We are not good, until we all are good
Colección de formación familiar Año 2 - Número 4
www.alpamayo.edu.pe
Los consejos que no recibí Para aquellos esposos cuyos corazones están llenos de esperanza, y para esas parejas que quieren recuperar el camino del amor. Gerald Rogers es un estadounidense que, desde hace varios años, realiza charlas motivacionales. Tiene cuatro hijos y, hasta el 2013, estuvo casado con Jana. Luego de 16 años, se divorció. Tras el rompimiento, Gerald decidió sentarse frente a su computadora y escribir todo lo que haría diferente si tuviera otra oportunidad, y lo tituló: “Los consejos sobre el matrimonio que me hubiera gustado tener”. A continuación un resumen de ellos:
Siempre del lado de tu familia
NUNCA DEJES DE CORTEJAR Nunca dejen de salir. Nunca te olvides de que ella te eligió, así que no puedes ponerte flojo con tu amor. ENAMÓRATE UNA Y OTRA Y OTRA VEZ Siempre habrá cambios, tanto en ella como en ti, y es por eso que ambos tendrán que reelegirse todos los días. Cuida su corazón, sino ella puede dárselo a otro y quizás nunca lo recuperes. Siempre lucha por ganar su amor tal como lo hiciste cuando la cortejabas. SIEMPRE VE LO MEJOR DE ELLA Enfócate en lo que amas y no en lo que te molesta, y así te darás cuenta de que eres el hombre más afortunado sobre la Tierra por tener a esa mujer. NO ES TU TRABAJO CORREGIRLA Debes amarla tal como es, sin esperar que ella cambie. Y si lo hace, ama en lo que se convierta. NUNCA CULPES A TU ESPOSA SI TÚ TE ENOJAS CON ELLA Son tus emociones y es tu responsabilidad. Cuando te sientas así, tómate tu tiempo y mira hacia tu interior. DÉJALA SER. TU TRABAJO ES ABRAZARLA Y APOYARLA Hazle saber que la escuchas, que ella es importante y que tú eres el pilar sobre el cual siempre
puede apoyarse. Así confiará en ti y te abrirá su alma. SÉ SIMPLE No todo es tan serio. Ríe y haz que ella se ría. HAZTE PRESENTE No sólo dale tu tiempo, sino también tu atención y tu alma. Trátala como si fuera tu cliente más valioso. DALE SU ESPACIO Las mujeres son buenas para entregar y entregar, y a veces necesitan que se les recuerde que se tomen el tiempo para ellas mismas, sobre todo si tienen niños. Ellas necesitan ese espacio para renovarse, recentrarse y reencontrarse. SÉ VULNERABLE Puedes perder tu entereza de vez en cuando, y compartir tus miedos y sentimientos con ella. SÉ TOTALMENTE TRANSPARENTE Si quieres que ella confíe en ti, debes compartirlo todo, en especial lo que no quieres compartir. Quítate la máscara y así podrás experimentar el amor en toda su dimensión. NUNCA DEJEN DE CRECER JUNTOS Cuando dejas de trabajar los músculos, éstos se atrofian. Lo mismo ocurre con las relaciones. Busquen metas comunes, sueños y visiones en las que puedan trabajar como un equipo. NO TE PREOCUPES POR EL DINERO Trabajen juntos y busquen la forma de equilibrar las fuerzas de ambos para ganarlo. PERDONA DE INMEDIATO Y CONCÉNTRATE EN EL FUTURO Aferrarse a los errores del pasado que tú o ella hayan cometido, es una pesada ancla que siempre detendrá el matrimonio. El perdón es libertad. SIEMPRE ELIGE EL AMOR En definitiva, este es el único consejo que necesitas. Si éste es el principio que te guía, nada amenazará la felicidad de tu matrimonio. Adaptación: geraldrogers.com
El Papa Francisco ha elevado a Fiesta Litúrgica la conmemoración de santa María Magdalena, quien es ejemplo en el Evangelio de una persona arrepentida que alcanzó la Misericordia de Dios.
Educación sexual en la familia
La educación moral implica proponer a un joven pequeños pasos que sean comprendidos, aceptados y valorados.
El Concilio Vaticano II planteaba la necesidad de «una positiva y prudente educación sexual» que llegue a los niños y adolescentes «conforme avanza su edad» y «teniendo en cuenta el progreso de la psicología, la pedagogía y la didáctica».
E
s difícil pensar la educación sexual en una época en que la sexualidad tiende a banalizarse y a empobrecerse. Sólo podría entenderse en el marco de una educación para el amor, para la donación mutua. De esa manera, el lenguaje de la sexualidad no se ve tristemente empobrecido, sino iluminado. El impulso sexual puede ser cultivado en un camino de autoconocimiento y en el desarrollo de una capacidad de autodominio, que pueden ayudar a sacar a la luz capacidades preciosas de gozo y de encuentro amoroso. La educación sexual brinda información, pero sin olvidar que los niños y los jóvenes no han alcanzado una madurez plena. La información debe llegar en el momento apropiado y de una manera adecuada a la etapa que viven. No sirve saturarlos de datos sin el desarrollo de un sentido crítico ante una invasión de propuestas, ante la pornografía descontrolada y la sobrecarga de estímulos que pueden mutilar la sexualidad. EL PUDOR Los jóvenes deben poder advertir que están bombardeados por mensajes que no buscan su bien y su maduración. Hace falta ayudarles a reconocer y a buscar las infuencias positivas, al mismo tiempo que toman distancia de todo lo que desfigura su capacidad de amar. Una educación sexual que cuide un sano pudor tiene un valor inmenso, aunque hoy algunos consideren que es una cuestión de otras épocas. Es una defensa natural de la persona que resguarda su interioridad y evita ser convertida en un puro objeto. Sin el pudor, podemos reducir el afecto y la sexualidad a obsesiones que nos concentran sólo en la genitalidad, en morbosidades que desfiguran nuestra capacidad de amar y en diversas formas de violencia sexual que
nos llevan a ser tratados de modo inhumano o a dañar a otros. ¿ES SUFICIENTE CON SÓLO “CUIDARSE”? Con frecuencia la educación sexual se concentra en la invitación a «cuidarse», procurando un «sexo seguro». Esta expresión transmite una actitud negativa hacia la finalidad procreativa natural de la sexualidad, como si un posible hijo fuera un enemigo del cual hay que protegerse. Así se promueve la agresividad narcisista en lugar de la acogida. Es irresponsable toda invitación a los adolescentes a que jueguen con sus cuerpos y deseos, como si tuvieran la madurez, los valores, el compromiso mutuo y los objetivos propios del matrimonio. De ese modo se los alienta alegremente a utilizar a otra persona como objeto de búsquedas compensatorias de carencias o de grandes límites. DE LA ATRACCIÓN A LA UNIÓN No hay que engañar a los jóvenes llevándoles a confundir los planos: la atracción «crea, por un momento, la ilusión de la “unión”, pero, sin amor, tal unión deja a los desconocidos tan separados como antes».El lenguaje del cuerpo requiere el paciente aprendizaje que permite interpretar y educar los propios deseos para entregarse de verdad. Cuando se pretende entregar todo de golpe es posible que no se entregue nada. Una cosa es comprender las fragilidades de la edad o sus confusiones, y otra es alentar a los adolescentes a prolongar la inmadurez de su forma de amar. Pero ¿quién habla hoy de estas cosas?, ¿quién es capaz de tomarse en serio a los jóvenes?, ¿quién les ayuda a prepararse en serio para un amor grande y generoso? Se toma demasiado a la ligera la educación sexual. Fragmento: Amoris Laetitia
Compartir las tareas del hogar Cuando las tareas del hogar se comparten, y los hijos crecen en ese compartir, estamos fortaleciendo su educación.
En la configuración del propio modo de ser, femenino o masculino, no confluyen sólo factores biológicos o genéticos, sino múltiples elementos que tienen que ver con el temperamento, la historia familiar, la cultura, las experiencias vividas y otras circunstancias concretas que exigen un esfuerzo de adaptación. Es verdad que no podemos separar lo que es masculino y femenino de la obra creada por Dios, que es anterior a todas nuestras decisiones y experiencias, donde hay elementos biológicos que es imposible ignorar. Pero también es verdad que lo masculino y lo femenino no son algo rígido. Por eso es posible, por ejemplo, que el modo de ser masculino del esposo pueda adaptarse de manera flexible a la situación laboral de la esposa. Asumir aspectos domésticos de la crianza de los hijos no lo vuelven menos masculino. Hay que ayudar a los niños a aceptar con normalidad estos sanos « intercambios », que no quitan dignidad alguna a la figura paterna.