El Romanticismo en la Literatura Puertorriqueña (1972)

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INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA

a ROMANTICISMO EN LA LITERATURA PUERTORRIQUEÑA

CICLO DE CONFERENCIAS

SOBRE l LITERATURA DE PUERTO RICO . .

:sa n Juan, Puerto Rico

1972

El ro1nanticis1no en la literatura puertorriqueña

( 18-1·3 • 1880)

(Epítom e mínima)

P rinted in S p a in

E s ta conferencia fue dictada por su autor el 13 de enero de 1958 , en la Sala de Conferen c ias de la Biblioteca General de la Universidad de Puerto Rico.

El doctor Ce s áreo Ro s a Nieve s obtuvo e n e l 1944 su doctorado en filosofía y letras en la Uni v er sid a d Nacional de M é xico. Poeta, e n s ayi s ta , dramaturgo y crítico, ha publicado num e ro s as obras de poesía. Tambi é n ha culti v ado e l t e atro , pro y ectando e n su produc c ión dramáti ca a suntos relacionado s con nu es tr a hi s toria y nue s tro folklore.

Entre su s obra s figur a n la te si s doctoral La po es ía e n Puerto Rico: E s tudio crítico-hi s tóri c o d e l v e r so pu e rtorriqu e ño ( 1943); Si e te c amin os e n luna de s u e ños {poemas); La lámpara d e l faro ( e n s a y o s) (1957); Ti e rra y lam e nto (1958). E l do c tor C es áreo Ro s a N iev e s e s e l c ompilador y anot a dor d e la antología e n tr es tomo s Ag uin a ldo lírico de la po e sía pziertorr i qu e ñ a.

De p ó sito Leg al : B. 32.610 - 1972

Impres o e n E spa ñ a

Imp ri m e: M . Parej a - Mont a ñ a , 16 - B a r ce lon a

J. - UBICANDO EL TEl\IA

E l prim e r movimi e nto lit e rario , d es d e e l punto d e vi s ta del co n ce pto e s tilí s ti c o ge n e ra c ional , fu e e n Pu e rto Ri c o e l Romanti<' Ís m o (18 4 3 - 18 8 0). Ant es de es ta prim e ra a c titud es t é ti c a de v ibra c i ó n g rupal , só lo e ncontr a mo s e n la hi s toria d e nu es tr a lite ratura br o t es e s p o r á di c o s , voces po é tic as d e tono indi v idu a l : Balbu t> na , A y e rra S anta Marí a , Rodrí gu e z Cald e r ó n , Fr ay Manuel de Sanlú c ar , Gracili a uo ·Afon so y María Bibiana B e nít e z. N u es tra pac i e nt e vida d e e nton ces a par ec ía e u tono d esc riptivo e n informe s , ca rta s y d e sc ri pc ion e s ofi c ial e s , y a l glma que otr a alu si ó n hi s tórica e n t or no a nu es tro e xi s tir . co loni a l , qu e se a somaba e n c i e rto s poema s é pi co s : E l e g ía d e V a.r o n es Ilu s tr e s d e India s (158 9 ) , d e Juan d e Ca s t e 1lan o s ; Laur e l d e A p o lo (1630) , d e Lop e d e Ve g a , y Vida d e S a n t a Ro sa ( 17 11) , d e O vi e do d e H e rr e r a . E l m o n s truo d e la n a tur a l e z a <l e la E s paiía d e l s i glo XVII , no s d escrib e a sí:

Y s i e mpr e dtil ce t u m e moria sea , ge n e r os o pr e lad o, do c tí s imo B e rnard o d e B a lbu e na.

T e n í a s tú e l cay ado

de P11erto Rico, cuando el fiero Enriqu<!, holandés revelado, robó tu librería;

pero tu ingenio no, que no podía, aunque las fuerzas del olvido aplique.

¡Qué bien cantaste al espa ríol Bernardo!

¡Qué bien al Siglo de Oro!

Tú fuiste su prelado y su tesoro, ¡y tesoro tan rico en Puerto Rico q11e 1w11.ca fue tan rico!

Como hemos dicho en nue s tro lírico panorama histórico : La Poesía en Puerto Rico, Méjico, D. F., 1943, el retraso de los movimientos literarios en Borinquen, se debe principalmente a los siguientes factores : una imprenta tardía ( 1806), retardada cuando comparamos la introducción de la misma aquí, con ese aconi:ecimiento en lo s demás paí se s hispanoamericanos; una educación floja e n lo s primeros grados, la secundaria y lo de la univers idad nulo; la censura gubernamental que ponía bozales a los reb e ld es grito s ; las maneras de comunicación con la Madre Patria e n cámara lenta; y como s i no fuera poco, un estado lacrimosam e nte paupérrimo , al decir de los cronistas de la época (1). El <·omercio de libro s parte más o menos de 1840 en adelante, pues la s prim e ra s librerías de importancia del país se e s tablecen alrededor d e e s t e año : Libr e ría y Ga bin e t e de Lectura de don Santiago DalmatJ, (1836); Libr e ría de don Francisco Márquez (1837), y el Gabin e t e de L e ctura y Libr e ría de don José Selves Balagu e r (1848). U na ti e rra , d e ntro d e e s ta órbita insularista, dedicada a la lucha :a mu e rte por la vida y lo s vívere s ; fr e nte a unas circun s tancias .adv e r s a s, mal podría preocuparse por la educación, las letras y el tranquilo c ultivo d e la hermosura d e l alma. En lí97 decía el botáni c o fran cés Pierr e Ledrú, con referencia a este estado de co:a a s , que :

l V é a se : Tapia y Riv e ra, Al e j a ndro , Mis M e TTtorias, New York, 1928 ; y P e dr e ira , Antonio S ., ln s ulari s mo (Se gunda Edi c ión ) , S an Juan, P. R., 1942. 4

«En vano buscaría el via.iero manufacturas o colegios. El pueblo yace en la más completa ignorancia; los frailes y algunas mujeres enseñan, a un corto número de niños, los elementos de la religión y la gramática, y la s siete décimas partes de la población de la isla no saben leer» (2).

Pero andando el tiempo y en el aspecto político, tres direcciones ideológicas se hicieron rumbo en nuestro clima : los simpatizadores por la monarquía absoluta, los separatistas (en una minoría sin urnas : 1868), y los liberales reformistas ( 1870), política de término medio, que :Cué a desembocar en autonomía del 1887, bajo la sabia luz de Román Baldorioty de Castro. Nuestra vida de pueblo se movió hacia esos tres horizontes, y nuestros autores han caminado por esos canales de ideas, prevaleciendo siempre en la masa la posición liberal ·sin de la península hispana. La segunda mitad del siglo XIX fue más próspera para nosotros, época dorada para las boricuas letras. Si en el ángulo económico y político siempre -se encuentran quejas entre los comentaristas de este - momento, en el cultural, la isla dio una avanzada encomiable (teatro, literatura, música, etc.), sobre todo en los últimos años del siglo : 1887 a 1898.

Dentro de este cuadro social, nuestro pensamiento entronca con el romanticismo español, orvallado de recuerdos franceses. Vistas las cosas en sus tres dimensiones el primer movimiento literario que nos visita en el ochocentismo, mezcló la posición externa de exhibición formal, a lo Espronceda y Zorrilla, con la interna, de tipo anímico, a la manera intimista de Bécquer, y no de proclamar la insurgente actitud contra las reglas, el arte comprometido y los férreos convencionalismos humanos, como veremos más adelante.

2

Antonio S. Op. cit., pág. 84. Es interesante el cuadro que nos pintan los autores Hurtado y González Palencia, en su: Historia de la Literatura Española (Madrid, 1932, pág. 826), cuando noa dicen cómo estaba la situación en España en el x1x : «el período que corre entre 1830 y 1898, es de síntesis y crüica difícil, ante todo porque, de predominar algo, •ería lo vario y lo man adamente transitorio. Las luchas civiles y las conti e ndas políticas han consumido buena parte de Jas energías nacionales; y el atraso en l& ins· trucción general, en las obras públicas, en las vías férreas, en los riegos, en la agricultura, en la industria y en la economía, han hecho que el siglo x1x termine para España con la catá s trofe de la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Fili· pinas, y con el desgaste de fuerzas consigui e nte >i. 5

De este quehacer esporádico, anterior de 1843 (fecha de instalación del movimiento romántico en la isla, con , la aparición del · Aguinaldo Puertorriqueño}, nos quedan las sig uientes obras poéticas, de buen interés para la historia de nuestra literatura : Ocios de la Juventud (1806), de Juan Rodríguez Calderón; Cuadernito .Je Varias Esvecies de Cnnlas Muy De·votas (1812), de Manuel María -Oe Sanlúcar; y la traducción de las Odas de Anacreonte y del poemita de Museo, Amores de Hero y Leandro, que justamente con una colección de 27 anacreónticas originales, las cuales llevan el título de El Beso de Abibina, publicó un clérigo helenista de las Isla s Canarias. Es éste el hal?azgo de un libro de carácter erótico, y al decir de don Marcelino Menéndez y Pelayo, «de un erotismo inoíenr,ivo».

Finalmente, por el año de 1816, aparece un poema descriptivo, la primera canción a Borinquen, bajo el título: Canto en Justo Elo gio de la Isla de Puerto Rico (3) , cuyo autor es el poeta gallego Juan Rodríguez Calderón ,_ el portalira del primer libro de poemas publicado en Puerto Rico, y citado anteriormente; r en 1832 , se redacta otra poe sía de bastante altura poética , bajo Iá firma de María Bibiana Benítez ( 1785-1873), con el epígrafe : La Ninfa de Pu erto Rico, Oda a la Y a con estos dos poemas, e l de Rodríguez Calderón y el de María Bibiana , se nota un segur o acercamiento ha c ia lo s nuevos módulos en los tanteos del romanticismo ( 4).

11. - A firma ció n y progreso d e l Romanticismo

Hemos signado al comienzo de este ensayo, que el romantidsmo europeo lle gó tarde a Puerto RiCo. Se afirina definitivamente con la aparición del Album Puertorriqueño, de 1844 , pu-

3 E st.e poema de Rodríguei Cald erón, es acaso la primera poesía lírica en que hacen apuntes específicos del paisaje puertorriqueño. En él se babia del café, la caña, el tabaco, las madera s, el arroz, el maíz, etc. En él se señala ya la blandura de nuestro panorama y la excesiva hospitalidad de nuestros

4 El hi s toriador puertorriqueño Lidi.:i ·cruz Monclova, en 8US Curiosidades Literaria s, no s ofrece recientemente los si1mi ente5 d¡¡to:> de relevancia •m reladón al romanticismo en Puerto Rico. Dice él que : cceu 1836 se establecía

blicado en Barcelona, porque, en honor a la verdad históricoliteraria, el Aguinaldo Puertorriqueño, de 1843, fue un mero apro<:l1e optimista, en 'forma de antología literaria, reflejo · deportista de las ideas románticas de Occidente. Y a en Inglaterra y Alem a nia el movimiento era viejo , y en Francia, al decir de ' los críticos, el despertar romántico surge allí de 1820 en adelante, con la aparición de Alfredo de Musset (1810-1857) y otros; y en Es paña, saltando los pre románticos: Cadalso (1741-_1782),, Meléndez Valdés (1754-1817) y Quintana (1772-1857), ya desde 1830, e stá radicado el movimiento en la península con Ramón López Soler, autor de la nov ela : Los Bandos de Castilla, de 1830, y luego con Martínez de la Rosa, en el teatro, con La Conjz i ración <le Venecia, de 1834.

Los poetas que más influy eron en los líridas de esta generadón romántica en la Isla fueron, en sus tres áreas estilísticas , los siguientes : José de Espronceda, con ese tedio gris y en di sc onformidad con la vida (Santiago Vidarte, Manuel A. Alonso, Alejandrina Benítez, etc.); José· Zorrilla, mediante esa posición e xt e rna en alarde formal, sensorialista y plástico , de e ste movimiento en España (Daniel Rivera , Alejandro Tapia, Franci sco J. Am v, José Antonio Daubón, etc.); y Gus tavo Adolfo Bécquer, el . sesgo haeia una poe sía de atmósfera intimi sta y de exten-

en la calle de la Fortaleza, núm. 8 , en San Juan , la I ,ibrería y Gabinete de Lec· lura , d e don Santiago Dalmau. La sección de literatura de este e stable cimjento incluía, e ntre otras , l a s obras d e Sir Walter Scott, Madame Stahl, Fenimore <::oop e r . De Madamc Stahl fi guraban el Influjo de las Pasione s , Delf i na y Cor i na De C:>oper figuraban El Ultimo de los Moh icanos, El Espía , El Purit tmo de América, La Pradera, Los Pl antadores , El Bra v o y El Piloto. Y d e S cott fi11;urahan las obras d Las A venturas de Nighel , El Día de San Val e ntín, Pe v cril del P ic o,,_ Los Puritanos en Escocia, Quint ín Dur v al, El Talismán , E l A nt ic uario , El La st illo de Kenilworth , Bob Roy , Wa v erley, La Nov it1 d e Lamermoor , El Oficial A ve ntu r ero, La Cárcel d e Ed i mburgo e lvanhoc. La famo sa ele gía del g ran poet a in glés Tromas Grey, El Cementerio de la A ld ea, traducida al ca stell a n por don Jo sé d e Ur c ullu , se publicó e i;i Pu e rto Rico , e l 29 de mayo d e 1845; y el perí ódico el Bol e tín M ercnntil insertó en sus columna s , por e l mi smo año de 1845 , v a rio s de Hoffman . Y po s teriorm e nte. Lucía d e Lam ermoor, de Sc ott; El Escándalo , de Pedro Antonio de Ala rcón y Las Cataralas, Antonio Trucha. En 184!l qu e daba ina ugurado en e l n úm e ro 34 de l a ca ll e San F rn n cis co , en San Ju a n , el Gabinet e Lectura y L i brería , de don Jo sé Se lv e s B a la gu e r. La s ec ci ó n de literatura de e s te establ e cimiento inclu ía, e ntr e otra s, la s obras d e Chate a ubriand M a rtínez de la Rosa , Larra , Dum a s, S u é, Sc ott, Coop e r , S ouli é, E s pron ce d a, b 'Arl i ncourt , M a n zoni , H ugo , Z o rrill a, L a martine, Quintana1 M el é nd ez V a ld és, M eson e ro Rom a no s, Ar riaza , Ce rv a nt es, etc >). De: G a r c111 Cab re ra , Manu e l , Fol.ios , San Ju a n , P. R., 19 57, mírn e · r o 1, p ú r;s 15 y 22.

sión coµtenida (Lola Rodríguez de Tió, F. Gonzalo Marín, Manuel ,María Sama, Francisco Alvarez Marrero y José Gautier Benítez). De cuando en también Campoamor, con sus humoradas y doloras, hace su asomo en las afinidades de la vendimia de este inarco histórico. En la zona novelística, son visibles las huellas de las lecturas de W alter Scott, Alejandro Dumas, Lamartine, Chateaubriand, D' Arlincourt, Eugenio Sué; en el ,géne1:"o del teatro, Martínez de la Rosa, Zorrilla, Scribe, Larra y Shakespeare, y en el costumbrismo, Mesonero Romanos y Estébanez Calderón (5).

El Aguinaldo Puertorrique1ío ( 1843) contiene poesías de Alejandrina Benítez, Ignacio Guasp, Juan Manuel Echevarría, Martín J. Travieso y otros ( 6). Con e s ta publicación quedan nacionalizados en nuestras letras tres géneros literarios de importancia presidente para este ciclo generacional, que son : la poesía pasionalista del «tedium vitae» y el «sturm und drang» (Mis Ilusiones: Alejandrina Benítez), en donde el poema poliestrófico goza de preferencias mimadas (Insomnio, de Santiago Vidarte); el artículo de rurales y urbanas (A los Jóvenes Colabora- · · dores: Francisco Vassallo y Forés), y la pequeña novela de tip<> exaltadamente romántico, como hito madrugador de la novela grande (Pedro Diichateau: Martín J. Travieso, etc.).

Aunque el Aguinaldo es una obra de aurora literaria, exhibe· un sano propósito de comienzo, y sirve de estímulo a los jóvene s, que estudiaban entonces en la Universidad de Barcelona (Grupit<> CriolJo), y que respondieron con una obra de may ores y má;i. prósperos esfuerzos: El Album Puertorriqueño, de 1844, publi-· cada esta antología de verso en la Ciudad Condal española. Esta segunda colección nativa, recoge en sus páginas poemas de los .. sigui e nte s liras : Manuel A. Alonso y Pacheco, Pablo Sá e z, Francisco Va ss allo y Cabrera , J .uan B. Vidarte y Santiago Vidart e .

5 T a pi& y R iv era, Alejandro, Mis Memorias, N e w York, 1928 , págs 20 en adelante • . 6 Entre los e 8c ritores que aparecen en e s t e primiti v o Aguinaldo Pu ertorri· q ueño ( 18 43), figuran: Alejandrina B e n í tez, Ignacio Guasp, Jacobo (Franci sc 0o Pastrana ), Her n ando (Juan Mannel E chevarría ), Carlos C a br e ra, F e mand.i Koig, Mar i o Kolhmann (Eduardo González Pedro so), Martín J . Travi es o , M . A . ; y en pr osa : Tra v ieso , K olhmann, Mateo Ca va ihon , Hernando y F. V . (FM11ci sc 0o V a ss allo F orés )

De estos cinco autores , lo s que m<Í s posteridad han alcanzado · en · nue st ra ]iteratura so n: Santiago Virlarte, Manuel A. Alqnso y Franci sc o Vassallo Cabrera

La influencia dé Espronceda en Alonso y Vidarte es de :un avecinamiento altamente visible. Ba sta comparar d In s omnio, del Sf'g un<lo <le estos poetas, con El Dinblo Mundo, de E spronceda; y El Salvaje , de AJon so , co n la Canción d e l Pirata, del poeta es(7). En Francisco Vassallo, la s afinidades literllrias de más se üalamiento son Campoamor , el Góngora de los romances 'y las l e trillas , y aquel Quevedo , en todo su ajo y pimienta de sus esperpentos. Vassallo y Cabrera era el poeta festivo del Griipito Criollo, ta] y como se ve en sus poemas: Una Vieja, Glosa Atroz, Oda ·a los Pollos y De Gusto No Hay Nada Escrito. Dice uno de sus epigramas chi speantes :

Mirá-ndose al espejo satisfecho

un chato, tzierto, manco y jorobado exclamó sonriendo entusiasmado: -¡El hombre es lo -mejor que Dios ha hecho! (8).

Una mene:ión especialísima, en este recorrido panorámico, merece un libro de hondo significado n¡lCional y de primorosas observaciones tradicionalistas, debido a la pluma ·de Manuel A. Alonso y Pacheco, y que hemos mencionado anteriormente en otro aspecto. Nos r efe rimos a El Gíbaro (1849) (9). El autor sanjuanero - médico y poeta - le imprimió a su libro maestro düs man e ra s . literarias : la modalidad costumbrista del romantici s mo es· p a 1íol (Estébanez Calderón, Me sonero Romanos y Larra), y eJ jibari sm o nativista , con su habla indoe s pañola, que enraíza la ¿ bra en el s urco más tierra <le nuestra entraiía ínti.ma : cantares.

7 Estos personaje s marginale s y de reb eldía social, le ofrecí a n al poeta un p a r é nt es is de libertad artística. Alons 11 e n 1846 un poema, F:l Ban· dido, y otro I!Oeta, J. Monteagudo Zea, publi ca en 1861 otra po esía bajo el epígrafe : El Bandolero.

8 Cancionero de Borinqu en , B a rcelon a, 1846, pág. 70.

9 En este mismo año d e 1849 se publicó un libro de versos de Sant iago Vi darl e, bajo el títi.tlo d e Po es ías- Vidarte (Puerto Ri co), con prólogo d e Manuel A. Alon so . Es un a colecdón casi completa de su poemática, y muy raro en nuestra bibliografía.

bailes, costumbres, comicidad, tri s teza , política local, etc. Dcntrode las equh-alencias de s u - clima literario, es obra que se emparenta con: El Facundo (1845), de Sarmiento, y el Martín Fierro · (Primera Parte: 18í2; Segunda Parte: 1879), de José Hernán<lez. El Gíbaro, dispuesto en prosa y verso, es una antología de tradiciones isleña s, casi siempre en burla burlando, y otras; dentro · de un serio penetrar en el corazón de nuestra conciencia colectiva : neocostmilbrismo folklórico de tipo indoafroespañol. Este libro e;; un elocuente signo de partida en su género, estela que · de s pu és han seg uido con relevancia Jos siguientes prosistas : Ma-nuel Fernáridez Juncos, Matías González García, Virgilio Dávila, José Antonio Daubón; y en la actualidad Miguel Meléndez Muñoz, 'Ernesto Juan Fonfrías y Abelardo Díaz Alfaro.

Do s libros cimeros son recordables, de este primer estrato del romantici s mD, am é n de los aguinaldos, los álbumes y los almanaque s: El Gíbn.1:0 (1849), . de Manuel A. Alonso, 'Y las Poesías (1849),. de Santiago Vidarte.

La segunda promoción de estos escritores románticos de PuertoRico partiría en lo po é tico de Alejandro Tapia y Rivera (18261882), bajo las influencias retóricas de José Zorrilla, el Duque de Rivas y Víctor Rugo; y pasando por el neoclásico-romá ntico .lo sé · María Monge, por Franci sc o Alvarez Marrero, Francisco GonzaloMarín y Lola Rodríguez de Tió, al tornarse en primores esenciales, este filón estilístico de sem bocaría por fluencia natural en la mansa y dulce-amarg:t poesía entraiíista de José Gautier Benítez (1848-1880), bajo la musical luz de Bécquer. En la juri s dicción de la novela se distingufrían , con marcada seguridad , Tapia y Rivera y Eugenio ·María de Hostos; en la dramaturgia , Tapia y Salvador Brau; en el costumbrismo, Daubón y Fernández Jun cos, y en l a crítica literaria de la époc a, Antonio Co rtón , Sotero Figueroa y Manuel Fernández Juncos

.. Esta falange romántica se adentró profundamente en esa enfermedad del mal del siglo, en ese huracán int er ior de orgiásticos . temperamentos, de inconformidad ante lo imposible de realizar en la tierra , de angus tia tétrica, en oposición tenaz contra la ética razón social. El poeta se plantea una esperanza fantástica en apelación soberbia al más allá, era la esperanza en el devenir, derrotada en la realidad del momento por su arbitrariedad,.

y aplazada para una segunda vida célica, un azul romántico especial para los portaliras de este grupo sin quietud ni consuelo.

La atmósfera cultural fue mucho más próspera y propicia para . los poetas de este segundo período , como estampáramos anteriormente. De rin lado, tuvieron la colaboración de instituciones de elevado rango y prestigio, tales como: la Sociedad Económica de Amigos del País (1813); el Seminario Conciliar de San Ildefonso ( 1832); Instituto Colegio ( 1858); la Filarmónica ( 1846), a iniciativas de Tapia; la Sociedad Conservadora del Teatro Español ( 1850); la Academia Real de Buenas Letras (1851); el Gabinete de Lectura, de Ponce (1868), y el Ateneo Pu ertorriqueño (1876), a iniciativas de Manuel Elzaburu, Alejandro Tapia, Gautier Benítez y otros. En otro aspecto, Ja generación cuenta con revistas artísticas e ideas varias, tales como : la Guirnalda Puertorriqueña (San Juan: 1856-1858), de Ignacio Guasp; La Azucena (Ponce: 1870-1871, San de Alejandro Tapia y Rivera; La Lfra (San Juan, 1876), de Genaro Aranzamendi; la Revista Puertorriqueña (1878), de Manuel Elzaburu y José Gautier Benítez, y la Revista de Puerto Rico (San Juan: 1886, y Ponce: 1887-1894), de Francisco Cepeda, Mario Braschi y A. Navarrete. Además de estos excelentes veneros de cultura, esta cosecha generacional nos legó dos magníficas antologías de poetas: el Nuevo Cancionero de Borinquén (1872); de Manuel Soler y Martorell, que registra 19 bardos, y Poetas Puertorriqueños (1879), de José María Monge, Manuel M. Sama y Antonio Ruiz Quiñones, colección que nos presenta un total de 36 poetas ( 10).

10 Es de importancia enterarnos de los autores extranjeros que más se leían en esta segunda parte del romanticismo. Examinando los números de La Azllcenu, de Tapia, por los años de 1370 y 75, la 'lista de literatos es la siguiente : Alfredo de Musset, Edgar Allan Poe (los cuentos de terror : El Gato Negro, El Escarabajo de Oro, Doble Asesinato, etc.), Bécquer, Walter Scott, Guillermo Belmonte Müller, Heine, Víctor Hugo, Alciandro Dumas, J. E. Hart· zenbusch, Goethe, Dante, Shakespeare y ·Camoens. Entre los puertorriqueños que más figuran en esta revista son: Alejandro Tapia, Salvador Brau, Manuel Elzaburu, Fidcla Mathew de Rodríguez, Francisco J. Amy, José Gautier Benítez, Manuel Padilla Dávila, Rafael del Valle, Manuel Fernández Juncos, J. M. Comas, Manuel María Sama, José Julián Acosta, Domingo M. Quijano, Román Baldorioty de Castro y Miguel Sánchez Pesquern.

III. - Los géneros literarios

De la egolatría temperamental, y de ese reino interior de la tristeza endémica, en dinámico r"ep udio contra los patrones sociales del hombre (sus leyes y reglamentaciones), nace todo · un racimo de asuntos principales dentro de la tónica romántica : la patria, Dios, la amada y la naturaleza; además del jibarismo poético, el tema del indio (o el salvaje), el negro como símbolo de emancipación civil, y el pirata. En la novelística y el drama, amén del temario anterior, se asoma la tendencia hacia los motivos de historia lejana, la melancolía ossiánica, los panoramas tétricos y sepulcrales, los amores imposibles y tremendos, y la·· solución de las tramas . en catástrofes horrorosas. Flota en toda esta vendimia literaria un general y nostálgico prerrafaelismo incipiente, aromas quintaesenciadas, que Rubén Darío . va a aprovechar andando el tiempo, aunque · desde otras fuentes, para su programática estética del modernismo hispanoamericano.

El pesimismo amargo y gris, hace su centro en la literatura plena, y todo lo envuelve : ilustre surtidor de quejas, que mina todos los asuntos. Dice José Gautier

Mi juventud efímera se merma y ya en su cárcel habitar no quiere un alma melancólica y enferma (11).

y en otra poesía , Francisco Alvarez Marrero se derr,ama en negras angustias:

¿Por qu.é, Señor, en medio de eriales y. de abrojos, tañendo siempre un arpa me impeles a marchar, cansado y sin aliento, con lágrimas mis ojos, mis pies fluyendo sangre, mi vidq ya a exhalar?

(De: .Meditación Nocturna.)

11 Gautier Benítez solía llamarle a la innata nostalgia puertorriqueña, ael mal del paÍs>l.

(a) La poesía:

El cultivo de la poesía es el género principal de la generación romántica. Dentro de este ambiente de improvisación dionisíac·a, el tema de la patria aflora hacia tres ángulos : el aspecto conservador de tipo incondicional, representado por María Bibiana Benítez y Daniel de Rivera Jiménez, este último, autor de un poema épico en elogio a España, titulado : Agüeynaba el Bravo (Ponce, 1854), en donde el liróforo ponceño, en la primera parte de la composición, pone al indio en rebeldía bélica contra el español ; pero en la segunda, pinta al taíno en ridículo y menosprecio, y hace un elogio desmesurado de los españoles. La segunda parte del tan discutida poema, termina con la siguiente octava :

A pocas horas que duró la guerra hirió una bala al bárbaro Agiieynaba; regó su sangre su preciosa tierra que su famoso hermano ,veneraba: jsu pérdida a los súbditos aterra! Aquí la guerra en Boriquén acaba, ondeando siempre en tan preciosa Antilla la célebre bandera de Castilla ( 12).

La segunda faceta del tema de lo patriótico, corresponde a los liberales reformistas, y de la cual es sobresaliente representante el humacaeño José Gautier Benítez. En su Canto a Puerto Rico, de 1879, explaya el poeta su posición terminomedista, dentro de su filosoña política : ni estuvo nunca con las derechas conservadoras, ni tampoco simpatizó con el separatismo revolucionario del Dr. Betai.lces. La poesía termina expiicando en diáfano, su cielo per· · sonal:

12 Miraba), Antonio, Dani e l de Rivera: Apología, Pouce, P. R., 19.JS. Publicada la primera parte solamente del poeu'Ja, en El Ponc e ño, del 8 de sep· tiembre de 1854, fue mal inte1 pretado, por la <'Stricta censura del momento, y se procesó al autor porque además, esta primera seccic'1n de la poesía, terminaba con los siguientes versos :

Que parta a España el que nació en España y viva aquí de s usto y µena exento, el qu e le guste este j a rdí11 por cuna. 13

Tú no serás la nave prepotente que armada en guerra. al huracán retando conquista el puerto, impávida y valiente las ondas y los hombres dominando; pero serás Za plácida barquilla que al impulso de brisa perfumada llegue al remanso de la blanca orilla; que ese es, patria, tii sino, libertad conquistar, ciencia y ventura, sin dejar en las zarzas del camino ni un jirón de tlt blanca vestidura.

Y, patria, si me engaño, si me reserva mi destino impío llorar tu ruina y contemplar tu daño; si he de escuchar tus ecos devolverme entre lágrimas y horrores el ronco acento de los bronces huecos; si fu era mi laúd el destinado pa ra cantar tti pena y tu agonía , ¡ah, que le mire pronto destrozado en mis trémulas manos, patria mía! Y antes que el mal en tu recinto nazca y- contemplarlo con espanto pueda, ¡que disponga Señor cuando le plazca de este resto de vida que me queda!

Mas, si Jehová le concedió al poeta, al cantar a szi patria y szi destino, la doble vista del vera¡; profeta; si ha de unirse mi nombre con tu historia para ser el cantor de tii alegría , para ser el heraldo de tzi gloria;

El poeta huyó de la cárcel de Ponce, y fue a tener a París, de donde regresó cuando se aclararon las c osa&, } se presentó la segunda parte del poema , que de smentía todo el pensamiento de la primera. En el paréntesis de e s tas enojo sas cinunstancia s, hubo investiga cion e s, embargos de propie· <lad es , e ncar c elamiento s, e tc. : ¡cosa& de la mal llamada libertad de imprenta!

Dios me conceda al verte d e v e nturas y triunfos coronart e , ¡una vida sin fin para qu.ererte y una lira inmortal para cantarte! (13).

Y ]a otra categoría de cantar el de la patria, es en forma ·d e separatista grito libertario. Esta actitud le corresponde a Lola Ro<lríguez de Tió, y sobre todo a Francisco ·Gonzalo Marín con :S US dos libros·: Romances ( 1892) y En la. Arena ( 1898). Poeta es é s te en la forma, a la moda de las rimas de Bécquer y de sublimes rebeldías martiana s . Héroe y portalira, el ]írico bohemio murió en los campos de Turiguanó (Cuba), por los derechos .emancipadores de aquella antilla laborando como Rius Rivera, Wenceslao Marín y Ramón Marín Castilla; y aunque de :0tra m,anera, una página especial merel,!e en este gé s tico epi sodio -cubano nuestra amazona poética Lola Rodríguez de Tió, que desde .su residencia en Nueva York estaba tan cerca de esos héroes, llorosa permanente de sus dos patrias: la tierra de De Hostos y Betan-ces, la cuna de Antonio Maseo y José Martí. Dice el poet;i arecihe1ío Pachín Marín en s u poema: En el Albztm de una De1;conocida, en un desesperado dolor patrio :.

Confórmate: yo soy un peregrino llegado al h e miciclo de la guerra, para inqnirir de todos el camino del honor, que hacia mi tierra.

Y hasta. que libre Puerto Rico sea, o al fuego hirviente mi heredad C(lnsuma, por un fusil detestaré la ideo. por zm mach e te olvidaré la plzima (14).

Y en su rima XIV. explaya el juglar doliente por su tierra· esclavizada, todo su programa per s onal de ideal civil, cuando alguieo le pregunta con mordaz intención irónica :

13 Rosa·l'iieves, Ce sáreo, A_guinaldo Lírico de la -P..oesía Puertorriqueña. Ediloríal C11mpo s, Talleres de Gr e do s, Madrid, E s paña ; 1957 , Tomo I , pági nas 24 5 a 246. U Marín, Franci sco G. , En io A r.ena, Poe s ías, Cuba, 1944, pág. 2ó 15

¿Cuál es tu pueblo, triste peregrino dónde está, vale mucho, camarada?

Dice con ;;anta pasión el poeta :

Y yo le respondí: -Buenos paisanos, no desgarréis mi alma, pues como muchos no tuvieron madre yo no he tenido patria.

Mirad ... ¿La indiferencia me rodea? pues no importa, batalla mi corazón enardecido; firme, animoso, sin mancha.

Ay, ya lo veis, el ánima se abate, la voluntad me falta, y pensando en la suerte de Polonia lo que a decir voy soñó mi alma.

El día que este pueblo se levante contra su odioso sátrapa; ruja como león acorralado y en las calles y plazas el estampido del cañón aterre a la odiosa canalla, 'ese día, curiosos caminantes, os mostraré mi patria ( 15).

Del trasfondo del yo clel poeta ele este ciclo generacional, un Dios estético, puertorriqueño, un ser democrático que vive en todas las cosas, está en todas las partes: en el burdel de la maritornes, en la taberna con el beodo consuetudinario, en el ·garito de juego, y ha sta en la sala del palacio de la Fortaleza. Convive como un hombre con nosotros, brindándonos su ayuda e influencias en la solución de los problemas sociales ; otras veces lo suben

15 Francisco G ., op. cit., págs. 109 a llo.

los liricultores a un altar, y entonces lo veneramos como a un santo. Para nuestros románticos, Dios tiene dos personalidades en su ser verdadero : el dios antropomorfo o ciudadano del mundo, y el dios divino de carne célica, canonizado estéticamente por la fe general del poeta. Este Dios es un paisano de Boriquén, y el poeta se dirige a su símbolo como si fuera un amigo : va a él cuando lo necesita, y hasta lo íncrepa cuando el destino no fa. vorece al hombre. El Señor se simboliza en la amada a veces

El poeta le revela a su novia :

Tú eres mi Dios, mi religión, mi todo; por ti mi lira entusiasmada templo, por ti, mi dulce Luisa, por ti" sola , sed de laureles y de gloria tengo ( 16).

Entre símiles, retruécanos, animismos, antítesis, metáforas, hi· pérboles y anáfora s , el Divino Arquitecto está en todas partes, como ocurre en el poema · Dios, de Gautier Benítez, en que Dios es un ser dinámico, antropomorfo , panteísta, que aparece : en la cuna del niño, en · el tall e r del artesano, en la diestra del pintor, en la lira del poeta, en la locomotora, en el vapor, en el cable submarino. En todo e s tá Dio s , en movimiento , menos en lo est:ttico y contemplati v o. ¡Herejía e s tética, pero herejía al fin la ,]e lo s románticos , tan antidogmistas !

El t e ma d e l a mor e s el más abundante de la literatura nativa, e s pecialmente en la poemática. En oca siones, se amalgama con la pafria, como en el ca s o del poema de Gautier Benítez : Puerto Rico (Aus e ncia), de 1871, cu a ndo uos expone:

Tú das vida a la doncella que in s pira mi frenesí, a ella la quiero por ti y a ti t e quiero por ella.

Otra s v e c e s , lo s autore s mezclan el a s unto de Eros, con a lu s ion es religio s as, y ha s ta se arriesgan a símiles disfemistas para la mujer :

16 Gauti c r B e nít ez, Jo sé , Poe s ías , San Juan , P. R., 1929 . (V é a se el poema: A . Lui sa. p á g. 110 .)

1 7

Y al ver el pago que a mi amor le diste, exclamo siempre, cuando pienso en ti:Judas a Cristo de mi amor primero, ¿cuánto te dieron por venderme a mí? (17) .

El pai s aje es refu g io de los sentimientos del poeta , y en él, como en un e s pejo . de fantasía s colorista s , s e retrata la am11da. Oigamos el final del poema: Una Pregunta (1870), de Jo sé Gautier Benítez , décimas zorrillescas de finos terciop e los estéticos:

Sol y luna, mar y · viento, noche y niibes, ayudadme, y en vu e st.ro idioma con t adme si es mío s u p e nsamiento ; si es igual s1t sentimiento a éste que mi pecho hiere, d e cid si mi amor prefi e re a la calma que p e rdió: _¡d e cidm e , en fin, si me qui e re lo mismo qu e la amo yo! (18).

Jo sé Gautier Beníte z e scribe tr e s c a ntos de lit e raria importancia a Boriqué n: A Pu. e rÚ> Rico (1871) (R eg reso}; A Pu e rto Rico (18 7 1) ( A u se n c ia), y su m ay or voz , qu e e s su Canto a Pu e rto R ic o (1879). En los do s prim e ro s, e l pai s aje e s de tono g enérico, pero e n su último poem a, e l poet a lo gra ubicaciones del paisaje n a ti v o , e n profu sión de c romo s : la hi storia po e tiz a da , la situ a ción políti ca, la flora , l a fauna y es e blando y almibarado de nue s tro p a norama nativo. E s un po e ma de pin celada s hond a s y . e min e nt e m e nt e pu e rtorriqueñi s t as, e n donde se sugi e r e e se se nsual s abo r fem e nino de nue s tra campiña :

Y la palma qu e m ece e n e l ambi e nt e la g o d e mi e l. qu e c on la bris a 011d e a ,

17 G a uti e r B e nít e z, Jo sé, op. ci t. , p ág . 11 2 . V éas e a d e m ás l as obra s : · G ir ó n d e Seg ura, S o corro , Ep íst ola s rl e Jo sé G a u t i e r R e11ít e :; , M a drid, 1956; y N u ev o s A proch es e n Torno a lo sé Rodulfo Gaut ie r R e níte z, en: RosaN i eves, Ce 5á r eo, L a Lá mpara d e l Paro , Edito r i al Club d e l a Pr e n sa, M éx ico, D .. F., 1957. p ágs . 145 a 150 .

18 Ga uti er B e nít e z, Jo sé , op , cit ., p ág 69

mientras la en la gentil guajana como blanco plumón se balancea.

. Tienes la caña en la feraz sabana, encerrada en el ánfora colgante, la linfa pura de .m aérea fuente; y de tus montes en el ancha falda donde el cedro y la péndola domtnan, luce el ca/ eto la gentil guirnalda del combo ramo que a la tierra inclinan las bayas de carmín y de esmeralda.

Tú tienes sí, tus noches voluptuosas que amor feliz al corazón auguran, y en un vergel ·de lirios y de rosas, manantiales de plata que murmuran.

Tórtolas que se quejan en los montes, remedando suspiros lastimeros; palmas y turpiales y sinsontes, qu.e anidan en floridos limoneros.

Todo es en ti voluptuoso y leve, dulce, apacible, halagador y tierno, y tu mundo moral su encanto debe al dulce influjo de tzi mundo externo (19).

Situaciones sicológicas existen en que los portaliras, celosos de su idea]ismo, rompen protestas enérgicas contra el positivismo de la época y el progreso de las ciencias experimentales, y ante la desilusión del siglo, y la falta de fe en la vida prosaica, el: lírida se acuna en Ja amada. Veamos este hermoso soneto de Francisco Alvarez Marrero :

La ciencia audaz que hasta los cielos llega y en su soberbia exclama: -¡Dios no existe/la duda que acibara el pecho triste qu e a la maldita realidad .se entrega;

19

Gauli e r B e nít e z, José, op, cit., p:í gs. 198 a 199.

19

el recóndito llanto en que se anega el corazón, que eterno luto viste por su ideal perdido; todo insiste en arrancar del alma la fe ciega.

Tal vez mi vida de siifrir cansada termine pronto en el no ser su duelo, mas, antes de morir, de tu mirada,

tan sólo un rayo bienhP-chor anhelo; ¡y si tras de la muerte el cielo es nada, que sepa yo lo que en la vida es cielo! (20).

Todo el resto del temario. lírico de nuestro parnaso romántico se desarrolla entre una permanente actitud narcisista y edénica y el deseo de liberación personalísima; todo dentro de una actitud de iconoclastismo formal y un o]ímpico descuido de sintaxis y esencia : el tema del progreso , Ja gloria, la emoción sepukral. er carpe diem, el beatzis ille, el tema oriental, el jiharismo poético, el negro, el salvaje, el pirata, etc.

La poesía épica alcanzó en nuestro parnaso la siguiente dicotomía : de un lateral, la historia nativa, en donde encontramos poemas de seria envergadura estilística, tales como: El Yunque (1851), de Rafael Castro ; y dos poemas premiados por la Academia Real de Buenas Letras, en 1851, con el motivo de la gloriosa defensa de la ciudad de Puerto Rico, durante el asedio británico que ésta sufriera en 1797. Las dos composiciones pertenecen , una a Juan Manuel Echevarría y la otra a Manuel Felipe Castro. De Echevarría es también otro poema · de extensión kilométrica y de bastantes vuelos poéticos, bajo el título: La Victoria del Morro ( 1854). Dentro de este ciclo de épica nativista, es conocida la figura de Narciso de Foxá (1322·1883), que además de frecuentar casi todo el temario emocional de la lírica romántica, escribió un excelente poema heroico, premiado en 1846, por el Liceo de La Ha-

20 R1.sa·Nieves, Cesáreo, Aguinaldo Lírico de la Poesía Puertorriqueña, Tomo I, EdilQrial Campos, Talleres de Madrid, España, 1957 , páginas 216·17. 20

,

bana , titulado: Can t o Epico sobr e el De scubrimiento d e A mérica por Cristóbal Colón, obra de buenos ver s os, y de factura cuida.: <lo s a, al decir de la crítica de enton c es.

Pero en el ambiente terruñista, el poema más logrado en forma , pai s aje y pro ye cción e stilí stica es sin duda el Canto a Pu e rto Rico , <le José G. Padilla (El Caribe)·(lS29-1896), compo sición que se adentra en el parna siani s mo en cuanto a la elocución externa, y que quedar a sin terminar, a causa d e la muerte inesperada del po e ta. E s te poema e s d e una geo g rafía pormenorizada , de un pai- · sa je obj e tivo en donde va d es filando toda nuestra flora: el bambú , el c edro, la y a g ua , la palmera, e l plátano , el guint)o, el tabonuco , el y agrumo, el aceitillo, el guaraguao, la pomarrosa, etc. La poe sía <!omienza en redondilla f clá sicas y después desemboca en la octava real , estrofa preferida por los bardos este tipo d e cantos lar g os. En el poeta épico, el paisaje - necesidad de espacio exter· no' · e el objeto en todo su pleno verismo, mientras que el aeda lírico mira su sen sibilidad en el cristal de las cosas reales , en una po sición narcisista, de s util trauma sen sual (21). El otro a s p ec to de la é pica de Boriquén se le ahona a Alejandro Tapia y Rivera , con su poema cosmogónico: La Sataniada, gran<Iio sa epope y a dedicada al Príncipe de las 'J.' inieblas, publicado e n Madrid , en 1878. La obra está dividida en treinta cantos , y va.c i a do en octavas real es , de una perfección técnica a pru e ba . En poema, Satán es el hombre de la angu stia e x i s tenciali sta , ant e s <le Kierkegard, anticipo si gnificativo d e Heide gg e r y Sarte; e x is-

21 Padilla, José G., En el Combat e, J?ar ís , 1912 , p ágs 35 a 62. El · p oe ta D a ni e l d e Ri ver a, había publi ca do e n 1352 , un po e m a de sc ripti vo titul a do : Agii e ynaba :r Ponc e d e L e ón o El ]ardÍn d e A g ü ey naba , ca nto é pi co dado a la lu z e n Pon ce, e n el E s t a bl tic imi e nto Tipo gr á fi co d e don Felip e Cond e . En es t a po es ía, el b a rdo de la Co s ta d el Sur , sitú a con pin ce l a da d e obj e ti vidad ge n é ri ca, los si gui e nt es motivo s enum e r a do s : la flor, e l p á j ar o, el r iachu elo , l a es puma , el céfiro, el cedro , e l al ga rrobo, la palm e r a, el t a m ilri nd u, el robl e, e l gu a yacá n, el se ibo , lo s c u c n ba no s, lo s v erd es y los top aci o s. El p oe ta es t a bl ec e m e diant e es ta compo si ción, un gr a n ant ece d e nte d el pa isa j e en p oes ía d escriptiva p o rm e nori za d a , y d e es t a m a n e r a se a nt ici p a a l p o e m a e n fra gm e nto: C anto a Pu e rto Ri c o ( 18 79 -8 0), d e J o sé Gu alb e r t o Padill a ( E l C a rib e : 18 29-1896) . V éase: Mi ra b a}, A ntonio , op , cit., págs . 19 a 20. R ec ord e mo s, sin emb a rgo , qu e e n es t e gé n e ro p o emá t ico d e tr az o s e n l a n a tura le za nati va , la priorid a d l e c o r r es po n d e, e n l a hi sto r i a d el ve r so e n P u e rt o R ic o , al po e t a ga ll eg o Ju a n Rod r í guez Ca ld eró n , c o n s u po e 5Ía : Can t o e n Ju sto E lo gi o d e l a I s l a d e Pu ert o R ic o (1816 ) . Véase: A g ui· n aldo L íri c o d e l a P o e s ía P u er torr iq u eñ u, a p dt ., págs. 39 a 48

21

tencialismo tor.mentoso y volcánico de tipo intrarromántico, y más aún, ultra-post-romántico. Es un poema que más parece un au.to sacramental, que un poema sacrílego; sacrílego, sí, como considerado erróneameñte en el pa s ado por don Marcelino Men e ndez y Pelayo (22).

Ha s ta aquí esta ojeada de la poesía, ahora entr e mos en el difícil género de acción y mímfoas sobre tablados.

(b) El drama

El teatro en Puerto Rico llevó una virla lánguida y antes de la aparición del T e atro Municipal (1830), hoy Tapia. Con este magno. acontecimiento, en nuestro ambiente se rejuven e cen iniciativas dormidas en el pa.s¡;¡do y renacen otras, prendiendo a sí el nuevo orden del teatro puramente romántico. Las repr es enta-· ciones se repartían lo s _ honores entre el teatro extranjero (Moratín, Zorrilla, Scribe, Pérez Escrich, Alejandro Dumas, Martínez de la Ro s a, Ramón de la Cruz, Camprodón), y el drama nativo que se abría pa so con entu siasmo': María Bibiana Benítez , Car-· men Hernández Ar a újo , Eleuterio Derke s , Manuel María Sama , Alejandro Tapia y Ri v era, Ramón M é ndez Quiñone s , Manuel Corchado y Salvador Brau (23). ·

I .o s g é n e ro s del c anto cl ás ico , l a zarzuela y la ópera, apare cían .. n l a e scena por las g rande s c ompañías que vi sitaron la I sla: Aa elina Patti y Gottschalk (1850-51), .y Compañía de Op e ra Petrilli· (18 77 -18 78) , etc. ( 24) , mientra s qne aca so por e s ta s influenc i a s ita-

22 V éa se : Ma rtín , Jo sé Lu is, A l e jandro T a pia y su Po e m a L a Sa tan ía da , Edi cio n es d el A t e n eo Univ e r sitario , Río' Pi edra s , P. R., C u a d e rno núm er o 3, 19 57 ; y Gar cía Dí az , Manuel , A l e j andro Tap i a , s u Vi da y su Obra , Tes i s de Mae s trí a (in é di t a ), D e pto. d e E studio s Hi s p á ni co s, Río Pi e dra s, P R. 23 Al fo m e nto d el t ea tro e n l'ue rto Ri co a yudaron prin ci palm e nte l a• Soc ie dad Fi larmón ic a (1 84-6- 51), l a S oci e dad Con se rv adora d e l Te atro E s pañol (18 50- 1855), y el T eatro L a P e rla ( 18 63), d e Pon ce , e ntr e otr as 24 Pasa r ell , E milio J ., Or ígenes y D es arr o llo de la Af ici ón T ea tral e n Pu erto Ric o , E d i to ri a l Un i ve r si t a ri a, Río Piedra s, P. R., p ágs . llO e n adel ant e . Véa n se a d e m ás l as si guient es obr as: Sáez, A ntonia El T e atro en Pu e rt<>" R ico , E dit oria l Un i ver&i t ar i a , Rfo Pi e dra s, P. R ., 1950 ; C ru z Mon cl o va, Lidi o , Histo r ia de P u er t o Ric o , T omo l, Editori al U ni ve r si taria , 195 2, Rí o Piedras , págs . 253, 287, 35 7, 480 , 649, 650 ; y Ro sa -N i eves, Ce sár e o , N ota s para Los Oríge n es d e las R e pr ese nta ci on es Dramát i ca s e n Puer t o Ri c o En : As o- ·

liana s, Alejandro Tapia. escr ibe d libreto de su ópera: G11arionex, cuya partitura mu sic al se Je encargó al maestro Felipe Guti é rrez. Fue estrenada esta obra por . el 1851, a iniciativa de La Filar. mónica. El mae s tro Felip e Gutiérrez es autor musical, además de la ópera Guarione :l: (185 l) , d e : El Amor de zm Pescador', zarzuela en dos actos, letra de Navarro; de : El Bearnés, ópera en cuatro actos, libr eto de Antonio Biaggi; y de: Macias, ópera en tres actos, libreto de Martín Travieso.

De este c lima dramático, clos centros artísticos vamo s a ubicar en este en say o. El primero corresponde, por orden cronológico, a Alejandro Tapia y Rivera (1826-1882). En sus principio s estétieos, Tapia , como Hegel, fue un conciliador en materia de arte. Pen s ó el dramaturgo boricua (a la manera de su maestro germano), que en la literatura debía. encarnar un clima de intimidad ética, capaz de mejoramiento humano, pero nunca debe convertirse la obra de arte en púlpito de la moral; porque esta dirección trascendentalista tiende en parte a disminuir la fortaleza estética de la emoción. Tapia fue, pues, un ecléctico, en balance central entre el arte por el arte alejandrinista y el ccdeleitar enseñando» de Aristóteles y Horacio (25). Tanto en religión como en política, Alejandro Tapia y Rivera fue un libre pensador frente a la iglesia y un liberal reformista dentro las ideas políticas de su época

Del romanticismo recogió. Tapia y Hivera los efluvios temáticos , el culto a la pasión desenfrenada , el insurgentismo anímico . la tristeza violácea, y ese característico concepto ele libertad que e l autor boriquen se ejecuta discretamente en su proceder l iterario. Si rompe con las reglas helénicas del drama por una parte, por la otra, se abraza corclialmente a la fórmula de la intención moral dentro de la obra de arte (Bernardo de Palissy o el h e roísmo d e l trabajo: 1857; La parte del León: 1880, etc.); y s i rinde pleite sía al u so de la hi s toria lejana como motivo románti co (Rob e rto D' Evreux : 1856), por el otro aspecto, le insufla a e a mi s ma l evadura hi s toricista un matiz semilegendario de ·:i:r·agancias po é ti-

mante (Revista), Afio VI, Vol, VI, Núm. l, enero -m arzo, 1950, Sa n Juan, P. R. (Existe una Separata del trabajo.)

25 º Véa se : Menéndez y Pela yo, Marcelino, Hi s toria de las lcl e as Estéticas en E s pa1ia, Tomo XI, Editorial Glem, Buenos Aires, 19!3, pág ; 2& en adelante.

cas, muy salvador para este género de obras: (Gu.arionex: 1851; V asco Núñez de Balboa: 1872, y Camoens: 1868).

En el géneto de la comedia de p .royecciones costumbristas y de crítica social, Tapia y Rivera, escribió: La Cu.arterona (1867) y La Parte del León .(1880). Ambas piezas explayan homenaje a sus respectivas premisas: en la primera, las injusticias sociales contra la raza negra, y en la segunda, su eterna preocupación por las ideas pre-feministas, que también nos había sermoneado el autor · desde su jocoseria: Póstmno el transmiéado (1872) y Pós- · tumo el envirgineado (1882).

El otro dramaturgo, que completa nuestra preocupación en este momento de creacionismo teatral, es Salvador Brau (1842-1912}. Como Alejandro Tapia y Rivera, Brau es . un polígrafo. Cultivó la historia, el periodismo, el verso, la conferencia, la novela y el teatro. Como dramaturgo, cae de lleno dentro de los cánones del romanticismo, tanto en su: Héroe y Mártir (1871), como en: Los Horrores del Triunfo (1887). En el género de la comedia, cultivó un tipo de pieza de criticismo social, muy dentro del costumbrismo eticista. Una se titula: De la Superficie al Fondo (1874), y la otra: La Vuelta al Hogar (1877).

Su drama en · verso poliestrófico: Los Horrores del Triunfo, se e s trenó en el entonces Tea.tro Municipal (:hoy Tapia), de San Juan, P. R. , el 20 de agosto de 1887. La acción ocurre en Palermo y sns inmediaciones, en los füas 29 y 31 de marzo de 1282.

El asunto es histórico y lejano, es la emancipación política de la patria siciliana, revolución que se logra - del honor personal al honor colectivo - contra la intervención del Rey Carlos de Anjou de Francia en ' aquella isla. Se trata de un drama de pescador es, en donde el sentido separatista de Brau emerge limpio y v iol e ntamente de la intimidad de la acción. Beppo , el protagonista de la obra , e s el símbolo del heroísmo del deber libertario; Stella, es la romántica v í c tima del hado , entre el odio-amor de Beppo (héroe na c ional) y el noble galo , miembro de la soldadesc a inva sora , y su verdad e ro amor impo sible. · drama wertheriano t e rm i na con una seri e de mu e rte s e s panto s a B y la proclamaci ón de la r e pública de Si cilia.

E n e s ta pieza te a tral e s tán repre sentadas todas las característi c a s d el ro m a n tici s mo r e inant e . El u so de la hi s toria medieval, 24

el rompimiento con las tres reglas clásicas del drama, el uso constante del poliestrofismo, y el viejo recurso de los largos parlamentos declamatorios, cargados de pasión y angustia. Además, se nota la tendencia a repetir otra serie de clisés de aquel teatro : el uso del personaje desconocido (Prócida), mezcla de los temasde la patria, y el amor, el fatum que persigue a los personajes, y la consabida catástrofe final, que siega vidas y forja lúgubres horizontes.

Dentro de la generación del drama romántico en Puerto Rico, una verdad es palpable en su desarrollo, y es, que mientras la producción teatral de Tapia y Rivera se queda en un eclecticismo fronterizo, equilibrio sutil entre la . estética del neoclasicismo Y los módulos temperamentales de los románticos, en la creación dramática de Salvador Brau, se logra toda una afirmación e s pléndida de la programática de este movimiento estético de pasión desenfrenada: sobre todo en Héroe y Mártir (18il) y Los Horrores del Triunfo ( 1887).

( c) La novela

El romanticismo europeo, fue un movimiento literario que al- · canzó sus mejores cumbres en los géneros de la poesía, el drama . y la oratoria. La novela no se elevó a calidades sorprendentes en casi ningún sitio del mundo. En Puerto Rico, como hemos apuntado al comienzo de este ensayo, la novela de esta clase, tiene sus comienzos en el: Aguinaldo PuertorriqueñQ, de 1843 (26). Son ejercicios de muy poca monta, y los autores que se lanzan a esta aventura madrugadora son: Martín J. Travieso (Pedro Duchateau}, Mateo Cavaihon (Muerta por Amor}, Juan Manuel Echevarría (La Infanticida), y el español Eduaril.o González Pedroso, con una leyenda del medievo, bajo el epígrafe: El Astrólogo y la Judía.

26' Como nota curiosa, consignamos, que en 1690, se publicó en México, D. una novela picaresca titulada: Infortunios de Alonso Ramírez , libro escrito por Carlos de Sigüenza y Gón_gora (1645-1700), obra dictada por su protagonista trotamundos, Alonso,nacido en Puerto ·Rico. Este capitán de aventuras intentó dar la vuelta al mundo. Véase: Sigüenza y Góngora, Car· los, Relaciones Hütóricas, México, D. F., 1940. 25

Todas estas novelas cortas son consideradas por nosotros como ensa y os de aficiorrados, en donde palpitan al uní sono todos los cara c tere s generales romantici smo europeo: . los ambientes lúgubre s, los suicidios, ·· los adulterios, los personaje s mi sterioso s los contra stes de luz y sombra, el pesimismo sombrío , y la s . terminaciones de soladoras y espeluznantes. Nada de genialidade s se encuentra en esos tímidos intentos , pero son de gran importancia, como puntos de partida en la historia de la novela en Boriqu é n.

La cen sura <le libros y material de imprentas tal vez a y udó mucho a entorpecer el pleno y natural crecimiento de este gé nero narrativo , ya que los historiadores no s dicen que en 1531 , por Cédula del 4 de abril, se empezó a re strin gir l a s libertad e s para e l mi smo. Entonces :

«se prohibía pa sar a Indias libro de romances de hi storias vanas o de profanidad , como son de Amadís e otras de e sta calidad , porque é ste es mal ejercicio para los indio s, e co s a en que no es bien que se ocupen ni lean » (27).

Y por el año 1834, nos encontr a mos con un R e al Decreto, en dond e s e l eg i sla sobre el derecho d e impr e nta p a ra Puerto Rico. El artículo 9 , de dicho documento , dice a sí:

cmo e stán exenta s de censura las obras que tratan de ge ografía , hi storia y viajes , ni las de recreo o pa s atiempo , como poe sías, novel a s , y composiciones dramática s ; ni lo s periódicos que no sean puramente técnico s , o trat e n únic amen t e de •art es o ciencias naturales » ( 2 8).

P e ro , a p es ar de la s dificu1tade s del clima, la · no ve lí stica se fue ab rie ndo pa so lentamente, y surgieron en la época, liter a tos c o mo Al e jan dro Tapia y Rivera, autor de La Antigua Sirena,

27 · Me n é nde z y P elayo, Marcelino, Historia de la Poesía · Hispano-Ame· r icana, T om o 1, Madrid , 1911 , pág. 24 .

28 P e d re i ra, Anto nio S., El P eriodi smo e n Pu erto R ico, Tomo 1, La Habana, Cub a , 1941, p ág . 58 . E st e d ec r e to , al d e cir del a utor , ri gió h asta e l año de 186 5 en qu e se _p r om u lgó otro p ar a l a impr e nta. De e ste auto r véa se a demás : l n m lar is mo , B. A l'., Seg und a E di ci ón , 1942, San Ju an , r. R

los dos Póstumos (1872 y 1882) y Cofresí (1876); Eugenio María .de Hostos, autor de La Peregrinación de Bayoán (1862); Manuel Corchado , que publicó Historias de Ultratumba ( 1872); Fran<:isco Mariano Quiñones, que escribió la novela: Nadir-Shah .( 1875), y Ramón Emeterio Betances, con su adolorida narración : La Virgen de Borinquen (1859) (29).

De toda esta florecida de relatores literarios, vamos a destacar -dos de ellos, como creaciones representativas del grupo. La primera es Cofresí, publicada en el afio de 1876. Es ésta una leyenda histórica con un fondo eminentemente romántico. El pirata isleño aparece en esta obra, ennoblecido por su bondad, frente al paisaje marino de su patria: mar, siempre mar. En una técnica episódica de fábula y descripción, Tapia y Rivera nos brinda un panorama de playa boricua, sin muchos arrebatos oceánicos. Lengua y costumbres, folklore y superstición, en un clima de -claroscuro, se van entrelazando amicalmente en el telar de la obra, entre dos fuerzas dramáticas de potente concepción : la aspira-ción a lo virtuoso (Cofresí), y el descarrilamiento del canallismo má s perverso ( ]uancho). Crimen y corrección: 10 bueno siempre triunfa en las obras de este autor, emergiendo de la romántica vida de los insurrectos del mar.

La otra novela, en nuestras notas, es La Peregrinación de Bayoán (1862) , de Eugenio María de Hostos (1829-1903). Este insigne hombre maestro, huésped del mundo, fue más educador Y filósofo que artista, vistas las cosas dentro del más puro e impersonal sentido de esa palabra. En el género que más cerca está Hostos de la literatura esencial, es en el ensayo, en donde nos -Oejó dos redacciones de clásicas vivencias: Romeo y Julieta (1867) y Hamlet (1872), y en su narración noveladora citada anteriormente.

El relato que nos ocupa tiene la técnica del diario cronológico. Es obra de mocedad : la redacta el plumario a los 24 años de edad. Se sitúa como literatura comprometida con los ideales del autor;

29 Véase: Gómez Tejera, Carmen, La Novela en Puerto Rico, Editorial Universitada, Río P. R., 1947.

tanto, . que toda ella es una protesta contra la colonia, y una iluminación de los caminos que se deben abrir hacia la libertad patria : la independencia total.

Firme a los propósitos aristotélicos de belleza, La . Peregrinación de Bayoán, rindió culto al idearium estético del mismo De Hostos, en su: Moral Social, cuando nos aconseja:

cda novela, género que aún dispone de . vida, porque aún dispone de contrastes entre lo que es y lo que debe ser la sociedad humana, puede contribuir a que el arte, siendo verdadero (mímesis) y siendo bueno (enseñar), sea completo» (30).

Tanto en Cofresí, de Tapia, como en La Peregrinación de Bayoán, el paisaje se nos presenta en actitud subjetiva, muy de ton<> romántico, siempre en tri steza violácea. La realidad de los objetos adquieren una apariencia de reflejos intimi stas: narc1s1sm<> introvertido; la naturaleza pasa a ser soñadera de duelos y esperanzas truncas. Dice el protagonista de la obra hostosiana :

«cuando volvía a casa, no me cansaba de mirar el cielo,. y descubrí que había una armonía misteriosa entre el ciel<> y mi alii:IaJ> (31).

Observemos este otro pasaje panorámico de la novela Cojresí,. de Tapia. El forajido iba en esta ocasión entre gendarmes, para recibir en la capital de la isla el Consejo de Guerra ; como desertor y pirata. Caminaba cargado de cadenas, de tristezas, de remembranzas dulce-amargas. Describe el novelista :

ccsería medio día, cuando llegaron a lo más alto de la cordillera en aquel punto. Tendió el ex-pirata la vista a uno y-

30 Hostos, Eugenio María de, Moral Social, Madrid, España, 1906 , pa-· gina 199 .

31 Hostos, Eugenio María de, La Peregrinación de Bayoán, La Habana,. Cuba, 1939, pág. 121.

otro lado: por una y otra parte , el mar , te stigo y ca mpo de sus tropelías : en medio , la tierra , cercada por aqu e l mar como una roca : comprendió entonces que e s taba verdad e ramente preso. La tierra era un punto en la inm e n s idad. Con razón había d es deñado su pequeñez, él, qu e amaba tanto aquella inmen sidad)) (32).

La voz del dulce pai s aje isleño iba resonando amar ga mente dentro del corazón rendido de Cofresí, en verde y negro, en n eg ro y ve rde.

IV. - SÍNTESIS

Si hemos aporiado algo de interés al romantici smo univer sa l, eÜo resplandeciera con perfumes propios en los siguientes ángulos de la literatura de . ese ciclo generacionista : el sentimiento del pai s aje terruñal (Gautier Benítez); la jibaridad poética de ambiente nativo (Alon s o y P ac heco); la emo ci ón libertaria por la patria, de tonalidad se parati s ta (Pachín Marín, Lola Rodrígu e z de Tió); el indianismo, e n po s ición de meno s precio del hombre blanco europeo (Alonso y Tapia y Rivera) , y los inicios del t ema n eg ro {Daubón, Brau , etc.) .

En los demá s motivos literario s, hemo s es tado m arcando el tiempo, a la zag_a , e n una amable imit ación d e lo ex tr anje r o, sm arrebatos ori g inali stas.

Pero en e l s i g lo XIX comenzó e l r e na ce r de nu estr o s valores ea · pirituales, no s comprometimos a calar hondo en nu estros natívistas filone s durmientes, y de spe rtamo s d e ntro del romaD.ticismo azul <le Rugo, co n un c onc e pto d e patria qU: e nos ardía en la entraña : <:o n s titu c iones (1812 al 18 73 ) , poder es omnímodos r ellenando esos paréntesis, ( 189 7); y a s í de se mbo camos involuntaria. mente en la Guerra Hispanoamericana (18 98 ) , para empezar otra ve z , otra vez como si n o hubi ese ocurrido n a da. Mas el romanti-

32 Tapia y Rivera, Al e j a ndr o, Cojresí, San Ju an, P R., 1943, pág. 2S5.

cismo nos trazó el sendero, nos iluminó la manera salvador.:. en que· los pueblos, cavando con amor hacia adentro de las canteras del alma, descubren los oros más íntimos, lo que no muere nunca nunca (33).

33 Los esc ritores principa"fes de la generación romántica en Puerto Rico, podrían organizarse de la siguiente manera, si guiendo promociones natali cia s : 1819 , Alejanflrina B e nítez y d e Arce fl e Gautier; 1822 , Manuel A. Alonso y Pa che co, N ar c i s o de Foxá, Román Baldorioty de Ca s tro; 1823, Fran c i sc0; Vassallo y Cabrera, Edua rdo Eugenio A1; o s ta; 1824., Dani el de Riv e ra y Jim é n ez · J 826, Alejandro Tapi a y Riv e ra; 1827, Ramón Em e terio Betan ces ; 182 8, Sa nti ag o Vidart e, Jo sé G. Padilla ( El C a ribe ) ; 1829, Genaro d e Aranzám e ndi; 1832, Ramón María, Carmen H et; nández Araujo; 18 35, Domingo M. Quijano; 1836, ú1 rn.la Cardona d e Quiñon e s , El e ut e rio Derk es; 183 7, Fran ci sco d e J. Amy, Juan Fran c i sc o Comas Ritt e r, Jo sé A ntonio Dauiión; 18 38, José Julián . B e nigno Balseiro; 1839, Eugenio María de Ho sto s; 1840, Manu e l C o rchado, Jo sé J ac into D áv ila , Jo sé Coll y Britapaja, Jo sé María Monge; 1842 , Sa lv a dor Brau; 184 3, Lola d e Tió; 18 45, Antonio Prida y Díaz; 184 7, Ram ón Ave lino Ménd ez (Juiñone s, Frandsco Alvarez Marrero, Gabriel Ferrer y H e rnández; 1818, .lo sé Gauti e r B e nit ez, Carlos Peñaranda; 18 50, Ca y e tano Coll y To s t e, Manuel María Sama; 1852 , Fid e la Matheú d e Rodrí gu ez; l b5 6, Carlo s Casanova; 1861, Mariano Abril, Mariano Hi era Palmer; 1862, Jo sé M. Machiavel" B e tancourt; 1863, Manu e l Soler y Mart ore ll , Francisco Gonzalo Marin; 1867 , Arturo Cadilla Matos; 1868, Jo sé Gordils 1870, Juan Ezequ ie l Comas Pagán, Arturo Más Miranda; 1873, Ricardo del Toro S oler; 1876, Juan Aboy Benítez.

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