VOLÚMEN 1: CONTEXTO HISTORICO Y Este proyecto fue realizado con fondos federales, mediante una subvención con fondos equiparados para el Año Fiscal 1988-89, del Departamento de lo Interior, Servicio Nacional de Parques por conducto de la Oficina Estatal de Preservación Histórica del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Oficina del Gobernador, conforme a las disposiciones de la Ley Nacional de Preservación Histórica de 1966 según enmendada.
TIPOLOGIA DE SUS ELEMENTOS por: para la: Oficina Estatal de Preservación Histórica de Puerto Rico Enero de 1991
NUESTRO AGRADECIMIENTO... Al Arq. Alberto del Toro por su participación, sus fotografías y sus valiosos consejos, al historiador Edwin Albino por su co-autoría del trasfondo histórico y al artista del lente Héctor Méndez Caratini por sus fotos de las cinco centrales documentadas. También agradecemos al piloto Luis Herrera sus magníficas tomas aéreas de las centrales documentadas. A los ingenieros de vasta experiencia azucarera Rafael Pumarada Ribas y Sixto Cuevas Quijano por sus valiosas aportaciones y al ingeniero químico Dr. Rafael Muñoz Candelario por sus sugerencias a la primera versión manuscrita. A la Corporación Azucarera, dueños y encargados de centrales que nos permitieron la entrada a propiedades y nos orientaron por su gentilidad y atenciones. También a los antiguos dueños, ingenieros y sus descendientes por el acceso a información, fotografías y documentos sobre las centrales y aun las vidas privadas de sus antecesores, en especial a: Cage, Marques, etc. Al delineante arquitectónico.... a fulana por el procesamiento de palabras .... Al Arq. Mariano Coronas Castro de la Oficina Estatal de Preservación Histórica por su respaldo, sin el cual este trabajo no hubiera sido posible.
INDICE GENERAL DEL VOLUMEN 1
página INTRODUCCIÓN
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TRASFONDO HISTÓRICO
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DESARROLLO DE LA TECNOLOGIA AZUCARERA EN PUERTO RICO
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PATRONES ARQUEOLOGICOS
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CONSIDERACIONES PARA LA PRESERVACIÓN
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BIBLIOGRAFÍA APENDICE: TIPOLOGÍA
117 1 - 73
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Contexto histórico
La industria azucarera ha sido la actividad económica de mayor escala en nuestra historia. Los ciclos anuales de la zafra y el tiempo muerto se sentían en toda nuestra economía. Esta industria dominó nuestra sociedad, nuestra política y nuestras vidas durante la primera mitad de la presente centuria como nunca había ocurrido antes ni ha vuelto a ocurrir después. Nuestras centrales de mediados del siglo contaban, en general, con la mejor tecnología existente a nivel mundial. Más de tres cuartas partes de la inversión en manufactura existente en el Puerto Rico de la década del 1930 se daba en aproximadamente cuarenta gigantescas fábricas que devoraban toneladas de caña para convertirla en dulces granos de azúcar y en mieles que alimentaban las destilerías. Aun las más pequeñas tenían portentosas estructuras y operaban ferrocarriles propios. Las más grandes sostenían comunidades planeadas completas que opacaban los pueblos a los que supuestamente pretenecían. A pesar de su limitación geográfica y topográfica, Puerto Rico llegó a ser uno de los más importantes exportadores azucareros del mundo para la década del 1930. Era tan grande la escala de la industria que afectó la relación política con Estados Unidos: el supuesto mercado común entre la colonia y la metrópoli no existía para la industria azucarera. Puerto Rico tenía una cuota azucarera asignada al igual que las demás islas del Caribe; no podía exportar azúcar refinado a Estados Unidos y sus rones estaban sujetos a altísimos impuestos, con la diferencia que el recaudo se asignaba al gobierno insular. Esas limitaciones políticas impidieron que la industria alcanzara todo su
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Contexto histórico
potencial económico, y la mantuvieron como mera suplidora de materia prima para las grandes refinerías norteamericanas.
LA NECESIDAD DE PRESERVAR REMANENTES AZUCAREROS Motiva la realización de este estudio la necesidad de llegar a un plan de preservación que garantice la permanencia de un conjunto de remanentes de la gran industria azucarera del siglo 20 que sean representativos de sus principales formas y facetas. Ese conjunto de remanentes preservados debe ser capaz de comunicar a nuestras futuras generaciones una imágen física, completa, fiel y palpable, que complemente la información que puedan transmitir los medios escritos y gráficos de la que fue nuestra actividad económica más dominante. La misión de la Oficina Estatal de Preservación Histórica incluye la preparación de Contextos Históricos que den un trasfondo histórico de una actividad social, establezcan su importancia e identifiquen sus diferentes tipos de remanentes. Basándose en el Contexto Histórico de la actividad correspondiente, la Oficina debe elaborar planes de preservación y evaluar proyectos que puedan impactar los remanentes de ésta.
CONTRIBUCIÓN HISTORICA Este estudio intenta aportar nuevas perspectivas y fuentes a la historia de la industria azucarera en Puerto Rico y el Caribe, aspectos de la cual han sido estudiados por Scarano, Ramos Mattei, Baralt, Moreno Fragináls y otros. Por medio de fuentes arqueológicas y orales, y la aplicación de conocimientos técnicos, geografía económica y estrategia empresarial, se ha ampliado la información de las fuentes documentales y secundarias.
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Contexto histórico
Esta obra se concentra mayormente en las centrales del siglo 20, período que no ha sido enfatizado hasta ahora por los historiadores. Se incluye también datos y análisis que abarcan la industria desde el siglo 16, y se alcanzan conclusiones, referentes principalmente a cuestiones técnicas, que difieren de lo que se venía aceptando como cierto.
ALCANCE La gran central azucarera comenzó a fraguarse desde el 1898, cuando los inversionistas con intereses azucareros del este de Estados Unidos llegaron pisando los talones de sus tropas. Aunque las centrales que fundaron éstos entre 1900 y 1905 diferían de las pequeñas centrales que había en la isla sólo en la escala, eran tanto mayores y las opacaron a tal extremo que hay quien reclama que esas empresas estadounidenses fueron las primeras centrales que hubo aquí. Se escogió al 1952 como la fecha límite del contexto histórico porque ese año ocurrió la mayor producción azucarera puertorriqueña de todos los tiempos a la vez que se veía en acción a las fuerzas y procesos que eventualmente terminaron con la rentabilidad y la competitividad de la industria. Desde entonces la producción fue entrando en decenso y los cierres de centrales pronto dejaron de circunscribirse a unidades pequeñas e ineficientes que no eran competitivas. La industria ya dejaba de ser una inversión atractiva y su término como empresa con fines de lucro pasó a ser cuestión de unos años. Este estudio histórico, arqueológico y gráfico de las centrales se ha hecho en vísperas de que se pierdan al deterioro, al vandalismo, a la ignorancia y a los desastres naturales las tres centrales inactivas que mejor se conservan (Sóller, San Francisco y Aguirre) y de que sean destruídos los menguados remanentes que restan de algunas de las demás. Las cuatro centrales que quedan activas se irán cerrando paulatinamente
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Contexto histórico
según la economía no resista el subsidiarlas y según se va abandonando la siembra de caña.
ORGANIZACION Este trabajo comienza con un trasfondo histórico de la industria en Puerto Rico desde la introducción de la caña a la isla y la fundación del primer ingenio azucarero hasta la zafra récord del 1952. Se contrastan las haciendas del siglo 16, conocidas sólo por someras descripciones, con las de la segunda mitad del siglo 19, de las cuales quedan algunos remanentes. Igualmente se contrastan esas haciendas decimonónicas con las primeras centrales de fines del siglo y estas últimas con la gran central del siglo 20. Se discute el efecto del cambio de soberanía y el desarrollo de la industria en el siglo 20, hasta los factores que eventualmente contribuyen al creciente deterioro que ya se veía venir en el año que termina el período estudiado. Le sigue un análisis del desarrollo técnico de la maquinaria azucarera desde las primeras haciendas hasta el equipo que aun se utiliza en nuestras centrales. Se enumeran y se describen someramente aquí los equipos principales de los ingenios modernos. Se pasa a la caracterización de patrones arqueológicos y a consideraciones y recomendaciones generales en cuanto a la preservación de remanentes. La bibliografía hace un modesto aporte al tema azucarero. La tipología que aparece como apéndice incluye estructuras principales, maquinarias y aparatos que se encuentran en la mayoría de las centrales. Esta debe servir de guía a estudios arqueológicos y en la preparación de nominaciones ligadas al tema.
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Contexto histórico
La documentación de cinco centrales inactivas existentes constituye el volumen dos y es de gran valor e importancia para este trabajo. Estas se escogieron a base de grado de conservación y tamaño de unas doce centrales de las cuales quedan remanentes significativos. Entre las cinco centrales hay dos , Sóller y San Francisco, que al momento de su cierre estaban entre las más pequeñas pero que en el contexto de todas las centrales que hubo en el siglo se podrían situar junto a las medianas. Las otras tres, Eureka, Lafayette y Cortada, podrían considerarse en términos de tamaño dentro del grupo que seguía a los tres gigantes: Aguirre, Guánica y Fajardo. Aguirre cerró mientras este trabajo estaba en progreso, pero su gigantismo le hubiera impedido el haberse incluído en un estudio de esta escala y presupuesto aunque no hubiera habido conflicto de fechas.
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Contexto histórico
por: Edwin Albino Plugues Luis Pumarada O'Neill La industria azucarera de Puerto Rico tuvo sus inicios en el siglo 16, en pleno proceso de conquista y colonización. A través de los siglos subsiguientes la misma experimentó altas y bajas. Evolucionó desde los métodos más rústicos de siembra, cosecha y molienda hasta los más avanzados. Ciertamente las fases agrícolas y fabriles de la actividad cañera maduraron en forma determinante en el siglo 20, cuando se colocaron en vanguardia a nivel mundial. Sin embargo las centrales fueron introducidas a Puerto Rico en el siglo pasado; desde 1873 existían unidades llamadas entonces factorías centrales, con las técnicas y aparatos distintivos de la central moderna aunque de menor escala. Pero es claro que las centrales azucareras alcanzaron su desarrollo máximo en el siglo actual, alcanzando la arquitectura, la tecnología y la capacidad agrícola su máxima expresión. Las centrales superaron a las viejas haciendas azucareras en cuerdaje, maquinaria, rendimiento de sucrosa, fuerza de trabajo, organizacion y en la concentración de poder económico, social y político. La "centralización" era precisamente concentrar en una unidad de mayor capacidad y eficiencia y con una localización estratégica la molienda que hasta entonces había estado repartida entre muchas unidades.
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Contexto histórico
Tanto el establecimiento inicial como el desarrollo tecnológico y productivo y la evidente contracción de la industria en las últimas décadas 1 ocurrieron dentro de un contexto muy complejo en términos de los factores y procesos que intervinieron: precios del azúcar en el mercado mundial, cambios en la fuerza de trabajo, tecnificación, niveles y formas de consumo, cuotas, competencia y otros, todo dentro de una industria en la cual las economías de escala son muy grandes. 2 Para acercarnos a la historia de las centrales azucareras, no podemos ni debemos obviar sus antecedentes históricos. En ese sentido dedicaremos varias páginas a explicar los precedentes que desembocaron en el desarrollo de las centrales en Puerto Rico.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LAS GRANDES CENTRALES DEL SIGLO 20: DE LA HACIENDA AZUCARERA A LA FACTORIA CENTRAL PROCEDENCIA E INTRODUCCION DE LA CAÑA DE AZÚCAR Los investigadores botánicos e historiadores han rastreado la procedencia de la caña de azúcar a las islas del Pacífico Sur [Deerr, 1949, tomo 1, pp.12-15]. La gramínea de dulce tallo fue llevada al archipiélago de las Indias Orientales, a la Península Malaya, a Indochina, al arco que rodea la Bahía de Bengala en la India y luego a China. Su utilización original fue sólo como fuente de guarapo para chupar, tomar y endulzar. Fue en Oriente donde se comenzó a producir azúcar de caña y donde Marco Polo adquirió conocimiento de su existencia y lo transmitió a Europa.
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De alrededor de 40 centrales que existían a mediados de este siglo, hoy día quedan sólo cuatro.
Economía de escala significa que el producir más unidades resulta en un costo promedio por unidad menor.
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Contexto histórico
La caña y la fabricación de azúcar pasaron a Persia, a Arabia y luego al Mediterráneo. Fueron los moros quienes la introdujeron a España. Posteriormente, de Islas Canarias 3 pasó a América [Deerr,1949, tomo I, pp.12-118; Spencer y Mead, 1967, p.3; Morales Carrión, 1974, pp.40-42]. La caña fue introducida a las Antillas por Cristobal Colón en su segundo viaje, y se sembró primeramente en La Española. De allí pasó a Puerto Rico circa 1515 y se utilizó para la producción azucarera por primera vez c.1523, fecha en la cual ya funcionaba nuestro primer ingenio azucarero, del cual hablaremos más adelante [Fernández Méndez, 1975, p.125; Galeano, 1978, p.89; Herrero, 1970, p.10; López, 1946, p.149; Coll y Toste, 1977, p.692]. La caña que pasó al Nuevo Mundo fue la variedad "Puri" o "criolla", cuyos tallos fueron sembrados en suelo borincano hasta el siglo 19 [Deerr, 1949, tomo I, pp.18-19; Earle, 1923, p.524]. INICIO Y ESTANCAMIENTO DE LA INDUSTRIA AZUCARERA: SIGLOS 16 AL 18 La industria azucarera tomó el lugar principal en la incipiente economía isleña del siglo 16 al decaer la extracción de oro. Las condiciones propicias, como la creciente demanda de azúcar en el mercado europeo y el alto precio resultante, las tierras abundantes y la disponibilidad de la mano de obra de esclavos negros e indios, se unieron a las medidas que promulgó la Corona española, tales como la prestación de dinero para la inversión inicial, la excención contributiva y la prohibición del desmembramiento de ingenios por embargos, para dar el impulso inicial a la industria [Baralt, 1989, s.p.].
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Picó [1986, p.58] nos señala que "fueron los genoveses los que introdujeron este cultivo a Sicilia e Islas Canarias, y los portugueses los que perfeccionaron sus técnicas de elaboración y las difundieron."
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Contexto histórico
Un estudioso de la industria azucarera boricua apunta que "el primer ingenio azucarero que hizo azúcar en Puerto Rico fue uno llamado 'San Juan de las Palmas', establecido en San Germán (entonces ubicado en la región de Añasco y Rincón) por Tomás de Castellón con un préstamo de la Corona de España a un costo aproximado de 2,000 pesos" [López, 1946, p.149]. Con este ingenio del empresario genovés que como ya dijimos operaba para 1523 [Hostos, 1976, p.137] se inició nuestra industria. El ingenio de Castellón se caracterizaba por el uso de fuerza hidráulica, toda vez que utilizaba agua corriente 4 del río Calvache para mover la rueda de madera que impulsaba el molino [Hostos 1976, p.137]. Picó [1989, p.59] nos apunta que su localización probablemente tuvo que ver con la posibilidad de adquisición de mano de obra indígena que esta zona occidental todavía podía suplir. Este ingenio no tuvo éxito económico, aunque eso tal vez se haya debido a la prematura muerte de su dueño en 1527. Posteriormente, en la década de 1540 y en las riberas de ríos navegables cercanos a San Juan se fundaron más ingenios. En esa época tocaban puerto en la capital naves que transportaban sus productos a España, específicamente a Sevilla [Coll y Toste, 1977, p.692; Picó, 1986, p.60]. En 1540 se estableció el primer ingenio del valle de Loíza, el primero de tres que operaron en esa región en el siglo 16. En 1548, Gregorio de Santolaya fundó en Bayamón un ingenio de caballos con el nombre de Santa Ana, y otro ingenio de fuerza hidraúlica en 1549 bajo la denominación de Nuestra Señora del Valle Hermoso en el Valle del Toa. Alonso Pérez Martel, con 1,500 pesos facilitados por la Real Hacienda a préstamo en 1549, también estableció un ingenio
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Esta frase se refiere al hecho de que la rueda estaba colocada directamente sobre el agua corriente, en vez de llevarse el agua por medio de un canal hasta donde se hallaba la rueda y vertirla sobre ésta.
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Contexto histórico
movido por fuerza hidráulica en el Toa, el cual llegó a contar con 74 esclavos africanos [López, 1946, p.149; Baralt, 1989]. Según el cronista Melgarejo, para 1589 había 11 ingenios en la isla localizados en Bayamón, el Toa, Loíza y en San Juan cerca del Río Puerto Nuevo, los cuales produjeron unas 190 toneladas de azúcar [Fernández Méndez, 1976, pp.118-30]. Melgarejo también señala que había habido otros ingenios que fueron abandonados tras ataques de indios y corsarios. La mayoría de las haciendas de la época eran construídas en mampostería, habilitadas con casa habitación para el personal y preparadas para la defensa contra posibles ataques. Tabla 1: Producción azucarera, siglos 16 al 18 5 Año 1564 1582 1602 1776 1783
Toneladas 250 188 38 137 137
A pesar del crédito disponible y de la fertilidad y la abundancia de las tierras se fundaron pocos ingenios. En la segunda mitad del siglo 16 los pocos que había comenzaron a decaer. La mayoría de los habitantes libres que no emigraban a México y Perú se dedicaban a la producción de frutos de subsistencia al margen del estado (la llamada economía cimarrona de subsistencia). Los factores que motivaron esa precariedad fueron: la falta de interés de España por el azúcar boricua (ésta consumía el azúcar producida en Islas Canarias, Andalucía y Granada), la creciente escasez de barcos para el comercio legal y el despoblamiento por
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Fuente: Herrero, 1970, p.11.
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Contexto histórico
emigración [Baralt, 1989, s.p.]. Otros factores fueron: las restricciones comerciales de la metrópoli y la colonia, incluyendo el monopolio del puerto de San Juan para los embarques legales y el descenso en el precio mundial gracias al aumento en producción en Brasil, Haití y las Antillas Menores [López, 1946, p.150; Picó, 1986, p.62]. Si bien la producción subsiguiente fue disminuyendo, en ocasiones se notaban alzas, aunque todavía muy por debajo de las mejores producciones del siglo 16 (veáse las tablas 1 y 2). La merma en la exportación se reflejó en la disminución de unidades productivas: mientras que para 1582 había once ingenios, para 1602 su número había bajado a ocho y luego a siete en 1646 y 1694 [López, 1946, pp.149-50; Silvestrini y Luque, 1988, p.129]. Además de estos ingenios había trapiches para obtener melao (trapiches melaeros) en San Germán y Coamo. El melao era el endulzador del pobre y se fermentaba para obtener aguardiente.
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Contexto histórico
Tabla 2: Exportaciones de azúcar a Sevilla, siglos 16 y 17 Año 1568 1569 1570 1571 1583 1584 1589 1593 1594 1650 1651 1652 1654 1660 1663 1670
Cajas 740 379 267 284 79 186
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Arrobas 22,200 11,370 8,010 8,520 2,370 5,580 1,170 5,640 9,105 333 534 230 308 1,100 216 132
Para finales del siglo 18 la industria inició un nuevo proceso de desarrollo. En esa centuria se dio el examen y las recomendaciones que hizo el Mariscal O'Reilly en 1765 para atender la situación de atraso por la que atravesaba el país en materia agrícola y comercial. Entre las medidas que propuso estaban: el establecimiento de algunos hombres de caudal que pusieran ingenios, la implantación de un arancel aduanero, el estímulo o la entrada de artesanos y agricultores, la producción obligatoria de aquellos frutos que fueran más útiles para el comercio español, la inmigración de comerciantes, el fomento del trabajo esclavo en proporción al número de tierras poseídas y al tamaño de las familias, la confiscación de las tierras baldías y su repartición junto con las que se poseían en usufructo, y la instalación por cuenta del rey de un ingenio moderno para
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Fuente: Picó, 1986, pp.60,63. La exportación de azúcar para entonces se efectuaba en cajas de madera. Sevilla era el único destino legal que podían tener entonces nuestros productos.
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Contexto histórico
que sirviera de estímulo a sus súbditos [Fernández Méndez, 1976, pp.274-48; Bagué, 1968, p.12]. Los resultantes decretos de reforma agraria (medidas borbónicas) de 1776 y la Real Cédula de 1778 que concedían la propiedad legal de la tierra a los que la cultivaban y la reclamaban tuvieron efecto inmediato sobre la producción cafetalera, pero no fructificaron para el azúcar hasta el siguiente siglo [Pumarada, 1990, pp.11-16; Albino, 1979, p.6]. Para fines del siglo 18 las antiguas Trece Colonias inglesas se independizaron e incrementaron su comercio con las islas del Caribe. La nueva república adquiría productos tropicales, principalmente mieles y azúcar de Cuba y Puerto Rico, a cambio de harina, provisiones, esclavos y manufacturas [Santana, 1968, p.201-11]. Para 1780 varios inmigrantes irlandeses en Puerto Rico establecieron sendas haciendas azucareras. Uno de ellos fue el ingeniero militar Tomás O'Daly, quien fundó una de las unidades más importantes de la época, la Hacienda San Patricio, a orillas del río Puerto Nuevo [Ramos Mattei, 1986, p.18]. Su hermano Jaime, fundador de la Real Factoría, compañía de importación y exportación de la isla, fundó en esa misma época la Hacienda Los Mameyes en Loíza [Sued Badillo, 1986, p. 45-46]. Estas haciendas no sólo constituyeron un renacer para la industria sino que probablemente introdujeron a Puerto Rico importantes innovaciones técnicas, tales como el molino de metal y el tren jamaiquino. 7 Puede decirse que los irlandeses contribuyeron al azúcar tanto como los franceses provenientes de Haití al café. 8
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Véase en la sección sobre desarrollo tecnológico la parte referente a la extracción del jugo.
Fueron también irlandeses los hermanos que instalaron la primera máquina de vapor en una hacienda azucarera de Ponce [Scarano, 1984, pp.107-08].
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Contexto histórico
Para fines del siglo 18 tomaron impulso los cultivos de exportación, en especial el café, gracias al alza en precios y la inmigración de experimentados hacendados franceses que huían de la revolución haitiana. Como consecuencia se incrementó la introducción de esclavos africanos a la isla. DESARROLLO DEL SISTEMA DE HACIENDAS EN EL SIGLO 19 En el Puerto Rico del siglo 19 el término hacienda 9 aplicaba a aquellos complejos agrícolas-industriales con cierto grado de autosuficiencia que cosechaban y elaboraban un producto principal destinado mayormente al mercado mundial. Las haciendas azucareras estaban ubicadas principalmente en los llanos costaneros y vegas con acceso a los puertos, hacia donde extraían su producción de azúcar mascabado (véase la sección sobre desarrollo tecnológico). Desde la primera mitad del siglo 19 la mayor parte de su azúcar se exportaba a las refinerías norteamericanas. Las haciendas utilizaban principalmente mano de obra esclava complementada por algunos jornaleros o trabajadores libres. Variaban de tamaño desde las decenas de cuerdas con su trapiche de una o dos yuntas y tal vez una dotación pequeña de esclavos hasta grandes ingenios con maquinaria movida por fuerza hidráulica, vapor o por hasta 8 yuntas de bueyes, 10 con centenares o aun miles de cuerdas de terreno y decenas de esclavos. La hacienda azucarera tendía a ser de mayor tamaño que su contraparte cafetalera, pues tanto la agricultura cañera como la elaboración del azúcar son favorecidas mucho más que el café por las economías de escala.
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En el siglo 16 se había llamado hacienda a toda empresa agrícola incluyendo la ganadería y la producción de yuca y otros frutos además de las cañeras. 10
Comúnmente, un molino de 6 ó 8 yuntas era más potente que uno hidráulico o de viento, pero los bueyes requerían pasto, cuido y boyeros.
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Contexto histórico
El siglo 19 comenzó con buenos impulsos para la industria sacarina, especialmente por la apertura de puertos a lo largo del litoral, la inmigración de hacendados y una demanda mundial insatisfecha que inflaba los precios y estimulaba al comercio internacional a financiar la creación de nuevas y mejores haciendas. Siendo el azúcar un producto de bajo valor por libra, la viabilidad económica de su fabricación es muy sensitiva al precio de la transportación hasta el mercado. En los valles costeros del litoral no se podía sembrar caña para llevar el azúcar a reembarcarse en San Juan, pero sí era factible hacerlo con el café por su mayor precio unitario. La apertura de puertos benefició mucho más al azúcar, al punto que desplazó café de las tierras llanas vecinas a los puertos principales. Las estancias y haciendas cafetaleras (muchas de las cuales se habían formado por la demolición de hatos a fines del siglo 18) de las cercanías de Ponce, Mayagüez y Guayama fueron convirtiéndose en azucareras. Las mejor administradas y más capitalizadas de ellas fueron creciendo al absorber medianas y pequeñas propiedades vecinas así como parcelas de subsistencia que existían sin títulos de propiedad en sus periferias (véase la tabla 3). Veamos una descripción hipotética de una hacienda progresista de c.1820, hecha para propósitos de estimar impuestos [González Vales, 1978, p.129]:11 145 cuerdas de terreno 50 esclavos varones 15 esclavos mujeres 8 esclavos muchachos 35 yuntas de bueyes 4 tiros de caballo casa de trapiche techada en tejas
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La misma fuente menciona [p.128] equipo de trapiche melaero: molino de madera y hornario de dos pailas. Este equipo aparece evaluado en aproximadamente la tercera parte del valor del equipo equivalente de la hacienda azucarera.
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Contexto histórico
molino de tambores (de hierro) tren jamaiquino casa de purga para 50 pipotes de teja un alambique y otro pequeño casa de batición 35 pipotes de guarapo
Tabla 3: Variación en las unidades productoras 12 Año 1817 1823 1833 1840
unidades 427 1,430 1,472 825
hierro
madera
228 383
1202 1089
alambiques 99 293 380
La industria azucarera se benefició de una serie de acciones gubernamentales que tuvieron lugar durante el siglo pasado: repartición de tierras baldías, liberación de efectivo y capital al permitir la acuñación de riles de pago,13 la disponibilidad de mano de obra mediante licencias para traer más esclavos, la imposición del reglamento de la libreta y la Real Cédula de Gracia de 1815. Esta última medida estimulaba la
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Fuentes: González Vales, 1978, p.105; Cruz Monclova, 1970, tomo 1, pp.158,199. Para 1823 el trapiche de madera se usaba mayormente a escala familiar para obtener melao, el endulzador usado localmente por las clases humildes, mientras que el uso de molinos de hierro se limitaba a los ingenios de las haciendas azucareras. En 1833 el número de alambiques casi coincide con el número de ingenios con mazas de hierro, corroborando que ambos aparatos se habían tornado ya casi enteramente característicos de la hacienda azucarera. Para 1840, reducido a la mitad el número de unidades, al parecer ya no sobrevivieron haciendas pequeñas, quedando sólo diminutos trapiches melaeros y haciendas con molinos de hierro. 13
Ril fue el nombre dado en Puerto Rico a la moneda de acuñación privada.
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Contexto histórico
inmigración de empresarios y capitales, el fomento de haciendas, el aumento de las esclavitudes y la adquisición de maquinaria. Como resultado de esas medidas y de la disponibilidad de crédito de parte del comercio azucarero de Santomas, se fueron fundando más y mayores ingenios, con abundante cuerdaje de caña y pastos, numerosa dotación de esclavos, molinos de gran capacidad y buena cantidad de bueyes y carretones para el acarreo. Aunque decenas de haciendas instalaron máquinas de vapor entre 1820 y 1840, la mayoría de los ingenios de mediados de siglo operaba con la tecnología de fines del siglo 18 [Hostos, 1979, p.138]. Algunos ingenios de bueyes adoptaron en la segunda mitad del siglo 19 el molino triangular horizontal, lo cual aumentó el rendimiento de sus cañas y los mantuvo competitivos con los de vapor por más tiempo. 14 En la segunda mitad del siglo eran cada vez más las haciendas grandes que instalaban máquinas de vapor, las cuales habían venido mejorando significativamente. Sin embargo, la capacidad de molienda de éstas máquinas podía sobrepasar la capacidad de la evaporación de los trenes jamaiquinos. Para aprovechar el potencial económico de un molino de vapor de gran capacidad (40-60 caballos de fuerza) fue necesario instalar trenes jamaiquinos adicionales 15 y expandir las casas de purga.
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El molino de tres mazas horizontales de arreglo triangular es el mismo tipo que se usa hoy día en las centrales Véase la sección sobre desarrollo tecnológico. 15
Como se hizo en las haciendas Esperanza de Manatí y Mercedita de Ponce [Ramos Mattei, 1981, p.76].
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Contexto histórico
SURGEN LAS FACTORÍAS CENTRALES Para aprovechar las economías de escala y reducir sus costos para mantenerse rentables en un mundo de precios en picada (véase la tabla 4), las haciendas de mayor desarrollo combinaban la innovación tecnológica con el empleo intensivo de mano de obra esclava y de trabajadores contratados de las Antillas Menores. Para poder aprovechar la toda la capacidad de la nueva maquinaria incrementaban su cuerdaje en caña y mejoraban el sistema de transportación interna que la traía hasta el ingenio. La mayoría de las unidades que no aumentaban su molienda estuvieron abocadas al colapso, situación que estuvo apalancada por la crisis azucarera mundial del último tercio del siglo decimonónico. Tabla 4: Precios locales del azúcar mascabado en el siglo 19 16 Año 1804 1843 1870 1875 1880 1885 1890 1895 1897
Precio 18 6 5 3 4 3 2 2 2
En la segunda mitad del siglo 19 algunas haciendas con ingenios a vapor instalaron aparatos de vacío para mejorar la cristalización. Estos recibieron el nombre
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libra.
Fuentes: Baralt, 1989, s.p.; Ramos Mattei, 1986, pp.34. El precio está dado en centavos por
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Contexto histórico
de tacho por la paila en la cual se había venido llevando el melao a punto de azúcar 17 y a la cual sustituían. Otro adelanto adoptado en las haciendas fue la purga en centrífugas. Esas máquinas podían extraer la miel en cuestión de minutos y mucho mejor que el lentísimo sistema de purga por escurrimiento (véase la parte del desarrollo de la tecnología azucarera) [Scarano, 1982, pp.41-42; López, 1946, pp.152-53]. Las haciendas más capaces e innovadoras fueron adquiriendo sistemas de vapor, bombas y azufradoras, así como rieles y vagonetas para el acarreo de la caña al batey [Ramos Mattei, 1986, pp.66-80]. A las fábricas que producían azúcar con tacho al vacío y centrífugas, pero evaporando en tren jamaiquino, se les llamaba de tren mixto. Algunos ingenios de bueyes con trenes y casas de purga sobrevivieron, al igual que algunos trapiches melaeros, hasta las primeras décadas del siglo 20 en la altura y la medianía. Cuando un empresario azucarero instalaba un evaporador al vacío de múltiple efecto además del tacho al vacío y las centrífugas había convertido su ingenio en una factoría central. 18 Las nuevas máquinas y aparatos se compraban a grandes fabricantes de Inglaterra (e.g.: Mirlees, Tait and Watson Ltd., y Duncan Steward), de Francia (e.g.: Cail & Co. y Decauville) o de Estados Unidos (e.g.: West Point Foundry Co.) [Ferreras Pagán, 1902, pp.113-125; Ramos Mattei, 1986, pp.67,77 y 1988, pp.45,48].
17
Según el testimonio oral de una persona que vio este proceso en un ingenio de Hormigueros, cuando el melao estaba en su punto el maestro azucarero daba la orden de pasarlo de una paila a otra con la expresión "¡túmbalo!" [Ramón Echevarría, entrevista, 1977]. 18
Factoría central fue el nombre dado en la isla a las primeras centrales , creadas modestamente a fines de siglo. Este ingenio equivale a lo que Moreno Fragináls [1978, p.170] clasifica como hacienda mecanizada: una fábrica relativamente pequeña con maquinaria de vapor, evaporación y cocción al vacío y centrífugas (véase la sección sobre desarrollo tecnológico).
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Contexto histórico
Las centrales grandes del siglo 20 usaban el mismo equipo pero en mayor número y escala, con mejores controles y personal más diestro. Su mayor eficiencia provenía principalmente de las economías de escala, no de una mejor maquinaria. Los hacendados del siglo 19 no contaban con la infraestructura crediticia para alcanzar esa escala de fábrica e instalar los ferrocarriles que se necesitaban para traer la cantidad de caña que requería la operación rentable de una central de gran tamaño. Ciertamente desde mediados de siglo había habido intentos serios y conscientes para que se crearan factorías centrales, aunque también hubo discrepancias por parte de muchos hacendados a las sabias recomendaciones y proyectos que se plantearon desde 1846 hasta 1880 en las propuestas, proyectos y planes de Ormaechea (1846), Borda (1873) y McCormick (1880) entre otras [López, 1946, p.151; Fernández Méndez, 1976, pp.121-27; Ramos Mattei, 1986, pp. 21-28]. Si bien la industria azucarera tuvo unos períodos de crecimiento como el experimentado desde c.1780 hasta 1840 y el comprendido entre 1850 y 1879 (motivado este último por guerras en Estados Unidos, República Dominicana y Cuba), también pasó por épocas de crisis como la del 1840 al 1850 y la del 1880 al 1898. Esas crisis ocurrieron en la industria a nivel mundial por razones tales como la caída del precio debido a sobreproducción y la producción de azúcar de remolacha en Europa. La industria azucarera puertorriqueña se mantuvo viva en ese último período de crisis gracias mayormente a aquellas unidades que desarrollaron una gran producción, como los ingenios de tren mixto de Mercedita en Ponce y Monserrate en Manatí y las factorías centrales creadas entre 1873 y 1898 como Carmen, Canóvanas y Coloso. Muchas de las primeras factorías centrales fracasaron durante ese período; otras sobrevivieron y alcanzaron las condiciones favorables a la expansión azucarera del siglo 20. Algunas de ellas pudieron entonces crecer y alcanzar una escala ventajosa, pero otras no pasaron de la primera crisis de nueva centuria.
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Contexto histórico
Ferreras Pagán [op. cit.] registra que en 1902 había en la isla 39 productores que se autodenominaban "centrales", incluyendo factorías centrales y otras de tren mixto, además de las gigantescas Aguirre y Guánica. De éstas, 17 estaban en el norte, diez en el este, siete en el sur, cuatro en el oeste y una en el interior. El norte había tenido ferrocarril desde 1892, lo cual favorecía la concentración de la molienda, por cuanto era de esperarse que tuviera el mayor número de factorías centrales. En el oeste (especialmente en Mayagüez, Cabo Rojo y San Germán) y en el sur (especialmente en Ponce, Guayama, Guánica y Yauco) la hacienda azucarera había alcanzado su máximo desarrollo, los valores de la tierra eran altos y ésta se hallaba repartida en muchas unidades que la utilizaban sin dejar predios baldíos, mientras que la inversión en máquinas de vapor y trenes mixtos era grande. Esas condiciones reducían la ventaja que hubiera tenido una factoría central sobre lo existente a la vez que aumentaba la inversión necesaria para su establecimiento, por lo cual se entiende que haya habido tan pocas en esas zonas. El este (Humacao, Fajardo, Maunabo, Yabucoa) había estado menos desarrollado, por lo cual existían haciendas de muchas cuerdas y terrenos baldíos con maquinaria de poco valor. Resultaba muy viable el fundar una factoría central en el batey de una hacienda con estas características. El interior, por ser mayormente montañoso, no se presta al cultivo eficiente de la caña y, con el agravante de la transportación tan deficiente del siglo 19, no permitía, en términos generales, la explotación cañera. 19 Fueron diversos y mayoritariamente de naturaleza externa los factores que provocaron el desgaste de la industria azucarera a fines del siglo 19. Las 550 unidades productivas que hubo en 1870 habían disminuído a 444 en 1886; y para 1898 sólo
19
La central del interior que informa Ferreras Pagán estaba en Caguas, municipio poseedor de la mayor vega de esa región y unido a San Juan por la Carretera Central desde c.1856 y por ferrocarril desde fines del siglo 19.
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Contexto histórico
funcionaban entre 150 y 200 [Quintero, 1982, p.30; Baralt, 1989; Ramos Mattei, 1986, p.37]. La crisis que abate a una unidad estimula su absorción por otra que busca escapar a la crisis del precio bajando su costo unitario a base de incrementar la producción total mediante inversiones en maquinaria y aumentando sus cañaverales. Cuando la crisis de la década de 1880 acusaba rivetes de calamidad y se hizo claro por la precariedad y quiebra de algunas unidades que la factoría central no era una solución infalible a esa situación, hubo intentos urgentes de sectores económicos (hacendados, comerciantes y profesionales) para conjurarla. Un caso que es importante señalar es la cumbre que se celebró a este respecto en 1886 en Aibonito [Mejía, 1972, pp.23-35]. De hecho, esta crisis desembocó en una serie de actos conspiratorios, como los de 1887 y 1897, y trajo un apoyo abierto a la invasión norteamericana de 1898 de parte de importantes hacendados azucareros tales como los Quiñones de San Germán, Lluveras de Yauco y Fajardo de Hormigueros. Si bien la situación de los esclavos había provocado actos conspirativos de su parte, los hacendados tambien conspiraron para preservar sus haciendas. Algunos hacendados, abiertamente anexionistas, parecen haber deseado para sí las condiciones que gozaban los productores de Hawaii y Luisiana en términos de mercadeo, precio y protección gubernamental.
Si vemos el cuadro de las cifras de producción azucarera a intervalos de 5 años (tabla 5) se evidencia una tendencia ascendente en los primeros 80 años del siglo y una descendente desde 1880 hasta 1897. 20
20
La mayor producción del siglo, y de toda la época de la colonia española, tuvo lugar en 1879, cuando se alcanzó la cifra de 340,647,036 libras [Miller, 1947, p.582].
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Contexto histórico
Tabla 5: Producción azucarera de Puerto Rico en el siglo 19 Año 1803 1814 1819 1824 1828 1830 1835 1840 1845 1850 1855 1860 1865 1870 1875 1880 1885 1890 1895 1897
Producción 263,000 19,554,000 15,000,000 17,944,400 18,782,675 34,016,375 43,857,450 81,793,693 92,904,423 112,129,432 101,437,866 116,015,181 121,053,963 191,649,670 162,193,601 221,220,894 195,710,198 128,021,909 131,870,349 126,927,472
21
Valor
3,910,167 3,043,135 3,480,455 3,631,618 5,949,492 4,865,808 3,016,948 5,782,316 3,782,465 4,047,399 4,007,992
Si contrastamos las cantidades de unidades productivas existentes durante el transcurso del siglo con las producciones anuales de azúcar tenemos que inferir, dado que se producía cada vez más azúcar en menos unidades, que muchas haciendas aumentaban su tamaño y producción, el proceso que Quintero [1982, p.29] llama "concentración". Las economías de escala resultado del crecimiento de muchas haciendas, auxiliadas desde c. 1865 por mejoras en la calidad del producto, amortiguaron los efectos de la caída de los precios del azúcar mascabado: de 18
21
Fuentes: Miller, 1947, p.582; Cruz Monclova, 1970, pp.63-96. La producción está dada en libras y el valor en pesos.
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Contexto histórico
centavos por libra en 1804 a 2 centavos en 1895 (véase la tabla 4) [Baralt, 1989; Ramos Mattei, 1986, pp.29-34] . Sin embargo, esos mecanismos dejaron de ser efectivos a partir de 1880, a juzgar por la merma en la producción, debido probablemente al efecto complementario de otros factores. Esa crisis de fines del siglo 19 se vio agravada por las plagas y enfermedades de la caña, la sequía, los impuestos y la desviación del crédito refaccionario al café, cuya creciente demanda y rentabilidad lo llevaron a ocupar el lugar de la destronada azúcar en las últimas dos décadas de dicho siglo. La fuerza de trabajo de la cual había dependido principalmente la industria, la esclavitud, había descendido desde 1846 hasta el 1873, cuando fue abolida. El precio por esclavo había venido incrementando desde 1820. En ese año se vendía por 200 pesos un ser humano, pero su precio subió a 400 pesos en 1840 y a 600 pesos en 1860 [Baralt, 1989]. La mayor disponibilidad de mano de obra libre, producto del crecimiento poblacional y del régimen de la libreta, no fue suficiente para evitar que se asignara cada vez más producción al menguante número de esclavos. Precisamente a esa explotación se le achaca en parte las conspiraciones acaecidas y el aumento de asesinatos de mayordomos ocurridos en la segunda mitad del siglo 19 [Baralt, 1981, pp.150-53,171,176]. Otro factor importante que acosaba la industria era la inestabilidad en el mercadeo, pues nuestro principal comprador azucarero, Estados Unidos, mantenía unas relaciones tirantes con la metrópoli española. A pesar de la frialdad de relaciones y de los obstáculos que se imponían al comercio, hay quienes afirman que los norteamericanos participaban del 49% de las exportaciones boricuas para 1830, y que para 1860 éstas sobrepasaban el 51%. En esas mismas fechas las exportaciones azucareras de Puerto Rico a España no alcanzaron el 7% del total [Otero y Villamil, 1983,
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Contexto histórico
p.15]. Se estaba dando una integración de la economía azucarera de Puerto Rico con la de Estados Unidos. Ese país importaba azúcar mascabado y mieles de purga de la isla a cambio mayormente de harina de trigo, herramientas y tejidos. Ese comercio fue afectado por aranceles onerosos de parte de España y represalias tarifarias de Estados Unidos a mediados del siglo 19. Sin embargo, para el quinquenio de 1879-84 las exportaciones de Puerto Rico a Norteamérica fueron el triple de las enviadas a España [Mejías, 1978, pp.59-61]. Ante una situación que amenazaba la industria, oficiales coloniales y hacendados azucareros presentaron peticiones para que se abriera el mercado español a Estados Unidos y así salvar la maltrecha industria sacarina antillana. Los hacendados presionaron para asegurar un tratado comercial entre ambos países que permitiera la entrada del azúcar mascabado antillano al mercado estadounidense en condiciones ventajosas [Ramos Mattei, 1986, p.37]. Sin embargo la batalla arancelaria en los últimos años del siglo 19 continuó, sufriendo las consecuencias nuestra industria azucarera. Con la invasión en 1898 de las tropas del país que importaba nuestra azúcar y al cual los hacendados querían poder vender libremente, los ingenios azucareros sobrevivientes vieron acrecentadas sus esperanzas. Pero los inversionistas azucareros que invadían la isla detrás de sus tropas no venían a comprar el azúcar de los hacendados; venían a adquirir tierras y a establecer sus propias unidades productoras que absorberían las haciendas por decenas.
CONSOLIDACIÓN DE LAS CENTRALES MODERNAS, 1898-1952 Las factorías centrales, a pesar de su maquinaria moderna y su mayor capacidad, no lograron capear con éxito los peores momentos de las últimas décadas del siglo pasado. Si bien sobrevivieron algunas y éstas continuaron desarrollándose entrando el presente siglo (véase la tabla 6), nunca llegaron a competir con las centrales gigantes
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Contexto histórico
establecidas entre 1900 y 1905 por el gran capital azucarero estadounidense, las centrales Aguirre, Guánica y Fajardo. Sin embargo, aquellas factorías centrales se mantuvieron evolucionando, crecieron y tuvieron una participación significativa en las zafras de las primeras décadas del nuevo centenio.
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Contexto histórico
Tabla 6: Centrales existentes en 1902, según su tamaño 22 Central Guánica Aguirre Canóvanas Buena Vista Coloso Carmen Mercedita Pagán Los Caños Columbia San Vicente Plazuela Oriente Rufina Monte Grande Playa Grande Providencia Ejemplo Monserrate Progreso Córsica Las Claras Ingenio Altagracia Santa María Juanita Constancia Luisa
22
Propietario South Porto Rico Sugar Co. D'Ford y Co. Canóvanas Sugar Co., Ltd. Sobrino de Ezequiaga José Amell Massó Jorge Finlay Cía. Azucarera del Este Juan Bianchi Suc. E. Pavenstedt Fantauzzi, Clausell Verges; Suc. Riefkohl Rubert Hermanos Balseiro y Georgetti Wesphalling y Cía. Trujillo, Mercado y Cía. Sucesión Tejada Suc. Benítez Guzmán Suc. Alcaide; McCormick; Verges Riefkohl Antonio Roig Salvador Calaf Mayrn, Armstrong y Finlay Bros. Domingo Rafucci Marquesa de las Claras Manuel Argueso Joaquín Sánchez Lalarroity Carlos Le Brun y Cía. Antonio Monroig Gerardo Soler Suc. Francisco Brunet
Pueblo Guánica Salinas Río Grande Carolina Aguada Vega Alta Yabucoa Añasco Arecibo Maunabo Vega Baja Barceloneta Arecibo Guayanilla Arecibo Vieques Patillas Humacao Manatí Carolina Rincón Arecibo Yabucoa Mayaguez Vieques Bayamón Toa Baja Manatí
Fundada 1900 1899 1882 1875 1895 1895 1901 1873 1896 1896 1901 1887 1900 1902 1896 1894 1885 1877 1882 1890 1896 1895 1891
Producción 160,000 100,000 48,000 37,000 20,000 20,000 20,000 20,000 20,000 20,000 18,400 18,000 18,000 17,000 16,000 15,000 15,000 15,000 12,000 12,000 12,000 10,400 10,000 10,000 9,000 8,000 7,000 6,500
Fuentes: Ferreras Pagán, 1902, tomos 1 y 2; Bagué, 1968, pp.87, 95. La producción está dada en sacos de azúcar de 250 libras cada uno. La tabla incluye centrales tipo moderno, factorías centrales y haciendas con trenes mixtos. Los ingenios con un asterisco en la columna de capacidad (desconocida) no aparecen en orden, pero se cree que ninguno pasaba de los 20,000 sacos.
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Contexto histórico
Tabla 6 (continuación) Central Restaurada Fortuna María Unión Laura Reparada Fortuna San José Constancia San Juan Bta. Arkadia
Propietario Hortensia Arribá de Canals Alfredo Cristy Suc. Zechini A. Masson e Hijo Cintrón Hermanos Suc. J. Gallart Suc. J. Gallart Suc. Guarch Ríos Agustín Collazo Sr. Murray Encarnación Aboy de Cintrón
Pueblo Ponce Río Grande Río Grande Bayamón Yabucoa Ponce Ponce Caguas Juncos Vieques Vieques
Fundada 1888 1892 1892 1892 1884 1883 1877
Producción 5,750 4,000 1,920 600 * * * * * * *
El maltrecho sistema de haciendas se vino abajo en la primera década del siglo simplemente porque el hacendado obtenía mayor ganancia moliendo su producción de caña en una gran central que en su propio ingenio de pailas. En la central se obtenía mayor extracción de guarapo por tonelada de caña, mayor producción de azúcar a partir de cada tonelada de guarapo, y mejor calidad de azúcar. Además, era más económico el embarque en sacos que en bocoyes. Algunos hacendados, como los Serrallés, Fantauzzi y Fajardo, montaron centrales propias; pero la gran mayoría cerró sus ingeniosy optaron por vender o arrendar sus tierras a la central cercana o convertirse en sus colonos. 23 Definitivamente las tres centrales norteamericanas de principio de siglo superarían por mucho la capacidad elaboradora de la factorías centrales del siglo 19.
23
Un colono es un cañicultor que contrata el envío de su caña a la central. La central muele la caña y vende el azúcar; luego le paga al colono descontando una cantidad por la molienda, la transportación y el mercadeo.
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Contexto histórico
Pero indudablemente les diferenciaba no la tecnología sino su escala. Si las factorías centrales tenían un tándem de molinos y de 4 a 8 centrífugas, las norteamericanas poseerían varios tándems y hasta 18 centrífugas, como entonces había en la Guánica Centrale [Ramos Mattei, 1988, p.18]. La diferencia entre estas empresas, su escala, es un factor de gran importancia para la rentabilidad de una empresa azucarera debido a las economías de escala que hemos venido enfatizando. Esas tres grandes centrales estadounidenses fueron fundadas por corporaciones con mucho capital. Ese capital les permitió instalar una gran capacidad fabril más los ferrocarriles sin los cuales no hubieran podido arrimar la caña desde la distancia requerida a la velocidad adecuada. La concentración de tierras que viabilizó el gran tamaño de estas centrales se pudo dar debido a los bajos precios de la tierra de cañaveral ocasionados por la crisis que había venido padeciendo la industria desde 1880 y por las condiciones creadas por la misma invasión y ocupación militar, lo cual trataremos más adelante. Según Quintero Rivera [1981, p.33], la invasión produjo la transición de un colonialismo mercantilista a un colonialismo imperialista. Los hacendados azucareros que a fines del siglo 19 se enfrentaban a una metrópoli débil que seguía una política de defensa a sus intereses mercantiles, se vieron luego frente a una metrópoli colonial muy diferente: una de las más poderosas naciones capitalistas del mundo con una economía en expansión que necesitaba exportar capital, a la cual le interesaba controlar no sólo el comercio sino también la producción de su colonia [Quintero Rivera, 1981, p.33; Dietz, 1989, pp.96-103,150-152]. La invasión se dio dentro de un proceso de franca expansión ultramarina, búsqueda de fuentes de abastecimiento de materia prima y de la obtención de mercados cautivos [Otero y Villamil, 1983 p.13]. En los meses y años siguientes a la invasión militar, agentes de inversionistas de la industria refinadora estadounidense adquirireron grandes extensiones de tierra (latifundios) que convirtieron en enormes plantaciones cañeras y establecieron centrales
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Contexto histórico
que llegaron a controlar aproximadamente la mitad de la producción azucarera del país, desplazando así a los criollos y extranjeros residentes. La Central Guánica fue incorporada en New Jersey en 1900 y empezó a moler en 1902, siendo para entonces la central más grande de Puerto Rico y del Caribe. Aguirre se incorporó en Boston a mediados de 1899 y comenzó su primera zafra a finales del 1900; llegó a ocupar el segundo lugar en capacidad en la isla. La Central Fajardo, organizada en Nueva Jersey en marzo de 1905, empezó a moler al año siguiente [Farr, 1947, pp.56,129; Pumarada, 1980, s.p.; Dietz, 1989, p.126-27; Hostos, 1976, p.379, 467-68; Ramos Mattei, 1988, p.9798; Quintero Rivera, 1982, p.57]. Según Pumarada [1980, s.p.] estas tres centrales contituyeron la segunda generación de centrales azucareras, correspondiendo la primera a las factorías centrales del siglo 19. En menos de tres años el azúcar desplazó al café como eje de nuestra economía [Ver a Pumarada 1990] y el país se fue convirtiendo en un virtual monocultivador de caña y monoproductor de azúcar cruda (véase las tablas 7 y 8). Tabla 7: Exportaciones principales, 1897 a 1935 24 Productos Agrícolas Azúcar Café Tabaco
24
1897 21.6 59.7
1901 54.9 19.5 4.4
1914 47.0 19.0 7.7
1928 52.7 2.5 16.6
1935 60.0 0.3 9.0
Fuente: Dietz, 1934, p.118. Los números corresponden a porcientos del valor total de lo exportado. La cifra del café de 1897 corresponde al año 1895.
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Contexto histórico
Tabla 8: Utilización de la tierra en Puerto Rico, 1899 a 1935 Categoría Total cultivado Caña de azúcar Café
1899 478 72.1 197
1909 542.7 145.4 186.9
1919 660.6 227.8 193.6
1929 756.6 237.8 191.7
25
1935 254.2 182.3
Ya que los oligopolios dueños de estas centrales tenían intereses en refinerías de Nueva York, Pensilvania y Luisiana, no establecieron este tipo de manufactura en la isla y pudieron evitar que nadie mas lo hiciera hasta que los Serrallés fundaron la Porto Rican American Refinery en su Central Mercedita de Ponce en 1926. Puerto Rico se había convertido en un inmenso cañaveral y fábrica de molienda cuyo producto, el azúcar crudo, no era más que una materia prima que se exportaba para ser refinado en Norteamérica. El gobierno de Estados Unidos y su administración en Puerto Rico dejaron el camino expedito para que las empresas azucareras expandieran sus centrales, sus cañaverales, y sus producciones. El aparato legal flexibilizó la ley de corporaciones con fines pecuniarios domésticas y foráneas y creo legislación de actas orgánicas favorables al proceso. Entre 1899 y 1902 se impuso contribuciones sobre el valor de la propiedad, se pasó la ley Hollander que gravaba la producción de licores, se impuso arbitrios de importación, se efectuó un desventajoso cambio en el patrón de la moneda, se congeló el crédito en un momento en que se requería urgentemente para remediar los daños del Huracán San Ciriaco de 1899 y se establecieron medidas y reglamentaciones obreras
25
cuerdas.
Fuentes: Herrero, 1970, p.19; Dietz, 1989, pp.120,134. Las cifras están expresadas en miles de
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Contexto histórico
que favorecían el expansionismo azucarero. La ley de corporaciones permitió la incorporación legítima de organizaciones que funcionaban como monopolios al tiempo que se dejaba de enforzar la ley de 500 acres que se había aprobado en 1900 por el Congreso para limitar la cantidad de tierra que podía poseer una corporación. En la prensa de la época se protestaba porque los sellos de rentas internas sobre el ron requeridos por el Bill Hollander habían venido a aniquilar las fábricas de mascabado y muchos ingenios se veían en la necesidad de botar sus mieles por serles imposible la destilación de ron debido a la falta de ventas del mismo [Ferreras Pagán, 1902, tomo 1, p.7]. 26 Otro autor informa que muchos pequeños propietarios no habían podido pagar los impuestos onerosos sobre la propiedad y sus tierras habían sido embargadas por el gobierno y subastadas, habiéndose realizado del 1901 al 1903 cerca de 600 casos de embargo [Del Valle, 1907, p.196]. Previo a ésto ya se venía recrudeciendo el efecto de la devaluación por decreto del peso puertorriqueño a 60 centavos de dólar. Esto había repercutido en un alza de los precios y la concomitante disminución del nivel de vida de los campesinos y obreros puertorriqueños, mientras que por otro lado redujo el valor de la tierra y la líquidez de los empresarios criollos [Otero y Villamil, 1983, p.14]. Todos esos factores ayudaron marcadamente al desarrollo y dominio de las tres empresas citadas y maniataron a los empresarios locales que se hubieran podido expandir aprovechando las circunstancias favorables de crédito y mercadeo. Esos factores precipitaron una concentración de la industria azucarera que no tuvo precedente y que no se volvió a repetir.
26
Este autor añade que el ron era un factor principalísimo de las fábricas de mascabado, pues con el producto de sus ventas se cubría las primeras necesidades de los hacendados, de manera que aunque el azúcar tuviera sus bajas la empresa continuaba sin prejuicios mayores.
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Contexto histórico
En 1902 ya era obvio que el resultado del cambio de soberanía que habían alentado los hacendados azucareros no sería el deseado: el que éstos pudieran fabricar azúcar y venderla con facilidad y a buenos precios a los Estados Unidos. Ya en esa fecha se decía que las fábricas de mascabado están llamadas a refundirse en grandes centrales [Ferreras Pagán, 1902, tomo 1, p.8]. Para 1907 casi toda la producción azucarera provenía de centrales, las cuales habían desplazado a los trenes jamaiquinos [Del Valle, 1907, pp.266-67]. En 1902 existían en el país 207 unidades productivas, aunque no todas habían molido en la zafra anterior y 39 de ellas eran "centrales" [Ferreras Pagán, 1902, tomos 1 y 2; Pumarada, 1980, s.p.; Quintero Rivera, 1982, pp.30-34]. La tendencia de las primeras dos décadas del siglo fue de que las centrales grandes crecían, que las más pequeñas y las haciendas de mascabado y de tren mixto desaparecían y que algunos empresarios criollos fundaban nuevas centrales aprovechando la expansión ferroviaria y de las carreteras (véase la tabla 6 y 7). La capacidad de las centrales era tan mayor que la de las haciendas que ya en 1906 la producción azucarera de la isla estaba concentrada casi exclusivamente en las 34 centrales que había entonces. La producción total iba en vertiginoso aumento con la ampliación de los cañaverales y la mejorada eficiencia de los molinos (véase la tabla 8).
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Contexto histórico
Tabla 9: Producción y exportación de azúcar de 1895 a 1934 27 Año 1895 1896 1897 1898 1899 1900 1902 1904 1906 1908 1910 1915 1917 1919 1921 1923 1925 1927 1929 1930 1931 1932 1933 1934
Producción 66,073 61,472 63,546 60,285 39,200 81,526 100,576 151,088 206,864 277,093 349,840 345,490 503,081 406,002 491,000 379,000 660,003 629,133 586,760 866,109 787,796 992,432 834,310 113,399
Exportación
92,000 130,000 205,000 235,000 284,000 294,000 489,000 352,000 409,000 355,000 572,000 575,000 471,000 721,217 912,419 828,115
Con el alto rendimiento de las empresas azucareras y las mejoras en la transportación, hubo municipios de la altura cafetalera como Adjuntas, Utuado, Jayuya y
27
Fuentes: Gayer et al., 1938, p.79; Dietz, 1989, p.122; Gaztambide y Arán, 1959, p.186. La producción y la exportación están expresadas en toneladas.
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Contexto histórico
San Sebastián y pueblos tabacaleros como Cayey y Caguas que fueron invadidos por centrales azucareras a partir de la década del 1910. Fue en ese interior que sobrevivieron las últimas haciendas de moscabado hasta la década del 1930 [Pumarada, 1980, s.p.]. Estas fábricas de azúcar mascabado, mascabado-centrifugado, caramelo (raspadura) y melao suplían a un mercado local decreciente. En el municipio de Las Marías se ha localizado un ingenio a vapor con tren jamaiquino fundado c.1910 en lo que había sido hasta entonces una hacienda cafetalera [Hacienda Gayá]. Las condiciones que permitieron a las corporaciones norteamericanas adquirir las extensiones de tierras necesarias para sostener centrales gigantescas a principios del siglo no volvieron a existir. El patrón de crecimiento que hubo luego fue el de adquirir centrales vecinas con sus tierras y colonos y unirlas a la central principal por medio de ferrocarriles. Cuando en 1926 se estableció en Puerto Rico otra corporación azucarera norteamericana, la Eastern Sugar Association, ésta lo hizo comprando varias centrales existentes (Juncos, Defensa, Santa Juana, Cayey y Pasto Viejo), ubicadas en un área comprendida entre Cayey, Caguas y Humacao. En este último municipio se construyó un gran puerto azucarero y se estableció un ferrocarril que unió a todas las centrales (excepto la de Cayey que estaba rodeada de montañas) y al muelle azucarero. Esta corporación llegó a poseer 28,943 cuerdas de caña y controlaba, por arriendo o colonato, otras 44,030 para un total de 72,873. Quedó así en una situación similar a la South Porto Rico Sugar, dueña de la Guánica Centrale, que tenía 17,635 cuerdas y controlaba otras 49,635 para sumar 67,360 cuerdas; a la Central Aguirre Co., con sus tres centrales (Aguirre, Cortada y Machete) y sus 22,269 cuerdas propias y 39,269 controladas para un total de 59,538; y a la Central Fajardo Co., con dos centrales (Fajardo y Canóvanas) y 25,741 cuerdas de propiedad y 37,741 controladas que suman 63,482.
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Contexto histórico
Tabla 10: Unidades y producciónes en algunos años del siglo 20 28 Año 1902 1907 1909 1910 1911 1912 1913 1915 1917 1919 1920 1922 1928 1930 1934 1935 1940 1947 1948 1950 1952
Haciendas 168 118 95 97 82 69
19 11
1 0 0 0 0 0
Centrales 39 43 46 46 47 46 40 41 43 44 46 48 39 44 41 41 41 37 36 32 32
Producción 100,576 230,095 346,786 349,840 371,070 398,004 351,666 345,490 503,081 406,002 485,077 405,000 748,677 866,109 1,103,822 773,021 1,018,802 1,087,880 1,108,260 1,286,435 1,359,841
Molienda
7,518,461 8,795,930 9,286,282 10,614,632 12,536,941
Esas cuatro empresas estadounidenses dominaron la industria al punto que producían el 51% del azúcar de Puerto Rico en una época en que la isla se contaba
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Fuentes: Ferreras Pagán, 1902, tomos 1 y 2; Revista de Agricultura, 1919, p.40; Bagué, 1968, p.87; Quintero Rivera, 1982, p.30; Pumarada, 1980, s.p.; López Domínguez, 1946, p.153; Bird Arias, 1923, p.544; Gayer et al., 1938, p.80; Gilmore, 1948, p.37; Perloff, 1975, p.75; Gaztambide y Arán, 1959, p.186. El número de haciendas de los primeros años puede estar incluyendo también a trapiches melaeros; el número de centrales de 1902 a 1910 ha de incluir también ingenios con trenes mixtos que producían azúcar centrifugado, los cuales más tarde pasaron a considerarse como haciendas. La caña molida o molienda está expresada en toneladas, al igual que la producción de azúcar.
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Contexto histórico
entre los máximos exportadores del mundo [Bagué, 1968, p.95; Dietz, 1989, pp.126-27; Zapata, 1980, pp.58-59; Ramos Mattei, 1988, pp.99-113]. Si descomunal fue el desarrollo agrícola de esas empresas, gigantesca fue la capacidad fabril de sus tres centrales principales. La Central Guánica, por ejemplo, comenzó con la capacidad para elaborar 50,000 toneladas de azúcar por zafra, en contraste con las capacidades de las factorías centrales San Vicente, Coloso y Canóvanas que aproximaban las 5,000 toneladas [Ramos Mattei, 1988, p.18]. Gúanica tenía 18 centrífugas contra las 3 ó 4 que había en Coloso y en San Vicente. Las corporaciones de Guánica y Aguirre, en su afán de asegurar el abasto de caña que requería su gran capacidad, hicieron todo lo posible para que los antiguos hacendados que les estaban arrendando sus tierras tuvieran que continuar moliendo en sus centrales. Guánica generó la práctica de inutilizar la maquinaria de las haciendas arrendadas para impedir que los dueños pudieran optar por moler sus propias cañas en el futuro. Entre ambas centrales absorbieron unas cien unidades productoras, de las cuales no quedó casi nada para 1910. Algunos de los hacendados que habían optado por moler en centrales grandes en vez de hacerlo en sus propios establecimientos cambiaron de parecer y recurrieron a montar centrales propias. A pesar de los deseos de la Guánica Centrale se crearon las centrales Rochelaise, Eureka, San Francisco, Amistad e Igualdad. Contra la obstrucción de Aguirre se establecieron las centrales Guamaní y Caribe. El caso de la Eureka es un ejemplo. En 1907 los terratenientes Mateo y Luis Fajardo Cardona y Antonio R. Cabassa, unidos a Clemente Javierre y López y al continental David L. Thomson, incorporaron la central en mayo de 1907 [Gaudier 1956, p.474; Registro de la Propiedad de Mayagüez, Area de Hormigueros (R.P.M.-A.H.) Tomo 6, Folio 23, 1907]. Sus incorporadores crearon la central en el batey de la antigua Hacienda San José que había pertenecido a los Fajardo Cardona y estaba abandonada. La Eureka comenzó con un tándem de 3 molinos con desmenuzadora movido por una
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Contexto histórico
máquina de vapor horizontal tipo Krajewski-Pesant, un calentador de guarapo Murphy, defecadora y cachaceras, un equipo de triple efecto tipo Standard de Fawcet y Preston, seis centrífugas escocesas Weston-Laidlaw, dos calderas Sterling, dos filtros-prensa, una chimenea de mamposteria de 6' x 120' de altura, un sistema eléctrico de alumbrado Kitson y una línea de ferrocarril. Algunas de las estructuras remanentes de la antigua Hacienda San José fueron utilizadas por la Eureka. El perfil de una fábrica moderna promedio del primer tercio del siglo era el siguiente: uno o más conductores de caña, un tándem de 3 ó 4 molinos con desmenuzadora Fulton o Krajewski, máquinas de vapor Fulton o Corliss para los molinos; calentadores cilíndricos Krajewsky o de Abarca, 29 clarificadoras Deming o Dorr; pre-evaporador de Abarca, evaporadores de múltiple efecto de 3 ó 4 cuerpos (triples o cuádruples) de Fives-Lille, Ketner o Swanson, tachos al vacío de serpentina; centrífugas Weston movidas por poleas y máquinas de vapor; calderas sencillas y altas chimeneas de hierro o mampostería. Las más grandes contaban con los equipos más modernos y avanzados de la época [López, 1940, p.154; Gilmore, 1930-31, p.130]. Si bien la mayor parte de la maquinaria utilizada en las haciendas y factorías centrales del siglo 19 procedía de Inglaterra y Francia, en el siglo 20 se incrementó grandemente la importación desde Estados Unidos. Hacendados e ingenieros que habían estado abogando por el establecimiento de factorías centrales en el siglo 19 se convirtieron en agentes o representantes de fabricantes de maquinaria tales como Fulton, Sterling, Murphy y Krajewski.
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La Fundición Abarca de San Juan vendió, instaló, importó y fabricó maquinaria azucarera desde c. 1850. Durante este siglo fue frecuente que instalara centrales completas a base de una participación como accionistas.
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Contexto histórico
Durante las décadas de 1930 y 1940, se fueron convirtiendo equipos de vapor en eléctricos y se fueron instalando turbinas y generadores eléctricos para suplirlos. En el proceso, las centrales adoptaron centrífugas de más alta velocidad, bombas, grúas, conductores de caña, azúcar y bagazo y estibadoras de sacos, todos movidos por motores eléctricos. Por otro lado se le aplicó más velocidad, fuerza y presión a los molinos, se instalaron clarificadoras de operación continua tipo Dorr, cristalizadores, romanas, encaladoras automáticas, filtros de cachaza de tambor, etc. (véase la sección sobre desarrollo tecnológico). Junto con el avance en la tecnología aumentó la cantidad de tierras propias y de colonos y la fuerza laboral. Unas empresas se desarrollaron más que otras, pero el control de las cuatro corporaciones norteamericanas se mantuvo.
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Contexto histórico
Tabla 11: Capacidades y producción en 1934 30 Central Guánica Aguirre Fajardo Cambalache Roig Coloso Mercedita Pasto Viejo Canóvanas Constancia Juncos Plazuela Lafayette San Vicente Rufina Machete Boca Chica Cortada Playa Grande Defensa Los Caños Victoria
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Propietario South P.R. Sugar Co. Central Aguirre Sugar Fajardo Sugar Co. Central Cambalache Co. Antonio Roig Central Coloso Inc. Suc. J. Serrallés Eastern Sugar Associates Fajardo Sugar co. Compañía Azucarera del Toa Eastern Sugar Associates Plazuela Sugar Co. Sucs. C. y J. Fantauzzi Rubert Hermanos Mario Mercado e Hijos Central Aguirre Sugar Co. Suc. J. Serrallés Central Aguirre Sugar Co. Benítez Sugar Co. Eastern Sugar Associates Central los Caños Inc. Central Victoria Inc.
Capacidad 8,000 4,500 4,400 2,800 2,750 2,000 2,000 2,000 1,900 1,900 1,800 1,750 1,700 1,700 1,500 1,250 1,400 1,200 1,200 1,100 1,050 1,050
Producción 152,244 77,096 86,398 44,377 34,580 38,123 44,945 40,850 45,063 29,212 28,979 27,912 37,378 33,609 36,000 26,584 19,433 26,383 8,915 19,816 16,086 19,339
Fuente: Gayer et al., 1938, pp.126-29. La capacidad está en toneladas de caña por día. La producción se refiere a toneladas de azúcar.
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Contexto histórico
Tabla 11 (continuación) Central Carmen El Ejemplo Guamaní Juanita Monserrate Santa Juana Vannina Eureka Plata Igualdad Rochelaisse Caribe Constancia Cayey San Francisco Sóller Santa Bárbara Herminia Pellejas
Propietario Carmen Centrale Cía. Azucarera El Ejemplo Suc. J. Gonzales, G. Gonzales Central Juanita Inc. Federico Calaf Eastern Sugar Associates Vannina Central Co. Central Eureka Inc. Plata Sugar Co. Central Igualdad Inc. Mayaguez Sugar Co. Godreau y Co. Corp. Saurí y Subirá Eastern Sugar Associates Arturo Lluveras y Sobrinos Sóller Sugar Co. Jayuya Development Co. Herminia Colón vda. de Semidey Sucs. L.P. Valdivieso
Capacidad 1,000 1,000 1,000 1,000 1,000 1,000 1,000 900 850 750 700 600 550 450 360 300 250 150 150
Producción 17,698 17,078 15,772 15,584 15,000 15,831 19,521 14,571 11,710 15,327 13,862 8,085 9,866 8,657 7,778 5,694 3,528 2,072 1,443
Algunas centrales grandes y medianas de control y capital criollo instalaron refinerías para azúcar blanca en la década del 40 siguiendo la pauta de Mercedita unos años antes. Ese fue el caso de Igualdad y Roig, y aun Río Llano, que era una de las más pequeñas. En los primeros años de la década del 1920 hubo algunas quiebras de centrales debido a la drástica caída en precios que siguió al tratado que terminó la primera guerra mundial. Según los datos recopilados para 1934, de las 41 centrales activas había ocho que tenían capacidad para moler más de 2,000 toneladas de caña en 24 horas y pueden considerarse como grandes (véase la tabla 11). La Guánica lidereaba con 8,000 toneladas; le seguían Aguirre y Fajardo con 4,500 y 4,400 toneladas respectivamente. Las próximas cinco eran capaces de moler entre 2,000 y 2,800
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Contexto histórico
Tabla 12: Centrales y producción en 1948, en orden de capacidad 31 Central Guánica Aguirre Cambalache Mercedita Fajardo Pasto Viejo Santa Juana Canóvanas Coloso Lafayette Plata Plazuela Roig San Vicente Eureka Juncos Igualdad Juanita Los Caños Rufina Constancia Monserrate Victoria Machete San José El Ejemplo Rio Llano Cortada Guamaní Sóller Rochelaise Constancia
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Propietarios South P.R. Sugar Co. Central Aguirre Sugar Co. Land Authority of P.R. Suc. J. Serrallés Fajardo Sugar Co. Eastern Sugar Assoc. Eastern Sugar Assoc. Loíza Sugar Co. Central Coloso Inc. Asoc. Azucarera Coop. Lafayette Plata Sugar Co. Land Authority of P.R. Antonio Roig, Sucs., S. en C. Sindicatura Rubert Hnos., Inc. Central Eureka, Inc. Eastern Sugar Assoc. Central Igualdad, Inc. Central Juanita, Inc. Coop. Azucarera Los Caños Mario Mercado e Hijos Cía. Azucarera del Toa J. y F. Calaf Collazo Central Victoria, Inc. Central Machete, Co. Central San José, Inc. Antonio Roig, Sucrs, S. en C. Compañía Azucarera del Camuy Central Aguirre Sugar Co. Guamaní Central, Inc. Sóller Sugar Co., Inc. Mayagüez Sugar Co., Inc. Corp. Azucarera Saurí y Subirá
Capacidad 8,000 4,600 4,500 4,500 4,400 3,400 3,200 3,000 3,000 3,000 3,000 3,000 3,000 3,000 2,800 2,800 2,500 2,500 2,300 2,200 2,000 2,000 2,000 1,800 1,800 1,500 1,275 1,200 1,200 1,000 900 750
Producción 96,958 58,001 47,794 60,930 68,347 42,123 39,268 41,776 47,577 34,962 34,886 28,588 39,184 46,590 27,745 35,550 49,394 34,090 28,588 25,629 28,186 21,025 20,439 19,779 19,052 15,819 14,500 18,729 9,153 10,668 9,530 10,878
Fuentes: Gilmore, 1948, pp.5,37,64; Curet Cuevas, 1976, p.150. La capacidad está expresada en toneladas de caña cada 24 horas. La producción está en toneladas de azúcar. La Central San José de Río
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Contexto histórico
Tabla 12 (continuación) Central Cayey Pellejas San Francisco Santa Bárbara Herminia
Propietarios Eastern Sugar Assoc. Jorge Lucas P. Valdivieso Arturo Lluveras y Sobrinos María del Toro vda. de Ortíz Semidey Brothers
Capacidad 700 550 500 400 275
Producción 15,841 6,153 6,350 3,385 (no molió)
toneladas diarias. 32 Ese mismo año había 21 establecimientos que podían devorar de 1,000 a 1,900 toneladas de caña diarias y que podemos considerar medianos. Doce ingenios no pasaban de las 900 toneladas y pueden considerarse pequeños. Fue precisamente la zafra de 1934 la más productiva lograda hasta entonces, superando el millón de toneladas de azúcar. Para la zafra de 1948 las unidades azucareras presentaban el siguiente cuadro (véase la tabla 12): las centrales que podríamos llamar grandes tenían capacidades que oscilaban entre las 3,000 y 8,000 toneladas de caña diarias. El nivel mediano recaía en aquellas que tenían la posibilidad de moler entre 1,500 y 2,800 toneladas diarias. Las pequeñas para este período oscilaban entre las 275 y 1,275 toneladas por día. Es claro que la expansión de capacidad y de cañaverales en búsqueda de más ganancias y de economías de escala continuaba aún. La zafra más productiva de la industria azucarera boricua fue la de 1952 (véase la tabla 13). Algunas unidades de capital criollo habían escalado a las primeras posiciones,
Piedras tuvo antes el nombre Vannina. Algunas compañías dueñas de centrales pertenecían a su vez a consorcios que poseían más de una central. 32
Incluyen éstas a cuatro centrales de capital criollo y una que pertenece a la corporación estadounidense, Eastern Sugar Associates.
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Contexto histórico
probablemente porque las corporaciones azucareras norteamericanas desviaban su capital a localidades más prometedoras para esa industria. Para esa fecha había sembrada una cantidad de cuerdas de caña sin precedentes, indicando
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Contexto histórico
Tabla 13: Centrales y sus producciones en 1952 33 Central Aguirre Guánica Mercedita San Vicente Coloso Fajardo Plata Igualdad Juanita Santa Juana Pasto Viejo Los Caños Juncos Eureka Cambalache Canóvanas Rufina Roig Lafayette Constancia-Toa Monserrate Plazuela San Jose (Vannina) Victoria Cayey Río Llano El Ejemplo Constancia-Ponce Guamaní Sóller Rochelaise San Francisco
Producción 125,610 113,955 83,966 71,280 66,281 65,743 58,859 51,056 44,373 43,906 43,872 43,290 43,273 43,054 42,681 41,903 39,946 38,823 35,536 34,689 31,738 30,170 22,887 22,491 21,488 18,787 17,898 15,553 14,032 13,716 11,999 6,990
el nivel de cañaveralización que arropaba a la isla. Para ese año se sembraron 391,763,000 cuerdas de caña, de las cuales se molieron 12,536,941 toneladas de caña [Association of Sugar Producers of Puerto Rico, 1960; Curet Cuevas, 1976, p.150-52]. La Guánica, que se había ampliado hasta una capacidad superior a las 12,000 toneladas diarias, llegó a moler más de un millón de toneladas en una zafra. Es claro que esa gran
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Contexto histórico
producción azucarera era causada en buena parte por el aumento en la tierra cultivada, el logro de mejores variedades de la gramínea, precios buenos y estables, transportación más eficiente y mejor equipo en las centrales. Sin embargo, el crecimiento que había continuado en la industria y en las unidades que sobrevivían no aumentaba el rendimiento de las empresas pues era cancelado por aumentos en costos. López [1946, p.155] alude una reducción en rendimiento de la industria desde 1930 causado por las cargas sociales y fiscales cada
vez mayores que han tenido que soportar y porque últimamente han tenido que operar bajo limitaciones y reglamentaciones. Se refiere a leyes tales como la de Compensación por Accidentes en el Trabajo aprobada en 1928 y la similar de 1935; la Ley de Ocho Horas adoptada en 1935; la Ley de Salario Mínimo de 1941; la ley federal de Normas Razonables del Trabajo; la ley que impuso una contribución de 5 centavos por quintal de azúcar; así como otras leyes que establecieron cuotas a la industria, como la Ley Jones-Costigan de 1934 y la Ley Azucarera de 1937. Planteó López [1946, p.155-56] que algunas centrales de pequeña y mediana capacidad habían podido subsistir por sus entradas por concepto del ron y las mieles y porque sus dueños han poseído fincas de
caña y los beneficios derivados de la agricultura han enjugado las pérdidas de las factorías. Añade López que las centrales con mayor capacidad y eficiencia podían tener
zafras más cortas, y que la tendencia era hacia ingenios con capacidades sobre las 2,000 toneladas de caña diarias, altamente mecanizados para reducir el número de obreros y la duración de la zafra a unos cien días [López, 1946, p.156].
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Fuentes: Association of Sugar Producers of P.R., 1960; Curet Cuevas, 1976, p.150. En esta tabla faltan Cortada y Machete; sus producciones han sido incluídas en la de Aguirre. El incremento que denota la cifra de Aguirre respecto a la tabla anterior ha de ser mayormente debido a eso.
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Contexto histórico
Por lo tanto, la eficiencia de la central tenía que seguirse mejorando para que ésta se mantuviera rentable según aumentaban los costos de producción; al igual que sucedía antes con la hacienda, la eficiencia iba mano a mano con la capacidad. La capacidad, entre otros factores, determinó el destino a corto plazo de muchas centrales. Varias fábricas pequeñas como Alianza, Triunfo, Caribe y Herminia dejaron de moler entre 1930 y 1947 (véase la tabla 14). Algunas centrales, como la San Miguel de Luquillo, cerraron tras extensos daños ocasionados por los huracanes de 1928 y 1932. La Central Playa Grande de Vieques fue cerrada para 1941 por otras razones: la marina de Estados Unidos convertía para entonces a Vieques en un campo de tiro. Otros cierres fueron de centrales como Herminia, Pellejas y Santa Bárbara, que por estar en valles del interior montañoso no podían expandir sus cañaverales para compensar el aumento de sus costos. Otras se veían limitadas cada vez más por el crecimiento urbano, como la Juanita de Bayamón y la Vannina (San José) de Río Piedras. Entre tanto, los cierres de las centrales Defensa, Carmen y Boca Chica fueron decisiones de corporaciones que poseían más de una central y que decidieron concentrar la molienda en otro lugar. 34 Las que sobrevivieron la crisis de finales de la década del 1950 continuaron moliendo hasta la década del 1970. El establecimiento de nuevas centrales cesaba después del 1938, resultando en que los cierres significaban una mayor concentración de la molienda. El último intento de conjurar la situación mediante más concentración fue la fusión de las empresas Fajardo Sugar Co. y la Eastern Sugar Association para convertirse en la empresa de mayor producción azucarera de Puerto Rico, la Fajardo Eastern Sugar, pero ésta eventualmente sucumbió al igual que las demás.
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Boca Chica había sido adquirida por la familia Serralles, dueños de la vecina Central Mercedita. Defensa pertenecía a la Eastern Sugar, dueña de la vecina Santa Juana. Carmen pertenecía a la misma empresa que era dueña de la vecina San Vicente.
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La reducción en el número de centrales en las primeras décadas del siglo no reflejaba necesariamente debilidad en la industria. Se debió más bien a las inversiones e innovaciones tecnológicas que se fueron introduciendo para aumentar la capacidad de producción y la eficiencia. En consecuencia las centrales más eficientes les iban quitando caña a las menos eficientes, obligándolas,
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Tabla 14: Fundación y cierre de algunas centrales, 1930-77 35 Central Alianza Triunfo Caribe San Miguel Defensa Río Llano Playa Grande Carmen Cortada Herminia Santa Bárbara Vannina (San José) Boca Chica Constancia-Ponce Rochelaise Victoria Pasto Viejo El Ejemplo Constancia-Toa Guamaní Juanita Plazuela Canovanas Santa Juana Cayey Machete Rufina San Vicente Soller Los Caños Monserrate
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Fundación 1910 1917 1931 1926 1923 1938 1901 1895 1906 1913 1911 1903-06 c.1908 1920 1907 1909 1891 1930 1890 1896 1883 1906 1909 1903-06 1901 1873 1909 1900 1894
Cierre 1930 1931 1947 1931-32 1938-39 1970 1942-43 1945-46 1977 1947-48 1948-49 1953 1947 1955 1958 1958 1959 1962 1963 1964 1964 1964 1966 1967 1968 1968 1968 1968 1969 1972 1972
Fuentes: Bird Arias, 1923, p.544; Gilmore, 1948, Universidad de Puerto Rico, 1978; Depto. de Agricultura, Oficina de Estadísticas Agrícolas, 1977; Assoc. of Sugar Producers of PR, 1960-66; López
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Tabla 14 (continuación) Central Pellejas Juncos Lafayette Eureka San Francisco
Fundación 1911 1906 1903-06 1907 1913
Cierre 1948 1973 1974 1977 1977
conjuntamente con los costos ascendentes, a retirarse de la actividad industrial [Curet Cuevas, 1976, p.150-53]. La competividad de la industria azucarera de Puerto Rico se iba reduciendo, ya que en la mayoría de los países productores no existían tantos beneficios para los trabajadores. Hawaii y Luisiana, que estaban sujetos a esas mismas leyes, pero no a las limitaciones coloniales, 36 pudieron reducir costos en el corte de la caña mediante la mecanización, pero en Puerto Rico la accidentada topografía no permitía que esa opción rindiera suficientes beneficios. 37 La industria azucarera tuvo un gran crecimiento en un período de alrededor de 50 años. De 72,146 cuerdas que había sembradas en caña en 1899 se llegó a 391,763,000 en 1952. De las 66,073 toneladas de azúcar producidas en 1895, se
Domínguez, 1946, pp.155-57; Quintero Rivera, 1982, pp.40-41; Quintero Rivera, 1948, pp.160-64. Cortada estuvo algunas zafras sin moler: 1939-41, 1942-44. Los Caños no molió en 1971. 36
La cuota azucarera, el impedimento a la exportación de azúcar refinado y los altos impuestos al ron, medidas éstas destinadas a proteger la industria doméstica de Estados Unidos, frenaron el crecimiento de la de Puerto Rico. 37
Una firma hawaiana, la C. Brewer, compró la Fajardo Eastern Sugar pensando que podía vencer los obstáculos que aquí no se habían podido superar, pero también fracasó.
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aumentó hasta las 1,359,841 toneladas y las exportaciones aumentaron de $4.7 millones en 1901 a más de 120 millones en 1952. Ciertamente la caña arropó buena parte del país, llegando a penetrar en áreas de la altura cafetalera [Centrales Utuado Sugar, Pellejas, Santa Bárbara y Herminia]. Fue nuestro país el típico archipiélago del azúcar, 38 y las corporaciones centralistas más poderosas barones del azúcar. Los consorcios azucareros estadounidenses trazaban el qué, cómo, cuándo, y para quién de dicha producción azucarera. En concurso con algunos centralistas criollos, éstos tuvieron tecnología más adelantada a nivel mundial de su época; molieron nuevas variedades de caña en mayores extensiones de terreno; tuvieron a su disposición el ferrocarril de circunvalación junto con trenes propios; mano de obra barata; protección de tarifas y aranceles; fácil mercadeo, buenos precios, etc. Para 1930, según Mathews [1970, p.13], se había invertido en Puerto Rico en esa industria unos 120 millones de dólares, principalmente de capital estadounidense. La inversión en el azúcar boricua se consideraba buena por los capitalistas norteños porque la mayor parte de lo que se producía en la isla entraba con un buen precio garantizado al mercado de los Estados Unidos como parte de la cuota azucarera de Puerto Rico, mientras que por otro lado había control federal del gobierno isleño, cortes federales, moneda de Estados Unidos, protección tarifaria, etc. [Crist, 1948, p.9]. Las cuatro grandes corporaciones de Estados Unidos, que controlaban 11 centrales en 1930, produjeron el 50% de nuestro azúcar. Para 1947 los consorcios operaban 10 centrales y elaboraban entre el 35% y el 40% de la producción total [Perloff, 1975, p.76; Mathews, 1970, p.14]. Por su alto volumen productivo y su eficiencia técnica éstos pagaban buenos dividendos a sus accionistas. Por ejemplo, la Fajardo Sugar Co. pagó un beneficio promedio del 50% de la inversión original en un período de 23 años en una época sin inflación significativa [Zapata, 1980, p.59;
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La isla-municipio de Vieques llegó a tener tres centrales en la primera mitad de este siglo.
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Mathews, 1970, p.15]. Para esos años la central azucarera era responsable del 78% de todo el capital invertido en la manufactura, y sus exportaciones constituyeron un 65% de todas las realizadas desde Puerto Rico [Lewis, 1979, p.122]. Ese era el cuadro que disfrutaban algunos dueños de centrales mientras los trabajadores del cañaveral y de las fábricas azucareras ganaban una miseria, sometidos a la gran crisis social y económica de la Depresión y con turnos de doce horas a 90 centavos al día. 39 Si bien hubo quienes defendieron a estos trusts del azúcar, justificando el sistema de grandes extensiones de cañaverales y gigantescos ingenios [Ver a Gayer et. al., 1938; Coll Cuchí, 1938, p.5-61], también hubo quienes estudiaron y criticaron el estado de cosas que creaban estas centrales. Bird [1937, p.3-17] hizo un análisis de la situación socioeconómica que generó la estructura de la industria azucarera dominada por el capital absentista. Este autor recomendó medidas para resolver los problemas de concentración de tierras, la mala distribución del ingreso, el aumento del costo de vida, la desnutrición y las enfermedades, el desempleo estacionario crónico, etc. Para Crist [1948, p.21-35]todo en Puerto Rico es azúcar y el azúcar lo es todo, y el latifundio y las centrales de los trusts habían creado una sobreutilización del suelo de los llanos fértiles y hacinamiento humano, han impedido la siembra de productos alimenticios, habían creado una desigual distribución salarial y de la riqueza y habían incrementado la proporción de gente sin tierra y depauperizada. Todo ésto hace que se señale que la industria azucarera creció como un cáncer y que su beneficio no llegó al pueblo. No empece a que hay quien ha adjudicado la baja y la inestabilidad de la producción sacarina ocurrido a raíz del 1934 a la Ley de Cuotas Jones-Costigan de ese
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En 1934, la corporación dueña de las centrales Fajardo y Canóvanas produjo ganancias brutas por $1.6 millones de dólares a sus accionistas [Fajardo Sugar Co., "Report to Stockholders, 1934"].
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año, a los programas federales de rehabilitación económica de la misma época o a los aumentos en costos de producción que señaló López y que nosotros informamos anteriormente, hay otras opiniones. Señala Herrero [1970, p.63-64] que la industria azucarera de Puerto Rico nació, creció y murió en función de las necesidades comerciales de Estados Unidos, pues su crecimiento no se enfocó hacia las condiciones de Puerto Rico, sino hacia las necesidades de mercados exteriores. Añade que la industria sacarina del siglo 20 gozó en sus comienzos de economías internas y externas y de un enorme poder político en su proceso expansivo, pero que, dadas las limitaciones de la isla en cuanto a tierra disponible y debido al voraz espíritu de lucro de los empresarios azucareros estas economías se hicieron cada vez más restringidas. Eventualmente concluye, se dio un acelerado proceso de rendimientos decrecientes a nivel de la empresa individual y deseconomías externas a nivel de la industria. Cuando acaeció la crisis de la depresión de los años 30, la industria no se afectó pero, paradójicamente, el azúcar empezó a decaer conjuntamente con la bonanza económica de la postguerra. Contribuyeron al decaimiento del azúcar despues del 1945 la restricción del crédito a los colonos y dueños de centrales azucareras, la política de fomentar la emigración de trabajadores agrícolas y el desarrollo de la manufactura y su competencia en el mercado de empleos [Herrero, 1970, p.63-77]. También fue profundo el impacto que tuvo sobre algunas centrales la quiebra del ferrocarril y su efecto en los costos de transportación, así como la urbanización y la resultante reducción de los cañaverales, fenómenos éstos de la década del 1950. El economista Herrero explica las alzas y bajas pronunciadas en la producción azucarera entre 1934 a 1952 (véase la tabla 15) a base de dos razones fundamentales: la cuota de 808,000 toneladas para 1934, que fue considerablemente más baja de lo que esperaban los productores de Puerto Rico, y el efecto de la Segunda Guerra Mundial. La producción de mieles para el año de 1935 aumentó en 50%, lo que indica que una gran cantidad de caña tuvo que ser utilizada para la producción directa de derivados debido
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a falta de previsión o de información sobre la cuota establecida. La caña molida en 1935 fue un extraordinario 33% menor que en 1934, indicando el impacto de la cuota. En los años de 1944 al 46, debido a la guerra, el azúcar de Cuba entró a los Estados Unidos libre de cargas arancelarias, desplazando al de Puerto Rico, con el resultado de que la producción de la isla disminuyó a los niveles anteriores al 1930. Tabla 15: Producción y exportación, 1935-52 40 Año 1935 1936 1937 1938 1939 1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1951 1952
Producción 780,741 926,031 996,346 1,077,128 851,959 1,018,804 931,997 1,147,589 1,039,237 723,611 963,775 909,088 1,087,881 1,108,260 1,277,482 1,286,436 1,227,623 1,359,841
Exportación 755,445 832,723 959,510 735,541 942,946 868,568 921,887 785,896 747,687 811,815 553,775 777,222 1,169,400 1,039,486
CONCLUSIONES
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Fuentes: Gayer et al., 1938, p.80; Gilmore, 1948, p.37; Gaztambide y Arán, 1959, p.186; Perloff, 1975, p.75; Assoc. of Sugar Producers of P.R., 1960. Las cifras se refieren a toneladas de azúcar.
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La central moderna del siglo 20 heredó todo un legado tecnológico, histórico, léxico, económico y social de sus antecedentes, los ingenios semi-mecanizados y trapiches con trenes jamaiquinos. Es incuestionable el hecho de que existieran centrales a fines del siglo 19, pero ciertamente las centrales de este siglo ocuparon unos niveles de capacidad y eficiencia sin precedentes. Las más capaces fueron las establecidas por consorcios norteamericanos y algunas de control criollo que superaron su escala inicial. La hacienda de mascabado y el trapiche melaero persistieron, aunque en números decrecientes, durante la primera mitad del siglo, dirigidos a un mercado local menguante servido por ventorrillos y placeros. Eventualmente, al subir el nivel de vida y bajar el precio del azúcar blanca, ese mercado dejó de existir. La industria de la caña de azúcar tiene marcadas economías de escala tanto en la fase fabril como en la agrícola; además, su rentabilidad es muy dependiente de los costos de transportación, especialmente de los internos. Los avances en la tecnología que hicieron posible aumentar la capacidad de las fábricas azucareras y permitieron ampliar los cañaverales que las suplen favorecieron enormemente a quienes invertieron en esa tecnología. Por eso, el desarrollo de la industria desde el siglo 18 ha estado acompañado de la concentración de las tierras en un número decreciente de ingenios mejor dotados. Esa tendencia continuó en el siglo 20 con el advenimiento de las centrales modernas. Estas aprovecharon el hecho de que Puerto Rico tuvo mayor acceso después del cambio de soberanía al precio estable del mercado de Estados Unidos, que generalmente estuvo bastante por encima del reinante en el mercado mundial. Las centrales gigantes, las más rentables por cuestión de las economías de escala, tenían que tener extensos sistemas ferroviarios y grandes cantidades de tierra e inversión. Por eso sólo fue posible su fundación por parte de quienes tenían gran disponibilidad de capital y sólo en la época de crisis económica local ocurrida como secuela de la invasión entre 1899 y 1904: los propios norteamericanos.
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Las demás centrales tuvieron que ir creciendo por etapas entre 1905 y 1950; después de esa fecha se paralizó la inversión. Después de 1938 no se habían fundado más centrales, y tras la zafra récord de 1952 la industria se acercó a un acelerado deterioro que desembocó en la actual situación de rendimientos negativos y subsidios del gobierno. La industria azucarera boricua del siglo 20 tuvo una importante dimensión caribeña, por ejemplo: la familia Serrallés fundó y operó una central, llamada Puerto Rico, en República Dominicana; la empresa dueña de la Guánica Centrale, la South Porto Rico Sugar Co.,, después de haber venido trayendo caña dominicana en barcazas a moler a Guánica, fundó en 1920 en el vecino país su mayor fábrica azucarera, el Central Romana, con amplia participación de personal puertorriqueño en todos los niveles; cuando se impuso la Prohibición en Puerto Rico algunos empresarios licoreros movieron sus fábricas a islas vecinas; empresas de ingeniería centralista boricuas, como la Fundición Abarca, han tenido un papel protagónico en la industria azucarera de la cuenca del Caribe. Sin embargo, nuestra industria azucarera se vio impedida de culminar por las medidas con las cuales el gobierno de Estados Unidos protegía a su propia industria sacarina: el alto impuesto al ron, la cuota azucarera y el impedimento a la exportación de nuestro azúcar refinado. La isla se vio limitada a ser mayormente suplidora de materia prima a las casas refinadoras de Estados Unidos.