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Sobre los “retos” y otros riesgos

Desde hace algún tiempo y de forma sistemática nos llega información sobre “retos” o “juegos” que se vuelven virales entre niños(as), jóvenes y, en ocasiones, también entre adultos. Retos que a veces incluyen autolesiones, actividades repetitivas de manipulación emocional, supresión del sueño por largos períodos de tiempo, toma de medicamentos sin receta médica, orientaciones para la realización de actividades ilegales, como el robo, el asesinato, la pornografía e, incluso, hasta el suicidio.

Estamos seguros de que si nos devolvemos un poco a nuestra propia niñez o adolescencia recordaremos otras amenazas a las que también estábamos expuestos, como por ejemplo “las sectas satánicas”, los mensajes subliminales en canciones, etc. Hoy existe un ingrediente adicional, la inmediatez y la total accesibilidad que tenemos a cualquiera de estas a través del buen o mal uso del internet. Lo que queremos expresar con lo anterior es que los riesgos siempre han estado presentes en la vida de los niños, las niñas y los adolescentes, solo que expresados de diferentes formas; en términos de retos, hemos pasado por muchos, la Ballena Azul, el Momo, etc. Y la pregunta siempre vigente es, ¿cómo podemos protegerlos?

Si hablamos de estrategias de prevención, hay varios frentes, en los que como adultos cuidadores podríamos trabajar:

1. Asegurarnos de brindar acceso a redes sociales solo cuando los niños y las niñas alcancen un desarrollo psicológico que les permita filtrar el contenido que pueden consumir en este espacio. Lo recomendado por expertos es que tengan acceso a estas a la edad promedio de catorce años.

2. Realizar siempre acompañamiento a nuestros niños(as) y adolescentes en el uso de las redes sociales y en los patrones de socialización que están construyendo, tanto en el mundo virtual como en el real. ¿Qué tipo de relaciones establece con sus amigos?, ¿cómo trata y es tratado por los demás?, ¿cómo resuelve los problemas que tiene con otros?, etc. A lo anterior se suman las numerosas series de Netflix y otro tipo de contenidos, a los que los niños(as) y jóvenes tienen acceso, que en muchos casos no corresponden a la clasificación por edades.

3. Fortalecer en nuestros hijos(as) lo que durante muchos años se ha denominado “HABILIDADES PARA LA VIDA”: habilidades para tolerar la frustración, para decir no, para enfrentar la presión de grupo, para hacer respetar su dignidad en todo momento. Habilidades para entablar relaciones interpersonales sanas, respetuosas, empáticas, en las que no simplemente se limiten a voltear la cara cuando vean que un amigo es humillado o maltratado. Tenemos la responsabilidad de enseñar a nuestros hijos(as) el verdadero valor de la amistad y el éxito, pero también el del fracaso y de cómo aprender a afrontarlos para

4. Fomentar espacios en los cuales estos temas se conviertan en una oportunidad para acercarnos aún más a nuestros hijos(as), para fomentar la comunicación sincera y permanente, acompañarlos, estar firmes y siempre alerta en cada momento de sus vidas, para construir relaciones familiares que permitan que nuestros hijos(as) sean empáticos, tengan criterio propio, no negocien su dignidad y amen profundamente la vida. Hoy los retos son el Rompe cráneos, el Apagón o Blackout, el Momo, etc. ¿Mañana qué podrá ser?, lo importante es que estemos atentos para poder detectar posibles señales de que algo les está ocurriendo.

Lo mencionado anteriormente se puede denominar “mediación parental”, por lo que es necesario conocer el mundo digital de nuestros niños(as) y jóvenes, ser conscientes de los riesgos que oculta internet y ayudarlos con educación y acompañamiento para que puedan hacer un uso seguro y responsable de la tecnología. En este sentido es importante, además de lo mencionado:

• Llevar un control de los contactos y los contenidos a los que tienen acceso y consumen los menores.

• Estar al día sobre las nuevas plataformas y contenidos para niños(as), para ser capaces de recomendar y orientar su actividad hacia aquello que sea adecuado para ellos.

• Estar atentos al contenido que los jóvenes publican en redes sociales.

• Conocer a quiénes siguen y qué tipo de contenidos comparten sus influencers.

• Regular el tiempo de uso de los dispositivos, especialmente del móvil, la tablet y las consolas, utilizando una app de control parental, como Google Family Link, YouTube Kids, el ‘Modo Niños’ de Samsung, Qustodio, entre otros.

• Hablar frecuentemente con los preadolescentes y adolescentes sobre prácticas inadecuadas y los riesgos que entrañan, como son el sexting, las apuestas online, la falta de privacidad, el ciberbullying o el consumo de pornografía y contenido hiperviolento.

Algunas señales de alarma

• Tiempo excesivo en internet: los expertos consideran que una exposición de más de dos horas diarias no es recomendable.

• Actitud de aislamiento o retraimiento (contacto exclusivo con el exterior a través de internet) .

• Cansancio generalizado o sueño.

• Repentino ocultamiento de algunas partes del cuerpo, que podrían sugerir posibles marcas de autolesiones (uso permanente de manga larga, a pesar de estar en clima cálido).

• Notas de despedida a familiares o amigos o la repentina entrega de objetos personales como regalos.

• Previa ideación suicida o anteriores intentos de suicidio.

• Baja tolerancia a la frustración o irritabilidad: jóvenes que se afectan de manera desmedida frente a dificultades comunes a su edad.

• Interés porque sus acciones sean aprobadas por los demás, incluso pasando por alto sus principios y valores.

• Tristeza permanente o desinterés por realizar cualquier tipo de actividad.

• Alguna actividad que indique que está realizando retos extremos o preguntas fuera de lo común a la familia.

Por María del Mar Gil Jefe del Departamento de Orientación Colegio Alemán de Cali

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