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Editorial

Edit EDITORIAL Si hay algo que une al lector con el relato es la capacidad de asombrarlo; un componente que forma parte del reto al que Tom Wolfe se refería como la necesidad de generar un terreno común entre el escritor y el lector. Una cercanía que permita conectar la realidad periodística, el territorio, el contexto, con las herramientas que la literatura es capaz de aportar a la narrativa para motivar por un lado, la labor del periodista y por el otro, a quien decidirá darle vida a su escritura. Ese poder de asombrar cuenta precisamente con la realidad como potencial generador. La tesis de lo expuesto lo respaldan escritores como Daniel Defoe, Edgar Allan Poe, Truman Capote, Ernest Hemingway, Norman Mailer y para no ir tan lejos, representantes del periodismo literario en Colombia: Gabriel García Márquez, German Castro Caycedo, Alberto Salcedo Ramos, Ernesto McCausland, Mario Vargas Llosa, Isabel Allende y varios más que han constituido toda una corriente de escritores cuyas publicaciones en todo el mundo, lograron narrar historias impactantes a partir de hechos reales, momentos históricos o sucesos particulares. La relación ineludible entre el periodismo y la literatura ha ido creciendo rápidamente y potencializándose a través de los géneros periodísticos como la crónica, el perfil, el reportaje, la necrología. La misma que ha abierto caminos hacia fórmulas narrativas diversas, rompiendo fronteras idiomáticas y diseñadas para integrar el escenario real (suceso comprobable) y sus múltiples dinámicas (sociales, políticas, económicas, ambientales) con las estrategias retóricas propicias para intrigar de manera documentada, a un lector cada vez más exigente y difícil de sorprender.orial

Edit Desde esta lógica, unir la capacidad investigativa del ejercicio periodístico con los elementos narrativos, descriptivos, la subjetividad, debe valorar el lenguaje como unidad constitutiva de la historia que tiene por contar el escritor y por conocer el lector. Al tiempo, en el lenguaje se reconocen el idioma y la palabra que construye desde lo oral, escrito e incluso digital la historia, aquella que pueda inspirar, evocar o sorprender. Para el comunicador social que se desplaza entre las letras y los significados, entender al periodismo como compañero íntimo de la literatura, resulta un tributo a la verdad, a la rigurosidad de la mirada investigativa en el ejercicio, pero una oportunidad también, para explorar otras narrativas que compartan con el lector lo real con una pizca de sensibilidad. Esta, nuestra materia prima, merece ser reconocida evocando no solo a los periodistas que de forma magistral han constituido una relación de correspondencia entre ellos, sino otorgándole un rol de testigo presencial y omnipresente sobre los relatos más significativos de la humanidad, en relación también a las dinámicas sociales y un campo aún con mucho espacio para explorar desde la formación universitaria. Sea el momento adecuado para exaltar el idioma, a propósito de su conmemoración mundial, como la oportunidad de otorgar valor a nuestro insumo más importante, a motivar entre la comunidad universitaria el hábito de lectura y escritura para la creación de trabajos periodísticos más allá de la instantaneidad, el frenesí de la actualidad y por qué no productos que puedan mover el debate público. orial

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