Manifiesto Azul 21

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MANIFIESTO AZUL fanzine de literatura e inquietudes varias número 21

© Frankatiuska

invierno 2021

depósito legal: MU-3094-2008


editorial

Atípico. Así será el alumbramiento, la llegada, este nuevo aterrizaje, el 21, del último Manifiesto Azul. Metidos de lleno en esta pandemia roja decidimos traer al mundo un nuevo conjunto de textos, ilustraciones e imágenes azules. Un compendio variopinto de focos y fogonazos que pretende actuar de vacuna contra el ruido, pelea viral contra el discurso vacío.Este Manifiesto es otra vez más una suma de letras que quizá (si lo intentas, si te lo propones, inconsciente) sea capaz de ponerte una mueca de felicidad, de sacarte a la calle sin salir de casa, de devolverte eso que te robaron (en el consciente) hace más de un año. Porque aquí, en el 21, encontrarás como de costumbre una ficción en cada texto. Una suma de poemas, relatos, letras e ilustraciones que encajan como piezas de Lego para construir algo grande: un fanzine. Si saboreas esa última palabra, si la masticas bien, si eres capaz de sacar todo el sabor a esa fruta ácida, podrás comprobar lo que sale de ella. Y es que tienes nuestro legado en tus manos. Un legado construido en conjunto. Y he ahí su mayor valor. Hasta este jardín hemos llegado presentándote nuevamente un paisaje de ambiciones, deseos, anhelos y fantasías. Encallados, como acostumbramos, en la playa desierta del recuerdo, te ofrecemos en estas páginas un verso de pólvora tras cada esquina, un viaje posible sin salir de casa.Desordena tu espacio interior para hacer su lectura más divertida. Proponte una disección sosegada para sacarle todo el jugo, para llegar quién sabe si hasta Marte. Sírvete una copa y lee. Y recuerda: solo nos pertenece aquello que no nos pueden quitar. Y este fanzine azulado, este 21que acaba de nacer, ya es solo nuestro. Disfrútalo con moderación.


DEMIURGO Para Mario Has expandido en el suelo del salón un universo de piezas de Lego, Playmobils y coches en miniatura. A tu manera, vas creando un mundo en el que todo funciona como tú quieres: Siempre hay un final grandioso, el desenlace deseado para los tuyos, el colofón a esa historia a la que das alas, tú, demiurgo de 3 años, tumbado boca abajo en el suelo del salón. Te juro que pongo tu mismo empeño. Te juro que lo intento, sin éxito. Nada de finales grandiosos, no doy con el engranaje preciso, nada funciona como desearía. Yo también quiero crearte un mundo perfecto, engrasado, o al menos, que te ofrezca un desenlace digno.

Yo pongo tu mismo empeño. Y no lo consigo, hijo. No lo consigo.

ÁLVARO BELLIDO

poesía

Te juro que pongo tu mismo empeño y mira mi legado: en mis manos una madeja de incertidumbres, una nebulosa de dudas nos acecha, un futuro abrupto, este rumor de yunque bajo los párpados. Es mi fracaso como demiurgo:


poesía

CARS CAN’T ESCAPE Para escapar de la ciudad, su largo aliento, el domingo es un milagro, igual que el cuerpo. El coche espera seis días para huir sin dirección concreta, solo lejos (esta vez hacia el mar, queremos ver si aún existe en invierno). Hay una ficción en cada foto, en los cuellos del abrigo subidos y la esperanza de un tiempo congelado, las manos ocultas, la sonrisa, la aleación de océano de la infancia. Pueblo abandonado nueve meses al año, tumba del verano. Nada está demasiado lejos y todo es inasible, sin embargo. Hay un rumor enterrado en cada cosa marchita, un rumor debajo del paseo, del falso sosiego, un sonido de viento en la caja torácica de una ballena muerta, una inquietud subcutánea, la sospecha de no pertenecer y no ir a ningún sitio (todas las canciones tienen ya diez años, dice la radio en el trayecto de vuelta). Mi pecho congelado como el aliento del último hombre antes de abandonar el planeta. Mi espina dorsal temblando como un diamante en el corazón del frío. Se puede escapar de la ciudad, pero no se puede escapar del domingo.

JOSÉ LORENTE GUILLÉN


EL JUNCO QUE SE AHOGÓ La gente que no sabe salir de su tristeza, no cesa de hacer planes de futuro, no duda en reflejarlos en su agenda, haciendo del cinismo una bandera, cuando sólo le gusta vivir de sus recuerdos. Carece del valor para sentarse y confesar tirando la toalla, con sus ojos de ojeras pertinaces, que nunca pretendió terminar nada, que pasó por la vida sin querer, que no sintió jamás un gran anhelo, sino la torpe búsqueda banal de una excusa formal para no hacerlo. Pasar horas mirándose los pies, acusando en silencio a todo el mundo que le impidió crecer como el junco aventajado que busca destacarse de sus cómplices, en el agua oscura de una acequia triste y sola...

JOSÉ ÁNGEL CASTILLO VICENTE


SOMBRA DE UN SUEÑO Nunca te conocí y, sin embargo, he soñado contigo: periplos compartidos en un tiempo remoto con el agua salada del Egeo salpicando en el rostro. Nos deleitaba Homero a través de las voces infinitas de innúmeros aedos pintando amaneceres dibujados por los dedos de rosa de la Aurora y mares tan variados en colores como el vino o los ojos de Atenea. Somos sombra de un sueño que la luz acentúa antes que en la tiniebla se diluya.

CHARO GUARINO


METACRILATO Despiertos al zumbido de máquinas de oxígeno - un ritmo monstruoso en el negro universo sentimos nuestros cuerpos así, como encerrados tras un metacrilato: la cápsula traslúcida que custodia los sueños. Sabemos, sin embargo, que el velo transparente aislándonos del mundo dejó de ser cristal: en aquellos había un reflejo fugaz sobre su superficie, la sombra o el fantasma, que llamábamos vida, mirándonos. En cambio, el cianuro de hidrógeno proclama la estructura de un presente absoluto que no puede quebrarse, como tampoco herirnos astillándose.

Todo lo más - sabemos - se agrietaría el polímero y, entre nosotros y el aire, sus trazos caprichosos como de telaraña, refracción imposible de la luz por el plástico,

poesía

Si aplicáramos ahora, con fuerza, en un impacto la acupuntura tenaz de la palabra exacta, no habría las esquirlas que devuelve un espejo, el rostro fracturado de nuestra soledad reflejado en sus partes.


poesía

amargo simulacro de un espejo sin lámpara: antiguos fabricantes de nuestra identidad, que aún proviene – en el fondo – del siglo diecinueve. El frío del azogue será un vago recuerdo en este viaje abstracto por la noche oceánica, utopía de agujas, electrodos y cables bombeando su savia al Espacio vacío. Es el metacrilato lo que encierra este sueño de constantes vitales y de venas abiertas, en que se enfría la sangre en un bucle perpetuo, bajo la luz ingrávida de esta sala de UCI. “Sólo así”, repetimos, “llegaremos a Marte”, en inútil diálisis de oficina y denuncia, en parte, protegidos, secuestrados, en parte, a bordo de esta nave que viaja hacia lo oscuro. En resumidas cuentas, la historia detenida de este tiempo sin tiempo es apenas el modo en que la Historia vence, de nuevo, todos nuestros delirios profilácticos.

JESÚS MONTOYA


PERSONA, ANIMAL, COSA Ya no esbozo intentos de poema, ahora compro pañales, vocalizo de manera teatral sencillas palabras -papá, mamá, agua, pansano heridas con el agua bendita que reposa en mi boca agnóstica. Ya no leo poesía, ahora devoro artículos sobre etapas de crecimiento, descargo aplicaciones que recomiendan nuevos métodos de alimentación infantil, invento recetarios nada apetecibles para paladares educados. Ya no soy persona, ahora soy la cabernera que, con su trino, invita a comer al pichón de alas tiernas.

ALICIA PÁRRAGA


TÚ, EN LA PIEL Escribo para ti –esta forma tan mía de descifrarme en ti, de persistente asimilación– en ralentizados actos, me extirpo estas palabras con la serenidad de un cirujano ofreciéndoselas a esta imperecedera presencia tuya para deslizarlas –tal vez acariciarte sea así, o al menos se aproxime a ese maravilloso movimiento– ante tus ojos y entonces alentándolas a la sedición será ahí tu mirada, no podría suceder de otra manera, quien las toque. Si mis caricias desearan ausentárseme, enajenarse de mí con el solo propósito de un viaje hacia el agrado –complacencia de lo ajeno– y necesitasen de un suelo donde mantenerse,  sin duda alguna elegirían caminar –siempre con la máxima dulzura posible– sobre tu piel; se decidirían por los caminos más hermosos y delicados – ¿acaso podrían establecerse de otro modo?– que tu cuerpo logró inventar. Yo iría depositándolas –en movimientos delicadísimos, ya lo sabes– como si fuesen barcos de papel, lentísimamente seguro, con un tacto imperceptible que, de haberlo querido, hubiese competido con la brisa.

EWAL CARRIÓN


UNA CASA VACÍA En las casas vacías las ausencias se apoderan del espacio. Los olores familiares encerrados en su frasco de piedra y barro, las mesas con mantel de polvo que ya no serán rodeadas por la carne, las ventanas cerradas que cuesta desperezar, las camas siempre frías, el rastro de nuevos moradores sigilosos, los crujidos, antesala del pico y la pala, son el paisaje en el que habitan quienes no pueden habitar. Pisar una casa vacía, familiar, es dar sentido a las estancias desocupadas y desempolvar rincones de la mente. Atravesar el quicio, conectar el pasado y el presente, obviando lo sucedido durante años, es dejar de ser, que las ausencias te acompañen. Y que con ellas vuelvan a resonar las canciones de cumpleaños, el aroma de café flote en la cocina y pasos infantiles correteen entre risas luminosas. Solo con recorrer los pasillos, los tuyos vuelven a ser los tuyos en sus momentos más felices, mientras tú te reconoces en las paredes desconchadas.

poesía

CARLOS EGIO


CANCIÓN DE CUNA

Deja que te meza mi amor hecho melodía. El aire mana de mi boca en la oscuridad. Tan rudimentario instrumento musical. Y sin embargo basta para darte cuanto soy. Viento entre los dientes, sílabas, rimas, canciones tan antiguas, historias y versos lavados por el tiempo, de mí a ti, despacio, mientras te deslizas hacia el sueño. Tu rostro en la cuna: Paz, encrucijada de estrellas.

VILAR-BOU


A VECES TENGO TIEMPO

A veces tengo tiempo de morir en tu cuerpo y renacer de nuevo en un lecho vacío. A veces tú me encuentras, aunque yo no te busque y el tiempo se detiene en las aguas del sueño. No existen los relojes para medir las horas del deseo. Tic-tac, tic-tac, te quiero y no te quiero y me aferro al naufragio de tu cuerpo en el mío, de mi cuerpo en el tuyo, un vaivén de olas lentas y sábanas de espuma, manos, brazos y piernas, la piel en carne en viva, a veces tengo tiempo de morir en tu cuerpo y encallar en la playa desierta del recuerdo.

poesía

RAMÓN BASCUÑANA


poesía

UN FINAL A LO CHET BAKER Yo sólo te digo que cansa que tampoco te hace falta esa cadencia rota y quejicosa de blues cañí que te gastas cuando hablas de tu vida Ballerina Vargas Tinajero

La esperanza es una enfermedad que mata mientras esperas y caminamos, escribimos, bebemos o encendemos la radio para hacer más humano el desenlace. Pero harto, al fin, de buscar sentido a los días me enfrento al viento helado del exterior frente a la ventana abierta de este séptimo sin ascensor que llevo meses sin pagar. Recuerdo entonces una estúpida película de Tom Hanks y advierto que un mínimo error podría dejarme tetrapléjico. Así que mejor me olvido de un final a lo Chet Baker y me preparo un descafeinado de sobre con agua y sacarina para ver si mientras espero un giro que nunca se produce consigo, con suerte, morirme de asco.

LUIS SÁNCHEZ MARTÍN


NADIE PUEDE TOCARME Un ramillete de margaritas en la boca, succionando el tallo, rodeada de un campo en llamas. Es dulce la succión, dulce el vegetal que se inflama, y sangra la savia sobre mis comisuras. Se encoge la yedra sobre mi corazón, al que cercena, Mientras se instalan en las arterias cristales de nieve. Noli me tangere, y mi voz no te alcanza: María alza la mano para rozar al hombre herido, quien la aparta. Noli me tangere, y María se resigna cerrando sus párpados de ave.

Mi carne crepita, convoca la carne, pero nadie presta oídos.

La herida del hombre salpica el vestido de María, y todos los vestidos de las hijas de María, y de las hijas de las hijas. / Noli me tangere, brama con la voz espesa, pero no importa: Una cuna vegetal entierra mi cuerpo. Nadie Puede Tocarme.

INÉS BELMONTE AMORÓS


NÉCTAR CONCEDIDO Estalla en mi boca el sabor de la fruta más ácida El mordisco de cristal que clavo en tu muslo apropiadamente nacarado me deja un gusto así como de nada algo como de pena Entristezco mis encías con el jugo de tu indiferencia presente y me matas con saña cuando me cercan tus piernas y me dices no estoy por ti pero estoy aquí Entonces parece que madura tu carne entre mis manos de sal y me da miedo que te deshagas blando por mis dedos escuálidos de fiebre No soporto tu hueso imposible de limar arraigado siempre a lo infinito de tus fibras Por eso pelo rajo y lamo tus rodillas y caderas de hiel intentando alcanzar levemente la frescura en la que vuelas Porque qué hago si estás aquí y yo muero de hambre

MARÍA MARTÍNEZ VALERO


OLOR A TIERRA

Es posible que los días pasados tengan el mismo latido. Y puede pasar, también, que sólo sean hojas sueltas mecidas por el viento. Hay preguntas que nos vuelven vulnerables. Hoy llueve, el sol está fuera, y la lluvia recompone el alma, ya sabes, lo invisible siempre está a salvo. Qué riqueza para este corazón el olor de la tierra mojada.

poesía

PURIFICACIÓN GIL


poesía

ME CANSAN QUIENES CREEN Calímaco…

Me cansan quienes creen todavía en un mundo extirpado de esta era digital. Aborrezco el vago rechazo a la hiperconexión y el terabyte. De la agenda telefónica y del papel periódico reniego: no he nacido en los 2000 para volver a la peseta. Porque ya se fundó una era, ya se callaron los poemas del taxi, los semáforos y el neón, ya la voz de la moneda, (Aquí la luz de los espejos, la áspera voz la serena costumbre del blanco de los bienaventurados sobre blanco, de la nieve viva) y el horror vacui de los portadores de la verdad.

Recuerda que hay un cristal que no se rompe, que en este suelo manchado de rojo cíclico se mueve el tiempo en su costumbre, y se arrastra, y reconoce lentos los signos extirpados de la palabra. Un significado hierve entre toda esta destrucción. Un significado como una libélula azul sobre una motosierra oxidada. Un código, sucesión que se retuerce 11000010 10100001 01100100 01110101 01100101 01110010 [01101101 01100101 00100001 y despierta en esta sangre el mecanismo núbil de la conciencia leve. Recuerda que el mito se escribió en una caverna, de esta misma sombra bebemos la palabra, de este mismo tiempo reconocemos y la desgarramos en números que nos han sido forzosamente legados por la bonanza.

una identidad

JESÚS MIGUEL PACHECO PÉREZ


JARDÍN FLORIDABLANCA En el lugar más cómodo de la sombra, donde nunca estás, entiendo cuántas cosas se pierden en el orden. Es difícil hallar vencejos en las filas indias de la tierra, solo palomas mártires picoteando las migas de la vejez; benditas ellas, hijas del caos, han aprendido todos los idiomas cuando mueren entre nosotros y se visten de corneja y nos unen con el origen de los tiempos. Alguien con sus manos construyó España y los jardines; los jardines evidentes donde los vagabundos se conforman con un trozo de madera y comulgan con los olmos. En invierno, hacia el descanso del trabajo, huimos de la sombra, pasamos de largo mirando sus perros. Ahogados en la supervivencia de avisos naranjas, rompemos el aire con un bostezo, silba el autobús circular y los carteles son hiedra sobre hierro. Qué sería del mundo sin nosotros, si en la Edad Media hubiese penicilina y tanques, si no dominásemos la muerte. Un dolor verde, pero un dolor. Ahora solo caben máquinas que abracen la morera, defender las moreras desprovistas


de máquinas radicales. Floridablanca, febrero de dos mil veinte, “Por la paz”, escrito en piedra, es una profecía coja -ojalá me equivoque. A este jardín hemos llegado después de tanta ascética.

ALBERTO RODRÍGUEZ

LA PRIMERA CENSURA Dicen que quien quema sus lágrimas una a una ha de maquillarse con ellas… Uno oye eso y, claro, irremediablemente tuerce la cara, como no aceptando su propia contradicción; y uno habla sin decir palabras porque está harto de que la gente trate de darle un significado a todo. Creo que va siendo hora de dar alguna explicación, sobre todo, para no causar ningún descontento, pero no lo haré. Resulta que cuando los desconfiados pasamos página y dejamos caer la máscara, inmediatamente nos damos la vuelta, asustados, y nos preguntamos qué tendríamos que haber visto para no emocionarnos. Ese es el momento exacto en el que decidimos si hemos hecho bien, o si debemos volver a taparnos la cara.

JAIME SÁNCHEZ MARÍN


BAJO LA CUNA Oigo como las palabras del cobarde rozan el invierno pero huelo un verso de pólvora tras cada esquina donde los ángeles pasan de largo. Un murmullo de uñas ácidas araña la puerta de casa y no paro de pensar que “habláis del mundo como si existiera”, como si el engranaje oculto de la noche no latiera bajo la cuna de mi hija. (El antepenúltimo verso es de María Marín)

ÍCARO CARRILLO

Vito Corleone dispara a Don Fanucci Hoy el calor del hogar es más denso que nunca. Anoche tampoco pude dormir y ahora arrastro los pies mientras los pájaros vuelan bajo como queriendo celebrar, quizás, otro amanecer.

PABLO BALLESTEROS

poesía

Huele a humo. Dentro las cenizas, fuera el incendio.


poesía

Como Bukowski tras el incendio de la biblioteca pública de Los Ángeles Siempre quise escribir como Bukowski, al menos, como en ese desolado poema tras el incendio de la biblioteca pública de Los Ángeles. Aquí, en la puerta de otra biblioteca donde aún miles de ejemplares arden, me siento como el escritor americano lleno de gratitud y desamparo. Aquí el fuego no existe si no existen los libros, y no existen los libros si no existen las bibliotecas. Como Bukowski yo era entonces simplemente un lector que iba de sala en sala entre los libros, en lo que ahora es un museo de arqueología, antiguo hogar de la consumación. Quemé las tardes de mis años jóvenes, cada libro una tea, como Esquilo en la propia muralla, signos de la antorcha. Qué luz indómita prendió en mis ojos, qué fragua en los pasillos de aquel viejo edificio, encontró su eco para siempre en mi manera de estar ya preparado. Después de décadas viviendo y escribiendo, pienso que aquel incendio estaba allí cuando era joven y buscaba algo a lo que aferrarme para no ser suicida, ladrón de bancos, carnicero o motorista de la policía. Ahora, en esta noche de recortes, como el joven Bukowski, como el bombero Montag, tras el incendio de la biblioteca pública de Los Ángeles, tras el incendio de una biblioteca clandestina, estoy de nuevo preparado, estamos preparados para el fuego.


El sábado 1 de septiembre un grupo de poetas, convocados por José Daniel Espejo, nos reunimos a las 8 de la tarde en la puerta de la Biblioteca Regional de Murcia, pieza clave del ecosistema cultural de la ciudad y de la región, para protestar por el recorte en el horario de los sábados. En la lectura se dio la feliz coincidencia de que después de mi poema el poeta Héctor Castilla leyó El incendio de un sueño de Charles Bukowski, al que hago referencia en mi poema. En cursiva he puesto los versos que le he tomado prestados al poeta norteamericano.

ANTONIO AGUILAR RODRÍGUEZ


Manchas ahora mi casa está llena de manchas pequeñas manchas de pintura acrílica que van creciendo día a día algunas salpicando el parqué también los muebles o incluso la ropa y los juguetes de las niñas hay una muy bonita, verde turquesa sobre el lomo de “la carretera” de cormac mccarthy o esta otra, rojo oscuro, como un coágulo en mis zapatillas del decathlon -esas que están hasta mordidas y quiero imaginar, ya sabes algún tipo de huella traslúcida y fresca en alguna parte baja de tu ropa interior en fin manchas que puede que pertenezcan a un cuadro o mejor a un gesto dentro de una trama de acontecimientos todo un único y gigantesco -y a veces inútil- impulso que podría parecer destinado a mover esa agua salada en calma o agitar esas ramas que siguen estáticas pero que en el fondo solo pretende pararte decirte: -Tú.

LUJO BERNER


narrativas

© OMAR DAF


poesía

LA PLÁTICA A la memoria de Pedro «el Pimpo», en las profundidades de la mente.

ME preguntan por mi padre. Me paran en el súper, en la calle, en el estanco, no importa. Me paran y enumeran sus faltas, que si tu padre no viene a la partida, que el carajillo se le queda frío, que nadie canta las líneas como él. Algo más de siete semanas consecutivas faltando a la cita con el dominó. Y yo replico que anda en un chapuzón, queriendo restar importancia a la dolencia —dolencia suya y dolencia mía—, pero me queman los labios por que vean en mis palabras que la persona de la que estamos hablando no es la misma. Ni ellos preguntan sobre el hombre ni yo respondo sobre el padre. Me preguntan por mi padre y charlamos como quien habla de los muertos. Tratamos la caída. Oímos el olvido. Hablamos de quién.

PEDRO TERUEL


MANICOMIO. 2.ª PLANTA

qué importará que los pies del loco sean blancos como el almidón si él ya no teme a la muerte como sí hicieron sus antepasados, me digo mientras le observo caminar descalzo, arrastrando los pies por el pasillo del manicomio. sus ojos parecen tristes, todo lo tristes que pueden ser los ojos de quien ya lo ha perdido todo y no le queda nada. ni siquiera la cordura. aquí me siento como un mero retratista de un paisaje de naturalezas muertas, un pintor de los sueños rotos de otros, el que intenta coger un enjambre con sus manos sin temer al dolor del aguijón ni al veneno que recorrerá su sangre. el loco me mira y yo levanto los ojos de mi cuaderno, hace una mueca con sus dientes amarillos, estragos del tabaco. la sonrisa del loco es como una calma que precede a la tormenta.

CHRISTIAN NIETO TAVIRA



PORTÚS

ALBERTO CARIDE BROCAL

poesía

Como en un cuadro de Sorolla pero desnudos los cuerpos la luz recorre la madurez del otoño sobre la piel tardía. Es como si Newton no hubiera visto caer aquella manzana, o la tierra hubiera perdido ese magnetismo que encorva y llama a los viejos. La belleza de la vida se pasea ante mis ojos con la naturalidad de un calendario sin balance de pérdidas, un lunario protegido del sol por el ala de un sombrero. Son el resultado de una injusta parva, una metáfora de los cuerpos extendidos sobre la tierra en espera de la trilla. Es como si sus formas caducas no conocieran los espejos o la verdura de sus cuerpos, mármol brillante en la estación lluviosa, anhelara ser sustrato del frío, transfigurada belleza de los años en infinita sabiduría.


narrativas

París otoñal de ANTONIO FERNÁNDEZ JIMÉNEZ

En un bol mezcló polvillo de polen, granos de trigo y tres huevos de reptil. Enseguida añadió las cinco hojas secas de amaranto picadas, raspadura de aloe vera, dos lenguas de chorlito, pluma de jilguero, puntas de pétalos de jazmín y cuatro cabezas de cerillas. Batió todo y dejó reposar unos minutos. Sacó del frigorífico el tubito que contenía el líquido azulón de Sematriz y que había comprado en la farmacia con gran parte de sus ahorros. Lo echó en gotas sobre la masa batida y subía hacia el techo un vapor de ácido que olía a incienso. Escupió en el bol y dijo: «Robie, pon París otoñal de Libertella». El aparato de la cornisa encendió unos ojos rojizos y, enseguida, el rayo del acordeón ahogó la quietud del comedor. En el interior de una esfera con forma de coco echó todo el potingue color arena de mar. La cerró y la metió al horno precalentado. Esperó media hora. Se apoyó en la pared y cerró los ojos. No daba crédito. Nunca había deseado hacer esto. Se lo sugerían muchas veces, pero él siempre se negaba. «Nada como la soledad», decía. Amaba el silencio de su apartamento y los vacíos celestiales de los cuartos deshabitados y los armarios sin ropa. Aquella mañana fue distinta. Achacó su decisión a la pesadilla de esa noche: había visto un esqueleto acostado en la cama junto a él, con dos huevos en las cuencas huesudas de los ojos. Al despertar, y por primera vez en su vida, experimentó abismo en el vacío; terror en el silencio; desamparo en la soledad. Y por un momento vio claro que no quería pasar más tiempo solo.


«Reprodúcela otra vez, Robie». París otoñal se esparció de nuevo por el comedor. Apagó el horno y lo dejó reposar con el calor. Consultó los últimos puntos de la receta. Llenó un pequeño barreño con agua tibia y le espolvoreó un pellizco de sulfato de cobre. Se puso las manoplas y sacó la esfera, que había cogido una rudeza de caparazón color cetrino incandescente como ascua viva. Un fantasma de bochorno insoportable salía del horno y llenó de nieblas la cocina. Tres veces sumergió la esfera en el agua tibia. Miró la receta. Lo había hecho todo. Cuando terminó París otoñal ya no volvió a sonar música. De pronto pensó: ¿y si lo he hecho mal? Se decía que la gente que no lograba cocinarlo a la perfección le pesaba el resto de su vida. Además de todo el dinero echado a perder. De repente, una grieta rajó de arriba abajo el caparazón. Un temblor, y otra grieta más, y otra. La esfera se resquebrajó al fin haciéndose añicos. Salía muchísimo humo. Él se arrimó pero aún no podía ver nada. Retiraba el vapor con aspavientos y soplando, y las tinieblas se ladearon poco a poco de aquella raicilla rosada que era su primer hijo. Pudo distinguir dos negros ojos, diminutos como cabeza de hormiga; una boca de pez que se abría y cerraba; e incluso llegó a tiempo para contemplar, como le indicó la farmacéutica, ese corazón dorado latiendo a buen ritmo antes de que se cerrase la caja torácica. Lo metió en la incubadora portátil que le dieron en la farmacia y dejó al bebé allí un rato solo, en la encimera. Luego entró a su cuarto, las sábanas en el suelo, el colchón con pliegues, la pesadilla del esqueleto. Todo le parecía tan antiguo. Se dejó caer. Pero entonces empezaron los llantos allá en la cocina. Todo iba demasiado deprisa. Se levantó y gritó a Robie que pusiera música. Volvió a ver a su hijo. Pero esta vez pensando que, afortunadamente, ese «velloncillo humano», esa «yema de vida en cierne», como se refería poéticamente el prospecto del Sematriz, se podía comer sin peligro. Pues, al cabo, «contenía los mismos ingredientes que una golosina».


RENOVARSE O MORIR de LEANDRO LLAMAS

Arrastra litros de sudor reseco, barba de varios días y un par de babuchas desvencijadas. Tres botones han causado baja en el pijama de cuadros. Media docena de lamparones en el frontal de la bata raída. Chirría la puerta de la sala de estar. Las dos bombillas que todavía no están fundidas dejan ver poca cosa, apenas los restos de un domingo viejo. Camino de la mesa camilla tropieza con las hilachas de la alfombra y se cruza con la fotografía del hijo muerto, prisionera de un cristal roto y un marco descuadrado. Deja caer un beso gastado en la mejilla arrugada de su mujer, y se pregunta si ella habrá estado siempre en ese rincón. Cree recordar que sí. Se vuelve hacia el mueble escritorio, lo abre y tira de una moldura. A duras penas consigue abrir el cajón oculto. Saca una caja astillada, y de la caja, la vieja pistola que heredó de su padre. Iba a descerrajarse un disparo oxidado en la sien, pero lo piensa mejor. Enciende el televisor, se pega al canal teletienda y tira de tarjeta: champú para cabellos grasos, gel de baño aloe vera, tres paquetes de cuchillas de afeitar Mach 3 Turbo, zapatillas de felpa, dos pijamas de seda con bata a juego, un surtido completo de bombillas LED de bajo consumo, una auténtica alfombra persa, conjunto de sofá y chaise longue, mesa de centro, lámpara de pie, un soleado ático en el centro, una joven esposa, dos hijos (niño y niña, de uno y tres años respectivamente) y un futuro prometedor.


INCIDENTE DESAFORTUNADO de SERGIO GAUT VEL HARTMAN

narrativas

Beethoven no oyó entrar a Borges, naturalmente, y el escritor no vio al músico, por lo que ambos chocaron y cayeron al suelo polvoriento de la sala, en la casa de Bonngasse 20. Ludwig lanza un soez insulto en alemán, pero Borges, que sospecha el idioma de Schiller, no piensa que ha atropellado a tan ilustre personaje; más bien deduce que su víctima podría ser Otto Pflegger, un guardia de Treblika que le fue referido por un sobreviviente de ese campo, Jacob Rubinsky, o en todo caso Hans Schwartzenegger, el feroz carnicero bávaro que se ufanaba de haber liquidado a dos centenares de rojos. De todos modos se disculpa en inglés, como cuadra a un caballero, aunque el genio de Bonn tampoco capta la disculpa, por razones obvias, y lejos de interpretar que está ante el autor de “El Aleph” imagina una conspiración judeo-masónica destinada a robarle la partitura de la Décima Sinfonía, que acaba de concluir. Reacciona del peor modo posible y descarga una furiosa y certera trompada que destroza el tabique nasal de Borges y desplaza una punta de hueso que se incrusta en el cerebro del escritor como un dardo de ballesta. Pero en contra de lo que los lectores pueden estar imaginando, el escritor, aunque de natural pacífico, no se queda atrás y antes de morir usa el bastón para machacar la nuca del músico con toda su fuerza remanente, lo que provoca el deceso de Beethoven unos segundos antes de que se produzca el propio. Es por culpa de este violento y desafortunado incidente, y por ningún otro motivo, que la ópera en tres actos “El milagro secreto”, con libreto de Jorge Luis Borges y música de Ludwig van Beethoven, jamás se llegó a componer y mucho menos a representar.


narrativas

BEGOÑA

de   BASILIO PUJANTE             Pese a todo su dinero y a todos sus conocimientos científicos no había sido capaz de salvar a Begoña. Cientos de inventos, miles de patentes, millones de ganancias, pero aquella enfermedad le había arrebatado a su mujer. Ya en el cementerio, mientras el cura pronunciaba unas palabras cuyo significado él, hombre de ciencia, no entendía, dio con la única solución posible: la clonación.               Para evitar las anticuadas leyes de su país y las miradas prejuiciosas, se retiró al laboratorio que poseía en la remota isla que había comprado en un mar tropical. Alejado del resto de seres humanos, se dedicó a la tarea de replicar a Begoña, su único amor. Con unas pocas gotas de la sangre de su mujer que había guardado y gracias a su máquina gestante y a su acelerador vital en pocos días tuvo a una Begoña con la misma edad que la original cuando se conocieron.               Tras pasar una noche con el clon, se dijo que por qué no crear más y así comenzó a producir Begoñas de manera industrial. Tenía Begoñas bebés que acunaba en su regazo; niñas Begoñas a las que contaba cuentos; Begoñas adolescentes a las que educaba en la ciencia; jóvenes Begoñas con las que iba a la cama; Begoñas maduras con las que compartía charlas al atardecer; ancianas Begoñas que velaban sus sueños. Toda su carrera había merecido la pena y había conseguido su objetivo: vivir en una isla habitada por decenas de Begoñas.                Sin embargo, una noche, en la gran cama donde yacía junto a varias Begoñas, se sintió triste de pronto. Se interrogó a sí mismo sobre lo que le pasaba y se dio cuenta de que todo había sido inútil: echaba de menos a Begoña.


© Eugenio G. Barceló


Crónicas del encierro II de DANIEL FRINI

Cuando el rey decretó el aislamiento social preventivo y obligatorio, todo el cuento se detuvo. Habían pasado muchos años desde que el cazador la abandonara en el bosque, y ella encontrase la pequeña casa del claro. —Si cocinas, haces las camas, lavas y mantienes todo limpio y ordenado, entonces puedes quedarte con nosotros —le habían dicho sus habitantes. Antes, ellos se iban a trabajar en la mina de la montaña; y ella hacía las tareas, si no con felicidad, al menos con eficiencia; pero ahora, la mina estaba cerrada y ellos se quedaban en casa. Por una parte, ella estaba custodiada; y aunque la reina violase la prohibición de circular —que para eso era reina, convengamos—, no podría ni acercarse a la casita del bosque; pero, por otra parte, imaginen ustedes: ocho personas confinadas en ochenta metros cuadrados. Ella, la única mujer. No. Imaginan mal. No es esa clase de cuento. Sitúense en aquella época, con el patriarcado a la máxima expresión: medias, camisas, pantalones y calzoncillos tirados por cualquier parte; platos, cubiertos y muchos, muchos vasos de cerveza en la mesa, la cocina, el hogar de leña; botellas caídas y su contenido volcado en piso, manteles y hasta cortinas; ronquidos exasperantes hasta el mediodía; sin momentos para ella, y apenas la posibilidad de higienizarse una vez a la semana, siempre que el fuentón no estuviese ocupado y ninguno de los siete mirando. Demasiado para cocinar, mucho para lavar, montañas de ropa para coser, y la imposibilidad de mantener el orden y la limpieza. Un cansancio extremo y continuo hizo que enve-


jeciera años en apenas dos meses. Cierta mañana, en palacio, la reina hizo la consabida pregunta al espejo, y éste le respondió como antes, como en el pasado: —Tú, mi reina. Todo había vuelto a la normalidad.

Tres, dos, uno… de TOTI VOLLMER

Escucho el ultimátum que llega de la calle. Pongo Aida para acallar las sirenas de los bomberos, de la policía y de la ambulancia. La prensa y los dinamiteros ya han tomado posición. Muerdo la punta del puro despacio mientras los vigilo a través de la ventana del piso de mi madre. Hace un año que los vecinos fueron desalojados, un año ya que me dejaron solo defendiendo el edificio.

narrativas

Ahora gritan cosas urgentes por un megáfono, pero los acordes de la marcha triunfal y el olor a gas ocupan toda la casa. Empieza una cuenta regresiva, como si me fuera a rendir. Subo la música a tope. Tratan de tumbar la puerta. Me sirvo un ron añejo, de esos que se saborean despacio y sentado. Me empapo bien la garganta antes de encender el puro.


narrativas

Siete segundos

de F. JAVIER CANO SANTA BÁRBARA Estaba convencido de que salvaría la vida de su majestad. Aunque confiaba ciegamente en sus conocimientos y en las propiedades de todas esas plantas traídas de tierras remotas, pasaban los días, y por desgracia, no daban resultado. La princesa, entre lágrimas, agarró fuerte la fría mano de su padre y dio la orden. Camino del cadalso, el joven curandero trataba de zafarse de sus verdugos: «¡Por favor, mi señora, os estáis equivocando!». Lo arrodillaron a la fuerza, cerró los ojos y notó el latido del corazón como si quisiera salirse del pecho. Los pocos momentos felices de la infancia que le venían a la mente fueron cortados de raíz con el sonido del filo cogiendo velocidad. La cabeza rodó escaleras abajo y sintió un mareo esos últimos segundos mientras se escuchaba a lo lejos: «¡El rey está vivo!».

Momentos irrepetibles de ESTHER G. BABIN

«El árbitro añadió catorce minutos», logré decir a modo de disculpa, pero ella siguió recostada mirando a la pared. Seguí intentando contarle lo apoteósico que había sido el partido, con aquel gol en el último minuto, pero no escuchaba. Tal vez estaba molesta porque no me había acordado de mirar el teléfono hasta la tercera cerveza de celebración, pero hay cosas que se viven solo una vez en la vida. Una Champions es una Champions. Mientras pensaba cómo sacarla de su enfado, noté unos golpecitos en el hombro. Era la enfermera, mirándome con cara de desaprobación mientras me ponía en los brazos al bebé recién lavado.


Los bárbaros de GINÉS CUTILLAS

¿Qué esperamos congregados en el foro? Es a los bárbaros que hoy llegan. Constantino Cavafis

Ante la inminencia de su llegada, no dudamos en derrumbar las murallas de la ciudad para que no pensaran que osábamos mostrar resistencia y enojarlos aún más, pero también incendiamos las cosechas con el fin de desanimarles si venían con intención de quedarse. Dejamos de escribir las leyes, convencidos de que ellos las rescindirían y también olvidamos castigar a los malhechores, que pronto se adueñaron de la ciudad. A los niños los abandonamos a la deriva en barcos y a todas las mujeres en edad fértil, por no matarlas, les extirpamos los úteros para que ninguna criatura impía creciera en ellos. A los ancianos les dimos una muerte digna y los enterramos con todos los honores. Más tarde, reunidos en el ágora, debatimos si matar al Rey, por aquello de adelantarles trabajo y quizá conseguir que nos mostraran clemencia. En medio de tanto caos, con la cabeza del monarca todavía rodando por el suelo llegó el oteador, exhausto, para comunicar que ni rastro de los bárbaros, que nadie los había visto en años y que incluso había quien aseguraba que ya no existían.


SÍ AQUÍ VIVE UN HOMBRE de JOSEFINA MARTOS (Fotografía 1) Aquí vive un hombre. Intenta reconstruir su hogar. O sus recuerdos. Recoge lo que tiramos y, con mimo, lo dispone alrededor de su manta. Esconde bajo cartones lo más preciado: un edredón y una leve gomaespuma que le alivia la dureza del pavimento. Aquí vive un hombre. Huye de la luz. Teme a los vecinos. Se complace en su oso de plástico azul. Aquí vive un hombre. Hasta que de aquí también lo echen.


DESENCUENTRO de JUAN ROMAGNOLI

La encontré en la playa solitaria, entre las rocas, varada en la arena y a pocos metros del agua. Sus ojos eran hermosos, sus pechos también, apenas los pezones tapados por la larga cabellera rubia. Boqueaba. Me acerqué y se aferró a mis piernas con mirada suplicante. Por medio de gestos me pidió que le tirara agua en su cola escamosa. Recordé leyendas en las que, echándoles agua de mar en la mitad inferior, se completa su forma humana. Arrebatadamente enamorado, me apresuré a hacerlo. Me indicó que la mojara entera y accedí sin titubear, interpretando su apuro. Luego me soltó, terminó de convertirse en un gran pez, y se zambulló en el mar.  de Caracolas, Macedonia ediciones, Buenos Aires, 2017.

Agujero de gusano de GABRIEL PÉREZ MARTÍNEZ

Yo hoy tampoco se lo he contado a los profesores. He llorado encerrado en el servicio y, al salir del colegio, he corrido hacia el descampado que está detrás de mi casa, he buscado una piedra y la he lanzado con todas mis fuerzas hacia el cielo. Segundos después, a mil años luz, en el planeta Tierra se han extinguido los dinosaurios.

narrativas

El niño de sexto me ha dicho, otra vez en el recreo, que soy una lombriz que se esconde de velocirraptores como él. El timbre me ha salvado de que me tirara al suelo para pisarme, como hace siempre.


narrativas

El curador de la Tierra de GUILLERMO VIDAL

Los aliens habían conquistado la Tierra en tiempo récord, millones de víctimas humanas, mínima destrucción. Una vez asentado el polvo fue emitida la orden para los terrestres de abandonar las ciudades. El grueso de la población, los que habían sobrevivido a la breve contienda, serían trasladados en masa a distintos puntos de la galaxia, ubicados en mundos distantes y desconocidos. Una noticia desoladora, aunque lo más difícil para Javier Osorio, curador del museo de Bellas Artes de Buenos Aires, fue ver, sin poder hacer nada, como los aliens se llevaban las obras de arte. Incluso se vió obligado a participar de la selección y embalaje. Lo trasladaron a Francia, a la ciudad de Paris. Gracias a la facilidad con los idiomas la tuvo más fácil la hora de comprender algo de lo que decían los aliens. Las ciudades serían destruidas, excepto unas pocas de renombre, conservando de ellas un sector histórico reducido. El resto de la Tierra sería reutilizado como mundo granja, para la provisión de alimentos y manufacturas de los planetas alien. Fue durante su estadía en el museo del Louvre, que lo contactó la resistencia con la intención de que los ayudara, se dio cuenta que era parte de su deber aceptar unirse a los grupos que aun luchaban con tanta desventaja. El plan al que se sumaba consistía en destruir los cargamentos de obras de arte que partirían en breve. Dijo que sí de inmediato, aunque por dentro Javier sintió que se le estrujaba el estómago. Javier necesitaba despejarse y consiguió permiso para pasear por la ciudad de Paris, ya casi sin gente, puede que fuera de los últimos humanos en verla. Siempre custodiado, pidió ver la torre Eiffel, y le rompió el corazón contemplar con sus propios ojos que también se encontraba


en proceso de desarme para ser trasladada al mundo de los alien. Quedaba en pie las bases donde se apoyaba. Parece una locura que recién en ese momento, luego de todo lo que había sucedido, cayera en la cuenta de que todo estaba perdido. Entendía que la resistencia quisiera atacar las bases en tierra, los puntos de salida al espacio, las estaciones orbitales incluso. Pero informar sobre la partida de las naves carguero que trasladaba las obras de los principales museos de todo el mundo significaba pulverizar la herencia de la humanidad ¿Qué legado iba a quedar de ellos? Sería como si nunca hubieran existido. Ninguna acción iba a devolverles el mundo. ¿Acaso no debería pensar en el mayor bien, pensó Javier, y preservar la memoria humana por encima de cualquier lucha desesperada? Decidido a actuar según su conciencia, entregó a los rebeldes las fechas y los lugares de partida de doscientas cincuenta naves carguero, pero se guardo de revelar tres de las naves con obras, que el mismo había elegido, no tuvo más remedio que dejar que algunas se perdieran. No todo estaba perdido. Espero en el Louvre ya vacío que vinieran a matarlo.


Un tren silba a lo lejos de JESÚS ALCAÑIZ GARCÍA

Un negro vallado rodea esta casa olvidada entre maizales. Desde mi hamaca del porche viajo en todos los trenes que pasan, vuelo con las nubes arrastradas por el viento, monto cada caballo que atraviesa galopando la pradera. Mi padre regresa por la noche, conduciendo su carromato de sacamuelas con el maletín y la fusta sobre las rodillas. Salgo a recibirle. El gorro, sujeto con una cinta, me queda un poco grande. Mis pechos y caderas no rellenan aún el vestido. Me alzo de puntillas, mi padre me toma de la cintura y me besa en los labios. Me vuelvo para la cocina, a prepararle la cena. Ya he cenado antes, miento, y él, masticando las palabras, me recuerda mi obligación de acompañarle a la mesa. Escucho en silencio, mirando al suelo, con las manos cruzadas sobre el delantal.   Me cuido mucho de obedecer el resto de las órdenes: la puerta abierta, el camisón heredado, la lámpara de gas siempre encendida. Me fijo en la mancha del techo, junto a las sombras. A la luz del quinqué, baila, se retuerce, se transforma en serpiente, araña o cuchillo. Por un momento se me cierran los ojos, pero los abro al instante cuando escucho los pasos, los golpes de la fusta contra su pierna. Me apresuro a bajar la sábana hasta los tobillos, a soltarme el pelo rojo sobre la almohada.


El habilidoso de SUSANA DURÉ

Famoso fue el caso del futbolista uruguayo Hermes Washington Camacho. Hijo de un corredor de bolsa y una contorsionista profesional, se destacaba en la primera división de Peñarol por su agilidad, su impecable pegada y sus indescifrables gambetas. Con el número “10” en la espalda, era el capitán del equipo y el ídolo del público en general, y de los aurinegros en particular. Todos querían verlo jugar; a los 19 años era la mayor promesa del fútbol oriental. En el cuerpo técnico de Peñarol, el club que lo había visto nacer, todos lo adoraban y destacaban su físico privilegiado: flexible como un junco, fuerte como una barra de acero y veloz como el viento.  Aquel domingo se jugaba la final de la Copa de Honor, frente a Defensor Sporting. El partido estaba igualado en cero y faltaban minutos para el pitazo final.  Sacó el arquero; Hermes bajó el balón con el pecho y en una sucesión de rápidos movimientos enganchó, con pelota dominada, de izquierda a derecha, giró, metió una espectacular rabona en la que no midió su fuerza... Y terminó hecho un nudo en el área rival.

Agotados todos los medios, la única esperanza era Lily Montalvo, la famosa curandera charrúa. Lily se negó por razones poderosas: era fanática del Nacional. Intentaron convencerla por todos los medios, con halagos primero, con amenazas después... Pero no hubo

narrativas

No hubo manera de desatarlo. Probaron los jugadores, los entrenadores, los utileros... Tampoco pudo su madre, experta en la materia. La cirugía no prosperó, los doctores no se animaron a seguir metiendo mano.


narrativas

caso, la curandera no quería saber nada con los clásicos rivales. El pobre Hermes no se resignó y siguió ligado al club de sus amores, aunque ya no como jugador, sino como mascota.  Sin embargo, nunca dejaron de insistir con Lily. Tanto le rogaron, que finalmente, dos años después, accedió a concederle un pequeño alivio. Le desanudó el pie derecho. Son muy pocos los que recuerdan a Hermes Washington Camacho por sus goles y sus lujos. “El Nudo”, como se lo llamó, quedó en la historia de Peñarol por alegrar los entretiempos haciendo jueguitos con su pie derecho.  Y eso que era zurdo…


God wanted you de AURORA TÁRREGA

Entrar en el saloon vestido de predicador no impidió que Billy advirtiera mis intenciones. Antes del primer trago de whisky, el niño ya había desenfundado y sin dejar de dispararme mi recompensa saltaba por la ventana, pero antes una de las balas me destrozó la mano, dejándome sin dedos para apretar el gatillo, por suerte la otra quedó incrustada en el crucifijo que me colgaba del cuello. Desde entonces, todos los domingos cuento a mis feligreses el motivo por el que dejé mi otra vida.


A partir de este momento mi voz comenzará a hundirse en la tierra. Vientos lejanos reclamarán mis huesos, y mi hogar será un abismo de lugares innombrados.

Those are the last verses I wrote before I moved to America. Two years later, I revisit them, I open a new document, and I type them again. Like Pierre Menard, author of the Quixote, I take the same exact words and reproduce them one after another. The task is much simpler than the impressive quest pursued by Pierre Menard, I have a computer and my palimpsest only consists of four verses. Lucky for him, Pierre Menard only exists in a book written by Jorge Luis Borges. But his point is still valid. However, unlike Pierre Menard, I have included a small variation on my writing from two years ago: now it’s in italics. From this moment on my voice will sink under the earth. Distant winds will claim my bones, and my home will be an abyss of unnamed places. I find myself quite often thinking in a language that I can’t speak very well. Y a veces olvido las palabras.


I don’t think a lot about home. Most of the time, I think of what am I going to have for dinner, or how many articles do I have to read for class, or if I forgot to buy something at the supermarket. I didn’t understand these verses when I wrote them. I typed them on my computer and saved them in a document thinking they were an incomplete poem that I would one day go over again and finish. I was wrong, and what I’m doing right now is not poetry.

A partir de este momento mi voz comenzará a hundirse en la tierra. Vientos lejanos reclamarán mis huesos, y mi hogar será un abismo de lugares innombrados.

transiciones

Yo ya no sé escribir poesía. La literatura es una cadena de palabras que manchan la página, que a veces dicen algo, y siempre hacen ruido en el blanco de la rutina. Trato desesperadamente de decir algo que es un dolor en mi espalda, que es un pez agitándose en mi garganta que no lo puedo tragar, que me araña la piel y que no comprendo con mi mente, pero necesito echarlo afuera. Cuando pensé esos versos yo estaba dormido.


transiciones

From this moment on my voice will sink under the earth. Distant winds will claim my bones, and my home will be an abyss of unnamed places. Y a veces se me olvidan las palabras. I plan to move back home for a few years when my parents start getting close to the sunset of their lives. I don’t plan to have children. I make plans that I never fulfill. Yo escribí esos versos y se convirtieron en un mantra. I’m embarrassed, my voice is far too deep, it’s buried in the ground. Me lo dijo una serpiente con patas y joyas en los ojos. Qué hermoso y qué difícil es escribir. Yo vine a Eugene porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo.

A partir de este momento mi voz comenzará a hundirse en la tierra. Vientos lejanos reclamarán mis huesos, y mi hogar será un abismo de lugares innombrados.

I found love in a loveless country. I’ve been in hell and


I know how it feels to lose yourself to a monster that eats cigarettes and wears his heart in a pocket full of ashes. Seeds need soil to grow. Yo nací en un desierto cubierto de cemento. When I started flying, I knew that I would never go back. Pierre Menard’s Quixote is exactly the same text as Miguel de Cervantes’. But it’s not the same work. It carries over its shoulders four centuries of literature, thousands of dead, América y sus venas abiertas.This is not a poem. And from this moment on, my voice will sink under the earth.

Distant winds will claim my bones, and my home will be an abyss of unnamed places.

Un texto de PABLO SERRANO TORRES


ASTRONOMÍA DE LA AUSENCIA

Completa el Micrograma y siguiendo el mismo orden de las referencias obtendrás un microrrelato. Las flechas indican el sentido de escritura. Entre corchetes se informa de los signos de puntuación que acompañan al texto final una vez resuelto el Micrograma.


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A 59► 11▼

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S

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© Ewal Carrión (Relato y Micrograma) Astronomía de la ausencia

transiciones

39▼


Horizontal 1 EN UN LUGAR QUE ESTÁ EN UNA POSICIÓN SUPERIOR A OTRO QUE SE TOMA COMO REFERENCIA. [,] 6 MEDIO O COSA QUE SIRVE PARA PROMOCIONAR ALGO. 9 EN UN LUGAR QUE ESTÁ EN UNA POSICIÓN INFERIOR A OTRO QUE SE TOMA COMO REFERENCIA. [,] 10 PRONOMBRE PERSONAL. 13 DENOTA POSESIÓN O PERTENENCIA. 14 NOTA DE LA ESCALA MUSICAL. 16 PREPOSICIÓN. 17 QUE ES LA MITAD DE UNA COSA. [,] 18 PRONOMBRE CON EL QUE LA PERSONA QUE HABLA O ESCRIBE SE REFIERE A SÍ MISMA. [:] 20 ELEMENTO QUE DA VIDA O VITALIDAD A UNA COSA MATERIAL O INMATERIAL. 21 PREPOSICIÓN. 22 QUE FORMA UNIDAD. FEMENINO. 26 DUODÉCIMA LETRA DEL ALFABETO GRIEGO.


28 INTRODUCE UNA PREGUNTA SOBRE LA CANTIDAD. PLURAL. 29 PORCIÓN LIMITADA DE MATERIA. PLURAL. 30 QUE TIENEN EL COLOR DE UN CIELO DESPEJADO. 32 QUE YA NO TIENE VIDA. 41 PREPOSICIÓN. 45 PRONOMBRE PERSONAL. PLURAL. 46 CONJUNTO DE LAS PARTES QUE FORMAN UN SER VIVO. PLURAL. 47 QUE COMETE UNA EQUIVOCACIÓN. PLURAL. [.] 48 MENIFIESTO ALGO OCULTO. 49 PERSONA QUE RESULTA MUY DIFÍCIL DE VENCER. PLURAL. [,] 50 EVIDENCIAS 56 1001 57 DENOMINACIÓN PARA DIOS UTILIZADA POR LOS CRISTIANOS. [.] 58 PROSIGO. [.] 59 PUNTO CARDINAL POR DONDE SALE EL SOL EN LOS EQUINOCCIOS.


60 MESETA DE MUCHA EXTENSIÓN Y A GRAN ALTITUD. 63 COSMOS. [,] 65 CAVIDAD O HUECO QUE SE ENCUENTRA EN LA SUPERFICIE DE CIERTOS ÓRGANOS DEL CUERPO HUMANO Y DE OTROS ANIMALES. 66 QUE ES CORRIENTE, ABUNDANTE O MUY EXTENDIDO. [,] 67 QUE NO PUEDE SER ABARCADO. [.]


Vertical 2 ANTE UN NOMBRE CONTABLE EN SINGULAR, ESTABLECE GENERALIZACIONES. 3 PERSONA MUY AGRADABLE, ATENTA O BONDADOSA. 4 DENOTA POSESIÓN O PERTENENCIA. 5 DESIERTO EN EL NORTE DE CHILE. [:] 7 NOMBRE DE LA LETRA D. 8 CONJUNTO DE ESTRELLAS AGRUPADAS EN UNA REGIÓN CELESTE QUE FORMAN, APARENTEMENTE, UNA FIGURA DETERMINADA. PLURAL. [.] 11 PARTE SÓLIDA DEL PLANETA QUE NO ESTÁ CUBIERTA POR EL MAR. [:] 12 RECIPIENTE PARA UN CADÁVER. 15 TIRANÍA. [.] 19 QUE ES PURAMENTE AQUELLO QUE SE DICE, SIN NINGUNA CARACTERÍSTICA ESPECIAL O SINGULAR. 23 PARTE MÁS ANCHA Y PLANA DE CIERTOS OBJETOS. [.] 24 HAGO LO NECESARIO PARA LLEGAR A CONSEGUIR ALGO. 25 EN LA NOTACIÓN ALFABÉTICA, REPRESENTA LA NOTA


MUSICAL LA. 27 DENOMINACIÓN PARA DIOS UTILIZADA POR LOS CRISTIANOS. [.¿] 31 TENDRÁN LUGAR O SUCEDERÁN. 33 DURANTE EL MISMO PERÍODO DE TIEMPO EN EL QUE OCURRE OTRA COSA Y DE FORMA SIMULTÁNEA A ESTA. 34 HACÍA UN HOYO. [?] 35 DIGO UN TEXTO LITERARIO EN VOZ ALTA. 36 TERCERA NOTA DE LA ESCALA MUSICAL. 37 PUNTO ESENCIAL DE UNA RELIGIÓN, O DOCTRINA, Y QUE NO PUEDE PONERSE EN DUDA DENTRO DE SU SISTEMA. [:] 38 PRONOMBRE PERSONAL. PLURAL. 39 INSTRUMENTO ÓPTICO PARA OBSERVAR OBJETOS LEJANOS. PLURAL. 40 HACEN LO NECESARIO PARA ENCONTRAR O HALLAR A UNA PERSONA O UNA COSA. 42 SE UTILIZA ANTE EL NOMBRE DE PILA O EL APELLIDO DE UNA PERSONA CONOCIDA. 43 QUE EXPRESA O MANIFIESTA CON SINCERIDAD UN SENTIMIENTO. 44 QUE CONTIENE ERROR O EQUIVOCACIÓN. [,]


51 INDICA LA MATERIA DE LA QUE ESTÁ HECHA ALGUNA COSA. 52 ALGUIEN O ALGO DISTINTO, PERO DEL MISMO TIPO DE LO QUE SE HABLA. PLURAL. 53 CONJUNTO AMPLIO DE COSAS, HECHOS, CONCEPTOS, ETC., DE CARACTERÍSTICAS PARECIDAS. PLURAL. [;] 54 NEGACIÓN. 55 BAILE POPULAR DE PAREJAS ENLAZADAS, TÍPICO DEL CARIBE. 62 EXPRESA UNIDAD. APÓCOPE. 64 QUE ES MUY GRANDE EN TAMAÑO O INTENSIDAD, O QUE ES EXTRAORDINARIA.

(RELATO Y MICROGRAMA DE EWAL CARRIÓN)


dĂ­melo en la calle


COME BACK WHEN YOUR STORY IS COMPLETE Monte Miravete. Torreagüera (Murcia)

© ÁLVARO



10-0,5 = Por dinero Lo hice y Lo volveri (´)A (a) hacer Para comprarte la casa que soñastes TeneR Te Fugas para Me(´)xico si no SAle BIEN De la ca(´)rceL se SALE Y TE BUSCARE (´)!!!

dímelo en la callle

Carrer Poeta Asins. Benimaclet (València)

9,5


Carla

Traducción por JUAN PEDRO R. Regressei ao ventre, às origens, esqueci tudo, recuei no tempo. Renasci. Desenhei relevos e sombras e riscos e traços. Escrevi nos teus cabelos.

• Cada lágrima que choro baixa como teclas de um piano que não toco, ecoa como notas que não sei dedilhar numa guitarra, canta os graves que a minha voz não sabe dizer a cantar.

Quando nascer vou chamar-lhe Poema. Quando poemar vou gritar-lhe NASCE! Não sei se será Poema Normal, Poema Cesariana ou Poemepidural! Quando acentuar vou compor-lhe métrica. Quando rimar vou versar-lhe prosa. Que em última estância: Será livre.


Veríssimo Regresé al vientre, a los orígenes, olvidé todo, volví atrás en el tiempo. Renací. Dibujé relieves y sombras y rasguños y trazos. Escribí en tu pelo.

• Cada lágrima que lloro baja como teclas de un piano que no toco, reverbera como notas que no sé tocar en una guitarra, canta esos tonos graves que mi voz no sabe decir cantando.

Cuando nazca voy a llamarle poema. Cuando poetice gritaré: NACE! No sé si será un Poema normal, un Poema Cesariano o Poempidural! Cuando acentúe le compondré su métrica. Cuando rime lo versaré en prosa. En última instancia: será libre.

perversiones


perversiones

Quando chego; quando partes, somos duas versões de um mesmo movimento: UNIVERSAL. Não sou a mesma fora do meu meio, porque sou mais inteira. Mais rica. Sou poeta de ideias viajadas.

É a primeira vez que ela o vê sorrir. Já se cruzavam há bastante tempo. Atrapalhada à procura de lenços na mala, de repente, ela sente algo. Levanta os olhos um pouco e ouve um “com licença”, saído de uns lábios sorridentes. Até aqueles olhos azuis sorriam... O homem da cadeira de rodas acabara de se tornar diferente. Ela pega no caderninho, numa caneta e escreve tudo isto enquanto caminha. Claro que as pessoas com quem se cruza a olham como se fosse anormal... Claro que ela foi mais forte do que tudo isso e aqui está a sorrir para vós. Aliás, sente que deveria escrever muito mais sobre o homem da cadeira de rodas e as sensações e pensamentos que provocaram nela, mas não é capaz. Sente-se inválida.


Cuando llego, cuando partes, somos dos versiones de un mismo movimiento: UNIVERSAL. No soy la misma fuera de mi medio, porque soy más entera. Más rica. Soy poeta de ideas viajadas.

Es la primera vez que ella lo ve sonreír. Ambos se cruzan desde hace bastante tiempo. Ensimismada buscando pañuelos en la maleta, de repente, ella siente algo. Levanta los ojos un poco y oye un “con permiso”, salído de unos labios sonrientes. Hasta aquellos ojos azules sonreían… El hombre de la silla de ruedas acababa de transformarse para ella. Asi que coje un cuaderno, un bolígrafo y escribe todo esto mientras camina. Obviamente, las personas con las que se cruza la miran como si fuera anormal. Obviamente, ella es más fuerte que todo eso y está sonriendo para tí. Es más, siente que debería escribir mucho más sobre el hombre de la silla de ruedas y de las sensaciones y de los pensamentos que provocaron en ella, pero no es capaz. Se siente inválida.


Não percebo muito de música. Tudo o que escreva ou diga não chega para compor uma escala de notas que seja. Não sei o que são didascálias, compassos, polifonias, escalas, semifusas, sustenidos, bemóis. Confundo colcheias com semicolcheias, harmonias com melodias, acústico com electrónico, já nem me lembro bem como se faz a clave de sol. Nunca fui boa em ritmos. Não sei qual a diferença, sequer, entre música e canção. Sei lá o que é o Free jazz, a música improvisada, o Chill out, o Experimental. Não percebo nada de música. Mas para quê entender de música quando ela se faz entender por Si, Sol, sem Dó? Quando faz o meu corpo bailar, a minha mente voar. Não percebo mesmo nada de música, mas entendo tão bem essas notas; belas palavras. Não sei música. Mas sei sentir. Sei ouvir. E vejo. Vejo um frenesim de corpos, tamborilando sozinhos ou acompanhados, intimidades dançantes, sorrisos muito abertos, porque a música nos dá isso mesmo. Isso. Isto tudo: batidas a pés descalços, danças de mãos, segredos de uma noite em nota só! Palmas, aplausos, gente, gente de todas as idades, de todos os corpos e formatos e raças e credos e sonhos e línguas e culturas. Dança de almas. Esta festa! Concertinas, luzes, trompetes, saxofones e tambores. O acordeão, o baixo e a tuba. Reboliço, reboliço. Frenesim de corpos e de som. Podia ouvir música a noite inteira e adormecer assim, ou não adormecer sequer! Inspiro. Sinto… um pouco de cansaço, mas é tão mágico, tão leve, tão livre, tão LOVE! Tão lindo! E todo o cansaço desaparece: num sopro!


Podría oír música toda la noche y dormirme así, o nunca dormir! Inspiro. Siento… un poco de cansancio, pero es tan mágico, tan leve, tan libre, tan LOVE! Tan hermoso. Y todo el cansancio desaparece: en un solo soplo!

perversiones

No entiendo mucho de música. Todo lo que escribo o digo no es suficiente para componer una escala musical. No sé lo que son las didascalias, los compases, las polifonías, escalas, semifusas, sostenidos, bemoles. Confundo corcheas con semicorcheas, armonías con melodías, acústico con electrónico. Tampoco me acuerdo bien de cómo se hace una clave de sol. Nunca fui buena con los ritmos. Ni siquiera sé cuál es la diferencia entre música y canción. A saber qué es eso del free jazz, eso de la música improvisada, el chill out o la experimental. No entiendo nada de música. Pero para qué entenderla cuando ella se hace enntender por Si, Sol, sin Do? Cuando hace mi cuerpo bailar, mi mente volar. No entiendo nada de música, no, pero entiendo bien estas notas: bellas palabras. No sé de música, pero sé sentir. Se oír. Y veo. Veo un frenesí de cuerpos, palpitando solos o acompañados, intimidades que bailan, sonrisas muy abiertas porque la música nos dá eso mismo. Eso. Todo esto: ritmos de pies descalzos, danzas secretas de manos, misterios de una noche en una sola nota! Palmas, aplausos, gente, gente de todas las edades, de todas las formas y formatos y razas y credos y sueños y lenguas y culturas. Danza de almas. Esta fiesta! Instrumentos, luces, trompetas, saxofones y tambores. El acordeón, el bajo y la tuba. Concierto en el caos! Frenesí de cuerpos y de sonido.


perversiones

Estou perdida. Se me encontrares mete-me no correio, em envelope com selo azul. Uma carta feita de papel: Se cada letra do alfabeto nascesse hoje e dela brotasse seiva elaborada que alimentasse todas as raízes que nos seguram ao solo seríamos, 100 anos e muitas árvores depois, matéria na centelha fugaz de uma poesia inteira de vida.

• Podia não estar tão bonita naquela noite… que isto a beleza, às vezes, tira folgas! Mete férias! Vai às compras, cozinha ou passa a ferro. Anda nas limpezas! A beleza… encontrei-a na esquina, toda suja, calças rotas… podre, pobre e pedinte. Maltrapilha. Podia não estar tão bonita naquela noite… que isto a beleza está uma barafunda… desassossegada, desamparada… maltratada. A beleza não tem dias. Não tem sim, nem não, nem talvez. Chega não se sabe de onde, não se sabe como, quando ou porquê. A beleza não tem hora marcada. Não tem ordenado ao fim do mês! Não se queixa. Não exige. Não espera, nem desespera. A beleza arrasta-se pelas ruas… cheira mal… calças caídas… E… se, de repente, a beleza viesse sentar-se aqui no bar, ao nosso lado? Não acendia um cigarro, porque não fuma, mas pedia um fino, um panaché ou um copo de vinho. Batia dois dedos de conversa com alguém ao seu lado. A beleza… podia não estar tão bonita naquela noite… não foi de tule ou lantejoulas… mas há-de ser sempre um simples ser, por entre o povo!

Poemas pertenecientes al libro Amálgama,


Estoy perdida. Si me encontrases méteme en el correo, en un sobre con sello azul. Una carta hecha de papel: Si cada letra del alfabeto naciese hoy y de ella brotase salvia elaborada que alimentase todas las raíces que nos aseguran al suelo seríamos, 100 años y muchos árboles después, materia en la centella fugaz de una poesía rebosante de vida.

• Podría no estar tan bonita aquella noche… Que la belleza, a veces, coge días libres! Se va de vacaciones! Se va de compras, cocina o plancha. Le toca día de limpieza! La belleza… la encontré en una esquina, toda sucia, pantalones rotos… podrida, pobre, pidiendo. Harapienta. Podría no estar tan bonita aquella noche… Que la belleza a veces está hecha un lío, inquieta, indefensa, maltratada. La belleza no tiene días, no tiene sí, ni no, ni tal vez. Llega no se sabe de dónde ni cómo, cuándo o por qué. No tiene citas con nadie, no recibe salario al final del mes! No se queja. No exige. No espera ni desespera. La belleza se arrastra por las calles, huele mal, pantalones caídos… Y, si de repente, la belleza viniese a sentarse aquí en este bar, a nuestro lado? No encendería un cigarro, porque no fuma, pero se pediría una caña, una clara o una copa de vino. Entablaría un rato de conversación con quien se sentara a su lado. La belleza... podría no estar tan bonita aquella noche… no iba vestida de tul o lentejuelas... pero ha de ser siempre un simple ser, entre la gente!

escrito en co-autoría por Carla Veríssimo y Juan Pedro Ruiz.


A CADA UNO SU CONNERY por Francisco Martínez Serna

El pasado 31 de octubre falleció el gran actor y productor de cine escocés Thomas Sean Connery a la edad de 90 años. Para muchos de nosotros, aficionados al cine, Connery ha sido uno de esos intérpretes que ha sido capaz de traspasar la gran pantalla y casi me atrevería a decir, que se coló en nuestros hogares y en nuestros recuerdos, al menos así ha sido en el caso de mi familia. A lo largo de sus casi 60 años de carrera, Connery nos ha dejado toda una galería de grandes interpretaciones y personajes de los que hemos disfrutado varias generaciones y que la mayoría de nosotros recordamos. Creo que cada uno de nosotros, si lo pensamos, podemos tener una película o un personaje favorito interpretado por él, o alguna película suya que nos viene a la mente en primer lugar al escuchar su nombre y que tal vez forma parte de un imaginario colectivo. Y eso solo lo logran los grandes intérpretes como éste. Tanto es así que si le preguntara a mi abuelo, ex militar (entre otras muchas cosas) es muy probable que lo recuerde por el soldado Flanagan de El día más largo (Ken Annakin, Andrew Marton y Bernhard Wicki, 1962) que habrá visto un montón de veces con mi tío en DVD o en reposiciones televisivas; o tal vez por alguna del mejor Agente 007, por ejemplo luchando contra el malvado Dr. No (Terence Young, 1962); si le pregunto a mi padre, creo que hay bastante posibilidades de que su favorito sea el Jim Malone de Los intocables de Eliot Ness (Brian de Palma, 1987), tal vez seguido del aventurero Daniel Dravot de El hombre que pudo reinar (John Huston, 1975). Si le pregunto a mi madre, espero que le venga a la memoria en primer lugar el apuesto Mark Rutland de Marnie la ladrona (Alfred Hitchcock, 1964), en parte porque es la película que estaba viendo justo antes de dar a luz a quien escribe estas palabras, como tantas veces me ha contado. Aunque puede que seguido de cerca por el Coronel Arbuthnot de Asesinato en el Orient Express (Sidney Lumet, 1974), basada en la novela homónima de su admirada Agatha Christie.


Si le pregunto a mi hermano mayor, creo que hay muchas posibilidades de que se decante por alguna de sus películas de género fantástico o de ciencia ficción y me respondiera que su tocayo Sánchez Villa-Lobos de Los inmortales (Russell Mulcahy, 1986), el Marshall William T. O’Niel de Atmósfera cero (Peter Hyams, 1981) o se fuera al lado más friki con el Zed de Zardoz (John Boorman, 1974), con ese inolvidable taparrabos rojo y esa trenza…Y mi hermano mediano creo que se acordaría en primer lugar del fraile franciscano Guillermo de Baskerville de El nombre de la Rosa, (Jean-Jacques Annaud, 1986), o tal vez el capitán Rank Marko Ramius de La caza del octubre rojo (John McTiernan, 1990). Aunque el entrañable Henry Jones Sr. de Indiana Jones y la última cruzada (Steven Spielberg, 1989) también podría ser el elegido. Puede que un día de estos les plantee hacer este juego, y así podré comprobar cuánto les conozco… o cuánto no… pero lo cierto es que, aunque no acierte, me encantaría que me sorprendieran con alguna que no hubiera previsto. Aunque también existe la posibilidad de que James Bond (el Agente 007), probablemente el personaje más icónico que interpretó, eclipse a todos los demás personajes en el subconsciente de cualquiera de ellos y monopolice sus primeras respuestas.

Me refiero a la película La ofensa, dirigida por el mencionado Lumet en 1973 (año en el que por cierto también estrenó un magnífico policíaco, Serpico) sobre un guion a cargo de John Hopkins basado su propia obra de teatro titulada This story of yours. Supone la primera colaboración entre Lumet y Connery, ya que poco tiempo después volverían a coincidir en Asesinato en el Orient Express (1974) y años más tarde en la menos destacable Negocios de familia (1989). Des-

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Pero, ¿qué pasa con el menor de la familia?, ¿cuánto le ha pesado la influencia de los demás miembros?, ¿qué personaje interpretado por Connery le vendría a la mente en primer lugar?… pues la respuesta la tuve cuando me enteré de su muerte e inmediatamente mi cerebro se encargó de descargar el archivo del recuerdo de una película seguramente no tan popular como las anteriormente citadas, pero que a mí particularmente me impresionó mucho cuando tuve la oportunidad de verla hace unos años cuando estuve investigando y me programé a mí mismo una pequeña retrospectiva de películas que no había visto hasta la fecha de uno de los directores de cine norteamericanos que más me gustan, Sidney Lumet.


KITÓPOLIS

pués de interpretar en una segunda etapa al Agente 007, para cuyo papel fue “recuperado” por United Artists por el descenso de la recaudación en taquilla, Connery pensó en reinvertir parte de sus ingresos recibidos y apostar por sacar adelante otros proyectos coproducidos por él mismo y el primero fue bastante arriesgado, con un personaje diametralmente opuesto al del mencionado agente, tanto en aspecto como en carácter, pero donde pudo sacar a relucir otros registros interpretativos, en una obra mucho más profunda y compleja. Y, en mi humilde opinión, esta es la mejor interpretación de Connery que he visto y se trata de una película a reivindicar. Se trata de una película oscura, que tal vez no sea de visionado fácil o del gusto de la mayoría, con marcado carácter psicológico e introspectivo, donde lo más importante no es descifrar el misterio, ni resolver el crimen cometido o descubrir al culpable, sino mostrarnos a un inspector de policía, el sargento Johnson, en una situación límite por la rabia acumulada, hastiado de su matrimonio y perturbado por las atrocidades que ha presenciado a lo largo de su carrera policial, a cargo de un caso de investigación de un delito de pedofilia, que hace que afloren todos sus demonios interiores. La dirección de Lumet se centra en ir desenredando la sólida historia del guion de Hopkins apostando por la sencillez narrativa y estilística, sin recurrir a una estética vistosa u otros artificios, tan solo la narración de la historia de una forma no del todo secuencial y el uso de la cámara lenta, que ayudan a acentuar la tensión que se pretende crear y apoyándose principalmente en unas grandes interpretaciones, de las que sabe sacar especial partido. La fotografía, a cargo de Gerry Fisher, ayuda a reforzar el dramatismo de la película, creando una atmósfera lúgubre, fría y gris, junto a la banda sonora de Harrison Birtwistle, que también refuerza esa sensación creando un continuo desconcierto, acorde a una tensión que va creciendo durante la película hasta llegar al dramático estallido final. Otra de las virtudes de la cinta sale a relucir cuando el protagonista se plantea unos dilemas personales relacionados con la culpa, incluso la autoindulgencia, estableciendo a su vez un diálogo con el espectador, haciendo que nos lleguemos a plantear esas mismas cuestiones, que en algunos momentos incluso nos “obliga” a posicionarnos moralmente sobre si Johnson es víctima o verdugo. A destacar también el magnífico duelo interpretativo que se establece entre Sean


Connery (policía) e Ian Bannen (sospechoso), además de otros secundarios destacables como Trevor Howard (Teniente). Me parecen memorables y permanecen en mi recuerdo las escenas del interrogatorio donde ambos personajes se van “desnudando”, frente a frente, y van saliendo a relucir los terrores psicológicos de los dos. Ahora que lo pienso, puede que sea yo el más “raro” de mi familia si tengo preferencia por el Connery más atormentado, angustiado, rudo y violento… tal vez me lo tendría que hacer mirar…o tal vez simplemente admiro lo que desde mi punto de vista es un buen trabajo artístico de guion, dirección e interpretación…o también puede que A y B sean ciertas. Juzguen ustedes mismos si tienen la oportunidad de ver esta película.


TELEFUNKEN

Un no lugar de grandes escenas:

el diner

por TONI

RIVAS

Es inevitable: estamos habitados por la geografía norteamericana. Quien más quien menos está familiarizado o ha visto o ha quedado prendado por alguno de los lugares, espacios y hasta locales de esas latitudes que abarrotan los medios audiovisuales. Quizá uno de los últimos ejemplos sea hoy en día la casa de empeños. O el capitolio. En mi caso, pocas cosas me parecen tan fascinantes como el diner, ese no lugar tan pintoresco. No es exactamente un bar de carretera, no es tampoco un restaurante, y mucho menos un local de comida rápida, aunque tiene algo de todos ellos. Solo se singulariza por sus asientos acolchados de escai, sus barras, y sus “sofisticadas” especialidades: salchichas, huevos fritos y café a mansalva, servido hasta la saciedad. Un menú muy familiar que se puede conseguir, muy frecuentemente, en cualquier momento del día. Quizá sea por esta mezcla de familiaridad y anonimato, de cercanía y de capitalismo salvaje, que es un perfecto escenario de encuentros erráticos y momentos cinematográficos inolvidables: este es el lugar en el que la banda de Reservoir Dogs pasa los últimos desayunos antes de dar el golpe; es en un diner (pese a que “Ringo” le llame ‘restaurante’) donde concluye también otra pieza maestra de Tarantino, cuando Jules comunica su iluminación espiritual a un incrédulo Vincent Vega. Es también ahí donde Henry Hill (Ray Liotta) se percata de que Jimmy Conway planea liquidarle, mientras le mira a los ojos y al plato que ha dejado intacto. Y en un diner termina la serie que me trajo por primera vez a las páginas del Manifiesto Azul, donde, mientras toquetean el music box, la icónica familia se apresta a pedirse una quizá apetitosa ración de aros de cebolla mientras esperan que Meadow llegue de una vez. (En un diner detuviéronse también, allá en el 2014, un murciano y un charnego cuando iban de camino a Washington D. C.)


Me ha llevado a esta breve antología el primer capítulo de la segunda entrega de Euphoria (Sam Levinson, HBO). Ese episodio, al parecer, tuvo que rodarse en circunstancias especiales por lo que todos ya sabemos, y no sé con certeza si esto tuvo un impacto también en el guion. En todo caso, este episodio, que consiste básicamente en una única escena (con un pequeño intermedio, o descanso), un largo y tortuoso diálogo, es una pequeña obra de arte. Tiene incluso la gracia de que, en mi modesta opinión, sería más interesante verlo sin haber visto la primera temporada de la serie; ganaría en magia. Encuadrada en este escenario típico para los encuentros erráticos y las amistades inverosímiles, esta larga discusión supone todo un viaje por múltiples vericuetos, desde la adicción, la fuerza de voluntad, la revoluciones a precio de saldo, y hasta el sinsentido de la desgracia. El viaje es tan tortuoso, pero tan lleno de sentido que conduce hasta la autorreferencia, que no es otra que la de dos ciudadanos afroamericanos que disfrutan en paz y libertad de unos panqueques. Ella, una drogodependiente, y él, su padrino (sponsor), pasan una fría y lluviosa noche de navidad enfrascados en una suerte de diálogo platónico sin solución y escaso en certezas; una extraña pareja lejos de sus amigos y de su familia que departen en el único lugar que les da cobijo. Es este capítulo en definitiva un cuento de navidad sobre almas perdidas, extraviadas y solitarias que solo podía darse entre las despobladas mesas del pintoresco espacio del diner


despensa melódica

En casa con Hidrogenesse por Reginorey

Si algo nos ha demostrado este 2020 es que lo único que nos salva es la cultura. Gracias al cine, los libros y la música todo ha sido un poco mejor. Todos tenemos algo que nos salvó del tedio de estar encerrados, en mi caso la lectura de Nuestra parte de noche de Mariana Enriquez y todo lo que ha ido publicando el grupo Hidrogenesse. El 14 de marzo el grupo subió a su canal de YouTube un video llamado “Otro lado”. En él vemos imágenes de la Piazza Navona sin turistas. La canción es una versión de “Caramelo house (otro lado)” de Chico Blanco. El grupo deja la canción con lo mínimo: un piano y un ruido ambiental que proviene de la grabación de una web cam situada en la Fontana di Neptuno. No sé si fue por el momento que estábamos viviendo, pero desde luego no emocionarse con algo así es difícil. El 9 de abril publican, por el mismo canal, una nueva canción. Esta vez se trata de “S.U.S”, una intervención de la escritora y humorista canaria María Dolores de la Fe en un programa de televisión en 1975. El grupo se limita a modificar la voz de la humorista en un claro homenaje a “O Superman” de Laurie Anderson. El texto no tiene desperdicio, la humorista explica los motivos por los que cree ella que Cristobal Colón era una mujer. La canción es adictiva, de verdad. El 22 de mayo publican el que para mí es el disco del año: “¿De qué se ríen los españoles?”. Consiste en la banda sonora de una exposición llamada: “Humor absurdo: una constelación del disparate en España”. En este disco se incluye la



despensa melódica

canción “S.U.S” y otras canciones compuestas por medio de frases de películas o de humoristas españoles. Así, por ejemplo, en la canción “Empanadilla de Móstoles” encontramos frases de Chiquito de la calzada (pecador de la pradera), del dúo Las Bistecs (griegos, romanos, son todos humanos) o a Enjuto mojamuto. Aparece también una versión del “Pasodoble de los esqueletos”, una canción escrita y compuesta por Miguel Mihura y Daniel Montorio para un cortometraje y mi favorita, la que abre el álbum “Rubianes en el espacio”, una canción hecha con onomatopeyas de un espectáculo de Pepe Rubianes. Lo mejor es que todo esto, que parece muy rebuscado, suena de maravilla. Como extra, el día 17 de noviembre estrenan un cortometraje escrito y dirigido por ellos para un remix de una canción de ellos llamada “La carta exagerada” aquí rebautizada como “La casa exagerada”. Esta vez es Chico Blanco el que los remezcla a ellos. En el vídeo encontramos al dúo en una casa en miniatura haciendo tutoriales sobre pasos de bailes, sobre trucos de cocina, etc. Una auténtica belleza audiovisual. No se puede pedir más a un grupo.

Enlaces:

1_Hidrogenesse “Otro lado”

https://www.youtube.com/watch?v=e1SqItXng0M 2_Chico Blanco “Caramelo House (Otro lado)” https://youtu.be/GYQcq53HJOk 3_Hidrogenesse “S.U.S” https://www.youtube.com/watch?v=ppk077yzijI&t=34s 4_Hidrogenesse “La casa exagerada” https://www.youtube.com/watch?v=FLkVFvVEHRc 5_Hidrogenesse “Pasodoble de los esqueletos” https://www.youtube.com/watch?v=JEHhHnsrukA&t=10s


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recomendaziones

Null Island Como no soy río me doy la vuelta cuando quiero por Flora Jordán Llegué media hora antes de lo previsto a la librería Alberti el día de la presentación de Null Island en Madrid. Es algo raro en mí, puesto que las distancias en la capital son extremas, y a menudo llego justa o tarde a estos eventos literarios. Sin embargo ese día, el 20 de noviembre, yo venía de unas jornadas en el Ministerio de Educación y en vez de pasar por casa me fui directamente a la librería. No llevaba paraguas y llegué hecha un trapo, pero la generosidad y la calidez de Lola, la dueña y alma de la Alberti, fueron clave para que yo me comprara el libro y empezara a leer sin parar hasta que Javier Moreno y José Ovejero empezaron la presentación. Para entonces yo ya iba por la página 27 y me había quedado hipnotizada por la sentencia mágica de una maestra de la infancia del narrador: Como no soy río me doy la vuelta cuando quiero. ¿Puede existir una forma más tierna y radical a la vez para expresar la libertad en cuanto a la toma de decisiones de las mujeres? Como no soy río me doy la vuelta cuando quiero funcionaría perfectamente como un lema feminista, pero va mucho más allá, es toda una sabiduría de siglos concentrada en diez palabras que transmite la maestra al autor o al narrador. La educación como base de todo. La síntesis como eje vertebrador de esta novela apasionante que aquí nos ocupa. Null Island no es una novela al uso, puesto que no sigue los cánones estrictos ni los recursos narrativos que del género se espera. Es un paso más. Una evolución del propio género literario, puesto que trasciende incluso lo meta literario como podrá apreciar el lector. En primer lugar destacaría la riqueza de matices, el uso de un lenguaje culto mezclado con lo pop y las redes sociales, hasta tal punto que parece que nos fundimos en esa realidad líquida de Bauman tan acuñada, una realidad que nadie consigue comprender del todo. El


Título: Null Island Autor: Javier Moreno Candaya Narrativa, 63 Primera edición: octubre de 2019 ISBN: 978-84-15934-70-7

autor y/o narrador que también se funde(n) nos hace(n) reflexionar sobre temas trascendentes y humanos desde el ensayo (o “microensayo” como apunta Basilio Pujante), pero también desde lo lírico y la dimensión onírica. Su capacidad de evocar a través de los objetos y los sueños es sublime.

Es difícil saber cómo Javier Moreno ha conseguido mezclar el tono serio y culto con frases de estados de Facebook haciéndonos creer que está a la misma altura de sus lectores y sonar totalmente natural. Ése puede ser su gran don en esta novela y su gran secreto. No es un autor que sermonea sobre algo o nos da claves para entender mejor nuestro entorno, sólo se hace preguntas y se vale de un anti-héroe post-moderno para “arañarnos” y “asomarse al magma que se esconde tras la superficie pulida de las cosas” (pág. 18 Null Island) que para él es el origen y la finalidad de la escritura. 21×14 cm; 224 págs.

Además de todo lo citado anteriormente, es una novela llena de verdad y de grandes disparos elocuentes. El ingenio y la capacidad irónica del autor no conocen límites. Puede que algunas ráfagas de pensamientos hayan pasado por nuestra mente en algún momento, pero nadie los ha codificado como Javier Moreno en una novela hasta ahora. Numerosos destellos y vías de conocimiento se nos abren con él. El tema central de la novela es la impotencia y en un país donde el 20% de la población masculina sufre este trastorno sexual, esta novela es más necesaria que nunca, puesto que todavía es un tema tabú que hay que recuperar y visibilizar, pero también porque desde la literatura casi siempre se ha tratado de modo irónico o sarcástico. La impotencia masculina ha sido un recurso habitual en la literatura picaresca. Libros como El Decamerón, de Boccaccio, están repletos de historias de maridos impo-


tentes cuyas ansiosas esposas se desfogan con otros hombres más jóvenes y vigorosos. El mismo Cervantes relató una historia muy similar en su comedia El viejo celoso. Pero, probablemente, la novela que convirtió la impotencia en materia de escándalo fue El amante de lady Chatterley (1927), del británico D. H. Lawrence. La historia ya la conocemos, la joven esposa de un aristócrata británico que está ”sexualmente incapacitado” tras ser herido en la guerra se entrega a los brazos de un fornido guardabosques.(https://www.quo.es/ser-humano/ g37446/la-impotencia-a-travesde-los-tiempos/). Sin embargo, en Null Island, la impotencia no es motivo de mofa, sino de pena, frustración y aislamiento, la no capacidad de satisfacer a uno mismo y a la persona que se ama, y esto es lo más revolucionario: el narrador no sólo piensa en sí mismo con respecto a su trastorno, no es una reflexión falocéntrica, sino que ve también los efectos que puede llegar a tener en su pareja, Marta y su dimensión creativa, pues tanto la impotencia sexual como la falta de creatividad literaria están totalmente ligadas en la novela. Centrémonos ahora en Marta, el personaje femenino central de Null Island: la pareja del escritor impotente que ha dejado su trabajo de funcionario para dedicarse a “vivir de la literatura”. “El discreto encanto del secreto” es el último capítulo de la primera parte de la novela, “Falacia” y es aquí donde podemos acercarnos definitivamente al universo emocional íntimo femenino de Marta, pues el autor le cede todo el protagonismo y este capítulo a modo de diario está escrito por ella como ejercicio de su


taller de narrativa, pero al mismo tiempo como cura psicológica. En estas páginas reconocemos a una mujer inteligente, urbanita y fuerte que trabaja en el medio audiovisual, que siente una profunda admiración por su pareja y que al mismo tiempo ha estado educada en los cánones del amor romántico como podemos apreciar en su siguiente afirmación “Amar a alguien es abandonarse a su suerte. Buena o mala. En la salud y en la enfermedad, dicen en las bodas” (pág. 144, Null Island) o en “Creo que la intimidad es un secreto, que la pareja debe sustentarse en un secreto (…) (pág.142, Null Island). Las mujeres hemos sido educadas en estos parámetros, en justificar al otro, tapar o minimizar los efectos devastadores de una relación que no funciona por diversos motivos, pero también hemos aprendido a no ser ríos y a darnos la vuelta cuando queremos…Por eso, la evolución de este personaje resulta tan interesante, por el sorprendente giro que da en la segunda parte de la novela.

recomendaziones

Finalmente, la atmósfera descrita en el congreso de Soria es una delicia. La descripción del ambiente, los profesores y alumnos, la propia ciudad de Soria como personaje, el encuentro con la joven y misteriosa Elvira (nombre cargado de significado intencionado en la novela) etc hacen que no podamos dejar de leer esta fantástica novela de Javier Moreno que sin duda tiene ya un reconocimiento sobresaliente por parte de la crítica y los lectores. No duden en visitar y habitar Null Island, el no lugar, 0º 0º, el centro mismo de nuestro ser.


ilustrados


© ISABEL MARTÍNEZ


© ISABEL MARTÍNEZ


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