Las Rosas Son "Hermosas" "Las mujeres son hermosas, ¿no lo crees?"...Escuché una voz frágil y dulce viniendo desde atrás mientras estaba sentada en el escalón del antejardín mirando al atardecer. Al voltearme para observar quien era aquella personita con tan angelical timbre de voz, simplemente no veo a nadie detrás de mi. Indiferente, vuelvo la mirada hacía el espectáculo del sol, para mi sorpresa, junto a mi se encontraba un pequeño y tierno niño, llevaba un trajecito verde claro con botitas grises, una bufanda de color amarillo y una bella cabellera brillante como el oro. En su regazo cargaba a un zorrito bonito y peludo. Lo que más me llamó la atención de aquel niño tan interesante, no fue el pequeño zorrito o su curiosa vestimenta, sino el simple hecho de que en su mano traía una bellísima rosa roja con abundantes pétalos ligeros y grandes espinas que increíblemente parecía que no le chuzaban ni le lastimaban sus delicadas manitos rosadas. Volvió a hacerme la misma pregunta "las mujeres son muy hermosas, ¿no lo crees?", yo seguía ensordecida mientras apreciaba tal hermosura y peculiar resplandor de la rosa. La tercera vez que volvió a preguntarme lo hizo tocándome el hombro con su tibia mano, devolviéndome así la concentración hacía el y me recordó la pregunta. Yo respondí, -Claro que son hermosas-, sin embargo no le dí mucha importancia, tenía curiosidad, mi mente ocupada en otras preguntas; por ejemplo, ¿cuál era su nombre?, ¿por qué era tan "extraño"?, ¿de dónde había sacado esa rosa tan hermosa si en mi jardín no había ni una sola?, ¿qué tenía de peculiar esa rosa que la miraba de una manera tan especial y cariñosa? Mi cabeza estaba en otros lugares y ese tierno niño me miró nuevamente decepcionado, parecía que mi respuesta no lo satisfizo o tal vez esperaba que le dijera algo más que mi sencilla respuesta afirmando lo que el preguntó. No lo entendía. Cuando volví a escuchar su frágil y melodiosa voz quedé asombrada, por un momento pensé que me iba a reclamar, pero lo más extraordinario es que no fue así, al abrir su boquita de labios carmesí las palabras que salieron de su boca fueron las siguientes -"Como tu, alguien con ojos inocentes, puede apreciar o valorar un atardecer, o una rosa sin ni siquiera darse cuenta de la grandeza y tan inmensa belleza resplandeciente de las mujeres"-. Quedé apenada. Un pequeño niño lo entendía, el sabía lo que decía, y en el instante que habló, lo mencionaba con tanta ternura que por fin lo entendí. Cuando el miraba a su hermosísima rosa lo hacía con cariño y ternura, tal cual como el hablaba tiernamente sobre las mujeres. Volvió a mirarme y al parecer el lo notó, el me lo dijo, -"Por fin lo entendiste, ¿verdad?"- mi expresión lo decía todo; Cejas levantadas, mirada abierta y despierta mientras asentaba la cabeza. -"Las mujeres son más que "hermosas", hermosura es UNA cualidad que poseen las personas u objetos y las mujeres tienen más de una cualidad. Son como el atardecer, cálidas, resplandecen luz, transmiten tranquilidad y podrías apreciarlas durante mil años y todavía verías su luz. Son como las rosas, piel delicada y suave como los pétalos, labios de intensos colores. Al mismo tiempo son fuertes, pues tienen un espíritu que anhela con todas sus fuerzas y luchan por conseguir aquello, como espinas que defienden sus ideales... Pero, lo más "hermoso" de todo es que en su interior, guardan un delicioso aroma dulce que las distingue de cualquier otra flor, un aroma suave, pero intenso que representa toda su esencia y lo que en verdad son. Esa es la verdadera definición de que las mujeres son muy "hermosas". Ahora lo entiendes?"- todo era mucho más claro, las simples y profundas palabras de aquel "principito" me hicieron dar cuenta de la grandeza de la hermosura que se haya en las mujeres -"Ahora lo entiendo"- Respondí. Por Isabella Cristina Orozco Morales 6c