CAPITULO III LAS REDES FAMILIARES CABORROJEÑAS Y EL DESARROLLO DE LA ÉLITE INDUSTRIAL SALINERA Durante el siglo XIX, un puñado de hacendados, profesionales y comerciantes de Cabo Rojo se integran a la industria de la sal, dando paso a la creación de una élite industrial salinera. Constituye éste un fenómeno único en la historia de Puerto Rico. Estos nuevos industriales salineros se aliaron a otros sectores del pueblo y de la sociedad emergente criolla a través de sus negocios y redes familiares, así como en sus aspiraciones de clase y su lucha patriótica anticolonial. A estas familias caborrojeñas se unirían personalidades destacadas en los ámbitos políticos e industriales a lo largo de la Isla. Tal fue el caso de Román Baldorioty de Castro, cuyo padre era caborrojeño. Éste formó parte de esta élite como asesor científico y en sus funciones como administrador de la industria en Cabo Rojo. Industriales como Emilio Cortada y Alfredo Casals, de Ponce, así como Enrique Rousset, de Mayagüez, también se unirían a los esfuerzos de los caborrojeños por desarrollar esta industria salinera a lo largo del siglo XIX. Habrían de ser los vínculos familiares entre estas familias caborrojeñas, o más bien el desarrollo de estas redes familiares, las que efectivamente habrían de facilitar el desarrollo y la consolidación de la élite industrial salinera caborrojeña; y con ésta, el establecimiento y la expansión de esta industria en Cabo Rojo y en otros espacios salineros de Puerto Rico. A su vez, estas familias habrían de tener una participación significativa en el desarrollo social del pueblo. Será en torno a esta élite industrial salinera que se manifiesta el renacer cultural y artístico en Cabo Rojo durante la segunda mitad del siglo XIX. Poetas, músicos, periodistas, industriales, políticos y un gran número de profesionales, llegarían a surgir o a formar parte de las filas de esta élite. Las estructuras del poder municipal, político y judicial, también habrían de ser impactadas y moldeadas por esta élite industrial salinera. La época dorada de la industria tuvo su mayor esplendor durante la celebración de la Feria Exposición de Ponce de 1882, cuando se reconocen los méritos del producto y las contribuciones de la élite industrial salinera caborrojeña a la industria salinera en Puerto Rico, a cuya cabeza se encontraban las familias Comas y Colberg. A partir de esta actividad, habría de tomar auge la explotación salinera a lo largo de la faja que ocupa la esquina sur occidental y el sur de la Isla. Además, esta actividad tendría un gran impacto en los esfuerzos organizativos de la naciente burguesía criolla frente a los esfuerzos del gobierno y la clase mercantil peninsular por bloquear la participación de los puertorriqueños en el desarrollo económico de la Isla.
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