We are not good, until we all are good
Colección de formación familiar Año 3 - Número 10
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Proteger el amor y mantenerlo joven Poner en práctica un conjunto de conductas positivas y equilibradas y, sobre todo, aprender con paciencia y buen humor.
E
Siempre del lado de tu familia
l matrimonio, como previamente el noviazgo, “ha de estar inspirado no por el afán de posesión, sino por espíritu de entrega, de comprensión, de respeto, de delicadeza”.Querer no es suficiente, es preciso saber querer; que es gobernar, dirigir y canalizar ese sentimiento hacia conductas de la actuación diaria que logren el objetivo último del amor: conseguir que el otro sea feliz, hacerle dichoso. Esto se resume en cuidar que las elecciones que realizamos enriquezcan los momentos en que estemos juntos. Algunos consejos: APRENDER A PERDONAR. El perdón es un gran acto de amor. Y tiene dos segmentos: perdonar, y después poner el esfuerzo por olvidar. Perdonar y olvidar es perdonar dos veces. Solo son capaces de hacerlo las personas generosas que saben reconocer sus errores y quieren corregirse. NO SACAR LOS AGRAVIOS DEL PASADO. Impedir que salgan en la comunicación la colección de reproches que hemos podido ir acumulando a lo largo de los años, pues contiene un efecto demoledor, muy destructivo. En los matrimonios que se quieren bien, esos hechos están guardados en un cajón y no salen nunca. Nunca es nunca. Y a eso se llama dominio de sí mismo, capacidad para cerrar las heridas y dejarlas atrás. El dominio de sí es imprescindible para la entrega íntegra de uno mismo. EVITAR DISCUSIONES INNECESARIAS. Un principio de higiene conyugal, propia del matrimonio, clave es éste: no discutir. De una discusión fuerte, rara vez sale la verdad. Y hay más de desahogo y de deseo de ganar al otro en el debate, que de buscar el acuerdo entre las partes.
REZAR JUNTOS. Compartir la fe siempre, y tirar especialmente de ella en momentos difíciles o después de un desencuentro. Saber poner a Dios en el centro del matrimonio, con una especie de naturalidad sobrenatural, donde se mezcla lo divino y lo humano. NO HABLAR NUNCA DE SEPARACIÓN. Ésta es una observación que tiene mucho que ver con la convivencia ordinaria. En situaciones negativas, en rachas malas, hay que poner todos los medios para que la palabra separación no aparezca en ningún momento. Ni como amenaza ni como chantaje. Y menos aún si uno de los dos sabe que puede perder el control de su persona y soltar este término. TRAS UN DÍA O MOMENTO MALO o vivencia negativa y dolorosa, hay que evitar los silencios prolongados. La psicología moderna conoce bien el efecto tan negativo que provoca en la pareja estar horas o días sin hablarse; tal actitud genera una tensión emocional añadida que invita a que cada una de las partes, privadamente, haga una crítica del otro, con el consiguiente desgaste que esto significa. TENER UNA SEXUALIDAD SANA, POSITIVA Y LLENA DE COMPLICIDAD EN EL MATRIMONIO. La sexualidad conyugal es de enorme importancia. Su descuido tiene efectos muy negativos. Hay que dialogar y buscar puntos de acuerdo. La sexualidad es un lenguaje del amor comprometido. Es la máxima donación. El acto conyugal debe consistir en una relación íntegra, donde cuatro grandes aspectos de la persona se reúnen y forman una gran sinfonía: debe ser un acto físico (genital), psicológico, espiritual y biográfico. Todo junto sumado y a la vez. FRAGMENTO: AMOR HUMANO Y VIDA CRISTIANA. E. ROJAS
Vacaciones: ¡S.O.S. los chicos en casa! Organizarse en casa, generar un plan de trabajo y tener como objetivo principal que las vacaciones sean un compartir en familia.
A
unque no parezca, el año ha transcurrido velozmente y hoy nos encontramos ante la finalización del mismo. Para los alumnos, después de una rutina quizá agotadora, es un motivo de júbilo muy importante; ya que tanto las actividades como los horarios se relajan, situación completamente distinta a la que viven comúnmente durante el año lectivo en el sistema escolar. Sin embargo, para los padres de familia, quizá no sea tan alegre esa noticia; ya que ello implica que los hijos estarán en casa, con “mucho tiempo para hacer muy poco”. En este caso, convendrá recordar unas palabras que solía repetir san Josemaría: “Descansar no consiste en no hacer nada, sino en cambiar de actividad”. Seguramente esta concepción del descanso podría no coincidir con las ideas de algunos niños y jóvenes, pero vale la pena tenerla en cuenta si es que nos consideramos padres con un proyecto de vida determinado y concreto, es decir, con objetivos formativos claros y definidos. Para ello, recomendamos a continuación cinco objetivos a seguir mientras disfrutamos de las vacaciones con nuestros hijos:
LA ORGANIZACIÓN
No hay un orden sin una jerarquía, lo cual implica que hay temas que se deben resolver primero que otros. Ello implica partir de una lista de actividades y responsabilidades que cada miembro de la familia debe cumplir a cabalidad, forjando lo que se denomina en la educación centrada en la persona: “la Obra Bien Hecha”. Por ende, los padres no debemos aceptar encargos que hayan sido realizados con una escasa o nula dedicación o calidad, siempre y cuando se considere que la tarea encomendada haya estado acorde a la edad del encargado. Además de la lista de actividades, será imprescindible contar con un horario. Si fuera realizado por el responsable de la actividad, será
doblemente formativo; ya que se deberá ajustar en un principio a la realidad que lo circunda y a los “recursos humanos” que posee.
PLAN DE TRABAJO Si bien las vacaciones también persiguen una “higiene mental”, provocada por la desconexión de la rutina diaria durante el año lectivo, los padres no debemos dejarlas por completo en manos de la libre elección de nuestros hijos; ya que en base a un plan de trabajo acorde con las capacidades de cada uno, generaremos un doble beneficio. Por un lado, la realización de una tarea encomendada que beneficiará al resto, y por otro, la consolidación de hábitos buenos. Es decir, de las virtudes adquiridas también en el colegio. Es necesario entender, por ejemplo, que aunque nuestro hijo no haya desaprobado ningún curso durante el año, es importante que no pierda los hábitos de estudio, si bien esa jornada deberá ser mucho menos exigente en cuanto al tiempo de estudio y a la variedad de actividades.
EN CASA
En vacaciones, pasamos más tiempo juntos y ello trae consigo momentos de felicidad y, a veces, también se generan fricciones. Será importante para conservar la paz familiar y el crecimiento personal de cada uno de los miembros de la familia, que todos se aboquen a pensar más en los demás que en uno mismo. Muchas veces, los encargos “caseros” que tienen repercusión positiva en el ánimo de los demás podrán ayudar, a quien sea un poco menos generoso, a que salga de sí y trascienda brindándoles un momento agradable a los demás.
ADMINISTRAR EL OCIO
Debemos planear inclusive las actividades de ocio, ya que el verano nos propone la posibilidad de probar actividades diferentes a las comunes de todo el año. Sería un gran error continuar con el ritmo escolar en esos momentos de descanso, ya que los hijos, al igual que los padres, necesitan desconectarse de esas obligaciones. Debemos seleccionar las actividades de ocio según los intereses de nuestros hijos, buscando conjugar el tiempo que comparten con sus amigos y el que le corresponde a la familia.
OBJETIVO FUNDAMENTAL: COMPARTIR EN FAMILIA Uno de los aspectos más importantes de las vacaciones es la oportunidad de pasar más tiempo libre en familia, ya que nos relacionamos en un entorno distinto al que comúnmente está marcado por obligaciones, normas y horarios más estrictos. Al compartir nuestro tiempo a través de aficiones, deportes y actividades diversas, lograremos acercarnos más y conocernos mejor, con lo cual se irán construyendo las bases de una relación más cercana y amable con nuestros hijos. Walter Espinoza Jock – Director de Orientación y Familia