Fotografía Portada: Lurdes Aviñó
La Torre Apostillas a “La cinta de Moebius”.
César Colomer Morell
Dedicado a todos los bichos raros, a aquellos en que se mezcla su vida y sus sueños, a aquellos que siendo Beli buscan su Luna.
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La Torre
Carije se recupera de los acontecimientos de los últimos días. Serán difíciles olvidar, ha sido tomado por gigantones vestidos de negro, venidos en atronadores helicópteros, una misteriosa invasión que suscita las más extrañas hipótesis. Ha llegado el 16 de septiembre, las Fiestas no se han suspendido, afortunadamente, para la mayoría. La gente las espera con ilusión, han olvidado con rapidez la desaparición de León, al fin y al cabo ¿quien era?, una tormenta lo trajo y otra se lo llevo. Como cada año, se va a celebrar “El Vole”. Los grupos suben a la explanada, a los pies de la Torre, sus campanas se van a voltear manualmente, es la noche que sirve de pistoletazo de salida a las fiestas. Se forman los corros, se reparten las cestas de pan, los sacos de nueces, las piezas de bacalao y las botellas de vino. Los más atrevidos portan un gran macuto con carretillas, van preparados para la posterior guerra de fuego. El alcalde, nervioso, da ordenes. – Llamen al Alguacil, que traiga la otra llave, con esta es imposible abrir. – Maldita sea, siempre han de fallar las cosas en el momento más inoportuno No tarda mucho. El Alguacil, diligentemente, trae la copia. Al llegar, las autoridades y los hombres encargados de mover las campanas se reúnen. El Alcalde, la introduce en la cerradura, pero... no cede. Todos pasan aduciendo poseer las cualidades necesarias para ello, pero, uno a uno, tienen que reconocer su incapaci3
dad. Desesperado, el Alcalde maldice, se lamenta de la lejanía de un cerrajero, de haber instalado una puerta construida con chapa de barco. La gente se arremolina en torno al grupo que pretende ascender a la torre, uno grita: – ¡Castigo de Dios por hacer fiesta habiendo muerto el muchacho!. La gente se solivianta y empieza a corear: – ¡¡León!!, ¡¡León!!... De repente, sin que nadie se lo espere, de la Torre parte el sonido limpio y claro de la campana San Antonio, con una cadencia lenta, lúgubre: – Tin... tin... tin... tin... tin... Los vecinos se callan, se asustan, no existe mecanismo que las pueda hacer sonar, ¿quién está arriba? ¿quien hace girar a San Antonio?, sus 249 kg solo los puede mover un hombre muy fuerte. Todas las miradas se dirigen hacia el cuerpo superior. Ante los miles de ojos atónitos comienza a elevarse la gigantesca Santa Agueda, con más 2600 Kg, sin que nadie la maneje. El gran badajo choca contra ella haciendo estallar su impresionante sonido. – Taanggg Su solemne tañido se ve multiplicado por el circo que forman las paredes verticales de la Vuelta de la Hoz, en La Muela. De nuevo iza su peso, se deja caer y llena el silencio de la noche. – Taanggg 4
Inconcebiblemente, en contra de toda las leyes de la física, como si la fuerza cinética no existiera, se para en seco. Desconcertados, los presentes, se dejan caer en el suelo, unos, los creyentes, de rodillas ante el milagro, los demás preguntándose que extrañas fuerzas pueden provocar tal prodigio. Tras un minuto de pausa, la Virgen de los Dolores sigue el camino de la patrona, con lentitud, deja escuchar su clara voz seis veces: – Taaaan... Taaaan... Taaaan... Taaaan... Taaaan... Taaaan... La sorpresa general no dura mucho, un gran resplandor y el estampido del rayo al caer sobre la Torre, acompañado de intensa lluvia, causa que la gente se disperse en busca de refugio, dando por finalizado el Vole.
No muy lejos de la Torre yace Beli. Sigue tal como la encontraron ante el oratorio de Tejadas, con la mirada perdida, insensible a todo, ni la aguja de la enfermera le ha hecho parpadear. Los médicos dicen que no le ven nada físico, está perfectamente, pero ha desconectado voluntariamente su cerebro del cuerpo, solo ella puede restablecerlo. La acompañan su mejor amigo y la que fuera su supuesta rival. Ellos no olvidan lo sucedido y prefieren pasar con ella una noche tan especial, la de una fiesta que tanto le gustaba. Los dos permanecen en silencio, no hay nada que decir, ya han intentado remover Roma con Santiago para que las autoridades se interesen por León. Nadie les hace hecho caso: su madre dice que lo ocurrido es castigo de Dios por los pecados que ha cometido Beli; su padre, Don José, echa toda la culpa al desarrapado de León, no quiere saber nada de ella, para él, el día que Beli salió por la 5
puerta para irse con semejante tipo, ha dejado de ser su hija, si aun estaba allí, si permanece en su casa, es por no contrariar a Doña Marisa, demasiado blanda. Fernando, como estudiante de medicina, sabe que no puede vivir mucho tiempo en ese estado, es cosa de días que haya que intubarla. En su interior tiene la convicción de que Beli se está dejando morir, que su mal es haber perdido la voluntad de vivir. Carmen no comprende la postración de su amiga, no entiende que alguien tan asentada, con ideas tan claras, con tanta frialdad, como la ha conocido siempre, puede ahora estar ahí, en la cama, totalmente traspuesta, por la perdida de un amor que se ha estado negando a si misma hasta hace poco más de una semana. Algo más tuvo que pasar durante aquellas horas en Tejadas. – Fernando, por más vueltas que le doy no puedo creerme lo que está pasando. ¿Que pasó exactamente la otra noche?. – No lo sé, solo se que Beli se muere. – Ella es más fuerte, tu la conoces bien, no se dejaría morir así. Yo pienso que tuvo que ocurrir algo aterrador, tuvo que suceder algo que la dejara así. No me fio de los americanos, fueron ellos los que la trajeron, tuvieron tiempo de muchas cosas. – Si, pero los médicos dicen que no tiene ni golpes ni restos de drogas. – ¿Y si torturaron a León delante de ella?. – No lo sé, puede ser, si no despierta nunca lo sabremos. De nuevo se quedan callados, por la ventana llega el murmullo, los pitidos, los gritos. 6
– ¿O me lo imagino o dicen algo de León? - dice Carmen – Yo lo oigo también, parece que lo aclamaran, no los entiendo. De repente se escucha lentamente: – Tin... tin... tin... tin... tin... – Qué forma más rara de empezar el Vole, parece tocar a muertos. – ¡Calla!, ¡Calla!... qué me pones los pelos como escarpias. – En eso que suena: – Taanggg Beli, como despedida por un resorte, se incorpora, se queda sentada, con la misma vista perdida, con los ojos mojados, mientras dice. – ¡¡Dani!!, ¡¡Dani!!, ayúdame, no me dejes sola. Fernando, sorprendido, se levanta y la coge, intenta conectar con ella aprovechando su reacción. Y de nuevo suena: – Taanggg Beli se revuelve, quiere levantarse, zafarse de los brazos de Fernando. – ¡Dani no te vayas!, déjame ir contigo. – Beli, Beli, despierta, ¿me oyes? - le grita Fernando mientras la sujeta. Carmen, que en un primer momento no ha reaccionado, se levanta y ayuda a sujetarla. Se escucha : – Taaaan... Taaaan... Taaaan... Taaaan... Taaaan... Taaaan... – Mientras suena, Beli, relajándose, y dejándose caer acostada, dice más tranquilamente: – Dani, ¿por qué la Torre?. 7
Al sonar el trueno, Beli regresa a su estado. – Fernando, ¿Quien será Dani?, yo no conozco a ninguno. – No lo sé, pero parece que está más tranquila, que sufre menos. – Ha sido muy extraño, debería haber dicho León en lugar de Dani – dice Carmen. – Tendría mucho más sentido, pero lo ha dicho bien claro.
Las fiestas prosiguen algo alteradas, las lluvias las respetan,
pero cada día, a las cuatro de la madrugada, cuando la gente duerme después de la verbena, la Torre interpreta su particular Vole, creando inquietud entre los vecinos. El Alcalde hace venir al cerrajero para forzar la puerta, aquella noche se queda la policía en lo alto de la Torre y comprueban que se mueven por si solas. Ante el temor de la reacción ordena cerrarla de nuevo, aunque el rumor sobre el fenómeno termina por extenderse.
Una semana después, el día en que se cierra el verano, el
otoño quiere anunciarse, hacer presente que es su hora y a partir del anochecer se suceden las tormentas, aguando la verbena del viernes. Beli no ha vuelto a dar muestras de vida, conserva la salud pero ha sido necesario ponerle una sonda nasogástrica y una vía para suministrarle suero. Muchos amigos han dejado ya el pueblo, han finalizado las vacaciones. Fernando ha estado toda la tarde, pero hace horas que ha regresado a su casa.
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Esa noche, a las cuatro, no se produce el ya esperado Vole, la torre permanece silenciosa, como toda su vida.
Beli deja de escuchar el intenso sonido de los rotores, la cegadora luz se va apagando, sus ojos parpadean, se siente confusa, la capilla de San Antonio ha desaparecido, no está en la plazuela, está en una cama, el dormitorio es el suyo, se incorpora y dice en voz baja: – ¡León!, León!, ¿donde te has metido?, ¿qué ha pasado?. Poco a poco regresan a su cabeza los sucesos ocurrido en Tejadas, la casa vacía, el libro, las dedicatorias, el estruendo de la casa cerrándose por si misma, su salida, la moto en el suelo, la plaza llena de barro, la terrible calma... Se nota incomoda, algo irrita su garganta, un tubo se introduce por la nariz, le molesta, tira de el con fuerza, una extraña sensación le recorre mientras lo saca. – ¡Claro!, no eres León, nunca lo has sido, aquella dedicatoria, de verdad eres Daniel, Dani, que nombre más bonito. Se levanta de la cama, pero cuando quiere avanzar siente un intenso dolor en el brazo, con la mano se tantea y se da cuenta de que lleva un gotero. Con decisión estira del catéter y se libera de él. Actúa mecánicamente como si fuera sonámbula. Abandona su cuarto y su casa en total oscuridad. Al salir a la calle se queda deslumbrada, se tapa con sus manos los ojos, siente frío, lleva un simple pijama de verano, sus pies están descalzos y una fina pero intensa lluvia le cae encima. Desconcertada, confusa, mareada, vaga por las calles, no sabe donde ir, tiene que encontrar a Daniel, ¿dónde estará?, ¿en Tejadas?, ¿habrá regresado a La Muela?, busca en sus 9
recuerdos alguna pista. La lluvia le empapa totalmente, no le importa, las piedras de la calzada se clavan en sus plantas, no le importa... El tiempo no existe, solo existe el ahora, en un mundo inmóvil recorre, como si fuera un fantasma, las calles solitarias – ¡La Torre!, ¡me espera en La Torre!, me ha estado llamando. Alza su mirada hacía lo alto del pueblo, allí, presidiendo, superando todos los tejados, majestuoso se alza el campanario, el santo y seña de Carije. Siente con fuerza dentro de ella la llamada, solo hay una forma de encontrarlo, ha de seguir su mismo camino, sus pasos se dirigen pueblo arriba, sabe lo que ha de hacer. Cuando llega a su base ve que una dura chapa de acero le corta el paso, no puede abrirla, esta cerrada, la golpea con sus puños, descarga su ira, su frustración, contra un trozo de hierro, pero no cede a su violencia. Rendida, apoya los brazos y la cara contra ella. La Torre, apiadada de su asaltante, cede, se escucha el movimiento del cerrojo, la puerta gira sobre sus bisagras, deja que la muchacha penetre a su abrigo. Entra como si el hecho de que un cerrojo se abra solo fuera lo más corriente del mundo, se detiene un momento en la primera estancia mientras se acostumbrarse a la oscuridad, accede a la estrecha escalera de caracol, ha subido muchas veces, siempre le ha gustado. La subida, sin ver, es complicada, para colmo, sus pies ya tienen las plantas heridas, tiembla, tiene el cuerpo mojado. Lentamente, asegurándose donde pisa, supera sus altos escalones. 10
Alcanza su meta, el cuerpo de campanas, una sala octogonal, con ocho huecos en forma de arco, cinco de ellos ocupados por campanas de diverso tamaño, frente a la escalera la impresionante Santa Agueda. Beli se asoma a los arcos y admira el semicírculo de luces que forma el pueblo. – ¡Dani!, no estás aquí, ¿para que me llamas?, ¿como te he de seguir?. Se deja caer en el centro de la sala y apoya su rostro en el suelo, intenta que la intuición le indique como encontrarlo, escucha unas voces que gritan. – ¡Beli!, ¡Beli!, ¡espera!, ¡no hagas una locura! – ¡Claro!, ¡cómo el día del puente! – Se levanta y sin dudarlo se sube al alfeizar de uno de los arcos vacíos, se pone firme y mientras da un paso al frente, grita: – ¡León, te amo!. – Se produce un resplandor junto a un ensordecedor estallido, como si una bomba estallara, una ola de calor intenso ocupa toda la sala...
Beli
despierta, le duele el cuerpo, los oídos le pitan, su mente es incapaz de pensar, ante sus ojos, iluminada por una luz verde, procedente de unas paredes fosforescentes, se muestra una sala redonda. Ahora se acuerda, estaba en La Torre, junto a las campanas, escuchó voces, se asomó a un arco, se subió a la ventana, saltó, en ese momento hubo una explosión.
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– Esto no es La Torre, aquí no hay campanas, donde estaré, habré muerto, que raro es todo esto, no parece el cielo ni el infierno. – Tengo frío, voy en pijama, como se me ha ocurrido salir así de casa, que vergüenza si alguien me ha visto, pero, que más da, si estoy muerta, no importa el que dirán, además, estoy chopada. No entiendo, como es posible que muerta pueda sentir frío y humedad. Se levanta y se asoma al gigantesco ventanal, abajo, en la oscuridad, a la luz de la luna, se ve un pueblo. – Se parece a Carije, también está en torno a una Torre, pero es más bonito, más perfecto, está rodeado de árboles, tiene las luces apagadas, ¿no habrá nadie?. Rodea toda la sala, ve que el paisaje es igual en todo el perímetro. Se para y dice: – Las luces están apagadas, pero allí lejos se ve una luz, solo una. Esto no puede ser ni el cielo, ni el infierno, ni nada parecido, esto es real, tengo que averiguar donde estoy. Se gira, se da cuenta que la gran columna central tiene dos puertas, una de ellas está abierta, se acerca con cuidado. – Todo está oscuro, va a ser difícil bajar. Cuando llega a la entrada, ve que las paredes de dentro se iluminan con la misma luz de la sala, al cruzarla, la sala se apaga. Se encuentra en una plataforma, en la parte superior de un edificio en forma de silo, de un lateral parte una ancha y cómoda escalera que recorre la pared en espiral. El fondo no se ve, permanece en la oscuridad. – Da un poco de miedo, pero está claro que tengo que bajar. 12
Desciende con decisión, la luz se enciende a su paso y se apaga al dejarla atrás. La soledad y el tamaño le imponen, su ánimo es firme y decidido, no piensa echarse atrás, no existe vuelta atrás, si quiere encontrar la respuesta ha de buscarla, se ha de dejar guiar por la intuición. – Qué sitio más extraño, parece una nave espacial, es como una película de Ciencia Ficción, da la impresión de haber dado un salto en el tiempo, ¿estará Daniel aquí?, ¿no será una base americana?, ¿no me habrán hecho desaparecer también a mi?, el resplandor y el sonido era similares al de Tejadas. La escalera se separa de las paredes, desciende en el centro de una gran sala. Al final alcanza el fondo, está helada, tiembla. A estas sensaciones se añade un escalofrío al fijarse en que carece de sombra, como si no tuviera cuerpo. La pared forma un octágono, con una puerta en cada uno de sus lados, es como la sala de las campanas, de ellas parten pasillos totalmente oscuros. Encima de cada una de ellas una cifra de luz roja, del uno al ocho, las identifican. – Madre mía, ¿cual elijo?, no me puedo dedicar a buscar por todo el pueblo sin saber ni siquiera lo que busco, me tendrás que ayudar Dani. Su cabeza está obsesionada con el extraño Vole, lo único que ha escuchado antes de despertarse. No tiene sentido. Pero... ¿qué tiene sentido en todo esto?. – Veamos, primero se escuchaban cinco veces la más aguda, elijamos la puerta 5. Como se imagina, al penetrar, se ilumina un tramo y poco después la sala oscurece. Está claro que el extraño edificio es consciente de su presencia y se encarga de que siempre 13
este iluminada. Mientras avanza por el largo y recto pasillo, intenta situarse, saber por donde anda. – Todo esto parece una estructura en forma de estrella de ocho brazos, parecida a la estación espacial que aparece en 2001. Al final encuentra una sala parecida, más pequeña, semiesférica, en ella asciende una rampa en espiral cónica, como si fuera una cáscara de caracol, hasta salir en la parte inferior de un cono rojo, fuera de él se extiende un bonito jardín, en él que se reparten multitud de casas diferentes, con un diseño sencillo y elegante, construidas de metal, plástico y cerámica. De nuevo se ve rodeada de números, esta claro que el 4 y el 6 rojos van a los finales de los túneles correspondientes, los otro cuatro caminos están numerados del 51 al 54. – Si hago caso de las campanas, la siguiente sonó dos veces, tomaré el 52. En camino discurre bajo los árboles, cubierto por un bonito techo de color verde, rodea una de las casas y sale a una plaza redonda, a su alrededor ocho caminos, conducen a otros tantos edificios a través de un arco, cada uno con un número luminoso encima. – Esta claro que para seguir mi método, he de tener en cuenta las seis últimas campanadas, veamos lo que hay en la 526. – Es curioso, los chalets no tienen las parcelas valladas, parecen construidos en un único jardín común. No sin cierto temor, se acerca a una casa plana, con los muros de cristal, como si de una gigantesca pecera se tratara. No se atreve a llamar, le parece una hora poco apropiada. 14
– Deben estar todos durmiendo, daré una vuelta a ver si algo me puede dar una pista de Daniel. Nada más superar la primera esquina se da cuenta de que sale luz de una de las paredes, procurando ocultarse en los arbustos y en la sombra de los árboles, se acerca a ella y cuando mira en su interior, siente que el miedo desaparece, el bienestar le invade, le llena una especie de alegría, olvida tantos y tantos malos momentos pasados.
La madre de Beli escucha un ruido, se levanta a ver qué
pasa, entra en el cuarto, encuentra la cama vacía y el gotero en el suelo. Está claro, ha recuperado el sentido, se ha arrancado lo que la retenía y se ha marchado. Sale corriendo, ya no la ve en la calle, para colmo, está lloviendo y parece evidente que no se ha vestido. Desesperada, sale corriendo en busca de Don Antonio, el cura. Solo confía en la intervención de Dios y qué mejor que buscarla en su representante. Él apenas se entera de qué va la cosa, no se le entiende a la mujer, pero está claro que Beli se ha escapado. Sin esperar a más, desde el teléfono de la parroquia llama al cuartel de la Guardia Civil. – Diga, Guardia Civil. – Gracias a Dios, Calixto, tengo aquí a Doña Marisa, me dice que Beli se ha levantado y ha desaparecido, no se dónde puede estar, por favor, ayúdame, a saber en que estado se encuentra, o dónde va. – Ahora mismo, espérame ahí, se lo digo al cabo Eufronio, que llame a los demás, que empiecen a buscar. Menos mal que no tiene la moto, no puede estar muy lejos. 15
– Por cierto, al venir pásate por casa de Fernando, me dijo algo de que había hablado. Puede darnos una pista. – Vale, enseguida estoy ahí. Mientras espera intenta calmar a doña Marisa y obtener más detalles. Despierta a su madre, le encarga que le haga una tila y se quede acompañándola. Pasados unos interminables minutos, llegan Calixto y Fernando. – ¿Tenéis idea de dónde ha podido ir? – pregunta Don Antonio. – Se me ocurren dos lugares: el primero, el puente sobre la vía. Allí salvó a León de que se suicidara, no me extrañaría que vaya allí si quiere matarse; el otro sitio es La Torre, el día del Vole, se despertó, hablaba de ella y de un tal Dani, que tanto Carmen como yo identificamos con León. – A los dos sitios no podemos ir, voy a llamar por radio al cabo Eufronio, está buscando con el coche, el llegará mucho más rápido al puente, vayamos a La Torre, no puede subir, el Alcalde la cerro, pero puede estar vagando por allí, no se le vaya a ocurrir subir al castillo, al salto del moro. Doña Marisa quiere acompañarlos, pero, al decírselo, comprende que les va a enlentecer. Los tres suben rápidamente a la explanada y distinguen en la puerta la figura de Beli. Al llegar ven aterrados que la puerta está abierta, no comprenden como puede ser, pero lo más fácil es que ella haya subido. Cuando comienzan a subir, comprueban que los escalones están aun mojados y se ven algunas manchas de sangre fresca. – Por aquí ha subido hace poco alguien con unos pies desnudos mojados, además los tiene heridos, ha de ser ella, corramos, no se le ocurra hacer una tontería. 16
Los tres emprenden una carrera hacia la cumbre gritando: – ¡Beli!, ¡Beli!, ¡espera!, ¡no hagas una locura! Apenas les faltan una docena de escalones cuando la escuchan decir con voz de desesperación: – ¡León, te amo!. Casi instantáneamente se ve un resplandor y se escucha un estampido al mismo tiempo que por la escalera desciende una ola aire caliente que los derriba y les hace caer rodando. Los tres se quedan tendidos en el suelo, retorcidos, inmóviles.
Ante ella, tras una pared de cristal, se muestra una habitación prácticamente vacía, de un blanco impoluto, está iluminada por una luz procedente de todo el techo. En el centro, una plataforma, a modo de cama, cubierta por una colcha blanca, sobre ella, sentada sobre los talones, se muestra una muchacha muy joven, casi una niña, de piel prácticamente blanca, con el pelo corto y castaño, como ella, totalmente desnuda, con unos ojos brillantes, llenos de vida. En su rostro luce una sonrisa de felicidad, con cierto matiz de amargura. Con sus manos acaricia su vientre, que muestra las formas inequívocas de un embarazo de algo más de tres meses. Cree estar ante la mismísima virgen encinta, lo único que desentona es su desnudez, pero, siente que este hecho es parte fundamental de su belleza. El rostro le resulta familiar, le transmite calidez, serenidad, familiaridad, no sabe por qué, pero desde el primer momento siente un profundo amor por ella, un amor extraño, entre fraternal y carnal.
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Ya sin miedo, avanza hacia ella, siente necesidad de acercarse, de arrodillarse, cae en medio del jardín, inconscientemente adopta la misma postura y llora sin saber si es por pena o por alegría. Permanece así, mirando, extasiada, sin poder apartar los ojos, sin pensar, sencillamente sintiendo. La joven madre levanta sus ojos, se fija en ella, su rostro se trasforma, se ilumina, la alegría lo llena. Se incorpora y, sin pudor ninguno, en un gesto de querer abrazarla, muestra toda su belleza, en una mezcla de Venus clásica y Virgen Milagrosa. Su piel parece iluminarse y muestra todo su cariño. Beli, se levanta, lentamente se aproxima, siente necesidad de corresponder a su gesto, apoya las manos sobre la cristalera. La muchacha imita la acción, sitúa sus manos sobre las suyas, como si quisiera tocarlas, le hace un claro gesto de que espere y se dirige corriendo a un hueco en la pared del fondo. Por unos instantes Beli siente su ausencia, como si no pudiera vivir sin ella, pero escucha por su izquierda una voz delicada y llena de alegría que le llama. – Belí, Beli, Beli... Se sorprende de que le llame por su nombre, cómo es posible que la conozca. Por el jardín, se aproxima corriendo la niña, sobre las puntas de sus píes desnudos, como si careciera de peso, como si no fuera un ser material. Pero, cuando siente la presión de su cuerpo al abrazarla, cuando el calor de su piel le envuelve, cuando nota el roce de sus labios, se da cuenta de que es real, muy real. Un escalofrío recorre su cuerpo al asustarse de sus propias sensaciones. – Tu has de ser Beli, el amor de Dani. – De qué me conoces, ¿quién eres?. 18
– Soy Luna, te he visto en una foto, he leído tu carta, Dani es como yo conozco a León, pero, ¡madre mía!, ¡vas mojada!, ¡donde te has metido!, ven, acompáñame, en casa podrás secarte. – Pero quién eres, ¿dónde estoy?... ¿dónde está Dani? – Yo tampoco lo tengo claro, también estoy confusa, se quién eres pero no comprendo como puedes estar aquí, pero claro, lo que rodea a Dani es un misterio. – Igual que con León. – Entra, pasa a mi cuarto, es una pena, si estuviera mi familia te la presentaría. – Pero ¿Dani vive aquí? – No, ya no, pero si que ha habitado esta casa. De todas formas, espera, quítate la ropa, no puedes estar así, voy a por una toalla. Luna sale corriendo de nuevo. Beli se quita el pijama y se deja pudorosamente las bragas. Poco después regresa con la toalla y con cariño desliza la tela sobre su piel. El gesto le sorprende, no siente esa sensación desde que era pequeña y su madre le secaba al salir del baño. – Pero... te da vergüenza desnudarte del todo... - dice Luna con una sonrisa de cariño - te pasa como a Dani... claro... – No entiendo, yo le recuerdo al revés, no sentía ningún pudor, todos pensábamos que era nudista – contesta mientras termina de desnudarse -. Pero, ¿quién eres tú?, ¿su hermana?. – Supongo que para él si – dice Luna afligida. – ¿Qué quieres decir?, no comprendo.
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– Te contaré mi historia, también entras en ella, por eso te conozco. – Un día, de la nada, apareció Dani, bueno, León, y no se acordaba de nada... – Lo mismo que le pasaba a León, el también apareció hace poco más de tres meses y no se acordaba de nada – salta Beli sorprendida. – Eso no lo sabía – prosigue Luna -, el caso es que por una serie de coincidencias, Dani vino a vivir a casa, por eso te digo que, en cierto modo, fue mi hermano, como tal lo tratamos. Se mostraba muy vergonzoso, deberías haberle visto la cara que puso cuando me lo presento Titan, mi hermano – continua Luna con una gran sonrisa – yo me estaba bañando y cuando me levanté para saludarlo se puso rojo. – Pues no lo comprendo. Pero, ¿aquí vais desnudos?. – No siempre, pero en casa casi siempre. – Pero, ¿dónde estoy?. – No te asustes, te voy a decir una cosa que te va a desconcertar aún más, yo si que sé quien eres y que vivías a finales del siglo XX en un pueblo llamado Carije. – Desde luego, sabes todo de mi, ¿por qué dices que vivía?, ¿quieres decir que he muerto? – No lo sé, yo tampoco lo entiendo bien, ahora estás en Floresta G12. – Que nombre más raro para un pueblo, parece de Ciencia Ficción... – No vas muy desencaminada, bueno, te lo tengo que decir, es mejor que lo sepas, yo no sé como puedes estar aquí, pero estamos en 2140... 20
– ¡¡Cómo!!... y mi familia... y mis amigos... he muerto en la torre... pero... qué hago aquí... todo parece muy real... con razón la torre y el pasillo eran tan extraños... – ¿Que tiene que ver la torre? – Me iba a tirar desde una torre en Carije... – ¡¡No!!, ¡no habrás hecho eso!, desde esa preciosa torre... – ¿La conoces también? – Si, he estado en Carije, pero eso es el fin de la historia. ¿Y cómo has llegado? – No sé si me he tirado o no, en ese momento he sentido como una explosión y he aparecido en una torre con las paredes verdes... – Esa es la torre del centro social, ¿cómo has encontrado mi casa?... – Seguí una secuencia de campanadas que recordaba como en sueños – Ahora soy yo la que no comprende. – Yo tampoco, pero bueno, me estabas contando la historia de Dani – Cierto, te iba a explicar que Dani no recordaba nada, pero llevaba un sobre verde... – ¡Mi sobre! – Sí, supongo, dentro había una foto tuya con una guitarra, un llavero, un plano donde aparecía Carije y tu carta de amor. – Y, ¿qué ha pasado con él? – Averiguamos donde quedasteis mediante el plano, la foto y el llavero, costó bastante esfuerzo, pero lo localizamos. 21
– Pero en la carta puse lo de Tejadas – Si, pero Dani jamás quiso enseñarla, los demás no sabían de tu existencia, el mismo Dani ignoraba que era el León de la carta, yo tampoco lo tenía claro, pero intuía que tenía que existir algo entre los dos. – Entonces, fuisteis a mi casa en Tejadas. – Sí, hace poco más de tres meses. Allí desapareció para siempre, en medio de una gran tormenta, mientras leía el libro que le regalaste. Cuando leí su doble dedicatoria, la tuya en que declaras tu amor a León y la suya en que te declara el suyo ya como Dani – Luna, ya no se puede aguantar y se echa a llorar, mientras termina de explicar – supe que León y Dani eran el mismo. Cogí tu carta, que estaba a su lado, la metí dentro del libro y lo deje en un estante. – Pero... ¿y tú?... a ti si que te la enseñó... tu llanto... ¿tú y él?. – Sí, yo lo amaba, yo lo amo... – Durante unos instantes se produce un tenso silencio, Beli se siente avergonzada, aquella muchacha le había amado sabiendo que amaba a otra, le había ayudado a buscar a su amada y ella, por el contrario, se había estado negando su propio amor por unas ideas timoratas. – Olvida todos sus resquemores y remilgos, pese a la desnudez de ambas, la abraza con toda la fuerza, ahora comprende el extraño sentimiento de amor que le embargó al comienzo del encuentro. Le acaricia el vientre a Luna y dice: – Entonces... – Sí, es de él - y le devuelve la caricia – ¡Que envidia!, ¡cuanto me gustaría tener un recuerdo suyo así! 22
– Belí, lo tienes, también estas embarazada. – Se abrazan, se tumban y dejan las palabras, ya se han dicho bastante.
Fernando es el primero en recuperar el conocimiento, nota un fuerte dolor en su hombro, y en el tobillo, hace un esfuerzo por recordar lo pasado, en medio del mareo y el aturdimiento, como si fuera un sueño, va recordando lo que ha pasado. Ve que junto a él se encuentra Calixto con una brecha en la cabeza y un poco más abajo Don Antonio que empieza a reponerse. Se acerca a Calixto y limpia la herida con un pañuelo. – ¿Como está Don Antonio, puede moverse? – Estoy bien, algo mareado y me duele todo el cuerpo, pero nada que me impida moverme, espera, enseguida te ayudo. ¿Y vosotros? – Calixto tiene un golpe en la cabeza y está un poco conmocionado, pero las pupilas las tiene bien, se está despertando, yo una luxación de hombro y el tobillo algo fastidiado, nada grave. – Yo ya estoy mejor, me duele la cabeza, pero nada de morir – dice Calixto – ¿Qué ha sido lo que nos ha golpeado? - pregunta Fernando – Eso ha sido un rayo – contesta Calixto – que ha caído en la torre, la onda expansiva nos ha tirado, afortunadamente no nos ha pillado la electricidad. – ¡¡ Un rayo!!, ¡¡Madre mía!!, ¡Beli!, ella estaba arriba.
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– Dice Fernando gritando y sale disparado, escaleras arriba, arrastrando su pierna herida. Don Antonio, reaccionando a lo dicho por Fernando se echa detrás de él, mientras, Calixto, aún aturdido, intenta levantarse. Los dos primeros, como pueden, asciende hasta la plataforma de campanas. – Ante ellos esta el cuerpo de Beli, totalmente desnudo, como si fuera una marioneta dejada en un rincón. Fernando se echa junto a ella para ver lo que puede hacer con sus escasos conocimientos, Don Antonio saca del bolsillo una estola y un frasco con los oleos, se la pone alrededor del cuello y se arrodilla junto a su cabeza diciendo: – Menos mal que se me ha ocurrido cogerlos, voy a darle la extremaunción. En nombre del padre... – En ese momento llega a la plataforma Calixto ya totalmente repuesto, dando palmetazos al aparato de radio que ha recibido un golpe. – ¡Está viva!, tiene pulso, pero está helada – dice Fernando. – A ver si este puñetero aparato quiere funcionar. – Don Antonio, se quita el abrigo y la sotana con la que tapa a Beli. Calixto finalmente logra vencer al aparato. – Cabo Eufronio, estamos en la torre, que venga el médico, llame a una ambulancia, ha caído un rayo y Beli esta inconsciente, rápido. – ¡¡Increíble!! - dice Fernando con alegría – no se le nota ningún hueso roto. – Mejor – dice Don Antonio -, pero fijaos, su cara es de soñar plácidamente, incluso parece que sonríe. – Pasan unos tensos minutos y cuando ya se escucha la ambulancia, Beli abre los ojos y se incorpora, como si se le24
vantara después de dormir toda la noche, los tres se quedan sorprendidos e intentan que permanezca tumbada. – Quieta Beli, que te ha caído un rayo. – Ya lo sé Fernando, pero ya estoy perfectamente – Sin esperar a más se incorpora de un salto ante los ojos atónitos, de los demás. – Espera al menos que vaya a casa a por algo de ropa, no sé si te has dado cuenta pero vas desnuda – dice Fernando – Me da lo mismo, estoy mejor que nunca, León no sé ha ido del todo. – Beli, estas afectada por todo lo que te ha pasado, deja que te cuidemos – dice Don Antonio, con la esperanza de que no haya perdido del todo sentido. – Os lo agradezco mucho, pero Luna me ha dicho que estoy embarazada.
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