La Candelaria

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La Candelaria

de Caracas


Los hilos del destino impidieron que nuestro compañero y amigo Renny Barrow Castellín estuviera físicamente entre nosotros en la edición de este catálogo. Sin embargo, sentimos su presencia desde el infinito. Este es un homenaje a su profesionalismo y amistad.

2 / La Candelaria de Caracas


Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez: un espacio dinámico para la comunidad

p.8

La Candelaria: itinerario de una identidad

p.53

Los orígenes del barrio La Candelaria

p.10

Piedra, metal, cemento, texturas y colores. Elementos para figurar en lo urbano

p.54

Recuperación de la iglesia después del terremoto de 1812

p.14

La ruta por la estatuaria urbana. Con las manos en la piedra

p.55

Mobiliarios que cuentan su historia

p.20

Los caminos de la parroquia

p.22

La arquitectura fusionada con las artes /Antonio Afonso

p.58

Gráfica para degustar

p.24

Comer en La Candelaria / Miro Popic

p.60

Lugar para una comunidad de artistas

p.26

Inventario I. Bitácora de una parroquia /Argenis Mondragón

p.61

El arte de la comunidad en trazos espontáneos

p.30

Anauco, ¡mil veces venturoso! / Hans Lorenzo

p.62

La arquitectura del siglo XX

p.32

Memorias de 14 esquinas

p.39

El último auriga o cochero, nació en la parroquia La Candelaria / Rafael A. Pérez Granadillo

p.63

Vida en La Candelaria actual

p.47

Nuestra Señora de la Candelaria. Una virgen canaria en Venezuela

En torno a la idea de comunidad / José Ignacio Herrera

p.64

p.48

Bibliografía

p.67

José Gregorio Hernández. El Siervo de los venezolanos en La Candelaria

p.50

El Ministerio Público: impulsando la cultura ciudadana

p.52

Encarte / Cronología

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l Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez presenta La Candelaria de Caracas una exposición de proyección comunitaria, que además de contribuir a la promoción y difusión de la historia de tan importante parroquia caraqueña, pretende ser instrumento para educar, fortalecer y promover los valores e identidad de las comunidades a las que sirve, bajo una conciencia de participación ciudadana. En Venezuela, la visión del nuevo museo del siglo XXI, nos motiva a revisar y evaluar las funciones que hasta ahora ha tenido, y su impacto más allá del hecho estético y expositivo. Por ello, desde su inauguración en 1997, el Museo de la Estampa y del Diseño ha llevado un trabajo sostenido en pro de la defensa y difusión de los valores locales y nacionales. La excelente receptividad y resultados obtenidos en la ejecución de proyectos integrados a las comunidades de diseñadores, artistas, grabadores y de las parroquias aledañas al museo, nos ha permitido potenciar nuestro rol y articular todas las acciones considerando prioritariamente a quienes buscan en instituciones como esta, un espacio para expresar lo que les es propio. Como museo hemos redimensionado nuestro papel educativo y social para hacer del edificio un territorio abierto, y del público, una comunidad que se ve reflejada y se siente reconocida a través de los espacios que les ofrece la institución. Asimismo, agradecemos al Ministerio Público y al Despacho del Fiscal General de la República, por haberse unido a este proyecto al llevar a sus salas de exhibición el núcleo de la muestra alusivo al arte urbano, y patrocinar la publicación periódica de distribución gratuita, que complementó el aspecto documental de la investigación. Estamos, conscientes del largo camino por recorrer. Por ello, estamos generando permanentemente productos que son un valioso aporte para la conformación de la historiografía del diseño y del trabajo comunitario en nuestro país. Fundación Museos Nacionales Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez


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Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez:

un espacio dinámico para la comunidad Renny Barrow Castellín

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róximo a cumplir su décimo aniversario en diciembre del presente año, el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez es el único en Venezuela dedicado exclusivamente a la colección y valorización de estas disciplinas fundamentales de la comunicación visual. Su edificio ubicado en plena avenida Bolívar, fue rehabilitado y adaptado por el arquitecto Horacio Corse a una estructura de tres amplias salas para exposiciones, distribuidas en una superficie de 2.406 metros cuadrados. Este espacio ha concentrado una buena representación de las artes gráficas y del diseño nacional e internacional, reflejada en exposiciones y publicaciones inéditas en el área del diseño gráfico e industrial, especialmente del venezolano. En tal sentido, el Museo de la Estampa y del Diseño es un continente integrador de la visión humanista y comunitaria con las funciones sustantivas de la museología (conservación, educación y proyección de los bienes culturales). Estos procesos han convertido a la institución en un espacio dinámico de acuerdo a las exigencias de los nuevos tiempos que invitan al conocimiento, al esparcimiento y prácticas pedagógicas, me8 / La Candelaria de Caracas

diante propuestas que han permitido revertir en la comunidad, valores de significación y promoción de bienes patrimoniales. Hannah Arendt en su libro La condición humana plantea que los espacios públicos son sitios de encuentro y de reconocimiento. Precisamente, este museo tiene esa condición de lugar propiciador de encuentro con nuestra memoria e identidad, constituyéndose en un territorio plural donde el colectivo puede conocer su patrimonio a partir de una gestión de proyección museística. En este orden de ideas, cabe señalar dos propuestas museológicas que han permitido convertir al Museo de la Estampa y del Diseño, en un espacio abierto a las aspiraciones de sus comunidades aledañas. Una primera experiencia de acercamiento a las comunidades la hicimos con San Agustín. Pasado, presente y futuro de una comunidad realizada en el 2004. En el 2007, dentro de esta misma línea proyectamos La Candelaria de Caracas, orientada a presentar una visión gráfica de la memoria y valores culturales que caracterizan esta parroquia. Para ello, se realizó un trabajo de campo para identificar y registrar su patrimonio, dentro de un marco histórico documental. En general, el interés y compromiso recibido por parte de artistas, representantes claves de

la comunidad y de quienes espontáneamente se unieron a este gran equipo de trabajo, terminaron por conformar un proyecto de integración museo-comunidad en el que todos hemos sido copartícipes. Ambas propuestas han conllevado al establecimiento de relaciones estrechas con las comunidades a la que sirve nuestra institución. En tal sentido, la Fundación Museos Nacionales, a través del Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez, se complace en profundizar en los objetivos propuestos para fomentar la sensibilidad y el conocimiento de nuestra cultura y valores.


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Los orígenes del barrio La Candelaria Renny Barrow La Candelaria fue el primer barrio fuera del límite de la antigua Caracas... l La Candelaria es erigida como parroquia en 1750. l Su superficie territorial es de 123.000 hectáreas. l Su población es de 53.473 personas (Censo 2001). l Sus linderos (Plano de Caracas 2000): Norte: Parroquia San José y San Bernardino. Sur: Parroquia San Agustín. Este: Parroquia El Recreo. Oeste: Parroquia Altagracia y San José.

Asentamiento del barrio La Candelaria Lo que hoy conocemos como La Candelaria, tiene sus orígenes en 1693. Desde sus inicios se ubicó en un paraje denominado Sabana de Anauco, que para ese momento estaba en las afueras de Caracas, entre los ríos Catuche y Anauco, 10 / La Candelaria de Caracas

yendo por el Camino real de Cacencia para reacaudar fondos para racas a la población de Petare. La acometer la construcción de una topografía irregular de la zona, surcapilla en honor a Nuestra Señora cada por estos imponentes ríos, fue de la Candelaria. determinante en la demarcación de En esta misma fecha, el Cabildo sus límites como parroquia. autorizó la construcción de la igleEste barrio sirvió de cobijo a un sia en las tierras que les fueron gran número de inmigrantes proconcedidas al Capitán Baltasar venientes de las Islas Canarias, Soto, natural de Sevilla. El terreno quienes llegaron a nuestro país, en otorgado era de una cuadra combúsqueda de un lugar pleta, ciento setenta fuera de las fronteras y cinco varas de freninsulares para estate y ciento setenta y blecerse. Los canarios cinco varas de largo. trajeron consigo toda Sus linderos estaban su cultura, costumdelimitados de la sibres, gastronomía, y guiente manera: por sobre todo, la advocael naciente (este) ción religiosa dirigida Planta original de la iglesia, sin fecha. el río Anauco, por a su patrona, la Santísiel poniente (oeste) ma Señora de la Candelaria. la ciénaga, por el sur la calle y el Camino real que va a Petare y por Construcción de la Iglesia Nuestra el norte, el resto de las tierras, heSeñora de la Candelaria rencia de los familiares del Capitán Para 1703, el sacerdote don PeSoto. Esta edificación iba a ocupar dro de Vicuña, acompañado de un el lugar central de ese sector. grupo de vecinos notables, todos de Esta iglesia, desde su proyección origen canario, se dirige al Obispo original, presenta una planta recde Caracas don Diego de Baños y tangular de tres naves, de estilo Sotomayor, a fin de solicitarle liclásico. En 1708, una vez finaliza-

¿De dónde vienen los canarios?

El archipiélago canario, de origen volcánico, está integrado por siete islas mayores y unos cuantos islotes. Su altitud máxima es de 3.718 metros y su superficie total es de 7.446 kilómetros cuadrados, con 1.114 kilómetros de costa y 257 kilómetros de playa. En la antigüedad este conjunto de islas fue conocido como las Islas Afortunadas, los Campos Eliseos, el Jardín de las Hespérides, la Atlántida. Los guanches, como suele llamársele a sus habitantes, vivían en los acantilados, en grutas o en pequeños poblados con casas de planta circular. En 1496 se incorporan a la corona de Castilla.


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Plano de Caracas con los afluentes cercanos más importantes, sin fecha. Tomado de: DE SOLA-RICARDO, Irma. Contribución al estudio de los planos de Caracas. (La ciudad y la Provincia 1567-1967).

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Plano de 1775 con la división de los barrios. Las parroquias que aparecen para la fecha son las de San Pablo, Altagracia y La Candelaria. En 1750, por Real Cédula de su majestad Fernando VI, se había autorizado al Reverendo Obispo don Manuel Machado y Luna, erigir a La Candelaria como parroquia. Tomado de: DE SOLA-RICARDO, Irma. Contribución al estudio de los planos de Caracas. (La ciudad y la Provincia 1567-1967).

da su construcción, el padre Gabriel Matías Martizaes de Ibarra, Vicario Capitular de Caracas, la bendijo como La Santísima Cruz y de Nuestra Señora de la Cadelaria en ceremonia litúrgica dirigida por Juan Rodríguez Mendoza, maestro de ceremonia. Para 1750, Caracas tenía de fundada ciento ochenta y tres años, lo que significaba que ya el asentamiento español se había afianzado en nuestro país. Así como en otros sectores de Caracas, en La Candelaria se siguió un desarrollo urbano de acuerdo a la cuadrícula colonial, en la que la iglesia y la plaza tienen un papel preponderante, pues toda la vida de la ciudad giraba en torno a ellas. Estos lugares eran los habitualmente buscados para realizar eventos recreativos, políticos y religiosos. Primeras construcciones Los edificios religiosos son los que más destacan en esta época, le siguen los públicos y las casas de habitación. Estas últimas eran cons-

trucciones modestas realizadas en tapia; por el contrario, las iglesias y las casas de las familias pudientes, se construían con ladrillo o mampostería. Poseían grandes patios bordeados por anchos corredores, grandes ventanales y puertas muy altas. Todo esto por lo general en una sola planta, dentro de una distribución rectangular. La vida del caraqueño de esa época estaba limitada a las labores agrícolas y artesanales. Por ello, las primeras calles de La Candelaria fueron diseñadas para el tráfico peatonal y paso de animales. Sin embargo, aquellas se fueron adaptando al crecimiento de la parroquia y a la aparición de otros medios de transporte, como los carruajes y el tranvía. En 1790, se construyó el puente sobre el río Anauco, respetando el diseño que había dispuesto años antes el Gobernador de Venezuela don Julián Guillelmi, para facilitar el paso de La Candelaria hacia el este: Sabana Grande, Chacao y Petare. La Candelaria de Caracas / 11


Un vecino de La Candelaria se alza contra el imperio español En La Candelaria vivió el canario Juan Francisco de León (ca. 1775), natural de la isla de El Hierro, quien fuera Teniente Cabo de Guerra y Alcalde de Panaquire. El 19 de abril de 1749, llega a Caracas para levantar su voz de protesta contra los abusos y el monopolio de la Compañía Guipuzcoana. La Real Compañía Guipuzcoana fue una empresa comercial de capitalistas vascos, procedentes de la provincia de Guipúzcoa al norte de España. Fue constituida el 25 de septiembre de 1728, con el objeto de monopolizar el comercio de la provincia de Caracas con España. Funcionó en nuestro país desde 1730 hasta 1781, te-

Fachada de la Compañía Guipuzcoana. 12 / La Candelaria de Caracas

niendo gran influencia en el desarrollo económico, social y político de la Venezuela colonial. El alzamiento de Francisco de León se mantuvo por un período de dos años. En 1752, luego de ser presionado y chantajeado, se entrega al Gobernador Felipe Ricardo, quien lo envía a Cádiz junto con su hijo. Sus propiedades fueron confiscadas y su casa destruida y sembrada de sal. En el terreno se levantó una columna con la siguiente inscripción: «Esta es la justicia del Rey nuestro señor mandada a hacer por el Exmo. Señor don Phe. Ricardos The. General de los Exercs. De su majestad su Govr. y Capn. General desta Prova. de Caracas con Francisco León, amo de esta casa por pertinaz, rebelde y traidor a

la Real Corona y por ello reo: Que se derribe y siembre de sal pa. perpetua memoria su infa»” 1. Ya declarada la Independencia en 1811, la columna es demolida y allí mismo se celebraron homenajes a este canario, uno de los primeros precursores de nuestra nacionalidad: «... demoler con toda solemnidad el poste de la ignominia que desde mediados del siglo próximo pasado [siglo XVIII] hizo levantar el sistema de

opresión y tiranía en un solar que está frente al templo Nuestra Señora de la Candelaria, y en donde tenía su casa de habitación el magnánimo Juan Francisco de León, para manchar inicuamente la memoria de éste, como caudillo de los valerosos varones, que en aquel entonces pretendieron sacudir el duro yugo mercantil, con que la avaricia y despotismo de los Reyes de España estancaron el comercio en estas provincias, por medio de la estafadora Compañía Guipuzcoana» 2.

Lavanderas en el río Anauco, sin fecha. Tomado de: SCHAEL, Guillermo. Caracas la ciudad que no vuelve, p. 75.


Real Cédula y Manifiesto de la Compañía Guipuzcoana.

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Placa conmemorativa en honor a Joaquina Sánchez.

Un nuevo suceso de emancipación En 1797, se produce un nuevo movimiento preindependentista en La Guaira y Caracas, liderado por Manuel Gual (1759-1800) y José María España (1761-1799), cuyo objetivo era hacer de la Provincia de Venezuela una nación libre. Como parte de la preparación de su movimiento revolucionario, idearon una escarapela que los identificaba, compusieron canciones que proclamaban la libertad y escribieron textos sobre los derechos del hombre y del ciudadano, que en su momento fueron referenciales para el resto

de América. Desafortunadamente, el movimiento fracasó, teniendo ambos que escapar hacia diversas islas de las Antillas. Cuando José María España regresa a Caracas en 1799, es hecho prisionero, juzgado y condenado a muerte. En represalia por encubrirlo, su esposa Joaquina Sánchez es condenada a ocho años de prisión en la Casa de la Misericordia, actual plaza Parque Carabobo. En este lugar le fue colocada una placa en su honor. 1

SCHAEL, José Guillermo. La ciudad que no

duerme. Gráficas Armitano, Caracas, 1985, p. 129. 2

Ibídem, p. 130.

Extracto del Manifiesto de la Compañía Guipuzcoana: «Preocupada cita de las maliciosas sugestiones de aquella (que jamas duerme) ha compuesto un coro aparte con la envidia, para levantar, sin el más remoto conocimiento de lo que es la Compañía, y su conducta, el grito contra ella, arrojado al aire las odiosas voces, de opresión, de tiranía, de estanco, siendo increíble los destinos de hecho, que han oído hablar con la ocasión del último alboroto suscitado por Juan Francisco de León, y animado, acaso,

diestra, y ocultamente por los émulos de la Compañía, pero sin adhesión de pueblo alguno de cuantos fueron requeridos para el apoyo de aquella temeraria empresa, que no tuvo más que un bulto ruidoso de sedición artificiosa contra la Compañía, y sus Ministros, disuelto con máxima de que sirviese de argumento experimental, y sensible de sus decantadas supuestas tiranías, para cumplir con aquella delincuente prueba la falta total que padecen la verdadera».

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Recuperación de la iglesia después del terremoto de 1812 Renny Barrow Castellín

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Terremoto de 1812 principios de siglo XIX, el 26 de marzo de 1812, justo unos días antes de conmemorarse el segundo aniversario de la Declaración de la Independencia de Venezuela, Caracas fue sorprendida por un fuerte terremoto. Este movimiento telúrico se extendió a otras ciudades del país, ocasionando considerables daños y destruyendo gran parte de las principales edificaciones. En La Candelaria, muchas de las obras civiles, religiosas y gubernamentales fueron afectadas, entre ellas la iglesia. Ante tal panorama de desgracia, el sector se utilizó para el desarrollo de actividades de periferia, construyéndose un cementerio y un hospital para enfermos de lepra. Recuperación de algunos edificios Por mucho tiempo la parroquia tuvo una imagen de devastación y ruinas, de la que no logró recobrarse sino hasta finales del siglo XIX. Su 14 / La Candelaria de Caracas

recuperación comenzó durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco quien tuvo como meta modernizar Caracas bajo un gusto afrancesado y neoclásico para borrar ese aspecto rural y de desolación que tenía la ciudad, causado por el terremoto y las numerosas guerras. Los proyectos emprendidos en este período estuvieron sustentados en Camile Pisarro Iglesia de La Candelaria, 1854. Plumilla y lápiz sobre papel, 17,6 x 26,5 cm. Tomado de: Banco Central de Venezuela. Colección de Arte 1940-1996. Caracas, p. 75.

una política de construcción de monumentales obras arquitectónicas, diseñadas de acuerdo a cánones europeos, siendo este, el rasgo más característico de la obra civil de su gobierno. En La Candelaria se reconstruyó su iglesia, se amplió el trazado urbano, se desarrollaron nuevas viviendas aun bajo las características constructivas de planta, materiales y techumbres heredadas de la tradición colonial española y las manzanas sufrieron una parcelación más intensiva

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Plano topográfico de la ciudad de Caracas con las iglesias, capillas, conventos, ríos, calles, parroquias y nombres de las esquinas, sin fecha. Tomado de: DE SOLA-RICARDO, Irma. Contribución al estudio de los planos de Caracas. (La ciudad y la Provincia 1567-1967).

debido al aumento de la población. También se construyó el Puente Guzmán Blanco y, en 1880 se erigió —en la Plaza de la Democracia, como se conocía en ese entonces la Plaza de La Candelaria— una estatua pedestre en honor a José Gregorio Monagas, prócer que luchó por la abolición de la esclavitud en Venezuela en 1854.


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Iglesia La Candelaria, 2001. Iglesia La Candelaria, a principios del siglo XX. Tomado de: MENESES, Guillermo. Libro de Caracas, p. 32.

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Plaza La Candelaria, sin fecha.

Relojes colocados en plazas públicas (1897). Este estuvo ubicado en La Candelaria. Tomado de: NÚÑEZ, Enrique Bernardo. La Caracas de los techos rojos, p. s/n.

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Grabado impreso en París por H. Meyer y S. Meetontiley, alegórico a los avances del gobierno guzmancista. Tomado de: PALENZUELA, Juan Carlos. Arte en Venezuela 1838-1958, p. 17.

Es importante destacar que en 1873, apareció la luz a gas en Caracas y en 1882 se inauguró el tranvía, iniciativas que igualmente repercutieron en la vida de los habitantes de La Candelaria. Reconstrucción de la iglesia Entre 1868 y 1872, se llevó a cabo la reconstrucción de la fachada de la iglesia bajo la dirección de Juan Hurtado Manrique. Entre 1880 y 1881, se agregaron los coros, las puertas y el balcón central, mientras que el arreglo del campanario y algunos altares fueron hechos a finales de siglo. Plano topográfico de Desde entonces, la ciudad de Caracas de 1870. Tomado de: esta iglesia de planDE SOLA-RICARDO, ta rectangular preIrma. Contribución senta una distribual estudio de los planos de Caracas. ción espacial de tres (La ciudad y la Pronaves, divididas envincia 1567-1967). tre sí por columnas de orden dórico. A la cabeza de las naves se encuentran el presbiterio y dos capillas laterales divididas de las naves por tres arcos de medio punto apoya-

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Tranvía Carabobo N° 59, sin fecha. Tomado de: VELOSO SAAD, José. La Caracas de aquellos tiempos, p. 47.

dos sobre columnas. A los pies de la iglesia están el coro y el sotocoro, separados de la nave por arcos de medio punto. Tiene tres accesos frontales y dos laterales. La iglesia tiene tres naves internas. De la principal, destacan las dobles pilastras de sección circular sobre fuste estriado y basamento común. En cambio, las calles laterales están flanqueadas por pilastras con base independiente. Las dos

fachadas laterales no tienen decoración, sólo en el vano de acceso, de cerramiento adintelado. Los tranvías En 1881, bajo el segundo período de gobierno de Guzmán Blanco se inaugura en Caracas el tranvía, inicialmente tirado por mulas y caballos. No es hasta 1908, cuando surgen las modernas y confortables unidades de tranvías movi-


Tranvía Parque Carabobo, sin fecha. Tomado de: VELOSO SAAD, José. La Caracas de aquellos tiempos, p. 46.

das por electricidad. Este medio de transporte llegó a extenderse por toda Caracas. «En 1947, una huelga de trabajadores del tranvía suspendió para siempre el magnífico medio de transporte que conocieron los caraqueños de esa época, además de la guerra sin cuartel que le hicieron los automóviles y los autobuses hicieron que el viejo tranvía se batiera en retirada totalmente derrotado» 1.

Cruz Roja Venezolana Este edificio diseñado por el ingeniero Agustín Aveledo y levantado en 1893, fue sede del Hospital de Niños, también conocido para esa época como Hospital Linares, debido a que Juan Esteban Linares había ordenado su construcción. A principios del siglo XX, durante el gobierno de Juan Vicente Gómez, pasa a llamarse Hospital Militar y Naval. Desde 1936 es sede de la Cruz Roja Venezolana y a partir de 1940 tuvo en su nombre el

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Parte de los rieles del tranvía frente a la plaza de La Candelaria, 2007.

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agregado de Hospital Carlos J. Bello. Esta edificación, característica de la arquitectura de estilo neoclásico de finales del siglo XIX en Venezuela, presenta una planta rectangular de dos pisos. Todos sus espacios convergen alrededor de un patio central. Su acceso principal se ubica a metro y medio del nivel de la calle, lo que da idea de un fuerte desnivel en la topografía, irregularidad solventada mediante el uso de escalinatas para facilitar el acceso. VELOSO SAAD, José. La Caracas de aquellos tiempos. Caracas, 1976, p. 46.

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18 / La Candelaria de Caracas

El antiguo Hospital Militar y Naval, hoy sede de la Cruz Roja Venezolana. Recuperado en enero de 2007 de groups.msn.com /viejasfotosactuales.


La misma entrada de la Iglesia de La Candelaria a mediados del siglo XX y actualmente.

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Declarada Monumento Hist贸rico Nacional el 2 de agosto de 1960.

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Mobiliarios que cuentan su historia Anny Bello

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os mobiliarios son objetos de uso funcional presentes en cualquier espacio habitable, que reflejan el gusto y el espíritu de una época. A los que hacemos referencia en estas imágenes, son apenas un pequeño ejemplo de los utilizados en el país en los siglos XVII y XIX, que trasladamos a La Candelaria de ese momento, para recrear una posible ambientación de espacios. Durante estos siglos, los diseños de muebles de estilo «colonial» eran los más característicos, realizados en madera y cuero, algunos hermosamente tallados. El Sillón frailero, corresponde a una tipología de silla adecuada más a usos clericales. Es originario de la Catedral de Coro, estado Falcón, y está elaborado en madera de caoba tallada, con respaldo y asiento de cuero repujado con motivos vegetales, y remates en tachuelas de cobre. Su diseño, 20 / La Candelaria de Caracas

aunque sencillo, denota majestad. Mesa de juego del siglo XIX, presenta una agradable estilización de las patas torneadas y talladas

Silla letrina, segunda mitad del siglo XIX. Madera de cedro, 90 x 58 x 46 cm. Colección Fundación John Boulton.

en su arranque y un tablero con damero. Asimismo, la Silla letrina con bacinilla, también del siglo XIX, era el sistema sanitario más utilizado para entonces, siendo un objeto que reflejaba los avances en las resoluciones para el confort en el área doméstica. Por su parte, el Puff, complementaba la silla letrina, y se usaba para apoyar los pies. En general, la distribución y características de los espacios de las viviendas coloniales, influían enormemente en la escogencia del mobiliario. Grandes habitaciones, largos corredores, balcones y amplias cocinas, servían de escenario para intervenir el espacio con muebles, lámparas, espejos, mesas, sillas, biombos, comedores, vitrinas, camas, baúles, escaparates, y Sillón frailero, siglo XVII. Talla, calado y repujado. Madera caoba y cuero, 104 x 66 x 41 cm. Colección Fundación John Boulton

tantas otras piezas; sin contar con la tapicería y telas que daban realce a los ambientes. La decoración interna lograda con estos mobiliarios expresaban


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las exigencias y requerimientos de sus usuarios, así como sus diseños, materiales y acabados, la posición social y económica de quien los poseía. Hoy día, estas piezas comportan un sistema de objetos que nos acercan a posibles formas de vida del pasado, y de cómo las personas asumían su cotidianidad.

En tiempos más modernos, los cambios en los modos de vida generados por el fin de un largo período dictatorial y por la bonanza petrolera, propiciaron la apertura a la recepción de información y nuevas tecnologías generadas fuera de las fronteras venezolanas. De los muebles de madera coloniales realizados por ebanistas, se pasa a los objetos con formas más estilizadas y ergonómicas de producción industrial. La importación y elaboración de estos últimos, estaba cónsona con los movimientos arquitectónicos y de diPuff, segunda mitad del siglo XIX. Madera de cedro, 38 x 58 x 34 cm. Colección Fundación John Boulton.

seño internacionales de los años cuarenta. El restaurante La casa de Italia, que todavía conserva su mobiliario original, es un buen ejemplo. En este sentido, en La Candelaria se asentaron algunas tiendas de muebles de importancia para el diseño nacional, como la Compañía Anónima Puente Yanes Capuy, fundada en 1954. «Se inició como una tienda de muebles escandinavos hechos en madera. En 1965 inició la fabricación local con diseños propios de inspiración danesa. Para 1980 el estilo Capuy se hizo presente en espacios corporativos, y en las tiendas inauguradas en los años 50…» 1. También se estableció la mueblería Morrison una de las primeras especializada en la fabricación de muebles de ratán en la ciudad.

Mesa de juego, principios del siglo XIX. Madera de gateado, 75 x 78 x 41 cm. Colección Fundación John Boulton.

1 Museo de la Estampa y del Diseño Carlos CruzDiez. Objetos cotidianos. Diseño y fabricación en Venezuela, Caracas, 22 de julio 2006, Exp. Nº 63, Cat. Nº 35. (Texto de Elina Pérez Urbaneja), p. 5.

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Los caminos de la parroquia Anny Bello

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a distribución urbana de La Candelaria es la de la cuadrícula urbana de la Colonia. En distintos planos de la Caracas de siglos pasados, se observa claramente esa retícula y al mismo tiempo la división entre el norte y el sur de parroquia. La diferenciación de uno y otro lado del sector estaba dada por la geografía natural de la zona: la norte presentaba depresiones en la topografía, mientras que la parte sur, la planicie propia del valle.

Desde su fundación, La Candelaria estaba surcada por prominentes caudales de los ríos Catuche y Anauco que a su vez se ramificaban en pequeños riachuelos. Ello hizo necesaria la construcción del Puente Anauco, en 1790 –actualmente declarado patrimonio tangible de La Candelaria–, ideada para sortear la separación geográfica que este río creaba con la ciudad de Caracas. El puente terminó por configurar la Calle Real de La Candelaria, luego denominada avenida Este, que uniría el oeste con el este de la ciudad. Muy posteriormente, a principios de 1980, lo que en otro tiempo era el afluente del

Anauco, fue embaulado y acondicionado como vía peatonal, para crear el Paseo Anauco, que serviría de conector entre el norte y el sur de la parroquia. También es importante destacar que debajo de la estructura del puente Anauco, se ha formado un barrio subterráneo conocido como Lechozos. En la actualidad, otros pequeños puentes como el Victoria, quedaron bajo el nivel de las calles. Ya entrado el siglo XX, el tranvía supone otro avance en los medios de comunicación vial de la zona. El que pasaba por la calle Este conectaba con el Ferrocarril Central. Todavía hoy se ven algunos de los rieles.

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Avenida Este 5, 2007. 22 / La Candelaria de Caracas

El Correo y avenida Este, sin fecha. Recuperado en enero de 2007 de groups.msm.com/viejasfotosactuales.

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Avenida Urdaneta, 1955.


En general, por el desarrollo industrial y las nuevas fuentes de trabajo, empieza a haber un crecimiento desmesurado en las áreas céntricas de Caracas. En ese sentido, ante el aumento poblacional y desarrollo arquitectónico sin planificación, se concibe en 1938 un plan piloto de urbanismo. Se creó entonces, la Comisión Municipal de Urbanismo a cargo de Maurice Rotival, Henri Prost, Jacques Lambert y Wegenstein para diseñar el Plan Monumental de Caracas, también conocido como Plan Rotival. De este solo se llegó a concretar la intervención de la urbanización El Silencio, a cargo de Carlos Raúl Vi-

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Avenida Bolívar, 2006.

llanueva, ejemplo integrador de la tradición con la modernidad. En el marco del Plan Vial para Caracas de 1951, y tomando en consideración las anteriores propuestas urbanas del Plan Rotival, se construyeron importantes avenidas que demarcaron los linderos de la parroquia La Candelaria: la avenida Bolívar (1951) límite sur, la Urdaneta (1953) al este, la Fuerzas Armadas (1956-59) al oeste, y al norte la Panteón (1975). Posteriormente, en 1983 se inaugura la Línea 1 del Metro de Caracas. Para la parroquia se pro-

yectó la estación Bellas Artes. La de Parque Carabobo no estaba prevista en el diseño inicial del recorrido. Sin embargo, fue propuesta previendo el impacto poblacional derivado de la construcción del conjunto residencial Parque Central. Por su parte, los alrededores de la estación Bellas Artes fueron especialmente atendidos. Su intervención le dio realce a espacios para la recreación y el esparcimiento, a través de caminerías diseñadas a lo largo del paseo de las avenidas México y Universidad, así como del Paseo Vargas.

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Intervención urbana del Metro de Caracas en el perímetro de la estación Bellas Artes, 1991. La Candelaria de Caracas / 23


Gráfica para degustar Renny Barrow Castellín

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a comida es una de las manifestaciones que identifican un país, en este caso define a un sector de Caracas que ha sido lugar de asentamiento y cuna de miles de españoles que llegaron e hicieron

de Venezuela el lugar para desarrollarse y hacer familia. Entre las cosas que trajeron consigo, estaban sus costumbres y su amor al trabajo agrícola, pero sobre todo su cultura gastronómica, la que nos han ofrecido desde hace bastante tiempo. Para ello, han impulsado una serie de espacios

en donde no solo ofrecen diversidad de platillos, sino además, aromas, bebidas y su música. El recorrido por calles y avenidas en la búsqueda de restaurantes, tascas, panaderías, dulcerías, cafés, etc., lleva a fijar la mirada en los avisos y letreros publicitarios. Estos nos seducen a entrar o a seguir la búsqueda dentro de la agita-

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da y concurrida trama urbana de La Candelaria. La riqueza de elementos tipográficos de los locales, colores y emblemas contenidos en su identidad gráfica, le otorgan junto con la arquitectura, una imagen particular. Sus denominaciones evocan lugares de la geografía española y personajes; otras simplemente se asumen

como lugar para una cita y la tertulia. Sin embargo, no todo está orientado a los «gestos de identificación visual», los espacios interiores definidos por el mobiliario, objetos decorativos, diversidad de botellas de vino, etc., unidos a una atractiva carta de platos terminan por completar su imagen.

Como vemos, el tema gastronómico, no solo aborda aspectos que tienen que ver directamente con la comida, sino también con el diseño, las nomenclaturas tipográficas, los despliegues cromáticos, las atmósferas y los espacios idóneos para la estadía y la degustación.

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Lugar para una comunidad de artistas Renny Barrow Castellín

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iversidad, compromiso, libertad, poesía, son algunas de las ideas que fluyen al observar el grupo de obras expuestas en este núcleo. Piezas bidimensionales y tridimensionales comunican, mediante formas y colores, las percepciones, sentimientos

y emociones de sus creadores. Imágenes que hoy llegan hasta nosotros para acercarnos a la respuesta que ha tenido este grupo de hombres y mujeres residentes o amantes de La Candelaria, ante el quehacer artístico actual. Algunos de ellos han registrado y documentado la vida del sector convirtiéndose en observadores furtivos de su entorno; otros han

utilizado su arte para expresar que mediante él, todos podemos llegar a conocer y querer nuestra ciudad. En tal sentido, encontramos piezas con escenas identitarias de la parroquia, los rieles del desaparecido tranvía, las pensiones, los típicos comedores, los zapateros en su oficio artesanal, la plaza; las obras que hacen referencia a

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Torkins Delgado. De la serie Experiencia gestálticas de color (detalle), 2006. Gráfica digital, 80 x 100 cm.

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José Rodríguez. Cúpulas de La Candelaria, 2006. Fotografía digital, 75 x 50 cm. 26 / La Candelaria de Caracas

José Gregorio Hernández, al Ávila o a héroes nacionales; las que manifiestan la particularidad de la parroquia explorando ambientes más citadinos. En un grupo distinto de piezas se plantean propuestas resueltas desde una óptica onírica, abstracta orgánica o geométrica; mientras otros tantos artistas, han seguido una línea estilística más adecuada a la

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Luis Alfredo Suárez. Mi-Miranda dos mil seis, 2006. Collage, 90 x 70 cm.

Jorge Karpati Nemet. Iglesia ortodoxa de Caracas. Iglesia ortodoxa rumana. (Constantino y Elena, Última cena, pintada en el relleno del coro), 2007. Fotografía a color, 21,5 x 28 cm.


búsqueda individual sin referentes en la realidad. Estamos conscientes de que este conjunto de obras es solo una pequeña muestra de una totalidad mucho más numerosa. Sin embargo, lo aquí expuesto ofrece un panorama representativo de la actividad artística desarrollada en La Candelaria de Caracas, en la actualidad.

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Francisco Martínez. Suceso 303, nuevas evidencias indican que Gulliver no actuó solo, 2006. Hierro patinado y poliuretano tallado, 120 x 200 x 7 cm.

Darling Peña. La araña, 2005. Resina sobre madera, 60 x 130 x 40 cm.

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Antonio Lazo. José Gregorio Hernández VI, 1990. Óleo, asfalto, tiza sobre tela y borde de madera, 225 x 189 cms. Colección Fundación Museos Nacionales /Museo de Arte Contemporáneo.

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Alirio Oramas. Serie de ventanas No.5. Óleo sobre tela, 60 x 80 cm.

Carúpano. El sultán Ávila, 2000. Aguafuerte y aguatinta, 73,5 x 94 cm.

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Ramón Grandal. Sin título (detalle), 1999-2006. Planta sobre gelatina, (políptico de 12 fotos), 125 x 220 cms. (medidas del grupo). La Candelaria de Caracas / 27


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Andrés Salazar. Ciudad basura, 1994. Acuarela sobre papel, 21 x 42 cm.

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Luis Guevara Moreno. José Gregorio verso-reverso, 1971. Litografía, 18/74. 49,8 x 32,4 cm. Colección FMN/Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez 56

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Rafael Prim. Pretexto, 2007. Acrílico sobre tela, 80 x 60 cm. 28 / La Candelaria de Caracas

Humberto Matos. Pensión Avilanes (detalle),1989 Fotografía blanco y negro, (políptico) 10 x 8 cm. c/u.


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Zacarías García. Estudio No.7, de la serie 24 estudios de estructuras urbanas, 1995-2002. Óleo sobre tela, 56 x 135 cm. Gilda Pérez. Sin título (detalle), 2006. Fotografía digital a color (tríptico), 38 x 120 cm.

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Nora Cano. Serie el vuelo, 2005. Fotografía digital sobre tela, 39 x 120 cm. 59

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Guillermo Abdala. De la serie Ágora del cuadrante (detalle), 2006. Concreto, 67 x 70 x 14 cm.

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Luis Marín. Otra vez, 1999. Cemento armado, 21 x 68 x 70 cm.

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El arte de la comunidad en trazos espontáneos Renny Barrow Castellín

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arte del grupo de obras que conforma este eje, pertenece a la producción de artistas que viven en La Candelaria y otra parte es el resultado de una experiencia de participación comunitaria convocada por el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez en 2006, en la que se invitó a un grupo de artistas a desarrollar un trabajo in situ sobre La Candelaria. Lo más significativo de esta actividad, fue la incorporación de creadores, estudiantes de arte, autodidactas y artistas pertenecientes a círculos culturales de La Candelaria que han visto en el arte una vía para manifestar su visión particular del entorno donde viven. El día del encuentro los participantes tuvieron libertad para plasmar tópicos de su interés, por supuesto, relacionados con la parroquia. Todas las piezas están desarrolladas bajo una línea libre de trabajo con preponderancia de lo figurativo y lo narrativo. Unas aluden a lo anecdó30 / La Candelaria de Caracas

tico, otras a lo pintoresco, o bien representan lugares emblemáticos de la zona, costumbres y tradiciones. Las propuestas de los participantes dan luces para observar el marcado interés por dar a conocer, más que a un individuo, a una comunidad organizada que cree y se aferra a lo que hace.

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Jorge Medina. Escuela Experimental Venezuela, 2006. Óleo sobre tela, 69 x 85 cm. 66

Bonna Mercedes Rodríguez. Los buhoneros toman la plaza, 2006. Óleo sobre tela, 50 x 60 cm.

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Julio César Reyes. Homenaje a La Caoba, 2005. Talla en madera, 67,5 x 34 x 32 cm.

Sergio Hernández. Mi Ávila caraqueña, 2005. Óleo sobre tela, 60 x 80 cm.


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Rayza Scott. Plaza La Candelaria desde el Montana Grill, 2007. Óleo sobre tela, 60 x 90 cm.

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Kathleen Pinder. Un detalle de la iglesia de La Candelaria, 2006. Creyón sobre cartulina, 43 x 50 cm.

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Juan Osorio. Mi virgen, 2004. Óleo sobre tela, 70 x 50 cm.

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Baldemaro Higuera. Plaza La Candelaria, 2007. Óleo sobre tela, 48 x 70 cm.

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Freddy Simosa (Adhonay). Reflejos de la eternidad. El mundo de la artesanía, 2006. Óleo sobre tela, 100 x 140 cm.

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Mariela Hernández. El templo, 2006. Acrílico sobre tela, 60 x 90 cm. 73

Graciela Pardo. Edificio París, 2006. Óleo sobre tela, 45 x 58 cm. La Candelaria de Caracas / 31


La arquitectura del siglo XX Anny Bello

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Casas del norte a arquitectura de viviendas, también conocida como arquitectura doméstica, la conforman casas de corte tradicional, de fachadas pintadas con colores llamativos, rematadas en su parte superior con cornisas y elementos decorativos prefabricados y un gran portal de madera con grandes ventanales enrejados. El zaguán, típico pasillo de entrada, comunicaba la calle con el interior de las casas hasta llegar a un patio central en torno al cual giraban todas las dependencias. Los pisos eran con frecuencia recubiertos de cemento o con baldosas de bellos arabescos. El uso de los calados y vitrales en las puertas y ventanas, además de decorar y tamizar la luz permitían una buena visual hacia fuera, a modo de celosía. En este tipo de aplicaciones observamos cierta fusión estilística puesto que en una misma puerta se combinaba un calado de influencia mozárabe al


lado de vitrales de un estilo art deco, adaptado a las singularidades del gusto local. En su aspecto urbano, este tipo de casas estaban ubicadas sobre una topografía de calles y aceras angostas, una al lado de la otra, conservando ciertas semejanzas en la construcción: regularidad en la altura y ancho de la fachada, en la cantidad, tamaño y diseño de las ventanas y en las ornamentaciones adosadas a las paredes. Estas casas son las que caracterizan la arquitectura de La Candelaria norte de la primera mitad del siglo XX. En La Candelaria norte también se encuentran algunas viviendas cuyas fachadas ejemplifican las estructuras constructivas utilizadas a finales de los años cuarenta: doble planta con volúmenes proporcionados de líneas simples. Sin embargo, las de la parroquia, todavía conservan su halo tradicional en las cornisas de estilo neocolonial. Llama la atención que las del Callejón Anauco siguen un mismo patrón en el diseño arquitectónico.

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Primer acercamiento a la modernidad Asimismo, en la década de los cuarenta, el aumento de la población en su mayor parte originado por la inmigración europea, incrementó la demanda de edificios de servicios públicos y de apartamentos, sobre todo al sur de La Candelaria, cerca de la plaza. Empiezan a levantarse

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Casa N° 42, avenida Norte 11, 2007. Zaguán característico de la época, 2007. Casa N° 6, Callejón Anauco (construida en 1948), 2007. Clínica Jaime Córdoba (demolida), sin fecha. Esquina Puente Brion.

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Casa N° 22, 2006. Esquina Puente Brion.

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las primeras construcciones que estructuralmente se enmarcan en la denominada primera modernidad venezolana. Arquitectura diseñada bajo estilos arquitectónicos como el art deco, el estilo internacional, entre otros; caracterizada por la simplificación de las formas, composiciones de volúmenes dinámicos, espacios funcionales y uso de nuevas tecnologías y materiales. Muchos de esos edificios equilibran las nuevas propuestas estilísticas con las ordenanzas del Ayuntamiento de 1942, derivadas del Plan Rotival de 1938, decretadas con el fin de mantener la coherencia y el orden urbano de la ciudad: medidas igualitarias entre el ancho de las calles y el alto de los edificios, regularidad en remates de esquinas y aceras. Ejemplo de ello es el edificio París, diseñado por Luis Malaussena y construido en 1948, y la esquina de Alcabala con los edificios San Luis y Concepción, ambos de estilo art deco, cuyas alturas van en concordancia con el ancho de las calles.

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Antiguo edificio El Comercio, actualmente edificio Orleáns, sin fecha. Esquina de Misericordia.


Otras edificaciones de importancia histórica se ubicaron en los perímetros de la parroquia. Estas fueron la Seguridad Nacional que se encontraba en los terrenos que hoy ocupan el Hotel Alba Caracas (antíguo Caracas Hilton), el Ateneo y la plaza Morelos. Allí mismo se estableció la primera sede de la Creole Petroleum Corporation. Ambas fueron demolidas.

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Edificio París, 2007. Plaza La Candelaria.

La arquitectura de los tiempos actuales Los sesenta irrumpen como un momento histórico de cambios sustanciales y especialmente en La Candelaria, marca un hito en cuanto al desarrollo de la arquitectura se refiere. El considerable aumento de la población, la implementación de la arquitectura para apartamentos, edificios de oficinas, de uso ministerial, de servicios, empresas, comercios y restaurantes, generó una transformación morfológica en la parroquia. Su ubicación intermedia entre el este y el oeste de la ciudad, y sus facilidades de acceso, permitieron la proliferación de estas nuevas construcciones.

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Edificio Servo de Dio, 2007. Avenida Este 5. Edificio Seguros Orinoco, 2007. Esquina de Socarrás.

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Edificio El Universal, 2006. Esquina de Ánimas.

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En estos edificios de grandes alturas y estilos diversos, se emplearon materiales como el concreto armado, no solo a modo estructural sino también en las fachadas, al igual que el vidrio y otros elementos funcionales adecuados a nuestro clima para dar cabida a la ventilación y a la luz. De ellos hay dos ejemplos concretos como son los edificios El Universal y Seguros Orinoco, galardonados con el Premio Nacional de Arquitectura, en 1971 y 1973, respectivamente. Recientemente, a través de estudios de factibilidad para la construcción de centros comerciales, se detectó que el potencial residencial y comercial de la parroquia, ofrece buenas perspectivas de impacto y recepción en la población, necesarias para este tipo de construcciones. Hoy día La Candelaria muestra un abanico de estilos arquitectónicos de distintos momentos históricos acordes con las demandas de funcionamiento y habitabilidad de cada momento que las originó.

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Museo de Bellas Artes, actual Galería de Arte Nacional, sin fecha. Los Caobos. Iglesia Corazón de Jesús, sin fecha. Esquina Corazón de Jesús. Liceo Andrés Bello, sin fecha. Avenida México. 92

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Edificios religiosos, culturales, educativos y recreativos Además de la iglesia parroquial, La Candelaria ofrece otros dos espacios religiosos significativos. Ellos son la iglesia Corazón de Jesús y el colegio Francisco de Sales, construidos a finales del siglo XIX. Ambos destacan por su belleza y riqueza arquitectónica, de estilo neogótico el primero y neoclásico el segundo. En el ámbito cultural, por orden de Juan Vicente Gómez, se construye en 1935 el Museo de Bellas Artes, actual Galería de Arte Nacional; cuatro años después se levanta el Museo de Técnica e Historia, actual Museo de Ciencias Naturales. Ambos fueron diseñados por Carlos Raúl Villanueva. Entre los de carácter educativo están la Escuela Experimental Venezuela, construida por Carlos Blaeschitz en 1937, y el liceo Andrés Bello por Luis Eduardo Chataing, en 1945. En general, el diseño de las edificaciones así como su adecuada

integración urbana y paisajística, han permitido conformar lo que actualmente se conoce como el área cultural de Caracas por excelencia. Este resaltamiento de lo recreacional y cultural, se hace eco de los modos de convivencia que históricamente han caracterizado la zona y que contemporáneamente siguen plasmados en su arquitectura. También los cines como espacios de recreación tuvieron gran auge a mediados del siglo XX. Tanto así que la apertura de salas de cines se podía cuantificar en ascenso durante las décadas de los años cuarenta y cincuenta, entre ellas estaba el Hollywood, el Rex y el Apolo. Sin embargo, ellos dejaron de funcionar en la década de los ochenta, en parte por la implantación de las nuevas redes de cine. Lamentablemente, todos los construidos en la parroquia durante esta época han quedado para uso de talleres, estacionamientos o simplemente han sido demolidos.

Cine Hollywood, 2007. Esquina de Romualda.

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Cine Teatro Imperial, 2007. Avenida Este. Cine Rex, 2006. Avenida Este 5. 94

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Casa del Dr. Ascanio RodrĂ­guez, hoy convertida en hotel, sin fecha. Avenida Este 2.

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CervecerĂ­a Caracas, sin fecha. Avenida Este 2.

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Memorias de 14 esquinas Renny Barrow Castellín

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acia finales del siglo XVIII, las calles y esquinas de Caracas no poseían nombres, sólo se conocían aquellas que tenía como referencia una iglesia cercana, alguna casa de una persona importante, o que hacían alusión a anécdotas suscitadas en el cruce de sus calles. En esos años, el Obispo Diego Antonio Diez Madroreño bajo el proyecto «Plan de la ciudad mariana de Caracas, dedicado a Dios, su santísimo Hijo, santísima Madre y Santos protectores de sus casas y vecinos», decide bautizar las calles y esquinas de Caracas —en este caso se refería a los linderos aledaños a la Catedral de Caracas—, con nombres recordatorios de la vida de Jesucristo y de santos; así como colocar en las esquinas más importantes nichos con imágenes de algún santo o virgen. En cada una de estas esquinas eran colocados, además, faroles alumbrados con velas, lo que comenzó a darle a la ciudad un nuevo aspecto. Con

ello, se inicia en Caracas una precaria iluminación pública que duraría hasta finales del siglo XIX, cuando aparece el alumbrado eléctrico a gas. Sin embargo, desde que La Candelaria fue erigida como parroquia eclesiástica en 1750, la denominación de sus esquinas no obedeció estrictamente a nombres de un santoral. Los nombres de la gran mayoría de ellas han sido producto de algún acontecimiento o anécdota acaecido en determinado momento de la historia o bien llevan los nombres de personajes que hicieron vida en este sector. En las esquinas, por ser un sector privilegiado, también se construyeron edificios civiles y gubernamentales; de igual manera, establecimientos para uso comercial, tales como pulperías, boticas, panaderías, etc. Otras fueron sede de galleras y circos para corridas de toros, como la Gallera de Socarrás y el Circo de Ño Ferrenquín.


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ALCABALA

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En esta transitada esquina existió una estación de control y pago de peaje que daba entrada y salida a la ciudad. En 1772 existieron en Caracas cinco de estas alcabalas: del Camino del Valle, del Camino de la Vega, del Camino de Catia, del Camino de La Guaira y La Candelaria naciente. A principios del siglo XX, allí estuvo una de las estaciones del tranvía de la que actualmente se puede apreciar parte de los rieles por donde se desplazó este medio de transporte urbano.

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ÁNIMAS

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La tradición venezolana refiere que las ánimas son grupos de almas en pena. Con relación a esta esquina, se ha llegado a decir que allí permanece una de ellas. En Venezuela la gente suele ser religiosa, pero contradictoriamente muy supersticiosa. Nuestras abuelas siempre nos contaron que cuando alguien agonizaba se podía percibir el halo espiritual de la partida de esa persona. Si nos remitimos a la Caracas de principios de siglo en donde el alumbrado en las calles se limitaba a las luces de las velas, imaginamos que este tipo de situaciones luctuosas despertaban en la población fabulaciones en torno al significado de la muerte.


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AVILANES

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Hacia el año de 1875, cerca de esta esquina vivieron cuatro hermanos músicos de apellido Avilán quienes fueron muy solicitados para amenizar retretas y fiestas. Por su profesionalismo y la calidad de sus presentaciones, llegaron a ser muy conocidos y apreciados en la Caracas de esa época.

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CANDILITO

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C A R A C A S

En la Caracas del siglo XIX, la iluminación de las calles se hacia con candiles o faroles, que eran colocados en la parte más conspicua de las esquinas. Para 1897, esta esquina ya tenía esa denominación. En Santa Rosalía hay una esquina de nombre homónimo.

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FERRENQUÍN D E

C A R A C A S

A principios del siglo XVIII, vivió en esta esquina un popular personaje de apellido Ferrenquín que poseía un circo en el que se realizaban corridas de toros y actividades relacionadas con la fiesta brava. Para ese momento ese sector fue conocido como el circo Ño Ferrenquín, nombre con el que se conoce aún hoy día.

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LA CANDELARIA

LA CRUZ

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C A R A C A S

Por muchos años existió en esta esquina una cruz. Allí mismo, entre las cuadras de Cruz y Candilito, se celebraron por mucho tiempo las fiestas de Cruz de Mayo, corridas de toros, desfiles de carnaval; incluso, después de la Independencia, también se realizaron conmemoraciones de fechas patrias. También en 1827, en la última visita del Libertador a Caracas, se hizo un templete donde el pueblo le rindió homenaje.


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ROMUALDA

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C A R A C A S

Cerca de esta esquina se encuentra uno de los primeros puentes construidos sobre el río Catuche. Esta obra data de 1735 y su construcción obedeció a la necesidad de garantizar el paso a La Candelaria cuando las fuertes crecidas del río obstaculizaban su paso. A principios del siglo XIX, junto a este puente denominado Catuche o Puente de La Candelaria, vivió Romualda Rubí, una particular cocinera, dueña de una pulpería, y además, gran admiradora del Libertador. Esta señora sufragó parte de las primeras reparaciones que se le hiciera a este puente. En su honor, esta esquina lleva su nombre.

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MIGUELACHO D E

C A R A C A S

En esta esquina funcionó la pulpería de Ño Miguelacho, una de las más populares de la ciudad. Este personaje fue un defensor de los niños y desamparados. En 1813 fue culpabilizado de tener simpatías contrarias al partido oficial, ante lo cual una congregación de niños salió en su defensa, vociferando por su libertad en la Plaza Mayor. La petición fue aceptada por el gobernador.

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LA CANDELARIA

SOCARRÁS

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C A R A C A S

En esta popular esquina de La Candelaria vivió y murió el Dr. Francisco Xavier Socarrás, médico nacido en Puerto Príncipe, Haití. Llegó a Venezuela en 1757. Su casa fue sede de la Botica de Socarrás donde se expendían medicinas. En 1900, en esta esquina sufrió un atentado el entonces Presidente de Venezuela, Cipriano Castro.

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LA CANDELARIA

PUENTE YANES D E

C A R A C A S

Esta esquina debe su nombre al Dr. Francisco Xavier Yanes, originario de La Habana, Cuba, que llega a Venezuela a principios del siglo XIX. Se destacó por su participación en los hechos de emancipación y por realizar escritos sobre nuestra historia nacional. Estuvo casado con la hija del Dr. Socarrás y estableció su casa de habitación en la esquina siguiente a la de su suegro. Cerca de esta esquina, a finales del siglo XIX, el arquitecto Hurtado construyó un puente que oficialmente se llamó Puente Antonio Guzmán Blanco. Sin embargo, teniendo el pueblo la referencia del Dr. Yanes, siempre la llamó Puente Yanes, tal como se conoce en la actualidad.


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PELIGRO

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C A R A C A S

La denominación de esta singular esquina, obedecía a que era uno de los sectores más inseguros de La Candelaria. También desde allí se llegaba a un campo abierto utilizado para el pastoreo del ganado.

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PELE EL OJO D E

C A R A C A S

Sobre el origen de la denominación de esta esquina no hay información precisa. Quizás obedeció a un razonamiento popular: Peligro es el nombre de la esquina que la antecede. Pareciera que ante el peligro había que «pelar el ojo», es decir ‘estar atento’. En 1856, era conocida como Juego de pelota, dado que para esa fecha, este terreno baldío era utilizado para actividades de recreación, o como otros autores han señalado, sirvió de refugio a individuos acostumbrados a los asaltos nocturnos, tan frecuentes en aquellos tiempos cuando la ciudad, prácticamente, permanecía en tinieblas. En esta esquina hubo un comercio que para atraer a sus clientes colocó un letrero de identificación, cuyo enunciado publicitario fue: Pele el ojo a Peligro. La Candelaria de Caracas / 45


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PLAZA ESPAÑA D E

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En 1954, esta esquina fue conocida como Cerrito del Diablo, pues cerca de allí murió una niña que fue maldecida por su madre y como consecuencia, según narración popular, el Diablo se la llevó antes de ser sepultada. Posteriormente, un franciscano le da el nombre de Cerrito de los claveles. Para 1905, se erige allí un monumento en conmemoración a Colón y el lugar pasó a llamarse Macuro. No es sino hasta 1946 cuando cambió su nombre por el de Plaza España, colocándosele un busto de Miguel de Cervantes, del que en la actualidad sólo se encuentra el pedestal.

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SAN LÁZARO D E

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En 1752 funcionó en esta esquina el Real Hospital de San Lázaro, lugar de reclusión de enfermos de lepra, padecimiento también conocido como Mal de Lázaro. Frente a él se extendía la plazoleta de los lázaros, donde los enfermos solían pasear en las tardes soleadas. El hospital fue destruido por el terremoto de 1812.


Vida en La Candelaria actual Anny Bello

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ara la década del cuarenta, hechos históricos como la Guerra Civil Española (1936-1939) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), impulsaron una nueva oleada de inmigrantes europeos, especialmente de españoles peninsulares e insulares, italianos y portugueses que hicieron de esta parroquia un lugar común para vivir. Esta interrelación cultural hizo que se diera una confluencia de distintas historias y modos de vida que le otorgaron cierta particularidad a la zona. Por ello, cuando se hacía referencia a La Candelaria, se pensaba en ella como una de las parroquias más hermosas de la ciudad de Caracas. La identificaba su resistencia a los cambios en medio de una ciudad cosmopolita de rápidos avances. De 114

eso hace poco. El ritmo de la vida actual también la ha impactado. Ahora nos paseamos por una Candelaria que pareciera desdibujarse y alejarse de su identidad original. Las noticias que nos llegan de ella son las que aquejan su urbanidad y seguridad residencial, bajo la informalidad de buhoneros que han invadido sus espacios, con unas resoluciones desacertadas en la reparación de calles y avenidas, y una plaza que atenta contra el descanso y la tranquilidad que

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otrora ofrecía a sus lugareños. Sin embargo, la cotidianidad potenciada por las urgencias inmediatas nos ha hecho olvidar el importante legado patrimonial y cultural que esta parroquia nos ofrece: en pocos metros de recorrido, nos adentramos al encuentro de varios siglos de historia y de arquitectura, de una tradición religiosa que honra a la Virgen de La Candelaria como patrona de la parroquia, un José Gregorio Hernández que está allí, para suplirnos en nuestras necesidades espiritua-

les y de salud, una gastronomía que se ha integrado a la nuestra, conformando ambas cocinas, la venezolana y la europea (española, lusitana, entre otras) en una opción muy buscada y reconocida por comensales de la ciudad. Por ello, en aras de revalorizar sus espacios en 1998 mediante el decreto Nº 82, se declaró a La Candelaria como Parroquia Gastronómica del Municipio Libertador. Asimismo, el Plan Candelaria a la carta, programa para potenciar el carácter gastronómico de la zona, sirvió en su momento, como pretexto para iniciar el rescate de su casco central. Ese legado patrimonial, también la ha hecho considerar como zona turística por excelencia del centro de la ciudad. Como decía Mario Briceño Iragorry, «solemos confundir tradición con involución». Nuestro compromiso como sus habitantes es salvaguardar su patrimonio, y el de nosotros como institución cultural, revalorizarlo, exponiéndolo bajo una óptica distinta, una con sentido gráfico y estético. La Candelaria de Caracas / 47


Nuestra Señora de la Candelaria. Una virgen canaria en Venezuela Renny Barrow Castellín

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a tradición anterior a la conquista de Tenerife por parte de las tropas castellanas refiere el hallazgo de una imagen mariana, el 15 de agosto de 1392, por pastores guanches en las costas de la playa de Chimisay. La leyenda cuenta que estos pastores se encontraron a una señora extrañamente vestida y con un niño, entorpeciendo el paso del ganado. Uno de ellos le hizo señas para que se retirase, por la creencia que prohibía hablarle a una mujer que se encontrara sola en la llanura. Cuando el pastor alzó el brazo, este le quedó totalmente paralizado. El otro pastor al ver lo que sucedía, trató de herir con su cuchillo a la mujer e intentó cortarle uno de los dedos la mano. Para su sorpresa el herido fue él. Los demás pastores salieron corriendo aterrorizados hacia Chinguano, lugar donde se encontraba el rey Acaymo para contarle lo que estaba ocurriendo. El Rey se trasladó hasta la playa 48 / La Candelaria de Caracas

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de Chimisay. Allí vio que la mujer con el niño se mantenían inmóviles. Ordenó entonces a los pastores heridos que tocaran la imagen. De manera milagrosa fueron sanados. Tras la cristianización de la isla, esta imagen fue llamada, Nuestra Señora de la Candelaria. El 2 de febrero de 1497, se celebró la primera fiesta en su honor. Posteriormente, el 12 de diciembre de 1867, el papa Pío IX la declaró patrona de las Islas Canarias. El 13 de octubre de 1889, fue coronada canónicamente por el papa León XIII. Iconográficamente es representada de pie cargando al Niño Jesús a su izquierda; en la mano derecha lleva un cirio, atributo que le da su denominación. A su vez el Niño Jesús sostiene entre sus manos una paloma. La imagen que está en Caracas, copia fiel de la que se encuentra en Tenerife, nos recuerda la purificación de María y la presentación del Niño Jesús ante el templo. Desde 1708, los venezolanos le rendimos culto en el templo que construyeron los canarios en La Candelaria.


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La fiesta de la Virgen de la Candelaria se lleva a cabo el dos de febrero de cada año. Esta celebración tiene como actividad principal su veneración y la bendición de velas. Esta se realiza al final de la tarde y consiste en que los devotos se presentan al templo con tres o más velas para ser bendecidas. Según la doctrina católica, el cirio es un símbolo de la pureza: «La pureza de su cera es la imagen de la pureza del corazón; su llama la del Amor Divino; es además el cirio el homenaje que se ofrece al Dios, a la Virgen y a los Santos cuando se implora su protección». En este día, en nuestro país, se quitan los pesebres o nacimientos. Concretamente en los Andes, representa la culminación de la celebración de la Paradura del Niño Jesús, y por consiguiente de la Navidad. La fiesta en honor a Nuestra Señora de la Candelaria se celebra de muy diversas maneras en otras ciudades de Hispanoamérica.

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La Candelaria de Caracas / 49


José Gregorio Hernández. El Siervo de los venezolanos en La Candelaria Anny Bello

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ace el 26 de octubre de 1864, en Isnotú, estado Trujillo. De su vida merecen ser conocidas sus dos grandes pasiones: la medicina y la religión. En 1878, se traslada a Caracas a estudiar Preparatoria y Filosofía en el colegio Villegas. Allí se destaca por su alto rendimiento escolar, su buen comportamiento y virtudes. Tiempo después ingresa a estudiar Medicina en la Universidad Central de Venezuela donde se recibe como médico en 1888. Después de graduarse de Bachiller en Ciencias Médicas y con apenas 22 años, presenta el examen que compendiaba sus estudios generales de Medicina. Una vez graduado, se traslada a Trujillo donde desafortunadamente se le dificulta encontrar el campo propicio para desarrollar su profesión. Estando allí, recibe una carta «de su profesor y maestro el Dr. Calixto González, médico de cabecera del señor Presidente de la República, Dr. Juan Pablo Rojas Paúl, donde le contaba que el gobierno pensaba implantar en Venezuela los estudios de Microscopia, Bacteriología, Histología normal y patológica y Fisiología experimental, y que para ello había creado una resolución creando una beca en París…» 1. Por decreto ejecutivo del 31 de julio de 1889, al Dr. José Gregorio Hernández le fue asignada la 50 / La Candelaria de Caracas

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beca para estudiar en París. De regreso a Venezuela se dedicó a la docencia y a ejercer la medicina. A la par de su vida profesional, José Gregorio había mantenido una profunda inquietud por la vida religiosa. En 1908 solicita su ingreso a la Orden San Bruno, del Convento de la Cartuja de Farneta de Lucca en Italia. En este lugar fue asimilado como Fray Marcelo. La Cartuja es una orden religiosa fundada en 1084 de reglas sumamente estrictas. Las labores allí realizadas son las del rezo, el ayuno, el estudio y el trabajo, en el más absoluto silencio. El sistema de vida de la Orden de la Cartuja le resultó difícil de superar a José Gregorio, en vista de su vulnerable condición de salud. Regresó a Caracas el 21 de abril de 1909. Después de este acercamiento frustrado a la religión, se dedicó a estudiar Teología para recibirse como sacerdote en el Seminario Metropolitano. Para ello debía renunciar a su profesión de médico. Pero estando en el seminario fue presionado por alumnos y profesores para que retornara a sus labores como docente. Ante la presión de tal solicitud tuvo que renunciar nuevamente a la in-

tención de recibirse como sacerdote. La respuesta no se hizo esperar y por decreto presidencial José Gregorio Hernández debió volver al salón de clases. Asimismo, tuvo inclinación por la escritura, los ensayos filosóficos y científicos. Entre algunas de sus publicaciones cabe mencionar Elementos de bacteriología (1906), Sobre la angina de pecho de naturaleza palúdica, Elementos de filosofía (1912), entre otros escritos. Después de cuatro años dedicados a la investigación y a la docencia, retoma su intención de dedicarse a la vida religiosa y en 1913 ingresa al Colegio Pío Latinoamericano de Roma. Al poco tiempo de estar allí enferma de pleuresía. Su delicada y lenta recuperación le obligó a salir de este lugar, para evitar las desfavorables consecuencias que pudiera causarle el invierno. A su regreso al país, retoma su rutina de oraciones, docencia y atención a los enfermos. En la tarde del domingo 29 de junio de 1919, entre las esquinas de Amadores y Urapal, fue arrollado por un automóvil. Su muerte causó tal conmoción

que ese día fue declarado de duelo nacional. El cortejo tal como lo dictaba la costumbre había de hacerse en el carro fúnebre, pero la gente enardecida reclamó al Dr. José Gregorio para llevarlo entre sus hombros. Ello hizo que el trayecto hasta el Cementerio del Sur se hiciera largo, llegando la noche antes de poder ser enterrado. Por sus innumerables milagros se inicia el proceso para su canonización en 1946. En 1972 el Vaticano le confirió el título de Siervo de Dios, y el 16 de enero de 1986 el de Venerable. Fue exaltado como médico, santo y reconocidas sus virtudes morales sobrenaturales o cardinales, llamadas así por la Iglesia, como son: la prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Tiempo después, el 23 de octubre de 1975, sus restos fueron trasladados al Bautisterio de la Iglesia de la Candelaria, donde actualmente reposan. Mientras tanto aún los venezolanos seguimos abogando por su beatificación.

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1 CACUA PRADA, Antonio. El siervo de Dios José Gregorio Hernández. Médico y santo. Editorial Planeta, Caracas 1987, p. 33.

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El Ministerio Público: impulsando la cultura ciudadana

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esaltar el sentido de pertenencia y ubicar los íconos claves de la identidad parroquial son dos de los motivos que animaron al Ministerio Público a organizar, conjuntamente con el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos CruzDiez, la muestra Piedra, metal, cemento, texturas y colores. Elementos para figurar en lo urbano. En un encuentro desde la avenida México hasta la Plaza de los Museos, se mostró al público la riqueza de un legado artístico significativo. Cobraron vida muchas de 122

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las piezas del escultor margariteño Francisco Narváez y la importancia que para la ciudad tiene la valoración del legado de este venezolano. El Ministerio Público invitó a un recorrido por estos monumentos, no sólo de Narváez sino de otros grandes escultores, que nos hablan con pasión, amor integral y transformación. Esta fue la cuarta exposición que ha impulsado el Ministerio Público con el propósito de estrechar vínculos interinstitucionales, además de reforzar valores como la identidad, el arraigo por el terruño, la huma-

nización de los espacios colectivos, la armonización de la convivencia urbana a partir de la valoración del arte, y la preservación de las más importantes tradiciones, culturales, religiosas e históricas. Con esta muestra insistimos en la labor de propiciar un acercamiento entre el ciudadano y el hecho creativo. Ya no se trata de trazar una barrera muchas veces infranqueable entre la obra y el espectador, sino de fomentar un acercamiento real y válidamente trascendental entre el ciudadano y la obra artística como parte de un entorno que lo huma-

niza y lo revalora. Esta relación que se traduce en una mejor calidad de vida viene dada al percibirse el arte como elemento de bienestar individual y colectivo. He aquí nuestro humilde aporte, gracias al Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez que emprendió este reto de caminar junto con nosotros para propiciar la participación y el disfrute de la experiencia artística a escala urbana. Julián Isaías Rodríguez Díaz Fiscal General de la República


La Candelaria: itinerario de una identidad

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escatar el sentido de identidad fue la intención de la muestra Piedra, metal, cemento, texturas y colores. Elementos para figurar en lo urbano que organizó el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez, conjuntamente con el Ministerio Público. Además de mostrar el itinerario de una identidad a través de la estatuaria urbana, esta institución a partir del esfuerzo compartido con el Museo Cruz-Diez, ha querido resaltar la relación que tiene el Ministerio Público con La Candelaria 123

como parroquia de gran personalidad y arraigo popular. Se hace pertinente señalar que esta exposición es también una manera que tiene el Ministerio Público de manifestar su orgullo de formar parte de una populosa parroquia que encierra en todo su ámbito la tradición y el progreso. El sentido de la tradición está en permanecer fiel a sí misma y a sus valores fundamentales. El progreso viene por su capacidad de adaptarse a la dinámica de una urbe cambiante. El recorrido de esta estatuaria nos servirá también para hacer nuestro

propio inventario de una parroquia que guarda en su interior el peso de una gran tradición. La herencia española y su aporte productivo representa una alternativa recreativa para los caraqueños y visitantes, quienes podrán reconocer parte de su historia personal y colectiva en los restaurantes de abolengo, las tascas donde el fútbol forma parte de un ritual inquebrantable, el antiguo cine Imperial, los cafés de discreto sabor europeo, entre otros espacios que invitan al disfrute pleno de la vida urbana. Es también el reconocimiento a

una comunidad emprendedora y amante de su herencia cultural, que hoy por hoy forma parte del patrimonio de Caracas y todo el país, que se sumará con entusiasmo y orgullo a la invitación formulada desde el Ministerio Público. Ydelisa Rincón González Asesora de Cultura del Ministerio Público

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Piedra, metal, cemento, texturas y colores. Elementos para figurar en lo urbano Renny Barrow Castellín

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as obras monumentales en los espacios públicos dan carácter y particularidad al paisaje urbano. En la parroquia La Candelaria, estos constituyen su pasado y su riqueza patrimonial. Piedra, metal, cemento, texturas y colores. Elementos para figurar en lo urbano, abierta en los espacios de la Fiscalía General de la República en el marco de La Candelaria de Caracas nos propone descubrir la fisonomía de un destacado grupo de obras urbanas desarrolladas a partir de 1911. Piezas que obedecen a proyectos de diseño urbano e integración del arte a los espacios públicos. Ellas se encuentran ubicadas en lo que hemos denominado la ruta cultural de La Candelaria, que inicia en Parque Carabobo, continuando con la avenida Universidad, plazas Candelaria y Urdaneta, avenida México, Bellas Artes, para finalizar en la Plaza de los Museos. Algunas de las piezas tocan temas alegóricos a la educación y las bellas artes, o bien honran a venezolanos destacados en las letras y las ciencias; otras conmemoran hechos que sellaron nuestra independencia nacional a través de héroes patrios nacionales. La historia latinoamericana también tiene su representación con la 54 / La Candelaria de Caracas

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Francisco Narváez. Estatua ecuestre del General Rafael Urdaneta (1955), 2006.

estatuaria alusiva a héroes de México (General Lázaro Cárdenas del Río, Benito Juárez García, Margarita Maza de Juárez y José María Morelos y Pavón), obsequio del gobierno de ese país, que aún hoy vemos en la plaza Morelos y en la avenida México. Destacados artistas se dan cita en el recorrido urbano de La Candelaria: Francisco Narváez, Baltasar Lobo, Ernesto Maragall, Harry Abend, entre muchos otros. Precisamente, uno de los artistas venezolanos que ha dejado un vasto legado en este tipo de

intervenciones monumentales, es el maestro Francisco Narváez, quien junto con Carlos Raúl Villanueva, desarrolló varios trabajos de integración entre la arquitectura y el arte. Es por ello que en esta muestra, ofrecemos un merecido homenaje a este escultor neoespartano por el importante trabajo de intervención urbano realizado en La Candelaria. Varias piezas ejemplifican su producción: Fuente de Parque Carabobo (1934), Frutas y El café (ambas de 1939) dos esculturas realizadas en madera caoba para el liceo Andrés Bello, estatua ecuestre del General Rafael Urdaneta (1953), los relieves de la Galería de Arte Nacional y del Museo de Ciencias (ambos ejecutados entre 1937 y 1939). También es digna de considerar la labor del Metro de Caracas y su programa de embellecimiento en el perímetro de las salidas de sus estaciones, iniciativa denominada acertadamente Trayectos para el arte. Más recientemente, como parte del proyecto Murales artísticos para Caracas se ejecutaron en el Municipio Libertador, algunas propuestas artísticas dentro de este gran plan, que ha permitido ennoblecer zonas específicas de la parroquia. En definitiva, La Candelaria y sus obras monumentales, en complicidad con el tiempo transcurrido, son parte de la historia que encierra nuestra ciudad caraqueña.


La ruta por la estatuaria urbana. Con las manos en la piedra El Museo Cruz-Diez y el Ministerio Público inauguraron una exposición fotográfica que permitirá observar la obra de varios artistas plásticos en el contexto urbano, en especial, el amplio legado de Francisco Narváez Milagros Pérez

Francisco Narváez. Detalle de la Fuente de los indígenas (1934), 2007. Parque Carabobo.

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rancisco Narváez, aquel joven margariteño que en 1922 salió de Porlamar para encontrarse con el arte de la capital y, más tarde, con el aprendizaje de la pintura y la escultura de la Academia Julián, por allá en la Ciudad Luz, materializó, por primera vez, su estatuaria en la parroquia La Candelaria en 1934, cuando se insertó en una serie de intervenciones artísticas-urbanas en compañía del arquitecto Carlos Raúl Villanueva. Este escultor de la venezolanidad, cobra vida en muchas piezas que rodean plazas y esquinas de la parroquia La Candelaria, lugar por antonomasia donde ha descansado la sede principal de la Fiscalía General de la República.

Por aquellos días de 1934, es contactado por Villanueva para remodelar la fuente de la llamada Plaza de la Misericordia, hoy conocida como Parque Carabobo, lo que abrió una vasta relación de amistad y de trabajo entre el arquitecto y el artista plástico. Luego de la remodelación de la fuente plaza, titulada por Narváez como Fuente de los indígenas pasan muchas lunas, entre las cuales diseñó y esculpió relieves, tallas monumentales, otras fuentes, esculturas, bustos, que sirvieron de identidad a muchos espacios y edificaciones como las del Instituto Pedagógico de Caracas, liceos Fermín Toro y Andrés Bello, Plaza O´Leary, Escuela Militar, Ciudad Universitaria y plaza La Candelaria. Los críticos distinguen varios períodos en Narváez, el figurativo, el ornamental, el abstracto lírico y, por el último, el abstraccionismo geométrico. En las dos primeras predomina la temática autóctona, indigenista y mitológica. En el segundo, se centró en tallas estilizadas en las cuales se desvanece la

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figura humana, mientras que en el último muestra grandes planos geométricos. En ese periplo de dar forma y volumen a la piedra, concibió su pieza Maternidad que se convirtió en la puerta de entrada, conjuntamente con las Tres figuras de Marisol Escobar y el Tótem de Pedro Barreto, del Museo de Arte Contemporáneo Mario Abreu y de la Casa de la Cultura de Maracay. Obras que tuvieron un alto significado para los habitantes y asiduos visitantes del movimiento cultural y político de la capital aragüeña. El toque mágico nuevamente se conjuga hoy con la exposición Piedra, metal, cemento, texturas y colores. Elementos para figurar en lo urbano que será por un tiempo la puerta de entrada al edificio sede del Despacho del Fiscal General de la República. Dos instituciones se dan la mano, el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez, y el Ministerio Público, para rendir homenaje a la parroquia La Candelaria, generando un espacio de encuentro con el

Baltasar Lobo. Le levant (1962-87), 2007. Paseo José María Vargas.

La estatuaria urbana La exposición que desde el 28 de marzo se podrá visitar y observar en la planta baja del edificio sede del Fiscal General de la República, contará con fotografías de la obra ornamental y decorativa de Parque 127

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arte público, y en especial, con la obra de Narváez. Esta exposición sobre la estatuaria, es parte de la muestra organizada por el Museo Cruz-Diez titulada La Candelaria de Caracas que contempla varias sedes simultáneas, entre las cuales el Ministerio Público se insertó para promover el trabajo escultórico que rodea a la parroquia. De esta manera se busca «provocar una actitud de conciencia colectiva que permita su conocimiento, valoración y conservación», tal como lo han expresado los organizadores de la exposición que persiguen, fundamentalmente, lograr una toma o ruta artística de La Candelaria para dar a conocer las manifestaciones artísticas de las comunidades cercanas al recinto museístico.


Carabobo, avenida Universidad, Plaza La Candelaria y Urdaneta, avenida México, Bellas Artes, finalizando en la Plaza de los Museos. En la muestra diseñada por el Museo Cruz-Diez y el Ministerio Público, se presentan obras de Ana Ávalos, Carlos Cruz-Diez, Hugo Daini, Lorenzo González, Ernesto Maragall, Juan Olanguibel, Ernesto Tamariz, Baltasar Lobo y, por supuesto, Francisco Narváez, a quien se le rinde especial homenaje. Es así como podremos apreciar un trabajo museológico importantísimo de valoración del patrimonio urbano, en el cual se muestran fotografías de planos de evolución de la otrora Plaza de la Misericordia, llamada así porque en el sitio estuvo la casa donde fue condenada a prisión Joaquina Sánchez, esposa de José María España, precursor independentista, y donde actualmente hay una placa conmemorativa que también será mostrada en la exposición. Allí también estará todo el trabajo escultórico en detalles de la Fuente de los indígenas, de varios bustos

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Juan Olaguibel José María Morelos y Pavón (1948), 1954. Antigua plaza México actualmente plaza Morelos. Ernesto Maragall. Mujer en reposo, 1937. Galería de Arte Nacional.

Lorenzo González. Eva después del pecado, 1905. Galería de Arte Nacional .

que datan de 1911 como el de Pedro Camejo o del General Farriar, murales como el del liceo Andrés Bello, estatuas como la de Rafael Urdaneta que data de 1955, de Benito Juárez o Lázaro Cadenas, relieves de la Casa Italia, la Campana de Dolores en la plaza Morelos, el busto de Alberto Adriani y Juan Montalvo, las alegorías de Narváez en la antigua sede del Museo de Bellas Artes, la mujer en reposo de Maragall, o el jardín de las esculturas del MBA. El Museo Cruz-Diez y el Ministerio Público rinden homenaje al espacio urbano que los circunda, a la parroquia que los alberga, a los ciudadanos y ciudadanas que conforman una comunidad de fuertes raíces históricas, pero, en especial, a la obra de Francisco Narváez, quien dio vida a su última pieza Armonía de volúmenes en el espacio en la estación La Hoyada del Metro de Caracas para, luego en 1982, despedirse de todos sus personajes que, hoy y siempre, rodearán muchos de los rincones de La Candelaria.

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os grandes obras artísticas del escultor Harry Abend dan la bienvenida a quienes acuden al edificio donde funciona la Sede del Despacho del Fiscal General de

bas obras, el autor logró combinar con maestría el leguaje escultórico y arquitectónico. La primera es una estructura cúbica, de más de tres metros de alto, ubicada a la izquierda, justo antes de acceder a la puerta principal, que es la segunda obra. Las dos piezas realzan el diseño arquitectónico contemporáneo del edificio que proyectó Una visión integradora del lenguaje Óscar Solórzano escultórico y arquitectónico como un espaen el espacio urbano cio que integrara el descanso la República. Esculpidas en metal y la recreación, con la actividad texturizado, se integran en perfecta comercial propia de la parroquia La armonía con el diseño del arquitec- Candelaria. to Óscar Solórzano, quien en 1984, La obra, apostada frente a la cohizo realidad un proyecto destinado nocida Plaza Parque Carabobo, a un uso distinto al que hoy tiene. fue concebida, en opinión de SoLos elementos arquitectónicos lórzano, como respuesta al deseo fueron especialmente creados por de tener núcleos de modernismo y Abend para complementar el dise- desarrollo productivo, como partes ño exterior del inmueble. En am- de un todo.

La arquitectura fusionada con las artes /Antonio Afonso

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Inicialmente fue construido bajo un concepto de utilidad mercantil. Su planta baja estaba integrada por dos espaciosos locales comerciales y cada uno de sus catorce pisos, albergaba ocho oficinas para ser vendidas a particulares. Este edificio formó parte de una serie de construcciones contemporáneas que nacieron en la década de los ochenta, y constituye una pieza importante dentro de un gran complejo arquitectónico y paisajístico que, entre muchos otros, complementa las grandes infraestructuras del centro al este de la ciudad, tales como el teatro Teresa Carreño y las torres de Parque Central. En 1985, una entidad financiera compró el edificio en su totalidad. Esto motivó a que sufriera modificaciones estructurales para adaptarlo a las nuevas necesidades. Con esto desaparecen los locales comerciales, se habilitan áreas de servicio de atención al público, los módulos para los distintos departamentos de la entidad financiera y en los dos últimos pisos, las oficinas

de la directiva y de la presidencia. También se transforman los estacionamientos para vehículos y se agrega un helipuerto en su azotea a exigencia del nuevo propietario. Al desaparecer la institución bancaria, luego de una crisis financiera, la tutela administrativa de su infraestructura es asumida por el Fondo de Garantía de Depósitos y Protección Bancaria (Fogade), y pasa a ser sede provisional del Ministerio de Hacienda. Luego de cuatro años de gestión, en 1997, el Ministerio Público adquiere el edificio Banco La Guaira, ubicado entre las esquinas de Misericordia y Pele el ojo, parroquia La Candelaria, Municipio Libertador del Área Metropolitana de Caracas. Fue inaugurado oficialmente el 13 de noviembre de 1998, por el Fiscal General para la época, Iván Darío Badell González. Actualmente, es la sede del Despacho del Fiscal General de la República. Cuenta con una superficie total de dos mil seiscientos sesenta y siete metros cuadrados, de los cuales, mil quinientos siete corresponden a las

parcelas en las que está construido el edificio y mil ciento cincuenta y nueve lo constituyen los cuatro lotes de terrenos adyacentes, previstos para la ampliación, a futuro, de la sede principal del Ministerio Público.

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La puerta de Harry Abend está en la entrada de la Fiscalía General de la República.

Orfebre, grabador, escultor Harry Abend nace en Yaroslau, Polonia, el 5 de mayo de 1937. Vive en Venezuela desde que tiene once años. Ingresa al colegio Moral y Luces y luego al liceo Andrés Bello de Caracas. Es arquitecto, egresado de la Universidad Central de Venezuela. Trabaja la orfebrería, diseñando piezas en oro, plata y piedras preciosas. Elabora esculturas en madera, vaciados en concreto y bronce. También diseña y elabora elementos arquitectónicos a gran escala (puertas, muros, techos y fachadas). Sus obras se pueden apreciar en edificios importantes como el teatro Teresa Carreño y en sinagogas como la de la Unión Israelita de Caracas, dada la naturaleza judía del artista. Además, es grabador, dibujante en grafito y xilógrafo. La Candelaria de Caracas / 59


S

i Venezuela tiene a España en el corazón, ese corazón está en La Candelaria. No hay otro espacio en la ciudad que tenga tales características ni se encuentre tan identificado con lo que nosotros llamamos la hispanidad, como este. Tal vez donde mejor se siente y vive esta sensación es en la comida. Uno puede caminar cuadras y cuadras y

de cocina italiana, uno de cocina árabe, uno de cocina china y hasta un sushi bar, cosa que parecería un sacrilegio, pero no, obedece al espectro heterodoxo y complejo de nuestra ciudad. Uno de mis sitios preferidos y donde vuelvo regularmente con la misma nostalgia de hace treinta años, es el Bar Basque, una verdadera institución que se mantiene en manos familiares con una continuidad culinaria digna de imitar. Primero fue Juanito, en la sala, y su fiel Blanca Royo en la cocina; hoy es el nieto Carlos Navas quien dirige los fogones, mientras Maribí, siempre impecablemente ataviada y de peluquería, recita la comanda sin necesidad de recomendaciones: «Aquí todo es bueno, así es que pide lo que quieras, que te va a gustar». Y es verdad. Otro lugar de grata recordación para mí es La Tertulia, en la esquina de Alcabala. Allí conocí a mi esposa un 16 de julio, en la

noche, en esas rondas de bares y cantinas que hacíamos luego de nuestra jornada de reporteros en El Nacional. Al salir de allí, y para no ir más lejos, nos metíamos en La Cita, o en El Pozo Canario, o en el Achury o, simplemente, donde consiguiéramos puesto, pues, en aquellos años, todo estaba lleno y uno podía ver amanecer sin temores por esas calles. De los buenos restaurantes de esa época queda El

Comer en La Candelaria / Miro Popic encontrar a puertas seguidas, tascas y restaurantes donde la sazón española reina con su aroma inconfundible. ¡Es algo increíble! En nuestra Guía Gastronómica de Caracas tenemos registrados 45 restaurantes, la mayoría de ellos concentrados en las cuatro cuadras principales ubicadas alrededor de la plaza La Candelaria. La mayoría son españoles, con ciertas excepciones, como dos de cocina venezolana, dos 60 / La Candelaria de Caracas

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Guernica, La Carabela, el legendario La Casbah, con sus mesoneros vestidos a la antigua donde uno se siente como en la película Casablanca, el minúsculo Real Madrid, cuyo nombre lo dice todo, y tantos otros que sería largo enumerar. La Casa de Italia ya no tiene el esplendor de antaño, lo cual es una lástima. La cocina venezolana incursionó hace menos de diez años por esos lados, con La Guayaba Verde, de Tracabordo a Miguelacho, y La Cocina de Francy, de Monroy a Tracabordo, a los que se les sumó últimamente Los Nuevos Chefs, con su modesta y honesta cocina casera. Algo que sin duda hacía falta. Los españoles tienen por costumbre el tapeo que consiste en ir de tasca en tasca, probando pequeños platos para picar junto a un vaso de vino. Esto se puede hacer en La Candelaria, uno de los pocos lugares donde uno se siente gente, caminando sin prisa, escuchando propuestas, hablando con los vecinos, haciendo ciudad. ¡Nos vemos en la próxima esquina!


A

pesar de los estragos que han hecho padecer el tiempo y la historia, La Candelaria se distingue por la identidad, el arraigo y el amor que sembraron sus primeros habitantes de origen canario. Desde antaño, hogar de una mezcla de culturas europeas, que hoy se co-

nos van guiando en su recorrido. Modernos locales conviven con los abultados tarantines del comercio informal apostados en las calles donde se ofrecen sus mercancías variopintas. En ocasiones, sin darnos cuenta caminamos sobre lo que en un tiempo fue la ruta del tranvía o, visitamos ruinas y escombros de lo que fue una hermosa pieza arquitectónica como el Cine Rex, otrora espacio de entretenimiento convertido hoy en taller mecánico. Pero aun así, los referentes de lugares y espacios no han sido borrados de la memoria. Puentes que se mantienen en pie y estatuas que permanecen silentes y vigilantes, junto a casas de estilo colonial conforman su historia. A ello se suman los restaurantes que han permitido mantener y conocer la cultura culinaria europea. Para los más devotos está la Iglesia de la

Inventario I. Bitácora de una parroquia /Argenis Mondragón munican en un español criollo con el rastro del acento de sus lenguas originales. A esta parroquia ubicada al centro de la ciudad, se puede llegar a través de distintos puntos, ya sea tomando el Metro para desembarcar por las estaciones Bellas Artes o Parque Carabobo, o tomando transportes urbanos que conectan con las avenidas Bolívar, México o Urdaneta. Los particulares nombres de sus esquinas, comercios y edificaciones

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Edificaciones de distintas décadas se mezclan en La Candelaria

Santísima Cruz y de Nuestra Señora de la Candelaria, donde reposan los restos del doctor José Gregorio Hernández. A La Candelaria la distinguen también sus personajes anónimos. Tal es el caso de los jugadores de ajedrez, del grupo de señores amigos que se sientan cada día en las barandas que bordean la plaza o de los que frecuentan el club del adulto mayor bautizado como Quinceañeros de antaño.

Por último, llegando a la avenida Urdaneta en la parada obligada del semáforo, nos conseguimos en horas vespertinas con un pintoresco señor, que se ubica en la isla de esta avenida, para hacer malabares con un aro de plástico, conocido como hula hop, atrapando la atención de transeúntes y conductores. Un espectáculo gratuito que completa la cotidianidad característica de la parroquia. La Candelaria de Caracas / 61


C

ada territorio, zona geográfica o área van integrándose de acuerdo a un alma que la cohesiona, que la unifica. En la parroquia La Candelaria de Caracas, no hay duda de que esa alma se constituye por la multiculturalidad producto de su relación con los inmigrantes.

Anauco, ¡mil veces venturoso! / Hans Lorenzo La inmigración «sembró» varias de sus características más destacables: la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria, iniciativa y patrona de los isleños canarios, juntamente con la plaza que siempre acompañó a las iglesias coloniales; el comercio, en especial su expresión gastronómica; y las costumbres y culturas de los hermanos de otras tierras, como fueron las corridas de toros o 62 / La Candelaria de Caracas

las todavía existentes reuniones o tertulias en la plaza. Pero otro rasgo destacable que conforma el alma del territorio, es la geográfica y natural de la zona. Y entre varias, la que mejor la caracteriza son los ríos Catuche y en especial el Anauco. Anauco viene de la denominación que los habitantes originarios daban a un árbol grande (10 a 15 metros de altura) de las especies de búcaros o bucares. Árbol íntimamente ligado al entorno natural colonial, por proveerle de la sombra necesaria a las plantaciones de cacao extendidas en los alrededores del río por varios siglos hasta años avanzados del siglo veinte. El Anauco fue referencia importante en la pequeña y gran historia del valle de Caracas y de Venezuela. En sus riberas socializaron los habitantes de la ciudad, tomando baños en su otrora caudaloso torrente, o lavando ropas en sus limpias aguas. Por sus empinados barrancos pasaban los suministros de productos para la ciudad y para exportación atravesando el camino, inicialmente improvisado, hacia las haciendas

ubicadas al este del valle. Barrancos y crecidas del río fueron salvados ya en 1790, con la construcción del puente que todavía dichosamente conocemos hoy. Con el puente aumentó la importancia de la Calle Real de La Candelaria unido al entonces llamado «camino a Chacao», constituyéndose en el principal eje de la ciudad. Puente que resistió al terremoto de 1812. Por allí pasaron Humboldt y Bonpland, acompañados por Andrés Bello, en ruta a la expedición que realizarían por la montaña del Ávila en 1800. Camino y puente que fueron surcados por alrededor del ochenta por ciento de la población de Caracas, en la conocida y dramática inmigración a oriente, que encabezaba Simón Bolívar, huyendo aterrorizada ante la inminente llegada de José Tomás Boves en 1814. Un historiador realista relató lo siguiente: «El camino de Chacao estuvo todo el día cubierto de una columna de gente de todas las edades, que huían despavoridas». Ya al conquistar Venezuela su independencia, la Calle Real fue lla-

mada calle Los Bravos. Por allí pasó el Libertador el 14 de enero de 1827 en su última estadía en Caracas, en vía a la recepción que le dio el Marqués del Toro en la Quinta Anauco. Hasta bien entrado el siglo veinte, el trazado del Anauco fue el límite urbano del este de la ciudad. El desarrollo urbano rebasó apresuradamente toda contención. Las políticas públicas subalternas y alejadas de las comunidades, degradaron el río y provocaron el desarraigo de los habitantes para con el espacio. El trazado del río y del puente, hoy día subestimados, vibran con su historia, cotidiana y trascendente, para que las comunidades lo retomen fundamentalmente en su interrelación humana con el entorno natural originario, para que sea un espacio de integración social. Y así recobre vida junto a la poesía dedicada por Andrés Bello al Anauco: «Tú, verde y apacible ribera del Anauco, para mí más alegre, que los bosques idalios. ¡Mil veces venturoso!».


I

sidoro Cabrera, caraqueño «rajado», nació entre las esquinas Teñidero y Chimborazo de La Candelaria. Sus padres de origen canario Victorino Cabrera y Carlina Carmona tuvieron cinco hijos ejemplares: Hilda de Ramírez, Adelina de Yerena, Ana de Gaitán, Yolanda de Rojas e Isidoro, quien siguió la tradición de cochero de su padre. El señor Victorino que ya tenía muchos años de experiencia en este oficio, le cedió a Isidoro su viejo coche, quien de inmediato comenzó a conducirlo para el sustento de la familia. El título de cochero de Isidoro data de 1911, cuando Caracas, «Sultana del Ávila», estaba rodeada

Churucuto, Del Caracas que se fue. La última lechuza. Tomado de: «Semanario Humorístico Fantoches», Caracas, 18 de marzo de 1939, p. 18.

El último auriga o cochero, nació en la parroquia Candelaria / Rafael A. Pérez Granadillo de verdes y altos árboles, ceibas, robles, apamates, mangos y hasta yagrumos. Le gustaba conducir en horas nocturnas. Se estacionaba en frente de famosos centros, tales como los clubes Venezuela, Central, Democrático, Gallo Rojo en Quebrada Honda y Molino Rojo. En este último lugar de fiestas y buenas bebidas, conoció al General Cipriano Castro, quien siempre acostum-

redó de su padre. También prestó sus servicios a médicos de la talla de José Gregorio Hernández, don Juan Ernesto Branger, quien le obsequió dos de sus caballos, de nombres Tremendo y Seguridad. Transportó también al doctor Gallegos Mancera, así como a bohemios, poetas, escritores y músicos. Realizó trabajos de ayuda en epidemias que azotaron Caracas y su población, como la gripe española, la peste negra y otras más. Isidoro falleció en Caracas un domingo 29 de diciembre. Fue auriga por más de cincuenta años, reconocido por la patria como ejemplar cochero y como hijo de la parroquia La Candelaria. En su memoria el famoso Luis María «Billo» Frómeta, compositor de origen dominicano, le dedicó la canción Epa Isidoro. Viva en la memoria Isidoro, el último auriga o cochero de Caracas. Viva la cultura popular.

braba a visitarlo y donde solía fiestear con sus amigos de «farras». Esa historia y la de muchos otros parranderos, que gozaban de buena fama y prestigio en la linda Caracas, eran contadas por Isidoro. Otro de los presidentes, que conoció fue al General Ignacio Andrade, quien le donó un Victoria inglés que reemplazó al viejo coche que heLa Candelaria de Caracas / 63


L

El interés de todos a palabra comunidad generalmente va asociada a la idea de poseer algo en común. En efecto, el término viene del latín comunitas, - atis, y significa ‘calidad de común’, o lo que es propio de todos 1. Comunidad implica compar-

presas. Una misma religión puede dar pie a una comunidad de creyentes en ella. Un vecindario es una comunidad de personas que habitan en una misma zona. Un grupo de individuos pueden formar una comunidad para buscar la solución a un problema que les afecta por igual. Las comunidades no siempre poseen ubicación física, pues están definidas por los intereses comunes de quienes forman parte de ella; es el caso de las «comunidades virtuales» repartidas en foros, mensajerías instantáneas y weblogs constituidas por unas poblaciones que comparten vía Internet. También se crean comunidades dentro de otras mayores; la familia es una comunidad que se puede ubicar dentro de un vecindario, este en un municipio, después tenemos las provincias, las regiones, los países, los continentes, etc.

En torno a la idea de comunidad / José Ignacio Herrera tir. Podemos decir que lo compartido entre varios nos lleva a estar en comunidad. Así por ejemplo, una «comunidad estudiantil» incluye a todas aquellas personas que comparten el hecho de ser estudiantes. Si hablamos de una «comunidad empresarial», allí podemos agrupar a todos los individuos cuyas acciones están directamente vinculadas con las actividades propias de las em-

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De esto último se desprende que los vínculos que establece una comunidad son complejos. Por ejemplo, en el caso de un caserío, apartado de otros pueblos, sus nexos parecen fáciles de identificar pues pensamos que su patrón de interacción humana se estblece entre los residentes de esa zona; sin embargo, estos interactúan con gente de otra localidad, se relacionan de múltiples maneras, puede ser que se casen y tengan familia con ellos; como consecuencia sus vínculos se amplían a otros espacios, se asocian con otros intereses. De aquí que la comunicación se considera inherente a la idea de comunidad. ¿Qué une a las personas en una comunidad? De acuerdo con lo mencionado, y en términos generales, la respuesta sería, en primer lugar, un espacio en el que llevamos a cabo nuestras acciones y por ende con el que nos identificamos. Este territorio puede ser físico y de diversas dimensiones como la casa, el vecindario, la ciudad, país o con-

tinente en que vivimos, la escuela o la empresa en que trabajamos, o virtual como en el caso de los grupos de internautas. Luego, está una demanda externa que nos lleva a unirnos, a mancomunar esfuerzos para buscar la solución a una determinada situación; esta puede ser la distribución del agua en un poblado, la elección de una autoridad, el destino de unos fondos financieros, las mejoras a un condominio, etc. Por último, podemos mencionar una noción de colectivo, una visión de conjunto, una idea de nosotros basada en un interés común. Esta identidad de grupo conduce al establecimiento de un sistema de valores que posibilitan la convivencia en armonía. Como ejemplo se puede citar el ideal de la Revolución francesa resumido en los conocidos conceptos de libertad, igualdad y fraternidad, destinados a la consideración por igual de todos los miembros de un grupo social. Podemos recordar al maestro Simón Rodríguez, cuando decía que los hombres están en sociedad

solo «…para consultarse sobre los medios de satisfacer sus deseos, porque no satisfacerlos es padecer» 2. Se trata entonces de actuar en conjunto, de cooperar sin subestimar condición alguna; es decir, asumiendo las naturales diferencias individuales, respetando la dignidad de los seres humanos pues no olvidemos que una comunidad está conformada por individuos, por intereses particulares que están en juego al momento de una concertación. Entonces, la idea de comunidad se basa en comportamientos humanos que tienen un sentido y expectativas entre sus miembros. Pero no solo acciones, sino acciones basadas en esperanzas, valores, creencias y significados compartidos entre los componentes de un grupo. La (difícil) interacción El ser humano es social por naturaleza, vive en sociedad para satisfacer sus necesidades tanto biológicas como de todo tipo. Se reúne y se organiza para llevar

acabo tareas que garanticen el bienestar común. Para que una comunidad tenga vida propia es necesario que exista armonía entre sus miembros, y esta se basa en un conjunto de deberes y derechos que corresponden a cada quien. Cuando nos ponemos de acuerdo para solucionar un problema que nos afecta a todos estamos ejerciendo nuestros deberes y derechos. No existen los unos sin los otros, ambos interactúan. Fernando Savater expresa: «No seríamos lo que somos sin los otros pero nos cuesta ser con los otros»3, y se refiere en este caso a lo que llama el «patente antagonismo de las diferentes disposiciones humanas», eso que inclina a los hombres a formar una sociedad y amenaza siempre con deshacerla. El autor hace referencia a Kant cuando dice que lo mismo que enfrenta a los hombres es aquello que los une: el interés. Cada ser humano quiere lo que quieren los demás; comparte el deseo de los otros y por eso vive en sociedad, pero también compite con los otros por obtener lo mismo. La Candelaria de Caracas / 65


Gracias a esta tensión el ser humano crea sus capacidades racionales para asociarse y alejarse tanto de la batalla de todos contra todos como de la condición de rebaño uniformado por falta de libertad. 4 Aquí la idea de libertad se entiende como la capacidad de decidir los planes personales de vida sin menoscabo de los intereses del resto de las personas que conforman el grupo social al que pertenecemos. Es decir, una asociación humana, una comunidad, lejos de neutralizar, trata de conciliar la pluralidad de los intereses personales. Continúa el autor: «Las instituciones de la ciudadanía son herramientas para integrar lo aparentemente inconciliable, no para acorazar las semejanzas en identidades contrapuestas» 5. Nos une lo que nos diferencia Insistir en las diferencias carece de sentido pues la pluralidad es inherente al ser humano. De allí que por encima de la diversidad de sociedades y culturas, de lo idiosincrásico, se sitúa un rasgo en común: la cualidad de ser úni66 / La Candelaria de Caracas

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cos, el deseo de reconocernos en el otro, la capacidad de comunicarnos y de decidir por nosotros mismos, la búsqueda de asociación, todo lo cual puede entenderse como una gran comunidad a la que todos los seres humanos pertenecemos: la civilización.

2 ANTILLANO, Laura. Elogio a la comunidad. Biblioteca Básica Temática. Consejo Nacional de la Cultura, Caracas, 2004, p. 9. 2 Ibídem, p.14. 3 Vivir juntos, capítulo 8. En: Las preguntas de la vida. Editorial Ariel. España, 2003, p. 194. 4 Hacia una ciudadanía caopolita. En: Despierta y lee. Editorial Alfaguara. México, 2006, pp. 51-53. 5 Idem.


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Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez Avenida Bolívar entre calles Sur 11 y Este 8 Paseo Vargas, Caracas, Venezuela Teléfonos: (58212) 571.2401 / 571.6910 / 571.8354 Fax: (58212) 572.1476 museocruz-diez@cantv.net Horario: Lunes a viernes 9:00 am a 5:00 pm Sábados y domingos 10:00 am a 5:00 pm

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Esta publicación se terminó de imprimir en septiembre de 2008 en los talleres del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Guarenas, Caracas. En su impresión se utilizó papel Lumisilk de 150 grs. Se emplearon las tipografías Glypha (T1) y Roman (Light, Italic y Bold) en tamaños 6, 8 y 23. El tiraje fue de 1.000 ejemplares




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