípulos en las nociones de higiene, que les hagh an comprender cuán mal sano es el género de vida ue Siguen sus padres, y así influir en que este sea su stituido por otro más racional. | '

(Continuará).

e

A

Francisco DEL VaLte Aries

A


“EL BORRACHO. ptr

Con un traspiés) al: cAlpbiso se. asoma - Y tomando una silla, indiferente; En torno de una mesa se desploma Pidiendo con: voz ronca el aghardientes

| A

Los parroquianos le: contemplan. todos, e Mas él á todos mira con fiereza, LA Y en el mármol poniendo entreambos codos Reclina entre las manos la. cabeza.

“5

Y olvidado del ipisido y de su casa, Caldean su: cerebro los licores...

:

¡ Visionario infeliz que el tiempo pasa Con pendencia soñando y con psores o de a Ya no acaricia á la labor: su ; mano,

Su ausencia del trabajo ya se nota; : Ayer era un'cumplido ciudadano Y hoy es del vicio Ads ¡ota

Al sentir al garzón que. suiansia halago Su mirar un relámpago ep:

o

»


REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

|

Locuaz y cariñoso puesto paga,

Tomando

convulsivo la botella;

|

Y sonrie con el ánfora cogida,

Y escancia con premura el aguardiente,

Y apurando de un sorbo la bebida Fija en la copa la mirada ardiente.

Y repite y repite con cinismo Una y cien veces, y por fin, se cae.... ¡La pendiente del vicio.va al abismo

Y el abismo á sus víctimas atrae!

_Entónces atropella, habla con ira, Y llora, y rie, y rueda sin aliento.

¡El cerebro del beodo que delira

Es fragua donde lucha el pensamiento!

Vé la mujer que adora atormentada, Y al querer defenderla con denuedo, . Escucha una terrible carcajada Que le produce confusión y miedo... Y vé que en el salón todo voltea, Y diablillos le miran sonreidos, Y siente:que una maza le golpea, Y tiembla, y suda, y pierde los sentidos. Y le arrojan de allí con algazara

Para que libre el cafetin se halle, Y con las puertas dándole en la cara

Le empujan y le lanzan á la calle.

Y cual bajel que sin timón ni vela Navega por el mar con rumbo incierto, Y "abatido por hórrida procela

En vano busca el anhelado puerto; y

-

o

| i |


ES

a

A

1

FL BORRACHO. - Así va por las calles delirando

| |

El infeliz con ruta extraviada, A Tropezando, cayendo, blasfemando, -

el

ari

El cuerpo herido, el alma atribulada.

Se detiene: vacila: y el oido Atento aplica á su mental deseo, |

Y de nuevo camina, compelido

E

Por un vertiginoso balanceo.

Y por fin, el Sereno que en la via Vigila entre la sombra que le óculta, -Hosco le apresa, y hasta el nuevo dia

En calabozo infame le sepulta. En tanto, triste en el hogar la esposa, Encorvada á la luz trabaja y reza; E 'Y esperando, esperando, temblorosa Po Levanta, á cualquier ruido, la cabeza.

Y viendo que el velón el óleo apura "Y el esposo no ¡Llora en

silencio

torna á su morada, la infeliz criatura

>

“Y el sueño vela de la prole amada, 4 Alo:

CAYETANO COLL Y TosTE. ln iia


ESTUDIOS ETNOLÓGICOS. SOBRE LOS: INDIOS BORINQUEÑOS. IL su ORÍGEN. ñ

Siendo

nuestra

—_————

A

y

y

isla de formación

derna, los séres que la habitani deben moderna creación, y: el orígen de la que primeramente pobló á: Borínquen entre las razas que habitaban el vecino Entre las grandes Antillas, Puerto

geológica

mo-

también ser de especie humana ha. de buscarse continente! |

se halla geográficamente más, separada

nentes setentrional y meridional.

Rico

es la que

de los conti-

AS 1

La corriente oceánica, describiendo un círculo ova-

lado en el centro del Atlántico, penetra en el Golfo de México, encontrando á su paso nuestra isla. Esta corriente contribuía necesariamente 4 dificultar el arribo 4 estas playas, de los vecinos habitantes del Occidentey N.

en sus pequeñas

y débiles embarcaciones,

confiadas

ex-

clusivamente á la resistencia corporal de los tripulantes;

pero pronto hemos

de

reconocer

que

ha venido en dicha dirección, á pesar de táculos, ?

la inmigración

aquellos

obs-

-


E

Sería inútil buscar en la historia moderna de América el orígen de la población indígena, porque éste se remonta á épocas veladas por las nebulosidades

de períodos desconocidos.

Debemos, pues,

buscar

en

otras fuentes la base de nuestra investigación. 3 Algunos viajeros que han recorrido la América septentrional, opinan que las castas de este continente

son descendientes de la raza mogola, N.E. del Asia, salvando el Estrechode

descripciones, en lo que se refieren

bastante minuciosas; observación,

inmigrada del Behring. Sus

Á esas

en ellas brillan

extensos

conocimientos

castas, son.

el espíritu de

de

las

ciencias

llamadas antropología, arqueología y etnología, riqueza .de investigación, y deducciones sólidamente establecidas.

|

Dichas castas Arkansas, Osajes, Abpalaches,

Chicacas,

FSE

las constituían las tribus de los Cheroquées, lllineses, Californios, Niamis, etc.

Los indígenas de las Antillas

rica

meridional,

.

,

según

aquellos

y de toda la Amé: viajeros,

constituían

otras castas particulares, y “aunque” se advertían al: gunas diferencias entre ellos, en conjunto se aproximaban en muchos puntos á la tártara mogal, y hasta parecían corresponder á un mismo tronco.

Según Iñigo, el color de los indios borincanos era

- de cobre, como el de la generalidad de los naturales de América, aunque más caido y oscuro, bien fuese efecto del aire, de las muchas humedades, de la calidad de

la tierra

6 de

todas

estas

causas juntas:

.por lo general era más baja que

su

estatura

la de los españoles;

pero eran corpulentosy bien proporcionados. Tenían las narices chatas y de ventanas muy rasgadas, los ojos

turbios, los dientes cariados,

la

frente

angosta, la ca-

beza aplanada por delante y por detrás, porque al nacer se la deformaban apretándola por: el cogote y por la: frente, dejándosela de figura cónica, . harto desairada

y fea para los-ojos que no fuesen de ¡indio: su cabello Í

de

-

¡ESTUDIOS ETNOLÓGICOS. desa


424

REVISTA

PURRTORRIQUEÑA.

era largo, negro, y grosero: carecían de él en la barba y demás partes del. cuerpo.

Estos caractéres que fray Íñigo ha copiado de

Raynal, tomo IV, fólio 331, son los que generalmente se aplican á la raza cobriza americana; pero, algunos

de ellos son también

comunes

á la raza mogol. | La

forma artificial de la cabeza que este autor describe sin reserva, y parece hacerla general, ningún otro autor la admite en este sentido,

y dado que: existiese,

ser en casos excepcionales.

color

debió

Los'naturalistas describen la raza ¡americana de cobrizo, cuyos matices fluctúan desde el rojo

hasta el amarillo, la cara

ancha,

frente

estrecha, . pelo

negro, ásperoy lacio, ojos pequeños, ya horizontales, ya oblícuos, nariz delgada y encorvada hacia abajo,

lábios abultados, y carencia

es de color

amarillo,

cabeza

de barba.

aplanada, pómulos salientes y

angulosa, gruesos,

La raza. mogol

cara ancha nariz

y

pequeña

y chata, sienes hundidas, mandíbula superior ancha, ojos pequeños, estrechos y oblícuos, pelo é iris negros, aquel áspero, lacio y escaso como la barba; su estatura corta, el cuerpo rehecho y rollizo, las piernas pequeñas y encorvadas. | ¡ Las analogías que resaltan entre las tribus americanas y malayos,

los tártaros, chinos, láscares y hasta algunos son más notables en las primeras, cuanto más

se asciende al N.;

pero-aquellas se van borrando 4 me-

dida: que se desciende al S., duce al parecer

á la

y esta particularidad con-

hipótesis de que la población pri-

mitiva americana, excepción hecha de los esquimales del extremo N., desciende de la raza mogola que habita en el centro, N. y E. del Asia y parte del N. de Europa. : A Las modificaciones que han surgido entre las diversas castas Ó tribus que pueblan la América desde el Canadá hasta la Patagonia son tan notables, que no

han: podido

pasar inadvertidas

ni aún á. los viajeros |

is


ESTUDIOS ETNOLÓGICOS, |

menos observadores; de unas

Ty

y aunque á veces

el entronque

y otras se denuncia en visibles analogías que

prueban la presencia americano,

y

de elementos diversos en el tipo

las castas que” viven desparramadas

los dos continentes

en

y á considerable distancia no pueden

confundirse, toda esta variedad de configur aciónes y difere

ncias

en su constitución anatómica no es suhiciente

á borrar ciertos

caractéres fundamentales subord

inados á la razón tal vez de un común origen que aproxima la raza americana en su conjunto á la mogol. Es indudable - que el clima, las costumbres,

mentación,

extremas condiciones . de

localidad,

la ali-

y

tal

vez también enfermedades constitucionales heredita rias y generalizadas en toda una tribu, pueden influir en su constitución física Ó imprimir modificaciones caracte-

rísticas en cierta dirección, y estas, sostenid as en el transcurso de numerosas generaciones, adaptars e á

aquellas naturalezas determinando por fijar cará cter permanente. Así la talla del primitivo americano es regular; pero en algunas tribus es muy grande, en el extremo S. los patagones, y en el N. los como assinibonios. En otras, porel contrario, es más. pequeña, como en los peruvianos. ps .

Los americanos del N., habitantes de un país frio y abundante en animales mamíferos, han requerido una

alimentación en relación con aquel clima, y han bierto sus cuerpos con las protectoras pieles de cuesos mismos animales. El aparato dentario en dichas tribus era corto, la fuerza muscular vigorosa, y su estatura más que regular. | : Al contrario, los habitantes de nuestra isla, en donde los cuadrúpedos y aún los animales mamífero s, excepción hecha de cuatro especies de murciélagos, eran desconocidos, la alimentación debía ser esencialm ente frugívora y herbívora, el aparato dentario más dispuesto para la trituración que para desgarrar los alimen-

tos, las funciones lentas del tubo: digestiva pequen a


426:

|

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

mayor longitud, 'las fuerzas musculares

eran inferiores

.misible en ellos, la estatura corta, el cuerpo rehecho y - las piernas corvas; los que: habitan lugares húmedosy

pantanosos sufren de'reuma y de un paludismo que enerva pronto el aparato digestivo; sus cuerpos son débiles, y la longevidad apenas

limitado. largos

se observa.en

un «número muy

Los que habitan paises cálidos

y enjutos,

para la marcha,

an

y los cuerpos menos vigorosos. Asímisino observamos . que los trogloditas y habitantes de chozas bajas, frias, y faltas de ventilación son desaseados, sufren habitualmente de reuma; el raquitismo es constitucional y tras-

y “secos son

los brazos débiles; las piernas ágiles

trepan con facilidad, gozan

salud y viven más que aquellos,

z

de

buena

Es

A estas reflexiones, conducentes á explicar las dife-

rencias de castas en la raza americana, debemos agregar otras que nos aproximarán. al término de nuestro tra-

bajo: encontrar el origen del indio borinqueño. . Los españoles,

América,

al

invadir ambos continentes de

sólo encontraron,

hácia la banda

del occiden-

te, dos imperios poderosos, con una civilización bastan-

poblaciones, comunicarse unos con otros, fomentar el. comercio, consolidar sus relaciones por medio de mú-

tuos convenios y conquistar importantes adelantos en

a

de los incas en el meri-

dional.. Ambos pueblos ocupaban las regiones. más secas "de América, en que las lluvias y los.rios eran menos abundantes, sobre todo los rios caudalosos, y fáciles de desbordarse, y esta circunstancia en la naturaleza de esos paises, lejos de poner obstáculos 4 la comunicación, el comercio y progreso de los pueblos, les permita establecerse en sociedades organizadas y ¡ sometidas á un régimen constituido de gobierno, formar

a

en el

A

y el

el-de los mejicanos,

A

continente septentrional,

que

con escaso. coAl

A

imperios eran

ó

O...

de otras |

tribus

A

Aquellos

unas

4 las demás

A.

permanecían aisladas mercio mútuo.

DE

te avanzada comparativamente


-. ESTUDIOS ETNOLÓGICOS.las:artes.

Los

aislamiento,

vados

pueblos que

de)

viven forzozamente

en el

no son susceptibles de estas ventajas.

de ellas

que se oponen.

por los

múltiples obstáculos

á su movimiento y comercio

pueblos y otras tribus, su material é intelectual se * imperceptible. Antes de proseguir historiadores cuyas: obras

Pri-

naturales

con otros

desenvolvimiento y progreso opera de una manera lenta é : A conviene citar algunos de los ofrecen riquísimo cohtingente

para ilustrar esta parte de nuestro estudio.

|

Torquemada, Monarquía andin.—Ulloa, Noticias ame-

ricanas.—Robertson, Historia de América.— Pedro: de Ciega, Crónica del Perú, — García, Origen de los indins.— Chanvallon,.

Voyage

nomale.—Bougues,

á

Martinique.—Biet, Prance equi-

Figure de la terre. —Alciades

bigny, L' homme américain.—Morton, ete,

:

d' Or-

Crania americana,

Hemos de reconocer que la América septentr ional ha sido más visitada y explorada por erud itos y sabios viajeros, á quienes debemos excelentes rela ciones acerca del origen, carácter,

bus desparramadas Méjico.

desde el Canadá hasta |

Hemos manifestado

nuestra

índole y costumbres

isla establecía

de las tri-

el Golfo de

que la posición geográfica

entre sus

habitantes

de

y el rest

o de América una separación mayor que la de otras islas,

contribuyendo notablemente

4 su mayor atraso;

pero volviendo al origen de las razas, y esta blecidas las reflexiones que preceden, hemos de resolver nuestra tésis bajo otro punto de vista más científico, y con el apoyo de elemen

tos distintos

tos elementos serían

en que basar el problema.

los restos

pecialmente sus cráneos.

de nuestros )

Es-

indios, es-

| Es indudable que sólo algunos cráneos cons tituyen

los únicos testimonios capaces de ilustrar esta cuestión,

reconociendo la identidad ó analogía de caractéres que

resulten de la comparación anatómica.

Pero es el caso


428

REVISTA PUERTORRIQUEÑA. da

que estos inapreciables comprobantes por los que cla ma la antropología para resolver el problema del ori-

gen de la casta indio borinqueña,

no se han conserva-

do, y no aparecen; siendo en verdad: bien extraña eóta ausencia, dado que los indios no usaban la cremación

de sus cadáveres,

en sitios solitarios, que no se han descubierto

hasta ahora.

.

-

Sin embargo, figuran en nuestro gabinete de His- ; toria natural algunps huésos completos, fragmentos de '

otros y dientes que presumimos procedan de indios, : y que hemos recogido en una caverna de la altá monta-

ña, cuyo nombre

y lugar no

podemos

decir.

Se nos

ha asegurado que de la misma caverna extrajoun ilus-

trado extranjero varios esqueletos enteros, abandonan-' do sólo aquellos restos que hemos recogido. . Es sen- .. sible que entre ellos-no haya ningún cráneo, bién en-

tero, Ó siquiera

en fragmentos que presten

un rayo de

luz al oscuro problema del origen de esta raza. * Ignoramos si algún antropólogo competente

ha

publicado el resultado de sus sabias investigaciones sobre estos cráneos y esqueletos. Por nuestra parte, hemos de limitar el estudio

al reconocimiento de

bras, una porción imperfecta

del sacro de

algunas vérte-

un

adulto y

otra de un recien nacido, varios huesos largos incomple-

tos, otros

del tarso,

metatarso,

carpo

y metacarpo,

y

numerosas falanges, dos trozos del innominado, dos del omóplato y algunas costillas y clavículas. A

El tiempo que estos restos han permanecido: en la

caverna

es sin duda muy largo;

meros tiempos

tal vez desde

de la conquista, pues

ponjosa interna de los huesos largos y se han gastado

los pri-

toda la masa es-

ha desaparecido,

las apófisis, compenetrando

la tierra

en los poros y huesos, no obstante hallarse en la superficie del suelo y no enterrados. La caverna es es-.

trecha, algo húmeda, y su comunicación con el exterior muy reducida. | |

et

nados

los cuales eran enterrados 6 abando-


pa

?

No es fácil asegurarsde qué manera han llegado á

este sitio

las desconocidas víctimas;

pero la vista de

esta extraña hecatombe sugiere tristes reflexiones, tras- * portando la memoria á aquellos:funestos tiempos, que los indígenas hubieran podido llamar “de la invasión de

los bárbaros de Europa,” .en que esos desgraciados eran ferozmente perseguidos, acosados, vejados é in-

Justamente sometidos á la esclavitud por los europeos invasores. Buscando refugio en la impenetrable selva : é inaccesible montaña,

fatigados Ss Pp por las marchas violentas, abatidos por el hambre y las privaciones, sus carnes desgarradas Ss

Pppor breñas yy zarzales,

yq uIzás tam-.

bién víctimas de cruel enfermedad y' sin aliento para continuar la fuga, reposaron en aquella gruta que en

breve

convirtióse en

su sepultura;

Ó quizás fallecidos

por extenuación en aquel paraje, fueron los muertos - Ocultados en la caverna por los sobrevivientes, pues no.

es fácil de otro modo explicarse la razón del número regular de cadáveres reunidos en dicho sitio, á no ser - que, allí refugiados,

muriesen

asfixiados

por la atmós-

fera deletérea que exhalase la caverna. Una

_puede

sepultura

reconocerse

de

indios conforme

á

en aquella hecatombe,

su rito no

porque

de

ser así, no sería por cierto la única encontrada; y en un país cuya población rural está diseminada por-toda la montaña, se hubieran igual clase.

La sacral - mas

ya descubierto

circunstancia de

haber encontrado

de un recien nacido,

había

una

mujer

en

muchas

prueba

el delicado

que entre estado

obras de

la porción las víctidel

puer-

perio ó en el último período de la gestación. Entre los huesos encontrados se hallan algunos perfectamente osificados, pertenecientes, pues, á' personas adultas;

en otros la osificación

no se había com-

pletado, y estos pertenecen á niños.

Otra circunstan-

- cla no ménos

lativamente

notable

pequeñas

consiste en las dimensiones

de muchas piezas que

re-

parecen


4ze

REVISTA PUERTORRIQ UEÑA,

pertenecer

4

mujeres

y

niños,

Entre los dientes ha y varios pequeñ os c Uyas raices completamente form estaban adas y de encontrados

€ 10á 16 años;

muelas,

Serva

do con

tallada,

ben c Orre las grandes piezas sponder á niños son Mayórmente

pocos incisivos

cierta pequeñ

lo

y caninos.

que

de la que

en nues tigio alguno. El] ho decir, el troglodita mbre de mostrado por Alciad la época . es q' Orbigny en riormente hallado el Brasil, po(steen Otras regiones del Nuevo Mundo, no - ha existido ni po moderna formación dido existir en nuestra isla, cuya gevlóyica hace im posible este

he-


ESTUDIOS ETNOLÓGICOS, exenta

- 1

de dificultades para determinar con

evidente

exactitud el origen y procedencia de nuestros indios, pues los resultados obtenidos del estudio de cráneos americanos carecen de uniformidad, y son á veces com-: pletamente contradictorios;

y si á esta desgraciada cir-'

cunstancia agregamos la otra de que la clase de huesos que existen en nuestro gabinete son insuficientesá ilustrar apenas una parte de esta tésis, y que hasta los sabios antropólogos más distinguidos se detendrían al pro-. nunciar su fallo con pruebas tan deficientes, casi hemos de renunciar á darle nosotros una solución, ó esta sería puramente hipotética. .

En algunas colecciones antropológicas en que se ha reunido gran número de cráneos americanos han resultado la mayor parte braquicefálicos, en otras doli-,

_cefálicos,

y én otras abundan

las formas

intermedías,

Ó

las dos fundamentales figuran en proporción igual. Según Morton, la dolichocefalia es la forma más común en las tribus primitivas braquicefalia en

las

del

al

E. O.

“esta observación en las costas

de los del

Alleghanes,

Missisipí,

de la

y la

repitiendo

América

meridio-

Los cráneos peruvianos se distinguen por su mal. forma cuadrangular, y los de los mejicanos por el apla-

namiento de la parte posterior que es vertical, y el vértice piramidal, visto por detrás, la frente ¡algo alargada y baja, las órbitas cuadradas y la nariz aplastada. En conjunto, la-raza americana presenta algunos

caractéres de primer orden, análogos á la raza amarilla ó mogol, tales como la cara y nariz aplanadas, el color de la piel, él pelo negro, duro y lacio, el poco desarrollo del sistema piloso en la superficie del cuerpo y cara, los ojos pequeños y el aplanamiento del occipucio En cambio, las dipropio de muchas razas del Asia. ferencias más notables están en: la nariz perfilada, el débil prognatismo y la poca capacidad de la cavidad

cerebral.

No debe olvidarse que el tipo de las tribus

- de la América del N. difiere de las de Méjico,

Perú y


431

REVISTA PUERTORRIQUEÑA. :

q

Nueva Granada, y que

aquellas á la raza' mogol.

éstas se aproximan

E

más que

Los carlifornios, según La

Perouse y Rollin, demostraban

mejanza con la raza etiope: iris es casi negro, la frente

muchos «puntos de se-

el color de la piel y del baja, nariz corta y depri-

mida en la raiz, los moxilares salientes, boca grande, labios gruesos, dientes bien con servados, el pelo negro, grueso, pero no

lanudo ó crespa Los charonas, según Prichard, son rojo oscuros, do. der ech os, bien proporcionados y activos, de estatu ra reg ular; tienen la frente despejada, facciones regula res , cej as pobres, cara y cuerpo lampiños, cabello negro y lacio, nariz recta y

manos y piés pequeños.

No

ces dificil reconocer en

Js

muchas fisonomías que

diariamente se nos presentan á la pómulos pronunciados, la anchur a

vista caractéres marcados de la raza mogol en esas caras aplanadas con los

mandíbula superiory cierta oblicu y prognatismo de le idad de los ojos. Esta anología de cat actéres con

trañarse

en nuestra isla,

la raza mogol

donde los chinos

es de ex-

y asiáticos, tan comunes y abundantes desde tie mpo s atr ás en las otras Antillas, se han introduci do en Puerto Rico en escaso

número, de manera que es raro encontrar uno acaso en el litoral, y apenas ha habido cruzamiento .entre ellos y los criollos. Esas caras no pueden expliCarse sino por una reminisce ncia de la naturaleza india. El perfecto tipo

de la raza india primitiva no se ape r-

cibe en ninguna parte.

El ilustrado arqueólogo francés,

ha visitado nuestra isla

Mr. Pinard,

:l

que

y reconocido nuestra colección

de objetos de procedencia india, - nión, con referenciaal origen del ha sustentado la opir indio borincano, que este, como las tribus esparcida s en llas, constituían una casta completa las grandes Anti+ ment que habitaban las pequeñas Antillas, e distinta de ló y que por su fe'rocidad llamados caribes;

de los Arrowack,

y que nuestros

una tribu

indios

íntimamente hi. ¡A

nm >

eran

procedían


_ | ESTUDIOS ETNOLÓGICOS; |

| gada á los Seminolas, que én tiempos de la con qui sta ocupaban la región comprendia entre los márgenes orientales del

Missisipi

y

el Atlántico,

inc

luso la península de la Florida; pero rechazados 4 las montañas pedregosas que hoy habitan. 62 | corto estrecho de 3o leguas que separa la Florida de la

isla de Cuba, fué fácilm e sal vado, estableciendo sus colonias que pasaron ent más tarde á Santo Domingo y Puerto Rico. 0 Los caribe

s son originarios de las tribus que aún habitan las márgenes del Orinoco. La fis onomía y en general todos los rasgos fsicos de esta casta carecían de la perfección, la belleza y la gracia líares* á los borincanos, y que resalt que eran pecuaban en sus mujeres, cuyas caras agraciadas,

manos y piés pequeños,

formas bien contorneadas,

pechos túrgidos y otros átrac-

tivos parecen” haber sido las verdadera s causas y los móviles de las incursiones frecuentes de los caribes en Puerto Rico y Santo Domingo,

dé cazar

y' llevarse las mujeres,

América,

y

con el principal objeto según

trataremos probar en otro capítulo de estos est udios. | En las obras que tratan del des cubrimiento especialmente

en

la de

de

de

Mr. Washington

Irving “Vida y viaje de Cristóbal Col _ Posee la literatura universal, se des ón,” la mejor que criben los indígenas borinqueños primitivos tan idénticos en sus caractéres fisicos, índole, costumbres y gra dos de civilización 4 los de las otras grandes Antillas, que no cabe dudar de la identidad de procedencia. Así, pues, en virtud de cuanto se ha expuesto en este capítu lo, cabe formular los conceptos siguientes: | El primitivo indio borinqueño entron ca inmediata é íntimamente con el de Santo Doming o “cede de la raza americana del continent y Cuba; proe septentrional, probablemente de los Arrowack 6 Semino las, y por algunos de sus caractéres puede admitirse la hipótesis de una anteprocedencia mogol, modificad a en el transo;

A

|


A

434

REVISTA: A.

curso de infinitas generaciones por las influencias combinadas é incesantes que determinan el clima,

las con-

diciones de localidad, el cruzamiento de las castas y demás causas capaces de constituir alteraciones E manentes.

STAHL.

o

7

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al

A

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-

a

E

e

E

.

E


LA PECADORA. (*)

"TV.

Inusitado

movimiento,

dinaria solemnidad, animaban

parroquial de ***

preparativos

al mediar el

el recinto

de

extraor-

de la iglesia

dia siguiente

á los su-

cesos que van relatados. DL Tratábase, á juzgar por las apariencias, de un oficio fúnebre, pero de esos en que se agotan las rúbricas del ritual y se desplega toda la pompa mund ana compatible con los preceptos litúrgicos.

AA

obreros, que no se daban punto

sus

Quiere decir que el difunto en cuyo provecho se aplicaban aquellos sufragios, debía ser persona de muchas campanillas, ó heredera su familia de abundantes patacones. De otro modo no se hubiese explicado aquel tráfago de monagos, sacristanes, beatas, - Músicos y nas, sazonándolas

de

esa

con

resplandeciente

alegres

de reposo en

comentarios,

satisfacción,

fae-

chispazos

natural en todo

aquel que trabaja con la seguridad de ser copiosamente retribuido. (*)

Véanse los números ayseriores.


Ciertamente podría ser fúnebre

¿glosa

que se preparaba,

nares

acusaban

un afán de activa

y

+

la ceremonia reli-

pero sus aparatosos

un desbordamiento

E

A

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

436

de

laboriosa colmena

prelimi-'

vida bulliciosa, |

que nada ence

rraban de lúgubre ni apesarado.

5

Acaso al contemplarlos un observador pesimista, hubiera podido extremar la hiel de la sátira, suponiendo '. que los vermes destructores de ese bagaso humano que .

se llama cadáver, no habían aguardado esta vez la des-. composición de la presa, para dar pasto ásu vora-. cidad.

Abiertas de par en par las puertas del templo, arrojaban luz intensa sobre las estrechas crujías, en.

cuyo centro dos labriegos

desarropado, escalonada

levantaban tarima,

de amarillenta color

torpemente

cubierta con

una

paños

y traje |

especie

que

de.

debieron!

ser negros en su mocedad, aleccionados en su opera-. ción por un individuo ya metido en años, director, por. lo visto,

de las pompas

fúnebres

en el lugar,

impacientaba, con sobrado fundamento,

facultades decorativas de sus auxiliares. Hácia

un

extremo

del

y que se.

por lás escasas

o

presbiterio,

un

monago

calentaba á-la luz de un cabo de vela, los abollados ciriales que acompañan á la cruz procesional, licuando' los pegotes de cera adheridos á sus molduras, mientras otro acólito, sentado en el umbral de una puerta, ejer= citaba su habilidad en darle friegas á la vieja caldereta; de plata, indispensablg para los asperges, renegando alguna que otra vez de las

travesuras

de otros

de sus!

colegas, que le arrojaban á la cabeza los rollos de abi-' garrada moqueta destinados á alfombrar el piso. El sacristán,

con la sotana arremangada y

de la pretina de los pantalones,

encaramado

sujeta

en una es-

calerilla de mano, se ocupaba en clavar un delantal negro, adornado con el símbolo de la redención, sobre

.

Cada una de las blanqueadas - « la nave central, ayudado de

columnas de madera de un Qegro cojo, que car-


LA PECADORA.

.

gaba de aquí para allá el portátil de

cuidando

descenso

peligroso

un

evitar

para

sostenerlo

andamio,

437 al

: adornista. Una negra amojamada y vejancona, armada.con enorme regadera de hojalata, y seguida de dos grifitos callejeros cuyas piernas desnudas asomaban por debajo de las flotantes camisas de coleta, trataban, escoba en ristre, de

devolver

ladrillos

los

á

pavimento

del

su

primitivo color, en tanto que dos beatas oficiosas. zurcían un desgarrón producido en el mantel de gala del altar mayor, y recorrían los aureos galones de las dalde mosca, que agoviadas años, se rebelaban contra

ala los

máticas de pana, color con la pesadumbre de

que las

circustancias

pulimentados

por el ludi-

resultaban

alineadas. en

aquella prolongación de servicios exigían.

Los escaños de pino,

miento asiduo de los fieles, arrimados á las paredes laterales, dejaban el puesto de preferencia á la sillería casera, proporcionada por algunos vecinos en gracia del acto y en detrimento de la armonía decorativa; pues atento cada cual á facilitar lo que poseía, y no siendo posible establecer reparos sobre la calidad sin del

desmembración

número,

dos hileras, á todo lo largo del templo, las pintorescas de flores,. sillas de madera color de caña, pintarrajeadas recuerdo de nuestros abuelos, al ladode los aristocráticos sillones de brazos con asientos acolchonados, ad-

quiridos

por

algún

tiempos de Don

Miguel de

las vulgares sillas de importación

teniente

rejilla,

extranjera,

los

á

guerra

la Torre;

producto butaques

en

los

buenos

codeándose

con

de la moderna de aceitillo

con

respaldo de cuero claveteado, testimonio fehaciente del primitivo mueblaje provincial; entreverados con unos y otros asientos, mecedoras de todas edades y aspectos,

y alguna que otra silla de caoba medianamente tallada;

semejando el conjunto algo como exposición 'Ó museo de sillería, conveniente para facilitar el estudio de los


438

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

adelantos del ramo en relación con los progresos morales de la colonia.

Ocupando alguno de esos

asientos

6 tropezan

A

do con ellos, veíanse infinidad de curiosos de distintas edades y sexos,

atraidos por la novedad del acontecimien-

to, prestando unos obsequioso concurso á la general faena, y oficiando otros de censores Ó comentaristas;

éstos á su cargo el cuidado de enfundar con * paños de olán negro la cátedra “del Espíritu Santo, de tomando

hacerle pavesa

de sacudirle

á las velas

el polvo

de mano

para el responso, 6

á las milagrosas imágenes,

inmóviles sobre sus peanas, no se daban cuen que ta de aquel piadoso barullo; en tanto que los demás concu- * rrentes se entretenían en contar las telarañas extendidas por las vigas del techo, preguntaban en voz alta cuántas posas llevaba el entierro, que número de curas concurrirían de los pueblos comarcanos, y á que clase correspondía el tren en que debía conducirse ó calculaban con fruición la suma de pesos el féretro, que repre: séhtaba de utilidad para los vivos, aquel lujo desplegado en honor de un muerto. , | Como complemento del cuadro, destacábase en el coro la figura apergaminada del organista, sombreada por la

silueta de un negro alto, retinto de color, enju to

de carnes

y

de

truhanesca fisonomía,

funcionario

importante este último, que así empuñaba las cuerdas de las campanas en dias de precepto, como daba movi miento al fuelle del órgano en las grandes festivid ades, y que además operaba como mecánico instrume cada vez que el aparato musical se trascordaba ntista Ó des- + obedecía, lo que con sobrada frecuencia .solía acontecer. : | . Uno de estos fracasos debía ocurrir en aquellos Tiomentos, pues que .el maestro de capilla, de su hábil ayudante, mostrábase muy afan amparado ado tar y poner las desvencijadas flautas, recorrié en quit ndoles los

“registros,

enderezándoles las abolladuras

y cubriendo


LA PECADORA.

o

con cera las rendijas

y agujeros más visibles,

dolas

en

de este

modo

condiciones

completamente

el tímpano

llones gemidos,

concertándolos

ponién-

de no estropear

de los fiches con

sus chi-

á la vez con los acordes

de un clarinete desapacible y de un estrepitoso bombardino, llamados á reforzar el ' religioso instrumento en honor de la ostentosa solemnidad.

Aguardábase al sochantre parroquial der al ensayo

del

Invitatorio,

Salmos

el oficio,

y como

debían cantarse en

menzaba á parecer sospechosa, devoto de Baco el religioso

siendo

para

proce-

y Lecciones

que '

la

co-

tardanza

como

cantor, ofanse

era algo

alternar ls

exclamaciones impacientes del maestro con las escalas cromáticas del órgano y los resoplidos del bombardino, mezclándose sus

vibraciones

con

el

martilleo

del sa-

cristán, los chasquidos de las escobas, el chisporrotear de las velas, los gritos de los monaguillos, el golpeo de

las tablas, el arrastrar de las sillas y la charla y riso-

tadas, y el entrar y salir de los fieles noveleros; eonfun-

diéndose toda aquella sucesión de extraños ruidos en estrepitosa algarabía, que de fijo no hubiera nadie osado fevantar en la

morada

“de Na difunta, pero que,

tratándose de la casa de Dios, no debía rable, acaso porque Dios es el padre

ninguna parte pueden, con mejor

parecer censude todos, y en

derecho,

revolverse,

charlár y corretear los hijos que en la casa paterna. Más, con ser-tan formidable la a llegado aún á su colmo.

no

había

Necesitábase para esto un aumento de locuacidal y á provocarlo vino la aparición de un nyevo personaje, saludado por algunos con efusión, y ¡mirado por otros con marcado despego. Era el recien llegado un mocetón ancho de espaldas, recio dercomplexión, y desgarbado en su cor en cuyo cetrino y anguloso semblante, prolongado por

algunos pelos lacios, diseminados en la extremidad de como rasgo característico,

sardó-

Homer: ais

la barba, resaltaba,


ao

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

nica sonrisa

que plegaba las comisuras

daba brillo fosforescente á los ojos nes y no poco desvergonzados. Quitóse el nuevo concurrente brero de paja, al pisar el dintel de

laterales, y hasta allí fueron saludo, estas exclamaciones:

4

de los labios

negros, algo saltoiia st : su apabullado somuna de las puertas

alcanzarle, á :

modo de LR

—¡ Hola, Robustiano......! —¡ Llegó el Mesías! —¡ Entra, chico, que ya te echábamos de menos...! —¡A á

delante,

1

Sansón......!

A

No se

paga la entrada. —Ven á dar tu voto, tú, que te precia s de perito en la, materia. al —¡Qué pase Robustiano....! | - . Y el sacristán, mirando de reojo, des de su and amiaje, al que tales demostraciones obtenía, hubo de decir con acento de mal humor: | E —¡ Ya está aquí ese sangruno !

Al mismo tiempo la negra barrender a murmuraba entre dientes algo, que, á juzgar por lo gesto, no debía ser una piadosa deprecaciavinagrado del ón. í El llamado Robustiano entró pausadame . nte, midió con rápida ojeada toda la iglesia, y reclinándose sobre el respaldo de una silla exclamó: —¡Mucho regocijo hay por aquí.. . ! Se conoce Que el peje era gordo.... ¡¡Y Ya ese no se escapa ¿Verdad, pae Sinforoso?

Y la barrendera, sin dar lugar á la respuesta del sacristán, aludido

con aquel mote, replicó: o —Lo que usté siente es que no le hayan hecho plato en ese almuerzo. |

—¡Bien, bien por Santa. Rita /—vocearo n

—¡Cállate, murciélago de tú que yo he de aguardar para la corteja de ningún revendedor —¡Robustiano, haga usté

algunos.

campanario | ¿Crees c omer, á que se muera de miel de purga? el favor de hablar con


LA PECADORA.

q]

491

más respeto de los difuntos! —dijo gravemente el sa-

cristán.

ll

—Decir

la verdad no es faltar al respeto á nadie,

pae Sinforoso.

Todos

quita la Paloma.

sabemos aquí quien

fué

¿

Mari-

—¡Era muy caritativa! apuntó una voz. —¡Muy dadivosa....! añadió otra. —Tuvyo cinco hijos y ninguno conoce Á su padre, replicó Robustiano. —La Magdalena fué una gran pecadora, y el Señor le abrió las puertas del cielo, repuso el sacristán. —Pero á la Magdalena no le hicieron entierro con posas y Órgano

y acompañado,

porque no encontró

don Blas Redondo que pagase los vidrios rotos.

— Aquí

no se permite hablar mal de nadie.

murmuración es pecaminosa....

un.

La

—Lo que yo llamo pecaminoso es despachar á los. parroquianos con dos medidas. De seguro que, si se tratase de la querida de un jornalero, ni las puertas del cementerio le abrían; pero como hay unto de Méjico.... Por dinero baila el can y salmodia el sacristán.

—Este Robustiano

no perdona

ni las cosas más

santas, apuntó socarronamente uno de los devotos; tanto que otros añadían en igual tono: 7 —¡ Muerde

en

con más saña que un perro rabioso!

—¡ Hay que echarlo fuera, pae Sinforoso!' —¡ Que se largue! ahulló la negra.

—¡Silencio!

gritó el organista

Tengo una flauta dada al demonid,

desdesu tribuna.

y con esos berridos

no puedo afinarla. | —No vale la pena de molestarse por tan poca cosa, don Juan de Dios. Corchea más ó ménos no ha de impedir que usté cobre lo mismo, arguyó Robustiano. Y luego, viendo llegar al sochantre, que al fin ha-

bía encontrado el camino del coro, añadió: |

—Ahí

tiene usté

de

al maestro Caifás, ¡que con

enjuagatorio de ron de cabeza, que acaba,

el

de darle al ga3 14


que

P

>

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

ñote, se ha puesto en condiciones

cho.

Pia

de dar

el do de pe-

pa A ver si cantan ustedes unos gozos en mí bemol, para celebrar la entrada de Mariquita en los zaguanes del paraiso. Santa Rita los acompañará con el gúiro. La negra, al oirse llamar de nuevo por un apodo

que le

habían

conquistado

sus

ino

levantó en alto la escoba, enderezán fensivas beaterías, caritativo al procaz murmurador, que,dole un palo poco po y asiendo por la opuesta extrem hurtando el cuerida destinado á acariciarle tan ásperamen d el instrumento te, tiró de él con objeto de desarmar á su antagonista. Forcejó ésta, tiró otra vez Robustiano, y á una nueva sacudida contraria soltó el palo de repente, yen do la encolerizada barrendera, perdido el equilibrio, á dar de espaldas! con su humanidad sobre los encharcados ladrillos del suelo, formando coro con sus gañidos el pal moteo: de los chiquillos y las risotadas de todos los concurrentes. Tales proporciones alcanzó el est répito, que el sacristán, desde la altura de su port indispensable asestar. una catilinar átil escalera, creyó ia su falta de respeto á la santidad del á Robustiano por lugar, amenazándolo con llamar al señor cura par a que adoptase severa determinación contra aquellos des órd ZO, que en opinión del vulgo tenía enes; “pero el molos siete pelos del diablo, lejos de arredrarse con la amenaz a pareció crecer en osadía, y encarándosele al ora dor, sin dejarle conclnir, le dijo: 4 —Ese sermón se lo guarda para pre dic arl o esta noche en la manigua de seño Guadal upe, cuando vaya usté á disponerle el funeral 4 los ton tos que allí dejan el pellejo. —¡ Usted es un entrometido / | — A mí no se me tapa la boca con amenazas. He

entrado aquí porque he visto abiertas las puertas, y éste es un lugar público, 0

el En el que se debe guardar toda reverenc ia !

KA

A

AS

É

1


|

LA PECADORA.

|vA

443

_—¡Reverencia....! Me hace gracia la que guardaban ustedes cuando yo entré... De seguro que en la galler

a se observa mayor recogimiento. Lo que hay es que yo tengo la len gua lugar. —¡Yno una

callasni lo tuyo ni lo ageno

voz.

.—Lo

que

l en su | ...! apuntó 5

no callo son desórdenes como aqu el, que

no creo pueda llamarse santidad ni rev erencia] Y “al decir esto señalaba al presbiter io, donde cua. tro monaguillos, teniendo por las pun tas una vibja al_fombra, manteaban al perrillo encani jado de una de las beatas, celebrando con gran chacota los animalejo y las protestas y reclamacione ahullidos del s Adelantóse la concurrencia 4 contem de su dueña. plar de cerca el espectáculo: irritado el pae ¡Sinforoso. trató

de su elevada posición con objeto de de desmeter en cintura á los insubordinados acólitos, pero ya cender

fuese por su precipitada diligencia, ya por dis tracción del negro que le auxiliaba, es lo cie“to que la escalera perdió su : inmovilidad, el sac

ristán tambaleó y al suelo hubier a ido á tener, á no prendérsele la arremangada sotana de un grueso

clavo, y quedar allí pendiente, patale ando en y reclamando ¡favor! con gritos est entóre

el vacío

la sazón

que el sochantre,

mecanismo

fuerza oficio

instrumental,

de sus pulmones,

de

difuntos,

nuevos personajes,

-€n otro capítulo,

|

y

por

puesto ya en buen

daba al viento,

con

os, á

órden el toda

la puerta mayor. asomaban

cuya aparición requiere ser descrita SALVADOR BRAVU.

TI

A

cc

(Continuará).

la

el Regen cui omnia vivunt del


EDUCACIÓN DE LA CAMPESINA

La veneración

PUERTORRIQUEÑA.

h

y la gratitud traen 4 nuestra me-

moria, al hablar de la mujer, el santo recuerdo de nuestra madre.

Podrá haber hombres

que oigan

con des-

dén disertar acerca de la misión civilizadora de la mujer en la sociedad, sideren

como

podrá haberlos igualmente que con-

criatura inferior

á

esa

bella mitad

del

género humano; pero todos se descubrirán con: respeto, todos hablarán

con orgullo,

todos defenderán

con en-

tereza á su madre. Para éstos, su madre es la! excepción; mas hay que convenir en que dicha Epson es regla general en la humanidad. La madre alimenta nuestra existencia 4 dosta de la suya, forma nuestro corazón á fuerza de cariño, enseñándonos con su caridad y con su fé las primeras máximas de moral y las primeras plegarias qué elevamos al cielo; dirige nuestra conciencia hacia el bien y nutre nuestro entendimiento de aquellos conocimientos más necesarios en la vida. | Á la hermosa corona de madre, une también la de

pasos en.el mun-

>. 6 ARAN

|

'

1

et

A as RARA

maestra que guía nuestros primeros


EDUCACIÓN DE LA CAMPESINA PUERTORRIQUEÑA. do;

448

vive por sus hijos y para sus hijos, y su misión no

puede ser más grande,

más noble ni más augusta,

Pero si ésto constituye una ley de la naturaleza, en nuestra raza es más evidente la hermosa misión de

la madre.

|

Angel del hogar nacido para la familia la familia, se consagra formando de su casa de todas sus venturas y el ideal de todas ciones. No es como la sajona, que entrega

al amor de el paraiso sus aspirasus hijos á

mercenarias manos y abandona temprano la casa para ganar el sustento y pagar su educación, ya dedicándose

á las faenas del campo, ora como obrera en las fábricas ó como dependiente de llegar á la noche,

mostrador

Óó de

oficina,

rendida por el trabajo,

hijos, ya dormidos,

sin el

consuelo

de

para

á besar

recibir

á

sus

sus

ca-

ricias. En nuestros hogares—¡ Dios lo haga

siempre

así!

—la fuente del amor no se seca nunca. Por consiguiente, la primera que instruye, la primera que educa es la madre de, familia. Pues si ésto es verdad indiscutible, negar ¿la educación á la mujer es negar á la madre el conocimiento que la desvíe de todo

sendero

de perversión;

es envolverla

en las nieblas de la ignorancia, precursora de ria y orígen casi siempre del convertir á los seres de mueven,

no en

su

envilecimiento alma

la misesocial;

en autómatas

e

es se

conciencias.

Por éso Pestalozzi, el gran setommador] de: la escuela suiza, considerando que la influencia de la madre es de un poder ilimitado en los primeros años de la vida, que es cuando se forman los hábitos, cuando se estimulan los impulsos generosos y cuando se reprimen las propensiones egoistas, entendió que era indispensable comenzar la reforma por la casa paterna, porque después de un profundo estudio de aquella so-

ciedad, comprendió que ni se cultivaban

las facultades


y

|

¿ |

|

406

2 REVISTA PUERTORRIQUEÑA. ¿ e

de los niños, ni se dirigían sus instintos, ni se af endía á sus necesidades morales ni físicas. Como estaban entónces los habitantes de las. campiñas suizas, se encuentran hoy los moradores de nuestros valles y montañas. | poda La teoría filosófica del gra n pe da go go: n9 ' dió resultados prácticos, porque nad ie pu ed e dar lo. que no tiene. Si aquellas ma

dr no habían recibido edu- cación de ninguna clase ¿ces óm sus hijos? Por éso el sabio o podrían comunicarla 4 que sentar después, como primaestro de Iverdon ' tuvo ncipio, la educación de la. madre para, desenvolver su obra civilizadora.

Foios Hay además en la sociedad rur al borinqueña un mal grave que extirpar, na cido en la perturbación de toda sociedad que empieza, tud y multiplicado por la igalimentado por la eselavinorancia, la miseria ¡y el aislamiento. Nos referimos al concub inato, tan pone ralizado en los campos, ej em pl o pe rnicioso para la ju-. . ventud campesina, que no te ni en do más escuela que la posa paterna, lleva impres a en el alma la desmoralización, sinópsis viva de nuestro atraso social y moral, | la * Contemplad á la

pos.

Consagrada

madre proletaria de nuestros á sus hijos con el alma, oc camupada

rándolo, esclava de tódos los deberes las

exigencias; cuando se contem pla,

y mártir de todas

en

en su bohío de palma cubierto la soledad de de paja, ro-. deada de sus pequeñuelos, par a los que no tiene alimentos ni vestido; ¡ su miseria,

¿Quién

la enseñó 4 ella los

placeres morales que calman las tempestades del espíritu? - ¿Quién dir igió su conciencia, ni quién la enseñó á moderar sus pas ioÉ


EDUCACIÓN DE LA CAMPESINA PUERTORRIQUEÑA.

nes?

¿Debemos dejarla,

como hasta ahora,

acechada

por el vicio y envuelta en la ignorancia? No se olviden las clases ricas

47

|

y contribuyentes de

que abandonar los desgraciados á su suerte, es pervertir la sociedad. Allí donde impere el egoismo sobre el sentimiento existirán dos pueblos,

fortunado,

y

los

uno rico

poderosos pagarán

sangre su inexperiencia,

porque

y

con lágrimas

la ignorancia

no,

de

y la po-

breza son las semillas del socialismo.

No basta,

Otro in-

el instinto maternal para educar

á

los hijos; se necesita haber recibido instrucción y educación, y para ésto es indispénsable crear escuelas para las niñas. El censo de población acusa un estado lamentable respecto á la mujer. Tenemos 800,000 habitantes, de los cuales son hembras 399,674, así clasificadas:

é

Blancas,

De color,

Saben leer y escribir .... l 43,563Saben sólo leer ......... 24,389.

21,258: 17,220.

67,952.

38,475:

No saben, pues, leer y escribir 293,247 hembras, de las cuales son blancas 158,528 y de color 134,710. De los 25,377 niños.de uno y otro sexo que asisten

á

las

535 escuelas públicas

de

la provincia, sólo

7,183 corresponden á las 127 escuelas para la mujer. Hay, pues, 50,000 niñas de 6á 12 años que no reciben instrucción de ninguna clase. Ante evidencia somos

razones riódico,

partidarios

tan abrumadora, decididos

de

que no precisa analizar

nosotros que

la escuela mixta,

en un artículo

optaríamos por establecerla

antes que

la futura sociedad huérfana de madres educadas.

no por

de pedejar á


REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

Vina

Se observa en el circuito de nuestr que á medida que la instrucción se dif as poblaciones, und

e y la educación se mejora, las costumbres se dulcifican, la iñmora. ' lidad desaparece, el amor al tra bajo

se desarrolla, los: buenos sentimientos se fortifican, 1 os ciudadanos 'se respetan, se asocian y ayudan, com o si sintieran iluminada su co ciencia y comprendi eran más claramente los deberes qu le la sociedad impone á todos los

bres.

hom-

|

( o. En camb lo, allí donde no está con , stituida la familia como Dios manda, donde no sé conocen los placeres que proporcio; a un libro; en nue stros bárrios, en aquel aislamiento e

gendrador de todos los vicios,

se hastía,

y e tonces abandona el hogar

rrillo ó la gall ra.

Hay que desengañarse

el hómbre

por el veritoe

y

acometer con energíala reforma que la sociedad reclama. tica de todos ] os pueblos: la inmora Lo dice la estadíslid ción con la ig ¿norancia. En aquellos ad está en rela. mismos centros

de civilización que se consideran como

el cerebro de la humanidad, et 2 Lóndres y en Parí s, no existe el panperismo sino« en las clases insipientes: la prostitución, que esel cán cer que devora las sociedades

se alberga,

co mo en su natural recinto,

cia de las clases desheredadas. En Lóndres, de cada 10,000

graciadas que venden su pudor,

de

robustas, en la ignoran-

esas jóvenes des-

sólo 351

leían y escribían correctam ente, y de estas sólo 2> habían recibido úna esmerada educación. En París, de 4,470 nacidas en aquell a gran ciudad

sólo supier

firmar bien 1 10, y de 2,912 jóvenes de las zonas ruron ales, 14 nada más

poseían la instrucción elemental.

Esto nos recuerda el dicho de Mir abeau:

no hay moral.

sin luces,

Si tenemo $ 5, por fortuna, en la prolet aria de nuestros campos, un dechado de madres en el sentido ínt!mo de la natur aleza,

¿qué mejor conquista

que ensaí;Y


EDUCACIÓN DE LA CAMPESINA PUERTORRIQUEÑA.

char el mundo moral, formando

el corazón

y

ciencia de esas criaturas infortunadas?

449

la

con-:

Se nos argiiirá con el cuento de la gallina de los huevos de de oro, se nos dirá que el desenv olvimiento. de la riqueza pública no permite mayores gastos, y que agov

iar las fuerzas contributivas de esta provinci a de lo que están, sería secar las fuentes de la prod más ucción en perjuicio de todos. Tenemos

más

de 700 barrios,

ción sin una escuela para la mujer.

tablecerlas,

añadirán,

nutridos de

pobla-

Si fuéramos á es-

porque así lo reclamen

las

nece-. sidades de la época y las exigencias sociales , tendríamos que pagar por instrucción pública dobl e 'ó triple' de lo que hoy trabajosamente abonamos. Admitimos- que los impuestos directos para cubrir las cargas municipales son crecidos ; pero la instrucción: pública, que es el principal de los servicios 4 los Ayuntamientos encomendados, la instrucción primaria; único. bien que podemos dar á las clases desvalidas en provecho del Estado, no cuesta más que el 18 p. 8 del importe de los presupuestos municipales. pad Pero sería un absurdo abandonar la educación de la mujer por estas razones. Si no se pueden crear más escuelas, si interese s morales

se levantan contra

la escuela mixta,

á la verdad no bien justificados

intereses

si atendemos

á

ciones de la experiencia y de la historia; si la las lec= legisla-: ción de Puerto Rico prohibe terminantemente estas escuelas,

como las proscribe nuestra legislación nacional (y sin embargo no tenemos otras en las aldeas); como

las proscribieron Talleyrand,

Fourcroy y Decazes, á pe-.

sar de lo cual funcionan hoy en Francia cerca de 20,0 00. de estos establecimientos;

si no se quieren gravar más

de lo que están las fuerzas contributivas del país, adóp-

tese al menos,

previo el

estudio necesario,

el

sistema

de Lainé en favor dela instrucción de la mujer. Nuestros profesores elementales trabajan seis ho-


A pcaeiónA

450

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

ras diariamente

y tienen que enseñar 4 doble

ó triple

más asignaturas

mayor

número de edticandos,

y

con

extensión que los rurales. No hay razón ninguna para que éstos,: en|la limitada enseñanza que la Ley fija, y que se reduce á Doctrina Cristiana,

principios

Lectura, Escritura,

de Gramática con algunos conocimientos de

la Aritmética, tengan menos deberes que sus compañeros de las poblaciones. E Que

trabajen los rurales

y auxiliares

las seis ho-

ras; que consagren á la enseñanza de los niños las tres

horas de la mañana, y las tres correspondientes á. la tarde á la educación de las niñas, y antes de diez años la iniciativa privada, con muy poca protección que el Estado le dispense, hará lo que la administración no pueda hacer, supliendo así con su esfuerzo todas las de-

ficiencias, y veremos la instrucción difundida por igual. entre todos estos habitantes, y sentiremos el bienestar de la sociedad en el mejoramiento de las costumbres,

en el mayor amor al trabajo, porque la instrucción ensancha los horizontes de la vida y comunica á los individuos y por extensión á los pueblos ese vigor que na-. ce de

valer.

la conciencia

que cada uno tiene

de

|

su

propio

Fo

Para evitar irritantes preferencias, aceptada esta forma especial, de los establecimientos mixtos, podrían

proveerse indistintamente

entre

los profesores ,Ó

fesoras que lo solicitaran. _La mujer es educadora por excelencia:

pro-

a se tratade

la niñez y no se debe privar de su.concurso valiosísimo.

De esta manera “no costará un centavo la reforma, y millares de niñas entrarán á recibir el bautismode la educación popular, que es el Jordán, la redención de los pueblos atrasados. > 004 Cuando no se puede vivir en la opulencia, se vive en la modestia, procurandó mejorar siempre nuestra condición.

E

j

|

El robusto tronco que resiste á las tormentas fué


:

*.

Y

a

;

E

a l - EDUGACIÓN DE LA CAMPESINA PUERTORRIQUEÑA ol Í A

a

antes pobre semilla impelida por las brisas. Derra-

memos la semilla generosa, cuidemos el arbusto, y cuando llegue el huracán de las pasiones, en vez de una sociedad enferma, raquítica y. corrompida, se encontrará con el vigor y con la grandeza de esta inmortaly glo-

riosa raza española, que tanta historia tiene que man-

tener y tantos ejemplos á la humanidad. Puerto Rico, Febrero de 1888. .

y virtudes que enseñar todavía 2] da

ALEJANDRO ÍNFIESTA. 4 *


“ANYORANZA,”

(*)

¡Ay, Patria y Carmen, esperanzas mias, Cuánto volver á vuestro lado ansío....!

o]

Amanecen tan pálidos los dias Por los"oscuros horizontes yertos Y está el cielo en Enero tan sombrío,

Que imagina la mente soñadora

1

|

Que ha puesto Dios, en el invierno frío,

A

tee

Con resplandores fúnebres é inciertos, En los azules ojos de la Aurora Las vidriosas pupilas de los muertos. Y así es-que el Alba, despertando ciega, No vé las sombras del nublado Oriente Y á su maldita oscuridad se entrega;

|

Y así es que el ave, que las alas pliega,

9]

Del alto monte en la nevada frente,

-

(*) Esta palabra, que es una de las más dulcemente expresivas del dialecto catalán, tiene una significación parecida á nostalgia en castellano, pere más general y de mayor alcance. Con ella se expresa la ansiedad y la melancolía de las personas sensibles que viven ausentes no' sólo. de la patria, sino de los objetos

más queridos, de los más dulces afectos del alma. —(Nota de la Redacción).

|

'


. “ANYORANZA.” Sueña en silencio con el sol de Mayo..... ¡ Y hasta que irradia en el cenít no llega Del sol al mundo el macilento rayo. ¡Que este astro frío del heladoi invierno. | No es aquel sol de mi país bendito, De vida henchido y de calor eterno, De perpétuos y ardientes arreboles. ...! ¡Este es un mundo enfermo que se apaga, Del dulce imperio de la luz proscrito, Como el judío errante de los soles Que, á duras penas, por el cielo ás Moribundo inmortal del Infinito....! Yo siento palpitante en mis entrañas La sangré ibera: comenzó la historia De mi padre infelíz en las montañas Donde Pelayo coronó de gloria Á la nación que, de su mundo dueña, Alzando al cielo la inspirada frente, Con el vergel americano sueña.... Y viendo desde el sol un continente, Bañada en luz la sacrosanta enseña,

Se lo arranca del seno al Oceano... ¡Pero Dios me echó al mundo solamente

Para querer á mi gentil riqueña,

Para vivir en mi rincón indiano! . Vo, la ventura, que en mi Patria anida, A un hondo afán del pensamiento inmolo.... ¡ Yo, aquí, me muero,

anémico de vida,

Huérfano y triste, abandonado y solo, Y mi entusiasta juventud florida

—Como un ave sin alas, e Cayendo va del Ecuador al Polo....!.

Vago por la ciúdad, que me encadena,

Entre la turba alegre y bulliciosa,


454

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

-

Que plazas, calles y paseos llena,

“Y cuando, absorto en la terrib le pena

Que eternamente el corazón me acosa,

Me siento, por el vulgo, arreba tado,

Que el muelle. invade, en mult'tud ruidosa, Del

puerto inmóvil al aspecto hel ado, Protesta el sentimiento, rebela do,

Ese Luzbel de la razón juiciosa, De que—en muros de piedra aprisi onado Un pedazo inmortal del Infinito-—

No

lance aquel mar de agua cenagosa

Su atronador, su interminable grit o ......!

¡ Aguila altiva, pensamiento atleta, Yo sé lo grande de tu raudo vuelo, - Pero mi pobre corazón poeta No se resigna á ver como sujeta Del hombre libre el poderoso anh elo Al primer infinito del planeta,

Siquiera sea el último del cielo... s.l Y, hasta que el sol sobre las ola s brilla,

El mar contemplo con deleite vano; Y cada vez que un barco americano

¡ Y en pos del barco se me van los ojos! Y al retornarlos luego hácia la ori

lla Finge el mismo deseo la quimera Que de mi amor la imágen hechic era Copian del mar los móviles espejo s.... ¡Que no otra cosa, en donde quier que fuera, Podría ver mi enamorada mente, De mi Aguadilla inolvidable lejos,

De mi gentil aguadillana ausente

.....q!1

e... |

o

Renacen en mi sér nuevos antojos, Pienso amoroso en mi inocente vil la.....,

A

Como un pájaro audaz, al Oceano,

ts in

Se lanza, en rumbo la cortante quilla,


+ ANVORANZA.?

ass

¡Ay, Patria y Carmen, esperanzas mías,

Cuánto volver á vuestro lado ansío..

...

Mueren las tardes silenciosas, frías,

Entre un diluvio de sutil rocío: Y cuando cae, entre la niebla densa

Que en cristalinas gotas se disuelve O en diminutos copos se condensa,

La helada noche, que á agobiarnos vuelve,

Como una oscura golondrina inmensa;

Cuando,

muda y rendida,

Barcelona

—Condesa goda cuyo noble brío. Su rojo escudo por doquier pregona— Se echa á los piés de su Monjuich umbrío, Y la intemperie,

á su pesar, resiste,

Acurrucada, al tiritar de frío, Como una vieja catalana triste;

Y, á la amarilla luz, que en los paseos

“Lanza la bomba eléctrica brillante,

Entre vivos y extraños parpadeos, Se vé eruzar la sombra vacilante De la mendiga, que el sustento implora, O la figura innoble y vergonzante e alguna meretriz provocadora, Parodia vil de la mujer amante pobre mártir de pasión traidora;

Cansado de ir, como fantasma errante, Por calles y por plazas, al acaso,

Sin ver un rostro borinqueño amigo Y lleno de tristeza abrumadora,

Dirijo, al fin, el vagabundo paso

De un hogar, que no es mio, hácia el abrigo,


456

REVISTA PUERTORRIQUEÑA. Recordando la mente soñadora,

A quien el frio del invierno aterra,

Ora el sepulcro en que mi madre mora, Ora los ojos demi Cármen,

ora

El sol de fuego de mi hermosa tierra! Y, cual las aves que, en extraños climas,

En la memoriael cántico reviven Que al viento daban en sus patrios nidos, Entre los libros y las pobres rimas Que como hermanos amorosos, viven * En mi mesa de estudio confundidos,

Lleno, á las veces, de recuerdos santos,

,

Por la nostalgia de la patria loco, La luz radiante y el calor invoco

De la divina enferma de mis cantos...

¡ Y en vano, con inútiles empeños, Mi pobre musa, recorriendo el alma, De las azules tumbas de mis sueños

Osa turbar la funeraria calma....!

Y no es que, sordo á mi reclamo, el arte No acuda al ánsia de la mente inquieta: ¡No es que no viva en mi cerebro parte

De la luz increada del poeta!

|

Yo bien sé que la vírgen Poesía, vida siempre de calmar mi duelo,

Consorcio de la idea y la harmonía,

Ciega se lanza á descorrer el velo

Del abismo sin fin del alma mia,

Donde palpita con creciente anhelo ? —Cual ondina en el fondo de los lagos— La crisálida azul de mis poemas, Sagrada niña de contornos vagos, — * Falta de luz é inspiración supremas......

- Yo sé que va abrasando cuanto toca,

-


* ANYORANZA.*

45

Sn

Con níveos dedos de rosadas, yemas, Con dulce aliento halagador y puro..... Sé que surge vibrante de su boca,

E

Raudal de fuego, el mágico conjuro,

Y —entre el silencio que su ardor provoca— Escucho, á veces, á la pobre loca Gritando audaz en mi cerebro OSCUro: “Acudid en tropel ¡oh, desvaríos!

“Divinos sueños de color de rosa... : “Levantaos y andad, Lázaros míos,

“Que está Dios golpeando en vuestra losa. ...!” -_

Mas llama en vano al mundo de la idea

Del arte santo á la fogosa vida,

Y en vano baja, por la arteria henchida, Un alma en cosmos, que estallar desea,

Para mover la mano entumecida.....

¡Que en vez del ritmo poderoso y terso

Que surge altivo, entre febriles notas,

E

?

E

Al brotar de la pluma espira el verso a Mustio y sin vida y con las alas rotas....! ¡ Y es que yó, aquí, cargado de dolores,

o sé cantar sin mis riqueñas flores,

Sin aquellos purísimos reflejos Que el cielo incendian de mi tierra ardiente Y copia el mar en móviles espejos! ¡Nó sé vivir sin luz y sin amores, Ni arde la inspiración sobre mi frente, De mi Aguadilla inolvidable lejos, De mi gentil aguadillana ausente uN

- José DE Dirco. Barcelona, Enero de 1888,

:

:

<<

SS


LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN. :

(CONTINUACIÓN).

- Ni es aventurado anticipar que el Dr. Stahl prestará

su estimable asenso á los ingenuos

anteceden,

razonamientos - que

ni es necesario que al efecto

nos conformaríamos si la despojara de contra el que nos rebelamos.

anule

ese

su tésis;

absolutismo po

_Favorablemente dispuestos los ánimos, ahora que van á justipreciar las pruebas directas y positivas . que ántes hemos anunciado,

se

nos

vuelve

fácil

corolario

cuanto nos resta por hacer, ménos con el objeto de anfianzar lo conseguido, que para acreditar el título que encabeza estas anotaciones, y

oportunidad de ser explicado.

que

aguarda. todavía

a

la

Abundan aquí los datos, tanto, que nos sobran, y hemos de omitir muchos. Sería copiar página | tras

página, familiares al Dr. Stahl y sin duda á la genera-

lidad de nuestros lectores, y sería dar longitud intolerable á este artículo, escudriñar las costumbres y los usos que las expresadas crónicas atribuyen á aquellos isleños, y compulsar luego la fidelidad- con que sucesivamente aparece retratada en cada una de estas la

religiosidad de aquel estado social.


- LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN.

as

Diríase que provenía la desconfianza que á alguno inspiraron las tales descripciones, de que eran incom-

patibles con el prejuicio que tenía formado de las facultades religiosas de los salvajes;

persuadirle á que

otro más en armonía

el óbice para dar

trueque

mas si

tan

ilusorio

con la realidad,

acogida

mejor

rraciones.

hemos

logrado

concepto

por

verá desaparecer .

á esas

vetustas

na-.

Adquiridos dichos datos, ratificados y corroborados -

por numerosos testigos oculares, quedan refrendados. con valor legal ante la historia, y son irrecusables por

la ciencia, aún prescindiendo de la confirmación minuciosa que después les han venido á prodigar las reli-

quias que se han desenterrado, pertenecientes 4 aquella raza mártir de Borínquen. Todos estos indicios,

consuno

promulgan

|

todos

|

estos

testimonios,

de

la existencia: de una religión, de

prácticas religiosas entre nuestros indios.

¿Y

cómo

desconocer

la gran

probabilidad

E

que

se deriva de la concordia de semejantes informes de tan

distintas procedencias Navarrete,

rrera, Laét,

como los

Colón, el hermano

Gomara,

Muñoz,

Abad, frailes Gerónimos,

de

Ramón,

Chanca,

Robertson,

á los que nos

Sotomayor,

Domínicos y Franciscanos, el

han descrito

el culto idolátrico

de las islas cercanas á la nuestra. Oviedo nos autoriza á aceptar ese testimonio, en virtud del suyo propio, al comparar con los vecinos indios á los que halló poblando esta isla de “Sanct Johan:” “En las ydolatrías del gemí y en los areytos é juegos del batey y en el navegar de las canoas y en sus manjares é agricoltura y pes-

querías, y.en los edeficios

de casas y

:4

He-

bachiller Enciso, Rochefort, el presbítero Ponce de León, el bachiller Santa Clara, el abate Gilil, etc., eta? Además, contaremos nuevos colaboradores dé la originaria sociología de esta Antilla, si como á tales reco-

nocemos

:

Oviedo,

Las Casas,

camas,

y en los

matrimonios é subgessian de «los cagicados y señorío, y

: ||

3

:


260

REVISTA PUERTORRIQUEÑA: E:

en las herencias, y otras cosas muchas,

_los

unos á los

otros.”

muy semejantes

Y lo explica Herrera,

diciendo:

“Porque no había sino doce á quince leguas de distan-

cia,

cada dia iban en sus canoas los de la Española

4

San Juan y los de San Juan á la Española; y se comunicaban y así pudieron bien saber los unos y los otros

lo que en la tierra de cada uno había.”

¿Con

las fábulas

¡

qué fundamento habríamos de supoñer de lo sobrenatural,

con su aparato

de sagradas

que

las ceremonias místicas, preseas

y esculturas,

y la

adoración de la magestad de Dios, tan fecundás siempre en imitadores, y contagiosísimas entre pueblos bárbaros, se dilataban por el archipiélago antillano,, pero

se detenían

sólo frente

al litoral de Borínquen,

“como

rechazadas por muralla infranqueable? ¿De dónde nos. fingimos esa singularidad, esa diferenciación arcadísima de los indios borinqueños entre todos los demás de su raza antillana? | Pero torzamos el curso de nuestros comentarios, á fin de no caer en nuevas discrepancias con el autor

de los “Estudios etnológicos,” en cuyas someras alusiones á la raza, orígen, artesy sociabilidad de nuestros indios,

asunto

las entrevemos.

deja para

Precisamente

acerca del

otro capítulo explicar cómo

'algunos

ídolos Ó “figurás” de barro que se han descubierto en la isla parecen haber sido traidos á ella “por los cari-

bes;” reservemos nuestro parecer, porque á más de que

sobraría,

dado el caso de que el Dr. Stahl

con la ex-

planación de sus ideas nos convenciese de que debemos adoptarlas,

también pudiera

que hemos sospechado,

suceder lo

opuesto

y que desde luego fuesen

mismo su criterio y el nuestro sobre esta materia;

á lo

uno

em-

pero nosotros, que ni remotamente pretendemos suplantar en su interesantísima tarea al Dr Stahl, 4 quien corresponde el mérito de la iniciativa, bastante nos honraremos con que se nos permita, si resultamos en disi-

dencia, repasar las huellas del naturalista, y contribuir

-


LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN.

461

con alguna tímida opinión 4 que se aclaren esas nieblas

de nuestra historia. Decíamos poco ha, que leidas las consideraciones que en el número anterior de esta Revista: apuntamos

acerca de la

incrédulo para

salvajez,

se

reconocería

el

lector ménos

con los noticiadores' de la religión

in-

_ dígena; pero por si nuestra apología no hubiese rodeado esos trabajos históricos de toda la credibilidad de que son dignos, tendríamos en las “figuras” que al Dr. Stahl repugnó llamar ídolos, en los utensilios ornamentos de estos, y hasta en los vestigios del idioma borinqueño, comprobación de infinitos detalles de esas crónicas, apareciendo en consecuencia verosímil, lo

que

el Dr. Stahl llegó 4 poner en duda: que Oviedo y varios otros observadores, tras haber presenciado cuanto de aquella religión nos describen, —honradez que no es posible negarles,—á mayor abundamiento de autoridad, aprendieron lo bastante el habla de aquellas tribus para entender los informes que escucharon de boca de los indios, y que han cedido á la posteridad. ¿Habría de serle al estudioso cronista más difícil aprender la lengua del indio, que á tanto rudo guerrero sin letras ni afición á ellas, pero que lograron, mediante el tiempo, sostener

|

pláticas con los naturales, según consta en esas mismas |

crónicas?

Y si á ese idioma articulado se agrega el simbólico y misterioso de la naturaleza, inteligible sólo para el | que se ha consagrado á estudiarlo, y que por ende tan familiar es al Dr. Stahl,

aquella

inequívoca

elocuencia

que persuade al arqueólogo y al naturalista 4 ver en el suelo de Borínquen, como dijo el gran Shakespeare: “Sermons in stones, books in the running brooks, And God in every thing;” (sermones en las piedras; libros en los corrientes arroyos, y á Dios en todas las cosas); si de la profundidad

de la tierra, si de

las

selvas apénas

los peñascos y de las cavernas

exploradas,

e

si de

se elevan estas voces,

|


469

REVISTA PUERTORRIQUEÑA,

E

que proclaman la existencia de un la indómita arrogancia de sabana culto en medio de s y seborucos, res. Pondiendo á aquellas otras voces que surgen de las bibliotecas

y

de

los

archivos del

mund

o civilizado; en presencia de este coro unísona que _tinente se eleva al Dios de las de uno y otro conalturas, protestando que su obra, el indio, no le ten ía olvidado,

de pensar sino lo que por boca diciendo

el mismo

¿qué

hemos

del evangelista aparece

Dios? - “Qui hab audiat;” el que tiene oidos para oir, et aures audiendi, oiga. pa Pero de

un oráculo;

esa muchedumbre reveladora se destaca es el voto fehaciente del venera ble Cristóy no podemos resistirnos á

bal Colón, ¡especial preferencia:

en la relación

consignarlo con que nos hate Na-

varrete de los cuatro viajes del des cubridor, constan las siguientes palabras acerca de los indios antillanós, proferidas por el ilustre genovés: “Porque en sus casas tienen ídolos de muchas especies. tado qué era aquello, y me han res Yo les he pregun--. pondido que era cosa de Turey, lo que quiere decir del cielo.” nd Después de fijarse en testimonio tan irrefutable, nada ménos que del mismísimo Col ón, ya no es posible que nadie dude más de la existe prácticas religiosas entre los indios ncia de ideas y de de Puerto Rico. Estos no sólo

tenían ídolos,

bamos de verlo aseverado por Colón,sino que, como .acachas especies. Nuestro inolvidable los tenían de MAUAlejandro ¡Tapía, coordinador y anotad Puerto

Rico,”

juntas,

y

or de la “Biblioteca histórica de

honrando en ella la buena fé

de Oviedo, y defendiendo que las noticias por éste atesoradas “son de gran aprecio por lo que res pecta produce en la mencionada compilaci 4 la verdad,” reón ciertas palabras textuales de de

dicho historiador, que van á leerse adlas que también el Dr. Stahl ha sacado

Una versión abreviada;

esta antilla:

se refieren 4

los naturales de

“Y no he hallado en esta generació n cosa entre ellos más antiguamente pintad a,ni

esculpida ó de lo


63

ed

LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN.

A

ad:

relieve entalladi, ni tan principalmente acatada é covenle ciada, como la figura abominable é descomulgada del demonio en muchas é diversas maneras pintado ó esculpidoó de bulto, con muchas cabegas é colas, é difformes y es-

pantables é caninas é feroces; dentaduras, con grandes é desmeguradas orejas, con encendidos ojos de dragón é feroz serpiente,

é de

muy diferenciadas suertes. ...,

Y

en madera y de barro y de oro, é en otras cosas, quantas ellos pueden lo esculpeny entallan,” etc.... “pero siempre diferente,

y

como lo hagían

en

En esto que hemos trasladado,

diversas maneras.”

Oviedo se propone

con insistencia llevar al ánimo del lector dos idéas principales: primera, que eran muchos y variados los ídolos de esta tierra; segunda, que esos ídolos representaban,

á juicio de él, ni más ni ménos que al Diablo. Respecto de la primera, que en cursivas itálicas hemos hecho resaltar, no es posible formular un mentís sin poderosas razones que lo abonen, aun suponiendo que no se hubiesen desenterrado el sinnúmero y la di“versidad de ídolos seos arqueológicos coleccionan en el antigiiedades. El

to es manifiesto: ha merecido

que hoy se exhiben en lejanos munacionales y extranjeros, y que se país por los aficionados: á nuestras tesón con que Oviedo recalca el pun-

cabalmente esta porfía suya es lo que

que, exceptuándole

por fuerza condenamos

dela

las descripciones

omisión.

á

que

de los «demás |

cronistas, hayamos utilizado las de él para imbuirnos. de lo muy numerosos que eran los ídolos en nuestro terruño.

Y pues que sobre el tema discurrimos, echamos de ver la incongruencia entre nuestra intención y el modo de interpretar esos informes, con el que se nos ha adelantado el Dr. Stahl; y es conveniente consolidar nuestro dicho. Ño se han encontrado en nuestros dias, que sepamos, ningunas de las pinturas á que se refiere Oviedo;

es cierto:

la mano del tiempo ql borrado esos colores,


464

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

Von

con tanta más

facilidad

cuanto

aquel arte indígena rudimentario que los pigmentos de como el rojo que les suministr eran deleznables, tales - (achiote), y con el que se pintab aba el jugo del bixa adornos en sus desnudos cuérpos; pero todo lo an demás que cuenta ese autor sob re el particular,

apa e confirmado por. la observación posterior directa. rec Las palabras: “con muchas cabezas

y colas,” no las ente Stahl aplicables 4 individuales ído ndemos como el Dr. los, sino á la totalidad de ellos: no quiso decir Oviedo rínquen algún ídolo con muchas que hubiese en Bocabezas y colas, sino que eran

muchas las unay slas: otras en repartida entre tan heterogéneo su multiconjunto de imágenes. Interpretado esto formidad

así, no hay nada de. extraño en que no haya caido baj Dr. Stahl ningún ejemplar de ese o la observación del imaginario ídolo policéfalo y multicaudo, y del que tam poco Oviedo tenía noticia. Ni obsta que el Dr. Stahl no tenga ni haya visto ninguno de esos que descri be nas é feroces dentaduras é grande Oviedo, “con caniriquísima colección de' ídolos pue s colmillos.” En la Sr. D. Jorge Látimer legó al mu rtorriqueños que (el seo de Smithson, en Washington, aparece designado cón el número 17,012 un ídolo de mármol

cenas de dientes.

que enseña más de tres do+ .

¡Sardónica sonrisa con que lo pasa-

do acoge á veces las

presente!

blanco

apreciaciones formuladas

o

por lo

> Hasta esa misma figura de piedra que des cri bej el. Dr. Stahl, semejanza, dice, de “al go así como una figara disecada, según lo demuestra n las profundas órbitas circulares y la boca desmesuradam ente ancha y depri-. mida,” quizás haya sid

o uno de tan encendidos,” cuya noticia le ha tos ídolos “con ojos > hec 'censor, un signo de duda: (?). ¡Como ho interpolar, :al si'aquellos indios que sab ían enmangar sólidamente sus de piedra, no- hubiesen podido asi celtas y hachas mismo ataviar sus

ojos

de oro reluciente!

ec

preciados ídolos engastándoles


LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN. Que siempre en tal caso,

los

descubridores

raron, como buenos chripstianos, “diablo

es más que eventual,

lúrgicas que

con respecto

E se

4 sacarle

dadas las

apresu-

los ojos al

aficiones

meta-

á ese mineral manifestaron.

De ahí. que los indios, al esconder despavoridos sus profanados dioses en la tierra, nos los hayan dejado con

las órbitas vacías. De consuno parecen indicar que había ídolos enjoyados ciertos pequeños ahuecamientos redondos en los torsos de muchos de esos “objetos cu-

riosos” de piedrá, conforme el Dr. Stahl habrá. observádo en su propia colección; pues en la litografía que se ha publicado de varios de sus índolos en el “Puerto Rico Ilustrado” del 14 de Febrero del año 1887, en la figura marcada conel número 5, allí aparecen también esás concavidades. Por supuesto, 'igual explicación debe darse de que hayan desaparecido los ídolos de oro, junto con los guanin de dicho metal que solían los caciques colgarse al cuello. Respecto de la segunda de las dos proposiciones que sustenta Oviedo, es decir,

en sus conjeturas

significación de aquellas imágenes,

ha

de

de la

concedérsele

alguna lógica. El Dr. Stahl, ántes de analizar esas noticias, señala gallardamenteen dos páginas sociológicas notables las causas de los errores de apreciación

en que tanto este cronista como muchos otros de entónces incurrieron, en punto al objetivo del culto de los

indios, errores - eslabonados al ideal propagandista religioso de todas las grandes empresas de España en los siglos XV y XVI. Pero así evidenciada. la conexión de efecto y causa, no es lo consecuente tachar de “impresionable” 4 Oviedo, porque piensa con los - Juicios de su época, y vé al Demonio en los ídolos que tan diformes y grotescos se le mostraban. Muy perdonable es su error fanático en tiempos en que Colón exorcizaba una tromba marina, recitándole el evangelio

de San Juan, y trazando la cruz en el aire con la. punta

de su espada;

y en tiempos en que

los tratados sobre,

b

me0 t

ci 8] A

dae


466,

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

Demonología,

validados

con

textos

bíblicos,

atizaban

las hogueras cuyas pavesas eran de cuurpos de los 'ex-

comulga dos hereges. te al

|

Aquellos siglos guerreros desafiaton frente 4 frensolapado

Satanás:

y pareció como si el monarca

infernal multiplicara sus huestes y sus asaltos en legítima represalia. Llegaron los descubridores al nuevo

mundo, y acostumbrados á perseguir la heterodoxia como

diabólica, creyeron horrorizados, interpretando á su modo las idolatrías que iban viendo, que habían dado de bruces con el Diablo,

muy

orondo,

acomodado

y re-

galado en su hermoso retiro aquende los mares. ¡Cosa más natural! Y por consiguiente la procaz holgura y el señorío de aquel Maldito, á quien creyeron haber

- dejado

en

cadenas,

hubieron

marles.

Pero no hay-base en

Oviedo,

no se

de

indignarles

y

alar-

esta versión, ¡que com-

_ partimos con el Dr. Stahl, para aventurar que Oviedo “aparenta ignorar ó parece no querer recordar” ¡que los cristianos han adoptado el concepto del Demonio, y lo representan en deterntinados retablos, aunque “impotente y aherrojado,” como, por ejemplo, 4: los piés de San Miguel. Si el crítico hubiese recordado, * para dar ejemplo, lo que más adelante dice el mismo paro.

le habría

quedado sin correctivo su re-

Habla el historiador:

-“Pues que

como he di-

cho, en muchas cosas é partes pintan, y entallan y es, culpen en madera y de barro, y de otras materias hacen

un demonio que ellos llaman cemí, tan feo y espantable como suelen los cathólicos pintarle ú los piés del arcángel Sanct Miguel ó del apóstol Sanct Bartolomé; pero no atado

en cadenas, sino reverenciado.”

10

Nótese, pues, cómo Oviedo ni ignora ni aparenta ignorar, ni parece no querer recordar, aquello queel Dr. Stahl

trae á colación,

sino

y de hecho lo recuerda; al par que

el cinismo de no presentarse

que

quiere

cuando

recordarlo

expresa que:

encadenado el Diablo era

lo agravante de aquella impiedad que

escandalizaba á

-


LUCUO, DIOSDB BORÍNQUEN. los cristianos, hace honor

Ena

467

4 la perspicacia con “que el

Dr. Stahl adivinó ese agravio. Dejemos sincerado á Oviedo ques contra su crédito como

enfrente de los ata-

observador,

y

disculpado -

para con los que parecen tildar su sinceridad, como para castigarle por sus cavilaciones en demonografía. Abarcando este cronista los dos extremos: el práctico de la inducción, en que está fuerte,

y el teórico

deductivo,

en

que flaquea, ha venido á servirnos de transición entre los hechos y sus explicaciones, entre los ídolos y las divinidades que estos representen. Podríamos haber clasificado los ídolos borinqueños | según sus formas,

perfección,

tamaños,

destinación

importancia; pero considerando que ese trabajo, también ha dejado por hacer el Dr. Stahl, noes

é

que con-

ducente á nuestro objeto conviccional, y estimando que este propósito se ha conseguido 'ya, dejamos por hoy

sin ampliar la parte descriptiva y analítica de esta iconolog a, y con ello relegamos á otra ocasión el detenernos á observar cómo en templetes y en oratorios se condensaban aquellos que también pudo llamar Echegaray: E “Rayos dispersos. - de un solo Dios, que á todos los abarca;” *

(Un Milagro en Egipto).

con qué areytos venerables, con qué ayunos propiciatorios, con. qué funerarios sacrificios de las infelices athebeane nequen; mediante qué ofrendas y devociones ante los kemíes. cemíes, Ó zemes les rendían culto, notablemente al cemí tutelar de cada agrupación de buhios;

cómo estas poblaciones, aunque regidas por caciques de alcurnia, estaban sometidas en realidad á-los buhitiz ó boyes, que de «tal manera se identificaban consus iscividanis cochevei, -Ó cemíes á quienes servían; pi tambián ellos recibían honores de cemíes..

dE


468

REVISTA PUERTORRIQUEÑA. Entremos,

pues,

:

en el mundo ideal

de

nuestros indios: penetremos en ese Turey olímpico, recinto deslumbrador y magnífico, poblado de riquísimas fantas-.

magorías, de grandiosos mitos, bellísimás creacion es de Los deseubridores de la Borinquen terrenal no pudieron descu: brirl

la exuberante imaginativa de los trópicos. o;

los buhitis bajaron

dentro del pecho;

para sustraerse

á sus tumbas con el secreto

los ídolos se hundieron

en la tierra :

á la blasfemia castellana:

la tradición.

pero quedó

|

a

Cuando el torrente de la civilización invadió y anegó aquella sociedad neolítica, los indios bori nqueños,

que no eran precisamente salvajes, como dice muy bien Mr. Morgan, sino que, no estando tampoco civilizados,

ocupaban

ya “el estado intermedio de la barb vieron que concebir el deseo de librar á sus arie,” tudioses del odio y meno

sprecio

| de los cristianos;

y no

sólo esto, sino también la no ménos noble aspiración de petpetuar su historia que agonizaba, y sobre todo sus creen-. cias sacrosantas. Así la antigua Cástulo, ó Caocillo, de Andalucía, al exti guirse á mano armada, dejó grabado en losa de mármol este epitafio que muchos siglos después se ha descubierto: “El vecindario la ciudad de Caocillo, que murió valerosamente, erigió d toda prisa estas grandes insc ripcio-

nes al Excelso, al Dios | inmaterial ”

Este sublime afán de poner á salvo la fé en mo-. mentos de suprema angustia, revelóse en el pueblo

borinqueño, cuando sus restos dispersos prop agaron sus leyendas á los isleños vecinos, como herencia ines-.

timable

hermano.

que depositaban

,

en

el sagrario

del

corazón

Gracias al erudito D. Antonio Bachiller y Morales, algunos de cuyos trabajos etnológicos hemo s admirado en la Revistade Cuba, podemos referirnos su- ' _Cintamente á las principales tradiciones de Borínque n, . conocida : s del mundo |literario. Derivamos de su artí-: .


ST

AO

A

NN

TA

ais

LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN. culo

“Cuba primitiva”

no pocos

0

de los informes

que

seguidamente i incorporamos á nuestro estudio, interpretándolos según nuestro leal y saber entender. Una de las leyendas religiosas que parecen haber sido originarias de esta Antilla, se ha encontrado en Méjico, en el Codex Chimalpopoca, gran descubrimiento del célebre americanista Brasseur de Bourboug: y creemos borinqueña esta leyenda, porque ¡dato importante! ella supone á nuestra Boriguen la cuna del género humano. Coincide en algo con esa versión geneantrópica otra antillana, parte de un credo pagano, y que también nos impresiona como que debe d ehaber nacido -en Borínquen,

por más que,

lo mismo

que “la anterior,

haya perdido mucho de su traza con pasar de padres á hijos en extrañas islas; y coincide en que dá por cierto que de una de las antillas se pobló la tierra. Esta última tradición se ha conservado principalmente en Haitf de donde la ha sacado el hermano Ramón, porque Colón se lo ordenó; pero la haitiana, conformeera de esperarse ,——aboga pro domo sua, y según vulgarmente se di-

ce,

se comió el mandado,

pues declara que fué Haití,

_no Borínquen, la fuente de la humana vitalidad,

y has:

ta designa unas cuevas que allí existen, la Bethaitél y la Marohú como lugares respectivos de donde nacieron el sol y la luna,

las mujeres,

y habla de la conocida isla Matinino, 6 de

como para acreditarse.

Pero estos resa-

bios de localización ya no engañan al mitólogo, porque

sabe que son achaques

de todos los pueblos y de todas

las religiones. Precisamente por eso hay algo de insólito y trascendental en la importancia que se atribuye á Puerto Rico en el codex Chimalpopoca, pues sería más fenomenal aún,

sería verdaderamente inexplicable,

que, asegurando tal origen, fuese indigena sión del lugar en que se profesaba.

En la leyenda

esta ver-

ó areyto antillano á que aludimos,

se describe un diluvio:

pero el dios haitiano

tambien

en la Chimalpopoca;

que lo causó

es Yaya, mientras


cit,

Si A

ee

y

7

,

E

Ss

* >

X

.

S

A Ye

:

; Ll

:

470:

e

¡ES 18

.

REVISTA PUERTORRIQUEÑA:

E Ad

de

que el mejicano es Noachiam: naturalmente, los nombres de

los arquetipos

fábulas tratan

-

y séres sobrenaturales

nos llegan adaptados

de

que esas

en “cada tradición

al idioma en que esta se ha desenvuelto. No obstante, * la de Haití nos habla de que cuatro hermanos naci dos de un soló parto (las cuatro antillas mayores), -del cual parto murió la madre, quisieron sostener una cala baza llena de agua y de variedad de peces (el mar carib e), pero la dejaron cáer, lo cual produjo el diluvio; mientras que el cuento Chimelpopoca,

con ménos metálora

, dice que toda la tierra estaba cubierta de hielo, pero que á causa de una erupción volcánica, en la que - se reventaron

cuatro de

las siete cuevas

de Oztz (las isla

s Canarias), y arrojaron torrentes de fuego que llega ron: á Alito (Perú), resultó de esta lava formado Acar] (Pue r-

to Rico), quedando después del deshielo otras tres islas sobr e el agua:

maica).

7epatl (Haití), Calli ( Cuba) y Tochtli (Ja-

Los trozos que hemos extractado de esas tradiciones se refieren á una inundación, diluvio ó cataclismo centró-americano, lo mismo que las leyendas dé los indios Macousi, de las regiones del Esequibo,

por Schomburgk,

relatadas

igualmente que las creencias de los

Tamanacos, junto al Orinoco,

publicadas

por el

Padre

Gilii, exactamente como las de los indígenas del Caicara,

cerca del Apure, según explica Humboldt, idénticamente á las de los pueblos del Amazonas,

llace.

comunicadas por Wa-

Además, en el espacio que comprende las hoyas

del Orinoco,

del Corantyn

y

del Esequibo,

6

sea en

unas doce mil leguas cuadradas, se encuentran con multitud de dibujos simbólicos esculpidos ó rocas pinta: dos á gran elevación; y esta misma aitura, difícilmente accesible hoy, dice Aristides Rojas, de cuyos “* Estudios sobre los Geroglíficos Venezolanos” tomamos estas notas, “atestigua que son contemporáneas de las grandes

aguas, cuando dilatados lagos llenaban las elevadas rez

giones del Orinoco y de una gran parte de los llanos...”

ñ

2%


O E DE e SS

tierra, —el diluvio; y ótros la entrada en las tierras ame-

ricanas de los primeros hombres que comenzaron á poblarla, muchísimos siglos antes del cristianismo.” Es admirable cuán lejanos testimonios vienen á robustecer aquellos mitos geológicos, tanto el Haití como el de Chimalpopoca. ¿Y no podía suceder que de igual manera que la Geología científica refuerza los asertos capitales de la fabulosas, corrigiéndolos, la Historia merecedora

de

tal

nombre,

dé razón

á los más

importantes de estos recuerdos, viciados por la fantasia? En consonancia con las leyendas de Méjico y de Haití, debemos recordar las Tzendales que comenta Ordoñez, según el cual un gran número de indios, instruidos de Yucatán aseguraban que su tierra había sido poblada por una inmigración de Oriente que había pasado primero por las Antillas. ¿No será lo que acaba de confiársenos la explicación de los mitos que suponen á Puerto Rico la primera tierra habitada de América, ó al ménos inmediata á la que fué primera? Nos asesoran afirmativamente en esta hipótesis las conocidas genealogías que se daban respectivamente los Tamanacos,

de Venezuela, y los Aztecas, de Mé-

jico. Narra el Padre Gilii que los primeros le reci“ bieron preguntándole: “Si había visto por allá al gran Amalivaca,

cubierto

las

el padre de los Tamanacos,

rocas

de figuras

simbólicas;”

que había

y

cuenta

Humboldt que cuando el fraile Bernardo llegó 4 Méjico “«“se le hicieron exactamente las mismas preguntas que doscientos años ántes se habían hecho al misionera

a

A

O

internas levantaran el fondo del antiguo mar y precipitaran las aguas, hasta entonces tranquilas, de una manera violenta al Sur y al Este, en solicitud de las bajas regiones atlánticas.”. Y concluye Rojas: “Para nosotros, algunos de estos dibujos simbólicos recuerdan el último cataclismo americano, otros fijan .la tradición. universal que ha existido en todos los pueblos de la

o SA

de que causas

A

“Todos estos geroglíficos existían antes

ma

a

LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN.


472

.

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

Gilii en los bosques del

Orinoco, y venía de la otra orilla, de los paises se quiso saber si á donde se había retirado Quetzalcohuatl.”. Todaví a Humboldt nos entera de que los

indios Muyscas también rec onocían como su civilizador 4 un dios bla nco, á Bochica. E Sí, todos estos indicios se corrob ora n mút uamente; de la manera co

mo los geroglíficos venezola nodan s visos de verdad á lo que de las con sej as hai tia na chimalpopoca se trasparenta con respecto á que Puerto Rico

naciese

de

una

convulsión

modo resulta confirmada otra pro volcánica, de igual bab mente se deduce de las dos leyendas ilidad que vagaantedichas, á saber: que los pueblos que vivían junto á por el mar Caribe tenían nociones las playas bañadas conmemorativas de uná inmigración de Oriente, la cual, si hemos de atenernos á los citados mitos, hab ía desembarcado primero en una de las dos Antillas cén Archipiélago, ó sea, según apa tricas del arco . del rece más probable, en Puerto Rico. po De esta inmigración, no tan fab ulo sa como algunos suponen, quedan vestigios en cie rta s palabras fenicias que se hallaron confundidas con los demás ¿VOcablos indígenas del Nuevo Contin ente; como quedan evidencias en varias inscripcione s, fenicias también, cinceladas en rocas que se alzan en el

y Cuyo secreto guardaban

selvas en

suelo americano,

apariencia vírgenes; y quedan, para el estudioso, pruebas convincentes en la significación del nombre mismo Quetzalcohuatl (la serpiente de plumas verdes), y en su Aventuraremos nuestra interpret efigie. ación, explicándola: representa Quetzalcohuat] un mito moderno, personal, exornado, sin embargo, con primitivo; confusión esta frecuente atributos de otro en las mitologías. Pero el evemorismo es fácil de rec actual, porque en ocasiones se rep onocer en el caso resentaba al dios en . forma de serpiente plumígera, con blanco y barbado ' rostro de hombre, —como barbad o y blanco era el Bo-

de


'LUCUO, DIÓS DE BORÍNQUEN. chica de los Muyscas. La deificación del viajero que arribandoen uná nave impelida por la brisa, les' trajo

del Este grandes adelantos confundirse

con la

adoración

á los mejicanos, legA4 del

aire

Oriente que regenera á su tránsito la vida:

benéfico

de ahí que

las plumas de pájara cubran á Quetzalcohuatl, aire.

Esto,

sin

más,

Ae E

dios del

cogfirmaría la tradición

Azteta,

y de una en otra consecuencia, realzaría nuestro paralelo entre el mito Chimalpopoca y el Haitiano, trayéndonos otra vez á la fuente de donde los creemos origi-

narios, á la inmigración puertorriqueña. Pero es

de gran interés

Quetzalcohuatl tiene la forma

averiguar por qué

razón

de una serpiente.

¿Qué

. quiere decir esto? Pues quiere decir que un hombre de raza distinta de la imberbe mejicana les habia traido el culto de la serpiente; ¿de dónde? de Fenicia, en la cual estaba en auge la ofiolatria. : ¿Cómo es probable? Porque, de una parte, en esta nación la serpiente-dios

dose

curso

la cola,

en

círculo;

de los astros,

se representaba mardién-

emblema sucesivamenté del

de la repetición de

sucesión de los años, del universo

nidad y del infinito dios Zaut;

los dias, de la

que gira, de la Eter-

y por la otra, en Méjico

el dios Quetzalcohuatl

se veneraba

te.

del sol,

en un templo,

raro

entre todos, á causa de su contorno circular, y de su pórtico tallado en forma de abiertas fauces de serpienAdemás,

al

dios

al

primordial

Huitzili-

pochtli, como en compensación de haberle usufructua: do sus plumas, le asignaron también la serpiente como

atributo,

y cuadruplicada,

colocando una. en cada punto

cardinal del globo azul que le servia de asiento; conce-

sión que dió lugar á que se hiciesende moda los cule-

brones entre aquellas deidades tétricas y sanguinarias; y se adoró 4 Cihuacohuatl,” diosa de la Serpiente;

celebraban en Marzo la gran festividad

la Cohuailhuil.

>

de la Culebra,

e

|

El culto exótico de la serpiente se propagó en 7

5


rN

REVISTA PUERTORRIQUEÑA. —

América, invadiéndola por diversas fronteras,

dente

de

civilizaciones muy

distintas

eñtre

y proce-

sí; | pero

Méjico tomó su ofiolatría de aquella Fenicia tan ligada ¿Qu Egipto, que indudablemente conocía el símbolo de

la T (Tau) egipcia,

y la veneración que en Egipto se

tributaba al escarabajo.

Demuéstralo el hecho de quela

comisión á las órdenes de Dupaix enviada por Cárlos IV

á explorar las ruinas de Palenke, descubrió jen aquella

ciudad,

enterrada

hacía muchos siglos,

un'cuadrio

en

dejaron

los

donde, rodeado de geroglíficos, se ven el escarabajo y la 'T, tan frecuentes en las esculturas egipcias. | Pero,

se

nos

Fenicios aclimatado

objetará:

¿Cómo

no

en Puerto Rico el culto de la ser-

piente, si aqui vivieron, ántes de pasar á Méjico?

Con- ¡

testaremos anticipándonos en nuestra exposición,

sin duda, pero que

lo es necesariamente,

lenta

para que

re-

sulte menos confusa, ya que tantos puntos abarca. ¡ Ha-

bía otro mito, que estamos próximos á considerar, anti-.

llano también, y vigente en Puerto Rico en la época del

descubrimiento: mito de procedencia caribe, y que des-

alojó de esta isla sus creencias autóctonas, que hémos

visto desnaturalizadas en Haiti y en Chimalpopoca: y en este mito caribe, que se profesaba por los buhitis de Borinquen, constituyendo parte de la teogonia de Lucuo que vamos á desarrollar, se veneraba al dios Racuman (nombre

que recuerda

los egipcios

“Rá,”

“Ammon”),

bajo la forma de una serpiente con cabeza humana, ehroscada á un árbol, y con una fruta en la boca, para ofrecerla á los transeuntes. ¡Datos estupendos!

r Puerto Rico no sólo fué con-

siderado por sus indios como el Paraiso en donde nació . el hombre, sí que también tuvo su serpiente con la manzana, en su árbol de vida, como se lee en el génesis >

bíblico; la misma serpiente con cualidades humanas que

o

W

jr

on. e

*

hablaba 4 Adán, que habló 4 los Mejicanos. Y así como el símbolo ofidiano paradisiaco se origina de las más remotas civilizaciones, anteriores á la redacción del


|

||

;

a

pS

LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN. Antiguo Testamento liya

que

venció

da .

|

|

E

S A

05

hebreo, y hasta 4 la sierpe Ka-

Vichnú,

cuando

tomó

la

forma

de E

Krischna; así también este culto se desgaja de aquellas antiquísimas religiones, para pasar 4 Méjico, dejando rastro en las Antillas. |

Dr. CaLixro RoMERO CANTERO. (Cencluirá).

IS

E ¡A ) |

>

>


>: | |

o

LAS LETRAS Y LAS ARTES

EN MADRID.

z

Unos cuantos estrenos en los teatros

y la muerte

del insigne novelista Fernández y González son los su-

cesos notables aquí ocurridos desde que escribí" mi anterior carta á la Revisra. e Las obras principales puestas en escena son cinco, todas originales. ¡Ojalá pudiéramos decir siempre lo mismo! ¡Ojalá vayan siendo cada dia ménos frecuentes las traducciones! Hé aquí los titulos de las pro-

ducciones á que me refiero:

La Bruja, zarzuela en tres

actos en prosa y verso de Miguel Ramos Carrión con música de Chapí; El Sombrero de copa, comedia en tres

actos y en prosa de Vital Aza; El hijo de carne y el hijo de hierro,

drama en tres actos

y

en prosa de

D. José

- Echegaray; Mimí, comedia en dos actos y en prosa de D. José Estremera; y La mujer de César, comedia en tres actos y en verso de Cárlos Coello. a Algunas otras obras se han estrenado con éxito vário, en teatros de segundo orden, pero de estas sólo merecen especial mención un juguete cómico lirico, AI alcalde interino,

muy aplaudido en Eslava

gracias á la

preciosa música del maestro Brull. , La prensa diaria de Madrid habrá ya divulgado.en

Puerto Rico lo que es cada uno de los trabajos citados;

|


:

LAS LETRAS Y LAS ARTES EN MADRID.

49

pero fiel al encargo: con que me ha favorecido la R£VISTA voy yo también á decir algo por cuenta propia. La Bruja es una zarzuela de asunto y carácter esencialmente españoles. La acción pasa en Navarra y en los últimos dias del triste reinado de Carlos 11.

Un hidalgo pobre que vive en un pueblecillo del valle del Roncál ha visto una noche á una mujer bellísimia, atravesando un rio á nado y, locamente

ella, la busca en balde por doquiera.

enamorado

Todas

de

sus pes-

quisas son inútiles; mas una bruja que habita entre las cercanas ruinas de un castillo le dice que la hermosa

desconocida

es ella misma.

La

bruja es una jóven -

encantada, y para recobrar su primitiva belleza necesitá encontrar un hombre que tenga suficiente fé y amor para conquistar por ella glorias y sin par' ar mientes en la rugosa

laureles. Leonardo, tez de la viejecilla,

acordándose sólo de la mujer hermosa que vió entre las ondas del rio, se presta á deshacer el encanto y

parte

á Italia donde

guerrean

las armas

al mando

españolas.

del duque

La bruja,

de Saboya

entre tanto,

se queda en el lugarejo navarro haciendo beneficios: 4 la gente del pueblo, donde no hay infortunio. que ella no ampare ni desgracia que no consuele; pero un dia, al caer la tarde, se presenta en la aldea un inquisidor que viene á prenderla. La superstitión de su tiempo la ha perdido, y la caritativa mujer va 4 cáer en las terribles garras del Santo Oficio. En tal situación llega Leonardo de vuelta. El que marchó pobre y desconocido, sin más protección que un anillo que le regaló la bruja, torna capitan de los tercios españoles,

mente

trae la idea

de desencantar

á

y fija en la

la viejecita

que

apoyándose en su báculo y recordándole sus promesas le dice: “Verás cómo el gusano se trueca en mariposa.” La llegada de la Inquisición suspende el amoroso duo, Leonardo se oculta tras unas peñas y la bruja se mete en el castillo. Momentos después el familiar del Santo Oficio, seguido de sus esbirros,

lama 4 las puer|


EEE

“a

A

Fe

n

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

$

tas del sombrío edificio y,

á la tercera

vez que su voz

robusta resuena en las concavidades del monte, se abre la entrada principal y aparece en su dintel la bruja

transformada en gentil doncella y envuelta entre los plade la luna. La bruja era D? Blanca de Acevedo, hija de un noble desterrado, que al verse des-

teados rayos

amparada y sola adoptó aquel disfraz para no huir á tierra extraña ni caer en las garras de los enemigos de

su padre.

En vano quiere Leonardo salvarla,

No era

posible entonces luchar contra la Inquisición. Los esbirros se llevan á Blanca y, el galán arroja con desd én

la espada

vencedora en Italia pero

imútil' en

España

donde la superstición popular presta brios al trem endo

tribunal. La

obra se desenlaza con un recurso

mucha gracia.

Un

recibido

cómico

pastor llamado Tomillo, amigo

compañero de Leonardo,

cerrada

ado

en los dias de la infancia,

constantes favores de la bruja,

en un convento,

de

y

| |

|

ha

y al verla en-

donde la encarcela

el

Santo

Oficio para que purgue sus pecados, pretende salvarla. Tomillo, su mujer y su suegra logran introducirse

una noche en el claustro, asustan 4 las monjas y á las educandas contando suscesos de duendes -y brujas, y cons

iguen, después del toque de queda, la torre del campanario. Poco después suenan de un modo raro y estridente, entre diabólicos y grotescos y aparecen

por junto á las celdas de las educandas, espantable

catadura.

Son:

Tomillo,

su

esconderse en las campanas óyense cantos en el claustro

-tres brujas de mujer y

su

su suegra, que envueltos en mantos sombríos y apoyados en báculos, han bajado de la torre acercándose, poco á poco, hasta la celda que sirve de prisión á su

antígua bienhechora.

escapan los cuatro del

|

Blanca sale, se une á ellos y convento.

mente cómico, es que Tomillo

Pero,

lo verdadera-

ha logrado -poco

hacer que mientras se está esperando

antes,

en el convento

un fraile que ha de exocizar á Blanca, penetre tambiéná oo

Lt Sy

ñÑ 4 R

|


LAS LETRAS Y LAS ARTES EN MADRID,

y

|

|

Léonardo en el claustro, disfrazado de franciscano, sien-

do él quien advierte á su amada de cómo, cuándo á qué hora, con qué seña vendrán las supuestas brujas á librarla de su encierro. Las escenas en que esto se prepara y el terror de monjas y educandas al acercarse

las fingidas brujas, dan al tercer acto un

$abor

que en su acción intervienen. Añádase al enredo narrado ura larga série de cuadros escénicos que constituyen el fondo de la zarzuela y entre los cuales hay primero, se vé una

|

a |

cómico

lleno de aquella gracia puramente española, que va siendo cada dia por desgracia más rara en nuestro teatro concontemporáneo. Tal es, rapidísimamente contado, el asunto de Za Bruja y táles son las principales figuras

algunos preciosos.

:

|

— MS

8

Al levantarsé el telón para el acto

cociha

navarra

con

su

gran

chi-

E

menea en que chisporrotean los leños bajo la enorme campana que cobija el fuego; ála izquierda, hilan las viejas y las mozas; ála derecha, los hombres juegan al mús en torno de una mesa; las sombras de los grupos se

lumbre,

proyectan

una

de

las

en

los

mozas

muros, del

y al

pueblo,

pastor Tomillo, canta un romance morisco

del carácter poético popular acto

segundo

hay

otros

dos

de

aquel cuadros

La diversión de aquellas

la

novia

del

impregnado

tiempo.

En

preciosos:

con

0 :

0

La

e un

gentes sencillas,

el temor que inspiraba el odioso tribunal, la negativa de los labriegos á servir de guía al inquisidor, la impo-

siciónde éste, todo está reflejado

| |

calor de la

partido de pelota jugado entre roncaleses y vizcainos, : y un zorzico que bailan los aldeanos, durante el cual - el baile y la algazara se ven de pronto interrumpidos por la llegada del inquisidor que vienen á prender á

á la bruja.

; 5

afortunado es-

tudio de aquella época y dispuesto de suerte que contribuye poderosamente al efecto dramático de la obra. ¿4 | Como muestra de la versificación de La Bruja,

copio el siguiente trozo de la escena del primer acto,

A 3

e

. ]


2

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

430

en que Leonardo cuent a al pastor á la bruja por vez primera:

Leonardo,

Tomillo cómo

En una noche plácida del ardoroso estío,

y al pié de un sáuce lánguido que presta sombraal río, tranquilo yo aguardaba,

durmiendo en la ribera,

del día ya cercano

la dulce luz primera.

De pronto me despierto, y miro allí asombrado, '.

que una mujer bellísima

cruzaba el rio á nado. Envuelta en blanca túnica

que apenas la cubría, : á mis pasmados ojos

la hermosa se ofrecía. Su espalda tersa y pura

de blanco mármol era;

caía en sueltas ondas

|

la rubia cabellera,

y al sostenerla á flote con su corriente fría, en torno acariciarla el agua parecía. Yo absorto contemplándola

suspenso me quedé,

Tomillo, Leonardo. .-

o

e

e

y con mirada atónita sus formas admiré.

Pues si yo estoy allí,

aunque no sé nadar, me zambullo de fijo en el agua

sin

vacilar.

De mi estupor saliendo

me adelanté imprudente e

yió


LAS LETRAS Y LAS ARTES. EN MADRID. 7

]

y ella asustada entónces

húundióse en la corriente. Me lanzo al agua loco dispuesto á perseguilla, y aparecer la veo

allá en la opuesta orilla, Medrosa recatándose de la mirada impura, desaparece rápida en lasfloresta oscura.

Yo nado, llego, busco,

recorro el bosque entero, sin perdonar ramaje, sin olvidar sendero: más todo, todo en vano;

buscando el bien que huía,

me sorprendió rendido

la luz del nuevo día.

:

¡ Y aun dudo, triste y mísero, si fué aquella beldad,

.

)

aparición fantástica

Ó hermosa realidad!

Tomillo,

Sueño fué, sueño fué, yo también ¡ay de mí! . entre sueños mil veces he visto mujeres así. :

.

Esta

escena está puesta en

música

de

un modo magistral por Chapí. El relato conserva toda su frescura: las notas no hacen sino aumentar poes ía y encantoá la bellísima narración. De buena gana copiaría más escenas, pero no lo hago por temor de que resulte esta carta demasiado larga, a La Bruja ha tenido éxito grandioso. Lleva ya más

de

60 representaciones. Y lo mejor del triunfo. consiste en que esta parece ser la esperada seña l de la resurrec

ción

rs,

de la zarzuela.,

género eminentemente es-


438

REVISTA PURRTORRIQUEÑA.

.pañol

que había llegado

mos Carrión

á tristísima decadencia. ¿Ra

y el maestro Chapí pueden estar satisfe-

chos. De la partitura escrita por el seg undo nada digo porque me falta ese conocimiento de la tecnica musical. necesario para usar el elogio ó la haré constar que el temperamento artísticcensura. Sólo o verdaderamente maravilloso y que si hub ide Chapí es iera nacido en. Francia su nombre y sus obras habrían ya recorrido en triu

nfo la Europa entera. da Un detalle que puede servir de medida cular el éxito de La Bruja. En cuatro dom para calentrado en el Teatro de la zarzuela más de ingos 'han siete mil du-

ros.

: | | Hablemos ahora de la obra de Vital Aza estrenada en el Teatro de la Comedia y que se titula 4! sombrero de copa. : ) El asunto €s imposible de narrar: el inte rés de la acción está fundado en un embrollo tan com plicado y tal confusión de personas que es abs urdo querer «dar idea de todo lo que allí sucede en dos cuartillas de papel. A semejanza de lo que ocurre en dias de capa y espada, llega un moment algunas comeo pectador se ve obligado á fijar mucho la en que el esmovimiento de los personajes para pod atención en el er darse cuenta de lo que

les pasa. Aparte de la diversión que esto sólo produce cuando todo está justificado y bien calculado, como en £l sombrero de copa,

Vital Aza dia

gracia y pone en boca de los tipos que crea loga con tal tal cantidad de chis das.

tes que la representación es un coro

La

empresa

“del

Teatro de la Comedia

de carcaja-

ha tenido que retirar del cartel El sombrero de copa abonados no querían ya verlo más noc porque los hes seguidas. La obra se está representando desde mediados de Dicie

mbre y esto aquí equivale á doscientas noc hes en un a El drama de D. José de Echegaray El hijo de carne y el hijo de hierro puede condensarse en teatro de París.

pocos párra-


. LAS LETR Y LASAS ARTES EN MADRID.

as

fos para dar idea del género literario 4 que pertenece. | | Un sabio catalan del siglo XVI, llamado Pedro Muntaner, ha inventado una máquina merced á la cual

podrán los bajeles recorrer los mares sin remos ni velas. . Venecia pretende arrebatarle ¡el secreto y para ello se apodera de un hijo que Muntaner tuvo en sus

mocedades;

escena, colocan

llegando

en el

desarrollo

de

la obra una

la principal del drama, en que los venecianos 4 Muntaner en el terrible trance de ver dar tor-

mento al hijo de carne, Ó entregar á sus enemigos el secreto

que constituye todo el trabajo de de hierro. El amor de padre triunfa del sabio, pero los venecianos no logran lo porque un amigo “de Muntaner, viendo

mortificado por el tormento,

su vida, el hijo entusiasmo del que pretenden al hijo de éste-

le venga arrojando

al fue-

go los planes del artificio ideado por el sabio catalán. El drama está escrito en el estilo brillante y lleno de hermosos pensamientos que es propio de Echegaray. La obra adolece en el fondo de cierta falta de lógica en

el desarrollo menos

El

del tipo principal

y hay en los diálogos -

naturalidad de la que fuera conveniente.

éxito no

ha

sido tan

satisfactorio

como

está

acostumbrado á lograrlos el autor, pero yo que nunc a he adulado al Sr. Echegaray, ni en los dias de sus mayores triunfos, me he complacido ahora en declarar bajo mi firma en El Correo y en la Revista de España que no está plenamente justificada la frialdad del público. Lo que sucede es que como los demás autores no quieren escribir por la mala organización de la compañía del Español, resulta que D. José Echegaray está manteniendo casi solo el teatro un año y otro*año, de suerte que el

público se sabe ya de memoria los recursos,

los proce-

dimientos, el estilo y todo lo que constituye la perso_nalidad literaria de D. José. Falta, por tanto, el contraste que da vida y animación á la existencia del teatro. Ver hoy una obra romántica,

mañana un juguete


EI

A

RATES

MID TONTA

Be

E TAS

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

cómico, cuándo una tragedia, cuándo un dram a

de

costumbres ...... sería un encanto. Pero noes posible que un solo autor, es decir un solo estilo, una sola nera mantenga vivo años y años el interés que madebe despertar un teatro. Fuera de estas consideraciones el -. último drama de Echegaray no es inferior á otros sali. dos de su pluma que han dado muchísimo dinero, y como fuerza poética es de lo más hermoso que ha con-' cebido. | 1

Vamos ahora á decir dos

palabras de lo ocurrido

' con Mimí, comedia de Estremera estrenada en el teatro:

Lara.

|

Mimí

UE

es una obra sencillísima, toda gracia, ter= > nura y delicadeza: algo pobre de asunto, pero admirable como estudio de caracteres y forma literaria. La: protagonista es una niña mimosa, terca, mal educ ada pero de buena índole, cuyas coqueterías, reciben castigo el desdén de un hombre á quien pretende 'por ena- ' morar. Las demás figuras son dos abuelitos chochos,

que

acceden á cuanto su nieta les pide, y un tipo de primer órden: un cervantista exageradísim cómico o queal final de la comedia confiesa que no ha leido El Quijote. Con solo estos recursos ha escrito Estremera una. comedia en dos actos que es una joya. La noche del. estr eno el público

no

acabó,

obra porque está acostumbrado

creo yo,

á ver

piezas de brocha gorda, exclusivamente

de

entender la '

en aquel

cómicas;

en noches posteriores, cuando la interpretaci ón

teatro

pero

ha sido

más esmerada yla gente se ha persuadido de que Mimá no era un juguete sino una comedia de caracter es

la cosa ha variado de aspecto y la obra ha sido apre ciada en lo que vale. Va la tienen pedida todas lasempr esas de provincias. La mujer

de

César, de

por la compañía que dirige

_pertado gran

interés,

Cárlos

Emilio

Coello,

estrenada

Mario,. había des-

sobre todo entre los escritores.

Cárlos Coello pertenece al elemento Jóven |

dp

de la lite--:

-


LAS LETRAS Y LAS ARTES EN MADRID.

e

ratura española, pero está separado de la juventud en todo. Parece mentira que á su: edad pueda profesar las ideas de que es partidario. Coello es un espíritu profundamente reaccionario. Ya en tiempo de la Re-

volución de

Setiembre,

cuando

comenzábamos

á

es-

cribir los que hoy tenemos treinta ó pocos más años y alardeábamos de espíritu liberal, él era alfonsino ca-

tólico

y amante de todo lo que

la negación del progreso.

en

Elcaso

España

es tanto

representa

más sen-

sible cuanto que Cárlos Coello es un escritor distinguidísimo, que maneja el lenguaje como muy pocos y que ha publicado obras dignas de sincero elogio. Esta vez por huir de la dramática en boga y del realismo moderno,

es decir, por sentir horror

á todo lo

de su tiempo, ha planeado una comedia anticuada,

que

recuerda las de Eguilaz y Rubí. Yo, que respecto á las obras literarias pienso que es lo primero la forma, estoy dispuesto á disculparle, pero el público, que en el teatro pide cada dia mayor suma de verosimilitud en la acción, no ha sido tan imparcial. La 'noche del estreno el autor fué llamado varias veces á la escena, mas el fondo de la comedia no convenció á nadie. Las bellezas innegables de La mujer de César, están en la

versificación.

Allá vá la muestra.

Véase

su vida uno de los personajes de la comedia; Barcia.

|

Mi faiblesse

es odiar la soledad. La tengo un miedo cruel Donde va la gente, allí

voy yo;

la moda es mi ley,

y en mi vida y en mi traje lo primero es la derntére.

Pero volviendo á....

Yo. soy

de una constancia enragée; peroal fin vivo en el mundo,

como

pinta


y él manda y yo digo amén. Los veranos, á la playa

que más concurrida esté;

una escapada á París,

y en Madrid el ocho 6 el diez

de octubre, á abrir el Real. Bailando y tomando té,

¿Quién siente el frío?

Que llega

abril, pues monto en el tren,

y á Sevilla la Semana Santay la feria.... No sé

cómo hay quien halle la vida

desprovista de interés. : Con ajustarse al programa y con cierto savotr faíre.... Yo aquí madrugo. En Madrid

hay dias que hasta las tres no me levanto.

Andres,

Garcia,

4

EN No usted nada....

hará

- *Nada. ¡Pché....! Casi todo lo que suele

hacerse es una sandez.... y mientras ménos madrugo ménos hago. ¿Qué ha de hacer

uno qe caso

Arar el Retiro,

de que no les dé

por ir á la Castellana

á coger reuma en los piés,...

Comer en casa de alguien, ó en el Veloz 6 en Buffet... Al Real si es primero par Ó hay tenor que cobre bien ....

A sociedad.... al Casino....

á cenar en el Inglés

ó en Fornos, para hacer tiempo

de que empiece

amanecer. ...


LAS LETRAS Y LAS ARTES EN MADRID.

89

Y á acostarseal dia siguiente,

y á repetir el couplet.

Consagremos ahora algunas líneas - Fernández y González.

4 D. Manuel Le

- España le debe el haber contribuido 4 desarrollar aquí en gran modo la afición á la lectura. Ha escrito tanto como Dumas padre y, en honor á la verdad, las obras que él quiso cuidar y escribió con gran esmero

son novelas

históricas,

admirablemente hechos.

Montes de las Alpujarras,

cuadros

de

épocas

nacionales

Men Rodriguez de Sanabria, Log

El cocinero de Su Majestad y

Martin Gil han hecho comprar libros á quien nunca gastaba una peseta en papel impreso. La novela sigue hoy distinto rumbo, los que la cultivamos procuramos que sea al mismo tiempo contemporánea, real y española. D. Manuel sólo ponía empeño en entretener agradablemente á su lector.

! Quién sabesi estaría de su parte

la razón y el acierto!

Y su propósito lo lograba como no lo ha logrado nadie. ¡Cuántas veces nos ha sorprendido la luz del dia leyendo sus preciosos enredos de capa y espada cuando tenía-

mos diez y ocho años!

¡Cuánta gente

hay aquí. que

no sabe más historia de España que la encerrada en las poéticas aventuras narradas por D. Manuel! - Hoy

lo que se escribe es más cierto,

tiene más de verdad, se

estudia y refleja mejor la vida, pero aquellas novelas caballerescas tenían una fuerza poética de que carecemos los que andamos ahora en busca de documentos humanos buceando en el corazón y la cabeza del prójimo para estudiar un carácter. D. Manuel no había menester tal estudio. Solo en su cuarto forjaba sus

enredos, sin otra ayuda que su imaginación prodigiosa,


438

_ REVISTA PUERTORRIQUEÑA-

y cuando hace algunos

A

años se anunciaba

una novela suya, publicada por entregas, la com praban hasta las criadas de servir en los puestos de los mer cados. Fer-

nández y González

ha entretenido

á

ción con sus sabrosos cuentos.

toda una genera-.

¡Qué tasías por él creadas han desterrado lade veces las fanmelancolía, y el mal humor! Madrid hizo

4 Don Manuel

:

Ho

un entierro suntuoso.

El Ateneo dió albergue á su cadáver la muerte hasta la hora del sepelio desde que oqurrió y tras el carro fúnebre fué

al cementerio mucha gen Llevando: las cintas del féretro iban Manuel del Palte. acio en representación de los

poetas líricos; Leopoldo Cano por los autores dramáticos; D. Juan Valera por la Aca dem ia Española; Sánchez Miguel por la facult ad de letras; ún sargento condecorado con la cruz laurea nando, porque también la tenía D. Manda de San Feruel; un cajista de la imprenta donde se imprimían á la sazón sus obras, otros que no recuerdo ahora, y el que escribe - estás líneas en representación de los novelista s. De ¡Quién me lo había de decir cuando estuve á pique de perder el curso de derecho civi l por leér en Mayo, cerca

de exámenes, El cocinero de Su Majest ad! Vol vimos del entierro hablando

+

del ilustre muerto,

y eran de oir las cosas que contaban los que le trataron en su mocedad. | A ES

**

+

Hace dos dias no se habla en Madrid sino del fíasco de la Patti en el Real. En vano una parte ha tratado de ocultarlo. - Otros periódicos de la prensa blicado la fé de bautismo de la célebre divn hasta han pula afirmación de que tiéne la voz muy debi para explicar litada, sobre todo en las nota s agudas.

La Patti

nació el año 1843. i

1

1

4E É ¡ ! lb b

Í¡ |


LAS LETRAS Y LAS ARTES EN MADRID)

439

El precio de las localidades habrá contribuido algo -

al descontento del público,

pero es indudable

que si la

Patti tiene 45 años, como indica la dicha fé de bautismo, no es extraño que se hayan aminorado sus faculta-

des. Ello es que ni aun trayendo á la Patti se logran resucitar los antiguos esplendores del Teatro Real. : La cuestión del Español continúa como estaba, Sólo hace tres Ó cuatro dias ha empezado á decirse que el ministro de Hacienda tiene un proyecto para reedi¡Ojalá! ficar el Teatro Nacional. Hace pocas noches nos reunimos los que componemos la junta directiva del Círculo Artístico Literario, cuya caja anda mal de cuartos porque allí va mucha gente y no toda muestra igual empeño en pagar las Se trató de arbitrar recursos para salir de apucuotas. ros y fué adoptada una proposición que voy á contar,á' los lectores de la Revisra, porque cuando el número en que se publique llegue á Madrid ya no habrá inconveD. José Echegaray, que es niente en qúe se sepa. nuestro presidente, propuso que hiciéramos una comedia entre todos los sócios escritores del Círculo y que los sócios músicos compusieran cada uno para esta obra una

El proyecto fué ad:mitido pieza| de orquesta ó voces. Echegaray, Ramos Carrión y Vital por unanimidad. Aza se han encargado de hacer el plan y luego repartirán

á cada poeta la escena que le corresponda y á cada compositor el momento musical que le toque en suerte. Puede calcularse que colaborarán,

lo menos,

ochenta ó

La obra se titulará El calvario del autor cien personas. y estará fundada en las contrariedades y disgustos con que tiene que luchar un poeta para ver una producción Lecturas á amigos,

críticos y

periodistas, peleas con los actores, rivalidades

de estos,

suya puesta

en escena.

los ensayos, las angustias del estreno... la escena.

todo saldrá á

2

Es seguro que El calvario del autor será, por su novedad, un espectáculo que llame poderosamente la .

6

:


2.

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

atención.

El producto se destina al sostenimient o! del Circulo Literario cuya pobreza es grande

pero que tiene á mucha honra ser la única sociedad de recreo que hay : en Madrid donde no han ent

rado, nientrarán, la ru td el faraon, el monte ni ningún otro jue go de azár. |.

Jacinto Madrid, Febrero de 1888.

Octavio Picón. |


; ¡

LETRAS Y ARTES EN PARÍS. -

|

Y

|

]

os puntos merecen detenido exámen en el últi mo libro que el maestro Guy de Maupassant publ

librería

de

Pablo Ollendorff:

el estudio

ica en la que sirve de

prefacio y es á manera de manifiesto de la esté tica literaria del autor, y la novela que en seguida se desarrol Titúlase buenamente Pedro y Juan,. y €s una hist la, oria sencilla, como acostumbra escribirlas este enamorado de

la sencillez que ha encontrado en ella su marcadísi ma orig

inalidad; una historia sencilla por lo humano, por la falta de argumento propiamente dicho, por lo frecuente de los episodios, pero de tan dramática inte nsidad que se deja la lectura

claros

conmovido

y con

los

ojos no

muy

a familia Rolaud, que se compone de

cuat el padre, antiguo platero parisiense que tan ro séluego logró alguna renta se retiró, movido por su inmode

res:

rada aficióná la navegación y á la pesca; la madre, mujer de su casa, económica y un tanto sentimental ; Pedro, el

hijo mayor, iracundo, violento,

que ha seguido divers

as profesiones, las ha abandonado y obtiene al fin el grado

de doctor; y Juan, de cinco años más jóven que _ maño, afable, sereno, metódico y abogado, toda su herla familia.


e

:

:

492

|

E

;

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

a aa

habita en el Havre, pues allí puede satisfacer M. Rolaud

sus gustos. : Desde la infancia ha existido rivalidad entre los dos hermanos, y no la ha disipado la juventud; yace secreta

y latente, pronta

expían,”

pero-se

“se quieren,

á manifestarse;

y al comenzar el libro está entre ellos la viuda Rosémilly, joven y rica,

Mad.

de un capitán de marina,

vaque los dos contemplan con deseo y con la esperanza Primer elemento

ga de casarse con ella. mer capítulo,

4 la vuelta

de discordia.

de una partida

el pri-

En

el más grave.

No tarda en surgir el segundo,

de

pesca, el

notario de la familia Rolaud llega á visitarla, y después

de preguntar 'á los padres si han conocido en París á un tal León Maréchal, les anuncia que ha muerto, ¡de-

jando toda su fortuna, unos veinte mil francos

de renta,

á Juan Rolaud. La madre lloriquea, el padre olvida que fué el difunto su más íntimo amigo y se alegra! sin ocultarlo. Juan está algo alelado. Pedro pregunta: "¿Conocían ustedes.mucho

á

ese Maréchal?”.

Y

Ro-:

laud le explica que pasaba todas las noches con ellos, que quería mucho á Pedro y que precisamente él fué en busca'

del médico

la mañana en que

la noticia experimentan

nació Juan.

Con

los dos hermanos deseos de sa-

lir y lo hacen, yéndose cada uno por su lado, Pedro se siente descontento. No sabe lo

p quéle

aflige, quéle pesa sobre el alma y le entumece el cuerpo. “¿Qué

tengo yo esta noche?”

mo excitable

pre

domine

“¿Será

y

en

reflexivo

á

se pregunta.

un

tiempo,

él la sensación

la herencia

de Juan?”

Y

á la

Es de áni-

aunque

siem-

inteligencia. -

se explica que sí,

que ha tenido celos de Juan, lo que es una |bajeza, pero los ha tenido. .Al otro dia se levanta. Pe-

dro con la resolución de hacer fortuna, y como para ello es indispensable abrir un gabinete de consul se echa á la calle 4 buscar casa y. encuentra una deliciosa,

con, dos salones, una galería acristalada en la que especomedor

en enen

A

rarán los enfermos y un gracioso

ae


_LÍPTRASY ARTES EN PARÍS. rotonda, con vistas al már. Pero cuesta tres til franéós, hay que pagar un trimestre adelantado y no posée

ún maravedí. “¡Si tuviese dinero!” se dice y asoma de ñuevo la idea dela herencia de su hermano. Está triste, tiene necesidad de que lo consuélen. ¿De qué? Es uno de esos '“momentós de laxitud en que lá pre=

- Sencia de una mujer, la caricia de una mujer, el roce de -. úña mano,” parecen indispensables al corazón. Y sé vá á- una cervezería en la que sirve una muchacha qué

ha visitado á veces.

¿Por qué le cuenta á aquella mu-

jér lo de lá herencia de su hermano? - No lo sabe, pero lo dice, y cuando añade qué el testador era un amigo de sú familia, nada más que un amigo, la prostituta ex- clama: “5 Vamos, tiene suerte tu hermano de tener ámigos de Ea índole! ¡Ahora sí que no me extraña que . se té parezca tán poco!” Pedro siente tentaciones dé abofétearla y se va, pero ha comprendido la malicia, lá infamia; la moza ha creido seguramente que Juan era hijo de Maréchal, del muerto. | Indígnase Pedro de que álguién dude de su ma-

dre,

pero se dice que la odiosa duda

puede nacer

én

otros pechos. Bueno que un solterón deje su fortuna 4 los dos hijos de uri amigo, es hatutal si no tiene herederos. - ¡Péro, dejarla 4 uno. solo de los dos! Claro está que la genté murmurará, se asombrará y acabará por sonreir. ¿Cómo ño se le ha ocufrido á su padre? Todo el mundo reparará en que él es moreno y Juan rubio; en qué nó se parecen en nada, ni física ni moralmente. Y entra én sú casa con la intención de hablar 4 su hérmano para que no acepte aquella fortuna que compro: mete el honor de su madre. Hay una: gran comida. Está allí Mad. Rosémilly y no hay medio de explicarse. Será más tarde. Beben mucho y Pedro se ácuesta sih hablar

como

á Juan.

Alotro dia

los devotos.”

“interroga su conciencia

Sin duda los celos que siente; por

más que contra ellos sé indigne, le han hecho compreñ-

der la alusión de la ramera, que no habría dades >


494

REVISTA PUERTORRIQUEÑA,

en otra ocasión, tratándose de su digna, la única que adora, pues madre, tan buena, tan su padre le desagrada por lo vulgar hora

y rastrero de su inteligencia.

de la benevolencia,

ha salido con Juan para

Poco dura.

Está en la

Su madre,

que

uscarle casa, ha alquilado pre-

cisamente la que vió Pedro y anh elaba, con galeríade cristales y comedor en forma de rotonda. Y Pedro se dice: “Esto es ya demasiádo. ¡Ha de ser todo para él....!” Poco despué

s, de improv conocieron ustedes á Maréchal?” iso pregunta: “4 Cómo tienda; un dia entró á comprar algo Fué su madre en! la y volvió en lo sutesivo. “¿Quéaño fué?”

tres

de edad;

entonces

su hijo

chal se portó, un padre.

alma

la madre

Y

El 18 58, cuando Pedro tenía lo recuerda por haber tenido

la escarlatina;

cuidó al niño,

por

cierto que Maré.-

le veló y le besaba como

esta idea brusca,

violenta

de Pedro como una bala que agugerpenetró en el ea y desga-

rra: “Ya que me conoció el primero, que tan bueno fué para conmigo, ya que me ama ba y besaba, ya que por mi causa se

unió tan íntimaménte

¿cómo le ha dejado

mínada oo...” Y desde este

toda su fortuna

momento

lo que le tortura el alma

| ya

no

con mis padres,

4 mi hermano,

ln sufre de los celos;

es él terror de una cosa és-

pantosa, el terror de llegar 4 creer él su hermano, es hijo de aquel hombre mismo que Juan, . No lo cree, ño puede

siquiera hacerse tan criminal preciso que deseche la sospecha, que pregunta; pero jes su corazón recobre la seguri

dad, y trata de hacer, con sus rec uerdos, la información que revele la brilla nte ver dad . Trata . de recordar la fisonomía de Mar éch de la inmensidad del mar,

al,

en

noche

y

sólo,

delante

de niebla, evoca aquella figura y acaba por verla como si la delante. Era un -hombre de 60: años, cano, tuviese afable. Llamaba á Juan y Pedro: “mis hijos. ” No manifestaba predilección ni por el uno ni por el otro. Cuando Pedro estaba escaso de recursos, Mar échal le había: dado,


LETR Y ARTESAS EN PARÍS,

og

espontáneamente, algunos centenares de francos.

que lo amaba....!

Juan toda su fortuna?

Eneste

caso,

¿por

qué

A fuerza de tensión

¡Con-

dejaba 4

del ánimo

recuerda que Maréchal llevaba 4 menudo ramos de flores á su madre, pues su padre decía: ““Se va usted 4 arruinar en rosas.”

cias, amigo mio.” la frase su madre

Y Mad. Rolaud respondía:

““Gra-

Muchas veces ha debido pronunciar para que Pedro, niño entónces, la

tenga aun en la memoria y le parezca estar oyéndola. ¿Por qué le llevaba rosas? ¿La había amado? ¡Por qué habría sido amigo de aquellos mercaderes, de M.

Rolaud, tan positivo, tan bajo, sin haber amado 4 Mad.

Rolaud!

De pronto recuerda que Maréchal

fué rubio, E

rubio como Juan, pues había en casa de. los Rolaud una.

miniatura de él cuando joven.

aparecido. ¡Ay!

La

miniatura

ha

des-

¿Se ha extraviado ó la han escondido.,..?

Pedro siente que duda de su

madre

y le invade

una oleada de amor, de enternecimiento, de desolación. ¿Cómo puede dudar de su madre, cuya vida simple,

casta y leal es más clara que el aguá....? Pero sigue dudando y decide pedir la miniatura 4 su madre para ver si en la cara de Maréchal hay puntos de afinidad con la de su hermano. Se la pide, y Mad. Rolaud promete buscarla. Por lo noche la reclama:

“Díme,

mamá,

¿has

en-

encontrado el retrato?”—“¿Qué retrato?”—““El de Ma-

réchal.”—“Nó,

es decir....

pero creo saber donde está.”

él lo ha visto, que

está

tiene que ir á buscarlo.

en

Ha

...

no lo he «encontrado

Y el marido el secretér. ..

mentido,

declara que y

la madre

pues lag misma

mañana dijo á Pedro que no sabía dónde paraba.

qué ha mentido?

Y Pedro

mentido, ““con la exasperada

mira

ásu madre,

cólera

ñado, robado en su afección sagrada,

de

con

un hijo

¿Por

que ha

enga-

los celos

de

un hombre largo tiempo ciego que acaba por descubrir una traición vergonzosa. Lo había engañado, pues se debía á él, irreprochable,

como todas las madres

4 sus


ee.

Viene el retrato

pero existe.

La

madre

AS

hijos.”

_ REVISTA PUERTORRIQUEÑA. y existe un parecido, ha

adivinado

vago,

también,

y lo

mismo que para Pedro ya no cabe duda y está conyvencido de que aquella mujer, su madre, ha sido la querida de Maréchal,

Mad.

Rolaud sabe

que

Pedro

ha

descu-

bierto la enterrada falta, y que sus largos remordimien- tos no la han lavado, y que ahora surge el sufrimiento más desgarrador de todos, la

irritada

€ indignada| mi-

rada de su primogénito, del inesperado justiciero. | Justiciero terrible, que sufre horriblemente, yá cada paso tiene palabras tan crueles como ésta; (respondiendo á su padre que le pregunta por qué lestá triste, dice: “Lloro á una mujer.”—“¿Qué ha muerto?”

—“¡No, peor aun, que se ha perdido!” Sí, mucho Jutre la madre, pero otro tanto sufre él; sufre por no amarla,

por no respetarla, por torturarla como lo hace, pues. le acosa el remordimiento de verla tan miserable y desesperada por su culpa, tan aniquilada ante el desprecio de su hijo. Entónces se enternece, quiere perdonar, vuelve á su casa dispuesto á

abrir

los brazos,

pero tan

luego la vé, con la mirada baja, la mirada antes tan clara

y leal,

no puede contenerse y descarga

nuevos

golpes.

“Tenía un veneno en las venas que le incitaba 4 mor-

der cual perro rabioso.”

Ma

Entre tanto, Juan no sabe nada, pero lo va ásaber. Una noche, después de un dia de campo, Mad. Rolaud vá á acompañar ála viuda Mad. Rosémilly, y Juan se queda en su nueva

casa

con su

madre,

que le

arregla la cama, y Pedro que espera para irse con su madre. Una palabra insignificante declara la hostilidad.

Juan echa en cara á Pedro los celos que le. tiene,

y Pedro, furioso, loco, lo apostrofa y le revela la ver: ad,

la verdad tremenda, sin pensar que en el cuarto al lado, su

madre

está

escuchando

la

espantosa confidencia.

Cuando Pedro se marcha, Juan acude á su madre

y la

halla tendida en la cama, con la almohada sobre el rostro, muy apretada, para que le tape las orejas y no. y b

a

j


oiga más así.

- LETRAS Y ARTES EN PARÍS.

ws

“Mírame, mamá, la dice.

No es verdad,

sé que no es verdad.”

Al cabo de muchas

infeliz madre se decide á responder:

es verdad.”

súplicas, la

“Sí,

hijo mio, sí;

Y la historia brota de sus labios,

ménte, cual si la escuchase un confesor. á la fuerza, no amó nunca á Rolaud,

sincera-

La han casado no

podía

amarle,

el único amor suyo ha sido Maréchal, y no se arrepiente de él por ser la sola ventura de su vida. Juan es dulce y blando, y perdona, y suplica á su madre que viva, que no haga una locura, que él la ama y la amará siempre, que alejarán á Pedro para vivir en paz. pis Lo consiguen colocándolo como médico á bordo de un nuevo vapor trasatlántico, lo que Pedro acepta con placer y dolor á un tiempo. El dia de la 'partida - van á despedirlo

á bordo, y su madre, temerosa,

no se atreve

á besarlo. Pero en la barca de Rolaud, salen del puerto todos para esperar el vapor y ver una vez másá Pedro, y cuando se acerca el buque y pasa, Pedro está en la popa, Mad. Rolaud enloquecida le tiende los brazos, y el justiciero, conmovido,

vencido,

la

arroja

una

lluvia de besos con entrambas manos. e Con esta sencilla escena que humedecerá cuantos ojos sensibles la lean, termina la novela, notable entre

todas por la sinceridad

de la observación,

la fuerza del

análisis, el estilo que con gusto iría desmontando pieza á pieza, para tratar

de explicar cómo sin exceso de ad-

jetivos pictóricos, sin palabras rebuscadas, con un francés clarísimo y de desesperada é inimitable sencillez, Guy de Maupassant obtiene en sus paisajes, en sus per-

sonajes, en toda la parte interna y externa de sá libro, tal intensidad de verdad,

de vida,

de emoción artística.

- Y á mí que siempre he defendido á los estilistas complicados y refinados de esta época de decadencia, que sufro un tanto su mal aunque trate de huir la exagera-

ción, que me recreo con una página de Beaudelaire, de “Gautier, de los Goncourt, me sucede al leer á Maupassant que cambio de parecér y veo que esta es lá ver-


á

Í4

Í 4y ¡1

108

4¿ A Ñ3 p1 | ¡ |

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

dadera manera de escribir, que no hay hermos ura igual á la sencillez y que la anhelo, en realidad, ini pallí

para realizarla. -

e

Desgraciadamente, el ex4men de un estilo tarea corta ni amena, y aun tengo que decir algo no es del. estu dio que sirve

de introdución

y

versa sobre

la Novela. Según Maupassant el crítico ha de ser un hombre que sin ideas preconcebidas- ni de escuela, distinga y explique las tendencias más opuestas, los tempera. mentos más contrarios; dicen en general los críticos: “Bien está este libro, pero no es una novela.” Es una perspicacia que se parece mucho á la incompet encia, porque si Don Quijote es una novela, el Rojo y Negro, ¡es

otra?

Si Monte Cristo es una novela,

¿lo es también

ponde

á la idea que

“El talento pro-

el Assommoir? ¿Cuál de estas obras es una novela, ¡en virtud de qué reglas y quién las ha establecido . al? Nadie, pero el crítico llama novela 4 todo lo que res-

viene

él tiene de ella.

de la: originalidad, que

pensar, de ver,

juzga según

es un modo especial de

comprender y juzgar,”

su idea

estará siempre

en

y el crítico que

lucha con

un temperamento de artista que introduce una manera nue-. va. “Un

crítico que

fuese digno en abso

nombre, debería ser un analista sin tendenciluto de ese as, sin preferencias, sin pasiones, y como un perito en cuadros, apreciar sólo el valer artístico del objeto de arte que sele

somete. Su comprehensión, abierta á todo, debe abso rber lo bastante

su personalidad para que pueda descubrirty elogiar hasta los libros que no le gustan como hombre pero que debe comprender como juez.” Debe apreciar el críti--

co el resultado según la naturaleza del esfuerzo, y no tiene el derecho de preocuparse de las tendencias. pos de las escuelas literarias que han querido darn“En os una visión deformada, sobrehumana, poética, enternec edora de la vida,

que ha

verdad,

ha venido una escuela realista

pretendido enseñar la verdad, todala verdad.”

Hay

ó naturalista

nada más que la

que admitir con

igual


LETRAS Y ARTESEN PARÍS,

1

interés estas tan diferentes teorías y juzgar las obras que producen desde el punto de vista de su valor artístico. “Negar al escritor su derecho de hacer' una obra poética Ó una obra realista, es querer obligarlo 4 modificar su temperamento, recusar su originalidad, no

permitir

que emplée

diera la naturaleza.”

bellas ó feas,

los ojos y la inteligencia que le

pequeñas

Echarle en cara que vea

ó épicas

es censurarle

las cosas

de que

su visión no concuerde con la nuestra. “Dejémosle comprender, observar, concebir como quiera, á condi-

ción de que sea un artista.” Esto es una verdad

por lo ménos, disputará la belleza

Señora de París, aunque Pére Goriot

artística

AOS

nadie, ó yo:

de

Nuesira

le parezca más belleza la del

6 Madame Bovary.

pl

El novelista que pretenda dar

la vida, ha de

100.

y, naturalmente,

evitar con esmero

imágene exacta de

toda complicación de

Sucesos que parezca excepcional.

Ha visto el mundo á

su modo, que resulta de un conjunto de observaciones

meditadas, y esa

visión

es

la

que

carnos reproduciéndola en su obra.

trata

movamos como él se conmovió, deberá vida con escrupulosa exactitud, de. tan mulada manera que sea imposible notar plan. Consistirá éste en la agrupación

rrientes, constantes de los que resultará

finitivo, del libro,

No empleará,

de. comuni-.

Para que nos con-

reproducir la hábil y disié indicar el de hechos co-.

.el «sentido. de-.

empero,

las

pequeñe-

ces, pues si hubiera que decir todo se necesitaría un tomo por cada dia de existencia de un personaje. Antes se describía el alma y la inteligencia en el estado agudo, hoy en el estado normal. Respecto de la verdad,

como el realista quiere sacarla filosofía. de ciertos he-

chos usuales, tendrá 4 menudo que corregir

los sucesos,

en favor de la verosimilitud y en detrimentode -la- ver»,

dad.

Nose trata de hacer

la. fotografía vulgar de la *

vida, sino la visión más completa y «probabl e la. . que misma realidad. “Hacer verdad consiste, por. lo. tanto;'


en

RevsrA A.

|

a

en dar la ilusión completa

de la verdad,

siguiendo la

lógica ordinaria de los hechos, y no en transcribirlos servilmente en su mezclada” sucesión.” Y Maupassant

concluye que los realistasde talento deberían más bieñ | . Juzgar como una niñería la creencia Hamarse ¿lusioni

en la realidad ya que los ojos, los pidos, el sabor y el olfato ' erean tantas verdades como hombres hay en la tierra. Cada uno se forma, pues, una ilusión poética, sentimental, alegre 6 melancólica, sucia 6 lúgubre de la vida, en conformidad

[su

con

Conviene,

naturaleza.

pues,

no

" enfadarse contra hinguna teoría, pues son la expresión Cogeneralizada de uh temperamento que se analiza..

mo se ve es una especie de eclectismo el predicado aquí; bueno es aceptarlo y conservar en la memoria lo que representa y en [qué consiste la teoría realista. Por lo mismo y para terminar, citaré este pasaje final, aplica-

ble al estilo francés moderno, servirnos á nosotros:

puede

pero que también

:

:

“No se necésita el vocabulario caprichoso, complicado, abundante y chinesco que hoy nos imponen

con el nombre de escritura artística, para fijar todos los matices del pensamiento; pero hay que discernir con lucidez extrema todas las modificaciones del valor de

Tengamos mé: j una palabra según el lugar que ocupa. nos sustantivos, ¡verbos y adjetivos de sentido casi im-

perceptible, y más frases diferentes,

diversamente coñis-

truidas, ingeniosamente cortadas, llenas de sonoridades y

Cifremos el esfuerzo en ser excede ritmos profundos. más bien que coleccionistas de vocablos lentes artistas,

Esto lo he creido siempre y.lo he dicho, cómo

raros.”

Pero

lo ha dicho Zola;

Guy

de

Maupassant sí.

es el bueno, no

el que escribe,

Zola no lo consigue siempre: y

El estilo que recomienda, y

€s el que sueña

y desearía escribir, sino

cofmo

y por esto lo admiro sin reservas,

admiro 4 Pereda, 4 Emilia Pardo Bazán y á Pérez Galdós tal vez más,| por la intensidad del efecto y la sencillezde los esos

|

;

Asl

Ñ


a

LETRAS Y ARTES EN PARÍS, a

vo

o.0

El

conde Cárlos de Moiiy, embajador: de Francia

en Roma, no sólo es un diplomático de mérito que está.

probando

su saber

y

exquisito tacto en

el dificilísimo

puesto que la República francesa le ha confiado; es ade-

más un escritor de talento, y según veo, por su. libro Don Carlos y Felipe LI (Tercera edición, Librería Aca-

démica de Perrín), historiador distinguido adornado, de felicísimas cualidades: la penetración, la sinceridad, el

absoluto respeto

del documento,

el sistemático despre-

cio de todo lo que no está probado,

juicio, la frialdad ante

la serenidad de

los misterios del pasado,

sin

por ello peque de sequedad, de insensibilidad:

-.

Laoscura

y lamentable historia del triste y para

mí poco simpático príncipe D. Cárlos, está narrada con arte y expuesta

de tal manera

que el lector saca de

este asunto, tan viejo y sobado,

que decirse puede anda

ella el conocimiento que tiene el autor de que aquélno murió á manos de su padre Ri por los malos tratos que ¡le impusiera. En cuanto á relación histórica sustancial, ¡el libro es definitivo y no veo modo de tocar de, nuevo ¡roido de gusanos.

¡Obra es inútil;

Para mí,

hablando con franqueza, la

los que conocen bien el reinado de Felipe

¡el Prudente, —que no me es más simpático. que su hijo, —

¡y han compulsado los documentos existentes sobre tal su» | ceso, no pueden tener prueba alguna de que el rey manda¡se dar muerte al príncipe, ni interpretando torcidamente ¡los documentos; pero los que quieran seguir elevando suposiciones é hipótesis más ó ménos verosímiles, des-

entendiéndose de la verdad, de la única verdad admisi-

ble, la probada, lo harán á pesar del paciente y. bien comprendido trabajo de M. Moiy. Le sedujoel asun-

to y lo escribió; estaba en su derecho y nadie puéde censurarle por habernos dado una brillante relación


$02

al

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

más dela vida .del nieto queda en pié, yy por mi embajador nos hubiese curso sobre la historia

de Carlos V, pero el problema parte hubiese preferido que el dado, pongo por caso, un disde España, digna pareja á su

Discurso sobre la historia de Francia. Paréceme

mientos

acertado

ya muy

dejar bajo

discutidos, hasta

'

o

tierra los

aconteci-

que el hallazgo de

nuevos documentos, siquiera sea uno solo, tudiar con más fresco sentido crítico y desde permita es- otro púnto de vista el histórico de que se trate. Des graciadamente no és este el caso, y los documentos que vier on Gachard y el conde de Moiiy

no ofrecen interés superior sino relativo; confirman especies ya sabidas y es mucho, pero no alumbran el caso con luz más intensa y dan ángulos de sombra. Lo mismo habría siempre queescrito M. de Moiiy su obra sin ver los poquísimos

vos, que habiéndolos visto,

y que son

documentos

nue-

poco menos que

inútiles para la aclaración del misterio que empeñan en ver donde sin duda y ver las gentes. se osímilmente'no hubo ninguno. | ER No ha traido, pues, el embajador ele mentos nuevos al debate, pero es justo reconocer que magistralmente de los antiguos, hacien se ha servido do tas prendas señaléal principio y que ya gala de cuanhabí sus “Retratos históricos y literarios, destru a lucido en yendo toda' la poética leyenda

que los siglos han levantado ra exígua y raquítica de D. Cárlos, exponi con la figuendo con esfuerzo la ver

dad histórica, tal como lo exige losa, sensata y prudente crítica moderna.

la meticu|

0.0 o%

Tres muertos de talla tenemos en este mes: gusto Maquet,

j j

Au-

uno de los colabores más Dumas, padre; Eduardo Beaumont, pin reputados de tor de talento,

y Eugenio Labiche, sin disputa el más célebre de le


LETRAS Y ARTES EN PARÍS. a

a

escritores cómicos del moderno

]

883 En

:

teatro

mero fué una individualidad simpática francés: El prisu caballeresca hidalguía, por la noblez entre todas por ade toda su vida,

por el alto sentimiento del honor y por la afabilidad de su trato. Como escritor no poseyó inalidad suficiente para cultivar un rincón de camporig o á su manera y

. producir rosas que no figurasen en otros la corrienten, sobre todo desde que por jardines. Siguió colaboración con Dumas, que reinaba ella le arrastró la en recordamos obra suya que no perténez su época,y no ca al melodrama - de capa y espada. - Tenía de común con muchos de sus contemporáneos, ó de su generación, si se apetece más exactitud, el talento de exponer, complicar y desenlazar un argumento, siguiendo los gustos de nante en el llamado Rulevar del Crím la estética rejen dramas acción rápida, verosímil encadena ; tienen ' sus ción de escenas, bien prep aradas peripecias,

salen

“sangre

de la convención teatral,

y potente organismo.

rito superior

y es el del estilo,

y Sus personajes,

parecen vivir

Además,

con

si no

rica

posée un mé:

más correcto,

puro y sencillo, menos soplado qué el de sus comp es tan escénico como el de Dumas, pero es añeros; no más grato á los oidos delicados. La colección de sus dramas es

numerosa; no

he leido ninguno, y los seis 4 ocho que he visto reprensentar están algo borrados de mi memoria; fué antes de la guerra del yo, y los dramas en acción que —Presencié y en los que estuve como actor ú observador, han conservado el primer lugar en mi cabeza. Por eso no estoy en situación de extenderme más, y mis amigos se contentarán con lo. dicho, que más apre ciable es mi _ franqueza que el engaño de hablarles, por ajena boca, de cosas que no he estudiado. , | Otro tanto me sucede con Eduardo de Beaumont pero aquí satisfaré la natural curiosid ad del oyente, traduciendo

hijo,

for,

el hermoso discurso que Alejandro Duma s, pronuncióen las honras fúnebres del céle bre 'pin-

Es una página brillante y sentida que honra á sy

A


autor y nos revela un carácter original

modestia,

de tenacidad,

terés.

y admirabl

rv

REVISTA PUERTURRIQUEÑA. |

$e

e

de.

y más rara virtud, de desina

“Señores, —habla Dumas, —aprovecharé, por |decirlo así, el que Beaumont esté ya sordo á todalvoz humana, para hablaros un poco de él, pues era hombre de tanta sencillez y modestia que, de haber previsto su

muerte,

habríame suplicado

que permaneciese

creta é ignorada cuanto fuera posible.

Tenía horrór al

bullicio y sobre todo' al que pudiera serle Muy conocido, estimado

las gentes delicadas

tan! se-

de provecho.

y apreciado como artista, | por

y refiñadas,

era casi desconacido

-como hombre,

a

1

“Muchos de los que han venido hoy á tributarle un postrer homenaje, ignoraban hace dos dias si era jo-

a

ó viejo, si vivía Ó había muerto.

Sus más íntimos

igos, cinco ó seis de su generación, no penetrábamos h sta él sino ayudados por ciertas palabras mágicas,

convenidas señales.

Nadie habrá vivido más retirado,

más solitario en el absoluto sentidode la palabra.

“Quince días, tres semanas permanecía á veces sin

salir de su casa

Ó de,su cuarto,

sin dirigirla palabra á

un sér humano, apurando sus comidas de cenobita en un ángulo de su mesa de pino. Allí estaba, dibujando, leyendo, estudiando,

porque era curioso,

letrado de los

ás eruditos y difíciles, “Adoraba el trabajo, ser, el más seguro amigo,

E: que convirtió en lo que debe el agente más efectivo. de la

ignidad y de la libertad del hombre.

Ni gloria

ni ri-

eza ambicionaba, pero sí los goces del espíritu y la independencia del carácter. Ejecutaba su obra con; terura, la entregaba al mercader ó al aficionado y añadía el producto. á, su, pequeño capital adquirido á fuerza de tenaz

é incesante trabajo,

soñando con tener

cuatro ó

cinco mil duros de renta para no tener que pedir ni que

recibir.

|

|

-

dl

“Y. sin embargo, podía disponer de una fortuna,

|

EE

|

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de A ed

do

E

a

| Sl


es

de

LET Y ARTE RSA EN S PARÍS.

6

de una verdadera fortuna; le bastaba con ext er la mano para asirla. Era el hombre más inteligeend nte del

mundo en espadas.

Sobre esta materia ha escrito un

libro notabilísimo, La Espada y la Mujer, libro que

que contie-

treinta y cinco ó cuarenta espadas y dagas,

de las más

nen

| |

|

será

seguido de otros dos, del todo” terminados, la historia de todas

las espadas

célebres.

:

Posefa-

hermosas que existen. No las poseía por herencia de familia ni por don particular. En una época en que no se daba gran precio á esa clase de objetos, las habí buscado y comprado, sabe Dios á costa de qué paci a enciencia y de cuántos sacrificios. Era la pasión de este Benedictino. Poseía, pues, una colección auténtica, lo

_Que es raro.

E

“Un dia, en mi presencia,

s

un aficionado millonario

le dijo: “Si quiere dejarme escoger veinte espadas en. su colección, le pongo á usted quinientos mil francos encima de la mesa.” | : “Gracias,

le respondió Beaumont,

esas son

preci-

samente las que quiero dejar al Museo de Cluny.”. “Y continuó trabajando para poder hacer á su país este presente regio. |

“He

contádo el hecho

4 los que

me

han pedido

detalles acerca de nuestro amigo; debe ser con ocido ya;

he,querido decirlo públicamente ante esta tumba, porque lo que toca al desinterés y á la generosid ad es lo que

en

ningún modo

se repite demasiado,

tanta sencillez se realizan acciones tales.

“Eduardo de

Beaumont

cuando con E

ha sufrido mucho con la

enfermedad de que ha muerto, enfermedad del corazón, la de los laboriosos y activos. De seis meses 4 esta su vida era una larga agonía, y los últimos quince parte dias fueron terribles de dolores y de luchas. Felizmente, la soledad que tanto amó no ha abusado de este amor , y salvo algunos amigos que le visitaban asiduamente, pero que,

como hombres, eran inhábiles para todos los cuidados necesarios, encontró lo que un corazón como el E

|


506

dE : 4 q

REVISTA PUBRTORRIQUEÑA,

E

suyo debía encontrar en los últimos momentos, negación

de mujer,

una ab-

abnegación jóven, constante, filial, .

discreta, anónima que, en recompensa ha merecido el último pensamiento, el último suspiro y la postrera lá-

grima de este hombre de talento que fué un hombrede

bien.”

7 0.0

.

o%

La fisonomía de Eduardo de Labiche es de las. más simpáticas del siglo; no he conocido, en efecto, hom-

bre más blando de carácter,

más condescendiente, más

bueno, ni autor cómico tan ameno versación ordinaria.

No

lo he

y gracioso en la con-

visto más

que una vez,

, pero la visita duró dos horas largas, y hé aquí la razón. Era allá por el año de 72;

tenía entónces vivos

deseos

de escribir en francés, deseos que luego cambiaron cuan-

do los años, ó la experiencia que nos traen, me hicieron comprender que, como español, lo malo ó lo peor que hiciese había de ser en mi lengua. Había compuesto, pues, una comedia en un acto que se titulaba: La Patrie a be-

- soín d' enfants, y tras de pedir audiencia me fuí á leérsela á Labiche.

Me recibió

con unas muestras . de conside-

ración que no merecía mi oscuro:nombre, pero sí mi juventud y sinceridad; leyó él mismo, cambió muchas cosas, comenzando por el título (que con razón decía era .

muy claro y descubría

por sí sólo toda la trama del ju-

guete), y lo reemplazó con el de Monsieur Crosmelon; me aconsejó que me ensayase en el drama, pero que la cOomedia aquella se podía representar y darme algunos cuartos;

escribió una carta

á

Julio Noriac y

me instó

para que le leyese el manuscrito. Diré en seguida que no víá Noriac y ño enseñé 4 nadie más mi trabajo. Aquella malísima obra, bien lo veo ahora, me propor-

cionó empero el gusto de conocer 4 Labiche, (á quien no

volví 4 ver, porque aquí no hay ni tiempo para verse, á lo o

+


LETRAS Y ARTES EN PARÍS.

de

“menos si se trabaja), de conocerlo y apreciarlo, algo superficialmente tal vez, á causa de mis 23 años, y de con=servar de su amabilidad y afable ternura y sátira cariñosa, inolvidable recuerdo.

a

Es difícil clasificar 4 Labiche;

puede figurar

los saineteros por muchos de sus argumentos queentre son pura

farsa; entre los autores cómicos que de todo sacan partido para hacer reir y todo les es bueno aunque los recursos no tengan nada que ver con el arte; entre los

más elegantes en la vís cómica fina, que hacen sonreir no sólo en boca del actor sino con la lectura; y entre los

observadores que,

bajo el manto

de

la risa,

descubren

sagazmente las ridiculeces y flaquezas 'del prógimo, y saben marcar un tipo con una frase, y encierran en el diálogo, ligero y sin pretensiones, más sentido filosófico,

más natural humano del que á veces hallamos en librotes que tienen fama de profundos. |

Había nacido en 1815 y entró en la vida con pingúe caudal que le permitió seguir su afición 4 la escena. Desde su adorable y distinguido Monsieur de Coisln,

que se estrenó en 1838, hasta La Llave, representada en 1877, Labiche escribió 170 producciones dramáticas, viniend o á resultar algo más de cuatro al año. No escribió casi nada solo, pues él mismo respondió á Dreyfous que le preguntaba qué era lo primero que hacía

para escribir una

pero siempre la

comedia:

“Tomo

tuvo la parte principal,

más escogida,

en la

colaboración

un

colaborador,”

y con

seguridad

con Marc Michel,

Lefranc, Eduardo Martin y Delacour. BS En las notas biográficas que escribióde sí mismo'

en estilo un tanto telegráfico,

tran

(como que todas ellas en-.

en cincuenta líneas), .dice que

se casó

hijo; compró en 1853 una gran posesión

y

tuvo un

en Soloña,, co-

sa de novecientas hectáreas, y la administró él mism o desde entónces, pues “tenía la pasión de la agricultura,

que prefería á la del teatro.”

Nombrado alcalde, perma="

neció en su puesto durante la invasión y cifró todo su.

|


57

508

REVISTA PUBRTORRIQUEÑA,

amor propioen resistir 4 las requisiciones de los pru-. sianos. No dió ni un pan, niun haz de paja, ni un grano de cebada.

llo con la templanza,

Y lo curioso es que evitó todo aque-

con la dulzura y echando mano¡4

expedientes de comedia, que, por más que hayan servido en la vida práctica, parecen inverosímiles.

i

Al terminar su biografía dice con gracia y mucho retintín: “Dimitió voluntariamente hace dos años sus funciones de alcalde, pero, ha seguido siendo concejal. Es su última gloria.” Se le puede vaticinar otra. más

verdadera

y Ihvidiable que

hasta académico,

la de haber sido concéjal y

y no cabe duda que, si no todo su tea-

. tro, unas veinte de sus comedias quedarán

como acaba-

do modelo de la gracia especial, y de la originalidad que le adornaban, y como fiel trasunto, algo recargado en la forma, de la sociedad francesa en los treinta, y nueve

años ya indicados, así como también

torpezas y

de las debilidades,

tontunas del hombre en este

y

en todos los

siglos pasados y futuros.

po 0.0' O

E.

¡CO

“Mira niño, me repetía mi abuelo: la primera.... no moler.” Creo que también me'lo podría decir el lector en vista de que esto no se acaba nunca;

lo sé y por

eso ando siempre buscando manera de pedir perdón por extenderme tal vez más de lo que conviene. Tenga presente que lo

que aquí

sobra es vida intelectual

y

que,

por mucho que diga, siempre me guardo más en el cuerpo. ¿Cómo cerrar esta reseña, en efecto, sin consagrar dos palabras al hermoso libro que me ha remitido la Casa Editorial de Quantín? E

Este magnífico volúmen de más de 600 páginas en

8? mayor, ilustrado con 450 grabados, forma parte de la colección el “Mundo pintoresco y monumental” que com-

prende ya la Inglaterra, la Escocia y la Irlanda y las CerÉ

A> pes %


LEYT ARTE R S A EN S PARÍS...

509

canías de París. Titúlase El extremo Oriente, y lo escribió Pablo Bonnetain, que durante dos años ha recorrido como corresponsal del Figaro y del New-York He-

_rald la Indo China,

Japón.

el Anám,

par

el Tonkín,

Lot

la China y el

O

Algo nos había contado Pobinelain de sus impresio-

nes de viaje,

y nos había sabido

de El Opio maneja

á poco, puesel autor

la pluma con maestría.

En

este li-

bro lo ha dicho todo, mostrándosenos geógrafo inteli: gente, costumbrista sagaz sin dejar de ser el escritor

original y refinado, el amable poeta que ya conocíamos. Su obra posée el atractivo de una novela y al mismo tiempo encierra más alto interés, ya que en ella vemos claramente expuesta la verdad sobre el Tonkín y la Indo -. China francesa, la mágica transformación que se verifica | en la vetusta China, y las bellezas y singularidades del Japón. Es, en suma, un libro de viajes escrito por un artista que sabe ver y expresar hábilmente su visión. Respecto del lujo, es inútil mencionarlo habiendo

dicho que sale el libro de la Casa Quantín.

Todo es in-

mejorable y relativamente de extremada baratura; las tapas, impresas en cromotipografía y tiradas en riquísimo

papel

gancia,

del Japón,

son de exquisito gusto y sencilla ele-

que permiten conservar

el tomo,

á la rústica,en toda buena biblioteca,

encuadernado

9,0 0507.

El Teatro

de la Opera tiene anunciada para hoy

La Dame de Mousoreau que se considera entre bastidores como triunfo seguro. Triunfo 6 derrota, quedarán con-

signados en la próxima carta. |

París, Enero 31 de 1887.

|

E

LrEopPoLDO GArcía-RAMÓN. E

88


CRÍTICA LITERARIA. . »

La Montálvez, por Don José María Pereda.—Mi Camposanto, +Brau.—Discurso de Don Manuel Elzaburu, Presidente rriqueño.

por Don Salvador del Ateneo Puerto3

Entre los novelistas españoles contemporáneos que

_leo y estudio

con

verdadera predilección,

principalmente Don José

María Pereda,

figura muy

el admirable.

colorista que ha descubierto y pintado en las montañas y en las marinas de Santander verdaderos tesoros de poesía popular. Es uno de los escritores más castizamente castellanos que he conocido en España, no sólo por la pureza clásica de

ridad asombrosa y rácter, sinceridad é todo cuanto escribe estilo incomparable,

la' dicción,

sino

por la

since-

por la noble independencia de independencique a se reflejan y que forman la base de aquel de aquel temperamento artístico

caén su. de

primer órden. a Discípulo de Mesonero Romanos y feliz continua-

dor, en Santander,

tumbres

que

de los

dieron

aventajó á su maestro

dibujo, en la decisión variedad del color.

fama

amenísimos

cuadros de

al de Madrid,

.COS-

bien pronto

en la energía y seguridad del de |

los

tonos

y en la vivezay Ho

Los tipos y personajes de sus obras están admira-


6511

E|

CRÍTICA LITERARIA.

blemente

1

:

Bm

dotados de animacióny de vida, y tienen una

plasticidad y un relieve mpraibles de superar.

Después de haber publicado

una docena de libros

* deliciosos, entre novelas y cuadros de costumbres,

de

todos

referentesá la localidad en donde reside, ensanchó su escenario montañés y recorrió nuevos horizontes en su hermosa novela Pedro Sanchez. (Observador sagacísimo del mundo real en sus varias manifestaciones, pintó la sociedad madrileña y los accidentes y cabildeos de la

política con la misma soltura con que

trazaba aquellos .

deliciosos paisajes de su huerto montañés. La el mismo

Montálvez, novela . recientemente autor,

aventaja,

en

mi

publicada

concepto,

á la

por prece-

dente, no sólo en los primores de la forma, sino también

en la concepción artística. Las dificultades que ha tenido que vencer en esta obra eran también superiores á las de Pedro Sánchez, por la calidad y más aun por el sexo de los principales personajes; que no es lo mismo para un novelista sincero y concienzudo estudiar y conducir artísticamente pasiones y sentimientos íntimos femeniles, que hacer igual análisis respecto de indivíduos del sexo fuerte. | Y La Honlblres es principalmente un estudio de mujer. | : Nace en la opulencia la hija de los marqueses de Montálvez, que no querían hija, sino hijo que perpetuase los gloriosos timbres del marquesado. Vive y crece poco ménos que abandonada, mientras nace, se enferma y muere el varón que aquellos deseaban; se vé de repente agasajada y aun querida por sus: padres que—sin esperanza ya de tener un heredero—reparan en la belleza de su hasta entónces postergada hija, y la presentan en el gran mundo con toda la

pompa, ostentación y solemnidad

propias

de los más

altos círculos aristocráticos de Madrid. | - Ya no la llaman Verónica (nombre un tantillo gro-

tesco y vulgar con que la castigaron en e hautismo Pe


gra

REVAISTA PUERT| ORRIQUEÑA.

(

no haber nacido

varón),

y

la

dan

á

J| conocer

en

s

lones, teatros y paseos con el atenuado mote de Moltálvez. ( Las costumbres, conveniencias y convencionalisnibs

de aquel medio social chocan desde luego con la bondad

ingénita y con el catácter franco y sincero de la bata mas todo en rededor de ella conspira á la exti nción de

aquellos nobles sentimientos.

Su propia madre la impulsa Á contraer

con un bolsista viejo y ridículo, aunque

de millonario, y el hombre mismo que

Mo

o

matrimonio

con apariencias

la enamora

quien ella de veras ama, la empuja, con miras poca nosas, hacia el matrimonio de conveniencia...

!

Muerto al poco tiempo el marido de la Montálvez : (que resultó ser un bribón), entra ella de lleno en lel

dorado

torbellino

triunfo,

con otras alegres

de

la

de Europa.

vida

galante, recorriendo

viudas,

las grandes

Pero esta mujer, aunque aturdida,

no era

en

ciudades

perversa

de corazón, y el sentimiento de la maternidad: concluyó

por

regenerarla.

enviudó,

' Habíale quedado

una

y, á medida que ésta crecía,

madre ¡os temores de que

con las impurezas de aquél imnedirlo cambió

de

vida

y de

niña

de una

Para

costumbres, «dejó

honradez

enila

se manchara

aristocrático.

antíguas relaciones con el gran mundo, todas las apariencias

cuando

aumentaban

la pobre lodazal

hija

sus

dió 4 su hogíar y

de un órden

intachables, hizo educar á su hija modestamente y cultivó con ahincoen aquel tierno corazón los más: puros y delicados sentimientos. Esta lógica exageración de

los temores y los anhelos

de la madre pecadora rayó

en el extremo opuesto, acabando por convertir aquella hija en una flor de invernadero, en un sér angelical, delicado y quebradizo, incompatible con las durezas ¡de

la vida real.

Así es que al primer

choque violento,| á

los embates del primer vendaval mundano que la rodea,

se marchita y muere aquella celeste sensitiva,

precisa- :


a

!

CRÍTICA LITERARIA, - mente cuando

el amor

llenaba

toda. su alma,

cuando

tenía ya casi realizado el sueño de su felicidad. -

Tales, en incompleto y rapidísimo extracto, el argu-

mento de La Montálvez, argumento sencillo, natural y - humano como pocos, y que es, sin embargo, lo de'me-

nos: en -el nuevo libro de Pereda.

¡Con

qué lujo de

primorosos- detalles se desenvuelve la acción

mera parte de la obra!

. fuerza de observación

y

en la pri-

¡Cuánta labor analítica,

cuánta

cuánta verdad condensadas en

aquellos soberbios capítulos

en que describe

la desarre-

- glada y ostentosa vida de los padres de Verónica, y en que

. pinta

con vigor insuperable

aquella sociedad blasonada

y pecadora, en donde se van maleando entre seda y oro

y egoismo

y vanidad las naturales inclinaciones

protagonista!

de la

El carácter de la Montálvez está estudiado y des-

_ Crito con irreprochable propiedad. Sagrario y Leticia son tipos de una travesura diablesca y deliciosa, que van dando variedad al cuadro y sirven como de salsa picante para sazonar la narración. |

La especie de manía parlamentaria del marqués, y la cómica afectación de D. Mauricio :el Solemne, son ad-

mirables rasgos de aquel aticismo cervantesco que tanto nos deleita y regocija en Don Gonzalo González de la Gon-

zalera.

Inútil me parece decir que la forma literaria es correctísima y bella, tratándose de una obra del gran prosista de Los hombres de pró y El sabor de la hierruca; pero por lo mismo que el asunto de La Montálvez era de suyo escabroso y ofrecía con frecuencia dificultades y peligros, mayor ha sido el esfuerzo del narrador, y más brillante y meritorio el triunfo. Es ciertamente asombrosa la flexibilidady trasparencia de aquel estillo,

que permite al autor decir todo lo que desea y viene al

caso, sin recurrir 4 manoseadas perífrasis ni 4 equívocas y maliciosas reticencias, y sin estampar una sola

frase incompatible con la decencia socialni con el de:

|


$14

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

coro literario. Aquella ingeniosa mezcla de la narración directa y la indirecta, de la forma impersonal y la áuto-

biográfica, sirvió al autor como de perlas para conséguir su objeto. | i Cuando yo leía y releía los pasajes más plas | de La Montálvez,

en dónde á la vez

se ponen

de

mani-

fiesto la magia de aquel estilo y la ductilidad y riqueza de nuestro idioma, recordaba y sentía, en mis anhelos

de artista literato, aquella en frase de Campoamor:

otro

sentido

celebrada |

¡ Quién supiera escribir! En cuanto Á la clasificación de

este nuevo libro de

Pereda, ofrece algunas dificultades, á mi entender, y aún

creo que

no habrán

dicho

la última palabra

en

punto los Linneos de nuestra literatura actual.

|este

e

Mientras trata de Verónica, de sus ascendientes y

de sus amigas y cómplices, parece inclinarse al género

naturalista, por la profundidad del análisis, por guro y directo de la observación, y aun por el carnal que se respira entre aquellos personajes humanos, llenos de animación y de vida real.

Traza después el sorprendente

guería,

con

sus

dos figuras

que

la sehálito vistos, qe

cuadro de la dro-

parecen

dibujos

de

Ribera, terminados por Teniers, según se reunen y har-

monizan en ellos el vigor y la gracia, la sobriedad enér-

gica del diseño

y el cómico ensañamiento

de los: de-

talles, la ¡verdad y la fantasía combinadas con ingenjo y arte, y parece entónces un ecléctico tan distante] del

sistema

friamente

analítico

de

Flaubert,

como

de la

idealidad| metafísica de Lamartine. dos Pero cuando llega á la poética y delicada figura Í - de

Luz, quees la verdadera luz del cuadro de La Montálvez, :

moja el pincel en los tintes de la aurora y traza los contornos de aquella angelical figura sobre el cielo ¡pu-

rísimo de la imaginación,

e


CRÍTICA LITERARIA.

|

e

..

Las páginas de aquel delicado idilio de La y de Angel no tienen puntos de comparación, salvo los pri- mores de forma, con el valiente y hondo realismo de la primera parte, sobre todo de los capítulos IX y XVIL. que me parecen modelos no superados hasta hoy. Hay algo, sin embargo, que se siente por. igual en toda la obra, lo mismo en lo serio que

en lo cómico,

en

lo visto que en lo imaginado, en lo luminoso al par que en lo sombrío, y es la personalidad literaria del - autor, - su temperamento artístico que se revela y se impone constantemente, hermanando y caracterizando el conjunto bajo el imperio de su enérgica originalidad. No es, pues, una novela de tal ó

cual

género,

su-

jeta al rigorismo de una preceptiva determinada, sino una obra de Pereda, el más independiente y autonómico de nuestros novelistas contemporáneos, y la que entre todas las de él reune más cumplidamente las condiciones artísticas s de la novela. e

Ll nucws triunfo de D. Salvador Brau ¿cabe de celebrar el Ateneo Puertorriqueño, premiando la com-

posición poética Mi camposanto, con arreglo al dictámen de ilustres literatos y poetas de Madrid presididos: por el gran lírico D. Gaspar Nuñez de Arce. Es un poema de sentimiento y de meditación, en el que predomina lo subjetivo, lo interno, sin que: falten. bellas y animadas descripciones de la naturaleza y de la . vida externa, artísticamente combinadas para dar 2d matices y entonación al conjunto... En Mi camposa se distingue Brau, como en la generalidad de sus obras, por el vigor de la forma y la energía del pensamiento. . - Es ante todo un poderoso gimpasta de la idea: la fuerza es su cualidad Hua,

En su complesión literaria m1


br

_ REVISTA PUERTORRIQUE ÑA,

conserva sin duda 7 mu pias del carácter ca cho de la eficacia y sevetidad talán de sus progen itores. sta cualidad, de su ya me ri to ria, es tanto apreciable entre RO SOtFos, cuanto qu e la Musa puerto-

Si el Testam

ento biera sido como fué— poético del ilustre Padilla no Y para gloria de nuestr o Parnarso:

que hay dráma, en que hay choque tempestad física 6 s y rugidos de moral. Y all í donde fa mentos los crea ó lo s suple á veces, sin ltan estos eledarse cuenta de

la mansión de la muer te, porque le resta del hogar matern o.

meditación:

agoniza

espíritu á una reposa lancólica y tranquila, da ?

allí” está lo único qu e|

Esla hora

de la paz todo allí predispone y la |. el ] tristeza, 4 un

el dia:

a

languidez me. - e a


CRÍTICA LITERARIA. El

9.

ánimo del autor se halla influido

tico sosiego,

y dá principio

al poema

ga

por aquel mís-

con una descrip-

_ Ción muy natural y serena, un cuadro de tonos grisesy de admirable sobriedad. Sigue después una sentida evocación de los recuerdos de la infancia,

en uno de aquellos túmulos maltratados

El tono y las ideas gunda estrofa bajo lugar y del asunto advierte que aquél

resumidos ya

por el tiempo.

del autor continúan aún en esta sela influencia: tristemente apacible del que le inspiran; pero bien pronto se va recobrando el imperio de sus na-

'turales aptitudes, y allí mismo, en el recinto de la muerte y junto á la propia tumba de la madre amada, se des-

pierta y brotra en enérgicos apóstrofes aquella musa ve-.

hemente,

de igual modo que

.

e

por entre el hielo de la audina cumbre estalla el cráter del volcán bravío.-

|

( 0 | Hé aquí la primera estrofa en que el poeta, después de sufrir aquella influencia momentánea, siente y expresa la reacción enérgica de su fantasía: Mas

nada basta á encadenar la ardiente

movilidad del pensamiento mío: la estela del meteoro refulgente el nocturno crespón veló sombrío.

da

a OS E

Y entre astillas de féretros mugrientos,

escombros de sepulcros derribados, girones de sudarios' harapientos, cruces rotas y huesos descarnados,

a

brotó del suelo caprichosa nube,

vaho impuro de hoguera comprimida,

y en la inquieta espiral que al eter sube, unos de otros en pos, en rauda huida,

ricos ví de verdad y de colores

los gnomos de

la incauta adolescencia,

de ingrata juventud las yertas flores,

'

-

E


|

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

e

conserva sin duda mucho de la eficacia y severidad pias del carácter catalán de sus progenitores. Esta

cualidad,

de

suya

meritoria,

es

prop

tanto

hnás

apreciable entre nosotros, cuanto que la Musa puertorriqueña no abunda en notas enérgicas y viriles, dunque en compensación posée como pocas la cadeñicia

musical, miento.

y

no

le faltan

rasgos

|

Si el Testamento poético

del

delicados

de

senti-

EP

ilustre

Padilla

no hu-

biera sido como fué—para gloria de nuestro Parnarso— una mera ficción, diríase

que

Brau

había

heredado la

cuerda más grave y fuerte de la lira del Maestro. Entre los poetas, ya formados, de la nueva generación sólo Muñoz Rivera ofrece algunos puntos de afinidad “con Brau, por la valentía del pensamiento y lo vigoroso y macizo de la forma, .bien que manifestando en uno y otra sus

particularidades

distintivas.

Ambos

son es-

cultores del verso; pero con labor distinta y con distinto material. El de Muñoz es más nítido y más 'trasparente; el de Brau más denso y- vibrante; aquél esculpe en pórfido con el buril del entusiasmo; éste mo-. dela en bronce y forja el acero en la fragua de la pasión. | 2d Por eso el triunfo de Brau es más decisivo y espléndido en los pasajes en que hay fragor de lucha, en que hay dráma, en que hay choques y rugidos de tempestad física ó moral. Y allí donde faltan estos elementos los crea ó los suple á veces, sin darse cuenta de ello, por la virtualidad propia de su temperamento. .

.

Fr

Tal acontece en el asunto

|

de

Mi Oamposanto,

j

ins-

pirado por la visita del autor al humilde cementerio de su pueblo natal, después de una larga ausencia. Va á la mansión de la muerte, porque allí está lo único que le resta del hogar materno. Esla hora de la paz y la _meditación: agoniza el dia: todo allí predispone el espíritu á una reposada tristeza, á una languidez me-:

lancólica y tranquila.

e


- El ánimo del autor se halla influido por aquel mís. tico sosiego, y dá principio al poema con una descrip-

ción muy natural y serena,

de

admirable sobriedad.

un cuadro de tonos grises y

Sigue

después

evocación de los recuerdos de la infancia,

una

sentida

resumidos ya

en uno de aquellos túmulos maltratados por el tiempo. El tono y las ideas del autor continúan aún

en esta se-

gunda estrofa bajo la influencia tristemente apacible del lugar y del asunto que le inspiran; pero bien pronto se

advierte que aquél va recobrando el imperio de sus na. turales aptitudes, y allí mismo, en el recinto de la muerte y junto á la propia tumba de la madre amada, se despierta y brotra en enérgicos apóstrofes aquella musa ve- hemente, de igual modo que

por entre el hiélo de la audina cumbre Hé aquí la primera estrofa en que el poeta, después de sufrir aquella influencia momentánea, siente y expresa la reacción enérgica de su fantasía:

e

- Mas nada basta á encadenar la ardiente

movilidad del pensamiento mío: la estela del meteoro refulgente

|

el nocturno crespón veló sombrío. -

Y entre astillas de féretros mugrientos,

escombros de sepulcros derribados,

girones de sudarios harapientos,

|

-

cruces rotas y huesos descarnados, brotó del suelo caprichosa nube,

vaho impuro de hoguera comprimida,

y en la inquieta espiral que al eter sube,

unos de otros en pos, en rauda huida, ricos ví de verdad y de colores

los gnomos de la incauta adolescencia,

de ingrata juventud las yertas flores,

4

estalla el cráter del volcán bravío.-

+


A mv A NA e

$18

A

A

:

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

e

de ambición soñadora la impotencia y el supremo desdén de mis amores. Todo en ligámen íntimo surgía, todo á impulsos del vértigo giraba

PA]

y en el espacio, al fin, se disolvía,

mientras ronda frenética danzaba larga turba de helados esqueletos, que con la mofa en sus pupilas hueras y la mueca en sus máxiles escuetos insultaban mis cándidas quimeras.

Á este boceto fantástico sigue un

/

hermoso

paisaje

lleno de luz, de vida y movimiento, y luego esta terri ble

estrofa que resume y enlaza la ficción y la verdad

el problema oscuro de la muerte: Allí la vida;

ante

allá el combate rudo.

De un lado la ilusión, de otro la pena;

y en medio á entrambos el osario mudo, “inflexible eslabón de la cadena. "

Á partir de este pasaje, en donde la inspirac apocalíptica de Brau, entra de lleno en sus domi ión nios - Propios, el poema se desarrolla en valientes y sonoras

estancias, llenas de majestady de brío, y en las que:

el ¡pensamiento ahonda, indiaga, gira, ya aproxi mándose á las desconsoladoras dúdas de Leopardi, ya sumerg iéndose en reflexiones poéticamente lúgubres que recuerdan las elegías bíblicas de Job,

pero siempre ori-

ginal y magestuoso, reflejando fielmente

en sus “ver el estada de su espíritu, y ataviándolos con las galas sos de su poét ica dicción.

,

Ae

b

No

¡ Destino ruin él de la humana raza!

pide el gérmen sér, y sér adquiere;

se agita, y la impotencia le ataraza, aspira al bien, y la maldad le hiere.


0

La ambición con su empuje le convida, con sus efluvios el placer le pasma, ,

y el goce encuble llaga corrompida

y alienta la ambición vago fantasma. 0.

CS:

EE

AAA

Si ese enigma creador es imposible.

que descifre en su inepcia la criatura; -sl, abandonada en muladar horrible,

la |

llaga ha de sufrirde lepra impura;

ME

aunque himnos vierta el labio, de amor lleno,

|

la mente, por la rabia consumida, |

clamando seguirá dentro del cieno:

—¡Perezca el dia en que cobré la vida! ¡Maldito el sér que me llevó en su seno!

En estos y otros hondos desconsuelos se abisma el

pensamiento

del autor,

llegando en su pesimismo ner-

vioso hasta los linderosde la blasfemia,

cuando el ritmo de ténue melodía, apagando la sed de su organismo, á otra región alzó su fantasía. Era la esquila de la vieja torre que la oración crepuscular pedía.

En lentas ondas su gerhido corre.

POSEA

|

de valles y cañadas por los huecos; sus acentos repiten, |

como un sollozo, los lejanos ecos; el pájaro que trina en la espesura,

la res que muje en el verdoso prado,

el aire que en los árboles murmura,

. el arroyo que bulle despeñado, parecen responder con sus clamores á las preces que el bronce solicita, y sonidos, perfumes y colores,

en que invisible espíritu palpita,

a

, :

os

:


y

$20

5

E

Z

£

4

ES

_ REVISTA PUERTORRIQUEÑA. juntan en un suspiro sus primores perdiéndose en la atmósfera infinita. Í

Este himno

de la naturaleza eleva el

pensamiento del poeta, llevándole 4 un órden de ideas más luminoso y

consolador. Entónces recapacita, y proclama en versos magistrales que | 1 La mies bajo la hoz se multiplica, tras la agostada flor el grano crece, con la segur el árbol fructifica,

nuevo retoño suple al que envejece,

y en el detrictus que la tierra abona,

la palma regia de la hirviente zona

nutre el próvido tallo y resplandece. | Gravitación,

|

lo

Y

impulso, movimiento,

Y

onda, destello, ráfaga, perfume,

átomo, sér, inercia, pensamiento,

todo la ley universal resume. Todo á un conjunto armónicose aplica; nada flota ó se pierde á la ventura; la inmensidad al límite avasalla;

-

un gérmen á otro gérmen amplifica, y el órgano gastado, cuando estalla,

recoge, funde, extiende,*alza y depura en génesis peremne la natura. $600

0. te.

Y aquí,

«....

=$...

boo

.PBOOO/|

e

.%.

4%...

por más que al_lector le duela,

susp

la copia por justos miramientos á la propiedad literendo aria . La interrup ción

el poema íntegro

será breve.

(comprado,

quirirse estas cosas)

Pronto habrá que

y entóncesse

fío, en la lectura de Mi camposanto.

es como recreará,

de adquirir deben yo

]

ad se

ilo

Es

Porque la obra, en resúmen,' es bella, como las me-

jores que ha producido su justamente reputado autor.


CRÍTICA LITERARIA.

sár

Podré tener, y tengo en realidad, Opiniones poco inclinadas á las ideas filosóficas generales como elemen-

tos de la poesía lírica actual: pero la obra es liter ariamente bella, y sería bastante por sí sola para demos-

trar las grandes dotes poéticas del autor.

L

La noche misma en que se adjudicó el premio al. autor de

Mi Camposanto,

del Ateneo,

en

leyó el Presidente

sesión pública y solemne

de esta corporación

un

hermoso discurso acerca del arte literario en sus relac io-

nes con la historia.

El éxito que allí obtuvo,

y la cir- -

cunstancia de haberse publicado recientemente, me dan motivo para consagrar algunas líneas á este notable trabajo, sintiendo mucho que la premura del tiempo y el poco espacio de que ya puedo disponer en esta REvIsTAa, me impidan tratar de él con la extensión y detenimiento

que merece. : -D. Manuel Elzaburu, . autor del discurso á que me

refiero, es un joven

telectual.

de talento

y de

copiosa cultura in-

Aunque abogado de profesión,

y fiscal á ra-

tos, procura y logra de vez en cuando abstraerse de los negocios prosaicos de la curia para consagrarse al trato amenísimo y provechoso de Tierry, Michelet, Sain te Beuve, Lamartine, Gautier, Musset y Otros autor es, casi todos franceses, 4 quienes profesa particular devo ción. Es un parnassien pur sang, que gusta de cincelar

la frase, y piensa, y habla, y escribe quisita.

Entre

bdo

los autores españoles

con delicadeza ex:

:

muestra gran

rencia por Castelar, sobre todo en oratoria, es imitador afortunado. :

de

|

prefe-

la que a

Pero las aficiones literarias de Elzaburu no son exclusi vas.

Tiene autores predilectos, pero lee y estima +;

AS


AA 2

REVISTA PUERTORRIQUEÑA.

todo lo bueno,

: E

a

323

y nutre su entendimiento con la -rica.

sávia de todas las literaturas europeas.

.

|

sa!

Y de que lee y estudia con provecho dan claro testimonio los discursos que pronuncia en las solemnidades del Ateneo, y los trabajos literarios que guarda, con te-. nacidad censurable, en sus carteras de estudio.

pa

El tema principal del discurso enúnciase en el siguiente párrafo, con el que el orador abre su peroración, después de haber tratado con elocuencia. acerca de los trabajos del Ateneo y de la conveniencia de encami-

narlos á este fin:

Po

“Hace ya más de dos

históricos se han

con la idea de

un siglo, —dice, —que ido enriqueciendo

|

los méto-

poco

á

poco,

que una obra literaria

no era

un simple

el cuadro representativo

de un

estado del '

juego de imaginación,el capricho aislado de una cabeza caliente, sino una copia de las costumbres. que la rodea. ron, y como

.

espíritu humano, á tal extremo que para grandes pen- | sadores modernos un documento literario importante. podría servir bien interpretado para estudiar en él la

psicología de un alma,

como en Jocelyn;

generalmente

la de un siglo, como en la Divina Comedia, y á veces la de una raza, como en la Zhada ó¿ en los poemas índios, el Ramayana y el Mahabharata, llegando á con-

cluir de todo ello,

que principalmente

las literaturas

que

de los pueblos,

es

por el estudio de-

se podrá hacer la

historia moral

y marchar hácia el conocimiento

leyes psicológicas

de donde emanan

tos, como expone victoriosamente Enrique Taine,

" Historia de la literatura inglesa.”

de las

los acontecimien-

e

en su

ó i

0

A

Más adelante, y hablando de la unidad histórica de la España europea y la americana, añade: “Así nosotros, que veríamos

amorosamente

E

nuestro pasado en las venas del cuerpo

entrar

de la historia

:


ORÍTICA LITERARIA.

po

nacional, como la historia nacional ha entrado en el. fondo de estos territorios, y ha dado vida á4 nuestros propios alientos; así nosotros que nos sentiría mos me-

jor dentro de la patria,

como la nuestra,

porque

pudiendo hablar

en

de su historia

ella nos reconoceríamos, . habiendo hallado un lugar modesto para nues tros sacri-

ficios; | así también nosotros nos encontramos

en el derecho y en el deber de labrar ese primer edifi cio; de trabajar primero

que nadie en ese cuadro ayer humilde, pero amadísimo de nosotros, de sinnuestro tacha : siquiera ni

de regionalismo, porque este trabajo primario á que nos dedicamos tiene aun mucho que hacer entr

e los horizontes nuevos de la crítica;

y porque

dentro de ese mismo espíritu superior y más

ámplio

aun de

- + la nacionalidad, lo mismo para el del Norte que para del Sud, lo mismo para el andaluz que para el cántabro,el. ninguna historia es más patriótica que la historia de la prov

incia y de la tierra natal, porque ninguna se interna más profundamente en nuestras almas, ni se enla

raices más fuertes á las fibras de nuestro corazón. za con todos

Para ir adelantando los” medios

principio;

en ese camino,

posibles;

trabajemos por

empezemos

allegar

acudamos á

por el árduo

toda clase de

materiales; recabemos la autorización necesaria para que los escritores que quieran puedan acudir á los archivos. del

Estado, de la Provincia y de los Municipios, en par. archivo del Gobierno donde se encuentr tantos preciosos documentos; pidamos insistenteme an. la creación en. la Isla de algunas plazas del Cuerpo nte facult ticular al

ativo de Archiveros y Bibliotecarios, como las tienen las Baleares y Canarias, y como lo faculta lá legislac ión

vigente en la materia;

é interesemos, como lo hacemos

en este acto, á los añnantes del país,

para que aborden

sériamente esos trabajos, en particular el que hace rela ción á nuestra corta y escasísima vida literafia, que en su desarrollo y en su espíritu, en sus 'asuntos y en sus

formas, en sus desfallecimientos

y ensus

anhelos, en


524

REVISTA PUERTORRIQUEÑA,

| A

sus albores de gloria y en

sus

ideales,

como en una cámara oscura, todos

veremos pasar,

nuestros

dias, desde

la quietud patriarcal hasta los horrores

de la esclavitud,

en nada, ni esperanza

que

desde aquella vil servidumbre hasta esta dura expiación, dibujándose veladala fisonomía y el retrato moral Ml alma sensible, ingénua, doliente y resignada de «¿+ pueblo, incapaz de otras aventuras que las de sus sue de prosperidad, y que, cerrado á toda cooperaci E ayuda por la inmensidad del Atlántico, no funda por su corazón, ni puede fundar racionalmente, procedimiento en

nadie,

más

en la noble - -

comunidad de intereses con sus hermanos de sangre, en la inmutabilidad de su derecho y en la energía de

su sufrimiento.”

;

Esto es hablar con arte y con provecho. *

Abundan en todo el discurso, una elocuencia jugosa, llena

modernismo y de originalidad.

de

pasajes

ideas, de

E

bellos

y de

doctrinas,

k :

ManueL FERNÁNDEZ Juncos. »

de

*

o

me

:


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