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La liberación de Ucrania?
¿La liberación de Ucrania? ARTURO JASQUI HOP
L PRESIDENTE de la Federación Rusa, Vladimir Putin, ha justificado de diversas formas la reciente invasión de su país a Ucrania, iniciada el pasado 24 de febrero. De hecho, desde antes de la incursión militar, Putin dio una serie de discursos en los que expuso una serie de motivaciones históricas, políticas, libertarias e ideológicas para intervenir en territorio ucraniano. Especialmente resaltan dos términos que el mandatario utilizó: una presunta “desnazificación” y “descomunización” de Ucrania. Más allá de la clara contradicción que implica argumentar que un país sea “nazi” y “comunista” a la vez, estas alegaciones constituyen una distorsión impropia de lo que realmente está ocurriendo. Pero vamos por partes. Analicemos, en primer lugar, el llamado de Putin a “desnazificar” Ucrania.
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En este sentido, es importante señalar que no es la primera vez que Putin utiliza el antisemitismo políticamente para avanzar sus propios intereses; más que por tener una preocupación genuina sobre el tema del neo-nazismo. Incluso, en 2013 y 2014, usó el mismo argumento para desacreditar el Euromaidán, un movimiento social ucraniano de tendencia pro-Europa (también llamado la “Revolución de la Dignidad”) que desembocó en el derrocamiento del Presidente proruso Viktor Yanukovich.
Bajo la visión de Putin, el Euromaidán fue una ruptura del orden constitucional ucraniano liderado por grupos de ultra-derecha y neonazis, y no un movimiento social legítimo que solicitaba una mayor integración a Europa, como fue considerado en Occidente. Aspiración que, cabe mencionar, compartieron otros países excomunistas que ahora son parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de la Unión Europea (UE), tales como Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Lituania, Letonia y Rumanía. Sin embargo, para Putin, el actual gobierno ucraniano es la continuación del derrocamiento de Yanukovich de 2014 (o “golpe de Estado”, como él lo llama). Con este argumento, Putin lo califica de “nazi”. Putin también alega que este gobierno lleva a cabo una “persecución” y “genocidio” de todo aquél que vaya en contra de sus ideas; particularmente, refiriéndose a la mayoría rusa que vive en las ciudades ucranianas de Donestk y Lugansk. A partir de lo sucedido en 2013 y 2014, esta mayoría rusa ha abogado por separarse de Ucrania, apoyada desde luego por Rusia. El hecho de que Putin llame a “desnazifcar” Ucrania es una cuestión paradójica y, francamente, hipócrita.
No debe pasar desapercibido lo irónico, por decir lo menos, que es llamar al gobierno de Kiev “nazi”, sobre todo porque el Presidente Volodímir Zelenski es uno de los pocos mandatarios judíos que han existido fuera del Estado de Israel, y cuyo abuelo perdió tres hermanos a manos del nazismo.
Ahora, debemos señalar que sí existen grupos de extrema derecha en Ucrania, y que además se han fortalecido en los últimos años y décadas (como sucede en otros países de Europa y del mundo). Lo que se cuestiona es que Putin utilice el tema en este caso por convenir a sus intereses. Y más porque es ampliamente conocido su apoyo a grupos de ultra-derecha en otros lugares, como Estados Unidos y Europa. Un buen ejemplo de esto es el caso de Italia, donde existe evidencia del apoyo ruso, e incluso financiación rusa, a Matteo Salvini, líder de la ultraderecha italiana.
Por otro lado, tampoco ayuda a esta narrativa de Putin, el hecho de que el pasado 1 de marzo, un bombardeo ruso impactó el memorial del Holocausto de Babi Yar, en las afueras de Kiev. Este sitio, donde también hay un cementerio judío, fue el escenario de una gran masacre perpetrada por los nazis en 1943, en la que murieron entre 100,000 y 150,000 personas, principalmente judíos. Las reacciones del mundo judío no se hicieron esperar: Yad Vashem condenó el bombardeo al memorial, y exigió poner fin al abuso y distorsión de la memoria del Holocausto.
Así que el hecho de que Putin llame a “desnazificar” Ucrania es una cuestión paradójica y, francamente, hipócrita. No es una justificación seria ni una convicción fiel de Putin.
Más bien, esta “desnazificación” de Ucrania parece ser una evocación a la memoria colectiva del pueblo ruso y a nociones históricas de la Segunda Guerra Mundial. Putin pretende decir que lo que sufren los separatistas rusos en Ucrania es como una especie de genocidio y limpieza étnica, para esgrimir que lo que está haciendo Rusia contra un pueblo, igualmente eslavo, es un acto puramente defensivo y benéfico. En otras palabras, Putin lo utiliza para manipular, convencer y moldear la opinión pública rusa en favor de la invasión.
Veamos ahora el argumento sobre la “descomunización” de Ucrania. Tres días antes de la invasión, el Presidente ruso intentó justificar sus acciones en un mensaje televisivo en el que expuso la historia de Ucrania, según su visión. De acuer-
do a este monólogo, “la Ucrania moderna fue creada enteramente por Rusia, más precisamente por la Rusia bolchevique y comunista”. De acuerdo con Putin, fue Lenin, en los inicios de la época comunista, quien separó un territorio históricamente ruso y creó Ucrania como un Estado independiente, sin consultarlo con los habitantes de dicho lugar. Por ello, Putin manifiesta que si uno de los motivos de Ucrania para acercarse al resto de Europa y sus instituciones (OTAN, UE, entre otras) es dejar atrás el pasado soviético, está cometiendo una equivocación. Para él, la verdadera “descomunización” radica en corregir el error histórico de la época comunista de separar Ucrania de Rusia. Un planteamiento que deja en el aire la posibilidad de que Putin llegue al extremo de ordenar la anexión de todo el territorio ucraniano.
Si bien Putin utiliza elementos históricos para hablar sobre un pasado común, el argumento de que Ucrania fue creada por Lenin y por la Rusia comunista ha sido calificado por historiadores y expertos como absurdo. El pueblo ucraniano es étnicamente distinto al ruso, pese a que por su cercanía geográfica en distintos momentos de la historia, han convivido en un solo Estado. El nacionalismo ucraniano impulsado desde el siglo XVII, y el establecimiento de la República Popular de Ucrania en 1918 son prueba de esto. Lo que realmente hizo Lenin fue reconocer la formación de dicho Estado, mas no crearlo. Conforme a lo anterior, se puede argumentar que Putin ha usado y manipulado la historia de la región y sus conceptos con dos objetivos: primero, obtener ganancias políticas personales; y segundo, tratar de justificar acciones contrarias al Derecho Internacional y a los deseos de dos pueblos de vivir en paz. Porque en todo caso, si el “desnazificar” o “descomunizar” implica “liberar a Ucrania”, ¿qué mayor libertad puede existir para un país que su derecho a definir autónoma y soberanamente su política, así como su futuro? La intervención militar de un gobierno autócrata extranjero podrá responder a cuestiones ideológicas, de añoranza histórica o geopolítica, pero no a la libertad. Por más que así lo trate de vender Vladimir Putin y sus seguidores.
El autor es Analista Internacional.