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139 DE MARZO DEE 1888.
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AUTORES,
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OBRAS, :
Dr. Do e cólebo. ad Vállo Atiles, ino Puertorriqueño, . Dr, Do n Cayetano Coll y Toste, h.o..s E »=>+- Ll Borracho, ( ce Dr. Don Agustin Stahl. ......
Don Salvador Brau Don Al ejandro O
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Picón: Don Leopoldo Gu rcía-Ramón.
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EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO.»
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SUS CONDICIONES
.
0
FÍSICAS, INTELECTUALES Y MORALES, CAUSAS
QUE
LAS
DETERMINAN
Y
MEDIOS
PARA
| MEJORARLAS.
(CONTINUACIÓN).
?
| MEDIOS PARA MEJORAR LAS CONDICIONES FÍSICAS DEL CAMPESINO.
De las consideraciones que hasta aquí llevamos hechas, concluimos: que el campesino puertorriqueño
de orígen africano, sin perjuicio de las pequeñas modi-
ficaciones que haya podido determinarleel nuevo elima, conserva, físicamente considerado, los caractéres esenciales de raza y subsiste bien, principalmente en
las regiones más cálidas de la Isla. | PA El mestizo no vive mal tampoco en Puerto Rico. Por virtud de su herencia africana soporta bien el clima
tropical, goza de cierta inmunidad
contra algunas en-
fermedades—fiebre amarilla, etc.—y, por
sangre tiene de la europea,
* Esta obra obtuvo el último Certámen del Ateneo
elón de escritores y Artis
lo que
en su
ostenta modificaciones or-
primer premio de la sección de Ciencias 3 es en el Puertorriqueño, á pro esta del Jurado de AsocÍA-
de Madrid.
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REVISTA PUERTORRIQUEÑA. bi
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gánicas—color más claro, formas más esbeltas—que los
negros, y mejor aptitud y fortaleza para el trabajo que el blanco; en cambio le hallamos ' propenso á las manifestaciones escrofulosas. | Pla,
Tanto los negros
comos los mestizos
son aptos
para las faenas agrícolas y toleran perfectamente la iñfluencia del espléndido sol de Borínquen; pero la aptitud del mulato, —cierta en lo que depende de sus apro-
piadas condiciones orgánicas y de la consecuente adaptación al clima, —por otras razones se encuentra tan
disminuida,
que
tal
como
elemento mestizo, carece,
des
es
en
la
actualidad el
á nuestro juicio,
y vitalidad suficientes pará considerarle
de cualida-
como un
grupo en cuyo tipo se haya de cumplir, con respecto á Puerto Rico, la profecía de Mr. Quatrefages, de que
“la posesión definitiva del suelo pertenece 4 las razas mestizas.” | | Vemos á los mestizos trabajar junto á los negros con mayor inteligencia, y aún soportar el género de
vida que á estos les basta; les vemos reproducirse,
no ofrecen
un conjunto en cuyos individuos
se
pero
obser-
ven cualidades preeminentes: no exceden al negro en organización respecto del clima, ni tienen tampoco gran-
des ventajas positivas sobre el blanco en este concepto. Forman—tal nos lo parece—una agrupación transi:
toria, en que los tipos más fuertes, bellos é inteligentes
se funden en la raza blanca, mientras que el linfatismo, la tísis y otras causas segregan á los de condiciones
opuestas, limitando su reproducción hasta la esterilidad
misma que anula el tipo.
En esta cuestión
del cruzamiento,
de
lo que
pasaá
nuestra vista nos dice que en ninguno de los tres elementos que forman la actual sociedad que habita nues-
tra isla, se encuentra el tipo definitivo que ha de subsistir, supuesto que alguno haya de excluir 4 los otros; pero indudablemente la selección, hoy por hoy, se:in-
dica en el sentido de dar la prelación
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El
á la sangre
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He
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|
EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO.
de
europea. En efecto; observamos una tendencia firme en. el negro criollo cruzar su sangre; si en el africano existe fuerte el instinto. de raza á rep criollo, su descendiente, y de un modo roducirla, en el más manifiesto. enla mujer, , se nota el:vivo deseo de obtener descendencia de color más claro. : El mes tizo á su vez busca
cualidades morfológicas é intelectuales que le eleven, y. solicita y acepta gustoso la mezcla de su del blanco mientras rechaza las unione sangre con la s feriores al suyo; es que aspira consta con tipos in-| ntemente,á bo- ' rrar 6. á atenuar
conociendo
que
cuando ménos los rasgos africános, así se le facilita el medio de fra n=
quear el límite que le :separa de la raza blanca, en donde, subsistentes como están las pre ocu color, es preciso: que los signos exteriore paciones del. s apreciables. de un origen africano estén:
disminuidos
para ser aceptado sin viva protesta,
La
preocupación
del -color
;
notoriamente,
concur
re, pues, al mejoramiento .de las razas llamadas inferiores; y esa. misma ¡preocupación que, tienen las | fami lias blancas | para aceptar en su seno á una person a de color, la tiene el mestizo: para unirse con elementos aún mayor á veces es en él esta prevenció inferiores, y n, hija legítima.de ese anhelo instintivo del hom bre hácia el perfeccionamien
to. De suerte que en la sucesión de los | tiempos, 4: beneficio de esta evoluc ión ascendente, lenta, pero contín
ua,
surgirá el tipo orgánico que hoy no en- |
contramos,y procederá
predominará
de
un cruzamiento
la sangre europea.
en el cual
|
+ En, un, concienzudo estudio del Dr. J Orgeás, titulado “La
patología de las razas humanas y el pro blema de la colonización,” estudio que nos 'ha suministrado muchos datos para la redacción de esta parte de nuestro: trabajo, dice el competente médico de la marina francesa: ““Se puede afirmar que en tod as las antiguas colonias de esc
pertenece
lavos de la zona tórrida, el porvenir no 4 los mestizos, como se ha pretendido. A
:
4
;
4
consecuencia de las reyoluciones políticas hácia las cuáles tiende fatalmente
voluciones
el antagonismo
de las razas,
ré-
que no son sino una cuestión: de tiempo, |y
de las cuales todos estos paises serán teatro más ó ménos tarde, la selección natural hecha por el clima, las condiciones diversas
de la vida
y. las luchas políticas,
traerán poco á poco la disminución del número de los mestízos y acaso en un porvenir lejano su desaparición casi completa, para no dejar subsistir sino la raza pura mejor adaptada al medio.” qe Nosotros, refiriéndonos 4 Puerto Rico, diferimos en cuanto á la conclusión final que asigna al elemento negro esa estabilidad definitiva, deducida de lo que parece ocurrir en Haití y otras colonias; y pensamos
así,
porque
ni el
elemento africano
ha
predominado
nunca en esta isla, ni el elemento europeo ha dejado de adaptarse á Puerto Rico, por las circunstancias
especiales
del clima.
Si cuando
el terreno
perma-
necía vírgen, sin cultivo la mayor parte del territorio, pudo permanecer el español y: dejar descendientes que subsisten después de cerca de tres siglos, con razón podemos esperar lo mismo hoy que la civilización ha penetrado en nuestra isla, y por lo tanto el aumento del cultivo ha hecho disminuir la insalubridad del suelo y ofrece mejores elementos para el trabajo. pd Mientras de las provincias españolas arriben, como
hasta aquí, elementos blancos adaptables al clima, —y la experiencia demuestra que lo
son en
su mayor
parte
casi todos los peninsulares y los procedentes de las islas Baleares y las Canarias, —el predominio pertenece á la raza blanca, que aún en los campos mismos se establece y subsiste sin dificultad. |
Seguramente ella se dejará invadir por sangre ex-
traña, confirmándose el hecho observado por los antropólogos y consignado por Mr. Ed. B. Tylor en las siguientes palabras: “En estos últimos siglos se ¡ha
comprobado perfectamente que no sólo donde viven jun3
it
”
¡
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- BL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO.
48
tas dos distintas razas se produce una, nueva ó mixta, sino
que una gran parte de la población del mundo debe su
existencia
invariables
al cruzamiento,”
los factores
que
pero en
la mezcla,
hemos estudiado,
siendo
habrá |
mucha más sangre europea que la que tiene el mestizo de .
nuestros dias; la suficiente,
quizá, “para ocultar mucho
la sangre africana. Del campesino blanco servado caractéres físicos
permiten dudar
hemos dicho
que ha con-
de sus progenitores
de su origen;
al adaptarse,
que
ha
no.
acen»
tuado algunos rasgos de sus ascendientes meridionales,
tales como su color más pálido y moreno, menor acfivi-
dad, etc., y ha adquirido algunas modificaciones no muy
precisadas aún.
A
causa de las influencias
oportunidad hemos señalado,
queen su
se nos presenta. con as...
pecto de convaleciente, tanto que, —si no de un modo absoluto, —en tésis muy general puediera decirse quenuestro | campesino blanco está enfermo. Peroesto obedece, insistimos en ello, á circunstancias secundarias perfectamente remediables.
Reconocemos la influencia del clima
en el modo de sér individual; inspirándonos en las ideas | de Montesquieu y de muchos otros ilustres sabios, la
aceptamos
no sólo como un principio determinantede
las cualidades orgánicas, sino hasta de la moral misma;
pero también
hallamos en otras causas la pobreza of-
gánica del jíbaro,
pues
el insigne Castelar,
que existe entre
como
ha
dicho
brillantemente
“conocemos el estrecho parentesco
la naturaleza y el alma.
Los minera-
les nos dan la base de nuestro esqueleto. El hierro penetra, en nuestras venas, colora y enciende la sangre. Con sólo mirar al cuerpo humano se ven relaciones y armonías con las plantas. La relación es ma-
yor.en
las esferas superiores de la vida.
Todas
las. .
especies animales tienen afinidades. físicas, químicas, "fisiológicas con el cuerpo que las reune, las corona. y las completa. Por todas partes nos sentimos unidos
con el Universo, y en relación, así con la estrella leja-
4
: REVISTA PUERTORRIQUEÑA. |
na, perdida en los abismos del cielo, como con -la.hu milde florecilla hollada por nuestros piés,” de modo que,
sin negar al clima su influjo como medio, la latitud que le corresponde. Visto así el asunto,
damos éste (0 ce
¿nos es dado modificar el la-
_ mentable mado de sér del jíbaro?
Sí;
y cuanto diga
mos útil para el blanco, debe entenderse como dicho para los miembros de las otras razas. | Ll. De las causas que hemos analizado, la ascendencia no es modificable; en cuanto á las condiciones climatol gicas, algo podemos hácer, pues es sabido que los óeli:
mas cambian, dentro de ciertos límites,
por virtud
accidentes que á primera vista parecían «incapaces dé de producir variaciones: así se ha visto que la destrucc de un monte vecino alteraba por completo el clim ión a de
una localidad;
de manera que, repoblando
de árboles
algunas comarcas en que indebidamente se había destruido el arbolado, se han obtenido modificaciones ' favorables en este sentido. Impórtanos, por lo -taritos no. obrar inspirados sólo por el capricho ó la utilidad de momento, y atenernos á lo que la ciencia aconseja, reconociendo en el revestimiento y cultivo del suelo una importante influencia modificadora del clima. “La influencia
de las
selvas sobre
la temperatura del
suelo, -
dice Arnoald, ha sido expresamente estudiada por Eber mayer (de Aschaffembourg). La temperatura media anual, la cual decrece dela superficie 4 la profundidad y que baja medio grado de 144 piés, es todavía más baja en los terrenos poblados; el grado observado eh
la profundidad de éste és generalmente 21 por 100 más
baja que en el suelo descubierto, en condiciones por lo demás iguales,” y también añade: “Dé una manéra general se puede admitir esta fórmula ya anti: gua: que el revestimiento vegetal del suelo impide el acceso de los rayos del sol, pero es también un obstáculo á la pérdida del calórico de la tierra; por consecuencia
atenúa los extremos de la temperatura enla superficie...
EL CAMPESINO PUERTORRIQUEÑO,
as
Las observaciones agrícolasde Montsouris indican bien la influencia del cesped con relación á la temperatura. _Las mínimas son mucho más bajas en la superficie del cesped que á la altura de dos metros; bajo resguardo.” No puede negarse que sobre las condiciones de vida del jíbaro nos es dado influir de 'un modo mu=.
cho más eficaz que sobre la determinante ' anterior,
cambiarlas á tal punto,
que de enfermos
y
se tornen, no.
digamos en campesinos de la robustez de aquellos de los climas templados, pero sí en Hombres relativamente vigorosos.
;
Y que esto no es utópico nos lo demuestra la observación de lo que pasa á nuestro alrededor. En la capital, y nótese que elegimos una población en que
el calor domina
casi todo el año,
encontramos junto al
negro y al mulato, compitiendo en los trabajos de car-. ga y descarga del muelle, carretaje, albañilería, herrería, etc., al europeo y al criollo blanco; y entre estos últimos algunos jíbaros que no tienen el aspecto. de enfermos. :
(
Multitud
de sirvientes de ambos
nte 4
es
de
sexos han
p
acudi-*
do últimamente á este centro de población empujados por la crísis agrícola; casi todos esos desgraciados jíbaros llegan á nuestras casas anémicos; mu-.
chos
con
el vientre recrecido,
la respiración
np
anhélante,
cansones aún para las faenas ménos fuertes del servicio.
Durante los primeros dias la alimentación les hace daño; toda una série de trastornos digestivos se presenta en ellos á causa del cambio radical á que sé someten sus estómagos mal habituados; acaso se les desarrollen | calenturas intermitentes; en una palabra, el sirviente que se nos entra por la puerta es un enfermo. Pero :este enfermo resiste el cambio de régimen, su estómago se acostumbra á los hasta entónces. desconocidos
tos, y ála
regularidad
acomoda á reposar
casa,
de las comidas;
el cuerpose
en mejor cama y en más
las intermitentes
alimen-
se curan, y al cabo
abrigada
de poco
416
- REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
tiempo aquel jíbaro color de cera, incapáz .para el tra-
bajo, se ha vuelto robusto, ágil, ha mejorado de color, y hasta su aspecto general es mejor que el de los habituales vecinos de la ciudad. | . No ménos signify icativ. o es el tercer hecho en queh
nos apoyamos para sostener nuestro aserto.
las milicias disciplinadas, no
hemos
viriles de
de
los
suprimidas
analizar,
con
campesinos.
de jíbaros que vivían
Existían
por motivos
perjuicio
Compuestas
de
los
que
hábitos
estas
tropas
en sus casas, con la única obli-
gación de concurrir una vez por semana ó cada quince dias al ejercicio, hemos de convenir en que su aspecto marcial dejaba mucho que desear; sobre no estar convenientemente equipados,
valecientes, casi
en
parecían una
su totalidad;
tropa
de con-
pues bien, esos
mos hombres, á causa de las necesidades de la de Santo Domingo, fué preciso utilizarlos para vicio de guarnición de San Juan y de otras ciones de la Isla, y al clima rudo de la Capital
batallón de milicianos, que
al régimen
militar
de
desde
luego
fué
las tropas de línea:
mis-
guerra el serpoblavino un
sometido
acuartela
miento, buena alimentación, vestido apropiado con
uso
forzoso de calzado. Al ejercicio semanal sucedieron los ejercicios casi diarios, al descanso en el bohío, las guardias; en una palabra: el cambio: de género de
vida fué radical. Hubieron de prestar un servicio árduo y desacostumbrado para ellos; porque como sólo
eran
cinco
compañías,
unos seiscientos
cazadores
de
milicias, y las demás tropas estaban escasas, sobre ellos pesaba todo el servicio de la plaza. No obstante esto, cuatro meses «después de sometidos al núevo
régimen llamaba la atención
ficado en aquellos hombres: hubiera podido entónces,
general
ninguna
el cambio
persona
veri-
extraña
porel sólo aspecto, distinguir
los soldados de milicias de los otros. El color ané-mico había desaparecido, robusteciéronse notablemente,
y en el Hospital
Militar apénas
había milicianos. “ y
- fermos.
Resuesicndo:
aqlellos jíbaros,
en muy poco
tiempo de buen régimen, se rehicieron orgánicamente y adquirieron la gallardía marcial de los soldados: españoles europeos.
|
Estos hechos
|
pl
nos parecen
ee
elocuentísimos para
|
probar lo que venimos sosteniendo; esto es, que el clima no es el culpable único de la debilidad del cam-.
pesino; y no en vano nos interesamos en consignar | esto, pues frecuentemente hemos oido decir: “¿Qué hemos de hacer contra la
debilitante? tiene
El jíbaro
remedio.”
Sí
influencia
es como que
le
de este. clima tan |
debe
ser,
tiene; pues
y ello
sobre
no
otros
motivos descansa más principalmente la decadencia física que presenciamos, y prueba de ello es que-entre
esa misma población débil encontramos hombres fuertes y sanos.
ejemplares de |
|
Si á un higienista europeo |dijéramos que en
los.
E
campos de Puerto Rico, ¡ entre labradores, se encuentran las naturalezas más pobres; :que la población rural. es tan poco vigorosa, sino ménos que la urbana, encontraría el hecho sorprendente; porque si bien es verdad
que en Europa, en los campos, se
desconoce
la
higiene más¿que en las ciudades, les precisamente en el
campo en dónde se encuentran las personas más sanas, los hombres de fuerzas fisicas más notables,: el elemento viril
de las naciones;
ocurre lo propio,
matológicas,
y
sientre nosotros no |
débese á que á las
indudablemente
inferiores
condiciones
cli- |
á las de los
paises europeos, se une, no ya el desconocimiento de la. higiene, sino el llevar un género de vida en completa contradicción
con los
saludables
preceptos
higiénicos.
¿Como conseguir que el campesino cambie de modo de | vivir? Mejorando su alimentación y sus costumbres domésticas.
LN
|
Desde luego, sobre la generalidad de los jíbaros: ya adultos, la reforma ofrecerá dificultades; pero sí se puede alcanzar, dentro de algún tiempo, educando la ge- *
| |
|
lo
Í É l |
413
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
| Á Ñ h
neración del porvenir.
Nie? cosa de por la fuerza,ni la persecución es pra imponer un sistema cticable; pero educando al niño llevará á la casa de sus padres
la semilla que ha de fructificar. El maestro de escuela, además de los conocimientos de la educación ord ina . ria ” , deb e instruir á . : o. sus dis
cípulos en las nociones de higiene, que les hagh an comprender cuán mal sano es el género de vida ue Siguen sus padres, y así influir en que este sea su stituido por otro más racional. | '
(Continuará).
e
A
Francisco DEL VaLte Aries
A
“EL BORRACHO. ptr
Con un traspiés) al: cAlpbiso se. asoma - Y tomando una silla, indiferente; En torno de una mesa se desploma Pidiendo con: voz ronca el aghardientes
| A
Los parroquianos le: contemplan. todos, e Mas él á todos mira con fiereza, LA Y en el mármol poniendo entreambos codos Reclina entre las manos la. cabeza.
“5
Y olvidado del ipisido y de su casa, Caldean su: cerebro los licores...
:
¡ Visionario infeliz que el tiempo pasa Con pendencia soñando y con psores o de a Ya no acaricia á la labor: su ; mano,
Su ausencia del trabajo ya se nota; : Ayer era un'cumplido ciudadano Y hoy es del vicio Ads ¡ota
Al sentir al garzón que. suiansia halago Su mirar un relámpago ep:
o
»
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
|
Locuaz y cariñoso puesto paga,
Tomando
convulsivo la botella;
|
Y sonrie con el ánfora cogida,
Y escancia con premura el aguardiente,
Y apurando de un sorbo la bebida Fija en la copa la mirada ardiente.
Y repite y repite con cinismo Una y cien veces, y por fin, se cae.... ¡La pendiente del vicio.va al abismo
Y el abismo á sus víctimas atrae!
_Entónces atropella, habla con ira, Y llora, y rie, y rueda sin aliento.
¡El cerebro del beodo que delira
Es fragua donde lucha el pensamiento!
Vé la mujer que adora atormentada, Y al querer defenderla con denuedo, . Escucha una terrible carcajada Que le produce confusión y miedo... Y vé que en el salón todo voltea, Y diablillos le miran sonreidos, Y siente:que una maza le golpea, Y tiembla, y suda, y pierde los sentidos. Y le arrojan de allí con algazara
Para que libre el cafetin se halle, Y con las puertas dándole en la cara
Le empujan y le lanzan á la calle.
Y cual bajel que sin timón ni vela Navega por el mar con rumbo incierto, Y "abatido por hórrida procela
En vano busca el anhelado puerto; y
-
o
| i |
ES
a
A
1
FL BORRACHO. - Así va por las calles delirando
| |
El infeliz con ruta extraviada, A Tropezando, cayendo, blasfemando, -
el
ari
El cuerpo herido, el alma atribulada.
Se detiene: vacila: y el oido Atento aplica á su mental deseo, |
Y de nuevo camina, compelido
E
Por un vertiginoso balanceo.
Y por fin, el Sereno que en la via Vigila entre la sombra que le óculta, -Hosco le apresa, y hasta el nuevo dia
En calabozo infame le sepulta. En tanto, triste en el hogar la esposa, Encorvada á la luz trabaja y reza; E 'Y esperando, esperando, temblorosa Po Levanta, á cualquier ruido, la cabeza.
Y viendo que el velón el óleo apura "Y el esposo no ¡Llora en
silencio
torna á su morada, la infeliz criatura
>
“Y el sueño vela de la prole amada, 4 Alo:
CAYETANO COLL Y TosTE. ln iia
ESTUDIOS ETNOLÓGICOS. SOBRE LOS: INDIOS BORINQUEÑOS. IL su ORÍGEN. ñ
Siendo
nuestra
—_————
A
y
y
isla de formación
derna, los séres que la habitani deben moderna creación, y: el orígen de la que primeramente pobló á: Borínquen entre las razas que habitaban el vecino Entre las grandes Antillas, Puerto
geológica
mo-
también ser de especie humana ha. de buscarse continente! |
se halla geográficamente más, separada
nentes setentrional y meridional.
Rico
es la que
de los conti-
AS 1
La corriente oceánica, describiendo un círculo ova-
lado en el centro del Atlántico, penetra en el Golfo de México, encontrando á su paso nuestra isla. Esta corriente contribuía necesariamente 4 dificultar el arribo 4 estas playas, de los vecinos habitantes del Occidentey N.
en sus pequeñas
y débiles embarcaciones,
confiadas
ex-
clusivamente á la resistencia corporal de los tripulantes;
pero pronto hemos
de
reconocer
que
ha venido en dicha dirección, á pesar de táculos, ?
la inmigración
aquellos
obs-
-
E
Sería inútil buscar en la historia moderna de América el orígen de la población indígena, porque éste se remonta á épocas veladas por las nebulosidades
de períodos desconocidos.
Debemos, pues,
buscar
en
otras fuentes la base de nuestra investigación. 3 Algunos viajeros que han recorrido la América septentrional, opinan que las castas de este continente
son descendientes de la raza mogola, N.E. del Asia, salvando el Estrechode
descripciones, en lo que se refieren
bastante minuciosas; observación,
inmigrada del Behring. Sus
Á esas
en ellas brillan
extensos
conocimientos
castas, son.
el espíritu de
de
las
ciencias
llamadas antropología, arqueología y etnología, riqueza .de investigación, y deducciones sólidamente establecidas.
|
Dichas castas Arkansas, Osajes, Abpalaches,
Chicacas,
FSE
las constituían las tribus de los Cheroquées, lllineses, Californios, Niamis, etc.
Los indígenas de las Antillas
rica
meridional,
.
,
según
aquellos
y de toda la Amé: viajeros,
constituían
otras castas particulares, y “aunque” se advertían al: gunas diferencias entre ellos, en conjunto se aproximaban en muchos puntos á la tártara mogal, y hasta parecían corresponder á un mismo tronco.
Según Iñigo, el color de los indios borincanos era
- de cobre, como el de la generalidad de los naturales de América, aunque más caido y oscuro, bien fuese efecto del aire, de las muchas humedades, de la calidad de
la tierra
6 de
todas
estas
causas juntas:
.por lo general era más baja que
su
estatura
la de los españoles;
pero eran corpulentosy bien proporcionados. Tenían las narices chatas y de ventanas muy rasgadas, los ojos
turbios, los dientes cariados,
la
frente
angosta, la ca-
beza aplanada por delante y por detrás, porque al nacer se la deformaban apretándola por: el cogote y por la: frente, dejándosela de figura cónica, . harto desairada
y fea para los-ojos que no fuesen de ¡indio: su cabello Í
de
-
¡ESTUDIOS ETNOLÓGICOS. desa
424
REVISTA
PURRTORRIQUEÑA.
era largo, negro, y grosero: carecían de él en la barba y demás partes del. cuerpo.
Estos caractéres que fray Íñigo ha copiado de
Raynal, tomo IV, fólio 331, son los que generalmente se aplican á la raza cobriza americana; pero, algunos
de ellos son también
comunes
á la raza mogol. | La
forma artificial de la cabeza que este autor describe sin reserva, y parece hacerla general, ningún otro autor la admite en este sentido,
y dado que: existiese,
ser en casos excepcionales.
color
debió
Los'naturalistas describen la raza ¡americana de cobrizo, cuyos matices fluctúan desde el rojo
hasta el amarillo, la cara
ancha,
frente
estrecha, . pelo
negro, ásperoy lacio, ojos pequeños, ya horizontales, ya oblícuos, nariz delgada y encorvada hacia abajo,
lábios abultados, y carencia
es de color
amarillo,
cabeza
de barba.
aplanada, pómulos salientes y
angulosa, gruesos,
La raza. mogol
cara ancha nariz
y
pequeña
y chata, sienes hundidas, mandíbula superior ancha, ojos pequeños, estrechos y oblícuos, pelo é iris negros, aquel áspero, lacio y escaso como la barba; su estatura corta, el cuerpo rehecho y rollizo, las piernas pequeñas y encorvadas. | ¡ Las analogías que resaltan entre las tribus americanas y malayos,
los tártaros, chinos, láscares y hasta algunos son más notables en las primeras, cuanto más
se asciende al N.;
pero-aquellas se van borrando 4 me-
dida: que se desciende al S., duce al parecer
á la
y esta particularidad con-
hipótesis de que la población pri-
mitiva americana, excepción hecha de los esquimales del extremo N., desciende de la raza mogola que habita en el centro, N. y E. del Asia y parte del N. de Europa. : A Las modificaciones que han surgido entre las diversas castas Ó tribus que pueblan la América desde el Canadá hasta la Patagonia son tan notables, que no
han: podido
pasar inadvertidas
ni aún á. los viajeros |
is
ESTUDIOS ETNOLÓGICOS, |
menos observadores; de unas
Ty
y aunque á veces
el entronque
y otras se denuncia en visibles analogías que
prueban la presencia americano,
y
de elementos diversos en el tipo
las castas que” viven desparramadas
los dos continentes
en
y á considerable distancia no pueden
confundirse, toda esta variedad de configur aciónes y difere
ncias
en su constitución anatómica no es suhiciente
á borrar ciertos
caractéres fundamentales subord
inados á la razón tal vez de un común origen que aproxima la raza americana en su conjunto á la mogol. Es indudable - que el clima, las costumbres,
mentación,
extremas condiciones . de
localidad,
la ali-
y
tal
vez también enfermedades constitucionales heredita rias y generalizadas en toda una tribu, pueden influir en su constitución física Ó imprimir modificaciones caracte-
rísticas en cierta dirección, y estas, sostenid as en el transcurso de numerosas generaciones, adaptars e á
aquellas naturalezas determinando por fijar cará cter permanente. Así la talla del primitivo americano es regular; pero en algunas tribus es muy grande, en el extremo S. los patagones, y en el N. los como assinibonios. En otras, porel contrario, es más. pequeña, como en los peruvianos. ps .
Los americanos del N., habitantes de un país frio y abundante en animales mamíferos, han requerido una
alimentación en relación con aquel clima, y han bierto sus cuerpos con las protectoras pieles de cuesos mismos animales. El aparato dentario en dichas tribus era corto, la fuerza muscular vigorosa, y su estatura más que regular. | : Al contrario, los habitantes de nuestra isla, en donde los cuadrúpedos y aún los animales mamífero s, excepción hecha de cuatro especies de murciélagos, eran desconocidos, la alimentación debía ser esencialm ente frugívora y herbívora, el aparato dentario más dispuesto para la trituración que para desgarrar los alimen-
tos, las funciones lentas del tubo: digestiva pequen a
426:
|
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
mayor longitud, 'las fuerzas musculares
eran inferiores
.misible en ellos, la estatura corta, el cuerpo rehecho y - las piernas corvas; los que: habitan lugares húmedosy
pantanosos sufren de'reuma y de un paludismo que enerva pronto el aparato digestivo; sus cuerpos son débiles, y la longevidad apenas
limitado. largos
se observa.en
un «número muy
Los que habitan paises cálidos
y enjutos,
para la marcha,
an
y los cuerpos menos vigorosos. Asímisino observamos . que los trogloditas y habitantes de chozas bajas, frias, y faltas de ventilación son desaseados, sufren habitualmente de reuma; el raquitismo es constitucional y tras-
y “secos son
los brazos débiles; las piernas ágiles
trepan con facilidad, gozan
salud y viven más que aquellos,
z
de
buena
Es
A estas reflexiones, conducentes á explicar las dife-
rencias de castas en la raza americana, debemos agregar otras que nos aproximarán. al término de nuestro tra-
bajo: encontrar el origen del indio borinqueño. . Los españoles,
América,
al
invadir ambos continentes de
sólo encontraron,
hácia la banda
del occiden-
te, dos imperios poderosos, con una civilización bastan-
poblaciones, comunicarse unos con otros, fomentar el. comercio, consolidar sus relaciones por medio de mú-
tuos convenios y conquistar importantes adelantos en
a
de los incas en el meri-
dional.. Ambos pueblos ocupaban las regiones. más secas "de América, en que las lluvias y los.rios eran menos abundantes, sobre todo los rios caudalosos, y fáciles de desbordarse, y esta circunstancia en la naturaleza de esos paises, lejos de poner obstáculos 4 la comunicación, el comercio y progreso de los pueblos, les permita establecerse en sociedades organizadas y ¡ sometidas á un régimen constituido de gobierno, formar
a
en el
A
y el
el-de los mejicanos,
A
continente septentrional,
que
con escaso. coAl
A
imperios eran
ó
O...
de otras |
tribus
A
Aquellos
unas
4 las demás
A.
permanecían aisladas mercio mútuo.
DE
te avanzada comparativamente
-. ESTUDIOS ETNOLÓGICOS.las:artes.
Los
aislamiento,
vados
pueblos que
de)
viven forzozamente
en el
no son susceptibles de estas ventajas.
de ellas
que se oponen.
por los
múltiples obstáculos
á su movimiento y comercio
pueblos y otras tribus, su material é intelectual se * imperceptible. Antes de proseguir historiadores cuyas: obras
Pri-
naturales
con otros
desenvolvimiento y progreso opera de una manera lenta é : A conviene citar algunos de los ofrecen riquísimo cohtingente
para ilustrar esta parte de nuestro estudio.
|
Torquemada, Monarquía andin.—Ulloa, Noticias ame-
ricanas.—Robertson, Historia de América.— Pedro: de Ciega, Crónica del Perú, — García, Origen de los indins.— Chanvallon,.
Voyage
nomale.—Bougues,
á
Martinique.—Biet, Prance equi-
Figure de la terre. —Alciades
bigny, L' homme américain.—Morton, ete,
:
d' Or-
Crania americana,
Hemos de reconocer que la América septentr ional ha sido más visitada y explorada por erud itos y sabios viajeros, á quienes debemos excelentes rela ciones acerca del origen, carácter,
bus desparramadas Méjico.
desde el Canadá hasta |
Hemos manifestado
nuestra
índole y costumbres
isla establecía
de las tri-
el Golfo de
que la posición geográfica
entre sus
habitantes
de
y el rest
o de América una separación mayor que la de otras islas,
contribuyendo notablemente
4 su mayor atraso;
pero volviendo al origen de las razas, y esta blecidas las reflexiones que preceden, hemos de resolver nuestra tésis bajo otro punto de vista más científico, y con el apoyo de elemen
tos distintos
tos elementos serían
en que basar el problema.
los restos
pecialmente sus cráneos.
de nuestros )
Es-
indios, es-
| Es indudable que sólo algunos cráneos cons tituyen
los únicos testimonios capaces de ilustrar esta cuestión,
reconociendo la identidad ó analogía de caractéres que
resulten de la comparación anatómica.
Pero es el caso
428
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. da
que estos inapreciables comprobantes por los que cla ma la antropología para resolver el problema del ori-
gen de la casta indio borinqueña,
no se han conserva-
do, y no aparecen; siendo en verdad: bien extraña eóta ausencia, dado que los indios no usaban la cremación
de sus cadáveres,
en sitios solitarios, que no se han descubierto
hasta ahora.
.
-
Sin embargo, figuran en nuestro gabinete de His- ; toria natural algunps huésos completos, fragmentos de '
otros y dientes que presumimos procedan de indios, : y que hemos recogido en una caverna de la altá monta-
ña, cuyo nombre
y lugar no
podemos
decir.
Se nos
ha asegurado que de la misma caverna extrajoun ilus-
trado extranjero varios esqueletos enteros, abandonan-' do sólo aquellos restos que hemos recogido. . Es sen- .. sible que entre ellos-no haya ningún cráneo, bién en-
tero, Ó siquiera
en fragmentos que presten
un rayo de
luz al oscuro problema del origen de esta raza. * Ignoramos si algún antropólogo competente
ha
publicado el resultado de sus sabias investigaciones sobre estos cráneos y esqueletos. Por nuestra parte, hemos de limitar el estudio
al reconocimiento de
bras, una porción imperfecta
del sacro de
algunas vérte-
un
adulto y
otra de un recien nacido, varios huesos largos incomple-
tos, otros
del tarso,
metatarso,
carpo
y metacarpo,
y
numerosas falanges, dos trozos del innominado, dos del omóplato y algunas costillas y clavículas. A
El tiempo que estos restos han permanecido: en la
caverna
es sin duda muy largo;
meros tiempos
tal vez desde
de la conquista, pues
ponjosa interna de los huesos largos y se han gastado
los pri-
toda la masa es-
ha desaparecido,
las apófisis, compenetrando
la tierra
en los poros y huesos, no obstante hallarse en la superficie del suelo y no enterrados. La caverna es es-.
trecha, algo húmeda, y su comunicación con el exterior muy reducida. | |
et
nados
los cuales eran enterrados 6 abando-
pa
?
No es fácil asegurarsde qué manera han llegado á
este sitio
las desconocidas víctimas;
pero la vista de
esta extraña hecatombe sugiere tristes reflexiones, tras- * portando la memoria á aquellos:funestos tiempos, que los indígenas hubieran podido llamar “de la invasión de
los bárbaros de Europa,” .en que esos desgraciados eran ferozmente perseguidos, acosados, vejados é in-
Justamente sometidos á la esclavitud por los europeos invasores. Buscando refugio en la impenetrable selva : é inaccesible montaña,
fatigados Ss Pp por las marchas violentas, abatidos por el hambre y las privaciones, sus carnes desgarradas Ss
Pppor breñas yy zarzales,
yq uIzás tam-.
bién víctimas de cruel enfermedad y' sin aliento para continuar la fuga, reposaron en aquella gruta que en
breve
convirtióse en
su sepultura;
Ó quizás fallecidos
por extenuación en aquel paraje, fueron los muertos - Ocultados en la caverna por los sobrevivientes, pues no.
es fácil de otro modo explicarse la razón del número regular de cadáveres reunidos en dicho sitio, á no ser - que, allí refugiados,
muriesen
asfixiados
por la atmós-
fera deletérea que exhalase la caverna. Una
_puede
sepultura
reconocerse
de
indios conforme
á
en aquella hecatombe,
su rito no
porque
de
ser así, no sería por cierto la única encontrada; y en un país cuya población rural está diseminada por-toda la montaña, se hubieran igual clase.
La sacral - mas
ya descubierto
circunstancia de
haber encontrado
de un recien nacido,
había
una
mujer
en
muchas
prueba
el delicado
que entre estado
obras de
la porción las víctidel
puer-
perio ó en el último período de la gestación. Entre los huesos encontrados se hallan algunos perfectamente osificados, pertenecientes, pues, á' personas adultas;
en otros la osificación
no se había com-
pletado, y estos pertenecen á niños.
Otra circunstan-
- cla no ménos
lativamente
notable
pequeñas
consiste en las dimensiones
de muchas piezas que
re-
parecen
4ze
REVISTA PUERTORRIQ UEÑA,
pertenecer
4
mujeres
y
niños,
Entre los dientes ha y varios pequeñ os c Uyas raices completamente form estaban adas y de encontrados
€ 10á 16 años;
muelas,
Serva
do con
tallada,
ben c Orre las grandes piezas sponder á niños son Mayórmente
pocos incisivos
cierta pequeñ
lo
y caninos.
que
de la que
en nues tigio alguno. El] ho decir, el troglodita mbre de mostrado por Alciad la época . es q' Orbigny en riormente hallado el Brasil, po(steen Otras regiones del Nuevo Mundo, no - ha existido ni po moderna formación dido existir en nuestra isla, cuya gevlóyica hace im posible este
he-
ESTUDIOS ETNOLÓGICOS, exenta
- 1
de dificultades para determinar con
evidente
exactitud el origen y procedencia de nuestros indios, pues los resultados obtenidos del estudio de cráneos americanos carecen de uniformidad, y son á veces com-: pletamente contradictorios;
y si á esta desgraciada cir-'
cunstancia agregamos la otra de que la clase de huesos que existen en nuestro gabinete son insuficientesá ilustrar apenas una parte de esta tésis, y que hasta los sabios antropólogos más distinguidos se detendrían al pro-. nunciar su fallo con pruebas tan deficientes, casi hemos de renunciar á darle nosotros una solución, ó esta sería puramente hipotética. .
En algunas colecciones antropológicas en que se ha reunido gran número de cráneos americanos han resultado la mayor parte braquicefálicos, en otras doli-,
_cefálicos,
y én otras abundan
las formas
intermedías,
Ó
las dos fundamentales figuran en proporción igual. Según Morton, la dolichocefalia es la forma más común en las tribus primitivas braquicefalia en
las
del
al
E. O.
“esta observación en las costas
de los del
Alleghanes,
Missisipí,
de la
y la
repitiendo
América
meridio-
Los cráneos peruvianos se distinguen por su mal. forma cuadrangular, y los de los mejicanos por el apla-
namiento de la parte posterior que es vertical, y el vértice piramidal, visto por detrás, la frente ¡algo alargada y baja, las órbitas cuadradas y la nariz aplastada. En conjunto, la-raza americana presenta algunos
caractéres de primer orden, análogos á la raza amarilla ó mogol, tales como la cara y nariz aplanadas, el color de la piel, él pelo negro, duro y lacio, el poco desarrollo del sistema piloso en la superficie del cuerpo y cara, los ojos pequeños y el aplanamiento del occipucio En cambio, las dipropio de muchas razas del Asia. ferencias más notables están en: la nariz perfilada, el débil prognatismo y la poca capacidad de la cavidad
cerebral.
No debe olvidarse que el tipo de las tribus
- de la América del N. difiere de las de Méjico,
Perú y
431
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. :
q
Nueva Granada, y que
aquellas á la raza' mogol.
éstas se aproximan
E
más que
Los carlifornios, según La
Perouse y Rollin, demostraban
mejanza con la raza etiope: iris es casi negro, la frente
muchos «puntos de se-
el color de la piel y del baja, nariz corta y depri-
mida en la raiz, los moxilares salientes, boca grande, labios gruesos, dientes bien con servados, el pelo negro, grueso, pero no
lanudo ó crespa Los charonas, según Prichard, son rojo oscuros, do. der ech os, bien proporcionados y activos, de estatu ra reg ular; tienen la frente despejada, facciones regula res , cej as pobres, cara y cuerpo lampiños, cabello negro y lacio, nariz recta y
manos y piés pequeños.
No
ces dificil reconocer en
Js
muchas fisonomías que
diariamente se nos presentan á la pómulos pronunciados, la anchur a
vista caractéres marcados de la raza mogol en esas caras aplanadas con los
mandíbula superiory cierta oblicu y prognatismo de le idad de los ojos. Esta anología de cat actéres con
trañarse
en nuestra isla,
la raza mogol
donde los chinos
es de ex-
y asiáticos, tan comunes y abundantes desde tie mpo s atr ás en las otras Antillas, se han introduci do en Puerto Rico en escaso
número, de manera que es raro encontrar uno acaso en el litoral, y apenas ha habido cruzamiento .entre ellos y los criollos. Esas caras no pueden expliCarse sino por una reminisce ncia de la naturaleza india. El perfecto tipo
de la raza india primitiva no se ape r-
cibe en ninguna parte.
El ilustrado arqueólogo francés,
ha visitado nuestra isla
Mr. Pinard,
:l
que
y reconocido nuestra colección
de objetos de procedencia india, - nión, con referenciaal origen del ha sustentado la opir indio borincano, que este, como las tribus esparcida s en llas, constituían una casta completa las grandes Anti+ ment que habitaban las pequeñas Antillas, e distinta de ló y que por su fe'rocidad llamados caribes;
de los Arrowack,
y que nuestros
una tribu
indios
íntimamente hi. ¡A
nm >
eran
procedían
_ | ESTUDIOS ETNOLÓGICOS; |
| gada á los Seminolas, que én tiempos de la con qui sta ocupaban la región comprendia entre los márgenes orientales del
Missisipi
y
el Atlántico,
inc
luso la península de la Florida; pero rechazados 4 las montañas pedregosas que hoy habitan. 62 | corto estrecho de 3o leguas que separa la Florida de la
isla de Cuba, fué fácilm e sal vado, estableciendo sus colonias que pasaron ent más tarde á Santo Domingo y Puerto Rico. 0 Los caribe
s son originarios de las tribus que aún habitan las márgenes del Orinoco. La fis onomía y en general todos los rasgos fsicos de esta casta carecían de la perfección, la belleza y la gracia líares* á los borincanos, y que resalt que eran pecuaban en sus mujeres, cuyas caras agraciadas,
manos y piés pequeños,
formas bien contorneadas,
pechos túrgidos y otros átrac-
tivos parecen” haber sido las verdadera s causas y los móviles de las incursiones frecuentes de los caribes en Puerto Rico y Santo Domingo,
dé cazar
y' llevarse las mujeres,
América,
y
con el principal objeto según
trataremos probar en otro capítulo de estos est udios. | En las obras que tratan del des cubrimiento especialmente
en
la de
de
de
Mr. Washington
Irving “Vida y viaje de Cristóbal Col _ Posee la literatura universal, se des ón,” la mejor que criben los indígenas borinqueños primitivos tan idénticos en sus caractéres fisicos, índole, costumbres y gra dos de civilización 4 los de las otras grandes Antillas, que no cabe dudar de la identidad de procedencia. Así, pues, en virtud de cuanto se ha expuesto en este capítu lo, cabe formular los conceptos siguientes: | El primitivo indio borinqueño entron ca inmediata é íntimamente con el de Santo Doming o “cede de la raza americana del continent y Cuba; proe septentrional, probablemente de los Arrowack 6 Semino las, y por algunos de sus caractéres puede admitirse la hipótesis de una anteprocedencia mogol, modificad a en el transo;
A
|
A
434
REVISTA: A.
curso de infinitas generaciones por las influencias combinadas é incesantes que determinan el clima,
las con-
diciones de localidad, el cruzamiento de las castas y demás causas capaces de constituir alteraciones E manentes.
STAHL.
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E
LA PECADORA. (*)
"TV.
Inusitado
movimiento,
dinaria solemnidad, animaban
parroquial de ***
preparativos
al mediar el
el recinto
de
extraor-
de la iglesia
dia siguiente
á los su-
cesos que van relatados. DL Tratábase, á juzgar por las apariencias, de un oficio fúnebre, pero de esos en que se agotan las rúbricas del ritual y se desplega toda la pompa mund ana compatible con los preceptos litúrgicos.
AA
obreros, que no se daban punto
sus
Quiere decir que el difunto en cuyo provecho se aplicaban aquellos sufragios, debía ser persona de muchas campanillas, ó heredera su familia de abundantes patacones. De otro modo no se hubiese explicado aquel tráfago de monagos, sacristanes, beatas, - Músicos y nas, sazonándolas
de
esa
con
resplandeciente
alegres
de reposo en
comentarios,
satisfacción,
fae-
chispazos
natural en todo
aquel que trabaja con la seguridad de ser copiosamente retribuido. (*)
Véanse los números ayseriores.
Ciertamente podría ser fúnebre
¿glosa
que se preparaba,
nares
acusaban
un afán de activa
y
+
la ceremonia reli-
pero sus aparatosos
un desbordamiento
E
A
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
436
de
laboriosa colmena
prelimi-'
vida bulliciosa, |
que nada ence
rraban de lúgubre ni apesarado.
5
Acaso al contemplarlos un observador pesimista, hubiera podido extremar la hiel de la sátira, suponiendo '. que los vermes destructores de ese bagaso humano que .
se llama cadáver, no habían aguardado esta vez la des-. composición de la presa, para dar pasto ásu vora-. cidad.
Abiertas de par en par las puertas del templo, arrojaban luz intensa sobre las estrechas crujías, en.
cuyo centro dos labriegos
desarropado, escalonada
levantaban tarima,
de amarillenta color
torpemente
cubierta con
una
paños
y traje |
especie
que
de.
debieron!
ser negros en su mocedad, aleccionados en su opera-. ción por un individuo ya metido en años, director, por. lo visto,
de las pompas
fúnebres
en el lugar,
impacientaba, con sobrado fundamento,
facultades decorativas de sus auxiliares. Hácia
un
extremo
del
y que se.
por lás escasas
o
presbiterio,
un
monago
calentaba á-la luz de un cabo de vela, los abollados ciriales que acompañan á la cruz procesional, licuando' los pegotes de cera adheridos á sus molduras, mientras otro acólito, sentado en el umbral de una puerta, ejer= citaba su habilidad en darle friegas á la vieja caldereta; de plata, indispensablg para los asperges, renegando alguna que otra vez de las
travesuras
de otros
de sus!
colegas, que le arrojaban á la cabeza los rollos de abi-' garrada moqueta destinados á alfombrar el piso. El sacristán,
con la sotana arremangada y
de la pretina de los pantalones,
encaramado
sujeta
en una es-
calerilla de mano, se ocupaba en clavar un delantal negro, adornado con el símbolo de la redención, sobre
.
Cada una de las blanqueadas - « la nave central, ayudado de
columnas de madera de un Qegro cojo, que car-
LA PECADORA.
.
gaba de aquí para allá el portátil de
cuidando
descenso
peligroso
un
evitar
para
sostenerlo
andamio,
437 al
: adornista. Una negra amojamada y vejancona, armada.con enorme regadera de hojalata, y seguida de dos grifitos callejeros cuyas piernas desnudas asomaban por debajo de las flotantes camisas de coleta, trataban, escoba en ristre, de
devolver
ladrillos
los
á
pavimento
del
su
primitivo color, en tanto que dos beatas oficiosas. zurcían un desgarrón producido en el mantel de gala del altar mayor, y recorrían los aureos galones de las dalde mosca, que agoviadas años, se rebelaban contra
ala los
máticas de pana, color con la pesadumbre de
que las
circustancias
pulimentados
por el ludi-
resultaban
alineadas. en
aquella prolongación de servicios exigían.
Los escaños de pino,
miento asiduo de los fieles, arrimados á las paredes laterales, dejaban el puesto de preferencia á la sillería casera, proporcionada por algunos vecinos en gracia del acto y en detrimento de la armonía decorativa; pues atento cada cual á facilitar lo que poseía, y no siendo posible establecer reparos sobre la calidad sin del
desmembración
número,
dos hileras, á todo lo largo del templo, las pintorescas de flores,. sillas de madera color de caña, pintarrajeadas recuerdo de nuestros abuelos, al ladode los aristocráticos sillones de brazos con asientos acolchonados, ad-
quiridos
por
algún
tiempos de Don
Miguel de
las vulgares sillas de importación
teniente
rejilla,
extranjera,
los
á
guerra
la Torre;
producto butaques
en
los
buenos
codeándose
con
de la moderna de aceitillo
con
respaldo de cuero claveteado, testimonio fehaciente del primitivo mueblaje provincial; entreverados con unos y otros asientos, mecedoras de todas edades y aspectos,
y alguna que otra silla de caoba medianamente tallada;
semejando el conjunto algo como exposición 'Ó museo de sillería, conveniente para facilitar el estudio de los
438
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
adelantos del ramo en relación con los progresos morales de la colonia.
Ocupando alguno de esos
asientos
6 tropezan
A
do con ellos, veíanse infinidad de curiosos de distintas edades y sexos,
atraidos por la novedad del acontecimien-
to, prestando unos obsequioso concurso á la general faena, y oficiando otros de censores Ó comentaristas;
éstos á su cargo el cuidado de enfundar con * paños de olán negro la cátedra “del Espíritu Santo, de tomando
hacerle pavesa
de sacudirle
á las velas
el polvo
de mano
para el responso, 6
á las milagrosas imágenes,
inmóviles sobre sus peanas, no se daban cuen que ta de aquel piadoso barullo; en tanto que los demás concu- * rrentes se entretenían en contar las telarañas extendidas por las vigas del techo, preguntaban en voz alta cuántas posas llevaba el entierro, que número de curas concurrirían de los pueblos comarcanos, y á que clase correspondía el tren en que debía conducirse ó calculaban con fruición la suma de pesos el féretro, que repre: séhtaba de utilidad para los vivos, aquel lujo desplegado en honor de un muerto. , | Como complemento del cuadro, destacábase en el coro la figura apergaminada del organista, sombreada por la
silueta de un negro alto, retinto de color, enju to
de carnes
y
de
truhanesca fisonomía,
funcionario
importante este último, que así empuñaba las cuerdas de las campanas en dias de precepto, como daba movi miento al fuelle del órgano en las grandes festivid ades, y que además operaba como mecánico instrume cada vez que el aparato musical se trascordaba ntista Ó des- + obedecía, lo que con sobrada frecuencia .solía acontecer. : | . Uno de estos fracasos debía ocurrir en aquellos Tiomentos, pues que .el maestro de capilla, de su hábil ayudante, mostrábase muy afan amparado ado tar y poner las desvencijadas flautas, recorrié en quit ndoles los
“registros,
enderezándoles las abolladuras
y cubriendo
LA PECADORA.
o
con cera las rendijas
y agujeros más visibles,
dolas
en
de este
modo
condiciones
completamente
el tímpano
llones gemidos,
concertándolos
ponién-
de no estropear
de los fiches con
sus chi-
á la vez con los acordes
de un clarinete desapacible y de un estrepitoso bombardino, llamados á reforzar el ' religioso instrumento en honor de la ostentosa solemnidad.
Aguardábase al sochantre parroquial der al ensayo
del
Invitatorio,
Salmos
el oficio,
y como
debían cantarse en
menzaba á parecer sospechosa, devoto de Baco el religioso
siendo
para
proce-
y Lecciones
que '
la
co-
tardanza
como
cantor, ofanse
era algo
alternar ls
exclamaciones impacientes del maestro con las escalas cromáticas del órgano y los resoplidos del bombardino, mezclándose sus
vibraciones
con
el
martilleo
del sa-
cristán, los chasquidos de las escobas, el chisporrotear de las velas, los gritos de los monaguillos, el golpeo de
las tablas, el arrastrar de las sillas y la charla y riso-
tadas, y el entrar y salir de los fieles noveleros; eonfun-
diéndose toda aquella sucesión de extraños ruidos en estrepitosa algarabía, que de fijo no hubiera nadie osado fevantar en la
morada
“de Na difunta, pero que,
tratándose de la casa de Dios, no debía rable, acaso porque Dios es el padre
ninguna parte pueden, con mejor
parecer censude todos, y en
derecho,
revolverse,
charlár y corretear los hijos que en la casa paterna. Más, con ser-tan formidable la a llegado aún á su colmo.
no
había
Necesitábase para esto un aumento de locuacidal y á provocarlo vino la aparición de un nyevo personaje, saludado por algunos con efusión, y ¡mirado por otros con marcado despego. Era el recien llegado un mocetón ancho de espaldas, recio dercomplexión, y desgarbado en su cor en cuyo cetrino y anguloso semblante, prolongado por
algunos pelos lacios, diseminados en la extremidad de como rasgo característico,
sardó-
Homer: ais
la barba, resaltaba,
ao
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
nica sonrisa
que plegaba las comisuras
daba brillo fosforescente á los ojos nes y no poco desvergonzados. Quitóse el nuevo concurrente brero de paja, al pisar el dintel de
laterales, y hasta allí fueron saludo, estas exclamaciones:
4
de los labios
negros, algo saltoiia st : su apabullado somuna de las puertas
alcanzarle, á :
modo de LR
—¡ Hola, Robustiano......! —¡ Llegó el Mesías! —¡ Entra, chico, que ya te echábamos de menos...! —¡A á
delante,
1
Sansón......!
A
No se
paga la entrada. —Ven á dar tu voto, tú, que te precia s de perito en la, materia. al —¡Qué pase Robustiano....! | - . Y el sacristán, mirando de reojo, des de su and amiaje, al que tales demostraciones obtenía, hubo de decir con acento de mal humor: | E —¡ Ya está aquí ese sangruno !
Al mismo tiempo la negra barrender a murmuraba entre dientes algo, que, á juzgar por lo gesto, no debía ser una piadosa deprecaciavinagrado del ón. í El llamado Robustiano entró pausadame . nte, midió con rápida ojeada toda la iglesia, y reclinándose sobre el respaldo de una silla exclamó: —¡Mucho regocijo hay por aquí.. . ! Se conoce Que el peje era gordo.... ¡¡Y Ya ese no se escapa ¿Verdad, pae Sinforoso?
Y la barrendera, sin dar lugar á la respuesta del sacristán, aludido
con aquel mote, replicó: o —Lo que usté siente es que no le hayan hecho plato en ese almuerzo. |
—¡Bien, bien por Santa. Rita /—vocearo n
—¡Cállate, murciélago de tú que yo he de aguardar para la corteja de ningún revendedor —¡Robustiano, haga usté
algunos.
campanario | ¿Crees c omer, á que se muera de miel de purga? el favor de hablar con
LA PECADORA.
q]
491
más respeto de los difuntos! —dijo gravemente el sa-
cristán.
ll
—Decir
la verdad no es faltar al respeto á nadie,
pae Sinforoso.
Todos
quita la Paloma.
sabemos aquí quien
fué
¿
Mari-
—¡Era muy caritativa! apuntó una voz. —¡Muy dadivosa....! añadió otra. —Tuvyo cinco hijos y ninguno conoce Á su padre, replicó Robustiano. —La Magdalena fué una gran pecadora, y el Señor le abrió las puertas del cielo, repuso el sacristán. —Pero á la Magdalena no le hicieron entierro con posas y Órgano
y acompañado,
porque no encontró
don Blas Redondo que pagase los vidrios rotos.
— Aquí
no se permite hablar mal de nadie.
murmuración es pecaminosa....
un.
La
—Lo que yo llamo pecaminoso es despachar á los. parroquianos con dos medidas. De seguro que, si se tratase de la querida de un jornalero, ni las puertas del cementerio le abrían; pero como hay unto de Méjico.... Por dinero baila el can y salmodia el sacristán.
—Este Robustiano
no perdona
ni las cosas más
santas, apuntó socarronamente uno de los devotos; tanto que otros añadían en igual tono: 7 —¡ Muerde
en
con más saña que un perro rabioso!
—¡ Hay que echarlo fuera, pae Sinforoso!' —¡ Que se largue! ahulló la negra.
—¡Silencio!
gritó el organista
Tengo una flauta dada al demonid,
desdesu tribuna.
y con esos berridos
no puedo afinarla. | —No vale la pena de molestarse por tan poca cosa, don Juan de Dios. Corchea más ó ménos no ha de impedir que usté cobre lo mismo, arguyó Robustiano. Y luego, viendo llegar al sochantre, que al fin ha-
bía encontrado el camino del coro, añadió: |
—Ahí
tiene usté
de
al maestro Caifás, ¡que con
enjuagatorio de ron de cabeza, que acaba,
el
de darle al ga3 14
que
P
>
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
ñote, se ha puesto en condiciones
cho.
Pia
de dar
el do de pe-
pa A ver si cantan ustedes unos gozos en mí bemol, para celebrar la entrada de Mariquita en los zaguanes del paraiso. Santa Rita los acompañará con el gúiro. La negra, al oirse llamar de nuevo por un apodo
que le
habían
conquistado
sus
ino
levantó en alto la escoba, enderezán fensivas beaterías, caritativo al procaz murmurador, que,dole un palo poco po y asiendo por la opuesta extrem hurtando el cuerida destinado á acariciarle tan ásperamen d el instrumento te, tiró de él con objeto de desarmar á su antagonista. Forcejó ésta, tiró otra vez Robustiano, y á una nueva sacudida contraria soltó el palo de repente, yen do la encolerizada barrendera, perdido el equilibrio, á dar de espaldas! con su humanidad sobre los encharcados ladrillos del suelo, formando coro con sus gañidos el pal moteo: de los chiquillos y las risotadas de todos los concurrentes. Tales proporciones alcanzó el est répito, que el sacristán, desde la altura de su port indispensable asestar. una catilinar átil escalera, creyó ia su falta de respeto á la santidad del á Robustiano por lugar, amenazándolo con llamar al señor cura par a que adoptase severa determinación contra aquellos des órd ZO, que en opinión del vulgo tenía enes; “pero el molos siete pelos del diablo, lejos de arredrarse con la amenaz a pareció crecer en osadía, y encarándosele al ora dor, sin dejarle conclnir, le dijo: 4 —Ese sermón se lo guarda para pre dic arl o esta noche en la manigua de seño Guadal upe, cuando vaya usté á disponerle el funeral 4 los ton tos que allí dejan el pellejo. —¡ Usted es un entrometido / | — A mí no se me tapa la boca con amenazas. He
entrado aquí porque he visto abiertas las puertas, y éste es un lugar público, 0
el En el que se debe guardar toda reverenc ia !
KA
A
AS
É
1
|
LA PECADORA.
|vA
443
_—¡Reverencia....! Me hace gracia la que guardaban ustedes cuando yo entré... De seguro que en la galler
a se observa mayor recogimiento. Lo que hay es que yo tengo la len gua lugar. —¡Yno una
callasni lo tuyo ni lo ageno
voz.
.—Lo
que
l en su | ...! apuntó 5
no callo son desórdenes como aqu el, que
no creo pueda llamarse santidad ni rev erencia] Y “al decir esto señalaba al presbiter io, donde cua. tro monaguillos, teniendo por las pun tas una vibja al_fombra, manteaban al perrillo encani jado de una de las beatas, celebrando con gran chacota los animalejo y las protestas y reclamacione ahullidos del s Adelantóse la concurrencia 4 contem de su dueña. plar de cerca el espectáculo: irritado el pae ¡Sinforoso. trató
de su elevada posición con objeto de de desmeter en cintura á los insubordinados acólitos, pero ya cender
fuese por su precipitada diligencia, ya por dis tracción del negro que le auxiliaba, es lo cie“to que la escalera perdió su : inmovilidad, el sac
ristán tambaleó y al suelo hubier a ido á tener, á no prendérsele la arremangada sotana de un grueso
clavo, y quedar allí pendiente, patale ando en y reclamando ¡favor! con gritos est entóre
el vacío
la sazón
que el sochantre,
mecanismo
fuerza oficio
instrumental,
de sus pulmones,
de
difuntos,
nuevos personajes,
-€n otro capítulo,
|
y
por
puesto ya en buen
daba al viento,
con
os, á
órden el toda
la puerta mayor. asomaban
cuya aparición requiere ser descrita SALVADOR BRAVU.
TI
A
cc
(Continuará).
la
el Regen cui omnia vivunt del
EDUCACIÓN DE LA CAMPESINA
La veneración
PUERTORRIQUEÑA.
h
y la gratitud traen 4 nuestra me-
moria, al hablar de la mujer, el santo recuerdo de nuestra madre.
Podrá haber hombres
que oigan
con des-
dén disertar acerca de la misión civilizadora de la mujer en la sociedad, sideren
como
podrá haberlos igualmente que con-
criatura inferior
á
esa
bella mitad
del
género humano; pero todos se descubrirán con: respeto, todos hablarán
con orgullo,
todos defenderán
con en-
tereza á su madre. Para éstos, su madre es la! excepción; mas hay que convenir en que dicha Epson es regla general en la humanidad. La madre alimenta nuestra existencia 4 dosta de la suya, forma nuestro corazón á fuerza de cariño, enseñándonos con su caridad y con su fé las primeras máximas de moral y las primeras plegarias qué elevamos al cielo; dirige nuestra conciencia hacia el bien y nutre nuestro entendimiento de aquellos conocimientos más necesarios en la vida. | Á la hermosa corona de madre, une también la de
pasos en.el mun-
>. 6 ARAN
|
'
1
et
A as RARA
maestra que guía nuestros primeros
EDUCACIÓN DE LA CAMPESINA PUERTORRIQUEÑA. do;
448
vive por sus hijos y para sus hijos, y su misión no
puede ser más grande,
más noble ni más augusta,
Pero si ésto constituye una ley de la naturaleza, en nuestra raza es más evidente la hermosa misión de
la madre.
|
Angel del hogar nacido para la familia la familia, se consagra formando de su casa de todas sus venturas y el ideal de todas ciones. No es como la sajona, que entrega
al amor de el paraiso sus aspirasus hijos á
mercenarias manos y abandona temprano la casa para ganar el sustento y pagar su educación, ya dedicándose
á las faenas del campo, ora como obrera en las fábricas ó como dependiente de llegar á la noche,
mostrador
Óó de
oficina,
rendida por el trabajo,
hijos, ya dormidos,
sin el
consuelo
de
para
á besar
recibir
á
sus
sus
ca-
ricias. En nuestros hogares—¡ Dios lo haga
siempre
así!
—la fuente del amor no se seca nunca. Por consiguiente, la primera que instruye, la primera que educa es la madre de, familia. Pues si ésto es verdad indiscutible, negar ¿la educación á la mujer es negar á la madre el conocimiento que la desvíe de todo
sendero
de perversión;
es envolverla
en las nieblas de la ignorancia, precursora de ria y orígen casi siempre del convertir á los seres de mueven,
no en
su
envilecimiento alma
la misesocial;
en autómatas
e
es se
conciencias.
Por éso Pestalozzi, el gran setommador] de: la escuela suiza, considerando que la influencia de la madre es de un poder ilimitado en los primeros años de la vida, que es cuando se forman los hábitos, cuando se estimulan los impulsos generosos y cuando se reprimen las propensiones egoistas, entendió que era indispensable comenzar la reforma por la casa paterna, porque después de un profundo estudio de aquella so-
ciedad, comprendió que ni se cultivaban
las facultades
y
|
¿ |
|
406
2 REVISTA PUERTORRIQUEÑA. ¿ e
de los niños, ni se dirigían sus instintos, ni se af endía á sus necesidades morales ni físicas. Como estaban entónces los habitantes de las. campiñas suizas, se encuentran hoy los moradores de nuestros valles y montañas. | poda La teoría filosófica del gra n pe da go go: n9 ' dió resultados prácticos, porque nad ie pu ed e dar lo. que no tiene. Si aquellas ma
dr no habían recibido edu- cación de ninguna clase ¿ces óm sus hijos? Por éso el sabio o podrían comunicarla 4 que sentar después, como primaestro de Iverdon ' tuvo ncipio, la educación de la. madre para, desenvolver su obra civilizadora.
Foios Hay además en la sociedad rur al borinqueña un mal grave que extirpar, na cido en la perturbación de toda sociedad que empieza, tud y multiplicado por la igalimentado por la eselavinorancia, la miseria ¡y el aislamiento. Nos referimos al concub inato, tan pone ralizado en los campos, ej em pl o pe rnicioso para la ju-. . ventud campesina, que no te ni en do más escuela que la posa paterna, lleva impres a en el alma la desmoralización, sinópsis viva de nuestro atraso social y moral, | la * Contemplad á la
pos.
Consagrada
madre proletaria de nuestros á sus hijos con el alma, oc camupada
rándolo, esclava de tódos los deberes las
exigencias; cuando se contem pla,
y mártir de todas
en
en su bohío de palma cubierto la soledad de de paja, ro-. deada de sus pequeñuelos, par a los que no tiene alimentos ni vestido; ¡ su miseria,
¿Quién
la enseñó 4 ella los
placeres morales que calman las tempestades del espíritu? - ¿Quién dir igió su conciencia, ni quién la enseñó á moderar sus pas ioÉ
EDUCACIÓN DE LA CAMPESINA PUERTORRIQUEÑA.
nes?
¿Debemos dejarla,
como hasta ahora,
acechada
por el vicio y envuelta en la ignorancia? No se olviden las clases ricas
47
|
y contribuyentes de
que abandonar los desgraciados á su suerte, es pervertir la sociedad. Allí donde impere el egoismo sobre el sentimiento existirán dos pueblos,
fortunado,
y
los
uno rico
poderosos pagarán
sangre su inexperiencia,
porque
y
con lágrimas
la ignorancia
no,
de
y la po-
breza son las semillas del socialismo.
No basta,
Otro in-
el instinto maternal para educar
á
los hijos; se necesita haber recibido instrucción y educación, y para ésto es indispénsable crear escuelas para las niñas. El censo de población acusa un estado lamentable respecto á la mujer. Tenemos 800,000 habitantes, de los cuales son hembras 399,674, así clasificadas:
é
Blancas,
De color,
Saben leer y escribir .... l 43,563Saben sólo leer ......... 24,389.
21,258: 17,220.
67,952.
38,475:
No saben, pues, leer y escribir 293,247 hembras, de las cuales son blancas 158,528 y de color 134,710. De los 25,377 niños.de uno y otro sexo que asisten
á
las
535 escuelas públicas
de
la provincia, sólo
7,183 corresponden á las 127 escuelas para la mujer. Hay, pues, 50,000 niñas de 6á 12 años que no reciben instrucción de ninguna clase. Ante evidencia somos
razones riódico,
partidarios
tan abrumadora, decididos
de
que no precisa analizar
nosotros que
la escuela mixta,
en un artículo
optaríamos por establecerla
antes que
la futura sociedad huérfana de madres educadas.
no por
de pedejar á
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
Vina
Se observa en el circuito de nuestr que á medida que la instrucción se dif as poblaciones, und
e y la educación se mejora, las costumbres se dulcifican, la iñmora. ' lidad desaparece, el amor al tra bajo
se desarrolla, los: buenos sentimientos se fortifican, 1 os ciudadanos 'se respetan, se asocian y ayudan, com o si sintieran iluminada su co ciencia y comprendi eran más claramente los deberes qu le la sociedad impone á todos los
bres.
hom-
|
( o. En camb lo, allí donde no está con , stituida la familia como Dios manda, donde no sé conocen los placeres que proporcio; a un libro; en nue stros bárrios, en aquel aislamiento e
gendrador de todos los vicios,
se hastía,
y e tonces abandona el hogar
rrillo ó la gall ra.
Hay que desengañarse
el hómbre
por el veritoe
y
acometer con energíala reforma que la sociedad reclama. tica de todos ] os pueblos: la inmora Lo dice la estadíslid ción con la ig ¿norancia. En aquellos ad está en rela. mismos centros
de civilización que se consideran como
el cerebro de la humanidad, et 2 Lóndres y en Parí s, no existe el panperismo sino« en las clases insipientes: la prostitución, que esel cán cer que devora las sociedades
se alberga,
co mo en su natural recinto,
cia de las clases desheredadas. En Lóndres, de cada 10,000
graciadas que venden su pudor,
de
robustas, en la ignoran-
esas jóvenes des-
sólo 351
leían y escribían correctam ente, y de estas sólo 2> habían recibido úna esmerada educación. En París, de 4,470 nacidas en aquell a gran ciudad
sólo supier
firmar bien 1 10, y de 2,912 jóvenes de las zonas ruron ales, 14 nada más
poseían la instrucción elemental.
Esto nos recuerda el dicho de Mir abeau:
no hay moral.
sin luces,
Si tenemo $ 5, por fortuna, en la prolet aria de nuestros campos, un dechado de madres en el sentido ínt!mo de la natur aleza,
¿qué mejor conquista
que ensaí;Y
EDUCACIÓN DE LA CAMPESINA PUERTORRIQUEÑA.
char el mundo moral, formando
el corazón
y
ciencia de esas criaturas infortunadas?
449
la
con-:
Se nos argiiirá con el cuento de la gallina de los huevos de de oro, se nos dirá que el desenv olvimiento. de la riqueza pública no permite mayores gastos, y que agov
iar las fuerzas contributivas de esta provinci a de lo que están, sería secar las fuentes de la prod más ucción en perjuicio de todos. Tenemos
más
de 700 barrios,
ción sin una escuela para la mujer.
tablecerlas,
añadirán,
nutridos de
pobla-
Si fuéramos á es-
porque así lo reclamen
las
nece-. sidades de la época y las exigencias sociales , tendríamos que pagar por instrucción pública dobl e 'ó triple' de lo que hoy trabajosamente abonamos. Admitimos- que los impuestos directos para cubrir las cargas municipales son crecidos ; pero la instrucción: pública, que es el principal de los servicios 4 los Ayuntamientos encomendados, la instrucción primaria; único. bien que podemos dar á las clases desvalidas en provecho del Estado, no cuesta más que el 18 p. 8 del importe de los presupuestos municipales. pad Pero sería un absurdo abandonar la educación de la mujer por estas razones. Si no se pueden crear más escuelas, si interese s morales
se levantan contra
la escuela mixta,
á la verdad no bien justificados
intereses
si atendemos
á
ciones de la experiencia y de la historia; si la las lec= legisla-: ción de Puerto Rico prohibe terminantemente estas escuelas,
como las proscribe nuestra legislación nacional (y sin embargo no tenemos otras en las aldeas); como
las proscribieron Talleyrand,
Fourcroy y Decazes, á pe-.
sar de lo cual funcionan hoy en Francia cerca de 20,0 00. de estos establecimientos;
si no se quieren gravar más
de lo que están las fuerzas contributivas del país, adóp-
tese al menos,
previo el
estudio necesario,
el
sistema
de Lainé en favor dela instrucción de la mujer. Nuestros profesores elementales trabajan seis ho-
A pcaeiónA
450
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
ras diariamente
y tienen que enseñar 4 doble
ó triple
más asignaturas
mayor
número de edticandos,
y
con
extensión que los rurales. No hay razón ninguna para que éstos,: en|la limitada enseñanza que la Ley fija, y que se reduce á Doctrina Cristiana,
principios
Lectura, Escritura,
de Gramática con algunos conocimientos de
la Aritmética, tengan menos deberes que sus compañeros de las poblaciones. E Que
trabajen los rurales
y auxiliares
las seis ho-
ras; que consagren á la enseñanza de los niños las tres
horas de la mañana, y las tres correspondientes á. la tarde á la educación de las niñas, y antes de diez años la iniciativa privada, con muy poca protección que el Estado le dispense, hará lo que la administración no pueda hacer, supliendo así con su esfuerzo todas las de-
ficiencias, y veremos la instrucción difundida por igual. entre todos estos habitantes, y sentiremos el bienestar de la sociedad en el mejoramiento de las costumbres,
en el mayor amor al trabajo, porque la instrucción ensancha los horizontes de la vida y comunica á los individuos y por extensión á los pueblos ese vigor que na-. ce de
valer.
la conciencia
que cada uno tiene
de
|
su
propio
Fo
Para evitar irritantes preferencias, aceptada esta forma especial, de los establecimientos mixtos, podrían
proveerse indistintamente
entre
los profesores ,Ó
fesoras que lo solicitaran. _La mujer es educadora por excelencia:
pro-
a se tratade
la niñez y no se debe privar de su.concurso valiosísimo.
De esta manera “no costará un centavo la reforma, y millares de niñas entrarán á recibir el bautismode la educación popular, que es el Jordán, la redención de los pueblos atrasados. > 004 Cuando no se puede vivir en la opulencia, se vive en la modestia, procurandó mejorar siempre nuestra condición.
E
j
|
El robusto tronco que resiste á las tormentas fué
:
*.
Y
a
;
E
a l - EDUGACIÓN DE LA CAMPESINA PUERTORRIQUEÑA ol Í A
a
antes pobre semilla impelida por las brisas. Derra-
memos la semilla generosa, cuidemos el arbusto, y cuando llegue el huracán de las pasiones, en vez de una sociedad enferma, raquítica y. corrompida, se encontrará con el vigor y con la grandeza de esta inmortaly glo-
riosa raza española, que tanta historia tiene que man-
tener y tantos ejemplos á la humanidad. Puerto Rico, Febrero de 1888. .
y virtudes que enseñar todavía 2] da
ALEJANDRO ÍNFIESTA. 4 *
“ANYORANZA,”
(*)
¡Ay, Patria y Carmen, esperanzas mias, Cuánto volver á vuestro lado ansío....!
o]
Amanecen tan pálidos los dias Por los"oscuros horizontes yertos Y está el cielo en Enero tan sombrío,
Que imagina la mente soñadora
1
|
Que ha puesto Dios, en el invierno frío,
A
tee
Con resplandores fúnebres é inciertos, En los azules ojos de la Aurora Las vidriosas pupilas de los muertos. Y así es-que el Alba, despertando ciega, No vé las sombras del nublado Oriente Y á su maldita oscuridad se entrega;
|
Y así es que el ave, que las alas pliega,
9]
Del alto monte en la nevada frente,
-
(*) Esta palabra, que es una de las más dulcemente expresivas del dialecto catalán, tiene una significación parecida á nostalgia en castellano, pere más general y de mayor alcance. Con ella se expresa la ansiedad y la melancolía de las personas sensibles que viven ausentes no' sólo. de la patria, sino de los objetos
más queridos, de los más dulces afectos del alma. —(Nota de la Redacción).
|
'
. “ANYORANZA.” Sueña en silencio con el sol de Mayo..... ¡ Y hasta que irradia en el cenít no llega Del sol al mundo el macilento rayo. ¡Que este astro frío del heladoi invierno. | No es aquel sol de mi país bendito, De vida henchido y de calor eterno, De perpétuos y ardientes arreboles. ...! ¡Este es un mundo enfermo que se apaga, Del dulce imperio de la luz proscrito, Como el judío errante de los soles Que, á duras penas, por el cielo ás Moribundo inmortal del Infinito....! Yo siento palpitante en mis entrañas La sangré ibera: comenzó la historia De mi padre infelíz en las montañas Donde Pelayo coronó de gloria Á la nación que, de su mundo dueña, Alzando al cielo la inspirada frente, Con el vergel americano sueña.... Y viendo desde el sol un continente, Bañada en luz la sacrosanta enseña,
Se lo arranca del seno al Oceano... ¡Pero Dios me echó al mundo solamente
Para querer á mi gentil riqueña,
Para vivir en mi rincón indiano! . Vo, la ventura, que en mi Patria anida, A un hondo afán del pensamiento inmolo.... ¡ Yo, aquí, me muero,
anémico de vida,
Huérfano y triste, abandonado y solo, Y mi entusiasta juventud florida
—Como un ave sin alas, e Cayendo va del Ecuador al Polo....!.
Vago por la ciúdad, que me encadena,
Entre la turba alegre y bulliciosa,
454
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
-
Que plazas, calles y paseos llena,
“Y cuando, absorto en la terrib le pena
Que eternamente el corazón me acosa,
Me siento, por el vulgo, arreba tado,
Que el muelle. invade, en mult'tud ruidosa, Del
puerto inmóvil al aspecto hel ado, Protesta el sentimiento, rebela do,
Ese Luzbel de la razón juiciosa, De que—en muros de piedra aprisi onado Un pedazo inmortal del Infinito-—
No
lance aquel mar de agua cenagosa
Su atronador, su interminable grit o ......!
¡ Aguila altiva, pensamiento atleta, Yo sé lo grande de tu raudo vuelo, - Pero mi pobre corazón poeta No se resigna á ver como sujeta Del hombre libre el poderoso anh elo Al primer infinito del planeta,
Siquiera sea el último del cielo... s.l Y, hasta que el sol sobre las ola s brilla,
El mar contemplo con deleite vano; Y cada vez que un barco americano
¡ Y en pos del barco se me van los ojos! Y al retornarlos luego hácia la ori
lla Finge el mismo deseo la quimera Que de mi amor la imágen hechic era Copian del mar los móviles espejo s.... ¡Que no otra cosa, en donde quier que fuera, Podría ver mi enamorada mente, De mi Aguadilla inolvidable lejos,
De mi gentil aguadillana ausente
.....q!1
e... |
o
Renacen en mi sér nuevos antojos, Pienso amoroso en mi inocente vil la.....,
A
Como un pájaro audaz, al Oceano,
ts in
Se lanza, en rumbo la cortante quilla,
+ ANVORANZA.?
ass
¡Ay, Patria y Carmen, esperanzas mías,
Cuánto volver á vuestro lado ansío..
...
Mueren las tardes silenciosas, frías,
Entre un diluvio de sutil rocío: Y cuando cae, entre la niebla densa
Que en cristalinas gotas se disuelve O en diminutos copos se condensa,
La helada noche, que á agobiarnos vuelve,
Como una oscura golondrina inmensa;
Cuando,
muda y rendida,
Barcelona
—Condesa goda cuyo noble brío. Su rojo escudo por doquier pregona— Se echa á los piés de su Monjuich umbrío, Y la intemperie,
á su pesar, resiste,
Acurrucada, al tiritar de frío, Como una vieja catalana triste;
Y, á la amarilla luz, que en los paseos
“Lanza la bomba eléctrica brillante,
Entre vivos y extraños parpadeos, Se vé eruzar la sombra vacilante De la mendiga, que el sustento implora, O la figura innoble y vergonzante e alguna meretriz provocadora, Parodia vil de la mujer amante pobre mártir de pasión traidora;
Cansado de ir, como fantasma errante, Por calles y por plazas, al acaso,
Sin ver un rostro borinqueño amigo Y lleno de tristeza abrumadora,
Dirijo, al fin, el vagabundo paso
De un hogar, que no es mio, hácia el abrigo,
456
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. Recordando la mente soñadora,
A quien el frio del invierno aterra,
Ora el sepulcro en que mi madre mora, Ora los ojos demi Cármen,
ora
El sol de fuego de mi hermosa tierra! Y, cual las aves que, en extraños climas,
En la memoriael cántico reviven Que al viento daban en sus patrios nidos, Entre los libros y las pobres rimas Que como hermanos amorosos, viven * En mi mesa de estudio confundidos,
Lleno, á las veces, de recuerdos santos,
,
Por la nostalgia de la patria loco, La luz radiante y el calor invoco
De la divina enferma de mis cantos...
¡ Y en vano, con inútiles empeños, Mi pobre musa, recorriendo el alma, De las azules tumbas de mis sueños
Osa turbar la funeraria calma....!
Y no es que, sordo á mi reclamo, el arte No acuda al ánsia de la mente inquieta: ¡No es que no viva en mi cerebro parte
De la luz increada del poeta!
|
Yo bien sé que la vírgen Poesía, vida siempre de calmar mi duelo,
Consorcio de la idea y la harmonía,
Ciega se lanza á descorrer el velo
Del abismo sin fin del alma mia,
Donde palpita con creciente anhelo ? —Cual ondina en el fondo de los lagos— La crisálida azul de mis poemas, Sagrada niña de contornos vagos, — * Falta de luz é inspiración supremas......
- Yo sé que va abrasando cuanto toca,
-
* ANYORANZA.*
45
Sn
Con níveos dedos de rosadas, yemas, Con dulce aliento halagador y puro..... Sé que surge vibrante de su boca,
E
Raudal de fuego, el mágico conjuro,
Y —entre el silencio que su ardor provoca— Escucho, á veces, á la pobre loca Gritando audaz en mi cerebro OSCUro: “Acudid en tropel ¡oh, desvaríos!
“Divinos sueños de color de rosa... : “Levantaos y andad, Lázaros míos,
“Que está Dios golpeando en vuestra losa. ...!” -_
Mas llama en vano al mundo de la idea
Del arte santo á la fogosa vida,
Y en vano baja, por la arteria henchida, Un alma en cosmos, que estallar desea,
Para mover la mano entumecida.....
¡Que en vez del ritmo poderoso y terso
Que surge altivo, entre febriles notas,
E
?
E
Al brotar de la pluma espira el verso a Mustio y sin vida y con las alas rotas....! ¡ Y es que yó, aquí, cargado de dolores,
o sé cantar sin mis riqueñas flores,
Sin aquellos purísimos reflejos Que el cielo incendian de mi tierra ardiente Y copia el mar en móviles espejos! ¡Nó sé vivir sin luz y sin amores, Ni arde la inspiración sobre mi frente, De mi Aguadilla inolvidable lejos, De mi gentil aguadillana ausente uN
- José DE Dirco. Barcelona, Enero de 1888,
:
:
<<
SS
LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN. :
(CONTINUACIÓN).
- Ni es aventurado anticipar que el Dr. Stahl prestará
su estimable asenso á los ingenuos
anteceden,
razonamientos - que
ni es necesario que al efecto
nos conformaríamos si la despojara de contra el que nos rebelamos.
anule
ese
su tésis;
absolutismo po
_Favorablemente dispuestos los ánimos, ahora que van á justipreciar las pruebas directas y positivas . que ántes hemos anunciado,
se
nos
vuelve
fácil
corolario
cuanto nos resta por hacer, ménos con el objeto de anfianzar lo conseguido, que para acreditar el título que encabeza estas anotaciones, y
oportunidad de ser explicado.
que
aguarda. todavía
a
la
Abundan aquí los datos, tanto, que nos sobran, y hemos de omitir muchos. Sería copiar página | tras
página, familiares al Dr. Stahl y sin duda á la genera-
lidad de nuestros lectores, y sería dar longitud intolerable á este artículo, escudriñar las costumbres y los usos que las expresadas crónicas atribuyen á aquellos isleños, y compulsar luego la fidelidad- con que sucesivamente aparece retratada en cada una de estas la
religiosidad de aquel estado social.
- LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN.
as
Diríase que provenía la desconfianza que á alguno inspiraron las tales descripciones, de que eran incom-
patibles con el prejuicio que tenía formado de las facultades religiosas de los salvajes;
persuadirle á que
otro más en armonía
el óbice para dar
trueque
mas si
tan
ilusorio
con la realidad,
acogida
mejor
rraciones.
hemos
logrado
concepto
por
verá desaparecer .
á esas
vetustas
na-.
Adquiridos dichos datos, ratificados y corroborados -
por numerosos testigos oculares, quedan refrendados. con valor legal ante la historia, y son irrecusables por
la ciencia, aún prescindiendo de la confirmación minuciosa que después les han venido á prodigar las reli-
quias que se han desenterrado, pertenecientes 4 aquella raza mártir de Borínquen. Todos estos indicios,
consuno
promulgan
|
todos
|
estos
testimonios,
de
la existencia: de una religión, de
prácticas religiosas entre nuestros indios.
¿Y
cómo
desconocer
la gran
probabilidad
E
que
se deriva de la concordia de semejantes informes de tan
distintas procedencias Navarrete,
rrera, Laét,
como los
Colón, el hermano
Gomara,
Muñoz,
Abad, frailes Gerónimos,
de
Ramón,
Chanca,
Robertson,
á los que nos
Sotomayor,
Domínicos y Franciscanos, el
han descrito
el culto idolátrico
de las islas cercanas á la nuestra. Oviedo nos autoriza á aceptar ese testimonio, en virtud del suyo propio, al comparar con los vecinos indios á los que halló poblando esta isla de “Sanct Johan:” “En las ydolatrías del gemí y en los areytos é juegos del batey y en el navegar de las canoas y en sus manjares é agricoltura y pes-
querías, y.en los edeficios
de casas y
:4
He-
bachiller Enciso, Rochefort, el presbítero Ponce de León, el bachiller Santa Clara, el abate Gilil, etc., eta? Además, contaremos nuevos colaboradores dé la originaria sociología de esta Antilla, si como á tales reco-
nocemos
:
Oviedo,
Las Casas,
camas,
y en los
matrimonios é subgessian de «los cagicados y señorío, y
: ||
3
:
260
REVISTA PUERTORRIQUEÑA: E:
en las herencias, y otras cosas muchas,
_los
unos á los
otros.”
muy semejantes
Y lo explica Herrera,
diciendo:
“Porque no había sino doce á quince leguas de distan-
cia,
cada dia iban en sus canoas los de la Española
4
San Juan y los de San Juan á la Española; y se comunicaban y así pudieron bien saber los unos y los otros
lo que en la tierra de cada uno había.”
¿Con
las fábulas
¡
qué fundamento habríamos de supoñer de lo sobrenatural,
con su aparato
de sagradas
que
las ceremonias místicas, preseas
y esculturas,
y la
adoración de la magestad de Dios, tan fecundás siempre en imitadores, y contagiosísimas entre pueblos bárbaros, se dilataban por el archipiélago antillano,, pero
se detenían
sólo frente
al litoral de Borínquen,
“como
rechazadas por muralla infranqueable? ¿De dónde nos. fingimos esa singularidad, esa diferenciación arcadísima de los indios borinqueños entre todos los demás de su raza antillana? | Pero torzamos el curso de nuestros comentarios, á fin de no caer en nuevas discrepancias con el autor
de los “Estudios etnológicos,” en cuyas someras alusiones á la raza, orígen, artesy sociabilidad de nuestros indios,
asunto
las entrevemos.
deja para
Precisamente
acerca del
otro capítulo explicar cómo
'algunos
ídolos Ó “figurás” de barro que se han descubierto en la isla parecen haber sido traidos á ella “por los cari-
bes;” reservemos nuestro parecer, porque á más de que
sobraría,
dado el caso de que el Dr. Stahl
con la ex-
planación de sus ideas nos convenciese de que debemos adoptarlas,
también pudiera
que hemos sospechado,
suceder lo
opuesto
y que desde luego fuesen
mismo su criterio y el nuestro sobre esta materia;
á lo
uno
em-
pero nosotros, que ni remotamente pretendemos suplantar en su interesantísima tarea al Dr Stahl, 4 quien corresponde el mérito de la iniciativa, bastante nos honraremos con que se nos permita, si resultamos en disi-
dencia, repasar las huellas del naturalista, y contribuir
-
LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN.
461
con alguna tímida opinión 4 que se aclaren esas nieblas
de nuestra historia. Decíamos poco ha, que leidas las consideraciones que en el número anterior de esta Revista: apuntamos
acerca de la
incrédulo para
salvajez,
se
reconocería
el
lector ménos
con los noticiadores' de la religión
in-
_ dígena; pero por si nuestra apología no hubiese rodeado esos trabajos históricos de toda la credibilidad de que son dignos, tendríamos en las “figuras” que al Dr. Stahl repugnó llamar ídolos, en los utensilios ornamentos de estos, y hasta en los vestigios del idioma borinqueño, comprobación de infinitos detalles de esas crónicas, apareciendo en consecuencia verosímil, lo
que
el Dr. Stahl llegó 4 poner en duda: que Oviedo y varios otros observadores, tras haber presenciado cuanto de aquella religión nos describen, —honradez que no es posible negarles,—á mayor abundamiento de autoridad, aprendieron lo bastante el habla de aquellas tribus para entender los informes que escucharon de boca de los indios, y que han cedido á la posteridad. ¿Habría de serle al estudioso cronista más difícil aprender la lengua del indio, que á tanto rudo guerrero sin letras ni afición á ellas, pero que lograron, mediante el tiempo, sostener
|
pláticas con los naturales, según consta en esas mismas |
crónicas?
Y si á ese idioma articulado se agrega el simbólico y misterioso de la naturaleza, inteligible sólo para el | que se ha consagrado á estudiarlo, y que por ende tan familiar es al Dr. Stahl,
aquella
inequívoca
elocuencia
que persuade al arqueólogo y al naturalista 4 ver en el suelo de Borínquen, como dijo el gran Shakespeare: “Sermons in stones, books in the running brooks, And God in every thing;” (sermones en las piedras; libros en los corrientes arroyos, y á Dios en todas las cosas); si de la profundidad
de la tierra, si de
las
selvas apénas
los peñascos y de las cavernas
exploradas,
e
si de
se elevan estas voces,
|
469
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
E
que proclaman la existencia de un la indómita arrogancia de sabana culto en medio de s y seborucos, res. Pondiendo á aquellas otras voces que surgen de las bibliotecas
y
de
los
archivos del
mund
o civilizado; en presencia de este coro unísona que _tinente se eleva al Dios de las de uno y otro conalturas, protestando que su obra, el indio, no le ten ía olvidado,
de pensar sino lo que por boca diciendo
el mismo
¿qué
hemos
del evangelista aparece
Dios? - “Qui hab audiat;” el que tiene oidos para oir, et aures audiendi, oiga. pa Pero de
un oráculo;
esa muchedumbre reveladora se destaca es el voto fehaciente del venera ble Cristóy no podemos resistirnos á
bal Colón, ¡especial preferencia:
en la relación
consignarlo con que nos hate Na-
varrete de los cuatro viajes del des cubridor, constan las siguientes palabras acerca de los indios antillanós, proferidas por el ilustre genovés: “Porque en sus casas tienen ídolos de muchas especies. tado qué era aquello, y me han res Yo les he pregun--. pondido que era cosa de Turey, lo que quiere decir del cielo.” nd Después de fijarse en testimonio tan irrefutable, nada ménos que del mismísimo Col ón, ya no es posible que nadie dude más de la existe prácticas religiosas entre los indios ncia de ideas y de de Puerto Rico. Estos no sólo
tenían ídolos,
bamos de verlo aseverado por Colón,sino que, como .acachas especies. Nuestro inolvidable los tenían de MAUAlejandro ¡Tapía, coordinador y anotad Puerto
Rico,”
juntas,
y
or de la “Biblioteca histórica de
honrando en ella la buena fé
de Oviedo, y defendiendo que las noticias por éste atesoradas “son de gran aprecio por lo que res pecta produce en la mencionada compilaci 4 la verdad,” reón ciertas palabras textuales de de
dicho historiador, que van á leerse adlas que también el Dr. Stahl ha sacado
Una versión abreviada;
esta antilla:
se refieren 4
los naturales de
“Y no he hallado en esta generació n cosa entre ellos más antiguamente pintad a,ni
esculpida ó de lo
63
ed
LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN.
A
ad:
relieve entalladi, ni tan principalmente acatada é covenle ciada, como la figura abominable é descomulgada del demonio en muchas é diversas maneras pintado ó esculpidoó de bulto, con muchas cabegas é colas, é difformes y es-
pantables é caninas é feroces; dentaduras, con grandes é desmeguradas orejas, con encendidos ojos de dragón é feroz serpiente,
é de
muy diferenciadas suertes. ...,
Y
en madera y de barro y de oro, é en otras cosas, quantas ellos pueden lo esculpeny entallan,” etc.... “pero siempre diferente,
y
como lo hagían
en
En esto que hemos trasladado,
diversas maneras.”
Oviedo se propone
con insistencia llevar al ánimo del lector dos idéas principales: primera, que eran muchos y variados los ídolos de esta tierra; segunda, que esos ídolos representaban,
á juicio de él, ni más ni ménos que al Diablo. Respecto de la primera, que en cursivas itálicas hemos hecho resaltar, no es posible formular un mentís sin poderosas razones que lo abonen, aun suponiendo que no se hubiesen desenterrado el sinnúmero y la di“versidad de ídolos seos arqueológicos coleccionan en el antigiiedades. El
to es manifiesto: ha merecido
que hoy se exhiben en lejanos munacionales y extranjeros, y que se país por los aficionados: á nuestras tesón con que Oviedo recalca el pun-
cabalmente esta porfía suya es lo que
que, exceptuándole
por fuerza condenamos
dela
las descripciones
omisión.
á
que
de los «demás |
cronistas, hayamos utilizado las de él para imbuirnos. de lo muy numerosos que eran los ídolos en nuestro terruño.
Y pues que sobre el tema discurrimos, echamos de ver la incongruencia entre nuestra intención y el modo de interpretar esos informes, con el que se nos ha adelantado el Dr. Stahl; y es conveniente consolidar nuestro dicho. Ño se han encontrado en nuestros dias, que sepamos, ningunas de las pinturas á que se refiere Oviedo;
es cierto:
la mano del tiempo ql borrado esos colores,
464
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
Von
con tanta más
facilidad
cuanto
aquel arte indígena rudimentario que los pigmentos de como el rojo que les suministr eran deleznables, tales - (achiote), y con el que se pintab aba el jugo del bixa adornos en sus desnudos cuérpos; pero todo lo an demás que cuenta ese autor sob re el particular,
apa e confirmado por. la observación posterior directa. rec Las palabras: “con muchas cabezas
y colas,” no las ente Stahl aplicables 4 individuales ído ndemos como el Dr. los, sino á la totalidad de ellos: no quiso decir Oviedo rínquen algún ídolo con muchas que hubiese en Bocabezas y colas, sino que eran
muchas las unay slas: otras en repartida entre tan heterogéneo su multiconjunto de imágenes. Interpretado esto formidad
así, no hay nada de. extraño en que no haya caido baj Dr. Stahl ningún ejemplar de ese o la observación del imaginario ídolo policéfalo y multicaudo, y del que tam poco Oviedo tenía noticia. Ni obsta que el Dr. Stahl no tenga ni haya visto ninguno de esos que descri be nas é feroces dentaduras é grande Oviedo, “con caniriquísima colección de' ídolos pue s colmillos.” En la Sr. D. Jorge Látimer legó al mu rtorriqueños que (el seo de Smithson, en Washington, aparece designado cón el número 17,012 un ídolo de mármol
cenas de dientes.
que enseña más de tres do+ .
¡Sardónica sonrisa con que lo pasa-
do acoge á veces las
presente!
blanco
apreciaciones formuladas
o
por lo
> Hasta esa misma figura de piedra que des cri bej el. Dr. Stahl, semejanza, dice, de “al go así como una figara disecada, según lo demuestra n las profundas órbitas circulares y la boca desmesuradam ente ancha y depri-. mida,” quizás haya sid
o uno de tan encendidos,” cuya noticia le ha tos ídolos “con ojos > hec 'censor, un signo de duda: (?). ¡Como ho interpolar, :al si'aquellos indios que sab ían enmangar sólidamente sus de piedra, no- hubiesen podido asi celtas y hachas mismo ataviar sus
ojos
de oro reluciente!
ec
preciados ídolos engastándoles
LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN. Que siempre en tal caso,
los
descubridores
raron, como buenos chripstianos, “diablo
es más que eventual,
lúrgicas que
con respecto
E se
4 sacarle
dadas las
apresu-
los ojos al
aficiones
meta-
á ese mineral manifestaron.
De ahí. que los indios, al esconder despavoridos sus profanados dioses en la tierra, nos los hayan dejado con
las órbitas vacías. De consuno parecen indicar que había ídolos enjoyados ciertos pequeños ahuecamientos redondos en los torsos de muchos de esos “objetos cu-
riosos” de piedrá, conforme el Dr. Stahl habrá. observádo en su propia colección; pues en la litografía que se ha publicado de varios de sus índolos en el “Puerto Rico Ilustrado” del 14 de Febrero del año 1887, en la figura marcada conel número 5, allí aparecen también esás concavidades. Por supuesto, 'igual explicación debe darse de que hayan desaparecido los ídolos de oro, junto con los guanin de dicho metal que solían los caciques colgarse al cuello. Respecto de la segunda de las dos proposiciones que sustenta Oviedo, es decir,
en sus conjeturas
significación de aquellas imágenes,
ha
de
de la
concedérsele
alguna lógica. El Dr. Stahl, ántes de analizar esas noticias, señala gallardamenteen dos páginas sociológicas notables las causas de los errores de apreciación
en que tanto este cronista como muchos otros de entónces incurrieron, en punto al objetivo del culto de los
indios, errores - eslabonados al ideal propagandista religioso de todas las grandes empresas de España en los siglos XV y XVI. Pero así evidenciada. la conexión de efecto y causa, no es lo consecuente tachar de “impresionable” 4 Oviedo, porque piensa con los - Juicios de su época, y vé al Demonio en los ídolos que tan diformes y grotescos se le mostraban. Muy perdonable es su error fanático en tiempos en que Colón exorcizaba una tromba marina, recitándole el evangelio
de San Juan, y trazando la cruz en el aire con la. punta
de su espada;
y en tiempos en que
los tratados sobre,
b
me0 t
ci 8] A
dae
466,
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
Demonología,
validados
con
textos
bíblicos,
atizaban
las hogueras cuyas pavesas eran de cuurpos de los 'ex-
comulga dos hereges. te al
|
Aquellos siglos guerreros desafiaton frente 4 frensolapado
Satanás:
y pareció como si el monarca
infernal multiplicara sus huestes y sus asaltos en legítima represalia. Llegaron los descubridores al nuevo
mundo, y acostumbrados á perseguir la heterodoxia como
diabólica, creyeron horrorizados, interpretando á su modo las idolatrías que iban viendo, que habían dado de bruces con el Diablo,
muy
orondo,
acomodado
y re-
galado en su hermoso retiro aquende los mares. ¡Cosa más natural! Y por consiguiente la procaz holgura y el señorío de aquel Maldito, á quien creyeron haber
- dejado
en
cadenas,
hubieron
marles.
Pero no hay-base en
Oviedo,
no se
de
indignarles
y
alar-
esta versión, ¡que com-
_ partimos con el Dr. Stahl, para aventurar que Oviedo “aparenta ignorar ó parece no querer recordar” ¡que los cristianos han adoptado el concepto del Demonio, y lo representan en deterntinados retablos, aunque “impotente y aherrojado,” como, por ejemplo, 4: los piés de San Miguel. Si el crítico hubiese recordado, * para dar ejemplo, lo que más adelante dice el mismo paro.
le habría
quedado sin correctivo su re-
Habla el historiador:
-“Pues que
como he di-
cho, en muchas cosas é partes pintan, y entallan y es, culpen en madera y de barro, y de otras materias hacen
un demonio que ellos llaman cemí, tan feo y espantable como suelen los cathólicos pintarle ú los piés del arcángel Sanct Miguel ó del apóstol Sanct Bartolomé; pero no atado
en cadenas, sino reverenciado.”
10
Nótese, pues, cómo Oviedo ni ignora ni aparenta ignorar, ni parece no querer recordar, aquello queel Dr. Stahl
trae á colación,
sino
y de hecho lo recuerda; al par que
el cinismo de no presentarse
que
quiere
cuando
recordarlo
expresa que:
encadenado el Diablo era
lo agravante de aquella impiedad que
escandalizaba á
-
LUCUO, DIOSDB BORÍNQUEN. los cristianos, hace honor
Ena
467
4 la perspicacia con “que el
Dr. Stahl adivinó ese agravio. Dejemos sincerado á Oviedo ques contra su crédito como
enfrente de los ata-
observador,
y
disculpado -
para con los que parecen tildar su sinceridad, como para castigarle por sus cavilaciones en demonografía. Abarcando este cronista los dos extremos: el práctico de la inducción, en que está fuerte,
y el teórico
deductivo,
en
que flaquea, ha venido á servirnos de transición entre los hechos y sus explicaciones, entre los ídolos y las divinidades que estos representen. Podríamos haber clasificado los ídolos borinqueños | según sus formas,
perfección,
tamaños,
destinación
importancia; pero considerando que ese trabajo, también ha dejado por hacer el Dr. Stahl, noes
é
que con-
ducente á nuestro objeto conviccional, y estimando que este propósito se ha conseguido 'ya, dejamos por hoy
sin ampliar la parte descriptiva y analítica de esta iconolog a, y con ello relegamos á otra ocasión el detenernos á observar cómo en templetes y en oratorios se condensaban aquellos que también pudo llamar Echegaray: E “Rayos dispersos. - de un solo Dios, que á todos los abarca;” *
(Un Milagro en Egipto).
con qué areytos venerables, con qué ayunos propiciatorios, con. qué funerarios sacrificios de las infelices athebeane nequen; mediante qué ofrendas y devociones ante los kemíes. cemíes, Ó zemes les rendían culto, notablemente al cemí tutelar de cada agrupación de buhios;
cómo estas poblaciones, aunque regidas por caciques de alcurnia, estaban sometidas en realidad á-los buhitiz ó boyes, que de «tal manera se identificaban consus iscividanis cochevei, -Ó cemíes á quienes servían; pi tambián ellos recibían honores de cemíes..
dE
468
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. Entremos,
pues,
:
en el mundo ideal
de
nuestros indios: penetremos en ese Turey olímpico, recinto deslumbrador y magnífico, poblado de riquísimas fantas-.
magorías, de grandiosos mitos, bellísimás creacion es de Los deseubridores de la Borinquen terrenal no pudieron descu: brirl
la exuberante imaginativa de los trópicos. o;
los buhitis bajaron
dentro del pecho;
para sustraerse
á sus tumbas con el secreto
los ídolos se hundieron
en la tierra :
á la blasfemia castellana:
la tradición.
pero quedó
|
a
Cuando el torrente de la civilización invadió y anegó aquella sociedad neolítica, los indios bori nqueños,
que no eran precisamente salvajes, como dice muy bien Mr. Morgan, sino que, no estando tampoco civilizados,
ocupaban
ya “el estado intermedio de la barb vieron que concebir el deseo de librar á sus arie,” tudioses del odio y meno
sprecio
| de los cristianos;
y no
sólo esto, sino también la no ménos noble aspiración de petpetuar su historia que agonizaba, y sobre todo sus creen-. cias sacrosantas. Así la antigua Cástulo, ó Caocillo, de Andalucía, al exti guirse á mano armada, dejó grabado en losa de mármol este epitafio que muchos siglos después se ha descubierto: “El vecindario la ciudad de Caocillo, que murió valerosamente, erigió d toda prisa estas grandes insc ripcio-
nes al Excelso, al Dios | inmaterial ”
Este sublime afán de poner á salvo la fé en mo-. mentos de suprema angustia, revelóse en el pueblo
borinqueño, cuando sus restos dispersos prop agaron sus leyendas á los isleños vecinos, como herencia ines-.
timable
hermano.
que depositaban
,
en
el sagrario
del
corazón
Gracias al erudito D. Antonio Bachiller y Morales, algunos de cuyos trabajos etnológicos hemo s admirado en la Revistade Cuba, podemos referirnos su- ' _Cintamente á las principales tradiciones de Borínque n, . conocida : s del mundo |literario. Derivamos de su artí-: .
ST
AO
A
NN
TA
ais
LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN. culo
“Cuba primitiva”
no pocos
0
de los informes
que
seguidamente i incorporamos á nuestro estudio, interpretándolos según nuestro leal y saber entender. Una de las leyendas religiosas que parecen haber sido originarias de esta Antilla, se ha encontrado en Méjico, en el Codex Chimalpopoca, gran descubrimiento del célebre americanista Brasseur de Bourboug: y creemos borinqueña esta leyenda, porque ¡dato importante! ella supone á nuestra Boriguen la cuna del género humano. Coincide en algo con esa versión geneantrópica otra antillana, parte de un credo pagano, y que también nos impresiona como que debe d ehaber nacido -en Borínquen,
por más que,
lo mismo
que “la anterior,
haya perdido mucho de su traza con pasar de padres á hijos en extrañas islas; y coincide en que dá por cierto que de una de las antillas se pobló la tierra. Esta última tradición se ha conservado principalmente en Haitf de donde la ha sacado el hermano Ramón, porque Colón se lo ordenó; pero la haitiana, conformeera de esperarse ,——aboga pro domo sua, y según vulgarmente se di-
ce,
se comió el mandado,
pues declara que fué Haití,
_no Borínquen, la fuente de la humana vitalidad,
y has:
ta designa unas cuevas que allí existen, la Bethaitél y la Marohú como lugares respectivos de donde nacieron el sol y la luna,
las mujeres,
y habla de la conocida isla Matinino, 6 de
como para acreditarse.
Pero estos resa-
bios de localización ya no engañan al mitólogo, porque
sabe que son achaques
de todos los pueblos y de todas
las religiones. Precisamente por eso hay algo de insólito y trascendental en la importancia que se atribuye á Puerto Rico en el codex Chimalpopoca, pues sería más fenomenal aún,
sería verdaderamente inexplicable,
que, asegurando tal origen, fuese indigena sión del lugar en que se profesaba.
En la leyenda
esta ver-
ó areyto antillano á que aludimos,
se describe un diluvio:
pero el dios haitiano
tambien
en la Chimalpopoca;
que lo causó
es Yaya, mientras
cit,
Si A
ee
y
7
,
E
Ss
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S
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470:
e
¡ES 18
.
REVISTA PUERTORRIQUEÑA:
E Ad
de
que el mejicano es Noachiam: naturalmente, los nombres de
los arquetipos
fábulas tratan
-
y séres sobrenaturales
nos llegan adaptados
de
que esas
en “cada tradición
al idioma en que esta se ha desenvuelto. No obstante, * la de Haití nos habla de que cuatro hermanos naci dos de un soló parto (las cuatro antillas mayores), -del cual parto murió la madre, quisieron sostener una cala baza llena de agua y de variedad de peces (el mar carib e), pero la dejaron cáer, lo cual produjo el diluvio; mientras que el cuento Chimelpopoca,
con ménos metálora
, dice que toda la tierra estaba cubierta de hielo, pero que á causa de una erupción volcánica, en la que - se reventaron
cuatro de
las siete cuevas
de Oztz (las isla
s Canarias), y arrojaron torrentes de fuego que llega ron: á Alito (Perú), resultó de esta lava formado Acar] (Pue r-
to Rico), quedando después del deshielo otras tres islas sobr e el agua:
maica).
7epatl (Haití), Calli ( Cuba) y Tochtli (Ja-
Los trozos que hemos extractado de esas tradiciones se refieren á una inundación, diluvio ó cataclismo centró-americano, lo mismo que las leyendas dé los indios Macousi, de las regiones del Esequibo,
por Schomburgk,
relatadas
igualmente que las creencias de los
Tamanacos, junto al Orinoco,
publicadas
por el
Padre
Gilii, exactamente como las de los indígenas del Caicara,
cerca del Apure, según explica Humboldt, idénticamente á las de los pueblos del Amazonas,
llace.
comunicadas por Wa-
Además, en el espacio que comprende las hoyas
del Orinoco,
del Corantyn
y
del Esequibo,
6
sea en
unas doce mil leguas cuadradas, se encuentran con multitud de dibujos simbólicos esculpidos ó rocas pinta: dos á gran elevación; y esta misma aitura, difícilmente accesible hoy, dice Aristides Rojas, de cuyos “* Estudios sobre los Geroglíficos Venezolanos” tomamos estas notas, “atestigua que son contemporáneas de las grandes
aguas, cuando dilatados lagos llenaban las elevadas rez
giones del Orinoco y de una gran parte de los llanos...”
ñ
2%
”
O E DE e SS
tierra, —el diluvio; y ótros la entrada en las tierras ame-
ricanas de los primeros hombres que comenzaron á poblarla, muchísimos siglos antes del cristianismo.” Es admirable cuán lejanos testimonios vienen á robustecer aquellos mitos geológicos, tanto el Haití como el de Chimalpopoca. ¿Y no podía suceder que de igual manera que la Geología científica refuerza los asertos capitales de la fabulosas, corrigiéndolos, la Historia merecedora
de
tal
nombre,
dé razón
á los más
importantes de estos recuerdos, viciados por la fantasia? En consonancia con las leyendas de Méjico y de Haití, debemos recordar las Tzendales que comenta Ordoñez, según el cual un gran número de indios, instruidos de Yucatán aseguraban que su tierra había sido poblada por una inmigración de Oriente que había pasado primero por las Antillas. ¿No será lo que acaba de confiársenos la explicación de los mitos que suponen á Puerto Rico la primera tierra habitada de América, ó al ménos inmediata á la que fué primera? Nos asesoran afirmativamente en esta hipótesis las conocidas genealogías que se daban respectivamente los Tamanacos,
de Venezuela, y los Aztecas, de Mé-
jico. Narra el Padre Gilii que los primeros le reci“ bieron preguntándole: “Si había visto por allá al gran Amalivaca,
cubierto
las
el padre de los Tamanacos,
rocas
de figuras
simbólicas;”
que había
y
cuenta
Humboldt que cuando el fraile Bernardo llegó 4 Méjico “«“se le hicieron exactamente las mismas preguntas que doscientos años ántes se habían hecho al misionera
a
A
O
internas levantaran el fondo del antiguo mar y precipitaran las aguas, hasta entonces tranquilas, de una manera violenta al Sur y al Este, en solicitud de las bajas regiones atlánticas.”. Y concluye Rojas: “Para nosotros, algunos de estos dibujos simbólicos recuerdan el último cataclismo americano, otros fijan .la tradición. universal que ha existido en todos los pueblos de la
o SA
de que causas
A
“Todos estos geroglíficos existían antes
ma
a
LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN.
472
.
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
Gilii en los bosques del
Orinoco, y venía de la otra orilla, de los paises se quiso saber si á donde se había retirado Quetzalcohuatl.”. Todaví a Humboldt nos entera de que los
indios Muyscas también rec onocían como su civilizador 4 un dios bla nco, á Bochica. E Sí, todos estos indicios se corrob ora n mút uamente; de la manera co
mo los geroglíficos venezola nodan s visos de verdad á lo que de las con sej as hai tia na chimalpopoca se trasparenta con respecto á que Puerto Rico
naciese
de
una
convulsión
modo resulta confirmada otra pro volcánica, de igual bab mente se deduce de las dos leyendas ilidad que vagaantedichas, á saber: que los pueblos que vivían junto á por el mar Caribe tenían nociones las playas bañadas conmemorativas de uná inmigración de Oriente, la cual, si hemos de atenernos á los citados mitos, hab ía desembarcado primero en una de las dos Antillas cén Archipiélago, ó sea, según apa tricas del arco . del rece más probable, en Puerto Rico. po De esta inmigración, no tan fab ulo sa como algunos suponen, quedan vestigios en cie rta s palabras fenicias que se hallaron confundidas con los demás ¿VOcablos indígenas del Nuevo Contin ente; como quedan evidencias en varias inscripcione s, fenicias también, cinceladas en rocas que se alzan en el
y Cuyo secreto guardaban
selvas en
suelo americano,
apariencia vírgenes; y quedan, para el estudioso, pruebas convincentes en la significación del nombre mismo Quetzalcohuatl (la serpiente de plumas verdes), y en su Aventuraremos nuestra interpret efigie. ación, explicándola: representa Quetzalcohuat] un mito moderno, personal, exornado, sin embargo, con primitivo; confusión esta frecuente atributos de otro en las mitologías. Pero el evemorismo es fácil de rec actual, porque en ocasiones se rep onocer en el caso resentaba al dios en . forma de serpiente plumígera, con blanco y barbado ' rostro de hombre, —como barbad o y blanco era el Bo-
de
'LUCUO, DIÓS DE BORÍNQUEN. chica de los Muyscas. La deificación del viajero que arribandoen uná nave impelida por la brisa, les' trajo
del Este grandes adelantos confundirse
con la
adoración
á los mejicanos, legA4 del
aire
Oriente que regenera á su tránsito la vida:
benéfico
de ahí que
las plumas de pájara cubran á Quetzalcohuatl, aire.
Esto,
sin
más,
Ae E
dios del
cogfirmaría la tradición
Azteta,
y de una en otra consecuencia, realzaría nuestro paralelo entre el mito Chimalpopoca y el Haitiano, trayéndonos otra vez á la fuente de donde los creemos origi-
narios, á la inmigración puertorriqueña. Pero es
de gran interés
Quetzalcohuatl tiene la forma
averiguar por qué
razón
de una serpiente.
¿Qué
. quiere decir esto? Pues quiere decir que un hombre de raza distinta de la imberbe mejicana les habia traido el culto de la serpiente; ¿de dónde? de Fenicia, en la cual estaba en auge la ofiolatria. : ¿Cómo es probable? Porque, de una parte, en esta nación la serpiente-dios
dose
curso
la cola,
en
círculo;
de los astros,
se representaba mardién-
emblema sucesivamenté del
de la repetición de
sucesión de los años, del universo
nidad y del infinito dios Zaut;
los dias, de la
que gira, de la Eter-
y por la otra, en Méjico
el dios Quetzalcohuatl
se veneraba
te.
del sol,
en un templo,
raro
entre todos, á causa de su contorno circular, y de su pórtico tallado en forma de abiertas fauces de serpienAdemás,
al
dios
al
primordial
Huitzili-
pochtli, como en compensación de haberle usufructua: do sus plumas, le asignaron también la serpiente como
atributo,
y cuadruplicada,
colocando una. en cada punto
cardinal del globo azul que le servia de asiento; conce-
sión que dió lugar á que se hiciesende moda los cule-
brones entre aquellas deidades tétricas y sanguinarias; y se adoró 4 Cihuacohuatl,” diosa de la Serpiente;
celebraban en Marzo la gran festividad
la Cohuailhuil.
>
de la Culebra,
e
|
El culto exótico de la serpiente se propagó en 7
5
rN
REVISTA PUERTORRIQUEÑA. —
América, invadiéndola por diversas fronteras,
dente
de
civilizaciones muy
distintas
eñtre
y proce-
sí; | pero
Méjico tomó su ofiolatría de aquella Fenicia tan ligada ¿Qu Egipto, que indudablemente conocía el símbolo de
la T (Tau) egipcia,
y la veneración que en Egipto se
tributaba al escarabajo.
Demuéstralo el hecho de quela
comisión á las órdenes de Dupaix enviada por Cárlos IV
á explorar las ruinas de Palenke, descubrió jen aquella
ciudad,
enterrada
hacía muchos siglos,
un'cuadrio
en
dejaron
los
donde, rodeado de geroglíficos, se ven el escarabajo y la 'T, tan frecuentes en las esculturas egipcias. | Pero,
se
nos
Fenicios aclimatado
objetará:
¿Cómo
no
en Puerto Rico el culto de la ser-
piente, si aqui vivieron, ántes de pasar á Méjico?
Con- ¡
testaremos anticipándonos en nuestra exposición,
sin duda, pero que
lo es necesariamente,
lenta
para que
re-
sulte menos confusa, ya que tantos puntos abarca. ¡ Ha-
bía otro mito, que estamos próximos á considerar, anti-.
llano también, y vigente en Puerto Rico en la época del
descubrimiento: mito de procedencia caribe, y que des-
alojó de esta isla sus creencias autóctonas, que hémos
visto desnaturalizadas en Haiti y en Chimalpopoca: y en este mito caribe, que se profesaba por los buhitis de Borinquen, constituyendo parte de la teogonia de Lucuo que vamos á desarrollar, se veneraba al dios Racuman (nombre
que recuerda
los egipcios
“Rá,”
“Ammon”),
bajo la forma de una serpiente con cabeza humana, ehroscada á un árbol, y con una fruta en la boca, para ofrecerla á los transeuntes. ¡Datos estupendos!
r Puerto Rico no sólo fué con-
siderado por sus indios como el Paraiso en donde nació . el hombre, sí que también tuvo su serpiente con la manzana, en su árbol de vida, como se lee en el génesis >
bíblico; la misma serpiente con cualidades humanas que
o
W
jr
on. e
*
hablaba 4 Adán, que habló 4 los Mejicanos. Y así como el símbolo ofidiano paradisiaco se origina de las más remotas civilizaciones, anteriores á la redacción del
|
||
;
a
pS
LUCUO, DIOS DE BORÍNQUEN. Antiguo Testamento liya
que
venció
da .
|
|
E
S A
05
hebreo, y hasta 4 la sierpe Ka-
Vichnú,
cuando
tomó
la
forma
de E
Krischna; así también este culto se desgaja de aquellas antiquísimas religiones, para pasar 4 Méjico, dejando rastro en las Antillas. |
Dr. CaLixro RoMERO CANTERO. (Cencluirá).
IS
—
E ¡A ) |
>
>
>: | |
o
LAS LETRAS Y LAS ARTES
EN MADRID.
z
Unos cuantos estrenos en los teatros
y la muerte
del insigne novelista Fernández y González son los su-
cesos notables aquí ocurridos desde que escribí" mi anterior carta á la Revisra. e Las obras principales puestas en escena son cinco, todas originales. ¡Ojalá pudiéramos decir siempre lo mismo! ¡Ojalá vayan siendo cada dia ménos frecuentes las traducciones! Hé aquí los titulos de las pro-
ducciones á que me refiero:
La Bruja, zarzuela en tres
actos en prosa y verso de Miguel Ramos Carrión con música de Chapí; El Sombrero de copa, comedia en tres
actos y en prosa de Vital Aza; El hijo de carne y el hijo de hierro,
drama en tres actos
y
en prosa de
D. José
- Echegaray; Mimí, comedia en dos actos y en prosa de D. José Estremera; y La mujer de César, comedia en tres actos y en verso de Cárlos Coello. a Algunas otras obras se han estrenado con éxito vário, en teatros de segundo orden, pero de estas sólo merecen especial mención un juguete cómico lirico, AI alcalde interino,
muy aplaudido en Eslava
gracias á la
preciosa música del maestro Brull. , La prensa diaria de Madrid habrá ya divulgado.en
Puerto Rico lo que es cada uno de los trabajos citados;
|
:
LAS LETRAS Y LAS ARTES EN MADRID.
49
pero fiel al encargo: con que me ha favorecido la R£VISTA voy yo también á decir algo por cuenta propia. La Bruja es una zarzuela de asunto y carácter esencialmente españoles. La acción pasa en Navarra y en los últimos dias del triste reinado de Carlos 11.
Un hidalgo pobre que vive en un pueblecillo del valle del Roncál ha visto una noche á una mujer bellísimia, atravesando un rio á nado y, locamente
ella, la busca en balde por doquiera.
enamorado
Todas
de
sus pes-
quisas son inútiles; mas una bruja que habita entre las cercanas ruinas de un castillo le dice que la hermosa
desconocida
es ella misma.
La
bruja es una jóven -
encantada, y para recobrar su primitiva belleza necesitá encontrar un hombre que tenga suficiente fé y amor para conquistar por ella glorias y sin par' ar mientes en la rugosa
laureles. Leonardo, tez de la viejecilla,
acordándose sólo de la mujer hermosa que vió entre las ondas del rio, se presta á deshacer el encanto y
parte
á Italia donde
guerrean
las armas
al mando
españolas.
del duque
La bruja,
de Saboya
entre tanto,
se queda en el lugarejo navarro haciendo beneficios: 4 la gente del pueblo, donde no hay infortunio. que ella no ampare ni desgracia que no consuele; pero un dia, al caer la tarde, se presenta en la aldea un inquisidor que viene á prenderla. La superstitión de su tiempo la ha perdido, y la caritativa mujer va 4 cáer en las terribles garras del Santo Oficio. En tal situación llega Leonardo de vuelta. El que marchó pobre y desconocido, sin más protección que un anillo que le regaló la bruja, torna capitan de los tercios españoles,
mente
trae la idea
de desencantar
á
y fija en la
la viejecita
que
apoyándose en su báculo y recordándole sus promesas le dice: “Verás cómo el gusano se trueca en mariposa.” La llegada de la Inquisición suspende el amoroso duo, Leonardo se oculta tras unas peñas y la bruja se mete en el castillo. Momentos después el familiar del Santo Oficio, seguido de sus esbirros,
lama 4 las puer|
EEE
“a
A
Fe
n
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
$
tas del sombrío edificio y,
á la tercera
vez que su voz
robusta resuena en las concavidades del monte, se abre la entrada principal y aparece en su dintel la bruja
transformada en gentil doncella y envuelta entre los plade la luna. La bruja era D? Blanca de Acevedo, hija de un noble desterrado, que al verse des-
teados rayos
amparada y sola adoptó aquel disfraz para no huir á tierra extraña ni caer en las garras de los enemigos de
su padre.
En vano quiere Leonardo salvarla,
No era
posible entonces luchar contra la Inquisición. Los esbirros se llevan á Blanca y, el galán arroja con desd én
la espada
vencedora en Italia pero
imútil' en
España
donde la superstición popular presta brios al trem endo
tribunal. La
obra se desenlaza con un recurso
mucha gracia.
Un
recibido
cómico
pastor llamado Tomillo, amigo
compañero de Leonardo,
cerrada
ado
en los dias de la infancia,
constantes favores de la bruja,
en un convento,
de
y
| |
|
ha
y al verla en-
donde la encarcela
el
Santo
Oficio para que purgue sus pecados, pretende salvarla. Tomillo, su mujer y su suegra logran introducirse
una noche en el claustro, asustan 4 las monjas y á las educandas contando suscesos de duendes -y brujas, y cons
iguen, después del toque de queda, la torre del campanario. Poco después suenan de un modo raro y estridente, entre diabólicos y grotescos y aparecen
por junto á las celdas de las educandas, espantable
catadura.
Son:
Tomillo,
su
esconderse en las campanas óyense cantos en el claustro
-tres brujas de mujer y
su
su suegra, que envueltos en mantos sombríos y apoyados en báculos, han bajado de la torre acercándose, poco á poco, hasta la celda que sirve de prisión á su
antígua bienhechora.
escapan los cuatro del
|
Blanca sale, se une á ellos y convento.
mente cómico, es que Tomillo
Pero,
lo verdadera-
ha logrado -poco
hacer que mientras se está esperando
antes,
en el convento
un fraile que ha de exocizar á Blanca, penetre tambiéná oo
Lt Sy
ñÑ 4 R
|
LAS LETRAS Y LAS ARTES EN MADRID,
y
|
|
Léonardo en el claustro, disfrazado de franciscano, sien-
do él quien advierte á su amada de cómo, cuándo á qué hora, con qué seña vendrán las supuestas brujas á librarla de su encierro. Las escenas en que esto se prepara y el terror de monjas y educandas al acercarse
las fingidas brujas, dan al tercer acto un
$abor
que en su acción intervienen. Añádase al enredo narrado ura larga série de cuadros escénicos que constituyen el fondo de la zarzuela y entre los cuales hay primero, se vé una
|
a |
cómico
lleno de aquella gracia puramente española, que va siendo cada dia por desgracia más rara en nuestro teatro concontemporáneo. Tal es, rapidísimamente contado, el asunto de Za Bruja y táles son las principales figuras
algunos preciosos.
:
|
— MS
8
Al levantarsé el telón para el acto
cociha
navarra
con
su
gran
chi-
E
menea en que chisporrotean los leños bajo la enorme campana que cobija el fuego; ála izquierda, hilan las viejas y las mozas; ála derecha, los hombres juegan al mús en torno de una mesa; las sombras de los grupos se
lumbre,
proyectan
una
de
las
en
los
mozas
muros, del
y al
pueblo,
pastor Tomillo, canta un romance morisco
del carácter poético popular acto
segundo
hay
otros
dos
de
aquel cuadros
La diversión de aquellas
la
novia
del
impregnado
tiempo.
En
preciosos:
con
0 :
0
La
e un
gentes sencillas,
el temor que inspiraba el odioso tribunal, la negativa de los labriegos á servir de guía al inquisidor, la impo-
siciónde éste, todo está reflejado
| |
calor de la
partido de pelota jugado entre roncaleses y vizcainos, : y un zorzico que bailan los aldeanos, durante el cual - el baile y la algazara se ven de pronto interrumpidos por la llegada del inquisidor que vienen á prender á
á la bruja.
; 5
afortunado es-
tudio de aquella época y dispuesto de suerte que contribuye poderosamente al efecto dramático de la obra. ¿4 | Como muestra de la versificación de La Bruja,
copio el siguiente trozo de la escena del primer acto,
A 3
e
. ]
2
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
430
en que Leonardo cuent a al pastor á la bruja por vez primera:
Leonardo,
Tomillo cómo
En una noche plácida del ardoroso estío,
y al pié de un sáuce lánguido que presta sombraal río, tranquilo yo aguardaba,
durmiendo en la ribera,
del día ya cercano
la dulce luz primera.
De pronto me despierto, y miro allí asombrado, '.
que una mujer bellísima
cruzaba el rio á nado. Envuelta en blanca túnica
que apenas la cubría, : á mis pasmados ojos
la hermosa se ofrecía. Su espalda tersa y pura
de blanco mármol era;
caía en sueltas ondas
|
la rubia cabellera,
y al sostenerla á flote con su corriente fría, en torno acariciarla el agua parecía. Yo absorto contemplándola
suspenso me quedé,
Tomillo, Leonardo. .-
o
e
e
y con mirada atónita sus formas admiré.
Pues si yo estoy allí,
aunque no sé nadar, me zambullo de fijo en el agua
sin
vacilar.
De mi estupor saliendo
me adelanté imprudente e
yió
LAS LETRAS Y LAS ARTES. EN MADRID. 7
]
y ella asustada entónces
húundióse en la corriente. Me lanzo al agua loco dispuesto á perseguilla, y aparecer la veo
allá en la opuesta orilla, Medrosa recatándose de la mirada impura, desaparece rápida en lasfloresta oscura.
Yo nado, llego, busco,
recorro el bosque entero, sin perdonar ramaje, sin olvidar sendero: más todo, todo en vano;
buscando el bien que huía,
me sorprendió rendido
la luz del nuevo día.
:
¡ Y aun dudo, triste y mísero, si fué aquella beldad,
.
)
aparición fantástica
Ó hermosa realidad!
Tomillo,
Sueño fué, sueño fué, yo también ¡ay de mí! . entre sueños mil veces he visto mujeres así. :
.
Esta
escena está puesta en
música
de
un modo magistral por Chapí. El relato conserva toda su frescura: las notas no hacen sino aumentar poes ía y encantoá la bellísima narración. De buena gana copiaría más escenas, pero no lo hago por temor de que resulte esta carta demasiado larga, a La Bruja ha tenido éxito grandioso. Lleva ya más
de
60 representaciones. Y lo mejor del triunfo. consiste en que esta parece ser la esperada seña l de la resurrec
ción
rs,
de la zarzuela.,
género eminentemente es-
438
REVISTA PURRTORRIQUEÑA.
.pañol
que había llegado
mos Carrión
á tristísima decadencia. ¿Ra
y el maestro Chapí pueden estar satisfe-
chos. De la partitura escrita por el seg undo nada digo porque me falta ese conocimiento de la tecnica musical. necesario para usar el elogio ó la haré constar que el temperamento artísticcensura. Sólo o verdaderamente maravilloso y que si hub ide Chapí es iera nacido en. Francia su nombre y sus obras habrían ya recorrido en triu
nfo la Europa entera. da Un detalle que puede servir de medida cular el éxito de La Bruja. En cuatro dom para calentrado en el Teatro de la zarzuela más de ingos 'han siete mil du-
ros.
: | | Hablemos ahora de la obra de Vital Aza estrenada en el Teatro de la Comedia y que se titula 4! sombrero de copa. : ) El asunto €s imposible de narrar: el inte rés de la acción está fundado en un embrollo tan com plicado y tal confusión de personas que es abs urdo querer «dar idea de todo lo que allí sucede en dos cuartillas de papel. A semejanza de lo que ocurre en dias de capa y espada, llega un moment algunas comeo pectador se ve obligado á fijar mucho la en que el esmovimiento de los personajes para pod atención en el er darse cuenta de lo que
les pasa. Aparte de la diversión que esto sólo produce cuando todo está justificado y bien calculado, como en £l sombrero de copa,
Vital Aza dia
gracia y pone en boca de los tipos que crea loga con tal tal cantidad de chis das.
tes que la representación es un coro
La
empresa
“del
Teatro de la Comedia
de carcaja-
ha tenido que retirar del cartel El sombrero de copa abonados no querían ya verlo más noc porque los hes seguidas. La obra se está representando desde mediados de Dicie
mbre y esto aquí equivale á doscientas noc hes en un a El drama de D. José de Echegaray El hijo de carne y el hijo de hierro puede condensarse en teatro de París.
pocos párra-
. LAS LETR Y LASAS ARTES EN MADRID.
as
fos para dar idea del género literario 4 que pertenece. | | Un sabio catalan del siglo XVI, llamado Pedro Muntaner, ha inventado una máquina merced á la cual
podrán los bajeles recorrer los mares sin remos ni velas. . Venecia pretende arrebatarle ¡el secreto y para ello se apodera de un hijo que Muntaner tuvo en sus
mocedades;
escena, colocan
llegando
en el
desarrollo
de
la obra una
la principal del drama, en que los venecianos 4 Muntaner en el terrible trance de ver dar tor-
mento al hijo de carne, Ó entregar á sus enemigos el secreto
que constituye todo el trabajo de de hierro. El amor de padre triunfa del sabio, pero los venecianos no logran lo porque un amigo “de Muntaner, viendo
mortificado por el tormento,
su vida, el hijo entusiasmo del que pretenden al hijo de éste-
le venga arrojando
al fue-
go los planes del artificio ideado por el sabio catalán. El drama está escrito en el estilo brillante y lleno de hermosos pensamientos que es propio de Echegaray. La obra adolece en el fondo de cierta falta de lógica en
el desarrollo menos
El
del tipo principal
y hay en los diálogos -
naturalidad de la que fuera conveniente.
éxito no
ha
sido tan
satisfactorio
como
está
acostumbrado á lograrlos el autor, pero yo que nunc a he adulado al Sr. Echegaray, ni en los dias de sus mayores triunfos, me he complacido ahora en declarar bajo mi firma en El Correo y en la Revista de España que no está plenamente justificada la frialdad del público. Lo que sucede es que como los demás autores no quieren escribir por la mala organización de la compañía del Español, resulta que D. José Echegaray está manteniendo casi solo el teatro un año y otro*año, de suerte que el
público se sabe ya de memoria los recursos,
los proce-
dimientos, el estilo y todo lo que constituye la perso_nalidad literaria de D. José. Falta, por tanto, el contraste que da vida y animación á la existencia del teatro. Ver hoy una obra romántica,
mañana un juguete
EI
A
RATES
MID TONTA
Be
E TAS
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
cómico, cuándo una tragedia, cuándo un dram a
de
costumbres ...... sería un encanto. Pero noes posible que un solo autor, es decir un solo estilo, una sola nera mantenga vivo años y años el interés que madebe despertar un teatro. Fuera de estas consideraciones el -. último drama de Echegaray no es inferior á otros sali. dos de su pluma que han dado muchísimo dinero, y como fuerza poética es de lo más hermoso que ha con-' cebido. | 1
Vamos ahora á decir dos
palabras de lo ocurrido
' con Mimí, comedia de Estremera estrenada en el teatro:
Lara.
|
Mimí
UE
es una obra sencillísima, toda gracia, ter= > nura y delicadeza: algo pobre de asunto, pero admirable como estudio de caracteres y forma literaria. La: protagonista es una niña mimosa, terca, mal educ ada pero de buena índole, cuyas coqueterías, reciben castigo el desdén de un hombre á quien pretende 'por ena- ' morar. Las demás figuras son dos abuelitos chochos,
que
acceden á cuanto su nieta les pide, y un tipo de primer órden: un cervantista exageradísim cómico o queal final de la comedia confiesa que no ha leido El Quijote. Con solo estos recursos ha escrito Estremera una. comedia en dos actos que es una joya. La noche del. estr eno el público
no
acabó,
obra porque está acostumbrado
creo yo,
á ver
piezas de brocha gorda, exclusivamente
de
entender la '
en aquel
cómicas;
en noches posteriores, cuando la interpretaci ón
teatro
pero
ha sido
más esmerada yla gente se ha persuadido de que Mimá no era un juguete sino una comedia de caracter es
la cosa ha variado de aspecto y la obra ha sido apre ciada en lo que vale. Va la tienen pedida todas lasempr esas de provincias. La mujer
de
César, de
por la compañía que dirige
_pertado gran
interés,
Cárlos
Emilio
Coello,
estrenada
Mario,. había des-
sobre todo entre los escritores.
Cárlos Coello pertenece al elemento Jóven |
dp
de la lite--:
-
LAS LETRAS Y LAS ARTES EN MADRID.
e
ratura española, pero está separado de la juventud en todo. Parece mentira que á su: edad pueda profesar las ideas de que es partidario. Coello es un espíritu profundamente reaccionario. Ya en tiempo de la Re-
volución de
Setiembre,
cuando
comenzábamos
á
es-
cribir los que hoy tenemos treinta ó pocos más años y alardeábamos de espíritu liberal, él era alfonsino ca-
tólico
y amante de todo lo que
la negación del progreso.
en
Elcaso
España
es tanto
representa
más sen-
sible cuanto que Cárlos Coello es un escritor distinguidísimo, que maneja el lenguaje como muy pocos y que ha publicado obras dignas de sincero elogio. Esta vez por huir de la dramática en boga y del realismo moderno,
es decir, por sentir horror
á todo lo
de su tiempo, ha planeado una comedia anticuada,
que
recuerda las de Eguilaz y Rubí. Yo, que respecto á las obras literarias pienso que es lo primero la forma, estoy dispuesto á disculparle, pero el público, que en el teatro pide cada dia mayor suma de verosimilitud en la acción, no ha sido tan imparcial. La 'noche del estreno el autor fué llamado varias veces á la escena, mas el fondo de la comedia no convenció á nadie. Las bellezas innegables de La mujer de César, están en la
versificación.
Allá vá la muestra.
Véase
su vida uno de los personajes de la comedia; Barcia.
|
Mi faiblesse
es odiar la soledad. La tengo un miedo cruel Donde va la gente, allí
voy yo;
la moda es mi ley,
y en mi vida y en mi traje lo primero es la derntére.
Pero volviendo á....
Yo. soy
de una constancia enragée; peroal fin vivo en el mundo,
como
pinta
y él manda y yo digo amén. Los veranos, á la playa
que más concurrida esté;
una escapada á París,
y en Madrid el ocho 6 el diez
de octubre, á abrir el Real. Bailando y tomando té,
¿Quién siente el frío?
Que llega
abril, pues monto en el tren,
y á Sevilla la Semana Santay la feria.... No sé
cómo hay quien halle la vida
desprovista de interés. : Con ajustarse al programa y con cierto savotr faíre.... Yo aquí madrugo. En Madrid
hay dias que hasta las tres no me levanto.
Andres,
Garcia,
4
EN No usted nada....
hará
- *Nada. ¡Pché....! Casi todo lo que suele
hacerse es una sandez.... y mientras ménos madrugo ménos hago. ¿Qué ha de hacer
uno qe caso
Arar el Retiro,
de que no les dé
por ir á la Castellana
á coger reuma en los piés,...
Comer en casa de alguien, ó en el Veloz 6 en Buffet... Al Real si es primero par Ó hay tenor que cobre bien ....
A sociedad.... al Casino....
á cenar en el Inglés
ó en Fornos, para hacer tiempo
de que empiece
amanecer. ...
LAS LETRAS Y LAS ARTES EN MADRID.
89
Y á acostarseal dia siguiente,
y á repetir el couplet.
Consagremos ahora algunas líneas - Fernández y González.
4 D. Manuel Le
- España le debe el haber contribuido 4 desarrollar aquí en gran modo la afición á la lectura. Ha escrito tanto como Dumas padre y, en honor á la verdad, las obras que él quiso cuidar y escribió con gran esmero
son novelas
históricas,
admirablemente hechos.
Montes de las Alpujarras,
cuadros
de
épocas
nacionales
Men Rodriguez de Sanabria, Log
El cocinero de Su Majestad y
Martin Gil han hecho comprar libros á quien nunca gastaba una peseta en papel impreso. La novela sigue hoy distinto rumbo, los que la cultivamos procuramos que sea al mismo tiempo contemporánea, real y española. D. Manuel sólo ponía empeño en entretener agradablemente á su lector.
! Quién sabesi estaría de su parte
la razón y el acierto!
Y su propósito lo lograba como no lo ha logrado nadie. ¡Cuántas veces nos ha sorprendido la luz del dia leyendo sus preciosos enredos de capa y espada cuando tenía-
mos diez y ocho años!
¡Cuánta gente
hay aquí. que
no sabe más historia de España que la encerrada en las poéticas aventuras narradas por D. Manuel! - Hoy
lo que se escribe es más cierto,
tiene más de verdad, se
estudia y refleja mejor la vida, pero aquellas novelas caballerescas tenían una fuerza poética de que carecemos los que andamos ahora en busca de documentos humanos buceando en el corazón y la cabeza del prójimo para estudiar un carácter. D. Manuel no había menester tal estudio. Solo en su cuarto forjaba sus
enredos, sin otra ayuda que su imaginación prodigiosa,
438
_ REVISTA PUERTORRIQUEÑA-
y cuando hace algunos
A
años se anunciaba
una novela suya, publicada por entregas, la com praban hasta las criadas de servir en los puestos de los mer cados. Fer-
nández y González
ha entretenido
á
ción con sus sabrosos cuentos.
toda una genera-.
¡Qué tasías por él creadas han desterrado lade veces las fanmelancolía, y el mal humor! Madrid hizo
4 Don Manuel
:
Ho
un entierro suntuoso.
El Ateneo dió albergue á su cadáver la muerte hasta la hora del sepelio desde que oqurrió y tras el carro fúnebre fué
al cementerio mucha gen Llevando: las cintas del féretro iban Manuel del Palte. acio en representación de los
poetas líricos; Leopoldo Cano por los autores dramáticos; D. Juan Valera por la Aca dem ia Española; Sánchez Miguel por la facult ad de letras; ún sargento condecorado con la cruz laurea nando, porque también la tenía D. Manda de San Feruel; un cajista de la imprenta donde se imprimían á la sazón sus obras, otros que no recuerdo ahora, y el que escribe - estás líneas en representación de los novelista s. De ¡Quién me lo había de decir cuando estuve á pique de perder el curso de derecho civi l por leér en Mayo, cerca
de exámenes, El cocinero de Su Majest ad! Vol vimos del entierro hablando
+
del ilustre muerto,
y eran de oir las cosas que contaban los que le trataron en su mocedad. | A ES
**
+
Hace dos dias no se habla en Madrid sino del fíasco de la Patti en el Real. En vano una parte ha tratado de ocultarlo. - Otros periódicos de la prensa blicado la fé de bautismo de la célebre divn hasta han pula afirmación de que tiéne la voz muy debi para explicar litada, sobre todo en las nota s agudas.
La Patti
nació el año 1843. i
1
1
4E É ¡ ! lb b
Í¡ |
LAS LETRAS Y LAS ARTES EN MADRID)
439
El precio de las localidades habrá contribuido algo -
al descontento del público,
pero es indudable
que si la
Patti tiene 45 años, como indica la dicha fé de bautismo, no es extraño que se hayan aminorado sus faculta-
des. Ello es que ni aun trayendo á la Patti se logran resucitar los antiguos esplendores del Teatro Real. : La cuestión del Español continúa como estaba, Sólo hace tres Ó cuatro dias ha empezado á decirse que el ministro de Hacienda tiene un proyecto para reedi¡Ojalá! ficar el Teatro Nacional. Hace pocas noches nos reunimos los que componemos la junta directiva del Círculo Artístico Literario, cuya caja anda mal de cuartos porque allí va mucha gente y no toda muestra igual empeño en pagar las Se trató de arbitrar recursos para salir de apucuotas. ros y fué adoptada una proposición que voy á contar,á' los lectores de la Revisra, porque cuando el número en que se publique llegue á Madrid ya no habrá inconveD. José Echegaray, que es niente en qúe se sepa. nuestro presidente, propuso que hiciéramos una comedia entre todos los sócios escritores del Círculo y que los sócios músicos compusieran cada uno para esta obra una
El proyecto fué ad:mitido pieza| de orquesta ó voces. Echegaray, Ramos Carrión y Vital por unanimidad. Aza se han encargado de hacer el plan y luego repartirán
á cada poeta la escena que le corresponda y á cada compositor el momento musical que le toque en suerte. Puede calcularse que colaborarán,
lo menos,
ochenta ó
La obra se titulará El calvario del autor cien personas. y estará fundada en las contrariedades y disgustos con que tiene que luchar un poeta para ver una producción Lecturas á amigos,
críticos y
periodistas, peleas con los actores, rivalidades
de estos,
suya puesta
en escena.
los ensayos, las angustias del estreno... la escena.
todo saldrá á
2
Es seguro que El calvario del autor será, por su novedad, un espectáculo que llame poderosamente la .
6
:
2.
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
atención.
El producto se destina al sostenimient o! del Circulo Literario cuya pobreza es grande
pero que tiene á mucha honra ser la única sociedad de recreo que hay : en Madrid donde no han ent
rado, nientrarán, la ru td el faraon, el monte ni ningún otro jue go de azár. |.
Jacinto Madrid, Febrero de 1888.
Octavio Picón. |
; ¡
LETRAS Y ARTES EN PARÍS. -
|
Y
|
]
os puntos merecen detenido exámen en el últi mo libro que el maestro Guy de Maupassant publ
librería
de
Pablo Ollendorff:
el estudio
ica en la que sirve de
prefacio y es á manera de manifiesto de la esté tica literaria del autor, y la novela que en seguida se desarrol Titúlase buenamente Pedro y Juan,. y €s una hist la, oria sencilla, como acostumbra escribirlas este enamorado de
la sencillez que ha encontrado en ella su marcadísi ma orig
inalidad; una historia sencilla por lo humano, por la falta de argumento propiamente dicho, por lo frecuente de los episodios, pero de tan dramática inte nsidad que se deja la lectura
claros
conmovido
y con
los
ojos no
muy
a familia Rolaud, que se compone de
cuat el padre, antiguo platero parisiense que tan ro séluego logró alguna renta se retiró, movido por su inmode
res:
rada aficióná la navegación y á la pesca; la madre, mujer de su casa, económica y un tanto sentimental ; Pedro, el
hijo mayor, iracundo, violento,
que ha seguido divers
as profesiones, las ha abandonado y obtiene al fin el grado
de doctor; y Juan, de cinco años más jóven que _ maño, afable, sereno, metódico y abogado, toda su herla familia.
e
:
:
492
|
E
;
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
a aa
habita en el Havre, pues allí puede satisfacer M. Rolaud
sus gustos. : Desde la infancia ha existido rivalidad entre los dos hermanos, y no la ha disipado la juventud; yace secreta
y latente, pronta
expían,”
pero-se
“se quieren,
á manifestarse;
y al comenzar el libro está entre ellos la viuda Rosémilly, joven y rica,
Mad.
de un capitán de marina,
vaque los dos contemplan con deseo y con la esperanza Primer elemento
ga de casarse con ella. mer capítulo,
4 la vuelta
de discordia.
de una partida
el pri-
En
el más grave.
No tarda en surgir el segundo,
de
pesca, el
notario de la familia Rolaud llega á visitarla, y después
de preguntar 'á los padres si han conocido en París á un tal León Maréchal, les anuncia que ha muerto, ¡de-
jando toda su fortuna, unos veinte mil francos
de renta,
á Juan Rolaud. La madre lloriquea, el padre olvida que fué el difunto su más íntimo amigo y se alegra! sin ocultarlo. Juan está algo alelado. Pedro pregunta: "¿Conocían ustedes.mucho
á
ese Maréchal?”.
Y
Ro-:
laud le explica que pasaba todas las noches con ellos, que quería mucho á Pedro y que precisamente él fué en busca'
del médico
la mañana en que
la noticia experimentan
nació Juan.
Con
los dos hermanos deseos de sa-
lir y lo hacen, yéndose cada uno por su lado, Pedro se siente descontento. No sabe lo
p quéle
aflige, quéle pesa sobre el alma y le entumece el cuerpo. “¿Qué
tengo yo esta noche?”
mo excitable
pre
domine
“¿Será
y
en
reflexivo
á
se pregunta.
un
tiempo,
él la sensación
la herencia
de Juan?”
Y
á la
Es de áni-
aunque
siem-
inteligencia. -
se explica que sí,
que ha tenido celos de Juan, lo que es una |bajeza, pero los ha tenido. .Al otro dia se levanta. Pe-
dro con la resolución de hacer fortuna, y como para ello es indispensable abrir un gabinete de consul se echa á la calle 4 buscar casa y. encuentra una deliciosa,
con, dos salones, una galería acristalada en la que especomedor
en enen
A
rarán los enfermos y un gracioso
ae
_LÍPTRASY ARTES EN PARÍS. rotonda, con vistas al már. Pero cuesta tres til franéós, hay que pagar un trimestre adelantado y no posée
ún maravedí. “¡Si tuviese dinero!” se dice y asoma de ñuevo la idea dela herencia de su hermano. Está triste, tiene necesidad de que lo consuélen. ¿De qué? Es uno de esos '“momentós de laxitud en que lá pre=
- Sencia de una mujer, la caricia de una mujer, el roce de -. úña mano,” parecen indispensables al corazón. Y sé vá á- una cervezería en la que sirve una muchacha qué
ha visitado á veces.
¿Por qué le cuenta á aquella mu-
jér lo de lá herencia de su hermano? - No lo sabe, pero lo dice, y cuando añade qué el testador era un amigo de sú familia, nada más que un amigo, la prostituta ex- clama: “5 Vamos, tiene suerte tu hermano de tener ámigos de Ea índole! ¡Ahora sí que no me extraña que . se té parezca tán poco!” Pedro siente tentaciones dé abofétearla y se va, pero ha comprendido la malicia, lá infamia; la moza ha creido seguramente que Juan era hijo de Maréchal, del muerto. | Indígnase Pedro de que álguién dude de su ma-
dre,
pero se dice que la odiosa duda
puede nacer
én
otros pechos. Bueno que un solterón deje su fortuna 4 los dos hijos de uri amigo, es hatutal si no tiene herederos. - ¡Péro, dejarla 4 uno. solo de los dos! Claro está que la genté murmurará, se asombrará y acabará por sonreir. ¿Cómo ño se le ha ocufrido á su padre? Todo el mundo reparará en que él es moreno y Juan rubio; en qué nó se parecen en nada, ni física ni moralmente. Y entra én sú casa con la intención de hablar 4 su hérmano para que no acepte aquella fortuna que compro: mete el honor de su madre. Hay una: gran comida. Está allí Mad. Rosémilly y no hay medio de explicarse. Será más tarde. Beben mucho y Pedro se ácuesta sih hablar
como
á Juan.
Alotro dia
los devotos.”
“interroga su conciencia
Sin duda los celos que siente; por
más que contra ellos sé indigne, le han hecho compreñ-
der la alusión de la ramera, que no habría dades >
494
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
en otra ocasión, tratándose de su digna, la única que adora, pues madre, tan buena, tan su padre le desagrada por lo vulgar hora
y rastrero de su inteligencia.
de la benevolencia,
ha salido con Juan para
Poco dura.
Está en la
Su madre,
que
uscarle casa, ha alquilado pre-
cisamente la que vió Pedro y anh elaba, con galeríade cristales y comedor en forma de rotonda. Y Pedro se dice: “Esto es ya demasiádo. ¡Ha de ser todo para él....!” Poco despué
s, de improv conocieron ustedes á Maréchal?” iso pregunta: “4 Cómo tienda; un dia entró á comprar algo Fué su madre en! la y volvió en lo sutesivo. “¿Quéaño fué?”
tres
de edad;
entonces
su hijo
chal se portó, un padre.
alma
la madre
Y
El 18 58, cuando Pedro tenía lo recuerda por haber tenido
la escarlatina;
cuidó al niño,
por
cierto que Maré.-
le veló y le besaba como
esta idea brusca,
violenta
de Pedro como una bala que agugerpenetró en el ea y desga-
rra: “Ya que me conoció el primero, que tan bueno fué para conmigo, ya que me ama ba y besaba, ya que por mi causa se
unió tan íntimaménte
¿cómo le ha dejado
mínada oo...” Y desde este
toda su fortuna
momento
lo que le tortura el alma
| ya
no
con mis padres,
4 mi hermano,
yá
ln sufre de los celos;
es él terror de una cosa és-
pantosa, el terror de llegar 4 creer él su hermano, es hijo de aquel hombre mismo que Juan, . No lo cree, ño puede
siquiera hacerse tan criminal preciso que deseche la sospecha, que pregunta; pero jes su corazón recobre la seguri
dad, y trata de hacer, con sus rec uerdos, la información que revele la brilla nte ver dad . Trata . de recordar la fisonomía de Mar éch de la inmensidad del mar,
al,
en
noche
y
sólo,
delante
de niebla, evoca aquella figura y acaba por verla como si la delante. Era un -hombre de 60: años, cano, tuviese afable. Llamaba á Juan y Pedro: “mis hijos. ” No manifestaba predilección ni por el uno ni por el otro. Cuando Pedro estaba escaso de recursos, Mar échal le había: dado,
LETR Y ARTESAS EN PARÍS,
og
espontáneamente, algunos centenares de francos.
que lo amaba....!
Juan toda su fortuna?
Eneste
caso,
¿por
qué
A fuerza de tensión
¡Con-
dejaba 4
del ánimo
recuerda que Maréchal llevaba 4 menudo ramos de flores á su madre, pues su padre decía: ““Se va usted 4 arruinar en rosas.”
cias, amigo mio.” la frase su madre
Y Mad. Rolaud respondía:
““Gra-
Muchas veces ha debido pronunciar para que Pedro, niño entónces, la
tenga aun en la memoria y le parezca estar oyéndola. ¿Por qué le llevaba rosas? ¿La había amado? ¡Por qué habría sido amigo de aquellos mercaderes, de M.
Rolaud, tan positivo, tan bajo, sin haber amado 4 Mad.
Rolaud!
De pronto recuerda que Maréchal
fué rubio, E
rubio como Juan, pues había en casa de. los Rolaud una.
miniatura de él cuando joven.
aparecido. ¡Ay!
La
miniatura
ha
des-
¿Se ha extraviado ó la han escondido.,..?
Pedro siente que duda de su
madre
y le invade
una oleada de amor, de enternecimiento, de desolación. ¿Cómo puede dudar de su madre, cuya vida simple,
casta y leal es más clara que el aguá....? Pero sigue dudando y decide pedir la miniatura 4 su madre para ver si en la cara de Maréchal hay puntos de afinidad con la de su hermano. Se la pide, y Mad. Rolaud promete buscarla. Por lo noche la reclama:
“Díme,
mamá,
¿has
en-
encontrado el retrato?”—“¿Qué retrato?”—““El de Ma-
réchal.”—“Nó,
es decir....
pero creo saber donde está.”
él lo ha visto, que
está
tiene que ir á buscarlo.
en
Ha
sí
...
no lo he «encontrado
Y el marido el secretér. ..
mentido,
declara que y
la madre
pues lag misma
mañana dijo á Pedro que no sabía dónde paraba.
qué ha mentido?
Y Pedro
mentido, ““con la exasperada
mira
ásu madre,
cólera
ñado, robado en su afección sagrada,
de
con
un hijo
¿Por
que ha
enga-
los celos
de
un hombre largo tiempo ciego que acaba por descubrir una traición vergonzosa. Lo había engañado, pues se debía á él, irreprochable,
como todas las madres
4 sus
ee.
Viene el retrato
pero existe.
La
madre
AS
hijos.”
_ REVISTA PUERTORRIQUEÑA. y existe un parecido, ha
adivinado
vago,
también,
y lo
mismo que para Pedro ya no cabe duda y está conyvencido de que aquella mujer, su madre, ha sido la querida de Maréchal,
Mad.
Rolaud sabe
que
Pedro
ha
descu-
bierto la enterrada falta, y que sus largos remordimien- tos no la han lavado, y que ahora surge el sufrimiento más desgarrador de todos, la
irritada
€ indignada| mi-
rada de su primogénito, del inesperado justiciero. | Justiciero terrible, que sufre horriblemente, yá cada paso tiene palabras tan crueles como ésta; (respondiendo á su padre que le pregunta por qué lestá triste, dice: “Lloro á una mujer.”—“¿Qué ha muerto?”
—“¡No, peor aun, que se ha perdido!” Sí, mucho Jutre la madre, pero otro tanto sufre él; sufre por no amarla,
por no respetarla, por torturarla como lo hace, pues. le acosa el remordimiento de verla tan miserable y desesperada por su culpa, tan aniquilada ante el desprecio de su hijo. Entónces se enternece, quiere perdonar, vuelve á su casa dispuesto á
abrir
los brazos,
pero tan
luego la vé, con la mirada baja, la mirada antes tan clara
y leal,
no puede contenerse y descarga
nuevos
golpes.
“Tenía un veneno en las venas que le incitaba 4 mor-
der cual perro rabioso.”
Ma
Entre tanto, Juan no sabe nada, pero lo va ásaber. Una noche, después de un dia de campo, Mad. Rolaud vá á acompañar ála viuda Mad. Rosémilly, y Juan se queda en su nueva
casa
con su
madre,
que le
arregla la cama, y Pedro que espera para irse con su madre. Una palabra insignificante declara la hostilidad.
Juan echa en cara á Pedro los celos que le. tiene,
y Pedro, furioso, loco, lo apostrofa y le revela la ver: ad,
la verdad tremenda, sin pensar que en el cuarto al lado, su
madre
está
escuchando
la
espantosa confidencia.
Cuando Pedro se marcha, Juan acude á su madre
y la
halla tendida en la cama, con la almohada sobre el rostro, muy apretada, para que le tape las orejas y no. y b
a
sé
j
oiga más así.
- LETRAS Y ARTES EN PARÍS.
ws
“Mírame, mamá, la dice.
No es verdad,
sé que no es verdad.”
Al cabo de muchas
infeliz madre se decide á responder:
es verdad.”
súplicas, la
“Sí,
hijo mio, sí;
Y la historia brota de sus labios,
ménte, cual si la escuchase un confesor. á la fuerza, no amó nunca á Rolaud,
sincera-
La han casado no
podía
amarle,
el único amor suyo ha sido Maréchal, y no se arrepiente de él por ser la sola ventura de su vida. Juan es dulce y blando, y perdona, y suplica á su madre que viva, que no haga una locura, que él la ama y la amará siempre, que alejarán á Pedro para vivir en paz. pis Lo consiguen colocándolo como médico á bordo de un nuevo vapor trasatlántico, lo que Pedro acepta con placer y dolor á un tiempo. El dia de la 'partida - van á despedirlo
á bordo, y su madre, temerosa,
no se atreve
á besarlo. Pero en la barca de Rolaud, salen del puerto todos para esperar el vapor y ver una vez másá Pedro, y cuando se acerca el buque y pasa, Pedro está en la popa, Mad. Rolaud enloquecida le tiende los brazos, y el justiciero, conmovido,
vencido,
la
arroja
una
lluvia de besos con entrambas manos. e Con esta sencilla escena que humedecerá cuantos ojos sensibles la lean, termina la novela, notable entre
todas por la sinceridad
de la observación,
la fuerza del
análisis, el estilo que con gusto iría desmontando pieza á pieza, para tratar
de explicar cómo sin exceso de ad-
jetivos pictóricos, sin palabras rebuscadas, con un francés clarísimo y de desesperada é inimitable sencillez, Guy de Maupassant obtiene en sus paisajes, en sus per-
sonajes, en toda la parte interna y externa de sá libro, tal intensidad de verdad,
de vida,
de emoción artística.
- Y á mí que siempre he defendido á los estilistas complicados y refinados de esta época de decadencia, que sufro un tanto su mal aunque trate de huir la exagera-
ción, que me recreo con una página de Beaudelaire, de “Gautier, de los Goncourt, me sucede al leer á Maupassant que cambio de parecér y veo que esta es lá ver-
á
Í4
Í 4y ¡1
108
4¿ A Ñ3 p1 | ¡ |
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
dadera manera de escribir, que no hay hermos ura igual á la sencillez y que la anhelo, en realidad, ini pallí
para realizarla. -
e
Desgraciadamente, el ex4men de un estilo tarea corta ni amena, y aun tengo que decir algo no es del. estu dio que sirve
de introdución
y
versa sobre
la Novela. Según Maupassant el crítico ha de ser un hombre que sin ideas preconcebidas- ni de escuela, distinga y explique las tendencias más opuestas, los tempera. mentos más contrarios; dicen en general los críticos: “Bien está este libro, pero no es una novela.” Es una perspicacia que se parece mucho á la incompet encia, porque si Don Quijote es una novela, el Rojo y Negro, ¡es
otra?
Si Monte Cristo es una novela,
¿lo es también
ponde
á la idea que
“El talento pro-
el Assommoir? ¿Cuál de estas obras es una novela, ¡en virtud de qué reglas y quién las ha establecido . al? Nadie, pero el crítico llama novela 4 todo lo que res-
viene
él tiene de ella.
de la: originalidad, que
pensar, de ver,
juzga según
es un modo especial de
comprender y juzgar,”
su idea
estará siempre
en
y el crítico que
lucha con
un temperamento de artista que introduce una manera nue-. va. “Un
crítico que
fuese digno en abso
nombre, debería ser un analista sin tendenciluto de ese as, sin preferencias, sin pasiones, y como un perito en cuadros, apreciar sólo el valer artístico del objeto de arte que sele
somete. Su comprehensión, abierta á todo, debe abso rber lo bastante
su personalidad para que pueda descubrirty elogiar hasta los libros que no le gustan como hombre pero que debe comprender como juez.” Debe apreciar el críti--
co el resultado según la naturaleza del esfuerzo, y no tiene el derecho de preocuparse de las tendencias. pos de las escuelas literarias que han querido darn“En os una visión deformada, sobrehumana, poética, enternec edora de la vida,
que ha
verdad,
ha venido una escuela realista
pretendido enseñar la verdad, todala verdad.”
Hay
ó naturalista
nada más que la
que admitir con
igual
LETRAS Y ARTESEN PARÍS,
1
interés estas tan diferentes teorías y juzgar las obras que producen desde el punto de vista de su valor artístico. “Negar al escritor su derecho de hacer' una obra poética Ó una obra realista, es querer obligarlo 4 modificar su temperamento, recusar su originalidad, no
permitir
que emplée
diera la naturaleza.”
bellas ó feas,
los ojos y la inteligencia que le
pequeñas
Echarle en cara que vea
ó épicas
es censurarle
las cosas
de que
su visión no concuerde con la nuestra. “Dejémosle comprender, observar, concebir como quiera, á condi-
ción de que sea un artista.” Esto es una verdad
por lo ménos, disputará la belleza
Señora de París, aunque Pére Goriot
artística
AOS
nadie, ó yo:
de
Nuesira
le parezca más belleza la del
6 Madame Bovary.
pl
El novelista que pretenda dar
la vida, ha de
100.
y, naturalmente,
evitar con esmero
imágene exacta de
toda complicación de
Sucesos que parezca excepcional.
Ha visto el mundo á
su modo, que resulta de un conjunto de observaciones
meditadas, y esa
visión
es
la
que
carnos reproduciéndola en su obra.
trata
movamos como él se conmovió, deberá vida con escrupulosa exactitud, de. tan mulada manera que sea imposible notar plan. Consistirá éste en la agrupación
rrientes, constantes de los que resultará
finitivo, del libro,
No empleará,
de. comuni-.
Para que nos con-
reproducir la hábil y disié indicar el de hechos co-.
.el «sentido. de-.
empero,
las
pequeñe-
ces, pues si hubiera que decir todo se necesitaría un tomo por cada dia de existencia de un personaje. Antes se describía el alma y la inteligencia en el estado agudo, hoy en el estado normal. Respecto de la verdad,
como el realista quiere sacarla filosofía. de ciertos he-
chos usuales, tendrá 4 menudo que corregir
los sucesos,
en favor de la verosimilitud y en detrimentode -la- ver»,
dad.
Nose trata de hacer
la. fotografía vulgar de la *
vida, sino la visión más completa y «probabl e la. . que misma realidad. “Hacer verdad consiste, por. lo. tanto;'
en
RevsrA A.
|
a
en dar la ilusión completa
de la verdad,
siguiendo la
lógica ordinaria de los hechos, y no en transcribirlos servilmente en su mezclada” sucesión.” Y Maupassant
concluye que los realistasde talento deberían más bieñ | . Juzgar como una niñería la creencia Hamarse ¿lusioni
en la realidad ya que los ojos, los pidos, el sabor y el olfato ' erean tantas verdades como hombres hay en la tierra. Cada uno se forma, pues, una ilusión poética, sentimental, alegre 6 melancólica, sucia 6 lúgubre de la vida, en conformidad
[su
con
Conviene,
naturaleza.
pues,
no
" enfadarse contra hinguna teoría, pues son la expresión Cogeneralizada de uh temperamento que se analiza..
mo se ve es una especie de eclectismo el predicado aquí; bueno es aceptarlo y conservar en la memoria lo que representa y en [qué consiste la teoría realista. Por lo mismo y para terminar, citaré este pasaje final, aplica-
ble al estilo francés moderno, servirnos á nosotros:
puede
pero que también
:
:
“No se necésita el vocabulario caprichoso, complicado, abundante y chinesco que hoy nos imponen
con el nombre de escritura artística, para fijar todos los matices del pensamiento; pero hay que discernir con lucidez extrema todas las modificaciones del valor de
Tengamos mé: j una palabra según el lugar que ocupa. nos sustantivos, ¡verbos y adjetivos de sentido casi im-
perceptible, y más frases diferentes,
diversamente coñis-
truidas, ingeniosamente cortadas, llenas de sonoridades y
Cifremos el esfuerzo en ser excede ritmos profundos. más bien que coleccionistas de vocablos lentes artistas,
Esto lo he creido siempre y.lo he dicho, cómo
raros.”
Pero
lo ha dicho Zola;
Guy
de
Maupassant sí.
es el bueno, no
el que escribe,
Zola no lo consigue siempre: y
El estilo que recomienda, y
€s el que sueña
y desearía escribir, sino
cofmo
y por esto lo admiro sin reservas,
admiro 4 Pereda, 4 Emilia Pardo Bazán y á Pérez Galdós tal vez más,| por la intensidad del efecto y la sencillezde los esos
|
;
Asl
Ñ
a
LETRAS Y ARTES EN PARÍS, a
vo
o.0
El
conde Cárlos de Moiiy, embajador: de Francia
en Roma, no sólo es un diplomático de mérito que está.
probando
su saber
y
exquisito tacto en
el dificilísimo
puesto que la República francesa le ha confiado; es ade-
más un escritor de talento, y según veo, por su. libro Don Carlos y Felipe LI (Tercera edición, Librería Aca-
démica de Perrín), historiador distinguido adornado, de felicísimas cualidades: la penetración, la sinceridad, el
absoluto respeto
del documento,
el sistemático despre-
cio de todo lo que no está probado,
juicio, la frialdad ante
la serenidad de
los misterios del pasado,
sin
por ello peque de sequedad, de insensibilidad:
-.
Laoscura
y lamentable historia del triste y para
mí poco simpático príncipe D. Cárlos, está narrada con arte y expuesta
de tal manera
que el lector saca de
este asunto, tan viejo y sobado,
que decirse puede anda
ella el conocimiento que tiene el autor de que aquélno murió á manos de su padre Ri por los malos tratos que ¡le impusiera. En cuanto á relación histórica sustancial, ¡el libro es definitivo y no veo modo de tocar de, nuevo ¡roido de gusanos.
¡Obra es inútil;
Para mí,
hablando con franqueza, la
los que conocen bien el reinado de Felipe
¡el Prudente, —que no me es más simpático. que su hijo, —
¡y han compulsado los documentos existentes sobre tal su» | ceso, no pueden tener prueba alguna de que el rey manda¡se dar muerte al príncipe, ni interpretando torcidamente ¡los documentos; pero los que quieran seguir elevando suposiciones é hipótesis más ó ménos verosímiles, des-
entendiéndose de la verdad, de la única verdad admisi-
ble, la probada, lo harán á pesar del paciente y. bien comprendido trabajo de M. Moiy. Le sedujoel asun-
to y lo escribió; estaba en su derecho y nadie puéde censurarle por habernos dado una brillante relación
$02
al
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
más dela vida .del nieto queda en pié, yy por mi embajador nos hubiese curso sobre la historia
de Carlos V, pero el problema parte hubiese preferido que el dado, pongo por caso, un disde España, digna pareja á su
Discurso sobre la historia de Francia. Paréceme
mientos
acertado
ya muy
dejar bajo
discutidos, hasta
'
o
tierra los
aconteci-
que el hallazgo de
nuevos documentos, siquiera sea uno solo, tudiar con más fresco sentido crítico y desde permita es- otro púnto de vista el histórico de que se trate. Des graciadamente no és este el caso, y los documentos que vier on Gachard y el conde de Moiiy
no ofrecen interés superior sino relativo; confirman especies ya sabidas y es mucho, pero no alumbran el caso con luz más intensa y dan ángulos de sombra. Lo mismo habría siempre queescrito M. de Moiiy su obra sin ver los poquísimos
vos, que habiéndolos visto,
y que son
documentos
nue-
poco menos que
inútiles para la aclaración del misterio que empeñan en ver donde sin duda y ver las gentes. se osímilmente'no hubo ninguno. | ER No ha traido, pues, el embajador ele mentos nuevos al debate, pero es justo reconocer que magistralmente de los antiguos, hacien se ha servido do tas prendas señaléal principio y que ya gala de cuanhabí sus “Retratos históricos y literarios, destru a lucido en yendo toda' la poética leyenda
que los siglos han levantado ra exígua y raquítica de D. Cárlos, exponi con la figuendo con esfuerzo la ver
dad histórica, tal como lo exige losa, sensata y prudente crítica moderna.
la meticu|
0.0 o%
Tres muertos de talla tenemos en este mes: gusto Maquet,
j j
Au-
uno de los colabores más Dumas, padre; Eduardo Beaumont, pin reputados de tor de talento,
y Eugenio Labiche, sin disputa el más célebre de le
LETRAS Y ARTES EN PARÍS. a
a
escritores cómicos del moderno
]
883 En
:
teatro
mero fué una individualidad simpática francés: El prisu caballeresca hidalguía, por la noblez entre todas por ade toda su vida,
por el alto sentimiento del honor y por la afabilidad de su trato. Como escritor no poseyó inalidad suficiente para cultivar un rincón de camporig o á su manera y
. producir rosas que no figurasen en otros la corrienten, sobre todo desde que por jardines. Siguió colaboración con Dumas, que reinaba ella le arrastró la en recordamos obra suya que no perténez su época,y no ca al melodrama - de capa y espada. - Tenía de común con muchos de sus contemporáneos, ó de su generación, si se apetece más exactitud, el talento de exponer, complicar y desenlazar un argumento, siguiendo los gustos de nante en el llamado Rulevar del Crím la estética rejen dramas acción rápida, verosímil encadena ; tienen ' sus ción de escenas, bien prep aradas peripecias,
salen
“sangre
de la convención teatral,
y potente organismo.
rito superior
y es el del estilo,
y Sus personajes,
parecen vivir
Además,
con
si no
rica
posée un mé:
más correcto,
puro y sencillo, menos soplado qué el de sus comp es tan escénico como el de Dumas, pero es añeros; no más grato á los oidos delicados. La colección de sus dramas es
numerosa; no
he leido ninguno, y los seis 4 ocho que he visto reprensentar están algo borrados de mi memoria; fué antes de la guerra del yo, y los dramas en acción que —Presencié y en los que estuve como actor ú observador, han conservado el primer lugar en mi cabeza. Por eso no estoy en situación de extenderme más, y mis amigos se contentarán con lo. dicho, que más apre ciable es mi _ franqueza que el engaño de hablarles, por ajena boca, de cosas que no he estudiado. , | Otro tanto me sucede con Eduardo de Beaumont pero aquí satisfaré la natural curiosid ad del oyente, traduciendo
hijo,
for,
el hermoso discurso que Alejandro Duma s, pronuncióen las honras fúnebres del céle bre 'pin-
Es una página brillante y sentida que honra á sy
A
autor y nos revela un carácter original
modestia,
de tenacidad,
terés.
y admirabl
rv
REVISTA PUERTURRIQUEÑA. |
$e
e
de.
y más rara virtud, de desina
“Señores, —habla Dumas, —aprovecharé, por |decirlo así, el que Beaumont esté ya sordo á todalvoz humana, para hablaros un poco de él, pues era hombre de tanta sencillez y modestia que, de haber previsto su
muerte,
habríame suplicado
que permaneciese
creta é ignorada cuanto fuera posible.
Tenía horrór al
bullicio y sobre todo' al que pudiera serle Muy conocido, estimado
las gentes delicadas
tan! se-
de provecho.
y apreciado como artista, | por
y refiñadas,
era casi desconacido
-como hombre,
a
1
“Muchos de los que han venido hoy á tributarle un postrer homenaje, ignoraban hace dos dias si era jo-
a
ó viejo, si vivía Ó había muerto.
Sus más íntimos
igos, cinco ó seis de su generación, no penetrábamos h sta él sino ayudados por ciertas palabras mágicas,
convenidas señales.
Nadie habrá vivido más retirado,
más solitario en el absoluto sentidode la palabra.
“Quince días, tres semanas permanecía á veces sin
salir de su casa
Ó de,su cuarto,
sin dirigirla palabra á
un sér humano, apurando sus comidas de cenobita en un ángulo de su mesa de pino. Allí estaba, dibujando, leyendo, estudiando,
porque era curioso,
letrado de los
ás eruditos y difíciles, “Adoraba el trabajo, ser, el más seguro amigo,
E: que convirtió en lo que debe el agente más efectivo. de la
ignidad y de la libertad del hombre.
Ni gloria
ni ri-
eza ambicionaba, pero sí los goces del espíritu y la independencia del carácter. Ejecutaba su obra con; terura, la entregaba al mercader ó al aficionado y añadía el producto. á, su, pequeño capital adquirido á fuerza de tenaz
é incesante trabajo,
soñando con tener
cuatro ó
cinco mil duros de renta para no tener que pedir ni que
recibir.
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“Y. sin embargo, podía disponer de una fortuna,
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de
LET Y ARTE RSA EN S PARÍS.
6
de una verdadera fortuna; le bastaba con ext er la mano para asirla. Era el hombre más inteligeend nte del
mundo en espadas.
Sobre esta materia ha escrito un
libro notabilísimo, La Espada y la Mujer, libro que
que contie-
treinta y cinco ó cuarenta espadas y dagas,
de las más
nen
| |
|
será
seguido de otros dos, del todo” terminados, la historia de todas
las espadas
célebres.
:
Posefa-
hermosas que existen. No las poseía por herencia de familia ni por don particular. En una época en que no se daba gran precio á esa clase de objetos, las habí buscado y comprado, sabe Dios á costa de qué paci a enciencia y de cuántos sacrificios. Era la pasión de este Benedictino. Poseía, pues, una colección auténtica, lo
_Que es raro.
E
“Un dia, en mi presencia,
s
un aficionado millonario
le dijo: “Si quiere dejarme escoger veinte espadas en. su colección, le pongo á usted quinientos mil francos encima de la mesa.” | : “Gracias,
le respondió Beaumont,
esas son
preci-
samente las que quiero dejar al Museo de Cluny.”. “Y continuó trabajando para poder hacer á su país este presente regio. |
“He
contádo el hecho
4 los que
me
han pedido
detalles acerca de nuestro amigo; debe ser con ocido ya;
he,querido decirlo públicamente ante esta tumba, porque lo que toca al desinterés y á la generosid ad es lo que
en
ningún modo
se repite demasiado,
tanta sencillez se realizan acciones tales.
“Eduardo de
Beaumont
cuando con E
ha sufrido mucho con la
enfermedad de que ha muerto, enfermedad del corazón, la de los laboriosos y activos. De seis meses 4 esta su vida era una larga agonía, y los últimos quince parte dias fueron terribles de dolores y de luchas. Felizmente, la soledad que tanto amó no ha abusado de este amor , y salvo algunos amigos que le visitaban asiduamente, pero que,
como hombres, eran inhábiles para todos los cuidados necesarios, encontró lo que un corazón como el E
|
506
dE : 4 q
REVISTA PUBRTORRIQUEÑA,
E
suyo debía encontrar en los últimos momentos, negación
de mujer,
una ab-
abnegación jóven, constante, filial, .
discreta, anónima que, en recompensa ha merecido el último pensamiento, el último suspiro y la postrera lá-
grima de este hombre de talento que fué un hombrede
bien.”
7 0.0
.
o%
La fisonomía de Eduardo de Labiche es de las. más simpáticas del siglo; no he conocido, en efecto, hom-
bre más blando de carácter,
más condescendiente, más
bueno, ni autor cómico tan ameno versación ordinaria.
No
lo he
y gracioso en la con-
visto más
que una vez,
, pero la visita duró dos horas largas, y hé aquí la razón. Era allá por el año de 72;
tenía entónces vivos
deseos
de escribir en francés, deseos que luego cambiaron cuan-
do los años, ó la experiencia que nos traen, me hicieron comprender que, como español, lo malo ó lo peor que hiciese había de ser en mi lengua. Había compuesto, pues, una comedia en un acto que se titulaba: La Patrie a be-
- soín d' enfants, y tras de pedir audiencia me fuí á leérsela á Labiche.
Me recibió
con unas muestras . de conside-
ración que no merecía mi oscuro:nombre, pero sí mi juventud y sinceridad; leyó él mismo, cambió muchas cosas, comenzando por el título (que con razón decía era .
muy claro y descubría
por sí sólo toda la trama del ju-
guete), y lo reemplazó con el de Monsieur Crosmelon; me aconsejó que me ensayase en el drama, pero que la cOomedia aquella se podía representar y darme algunos cuartos;
escribió una carta
á
Julio Noriac y
me instó
para que le leyese el manuscrito. Diré en seguida que no víá Noriac y ño enseñé 4 nadie más mi trabajo. Aquella malísima obra, bien lo veo ahora, me propor-
cionó empero el gusto de conocer 4 Labiche, (á quien no
volví 4 ver, porque aquí no hay ni tiempo para verse, á lo o
+
LETRAS Y ARTES EN PARÍS.
de
“menos si se trabaja), de conocerlo y apreciarlo, algo superficialmente tal vez, á causa de mis 23 años, y de con=servar de su amabilidad y afable ternura y sátira cariñosa, inolvidable recuerdo.
a
Es difícil clasificar 4 Labiche;
puede figurar
los saineteros por muchos de sus argumentos queentre son pura
farsa; entre los autores cómicos que de todo sacan partido para hacer reir y todo les es bueno aunque los recursos no tengan nada que ver con el arte; entre los
más elegantes en la vís cómica fina, que hacen sonreir no sólo en boca del actor sino con la lectura; y entre los
observadores que,
bajo el manto
de
la risa,
descubren
sagazmente las ridiculeces y flaquezas 'del prógimo, y saben marcar un tipo con una frase, y encierran en el diálogo, ligero y sin pretensiones, más sentido filosófico,
más natural humano del que á veces hallamos en librotes que tienen fama de profundos. |
Había nacido en 1815 y entró en la vida con pingúe caudal que le permitió seguir su afición 4 la escena. Desde su adorable y distinguido Monsieur de Coisln,
que se estrenó en 1838, hasta La Llave, representada en 1877, Labiche escribió 170 producciones dramáticas, viniend o á resultar algo más de cuatro al año. No escribió casi nada solo, pues él mismo respondió á Dreyfous que le preguntaba qué era lo primero que hacía
para escribir una
pero siempre la
comedia:
“Tomo
tuvo la parte principal,
más escogida,
en la
colaboración
un
colaborador,”
y con
seguridad
con Marc Michel,
Lefranc, Eduardo Martin y Delacour. BS En las notas biográficas que escribióde sí mismo'
en estilo un tanto telegráfico,
tran
(como que todas ellas en-.
en cincuenta líneas), .dice que
se casó
hijo; compró en 1853 una gran posesión
y
tuvo un
en Soloña,, co-
sa de novecientas hectáreas, y la administró él mism o desde entónces, pues “tenía la pasión de la agricultura,
que prefería á la del teatro.”
Nombrado alcalde, perma="
neció en su puesto durante la invasión y cifró todo su.
|
57
508
REVISTA PUBRTORRIQUEÑA,
amor propioen resistir 4 las requisiciones de los pru-. sianos. No dió ni un pan, niun haz de paja, ni un grano de cebada.
llo con la templanza,
Y lo curioso es que evitó todo aque-
con la dulzura y echando mano¡4
expedientes de comedia, que, por más que hayan servido en la vida práctica, parecen inverosímiles.
i
Al terminar su biografía dice con gracia y mucho retintín: “Dimitió voluntariamente hace dos años sus funciones de alcalde, pero, ha seguido siendo concejal. Es su última gloria.” Se le puede vaticinar otra. más
verdadera
y Ihvidiable que
hasta académico,
la de haber sido concéjal y
y no cabe duda que, si no todo su tea-
. tro, unas veinte de sus comedias quedarán
como acaba-
do modelo de la gracia especial, y de la originalidad que le adornaban, y como fiel trasunto, algo recargado en la forma, de la sociedad francesa en los treinta, y nueve
años ya indicados, así como también
torpezas y
de las debilidades,
tontunas del hombre en este
y
en todos los
siglos pasados y futuros.
po 0.0' O
E.
¡CO
“Mira niño, me repetía mi abuelo: la primera.... no moler.” Creo que también me'lo podría decir el lector en vista de que esto no se acaba nunca;
lo sé y por
eso ando siempre buscando manera de pedir perdón por extenderme tal vez más de lo que conviene. Tenga presente que lo
que aquí
sobra es vida intelectual
y
que,
por mucho que diga, siempre me guardo más en el cuerpo. ¿Cómo cerrar esta reseña, en efecto, sin consagrar dos palabras al hermoso libro que me ha remitido la Casa Editorial de Quantín? E
Este magnífico volúmen de más de 600 páginas en
8? mayor, ilustrado con 450 grabados, forma parte de la colección el “Mundo pintoresco y monumental” que com-
prende ya la Inglaterra, la Escocia y la Irlanda y las CerÉ
A> pes %
LEYT ARTE R S A EN S PARÍS...
509
canías de París. Titúlase El extremo Oriente, y lo escribió Pablo Bonnetain, que durante dos años ha recorrido como corresponsal del Figaro y del New-York He-
_rald la Indo China,
Japón.
el Anám,
par
el Tonkín,
Lot
la China y el
O
Algo nos había contado Pobinelain de sus impresio-
nes de viaje,
y nos había sabido
de El Opio maneja
á poco, puesel autor
la pluma con maestría.
En
este li-
bro lo ha dicho todo, mostrándosenos geógrafo inteli: gente, costumbrista sagaz sin dejar de ser el escritor
original y refinado, el amable poeta que ya conocíamos. Su obra posée el atractivo de una novela y al mismo tiempo encierra más alto interés, ya que en ella vemos claramente expuesta la verdad sobre el Tonkín y la Indo -. China francesa, la mágica transformación que se verifica | en la vetusta China, y las bellezas y singularidades del Japón. Es, en suma, un libro de viajes escrito por un artista que sabe ver y expresar hábilmente su visión. Respecto del lujo, es inútil mencionarlo habiendo
dicho que sale el libro de la Casa Quantín.
Todo es in-
mejorable y relativamente de extremada baratura; las tapas, impresas en cromotipografía y tiradas en riquísimo
papel
gancia,
del Japón,
son de exquisito gusto y sencilla ele-
que permiten conservar
el tomo,
á la rústica,en toda buena biblioteca,
encuadernado
9,0 0507.
El Teatro
de la Opera tiene anunciada para hoy
La Dame de Mousoreau que se considera entre bastidores como triunfo seguro. Triunfo 6 derrota, quedarán con-
signados en la próxima carta. |
París, Enero 31 de 1887.
|
E
LrEopPoLDO GArcía-RAMÓN. E
88
CRÍTICA LITERARIA. . »
La Montálvez, por Don José María Pereda.—Mi Camposanto, +Brau.—Discurso de Don Manuel Elzaburu, Presidente rriqueño.
por Don Salvador del Ateneo Puerto3
Entre los novelistas españoles contemporáneos que
_leo y estudio
con
verdadera predilección,
principalmente Don José
María Pereda,
figura muy
el admirable.
colorista que ha descubierto y pintado en las montañas y en las marinas de Santander verdaderos tesoros de poesía popular. Es uno de los escritores más castizamente castellanos que he conocido en España, no sólo por la pureza clásica de
ridad asombrosa y rácter, sinceridad é todo cuanto escribe estilo incomparable,
la' dicción,
sino
por la
since-
por la noble independencia de independencique a se reflejan y que forman la base de aquel de aquel temperamento artístico
caén su. de
primer órden. a Discípulo de Mesonero Romanos y feliz continua-
dor, en Santander,
tumbres
que
de los
dieron
aventajó á su maestro
dibujo, en la decisión variedad del color.
fama
amenísimos
cuadros de
al de Madrid,
.COS-
bien pronto
en la energía y seguridad del de |
los
tonos
y en la vivezay Ho
Los tipos y personajes de sus obras están admira-
6511
E|
CRÍTICA LITERARIA.
blemente
1
:
Bm
dotados de animacióny de vida, y tienen una
plasticidad y un relieve mpraibles de superar.
Después de haber publicado
una docena de libros
* deliciosos, entre novelas y cuadros de costumbres,
de
todos
referentesá la localidad en donde reside, ensanchó su escenario montañés y recorrió nuevos horizontes en su hermosa novela Pedro Sanchez. (Observador sagacísimo del mundo real en sus varias manifestaciones, pintó la sociedad madrileña y los accidentes y cabildeos de la
política con la misma soltura con que
trazaba aquellos .
deliciosos paisajes de su huerto montañés. La el mismo
Montálvez, novela . recientemente autor,
aventaja,
en
mi
publicada
concepto,
á la
por prece-
dente, no sólo en los primores de la forma, sino también
en la concepción artística. Las dificultades que ha tenido que vencer en esta obra eran también superiores á las de Pedro Sánchez, por la calidad y más aun por el sexo de los principales personajes; que no es lo mismo para un novelista sincero y concienzudo estudiar y conducir artísticamente pasiones y sentimientos íntimos femeniles, que hacer igual análisis respecto de indivíduos del sexo fuerte. | Y La Honlblres es principalmente un estudio de mujer. | : Nace en la opulencia la hija de los marqueses de Montálvez, que no querían hija, sino hijo que perpetuase los gloriosos timbres del marquesado. Vive y crece poco ménos que abandonada, mientras nace, se enferma y muere el varón que aquellos deseaban; se vé de repente agasajada y aun querida por sus: padres que—sin esperanza ya de tener un heredero—reparan en la belleza de su hasta entónces postergada hija, y la presentan en el gran mundo con toda la
pompa, ostentación y solemnidad
propias
de los más
altos círculos aristocráticos de Madrid. | - Ya no la llaman Verónica (nombre un tantillo gro-
tesco y vulgar con que la castigaron en e hautismo Pe
gra
REVAISTA PUERT| ORRIQUEÑA.
(
no haber nacido
varón),
y
la
dan
á
J| conocer
en
s
lones, teatros y paseos con el atenuado mote de Moltálvez. ( Las costumbres, conveniencias y convencionalisnibs
de aquel medio social chocan desde luego con la bondad
ingénita y con el catácter franco y sincero de la bata mas todo en rededor de ella conspira á la exti nción de
aquellos nobles sentimientos.
Su propia madre la impulsa Á contraer
con un bolsista viejo y ridículo, aunque
de millonario, y el hombre mismo que
Mo
o
matrimonio
con apariencias
la enamora
yá
quien ella de veras ama, la empuja, con miras poca nosas, hacia el matrimonio de conveniencia...
!
Muerto al poco tiempo el marido de la Montálvez : (que resultó ser un bribón), entra ella de lleno en lel
dorado
torbellino
triunfo,
con otras alegres
de
la
de Europa.
vida
galante, recorriendo
viudas,
las grandes
Pero esta mujer, aunque aturdida,
no era
en
ciudades
perversa
de corazón, y el sentimiento de la maternidad: concluyó
por
regenerarla.
enviudó,
' Habíale quedado
una
y, á medida que ésta crecía,
madre ¡os temores de que
con las impurezas de aquél imnedirlo cambió
de
vida
y de
niña
de una
Para
costumbres, «dejó
honradez
enila
se manchara
aristocrático.
antíguas relaciones con el gran mundo, todas las apariencias
cuando
aumentaban
la pobre lodazal
hija
sus
dió 4 su hogíar y
de un órden
intachables, hizo educar á su hija modestamente y cultivó con ahincoen aquel tierno corazón los más: puros y delicados sentimientos. Esta lógica exageración de
los temores y los anhelos
de la madre pecadora rayó
en el extremo opuesto, acabando por convertir aquella hija en una flor de invernadero, en un sér angelical, delicado y quebradizo, incompatible con las durezas ¡de
la vida real.
Así es que al primer
choque violento,| á
los embates del primer vendaval mundano que la rodea,
se marchita y muere aquella celeste sensitiva,
precisa- :
a
!
CRÍTICA LITERARIA, - mente cuando
el amor
llenaba
toda. su alma,
cuando
tenía ya casi realizado el sueño de su felicidad. -
Tales, en incompleto y rapidísimo extracto, el argu-
mento de La Montálvez, argumento sencillo, natural y - humano como pocos, y que es, sin embargo, lo de'me-
nos: en -el nuevo libro de Pereda.
¡Con
qué lujo de
primorosos- detalles se desenvuelve la acción
mera parte de la obra!
. fuerza de observación
y
en la pri-
¡Cuánta labor analítica,
cuánta
cuánta verdad condensadas en
aquellos soberbios capítulos
en que describe
la desarre-
- glada y ostentosa vida de los padres de Verónica, y en que
. pinta
con vigor insuperable
aquella sociedad blasonada
y pecadora, en donde se van maleando entre seda y oro
y egoismo
y vanidad las naturales inclinaciones
protagonista!
de la
El carácter de la Montálvez está estudiado y des-
_ Crito con irreprochable propiedad. Sagrario y Leticia son tipos de una travesura diablesca y deliciosa, que van dando variedad al cuadro y sirven como de salsa picante para sazonar la narración. |
La especie de manía parlamentaria del marqués, y la cómica afectación de D. Mauricio :el Solemne, son ad-
mirables rasgos de aquel aticismo cervantesco que tanto nos deleita y regocija en Don Gonzalo González de la Gon-
zalera.
Inútil me parece decir que la forma literaria es correctísima y bella, tratándose de una obra del gran prosista de Los hombres de pró y El sabor de la hierruca; pero por lo mismo que el asunto de La Montálvez era de suyo escabroso y ofrecía con frecuencia dificultades y peligros, mayor ha sido el esfuerzo del narrador, y más brillante y meritorio el triunfo. Es ciertamente asombrosa la flexibilidady trasparencia de aquel estillo,
que permite al autor decir todo lo que desea y viene al
caso, sin recurrir 4 manoseadas perífrasis ni 4 equívocas y maliciosas reticencias, y sin estampar una sola
frase incompatible con la decencia socialni con el de:
|
$14
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
coro literario. Aquella ingeniosa mezcla de la narración directa y la indirecta, de la forma impersonal y la áuto-
biográfica, sirvió al autor como de perlas para conséguir su objeto. | i Cuando yo leía y releía los pasajes más plas | de La Montálvez,
en dónde á la vez
se ponen
de
mani-
fiesto la magia de aquel estilo y la ductilidad y riqueza de nuestro idioma, recordaba y sentía, en mis anhelos
de artista literato, aquella en frase de Campoamor:
otro
sentido
celebrada |
¡ Quién supiera escribir! En cuanto Á la clasificación de
este nuevo libro de
Pereda, ofrece algunas dificultades, á mi entender, y aún
creo que
no habrán
dicho
la última palabra
en
punto los Linneos de nuestra literatura actual.
|este
e
Mientras trata de Verónica, de sus ascendientes y
de sus amigas y cómplices, parece inclinarse al género
naturalista, por la profundidad del análisis, por guro y directo de la observación, y aun por el carnal que se respira entre aquellos personajes humanos, llenos de animación y de vida real.
Traza después el sorprendente
guería,
con
sus
dos figuras
que
la sehálito vistos, qe
cuadro de la dro-
parecen
dibujos
de
Ribera, terminados por Teniers, según se reunen y har-
monizan en ellos el vigor y la gracia, la sobriedad enér-
gica del diseño
y el cómico ensañamiento
de los: de-
talles, la ¡verdad y la fantasía combinadas con ingenjo y arte, y parece entónces un ecléctico tan distante] del
sistema
friamente
analítico
de
Flaubert,
como
de la
idealidad| metafísica de Lamartine. dos Pero cuando llega á la poética y delicada figura Í - de
Luz, quees la verdadera luz del cuadro de La Montálvez, :
moja el pincel en los tintes de la aurora y traza los contornos de aquella angelical figura sobre el cielo ¡pu-
rísimo de la imaginación,
e
CRÍTICA LITERARIA.
|
e
..
Las páginas de aquel delicado idilio de La y de Angel no tienen puntos de comparación, salvo los pri- mores de forma, con el valiente y hondo realismo de la primera parte, sobre todo de los capítulos IX y XVIL. que me parecen modelos no superados hasta hoy. Hay algo, sin embargo, que se siente por. igual en toda la obra, lo mismo en lo serio que
en lo cómico,
en
lo visto que en lo imaginado, en lo luminoso al par que en lo sombrío, y es la personalidad literaria del - autor, - su temperamento artístico que se revela y se impone constantemente, hermanando y caracterizando el conjunto bajo el imperio de su enérgica originalidad. No es, pues, una novela de tal ó
cual
género,
su-
jeta al rigorismo de una preceptiva determinada, sino una obra de Pereda, el más independiente y autonómico de nuestros novelistas contemporáneos, y la que entre todas las de él reune más cumplidamente las condiciones artísticas s de la novela. e
Ll nucws triunfo de D. Salvador Brau ¿cabe de celebrar el Ateneo Puertorriqueño, premiando la com-
posición poética Mi camposanto, con arreglo al dictámen de ilustres literatos y poetas de Madrid presididos: por el gran lírico D. Gaspar Nuñez de Arce. Es un poema de sentimiento y de meditación, en el que predomina lo subjetivo, lo interno, sin que: falten. bellas y animadas descripciones de la naturaleza y de la . vida externa, artísticamente combinadas para dar 2d matices y entonación al conjunto... En Mi camposa se distingue Brau, como en la generalidad de sus obras, por el vigor de la forma y la energía del pensamiento. . - Es ante todo un poderoso gimpasta de la idea: la fuerza es su cualidad Hua,
En su complesión literaria m1
br
_ REVISTA PUERTORRIQUE ÑA,
conserva sin duda 7 mu pias del carácter ca cho de la eficacia y sevetidad talán de sus progen itores. sta cualidad, de su ya me ri to ria, es tanto apreciable entre RO SOtFos, cuanto qu e la Musa puerto-
Si el Testam
ento biera sido como fué— poético del ilustre Padilla no Y para gloria de nuestr o Parnarso:
que hay dráma, en que hay choque tempestad física 6 s y rugidos de moral. Y all í donde fa mentos los crea ó lo s suple á veces, sin ltan estos eledarse cuenta de
la mansión de la muer te, porque le resta del hogar matern o.
meditación:
agoniza
espíritu á una reposa lancólica y tranquila, da ?
allí” está lo único qu e|
Esla hora
de la paz todo allí predispone y la |. el ] tristeza, 4 un
el dia:
a
languidez me. - e a
CRÍTICA LITERARIA. El
9.
ánimo del autor se halla influido
tico sosiego,
y dá principio
al poema
ga
por aquel mís-
con una descrip-
_ Ción muy natural y serena, un cuadro de tonos grisesy de admirable sobriedad. Sigue después una sentida evocación de los recuerdos de la infancia,
en uno de aquellos túmulos maltratados
El tono y las ideas gunda estrofa bajo lugar y del asunto advierte que aquél
resumidos ya
por el tiempo.
del autor continúan aún en esta sela influencia: tristemente apacible del que le inspiran; pero bien pronto se va recobrando el imperio de sus na-
'turales aptitudes, y allí mismo, en el recinto de la muerte y junto á la propia tumba de la madre amada, se des-
pierta y brotra en enérgicos apóstrofes aquella musa ve-.
hemente,
de igual modo que
.
e
por entre el hielo de la audina cumbre estalla el cráter del volcán bravío.-
|
( 0 | Hé aquí la primera estrofa en que el poeta, después de sufrir aquella influencia momentánea, siente y expresa la reacción enérgica de su fantasía: Mas
nada basta á encadenar la ardiente
movilidad del pensamiento mío: la estela del meteoro refulgente el nocturno crespón veló sombrío.
da
a OS E
Y entre astillas de féretros mugrientos,
escombros de sepulcros derribados, girones de sudarios' harapientos, cruces rotas y huesos descarnados,
a
brotó del suelo caprichosa nube,
vaho impuro de hoguera comprimida,
y en la inquieta espiral que al eter sube, unos de otros en pos, en rauda huida,
ricos ví de verdad y de colores
los gnomos de
la incauta adolescencia,
de ingrata juventud las yertas flores,
'
-
E
|
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
e
conserva sin duda mucho de la eficacia y severidad pias del carácter catalán de sus progenitores. Esta
cualidad,
de
suya
meritoria,
es
prop
tanto
hnás
apreciable entre nosotros, cuanto que la Musa puertorriqueña no abunda en notas enérgicas y viriles, dunque en compensación posée como pocas la cadeñicia
musical, miento.
y
no
le faltan
rasgos
|
Si el Testamento poético
del
delicados
de
senti-
EP
ilustre
Padilla
no hu-
biera sido como fué—para gloria de nuestro Parnarso— una mera ficción, diríase
que
Brau
había
heredado la
cuerda más grave y fuerte de la lira del Maestro. Entre los poetas, ya formados, de la nueva generación sólo Muñoz Rivera ofrece algunos puntos de afinidad “con Brau, por la valentía del pensamiento y lo vigoroso y macizo de la forma, .bien que manifestando en uno y otra sus
particularidades
distintivas.
Ambos
son es-
cultores del verso; pero con labor distinta y con distinto material. El de Muñoz es más nítido y más 'trasparente; el de Brau más denso y- vibrante; aquél esculpe en pórfido con el buril del entusiasmo; éste mo-. dela en bronce y forja el acero en la fragua de la pasión. | 2d Por eso el triunfo de Brau es más decisivo y espléndido en los pasajes en que hay fragor de lucha, en que hay dráma, en que hay choques y rugidos de tempestad física ó moral. Y allí donde faltan estos elementos los crea ó los suple á veces, sin darse cuenta de ello, por la virtualidad propia de su temperamento. .
.
Fr
Tal acontece en el asunto
|
de
Mi Oamposanto,
j
ins-
pirado por la visita del autor al humilde cementerio de su pueblo natal, después de una larga ausencia. Va á la mansión de la muerte, porque allí está lo único que le resta del hogar materno. Esla hora de la paz y la _meditación: agoniza el dia: todo allí predispone el espíritu á una reposada tristeza, á una languidez me-:
lancólica y tranquila.
e
- El ánimo del autor se halla influido por aquel mís. tico sosiego, y dá principio al poema con una descrip-
ción muy natural y serena,
de
admirable sobriedad.
un cuadro de tonos grises y
Sigue
después
evocación de los recuerdos de la infancia,
una
sentida
resumidos ya
en uno de aquellos túmulos maltratados por el tiempo. El tono y las ideas del autor continúan aún
en esta se-
gunda estrofa bajo la influencia tristemente apacible del lugar y del asunto que le inspiran; pero bien pronto se
advierte que aquél va recobrando el imperio de sus na. turales aptitudes, y allí mismo, en el recinto de la muerte y junto á la propia tumba de la madre amada, se despierta y brotra en enérgicos apóstrofes aquella musa ve- hemente, de igual modo que
por entre el hiélo de la audina cumbre Hé aquí la primera estrofa en que el poeta, después de sufrir aquella influencia momentánea, siente y expresa la reacción enérgica de su fantasía:
e
- Mas nada basta á encadenar la ardiente
movilidad del pensamiento mío: la estela del meteoro refulgente
|
el nocturno crespón veló sombrío. -
Y entre astillas de féretros mugrientos,
escombros de sepulcros derribados,
girones de sudarios harapientos,
|
-
cruces rotas y huesos descarnados, brotó del suelo caprichosa nube,
vaho impuro de hoguera comprimida,
y en la inquieta espiral que al eter sube,
unos de otros en pos, en rauda huida, ricos ví de verdad y de colores
los gnomos de la incauta adolescencia,
de ingrata juventud las yertas flores,
4
estalla el cráter del volcán bravío.-
+
A mv A NA e
$18
A
A
:
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
e
de ambición soñadora la impotencia y el supremo desdén de mis amores. Todo en ligámen íntimo surgía, todo á impulsos del vértigo giraba
PA]
y en el espacio, al fin, se disolvía,
mientras ronda frenética danzaba larga turba de helados esqueletos, que con la mofa en sus pupilas hueras y la mueca en sus máxiles escuetos insultaban mis cándidas quimeras.
Á este boceto fantástico sigue un
/
hermoso
paisaje
lleno de luz, de vida y movimiento, y luego esta terri ble
estrofa que resume y enlaza la ficción y la verdad
el problema oscuro de la muerte: Allí la vida;
ante
allá el combate rudo.
De un lado la ilusión, de otro la pena;
y en medio á entrambos el osario mudo, “inflexible eslabón de la cadena. "
Á partir de este pasaje, en donde la inspirac apocalíptica de Brau, entra de lleno en sus domi ión nios - Propios, el poema se desarrolla en valientes y sonoras
estancias, llenas de majestady de brío, y en las que:
el ¡pensamiento ahonda, indiaga, gira, ya aproxi mándose á las desconsoladoras dúdas de Leopardi, ya sumerg iéndose en reflexiones poéticamente lúgubres que recuerdan las elegías bíblicas de Job,
pero siempre ori-
ginal y magestuoso, reflejando fielmente
en sus “ver el estada de su espíritu, y ataviándolos con las galas sos de su poét ica dicción.
,
Ae
b
No
¡ Destino ruin él de la humana raza!
pide el gérmen sér, y sér adquiere;
se agita, y la impotencia le ataraza, aspira al bien, y la maldad le hiere.
0
La ambición con su empuje le convida, con sus efluvios el placer le pasma, ,
y el goce encuble llaga corrompida
y alienta la ambición vago fantasma. 0.
CS:
EE
AAA
Si ese enigma creador es imposible.
que descifre en su inepcia la criatura; -sl, abandonada en muladar horrible,
la |
llaga ha de sufrirde lepra impura;
ME
aunque himnos vierta el labio, de amor lleno,
|
la mente, por la rabia consumida, |
clamando seguirá dentro del cieno:
—¡Perezca el dia en que cobré la vida! ¡Maldito el sér que me llevó en su seno!
En estos y otros hondos desconsuelos se abisma el
pensamiento
del autor,
llegando en su pesimismo ner-
vioso hasta los linderosde la blasfemia,
cuando el ritmo de ténue melodía, apagando la sed de su organismo, á otra región alzó su fantasía. Era la esquila de la vieja torre que la oración crepuscular pedía.
En lentas ondas su gerhido corre.
POSEA
|
de valles y cañadas por los huecos; sus acentos repiten, |
como un sollozo, los lejanos ecos; el pájaro que trina en la espesura,
la res que muje en el verdoso prado,
el aire que en los árboles murmura,
. el arroyo que bulle despeñado, parecen responder con sus clamores á las preces que el bronce solicita, y sonidos, perfumes y colores,
en que invisible espíritu palpita,
a
, :
os
:
y
$20
5
E
Z
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£
4
ES
_ REVISTA PUERTORRIQUEÑA. juntan en un suspiro sus primores perdiéndose en la atmósfera infinita. Í
Este himno
de la naturaleza eleva el
pensamiento del poeta, llevándole 4 un órden de ideas más luminoso y
consolador. Entónces recapacita, y proclama en versos magistrales que | 1 La mies bajo la hoz se multiplica, tras la agostada flor el grano crece, con la segur el árbol fructifica,
nuevo retoño suple al que envejece,
y en el detrictus que la tierra abona,
la palma regia de la hirviente zona
nutre el próvido tallo y resplandece. | Gravitación,
|
lo
Y
impulso, movimiento,
Y
onda, destello, ráfaga, perfume,
átomo, sér, inercia, pensamiento,
todo la ley universal resume. Todo á un conjunto armónicose aplica; nada flota ó se pierde á la ventura; la inmensidad al límite avasalla;
-
un gérmen á otro gérmen amplifica, y el órgano gastado, cuando estalla,
recoge, funde, extiende,*alza y depura en génesis peremne la natura. $600
0. te.
Y aquí,
«....
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4%...
por más que al_lector le duela,
susp
la copia por justos miramientos á la propiedad literendo aria . La interrup ción
el poema íntegro
será breve.
(comprado,
quirirse estas cosas)
Pronto habrá que
y entóncesse
fío, en la lectura de Mi camposanto.
es como recreará,
de adquirir deben yo
]
ad se
ilo
Es
Porque la obra, en resúmen,' es bella, como las me-
jores que ha producido su justamente reputado autor.
CRÍTICA LITERARIA.
sár
Podré tener, y tengo en realidad, Opiniones poco inclinadas á las ideas filosóficas generales como elemen-
tos de la poesía lírica actual: pero la obra es liter ariamente bella, y sería bastante por sí sola para demos-
trar las grandes dotes poéticas del autor.
L
La noche misma en que se adjudicó el premio al. autor de
Mi Camposanto,
del Ateneo,
en
leyó el Presidente
sesión pública y solemne
de esta corporación
un
hermoso discurso acerca del arte literario en sus relac io-
nes con la historia.
El éxito que allí obtuvo,
y la cir- -
cunstancia de haberse publicado recientemente, me dan motivo para consagrar algunas líneas á este notable trabajo, sintiendo mucho que la premura del tiempo y el poco espacio de que ya puedo disponer en esta REvIsTAa, me impidan tratar de él con la extensión y detenimiento
que merece. : -D. Manuel Elzaburu, . autor del discurso á que me
refiero, es un joven
telectual.
de talento
y de
copiosa cultura in-
Aunque abogado de profesión,
y fiscal á ra-
tos, procura y logra de vez en cuando abstraerse de los negocios prosaicos de la curia para consagrarse al trato amenísimo y provechoso de Tierry, Michelet, Sain te Beuve, Lamartine, Gautier, Musset y Otros autor es, casi todos franceses, 4 quienes profesa particular devo ción. Es un parnassien pur sang, que gusta de cincelar
la frase, y piensa, y habla, y escribe quisita.
Entre
bdo
los autores españoles
con delicadeza ex:
:
muestra gran
rencia por Castelar, sobre todo en oratoria, es imitador afortunado. :
de
|
prefe-
la que a
Pero las aficiones literarias de Elzaburu no son exclusi vas.
Tiene autores predilectos, pero lee y estima +;
AS
AA 2
REVISTA PUERTORRIQUEÑA.
todo lo bueno,
: E
a
323
y nutre su entendimiento con la -rica.
sávia de todas las literaturas europeas.
.
|
sa!
Y de que lee y estudia con provecho dan claro testimonio los discursos que pronuncia en las solemnidades del Ateneo, y los trabajos literarios que guarda, con te-. nacidad censurable, en sus carteras de estudio.
pa
El tema principal del discurso enúnciase en el siguiente párrafo, con el que el orador abre su peroración, después de haber tratado con elocuencia. acerca de los trabajos del Ateneo y de la conveniencia de encami-
narlos á este fin:
Po
“Hace ya más de dos
históricos se han
con la idea de
un siglo, —dice, —que ido enriqueciendo
|
los méto-
poco
á
poco,
que una obra literaria
no era
un simple
el cuadro representativo
de un
estado del '
juego de imaginación,el capricho aislado de una cabeza caliente, sino una copia de las costumbres. que la rodea. ron, y como
.
espíritu humano, á tal extremo que para grandes pen- | sadores modernos un documento literario importante. podría servir bien interpretado para estudiar en él la
psicología de un alma,
como en Jocelyn;
generalmente
la de un siglo, como en la Divina Comedia, y á veces la de una raza, como en la Zhada ó¿ en los poemas índios, el Ramayana y el Mahabharata, llegando á con-
cluir de todo ello,
que principalmente
las literaturas
que
de los pueblos,
es
por el estudio de-
se podrá hacer la
historia moral
y marchar hácia el conocimiento
leyes psicológicas
de donde emanan
tos, como expone victoriosamente Enrique Taine,
" Historia de la literatura inglesa.”
de las
los acontecimien-
e
en su
ó i
0
A
Más adelante, y hablando de la unidad histórica de la España europea y la americana, añade: “Así nosotros, que veríamos
amorosamente
E
nuestro pasado en las venas del cuerpo
entrar
de la historia
:
ORÍTICA LITERARIA.
po
nacional, como la historia nacional ha entrado en el. fondo de estos territorios, y ha dado vida á4 nuestros propios alientos; así nosotros que nos sentiría mos me-
jor dentro de la patria,
como la nuestra,
porque
pudiendo hablar
en
de su historia
ella nos reconoceríamos, . habiendo hallado un lugar modesto para nues tros sacri-
ficios; | así también nosotros nos encontramos
en el derecho y en el deber de labrar ese primer edifi cio; de trabajar primero
que nadie en ese cuadro ayer humilde, pero amadísimo de nosotros, de sinnuestro tacha : siquiera ni
de regionalismo, porque este trabajo primario á que nos dedicamos tiene aun mucho que hacer entr
e los horizontes nuevos de la crítica;
y porque
dentro de ese mismo espíritu superior y más
ámplio
aun de
- + la nacionalidad, lo mismo para el del Norte que para del Sud, lo mismo para el andaluz que para el cántabro,el. ninguna historia es más patriótica que la historia de la prov
incia y de la tierra natal, porque ninguna se interna más profundamente en nuestras almas, ni se enla
raices más fuertes á las fibras de nuestro corazón. za con todos
Para ir adelantando los” medios
principio;
en ese camino,
posibles;
trabajemos por
empezemos
allegar
acudamos á
por el árduo
toda clase de
materiales; recabemos la autorización necesaria para que los escritores que quieran puedan acudir á los archivos. del
Estado, de la Provincia y de los Municipios, en par. archivo del Gobierno donde se encuentr tantos preciosos documentos; pidamos insistenteme an. la creación en. la Isla de algunas plazas del Cuerpo nte facult ticular al
ativo de Archiveros y Bibliotecarios, como las tienen las Baleares y Canarias, y como lo faculta lá legislac ión
vigente en la materia;
é interesemos, como lo hacemos
en este acto, á los añnantes del país,
para que aborden
sériamente esos trabajos, en particular el que hace rela ción á nuestra corta y escasísima vida literafia, que en su desarrollo y en su espíritu, en sus 'asuntos y en sus
formas, en sus desfallecimientos
y ensus
anhelos, en
524
REVISTA PUERTORRIQUEÑA,
| A
sus albores de gloria y en
sus
ideales,
como en una cámara oscura, todos
veremos pasar,
nuestros
dias, desde
la quietud patriarcal hasta los horrores
de la esclavitud,
en nada, ni esperanza
que
desde aquella vil servidumbre hasta esta dura expiación, dibujándose veladala fisonomía y el retrato moral Ml alma sensible, ingénua, doliente y resignada de «¿+ pueblo, incapaz de otras aventuras que las de sus sue de prosperidad, y que, cerrado á toda cooperaci E ayuda por la inmensidad del Atlántico, no funda por su corazón, ni puede fundar racionalmente, procedimiento en
nadie,
más
en la noble - -
comunidad de intereses con sus hermanos de sangre, en la inmutabilidad de su derecho y en la energía de
su sufrimiento.”
;
Esto es hablar con arte y con provecho. *
Abundan en todo el discurso, una elocuencia jugosa, llena
modernismo y de originalidad.
de
pasajes
ideas, de
E
bellos
y de
doctrinas,
k :
ManueL FERNÁNDEZ Juncos. »
de
*
o
me
: