Opiniones y Comentarios sobre la Guerra de la Independencia Española - VI ·.
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(Gra bado dt! LOS DESASTRES D E LA GU E RRA, de C oya l
Jlm:t• unos cien arios r¡ut• Sir llichard Fo rtl, gran conocedor d r F.s p111in, n cribili /u r¡ur .~i[1 ur :. " 1::1 de .\layo t·.~ u11 e:rpotlrll te d e la 11acionalidad eswuiola. . . . El IIOIIr(l(/o p ueblo 110 Jlr c rsitú tito 'frail.:s funútit·os ni dt• oro in rf[,;.~ · para lr111mtarse, cosa IJIIC afirmaron falsam ente lo.~ bo11apartistus dt• e11 ton . ces y siyuen afirmando los dt• ahora. . \1 pueblo le indignó el des¡1recio d el r:rtra11jero r¡ut• pretrnd ia ser reoen erador d t• Castilla; d rsdt'lió sus dúdil>as , rec/111 :ó toda prudenc ia y n o escuchó sino el ruid o d e [ M cadenas: {ué ésto insti11 to nac iorwl: eterno honor, J¡() f ta11to, se 11' d ebe al brav o y nnblt• flue/Jlo es puri o/." F.n 1 ll3(; I'Se m ismo pueblo Npuriol rrchu:a la.~ cade11as dt'l {mrismo que quieren imponerle tmi<fores 11 c.rlralljt•ros t¡uc le d espredtw 11 q ue se llaman u $/ mismos 'rroeneradorcs dt' Espmia'. El instinto 1/ac iorwt sitfllt' r.~lando de parle d el /Jrtwo Y lral purl>lo es¡¡ariol, au11que la ca/um11ia dri or·o inrf[é.f s 1• Iw /f'ansformudo t'lr la calumnia d rl or·o ru.w . "Goya no sabia nada dl'l l'rimrrn tlr .llayo - ncribe h ou otro inglés conocrdor d t• Es puria, Jol111 J.anadon /Jm>it•s.-- ¡)('ro dl'l fam oso /Jos d t• .\la¡}o tlr jó inol11idabl~ cslum pa.f. F.n eu d iu d r t l!!lll. 1'1 f lllt' . bln madriiPTio u al:ti contra In dir tadurn napolrtini rfr. /.os frm! Ct'UN Ir r clmron rncimn l o.~ mrrr('lwrios ,1/umrlucos , 11 al día si(lu irnlt• hulw fusílam it•nlns tt tlocr n as. Pn o rl lt•r>arrtamir nto d t• los artt•wuns 11 1·am . f' l'.f ÍII'IJS r~fWiiult•s {111; rl [1/'ÍIIIt'r pnso ,nnrn librar a F.urn pa dt• .\'a¡w lt•tiu .. . :l!fwlurnn a .~ al l'lll' , J:u rn¡m '' lll Siglo Xl.'í dt• 111111 d ictadura militar. Hn tu¡ue/ tirm po F.u r·opa q uería sn/Nu·s•·." do.~
l\la1 zo de 1937
San Juan .de Puerto Rico
notas JUNTA EDITORA
DE VERDADES:
de
El 1¡ de julio pasado, hace ya ocho meses, el pe_ Jotón de generales facciosos que comanda Franco, violando juramentos prestados y la palabra de honor empc1iada, se alzó contra el legitimo gobierno de España. Este gobierno, legalmente constituido de acuerdo con la Constitución, resultado de una elecdún democrática en que salieron triunfantes las fue•·zas <¡ue le apoyaban a pesar de infinidad de circunstancias y presiones adversas a esas mismas fuerzas cívicas, reconocido internacionalmente por to 1Jas las potencias, no contaba entre sus miembros ni un solo anan¡uisla, ni un solo comunista, ni sL (¡uicra nn socialista. Y estaba apoyado en las Cortes (Parlamento, Legislatura) por una abrumadora llHIyoria: La enorme mayoría del Frente Popular Es. t>aüol. A esa mayoría se sumaron _lucg~ los rc¡ll·~sentantcs por el JHlrlido vasco, nacwnallsta Y cato_ lico. )le a(lul J.~" Sl'JttesJ's del ¡Jrograma (\el FrC'nle Po. puJar: Amnistía para los presos Y perseguidos poli_ ticos, unificación armónica Y real de Es¡~mia ¡~.-u· medio del reconocimiento de las autononuas regwnales, estricta scpm·aciún de la Iglesia Y el. ~sta~lo, cancelación efectiva de los anticuados prl\:•lcg_1 ~o; femlalcs de los latifundistas abscntisl:ts, orgamzacJOrt del ejército con miras a la defensa nacion~~ Y • nu como un instrumento de po\ltica y reprc~~on, 111'>.trucción de las masas mediante la crea~~on de escuelas públicas gratuitas y la impl~ntac•_on de mo_ deradas reformas sociales de hpo sunpleme~te liberal - como remedio a la miseria del prolctana. do trabajador. Justas y necesarias medidas ~o-das, Y no :1 0 inspil·adas en los principios democrahcos,_ re_ !-.:.J b ¡ · g m en • publican os y burgueses que an~ma an e • ~c. •.. .' · · las más de ellas eran s1mple ohedccJencla a sinO <¡Ue · C •t ·· d 'a los preceptos mandatarios de la onsh uc1~111 _e • nepllblica. l.a misma Constitución _c¡uc hablan JUra_ do y defender los militares fac ciOsos sublevado~ o
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redacción
R. Lavendero, T.
con Franco. Al hablar del Gobierno del Frente P opular, el ~s'tor John Langdon Davics, ~orresponsal con qmncn - 5 <le experiencia en los asuntos de España, dL ce ano. · .. ce en su libro Rehind lhe Spanisl1 Rarricades: Gobierno liberal, moderado y bien intencionado... la suerte de gobierno que Mr. Raldwin o Mr. n oosevell encontrarían de su gusto en la mayoría de sus deta_ . ., crobierno cuyo casi 11 es, . sentido de lo social estaba . rl soterrado por la prudencia". Contra un gob1erno l~ esa índole -pues no es sólo Langdon Davics qu~e~1 Jo califka de I.Jien intencionado, moderado Y leglhmo, sino los observadores enterados y objetivos, en general, y la evidencia mbnna de los hechos -se aL zó la vesania de los sublevados facciosos pretextan. do, arbitrariamente, la defensa de la Patria y la ne_ ligión. En el fondo se trataba de la defensa ()e intereses y privilegios feudales insostenibles. La defensa de la Patria y la neligión les importaba 'lYí1' bledo. Comenzaron por desencadenar la guerra civil en Ma_ rruecos, es tlccir, en un territorio colonial donde Espmia tenía t·ontraidos compromisos internacionales.
Blanco, J.
Diaz Carmena.
R.
D . Palac i o s
1lcspui·s la Pt•JlÍnsula con h o rdas d e infieles marro_ qui es, moros sem isalvajes qu e saeian la I.Jrutalidacl de su instinto t•n las poblaciones esp:uiolas indefen. as. Apelaron al terror en sus más repugnantes maní_ festariones. Conspiraron de acuerdo con la Interna. cional Fascista. Y por último, viéndose venci<los por la resistencia del pueblo y el patriotismo de s u go_ hierno, no han titubeado en entregarse, virtualmen. te, a los ejt·rcitos extranjeros, nazis alemanes y fas_ ci stas iti alian os, que importados por ellos, asolan el territorio d r la ¡Jalria. Insoslen ihl<'s resultan, pues, los pretextos de la sublevaciún, como insostenible, a la luz de la ver.. dad, resulta tambi(·n el coco del comunismo eon que Franco y sus secuaces prei<'IHiieron ganarse simpa! ias en el ext ranjero. Si en Espmia se implan_ tase u n r{·gimen com unista la causa habría que bu.~eal'la <'n Franco y sus generales, y en los amparado_ . . . r es y )li'Otecto;·es (1e1 lllOVIllllento m1'1'llar SU 1JVersJVO. Charles ,\. Thomsom en su informe de enero prime. 1·o de este ailo. rendido a The F o1·eign Policy As. sodt ion de E stados Unidos cuya probidad y serie. dad estún fuera de toda duda diec :. "l.a guerra civil esp:lliola no fué provocada por los comunistas d e Espaila ni los de l\loscow. Los responsables inmcdialos (le su oeurr{'neia fuer on los generales del cjérdto que temían perder el control sobre las fuerzas armadas dd país. La evidencia hasta hoy asequible no ofrece base substancial a la acusación, tan asiduamente pro¡mlada por ciertos sectores de la prensa, de que el comunismo es el culpable del derramamiento · de sangre <.'n .. España_ . . Al mismo ti empo, i.\loscow ha buscatlo evitar cualquier amenaza que comprometiera la paz de Europa, cosa que pondría en peligro el progreso interno de la nusia Sovietista. . . Pero el programa del Frente Popular E~¡Hlli ol propugnaba reformas liberales más bien que radil-ales ... El actual conflicto representa la culminación de una lucha que ha ido ganando inll•nsidad desde el establecimiento de la n(•pública en 1931. l.a caída de la i.\lonarquia trajo al Poder grupos liberales y obrei'Os que habían prometí do efectuar, por medios democráticos, cambios fundamentales en el sistema económico y social <.'n que el paí~ vivía. Este sistema condenaba a las masas del pueblo a la miseria, la pobreza y la ignorancia. Las r eformas iniciadas por la nepública amenazaban los privile. gios, largamente gozados, d e los oficiales del ejército, los grantles industriales y latifundistas, y el clero.'. " Y esas fueron precisamente las fuerzas caóticas que tomaron las armas para atacar un gobierno al que debían obedi<.'ncia y respeto: sin pensar en las consecuencias que ·ello tenia que acarrear. Entre todas esas consecuencias deplorables la más evidc:tte hoy es que la gu<.'JTa civil se ha eonverti<lo en guerra <le independncia, en In cual <.'1 pueblo, la nación, el Estado, se defienden contra el ataque injustificado de dos potencia~ extranj<.'r:ls imperialistas y militarizat\as, que están poniendo en grave e Inminente Pl•llgro la pnz cid mundo entero.
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El Presidente de la República Española, don Manuel Azaña, se dirije al pueblo de España y a la opinión mundial (TEXTO TAQUIGRAFICO)
cía, Y que nos permitan considerar gravemente sobre optimismos serenos y razonables que nos pertenecen a todos, el problema inmediato del porvenir.
SALUDO A LA DEMOCRACIA VALENCIANA Señor Alcalde, señores todos:
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LOS SUFRIMIENTOS DE LA GUERRA
He oido, con emoción que me ha costado trabajo reprimir, las palabras de bicnvenit.la que la le_ gitima represrntación de la democracia valenciana araba de dirigirme. En cualquier ocasión, en cualquier lugar de España, un saludo como este queda_ ria grabado en mi corazón; pero en las circunstan. cias actuales y viniendo de la expresión auténtica de la democracia valenciana, su valor es impondera_ ble. Valencia tiene en su historia el título glorioso de haber sido uno de los primeros y más fuertes hogares dd republicanismo espaiiol y en este pais se daban de antiguo aquellas condiciones sociales, eco_ nómicas y politicas merced a las cuales el árbol de la democracia ha podido crecer con la redondez que todos hemos tenido ocasión de admirar en tiempos )•asados. Valencia, en la paz, era una joven República española, y en la guerra ha sabido cumplir con creces su obligación. Muchos hijos de Valencia han perdido sus Yidas luchando en el frente por la salvación de todos sus hermanos de España. Cono. cemos Jos esfuerzos <1uc en el campo de batalla los Yalcncianos h:m sabido hacer. ¡Loor a todos ellos!, y conste el agradecimiento de todos por el esfuerzo Yalenciano. Y conocemos también los servicios de otro orden que el País Valenciano ha prestado, acudiendo al socorro y mantenimiento de los comba_ tientes en las poblaciones asediadas por el enemigo. Y además, Valencia, al saludarme por boca de su alcalde, aviva en mi sentimientos de otro tiempo que ahora me es permitido evocar, pcrque recobran una • 1 actualidad moral. A Valencia le debo, en los comienzos de mi ac_ ción. polltica, tan corta todavía, pero ya excesivamente dramática y tempestuosa, la primer acta de diputado c1ue nunca tuve. Vuestro pueblo tuvo esta cortesía conmigo, y hace año y medio o poco más la democracia valenciana nos prestó su auditorio cla_ moroso de mayor entusiasmo republicano para el grandioso acto en el cual se inauguró la coalición política que, en el pensamiento de quienes la forja. ron y rn la pura intención de quien !ué su portavoz, estuvo llam:tda a prestar a la Hepública una base am. pllsima de colaboración social y las bases magnificas de progreso y de engrandecimiento de la sociedad española. Y es justamente hoy, cuando evoco en Valencia y ante su alcalde este recuerdo, cuando tenemos delante el problema de la rebelión militar para destruir aquella obra que en Valencia se inició. Me es grato también que sea Valencia quien me preste la ocasión de decir, a loll seis meses de gue. rra, unas cuantas palabras, sacadas de la experien.
Seis meses de guerra; largo plazo de sufrimien. lo, señores; plazo que nos hubiera parecido JncrcL ble en el mes de julio, cuando el porvenir estaba oculto detrás del telón del tiempo, pero ahora nos parece breve y encontramos en nuestra alma el vigor suficiente para triplicarlo si es menester, con tal de 5acar adelante la causa de la Rcpúblia. En estos seis meses, los datos principales de los problemas que tenemos delante, no han Yariado en lo esencial. Lo que ocurre es <tlle como de la semilla sale la planta, lo que llevaba en si el problema al estallar en el mes de julio, ha ido manifestándose a la luz. ¡,Qué fué para nosotros el hecho de la rebelión' Para nosotros fué -y hubiéramos querido que sL guiera siendo- un problema de carácter nacional rspañol, un problema interno de la política española. El hecho es bien conocido: gran parte de las fuerzas armadas de la nación, en convivencia y co_ mo brazo ejecutor de partidos políticos adversos al régimen, se sublevó contra el Gobierno republicano, con el propt)sito de derrocar por la fuerza el régi. men que la nación libremente con el sufragio unL Yersal se había dado. Este es el hecho. y delante de él, el Estado y sus órganos representativos, en todas sus jerart¡uías, conocieron su deber y cumplieron con su deber sin vacilar ni un sólo segundo. ¿Cuál era su deber? Oponerse como fuera a la, rebelión militar. No se transige con la rebeldía, cuando se ocupa dignamente el Poder; y en la repre. sentación de un Estado no se puede, no se debe transigir jamás con la rebelión. La dignidad, el debe¡·, lo que se representa y Jo que se debe a la Na_ dón no Jo permiten, por terribles que sean las consecuencias de la arción guerrera; y el Estado cum_ plió con su obligación. Pero ocurrió, señores, que la mayor parte de Jos elementos defensivos del Estado de que pudiera disponer el Gobierno, o esta_ han en la rebelión o habían sido secuestrados pnt• ella o estaban disueltos o aminorados en su eficacia por consecuencias de la rebelión misma. EL LEVANTAMIENTO DEL PUEBLO Y entonces intervino el hecho maravilloso, ia sorpresa española, que no habían quizás pl'evisto Jos factores de la rebelión. Ocurrió el hecho maravillo so de que el pueblo entero se puso n sustituir, a re~ emplazar a aquéllos órganos del Estado que habia!l caldo en inutilidad o en rebelión. El Estado, tomó lus armas para defender su Libertad y su República;
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y .entonces se nos presentó el problema de aprovc. char el entusiasmo, la lealtad; la fidelidad, el espi. ritu de sacrificio del pueblo, para ir organizando y encauzando todos esos valores morales en forma que apareciesen organismos nuevos defensivos que re. emplazaran a los antiguos, para que con el menor desgaste, con · el menor esfuerzo, con la menor pérdida de tiempo y de energías y con el menor sacrL ficio, el Gobierno de la República, el Estado repu. blicano, cumpliera con su deber, que era el resta. blecer la paz en España y restaurar la República alli donde había sido temporalmente suspendida.. Cum. plido esto habríamos cumplido todos con nuestro deber. Este esquema de la situación tiene un valor de. mostrativo para todos nosotros y para todo el mundo.
TRANQUILIDAD DE CONCIENCIA Cuando se hace la guerra, que es siempre un mal; cuando se hace la guerra, que es siempre aborrecible, y más si es entre compatriotas; cuando se hace la guerra, que es funesta, incklso para quienes la ganan, hace falta una justificación moral de primer orden que sea inatacable, que sea indiscutible; y de este hecho que acabo de dejar expuesto en esquema, ningu. no de cuyos datos es rebatible se deduce lo inatacable de nuestra posición; la tranquilidad para nuestra conciencia personal y la tranquilidad para el porvenir de la Historia. Hacemos una guerra terrible. Gue. rra sobre el cuerpo de nuestra propia patria. Per<.• nosotros hacemos la guerra porque nos la hacen. Nos. otros somos los agredidos; es decir, nosotros, la Re. pública, el Estado que todos tenemos la obligación de defender. Ellos nos combaten;· por eso combatimos nosotros. Nuestra justificación es plena ante la con. ciencia más exigente, ante la historia más rigurosa. Nunca hemos agredido a nadie. Nunca la República, ni el Estado, ni sus Gobiernos han podido, no Ya jus. tificar sino disculpar o escusar un alzamiento en al·mas contra el Estado. Nuestra posición se ha robuste. cido en estos seis meses. Sépalo el mundo entero y sépanlo los españoles todos, los que combaten a un lado y los que comba. ten al otro: nosotros hacemos la guerra por deber, y por el cumplimien.to del deber estamos dispuestos a persistir con tanto tesón como sea necesario para • conseguir nuestro fin (Muy bien, aplausos). Por esto decia yo, señores, que el problema, al plantearse, era para nosotros -hubiéramos querido que fuera siem. pre-- un problema de orden nacional interior : como si dijéramos restablecer la observancia de la ley, como si dijéramos un inmenso problema de orden público. Desgraciadamente, no ha sido así; la rebelión militar española, desde el primer momento, ha adquirido los caracteres de un gravísimo problema internacional, y diciéndolo con una paradoja añadiré que desde antes del primer momento; quiero decir antes de que salie. ra a la luz el hecho físico de la rebeldía. Porque estamos todos persuadidos de que si no ttubiera precedido
una intensa labor internacional la rebelión militar es. pañola no hubiera estallado. (Muy bien). GRAVISil\10 PROBLEMA INTERNACIONAL De dos maneras, a juicio mío, la rebelión militar de España asciende a la categoria de un gravisi. mo problema internacional. De una parte, por su origen marroquí, por haber tomado la zona españo.. la de Marruecos como origen de la rebelión y como depósito y base de operaciones de los rebeldes; Y de otra por el auxilio en materiales y en contingentes armados que ciertas potencias europeas han prestado y prestan a la rebelión. En cuanto al primer aspec_ to, es preciso confesar que todos los Gobiernos de la República, desde que estalló la rebelión, le han pres. t:rdo su cuidadosa atención, más que la opinión pú.. blica en general. El hecho es bien claro: en la zona del Protectorado español de Marruecos, los militares encargados de proteger la zona y de auxiliar al Go. bierno cll'l Protectorado en su función, se rebelan contra el Gobierno legitimo de la nación protectora y ·no se limitan a venir personalmente a pelear en la peninsula, sino que, además de traerse las unidades peninsulares alli acantonadas, traen tropas indige_ nas, reclutan soldados entre los moros de la zona Y convierten lo que era expansión de la actividad política de España y cumplimiento de un compromiso internacional en la base de operaciones contra d Gobierno de la República. Este es el hecho. Comparadle con la situación de derecho. Marruecos es un estado extranjero pa_ ra nosotms; la soberanía de Marruecos corresponde al Sultán: el Sultán tiene en su zona un Jalifa que. como su nombre expresa, es delegado o emanación ~uya, en lo político y en lo religioso. Los decretos se expiden en su nombre, asistidos de un alto comisario español y todas las fuerzas que España costea . alli o subvenciona a través del l\lajzen son tropas que están a las órdenes del Protectorado para los fL nes del Potectorado mismo, no para otra cosa. Y el hecho de que las tropas del Protectorado, que los súbditos marroquíes, que no son españoles, y el Ja. Jifa, representante del Sultán, que no ha puesto en duda la legitimidad del Gobierno español, que saba que este Gobierno es el Gobierno de la República; digo que el hecho de que el Jalifa, en manos de los rebeldes, o prisiont'ros de ellos, o traidor, consienta esto es no sólo contrario a las leyes españolas sino a los tratados y pactos internacionales en virtud de los cuales España está en Marruecos. España está en Marruecos en virtud del Acta de Algeciras y de los Tratados y Pactos complementarios. Porque está alli, no por ocasión excepcional, pe_ ro estamos en virtud de eso y para cumplir esa misión. Y el hecho de que se consienta o se permita, o se disimule que las autoridades del Majzen presten una silenciosa aprobación al transporte de tropas marroquíes a España, es una agresión a los tratados internacionales, una violación de los pactos que nos mantiene en Marruecos, además de ser un ataque al Gobierno de la República. ·
Preste o regale los números de VERDADES que obren en su poder. -4-
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NUESTRA MISION EN MARRUECOS Todos sabéis qué sacrificios se ha impuesto Es. paña por mantener el Protectorado de Marruecos -nosotros no discutimos aho.-:1 esa política-; todos sabéis . con qué escrupulosidad los gobiernos españoles han querido mantener el Protectorado en Ma_ rruecos Y de qué manera los gobiernos republicanos, trataron de· tr:msformar la acción de España en l\la. rruecos, transformúndole su espíritu de conqUistador para hacerla más acomodada a las ambiciones de la República y a los fines verdaderos del Protectorado. Nuestro país se ha impuesto para al Protectorado de Marruecos, sacrificios ingentes que habrían basta. do, invertidos en t>l interior del país, a redimir gran parte de nuestras provincias; pero de 1\Iarruecos nos. otros no hemos recibido más que sinsabores. Tan pronto una dictadura, tan pronto una rebelión militar. Y yo digo si no va a llegar pronto el día en que la opinión pública española, volviéndose hacía sus gobiernos les pregunte: ¿No es hora de poner térmL no a una situación ultrajante, nociva, desconocedora de los tratados internacionales, creadora de una dificil situación para las Potencias signatarias del Pacto de Algcciras? Nada má.<> que esto es lo que hay en el hrcho de la rebelión militar encauzada y lanzada desde Mnrruecos. A mi no me corresponde ni ahondnr más en el problema, ni buscarle una so_ lución ni enunciarla. El problema existe, el Gobierno español lo sabe, y la opinión pública también. Nos damos cuenta de la dificultad del problema; pe_ ro sería vano suponer que el problema va a dormir eternamente subyacente en los accidentes más vic,. lentos de la rebelión, sin que la República española, que es quien tiene más dcrt>cho sobre .Marruecos Y quien puede disponer de los derechos de España en Marruecos no tomen al fin el arbitrio que proceda. LOS AUXILIOS A LOS REBELDES El otro especto de la cuestión por donde, como decíamos antes, la rebelión militar asciende al pla_ no internacional, es el auxilio prestado a los ~ebel des por ciertos paises europeos. Cuando las fuerzas marroquíes que también son extranjeras, no f~eron bastantes para los fines militares de la rebehón o cuando perdieron su eficacia militar, o por _lo que fuera, han empezado a venir a España. conhng~ntes armados de otros países. Y esto cambta en CI~~to modo la situación moral creada por la rebehon; porque no se trata del peligro d~ la Rcp~b~ica, ya no se trata simplemente de una guerra ctvtl _entre españoles digámoslo claro: estamos en presencia. de una inva~íón extranjera en España Y lo q?e ~ehgra solamente el régimen político del p:us, smo la no es· · (Prolonga independencia auténtica de nuestro pats. dos aplausos). Hace meses, allá por el mes de julio, la prime. ra vez que yo tuve ocasión de dirigirme a la opinión, después de empezada la lucha, me permití decir que la gu<'rrn que entonces se lnauguruba, era una guerrn
de independencia y que adrmús prornrtía ser ('} pri_ mer arto de un(\ guerra gen~ral curopt>a no declara. da entonces todavía. Algunas pt>rsonas encontraron exagerados los términos de la comparación. Pero que esto es una guerra de independencia, ya Jo estái~ ,·iendo, no sólo por el hecho de que el pueblo espa_ tiol se lance al combate para recuperar sus derechos, que es una manera de ser independiente, sino por el hecho más concreto y menos dicutible de <1ue hay pasos extrai"ios en el sut>lo español, contingentes armados extranjeros, de cuyo triunfo resultaría la opresión absoluta de la independencia española. GUERHA DE INVASION Esta es la realidad, guerra de invasión, ata(Jl:C directo a la independencia de España, y este nuevo hecho en virtud del cual la personalidad o la rcprc_ scntación militar, politira y moral de los rebeldes, pasa un poco a segundo término y aparecen t>n primera linea otros valores más importantes y más gra_ ves, crea para todos los españoles, incluso para los rebeldes, un problema de conciencia. A mis no me cuesta nunca trabajo st'r gent>roso con nuestros amigos -no me lo ha costado nunca-; no me arreplen_ lo. Y en esta corriente de generosidad, llego hasta n suponer que en las fil:ts de los rebeldes habrá mu. chas gentes ofuscadas por la pasión política, por fanatismo de partido, por obediencia mal entendida, por un compañerismo llevado a extremos abusivos y perniciosos; pero me cuesta mucho trabajo creet· que entre los ¡>!'Opios rebeldes no haya muchos que hayan sentido el sonrojo español cuando de su rebeL día se ha hecho llave para abrir la puerta del territorio nacional a los ejércitos extranjeros. (Muchos aplausos). 1\lc cuesta trabajo creer que entre los militares rebeldes, delincuentes contra el Estado -no vamos a disimular la gravedad de su delito- rebeldes con_ tra el régimen, olvidados de la disciplina, me cuesta trabajo, digo, creer que entre estos militares nQ haya muchos a quienes les repugne y les horrorice ser delincuentes contra la Patria. Me cuesta trabajo creerlo, porque siempre he creído en la eficacia 1\cl sentimiento, del pundonor, aunque se extravíe lle_ vándoJc a los extremos de la rebelión que estamos viviendo. Rebelarse contra un Gobierno, rebelarse contra el Estarlo legítimo, estoy dispuesto a encon. trarlo, no legitimo, pero natural. Lo que es antína_ tural, es facilitar la invasión de la Patria. Este es el problema moral que se crea para los rebeldes pm· el hecho mismo de su acción haciendo entrar en España a ejércitos extranjeros. NEUTRALIDAD PERNICIOSA
Y otro problema del mismo
tipo, aunque sin amargura, se crea para otros muchos españoles que no han querido tomar parte en la contienda eL vil, que dicen que son neutrales, que por esta razón
Sintonice la emisora W.K.A.Q. todos los viernes y martes de 9:30 a 10 P. M -5-
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o las otras, unas respetables, otras miserables, se c~ecn superiores a la contienda que nos agita. Yo <hgo a todo.s estos españoles, altos o bajos, conocidos o desconoc•_dos, donde quiera que estén: os permito, tolero, adm1t~ que no os importe la República; pero, ¡que no os Importe España! ¡que no os importe la independencia de España! ¡que podáis creer que es licito ~er neutrales cuando España está invadida y ~n pehgro de que pase al dominio de un país extran. ]ero! t Esto puede ser. Esta neutralidae1 eqmva · le . .. no H a 1a ra¡c¡on. ay que llamarlos a todos, a todos, y ha~e~les prest.'nte que la bandera republicana ha ad_ qmr1~0 el valor de la bandera de la independencia cspanola, Y que se agrupen y presten el auxilio que puedan, donde sea, porque si no faltan a sus debe. res; no ya de republicanos, sino a sus deberes de · españoles (l\Iuy bien). Nos parecía que la guerra en España la rehe lión . militar, por estos hechos a que estov • ~ludiendo-• pod 1a ser el primer acto, o seria el primer acto de una guerra general no declarada. Tal fué mi expresión. Casi todo el mundo está conforme ahora de que este peligro existe. ¿Y por qué existe? Dejemos a un lado aquellas preo.cupaciones de los meses pa. sados. Cuando planteado el problema de la falta de material al Gobierno legitimo de Espmia y a los re. beldes, se temía, seguramente, con honesta sincerL dad que por el mayor aprovisionamiento de uno y otro bando, la invasión de España y la posesión de España es la ruptura del equilibrio occidental europeo, y la disputa por la ruptura del equilibrio >e hace en contra de las Potencias que hasta hoy fiadas por la amistad de España, han podido mirar sin perturbaciones, ni preocupaciones de ninguna espe_ cíe, la situación internacional en rl occidente euro. peo. NUESTRA POTENCIA MILITAR Señorrs me doy muy bien cuenta, como todo~ vosotros, de que el peso político de España en el mundo, es inferior a su dimensión geográfica. Nues_ tra poca potencia militar, o nula potrncia militar si queréis, disminuye este peso de España en el mundo europeo. Y además, el pueblo español es un pueblo enrmigo de las eventuras internacionales y de las guerras -sus motivos tiene--- y que sobre lo único en que hemos estado de acuerdo todos los españoles en las íJitimas décadas, es cn ser todos partidarios de una posición neutral. Pero dentro de ese carácter, la presencia d e E spaña en el sistema occidental tenia un valor extraordinario; el que nace de su posición geográfica, de sus balcones a dos mares, de su posición en el Estrecho, de sus posiciones isleñas destacadas en el 1\lediterráno y en el Atlántico, de sus riquezas naturales y cabalmente del desarme de sus fronteras terrestres y navales. Cabalmente, es dech·, qu~ la debilidad militar de España y su voluntad de neutralidad han sido una pieza fundamental en la organización del sistema de equilibrio en el occL dente ruropeo.
ALCANCE DE UNOS DERECHOS JUSTORICOS Refiriéndose a Marruecos, vosotros sabéis bien que a pesar de todos los derechos históricos de España, de todas las veleidades de expansión o ambi_ ción que nuestro país haya podido tener respecto a Africa, la única razón por la que nosotros estamos establecidos en l\larruecos es seguramente para con. srrvar el equilibrio que precisamente cada día está en vías de romperse. Se rompe el equilibrio, pero nosotros no somos el objetivo principal de la rotura. La posesión de las riquezas naturales españolas, sus puertos, sus bases, no necesitan, para estar domina_ das por el extranjero, enarbolar una bandera extran. jera, no necesitan repartirse en provincias el terri_ torio nacional para estar sometido a yugo extran. jero. La posesión de todo eso mira a un objetivu superior, a otro objetivo el cual nosotros hemos saL \"aguardado 'iicmpre, por nuestra propia posiciOll. por nuestra situación de desarme. Y este es el pe. ligro, este es el peligro de guerra. Naturalmente, el Gobierno de la República -y yo supongo que la opL nión del país- no han incurrido nunca en la infantil pretensión de creer que otros pueblos van a pos_ poner su interés nacional al nuestro. El interés nacional de cada país se siente por el país mismo y mucho menos so le ha ocurrido al Gobierno de la República irle a explicar a otro país en qué consiste su propio interés nacional; esto hubiera sido u:ta impertinencia suprema. Pero a nosotros, sin incu_ rrir en esa impertinencia y sin incurrir en aquel candor, nos basta señalar el mapa, marcar los acon. tecimientos, y que los demás saquen las consecuen_ cias. Y si el equilibrio del occidente de Europa se va a romper, tendremos que meditar si no valdrá la pena, en último término, de que se rompa a favor nuestro, como quiera que sea, porque a un país no le <'st:in cerradas todavía ninguna de las rutas que se abren en él. Yo me acuerdo que este sistema a que me esto.y ¡·efiriendo de la posición española como una base esencial en el equilibrio occidental de Europa, jugó bien ventajosamente para la paz y ventajosamente para la guerra el año 14. ¿No podría jugar otra vez? Si España hubiese cometido la aven. tura de formarse una potencia militar, por el hecho sólo de formar esa potencia militar en España, que nos habría costado enormes sacrificios económicos, ya <'On ese solo h echo, el equilibrio se hubiera roto aunque hubiéramos puesto esta potencia militar a 1~ disposición del sistema al cual siempre hemos sido firles. LOS PELIGROS DE UNA CONFLAGRACION ¿Se purde romper de otra manera? y 0 temo que si y no hago más que temerlo; y espero que la sabL duria de quienes gobiernan y dirigen los destinos de Europa, sabrán darse c uenta de que la lealtad, 1a fidelidad y el desarme de la nación española tienen un valor; pero que también tiene oiro valor 0 puede
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.. tenerlo el rearmamento de la nación española. (Muy bien.) Estos peligros de guerra, de guerra general -porque nosutros ya tenemos bastante con la nuestra-; esos peligros de guerra han podido hacer pensar a mucnos que el convertirse la guerra espa_ iiola en una guerra general europea, podria ser ventajoso suponiendo ¡¡ue al calor de los grandes en_ cuentros de los paises europeos, la causa española, la Justa causa cspa1iola que nosotros representamos, saldrla_a flote con más facilidad. Yo no lo pienso asl; el Gob1erno tampoco. En primer lugar, porque la guerra de por si es siempre una catástrofe y no es licito buscar la guerra; y en segundo término, porque la gu~rr.a general, si por desventura llegase n es_ tal~ar, d<'Jana sumidas las aspiraciones españolas y la JUsta causa espa1iola, debajo de las grandes contiend~s <¡ue se plantean al mundo europeo, a cansecuen_ c1a. de la contienda militar y correríamos el grave pehgro de que nuestra justa causa, aun ganando esta guerra, se resolviera o se alteralie por razones o motivos o condiciones que dejarán sin resolver lo que nuestro corazón de españoles y republicanos apetecen. No; nosotros tenemos que conservar en primera línea el valor nacional de nuestra causa y no envalverlo en injuria. Mas todo lo que ella es en si, no jugándola como factor internacional en pieL tos que al fin y al cabo no nos importan. Por esto.s motivos, la República y los Gobiernos de la República no han hecho nada que pueda favorecer o aronsejar o llevar a una conflagración gene_ ral. Lejos de hacer nada en este sentido, han hecho todo la que han podido por evitar un choque europeo. Ahora se habla de limitar la guerra y de extin_ guir la guerra. Limitarla ·e n el sentido, si no me equivoco, de que no traspase el conflicto las fronteru españolas, y se C()Jivierta la guerra civil española en una conflagración general. Esto de limitar la guerra y extinguir la guerra, es acabarla, naturalmente, res_ tablet:er la paz en España. J.A RAZON ESTA DE NUESTRA PARTE Para la limitación de la guerra, nosotros no tenemos acción alguna. Si el peligro de guerra provie_ ne de que otros pueblos traen a España sus ejércitos y nosotros no tenemos medios materiales de evital·lo, corresponde a otros limitar la guerra; correspon_ de a otro.~ restablecer la observancia del derecho internacional, cscandnlosamente violado en nuestro !luelo; corresponde a otros tomar las precnuciones necesarias para que estos peligros de la guerra, que rdundan en perjuicio de la causa universal, se aca_ ben. Ah!, pero para extinguir la guerra, nosotros no tenemos más que un procedimiento, que es contlnunl'la. Para extinguir la guerra, nosotros na tenemos más que hacer que derrotar a los rebeldes, Y una vez derrotados, ya veremos de qué manera los más du_ dosos, los m:\s realiMas, los más reacios, acaban por reconocer que tenemos razón. (Hisas.)
Para limitar la guerra, el Gobierno de la República ha consentido sacrificios en sus derechos, como vosotros sabéis bien. Ha consentido el sacrificio de prestarse a la inspección o control de la importación de armas en España. Nosotros hemos mantenL do siempre la pureza del de recho de un Estado legi. timo, del Gobierno legitimo, a cumcrciar con otros paises. Mantenemos el principio, pero se nos ha dL cho: conviene a la paz internacional una cierta transigencia, y hemos transigido; el Gobierno responsa. ble ha transigido con las reservas y con las condiciones que creo son ya públicas; pero hemos transigí. do en principio. Ahora, ni para limitar ni para extinguir la guerra por cualquier procedimiento que se pueda poner en acción, nosotros no estamos dispues_ tos a admitir que se ponga en tela de duda ni haya Ja menor sombra sobre la autoridad de la República, sobre la legitimidad del régimen, sobre la autoridad del Gobierno que lo representa y le personifica, y que es representación del Estado español. Sobre eso, nada. 1Primero perecer! (Los asistentes, puestos en pie, le hacen objeto de grandes aplausos.) LA CONTINUIDAD DEL REGIMEN REPUBLICANO Quiero que conste, aunque sea redundante el de_ cirio, que mi presencia en este sitio significa y de_ nota la continuidad del estado legítimo republicano (Muy bien, aplausos)... _que encuentra en el Presidente de la República, en el Gobierno responsable, en funciones y en las Cortes, los órganos supremos de su expresión representativa y de manda. Esa es la representación de la República y sobre esas entidades por lo menos con mi presencia en este sitio, con la de este Gobierno y con la de la República, ni una mancha ha de caer. Pero nosotros, es decir, el Estado y el pueblo español, -que esto es lo que digo cuando digo "nosotros" - no nos batimos sólo pol· esa concepción forma del derecho del Estado, no. Hay el contenido apasionante, patético, arrancado del corazón, que es el objeto de la contienda. Nos. otros nos batimos por la unidad esencial de España; nosotros nos batimos por la integridad del territorio nacional; nosotros nos batimos por la independencia en nuestra patria y por el derecho del pueblo espa_ ñol a disponer libremente de sus destinos (Muy bien, aplausos) . Oigo decir por propagandas interesadas. aunque mi higiene mental me lleva a prevenirme de ellas cotidianamente, oigo decir que nos estamos ba. tiendo por el Comunismo. Es una enorme tonteri:l. Si nos batiésemos por el Comunismo, se estarían ba_ tiendo los comunistas, si nos batiésemos por el Sin. dicalismo, se estarian batiendo sólo los sindicalistas, Y si nos batiésemos por el republicanismo de izquic•·da, o de centro, o de derecha, se estarían batiendo los republicanos. No es esto. Nos batimos todos, el obrero, los intelectuales, el profesor, los burgueses (que también se baten los burgueses), los Sindicatos, los partidos políticos y todos los españoles que están agrupados bajo la bandera republicana; nos batL mos por la libertad de los españoles y por la indeJlenclencia de la Patria (Grandes aplausos).
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CAMPAl'lA DE DIFAMACIONES Nosotros somos objeto de una campaña difaman_ te en el orden político fuera y dentro de España. Nosotros, señores, no exportamos politica. 1Ya sé yo que no estamos en condiciones de exportarla! Pero es que tampoco tenemos intención de exportar po. litica española a ninguna parte; mas tampoco importamos política extranjera. Ni admitiríamos la importación, ni nadie nos la ha pedido, ni nos lo ha propuesto, ni lo desea. Yo os digo que estoy autorizado por mi función, para declarar que la República española no tiene contraído ninguna especie de com_ promiso político con ningún país del mundo. (1\luy bien, grandes aplausos.) ¿Es que cuesta tanto trabajo. comprender el im_ pulso nacional de un pueblo que no quiere dejarse poner una argolla. Pero, ¿tan extraño se ha vuelto para muchos españoles, el concepto. de la liber~a~, de la dignidad humana, que les parece inveroslmll batirse por algo que no sean los intereses de clase o la ideología de un partido;· ¿O el galat·dón de espa_ ñol, no basta para hacerse matar en las trincheras si es preciso? Oigo hablar de un "movimiento nacional", de un "movimiento nacional" que es como ca_ lifican a su acción rebelde, los autores de la rebelión. ¿Qué mo.vimiento nacional puede existir, si cm_ piezan por secuestrar la voluntad de la nación? ¿MOVIMIENTO NACIONAL? Yo estimo que un movimiento nacional seria irresistible en cualquier sentido que se produjera; pero Jo primero que tiene que haber par~ ~ue haya un movimiento nacional, es que ese mov1m1ento sea libre para manifestarse. Y un movimiento político armado de la guerra gue se proclama nacional, no tiene más que someterse a la prueba de dl.'jar a sus súb_ ditos, a sus esclavos, a sus dominados, que digan lo que piensan y lo que quieren. -Ah 1 Y si dicen que quieren la dictadura militar, yo me compr?meto _a suscribirlo; pero estoy seguro de que poquis..~os españoles votarían en favor de la dictadura nnhtar. Entonces, ¿qué es este "movimiento nacio~al"? El movimiento nacional está aqui, en donde ahenta el pueblo libre, asistiendo al Gobierno legitimo de la República en su tremenda empresa. No he visto nin_ gún desfallecimiento. A nadie se le ha obligado a abrazar la bandera de la República. ¿Pueden decir Jo mismo los que ostentan este apelativo del "movi7 miento nacional"? Supongo que no. LA UNION DEL PUEBLO ESPA~OL
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Sobre esta base de la unión del pueblo español n defensa de sus libertades esenciales del hombre Y ede las libertades e independencia · d e su pat r1a, • es so_ bre la que está asentada esta enorme coalición de las fuerzas politicas y sociales y de Gobierno, en· defensa de España. Yo estimo que esta coalición y esta unión deben continuar, por lo menos hasta la paz, por Jo menos hasta la victoria; Y quisiera ~ue des_ pués también. Porque cuando se acabe la guerra y
ya haya forzosamente que prestar atención a una porción de problemas que nho.ra no están más que latentes, nos va a parecer que la guerra era cosa do juego; y que los pro!Jiemas entonces serán mucho más difíciles y graves, con ser tan terrible el problema de la guerra misma; y para entonces serán nece_ sarios también la cohesión de los españoles y el espíritu de abnegación y sacrificio, que hoy por hoy, reina entre todos nosotros. Pero mientras tanto, pe•·mitaseme decir que necesitamos una política de guerra; estamos haciendo una guerra política, pero ne_ cesitamos una política de guerra, lo mismo en los frentes de batalla que en la retaguardia;· una política de guerra que no tiene más que una expresión: In disciplina y la obediencia al Gobierno responsabl~ de la República. (Muy bien). CAMINO DE LA VICTORIA Ahl se cifra todo; podríamos desarrollar esto en largas palabras, pero ahí se cifra todo: en la conducta misma de la guerra, en el aspecto moral del pro_ blema. Porque no me canso de repetir, que no hay dos modos de hacer la guerra; o, más exactamente, quo hay muchos modos de hacer la guerra, to.dos malos, menos uno: el que conduce a la victoria; y ese es el que hay que seguir. No hay dos modos de orgn_ nizar un ejército.; y una guerra se gana con un ejército bien organizado. Ya sé yo, que durante mucho tiempo, durante décadas, incluso profesionales han hecho creer al público español~ que babia un mod() de hacer la guerra: n la española, que no era el sis_ tema de guerra adoptado por los grandes paises del mundo. Esto parcela la obra inconsciente de gentes empeñadas en rebajar el caletre español a la catego~ ria de segundo orden. No hay más que un sólo modo de hacer la guerra; y como en la guerra, a pesar de todas las aportaciones do la mecánica· y de los ade. lantos de las artes industriales, etc., el factor definitivo es el hombre, el factor definitivo de la guerra es el soldado, el combatiente; el factor moral de la guerra, es el que más nos importa, y el facto.r. moral de la guerra se traduce en discipliina, en obediencia, en capacidad, en mando y en responsabilidad. Todo lo demás, o es una insensatez, propia de la gente sin caletre, sin disciplina y sin conocimiento exacto. de la cuestión, o es un puro suicidio involuntario al · cual nosotros no podt·iamos llevar a la República ni a la nación. En la retaguardia no es menos necesario el espíritu de obediencia y de disciplina, que no es de irresponsabilidad en los que mandan, sino de reconocimil'nto de la capacidad y de las altas paten. tes para gobernar; y mientras gobiernan y funcionan, ellas son las responsables en la dirección del pais Y a ellas hay que prestarles el acatamiento y In obediencia, sin los cuales no hay gobie~·no posible. Hay que guardarse de que el entusiasmo nacio.nal y popular se extravíe en iniciativas personales 0 llenas de buena Intención, pero que por su propia indiscL pllna y dispersión, están destinadas al fracaso; hay que guardarse de que In espontaneidad española, de la que. he hecho el elogio más fervo.roso que se pueda hacer de una cualidad nacional, esta misma inde_
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pendencia personal de cada español, redunde en perjuicio de nuestra causa; y, sobre todo, hay que gu:11·_ darse de que reaparezcan en tiempos de perturbación y creación como los actuales, los vicios más repugnantes y desacreditados de nuestra vieja politica. Yo he visto por ahí que renacen los caciques, que han cambiado de nombre y hasta de procedimiento y en vez de ser curialescos y legalistas y lle_ var en el bolsillo una carta de recomendación, lo que hacen es echarse un fusil al hombro, pero que no son más valientes por muchos fusiles que lleven. Eso es una expresión de caciquismo e indisciplina en cuya extirpación hay que ayudar al Gobierno de la República. (Grandes aplausos). ANTE LA PAZ El señor alcalde, en sus emocionadas palabras, nos hablaba ya de la paz. Nadie la desea más firme. mente que yo, pero la paz no se puede conseguir sino continuando sacrificios, y el sacrificio es más duro, cuanto más cualidades personales hay que dobl<'gar y disciplinar y quemados en la pira de la causa co_ mún. Me cr<'O autorizado para recordar a todos que Jos defensores de la R<'pública, donde quiera que estén, en el Gobierno, en la Presidencia, o trabajando en un camino, o conduciendo un camión, tenemos mu<"hos jueces, muchos: unos presentes, otros ausentes; unos actuales y otros que vendrán; y estamos obligados, por la cau,sa que nosotros reprensentamos, a hacer todo lo preciso para que el fallo de todos los jueces juntos nos sea favorable. Y de todos esos jueces que unos son la conciencia personal, otros la opinión pública, otros la opinión del mundo extranjero, otros Jos de la histo1·ia; de todos estos jueces, Jos más apremiantes y los más autorizados, son los combati<'ntes, los combatient<'s de verdad, los que se han hecho matar en las trincheras, los que se están haciendo matar a estas horas, los que van a morir mañana.Estos son nuestros jueces más inme_ diatos y seria un crimen, no de lesa patria, sino de lesa hümanid:HI, que errores en la conducta, errores _ que no hablo más que de errores - , pusiesen en peligro de malogro el sacrificio de estos hombres, por los que existimos. · HOMENAJE A LOS COMBATIENTES
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No encontrarla yo palabras, señores, para rendir el homenaje que merecen los combatientes, los c~m batientes que combaten; y de todos esos .combahentes menciono entre todos a los de Madnd: porque Madrid ha asumido - como decia muy bie~ Cano Coloma _ una representación excelsa. ¡i\fadnd, ase_ sinados sus hijos, arrasados sus monumentos, en llamas sus tesoros de arte!. .. La misma excelsitud de su martirio eleva esta llama a una grandeza moral como ningún pueblo español babia conoeido hasta ahora. (Estas palabras son acogidas con prolongados aplausos). Don_ de nunca había pasado nada, pasa ahora lo más grande de la historia contemporánea de España. Será menester que transcurra tiempo para que los
propios madri4elios todavía no asesinados, alegres y conformes con su,~ tremendos destinos, puedan percibir las repercusiones que su resistencia sin limites va a tener en los destinos de España. Sí, Ma_ drid se ha ganado una vez más la capitalidad moral de todos los españoles. Yo no digo una sola palabra m{ts de 1\ladrid. El silencio vale por la admiración Y la gratitud. 1\ladrid podrá ser el símbolo de toda la actitud del pueblo español y de sus ruinas saldrá una nue_ va capital, como de las ruinas del país saldrá una patria nueva. Para esa obra me emplazaba el alcalde de Valen_ cia. 1\lucho honor seria colaborar en ella, pero hay que tener presente que reconstruir un pais y sobre todo (porque no se trata solanwnte de rehacer puen_ tes y edificios destruidos) rchac<'r el espíritu moral Y sacar los frutos politicos y morales <le la victoria, es una empresa <¡ue, si se pi<'rde el espiritu actual que reina <'ntre los defensores de la República, no sabríamos llevar a término nadie. NUEVOS RUMBOS DE LA POLITICA La guerra de la Independencia -hacia la cual me vuelvo yo muchas veces, siempre que hablo de esta guerra- cobijó y amparó el nacimiento de un movimiento político español, el primero en que la nación española tomaba conciencia de su propio ser y empezaba a aletear con dependencia politica; y aquel movimiento politico, al abrigo tremendo de la guerrrt, se malogró, como todos sabéis mejor que yo. Se malogró, entre otras causas, por falta de cabezas politicas bastante claras para sacar las con_ secuencias morales y de orden político que iban im_ plicadas en el triunfo del movimiento. Espero que esta vez no S<'r:Í así, y el pueblo español, mucho más ilustrado y más consciente de su posición y de sus derechos, que el pueblo espai1ol de entonces, sabrá encontrar el camino, las personas, los programas y los hechos necesarios para su recontrucción moral, liberal, política y social, que importa más que la reconstrucción material de las ciudades destruidas, con importar mucho ésta. No · tengo por qué, desde este sitio -quizá desde ningún otro-, hacer programas politicos y socia_ les; pero si puedo decir mi sentir, mi intimo sentir personal. Yo creo en las creaciones que van a salir de esta conmoción tremenda de España, y pienso con del<'ile <'n aquel momento de paz en que la ma. jestad del pueblo liberado y redimido de la tiranía, ndministre sus destinos con arreglo a la experica~ cia recibida, contmstándolos <'On los ideales popu. lares que nhorn se manifiestan con tanto vigor. ~icnso en_ ese dia. No s~ cuál será el r~gimen poli. hco espanol. Será el que el pueblo quiera; pero el que quiero yo es un r~gimen donde los derechos de l~ conciencia y de la persona humana est~n delen. d1dos Y consagrados por todo el aparato politico del Estado, donde la libertad moral y política del hombre esté nsegurada; donde el trabajo recupere ~n. España lo que quiso hacer de él la Repúhlicn; la umca cntegorla cualificaliva del ciudadano c~pañol;
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Vendrá la paz y espero que la alegría os colme tinos del país, por el pueblo español en masa, en su a todos vosotros. A mi, no señores. Permitidme de. colectividad, en su representación total. Si un dia cir esta terrible confesióin: que desde el sitio en que estoy no se cosecha en circunstancias como hace falta volver a combatir contra la tiranía yo diré "¡Presente 1" Contra cualquier t i r a n i a, se. ésta, más que terribles sufrimientos, torturas de mi ñores; po,r qué no estamos ahora manteniendo ese ánimo de español y de mis sentimientos de repu. combate terrible, donde perecen los afectos más blicano. Ninguno de nosotros hemos querido este entrañables de nuestra ''ida moral, donde se des- terrible destino. Ninguno lo hemos querido. Vendrá la paz y vendrá la victoria, pero la vic_ garran las más intimas fibras de nuestros sentimien. toria será una victoria impersonal: la victoria de la tos españoles; no estamos librando este combate contra la tiranía y contra el despotismo, para rehu- ley, la victoria de la justicia, la victoria de la Resarlo otra vez contra cualquier otra tiranía, cont1·a pública. No será el triunfo de un caudillo, porque cualquier otro despotismo. Yo estoy seguro de que la República no Jos tiene y porque no íbamos a el pueblo español ha adquirido la suficiente gt"an. substituir el altivo militarismo oligárquico y autorit1eza moral en esta prueba, para no querer somett>r- tario por un militarismo demagógico y tumultuario se jamás ni a la sinrazón de la autoridad ni a la más funesto que el otro y más ineficaz todavia en el orden profesional. dictadura de la pistola. (Muy bien.) y donde esté asegurada la libre posesión de los des.
LA VICTORIA SERA DE TODOS
LA SUPREMA Al\IBICION
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La victoria será impersonal, porque no será eÍ Donde quiera que sea y cuando sea, para com. batir contra la tiranía, vuestro actual Presidente- triunfo de ninguno de nosotros, ni de nuestros par. Presidente o no, o simple vecino de Madrid- será ti dos, ni de nuestras organizaciones: será el tri un. un soldrulo de filas. Para otras empresas, le incum. fo de los derechos del pueblo, el triunfo de entida. be al pueblo y a sus expresiones legítimas decir des morales, delante de las cuales, nosotros nos inclinamos. No será un triunfo personal, porque cuál es su ambición. Ningún régimen será posible en España si no cuando se tiene el dolor del español que yo tengo tiene por base lo que acabo de decir. Y como yo en el alma, no se triunfa personalmente contra en mi vida pública no he tenido más que dos pa. compatriotas. Y cuando vuestro primer magistrado siones: la pasión española y la pasión de la liber- erija el trofeo de la victoria, su corazón de español tad, cifro estas dos pasioines en una sola: en el se romperá y nunca se sabrá quien ha sufrido más hombre libre, con el galardón de ciudadano espa. por la libertad de España. (Calurosa y prolongada ovación. Todos los ñol, en una República de ciudadanos libres. Esta es mi ambición mayor y creo que In de todos los asistentes, en pie, ovacionan al Presidente l\e la República.) que me escuchan.
Los amigos de la República Española en Inglaterra "Spanish News" (The Organ of the Friends of the Spanish Republic), 37. Furnival Street, London, E. C. - Por iniciativa del vizcnode Churchill ha aparecido rstn revista, órgano de Jos "amigos de la Repúblcia española". "Al emprender esta publicación - dicen las pa. labras de presentación - un grupo de colegas, que brind:unos con el mayor agrado y libremente nuestros servicios, creo que haremos algo positivo y vital para que el público inglés tenga información adecuada n fin de que se forme idea cabal del caso del tan sufri. do y torturado pueblo epañol. Creo que los scntimien to generosos y humanitarios de nuestro pueblo se convencerán, cuando nuestros lectores se enteren, de la terrible injusticia que se está haciendo pesar sobre España por un grupo constituido en junta militar y que se vale de mercenarios, moros y fuerzas del fas. cismo internacional. El objeto de nuestras columnas no rs sólo mostrar cómo está siendo crucificado un pueblo por el delito de clamar los más elementales de. rechos democr:lticos, sino demostrar que las misma5 fuerzas siniestras que precipitan la guerra civil en España son capaces de anegar en sangre y sufrimien. tos a las democracias libres de Occidente. Os pedimos
apoyo, moral y económico, pues la lucha española es vuestra lucha. En rl éxito de la guerra de España con. tra el fascismo se halla huestra esperanza con miras a nuestro propio bienestar futuro, de nuestros hijos y de nuestros nietos. Sea la victoria de España nuestro símbolo, bajo el cual debemos preservar lo mejor de nuestra civilización. El triunfo de Franco significarla el retorno al medioevo: la inauguración de la moder. no Rdad lt>llt>brosa". En medio de las ambigüedades y deserciones internacionales con que la reacción combate al pueblo español diplomáticamente, debemos registrar con profunda satisfacción la constitución de grupos dig. nos, como el que dirigen Jack Tanner y W. :M. Dobbie, Y que ha dado origen a la publicación del vizconde Churchill, quien dirige al pu<'bto británico el patético Y clarividente llamamiento a la conciencia de Jos eu. ropeos que dejamos transcrito. Tanto por su colaboración y material informativo, como por su ilustración gráfica, "Spanish News" responde, drsde el primer número con un sentido realista y veraz, a la causa de las libertQdes democriticns.
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Declaración de profesores de la Universidad de Puerto Rico Los suscribientes, movidos a simpatla por la cau. sa de España, que es hoy la causa de la humanidad, queremos protestar nuestra solida ridad al pueblo es. pañol que tan valientemente está defendiendo sus lL bertades. Partidarios de las instituciones republica. nas, no podríamos ver con indiferencia, no podrlamos permanecer inertes ante un conflicto, en que por encima de los mezquinos intereses pers\)nales y de clase que sin duda se mueven, se decide el porvenir de las democracias europeas y la libertad de las naciones. El l(obierno de España deriva de una elección justa y limpia, en la que se midieron todos los secto. res de la opinión política. Si en España hay hoy una lucha se d ebe a que las minorias perdidosas no han sabido respetar el resultado de la votación. Su ambi. ción de mando ha hallado la protección técnica nece. saria en la oficialidad del ejército, sediento de sangre y destrucción frat.e rna. Y asi se ha encendido una guerra dvil onerosa para la civilización y peligrosa para el destino de la cultura occidental. España vive hoy los días más tristes de su historia, víctima del
apetito imperialista, convertida en mesa de laborato. rio. Porque estamos en disconformidad con el proce. der de los facciosos españoles, porque repugnamos la intervención de las naciones fascistas en el conflicto. porque condenamos el uso del sable como instrumcn. to de gobernación, alzamos nuestra voz de protesta. Rubén del Rosario, l\luna Lee, Rafael Picó, Lewi'i C. Richardson, Dr. Charles Rogler, G. R. Warrcck, Gustavo Agraít, Antonia Sáez, 1\1. 11. Segall T. S. Hayes, Antonio S. Pedreira, Jaime Benítez, Félix l\lejías, Flo. rencio Pag:ín, J osé S. Hosario, Justina Carrión, 1\laria E. 1\Iachin, Leticia Lorenzi, William Sinz, J. Villaronga Charriez, A\tgusto Bobonis, J. E. Soltero, Con_ cha 1\leléndez, ~largaret Nance de Goenaga, Labor Gómez, Augusto A. Hodriguez, Sol Luis Descartes, P. n. Castro, Rafnel de J. Cordero, F. N. Sacket, Miguel D. Domingo, Ernesto Diaz, Jorge Bcrmudez, Manuel Vallecillo Cesáreo Rosa-Nieves, Rafael Soltero PeraL ta, Adela Gerardino, Andrés l\lontalvo, J . . l\1. Zapata, J. M. Lnracuente. Siguen las firmas.
Carta de los escritores y artistas chilenos Otra vez España es el campo de batalla entre entre el pasado y el porvenir, hoy que en ella luchan antagonismos irreconciliables. Dos Españas chocan a muerte dos principios opuestos: el fascismo y la lL y se combaten una \'ez m:ís : una que es la expresión bertad, hoy que nuestra España es nuevamente el co_ de su suelo, y otra que intenta de nuevo invadir su~ razón de la humanidad, es más España c¡ue nunca. tierras. La España del Cid libertador, la que supo Como nunca también sentimos c¡uc su sangre es nues. enviar a Cristóbal Colón como emisario del progreso, tra sangre y su lenguaje es el nuestro; su historia es la España popular con que Riego soñaba hace ya la historia de nuestra existencia, y r epudiamos a lo'! cien años, la que produjo a Ramón y Cajal para :a que, en nuestro propio país, desde la tribuna, la ciencia• de la humanidad y la que con Cervantes, Prensa o los cargos públicos, se suman a las hordas de Góngora, el Greco, Goya, Valle_lnclán, Manuel dr:. la Legión Extranjera. Por eso estamos contra el fas_ Falla, Pablo Picasso y centenares de genios dió con cismo internacional, que alimenta a la rebelión anti. creces su cuota para el arte mundial; el Estado re. española, y nos colocamos junto a los que desde cual_ publicano de Manuel Azaña, las masas obreras de Lar quier país u organización, extienden su brazo para go Caballero y la Pasioneria; la Españalde los héroes apoyar al pueblo español. Por eso nosotros, intelec. de la Ciencia, del Arte y la Libertad ha sido agredida tuales de Chile, reunimos nuestras distintas voces, en mitad de su camino ascendente por la falsa Espa_ nuestras varias opiniones y nuestra acción dispersa, ña de los Austrias, de Torquemacla y la Inquisición para colocarnos de parte de la España siempre joven, de Fernando VII, el rey felón y verdugo de América; que una vez m:ís renace, y que exaltada, herida y en_ de los Barbones nauseabundos, de los jesuitas Calvo sangrentada, escribe nuevas páginas para la historia Sotelo y Gil Robles; la de los generales africanos se- del progreso. Por eso, impedidos materialmente de su. dientos de sangre, como Mola, Franco y Cabanellas Y marnos a sus heroicas Milicias de la libertad, ofrece_ el beodo Queipo de Llano; del bandolerismo fascista. mos nuestra voz, le ofrecemos nuestros corazones y desencadenado por la Legión Extranjera, y de Juan recogemos para Chile su ejemplo fecundo. March, el banquero contrabandista. De ,u n lado vemos flamear la libertad, vemos el Augusto D'Halmar, Vicente Huidobro, Davicl horizonte del porvenir, el orden popular, la organL Cruz Ocampo, Pablo de Rokha, Ricardo Lat. zación consciente, el derecho de la paz, la justicia Y cham, Mariano Latorre, Luis Alberto Sánchez, la cultura. Del otro, la tiranía obceenda, los oscuro<~ Vlctor Domingo Silva, Januario Espinosa, Carlos abismos del pasado, el pillaje insaciable, el dogmatis. Préndez Satdias, Juan Emar, Marta Brumet, Ani. mo enceguecido, los gérmenes de una nueva guerra bal Bascuñ:ín, Hernán Gazmuri, Lorenzo Dominmundial, la devastación de las poblaciones, las ciuda guen, Ilernán del Solar, Angel Cruchaga, Manuel des ensangrentadas por millares de asesi:latos, los Eduardo Hübner, Boris Orjikhs, Marta Vergara, hospitales ametrallados, las iglesias y los tesoros de ar. Jorge Caballero, Carlos Sepúlvcda Leytón, Eugc. te convertidos en cuarteles, la vida sofocada Y el por · nio Orrego Vicuña, Rosamel del Valle, Winett de Rokha, Laura Rodig, Gernrdo Seguel, siguen nu. venir destrozado. merosas firmas. Hoy que España es de nuevo el campo de batalla
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POEMAS DE •
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ODA a los niños de Madrid muertos por la metralla _,
Se ven pobres mujeres que corren en las calles como bultos o espanto entre la niebla. Las casas contraídas, las casas rotas, salpicadas de sangre;: las habitaciones donde un grito quedó temblando, donde la nada estalló de repente. polvo livido de paredes flotantes, asoman su fantasma pasado por la muerte. Son las oscuras casas donde murieron niños. Miradlas. Como gajos se abrieron en la noche bajo la luz terrible. Niños dormían, blancos en su oscuro. Niños nacidos con rumor a vida, Niños o blandos cuerpos ofrecidos que, callados los vientos, descansaban. Las mujeres corrieron. Por las ventanas salpicó la sangre. ¿Quién vló, quién vió un braclto salir roto en la noche con luz de sangre o estrella apuñalada? "i,Quíén vió la sangre niña en mil gotas gritando: 1crimen, crbnen 1 alzada hasta ~s cielos como un puñíto inmenso, clamoroso? Rostros pequeños, las mejillas, los pechos. el inocente vientre que respira: la metralla los busca, la metralla, súbita serpiente, muerte estrellada para su martirio. Ríos de niños muertos van buscando un destino final, un mundo alto. Bajo la luz de la luna se vieron la·s hediondas aves de la muerte: :1viones, motores, buitres oscuros cuyo plumaje (encierra
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la destrucción de la carne que late, la horrible muerte a pedazos que palpitan y esa voz de las victimas, • rota por las gargantas, que irrumpe en la cmdad .co. (mo un gemtdo. Todos la oímo<>. Los niños han gritado. Su voz está sonando. ¡,No oís? Suena en lo oscuro. Suena en la luz. Suena en las calles. Todas las casas gritan. Pasáis, y de esa ventana rota sale un grito de muerte. Seguís. De ese hueco sin ,puerta sale una sangre y grita. Las ventanas, las puertas, las torres, los tejados gritan, gritan. Sus niños que murieron. Por la ciudad, gritando, un río pasa: un río clamoo'OSO de dolor que no acaba. No lo miréis; SPntidlo. Pequeños corazones, pechOS difuntos, caritas destro. (zadas. No los miréis; oidlos. Por la ciudad un río de dolor grita y convoca. Sube y sube y nos llama. La ciudad anegada se alza vor los telados y alza un (t.razo terrible. Un sólo brazo. Mutilae1ón heroica de la ciudad o su (pecho. Un puño clamoroso, rojo dt sangre libre, que la ciudad esgrime, iracunda, y dispara.
Vie.ente ALEIXANDRE (AHORA, 18 de enero de 1937.)
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LA GUERRA •
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CANTO a las madres de los milicianos muertos ¡No han muerto!
Están en medio
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Dejad vue!>tros mantos de luto, junl:~d todas vuestras lágrimas hasta hacerlas metales: que allí golpeamos de día y de noche, alli paleamos de dia y de noche, alli escupimos de día y de noche hasta que caigan las puertas del odio! Yo no me olvido de vuestras desgracias, conozco vuestros hijos, y si estoy orgulloso de sus muertes estoy también orgulloso de sus vidas Sus risas relampagueaban en Jos sordos talleres, sus pasos en oP.l Metro sonaban a mi lado cada día, y junto a las naranjas de Levante, a las redes del Sur, junto a la tinta de las imprentas, sobre el cemento de las (arquitecturas, he visto llamear sus corazones de fuego y energías.
de la p6lvor41,
de pie, como mechas ardiendo! Sus sombras puras se han unido en la pradera de color de cobre como una cortina de viento blindado, como una barrera de color de Curia, com~ el mismo invisible pecho del cielo. 1Madres 1 1Ellos están en pie en el trigo, . altos como el profundo mediodía, dominando las grandes llanuras 1
Son una campanada de voz negra que a través de Jos cuerpos de acero asesinado repican la victoria. rHermanas como el polvo cnldo, corazone~ quebrantados, tened fe- en vuestros muertP'I 1 No sólo soo ralees bajo las piedras teñidas de sangre, no sólo sus p obres huesos derribados definitivamente trabajan en la tierra, sino que aún sus bocas muerden pólvora seca y atacan como océanos de hierro, y aún sus puños levantados contradicen la muerte. Porque de tantos cuerpos una vida invencible se leva nta. ¡Madres, banderas, hijos! Un sólo cuerpo vivo como la vida: un rostro de ojos rotos vigila las tinieblas con una espada hinchada de esperanzas terrestres 1
Y como en vuestros corazones, madres, hay en mi corazón tanto luto y tanta muerte que parece una selva mojada por la sangre que mató sus sonrisas, y entran en él las rabiosas nieblas del desvelo con la desgarradora soledad de los días. Pero más que la
maldición a las hienas
sedientas, al (estertor bestial que aúlla desde el Africa sus patentes Inmundas, más que la cólera, más que el desprecio, más que el (llanto, madres atravesadas por la angustia y la muerte, mirad el corazón del noble dla que nace, y sabed que vuestros muertos sonrlen desde la tierra levantando los puños sobre el trigo. ANONil\10 (Tomado de la Revista EL MONO AZUL de 1\ladrid). ~·
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España y el drama del espíritu (Discurso de Don Fernando de los Ríos--radiado el 30 de Diciembre de .1936 desde la Estación N. B. C.) "Radio oyentes de Nortenmérica: Seguramente no hay entre vosotros uno solo que haya dejado de preguntarse con insistencia en el decurso de los cin·. co largos meses que van ya transcurridQs de guerra interior en España, acerca del por qué de esta dra. máticn lucha, del por qué intimo, del por qué capaz de descubrirnos con la respuesta In intención emo. cional de los que combaten, esto es, capaz de ilumi. nar. el horizonte y hacernos entender lo que desean, lo que quieren alcanzar. Voy a intentar esclarecer la cuestión, recurriendo para ello a algunas páginas de la Historia. "Cuando en 1558 Felipe 11 recibe el trono de España, era Arzobispo ele Toledo el Confesor de Car. Jos V, Fray Bartolomé de Carranza, el cual asiste al Emperador en la hora de la muerte. 1\fas, ya al po. sesionarse del trono Felipe 11, el Inquisidor General, Valdés, había comenzado a perseguir a Carranza. ¿Por qué? Carranza había acompañado a Felipe 11 a Inglaterra con motivo del matrimonio de éste con Maria Tudor y había tratado de frenar la persecu. eión religiosa desencadenada en Inglaterra contra los disidentes, a cuyo efecto predicó la tolerancia. ¡Ironías aparentes de la Historial ¡Un español del siglo XVI predica en Inglaterra la tolerancia! Carran. za, que es uno de los teólogos que representan a Es. paña en el Concilio de Trento, escribió un Catecismo, el cual se vendía en Roma con permiso de las más altas autoridades eclesiásticas ¡en la Roma papal! Pues bien, por ese mismo Catecismo la Inquisición española lo condena y lo tiene ¡17 años en prisión!; le disputa la presa al Papa y a la postre logra una sentencia contra Carranza -al cual el Papa quería salvar- de ser "vehementemente sospechoso de he. rejia." EL EST_.\DO.IGLESJA i . "El proceso de Carranza es el símbolo de la per. secución y martirio de los hombres que, poseídos de un hondo espíritu religioso, representaron en aquella maravillosa etapa histórica de mi patria el espíritu de tolerancia. Decidido Felipe JI a obtener la unidad del Estado por la hemogcneidad en la fe, creyó sus. ccptible lograrla imponiendo como acto de autori. dad el dogma y las peculiaridades de éste; es decir, el Estad~ se convirtió ~n Estado.Iglcsia, no dejando Mntro de si lugar para el disidente. Se era ciuda. dano pleno en la medida en que se estaba de acuer. do con in fe que el Estado exigía; de aquí que para desempeñar oficio fuera indi9pensable mostrar una documntación expedida por la Inquisición en la que
se certificara no haber sido perseguido él ni sus ascendientes por heterodoxia.. . Felipe 11 al querer unir a España la dividió; al monopolizar el Estado la interpretación del error y considerar a éste como delito, echó los cimientos del actual Estado totalitario, como hube de decir en la Universidad de · Jlarvard (lnternational Congress of Philosophy) en 1!l2G. ¡Qué intimo drama el de los pensadores espa. ñoles; desde Cervantes hasta Santa Teresa ; desde Fray Luis de León hasta San Juan de la Cruz! ¡Qué turbaciones 1 Escuchad al gran poeta Calderón en el siglo XVII: "Si el pensar es empezar -no está en mi mano el pensar- y está el hacer en mi mano." (El Mágico Prodigioso). He ahí la clave del proble. m a: 1el pensar 1, ¡la libertad de pensar!, ¡la libertad académica! 1 "LIBERAL," ESPIRITU GENEROSO. "La lucha por la libertad no ha cesado en Espa. ña a partir de aquellos remotos días; lucha callada a veces, abierta otras como lo fué en el siglo XVII. Tan i)rofunda es el hambre de libertad sentida por España, que a ella se debe el que haya sido mi patria la que creara en 1810 el adjetivo liberal. Liberal sig. nifica generosidad de espíritu, capacidad para comprender y respetar la opinión que niega la nuestra, voluntad dispuesta al sacrificio por la libertad. ¡Ca. mino áspero el recorrido en el siglo XIX! ¡Cuántos grupos selectos fusilados 1 ¡Cuántos desterrados du. rante largos años! Dos veces. en el decurso del mis. mo pareció que iba a consolidarse un mínimum de libertades por vía legal y las dos veces, 1834 y 1872, se levantaron las fuerzas sociales que representan la tradición totalitaria y desencadenal"'on, subvirtiendo la ley, la guerra civil. Esta es la tercera guerra ci. cil; esta es la tercera vez que de un modo orgánico se sublevan contra la constitución del Estado las fuer. zas sociales a que nludo. Cumplióse un siglo el mes pasado, de la publl. cación de un ensayo titulado "El día de difuntos de 1836"; su nutor, José Mariano Larra, espirilo pro. fundo enamorado de la libertad y ntormentado por .e' dolor de España -en plena guerra civil cuando escribió ese trabajo- vaga por un cementerio ima. ginario y a poco descubre una losa que decla: "Aquí yace la lealtad militar", aludiendo a una sublevación que habla tenido lugar hacia poco; y más allá en. cuentra otra Inmensa losa funeraria sobre la que se lec: ·~Aqui yace media España; murió de la otrn me. dia."
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TOLERAI\'CIA E INTOLERANCf..l.
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EL DRA.U.l DE ESPA~.1
"He ahi el drama de España, drama fomentado "¿Cómo unir esas dos Espaiias en lucha desde que se instauró como norma de Estado la intoleran. por haberse islamizado la Iglesia espa1iola al adquicia? El mundo no ha hallado otra fórmula más que rir un sentido de intolerancia qu e no lo tiene en ninla de la tolerancia, o sea la concordia de las discor. gún otro sitio de Europa, ni lo tiene en Norteaméridancias, esto es, la libertad del espíritu. !\las cuan. ca; drama que hizo posible la organización totalit:Jtos hemos llevado a la legislación d e la República ria d el Estado espafiol en el siglo XVI al convertirse Española el sentido humano y humanista que el li- l'n Estado-Iglesia; drama que ahora halla nuevos beralismo entraña ·-absoluto respeto a los conteni- personajes lleseosos de juga r un papel en la escena dos de conriencia- hemos sido fieramente combatí. al ver sus privilegios en riesgo, ante el ímpetu vital d os por la España totalitaria; se nos acusaba de into- y humano de una libertad dotada de un dinamismo lerancia precisamente por instaurar la tolerancia, la que le obliga cada día a preguntarse: ¡,de qué he de cual por esencia, al ser tolerancia, tiene que negar libertar a los hombres?, ¿de qué he de libertar a la el privil egio y exclusividad d e que se nutre la into- comunidad? La autonomía regional a la que de. lt>rancia. A la Esp:uia totalitaria le mueve ante todo cididamente se inrlina la República, fórmula que Y sobre todo, el odio al pensamiento, al h~·gimen pie. permite hoy un Gobierno eminentemen te católico en no y absoluto de libertad, y a las consecuencias que Vizcaya y otro de distinta orientación en Cataluña, es entraña una -visión dinámica y social de ésta; porque la fórmula llamada a coordinar nuestra multiformicada dia hay una opresión de la cual liberar a los dad; pero esto implica tolerancia, libertad, que es lo hombres, una injusticia a suprimir, una satisfacción negado por Jos rebeldes. Y España, la Espa1ia que ha cultural que dar, un posible mayor bienestar a pro. sufrido persecución por su pensar, o miseria indeporcionar; y todo ello forma la lucha corriente, bis. bida, a pt.>sar de su afanoso trabajar, lucha hoy en tórica engendrada por el hambre de libertad que combate mortal por ese ideal qu~ Lincoln logró hamueve a intelectuales y masas obreras en mi España. cer esculpir, al pronunciar después de vuestra guerra Las clases altas de mi wnerado pais no han tenido civil estas nobles y profundas palabras : "lucha por una caricia para el alma del pueblo, el cual no ha un Gobierno of thl' People, by the People and for conoeido de la \"ida m!1s nobles goces que los (JUe él the People." mismo se proporcionaba gracias a su genial sentido estético, pero de los de aniba no ha recibido sino opresión y miseria: habían olvidado " nobleza cbliga" ...
El Oro Español continúa en España
UN TRIBUTO DE IIOMENAJE
El Gobierno ha facilitado, con fecha 20 de enero íJitimo, la siguiente nota oficiosa:
"Frente a esa busqueda de libertad espiritual, política y social, surge hoy de nuevo la España militarista, a la que, por desventura, se ha unido la mayor parte del clero y dice: "Spain will be governed in a fashion whích will make it impossible for power again to fall into tbe hands of dirty politicians, freemasons, jews and similar parasites of human society." (Información de l\1. Robert B. Parker en el "Evening Star" del 30 d e agosto de 1936). Y en efecto, desde que se inició la lucha, mediante la "puriO. cación", han hecho desaparecer los rebeldes a todos los disiucntes, asi en Gran01da como en Córdoba, Sevilla, Salamanca, Pamplona y muchos otros lugares. Yo rindo el tributo de mi homenaje, a ti, inolvidable, genial y queridisimo poeta Federico García Lorca; a ti, Patanco, Decano de la Facultad de Letras de la Universidad 1le Granada:· a ti, Landrove, amigo entrañable, profesor en la Escuela Normal de Valladolid, a cuantos habéis sido fusilados en razón d e vues. tras opiniones, no de vuestros actos, y entre vosotros a los treinta y tantos sacerdotes ejecutados en Vizcaya por los rebeldes --euyos nombres han sido publi.cudos oficialmente-a causa de vuestra adhl'sión puramente espiritual a la causa de la legalidad re. public:ma.
"El oro español está en España. A propósito de "recientes discusiones en el Comité de "no interven. "ción", por cuya improcedencia ha protestado ante el "Gobierno británico nuestro Embajador en Londres, " la Prensa extranjera publica afirm:lciones desprovis"tas de todo fundamento. Parte de la Prensa española "las ha aceptado, sin preocuparse de contrastarlas, "dándolas como buenas y ha cimentado en ellas co. "mentarios de. todas clases y diversas intenciones". "Conviene que la opinión esté advertida, para su "tranquilidad, d e que el embargo de oro español d~ "positado en el extranjero es imposible, por la senci"lla razón de no existir el depósito. Las cantidades de "oro que han salido de España lo han hecho para la "inmediata realización dt.> pagos, en modo alguno pa. ra constituir en el extranjero un depósito". "A pe:o;ar de tales salidas, a los seis meses de gue. "rra, España sigue ocupando el cua1·to lugar entre los "paises de mayor encaje oro, y este oro garantiza, "iunto con la plata, la circulación de billetes legíti"mos, los no estampillados, y el Banco lo conserva "en su poder en territorio leal, bajo la custodia del "Gobierno de la República''.
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- La cuestión religiosa Carta abierta a Madame Malaterre-Sellier, respondiendo al · libro de Francisco Gay: "En las Llamas y en Ja Sangre" He leido el libro de Francisco Gay que tuvo la amabilidad de prestarme. Le confieso que, de no ha_ berlo recibido de sus manos con la recomendación de liU lectura y la garantía de la buena fé de su autor, no hubiera pasado de las primeras páginas. Las llamas y la sangre que evoca, o quisiera evocar, este fo_ lleto de Gay, son tan diferentes de las reales, las auténticas entre las cuales estamos ahora viviendo, SlL friendo, los españoles, que ni siquiera su reflejo más débil se parece a ellas. Por eso la lectura de ese libro me ha producido, ante todo, una impresión tan desagradable y enojosa de falsedad. Aunque rl objeto de los artículos de polémica reunidos en este folleto no es otro que el de denunciar los crímenes rojos con_ tra las iglesias y los religiosos españoles, la acusación que en ellos se hace, fundamentada casi exclu_ sivamente, en el testimonio de algunas referencias indirectas, carece, precisamente, de aquella información de conjunto indispensable para conocer los he;. chos mismos a que se refiere. No puede aislarse un solo aspecto de toda la complejidad de estos hechos sin que redunde su planteamiento, de este modo, en perjuicio evidente de la veracida!l !le la argumentación; lo que engendra en todo lector de buena fé la sospecha justificada de que esta buena fé no existe en el argumentador mismo, en quien expone sus acu_ saciones y denuncias en términos tan limitados al conocimiento total y justo de la realidad que comenta. A través de las páginas de este libro, sólo aqui o allá, y muy de paso, se hacen alusiones a verdades cuya trascendencia se impondría · ante toda otra con_ sideración. Sin embargo, el autor pasa sobre ellas, como decimos los españoles, "como sobre ascuas". Y esta manera de eludirlas, al aludirlas, produce un efecto contrario al que el escritor se propÚso, pues, lejos de borrar, subraya las gravisimas omisiones, que se señalan más todavía de este modo. Efectivamente, casi toda la fund:unentación po. lémica de Gay se reduce a afirmar la falta de. prue_ bas suficientes para dt'mostrar la complicidad de la mayoría de los católicos españoles y, muy especial. mente, del alto clero, los religiosos y sacerdotes, en el movimiento rebelde. Trata Gay de separar a los catblicos, sacerdotes, religiosos y altas jerarquías de la Iglesia española de toda responsabilildad directa 0 indirecta ·en la sublevnción militar de julio. Esta es una afirmación, cuya falsedad inicial es tan manL fi esta, que basta para que todo lector que conozca nuestra lucha presente y nuestro inmediato pasndo,
de que esta lucha es consecuencia, rechace en principio todas las argumentaciones que Gay establece sobre base tan frágil. La argumentación de Gay tien_ de, de este modo, a excluir de toda responsabilidad, en la trágica situación española presente, a los católicos, especialmente a sus sacerdotes, religiosos Y altas dignidades dirigente.s. Es falso. Y añade Gay que esta responsabilidad corresponde por entero "a los rojos" (metáfora bastante negra), y naturalmen_ te, por ello, al Gobierno o Gobiernos de la República. Es también falso. Trataré de explicarle por qué. La participación política de los sedicentes cató_ licos, con la mayoría ele los sacerdotes, religiosos y altas jerarquías rclesiáslicas, en la sublevación militar de julio, único origen ele nuestra actual situación dramática, de nuestra terrible lucha presente, no es una participación que pueda incluirse dentro de un proceso jurídico con actas notariales y otras demos_ lraciones, literarias o formales, del mismo tipo probatorio. No. Esta participación, que va desde la com_ plicidad al encubrimirnto, no puede encerrarse en los límites artificiosos de un amoldamiento juridico. Es muy otra cosa. Es una participación viva, verdnderamente directa, en un proceso histórico, del cual esta revolución y guerra civil del presente no es más, como lo digo, que la más dolorosa, espantosa, consecuencia. No es n ecesario excluir de responsa_ bilidades a esos malos católicos, mintiendo, falsean. do la realitlad, la verdad española, para condenar con toda energía, con la más intima repugnancia huma_ na, los actos delictivos del terrorismo negro o rojo; terror desencantlenado entre nosotros, única y exelusivamente, por la iniciativa criminal de los mili_ tares sublevados en julio; con la complic.idatl, l\Ion. sieur Gay, de todos los elementos de derechas, de la reacción espa1iola: tradicionalistas, monárquicos, falangistas y CEDA, a la cual ni siquirra se nombra una sola vrz en las p áginas de su libro. Recuerde us_ ted, l\lonsieur Gay~ si lo conoce (y d ebe conocerlo, como otras muchas cosas, para comentar nuestra lucha de ahora), rrcuerde, el discurso amenazador delictivamente amrnazador 0 prometedor del seño; Gil Robles, jefe de la concentración de derechas de_ t 1 1 1' tTo lH a por r ·ren te Popular, cómplice y encubridor, inmoral, criminnl, del Gobierno Lerroux, res_ ponsable de la represión sangrienta de octubre; cóm. plice Y encubridor, digo,' del anticlerical Lerroux, en _a quel Gobirrno que deshonraba, con sus inmora_ lidades administrativas, de tan escandaloso proceso
''Los bo'}lbfl.rdeos n?cturnos sin o~jeto militar (como los que ha sufrido Madrid) constltuyen el cnmen mds monstruoso de que la humanidad tiene noticias." ERWIN G. LAUS ·· Encargado de Ja Embajada Británica en Madrid
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p~b\n-o, a la democracia española; recuerde aquel d.ascurso, o léalo si lo desconoce, y digame después sa no responsabiliza a su autor y a su partido en los ~~.ágicos sucesos espaiiole¡¡ determinados por ia rebe. haón de los militares traidores; y recuerde también que ese discurso se lanzaba tras el parapéto de la muerte de aquel Calvo Sotelo, supuesto dictador del p~obable movimiento triunfante, y en vísperas, con solo unos días, del levantamiento militar. Recuerde que la CEDA se decía representante de los católicos en España. !\le dirá que la concentración de derechas CEDA, con todos sus otros apéndices reaccionarios, reunidos para aquel intento, no podían representar a los católicos españoles, ni mucho meno':l a la lgle_ sia. Naturalmente. Tan naturalmente como sobrcna_ turalmente, para mi, el catolicismo no es eso; la religión universal _de Cristo no es eso; no puede, sin profanación, sin sacrílega impostura, admitirse si. quiera su vinculación a nada de eso; como a ninguna otra, aunque fuese noble y digna, polítira determina. da. Todos los textos más autorizados de la Iglesia se oponen a esto. Usted y yo, Monsieur Gay, lo cntende_ mos asi muy claramente. l\las no olvide que, para hacérselo entender de ese mismo modo a la mayoria de los católicos españoles, desde sus más ignorantes sacerdotes humildes hasta sus, si no humildes, aún más ignorantes jerarquías eclesiásticas, me he pasa. do yo más de tres años, con mi revista "Cruz y Ra_ ya", en cuyas páginas colaboraron los mejores católicos de España, empeñado en ello sin conseguirlo. En aquellas páginas de mi revista, como en otros es. critos míos, y no solamente en algunas palabras trans critas de una conversación amistosa (palabras cuyo contenido, sin embargo, lo ratifico enteramente), de_ be buscar, Monsieur Gay, la motivación de su juicio sobre la autenticidad de mis creencias. Es demasía. do grave la circunstancia que comenta con sus ar. ticulos para que no trate de evitar hasta el pretexto de que pueda suponérsele mala fé por incurrir en ta. les ligerezas. Al Director de "Espirit", mi querido amigo Mounnier, escribí no hace mucho una larga carta. No sé si estará publicada. En ella podrá encontrar algo _que pueda servirle también para conocer mi testimonio. Son dos cosas muy diferentt>s, a mi juicio, las que usted, l\fonsieur G3y, parece involuntariamente confundir. La posición, por asl decirlo, oficial, de la Iglesia española, esto es, de sus altas jerarquías dirL gentes al advenimiento de la República, y la conduc. ta de estos mismos dirigentes desmintiendo cons_ tantcmente aquella posición de principio. Con raras excepciones. Desde luego, la nobilísima del Carde. nal Vidal y Barraquer. A esta alta personalidad pue_ de dirigirse para que le diga, en conciencia, cuál fué la conducta del Obispo de Barcelona. Creo que Jru. rita. A este mal pastor de su diócesis podria acusar_ se de directa responsabilidad en la dolorosa perse~ cución de los sacerdotes oo su provincia y en la des_ trucción de tantas iglesias. Más en esta provincia que en ninguna otra. Este Obispo fué quien, en las elecciones de febrero último, predicó la cruzada contra el Frente Popular, identificando el votar a las dere_
chas con el votar a Cristo; sin sentir que hasta en el enunciado expresaba ya la magnitud terrible y estúpida de su blasfemia. El fué quien hizo armarse a los religiosos en los conventos, diciéndoles que segura_ mente serian atacados. Y como no lo fueron guardaron para otra mejor ocasión aquellas armas. Apenas si uno o dos párracos de Barcelona se negaron a ello. Cuando el movimiento rebelde de los militares pro_ vocó la defensa armada de todo el pueblo, aquello'> religiosos que creyeron compatible su misión evangélica con el empleo, aunque hubiera sido defensivo, de aquellas armas, siguiendo el consejo de su Obispo, se batieron, haciendo lo que debiera ser casa de paz ciudadela beligerante. Y todos los catalanes pueden testimoniarle cómo mientras desde el convento de los "Carmelitas" en la Diagonal, como desde Santa María dt>l Mar, se tiroteaba contra el pueblo, en otros conventos, como el de "Capuchinos", muy cercano al primero, se respetó a los religiosos que habían abierto las puertas del convento para acoger en él a los heridos, atendiéndolos provisionalmente. Ningu_ no de estos capuchinos fué violentado por el pueblo. No ignoro que en la revuelta popular provocada por los militares rebeldes hayan perecido víctimas inocentes. Muchos religiosos y sacerdotes; victimas de la profana significación que sus hábitos habían tomado por la mala conducta de sus jerarcas y de todos aquellos políticos de derechas .que ampararon durante años la defensa de sus intereses, en su ma_ yor parte injustos, ilegítimos, enmascarándolos en la sedicente defensa de los principios de su religión. Principios tan voluntaria o involuntariamnte igno. rados por ellos que los involucraron cínicamente con las peores formas politiqueras o administrativas de sus privilegios de clase. Constantemente, durante años, vine intentando, con mi pluma, por la palabra, romper esa monstruo_ sa insensibilidad rt>ligiosa española que había encon. trado su caparazón protector en la apariencia y tra_ moya de una iglesia, al amparo de la descomposición del Estado, su propia estructura administrativa como caparazón en que ampararla, a su vez, en mutuo au. xilio, inmoral convivencia, entrelazándola en su co_ rrupción misma. Es verdad que, mientras muchos sacerdotes mal. vivian miserablemente en todos los pueblos de Espa_ ña, sus opulentos Obispados se enriquecían ostento. amente, con verdadero escándalo público. Y de es las riquezas acumuladas, se han descubierto ahora no pocas muestras ostensibles, a veces de millones !le pesetas. Es también verdad que algunos de aquc. llos sacerdotes que, disciplinados y humildes, sin protesta, pero con razón, quisieron tan solo cum plir con su deber evangélico, contrariando, en par~ te, aquellas prácticas de sus superiores, fueron atrozmente perseguidos por éstos. De Madrid, de Córdoba, de Barcelona ..•.... , sé de algunos que pudieran contárselo. Pero hay más. Los partidos pollticos de derechas, con su prensa, para ellos o por ellos autorizada (por ejemplo "EL DEBATE"), mantuvieron siempre el equívoco de que tales partidos eran católicos; de que tal nombre les correspondía como propia defL
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nición cxdusiva y, por lo tanto, excluyente. Y aquella politica por ('llos ejercida, como su propaganda, ('n la prensa correspondiente se decía por ellos ca. tólica, y sillo católica, sin que valieran contra elln nu('stras débiles voces <¡ue apenas podian llegar hasta (') pu('blo para desn.enlirlos. Y todos aquellos intereses injustos, tan dolorosas n('gaciones del pueblo, tan ta p('rsecución cruel por hambre que al cabo, las re. presion('s b~trbaras desde el poder hacían carcelaria~ o sangrientas, llegaban hasta el pueblo que las padecía en su propia carne, en su propio cuerpo, con el nombre de catolicismo, bajo tal epígrafe irrisorio. Y este pueblo, injustamente perseguido en sus aspirado. nes más justas, veía a los religiosos y sacerdotes de Cristo, sus jerarcas, en sus altos puestos, volviéndole la espalda, compartir la polltica y vida regalada de los ricos, prestándole su apoyo enmascarador para todos sus abusos peores, abusos llevados mu_ chas veces hasta la profanación y hasta el crimen. Esta es la ,·erdad que se escamotea, 1\lonsieur Gay, en las páginas de su folleto; y las consecuen. cias de esta verdad son las que trata de ofrecernos aisladas, separadas de tales raíces. Yo que no la'> exculpo, que las rechazo con tanto dolor o m:is que ~1 suyo, porque las he tenido mas cerca, con tanta o mayor repugnancia, considero .de mi deber, para evitar su continuación, declarar sus causas. Que, como decía Santa Catalina, son estas las verdade~ que conviene decir a gritos. La tortura que por el fuego expresaron nuesh·as iglesias, puso estos gritos en el cielo. Clamaba al cielo expresamente esa in. mensa llama purificadora, 1\lonsieur Gay, efectiva. mente, como testimonio providencial acaso de un divino designio. Le recordaré que un joven inteli. gente, virtuoso sacerdote español, con quien yo ha. biaba pocos días después del incendio de la iglesia de San Luis en Madrid, al que yo explicaba mi su. puesto de que los incendiarios fuesen, actuando de agentes provocadores, unos pocos jóvenes fascistas, 111<.' decía: "No insista usted en averiguarlo y créa_ me; ha sido la mano de Dios". En mi carta a 1\loun.. nier, a quien antes me refería, le digo esto y algo m:\s ~ohr(' aquella famosa iglesia, como tantas otras españolas, paganizada por su culto idólatra, supersticioso y por su explotación comercial correspon_ diente. La fuerza laMimosa. Que dirla nuestro auténtico poeta católico, el popular Lope, la fuerza lastimosa de estas iglesias incendiadas pone signos interro. gantes en nuestro cielo, de inquietud mucho más grave y honda que la que puede deducirse política_ mente de su atentado al orden público. Mas, ¿que duda cabe que un fuerte Gobierno en un régimen liheral, democrático, debla impedirlo? Por razón, sobre todo, de su propia imparcialidad, esto es, de su natural indiferencia religiosa. ¿Olvida usted, 1\fonsieur Gay, cuál era entonces la situación efecti. va de aquel Gobierno? Al Gobierno del Frente Po. puJar se le minaban por las derechas españolas todos los resortes del mando. Incluso el de la policla. Guardia Civil y policia conspiraban con ellas. Los Gobernadores provinciales hablan desertado sus puestos. El ejército ultimaba los preparativos de la
traición, situándose pasivamente a la espera del mo. mento de sublevarse. Todas las clases patronales iniciaban una sistemática provocación de huelgas para debilitar al Gobierno. Los pistoleros de Falan_ se Españolar pagados por conocidos aristócr~tas, encubiertos por una parte de los elementos pohcia. cos del Estado, comenzaban una serie de atentados personales contra figuras políticas e intelectuales de izquierda y contra militares de indudable lealta1~ al régimen. Esta es otra verdad que olvida Mo?sJeur Gay en sus reproches al Gobierno, y aún Gob1ernos sucesivos del régimen. Todo ello, debe recordar!~, sucedía en menos de seis meses. Había que improvisarlo todo. Más aún, en estas condiciones hubo que improvisar también la defensa . armada del régimen mismo; hubo que imprC'visar la réplica a la guerra, nuestra guerra; defensa legitima del pueblo; de su libertad; de su independencia; defensa de la de m o. cracia. Y había de ser todo esto que le digo incierto, Y nún seria lo mismo para acusar la actitud, la con_ duela de la mayoría de los católicos, religiosos, sacerdotes y, sobre todo, la de máxima responsabilL dad de sus dirigentes. ¿Es que necesita probarse, Monsieur Gay, que el Arzobispo de Toledo, Carde. na: Gomá; el Obispo de Madrid, Eijo; el de Córdo. ba, e! de Sevilla, el de Barcelona, el de Mallorca, estuvieron, desde el primer momento, al lado de los sediciosos? ¿Pues qué, no ha sucedido esto ante nuestros ojos? ¿Por qué solamente de paso, y en segundo plano, alude a esas fotografías vistas por usted mismo, en las que aparecen los Obispos citados, o albruno de ellos, presidiendo el desfile de aquellas tropas del Tercio y de los moros, y hasta bendiciendo sus banderas y aparatos de muerte? Pues alguien que merece todo mi crédito vió al de Mallorca bendecir, a las puertas de la Catedral con la custodia en que llevaba al S. S., las tropas r:.oras e ilalinnas del cabecilla rl.!belde. Y esto se ha con. lado entre católicos fuera de España, sin escándalo . . . ' sm repugnancw, sm protesta. Algo de eso debió presenciar mi inolvidable amig(\ el maestro Falla, si, como se dice, estando allá en Mallorca se ha vuelto loco. ' Pues yo le digo, Monsieur Gay, Qlle prefiero que en ~lgún. tiempo no haya culto públic(l religio_ so en m1 pa1s, que no el que éste se profane en tal~s extremos sacrilegos; que a eso llegnen 10" Obispos facciosos, traicionando su fe como s . . h u p~ t na~bl asta bendecir las máquinas de guerra, ht~ err1 es armas de muerte con que se asesma · a a nuestro pueblo. A nuestro pueblo "f · , " ons1eur Ga) . que esos a QUienes llamnn ustedes los rojos soo nuestros pueblos españoles con su jó . . • venes y sus ancianos, sus _ muJeres• sus niños. S on e1 pueblo . VIVO de Espana.
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Con .lo~ agresor~s de ese pueblo, pretextándolo por la topica estupule~ del anti.marxismo, que ni ellos. sa~en lo que es, 111 mucho menos lo sabe Dios; sancwnandoloG con su presencia Y aún n· valga 1, con su b en d"ICI"ó n más solemne • 1 JOs. 1es los Obispos Y sacerdotes que digo E•lsle pu~leron l · os mismos orgul osamente, lo afirman. ¿No es esa verdad mu:
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cho m:ís espantosa, hlonsieur Gay, para una con_ ciencia cristiana que las víctimas de una persecu. ción injusta; que 'aqucllos sacerdo~e5 inocentes que pudieron morir gloriosamente, si lo hicieron en nombre de Cristo, mártires de su fe; cuya sa!t_ gre vertida de ese modo, si de vera~ lo fué de ese modo, por Cristo y no por España, por ninguna España de abajo ni de arriba, siempre sería para nosotros, creyentes, un vivo, alegre testimonio de nuestras esperanzas? En esa sangre, en esas llamas se dibuja para el creyente la luminosa imagen invisible de la Iglesia En españa, todas las diferencias de ideología desde Cristo. Sería agravio y no lisonja a su caridad, aparecen ante la sola voluntad de ganar la guerra. La como dirian nuestros clásicos poetas espmiolcs po. puJares, quererle ¡wner con nuestra crítica huma. España que se debate ))Or las libertades nacionales Y na, con nuestro juicio, visibles márgenes de sombra. por In libertad de Europa, es una democracia cien por cien que saldrá 1lc la dura prueba actual con una Sombra de humo que se desvanece en el cielo. trayectoria histórica más clara y fuerte que nunca. Contra todas esas ''erdades turbias, parcial. mente entrevistas en su folleto, pongo yo una sola ......... . .. .... .. .... .. .... .. • .• .. . El eje Brrlin.Roma adquiere de pronto en Burgos verdad clarísima: la del pueblo español agredido bárbaramente. La de centenares de niños, ancianos la base necesitada para poder cubrir un extremo de Europa desde el cual dictar su política a las demoy mujeres, víctimas inocentes de una guerra QUE SO. LO HAN QUERIDO, PROVOCADO Y MANTENIDO cracias occidentales. Incluso hoy, rn las propias regiones dominadas, ESOS SUBLEVADOS TRAIDORES, criminales milita. res rebeldes. Esa es la sangre, Monsieur Gay, que sometida¡; a un régimen de terror brutal a los seis dama al cielo con la pura voz popular de su grito meses de rebrlión, Franco y los suyos necesitan reinocente, que es la voz de Dios mismo. Y piense un currir diariamente a ejecuciones sumarísimas para · momento, Monsieur Gay, que esa sangre ha sido ve•·- contener el movimiento contrario de la población. tida con toda la espantosa crueldad de los aparatos Además, sus aliados fasci stas, encaminados y m ovi· de guerra, por aquellos mismos que lo~ pusieron ba- dos por el fin de sacar todo el provecho posible a su colaboración actual, procuran la creación de un jo la bendición de sus sacerdotes malditos.. . Ese falso catolicismo nacional, patnmomo dtl ejército, de una aviación y de unas bases navales rn . ricos, monopolio capitalista, es una corrupcíó~ _visL que emplear su política de g11erra. ble de la verdadera Iglesia cristiana que tra•cw?a, demoníaca, en el tiempo. Es peor que una mentira 1\licntras algunos sectores de los grupos democrá. mortal;· porque es una impostura que enmascara la ticos parecen creer que la mejor política de paz e!> verdad doblemente cuando con una mano entrega una politka de capitulaciones, y prrtenden salvar su dinero para comprar armas al odio Y con otra las · responsabilidad diciendo que la guerra civil española es un asunto de Jos españoles mismos, los fascistas bendice. Las cenizas, los esqueletos quemados de algt!nas internacionales proceden de manera muy distinta. Y iglesias españolas -iglesias que no son la Iglesia- han comenzado ya por establecer la servidumbre de llaman al corazón cristiano, Monsieur Gay, con su hecho. Y así hemos podido ver con razón drsdc el mensaje doloroso y terrible, mucho m:ís hondo, ver. primer día del problema español, un problema emi. <ladero y vivo, que el que de las páginas polémicas nentemente internacional. En Marruecos, p or ejem_ de su folleto pudiera deducirse. plo, hay aún los generales rebeldes que aparecen ex. Yo quisiera, y le agradecería, Mme. 1\~alatcrre: ternamcnte en sus puestos de mando; pero la germa_ que esta impresión que con esta carta le envw de nu niza~ilm recirnte die1 tcrritorio del Protectorado, lectura del folleto que me encomendó, la hiciese lle_ está proyectando poco a poco la cruz svástica sobre gar a su autor y a todos los católicos de Francia. el blanco albornoz del Jalifa. En Baleares se ha esfn. A su juicio dejo el interpretarla. Al de Dios, el que mado discretamente la silueta demasiado ostensible la sancione. Que, como se lec en nuestro teólogo del conde Rossi pero han quedado sus servidores. Y poeta español clásico, SOLO ES JUEZ FUERTE en las Islas Can:trias, mús olvidadas, los técnicos naDIOS EN LA MUERTE. vales trabajan activ:tmente, pero sin h:tcer más ruic!o que el necesario. Cu:tndo se dan gar:tntins por aqueAfectuosamente le saluda, llos que han hecho de la violación de los tr:tt:tdos la tónica Y 1:1 rrgJ:¡ de su politica intern:tdonal, se olvi. JOSE BERGAMIN. da que para los efectos p¡·:"icticos y des1lc el punto de (De HORA DE ESPA~A, yalcncia, Enero, 1937) vi~ta I!UC nmrnaza para las 1lemocrncii\s <>ccidenta. tales, equivale lo mismo "región anexionada" a toda influencia. Lo cierto es que la España de mañana, si y vence la democracia, estará al servicio de 1:1 ,.eguri<lad colectiva y de la paz, en una política perft' l'ta. y mente perfilada y definida, en inteligencia en primer término con los intereses de las democracias.
España como factor del por..
venir europeo.-Párrafos de
una conferencia del ministro españoJ Alvarez del Vayo
El Gobierno legítimo el pueblo leal protegen la cultura, Franco sus invasores intentan destruirla.
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Habla el Presidente de las Cortes de Bélgica
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lla llegado a Valencia, una Delegación de Parla_ mentados belgas, de la que forma parte el Preside:1te de las Cortes de Bélgica y Alcalde de Amberes, Camille lluysmans, politico de gran relieve en su pais, y ami(tO de Espa1ia, cuyo desenvolvimiento politico y cuL tural ha seguido de cerca, desde hace bastantes años. En estos momentos, en que el pueblo cspaiiol experimenta los efectos de una tragedia inigualada, Camille lluysmans y sus compaiieros de Delegación, han sentido vivamente la necesidad dt> coPt~mplar de cerca las incidencias y circunstancias de la lucha, con el propósito de hacer conocer al Parlamento belga la verdad de lo que ocurre en Espaiia, y desmcn_ tir las informaciones mal intencionadas que se es. grimen como argumento para combatir al Gobierno del Frente Popular, que representa el orden, la ley y la justicia. Uno de nuestros redactores ha conversado extensa_ mente con l\1. Huysmans y le ha interroga1lo aceren de sus proyectos y del eco c¡ue la lucha espmiola tiene en su pais. -Ciertamente uno de los aspectos de la cuestión española, que deseamos estudiar durante nuestra es. tancia en España, -ha dicho- es, como se ha anun_ ciado, su estado sanitario, y, para ello, forma pa1·tc de nuestra Delegación un técnico competentísimo; pero no nos ocuparemos menos de otros aspectos de la cuestión, entre ellos el político que, sin duda algu. na, ofrece el más alto interés y tiene extraordinario alcance y repercusión en Bélgica. Apuntamos la semejanza de la invasión alemana en España con la que el mismo país realizó en BéL gica en 1914 contra las más elementales normas de la convivencia internacional, y adYierte: · · ·Es la misma cosa, y tiene la misma finnlidad: atacar a F1·ancia. Entonces lo hizo por el Norte y aho. 1':1 se propone efectuarlo por el Sur. Pero el objeto perseguido, no varia. Es, fundamentalmente, el mis_ mo. La diferencia estriba en la diversa situación geográfica del pais invadido y en las razones invoca. das para justificar la invasión. Esto, que Jo vrn claro los políticos de de•·echa, no lo saben interpretar rec _ lamente. Censuraron la posición de los social.rlemó_ . natas, que est:ln de modo decidido al lado del pue_ blo espa1iol, y señalan la actitud cautelosa de Fran. cía como ejemplo a seguir, pues según ellos, una intervención belga en Francia, podría enfrentar a nuestro país ro n Alemania y llevarnos a un conflicto bélico. Este recelo ha adquirido cierta extensión en nuestras clases burguesas. l\li opinión personal es completamente contraria. Bélgica sigue, en s•·an parte, la suerte de Francia. Amenazarla Francia por l'l Sur, la situación de Bélgica se hace verdadera_ mente romprometida, pues la audacia alemana, con. sentida en España, no se d etendría ante ninguna ron_ sideraciiln, y el peligro de que Rélgi<-a pudiera sufrir una nuc,·a invasión, se acentu:.ría considerablemente. I.e preguntamos acerca de quiénes están con nos_
otros y quiénes nos combaten en Bélgica y dice: -El proletariado belga está completamente iden. tificado con el Gobierno del Frente Popular español. La misma actitud observa gran parte de la clase me_ día. La Iglesia católica está dividida; un importante sector de ella, incluso muchos sacerdotes, reconoce la justicia de la causa que defiende el pueblo español v se halla a su lado. Gran número de periódicos, ~ntre Jos que pueden citarse "Le Peuple", de Bruselas; "\Vallonie", de Licja; "Le Journal", de Charlcroi; ~, la revista "Le Travail", apoyan decididamente al Gobierno popular. La prensa de derechas desarroll:l una campa1ia innoble, movida por intereses moneta_ ríos ~' comerciales. El móvil es el mismo que determina la posición del gran capital inglés, interesado en las minas de Marruecos y temeroso de los efectos que, para sus economías privadas, pudieran deducir. se de la implantación de un régimen socialista en España. Nos ocupamos seguidamente de las consecuencia:i que pudiera trner para la cultura la pérdida de la guerra por el pueblo español, auténtico representante de la civilización frente al retroceso bárbaro del fas. cismo, y l\1. Huysmans recuerda, al efecto, que en 1927 estuvo ya en contacto con las derechas españo_ las, representadas entonces por la dictadura primo. rriverista, en un asunto de cultura. -Formaba yo entonces parte del Gobierno be!_ ga, Y estuve en contacto, de acuerdo con el director del l\luseo del Prado, con el Ministro de Instrucción Pública, Sr. Calleja, que según creo era profesor de Derecho. Se trataba de una proposición de nuestro Gobierno que intentaba organizar en Bélgica una Exposición de Arte Español, para lo que habria que trasl.adar a mi país algunos cuadros y esculturas. El Gob1erno belga ofrecía toda clase de garantías res. pccto a la custodia, conservación y devolución de las obras que figurasen en el Certamen. El señor Calleja co?t~stó que se enviarían las fotografias de las obru ongmales, y <¡ue se hiciera asi indirectamente la Exposición. Otro ofrecimiento mereció también una respuesta incongruente. Nuestro Gobierno que no solamente se crria obligado a velar por el 'arte belga que. conservaba. d~ntro de sus fronteras, sino por aquel que con~t•hua su patrimonio espiritual esparcido por c.l mundo, siquiera la propiedad efectiva co_ rrespond1ese a otros paises, tuvo conocimiento de 11ue algunas obras de la Escuela flamenca, que se hallaban_ en llurgos, El Escorial y otras poblaciones de estado de conserva. . . Espaua, estaban en pésimo · . :wn Y a punto de ¡wrderse, ofreció al 1\linistro espa~ nol proceder a la restauración de di chas obras a cos. ta ~~~~ rrario brlga y sin recibir por ello más campen_ sar10n que la pm·amente espiritual. El Ministro espu. ñol dijo que los cuadros estaban bien como estaban ruando en realidad se hallaban a punto de perecer.'
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"SERl'IC/0 DE INFORMACION", Valencia.
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PALABRAS DE INDIGNACION Y DE VERDAD El Hispanista holandés Dr. J. Brower habla de los rebeldes UN CATOLICO EN LA ZONA REBELDE Constantemente nuevos testimonios autorizados denuncian a la conciencia universal el ejercicio de la criminal barbarie a que se entrrgan los rebeldes sobre los que gimen bajo su tiránica dominación. El Dr. holandés J. Brouwer ha permanecido en las zo. nas re!Jeldcs por algún tiempo. Todos los años este escritor e historiador realizaba un viaje :por tierras de España. La general curiosidad por los problema~ que trágicamente se debaten en España, se apoderó de él. Católico ferviente, quizás pudo insinuarse en su espíritu Y en su criterio la hipótesis de que los rebeldes representasen algo de lo que afirmaban en sus propagandas en los periódicos extranjeros. Pe. nctró en España por San Juan del Pie del Puerto, se dirigió a Pamplona y salió para Valladolid y Burgos. MATANZA DE CAMPESINOS. . LOS "MALOS."
ESTOS SON
MILLARES DE EJECUCIONES. QUEl\lAS DE BIBLIOTECAS Y LIBRERIAS. Cuanto se diga de los extremos de érueldad y barbarie sangrienta a que :;e entregan en el campo de la facción es poco comparado con la realidad. En las dos primeras semanas del movimiento, sólo en Valladolid, se registraron tres mil ejecuciones, y en Zara. goza pasaron de cuatro mil. En Burgos se continúa fusilando y ejecutando por los más crueles procedí_ mientos a Jos afiliados a los partidos y organizaciones obreras y a los miembros de los partidos republicanos. En todas estas ciudades se han llevado a cabo autos de fe con los libros de Jibrerias y bibliotecas conside~·ados como heterodoxos. Estos expurgos y estos autos de fe se han verificado en algunos puntos con asistencia de las autoridades. EL DERECHO DE ASILO DE LA IGLESIA ESCARNE_ CIDO. MONTONES DE CADAVERES QUEMADOS.
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.-Cerca de Torquemada- afiirma el doctor Brouwer- pudl! darme cuenta de la realidad española, la lr('mencla realidad española. 1\le dirigía de Valladolid a Burgos, cuando por falta de esencia hubimos de hacer alto en un pueblecito de no más de ochocientos vecinos. Se acercaron al coche algunos grupos de fascistas a quienes enseñamos nuestros documentos. Al punto trabamos conversación, La primera pre_ gunta era la de siempre: -Qué, ¿hay muchos malos? Los fascistas me contestaron: -De los pocos que había en este pueblo, acaba. mós de óar bu('na cuenta. Eran solo una docena. Si los quiere ver acabamos de fusilarlos en el cruce del camino. Aún estarán calientes ... No encontraré jamás palabras que puedan tra_ dudr la impresión <JUC aquello me produjo. Los fas. cistas hablaban de las ejecuciones que acababan dt' pe1·prtrar como de algo natural, con una frialdad inhumana. ¿Quiénes eran estos malos?... Fui allá al cruce del camino. Bajo el sol se desangraban aún doce pobres hombres. Este espectáculo fué para mí como el camino de Damasco. Se reafirma en mi comprensión la verdad de cuanto ocurre en España. En Valladolid y en Burgos se encargaron de refren_ dar los contornos prácticos de e.'>ta verdad, de fijarlos de una manera precisa, responsables del movimiento militar, jefes fascistas, · autoridades facciosas, obispos y clérigos. Todos estos personajes me :~seguraban como algo natural y corriente que bastaba una sospe_ e ha o la inás ritínima delación para que· al punto se fusilara al discrepante presunto de la ortodoxia ge. ncral del movimiento. Una ortodoxia de asesinos.
Cuanto se ha dicho de las matanzas de Badajóz es pálido con la horrible realidad alll registrada. Una gran multitud de obreros y de gentes humildes se refugió en la catedral, creyendo que el derecho de asilo de la Iglesia no habría prescrito para los fas. cistas y los clérigos y autoridades eclesiásticas que les alientan. Fueron sacados del lugar sagrado y ejecutados. Ni aún en los tiempos de mayor barbarie se han registrado hechos como esos. De la plaza de la catedral fueron llevados a la plaza de toros don_ de se registró el terrible masacre que ha escandali. zado a la opinión honrada del mundo. Entre Bada_ józ y Almendralejo se pueden apreciar aún grande!! extensiones manchadas de negro que corresponden .¡ los sitios donde fueron quemados montones de cadá. veres. Todo cuanto se diga acerca de los crímenes perpetrados en Badajóz, una vez que estas tierras cayeron en poder de los facciosos, por muy mons_ truoso que parezca está muy lejos de la exactitud, ya que la realidad es mucho más trágica. Es lo que no se· ha visto jamás; es lo que no tiene precedentes en la historia de los pueblos más bárbaros. · Cierto que desde Badajóz y desde el territorio de Portugal Jos aviones italianos y alemane~ partían pa. ra bombardear las zonas de la España leal al Gobler _ no de la República. Yo lo he visto y yo que lo he denunciado a los cuatro vientos Jo vuelvo a denun. ciar bajo mi palabra de honor. Soy católico y ni puedo mentir ni he mentido jamás. No he tomado partido en esta lucha. Soy un hombre dedicado a actividades científicas que sabe a ruánto obliga el culto a la verdiúl y a 'la objetividad.
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DESFILES Y FEHOCIDADES. LOS QUE ESTAN CON LOS FACCIOSOS Y LOS QUE LOS SUFREN. El doctor J. Drouwer acaba de publicar un libro que titula "La guerra civil en España" (Sus causas Y sus posibles consecuencias). En las columnas del gran órgano liberal demócrata holandés "Nieuwe Rottenlamsch Courant", ha publicado una serie de artículos _denunciando al mundo el carácter del mo. vimiento contra el pueblo español y recogiendo sus trágicos perfiles. Sus referencias de ahora reiteran las ya publicadas en estos términos: -El espectáculo de cuanto ocurre en la zona facciosa era sobre todo al principio bastante pinto_ resco. Todos los ciudadanos ·aparecían en los pue. blos y ciudades cargados de medallas, escapularios, insignias religiosa.c;, cristos, etc. ¿Por religiosidad verdadera? Por ostentación absurda de símbolos que nada tienen que ver con las matanzas y crímenes que en nombre de Dios se cometen. Desfiles de ni_ iios, de viejos y de muj('¡·cs. Se puede decir que los fascistas limitaban su acti\•idad a desfilar constante. mente con el brazo en alto por calles y plazas y a asesinar impunemente a las gentes humildes y a to_ dos los c¡ue se niegan a hacer el saludo fascista. El pueiJlo, los obreros y los artesanos, sin ninguna ex. eepción están frente a los militare~ y los fascistas. Los militares por su parte odian a los llamados de Falank, por su criminalidad y su tremenda ferocL dad. Hasta se está hablando de disolver a Falanje Y de aniquilarla a sangre y a fuego. La burguesía en parte esta al lado del movimiento insurrecciona!. No toda. La pequeña burguesía y los profesionales de actividades liberales no están tampoco con los in. surrectos. Queda al lado de éstos la parte de la so_ ciedad propicia a ser influenciada por la demagogia reaccionaria de los periódicos que usan un lenguaje de excitación al crimen y a la locura verdaderamen. te inconcebible. La Iglesia, mejor dicho, sus representantes en España, están plenamente identificados con los rebel. des. Es algo c¡ue no se puede llegar a comp¡•ender. Yo como católico no lo cnm1>rcndo. No lo potlré comprender jamás, como jamás podrán compren_ derlo los verdaderos católicos de toda Europa y el mundo. La clerecla y las autoridades de la Iglesia han tomado partido por los asesinos del pueblo y por los que han traído las mesnadas moras a España. por el paganismo bárbaro de los nazis y los proeedi. mientos contrarios a la naturaleza humana y a todo sentido de ética y de moral del fascismo italiano. Asl yo he visto tanques italianos bautizados solero_ nemente con los nombres del santoral: "Virgen del Carmen", "Virgen de tal o cual otra devoción". La cosa seria risible si no constituyera un verdadero
sacrilegio. Los clerigos armados de todas las armas lucharr y matan en las lineas de fuego Y en. la reta. ~uardia donde las matanzas ningún día se wterr~1111 pen. Valiosisimas obras de arte han de~;aparecHI~. Su riqueza ha sido convertida en armas para asesinar a las multitudes que luchan por la independen_ cia de su país en las lineas de fuego o para matal' niños y mujeres en las ciudades civiles bombardea. das por los aviadores. El obispo de 1\fadrid en persona, doctor Eijo, después de una misa solemne ha arengado a los fieles excitándoles a que empuiiascn las armns contra el Gobierno. FIEBflE E INQUIETUD. !\fUCHA CRUELDAD, !\lUCHO RUIDO, MUCHA PROPAGANDA AL ESTILO ALEMAN. La situación en el campo rebelde era ya en sep_ tiembre de fiebre e inquietud. !\fucha crueldad, mucho ruido, mucha propaganda al estilo alemán. Stpensaba ya en agosto en aniquilar a Falanje españo_ la por su ineficacia y por su criminalidad. Este problema preocupaba a los generales insurrectos. Tra_ tan al otro lado de eonvencer al mundo de que esta guerra es una guerra religiosa. No lo es. No he vis. to más que impiedad e irreligiosidad en las zonas rebeldes. LA VENTA DE ESPA~ A A ALEMANIA Y A ITALIA. Personas responsables del movimiento insurrec_ cional me hablaban en agosto último de que habla sido ultimado un Pacto con Alemania sobre las bases siguientes: (l) Concesiones económicas y militares a Alem:mia en l\farrueeos. (2) Concesiones económicas en gran escala a Alemania en Asturias, carbón, aprovecha_ miento de agua, · etc.- , Ciudad Real-minas de Almadcn- , Jaén -minas de Linares. (3) Daleares y Rlotinto para Italia. Alianza militar con Alemania, con Italia y Po¡·_ tugal, con dictadura militar en España por espaci<> de más de seis años con enérgica pacificación im_ puesta por las fuerzas armadas. FE EN LOS DESTINOS DE LA AUTENTICA ESPA~A No obstante yo no creo que todo esto triunfe. Seria demasiado tremendo para la civilización llc Europa Y para el porvenir de la humanidad. Tengo fe en e_l_ pueblo español que sabrá salir airoso !Jc esta enc~uc1¡ada de barbarie en que le han metido. Por ene1ma de todo a \'encer.
Servicio Español de ln(ormaci"'n, Va1enc1a. ·' u
Programa de Radio del Frente Popular Español todos los martes y viernes de 9:30 a 10 P. M. por la emisora W.K.A.Q. a cargo de Don Antonio J. Colorado \
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Mr. Edmund L. Taylor, Presidente de la Asociación de la Prensa Angloamericana
en Europa Hace Públicas sus Observaciones en el Campo Rebelde J
J)el Semanario argentino "Espmia Repu!J/icana" (30 de Enero de Hl:JG) copiamos tex/lwlmcntc la 1'"'sclia de ww conferencia que en el ,\mel'ican Club de l'arís, dictó Mr. Edmond L Taylor, corresponsal en J.'mncia d el "Chicago Tribune" u Presidente de la ,\sociación de la Prensa ¡\ng/o.amcl·iccrna en Europa. Misler Edmond L. Taylor comen:ó su confcren. cia con las siguientes palabras, muy significativas: - Quiero que conste que ni11gruw cuestión de doctrina ínspimrá mis conceptos. So soy socialista, ni siquiera lilJcral y no estoy mrry sl'guro de -~er d<'múcmta. So sé lo que soy exactamente, pero debo declcrrur que 110 me sorprende ni me indigno si m<' llaman fascista; ademús, da la casualidad d e que sO!/ ccrlúlico, no muy practicante, pero católico de todos modos. Xo hay antinomia per·sonal entre los rebeldes cspmioles y yo.
ni una palabra d e pil'dad para el rn emigo. Esto es debido al hecho di' q ue los llamados naciona. lisias no m iran a los rl'¡JIIblíccuws com o a seres llu. marros y los n wlan com o a JH' rros, a¡Jcnas los aprisionan. }' SéJWSt' f[ll l' 110 rl'S[Jl'f(l/1 a/ .~ eXO. ,\[(1 /an a /a f nwjc rl's igual que u los hombres.
lllOJ - -
El estad o d e l'spíri/u d el e jército d e Fran co es el de una turba de línchadorcs d e nuestros Estad os del Sur, crwndo persigue a un n egro asesino.
E.~toy con ven cido, por lo que h e visto y mr han contado, de que ya han pcrt•cído 1'11 la guerra cil•il medio millón d e es¡m ñ oles y dt• que m orirá otro m edio míllún antes tlef {in d e las h oslilídrules. l ' In mayoría d e las víctimas murieron [usíladas contra 1111<1 pared. No se /rala rínícamen/e de los prisíonl'ros do• guerra: cada día, en llurgo ~ y d emús ciudades ocu. ¡wdas p or los fa cciosos, son dcfl'nidos lr ombres ac11.. r es que no puedo admitir la conduela de t¡rril'- sados d e habt-r fJerlenl' cido a partidos di' í:quierda. lii'S procede11 como verdaderas bestias feroces a /tl r cadu noche SI' procedl' a rjecu/arlos. Franco no vez que se díriye 11 al mundo entero proclamúndo.~e ¡wl'dc vcncl'r sino por medio d el /error. Tampoco puede venCI'r sin la cooperación d e los aviadores campeones de la civilización occidental. alemanes e italianos y sin sus soldados moros. r no Lul'go, Taylor, qrre ha acom!laiÍad~ a la Cotum- porque sus contrarios posean un excelente ejército, 1w ragiie y al general Vareta, desd(' I~xtremadrrr? <l ya que solamerrle disponen de voluntarios armados, . de Uadrid fué contando al horrorrza_ sino porque las masas populares odian a Franco y al las ce reamas ' • h b· e do auditorio la.~ escenas espantosas qrre a IU pr -- fascismo. unciado. Fran co - terminó Taylor - no puede conqrris. J) 'b .• fusilamientos en masa, saqueos, a/en- lar a Espaiía como Mussolini conquistó a Italia e lli/. escrr w d 1 d gentes. lla. lados innumerables contra el cree w e .. , del ler a .-llemania. En realidad, n o es él t¡uien trata de blú de la piadosa dama que en Talauera solicito conquülar ll Espmia. Son 1/i/ler y Mussolini. Franco . ¡wra formar parle de lo.~ liiCilldO faCCIOSO ¡JermiSO " 110 es sino uno de tantos gl'nerales en el teatro de Jclotones de e jecrrción Y que lo olJ/uv? . , porqlfle ~lr<r opemciones. / OCIIJJaCÍÓn que 11' a{¡rm1a1JIi' ' Refrrro el rrs1 a_ una T 1 Jo a 11110 d~ Así se ha expresado en París un gran periodista miento de urra cuerda de prl'sos en o l'l • • uanki de derechas, testigo presencial de los horro_ los cuales Ir fallabcr la cabc:a. y, sin ~mbl:rao, se~rll~l lrlado a sus compUiieros de wfor/111110. E:an vrrnll- res cometidos en Espwia, por las hordas interrracio. nales del fascismo . Ningún /estimorrio purde ser mús cuu 1ro. L uegO Vl.u' a otros cincuenta fusilados, que imparcial que ese. ¿Qué dirún , para desmentir sus ycrciun el ros/ro contra la tierra dclrás del illcazar. tremendas afirmaciones, la Jlri'11Sa y la radio d e la ospital de Contó igualmente 1a ma1anza del ll Facción? San Juan, de ¡11 mi.wlil ciudad, narrando cómo_ lo., E.~ta.~ mismas manifestaciones las cita Cllarles .1 . lrgiorrarios asesinaron a bayonelaz.os, en sus mr~mo.~ lechos, a todos los heridos republrcanos que allr hrr. Thomson err sus notas a los informes drl mes de ene. ro de este mlo, rrndidos a Tlle Foregirr Policy Asso. bía. cialion de los Estados Unidos, entidad conocida por Dijo textualmente: -En es/a guerra lrúgica no he oído jamás a _na- su seriedad, objetividad y excelentes fuentes de illdie - sólo estuvo en el campo faccioso, 110 lo olv1de • formación.
lml.rt'nta Puerto Rtco
lnc.