VALOR DE OCTUBRE FORTALEZA
FORTALEZA (Del provenzal fortalessa). f. Fuerza y vigor. 4. Recinto fortificado, como un castillo, una ciudadela. -Diccionario esencial de la Lengua Española Larousse
Creciendo en la fortaleza Piensa en tu propia vida, en el ambiente donde te encuentras y en las personas que te rodean. Los detalles varían de una persona a otra, pero en cada historia hay circunstancias que facilitan el desarrollo y otras que lo hacen más difícil. Cuando se presentan las circunstancias difíciles, que llamamos problemas, existen dos alternativas: 1) dejarnos vencer por ellas, con el riesgo que eso implica, y 2) entregarnos con valentía a su solución dando todo lo que podamos: Jesús Alberto dominó su miedo para rescatar a sus hermanitos. Ojalá tú nunca te enfrentes a situaciones tan graves, pero para vencer cualquier problema o conquistar cualquier meta, necesitas ser fuerte, mantenerte firme y concentrar todas tus energías en el logro de una meta.
¿Qué Sabes de estos Valores? Fortaleza: Ser valiente es una forma de ser fuerte. Eso no significa que busques riesgos innecesarios ni que participes en circunstancias peligrosas. Se trata, más bien, de salir adelante en los desafíos que te pone la vida y en superar los obstáculos que van apareciendo en ella manteniendo tu integridad de cuerpo y alma, logrando que sean cada vez más poderosos y resistentes. Las personas débiles se dan fácilmente por vencidas y se cansan rápidamente de luchar. ¿Qué ocurre con ellas? Pues se dejan arrastrar por la vida como un pequeño trozo de papel en medio del mar. Las personas cobardes simplemente se ocultan en un rincón y evitan
arriesgarse por las cosas que les importan más. Allí se quedan siempre, su vida no se transforma, ni logran cumplir sus ilusiones. En el fondo no confían en sí mismas ni en su capacidad de lograr lo que se proponen. Las personas mal templadas andan a la deriva, expuestas a sus emociones y al mundo exterior.
Viviendo el valor El valor de la fortaleza se ejerce cuando, a partir de una convicción firme, resistimos o vencemos aquellos obstáculos que se oponen a nuestros propósitos positivos y evitan el crecimiento personal. Surge al tener claros nuestros ideales y proyectos personales y nos da energía para conservarlos y defenderlos. Lo acompaña el valor de la templanza, o capacidad de mantener el equilibrio de nuestras acciones y emociones.
Tú eres el amo del castillo Los castillos más importantes de la antigüedad contaban con áreas especiales para defenderse de los otros reinos. Éstas recibían el nombre de “fortalezas”: zonas de máxima seguridad que garantizaban el bienestar de los nobles habitantes, y también el de todos los habitantes del reino. Imagina que tu vida es ese castillo, que eres el señor que lo gobierna y que debes construir tu propia fortaleza. En ella debes mantener a salvo y defender lo más importante para ti: las ideas que dan forma a tu vida, el bienestar de tus seres queridos, los proyectos que has trazado para tu futuro. Sin duda sabes qué es la fuerza física: la capacidad de correr una buena distancia, de llevar en tus brazos una carga pesada, de lanzar muy lejos una pelota. Hay otro tipo de fuerza: la firmeza de tus propósitos, el avance constante en tus planes personales, la capacidad de superar un momento difícil y seguir luchando hasta transformar las circunstancias con tu esfuerzo. A esa capacidad le llamamos templanza. Así como con el entrenamiento físico tus brazos y tus piernas son más resistentes, con la templanza se forja tu carácter y crece tu corazón.
Para la vida diaria Si algo te da tristeza o miedo comparte tus inquietudes con las personas que tienes cerca y pídeles ayuda para controlarlas. No te des por vencido cuando algo no sale cómo lo habías planeado. Analiza la experiencia que viviste y serás más fuerte en el próximo intento. No confundas la fortaleza con la agresividad: no se trata de atacar a los demás, sino de conservar las cosas importantes para ti. Si en alguna circunstancia te ganan las lágrimas no te sientas avergonzado: los hombres lloran y las mujeres también. Expresar al mundo tus emociones es una muestra de tu propia templanza. Piensa qué partes de tu carácter son débiles (por ejemplo, te cuesta expresar tus opiniones) y trabaja para irlas fortaleciendo.
Por el camino de la templanza Aprende a dominar tus preocupaciones, tus sentimientos y reacciones negativas como la violencia y el desánimo. Tú eres el rey del castillo y todos ellos son tus súbditos. Escucha siempre las precauciones que te indican los mayores, sin embargo, no permitas que nadie impulse en ti miedo por cosas irreales, ni sentimientos de derrota. Permanece activo en tu esfuerzo.
Inspira fortaleza a los demás Dile a tus compañeros de clase que lograrán aprobar el año, dile a tu padre que podrá realizar el trabajo que le parece difícil. Date fortaleza a ti mismo: tienes la capacidad de lograr cosas ordinarias y extraordinarias.
Conoce a: Lech Walesa (1943) Hijo de una familia sencilla, este hombre nacido en Polonia, entró a trabajar como electricista a los astilleros de la ciudad de Danzig. Su país estaba gobernado por un conjunto de personas que imponían duras circunstancias a los obreros y en una ocasión él y sus compañeros organizaron una huelga. Las autoridades la reprimieron con gran violencia y lo arrestaron. En 1980 sus colegas organizaron una nueva huelga y él fue su líder. El gobierno tuvo que aceptarlo y les permitió organizarse en la agrupación Solidaridad. Apoyado por el papa Juan Pablo II luchó de manera pacífica pero perseverante y creó conciencia sobre la injusticia del sistema político en que vivían. Buscó el apoyo de la sociedad y, mediante un movimiento organizado e inteligente, logró la transformación política del país poniendo fin al régimen comunista. Llegó a la presidencia en 1990 y gobernó hasta 1995. Merecedor del Premio Nobel, es una de las figuras más respetadas en el mundo de hoy.
Se relaciona con:
Perseverancia, refuerza el valor psíquico y la impasibilidad, en esos momentos de grave crisis de dolor por los que antes ó después hemos de pasar todos los seres humanos. La perseverancia es un esfuerzo continuado. Es un valor fundamental en la vida para obtener un resultado concreto
Júbilo ya que la persistencia en la acción genera una especie de endorfinas que, por un lado, equilibran y proporcionan paz y serenidad de espíritu y por otro, producen euforia, alegría y entusiasmo.
Congruencia interna, coherencia que dirige todas sus potencias hacia el logro de un objetivo muy alto como puede ser la propia felicidad y la de los demás.
Prudencia ya que cuidan que todos los actos sean bien ponderados y producto de la reflexión, de la razón y de un sentido de medida.
Frases sobre Fortaleza "Sé fiel a las pequeñas cosas, porque en ellas yace tu fortaleza." - Madre Teresa "La Fortaleza no viene de la capacidad física, sino de una voluntad indomable." Mahatma Gandhi "Ganamos la fortaleza de lo que aprendemos a vencer." - Ralph Waldo Emerson "Mi fortaleza es la de diez, porque mi corazón es puro." - Lord Tennyson "Donde no hay esfuerzo, no hay fortaleza." - Oprah Winfrey "Las buenas acciones nos dan fortaleza." - Platón "Dominar a otros es ser fuerte, dominarse a uno mismo es ser poderoso." – Lao Tzu "El silencio es una gran fuente de fuerza." - Lao Tzu "Lo que no mata, fortalece." - Goethe "La resistencia física nunca podrá detener el impacto de la fortaleza espiritual." Franklin D. Roosevelt "Un escudo impenetrable es ser fuerte en el interior." – Henry David Thoreau La fortaleza de los hombres juiciosos no es más que el arte de encerrar el propio desasosiego dentro del corazón. - François De La Rochefoucauld Ante el inminente peligro, la fortaleza es lo que cuenta. - Marco Anneo Lucano Se debe convertir el alma en una fortaleza inexpugnable. - Antístenes Siga sus convicciones con honestidad y fortaleza. . William Thackeray Lo que yo deseo, la fuerza que yo busco, no es aquella que te lleva a perder o a ganar. Tampoco quiero una muralla para repeler las fuerzas que lleguen del exterior. Lo que yo deseo es una fuerza que me permita ser capaz de recibir todo cuanto proceda del exterior y resistirlo. Fortaleza para resistir en silencio cosas como la injusticia, el infortunio, la tristeza, los equívocos, las incomprensiones. Haruki Murakami
Permítanos hablar, aunque mostremos todos nuestros defectos y debilidades: porque ser consciente de ello y no esconderlo es una señal de fortaleza. - Herman Melville Video sobre fortaleza:
https://www.youtube.com/watch?v=Cv0kFCTayUo&list=PLA24D5B7 330A17400&index=1
CUENTOS DE FORTALEZA LA BALLENA CALUROSA
CUENTO Waky la ballena vivía en una pequeña laguna salada. Era la única ballena del lugar y llevaba una vida muy cómoda, así que se había vuelto un poco caprichosa. Pero un año llegó un verano de calores tan fuertes, que el agua subió su temperatura y Waky, acostumbrada a una vida tan plácida, sentía que no podría aguantar tanto calor. Un pececillo que había pasado algún tiempo en una pecera de unos niños, le contó que los humanos utilizaban abanicos para refrescarse en verano,y la ballena ya no pudo pensar en otra cosa que en construirse un abanico.
Todos le dijeron que era una exagerada, que aquellos calores pasarían rápido, pero Waky creó su enormísimo abanico, y en cuanto estuvo listo, comenzó a abanicarse... ¡pobrecillos todos! El gigante abanico sacudió tan fuertemente las aguas de la pequeña laguna, que por todas partes surgieron enormes olas que se desbordaban, y terminaron por dejar la laguna medio vacía, y a la enorme ballena en el centro, sin poder moverse, con sólo unos pocos centímetros de agua para refrescarse. "No podías aguantarte un poquito, tenías que vaciarnos la laguna", decían unos unos. "¡Impaciente!, ¡egoísta!" le gritaban otros. Pero lo peor para Waky no eran los insultos, sino que con tan poquita agua el calor sí que era insoportable. Y preparándose para morir de calor, se despidió de todos sus amigos, les pidió perdón, y les aseguró que si volviera a vivir habría aprendido a ser más fuerte y aguantar mejor las incomodidades. Pero una vez más, Waky estaba exagerando, y por supuesto que pudo aguantar aquellos días calurosos sin morirse, aunque en verdad sufrió un poquito. Y cuando las siguientes lluvias devolvieron su agua a la laguna, y el tiempo mejoró, Waky tuvo que cumplir su promesa, y demostrar a todos que había aprendido a no ser tan comodona, impaciente y caprichosa.
Pedro Pablo Sacristán
EL SUBIBAJA Martín y Romeo vivían en el mismo edificio, una elevada torre de departamentos en las afueras de la ciudad. Tenían la misma edad e iban al mismo colegio, pero no podía haber dos chicos más diferentes. En la escuela Martín corría y saltaba todo el día, superaba a todos en la clase de educación física y disfrutaba demostrando su poderío: en una ocasión fue expulsado por romper, con los golpes que había aprendido en su clase de karate, tres escritorios de un hilo. Pero el castigo no le sirvió de nada y el mismo día por la tarde ya andaba trepándose a los árboles más altos del parque, sin medir las consecuencias de una caída libre sobre los adoquines rojos del suelo. Romeo, en cambio, era quieto y silencioso y pasaba largos ratos pensando. Cuando Martín rompió las bancas buscó en la enciclopedia qué técnica de karate había empleado. Y cuando se trepaba a los árboles, podía decir sin problema si su compañero y amigo estaba en las ramas de un eucalipto, un trueno o un pino, cómo podría convertirse en un ejemplo de la fuerza de gravedad y cuáles serían los primeros auxilios que debería de aplicarle en caso de un accidente. Porque, curiosamente, siempre andaban juntos, aunque uno no entendiera bien al otro. “De grande voy a ser psicólogo, Martín —le decía Romeo—, para ver si así te entiendo.” Enojado, Martín lo fintaba como para darle un zape. Una de esas tardes, cuando regresaban de jugar, entraron al elevador del edificio. Romeo vivía en el piso 2 y Martín en el 20. Sin embargo, cuando lo abordaban, acostumbraban acompañarse uno al otro. “Yo te acompaño”, decía Romeo, y subían al 20. “Yo te acompaño a ti”, decía Martín y bajaban al 2. “Pues ahora yo te acompaño a ti”, volvía decir Romeo y así podían pasar horas en el subibaja (cómo le decían al elevador) hasta que decidían mejor subir a la azotea. Romeo empezaba a hablar de las estrellas mientras Martín ensayaba el poder de sus patadas contra los tinacos y los lavaderos… En una tarde, después de unos veinte viajes redondos, se fue la luz y el subibaja se quedó detenido más o menos por el piso 15. Todo era tinieblas. El poderoso Martín, que no parecía temer nada, lloraba sin consuelo, y su miedo se convirtió en rabia: “Ahorita verás si no salimos de aquí”. Empezó a dar puñetazos y patadas contra las paredes de metal, pero sólo consiguió
lastimarse los pies y quedó todavía más asustado. “Calma, pueblo”, dijo Romeo, tranquilo como si estuvieran bajo la luz del día. Sacó su linterna de bolsillo, iluminó el tablero y oprimió un botón que decía: “Motor de emergencia”. La lámpara del elevador se encendió y éste comenzó a moverse de nuevo. Pero no, no se fueron a sus departamentos. Bajaron y subieron por más de una hora hasta que ya mareados salieron a la azotea para respirar el aire fresco de la noc
LOS CABALLOS DE ABDERA En Abdera, la antigua ciudad tracia situada en el Mar Egeo, el mayor orgullo de los habitantes eran sus poderosos caballos, que gozaban de enorme popularidad y a cuya crianza y educación se dedicaba la mayoría de las personas. La situación había llegado a excesos, las caballerizas eran una extensión del hogar y, en ocasiones, los caballos comían en la misma mesa que las personas. Cada animal tenía su propio nombre y vivían en completa libertad. Estaban amaestrados a un grado tal que bastaba un toque de trompeta para reunirlos en la ciudad, obtener sus servicios militares y verlos ejecutar complicadas suertes circenses y de acrobacia. La educación y los cuidados que recibían provocaron que los caballos fueran cada vez más inteligentes e independientes y que cobraran una fuerza sorprendente. En vez de usar estas fortalezas para fines positivos, los caballos se hicieron más caprichosos, abusivos y exigentes. Atacaban a los niños pequeños, se metían de improviso a los hogares y saqueaban las plantaciones en busca de alimento; desobedecían a sus dueños y ya no acudían al llamado de éstos. Poco a poco tomaba forma una inesperada rebelión sin sentido que era mero lujo de fuerza. Finalmente,
una
noche,
decidieron
atacar
la
ciudad
amurallada.
Entraron
provocando un gran estruendo, levantando mucho polvo a su paso, atacando a cientos de personas inocentes que caían abatidas por decenas. La gente trataba de huir, pero los feroces corceles lo impedían. En cuestión de horas todo había quedado destruido.
Sin embargo, un punto de la ciudad permanecía a salvo. Se trataba de la fortaleza, donde decenas de habitantes se habían refugiado para resistir el ataque y organizar una acción defensiva contra éste. Los caballos rebeldes lo sabían y planeaban tomarla con lujo de poder para que la ciudad entera quedara bajo su dominio absoluto. El primer ataque ocurrió cuando el sol se estaba poniendo; los caballos corrieron frente a la fortaleza pero fueron abatidos por sus enemigos. En los ataques que siguieron lograron afectar los muros de la construcción, preparando la entrada final. Parecía mentira, pero las sólidas paredes de piedra estaban cediendo y las personas pensaron que el fin estaba cerca. Cuando la entrada ya era inminente ocurrió algo inesperado. Sobre el cielo de la tarde surgió la inmensa cabeza de un león que miraba a la ciudad; era una fiera antigua y terrible que de vez en vez aparecía en los montes, de tamaño tan colosal que superaba la altura de ésta. Dejaba ver sus filosos colmillos y su aliento era tan poderoso como un huracán. Comenzó a andar lentamente y de un solo zarpazo arrojó a los caballos rebeldes al mar. En la fortaleza reinaba el pánico, pues nada podrían hacer contra un enemigo así de poderoso. Estaban esperando lo peor cuando aquel monstruo lanzó un grito humano que los habitantes reconocieron de inmediato. En un momento la fiera se transformó en un hombre fuerte e imponente. ¡Era el valiente guerrero Hércules que había llegado a salvarlos! —Adaptación libre del relato Los caballos de Abdera, de Leopoldo Lugones.